Cuadernos metodologicos-oscar guasch
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Observacin participante scar Guasch
Este manual presenta de forma crtica el desanoib de b observacin participante eri el marco de bs Ciencias Sociales. Parte de las ideas sobre d arte de observar, para realizar luego un ensaya cbve sobre b distancia social y su desandb en la Sociologla y en la Antropolo&. Articula asi la observacin participante mediante el interaccionismo estratgico para proporcionar una formalizacin ci-. Presenta tambihn bs problemas prIlcticos ms usuales en b observacibn participante, separanda bs races t e a s de las consecuencias metWgicas. Selecciona y explica cinco ejemplos W o s de diarios de campo muy diferentes, realizados por cientificos sociales espaoles. Son una ayuda Enapreciable para animar a otroslas lectores a b utilYacibn de esta estrategia de investigacin. Ilustra tambih las aventuras y desventuras de la hstigacKn al participar en b realidad social. Tanto d texto como los ejemplos son adems m muestra de estib excelente. El i b o incluye uia bibliografa comentada muy M.
CIS
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ndice
Prefacio .......................................................................................................... 7
1 . DEL ARTE DE OBSERVAR ................................................................
2 . LA DISTANCIA SOCIAL ......................................................................
4 . CINCO EJEMPLOS ..............................................................................
PRIMER EJEMPLO .................................................................................... SEGUNDO EJEMPLO ................................................................................. TERCER EJEMPLO .................................................................................... CUARTO EJEMPLO .................................................................................... QUINTO EJEMPLO ....................................................................................
Bibliografa comentada ................................................................................. 97
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Prefacio
Ya nadie lee a los clsicos. Son citados, pero no ledos. Tampoco se entien- den. La innovacin permanente, como condicin posmoderna, termina por ignorar el pasado. A veces incluso lo niega y lo desprecia. Nos hemos vuelto ciegos a fuerza de ignorar a quienes nos han precedido. Quizs por eso pen- samos haber descubierto un literato donde jams hubo un etngrafo: donde siempre hubo un artista. El escritor estaba all, solo que fuimos incapaces de verlo. Gracias a los clsicos vuelvo a ser un poeta, porque ahora s que slo siendo poetas entenderemos el mundo. Durante mucho tiempo me hicieron creer que traducir las sensaciones en verbo es [...] ms propio de poetas que de cientficos sociales (GUASCH 199la: 17). Ya no pienso igual: slo siendo poetas entenderemos el mundo, aunque quizs no podamos explicarlo. El sentimiento es universal. La razn y el positivismo que genera, son tan slo productos sociales especficos de un momento histrico concreto. La reali- dad es como una escultura que puede ser mirada desde distintos ngulos. Lo que revela el escorzo no lo muestran otras perspectivas. Tan legtimo es sen- tir la realidad como pretender explicarla. Sin embargo, el totalitarismo posi- tivista nos impide sentir: dar vueltas en torno a la escultura.
De todos los sistemas de investigacin social, la observacin participante es quizs el ms subjetivo. Por eso la observacin participante es un instru- mento idneo para recuperar el sentimiento en las ciencias sociales. Si los estereotipos de gnero fueran ciertos, resultara que la observacin parti- cipante es femenina: es flexible, dctil, intuitiva, sutil, no racional. La obser- vacin participante opone al rgido positivismo masculino una tolerancia epistemolgica que prefiere pactar la realidad antes que imponerla. En la ciencia, como en tantas otras cosas, se prohbe al gnero hegemnico lo que
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se prescribe al subalterno: el sentimiento. Por eso la ciencia se pretende ob- jetiva, porque es producto del gnero hegemnico. En ese sentido el presente libro es femenino, subjetivo y emocional. Es un libro que se presenta como ensayo porque slo en los mbitos prximos al arte (que tambin es un modo de conocer lo real) se permite al varn el sentimiento.
Este trabajo revisa algunas cuestiones relevantes para la teora y la prc- tica de la observacin participante. Muchas de las ideas que en l aparecen han sido discutidas (y a veces aportadas) con Josep M. Comelles, as como con los miembros del Grup de Recerca Sociolgica de la Universidad de Bar- celona que dirige Jess M. de Miguel. Adems Joan Prat, Oriol Roman y ngel Martnez me hiciron importantes sugerencias. Diego Torrente, Juan M. Garca Jorba -y otros sociolgos y antroplogos tuvieron la amabilidad de cederme fragmentos de sus diarios de campo para esta publicacin. A todos ellos les agradezco muchsimo su colaboracin intelectual. Gracias tambin a Jaume Canela y a Andreu Segura del Institut Catala de Salut Pblica. Gra- cias a Jos Peixoto de la Universidade Nova de Lisboa. Mencin aparte mere- cen Ral de lvaro, y Antonio Ladrn de Guevara de la Universitat Pompeu Fabra. Sin el calor de personas amigas es imposible escribir. A dos de ellas queda dedicado este libro: por el futuro.
~ S C A R GUASCH Tarragona, verano de 1996
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1 Del arte de observar
Ver, mirar, observar, contemplar, son acciones asociadas al sentido de la vista. Sin ese sentido no existen imgenes y los matices de la realidad se construyen de otro modo. Casi todos los ojos miran, pero son pocos los que obsewan, y menos an los que ven. La mirada es un acto sensitivo, incons- ciente e intuitivo que permite a las personas circular por lo cotidiano. Un acto sensitivo que cuando aparece asociado al arte, a la religin, o a las esfe- ras ms sensibles del ser humano se convierte en contemplacin.
Si la mirada es un acto usual que selecciona imgenes de manera incons- ciente y que no presta atencin al entorno ms que para sortearlo, la con- templacin es un acto consciente en el que la mirada se concentra en un punto y elimina todos los dems. Contemplar la realidad significa dejarse pe- netrar por la imagen. Contemplar es poner al servicio de la imagen todos los sentidos hasta el punto de ser uno con aquello que se mira. Contemplar su- pone ir ms all de la imagen, implica superar los sentidos y dar paso al sen- timiento. Es as como puede mirarse un paisaje, un cuadro, una escultura; as es como los msticos de la meseta pretendan fundirse con Dios l .
Tambin hay miradas que buscan y concentran la atencin visual de ma- nera que nada pasa inadvertido al ojo que mira. Pero no se trata ya de fun- dirse con la imagen o con aquello que evoca. Hay miradas que controlan, buscan, espan. Son los ojos del poder: la mirada del dios que est en todas partes y para la cual Jeremas BENTHAM (1979) termina por disear una ata- laya. Las miradas pueden ser poliformas y diversas. Pero el objetivo de todas es ver. Un objetivo que no siempre es conseguido. La mirada inconsciente y cotidiana que permite transitar la realidad social, la mirada que hace posible la relacin con los dems, suele ser una mirada parcialmente ciega. Es una mirada que ignora y que desecha todo lo que no est en el itinerario social habitual: la pobreza, injusticia, desigualdad. Es la situacin social del porta-
Sin embargo, existen formas de mirada ms complejas y sofisticadas que la mirada mstica o artstica. Hay miradas conscientes dirigidas y enfocadas que, como la mirada mstica preten- den tambin suprimir el entorno, seleccionando un punto y fijndose en l de manera exclusiva. As obra la mirada mdica actual. Pero no se trata ya de aprehender subjetiva y emocionalmen- te lo mirado, sino de dividir, clasificar y etiquetar lo que se ve.
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dor de la mirada lo que condiciona la seleccin de las imgenes. Algunas de ellas nunca son vistas y permanecen en zonas oscuras, en ngulos muertos. Los revolucionarios, militantes, polticos a veces, pretenden iluminar esos espacios sociales para hacerlos visibles. No es sta la tarea de las ciencias so- ciales aunque sus trabajos contribuyen a ese objetivo. La ciencia social ob- serva, tiene en cuenta el entorno, y a veces se introduce en l para entenderlo mejor. As es la mirada sociolgica, la mirada de la disciplina social.
Observar es tambin una clase de mirada. Es un acto de voluntad cons- ciente que selecciona una zona de la realidad para ver algo. Pero la mirada que observa no es viga, centinela o carcelero. El ojo que observa busca en el entorno pero no prescinde de l. As miran las ciencias sociales: teniendo en cuenta el contexto, sin compartimentalizar ni dividir lo real. All donde la mirada clnica y el ojo policial detectan solamente un punto o un trazo, las ciencias sociales toman perspectiva para ver tambin el cuadro en su con- junto. Solo as comprenden las razones de la huella del pincel. Sin embargo, como el resto de las miradas, la mirada de las ciencias sociales suele emplear una atalaya: un punto elevado desde el cual observar. La distancia es el ins- trumento usual al que recurren las ciencias sociales para mirar lo real. En Sociologa, a menudo se trata de una distancia construida a travs de la en- cuesta y la estadstica lo que permite a quien mira escribir invocando lo ob- jetivo. Pese a que la mirada nunca es objetiva, la Sociologa pretende supri- mir con demasiada frecuencia los matices subjetivos presentes en los ojos que miran.
La observacin participante es heredera intelectual de la corriente natu- ralista que, sobre todo en el siglo XIX, busca describir los comportamientos de los seres vivos en su medio natural. Bilogos, zologos y botnicos: los cientficos se trasladan al medio natural de las especies para observar y des- cribir sus conductas. Lo mismo sucede en ciencia social. Los cientficos se trasladan al medio natural en el que acontecen las conductas humanas. Slo que, en este caso, el medio ambiente de la especie humana es un medio am- biente social.
La observacin es siempre subjetiva. Tambin es subjetiva la observacin de los naturalistas que terminan por militar en favor de la proteccin de las especies. Sin embargo, parece que los etngrafos no pueden militar en favor de los grupos sociales. Se prescribe y se premia al naturalista lo que se pro- hbe al cientfico social '. Desde finales del siglo XX en adelante, las ciencias sociales emplean la distancia como un modo de evitar la subjetividad y el compromiso. En Sociologa y en Salud Pblica, la distancia se construye me- diante el cuestionario. La distincin entre encuestadov y analista permite al
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A menudo los naturalistas no se limitan a describir los seres vivos en su medio, sino que se comprometen en su defensa. Sin embargo, se trata de una subjetividad que se acepta, y a la que se le da, adems, incidencia meditica. Los casos de COUSTEAU y de RODR~GUEZ DE LA FUENTE son buenos ejemplos al respecto.
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investigador obviar la dureza de ciertas realidades sociales. El cuestionario sirve para construir una distancia que bloquea la implicacin personal y po- ltica del investigador con la realidad estudiada. En la medida en que la rea- lidad puede ser revolucionaria, la realidad se pasa por el filtro positivista de la encuesta. En Antropologa el proceso es algo distinto, pero los resultados son los mismos.
Los antroplogos hubieran podido quedarse en casa y hacer etnografa. Pero la praxis etnogrfica domstica tambin poda plantear un posible compromiso porque, despus de Malinowski, la ortodoxia antropolgica su- prime la distincin entre observador y analista. En Antropologa, la distancia se construye en trminos de espacio. Los antroplogos viajan lejos de casa y protegen sus ojos mediante el relativismo cultural. En la medida en que la Antropologa afirma que cada cultura debe juzgarse en funcin de su propio contexto, el infanticidio femenino, la extirpacin del cltoris, las torturas, la marginacin social de la mujer o la esclavitud infantil, no son denunciadas. Puesto que tales prcticas forman parte de la cultura estudiada, el relativis- mo antropolgico no las problematiza. Si la distincin entre encuestador y analista sirve a la Sociologa para evitar el compromiso social, el relativismo cultural permite al antroplogo no implicarse en la realidad.
El intento de negacin de la subjetividad en ciencias sociales pasa por construir una distancia respecto a la realidad social estudiada. Sin embargo, la subjetividad es inevitable; incluso necesaria. Si como propone Weber la accin humana es radicalmente subjetiva, su comprensin slo puede conse- guirse subjetivamente. El problema bsico de la mirada sociolgica es que la situacin social del observador condiciona aquello que mira y aquello que ve. Sin embargo, en la medida en que el observador reconoce y hace explci- ta cul es su posicin social, la subjetividad queda, si no controlada, s al menos matizada. Es una cuestin de honestidad profesional. Por otro lado, contra quienes defienden que el cientfico social nunca debe hacer observa- cin participante de un grupo social en el que est directamente implicado, aqu se defiende lo contrario. Un emigrante, una quemada, un polica, un mdico, o un evuzok, puede producir etnografa excelente sobre su propio grupo social. La distancia, en estos casos, puede construirse de manera cnti- ca. El pertenecer a un grupo social evita los problemas de traduccin cultu- ral. Ya no es necesario que quien investiga pase por un proceso de resociali- zacin en un grupo social que desconoce. Quien investiga conoce los cdigos vigentes en su propio grupo y puede hacerlos explcitos.
Analizar la observacin participante implica, pues, analizar lo subjetivo; supone revisar la distancia social y cultural respecto a aquello que se mira. Pero escribir sobre observacin participante es tambin, aunque en menor medida, escribir sobre la participacin. La participacin es un problema te- rico menor. La participacin es, sobre todo, una cuestin tcnica y de senti- do comn. La presencia social de una persona en un grupo social que le es ajeno, slo puede solventarse en trminos del grupo que lo acoge. El grupo
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al que se incorpora el investigador siempre posee algn tipo de nicho cultu- ral al que el extrao puede acogerse. Este nicho cultural puede ser el de per- sona adoptada, el de husped o incluso el de enemigo. Pero siempre existe algn modo de interactuar con los otros. As pues, desde un punto de vista terico: el rol que desempea el investigador en un grupo social ajeno al suyo, debe estar previsto culturalmente por la sociedad receptora. La bs- queda de un rol de participacin para el investigador es bsica porque condi- ciona la observacin.
Las tcnicas que aseguran una buena participacin, tienen que ver con el sentido comn: se trata de ser sutil para no ser engaado, de conocer las normas que regulan la interaccin social en el grupo social de acogida, de respetar la ley de la hospitalidad. El problema de la participacin se resuelve adecundose a la realidad social del grupo estudiado. Sin embargo, y pese a tomar en cuenta el modo y los estilos de participacin, una reflexin crtica sobre la observacin participante debe articularse sobre todo en torno a las cuestiones de la distancia y de la subjetividad.
La etnografa no es la observacin participante, sino su resultado. Pero en la medida en que observacin participante y etnografa no pueden enten- derse la una sin la otra, la reflexin crtica que propongo sobre la primera incluye tambin una reflexin sobre la segunda. En ese sentido, hay que se- alar que la observacin participante y su resultado (la etnografa) son ante- riores a las ciencias sociales. La reflexin sobre la realidad social y sus pro- blemas no es ni ha sido patrimonio exclusivo de las disciplinas sociales. La medicina ha observado, descrito y propuesto soluciones para el mundo so- cial. Unas propuestas que, mucho antes de que exista la estadstica, se reali- zan mediante la etnografa: desde la observacin y la descripcin. Antes de que DURKHEIM contribuyera de forma decisiva a fundar la Sociologa acad- mica, y con ocasin de la epidemia de tifus que asola la Alta Silesia en 1848, VIRCHOW define la medicina como una ciencia social. Los informes que ela- bora sobre la epidemia son etnogrficos: describe primero y asocia despus, las condiciones de vida de la clase trabajadora alemana a la difusin de la epidemia. Pero la mirada de VIRCHOW no es objetiva, ni pretende serlo tam- poco. Al contrario, su mirada es tan subjetiva que se compromete con las personas observadas hasta el punto de terminar combatiendo en las barrica- das del Berln de 1848 3.
La etnografa fue una tcnica comn a muchas disciplinas. En el caso concreto de la Europa del XIX, practican etnografa la medicina, las ciencias sociales, y los folcloristas (COMELLES 199627). Pero finalmente la Antropolo-
Sin embargo, la subjetividad del observador mdico puede ir en sentido contrario. Tal es el caso de las descripciones y propuestas que efectan MOREL y MAGNAN en la segunda mitad del siglo XIX. Ambos, tras describir las penosas condiciones de vida del campesinado y de la clase obrera de Francia, optan por un compromiso subjetivo que implica difundir los valores burgue- ses como buenos: ser la higiene la que ha de conseguir cambiar esos estilos de vida, y mediante la moralizacin que la higiene conlleva alcanzar el orden social.
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OBSERVACIN PARTICIPANTE 13
ga se apropia de la prctica etnogrfica en condiciones muy especiales y es- paciales de uso. Hay que enmarcar el abandono de la observacin partici- pante por parte de la mayora de las disciplinas, y su apropiacin por parte de la Antropologa, en el contexto de la crisis de los mtodos cualitativos y holsticos de anlisis sobre la realidad social. Es una crisis que tiene que ver con el carcter poltico, e incluso revolucionario, de unas etnografas que describan con crudeza las vidas de los barrios obreros o del campesinado. Las ciencias sociales sustituyen esta cercana personal al objeto de estudio por instrumentos neutros y aspticos (como la estadstica) que sirven para deshistorizar la realidad y fraccionarla. En el rechazo a la etnografa est presente, por un lado, el rechazo a la subjetividad y, por otro, su capacidad para .describir con viveza la realidad social. Una realidad social con la cual el observador poda sentirse identificado 4. El problema de la prctica etnogr- fica en la Europa del siglo XIX es que, ms que un discurso sobre la diferen- cia, genera un discurso sobre la desigualdad (COMELLES 1996b). Las estra- tegias que arbitran las distintas disciplinas para evitar ese discurso son diversas: la Sociologa abandona la prctica etnogrfica; la Antropologa via- ja a ultramar; los folcloristas destacan el carcter nacional y tpico (y por ello aceptable) de aquello que observan.
Hay modos diversos de hacer etnografa y hay muchos etngrafos. Pero la prctica etnogrfica se generaliza en el siglo XIX de la mano de comerciantes, viajeros, soldados y misioneros. Es a estos etngrafos aficionados a quienes critica MALINOWSKI en Los argonautas del Pacfico Occidental. Una crtica que sirve para definir los lmites de una profesin: la de antroplogo. Despus de MALINOWSKI, la observacin participante y el trabajo de campo se convierten en mecanismo de cierre profesional. Las antropologas de los pases hegem- nicos en la produccin del conocimiento antropolgico (la francesa y las an- glosajonas) deciden, tomando a MALINOWSKI por bandera, la ortodoxia de la disciplina: el modo correcto de producir etnografa. Despus de MALINOWSKI, la observacin participante se convierte en un rito de paso profesional que deviene el nico modo legtimo de producir etnografa. Un rito de paso que incluye hacer muchos kilmetros, estar sucio, comer cosas rarsimas, no ha- blar con los misioneros, e intentar que los nativos te hagan caso. En trminos antropolgicos: la observacin participante es una ordala, y por ello incluye sufrimiento. Slo que esta prueba da el visto bueno para publicar, para ser profesor, para ser cientfico, para ser un profesional de la disciplina. La defi- nicin que hace MALINOWSKI de la observacin participante sirve para deci- dir qu es etnografa y qu no lo es, y sirve tambin para definir quines son los antroplogos. Como seala Susan SONTAG (1983) el antroplogo se con- vierte en un hroe cultural: en un ser especial capaz de penetrar y aprehender
Un ejemplo evidente del compromiso al que poda llevar la prctica etnogrfica en la Euro- pa del xxx lo ofrece EN GEL^ (1968) con su descripcin de las condiciones de vida de la clase obrera de Inglaterra.
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las culturas ajenas. Sin embargo, diversos factores han puesto en cuestin la versin de observacin participante definida por MALINOWSKI.
La aparicin en 1967 de los diarios privados del autor de Los argonautas destruye el mito del antroplogo relativista que valora y aprecia a los nati- vos. La publicacin de los diarios de MALINOWSKI tan slo es una ancdota. Lo que realmente cambia la prctica antropolgica de los pases centrales en la produccin del conocimiento antropolgico son los procesos de descoloni- zacin. La descolonizacin pone de relieve los procesos de subalternidad ins- critos en las relaciones centro-periferia y muestra tambin las r~iaciones de poder presentes en la prctica etnogrfica. Los procesos de descc;!onizacin primero, y la aldea global despus, provocan una crisis en la prctica antro- polgica de los pases centrales. Ya no es posible ir all, porque todos esta- mos aqu.
El conjunto de las reflexiones de la Antropologa de los pases centrales en la produccin del conocimiento antropolgico sobre su prctica etnogr- fica, sedimentan en torno a cuatro cuestiones fundamentales: primero, el pro- blema de la Antropologa como traduccin cultural; segundo; la cuestin de la cultura como interpretacin; tercero, el problema del pacto de realidad; y cuarto, la constatacin de la similitud entre etnografa y literatura, y la posi- bilidad de analizar las monografas como textos. Estas reflexiones de la Antro- pologa sobre su propia prctica, son tambin recogidas por las antropologas de los pases perifricos, pero en menor medida porque tales antropologas des- de siempre investigaron estando aqu. Desarrollar la prctica etnogrfica en el propio medio cultural permite minimizar (aunque no obviar) los proble- mas de interpretacin y de traduccin cultural.
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2 La distancia social
La historia de la observacin participante es tambin la historia de las cien- cias sociales. En especial es la historia del lugar que ha ocupado el mtodo cualitativo. La historia de la observacin participante debe escribirse toman- do en cuenta el desarrollo del trabajo de campo y el de la etnografa. Es im- posible comprender la observacin participante sin tener en cuenta los con- textos sociales e intelectuales en que nace y es usada. Pero antes de detallar tales contextos, resulta imprescindible aclarar tres conceptos semejantes pero no idnticos que a menudo se confunden: etnografa, trabajo de campo y observacin participante.
Trabajo de campo suele incluir dos acepciones bsicas. La primera mantie- ne un referente geogrfico que indica que el objeto de estudio no se encuentra en el espacio de la cotidianidad del investigador. La segunda, ms acadmica, seala el conjunto de tcnicas necesarias para obtener la informacin empri- ca deseada, de entre las que destaca la mtica y pocas veces precisada obser- vacin participanten (KROTZ 1991: 50). La etnografa, por su parte, es la des- cripcin de los grupos humanos. Una descripcin que se consigue tras una determinada estancia (o trabajo) de campo entre el grupo en cuestin, en la que mediante la observacin participante y el empleo de informantes, se ob- tienen los datos que se analizan: Idealmente esta descripcin, una etnogra- fa, requiere un largo perodo de estudio ntimo y de residencia en una comu- nidad pequea bien determinada, el conocimiento de la lengua hablada y la utilizacin de un amplio abanico de tcnicas de observacin, incluyendo lar- gos contactos cara a cara con los miembros del grupo local, participacin en algunas de las actividades de este grupo, y un mayor nfasis en el trabajo in- tensivo con los informadores que en la utilizacin de datos documentales o de encuesta)) (CONKLIN 1975: 153). Desde ese punto de vista, la observacin participante es slo una de las mltiples tcnicas que pueden emplearse para describir (es decir, para etnografiar) grupos humanos.
Sin embargo, el empleo de la observacin participante entre pueblos grafos (generalizado desde principios del siglo XX) identifica parcialmente esta tcnica con una de las ciencias sociales: la Antropologa Social. Las ra- zones de tal identificacin tienen que ver con la historia y el desarrollo de la
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Antropologa, y especialmente con el intento de construir su identidad en el marco general de las ciencias sociales mediante dos caractersticas diferen- ciales: primero, mediante la aproximacin personalizada al problema inves- tigado y la consecuente no distincin entre quien obtiene los datos y quien los analiza; y segundo, a travs del desarrollo de investigaciones sobre suje- tos que constituyen otros culturales (MENNDEZ 1991: 22) l . La primera de las dos caractersticas que se emplean para definir prctica, pero no epis- temolgicamente, la identidad de la Antropologa, presupone la presencia directa del investigador en la realidad estudiada. Para dar forma a esa pre- sencia se arbitran un conjunto de estrategias que reciben el nombre de ob- servacin participante. De la primera caracterstica se deriva la segunda: ne- gar la distincin entre encuestador y analista, obliga a buscar la distancia de otro modo (desarrollando investigaciones sobre oti-os culturales), y plantea a la Antropologa Social uno de los problemas epistemolgicos fundamentales de la prctica etnogrfica: la frontera entre la descripcin y la interpretacin. La historia prctica y terica de la observacin participante est casi exclu- sivamente asociada a la Antropologa Social 2, y por ello a la etnografa y al trabajo de campo. En ese sentido, una revisin terica e histrica de la ob- servacin participante debe realizarse fundamentalmente desde la Antropo- loga Social; y para hacerlo resulta til establecer un antes y un despus de MALINOWSKI, aunque tambin un durante, que corresponde al perodo clsico en ciencias sociales.
El inters por los otros es una constante en la llamada cultura occidental 3. Un inters que desde HERODOTO hasta MALINOWSKI sedimenta en documen- tos escritos por comerciantes, soldados, viajeros y etngrafos. Observar la cotidianidad de los pueblos exticos para describirlos despus no es algo nuevo. Lo importante es revisar el crdito que la audiencia otorga en cada momento histrico concreto a las distintas descripciones que sobre lo exti- co se elaboran. Un crdito que tiene que ver con el tipo de relaciones que los pases europeos establecen con los otros. La expansin de Europa, que desde el siglo xv en adelante conquista y explora continentes, precisa de informes que aporten la mxima certeza para organizar el buen gobierno de las regio- nes recin colonizadas: una certeza y fiabilidad cuyo soporte es el documen-
La Sociologa puede definirse (tambin prctica, pero no epistemolgicamente) negando lo anterior: encuestador y analista son distintos, se aborda principalmente la propia sociedad, y existe un abordaje impersonal de la realidad estudiada.
La aplicacin de la observacin participante a los estudios urbanos que desarrolla la socio- loga emprica de la Escuela de Chicago en los aos veinte y treinta, responde a un modelo de prctica definido previamente por ~DCLIFFE-BROWN y MALINOWSKI, y que este ltimo exporta y explica en Estados Unidos gracias a su presencia en la Universidad de Chicago financiada por la Fundacin Rockefeller.
Jess M. de MIGUEL afirma que occidente es un trmino etnocntrico que adems no indica nada. Aqu se usa para englobar las culturas herederas del judeo-cristianismo y de las revolucio- nes francesa e industrial.
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to escrito 4. Del inters ms o menos anecdtico por lo extico que atraviesa los Viajes de Marco Polo, se pasa al inters claramente poltico tras la coloni- zacin de Amrica. Slo conociendo la naturaleza de los habitantes de ultra- mar poda definirse su relacin con la Corona. Para conocer su naturaleza re- sulta imprescindible observarlos, describirlos. La colonizacin del Nuevo Mundo es el punto sobre el que pivota el trnsito sealado. Los informes y des- cripciones mexicanos elaborados por SAHAGN en la Historia General de las Cosas de la Nueva Espaa, las observaciones de PIGAFETTA sobre Ceb (inclui- das en su crnica sobre el viaje de MAGALLANES), son ejemplos importantes.
De la ancdota a la construccin del Estado, y de la poltica a la ciencia. En el siglo XIX, en el perodo evolucionista 5 , las ciencias sociales pasan a in- teresarse plenamente por los otros, recogiendo parte del discurso de la Ilus- tracin que pretenda encontrar en el salvaje aquella humanidad primigenia sobre la que tanto teoriz. Es en este momento cuando a los escritos de via- jeros y exploradores se suman los informes de funcionarios, y los de los reco- lectores de los museos. Se empiezan a publicar guas para la recoleccin de los datos, y las sociedades antropolgicas y folcloristas intercambian infor- mes con aficionados o personas en el terreno, de manera ya sistemtica y formalizada 6 . Sin embargo, los antroplogos estn en casa, en el gabinete, en el saln. Con la excepcin de MORGAN y sus estancias peridicas para estu- diar la cultura seneca, la presencia del cientfico social junto a la realidad es- tudiada era del todo impensable: en el terreno estaban los aficionados, los recolectores de datos, pero no quienes disponan del instrumental terico para organizarlos y analizarlos '. La distincin entre encuestador y analista es una caracterstica fundamental de la Antropologa Social del perodo evo-
Es ste el momento en que sedimentan los primeros Estados organizados en torno a una burocracia centralista que, adems, asume de manera progresiva el papel de memoria histrica hasta el momento desempeado por la Iglesia Catlica.
El perodo evolucionista en Ciencia Social se desarrolla a lo largo del siglo XIX pero tiene su fundamento en la idea de progreso derivada de la Ilustracin. En el perodo evolucionista la preocupacin hegemnica de las ciencias sociales es conocer hacia dnde se dirige la sociedad. MARX, SPENCER, MORGAN, COMTE, proponen estadios lineales y sucesivos del desarrollo social. La mayora de los tericos del perodo sealan una sociedad de destino para ese progreso en el que tanto crean: sociedad sin clases para MARX, sociedad en orden y progreso para COMTE, o socie- dad industrial europea para antroplogos como MORGAN y TYLOR.
(Cuando los funcionarios de la metrpoli queran informacin sobre algn punto en espe- cial, adoptaron la costumbre de enviar cuestionarios a los que vivan entre las poblaciones pri- mitivas. El primero de la serie fue confeccionado por Morgan [...] Ms tarde Sir James Frazer formul otra lista [...] que envi por todo el mundo, y con la que obtuvo informacin para los volmenes de The Golden Bouglz. El ms completo de estos cuestionarios fue Notes and Queries i n Antlzropology, publicado originalmente por el Roya1 Antlzropological Institute en 1 8 7 4 ~ (EVANS-PRITCHARD 1967: 87).
Eran frecuentes tambin las recomendaciones efectuadas a los viajeros sobre la mejor ma- nera de observar y describir a los salvajes. Al respecto son un ejemplo ilustrativo las indicacio- nes efectuadas por GERANDO (1978) al capitan BAUDIN (corresponsal de una sociedad antropol- gica), que parta hacia un viaje extico.
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lucionista, hasta el punto de que uno de sus mximos representantes (James FRAZER) al ser preguntado sobre si haba conocido a alguno de aquellos sal- vajes sobre los que escriba, responde: iDios me libre!.
En cualquier caso, hacia finales del siglo XIX y principios del XX, pese a los trabajos de MORGAN sobre la cultura seneca o los informes de Rnm~s so- bre los toda, la investigacin etnogrfica estaba dominada por intereses centrados en los objetos, un formato de modelo tpico para la observacin y recoleccin, y para la utilizacin intensiva de intrpretes (CONKLIN 1975: 155). Una situacin que llega a su fin como consecuencia de, por un lado, la irrupcin terica del particularismo boasiano que pone en crisis el modelo evolucionista en Antropologa Social; y por otro, como consecuencia de la definicin tcnica y terica que de la observacin participante realiza MALI- N O W S ~ . Con BOAS y MALINOWSKI se inicia el perodo clsico en Antropologa Social. Un perodo caracterizado por la contribucin de la disciplina al colo- nialismo, por la defensa terica de la existencia del orden social, y por el re- chazo radical del evolucionismo (comn en todo el perodo) pero protagoni- zado principalmente por el particularismo histrico. BOAS afirma que una
, seria objecin al razonamiento de los que tratan de establecer lneas de evo- lucin de culturas, reside en la frecuente falta de comparabilidad de los da- tos (BOAS 1964: 191). Su crtica se dirige al mtodo comparativo en su con- junto y no al mal uso que de l hicieron los evolucionistas. Al hacerlo, cuestiona la posibilidad de establecer leyes generales. En cualquier caso, tras BOAS el inventario y la descripcin [...] se convertir en la tarea prioritaria de los investigadores; la monografa antropolgica ser el molde que adoptar la elaboracin y presentacin de los datos empricos (FRIGOL et al. 1983: 9) S. BOAS y sus discpulos definen la monografa antropolgica, el texto par exce- llence de la Antropologa, y sobre la que tanto se ha escrito desde los aos se- tenta para sealar su carcter bsicamente literario. MALINOWSKI, por su parte, define la observacijn participante: la mejor manera de conseguir los datos con los que escribir la monografa antropolgica.
Una de las caractersticas bsicas del perodo clsico en ciencias sociales es la defensa de la imitacin del mtodo de las ciencias naturales (en Antropo- loga la postura de RADCLIFFE-BROWN es un claro ejemplo de ello). Si a eso se le aade una nueva generacin de antroplogos que procedan mayoritaria- mente del campo de las ciencias naturales (BOAS es fsico y gegrafo; HAD- NON, un estudioso de la fauna marina; Elliot SMITH, anatomista; MAI.INOWS- KI, es fsico), se obtiene el cuadro que hace desaparecer la distincin entre trabajo terico y emprico. El laboratorio de la Antropologa es el mundo
BOAS afirma la especificidad de todas y cada una de las realidades culturales, y realiza una llamada al mtodo inductivo en Antropologa. Considera que la tarea de la Antropologa es estu- diar culturas particulares, v que tras la paciente acumulacin de datos, la gran teora llegara por si sola. En la medida en que, segn BOAS, las costumbres deben estudiarse con detalle y como parte del total cultural, la presencia v la participacin del investigador en el medio se hace imprescindible.
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primitivo, y para investigar es preciso sumergirse en l. La manera exacta en que esto debe hacerse es planteada, por primera vez de manera sistemtica, por Bronislaw MALINOWSKI en Los Argonautas del Pacfico Occidental (origi- nalmente publicada en 1922).
A lo largo del modelo antropolgico clsico se gesta la imagen social de la Antropologa y del antroplogo tal y como hoy es percibida. MALINOWSKI de- fine la observacin participante, de la cual se va a hacer no slo un rito de paso profesional, sino prcticamente un estilo de vida hasta mucho tiempo despus de la publicacin de Los Argonautas: hay profesiones cuyas condi- ciones de vida han sido hechas para dar testimonio [...] Claude Levi-Strauss ha inventado la profesin de antroplogo como ocupacin total, una profe- sin que implica un compromiso espiritual, similar al del artista creador, el aventurero o el psicoanalista)) (SONTAG 1983: 86) 9. Otra caracterstica del pe- riodo clsico es el c~nsenso respecto al objeto de estudio de la Antropologa: el mundo primitivo (si bien al objeto tradicional se aade de manera progre- siva el anlisis de las realidades folk, de los grupos tnicos y del campesina- do). Los trabajos de Robert REDFIELD sobre las sociedades folk a las que de- fine esencialmente por su oposicin a las culturas urbanas (MERCIER 1963: 520), marcan el inicio de un proceso de redefinicin del objeto de estudio de la Antropologa todava inconcluso. Tambin en este perodo se inicia el es- tudio antropolgico de las sociedades complejas: los trabajos de los Lvnd, Warner, los Gardner, Klukhohn, el grupo britnico de Observacin de Masas, Redfield, constituyen la avanzada de un proceso caracterizado por su dis- continuidad, pero que se constituy en este lapso (MENNDEZ 1991: 25). Pese a que ya en este periodo la Antropologa desarrolla un programa inves- tigador amplio en las sociedades complejas, el replanteamiento del objeto de estudio de la disciplina no alcanza su plena intensidad hasta el proceso de descolonizacin.
La etnografa del perodo clsico se caracteriza, por ser aplicada casi ex- clusivamente por profesionales de la Antropologa a realidades sociales de pequea escala (como pueblos primitivos y comunidades rurales), a las que se define como universos relativamente aislados y en los que se tiene poco en cuenta el cambio social lo, como consecuencia del predominio de la teora es- tructural-funcionalista en esa etapa. Es una etapa en la que el trabajo de
La comparacin de la experiencia de campo con el psicoanlisis es frecuente en Antropolo- ga Social. Se supone que slo el contacto directo permite penetrar la realidad social estudiada; algo semejante a la relacin mdico-paciente en el caso del ~sicoanlisis: si no se aceptan todas las condiciones de esta experiencia, cuya originalidad es tan grande como la relacin psicoana- ltica que vincula al mdico con su paciente, nos arriesgamos a ver aparecer, en lugar de una autntica ciencia etnolgica, un gabinete de curiosidades de la especie humana (PANOFF y PA- NOFF 1975: 80).
' O Lo cual, como plantea CARDN (1990), es una paradoja porque la llegada del antroplogo suele ~roducirse bastante ms tarde que la llegada del comerciante y del misionero, quienes ine- vitablemente y de manera automtica ponen en marcha procesos de cambio social rpido y de aculturacin.
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campo y la observacin participante se entienden como los instrumentos ms legtimos para la recoleccin de los datos.
Es Bronislaw MALINOWSKI (alumno de HOBHOUSE, WESTERMARCK y SE- LIGMAN) quien disea la observacin participante. Para l, si se quiere lograr una buena etnografa lo fundamental es apartarse de la compaa de los otros blancos y permanecer con los indgenas en un contacto tan estrecho como se puedan (MALINOWSKI 1975a: 24). La inmersin completa en un me- dio cultural ajeno es lo que permite al antroplogo profesional (a diferencia de lo que sucede con los amateurs) 11, obtener datos sobre lo que MALINOWS- KI llama los inzponderables de la vida real: la rutina del trabajo, los detalles del cuidado corporal, la forma de preparar y comer los alimentos, la existen- cia de amistades y enemistades, etc. En otras palabras: la participacin com- pleta en la vida cotidiana de la comunidad, permite observar la realidad so- cial en su conjunto, desde una perspectiva holstica. Es una sistemtica cientfica que en el futuro restringe el campo de anlisis de la Antropologa a los pueblos primitivos y a las realidades sociales de pequea escala, habida cuenta de las dificultades tcnicas y metodolgicas que supone su aplicacin a sociedades ms complejas.
BOAS y MALINOWSKI inauguran el proceso de profesionalizacin de la Antropologa. BOAS funda el primer departamento universitario de Antro- pologa en Estados Unidos, mientras que MALINOWSKI define los rasgos que deben caracterizar al antroplogo profesional frente al anza teur . En un con- texto en el que la Antropologa como ciencia positiva deba contribuir como propone RADCLIFFE-BROWN (1975) al gobierno y control de los pueblos nati- vos, los infoimes no podan dejarse en manos de aficionados. La profesiona- lizacin y la sedimentacin definitiva de la disciplina antropolgica en el mundo acadmico, conforman las condiciones necesarias para que el Esta- do acepte consejas y encomiendas por parte de la Antropologa. Es por eso por lo que cosas tan aparentemente simples como el trabajo de campo y la observacin participante, se convierten, por un lado, en mecanismos de cie- rre profesional; y por otro, en un sistema para definir la ortodoxia cientfica. Una ortodoxia que EVANS-PRITCHARD plantea claramente, tanto para el caso de la formacin profesional del investigador 1 2 , como para la aplicacin espe-
l 1 MALINOWSKI es uno de los primeros antroplogos en reconocer que la etnografa profesio- nal suele ser aburrida, en especial frente a ((ciertos trabajos de amateurs [...] que superan en plasticidad y viveza a muchos de los informes puramente cientficos (MALINOWSKI 1975a: 35).
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cfica de la observacin participante. Respecto a esta ltima EVANS-PRIT- CHARD contina y especifica las enseanzas de su maestro MALINOWSKI: Para efectuar una buena investigacin, el antroplogo debe [...] desde el principio hasta el fin, estar en contacto estrecho con la poblacin que est analizando, debe comunicarse con ella solamente en el idioma nativo, y debe ocuparse de su vida social y cultural total [...], y por lo tanto observar sus ac- tividades diarias desde dentro y no desde fuera de su vida comunal [...] tra- tando de desempearse como parte fsica y moral de la colectividad)) (EVANS- PRITCHARD 1967: 94-95). Desde MALINOWSKI en adelante, el trabajo de campo y la observacin participante pasan a ser elementos que definen y limitan la profesin de antroplogo.
Incluso en pocas tan tardas como 1968, Michel y Francoise PANOFF in- sisten en la necesidad de salir al campo, no como rito de paso profesional, sino como una manera de conseguir la experiencia que permita organizar la ciencia etnolgica. Frente a la inmediata desaparicin del mundo primitivo y su reconversin en Tercer Mundo 13, y frente a quienes defienden dejar en manos de especialistas la recoleccin de los datos 14, Michel y Francoise PA- NOFF sealan que el etnlogo descubre con sorpresa [...] que todava es po- sible llevar a cabo investigaciones etnogrficas tan fructferas como en el tiempo de Malinowski)) (PANOFF y PANOFF 1975: 82). La ortodoxia acadmica y profesional definida por BOAS y MALINOWSKI se extiende desde principios de siglo hasta finales de los aos sesenta 1 5 .
La validez y el crdito otorgado al informe etnogrfico se justifica y se apoya en la profesionalidad del antroplogo. El problema, tal y como lo
tudio intensivo de una sola sociedad primitiva y la publicacin de los resultados obtenidos, lleva unos diez aos), (EVANS-PRITCHARD 1967: 93).
l 3 KAPLAN y MANERS (1975) plantean las diversas opciones que se presentan a la disciplina ante la desaparicin del que haba sido su tradicional laboratorio de anlisis: el mundo primiti- vo. Ante esta reorientacin de la disciplina -an no resuelta- caben varias opciones: primero, seguir estudiando los pocos primitivos que quedan; segundo, analizar unidades de pequea es- cala en el marco de las sociedades complejas: guetos, barrios, aldeas, hospitales; tercero, crear nuevas teoras, o como LEVI-STRAUSS investigar acerca de la estructura de la mente humana; y cuarto, analizar los procesos de transformacin de las sociedades menos complejas en Tercer Mundo. La primera opcin, seguir estudiando los pocos primitivos existentes, no plantea pro- blema alguno, salvo el de la desaparicin a corto plazo de la disciplina junto a su objeto de estu- dio. sta fue la opcin de buena parte de la Antropologa desarrollada en los pases centrales en la produccin del conocimiento antropolgico (en especial Estados Unidos, Francia y Gran Bre- taa).
l 4 Tal es el caso de FRIEDRICHS y LUDTKE (1975) cuando proponen que sean tcnicos especifi- camente formados para ello quienes recojan los datos en el campo, mientras que el antroplogo permanece analizndolos en su despacho. La propuesta implica regresar a la manera en que los datos llegaban a los gabinetes de los comparativistas, pero esta vez quienes los remiten no seran aficionados sino personal bien entrenado.
l 5 La ortodoxia cientfica en Antropologa Social es definida por los pases hegemnicos en la produccin del conocimiento antropolgico (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaa). Pero puesto que la Antropologa es plural, la ortodoxia hegemnica no es siempre seguida, en espe- cial por parte de antropologas perifricas (como la espaola, la italiana o la mexicana).
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plantea CARD~N, es que tanto la tradicin observacional inaugurada por los discpulos de Boas, como la fundada por Malinowski para el mbito britni- co, sustituyen el testimonio casual y ;o cualificado de los observadores que surtan a los comparatistas, por un testimonio especializado del etngrafo, que resulta tan absolutista e inverificable como aquel)) (CARDN 1990: 18). Un problema que la antropologa interpretativa l b va a explotar hasta el punto de llegar a definir la Antropologa como un gnero literario 17. En palabras de Clifford GEERTZ: tal vez, de llegar a comprender mejor el carcter literario de la antropologa, determinados mitos profesionales sobre el modo en que se consigue llegar a la persuasin, seran imposibles de mantener. En con- creto, sera difcil poder defender la idea de que los textos etnogrficos con- siguen convencer,.en la medida en que convencen por el puro poder de su sustantividad factual)) (GEERTZ 1989: 13). En la medida en que los hechos descritos por el etngrafo son construidos, la credibilidad qu se les otorga tiene que ver ms con el poder de persuasin retrica que aparece en el texto (en el relato), que con la veracidad misma de unos hechos a los que resulta imposible aplicar (
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plemente de los hechos registrados, stos seran prcticamente los mismos [...] aunque los libros que escribiran seran muy distintos [...] la personali- dad de un antroplogo no puede, pues, eliminarse de su trabajo, como tam- poco es posible hacerlo en el caso del historiador)) (EVANS-PRITCHARD 1967: 100). El autor de Los Nuer afirma que la Antropologa debe considerarse ms un arte que una ciencia natural y admite el sesgo personal en el terreno, pero finalmente, como buen etngrafo clsico, insiste en afirmar que de ha- ber estado nosotros all, hubiramos visto lo que ellos vieron, sentido lo que ellos sintieron, concluido lo que ellos concluyeron)) (GEERTZ 1989: 26). La et- nografa del perodo clsico plantea pero no resuelve el problema en torno a la veracidad de los datos etnogrficos. Construida como est en torno al po- sitivismo (matizado, pero positivismo al fin), deja que sea el posterior debate en torno a lo emic y lo etic, quien revise, de una manera mucho ms crtica, la cuestin de la fiabilidad de la monografa etnogrfica.
Lo que Marvin HARRIS (1987) llama la nueva etnografa, aparece a media- dos del siglo xx como consecuencia de la progresiva influencia que la lin- gstica y la teora fenomenolgica ejercen en Antropologa Social. La etno- ciencia defiende la prioridad descriptiva de los protagonistas de la accin social (perspectiva emic), frente al punto de vista del profesional que la ob- serva (perspectiva etic). En ese sentido, los significados creados de las des- cripciones etic no dependen de los sentidos ni de las intenciones subjetivas de los actores. En cambio, las distinciones emic, exigen que se entre en el mun- do de los propsitos, los sentidos y las actitudes)) (HARRIS 1987: 493). Este debate plantea el problema irresuelto de la posibilidad del anlisis transcul- tural y, en consecuencia, la viabilidad misma de la Antropologa como cien- cia. Sin embargo, la aportacin de la etnociencia no es tanto una novedad cuanto la sistematizacin y el abordaje de un problema que ya los clsicos haban formulado de algn modo 19.
El perodo plural, es la tercera fase del desarrollo de las ciencias sociales. Tiene su inicio en la crisis poltica y social que en los aos sesenta afecta a los pases centrales en la produccin del conocimiento sociolgico. Se carac- teriza por la recuperacin terica del marxismo y de la nocin de proceso, y por la no existencia de escuelas hegemnicas en teora social. La pluralidad de enfoques y la hegemona parcial de los tericos del conflicto es su carac- terstica principal. En ese perodo desaparecen las diferencias entre Sociolo- ga y Antropologa como consecuencia de la aldea global, al tiempo que se defiende de un modo mucho ms claro la libertad de accin del individuo: la idea central del perodo es que la persona es un proceso y no una estructura.
" MALINOWSKI seala que la meta final del etngrafo es capturar el punto de vista de los na- tivos y descubrir cul es su visin de su mundo. BOAS, por SU parte, afirma que para llegar a comprender los pensamientos de un pueblo, todos los anlisis deben estar basados en sus con- ceptos y no en los nuestros; llegando a recomendar la transcripcin literal de los textos propor- cionados por los nativos, para preservar la expresin nativa de la informacin y su punto de vista.
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La nocin de proceso se recupera tanto en relacin a los grupos sociales como respecto a la identidad social de las personas que los conforman. Es tambin un momento en el que la herencia de la Sociologa comprensiva de- finida por WEBER, deja de ocupar una posicin subalterna en la teora social.
Si bajo el modelo clsico Sociologa y Antropologa se definen y oponen a partir de los objetos de estudio, en el modelo plural se produce un proceso de acercamiento de ambas. Por un lado, la desaparicin del mundo primiti- vo impulsa a la disciplina antropolgica a ocuparse de las sociedades ms complejas. Por otro, en Sociologa se produce una creciente preocupacin por comprender los procesos sociales desde el punto de vista del actor. La recu- peracin del interaccionismo simblico y su desarrollo en trminos de inte- raccionismo estratgico que efecta GOFFMAN, son ejemplo de ello. El peso de las investigaciones tericas y empricas del interaccionismo de GOFFMAN y de la etnometodologa de GARFINKEL, convierten la etnografa en sociologa de la vida cotidiana, y hacen de la observacin participante instrumento fun- damental con el que abordar la realidad microsocial tambin en las socieda- des ms complejas (WOLF 1989).
Antropologa y Sociologa proceden de mundos distintos. Inicialmente la Sociologa es heredera de la filosofa de la historia, del pensamiento poltico y de la descripcin de los hechos sociales. La Antropologa tiene una filia- cin directa con la antropologa fsica y la biologa. Estas herencias distintas se diluyen en torno al evolucionismo. Luego, ambas disciplinas se separan como consecuencia de distintos objetos de estudio, si bien en el modelo cl- sico propuestas tericas similares son hegemnicas en una y otra disciplina. En el modelo plural las ciencias sociales se acercan nuevamente como con- secuencia de compartir el mismo objeto de estudio: la sociedad, que en este caso est mediatizado por el fenmeno de la aldea global. En el perodo plu- ral, la historia de la observacin participante debe considerarse ya desde la perspectiva global de la historia de la ciencia social.
En el perodo plural tanto la Sociologa como la Antropologa van a abor- dar la realidad en sociedades complejas, algo en lo que la Antropologa ten- dra poca o nula experiencia. Si bien la Antropologa del perodo clsico ya haba ampliado su objeto de estudio desde que REDFIELD sealara las socie- dades folk como legtima rea de investigacin, el mundo primitivo sigui siendo su mbito de anlisis principal. En el modelo plural, la Antropologa, tras asumir la propuesta de LEEDS (1975) de que la sociedad urbana engloba a la rural, plantea una Antropologa a la que Ulf HANNERZ (1 986) califica de urbana para resaltar la interdependencia, la interconexin y complejidad del nuevo mbito de investigacin: las sociedades ms complejas. Es desde esta revisin de las relaciones interdisciplinares desde donde se puede re-escribir la historia de la observacin participante para hacer ms visibles las diversas conexiones, que, respecto a su empleo como instrumento de investigacin social, existen entre Sociologa y Antropologa.
Si las investigaciones de la Escuela de Chicago de los aos veinte y trein-
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ta no se etiquetan de "antropolgicas", es por cuestiones de orden adminis- trativo y no por diferencias significativas respecto al mtodo y la teora an- tropolgica. La obra fundacional de la Escuela de Chicago es The Polish Pea- sant in Europe and America (THOMAS y ZNANIECKI 1958) en la que se adopta un enfoque micro y se emplean fuentes decididamente antropolgicas como cartas familiares, materiales autobiogrficos, fotografas, etc. El fundador de la ecologa urbana, Robert E. PARK, insiste en la importancia de los proble- mas humanos y en la necesidad de salir al exterior a recoger datos mediante la observacin personal (RITZER 1993: 54). Algo semejante sucede en rela- cin a los trabajos de Elton MAYO y su escuela de relaciones hunzanas en la empresa, quienes tambin plantean un enfoque antropolgico.
Las investigaciones sociolgicas contemporneas del modelo antropolgi- co clsico reproducen, para los habitantes urbanos o para los trabajadores industriales, el modelo emptico y (sobre todo) paternalista con que la An- tropologa del perodo aborda el estudio del mundo primitivo. Las tradicio- nes inauguradas por la Escuela de Chicago y por MAYO constituyen referen- cia obligada para dos importantes lneas de investigacin en torno a las que se estructura parte de la Antropologa del perodo plural: por un lado, el an- lisis de los procesos de urbanizacin y sus consecuencias; y por otro, la etno- grafa de las instituciones y de los grupos sociales urbanos. En el primer caso hay que destacar los estudios sobre los procesos de urbanizacin en frica, iniciados cuando se constata que esta moderna transformacin de frica [...] es un proceso anlogo a los cambios que acaecieron durante el de- sarrollo urbano de la Europa del siglo XIX (LITTLE 1970: 14). El estudio de los procesos de urbanizacin va a organizarse sobre todo en torno a los pro- cesos migratorios, los de proletarizacin del campesinado y en relacin a la transformacin de lo primitivo en Tercer Mundo, todo ello desde una pers- pectiva crtica (desarrollada especialmente por la antropologa econmica de orientacin marxista) que tiene en cuenta las relaciones centro-periferia. En el segundo caso (la etnografa de instituciones y grupos sociales urbanos) hay que destacar especialmente los trabajos pioneros de los esposos LYND (1937) que, roce di en do del rea de la Sociologa, ((recurrieron con profu- sin a los mtodos de la etnografa tradicional: residencia prolongada en la comunidad estudiada, observacin participante, junto con tcnicas de entre- vista intensiva)) (CONTRERAS 1983: 128). Tambin son importantes los estu- dios de Oscar LEWIS (1983) sobre la pobreza, los de MONOD (1971) sobre las bandas juveniles de Pars y los de WHITE (1971) sobre un gran barrio de Cor- newille. Por su parte, la etnografa de las instituciones urbanas se desarrolla inicialmente analizando hospitales psiquitricos a los que se define como una "comunidad pequea y a los que se aplica el enfoque holstico proce- dente del mundo primitivo. Los trabajos de CAUDILL (1966) y de GOFFMAN (1 98 la) son buenos ejemplos de ello.
Pese a los problemas tericos que afronta la llamada antropologa urbana (fruto sobre todo de la extrapolacin acrtica del concepto de comunidad a
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las sociedades complejas), los estudios desarrollados en contextos urbanos constituyen uno de los mbitos mas evidentes de la histrica conexin entre Sociologa y Antropologa respecto al uso de la observacin participante. En cualquier caso, y aunque abra el proceso, lo que pone en cuestin la etnogra- fa clsica, no es la discusin emicletic, ni tampoco el abordaje antropolgi- co de las sociedades ms complejas. Lo que pone en cuestin la etnografa clsica es un contexto nuevo (social, poltico e intelectual) que pasa a revisar las relaciones entre observador y observados, tanto en ciencias sociales como en ciencias naturales (SOUSA SANTOS 1988).
Desde los aos setenta, parte de la disciplina antropolgica se fija como meta cambiar radicalmente nuestro punto de vista, nuestra interpretacin de los fenmenos sociales [...], y sobre todo el compromiso de privilegiar la voz de los que son estudiados por encima de la voz del autor que escribe el estudio)) (KAPROW 1994: 83). Al monlogo del etngrafo en el campo le susti- tuye un dilogo, una pluralidad de voces, en donde la del observador no es, necesariamente, la ms creble. La toma en consideracin de la subjetividad del etnogrfo en el terreno permite afirmar el carcter bsicamente inter- pretativo del propio nivel de observacin)) (CARDIN 1990: 19). Algo que, por otra parte, ya haba planteado (aunque no resuelto) la etnografa del penodo clsico, al sealar que el buen etngrafo debe poseer la penetracin imagi- nativa del artista, que hace falta para interpretar lo observado, y la habilidad literaria, necesaria para traducir una cultura extranjera al lenguaje de la pro- pia cultura)) (EVANS-PRITCHARD 1967: 100). Las condiciones subjetivas de in- terpretacin y la retrica textual de la etnografa constituyen el centro de inters de la Antropologa interpretativa. Un movimiento que, ms que pro- ducir nuevos textos etnogrficos, revisa y critica las monografas existentes (en especial las de los clsicos), para cuestionar la posibilidad de acceder a la verdad del otro desde la propia subjetividad.
Los problemas de la etnografa son, en su sentido ms amplio, los de la tra- duccin. En ltimo trmino, todas las observaciones deben ser traducidas al cdigo descriptivo del etngafo; por esa razn, la revisin que desarrolla la An- tropologa interpretativa de las monografas etnogrficas, tiene en cuenta la teona lingstica y en particular la teona de la traduccin. La Antropologa posmoderna revela la crisis del positivismo y muestra el triunfo parcial de las posiciones fenomenolgicas cuando afirma que los hechos se hacen (la pala- bra deriva del latn factum) y los hechos que nosotros interpretamos estn he- chos y rehechos. Por lo tanto no pueden recogerse como si de rocas se tratase, ponindolos en cartones y envindolos a nuestro pas de origen para analizar- los en el laboratorio)) (RAEXNOW 1989: 141). Para la Antropologa interpretativa la etnografa es interpretacin. Es una interpretacin que surge del intento de captar la realidad desde el punto de vista de otras personas, y para lo que hay que interpretar el punto de vista de esas personas. Sin embargo, la etnografa clsica mantiene una ficcin segn la cual todas las representaciones sinteti- zadas en sus interpretaciones son descripciones genuinas y verdaderas ama-
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blemente proporcionadas por los informantes)) (SPERBER 1982: 120); cuando, en realidad, las representaciones intuitivas de los etngrafos (articuladas en tomo a la apariencia y la actitud de los actores, y en torno al contexto en que se desarrolla la actuacin), juegan un papel fundamental.
El trabajo de campo versa sobre el sentido y el valor de lo que es la reali- dad para los grupos sociales sobre los que investiga, y tiene por ello un ca- rcter bsicamente hermenutico. En ese sentido, el diseo terico que pro- pone la Antropologa interpretativa ni es predictivo ni busca formular leyes generales. Recogiendo la herencia del particularismo boasiano, se limita a exponer lo especfico de cada cultura, y confirma o desestima el conocimien- to producido en la posibilidad de conversar con el otro. La Antropologa in- terpretativa trata la cultura como un texto. Pero al hacerlo, puede olvidar que la cultura no est constituida nicamente por smbolos sociales, sino que tambin es un instrumento de intervencin sobre el mundo y un disposi- tivo de poder)) (NIVN y ROSAS 199 1 : 48). La Antropologa interpretativa reci- be las mismas crticas que se vierten sobre la mayora de las perspectivas de orientacin fenomenolgica: obvian las estructuras de poder. Al separar el texto (la cultura) del contexto (la estructura social), puede averiguarse e in- terpretarse el punto de vista de los actores, pero no las relaciones de poder y dominacin que los engloban.
La etnografa clsica busca distanciarse de su objeto de estudio para aprehenderlo mejor, y encuentra en los primitivos los materiales idneos con que construir esa distancia. Sin embargo, y en la medida en que la An- tropologa es una disciplina plural, cabe preguntarse si el modelo etnogrfi- co clsico es aplicado por igual en todas partes. La respuesta es negativa. Es preciso distinguir entre antropologas hegemnicas (la francesa, la britnica, la de Estados Unidos) y perifricas (por ejemplo: la de los pases de Europa del Sur o la de Latinoamrica). Pese a que existe una Antropologa universal que puede definirse por su objeto, su mtodo o su particular modo de abor- dar la realidad, lo cierto es que tal Antropologa universal est tan mediatiza- da por la Antropologa hegemnica, que una y otra llegan a confundirse 20. De este modo la Antropologa que se desarrolla en pases no centrales en la produccin del saber antropolgico est influida por los hegemnicos, mien- tras que a la inversa la influencia es menor2'.
20 Las antropologas de los pases citados son centros de difusin de un determinado tipo de saber antropolgico (estructurado en tomo al modelo etnogrfico clsico), al que acuden profe- sionales de otros pases en busca de una formacin inexistente o incompleta en sus zonas de procedencia (para el mbito espaol son ejemplos al respecto los casos de Claudio ESTEVA FA- BREGAT, de Carmelo L I S ~ N y de Lluis MALLART) que pueden regresar ms adelante con ideas, perspectivas y problemticas ms acordes con los pases en que se formaron que vlidos respec- to a dnde van a desarrollar su quehacer profesional.
2 1 Es en parte consecuencia del desconocimiento: en ausencia de traducciones al ingls, bue- na parte de la produccin de las llamadas antropologas perifricas es desconocida por la tradi- cin hegemnica.
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Hasta finales de la dcada de los setenta el modelo etnogrfico clsico (definido como la forma ortodoxa de hacer trabajo de campo por parte de la Antropologa hegemnica) es comnmente aceptado por el conjunto de la disciplina, sin que se tuvieran en cuenta las aportaciones que las antropolo- gas perifricas y la Sociologa venan haciendo desde tiempo atrs, sobre todo negando (ms prctica que tericamente) la obligatoriedad de la distan- cia cultural. Es una situacin que cambia con la constatacin terica y emp- rica de que el planeta se configura como una aldea global 22. Desde ese mo- mento, el modelo etnogrfico clsico entra en crisis y se detecta en la Antropologa una multicentralidad intelectual. Las antropologas perifricas alcanzan su mayora de edad y enfrentan problemas y se afrontan soluciones no necesariamente acordes con los modelos hegemnicos previos.
La crisis del modelo etnogrfico clsico que revisa la Antropologa pos- moderna debe circunscribirse sobre todo al mbito de las antropologas he- gemnicas, las cuales inician un proceso de reciclaje complejo cambiando el objeto de estudio de los otros, por un nosotros que an es abordado con cier- to temor. Algo que no sucede en antropologas perifricas (como la espaola, la italiana o la mexicana), en las que bien la ausencia de fondos para la in- vestigacin exterior (el caso espaol), bien la influencia de tradiciones teri- cas marxistas (el caso italiano) 23, o la presencia de enormes masas indgenas (el caso de Mxico) 24, inducen a los profesionales de la Antropologa a estu- diar su propia sociedad desde tiempo atrs 25, y a tomar en consideracin las aportaciones de la Sociologa (en especial, las de la Escuela de Chicago).
Negar la distancia cultural respecto al objeto de estudio (tal y como suce- 22 La aldea global supone una multicentralidad tanto econmica como poltica. La Antropo-
loga va a constituirse de un modo parecido, hasta el punto de que algunos antroplogos plan- tean reconstruir la historia de la disciplina en funcin de las tradiciones nacionales: afirmar que las diferentes historias nacionales han dado lugar a diferentes antropologas no constituye obje- to de controversia. Con excepcin de algunos obstinados, las pretensiones de hacer una Antro- pologa cultural universal a imitacin del modelo de la ciencia natural han quedado obsoletas para la mayora (GREENWOOD 1992: 5). Pese a que es errneo negar la existencia de una disci- plina antropolgica universal, esa reconstruccin s debe hacerse, pero tomando muy en cuenta la tensin existente entre antropologas hegemnicas y perifricas, y la consecuente identifica- cin de aqullas con la Antropologa entera.
23 Parte del desarrollo de la Antropologa italiana puede seguirse en COMAS (1978) donde se revisa la produccin antropolgica italiana efectuada por el Instituto Italiano de Antropologa, desde su fundacin en 1893 hasta finales de los aos sesenta. En cuanto al papel del marxismo (va DE MARTINO) en la Antropologa italiana vase CLEMENTE y otros (1985).
24 Sobre el desarrollo de la Antropologa en Mxico puede verse GARC~A MORA et al. (1987). 25 Tomando en cuenta estas consideraciones Honorio M. VELASCO distingue entre antropolo-
gas excntricas y concntricas (VELASCO 1992). Las antropologas excntricas (que se dan tanto en los pases centrales en la produccin del saber antropolgico, como en los perifricos), son caracterizadas por VELASCO del siguiente modo: estn ligadas a los imperios coloniales, mantie- nen la distancia cultural entre investigador y grupo estudiado, y son omnicomprensivas. Al con- trario, las antropologas concntricas (que se dan principal, pero no solamente, en los pases pe- rifricos en la produccin del saber antropolgico), se preocupan de la "cultura popular", estn ligadas al nacionalismo, y tienen intereses ms focalizados (VELASCO 1992: 120-123).
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de en las antropologas perifricas que no mimetizan los modelos hegemni- c o ~ ) implica diversos problemas, pero tambin permite obviar otros. Negar la distancia cultural pone en cuestin el rito de paso profesional, y difumina las fronteras interdisciplinares y profesionales, en particular respecto a la Sociologa y los socilogos. En segundo lugar, la ausencia de distancia, viene a negar el yo testifical construido en torno al sndro~ne de haber estado all 26. La autoridad del etngrafo queda cuestionada porque la investigacin sobre el propio contexto social y cultural puede realizarla cualquiera: incluso el llamado periodismo de investigacin 27. Resulta evidente que la necesidad de la distancia respecto al objeto de estudio que tanto defiende el modelo etno- grfico clsico, tiene que ver ms con la profesionalizacin y la academiza- cin de la Antropologa que con cuestiones epistemolgicas relevantes. Sin embargo, son muchos los problemas que pueden obviarse estando aqu; en especial que no existen problemas de traduccin cultural. Informante, inves- tigador y lector comparten un mnimo de intersubjetividad que hace innece- saria la tarea de traduccin cultural. Estando aqu, la interpretacin de la rea- lidad social que surge de la observacin participante se construye a partir de ciertos cdigos compartidos, aun cuando los sesgos personales persistan en quien informa, en quien investiga y quien lee. Con todo, incluso estando aqu (y como consecuencia de la acrtica transposicin del modelo etnogrfi- co clsico a las sociedades complejas), se intenta construir la distancia de manera artificial: primitivizando las comunidades rurales o buscando gru- pos marginales en nuestra sociedad (GARCA MUROZ 1990: 1). La aldea global impide incluso esta construccin artificial de la distancia. Es casi imposible estar all. A finales del siglo xx la realidad emprica de la aldea global obliga a hablar de culturas locales, entendiendo por tales el resultado de la interac- cin de las culturas autctonas con la cultura mundial. En la aldea global ya slo existe una cultura (en trance de ser hegemnica) que interactuando con configuraciones culturales geogrficamente delimitadas, genera intersubjeti- vidades con caractersticas especficas. Los rasgos que definen esta cultura mundial se articulan a partir de los valores derivados de la Revolucin fran- cesa y del capitalismo, y se trata de una cultura casi hegemnica porque con- sigue legitimarse ms y mejor que el resto de las intersubjetividades locales 28.
El sndrome de haber estado all implica no slo el intento retrico por parte del autor de la monografa de demostrar que lo que dice es cierto sino, sobre todo, el intento de probar su ca- pacidad para aprehender otras culturas (CARDN 1990: 27).
27 Resulta ilustrativo que los esfuerzos de Joan PMT (1991) por hacer notar las diferencias que existen entre la Antropologa y el Periodismo de investigacin respecto a las sectas, se cons- truyan no en torno a un mtodo (el cualitativo) y a unas tcnicas (biografas, observacin parti- cipante, anlisis documental) que comparten, sino sobre el notorio amarillismo de muchos de los periodistas que publican sobre sectas en Espaa.
Z8 El proceso de racionalizacin, segn WEBER, es el motor de la historia. Este proceso cues- tiona la sacralidad y el ritual como instrumentos legitimadores del sistema social. La legitimi- dad carismtica o tradicional acaba siendo sustituida por la legitimidad racional y legal. Este proceso triunfa en la Europa del siglo XK donde ala legitimacin del sistema no poda venir de
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30 CUADERNOS METODOLGICOS 20
Las presiones aislacionistas en Estados Unidos, el integrismo rabe, los na- cionalismos (en especial el japons y el ruso) o las discusiones en torno a la universalidad de los derechos humanos, son respuestas de las culturas autctonas frente a esa cultura global: son intentos de defender y construir su propia legitimidad. Cualquier consideracin terica en torno a la prctica de la observacin participante como instrumento para describir a los grupos humanos debe partir de la premisa de que la distancia ya no existe: todos i i z - vestigatnos aqu29.
A lo largo del perodo clsico en ciencias sociales, la teona y la prctica de la observacin participante debe revisarse sobre todo desde la etnografa y el trabajo de campo desarrollados por la Antropologa Social. Pese a que en ese perodo la Sociologa realiza aportaciones importantes respecto a la teora y la prctica de la observacin participante, esas teorizaciones y esos trabajos empricos son etiquetados como menores por la teora hegemnica del perodo: el estructural funcionalismo parsoniano en Sociologa, y el es- tructural funcionalismo definido por RADCLIFFE-BROWN en Antropologa So- cial. Sin embargo, resulta imprescindible revisar las aportaciones que la Sociologa del perodo clsico (la encargada de investigar estando aqu) reali- za respecto a la observacin participante; unas aportaciones que sedimentan en el interaccionismo estratgico de GOFFMAN: la mejor manera en que la Sociologa aplica la observacin participante a las sociedades complejas.
Para hacer etnografa hay que tener en cuenta el carcter bsicamente in- terpretativo de la observacin; por eso resulta pertinente analizar la manera en que tal interpretacin se produce. La interpretacin es un acto comunica- tivo. Por eso, a la hora de plantear el modo en que se produce el conocimiento etnogrfico, conviene revisar los modelos tericos que se ocupan de la teora de la comunicacin: en especial, el interaccionismo simblico y el estratgi- co. Por la misma razn, en la medida en que ((tanto el antroplogo como sus informantes viven en un mundo culturalmente mediado, atrapados en una red de significados que ellos mismos han tejido)) (RABINOW 1989: 142) es preciso revisar los tericos que ms se preocupan por analizar la relacin en- tre interaccin social y creacin de smbolos y significados: de nuevo el inte- raccionismo simblico y estratgico 30.
un discurso religioso, sino de una tekn poltica basada en el discurso de las ciencias y el dere- cho positivo,) (COMELLES y PRAT 1992: 36), y tiene consecuencias a nivel mundial. Si la cultura euro-occidental est en trance de ser hegemnica, es porque las bases de su legitimidad se ade- cuan ms y mejor al proceso de racionalizacin de la sociedad.
29 Sin embargo, investigar aqu no implica negar la real pluralidad de cdigos culturales y de estilos de vida que existen en nuestra propia sociedad.
'O Hablar de interaccionismo simblico (a veces tambin llamado interaccionismo estratgico) es sobre todo hablar de la libertad del individuo, de la capacidad que tienen las personas para interpretar y negociar, y sobre todo de la capacidad para optar. Ciertas teoras sociales (como cultura y personalidad o como el estructural-funcionalismo) consideran que la persona es un sujeto hipersocializado con pocos mrgenes de opcin. La cultura sera un camino que indica claramente el curso de la actuacin de las personas. La teora interaccionista, al contrario, de-
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El interaccionismo es una teora cuya tradicin en ciencias sociales se re- monta a la Escuela de Chicago y a la obra de Georges Hebert MEAD, pero que tambin est influenciada por los trabajos de George SIMMEL. El prime- ro en emplear el trmino interaccionismo simblico fue Herbert BLUMER (1982) en 1937, para resumir las intenciones tericas de MEAD. El interaccio- nismo simblico culmina su desarrollo con la obra de Erving GOFFMAN en los aos sesenta. Son relevantes, para la teora de la observacin participan- te, las aportaciones precursoras de SIMMEL, el interaccionismo simblico de MEAD, y la perspectiva metodolgica de BLUMER. Pero sobre todo son impor- tantes las aportaciones tericas del interaccionismo estratgico de GOFFMAN, las de los tericos de la comunicacin, y la llamada Escuela de Palo Alto, en California.
Segn GOFFMAN, en las estrategias para la interaccin con los otros, exis- te siempre un objetivo idntico: hay una lucha por la informacin en la que los seres humanos pretenden averiguar todo lo posible de los dems, procu- rando que los otros sepan slo aquello que se les quiere contar. Este duelo por la informacin se organiza de manera consciente e implica estrategias comunicativas tanto verbales como no verbales. El inters por las estrategias de comunicacin asocia a GOFFMAN a lo que se ha venido en llamar el invisi- ble college. Incluye antroplogos como BATESON, Margaret MEAD, o Ray BIRDWHISTEL 3 1 , que desarrollan una nueva teora de la comunicacin 32.
El invisible college no es una universidad. Se trata ms bien de un conjun- to de cientficos de diversas disciplinas que comparten el mismo inters por la comunicacin. Son un colectivo critico con el modelo de comunicacin procedente de la ingeniera (el modelo telegrfico: emisor/canal/receptor), que defienden la existencia de un modelo propio de comunicacin para las Ciencias Sociales. El modelo alternativo se organiza en tomo a la metfora de la orquesta: la comunicacin es posible porque todos lo miembros de la sociedad conocen y saben interpretar una misma partitura musical. Cuando hay interaccin entre personas de distintas culturas la comunicacin es dif- cil porque suenan dos partituras y se producen disonancias. Es en ese con- texto donde surgen los problemas de interpretacin que tan acertadamente describe la Antropologa posmoderna: al no compartir la misma partitura, la meloda (o el dilogo, si se prefiere) es disonante con frecuencia.
GOFFMAN desarrolla una etnografa de la vida cotidiana. Hace algo pare- cido a lo propuesto por MALINOWSKI respecto a los pueblos primitivos: la
fiende la capacidad del individuo para escoger, o al menos, para intentarlo. En la teora interac- cionista el concepto de gestin es clave. La persona gestiona su vida.
3' Los manuales de Antropologa pocas veces citan a GOFFMAN como antroplogo. Pese a que se form con Lloyd WARNER (quien le influenci con su teora de las mscaras), G o h a n suele ser adscrito a la Sociologa. Sin embargo, la prctica de GOFFMAN es plenamente antropolgica ya que plantea un enfoque micro, coinciden en l el analista y el encuestador, y emplea la obser- vacin participante en sus anlisis.
32 Al respecto vase WINKIN (1982) y REMESAR et al. (1982).
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etnografa de los imponderables de la vida social. El enfoque interaccionista de GOFFMAN es un enfoque teatral: en sus trabajos aparecen continuamente expresiones como escenario, actores, bastidores, pblico, etc. Dentro de esa perspectiva teatral GOFFMAN afirma que las personas siempre estn actuan- do, que las personas son actores, y que las relaciones sociales estn prepara- das: la improvisacin es posible, pero no es lo usual 33. Segn GOFFMAN todas las personas planifican sus actuaciones en la vida social, disean y ejecutan una estrategia para la interaccin con los otros.
Probablemente la obra de GOFFMAN que ejemplifica mejor esta perspec- tiva teatral, es la Presentacin de la persona en la vida cotidiana 34. En ella, GOFFMAN se preocupa por las expresiones no verbales (intencionales o no) a las que se otorga ms credibilidad que a las palabras para comprobar la autenticidad del comportamiento verbal. En las relaciones cara a cara se co- teja siempre la comunicacin verbal con la no verbal, para comprobar la ve- racidad de lo que se dice oralmente. Segn GOFFMAN, en las relaciones cara a cara, cada persona trata de obtener informacin de los dems, y pretende controlar la que ofrece a los otros.
El enfoque de GOFFMAN es dramatrgico, o teatral, porque presupone que los participantes en las relaciones sociales, estn siempre actuando: es decir, midiendo el sentido de lo que dicen y hacen, para proyectar la imagen social de s mismos que creen ms adecuada para ese momento social concreto. Dentro de esa perspectiva teatral, GOFFMAN cree que en toda situacin social existen elementos diversos. Existe frente (aquello que se quiere comunicar, a lo que nos atenemos explcitamente); hay un marco o estructura de las repre- sentaciones; hay una escena donde el equipo (de actores) colabora en una ru- tina; y hay una trastienda donde los actores se quitan la mscara. Tambin hay un auditorio, para quien se efecta la representacin 35.
El esquema teatral puede aplicarse a todas las relaciones sociales y, espe- cialmente, a la relacin social que usualmente se denomina observacin par- ticipante: a la relacin que establecen observador y observados. La teora de
33 Es importante tener en cuenta que al interaccionismo de GOFFMAN se le denomina estrat- gico. Estratgico es un trmino que tiene connotaciones militares y es un concepto posterior- mente desarrollado en la teora de juegos. Pero lo importante es que el trmino estrategia o es- tratgico implica que existe un margen de maniobra y que existe una planificacin consciente de la accin social.
34 Otras obras de GOFFMAN relevantes para la teora de la observacin participante son Inter- nados (1981a), Estigma (1970), y Relaciones en pblico (1979).
35 Por ejemplo, en un restaurante, el "marco" es el conjunto del local: la cocina, la barra, los servicios, el comedor, etc. El "frente" es el camarero vestido de blanco y limpio, los vasos bien brillantes, los manteles impolutos, es decir: todo aquello que sirve para indicar que se trata de un restaurante limpio y cuidadoso. La "escena" es todo aquello que el auditorio (es decir, los clientes para los que se organiza la "representacin") puede ver y or. Mientras que la "trastien- da" es la cocina, el lugar dnde los actores se preparan para la representacin y donde pueden sacarse la mscara: el mismo camarero que sirve el pan con unas pinzas, en la cocina lo coge con la mano. En la trastienda, las normas de interaccin que rigen en el escenario quedan en suspenso y se cumplen otro tipo de reglas.
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OBSERVACIN PARTICIPANTE 33
GOFFMAN se aplica al anlisis de la interaccin social en las sociedades ms complejas, donde diversos sistemas normativos impulsan a los actores socia- les a comportarse de manera correcta atendiendo a una pluralidad de reglas de aptitud, adecuacirz, decencia y decoro. Nada hace suponer que en las so- ciedades ms simples (donde existen menos reglas al haber menos tipos de relaciones sociales que regular), las cosas sean distintas. El comportamiento con los parientes en las sociedades ms simples es estructuralmente similar (en el sentido de representacin) al comportamiento que un obrero puede te- ner con sus compaeros de trabajo y con sus jefes. En ese sentido, y sea cual sea el contexto social (simple o complejo) en que acontece la observacin participante, es necesario considerar que los actores sociales se comportan
. siempre de cara a un auditorio. ste puede estar compuesto tanto por el ob- servador como por el resto de los personajes sociales presentes en la interac- cin. Pero aplicar las premisas goffmanianas a la interpretacin de lo obser- vado no implica suponer que en todas partes se miente. Significa tan slo aceptar que, en cualquier contexto, los actores sociales tratan siempre de comportarse adecuadamente en funcin de la actuacin social que estn re- presentando.
Hasta aqu algunos de los supuestos tericos planteados por GOFFMAN. Lo ms destacable es que en las relaciones cara a cara existe una lucha por la informacin, en donde las personas interpretan y actan en relacin al contexto, la aparierzcia y la actitud. El contexto es el mbito espacial y tempo- ral en que acontece la interaccin; la apariencia es tanto la imagen de s mis- mas que las personas pretenden ofrecer, como la imagen que los dems per- ciben de esas personas (que no son necesariamente idnticas); finalmente, la actitud es el conjunto de conductas asociadas a ciertos contextos y a ciertas apariencias. El xito de la investigacin depende de la habilidad del observa- dor para correlacionar bien estos tres factores a travs de la observacin par- ticipante.
El interaccionismo, y en especial GOFFMAN, muestra que el investigador nunca debe creer lo que se le cuenta. Cuando se observa la realidad social, cuando se hace observacin participante, es preciso cotejar lo que las perso- nas dicen, con lo que hacen, con lo que aparentan ser, y con lo que quieren aparentar ser. El investigador que observa tambin sostiene un duelo por la informacin con el grupo observado. Un grupo que se presenta de un modo ideal. Es tarea del observador ser capaz de distinguir entre la superficie y el fondo de la representacin, y para ello resulta imprescindible (adems de una presencia continua en el patio de butacas) poder acceder a la trastienda. El modo en que ambas cosas pueden conseguirse se plantea en el prximo captulo.
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En la prctica
La observacin participante es la tcnica ms empleada para analizar la vida social de los grupos humanos. La perspectiva holstica con que la Antropologa Social aborda el estudio de las sociedades ms simples marca de tal modo la tcnica que, la etnografa, el trabajo de campo y la observacin participante lle- gan a confundirse. Desde un punto de vista terico la observacin participante es un instrumento til para obtener datos sobre cualquier realidad social; si bien en la prctica la observacin participante se emplea para obtener datos sobre realidades a las que resulta dificil aplicar otro tipo de tcnicas. Eso ocu- rre, sobre todo, en los pueblos grafos y en situaciones sociales relacionadas con algn tipo de desviacin en las sociedades ms complejas. Tambin es fre- cuente su uso cuando, para entender la realidad social, se quiere primar el pun- to de vista de los actores en ella implicados. As resulta que la observacin par- ticipante, adems de entre los pueblos primitivos, se usa para estudiar desde dentro minoras, grupos tnicos, organizaciones, subculturas y profesiones.
La observacin participante es uno de los modos de investigacin que permite prestar mayor atencin al punto de vista de los actores. Tal y como pretenden los clsicos, se trata de que el investigador se convierta l mismo en un nativo a travs de la inmersin en la realidad social que analiza. De este modo el investigador pretende aprehender y vivir una vida cotidiana que le resulta ajena. Para ello se ocupa de observar, acompaar, compartir (y en menor medida participar) con los actores las rutinas tpicas y diarias que conforman la experiencia humana. La vida cotidiana se convierte en el me- dio natural en que se realiza la investigacin. Es una investigacin que se pretende lo menos intrusiva posible, y para la que resulta imprescindible de- limitar el tipo de participacin que el investigador desarrolla en el campo y en los distintos escenarios. Es preciso establecer una distincin conceptual entre campo y escenario: se trata de una distincin similar a la que existe en- tre unidad de observacin y unidad de anlisis '. El campo es la realidad so-
' La "unidad de observacin" es la suma de todos los mbitos sociales de donde se obtienen los datos que son analizados. La "unidad de anlisis" es el segmento de la realidad social al que se extrapolan los resultados del anlisis realizado mediante los datos obtenidos en la unidad de observacin.
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cial que pretende analizarse a travs de la presencia del investigador en los distintos contextos (o escenarios) en los que esa realidad social se manifies- ta. El campo tiene siempre diversos escenarios, aunque la relevancia de los distintos escenarios para la comprensin del fenmeno social, no siempre es la misma 2.
Quien investiga, pese a que puede tener ideas previas respecto a lo que va a estudiar, depende de la informacin recogida en el campo para definir el problema social que es analizado. Inicialmente el inters por la realidad so- cial que es investigada puede tener un origen personal o terico, aunque es frecuente que sean las instancias del control social quienes al definir una si- tuacin como problemtica motivan el inters de los cientficos sociales. Con frecuencia es el Estado quien, al precisar un conocimiento ms profundo de ciertos mbitos de la vida social de difcil acceso, disea las condiciones po- lticas que impulsan el inters posterior del investigador por la realidad so- cial en cuestin. Sea cual sea el origen del inters primario por el problema o situacin social a analizar, durante las primeras estancias de campo es po- sible que la investigacin se convierta en algo distinto al diseo original. En la medida en que la observacin participante contribuye a primar el punto de vista de los actores sociales por encima de la perspectiva del observador, esta ltima puede sufrir transformaciones importantes tras las primeras es- tancias de campo.
Uno de los objetivos centrales de la investigacin que aplica la observa- cin participante es definir conceptos clave desde el punto de vista de los ac- tores implicados en la realidad social que se estudia. La perspectiva de las personas ajenas suele estar categorizada social y culturalmente por lo que, en general, es relevante comprender el modo en que los miembros se ven a s mismos 3. Con frecuencia sucede que las personas ajenas definen la realidad social de manera simple y cartesiana y que los miembros de esa misma reali- dad elaboran definiciones ms complejas y matizadas. Los conceptos rele- vantes que se obtienen del empleo de la observacin participante, tienen que ver con el sentido con que los miembros los emplean en la vida cotidiana. Se trata, en suma, de conceptos definidos de forma etnometodolgica 4.
Por ejemplo, en un estudio donde el "campo" es el mundo de las altas finan7as, es impor- tante averiguar dnde es ms importante asistir: si a consejos de administracin y a juntas de accionistas, o a otros contextos donde ese campo tambin se manifiesta, aunque de un modo ms informal: situaciones de ocio como fiestas, o prctica de deportes como la hpica, el polo o el golf.
En castellano no existen equivalentes directos a insider y outsider. El trmino miembro se usa aqu para iiidicar que una persona forma parte de una organizacin, una subcultura, o de una situacin social que conoce bien, en la que se siente cmodo, y en la que sabe desenvolverse porque corioce los cdigos de conducta vigentes en ese contexto social. Al contrario, el trmino ajeno, implica que la persona no forma parte de la realidad social en cuestin.
En la investigacin que realiz SPRABLFY (1970) sobre la subcultura de los nmadas urba- nos, quedan claras estas distinciones entre el punto de vista de los miembros y de los ajenos. Para la polica pueden ser delincrrentes y alcohlicos, pero transen!es para los trabajadores so-
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OBSERVACIN PARTICIPANTE 37
La realidad es como una escultura: puede observarse desde ngulos dis- tintos. Lo mismo suced