Cuadernos Geográficos nº 32 (2002)

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CUADERNOS GEOGRÁFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA Núm. 32 (2002) ISSN: 0210-5462 UNIVERSIDAD DE GRANADA 2 0 0 2

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CUADERNOS GEOGRÁFICOS DE LA

UNIVERSIDAD DE GRANADA

Núm. 32 (2002)ISSN: 0210-5462

UNIVERSIDAD DE GRANADA2 0 0 2

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CUADERNOS GEOGRÁFICOSUniversidad de Granada32 (2002)

Director Honorario:Dr. D. Joaquín BOSQUE MAUREL

Director:Dr. D. Francisco RODRÍGUEZ MARTÍNEZ

Secretaria:Dra. Dña. Carmen EGEA JIMÉNEZ

Dra. Dña. M.ª Elena MARTÍN-VIVALDI CABALLERO

Consejo de Redacción:

Dr. D. Jesús ARIAS ABELLÁN

Dra. Dña. Amparo FERRER RODRÍGUEZ

Dr. D. Rafael HERNÁNDEZ DEL ÁGUILA

Dr. D. Juan Jesús LARA VALLE

Dr. D. José María LOZANO MALDONADO

Dr. D. Francisco VILLEGAS MOLINA

Comité Científico:

Dr. D. Alfredo BOLSI. Universidad Nacional de Tucumán (Argentina)Dr. D. Horacio CAPEL SÁEZ. Universidad de BarcelonaDr. D. André HUMBERT. Universidad de Lille (Francia)Dr. D. Jacques HUBSCHMAN. Universidad de Toulouse Le Mirail (Francia)Dr. D. Antonio LÓPEZ ONTIVEROS. Universidad de CórdobaDr. D. Eduardo MARTÍNEZ DE PISÓN STAMPA. Universidad Autónoma de MadridDra. Dña. M.ª Carmen Ocaña Ocaña. Universidad de MálagaDr. D. Florencio ZOIDO NARANJO. Universidad de Sevilla

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SUMARIO / SUMARY

1. Artículos / Articles

FROLOVA, Marina: El descubrimiento de las montañas europeas: del modelo“alpino” a los modelos geográficos específicos de la montaña...............The scientific discovery of European montains: from “alpine” model togeographic-specific modeling of mountains

CAMACHO OLMEDO, María Teresa; GARCÍA MARTÍNEZ, Pilar; JIMÉNEZ OLIVENCIA, Yolanda;MENOR TORIBIO, José y PANIZA CABRERA, Antonio: Dinámica evolutiva del paisajevegetal en la Alta Alpujarra en la segunda mitad del siglo XX .......................Evolutionary dynamics of vegetal landscape in the Alta Alpujarra duringthe second half of the 20th century

SERRANO MARTÍNEZ, José María: Red y sistema urbano de las capitales de provinciaen España a comienzos del siglo XXI. Fases de crecimiento demográfico ysignificación territorial ..................................................................................Network and urban system of the provincial capitals in Spain at thebeginning of the XXI century. Phases of demographic growth and terri-torial significance

CABRERA MEDINA, Julio y DE PABLOS, Juan Carlos: Metamorfosis del Albaicín(Granada). Del aislamiento de la interdependencia ......................................Metamorphosis of the Albaycin (Granada). From isolation to interdependence

SALVADOR GARCÍA, Jesús: La red ferroviaria andaluza: infraestructura y modeloterritorial ........................................................................................................The andalusian railway network: infraestructure and territorial model

MACHADO SANTIAGO, Rafael y KURS, Ott: Estructuras y articulaciones territoriales deAndalucía y Estonia: Análisis comparado.....................................................Territorial structures and articulations in Andalucía and Estoni: A com-parative analysis

2. Crónica / Chronicle

Don Joaquín Bosque Maurel. Doctor Honoris Causa por las Universidades deGranada (16-XI-2001) y Barcelona (7-III-2002) ..........................................

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GÓMEZ OLIVER, Miguel: Discurso de presentación ....................................................Opening conference by professor Miguel Gómez Oliver

BOSQUE MAUREL, Joaquín: Algunas reflexiones sobre la Geografía de Andalucía.Originalidad y personalidad ..........................................................................Some reflections on the Geography of Andalusia: originality and personality

CARRERAS, Carlos: Discurso de presentación ............................................................Opening conference by professor Carlos Carreras

BOSQUE MAUREL, Joaquín: Acerca de la Geografía en Cataluña ...............................On Geography in Catalunya

3. Documentación/ Documentation

LÓPEZ BURGOS, María Antonia: Los mármoles, la minería en España y la Geologíade Granada en la obra de E. Cook, un viajero inglés de 1830 .....................The marble, mining in Spain and the geology of Granada on the researchof E. Cook: an English traveler from the 1830

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1. Artículos

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EL DESCUBRIMIENTO CIENTÍFICO DE LAS MONTAÑAS EUROPEAS:DEL MODELO “ALPINO” A LOS MODELOS GEOGRÁFICOSESPECÍFICOS DE LA MONTAÑA

MARINA FROLOVA1

Recibido: 30-IV-02. Aceptado: 25-VII-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 7-23].

PALABRAS CLAVE: Modelo alpino, Montaña europea, Representaciones, Alpes,Cáucaso.KEY WORDS: Alpine model, European mountain, Representations, Alpes, Cau-casus.MOTS-CLEFS: Modèle alpin, Montagne européenne, Représentations, Alpes,Caucase.

RESUMEN

El modelo alpino ha tenido un papel primordial en el descubrimiento científico de lamontaña en Europa. No obstante su aplicación generalizada ha representado durante muchotiempo un obstáculo para el reconocimiento de la diversidad de los distintos medios montaño-sos. A lo largo del siglo XX las representaciones de las montañas europeas se irán alejando delmodelo alpino, adquiriendo rasgos geográficos específicos, y los geógrafos reconocerán cadavez más la necesidad de adoptar diversas aproximaciones para estudiar la montaña, reconocien-do la imposibilidad de analizarla a través de una sola disciplina, de un solo modelo o de unasola escuela geográfica. Al mismo tiempo, los geógrafos europeos proponen nuevos modelos demontaña, como los de la montaña mediterránea, árida y tropical.

En este artículo se intenta demostrar los efectos contrastados del modelo alpino sobre laevolución del conocimiento y de las representaciones científicas del Cáucaso y algunas otrasmontañas europeas2.

ABSTRACTS

In spite of an important role the alpine model played in the scientific discovery of moun-tain in Europe, it represented a real obstacle for comprehension of the diversity of differentmountains of the world. During the XXth century the representations of European mountainshad diverged from the alpine model and acquired the specific geographical features. The geo-

1. Departamento de Territorio y Patrimonio Histórico. Universidad de Jaén. Paraje Las Lagunillas s/n. 23071 JAEN (España) e-mail: [email protected]

Instituto de Geografía de la Academia de las Ciencias de Rusia. Staromonetnij per., 29. 109017MOSCÚ (Rusia).

2. El trabajo ha sido preparado gracias a una beca para estancias de doctores extranjeros en España,financiada por la Secretaría de Estado de Educación y Universidades.

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graphers recognized the necessity of the diversity of the approaches to the mountain study andimpossibility to analyze it, limiting by only discipline, only model or only geographical school.At the same time the new models of mountain environment has been formed such, as that of themediterranean, arid and tropical mountain.

In this article we are trying to demonstrate the contrasted effects of the alpine model onthe scientific representations of European mountains analyzing its impact on the knowledge ofthe Caucasus.

RESUME

Le modèle alpin a joué un grand rôle dans la découverte scientifique de la montagne enEurope. Pourtant sa prégnance a également représenté un handicap pour l’appréhension de la diver-sité des différentes montagnes du monde. Durant le XXe siècle, les représentations de montagness’éloignent du modèle alpin, en acquérant des traits géographiques spécifiques. Les géographesreconnaissent de plus en plus la nécessité de la diversité des regards sur la montagne et l’impossibilitéde l’analyser, en se limitant aux approches de une seule discipline, de un seul modèle et de une seuleécole géographique. En même temps, apparaissent des nouveaux modèles du milieu montagnard,comme celui de montagne méditerranéenne, des montagnes aride et tropicale.

Dans cet article on tente de montrer, à travers de l’analyse de l’impact du modèle alpin surl’évolution de la connaissance du Caucase et des autres montagnes, ses effets contrastés sur lesreprésentations des montagnes en Europe.

1. INTRODUCCIÓN

Hace más de dos siglos que el nombre de los Alpes sirve para describir los paisajesde las montañas del mundo y se han convertido, por lo menos para los europeos, en unverdadero arquetipo de montaña. Su nombre “después de servir para designar un macizoespecífico de montañas, empezó a ser utilizado a escala planetaria, para designar otrosconjuntos naturales situados en contextos diferentes” (los Alpes Australianos, Japoneses,Escandinavos, etc.) (DEBARBIEUX, 1997). Los múltiples clichés, ligados a los Alpes,fueron proyectados sobre el resto de montañas del mundo, desde el “alpinismo”, quesimboliza el poder espiritual y físico del hombre en la lucha contra las fuerzas de lanaturaleza hasta el celebre “edelweiss” alpino, el emblema florístico de la alta montaña(GUERASIMOV, ZIMINA et al., 1981). Al mismo tiempo, el nombre de Suiza seráaplicado a los paisajes en los cuales el carácter verdoso y pintoresco contará más que elaspecto montañoso (DEBARBIEUX, 1997), como, por ejemplo, en denominaciones dela “Suiza normanda”, “Suiza rusa”, “Suiza andaluza” etc. El modelo paisajístico alpinoha englobado signos, símbolos, que en su origen estaban asociados a un conjunto socialy espacial específico, para posteriormente conformar la base para una representación“desterritorializada” y universal de las realidades de montañas diferentes (CHADE-FAUD, 1987). Dicho modelo alpino, surgido en el cruce de varios tipos de representa-ción de la montaña (científico, artístico, literario…), adquirió unas características queiban a determinar su gran capacidad de adaptación y flexibilidad para representar losdistintos espacios montañosos del mundo.

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2. ELEMENTOS DEL MODELO ALPINO

¿Cómo se pueden definir los principales elementos del modelo alpino, es decir,del conjunto de imágenes y de valores asociados a este sistema de representación?Dicho modelo corresponde más bien a la parte norte y central de los Alpes3 (excluyen-do los Alpes Mediterráneos y Orientales) donde domina el clima templado oceánico ycontinental. Esta parte de los Alpes que se convierte en el emblema de la montañacorresponde a una fachada húmeda, expuesta al Noroeste. Es ahí, en el Macizo delMont-Blanc, en el Oberland y algunas otras regiones pertenecientes al mismo conjun-to orográfico, donde comenzará en el siglo XVIII la exploración de las montañaseuropeas, movimiento que se extenderá a continuación a otros macizos y cadenas“montañosas”, pero siempre guardando las imágenes fundadoras del sentimiento mo-derno de la montaña alpina.

Este terreno inicial del descubrimiento favorecía la diferenciación por los geógra-fos y botánicos de “cintas” largas y poco numerosas de vegetación mesofítica. Entrelos elementos más arquetípicos de las representaciones de los paisajes alpinos sepueden citar los grandes macizos cubiertos de nieve, glaciares grandiosos, bellas cas-cadas, torrentes y picachos, amplios valles luminosos, pueblos de chalets, etc. Lasformas de la arquitectura local, las practicas sociales y la gastronomía alpina tambiénse convirtieron en el símbolo de la forma de vida “de montaña” (FROLOVA, 2001).

Pero esta montaña de referencia se caracterizaba también por ser una regiónrelativamente rica, donde la economía de cambio basada en la asociación de la agri-cultura, la ganadería y la explotación forestal (sistema agro-silvo-pastoral alpino)permitía la especialización en la ganadería y el desarrollo industrial; era una montañacon ciudades florecientes, con buenos medios de comunicación y un sector turísticobastante desarrollado. Esta es una montaña también caracterizada por la libertad polí-tica y por las costumbres patriarcales. La construcción del modelo alpino de montañaes inseparable de la aparición de modelo social y antropológico del hombre de monta-ña cuyas particularidades físicas se basan sobre las mismas que las del país dondevive. Hay que señalar también que los elementos arquetípicos de las representacionesde los Alpes crean una imagen “urbana”: una imagen inventada por los ciudadanos ypara los ciudadanos, y la realidad “vivida” por los habitantes de los Alpes esta muyalejada de esta representación idealizada de montaña (DEBARBIEUX, 1997).

Sin duda, el modelo alpino era útil para comprender las particularidades delespacio de montaña, pero hasta la segunda parte del siglo XX el “éxito” del modeloalpino ha representado realmente un obstáculo para la comprensión de la diversidad delos medios físicos y de los sistemas sociales propios de las diferentes regiones monta-

3. Hay que destacar que el “descubrimiento de la montaña europea” se ha producido en los Alpescentrales. La prioridad de la valorización de los Alpes helvéticos está ligada a la presencia en Suiza declases sociales cultas, a menudo de religión protestante y de idioma germánico (JOUTARD, 1988), y alhecho que Berna y Ginebra tenían, en el siglo XVIII, un papel intelectual muy distinto al de Innsbruck oGrenoble (BROC, 1991).

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ñosas del mundo. Habría que esperar muchas décadas para que los científicos integra-sen la diversidad de las situaciones montañosas y para que los nuevos métodos deinvestigación demostrasen que las condiciones naturales, la historia de la formación yde la valorización de las montañas crean una gama de situaciones muy variadas.

3. EL MODELO ALPINO Y LAS EXPLORACIONES DE LA MONTAÑAEN EL VIEJO MUNDO

Se puede afirmar, por ejemplo, que el uso del modelo alpino ha ocultado, por lomenos parcialmente, la especificidad de los Pirineos tras de un “sentido desterritoria-lizado” (CHADEFAUD, 1987), es decir la percepción condicionada por un modelo derelación con un espacio montañoso aparecido en otra región y en otro contexto. Ade-más de un aspecto científico de este fenómeno, se destaca su traducción en el campoestético. La historia de la valorización turística del paisaje pirenaico está profunda-mente marcada por la referencia alpina que ha llevado a los viajeros a privilegiar enlos Pirineos los sitios pintorescos de la montaña media, juzgando los Alpes incompa-rables desde el punto de vista de los paisajes sublimes de la alta montaña. Este clichéha llevado igualmente a los viajeros a buscar en los paisajes pirenaicos las imágenesarquetípicas de la literatura alpina4. El valle de Campan, al sur de Bagnère-de-Bigorre,será durante mucho tiempo uno de los sitios más visitados de los Pirineos franceses:en este valle casi exclusivamente pastoral y muy abierto se puede encontrar un reflejode las realidades “poco pirenaicas” pintadas por Jean-Jacques Rousseau en su celebrenovela la Nouvelle Héloise que canta los paisajes alpinos.

Hay que remarcar que el conocimiento cada vez más preciso de los Alpes afinales del siglo XVIII, favorecerá una comparación sistemática de las diversas mon-tañas del mundo con el macizo alpino, “comparación que va a convertirse rápidamenteen un verdadero tópico de la geografía” (BROC, 1991, p. 44).

Es significativo que una primera gran obra de referencia consagrada a los Piri-neos, cuya exploración empieza a partir de los años 1770-1780, con un ligero desfasecon relación a los Alpes, Observations faites dans les Pyrénés pour servir de suite àdes observations sur les Alpes…, publicada en 1789 por Ramond de Carbonnières,establece de entrada la exploración de esta cadena bajo el signo de la comparación(BRIFFAUD, 1994). Los viajeros que, como Ramond, abordan los Pirineos con fre-cuencia después de haber visitado los Alpes, se “enganchan” generalmente “a uncatálogo comparativo de los fallos y ventajas” (MÉTAILIÉ, 1989, p. 33) –compara-

4. Desde el punto de vista estético, los Alpes helvéticos son el lugar de nacimiento de los arquetipospaisajísticos asociados en el siglo XIX a la montaña. La percepción de montañas se construirá alrededorde dos modelos opuestos al espacio alpino. En primer lugar se valoriza el paisaje pastoral del fondo devalles y de la montaña media con sus tipos humanos: pastores, cazadores, contrabandistas, bandoleros, etc.(BRIFFAUD, 1994). En segundo lugar, ganan estima los paisajes “minerales” y deshumanizados de lascumbres, escaladas por los exploradores-alpinistas.

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ción que se convierte casi siempre en favorable para los Alpes. De Guibert, querecorre el centro de los Pirineos en 1785, no duda en escribir que un “viaje a losPirineos es suficiente para dar a una mujer la idea de un país montañoso, pero unhombre que quiere conocer, un hombre que prefiere las grandes masas a los detalles(…) tiene que ir a contemplar y a estudiar la naturaleza en los Alpes”.

Esta comparación queda también, desde finales del siglo XVIII, como base parala crítica y la incomprensión de los sistemas pirenaicos de explotación del medio.Ramond inaugura en su Essai sur l’économie pastorale des Hautes-Pyrénées (1794)una serie de panfletos tecnocráticos y repetitivos, en los cuales se critica a los monta-ñeses pirenaicos por no seguir el ejemplo de los pastores alpinos y no desarrollar laagricultura “moderna” para aproximarse más a la vida de la vega. Al mismo tiempo,estos montañeses serán acusados de la “desfiguración” de la montaña, quedando éstasin bosques para extender las tierras agrícolas, provocando erosión y multiplicación delas catástrofes naturales (BRIFFAUD, 1994). Los forestales franceses vuelven a tomareste discurso, intentando imponer a los montañeses pirenaicos desde la segunda mitaddel siglo XIX una industria de queso basada en el queso Gruyère. Así en el siglo XXlas razas de vacas pirenaicas, despreciadas, poco a poco van a ir desapareciendo,sustituyéndose por las de la Schwytz (MÉTALIÉ, 1989).

Al mismo tiempo, después de la publicación en 1841 de L’étude sur les torrentsdes Hautes-Alpes de A. Surell sobre las relaciones entre la deforestación y la erosiónen las montañas, los científicos e ingenieros del monte en Europa serán cada vez másconscientes de las consecuencias ecológicas de la actividad humana en los montes. Yotra vez los Alpes Centrales y Septentrionales servirán como ejemplo para la elabora-ción de métodos de protección del medio montañoso y de legislación sobre repobla-ciones forestales de la montaña. Así, por ejemplo, J. GOMEZ MENDOZA (1999, p.140) en su artículo sobre el “Paisaje y espacios naturales protegidos en España”demuestra “la persistencia de los mitos helvéticos en el imaginario paisajístico espa-ñol y la postergación y relego a categorías de conservación inferiores a algunos con-juntos ibéricos más valorados, como Gredos y Guadarrama o las montañas mediterrá-neas”. A consecuencia de la influencia del modelo alpino y del modelo de ordenaciónde montes utilizado por los ingenieros forestales españoles, formados en las escuelassajonas (GOMEZ MENDOZA, 2000), en las primeras décadas del siglo XX, “elespacio estético y simbólico del monte mediterráneo tarda en consolidarse casi másque la propia selvicultura mediterránea” (GOMEZ MENDOZA, 1999, p. 141). Porúltimo, se puede citar el ejemplo de la construcción en los Pirineos de las estacionesde ski alpino, es decir los grandes complejos en íntervalles, aunque esta cadena norepresente las mismas posibilidades para dicha practica invernal (MÉTAILIÉ, 1989),sino para el ski de “randonné” o fondo.

En lo que concierne a los Pirineos, se puede decir que el modelo alpino haconstituido en el siglo XIX una vía de acceso hacía el descubrimiento de la montaña–una especie de referencia mediadora– que ayuda a situarse en un conjunto de realida-des nuevas y a orientar su representación (BRIFFAUD, 1994). Sin embargo se puededestacar un efecto negativo del mismo modelo sobre el reconocimiento del Cáucaso,cuyos paisajes no eran valorados por los viajeros hasta finales del siglo XIX porque

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no recordaban a los de los Alpes. A pesar de todos los esfuerzos de los exploradores,a lo largo del siglo XIX, de aplicar al Cáucaso los conceptos y términos fundamenta-les de la geografía alpina, los clichés alpinos podían difícilmente concretizarse en estacadena (FROLOVA, 2000, 2001). Aquí no se encontraban los vastos valles de tipoalpino con las bellas cascadas, los glaciares espectaculares y los numerosos picachos,ni los pueblos de chalets. A menudo, estudiando los glaciares del Cáucaso y de otrasmontañas continentales, los geólogos buscaban el tipo clásico del glaciar de vallealpino. Así las diferencias fundamentales entre los glaciares de los Alpes y los de lasotras montañas europeas han hecho creer a los naturalistas que éstas ultimas no dispo-nían de grandes glaciares.

La representatividad de la referencia alpina no solamente ha impedido apreciar laoriginalidad de la alta montaña caucásica, sino también la del litoral del mar Negro, laColchida. A pesar de las condiciones geográficas del litoral póntico del Cáucaso quese distinguen de las del litoral mediterráneo (humedad más fuerte y más constante,geología y suelos distintos, el carácter mediterráneo aparece solo en los bosques dellitoral), empiezan a llamarlo la Riviera rusa. En esta época la elite rusa empezó acomprar las propiedades sobre el litoral póntico del Cáucaso con intención de poseerlas mansiones con cipreses, naranjos y palmeras, según el modelo de “veraneo” de laverdadera Riviera. Así, en el litoral caucásico han intentado crear un paisaje medite-rráneo, en un contexto de colonización de este país y del comienzo del turismo (FRO-LOVA, 2000).

Habría que esperar hasta principios del siglo XX para que los estudios climáticosy botánicos empezasen a fragilizar este mito de la Riviera rusa. Entonces se descubreque la Colchida es una región subtropical húmeda y que es preferible cultivar ahíplantas del Japón, del Extremo Oriente, etc. Por lo tanto, la imagen de los Alpesmarítimos fue definitivamente substituida por la de una naturaleza frondosa y exótica,que se diferenciaba de los modelos paisajísticos europeos.

4. LA SOLUCIÓN A ALGUNOS PROBLEMAS EPISTEMOLÓGICOSDEL MODELO ALPINO

El estudio de los Alpes y los modelos científicos que derivan de estos han tenidoun impacto importante sobre la evolución de los conceptos geográficos. Los Alpes seconvirtieron en la verdadera cuna de las escuelas “naturalistas” europeas. Desde fina-les del siglo XVIII los científicos que buscan nuevas explicaciones sobre la evoluciónde la Tierra, más racionales que las antiguas teorías ligadas al Génesis, ven en losAlpes un terreno perfecto para probar sus hipótesis5. El modelo de la estructura geoló-gica alpina se convierte rápidamente en la referencia imprescindible para todas lasteorías geológicas que serán aplicadas a otras montañas. Del mismo modo, el esquema

5. Por ejemplo, Horace-Bénedict de Saussure hace de los Alpes la montaña-tipo, la montaña-modelopara muchas generaciones de naturalistas (BROC, 1991).

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de los pisos de vegetación de los Alpes será generalizado para los diferentes macizosdel mundo. La flora y la fauna “alpinas” serán consideradas como las propias de todaslas altas montañas6.

En este contexto, es interesante examinar algunos modelos, que aparecen en elseno de la geografía y de las ciencias afinas y que se desarrollan durante muchotiempo en relación directa con el modelo alpino.

4.1. Modelo de zonificación altitudinal de la vegetación

Las relaciones entre clima, altitud y vegetación han sido establecidas por Tourne-fort en el Cáucaso (1701), por Giraud-Soulavie en las montañas del Vivarais (1782),por Ramond en los Pirineos (1794) y por Humboldt en los Andes (1807). Pero en losAlpes el modelo global de los pisos, que aparece a principios del siglo XIX, adquierelos rasgos específicos de los “pisos alpinos”, es decir de los pisos bioclimáticos demontañas mesofíticas de las latitudes medias7.

Dicho modelo de pisos de vegetación aparece gracias a dos factores importantes.En primer lugar, la semejanza entre la distribución altitudinal y la zonificación latitu-dinal bioclimática, descubierta en los Andes (a consecuencia de su disposición meri-diana), se ha manifestado de una manera todavía más espectacular en los Alpes. Enefecto, en las latitudes medias, el gradiente térmico medio en las llanuras es semejantea el de las montañas (el gradiente térmico de 1 Km en latitud es igual al de 1 m dealtitud), gracias a que la flora de periodos fríos del Cuaternario ha podido refugiarseen la montaña durante los recalentamientos climáticos (THOURET, 1984). En segun-do lugar, en los Alpes, gracias a la repartición más o menos regular de las condicionesde humedad y temperatura y una homogeneidad relativa de los pisos de vegetación, elestudio “visual” de la vegetación y de los paisajes por la distinción “a ojo” de cintu-rones largos y poco numerosos de vegetación ha podido convertirse en el métodoprincipal de diferenciación de paisajes de montaña. Por último, el carácter mesofíticode la vegetación de los Alpes septentrionales y centrales –principal región de la mode-lización geográfica– ha limitado este esquema de zonificación altitudinal a la conside-ración únicamente de los pisos bioclimáticos húmedos. Los paisajes áridos y semi-áridos han sido vistos durante mucho tiempo como fenómenos “intrazonales” 8. Deesta manera el método determinista de diferenciación de pisos de vegetación a partir

6. Así, ciertos geógrafos llaman de esta manera a las especies de la alta montaña que pertenecen, enrealidad, a grupos de procedencia centroasiática y muchos entre ellos, considerados como los “alpinostípicos”, faltan o son relativamente raros en los Alpes (ZIMINA, SAINT-GIRON, 1981).

7. Los pisos bioclimáticos de montaña se han determinado al principio por los cinturones fisionómicosde vegetación natural y “antropizada”, que reagrupaba los organismos vivos más sensibles al parámetrotérmico fundamental, enriqueciéndose a continuación la interpretación de dichos pisos por el análisis demesoclimas y de substratos edáficos (THOURET, 1984).

8. Es decir fenómenos atípicos de dichos pisos, que normalmente existen en otras condiciones geográficas.

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de simples criterios fisionómicos y climáticos regionales, justificado por el “escalona-miento alpino”, se ha convertido en el dominante en las ciencias naturales.

Se puede citar un ejemplo del desarrollo de la imagen del paisaje “biogeográfico”de la alta montaña continental en Rusia. Su evolución resulta ser incluso más intere-sante, ya que del proceso de resolución de las contradicciones del esquema alpino enRusia emergerá un nuevo modelo montañés.

A finales del siglo XIX, el principal terreno ruso donde intentan adaptar el esque-ma de la vegetación y la terminología alpina fue el Cáucaso, la primera alta montañameticulosamente estudiada por los naturalistas rusos. Este esquema se convierte, aprincipios de la exploración científica del Cáucaso, en una referencia obligatoria parala interpretación de sus pisos de vegetación. Así, los botánicos y geógrafos rusos, trasla comparación de las zonas alpinas y subalpinas del Cáucaso, de los Alpes Suizos, delas montañas de Siberia y del Asia Central, han adaptado los términos de piso y deprado alpino y subalpino, tanto como el de tapiz alpino (traducción de la palabraalemana Matten), sugiriendo bajo dicha noción el césped húmedo mesofítico de la altamontaña (BUCH, 1898). Bajo la influencia de estos trabajos se formarán los métodosy la terminología de investigación sobre la vegetación de alta montaña para toda laRusia.

El uso del modelo de organización geográfica del espacio en pisos (analógicos,según las representaciones científicas, a los de los Alpes) ha dado una clave importan-te para la lectura de los paisajes de montaña, pero implicaba también ciertas limitacio-nes para la interpretación del espacio montañés. El esquema de los pisos bioclimáticosalpinos no ha permitido considerar las asociaciones de vegetación xerófita como untipo particular de piso de vegetación. Muchos exploradores del Cáucaso, y más tardedel Pamír y de otras montañas continentales de la URSS, han considerado la vegeta-ción xerófita como “interzonal” o atípica de la alta montaña, describiendo dichasmontañas como si fuesen del tipo mesofítico9.

Otra consecuencia importante de este modelo sobre la visión científica de lamontaña es el hecho, que desde el siglo XIX los naturalistas construyen sus descrip-ciones de la montaña alrededor del esquema del escalonamiento de sus paisajes. Así la

9. Incluso en 1960 el geobotánico y explorador del Pamír K.V. STANUKOVICH (1960, p. 7-8)escribe:

“Muchos entre nuestros investigadores del Cáucaso consideran los tipos esteparios de vegetaciónxerofítica como atípicos de los pisos alpinos. Ellos utilizan un termino “césped” para describir lasestepas típicas con Festuca sulcata Hack et Stipa capillata L. que se encuentran en la alta montañay consideran como “interzonales” los matorrales que se encuentran a menudo en el piso hemicriofíticodel Cáucaso Oriental.

Sin embargo, la vegetación de los Alpes es solo un tipo particular de vegetación de montaña, desarrolladoen condiciones de humedad más intensas. Por lo tanto los tipos xerofíticos de vegetación, difundidos en lasotras montañas, no se manifiestan en los Alpes. A.I. Tolmachiov admite que en la semiesfera norte existenciertos tipos de paisajes de alta montaña: alpino, de estepa, xerofítico, etc.”

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zonificación altitudinal está considerada como el criterio principal de diferenciacióndel espacio de montaña10. Esta visión iba a impedir a los geógrafos sobrepasar ciertosobstáculos metodológicos en sus interpretaciones del espacio montañés, como, porejemplo, el que concierne las relaciones entre la montaña y la llanura vecina. Hasta losaños 60, los geógrafos aislaban las llanuras de las montañas desde las primeras etapasdel análisis geográfico de los países montañeses, dividiendo estos últimos en los“cinturones” paisajísticos.

En la primera mitad del siglo XX podemos constatar un cambio importante en elenfoque de la zonificación altitudinal en la geografía física rusa. Durante los años 30-60los naturalistas, por una parte, se refieren cada vez menos al paralelismo entre las zonaslatitudinales y los pisos bioclimáticos de las montañas y, por otra parte, entre los pisosalpinos y los de otras montañas.

En los años 30, los botánicos soviéticos que estudiaban las montañas de AsiaCentral y de Kazajstán empiezan a darse cuenta de que la zonificación altitudinalalpina no era tan universal como se había pensado (KOROVIN, 1934, citado porSTANUKOVICH, 1973). Los biogeógrafos R. I. Abolin y R. A. Yelenevski hicieronuna contribución importante al desarrollo del nuevo concepto de la zonificación altitu-dinal. ABOLIN (1932) observa las zonas xerofíticas estudiando los pastos de altamontaña del Daguestán e YELENEVSKI (1940), analizando los pisos de vegetacióndel Cáucaso Occidental, observa como las zonas mesofíticas disminuyen y se despla-zan a la zona más alta, fría y húmeda de la montaña a medida que aumenta el “gradode continentalización” y la aridez del clima. Al mismo tiempo el geobotánico A. A.GROSSGHEIM (1948) propone un esquema de pisos bioclimáticos del Cáucaso queincluye también los pisos xerofíticos como el de estepa, el semi-desértico, el dexerófitos de montaña, etc.

Así, los botánicos y geógrafos rusos plantean el problema de la influencia del“grado de continentalización” del clima sobre la vegetación de la montaña y proponenla noción de sector. Durante los años 40-50 K. V. STANUKOVICH (1955, 1960) y A.I. TOLMACHIOV (1960), trabajando sobre los modelos generales de los pisos biocli-máticos, demuestran que además del papel “organizador” de las condiciones climáti-cas cuyos cambios están ligados a variaciones altitudinales, hay otros factores impor-tantes que definen los paisajes montañosos. Se añaden nuevas variables físicas alparámetro térmico altitudinal, como son el alejamiento de los mares y océanos y el

10. Siguiendo el método de los naturalistas, los geógrafos sociales han integrado el modelo deterministade la organización del espacio montañés en pisos, estableciendo las relaciones entre las sociedades y suhábitat en función de altitud. Así, M. -C. ROBIC (1988, 1995) señala la aparición entre los siglos XIX yXX de modelos fundados sobre la idea de una variación altitudinal en los sistemas sociales de montaña:el “corte” vertical de “sociedades montañesas” de Karl Ritter (alta montaña-media montaña-pie de monte);los valley sections de geógrafo escocés Patrick Geddes; la oposición “alto-bajo” de Frédéric Le Play, etc.En otros trabajos socio-geográficos las variaciones sistemáticas de la altitud corresponden a las variacionessistemáticas del trabajo. En consecuencia el modelo espacial vertical se ha convertido en el principioheurístico de los estudios sociales (Idem.).

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“grado de continentalización” del clima. Además, para enriquecer el modelo tradicio-nal de la zonificación altitudinal, K. V. STANUKOVICH (1960), propone cinco prin-cipios de distinción de vegetación: 1) paisajístico (conjunto de todos los elementos delmedio en un piso dado); 2) botánico; 3) climático; 4) correspondencia entre el tipo declima y de vegetación; 5) correspondencia entre el tipo de paisaje y su explotación porel hombre.

Durante este periodo en Europa se generan otros cambios entorno al concepto depiso bioclimático. En 1959 C. Troll publica su obra Die tropischen Gebirge… (1959),donde introduce otros factores ecológicos: la posición de las pendientes en relación alos flujos de precipitaciones y su exposición; la inclinación; la topografía; el modela-do y el substrato edáfico. Su esquema de zonificación altitudinal de la vegetación devarias montañas del mundo, a pesar de sus numerosos ventajas representaba solamentea las montañas mesofíticas de las latitudes medias y un solo tipo relativamente raro delos pisos bioclimáticos subtropicales de América del Sur, que integraba conjuntamentelos pisos mesofíticos y xerofíticos. Dicho esquema, que reconocía la especificidadecológica de la montaña y rechazaba ciertos clichés alpinos, sin embargo, no seadaptaba al análisis de las montañas continentales de la URSS.

En los años 60-70, los botánicos y ciertos geógrafos añaden nuevas variablesecológicas como los biorritmos, la duración y el carácter del fotoperíodo, etc. (SCHU-KIN y SCHUKINA, 1967), y datos paleo-medioambientales (AGAJANIANTZ, 1981).Sin embargo, dicha aproximación penetrara con dificultades en la geografía de lospaisajes de montaña. Por último, el concepto de “geosistema” ha permitido enriquecerel esquema estático de la zonificación altitudinal tradicional con variables ecológicasy datos ligados a los intercambios de materia y energía y a la dinámica temporal:diferencias de balances hidrológicos en altitud, intensidad de procesos de alteración,etc. (BERTRAND, DOLLFUS, 1973a; GVOZDETSKI, 1983).

Así aparecen los nuevos modelos de organización espacial de la vegetación mon-tañosa: “árido”, “tropical”, etc.; pero también los modelos dinámicos que cambianincluso los mismos principios de la diferenciación de pisos de vegetación.

4.2. El modelo glaciológico

El modelo alpino también ha marcado profundamente a la interpretación de lahistoria geológica de varias montañas del mundo. Los primeros trabajos geológicosfundamentales sobre la estructura de las altas montañas están consagrados a los maci-zos hercinianos (Lehmann), pirenaicos (Darcet, Ramond) y caucásicos (Pallas) (BROC,1991). Pero los conceptos y términos de la geografía de la montaña se forjan dentro delas escuelas “alpinas”. Así, el termino orogenia alpina será aplicado a todos los siste-mas de montañas euroasiáticas, desde los Pirineos al Himalaya (GUERASIMOV, ZI-MINA et al., 1981). Entre las palabras del vocabulario geológico definido en los Alpesse puede citar igualmente el flysch, la subducción (DECROUEZ, 2000), etc.

El modelo alpino ha aportado mucho a la comprensión de la estructura geológicade montañas, pero también representaba una concepción “normativa” de montaña, que

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a menudo ha limitado a las ciencias naturalistas. Por ejemplo, después del descubri-miento de la disimetría de las vertientes de los Alpes por Bufón y Saussure11, losnaturalistas empiezan a creer que todas las montañas están construidas según el mis-mo modelo (BROC, 1991). Se pueden citar otros ejemplos de aplicación del modeloalpino sin enfoque crítico sobre otras montañas. Es el caso del modelo de la morfogé-nesis de las montañas, que incluso dentro del macizo alpino varía bastante.

Los glaciares alpinos han tenido un papel primordial en la explicación de lahistoria natural de los paisajes de montaña. Así, la glaciología, como ciencia, se haformado en los Alpes. Por un lado, en los Alpes septentrionales, donde existe una altamontaña “glaciada” casi completamente, por encima de 4000 metros o bien parcial-mente, entre los 2500 y 4000 metros, se ha formado un modelo de paisaje alpinotípico con enormes glaciares-avenidas que permiten penetrar lejos en la alta montañay acceder fácilmente a los grandes pasos de cresta, los cuales a menudo aparecen a suvez ensanchados por el hielo (BRAVARD y alt., 1987). La atribución a los glaciaresde un papel primordial en la interpretación de la morfogénesis de la alta montaña haencontrado un eco no solamente en la glaciología y en la geomorfología, sino tambiénen los estudios geobotánicos.

El modelo paleoglaciológico alpino, propuesto en 1909 (Günz, Mindel, Riss,Würm), aparece como el resultado de las exploraciones de Penck y Brückner llevadasa cabo sobre la vertiente Norte de los Alpes y su piedemonte, alrededor de Munich. Apesar de la novedad de la aproximación de Penck y Brückner a la historia cuaternaria,del rigor en sus descripciones sobre las huellas de la glaciación de Würm, su teoríatenía grandes fallos, que más tarde serán importados a las investigaciones glaciológi-cas aplicados a todas las montañas del mundo.

En esta época la glaciología era una ciencia descriptiva y, como reconoce R.VIVIAN (1989), la cuestión de las formas glaciares ha sido abordada por la observa-ción de supuestas formas de relieve resultado de la glaciación. Por lo tanto los trabajosde esta época han estado marcados por un razonamiento deductivo basado sobre ladescripción de depósitos del ante-país alpino. De esta manera, como lo demuestra V.V.ZAMORUIEV (1977), la teoría del origen fluvio-glacial de los depósitos del valle delDanubio, propuesta por Penck y Brückner12, se apoyó en dos tesis principales: en lapresencia de estrías sobre los fragmentos de los guijarros y en el transporte de losguijarros por las morenas.

De hecho, es en esta época, cuando se desarrolla la teoría “glacial”, y numerososgeólogos y geomorfólogos, al encontrar en las formaciones glaciales múltiples frag-

11. Saussure ha establecido la estructura de las montañas en cinturones paralelos y, desarrollando lasideas de Pallas sobre las importantes diferencias entre los lados opuestos de una misma cadena montañosa,advierte sobre la simetría de la disposición de dichos cinturones en ambos lados del eje granítico de losAlpes (BROC, 1991).

12. Eligieron como terreno de estudio una llanura inclinada de piedemonte, que asciende gradualmentehacía el sur, en dirección de los Alpes. Dicha llanura estaba formada por cuatro escalones, en cuya superficiese encontraban las formaciones de guijarros.

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mentos marcados por estrías, pensaban que se trataba de fenómenos específicos deeste tipo de formación, a partir de la convicción de que los glaciares habían podidodejar estrías sobre los guijarros al deslizarse y al generar una gran presión sobre ellos.Esta concepción fue a menudo aceptada sin verdaderas pruebas.

La segunda tesis fue también aceptada sin investigaciones precisas sobre losmateriales y la textura de las formaciones considerados como glaciares: en dichaépoca el diagnostico de las formaciones glaciares no se planteaba como un problemaimportante (ZAMORUIEV, 1977). En consecuencia, los discípulos de Penck y Brück-ner aceptaron íntegramente estas hipótesis, ya que fueron elaboradas por científicosreputados y en una montaña “ejemplar”.

El escenario de Penck y Brückner relativo al desarrollo de la glaciación cuaterna-ria será desde entonces considerado como la verdad absoluta, y su libro Die Alpen imEizeitalter (1909) como una especie de Biblia para los geomorfólogos y geólogos queestudiaban el Cuaternario. Su esquema se aplicaba, como el de los pisos bioclimáticosalpinos, en todas las montañas del mundo. Suponiendo que en todos los países monta-ñosos hay trazos de distintas épocas glaciares, los geomorfólogos se esfuerzan enbuscar y escoger los hechos que pudieran confirmar el esquema alpino. De esta formadicho esquema será aplicado sin interpretación crítica a las montañas de los Balcanes,del Cáucaso e incluso a la glaciación continental de la llanura rusa.

En la primera mitad del siglo XX el modelo paleoglaciológico alpino, propuestopor Penck y Brückner, sin dudas tenía un papel importante para comprender la historiageomorfológica de las montañas europeas. Sin embargo, como todos los modelos, enun momento dado impide comprender distintos fenómenos locales. Así, en el Cáucasono podía explicarse a partir del escenario alpino, a pesar de la extensión y altura de lamontaña y de la presencia actual de sectores húmedos y nevados, ya que no se encon-traban los rastros de las antiguas glaciaciones cuaternarias (BRAVARD, JULIAN,1988). Los glaciares caucásicos no son abiertos, como los de los Alpes, y los grandessectores aplanados han sido elevados, cortando los profundos valles, y produciendofenómenos catastróficos (BRAVARD y alt., 1987). Así, debido a las particularidadesde las condiciones climáticas de su formación y de la existencia de extensas regionesde hundimiento tectónico que han complicado considerablemente las correlacioneslitoestratigráficas de los aluviones fluvio-glaciales (GUERASIMOV, ZIMINA y alt.,1981), los glaciares caucásicos necesitaban otra aproximación.

Habría que esperar algunas décadas para que la evolución metodológica de losestudios glaciares probase la existencia de diferencias esenciales entre la glaciación ylos glaciales alpinos y los de otras montañas. En los años 60-70, un período bastanteactivo de investigaciones glaciológicas, se produjo un gran progreso al tiempo que sedifundía la teoría de placas13. El descubrimiento de los movimientos neotectónicos enel Cáucaso explicaba la ausencia de glaciaciones antiguas en el Gran Cáucaso debido

13. Como señalan BRAVARD et alt. (1987) de una manera general y hasta una fecha reciente, laneotectónica tenía un lugar muy reducido en la explicación de relieves alpinos.

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la juventud de esta montaña (BRAVARD, CHARDON y alt., 1987). Durante el mismoperiodo, en el marco del programa del Año Geofísico Internacional y, a continuación,del Decenio Hidrológico Internacional (1965-1974), los glaciólogos empiezan a estu-diar el régimen de los glaciares por medio de métodos modernos (análisis geofísico,lichenométricos, dendrocronométricos, etc.).

La adopción de nuevos métodos para el estudio glaciológico de la montaña hapermitido rechazar una serie de fases clásicas, elaborada en los Alpes, sobre la historiade la glaciación y el proceso de formación de glaciares y de neveros de montañascontinentales, los tipos de glaciares y sus dimensiones y de aceptar la importancia delpapel de las condiciones tectónicas en este proceso.

En consecuencia, los geomorfólogos reconocen que la glaciación del Cáucaso eramucho menos poderosa que la de los Alpes y que la mayoría de los actuales glaciaresdel Cáucaso no datan directamente del Würm, sino han aparecido después del períodoxerotermico de Arkhyz que duró del siglo V al siglo X14. Así D. V. TZERETELI(1974) subraya que a pesar de la presencia de rastros de glaciaciones sincronizadascon las tres épocas de glaciación alpina (Mindel, Riss y Würm), las huellas de laglaciación pliocenica son deficientes en el Cáucaso. Esta particularidad de los glacia-res caucásicos se explica, en el marco de la teoría de placas, por el carácter extrema-mente reciente de la cordillera (BRAVARD, JULIAN, 1988)15.

De la misma manera, el estudio comparativo de los Alpes Septentrionales y Centralescon los Alpes Mediterráneos han demostrado el carácter específico de los fenómenosligados a la glaciación en las regiones mediterráneas. BRAVARD, CHARDON y alt.(1987, p. 46) destacan que las variaciones climáticas y la evolución geomorfológica en lasúltimas guardan sus rasgos propios con relación a las montañas oceánicas o continentales:

(en los Alpes Mediterráneos la amplitud y la originalidad de fenómenos periglaciares son másimportantes que en los Alpes del Norte, porque en ausencia de glaciación, desde el Dryasantiguo, ciertos fenómenos (glaciares rocosos, corriente de piedras…) han podido desarrollarsemás ampliamente, bajo los climas fríos, pero menos húmedos. De misma manera los cambiosclimáticos son responsables de las variaciones de la torrencialedad, de la sucesión después delDryas de episodios de incisión vertical y de relleno aluvial y torrencial en los valles bajos.

4.3. La montaña y la llanura: hacía la aproximación sintética

La interpretación de los paisajes de montaña “a partir” de un modelo alpinoplanteaba también otro problema de orden epistemológico. Dicho modelo se centraba,en primer lugar, en las diferencias entre los medios montañosos, oponiendo general-

14. TUCHINSKI (citado por BRAVARD, 1987) distingue en el Cáucaso las siguientes fases en lasvariaciones climáticas en la mitad más reciente del Holoceno: una fase muy húmeda (desde el siglo V hastafinales del primer milenio antes de nuestra era), un periodo más seco (primer milenio de nuestra era), unafase más húmeda (desde siglo XV), seguida por un período más seco.

15. Al principio de la glaciación de Würm, el Cáucaso no era más elevado que los Alpes, al principiode la glaciación de Riss, era mucho más bajo, etc.

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mente fenómenos contrastados en el espacio, como, por ejemplo entre la montaña y lallanura, aislando la una de la otra.

En los años 60 en la URSS aparecen las primeras reflexiones de geógrafos sobrelas relaciones entre los paisajes de montaña y de llanura. Estas reflexiones introducennuevos principios de regionalización geográfica de la montaña. Por ejemplo, V. I.PROKAIEV (1961) afirma que no se puede aislar el análisis físico-geográfico delCáucaso del análisis de las llanuras limítrofes, ligados genéticamente con esta monta-ña. En la misma época, E. A. NEFEDIEVA (1960, citado por ABRAMOV, 1972)demuestra el papel importante de la circulación general atmosférica en la formaciónde los complejos naturales del Cáucaso. En su esquema de diferenciación de lospaisajes del Cáucaso tiene en consideración igualmente la historia de la inmigraciónde especies diferentes al Cáucaso, lo que ha determinado ciertas particularidadesbiogeográficas. Esta nueva aproximación al espacio caucásico unirá la llanura limítro-fe a la región propiamente geográfica del Cáucaso.

En el mismo período, se puede constatar un cambio general de la estrategia de losestudios de la montaña en la URSS. La introducción de las nociones de la “sombra debarrera” y del “pie de barrera” en el estudio del efecto de la montaña sobre el clima dela llanura vecina por A. I. YAUNOPUTNIN’ (1960) ha contribuido bastante a laevolución de la aproximación geográfica sobre la montaña. En 1968 F. N. MILKOV(citado por ALIBEKOV, 1994) propone diferenciar una clase particular de paisajespremontañosos, caracterizados por un intercambio de materia y energía más importan-te que en las llanuras. Este autor llega a la conclusión de que la influencia paisajísticade la montaña se ejerce mucho más lejos de los piedemontes. Los movimientos tectó-nicos, según su teoría, determinan el desarrollo conjunto de montañas y de llanuras,cuando las partes limítrofes de las llanuras son subducidas durante el proceso delevantamiento, proceso que MILKOV (Idem.) ha cualificado como “orogenización delos paisajes”. En el artículo de LIVEROVSKI y KORNBLUM (1960), la nueva inter-pretación de los pisos de montaña enriquece el esquema tradicional por la puesta enrelieve, aparte de la zonificación vertical de las vertientes de la montaña (influenciadirecta de montaña), de las zonas “húmedas premontañosas” y “áridas de sombra” delas áreas situadas al pie del macizo y de las llanuras vecinas (influencia indirecta demontaña).

Las investigaciones en la geografía de suelos y geoquímica del paisaje16 descubrentambién la interacción entre los complejos territoriales de la montaña y de la llanura. Elestudio del conjunto “montaña-llanura” ha permitido la aparición de la noción de “áreageoquímica paisajística” que corresponde a una unidad, a la vez, paisajística, litológica,territorial y geoquímica (GLAZOVSKAYA, 1973, citado por ALIBEKOV, 1994). Esteárea une los territorios situados en diferentes niveles hipsométricos pero situados en lamisma vertiente y, de esta manera, estarán ligados por la descarga mecánica y química ypor las migraciones aéreas de los materiales líquidos y sólidos.

16. En la URSS dicha área de conocimiento se formó dentro de la Geografía Física.

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Continuando estos trabajos L. ALIBEKOV (1994) en sus investigaciones sobrelas montañas del Asia Central, propone una noción de “geopareja montaña-llanura”,un sistema de complejos territoriales vecinos de origen común, quiénes funcionan yevolucionan como un conjunto único gracias a los intercambios de materia, energía einformación que existen entre ellos. Su base común son los movimientos tectónicos yatmosféricos a gran escala.

Por tanto muchos geógrafos rusos rechazan la tesis de la independencia de lospaisajes de montaña en relación a los de la llanura y, asimismo, este dualismo que hafrenado, durante mucho tiempo, las teorías sobre la formación del paisaje de montaña.

5. CONCLUSIÓN

A lo largo del siglo XX, las representaciones de las montañas se alejan delmodelo alpino, adquiriendo unos rasgos geográficos específicos. En la segunda mitadde este siglo los científicos que estudian la montaña reconocen cada vez más queexisten distintos enfoques para su análisis y la imposibilidad de abordarla, limitándosea las aproximaciones de una sola disciplina, de un solo modelo o de una sola escuelageográfica. Gracias a esta nueva tendencia, las formas de inteligibilidad del mediomontañés se han enriquecido integrando nuevos datos propuestos por las cienciasnaturalistas.

Al mismo tiempo, los geógrafos proponen nuevos modelos de montaña. Se puedeevocar algunos entre ellos como el modelo mediterráneo, de montaña árida, tropical,etc. Los geomorfólogos que estudian las montañas mediterráneas reconocen que lamorfogénesis de los Alpes y de los Pirineos, por una parte, y del Cáucaso por otra,situados en los dos extremos del dominio mediterráneo, han sufrido influencias climá-ticas diferentes: oceánicas en el Oeste, continentales en el Este. Además, el relieve delos Alpes del Norte, donde las formas glaciales tienen un papel predominante, difieredel de los Alpes del Sur y del de otras cordilleras mediterráneas hasta tal punto que eltermino “alpino” no va a tener el mismo sentido en geología y en geomorfología.Ellos proponen oponer al modelo alpino de los Alpes del Norte un modelo mediterrá-neo, más o menos semi-arido, inspirado por la comparación entre los Alpes del Nortey los Alpes del Sur (BRAVARD, CHARDON y alt., 1987).

Asimismo, con el progreso del estudio de las montañas continentales aparece lanoción de “montaña árida” –termino que da una nueva dimensión ecológica a losestudios geobotánicos y geográficos. O. AGAKHANIANTS (1981) demuestra, queapoyándose en el concepto de la especificidad de las condiciones de la formación demontañas áridas y analizando la evolución de múltiples factores ecológico-geográfi-cos, se puede reinterpretar la génesis de la flora y de los paisajes de estas montañas.

Por último, gracias a las investigaciones llevadas a cabo en las montañas tropi-cales y a la introducción, en el estudio de las montañas intertropicales, de losfactores ecológicos y del concepto de geosistema (BERTRAND, DOLLFUS, 1973b;THOURET, 1984, 1989; TROLL, 1959, 1968), se ha podido forjar la noción de“montaña tropical”.

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* Instituto de Desarrollo Regional. Universidad de Granada** Dpto. de Territorio y Patrimonio Histórico. Universidad de Jaén

DINÁMICA EVOLUTIVA DEL PAISAJE VEGETAL DE LA ALTAALPUJARRA GRANADINA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

MARÍA TERESA CAMACHO OLMEDO*, PILAR GARCÍA MARTÍNEZ**,YOLANDA JIMÉNEZ OLIVENCIA *, JOSÉ MENOR TORIBIO** Y

ANTONIA PANIZA CABRERA**

Recibido: 30-V-02. Aceptado: 25-VII-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 25-42].

PALABRAS CLAVE: Alta Alpujarra, paisaje, dinámica vegetal, Sistemas de In-formación Geográfica.KEY WORDS: Alta Alpujarra, lanscape, vegetal dynamics, Geographic Informa-tion Systems.MOTS-CLEFS: Alta Alpujarra, paysage, dynamique végétale, Systèmesd’Information Géographique.

RESUMEN

En este artículo se describen las tendencias de cambio y/o estabilidad que muestran lascomunidades vegetales en la Alta Alpujarra. Para ello se ha elaborado una cartografía evolu-tiva partiendo de distintas fuentes que permiten el estudio de este paisaje montano vegetal alo largo de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. La cartografía secuencialgenerada ha sido volcada posteriormente a un SIG, lo que ha permitido la presentación dediferentes mapas temáticos que reflejan la tendencia del cambio, el tipo de cambio o bien elperiodo en que se producen dichas transformaciones. En particular se han diferenciado treslíneas de análisis: la dinámica que muestran las formaciones arbóreas; la evolución seguidapor las arbustivas y herbáceas; y por último el papel jugado por las campañas de repoblaciónforestal.

ABSTRACT

In this article the tendencies of change and/or stability are described that show the vegeta-ble communities in the High Alpujarra. For it has been elaborated it an evolutionary cartogra-phy based on different sources that allow the study of this landscape mountainous vegetablealong the second half of the XX century until our days. The generated sequential cartographyhas been overturned later on a GIS, what has allowed the presentation of different thematicmaps that they reflect the tendency of the change, the exchange rate or the period in that thistransformations take place. In particular three analysis lines have differed: the dynamics thatthey show the arboreal formations; the evolution continued by the bushes and herbaceous; andlastly the paper played by the campaigns of forest repopulation.

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RÉSUMÉ

Cet article a pour but de décrire les tendances d’évolution qui caractérisent les communau-tés végétales de la Haute Alpujarra. A partir de différentes sources d’information, on a élaboréune cartographie évolutive qui permet l’étude de ce paysage de montagne, de la seconde moitiédu Xxe siècle jusqu’à nos jours. La cartographie séquentielle a été obtenue à partir d’un SIG,elle comprend ainsi différentes cartes thématiques présentant l’importance du changement, sonorigine, ou encore, la période précise à laquelle il s’est produit. Plus spécialement, trois axesd’étude ont été identifiés: la dynamique des formations forestières, l’évolution qui s’en suitpour les formations arbustives et herbacées, et enfin, le role joué par les campagnes de reboise-ment.

1. INTROCUCCIÓN

Las tareas de reforestación en el macizo de Sierra Nevada se iniciaron aprincipios del siglo XX en la comarca de la Alpujarra Alta para paliar los efectoscatastróficos de las inundaciones producidas por el río Guadalfeo. Desde estafecha y hasta la actualidad, aunque con mayor intensidad desde los años cincuentaa finales de los setenta, uno de los principales procesos de transformación de estepaisaje de montaña ha sido la repoblación forestal con coníferas, que han ocupadoprincipalmente las laderas medias cubiertas con piornal o las correspondientes aantiguos cultivos ya abandonados. Junto a ello, se observa en la dinámica naturalde la vegetación espontánea una tendencia dispar entre la progresión de determi-nadas formaciones arbóreas como el encinar o un cierto proceso de “matorraliza-ción” en terrenos de erial y pastizal, y la regresión de otras comunidades vegetalescomo la del castañar, que evidencia el proceso de abandono agrícola, u otras decarácter arbóreo o y arbustivo por efectos de los incendios. En cualquier caso ypese a los cambios habidos en la vegetación espontánea, el período estudiado secaracterizaría en general por la estabilidad de las formaciones naturales tal comoevidencian las estadísticas.

El objetivo en este trabajo es precisar las tendencias de cambio o de estabilidaden las comunidades vegetales de la Alta Alpujarra. La elaboración de una base dedatos de la cartografía evolutiva de los usos del suelo y vegetación en la segundamitad del siglo XX, en concreto de cuatro fechas o cortes (1957, 1974, 1987 y 2001),y su posterior análisis y tratamiento mediante las funciones propias de un Sistema deInformación Geográfica, facilitan una serie de documentos cartográficos que ilustranlos procesos de transformación del paisaje natural del área de estudio. Tanto la seriecronológica de mapas de usos del suelo y vegetación, como los mapas evolutivoscreados tras la superposición de la serie, nos muestran los principales tipos de dinámi-cas y nos ofrecen la posibilidad de extraer, mediante la consulta condicional, mapastemáticos que reflejan la tendencia del cambio, el tipo de cambio o bien el periodo enel que se produce dicha transformación.

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2. DINÁMICA DE LA VEGETACIÓN NATURAL EN LA ALTA ALPUJARRA

Abordar la evolución de las comunidades de vegetación natural en la Alta Alpu-jarra exige contextualizar estos procesos de cambio en el marco del importante desni-vel altitudinal y de las series de vegetación potencial que pueden reconocerse en lacomarca que, en sí mismos, marcan algunas pautas de las tendencias de regresión oprogresión de las formaciones arbóreas, arbustivas o herbáceas cartografiadas. Estedesnivel entre los 600 metros y los 3.481 metros de la cumbre del Mulhacen (Figura1) muestra una gradación de pisos que va desde el termomediterráneo, que se asomajunto al cauce del río Guadalfeo, hasta el crioromediterráneo, que ocupa la franjasituada por encima de los 3.000 metros. Este hecho provoca una fuerte diversidad deformaciones naturales y explica el hecho de que casi un 90% de la superficie de laAlpujarra Alta (30.003,08 hectáreas de un total de 34.832,41) esté cubierta por vege-tación o “superficie productiva no cultivada” según la información del Catastro deRústica (GARCÍA MARTÍNEZ, 1999). A estas cifras habría que añadir las que corres-ponderían a otras tierras donde los afloramientos rocosos son dominantes aunquepermiten el desarrollo de ciertas formaciones vegetales específicas, y que aparecenidentificadas en la citada fuente como “superficie improductiva” junto a los núcleosurbanos y otras actividades antrópicas, ascendiendo a un total de 955,45 hectáreas.

FIGURA 1. COROGRAFÍA DE LA ALTA ALPUJARRA

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2.1. Dinámica de las formaciones arbóreas

Por debajo de los 2.000 metros aproximadamente se localizan los pisos supra ymesomediterráneo, e incluso se reconocen algunas formaciones del piso termomedite-rráneo en las laderas más bajas del conjunto de la Alta Alpujarra. La vegetación actualde estos ámbitos muestra una gran degradación que se traduce fundamentalmente en laescasa presencia de masas arbóreas de origen natural, que constituyen en las distintasseries la vegetación clímax. La fuerte presión antrópica, materializada en la roturaciónde espacios para nuevos cultivos y pastos, la explotación de la leña para uso domésticoo industrial, e incluso los incendios forestales, han provocado en el macizo de SierraNevada la desaparición del 90% de las frondosas (encinares y robledales fundamental-mente) que jalonaban las laderas medias y bajas (JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991).

De estas masas arbóreas primitivas es quizás la del encinar silíceo la que más hasufrido las consecuencias de la mano del hombre. El área potencial de la encina(Quercus rotundifolia) sobre terrenos silíceos ocupa buena parte de los pisos meso ysupramediterráno (asociación Adenocarpus decorticans Quercetum-rotundifoliae paraambos pisos bioclimáticos). Los bosques de encinares constituyen el estadío másevolucionado de la serie aunque tan sólo se conservan manchas dispersas localizadasen las laderas de mayores pendientes y menos accesibles, que son los testigos de lasantiguas masas de encinas que predominaban en el área. En realidad rara vez lasformaciones de encinas de la Alta Alpujarra constituyen un verdadero bosque. Bien alcontrario, se trata de formaciones adehesadas, formadas por árboles dispersos queconviven con un matorral serial o un pastizal aprovechado por la ganadería ovina, quepoco o nada tienen que ver con las formaciones arbustivas de las comunidades primi-tivas. En otras ocasiones la presencia de ejemplares de muy bajo porte lleva a denomi-nar estas unidades como chaparrales, como es el caso de una mancha localizada en laumbría de La Tahá (Pitrés).

Por debajo de los 1.000 metros, el encinar termófilo del piso termomediterráneoha desaparecido casi en su totalidad, dando paso a unidades de matorral serial deescasa cobertura. Como especie que presenta una gran adaptación a condiciones cli-máticas o edáficas adversas, la encina también se localiza en ocasiones por encima delos 2.000 metros, aunque formando unidades poco maduras y densas.

Centrándonos en la superficie ocupada por el conjunto de los encinares identifi-cados en la Alpujarra Alta mediante fotointerpretación (Tabla 1), se observa en térmi-nos generales una gran estabilidad de las formaciones e incluso una cierta progresióndesde 1957 hasta nuestros días. A las cifras anteriores habría que añadir además lasencinas que, sin ser dominantes en la formación, conviven con otras especies arbóreaso se disponen de manera dispersa entre cultivos actuales o abandonados. En estoscasos se observa una progresiva ocupación de los terrenos adyacentes, ya sea de áreasde matorral o eriales originados por el abandono agrícola.

La cartografía de las formaciones vegetales estables y dinámicas (Figura 2),obtenida por superposición de la serie cronológica, confirma esta relativa expansióndel encinar. Si bien 492,35 hectáreas corresponden a masas de encinares establesdesde 1957 hasta la actualidad, 329,72 hectáreas sufren una evolución progresiva

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desde formaciones de matorral a encinar aclarado (165,17 has) o desde encinaresaclarados a encinares más densos (135,93 has), junto a otras dinámicas de menorrelevancia.

Es en el municipio de Trevélez donde la progresión del encinar es más manifies-ta, en concreto en la ladera oriental del valle del mismo nombre, puesto que si bien enlos años cincuenta los encinares aparecían dispersos, hoy día forman una unidadcontinua a expensas de los piornales oromediterráneos y los matorrales de degrada-ción del robledal, así como de las tierras de regadío herbáceo abandonadas desde losaños ochenta. También el encinar situado en la ladera alta oriental del municipio dePampaneira y las manchas dispersas de encinas localizadas tanto en la solana (aquímezcladas con ejemplares maduros de castaños) como en la umbría del río Trevélezdentro del municipio de La Tahá, muestran un aumento progresivo de la coberturavegetal desde los años cincuenta hasta los ochenta.

Estos datos muestran en definitiva que la encina es una especie en expansión en laAlpujarra Alta, que está recuperando su área potencial ocupada hasta hace poco porcultivos, a pesar de la acusada degradación que han sufrido los suelos, pero que inclusollega a invadir a veces el área potencial del robledal (JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991).

Como hemos indicado, las encinas no sólo forman comunidades monoespecíficassino que aparecen mezcladas con otras especies arbóreas, ya sea castaños en lasladeras más bajas junto a los cauces de los ríos, pinares de repoblación (los bosquetesde encinas más aclarados se han repoblado en ocasiones con pinos) o, a mayor altitud,robles (Quercus pyrenaica). La serie del roble melojo (Adenocarpo decorticantis-Quercetum pyrenaicae) se localiza exclusivamente en el piso supramediterráneo sobresubstrato silíceo, entre los 1.100 y 1.900 metros de altitud, alternando con la seriesilícea de la encina, y ocupando los enclaves más húmedos y de menor índice deinsolación.

La evolución de la superficie ocupada de manera dominante por esta especie(Tabla 2) muestra una gran estabilidad e incluso un ligero crecimiento de su superfi-cie. Al igual que en el caso del encinar, a estas cifras habría que añadir las correspon-dientes a las formaciones mixtas en donde el roble convive con otras especies arbóreaso con usos agrícolas.

La Figura 2 nos indica que 1159,84 has corresponden a masas de robles quemuestran una aparente estabilidad desde 1957 hasta nuestros días, mientras que 518,19has presentan una tendencia progresiva desde formaciones de matorral a robledal

TABLA 1. EVOLUCIÓN DE LAS MASAS DOMINANTES DE ENCINAS (HAS)

Categorías 1957 1974 1987 2001

Encinar 168,98 214,12 307,09 307,15Encinar con castañar 47,20 55,31 55,31 55,31Encinar aclarado 406,55 396,26 390,89 414,09Chaparral 31,74 47,76 50,44 47,45TOTAL 654,47 713,45 803,73 824,00

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FIGURA 2. FORMACIONES ARBÓREAS ESTABLES Y DINÁMICASENTRE 1957, 1974, 1987 Y 2001 (HAS)

Encinar estable (167,30)Encinar con castañar estable (44,71)Encinar aclarado estable (248,60)Chaparral estable (31,72)Progresión del encinar (331,66)Robledal estable (645,55)Robledal con encinar estable (514,29)Progresión del robledal (518,35)Regresión del robledal (71,15)Progresión de masas mixtas de castaños (382,42)Regresión del castañar (315,51)Abandono agrícola en masas mixtas de castaños (388,03)Vegetación de ribera estable (25,57)Vegetación de ribera con pinar (34,98)Progresión de la vegetación de ribera (74,76)Retroceso de las formaciones arbóreas (119,59)

Metros

5000,00Grid North

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TABLA 2. EVOLUCIÓN DE LAS MASAS DOMINANTES DE ROBLES (HAS)

Categorías 1957 1974 1987 2001

Robledal 717,13 1.227,81 1.233,73 1140,14Robledal con encinar 514,36 515,54 515,54 515,54Robledal aclarado 397,82 0,00 0,00 93,65TOTAL 1.629,31 1.743,35 1.749,27 1749,33

(163,43 has) o de robledal aclarado a robledal más denso (330,97 has), junto a otrasdinámicas progresivas. Del total de los robledales cartografiados en el área de estudiotan sólo 137,74 has muestran por el contrario una dinámica regresiva hacia formacio-nes menos densas o más degradadas.

Estas cifras no pueden sin embargo llevarnos a equívocos. El hecho de queasistamos a un proceso de regeneración que tiene como punto de partida los años 30del siglo XX, fecha en la que se produjo la última tala masiva (MOLERO MESA,1986), no anula la constatación de que los robledales que hoy se conservan en la AltaAlpujarra son relictos y se encuentran en un avanzado estado de degradación. Suconservación es posible gracias a unas peculiares condiciones de humedad y tempera-tura en algunos enclaves (aires húmedos procedentes del Mediterráneo, inversión tér-mica por acumulación de aire frío en el fondo de los valles) y a su propia capacidad deresistencia. A estas condiciones de fragilidad hay que unir el intenso aprovechamientoganadero y forestal y las talas sucesivas para comprender la pobreza florística y elcarácter ahuecado de muchos de los robledales ubicados en el área. De hecho estaespecie, cuyo origen corresponde a un período de características climáticas muy dife-rentes a las actuales, ve perder progresivamente su área potencial a favor de la encina.

Concretando estos procesos en las principales masas de roble melojo localizadasen la Alta Alpujarra, hay que destacar en primer lugar la ubicada en el términomunicipal de Cáñar, de carácter monoespecífico. Aquí las 170 hectáreas (según elCatastro de Rústica de 1995) han sufrido una evolución dispar en las últimas décadas,con sectores donde la masa arbórea sufre una cierta regresión y otros donde el procesoes el inverso. Aprovechando los fértiles y profundos suelos que se desarrollan bajoeste tipo de bosque, numerosas parcelas con cultivos herbáceos de secano han idoarrebatándole terreno a esta especie no sólo en las laderas más bajas colindantes conlas áreas abancaladas de cultivo tradicional, sino también, una vez realizada la tala, ennuevos espacios situados en el interior de la masa arbórea, como se plasma en lacartografía de 1957. El abandono de estos cultivos de altura a partir de los añosochenta ha favorecido la regeneración del roble, a pesar de que ésta es difícil dada laalta sensibilidad de la especie a la degradación de los suelos una vez cultivados.

Pero es en los términos municipales de La Tahá, Pórtugos y Busquístar donde selocaliza el robledal más extenso de la Alta Alpujarra y también de Sierra Nevada. Si bienen las laderas más occidentales la presencia de encinas permite hablar de un monte mixto,la formación es monoespecífica hacia el sector más oriental. Aunque la superficie ocupada

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no varía desde los años cincuenta, sí es cierto que se produce un aumento de la coberturaarbórea desde esta fecha hasta los años ochenta, especialmente en las manchas de roblessituados en las laderas más septentrionales. Este robledal ha sido conservado hasta nues-tros días gracias a las mejores rentas provenientes de las minas del Conjuro que han hechoinnecesario un aprovechamiento más intensivo del bosque que habría provocado su dete-rioro. La presencia del roble es asimismo destacable en otras formaciones arbóreas mixtas,como es el caso de la unidad de pinar, encinar y robledal de Soportújar, en la margenizquierda del río Chico o bien de la mancha de castaños, encinas y robles del valle del ríoPoqueira, aunque es en estas comunidades donde el roble sufre con más intensidad lacompetencia y progresiva expansión del área potencial del encinar.

Junto a estas especies arbóreas, los castaños (Castanea sativa), especie no autócto-na de la Alpujarra Alta ni del conjunto del macizo de Sierra Nevada, forman parte hoydía del paisaje forestal de la comarca. Esta especie fue introducida por el hombre quizásya en la época romana, y aparece en las distintas fuentes históricas desde el siglo XVIhasta el XIX como uno de los cultivos arbóreos de regadío que, junto a otras especiescomo la morera, hoy prácticamente desaparecidos, formaban parte de la agricultura deladeras abancaladas y puestas en cultivo por los pobladores de esta comarca desde elsiglo XV. Su consideración individual como cultivo alcanza hasta el Catastro de Rústicade 1983, mientras que en el de 1995 las tierras ocupadas por el castaño son incorporadasal grupo general de frutales en regadío (GARCÍA MARTÍNEZ, 1999).

Los castaños, por sus exigencias ecológicas, han ocupado los enclaves más fres-cos y húmedos de las tierras silíceas hasta una altitud de 1500 metros. Hoy díaconstituyen el único reducto de aquel conjunto de árboles frutales de regadío y, dentrodel macizo de Sierra Nevada, el área de mayor conservación es precisamente la Alpu-jarra Alta granadina, lo que no significa que las circunstancias actuales y futuras seanfavorables a su conservación. De hecho el retroceso generalizado que sufre esta for-mación está ligado al deterioro de la red de acequias, consecuencia del abandonoagrícola que sufre la comarca, que ha provocado una disminución de la humedad delos suelos y consecuentemente se han secado muchos de los ejemplares de castaño,especie que exige unas determinadas condiciones de humedad para su mantenimiento.En definitiva, su vocación agrícola se manifiesta en su propia evolución, que correparalela al abandono de las tierras de cultivo.

Si bien la suma de hectáreas totales correspondientes a masas dominantes de casta-ños se mantiene estable a lo largo del período considerado, mediante la superposición dela serie cronológica no se puede llegar a identificar ninguna formación de castaños queno sufra una dinámica regresiva o progresiva aparente (Tabla 3 y Figura 2). En estesentido la degradación es más acusada en el caso de las comunidades monoespecíficas,como ocurre en el castañar ubicado en el valle del río Lanjarón. Se trata del únicoformado casi exclusivamente por ejemplares de esta especie, que si bien formaba unamasa densa en los años cincuenta, ha venido aclarándose hasta formar en los añosochenta un bosque con ejemplares maduros muy dispersos de gran tamaño (JIMÉNEZOLIVENCIA, 1991), mostrando incluso un retroceso evidente en las últimas décadas. Aesta unidad corresponden la mayor parte de las 306,97 has de castañar que muestran unaregresión hacia el castañar aclarado en el período que oscila entre 1974 y 1987.

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TABLA 3. DINÁMICAS DE LAS MASAS DOMINANTES DE CASTAÑOS (HAS)

Dinámicas Período Superficie

Regresión del castañar a matorral 57-74 13,66Regresión del castañar a castañar aclarado 74-87 306,97Progresión del matorral a castañar aclarado 74-87 7,92

Progresión del castañar, encinar y robledal aclarados57-74 95,2174-87 279,28

Abandono de cultivos y progresión del castañarcon encinar y robledal

74-87 388,08

Castañar estable 57-74-87-01 0,00TOTAL 1.091,12

En las restantes unidades, el castaño aparece mezclado bien con los cultivosde regadío herbáceos y arbóreos, bien con otras formaciones arbóreas de encinas,robles y especies propias de la vegetación de ribera. Ubicadas sobre todo en elvalle del Poqueira, y junto a los regadíos bajos de La Tahá, Busquistar y Pórtugos,o en Trevélez, estas comunidades mixtas muestran una progresión de la masaarbórea desde los años cincuenta hasta nuestros días que responde más bien a laevolución de las citadas especies, especialmente la encina, y donde sin embargo elcastaño se muestra muy empobrecido y en franca regresión, salvo en aquellosenclaves en donde se beneficia de la proximidad de los cursos de agua o de lascondiciones térmicas de la umbría. De ahí se resultan las 382,41 has correspon-dientes a la progresión de castañar, encinar y robledal aclarados hacia formacionesmás densas o las 388,08 has en donde el abandono de cultivos ha permitido laexpansión de estas especies arbóreas que ya convivían con los usos agrícolas, yque configuran un total de 770,49 has de formaciones dominantes de castaños enprogresión (Figura 2).

Por último, asociadas a los castaños y también en ocasiones a las encinas yrobles, se encuentran una gran variedad de especies arbóreas caducifolias, como loschopos de plantación, sauces o fresnos, que se desarrollan junto a los cauces de losríos ascendiendo hasta el piso supramediterráneo y que se han identificado en lacartografía como vegetación de ribera (Geoserie riparia supramediterránea nevadensesobre sustrato silíceo) (Tabla 4).

TABLA 4. EVOLUCIÓN DE LAS MASAS DOMINANTES DE VEGETACIÓN DE RIBERA (HAS)

Categorías 1957 1974 1987 2001

Vegetación de ribera 25,56 25,56 25,56 100,33Vegetación de ribera con pinar 34,98 35,04 34,98 35,98TOTAL 60,54 60,60 60,54 136,31

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En la Alpujarra Alta estas formaciones se han visto fuertemente alteradas por lapuesta en cultivo de las laderas próximas favorecida por la presencia de agua y lafertilidad de los suelos, por lo que se puede decir que la vegetación riparia original haquedado reducida a un bosque de galería lineal de escasa envergadura, lo que impideen ocasiones su cartografía. Sólo serían dignos de mención el bosque galería quejalona el río Chico y el del río Trevélez, aunque este último no se ha cartografiadohasta que el abandono de los cultivos herbáceos de regadío adyacentes ha permitido sudiferenciación, lo que explica el aumento no real de 74,76 has de esta formación entre1987 y 2001. En el río Sucio los caducifolios se mezclan con especies repobladascomo el pino y el eucalipto, mientras que en otros cauces como el del río Poqueira, lasfrondosas y los castaños muestran su hegemonía sobre las especies riparias.

2.2. La aparente estabilidad de las formaciones arbustivas y herbáceas

Frente a la escasa superficie ocupada por las masas arbóreas de origen natural, lacorrespondiente a las formaciones de porte arbustivo y herbáceo es elevada y fuerte-mente representativa en la Alpujarra Alta tanto de la degradación de las comunidadesclimácicas motivada por la intervención antrópica, como de la diversidad de series devegetación que se escalonan desde las laderas bajas junto al cauce del Guadalfeo hastalas altas cumbres.

En los pisos bajos y medios, desde el termo hasta el supramediterráneo, losmatorrales y pastizales presentes en el área constituyen las comunidades degradadasde la vegetación clímax arbórea de encinas y robles. Por lo tanto se trata de unidadesmuy diversas, tanto por lo que se refiere a la naturaleza de la serie de vegetación a laque pertenecen, como, sobre todo, por la etapa de degradación en la que se encuen-tran, que oscila desde los pastizales nitrófilos hasta la etapa subserial. A pesar de ello,es la formación más pobre la que resulta dominante en casi todos los casos al habersemodificado tras la deforestación las condiciones edáficas y microclimáticas originales(JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991). Este hecho provoca un freno o incluso una tendenciaa la regresión en lo que a la evolución interna se refiere, traduciéndose sin embargo enuna aparente estabilidad de sus componentes fisionómicos (Figura 3).

En los pisos superiores, oro y crioromediterráneo, las formaciones herbáceas yarbustivas constituyen sin embargo el óptimo biológico, es decir, la vegetación clímaxde las series localizadas por encima del techo bioclimático del árbol. La formaciónvegetal que mejor identifica el piso oromediterráneo es el piornal y tomillar, que seextiende entre los 2.000 y 2.800 metros aproximadamente y que, en superficie, constitu-ye la unidad de mayor extensión en la Alta Alpujarra. Esta formación, muy condicionadapor las características térmicas, la sequía estival y la presencia de nieve durante 5 a 6meses al año en esta banda altitudinal, presenta un carácter xerófilo y espinoso y se havisto muy afectada por la explotación ganadera tradicional y los incendios, lo que hallevado en ocasiones a una disminución de la cobertura vegetal, a una sustitución por eltomillar o a la formación de comunidades monoespecíficas de Cytisus purgans, especieque se desarrolla fácilmente tras el fuego. A pesar de esta presión, se trata de una de las

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formaciones vegetales más estables del macizo de Sierra Nevada y, de hecho, se harevelado como una de las invasoras más activas de los antiguos cultivos en altura.

Por último, la superficie del piso crioromediterráneo conforma un paisaje de altamontaña fuertemente limitado por las condiciones climáticas y edáficas. En él, junto aextensas áreas de canchales que ocupan la mayor parte de estas cumbres, se desarrollaun pastizal psicroxerófilo rico en especies endémicas pero no muy apto para el gana-do, lo que lo ha preservado de una explotación ganadera más intensiva, favoreciendosu estabilidad. También en este piso aunque descendiendo en ocasiones puntualeshacia el oromediterráneo, se localiza uno de los ecosistemas más originales de SierraNevada, los pastizales húmedos denominados “borreguiles”, que sí sufren una fuertecarga ganadera al constituir excelentes pastos para el ganado lanar y vacuno en losmeses de verano, lo que está provocando un importante deterioro de su estado pornitrificación (JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991).

Sin embargo, a pesar de esta aparente estabilidad fisionómica motivada por unasu otras causas, la evolución de los matorrales y pastizales se encuentra íntimamenteligada a los grandes procesos de cambio de la ocupación del suelo que tienen lugar enla Alpujarra Alta en las últimas décadas. En primer lugar hay que citar un procesoiniciado en la década de los noventa y que continua en nuestros días, que ha afectadoa una gran cantidad de hectáreas en el área potencial del olivar del Sur y Este deEspaña. Nos referimos al cambio legal o ilegal de terrenos de uso forestal a agrícolapara la plantación de olivos. En la Alpujarra Alta, la cartografía de 2001 da prueba deello, aunque la superficie afectada no sea excesiva, afectando tan sólo a las laderas demenor altitud. En concreto se han roturado 74,82 hectáreas de matorrales con este findesde 1974, aunque la mayor parte de ellas, 64.97 hectáreas, se han visto modificadascomo comentábamos en el periodo que oscila entre 1987 y 2001. Las nuevas parcelasde olivares de regadío distribuidos en pequeñas terrazas o bancales sustituyen a forma-ciones como el matorral de degradación del encinar termófilo que cubría las laderasmás bajas cercanas al cauce del río Guadalfeo en el término municipal de Lanjarón,compuestas fundamentalmente por espartales y romerales-tomillares, y al retamar ytomillar mesomediterráneo en el municipio de Carataunas.

Pero la mayor parte de las 1.549,37 hectáreas que muestran el retroceso de losmatorrales y pastizales desde 1957 hasta el 2001 (Figura 3) corresponden a las laderasrepobladas con coníferas, proceso que ha modificado intensamente el paisaje forestalde la Alta Alpujarra y al que dedicaremos el siguiente capítulo. Los actuales bosquesde coníferas ocupan zonas anteriormente cubiertas por formaciones de piornal y mato-rral silicícolas del piso supramediterráneo, compuestas por jaras, piorno azul y enmenor medida el Adenocarpus decorticans, y sobre todo de piornal oromediterráneo(de mayor extensión en el conjunto del área), o pequeñas áreas de matorral de degra-dación del robledal. Aquellas repoblaciones realizadas a mayor altitud han afectadoincluso a formaciones de pastizales psicroxerófilos crioromediterráneos (como es elcaso de algunas manchas localizadas en el río Lanjarón) y, a menor altitud, en el pisomesomediterráneo, las escasas áreas repobladas han sustituido a las formaciones dematorral de degradación del encinar, a los retamares y tomillares, o bien a los jaralesy cantuesales propios de suelos más pobres y secos.

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FIGURA 3. FORMACIONES ESTABLES DE MATORRAL Y PASTIZAL Y PRINCIPALESDINÁMICAS ACAECIDAS ENTRE 1957, 1974, 1987 Y 2001 (HAS)

Matorral de degradación del encinar (453,12)Retamar y tomillar mesomediterráneo (998,78)Idem con menor cobertura vegetal (97,21)Jarales y cantuesales mesomediterráneos (62,35)Idem con menor cobertura vegetal (109,93)Piornal y matorral serial silíceo supramediterráneo (115,85)Matorral de degradación del robledal (92,60)Idem con menor cobertura vegetal (646,23)Piornal oromediterráneo silicícola (7.125,41)Idem con menor cobertura vegetal (658,27)Pastizal psicroxerófilo crioromediterráneo (6.550,76)Borreguiles (472,76)Retroceso de matorrales y pastizales (1.549,37)Progresión de matorrales y pastizales (1.370,29)Otros usos del suelo (14.626,13)

Metros

5000,00Grid North

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Frente a estos procesos que provocan el retroceso de formaciones arbustivas yherbáceas, 1.370,29 hectáreas muestran una expansión o progresión que puede ser elreflejo del retroceso arbóreo por efectos de los incendios, aspecto que comentaremosa continuación, o, sobre todo, la consecuencia del abandono agrícola que sufre lacomarca en la segunda mitad del siglo XX. Puesto que el proceso de abandono se havenido desarrollando progresivamente desde las laderas más altas hacia las más bajasy accesibles, son las formaciones de pastizal crioromediterráneo (174,65 hectáreas deprogresión) y sobre todo la del piornal y tomillar oromediterráneo (467,47 hectáreasde progresión) las que han ocupado con mayor intensidad los antiguos cultivos dealtura, especialmente en el valle alto del río Trevélez. También es destacable la pro-gresión del matorral de degradación del robledal en algunas áreas del piso suprame-diterráneo (101,45 hectáreas de progresión), compuesto en una primera etapa porpastizales y jarales que pueden evolucionar hacia un piornal de Adenocarpus decorti-cans, Genista baetica o Cytisus scoparius. Otros tipos de matorrales y pastizales no sehan identificado con una clave específica en la cartografía al no formar comunidadesmaduras y de alta densidad, aunque el proceso de matorralización es generalizado enlas áreas abandonadas y se manifiesta en la gradación desde los pastizales nitrófilosque en una primera etapa colonizan las parcelas hasta las comunidades arbustivassubseriales en función de la fecha del abandono y de las condiciones ecológicas delárea afectada.

3. LAS CAMPAÑAS DE REPOBLACIÓN FORESTAL EN LA ALTA ALPUJARRAY LA DINÁMICA DE LA VEGETACIÓN REPOBLADA

Sin duda, uno de los procesos más evidentes de la transformación del paisaje dela Alta Alpujarra en el curso del siglo XX ha sido la repoblación forestal con coníferaspor debajo de los 2500 metros de altitud. Este proceso, generalizado en el conjunto delas laderas medias que rodean el macizo de Sierra Nevada, ha dado lugar a una bandau orla casi continua de estas masas arboladas que, sin ser autóctonas, forman parte hoydía del paisaje “cotidiano” de este ámbito montañoso.

Las primeras obras de reforestación en Sierra Nevada se llevaron a cabo, precisamen-te, a partir de 1929 en la cuenca del río Lanjarón y en las cuencas de los ríos Sucio(término municipal de Lanjarón) y Chico (municipios de Cáñar y Soportújar). Si bien elobjetivo inicial de esta tarea repobladora fue el abastecimiento de madera en un paísdeficitario de la misma, posteriormente fueron las necesidades de protección de las laderaslas que impulsaron las campañas de repoblación que se han sucedido en este ámbitomontañoso hasta nuestros días. Una deforestación provocada por la fuerte presión antrópi-ca desde tiempos históricos, unas condiciones climáticas adversas por la irregularidad desus precipitaciones, el elevado grado de pendiente en la mayor parte de las laderas y unsubstrato litológico con predominio de rocas esquistosas y filíticas, configuraban un pano-rama desolador en cuanto al riesgo de desencadenamiento de procesos erosivos se refiere.Estas circunstancias fueron las que propiciaron las primeras tareas de repoblación en laAlta Alpujarra, impulsadas no por los organismos centrales sino por las instancias locales.

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De hecho fueron los propios ayuntamientos y los particulares afectados los que exigieronsoluciones para frenar las continuas inundaciones catastróficas que se producían en lacuenca del Guadalfeo desde 1860 (JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991).

Desde esta inicial campaña de repoblación forestal del río Lanjarón, y tras eléxito alcanzado por la definitiva estabilización de las laderas afectadas, han sidomuchas las áreas repobladas con coníferas en los municipios altoalpujarreños hastanuestros días. Las especies de pinos utilizadas para estas repoblaciones han sidodiversas en función especialmente de la altitud, estableciéndose por ello una secuenciaprogresiva desde el Pinus Pinea (entre los 800 y 1.000 metros), Pinus Pinaster (1.100a 1.600 m), Pinus Nigra (1.450 a 2.000 m) y, por último, el Pinus Uncinata por encimade los 1900 y hasta aproximadamente los 2580 metros (IGLESIAS CASADO, 1985).En la Alta Alpujarra podemos reconocer esta secuencia, aunque predominan las masasde Pinus Pinaster y de Pinus Uncinata.

Sin embargo, es frecuente localizar masas arbóreas mixtas, en donde las coníferasse han intercalado entre especies autóctonas, especialmente la encina, para formarcomunidades de mayor densidad. Es el caso de un pequeño bosquete de 74,57 has dePinus Pinaster en el municipio de Cáñar, anterior a 1956 aunque hoy día muy deterio-rado por los efectos de una serie de incendios acaecidos en 1991 (según datos de laConsejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía), y el de la amplia masa dePinus Pinaster y encinares en la ladera oriental del río Trevélez, en los términosmunicipales de Busquistar y Trevélez, que pasó de 490,91 has repobladas en 1956 a625,03 en 1974. En otras ocasiones los pinos han formado masas heterogéneas no sólocon encinas, sino también con robles e incluso castaños de repoblación, como lodemuestra el bosque mixto formado por éstas y otras especies en la cuenca del ríoChico, entre los municipios de Cáñar y Soportújar, que vio aumentar también susuperficie desde 274,23 has en 1956 a 331,41 en 1987. En estas formaciones mixtas,si bien no ha sido posible a través de las fuentes utilizadas cartografiar su evolucióninterna, sí se observa una regeneración espontánea de las especies autóctonas, espe-cialmente de la encina, que podrían llegar a desplazar a los pinos dada la potenciali-dad natural de estos ámbitos para su desarrollo (JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991).

La cartografía evolutiva de las áreas repobladas en la segunda mitad del siglo XX(Figura 4) muestra que si bien en 1956 ya existía una amplia superficie afectada poresta tarea de reforestación (1482,40 has), que, como hemos visto, se había iniciado afinales de los años veinte, es en el intervalo de tiempo que transcurre desde esta fechahasta 1974 cuando se produce el mayor esfuerzo para proteger las laderas de estosmunicipios, llegando a alcanzarse una superficie total de 2.996,41 has repobladas enesta fecha. Desde este momento hasta nuestros días, tan sólo se repueblan algunasparcelas de escasa superficie que no modifican en demasía el paisaje forestal de lacomarca, sumando un total de 3192,39 has repobladas en 1987 y 3224,13 en 20011.

1. Según el Catastro de Rústica de 1995 el total de hectáreas de pinar maderable en la Alta Alpujarraes de 2975.35. Esta reducción respecto a las cifras obtenidas por fotointerpretación se explica por lapresencia en la misma de unidades mixtas en donde los pinos conviven con otras formaciones arbóreascomo encinas, robles o castaños.

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FIGURA 4. DINÁMICA DE LAS ÁREAS REPOBLADAS: FECHA DE LA REPOBLACIÓNY DE LA DEFORESTACIÓN ENTRE 1957, 1974, 1987 Y 2001 (HAS)

Metros

5000,00Grid North

Repoblado antes de 1957 (1.268,77)Repoblado entre 1957 y 1974 (1.635,35)Repoblado entre 1974 y 1987 (234,51)Repoblado entre 1987 y 2001 (71,64)Deforestado entre 57-74 y repoblado entre 87-01 (9,79)Deforestado entre 74-87 y repoblado entre 87-01 (4,05)Repoblado antes de 1957 y deforestado entre 57-74 (133,31)Repoblado antes de 1957 y deforestado entre 74-87 (17,15)Repoblado entre 57-74 y deforestado entre 74-87 (17,65)Repoblado antes de 1957 y deforestado entre 87-01 (53,56)Otros usos del suelo (31.496,13)

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La superficie ya repoblada en 1957 corresponde fundamentalmente a las laderasmedias del río Lanjarón, río Sucio y río Chico, en el sector más occidental de lacomarca, que, como dijimos anteriormente, constituyeron los primeros esfuerzos reali-zados en el macizo de Sierra Nevada. En el valle del Poqueira la repoblación afecta enestos años tan sólo a la masa situada ladera arriba del casco urbano de Capileira,mientras que en el río Trevélez se está repoblando la ladera oriental, que presenta unacierta densidad de encinares. Es en estas formaciones más antiguas donde se acusan conmayor intensidad los procesos de deforestación que sufren las masas repobladas hasta elaño 2001, puesto que de un total de 235,51 hectáreas que muestran un retroceso en esteperiodo, 217,86 corresponden a pinares repoblados con anterioridad a 1957. En estesentido es preciso indicar la desaparición de la práctica totalidad de la superficie repo-blada en la cuenca del río Sucio por los efectos de un incendio acaecido entre 1957 y1974, o el ya comentado para el municipio de Cáñar en 1991, entre otros.

Desde 1957 hasta 1974 la superficie total repoblada se duplica, comprobándose enla cartografía que las nuevas repoblaciones afectan fundamentalmente a los valles delPoqueira y de Trevélez, en el sector oriental de la Alta Alpujarra. En el primero, lasladeras medias cubiertas de piornal que en algunos casos habían estado antiguamentecultivadas, acogen una repoblación masiva de Pinus Pinaster tanto en la vertiente occi-dental como oriental. En esta última, los pinares forman una banda discontinua con losque se localizan ya en la cuenca del río Trevélez. Localizada también en este valle, hayque destacar la masa de Pinus Halepensis en las cotas más bajas y de Pinus Pinaster porencima de los 1.000 metros del sector meridional del término de la Tahá, cuya repobla-ción y posterior desaparición por efectos de un incendio acaece entre 1957 y 1974(Mapa de Cultivos y Aprovechamientos del MAPA), lo que impide su delimitacióncartográfica en nuestra secuencia cronológica. En las cuencas occidentales las áreasrepobladas son de menor entidad, localizadas fundamentalmente a mayor altitud que lasya existentes en 1956 y a veces constituyendo una ampliación de las mismas.

Desde 1974 y hasta nuestros días, las nuevas áreas repobladas se restringen a parcelasde escasa superficie situadas a gran altitud (como es el caso de la cuenca alta del ríoChico), junto a otras masas arboladas (como los pinares repoblados en Busquistar yPórtugos próximos a los robledales de la ladera occidental del río Trevélez) o en aquéllaszonas afectadas por incendios en fechas anteriores, como es el caso de la nueva tarea derepoblación efectuada entre 1987 y 2001 en algunos sectores de la cuenca del río Sucio.

Además de por el efecto de los incendios, el retroceso de las masas reforestadaspuede deberse al “fracaso” de la tarea repobladora. El reconocimiento mediante fotoin-terpretación del grado de cobertura vegetal y altura que alcanzan los árboles y la consi-guiente diferenciación entre las masas de cobertura superior al 50% y las de menos del50% (entre las que se incluyen tanto aquéllas en las que la altura de los pinos es pocosignificativa, lo que reduce la cobertura vegetal, y las que, a pesar de contar con indivi-duos maduros, presentan una escasa densidad), permite mostrar la evolución de la den-sidad de las mismas y el crecimiento o no de los individuos que la conforman (Figura 5).

Del total de la superficie repoblada, 2.160,31 hectáreas mantienen un grado decobertura vegetal por encima del 50% a lo largo del período analizado, mientras queotras zonas repobladas (333,41 has) muestran una progresión o mayor densidad de una

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FIGURA 5. DINÁMICA DE LAS ÁREAS REPOBLADAS: ESTABILIDAD, AUMENTOO DISMINUCIÓN DE LA COBERTURA VEGETAL ENTRE 1957, 1974, 1987 Y 2001 (HAS)

Cobertura >50% desde la repoblación (2.160,31)Aumento de la cobertura de <50% a >50% (333,41)Cobertura <50% desde la repoblación (457,55)Disminución de la cobertura de >50% a <50% (236,38)Aumento y posterior disminución de la cobertura (22,63)Deforestación y posterior repoblación <50% (13,84)Deforestación (221,67)Otros usos del suelo (31.496,13)

Metros

5000,00Grid North

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fecha a otra. Frente a ellas, un total de 236,38 has presentan signos inequívocos deretroceso de la densidad vegetal. Junto a esta regresión de la cobertura, el escaso éxitode la repoblación se puede también manifestar en aquellas áreas con menos de un 50%de cobertura vegetal que mantienen este estado en fechas sucesivas (457,55 has), y quesuelen ubicarse en las laderas más elevadas. En estos casos, los pinos, bien por loreciente de la repoblación, bien por el fracaso de la misma, no alcanzan una altura quesupere la de los propios matorrales y arbustos que conviven con ellos, por lo que elreconocimiento de esta labor de reforestación está más ligado al aterrazamiento de lasladeras que a la identificación de la masa arbórea. En otros casos, el crecimiento de losindividuos no ha sido regular, lo que configura masas heterogéneas en cuanto a la tallade los individuos y de escasa o variada densidad, al menos en su plasmación cartográfica

Estas cifras pueden indicar que si bien la repoblación forestal en la Alta Alpujarraha contribuido a estabilizar en gran medida las laderas y a mitigar los procesos erosivos,ésta habría conseguido mayores éxitos en el caso de no haber abusado de la utilizaciónde las coníferas como especies únicas en las tareas repobladoras y de la labor deaterrazamiento como paso previo a la introducción de especies. Hoy día parece evidenteque la incorporación de especies arbóreas autóctonas, como la encina o el roble –oincluso especies tradicionales como el castaño, a pesar de ser una especie importada–, yde matorrales y arbustos propios de las series de vegetación potencial del área, contribu-yen a proteger el suelo con mayor eficacia y limitan el impacto que las especies foráneascrean en los ámbitos que las acogen (JIMÉNEZ OLIVENCIA, 1991), proceso que se veconfirmado, como decíamos anteriormente, por la tendencia natural del territorio afavorecer la regeneración espontánea de estas especies entre los pinos repoblados.

4. BIBLIOGRAFÍA

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RED Y SISTEMA URBANO DE LAS CAPITALES DE PROVINCIAEN ESPAÑA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI. FASES DE CRECIMIENTODEMOGRÁFICO Y SIGNIFICACIÓN TERRITORIAL

JOSÉ MARÍA SERRANO MARTÍNEZ*

Recibido: 24-III-02. Aceptado: 25-VII-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 43-71]

PALABRAS CLAVE: División territorial administrativa; actividades de servi-cios; red urbana; sistema de ciudades.KEY WORDS: Administrative territorial division; activities of services; urbannetwork; system of cities.MOTS-CLEFS: Division territoriale administrative; activités de services; réseauurbain; système de villes.

RESUMEN

La división provincial de 1833 aún continúa con plena vigencia. Las capitales de provinciahan tenido desde entonces un aumento constante de su población. Durante el siglo XX suaumento ha sido considerable, si bien se pueden diferenciar varias fases. Las funciones deservicios han generado gran parte de su dinamismo socio-económico, lo cual ha favorecido sucrecimiento demográfico. Estas ciudades constituyen la base de la red urbana española. Ellasson también los principales centros de las mayores áreas urbanas españolas. Constituyen, almismo tiempo, nodos fundamentales en la organización del territorio nacional

ABSTRACT

The provincial division of 1833 still continues with full validity. The provincial capitalshave had their population’s constant increase from then on. During the XX century their increa-se has been considerable, although several phases can differ. The functions of services havegenerated great part of their socio-economic dynamism, that which has favored their demogra-phic growth. These cities constitute the base of the Spanish urban network. They are also themain centers of the great Spanish urban areas. They constitute, at the same time, fundamentalcenters in the organization of the national territory

RESUMÉ

La division provinciale de 1833 continue encore avec plein vigueur. Les capitaux provin-ciaux ont eu une augmentation consistant de leur population. Pendant le siècle XX leur crois-sance démographique a été considérable, bien que plusieurs phases puissent être différenciés.

* Departamento de Geografía. Universidad de Murcia. E-mail: [email protected]

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Les fonctions de services ont produit grande partie de leur dynamisme socio-économique,lequel a favorisé leur augmentation démographique. Ces villes constituent la base du réseauurbain espagnol. Ils sont aussi les centres principaux des grandes régions urbaines. Ils consti-tuent, en même temps, centres fondamentaux dans l’organisation du territoire national

INTRODUCCIÓN, PLANTEAMIENTO E HIPÓTESIS CENTRAL A CONTRASTAR

La actual división provincial española se va acercando a sus dos siglos de vigen-cia. Desde finales del Siglo XVIII en que se inician los primeros ensayos para organi-zar el territorio de manera más racional, hasta que al fin se aprueba y entra en vigor,bajo el ministerio del granadino Javier de Burgos, se hicieron numerosos estudios quesirvieron para depurar y ajustar con precisión esos límites políticio-administrativos.Fue todo un proceso bien pensado y argumentado, lejos de la ligereza que a veces sele atribuye (BURGUEÑO, J., 1996); así se consiguió un organigrama bastante adecua-do, mucho más de lo que muchos con desconocimiento apuntan. Pero sin entrar en esacuestión, aquí del todo colateral, lo que cabe reiterar es que su pervivencia durantetanto tiempo ha marcado en muchos aspectos espaciales el devenir de nuestro territo-rio. No debe olvidarse que durante esos continuados decenios se han producido lasmayores transformaciones de nuestra Historia; en todos sus aspectos: sociales, econó-micos, demográficos. En ellos, la organización territorial que representan las provin-cias ha influido con fuerza.

Por citar sólo, a título de ejemplo, un dato, en 1833 la población española eraapenas de 12 millones de habitantes; hoy sobrepasa los 40 millones. Pero de esamagnitud, acaso nada ha cambiando con tanta fuerza como el creciente protagonismode las ciudades. Sólo limitándonos al siglo XX, en que los recuentos alcanzan mayorprecisión, en sus inicios se consideraba que sólo el 31% de la población vivía enciudades; mientras que al finalizar el siglo ese porcentaje se acerca al 80%. Lasunidades provinciales han sido, pues, el marco territorial vigente que ha acogido todosesos numerosos cambios y transformaciones. A su vez, dentro de cada una, los muni-cipios seleccionados y escogidos como capitales de provincia (en adelante y paraabreviar CCPP) han sido y son elementos básicos, vertebradores y organizadores delos respectivos espacios provinciales.

Ahora bien, a pesar de la idea homogeneizadora básica que preside esta estructu-ración espacial, la pluralidad de situaciones y realidades existente es muy grande;tanto como es su propia disimilitud espacial. Aunque puedan rastrearse y encontrarsenumerosos aspectos de la vida pública y el sector administrativo similares, son tam-bién muchos los elementos disímiles presentes en cada una. Precisamente en respuestaa esa realidad se sitúan algunas de las hipótesis centrales que se intentan contrastar eneste trabajo de investigación; en esencia, son los siguientes:

a) Las CCPP constituyen referentes de primera magnitud para la organización delas demarcaciones administrativas. Son centros básicos, económicos, demográ-ficos y con una funcionalidad destacada.

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b) Junto a ese destacado papel estructurante y centralizador, también han contri-buido a evitar polarizaciones espaciales mayores, de amplios espacios vacíos,hacia aquellas ciudades más dinámicas y de mayor peso global.

c) En el presente siguen ejerciendo un papel básico en la organización del territo-rio, incluso dentro de un marco político-administrativo, el autonómico, querepresenta una nueva finalidad y un planteamiento distinto.

d) De todas maneras, la realidad española presente es muy compleja, estamoslejos de cualquier homogeneidad simplificadora que permita interpretarla, sino se acompaña de numerosos matices.

En relación a esas hipótesis, lo que se pretende aquí es:

• Analizar la realidad actual.• Intentar establecer una modelización que permita comprenderla mejor.• Buscar explicación a las causas básicas que motivan esa plural situación.

De todas maneras, a nadie escapa que tales objetivos ambiciosos, sobre todo porla dimensión y la naturaleza de las cuestiones abordadas, impiden descender a análisisde detalle. La escala con la que se trabaja exige emplear sólo valores municipales, sinpoder descender, ni completarlos, por ejemplo, con otros de mayor detalle. De todasmaneras, la visión de conjunto lograda es útil y sugerente, como para emprender latarea; no perdiendo de vista, las limitaciones formales y materiales que permite untrabajo como éste.

1. FASES DISPARES EN EL PROCESO DE CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓNY LA URBANIZACIÓN ESPAÑOLAS.

Como antes se apuntó, se ha considerado oportuno limitar el espacio temporal denuestro análisis al siglo XX. Si bien es cierto que durante la segunda mitad del siglo XIXse ponen las bases políticas, administrativas y de equipamiento funcional para la organiza-ción de las provincias, es de hecho a lo largo del pasado siglo cuando dan sus auténticosfrutos y se alcanzan las mayores transformaciones en cuanto al general incremento de lapoblación española, así como al específico proceso de urbanización. Además, las particu-laridades del siglo XIX, más alejadas del presente, precisan de un estudio histórico, ymenos de su interpretación geográfica. También, por otro lado, ello necesitaría de mayorespacio para abordarlo, fuera de la lógica de un trabajo de esta naturaleza.

Antes de iniciar el estudio más detallado de lo que sucede en las CCPP, a lo quese dedican los epígrafes siguientes, parece conveniente, hacer una breve revisión deconjunto de lo que significan y representan los municipios capitalinos españoles den-tro del conjunto demográfico y urbano, con el fin de conseguir una mejor perspectivapara emprender el análisis posterior. Así, de manera sintética en el cuadro que sigue seaportan algunos datos que lo resumen:

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Son numerosos los aspectos que resaltan. Con suma brevedad indico algunascuestiones que pueden ser de mayor interés para nuestro asunto central.

De un lado, el conjunto de la población española durante el siglo pasado aumentaen más de 21,6 millones de personas. Eso representa un incremento superior al 115%.La base 100 de 1900 se ha convertido en 215 en el 2000. Se ha duplicado, pues, conamplitud. No obstante, dentro de la centuria pueden diferenciarse con claridad com-portamientos disímiles de unos a otros decenios. A grandes rasgos se advierte que,frente a un ritmo mayor de crecimiento, mantenido hasta los años ochenta, se entradespués en una fase de ligero aumento, que casi roza el estancamiento en el presente.

Un aspecto de tanta significación ha sido objeto de abundante literatura científi-ca, en la que se abordan las principales cuestiones, desde una u otra perspectiva. Nocabe, por tanto, dedicar aquí mayor atención a ello. Sólo debe recordarse que, en eltranscurso de esos cien años, los movimientos naturales han sufrido numerosos cam-bios, que es posible incardinar dentro de las conocidas fases esquemáticas de la evo-lución demográfica (Cfr. NADAL, J., 1984). También los flujos migratorios han regis-trado intensidades diferentes, incluso han cambiado de signo recientemente (SERRA-NO MARTÍNEZ, J. M.ª, 1998, a). Todos esos factores explican sobradamente elresultado final antes apuntado.

Por su parte, la población urbana (residente en municipios de más de 10.000 h.)experimenta en el siglo XX un aumento más acentuado aún. Pasa de 6,0 millones depersonas en 1900 a 30,7 en el 2000. La denominada tasa de urbanización, por consi-guiente, se eleva desde 31% en 1900 al 76% en el final del periodo estudiado. Tam-bién, así mismo, su devenir no está exento de variaciones y cambios. Al partir deumbrales muy modestos en los comienzos del siglo XX, asciende con fuerza durantela primera mitad, llegando a ser del 50% en los años cincuenta. En las décadassiguientes (1960-81) crece de nuevo con vigor. Incluso, las últimas cifras muestranque no se ha detenido esa tendencia; dadas las magnitudes alcanzadas, no existe yaamplio margen para continuar aumentando a ritmo apreciable.

CUADRO 1. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN TOTAL, URBANAY CONCENTRADA EN CAPITALES DE PROVINCIA

Pobl. Total Pob. urbana Pobl CCPP.% CCPP/ % CCPP/

total pob.urb.

1900 18.830.649 6.000.445 3.141.149 16,68 52,31

1950 28.172268 14.113.937 7.483.216 26,46 53,02

1960 30.777.545 17.510.156 9.290.306 30,18 53,05

1970 34.041.531 22.433.223 12.033.323 35,34 53,64

1981 37.746.321 27.338.525 13.809.548 36,58 50,51

1991 39.433.768 28.611.517 13.715.666 34,78 47,93

2000 40.499.791 30.796.529 13.906.345 34,74 45,15

Fuente: Elaboración propia sobre datos del INE.

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Dentro de ese contexto general, es donde debe situarse lo que representan losmunicipios capitales de provincia, como elementos básicos en el proceso de urbaniza-ción español.

Una primera aproximación que puede hacerse a su valoración global es que elaumento de la tasa de urbanización y de la población urbana han sido mayores enEspaña al incremento específico de municipios urbanos. En el cuadro siguiente seindica el comportamiento de estos últimos:

Se comprueba que el total de municipios urbanos en el transcurso del siglo XX,lógicamente ha crecido; pero sólo se ha multiplicado por tres, al pasar de 221 a 637,mientras que el del conjunto de la población urbana se ha multiplicado por cinco. Esoquiere decir, expresado de manera muy sencilla y simple, que a lo largo del siglo XXno ha tenido lugar un proceso generalizado ni proporcional de ascenso de municipiosen su tamaño demográfico, pasando a la categoría de urbanos; sino que, por el contra-rio, el aumento de población urbana se ha concentrado en unos pocos municipios deforma acusada. A la vez, sobre todo por causa de los flujos migratorios, numerososmunicipios con la categoría de urbanos, han dejado de serlo; junto a otros que, por sumayor incremento poblacional, la han adquirido.

Dentro de esa malla urbana, las capitales de provincia, más las dos ciudadesautónomas de Ceuta y Melilla, suman 52 municipios urbanos. Su significación, encuanto al número total de urbanos ha ido reduciéndose, a la vez que se hacía másdensa la referida red. Así en 1900 venía a significar una cuarta parte del total (24,64%);en tanto que en el 2000 sólo significa el 8,16% .

Pero, tras esos datos netos que representan sólo las unidades urbanas, su peso, enreferencia al total de población residente en ellos, indica otras valoraciones diferentes.Sugiero efectuar dos comparaciones:

a) Como se indica en el cuadro 1, en la columna correspondiente, al cotejar laevolución de la población de los municipios capitalinos sobre el total de la pobla-ción española vemos que a lo largo del periodo analizado se han producido ciertas

CUADRO 2. EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE MUNICIPIOS URBANOS (+ 10.000 H.)

Nº total

1900 2211950 4111960 4421970 5051981 5441991 5762000 637

Fuente. INE.

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modificaciones. Siempre, desde luego, la proporción de población de los núcleoscapitalinos es mucho mayor a la que representan su número sobre semejantecategoría, según se indicó antes. Durante las primeras décadas va creciendo desdeel 16,68% inicial, hasta que en 1981, alcanza su tope máximo, (36,58%). Después,en los veinte años siguientes, va cediendo tímidamente unos puntos, quedándoseen el 2000 en 34,72%. El protagonismo y la significación de estos centros, dentrode la red urbana es claro. Constituyen la base de la red urbana española.

b) Esa idea se refuerza cuando se lleva a cabo la otra comparación sugerida:Comprobar el porcentaje que significa la población residente en las CCPPsobre el total de población urbana. En el transcurso temporal estudiado, agrandes rasgos, se advierte que ellas concentran la mitad de la poblaciónurbana española; pero, como quiera que esta no ha cesado de crecer, la de losmunicipios capitalinos, ha seguido semejante trayectoria. Las variaciones re-gistradas no son llamativas en ese sentido, sólo unos puntos arriba o abajo. Seadvierte un ligero ascenso hasta 1970, en que consigue su valor máximo (53,64%);para ir descendiendo en las décadas sucesivas.

Considero que la aminoración de las proporciones antes indicadas, desde 1970 enla proporción anterior, y desde 1981 en la precedente, no cabe interpretarlo como unasituación de debilitamiento de las CCPP, ni de desurbanización específica (Berry,B.J.L., 1991) sino que, más bien, es consecuencia de los cambios en los modelos deorganización del poblamiento en torno a los municipios capitalinos, que tienden adifundir hacia sus proximidades y alrededores (con frecuencia a los municipios veci-nos), parte de sus efectivos humanos, en situaciones de tendencia hacia la metropoli-zación o de naturaleza similar (Laborie, J.P., 1997), como más adelante tendremosocasión de abordar con mayor detalle.

2. LAS CAPITALES DE PROVINCIA EN ESPAÑA A COMIENZOSDEL SIGLO XX.

En 1900, tras 67 años desde que se crearan por Ley las capitales político- adminis-trativas muestran un panorama, contrastado entre sí y bastante diferente a la realidadactual. Atendiendo a sus valores demográficos vemos que sólo seis de ellas superaban elumbral de los cien mil habitantes. Sólo Madrid y Barcelona, con algo más de mediomillón de personas eran centros urbanos de apreciable tamaño. Seguía de lejos Sevilla con215 mil; tras la cual, Málaga y Murcia (131 y 111 mil, respectivamente), completaban esenivel. En el lado opuesto vemos que dos municipios capitalinos ni siquiera alcanzaban eseaño el umbral hoy tomado como urbano (Soria y Teruel, 7.296 y 9.538 h.); Pero además,otras cinco apenas superaban ese límite indicado; tal es la situación de Cuenca, Guadala-jara, Ávila, Melilla y Ceuta. La gran mayoría restante, cabe calificarla de ciudades detamaño intermedio, en el que predominan las de menor volumen de población (inferioresa 50.000 h., un total de 31; en relación a las que superando ese umbral no llegaban a los100.000 h., 8). Véase la figura 1.

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FIGURA 1. MUNICIPIOS CAPITALES DE PROVINCIA, POBLACIÓN EN 1900

En esos inicios del siglo XX las CCPP eran municipios que en su mayoría supoblación sólo representaba escasos porcentajes, en relación al conjunto demográficode sus respectivas demarcaciones provinciales. Así, con la excepción de Ceuta y Me-lilla, de sobra conocida su peculiaridad, sólo en cinco provincias se sobrepasaba el26% de la población la residente en sus respectivas capitales. Por orden decrecienteeran: Madrid, 69,87%; Barcelona, 50,23%; Vitoria 33,26%; Valencia, 26,74% y Bil-bao, 26,64%. En las 45 restantes demarcaciones provinciales los correspondientesmunicipios capitalinos significaban proporciones inferiores. Incluso, cabe añadir queen 30 provincias las capitales alcanzaban valores inferiores al 10% del total demográ-fico provincial; la figura 2 permite contemplar con detalle esa realidad. Los datosconcretos pueden contemplarse en el cuadro 4.

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Por consiguiente puede afirmarse que en ese tiempo la malla urbana que confor-maban estas ciudades significaba una trama débil. Ello, como se representa en lafigura 1, resulta más acentuado en todo el espacio interior de España, en el territorioque hoy abarcan las CC.AA. de Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura,Aragón, Navarra, La Rioja, Galicia, Cantabria, e incluso buena parte de Andalucía. Entodas esas CC.AA. sólo algunas CCPP contabilizaban tamos de población algo másrepresentativos; caso de Zaragoza o Valladolid. Así y todo, esta malla urbana yaapuntaba un potencial de organización territorial que imponía una cierta regularidad yequilibrio cara al devenir de los siguientes decenios.

Las causas básicas que explican esa realidad, de manera esquemática y sucinta seentienden haciendo referencia a los siguientes aspectos:

a) A pesar de haber transcurrido casi siete décadas desde su creación, la fuerza delas administraciones públicas, en especial de los poderes del Estado, eranmenguadas. Su capacidad para llenar de contenido una serie de funciones yservicios, inherentes a la acción de gobierno, apenas había servido todavíapara impulsar un apreciable crecimiento demográfico, ni tampoco generar nipropiciar un efecto multiplicador en otros sectores de la vida económica.

b) Tampoco los transportes públicos, ni el ferrocarril, apenas recién completadosu trazado, habían tenido tiempo, ni alcanzaba la fuerza suficiente como parahacer de las CCPP los nodos dinámicos de los flujos de tráfico; a pesar de queen las infraestructuras realizadas, el diseño provincial fue el marco territorialde mayor referencia.

c) La debilidad de la burguesía nacional para emprender procesos de desarrolloeconómico, en especial de naturaleza industrial era notoria y bastante genera-lizada. Sólo en algunas regiones, de sobra conocidas, y en ciudades y áreasconcretas, se consiguió hacer realidad ciertos proyectos de esa índole. Perotodos ellos sólo constituían meras excepciones que vienen a confirmar la tóni-ca general antes apuntada (Cfr. J. NADAL y A. CARRERAS, 1990).

d) Por el contrario, la actividad rural, sustentada en una agricultura y ganaderíastradicionales, eran las formas de vida predominantes en casi todas las tierrasespañolas. Con lo cual, los pequeños núcleos de población mantenían su papelclave, desarrollado durante los siglos precedentes.

e) Ante tal realidad, los mercados rurales y centros comarcales mantenían vivosu anterior estatus comercial y funcional, siendo suficientes para cubrir lasescasas demandas de una sociedad mayoritariamente rural. A menudo, dentrode ese panorama, los municipios capitalinos quedaban “demasiado distantes”para amplios y numerosos sectores de la población, los cuales ni les era fácil,ni tenían necesidades periódicas de acudir a esas nuevas CCPP.

f) Por todo ello, aunque en la segunda mitad del S. XIX se proyectan ensanchesen muchas ciudades españolas, entre las que se cuentan buena parte de lasCCPP, la debilidad de su evolución demográfica y las escasas demandas denuevas viviendas, motiva que tales planeamientos no fuesen alcanzados niconvertidos en realidad en ese tiempo; sino que bastantes de ellos quedaron en

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FIGURA 2. PORCENTAJE DE POBLACIÓN PROVINCIAL CONCENTRADAEN LOS MUNICIPIOS CAPITALINOS EN 1900

meras propuestas que sólo se fueron llenando de contenido bien entrado el S.XX (Cfr. F. QUIRÓS LINARES, 1991).

g) La nueva realidad política-administrativa era vista como algo artificial por mu-chos. A lo cual contribuyó la pervivencia de un sistema político dominante connotorias deficiencias y corruptelas, que emplearon el marco administrativo exis-tente, como espacio de práctica para el funcionamiento torcido del sistema crea-do por la Restauración. Dentro de ese contexto pueden entenderse algunas de lasafirmaciones apuntadas por autores como J. Ortega y Gasset (1921 y 1931), queen sus análisis sobre la vida española aporta interesantes opiniones acerca delpapel de la división territorial existente, sus problemas, necesidades y carencias.

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3. HACIA EL CRECIMIENTO DE SU POBLACIÓN Y LA PROGRESIVAPOLARIZACIÓN DEMOGRÁFICA

Como se indicó en el epígrafe segundo, si bien durante todo el Siglo XX se haregistrado un crecimiento casi constante de la población urbana residente en los muni-cipios CCPP, con su consiguiente afianzamiento como centros básicos de la red urba-na española, dentro de él se pueden diferenciar fases dispares, con rasgos disímiles ensu evolución. La diferenciación de tales fases no es una cuestión sencilla, inclusopuede tratarse de algo convencional, toda vez que no siempre se localizan momentostemporales tan señalados como para significar umbrales de comportamiento tan dispa-res. Así y todo, parece oportuno, en especial, desde una perspectiva meramente deprocedimiento, conducirse de esa forma. En tal sentido, creo que la primera mitad delsiglo XX constituye un periodo, en el que, cuando se contempla con cierta distancia,adquiere mayor coherencia, pues encajan mejor los numerosos aspectos y causas queparticiparon, si bien en forma variada, en su devenir.

Durante sus primeros años, a grandes rasgos, se mantienen las constantes y lascausas señaladas antes. La situación socioeconómica camina detrás de la convulsaevolución política. La sucesión encontrada de acontecimientos continúa con la procla-mación de la Segunda República, que, pocos años después, prosigue con la tremendaGuerra Civil. La dura y larga postguerra impone su ritmo y sólo en los primeros añoscincuenta, de nuevo, se vuelve a remontar la situación, recuperándose los diferentessectores productivos, e igualando o superando los existentes en los inicios del Siglo.

Sin embargo, durante esos 50 años la población española logra un notable tiróndemográfico que, en buena medida, se concentra en las ciudades. Basta tener encuenta que si la población total crece en ese periodo 10 millones de personas, laresidente en las ciudades aumenta en 8 millones. Ya a mediados de siglo la poblaciónurbana sobrepasa ligeramente la mitad del total. En esos años la concentrada en lasCCPP asciende en más del doble.

A pesar del protagonismo marcado que continúan teniendo las actividades agro-pecuarias, la tímida industrialización, al menos, en aquella que abarca instalacionesincluidas en “industrias ligeras”, muestra cierta prioridad en su localización territorialpor los emergentes municipios capitalinos. Son estos, igualmente, los más beneficia-dos por los incrementos de los flujos de tráfico, de tal suerte que su papel como nodosde interrelación se acrecienta. De esa manera se modifican lentamente las áreas demercado que, en gran medida, se articulan en torno a las CCPP. Sólo en algunasdemarcaciones administrativas, donde existen otros núcleos urbanos capaces de rivali-zar con ellas, se configuran áreas de mercado diferentes y complementarias.

Pero, sobre todo, la causa que más influye en tales cambios es el ascenso de laterciarización. El progresivo aumento del sector público, tanto del Estado, con sus admi-nistración periférica que, poco a poco, se extiende a numerosos campos ministeriales, vahaciendo de las CCPP sus nodos básicos de organización territorial. Ya no es sólo elministerio de la Gobernación-Interior-Orden Público, sino que son numerosas las delega-ciones del poder central las que se difunden por estas ciudades, dentro de una políticaeconómica y una filosofía del poder centralizado e intervencionista. El papel creciente delas Diputaciones Provinciales es también otro aspecto a valorar, en su camino de ascenso.

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Al amparo, y en colaboración con ese terciario oficial, se va generando en lasCCPP una trama creciente de servicios privados, tan amplia como es la oferta globalde los mismos, la cual crece al ritmo que lo hace la modernización de la sociedad.Servicios bancarios y financieros, médico-sanitarios, comerciales, etc. hacen de estasciudades los principales objetivos en su ubicación espacial;, contribuyendo así, aldespegue generalizado de su actividad económica, que va unido a su aumento demo-gráfico (DIÉZ NICOLÁS, J., 1976).

Por eso, hacia 1950 se aprecia con claridad la mayor dimensión alcanzada, envalores absolutos, por las CCPP en España. Las dos mayores, Madrid y Barcelona,han superado 1,5 y 1,2 millones de habitantes. Una tercera, Valencia, sobrepasa 0,5millones. Otras quince tienen más de 100.000 h.; de las cuales algunass de ellassuman varios cientos de miles. También son 18 las que se sitúan en el nivel interme-dio, entre 50 y 100.000 h.; mientras que en sólo 16 sus valores demográficos quedanpor debajo de los 50.000 h. Son pocas las que van quedando descolgadas del compor-tamiento dinámico común, por coincidir en ellas y en el conjunto de sus demarcacio-nes provinciales, circunstancias menos favorables.

Al cotejar esa realidad con la de principios de siglo, se comprueba que sonnumerosas las que en las cinco décadas transcurridas, han duplicado su población,incluso, algunas lo han triplicado. El cuadro de datos 3 permite comprobar esa evolu-ción a lo largo de todo el siglo; también la figura 3 ayuda a ello.

CUADRO 3. CAPITALES DE PROVINCIA, EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN MUNICIPAL,1900-2000; VALORES PORCENTUALES, 1900 BASE 100

1900 1950 1960 1971 1981 1991 2000

AndalucíaAlmería 100 160,72 183,64 242,15 298,18 324,75 357,92Cádiz 100 142,91 166,35 194,41 226,79 222,21 202,69Córdoba 100 241,86 338,11 414,18 498,04 535,20 558,79Granada 100 201,15 205,19 246,34 326,38 336,16 323,52Huelva 100 301,06 357,54 460,40 610,80 673,97 673,70Jaén 100 239,56 252,50 302,42 366,83 398,72 433,31Málaga 100 179,57 226,18 275,66 383,20 390,76 405,58Sevilla 100 254,05 300,04 370,54 438,52 447,56 475,80

AragónHuesca 100 136,06 189,00 263,46 346,15 368,16 381,20Teruel 100 188,96 206,10 216,69 271,91 297,86 319,68Zaragoza 100 248,68 309,78 478,33 582,78 597,42 616,18

Asturias-Oviedo 100 163,90 257,18 315,15 381,35 402,94 414,29

Balea. P. Mallorca 100 183,47 246,01 340,56 454,61 464,60 522,80

CanariasLas Palmas 100 349,99 437,19 599,20 819,15 778,05 815,56Sta. Cruz de Tenerife 100 294,14 372,55 405,95 530,31 540,06 613,70

Cant. Santander 100 184,13 210,56 273,88 330,65 347,90 339,06

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Castilla-La ManchaAlbacete 100 325,20 339,67 435,42 545,01 602,25 700,26Ciudad Real 100 217,75 241,93 267,74 327,21 367,42 393,05Cuenca 100 228,14 248,61 319,57 380,84 405,66 435,10Guadalajara 100 171,31 195,85 289,11 503,81 575,14 604,01Toledo 100 163,15 173,95 189,05 232,45 254,81 293,21

Castilla-LeónÁvila 100 189,43 230,87 268,00 357,92 409,63 426,26Burgos 100 196,70 257,07 371,81 485,61 510,56 520,03León 100 348,98 423,78 618,28 746,65 846,77 810,75Palencia 100 263,43 306,87 363,97 459,42 498,22 516,42Salamanca 100 296,67 349,09 488,59 615,46 649,68 633,74Segovia 100 184,38 218,94 278,46 346,29 369,37 368,63Soria 100 223,79 267,05 236,77 415,65 441,00 467,21Valladolid 100 168,42 212,77 329,77 451,43 462,81 449,79Zamora 100 215,58 256,08 296,59 356,70 392,74 397,31

CataluñaBarcelona 100 241,36 288,60 329,33 331,34 306,94 282,88Gerona 100 166,98 205,78 304,74 552,87 414,64 469,98Lérida 100 240,88 289,54 416,34 500,25 523,98 525,45Tarragona 100 140,05 160,58 294,03 415,17 418,56 434,14

ExtremaduraBadajoz 100 243,54 304,80 321,80 356,70 390,21 435,69Cáceres 100 293,82 337,52 406,41 482,91 524,90 603,91

GaliciaLa Coruña 100 289,67 394,17 430,05 525,96 557,14 548,76Lugo 100 185,89 206,20 226,96 258,97 294,95 314,86Orense 100 360,90 409,11 479,70 618,74 666,47 712,53Pontevedra 100 183,41 221,76 230,47 281,43 312,12 329,79

Madrid-Madrid 100 282,89 403,09 577,84 584,85 538,74 533,76

Murcia-Murcia 100 195,12 223,62 218,18 254,79 285,46 319,77

Navarra-Pamplona 100 223,10 305,23 473,80 581,22 585,62 596,77

La Rioja-Logroño 100 265,45 314,71 439,00 580,60 641,72 681,08

País VascoBilbao 100 264,06 358,94 495,28 528,47 449,89 432,27San Sebastián 100 293,58 349,14 427,80 457,00 450,71 478,15Vitoria 100 149,92 210,33 407,65 581,09 628,39 666,39

Valencia, Reg. deAlicante 100 201,59 241,28 359,54 487,10 517,39 548,34Castellón 100 251,73 293,05 442,51 593,76 635,22 678,65Valencia 100 233,62 232,64 298,12 345,29 349,07 342,63

C. A. Ceuta-Ceuta 100 411,10 467,59 452,26 471,46 493,30 543,53

C. A. Melilla-Melilla 100 748,84 711,35 597,55 526,35 554,87 650,79

Fuente: Elaboración propia sobre datos del I.N.E.

CUADRO 3. CAPITALES DE PROVINCIA, EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN MUNICIPAL,1900-2000; VALORES PORCENTUALES, 1900 BASE 100. (Cont.)

1900 1950 1960 1971 1981 1991 2000

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FIGURA 3. AUMENTO PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN DE LOS MUNICIPIO CAPITALESDE PROVINCIA, 1990-2000

El incremento absoluto de población de las CCPP no se produce sólo a causa desu movimiento natural, aunque los saldos vegetativos considerables de todos esosaños, contribuyen a ello (PUYOL ANTOLÍN, R., 1988); también se añade otro aspec-to clave: los municipios capitalinos participan de un proceso continuado de absorciónde parte de la población de sus respectivas demarcaciones administrativas. Ello quedade manifiesto cuando comprobamos como en 1950 la proporción de habitantes resi-dentes en ellos, sobre el total provincial ha aumentado significativamente. El cuadronúmero 4 permite contemplar con mayor detalle ese aspecto.

Un breve resumen al respecto, indica que sólo en 15 provincias la poblaciónconcentrada en sus capitales respectivas es inferior al 10%. En otras 23 se registranvalores entre el 10 y el 15%. Igualmente son ya 10 donde tales proporciones van desde

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CUADRO 4. EVOLUCIÓN DE LA SIGNIFICACIÓN DE LAS CAPITALES DE PROVINCIA SOBREEL TOTAL PROVINCIAL, VALORES PORCENTUALES DE LA POBLACIÓN

1900 1950 1960 1971 1981 1991 2000

AndalucíaAlmería 12,89 20,97 23,46 30,94 34,26 33,94 32,60Cádiz 15,81 14,24 14,14 16,53 15,86 14,31 12,45Córdoba 12,57 17,17 23,61 28,92 38,76 39,94 40,75Granada 15,28 19,16 19,95 23,96 32,51 32,36 30,22Huelva 8,11 17,04 18,50 23,82 30,54 32,01 30,72Jaén 5,44 7,84 8,64 10,35 17,91 16,12 17,16Málaga 25,18 31,13 37,92 46,22 48,97 44,90 41,57Sevilla 26,66 33,96 35,52 43,86 43,69 41,58 40,39

AragónHuesca 4,69 6,86 9,67 13,48 19,29 21,32 22,22Teruel 3,79 7,41 8,79 9,24 16,90 19,82 22,34Zaragoza 23,31 40,04 47,41 73,21 69,02 70,76 71,30

Asturias-Oviedo 7,58 8,85 12,51 15,33 16,33 17,86 18,62

Baleares-P. Mallorca 20,19 27,93 35,57 49,24 44,27 42,23 39,49

CanariasLas Palmas 27,81 40,49 41,83 57,33 50,81 45,63 39,94Sta. Cruz de Tenerife 16,99 24,10 25,77 28,08 28,21 26,78 26,28

Cantabria-Santander 19,47 24,68 26,48 34,44 35,02 36,11 34,69

Castilla-La ManchaAlbacete 8,86 17,34 19,35 24,80 34,32 37,88 41,20Ciudad Real 4,80 5,83 6,29 6,96 10,56 11,88 12,64Cuenca 4,19 6,97 7,95 10,22 18,52 20,86 22,73Guadalajara 5,37 8,99 11,31 16,69 38,36 43,63 39,98Toledo 6,15 7,15 7,63 8,30 11,45 12,21 12,98

Castilla-LeónÁvila 5,43 8,19 10,25 11,90 21,88 26,43 29,00Burgos 9,13 15,84 20,81 30,09 41,96 39,64 47,04León 4,24 10,78 12,20 17,80 24,27 27,50 27,48Palencia 8,12 17,42 20,18 23,93 38,05 42,04 45,21Salamanca 7,67 17,88 21,00 29,39 42,27 45,55 45,34Segovia 9,01 13,28 15,90 20,23 33,98 36,97 36,85Soria 4,70 9,92 12,78 11,33 30,11 34,13 37,50Valladolid 25,07 34,32 41,09 63,69 66,48 66,78 64,38Zamora 5,85 11,18 13,60 15,75 25,71 30,26 32,06

CataluñaBarcelona 50,23 57,61 53,77 44,39 37,91 35,47 31,59Gerona 5,16 8,12 9,17 13,58 18,55 13,18 13,02Lérida 7,52 15,90 18,48 26,57 30,25 31,80 31,03Tarragona 7,65 10,31 11,61 21,26 21,27 20,45 19,06

ExtremaduraBadajoz 6,02 9,31 11,21 11,84 17,32 18,88 20,57Cáceres 3,83 7,30 8,25 9,94 15,94 17,66 20,18

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CUADRO 4. EVOLUCIÓN DE LA SIGNIFICACIÓN DE LAS CAPITALES DE PROVINCIA SOBREEL TOTAL PROVINCIAL, VALORES PORCENTUALES DE LA POBLACIÓN. (Cont.)

1900 1950 1960 1971 1981 1991 2000

GaliciaLa Coruña 6,46 13,13 16,77 18,30 21,20 22,55 21,81Lugo 5,88 9,99 11,75 12,93 17,90 21,64 24,13Orense 3,63 11,13 12,78 14,98 21,93 29,00 31,47Pontevedra 4,60 5,85 7,07 7,35 7,27 8,01 8,24

Madrid-Madrid 69,87 83,79 86,71 82,97 67,40 60,05 55,38

Murcia-Murcia 19,21 28,83 31,10 30,34 29,78 30,89 31,08

Navarra-Pamplona 9,86 17,81 22,96 35,65 34,95 34,72 33,59

La Rioja-Logroño 9,89 21,68 25,68 35,83 43,07 46,27 48,64

País VascoBilbao 26,64 39,02 39,17 54,05 36,42 32,04 31,28San Sebastián 19,18 29,83 27,77 34,03 24,80 25,30 26,54Vitoria 33,26 42,84 51,30 66,55 73,51 75,70 75,87

Valencia, Región deAlicante 10,64 16,04 16,96 25,28 21,40 20,51 19,16Castellón 6,59 15,98 17,93 27,08 28,82 29,92 29,99Valencia 26,74 37,48 34,89 44,71 36,05 35,64 33,57

C. A. Ceuta-Ceuta 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

C. A. Melilla-Melilla 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elaboración propia sobre datos del I.N.E.

el 26 al 50%. Por último en otras dos, además de Ceuta y Melilla, se sobrepasa eseumbral.

En resumen, cabe señalar que durante esos cincuenta años se sientan las bases yse produce un neto cambio de tendencia entre la débil evolución de la segunda mitaddel siglo XIX y lo que va a ser, desde 1950 a 1981, el periodo de mayor acumulaciónde población y de crecimiento urbano concentrado de los municipios capitalinos espa-ñoles (SERRANO MARTÍNEZ, J. M.ª, 1986, a y b).

Así, entre 1950 y 1981 se localiza el periodo de crecimiento casi constante eininterrumpido de población en los municipios capitalinos que, por lo común, seconvierten en focos notables de aumento de la población urbana nacional.

Los motivos que originan ese proceso, similares a los referidos antes, des-aconseja y hace innecesario insistir sobre ellos; sólo basta recordar que el conjun-to de la población española prosigue su ascenso notable; se trata de un incrementode 9,6 millones de personas. El mantenimiento de una elevada natalidad, junto aun descenso ligero de la mortalidad favorece ese ascenso demográfico (DIEZNICOLÁS, J., 1971). La emigración exterior, aún existiendo, primero hacia Amé-rica, y después hacia Europa, no tuvo tanta significación, pero, sobre todo, en el

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caso de la última corriente, tampoco guardó un carácter definitivo (SERRANOMARTÍNEZ, J. M.ª, 1995).

Dentro de ese contexto, de ascenso demográfico nacional se registran los mayoresflujos migratorios interiores (GARCÍA BARBANCHO, A., 1967). Lo cual acrecientalos ya apreciables desequilibrios demográficos territoriales en España; pues son unaspocas áreas las que reciben los mayores contingentes de población, en tanto que otrasregistran sus salidas. Pero, dentro de ese contexto, hay que precisar que los municipioscapitalinos, incluso en los espacios de retroceso demográfico, contabilizan incrementosde población, motivados por la llegada de inmigrantes procedentes, en buena parte deesos casos, desde sus correspondientes demarcaciones administrativas. Basta comprobarque ascienden 6,3 millones de personas. No es preciso insistir en que una elevadaproporción de la población movilizada en estos flujos migratorios interiores, es joven; locual, a su vez, favorece el propio incremento del movimiento vegetativo general.

También, como es de sobra conocido, son años en que se produce un apreciable ysostenido crecimiento económico que, si bien es muy dispar de unas a otras regionesespañolas, casi siempre las CCPP son municipios que consiguen cierta revitalizacióneconómica. Junto a ligeros aumentos en la instalación de industrias, la terciarización,de nuevo, se presenta como el motivo central de esa mejora económica, tal y como yase señaló en páginas anteriores.

Ahora bien, durante los treinta años transcurridos entre 1950 y 1981 no se dansiempre las mismas circunstancias, ritmos ni intensidades de esos procesos apuntados.De tal suerte que, en la primera década, 1950-60, el proceso es todavía lento. El conjun-to de la población aumenta 2,6 millones a la vez que la urbanización general lo hace en3,4 millones de personas. Pero, curiosamente, el número de municipios urbanos en todaEspaña sólo se acrecienta en 31. Lo cual corrobora que se trató más bien de un procesode incremento demográfico urbano de sólo unos pocos municipios; entre los cuales, lasCCPP fueron muy favorecidas. Basta comprobar los datos del cuadro 1 que señalan unesos años los 52 municipios capitalinos, ascienden 1,8 millones de personas; es decir,más de la mitad del conjunto del incremento urbano total de España.

Una prueba evidente de cuanto se afirma lo tenemos al comprobar que en esosdiez años la inmensa mayoría de las CCPP refuerzan su porcentaje de concentraciónhumana sobre el total provincial; con independencia de que las respectivas provinciastuviesen saldos migratorios positivos o negativos. Sólo hay 4 CCPP con valores nega-tivos: Cádiz, Barcelona, San Sebastián y Valencia. Con facilidad se puede entender lasrazones que han motivado ese descenso. En las tres últimas se explica el resultado, nopor un menor dinamismo neto de los municipios capitalinos, sino porque se acompañatambién de un apreciable crecimiento de otros municipios de la provincia, donde lallegada de inmigrantes a ellos no es un aspecto irrelevante. La ciudad de Cádiz cons-tituye un caso atípico, pues en esa provincia, con un número total de municipiosreducido, se localizan varios de ellos que durante todo el siglo XX cuentan con unaautonomía de crecimiento propia, lejos de la tendencia centralizadora capitalina. Lassituaciones más claras, en tal sentido, corresponden a Jerez de la Frontera y Algeciras.Aunque otros de tamaño intermedio, localizados en las proximidades de la ciudad deCádiz, sostienen tasas de crecimiento demográfico, que el angosto y minúsculo alfozgaditano (10,68 km2), no permite acoger con facilidad.

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Con esas excepciones indicadas, todos las restantes CCPP incrementan su polari-zación demográfica provincial. En 22 provincias los incrementos son pequeños, hastaun 2%. En 16 se trata de ascensos considerables, entre 2,1% y 4%. Hay también otrasdos con aumentos mayores, Burgos y Pamplona, 4,97 y 5,15%. Pero, incluso, en otrasseis provincias, sus respectivas capitales elevan su polarización demográfica en esosdiez años en valores superiores al 6%. Se trata, como puede comprobarse en el cuadro5, de: Córdoba, 6,44, Valladolid, 6,77; Málaga, 6,79; Zaragoza, 7,37; Palma de Ma-llorca, 7,64 y Vitoria, 8,45%. En todos ellos, aunque podrían rastrearse causas singu-lares disímiles, es una constante la existencia de jerarquía urbanas acusadas, condebilidad marcada de otros municipios que actúen de contrapeso al creciente protago-nismo de sus respectivas CCPP. Todo esto sucede en unos años en que se inicia elcambio de rumbo de la débil economía española, con el Plan de Estabilización, ini-ciándose una mayor aceleración de las tendencias de su crecimiento.

Sin duda, fue la década de los años 60, cuando se acentuaron los cambios antesindicados, alcanzando valores mayores. De una parte, se mantiene el continuado in-cremento de la población española, con 3,2 millones de nuevos habitantes, fruto delfuerte crecimiento natural. Pero destaca aún más el fuerte ascenso de la poblaciónurbana, que suma 4,9 millones de residentes en los municipios urbanos, elevando latasa de urbanización general en 9,6 puntos. En esos años los flujos migratorios interio-res alcanzaron las mayores intensidades (ESTÉBANEZ, J.; PUYOL, R., 1973), tantasignificación tuvieron que alguien ha dicho con exageración que “media España esta-ba de mudanza”. Sin embargo ese balance de fuerte incremento urbano, no tuvocorrespondencia en el aumento de municipios urbanos; sólo se contabilizan un ascen-so de 63. Ello se debe a que, de una parte, numerosos municipios, hasta entoncesconsiderados como urbanos, pierden esa categoría por registrar saldos migratoriosnegativos. Tal ocurre en ciertas regiones donde la emigración golpea con más fuerza.De otra, porque los destinos de importantes masas de población inmigrante se dirigende manera selectiva hacia unos pocos municipios urbanos. Algunos de los que másatractivo tuvieron fueron precisamente las CCPP. Estas aumentaron sus efectivos hu-manos en 2,7 millones de personas; con lo cual, alcanzan, en relación al conjunto dela población urbana, el mayor nivel de referencia de todo el siglo: el 53,64% de todala población urbana vivía en esos municipios.

El modelo de organización urbana predominante en España señala que los muni-cipios capitalinos se convierten en centros de atracción de población, en torno a losviejos cascos urbanos, que bien renovándose en su interior, o bien ensanchándose,acogen a esos millones de nuevos ciudadanos. Al amparo de ese rápido proceso decrecimiento, y dentro de unas estructuras de poder carente de controles democráticos,se cometieron, como es de sobra palpable, demasiados desmanes y atropellos urbanís-ticos, los cuales, pasados los años, son todavía bien visibles.

La expansión urbana de las CCPP no sólo prosigue con su rasgo de aumentoabsoluto de población, sino que también se incrementa su grado de polarización,ganando proporción, en referencia al conjunto de los efectivos humanos residentes ensu espacio provincial. En tal sentido eso puede comprobarse al descender a análisisdetallados de todas ellas, (datos del cuadro 5).

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Cuadro 5. Variaciones de la significación de las capitales de provincia sobre el total provincial

1900-50 1951-60 1961-70 1971-80 1981-91 1991-2000 1900-2000

AndalucíaAlmería 8,08 2,49 7,48 3,32 -0,32 -1,34 19,71Cádiz -1,57 -0,10 2,39 -0,68 -1,54 -1,87 -3,36Córdoba 4,60 6,44 5,31 9,84 1,18 0,81 28,18Granada 3,88 0,79 4,00 8,56 -0,16 -2,14 14,94Huelva 8,93 1,46 5,32 6,72 1,47 -1,29 22,61Jaén 2,40 0,80 1,71 7,56 -1,79 1,03 11,72Málaga 5,94 6,79 8,30 2,75 -4,07 -3,33 16,38Sevilla 7,31 1,55 8,34 -0,17 -2,10 -1,19 13,73

AragónHuesca 2,16 2,82 3,81 5,81 2,03 0,90 17,53Teruel 3,62 1,38 0,45 7,66 2,92 2,52 18,56Zaragoza 16,74 7,37 25,80 -4,20 1,75 0,54 47,99

Asturias-Oviedo 1,27 3,66 2,82 1,00 1,53 0,75 11,03

Baleares-P. Mallorca 7,73 7,64 13,67 -4,97 -2,04 -2,74 19,29

CanariasLas Palmas 12,68 1,34 15,50 -6,53 -5,17 -5,69 12,13Sta. Cruz de Tenerife 7,11 1,67 2,31 0,13 -1,43 -0,50 9,29

Cantabria-Santander 5,21 1,80 7,96 0,58 1,09 -1,42 15,22

Castilla-La ManchaAlbacete 8,48 2,01 5,45 9,52 3,56 3,32 32,34Ciudad Real 1,02 0,46 0,67 3,59 1,33 0,76 7,83Cuenca 2,78 0,98 2,27 8,31 2,33 1,88 18,54Guadalajara 3,61 2,32 5,38 21,67 5,28 -3,66 34,60Toledo 1,00 0,49 0,66 3,15 0,76 0,77 6,83

Castilla-LeónÁvila 2,76 2,06 1,65 9,98 4,55 2,57 23,56Burgos 6,72 4,97 9,29 11,87 -2,33 7,41 37,92León 6,54 1,42 5,60 6,47 3,23 -0,02 23,24Palencia 9,30 2,75 3,75 14,12 3,99 3,17 37,09Salamanca 10,21 3,12 8,39 12,87 3,28 -0,21 37,67Segovia 4,28 2,62 4,32 13,76 2,99 -0,12 27,85Soria 5,22 2,86 -1,45 18,78 4,02 3,37 32,80Valladolid 9,25 6,77 22,60 2,80 0,30 -2,39 39,31Zamora 5,33 2,42 2,15 9,96 4,55 1,80 26,20

CataluñaBarcelona 7,38 -3,84 -9,28 -6,48 -2,44 -3,88 -18,64Gerona 2,96 1,05 4,41 4,97 -5,36 -0,16 7,86Lérida 8,38 2,58 8,09 3,67 1,55 -0,77 23,51Tarragona 2,66 1,30 9,65 0,01 -0,82 -1,39 11,41

ExtremaduraBadajoz 3,29 1,90 0,63 5,48 1,56 1,69 14,55Cáceres 3,47 0,96 1,68 6,00 1,72 2,51 16,35

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De los cuatro municipios capitalinos con retroceso sólo en dos se registra undescenso claro: Madrid y Barcelona, con pérdidas de 3,74% y 9,28% respectivamente.Ello hay que interpretarlo dentro de la dinámica espacial metropolitana que comienzaa desarrollarse tempranamente en torno a esas ciudades. Si bien los valores absolutosde ambas aumentan entre 1960 y 1970 (Barcelona pasa de 1,526 mill. a 1,741; yMadrid de 2,177 a 3,120 mill), sien embargo son los municipios de sus respectivascoronas metropolitanas los que experimentan durante esos años un despegue aún másvigoroso; lo cual reduce la significación de los centros capitalinos, en referencia a lostotales provinciales.

Por su parte, en 20 provincias, sus municipios capitalinos aumentan su centrali-dad en valores modestos, de 0 al 2%; en otras nueve esos porcentajes son algo mayo-res, 2-4%. Todavía hay 7 donde la proporción es aún más ventajosa, entre el 4 y el 6%.Pero lo que llama la atención es que en 20 provincias, sus capitales impulsan su gradode centralidad en porcentajes todavía mayores a ese umbral. El protagonismo que vanadquiriendo sobre sus demarcaciones administrativas es incuestionable. En ciertoscasos se realiza a costa de casi vaciarlas. Sobre todo cuando se combinan dos aspectoscontrapuestos pero complementarios; a saber: emigración desde el resto de la provin-

Cuadro 5. Variaciones de la significación de las capitales de provincia sobre el total provincial

1900-50 1951-60 1961-70 1971-80 1981-91 1991-2000 1900-2000

GaliciaLa Coruña 6,67 3,63 1,53 2,90 1,35 -0,74 15,35Lugo 4,11 1,75 1,18 4,97 3,74 2,49 18,25Orense 7,50 1,64 2,20 6,95 7,06 2,47 27,84Pontevedra 1,25 1,22 0,28 -0,08 0,74 0,23 3,64

Madrid-Madrid 13,92 2,91 -3,74 -15,57 -7,35 -4,67 -14,49

Murcia-Murcia 9,62 2,27 -0,76 -0,56 1,10 0,19 11,87

Navarra-Pamplona 7,95 5,15 12,68 -0,70 -0,24 -1,12 23,73

La Rioja-Logroño 11,79 4,00 10,14 7,24 3,21 2,37 38,75

País VascoBilbao 12,38 0,15 14,88 -17,63 -4,38 -0,76 4,63San Sebastián 10,65 -2,06 6,26 -9,23 0,49 1,24 7,35Vitoria 9,58 8,45 15,25 6,96 2,19 0,17 42,61

Valencia, Región deAlicante 5,40 0,92 8,31 -3,87 -0,89 -1,35 8,52Castellón 9,39 1,95 9,15 1,75 1,10 0,07 23,41Valencia 10,74 -2,59 9,82 -8,66 -0,41 -2,07 6,83

C. A. Ceuta-Ceuta 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00

C. A. Melilla-Melilla 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00

Fuente: Elaboración propia sobre datos del I.N.E.

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cia e inmigración en el municipio capitalino. El caso de Zaragoza es llamativo, ascien-de en esos años un 25,8% en tal proporción. Pero no son infrecuentes valores superio-res al 10%; caso de Vitoria, Pamplona, Logroño, Las Palmas, Palma de Mallorca yValladolid. Los restantes consiguen durante los años sesenta cifras algo menores, entreel 6 y el 10%.

La explicación de esos vivos procesos de cambio, se explican tanto por los flujosmigratorios interiores, junto a aquellas causas básicas, antes apuntadas, que en eltranscurso de los sesenta se acrecientan. Prosigue la concentración de numerosasactividades productivas en las CCPP, tanto de naturaleza industrial, si bien con dife-rencias muy marcadas entre ellas; a la vez que, en especial, la terciarización se hacemucho más efectiva en casi todas; de tal suerte que son estas últimas razones las quemotivan las modificaciones más llamativas en el sistema urbano español de asenta-mientos (PRECEDO LEDO, A. J., 1986). Pero la consolidación de esa nueva red vivade ciudades, donde tienen un papel preponderante las CCPP, es preciso considerarlacomo una realidad palpable que supone un cierto reequilibrio territorial de España, alhilo de lo que sucede en otras parte de Europa (RONCAYOLO, M., 1990; LABOR-DE, P., 1996).

En la década siguiente, 1971-81, aunque permanecen algunos aspectos y tenden-cias ya indicados, se advierten síntomas notables que apuntan un cambio; lo cualconfirma que están produciéndose modificaciones netas en lo que han sido las cons-tantes de las décadas precedentes.

Así, de una parte entre los aspectos que prosiguen cabe señalar los siguientes: Elincremento global de la población se mantiene en cotas altas, ascenso de 3,7 millonesde personas. También la población urbana se incrementa a un ritmo fuerte, 4,9 millo-nes; con lo que la tasa de urbanización experimenta una apreciable subida: 6,53puntos situándose en el 72,42%. Pero, sin embargo, las CCPP sólo añaden 1,7 millo-nes de nuevos vecinos en ellas; con lo cual su significación sobre el total de lapoblación española se incrementa un modesto 1,24%. Pero, por otro lado, el porcenta-je que representa la población de las CCPP sobre la población urbana, retrocede enesos diez años 3,13%. Eso cabe interpretarlo como una clara muestra de alteración delo que había venido sucediendo desde 1900. Ello confirma que otros municipios urba-nos están cobrando igualmente protagonismo. Pero, ése no es tanto por el ascenso desu número total (+ 39), como porque la población de muchos de ellos asciende conmás fuerza.

De la misma forma, si intentamos valorar esos aspectos de cambio, se encuentranindicadores más palpables en el otro criterio de referencia empleado: lo que denomi-namos la nodalidad capitalina. Hay 14 CCPP que contabilizan signos negativos; ciframayor a la registrada en periodos precedentes. En ciertos casos, se contabilizan inclu-so descensos acusados; así, por ejemplo: Bilbao -17,63%; Madrid -15,57%; San Se-bastián -9,23%; Valencia -8,66%; Barcelona -6,46%, etc. No es posible proceder aestudios pormenorizados de las situaciones concretas concurrentes en cada caso. Peroello obedece, fundamentalmente, a que la dinámica urbana y del poblamiento del restodel territorio de las respectivas provincias, es más dinámico que el específico delmunicipio capitalino. Otra causa, sin embargo, es que se incrementa la tendencia de

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un desarrollo urbano inducido desde las CCPP menos concentrado en los municipioscabecera y más en los de sus alrededores. Es decir, las CCPP están generando modelosurbanos espaciales de tipo metropolitano, como se indicó antes. También, para expli-car algunas situaciones de retroceso señaladas, es preciso considerar que las demarca-ciones provinciales ya no registran pérdidas de población o situaciones de estanca-miento como sucedía con más frecuencia en décadas anteriores.

Así y todo, 36 CCPP prosiguen durante los años 70 incrementando su peso demo-gráfico relativo, en referencia al conjunto provincial; de las cuales, 19 lo hacen convalores superiores al 6%. Sobresalen las cifras alcanzadas por: Córdoba 9,84%; Albacete9,52; Granada 8,56; Teruel 7,66; Jaén 7,56; Huelva 6,72 etc. Se constata que ninguna deellas tuvo esos años un significativo incremento industrial; por lo que de nuevo espreciso señalar la terciarización como la causa básica que motivó ese balance demográ-fico favorable, impulsando el crecimiento de la población de tales ciudades.

4. LOS INICIOS DE UNA NUEVA FASE

En la década precedente se producen ciertos eventos de gran significación quetrasladan a los años siguientes sus efectos más significativos. Son de diferente natura-leza, plurales y complejos. No corresponde, ni es posible analizarlos aquí, siquiera deforma sucinta; sólo cabe apuntarlos para que sirvan de reflexión y permitan compren-der mejor cuanto sucede.

Los de índole demográfica, alcanzan gran significación. Desde los setenta seinicia un descenso progresivo de la natalidad en España que, poco a poco, se vuelvemás acusado; la mortalidad que ya contabilizaba valores muy bajos, apenas teníamargen para seguir descendiendo; por ello, el crecimiento natural de la población sereduce en las dos décadas siguientes. La población española aumenta 1,6 millonesentre 1981 y 1991 y 1,06 en los últimos noventa. También el ascenso de la poblaciónurbana se amortigua y se mantiene durante esos años en valores más modestos a losprecedentes : 1,27 mill. y 2,18 mill. respectivamente. La tasa de urbanización prosiguesu ascenso; pero con menor vigor. No obstante, el número de nuevos municipiosurbanos continúa su marcha ascendente; en concreto, se trata de +32 y +61 municipiosurbanos los que se agregan en las dos últimas décadas. Eso viene a confirmar lavitalidad de un nuevo número de municipios, que acceden a la categoría de urbanos.La mayoría de ellos se localizan en las proximidades de las grandes y medianas áreasurbanas y espacios metropolitanos que desplazan hacia ellos parte de sus efectivoshumanos; dentro de ese proceso de redistribución que se viene señalando, muy gene-ralizado en toda Europa Occidental (RECLUS, 1993).

La población urbana residente en las CCPP casi permanece estancada esos lus-tros: (ligero retroceso primero, -93,8 miles de personas; y suave aumento después,+190,6 miles). Por ello, su significación porcentual sobre el total demográfico espa-ñol, se encoge (descensos de 1,8% y 0,06%). Consecuentemente, también esa magni-tud se debilita al cotejarla con el conjunto de la población urbana (retroceso de 2,58%en los ochenta y 2,78 en la última década). Se tiene la sensación, pues, que los

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municipios capitalinos pierden fuerza. Ya no incrementan su población como lo ha-bían hecho desde 1900. Se trata, más bien, como se viene repitiendo, de un nuevomodelo de organización urbana.

Estos últimos aspectos indicados, no pueden atribuirse sólo a la apuntada dismi-nución del movimiento natural. También es necesario tener en cuenta la reducción ylas acusadas modificaciones que experimentan los flujos migratorios interiores. Unagran parte de la tradicional España rural, que había actuado como espacio de reservademográfica se había agotado tras un periodo prolongado de sangría emigratoria (VILÁ,J.; CAPEL, H., 1970). Tras décadas de fuertes flujos migratorios continuados, desdeunas áreas a otras, las desigualdades provinciales españolas, en ese apartado demográ-fico, han aumentado (VILLAVERDE CASTRO, J., 1996). El nuevo proceso de organi-zación autonómica, iniciado tras el cambio político (1976-80), propicia incluso elcambio de signo de ciertos flujos migratorios interiores, con abundantes retornos ycon una sensación extendida de topolatría y apego al terruño de origen.

Pero esas realidades indicadas, sólo alcanzan su verdadera comprensión al estu-diar las motivaciones y cambios de naturaleza económica y socio-política que tambiénse registran. Tras varios lustros de fuerte crecimiento, los años setenta estuvieronmarcados por una ruptura de ese ciclo de fuerte aumento que sólo, tras considerablesreajustes productivos, y coincidiendo con la entrada de España en la Unión Europea,emprende de nuevo un camino ascendente y favorable. Dentro del asunto central queaquí nos ocupa, todo el planeamiento urbano y la organización territorial se orienta yencamina por otras coordenadas. Los planteamientos democráticos introducen unalógicas de control que desemboca en modelos más racionales y ponderados, evitandola acusada concentración del modelo desarrollista previo, donde la especulación salva-je y miopes intereses de ganancia a corto plazo, habían predominado en el espaciourbano español. En adelante, aunque la lógica básica del sistema es la misma, secuidan más las formas; los controles son mayores, y se camina hacia modelos deorganización urbana más abiertos y participativos, semejantes y acordes con lo quesucede en nuestros vecinos países de la Unión. El considerable incremento del nivelde vida y de la capacidad adquisitiva de la población, demanda nuevas formas urba-nas, diferentes a la mera agregación en espacios construidos densos y consolidados,hasta entonces casi únicos.

Brevemente apuntadas esas cuestiones interesa referirse, de forma concreta yesquemática, a la evolución de las CCPP durante las dos últimas décadas:

• Entre 1981 y 1991, siete CCPP contabilizan retrocesos netos de población ensus municipios; lo cual nunca sucedió en décadas precedentes: bien es ciertoque varios de esos saldos negativos suman sólo unos descensos reducidos dehabitantes, que incluso pueden tener causas coyunturales; pero en tres de ellas:Madrid, Barcelona y Bilbao, con pérdidas de 249.026 h., 129.085 y 64.405cabe interpretarlas como una tendencia de reducción del núcleo central, frenteal aumento de la población de los municipios que conforman sus coronasurbanas. Pero el cambio de tendencia que se apuntaba como hipótesis inicial,en años previos, se comprueba con mayor nitidez ahora, al cotejar la evolución

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del valor porcentual que representa la población de los municipios capitalinos,en referencia al total provincial respectivo. Resaltan los acusados descensos enesa evolución. En tal sentido se comprueba que hay 18 provincias, en las quelos balances son negativos; en tanto que en los años precedentes proporcionessemejantes siempre fueron más reducidas. Además de esos registros negativos,son modestas las ganancias de los demás. Así, sólo en una provincia, la pola-rización capitalina sobrepasa el 6%; en cuatro se miden valores entre el 4% yel 6%; en 11, se rebajan las ganancias, situándose entre el 2 y el 4% ; porúltimo en las 16 restantes apenas se modifica la proporción con cifras deaumento inferiores al 2%. Todo ello viene a confirmar que, tras deceniosincremento notable de la población en los municipios capitalinos, de tal suerteque estos cada vez se convertían con más fuerza en centros polarizadores delas respectivas provincias, ahora disminuye y se reduce esa tendencia; tantopor la variación de la dinámica urbana de las CCPP, como por el cambio decircunstancias generales de las demarcaciones provinciales.

• Este comportamiento señalado no es una excepción de los años ochenta; sinoque se repite con más fuerza aún en los noventa. Basta comprobar las cifras enlos cuadros de datos 3, 4 y 5. Son 12 las CCPP que sufren retrocesos en supoblación municipal; las cuatro más abultadas corresponden a las siguientes:Barcelona -127.276; Madrid -26.932; Bilbao -14.439 y Valencia -13.895. Todasson grandes ciudades con coronas urbanas en sus proximidades que se venbeneficiadas por esa tendencia de evolución espacial señalada, dentro de unproceso mundial generalizado, del que pueden encontrarse antecedentes en mu-chos países (GHORRA-GOBIN, C., 2001). Igualmente, la nodalidad de los mu-nicipios capitalinos prosigue la misma tendencia débil iniciada en la décadaprecedente: en 24 provincias es negativa, (cuando antes esas situaciones se redu-cían a unos pocos ejemplos excepcionales); en 17 los avances son mínimos (- del2%); en 8 ligeros, y sólo en una sobrepasa el 6%. Parece evidente, pues, que losmunicipios capitalinos una vez que han crecido con fuerza durante casi un siglo,ya no es posible incrementar su proceso de concentración y polarización demo-gráfica provincial; al menos resulta difícil seguir haciéndolo de la misma formay a ritmos similares a lo sucedido. Ni la nueva realidad demográfica ni lasrecientes dinámicas territoriales lo permiten; tampoco lo propician los modelosen boga de crecimiento y organización intraurbanos y periurbanos.

Acaso en muchas provincias españolas la situación ha llegado a tales extremos deconcentración demográfica en sus CCPP que no es posible seguir en esa dirección(figuras 4 y 5). La propia competitividad urbana ayuda a ello (DUMOND, G. F.,1993). Igualmente las tendencias actuales de crecimiento urbano favorecen y se incli-nan más por fenómenos de metropolización que de crecimiento concentrado en losnúcleos centrales. Esa situación antes reservada a las grandes ciudades ahora afectatambién a las de tamaño medio (CHAMPION, A. G., 1998; DOWN, A., 1994). Losprofundos cambios experimentados por España durante los últimos decenios ayudan aentender esas modificaciones (SERRANO, J. M.ª; CALMÉS, R., 1998, b).

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FIGURA 4. MUNICIPIOS CAPITALES DE PROVINCIA, POBLACIÓN EN 2000

5. EL PAPEL DE LAS CCPP DENTRO DE LA RED Y EL SISTEMA URBANOESPAÑOL

Convertidas en centros administrativos de las correspondientes divisiones provincia-les, durante todo el siglo XX han registrado un continuo, pero diferenciado temporalmen-te, crecimiento de su población. Su categoría de administrativa, ha sido la causa básica queha impulsado su dinamismo económico, donde las actividades terciarias constituyen elaspecto más destacado, aunque se han completado con otras tareas complementarias,como se ha tenido ocasión de referir a lo largo del texto anterior. El incremento absolutode su población es palmario, al igual que resalta cuando se establecen otras comparacionesporcentuales que analizan su evolución (comparar las figuras 1 y 2 con la 4 y 5). Pero, a

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FIGURA 5. PORCENTAJE DE POBLACIÓN PROVINCIAL CONCENTRADAEN LOS MUNICIPIOS CAPITALINOS EN 2000

la vez, su significación demográfica se acrecienta cuando se coteja el nivel de centralidadalcanzada, en referencia a los totales provinciales y, en especial, al compararla con otrasciudades de sus tramas urbanas respectivas. El balance del siglo es rotundo. Salvo tresprovincias con retrocesos relativos netos: Barcelona, Madrid y Cádiz, las 47 restantesaumentan esa proporción. En veinte el valor porcentual es superior a un 20%; en 17contabiliza valores entre el 10 y el 20%; en 8 suman porcentajes que van entre el 6 y el10%. Sólo en dos esos aumentos tienen rasgos más modestos, entre el 2 y el 6%. Bastacotejar las figuras 2 y 5 para comprender la intensa transformación registrada en Españadurante los últimos cien años. Como se ha expuesto, ello ha sucedido en fases diferentes,motivadas por causas plurales y disímiles, también apuntadas con suma brevedad.

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Atendiendo a su dimensión territorial, las diferencias son marcadas. En todas lasregiones del interior, donde la evolución de la población de numerosas provincias ha sidomás débil, con estancamiento e incluso con ciertos retrocesos significativos, las CCPP sehan convertido en centros nodales provinciales destacados; más que nada, su papel demo-gráfico y funcional se acrecienta ante la debilidad de sus redes urbanas provincialesrespectivas. Todo un panorama clásico se puede observar (DEMATTEIS G., 1997). Eso seamortigua en las regiones periféricas y en aquellas otras provincias con evoluciones ybalances demográficos diferentes, no tanto por la menor significación demográfica absolu-ta de las CCPP, sino porque esas otras circunstancias han propiciado la configuración deredes urbanas provinciales con mallas más tupidas, y con varios centros urbanos quesirven de contrapeso y complementariedad a los municipios capitalinos.

Así mismo tampoco puede hablarse de una homogeneidad interna de las CCPP.En el presente, algunas sólo han alcanzado un tamaño propio de meras ciudadesmedias e intermedias, mientras que otras consiguen volúmenes cercanos a los tresmillones de habitantes; además de que son numerosas las que organizan en sus alrede-dores áreas urbanas y unidades metropolitanas que en total suman cantidades mayo-res. Junto a esas diferencias de tamaño, también sus respectivas centralidades funcio-nales difieren. A pesar de cierto carácter uniformador que abarca a todas las CCPP, suespecífico tamaño poblacional y sus disímiles áreas de influencia contribuyen a esadispar jerarquía urbana. Por ello, al igual que sucede en nuestros países vecinos, loscontrastes de unas y otras son marcados (COMMERÇON, N.; GOUJON, P. ,dir.,1997; CATTAN, N.; SAINT-JULIEN, T., 1999)

Pero eso no impide afirmar con rotundidad que los municipios capitalinos consti-tuyen los nodos básicos de la red urbana española (SERRANO, J. M.ª; KING, R.1994). Con demasiada frecuencia se les critica por haber absorbido y concentradobuena parte de los efectivos provinciales en numerosas demarcaciones. En cierto for-ma y con diferencias espaciales acusadas, ello es así; pero a menudo se olvida que,aunque sea una ucronía trabajar con tal supuesto, de no haber existido tal organizaciónprovincial, en ciertas áreas la desertificación urbana y el nivel de polarización haciaotras ciudades acaso hubiera sido aún mayor de lo que hoy existe (SERRANO, J. M.ª;KAUFMANN, R., 1993).

También dentro del funcionamiento del sistema urbano nacional, el papel de lasCCPP es fundamental. Aunque ellas se distribuyen entre varios niveles urbanos, deacuerdo con su tamaño demográfico y su centralidad, todas se comportan con lasuficiente actividad y dinamismo como para ocupar puestos reconocidos dentro de losniveles urbanos más significados de la jerarquía española. Su propio aumento depoblación no es más que el resultado y la consecuencia directa de una evoluciónsocioeconómica y de ascenso de su centralidad urbana favorables; junto, por supuesto,de la compleja y plural realidad de su entorno territorial administrativo. En granmedida tampoco puede considerarse una excepción cuando se lo compara con larealidad que muestran numerosos países de nuestro entorno europeo (CATTAN, N.;PUMAIN, D., 1994), en especial con el caso francés.

Por último, resulta de gran interés comprobar que tras varias décadas continua-das de afianzamiento de un modelo de concentración demográfica en las CCPP, los

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datos recientes muestran una aminoración y un cambio de tendencia. Pero, en buenamedida, eso se debe, junto al agotamiento demográfico de las áreas de reserva, a lasnuevas dinámicas de crecimiento y reorganización de los espacios urbanizados. Nose trata de una pérdida de significación ni demográfica ni tampoco funcional. Suprotagonismo está lo suficientemente asentado y es sólido como para mantenerse.Pues, en muchos casos son los propios municipios capitalinos quienes constituyen elcentro básico de las principales aglomeraciones urbanas españolas actuales (de lascuarenta mayores, sólo cinco no se organizan en torno a un municipio capitalino,SERRANO MARTÍNEZ, J. M.ª, 2001).

Las CCPP como municipios aislados, o formando parte de áreas urbanas mayo-res, constituyen, por consiguiente, la base fundamental del sistema urbano español.Todas, con sus apreciables diferencias internas, son centros vivos, activos y dinámicosque, a su vez, organizan pequeños susbsistemas urbanos, cubriendo así toda la super-ficie nacional, cumpliendo un papel insustituible en la articulación territorial (SE-RRANO MARTÍNEZ, J. M.ª, 1999).

Este modelo territorial configurado y asentado durante casi dos siglos tenderá aperpetuarse, en sus rasgos básicos; de una parte porque la organización provincial semantiene. La nueva estructuración autonómica, sólo introduce una prima adicionalpara las capitales regionales que no son municipios capitalinos (Santiago de Compos-tela y Mérida) y para ciertas CCPP, que ahora han sido “ascendidas” a ese nuevorango. De otra, porque los diseños de las nuevas construcciones y los acondiciona-miento de infraestructuras de las redes de transportes, terrestres en especial, se estánhaciendo sobre la trama urbana existente, donde el peso de las CCPP es destacado.Siguiendo así las cosas, cabe esperar su progresivo refuerzo en los años venideros.

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METAMORFOSIS DEL ALBAICÍN (GRANADA): DEL AISLAMIENTO A LA INTERDEPENDENCIA 73

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* Departamento de Sociología de la Universidad de Granada. [email protected]** Departamento de Sociología de la Universidad de Granada. [email protected]

METAMORFOSIS DEL ALBAICÍN (GRANADA):DEL AISLAMIENTO A LA INTERDEPENDENCIA

JULIO CABRERA MEDINA*, JUAN CARLOS DE PABLOS**

Recibido: 30-IV-02. Aceptado: 25-VII-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 73-96].

PALABRAS CLAVE: Centros históricos, lugares funcionales, cambio social yurbano, sociedad vs. comunidad.KEY WORDS: Historic city centres, Functional places, Social and urban change,Society vs. community.MOTS-CLEFS: Centres historiques, espaces fonctionnels, Transformation socialeet urbaine, sociétés vs communauté.

RESUMEN

En este trabajo se ofrecen los resultados de un estudio relativo a la economía del Albaicín,barrio histórico, núcleo originario de la ciudad de Granada, que desde 1984 es Patrimonio de laHumanidad. Se responde a preguntas relativas a la actividad económica existente en el barrio,sus relaciones con la ciudad y de qué viven sus habitantes. Al mismo tiempo, se planteanalgunos problemas surgidos en el contexto de la investigación, como la existencia de unaimagen social desfasada de la economía del Albaicín, el significado de la economía de losbarrios históricos, y la forma que ésta adopta en sus relaciones con la ciudad.

ABSTRACT

In this paper, we offer the results of research about the economy of the Albaicin, historicdistrict and core of the originating town of Granada, which in 1984 was declared World Herita-ge by UNESCO. We try to answer some questions about the economic activity in the district, itsrelations with Granada and the activity of its inhabitants. At the same time, we suggest thatsome problems have arisen in the context of the study, the presence of a out of time socialrepresentation in the Albaicin economy, the meaning of the economy in historic districts, andthe form in which this district relates with the city.

RÉSUMÉ

Dans cet ouvrage sont présentés les résultats d’une étude relative à l’économie de l’Albaicin,quartier historique, noyau urbain à l’origine de la ville de Grenade, et qui depuis 1984 estdevenu Patrimoine de l’Humanité. On y répond à des questions relatives à l’activité économi-

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que du quartier, à ses rapports avec la ville, et aux moyens de subsistance de ses habitants. Ony pose également quelques problèmes surgis dans le contexte de l’investigation, comme l’existenced’une image sociale déphasée de l’économie de l’Albaicin, la signification de l’économie desquartiers historiques et la forme que celle-ci adopte dans ses relations avec la ville.

INTRODUCCIÓN: ENFOQUE Y PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Entre los meses de Marzo y Julio de 2000 los autores de este trabajo realizaronun estudio socioeconómico del barrio del Albaicín de Granada (De Pablos, Bernués &Cabrera, 2000), por encargo de la Fundación Patrimonio del Albaicín, dedicada agestionar y promover los intereses del barrio del mismo nombre, dentro del marco delProyecto Piloto Urbano, concedido por la Unión Europea (Art. 10, FEDER). La fina-lidad de dicho estudio consistió en establecer el conjunto de datos básicos que permi-tiera una mejor aproximación a una realidad tan compleja como lo es un barrio decla-rado Patrimonio de la Humanidad. Los objetivos se han centrado en los temas depoblación, vivienda y economía principalmente, aunque también se ofrecen datossobre educación, transporte, tráfico, medio ambiente, delincuencia, el Albaicín en losmedios de comunicación locales y las implicaciones de la presencia de la UNESCO.

Los problemas que vamos a desarrollar aquí, en torno a la economía de un barrio,tienen su origen en la división espacial de la ciudad y la relación entre sus distintaspartes. Por supuesto, esto no puede hacerse de manera aislada, menos aún dadas lascondiciones actuales de globalización. Sin embargo, considerar determinada informa-ción de manera desagregada puede permitir comprender los mecanismos de relaciónentre el conjunto y sus distintos elementos. Al mismo tiempo, el interés creciente en loscentros históricos como unidades diferenciadas, objeto de particulares intereses y conce-bidos como fuentes de recursos en la concepción de una relación de competencia entreciudades (ALONSO, 1999; BORJA y CASTELLS, 1997; DUMONT, 1993; PRECEDOLEDO, 1996), acabará exigiendo la construcción de distintas teorías –social, económica,político administrativas– acerca de los mismos, por lo que es conveniente comenzar aproporcionar datos relativos que confluyan a su mejor conocimiento, dada la fuertepresión que puede ejercer una visión idealizada de ellos, como veremos más adelante. Elfoco de este trabajo es netamente sociológico y la visión económica se supeditada a unpunto de vista interesado en la vida de los habitantes del barrio y los de la ciudad1.

En suma, las preguntas que guían el artículo son qué actividad económica sedesarrolla en el barrio, de qué viven sus habitantes, qué características tiene –tipo deactividad, localización espacial–, cómo se relaciona con la economía de la ciudad –sise realizan actividades que supongan una diferenciación o especialización–, qué mue-ve o pone en marcha la circulación de dinero en el Albaicín.

1. La sociología económica pretende desvelar el homo sociologicus que subyace al homo economicus,destacando aquellas variables y procesos sociales de la actividad económica que el economista convencionalda por supuesto.

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1. GRANADA Y EL ALBAICÍN

1.1. La economía de Granada

La globalización, lejos de ser una tendencia homogeneizadora (Alonso, 1999)2,implica la coexistencia en un mismo espacio de distintos ritmos, es decir, diferentesformas de concreción en espacios diferentes, para un mismo tiempo histórico. ParaBraudel (1984: 25), “todas las economías avanzadas están como perforadas por innu-merables pozos fuera del tiempo del mundo y donde el historiador en busca de unpasado casi siempre inaccesible tiene la impresión de sumergirse como si practicarapesca submarina”3. Tanto el emplazamiento geográfico como la evolución histórica deGranada permiten encontrar en ella un ejemplo de esta realidad, como consecuenciade su desconexión con los grandes circuitos de la época industrial (BOSQUE, 1991:19-26; MARTÍNEZ, 1998), lo que no le ha impedido, gracias a sus recursos agrariosy comerciales, convertirse en centro de servicios regionales.

Afectada por estas deficiencias estructurales, Granada pasa de la comunidad a lasociedad, según la terminología de Tönnies (1979), sin que su territorio haya sufridolos procesos de la industrialización. La ciudad se inserta en la sociedad de la informa-ción y de la globalización ocupando un papel residual ante estos procesos. En 1995,en su economía destaca el sector servicios, con 13.280 actividades registradas en laciudad, sobresaliendo las actividades del comercio y la restauración con 8.291 peque-ños restaurantes y bares, seguidos por las actividades financieras con 1.211, la cons-trucción con 777 y las actividades de transporte y comunicación con 682. A estosdatos hay que añadirle que Granada posee una de las Universidades más antiguas deEspaña y cuenta con numerosas sedes de las diferentes administraciones públicas.

Conde (1999: 31-34) considera que el código sociocultural dominante en Grana-da es la reputación, el linaje y la familia de referencia, esquemas propios de las clasesmedias patrimoniales derivadas del funcionariado, las rentas de la propiedad y lospequeños comerciantes. En suma, desde el punto de vista de sus dimensiones econó-mico-sociales se trata de una ciudad de consumidores (WEBER, 1987). En este con-texto económico y sociocultural se encuentra situado el barrio del Albaicín, cuyacaracterización es objeto del próximo apartado.

1.2. El Albaicín de Granada

El Albaicín es un barrio de 101 Ha (espacio delimitado por un Plan Especialurbanístico propio aprobado en 1990, denominado PEPRI) que constituye el núcleo

2. Para Alonso (1999), la actual transformación del capitalismo produce sus efectos sobre el territoriogenerando zonas de integración, de vulnerabilidad y de exclusión, es decir, desigualdades regionales. Lavulnerabilidad como proceso es expuesta por R. Castel (1995).

3. Las cursivas son del autor. Arrancando del concepto de las economías-mundo, Braudel aplica lascategorías de espacio y tiempo en un intento acertado de especificar el desarrollo del capitalismo, susdiferentes formas de concreción y sus repercusiones en lo económico, cultural y social.

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histórico original de la ciudad de Granada, aunque no su centro geográfico ni funcio-nal, como sucede en otras ciudades Toledo o Salamanca (Troitiño, 1992), pues susituación en una colina frente a la Alhambra lo dejó al margen del crecimiento en lasdistintas etapas desarrollistas del siglo recién terminado. Existen dos murallas árabes,además de numerosos restos, sobre todo en casas particulares, muchas iglesias ynumerosas casas señoriales de los siglos XVI al XVIII. También conserva la red viariacasi intacta. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En abril de 2000, la población del Albaicín ascendía de 8.997 personas, 4.240hombres y 4.757 mujeres, y suponía tan sólo el 3,56% de la población de la ciudad deGranada (252.593). El Albaicín perdió gran parte de su población –en especial pobla-ción joven, en edad de trabajar y procrear– durante los años 60 y 70 (BOSQUE,1991); en 1970, era de 23.392 personas), y aunque la tendencia a la baja no hadisminuido, es probable que esté llegando a su fin, dado que los datos muestran unaralentización en el descenso, producido no tanto por efecto de la natalidad –que siguela pauta generalizada en las sociedades occidentales– como por el proceso de gentri-ficación (AMENDOLA, 2000: 29): el “recambio de la población de un área mediantela introducción de grupos sociales superiores atraídos por intervenciones de recupera-ción, tanto inmobiliarias como urbanas”4. Su densidad media es de 88,33 habitantespor Ha, pero presenta grandes diferencias entre las distintas zonas (de 35 a 230 h/Ha).

La gran diferenciación interna es una de las características principales del Albai-cín: zonas muy antiguas (con viviendas que se remontan al siglo XIV) con otrasconstruidas en este siglo; zonas de cármenes (casa típica, con jardín), zonas de peque-ñas casas adosadas y zonas de bloques (de los siglos XIX y XX); zonas señoriales yzonas de miseria; zonas muy deterioradas (hasta el 35% del total del parque de vivien-das y con oscilaciones del 18,5 al 64,3%, según sectores) con otras de muchas rehabi-litaciones; zonas de gran riqueza patrimonial con otras de valor nulo; zonas de cuesta,zonas de vaguada, zonas llanas; zonas donde más del 30% tiene más de 65 años yzonas donde no llega al 15%; y así un largo etc. Una última singularidad: apenaspueden asociarse unas características con otras. Tan sólo el viejo núcleo del barrio, entorno al arrabal árabe que surgió junto a la muralla en el siglo XIV, conserva lospatrones que configuraron la idiosincrasia del barrio (DE PABLOS, BERNUÉS &CABRERA, 2000).

En el barrio existen unas 6000 viviendas (INE, Base de datos CERCA+ 100), delas que el 28% están desocupadas. Tan sólo un 46% se hallaría en buen estado deconservación, lógico si se piensa que el 42% de los edificios fue construido antes de1920, aunque en el último decenio ha comenzado un fuerte movimiento rehabilitadordel que tendremos ocasión de hablar más adelante. Los regímenes de propiedad yalquiler se reparten equitativamente, pero lo más llamativo es que los precios másrecientes de una y otro pueden equipararse a los de la mejor zona céntrica de Granada.

4. En nuestro caso, el proceso es aún más complejo, pues a la población tradicional más los nuevospobladores hay que añadirle dos grupos más: los estudiantes (nacionales y extranjeros) y los grupos vinculadoscon la cultura árabe y musulmana, tanto procedentes de la inmigración como nacionales (Cabrera Medina, 2000).

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Esta situación pone de relieve la atracción que está sufriendo el barrio por parte de losnuevos pobladores con capacidad adquisitiva y las dificultades con las que se encuen-tran su habitantes jóvenes de clases baja para establecer su residencia en la zona.Como consecuencia de todo esto, el Albaicín (aunque esta realidad no es nueva)presenta en su seno grandes desigualdades sociales, con particular atención a losniveles de vida material, despoblamiento y envejecimiento. La intervención pública seorienta hacia la construcción de nuevas infraestructuras que den vida al barrio, asícomo al fomento de las rehabilitaciones y el control de las nuevas edificaciones. Elbarrio recibe también un importante número de turistas, procedentes tanto de excur-siones organizadas (localizadas en determinados puntos, como los miradores) como depequeños grupos que recorren sus calles y disfrutan del ambiente, sin duda lo másatractivo del Albaicín.

Desde el punto de vista metodológico es preciso señalar las dificultades para elestudio socioeconómico, teniendo en cuenta que las dimensiones económicas habitua-les suelen medirse a través de indicadores que no se ofrecen desagregados. Por eso,nos hemos centrado en investigar cómo es la estructura económica del barrio enfunción de las actividades económicas que se localizan en él, de qué viven sus habi-tantes, qué tipo de relaciones económicas se pueden detectar y sus implicaciones conel espacio a través de los lugares funcionales, para concluir planteando las relacionesentre la economía del barrio y la ciudad, como problema de fondo. Dadas las diferen-cias sustanciales entre las distintas realidades estudiadas, se ha seguido una metodolo-gía diferenciada para cada una de ellas, que es explicitada en el lugar correspondiente.

1.3. Una realidad idealizada: el mito económico del Albaicín

Antes de ofrecer los datos del estudio de la estructura económica, convendríaseñalar la presencia de lo que hemos denominado el mito Albaicín. Se trata del conven-cimiento, bastante extendido en la ciudad, reproducido en los medios de comunicación5

y en buena parte de quienes se esfuerzan –profesional o altruistamente– por el barrio, deuna situación de gran decadencia del mismo: suciedad, desinterés, escasas inversionespúblicas, la emigración y el abandono de viviendas. Durante varios años –con particularatención desde el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad–, hablar del barrioera hablar de su revitalización, dadas las condiciones de fuerte deterioro material yambiental del mismo6. El mito económico atribuye el predominio a las actividadesartesana, hostelera y turística como ejes de su economía, a la par que una relativaindependencia de la ciudad a la que pertenece.

5. De Pablos, Bernués & Cabrera (2000: 281-298) plantean el seguimiento casi diario que se realiza enla prensa local de los temas relativos al barrio, llegando a proponer al Albaicín como la noticia de Granada.

6. Como ejemplo de esto, pueden verse las actas del Seminario Albayzín 2000+ Acción Integral deRevitalización (Centro UNESCO de Andalucía, 1998) que reunió a expertos locales y vecinos en febrerode 1998.

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Sobre el aislamiento, contábamos con los datos del trabajo relativamente recientede Bosque Maurel (1991: 227), que recoge un estudio de movimientos recurrentesdentro de la ciudad, con motivo de trabajo, compras y ocio. El Albaicín era todavía unlugar bastante aislado, con relativamente pocas salidas y menos entradas de otraspersonas procedentes de la ciudad. Esta escasez de movimiento manifiesta la existen-cia de una infraestructura comercial suficiente para abastecer a sus habitantes, almenos en las zonas más altas y alejadas del centro. En cualquier caso, no eran ya lostiempos en los que la endogamia entre personas del barrio era la norma o sólo habíaun médico que se veía obligado a recorrerlo de arriba abajo, como sucedía durante losaños 40 y 50 (JIMÉNEZ NÚÑEZ, 1999).

Este mismo autor plantea la escasez de escuelas en el barrio en torno a mediadosde siglo. El Albaicín era la sede de la Casa Madre del Ave María que tenía ademásotro centro en el barrio, además de algunos colegios de religiosas y un colegio públi-co. Sin embargo, el barrio cuenta hoy con una increíble oferta de plazas escolaresdistribuidas entre ocho centros de todos los niveles, incluyendo una Escuela Universi-taria de Profesorado de EGB. Despreciando las plazas universitarias, la oferta total esde 2.765 plazas escolares. Lo significativo es que, si sólo tenemos en cuenta losjóvenes en edad de escolarización obligatoria, unos 1.150, encontramos que se realizauna oferta educativa al resto de la ciudad que se eleva a casi el 60% de las plazas.

Además de ser un elemento importante en las relaciones con la ciudad, la rele-vancia de estas cuestiones se halla sobre todo en el importante papel que juegan lasrepresentaciones sociales en la construcción de la realidad (IBÁÑEZ GRACIA, 1988),al partir de una imagen de un barrio relativamente deteriorado, aislado, centrado en laactividad hostelera y en la artesanía, como fuentes principales de recursos para surevitalización, y despreciar este aspecto de su realidad social que demuestra el vitalis-mo del Albaicín en este sentido, a la vez que destacar el mayor grado de complejidadexistente en cuanto a la relación con la ciudad.

2. LA ECONOMÍA DEL ALBAICÍN

2.1. La estructura económica del Albaicín

Para estudiar la estructura económica del Albaicín se ha empleado el listado delImpuesto de Actividades Económicas (IAE) a 31 de diciembre de 1999, facilitado porla Cámara de Comercio y Navegación de Granada, a partir de los datos de los CódigosPostales 18010 y 18011, convenientemente depurados7. La idea es reconstruir lasactividades del barrio a partir de las censadas en el interior de su perímetro, como

7. La actual Clasificación Nacional de Actividades Económicas está recogida en el Real Decreto1560/1992, de 18 de diciembre de 1992. Publicado en el BOE número 306 de 22 de diciembre de 1993.Los datos del estudio previo del PEPRI (Ayuntamiento de Granada, 1990) están elaborados con la anteriorclasificación del año 1974.

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única fuente disponible de manera rápida y accesible para la determinación de lasactividades económicas.

La estructura económica del Albaicín (Tabla 1) se caracteriza por la fuerte presen-cia del sector terciario que supone el 89,06% de la actividad de la zona, frente alsecundario que representa el 10,79% y el primario con una sola actividad registrada (enclaro contraste con la fuerte presencia agrícola en Granada, ubicada junto a la Vega). Elanálisis detallado del sector servicios permite afirmar la importancia económica de lahostelería, con el 24,17%, aunque las actividades destinadas al comercio suponen el27,19% de las actividades registradas: el Albaicín económicamente visible oculta laimportancia de la actividad comercial que no se encuentra en el imaginario colectivo.

También oculta una realidad más difícil de detectar por la colectividad. En efecto, elanálisis de las actividades registradas en la zona refleja la presencia de 106 profesionales(17,12% del total de la zona). A su vez, observamos la existencia de profesionales osemiprofesionales vinculados con las instalaciones o pequeñas reparaciones, en consonan-cia con la tradición del barrio (JIMÉNEZ NÚÑEZ, 1999; 215) y la proliferación de obrasmenores de rehabilitación. Por último, debemos destacar la importancia de las actividadesrelacionadas con el ocio y la cultura, la enseñanza, los servicios culturales, las imágenes ylos espectáculos (78 actividades), presentan una amplia oferta de servicios asociadas a sutradición y a la revalorización del ocio como de la cultura en la sociedad actual.

El análisis de la estructura económica por sectores y por categorías de actividadrefleja una diversificación de la economía mayor que la supuesta por el mito delaislamiento económico. Ahondaremos en nuestro argumento, realizando un estudiolongitudinal de la actividad registrada, partiendo del estudio previo del Plan Especialde Protección y Reforma Interior del Albayzín (Ayuntamiento de Granada, 1990;realizado en 1988 y citado como PEPRI). La comparación de dichos datos con laactualidad (Tabla 2) permite detectar la evolución desde una economía centrada en elautoabastecimiento a una economía interrelacionada con la ciudad, sus inmediacionesy con los circuitos turísticos.

En efecto, los establecimientos destinados a la alimentación pasan de representarel 27,6% a tan sólo el 7,63 en la actualidad, mientras que los destinados al comercioal por menor pasan de 33,7% al 19,3. Los cambios sufridos en las pautas de consumode la sociedad española relativos a la proliferación de las grandes superficies puedenexplicar parte de este hecho. Lo más significativo de esta comparación es que elPEPRI utiliza cinco categorías que son: “alimentación, bebidas y tabacos”, “servicioscomerciales”, “comercio al por menor”, “artesanía” y “otros”. Al intentar adaptar ellistado del Impuesto de Actividades Económicas a las indicaciones metodológicascontenidas en el PEPRI, el resultado ha sido que la categoría “otros” contenía en 1988el 3,7% de las actividades; en el año 2000 esta categoría asciende al 50,93%.

Se aprecia que la complejización y la diversificación de la actividad económica en lazona no permite la aplicación de aquella tipología que demostró ser válida para su momen-to. La realidad objetiva de la economía de nuestro objeto de estudio reclama, por unaparte, atender a la diversificación existente y readaptar las categorías de análisis. Por otrolado, explicar la evolución contenida en esa categoría que aglutina a más de la mitad de lasactividades de la zona: la proliferación de las licencias de profesionales titulados y por las

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TABLA 1. ACTIVIDADES ECONÓMICAS DEL ALBAICÍN POR CATEGORÍAS

Actividad Frecuencias Porcentaje Acumulado

Agricultura 1 0,14Total Primario 1 0,14Industria 32 4,60Instaladoras 36 5,18Otros industria 7 1,00Total Secundario 75 10,79Profesionales Titulados 106 15,30Enseñanza 28 4,03Servicios culturales 30 4,32Imagen 11 1,58Espectáculos 9 1,29Peluquerías 7 1,01Agentes com. 10 1,44Financieros 9 1,29Mayoristas 8 1,15Minoristas 121 17,40Alimentación 53 7,63Farmacias 7 1,01Inmobiliarias 10 1,44Transportes 19 2,73Reparaciones 5 0,72Hoteles 7 1,01Hostales 8 1,15Restaurantes 24 3,45Bares 123 17,70Otros Hostelería 6 0,86Otros servicios 18 2,59Total Terciario 619 89,06TOTAL 695 100,00 100,00

Fuente: Cámara de Comercio de Granada y elaboración propia

TABLA 2. EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA DEL ALBAICÍN

ActividadPEPRI (1988) Año 1999

Nº locales % Nº locales %

Aliment., bebidas y tabacos 158 27,6 53 7,63Servicios comerciales 175 30,6 156 22,14Comercio al por menor 192 33,7 155 19,30Artesanía 25 4,4Totales acumulados 560 96,3 396 49,07Otros 3,7 50,93Total de la actividad 572 100,0 695 100,00

Fuente: PEPRI y elaboración propia

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actividades culturales; en definitiva, por el propio proceso de diversificación de la estruc-tura productiva. En cuanto a la evolución del sector hostelería, el PEPRI recoge 99establecimientos entre bares, cafeterías, tabernas, restaurantes, clubs y heladerías, aumen-tados en nuestro estudio hasta los 147 establecimientos. Si consideramos el descensodemográfico, deducimos que su clientela ha de encontrarse fuera de los límites del barrio.

En síntesis, el mito extendido del Albaicín como economía de autoabastecimientoy de bares y de restaurantes sólo parcialmente se fundamenta en los datos existentes.La economía del Albaicín es una economía de servicios de amplia orientación externa,con una diversificación interna en tres grandes grupos de actividades: el comercio, lahostelería y las profesiones liberales (Tabla 3).

TABLA 3. EL SECTOR SERVICIOS EN EL ALBAICÍN

Grupo de actividad Frecuencia %

Comercio 189 30,53Hostelería 168 27,14Actividades Culturales 50 8,08Profesionales titulados 106 17,12Enseñanza 28 4,52Otros 88 9,70Total 619 100,00

Fuente: Cámara de Comercio y elaboración propia.

2.2. La estructura ocupacional de los residentes en el Albaicín

Los autores que estudian los procesos de diferenciación residencial suelen consi-derar que la dimensión económica juega un papel fundamental como criterio diferen-ciador o segregador de la población en el espacio (LEONARDO AURTENETXE,1989: 130-134). Se considera que un grupo de población con determinadas caracterís-ticas ocupacionales y, por tanto, de ingresos y status social, tendería a agruparse enzonas determinadas en el espacio. Según este criterio, en el Albaicín debería encon-trarse cierta homogeneidad en las ocupaciones de sus habitantes. Sin embargo, elresultado de nuestro estudio señala que la heterogeneidad es la nota predominante.Para aproximarnos a esta realidad, hemos empleado los datos procedentes del Censode 1991, facilitados por el INE y elaborados en la base de datos CERCA+100 y losdispuestos en la Caracterización Socioeconómica del Albaicín realizado por el Institu-to de Formación y Empleo del Ayuntamiento de Granada (2000).

La comparación de la estructura de ocupaciones de Granada y del Albaicín mues-tra diferencias muy reducidas (Tabla 4). En efecto, aglutinando las categorías porsectores de actividad vemos que no existen disparidades significativas entre éstas, porlo que el Albaicín reproduce la estructura ocupacional de la ciudad a la que pertenece,heterogénea en un grado equivalente.

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TABLA 4. SECTOR DE ACTIVIDAD DE LA POBLACIÓN OCUPADA

Granada AlbaicínFrec. % Frec. %

Sector primario 929 1,27 33 1,20Sector secundario 14.243 19,51 550 20,10Sector terciario 57.843 79,22 2.156 78,70Total 73.015 100,00 2.739 100,00

Fuente: CERCA + 100. Elaboración propia.

La sociedad granadina se ajusta a una sociedad de servicios (BELL, 1991), con lapeculiaridad, ya señalada, de no haber pasado por una verdadera fase industrial. Por otrolado, si tomamos los datos anteriores de forma desagregada (Tabla 5), observamos queen el Albaicín tienen bastante peso las profesiones de cuello blanco: si sumamos lascategorías de Técnicos, Directivos, Jefes administrativos y Personal docente, represen-tan el 27,4% de los profesionales de la población ocupada. Esto demuestra que el gradode interrelación entre Granada y el barrio es mucho más complejo que lo definido por elmito Albaicín, que en su simplicidad lo supone muy diferente.

TABLA 5. PROFESIÓN DE LA POBLACIÓN OCUPADA

Granada AlbaicínFrec. % Frec. %

Agricultores 929 1,3 33 1,2Encargado de construcción 612 0,8 14 0,5Especialista de construcción 2.767 3,8 155 5,7Mineria metalurgia 3.411 4,7 114 4,2Industria manufacturera 2.038 2,8 117 4,3Operador de máquina 3.443 4,7 77 2,8No especializado 1.972 2,7 73 2,7Técnicos 5.989 8,3 217 7,9Técnicos auxiliares 3.337 4,6 90 3,3Directivos 1.877 2,6 56 2,0Jefes administrativos 2.297 3,2 59 2,2Empleados admtvos. 10.622 14,6 294 10,7Agentes comerciales 2.495 3,4 51 1,9Personal comercio 7.282 10,0 276 10,1Host. y serv. profesionales 5.197 7,2 253 9,2Seguridad 1.475 2,0 28 1,0Servicio doméstico 4.817 6,6 247 9,0Deportes. Arte. Clero 938 1,3 162 5,9Personal docente 9.861 13,6 419 15,3Otros 1.656 2,3 4 0,1Total 72.592 100,0 2.729 100,0

Fuente: CERCA + 100, Elaboración propia.

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2.3. Los lugares funcionales de tipo económico

El espacio urbano pude considerase como un sistema de lugares funcionales, esdecir, como una serie de espacios destinados a funciones o usos sociales distintivos–al menos de manera preferente– como consecuencia de un proceso de diferencia-ción o especialización, en el que se insertan las relaciones entre grupos y espacio alo largo del tiempo (MAIER, 1987). Conocer los usos sociales del Albaicín permiti-ría establecer las relaciones funcionales del barrio con la ciudad. Pero la aplicacióndel concepto no está exenta de problemas: por ejemplo, resulta relativamente másfácil establecer los lugares funcionales de tipo económico del Albaicín que el uso otipos de usos económicos del barrio, que es un concepto mucho más amplio.

Otro problema es el solapamiento de los “usos” sociales: el uso turístico se solapacon el económico –en sentido de actividad económica localizada–, y también con el usomonumental, y los tres tienen zonas comunes y exclusivas, que a su vez interseccionancon el uso residencial, si atendemos a las características del barrio. Y por supuesto, unproblema añadido es el estudio de los lugares funcionales de una parte de la ciudad, sinconsideración del resto de la misma, máxime cuando algunas de estas zonas funcionalesse extienden más allá del perímetro establecido para el Albaicín. En cualquier caso, deacuerdo con los objetivos de este trabajo, vamos a recoger los que podríamos denominarlugares económicos del barrio, para concluir con algunas repercusiones del uso residen-cial del mismo, también desde una perspectiva económica.

En el Mapa 1 se señalan las zonas o lugares funcionales de tipo económico en elAlbaicín. Para su establecimiento, se ha seguido una metodología doble, pues losdatos del Impuesto de Actividades Económicas se han completado con una observa-ción semiestructurada.

El resultado de nuestra investigación da como conclusión una doble tipología delugares de tipo económico. En primer lugar, aquellos que tienen como denominadorcomún el estar aislados, más o menos rodeados de zonas residenciales sin actividadeconómica y por supuesto, sin contacto con el centro de la ciudad de Granada. Endefinitiva, se trata de un patrón de dispersión de la población y de concentración de laactividad económica.

1. San Ildefonso, zona situada justamente en el linde Noroeste y que pertenece alAlbaicín por su inclusión en el Plan Especial, que considera la acera derechade su calle principal, Real de Cartuja. Contacta por tanto con la ciudad, perono con su centro. Obedece a los rasgos de una economía de autoabastecimien-to –pequeños establecimientos variados– extendiéndose por tanto más allá delespacio Albaicín.

2. San Miguel Bajo, zona de escasa actividad en torno a una plaza, dedicada casitotalmente a la hostelería y prácticamente ocupada por las terrazas de losbares. Debe su existencia a su posición estratégica, próxima a la antigua mura-lla Zirí, al mirador de la Lona y fácilmente accesible desde Granada.

3. Plaza Larga es el centro neurálgico del barrio, el núcleo primitivo del arrabalque le da nombre y que ha constituido el Albaicín hasta su generalización atoda la colina y más allá. En ella se encuentran servicios como el Centro

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MAPA 1. LOS LUGARES ECONÓMICOS DEL ALBAICÍN

Fuente: Elaboración propia.

Municipal de Servicios Sociales, el Centro de Salud, la Biblioteca Municipal,así como otros de tipo financiero y cuatro centros educativos privados –lo queexplicaría la abundancia de librerías. Concentra una alta actividad económicadonde se simultanean el comercio de abastecimiento, el comercio destinado alos visitantes y la hostelería, con varias zonas de terrazas.

Esta zona plantea una interesante peculiaridad. Mientras que el término de refe-rencia de todas las demás es la propia ciudad de Granada, la centralidad de la zona de

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Plaza Larga hace que se vinculen a los servicios que allí se proporcionan personasprocedentes de fuera de los límites del barrio residentes en dos núcleos de poblaciónpertenecientes a Granada, pero no integrados en ella (El Fargue y Haza Grande), quetienen en esta zona algunos servicios públicos, como el Centro de Salud y el deServicios Comunitarios.

Los restantes lugares funcionales de tipo económico presentan una solución decontinuidad entre sí, además de constituir el eje bisagra entre el barrio y la zonacentro de la capital. Tienen en común una fuerte actividad económica. A continuaciónse presentan los rasgos más sobresalientes de cada una de las cuatro zonas consigna-das:

4. Calle Elvira, eje de la antigua Granada musulmana, es una zona de grandinamismo económico. Simultanea la actividad diurna (relojería, peluquería,antigüedades, alimentación, artesanía, bares, etc.) y la nocturna (pubs, discote-cas y bares). Por tanto, posee una orientación de su actividad tanto internacomo externa al propio barrio.

5. Calle Calderería Nueva es una calle de penetración natural hacia el interior delAlbaicín desde el centro y, tras la decadencia de las actividades tradicionales,vinculadas al abastecimiento, desarrolla una economía en auge vinculada conla cultura árabe. De 48 actividades observadas, 30 están relacionadas con dichacultura: 10 “teterías”, 2 restaurantes y 4 bocadillerías árabes. Además, carnice-ría especializada, pastelerías, establecimientos de artesanía y alimentación.Esta singularidad hace que su público sea tanto el turista como el granadino,especialmente juvenil.

6. Plaza Nueva, una gran plaza en la que se encuentra situado el TribunalSuperior de Justicia de Andalucía y otras instituciones públicas. Desde allí setiene próximo acceso al centro de Granada, a otras zonas del barrio y a laAlhambra, gozando un fuerte carácter de tránsito. Presenta una gran diversi-dad económica, destacando los establecimientos destinados al turismo (al-quiler de apartamentos y coches, agencias de viajes, hotel, artesanía), asícomo los bares, terrazas y restaurantes, activos tanto de día como de noche.Aunque su zona de influencia se extiende más allá de los límites del Albai-cín, el margen opuesto a la plaza cae bajo la protección del Plan Especial dela Alhambra, rompiéndose así nuevamente la unidad funcional a favor de laurbanístico-administrativa.

7. Carrera del Darro es otra de las vías de acceso al barrio. Situada a la riberadel río Darro, que separa la Alhambra del Albaicín, y que se extiende poralgunas de las callejuelas que suben desde el río. Su actividad económica estátambién determinada por la alternancia de actividades diurnas –establecimien-tos de abastecimiento y turísticos– y nocturnas, con la particular relevancia delPaseo de los Tristes.

Estas últimas cuatro zonas tienen en común una multifuncionalidad económica,un uso compartido por los residentes y los foráneos, un uso incesante que podríamos

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denominar desdoblado, para el día y la noche, y por fin, su extensión en el espacio sinsolución de continuidad, formando una secuencia de establecimientos de muy diversaíndole.

El uso nocturno de estas cuatro zonas es relativamente reciente, agrupando partede lo que se conoce como la movida: la actividad nocturna de bares, tabernas y pubs,acompañada de mucho trasiego juvenil y música a un elevado volumen. Además, enPlaza Nueva, centro de este espacio, viene desarrollándose desde hace algunos años eldenominado botellón, en el que los jóvenes, a partir de las 23 o 24 horas y hasta las 2o 3 de la madrugada toman en plena calle las copas que ellos mismos preparan, trascomprar a granel las bebidas, convirtiendo el espacio público de tránsito durante el díaen espacio social de relación.

La cuestión es que parte de la movida está situada en el centro histórico de laciudad, pero no de cualquier manera, sino adoptando la forma de una frontera noctur-na, que marca un amplio límite del Albaicín, que va del Sureste al Noroeste, y que losvecinos han de atravesar para entrar o salir de sus domicilios, generándose lo queparece una especie de peaje como consecuencia de vivir en un barrio histórico o, si seprefiere, en un núcleo de tensión entre dos usos diferentes del mismo espacio. Sabien-do que en otros centros históricos se producen fenómenos semejantes, la cuestiónsería en qué medida este fenómeno puede conceptualizarse y si tiene aquí rasgosdistintivos o no.

2.4. Otros usos funcionales

Hasta ahora hemos planteado la presencia de un Albaicín económico, que en susmanifestaciones más importantes se concretaría en un Albaicín comercial, un Albaicínhostelero (en sus vertientes diurna y nocturna) y un Albaicín de servicios técnicos yculturales, y constatado la desaparición de un Albaicín artesano. También puede ha-blarse de un Albaicín educativo, vinculado a determinadas prácticas profesionales, consus repercusiones indirectas no tanto en la economía del barrio propiamente dicha,como en la estructura que lo sustenta.

Funcionalmente, cabría considerar todavía el impacto económico de otros albai-cines. Desde una perspectiva económica no tiene mucho sentido hablar de un Albaicínmonumental, pues, a pesar de su riqueza patrimonial, lo más característico del Albai-cín es su ambiente, como resultado de su peculiar configuración de calles, rincones,plazas y miradores. De otra manera, el impacto económico directo del Patrimonio esprácticamente nulo, a favor de un uso funcional mucho más vinculado con el ocio, elencuentro social o el turismo, impregnado, eso sí, de un aire monumental característi-co. En buena parte, algunas de estas actividades exigen muy poco gasto o se concretaen el disfrute de cualquiera de las múltiples terrazas, bares o teterías. ¿En qué medidapuede hablarse entonces de un uso turístico del Albaicín?

Es muy escasa la información desagregada en el nivel turístico. El reciente estu-dio de Latiesa (2000), que parte de la Alhambra como referente obligado de Granada,manifiesta que un 28,6% de los que vistan la Alhambra visitan el Albaicín, y un 27%

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piensa visitarlo, lo que representa unas 980.000 personas8. Más del 90% conoce luga-res del eje bisagra, pero del interior del barrio apenas un mirador. El impacto eco-nómico se diluye en los servicios de hostelería de bares, restaurantes y otros pequeñoscomercios, dado que otra de las características del turismo en Granada en su bajonúmero de pernoctaciones9 y la escasa calidad de la instalaciones de hostelería yrestauración que no atrae el turismo de nivel medio y alto (TITOS, 1998).

En cualquier caso, en el territorio del Albaicín existen 7 hoteles y algunos másestán en fase de construcción o en proyecto, dadas sus posibilidades como lugar deatracción para un nuevo turismo de carácter cultural –que ya no es de masas, como elde la Alhambra– sino mucho más selectivo. Al mismo tiempo, esta en fase de cons-trucción un zoco y se han establecido rutas turísticas de penetración desde el eje antesmencionado hacia el interior del Albaicín, así como un Centro de Interpretación. Deesta manera, el impacto turístico se plantea a medio y largo plazo, lo que sin dudatransformará la actual oferta turística del barrio.

Queda por tratar el impacto económico del uso residencial del Albaicín. El Mapa1 recoge los lugares funcionales de tipo económico. El resto del espacio –junto aiglesias, conventos y colegios– está prácticamente dominado por viviendas, destacan-do la gran presencia de jardines particulares. Sobre el uso residencial, conviene recor-dar la existencia en el Albaicín de unas 6000 viviendas. Existe una oficina que centra-liza todos los temas urbanísticos del barrio, la Unidad Técnica del Albaicín, quepublica memorias periódicas. En los años 97 y 98 fueron concedidas casi 400 licen-cias de obra menor. En cuanto a licencias de primera ocupación, en esos años seconcedieron 80, 30 de las cuales correspondían a rehabilitaciones. De esta manera, lamedia anual ha ascendido a más de 30 licencias, en una tendencia progresiva.

Como complemento a estos datos, sería interesante destacar la dimensión especula-tiva de los procesos de rehabilitación y nuevas construcciones. Se ha realizado unseguimiento de los precios de alquiler y venta de las viviendas en el barrio, llegándose ala conclusión de que el Albaicín puede compararse en categoría con lo más selectivo delas zonas céntricas de la ciudad, como puede ser la calle Recogidas, que además de estarcéntricamente situada, tiene acceso inmediato desde la autovía de circunvalación.

¿Cómo enlazar este proceso con relación al fenómeno de la vivienda en la ciudadcontemporánea? El hecho más llamativo es la sustitución de un patrón extensivo de laciudad hacia las zonas limítrofes –denominado mancha de aceite– por otro, caracteri-zado por la falta de continuidad –el llamado salto de la rana– (SÁENZ LORITE,1996). Aplicado a Granada, este fenómeno se ha traducido en el estancamiento delmunicipio, a favor de su zona metropolitana (MENOR TORIBIO, 1997). Sin embargo,

8. El número de visitantes a la Alhambra en 1995, según el Patronato de la Alhambra fue de 1.761.397.Téngase en cuenta que los datos relativos a los visitantes y los que piensan visitar el Albaicín son unaestimación a la baja, dado que para obtener más exactamente el número total de turistas se deben incluirlos que visitan la ciudad pero no la Alhambra, dato imposible de calcular con las fuentes disponibles.

9. Según Latiesa (2000: 284-294), del total de visitantes de Granada, el 32% no pernoctan, mientrasque sí lo hace el 68%. El 69% de éstos, lo hacen entre 1 y 3 noches.

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la situación del Albaicín es paradójica, dado lo peculiar de su evolución demográfica,pues mientras pierde población tradicional –a favor de barrios obreros de la periferiao de la zona metropolitana–, llegan nuevos pobladores, en un movimiento sin conti-nuidad geográfica (más parecido al salto de la rana), que podría constituir un auténti-co proceso de apropiación (LEFEBVRE, 1969: 159) del barrio por parte si no de lasclases patrimoniales –que ya estaban presentes en los grandes cármenes del Albaicín,sí de la nueva burguesía, las nuevas clases medias ilustradas que buscan en él algo másque un lugar para vivir, de acuerdo con los nuevos valores postmaterialistas (INGLE-HART, 1991). Estos valores, denominados por Morin (1995) como neoarcaísmo oneonaturismo urbano, se erigen como oposición entre la naturaleza y el mundo artifi-cial de la urbe, lo industrial y lo preindustrial, entre lo urbano y lo rural. Es el retornoa las tradiciones, a lo natural, a la artesanía, a la gastronomía tradicional, y en granmedida a una pretendida vuelta a la comunidad, características que pueden encontrar-se asociadas a las representaciones sociales que circulan sobre el Albaicín.

Por último, convendría resaltar la pervivencia de las pautas económicas de laciudad de Granada, pues las razones que hoy revitalizan el barrio, conformes con lastradiciones patrimonialistas granadinas, son las mismas que apenas facilitan el creci-miento económico de la ciudad. ¿Cabe augurar un futuro cíclico a la ciudad de Grana-da, centrada siempre en torno a sí misma, quizá incapaz de incorporarse a las nuevastendencias globalizadoras?10

3. IMPLICACIONES

3.1. Dimensiones y patrones

El estudio de la economía del Albaicín, incluyendo la vertiente longitudinal cuan-do ha sido posible, pone de manifiesto el abandono de las viejas pautas en la vidaeconómica del barrio:

1. El fin de una situación de relativo aislamiento del barrio, en el que una econo-mía de autosuficiencia –manifestada en servicios básicos de alimentación ycomercio al por menor, que componen la casi única actividad–, cede terreno auna economía de interdependencia con respecto al resto de la ciudad, en lasatisfacción de las necesidades de sus habitantes, que por otra parte, presentanunas características laborales equiparables a las de la ciudad.

2. La presencia de una economía interdependiente con respecto a la de Granada,basada en la presencia de servicios, que van desde semiprofesionales e instala-ciones y profesionales cualificados, hasta servicios culturales y educativos,

10. Castells y Borja (1997) plantean la globalización como circulación de flujos. En su situaciónactual, Granada podría integrarse bien en el movimiento de personas asociado al turismo y el ocio, peromucho más difícilmente en los movimientos de capital, información y tecnología.

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que incluyen a su vez una amplia gama, desde las enseñanzas regladas integra-das en todos los niveles del sistema educativo hasta las actividades culturalescomo actividad económicamente rentable.

3. El incremento de la especialización en una economía del ocio, centrada en lahostelería en su versión formal e informalmente en el botellón, de la que sebenefician tanto los residentes en la ciudad como los visitantes foráneos.

4. El Albaicín mueve también una parte importante del negocio urbanístico yconstructor en Granada, al haberse convertido, para determinados grupos so-ciales, en un lugar atractivo para vivir.

5. El estudio de los lugares funcionales de carácter económico revela la presenciade zonas orientadas hacia el interior del barrio tanto como otras en una diná-mica de interacción con la ciudad.

6. En suma, la realidad económica del Albaicín no se ajusta en buena parte a laidea que en el imaginario colectivo granadino existe de ella, pues asistimos aun proceso de integración funcional con respecto al conjunto de la ciudad deGranada.

A la vista de esta situación, el problema de la economía del Albaicín –en generalde los barrios y en cualquier caso, entendida en su sentido más amplio– puede enton-ces plantearse en términos de integración de ese espacio social concreto con respectoa la de la ciudad de la que forman parte. ¿Cómo enfocar el problema de la división delespacio urbano? En principio, aislamiento e interdependencia supondrían los dos ex-tremos del continuum con respecto al que situar el respectivo barrio en su ciudad, decarácter multidimensional, al poder descomponerse en distintas variables.

A su vez, al reflexionar sobre las dimensiones relevantes en la economía delbarrio consideramos que podemos entender las relaciones entre la ciudad y sus partes,por lo menos con arreglo a dos dimensiones:

• La dimensión interno-externo, que vendría a plasmar la orientación de lasactividades, referida por tanto a la capacidad del propio barrio de absorbertodas sus potencialidades o, en términos económicos, toda su oferta: educa-ción, turismo, ocio, lugar de encuentro, centros escolares. Esta dimensión semanifiesta en la presencia de zonas funcionales orientadas al interior del barrio–residuos de la autosuficiencia– y zonas de gran dinamismo e interacción conla ciudad, en este caso, con la forma de frontera entre el Albaicín y Granada.

• La dimensión visible-invisible, referida a la actividad económica, se vuelveespecialmente importante de cara a la configuración del imaginario social delbarrio. Mientras que la actividad hostelera es la actividad principal del Albai-cín económicamente visible, así como las distintas zonas funcionales, las acti-vidades profesionales no lo son, igual que la actividad comercial del barrio,que permanece oculta. La actividad escolar o el uso residencial son visibles,pero no se asocian a la actividad económica. Es decir, el Albaicín posee unaactividad mucho más diversificada de lo que parece a simple vista, cubriendonecesidades externas de la ciudad y más allá.

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No podríamos olvidar en ningún caso, aunque se mueve en un plano distinto a losanteriores, la dimensión temporal, que se ha demostrado especialmente relevante, y amucho menos largo plazo del que podríamos imaginar, al comprobar al menos loscambios desde el estudio del PEPRI (1988) hasta hoy, lo que a su vez valdría paracada una de las variables implicadas, que manifestarían diferentes ritmos de expan-sión, crecimiento o integración. Desde luego, no sería arriesgado plantear la ralentiza-ción del declive demográfico del barrio paralela a su recuperación económica. Y encualquier caso, la concepción del Albaicín en un continuo proceso de transformación.

El resultado de todo esto es la presencia de patrones, que supondrían la plasma-ción de estas dimensiones para cada una de las actividades, es decir, formas específi-cas de organización de la actividad social y económica en la vida del barrio, quepodrían plantearse como los elementos más característicos de la situación de un barriodeterminado en un momento determinado. Sin embargo, nos parece conveniente desta-car no sólo la presencia de estos patrones o formas de organización, sino también laimportancia de las formas de representación, referidas a aquellos patrones específicosque guían la construcción de las imágenes del barrio en la ciudad. Para concluir eltrabajo, realizaremos algunas reflexiones sobre ambas cuestiones.

3.2. Los mitos urbanos en su dimensión económica

El mito del Albaicín es resultado de un proceso de construcción social. En esteproceso se pueden disociar analíticamente su componente objetivo, su realidad deter-minada desde la filosofía social empirista, su dimensión inductiva (lo que es) por unlado y, por otro, su componente subjetivo, la realidad considerada desde la filosofíafenomenológica, la interpretación o re-interpretación, recreación constante de lo exis-tente (lo que es pensado). Así, pensar el mito es responder a la pregunta de Berger &Luckmann (1994: 35) “cómo es posible que la acción humana (en el sentido deWeber) produzca un mundo de cosas (en el sentido de Durkheim)”11. En el Albaicíntenemos una serie de elementos objetivos como son su evolución histórica, su empla-zamiento físico en una colina frente a la Alhambra, la tipología de sus edificaciones,las formas no racionales de su trazado viario, la rusticidad del espacio y la singularcomposición de sus habitantes entre otros elementos. Con respecto a sus elementossubjetivos tenemos la propia tradición oral, la categorización de valor histórico yartístico como Patrimonio de la Humanidad, la imagen proyectada por los medios decomunicación y las que generan los diferentes agentes implicados.

El Albaicín es un enclave proclive a la generación de mitos. En su dimensióneconómica, el mito Albaicín sostiene una relativa independencia del contexto urbanoen el que se inscribe, y –de manera contradictoria con lo anterior– que su economíaestá basada en la hostelería de bares y pequeños restaurantes. Esta representaciónentroncaría directamente con la persistencia del mito de la comunidad, más sobreen-

11. Los paréntesis son nuestros.

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tendida que definida (IRIGOYEN, 1996), a la que se atribuyen los rasgos de totalidady autonomía, características que encajarían a la perfección con una determinada visiónhistórica del Albaicín.

Desde el punto de vista que nos interesa, hay que señalar dos aspectos. Primero,y como resultado del estudio, hay que desmitificar la representación colectiva de unaeconomía independiente y su contradictoria suposición de una economía de bares. Ensegundo lugar, cabe la pregunta por la función del mito urbano. El mito ofrece unavisión de la realidad y del mundo constituyéndolo en una totalidad y dotándola desentido. De esta forma, se hace comprensible la complejidad existente, pues “el mitoproporciona la certidumbre de que algo, con orden y sentido, es persistente” (MAR-DONES, 2000: 49). El mito agrupa a la gente en dicha unidad de sentido y básicamen-te en lo que Mircea Eliade (citado por este autor), denomina la “obsesión del comien-zo”; en otras palabras, apelar al pasado como momento fundador o como momentoidílico donde legitimar el presente.

De acuerdo con todo esto, el Albaicín presenta un doble proceso de reconstrucción:reconstrucción material, recurriendo al pasado glorioso de paz y armonía, vida intensa,relaciones personales y relativa independencia de la ciudad, frente a la situación actualde abandono y deterioro. Supone una llamada de atención, una concienciación a lainversión, para salvar una zona determinada, de manera que se pueden movilizar ygenerar recursos, que acaban llegando en forma de subvenciones y apoyos para larehabilitación física de su espacio (por ejemplo, los fondos europeos)12. Al mismo tiem-po, encontramos una reconstrucción simbólica: el mito Albaicín genera un proceso derevalorización y recuperación simbólica de su espacio basado en la idea del retorno a lacomunidad, que contribuye a la recuperación material. El efecto perverso de este dobleproceso es el incremento de los precios y la expulsión de la población tradicional,precisamente la que detenta aún los últimos rasgos de la vida en comunidad.

En síntesis, no se puede separar lo económico de lo simbólico, no sólo porque elAlbaicín como Patrimonio de la Humanidad y lugar de ambiente y encantos múltiplesatraiga los intereses económicos de los diferentes agentes, sino porque las representa-ciones que de él se hagan presentan una clara vocación de influir en su realidad deforma ambivalente como hemos visto: atrayendo inversiones públicas y privadas parasu rehabilitación, y a su vez, modificando las formas concretas de relación con elespacio de sus usuarios.

3.3. La integración del Albaicín, entre la multifuncionalidad y la especialización

A la vista de los resultados del estudio, la determinación de diversas áreas funcio-nales en el Albaicín quizá permitiría dar la razón a quienes proponen el “zoning”como teoría básica de la ciudad, desde el punto de vista del paradigma neopositivista

12. En el momento de redactar este trabajo, Granada cuenta ya con la aprobación de un proyectoUrban, de la Unión Europea, por la que recibirá alrededor de cinco mil millones de pesetas.

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(PRECEDO LEDO, 1996: 159). La expresión de una ciudad divida en partes queobedecen a las funciones necesarias para su desarrollo se encuentra en el UrbanismoRacionalista. Para Le Corbusier (1989), existiría un individuo-tipo universal, fuera detoda cultura y tiempo, con una serie de necesidades que satisfacer: productivas, dehábitat, de movimiento, y de cultivar el cuerpo y el espíritu, que debería satisfacer enespacios adecuadamente organizados para cada una de ellas.

Sin embargo, la complejidad de los espacios del Albaicín, su utilización para usosmúltiples, conviviendo el uso económico con el administrativo-institucional, el ociocon el trabajo, el uso residencial y el turismo... inducen a pensar más bien lo contrario.Además, en la teoría social más reciente (ALGUACIL, 2000), el objeto de estudio hadejado de estar en las estructuras urbanas, o la ciudad en sí, para tener una mayorconsideración la experiencia urbana, la ciudad vivida. Poner el énfasis en la dimen-sión social, cultural y simbólica, no supone despreciar las estructuras donde éstas sedesarrollan, sino que acentúa las relaciones que se desarrollan sobre ellas, de grancomplejidad. De hecho, al emplear el concepto de lugares funcionales en su concep-ción relacional, como propone Maier (1987), hemos tratado de destacar los tipos derelaciones que modifican las estructuras materiales y simbólicas.

Como consecuencia, encontraríamos que la multifuncionalidad constituiría unade las características fundamentales del Albaicín. Dada su peculiaridad en cuantocentro histórico –que no es centro geográfico ni administrativo– tenemos que concluirque más que ofrecer una única función (economía de bares) o una serie de serviciosdestinados a su población (aislamiento), lo que encontramos es una diversidad defunciones orientadas a satisfacer las necesidades tanto de los propios residentes comode la población granadina.

Paralelamente, esto se traduce en una cierta especialización o diferenciación delAlbaicín en determinadas actividades –hostelería, educación, uso residencial– conrespecto a la ciudad, fundamentales para la revitalización del barrio y compatibles consu status como Patrimonio de la Humanidad. El Albaicín se convierte en un recursoesencial en la economía de Granada, que le permite ofrecer un producto distintivo enuna peculiar estructura de mercado, en la que las ciudades han de realizar una ofertaespecífica de cara a una economía globalizada (BORJA Y CASTELLS, 1997; PRECE-DO LEDO, 1996; VÁZQUEZ BARQUERO, 1993). En suma, la cuestión funcionaldepende en buena parte del nivel de análisis que se esté manejando en cada momento,si se orienta hacia los residentes del propio barrio, a los habitantes de la ciudad o a laintegración en estructuras económicas de mayor envergadura13.

Otra cosa es cómo ha llegado a producirse esta integración funcional con laciudad, pues la singularidad del Albaicín –y en parte la de Granada– estaría en acomo-darse a la tendencia general de una economía de servicios –donde el turismo culturaljuega un papel preponderante– sin haber pasado por una fase industrial. Al mismo

13. Evitamos aquí la pregunta sobre el barrio como subsistema. ¿O son los distintos subsistemas –económico, educativo, hostelero, residencial, turístico, etc.– los que verdaderamente tienen entidad propia,cambiantes en el espacio a merced de las circunstancias?

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tiempo, la búsqueda de la calidad de vida y la generalización de los valores neonatu-ristas vienen a favorecer la tendencia, al recuperar el barrio como objeto de deseo.

Muchos temas quedan sin resolver en un trabajo como éste, especialmente si sepone el énfasis no tanto en la economía como en el barrio. El mismo párrafo anteriorestá enunciando una contradicción de compleja resolución: el conflicto entre el valor deuso del Albaicín y su valor de cambio: el contraste entre quienes ven el barrio comolugar para vivir rodeados de un determinado ambiente y entre quienes encuentran en éluna oportunidad para obtener beneficio económico. No en balde se plantean conflictosentre ambos, denunciándose ya las incomodidades que ocasionan los turistas, o la plagade las sombrillas en las terrazas de los bares14. Eso sin tener en cuenta que el proceso degentrificación supone el desplazamiento de buena parte de la población tradicional, quese deshace de sus pequeñas viviendas, quizá en mal estado, sin recibir suficientes apo-yos institucionales. Además, ¿en qué medida puede convertirse el Albaicín en una mer-cancía? No olvidemos que residir en él forma parte también de una estrategia de losgrupos sociales acomodados que incrementa así su capital social y cultural (BOUR-DIEU, 1989). ¿Corresponden los nuevos establecimientos hosteleros –bares, restauran-tes, hoteles– a los viejos patrones de la comunidad, o más bien son instalaciones conánimo de lucro de gentes que jamás han vivido en el Albaicín?

4. CONCLUSIONES

Disponemos de elementos suficientes para catalogar al Albaicín como preindus-trial hasta época reciente, marcado por un relativo aislamiento del resto de la ciudad,al tiempo que se advierten ya una serie de tendencias que pueden ser expresión decambios que podrían considerarse consolidados. De esta manera, el Albaicín se incor-pora a la nueva sociedad de servicios, introduciéndose en los nuevos circuitos econó-micos, culturales y sociales del entorno en el que se inserta. A lo largo de la década delos 90, el Albaicín se ha revalorizado a nivel simbólico y cultural, coincidiendo conlos esfuerzos por lograr su recuperación física y funcional (restauración, conservaciónde edificios y urbanización), aunque aparezcan otros, derivados de los nuevos usosfuncionales y la presión turística en el barrio.

En suma, en sus relaciones con la ciudad a la que pertenece, encontramos que lasituación del Albaicín es la siguiente:

• Un patrón general de integración con la ciudad, a través de las actividadescomerciales, hosteleras, educativas y socioculturales, así como en la equipara-ción de la estructura ocupacional de la población del barrio. Es decir, un patrónde multifuncionalidad que convive con una especialización funcional relativa.

14. José García Román, Presidente de la Academia de Bellas Artes de Granada, en el diario IDEAL,17.III.2001.

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• Convivencia de lugares funcionales de carácter complementario: tanto los orien-tados a las necesidades internas como los que son expresión de una mayoractividad económica e integración con la ciudad; presencia de una frontera –que no separa, sino que une– con el resto de la ciudad. También habría quedestacar la presencia de un patrón de uso exclusivo de carácter residencial,aplicable a amplísimas zonas del barrio.

• Por último, la aparición de una imagen idealizada del barrio, inicialmentecaracterizada por el énfasis en los aspectos negativos, como un mecanismopara incidir en la necesidad de inversión y rehabilitación, que genera sus efec-tos perversos o no deseados.

La continuidad en el tiempo del Albaicín no está exenta de contradicciones,comenzando por la necesidad de conservarlo adaptándolo a los nuevos tiempos ynuevas necesidades sociales. Por otra parte, determinados usos pueden entrar en con-tradicción entre sí, suscitándose el problema del coste social o económico del procesode revitalización. El resultado final es la visión del Albaicín como un barrio en conti-nuo proceso de cambio. De una manera u otra, el Albaicín –hablando con propiedad,sus habitantes, la ciudad de Granada– ha sabido adaptarse en el pasado aprovechandolas peculiares circunstancias que lo han configurado a lo largo de los siglos. Nosencontramos ahora ante una nueva encrucijada, de la que esperemos que nuevamentesalga airoso.

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LA RED FERROVIARIA ANDALUZA: INFRAESTRUCTURAS YMODELO TERRITORIAL

JESÚS ANTONIO SALVADOR GARCÍA1

Recibido: 25-II-02. Aceptado: 25-VII-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 97-123].

PALABRAS CLAVE: Infraestructuras, Transporte, Flujos de transporte, Ferro-carril, Red, Conexiones, Vía, Alta velocidad, Ordenación del territorio, Planea-miento estratégico.KEY WORDS: Infrastructures, Transport, Transport Flows, Railway, Network,Connections, Track, High Speed, Territorial Regulation, Strategic Planning.MOTS-CLEFS: Infrastructures, Transport, Flux de transport, Chemins De Fer,Réseau, Points de Jonction, Voie Ferrée, Grand Vite, Aménagement du Territoire,Planification Stratégique.

RESUMEN

El ferrocarril es sin duda, una de las principales infraestructuras de transporte. La red o mallaque conforma con sus diferentes líneas (vías) y puntos de conexión (estaciones y cruces), son unelemento principal a tener en cuenta a la hora de configurar cualquier modelo territorial. Delmismo modo los diferentes servicios y flujos de viajeros y mercancías, son un factor estratégicopara el desarrollo económico y social de un espacio regional. Definir y analizar el procesohistórico y la estructuración de la red ferroviaria andaluza, es el motivo de este estudio. Unaaportación de la Geografía del transporte y redes, al conocimiento estratégico de nuestra región.

SUMMARY

The railway is, without a doubt, one of the main transport infrastructures. The network, orweb, formed by its different lines (tracks) and points of connection (stations and crossings) is amajor element in the design of any territorial model. Moreover, the different services and flowsof passengers and goods are a strategic factor in a region’s economic and social development.This paper, a contribution from the Geography of Transport and Networks to the strategicunderstanding of our region, aims to define and analyse the historic evolution and structuring ofthe Andalusian railway network.

RÉSUMÉ

Les chemins de fer sont, sans doute, une des principales infrastructures de transport. Leréseau ou maille qu’ils forment avec ses différentes lignes et points de jonction (gares etcarrefours), constituent un élément de premier ordre à prendre en compte pour élaborer un

1. Geógrafo. Delegación Provincial de Medio Ambiente de Granada. Junta de Andalucía.

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modèle territorial. De même, les différents services et flux de voyageurs et de marchandises,sont un facteur stratégique pour le développement économique et social d’un espace régional.L’objet de la présente étude est de définir et d’analyser le processus historique ainsi que lastructuration du réseau ferroviaire andalous. Elle se veut un apport de la Géographie du trans-port et des réseaux à la connaissance stratégique de notre région

1. INTRODUCCIÓN

Las Infraestructuras de transporte, constituyen un factor estratégico para el desa-rrollo económico y social de un territorio, por distribuir los servicios públicos alconjunto de la población, permitiendo la movilidad de la misma y de las mercancías,la comunicación y el acceso a la información. Asimismo, contribuyen a la vertebra-ción y el equilibrio territorial. La planificación de las ínfraestructuras debe estar fun-damentada en los objetivos y directrices generales de la ordenación del territorio.

La organización de Andalucía como Comunidad Autónoma supuso la modifica-ción del modelo de planificación anterior, al adoptar la Junta de Andalucía comoobjetivo prioritario el articular internamente la región. En el nuevo modelo, el sistemade ciudades y sus correspondientes áreas de influencia definen, junto a los principalesejes de comunicación, el esquema de articulación territorial de Andalucía. La obra quemejor expresa el nuevo modelo territorial ha sido la realización del eje transversaltanto a nivel viario (A92) como el eje ferroviario. Por otra parte, el eje litoral delMediterráneo, constituye por su dinamismo económico una pieza clave en el sistemaurbano y productivo de la región.

Pueden señalarse cuatro determinantes principales del potencial de desarrollo deuna región: la situación geográfica, la población, la estructura productiva y las infraes-tructuras. La consolidación de unas infraestructuras y un sector del transporte moder-nos es necesaria para el aprovechamiento de ese potencial. Las infraestructuras son, ala vez, soporte y elemento impulsor del desarrollo, ya que ordenan el espacio físico ypermiten orientar e intensificar los flujos económicos. Por ello, tienen un efecto dearrastre sobre la estructura productiva que contribuye decisivamente al crecimientoeconómico regional, produciendo esta contribución efectos beneficiosos directos sobreel territorio.

En el caso de Andalucía, su posición geoestratégica se puede ver revalorizada enel nuevo contexto internacional, siempre que se produzca una progresiva equiparaciónen sus dotaciones de infraestructuras con los países industrializados, para las siguien-tes funciones:

• Punto de ruptura de carga respecto a las rutas internacionales de distintasmodalidades de transporte, principalmente como lugar de paso para el tráficomarítimo entre el Océano Atlántico y el Mediterráneo, y entre los países delcentro-norte de Europa y el Norte de África y América.

• Encrucijada y punto de intercambio entre los mercados de los países industria-lizados de la Europa Comunitaria y las regiones en vías de industrializacióndel Norte de África.

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• Región mediterránea especializada para la localización de actividades econó-micas innovadoras y para los sectores en los que cuenta con ventajas compara-tivas en el mercado europeo: turismo, nuevas agriculturas o energías renova-bles.

• Región incluida en el grupo de países industrializados, con potencialidad paraparticipar activamente en los procesos de transferencia tecnológica y coopera-ción al desarrollo de los países en vías de industrialización de la región y alexterior. Por ello, es posible pensar que las mejoras infraestructurales repercu-tirán en una mayor descentralización de actividades industriales y terciarias,tradicionalmente concentradas en las áreas urbanas, y por tanto, en un mayorequilibrio territorial.

Un mejor aprovechamiento de los recursos naturales para el desarrollo económi-co. Entre la amplia gama de recursos naturales que se podrán explotar con la mejorade las infraestructuras destacan los que interesan al sector turístico. La mejora de laaccesibilidad es un elemento importante para mantener la competitividad en el merca-do mundial de las áreas turísticas litorales; pero una amplia superficie del territorioregional se corresponde con áreas rurales interiores y de montaña que, pese a supotencial de desarrollo, apenas se han favorecido de la especialización turística de laregión. Ello ha venido motivado, entre otros factores, por la baja accesibilidad entre lafranja litoral y el interior de la región. Los nuevos esquemas de infraestructuras detransportes y comunicaciones y, en particular, el desarrollo de una nueva red ferrovia-ria, deben contribuir a superar esta situación, ofreciendo alternativas de futuro a estaszonas.

La mejora de la integración económica con los países de la Unión Europea y conel Norte de África. La nueva perspectiva de un único espacio económico europeo estádesplazando de forma acelerada la noción clásica de competitividad entre economíasnacionales, basada esencialmente en las ventajas comparativas entre empresas

Los elementos básicos del sistema regional de transporte y comunicaciones son:las redes infraestructurales, que sirven de soporte físico a la movilidad, y los serviciosde transportes, que contribuyen poderosamente a organizar estas relaciones de movili-dad. La comparación entre las características que presenta este sistema regional detransportes y comunicaciones, en países y regiones industrializados y en Andalucía,permite un diagnóstico general de los problemas y oportunidades del sector, realizadodesde la óptica de la consecución de un sistema de transporte y comunicaciones bienarticulado y adecuado a las características de las necesidades territoriales de la región(PETRUS BEY, J. M.-SEGUÍ PONS, J. M. 1991).

En Andalucía, la dotación general de redes de transportes en relación con susuperficie y población está por debajo de la media comunitaria y nacional. La redferroviaria2 tiene unas dotaciones inferiores a la media nacional y comunitaria, debido

2. Conjunto de líneas, vías y estaciones de ferrocarril en un territorio.

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a un discreto y poco homogéneo desarrollo histórico y a la supresión de servicios enlas últimas décadas por falta de rentabilidad económica. Se trata de una red conniveles de servicio insuficientes por problemas de trazado y obsolescencia de losmateriales en algunas de las líneas. Destaca, especialmente, la inadecuada articulaciónterritorial entre el sistema portuario y la red ferroviaria (TEDDE DE LORCA, P.1990).

2. EL MODELO TERRITORIAL DE ANDALUCÍA Y EL FERROCARRIL

El marco de enfoques, objetivos y principios del Modelo Territorial del P.O.T.A(Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía) se apoya en una interpretación de loselementos que se identifican como constitutivos de la estructura territorial de la región:

• El sistema regional de asentamientos de población (ciudades principales, ciu-dades medias, pequeñas ciudades, núcleos rurales, y otros asentamientos).

• El sistema de transportes y comunicaciones, constituido por las redes de infra-estructuras y servicios básicos en la escala regional, soporte de las relacionesterritoriales principales.

• La identificación y potenciación de los vínculos de relación entre los diferen-tes elementos o componentes del territorio está dirigida hacia un objetivoglobal de vertebración regional.

El resultado de todo ello es la formulación de una propuesta de organización delSistema de Ciudades entendido como estructuras urbanas de relación con capacidadde conformar redes o sistemas territoriales. Esta propuesta comprende los CentrosRegionales, las Redes de Ciudades Medias y la organización de los asentamientosrurales. Como una consecuencia directa de lo anterior, el Modelo plantea una segundareferencia constituida por el Esquema Básico de Articulación Regional, en el que seexpresan las vinculaciones que se establecen entre los diferentes componentes delSistema de Ciudades, y las propuestas de redes de transportes, siendo la red ferrovia-ria y su articulación una referencia obligada.

El transporte por ferrocarril ha experimentado un profundo cambio en los últimosaños, de tal calibre que incluso ha supuesto una alteración de su concepción tradicio-nal. El desarrollo y la puesta en servicio de los trenes de alta velocidad3, que circulana más de 250 km/hora, e incluso pueden alcanzar mayores velocidades, suponen uncambio en las relaciones del ferrocarril con el resto de modos de transporte, y paradistancias medias representa un fuerte competidor, tanto del transporte por carreteracomo del avión.

3. Modalidad ferroviaria con velocidades superiores a 250 km/h. Desde el 2000, entre 300 y 350 km/h2º generación.

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Con un trazado que tiene sus orígenes a mediados del siglo XIX, la red deferrocarriles de Andalucía ha conocido en estos últimos años un doble proceso,tanto de cierre de las que presentaban una escasa rentabilidad, como de creación yapertura del nuevo trazado por el que transcurre el AVE4, Tren de Alta Velocidad,en el que se han invertido más de 400.000 millones de pesetas para lograr algoverdaderamente importante, unir por ferrocarril las ciudades de Madrid (Atocha) ySevilla (con la moderna estación de Santa Justa) en menos de tres horas, la apuestamás ambiciosa que en este orden se ha llevado a cabo no sólo en Andalucía, sino enel conjunto del Estado español y es una de las líneas más utilizadas del conjunto deRENFE5 (POTA, 1990).

3. LA CONFIGURACIÓN HISTÓRICA DE LA RED FERROVIARIA ANDALUZA

En 1855, se promulga la primera Ley de Ferrocarriles. Esta ley, que suponíarealmente la planificación de la red, al indicar que tendrían primacía los ferrocarrilesque, saliendo de Madrid, alcanzasen los puertos y las fronteras del reino, determinó yconfirmó la red radial, como primer factor geoestratégico relevante en los ferrocarrilesespañoles (WAIS, F. 1973).

En el momento de publicarse esta ley, Andalucía, sólo contaba con un tramo deferrocarril, inaugurado en 1854, entre Jerez y el Puerto de Santa María, donde existíaun embarcadero que permitía acortar distancias con el puerto de Cádiz. Se iniciaba deesta forma lo que posteriormente sería el principal eje de penetración en Andalucíapor su extremo mas al Sur, El siguiente tramo inaugurado es el Sevilla-Córdoba,siguiendo el curso del Guadalquivir, unos meses después se completa el tramo deSevilla a Jerez, aunque por otra compañía, la “Compañía General de Crédito”, queadquiriendo posteriormente la Jerez-Cádiz formaría la línea Sevilla-Cádiz. La con-fluencia de estas dos líneas, la Sevilla-Jerez y la Sevilla Córdoba, en la ciudad deSevilla y la falta de acuerdo entre las compañías para realizar una estación común,daría lugar a la existencia de dos estaciones con emplazamientos diferentes dentro dela ciudad, el primer despropósito territorial, aún en escala urbana. El siguiente tramode esta línea, de Córdoba hacia la Meseta, se adjudicaría a, la compañía Madrid-Zaragoza-Alicante, en 1860, aunque el tramo que penetra en la región desde Córdoba-Venta de Cárdenas no se inaugura hasta 1866.

Al mismo tiempo, se inician las obras del segundo eje de carácter estructuranteen la región, que en dirección Norte-Sur unirá Córdoba con Málaga. Se inician otrostres ramales de importancia: el que conecta la línea Córdoba Málaga con Granada, elque se dirige a conectar Córdoba con Almorchón y el transversal de Utrera a Osuna yLa Roda. El primero de estos ejes, el Campillos-Granada (aunque posteriormente el

4. Alta velocidad española (1992)5. Red de Ferrocarriles Españoles, monopolio fundado en el año 1941

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enlace previsto en Campillos se sustituyó por Bobadilla), se inicia en 1863 por lamisma compañía que tenía la concesión Córdoba-Málaga. La construcción se iniciópor sus extremos, terminándose los tramos de Bobadilla a Archidona y de Loja aGranada, mientras que el de Loja a Archidona no se terminará hasta 1874 (VEGAGONZÁLEZ, G. 1990).

La consecuencia, es una red concentrada en la mitad occidental de Andalucía,con trazado sinuoso, numerosos empalmes y nudos ferroviarios, en función de lasiniciativas privadas, ligados al transporte de aceites, cereales o minerales españoles(WAIS, F. 1973).

A partir de 1870, el ritmo de construcciones desciende; tan sólo se concluyenalgunos tramos, los de mayor dificultad, en las líneas antes citadas y que estabanpendientes de terminar. A estos años corresponden los pequeños tramos que comple-tan las líneas Bobadilla-Granada, Bélmez-Córdoba y Marchena-Osuna, así como elenlace con Extremadura.

Después de este tiempo se modificará la estructura de las comunicaciones, puesal concluir una serie de tramos, se consigue integrar a través del ferrocarril a seiscapitales andaluzas, aunque queden aún sin acceso ferroviario Jaén y Almería, la“Compañía de los Ferrocarriles Andaluces”, fue creada con la pretensión de reunir enuna sola red, la mayor parte de las líneas que componían la red ferroviaria en Andalu-cía. De esta manera en 1880, un cuarto de siglo después, la red ferroviaria andaluzaestá prácticamente dividida en dos grandes compañías: La MZA6, que monopoliza eltransporte hacia el Norte, y la de los Andaluces que monopoliza el tráfico hacia lospuertos de Málaga, Cádiz y Sevilla. Ambas compañías compiten en la conexión hori-zontal entre la Andalucía Oriental.

Otro de los rasgos definidores de la trama ferroviaria andaluza, es que el ferrocarrilse conciba como un medio de transporte de mercancías, lo que origina que se primen lostrazados que conectan los centros de producción (mineros, agrícolas o industriales), conlos de distribución (puertos principalmente) y no entre centros urbanos.

A finales del siglo pasado, las provincias de Andalucía Oriental adquieren elprotagonismo. Las nuevas construcciones ferroviarias se concentran en tres grandesejes: el Baeza-Algeciras, el Linares-Almería, y como parte del enlace de Murcia aGranada, el Almendricos-Baza. El primero, el gran eje Baeza-Algeciras de la Compa-ñía de Andaluces surge en relación con la necesidad de escolleras para unas obrasmarítimas en Gibraltar.

El segundo eje que se construye en esta época por la Compañía del Sur de Españaes el de Linares-Almería de gran trascendencia, pues, además de comunicar a lacapital de la provincia con el resto de la región (es la única capital de provincia sinferrocarril), permite transportar los productos de las numerosas minas del trayecto aun puerto del Mediterráneo. Un último eje Almendricos-Baza, comienza a construirseen este período. A través del Valle de Almanzora, el último tramo de Baza-Granada seinaugurará en 1907 (VEGA GONZÁLEZ, G. 1990).

6. Compañía ferroviaria de Madrid-Zaragoza-Alicante.

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Al terminar el siglo, salvo algunos tramos (Moreda-Granada y Guadix-Baza) lared ferroviaria andaluza está ya básicamente configurada en su trazado básico. Contie-ne incluso una serie de tramos y ejes transversales, de gran importancia para lasconexiones interregionales, como el Marchena-Valchilión o Puente Genil-Linares quedesaparecerán después.

Con el Estatuto Ferroviario de 1924 y con el Plan Preferente de Urgencia en laconstrucción de Ferrocarriles, sé aceleraran algunos proyectos como el muy estratégi-co, de Gibraleón a Ayamonte. Pero en 1964, un informe del Banco Mundial recomien-da el cierre de numerosas líneas, ramales y estaciones que estaban en obras avanzadas(Jerez a Almargen y Baeza a Utiel entre otras).

De esta manera se primaron las líneas de la red básica nacional (Madrid con lascapitales) mientras que una serie de líneas que estructuraban internamente la región(Linares-Puente Genil, Almorchón-Córdoba, Almendricos-Baza-Guadix, Bobadilla-Granada y Utrera-La Roda) se explotaban en un mero mantenimiento, por lo que estasituación de abandono agravó su estado y provocó en muchos casos el cierre de 1985.

En planes posteriores, en la década de los 70, se actúa en renovación y electrifi-cación de la red principal; así, se electrifican los tramos Córdoba-Sevilla, Sevilla-Huelva, Sevilla-Cádiz y Sevilla-Málaga. En cuanto a construcciones en este períododestaca sobre todo la modernización en vía ancha del viejo trazado entre Málaga yFuengirola, inaugurado en 1975-76, para cercanías de la costa del Sol.

En el Contrato-Programa (RENFE-Estado) 84-86 son consideradas muy deficita-rias una serie de líneas en toda España que serán clausuradas a principios de 1985. EnAndalucía, esta medida afectó a las líneas Jaén-Campo Real, Guadix-Almendricos, ElPuerto de Santa María-Sanlúcar de Barrameda y, ya en 1987, Huelva-Ayamonte. Otraslíneas como las de Utrera-La Roda y Bobadilla-Granada, conexión transversal deAndalucía y las de los Rosales-Zafra y Zafra-Huelva, conexión por la Sierra Norte conExtremadura, se han mantenido por la intervención de la Junta de Andalucía quecontribuye a su sostenimiento (VEGA GONZÁLEZ, G. 1990).

A partir de la clarificación de competencias autonómicas, el nuevo sistema dedistribución de competencias en materia de transportes ha permitido un nuevo procesode concertación de la propia Junta de Andalucía con RENFE, en el que ya se contem-plan objetivos y criterios de planificación de la red ferroviaria desde la óptica estricta-mente regional. Estos objetivos serán recogidos en el Plan de Transporte FerroviarioPTF, en el Plan Estratégico Ferroviario de Andalucía PEFA y sobre todo en PlanDirector de Infraestructuras de Andalucía PDIA que recoge los objetivos de articula-ción territorial del Plan de Ordenación Territorial de Andalucía POTA.

Se realizan obras de mejora de la infraestructura y modernización del equipa-miento y señalización en numerosos tramos de la red principal, así como una remode-lación de las redes arteriales y nuevas estaciones, entre las que destacan la de Jaén yla de Sevilla, que unificará un siglo y medio después en una sola estación el acceso ala capital regional. Del mismo modo que en la red de carreteras, donde la Junta deAndalucía ha considerado prioritario el eje Sevilla-Granada-Baza, en el transporteferroviario se ha puesto especial interés en potenciar el eje transversal de Andalucía ymejorar el enlace de Málaga y Granada con la capital regional.

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Pero la actuación de mayor envergadura, ha sido, sin duda, el nuevo acceso aAndalucía por Brazastortas, por donde discurre la línea de Alta Velocidad. El AVE segesta a partir de la nueva Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres de 1987 ysu Reglamento de 1989, con una parte dedicada al ferrocarril, la aprobación del PTF,en abril de 1987,y la firma de un nuevo Contrato-Programa para el período 1988-1991, suscrito por el Estado y RENFE en abril de 1988, y el acuerdo del Gobierno dediciembre de 1988 aprobando la introducción del ancho de vía internacional UIC(1,43 m) en la red nacional ferroviaria, establece el marco en el que surge y empiezaa desarrollarse en España la Alta Velocidad.

Él Plan de Transportes e Infraestructuras Ferroviarias –PTIF– que surgió comoinstrumento de planificación estratégica con horizonte en el año 2000, es un planrealmente innovador dentro de los diferentes planes ferroviarios habidos en España, yaque ha supuesto una ruptura con relación a los precedentes, al introducir una serie deactuaciones en infraestructura que han llevado consigo la modificación de una parte dela red actual. Por su parte, el reciente Plan Director de Infraestructuras 1993-2007 dejaestablecido lo que podría denominarse, con cierta cautela, el Esquema Director de laRed Ferroviaria de Alta Velocidad.

Entre sus actuaciones específicas se incorporaba la construcción de un nuevoacceso a Andalucía (variante Brazastortas-Córdoba), que permitiera solucionar el cue-llo de botella más importante de la red andaluza, en principio fue el único tramo de lared que se proponía para una velocidad máxima de 250 km/h y que suponía unacortamiento de la distancia Norte-Sur próximo a los 100 Km.

La construcción del AVE ha supuesto una nueva etapa en los esquemas viarios dela región, pues entre otras novedades ha introducido el ancho de vía estándar europeo(UIC), diferente al estándar español.

3.1. La Alta Velocidad Andaluza

En cuanto a la red ferroviaria en Andalucía, tiene en la actualidad la siguienteestructura y funciones: un corredor de Alta Velocidad Sevilla-Córdoba-Madrid, conancho internacional e independizado del resto de la red, a la que accede desde dosintercambiadores situados, al norte de Sevilla capital y sur de Córdoba capital respec-tivamente.

Su creación ha supuesto una importante actuación de equilibrio territorial en elEstado español, que ha permitido incorporar Andalucía al proyecto de Red Europea deAlta Velocidad. Pese a su carácter de red independiente, el corredor de Alta Velocidadpresenta oportunidades para difundir en el territorio sus ventajas. Su ampliación con elproyecto de nuevo trazado entre Córdoba y Málaga podría tener a su vez clarosefectos positivos en las conexiones desde Almería-Granada a través de Bobadilla yJaén a través de Córdoba

Desde un punto de vista territorial, la introducción del AVE en la estructuraeconómica de la región ha supuesto, con las debidas cautelas (solo está desde 1992).Los siguientes efectos:

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• No hay efectos mencionables sobre el emplazamiento industrial.• Sobre los servicios turísticos, en cambio, el impacto es significativo, debido a

la accesibilidad de ciertos destinos, la mejora de la imagen, el cambio en lasaccesibilidades en tiempo La hostelería presenta un doble frente, positivo enlos pequeños establecimientos, frente a la disminución del tiempo de perma-nencia en instalaciones hoteleras en las grandes ciudades

• Globalmente puede asegurarse que se ha generado efecto túnel a lo largo delrecorrido de la línea, esto es, sólo se generan impactos allí donde el tren dealta velocidad, por las características del servicio, tiene parada. Esto incide enuna nueva jerarquización del territorio en algunos casos (cambios en la centra-lidad por creación de puntos nodales del transporte), o más generalmente, en elfortalecimiento de la estructura anterior.

La alta velocidad se insertó en una red que apenas había cambiado desde que, enel último cuarto del siglo anterior, se la diera por terminada. La alta velocidad tienerepercusiones relevantes en el sistema de transportes. Fundamentalmente, implica unnuevo reparto en el corredor en el que se instala, además de alterar las accesibilidadesde todo el territorio.

4. EL PLANEAMIENTO DEL TRANSPORTE FERROVIARIO EN ANDALUCÍA

El primer plan que abordó esta problemática fue en 1987, El Plan EstratégicoFerroviario de Andalucía, PEFA.

En este primer intento de ordenar la caótica red ferroviaria andaluza los objetivosserán:

• El análisis de la situación actual del sistema ferroviario de Andalucía y de susfactores condicionantes.

• El estudio del mercado del transporte ferroviario desde las diversas perspecti-vas de la coordinación intermodal y de su optimización.

• La potenciación de la sinergia del sistema de movilidad regional a los fines decorrección progresiva de los desequilibrios territoriales de Andalucía, con ra-cionalización del hinterland ferroviario andaluz a escala interregional, estatal einternacional.

• La progresiva generalización de altos niveles de calidad y profesionalidad enla prestación del servicio público ferroviario regional, con racionalización ytécnicas de gestión empresarial en las líneas explotadas en el territorio de laComunidad Autónoma de Andalucía.

Uno de los objetivos generales del PEFA es la definición del modelo de la redferroviaria andaluza a largo plazo, como una propuesta abierta que ha de ser objeto deconcertación con la Administración Central del Estado.

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Posteriormente se diseña el PDIA, que partiendo de las bases territoriales delPOTA incluye actuaciones dirigidas a alcanzar los objetivos señalados, con un hori-zonte temporal que sobrepasa el periodo de aplicación del Plan, y que requerirá laconcertación entre los niveles de la administración implicados, en el convencimientode que ha de incrementarse la competitividad del ferrocarril en el futuro, y su comple-mentariedad con los otros modos de transporte (PEFA 1987).

Las actuaciones y propuestas fundamentales son:

• Actuaciones en la Red de Interés Regional (Eje Ferroviario Transversal)Se plantea la modernización y mejora del trazado en las conexiones de dichared, que comprende los itinerarios que comunican los diez centros urbanos deprimer nivel (Conexiones Córdoba-Málaga, Huelva-Almería, Bobadilla).

• Desarrollo de la Red de Alta VelocidadDentro de la red de interés regional, existen itinerarios que han de ser potencia-les mediante su modernización e integración en la Red Europea de Alta Veloci-dad. Uno de estos itinerarios es la línea Córdoba-Málaga, de gran importanciano sólo para conectar el litoral Mediterráneo con el interior, sino también para laarticulación regional. Esta actuación mejorará la explotación de la línea Sevilla-Madrid y servirá como base de extensión de la Alta Velocidad a Granada.

Para el PDIA es necesaria también la modernización de las líneas del resto de lared e incremento de sus velocidades, para aprovechar las ventajas de accesibilidad dela Red de Alta Velocidad. En este sentido, se incluyen un conjunto de actuaciones demejora y acondicionamiento de los accesos a la Alta Velocidad desde la red conven-cional. Nuevos accesos a la red europea Se prevén mejoras en los accesos actuales a lared ferroviaria transeuropea, sobre todo en el eje Linares-Despeñaperros, y la nuevascreación de los ejes:

• Algeciras-Cádiz y conexión con el futuro enlace fijo Europa-África• Conexión ferroviaria Almería-Murcia con el Arco Mediterráneo.• Conexión Huelva-Faro con el Arco Atlántico.

El Plan Director de Infraestructuras de Andalucía 1997-2007 PDIA define losobjetivos de la red ferroviaria en Andalucía dentro de la Directiva Comunitaria antesaludida y el Plan Director de Infraestructuras Nacional PDI aprobado el 4 de marzo de1994, y conforme a la directiva comunitaria ya mencionada.

De esta manera el PDIA recoge una serie de actuaciones que se centran en eldesarrollo complementariedad de las conexiones ferroviarias diferenciando:

• Redes de Alta Velocidad y sus accesos.• Conexiones de interés regional potenciando sobre todo la mejora del eje trans-

versal.• Desarrollo del transporte de cercanías en las grandes áreas metropolitanas.• Mejora del transporte de mercancías.

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Estas actuaciones se verán complementadas con estudios y proyectos como sonlos estudios de viabilidad de la conexión ferroviaria Sevilla-Faro, Almería-Levante yBahía de Algeciras-Bahía de Cádiz (PDIA 1998).

Después del AVE a Sevilla de 1992, la gran apuesta ferroviaria en Andalucía es lalínea de alta velocidad entre Córdoba y Málaga que no sólo beneficiará a los 1.700.000habitantes de Málaga y a los seis millones de turistas que cada año visitan la zona sinoque, además daría servicio a las ciudades de Granada y Jaén, mediante el acondiciona-miento de las líneas actuales. En el caso particular de Jaén, existen discrepancias conel M. de Fomento por el acceso y trazado.

En contraste con los planes autonómicos y a lo largo de la década de los añosnoventa el gobierno central se debatió en la duda de cómo preparar la red ferroviariaespañola para el siglo XXI, y se sucedieron las propuestas y los planes de infraestruc-turas, empezando por el Plan de Infraestructuras de (PDI) de 1994, corregido y au-mentado a los cuatro años, pero manteniendo en ambos casos la distinción entre AltaVelocidad y Velocidad Alta (180 km/h y 220 km/h).

Pero a partir de 1999 y con el cambio de ministro, se ha cambiado totalmente decriterio y se ha optado por dar un salto cualitativo y cuantitativo, consistente en que seplantea un nuevo plan mucho más ambicioso en cuanto a la Alta Velocidad, y se hatrazado un plan de nuevas construcciones de líneas ferroviarias aptas para velocidadesde entre 250 Km/h y 350 Km/h, todas ellas de nueva construcción (aunque en algunasrutas se aprovechen parcialmente los actuales corredores), y en ancho internacional.Se plantea una nueva red de ferrocarriles de Alta Velocidad de 7.200 Kilómetros delongitud, de ancho internacional, de doble vía (salvo algún tramo excepcional) y convelocidades superiores a los 250 Km/h. Y pensada fundamentalmente para serviciosde viajeros de largo recorrido. Y la red actualmente existente, la llamada red conven-cional, quedará casi exclusivamente para mercancías y para servicios de viajeros decercanías y regionales.

Para realizar este plan se cuenta con la financiación europea de hasta 3,6 billonesde pesetas, comprometida por la Unión Europea hasta el año 2.006 y el resto confinanciación nacional con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. Este planpara Andalucía consiste principalmente: Hace llegar la alta velocidad a las ocho capi-tales de provincia más el estratégico puerto de Algeciras, y además las cuatro capitalesde la mitad occidental quedan conectadas entre sí con centro en Sevilla, pero esto noocurre lo mismo con las cuatro capitales orientales, diseñando una región geométricay territorialmente desequilibrada.

En efecto: Almería, Granada, Jaén y Málaga no quedarán conectadas entre sí. Noprevé el plan las conexiones Granada-Jaén, Granada-Almería, Almería-Málaga oAlmería-Jaén. Y sobre todo en la zona oriental, cada una de las cuatro capitales deprovincia se verá conectada con la red nacional de alta velocidad por un trayectodistinto, la red propuesta no articula el territorio oriental. Así, Málaga se conecta conla red a través de Córdoba, Granada a través de Bobadilla, Jaén a través de la actuallínea de Linares-Alcázar de San Juan y Almería a través de Murcia.

Y en cuanto a las relaciones de Andalucía con el resto de España, sólo se resuel-ven realmente con Madrid, pero no se dice nada en el plan de las relaciones de

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Andalucía con Extremadura y Portugal por el oeste ni con el Levante Español por eleste, la única capital andaluza que se va a conectar con el Levante es Almería. Peroesta ruta tiene el inconveniente de que la distancia Almería-Madrid se alarga a 700 kmaproximadamente, frente a los 557 km actuales por la ruta de Linares y Alcázar de SanJuan. Aspecto de vital importancia geoestratégica, se incrementa el proceso centrífugode Almería con respecto a Andalucía.

5. ESTRUCTURA TERRITORIAL DE LA RED

Para entender con rigurosidad que supone esta red ferroviaria sobre el territorioandaluz y sus propuestos modelos, definiremos cada línea de la red ferroviaria andalu-za, según sus características geográficas y territoriales y en función de sus factoresestratégicos para la articulación regional. Para su jerarquización usamos la terminolo-gía RENFE, sin fundamento territorial pero útil metodológicamente en este caso.

5.1. Red Básica

5.1.1. Cádiz-Almuradiel (Madrid)

Esta línea fue sin duda la más importante en la jerarquización de la red andaluzahasta la construcción de la nueva línea de alta velocidad. Siguiendo la penetracióndesde la meseta por Despeñaperros como había consolidado la red de caminos realesdesde Carlos III, (Sº XVIII) y discurriendo posteriormente por todo el valle del Gua-dalquivir y campiñas hasta el litoral atlántico.

El trazado sigue hasta Sevilla paralelo al cauce del propio rió, fuimos por lamargen izquierda, hasta Córdoba, luego por la margen derecha hasta Sevilla, a partirde esta ciudad discurre por las campiñas muy cerca de la cubeta que ocupan lasmarismas (Lebrija).

Es una vía electrificada (hasta Córdoba fue de las primeras líneas), perfectamenteacondicionada, cuyo gran handicad técnico era ser de vía única, salvo el tramo Sevilla-Lora. Por este motivo a finales de los ochenta estaba al borde de la total saturación, enespecial el cuello de botella de Despeñaperros, por lo que se programó el llamado nuevoacceso NAFA (Nuevo Acceso Ferroviario a Andalucía –opción Brazatortas del PTF–,embrión de la posterior solución AVE. Hoy en día ha descendido por esta causa mucho suutilización, pero sigue siendo el tronco básico, especialmente en servicio de mercancías.

En el ámbito territorial, cubre la unidad geográfica más accesible y poblada deAndalucía, el valle bético, paralelamente a otras redes de transportes (A.IV), y sirve auna población importante, especialmente a la malla urbana histórica del valle, siste-mas de ciudades medias y áreas metropolitanas de Córdoba, Sevilla y Cádiz-Jerez. Espues un arco estratégico de primera jerarquía en la red. Sobre el se articulan ramalesy enlaces que cubren la accesibilidad a casi toda la región. Este era su principaldebilidad, ser hasta 1992 el único enlace de toda la región con la meseta.

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5.1.2. Córdoba-Málaga

Este es el principal enlace al acceso anterior, tanto por servir a litoral malagueño(conurbación de la costa del Sol) como por transcurrir su canal territorial7 por el gransistema de ciudades medias del subético cordobés y Antequera).

La línea de vía única fue acondicionada en el plan de modernización y posterior-mente electrificada en los setenta.

Su importancia estratégica, es vital pues une a la meseta con el litoral mediterrá-neo andaluz por la zona menos abrupta (salvo el paso del Chorro) y accede por elvalle del Guadalhorce a la gran área metropolitana de Málaga. Es por estos motivosestratégico-territoriales por los que siguiendo los esquemas jerárquicos históricos, elprimer enlace o prolongación de la línea AVE en Andalucía sigue esta misma conexiónpor un trazado paralelo.

5.1.3. Almería-Linares-Baeza.

Esta línea, considerada por la propia RENFE, como parte de la red básica, es sinembargo una conexión bastante más tardía en su construcción y con característicastécnicas siempre inferiores, vía única, no fue acondicionada hasta bien entrados losochenta y solo ha sido electrificada en su tramo inferior (Hueneja-Almería) por moti-vos mineros.

Desde el punto de vista territorial su importancia estratégica es importante, puessupone el único acceso al litoral oriental andaluz. Pero la capacidad de articulaciónterritorial es menor por discurrir su canal territorial por zonas de bajo poblamiento yescaso desarrollo urbano y solo añadiéndole la posterior conexión con Granada porMoreda aumenta su hinterland e importancia territorial.

5.2. Red Complementaria

Esta red no supone una malla8 de menor jerarquía, sino solamente la definiciónque RENFE ha dado a las distintas conexiones que complementan la red anterior.

5.2.1. Jaén-Espeluy

Esta línea supone un ramal de acceso a la ciudad de Jaén desde la línea del valledel Guadalquivir. De pequeña longitud, es de vía única, traviesas de madera peroelectrificada desde finales de los setenta para permitir utilizar el mismo material hasta

7. Territorio geográfico potencialmente afectado y cubierto por los servicios ferroviarios de una ovarias líneas.

8. Estructura geométrica de la red ferroviaria, conjunto de arcos y nodos (líneas y cruces-estaciones).

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Jaén. Últimamente se solucionó su punto más débil y problemático, la inversión deEspeluy.

Su influencia territorial, se basa en permitir el enlace y acceso a Jaén y su sistemade ciudades medias, desde el resto de la red. Pues desde el cierre de su prolongaciónhasta Puente Genil, su canal territorial es limitado y solo la accesibilidad jiennese dafundamento estratégico al ramal.

5.2.2. Granada-Moreda

En este supuesto, el ramal de conexión representa una mayor importancia estratégi-ca que la propia línea de acceso. Producto tanto de problemas orográficos como delproceso histórico, este acceso a la zona de mayor desarrollo urbano del oriente andaluz(el área metropolitana de Granada) se convirtió desde su creación en la conexión Grana-da con la meseta en detrimento de la opción por Córdoba, por su menor distancia.

La vía es única, acondicionada, como desde Linares en los ochenta, pero noelectrificada, siendo de este modo Granada la única estación de la región sin estesuministro energético. Aunque sirve a una zona de gran importancia tanto demográficacomo territorial, su canal es débil, transcurriendo por zonas desarticuladas tanto eco-nómicamente como demográficamente, los montes orientales.

Actualmente y en base a la proyectada nueva red de alta velocidad, otra vez laopción por Bobadilla y Córdoba, mas larga pero con mejores parámetros estratégicos,parece tomar asiento, dejando este tramo como parte del eje andaluz (acceso a Alme-ría) y para mercancías, vuelve a plantearse la necesidad de una futura extensión alpuerto de Motril.

5.2.3. Bobadilla-Algeciras

Esta línea se construyó para dar acceso al gran puerto de Algeciras, enlace prin-cipal con el norte de África, entendiendo como camino mas corto el actual, además deservir a la comarca de Ronda, de secular aislamiento. Pero esta elección por zonas dedificilísima orografía (desfiladero del Guadiaro) es su gran handicap en estos momen-tos. Vía única, reformada y sin electrificar cuenta con demasiados tramos que impidenvelocidades aceptables.

Al ser una conexión importantísima, no-solo en los esquemas territoriales de laregión sino de todo el estado y enlace prioritario definido por la propia UniónEuropea, se entiende que en casi todos los planes territoriales y de infraestructurascomo el PDIA se elija como nueva opción de conexión al Algeciras, la construcciónde nueva vía de gran capacidad (doble vía) desde Jerez, de esta manera su canalterritorial por el valle de Guadalquivir se ampliara, consolidando su papel básico enla red. No obstante últimamente el Ministerio de Fomento ha propuesto dentro de suprograma de alta velocidad, acondicionar el actual trazado para velocidades de 200km/h.

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5.2.4. Huelva-Sevilla

Esta línea es un típico enlace dentro de la jerarquía de la red ferroviaria, enlazauna ciudad con el tronco común. Vía única pero electrificada, permite no solo lostráficos de largo recorrido, como los propiamente de cercanías entre Huelva y Sevilla.Además de a Huelva da servicio a las zonas del Condado y también al Aljarafe,incrementado su función de transporte metropolitano.

Estratégicamente, esta línea es sobre todo importante, desde el concepto de redesinternacionales, pues su prolongación por el tramo cerrado hasta Ayamonte enlazaríacon las líneas portuguesas del Algarve. Esta aspiración de enlace internacional, vienereflejado en el propio PDIA, que proyecta un nuevo eje Sevilla Faro Lisboa, connuevo trazado y vía entre Huelva y la frontera portuguesa, (puente sobre el Guadiana).

5.3. Red Secundaria o Regional

Según la terminología clásica de RENFE, la red secundaría englobaría a todas laslíneas que no contemplaba la red básica y complementaria. Pero esta terminología es atodas luces insuficiente dentro de los esquemas de servicios y planificación actual, puescomprende desde la red regional, de vital importancia territorial para la región hasta líneasde mucho menor uso, solo de uso exclusivo para mercancías o cerradas desde el 1985.

Por este motivo clasificaremos desde una metodología de estrategia territorialesta red, con la denominación de RED REGIONAL Es la que corresponde al mayorinterés de la comunidad, por su papel articulador del territorio y de enlace directoentre importantes áreas y núcleos urbanos. Comprende básicamente el llamado ejetransversal andaluz.

5.3.1. Eje Transversal Andaluz

La denominación de eje transversal andaluz9 es especifica de la administraciónautonómica y responde a los objetivos propuestos en materia de transporte y comu-nicaciones por los Planes de ordenación andaluces POTA y PDIA. Este concepto detramo troncal o estructurante del transporte ferroviario andaluz, se vislumbra ya enel PEFA. y se establece en el PDIA, como el eje que consolida la nueva función queel POTA asigna al ferrocarril como factor de conexión y unión de los territoriosregionales.

Este eje que utilizando como tronco básico el trayecto Sevilla-Granada, se extien-de tanto hasta Almería como a Huelva, con enlaces complementarios a Córdoba yMálaga. Supone poner en conexión a casi toda la región (empalme con Cádiz en Dos

9. Eje ferroviario que estructura la red andaluza; comprende el tronco común Granada Sevilla porBobadilla, con las extensiones hacía Hueva (Ayamonte) y Almería.

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Hermanas) y permitir en un futuro, un servicio interurbano de calidad entre los prin-cipales núcleos urbanos de la región, a modo de cercanías.

Este eje, debe convertirse en el verdadero eje de articulación ferroviaria entre lasdistintas andalucias y suplantar en importancia estratégica a la línea del valle delGuadalquivir que obviaba a toda la Andalucía montañosa. Además desde la puesta enfuncionamiento de la línea AVE como nuevo acceso a Andalucía, esta ha perdido suantiguo rango jerárquico dentro de la red.

Pero el gran problema de este eje, es que se diseña utilizando principalmente losantiguos tramos de la red secundaria, Utrera La Roda, Bobadilla Granada y otros de lared básica como Córdoba-Málaga y Granada-Moreda-Almería.

De este eje, los dos subtramos de mas longitud, son justamente los de la red secunda-ría Utrera-La Roda y Bobadilla-Granada. Ambos fueron calificados como líneas deficita-rias y condenadas al cierre en 1985, junto a otras líneas de nuestra comunidad, dándose laparadoja que el proyectado cierre de líneas deficitarias no contemplaba ninguna articula-ción territorial, solo primaba la relación radial con Madrid, desorganizando toda la redtransversal de nuestro país, apenas se salvaba el corredor mediterráneo. Esta actuaciónpolítica fue sin duda paradigmática, de cómo no contemplar el territorio y su ordenaciónracional, partiendo de presupuestos supuestamente economicistas.

La Junta de Andalucía como otras comunidades entendió que esta operacióndesmantelaba su red regional e imposibilitaba la función estratégica del transporteferroviario, por este motivo subscribió un convenio con RENFE, por el que subvencio-no ambas líneas. Además y ya desde el PEFA se marco como objetivo la creación deun eje transversal que paralelo a la A92, articulara como esta autovía hace, el territorioandaluz, uniera el occidente con el oriente y permitiera una conexión de calidad entrelos más importantes centros urbanos.

Pero el primer inconveniente, fue sin duda el lamentable estado de las líneas,especialmente la Bobadilla-Granada, así como la absurda organización de los enlaces,que habían sido meros empalmes sin línea de continuidad, así se invertía la marcha enla relación desde Sevilla a Almería hasta en cinco veces, manifestando de un modocontundente la absoluta primacía geométrica del desarrollo radial sobre el transversal.

Ante estos despropósitos, y para poder cumplir los objetivos de articulación terri-torial que el P.O.T.A reservaba al transporte ferroviario se emprendió un programa demejora, para lo que se emplearon los fondos tendentes al mantenimiento de las líneas,en acuerdo con RENFE.

Estas mejoras serán tanto de infraestructura, como de acondicionamiento y va-riantes de vía, con una decisión de gran contenido, el incluir traviesas polivalentes.También con soluciones en las conexiones mediante “by pass”10 o variantes ferrovia-rias11 (Utrera, Fuente Piedra, Bobadilla) y la adquisición de material móvil más versá-til, veloz y de calidad, los TDR12.

10. Conexión o enlace entre dos líneas, normalmente acortando trayectos.11. Construcción de tramos nuevos en la remodelación de una línea existente.12. Tren Diesel Regional, trenes diesel muy versátiles (existen versiones basculantes) que alcanza los

160 km/h.

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5.3.2. Red Secundaria General

También en el convenio de 1985, entre la Junta de Andalucía y RENFE, serescataron otras líneas secundarias regionales que no comprendía el llamado ejetransversal. Fueron especialmente los enlaces con Extremadura, alegando su papelestratégico interregional. Lamentablemente y sin aparente causa lógica se condenóal otro enlace interregional que unía a la región con Levante, a todas luces muchomás significativo en términos estratégicos, pues conectaba con toda la malla ferro-viaria de Levante y con el corredor mediterráneo, el eje territorial de mayor desarro-llo de todo el país. También sé cerro el único enlace internacional Ayamote-Huelva,y eso que la propia UE en su libro blanco de transporte señalaba como enlaceprioritario el del Algarve con Andalucía. Es obvio, el señalar que estas actuacionesmuestra una total distancia entre la política de transportes de esa época y el ordena-miento estratégico territorial, al hipotecar con medidas descabelladas e irracionalestodo el desarrollo de la función del ferrocarril como comunicación básica entreterritorios.

5.3.2.1. Rosales-Zafra y Gibraleón-Zafra

Aunque ambas líneas suponen el engarce de la red regional con el eje longitudi-nal extremeño, confluyendo en un nodo común en Zafra, sin embargo tienen diferen-tes características territoriales y estratégicas así como unas funciones diferenciadas.En el ámbito de infraestructuras técnicas son ambas de vía única y solo existen ciertostramos acondicionados en la línea Rosales-Zafra.

Al discurrir estas líneas casi en su totalidad por comarcas de Sierra Morena, debaja densidad demográfica y con ausencia de grandes núcleos, sus canales territorialesson apenas relevantes y sin función estratégica. El origen de estas líneas es minero, deahí sus trazados. Pero esta función es cada vez menos relevante por el abandonopaulatino de estas industrias extractivas en ambas comarcas, especialmente en la Sie-rra Norte de Sevilla (Rosales-Zafra).

Al nivel de estrategia territorial y de capacidad de articulación espacial es demayor importancia la línea Rosales-Zafra pues conecta directamente el área metro-politana de Sevilla con el sistema urbano extremeño. Es preciso aclarar que ambaslíneas confluyen en el mismo nodo, y que la línea que transcurre por las sierrasonubenses se construyo pensando en una salida marítima de Extremadura, que ac-tualmente cumplen mejor las conexiones internacionales con Portugal, (Badajoz-Lisboa).

Aunque la llamada vía de la plata que conectaba desde Sevilla hasta Gijón, se viotambién afectada por el cierre irracional de 1985, cerrando al servicio de viajeros eltramo Plasencia-Salamanca, se están elaborando planes de reapertura y acondiciona-miento de toda la línea en su totalidad incrementando el valor estratégico de conexiónentre Sevilla y Andalucía con todo el Oeste español.

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5.4. Líneas Cerradas o Desmanteladas

El cierre de las llamadas líneas de alto déficit, decretado en 1985, aunque paliadopor las actuaciones de las comunidades autonómicas, como en el caso de la Junta deAndalucía, fue traumático tanto para ciertas comarcas que vieron como se le privabade esa modalidad de transporte como para muchos de los objetivos estratégicos queestableció el posterior ordenamiento territorial, del que se dotaron las comunidadescomo la nuestra, y ofreció un ejemplo de política irracional y miope alejada de cual-quier sensibilidad territorial y fundamento estratégico. Es curioso que solo dentro deDefensa en la administración central, surgieron recelos y tensiones, al entender desdeun concepto estratégico y táctico un medio tan importante de transporte terrestre.

5.4.1. Córdoba-Almorchón

Esta línea curiosamente solo sé cerró parcialmente al servicio de viajeros en1985, aunque posteriormente y dada su baja utilización tanto como por su deterioraday obsoleta infraestructura (vía única, traviesas de madera) han llevado al prácticocierre de la línea. El ser considerada como cierre solo de viajeros es más por posiblefunción minera o militar (campamentos de Obejo y Cerro Muriano) que por algúnobjetivo estratégico. Apenas comunica núcleos urbanos y su nodo de enlace es exclu-sivamente con la línea de Ciudad Real a Extremadura, función de conexión interregio-nal (Extremadura), que cumple mas apropiadamente la línea Rosales-Zafra.

5.4.2. Jaén-Puente Genil

Este fue el llamado “tren del aceite”13, por transcurrir su canal territorial por lossubsistemas de ciudades medias de la campiña Jiennese y el subético cordobés, sir-viendo especialmente en su día de enlace estratégico entre Jaén y su hiterland deinfluencia con el litoral malagueño.

Además de esa conexión tan estratégica, la sola función de dotar de este transpor-te a una gran cantidad de ciudades medias del centro andaluz (Torredelcampo, Martos,Alcaudete, Cabra, Lucena, etc.) hacía que este tramo tuviera gran importancia territo-rial y como organizador de la malla central de la red andaluza.

Pero el abandono de su infraestructura a niveles que impedía cualquier servicioaceptable, el desarrollo del transporte por carretera (muchas estaciones estaban a distan-cia de los núcleos urbanos) como no unir a una gran área metropolitana (Jaén) ni servirde tronco común en conexiones más largas condenó rápidamente esta línea, que ya añosantes del cierre definitivo apenas tenía servicio. Ahora el pensar en este tramo en fun-

13. Llamado así por discurrir y servir en origen, a una serie de comarcas, con base económica en laelaboración de aceite de oliva.

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ción del desarrollo económico de las zonas como servicio de cercanías y mercancíascrea ciertas perspectivas, con la dificultad de que la vía esta casi desmantelada.

5.4.3. Ayamonte-Gibraleón

Esta línea, fue la última construida en Andalucía antes del NAFA, por lo que sutiempo de servicio apenas ha durado medio siglo. En 1985 sé cerro al servicio deviajeros y en 1987 definitivamente. Desde su creación tuvo siempre el handicap de lafalta de unión ferroviaria directa en el estuario del Guadiana, paradojicamente añosdespués del cierre se construyo el puente internacional.

Aunque su canal territorial tiene un hinterland, pequeño, y apenas influye en lascomarcas del Andevalo y del litoral, la importancia del turismo y la agricultura inten-siva de la zona en claro desarrollo hacen que la decisión de cierre y no-modernizaciónde la línea sea incomprensible desde el punto de vista territorial.

Pero es sin duda su función estratégica como segmento de unión internacional elverdadero interés en base a la articulación territorial de esta línea. La conexión porferrocarril entre el Algarve y Andalucía es importantísima y entra dentro de las consi-deraciones de la Comisión Europea al diseñar los grandes trazados ínter comunitarios.Así lo asume el PDIA, que prioriza a medio plazo el enlace Faro-Sevilla, y comienzasus estudios dentro del marco del programa INTERREG II.

Es preciso recordar que su importancia estratégica, aumenta con la apertura delenlace ferroviario por el puente 25 de abril en el estuario del Tajo, que permite enlazarcon rapidez Lisboa con todo el sur de Portugal, (Algarve).

5.4.4. Guadix-Almendricos

Si el cierre de las líneas anteriores en 1985, tiene poca justificación tanto en elámbito territorial como en base a demandas potenciales de servicios, el cierre defini-tivo de esta línea, aun menos. Ni siquiera al principio se cerró parcialmente al tráficode viajeros, a pesar de la oposición de Defensa, la Junta de Andalucía y las corpora-ciones provinciales. Alegando su obsoleta y anticuada infraestructura sé cerró untrazado que suponía la ruptura ferroviaria entre Andalucía y todo el arco Levantino.Con el agravante de que hasta 1985 el servicio de viajeros superaba al de otras líneasmantenidas posteriormente en alguna modalidad.

A principios de 1984, el Gobierno central anunció, con motivo de la elaboracióndel Contrato-Programa RENFE-Estado, el cierre al tráfico de más de 2.000 Kilóme-tros de líneas de Ferrocarril en toda España. A estas líneas, normalmente de caráctertransversal e interregional, y situadas en provincias periféricas de la península, se lesbautizó con el llamativo nombre de líneas altamente deficitarias14, una denominación

14. Se denominaron de este modo las líneas que no alcanzaban los limites de costes propuestos porRENFE, para hacerse cargo de ellas y fueron subvencionadas por las autonomías, o se cerraron parcialmente(solo mercancías) o en su totalidad en 1985.

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que era consecuencia, fundamentalmente, de que durante los años precedentes laadministración del Estado no les había asignado en sus presupuestos las cantidadesmínimas necesarias para su actualización y puesta al día.

Dada la fuerte contestación social que este anuncio originó, a mediados de esemismo año, el Gobierno abrió la puerta a la posibilidad de que estas líneas fueransalvadas del cierre al tráfico, de modo que deberían ser las propias Comunidades Autó-nomas las que tendrían que aportar las subvenciones necesarias para su mantenimiento.

Como resultado de ello, el Gobierno de la Región de Murcia decretaba la continui-dad de la Línea Alcantarilla-Lorca-Águilas, y la Junta de Andalucía hacía lo propio contodas las de su territorio, excepto la de Jaén-Puente Genil, e incompresiblemente la líneaLorca-Almendricos-valle del Almanzora-Baza-Guadix (F. C. Murcia-Granada), que, apesar de las fuertes protestas de las poblaciones afectadas, y de los esfuerzos de autori-dades, entidades empresariales, e instituciones locales de las Provincias de Almería yGranada, encaminados a evitarlo, quedaría cerrada al tráfico a partir del 1º de Enero de1985. Si bien la Junta de Andalucía mantenía tres comunicaciones de Andalucía conExtremadura (una en modalidad mercancías), cerraba la única vía existente por ferroca-rril entre las provincias de Almería y Granada, por un lado, y Alicante y Murcia por otro,por demás única comunicación de Andalucía con la pujante región del Levante, impor-tantísima conexión, tanto por su demografía y su economía, como por ser una de lasprincipales zonas de origen y destino de los importantes flujos turísticos que tienenlugar entre las distintas regiones del sureste peninsular

Esta medida, no solo suponía, crea una ruptura de la malla nacional, para enlazarcon Valencia habría que subir hasta Alcázar, sino que impedía el enlace directo conáreas urbanas de la importancia demográfica y económica de Murcia, Cartagena,Elche, Alicante. Zonas con gran cantidad de oriundos andaluces y con industrias enexpansión comercial por grandes extensiones del oriente andaluz. La comunidad deMurcia si subvenciono la línea hasta Águilas.

Además el canal de influencia territorial era con mucho de más importancia quelíneas que sé mantendrán, como las que conectaban con Extremadura. Cubría estalínea no solo las comarcas de Guadix y Baza sino también todo el valle del Almanzoracon gran desarrollo agrícola e industrial (mármol) y con todo tipo de relaciones ysinergias con el Levante.

Solo la distancia a Sevilla y a los intereses de esa zona occidental pueden de unmodo geopolítico hacer entender la distinta suerte de esta línea vital para el orienteandaluz con la fortuna de las que unían el occidente andaluz con Extremadura. Agra-vado por ser la única línea de su longitud que ni siquiera se reservó para mercancías,como otras Plasencia-Astorga, Valladolid-Soria-Ariza o la misma Córdoba-Almorchónen Andalucía.

El problema geoestratégico se agudiza posteriormente cuando la propia articula-ción de Andalucía consigue que el enlace con todo el sistema levantino no sea solo delinterés de las provincias orientales andaluzas sino también de toda la región, unido alas insistentes reivindicaciones de la región Murciana.

Este interés y preocupación se plasma en el PDIA, que en sus objetivos prioritariospresenta este enlace interregional como básico. Pero si a nivel estratégico esto supondrá

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volver a unir ambas regiones a nivel territorial supone desequilibrios, pues no se planteaen ningún caso la apertura de la línea (cortada y casi desmantelada, actualmente exigeuna remodelación casi total), ni tampoco un trazado paralelo por el interior de la Anda-lucía oriental, sino unir a Almería con el corredor de alta velocidad (Euromed) delmediterráneo, por el litoral oriental almeriense, de menor población y desarrollo urbano.

5.5. Red de Cercanías

En Andalucía solo existe una línea construida y diseñada desde el principio comolínea de cercanías, es el ferrocarril Málaga-Fuengirola, el resto de los servicios decercanías en las áreas metropolitanas de Sevilla, Cádiz y la propia Málaga se sirven odiscurren por las líneas actuales de la red básica o regional.

5.5.1. Fuengirola-Málaga

El origen de esta línea, es la línea de vía estrecha que cubría el servicio metropo-litanos desde Fuengirola hasta Velez Málaga, después de su cierre, en los años setentase acondiciona con ancho RENFE y electrificada, permitiendo servicios de cercaníaspor esta zona de la costa del sol, soterrándose las vías en Torremolinos y Fuengirola.Desde el primer momento es una de las líneas de cercanías mas usadas y rentables,por ocupar un territorio mas densamente poblado y con gran demanda de flujos pen-dulares, como es la conurbación malagueña.

Desde su remodelación y en vista de sus óptimos resultados, se plantea su prolonga-ción hasta Estepona al oeste y hasta Nerja al Este. El PDIA, en base a los objetivos yestrategias que el POTA en sus bases propone para el espacio litoral mediterráneo, sinduda el de mayor desarrollo y dinamismo de Andalucía, diseña y programa a medio ylargo plazo una línea que desde Algeciras llegue hasta Almería. Línea que por discurrir porterrenos de dificilísima orografía sería de una envergadura no cuantificable todavía, ahorabien la prolongación por ciertas zonas de la costa de sol es previsible a medio plazo por suindiscutible interés estratégico y territorial como por su asegurada rentabilidad.

5.6. Ferrocarriles de Vía Estrecha15

En esta denominación entrarían todas aquellas líneas que contarán con anchosdistintos al ibérico o al internacional, normalmente más estrechos. Andalucía no cuen-ta en estos momentos con servicio regular en esta modalidad, estando casi todas laslíneas cerradas y desmanteladas. Normalmente de función económica (minera) enotros tiempos ocupaban sus ramales y líneas gran parte de territorios hoy sin presenciade este transporte como en Sierra Morena, donde existieron líneas de alto interés

15. Son ferrocarriles con anchos de vía inferiores a los 1,3 m.

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estratégico por su longitud y territorio afectado como la que iba desde Fuente de Arcohasta Puertollano por Peñarroya y Pozoblanco.

Otras veces en modalidad de trenes ligeros o tranvías articularon territorios queluego serían metropolitanos como en Sevilla, Málaga y especialmente en Granada,donde no solo la red sirvió como una urdimbre desde donde se organizaron posterior-mente los desarrollo metropolitanos sino que en una apuesta estratégica territorialluego frustrada, extendieron sus tentáculos hasta Santa Fe (para enlazar en Zafarrayacon las líneas malagueñas) y Durcal desde donde intentar llegar al litoral, históricareivindicación de esa provincia.

6. PROYECTOS HISTÓRICOS

El ferrocarril en Andalucía no ha carecido de multitud de proyectos a largo deestos años, como el de Granada-Motril, Granada-Jaén Baza-Caravaca Málaga-Almeríaque no pasaron casi nunca de las buenas intenciones, obsérvese como son casi siempreen la parte oriental, la peor articulada con grandes zonas de inaccesibilidad y una reddeficiente y sin soluciones de continuidad.

Pero además de estos proyectos irredentos, también se diseñaron y empezaron aconstruirse líneas, que no llegaron a estar terminadas ni en servicio, pero si queafectaron al territorio siquiera sea por su frustración estratégica para muchas zonas,incluyendo él dejar la red inconclusa y limitada.

Aparte de ciertos ramales de pequeño tamaño las dos grandes líneas de estascaracterísticas fueron la Baeza-Utiel y la Jerez-Almargen.

6.1. Baeza-Utiel

Esta línea de la que se construyó casi toda la plataforma y la mayoría de lasinfraestructuras y estaciones, era parte de todo un gran proyecto de índole estratégicoa escala nacional. Una línea que desde Baeza conectara la línea del valle del Guadal-quivir (Córdoba, Sevilla, Cádiz y Málaga) con Albacete (Alicante, Murcia) y desdeallí a Utiel (Valencia, Barcelona), era la gran apuesta de conexión con el Levante yCataluña, acortando distancias a otros trayectos, como el de Baza a Almendricos o porAlcázar de San Juan, además su influencia territorial tenía tanta importancia como supapel estratégico. Su canal territorial comprendía todo el oriente jiennese y el surestealbaceteño. En cuanto a Andalucía articulaba y dotaba de un servicio de calidad a unaserie de comarcas muy aisladas de la provincia de Jaén.

6.2. Jerez-Almargen

Partiendo del ramal que existía entre la ciudad de Jerez y la localidad de Jédula,se pensó con buen criterio en prolongar esta línea hasta la localidad malagueña de

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Almargen y conectar con la línea de Bobadilla a Algeciras. A pesar de que el territorioafectado era de baja densidad y escaso desarrollo económico (Sierra de Cádiz yRonda) su importancia estratégica era considerable pues cerraba geométricamente lamalla de la red andaluza, con apenas un pequeño tramo inferior a los 80 Km. De estamanera el litoral malagueño, Granada y hasta Almería conectaría mas directamentecon el área Cádiz-Jerez.

Pero a partir del informe del Banco Mundial, se abandonaron casi todas las líneas enconstrucción como estas y otras de gran importancia como el Santander – Mediterráneo.

7. NUEVOS TRAZADOS

7.1. Almería-Murcia (Euromed)

Este nuevo trazado presenta unas características territoriales y estratégicas quemerece la pena tratar. En primer lugar positivos pues unirá a esta ciudad con todo elcorredor levantino y con Madrid por el corredor Cuenca-Albacete en alta velocidad.Además permite dar salida ferroviaria a la producción especializada del ponientealmeriense. Pero también es verdad que olvida la unión más directa de Andalucía conLevante por el interior y crea unas relaciones geoestratégicas de Almería con Levanteen detrimento de su engarce territorial con el resto de la región. Es un ejemplo clarode cómo una decisión positiva territorialmente sin embargo puede traer consecuenciasgeopolíticas a veces no pensadas ni analizadas

8. CONCLUSIONES

A esta red o malla de vías que comportan la geometría de la red ferroviariaandaluza, se le incluye desde el año 92 la línea del AVE, cuerpo en si extraño por sucaracterísticas, (ancho europeo) pero con un factor estratégico tan de primer orden quealtera todo el servicio de la red y es desde sus previsibles prolongaciones comoorganiza una nueva malla que se superpone y suplanta en gran parte sobre la redclásica, permitiendo diseñar un nuevo mapa del transporte ferroviario más acorde conlos objetivos territoriales demandados en los planes de desarrollo y ordenación.

En efecto, la planificación de las infraestructuras de cada modo de transporte, seha hecho, tradicionalmente, de manera independiente, sin tener en cuenta la compleji-dad del propio sistema de transportes, en el que modos apoyados en tecnologías yestructuras organizativas totalmente diferentes pueden proporcionar prestaciones equi-parables en unos casos y complementarias en otros. Ello ha hecho que hasta épocasmuy recientes no se haya prestado prácticamente atención a las infraestructuras deconexión intermodal y, por el contrario, se hayan duplicado esfuerzos en algunoscorredores.

Este carácter fragmentario e incompleto de la red ferroviaria andaluza se haagudizado a lo largo del siglo XX, en el que, además se producen numerosos cierres.

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Por esto a raíz de las graves deficiencias de accesibilidad de la región casi concentra-das exclusivamente en el cuello de botella de Despeñaperros (vía única y trazadosinuoso), al borde de la saturación total a finales de los ochenta, se planteará un nuevoacceso a Andalucía (NAFA) que desde la meseta llegue al Guadalquivir, debe ser másal oeste para acortar distancias con la zona Sevilla-Cádiz-Huelva y antes de Córdobapara servir igualmente al eje medio Córdoba-Málaga. Se diseña este nuevo acceso envelocidades altas y con vía doble desde Brazatortas (línea Madrid-Ciudad Real-Bada-joz) hasta Adamuz cerca de Córdoba, cruzando Sierra Morena por territorios casidespoblados, lo que concentra su papel territorial exclusivamente en su función es-tratégica. Una vez más el olvido es total para la parte oriental de Andalucía, a la quese consuela con la potencial descongestión de Despeñaperros.

Pero será a partir del 1988 cuando se cambia este proyecto por uno mucho másambicioso tanto técnicamente como territorialmente. Aprovechando el tirón de la ex-posición universal de 1992 en Sevilla, se plantea incluir a España en el club de la altavelocidad (Francia Alemania) con el diseño, construcción y trazado de toda una nuevalínea entre Sevilla y Madrid, sobre la antigua línea Madrid Puertollano y superposi-ción sobre el proyectado nuevo acceso. Esta línea se proyecta en UIC, electrificada,vía doble y con características de alta velocidad (1º generación 250 km/h) y lo mássorprendente se proyecta y construye en escasos cuatro años, un autentico record enuna obra de esta envergadura. Esta línea es una decisión política de consecuenciasterritoriales de primera magnitud, es autentica geopolítica, pues supone no-solo cam-biar una decisión de modalidad de transporte sino altera totalmente una red de comu-nicaciones como la red ferroviaria. Supone desviar hacia la alta velocidad cualquieresquema de futuro de la red andaluza, abandonar gran parte de la red a otros servicios,cercanías, mercancías o cierre. Y sobre todo un desequilibrio territorial en función aeste transporte. En primer lugar la apuesta estratégica incrementa las posibilidades decompetencia de las áreas beneficiadas (Sevilla y en menor sentido sus prolongacionesa Cádiz y Huelva), posteriormente acrecienta las demandas de otra zona de igual omás demanda de este servicio, Málaga y la costa del Sol.

El PDIA andaluz tratando de articular la red, partiendo además de la red clásicay de la nueva línea de alta velocidad, proyecta en consonancia con el P.D.I nacional,una serie de ramales en alta velocidad (Málaga) y velocidad alta (Cádiz y Hueva)planteándose prolongar estos servicios a Jaén (desde Córdoba) y a Granada (desdeBobadilla), de este modo consigue soluciones estratégicas y cumple objetivos territo-riales, como articular el alto Guadalquivir o la vega de Granada.

Pero con el cambio de premisas y objetivos en el ministerio de Fomento, con unnuevo Plan de infraestructuras 2000-2007 se introduce la noción de “corredores” queprevén acercar la alta velocidad a casi todas las capitales de provincia, modifica alalza estas mejoras. Así y en consonancia con las presiones de Málaga y la Costa delSol, se proyecta y licita en tiempo record una nueva línea de alta velocidad (2ºgeneración 350 km/h) entre Córdoba y Málaga mas al oeste de la actual línea.

Igualmente se prevén en velocidades mas reducidas (entre 200 km/h y 250 km/h)prolongaciones a Cádiz, Huelva, Algeciras, Jaén (esta conexión no por Córdoba sinopor la línea antigua desde Valdepeñas) y Granada por Bobadilla. Almería se la conecta

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RED FERROVIARIA DE ANDALUCÍA SEGÚN POTA, 1998

OBJETIVOS EN LA RED FERROVIARIA ANDALUZA SEGÚN EL PDIA, 1998

por Murcia. En el ámbito estratégico es indudable el logro territorial, una red de altavelocidad superpuesta a la convencional, pero que con todo Jaén y Almería se verándescolgadas de la red andaluza al conectar en solitario con redes foráneas, estasdecisiones estratégicas pueden traer indudablemente consecuencias geopolíticas.

A nivel territorial es especialmente su eje Transversal la pieza clave en el esque-ma territorial que el modelo propuesto por el P.O.T.A propone. El Eje FerroviarioTransversal de Andalucía (EFT) configura una “Y” que enlaza las aglomeracionesurbanas de Granada, Málaga y Sevilla y se prolonga hasta Huelva y Almería. Juntocon las líneas Jaén-Córdoba-Sevilla-Cádiz y Córdoba-Málaga conforma una malla

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ferroviaria que vértebra el territorio andaluz. La distancia por FF.CC. entre Sevilla yGranada es de 285 Km, y la población servida por esta “Y” es de 2.114.000 habitan-tes, (el 30% de la población andaluza), a la que hay que añadir la cobertura de lasprolongaciones a Almería y Huelva. Las piezas fundamentales del EFT las líneasUtrera-Fuente de Piedra y Fuente de Piedra-Granada que transforman en malla unared nacional con estructura radial y permiten la conexión Granada-Málaga-Sevilla.

Por este motivo la Junta de Andalucía está realizando inversiones de mejora en elEFT con el fin de conseguir menores tiempos de viaje y mayor regularidad de losservicios, de manera que aumente la utilización del ferrocarril y se constituya en unaalternativa a la carretera. En. Todas las operaciones de renovación de vía se estánutilizando traviesa polivalente16, para permitir en un futuro su rápida conversión alancho internacional.

El otro elemento estructurante del nuevo modelo ferroviario andaluz es la realiza-ción de la línea de alta velocidad entre Córdoba y Málaga, que supone la ampliaciónde la red de alta velocidad de la Comunidad Autónoma de Andalucía, que estaríaformada por un eje principal SevillaCórdobaMálaga de Alta Velocidad, con conexio-nes a Cádiz, Huelva, Granada y Jaén con velocidad alta. De este modo, se crearía unared de alta velocidad andaluza, por lo que Andalucía dispondría de una red más rápiday moderna de transporte ferroviario, lo que constituiría un importante elemento verte-brador de la economía y sociedad andaluzas.

Las principales características e implicaciones que se derivarían de aplicar estosplanes a este modo de transporte en Andalucía podrían sintetizarse en las siguientesconclusiones:

• Supone un elemento fundamental de la modernización de la Comunidad Autó-noma de Andalucía, al contar con un enlace de alta velocidad entre las princi-pales capitales regionales. Este modo de transporte reduce significativamentelos tiempos de viaje, por lo que constituye un importante elemento a la hora dedeterminar las relaciones económicas y sociales entre diferentes espacios.

• Presenta una oferta de transportes de alta calidad y seguridad, lo que derivaríaen un importante aumento cualitativo de la oferta turística de la ComunidadAutónoma, al tiempo que ofrece una imagen de modernidad y de apuestadecidida por el futuro.

• Permitiría la mayor integración de Andalucía en las redes de transporte euro-peas, una vez que se ponga en marcha el AVE MadridBarcelona y la posteriorconexión con la red francesa y europea, En este caso la disposición de unramal a la Costa del Sol, y el enlace en alta velocidad con el área metropolita-na de Granada (ciudad turística de primer orden) supone un elemento muyimportante, que podría generar flujos de tráfico muy significativos.

16. Traviesa monobloque de hormigón , con tres enganches y dos ejes, que permite con solo cambiarun riel, modificar el ancho desde 1,6m (ibérico) a 1,4m (europeo), sin cambiar ni la plataforma, ni lastraviesas.

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• Además seguirá contando con una serie de corredores, con ancho ibérico queconectan las principales ciudades entre sí y con el exterior: Sevilla-Córdoba-Linares, Sevilla-Granada-Moreda que constituye el núcleo del eje para la arti-culación transversal de la región, y las línea Cádiz-Jerez-Sevilla-Huelva. Todosestos tramos son fácilmente reconvertibles en ancho internacional, además deser básica su función en los servicios de transportes de mercancías

En definitiva, la red ferroviaria de Andalucía, pese a determinadas insuficienciasen la articulación territorial, constituye una red mallada que conecta entre sí a losprincipales centros urbanos regionales y en la que la principal conexión que falta parasu mallado es la franja litoral. Esta característica no la diferencia notablemente deotras zonas de España en donde predomina la estructura radial de conexión hacia elexterior.

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ESTRUCTURAS Y ARTICULACIONES TERRITORIALESEN ANDALUCÍA Y ESTONIA: ANÁLISIS COMPARADO

RAFAEL MACHADO SANTIAGO1 Y OTT KURS2

Recibido: 31-VII-02. Aceptado: 25-VII-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 125-152].

PALABRAS CLAVE: Desarrollo regional, administración local, mancomunidad demunicipios, comarca, asentamiento humano, sistema de asentamientos, infraestruc-tura y organización territorial, red viaria terrestre, núcleo urbano, espacio rural.KEY WORDS: Regional development, local administration, association of muni-cipalities, district, human settlement, settlement system, territorial infrastructureand organisation, roading, urban nucleus, rural space.MOTS CLEFS: Développement regional, administration locale, syndicat inter-communal, contrée, poblation humaine, système de poblation, infrastructure etorganisation territoriale, réseau routier, noyau urbain, espace rural.

RESUMEN

El presente trabajo constituye la segunda aportación de los autores para el análisis compara-do de Andalucía y Estonia, dos regiones periféricas en y de Europa. En este caso se realiza unestudio de la estructura territorial de ambas regiones teniendo en cuenta los distintos niveles yformas de administración, así como la articulación espacial de la red urbana y de comunicaciones.

SUMMARY

The present word constitutes the second contribution of the authors to comparative studyof Andalucía and Estonia as two peripheral regions in/of Europe. The paper focuses especiallyon the survey of territorial structures of distinct levels and forms of administration as well asspatial articulatinos of urban net and comunications of both regions.

RÉSUMÉ

Le présent travail est le deuxième de la série des auteurs en ce qui concerne la connaissan-ce comparative de L’Andalousie et de L’Estonie en tant que deux régions périphérique deL’Europe. Dans ce cas particulier, on réalise une étude des structures territoriales de niveauxdifférents: sur le plan de l’administration autant que sur les articulations spatiales de réseauurbain et de communicayions des deux régions ci-dessus.

1. Dpto. Análisis Geográfico Regional y Geografía Física. Universidad de Granada (Andalucía.España)2. Instituto de Geografía. Universidad de Tartu (Estonia)

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1. INTRODUCCION

Este artículo forma parte de una investigación más amplia que venimos realizan-do, y que tiene por finalidad el estudio comparativo de Andalucía y Estonia como dosregiones periféricas en el contexto europeo3. Por lo tanto, se remite al lector al trabajopublicado en esta misma revista (MACHADO SANTIAGO, R y KURS, O, 2000,pags.165-191), con objeto de que conozca el marco teórico y conceptual del que parteel estudio que realizamos, y en el que se integra el análisis que a continuación presen-tamos.

Si en la mencionada publicación tratábamos de mostrar cómo Andalucía y Estoniahan venido comportándose, no sólo como periferias físicas y/o espacios frontera en y deEuropa, sino también como periferias económicas desde el momento en que se percibenterritorialmente de forma diferenciada y se estructuran en función del poder político queles domina, ahora nos posicionamos en el interior de estas dos regiones para mostrar, deforma comparada, como están estructurados y articulados sus territorios.

Teniendo presente este objetivo general, en este estudio se presenta un someroanálisis comparativo de los diferentes niveles de estructuras territoriales administrati-vas de Andalucía y Estonia, así como la articulación territorial a partir del sistema deasentamientos, es decir de la red urbana y de la red de comunicaciones4.

2. ESTRUCTURAS TERRITORIALES ADMINISTRATIVAS

En ambas regiones, Andalucía y Estonia, el nivel básico en que se estructuraadministrativamente su territorio es el municipio. En el caso de Andalucía, una de laComunidades Autónomas más extensas de España (87.597 km2), el número de muni-cipios es bastante amplio: 779 en total, con grandes contrastes en su tamaño y en elpeso demográfico, debido al propio desarrollo histórico (hay que tener en cuenta quela organización municipal en Andalucía arranca de la Edad Media) y a su gran diver-sidad geográfica.

A partir de los datos publicados por el Instituto de Estadística de Andalucía(JUNTA DE ANDALUCIA, IEA, 2001, 101 pags) referidos a 1999 para los 770municipios andaluces, se puede afirmar para el conjunto regional la importancia ennúmero y extensión del poblamiento a pequeña escala, es decir, el predominio de losmunicipios menores de 10.000 habitantes, que otorga una clara personalidad al con-junto de asentamientos de la región. Por el contrario, respecto a los municipios de

3. El proyecto de investigación completo se titula “Andalucia y Estonia: paisajes culturales y desarrollosocial de dos regiones europeas periféricas”, para un periodo de cuatro años (2000-2004), y lo desarrollanlos firmantes de este trabajo, con el apoyo infraestructural y financiero de sus respectivas universidades,Granada (Andalucia, Espana) y Tartu (Estonia).

4. Obviamos en este analisis comparativo la variable extensión superficial para ambos países, dadala gran diferencia existente al respecto, y porque no es significativa para nuestros fines.

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mayor tamaño, resulta evidente la carencia de una aglomeración de dimensiones mi-llonarias en población y que pueda destacar y dominar claramente sobre los restantesnúcleos urbanos. No obstante existe una decena de ciudades con población entre100.000-1.000.000 habitantes, lo que corresponde al modelo de urbanización europeamás extendido, donde la ausencia de determinados factores de centralización políticaha impedido la hipertrofia urbana.

En términos relativos las cifras revelan que dentro del contexto de las comunida-des autónomas españolas, Andalucía, que representa el 18% de la población española,posee más del 20% del total de sus municipios en todos y cada uno de los grupossegún tamaño de población. Ello está indicando la especial configuración del sistemaurbano andaluz, que se caracteriza por una gran regularidad en la distribución de lostamaños poblaciones de sus ciudades.

Las tendencias demográficas muestran una regresión en los municipios de menortamaño, sobre todo en los de menos de 10.000 habitantes y, por el contrario, unaconcentración en los de mayor. Espacialmente –y teniendo en cuenta el organismooficial anteriormente referido–, esto significa que la población andaluza, que en 1999contaba con 7.305.117 habitantes y para el 2.016 se prevé que alcance los 7.749.500,tendrá sus mayores crecimientos, tanto en valores absolutos (de 2,4 millones de habi-tantes a 2,67 millones) como relativos (crecimiento anual del 6 por mil) en los muni-cipios del litoral (particularmente en la Costa de Granada y Almería), que van a pasarde concentrar el 33% del total de población al 35%, mientras que en los municipiosdel interior los aumentos serán menores (crecimiento anual entre el 1-2 por mil) eincluso regresivos (particularmente localizados en Sierra Morena, Sierra de Cazorla yzona árida de Almería).

En cuanto a la extensión de los términos municipales, existen grandes diferenciasentre municipios muy extensos –de los más grandes del país– como Jerez de la Fron-tera o Córdoba (1.409 Km2 y 1.244 Km2, respectivamente) y otros muy pequeños,localizados sobre todo en la Vega de Granada, como, por ejemplo, Jun, Armilla, Cajary Maracena, o en la Campiña de Jaén, caso de Escañuela, o en el Aljarafe sevillano,Castilleja de Guzmán, Gines, San Juan de Aznalfarache, que detentan una extensióninferior a 5 Km2 (Mapa 1).

A pesar de las diferencias existentes entre los 770 municipios andaluces, se puededecir que una de las riquezas de Andalucía es su poblamiento y red urbana. Es más, elmunicipio andaluz, en términos medios, cuenta con una gran riqueza en recursoshumanos y potencialidad. Además, el papel de los municipios de Andalucía, como enel resto de España, se ha incrementado notablemente con la llegada, en 1979, de lasprimeras Elecciones Municipales democráticas y la aprobación, en 1985, del NuevoRégimen de Administración Local; no en balde, es la Administración más cercana asus ciudadanos al concentrar tres funciones fundamentales: administración (gobierno),seguridad y servicios.

Pero son aquellos municipios o ayuntamientos “grandes” quiénes tienen másposibilidades presupuestarias y técnicas para movilizar sus recursos naturales, econó-micos y humanos. Al contrario, la escasa población de un gran número de municipiosdetermina la limitación de sus medios financieros y, por lo tanto, de sus funciones, y

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MAPA 1. ANDALUCÍA: DIVISIÓN MUNICIPAL Y COMARCAL

Fuente: Sistema de Ciudades. Junta de Andalucía, 1986.

dificulta, en cierta manera, el poder articular el territorio andaluz con una red urbanaconsolidada y suficiente, que provea de servicios básicos a todos los ciudadanos ycontribuya a la equiparación de las condiciones de vida entre los diferentes municipiosandaluces, favoreciendo una mayor cohesión territorial.

En Estonia (45.227 km) también existe una proliferación de municipios, tanto ennúmero como en tamaño (Mapa 2). Se distinguen municipios rurales (vald, pl. vallad),con una población dispersa, y municipios urbanos (linn, pl. linnad), como núcleos depoblación densa. En comparación con Andalucía, los municipios rurales de Estonia noarrancan de la Edad Media sino del siglo XIX5.

5. Las unidades administrativas primarias más antiguas en Estonia fueron las parroquias civiles (kihelkond,pl. kihelkonnad) que se formaron como resultado de unirse varios aldeas. Con la introducción de la religióncristiana, durante el siglo XIII, las parroquias civiles (había 45 como entidades territoriales) fueron convertidasen parroquias eclesiásticas. Conforme fue creciendo la población, las parroquias más grandes se fuerondividiendo en otras nuevas. En 1920 el número de las parroquias era de 107 y la función de éstas en la vidacotidiana social era muy importante: cada parroquia tuvo en la encrucijada una iglesia, una taberna, unatienda, una escuela más grande (cada aldea tuvo una escuela primaria) y a menudo también una empresaartesana. Hasta 1925, en las parroquias se registraba el movimiento de la población (nacimientos, muertes,casamientos, migraciones etc.). Existian también grandes diferencias culturales y idiomáticas entre lasparroquias. Hasta la reforma agraria (1919) en las parroquias el papel más importante lo ejercían lashaciendas que posenían 58% de las tierras. Durante el período de 1935-1938 se cimientaron los principiosde la reforma municipal rural: cada nuevo municipio debía poseer fuerte atracción económica y un territoriocompacto, al mismo tiempo que en la selección de centros administrativos se tenía en cuenta la distanciahasta límites municipales (7-8 kms.), factores separables (lagos, ríos, riveras, pantanos, bosques) y conectados

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Actualmente en Estonia hay 247 unidades territoriales con gobiernos localesautónomos, 47 calificados como urbanas (ciudades) y 200 como rurales6. La relaciónentrenúmero y tamaño poblacional de los municipios muestra grandes diferencias(STATISTIKAAMET, 2000): los municipios menores de 5.000 habitantes significan el85,5% del total (los de menos de 2.000 habitantes son más de la mitad) y concentranpoco más del 30% de la población total, mientras que los municipios con más de5.000 habitantes sólo significan el 14,1% pero reúnen cerca del 70% poblacional.

Significativo también en este país nórdico que en algo más del 5% de los muni-cipios con más de 10.000 habitantes viven el 58,9% habitantes de la República, ocu-pando una superficie del 1% del territorio continental (sin tener en cuenta los lagosPeipsi y Vörtsjärv). El 43% de los municipios de este tamaño se sitúan en el área de lacapital (Tallinn, Maardu) y en el nordeste (Narva, Kohtla-Järve, Sillamäe, Jõhvi),donde habita 41,2% de la población total. Todos estos municipios fueron antiguoscentros administrativo-comerciales (Tallinn, Narva), parroquiales (Jõhvi) o ciudadesindustriales recientes (Maardu, Kohtla-Järve, Sillamäe). En el resto de Estonia losmunicipios con más que 10.000 habitantes funcionan como centros administrativo-económicos (Tartu, Pärnu, Viljandi, Rakvere, Võru, Kuressaare, Valga, Haapsalu).

También los municipios rurales con población entre 5.000 y 10.000 habitantes,considerados grandes en Estonia, se situan en su mayoría en torno al área de la capitalTallin (Harku, Jõelähtme, Kose, Rae, Saku, Saue, Vasalemma, Viimsi) y en su zona deinfluencia (Kadrina, Vinni, Kehtna). Por el contrario, los municipios rurales de menortamaño (menos de 2.000 habitantes) se reparten por todo el territorio estonio, espe-cialmente en las áreas periféricas. Estos municipios tienen superficies relativamenteextensas: Illuka (510,3 km2), Vaivara (431,6 km2) y Maidla (332,3 km2), en Estoniadel noreste; Kõrgessaare (379,5 km2), Lihula (363,5 km2), Padise (366,6 km2), Surju(357,9 km2) y Varbla (313,8 km2), en Estonia occidental; y Vihula (358 km2), en lacosta del Golfo de Finlandia.

(red viaria, poblamiento), suelos, atracción de los centros y peculiaridades histórico-culturales (KURS,1988). En 1938, 117 de los 369 municipios rurales existentes fueron abolidos. Como resultado de estareforma, 718.900 habitantes (67,8% de la población de Estonia) vivían en los 248 nuevos municipios rurales(aproximadamente 2.900 habitantes por un municipio), mientras que en los 33 municipios urbanos habitaban342.400 personas. Al principio de la anexión soviética (1940) los municipios estonios fueron convertidosen territorios de soviets aldeados, villas y ciudades sin autonomia local. Posteriormente, las propuestas dela Cátedra de Geografía Económica (profesora S. NÕMMIK, colaboradora científica de O. KURS) de laUniversidad de Tartu para una reforma de la división administravivo-territorial en los años 1967-1970 nofueron aceptadas. También durante esta época de domínio soviético, más del 70% de la población estoniase fué concentrado en los centros urbanos (ciudades y villas), como fruto de una emigración masiva desdelos municipios rurales.

6. Al contrario que en los países de la Europa Latina, en Estonia, como en los países de la EuropaGermánica y de Europa del Norte, sí existe una división muy arraigada entre municipios urbanos y ruralespero, como resultado de las reformas administrativo-territoriales, esta diferencia entre las dos categoríasmunicipales han ido disminuyendo.

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Debido al hecho de que la mayoría de los municipios rurales tienen un reducidonúmero de habitantes y son económicamente débiles, se planea en Estonia actualmen-te una nueva reforma administrativa-territorial en base a una disminución de munici-pios. En varios casos, un pequeño municipio urbano y un municipio rural a su alrede-dor constituirían funcionalmente una sola unidad territorial4. Así el Ministerio delInterior de la República de Estonia propone un nuevo esquema de división territorial apartir de 108 municipios nuevos con gobiernos locales autónomos (Mapa 3).

El segundo nivel en que se estructura administrativamente el territorio andaluz esel de la Mancomunidad7: entidad institucional y no necesariamente territorial, al estarintegrada por municipios que no precisan ni de continuidad espacial ni de pertenenciaa una misma provincia, aunque en la realidad, y por lo general, pertenecen a la mismacomarca o al menos tienen continuidad espacial. Se rige por estatutos propios queregulan su ámbito territorial, sus objetivos y competencias, órganos de gobierno, re-cursos económicos y plazos de vigencia.

MAPA 2. ESTONIA: DIVISIÓN MUNICIPAL Y COMARCAL ACTUAL

Fuente: Elaboración propia.

7. Las Mancomunidades, como administracion territorial, no estan reconocidas en la ConstitucionEspanola, si bien son formulas de asociacion, mas o menos estables, muy extendidas en la administracionlocal, tal como ponemos de manifiesto.

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Sus inicios en Andalucía se remontan a mediados de la década de los 80, y sugestión, características y poder emanan de los Ayuntamientos que la componen, adqui-riendo una gran heterogeneidad en el desempeño de sus funciones y competencias. Ensu mayor parte, su origen arranca de la posibilidad de acometer de forma conjuntaservicios básicos a los ciudadanos u obras de infraestructuras y equipamientos impo-sibles de realizar por los municipios por separado –sobre todo por los de menortamaño–, debido a sus limitados recursos económicos. Sin embargo, recientementetambién se han creado mancomunidades entre municipios de mayor tamaño y en áreasmás dinámicas, como en el litoral y en aglomeraciones urbanas, donde los problemasson otros y están determinados por la intensidad de usos y escasez de espacios.

Como decimos, en principio el origen de la mancomunidad surge de la necesidadde resolver problemas derivados de los servicios básicos, entre los que destacan los derecogida y tratamiento de los residuos sólidos urbanos, abastecimiento y depuraciónde aguas, protección y acción social. Pero de ahí se ha pasado a afrontar problemassocioeconómicos (desempleo y falta de expectativas económicas), o a la promociónturística y cultural, entre otras. Al mismo tiempo, se han creado o potenciado dentrode la estructura mancomunada distintos Instrumentos y Programas como Escuelas deEmpresas, Escuelas Taller, etc.

Esta integración supramunicipal que supone la mancomunidad se ha convertidoen destacada peticionaria de Iniciativas y Programas Comunitarios, a los que se unen

MAPA 3. ESTONIA: PROPUESTA DE DIVISIÓN MUNICIPAL Y COMARCAL

Fuente: Elaboración propia

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las medidas de fomento y programas sociales emanados de las Consejerías del gobier-no autónomo andaluz y de los Ministerios del gobierno central.

Por todas estas ventajas, en los últimos años se ha generalizado en Andalucía elproceso constitutivo de mancomunidades que ha pasado de 31 en 1989 a 82 en 1999,“pudiendo establecer una tipología territorial de estas agrupaciones centrada en tresámbitos” (CANO GARCIA, G, 2000, pags.131-132): el interior (61 en total), cuyacaracterística territorial es la de una economía de base agraria, baja densidad demo-gráfica y en fase regresiva, y carencia o deficiencia de infraestructuras básicas; lasgrandes aglomeraciones urbanas (16 en total), situadas en los entornos de las capitalesde Sevilla, Málaga y Granada, y en las áreas urbanas del Campo de Gibraltar y de laBahía de Cádiz, donde predominan las asociaciones monofuncionales (10 en total)respecto a las polifuncionales; y el litoral, donde prestan servicio a un elevado numerode habitantes y dirigen sus funciones, prioritariamente, hacia la actividad económicadominante: el turismo.

En Estonia no existe este nivel administrativo territorial de Mancomunidad debidoa que, en el transcurso del largo período de la anexión soviética, los gobiernos localesautónomos no existían. Pero después de la restauración de estos gobiernos, en 1990 y1991, algunos municipios rurales del litoral, de manera conjunta, emprendieron iniciati-vas y aunaron esfuerzos en campos de acción como la ecología (protección del medioambiente) y en algunas ramas de la economía (pesca, después también turismo). Sehabían tomado ejemplos de Finlandia, donde las mancomunidades funcionan efectiva-mente desde hace tiempo. En el área capital (se incluye Tallinn y municipios próximos)existe una mancomunidad infraestructural (transporte, servicios etc.).

Otra asociación local de carácter supramunicipal en Andalucía para la prestaciónde servicios, pero sin rango de entidad, son los Consorcios: asociaciones que puedenagrupar municipios y otras administraciones publicas, así como entidades privadas sinánimo de lucro. A diferencia de las mancomunidades, suelen agrupar a un menornúmero de municipios (a excepción del Consorcio provincial de Granada que integraa la totalidad de los municipios) y también a una población menor. Casi todos losConsorcios se constituyen para la prestación de un servicio de carácter territorial:recogida y tratamiento de residuos sólidos urbanos; prevención y extinción de incen-dios y salvamento, etc.. En casos específicos se han constituido Consorcios paraproveer servicios singulares, como la denominada “Plataforma para la Supervivenciade la Cuenca del Guadalquivir” o el “Centro de Formación en Comunicaciones yTecnologías de la Información” de Málaga.

A partir de 1993, en que se promulga la Ley de Demarcación de Andalucía, elnúmero de Consorcios ha tenido un gran crecimiento: de 41 a 108 (según datos de laJunta de Andalucía, Dirección General de Administración Local), superior al de lasMancomunidades, y se han generalizado por toda Andalucía, principalmente en lasprovincias de Almería, Jaén y Sevilla, debido a que en su mayoría participan lasDiputaciones Provinciales.

En Estonia oficialmente no existen Consorcios como asociaciones voluntariasentre administraciones públicas, pero en algunas áreas urbanas (Tallinn y alrededores,y zona urbanística de la cuenca pizarrosa-bituminosa al noreste) se han producido

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algunas experiencias de colaboración entre las administraciones locales para un usomás razonable del territorio en materia de infraestructura, servicios complementariosde urbanización, etc.

Como unidad inmediantamente superior a las anteriores circunscripciones territo-riales está la Provincia: entidad politico-administrativa, cuya actual delimitación y nú-mero de ocho para Andalucía, fue realizada en 1833 por el ministro Javier de Burgos –como para todo el país–, como un instrumento de política territorial centralizadora bajoel gobierno de las Diputaciones Provinciales. Posteriormente, a las provincias se lasreconoce como parte de la división territorial del Estado y circunscripciones para facili-tar el cumplimiento de los fines del Gobierno Central, al mismo tiempo que entidadeslocales con autonomía de gobierno y administración de sus intereses (ConstituciónEspañola de 1978). Por otra parte, el Estatuto de Autonomía de Andalucía de 1981designa a la provincia como ámbito de descentralización de la Administración Autóno-ma, si bien en leyes posteriores no se establece una delimitación de sus competencias nipeculiaridades deferenciadoras entre ellas. Así, en la realidad, los gobiernos de lasprovincias, es decir las Diputaciones Provinciales, han visto como sus competenciassectoriales se han reducido a solo tres: cultura, deporte y turismo, ya que otros serviciosy actividades se han traspasado a la Junta de Andalucía.

Llegado este momento hay que señalar la importancia cada vez mayor del poderestrictamente local a través de los tres niveles de administración territorial: Ayunta-mientos, Mancomunidades y Diputaciones que, junto a la política autonómica, hanopostado y convertido, desde hace más de una década, al desarrollo local en una de lasnuevas y más significativas estrategias de desarrollo. Por un lado, Andalucía, comoparte integrante de la estructura autonómica de España, a su vez en la Unión Europea,se beneficia de los Fondos Estructurales y de Cohesión; por otro, sus Ayuntamientos,que solicitan Programas e Instrumentos para el desarrollo local; y, por ultimo, lasDiputaciones Provinciales con Fondos e Iniciativas Comunitarias tratan de impulsarsus propios servicios de desarrollo local para asistir a los municipios (JURADO AL-MONTE, J. M, 2000, pags 89-99).

En la Estonia de hoy –un estado relativamente pequeño–, oficialmente no exis-ten las provincias, pero en tiempos pasados, cuando las tierras estonias se habíandivido entre países vecinos más fuertes (siglo XIII), el país quedó disgregado en dosprovincias: la de Estonia, que abarcaba el norte de Estonia actual, y la provincia deLivonia, que integraba Estonia del sur y Letonia del norte. En 1917, la provincia deLivonia, poblada de estonios, y la ciudad de Narva, que hasta entonces había forma-do parte de la provincia de San Petersburgo (durante la incorporación de Estonia alImperio Ruso:1721-1917), fueron unidas a la provincia de Estonia, formando unasola provincia: Estonia. Posteriormente, y en base al Tratado de Paz entre Estonia yRusia del 2 de febrero de 1920, al territorio de Estonia fue incorporado a la comarcade Petseri (Pechur), poblada por los setu’s, un grupo étnico de estonios. Después dela anexión soviética producida en 1940, para llevar a cabo el proceso de sovietiza-ción, se formalizaron en 1952 las provincias (oblast’s en ruso) de Tallinn, Tartu yPärnu, que en 1953 fueron abolidas. Así durante sólo un año (1952-1953) Estonia,con 45.100 km y 1.157.300 habs., quedó dividida en unidades territoriales con tres

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niveles administrativos: unos 700 soviets aldeanos, villas y ciudades; 39 distritosadministrativos; y 3 oblast’ s o provincias. Estos provincias, especialmente la dePärnu, no tenían señaladas funciones algunas.

Otra entidad local supramunicipal, territorialmente intermedia entre el municipioy la provincia, es la Comarca. Para los geógrafos, sobre todo para los regionalistas,este concepto es muy significativo, tanto por su esfuerzo de sistematización espacio-territorial como por las pormenorizadas investigaciones que se han realizado al res-pecto, tomando como punto de partida criterios distintos y, por lo tanto, diversasformas de entender la comarca En el caso de Andalucía, se viene reflexionando sobrela comarcalizacion desde hace tiempo (PEZZI CERRETO, M, 1982, 183 pags) y, apesar de diversos intentos de división territorial en este sentido, ésta no se ha realiza-do, al no existir un verdadero sentido descentralizador politico-administrativo porparte del gobierno andaluz. Sin embargo, el Estatuto de Autonomía recoge la posibili-dad de creación de comarcas y fija las condiciones de los municipios que se integrenen ellas: limítrofes, en función de sus características geográficas, económicas, socialese históricas.

De cualquier forma, si bien institucionalmente no existe una comarcalizacion enAndalucía, el Gobierno autónomo, a través de la Consejería de Política Territorial,realiza en 1983 una “Propuesta de Comarcalizacion” consistente en 122 divisionescon cabeceras –en algunos casos dobles– a partir del análisis de dos parámetrossignificativos: las llamadas telefónicas y de accesibilidad (JUNTA DE ANDALUCIA,1983, 195 pags) (Mapa 1). Posteriormente, en 1986 la misma Consejería publica eldenominado “Sistema de Ciudades”, que puede considerarse otro intento de comarca-lizacion, en donde se mantienen los 122 ámbitos anteriores, en este caso denominadosfuncionales y que, como se pretendía, ha servido en cierto modo “como marco dereferencia para el planeamiento urbanístico municipal y supramunicipal, y para laaplicación de las politicas sectoriales de los diversos departamentos de la Junta deAndalucía” (JUNTA DE ANDALUCIA,1986, vol I, pag. 7).

En el ámbito geográfico también se han producido diversas propuestas de comar-calizacion para Andalucía, más a escala provincial que teniendo en cuenta todo elterritorio. Así, en los años 80 existe un importante intento de sistematización comar-cal, en el que hay que destacar, sin duda, el que se recoge en la obra “Geografía deAndalucía” que tiene como punto de partida criterios funciones, “con centros provee-dores de servicios y las consecuencias económicas, sociales, de infraestructura, etc.,que aconsejan evitar los marcos rígidos y posibilitar mas bien una organización espa-cial.” (CANO GARCIA, G, vol VIII, 1987-90, pag. 210). Se establecía entonces unajerarquización que dividía a Andalucía en siete regiones o ámbitos geográficos, funda-mentalmente de base natural: Sierra Morena, Vegas y Campiñas del Valle del Guadal-quivir, Triángulo Sevilla-Cadiz-Huelva y su Periferia, Sierras Subbéticas, DepresiónIntrabética y los Valles Almerienses Adyacentes, Montañas Penibeticas, y Costa Medi-terránea.

Posteriormente, este mismo autor presenta un “ensayo de red urbana andaluza…con el interés de establecer una jerarquización que respondiese más a la detecciónde centros que organicen espacios en orden a elaborar una propuesta de comarcaliza-

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cion” (CANO GARCIA, G, 2000, vol 5, pag.26), a partir de significativas variablesdemográficas que se ponderan para los 141 núcleos con más de 10.000 habitantes,cifra considerada como limite de lo urbano. Los resultados de este trabajo deben serconsiderados como una aportación valiosa, no solo para el conocimiento geográfico deAndalucía, sino también como base científica para elaborar institucionalmente unacomarcalización con criterio funcional para Andalucía8.

En Estonia el precedente de las Comarcas (maakond) como unidades territorialessurge en la Edad Media cuando las denominadas parroquias civiles, un total de 45, seunieron, por lo que las de mayor extensión estuvieron vigentes hasta mediados delsiglo XX. En el período 1920–1944, en el que hasta 1940 Estonia fue un Estadoindependiente, se establecieron 11 comarcas con un carácter político administrativo:Harjumaa, Järvamaa, Läänemaa, Pärnumaa, Saaremaa, Tartumaa, Petserimaa, Valga-maa, Viljandimaa, Virumaa y Võrumaa. Entre 1945-46, anexionada ya Estonia por laUnión Soviética, la comarca de Petserimaa fue abolida (dividida entre Estonia y Ru-sia), y se constituyeron nuevas comarcas bien por fusión o por disgregación. En 1950el poder soviético denominará a estas comarcas distritos administrativos subordinadosal poder central. Posteriormente, desde 1964, y tras repetidos cambios de la divisiónadministrativa, quedaron 15 distritos que en 1990 (en el proceso de la reindependiza-ción de Estonia) fueron restaurados con la denominación de comarcas.

Hoy estas comarcas en Estonia son unidades territoriales entre el poder central ylos gobiernos locales autónomos (municipios rurales y urbanos). Así, las comarcas sonun “alargamiento de manos” del poder central en el campo. Esta comarcalizaciónrevela señales de provincianización, ya que cada comarca tiene un gobernador y unosórganos administrativos que cumplen, en gran parte, funciones claramente de carácterprovincial. Sin embargo, la Estonia actual no tiene necesidad de mantener funcional-mente una división en 15 comarcas (Mapa 2), debido a que su reducida extensiónsuperficial y poblacional, convierten en necesidad realizar un cierto reagrupamientoque les de sentido territorial y sociopoblacional (Mapa 3).

Por último nos referimos a una figura de estructuración territorial administrativaque cobra un alto significado en los últimos años debido al gran proceso de urbanizaciónque se viene desarrollando. Nos referimos a las denominadas Areas Metropolitanas. EnAndalucía se entienden como tales a las “entidades locales supramunicipales con perso-nalidad jurídica propia y plena capacidad para obrar para el ejercicio de sus competen-cias, integradas por municipios de grandes aglomeraciones urbanas entre cuyos núcleosde población existan vínculos urbanos, económicos y sociales, que se constituyen comodivisión territorial optima para la planificación conjunta y la gestión coordinada dedeterminadas obras y servicios” (Ley de Demarcación Municipal, articulo 43).

Esta nueva dinámica de demarcación administrativa de orden supramunicipal,con un marcado carácter de ordenación del territorio, trata de superar la vertiente

8. Recientemente este mismo autor ha presentado una comarcalización más definida a partir dediversos criterios (CANO GARCÍA, G., 2002)

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negativa que provoca el proceso de expansión urbana: deseconomias funcionales ydesarreglos ambientales, deficiencias infraestructurales y dotaciones, desequilibrios enla estructura económica, social y demográfica, excesivo peso de los parámetros cuan-titativos del proceso urbanístico en detrimento de los cualitativos, y la insuficiencia dela Administración Pública en el arbitraje y corrección de estos procesos. La aspiraciónes “contar con un territorio mas funcional, solidario, competitivo, y de mayor calidadambiental, cultural y paisajística, caracterizándose esta política por la búsqueda delequilibrio interterritorial a través de la reducción de las desigualdades en cuanto anivel y calidad de vida entre distintos ámbitos espaciales” (SANCHEZ DEL ARBOL,M. A., 1999, pag. 121).

Sin embargo, y a pesar de que en Andalucía existen aglomeraciones urbanassusceptibles de convertirse en Areas Metropolitanas (Tabla 1): Sevilla, Bahía deCádiz, Campo de Gibraltar, Málaga, y la de Granada ), la Junta de Andalucía, através de la Dirección General de Ordenación del Territorio, y en virtud de la Ley deOrdenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía, sólo ha dadoun impulso decisivo al Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urba-na de Granada con fecha en 1994, habiendo sido aprobado en 1996 el DiagnósticoTerritorial de la Aglomeración, en 1997 las Bases, Objetivos y Estrategias, y en1999 el Plan definitivamente, tras un período de participación publica. Así pues, lacreación y puesta en funcionamiento del Area Metropolitana de Granada está pen-diente del decisivo impulso politico-financiero para que comience a ser una reali-dad.

En Estonia sólo existe oficialmente un Area Metropolitana: la de la capital Tallin,con una población de unos 530.000 habitantes, subdividida en tres áreas que agrupanmunicipios urbanos y otros rurales fuertemente vinculados a los anteriores: Tallín y suárea de influencia más próxima; los municipios de Harku, Saue, Saku y Keila, aloeste, unos 70.000 habitantes; y al este el área constituida por los municipios deMaardu, Viimsi, Joelähtme y Rae con unos 35.000 habitantes. En el resto del país sedetectan funcionalmente varias aglomeraciones urbanas susceptibles de un ordena-miento de ámbito subregional:

– al noreste, un área industrial, con una mayoría de población no estonia en suorigen, que agrupa a los núcleos urbanos de Kohtla-Järve, Johvi, Kiviöli y Püssi,y a los municipios rurales de Aseri, Sonda, Lüganuse, Kohtla, Kahtla-Nonme,Jöhvi y Toila, con una población total de 78.200 habitantes; así como, más aleste, a las ciudades de Narva, Narva-Joesuu y Sillamäe, además del municipiorural de Vaivara, con 90.300 habitantes en total. Hoy toda esta aglomeración estápendiente de una reorganización económica e infraestructural.

– en el centro, la aglomeración de Tartu y Elva, con los municipios rurales de Tartu,Tähtvere, Noo, Ülenurme y Luunja, con una población de 122.000 habitantes.

– en el sudoeste el área de influencia de Pärnu y Sindi, con los municipiosrurales de Audru, Sauga, Paikuse y Häademeeste, que agrupa a 62.000 habitan-tes, y es muy dinámica debido al fuerte desarrollo turístico y, en menor medi-da, industrial.

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TABLA 1. ANDALUCÍA: PLANES DE ORDENACIÓN DEL TERRITORIO DE ÁMBITOSUBREGIONAL (ÁMBITO QUE AFECTA Y SITUACIÓN ADMINISTRATIVA)

Ámbito N º municipios Superficie (Km2) Población 1999

Aglomeración Urbana de Sevilla 22 1.513 1.109.214Aglomeración Urbana de Málaga 10 954 661.900Aglomeración Urbana de Granada 32 891 444.750Bahía de Cádiz 5 593 397.673Campo de Gibraltar 7 1.514 230.753Costa Noroeste de Cádiz 4 349 108.074Poniente Almeriense 9 929 138.393Litoral Occidental de Huelva 7 730 78.366Ámbito de Doñana 13 2.732 102.286Sierra de Segura 12 1.933 30.116La Janda (Cádiz) 7 1.535 56.629

Total ámbito POTs 128 13.673 3.358.154Total Andalucía 770 87.597 7.216.649

Situación Administrativa: Planes Aprobados: Aglomeración Urbana de Granada; Documentosen Información Pública: Aglomeración Urbana de Sevilla, costa Noroeste de Cádiz y PonienteAlmeriense; Documentos para Información Pública en breve plazo: Sierra de Segura; Docu-mentos de Trabajo pendientes de aprobación por parte de la Comisión de Ordenación delTerritorio y Urbanismo: Bahía de Cádiz, Campo de Gibraltar y Ámbito de Dañosa; Planes enFases Iniciales (información y diagnóstico): Litoral Occidental de Huelva, La Janda, Litoral deGranada y Levante de almería (estos dos últimos no aparacen en la relación anterior por ser dereciente puesta en marcha); Planes pendientes de formulación (en fase de adjudicación): LaAxarquía; Planes completamente “congelados” por su invariabilidad actual: AglomeraciónUrbana de Málaga (se iniciaron los trabajos hace unos 7 años, antes que el Plan de Granada).

Fuente: Elaboración propia a partir de la Página Web de la Junta de Andalucía e información directa detécnicos de la D.G.O.T.U.

3. ARTICULACIÓN TERRITORIAL

Los elementos básicos de articulación o vertebración de cualquier territorio hu-manizado son dos: el sistema de ciudades con sus áreas de influencia (que puedeentenderse como el conjunto de asentamientos urbanos de un determinado territorio),y los ejes y sistemas de comunicación que conectan dichos núcleos, a través de losque se establecen relaciones dinámicas o flujos economicos-financieros, poblaciones,de mercado, transportes, etc.

Para este somero análisis comparativo entre Andalucía y Estonia , nos detenemos,en estos dos elementos básicos articuladores de sus territorios: sistema de asentamien-tos y red de comunicaciones (carreteras y ferrocarriles). Este último cobra un especialvalor, pues a través de él es posible la articulación regional, especialmente de los

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centros urbanos y del tejido productivo, al mismo tiempo que su desarrollo permitiráaminorar los desequilibrios intra e interegionales.

3.1. Red de asentamientos

En el territorio andaluz, la red o trama de asentamientos constituye la retículabásica del sistema urbano, en la medida en que abarca escalas locales y comarcales.Asimismo, existe una íntima relación entre el medio físico, sobre todo por el condicio-nante del relieve, y los subsistemas básicos de la red, por lo que se establecen distintastramas morfoestructurales según diferentes territorios y ámbitos, a partir de las cualesse definen una amplia gama de tipologías de la red urbana: Sierra Morena, Guadalqui-vir, Campiñas, Subbéticas, Depresiones Intrabéticas y Litoral. Nosotros destacamos deforma resumida los siguientes caracteres para cada uno de ellos (CANO GARCIA, G,2000, pags. 47-57)9.

Sierra Morena. En este amplio espacio serrano, frontera histórica norte de Anda-lucía –que se extiende por las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén–, seconfigura una red de asentamientos que se ajusta bastante bien a las característicastipo de su morfoestructura: inexistencia de centros organizadores, trama poco densa ydebilidad articuladora interna.

Los asentamientos no llegan a superar los 20.000 habitantes, y adolecen de unacohesión interna, y la trama urbana no tiene entidad suficiente como para articular esteterritorio, si bien se pueden diferenciar varios ámbitos: el Andevalo y la Sierra deHuelva; la Sierra Norte de Sevilla; el Alto Guadiaro y Los Pedroches en Córdoba; ySierra Morena en Jaén.

Guadalquivir. Este Valle, por sus características físicas –topografía suave y plana,que facilita las comunicaciones y la accesibilidad–, suelos fértiles y abundancia deagua, ha posibilitado históricamente la acumulación urbana y ha contado con centrosque han articulado este territorio.

Desde el punto de vista de las redes urbanas, destaca la polarización ejercidapor los centros regiones de Sevilla, Córdoba y Jaén, que extienden sus áreas deinfluencia fuera incluso de sus respectivos ámbitos morfoestructurales. Al mismotiempo, el eje natural de comunicaciones que constituye el propio Guadalquivirdetermina la configuración de tramas urbanas lineales que siguen el curso fluvial,así como una distribución vertical de asentamientos, en su mayor parte pequeños decarácter rural. De este modo se pueden diferenciar las siguientes redes urbanas

9. La red urbana andaluza, a través de sus sistemas de asentamientos, es bien conocida, de ahí el queexistan numerosas publicaciones en las que se establecen distintas tipologías en función de los objetivos quepersiguen (históricos, administrativos, socioeconómicos, urbanos, de ordenamiento territorial y, claro está,geográficos). Una de las últimas es el “Atlas de Andalucía. Tomo IV.Cartografía Urbana”, que edita la Juntade Andalucía, Consejería de Obras Públicas y Transportes y Consejería de Medio Ambiente. Sevilla, 2000.Para nuestros fines estrictamente geográficos, se expone en el texto, de forma adaptada y resumida, latipología desarrollada por el Profesor Cano García en la obra que indicamos y que él dirige.

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centralizadoras: Linares y Andújar, en la provincia de Jaén; Córdoba y Palma delRío; y Lora del Río y Sevilla.

Campiñas. Es un territorio fundamentalmente agrario entre el Valle del Guadal-quivir y los piedemontes subbéticos, históricamente bastante menos poblado que elanterior, donde hoy la trama de asentamientos la constituyen núcleos de tamaño mediocon escasas relaciones, pero con complementariedad funcional. Asimismo las redesurbanas se caracterizan por la concentración poblacional en las ciudades, el alejamien-to de los núcleos entre si, la alta conectividad y el elevado numero de tramas conorganización no centralizada: Los Palacios-Lebrija, en el Bajo Guadalquivir; Marche-na-Carmona, en la Campiña de Sevilla; y Montilla-Aguilar, en la Campiña de Córdo-ba. También se detectan tramas dominadas por lugares centrales diseminados portodas las Campiñas, y la extensión del área de influencia hacia las Subbéticas, sobretodo en Sevilla y Córdoba.

Subbéticas. Se trata de un espacio estructural y fisiográficamente muy diverso,que condiciona el que hayan aparecido tramas de asentamientos variables: elevadadensidad y centralidad (Lucena-Cabra, en las Subbéticas Occidentales), debilidad delas conexiones y del poblamiento (norte de Granada-sur y este de Jaén), de extremafragilidad de la red en este desarticulado territorio (Montes de Granada). De cualquierforma, la Subbética más potente en poblamiento, lo constituye el sector de Córdoba,por lo que en este territorio, estratégico para las comunicaciones entre el Valle delGuadalquivir y las Penibéticas, se ha configurado una trama urbana bien articuladapor los núcleos de Lucena, Priego de Córdoba, Cabra y Baena . Similar característicacabe apuntar en el sector sevillano, aunque aquí la interrelación de las tramas entre lasCampiñas y las Subbéticas es mayor, destacando Estepa como lugar central.

Depresiones Intrabéticas. Constituyen un rosario de altiplanos entre las unidadesSubbéticas y Penibéticas: Antequera (Provincia de Málaga), Loja-Granada, Guadix-Baza y Huéscar (Provincia de Granada). Como característica común a todas estas depre-siones hay que señalar la existencia en cada una de una ciudad rectora, que rebasanormalmente los 20.000 habitantes (a excepción de Huéscar), sobre la que gravitan unagran cantidad de núcleos menores, y que se configura como centro organizador de cadauno de sus respectivos espacios. Granada, sin duda alguna destaca entre todas por suimportancia funcional y por su amplio radio de influencia, de tal manera que, dentro delconjunto de la red urbana andaluza, se constituye en centro subregional, y como uncentro regional para determinadas funciones de carácter terciario.

Penibéticas. Constituyen el conjunto montañoso mas elevado de Andalucía, y seextiende entre la Serranía de Ronda en Málaga hasta la Sierra de los Filabres enAlmería. El medio físico, sobre todo la topografía (sucesión de macizos y vallestransversales) impone una clara discontinuidad a este extenso territorio, por lo que elpoblamiento es extremadamente complejo y las difíciles conexiones entre los núcleos.

En estos espacios serranos existe una elevada densidad de asentamientos, que porlo general son de pequeño tamaño (no suelen superar los 2.500 habitantes), de ahí quelas tramas urbanas se caractericen por la escasez de centros funcionales de ciertaentidad (con la excepción de la Serranía de Ronda) que imprimen una desarticulaciónurbana. De cualquier forma se pueden diferenciar determinados núcleos que ejercen

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capacidad centralidora y, por tanto, configuran áreas de influencia más o menos exten-sas: Ronda, Vélez Málaga, Alhama de Granada, Orgiva, Albox, Olula del Río, Huer-cal-Overa y Berja.

• Litoral. Debido a la extensión longitudinal y a la variedad espacial del litoralde Andalucía, se han diferenciado, por un lado, las tramas de asentamientosdel litoral atlántico y, por otro, las redes urbanas localizadas en el litoralmediterráneo.

En el primero caso se distinguen, asimismo, distintas redes: el área metropolitanade la Bahía de Cádiz, espacio polinuclear descentralizado, único en los sistemas urba-nos andaluces; el área urbana de Huelva capital que organiza una pequeña área funcio-nal; el litoral occidental de Huelva, con bicefalidad entre las originarias cabecerasmunicipales del interior; y los nuevos asentamientos turísticos (El Portil-El Rompido,La Antilla, etc).

En el litoral mediterráneo, la existencia de pequeñas llanuras aluviales determinala morfología del poblamiento, la localización de los asentamientos, y la configura-ción de redes longitudinales con núcleos centrales que organizan áreas de influenciahacia el exterior, más que al interior por las dificultades de penetración que impone laorografía de las Penibéticas. También existen dificultades de conexión transversalinterurbana, mientras que los núcleos que se localizan en las faldas meridionales delas sierras se conectan unilinealmente con los principales ejes costeros. Por ultimoseñalar la superposición que se está produciendo entre los asentamientos tradicionalesy los nuevos que surgen con una vocación claramente turística de gran dinamismo ypotencial urbano. Destacar como espacios urbanos con personalidad propia: la Bahíade Algeciras, entre el litoral atlántico y mediterráneo, con Algeciras, La Linea de laConcepción y San Roque; la Costa del Sol, con Marsella, Estepona, Fuengirola yBenalmadena; el área metropolitana de Málaga; la Costa de Granada, con centro enMotril; y la franja litorial almeriense, con Almería que prolonga su área de influenciahasta El Ejido y Adra.

En Estonia no existe un conocimiento tan profundo de la red de asentamientos y,por tanto, de la red urbana como en Andalucía. Sin embargo, de nuestros estudios y enuna primera aproximación, se puede decir que, y al igual que en Andalucía, existe unaintima relación entre el medio físico, sobretodo por el condicionante del relieve, y lossubsistemas básicos de la red urbana, por lo que se observan distintas tramas y áreasde influencia urbanas según diferentes ámbitos. A su vez, en este pequeño país nórdi-co, el sistema de asentamientos no sólo se ha constituido en confluencia con lascondiciones fisiográficas, sino también en función de imperativos socioeconómicos, eincluso políticos. Por todo ello, es posible diferenciar dos tipos de paisajes en que secircunscriben sistemas de asentamientos, en parte diferentes, pero cada vez más co-nectados entre si (Mapa 4).

La Baja Estonia (llanuras y depresiones del Norte y Oeste, además de las islasmarítimas), donde las débiles altitudes, los recursos minerales y orgánicos terrestres ymarítimos, así como la diversidad en los usos del suelo, vienen ofreciendo amplias

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Fuente: Elaboración propia

MAPA 4. ESTONIA: DISTRIBUCIÓN DE LOS PRINCIPALES NÚCLEOS URBANOSY ÁREAS DE INFLUENCIA

posibilidades para la ocupación y actividad humana. Sólo las áreas pantanosas no sonun medio adecuado para la ocupación humana.

En este espacio se ha desarrollado el principal sistema urbano polarizador delpaís: el Area Metropolitana de Tallin, donde es posible diferenciar dos subsistemas decarácter secundario, uno en el litoral occidental e islas, y otro en el Noreste. Elprimero es Tallinn, capital de la República Estonia, es el centro de la vida económicay político administrativa del país, que concentra un tercio de la población del Estado(404.005 habitantes), y más de la mitad de los estudiantes de enseñanza superior. Almismo tiempo, como centro comercial y financiero internacional, Tallinn ofrece inme-jorables condiciones para la instalación de nuevas empresas de servicios, tanto públi-cos como, fundamentalmente, privados, en un país plenamente abierto a la economíacapitalista10.

Por todo ello, el área de influencia de Tallin abarca un amplio radio (cercano alos 100 Km), e históricamente a su alrededor se ha desarrollado una densa tramaurbana de multitud de asentimientos constituidos por municipios urbanos y rurales,

10. En el desarrollo de Tallín la cercana capital de Finlandia, Helsinki (les separa unos 70 Km de mar),vine ejerciendo una fuerte influencia. Incluso es de dominio público la existencia de acuerdos para constituiruna “ciudad gemela: “Talsinki” o “Hellinn” .

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algunos con una bien definida función industrial (Maardu, Kelia, Saue). Entre un 50-90% de los habitantes de estas ciudades trabajan diariamente en Tallinn, ciudad queestá en constante expansión, no solo por su evidente poder de atracción, sino tambiénpor el impresionante desarrollo suburbano acaecido con la creación de barrios perifé-ricos. En esta periferia, no sólo se instalan empresas de producción, sino los propioshabitantes de la ciudad que huyen de los altos precios de las viviendas, de la contami-nación ambiental, de la inseguridad y de la tensión cotidiana. Al mismo tiempo,también se incrementa la población de los municipios más pequeños y cercanos en unradio de 20-30 Km a Tallinn, por lo que su Área Metropolitana está en constanteexpansión, constituyendo una retícula urbana con subcentros monofuncionales.

La influencia de Tallinn como centro superior de carácter urbano se revela tambiénen los dos sistemas de asentamientos de carácter secundario que se aprecian en la BajaEstonia: el del litoral occidental e islas, y el del Noreste. En el primero, Pärno (“capitaldel verano de Estonia”), con industria pesquera, maderera y, en los últimos tiempos, elturística, es el centro más fuerte y dinámico, y ejerce una función centralizadora a sualrededor, sobre todo a lo largo de un sistema de asentamientos pequeños junto a lacarretera Tallinn-Riga, conocida como “Vía Báltica”. Otros núcleos con cierta persona-lidad urbana son Sindi, Kilingi-Nomme y Haapsalu. Por su parte, en las islas la funcióncentral la ejercen Kärdla, en la isla de Hiiumaa, y Kuressaare, en la de Saaremaa.

En el Noreste de Estonia se aprecian dos sistemas urbanos bien diferenciados. Deun lado el área urbana “nórdica”: poblada con inmigrantes de la época soviética, conuna industria minera y química degradada, en donde destacan las ciudades medias deKohtla-Järve, Johvi, Kivioli, Püssi, Sillamäe y Narva. De otro, el sur o Alutaguse, conpoblación rural dispersa, sobre todo en la costa arenosa del Lago Peipsi.

La Alta Estonia, de colinas y mesetas, con una predominante actividad rural, es laregión del interior, menos poblada (sólo concentra un 25% de los habitantes estonios),alejada de los puertos y de los principales centros de desarrollo nacionales e interna-cionales. En este espacio existe una sola ciudad con un claro poder polarizador: Tartu,segunda ciudad más poblada (100.112 habitantes) después de Tallinn, con una funciónuniversitaria, comercial y de servicios. También destacan Polva y Jogeva, pero formanparte del área de influencia de Tartu. Sin embargo, al sur y al norte de Tartu existe unared de asentamientos, la mayoría pequeños e interconectados entre si por pequeñasciudades que ejercen la función de centros comarcales, como Viljandi, Postsamaa,Torva, Valga, o en la costa del Lago Peipsi, con Mustvee, Kallaste y Räpina .

4.2. Red de comunicaciones

En Andalucía, razones naturales e históricas han condicionado un desarrollo des-equilibrado de sus espacios de relación. En este sentido, si bien los grandes conjuntosorográficos de Sierra Morena al Norte, y las Cordilleras Béticas al Sur, han supuestoimportantes barreras para las comunicaciones, ha sido el dirigismo político económi-co, con una concepción muy centralista (que ha venido desarrollando una red detransportes radial con centro en Madrid), quien no ha promovido la comunicación

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Oeste-Este en Andalucía, es decir, en el sentido extensivo de esta región. De estamanera se han venido favoreciendo más los intercambios extrarregionales que losintrarregionales, marginando amplios espacios.

Sin embargo, una vez constituida la Comunidad Autónoma de Andalucía –a laque se le transfiere múltiples competencias, como transportes–, se viene imponiendoun modelo de comunicaciones en el que prima la creación de espacios de relación paraarticular mejor la región en sentido transversal y longitudinal. Por ello, en los últimosveinte anos se ha podido modificar en parte la concepción centralista de la red y sehan mejorado sustancialmente las ratios de infraestructuras de transporte. Asimismo,la Junta de Andalucía ha aprobado el denominado Plan Director De Infraestructuras deAndalucía 1997-2007 que supone un gran esfuerzo inversor para superar las debilida-des y retos infraestructurales que aun existen.

La red andaluza de carreteras –que es el medio mas utilizado para los desplaza-mientos de viajeros y de mercancías–, se compone de un total de 26.756 Km, que secatalogan de la siguiente manera (JUNTA DE ANDALUCIA, Consejería de ObrasPublicas y Tansportes, 1998): autopistas de peaje (94 Km); autovías y carreteras detres calzadas (1.356 Km); carreteras de doble calzada (312 Km); carreteras de una solacalzada, el resto (Mapa 5). La titularidad de estas infraestructuras se distribuye entreel Estado (3.178 Km), la Comunidad Autonomica (10.635 Km), las DiputacionesProvinciales (10.859 Km) y otros organismos (2.084 Km). Jerárquicamente, la redandaluza de carreteras se integra en dos categorías: la Red Principal, dividida en laRed de Carreteras del Estado, la Red Básica de la Junta de Andalucía y la RedIntercomarcal, también de la Junta de Andalucía; y la Red Secundaria, compuesta porlas redes comarcales y locales, que son en su mayoría competencia de las Diputacio-nes Provinciales.

El Estado gestiona la mayor parte de los ejes de largo recorrido, sobre todo ensentido longitudinal, y los considera de alto valor económico, estratégico y adminis-trativo: Autovía Madrid-Cadiz: N-IV o EO5; Autovía Sevilla-Huelva: A-49; la Nacio-nal Cádiz, Algeciras, Almería: N-340, que coincide en parte con la Autovía del Medi-terráneo aun sin terminar; la Nacional desde la provincia de Almería hacia el Levante,N-344. También son de titularidad estatal otras carreteras que se unen a las anterioresen sentido transversal, que no tienen la calificación de autovía, pero que han mejoradode forma significativa sus condiciones: la Ruta de La Plata entre Sevilla-Badajoz-Salamanca (N-630); Sevilla-Lisboa (N-433); Huelva-Badajoz (N-435); Córdoba-Má-laga (N-331); Bailén-Jaén-Granada-Motril (N-435), autovía a falta de finalizar en untramo tan congestionado como el de Granada-Motril; y Córdoba-Granada (N-432),que esta previsto se desdoble.

Por su parte, la Junta de Andalucía tiene competencia, en primer lugar, sobre laAutovía de Andalucía o Autovía del 92: Sevilla-Granada-Baza-Puerto Lumbreras, unade las obras de mayor significación realizadas por el Gobierno autónomo, criticadasobre todo por el estado lamentable en que se encuentran algunos de sus trazados(sobre todo en la provincia de Granada). Esta importante vía longitudinal conecta eloccidente y oriente de Andalucía con el Levante, y comienza a unirse con la Autopistadel Mediterráneo a través de algunos corredores. En segundo lugar, otras carreteras

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MAPA 5. ANDALUCÍA: RED DE CARRETERAS

Fuente: Mapa Digital de Andalucía, 1:100000. Junta de Andalucía, 1999.

gestionadas por la Junta son: la A-382 entre Jerez de la Frontera y Antequera; la A-473 Sevilla-Utrera Ronda-San Pedro de Alcántara; la A-381 Jerez-Algeciras; y losramales de la A-92 Antequera-Málaga, ya autovía, y el Guadix-Almería, en fase avan-zada de desdoble.

También de titularidad pública de la Junta de Andalucía la Red Intercomarcal,que ha sido renovada en los últimos anos, mientras que la Red Secundaria, comarcal ylocal, gestionada en su mayor parte por las Diputaciones, comunican todas las cabece-ras municipales con las comarcales y con la red principal, y se vienen acondicionandoperiódicamente.

De igual modo, en las ultimas dos décadas se ha producido una mejora significa-tiva de la accesibilidad para el conjunto de Andalucía (JUNTA DE ANDALUCIA,Consejería de Obras Publicas y Transportes, 1994), aunque esta es más elevada en eltriángulo Huelva-Sevilla-Cadiz, que en los espacios montañosos (Las Alpujarras, pro-vincia de Granada; Serranía de Ronda, provincia de Málaga; Sierras de Cazorla-Segura, provincia de Jaén; o en Los Pedroches, en la provincia de Córdoba). Tambiénhan disminuido significativamente los tiempos de recorrido, yse ha mejorado la acce-sibilidad entre las capitales de las provincias, que están conectadas todas por Vías deAlta Capacidad. De igual manera, se ha mejorado la accesibilidad de la región con elexterior, pues esas carreteras de alta capacidad conectan con el resto de la red deEspaña y de Europa.

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La planificación actual y futura de la red de carreteras se contempla por parte dela Administración central en el Plan Director de Infraestructuras (PDI) o Plan deInfraestructuras (2000-2007), y por la Administración andaluza en el Plan Director deInfraestructuras de Andalucía (PDIA) también proyectado hasta el 2007, donde seincluye el Plan General de Carreteras (1997-2007) y el Plan Estratégico Ferroviariopara Andalucía (1997-2007).

Por su parte, el estado actual de la red ferroviaria andaluza se explica por simila-res condicionantes físicos e históricos que señalábamos para la red de carreteras (Mapa6). Es más, bastantes de los problemas actuales del sistema ferroviario arrancan desdesu nacimiento, a mediados del pasado siglo (CANO GARCIA, G, 2000, pag. 163):falta de conexión entre sus extremos occidental y oriental y enlace con el litoral –elmas urbanizado–, dificultades de interconexión rápida entre las capitales provinciales,y difícil salida hacia el exterior. Actualmente están en servicio 2.163 Km de los casi2.600 que se instalaron entre 1854-1030, incluidos los nuevos 192 Km del Tren deAlta Velocidad (TAV). Se trata, pués, de red totalmente insuficiente como para articu-lar y dar servicio a la mayor parte del territorio andaluz, si bien en sus característicastécnicas se ha avanzado bastante en los últimos anos: electrificación, desdoblamientode vías y conexiones con la Alta Velocidad.

Funcionalmente, el PDIA 1997-2007 distingue una Red Ferroviaria de InterésRegional (RIR), que comunica entre si los centros urbanos regionales de primer nivel:Huelva-Almeria, Córdoba-Málaga, Cádiz-Linares, Almeria-Linares, y Algeciras-Bo-badilla. Al mismo tiempo persiste una red secundaria con un futuro bastante incierto:Zafra-Huelva, Merida-Los Rosales (Sevilla) y Almorchon-Cordoba. Entre las princi-pales actuaciones en materia de transportes, ambos Planes mencionados (PDI y PDIA)contemplan: la creación y mejora de la red de estaciones y apeaderos, la organizaciónde los transportes en las grandes ciudades y áreas metropolitanas, la transformación enautovías de nuevos tramos y la mejora de la red secundaria e intercomarcal. Importan-te señalar, asimismo, que se proyecta la conexión fija con el Norte de Africa, tanto porcarretera, como por ferrocarril y puertos, gran reto de futuro al que deberá hacer frenteAndalucía y, por tanto, España y la Unión Europea.

Por su parte, el Plan Estratégico Ferroviario para Andalucía (1997-2007), cuyaslíneas estratégicas se incluyen en el PDI a nivel estatal y en el PDIA andaluz, destacanlas intervenciones sobre todo en la Red de Interés Regional (RIR), que apuesta por loque ofrece mayor rentabilidad: las cercanías a las grandes capitales (línea TAV deCórdoba a Málaga, ya emprendida), la mejora de los tráficos de medio-largo recorridoo de alta velocidad entre las principales aglomeraciones urbanas (Granada-Sevilla,Jaen-Cordoba, Huelva-Sevilla), y en servicios regionales del corredor Huelva-Alme-ria. No se hace alusión a las líneas secundarias, por lo que se cerraran o se produciránrecortes en sus servicios, mientras la Comunidad Autónoma no asuma las transferen-cias de las mismas o las subvencione.

En Estonia, el medio físico, fundamentalmente la orografía (tierras relativamentebajas, donde elevaciones y mesetas alternan con depresiones, hondonadas y valles) noha supuesto un gran obstáculo para la formación y construcción de una red de comu-

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MAPA 6. ANDALUCÍA: RED FERROVIARIA

Fuente: Mapa Digital de Andalucía, 1:100000. Junta de Andalucía, 1999.

11. El condicionante del medio físico, como barrera para las comunicaciones, sólo ha estado presentehistóricamente en los sistemas de elevaciones acantiladas de la Alta Estonia y en las principales áreaspantanosas y forestales de la Baja Estonia.

nicaciones equilibrada y relacional11. Sin embargo, en este país los principales ejes decomunicación ofrecen una disposición radial a partir de la capital Tallinn, por lo quese ha primado una concepción centralista en el sentido Norte-Sur, que pone en rela-ción unidireccional espacios dominados por determinadas ciudades con una clara fun-ción polarizadora de carácter regional o comarcal (Tartu, Narva, Voru, Luhamaa, Pär-nu, Valga) que, a su vez, comunican con ciudades fronterizas de otros países (SanPetersburgo, Kaliningrado, Riga...). Por el contrario, la red secundaria, compuesta pornumerosas vías de carácter comarcal o local, aunque amplia para facilitar la accesibi-lidad entre los numerosos núcleos de población rural, se halla poco relacionada con lared principal y en muy deficiente estado.

Esta concepción centralista de la red de comunicaciones en Estonia, llevada a sumáximo exponente durante la época de anexión soviética –ya que era la fórmula másviable para el transporte de los productos que se dirigían a Moscú (agrícolas, foresta-les y mineros, fundamentalmente) y para el control del traslado de viajeros–, sigue

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manteniéndose tras más de diez años de independencia, debido a que la Administra-ción Central es la única con competencias en infraestructuras de carreteras y ferroca-rriles, al mismo tiempo que perdura el modelo centralizador capitalino. A pesar delcierto esfuerzo inversor que viene haciendo el Estado para mejorar las ratios deinfraestructura de transporte, el país se haya aún en “vía de desarrollo” y sin apoyoexterno que posibilite unas inversiones suficientes para mejorar de forma significativay a corto plazo su situación, al mismo tiempo, lared viaria y la accesibilidad del país.

En 1920, es decir, a comienzos del primer período de la independencia de Estonia(1918-1940) la red de carreteras (principal medio de transporte para los desplazamien-tos de viajeros y mercancías) tenía un total de 18.000 Km, mientras que en 1939 sehabía llegado a 23.100 Km. Durante este tiempo, al mismo tiempo que se amplia lared también se mejora el revestimiento de todas las carreteras, especialmente entre lasprincipales ciudades que, además, centralizaban las más significativas líneas de auto-buses nacionales: 26 salían de Tallinn, 26 de Tartu y 10 de Voru (ELU EESTIS, 2001,p.188). Durante el tiempo de anexión soviética (1940-1991) se potencia sobre todo lared de carreras de primer orden, mientras que el resto sufren, en gran parte, unabandono; de ahí que la longitud de la red en su conjunto disminuya a 15.460 Km,mientras que la densidad de las líneas de autobuses crece, e incluso se establecenenlaces nuevos con las principales ciudades soviéticas cercanas (San Petersburgo,Riga y Kaliningrado) a causa del cierre de algunas líneas ferroviarias.

En Estonia actualmente no hay autopistas, y la red de carreteras, compuesta por untotal de 16.430 Km, está catalogada y dividida jerárquicamente de la manera siguiente:carreteras estatales o principales (1.357 Km el 8,3% del total); carreteras básicas, mainroads, en inglés (2.540 Km, el 15,5%del total); carreteras secundarias (12.492, el 76%del total); carreteras terciarias (41 Km el 0,2% del total) (ELU EESTIS, 2001, p. 188).

El Estado, titular y gestor de toda la red de carreteras, centra su mayor esfuerzoinversor en los principales ejes nacionales de largo recorrido (Mapa 7): N-1, entreTallinn y Narva (212 Km), que se prolonga hasta San Petersburgo y Noreste deFinlandia; N-2, entre las ciudades de Tallin, Tartu, Voru y Luhamaa (300 Km), que seprolonga hasta Moscú y Rusia Central; N-3, entre Tartu y Valga, como bifurcaciónhacia el Sur de la anterior (87 Km), y que prosigue desde Valga hasta la ciudad Riga,capital letona, y desde Tartu hacia Mustvee-Johvi, más al Norte; N-4, entre las pobla-ciones de Tallinn, Pärnu y Ikla (en la frontera Estonia-Letonia), con prolongaciónhasta Riga (194 Km), y que se denomina “Vía Báltica” entre Finlandia y EuropaCentral. Por su parte, Tallin, capital y centro neurálgico de la red, centraliza la salidade autobuses para el extranjero, bien a través del transporte por carretera, o por víamarítima desde su importante puerto de viajeros y comercial: hacia los Países Bálti-cos, también antes repúblicas soviéticas (Riga, Vilnius); a Alemania (Stuttgart, Colo-nia, Munich, Hamburgo, Bremen), Noruega (Oslo), Finlandia (Helsinki y Tampere), ya Rusia (San Petersgurgo, Kaliningrado).

La densidad insuficiente y el estado, en cierto modo de abandono, de la red ferro-viaria de Estonia se explica no tanto por condicionantes del medio físico, como porrazones socioeconómicas y políticas. Así, las primeras líneas ferroviarias que se constru-yeron durante el largo tiempo de dominación del Imperio Ruso, con el único interés de

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MAPA 7. ESTONIA: RED DE CARRETERAS

Fuente: Elaboración propia

conectar las principales ciudades de Estonia (Tallin, Tartu, Narva) con las de la RegiónBáltica fueron: la línea San Petersburgo-Narva-Tallinn y Tallinn-Paldiski (puerto bálticode Rusia), que se realizan entre los años 1870-1874, y que en 1976 conexiona a travésde Tapa con Tartu (ciudad universitaria); la línea San Petersburgo-Pskov-Valga-Riga, ysu bifurcación Valga-Tartu, construidas entre 1886-1889. Por el resto del territorio, conun interés en el transporte de mercancías más que en el de viajeros, se construyen, entre1869-1889, líneas ferroviarias de vía ancha (1.524 mm, como en Rusia y Finlandia) enla parte Norte, Este y Sur; mientras que entre 1896-1897 en las zonas del Oeste ySudoeste, se construyen líneas de vía estrecha (750 mm): Pärno, Riisselja-Moisaküla-Valga, y Moisaküla-Viljandi.

A comienzos del siglo XX continua la construcción de ferrocarriles de vía estre-cha, sobre todo por necesidades comerciales o militares del Imperio Ruso: Tallinn-Rapla-Lelle-Türi-Viljandi (1901), Türi-Paide (1901), Valga-Gulbene (1901) y Paide-Tamsalu (1917), y se termina la línea de vía ancha Keila-Haapsalu (1904). Así, en1920, en tiempos de la primera independencia de Estonia, la red de ferrocarriles teníauna longitud de 1.056 Km, de los cuales 655 Km eran de vía ancha y 401 Km de víaestrecha. La orientación política de la red va a cambiar sustancialmente, pues el nuevoEstado para cumplir el objetivo de desarrollar la agricultura y la industria, tiene queacometer una imprescindible ampliación, mejora y diversificación de los ferrocarriles.Por ello, entre 1926-1936 se construyen y electrifican las líneas de Tallinn y alrededo-

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res, se inaugura la línea ancha en el Sudeste de Tartu-Petseri, y las líneas de víasestrecha se completan (para la conexión de Parnü a Tallinn se construye la línea Lelle-Papiniidu, con bifurcación de Viluvere a Vándra); al mismo tiempo se realizan algunasnuevas líneas cerca de la frontera con Letonia (Valga-Koikkküla, y Riisalja-Ikla). Parael desarrollo agrícola y de la industria forestal se ponen en funcionamiento líneas devías estrechas en el Noreste y Oeste de Estonia (Sonda-Mustvee, y Rapla-Virtsu)(PAIDA, 1963). De esta manera, al final de este período se habían construido un totalde 88 Km de líneas de vía ancha y 332 Km de vía estrecha, de tal manera que en 1939Estonia tenía un red ferroviaria en servicio de 2.141 Km (1.232 de vía ancha, y 909 devía estrecha) (AESTI, 1940, p. 266).

Durante el período de ocupación soviética (1940-1991) la prioridad funcional dela red ferroviaria es militar, por lo que todas las líneas de vía estrecha o fueronsuprimidas o reconstruidas como vía ancha, de tal manera que la longitud actual de lared ha disminuido a una cifra cercana a la de comienzos del período anterior: 1.025,9km, a pesar de que se amplia a 132 km las líneas electrificadas de la capital Tallinn ysu área de influencia (Mapa 8).

Hoy la situación socioeconómica del país no es favorable para la inversión en lared ferroviaria, ni está ese objetivo entre las prioridades políticas del gobierno estonio,que potencia en mayor grado la extensión y mejora de la red de carreteras, sobre todode carácter estatal. Por ello se ha cerrado al tráfico la línea Tallinn-Haapsalu, y la de

MAPA 8. ESTONIA: RED FERROVIARIA

Fuente: Elaboración propia.

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Tallinn-Narva-San Petersburgo funciona generalmente para comercio de tránsito, altiempo que de las siete líneas nacionales que funcionaban para la transporte de viaje-ros en el 2001 (Tallinn-Parnü, Tallinn-Viljandi, Tallinn-Tapa-Tartu, Tallinn-Tapa-Nar-va, Tartu-Polva-Orava, Tartu-Elva-Valga y Valga-Voru-Piusa) sólo quedan cuatro (Ta-llinn-Parnü, Tallinn-Viljandi, Tallinn-Tartu, y dos veces a la semana la de Tallinn-Tartu-Valga), a la vez que el transporte ferroviario internacional de viajeros se realizasólo a través de dos líneas que se dirigen hacia el noreste (Tallinn-Narva-San Peters-burgo-Moscu) y el Sur (Tallinn, Tartu, Valga-Riga).

5. CONCLUSIONES

El análisis hasta aquí expuesto referido a las estructuras territoriales de Andalucíay Estonia, permite establecer, de forma comparada, las siguientes conclusiones:

– En Andalucía y en Estonia existe una proliferación de municipios a lo largode su historia, tanto en número como en tamaño, si bien la diferenciación eneste último país entre núcleos urbanos y rurales no es posible establecerlahasta el siglo XIX, como consecuencia de la liberación de los campesinosestonios nativos, mientras que en Andalucía nos remontamos a la Edad Me-dia.

– Procesos históricos de desarrollo bien diferenciados han dado lugar a unasupremacía poblacional de los núcleos de tamaño medio en Andalucía, y demenor tamaño en Estonia donde, de manera contraria y de forma secular, seviene produciendo una fuerte concentración de población en la capital de laRepública, Tallin, auténtico ejemplo de hipertrofia urbana.

– En Estonia las reformas territoriales administrativas comienzan a cimentarsemás tarde que en Andalucía, en concreto después de la restauración de laindependencia en 1991, cuando municipios rurales del litoral emprenden es-fuerzos conjuntos en campos de acción como el medio ambiente y en algunasramas de la economía (pesca y turismo), y administraciones locales de lasáreas urbanas de la Estonia Norte y Noreste colaboran estrechamente en temasde uso del suelo, infraestructura y servicios.

– A diferencia de Andalucía, en Estonia -un pequeño estado nórdico-, oficial-mente las provincias no existen, pero si las comarcas como unidades territoria-les entre el poder central y los gobiernos locales autónomos (municipios). Sinembargo, en la realidad, las comarcas estonias son un “alargamiento de ma-nos” del gobierno central en el campo a través del control de sus órganosadministrativos, por lo que su autonomía y eficacia están pendientes de sureforma territorial y funcional.

– El tardío proceso de desarrollo democrático institucional, más en Estonia queen Andalucía, se revela como un factor esencial en la acometida de planes deordenamiento territorial que acerquen la administración a los ciudadanos y queposibiliten una menor desigualdad entre distintos ámbitos espaciales. En este

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sentido, en Estonia, y a diferencia de Andalucía donde existen distintos planessubregionales, sólo se está aplicando el Plan del Area Metropolitana de Ta-llinn, que concentra casi la mitad de la población del país, mientras que laAglomeración Urbana del Noreste está en estudio de reorganización económi-ca, y no existen planes concretos para la definición y puesta en marcha de laspequeñas áreas metropolitanas de Tartu, en el interior, y de Parnü, en el litoralSudeste.

– Como en el territorio andaluz, en el estonio, la red de asentamientos constituyela retícula básica del sistema urbano, donde la impronta del medio físico,fundamentalmente la orografía, y sobre todo las circunstancias socioeconómi-cas y políticas han marcado la existencia de distintas y jerarquizadas áreas deinfluencia. En Estonia, Tallinn, la capital, ejerce el poder polarizante másmanifiesto. Asimismo, el cierto equilibrio y relación que muestra la red urbanaandaluza en bastantes de sus tramas y entre centros polarizadores, se hace másrestrictivo en Estonia, por lo que en este caso amplios espacios rurales (sobretodo del interior sur) quedan relegados en su proceso de desarrollo. En estesentido, durante el período soviético y postsoviético el sistema de Tallinn se haido afianzando en detrimento de los otros que se han ido debilitando, sobretodo el de Tartu.

– En Andalucía y en Estonia –como también en otras partes de Europa–, razonesfisiográficas y sociohistóricas han condicionado el desarrollo y estado actual dela red de comunicaciones. Sin embargo, en Andalucía las limitaciones que impo-ne el medio natural respecto a la longitud y configuración de las comunicacio-nes, se han venido superando mediante un notable esfuerzo inversor realizadosobre todo en los últimos veinte años y, en concreto, desde que comienza abeneficiarse esta región como parte integrante de la Unión Europea. Por elcontrario, Estonia, casi medio siglo perteneciente a la Unión Soviética, presentauna red de comunicaciones diseñada para los intereses económicos y militaresde esta potencia dominante, de tal manera que actualmente la diversificación ymejora de la calidad de las vías de comunicación de este país, así como de sussistemas de transporte, se convierte en uno de los más importantes retos para undesarrollo equilibrado12, el cual creemos que sólo será posible cuando, comomiembro de la Unión Europea, se beneficie de parte de los fondos destinados alas regiones menos desarrolladas, como viene ocurriendo con Andalucía.

12. Si partimos de una simple comparación de cifras, se puede llegar a la conclusión de que tanto lared de carreteras como de ferrocarriles es más favorable en Estonia (1 Km para 2,75 km2 y 84 habitantes,por 1 km para 45,48 km2 y 1.337 habitantes ) que en Andalucía (1 km para 45,48 km2 y 1.337 habitantes,por 1 km para 40,48 km2 y 3.346 habitantes). Sin embargo, en Estonia no existen ni autopistas ni autovías,y la red nacional radial, la de mejor estado y mantenimiento, conecta sólo a la capital, Tallinn, con losprincipales centros del país, mientras que el resto de la red se encuentra en un estado deficiente, pudiendocalificarse como calzadas. Por su parte, la red ferroviaria estonia, debilitada durante el período soviético,no se ha potenciado como tampoco en Andalucía.

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6. BIBLIOGRAFIA REFERIDA Y FUENTES

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2. Crónica

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DON JOAQUÍN BOSQUE MAUREL.DOCTOR HONORIS CAUSA POR LAS UNIVERSIDADESDE GRANADA (16-XI-2001) Y BARCELONA (7-III-2002)

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DISCURSO DE PRESENTACIÓN DEL DOCTORDON MIGUEL GÓMEZ OLIVER, CATEDRÁTICODE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

“Es de bien nacidos ser agradecidos”, reza el refranero español, compendio de lasabiduría popular. La Facultad de Filosofia y Letras está llena de hombres y mujeresbien nacidos. Agradecidos, por ende. Por ello, este discurso para solicitar al Claustrola Investidura como Doctor Honoris Causa de D. Joaquín Bosque Maurel quiere ser,sobre todo, una manifestación de agradecimiento colectivo, al tiempo que una muestrade reconocimiento y admiración a su larga y brillante trayectoria docente e investiga-dora en esta Universidad y, posteriormente, en la Universidad Complutense.

Desde esta perspectiva, me gustaría destacar tres aspectos de la vida profesionaly universitaria de Don Joaquín que el Equipo de Gobierno de la Facultad valoró deforma muy especial a la hora de fundamentar la propuesta como Doctor HonorisCausa. En primer lugar, su impagable magisterio sobre miles de alumnos y alumnas,posteriormente convertidos en profesorado de enseñanza secundaria y universitaria alo largo y ancho del territorio andaluz y español. Magisterio del que no sólo aprendi-mos geografía como disciplina académica, sino gusto por el saber, rigor metodológicoy compromiso con una enseñanza entendida como transmisión de conocimientos y devalores.

En segundo lugar, su compromiso con esta tierra; con Andalucía. Compromisoasumido, por un lado, como práctica teórica, es decir, convirtiendo este paisaje y esteterritorio en el objeto principal de, su investigación, mediante la cual desveló proble-mas, precisó diagnósticos y propuso soluciones. Y al hacerlo, se comprometió deforma consciente con su transformación material tan real, no lo olvidemos, como supesquisa teórica.

En tercer lugar, en los difíciles tiempos de la Dictadura Franquista destacó sobre-manera en una suerte de ética ciudadana que creaba y llevaba a cabo lo que hoydenominamos “sociedad civil”. Supo ser libre, ejercer la libertad y, calladamente,enseñárnosla promoviendo cursos y ciclos a veces suspendidos por el gobernador civilde turno sobre problemas de vertebración territorial, social y económica de Granada oAndalucía; apoyando a estudiantes represaliados y convirtiéndose, sin duda, en suserio referente de la lucha por la democracia y la libertad, desde la más absolutaindependencia política.

En su faceta de maestro, Don Joaquín Bosque creó y potenció una escuela degeógrafos, la escuela de Granada, conocida así en el conjunto de la universidad espa-ñola, atentos a explicar la configuración del territorio y sus transformaciones a lolargo del tiempo, que dedican especial atención a la acción humana sobre el espacio.Creador de una escuela orientada a la investigación y el conocimiento de un paisajehumanizado. Preocupada, por tanto, por trazar líneas de acción capaces de prefigurarel futuro de “la tierra y sus hombres”, parafraseando una de sus grandes aportacionesreferida a Granada. Impulsor, en fin, de una escuela geográfica con un fuerte compo-nente histórico mucho más enraizada en la tradición relativista francesa que parte de

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Vidal de la Blanche, que en la Escuela Determinista alemana de Ratzel y Huntington.Porque, en mi opinión, Don Joaquín que tanto nos enseñó sobre climatología, no hasido tiempo (por definición, variable) sino Clima. Clima que fluye y permanece; quedeja huella y marca impronta sobre una forma de hacer Geografía y sobre unas perso-nas, sus discípulos más directos, actualmente protagonistas de la investigación y ladocencia en esta Universidad y en tantas universidades hermanas de Andalucía.

Maestro también de miles de licenciados en Geografía e Historia a lo largo desu más de veinte años como profesor, primero, y catedrático después, de esta Facul-tad. El nos despertó la inquietud por conocer el paisaje de nuestro entorno y, a sutravés, el del Planeta entero. Nos abrió los ojos sobre los problemas del subdesarro-llo y sus trágicas secuelas de hambre, enfermedad y sufrimiento para la mayor partede la humanidad, como resultado de una desigual e injusta distribución de la rique-za. Nos puso en contacto, por ejemplo, con la obra de Furtado, los informes de laCEPAL o los trabajos de su colega y amigo Milton Santos, por sólo citar la realidadlatinoamericana.

También nos dio pistas importantes acerca de las posibles decisiones a adoptarpara mejorar la situación económica y social de una Andalucía, cuyos problemassiempre estuvieron en el norte de su brújula. Un magisterio excepcional, en fin, que laJunta de Facultad reconoció cumplidamente al aprobar por unanimidad la propuestapara que fuese investido Doctor Honoris Causa, emanada del equipo decanal y suscritacon entusiasmo por los departamentos de Geografía Física y Análisis Regional yGeografía Humana. Como maestro, para todos nosotros fue el portolano que señala elabrigo y resguardo capaz de ayudamos a navegar por las entonces tempestuosas aguasde la vida universitaria.

Un magisterio que compartió con otros viejos y queridos maestros. Como sé delelevado sentido de la amistad y del comportamiento de Don Joaquín, permítame,Señor Rector, recordar en este momento a aquellos ya desaparecidos a quienes laFacultad de Filosofia y Letras, que hoy me honro en representar, quiere rendir unemocionado tributo de gratitud: Don José Cepeda; Don Juan Sánchez Montes; DonMiguel Gual; Fray Darío Cabanelas; Don Jacinto Bosch; Don David Gonzalo Maeso;Don Emilio Orozco; Don Manuel Alvar; Don Eugenio Hernández Vista. 0 los másjóvenes y que, por ello, parece más dolorosa su pérdida, Jesús Lens; Nicolás Marín oJulio Fernández Sevilla. Todos ellos, y los que continúan con nosotros ejerciendo susaber corno profesores eméritos, marcaron la latitud y longitud exactas de las quepartió la actual singladura de este Centro.

Yo sé bien que Don Joaquín Bosque no es nietzscheano. Pero ha seguido a laperfección uno de los lemas del genial filósofo alemán que pedía en el prólogo de suAsí habló Zaratustra: “permaneced fieles a la tierra”. Bosque ha sido profundamentefiel a esta tierra: a Granada y a Andalucía. Casi toda su obra y su brillante investiga-ción a ellas han estado dedicadas. A explicar su paisaje; a desentrañar su territorio; aentender las vicisitudes que la actuación humana a través del tiempo hicieron de estatierra lo que hoy es; a poner de relieve con rigor sus problemas y contribuir a darlessolución; a proponer programas y líneas de trabajo para conseguir el definitivo despe-gue de esta región, sin conformarse con lo mucho y conseguido, pero sin perder de

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vista que “los problemas no han desaparecido, se han trasladado al piso de arriba”parafraseando la feliz aseveración del sociólogo Ulrich Beck.

Algo que demuestran sobradamente sus trabajos sobre la situación y perspectivasde la agricultura andaluza, de finales de los años setenta o su más reciente “AtlasUrbano de Granada” que desvela una ciudad muy alejada del tópico ganivetiano “Gra-nada la bella” y susceptible de constituir un valioso instrumento para la adopción depolíticas ciudadanas, por sólo citar dos de sus obras. Fidelidad, pues, y compromisocon Andalucía de un aragonés, a mi juicio, hijo más que predilecto de esta tierra.

Por otra parte, el profesor Bosque fue un clarísimo exponente de una forma deactuar en tiempos difíciles que podríamos llamar ejemplo de ética ciudadana, decontribución a la creación de una sociedad civil que todos necesitábamos pero quepocos se atrevían a construir durante la dictadura franquista. Él fue uno de sus cons-tructores en esta ciudad. Desde su puesto como representante de la Universidad en elConsejo de Administración de la Caja de Ahorros de Granada impulsó ciclos deconferencias, premios de investigación y publicaciones que mejoraron el conocimien-to de la provincia y diagnosticaron con precisión y valentía las carencias y la acedíade una Administración solo atenta a sobrevivir, “a que no pasara nada”; apostó decidi-damente por la democratización de este país en las aulas y fuera de ellas; amparó aestudiantes represaliados, incluso examinándolos en la cárcel. Por poner sólo un ejem-plo: nunca olvidaré a Don Joaquín Bosque entrando al Palacio de la Audiencia enPlaza Nueva durante la primavera de 1976, a entregar las miles de firmas recogidas enla ciudad pidiendo Amnistía para los presos políticos, en medio de un paisaje tomadopor la policía que trataba de impedir una manifestación convocada por CoordinaciónDemocrática, la instancia unitaria de la oposición. Con su ejemplo nos enseñó aejercer la libertad tranquila y respetuosamente. Porque de libertad científica y civiltratan precisamente las páginas de esta intervención.

Señor Rector, no debo alargar este discurso de laudatio. Sólo un apunte final. Detodos es sabido que el Codex Granatensis, joya de nuestro patrimonio universitario,recoge en sus miniados gran parte de los más hermosos paisajes con figuras que hoyforman parte de nuestra memoria colectiva, presentándolos con los más vivos y expre-sivos colores. Hoy, Don Joaquín, permítame que le diga que el brillante cromatismode su magisterio, su quehacer y su trayectoria personal e intelectual abren en nuestrocorazón una nueva página miniada de ese Codex que me hace muy fácil y grata latarea de solicitar formalmente, en nombre de la Facultad de Filosofía y Letras, alClaustro de Doctores su investidura como Doctor Honoris Causa en SU Universidad.

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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA GEOGRAFÍA DE ANDALUCÍA.ORIGINALIDAD Y PERSONALIDAD(Discurso pronunciado por el profesor Joaquín Bosque Maurel con motivode su investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada,16-XI-2001)

Excmo. y Magnífico Sr. Rector Claustro de la Universidad, Alumnos, Señoras yseñores, Queridos amigos:

Hace ahora algo más de cuatro décadas de mi llegada a esta ciudad de Granadapara hacerme cargo de mi destino en la entonces Escuela Profesional de Comercio. Elmismo año, precisamente, en que tomó posesión de su Cátedra en la Facultad deFilosofia y Letras un muy querido amigo y compañero de estudios en nuestra natalZaragoza, Manuel Alvar, que lamentablemente nos ha abandonado hace muy pocosdías. Con un recuerdo a su memoria, quiero unir también mi pesar por la algo máslejana desaparición de otros colegas y amigos que, como Manolo Alvar y otros, meayudaron a incorporarme al Claustro granadino y me hicieron fácil y cómoda milarga estancia en él. Me estoy refiriendo a D. Emilio Orozco, a Juan Sánchez Montes,al Padre Cabanellas, a Antonio Llorente, a Pepe Cepeda, miembros ilustres de laUniversidad de Granada y compañeros inolvidables en mi andadura en Granada. Unrecuerdo que quiero hacer extensivo a cuantos todavía, en Granada o fuera ella, mefacilitaron seguir por el camino académico, mis maestros y colegas en la Geografia,Alfredo Floristán y Ángel Cabo, mis predecesores en la Cátedra, y tantos otros com-pañeros de fatigas y trabajos en la entrañable Facultad de Puentezuelas y hoy todavíapresentes directa o indirectamente en ella. Una andadura que terminé con añoranzaen 1977 pero que la generosidad y la amistad de mis antiguos colegas y, sobre todo,el afecto de mis alumnos y siempre amigos, ya profesores entonces en muchos casosen los Departamentos de la disciplina a la que me entregué desde mi llegada a laciudad de la Alhambra, y en otras Cátedras más o menos afines, me permitió ypermite continuar en una serie de actividades académicas queridas y deseadas, con-ferencias, cursos, lecturas de tesis y, no menos, varios libros y numerosas colabora-ciones en la revista científica que antes había contribuido a crear y a desarrollar. Unagenerosidad y una amistad que han sido sin duda fundamentales para poder encon-trarme en este momento en este paraninfo y en un acto que me complace y me llena deorgullo, aunque me preocupa por lo que significa y exige. Y que me facilita también,con mi más profundo agradecimiento, hacerles partícipes de mi preocupación y miadmiración por una ciudad, por un pueblo y por una región o, por qué no, nacionali-dad, Granada, los andaluces y Andalucía, que tantas satisfacciones me han propor-cionado a lo largo de una larga estadía. Un tiempo en el que pude forjar una familia,de la que lamentablemente falta ahora alguien excepcional, mi esposa Pilar, compa-ñera imprescindible y firme colaboradora en esos casi treinta años de vida andaluza,en los que se hicieron granadinos y andaluces mis cuatro hijos, algunos todavíapresentes en estas tierras y todos devotos en su recuerdo de ellas. A Pilar y a mis hijos

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dediqué dos de mis libros más queridos y en la introducción a uno de ellos hacíavotos por “una esperanza, la de una Granada mejor, más próspera y, sobre todo, másjusta”. Una esperanza que implícitamente incluía a la Tierra Andaluza, sobre la quehe escrito muchas páginas, y que ahora, en este acto y con vuestro permiso se va aconvertir en protagonista de mis deseos, mis anhelos y mis “reflexiones”, “algunasreflexiones sobre la geografla de Andalucía”, sobre “su personalidad y originalidad”.Perdonad mi atrevimiento que únicamente se justifica por la devoción y el amor quehe puesto en ellas.

Andalucía es un ámbito geográfico bien delimitado territorial e históricamente: almenos desde la organización administrativa de 1834, y quizás desde Roma, creadorade un espacio político, la Provincia Bética, que casi coincidía con el actual. Y, hoy,también definido políticamente, una vez que, con la España de las Autonomías, se haconformado en 1979 la Comunidad AutónomaAndaluza. Es lo que deseaba y afirmabaBlas Infante en 1915, “Andalucía existe y no es preciso crearla” (1976, 79). En todocaso se trata de un pueblo con una indudable personalidad social y cultural, que,añade Antonio Domínguez Ortiz, “hay que buscar…, de una parte, en su realidadgeográfica, y de otra, en la conciencia de sus habitantes” (1976, 2l). Y formado, segúnJ. A. Maravall (1983, 52), atendiendo a que “pueblo, cada pueblo, es lo que asimila, loque hereda y lo que reelabora, de todas partes, de todos los países y gentes, de todaslas culturas y de todos los repertorios de valores con los que se ha rozado en suexistencia y sobre los cuales se ha disparado su voluntad”. Por ello, se podría concluirque Andalucía, teniendo en cuenta el Artº 3º de la Constitución de 1978, es más una“nacionalidad”, histórica y con plena personalidad, que una simple “región”. Una“nacionalidad” o, si se quiere, una “región”, plena de “españolismo”, pero tambiénoriginal e incluso insólita, aunque no menos “varia y diversa” y que, como añadía elhispanista Jean Sermet (1953, 38), “es, entre todas las grandes regiones españolas, lade mayor individualidad y unidad”.

UN ESPACIO NATURAL ORIGINAL Y COMPLEJO

Es indudable que Andalucía posee, en el conjunto de España, una personalidadoriginal y hasta insólita. En primer lugar, por atenerse a una delimitación político-administrativa que, hundiendo sus raíces en el Imperio Romano (Provincia Baética) y,sobre todo, en la Edad Media (Al-Andalus, Reino musulmán de Granada), tiene unaantigüedad superior al siglo y que no ha sufrido cambio alguno desde su legalizaciónadminisrativa, en 1833, con la ordenación provincial debida al ministro granadinoJavier de Burgos. Se conformó entonces un complejo territorial que es la base consti-tutiva de la actual Comunidad Autónoma de Andalucía. Pero que se apoyó en unacompleja evolución histórica.

El territorio andaluz está constituido por un conjunto de elementos naturalespropios aunque no exclusivos, que son la base de un escenario en apariencia perma-

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nente y considerado, desde muy antiguo, como muy favorable a la actividad humana,y al que sus habitantes, desde hace milenios, han ido modelando y transformando. Sinembargo, Andalucía, al menos si se la enfrenta a esa gran unidad natural que, contodas sus reservas, constituye la Meseta Central española y fue el fundamento de laCastilla medieval, tiene una unidad física relativa. Como Mediodía de la PenínsulaIbérica, entre la Meseta y el pasillo marítimo Alborán-Gibraltar-Golfo gaditano quesepara Europa de Africa, es, con el binomio PirineosValle del Ebro, una de las dosgrandes unidades regionales periféricas y exteriores a esa Meseta castellana que con-forma su particular dualidad morfoestructural. Así se produce una unidad fisica poste-rior geológicamente al núcleo meseteño y ligada a los grandes plegamientos terciarios,fundamentales en la arquitectura del mundo mediterráneo.

Por ello, el espacio andaluz está formado por tres elementos diferentes aunquecaracterísticos de esa arquitectura terciaria: a) una gran masa orográfica terciaria yalpídica, las Cordilleras Béticas, que abarcan todo el Sudeste regional, a lo largo delMediterráneo, b) una fosa postorogénica, constituida por el valle del Guadalquivir ysus anejos del Guadalete y el Tinto-Odiel, y localizada en el Noroeste de la región,entre las Béticas y la Meseta castellana, y c) una alineación montañosa de antepaís,Sierra Morena, derivada del contragolpe orogénico con el borde sur del macizo, mu-cho más antiguo, de la antedicha Meseta. Con la particularidad de que, mientras lafosa alpina es íntegramente andaluza, sólo partes de las Cordilleras Béticas y SierraMorena, se integran en Andalucía, aunque sean las más importantes en superficie yaltura y constituyan sus límites sudoriental y septentrional. El resto forma parte deCastilla y Levante.

Un diverso y complejo relieve homogenizado en profundidad por un clima origi-nal, rasgo decisivo, incluso determinante, junto con el mar y la montaña, del paisajemediterráneo. Según Hildelberd Isnard (1973, 13), la “alternancia regular de una esta-ción cálida seca y otra fresca y húmeda implica la unidad climática del mundo medi-terráneo; desde el estrecho de Gibraltar al Bósforo existe el mismo ritmo anual, apare-ce la misma calidad de la luz, una luz cuya limpieza aviva los colores ... (y permite) elmismo cielo de un azul profundo, luminoso como el de los trópicos, pero sin esosmatices del cielo de las latitudes más elevadas”. Este peculiar dominio climáticofavorece y se complementa con una relativa uniformidad de las asociaciones vegetalesen las que su adaptación a la sequía estival y a las elevadas temperaturas mediasrespecto a una parte de la Península provoca el predominio de las plantas xerofiticas,sobre todo arbustos y matorrales, mucho menos árboles, con predominio del género“Quercus” (encinas y alcornoques) y del típico “maquis” mediterráneo, de plantasolorosas, degradado hacia el Sudeste en formaciones próximas al desierto.

Esta unidad territorial se diversifica y matiza en función de la diferencia latitudinal,de la distancia al Mediterráneo y de la situación respecto a la circulación atmosféricageneral, dando origen a una considerable variedad de paisajes, que oponen, en principio,la Alta Andalucía Oriental, dominio del complejo montañoso más extenso y elevado dela Península, a la Baja Andalucía Occidental, caracterizada por la más importante plani-cie peninsular. No faltando, además, los contrastes en cada una de estas Andalucías; porejemplo, en la primera, el litoral, la Costa del Sol, frente al interior, las Cordilleras

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Béticas; en la segunda, la llanura, las Campiñas del Guadalquivir, y la montaña, SierraMorena. Una diversidad paisajística que, a pesar de su comunidad cronológica y causal,no motiva ni una “región natural” ni una “región homogénea”, pero que ha favorecido enel pasado y facilita hoy una nítida complementariedad física y humana lógica en unaAndalucía paradigma del mundo mediterráneo.

Diversidad fisica, por tanto, que permite una cierta diversidad paisajística. Pero,sobre todo, una diversidad de formas y medios naturales que, al facilitar muy distintasposibilidades de ocupación y aprovechamiento, justifica una extraordinaria gama depaisajes humanos, en especial agrarios, paisajes que hunden sus raíces en el tiempo yque en el presente no excluyen nuevas actividades en función de nuevas técnicas y, endefinitiva, han provocado profundas transformaciones de esos paisajes tradicionales yde la sociedad multisecular que los ha hecho posibles. Una realidad lógica en un paísde vieja y complicada evolución histórica. Y que justifican unas palabras de Manuelde Terán referidas al conjunto de España pero extensibles al caso andaluz: “paisajeshay en España que más que a un mismo continente parecen pertenecer a continentesdistintos” (1954, 3).

EL PESO DE LA HISTORIA

En este añejo y complejo escenario natural, en principio permanente, el hombretiene remotos comienzos y una continuada y varia presencia, cuyo principal fruto hasido la conversión del medio natural andaluz en un espacio eminentemente humano y,por tanto, histórico. Andalucía es, ante todo, el producto de la presencia activa a lolargo de más de tres milenios de un complejo humano, de diverso origen y cambiantecapacidad transformadora, nunca individual sino colectiva, tanto del escenario naturalque lo sustenta y en la que cabe llegar hasta el abuso, como de la sociedad / socieda-des productos de ese viejo y diverso conjunto humano. Andalucía es, por ello, unaregión humana y, en último término, histórica y, en consecuencia, en constante y variocambio. Un cambio, hoy como ayer, patente pero que no excluye unos hechos perma-nentes y diferenciados que conviene recordar.

La presencia del hombre, la existencia histórica de Andalucía, está íntimamenteligada al espacio mediterráneo en que se integra. Una integración que implica supertenencia al Antiguo Mundo y, en concreto, a las más viejas culturas que, desde elNeolítico, la fueron modelando e hicieron del Mediterráneo, y también de la PenínsulaIbérica y de la misma Andalucía, “la fuente profunda de la alta cultura de la quenuestra civilización se vale” (F. BRAUDEL, 1987, 289).

En el más amplio escenario de la Iberia helénica, la Hesperia hebrea y la Hispa-nia romana que la incluye, Andalucía comenzó a hacerse con la llegada de pueblosprocedentes del Oriente mediterráneo. Primero, con la arribada de gentes relacionadascon el Egeo y Anatolia y qué tuvo su expresión básica en la cultura almeriense de LosMillares en los años 2.700 al 2.500 antes de Jesucristo; más tarde, entre los siglos IXy III ante era, con las colonias fenicias y griegas extendidas, a lo largo de la costamediterránea, alcanzando su plenitud con un estado de posible autoctonía, Tartessos,

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en el Bajo Guadalquivir, siglos IX a VI a. JC., y sobre todo con la conquista romanay la constitución de una Provincia romana, la Bética, cuna de emperadores, filósofos yliteratos (218 a. C.-470 d. Cristo).

El nacimiento, entre otras urbes, de Cádiz (Gades), ciudad fundada por los feno-púnicos y de Sexi (Almuñécar), de origen heleno, y más aun la extraordinaria redurbana creada por Roma, con hitos como Córdoba (Corduba), Sevilla (Hispalis) yGranada (llíberis), son pruebas de su presencia. Pero, sobre todo, afirma ClaudioSánchez Albornoz, “Roma incorporó (a los andaluces) a la cultura grecolatina y alrégimen jurídico acuñado por ella, y no sólo les unificó políticamente, facilitó laadquisición por los peninsulares de un claro concepto de su superior unidad y de sudiferencia de las otras porciones del Imperio” (1977). Aparte de convertir al Medite-rráneo en su “Mare Nostrum”.

Esta inicial y brillante mediterraneidad fue confirmada y alterada en parte, desdeel año 711, por ocho siglos de Islam, asimismo llegado del Este mediterráneo. Ymotivó también la ruptura de la unidad política y cultural hispanoromana, de la des-aparición del Mare Nostrum, originando un complejo territorial y social, denominadoen árabe AlAndalus y, más tarde, por evolución lingüística y una neta reducciónterritorial, Andalucía. La presencia islámica provocó además un largo y secular (711-1492) debate tanto de ideas como de armas, Cristiandad frente a Islam, del que nacióla actual comunidad humana andaluza, con los Reinos cristianos antes Taifas musul-manas de Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada, origen desde 1833 de las ocho provinciasy, en definitiva, de la actual Andalucía.

Pero, Finis Térrea y Non Plus Ultra durante algunos milenios, Andalucía e Hispa-nia pasaron a ser a finales del siglo XV la puerta a la gran aventura mundial de laHumanidad. Entonces, desde un punto de vista geográfico, se hizo posible, en pocosaños, la fijación de la forma real de nuestro planeta: el mundo se completó, se pudoentender en su identidad total. Desde el Bajo Guadalquivir, a través de Palos de Moguer,de Cádiz y, sobre todo, de Sevilla, Andalucía se convirtió, en parte gracias a su situaciónmuy favorable respecto al Atlántico y no menos a la existencia de un conjunto denavegantes, geógrafos y cartógrafos, en avanzada del progreso científico y tecnológicodel momento, y a lo largo de los casi tres siglos siguientes, hasta finales del siglo XVIII,en el centro neurálgico del conocimiento de un Nuevo Mundo e, incluso, en el nacimien-to, para los europeos, del Océano Pacífico y de la realidad esferoidal de la Tierra.

Sevilla, tras el establecimiento de la Casa de Contratación en 1503, llegó a ser lacabeza y el centro científico y administrativo de la carrera marítima y mercantil a lasIndias y de la ocupación y transformación de las tierras descubiertas allende el Atlán-tico. Además, la vieja urbe romana y musulmana, profundamente renovada por elRenacimiento artístico y literario, fue entonces uno de los lugares de mayor creci-miento demográfico de España y de Europa y una verdadera metrópoli de conocimien-to generalizado en el mundo de la época (A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1974). Aunque elesplendor alcanzado por Sevilla no se extendió de igual manera a todo el territorioandaluz, sin duda por su carácter monopolista, Andalucía como conjunto alcanzó unasituación prevalente no sólo en la Península sino también en Europa.

Asi ocurió, segun Sermet (1975, 25), en el siglo XVIII, “en que era conocidacomo la región más rica de España. Estrada (en 1748)... decía incluso... la más rica de

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Europa”. Y un análisis aún somero del “Censo de la Riqueza Territorial de España enel año 1799 formado por orden superior” de Manuel Godoy (1960) parece, con mati-ces, demostrarlo. La Guerra de la Independencia y, sobre todo, la subsiguiente Eman-cipación americana, a comienzos del siglo XIX, relegaron Andalucía a una posiciónde retraso sobre todo económico pero también social, e hicieron de ella, como diceNaylon (1975), una típica “región-problema” europea e, incluso, un modelo de subde-sarrollo especial al formar parte, aunque en su periferia, de uno de los núcleos funda-mentales del Primer Mundo.

El complicado pasado español y andaluz ha dejado unas huellas todavía hoy muyvivas y no sólo como simples recuerdos museísticos más o menos románticos, comopensaban los viajeros foráncos del Ochocientos. Ante todo Andalucía se ha beneficia-do desde el primer momento de la presencia, en general positiva, con sus inconvenien-tes lógicos, de las culturas más señeras y relevantes de la Antigüedad y la Edad Media,unas culturas cuyo encuentro y fusión hicieron de nuestra región un factor importante,fundamental, del desarrollo humano, o, al menos, de la denominada civilización occi-dental. En ella resalta, en principio, una refinada sociedad de raíz campesina, una delas más viejas del Mediterráneo (J. ORTEGA Y GASSET, 1968, 94 y 96), mezcla degentes y grupos sociales muy contrastados fruto de un mestizaje cultural que permitióy favoreció la secular supervivencia y la superioridad final del pueblo andaluz sobretodos sus invasores y ocupantes. “Andalucía ha caído en poder de todos los violentosmediterráneos, siempre en veinticuatro horas, por decirlo así, sin ensayar siquiera laresistencia. Su táctica fue ceder y ser blanda. De este modo acabó siempre por embria-gar con su delicia al áspero ímpetu del invasor. El olivo bético es símbolo de la pazcomo norma y principio de cultura” (J. ORTEGA Y GASSET, 1968, 98).

Y cabría añadir como una de esas huellas, quizás la más espléndida, la creaciónde una de las más añejas redes urbanas de Europa e incluso del mundo. Si Cádiz, laGades fenicia y la Gadir grecorromana, puede ser considerada como la más vieja urbedel Occidente europeo, la mayor parte de las actuales ciudades andaluzas, grandes ychicas, tuvieron, al menos, una fundación romana. Y algunas de ellas –por ejemplo, lacalifal Córdoba, en el siglo X (A. MUÑOZ MOLINA, 199l), la nasrí Granada, en elXV (J. BOSQUE MAUREL, 1961) y Sevilla, con el Islam medieval y América en elXVI y hasta el XVIII (P. y H. CHAUNU, 1983)– alcanzaron relevancia mundial. Conunas huellas, no sólo históricas y monumentales, sino vitales y sociales, bien conser-vadas y perfectamente reconocibles, que han hecho de Andalucía una parte esencialdel Patrimonio de la Humanidad (T. VESER, 1990).

LA RENTA DE SITUACIÓN: GIBRALTAR Y EL ATLÁNTICO

El pasado andaluz ha estado muy influido por una específica renta de situaciónderivada del lugar que España y Andalucía ocupan en el gran escenario terrestre comoparte sustancial del Mundo Mediterráneo. Una mediterraneidad, la hispanoandaluza,resultado también de la posición de la Península Ibérica en el Viejo Mundo. Por un lado,la Iberia helénica, la Hesperia Judía, la Hispania romana fue –y es– el término y cierre

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occidental del Mar Mediterráneo pero también el enlace de este mar con el Atlántico através de las Columnas de Hércules de los antiguos, del actual estrecho de Gibraltar. Porello, durante milenios, en Hispania culminaron los viajes de los primeros navegantesmediterráneos, formados al calor del Creciente Fértil, Mesopotamia y Egipto, comotambién las ansias imperialistas de griegos, cartaginenses, romanos y musulmanes.

Pero, a su vez, la Península Ibérica ha sido y es el cabo de Europa, el confinmeridional del gran espacio euroasiático frente al Atlántico, el “Mare Tenebrosum” delos antiguos, y, más aun, respecto a Africa, de cuyo extremo septentrional apenas distacatorce kilómetros. Así, entre Andalucía y su homólogo meridional el Magreb, comoentre el Mediterráneo y el Atlántico, se encuentra una de las más antiguas y más activas,hoy como ayer, encrucijadas de caminos del Mundo. Una encrucijada que enlaza, bien omal, Europa y Africa, y comunica, a través del Mediterráneo y Gibraltar, Oriente aOccidente. Un cruce de caminos cuyo uso ha sufrido –y sufre– los lógicos cambiospositivos y negativos derivados de la evolución y expansión del hombre sobre la Tierray del cada vez mejor conocimiento del espacio terrestre por la Humanidad. Y a cuyosavatares ha estado ligada Andalucía, llave y candado de esa encrucijada.

El carácter de “puente natural” de Gibraltar ha concedido a Andalucía un papelespecial que ha facilitado desde antiguo las migraciones de plantas y animales y queha motivado que “sólo en la Península Ibérica –y especialmente en Andalucía– puedeofrecer Europa importantes masas de plantas que, como las palmeras y los pinsapos,son típicas del N. de Africa” (A. CABO ALONSO, 1974, 9). Y no menos importanteha sido el trasvase humano de un lado al otro de las Columnas. No es casualidad quelas huellas del Islam en Andalucía, tras ochocientos años de presencia, no tengan igualen ninguna otra parte de España ni de Europa. Y tampoco cabe olvidar la presenciadesde antiguo en el Norte de Africa de gentes y culturas nacidas en el Mediodíaespañol. Un hecho que alcanza hoy plena y dramática actualidad con la emigración demagrebíes y sudsaharianos hacia la Unión Europea.

En fin, un “carrefour” que no tiene ni ha tenido la misma validez en todos sussentidos; en gran medida por sus diferentes posibilidades naturales. Por un lado, laruta Este-Oeste, Mediterráneo-Atlántico, esencialmente marina, sólo se ha enfrentadoa las distintas posibilidades derivadas de la capacidad tecnológica del hombre. Así,hasta Colón, Hispania fue el Non Plus Ultra del Viejo Mundo, convirtiéndose después–Plus Ultra carolino– en la puerta y el inicio de la era atlántica, oceánica enseguida,tras la primera vuelta al mundo iniciada en el golfo de Cádiz por el lusitano Magalla-nes y finalizada también en Andalucía por el vasco Elcano.

En cambio, el camino Norte-Sur, Europa-Africa, obligado a superar el complejoy dificil relieve peninsular primero, las Cordilleras Béticas, después la Meseta, final-mente, los Pirineos, se ha visto limitado en todo momento por la exigencia de unatecnologia no siempre capaz de controlar una naturaleza más parecida al PróximoOriente y, en concreto, a Anatolia, que a Europa, y, por tanto, mucho más hostil ydificil de controlar que el resto del espacio sur mediterráneo europeo, salvo quizás laPenínsula Balcánica.

Sin embargo, en todo momento, Andalucía ha recibido y asimilado pueblos llega-dos de más allá de los Pirineos, y bien presentes en la toponimia, en la economía y en

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el arte de las tierras andaluzas: los celtas y el arte megalítico en la España prerromana,los visigodos, tras Roma, con su arco de herradura y sus tesoros varios, o los merca-deres y artesanos germanos, italianos o franceses tan importantes en la vida económi-ca de Granada y sus sederías, de Sevilla, en la carrera de Indias, y de Málaga y Cádiz,con el cultivo de la vid y la producción y el comercio de sus vinos (A. DOMÍNGUEZORTIZ, 1981, J. BOSQUE MAUREL, 1961 y VILLAR GARCÍA, B., 1982).

Fruto de tal situación es, en cierta medida, la compleja historia andaluza, su añejocosmopolitismo y su varia confluencia de gentes y culturas. Y, como no, una peculiar“forma de sentir la vida y de vivirla, una actitud formada por la superposición deculturas modernas a otras más antiguas, las viejas civilizaciones del Mediterráneo”(A. FERNÁNDEZ SUÁREZ, 1961, 218). Podría afirmarse, incluso, que todas lasépocas de eclosión histórica andaluza han estado ligadas a los momentos en que surenta de situación pudo y supo aprovecharse adecuadamente.

El momento americano en que la Baja Andalucía se convirtió en el centro polari-zador de España en el Nuevo Mundo, es un ejemplo paradigmático. Como también lofueron la Provincia Bética, gran proveedor de Roma de mercancías, hombres e ideas,en el Mundo Antiguo y, en la Edad Media, el Califato de Córdoba, un eslabón esencialen la conexión OrienteOccidente y en la transmisión del saber clásico a la Europacristiana. La misma perduración, durante trescientos años y en circunstancias a menu-do dificiles que no excluyeron momentos de esplendor, del Reino musulmán de Gra-nada, limitado a una parte del espacio andaluz, puede justificarse, en parte, por sucontrol del comercio bajomedieval de su propia seda pero también del oro africanocon la Europa cristiana y Oriente gracias a su posición.

EL PROCESO DE “INCOMUNICACIÓN” DE ANDALUCÍA

Ahora bien, toda renta de situación, por favorable que sea, exige para su adecua-da utilización una infraestructura bien adaptada a las necesidades de cada momentohistórico y a las concretas circunstancias de cada época. Y todo ello tanto más cuantomás posibilidades tecnológicas existan en cada etapa. Hasta el siglo XVIII, la situa-ción de Andalucía favoreció un relativo distanciamiento del resto de la Península, yaque hasta entonces las tierras andaluzas tendieron a desempeñar funciones en las quepredominaron los contactos exteriores con el Mediterráneo, con Africa y América mástarde, e, incluso, con los países europeos atlánticos, siendo menores los lazos con lasrestantes regiones ibéricas (A. RUIZ MARTÍNEZ, 1978 y 1979).

Tales relaciones con el exterior fueron sobre todo marineras y, por ello, durantevarios siglos, en que Andalucía constituyó la gran plataforma de lanzamiento econó-mico y social de España, los puertos andaluces ocuparon los primeros lugares en elránking de la actividad marinera hispana e, incluso, europea. Tanto en la Antigüedad,en la conexión de la Bética con el resto del Imperio romano, como durante la EdadMedia en que AlAndalus, primero, y el reino de Granada, después, sostuvieron unimportante comercio con el resto del Mediterráneo y el Islam, como, finalmente, traslos viajes colombinos, en que el Bajo Guadalquivir fue el gran y único intermediario

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entre el Viejo y el Nuevo Mundo, las comunicaciones Sur-Norte, casi exclusivamenteterrestres, con el resto de España y Europa, nunca tuvieron un papel primordial apartede que tampoco fueron fáciles por razones humanas –por ejemplo, el bandolerismo–,como fisicas, la interposición de un conjunto de tierras altas, la Meseta, y ásperascordilleras, Sierra Morena, los montes Ibéricos y los Pirineos.

Tales limitaciones han exigido siempre, y a menudo en alto grado, una complejay costosa infraestructura viaria, así como una casi imprescindible desviación hacia elmás accesible pasillo litoral mediterráneo –vías Hercúlea y Augusta de la época roma-na, actual autopista del Mediterráneo– siempre sometido a la precariedad de la pirate-ría, consustancial con la vida costera hasta muy avanzado el siglo XVIII. Actualmente,el hecho de que los puertos españoles y europeos con mayor relación con el Norte deAfrica y, en menor medida, con América del Sur sean los de Algeciras y Málaga yCádiz y Sevilla respectivamente, depende mucho más de las necesidades y exigenciasde las naciones norteafricanas, sobre todo de Marruecos, del tráfico regional andaluz odel simple tránsito por el estrecho de Gibraltar, que del uso coherente y racional de lavía Europa-Africa.

Este tráfico margina todavía hoy el interior de la Península, rodeándola por susperiferias marítimas mediterránea y sudatlántica. Un hecho producido desde que elenlace de Europa con América o con Oriente se centró, abandonando el Mediterráneo,en Europa occidental, en la desembocadura del conjunto deltaico Rin-Mosa-Mosela y,subsidiariamente, en el eje terrestre que enlaza el mar del Norte con el Mediterráneooriental a través de Renania, los Alpes y el valle del Po. Un cambio facilitado por elreciente predominio de las comunicaciones y transportes terrestres y aéreos en perjui-cio de los antes primordiales transportes marinos impuesto, a comienzos del siglo XX,por el desarrollo del uso del petróleo y el motor de explosión. Entonces se agudizó elabandono por España de su papel central en la política y la economía europeas,pasando a su clara posición periférica, hoy vigente, dentro del Primer Mundo europeo(J. BOSQUE MAUREL, 1994).

Una realidad acompañada por la siempre precaria relación de Andalucía con elresto de España, y en definitiva con Europa, a causa de las cadenas montañosas que larodean y la ocultan. Desde el siglo XVI al menos, el casi único paso utilizado en unacadena montañosa, Sierra Morena, de más de cuatrocientos kilómetros de longitud,para comunicar Andalucía con la Meseta y en especial con Madrid, convertida en1560 en la capital del Estado, fue el desfiladero de Despeñaperros, casi en su extremooriental. Los restantes caminos naturales existentes a lo largo de Sierra Morena –losPedroches, Guadalcanal, Cumbres Mayores–, bastante utilizados hasta finales de laEdad Media, quedaron casi en desuso en parte por su dificil trazado y su deficienteinfraestructura. Y no eran más cómodas las rutas que conducían hacia Levante.

Si se añade que la relación con Portugal (V. CABERO DIÉGUEZ, 1984), y eneste caso por razones puramente políticas y militares, no existió prácticamente durantemucho tiempo, desde su creación como Reino independiente en 1179, no cabe dudaque el aislamiento y el enclavamiento de Andalucía, llegó a ser, desde el siglo XIX,uno de los mejor definidos y más evidentes de España, en parangón con la “incomu-nicación” de Galicia, la región española sobre cuyo aislamiento más se ha hablado en

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los últimos tiempos. Un problema agravado durante mucho tiempo, desde el sigloXVI, a causa de la centralización política y económica y la consiguiente dependenciaregional dominantes hasta el inicio de la España de las Autonomías.

El aislamiento andaluz respecto a su entorno se agravaba con la penuria y malacalidad de sus comunicaciones interiores. Aunque la red ferroviaria, una de las másantiguas y densas de España, es bastante satisfactoria en su disposición, sólo podríaser una base seria de desarrollo regional si estuviera utilizada y conservada adecuada-mente. Incluso en los últimos años se han cerrado algunas de sus líneas, por ejemplola que unía Granada con Alicante, y en la mayoría de ellas se han recortado muchísi-mo sus servicios, hasta el punto que únicamente alcanzan un cierto nivel las líneas queunen el Bajo Guadalquivir con Madrid, careciendo de utilidad, y a veces de uso, laslíneas interiores que antes unían Sevilla con las principales ciudades del Orienteregional, Málaga, Granada y Almería (E. LÓPEZ PÉREZ, 1989).

Y no es muy diferente la situación hoy de la red de carreteras, a pesar de sumayor modernidad y su indudable y reciente mejora. A pesar de la importancia alcan-zada por la red de vías creada por Roma y que tuvo como objetivo final la Bética. Enla actualidad los problemas derivados del complejo y dificil relieve de la Alta Andalu-cía hace muy costoso y dificil la conservación y el uso de las rutas tradicionales–Murcia-Granada y Granada-Málaga-Algeciras–, herederas de los caminos romanos ylos adarves musulmanes, siendo mínimas las nuevas construcciones. Así, durante casitoda la Edad Moderna, la red de caminos andaluces estuvo limitada, como en el casodel ferrocarril, al gran eje que, iniciado en el centro de la Meseta, desde Despeñape-rros lleva a lo largo del Guadalquivir a Córdoba y Sevilla y desde aquí se bifurca haciaCádiz y Huelva, siendo mucho más dificil, desde el mismo puerto serrano, el acceso alas altas tierras béticas con centro en Granada. Por su parte, el enlace entre los dosgrandes conjuntos regionales andaluces, Oriental y Occidental, Alta y Baja, fue siem-pre precario a causa de los fuertes desniveles existentes y el dificil uso de las rutaslitorales, a lo largo de la costa mediterránea meridional, casi imposible hasta comien-zos del siglo XIX por la presencia de la piratería berberisca., que justificó una típicaarquitectura, de numerosas torres vigías y algunas pocas y pequeñas ciudades fortifi-cadas, casi siempre emplazadas lejos de la orilla del mar.

No obstante, uno de los hechos más trascendentes en la vida andaluza del final delsiglo XX ha sido las profundas reformas introducidas en la infraestructura de sus comu-nicaciones. Aunque, en realidad, sólo el eje que sigue, desde Despeñaperros y, másrecientemente, desde los Pedroches, el valle del Guadalquivir ha llegado a alcanzar unnivel similar al del resto de España, aproximándose al europeo. Y no cabe duda que es,sobre todo, por su importante función de contacto, más que al resto de España, alcreciente tráfico entre la Unión Europea y el Norte de Africa. Aprovechando la celebra-ción del simbólico V Centenario del Descubrimiento de América, y sin olvido de lasventajas del ingreso de España en la Comunidad Económica Europa en 1985, tuvo lugarla construcción del primer Tren de Alta Velocidad (AVE) español que, desde 1992enlaza Madrid con Sevilla, pasando por Ciudad Real y Córdoba, aunque recurriendo alolvidado puerto de Calatrava –todavía dominado por una impresionante fortaleza medie-val– en los Pedroches. Con este nuevo trazado, se ha recortado sensiblemente la distan-

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cia existente entre Madrid, Sevilla y Málaga, abandonando en cierto modo a Despeñape-rros, que, sin embargo, sigue siendo la puerta de entrada en el Mediodía español para lalínea ferroviaria y la ruta, aún tradicional, que lleva a Granada y Almería, y también parala nueva y muy mejorada Autovía de Andalucía que sigue el viejo trazado del adarvemedieval y el camino más reciente del siglo XVIII por el valle del Guadalquivir, hastaSevilla, donde se bifurca hacia Cádiz y Huelva.

En paralelo, y olvidando la red ferroviaria andaluza del siglo XIX, se ha plantea-do la solución, no siempre muy feliz, de la comunicación interna de la región. Con elobjetivo de mejorar el enlace entre la Baja y la Alta Andalucía, entre Sevilla y Grana-da, se llevó a cabo la Autovía del 92 que, incluso, llega ya hasta Puerto Lumbreras loque facilita el contacto con Murcia y el sur de la Comunidad valenciana. Ocurre otrotanto con la prolongación de la Autovía del Mediterráneo a lo largo del litoral andaluzmeridional hasta Gibraltar, sólo parcialmente terminada, entre Málaga y Estepona.Los problemas derivados de una infraestructura con graves defectos, no han impedidoel desarrollo de los ejes verticales hasta la Costa del Sol, finalizados solamente me-diante los enlaces Antequera-Málaga y Bailén-Granada (en construcción el tramoGranada-Motril), en fase preparatoria los ejes Córdoba-Antequera y recién terminadoGuadix-Almería. Un complemento importante ha sido la puesta en marcha de lascircunvalaciones de las principales ciudades andaluzas, Almería, Córdoba, Granada,Málaga y Sevilla. En estas realizaciones ha sido fundamental. el apoyo financiero dela Unión Europea a través de los fondos FEDER a una región considerada como unade las más deprimidas de Europa (E. ARROYO ILERA, 1993 y M. MARTÍN RODRÍ-GUEZ, 1996). Cambios en la estructura de los transportes que han tenido mucho quever con las últimas transformaciones socioeconómicas habidas en la Comunidad.

LA POSICIÓN ECONÓMICA ACTUAL DE ANDALUCÍA

En el momento actual, dentro del contexto europeo y español, Andalucía es unade las regiones con menor renta por habitante y con mayores problemas de paro ypobreza. Esta situación ofrece, sin embargo, singularidades propias no sólo frente alTercer Mundo sino, también, respecto a esas “regiones-problema europeas” entre lasque ha sido considerada (J. NAYLON, 1975).

La primera de esas peculiaridades sería la modemidad de esa situación, que hacepensar en un retroceso más que en una constante histórica, y resultado, por tanto, node un insuficiente avance económico sino de una involución a partir de una situaciónanterior de relativa prosperidad. Otra particularidad, que completa y confirma la ante-rior, es la importancia de las posibilidades y de los recursos andaluces, hecho infre-cuente sobre todo en las bolsas europeas de subdesarrollo.

Sin remontamos a la Bética romana o AlAndalus medieval, en los años finales delsiglo XVIII, en que gozaba de “fama no inmerecida de región rica, pródiga en donesnaturales” (A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1976, 29), aparecía igualada o por encima deregiones que, como Cataluña en el primer caso o el País Vasco en el segundo, la superanhoy con nitidez. El análisis, ya señalado, del Censo de Frutos y Manufacturas de 1799,

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así parece demostrarlo. Pero, además, es irrefutable, como índice de esa superioridad, sucarácter, hasta muy entrado el siguiente siglo, de región de inmigración respecto, porejemplo, a Cantabria, Rioja, País Vasco, e incluso Cataluña, que ahora son, en mayor omenor medida, receptoras de los emigrantes andaluces. Recuérdese, además, al respecto,no sólo a los mercaderes alemanes y genoveses presentes en la Granada de los siglosXV y XVI o a los viticultores y comerciantes franceses e ingleses de Jerez de laFrontera y Málaga del XVIII, sino a los ganaderos montañeses cántabros y los artesanosy chamarileros riojanos de la Tierra de Cameros presentes en casi todas las ciudadesandaluzas durante gran parte del XIX (J. BOSQUE MAUREL, 196 l).

Empero, la historia de Andalucía en este siglo es la de un lento e incesantedeclive. No cabe duda que la Emancipación americana constituyó un rudo golpe,sobre todo para la utilización de su privilegiada renta de situación. Pero a ello podríanañadirse otras muchas causas, como la creciente centralización política y administrati-va, el desacierto e injusticia con que se efectuó la Desamortización de las tierraseclesiásticas y comunales (A. M. BEMAL, 1981), la rapiña colonialista a que fueronsometidas algunas de las principales riquezas del suelo andaluz, la minería, por ejem-plo, del cobre de Río Tinto, del plomo de Linares y La Carolina, o del hierro deAlquife (J. NADAL, 1972 y ARON COHEN, 1989), y, por último, el rotundo fracaso,“quizás el hecho más nefasto”, según Domínguez Ortiz de una industrialización que, apartir de una artesanía de indudable calidad, se “había iniciado bajo buenos auspicioscontando con la base de una riqueza minera que no había sido antes conocida niexplotada” (1976, 32).

Además, este declinar no se detuvo con el llamado “milagro español” de la post-guerra civil española y, más concretamente, de los años sesenta del siglo XX. Andalucía,considerada como un todo, era, en los años cincuenta, una de las últimas regionesespañolas en renta por habitante, con un 3 5 por 100 menos que el promedio nacional yun 47 por 100 por debajo del nivel de Cataluña, Madrid y el País Vasco, entonces lasprimeras regiones españolas. Pero, lo que es peor, con una regresión continuada, en esosdecenios, de esa situación, pese al incremento generalizado de sus valores absolutos. En1955, Andalucía proporcionaba alrededor del 15 por 100 del Producto Nacional y, en1975, rebasaba apenas el 12 por 100 (J. BOSQUE MAUREL, 197l).

Una regresión conducente a un nivel de subdesarrollo que, en algunos momentos ypara algunos autores (N. SALAS, 1972 y J. BOSQUE MAUREL, 1981) llegó a conside-rarse como señal de identidad de la actual Andalucía, y a hacer de la región no sólo unárea de mínima renta en el conjunto nacional, sino también un modelo de economíaagraria especialmente afectada por el desempleo y su principal consecuencia, la emigra-ción tanto al resto de España, a Madrid, a Cataluña y al País Vasco desde finales del1800, como también al Norte de Africa a comienzos del 1900, y a Europa occidental, aFrancia, Alemania y Suiza, en las décadas cincuenta y sesenta del siglo XX.

Así, entre 1951 y 1970, todas las provincias andaluzas tuvieron un saldo migrato-rio negativo, alcanzando el total regional una cifra aproximada, limitada a la realizadadentro de España, de 1.413.000 emigrantes, con un máximo quinquenal de salidas de452.000 personas entre 1961-1965 (A. GARCÍA BARBANCHO, 1975). Como frutode esta emigración, según el Censo de 1970, vivían fuera de Andalucía, en otras partes

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del Estado, 1.611.791 andaluces, de los cuales 712.160 en Barcelona, 318.593 enMadrid y 170.646 en Valencia (E. LARA SÁNCHEZ, 1977). A ellos habría que añadirla emigración al exterior, al menos la asistida, que entre 1962-1974 ascendió a 307.783personas sólo a Europa central –la dirigida a Ultramar antes predominante había casidesaparecido– de los cuales 128.342 a Alemania (F. LARA SÁNCHEZ, 1977).

Unas cifras tales que justifican la denominación de “novena” provincia con queha sido calificada la población andaluza residente fuera de sus límites territoriales (D.D. GREGORY, 1978). A esta emigración permanente habría que añadir la de lostrabajadores “temporeros” que durante estas décadas pasaban a Francia para trabajaren la recolección de frutos y legumbres, en la vendimia, en las diversas faenas delcultivo de la remolacha y del arroz y que, sobre un total anual de 97.993 en 1975 detoda España, correspondieron a Andalucía 37.108, el 37.86 por 100: 12.461 granadi-nos, 8.297 jiennenses y 5.170 cordobeses (F. LARA SÁNCHEZ, 1977).

El declinar andaluz contrastaba con las posibilidades y los recursos realmenteimportantes de la región. La renta de situación tiene en sí misma tal importancia quepuede explicar muchos de sus momentos de prosperidad. Pero, existen otras posibili-dades no menos importantes. En el momento actual, Andalucía es la primera regiónagrícola española y la segunda en producción ganadera. Y, además, en ella se encuen-tra, pese a su regresión continuada, el principal conjunto minero nacional, así comoposibilidades naturales y humanas que justifican su segundo puesto en el turismoespañol.

Es cierto que la distribución de esos recursos no es uniforme, existiendo profun-das diferencias comarcales, con vacíos muy significativos. Es también indudable que,en ciertos casos, el marco físico ofrece serias dificultades y graves inconvenientes.Pero, no obstante, como ocurre con su relativa “incomunicación”, los factores huma-nos son responsables máximos en esa realidad. Aunque no cabe olvidar que en loreferente a las causas básicas de sus grandes problemas todavía se permanece en elterreno de las hipótesis y de la argumentación teórica.

LOS RECIENTES CAMBIOS ECONÓMICOS Y DEMOGRÁFICOS

Ninguno de los hechos citados ha dejado de estar presente en la actual realidadandaluza. Pero tampoco hay duda de que los últimos decenios del siglo XX, desde losPlanes de Desarrollo de los años sesenta y, sobre todo, desde finales de los setenta,con la Democracia, han presenciado y provocado en la vida de Andalucía una impor-tante renovación socioeconómica y serios cambios estructurales. Renovación y cam-bios que tienen mucho que ver con las transformaciones sufridas últimamente porEspaña y, no menos, con el hecho de su incorporación, en 1985, a la Unión Europea.

Hoy, en el paso al siglo XXI, Andalucía es todavía una de las regiones españolescon menor renta por habitante. En 1998, según los estudios de la Fundación BBVA,Andalucía ocupaba el lugar penúltimo (17) entre todas las Comunidades siendo sólosuperior a Extremadura. La renta interior bruta andaluza “per cápita (1.446.396 pts. =66,37 de índice) era alrededor de un 34 por 100 inferior a la media nacional (2.179.384

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= 100) y unos setenta puntos menores que la Comunidad más favorecida, Madrid(3.235.207=148,45). Y ello sin tener en cuenta las importantes diferencias internasexistentes, por ejemplo, entre Andalucía occidental, con Huelva (1.504.523 = 69.03) alfrente, y Andalucía Oriental, con su máximo andaluz en Almería (1.714.876 = 78,69),o bien entre el litoral mediterráneo, la Costa del Sol en sentido amplio (Málaga,1.575.889 = 72,3 l), y las áreas interiores, en general montañosas y, en conjunto, másdeprimidas (Granada, 1.332.728 = 61,15) (Fundación BBVA, 2000).

Sin embargo, tanto los ingresos regionales como los individuales han mejoradoen los últimos años (1995-1998), causando un sensible recorte en el anterior decalajeexistente entre las cifras medias nacionales y las regionales. Incluso, el crecimientoeconómico anual en la región se ha duplicado, superando en 1998 el 4 por 100 frentea cifras inferiores al 1 por 100 a comienzos de los ochenta y ello pese a las seriascrisis habidas entre 1980 y 1990. Y con los valores máximos de incremento de Españaen varias provincias andaluzas. Jaén (7,5), Córdoba (6,2), Málaga (4,9) y Huelva (4,8)(Fundación BBVA, 2000, J. AURIOLES MARTÍN, 1989 y M. MARCHENA GÓ-MEZ, 1990).

Una evolución que se ha visto acompañada por una fuerte regresión del desem-pleo, uno de los males más significativos y permanentes de la sociedad andaluza.Desde finales del siglo XIX hasta el drama nacional de 1936-1939, incluso después, el“problema agrario andaluz” se convierte, con su mezcla de conflictividad social y, aveces, inusitada violencia, en una constante entre los grandes temas de debate so-cioeconómicos de España (A. M. BERNAL, 1981, 65). Un problema en el que esbásica la incapacidad del campo andaluz en absorber el sobrante creciente de laexplosión demográfica de la región. El consecuente “subempleo se manifiesta por elparo completo de ciertos individuos, y sobre todo por una semiactividad generalizada”(G. HERMET, 1965, 54).

Paro y subempleo estructurales que se mantienen aún hoy en día, tras un periodo(1981-1995) de violento incremento y un lento retroceso a finales de los años noventa ycomienzos del 2000. Así, mientras entre 1955 y 1975, en parte por el creciente éxodorural, el paro se mantuvo por debajo del 10 por 100 anual, después la crisis mundial ynacional de finales de los setenta favoreció su rápido incremento, hasta alcanzar el 30por 100 en los comienzos de los ochenta y de los noventa, iniciando enseguida un lentodeclive, 29.64 por 100 en 1995, 25.09 en 1999 y 12.31 en 2000 (Anuario IEA, 1998 y2001). Un paro aún superior al nacional, 9.24 por 100 en 2000, y cubierto y subvencio-nado por un sistema público (PER) exclusivo de Andalucía y Extremadura.

Finalmente, el retroceso de los niveles de pobreza en Andalucía es evidente aunquelas diferencias espaciales pueden ser aún importantes; si los indicadores se mantenían acomienzos de los años noventa por debajo de 30, pero no bajaban de 22 –22,4 enSevilla– en todas las provincias, con relación a 1980-81 se habían producido retrocesosestimables en todas ellas, –salvo en Cádiz 24.6 en 1980-81 y 25,0 en 1990-91– yCórdoba 28,0 y 28,4 y en algunos casos –Almería (43,0 y 27,5), Granada (36,7 y 30,7)y Jaén (43,3 y 31,l)– de manera considerable. Y todo ello acompañado por la disminu-ción casi hasta el mínimo de las tasas de analfabetismo: un máximo en Jaén del 8,7–14,9 en 1981– y un mínimo del 5,0 (10,1) en Cádiz (A. GARCÍA LIZANA, 1999).

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Esa mejoría relativa de la economía andaluza en conjunto, y que no excluye focosde fuerte depresión ni bolsas de aguda pobreza, ha permitido en parte resolver el graveproblema migratorio de los años cincuenta y sesenta y principal válvula de escape a lafuerte presión social a que estaba sometida desde comienzos del siglo XIX la sociedadandaluza. A partir de los últimos años setenta, a causa de la crisis industrial derivadade los problemas del petróleo entonces iniciados, tuvo lugar una drástica disminuciónde la emigración andaluza al resto de España y a la Comunidad Económica Europea,que facilitó el retorno de muchos de los emigrantes a sus lugares de origen no sólodesde la Unión Europea sino también desde los tradicionales focos de atracción hispa-nos, Cataluña, Madrid y el País Vasco, afectados por una dura crisis industrial (J.CAZORLA, 198l). El retorno se produjo siempre, en tanto en cuanto existió la emi-gración, pero frente a unos 43.622 retornados antes de 1960, el acelerado incrementoposterior de los años siguientes condujo a los 183.421 que regresaron en el decenio1981-1990, y a que el total de los retornados residentes en Andalucía en 1991 ascen-diese a 469.500 personas, en su mayor parte (76%) procedentes del resto del territorioespañol (M. SOLSONA PAIRÓ, 1997).

Todavía la emigración sigue desempeñando un cierto papel en la vida andaluza.Aunque entre 1981-1991, el saldo migratorio fue positivo en todas las provinciasandaluzas, excepto en Jaén, en esa década, un total de 112.565 andaluces salieron desus límites, apenas una décima parte de los que habían emigrado antes de 1981, queascendieron a 1.593.382. (J. CRUZ VILLALÓN, 1997 y V. FERNÁNDEZ SALINAS,1997). Y en 1998, el Instituto de Estadística de Andalucía (IEA) calculaba en 116.328los emigrantes andaluces, 72.231 hombres y 70.085 mujeres, en su mayor parte mayo-res de 16 años (Anuario IEA, 2000). Una emigración que tiene como destino casi sóloEspaña, las mismas regiones que habían atraído a los andaluces antes de 1981, y queen 1991 contaban con sus colonias más numerosas: Cataluña (824.403), Madrid (291.678),Comunidad valenciana (202.919), Baleares (57.267) y País Vasco (44.125) (V. FER-NÁNDEZ SALINAS, 1997). Por añadidura, no faltan las migraciones temporales decarácter campesino tanto internas como externas, especialmente al sur de Francia yque, en 1999, sumaron 5.637 personas, cifra anual que se mantiene últimamente peroque es muy inferior, en torno a la mitad, a la de los años sesenta y setenta.

Como contraste, actualmente Andalucía, como el resto de España, se ha converti-do en una tierra de inmigración, una inmigración que no recuerda la habida en siglosanteriores y que apenas tiene veinte años de existencia. En 1998 la población extran-jera residente en Andalucía ascendía a 182.693 personas empadronadas y legalizadasIEA, 2001) y que, sin duda, no respondía .a la realidad, dada la importancia que lainmigración clandestina tenía entonces y sigue teniendo. Así, a finales del 2000, enque, tras una masiva regularización, el número de residentes extranjeros en toda Espa-ña ascendió a 938.783, el 2,7 por 100 del total censado, los extranjeros existentes enAndalucía debieron aumentar hasta una cifra significativa, aunque sin duda inferior ala existente en otras Comunidades, como Cataluña y Madrid. Una inmigración, ade-más, en claro progreso: 48.153 personas en 1986, 61.670 en 1991, 89.613 en 1996,182.693 en 1998 y unas 220.000 estimadas en 2000 (Anuario IEA, 1989, 1998, 2000y 2001). Y que tiene diferentes orígenes, correspondiendo las cifras mayores (1998) a

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la Unión Europea, con 57.912 –24.125 nacidos en el Reino Unido, 9.724 en Alemaniay 4.587 en Francia–, 20.034 a Africa, de los cuales 16.547 marroquíes, y 10.810 aAmérica, 2.909 procedentes de los Estados Unidos y 2.628 de Argentina (AnuarioIEA, 2001). Unas procedencias que, desde comienzos del 2000, están cambiandomuchísimo y muy rápidamente a favor de los no comunitarios, sobre todo marroquíesy sudamericanos.

Esta población inmigrante andaluza obedece a motivaciones varias. Posiblemen-te, la de mayor antigüedad corresponde al turismo residencial a largo plazo procedentede Europa Occidental y, en menor medida, de América del Norte. Se inició en los añoscincuenta del siglo XX con la aparición de un turismo de masas, de sol y playa,primero procedente de Gibraltar y el Reino Unido y luego, en los años sesenta, setentay ochenta, de toda la Europa occidental y septentrional, y en la que ha jugado un papelespecial una clase media-alta de ejecutivos y jubilados deseosa de beneficiarse a largoplazo de un clima, un paisaje y un estilo de vida muy distintos de los dominantes ensus países de origen (V. RODRÍGUEZ, 1999 y 2000). Entonces, a la población deorigen británico se unieron numerosos alemanes, suizos y escandinavos, así comoalgunos norteamericanos a veces relacionados con los asentados en Andalucía (Rota yMorón) con motivo de los Tratados político-militares firmados con Washington. en1952, y otras minorías con grandes posibilidades económicas, pertenecientes a lasélites dominantes en el mundo árabe. Otra parte, menos importante, de los extranjerosresidentes en Andalucía está ligada a las sociedades foráneas afincadas en sus centrosindustriales, Sevilla y Málaga, por ejemplo.

Su fruto ha sido y sigue siendo la transformación, a veces destructiva, paisajística ysocial del litoral mediterráneo y su conversión en Costa del Sol, en cuya porción occi-dental, entre las ciudades de Vélez-Málaga y Marbella, se ha constituido una “conurba-ción” que, en 1999, con quince municipios, reunía 921.814 habitantes –530.553 enMálaga capital–, el 73,27 por 100 provincial, y en la que ocho municipios costeros,entre los que se destacan Marbella (101.144 habs.), Fuengirola (46.392) y Mijas (39.068)forman el principal complejo turístico y la base del turismo residencial, con un incre-mento de la población estival que puede duplicar la población censada. El procesourbanizador de estos antes municipios rurales engendró, entre los años sesenta y noven-ta, un extraordinario desarrollo inmobiliario con más de 158 urbanizaciones que hansido fundamentales en el progreso del turismo residencial con su oferta de espaciosverdes y ajardinados, limitados volúmenes de urbanización y múltiples servicios. Y noes el único conjunto turístico andaluz residencial aunque sí el mayor y el más significa-tivo (E. GARCÍA MANRIQUE y C. OCAÑA, 1982 y C. OCAÑA, 1995).

Pero, esta inmigración de raíz turística no es numéricamente la más importante.Hay que resaltar la moderna y creciente inmigración, estrictamente económica, sobretodo norteafricana y sudsahariana: 16.547 marroquíes legalizados en 1998 y que desdecomienzos del 2000 pueden ser cuatro o cinco veces más. Un hecho corroborado porla llegada casi diaria de centenares de inmigrantes clandestinos procedentes de todo elMagreb y de los países de Africa occidental a través del estrecho de Gibraltar y el marde Alborán, convertidos en la “puerta a Europa”, la “tierra Prometida” del éxodo delsubdesarrollo africano (C. DOMINGO y V. GOZÁLVEZ, 1984). La inmigración no

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africana, quizás por el peor acceso y la mayor distancia a Andalucía de sus países deorigen, es sensiblemente menor: 1.351 caribeños, 4.741 sudamericanos, 981 filipinosy 724 indios en 1998 (Anuario IEA, 2000 y 2001).

Las necesidades, sobre todo temporales, de la vida agrícola andaluza, exigen unamano de obra que es esencial en ciertas comarcas de cultivos tempranos forzados,como el Campo de Dalías almeriense o El Condado de Huelva. En la primera de esascomarcas, en torno a su principal centro urbano, El Ejido (51.485 habs.) y a sus10.000 Has. de invernaderos enarenados, se concentran unos 10.000 inmigrantes lega-lizados y, en ciertos momentos, otros tantos, o más, ilegales, en un 90 por 100 africa-nos aunque no faltan polacos y ecuatorianos, que trabajan en unas condiciones a vecesinsanas y no cuentan en muchos casos con las viviendas y los servicios necesarios. Porello, la convivencia no es fácil, habiéndose producido momentos de violenta tensión–febrero de 2000– que están exigiendo una relación más serena y más justa (ElMundo, 13/2/2000). Una situación que se repite en otras áreas agrícolas necesitadas detrabajo inmigrante, casi siempre temporal, y también en la mayoría de las ciudadesandaluzas, donde las colonias de inmigrantes, con predominio marroquí y saharianopero con crecientes minorías chinas e iberoamericanas, se emplean en la construcción,el servicio doméstico y la venta ambulante. Un caso especial es Granada, cuyo Albai-cín se ha convertido en un barrio parcialmente dominado por musulmanes de origenvario, españoles conversos, sufíes árabes, egipcios y marroquíes.

Con los cambios habidos en los movimientos migratorios hay que considerar lasituación demográfica general de Andalucía. A finales del siglo XVIII, en el Censo deFloridablanca (1787), las provincias que constituían la actual región andaluza conta-ban con una población de 1.834.000 habitantes, el 17,4 por 100 del total nacional (J.SERMET, 1975). La recesión social y económica iniciada con la siguiente centuria seacentuó en la primera mitad del siglo XX y condujo a que, entre 1900 y 1981,Andalucía, con 3.549.337 almas y más del 20 por 100 de la población española en1900, en 1981, con 6.441.755, hubiera descendido al 17 por 100. Esta seria regresiónrelativa era el resultado de la pérdida por emigración interna y externa de más de dosmillones de almas desde comienzos del siglo. Y ello, pese al elevado índice de creci-miento natural, uno de los mayores de España, próximo al 3 por 1000 y nunca, a lolargo de ese tiempo, inferior al 2 por 1000, y con tasas de natalidad siempre superiores–37,6 en 1900 y 23,2 en 1967– al promedio español, 35,3 y 20,9 respectivamente (J.BOSQUE MAUREL, 1971).

Empero, en los dos últimos decenios, el retroceso poblacional relativo padecidopor la región respecto al conjunto de España, se ha detenido e, incluso, cambiado designo: 7.040.627 (17,9%) en 1991, 7.234.873 (18,3%) en 1996 y 7.305.117 (18,2%)en 1999. Y las proyecciones últimas muestran el mantenimiento, de esta tendencia,7.443.004 en 2006 y 7.749.574 en 2016 (Anuario lEA, 2000 y 2001). No obstante, laevolución demográfica andaluza parece aproximarse a la media española: el creci-miento natural de Andalucía no ha dejado de descender desde comienzos de siglo y,más aún, desde 1981 (9,3 por 1.000), y aunque sigue siendo muy positivo –4,22 por1.000 en 1991 y 2,3 5 en 1999–, se aproxima cada vez más al español, uno de los másbajos de la Humanidad (0,19 por 1.000 en 1999). Es claro que, dada la distancia que

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todavía la separa del promedio nacional, Andalucía aún puede seguir siendo, como loha sido en el próximo pasado, una reserva de población dentro de una regresivaEspaña, al menos a medio plazo. Y aun podría serlo más si se confirma la recupera-ción del crecimiento vegetativo habida a comienzos del tercer milenio y que, en parte,gracias a la mayor natalidad de los inmigrantes, parece estar equilibrando la balanzademográfica (El País, 18/12/2000).

ANDALUCÍA, PRIMERA COMUNIDAD AGRARIA DE ESPAÑA

En la sociedad andaluza, el mundo rural y la vida campesina siguen desempeñan-do un papel básico, tanto por sus propias actividades como por la repercusión quetienen en la marcha de otros sectores, especialmente en la industria agroalimentaria.En 1998 (Fundación BBVA, 2000), las actividades agrarias, incluida la pesca, ocupa-ban a 314.036 personas, algo más del 15 por 100 de la población activa –en Españaapenas llegaban al 9 por 100–, y proporcionaban el 31 por 100 (890.464 millones deptas. constantes de 1986) del VAB agrario y pesquero nacionales, lo que concedía aAndalucía el primer puesto en la producción primaria española (2.870.510 millones) yuno de los primeros lugares dentro de la Unión Europea.

Una producción agraria en la que la calidad prima, en gran medida gracias a unascondiciones naturales muy favorables para el desarrollo de cultivos poco frecuentes enel resto de Europa e, incluso, en el Mediterráneo por su temprana cosecha y suexcepcionalidad. Condiciones naturales bien aprovechadas por unos cultivadores tra-dicionalmente bien adiestrados y que hoy han sido capaces de adaptarse con relativafacilidad a los últimos avances tecnológicos y financieros. En la actualidad puededecirse que el mundo rural andaluz ya no es lo que se denunciaba en la literaturaanterior e inmediatamente posterior a 1936 (BLAS INFANTE, 1915 y G. BRENAN,1962), sino que, en gran medida, podría integrarse entre los sectores más dinámicos yposeedores de las más avanzadas innovaciones técnicas y organizativas de España yEuropa (C. OCAÑA, 1987 y C. DE LOS LLANOS, 1990).

Un síntoma claro de este dinamismo es el rápido incremento de la mecanizacióny tecnificación del campo andaluz. Iniciada, sobre todo la primera, a comienzos de losaños sesenta y, más aún, en el decenio siguiente, entonces el número de tractores ycosechadoras fue respectivamente de 48.157 y 5.893 (1972) unidades, alcanzó unnivel destacado a finales de los ochenta –unos 100.000 y 6.500–, que se ha mantenidoe incrementado en la década final del siglo XX, 126.773 tractores y 7.397 en 1999(Anuario IEA, 2001). En ese tiempo, 1972 a 1999, se ha multiplicado por cuatro elnúmero de tractores por cada 100 Has. de suelo cultivado y superado el promedionacional. No menos significativo es el incremento racionalizado del uso de fertilizan-tes –319.268 Tm. de abonos nitrogenados– y productos fitosanitarios –35.090 Tm.– en1999, cifras que duplican y triplican respectivamente el consumo alcanzado a comien-zos de los setenta y consiguiendo valores muy elevados en el conjunto de España.También es significativa la creciente atención concedida a la agricultura ecológicaque, en los años 1999 y 2000, sumó una superficie total inscrita respectivamente de

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62.318 y 69.042 Has. y 2.489 y 2.749 cultivadores, ubicada sobre todo en las provin-cias litorales (Anuario JEA 2001). Todos estos cambios han provocado, en general,resultados positivos en los rendimientos y en la productividad que, por término medio,han aumentado entre un 25 y un 50 por 100 durante los tres últimos decenios del sigloXX (J. A. MÁRQUEZ DOMÍNGUEZ, 1990).

En cierta forma, la evolución de la producción agrícola ha tenido mucho que vercon la estructura de la propiedad y la explotación del campo andaluz. En 1966, elsociólogo francés Guy Hermet afirmaba: “la estructura agraria de la España meridio-nal se caracteriza por la persistencia de la gran propiedad y los factores ligados a ésta”(p.68); un hecho tradicional que, a lo largo de los últimos doscientos años, originó unaabundante, varia y polémica literatura y, sobre todo, un sentimiento popular que, endistintos y numerosos momentos, combatió esta concentración de la tierra y sus con-secuencias socialmente negativas, y, hasta no muchos años, propulsó y exigió unaReforma Agraria. “Sin embargo, como si de una constante histórica se tratara, la granpropiedad andaluza superó todos estos embates. Salió robustecida y con nueva saviadel proceso desamortizador e ilesa de la reforma republicana” (C. OCAÑA, 1987, 5).Actualmente apenas se habla de una Reforma Agraria e, incluso, ha desaparecido en lapráctica de todos los programas de los partidos políticos nacidos en 1978 (NaciónAndaluza, 1983).

Así, ya en el III Milenio, la gran propiedad sigue dominando el espacio agrarioandaluz. Según el último Censo Agrario (1989), existe un total de 2.264.168 explota-ciones agrarias que suman 42.939.208 Has.; de ellas, 31.121 son explotaciones mayo-res de 200 Has. (1,3%) con 22.724.550 Has. (52.9%) y una distribución muy diferentesegún las distintas partes del territorio andaluz, en el que se dan muy varias formas ymodelos de aprovechamiento (J. BOSQUE MAUREL, 1968-1969 y 1974). Una parteimportante de estas grandes fincas se sitúa en las distintas áreas montañosas, sobretodo en Sierra Morena y en las Cordilleras Béticas, dando lugar a los llamados “lati-fundios de sierra”, de muy limitado aprovechamiento aunque últimamente nuevosusos los han beneficiado sensiblemente. Como contrapartida, existe un muy extendidoy diversificado “minifundio”, que “no mejora las circunstancias económicas del cam-po, sino todo lo contrario” (J. BOSQUE MAUREL, 1971, 348), constituido actual-mente por 633.665 explotaciones menores de 1 Ha. (27,9%) y 837.184 entre 1 y 5Has., que unidas significan el 64,9 por 100 de las explotaciones pero sólo el 5,3 por100 de la superficie (Anuario lEA, 200 l).

Tradicionalmente, el latifundio mantenía un elevado porcentaje de mano de obraeventual con un escaso nivel de instrucción y una gran inestabilidad social, mientrasque el minifundio provocaba la existencia de un importante subproletariado y unsensible subempleo agrarios. Quizás por ello, el paro crónico, el absentismo y laemigración caracterizaron la vida andaluza durante todo el siglo XIX y gran parte delXX. El éxodo campesino que en los años cincuenta y sesenta del novecientos vació elcampo andaluz y las nuevas circunstancias tecnológicas y empresariales entoncesnacidas y desarrolladas transformaron la estructura de la sociedad rural en toda Espa-ña y especialmente en Andalucía. No obstante, aún hoy, el paro y el subempleocampesinos, muy limitados en el conjunto de España, siguen siendo bastante elevados

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en la Comunidad andaluza. En el año 2000, sobre un total de 207.890 parados agrariosen toda la nación, Andalucía, con 151.640 eventuales o carentes de empleo fijo,ostentaba el dudoso honor de contar con el 72,9 por 100 del paro rural español. Yquizás por ello, la Comunidad es uno de los ámbitos hispanos más afectados por elsubempleo, 703130 parados en total, el 18,9 por 100 nacional, con uno de los máxi-mos índices regionales, el 24.4 por 100 frente al 14,07 del conjunto de España en1999 (Anuario lEA, 200l). De aquí también la realidad de un específico subsidio deparo agrícola (PER) sólo vigente en Andalucía y Extremadura y tan discutido y discu-tible.

Todavía la típica trilogía mediterránea de secano –cereales y leguminosas deinvierno (890.865 Has.), vid (45.476), olivo (1.442.442) y sus correspondientes barbe-chos (629.804) en 1998-1999 (Anuario IEA, 200l)– tiene un lugar importante en elcampo andaluz, sobre todo en superficie, aunque mucho menos en producción y valor.Sin embargo, es el regadío, con una extensión de 815.920 Has., el 19.64 por 100 de lasuperficie cultivada, la base de la agricultura andaluza. Las hortalizas (124.091 has.) yfrutales (87.180), sobre todo los cítricos (52.198), en especial, pero también las plan-tas industriales (571.973), entre ellas la remolacha azucarera (51.659), el algodón(95.607) y el girasol (405.113), así como, en cierta medida, una selección de granclase de los productos del olivar y la vid, proporcionan los máximos valores agrarios,algo más de la mitad del total, e intervienen mayoritariamente en el comercio exterior,con el 35/40 por 100 de las exportaciones andaluzas (J. BOSQUE MAUREL, 1998 yJ. A. MÁRQUEZ DOMÍNGUEZ, 1989).

El regadío andaluz, aun siendo uno de los más antiguos de la Península se remon-ta al menos a la época romana y fue sometido a profundos cambios durante el periodoislámico, ha llegado muy recientemente a su actual predominio en la agricultura regio-nal. Antes de 1936, Andalucía contaba con 207.00O Has., a las que se agregaron hastacomienzos de los años setenta otras 360.341 Has. como resultado de la política agrariafranquista, y que, más tarde, fruto de acciones tanto públicas como privadas, se con-virtieron (1999) en las actuales 815.920 Has. existentes en el agro andaluz, de lascuales 249.711 utilizan las más avanzadas técnicas, la aspersión y, en menor medida,el gota a gota. Así, la Comunidad, con el 20,9 por 100 de la superficie irrigadanacional, se ha convertido en la primera región española por la extensión de su regadíoy también por la calidad de su producción y la masa de sus ventas agrícolas alexterior. Calidad que puede explicarse en parte por la trascendencia de sus cultivosagrícolas en invernaderos, un sistema no exclusivo en los aprovechamientos “forza-dos”, y que significan al menos unas 15.000 Has en toda la Costa del Sol mediterráneaAlmería proporciona los dos tercios de ese total, aparte las 5.000 has. existentes en lasprovincias del golfo de Cádiz, sobre todo en la de Huelva (fresas y fresones). Las15.000 Has. del litoral mediterráneo, con un mínimo de dos cosechas anuales, una delas cuales, la invernal, es muy “temprana”, proporcionan unos 1.200.000 tms. dehortalizas y flores con un valor bruto que supera los 40.000 millones de pesetas. Unvalor comercial que “es superior al valor de la producción total agrícola (cultivos-ganadería-silvicultura) de más de la mitad de las provincias españolas” (E. GARCÍAMANRIQUE, 1984, 102).

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En este panorama, las actividades ganaderas –segundo lugar en el ranking nacio-nal–, pese a su indudable calidad y prestigio en ciertos casos, los toros de lidia y elganado caballar, por ejemplo, y, más aun, las forestales tienen mucha menos importan-cia y se limitan a atender con problemas el mercado regional. No obstante, en losúltimos años, en íntima relación con una bien delineada política ecológica, que, apartir de la Ley de Espacios Naturales Protegidos de la Comunidad andaluza (3 dejulio de 1989) desarrolló la Ley nacional sobre ese tema del mismo año, se llegó a laconstitución de una gran red andaluza de espacios de protección específica que, en1996, sumaba 1.496.153 Has., el 17,1 por 100 del territorio comunitario, y que, enconjunto, comprenden una gran parte de las áreas serranas andaluzas y, por ello, delespacio no cultivado regional salvo ciertas fincas incluidas en algunos de esos espa-cios (J. BOSQUE MAUREL, 1997). Con ello, en una porción importante del territorioandaluz no agrícola se han introducido nuevos usos, antes inexistentes, que pueden ser–ya lo son– motivo de importantes beneficios económicos. Uno de ellos, la cazamayor y menor se ha convertido en un sector en progreso sumamente rentable (A.LÓPEZ ONTIVEROS y B. VALLE BUENESTADO, 1989).

Por su parte, también el sector pesquero, que ha sufrido muy recientes y muylesivas circunstancias de carácter nacional, está siendo sometido a importantes trans-formaciones. En todo caso, la pesca tradicional, de simple captura de las especiesnaturales, sigue teniendo una considerable importancia sobre todo para una poblaciónque, durante siglos, ha dependido casi exclusivamente de este tipo de explotación yque se extiende por toda la costa andaluza, tanto mediterránea como atlántica (D.COMPÁN, 1978 y 199l). En el año 2000, la flota pesquera andaluza, segunda deEspaña tras Galicia, con un total de 2.250 barcos de muy distinto tipo y un arqueo de60.270 TRB, ocupaba a unas 21.000 personas y capturó en ese año un total de 14.098tms. de moluscos, 5.210 de crustáceos y 55.803 de peces con un valor en lonja de25.511.122 millones de Ptas. En esta tarea cabe distinguir dos ámbitos pesquerosmuy distintos: a) el correspondiente al golfo de Cádiz, que hasta el año 2001 extendíasu actividad hasta el banco canario-sahariano en gran medida de jurisdicción marro-quí, y con cinco de los principales puertos regionales, Cádiz (lº), Huelva (2º), Barbate(3º), Isla Cristina (5º) y Algeciras (7º), y b) el mediterráneo, menos implicado en loscaladeros marroquíes, con los puertos de Málaga (4º), Almería (6º) y Carboneras (9º)(P. SALVÁ TOMÁS, 1987 y Anuario IEA, 200l).

El término no satisfactorio del Tratado de Pesca vigente hasta el año 2000 entrela Unión Europea y el Reino de Marruecos y el cese por tanto de la actividad pesqueraeuropea, especialmente española y andaluza, en las costas de Marruecos y el Sahara,ha perjudicado notoriamente a Andalucía. Aproximadamente casi la mitad de su flotapesquera ha perdido sus más importantes caladeros –en algunos casos, como Barbate,los dos tercios de sus barcos han quedado en paro– y, al menos, un 60 por 100 de suspescadores han perdido su principal trabajo. El hecho de que una parte de la flota porsu obsolescencia no pueda pescar en otros mares, siempre más lejanos, y que lasposibilidades de los caladeros propios sean insuficientes por su agotamiento y conta-minación, plantea inexorablemente el cambio profundo de la estructura del sector, asícomo de las numerosas industrias complementarias y auxiliares también muy afecta-

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das por la crisis. Una realidad en la que está implicada necesariamente la UniónEuropea y el Estado español que acaban de iniciar una imprescindible política derenovación y modernización de la flota y de adaptación a otros caladeros, así comouna obligada búsqueda de otros horizontes de trabajo próximos o lejanos.

La pérdida de producción y de mercados a causa del problema con Marruecos,puede ser superada, y en parte ya lo está siendo, por el gran desarrollo alcanzado enlos últimos decenios por la acuicultura tanto fluvial como marina que, en conjunto,ocupa el primer lugar español en la cosecha de crustáceos y peces. Con un total de122 explotaciones –104 en el litoral gaditano, 13 en el onubense y 5 en el mediterrá-neo– en 2000 se produjeron 77.074 millones de unidades de criadero y 10.000 Tm. deengorde con una valoración global de 7.292.177 millones de pesetas, casi el 30 por100 del valor de la pesca tradicional en el mismo año. (Anuario lEA, 2001). Cifrasque revelan las grandes posibilidades que este nuevo tipo de aprovechamiento tiene aplazo ya medio (F. GONZÁLEZ VILLA, 1986).

En todo caso, y en conjunto, el sector primario andaluz, aun siendo Andalucía laprimera región agrícola española, un lugar en el que se mantiene desde los añoscuarenta y que ocupó tradicionalmente, se encuentra en plena regresión con relaciónal total de la economía regional. Si en 1955, según el Banco de Bilbao, las actividadescampesinas significaban más del 29 por 100 del PIB y empleaban al 54,2 por 100 dela población activa andaluza, en 1975, habían descendido al 16,2 por 100 del PIB y al30,4 de todos los activos, manteniéndose esta regresión en los decenios siguientes,12,1 y 18,9 respectivamente en 1987 y 10,5 y 15,6 el, 1995. Un retroceso que habíaido acompañado por el incremento de la productividad y por indudables mejoras enlos sistemas productivos y de la calidad de los artículos producidos y que habíancontribuido a un sensible aumento del PIB por habitante, 716.913 en 1987 y 1.591.654en 1998. (Fundación BBVA, 2000).

En contrapartida, los restantes sectores económicos, y en especial el terciario,han visto mejorar sensiblemente su posición, haciéndose decisivos en la economía y lasociedad andaluzas.

UNA INDUSTRIA EN PRECARIO Y EN RENOVACIÓN

Un hecho a resaltar es la estabilización /limitación /concentración de las activida-des industriales. En 1998, el sector secundario, incluida la construcción, con 458.967empleos rebasaba apenas el 21,9 por 100 de la población ocupada. Incluso, descontadala construcción (9,8%), la industria ocupaba solamente el 12,1 por 100, por debajo delpromedio español (19,5%). Y ocurría lo mismo con la producción fabril, que valoradasuponía 989.153 millones de Ptas. constantes, el 8.04 por 100 de España, y, con unvalor añadido regional del 16,7 por 100, sitúa a Andalucía por debajo del conjunto deEspaña (25,4 %) (Fundación BBVA, 2000).

Una industria en precario que tuvo un pasado más esplendoroso, aunque fueseen un sistema artesanal muy diferente al actual. En la Andalucía medieval las sede-rías, los cueros y la cerámica, así como los vinos y los productos del olivar, tuvieron

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prestigio en todo el Mediterráneo. Hasta el siglo XVIII mantuvo un nivel importanterespecto al resto de España, que, con la introducción de la Revolución industrial, enlos años treinta del XIX, en la que fue pionera, intentó continuar sin éxito por suregresión a finales de ese siglo. A comienzos de la última centuria, novecientos,pareció recuperarse con la implantación de una importante construcción naval en labahía de Cádiz que, en los años sesenta de pleno “desarrollismo”, trataron de com-pletar y ampliar los polos de desarrollo de Sevilla, Huelva y Granada. Así se pudollegar a una situación que parecía igualar y superar a la alcanzada hasta el sigloXVIII y que, con un VAB del 24,5 por 100 y un nivel de empleo del 18,7 sobre lostotales andaluces (1975), condujeron a una altura aun no alcanzada posteriormente:los valores 16,7 y 12,1 por 100 señalados para 1998 y los índices de 13,8 y 12,2 en1999.

A partir de los años setenta y durante los primeros ochenta tuvo lugar un clarodebilitamiento fabril a causa de la reestructuración de las empresas más tradicionalesy de más peso, como la mencionada construcción naval y algunas empresas mecánicasy químicas sevillanas y onubenses y la casi desaparición de la minería de raíz colonia-lista del Sudeste y de Sierra Morena (J. NADAL, 1975 e I. CARAVACA, 1988). Así,de una relativa estabilización fabril entre 1955 –26,4% de la producción y 16,6% delempleo andaluces– y 1975 –24,5 y 18,7– se pasó a una clara regresión productiva(16,3%) y del empleo (15,7%) en 1991, causas del retroceso de la participación deAndalucía en la industria nacional, 11,5 de la producción y 13,6 del empleo en 1955,9,6 y 8,8 en 1975 y 8,4 y 9,9 en 1991.

Últimamente, en el decenio final del siglo XX, se está produciendo una ciertarecuperación de la economía regional en la que las actividades fabriles tienen ciertoprotagonismo. Frente a la sensación general de crisis que afecta a algunos sectoresconstrucción naval, aeronáutica, fertilizantes, minería y también a empresas emblemá-ticas en la región –Cenemesa, Ebro, Suzuki-Santana, General Textil–, se percibe unindudable crecimiento de las empresas medias y pequeñas, que significan cerca del 90por 100 del total andaluz en número y empleo (J. AURIOLES MARTÍN, 1993, 91).En paralelo se está produciendo un cierto incremento cuantitativo y una sensiblemejora cualitativa de la agroindustria –26,4 del VAB y 25,9% del empleo en 1989 y42,6 y 27,6 en 1995–, la de mayor peso en el total nacional (15%), así como, en menormedida, de la fabricación de maquinaria ligera y de transporte –20,7 y 23,3 y 26,4 y22,1 del VAB y del empleo respectivamente en los citados años–. Aparte se percibeuna leve recuperación de alguna industria pesada, como la petroquímica: 7,2 y 9,9 delVAB y 5,3 y 5,4 del empleo entre 1989 y 1995 (Fundación BBVA 2000). Incluso, nofaltan tampoco industrias “punta” e innovadoras favorecidas por la creación reciente yen pleno crecimiento de los Parques Tecnológicos de Málaga y Sevilla, en los que seha producido un reasentamiento de algunas grandes firmas multinacionales (Alcatel-Citesa, Fujitsu, Siemens), que a su positivo impacto local añaden la consecuentedependencia de unos lejanos centros de decisión. Un hecho este último que, sin duda,guarda relación con la ubicación en tierra andaluza de sólo 16 de las 500 mayoresempresas existentes en España, el 3.2 por 100 del total nacional (1. CARAVACA,1995 y J. ONDATEGUI, 1998).

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Característica significativa es su fuerte concentración territorial en algunos muni-cipios del Valle del Guadalquivir y del Litoral. Se destaca sobre todo “la aglomeraciónurbana de Sevilla, que concentra en torno a un 25 por 100 de la industria regional” (I.CARAVACA, 1995, 391), localizándose la mayor parte de sus establecimientos fabri-les, entre los que dominan las empresas de material de transporte, maquinaria ligera yagroindustria, en la capital y en las localidades próximas de Alcalá de Guadaira y DosHermanas. Un segundo complejo fabril (20%) se sitúa a lo largo del golfo de Cádiz,en las bahías de Algeciras (petroquímica) y de Cádiz (construcción naval) y en elentorno de Huelva (química pesada), actividades a las que cabe sumar en Jerez de laFrontera su potente y prestigiosa elaboración de vinos, brandys y licores. En el AltoGuadalquivir, los municipios de Linares, La Carolina, Andujar y Bailén (5%) reúnenuna importante producción de material de transporte, cemento, vidrio, cerámica yderivados del olivo. Una renovada y emergente Málaga, iniciadora de la Primerarevolución industrial en España, se está beneficiando del establecimiento de uno delos dos “parques tecnológicos”, andaluces y de su creciente industria “punta” innova-dora.

Aparecen así grandes vacíos industriales, aunque existen núcleos menores en casitodas las restantes capitales provinciales y hay que resaltar algunos municipios ruralescon una vieja tradición artesana capaces de revitalizar sus actividades fabriles enfunción de sus recursos endógenos. Por ejemplo, el mármol en Macael (Almería), elcuero en Ubrique (Cádiz), los productos del cerdo en la sierra de Huelva, ciertosartículos alimenticios típicos en Estepa, Rute y Priego (Córdoba), el mueble y elcalzado en Valverde del Camino (Huelva), entre otros (I. CARAVACA, 1995 y A.SANTIAGO RAMOS, 199l).

En los últimos decenios la política de reconversión industrial española iniciada acomienzos de los años ochenta alcanzó también a Andalucía. En cierta medida graciasa la acción específica de la Comunidad sobre los instrumentos estatales establecidospor la Ley de Reconversión de 1984. Así surgieron las Zonas de Urgente Reindustria-lización (ZUR), y en concreto la de Cádiz, única andaluza creada (1985), las “Empre-sas Artesanas Protegidas” (1982 y 1984), el Instituto de Promoción Industrial deAndalucía (1983) y la Sociedad para la Promoción y Reconversión Económica deAndalucía (1984), con frutos bastantes positivos, y que la integración en la CEE(1985) favoreció a través de las subvenciones del Fondo de Desarrollo Europeo (FE-DER) y del Fondo Social Europeo (1. CARAVACA, 1988 y 1995). No obstante, lasituación industrial de Andalucía no ha llegado a alcanzar todavía el nivel medionacional ni por ello a superar su condición regional de relativo subdesarrollo.

UNA TERCIARIZACIÓN CRECIENTE

Es evidente que en muchos momentos de su pasado las actividades no producti-vas o terciarias tuvieron una considerable importancia en la vida andaluza o, al menos,en algunas de sus comarcas. En el siglo XVI, el Bajo Guadalquivir, y sobre todo, suciudad principal, Sevilla –mucho menos Cádiz–, por la ubicación en tal región del

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monopolio de la Carrera de Indias, se convirtió “en el polo de actividad mercantil másdinámico y cosmopolita de España (tanto) como para elevar(la) a la categoría indiscu-tible de gran metrópoli comercial de Europa y también de plaza financiera de primerrango” (A. GARCÍA BAQUERO, 1981, 282). De aquí, el gran desarrollo económico ysocial alcanzado en la comarca por el sector mercantil y financiero, al que cabíaañadir la numerosa servidumbre que atendía tanto a las necesidades de la noblezalocal, entre las más poderosas de España, como de la numerosa e influyente burguesíaconstituida por los mercaderes y otros intermediarios españoles y extranjeros estable-cidos en la región. Un sector terciario convertido en una constante hasta nuestros díasaunque con frecuentes altibajos poblacionales y económicos.

En cualquier caso, nunca en ese largo pretérito estas actividades, que se habíanmantenido en continuo crecimiento, alcanzaron el volumen que tienen actualmente.En 1998, los servicios, con un total de 1.315.334 empleos y un VAB de 3.686.843millones de ptas. constantes de 1986 significaron el 62.9 por 100 de la poblaciónocupada y el 61,1 por 100 del VAB de Andalucía, situándose en un primer lugar muydestacado sobre los restantes sectores primario y secundario (Fundación BBVA, 2000).Unas cifras que, en los años sesenta, se mantenían todavía en torno al 35 por 100(671.858) de la población activa andaluza y en el 48.8 por 100 de la producciónregional (95.449.3 millones Ptas.) (J. BOSQUE MAUREL, 1971) y que, a comienzosdel tercer milenio, se han duplicado prácticamente, colaborando muy a fondo en latransformación de la sociedad andaluza, un hecho bien visible si se examinan y valo-ran adecuadamente los cambios en marcha, de la misma estructura del Terciario.

Un Terciario en el que se distinguen actividades diferentes que se ordenan de laforma siguiente: Servicios públicos (23,5% del VAB y 28,8% de los empleos), Comer-cio (19,7 y 22,3), Hostelería y Restauración (12,7 y 12,4), Transportes y Comunica-ciones (9,7 y 8,4). Servicios financieros (8,9 y 3,7), Enseñanza y sanidad privadas (3,5y 3,8), Servicio doméstico (2,2 y 7,8) y otros servicios (19,5 y 12,0). Aunque estossectores son los mismos existentes a mediados del pasado siglo XX, su importancia ysignificación no son ni mucho menos semejantes, y sí mucho mayores e importantes.

Por una parte, las Actividades Mercantiles, así como los Transportes, siguenteniendo un papel similar al del pasado. Subsiste su situación en una de las principalesencrucijadas mundiales que convirtió y convierte al conjunto de Andalucía en sede deun importante comercio tanto nacional como internacional y hace de Cádiz, Málaga ySevilla cabeceras comerciales y primeros puertos en la relación, cada vez más intensa,con Africa y el Mediterráneo, aparte el papel de Granada como el gran centro terciariode Andalucía Oriental. También los Servicios Públicos mantienen una primacía adqui-rida tras el gran desarrollo de la administración pública durante los siglos XIX y XX,y percibida no tanto en el VAB, con sistemas de valoración muy distintos en el tiempo(40,7 en 1962 y 23,5 en 1995) como en el crecimiento del número de empleos, 85.976en 1962 (23,3 %) y 338.129 (28,8) en 1995. En contrapartida, los Servicios Profesio-nales y, sobre todo, Personales, tan significativos en el pasado y que todavía en losaños sesenta proporcionaban en torno al 14,1 por 100 del VAB. y ocupaban a un 29,4por 100 de la población activa, con un dominio claro de los tradicionales ServiciosDomésticos y Personales, han pasado al último lugar (2,2 y 7,8).

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Los cambios habidos en el conjunto del Terciario y sobre todo en algunos de ellos–Comercio y Transportes y Servicios Públicos– han facilitado el mantenimiento deSevilla como quinto centro mercantil y financiero español y primero de Andalucía y,tras la creación de la España de las Autonomías y la designación de dicha ciudadcapital política de la Comunidad, su afirmación como principal centro socioeconómi-co andaluz. En cambio, las otras grandes ciudades históricas andaluzas han cedido untanto ante el protagonismo sevillano; Cádiz, Córdoba y Granada, aunque conservansus respectivas primacías comarcales y provinciales y tratan de mantener, sobre todoGranada, su pretérito peso regional, que la ciudad de la Alhambra comenzó a perdercon la organización provincial de 1833, han pasado a un claro segundo plano, maladmitido localmente. Por su parte, Málaga, aunque sigue siendo inferior políticamentea Sevilla, compite económica y financieramente con ella gracias al enorme peso po-blacional y funcional derivado del reciente y extraordinario desarrollo turístico de laCosta del Sol y su conurbación y de la que es cabeza visible el área metropolitanamalagueña.

Sin duda, la actividad con mayor impacto a nivel tanto nacional como internacio-nal y con una mayor capacidad de ruptura del Terciario tradicional y dependiente, esla relacionada con el ocio. Un impacto muy superior al que pudiera derivarse de lascifras de participación ya indicadas en el VAB regional (12,7) y en el total de losempleos andaluces (12,4) del subsector Hostelería y Restauración. Un hecho en íntimarelación con el papel que en España y en el mundo desempeña el conjunto de lasindustrias y servicios del ocio. No cabe olvidar que “el turismo, fenómeno de natura-leza compleja y concebido como conjunto de actividades diversas, ha constituido yconstituye un factor de transformación y un componente estructural de nuestra socie-dad (J. E. VERA REBOLLO, 1997, 21).

En Andalucía, las actividades del ocio, o del turismo, en masa, según un apelativomuy generalizado, son de muy reciente desarrollo, no anterior a los años cincuenta,ocupan el segundo lugar en España, tras la Comunidad turística por excelencia, Balea-res, y proporciona, ya en el tercer milenio, el 20 por 100 de los recursos hotelerosnacionales y algo más, en tomo al 25 por 100, del volumen total de visitantes españo-les y extranjeros. Lo que no significa que la presencia de viajeros de muy diversoorigen y muy distintas circunstancias no haya sido muy antigua en Andalucía. Aunquesus preocupaciones y sus objetivos fueran muy distintos a los actuales y, sobre todo,sólo pertenecieran a clases sociales ligadas al poder o fueran personas con objetivos ypreocupaciones religiosas y mercantiles (M. BERNAL DOMÍNGUEZ, 1981).

En el caso de Andalucía, donde estos viajeros tienen una vieja tradición, cabríarecordar a Avieno, que nos dejó una de las primeras descripciones de su litoral en elsiglo IV antes de Jesucristo, o, mucho más adelante, en pleno Al-Andalus islámico,a los relatos árabes o europeos sobre la Córdoba califal y la Granada nazarita yrenacentista, y, finalmente, a los escritos de los numerosos viajeros que, a lo largodel siglo XIX, recorrieron el mediodía español. El interés, a menudo entusiasta, delos viajeros que llegados de toda Europa y el Próximo Oriente visitaban las tierrasandaluzas, provocó desde un primer momento una impresionante cascada de relatosmás o menos realistas e imaginativos que, a comienzos del pasado siglo XIX, con el

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Romanticismo, alcanzó su momento culminante. Libros de viaje, guías turísticas,mapas y planos, grabados y fotograflas son una fehaciente prueba (J. BOSQUEMAUREL, 2000).

Viajes y viajeros que dieron lugar a una vieja y cada vez mayor red de alojamien-tos especializados. En el año 2000, Andalucía contaba con 2.428 establecimientoshoteleros y 182.754 plazas, 408 edificios de apartamentos con 46.413 unidades, 174campings con 92.489 plazas y 319 conjuntos rurales con 2.095 plazas. Con estainfraestructura, el número de viajeros alojados ascendió en el mencionado año a 11,1millones (5,9 españoles y 5,2 extranjeros) que realizaron un total de 33.477.392 per-noctaciones (14,5 de españoles y 18,8 de extranjeros). En conjunto, ya en el tercermilenio, Andalucía acoge al 19 por 100 de los viajeros españoles y a más del 22 por100 de los extranjeros, cifras en las que sólo es superada por las islas Baleares yapenas es igualada por Cataluña y Canarias (Anuario IEA, 200l).

Una infraestructura ésta y unos visitantes modernos que se inician, antes de laGuerra Civil, con el veraneo familiar de las clases medias y altas del interior andaluzy también con el típico “weekend” inglés de los gibraltareños por toda la que ensegui-da se llamó la Costa del Sol. Tras el tremendo intervalo bélico nacional y mundial delos finales años treinta y la década de los cuarenta, la recuperación económica europeay la extensión de la “sociedad del bienestar” propia de la sociedad “opulenta” y“postindustrial” (J. E. GALBRAITH, 1960) favoreció un turismo masivo de “playa ysol” que, a lo largo del litoral catalán y levantino, e imitando a la Costa Azul francesay la Riviera italiana, llegó hasta Andalucía beneficiando y transformando a toda sufachada marítima, primero la mediterránea y luego la atlántica (A. M. BERNAL,1979). En 1965, el total de plazas turísticas en hostelería y camping ascendía a 46.9157,que en 1970 se habían convertido en 76.425 y en 1975 en 110.229, un 234,9 deincremento respecto a la primera fecha y el 10,9 por 100 del conjunto de España (F.VILLEGAS, 1978) para llegar a las antedichas cifras del 2000.

Una situación no carente de problemas: excesiva temporalidad, mayoritariamenteestival, fuerte concentración litoral, aguda dependencia de la oferta europea, controla-da por una dominante estructura empresarial foránea que impone precios y modos deocupación a menudo precarios. Junto a ello, la excesiva rapidez de ocupación delsuelo, fruto de una casi repentina demanda y una extrema permisividad oficial, estataly municipal, provocó una infraestructura urbanística que no se preocupó ni se preocu-pa lo suficiente del respeto al paisaje, atendió apenas las mínimas reglas sanitariasespaciales, y provocó una fuerte contaminación del espacio marítimo, favorecida porla realidad de una gran ruta internacional plagada de petroleros en el mar de Alborán,y de su entorno rural y urbano. Los riesgos ecológicos resultantes y un cierto desequi-librio empresarial puso en peligro Ias fuentes mismas de este turismo, el mar, la playa,la montaña, la luz y el sol” (E. GARCÍA MANRIQUE y C. OCAÑA OCAÑA, 1982).

En paralelo, se iniciaba la competencia de otros países mediterráneos, a la vezque comenzaba la explotación de los atractivos naturales y humanos de Iberoaméricaque, en definitiva, limitaron el desarrollo de la presencia turística en Andalucía y entoda España. Por otra parte, disminuían por efecto de la crisis del petróleo de los añossetenta la demanda de ocio en Europa y se generalizaban exigencias en el servicio al

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cliente que antes no se cumplían y para las que, en ocasiones, no estaba preparada laoferta turística andaluza, sobre todo de la Costa del Sol.

Su fruto fue la recesión que se hizo patente a finales de los años setenta ycomienzo de los ochenta. La disminución del número de visitantes hizo cerrar más deun hotel y numerosos edificios de apartamentos, se hizo imperiosa la defensa y recu-peración de playas y otros recursos naturales y se impuso la creación o mejora de unainfraestructura sanitaria que a menudo faltaba o era deficiente. A todo ello pretendióatender la polémica Ley de Costas de los años ochenta. El impacto no sólo afectó a lasactividades relacionadas con el ocio y el turismo sino que perjudicó al antes florecien-te negocio de la construcción de edificios y viviendas.

La reducción, lenta pero efectiva, de estos problemas, sobre todo la solución delos derrames de desechos al mar y la introducción de medidas anticontaminación,favoreció, desde los últimos ochenta, la ordenación y mejora de la hostelería y suagregado principal, la restauración. La política oficial que patrocinó estos cambios yla positiva reorientación de la iniciativa privada que añadió a su atención infraestruc-tural la búsqueda de nuevos mercados tanto en la misma España, como en Europa yAmérica, permitió la reactivación de las industrias del ocio y la recuperación turística.En los últimos años, la temporalidad se ha hecho menor, los niveles de ocupación hanaumentado, la calidad general de los servicios ha mejorado y la dependencia foráneaha disminuido, tanto por el crecimiento del turismo español como por la diversifica-ción de la demanda extranjera (M. MARCHENA GÓMEZ, 1988).

Así, a partir de 1990, y el hecho de la Exposición Internacional de Sevilla no lefue ajeno, el número de visitantes, no sólo hosteleros, ha crecido lenta pero segura-mente: cinco millones de visitantes en 1985, seis en 1990, 15 en 1995 y 18,7 en2000 (Anuario lEA, 2000). Pero también ha cambiado, en parte, la oferta; el turismode “sol y playa” sigue siendo mayoritario, ya que todavía recibe a las tres cuartaspartes de los viajeros llegados anualmente a Andalucía. Y, por ello, es el litoralmediterráneo, con preferencia la Costa del Sol, el área andaluza con mayor desarro-llo turístico, con un total de 112.672 plazas –el 35,4% de Andalucía– y 7.174.952visitantes, el 38 por 100 del volumen andaluz en 2000 y el tercer espacio turísticonacional. Un turismo con tendencia a especializarse y cualificarse, a causa del cre-ciente número de los extranjeros residentes, en especial de la tercera edad, sobretodo nórdicos y centroeuropeos, y de la demanda cada vez mayor de servicios demáxima calidad, entre otros, puertos deportivos (6), canchas de tenis y, sobre todo,de campos de golf, con el mayor número (56), el 26,3 por 100 de los existentes enEspaña (F. FEO PARRONDO, 2001). Y que, además, está incrementando una hoste-lería cada vez más selecta y exigente, visible en el aumento de los hoteles de cincoestrellas, diez en 1980 y diez y siete en el 2000, como también en urbanizacionesmás exclusivas y lujosas. Con todo ello, bastante localidades andaluzas y no sóloMarbella están adquiriendo un prestigio internacional relevante (R. ESTEVE SECA-LL, 1982).

A este turismo se está sumando otro que recuerda a los viajeros del siglo pasadoen busca no tanto de sol y playa como de emociones intelectuales y nuevas perspecti-vas tanto naturales como monumentales e históricas. Así ha reaparecido un visitante,

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minoritario pero creciente en número y de mayor calidad que, como WashingtonIrving o Teófilo Gautier, viene atraído por el pasado andaluz, por el recuerdo de laromana Bética o la musulmana Al-Andalus. En consecuencia las grandes urbes inte-riores, plenas de monumentos artísticos y cuajadas de historia, Córdoba, Granada ySevilla, como muchas ciudades menores, no menos bellas y monumentales y suma-mente atractivas históricamente Arcos de la Frontera, Carmona, Osuna, Baeza y Úbe-da, entre otras muchas, se han convertido en importantes y muy visitados recursosturísticos.

Una realidad facilitada por las Universidades andaluzas, en especial las de LaRábita y Baeza, y otras no regionales, nacionales y extranjeras, con sus numerosasofertas de estudios hispánicos y sus frecuentes reuniones científicas y culturales na-cionales e internacionales. Ejemplos válidos pueden ser las actividades programadas yorganizadas por “El Legado Andalusí’, entre las que, con diversas colaboraciones, sedestacan sus interesantes itinerarios a lo largo y ancho de Andalucía, y las magnas yespléndidas exposiciones sobre el pasado de Al-Andalus, como las celebradas en laAlhambra de Granada en 1992 sobre “Las Artes Islámicas en España” y en Madinatal-Zahra sobre “La Córdoba de los Califas” en 2001, y que atrajeron millares devisitantes una y otra.

Una oferta avalada por la UNESCO con su Conferencia sobre Bienes Patrimoniodela Humanidad. Desde que, en 1972, se constituyó una Convención para la Protec-ción del Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad y se iniciaron las declaracio-nes de tales Bienes, España ha sido, dado su pasado histórico y su riqueza monumen-tal, uno de los países más favorecidos con tales declaraciones (38), siendo Andalucíauno de sus principales protagonistas. Actualmente, está representada gracias al con-junto Alhambra /Generalife/ Albaicín granadinos, al complejo Catedral y Giralda,Alcázar y Archivo de Indias de Sevilla, a la Mezquita-Catedral cordobesa y su inme-diata Judería, y al Parque Nacional de Doñana. El honor, merecido, constituye unaexcelente publicidad gratuita y universal, pero exige también limitaciones y obligacio-nes muy serias, así como atenciones y cuidados bien meditados aunque onerosos (J.BOSQUE MAUREL, 1995).

En conjunto, el patrimonio monumental e histórico andaluz, que incluye losavalados por la UNESCO, está formado por 1.506 núcleos histórico-artísticos 1.374monumentos, 71 conjuntos históricos, 42 zonas arqueológicas, 6 sitios históricos y 13jardines históricos declarados oficialmente de interés cultural por la Comunidad Autó-noma y a los que se pueden añadir otros 400 en tramitación. Una riqueza que se estáconvirtiendo en uno de los máximos atractivos para el turista llegado a Andalucía, ycon la mayor capacidad actual de incremento según la Consejería de Cultura andaluza:2.702.424 visitantes en 1994, 2.953.338 en 1996 y 2.987.229 en 1998. Unos visitantesque siguen teniendo como objetivos principales los citados Bienes Patrimonio de laHumanidad andaluces que, a comienzos del siglo XXI, siguen recibiendo la casitotalidad del turismo interior destacándose la Alhambra y el Generalife granadinosque, en 1998, tuvieron 2.088.240 visitantes, el 69,9 por 100 del total (A. FERNÁN-DEZ TABALES y E. SANTOS, 1999). Y que, por otra parte, justifican a Granada ySevilla, tras la Costa malagueña, como los principales centros del turismo andaluz,

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con 511 y 331 establecimientos hosteleros y 2.244.276 y 1.871.718 visitantes respec-tivamente a comienzos del tercer milenio (Anuario lEA, 2001).

Como parte de este turismo cultural puede considerarse la contemplación y gocede la Naturaleza, fundamental dentro del llamado turismo rural, con su creciente usode la vivienda campesina. En esta línea hay que situar las actividades cinegéticas tanimportantes para los antiguos “1atifundios de sierra” de las sierras Morena, Cazorla yNevada gracias a su caza mayor (cabras, venados, jabalís), y para otras áreas montaño-sas con su dominante caza menor. Pero, en esta línea, es fundamental una política dedefensa y protección de un medio ambiente tan afectado por una ocupación humanamuy antigua e intensa. Una política que no sólo debe proteger la Naturaleza sinoademás permitir y favorecer el uso responsable de esos bienes por sus vecinos detantos siglos y con tantos intereses respetables. En ningún caso debe olvidarse que ladefensa de los espacios naturales exige recordar la existencia de un valor económicoen los usos tradicionales de esas áreas a las que un turismo respetuoso y cuidadopuede complementar.

Así, desde comienzos de los años setenta, Andalucía se ha convertido en una delas regiones españolas con una mayor riqueza de espacios naturales protegidos. AlParque Nacional de Doñana, creado mucho antes, en 1957, se han ido incorporando,de acuerdo con la Ley nacional de Conservación de los Espacios Naturales y de laFlora y Fauna Silvestre de 1989 complementada por una disposición de la Junta deAndalucía del mismo año y, por tanto, ya bajo administración de la Comunidad, elParque Nacional de Sierra Nevada (1999), y hasta un total de 20 Parques Naturales, 31Parajes Naturales, 28 Reservas Naturales, 2 Reservas Naturales Concertadas y 4 Par-ques periurbanos, con una superficie protegida que ascendía en 1996 a 1.496.153Has., 14.961 km2, es decir el 17,1 por 100 del territorio andaluz (J. BOSQUE MAU-REL, 1996).

En ese conjunto, aparte Doñana (50.720 Has.) y su entorno (54.250), cuya reso-nancia mundial es bien conocida, y le ha hecho acreedor a ser considerado Patrimoniode la Humanidad, y Sierra Nevada (140.200 Has.), ambos Parques Nacionales y cuyadependencia a la vez estatal y regional, implica intereses polémicos, tienen un consi-derable peso ecológico y turístico algunos de los 22 Parques Naturales, por ejemplo,las sierras de Cazorla, Segura y las Villas (214.000), Aracena y Aroche (186.300),Grazalema (51.695) y Mágina (19.900). El volumen de visitantes a estos espaciosprotegidos está creciendo –en 1999 ha podido aproximarse a un millón– tanto que seha impuesto en muchos casos la exigencia de establecer, junto a las medidas protecto-ras que implica su reconocimiento, limitaciones numéricas e, incluso, servidumbresmonetarias a los turistas. Algo no siempre bien acogido y origen de debates y discu-siones tanto locales como generales.

Estos cambios y transformaciones en la infraestructura y en la vida andaluza, yno sólo presente en la dominante “terciarización”, están contribuyendo muy seriamen-te tanto a la mejora de la sociedad como a un acercamiento generalizado a los modosde ser y hacer de los países que son hoy el centro y el motor de la Humanidad. Y, enespecial, a la “homogeneización” del comportamiento social, en definitiva a la “globa-lización” de la sociedad humana, a la imposición de lo que Mac Luhan denominó la

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“aldea global”. Pero es claro que esta globalidad prevista como futuro, y a menudo“perversa” y no sólo por sus frutos (Milton Santos, 1996 y 2000), puede provocar lapérdida por los pueblos de su identidad, incluso del sentimiento de pertenencia a unacultura y también de los rasgos de individualismo y originalidad personales que siem-pre han sido uno de los valores profundos de la Humanidad.

UNA URBANIZACIÓN ANTIGUA Y COSMOPOLITA

Quizás uno de los instrumentos esenciales de la globalización sea la ciudad que,desde antiguo, aunque de forma restringida espacialmente hasta el momento actual, seha comportado y hoy más que nunca como una de las formas de ocupación del suelomás completa y, a la vez, con más impacto en la Naturaleza y con más influencia enla “homogeneización” de la sociedad (J. BOSQUE MAUREL, 1998). Esta es uno delos elementos más significativos en los cambios que afectaron en el pasado y estánafectando a Andalucía.

La expansión de los diversos pueblos del Mediterráneo oriental llegó muy tem-prano a la Península Ibérica. Y lo hizo mediante fundaciones urbanas que coincidieroncon otras autóctonas de las que se tiene poco conocimiento, aunque en la Biblia sehace referencia a Tarshish ¿Tartessos?, como un reino y una urbe con los que feniciosy judíos sostuvieron hacia el siglo X periódicas relaciones mercantiles. En todo caso,parece seguro que la colonización fenicia en Occidente se inicia “en fechas antiquísimas y que la fundación de la ciudad de Cádiz en tiempos poco posteriores a la caídade Troya, 300 años antes de la fundación de Cartago … esto es, alrededor del año1100 a. C.” (A. BLANCO FREIJEIRO, 1967), significaría que Gades (Cádiz), unaciudad “tres veces milenaria”, sería la urbe más vieja de la Europa occidental. Elcamino iniciado por Fenicia sería seguido por Grecia y, más tarde por Roma. Así, entorno al siglo IV a. C., una red de colonias fenicias y griegas, auténticos centrosmercantiles enriscados y fortificados, se alargaban por el golfo de Cádiz y el litoralmediterráneo andaluz en muchas ocasiones como antecedentes de algunas de las ac-tuales ciudades costeras, Gades / Gádir (Cádiz), Málaka y Mainake (Málaga), Sexi(Almuñécar), Abdera (Adra), entre otras menores.

La ocupación romana confirmó y amplió por todo el valle del Guadalquivir y elsurco intra hético el profundo carácter urbano de su colonización. Y así, en tiemposdel Emperador Augusto, en la Provincia Bética, más o menos la actual Andalucía,existían hasta dieciocho colonias romanas que, a menudo, fueron el punto de partidade las urbes de hoy continuando o sustituyendo las fundaciones anteriores fenicias yhelenas : Acci (Guadix), Basti (Baza), Iliberri (Granada), Iliturgi (Mengíbar), Corduba(Córdoba), Astigi (Ecija), Urso (Osuna), Carmo (Carmona), Carteia (¿Algeciras?) eHispalis (Sevilla), no faltando los restos arqueológicos de otras que muestran la fuerzade la romanización, Itálica, cerca de Sevilla, y Baelo, entre Gibraltar y Cádiz. Uncomplejo ciudadano perfectamente definido formal y estructuralmente que situó a laBética en un nivel de urbanización nada común entonces y que se ha mantenido muyalto hasta hoy. Y con una variedad de orígenes en sus pobladores que prueban su

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cosmopolitismo: tartesios y turdetanos autóctonos y gentes procedentes de todo elMediterráneo, judíos, fenicios y cartagineses, griegos, romanos, los más numerososjunto con los indígenas y base de una profunda romanización con abundantes signoslocales y con un fuerte influjo político y cultural en la vida del Imperio.

La invasión musulmana detuvo el proceso urbanizador anterior pero a lo largo desus ocho siglos de ocupación no sólo se recuperó en gran medida la red hispanoromana cuyas principales ciudades –Cádiz, Sevilla, Córdoba, Málaga y Granada–siguieron ocupando lugares esenciales en la vida andaluza, Córdoba en el siglo X yGranada en el XIV alcanzaron máximo rango en Europa. Pero también nacieron algu-nas otras; dos de ellas en torno a Córdoba –Madinat al-Zahra y al-Madina al-Zahira–fueron simples ciudades palatinas desaparecidas con el Califato y otras, Madinat Ilbi-ra, próxima a Granada, también arruinada en beneficio de esta última, así como Alge-ciras, Almería, Jaén, Niebla, Ronda, bien presentes en la historia andaluza posterior.Todas ellas, tanto las romanas como las musulmanas, fueron sometidas a una intensaadaptación a los rasgos propios de la sociedad islámica que las transformó formalmen-te a fondo, incorporando nuevos matices a sus caseríos blancos dominados, a veces,por viejas alcazabas luego renovadas por los conquistadores cristianos. En definitiva,la ciudad romana reconvertida por el Islam se ha hecho parte indisoluble del paisajeurbano español aunque sin pérdida de su diversidad de orígenes, de su cosmopolitis-mo, y también de sus diferentes formas (L. TORRES BALBÁS, 1971).

Aunque, tras la Reconquista, la impronta romana y musulmana se ha mantenido yprevalecido hasta hoy, también las transformaciones propias del Renacimiento y elBarroco se perciben y, a veces, dominan localmente. Con el añadido de otro modelourbano, afin a los modos helenísticos y luego difundido por América, con un planoajedrezado dentro de una cuadrícula perfecta rota, en el centro, por una gran plazaporticada o no con los servicios oficiales y religiosos. Por ejemplo, en la Baja EdadMedia, Santafé, el viejo campamento cristiano enfrentado a Granada, o el núcleomarinero de Puerto Real, en la bahía de Cádiz, en el siglo XVIII, el numeroso conjun-to de las “nuevas poblaciones” La Carolina, La Luisiana, La Carlota, las varias Villa-nueva del área de Antequera fruto de la colonización interior del reinado de Carlos III,o, finalmente, los pueblos granadinos reconstruidos tras el terremoto de 1884 (J.BOSQUE MAUREL, 1971 y 1999).

Las más profundas reformas urbanas del siglo XIX, derribo de murallas, aperturade grandes vías interiores, introducción de nuevas formas arquitectónicas y, sobretodo, de redes de comunicación con el exterior, no han impedido la conservación máso menos parcial del urbanismo antiguo y medieval. Y, sobre todo, han provocadocambios sociales y económicos llegados a menudo del exterior y causa no sólo decierto deterioro de los esquemas primarios sino de la sustitución de los comportamien-tos y los usos tradicionales por otros nuevos fabriles y turísticos, origen, en contrapar-tida, de una homogeneización globalizadora muy distante de los signos identitariospropios. Y que, además, está incrementando la presencia de gentes muy diversas porsu origen y su cultura.

La secular importancia de la población urbana se ha acelerado a lo largo de todoel siglo XX. En 1900, Andalucía, con 1.615.857 habitantes en los municipios conside-

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rados urbanos, superiores a 10.000 almas, llegaba al 45.5 por 100 de población urbanarespecto a la total, índice que, en 1930, había ascendido al 52.4 (2.419.818), en 1970al 66.7 (3.986.332) y en 1999 al 76.4 (5.582.668), un valor algo superior aunquesemejante al nacional, 75.8 por 100 (30.509.772).

Aunque existen ciertas diferencias. En 1999, frente a la escasa población de loslugares –320 y 303.160 (4,1%) hasta 2.000 almas y 315 y 1.419.289 (19,0%)– meno-res de 10.000 habitantes, los 109 municipios mayores de 10.000 e inferiores a 50.000en 1999, con un promedio alto de 19.609 almas y características propias, tradicionalesasiento de propietarios y obreros rurales que les llevó a ser llamados “ciudades aldea”(M. Terán, 1936), tienen un alto peso específico. Con un total de 2.137.425 habitantessignifican el 29,2 por 100 de los andaluces, por encima de las medias españolas: 515municipios de 19.467 pobladores de promedio y el 24,9% (10.025.951) del totalnacional. Un peso menor que en un pasado inmediato, ya que si, en 1900, sumaban el28 por 100 de los andaluces y en 1930, el 34,3, después han retrocedido al 29,8 en1975 y al 29,2 en 1999 (Anuario IEA, 2001) y, sobre todo, se han transformadofuncionalmente, desapareciendo casi totalmente como residencia de propietarios cam-pesinos, ha disminuido sensiblemente la mano de obra rural, fuente esencial de laemigración regional, y están tendiendo a convertirse en mercados comarcales, cabece-ras del artesanado local y, en ciertas comarcas, en centros turísticos, en la prácticaúnicos de estos municipios en crecimiento. Por ejemplo, Guadix ha descendido de30.532 habitantes en 1950 a 20.322 en 1998 mientras que Almuñécar ha pasado de12.524 a 20.997 en las mismas fechas (J. BOSQUE MAUREL y F. VILLEGAS MO-LINA, 1979).

Aparte cabe considerar el relativo “gigantismo” existente en la región: once urbesocho capitales de provincia con más de 100.000 habitantes (2.737.171) y una mediade 248.833, el 37,4 por 100 de la población de Andalucía, frente a las 52 españolasentre cien mil y un millón (11.757.045), incluidas las andaluzas, con 217.723 almas depromedio y el 29,2 por 100 del Estado (Anuario JEA, 2001). Unos valores que refle-jan un mayor “gigantismo” y una mayor concentración urbana en Andalucía que en elconjunto de España y, además, se encuentran en pleno crecimiento no sólo en lasunidades municipales, sino también en su entorno inmediato. Unos resultados queestán favoreciendo la formación de diferentes áreas metropolitanas con un total decinco que concentran la población y el poder social y económico tanto comarcal comoregional. Y que están ofreciendo la consideración de “lugares centrales” a la totalidadde las capitales de provinciales, aunque con sensibles diferencias de rango dentro dela región andaluza (J. FERIA TORIBIO, 1992 y FI. ZOIDO NARANJO, 1996).

La primacía corresponde al área metropolitana sevillana, cuya ciudad principaltiene la condición, por razones políticas y económicas, de centralizar la única funciónregional andaluza. El municipio de Sevilla, con un total de 701.927 habitantes en1999, concentra por si sólo el 40,9 por 100 provincial, cifras a las que añadiendo lapoblación de los 18 municipios metropolitanos que la rodean, se convierten en 998.313,el 57,8 por 100. Un área similar en población es la conurbación malagueña, segundaárea metropolitana andaluza con funciones regionales incompletas; con centro en Málaga(530.553), se extiende a un lado y otro de esta capital provincial hasta Vélez Málaga

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y Marbella y con la añadidura del Bajo Guadalhorce, sus quince municipios suman921.814 personas, el 73,2 por 100 del total provincial, convirtiéndose así en la mayorconcentración relativa poblacional de Andalucía.

Inferiores cuantitativamente pero no por sus calidades, son las otras áreas metro-politanas: las Bahías de Cádiz-Jerez de la Frontera y Algeciras y la Vega de Granada.La primera está formada por el complejo urbano de la Bahía gaditana, cuyos tresnúcleos principales –Cádiz, San Fernando y El Puerto de Santa María– más sus dosmenores agregados –Puerto Real y Chiclana– reúnen un total de 396.757 habitantes, ycon Jerez de la Frontera (182.660), una de las áreas municipales mayores de España,llega a un total de 579.417 habitantes, el 51.7 por 100 provincial. La Bahía de Algeci-ras, encabezada por la ciudad de este nombre (103.106) suma, con el concurso de LaLínea (59.828), Los Barrios y San Roque, 202.164 personas, el 11,1 por 100 provin-cial, añade singularidad al complejo urbano gaditano. Finalmente, en el corazón de laAlta Andalucía, Granada y su Vega componen desde la Baja Edad Media la únicaconcentración metropolitana de esta parte de Andalucía aunque resalta por su origen ysu pasado central político y económico y su actual comportamiento funcional de rangosubregional; significa, con sus 432.292 moradores 244.767 en la ciudad de la Alham-bra y el resto en otras 30 localidades, el 53,1 por 100 provincial, la mayor concentra-ción demográfica de Andalucía Oriental.

Además, las restantes capitales de provincia, aun sin constituir auténticas áreasmetropolitanas pero sí áreas funcionales menores, pueden concentrar una parte impor-tante de sus poblaciones totales. Huelva (140.583), con cinco municipios inmediattacumula 185.657 habitantes, el 39,9 del total. La ciudad de Córdoba, con 311.708almas, reúne el 40,5 provincial. En Jaén, con la máxima dispersión urbana, sus cuatrourbes mayores y con mayor pasado histórico Jaén (109.347), Linares (58.722), Andú-jar (38.258) y úbeda (32.739) suman 239.066 pobladores, el 36.7 de la provincia.Finalmente, Almería, con 169.027 residentes, significa el 32,9.

Estas áreas metropolitanas, únicos espacios andaluces con gran crecimiento de-mográfico, contrastan con la mayor parte de su territorio, las alineaciones montañosasde Sierra Morena y las Cordilleras Béticas, en grave retroceso poblacional, así comocon otras comarcas estrictamente rurales y menos accidentadas del interior andaluz,que se han estabilizado en su progreso demográfico y pueden iniciar en breve plazo unimportante declive poblacional y económico. Una posible realidad que, a la larga, sino se pone remedio, puede perjudicar al conjunto de la Comunidad. Es evidente que eldesarrollo de cualquier espacio regional, para que lo sea en verdad, exige una relativahomogeneidad en su evolución socioeconómica y una moderada incidencia en el usode sus recursos. Las aparentes ventajas de unas áreas metropolitanas o unas grandesciudades en incremento acelerado y excesiva concentración encierran muchos proble-mas y desventajas siendo causa, a menudo, de contradictorias o negativas ordenacio-nes territoriales, graves desórdenes económicos, serias tensiones sociales y peligrososimpactos ambientales (R. FERNÁNDEZ DURÁN, 1993 y J. BOSQUE MAUREL,1993-1994).

En todo caso, nada de ello excluye un tratamiento político que limite tales proble-mas y desventajas y, considerando tanto la realidad de la Comunidad como de la

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global del Estado y sin olvido de la presencia de la Unión Europea, procure, a partirde un diagnóstico sereno y cuidado, ordenar y preparar el conjunto del territorio enfunción de los excelentes recursos naturales existentes y del excelente capital humanono siempre bien utilizado,propios de la Comunidad Autónoma Andaluza. Es un retodifícil de superar pero que no excluye, sino todo lo contrario, la posibilidad de “con-seguir un territorio más eficaz y competitivo capaz de garantizar las mejores condicio-nes de bienestar y calidad de vida para todos sus habitantes” (M. SÁENZ LORITE,1996). Todo ello dentro de los nuevos caminos abierto por la globalización pero sinolvido de lo que constituye las raíces de la identidad andaluza.

¿UN SENTIMIENTO “ANDALUCISTA”?

No hay duda que la creciente tendencia a una globalización / mundializacióngeneralizada, que “constituye el estadio supremo de internacionalización, la introduc-ción en el sistema-mundo de todos los lugares y de todos los individuos, (y es) unanueva fase en la historia del hombre” (MILTON SANTOS, 1993, 69), se está enfren-tando a un cada vez más fuerte sentimiento de identificación y pertenencia a realida-des locales o regionales muy varias y concretas que hunden sus raíces en el pasado yen los modos de ser y estar ligados a ese pretérito. Los nacionalismos emergentes unpoco por todas partes –el caso de la ruptura y disociación de la Unión Soviética en1991 es paradigmático– son una prueba de esa resistencia al igualitarismo globaliza-dor –en esencia tecnológico y económico– y constituye una profunda paradoja implí-cita en el actual comportamiento humano. Una paradoja presente también en la Espa-ña de las Autonomías (J. BOSQUE MAUREL, 1994).

A partir de 1975 y el nacimiento del nuevo Estado Español definido por la Consti-tución de 1978, España inicia una etapa política caracterizada por la definición de 18Autonomías y el desarrollo de 18 autogobiernos regionales muy alejados del acusadocentralismo que alcanzó su cenit en la inmediata etapa anterior a 1975 de gobiernoautoritario del general Franco. Pero, precisamente, el mismo año 1978 se plantea, por laEspaña de las Autonomías, el comienzo de las negociaciones para el ingreso en laComunidad Económica Europea alcanzado unos años después, en 1985. Con ello, elEstado español por un lado cede, a favor de la CEE, enseguida Unión Europea, una partede su capacidad de decisión política y administrativa, y, por otro, entrega a las Autono-mías algunas de sus prerrogativas de gobierno. Por lo tanto, si España se encaminadecididamente en la vía de la globalización, en especial económica, también favorecelegalmente la regionalización e, incluso, el nacionalismo, tan contrario en teoría alproceso de mundialización. La paradoja es evidente aunque no es exclusiva de losmomentos actuales ya que algo parecido sucedió en la vieja España de los ReyesCatólicos, con quienes tuvo lugar la unidad nacional pero que mantuvo el abanico de losdiferentes Reinos medievales, los que Nebrija llamaba “los miembros y pedazos deEspaña que estaban por muchas partes derramados” (J. MARIAS, 1985, 156).

Hoy se repite continuamente que España es un estado plurinacional. La Constitu-ción de 1978, al establecer los principios de nuestro actual Estado de las Autonomías,

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se refiere a “nacionalidades y regiones” (Art. 2). Es evidente que la ComunidadAutónoma de Andalucía se ha originado y organizado dentro de los mismos términos,los artículos 2 y 151 de la Constitución, que son la base de la existencia, en la Españaactual, de Cataluña, Euskadi y Galicia, Comunidades autónomas que son consideradasnacionalidades históricas. Parece indudable que, como ellas, Andalucía es una “comu-nidad histórica”, consideración que hoy pretenden obtener más de una de las otrasComunidades de la llamada “vía lenta” (Art. 144). Una comunidad histórica queparece estar ligada al hecho discutido y discutible de la identidad nacional y / oregional de los pueblos. Una discusión que puede tener como objetivo tanto a Andalu-cía como a España. Y que lleva directamente a plantearse cuándo Andalucía ha sidoalgo más que un nombre, que un topónimo.

Históricamente, la actual Comunidad ha tenido su origen ya en la Antigüedad, enTartessos primero y en la Provincia Bética después, un espacio político éste de cam-biante y confusa delimitación que, tras la invasión musulmana, será una parte de Al-Andalus, nombre con que el Islam conoció al conjunto de la Península por él domina-do. En muchos momentos la identidad andaluza se relacionó exclusivamente con esepasado, tan presente hoy en sus ciudades, en sus monumentos o.en sus paisajes.Incluso, el nombre de Andalucía se deriva directamente del nombre árabe, aunque sólocuando los cristianos se adueñaron del Valle del Guadalquivir se convirtió en untopónimo reconocido y usual pero limitado a esa región consustancial con la Andalu-cía Baja y Occidental. Según el historiador Antonio Domínguez Ortiz, con esa deno-minación los documentos de la época se referían “solamente a la costa desde ladesembocadura del Guadiana hasta Gibraltar” y por tanto “ Andalucía no eran todaslas tierras del valle bajo del Guadalquivir, sino sólo el Reino de Sevilla” y todavía elCenso de Floridablanca (1787) “identifica claramente Andalucía y Sevilla”. Por suparte, “hasta el fin del Antiguo régimen, la Administración conservó la identidad delReino de Granada sin confundirlo nunca con Andalucía” (1976, 2l). En realidad, sólodesde 1833, los Reinos de Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada, transformados en lasocho provincias actuales, se unifican y convierten en Andalucía (J. BOSQUE MAU-REL, 198l).

Una identificación que coincide temporalmente con lo que M. Bernal Domínguezha llamado “la forja del mito andaluz” y que, en realidad, fue más de uno. Por unaparte, existe “la imagen de una Andalucía risueña, casi paradisíaca, “folklórica yturística” en la acepción peyorativa de ambos términos”. Asimismo, no falta otra, nomuy distante a la anterior, menos risueña, a menudo trágica, plena de rasgos orienta-les, de moros y cristianos enfrentados, de gitanas y toreros, de pasiones violentas, y uncante y un baile peculiares y apasionados. Son imágenes superficiales y distorsiona-das, elevadas a la categoría de mito y que han concluido funcionando “no sólo comoseñas de identidad de “lo andaluz”, sino incluso como representación simbólica de lonacional español” (1981, 153). Y que, en primer lugar, demuestran la ignorancia y eldesconocimiento que han existido y aún existen sobre Andalucía y sus gentes.

Un mito en que el pueblo andaluz como conjunto no ha intervenido y que hasido elaborado por viajeros extranjeros, a menudo cargados de prejuicios, y una élitecultural andaluza frecuentemente muy alejada de la auténtica realidad popular. Aun-

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que las raíces del mito andaluz pueden encontrarse, al menos, en el Siglo de Oroespañol, “es, indiscutiblemente, el siglo XIX el que ha descubierto, o mejor, inven-tado Andalucía y la ha lanzado al mercado” (F. HERAN, 1979). Y, sobre todo, losnumerosos viajeros europeos, franceses en primer lugar pero también anglosajones,que tras una estancia más o menos extensa e intensa por Andalucía recordaron susviajes y contaron –también dibujaron o grabaron– sus vivencias y sus experiencias yfueron “descubriendo” a sus lectores “su Andalucía”. Ejemplos típicos, y aún pre-sentes en las librerías y en las tiendas de “souvenir”, pueden ser el historiadorWashington Irving o el dibujante y grabador Gustavo Doré.

En paralelo, y en común con el nacimiento y la difusión de los nacionalismoscentroeuropeos y también hispánicos-catalán, vasco y gallego, incluso antes que estosúltimos, se fue conformando un pensamiento regionalista y autonómico, nunca separa-tista. “En la Andalucía contemporánea, como propuesta de cambio, como vehículo dereivindicaciones radicales, irrumpe el andalucismo, de difusos orígenes –o anteceden-tes, o preludios-decimonónicos– o tal vez anteriores y plena presencia en el siglo XV”(J. A. LACOMBA, 1988, 12). Nunca, en realidad, fue un partido, a lo más un “movi-miento” nacido en las ciudades y en un medio social de clases medias e intelectuales.Un movimiento que, añade Lacomba, “entendió Andalucía como un ideal a construirentre todos ... y, por ello, por encima de cualquier otra cuestión, …como una realidaddeficiente e injusta, de la que se debía derivar una “conciencia” generalizada entre losandaluces, que, superando posiciones “particulares” …orientara el impulso hacia sucambio “cualitativo”. Tras una primera etapa “regionalista” que perdura hasta 1917, sehace “nacionalista / autonomista” bajo la influencia de Blas Infante, sobre todo duran-te la II República, y hasta 1936, fecha de la muerte de éste último, adaptándose más omenos a la coyuntura de otros móvimientos peninsulares: catalán, vasco, gallego.Desaparecido durante el franquismo, regresa renovado en 1975 a través de un partidopolítico aún vivo y de trayectoria difusa y confusa extremadamente personalista enmuchos momentos. Movimiento y partido que en principio, “nunca reivindicó la “rup-tura” de España .... (y) recordó siempre lo que Andalucía había hecho junto con losdemás aunque no olvidando lo que de los demás la separaba” (J. A. LACOMBA,1988, 13).

Unas circunstancias, unas imágenes y unos mitos que unidos al declive económicoy la tensión social habidos a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, condujeron auna imagen de retraso, subdesarrollo y situación periférica que algunos autores (G.HERMET, 1966 y N. SALAS, 1972, entre otros), llegaron a considerar una señal deidentidad de la Andalucía actual haciendo de la región no sólo el área de mínima rentadel conjunto nacional, sino también un modelo de economía agraria especialmente afec-tada por el desempleo y la emigración y una de las principales reservas de poblacióntanto de España, siempre, como del Norte de Africa, a comienzos del 900, y de Europaoccidental en las décadas cincuenta y sesenta de la última centuria (J. BOSQUE MAU-REL, 198l). Un paradigma que sin dejar de ser cierto en algún sentido, incluso hoy, estáabriendo paso a planteamientos y visiones distintas y hasta novedosas.

En Andalucía, el nacionalismo político o partidista no tiene mucha fuerza. Pero esindudable que, en los últimos años, se han desarrollado fuerzas internas que están

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fortaleciendo un “andalucismo” esencialmente cultural que nunca ha faltado y ahoramenos que nunca y que es parte significativa de un espacio cultural más amplio y másdifundido, el español, aunque con un rasgo distintivo primario, el habla, cuyo “papelpara la identificación de una cultura es fundamental” (A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1983,144). Un habla esencialmente castellana pero que no es “el castellano de Castilla” y queposee rasgos singulares tanto fonéticos, los más visibles, como prosódicos y sintácticos,cuya variedad interna es considerable y no limitada a la oposición entre las Baja y AltaAndalucía sino con muchos matices dentro de éstas ( M. ALVAR, 1961).

El “populismo” del habla andaluza es evidente, con una presencia generalizadaen toda su sociedad ya que “siempre hubo en Andalucía una tendencia a utilizarelementos populares en los ambientes cultos” (A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1983, 155).Elementos populares que caracterizan el modo de ser andaluz, hunden sus raíces en elpasado y se dispersan por todo el espacio y la sociedad de Andalucía, no limitándosecomo en el idioma a Canarias y a Iberoamérica, llegando incluso al resto de España, alMundo Mediterráneo y a Ultramar. Los hechos no faltan: los festejos populares, conraíces religiosas seculares: procesiones y/o montajes escénicos de Semana Santa, muydistintas a las del resto de la nación y quizás los más añejos de España, romerías comolas del Rocío, del Cristo del Paño de Moclín (Granada) y/o la Virgen de la Cabeza(Jaén), Fiestas de Moros y Cristianos como las celebradas en diversos lugares de laAlpujarra granadina (Capileira, Válor), o Carnavales propios como los gaditanos y,finalmente, los comportamientos específicos de algunos barrios gitanos, el Sacromon-te granadino por ejemplo, en trance a veces de extinción.

Un conjunto de hechos que son sólo la punta de un gran “iceberg”. Un iceberg enel que existe todo un folklore diverso y vario, con la “copla”, el “baile” y el “cantehondo”, con variantes muy ricas apoyadas en la existencia de numerosas formas co-marcales bien definidas y en progreso por sí mismas o por su relación con modalida-des más o menos próximas como las de la música “andalusí” llegada del Magreb (A.MACHADO ÁLVAREZ, 1947). Y con una indudable proyección personal al exterior,favorecida por la emigración andaluza que ha dado algunas de las máximas figuras del“cante” y el “baile”, como Carmen Amaya, nacida en Barcelona, y Vicente Escudero,vallisoletano de origen, entre otros muchos. Y con numerosas variantes cultas a travésde grandes concertistas de guitarra y otros instrumentos de cuerda, el granadino Ma-nuel Cano y tantos otros, que tuvieron su punto de partida en ilustres folkloristas,Antonio Machado Álvarez, y grandes poetas, Federico García Lorca.

A su lado no cabe desdeñar la creciente presencia de una “cultura andaluza” máso menos sofisticada, con escritores ensayistas, novelistas, autores teatrales y poetasrepresentativos a nivel al menos nacional, una música y una danza cultas, con excep-cionales compositores e intérpretes, que hunden sus raíces en el pasado hispanomusul-mán pero también en los grandes músicos del Siglo de Oro español, y un reciente yacelerado proceso de creación de medios de comunicación-radiodifusión, editorialeslocales y regionales, compañías teatrales, orquestas sinfónicas y salas de concierto,teatros de ópera y ballet fruto de unas necesidades intrínsecas y origen de nuevas, másgenerales y cada vez más perentorias exigencias sociales.

Una cultura, perfectamente ligada a la española-castellana, y que, con la fuerzaromántica y el encanto colorista de lo “popular”, ha dado lugar a esa “imagen” an-

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daluza nacida in situ pero difundida desde el exterior, donde se ha hecho tópico yvisiones que, a menudo, han convertido a Andalucía y lo “andaluz” en prototipo deEspaña y de lo español. Una imagen, la “andaluza”, vista desde el exterior, afirmaDomínguez Ortiz (1983, 156), “tan tópica y falsa como la “castellana”, con la diferen-cia de que ésta insistía en figuras sanguinarias (Torquemada, Felipe II, el Gran Duquede Alba), depravadas (Felipe IV) o incapaces (Carlos 11 y su entorno), y la primera, la“andaluza”, de formación más reciente, expresada en formas literarias y musicales,con frecuencia impregnada de un orientalismo puesto de moda por Goethe, VíctorHugo y tantos otros, aunque en ocasiones se expresó en formas trágicas (sangre, amory celos), con más frecuencia revistió formas coloristas y amables”(1983, 156). Frenteal Don Juan Tenorio (Mozart) o el Don Alvaro de “la fuerza del destino” (Verdi), elBarbero de Sevilla (Beaumarchais y Rossini) o la Carmen de Merimée y Bizet.

Así, el tradicional “andalucismo” como el más reciente y más tenso y oficialistaparece mucho más “cultural” que “político” y, en sus antecedentes, muy remotos ycomplejos, como en su realidad actual, presenta dos constantes: la universalidad y elya señalado carácter popular. La “universalidad” es un rasgo derivado tanto de suposición geográfica como de su evolución histórica. Y así es indudable la conexión,por ejemplo lingüística, con Canarias y con América, pero no menos de ciertas cele-braciones tanto litúrgicas como profanas –las procesiones del Corpus Christi, losaltares del Día de los Muertos o las fiestas de Moros y Cristianos– que, incluso,tienden a veces a una franca regresión en las tierras originarias pero mucho menos enlos países de la América hispana.

El carácter “popular” es mucho más discutible, no porque no exista sino porquees común en toda cultura la mayor especificidad de lo popular que la de lo culto.Aunque Andalucía es uno de aquellos países donde el arraigo entre lo popular y loculto es mayor, más viejo y más constante. Los casos de Góngora, Espinel, los Macha-do y García Lorca, entre los escritores, y el de Manuel de Falla y Enrique Granados,entre los músicos, son bien representativos. Pero, sobre todo, cabe resaltar la fuerza deciertas actitudes y comportamientos eminentemente “populares” o “populistas”, muypresentes en las “fiestas” y “festejos”, con un cierto sentido interclasista e igualitario,a veces más aparente que real, que aparece en las “Ferias” tradicionales y patronales,en las “Romerías” multitudinarias y, quizás más, en la “fiesta de los toros”, tan anda-luza en su forma original y actual como presente en toda España y en gran parte deAmérica.

COLOFÓN

“La tierra más hermosa del mundo” según el testimonio recogido por Julio CaroBaroja (M. Bernal Rodríguez. 1981, 165)es también una de las más originales ypersonales, al menos de Europa. Y “más que cualquier otra parte de la Península,Andalucía ejerce una intensa seducción sobre las imaginaciones” (M. SORRE, 1934,155). Su clima suave y dulce, sus rientes paisajes, su cielo azul, límpido y transparen-te, sus abundantes riquezas naturales han sido siempre un incentivo paral los habitan-

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tes de la áspera Meseta castellana, del salvaje Atlas o del desolado Sahara. Peroademás su milenario pasado hace de Andalucía el más venerable foco cultural deEuropa occidental. Por ello, quizás, ninguna otra región española tiene tanto prestigiodentro y fuera de España, convirtiéndose en un estereotipo de España para muchos defuera de ella. Un estereotipo forjado durante su pasado romano, matizado por el Islamy acabado en unos siglos de contacto íntimo con América y en unas centurias últimasde dificiles problemas sociales y económicos que parecieron rebajar su supuesta pros-peridad anterior y aproximarla a un subdesarrollo paradigmático. Todo un conjunto dehechos e imágenes que están siendo sometidos a un profundo cambio formal estructu-ral que no excluye una “forma de sentir la vida y de vivirla” debida a “la superposi-ción de culturas modernas a otras muy antiguas, las viejas civilizaciones del Medite-rráneo” (A. FERNÁNDEZ SUÁREZ, 1961, 218). Y que, en definitiva, le está permi-tiendo conservar su originalidad y su personalidad hechas de siglos.

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DISCURSO DE PRESENTACIÓN DEL DOCTORDON CARLOS CARRERAS, CATEDRÁTICODE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA*

Magnífico y Excelentísimo señor Rector,doctores y doctoras,señores y señoras.

Una vez mas, me corresponde el honor de presentar solemnemente, a mis estima-dos colegas de la Universidad de Barcelona, una figura señera de la Geografía con-temporánea, en este caso el profesor Joaquín Bosque Maurel, Don Joaquín, como leconocen habitualmente sus amigos. En noviembre de 1996, por primera vez, un geó-grafo accedía ya a esta dignidad en nuestra Universidad, el añorado profesor MiltonSantos. En aquella ocasión también, don Joaquín quiso acompañarnos en este mismolugar, junto con otros colegas universitarios españoles y brasileños, algunos de loscuales también han querido acompañarnos hoy. El propio Joaquín Bosque había sidoel padrino de Milton Santos en la investidura honoris causa que la Universidad Com-plutense de Madrid había celebrado dos años antes.

La trayectoria científica del profesor Joaquín Bosque Maurel está suficientementeavalada por su currículum vitae académico, que sería demasiado prolijo comentaraquí. El número y la importancia de sus publicaciones en el campo de la geografíahumana, con 33 libros y 146 artículos de revista publicados hasta la fecha, así como elnúmero de discípulos directos, con 44 tesis de licenciatura y 29 tesis doctorales dirigi-das, y la innumerable cantidad de discípulos indirectos son la prueba mas indiscutiblede ello.

Si alguna cosa, empero, vale la pena ser destacada aquí sobre las demás de sularga experiencia docente e investigadora universitaria, probablemente sea la creacióndel núcleo de geógrafos de la Universidad de Granada y, desde allí, su enorme influen-cia en la hoy grande y diversificada escuela de geógrafos andaluces. Él, que es arago-nés, de Zaragoza, se estableció primero en Cartagena y después en Granada y supodesarrollar allí una actividad inmensa.

Pero, sobre todo, vale la pena destacar su bonhomía, su talante conciliador y suespíritu de trabajo, de los cuales son una prueba fehaciente la continuidad que supodar a la cátedra madrileña de Manuel de Terán. Don Joaquín no fue a Madrid a hacerpolítica o a jubilarse, como había sido tradicional, sino a seguir haciendo Geografía,como muestran sus abundantes publicaciones sobre temas madrileños y sobre temasnuevos, así como las muchas tesis doctorales que allí ha dirigido.

A nivel teórico y conceptual, sin duda, su gran aportación va a ser su tesisdoctoral sobre la ciudad de Granada, primer trabajo de investigación moderno y pro-

* Traducido del catalán por Francisco Rodríguez Martínez.

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fundo de Geografía urbana que se hizo en España, ya en 1956. Esta tesis sobre la bellaciudad andaluza ha sido y es aún si no un modelo, sí un punto de referencia para todoslos que trabajan en esta especialidad. Una buena prueba de esto son las dos edicionesque este libro ha merecido, la primera en 1962, hace cuarenta años, y la segunda en1988 con una introducción de nuestro colega Horacio Capel.

Desde sus cátedras de Granada y Madrid va a saber jugar siempre un papelvertebrador y conciliador en la dividida y relativamente débil Geografía española deentonces. Una buena muestra de ello es su papel clave en la iniciativa de dos congre-sos de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE) en cada una de sus dos cátedras(en 1977 en Granada y en Madrid en 1989). Este papel conciliador le ha sido recono-cido a través de su paciente dedicación a la secretaría de la Real Sociedad Geográficade Madrid y desde aquí al comité español de Geografía de la International Geographi-cal Union (IGU), así como su participación activa en el comité de redacción de laprimera revista española de Geografía, Estudios Geográficos, que publica el C.S.I.C.,en Madrid.

Otro hecho a destacar también es que desde el primer momento no se ancló, sinembargo, exclusivamente en la Geografía española, sino que se abrió paso en elextranjero y realizó, en unos momentos en que casi ninguno lo hacía y en los que eravital para la difusión y transmisión de las ideas innovadoras, trabajos muy necesarios.Entre su magnífica biblioteca, grande y selecta ahora, que cuenta con ejemplaresúnicos en España, cabe destacar, en este sentido sobre todo, sus aportaciones a con-gresos internacionales, en los que no ha dejado de participar activamente, siempre conpublicaciones. Desde el Congreso de Rio de Janeiro en 1956, al de Seúl del 2000.

Por esta razón muchos geógrafos de España y de América Latina, que no han sidodiscípulos directos suyos, han recurrido siempre a su magisterio y cabe decir quesiempre lo han encontrado. Creo que no sería ni injusto ni exagerado afirmar hoy queDon Joaquín , por su bonhomía personal y por su acendrado liberalismo, va a jugar enla Geografía española un papel similar al que juega nuestro maestro Joan Vilá Valentíen la Universidad de Barcelona, manteniendo una difícil independencia entre los dosclanes que se disputaban la apropiación exclusiva de nuestra disciplina. El retrasoinmerecido en su acceso a la cátedra universitaria es un triste y significativo ejemplodel precio que tenía la independencia de criterio.

Pero, además, don Joaquín va a mantener relaciones con Barcelona y con Catalu-ña desde muy pronto, y de forma muy especial con la Universidad de Barcelona, masallá de la simple vecindad que suponía su pertenencia a las tierras de la antigua coronacatalano-aragonesa. En efecto, ya en los años 1950, cuando era catedrático de laescuela de comercio en Cartagena, don Joaquín colabora con el eminente historiador ycatedrático de nuestra universidad, Jaime Vicens Vives, con quien hizo diversas publi-caciones tanto en la editorial Teide como en el Instituto Gallach, en el campo de laenseñanza y de la alta divulgación. Bosque va a ser así el geógrafo con preocupacio-nes historiográficas que interesaba al historiador con preocupaciones geopolíticas. Deaquellos momentos data posiblemente, de un lado, su mantenido interés por el estudiode la geopolítica, sobre la cual ha realizado diversas publicaciones, y, de otro, lacolaboración con editoriales de Barcelona. En este último sentido, cabe destacar la

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codirección con Joan Vilá de la Geografía de España de Planeta en doce volúmenes,entre 1989 y 1992.

En los míticos cursos de Jaca, un joven Joaquín Bosque había conocido ya elmagisterio de geógrafos catalanes eminentes de nuestra Universidad, como Lluís SoléSabarís y Salvador Llobet, con los cuales mantuvo relaciones estrechas hasta su des-aparición. Incluso, estando en Granada va a tener relaciones con catalanes y profeso-res de nuestra Universidad, de las cuales podrían dar testimonio algunos colegas queallí convivieron, como el malogrado geólogo Joseph María Fontboté y su viuda, lageógrafa Montserrat Rubió.

Don Joaquín, no obstante, ha mantenido todo tipo de otras relaciones con Catalu-ña y especialmente con nuestro grupo de Geografía Humana dela Universidad deBarcelona, sobre todo durante su etapa madrileña. Ha impartido clases en el programade doctorado de nuestro Departamento sobre “Madrid a la Literatura” gracias al pro-grama Joan Maragall de La Caixa. Ha publicado en lengua catalana artículos en laRevista Catalana de Geografía, del Institut Cartogràfic de Catalunya, y alguna intro-ducción a los volúmenes de la Geografía General dels Països Catalans que publicó laEnciclopedia Catalana (Barcelona. 1992-1994). Ha participado en equipos de investi-gación conjunta sobre nuevas formas del comercio y del consumo, de los que hansalido diversas publicaciones. Ha participado, en fin, en numerosos tribunales de tesisde doctorado de la Universidad de Barcelona, en los cuales siempre ha ejercido unmagisterio amable y ha mostrado continuamente su espíritu abierto y respetuoso conla lengua catalana. El mismo ha invitado también muchas veces a sus cursos y publi-caciones y a tribunales de sus tesis a diversos profesores del Departamento de Geogra-fía Humana de Barcelona.

Don Joaquín, aragonés que nunca ha dejado de serlo, andaluz que ha luchado porla liberación de su pueblo, madrileño que ha mantenido relaciones internacionalesamplias y abiertas, es hoy un geógrafo español, un gran geógrafo español. Don Joa-quín, por qué no decirlo, representa dentro de la Geografía aquella España en la cualmuchos de nosotros nos sentimos cómodos de estar, la España que quiere ser plural,tolerante y europea. Y por eso también merece nuestro reconocimiento, nuestro respe-to y nuestra estima.

En reconocimiento al magisterio indiscutible en Geografía urbana y en Geografíahumana, en general, dentro de la Universidad española; en reconocimiento a su rela-ción constante y respetuosa con la Geografía y con la sociedad catalanas; y en recono-cimiento a su asidua vinculación con la Universidad de Barcelona, hemos podidollegar por tanto a este acto solemne.

Profesor D. Joaquín Bosque Maurel, bienvenido al Claustro de Doctores de laUniversidad de Barcelona.

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ACERCA DE LA GEOGRAFÍA EN CATALUÑA(Discurso pronunciado por el profesor Joaquín Bosque Maurel con motivode su investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona,7-III-2002)

Excmo. y Magnífico Señor RectorClaustro de la UniversidadAlumnosSeñoras y señoresQueridos amigos y amigas

A lo largo de mis estudios de la Licenciatura en Historia, cursada en los prime-ros años cuarenta y finalizada en 1945 en la Universidad de Zaragoza, el influjo delentonces recién llegado como Catedrático de Geografía José Manuel Casas Torresdeterminó mi transferencia intelectual y académica al, en aquel momento, apenasconocido campo de la Geografía en la vigente Universidad española, desde los estu-dios históricos que había iniciado bajo el patrocinio de un extraordinario José MaríaLacarra a quien nunca podré agradecer suficientemente sus espléndidas enseñanzas ysobre todo sus sabios consejos y directrices acerca del trabajo científico. Un nuevoquehacer académico e investigador en el que me reafirmé definitivamente tras superarfavorablemente unas oposiciones a Cátedras de Geografía Económica y, enseguida, alpoder profundizar en los estudios geográficos en unas circunstancias en las quetuvieron mucho que ver algunas personalidades de la Universidad de Barcelona. En1946, en el “Curso de Geografía general y del Pirineo” celebrado en Jaca durante elmes de agosto, organizado y dirigido por los Profesores José Manuel Casas Torres yLuis Solé Sabarís y en el que tuvieron un gran protagonismo otros profesores catala-nes, como Salvador Llobet y Noel Llopis Lladó, o residentes en Barcelona, comoPierre Deffontaines, quienes abrieron a los asistentes, varios de ellos profesores enInstitutos de Bachillerato asentados en Cataluña o recién titulados en el “alma ma-ter” barcelonesa, horizontes hasta entonces poco presentes en la apenas reconocida ydesarrollada Geografía española. Y no mucho después, con mi entrada, en sus iniciosalgo titubeante, en la oferta editorial geográfica centrada en Barcelona, dominante enEspaña, a través de la confianza recibida en las Editoriales Teide y Gallach gracias aJaime Vicens Vives, un extraordinario maestro a quién ya conocía por la lectura de sumagnífica Historia Universal Moderna, de 1942, y con quién entonces inicié unarelación de amistad y colaboración continuada y especialmente provechosa para míque sólo pudo romper su inesperado y penoso fallecimiento. Desde esos años cuaren-ta, mis contactos con los geógrafos y la Geografía de Cataluña han sido permanentesy continuos y especialmente ricos y ventajosos, al menos para mi persona. Aparte devarias publicaciones académicas y de algunas colaboraciones en diversas revistasespecializadas, no ha faltado la participación en concursos de profesorado, las lectu-ras de tesis doctorales, las presentaciones de libros y las asistencias a reunionescientíficas, sin olvido de varias conferencias y algunos cursos. Contactos, relaciones

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y actividades que pueden justificar que, dentro de una línea investigadora preocupadapor la historia y la actualidad de la geografía española, pueda ahora permitirme unareflexión “Acerca de la Geografía en Cataluña”, como tema especial para este obli-gado discurso.

Una reflexión que espero pueda ser admitida y, no menos, analizada y criticada,en principio, por este Claustro de la Universidad de Barcelona, a cuya generosidaddebo el honor que me ha conducido hasta aquí, a una ciudad a la que, como Cervan-tes, admiro sin reservas y a una de las Universitas con más prestigio y más peso delMediterráneo y que quiere acogerme en su seno. Una generosidad que agradezco detodo corazón, ante todo al Claustro universitario y a su presidente el Excmo. y Mag-nífico Sr. Rector Dr. D. Joan Tugores Ques, pero no menos a los miembros todos delos Departamentos de Geografía Humana, Geografía Física y Análisis GeográficoRegional de la Facultad de Geografía e Historia, queridos colegas y grandes amigos,de quienes partió la iniciativa que me ha traído a esta cátedra y a quienes, endefinitiva, debo la honra y la excelencia que ello significa. Y que, finalmente, quisierapersonificar en el Profesor Dr. Carles Carreras i Verdaguer, cuyas palabras de padri-nazgo, más inspiradas en la amistad que en la realidad, no sólo me han conmovidosino también me han introducido en un ámbito científico que me enorgullece y meobliga a tanto que no estoy seguro pueda atender, aunque sí estimo y agradezco en lomucho, muchísimo, que implica.

En 1976, Horacio Capel, un buen amigo y excelente estudioso en Barcelona dela Ciencia y de la Geografía, escribió una frase aceptada enseguida sin discusión:“la historia reciente de la geografía española... ha de narrarse necesariamente par-tiendo de la guerra civil (1936-1939), lo cual supone una radical discontinuidad enel proceso de desarrollo científico del país” (H. CAPEL, 1976, 5). Una realidadevidente, al menos desde el terreno de los estudios geográficos en la Universidadhispana y corroborada por un testimonio de Pau Vila y Eduard Fontseré recogido porSolé Sabarís: “De fet, doncs, la Geografia és l’única disciplina fonamental inexis-tent a la Universitat espanyola” (L. SOLÉ SABARÍS, 1985, 19). Un vacío que en laUniversidad de Barcelona, en su Facultad de Filosofía y Letras, como demuestraseguidamente el mismo profesor Capel, había provocado un penoso desierto acadé-mico e investigador. Un desierto sólo en parte superado con la llegada en 1943 a laCátedra de Geografía Física y Geología Aplicada de la Facultad de Ciencias de LuisSolé Sabarís, responsable también de la Sección creada entonces en Barcelona delInstituto “Juan Sebastián Elcano” del CSIC, Director desde su puesta en marcha del“Instituto de Estudios Pirenaicos” sito en Jaca (Huesca), colaborador entusiasta degrandes geólogos y geógrafos franceses, Paul Fallot, Enmanuel de Martonne y Pie-rre Birot, y maestro inigualable en los estudios del medio físico no sólo catalán, sinopeninsular. A su esfuerzo, impagable, contribuyó, desde el mismo año 1943, elInstituto Francés, con sus múltiples actividades culturales y científicas celebradasbajo la dirección del geógrafo Pierre Deffontaines, un seguidor del hispanista JeanBrunhes.

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Un vacío que, en la Universidad, en la Facultad de Letras, no comenzó a resolver-se hasta el traslado, desde Murcia y en 1965, de un antiguo estudiante de ese mismocentro, Juan Vilá Valentí, y que, hasta su jubilación en 1990, provocó y favoreció elavance y mejora de los estudios geográficos fuera y dentro de la Universidad, hoysostenidos y perfeccionados por un conjunto profesoral formado mayoritariamente entorno suyo. Algunos de ellos, en su primera Cátedra murciana –este fue el caso de losProfesores Horacio Capel Sáez y Luis Miguel Albentosa Sánchez, lamentablementedesaparecido este último en plena juventud–, como después ya en Barcelona, con elfruto de un plantel numeroso y de excelente preparación difícil de relacionar en sutotalidad y que, extendido al resto de las Universidades catalanas, han hecho delPrincipado uno de los núcleos básicos de los estudios geográficos españoles y euro-peos (AA.VV. 1999). Con la particularidad de que el desarrollo universitario ha sidoparalelo, lamentablemente, al retroceso de la Geografía como ciencia particular ycomo proceso formativo en la Enseñanza media y primaria. Un retroceso que noincluye afortunadamente el avance cuantitativo y cualitativo en la promoción de losinstrumentos docentes y pedagógicos y, aun más, en la preocupación por la mejora dela calidad de la enseñanza geográfica.

ALGUNOS PRECEDENTES

Sin embargo, antes de 1936, aunque ajena a la Universidad, tanto en Cataluñacomo en el resto de España, había existido desde comienzos del siglo XX, una impor-tante actividad geográfica con un sobresaliente nivel científico y, que en el Principado,había alcanzado una considerable altura gracias al trabajo de un grupo de profesoresformados en la Geografía francesa, pero buenos conocedores de la germana y presen-tes en diversos centros catalanes de Enseñanza media y profesional. Aparte de lafigura indiscutible de Pau Vila i Dinarés (1881-1980), conviene recordar entre otros aEmilio Huguet del Villar, Gonzalo de Reparaz y Josep Iglesies, casi todos ellos lamen-tablemente perdidos para la ciencia española tras su obligada ausencia por la GuerraCivil. Todos desempeñaron un papel destacado en la constitución, en 1935, en el“Institut d’Estudis Catalans”, de su filial la “Societat Catalana de Geografia” y suprimera “Revista Catalana de Geografía”. Incluso, más tarde, en la posguerra, surecuerdo y su influencia continuó indirectamente gracias a la recuperación de algunosde sus escritos, sobre todo de Pau Vila, vuelto a España en los años setenta, y a lalabor de algunos de sus más jóvenes discípulos, Josep Iglesies, Luis Solé Sabarís yLuis Casassas i Simó, protagonistas de una actividad casi clandestina por las dificulta-des derivadas de la represión franquista y sólo recuperada definitivamente tras eladvenimiento de la Democracia. Entre los hechos más significativos iniciados antes de1936 y reaparecidos positivamente tras 1978, se encuentra el ordenamiento territorialde Cataluña, iniciado por Pau Vila en los años treinta y llevado a la práctica por laGeneralitat catalana, primero en los años treinta y luego en los ochenta.

Pero, antes y después de 1940, el desarrollo del conocimiento geográfico noestuvo siempre ligado a los estrictos especialistas de la disciplina. En algunos casos, y

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concretamente en Cataluña, los estudios, por ejemplo, de Geografía política y Geopo-lítica, uno de los campos más polémicos del análisis espacial del momento, alcanzaronun nivel internacional –muy propio de la época en la que el nazismo se apropió de laGeografía política de Ratzel y la Geopolítica de Kjellen haciendo de ella un usobastardo e infame– gracias a los trabajos de Jaime Vicens Vives, en concreto a dos desus libros, España. Geopolítica del Estado y del Imperio (1940) y Tratado General deGeopolítica (1950). El primero, prescindiendo de un prólogo, sin duda, fruto directode las circunstancias del año en que apareció, “es, en esencia, un intento de aplicaciónde los principios básicos y, en especial, de las técnicas cartográficas de la Geopolíticaalemana al análisis de la realidad histórica española” (J. BOSQUE MAUREL y otros,1984, 47). Y muy en línea con la preocupación tan presente siempre en Vicens por elhallazgo de una cartografía temática expresiva, sugerente y dinámica, a caballo entrela Geografía y la Historia, de la que tenemos una espléndida prueba en sus atractivos,personalisimos y pedagógicos Atlas de Historia Universal y de España aparecidos enlos siguientes años cuarenta y que, dada su calidad, han llegado en sucesivas edicioneshasta nuestros días, lo mismo que ocurrió con los Atlas de Geografía por él mismopromocionados y editados (D. BATALLÉ y J. M. RABELLA, 1978).

Por su parte, Vicens en el Tratado General lleva a cabo una profunda revisión dela abundante y polémica bibliografía existente desde Ratzel, Mackinder y Mahan, afinales del siglo XIX, hasta los especialistas norteamericanos del momento, pasandopor Rudolf Kjellen y Karl Haushofer. Pero, abandonando en lo fundamental esasideas, sobre todo, se plantea limpiamente y sin partidismos la relación entre la Histo-ria y la Geografía, admitiendo y apoyando incluso el paso de una tradicional y des-prestigiada “Geopolítica” a una nueva y limpia “Geohistoria” según más una deno-minación que una teoría de Ferdinand Braudel, uno de los historiadores de la francesaEscuela de los Annales. Aunque, como el mismo Vicens señala en su prólogo alTratado, la lectura de Arnold Toynbee “ha ordenado el trasfondo del texto con másfirmes arrestos filosóficos”(1950, 10). Finalmente, tras su rechazo a la “Geopolítica”,define su “Geohistoria” como “la ciencia geográfica de las sociedades históricas or-ganizadas sobre el espacio natural” (1950, 10). Una ciencia que nunca llegó a materia-lizarse ni por tanto a desplazar o sustituir a la “Geopolítica’.

Unos planteamientos que, pese a su fracaso literal, no dejaron de estar presentesen algunas de las más bellas e interesantes obras de Jaime Vicens, como Aproximacióna la Historia de España” (1952) y Noticia de Cataluña (1954), y, en las que profun-dizando, aproximándose” dice –en el ser de las gentes y de los pueblos– provocó –ysigue provocando– la atención de muchos –de mí mismo, con especial– fuerza cauti-vándolos con su pensamiento y su trabajo. En el prólogo de su Noticia de Cataluña,tras referirse a su repetida afirmación de que “debía realizarse un esfuerzo para cono-cernos a nosotros mismos antes de pasar a proyectos firmes, a realizaciones concre-tas”, añade “hemos de saber qué hemos sido y qué somos si queremos construir unedificio aceptable en el seno del gran marco de la Sociedad Occidental, a la quepertenecemos por filiación directa desde los tiempos carolingios” (1954, 9). Toda unamanera de entender el trabajo científico que estuvo presente siempre en la actividadeditorial y pedagógica de Jaime Vicens Vives y que hizo, primero de la Editorial Teide

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y, más tarde, de la de su nombre, no sólo una de las grandes empresas productoras delibros de texto españolas sino también un paradigma en la elaboración y la forma dehacer novedosos y con calidad esos textos, sobre todo los geográficos e históricos.

UN ENSAYO DE DIVISIÓN TEMPORAL. LA GENERACIÓN DE LOS AÑOSCINCUENTA

En el transcurso de los más de sesenta años transcurridos desde 1940 hasta hoy,los cambios tanto personales como teórico-instmmentales han sido importantes y cre-cientes. De tal modo que, en principio, podrían establecerse al menos cuatro etapas.Una primera, entre 1940 y 1965, dominada por la figura de Luis Solé Sabarís; unasegunda, desde los finales sesenta hasta 1980, en tomo a Juan Vilá Valentí; la tercera,hasta mediados de los años noventa, caracterizada por la pluralidad de tendencias y ladiversidad del profesorado formado en el maestrazgo de los anteriores; y una cuarta yúltima, de extensión de la docencia y la investigación a todo el territorio de Cataluñadebido a la creación de Universidades públicas en todas las capitales provinciales. Yno se consideran los centros privados, nacidos últimamente, por su aún escasa o nulapreocupación por la Geografía.

En los primeros veinticinco años, es indudable el peso intelectual, docente einvestigador del Profesor Solé Sabarís y, por lo mismo, el papel esencial de los estu-dios de Geografía Física y, por ende, de la Facultad de Geología barcelonesa y, enmenor medida, de la Sección de los Institutos “Juan Sebastián Elcano” de Geografía y“Estudios Pirenaicos” existentes y anejos al Institut d’Estudis Catalans de los que eradirector el mismo Solé y en cuyos seminarios trabajaron y se formaron algunos de losque, como Juan Vilá y Montserrat Rubió, estuvieron presentes en la segunda etapa.Pero en la que persistían algunas de las características propias de los años anteriores ala guerra civil. Por una parte, subsistía la fuerte relación tradicional con las Asociacio-nes de Excursionistas y con los interesantes grupos de geólogos aficionados, que bajola sombrilla de Almera y Bataller, habían convertido a Cataluña en una tempranaavanzada en ese campo de trabajo. A su lado, seguía siendo esencial el influjo de laGeografía francesa que tanto había significado en los estudios comarcales realizadospor Pau Vila, los dos Gonzalo de Reparaz y Josep Iglesies. La presencia de PierreDeffontaines y sus cursos y trabajos en el Instituto Francés recordaba el paso porBarcelona de Raoul Blanchard, Daniel Faucher y Max Sorre en los años veinte ytreinta, un influjo que enseguida se reanudaría con la presencia, y que ha continuadohasta hoy, de otros geógrafos galos, las visitas menos frecuentes de algunos profesoresespañoles y las becas que permitieron la ampliación de sus estudios a algunos jóveneslicenciados en Barcelona y Zaragoza.

Es cierto que la formación de Solé Sabarís hizo dominantes y casi exclusivos losestudios sobre el relieve español, en general, aunque prevalecieron los referentes aCataluña, así como a los Pirineos y a las Cordilleras Béticas, lógicos estos últimos trasel paso por Granada y su Universidad del Profesor Solé. Estudios que tendieron aafirmarse con la dispersión de diversos miembros del grupo de geólogos formados en

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Barcelona, aparte Noel Llopis Lladó, por otros centros universitarios españoles: JoséM. Fontboté en Granada desde 1954, Manuel Julivert en Oviedo (1963), Oriol Riba enZaragoza y Carmina Virgili en Madrid. Estudios en los que no dejaron de intervenirgeólogos y geomorfólogos franceses como Paul Fallot y Pierre Birot y sus discípulos.Y que tuvieron otras repercusiones como la aparición y difusión, esencial entre losgeógrafos de los años cuarenta y cincuenta cómo un auténtico libro de cabecera, de suIntroducción a la Geología (1938) y que, con su apéndice final, una Síntesis geológicade la Península Ibérica se convirtió en una lectura obligada entre los estudiantes y losprofesores de todos los niveles.

Los trabajos de Solé Sabarís y su escuela tuvieron eco en toda España y constitu-yeron una de las bases de casi todas las obras de carácter geográfico general apareci-das en estos decenios, a menudo a través de editoriales catalanas y con la frecuentecolaboración con un maestro madrileño, su colega y gran amigo Manuel de Terán.Este fue el caso de la Geografía de España y Portugal, dirigida conjuntamente porambos y publicada por Montaner y Simón (1952-1958) en cuyos seis volúmenesaparecidos la intervención de uno y otro fue mayoritaria, aparte de la colaboración deotros especialistas catalanes, Noel Llopis Lladó, Valentín Masachs Alavedra, Pío FontQuer y, en menor medida, un joven Juan Vilá. En la misma línea, con la coordinaciónconjunta de Luis Solé y Manuel de Terán, aunque posteriores en el tiempo, se mantu-vieron las Geografías General de España (1978) y Regional de España (1968), de laEditorial Ariel, manuales universitarios de uso muy generalizado en todo el estado quealcanzaron numerosas reediciones y reimpresiones y en la que, bajo su dirección,colaboraron numerosos geógrafos universitarios tanto catalanes –Salvador Llobet, Ma-ría de Bolós, Juan Vilá, Horacio Capel– como del resto de España.

Pero, sin duda, la aportación al conocimiento de las tierras catalanas tuvo unlugar fundamental en la bibliografía de Solé. En la numerosa bibliografía recogida enel Homenatge a Lluís Solé i Sabarís de la Universitat de Barcelona y el CSIC (1981),que supera la cifra de doscientos títulos, en su mayor parte artículos de revista, sin quefalten los libros y folletos, en torno a los dos tercios se refieren a Cataluña, aunquetambién importan los estudios sobre las Cordilleras Béticas y, en menor medida, losPirineos y la Meseta, todos ellos básicos para el desarrollo tanto de los estudiosgeológicos en general como de los geográficos. Entre estos últimos, resalta su preocu-pación teórica por la geografía regional, consecuente con su formación vidaliana (1975);su pionero y clarividente libro sobre Los Pirineos (1951) y, sobre todo, su poderosa ydominante intervención en la Geografía de Cataluña (1958-1968), obra cumbre de losestudios geográficos catalanes del momento. Esta obra, en gran medida, es como unasíntesis de los análisis comarcales iniciados por Pau Vila en los años veinte, y en losque existía como propósito una gran Geografía de la Región (Resum de Geografia deCatalunya, 1928-1935), continuados en los cuarenta con las aportaciones de SalvadorLlobet sobre el Montseny y Andorra (1947) y finalizados con los cada vez más nume-rosos trabajos fruto de una creciente comunidad geográfica catalana visible en lanómina de autores implicados en los tres volúmenes –el primero, general, los dosúltimos, comarcales– de la Geografía de Catalunya. Pese a la poderosa individualidadque caracterizó a Solé, no puede olvidarse el peso que, a su lado, alcanzó el Profesor

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e investigador Salvador Llobet que, presente ya en Jaca (1946), fue el eslabón quepuso en contacto este primer periodo con el siguiente, en el que impuso también unafuerte impronta. En fin, “Lluís Solé Sabarís ha d’ésser considerat com un geografcatalá, com un dels membres més destacats pel que ha fet i, sobretot, pel que hacontribuit a fer, d’aquesta Geografía catalana que N’Enric Lluch no dubta a qualificarcom a “Geografía Noucentista” (C. CARRERAS I VERDAGUER, 1981, 31).

LA GENERACIÓN INTERMEDIA. JUAN VILÁ VALENTÍ Y SUS DISCÍPULOSINMEDIATOS.

La incorporación a la Universidad barcelonesa en 1965, a la 1ª Cátedra de Geogra-fía de su Facultad de Filosofía y Letras, de Juan Vilá i Valentí constituyó el inicio de unanueva etapa. Su estancia desde 1958 en la Universidad de Murcia había contribuido “a laapertura de horizontes intelectuales, al trabajo serio y riguroso, al desarrollo de hábitosde investigación científica” (H. CAPEL, 1999). Y le había proporcionado una importan-te experiencia docente e investigadora, fruto de un trabajo paciente y concienzudo y unaentrega permanente y continua que llevó y desarrolló en Barcelona.

Uno de sus primeros empeños fue la formación de un equipo de trabajo que seinició con la llegada con él a Barcelona de dos de sus mejores discípulos formados enMurcia, ya licenciados en Geografía e Historia, los Profesores Horacio Capel Sáez yLuis M. Albentosa. A ellos no tardaron en incorporarse otros profesores, algunos yaparte de la Cátedra, como Salvador Llobet y Enric Lluch amén de varios alumnossuyos total o parcialmente en la cátedra barcelonesa, y que en número creciente hanllegado a ser los responsables –bastante más de un centenar– de la Geografía en lasUniversidades catalanas actuales.

En primer lugar, de los integrantes –unos cincuenta– de los dos Departamentosgeográficos existentes actualmente en la Universidad de Barcelona. Así como, tam-bién, en parte al menos, de los aparecidos en fechas posteriores en el resto de Catalu-ña. Primero, en la Universidad Autónoma de Barcelona (1969), en la que es de justiciaseñalar el buen hacer y la extraordinaria aportación científica y humana, todavía enplena actividad, del excelente profesor e investigador Enric Lluch. Y, más tarde, en lasDelegaciones, hoy Universidades, de Palma de Mallorca, con Bartolomé Barceló (1969),de Tarragona (Luis M. Albentosa, 1972) y de Lérida (Joan Vilagrasa, 1974). De simi-lar fórma, pero en relación con la Autónoma de Barcelona, nació y se desenvolvió lade Gerona (M.ª Dolors García Ramón y Joan Nogué, 1973).

La lectura de los diversos Consejos de Redacción de la Revista de Geografíafundada por Vilá en 1967, al poco de su regreso a la entonces única Universidadcatalana, y por él dirigida hasta el momento, puede dar idea de la constitución en eltiempo de lo que pudiera denominarse la Escuela geográfica, Familia o Grupo, deBarcelona (J. BOSQUE MAUREL, 1987). En 1967, en la primera entrega de esarevista, figuraban Salvador Llobet, Horacio Capel, Tomás Vidal, Luis Miguel Albento-sa y María de Bolós, y en 1999, en el último número publicado, junto a Joan Vilá,director, y María de Bolós, vicedirectora, figuran J. Martín Vide, Josep M.ª Rabella,

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M.ª Ángels Alió, Carles Carreras, A. Gómez Ortiz, Josep M.ª Panareda, Josep Plana,Isabel Pujadas y Rosa M.ª Tello. Y no cabe olvidar que, a partir de 1974, fueronapareciendo las restantes publicaciones periódicas de Cataluña con sus correspondien-tes equipos directivos alguno de cuyos miembros, a veces, habían estado presentes enla edición de la Revista de Geografía.

Tanto el inicio del equipo como la aparición de la revista coincidieron con laimplantación en Barcelona, en 1969, de una primera especialización geográfica cuyaprimera promoción de licenciados se produjo en 1972, hoy aun vigente tras las corres-pondientes adaptaciones de los planes de estudios. Un importante cambio que sebenefició del llamado “Plan Maluquer”, instaurado en 1969 gracias a las gestiones delarqueólogo y decano de la Facultad de Filosofía y Letras Joan Maluquer de Motes quecontó con la colaboración del decano saliente, precisamente Vilá Valentí, que permitióofrecer un bloque importante de materias geográficas y exigió la presentación de unatesis de licenciatura a fin de obtener el título correspondiente, un hecho que favorecióla investigación (M. D. GARCÍA RAMÓN y otros, 1992, 43).

Origen y fruto del desarrollo del Departamento y del Equipo fueron la prepara-ción y la lectura de un total de 47 tesis doctorales, presentadas entre 1968 y 1986, conla particularidad de que la primera de ellas, defendida por Bartolomé Barceló i Pons ydirigida por Joan Vilá, fue también el inicio de la presentación y defensa de memoriasdoctorales fuera de la Universidad de Madrid, la única donde esta función tenía lugarhasta esa fecha, aparte de ser también la primera Universidad española en esa activi-dad tras la Complutense de Madrid. De ese total, casi la mitad tuvieron como directora Juan Vilá, aunque enseguida varios de los doctores por él apoyados se empeñaron enesa misma tarea: Horacio Capel (9), Luis Miguel Albentosa (4), María de Bolós (4),Carles Carreras (1), Bartolomé Barceló (l), Tomás Vidal (2), Luis Solé i Sabarís (1)entre 1976 y 1986. El inicial predominio en la actividad departamental ejercido porVilá, muy estricto hasta finales de los ochenta, se fue amortiguando con el tiempo,haciéndose más plural en las últimas décadas del siglo XX, en las que el número detesis presentadas ha duplicado la cifra antes indicada. Junto a las memorias doctoraleshay que tener en cuenta los trabajos de final de licenciatura tesinas en el argot univer-sitario, indispensables en la carrera docente hasta los años ochenta y hoy de presenta-ción voluntaria: 130 leídas en la Universidad de Barcelona, entre 1967 y 1986, de lascuales 29 bajo el patrocinio de Joan Vilá, cifra mucho mayor, en total 121, si se sumanlas aprobadas en Montpellier, Murcia, Palma de Mallorca, Paris VII y Tarragona.

Independientemente de la importantísima labor docente llevada a cabo a lo largode la vida académica de Vilá i Valentí, felizmente no acabada pese a su jubilaciónobligada en 1990 por su carácter de Profesor Emérito, la investigación geográfica hasido fundamental en sus actividades universitarias. Una investigación traducida en untotal de 146 publicaciones, de las cuales 36 son libros como autor único o dirigidos y/o coordinados, 48 capítulos de libros, 15 contribuciones a Reuniones y Congresosnacionales e internacionales, y 47 artículos de revista científica. Publicaciones en granmedida aparecidas en editoriales o revistas catalanas, incluida su Revista de Geogra-fía, pero también en otras propias del resto de España, como Estudios Geográficos,Anales de la Universidad de Murcia, Geographica, el Boletín de la Real Sociedad

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Geográfica, o internacionales, Méditerranée y Révue Géographique des Pyrenées etdu Sud-Ouest, en algunas de las cuales ha formado parte –o forma– de su ConsejoAsesor o de Redacción.

Aunque es evidente el elevado número de sus estudios sobre Cataluña, tanto en loque se refiere a su intervención en la Geografia de Catalunya, coordinada por sumaestro Solé Sabarís, como sus estudios sobre el medio rural y algunas ciudades,Manresa en primer lugar, y después Barcelona, a los que cabría añadir sus libros yartículos acerca de Formentera y las islas Pitiusas, su bibliografía abarcó ámbitosalternativos. Por añadidura, cabe destacar la preocupación de Vilá por los problemasde concepto y método, que alcanzó su nivel más alto en la Introducción al estudioteórico de la Geografta (1983), y no menos por sus protagonistas, sobre todo catala-nes –Pau Vila, Miquel Santaló, Pierre Deffontaines, Luis Solé Sabaris, Lluís Casas-sas–, así como por el análisis de la más reciente ciencia geográfica (La geografíaactual: geógrafos y tendencias, 1986), pero también por la alta divulgación de lageografía universal (La Tierra y sus límites, 1967) y, más aún, de la Península Ibérica(1968) y, en concreto, de España a través de diversas obras por él coordinadas (1970,1972 y, sobre todo, la Geografta de España de Planeta, 1989-92). Y, finalmente, nocabe olvidar sus estudios sobre diversos países iberoamericanos que, en 1992 le llevóa la coordinación del Grupo de Trabajo de Geografía de América Latina.

Una actividad académica la de Vilá no limitada a España, sino llevada frecuente-mente fuera de sus fronteras y culminada desde 1966 como miembro titular de algunasComisiones de la Unión Geográfica Internacional y Vicepresidente de su Comité Eje-cutivo entre 1980 y 1988. Actividad que facilitó su presidencia del Comité organizadorde la “Conferencia Regional” de la misma UGI sobre los “Países Mediterráneos”celebrada en Barcelona como sede principal y en otras ciudades hispanas en el veranode 1986, así como a su intervención en la preparación del VIII Congreso de la Asocia-ción de Geógrafos Españoles y del III Coloquio Ibérico de Geograffa que tuvieronlugar en la misma ciudad catalana en 1983. Acciones que fueron precedidas y segui-das por numerosas estancias en numerosos y diversos centros universitarios de Ibero-américa y países mediterráneos.

Sin duda que la realidad de la geografía en Cataluña no puede entenderse sin lapresencia y la obra del Profesor Joan Vilá i Valentí. A quién como se ha dicho en unaspáginas del “Homenaje” que le ofreció la Universidad de Barcelona en 1999 y en elque me complació intervenir, “no cal per acabar, sinó desitjar una llarga vida, fecundacom fins ara ... per tal que pugui recollir els fruits de tot el que ha sembrat” (1999.36).

ÚLTIMAS DÉCADAS Y NUEVAS GENERACIONES

Es indudable que, actualmente, junto al Profesor Vilá se destaca un poderoso yvario grupo de geógrafos que han convertido a Cataluña en un modelo destacado en elpanorama español de la Geografía y en el que, quizás más que en otras regioneshispanas, se aprecia una especial relación con el resto de la comunidad geográfica

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universal y, sobre todo, con la francesa y la iberoamericana. Incluso durante muchotiempo, el Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona monopolizó alos Profesores y Licenciados extranjeros, sobre todo americanos de habla castellana yportuguesa, que pretendían ampliar estudios en España y, en especial, llevar a cabo suDoctorado en España. Aparte sus frecuentes contactos oficiales o personales con Uni-versidades del ámbito mediterráneo, francesas, italianas y norteafricanas.

Se trata de un conjunto de más de un centenar de científicos que dirigen losestudios de en torno a un millar de alumnos dispersos físicamente pero no teórica ytemáticamente por los seis departamentos de Geografía existentes en las cinco Univer-sidades públicas catalanas, dos en la “central” de Barcelona y uno en cada una de lasotras cuatro, sitas, primero, en su Área metropolitana, en Bellaterra, y en otras tresciudades de la Comunidad, capitales de provincia, Girona, Lleida y Tarragona. Y hayque tener muy en cuenta los fuertes contactos existentes con los principales centros deestudios universitarios del resto de los “Paisos Catalans”, tanto de Palma de Mallorca,con origen en Barcelona, como los varios del Reino de Valencia.

Es evidente la calidad de la función docente desarrollada, que está procurando unnúmero importante de profesionales muy bien preparados teórica, instrumental e in-formativarnente no sólo para la enseñanza y la investigación sino, quizás más que enotras Comunidades del Estado español, para el ejercicio liberal de la profesión, unhecho visible en sus varios “Encuentros” celebrados hasta hoy y en su activa “Asocia-ción de Técnicos Geógrafos” surgida ya en los años ochenta y que tanto ha luchadopor la constitución a nivel estatal del recientemente creado “Colegio Profesional deGeógrafos”.

Por su parte, la investigación geográfica, fundamental en la vida universitaria, haalcanzado en las últimas décadas un nivel especialmente elevado. Por una parte, lainvestigación básica es notable y fundamental si se tiene en cuenta la valía del númeroconsiderable de memorias doctorales presentadas en todas y cada de las cinco univer-sidades públicas catalanas, que entre 1968 y 2000, han sumado hasta 159, de lascuales, dado el reciente nacimiento de las tres universidades externas a la capitalcomunitaria, más del 75 por 100 de ellas se han producido en los dos centros univer-sitarios barceloneses. En conjunto su publicación oficial o privada revela su graninterés científico y cultural; así, de las 47 presentadas entre 1968 y 1986, nueve sepublicaron completas y 35 parcialmente y en forma de resumen, por lo general en lasmismas publicaciones periódicas científicas de Cataluña. Una difusión incrementadaen los siguientes decenios con numerosos libros y muchos artículos en revistas sobretodo catalanas aunque también del resto de España. Un ejemplo significativo puedehallarse en las 31 tesis dirigidas por el Profesor Capel Sáez, de las cuales 19 han dadolugar a quince libros y el resto a fascículos de la revista Geocrítica.

Por ello es muy significativo el papel de las siete publicaciones periódicas ycientíficas editadas en la Comunidad: Revista de Geografía (Barcelona, 1967), Docu-ments d’Análisi Geográfica (Bellaterra, 1974), Geocrítica (Barcelona, 1976), Notes deGeografia Física (Barcelona, 1978), Revista Catalana de Geografia, 2.ª época (Insti-tut Cartográfic de Catalunya, 1982), desde 1994, Terra. Revista Catalana de Geogra-fia i Cartografía, Tarraco. Cuadernos de Geografía (Tarragona, 1980) y Treballs de la

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Societat Catalana de Geografía (Institut d’Estudis Catalans, 1984), reveladoras delalto nivel de preocupación geográfica existente en la sociedad catalana, y no sólo ensus centros universitarios, y de la valía de su aportación científica. Revistas todas ellasnacidas y dirigidas por distintos grupos de geógrafos formados preferentemente en latradicional Universidad de Barcelona y en la más reciente Autónoma, de Bellaterra.

El análisis bibliométrico (M. D. GARCÍA RAMÓN y otros, 1992) de todas ycada una de ellas es especialmente provechoso, y no sólo por la amplitud y variedadde los temas tratados, sino por la profundidad y rigor con que han sido tratados. Unaprimera característica es su dualismo lingüístico ya que, aunque últimamente por lapolítica educativa de la Generalitat tiende a generalizarse el catalán en su expresiónliteraria, el uso del castellano se mantiene muy alto. Por otro lado, temáticamente, esevidente la importancia cuantitativa de los estudios referentes a Cataluña, a la vez quesu mayor parte, en tomo al 75 por 100, son de geografía humana y de caráctergeneralista, aparte la dedicación exclusiva a los temas referentes al medio físico deuna sólo publicación (Notes de Geografia Física). También es notable el crecientepeso de los estudios sobre concepto y metodología y, en paralelo, la abundancia de losreferentes a la Historia de la Geografía y de la Ciencia, casi exclusivos en Geocríticay no inferiores al 50 por 100 en Documents.

Asimismo, resulta relevante la considerable receptividad a la influencia extranje-ra y, por consiguiente, la notable preocupación innovadora teórica y epistemológica,tanto por el número de autores foráneos como por el peso de las citas de obras de eseorigen. En cuatro de esas siete publicaciones periódicas Documents, Geocrítica, Re-vista de Geografía y Notes de Geografía Física se alcanzan los mayores índices dereceptividad al exterior entre todas las publicadas en España. En este sentido es im-portante constatar el paso de un relativo mayor peso inicial de la bibliografía francesaa un predominio casi absoluto de los geógrafos anglosajones. Una capacidad innova-dora que ha tenido y tiene relación con concretas y muy importantes líneas de inves-tigación; el comienzo y desarrollo posterior de la “nueva geografía” se produjo con laaparición de la edición española, obra de Horacio Capel, de Excepcionalismo enGeografia de F.K. Schaefer (1971), más tarde ampliado con sus comentarios sobre la“imagen de la ciudad y el comportamiento espacial de los urbanitas” (1975), con losestudios de M.ª Dolors García Ramón (Documents d’Análisi Geográfica) sobre losproblemas de “la mujer y el espacio” (1988), la “bibliometría” y “la aplicación de laentrevista personal” (1992), o los trabajos del equipo dirigido por Carreras i Verdagueracerca de “los nuevos espacios del consumo” (1995) y de la relación entre “la obraliteraria y el espacio” (1993), y no son los únicos ejemplos.

Un caso especial en esta preocupación innovadora es el de la “Revista Geocríti-ca”. Aparecida en enero de 1976, desde su primera entrega fue subtitulada “Cuader-nos críticos de Geografía Humana”, y tuvo como editor, como lo ha sido desde enton-ces, al profesor Horacio Capel, catedrático desde 1984. Tras la publicación de un totalde cien números (1993), se ha mantenido virtualmente en Internet hasta el momentoactual. “Geocrítica” ha significado “una novedad, tanto formal como de fondo, respec-to a las publicaciones ya existentes”, sobre todo en lo que se refiere a “sus objetivos y(a) sus preocupaciones conceptuales y teóricas” (J. BOSQUE MAUREL, 1986, 197).

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En su presentación, se decía, el “título de la serie debe entenderse como crítica de ydesde la Geografía” y se subrayaba “crítica de la Geografía… de las concepcionesteóricas dominantes y de las ideologías subyacentes” y también “crítica desde laGeografía, en cuanto intento consciente de utilizar la ciencia geográfica como armacrítica frente a la realidad social que nos rodea” (H. CAPEL, 1976, 3).

Una actitud singular ligada a sus planteamientos conceptuales e históricos respec-to a la relación Ciencia-Geografía, muy distante de la tradición regionalista vidalianay que ha estado presente en toda la andadura intelectual y académica del ProfesorCapel, como puede comprobarse en muchas de sus publicaciones –Capitalismo ymorfología urbana en España (1975 y 1990”, Filosofía y ciencia en la Geografíacontemporánea (1981) y El ala de la mariposa. Política. Ética y acción individual(1992)– y, también, en la serie editorial de la Universidad de Barcelona por él patro-cinada, “Geocrítica. Textos de Apoyo” (1983-1993), así como en la colección “Reali-dad geográfica” que bajo su dirección publicó “Los Libros de la Frontera” (1973-1975). Unas tareas que determinaron la formación de un excelente grupo de colabora-dores presentes en las anteriores publicaciones, aparte sus propios libros y artículos entomo a unos doscientos, y que le han concedido un considerable prestigio y una granresonancia nacional e internacional. Recuérdese al efecto su pertenencia a los Conse-jos asesores de varias revistas nacionales y extranjeras (AA.VV., 1982 y 1993).

No menos importantes y no sólo para la Comunidad catalana sino para el conjun-to de España y también para los geógrafos de otros países han sido y son las reunionescientíficas programadas y celebradas por los geógrafos catalanes. Además del VIIICongreso de Geógrafos Españoles y el III Coloquio Ibérico de 1983 y de la Conferen-cia de los Países Mediterráneos de 1986 presididos por Joan Vilá y en la que colabo-raron de manera intensiva otros miembros del Departamento de Geografía –C. Carre-ras, J. Martín Vide y R. Majoral, por ejemplo– hay que considerar otras reunionesperiódicas de gran prestigio, el Coloquio sobre “Enseñanza y Educación en el mundoactual” celebrado en Barcelona (1975), las varias “Setmanes d’Estudis Urbans” deLleida (1982, 1984, 1986, 1988 y 2000), los “Cursos de Verano de Geografía” deGirona, las “V Jornadas de Geografía Industrial” y las “Jornades sobre Geografía iUrbanisme” también en Girona (1994), la “XVII Conferencia Internacional de Carto-grafía” de Barcelona (1995), los “Cursos de Postgrado de Sistemes d’InformacióGeográfica de Girona (1995) y Bellaterra (1996), las “V Jornadas de la PoblaciónEspañola” en Bellaterra (1995), las “Jornadas de Reflexión sobre la Ciudad” en Giro-na (1996), las “V Jornadas de Turismo” de Tarragona (1996), el “VIII Coloquio delGrupo de Métodos Cuantitativos” en Bellaterra (1998), el “III Encuentro de GeografíaRegional” en Barcelona (1998), el “X Congreso de Geografía Rural” en Lleida (2000),el “Curso de postgrado sobre la cartografía en el mundo editorial” de Girona (2000),el “Encuentro de Profesores de Geografía del Turismo”, en Sant Feliu de Guíxo1s(2001), la reunión sobre “El MERCOSUR. Territorio, Competitividad y DesarrolloSostenible” en Girona (2001), y los “Cursos de Verano” organizados por la Universi-dad de Barcelona en Menorca desde 1995. En total, una veintena de actividadesdiversas plenas de rigor científico, animados debates, amplia y varia concurrencia ycuyos resultados alcanzaron una considerable resonancia.

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La comunidad geográfica catalana ofrece una gran unidad académica y científica.En primer lugar, desde los últimos años ochenta, conforme a la política lingüística dela Generalitat, por su predominante uso oral del catalán que no excluye el empleogeneralizado del castellano escrito. Después, por su común temática en la enseñanza yen la investigación, en la que el estudio de Cataluña es fundamental, aunque existe unavieja e importante preocupación teórica, metodológica e instrumental. Amén de unatradición editorial que rebasa claramente el ámbito regional y tiende a dominar en elEstado español la difusión del conocimiento y la información tanto sobre el conjuntode España como de la Tierra. Y no sólo en el campo de la enseñanza en general, sinotambién en el de la alta divulgación: los ejemplos de vieja raíz de la Editorial VicensVives y del Instituto Gallach, entre otros, son muy ilustrativos.

Sin embargo, no faltan las particularidades que, aun diferenciando en sus presu-puestos a los distintos centros universitarios, así ocurre con los dos asentados en el áreametropolitana barcelonesa, adquieren mayor relevancia si se consideran aquellas perso-nalidades que, además de las iniciadoras de la escuela catalana –Solé Sabarís y ViláValentí– se destacan actualmente en el panorama geográfico de la Comunidad Autóno-ma. En este sentido se pueden resaltar los casos de Enric Lluch, sobre todo por su pesoe impacto en el origen y el específico carácter de la Geograffa desarrollada en laUniversidad Autónoma de Barcelona, Horacio Capel Sáez, Carlos Carreras i Verdaguery M.ª Dolors García Ramón, por su considerable presencia doctoral, su riqueza biblio-gráfica y su resonancia internacional. A su lado, y sin ningún menoscabo, y aún a riesgode algún lamentable y no deseado olvido, podrían citarse a numerosos, rigurosos yvarios especialistas: María de Bolós, J. M. Panareda y M. Jardí (Paisaje integrado),Joan-Eugeni Sánchez (Geografía Política), A. Gómez Ortiz, María Sala y D. Saurí(Geomorfología y Medio Ambiente), J. Martín Vide, P. Clavero y J. M. Raso (Climato-logía), Ana Cabré, Isabel Pujadas, Tomás Vidal y S. Roquer (Geografía de la Población),A. Tulla Pujol (SIG), A. Hemando y J. Rabella (Cartografía y su historia), J. Vilagrasa,H. Estalella, P. Riera y Pere López (Geografía Urbana), J. Nogué (Geografía Humanís-tica), Roser Majoral (Áreas de Montaña), F. López Palomeque (Ocio y Turismo), ENadal y L. Urteaga (Geografía Histórica), P. Benejam (Enseñanza de la Geografía), etc.

La dirección de tesis puede constituir un índice bastante representativo de laimportancia y la intensidad del trabajo geográfico. Dejando a un lado el papel funda-mental desempeñado por el Profesor Vilá i Valentí, con sus 40 tesis dirigidas, en sumayor parte antes de 1992, la tercera generación de geógrafos presentó y defendióhasta los años finales del siglo XX –según una información no absolutamente fiable–un total de 119 memorias doctorales de muy diversa índole y, mayoritariamente, comose ha señalado, publicadas total o parcialmente. De ellas el mayor número correspon-de a los Profesores Capel Sáez que, desde 1978, ha sido responsable de 31, y Carrerasi Verdaguer (1983) y M.ª Dolors García Ramón (1982), ambos con 13. Tras ellos, lascifras descienden notoriamente, L. M. Albentosa, tan tempranamente desaparecidollegó a dirigir cinco, María de Bolós y A. Tulla Pujol, seis, A. Cabré, Joan-EugeniSánchez y D. Saurí, tres cada uno, Tomás Vidal, Joan Vilagrasa y Helena Estalella,como otros seis profesores, dos por persona, correspondiendo las veinte restantes aotros tantos directores.

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Esta concentración, sin duda muy significativa, de la dirección de los doctoran-dos y, por tanto, de la investigación, se corresponde con una importante dedicacióna otras actividades. Entre ellas alcanza una gran importancia la editorial, tanto es-trictamente científica como de divulgación. Son numerosas las primeras, en muchoscasos libros correspondientes a una buena parte de las tesis doctorales aprobadas –aproximadamente una cincuentena– y no son menos en calidad y difusión las obrasabiertas al gran público culto, quizás el mejor ejemplo de la presencia de la Geogra-fía en la sociedad española. Bastaría con recordar la aportación de Lluís Solé Saba-rís y de Joan Vilá Valentí, pero a ella pueden agregarse otras no menos significativasde diversas obras geográficas originales de autores españoles o extranjeros. Porejemplo, las patrocinadas por Enric Lluch en la Editorial OikosTau, responsable deuna parte de la traducción al español de “Que sais-je?” (Presses Universitaires deFrance), la Colección “Ciencias Geográficas”, con versiones castellanas de MiltonSantos, Paul Claval y Anne Buttimer y la serie “Elementos de Geografía” (G. Viers,J. H. Johnson, D. M. Smith, A. L. Sanguin). 0 bien, la “Biblioteca Básica de Geo-grafía Económica” de Ediciones Vicens Vives con prólogos de Vilá Valentí y CapelSáez (Wilbur Zelensky y Brian J. L. Berry), y las sucesivas series de la EditorialAriel, “Economía y Sociedad” (Pierre George), “Colección Elcano. La Geografía ysus problemas” (Pierre George, Y. Lacoste, M. Derruau) y “Ariel Geografía” (J. Vilá,M.ª D. García Ramón, R. J. Johnston y P. Claval), asesoradas por Fabián Estapé, laprimera, y Joan Vilá Valentí, las dos últimas. Aparte, diversas grandes obras geográ-ficas, como las coordinadas por Carles Carreras i Verdaguer, una Geografia Univer-sal (8 vols.) y otra Geografia de España (14), ambas de Ediciones Océano, y, sobretodo, la excelente Geografía General dels Paisos Catalans (7 vols.) de la Enciclope-dia Catalana, además de la Geografia de España de Planeta, en diez volúmenes,dirigida por Joan Vilá Valenti y Joaquín Bosque Maurel. Obras en las que hancolaborado numerosos miembros de los Departamentos de Geografía de las Univer-sidades catalanas y que no agotan ni mucho menos el panorama de las publicacionesde Geografía realizadas en Cataluña.

COLOFÓN

Naturalmente no debería terminar aquí la panorámica de la geografía y los geó-grafos catalanes que podría dar lugar a muchas más páginas. En todo caso, no cabeduda que hoy la Geografía responde en Cataluña a un pasado muy interesante y, comoentonces, constituye un modelo a considerar con mucho provecho por el resto de lacomunidad científica española. Al lado de una rica herencia, es evidente una elevada ycreciente calidad recogida, desde comienzos del pasado siglo, por los estudiosos delconjunto del Estado. Una realidad viva favorecida por la cercanía –a través, por ejem-plo, de la Unión Geográfica Internacional, en cuya dirección y servicios no han falta-do los geógrafos catalanes y españoles, pero también por su tradicional y cómodarelación con el complejo geográfico europeo– a las corrientes más novedosas surgidasmás allá de los Pirineos, y llegadas a menudo a su través a los restantes geógrafos de

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España. El resultado permite mutuos contactos y una muy conveniente y beneficiosainterrelación interna y externa. Y que debe no sólo permanecer sino favorecerse eincrementarse sin reticencias ni resabios, como prueba una tradición ya centenaria ysiempre fructífera y ventajosa.

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LOS MARMOLES, LA MINERIA EN ESPAÑA Y LA GEOLOGÍADE GRANADA EN LA OBRA DE SAMUEL EDWARD COOK.UN VIAJERO INGLÉS EN 1830

MARÍA ANTONIA LÓPEZ-BURGOS DEL BARRIO

Aceptado: 25-VI-02. BIBLID [0210-5462 (2002); 32: 229-248].

INTRODUCCIÓN

Desde finales del siglo XVII, pero sobre todo durante el siglo XIX, Españadespertó el interés de infinidad de viajeros que recorrieron el país sintiéndose descu-bridores de una tierra inexplorada.

Viajaron por los caminos españoles cientos de extranjeros procedentes de todoslos países de Europa y en menor número de las lejanas tierras del Nuevo Mundo. Sinembargo, fueron los ingleses los que han dejado una producción más continuada a lolargo de todo este período.

Recorrieron España diplomáticos, comerciantes, literatos, dibujantes, pintores,historiadores, naturalistas o simples viajeros en busca de un buen clima, todos elloscuadernillo en mano, anotando hasta el más mínimo detalle, como solamente losingleses lo han sabido hacer, simultaneando la observación con sus otros quehaceres,la mayoría con la intención de narrar a su vuelta sus experiencias de viaje.

En España, no sólo buscaban las raíces de un movimiento romántico que hacíafuror por toda Europa, sino que no es en absoluto desdeñable el número de científi-cos que se interesaron más por el territorio en sí, por la variedad paisajística y lasriquezas naturales que por sus ciudades monumentales, sus habitantes y sus costum-bres.

El interés de los ingleses por la fisiografía y geología de España se remonta alsiglo XVII. Con anterioridad a este siglo, los datos sobre España fueron aportados porhombres de otras profesiones a los que unía su interés por la naturaleza. Entre elloshubo viajeros, eclesiásticos, naturalistas, comerciantes, políticos, militares y marinos.Porter (1978)1 tiene un magnífico estudio sobre el desarrollo de la profesión geológicaa expensas de otras profesiones.

En un principio fueron los clérigos y los médicos los primeros en interesarse porcuestiones fisiográficas y geológicas, capellanes castrenses del ejército o la marinabritánica si bien su contribución en lo que a España se refiere fue bastante marginal.Los médicos, aunque posteriores, viajaron en mayor número, y forman un nutrido

1. Porter, Roy: (1978) “Gentlemen and geology: The emergence of a scientific career, 1660-1920.Historical Journal, 21: 809-836, en Ribera Faig, J. M. Contribuciones Británicas y Norteamericanas alconocimiento y difusión de la Fisiografía y Geología de España (1610-1950) Tesis doctoral, Barcelona,1986. p. 20.

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grupo, desde finales del siglo XVIII la mayoría de ellos con observaciones más ten-dentes hacia la Paleontología2.

A finales del siglo XVIII se suman a los hombres de iglesia y a los médicos ungrupo formado por políticos, abogados, militares y marinos interesados sobre todoestos últimos por la cartografía insular y costera y por el estudio del Peñón de Gibral-tar, muchos de ellos abandonando la carrera militar como fue el caso de SamuelEdward Cook entre otros, para dedicarse por completo a viajar y a la observacióngeológica de la Península.

De Samuel Edward Cook se desconoce la fecha de su nacimiento, aunque sisabemos que ingresó en la marina el 31 de diciembre de 1802, abandonando lacarrera de forma prematura, cambiando su actividad militar por la de escritor detemas sobre España. Llegó a España por primera vez en octubre de 1829 y despuésde residir en la península durante más de tres años publicó a su vuelta a Inglaterraen 1834 una obra de gran interés Sketches in Spain During the Years 1829, 30, 31and 323 dedicada a Lord Algernon Percy Baron Prudhoe. Esta extensa obra, publica-da en dos volúmenes, fue en sus días el relato más completo sobre España escrito enlengua inglesa.

En 1840 toma el apellido Widdrington y en 1843 viaja a España. Un año mástarde, a su vuelta a Inglaterra publicó de nuevo sus experiencias de viaje en una obratitulada Spain and the Spaniards in 1843. En esta ocasión el viaje lo realizó con el Dr.Daubeny4, célebre vulcanólogo.

Durante su primer viaje a la Península Cook recorrió Andalucía, todo el Levante,Cataluña, El Pirineo, Murcia, las dos Castillas, Extremadura, Aragón y el País Vasco,aunque es prácticamente imposible precisar con exactitud los distintos recorridos.

En Granada estuvo en tres ocasiones, las dos primeras durante su primer viaje yla tercera ya como Widdrington5 en 1843. Su muerte tuvo lugar en 1856.

2. Wills, R.G. (1934) “The Contribution of British medical men to the foundation of Geology”(Presidential Address). Proc. Liverpool Geol. Soc., 16: 200-219. En Ribera Faig, J.M. Opus cit. p. 21.

3. COOK, captain S.S. Sketches in Spain during the Years 1829, 30, 31 and 32; containing noticesof some districts very little known; of the manners of the people, government, recent changes, Commerce,Fine Arts and Natural History. Thomas and William Boone, London, 1834. 2 vols. Vol.I: xix+344; Vol.II:viii+336. El título de esta edición contiene un pequeño error: las iniciales del nombre del autor no son S.S.sino S.E, como se indica en la edición Sketches in Spain during the years, 1829-30-31, 32, by Captain S.E.Cook. A. and W. Galignani, Paris 1834.

4. Daubeny, Dr. Charles Giles Bridle, (1795-1867) Geólogo y naturalista inglés. Catedrático de químicay botánica en Oxford y especialista en el estudio de volcanes. Asistió a las clases de Mineralogía y geologíaque John Kidd impartía voluntariamente en Oxford. También cursó medicina en Londres y Edimburgo.Escribe sobre los fenómenos volcánicos en Canarias y en la Península en 1826, y sobre la geología deExtremadura y Andalucía en 1844 y 1846. En Proceedings of the Geological Society of London, 1826-1846.Ver: Ribera Faig Opus cit, p. 373.

5. Como Widdrington volvió a la Península entrando por Irún, siguiendo la misma ruta de la primeravez que vino a España. Desde Madrid fue a Talavera, Trujillo, Logrosán, Puebla de Alcocer, Almadén,Belmez, Fuenteovejuna, El Pedroso, Villanueva del Rio, Sevilla, Utrera, Ronda, Marbella, Málaga, Vélez-Málaga, Alhama, Granada, Jaén, Bailén, Valdepeñas, Aranjuez, Madrid, Villacastín, Olmedo, Valladolid,Mayorga, Oviedo, Avilés, Ribadeo, Villalba, Guitiriz, La Coruña, Santiago, Pontevedra y Vigo.

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Samuel Edward Cook entra en la Península procedente de Bayona siguiendo laruta hasta Madrid, atravesando Burgos y Aranda. Sigue por Aranjuez, Valdepeñas,Bailén, Córdoba, Écija y Loja a Granada. Alhama, Vélez-Málaga, Málaga, Ronda,Utrera, Sevilla. Vuelve a Madrid por Bailén.

En otro viaje recorrió: Ocaña, Albacete, Almansa, Valencia, Tarragona, Barcelo-na, Cardona, Gerona, los Pirineos (en la zona francesa), pasa a España varias vecespor Benasque, luego vuelve a Madrid.

Posteriormente también tomó la ruta de Ocaña y Albacete, pero siguió por Játiva,Alicante, Torrevieja, Orihuela, Murcia, Cartagena, Aguilas, Vera, Purchena, Tabernas,Almería, Adra, Macael, Ugijar, Orgiva, Granada, Guadix, Baza, Pozo Alcón, Orcera,Ubeda, Baeza, Linares, Jaén, y de vuelta a Granada, de donde salió rumbo a SanRoque y luego a Sevilla, pasando por Motril, Málaga, Marbella, Cádiz y Jerez.

Otros viajes fueron desde Sevilla a Villanueva del Río, El Pedroso, Guadalcanal,Sevilla, Zafra, Badajoz, Mérida, Trujillo, Talavera y Madrid; Guadalajara, Alcolea delPinar, Calatayud, Zaragoza, Tudela, Pamplona, Vitoria, San Sebastián, Bilbao, Santan-der, Gijón, Pola de Siero, Oviedo, León, Benavente, Medina de Rioseco, Valladolid,Olmedo, Villacastín, Madrid; Sevilla y Cádiz; Tarancón, Cuenca, Priego, Sacedón,Guadalajara, Madrid; Toledo, El Escorial, La Granja, Segovia. No se conoce la rutaque siguió al salir de España.

En el capítulo XVIII de Sketches in Spain... Samuel Edward Cook nos ofrece unextenso estudio sobre los principales mármoles de España y el capítulo XIX está dedica-do a la Minería. Hemos considerado que la información que aporta en ambos puederesultar de interés para investigadores que deseen conocer el estado en el que se encon-traban las principales canteras y las explotaciones mineras del país, si bien hemoseliminado el apartado dedicado a los vinos con el que se completa este capítulo.

Para la redacción de estos capítulos Cook se basó en un resumen geológicoexistente6 si bien el va aportando sus propias observaciones, unas veces tras susinvestigaciones, otras a raíz de comentarios de otras personas. Los textos sobre már-moles y minas que presentamos se completan con una sección dedicada a la geologíade Granada, que ya publicamos7 hace unos años formando parte del relato de su viajepor Granada. He estudiado otras zonas de la geografía andaluza descritas por esteinteresantísimo autor en diversas publicaciones8.

6. He traducido los textos ciñéndome completamente al texto original, siendo en algunas ocasionesla narración un tanto torpe al haber tenido origen en un documento presumiblemente escrito en español.

7. López-Burgos, M.A.: Granada. Relatos de Viajeros ingleses (1809-1830). Melbourne, 2000. pp.203-212.

8. Sobre el extenso y variado viaje de Cook pueden ver los trabajos que he publicado hasta la fecha:López-Burgos, M. Antonia: “Las Aventuras de un viajero inglés por tierras de Almería” Anales del ColegioUniversitario, Almería 1982; Viajeros ingleses por Andalucía: Granada 1800-1843, Ediciones Némesis,1994; Por Tierras de Alhama-Temple. Relatos de Viajeros ingleses (1809-1852). Granada 1997. La Vega deGranada. Relatos de Viajeros ingleses durante el siglo XIX. Santa Fe, 1997; Por los Caminos del PonienteGranadino. Granada, 1998; Guadix y su comarca. Melbourne, 2000; Por las rutas de Baza, Melbourne,2000. Granada (1809-1830), Melbourne, 2000. A estos se pueden sumar artículos en congresos y revistassobre: Sierra Nevada, La comarca de los Vélez, Marbella y Antequera.

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En relación con el texto que sigue conviene decir por último que, en definitiva, laliteratura de viajes debe ser contemplada actualmente con la misma óptica con la quese generó: el libro de viajes era, y sigue siendo, el vehículo desde el que se podíacontemplar la realidad de culturas lejanas en la distancia o en el tiempo. El viajero seconvierte en notario de lo que ve al viajar. Es, al mismo tiempo, guionista y operadorde cámara que va grabando distintos paisajes. Su objetividad es la única que puedeofrecernos el cuadro desde su mejor perspectiva.

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DOCUMENTO

CAPITULO XVIII

Mármoles

Los mármoles de España son tan variados y bellos como los de cualquier país deEuropa, y la mayoría de los de mejor calidad se encuentran en lugares de fácil accesoy de buenas comunicaciones marítimas; pero desde hace bastante tiempo han estadocompletamente abandonados siendo la mayor parte de ellos desconocidos inclusopara el más inteligente de los autóctonos. Toda la cadena secundaria, que se extiendedesde Cataluña y Aragón hasta Gibraltar, proporciona por todas partes mármolesexcelentes de casi las mismas calidades y colores como los que se encuentran en lamayoría de los países secundarios, pero como no son dignos de mención, vamos apasar a las variedades más valiosas, algunas de las cuales son únicas. Al contrarioque en otras zonas, donde estos elementos de la naturaleza se encuentran en propor-ciones reducidas, en España se encuentran en grandes cantidades, formando cerrosenteros o incluso montañas. En Cataluña hay muchos tipos pero pocos de bellezaextraordinaria. La caliza nunmulítica, que aparece en distintas zonas a lo largo de lacosta de esa región, admite el pulimentado y las diminutas formas orgánicas le pro-porcionan interesantes variedades. El mármol o jaspe de Tortosa, como se llamacomúnmente, parece ser un aglomerado de marla9, con conchas, al parecer ostras, delos más delicados colores, rojo, blanco y amarillo. Los de mejor calidad son deextraordinaria belleza y se pueden ver por toda España, en iglesias o casas y hubo unmomento en el que se exportaba en grandes cantidades. Se pueden ver grandes canti-dades de este mármol en Italia, especialmente en Génova y Roma donde se conocecon el nombre de brocatella di Spagna. Las variedades más bonitas que yo he visto enEspaña son las columnas del santuario de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza, queson muy grandes y de exquisita belleza. En Escatron, en la zona de Daroca, en loslímites entre Zaragoza y Valencia, hay una formación de Alabastro blanco tan bonitocomo el de Volterra, en tales cantidades, que se han esculpido grupos enteros yretablos en el primero de estos lugares. Cerca de Valencia hay excelentes mármolesrojos y negros, amarillos y blancos que se pueden conseguir en grandes bloques. Elprimero es muy común en las iglesias y se puede ver en la nueva capilla de SantoDomingo, el último en la sacristía interior, o el vestidor del arzobispo en la catedral,una construcción moderna, donde hay cuatro bellas columnas extraídas de un solobloque de este mármol. En el taller de un escultor yo vi basalto exactamente igual queel egipcio, que dicen que lo habían traído desde algún lugar cercano. La Sierra deCuenca, además de la abundancia que allí hay de buen mármol corriente, ofrece unavariedad peculiar de mármol rojo intenso con vetas amarillas y doradas, que se puedever en el palacio de Madrid y en muchas iglesias. Parece que es una marla endureci-

9. Se utilizan los términos marlas o margas. Rocas sedimentarias mezcla de carbonatos y arcillas.

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da. En Castilla hay en Segovia o cerca de allí, un mármol muy bonito rojo y amarilloparecido al giallo antico10, con delicadas manchas verdes, parecidas a gotas de agua,causadas, sin lugar a dudas por un metal oxidado. Cerca de Toledo es blanco, y[también hay] caliza primaria azul y blanca de granulado grueso, creo que de infe-rior calidad. En Cogolludo cerca de Guadalajara se dice que hay alabastro. Es muyprobable, después de haberlo examinado, que la cordillera de piedra caliza cerca deSacedon proporcione buenas variedades de mármoles comunes. En Madrid el granitoes el material de construcción típico junto con el ladrillo y la caliza blanca deColmenar que sirve para esculturas corrientes. La mayor parte de las estatuas dePereira están realizadas con este material. En Extremadura hay caliza primaria blan-ca, conocida en Madrid como mármol de Badajoz. Yo no conozco su localizaciónexacta, pero es probable que se encuentre desde Sierra Morena, donde se puedeobservar en el tramo de carretera entre Sevilla y ese lugar. En la cadena entre León yOviedo hay un mármol excelente blanco y negro, y en otra parte de Asturias, unoblanco cristalino, que, me informó el escultor del rey en Madrid, es tan parecido alParion, que restaura las esculturas con él y no se puede distinguir. No se la extensióno la situación de esta formación, puesto que supe de ella sólo desde que estuve enAsturias, y nunca he podido obtener más información. Con toda probabilidad seencuentra en la zona occidental de la provincia, cerca de los límites con Galicia, yaque no existe ninguna formación de ese tipo en ninguna parte que yo haya visitado.Estas valiosas variedades, sin embargo, las superan con creces las que se encuentranen las abundantes zonas de Sierra Nevada.

En el lado norte, en Cabra y en Luque hay mármoles rojos y amarillos, de ningúnmodo inferiores, y probablemente superiores al giallo antico al que se parecen. Cercade Málaga, a un poco más de una legua de la ciudad, hay todo un cerro de esoscolores, pero incluso más bonito y más delicado, y hay grandes cantidades en lasAlpujarras.

Cerca de Granada, donde brotan los manantiales que proporcionan agua a laciudad, hay inmenso depósito acuoso de carbonato cálcico que se utiliza en lasiglesias y otros edificios. Es de color oscuro y de bastante menos belleza que el deMijas. Los otros materiales constructivos de Granada son la caliza secundaria deSierra Elvira, de color gris oscuro con vetas rojas; un reciente conglomerado demateriales recientes de Escúzar y una arenisca inferior, sólo utilizada para fines muypoco importantes que es una formación reciente en la Vega a muy poca distancia de laciudad. La famosa serpentina o verde de Granada, como se suele llamar, se extrae enel barranco de San Juan en el mismísimo corazón de Sierra Nevada, a una distanciade unas cinco o seis horas a caballo desde la ciudad. La mejor cantera se encuentraen el lecho del Genil, que requiere la construcción de una presa, y que incrementamucho los costes de trabajarla. Por regla general es de verde intenso y negro, sólounos cuantos especimenes presentan cristales blancos. Los colores son muy bonitos.

10. Mármol ornamental de gran valor y utilizado en Roma desde mediados del siglo II a. C., cuyascanteras se encontraban cerca de la antigua Chemtou en Numidia.

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Los de calidad inferior están teñidos de rojo, probablemente óxido de hierro y tienenun aspecto herrumbroso. La capilla de San Miguel en la Catedral de Granada es unamuestra de este mármol de calidad inferior, como se denomina en España. Puedeverse en la mayoría de las catedrales, en especial en Toledo y Segovia, en las iglesiasmás suntuosas y en muchas casas, pero los ejemplares más bellos son los de lascolumnas del altar de las Salesas un convento en Madrid y otros aún más bonitos delos más claros en la Catedral de Cuenca, que tienen capiteles de bronce y que fuerontransportadas allí a un coste elevadísimo. Ahora ya se han dejado de traer, aunquecon un costo insignificante se podría reparar el carril que aún se puede ver al subirpor la montaña, y por el que se traían estos magníficos bloques a Granada. Elmármol de Loja, cerca de Granada, es de una belleza peculiar, y en lo que yo se,única. Es rosa palido o color salmón, con formas ramificadas de color púrpura, casipor todos lados y se puede pulir muy bien. Se puede ver en el palacio y en muchasiglesias pero el bloque más bello es el que se encuentra en la sacristía de la Catedralde Granada donde hay una piedra de nueve pies de larga. En la otra sacristía habíauna piedra compañera pero se rompió cuando se derrumbó el tejado a causa de unterremoto hace ya muchos años. Están encontrando grandes cantidades, en un lugarde fácil acceso a Málaga; se trabaja con facilidad, no tiene defectos, y es muyapropiado para chimeneas y mesas. En Mijas, a siete leguas de Málaga, en un puntopor encima del mar, existe un gran depósito de tufo acuoso, conocido con el nombrede Mármol de aguas, debido a su aspecto y no a su localización.

Parece un depósito mecánico normal, pero es de una belleza singular, igual osuperior al alabastro oriental de Roma y se encuentra en cantidades ilimitadas. Sepuede encontrar en todas partes de España y se ha utilizado muchísimo. En Génova,y en otras partes de Italia, es uno de los principales ornamentos de las iglesias, perola mejor muestra se encuentra en la Capilla de la Encarnación en la Catedral deMálaga, que está completamente construida con el, y tiene columnas de veinticincopies de altura. En la parte trasera del coro de la misma iglesia, se pueden ver bloquescon fragmentos de caliza azul envueltos en ellos, que cuando se pulen presentan uncurioso efecto. Por debajo de Mijas, en la costa hay caliza primaria blanca granula-da, que recuerda el Parion de grueso granulado, y el de Najos y en los barrancos yarroyos de Marbella, y en la playa entre Málaga y ese lugar, hay numerosos fragmen-tos redondeados, procedentes del interior, del más bello blanco y azul. Ignoro si estaformación ha sido examinada en alguna ocasión, mucho menos si ha sido explotadaaunque su localización y proximidad con la costa son extremadamente favorables.

El mármol de Lanjarón es uno de los más bellos del mundo, Es un depósitoacuoso de blanco puro que envuelve mármol rojo y otras sustancias, que dan varieda-des de formas y colores de la más exquisita belleza. Algunas de las variedades recuer-dan el ágata a una escala más grande. Los ejemplos más bonitos de su utilización seencuentran en la magnífica sacristía de la Cartuja de Granada, que se encuentracompletamente recubierta de este mármol y además también se puede ver en muchasiglesias y casas en distintos lugares, pero ya no se extrae y el lugar donde se encon-traba es muy poco conocido. El pueblecito de Lanjarón está a ocho leguas de Grana-da y a poca distancia de la nueva carretera que se está construyendo hasta Motril. En

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las Alpujarras, entre Berja y Cádiar, hay una bonita caliza iridescente granular, a laque la acción de la atmósfera ha dado una tonalidad muy brillante.

Los Valles de las Alpujarras están llenos de fragmentos de bellísimos colores. Sinembargo, el más valioso de todos, desde un punto de vista económico, es el mármolestatuario blanco de Macaél, que se encuentra a una legua de Purchena, a ocho deBaza y a unas doce de Almería. Hay una gran variedad de estratos, algunos decalidad bastante inferior, algunos azules y otros azul y blanco. Estas canteras lasdescubrieron los árabes (si es que no lo fueron por los romanos) y las trabajaronintensamente. Todo el mármol blanco de la Alhambra procede de Macaél, al igual quela mayor parte del que se puede ver en las catedrales y casas por toda España, aexcepción de Cádiz y otros puertos de mar a los que se les suministraba desdeCarrara. La calidad varía mucho como suele ocurrir en todas las formaciones y existecierto prejuicio en aquellos que sólo han visto las muestras de calidad inferior. Algu-nas de ellas presentan una textura como el pedernal, lo que las hace difíciles y casiimposibles de tallar. La mayoría de los bloques tienen manchas de un leve tonomarrón, pero son casi imperceptibles en los de mejor calidad. La aplicación másimportante de este a la escultura es la tumba del arzobispo de Granada de Adán11.Este estrato ha pasado desapercibido, lo más probable debido a que se encuentra entodo lo alto de la cordillera, o la dificultad de transportar los bloques hizo que losárabes no intentaran aprovecharse de él. Durante el último siglo algunos valencianoshan realizado extensas extracciones que me señalaron en un lugar donde los estratoshabían fallado, y parecían haber sido de calidad inferior. Debido al abandono con elque se han encontrado todos los recursos naturales del país durante un largo periodode tiempo, el gobierno ha tenido la costumbre de comprar mármol de Carrara parahacer frente a sus necesidades; se transporta hasta Alicante o hasta Valencia; y aúnquedan cantidades considerables en los almacenes en Madrid. Estuvieron poniendo elsuelo en la bella sala de escultura con este mármol, mientras que los trabajadores deMacaél se estaban muriendo de hambre. En Sevilla las innumerables columnas de lascasas e iglesias suelen estar realizadas con mármol de Estepa, cerca de Écija, dondetambién hacen el suelo de sus patios; la misma montaña también proporciona mármolazul de calidad similar.

Este mármol, me han dicho, es demasiado parecido al pedernal para la esculturay el de Sierra Morena incluso aún más. Las estatuas del palacio de Medina Celi enSevilla, son antiguas y las trajeron desde Roma. Las del Alcázar, al menos las famosasde Santiponce que yo examiné, no recuerdan ningún mármol español que yo hayavisto, y creo que son de Pentelico12, aunque la escultura es del mejor estilo romano.Hay un mármol rojo sangre y blanco que se suele ver mucho en Sevilla y que es deMorón, en las estribaciones de la Serranía de Ronda. Hay un magnífico bloque deeste mármol en la sacristía de la iglesia de los franciscanos.

11. En el texto aparece la siguiente nota: Ver capítulo II.12. Mármol blanco utilizado en la Acrópolis de Atenas.

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Las innumerables columnas de la Catedral de Córdoba son de varios tipos, perolas variedades han sido demasiado exageradas. Muchas de ellas son antiguas, proce-dentes de otros edificios, y otras, debido al estado en el que se encuentran allí dentro,y la oscuridad de su situación, no se pueden distinguir, pero la mayor parte de las quetienen el mejor trabajo árabe parece que son del mármol azul de Estepa. El guía diceque el azul es de Sierra Elvira, donde no se extrae ningún mármol de este tipo, ytampoco los árabes habrían ido tan lejos en busca del mármol de peor calidad de esasierra.

Los mármoles de las provincias del norte son muy alabados por la gente, pero yono he encontrado muestras de ningún valor, aunque proporcionan un material deconstrucción excelente. Son principalmente negro mate y gris. La iglesia de SanIgnacio está construida con este mármol y todo el interior es de variedades pulimen-tadas, pero el magnífico trabajo de incrustación está realizado de muestras de otraspartes, sobre todo de las provincias del sur.

CAPÍTULO XIX

Minas

Desde el cese de las relaciones con las colonias americanas, se ha prestadocierta atención por parte del gobierno español a las inmensas riquezas minerales delpaís que habían caído en un estado de completo abandono. Se ha adoptado un siste-ma que, si se mantiene, hará que tengan un valor real mayor que las de Perú yMéjico. Se ha suprimido casi por completo el sistema de monopolio y las minas sehan puesto bajo una justa y moderada legislación. El suelo es gratuito para cualquie-ra que desee dedicarse a buscar minerales; cuando se descubren, o se denuncian,como se le denomina, se hace una concesión del terreno gratuita por parte de lacorona, bajo ciertas reglas en cuanto al espacio y tiempo de explotación. Cuando nose cumplen las condiciones del proyecto en un cierto periodo de tiempo, cesa elderecho de exclusividad. Los daños causados a la superficie son responsabilidad delpropietario del suelo. Se paga al gobierno un pequeño impuesto sobre la produccióny uno adicional si se exporta, y no debe haber ningún otro. Sin embargo, teniendo encuenta el modo en el que se tiende a abusar de todo, hay una fuerte tasa sobre cadahorno de la instalación principal para la fundición del plomo en Adra, que se imponesobre todos ellos, sin tener en cuenta si han estado o no puestos en funcionamiento.Otro inconveniente surge del modo de recaudar estos impuestos. En todas las zonashay una serie de agentes del rey, a quienes se debe pagar, halagar y mantener de buenhumor, con la consabida irritación de aquellos quienes durante un tiempo ven que suparte está ocupada por estos espías, a quienes estarían encantados de poder echarlosdel lugar. Estas leyes llevan vigentes sólo unos cuantos años, pero ya han producidobeneficios considerables y por todas partes se están formando compañías. Hay unproblema relacionado con estas empresas, los antiguos prejuicios en lo que respecta a

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los pingues beneficios que ocasionalmente se han derivado de ellas, inducen a mu-chas personas a embarcarse, ante la idea de hacer fortuna rápidamente, y cuando venque sus esperanzas no se han cumplido rápidamente, ellos se desaniman y dejan deesforzarse lo suficiente como para asegurarse un éxito moderado. Las minas de todotipo que yo visité, en la actualidad están explotadas casi completamente por autócto-nos, quienes son tan aptos para ese trabajo como para cualquier otro y como cual-quier persona en el mundo. Algunos de los procesos de producción de hierro y otrosque requieren un conocimiento científico, aún se encuentran en manos de extranjerosde todas las nacionalidades, que se han reunido para ese fin; pero están avanzandocon rapidez y dentro de pocos años sólo necesitarán maquinaria que aún no se puedefabricar en el país.

Yo no conozco ninguna mina de oro en España puesto que las minas de laantigüedad se han perdido. Cerca de Almazarrón hay una cadena montañosa que semenciona en el resumen geológico, que yo no tengo ninguna duda que era donde seencontraban las minas perdidas de Cartagena, de las cuales no están demasiadolejos. Las arenas auríficas del Darro en Granada ahora están abiertas al público ydan sustento a unas cuantas personas, pero el rendimiento es tan escaso que nisiquiera merece la pena mencionarlas. La mina de plata de Guadalcanal, en SierraMorena, una de las más ricas del mundo, antes del descubrimiento de América,después de un largo abandono, se han vuelto a abrir otra vez. Se reanudó el antiguotrabajo, pero se abandonaron como imposibles de llevar a cabo debido a la cantidadde agua, y ellos han intentado otra veta a poca distancia, pero con un gran gasto, yhasta ahora sin éxito. Yo tengo muestras de la magma que se ha obtenido en pequeñascantidades y que contiene el setenta por ciento de plata. Creo que es arseniato13. Ellosrealizan completamente una labor manual, y no tenían maquinaria para sacar elagua. Han vuelto a abrir las minas de Almadén de la Plata, llamadas así paradistinguirlas de las de Almadén del Azogue (azogue) y es probable, como yo entendí,que produzcan algunos beneficios. La mina más valiosa en España hoy en día, es lade Puebla de los Infantes, a unas cuantas leguas al oeste de Córdoba, donde hayperspectivas de ganancias considerables. Todas las minas de Guadalcanal y su zonaincluyendo Cazalla, Almadén de la Plata, Puebla de los Infantes, que son de plata,Almadén del Azogue y Río Tinto, que son de cobre, son menos importantes en compa-ración en esa parte de Sierra Morena, al otro lado de Sevilla, donde no hay duda quecontienen otros depósitos de riquezas minerales desconocidas, pero la zona está tanoculta que se teme que permanezcan sin descubrir. Hace poco tiempo se ha encontra-do plata con cobre en las Alpujarras, pero creo que por el momento sólo en pequeñacantidad. Las minas de los romanos, con lámparas y otros utensilios diversos se hanencontrado en la cordillera de Sierra Nevada, en su cara sur, desde Cádiar a la Sierrade Filabres, pero hasta ahora estas galerías no muestran restos de minerales, deningún valor, habiendo sido explotadas mientras eran rentables y posteriormente fue-

13. Debería ser arseniuro.

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ron examinadas otra vez por los árabes. Las minas de cobre son extremadamentevaliosas. La principal es la de Río Tinto, donde me han informado, hay grandes masasde piritas con sulfuro de cobre disuelto, que precipita de la forma usual. Las planchasde hierro utilizadas para este fin, se han conseguido en el extranjero pero en 1832fueron contratadas con la compañía de Pedroso. En Linares en la parte más baja deSierra Morena, hay minas de plomo y cobre de gran valor, pero parece que handejado el cobre como inútil. Es de una calidad excelente, y se encuentra principal-mente en forma de carbonato azul y verde. Hace poco tiempo ha habido un descubri-miento de cobre como acabo de mencionar cerca de Cádiar en las Alpujarras, que hadado abundantes muestras de mena de ambos tipos, pero en pequeña cantidad. EnAragón hay algunas minas de cobre, aunque no se la localización exacta, pero creoque están cerca de Teruel. No tengo información certera acerca de ellas. Están enmanos de una compañía, que ha obtenido poco partido de ellas, he oído que debido auna mala administración. Probablemente se encuentran en la misma cadena montaño-sa de las de Molina de Aragón las cuales producen un carbonato de cobre conmalaquita valioso, pero ahora se encuentran abandonadas.

La mina de azogue de Almadén, en el flanco norte de Sierra Morena aún espropiedad del Rey, cuya producción se vende por contrato a un precio fijo. Esta minaes inagotable y si las Américas estuvieran pacificadas, y se llegara a un acuerdo, aúnpodría ser de gran valor, ya que opino que se puede obtener cualquier cantidad, sinla menor dificultad. El azogue se encuentra en los depósitos aluviales de la llanurade Valencia en pozos hundidos, donde infecta las aguas, pero no se explotan conregularidad. Las minas de plomo de la Sierra de Gádor se mencionan en la visitaque hice a esa zona. En la actualidad se encuentran en un estado de saturacióndebido a la enorme cantidad de mineral, y la facilidad de obtenerlo, y el precio delplomo en Europa debe permanecer en el estado en el que está ahora, o casi en elmismo, mientras que estas minas permanecen inagotadas. Es probable que se presen-te al público un detallado informe realizado por un docto profesor alemán querecientemente ha sido contratado por el gobierno español para examinar e informarsobre el estado real de estas minas. Habían sido subestimadas por un viajero ante-rior procedente del mismo país, justo después de haber sido descubiertas. El plomoabunda en otras zonas de la misma cordillera, más cerca de Almería. También meenseñaron en La Junquera, en la Serranía de Ronda, una muestra bastante grande ymuy bonita de carbonato de plomo, que la gente me aseguró que habían encontradoen la superficie del terreno, y que abundaba allí. El plomo de Linares fue utilizadopor los romanos y posteriormente por los árabes, pero estos africanos eran malosmineros. En la actualidad se consume principalmente en el interior, donde presumende que es de mejor calidad que el de Gádor. En estas dos zonas se encuentra enforma de galena, en la de Linares aparece en el granito, y en la de Gádor en piedracaliza. También hay plomo en los Pirineos altos14 y se ha encontrado algo en Gipúz-

14. A los Pirineos altos se les llama en la actualidad Pirineos axiales.

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coa, pero creo que es poco importante. Me han informado de que hay zinc en grancantidad cerca de Alcaraz en la Mancha, cerca de las estribaciones de Sierra More-na y que ya se estaban llevando a cabo planes para su extracción, pero en laactualidad están suspendidos, debido a la muerte del principal director. Tambiéndicen que abundan en Asturias, pero las minas en la actualidad no están puestas enexplotación. Se han observado en Galicia indicios de estaño, y las extensas zonasentre esas provincias y Asturias en las cuales ahora se están haciendo prospecciones,se espera que den valiosos descubrimientos. La famosa mina de cobalto, en el Vallede Gistau, prácticamente en los Pirineos altos, ha tenido una explotación disconti-nua, durante un largo periodo de tiempo, y yo no pude obtener información certerarespecto al estado de probabilidad de éxito en la actualidad, momento en el que lacompetencia es tan fuerte. Cerca de Marbella en las cercanías de Málaga, hay unamina de grafito de la mejor calidad, que se encuentra en una formación de serpentin.Debido a una idea exagerada del valor de esta, el gobierno ha mantenido la propie-dad y pide un precio tan elevado por la renta que hasta ahora no la ha tomadonadie. Ellos piensan que es indispensable para el resto de Europa, y que al finaldeben acceder a sus condiciones. Me dijeron que formaba todo un cerro y que es deexcelente calidad, pero ahora está cerrada tan a cal y canto que me fue muy difícilobtener una muestra. Cerca de Campillo, entre Jaén y Granada, también se haobservado grafito. En los Pirineos altos, existe otra mina de la mejor calidad, perono se explota. Una muestra bastante grande que vi en aquellas montañas era igual almejor que se pueda encontrar en Borrowdale. Hay grandes cantidades de alumbre yde nitrato de potasio en varias zonas. En Hellín, entre Múrcia y Valencia hay azufre,que también aparece cerca de Almería, en una zona perteneciente a la formaciónvolcánica de Cabo de Gata. La sal se encuentra en cantidades ingentes, aparte delas salinas o marismas salinas cerca del mar, donde se produce por simple evapora-ción como ocurre en Setubal en Portugal y en otros lugares. La más importante deestas es la de Torre Vieja en Murcia, que describo cuando la visité, y las salinas delEbro y las de Cádiz. Hay rocas salinas y manantiales en grandes cantidades, tantoen formaciones secundarias como en formaciones más recientes. La más famosa esla de Cardona en Cataluña, donde una masa sólida de quinientos pies de altura sinninguna imperfección o sustancia mezclada con ella, sale de la superficie, y setrabaja como una cantera de piedra. Ahora la propiedad es de poca utilidad paraalguien como suele ocurrir con las antiguas prácticas empresariales españolas. Per-tenece al Duque de Medinaceli, pero uno de los reyes de España se la robó parcial-mente. Como fue un caso claro de lo que los franceses denominan “expropiaciónforzosa”15 el ha retenido cierto derecho sobre ella y cada parte tiene su caseta derecaudación y los beneficios los reparten a partes iguales. La consecuencia es que elgobierno impide la circulación, y se vende poco, limitando el consumo a un radiomuy reducido, donde prácticamente no existe demanda, y donde se paga a los inspec-tores y subinspectores por no hacer casi nada. Hay un gran depósito de roca salina

15. En francés en el texto original: “expropiation forcée”.

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en Minganilla, en la cara sur de la Sierra de Cuenca, pero creo que produce muypoco con el sistema actual. Cerca del nacimiento del Ebro, en la arenisca hay undepósito considerable de donde se suministra a las tres provincias.

Una impresionante pérdida de ingresos y un gran perjuicio a los individuos, conun notable incremento del número de presidiarios, está causado por la actual subidade impuestos que son de cuarenta y ocho a uno más o menos. Hay una gran demanda,al igual que ocurre en muchas partes de España, en especial en Extremadura y en lasprovincias árabes así como en Cataluña puesto que se consumen mucho las carnes ensalazón, preparadas a partir de su magnífica raza de cerdos. Estos se matan a lamanera tradicional, allá por las Navidades en una reunión de vecinos y amigos, algoque en algunas familias dura varios días y en los cuales todo el mundo ayuda. En lasprovincias más meridionales suele ocurrir que cuando se pregunta por gente en suscasas encontrar que estas están cerradas, y que los vecinos nos informen que se hanido a una matanza a cierta distancia.

Dentro de unos pocos años la más valiosa de todas las riquezas minerales deEspaña será con toda probabilidad el hierro, que se encuentra por todas partes yque es de la mejor calidad. En la actualidad las principales explotaciones están enMarbella cerca de Málaga donde hay toda una montaña de mineral. Este hierro esde la mejor calidad y ellos están construyendo molinos de mineral y están fabrican-do aros para los toneles de vino y otros artículos iguales a los que podemos fabri-car nosotros y que hasta ahora se traían de Inglaterra. Hace unos cuantos años seabrió una gran fábrica cerca de Pedroso en Sierra Morena. El hierro es de calidadinferior al de Marbella y al de algunas otras minas y la situación es bastanteinsalubre durante el verano, pero prometía ser bastante favorable para los propieta-rios y para las zonas de alrededor. La compañía ha tirado grandes sumas de lamanera más absurda y ridícula, quienes eran gentes del gremio y otras gentes deSevilla, y que parece que habían formado una especie de república, elaborandocada uno sus propios proyectos y derrochando un gran capital sin planificación nimétodo. Sin embargo hoy día esto ha cambiado, y tienen como responsable a unapersona muy capacitada y eficaz, quien está renovando toda la maquinaria y la estáreorganizando. Estas fábricas suministrarán a toda Andalucía y la parte baja deExtremadura cuando estén funcionando a pleno rendimiento. Entendí que iban acrear una gran fundición cerca de Alcaraz, que proveerá a La Mancha, la capital,Castilla la Nueva y la parte alta de Extremadura. En Cataluña hay abundancia dehierro y en todas las provincias del norte se encuentra en cantidades inagotables,de hecho se encuentra casi por todo el país. Cerca de Bilboa [sic por Bilbao] seencuentra la famosa mina de Somo-rostro, que se ha mantenido en explotacióndurante siglos y la cual es casi imposible que se agote. Siempre ha sido libre, poruna antigua costumbre, y mantiene varias explotaciones pequeñas. El hierro essorprendentemente blando, y con él se fabrican principalmente los famosos cañonesde escopeta. La mayoría de las armas del gobierno se hacen en Elgóibar y en losalrededores. Los fabricantes de Vizcaya están sufriendo debido a la falta de maqui-naria y de modernas mejoras y debido a la rigurosa prohibición de su hierro, con laesperanza de persuadirles de aceptar la funesta alternativa de recibir el arancel

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comercial de Castilla. El gobierno tiene fábricas grandes y bien costeadas en dis-tintas zonas de estas provincias, que gradualmente están dejando, y las nuevascompañías están obteniendo contratos para balas y otros artículos de guerra. Aúnse mantiene una en Roncesvalles, en la misma frontera, que en cualquier momentopodría ser ocupada por los franceses sin la menor dificultad. Las fundiciones decañones de bronce, las cuales producían las escopetas más bonitas del mundo, creoque están en Sevilla, donde mensualmente se funden algunas bajo encargo. El pro-blema más grave al que se enfrentan las minas, en especial las que requierencombustible para fundir sus minerales, es la falta de combustible, que si no esremediada por la firme y resuelta mano del gobierno, hará que estas nunca alcan-cen el grado de prosperidad que ellas deberían tener. Esto se verá con más detalleen el capítulo dedicado a los bosques.

Las minas de carbón de Asturias se describen en el viaje que hice a esa provin-cia. Existe en cantidades inagotables y la calidad es excelente y el procedimientopara su extracción extraordinariamente sencillo y además ellos tienen fácil comuni-caciones marítimas, pero con todo y con eso prácticamente no sirven para nada, yles proporcionan una existencia mísera a los pocos trabajadores y a las mulas queutilizan para llevar el mineral a Gijón. La mina de Villa Nueva del Río, que seencuentra en el Guadalquivir, a unas veinticinco millas de Sevilla, es una formaciónnormal con una veta de excelente calidad. Se explota con dos grandes inconvenien-tes, el agua que necesita una maquina para lavar el mineral para la cual no hayremuneración, y la malaria que infecta la zona en los meses de verano. La minaocupa una zona de cerca de una milla de anchura y de una longitud que no seconoce. Hoy día las orillas llegan a ambos lados y se trabajan en tanto en cuantopermite el agua, que es una distancia muy corta, cuando entonces ellos abren otropozo dejando de ese modo toda la parte central de la mina sin explotar. La veta esde unos tres pies, el carbón es excelente y se utiliza para la navegación a vapor delbajo Guadalquivir. Trajeron de Inglaterra una máquina de vapor y la instalaron,pero no funcionó por una causa u otra, y cuando yo la visité estaba en ruinas y sehabían llevado toda la maquinaria a Sevilla. Un arroyo de caudal considerablecruza el centro de la formación, y probablemente es la causa de la cantidad de aguaque hay en la mina, y como ocurre en la hondonada, el lecho del río debe estar muycerca de la parte más baja de la veta. En 1830 se han encontrado vestigios decarbón cerca de Málaga, y en una formación que podría indicar que se trata de unverdadero depósito pero es de temer que después de haberla examinado no se hanobtenido resultados favorables. Estas son las únicas formaciones verdaderas de lasque yo he tenido cierta información o conocimiento, pero hay otra en la zona altade Cataluña, que da azabache o algo parecido y que se extrae para adornos. Noconozco la importancia o la situación de este depósito, como tampoco de uno queyo he oído que existe en Aragón por encima de Zaragoza, probablemente en laarenisca que se menciona en el resumen geológico. En la parte baja de los Pirineos,cerca de Irún hay vestigios de carbón pero de baja calidad y mezclados con rocasdel período Cretáceo. El carbón que ha sido examinado en algunas otras zonas deGranada y cerca del Amanzora es lignito que aparece en las capas muy recientes einapropiado para cualquier finalidad económica.

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GEOLOGÍA DE GRANADA

Sierra Nevada, cuya mayor parte de su cara norte es una formación de micaes-quistos y serpentina, se eleva a una altura que Rojas Clemente estima que es superiora la de los picos más altos de los Pirineos. Sin embargo es de extensión comparativa-mente pequeña, desapareciendo rápidamente bajo formaciones del Secundario16 másjóvenes que la rodean por todas partes. Su cara sur forma los profundos valles de lasAlpujarras, cuyas cumbres creo que están formadas principalmente por calizas delSecundario, que descansan sobre pizarras, filitas, calizas del Primario y otras de lasrocas más antiguas. La mayor parte de las pizarras se encuentra en estado desinte-gración, sucumbiendo continuamente a causa del clima, son ricas en metales y for-man el rasgo principal en los valles de esa zona que yo he atravesado.

De época desconocida, pero probablemente de las series más antiguas, son lascalizas de la Sierra de Gádor donde se encuentran las minas de plomo. Perdí laintercepción en el camino que seguí en su busca, pero tienen el mismo carácter quelas formaciones que se sitúan inmediatamente sobre los micaesquistos, sobre el ladoopuesto de la cordillera y en cuanto a su carácter mineralógico, son muy diferentesde las conocidas calizas secundarias de la región. Mencionaré la línea de costa con elperfil general del Mediterráneo17.

LA CARA NORTE DE SIERRA NEVADA

La cara norte de Sierra Nevada, como es bien sabido, sostiene la gran meseta deGranada, que se puede considerar a una elevación de dos mil pies sobre el nivel delmar. El núcleo central de la montaña es micaesquistos que creo que también es lapiedra que forma la cumbre. Asociada con esta tenemos la formación de serpentinadel barranco de San Juan, cerca del nacimiento del Genil. Sobre esta se encuentra unmacizo de caliza que, debido a su situación, sin duda debe asociarse a la mismaformación antigua. La unión se puede ver cuando se va ascendiendo desde la ciudadpor el camino del barranco de San Juan, hacia la izquierda del barranco de la Nieve,que se usaba para suministrar ese artículo a la ciudad, frente al pueblecillo de Huejar[sic por Guejar].

Esta caliza termina de forma abrupta a una distancia comparativamente cortadesde la ciudad, sobre el pueblo de Monachil. Apoyada en ella se encuentra un

16. En el siglo XIX se denominaba Secundario a todas las formaciones que había por encima delPrimario y que van desde el Paleozoico al Terciario inferior.

17. En el texto aparece la siguiente nota: Mi estancia en las cercanías de Gádor fue extremadamentecorta ya que pensé que era mejor en este como en otros casos, sacrificar lugares de los cuales hay unaabsoluta certeza de que el superintendente de las minas puede llegar al conocimiento de ellas y dedicar mitiempo a las zonas que probablemente era menos previsible que otros examinaran. La misma observaciónse puede aplicar a la zona que se extiende a lo largo de la frontera francesa a ambos lados de Cataluña,Navarra y la Provenza.

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enorme depósito de gravas y materiales de aluvión, derrubios de formaciones anterio-res que descienden con un rápido talud hacia la ciudad. La Alhambra y las partesmás altas de la ciudad se encuentran en la última elevación de este, por encima de laVega, que parece que esté formada de los limos y materiales más finos del mismo. Elpunto más alto de esta formación creo que se encuentra a unos tres mil pies porencima de la Vega, y en un extremo encontré un pequeño depósito horizontal de arena,que prueba, debido a su posición, que allí había habido un depósito tranquilo y unadestrucción posterior de las partes que lo rodeaban. Esta formación se encuentraatravesada por el Genil y el Monachil y el Darro que son sus principales afluentes.Hay una gran diferencia en los depósitos de las inmediaciones de la ciudad. El de laAlhambra está formado por rocas primarias aunque no de forma exclusiva. El cemen-to de esta parte meteoriza en un rojo sangre, y de él proceden las lavazas auríferasque la gente piensa que está relacionado con él, en lugar de pensar en la verdaderacausa. Hacia la zona este de la ciudad el depósito es de rocas mucho más recientes,estando casi completamente formado por calizas, aparentemente secundarias, y quese mantienen juntas sin cemento, mientras que la otra parte es extremadamente com-pacta y proporciona el gran número de viviendas de la población hispano-moro-egipcio troglodita del lugar.

La parte más baja de este conglomerado termina de forma abrupta en el puntoen el que se encuentra situada la ciudad, y en cuyos alrededores, cerca de Azubia [sicpor La Zubia], hay un conglomerado calcáreo endurecido de mármoles rojos. Pordebajo de esto está la Vega, cuyo suelo está formado por arena y cantos, que seconvierten en arcillas, sin lugar a dudas compuestas de las partes más finas de losdepósitos y derrubios que acabo de mencionar. La arena se encuentra regularmenteestratificada localmente formando lechos en las inmediaciones de la ciudad, lo sufi-cientemente compactos como para ser excavados y utilizados en obras de poca impor-tancia. También se han utilizado estas arenas para construir los singulares muros dela Alhambra, que probablemente supusieron los últimos grandes cambios a los queesta curiosa región ha estado sujeta. A una legua de distancia desde la terminación deeste depósito reciente se encuentra la Sierra de Elvira, una caliza secundaria, de ungris oscuro con vetas rojas, que se explota de manera extensiva, siendo desde siemprela piedra utilizada principalmente en la construcción de los mejores edificios enGranada.

Los estratos de esta sierra se encuentran regularmente inclinados hacia el norte,como si estuvieran asociados a Sierra Nevada de la que está separada por la cortadistancia de unas dos leguas en línea recta.

Existen fuertes indicios para pensar que todo el conjunto de las formacionessituadas entre las calizas más antiguas del flanco de la montaña y la cadena secunda-ria, hayan sido destruidas y de que sus derrubios en parte formen ese componente delconglomerado que se encuentra en la parte oriental de la ciudad. En el dibujo se hacereferencia con una D.

En los estratos de esta caliza de la Sierra de Elvira, se encontró un nuevo y belloammonite llamado Gori en honor al Duque de Gor, con quien estoy en deuda porinformarme de que existían fósiles en esa sierra y por ofrecerme otros muchos datosvaliosos acerca de la provincia de Granada.

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Parece que esta relacionada con la gran cadena secundaria de Loja que pasahacia el norte de ella. Si forma parte de ella es uno de los macizos más antiguos,aunque no está del todo claro que esta cadena montañosa pertenezca a Sierra Neva-da, mientras que Elvira evidentemente si que lo está18.

Volviendo a las formaciones recientes de Granada. Más allá de la Vega hayinmensos lechos de arcilla y arena junto a los cuales hay yeso y sal. Observacionesfuturas pueden determinar si estas arcillas pertenecen a la formación de la Vega o sonde épocas anteriores. Asociada a estas arcillas yesíferas hay una reciente formaciónmarina, compuesta casi en su totalidad de derrubios y que contiene pectens y sinlugar a dudas otras conchas. Se puede ver cerca de Escúzar a tres leguas de Granada,donde forma una elevada cordillera, que desciende formando un talud hasta Padúl. Yoestimé que la parte más elevada de esta formación marina está a mil pies sobre laVega que vienen a ser unos tres mil pies sobre el nivel del mar. En Granada se extraepara uso doméstico, donde se aproxima en calidad a las calizas de Elvira, siendomejor que la arenisca de la Vega. Este depósito es de gran interés en esta elevadaregión. Se asocia con y queda geográficamente en medio de las margas yesíferas ysaliferas de La Malá [sic por la Malahá] y la formación lacustre de Alhama, que esprobablemente la más reciente de todas las formaciones de la meseta de Granada. Lasituación de éste depósito marino hace difícil en extremo determinar su relación conlas margas ya que está casi completamente cubierto, pero no es de ningún modoimprobable que, tanto este como la cuenca de Alhama descansen sobre la formaciónyesífera. Todos estos depósitos parece que descansan sobre la arenisca roja secunda-ria, margas y otras calizas que forman la Sierra de Tejeda y que esta descansa enmicaesquistos que son prolongación de Sierra Nevada hacia el oeste.

En la carretera hacia Motril y las Alpujarras, después de pasar la arena, arcillay margas que forman el Suspiro del Moro, se baja hacia el Padúl, un pueblo situadoen la cabecera de una pequeña llanura pantanosa, drenada en época reciente y quemuestra los últimos restos de formaciones de aguas dulces de esta elevada región. Laaproximación al mar se hace a través de un desfiladero abierto, que deja el flancooccidental de Sierra Nevada a un lado y la elevada cordillera de Tejeda al otro. Laspizarras primarias que forman la base se pueden ver en varios puntos cerca deTablarte [sic por Tablate]. Hay calizas margosas cementadas y otros rasgos delterreno, en esta parte, y las partes más bajas se han rellenado con enormes depósitosde derrubios transportados, que a su vez se han visto excavados por los torrentes quedescienden de la región alpina que hay por encima, y forman fantásticos barrancos enlas cercanías de Dúrcal. Los depósitos en estas torrenteras muestran evidencias dehaber sido transportados simultáneamente a los materiales que han estado en movi-miento durante la formación de la Vega y otros fenómenos de las tierras altas que haypor encima de ella. Se extiende casi hasta la abrupta cordillera o puerto que conducehacia los valles secundarios sobre el lado sur de la sierra, como acabo de mencionar.

18. En el texto aparece la siguiente nota: A través de un comunicado que me hizo mi amigo el CoronelSilvertop, el ha encontrado después ammonites similares a los de Sierra Elvira cerca de Antequera algo quepodría apoyar la suposición de que este macizo sea de formación similar aunque ello no sea una prueba.

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El resumen de esta serie en sentido ascendente es el siguiente: Los micaesquistosy serpentina de la cordillera central; las calizas que descansan sobre los micaesquis-tos y que están en contacto inmediato con estos; las calizas secundarias de la Sierrade Elvira; las margas yesíferas de La Mala probablemente las más antiguas de lasseries recientes; el conglomerado de Granada y la formación de la Vega; el depósitomarino terciario de Escuzar y la formación lacustre de Alhama, con toda probabili-dad la más joven de estas series, si las formaciones más recientes de turba de Padúlno se considera que merezcan un lugar entre ellas. Esto se puede ver con más clari-dad en el siguiente esquema.

Aparte de estas hay un macizo de caliza margosa por encima de Víznar hacia elsureste19 de la ciudad, de donde nacen los maravillosos manantiales que la abasteceny un importante depósito de carbonato cálcico procedente de estos. Un depósitosimilar, pero incluso aún más bello, se ha formado en Lanjarón, al otro lado de lamontaña. Ver la descipción de los mármoles20. Hay una formación en Monte Frio [sicpor Montefrío] que me han informado que contiene conchas. Es muy probable que seasimilar a la de Escúzar pero yo no tuve tiempo de visitarla. Se encuentra al otro ladode la Vega a tres leguas de Loja. La caliza que se ve en la parte derecha de lacarretera que va a Guadix, que parece que es parte de la misma formación que la deVíznar, requiere ser examinada y entre otras maravillas de la geología de Granada,seria aconsejable realizar un corte desde el punto mencionado de la unión de laprimaria hasta la Sierra de Elvira, y a través de los estratos secundarios a las margasque los cubren en el lado del Guadalquivir.

Se debe recordar que la Vega de Granada es una formación de materiales trans-portados y derrubios de rocas anteriores. Se extiende durante cierta distancia por lacarretera de Guadix y en uno de sus extremos se pueden ver los micaesquistos en unlugar, el único a este lado de la montaña, donde se puede ver el Primario debajo deestratos recientes.

Después de esto hay una garganta o barranco en la caliza, sin lugar a dudas de laformación Secundaria, que termina en un largo promontorio, que se prolonga hacia unextenso mar de arena y materiales transportados, que se extiende, con una superficieplana erosionada formando innumerables montículos y barranquillos hasta la base dela Sierra de Filabres, que es la continuación oriental de la Sierra Nevada. La ciudad deGuadix se encuentra situada sobre esta formación, que se encuentra horadada forman-do infinidad de habitáculos en sus inmediaciones. La Sierra de Baza, que parece seruna continuación de la Sierra de Segura, se eleva a través de esta formación reciente yla separa de la cuenca de Baza, que presenta una formación lacustre observada ydescrita por el Coronel Silvertop21. La formación hacia el este de la cuenca de Baza,después de cruzar el Guadiana, que es el afluente oriental del Guadalquivir, es de arena

19. Viznar se encuentra al noroeste de la ciudad de Granada.20. Se incluye al final de éste epígrafe.21. Silvertop, Charles. (+c. 1839) Militar británico, jubilado y al servicio de Carlos III. Escribió sobre

minería en 1827 y sobre las cuencas terciarias del sur y sureste de España en 1830, 1833, 1934 y 1836.

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ALREDEDORES DE GRANADA

a. Cordillera principal de Sierra Nevada de micaesquistos etc..b. Serpentina del barranco de San Juan.c. Calizas de series más antiguas.c. Conglomerado de Granada.

D. Posición geológica de las calizas ammoníticas de Sierra Elvira.G. Ciudad de Granada.V. Vega, arcilla, arena y marga.f. Lechos horizontales de arenisca reciente.g. Margas yesíferas y saliferas.E. Pueblo de Escúzar.h. Formaciones marinas recientes con pectens etc..A. Alhama.i. Formación lacustre de Alhama.

yesífera suelta y roca y parece que descansa en la Sierra de Segura. La formación dearena y detritus que se ha seguido desde más allá de Granada, hacia Guadix y Baza,probablemente contiene la formación lacustre de este último lugar y se continua haciaMurcia y el valle de Lorca en el sureste. Hacia el sur, tomando como base las observa-ciones llevadas a cabo en distintos puntos, aunque yo no puedo afirmar que este sea elcaso, puesto que realmente no la he atravesado, no tengo duda sin embargo de que ellase extiende sin interrupción hasta el delta del Almanzora, donde hay un ancha franja,exactamente de las mismas características, que descansa a un lado sobre la cordilleraque divide el valle de ese río del de Lorca y Murcia. Al otro lado de este valle delAlmanzora descansa sobre la cadena primaria de la Sierra de Filabres. En su caranorte, hacia la derecha del Almanzora, es bastante llana, pero hacia Murcia, está llenade montículos y erosionada formando infinidad de altozanos o hummocks22 como sedenominan en el mar. En esta parte contiene lignito23 y yeso pero está principalmente

22. En Geología Hummock, montecillo, morón. Se aplica a los lomos de las ballenas.23. En el texto aparece la siguiente nota: Estoy en deuda por la información acerca de este lignito, que

se encuentra cerca de Cuevas de Baza y el cual yo no he visto, a Mr. Lambert, F.G.S., que lo examinó deforma oficial pero que encontró que no era de ningún modo rentable económicamente.

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compuesta de arena rojiza, que le dá ese peculiar aspecto africano a esta interesanteregión.

A poca distancia de un pueblo llamado Cantória, cerca de Purchena, las rocasprimarias se encuentran casi al descubierto a ambos lados del torrente, pero sólodurante una distancia muy corta, dejando que el caudal se abra paso entre ellas y conlos pequeños intervalos señalados en este esquema, yo he trazado esta formación quepodría ser denominada el detritus de Granada y que está compuesta principalmentepor arena, procedente del mar en la desembocadura del Almanzora, por Purchena,Baza, Guadix, Granada, Padul y Tablate, casi hasta el mar otra vez en Motril, y deeste modo formando casi un corredor ininterrumpido alrededor de Sierra Nevada.

Un extenso depósito, exactamente casi de la misma naturaleza, puede verse tam-bién al descender el gran río de Almería hacia Tabernas. En este último tramo, formaparedes perpendiculares, de varios cientos de pies de altura, excavados por los to-rrentes. Hay razones para creer que la Sierra de Filabres está completamente desga-jada de la cordillera principal, y que está cubierta por formaciones más recientes, enel tramo entre Guadix y Almería, pero no puedo asegurar que esto sea así puesto queno la he atravesado en esa dirección. Entre las rocas que la componen hay micaes-quistos y calizas granulares, estas últimas rocas descansando sobre los micaesquistos.Se puede observar que el nombre de caliza nummulítica que se da en los informes delos alrededores de Granada en la Sociedad Geológica, aquí no se utiliza. El término,yo he entendido que le fue dado de manera provisional y ciertamente no hay forma-ciones en las proximidades a las que se pueda referir. Es, de hecho, la caliza secunda-ria de la cadena general la que ha recibido este denominación. La roca nummulíticaque dio el nombre, se encuentra, he sabido a través del Coronel Silvertop, en VélezRubio y Murcia, lugares que yo no he visitado. Puede ser un miembro de las seriessecundarias pero es mucho más probable que sea del Terciario, o de época másreciente. Nunca me encontré con esta en ninguna parte cerca de Granada. La relaciónde estas rocas nummulíticas aún no se ha establecido, y sólo llevaría a error conside-rar que pertenecen al enorme macizo de caliza secundaria que juega un papel tanimportante en la geología española y a la cual es casi seguro que esté superpuesta.