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    CUANDO NOPODEMOS PARARpor Tim Jackson y Jeff Olson

    Cmo vencer las adicciones

    M

    ara est obsesionada con la comida. Durante aosse ha atiborrado de comida para luego purgarse, a

    veces 20 veces al da o ms. Su rutina compulsiva

    parece tener vida propia.Guillermo tiene un amor del que su esposa no sabe nada.

    Cuando era un adolescente curioso descubri las revistaspornogrcas Playboyy Penthouse. Quince aos despusencuentra las pelculas pornogrcas irresistibles. El mdemde su computadora le da cil acceso a la pornograa del

    ciberespacio y de la Internet.Carla perdi su sobriedad por causa del alcohol. No esque recuentase los bares locales para beber cerveza. Era unabebedora secreta. Nadie en su amilia sospechaba del problema.Slo tomaba cuando su esposo estaba en el trabajo y mientraslos nios asistan a la escuela. Nada demasiado grave, pensabaella, hasta que qued embarazada otra vez y trat de parar porel bien del beb.Ttulo del original: When We Just Cant Stop ISBN: 978-1-58424-049-5Foto de la cubierta: RBC Ministries,Terry Bidgood SpaniShLas citas de las Escrituras provienen de la Versin Reina-Valera 1960 Sociedades Bblicas en Amrica Latina. 2001,2007,2009 RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan, USA Printed in USA

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    Como sugieren estosejemplos, las adicciones nose limitan a las sustancias

    ilegales que alteran el nimo.Mara es adicta a la comida.Guillermo es esclavo de supropia sexualidad. Carla estcontrolada por una sustanciaque se vende libremente enlos estantes de un

    supermercado amiliar.Las adicciones suscitan

    muchas preguntas. Sondebilidades morales,enermedades, hbitos opecados? Son dependencias

    sicas o ciclos espiritualescomplicados? Qu se necesitapara cambiar? Tratamientomdico, intervencinamiliar, rendicin de cuentasdiariamente a un grupo o

    transormacin espiritual?Se pueden cambiar esasconductas rpidamente ose necesita toda una vidapara recuperarse? Si nuestrarespuesta a estas preguntases s, o al menos quizs,estamos siendo honestosrespecto a la complejidadde la adiccin.

    En las pginas quesiguen examinaremosesta complejidad y nos

    concentraremos en algunasde las dimensiones personalesy espirituales ms crticas dela adiccin.

    LA COMPLEJIDADDE LA ADICCIN

    Denicin de adiccin.Una adiccin esuna dependenciaesclavizante y destructiva. El

    diccionario en ingls RandomHouse Unabridged dene laadiccin como el estado deestar esclavizado a un hbito,a una prctica o a algo queorma un hbito psicolgico

    o sico, como los narcticos,hasta un punto en que lacesacin del mismo causaun trauma severo.

    Puesto que una personapuede estar sicamentepredispuesta a la adiccin, ydebido a la probabilidad deque existan complicacionesmdicas, las adicciones

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    muchas veces se consideranuna enermedad. Sin embargo,sera un error pensar

    solamente en trminos sicos.La mayora de las adiccionestambin estn arraigadasen decisiones morales ynecesidades espirituales.

    La mayora de lasadicciones tambinestn arraigadas endecisiones morales

    y necesidades

    espirituales.

    Lo ms importante no essi estamos predispuestos o nohacia un hbito esclavizante,

    sino si estamos dispuestos ahacer lo que sea necesariopara colocar este cuerpoenermo predispuesto, hbitoo dolo bajo el control de larazn y la e.

    Qu tan propagadasestn las adicciones? Unaencuesta hecha en hogaresa nivel nacional en 1996 por

    el Departamento de Saludy Servicios Humanos de losEstados Unidos sobre el abuso

    de drogas, revel que lasestadsticas para la poblacinhispana de los Estados Unidossobre el uso de dierentessustancias, tanto lcitas comoilcitas, era as: 43% de loshispanos usaba el alcohol;

    6,2% tomaba cinco tragos dealcohol o ms en la mismaocasin al menos cinco dasdierentes en un mes; 25,5%usaba el tabaco; 1,1% usabala cocana (el porcentaje

    ms alto en comparacincon personas de raza blanca

    y negra); y 5,2% usabacualquier otra droga ilcita.Sin embargo, si pudisemos

    ver el cuadro completo,

    muchas ms personasde las que uno se puedeimaginar son cautivas dedependencias esclavizantes

    y destructivas que nos estnarruinando a nosotros y anuestras relaciones. Qu puede causaradiccin? En su libro

    Addiction And Grace [Adiccin

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    y Gracia], Gerald Mayha compilado una lista de105 cosas o actividades a las

    cuales muchos se han apegadoirresistiblemente. La granmayora son cosas buenas,como la comida, el trabajo, elejercicio sico, las compras ylas medicinas. Examinemosalgunas de las ms comunes.

    Las drogas y el alcohol.Los qumicos que alteranel estado de nimo son losresponsables de algunasde nuestras ms obviasadicciones. Crean dependencia

    sica, emocional y socialde sentimientos inducidosarticialmente. Algunosestimulantes, que van desdela cocana hasta la nicotina,producen una alegra que

    crea una ilusin de bienestar,poder, suciencia y control.Otros causan alucinacionesde placer o de terror. Losdepresivos, como el alcohol,pueden aliviar temporalmentenuestras ansiedades y derribarnuestras inhibiciones. La comida.Algunos denosotros intentamos satisacer

    con la comida, no slolas necesidades naturalesde nuestros cuerpos, sino

    tambin insaciables anhelosemocionales y espirituales.Mientras ms comemos

    para sentirnos mejor, mstrabajan nuestros cuerposcon nuestras emocionespara aumentar la demanda.

    El ciclo es adictivo.Los intentos de revertir el

    eecto del comer en excesotambin pueden ser adictivos.Si somos anorxicos nosmorimos de hambre. Si

    tenemos bulimia comemos enexceso y luego nos purgamosde lo que hemos comido, ya seapor el uso indebido de laxanteso inducindonos el vmito.Tanto si comemos en exceso

    como si no comemos, caemossin querer en otra dependenciaesclavizante y destructiva. Los placeres sexuales.La adiccin al placer sexualpuede incluir obsesionesheterosexuales maritaleso extramaritales, con elmismo sexo, con un etiche opornogrcas. La adiccin al

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    placer sexual se hace evidentecuando los deseos sanos deintimidad se convierten en

    conductas que nos roban elrespeto propio, la libertad,el dominio propio y laoportunidad de disrutar de lasrelaciones sexuales saludables. El trabajo. Segn elGnesis, Dios nos cre para

    trabajar la tierra, gobernar elmundo, y ayudarnos unosa otros en ese proceso. Portanto, no es de sorprenderseque en un mundo cadohayamos convertido el trabajo

    en s mismo en un amo y undios. Gran parte de nuestramotivacin cultural se centraen nuestro anhelo de obtenersignicacin mediante logrosproesionales. Los adictos al

    trabajo quedan crnicamenteabsortos en una corrientecontinua de tareas. Nuestrasensacin de bienestar estntimamente ligada a loque hacemos. Los intentosde terminar con nuestraobsesin con el trabajo dancomo resultado depresin ysensacin de racaso.

    Las relaciones. Tambinpodemos desarrollar unadependencia esclavizante y

    destructiva de la gente. Seproduce una orma de idolatrarelacional cuando vemos aotra persona como la uente denuestra identidad y bienestar.Solos, nos sentimos vacos,sin realizar e intiles. Cuando

    nos amenaza la separacinluchamos para aerrarnos ala otra persona a toda costa,incluso si perjudicamos aesa misma persona quedecimos amar.

    El juego. Algunos se hanhecho adictos a las apuestas

    jugando a la lotera, en casinoso autdromos, o apostandoen eventos deportivos. Lasprdidas cada vez mayores

    y el sueo de obtener elxito nanciero alimentan lanecesidad de una oportunidadms. Por el momento, eltorrente de adrenalina queproduce la emocin de un

    juego ms nos lleva a ignorarel dao que ya se ha causadoa la amilia, los amigos yel uturo.

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    LASCARACTERSTICAS

    DE UNAADICCIN

    Los que trabajan conpersonas atrapadas enlas adicciones identicanal menos cinco seales de

    peligro, las cuales, cuandoaparecen juntas, indican lapresencia de una dependenciaesclavizante y destructiva. 1. Una concentracinabsorbente. Todas las

    adicciones consumen tiempo,pensamientos y energa. Noson meros pasatiempos. Sonobsesiones y preocupacionesque exigen ms y msde nosotros.

    2. Una toleranciacada vez mayor. El patrnde rendimiento decrecientetambin es comn.Necesitamos cantidadescada vez mayores paramantener el mismo eecto.Los drogadictos necesitan mscrack para obtener la mismasensacin. Los alcohlicos

    necesitan ms alcohol paramantener la sensacin debienestar que se consegua

    tan cilmente al principio.El adicto a las relacionessexuales cambia de pornograaligera a pornograa pesada,o de relaciones maritalesnormales a encuentros social

    y bblicamente prohibidos.

    3. Una negacincreciente. Para protegerlos momentos sagrados denuestro placer negamos quenuestro inters nos estarruinando. Puesto que hay

    tanto que perder, ocultamosde otros el alcance de nuestraesclavitud. Nos convencemosde que podremos parar cuandoqueramos. Aprendemos a

    vivir en dos mundos al

    mismo tiempo. Hasta noscreemos nuestras propiashistorias. Nos convertimosen actores consumadosrente a otros debido altemor a que nos descubran. 4. Consecuenciasperjudiciales. No hayadicciones inoensivas.Todas las adicciones son

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    destructivas para nosotros ypara los que amamos. Directao indirectamente, nuestras

    obsesiones pueden destruirnuestra amilia y amistades.Podemos perder el trabajo, lasalud, el respeto propio y lareputacin. Las adicciones sondependencias esclavizantes yautodestructivas. Destruyen

    nuestra capacidad de tenerdominio propio y de conocer

    y disrutar a Dios, el cual nosha hecho para S. 5. Privacin dolorosa.Cualquier cosa que usemos

    habitualmente paraproporcionarnos una sensacinarticial de bienestar producedolor si nos la quitan. Losestallidos de ira, la agitacin,la ansiedad, los ataques de

    pnico, los temblores y ladepresin son todos costosde la privacin. Si se nospriva de nuestra adiccin,tendemos a sentir que hemosperdido algo esencial paranuestra supervivencia.

    A la luz de resultadostan dolorosos, podramospreguntarnos por qu estamos

    tan dispuestos a volvernosdependientes de manerasde pensar y de actuar

    autodestructivas.

    POR QU NOSAFERRAMOS

    A NUESTRASADICCIONES?

    Las adicciones no sonsolamente diversionesde nuestra eleccin. Lasvemos como botes salvavidas

    necesarios para nuestrasupervivencia. Nos dan algoque creemos debemos tenerpara vivir. Nos proporcionanun alivio y un poderpredecibles en un mundo

    impredecible y doloroso.La bsqueda de alivio.Cuando perdemos la salud,cuando nos perturba el daoque hemos hecho a otros,cuando nos acosa el rechazode un padre o de un cnyuge,es natural que tratemos dealiviar el dolor. Aborrecemosel sentirnos culpables,

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    desconectados, vacos y solos.Anhelamos aceptacin y amor.Nuestras adicciones proveen

    un remedio que nos ayudaa olvidar el dolor, al menospor un poco de tiempo.

    El alcoholismo ahoga latristeza. La adiccin a lasdrogas levanta el nimo.El comer en exceso y

    compulsivamente llena nuestrovaco. El trabajo obsesivoreemplaza las inseguridadescon una sensacin de logro.La adiccin sexual simulala aventura y la intimidad.

    Las adicciones a menudocomienzan como unabsqueda de placer paraadormecer la incomodidadque nos causan las prdidasdolorosas. Pero al poco

    tiempo descubrimos quelas adicciones multiplicanel dolor. Con el tiempo, se

    vuelven peores que el dolorque estbamos tratando dealiviar. Entonces vemos quenecesitamos alivio, no slo denuestras ineludibles prdidas,sino tambin de la vergenzade haber conado en una

    conducta adictiva queempeor nuestro problema.

    Sin embargo, la vergenza

    tambin engaa. Al principioes el placer lo que nosmantiene adictos. Conel tiempo, la vergenzaproduce el mismo eecto.En sus propias maneras,ambos sentimientos son

    engaosamente eectivospara aliviar el dolor. El placerllena y distrae; la vergenzamata. Ambos orman parte denuestras adicciones. Ambosse combinan con nuestras

    obsesiones por insensibilizarnuestros corazones, no sloal dao que hacemos a otros,sino tambin a nuestro propioanhelo de amor y relacin.

    Irnicamente, la vergenza

    misma termina siendo inclusoms til que el placer paraproporcionar alivio a nuestrodolor. La vergenza nos hacesentir indignos de dar yrecibir amor y disminuyenuestros anhelos derelacionarnos. Acaba con eldolor poderosamente, no sloporque lo mitiga, sino porque

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    debilita nuestros corazoneshasta que no sentimos nadaen absoluto.

    Cuando nuestros corazonesestn dbiles, nada nos duele.No anhelamos dar ni recibiramor. Tampoco podemos sentirel dao que hacemos a otros.No obstante, el usar nuestraadiccin y la vergenza que

    resulta de ella para no sentirnada parece preerible a cargarcon las tristezas de la vida. La bsqueda depoder. Las adiccionestambin proporcionan la

    ilusin de que tenemos elcontrol. Son como alombrasmgicas privadas que nostransportan a un mundodonde parece que tenemos elmando. Nos dan una manera

    predecible de cambiar loque sentimos hacia nosotrosmismos y hacia los dems.

    Las adicciones nos proveenmomentos predecibles conlos que podemos contar, altiempo que nos dan la ilusinde tener el control. Aunque laspersonas y las circunstanciasestn ms all de nuestro

    control, nuestras adiccionesnos dan lo que prometen, esdecir, consuelo, placer, poder

    y control: ahora. Al negarnosa comer, al purgarnos de loque hemos comido, al usarnuestro trabajo para alcanzarreconocimiento, al hacer otracompra, sentimos que tenemospoder y no que somos intiles.

    Las adicciones sonatractivas porque parecenproporcionar dosis predeciblesde alivio y de poder en mediodel dolor y de la impotencia.Pero en realidad son un

    cuarto de espejos que nospromete libertad y que luegonos entrampa con pocaesperanza de escapatoria.El eecto siempre es un

    yugo autodestructivo.

    Lo que descubrimosdemasiado tarde es que, acambio de alivio y control,nuestras adicciones seenseorean de nosotros.

    Aunque nos decimos anosotros mismos quetenemos todo bajo control,la experiencia demuestralo contrario.

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    Pararamos si pudisemos,pero nos hemos convertido enesclavos de nuestros propios

    deseos. Queremos a nuestraadiccin ms de lo quequeremos parar. Creemosque necesitamos y merecemosel alivio y el poder que nosda la adiccin.

    En algn momento nos

    sentimos obligados a escogerentre nuestra adiccin yaquellos a quienes amamos.Sabemos lo que deseamosdesesperadamente. Noqueremos perder a nuestros

    seres queridos. Pero no

    sabemos cmo podramossobrevivir sin el amigoque nos est destruyendo.

    Nos sentimos atrapadosen un ciclo adictivo.

    CUL ES ELCICLO ADICTIVO?

    Amedida que la adiccingana ms terreno en

    nosotros, nuestroplacer disminuye. Losmomentos de alivio sonreemplazados por una

    vergenza persistente. Nos

    Vue

    lve

    el

    dolorResolu

    cin m

    ora

    l

    Ex

    igen

    cia

    de

    alivi

    o

    Actividadadictiva

    Ins

    atisf

    accin

    - ALIVIO- CONTROL

    - VERGENZA- CULPA

    - PROMESAS- ENMIENDAS

    - DESILUSIN- DESESPERACIN

    - DERECHO

    - IRA

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    sentimos culpables por tenerun hbito que es socialmenteinaceptable. Tenemos miedo

    de que nos descubran. Ala vez, decidimos parar oenmendar nuestros racasosesperando que disminuyanlos sentimientos de culpa

    y de vergenza. Pero esonunca sucede. Puede que

    hayamos limpiado nuestravida de la adiccin y de susdesagradables sensaciones,pero no hay nada que la hayasustituido. Como resultado,somos ms agudamente

    conscientes de nuestro vaco.Entonces se apoderan denosotros sentimientos dedesilusin y desesperacin,

    y una vez ms empezamos aexigir alivio. La exigencia de

    alivio nos echa de nuevoen los conocidos brazos denuestro hbito.

    Este ciclo se repite una yotra vez a niveles cada vez msproundos de insatisaccin,desilusin, desesperacin

    y esclavitud.

    QU SENECESITA

    PARA ROMPEREL CICLO?

    Aveces se necesita laintervencin amiliarpara captar nuestraatencin. Puede que se

    necesite una orden judicial.A veces es necesario quedaren la ruina nanciera,perder el empleo, la saludo las relaciones.

    Debe haber algo que

    nos lleve al nal de nosotrosmismos. Debe haber algo quenos lleve a estar dispuestos apedir cualquier tipo de ayudaespiritual o mdica, o a asistira reuniones diarias para rendir

    cuentas a alguien y vencerel dominio que tiene sobrenosotros nuestra dependenciaesclavizante y destructiva.

    Una cosa es cierta. Aun sise necesitan la hospitalizacin

    y el tratamiento mdico paraterminar con la opresin denuestra adiccin, tambin

    vamos a necesitar ayuda

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    espiritual para recuperar lasensatez, la sobriedad y eldominio propio.

    La adiccin involucranuestro ser interior espiritual.Tenemos necesidades que no sepueden satisacer con comida,alcohol, drogas ni trabajo. Lasobsesiones sicas no puedensatisacer nuestros proundos

    anhelos de satisaccin,seguridad y signicacin.

    Puesto que estasnecesidades son espirituales

    y no sicas, la mayora de loscentros para el tratamiento

    de las adicciones hoy dareconoce que se necesita algoms que una terapia mdicao social. Muchos programasse elaboran en base de unaorma de tratamiento espiritual

    llamada recuperacin en12 pasos. En las prximaspginas consideraremosalgunos de los puntos uertes

    y dbiles de este enoque. La historiadel programa derecuperacin en 12pasos. Se trata del programaampliamente adaptado de

    Alcohlicos Annimos. AAtiene sus races en el GrupoOxord, el cual, a principios

    del siglo XX, promova larenovacin espiritual comomedio de terminar con elpoder del alcoholismo.

    El Grupo Oxord se unden 1908 cuando un secretariode la Asociacin de Jvenes

    Cristianos llamado FrankBuchman tuvo una experienciaespiritual que, segn se dice,cambi su vida. Los inormesque se publicaron indicanque en junio de 1908, Frank

    comenz una iglesia en unacalle de la ciudad de Filadela.La iglesia foreci, y l empezuna hospedera para hombres

    jvenes que se expandi aotras ciudades.

    Sin embargo, al pocotiempo, Frank tuvo unaviolenta discusin con sucomit duciario porque lecortaron el presupuesto yla asignacin de alimentos.Renunci y ue a Europa,donde termin en una

    gran convencin religiosaen Keswick, Inglaterra. Su

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    transormacin espiritualocurri cuando escuch a unorador hablar simplemente de

    la cruz de Cristo. Percibi lagran sima que lo separaba deCristo y sinti la necesidad derendir su voluntad. Regresa su casa y escribi estaspalabras a cada uno de losseis miembros de su junta

    de directores en Filadela:Querido amigo: He anidadomalos sentimientos contrati. Lo siento. Me perdonas?Sinceramente, Frank.

    Puesto que senta urgencia

    de compartir esa experiencia,ue cerca de la Universidadde Oxord y orm un grupoevanglico all entre los lderesestudiantiles y los atletas. Conel tiempo, dicho grupo lleg a

    enatizar, no slo la e personalen Cristo, sino tambin lanecesidad de:1. Llegar al nal de nuestros

    propios recursos2. Los dems3. La dependencia de Dios4. El autoexamen5. La conesin de los

    deectos del carcter

    6. La restitucin deldao hecho a otros

    7. Trabajar con otros

    En 1934, miembros delGrupo Oxord ensearonalgunos de los principios desu comunidad a un alcohlicode nombre Ebby Thatcher, elcual estaba a punto de quelo encerraran como borracho

    crnico en Bennington,Vermont. Ms tarde, Ebbyense esos principios a unamigo de la niez, tambinalcohlico, llamado Bill

    Wilson. Wilson se convirti

    posteriormente en coundadorde AA junto con un mdicollamado Bob Smith. Segnla transcripcin de unade las conversaciones deBill con AA, los primeros

    principios que aprendieronde Ebby ueron:1. Admitir que beban.2. Ser honestos con

    ellos mismos.3. Conversarlo con

    otra persona.4. Hacer restitucin a

    aquellos a quieneshaban hecho dao.

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    5. Tratar de transmitir esemensaje a otros sinpensar en la recompensa.

    6. Orar a cualquier Diosque creyeran existiese.Puesto que ese Dios

    no denido posteriormenteapareci en los 12 pasos delos AA, muchos cristianosse han distanciado del

    movimiento. Sealan quemuchas personas usan elprograma de la recuperacinen 12 pasos como sustitutode la e en Cristo, y quealgunos sustituyen la iglesia

    por el grupo.La necesidad deotros. Es cierto que algunaspersonas consideran que los

    grupos de recuperacin en12 pasos son de ms utilidad

    que ir a la iglesia. La ayudamutua ha sido un puntouerte del programa de los 12pasos. Los mejores grupos derecuperacin uncionan comocomunidades de intervencinque demuestran compasin yamor a personas que tienen lasmismas luchas. Comparten lacarga del dolor unos con otros,

    se ren juntos, lloran juntos,se conrontan mutuamente, ycelebran juntos. Denuncian

    la negacin y las creenciasalsas acerca de su adiccin,al tiempo que incentivana tener el valor de tomardecisiones diciles.

    Es interesante notar queese es el tipo de amor que

    exige el Nuevo Testamento.En ningn lugar deben sertan evidentes los principiosde recuperacin y de la ayudamutua que entre aquellosque creemos en Cristo y en

    la Biblia, de donde sali elproceso de recuperacin en12 pasos. Lo que aprendieronlos undadores del programade los 12 pasos en la iglesia,ahora tenemos que aprenderlo

    algunos de nosotros de losgrupos de recuperacin.Tambin es importante

    tener en cuenta que las iglesiasy los grupos de recuperacintienen dierentes propsitos.Muchas iglesias no estnequipadas para proporcionarla atencin especca y lanecesidad compartida que

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    orecen muchos grupos queutilizan el programa de los12 pasos. Al mismo tiempo,

    dichos grupos no puedenorecer la clase de amiliaespiritual, rendicin de cuentase instruccin que manda laBiblia. Dejan a Dios sin denirpara poder incluir a personasde todas las creencias en ese

    proceso diseado para vencerlas adicciones. Pero los gruposde recuperacin que denena Dios como lo entendemosno pueden proporcionartoda la ayuda espiritual

    que se necesita. La necesidad deentender. Conar en Diossegn lo entendemos puedeayudar a las personas a vencerel alcohol o las drogas, pero

    no asegura el perdn ni unarelacin amiliar con Dios.Entendamos a nuestro

    Dios. En el Nuevo Testamento,el apstol Pablo abord elasunto del Dios no denidocon un grupo de lsoosatenienses del primer siglo(Hechos 17:22-34). Aunqueadmiti que las personas de

    todas las creencias viven, semueven y son en Dios, Pablodijo claramente que Dios ahora

    llama a todos a aceptar aAquel que l resucit de entrelos muertos. Estaba hablandode Jess, quien antes ense:Dios es Espritu; y los quele adoran, en espritu y en

    verdad es necesario que

    adoren (Juan 4:24).Cuando combinamos estas

    citas con el resto del NuevoTestamento encontramos aun Dios que quiere que loconozcan. Aun si nos ayuda a

    vencer una adiccin mientrasadoramos a un Dios noconocido, esa misericordiano ha de ser un n en smisma. El Dios de la Bibliaorece esas misericordias para

    llevarnos a su oerta plenade perdn, adopcin, vidaeterna y capacitacin espiritualdiaria en Cristo.

    Con ese teln de ondo,veamos cmo se ven losprincipios de recuperacin ala luz de un Dios que se revelaa S mismo y que se acerca anosotros por amor en nuestra

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    adiccin y en nuestro pecado.Esto va a ser dicil para losque han sido criticados y

    condenados por personasque arman ser seguidoras deCristo. Pero tenga en cuentaque ue Cristo mismo quiense gan la reputacin de seramigo de pecadores.

    Jess no muri solamente

    por sus amigos y por personasbuenas. Muri por personascomo Mara Magdalena,la cual estaba poseda porsiete demonios antes de serliberada de su esclavitud.

    Muri por personas cautivasde sus propios deseosautodestructivos de relacionessexuales, alcohol y dinero. Espor eso que el apstol Pablopudo escribir despus:

    No sabis que losinjustos no heredarn elreino de Dios? No erris;ni los ornicarios, ni losidlatras, ni los adlteros,ni los aeminados, ni losque se echan con varones,ni los ladrones, ni losavaros, ni los borrachos,ni los maldicientes, ni los

    estaadores, heredarn elreino de Dios. Y esto eraisalgunos; mas ya habis

    sido lavados, ya habis sidosanticados, ya habis sidojusticados en el nombredel Seor Jess, y por elEspritu de nuestro Dios(1 Corintios 6:9-11).Si estas son las clases

    de personas a las queDios declara sin mancha(justicadas), y si estas sonlas clases de personas alas que Dios aparta para S(santica) cuando creen en Su

    Hijo, entonces hay esperanzapara nosotros tambin. Diosno justica ni santica a laspersonas buenas. Jessmismo dijo:

    Los sanos no tienen

    necesidad de mdico,sino los enermos.No he venido a llamar ajustos, sino a pecadores(Marcos 2:17).Entendamos nuestra

    vulnerabilidad. Pero,no suren los cristianos deadicciones? S. La gente puedeluchar con las adicciones

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    antes y despus de acudir aCristo para obtener perdn ysalvacin eterna. Esa es una

    razn por la que Pablo tuvoque escribir a los cristianosen Corinto (vase 1 Corintios6:9-11 en la pgina anterior).

    Algunos todava estabanviviendo bajo la infuencia delalcohol y de deseos sexuales

    no controlados aun despusde ser cristianos. La gente queDios compra y poseetambin puede luchar concualquiera de las adiccionesque afigen a otros. Esa

    vulnerabilidad es para todala vida y gime pidiendo alivioen estos cuerpos carnales(Romanos 8:23).

    Pero, y aquellos queexperimentan una liberacin

    dramtica y duraderael da de su salvacin?Algunas personas dicen queexperimentaron una curamilagrosa cuando creyeronen Cristo como Seor ySalvador. Pero su historiano es la norma. Lo que suexperiencia demuestra esque Dios puede romper las

    cadenas de la esclavitud. Suliberacin nos muestra queDios quiere que su pueblo

    sea libre para l manejarlo yposeerlo. Su cura dramticanos recuerda a todos queDios puede dar el poder a

    su pueblo para vivir bajola infuencia y el controlde Su Espritu.

    Pero las liberacionesdramticas e inmediatas sonslo parte del cuadro. Aunaquellos que experimentan tallibertad en los primeros dasde su e deben pasar el resto

    de sus vidas enrentando lospeligros de otras incontablesdependencias esclavizantes

    y destructivas. Fue a loscristianos que Pablo escribi:

    No os embriaguis con vino,

    en lo cual hay disolucin;antes bien sed llenos delEspritu, hablando entrevosotros con salmos,con himnos y cnticosespirituales, cantando

    y alabando al Seor envuestros corazones; dando

    siempre gracias por todo alDios y Padre, en el nombre

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    de nuestro Seor Jesucristo.Someteos unos a otrosen el temor de Dios

    (Eesios 5:18-21).Aqu Pablo demuestraque el pueblo de Dios noest exento del peligro delas adicciones. Tambindemuestra que los cristianostienen recursos poderosos

    para experimentar unanueva espiritualidad y unadependencia sana delEspritu de Dios. Entendamos nuestrosdeseos. Para entender nuestras

    adicciones es importante queveamos que nuestros deseosno son malos. Es Dios quiennos da nuestros anhelosde conexin, signicacin

    y libertad. Lo que nos est

    matando es la manera enque estamos tratando desatisacer o de apagar esascapacidades que Dios nos da.Las adicciones son poderosasporque los deseos que Dioscre para que nos sirvieran seconvierten en amos cruelescuando les permitimosdominar nuestras vidas.

    Nuestro deseo de sentirnosbien tiene un propsito que

    viene de Dios. Pero cuando

    creemos que necesitamosalivio instantneo y cuandonuestra ms alta prioridad esevitar el dolor, nos hacemos

    vulnerables a una dependenciaesclavizante y destructiva.Cuando sentirnos bien o no

    sentir nada es ms importanteque hacer el bien, amar aotros o conocer a Dios,estamos listos para caeren una adiccin.

    Nuestros deseos refejan

    que hemos sido diseadospara adorar. El lsoo ytelogo Agustn tena razncuando dijo que hay un vacoen todos nosotros del tamaode Dios, y nuestros corazones

    no hallan descanso hasta queencontramos descanso en l. Sino estamos adorando a un Diosbueno que nos ama, entoncesterminaremos adorando anuestros propios deseos hastaque nos consuman. La adiccinse convierte en un dolo.

    Sin embargo, los deseosa los que nos abandonamos

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    hacen ms que consumirnos.Nuestros desesperadosesuerzos por evitar el dolor

    ineludiblemente hieren alos que amamos. Cmo sepuede medir el dolor de lospadres que miran a su hijaanorxica morirse de hambre?Quin puede expresar eldolor de un hijo que crece

    con la incertidumbre y lanegligencia de un padrealcohlico? Quin puededescribir la angustia de unaesposa que descubre quesu esposo ha llevado su

    matrimonio a la bancarrotananciera por causa de susapuestas compulsivas?

    No obstante, a pesardel costo para aquellos aquienes amamos, seguimos

    aerrndonos a nuestrasadicciones y negamosinsistentemente que tenemosun problema. Puesto quenuestro deseo de sentirnosbien o de no sentir nadaparece ms importanteque la verdad, la negacin esuna caracterstica predecible

    y persistente de la persona

    atrapada por un hbitoesclavizante.

    El deseo egosta lleva a

    las personas adictas a negarque tienen un problemaporque no se pueden imaginar

    viviendo sin el objeto de sudependencia. El esposo adictoa una aventura amorosa sesiente mucho ms vivo con

    su amante que con su esposa.Los alcohlicos creen quenecesitan la botella para quesus vidas sean llevaderas. Losadictos al trabajo creen quenecesitan trabajar 80 horas a

    la semana para demostrar suimportancia. Es impensablepara esas personas renunciara la uente de sus sentimientosde bienestar.

    Cuando nos conrontan

    con el dao que nuestraadiccin y negacin hace aotros, somos propensos aculpar a cualquiera menos anosotros mismos por lo queest sucediendo. Consumidospor nuestro deseo desentirnos bien o de sentirnosadormecidos a cualquier costo,tendemos a enojarnos con

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    cualquiera que nos conrontecon la verdad acerca denosotros mismos.

    Entendamos nuestra ira.Nuestra ira enmascara nuestrotemor. Nos enojamos con elcielo y con la tierra porquetenemos miedo de enrentarla luz del da. Nos aterrorizael pensamiento de perder el

    control de la adiccin queestamos usando para encontraralivio y control. En nuestrotemor, buscamos estrategiaspara pelear o para huir.Peleamos con todo el que nos

    sugiera que hemos perdido elcontrol de nosotros mismos

    y que vamos camino a laautodestruccin. Huimoshacia el consuelo de nuestroamigo que nos da momentos

    de alivio y satisaccin queadormecen nuestra mente.La ira nos ayuda a justicar

    nuestra adiccin. Creemos quemerecemos el alivio que ellanos proporciona. Al culpar aotros de nuestros problemas,mantenemos la atencinalejada de nosotros mismos.

    Al culpar a Dios de nuestro

    dolor, evitamos temporalmenteenrentar nuestra idolatra.Mientras podamos alimentar

    nuestras quejas contra elcielo, no tendremos quelidiar con el hecho deque por nuestra propia

    voluntad hemos escogidodioses que nos permitensentirnos bien en el presente.

    Mientras podamos sentirnosmaltratados, ignorados y noamados, podremos justicarairadamente el reemplazar aDios con nuestra adiccin.

    En nuestra ira,siempre olvidamosa Aquel que llevnuestro dolor en

    su propio cuerpoen la cruz deun verdugo.

    En nuestra ira, siempreolvidamos a Aquel que llevnuestro dolor en su propiocuerpo en la cruz de un

    verdugo. Mientras culpamos

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    a los dems, no recordamoslos golpes, los azotes, elmenosprecio, los clavos, la

    sed ni las lgrimas de Cristo.Mientras seguimos culpandoa Dios y a otros por nuestrodolor ignoramos a Aquelque carg con tal castigo pornosotros que l mismo clam:Dios mo, Dios mo, por

    qu me has desamparado?(Marcos 15:34). Al culpar alcielo y a la tierra de nuestrosproblemas y adormecernosen el consuelo insensato denuestras adicciones, ignoramos

    a Aquel que dijo:Venid a m todos losque estis trabajados ycargados, y yo os hardescansar. Llevad mi yugo

    sobre vosotros, y aprended de

    m, que soy manso y humildede corazn; y hallarisdescanso para vuestrasalmas; porque mi yugo escil, y ligera mi carga(Mateo 11:28-30).

    EN LAENCRUCIJADA

    Ya sea que necesitemosperdn o capacitacin

    espiritual, el Dios de laBiblia hace una oerta que pidea cambio nuestra invitacin.En la Biblia, Jess se describea S mismo de pie tocando

    a la puerta y diciendo:He aqu, yo estoy a la

    puerta y llamo; si algunooye mi voz y abre la puerta,entrar a l, y cenarcon l, y l conmigo

    (Apocalipsis 3:20).Cuando toca la puerta

    nos entra el pnico o nosenojamos. Nuestra primerareaccin tiende a ser: Ayno! Est aqu. La casa es un

    desastre. No podemos dejarque nos vea as. Si entra noshar sentir aun peor.

    Abrumados por el temorolvidamos que, puesto que les Dios, ya nos ve claramente,como si no hubiera puerta. Vetodos los platos sucios, todoslos cuartos desordenados, toda

    vergenza y toda adiccin. Lo

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    sabe todo acerca de nosotros,cmo nos encontramos eincluso lo airados que estamos

    con l.Adems de tener miedo,estamos enojados. Estamosseguros de que l orma partede nuestro problema. No loqueremos dejar entrar. Nosha deraudado demasiadas

    veces ya. Pudo haber evitadonuestro dolor. Pudo habernosdado la clase de vida que hadado a otros. No ha sido justo

    y encima, ahora quiere ms.Percibimos intuitivamente

    que desea nuestros corazones.Quiere controlarnos. Invitarloa entrar da la impresin de queestamos invitando al enemigo.

    Sin embargo, toca lapuerta. Sabe lo que nos parece

    dicil de creer. Ha venidopara orecer alivio, consueloperdn y descanso. Ha venidoporque desea capacitarnos.Quiere sentarse con nosotros

    y comer con nosotros en lamesa de nuestro corazn. Estesperando nuestra invitacin

    y que digamos algo as:Seor, entra. He hecho un

    desastre. Por avor, ven y tenmisericordia de m.

    Cuando nalmente

    invitamos a Cristo al desastrede nuestra vida descubrimosque no vino a condenarnos.Tampoco exige que trabajemosms arduamente para arreglarnuestras vidas daadas.

    Al contrario, viene como

    un amoroso Salvador a lapuerta de nuestros corazones,tocando, esperando quedigamos: S, Seor, entra.Hazte cargo. Perdname.Cmbiame.

    Hay una oportunidad decambiar en esta encrucijada. Esuna oportunidad de descubrirla vida mediante el procesode admitir nuestra adiccin,reconocer nuestro dolor,

    aceptar la responsabilidadpor el dao que hemos hecho,suplicar misericordia, optar porrendirnos y amar a los dems.

    Aqu, en esta encrucijada,nuestros corazones cobran

    vida en la presencia de Aquelque, aunque lo sabe todoacerca de nosotros, quiereentrar en nosotros y ser el Dios

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    y el Amigo que hemosestado buscando.

    Puesto que siempre da

    miedo pensar en empezar esteproceso con Dios, usemos lassiguientes pginas para vercmo podran ser algunos delos cambios si dejramos queCristo entrara en el mundo denuestras adicciones y pecados.

    En las prximas pginasveremos cmo podran verse larendicin y el cambio a travsde los ojos de aquellos quehan empezado el procesode transormacin que dura

    toda la vida.

    LAS SEALESDE PROGRESOSEAL DEPROGRESO N. 1:Admitimos quenecesitbamos ayuda.Esta primera seal de progresoespiritual no ue cil. Elcamino a la libertad y a unanueva vida al principio parecala muerte (Mateo 10:39).

    Admitir que nos sentamosdescontrolados ya era losucientemente doloroso.

    Conesar la naturaleza denuestro problema a otrospareca una locura. Noobstante, empezamos a contarnuestra historia. Al hablar aotros de nuestra lucha pusimosal descubierto la verdad de

    nuestras adicciones y vimos,aun ms claramente, quenuestros llamados amigosnos estaban destruyendo.Nuestras adicciones noshaban robado relaciones,

    dignidad y uturo.Una vez vimos lo dicil

    de manejar que se habavuelto nuestra vida estuvimospreparados para depender de laayuda de Dios y de otros para

    recuperar la independenciasaludable y el dominio propioque habamos perdido.

    SEAL DEPROGRESO N. 2:Descubrimos que eldolor no era nuestroenemigo.Aprendimos a dejarque la tristeza nos permitiese

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    recobrar los sentidos. Laaficcin saludable nospermiti enrentar el dolor que

    desebamos aliviar o matar pormedio de nuestras adicciones.El dolor no desapareci, peroencontramos nuevas ormas desoportarlo con valor, esperanzae incluso gozo.

    Aprendimos a dejar que

    nuestro dolor nos trajeseel consuelo expresado porel autor del Salmo 73. ltambin se senta abrumado

    y desilusionado por lasinjusticias de la vida. No

    entenda cmo Dios podadejar que la gente mala sesaliera con la suya mientrasque personas inocentes comol suran. Aquellos eranpensamientos dolorosos. Casi

    perdi su e. Pero puesto queenrent su dolor y lo llev allugar de adoracin, de repentedescubri que su coraznhaba cambiado al ver suscircunstancias a travs dela perspectiva eterna.

    [] ue duro trabajopara m, hasta queentrando en el santuario

    de Dios, comprend eln de ellos. Ciertamente loshas puesto en deslizaderos;

    en asolamientos los harscaer. Cmo han sidoasolados de repente! []Se llen de amargura mialma, y en mi corazn

    senta punzadas. Tantorpe era yo, que no

    entenda; era como unabestia delante de ti. Contodo, yo siempre estuvecontigo; me tomaste dela mano derecha. Me has

    guiado segn tu consejo,

    y despus me recibirs engloria. A quin tengo yoen los cielos sino a ti? Yuera de ti nada deseo enla tierra. Mi carne y micorazn desallecen; mas

    la roca de mi corazn y miporcin es Dios para siempre(Salmo 73:16-19,21-26).Al igual que el salmista,

    aprendimos que nuestrodolor poda llevarnos aDios. Descubrimos quenuestro dolor no tena queecharnos en los brazos denuestra adiccin.

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    SEAL DEPROGRESO N. 3:Aprendimos a aceptar

    la responsabilidadde nuestras propiasdecisiones. Vimosevidencias de que estbamos

    venciendo nuestra adiccincuando empezamos a verms all del dao que otros

    nos haban hecho.En vez de limitarnos

    a culpar a aquellos quenos haban hecho dao,empezamos a ver cmohabamos decidido responder

    a nuestras circunstanciasdolorosas. Nuestros ojos seabrieron a las decisiones quehabamos estado tomandoen esos momentos en quepensbamos que no tenamos

    otra opcin ms que seguir connuestra adiccin. Encontramosmotivaciones y decisiones quellevaban nuestra rma.

    Aceptamos laresponsabilidad de nuestra ira,de la manera en que tratamosde satisacer nuestros deseos,de exigir alivio, de rehusaradmitir nuestra vulnerabilidad

    y de nuestra determinacina protegernos a toda costa,aun a costa de los dems.

    Aceptamos laresponsabilidad de reemplazara nuestro Creador con unaadiccin que no poda traerluz ni orden a nuestro caos,sino que en lugar de ello hacams oscuras las tinieblas en

    las que nos ocultbamos.Al principio tenamos

    miedo de tal responsabilidadporque aumentaba nuestrasensacin de racaso y prdida.Descubrimos que habamos

    sido tan culpables de hacerdao a otros como eran ellosculpables de hacrnoslo anosotros. Sin embargo, estamayor concientizacin resultser para nuestro bien. Fue slo

    cuando admitimos nuestroserrores que pudimos encontrarla verdad que nos hizo libres(Juan 8:32).

    Aprendimos de Santiago,el cual nos exhort a afigirnospor nuestro pecado y aacercarnos a Dios (Santiago4:8-10). Y del apstol Pabloaprendimos que la tristeza

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    segn Dios es un caminosaludable al arrepentimiento(2 Corintios 7:10).

    SEAL DEPROGRESO N. 4:Vimos nuestranecesidad demisericordia.Anteriormentehabamos visto nuestra

    necesidad de ayuda. Habamosllegado a creer que sloDios poda liberarnos de laesclavitud a nuestra adiccin.Pero entonces vimos quenecesitbamos ms que ayuda.

    Necesitbamos misericordia.Habiendo visto las muchasmaneras en que habamospecado contra Dios y contraotros, se hizo evidente quenecesitbamos una ayuda y

    un perdn que no merecamos.La misericordia se convirtien nuestro nuevo gozo. Nosinvit a un cambio de corazn

    y a un arrepentimiento quenos hara volvernos con

    gusto de nuestras obsesionesidlatras. Habiendo dejadoatrs el racaso, la misericordiaentonces nos llamaba a una

    nueva dependencia de Dios.Cuando todava estbamos

    en los brazos de nuestra

    adiccin, el pensamiento decambiar pareca la muerte.Pero entonces la misericordianos oreci esperanza, vida ylibertad. Nos dio razones para

    volvernos de nuestros intilesintentos de encontrar alivio y

    poder, y una nueva manerade mirar a nuestro Dios. Elllamamiento de la misericordiaue ms uerte que la atraccinde nuestra adiccin. Poco apoco vimos que Aquel que

    orece misericordia amanuestras almas.

    Por primera vez tuvimosms que placer momentneo.

    Ahora tenamos razones paradestruir al dolo y romper

    todo lazo con l. Aunquebamos a luchar por el resto denuestra vida para recordar ypracticar todo lo que habamosaprendido, algo maravillosohaba sucedido. Habamossido transormados. Habamosprobado el gozo. En nuestrosmomentos de refexin siemprebamos a tener que admitir que

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    el placer de nuestra adiccinno mereca que lo comparasencon las misericordias de Dios.

    SEAL DEPROGRESO N. 5:Descubrimos quetenemos mucho por loque dar gracias. Cuandodescubrimos la abundancia

    de la misericordia de Diosempezamos a disrutar lasproundidades de su bondad.

    Antes habamos amado muydecientemente, habamosestado muy ciegos. Habamos

    insistido muy obstinadamenteen nuestro derecho a aliviarnuestro dolor y controlarnuestras vidas. Cuandonos conrontaban los quenos amaban, negbamos

    la verdad persistentemente.No obstante, al ver esto,Dios sigui amndonos. Nosperdon. Hasta se dio a Smismo a cambio de nuestroquebrantamiento.

    Con corazones rebosantesnos aerramos a las palabrasde David, el cual escribi:Bienaventurado aquel

    cuya transgresin ha sidoperdonada, y cubierto supecado (Salmo 32:1).

    Cuando reconocimosque Dios nos buscabaimplacablemente para nuestrobien, incluso a pesar denuestra rebelda descarada eidlatra contra l, nuestroscorazones se humillaron y

    se conmovieron de gratitudpor su misericordia y su

    gracia. Desde esa perspectivanos preguntamos cmopudimos alguna vez darlela espalda a cambio de

    placeres momentneosautodestructivos.

    Abrumados por la bondadde Dios y habiendo probado laposibilidad de estar satisechos

    y completos en l, empezamos

    a deleitarnos en orecernosa Dios como expresin denuestra adoracin y amor(Romanos 12:1).

    SEAL DEPROGRESO N. 6:Descubrimos que la rendicines un estilo de vida. La primera

    vez que sentimos haber llegado

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    al nal de nosotros mismos,que tocamos ondo y queadmitimos que nuestra vida

    estaba destrozada, nuestrarendicin a Dios no uecompleta. De alguna maneraue una rendicin orzada. Noshaba quebrantado la tirana denuestras propias decisiones. Lasconsecuencias de la esclavitud

    que result de esas decisionesnos hizo la vida inaguantable.Finalmente admitimos queestbamos golpeados, y que sino nos rendamos, moriramos.Nos rendimos para salvar

    nuestra propia vida.De lo que no nos dimos

    cuenta en aquel momentoue de que esa actitud dequebrantamiento podaconvertirse en una orma de

    vida. Tampoco nos dimoscuenta de lo buena que podaser la vida. Con el tiempo nossorprendi el gozo. La rendicinque temamos lleg a ser unamanera de invitar la ayuda y lamisericordia de Aquel que noshizo para que encontrsemosplacer, seguridad y realizacinen l.

    Abandonar nuestraconanza en nuestra adiccinnos liber para depender de

    Aquel que siempre da muchoms de lo que quita. Renunciara nuestras metas egostas

    y descansar en l liber untiempo y una energa que ahorase podan usar para satisacerlas necesidades de los dems.

    SEAL DEPROGRESO N. 7:Nos dedicamos a ayudara otros. Mientras estbamosatrapados en el caos de

    nuestra propia adiccin,no sentamos ms quedesprecio por las relaciones

    genuinamente ntimas.Tenamos tanto que esconder

    y estbamos tan absortos en

    nuestra propia autoprotecciny alivio que no nos quedabaenerga para ocuparnos denadie ms que de nosotrosmismos. Sin embargo,despus de experimentar lasobreabundante bondad deDios, encontramos placer enconducir a otros a la mismauente sobrenatural de libertad.

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    Descubrimos que no haymayor expresin de gratitud aDios que honrarle llegando a

    otros con el amor restauradorque recibimos. Fue estesentido de misin del quehabl el apstol Pablocuando escribi:

    Bendito sea el Dios y Padrede nuestro Seor Jesucristo,

    Padre de misericordias yDios de toda consolacin,el cual nos consuela entodas nuestras tribulaciones,

    para que podamos tambinnosotros consolar a los

    que estn en cualquiertribulacin, por medio de laconsolacin con que nosotros

    somos consolados por Dios(2 Corintios 1:3,4).Descubrimos que no hay

    ningn otro lugar donde lagente est mejor equipadapara ayudarse mutuamenteque en la amilia de una iglesiadonde las personas tienen lasmismas luchas y, al mismotiempo, tienen mucho porlo que dar gracias.

    UNA NUEVAVISIN DE

    LA IGLESIA

    Aunque la iglesiano pueda abordartodos los asuntoscomplicados de la adiccin,puede proveer aliento,

    comprensin y un lugaradonde rendir cuentas. Laiglesia puede orecer el alientode personas que se preocupanpor nuestro mximo bienestar.Puede ayudarnos a comprender

    nuestro dolor a la luz deltiempo y de la eternidad. Puedeayudarnos a aclarar nuestraconusin ensendonos adepender de la Palabra de Dios

    y del Espritu Santo. Nos puede

    hacer responsables para vivir,no slo para nosotros mismos,sino tambin para cuidar losintereses de los dems.Una iglesia sana nos puederecordar que oremos, quetrabajemos y que vigilemoscon expectativa el regreso deCristo, el cual puede sucederen cualquier momento.

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    UNA MIRADAEN EL ESPEJO

    Es posible que todos noshayamos visto en elespejo de estas pginas.

    Qu clase de persona hemosvisto? Hemos visto a unapersona dispuesta a sentirlos inevitables e ineludibles

    dolores de la vida? O hemosvisto a una persona dedicadaa procurar alivio y control?Hemos visto a una persona

    vulnerable a la adiccin debidoa que se niega a creer que slo

    Dios puede dar satisaccin yseguridad? Todos tenemos lassemillas de la adiccin dentrode nosotros. Todos queremosminimizar nuestro dolor.Todos queremos controlar

    nuestro mundo.En este punto necesitamoshacernos algunas preguntasimportantes: Existe algoen nuestra vida que se haya

    vuelto excesivo, compulsivoo intrincado? Hay algo quepensamos no podemos dejarporque signica demasiadopara nosotros? Si es as,

    hemos de ser conscientes deque estamos listos para caer enuna dependencia esclavizante

    y destructiva.El autor de Hebreos nosadvirti que todos necesitamosaliento a diario para queninguno de vosotros seendurezca por el engao delpecado (Hebreos 3:13). La

    adiccin gana terreno pormedio del engao. Si nose desaa, el engao y lanegacin crecen, ciegan elcorazn, y dan como resultadoconsecuencias devastadoras.

    Un hombre que niega teneruna curiosidad sexualincontrolada est al borde decaer en una uerte adiccinsexual. Un hombre que noest dispuesto a cuestionar

    el excesivo nmero de horasque pasa en el trabajo se estexponiendo a las prdidas derelaciones que sure un adictoal trabajo. Una mujer quese niega a admitir que estusando el alcohol, la comida olas compras para cambiarse elnimo est en peligro de caeren las garras de una adiccin.

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    Si estamos al borde de laadiccin, es hora de enrentarla verdad. Nuestros corazones

    estn dolidos. Los deseos queDios nos dio son poderosos.

    Nuestras adiccionesson dioses que notienen empata

    alguna por nosotrosni por aquellos aquienes amamos.

    Nuestras estrategias deautoabsorcin para satisaceresos deseos slo aumentarnnuestro dolor. Nos harn dao,no slo a nosotros, sino aaquellos que estn ms cerca de

    nosotros y a quienes amamosms. Nuestras adicciones sondioses que no tienen empataalguna por nosotros ni poraquellos a quienes amamos. Eshora de que escuchemos la vozamorosa y suplicante de Dios,el cual dice en su Palabra:

    No os engais; Dios nopuede ser burlado: pues

    todo lo que el hombresembrare, eso tambinsegar. Porque el que

    siembra para su carne, dela carne segar corrupcin;mas el que siembra parael Espritu, del Espritu

    segar vida eterna(Glatas 6:7,8).

    EL PROGRESODEL PEREGRINO

    Algunas personasvan a la recuperacin

    esperando que Dioslos libre inmediatamente desus luchas con las adicciones.Pocas descubren que es as.La mayora tiene que libraruna larga y ardua batalla

    con muchas recadas. Pero apesar de las recadas, Dios nonos abandona. No hay nadaque pueda compararse con elproceso de ser perdonados,liberados poco a poco y depasar, de estar absorto ennosotros mismos, a sentir unamor abnegado por el biende los dems.

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    Ninguno de nosotros serjams totalmente libre de lalucha constante con el pecado

    en esta vida. Por mucho quehayamos progresado, siempretendremos deseos en nosotrosque se opondrn a la graciade Dios. A pesar de ese hecho,Dios nos puede capacitarpara vivir de manera que no

    estemos irresistiblementecontrolados por cosas quesustituyen a Dios y que nosatan como cadenas, acabancon nuestra ortaleza personal,

    y nos incapacitan para amarlo

    a l o a los dems. Dios nospuede ayudar a desarrollarun espritu de libertad paraque lo que ms nos motivesean los intereses de losdems y no nuestro propio

    placer inmediato. Dios nospuede capacitar para queencontremos en l conanza

    y la uente de vida quenos lleva a adorarlo conagradecimiento. Cuandoperdemos la esperanza ennosotros mismos y en lasadicciones que nos consumen,

    hasta que sobreabundande su sublime gracia.

    Dios nos puedeayudar a desarrollar

    un espritu delibertad para quelo que ms nos

    motive sean losintereses de los

    dems y no nuestropropio placer

    inmediato.

    Michael Card capta labelleza de la liberacin ensu cancin titulada en ingls

    Things We Leave Behind [Lascosas que dejamos atrs]:Cuando decimos No a lascosas del mundo, abrimosnuestro corazn al amor deDios; Y es dicil imaginar lalibertad que hallamos de lascosas que atrs dejamos.