Cuando Hércules Le Espantaba Las Moscas a Buda

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Cuando Hércules Le Espantaba Las Moscas a Buda

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Cuando Hrcules le espantaba las moscas a Buda

El ttulo de este texto no es una metfora, es una descripcin de una imagen repetida.

Est Buda, sentado o de pie, con los pliegues de la tnica bien marcados, su cabeza destacada con el nimbo que marca su santidad, el pelo recogido en un moo que apunta a su continencia y el poder asctico que atesora con ella. Y al lado, erguido, el barbudo Heracles que en su mano derecha no blande ni espada ni arco, sino un espantamoscas con el que protege la hondura de la meditacin de Buda.

As, Buda, uno ms de los bondadosos iluminados que en lugar de dejarse fluir en la gozosa eternidad del moksha, de la liberacin, habran optado por repetir otro eslabn ms en la dolorosa cadena de las reencarnaciones para ensear el camino a los sufrientes seres humanos, se ha encontrado con Hrcules, con Heracles, el viejo hroe heleno, depurado ahora de su masculina brutalidad, pero pletrico tambin l de otra parte de su herencia y personalidad. Y es que el Heracles que espanta las moscas de Buda deriva directamente de aqul al que se invocaba en las dificultades, el soter, el salvador, pero no en el ms all, sino en el ms ac concreto de todas los das, el hroe-dios de cualquiera y de todos, al que tambin los estoicos vean como la representacin del sabio que libera al mundo de hroes y tiranos.

Los dos nos miran y lo hacen desde su representacin, griega y esculpida casi dos mil aos atrs, en una stupa del actual Pakistn, en la base misma de la Ruta de la Seda.

No es cosa de alabar las conquistas, pero es cierto que sin ellas nada de esto hubiera pasado, ni ms ni menos que cinco. Hacia el Oeste, tres: los persas en el siglo VI a. de C. sometiendo el mundo del Mediterrneo Oriental al Indo, Alejandro aduendose de todo esto dos siglos despus, y Roma afirmando su poder sobre todo el Mediterrneo con la definitiva anexin de Egipto tras derrotar a Cleopatra y Marco Antonio en la segunda mitad del siglo I. En el ms lejano Este, una: en el siglo II a. C. la dinasta Han hereda la China que construye el gran emperador Qin Shi Huang Di el de las miles de estatuas en su tumba, el de la Gran Muralla- y lanza sus ejrcitos hacia el Oeste hasta llegar a ocupar buena parte de lo que en adelante sera la Ruta de la Seda. Asia Central y la India son el escenario de la ltima: la de los kushana, quizs hablantes de la elusiva lengua indoeuropea que conocemos como tocario, que generan en el siglo I d. C. un reino que abarca el norte de la India adems de gran parte la propia Ruta -de la que provienen-, y que durar siglos.

Buda se hace viajero ahora, y tambin en cierta forma hacia Occidente. En el siglo III a. C. el rey de buena parte de la India, Ashoka, enva cartas a los reyes helensticos que dominan el Mediterrneo invitndoles a hacerse budistas como l. En sus inscripciones nos cuenta esto, y tambin cmo tras una guerra sangrienta, arrepentido, se haba convertido y haba en adelante evitado la guerra, dedicndose al cuidado de sus sbditos y a extender la Ley Sagrada. No parece que tuviera xito entre los Antocos, Ptolomeos o Antgonos a los que dirige sus misivas. Qu no hubiera cambiado en el mundo de haber sido as?

Pero, sobre todo, Buda se har viajero hacia el Oriente. Y de los griegos (y romanos) no slo se llevar al viejo Heracles-Hrcules en sus rutas asiticas.

Por qu caminos haba llegado Heracles hasta el Noroeste de la India? En cierta forma podramos muy bien decir que en el momento en que se esculpen estos relieves, no necesitaba llegar de ningn sitio: llevaba ya cerca de medio milenio all. Alejandro Magno no slo haba esparcido ciudades durante su deriva hacia la India por en medio de los inmensos territorios que iba arrebatando a los reyes persas: al final del trayecto, en la lejana Bactria, haba asentado miles de griegos en lo que ms tarde sera un reino autnomo y expansivo antes de verse englobado por los grupos que llegan por la Ruta, los kushana incluidos. Los arquelogos han encontrado en toda la zona ciudades, inscripciones, templos, teatros un espacio que en cierta forma corporeizaba como en ningn sitio uno de los sueos de Alejandro: un mundo culturalmente heleno en el que tenan cabida griegos y no griegos. Heracles estaba all desde hace siglos, entonces, y Buda, apenas uno o dos siglos anterior, haba llegado tambin con el propio Ashoka, si no antes, tanto que monjes griegos se haban contado entre los asistentes a los concilios budistas de Ceiln.

As que Heracles y Buda estaban all y en otros muchos lugares, y seguirn estando entre los kushana, cuyos reyes los incluyen, por ejemplo, en sus monedas y, sobre todo, recurren a las ya viejas tradiciones griegas de escultura y pintura, y a sus formulaciones romanas, para representarlos en templos y stupas, en imgenes como aqullas que venimos comentando aqu.

En cierta forma, la Ruta desde el siglo I a. de C. abarcaba ya el conjunto del mundo conocido: por el oeste, desde el imperio romano y el Mediterrneo, por tierra siguiendo las rutas de Arabia y las que atravesaban el imperio parto de Mesopotamia a Irn y penetrando por el Asia Central hasta China y Corea, por mar, llegando desde el Egipto romano por el Mar Rojo hasta la India aprovechando los monzones, y hasta bordendola para seguir viaje hasta la lejana China. Mercancas, personas, ideas, tcnicas, sueos, culturas se trasladan, cambian, se adaptan.

No solo personajes y religiones siguen las rutas caravaneras hasta el extremo del mundo donde caba imaginarse al Sol naciendo da a da. Escultores de tradicin helena, bactrianos entre otros, seguramente tambin romanos y de otras procedencias, trabajan para los seores de la ruta y para todos aquellos que buscan acercarse a la liberacin a travs de aplicar sus generosos donativos a extender, en piedra, el mensaje de Buda. Las tcnicas artsticas que un da estuvieron en la base del Partenn, que se lanzaron a conquistar el movimiento en los siglos que siguen, preparan ahora su llegada a China en las imgenes sagradas, entre la barahnda de las mercancas, las palabras de los mercaderes, los gritos de camelleros y acemileros, y el lento desplazarse de las caravanas. Y all florecern y seguirn extendindose hasta Corea y Japn.

Y as, el que un da fuera el hroe griego ms extendido se convierte ahora en la ms popular de los tres seres sobrenaturales que acompaan a Buda, en otro Buda, en Vajrapani, Trueno-en-mano, el representante por excelencia de su potencia liberadora, guardin de templos y de meditaciones. Lo que un da haba sido esculpido en piedra remozando las viejas formas artsticas helenas, se hace y rehace, se reinventa, para defender las puertas de los templos japoneses, convertirse en santo patrn del templo Shaolin, o ser representado como un fiero personaje en el budismo Vajrayana tibetano. Nada extrao: es as como siempre se ha reinventado todo lo humano: entre el prstamo, la adaptacin y el descubrimiento.

Es ms que curioso -y quizs podra ser considerado como un ejemplo del fracaso de nuestra especie ya entonces a la hora de construir un Ms Ac pletrico y satisfecho-, el que el mundo se hubiera dirigido un poco en todas partes en la misma direccin de soar un Ms All compensador y que la propia Ruta ayude a ello. En el imperio romano triunfan las religiones mistricas, que prometen un ms all feliz para aquellos que se entreguen a los designios y cultos de un dios salvfico. Bien visto, el cristianismo dej de ser lo que era una hereja juda no demasiado relevante- cuando Pablo, que nunca conoci a su fundador, insufl en l contenidos y formas de unos cultos mistricos que conoca muy bien de su Asia Menor natal. En el mundo indio el viejo politesmo vdico se despide ms dramticamente para verse substituido como si Dionisos o el Salvador Heracles hubieran vencido a Zeus- por Vishn, Shiva y la Gran Diosa, protectores de quienes se les entregan con devocin, y que les ofrecen, a cambio, el final de la triste cadena de las reencarnaciones humanas, el moksha. Tambin el budismo cambia por entonces en la misma direccin, abrindose a los laicos como nunca antes y ofrecindoles nuevos asideros los propios Budas y sus representaciones, o el propio Heracles Vajrapani- para soar con el mismo camino que llevara al fiel a la disolucin, a poner punto final al engao de la vida.

Buda, y el Heracles Vajrapani con l, llevan consigo la impronta combinada de las culturas y las mentes que los concibieron y de las manos que les dieron forma, pero llevan, sobre todo, esa impronta de esperanza en un ms all por fin justo que se extiende en diversas formas por el mundo conocido y que explica tambin su xito en las lejanas regiones del Asia Central y Oriental, empezando por la propia China. Da igual, claro est, la verdad o no verdad de lo que se predica: hablamos de encuentros y de transmisiones de sueos y, por qu no, de consuelos ante una realidad que pocas veces los ofrece.

Para que todo esto fuera posible y, con ello, para que Hrcules le espantara las moscas a Buda, el mundo no tena que ser otra cosa que lo que era y lo que es, un lugar en el que ni distancias, ni desiertos. ni mares han impedido el encuentro, la palabra, el regalo de la diferencia y de su descubrimiento, la creacin y la recreacin de una condicin humana que, por encima de todo, es legado y memoria. No fue aqulla la ltima gran globalizacin, sino tan slo la primera. Las mismas culturas y sociedades no son sino formas transitorias en las que se coagulan en el tiempo diferentes constelaciones, diferentes formas de ser humanos, como si hubieran de combinarse una y otra vez las posibilidades que se le van abriendo a nuestra extraa y fascinante especie.

Hay quien prefiere ver el mundo como un espacio cerrado en el que transitaran sin tocarse esos extraos sujetos que, sin saberse muy bien qu significa, se califica como naciones, igual que si fueran planetas destinados a navegar eternamente por universos ni siquiera paralelos. Hubo un tiempo en el que no haba muchas ms maneras de concebir y de escribir- la historia. Hoy ya sabemos que esta visin es un mal sueo que produce monstruos.

Es lstima que haya gentes que prefieran esta falsedad a entender la fulgurante y agridulce complejidad del tiempo de los seres humanos y de los mundos reales e imaginarios que nos construimos, que renuncien a entender de verdad cmo pudo ser qu Hrcules le espantara las moscas a Buda.