Cuando dividir el Perú era posible

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C6 l Cultura El Comercio domingo 27 de setiembre del 2015 L a historia de las jó- venes naciones in- dependientes de América resulta complicada y caóti- ca, marcada por intrigas y con- tradicciones, con personajes que cambian de bando continua- mente. Es por ello que se han es- tudiado tan poco los orígenes de nuestra independencia, pues las historias oficiales buscan siem- pre una línea recta, héroes cla- ros y coherentes para contar su historia en blanco y negro. El general Andrés de Santa Cruz, con su proyecto de divi- dir el territorio peruano en dos y unir ambas partes con Bolivia, no encaja en aquella historia fá- cil que nos cuenta un proceso independentista sin conflictos. Sin embargo, para la historiado- ra Natalia Sobrevilla, autora de “Andrés de Santa Cruz, caudillo de los Andes” (IEP), el presiden- te de la Junta de Gobierno del Pe- rú en 1827, presidente de Bolivia entre 1829 y 1839 y protector de la Confederación Peruano-Boli- viana durante tres años (1836- 1839) resulta un personaje fas- cinante, un caudillo en cuya historia se reflejan las tensiones de tres países, el Perú, Bolivia y Chile, aún irresueltas. ¿Qué le hizo acercarse a un per- sonaje como Andrés de Santa Cruz, que para la historiografía peruana es el hombre que quiso dividir el Perú para ser absorbido por Bolivia? El proyecto empezó con una in- vitación. En esa época yo estaba en la Universidad de Yale, y mi profesor Stuart Schwartz, que conocía mi tesis doctoral sobre el caudillismo en la época del guano, me animó a investigar sobre Andrés de Santa Cruz. Y cuanto más fui investigando, más profundicé en su compleji- dad, tanto de su persona como de su actuación política. Su libro aborda un tiempo en el que las identidades nacionales están por consolidarse. ¿Cómo cree que se forman esas identi- dades? Pensemos en Santa Cruz, naci- do accidentalmente en La Paz en 1792, en tiempos de la mo- narquía hispánica, cuando aún no se plantea el tema de la na- cionalidad. Es recién cuando aparecen las naciones latinoa- mericanas cuando debe plan- tearse si era boliviano o perua- no. ¡Y entonces nadie sabía qué significaba serlo! Entonces las fronteras entre el Perú y Bolivia no estaban claras, era un mo- mento de mucha maleabilidad. Más bien, lo importante será cómo los otros, sus enemigos, definirán la nacionalidad de Santa Cruz. Agustín Gamarra será quien construya un discur- so muy poderoso que convertirá a Santa Cruz en un extranjero. Santa Cruz, hijo de huamangui- no, que estudió en Cusco y vivió casi toda su vida en el Perú, don- de además peleó sus primeros años por el rey de España, sien- te que ser peruano y boliviano a la vez es posible. ¿Cree que sus acciones, dividir al Perú en norte y sur para unirlo a Bolivia, son parte de su búsqueda de una identidad? ¿Al serle arre- batada la ciudadanía peruana, sus acciones tenían que ver con un resentimiento personal? Más que un resentimiento, la es- EDUARDO CAVERO Cuando dividir al Perú era posible Al conmemorarse los 150 años de la muerte del protector de la Confederación Peruano- Boliviana, la investigadora Natalia Sobrevilla publica la biografía de uno de los líderes más complejos de nuestro siglo XIX. ENEMIGO ÍNTIMO. Agustín Gamarra, dos veces presidente del Perú, némesis de Santa Cruz. VOZ AUTORIZADA. La historiadora peruana es profesora de la Universidad de Kent, en Inglaterra. EL GENERAL EN SU LABERINTO. Sobrevilla ha escrito una académica y apasionante biografía del caudillo que por tres años fusionó el Perú con Bolivia. Enrique Planas ASEDIOS AL CAUDILLO ANDRÉS DE SANTA CRUZ Andrés de Santa Cruz, caudillo de los Andes Autor: Natalia Sobrevilla Editorial: IEP. País: Perú Número de páginas: 288 peranza de poder volver a unir esas identidades. Yo creo que lo que quería Santa Cruz no era desmembrar o destruir al Perú, sino construir la posibilidad via- ble de un Perú y una Bolivia uni- das. Él consideraba que ambos países nunca debieron separar- se. Pensemos, por ejemplo, que hacia 1830, lo que nosotros lla- mamos la Gran Colombia era, simplemente, Colombia, una unión de países que ahora son diferentes. Entonces las iden- tidades nacionales eran muy fluidas. Si nosotros vemos la historia desde una perspecti- va actual, con las fronteras que nosotros reconocemos ahora, veremos a Santa Cruz como un enemigo del Perú, como al- guien que tenía una visión re- vanchista. Pero en ese momen- to era posible que surgiera una confederación, y que el Perú pu- diese dividirse en dos. En esa época, era coherente que Arequipa o el Cusco se sintieran más próximos a la Paz que a la le- jana Lima... Por supuesto. El Cusco, Arequi- pa, Tacna, Moquegua, Arica te- nían muchos más lazos comer- ciales y de interacción con el Alto Perú que con el resto del país. Era una zona articulada en base a la minería de Potosí. ¡Todo lo que va desde Tucumán hasta Huan- cayo era un mismo espacio de circulación! El lector contempo- ráneo ve las fronteras, pero no ve cómo los espacios geográficos se usaban en ese momento. En su biografía, Santa Cruz, co- mo brillante presidente bolivia- no, tiene un némesis claro en Agustín Gamarra, presidente de un Perú en crisis permanente. Parecieran en la historia símbo- los del orden y del caos, respec- tivamente... Gamarra no fue un político muy exitoso. En su primer go- bierno, hubo en el Perú 14 re- voluciones. En su segundo go- bierno, murió en batalla y dejó al país sumido en la anarquía. No sé hasta qué punto sus pro- blemas tenían que ver más con las dificultades del Perú para consolidarse que con la propia personalidad del caudillo. Me pregunto hasta qué punto Santa Cruz tuvo más suerte al gober- nar Bolivia. Allí, él logró conso- lidar y coordinar con las regio- nes con mucho más éxito. En el Perú, había una oposición muy fuerte entre el centro y el nor- te contra el sur. Cusco, Lima y Arequipa eran tres ciudades de población semejante. El tributo indígena, la principal entrada para la caja fiscal, se recauda- ba principalmente en el sur pe- ruano y de allí partía a Lima. Por su parte, el norte del país tenía fuertes lazos de comercio con Guayaquil y con Chile. En ver- dad, la articulación del Perú de entonces era mucho más pro- blemática que ahora. ¿Cuál cree que fue el error más grande de Santa Cruz al frente de la Confederación Peruano-Boli- viana? Haber ordenado el fusilamien- to del general Felipe Santiago Salaverry, luego de vencerlo en la batalla de Socabaya (1836). Fue una de las medidas que más le costó a largo plazo. Hasta en- tonces, los caudillos no se mata- ban entre sí. La muerte de Sala- verry fue una excepción. Luego, cuando tomó control del Perú como protector de la confede- ración, enfrentó los mismos problemas económicos y políti- cos que su enemigo Gamarra. El Perú entonces era un país muy diverso, que venía de un con- flicto prolongado, con mucho encono entre sus élites regiona- les, mientras que el apoyo a San- ta Cruz venía básicamente del sur del país. Además, toda una serie de generales gamarristas habían partido al exilio y pidie- ron ayuda en Chile. Al final, fue- ron ellos los que regresaron pa- ra vencerlo y restaurar el orden anterior. Pienso que Santa Cruz se dio cuenta de que, si hubie- ra intentado hacer algo menos ambicioso, como incorporar solo el sur del Perú a Bolivia, hu- biera tenido más éxito. ¿El proyecto de dividir el Perú en dos fue demasiado para él? Es interesante: mientras los pe- ruanos consideraban terrible que Santa Cruz dividiera el país en dos, en Bolivia consideraban que Santa Cruz estaba a favor del Perú, pues estos dos nuevos estados iban a tener dos votos contra uno de Bolivia. Incluso recelaban que la capital de la confederación estuviera en el Perú, probablemente en Tacna. ¿Cree que la confederación fue la primera provocación que de- tonaría más tarde la Guerra del Pacífico? Los chilenos, muy pronto, se dieron cuenta de que a ellos no le convenía la confederación en- tre el Perú y Bolivia. Temían que el puerto de Arica fuera compe- tencia directa con Valparaíso. Por eso, decidieron hacer todo lo posible para evitar su éxito. Argentina también recelaba. ¿La causa del fracaso de la con- federación fue principalmente económica? Tiene un elemento económico y cultural. Santa Cruz no midió hasta qué punto Lima y el nor- te del Perú iban a estar en des- acuerdo con la posibilidad de dejar de ser el centro del país. Le faltó medir también las oposi- ciones en Bolivia, sobre todo al sur de su país. Quizás la confe- deración siempre estuvo desti- nada al fracaso, quién sabe. ¿Cuánto reflejan estas historias de caudillos lo que sucede en el Perú actual? ¿El caudillismo en la política es heredero de nuestro caótico siglo XIX? El caudillismo nunca ha deja- do de ser importante en el Perú. Pensemos que el único partido político real que ha tenido el Pe- rú es el Apra, siendo un partido productor de caudillos. Tiene que ver con nuestra necesidad por tener un líder cercano, por la dificultad por crear alianzas a más largo plazo. Eso ha carac- terizado al país históricamente. El fondo de todo esto es que el Perú sigue siendo un país muy desigual. Las grandes prome- sas liberales de la igualdad y de la ciudadanía nunca se han visto realmente reflejadas.

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CUANDO DIVIDIR EL PERÚ ERA POSIBLE. A 150 años de la muerte de general y político peruano boliviano Andrés de Santa Cruz, El Comercio entrevistó a la historiadora Natalia Sobrevilla. El diálogo ella brindó mayores detalles sobre su libro “Andrés de Santa Cruz, caudillo de los Andes”, publicado por el IEP y el Fondo Editorial de la PUCPFuente: Diario El ComercioFecha: Domingo 27 de setiembre de 2015

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C6 l Cultura —El Comercio —domingo 27 de setiembre del 2015

L a historia de las jó-venes naciones in-dependientes de América resulta complicada y caóti-

ca, marcada por intrigas y con-tradicciones, con personajes que cambian de bando continua-mente. Es por ello que se han es-tudiado tan poco los orígenes de nuestra independencia, pues las historias oficiales buscan siem-pre una línea recta, héroes cla-ros y coherentes para contar su historia en blanco y negro.

El general Andrés de Santa Cruz, con su proyecto de divi-dir el territorio peruano en dos y unir ambas partes con Bolivia, no encaja en aquella historia fá-cil que nos cuenta un proceso independentista sin conflictos. Sin embargo, para la historiado-ra Natalia Sobrevilla, autora de “Andrés de Santa Cruz, caudillo de los Andes” (IEP), el presiden-te de la Junta de Gobierno del Pe-rú en 1827, presidente de Bolivia entre 1829 y 1839 y protector de la Confederación Peruano-Boli-viana durante tres años (1836-1839) resulta un personaje fas-cinante, un caudillo en cuya historia se reflejan las tensiones de tres países, el Perú, Bolivia y Chile, aún irresueltas.

¿Qué le hizo acercarse a un per-sonaje como Andrés de Santa Cruz, que para la historiografía peruana es el hombre que quiso dividir el Perú para ser absorbido por Bolivia? El proyecto empezó con una in-vitación. En esa época yo estaba en la Universidad de Yale, y mi profesor Stuart Schwartz, que conocía mi tesis doctoral sobre el caudillismo en la época del guano, me animó a investigar sobre Andrés de Santa Cruz. Y cuanto más fui investigando, más profundicé en su compleji-dad, tanto de su persona como de su actuación política. Su libro aborda un tiempo en el que las identidades nacionales están por consolidarse. ¿Cómo cree que se forman esas identi-dades?Pensemos en Santa Cruz, naci-do accidentalmente en La Paz en 1792, en tiempos de la mo-narquía hispánica, cuando aún no se plantea el tema de la na-cionalidad. Es recién cuando aparecen las naciones latinoa-mericanas cuando debe plan-tearse si era boliviano o perua-no. ¡Y entonces nadie sabía qué significaba serlo! Entonces las fronteras entre el Perú y Bolivia no estaban claras, era un mo-mento de mucha maleabilidad. Más bien, lo importante será cómo los otros, sus enemigos, definirán la nacionalidad de Santa Cruz. Agustín Gamarra será quien construya un discur-so muy poderoso que convertirá a Santa Cruz en un extranjero. Santa Cruz, hijo de huamangui-no, que estudió en Cusco y vivió casi toda su vida en el Perú, don-de además peleó sus primeros años por el rey de España, sien-te que ser peruano y boliviano a la vez es posible. ¿Cree que sus acciones, dividir al Perú en norte y sur para unirlo a Bolivia, son parte de su búsqueda de una identidad? ¿Al serle arre-batada la ciudadanía peruana, sus acciones tenían que ver con un resentimiento personal? Más que un resentimiento, la es-

Eduardo CavEro

Cuando dividir al Perú era posibleAl conmemorarse los 150 años de la muerte del protector de la Confederación Peruano-Boliviana, la investigadora Natalia Sobrevilla publica la biografía de uno de los líderes más complejos de nuestro siglo XIX.

enemigo íntimo. agustín Gamarra, dos veces presidente del Perú, némesis de Santa Cruz.

VoZ autoriZada. La historiadora peruana es profesora de la universidad de Kent, en Inglaterra.

el general en su

laberinto. Sobrevilla ha

escrito una académica y apasionante biografía del caudillo que

por tres años fusionó el Perú

con Bolivia.

Enrique Planas

asedios al caudillo andrés de santa cruZ

Andrés de Santa Cruz, caudillo de los AndesAutor: Natalia Sobrevilla Editorial: IEP. País: PerúNúmero de páginas: 288

peranza de poder volver a unir esas identidades. Yo creo que lo que quería Santa Cruz no era desmembrar o destruir al Perú, sino construir la posibilidad via-ble de un Perú y una Bolivia uni-das. Él consideraba que ambos países nunca debieron separar-se. Pensemos, por ejemplo, que hacia 1830, lo que nosotros lla-mamos la Gran Colombia era, simplemente, Colombia, una unión de países que ahora son diferentes. Entonces las iden-tidades nacionales eran muy fluidas. Si nosotros vemos la historia desde una perspecti-va actual, con las fronteras que

nosotros reconocemos ahora, veremos a Santa Cruz como un enemigo del Perú, como al-guien que tenía una visión re-vanchista. Pero en ese momen-to era posible que surgiera una confederación, y que el Perú pu-diese dividirse en dos. En esa época, era coherente que Arequipa o el Cusco se sintieran más próximos a la Paz que a la le-jana Lima... Por supuesto. El Cusco, Arequi-pa, Tacna, Moquegua, Arica te-nían muchos más lazos comer-ciales y de interacción con el Alto Perú que con el resto del país. Era una zona articulada en base a la minería de Potosí. ¡Todo lo que va desde Tucumán hasta Huan-cayo era un mismo espacio de circulación! El lector contempo-ráneo ve las fronteras, pero no ve cómo los espacios geográficos se usaban en ese momento. En su biografía, Santa Cruz, co-mo brillante presidente bolivia-no, tiene un némesis claro en Agustín Gamarra, presidente de un Perú en crisis permanente. Parecieran en la historia símbo-los del orden y del caos, respec-tivamente... Gamarra no fue un político muy exitoso. En su primer go-bierno, hubo en el Perú 14 re-voluciones. En su segundo go-bierno, murió en batalla y dejó al país sumido en la anarquía.

No sé hasta qué punto sus pro-blemas tenían que ver más con las dificultades del Perú para consolidarse que con la propia personalidad del caudillo. Me pregunto hasta qué punto Santa Cruz tuvo más suerte al gober-nar Bolivia. Allí, él logró conso-lidar y coordinar con las regio-nes con mucho más éxito. En el Perú, había una oposición muy fuerte entre el centro y el nor-te contra el sur. Cusco, Lima y Arequipa eran tres ciudades de población semejante. El tributo indígena, la principal entrada para la caja fiscal, se recauda-ba principalmente en el sur pe-ruano y de allí partía a Lima. Por su parte, el norte del país tenía fuertes lazos de comercio con Guayaquil y con Chile. En ver-dad, la articulación del Perú de entonces era mucho más pro-blemática que ahora. ¿Cuál cree que fue el error más grande de Santa Cruz al frente de la Confederación Peruano-Boli-viana? Haber ordenado el fusilamien-to del general Felipe Santiago Salaverry, luego de vencerlo en la batalla de Socabaya (1836). Fue una de las medidas que más le costó a largo plazo. Hasta en-tonces, los caudillos no se mata-ban entre sí. La muerte de Sala-verry fue una excepción. Luego, cuando tomó control del Perú como protector de la confede-ración, enfrentó los mismos problemas económicos y políti-cos que su enemigo Gamarra. El Perú entonces era un país muy diverso, que venía de un con-flicto prolongado, con mucho encono entre sus élites regiona-les, mientras que el apoyo a San-ta Cruz venía básicamente del sur del país. Además, toda una serie de generales gamarristas habían partido al exilio y pidie-ron ayuda en Chile. Al final, fue-ron ellos los que regresaron pa-ra vencerlo y restaurar el orden anterior. Pienso que Santa Cruz se dio cuenta de que, si hubie-ra intentado hacer algo menos ambicioso, como incorporar solo el sur del Perú a Bolivia, hu-biera tenido más éxito. ¿El proyecto de dividir el Perú en dos fue demasiado para él? Es interesante: mientras los pe-ruanos consideraban terrible que Santa Cruz dividiera el país en dos, en Bolivia consideraban que Santa Cruz estaba a favor del Perú, pues estos dos nuevos estados iban a tener dos votos contra uno de Bolivia. Incluso recelaban que la capital de la confederación estuviera en el Perú, probablemente en Tacna. ¿Cree que la confederación fue la primera provocación que de-tonaría más tarde la Guerra del Pacífico?Los chilenos, muy pronto, se dieron cuenta de que a ellos no le convenía la confederación en-tre el Perú y Bolivia. Temían que el puerto de Arica fuera compe-tencia directa con Valparaíso. Por eso, decidieron hacer todo lo posible para evitar su éxito. Argentina también recelaba. ¿La causa del fracaso de la con-federación fue principalmente económica? Tiene un elemento económico y cultural. Santa Cruz no midió hasta qué punto Lima y el nor-te del Perú iban a estar en des-acuerdo con la posibilidad de dejar de ser el centro del país. Le faltó medir también las oposi-ciones en Bolivia, sobre todo al sur de su país. Quizás la confe-deración siempre estuvo desti-nada al fracaso, quién sabe. ¿Cuánto reflejan estas historias de caudillos lo que sucede en el Perú actual? ¿El caudillismo en la política es heredero de nuestro caótico siglo XIX? El caudillismo nunca ha deja-do de ser importante en el Perú. Pensemos que el único partido político real que ha tenido el Pe-rú es el Apra, siendo un partido productor de caudillos. Tiene que ver con nuestra necesidad por tener un líder cercano, por la dificultad por crear alianzas a más largo plazo. Eso ha carac-terizado al país históricamente. El fondo de todo esto es que el Perú sigue siendo un país muy desigual. Las grandes prome-sas liberales de la igualdad y de la ciudadanía nunca se han visto realmente reflejadas.