Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

110
Cuadernos de Antropología Social número 26 / Diciembre 2007 Buenos Aires, Argentina ISSN 0327-3776 (versión impresa) ISSN 1850-275X (versión en línea) Sección de Antropología Social Instituto de Ciencias Antropológicas Facultad de Filosofía y Letras / Universidad de Buenos Aires ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA Y ECOLÓGICA Editores Responsables: Hugo Trinchero, Alejandro Balazote y Sebastián Valverde

description

Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

Transcript of Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

Page 1: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

Cuadernos de Antropología Social

número 26 / Diciembre 2007

Buenos Aires, ArgentinaISSN 0327-3776 (versión impresa)ISSN 1850-275X (versión en línea)

Sección de Antropología SocialInstituto de Ciencias Antropológicas

Facultad de Filosofía y Letras / Universidad de Buenos Aires

ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA Y ECOLÓGICA

Editores Responsables:Hugo Trinchero, Alejandro Balazote y Sebastián Valverde

Page 2: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

Puán 480, 4º piso, of. 404 – Ciudad de Buenos AiresTel.: (54) 11-4432-0606, int. 192 – E-mail: [email protected]

© Facultad de Filosofía y Letras – UBA – 2007Puán 480, Buenos Aires, República Argentina SERIE: REVISTAS ESPECIALIZADAS

DecanoHugo TrincheroVicedecanaAna María ZubietaSecretaria AcadémicaSilvia LlomovatteSecretario de Supervisión AdministrativaJorge Alberto VladisauskasSecretaria de Extensión Universitaria y Bienestar EstudiantilRenée GirardiSecretario GeneralJorge GugliottaSecretario de Investigación y PosgradoClaudio GuevaraSubsecretario de InvestigaciónAlejandro SchneiderSubsecretaria de BibliotecasMaría Rosa MostaccioSubsecretario de PublicacionesRubén Mario CalmelsProsecretario de PublicacionesJorge WinterConsejo EditorMaría Marta García NegroniSusana CellaMyriam FeldfeberDiego VillarroelAdriana GaratMarta Gamarra de Bóbbola

INSTITUTO DE CIENCIAS ANTROPOLÓGICASDirectorCarlos HerránDirectores de SecciónAntropología Social: Mabel GrimbergEtnohistioria: Ana María LorandiEtnología y Etnografía: Alejandra SiffrediFolclore: Ana María DupeyAntropología Biológica: Francisco Raúl Carnese

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRASUNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

CUADERNOS DE ANTROPOLOGÍA SOCIALSECCIÓN DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL

Cuadernos de Antropología Social es una revista semestral de la Sección de Antropología Social. Publicaartículos originales, traducciones, reseñas bibliográficas y debates que articulan trabajos etnográficos yde discusión teórica y metodológica. Realiza una convocatoria abierta a investigadores formados y enformación del país y del exterior, buscando fortalecer el intercambio académico en el marco de laAntropología y las Ciencias Sociales. Los números pueden tener una sección temática dedicada a unárea de conocimiento de la Antropología Social y un espacio abierto con el objetivo de presentar lascuestiones y enfoques de producción reciente en la disciplina. La publicación de los artículos está sujetaa un proceso de evaluación externa que garantiza el anonimato de autores y evaluadores.ISSN 0327-3776 (versión impresa) ISSN 1850-275X (versión en línea)

DirectoraMabel Grimberg

Comité EditorialGraciela Batallán, Amalia Eguía, Mónica Lacarrieu,Susana Margulies, Mónica Rotman, Sofía Tiscornia.Secretaria de Redacción:María Josefina MartínezCoordinación técnica:Gustavo Ng LorenzoDiseño y composición:Marcelo PautassoDibujos:Inés Nigro

Eduardo Menéndez – CIESAS, MéxicoElsie Rockwell – DIE-CINVESTAV, MéxicoGeorge Judice – UNY, EUARoberto Kant de Lima – UFF, BrasilTeophilos Rifiotis – UFSC, Brasil

Juan Castaingts Teillery – UAM, MéxicoMarco Augusto Gómez Solórzano – UAMXochimilco, MéxicoJosé Sergio Leite Lopes – Museu Nacional,UFRJ, Brasil

Consejo Académico Asesor

Evaluadores de este número

Evaluadores Nacionales

Evaluadores Extranjeros

Paulo C. Alves – UFB, BrasilMichael Taussig – U. de Columbia, EUARonald Frankenberg – U. de Keele, UKLygia Sigaud – UFRJ, Brasil

Roberto Abinzano – UNaMLeopoldo Bartolomé – UNaM

Osvaldo Battistini – Ceil-Piette, ConicetHoracio Sabarots – UNCPBA, Olavarría

Ronaldo Lobao – UFF, BrasilFernando Rabossi – Museu Nacional, UFRJ,BrasilMaria José Reis – UFSC, Brasil

Page 3: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

Cuadernos de Antropología Social. Sección de Antropología Social. N° 26. Buenos Aires,Diciembre de 2007© FFyL – UBARevista incluida en el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas del CONICET eindizada en Sistema Latindex -Directorio- y en The Anthropological Index of the RoyalAnthropological Institute, UK.Periodicidad semestralLa versión en línea se puede consultar en el sitio SciELO Argentina (www.scielo.org.ar)

Inés María NigroArtista Plástica

Dibujo de Tapa: Jardín de México, 2006, acrilico sobre tela, 50cm x 60cm.

Nació en Buenos Aires en 1980. Realizó estudios de dibujo y pintura con Mercedes Beilin, AdolfoNigro y Horacio Sanchez Fantino; de cerámica con Carlota Petrolini y de fotografía con PedroRoth. Ha realizado muestras individuales y colectivas en Expotrastienda BA, Stand Galeria LauraHaber, 2004; Espacio de Arte Galeria Escarlata, 2006; Recoleta Galeria; Galeria Mercedes Pinto;Galeria de Arte Jardin Luminoso; Muestra Internacional Homenaje al Che Guevara, Facultad deArquitectura, Universidad de Buenos Aires; Muestra permanente en Autoria Espacio Ropa Indu-mentaria Galeria de Arte; Espacio de Arte Galería Escarlata; La Danza y la Musica de la Pintura,Galeria Escarlata; Galeria de Arte Jardin Luminoso, 2007. Reside en Buenos Aires.

INDICE

Antropología Económica y Ecológica: recorridos y desafíos disciplinaresHugo Trinchero, Alejandro Balazote y Sebastián Valverde .............................. 7

El lado oculto del consumoSusana Narotzky ......................................................................................... 21

Economía política de la exclusión. Para una crítica desde la experiencia de lasempresas recuperadas por sus trabajadores (ERT)

Hugo Trinchero ........................................................................................... 41

Pinceladas sobre as práticas comerciais em um bairro popular de FlorianópolisAlicia Norma González de Castells y Ana Cristina Rodrigues Guimarães ........ 69

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos. Usos de términos y expresionesambientalistas entre los pescadores del Delta del río Paraná

Fernando Alberto Balbi ............................................................................... 87

La reciprocidad y el don no son la misma cosaRicardo Gabriel Abduca .............................................................................. 107

Territorio, identidades y consumo: reflexiones en torno a la construcción denuevos paradigmas en el desarrollo

Sebastián Carenzo ...................................................................................... 125

Programas sociales entre los tobas del este formoseño: ¿reproducción de unapoblación obrera sobrante?

Valeria Iñigo Carrera .................................................................................. 145

La categoría de don en el marco de la economía social y solidariaSusana Presta .............................................................................................. 165

Estrategias de pequeños productores rurales y dinámica del capital en el circuitoproductivo frutícola del Alto Valle del Río Negro

Liliana Silvia Landaburu ............................................................................ 183

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................................... 203PAUTAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ARTÍCULOS ............................................................ 213NÚMEROS ANTERIORES ............................................................................................ 215

Page 4: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

7

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 7–19, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

* Doctor en Ciencias Antropológicas. Profesor titular regular de la cátedra Antropología SistemáticaII (Antropología Económica). Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Dirección electrónica:[email protected]** Doctor en Ciencias Antropológicas. Profesor titular regular de Antropología Rural y profesortitular de Antropología Sistemática II (Antropología Económica). Facultad de Filosofía y Letras,UBA. Dirección electrónica: [email protected]*** Doctor en Ciencias Antropológicas. Profesor auxiliar regular de la cátedra Antropología Sistemá-tica II (Antropología Económica) e investigador del CONICET. Facultad de Filosofía y Letras,UBA. Dirección electrónica: [email protected]

Antropología Económica y Ecológica:recorridos y desafíos disciplinares

Hugo Trinchero,* Alejandro Balazote**

y Sebastián Valverde***

BREVE RECORRIDO HISTÓRICO DE LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA EN ARGENTINA

En la historia de la revista Cuadernos de Antropología Social por segunda vezpresentamos un número cuyo dossier temático está dedicado a Antropología y Eco-nomía, esta vez incluyendo a Ecología. La primera compilación dedicada a estatemática (Nº 6, de 1992), reunía diversas contribuciones que expresaban la pro-ducción de los equipos que iban consolidándose con el proceso de reaperturademocrática. También constituye un antecedente el dossier temático Procesos detransformación y precarización social coordinado por nuestro equipo en el año 2002(Nº 15).

Las transformaciones acaecidas en estos años en el contexto socioeconómicoy político en que se inserta la ciencia antropológica no son pocas, y han afectadode una u otra manera los campos disciplinarios que aquí convergen. Por ello, elrecorrido que efectuaremos en estas páginas abarca las últimas tres décadas.

La historia de la Antropología Económica en Argentina es una historiareciente. Su suerte estuvo siempre ligada a la de la Antropología Social y, como sesabe, ésta fue duramente ignorada y perseguida dentro de los campos académicos

Page 5: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

8

Antropología Económica y Ecológica.../ H. Trinchero, A. Balazote y S. Valverde

durante los autoritarios y militarizados años anteriores a 1983. Con el retorno dela democracia, en las diferentes universidades donde se dicta la carrera de Antro-pología se efectuaron reformas curriculares contemplando materias con una claraorientación hacia la Antropología Social, entre ellas Antropología Económica.Así es como fueron consolidándose los diferentes equipos de docentes e investiga-dores, y comenzaron a desarrollarse las primeras investigaciones locales. Esto ex-plica que a mediados de los ‘80, el escenario disciplinar local mostrara una Antro-pología Económica pujante y vigorosa, que abrevaba en distintas concepcionesteórico-metodológicas. Las temáticas abordadas incluían la reproducción de sec-tores populares urbanos, las estrategias campesinas, la dinámica de las unidadesdomésticas, la economía informal, etc.

Durante estos primeros años la producción teórica y la reflexión críticasobre las categorías utilizadas estuvieron relegadas, tendencia que comenzó a cam-biar a principios de los años ’90. En 1992 se publicaron dos libros compiladospor Hugo Trinchero (Antropología Económica: Conceptos fundamentales I y II) yun dossier temático en Cuadernos de Antropología Social Nº 6. Con respecto alos dos volúmenes, en ellos se abordaron temáticas históricas y conceptuales talescomo el fundante debate entre formalistas y sustantivistas; la racionalidad econó-mica; la utilización de conceptos marxistas como la subsunción de los procesos detrabajo en el capitalismo periférico, y las categorías de Modo de Producción yFormación Económica Social. También se abordaron conceptos como renta de latierra y la dinámica de los grupos domésticos en relación al capital. El dossiertemático de Cuadernos consistió en el análisis de estudios de caso y en lacontrastación de categorías aplicadas a procesos de investigación locales. En estamisma línea, en el año 1995 el mismo equipo de investigación publicó con laedición de Hugo Trinchero el libro “Producción doméstica y capital. Estudios desdela Antropología Económica”.1 Seguidamente, en 1998 el mismo autor publica “An-tropología Económica. Ficciones y producciones del hombre económico” abocado alanálisis de los sujetos sociales producidos tanto desde el campo antropológicocomo desde el económico, retomando las líneas de investigación delineadas en losprimeros trabajos. Más reciente en el tiempo, y continuando con estos abordajesteóricos, en este año 2007 se ha publicado el libro de Alejandro Balazote “Antro-pología Económica y Economía Política” cuya reseña se incluye en este número deCuadernos.

Paralelamente al desarrollo y la consolidación de la Antropología Econó-mica que tuvo lugar en estos años, se dieron múltiples transformaciones comoresultado de la aplicación del modelo hegemónico. Por un lado, las nuevas condi-

9

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

ciones socioeconómicas implicaron una nueva realidad en cuanto a las problemá-ticas de estudio abordadas. Pero a la vez se plantearon al calor del auge neoliberallos discursos que pregonaban el “fin de la historia” y “de las ideologías”, y hastatuvimos nuestra versión casera que auguraba “el fin de la antropología”.

No consideramos un escepticismo ingenuo la funcionalidad de talesplanteos, que tendieron a diluir la especificidad de la Antropología Económica.De hecho, en el ámbito local muchos autores abrazaron con entusiasmo estasposturas y consideraron “perimido y reduccionista” el núcleo de ciertas preguntasfundantes del hacer teórico de la Antropología Económica (Balazote, 2007).

Tampoco podemos ocultar la línea de continuidad entre estas afirmacionesy los paradigmas propios de la escuela hegemónica durante la última dictaduramilitar, la Etnología fenomenológica, que tanto desprestigio produjo en nuestroámbito al sostener que hacer Antropología Económica en particular y Social engeneral implica una “reducción” de la cuestión social y cultural a ciertoeconomicismo y/o sociologismo. Relación que podemos remarcar considerandola enorme influencia que dicha corriente nativa tuvo (y aún tiene) sobre las políti-cas que interpelan al quehacer antropológico (Trinchero, 2007a).

Pero lejos de las previsiones que auguraban el fin de la historia, hacia elfinal de los ‘90 se harían particularmente palpables los efectos del modelo econó-mico imperante. En aquel momento, las investigaciones en Antropología Econó-mica tuvieron que afrontar un claro desafío que consistía en procesar y analizar lasnuevas condiciones socioeconómicas emergentes de la crisis. Es en este contextoque debe circunscribirse el dossier temático publicado en el año 2002 en Cuader-nos de Antropología Social, el cual versaba sobre los procesos de transformación yprecarización social”.

La redefinición teórica efectuada en estos años no sólo tuvo que contem-plar una nueva lectura crítica de la producción gestada en ámbitos externos, sinoque además debió propiciar la elaboración de instrumentos teórico-metodológicosque permitieran dar cuenta del nuevo escenario. Prácticas estatales, políticas pú-blicas, diseños de estructuras arancelarias, la definición del tipo de cambio, loscriterios de distribución del ingreso y, por sobre todo, la reformulación del mode-lo de acumulación, no eran entelequias lejanas en las cuales se desarrollaban losprocesos que se investigaban, sino que constituían elementos centrales para darcuenta de las condiciones de vida, las estrategias implementadas y las representa-ciones formuladas por los distintos sectores sociales afectados por la crisis.

En este sentido, resulta emblemático que una parte importante de las in-vestigaciones efectuadas en estos años desde la Antropología Social y Económica

Page 6: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

10

Antropología Económica y Ecológica.../ H. Trinchero, A. Balazote y S. Valverde

remitan a un objeto de estudio etnográfico particularmente caro a la disciplina en elámbito local a partir de lo que expusimos en estás páginas: los pueblos originarios.

LOS DESAFÍOS ACTUALES PARA LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA

El recorrido de estos años nos permite aseverar que son múltiples los desafíosque hoy tiene la Antropología Económica, así como los aportes que puede efec-tuar a la antropología en particular y a las ciencias sociales en general. En estesentido, las respuestas que debe brindar la Antropología Económica ante tal pa-norama disciplinar no son sólo teóricas sino también metodológicas y epistemológicas.Por ello, no se trata de justificar neciamente su necesidad y validar su existencia,sino de reformularla y constituirla como un instrumento central para el análisis denuevas realidades.

El primer desafío disciplinar a destacar es que si hay una especialidad de laAntropología que puede y a la cual le atañe dar cuenta de las limitaciones deleconomicismo en el análisis social es precisamente la Antropología Económica, pordos sencillas razones: la primera, porque al discutir críticamente las categorías yconceptos que recorren las ciencias económicas toma distancia de sus límites teó-rico-metodológicos (como de aquellas fronteras propias de las corrientesAntropológicas), y la segunda, porque desde el relativismo como instancia analíti-ca de la mirada antropológica es posible alejarse de la emergencia de “lo económi-co” como discurso único, como metadiscurso que pretende imponerse en la inte-ligibilidad de las prácticas sociales, según el relato monumentalista delneoliberalismo, asociado a las tradiciones subjetivistas de la economía hegemónica.Por esto, consideramos que la investigación y el estudio de la Antropología Eco-nómica deben, por un lado, superar los alcances de sus propias restricciones, aquellasque le asignaban el tradicional rol de estudio de los fenómenos económicos en lasdenominadas “sociedades etnográficas”. Pero al mismo tiempo, debe discutir aque-llo que connotamos como “lo económico” entendiendo que ello no se nos presentacomo un campo claro y predefinido, sino atravesado por modos diferentes deindagar las relaciones sociales (Trinchero, 2007a).

En directa relación con lo aquí expuesto, el segundo gran desafío para laAntropología Económica no es ya analizar la versión antropológica de la econo-mía de los “pueblos primitivos”, de los campesinos y de los pobres urbanos, sinoformular una práctica teórico-metodológica que posibilite el comprender procesoshistóricos cuya totalidad es imposible de separar. Por esto el reto es profundizar en el

11

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

análisis dialéctico entre lo general y lo particular, ahondando en el uso de catego-rías que permitan superar los dualismos entre enfoques “micro” y “macro”, entremuchas de estas lecturas polarizantes, como los que también podemos establecerentre “economía” y “sociedad”, entre muchos otros. Coincidimos con Narotzky(2004) cuando sostiene que “estos dualismos se han convertido en el principal obstá-culo para la comprensión de los procesos sociales que sustentan la vida” (2004:14).

Múltiples son los factores que han llevado en estos años a analizar en térmi-nos dialécticos esta relación, trascendiendo el análisis de los procesos globalescomo un “mero contexto”.

Por un lado, las nuevas condiciones sociales produjeron una particular pre-ocupación en torno a estos aspectos, alimentada por un lado por el “procesoglobalizador” que resultaba omniexplicativo y conducía a no diferenciar causas deefectos ni a reparar debidamente en los aspectos históricos locales y regionales(Balazote, 2007). A la vez las modas subjetivistas que han pretendido permanen-temente re-presentar un supuesto “rescate” del sujeto ocultando toda mirada (cree-mos que no inocentemente) sobre la totalidad social, también han llevado comoreacción a preguntarse por esta relación. Brevemente nos permitimos afirmar que,precisamente, si hay una aproximación utilitarista al análisis social, es ésta quereproduce los conceptos de utilidad, maximización, etc. de la economía subjetivaen códigos “culturalistas”, pretendiendo justificar la explotación mediante el ar-gumento de las “particularidades culturales” de los explotados (Trinchero, 1998).

Concomitantemente con las “reacciones” aquí señaladas, las nuevas pro-blemáticas locales, regionales y nacionales reclamaron imperiosamente su trata-miento (gran paradoja por cierto de la historia), lo que ha contribuido a superar elestigma fundacional que confinaba a la Antropología Económica al estudio de la“economía de los pueblos primitivos”. Esto explica los crecientes análisis efectuadosdesde la Antropología Económica que problematizan esta relación entre “lo localy lo global”, tal como lo han señalado algunas de las teorizaciones más recientes,las que han evidenciado que el tratamiento de estas cuestiones viene siendo abor-dado por la Antropología desde hace tiempo.2 En esta búsqueda es donde debesituarse la creciente lectura de los planteos de la corriente antropológica conocidacomo “de la Economía Política”,3 siendo emblemática en este sentido la obra deEric Wolf (1982) “Europa y la gente sin historia”.

Desde este planteo, las transformaciones de las sociedades que estudian losantropólogos en el ámbito local deben entenderse necesariamente en su interco-nexión con procesos económicos y políticos de tipo más general (ampliación delsistema capitalista, evolución de las formas coloniales y neocoloniales, etc.), bus-

Page 7: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

12

Antropología Económica y Ecológica.../ H. Trinchero, A. Balazote y S. Valverde

cando en términos metodológicos recuperar la minuciosidad de la experienciaetnográfica para esclarecer tales vinculaciones. A la vez, esta perspectiva ha jerarqui-zado el protagonismo de grupos y sectores sociales (Comas d’ Argemir, 1998) encontraposición con otras formulaciones –como el marxismo estructural– que fueronduramente criticadas ante la pérdida de visibilidad de estos actores (Balazote, 2007).

Con respecto a las investigaciones que vienen realizándose desde la Antro-pología Social y Económica en relación a diversos pueblos originarios de la Ar-gentina, estos aportes convergen precisamente en problematizar la interrelaciónentre procesos globales y particulares en términos procesuales. Enfatizamos la impor-tancia que adquieren estos análisis, que remarcan la historicidad de la problemáti-ca indígena, por dos cuestiones fundamentales: la primera radica en el desafío queimplica contraponerse en términos teóricos al abordaje de la cuestión indígena dela Etnología Fenomenológica, que se proponía recuperar el “pensamiento mítico”de los aborígenes del Chaco a la vez que negaba cualquier relato “histórico” dedichos pueblos. La segunda reside en que necesariamente la dinámica contextualy particular adoptada, también involucra el análisis de diferentes sujetos socialescon los cuales las poblaciones indígenas se relacionan, convergen, y hasta se funden,máxime considerando cómo se han acrecentado en los últimos años los procesosde movilización social. Es por ello que en estas teorizaciones se evidencia unaconjunción de las problemáticas características de los años ‘80, junto con unacreciente preocupación por diversos conflictos sociales protagonizados por estossectores sociales.4

Y aquí reside lo que consideramos el tercer y último desafío para la Antro-pología Económica que aquí expondremos: el poder brindar herramientas teóri-co-metodológicas que posibiliten vincular analíticamente la emergencia de diver-sos sujetos sociales con las nuevas condiciones de explotación. Este abordaje impli-ca trascender el análisis de los procesos de movilización social a sus manifestacio-nes contextuales, ya que como señalábamos en un trabajo reciente: “la explotaciónde la fuerza de trabajo ha adquirido formas tales que asombran al espíritu antropológicopor su carácter ‘primitivo’ de la misma ya que son múltiples, heterodoxas y culturalmentediferentes las formas de resistencia del trabajo frente al capital” (Trinchero, 2007a:14).

Remarcamos que esta asociación de las nuevas condiciones de explotacióncon los recientes y crecientes procesos de movilización social dista de ser lineal ymecánica; por el contrario, es dinámica y dialéctica ya que desempeña un rol fun-damental el interjuego entre aquellas estructuras que condicionan la existencia yvisibilidad de esos sujetos y las prácticas de los mismos. Por esto es que uno de losméritos de la obra antes citada de Wolf (1982) reside, parafraseando a Comas d’

13

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Argemir, en enfatizar “la intersección entre centros y periferias, entre lo global y lolocal, entre las fuerzas estructurales y las que derivan de la acción humana” (1998:71).

Precisamente, es a partir de esta interrelación en su devenir histórico que laAntropología Económica puede –y, creemos, debe– efectuar un aporte en el aná-lisis de un aspecto central para la disciplina antropológica: la diversidad. Por estose requiere de la recuperación crítica de perspectivas teórico-metodológicas “quedirijan sus miradas hacia el análisis comparado para dar cuenta del mapa etnográficode la denominada globalización” (Trinchero, 2007a:14).

EL CONTENIDO DE ESTE DOSSIER TEMÁTICO DE “ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA Y

ECOLÓGICA”

Algunas de estas crecientes preocupaciones y desafíos para la disciplina seven reflejadas en los artículos que integran el presente dossier temático de Cua-dernos de Antropología Social, cuyos principales lineamientos a continuación pre-sentamos.

En primer lugar, se presenta el trabajo de Susana Narotzky titulado El ladooculto del consumo, que se centra en el enfoque denominado del “aprovisiona-miento”. Esta perspectiva se ha desarrollado como una herramienta metodológicaútil dentro del marco teórico de la economía política, que posibilita abordar lascuestiones relativas al consumo integrándolas en el complejo entramado de losdiversos procesos de diferenciación que concurren en las relaciones de produc-ción, de distribución, de apropiación y de consumo. De allí que este análisisimplique un importante aporte, frente a uno de los desafíos que destacábamosinherente a la necesidad de dar cuenta de los límites del economicismo en elanálisis social, en la medida en que toma en consideración el aprovisionamientosimultáneo de bienes concretos a través de vías diferentes –mercado, Estado, co-munidad, grupo doméstico– y la articulación de fases mercantiles y no mercanti-les a lo largo de un recorrido de aprovisionamiento. Por esto la interacción entreestos factores afectará tanto el valor económico como el valor simbólico de losbienes y servicios.

El trabajo de Hugo Trinchero Economía política de la exclusión. Para unacrítica desde la experiencia de las empresas recuperadas por sus trabajadores (ERT)constituye una muestra de los estudios sociales referidos al denominado “tercersector” de la economía y la “economía social”. Esta preocupación disciplinar re-sulta esperable, considerando la creciente exclusión de vastos sectores sociales

Page 8: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

14

Antropología Económica y Ecológica.../ H. Trinchero, A. Balazote y S. Valverde

junto con la instrumentación de políticas focalizadas que buscan paliar –o conte-ner– a estos segmentos, al tiempo que el análisis se centra precisamente en uno delos actores sociales emergentes de la crisis que tuvo su máxima expresión en el año2001: las empresas recuperadas por sus trabajadores. El autor busca precisamenteponer de manifiesto cómo la crisis de los últimos años trajo consigo un nuevopanorama en la discusión en lo que respecta a las nociones de exclusión social, asícomo las recién destacadas de “tercer sector” de la economía y “economía social”.Cabe remarcar que tanto este artículo como otros que integran este número, efec-túan un análisis crítico de los diferentes enfoques de las ciencias sociales que con-ciben al tercer sector (economía social), el sector privado (empresas) y el sectorpúblico (Estado) como separados, o en el mejor de los casos “relacionados entresí”, soslayando el dialéctico entramado de relaciones, coexistencias y contradic-ciones que entre los mismos se establecen. Diferenciándose de tales abordajes,Trinchero discute críticamente los intentos por caracterizar al fenómeno bajo es-tudio en el marco de estas categorías, y a la vez analiza, a partir del campo deposibilidades y límites en que se desenvuelve la gestión obrera, diferentes procesosde innovación social de interés para el campo de estudio de la Antropología Eco-nómica.

El artículo de Alicia Norma González de Castells y Ana Cristina RodriguesGuimarães, Pinceladas sobre as práticas comerciais em um barrio popular deFlorianópolis, se centra en las experiencias y las representaciones de los comercian-tes de un barrio popular de Florianópolis sobre su propia actividad laboral. Eltrabajo entiende la acción económica como acción social, es decir, los agentes nosólo persiguen objetivos económicos sino también sociales, como la sociabilidad,el reconocimiento, el prestigio y el poder. Por otro lado, las acciones económicastienen variadas motivaciones desde la racionalidad hasta la afectividad o las cos-tumbres, remarcando el artículo cómo la etnografía puede contribuir a entenderla realidad de los pequeños comerciantes y el lugar que ocupa el comercio en lasociedad compleja. Por esto el trabajo mantiene una línea común con lo que antesseñalábamos para el artículo de Narotzky, al concebir los intercambios no sólodesde la esfera material sino tomando en cuenta su incidencia en el conjunto delas relaciones sociales, que desde el punto de vista analítico pueden concebirsecomo de otro “orden” que trasciende lo “económico” (simbólico, identitiario, etc.).

Fernando Balbi aborda en el trabajo titulado Entre el futuro del recurso y elfuturo de los hijos. Usos de términos y expresiones ambientalistas entre los pescadoresdel Delta del río Paraná una temática de creciente preocupación para la AntropologíaEconómica al punto de formar parte del título del presente dossier: la dimensión

15

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

ambiental. En este caso el autor analiza la adopción y resignificación de nocionesambientalistas por parte de actores locales, pero a diferencia de la mayor parte delo estudios, no se focaliza en los denominados “conflictos socioambientales”. Porel contrario, sugiere Balbi que no deben perderse de vista aquellas apropiacionesde nociones ambientalistas o de sustentabilidad que resultan menos llamativaspor no manifestarse en el marco de movilizaciones particulares, pero que se danen el contexto del quehacer cotidiano de las personas. El trabajo fue realizado apartir de materiales de campo correspondientes a la segunda mitad de la décadadel ‘80 entre pescadores comerciales del Departamento de Victoria, en la provinciade Entre Ríos. La propuesta reviste un interés adicional debido a que esos mismospescadores se contaron entre los protagonistas de un proceso de “sobrepesca”desatado en 1992, que colocó en riesgo de extinción algunas especies ictícolas.

Seguidamente, Ricardo Abduca en su artículo La reciprocidad y el don noson la misma cosa” refiere una temática que como pocas se incluye dentro del“núcleo duro” del campo antropológico. El autor se propone mostrar por qué lanoción de reciprocidad, aunque ha sido muchas veces tomada como sinónimo delfenómeno de intercambio de dones, corresponde a diversas situaciones sociales,por lo cual tiene poca utilidad descriptiva y explicativa. Examina algunos hitos dela historia antropológica, mostrando que más que un concepto, ‘reciprocidad’ esun palimpsesto sobre el cual, de Durkheim a Polanyi, se han ido escribiendovariadas nociones. En cambio, sugiere una definición de don más estricta, cercanaa las ideas de Mauss y acorde con los avances de la etnografía y la teoría contempo-ráneas. Sugiere distinguir entre circuitos cerrados de dones, donde circulan bienesde consumo final, y circuitos abiertos, donde los dones que circulan condensan elconjunto de las relaciones sociales.

Otros dos artículos de este dossier temático constituyen ejemplos de losabordajes que problematizan sobre los pueblos indígenas desde la AntropologíaSocial y Económica. Dado que estos estudios sitúan a estas poblaciones en sucontexto histórico-social, implican la conjunción con las diversas problemáticasque involucran a estos grupos, como son los proyectos de desarrollo en el caso delprimer trabajo y las políticas sociales en el segundo.

De esta forma, Sebastián Carenzo en su artículo Territorio, identidades yconsumo: Reflexiones en torno a la construcción de nuevos paradigmas en el desarrolloproblematiza sobre la relación entre identidades y territorios en el marco de losestudios del desarrollo, remitiéndose como referente empírico al accionar de agen-cias gubernamentales y ONGs que trabajan en la promoción de artesanías indíge-nas en el norte de Argentina. El autor efectúa una lectura crítica sobre la incorpo-

Page 9: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

16

Antropología Económica y Ecológica.../ H. Trinchero, A. Balazote y S. Valverde

ración de la dimensión cultural en los paradigmas dominantes en el campo deldesarrollo, señalando cómo en los hechos esta consideración remite a una concep-ción utilitarista de la diversidad cultural. Así, enfatiza cómo más que reafirmar lasidentidades étnicas estos enfoques promueven utilizar las especificidades de lospueblos originarios como elementos sobre los cuales pueden basarse estrategias dediferenciación comercial que les permitan acceder a mercados dinámicos yglobalizados.

Por su parte, Valeria Iñigo Carrera en su trabajo Programas sociales entre lostobas del este formoseño: ¿reproducción de una población obrera sobrante? analizacómo las poblaciones indígenas constituyen parte de la población trabajadora queve acentuada la pérdida del ejercicio de su capacidad para garantizar la propiareproducción social, al ser expulsada de manera inmediata del proceso de la pro-ducción como parte de la dinámica de acumulación capitalista. Al tiempo queestos sectores son objeto de la implementación generalizada de diversos progra-mas sociales de asistencia en los que se hace visible una tendencia creciente asostener niveles mínimos de reproducción material de la vida. Por ello, el trabajoavanza sobre las modalidades que encarnan esos programas así como sobre sussupuestos, alcances e implicancias en relación con las capacidades productivas delos sujetos o “población objeto” de su implementación.

Luego, Susana Presta presenta en su trabajo La categoría de don en el marcode la economía social y solidaria una perspectiva comparable a la antes señalada enel trabajo de Hugo Trinchero. La autora refiere al tema de la economía social ysolidaria analizando una Cooperativa Educacional y su denominado “Banco deHoras” desde la perspectiva de la categoría de don. A partir de este caso, se propo-ne ahondar no sólo en la construcción de relaciones sociales al interior de dichaorganización socioeconómica, sino también avanzar sobre las formas en que sevincula con distintas corporaciones transnacionales a partir de diversas donaciones.De esta forma, el artículo enfatiza en la desnaturalización de una mirada apologéticade la economía social y solidaria a partir del planteo de un análisis en términos desu relación dialéctica con el sistema capitalista. Esto implica que coexiste y al-berga las contradicciones propias de los procesos históricos que la atraviesany la constituyen.

Para finalizar, Liliana Landaburu en su aporte Estrategias y dinámica delcapital en el circuito productivo frutícola Alto Valle de Río Negro. DepartamentoGeneral Roca presenta las estrategias de pequeños productores rurales y la dinámi-ca del capital en el circuito productivo del Alto Valle de Río Negro. Desnaturalizala categoría “farmer” para estos agentes económicos y da cuenta del lugar que los

17

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

mismos ocupan al interior del sistema. La pluralidad de estrategias, producto dela descapitalización sistemática de sus unidades domésticas, permite observar pro-cesos de subsunción y la expansión del capital, como así también el mantenimien-to y reproducción por parte de dichas unidades las cuales funcionan desde lalógica del capital pero “descapitalizadas”.

Con este artículo se completa la gama de trabajos que integran este dossiertemático, poniendo en evidencia la vasta producción que existe actualmente en elcampo de la Antropología Económica. Sin duda los trabajos aquí contenidos deninguna manera agotan los temas y desafíos que los investigadores han iniciadoen los últimos años. Es nuestra intención que este número estimule la producciónde nuevos estudios sobre aquellas realidades sociales que precisan ser abordadas.

NOTAS

1 Los artículos incluidos se refieren “a la dinámica de relacionamiento entre el capitaly el trabajo en diversos contextos regionales. Particularmente, se intenta profundizaren el análisis de las especificidades que adquiere dicha relación cuando se trata deprocesos domésticos de producción, distribución, circulación y/o consumo” (Trinchero,1995:9).2 En el Capítulo 3 del libro antes señalado de Alejandro Balazote (2007), tituladoConsideraciones en torno a la Economía Política, se analizan algunas teoríasenunciadas a partir de la segunda mitad del siglo XX que exceden la focalizaciónen la articulación micro-macro. Estos abordajes son la Teoría de la Modernización,la Teoría de la Dependencia, el Análisis de los Sistemas Mundiales, así como lapropuesta formulada por la Economía Política en Antropología.3 En la década del 60 surge en los Estados Unidos la corriente antropológica de la“Economía Política”. Este enfoque hizo suya la formulación de un programa teóricoque permitiera superar los límites del empirismo, facilitara la comprensión delconflicto social, y proporcionara los instrumentos necesarios para interpretar losprocesos históricos.4 Los resultados de estas investigaciones se han visto plasmados en múltiplespublicaciones, entre las que cabe mencionar las compilaciones: Estudiosantropológicos sobre la cuestión indígena en la Argentina (Radovich y Balazote, 1999),La Cuenca del Río Bermejo. Una formación social de fronteras (Belli, Slavutsky yTrinchero, 2004) y Disputas territoriales y conflictos interétnicos en Brasil y Argentina

Page 10: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

18

Antropología Económica y Ecológica.../ H. Trinchero, A. Balazote y S. Valverde

(Reis, Radovich y Balazote, 2005). También se destacan los libros: Los dominiosdel demonio. Civilización y barbarie en las fronteras de la Nación. El Chaco central(Trinchero, 2000) y Aromas de lo Exótico (retornos del objeto): Para una crítica delobjeto antropológico y sus modos de reproducción (Trinchero, 2007b).

BIBLIOGRAFÍA

Balazote, Alejandro (2007). Antropología Económica y Economía Política. Centrode Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba.

Belli, Elena; Slavutsky, Ricardo y Trinchero, Hugo (comp.) (2004). La Cuenca delRío Bermejo. Una formación social de fronteras. Instituto InterdisciplinarioTilcara, Instituto de Ciencias Antropológicas, FFyL y la Editorial Reunir.

Bórmida, Marcelo (1976). Etnología y Fenomenología: Ideas acerca de una herme-néutica del extrañamiento. Ediciones Cervantes. Buenos Aires.

Comas d’ Argemir, Dolors (1998). Antropología Económica. Ariel, Barcelona

Narotzky, Susana (2004). Antropología Económica. Nuevas Tendencias. EditorialMelusina, Barcelona.

Radovich, Juan Carlos y Balazote, Alejandro (1999). Estudios antropológicos sobrela cuestión indígena en la Argentina. Editorial Minerva, Buenos Aires.

Reis, Maria José; Radovich, Juan Carlos y Balazote, Alejandro (eds). (2005). Dis-putas territoriales y conflictos interétnicos en Brasil y Argentina. Ferreyra Edi-tor. Córdoba, Argentina.

Trinchero, Hugo (2007a). “Presentación”. En: Balazote, Alejandro (2007). Antro-pología Económica y Economía Política. Centro de Estudios Avanzados. Uni-versidad Nacional de Córdoba. Córdoba.

Trinchero, Hugo (2007b). Aromas de lo Exótico (retornos del objeto): Para una críticadel objeto antropológico y sus modos de reproducción. Editorial SB, Buenos Aires.

Trinchero, Hugo (2000). Los Dominios del Demonio. EUDEBA, Buenos Aires.

Trinchero, Hugo (1998). Antropología Económica: ficciones y producciones del hom-bre económico. EUDEBA, Buenos Aires.

19

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Trinchero, Hugo (ed.) (1995). Producción doméstica y capital. Estudios desde laAntropología Económica. Ed. Biblos, Buenos Aires.

Trinchero, Hugo (1992). Antropología Económica I. Introducción y conceptos fun-damentales. CEAL. Buenos Aires.

Trinchero, Hugo (1992). Antropología Económica II. Conceptos fundamentales.CEAL. Buenos Aires.

Wolf, Eric (1993). Europa y los pueblos sin historia. F.C.E., México.

Page 11: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

21

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 21–39, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

El lado oculto del consumo

Susana Narotzky*

RESUMEN

El aprovisionamiento de recursos es un proceso complejo en el que deben considerarseconjuntamente relaciones de producción, distribución, apropiación y consumo, y en elque el desarrollo histórico va a definir en cada caso las vías particulares de aprovisiona-miento de bienes y servicios que están disponibles en sociedades concretas, para gruposconcretos y para actores concretos dentro de esas sociedades. Desde una perspectiva queobserva los “modos de aprovisionamiento” en su diversidad, el trabajo se aproxima a lasformas no mercantiles de obtención y transferencia de recursos y no sólo al consumoencuadrado en dinámicas de mercado.

Palabras clave: Consumo; Modos de aprovisionamiento; Mercado; Formas no mercantiles

ABSTRACT

The purchasing resources is a complex process and need to consider together production,distribution, appropriation and consume relations, and en the historical development willdefine in each case the goods and services purchasing especial ways available in specificsocieties, for specific groups y for specific actors into this societies. Observing the “purcha-sing modes” in them diversity, this article analyze the no mercantile forms the obtainingand transference the resources, and no only to the mercantile consume.

Key Words: Consume; Purchasing Modes; Market; No Mercantile Forms

* Catedrática de la Universidad de Barcelona. Este artículo ha sido publicado en Yproductions(eds.) (2007). Producta50. Una introducción a algunas de las relaciones que se dan entre la cultura y laeconomía. Barcelona, Generalitat de Catalunya / Departament de Cultura i Mitjans de Comunicació,170-187. Obra publicada bajo licencia Creative Commons.

Page 12: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

22

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

RESUMO

O aprovisionamento de recursos e um processo complexo em o que e necessário considerarconjuntamente relaciones de produção, distribuição, apropriação e consumo, onde odesenvolvimento histórico vá definir em cada caso as vias particulares de aprovisionamentode bens e serviços disponibles em sociedades concretas, para grupos concretos y para atoresconcretos em essas sociedades. Desde uma perspectiva que observa os “modos deaprovisionamento” em sua diversidade, este trabalho se aproxima as formas no mercantilde obtenção y transferência de recursos y no solo al consumo enquadrado em dinâmicas demercado.

Palavras-chave: Consumo; Modos de aprovisionamento; Mercado; Formas no mercantil

El lado oculto del consumo es todo aquello en que no solemos repararcuando consumimos y que sin embargo forma la trama y la urdimbre de algo quees un proceso complejo agazapado detrás de actos discretos que parecen demos-trar nuestra autonomía individual. Según como se vayan articulando las relacio-nes sociales entre las personas que producen y distribuyen lo que consumimos, seobtendrán valores tanto materiales como culturales distintos que pasarán a incor-porarse en los objetos mismos y contribuirán a delimitar su capacidad de significar.

Quiero enfatizar que el aprovisionamiento de recursos (de todo tipo, perofundamentalmente bienes, servicios e información) es un proceso complejo en elque deben considerarse conjuntamente relaciones de producción, distribución,apropiación y consumo, y en el que el desarrollo histórico va a definir en cadacaso las vías particulares de aprovisionamiento de bienes y servicios que estándisponibles en sociedades concretas, para grupos concretos y para actores concre-tos dentro de esas sociedades. Desde una perspectiva que observa los “modos deaprovisionamiento” en su diversidad podemos aproximarnos a las formas no mer-cantiles de obtención y transferencia de recursos y no sólo al consumo encuadra-do en dinámicas de mercado.

Muchos estudios y perspectivas teóricas han contribuido en los últimosveinte años a crear un ambiente propicio al desarrollo de un enfoque centrado enel aprovisionamiento en un sentido amplio, más allá de los clásicos límites delmercado. Trataré con mayor detalle algunas de ellas más abajo, pero quiero men-cionar ahora algunas de las contribuciones más significativas a la creación de este“ambiente” intelectual que atraviesa varias disciplinas sociales e incluye desde lasociología y la geografía a la economía, sin olvidar, claro está, la antropología.

23

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

En antropología, Wolf (1982) y Mintz (1985) han aportado sus contribu-ciones a esta aproximación desde la perspectiva de la “economía política”. Appadurai(1986) y Kopytoff (1986), por su parte, aportan contribuciones esenciales desdeuna perspectiva transaccionalista y culturalista. Otros, como Bourdieu (1979), sehan mostrado interesados en la reproducción social de las élites económicas ypolíticas mediante prácticas particulares de consumo que, a su vez, descansabanen relaciones de producción particulares. Aun otros, como Davis (1972), hanincidido en las diferentes “esferas de intercambio” que al igual que se habían des-crito para sociedades no occidentales (Bohannan, 1959; Bloch y Parry, 1989)operaban también en las sociedades plenamente capitalistas.

En sociología, Pahl (1984), Mingione (1985) y Gershuny (1988) han su-brayado el hecho de que el aprovisionamiento de bienes y servicios podía realizar-se a través de procesos formales (mercado, Estado) o informales (comunidad,grupo doméstico), y éstas eran a menudo opciones disponibles simultáneamenteen una comunidad o sociedad. En una monografía ya clásica sobre la isla de Sheppey,Pahl (1984) descubrió que existía una aparente paradoja entre la participación delos hombres como asalariados en el ámbito “formal” de la producción y su parti-cipación en las redes de auto-aprovisionamiento “informales” locales. Por el con-trario, los que más necesitaban participar en las redes informales de aprovisiona-miento porque no tenían otras alternativas, es decir los desempleados, eran losque más dificultades tenían de acceder a estos circuitos.

En los últimos diez años la perspectiva del aprovisionamiento se ha desa-rrollado como una herramienta metodológica útil sobre todo dentro del marcoteórico de la economía política. Este desarrollo actual también trata de abordar lascuestiones relativas al consumo integrándolas en el complejo entramado de losvarios procesos de diferenciación que concurren en las relaciones de producción,de distribución, de apropiación y de consumo. Dos contribuciones fundamenta-les definen la perspectiva del aprovisionamiento: la de Warde (1992), que se defi-ne como una teoría “horizontal” de los “modos de provisión”, y la de Fine y Leopold(1993) (véase también Fine, 2002), que se define como una teoría “vertical” de los“sistemas de provisión”.

Desde la perspectiva de Warde, es importante pensar en ciclos de episodiosde producción/consumo articulados que “no son necesariamente idénticos y pue-den suponer tipos específicamente distintos de relaciones sociales” (1992:19). Portanto, para que un consumidor pueda disfrutar de un bien o servicio concretotienen que darse un número de episodios de producción/consumo articuladosque probablemente abarcarán marcos espacio-temporales muy distintos, así como

Page 13: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

24

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

contextos sociales y culturales diversos donde esos episodios se organizarán entorno a relaciones sociales de producción, distribución y consumo particulares.Esta perspectiva abarca la distinción clásica entre consumo productivo y consumopersonal, en una cadena de momentos diversos pero articulados que se verán guia-dos por uno o más de los valores que orientan el consumo: valor de cambio, valorde uso, valor identitario (Warde, 1992:17-18). Para cada bien se puede seguirhacia atrás el ciclo particular de episodios de producción/consumo y las relacionessociales implicadas en hacerlo disponible en general en una sociedad, perodiferencialmente accesible a la gente que habita en ella. Warde define los “modosde provisión” como procesos en los que:

“episodios de producción/consumo se caracterizan o diferencian por lasrelaciones sociales específicas implicadas en proveer el valor final. En lasociedad contemporánea, empíricamente, estas relaciones sociales caen deforma predominante en cuatro categorías. Llamaré a estas categorías mo-dos de provisión. Los modos de provisión se caracterizan por las distintasformas de producir el bien que incorpora el valor que ha de obtenerse alfinal de cada episodio y por las relaciones sociales que gobiernan el accesoa los frutos del trabajo. Necesitamos considerar la provisión de mercado,estatal, doméstica y comunal, los modos contemporáneos fundamentales…Típicamente, estos cuatro tipos de procesos de aprovisionamiento estángobernados, respectivamente, por relaciones de intercambio de mercado,obligación familiar, derechos ciudadanos y reciprocidad.” (Warde, 1992:19-20)

Esta perspectiva de los “modos de provisión” proporciona una teoría “hori-zontal” del aprovisionamiento que es aplicable transversalmente a todos los bienesy servicios.1 En tanto teoría, intenta capturar el significado político y social de loscambios o substituciones entre modos de provisión.

“Es porque los servicios [y los bienes] son producidos bajo condiciones dife-rentes y su acceso es regulado en consecuencia, y porque subsecuentementeesto tiene consecuencias para su disfrute, que la substitución de serviciosentre modos es tan importante social y políticamente… Puesto que en lamedida en que las relaciones sociales de producción son formadoras decohesión social y de conflicto, entonces la substitución entre modos es deenorme importancia.” (Warde, 1992:20)

25

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Fine está también interesado en la complejidad de los procesos que articu-lan producción y consumo, pero en su caso va a enfatizar la diferencia entre mer-cancías distintas (por ejemplo, distinguiendo los procesos que se dan para la ali-mentación como sustancialmente distintos a los que se dan para el sector delvestido) y va a convertir esto en el eje central de su teoría del aprovisionamiento(Fine & Leopold, 1993; Fine, 2002). Por otra parte, Fine tiene mucho cuidado endeterminar el ámbito de aplicación de su teoría a las “mercancías”, es decir, estric-tamente a los productos producidos para el intercambio de mercado, y sólo deforma marginal a los productos no producidos para el intercambio de mercadopero que puedan entrar en un proceso de intercambio mercantil sin ser en sentidopropio “mercancías”. Estos últimos comprenderían, entre otros, objetos de segun-da mano o antigüedades o incluso los sobornos que responden a una dinámica demercado.

La perspectiva de Fine es una perspectiva “vertical” del aprovisionamiento:

“Los imperativos diversos que gobiernan distintos grupos de mercancíasquedan implícitos en el uso de los términos que los describen —el sistemaalimentario, el sistema energético, el sistema de la vivienda, el sistema de lamoda, el sistema del transporte, etc. El uso del término “sistema” significala idea de que ciertas estructuras y dinámicas han sido desarrolladas paracada uno de los grupos de mercancías. Aunque éstas no sean inamovibles, opuedan mostrar afinidades aunque sea parciales entre grupos de mercan-cías (compartiendo características técnicas o de marketing), la presuncióndebe ser que existe un vínculo vertical más fuerte en el proceso de la pro-ducción al consumo dentro de cada uno de los sistemas de aprovisiona-miento del que existe entre ellos”. (Fine, 2002:175)

Varios puntos son relevantes en la teoría de Fine sobre “sistemas de aprovi-sionamiento”. Primero, el análisis de las articulaciones entre producción y consu-mo en donde cada articulación “juega un papel potencialmente significativo en laconstrucción social de la mercancía tanto en su aspecto material como en el cultu-ral” (Fine, 2002:98). Segundo, el énfasis en la tensión entre la naturaleza física delos productos (y servicios), es decir su potencialidad como “valores de uso”, y lossignificados atribuidos a ellos (2002:89). Así, cambios en el extremo de la produc-ción de la cadena de aprovisionamiento afectarán el contenido de la mercancía,mientras que cambios en el extremo del consumo de la cadena afectarán su inter-pretación o significado. Sin embargo, no existe una transitividad automática a lolargo de los eslabones de la cadena en la que los cambios en un extremo produci-

Page 14: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

26

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

rían cambios previsibles e isomorfos en el otro. Más bien existe una dialécticapermanente en la que las relaciones sociales en un extremo, aquellas que producenel valor de uso de la mercancía, interactúan con las relaciones sociales que se creanen el otro extremo, el del consumo final.2 Tercero, aunque no en el mismo sentido“horizontal” y sistemático que propone Warde en su teoría de los “modos de pro-visión”, Fine reconoce la importancia de considerar “la cambiante relación entreformas comerciales y no comerciales de aprovisionamiento, así como los cambiosy las transformaciones de estas categorías” (Fine, 2002:114):

Es necesario determinar cómo formas diferentes de producción para el con-sumo son reproducidas y transformadas a pesar de su posible falta de lógica co-mercial y de su interacción con ésta. Tanto la naturaleza como la viabilidad de estaproducción y este consumo no comerciales es probable que se vean altamenteinfluenciados, si no eliminados, por la predominancia de alternativas comerciales(2002:115)

Las dos aproximaciones descritas arriba (de Warde y Fine) construyen deforma explícita una teoría del aprovisionamiento, resaltando la necesidad de inte-grar la producción y el consumo. Esto reviste consecuencias importantes para lasciencias sociales implicadas en el estudio de cuestiones relativas al sustento mate-rial de la vida en nuestras sociedades.

EL APROVISIONAMIENTO, ALGUNOS EJEMPLOS INICIALES

Los dos ejemplos seleccionados para ilustrar los “modos de provisión” y los“sistemas de aprovisionamiento” son el del cuidado y el del alimento. El primerohace referencia a los “modos de provisión”, el segundo, a los “sistemas de aprovi-sionamiento”.

EL CUIDADO

Imaginemos que necesitamos un/a “canguro” o niñera para cuidar de nues-tros hijos/as varias horas al día, varios días a la semana, mientras vamos a trabajar.¿Cómo vamos a proveernos de este servicio? Varias posibilidades vienen a la men-te de inmediato: a) el Estado puede proveer un sistema de guarderías que propor-cionen este servicio; b) el Mercado tiene una amplia oferta de agencias de empleoprivadas y de trabajadoras autónomas (son en general mujeres) que pueden pro-porcionar este servicio a distintos precios; c) la red de Parentesco puede disponer

27

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

de personas dispuestas a proveer este servicio informalmente y d) la Comunidad oel vecindario o una red de amistad puede haber organizado un sistema de truequede servicios, más o menos formalizado en un sistema cooperativo, que puedaproporcionar el servicio que necesitamos (Brandon, 2000; Stack, 1974).

De estas cuatro posibilidades que he definido sólo b) se sitúa íntegramenteen un marco de intercambio de mercado, pero incluso en este caso, el modo deacceso a niñeras particulares se verá a menudo condicionado tanto por su posi-ción en el mercado de trabajo como por su posición en un entramado socialparticular. Nuestra red social y nuestros ingresos, así como nuestra construcciónsocial de la “confianza” respecto de personas desconocidas será también significa-tiva. Por otro lado, muchas de las posibilidades no-mercantiles pueden estar par-cialmente insertadas en el intercambio de mercado. Este es el caso cuando paga-mos a una parienta para hacer el trabajo aunque sea a un precio diferente al delmercado (a veces inferior, a veces superior); también es el caso cuando el grupovecinal de trueque organiza su sistema de contabilidad interno en referencia alcrédito-tiempo, y por tanto al valor de cambio del trabajo (abstracto) medido enunidad de tiempo.3

Por otro lado no todo el mundo tiene las mismas opciones de aprovisiona-miento disponibles por razones tanto materiales como culturales: algunos residi-rán muy lejos de sus parientes, otros serán nuevos en un barrio o en una ciudad yno dispondrán de red social local, otros no dispondrán de dinero en metálico paraentrar en el sistema mercantil de aprovisionamiento, otros vivirán en lugares enlos que el Estado o la municipalidad no provee guarderías (o no en cantidadsuficiente para paliar la posible demanda) o bien puede que no sean elegibles parael disfrute de este servicio público (por su nivel de ingresos “excesivo”, o por sulugar de residencia), en otros casos los centros se encontrarán en localizacionesinconvenientes (lejos del hogar o del trabajo, o mal comunicados, etc.), otra gen-te, en fin, no confiará en dejar a sus hijos en manos de desconocida/os.

La mayoría de la gente utilizará distintas opciones en distintos momentosde su vida. A menudo esto estará condicionado por factores sociales y económicostales como los ciclos domésticos de los hogares emparentados, la cambiante capa-cidad individual o doméstica de articular redes sociales, la posición de los agentesen el mercado de trabajo que determinará la disponibilidad de ingresos y de tiem-po, las políticas de bienestar social del Estado, etc.

Page 15: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

28

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

ALIMENTOS

Digamos que estamos acostumbrados a tomar café en el desayuno, y gene-ralmente lo conseguimos a través del mercado. Tenemos varias opciones. Pode-mos ir a un supermercado y escoger entre las diversas marcas (Marcilla, Bonka,Soley, etc. todas ellas parte de conglomerados alimentarios como Nestlé), normal-mente mezclas de especies vagamente definidas por su origen (Colombia, Brasil, osu especie, Robusta, Arábica). Este producto va dirigido a un consumidor demasa. Pero detrás de cada una de estas marcas hay una serie de relaciones socialesde producción y distribución que difícilmente podemos rastrear, es decir que elseguimiento posible es escaso en lo que refiere a la calidad pero también a cuestio-nes “éticas” de explotación de la mano de obra, por ejemplo. Sin embargo lasrelaciones de producción concretas (incluyendo según el periodo histórico la es-clavitud, el contrato de servidumbre, el trabajo asalariado, la aparcería y el campe-sinado independiente) y de distribución (incluyendo las transformaciones en lastecnologías de transporte y almacenamiento así como los sistemas de venta al pormenor) que hacen que una forma de aprovisionamiento sea posible están funda-mentadas en una historia de conexiones entre formas de organización económi-cas, sociales, culturales y políticas de distintos grupos de gente en localizacionesgeográficas distintas (Stolcke, 1984 y 1988; Jiménez, 1995; Roseberry, 1996).

Otra opción sería ir a una tienda especializada, un tostadero independiente(como Cafés El Magnífico o La Puertorriqueña en Barcelona) en dónde podemosconfiar que obtendremos cafés específicos producidos en lugares particulares queresultan en calidades y sabores diferentes. Nuestra confianza se basa en la creenciade que la conexión entre producción y distribución/ minorista es hipotéticamentemás directa y en que el conocimiento y el control de la calidad en origen sonposibles en este caso. Es decir que tanto en la producción como en la distribución,la “alienación” de los agentes involucrados respecto del producto es considerable-mente menor que la existente en los gigantes de la agro-industria y de la distribu-ción alimentaria (Carrier, 1995; Winson, 1992). Este tipo de punto de venta, porotro lado, sirve a un público supuestamente más experto y sofisticado. Sin embar-go no debe olvidarse que esta forma de aprovisionamiento está ligada a innovacio-nes tecnológicas como la “containerización” y a las nuevas formas de “marketing”que segmentan las prácticas de consumo y se dirigen a grupos predefinidos deconsumidores utilizando discursos de identidad y calidad (Roseberry, 1996;Roseberry et al, 1995)

Cada vez más existe otra opción de aprovisionamiento de café para el con-sumidor urbano occidental. A través de nuestras prácticas de consumo de café

29

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

podemos intentar beneficiar formas particulares de producción en origen, en ge-neral sistemas ligados a la pequeña producción directa “campesina” que comercia-lizan su producto a través de cooperativas ligadas al sistema de “comercio justo”(Whatmore & Thorne, 1997). El comercio justo se basa en potenciar la“conectividad” entre las decisiones de los agentes en los extremos del consumo yde la producción respectivamente, así como en “vender” esa “conectividad” como“justa” y “sostenible”. Aunque a menudo la conexión entre los dos extremos de lacadena de aprovisionamiento aparece en estos casos como lineal y evidente, estoraramente responde a la realidad. Las decisiones que afectan la producción ycomercialización de los productos dependen de instituciones como el mercado defuturos especializado en café de la bolsa de Nueva York (Cocoa, Sugar, CoffeeExchange, CSCE) que hace que los precios fluctúen y proporciona el estándar delos acuerdos de “comercio justo”:

La diferencia fundamental entre los compradores del comercio justo y losintermediarios comerciales es que los primeros pagan un precio de garantía míni-mo (que protege al agricultor en caso de que el mercado entre en caída libre), y unnúmero fijo de puntos por encime del precio del CSCE en caso de que el mercadosupere el mínimo (de hecho un 10 por ciento de bonificación) (Whatmore &Thorne, 1997:297)

Esta bonificación tiene por objeto contribuir a inversiones relacionadascon la implementación de infraestructuras ligadas al bienestar social en origen(salud, educación, etc.). Sin embargo, la presión por parte de los compradores decomercio justo sobre la “calidad” del producto (que a su vez justifique los preciosmás elevados que paga el consumidor final en destino), crea una fuerte presiónsobre los agricultores para que cambien sus prácticas de cultivo hacia sistemasagrícolas más ecológicos (lo cual implica generalmente, más intensivos en traba-jo), que respondan a los estándares de certificación regulados por la legislación dela Unión Europea, entre otros. Sin embargo el factor de la “calidad” es delicadoporque a menudo empuja a los productores fuera de la red del “comercio justo” yde vuelta a las garras de los intermediarios comerciales (los “comerciantes”) y a lasfluctuaciones brutales del mercado de futuros:

“Con el fin de proveer a los consumidores de Cafédirect [una red de co-mercio justo] con “café excelente”, las cooperativas [de productores] debenproporcionar únicamente el grano de la mejor calidad. Si el café tiene me-nor calidad (las razones para ello incluyen régimen de lluvias, parásitos einsectos, fermentación) no cumplirá las condiciones negociadas en los con-

Page 16: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

30

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

tratos de comercio justo entre el gestor de exportaciones de la cooperativa yel comprador de Cafédirect, y los agricultores venderán a los comerciantes.Si el precio en el mercado de valores es alto los comerciantes pagarán bienincluso por esta baja calidad, y pagarán en efectivo.” (Whatmore & Thorne,1997:299)

Como consumidores, nuestra capacidad de seleccionar una u otra vía deconseguir nuestro café dependerá de factores como los ingresos, el punto de ventamás conveniente, la información sobre las distintas opciones de que disponga-mos, nuestro posicionamiento ideológico, pero también, y esto resulta menosevidente, de las relaciones de producción en origen, los sistemas de distribución ycomercialización, el mercado de valores, las innovaciones tecnológicas (tales comola containerización para transporte de larga distancia de bienes perecederos), todoello afectando la calidad, los precios y la circulación del producto pero también susignificado en nuestra sociedad..

Estos dos ejemplos traen a la luz una serie de cuestiones centradas en laconexión inevitable que existe entre los procesos de producción y los procesos deconsumo, en particular entre la producción “material” de bienes y servicios, laproducción “social” de diferenciación y la producción “cultural” de significado eidentidad. Vamos intentar exponer estas cuestiones a continuación.

EL CONSUMO COMO PROBLEMA

Hay un interés creciente por el consumo en antropología. Algunosantropólogos parecen pensar que las pautas de consumo nos pueden decir mássobre las relaciones sociales contemporáneas (diferenciación social, construcciónidentitaria, agencia, poder) que las pautas de producción. Señalan que el“empoderamiento” sólo puede venir ya de las prácticas de consumo en un contex-to en el que un mercado de trabajo precario y segmentado, y unos procesos pro-ductivos flexibles e informales han desbaratado las prácticas de empoderamientotradicionales basadas en la homogeneidad y solidaridad conseguida en el lugar detrabajo por los trabajadores y expresada en las organizaciones sindicales (Miller,1987, 1995 y 1997). El consumo parece abordar tanto las necesidades materialescomo la producción simbólica, la producción de significado y su relación con elpoder.

Lo que me interesa enfatizar aquí, sin embargo, es que si no abordamos lacomplejidad de los sistemas de aprovisionamiento como una totalidad, no podre-mos entender las pautas de consumo, las relaciones sociales que se producen en el

31

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

consumo, ni la construcción de significado social o las formas de distinción socialy de diferenciación que surgen en torno al consumo. De ahí el interés de unaperspectiva que subraye una serie de puntos. En primer lugar, se plantea la necesi-dad de seguir las vías de aprovisionamiento. En segundo lugar, se plantea la nece-sidad de estudiar la relación de estas vías de aprovisionamiento con los proce-sos de poder, en particular con las formas de institucionalización y diferen-ciación social.

SEGUIR LAS VÍAS DE APROVISIONAMIENTO

En relación con la tarea de analizar las vías de aprovisionamiento tenemosque tener en cuenta dos importantes aportaciones de la antropología, que provie-nen de dos perspectivas teóricas diferentes la de la “economía política” en antro-pología (Roseberry, 1988) y la de la antropología cultural de la globalización detendencia transaccionalista (Inda & Rosaldo, 2002; Hannerz, 1992 y Appadurai,1998).

La primera se enmarca en la perspectiva de la “economía política” que sedesarrolló durante los años 1970s y 1980s en antropología basándose en las teo-rías de la dependencia y del sistema-mundo. Desde este ángulo, el estudio deSidney Mintz Sweetness and Power (1985) muestra cómo un sistema particular deproducción (el sistema de plantación) transformó la disponibilidad de azúcar asícomo su significado, pasando de ser un bien de lujo escaso y de altísimo valor aconvertirse en algo “corriente y una necesidad”. También muestra cómo la expan-sión de un bien de consumo particular, el azúcar, está relacionada con la indus-trialización en Inglaterra y con la necesidad de reducir los costes de reproducciónde la fuerza de trabajo mediante la provisión de nutrientes baratos y energéticosque pudieran producirse en las colonias a muy bajo coste, debido al tipo de rela-ciones de producción y de poder que imperaban en esas regiones.

El objetivo del análisis de Mintz es enfatizar la relación entre la produccióny el consumo de alimentos, una relación que como él mismo señala estaba clara-mente presente en “las preocupaciones tradicionales de los antropólogos de laalimentación” cuando estudiaban las sociedades “primitivas” que solían estudiar,pero parece haber perdido interés hoy en día:

“las sociedades modernas complejas parecen haber divorciado la produc-ción de alimentos del consumo de alimentos; pero por qué, qué cantidades

Page 17: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

32

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

de alimentos se hicieron disponibles cuándo y dónde, y cómo estas dispo-nibilidades configuraron las elecciones, son preguntas que merecen ser con-testadas todavía.” (Mintz, 1985:179-80)“La tan cacareada libertad de elección significaba libertad sólo dentro deuna gama de posibilidades establecidas por fuerzas sobre las cuales aquellosque supuestamente estaban eligiendo libremente no tenían el más mínimocontrol.” (1985:183)

Por su parte, desde una óptica transaccionalista y culturalista, ArjunAppadurai en su introducción a The Social Life of Things (1986) muestra cómo losobjetos pueden seguir caminos que les llevan a entrar o salir de la situación demercancías, muestra cómo algunas “cosas” serán consumidas varias veces de for-ma diferente, en contextos culturales distintos y por diferente tipo de gente, mien-tras que otras “seguirán un único trayecto desde la producción al consumo”(Appadurai, 1986:23; véase también el concepto de “singularización” de Kopytoff,1986:73-77), viendo restringida su entrada al estatus de “candidatura a mercan-cía” por fuerzas sociales y políticas (Appadurai, 1986:13-14)

Además, Appadurai subraya cómo el valor de las mercancías se produce enla transacción como resultado de factores temporales, culturales y sociales. El sig-nificado de una “cosa” particular depende tanto de una “biografía cultural” quetraza el movimiento y la “historia de vida” del objeto, como de una “historiasocial” que puede trazarse para “clases de objetos” en una sociedad y que creadinámicas de gran escala que constriñen las “trayectorias íntimas” de las cosas(1986:34-36). Una contribución importante de la perspectiva de Appadurai es larelación que establece entre el conocimiento y las mercancías a lo largo de las víasque transitan, y cómo esto contribuye al valor de las mercancías en los intercam-bios particulares:

Todas las sociedades tienen ideas culturalmente construidas sobre los flujosde mercancías. Pero esas historias adquieren calidades particularmente intensas,nuevas y sorprendentes cuando las distancias espaciales, cognitivas o institucionalesentre la producción, la distribución y el consumo son grandes. Este distancia-miento puede o bien estar institucionalizado dentro de una sola economía com-pleja o bien puede ser función de nuevos tipos de articulaciones entre sociedadesy economías hasta entonces separadas. El divorcio institucionalizado (en lo refe-rente al conocimiento, al interés y al papel que ocupan) entre personas involucradasen varios aspectos del flujo de mercancías genera mitologías especializadas (1986:48)

33

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

VÍAS DE APROVISIONAMIENTO Y PROCESOS DE PODER

Este punto incide en la conexión entre los sistemas de aprovisionamiento ylos sistemas de dominación. Esto supone preguntarse cómo las instituciones delEstado, por ejemplo, delimitan de forma efectiva la disponibilidad de los recursosasí como las posibilidades de elección de grupos concretos de personas definidosformal o informalmente. Pero también supone preguntarse cómo los procesos dedistribución afectan de forma diferencial las posibilidades de consumo de los ac-tores sociales.

EL PODER DE LA DISTRIBUCIÓN

La distribución es un concepto que describe el proceso mediante el cual lascosas producidas llegan a las manos de los consumidores. Es uno de los aspectoscentrales de la perspectiva de las vías de aprovisionamiento. La distribución im-plica al tiempo adjudicación y movimiento. Aunque en el sistema de mercado laadjudicación se obtiene en teoría a través del mecanismo de oferta y demanda,abstracción hecha de los constreñimientos políticos y sociales, en la práctica estono suele ocurrir de este modo. Si consideramos los distintos modos de provisiónposibles en cada etapa de un recorrido de aprovisionamiento concreto, podemosobservar cómo la adjudicación está a la vez condicionada políticamente e incrus-tada socialmente en múltiples y complejas relaciones sociales (Carrier, 1995; Miller,1997).

El valor social de los bienes, su significado, también dependerá de la formaparticular de distribución que una determinada persona o grupo pueda usar paraacceder a ellos, así como de la capacidad real de elección que tenga para optarentre las distintas posibilidades disponibles. La capacidad de elección de un actorsocial en cuanto a las modalidades de distribución disponibles está condicionadasiempre por su posición en la estructura económica y social general. Esto se expre-sa en factores como los siguientes:

1. El nivel de equipamiento público y doméstico4 del consumidor. Esto asu vez permite o inhibe determinadas modalidades de consumo: electricidad, ne-vera, congelador, coche, espacio de almacenamiento, ascensor, teléfono, etc.

2. Su disponibilidad de tiempo y su línea de crédito. Se entiende fácilmen-te como esto afecta a las personas situadas en lugares espaciales y sociales diferen-tes (por ejemplo, barrios degradados, chabolas en solares de ocupación, pobladosrurales aislados, gente pobre, inmigrantes ilegales, ancianos, etc.), y como resulta-

Page 18: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

34

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

do afecta también su capacidad de toma de decisiones y su habilidad para produ-cir identidades particulares a través de las prácticas de consumo.

3. La capacidad de información del consumidor respecto a los productos, avías de aprovisionamiento alternativo, ventas especiales, etc. Estas capacidades deinformarse dependerán a su vez de factores como la educación y los niveles dealfabetización, no sólo alfabetización tradicional (leer, escribir, contar) sino tam-bién de forma creciente la alfabetización electrónica,

4. La condición física y el estado de salud. Esto afecta de forma directa lasposibilidades del consumidor en lo que respecta a su elección de puntos de distri-bución final. Grupos particulares de personas se ven afectados por estas condicio-nes: la gente mayor, los enfermos crónicos, etc.

5. Las fuentes y la forma de los ingresos. Este es sin duda el factor máscrucial en la determinación de la capacidad de elección en las prácticas de consu-mo, y depende de la estructura del capitalismo en cada lugar y momento, delsistema de bienestar social disponible en cada caso, y de la posición particular delos actores sociales en cada contexto. Sin olvidar que la forma de los ingresos no esexclusivamente monetaria y la participación de los actores en relaciones socialesque provean ingresos en especie supone de hecho el desplazamiento hacia modosde provisión no mercantiles.

Por lo tanto, distintos canales para la circulación de los bienes y serviciosafectarán su adjudicación diferencial entre distintos grupos de personas y produ-cirán nuevamente un proceso de diferenciación.

CONCLUSIÓN: LA PERSPECTIVA DEL APROVISIONAMIENTO

Tal como lo hemos ido planteando, la perspectiva del aprovisionamientosigue los canales de producción, distribución, circulación, apropiación, consumoy desecho de los bienes y servicios. En cada una de las etapas del recorrido deaprovisionamiento, las relaciones sociales producen diferenciación material quequeda incorporada en los propios bienes y servicios, por ejemplo en términos decalidad, adecuación a las necesidades, disponibilidad temporal, accesibilidad, etc.para bienes y servicios como alimentos, vestido, vivienda, saneamiento, agua, elec-tricidad, cuidado, etc.

Un aspecto importante de esta perspectiva es que toma en considera-ción el aprovisionamiento simultáneo de bienes concretos a través de víasdiferentes –mercado, Estado, comunidad, grupo doméstico– y la articulación de

35

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

fases mercantiles y no mercantiles a lo largo de un recorrido de aprovisionamien-to. De hecho, a menudo los bienes se desplazan entre distintas fases en su recorri-do y la mayoría de bienes y servicios pueden ser aprovisionados a través de modostanto mercantiles como no mercantiles. La interacción entre estos factores afecta-rá tanto el valor económico como el valor simbólico de los bienes y servicios.

El marco metodológico del aprovisionamiento enfatiza la importancia delEstado y sus políticas y regulaciones relativas al bienestar social, y en particular alos programas de ayuda social específicos. Resalta a este respecto que las decisio-nes de los actores sociales de orientarse hacia el aprovisionamiento a través demodos más o menos ligados al mercado, dependen de forma muy directa de laspolíticas estatales de provisión. Es importante por tanto tener presente lahistoricidad de los sistemas de aprovisionamiento y la economía política delos desplazamientos y de las articulaciones que existen entre distintos modosde provisión.

Desde la perspectiva del aprovisionamiento se enfatiza así mismo el carác-ter político de la producción de significado a lo largo de estos recorridos. De estemodo se incide en la complejidad y ambivalencia de los significados que se produ-cen y se encuentran disponibles para que los actores sociales los utilicen comomateria prima en la construcción de sus identidades en los procesos de consumo.El enfoque del aprovisionamiento expresa, pues, la relación ineludible entre laproducción de significado y los sistemas de explotación y dominación.

Si pensamos en las prácticas efectivas de aprovisionamiento, resulta a me-nudo útil pensar en los actores sociales como enredados en redes de aprovisiona-miento. Por otro lado, si prestamos atención al recorrido de aprovisionamiento ensu totalidad, veremos una red muy compleja de relaciones sociales que se bifurcanen determinados puntos en los que ciertas opciones se tornan imposibles o impro-bables para ciertos actores sociales, y en dónde generalmente se van a concentrartensiones y poder y se va a producir diferenciación social y posiblemente conflicto.

La idea de un sistema de aprovisionamiento debería, por un lado, articularlos procesos de distribución a los procesos de producción: es decir, qué proveedo-res de qué bienes usan qué canales de distribución y viceversa (por ejemplo en lascadenas de aprovisionamiento alimentario se puede comparar las vías de produc-tos “orgánicos” o biológicos y las de productos genéticamente modificados). Porotro, debería articular los procesos de distribución con las capacidades y formasdel consumo, es decir con cuestiones como la disponibilidad de ingresos, la formadel intercambio (con dinero, crédito, en especie, trueque, benévolo, etc.) y lamodalidad de la transferencia (personal/ impersonal).

Page 19: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

36

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

La perspectiva del aprovisionamiento debería asimismo prestar atención alos desplazamientos entre modos de provisión, y fijarse en cómo las distintas víasde aprovisionamiento interactúan para producir opciones diferenciadas que ayu-dan a reproducir estructuras sociales específicas. De forma muy especial, esta pers-pectiva debería articular la disponibilidad de oportunidades diferentes de produc-ción y distribución para distintos agentes, al contexto político y económico que seha desarrollado históricamente tanto a nivel local como global. Sólo a partir deestas premisas podremos entender el complejo proceso de producción de signifi-cados en torno al consumo, y su relación ineludible con los procesos de diferen-ciación y de reproducción social.

NOTAS

1 J. Davis (1972) diferencia también cuatro formas de intercambio quecorresponden sustancialmente a las mismas distinciones.2 Un ejemplo de esta tensión es el que plantea Bourdieu (1979) cuando trata de lasprácticas de “distinción” mediante el consumo que sirven para la reproduccióneconómica y política de las élites que estructuran el capitalismo en Francia. Prácticasque define como a la vez “enclasadas” y “enclasantes”.3 Esto está muy próximo a una concepción del valor según la teoría clásica devalor trabajo.4 Este “equipamiento” podría también entenderse como bienes-capital domésticos,es decir relacionados al consumo productivo en procesos de auto-aprovisionamiento(tal como lo hace Pahl, 1984; véase también Pahl & Wallace, 1985) y no al consumofinal.

BIBLIOGRAFÍA

Appadurai, A. (1986). Introduction: commodities and the politics of value. En:A. Appadurai (ed.). The social life of things: commodities in cultural perspective.Cambridge: Cambridge University Press.

Appadurai, A. (1998). Modernity at Large. Cultural Dimensions of Globalization.Minneapolis: University of Minnesota Press.

37

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Bloch, M. & Parry, J. (1989) “Introduction: Money and the Morality of Exchange”.En: J. Parry and M. Bloch (eds.). Money and the Morality of Exchange.Cambridge:Cambridge University Press.

Bohannan, Paul (1959). “The impact of Money on an African SubsistenceEconomy”, Journal of Economic History, 19.

Bourdieu, Pierre (1979). La distinction. Paris, Les Editions de Minuit.

Brandon, P. D. (2000). “An analysis of kin-provided child care in the context ofintrafamily exchanges: linking components of family support for parents raisingyoung children”. American Journal of Economics and Sociology 2:191-216.

Carrier, J. G. (1995). Gifts and commodities: exchange and Western capitalism since1700. London, Routledge.

Davis, J. (1972). “Gifts and the U.K. Economy”. Man, N.S., V. 7 (3):408-429.

Fine, B. (2002). The world of consumption: the material and cultural revisited.London, Routledge (segunda edición).

Fine, B. and E. Leopold (1993). The world of consumption. London, Routledge.

Gershuny J.I. (1988) “Time, Technology and the Informal Economy”. En: R. E.Pahl (ed.), On Work. Historical, Comparative and Theoretical Approaches.Oxford, Basil Blackwell, 579-597.

Hannerz, U. (1992). Cultural Complexity. Studies in the Social Organization ofMeaning. New York, Columbia University Press.

Inda, J.X. & R. Rosaldo (eds) (2002). The anthropology of globalization. A reader.Oxford, Blackwell.

Jiménez, M. F. (1995). “From plantation to cup”: coffee and capitalism in theUnited States, 1830-1930. En: Coffee, society, and power in Latin America,W. Roseberry, L. Gudmundson y M. Samper Kutschbach (eds.). Baltimore,Johns Hopkins University Press.

Kopytoff, I. (1986). “The cultural biography of things: commoditization asprocess”. En: A. Appadurai (ed.), The social life of things: commodities incultural perspective. Cambridge, Cambridge University Press.

Miller, D. (1987). Material culture and mass consumption. Oxford, Blackwell.

Page 20: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

38

El lado oculto del consumo / Susana Narotzky

Miller, D. (1995). “Consumption as the vanguard of history. a polemic by way ofan introduction”. En: D. Miller (ed.), Acknowledging consumption. London,Routledge.

Miller, D. (1997). Capitalism: an ethnographic approach. Oxford, Berg.

Mingione, E. (1985). “Social Reproduction of the Surplus Labour Force: the Caseof Southern Italy”. En: Redclift, N. and Mingione, E. (eds), BeyondEmployment. Blackwell, Oxford.

Mintz, S. (1985). Sweetness and power: the place of sugar in modern history. NewYork, Penguin.

Pahl, R.E. (1984). Divisions of Labour. Oxford, Basil Blackwell.

Pahl, R.E. y Wallace, C.D. (1985). “Forms of work and privatisation on the Isleof Sheppey”. En: B. Roberts; R. Finnegan y D. Gallie (eds), New Approachesto Economic Life. Manchester University Press, Manchester.

Roseberry, W. (1988). “Political economy”. Annual Review of Anthropology17:161-85.

Roseberry, W. (1996). “The rise of yuppie coffees and the reimagination of classin the United States”. American Anthropologist 98:762-75.

Roseberry, W; L. Gudmundson and M. Samper Kutschbach (eds) 1995. Coffee, society,and power in Latin America. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

Stack, C. (1974). All our kin: strategies for survival in a black community. NewYork, Harper and Row.

Stolcke, Verena (1984). “The exploitation of family morality: labor systems andfamily structure on Sao Paulo coffee plantations, 1850-1979”. En: R. T.Smith (ed.), Kinship ideology and practice in Latin America. Chapel Hill,University of North Carolina Press.

Stolcke, Verena (1988). Coffee planters, workers and wives: class conflict and genderrelations on Sao Paulo plantations, 1850-1890. New York, St. Martin’s Press.

Warde, A. (1992). “Notes on the relationship between production andconsumption”. En: R. Burrows y C. Marsh (eds), Consumption and class:divisions and change. London, Macmillan and the British SociologicalAssociation.

39

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Whatmore, S. y L. Thorne (1997). “ourishing networks: alternative geographiesof food” En: D. Goodman y M. Watts (eds), Globalising food: agrarianquestions and global restructuring. London, Routledge

Winson, A. (1992). The Intimate Commodity. Food and the Development of theAgro-Industrial Complex in Canada. Canada, Garamond Press.

Wolf, Eric (1982). Europe and the people without history. Berkeley, University ofCalifornia Press.

Page 21: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

41

Economía política de la exclusión. Parauna crítica desde la experiencia de las

empresas recuperadas por sustrabajadores (ERT)

Hugo Trinchero*

RESUMEN

El presente trabajo trata el fenómeno de las empresas recuperadas por sus trabajadores(ERT) en el marco de la crisis económica, social y política emergente hacia finales de ladécada de los ‘90. Se discuten críticamente los intentos por caracterizar a las ERT en elentramado conceptual de las nociones de exclusión social, tercer sector de la economía yeconomía social. Al mismo tiempo que se intenta un análisis del campo de posibilidades ylímites en el que se desenvuelve la autogestión obrera en dichas empresas recuperadas, sedescriben procesos de innovación social de interés para la Antropología Económica.

Palabras clave: Economía social; Tercer sector; Exclusión social; Empresas recuperadas porsus trabajadores

ABASTRACT

This writing deals with the phenomenon of Companies Recovered by Workers (or ERT inSpanish) within the context of the economic, social and political crisis that took place bythe end of the ‘90. The attempts made at outlining the ERT´s within the conceptualframework of the notions of social exclusion, third sector of economy and social economyare discussed from a criticism perspective. This is both an attempt at assessing the range ofpossibilities and boundaries in which workers self-management unfolds within those

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 41–67, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

* Doctor en Ciencias Antropológicas. Profesor regular titular de la cátedra Antropología SistemáticaII (Antropología Económica). Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras,Universidad de Buenos Aires. El presente artículo constituye una versión corregida de la ponenciapresentada en el VII RAM, julio de 2007. Dirección electrónica: [email protected]. Fechade realización: julio de 2007. Fecha de entrega: agosto de 2007. Fecha de aprobación: diciem-bre de 2007.

Page 22: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

42

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

recovered companies and describing the processes of social innovation that are relevant foreconomic anthropology.

Key Words: Social economy; Third sector; Social exclusion; Companies recovered by workers

RESUMO

O presente trabalho versa sobre o fenômeno das empresas recuperadas por seus trabalhadores(ERT) no contexto da crise econômica, social e política emergente no final dos anos 90. Astentativas de caracterizar as ERT no marco conceitual das noções de exclusão social, terceirosetor da economia e economia social são discutidas criticamente. Ao mesmo tempo em quese esboça uma análise do campo de possibilidades e limites no qual se desenvolve a autogestãodos trabalhadores em ditas empresas recuperadas, descreve-se processos de inovação socialde interesse para a Antropologia Econômica.

Palavras-chave: Economia social; Terceiro setor; Exclusão social; Empresas recuperadaspor seus trabalhadores

La genealogía de la noción de exclusión social remite a la de segregación, yen ese sentido a una situación de desigualdad social que no sería prototípica delmodo capitalista de producción. Sin embargo, el contexto histórico-académico ysociopolítico en el que dicha noción se ha extendido y adquirido preponderanciaes mas reciente. Dicho contexto no es otro que aquel que encuentra un límite alanálisis de la “cuestión social” en la teoría de la marginalidad social. Así, los nive-les de indigencia y pobreza producto de situaciones de desempleo estructural so-bre todo a partir de la década de los ‘70 no resultaban inteligibles, según sussostenedores, desde la lógica de los ciclos económicos. En estos análisis, determi-nada situación de pobreza no era una mera circunstancia del nivel de actividadeconómica sino que adquiría una modalidad específica del sistema capitalista ensu actual etapa de concentración. Tal como lo señalan algunos autores, “la reali-dad que hace al término exclusión afirmar su estatuto sociológico es el desempleoen masa asociado a la reestructuración productiva, a la globalización económica ya la destrucción del estado social” (Ribeiro, 1999:37).

La profunda concentración de capital, el desarrollo de procesos de produc-ción flexibles y una ofensiva política contra la organización del trabajo (con susmodalidades particulares de instrumentación en el Sur y el Norte de la economía

43

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

mundial) han dado lugar, junto a otras situaciones sociales, a un deterioro de ladenominada “sociedad salarial” (Castel, 1999), expulsando grandes masas de po-blación por fuera de los circuitos mercantiles; es decir, de la puja salarial en elcampo de las relaciones entre capital y trabajo.

Así, la noción de exclusión pretendió representar la realidad de una “nueva”pobreza que siendo semejante a la descripta para el siglo XVIII no avizoraba pers-pectivas de empleo por el capital como se teorizó para el siglo XIX, ni de losbeneficios de la seguridad social conquistados en algunos períodos del siglo XX.Completaría el panorama la presencia de una gran heterogeneidad en el sujetosocial (genero, etnicidad, edad, etc.), invisibilizada –según se sostiene– tras la no-ción de clase. A partir de este análisis, la “cuestión social” fue planteada tambiénen el marco de una caracterización de la lucha social en términos de “nuevosmovimientos sociales” (Castel, 1999)

Sin embargo, cuando hoy utilizamos la noción de exclusión social hay cues-tiones que, en mi opinión, quedan necesariamente atrapadas en el empirismo obien en un momento fenomenológico del análisis sociológico. Es decir, el estatussociológico de la noción de exclusión se reduce a una forma del quehacerinvestigativo que ya fuera en su momento caracterizado por Bourdieu, entre otros,como dogma espontaneísta (Bourdieu y otros, 1975). Sostengo que tal vez lapertinencia de la noción “exclusión social” sea de tipo estadística, en tanto señala-miento de un estado de situación que descriptivamente supera algunas caracteri-zaciones estructuralistas de la noción de desocupación. Concretamente, sea desdeel análisis de la economía política de la inmediata segunda posguerra o bien desdeciertos análisis estructuralistas de la economía, la noción de desocupación tendíaa conceptualizar un índice estadístico que se consideraba como propio del funcio-namiento de la reproducción del capital. En este sentido, se consideraba “legíti-ma” (en términos del funcionamiento del capitalismo) una desocupación que po-día rondar entre un 1% y un 5% y que, por tal razón, tendía a ser denominada“friccional” (dependiendo del ciclo de expansión o contracción de la actividadeconómica).1 Por lo general, las aproximaciones estructuralistas tomaban este datopara asociarlo a la noción de “ejército industrial de reserva”, que en última instan-cia y a contrapelo de otras interpretaciones de los análisis de Marx sobre el tema,no avanzaban mas allá de describir la misma situación de funcionalidad que lapromovida por la economía política “del desarrollo”. Estas interpretaciones serefugiaban en una mirada coyuntural del funcionamiento de las “crisis” del capi-talismo (confundiendo muchas veces dicha noción con la de ciclos económicos),es decir, limitando su análisis a la coyuntura del capitalismo de posguerra fría en la

Page 23: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

44

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

cual se configuró la forma estado como “estado de bienestar” o “estado providente”o –como afirma la autora citada anteriormente– “estado social”, en tanto proyectode mediación de los conflictos entre el capital y el trabajo. El estado social estaballamado, entre otras cuestiones, a morigerar los impactos del desempleo friccional.Sin embargo, no es posible –a riesgo de diluir el análisis del capitalismo a unagenealogía limitada a la última posguerra– que esta forma de estado prototípicade una “época” se concidere “el” modelo de estado capitalista. Puede considerarseen parte y para dicha coyuntura como la búsqueda de legitimación de la hegemo-nía del capital sobre el trabajo frente a las modalidades de organización de losestados del bloque soviético en aquel entonces, pero también como el resultado dela capacidad constitutiva del trabajo a partir del desarrollo de sus organizacionessindicales.2 En semejante contexto, el pleno empleo era un indicador que se soste-nía como una categoría de integración social a pesar de los vaivenes de los cicloseconómicos. Es en este sentido que digo que las interpretaciones dadas a estaforma de estado se han basado sobre todo en un análisis de coyuntura, pues desdeuna mirada del funcionamiento del modo capitalista de acumulación de medianoy largo plazo difícilmente puede sostenerse que tasas de desocupación como lasreguladas en esa época constituyan la situación prototípica mediante la cual seexpresa el fenómeno del desempleo en dicho modo. Aun más, puede decirse quealtas tasas de desocupación han sido más representativas del modo capitalista deproducción que la situación mencionada.

Una mirada que se precie de profundizar en la historia del proceso de acu-mulación capitalista nos remite necesariamente al hecho de que, aún con plenoempleo (algo nunca ha acontecido en el modo capitalista de producción), lasrelaciones entre capital y trabajo siempre reproducen una relación desigual, algofundado objetivamente en la dinámica de la acumulación capitalista y el funcio-namiento de la denominada ley del valor, tal la crítica de Marx a los fundamentosde la economía política llamada clásica.

La noción de exclusión remite entonces a una forma especular de “inclu-sión” en aquel modelo de estado capitalista ideal, sin que se consideren las tenden-cias características del proceso de acumulación. Dichas tendencias contienen lapermanente y sistemática expulsión de “trabajo vivo” de la producción, lo cual esparte del vínculo hegemónico y a la vez conflictivo entre capital y trabajo.3 Aquíno debería perderse de vista que el capital, en tanto modo de acumulación y dedominación, pretende permanentemente eludir las constricciones del trabajo a suconcentración: el conflicto entre trabajo vivo y trabajo muerto, en la crítica carac-terización con la cual Marx pretendía desandar la descripción tecnocrática realiza-

45

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

da por la economía política (capital constante y capital variable). Esta tendencia,sólo morigerada en determinadas coyunturas por la capacidad política constitu-yente del trabajo (la organización política del trabajo y ciertas modalidades queadquiere éste en consonancia con la forma Estado), es la que al mismo tiempo vamarcando ciertas debilidades del capitalismo en tanto proyecto de orden sociallegítimo. Al mismo tiempo, el análisis no debería perder de vista el hecho de quecada movimiento de expulsión de fuerza de trabajo por el capital implica luego unintento de reordenamiento de la situación social en peores condiciones de existen-cia para la clase trabajadora que la anterior. Dicho en otras palabras: nunca hayexclusión definitiva sino formas que habilitan modalidades de reinserción másdesiguales y diferenciales del trabajo en los circuitos de producción y realizacióndel capital. Así, lo único definitivo desde la historia política del capital es su nece-sidad de que se garantice una tendencia a la precarización constante, aunque des-igual y diferenciada mundialmente de la capacidad constitutiva del trabajo. Estasituación se percibe con cierta claridad cuando los “excluidos”, aun en el marco desus luchas reivindicativas, terminan recibiendo un salario social por debajo de suscondiciones mínimas de existencia, y esto en paralelo con proyectos políticos dedebilitamiento de la capacidad demandante del trabajo.4

Mas allá de la constatación en el mundo real de la situación de “exclusión”,debe tenerse en cuenta que su uso académico muchas veces está coloreado por unaespecie de nostalgia por aquel “estado de bienestar” que caracterizó una coyunturapolíticamente inclusiva de la relación capital/trabajo, sobre todo en Europa (comose dijo, en la posguerra fría). Una nostalgia de la cual nada habría que opinar a noser por el hecho de que ella misma, en tanto ideología académica, limita el análisisde las condiciones sociales de emergencia de dicho Estado benefactor como un“momento” determinado de la historia del capitalismo reciente. En este sentido,no está de más indicar que aquella forma Estado estaba caracterizada por unapreocupación de las fracciones dominantes del capital por la reproducción de laFuerza de Trabajo (desde su punto de vista, por el control de la reproducción), enun contexto en el cual la capacidad demandante del trabajo y las condiciones de laproducción hacían posible (y necesaria para la política del capital) la emergenciade un fondo público socializado para garantizar dicha reproducción (la fase ma-dura del modelo denominado fordismo). Sin embargo, recordemos que en elámbito planetario dicha forma Estado estuvo muy lejos de generalizarse, yaque la reproducción social de las grandes masas de trabajadores ha recaídopara la mayor parte de la organización económica capitalista mundial sobresus “economías domésticas” (Meillassoux, 1993).

Page 24: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

46

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

La mirada que promueve la categoría de exclusión tiene como primeraconsecuencia la siguiente caracterización político-ideológica: ya no es el capital elque debe hacerse cargo de este sector del trabajo a partir de la mediación salarial,sino la “política” y más precisamente la política social.5 Una segunda consecuen-cia es que la categoría exclusión tiende a marcar un estatus del sujeto, en tantosujetado por la situación de “estar afuera”, de “no pertenecer”, de estar “desafiliado”,en un proceso de des-socialización (Castel, 1999:38), y no por su capacidad deproducción y su productividad en tanto sujeto. Esta mirada, que concibe al sujetoexpropiado por el capital en el proceso de proletarización como un estatus defini-tivo, es altamente pesimista aunque no realista. Su pesimismo radica en que alsujeto excluido sólo le resta luchar por su “inclusión”, algo que por otra parte y deacuerdo a lo expresado sólo puede ser concebido en términos ideológicos. Estamirada no es otra que el reverso de aquella que piensa que a la clase obrera “inclui-da” sólo le es legítimo preocuparse por la lucha salarial. Aquí también es impor-tante señalar que el concepto de exclusión social no logra dar cuenta de las relacio-nes sociales que son productoras de sujetos y las luchas de estos por el cambio dedichas relaciones sociales.6

La sociología de la exclusión social, como otrora la de “marginalidad”, ha-bilita la remergencia del dualismo en la caracterización de la sociedad y los sujetossociales relevantes de la “cuestión social” (para el caso, excluidos/incluidos). Sucrítica resulta relevante por otros dos motivos que también considero centrales.Por un lado, porque el concepto es recreado desde los organismos multilateralesde financiamiento de políticas sociales. En este caso “exclusión” apunta más a serfuncional al neoliberalismo (o la fase toyotista/flexibilizadora de la relación capi-tal/trabajo). No por casualidad dichos organismos de financiamiento de las polí-ticas sociales han adoptado dicha categoría y la han readaptado como justificaciónde las políticas compensatorias focalizadas de la actual forma Estado que, dichosea de paso, no podría en ningún caso extenderse o universalizarse para contenerla problemática de la desocupación en el mundo actual de manera tal que sus“éxitos” parciales y pasados puedan recrearse. Por otro lado, porque el dualismosociológico que introduce dicha categoría, según lo ya señalado, impide pensar alos sujetos sociales como productores de alternativas a esta modalidad de lasujetación capitalista.

En el marco de una nueva ofensiva del capital sobre el trabajo la noción deexclusión, leída desde el poder hegemónico, permite transformar un problema delcapital en una cuestión de “Sector”. Así, lejos de la voluntad ideológica de ciertasociología nostálgica del Estado de bienestar, lo que aparece como remedo de la

47

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

exclusión social son las políticas asistencialistas focalizadas en el entendido de quelas transformaciones estructurales acontecidas tardarán en “incluir” a los nuevospobres resultantes en el contrato mercantil capitalista (nuevamente, esa eternautopía que promueve el capital).

Organismos internacionales de financiamiento de políticas públicas comoel Banco Mundial y el BID vienen promoviendo formas focalizadas de “conten-ción” según el sector “excluido” del cual se trate, en un doble juego de diferencia-ción-diseminación como intento de cristalización de situaciones sociales. Dife-renciación (por género, cultura, edad, etc.) que, si bien se afirma en sujetos colec-tivos concientes y entendidos, tiende a invisibilizar en tanto modo de categorizaciónde lo social el anclaje de tales reivindicaciones en la lucha de clases que tipifica lasrelaciones sociales del modo capitalista de producción. Diseminación de los con-flictos hacia ámbitos locales, particulares y territoriales. Este modo de conceptualizartiende al mismo tiempo a desdibujar la inteligibilidad de las luchas del trabajo porsu liberación en la actual dinámica de las relaciones de producción. Así, y con masinsistencia desde la década de los años ‘80 y ‘90, se ha enfatizado sobre la emer-gencia de un “tercer sector” de la sociedad (y por supuesto de la economía), que enocasiones y no por casualidad se confunde o asocia con la “sociedad civil”.

Este tercer sector tendería a representar un conjunto de actividades orienta-das por organizaciones autoidentificadas como de carácter no-mercantil. Se tratade empresas de perfil comunitario y social, organizaciones y redes de trabajo vo-luntario y solidario no gubernamentales que abarcan un sinnúmero de procesosde trabajo y que dan empleo a una creciente cantidad de trabajadores no ocupa-dos directamente por las organizaciones empresariales típicamente capitalistas. Alincremento de las actividades en estas organizaciones se lo asocia en forma directacon el crecimiento del desempleo estructural. Algunos autores, apoyados en lascifras totales de crecimiento de estas actividades, le han dado excesiva preponde-rancia y de allí han inferido esta idea de tercer sector también como “novedad”sociológica. Ante todo es preciso señalar que, si bien es verificable dicha correla-ción, la misma debe ser relativizada ya que el crecimiento del empleo en dichasactividades es claramente inferior respecto al crecimiento de la desocupación en elmundo, sobre todo a partir de la década de los años ‘70. Y esto es un indicadortambién de sus limitaciones. Al decir de Antunes:

“Si bien dentro del tercer sector las actividades que vienen caracterizando ala economía solidaria tienen el rasgo positivo de actuar frecuentemente almargen de la lógica mercantil, me parece sin embargo un gran error conce-

Page 25: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

48

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

birlo como una real alternativa transformadora de la lógica del capital y desu mercado, como capaz de minar los mecanismos de la unidad productivacapitalista. Como si, a través de la expansión de la economía solidaria,inicialmente en los márgenes del sistema, se pudiese revertir y alterarsustancialmente la esencia de la lógica del sistema productor de mercancíasy de valorización del capital.” (2005:103)7

Estas precauciones sugeridas deben ser tenidas en cuenta al momento decaracterizar el campo de posibilidades y limitaciones de estas formas asociativasemergentes, las cuales por otro lado no constituyen un conjunto homogéneo quepueda ser distinguido sin mediaciones. Precisamente, son los organismos definanciamiento internacionales, y las formulaciones conceptuales de sus intelec-tuales orgánicos quienes tienden a generalizar los alcances y el campo de posibili-dades de estas organizaciones como un todo indistinguible tras el concepto detercer sector. Por otra parte, considero que es de interés reflexionar sobre la asocia-ción que muchas veces se realiza entre “tercer sector” y “sociedad civil” ya que,según mi criterio, lo que se pretende con ello es desconocer el proceso histórico yconflictivo de “politización” de aquello que los clásicos denominaban sociedadcivil, mediante la restauración de dicho horizonte clásico y a-histórico tras la no-ción de tercer sector. Así, los sectores excluidos integrarían aquella sociedad civildeterminada por intereses particulares en oposición a la “sociedad política”.8 Eneste contexto y en tanto no-propietarios, las variadas y heterogéneas modalidadesde organización encontrarían mecanismos de inclusión en el sistema político (enel campo de las negociaciones por sus derechos) a partir de estar “representados”por esa nueva forma de organización jurídica denominada Organizaciones NoGubernamentales, Fundaciones, Iglesias, etc., a contrapelo de las formas de orga-nización política alcanzadas en el marco de ciertas configuraciones actuales de lalucha de clases (por ejemplo, movimientos de piqueteros, empresas recuperadaspor sus trabajadores, movimientos campesinos e indígenas “sin tierra”, entre otros).El modelo que pretende ser hegemónico y que recupera la mirada clásica sobre elproblema es el siguiente: la sociedad estaría conformada por tres sectores; el Esta-do, que a través de las estructuras funcionales de la organización administrativa desus instituciones asigna recursos para la reproducción de los sectores “incluidos”(Infraestructura, Educación, Salud, etc.); el Mercado, que a través de la oferta y lademanda asigna recursos para la producción y el consumo “privados”, y la redefinida“Sociedad Civil” o “tercer sector” a través de estas ONG’s y otros tipos deasociativismo jurídicamente reconocibles que asigna recursos a los sectores “ex-

49

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

cluidos”. Este modelo, además, está pensado en términos de “autocentramiento”de cada uno de ellos, es decir, si bien existirían parámetros de medida genéricos(abstractos y naturalizados técnicamente) de eficacia y eficiencia en la asignaciónde recursos, estos últimos provienen de fuentes diferenciales. Es en este contextodonde se hace inteligible la emergencia de la denominada economía solidaria o“economía social”, al menos para los organismos internacionales de financiamiento.Es decir, la economía social no sería otra cosa que el conjunto de lo producido,distribuido y consumido por los sectores excluidos del Estado y del Mercado y susinstituciones representativas.

Aquella fórmula tripartita para dar cuenta del orden social pretendido comopolítica de los organismos de financiamiento internacionales, se asemeja a la fór-mula trinitaria de la economía política clásica. Recordemos que para los econo-mistas clásicos la sociedad concebida en sus elaboraciones era al mismo tiempoestamental y contractual. Partían de un modelo “ideal” (a-histórico) de sociedaden el cual ésta estaría dividida en tres grandes estamentos: los terratenientes, loscapitalistas y los trabajadores, quienes no obstante para sobrevivir necesitabanintercambiar entre sí sus “propiedades” (Tierra, Capital y Trabajo) para obtenercada uno un beneficio de acuerdo a su aporte a la producción de mercancías,siendo éste regulado por los mercados. La crítica de la economía política, como essabido, insistió en el carácter fetichista de tal fórmula, demostrando principal-mente la inequidad de dicho intercambio, y que el capital no es otra cosa quetrabajo no pagado y por lo tanto expropiado y no un “estamento” existente apriori respecto a los otros. La legitimidad de dicho modelo de orden social no sesostiene, al menos en tanto orden resultante de la supuesta equidad tendencial delcontrato capitalista, si el mismo se transparenta políticamente como modo per-manente de funcionamiento de las relaciones entre capital y trabajo. De allí, almismo tiempo, la necesidad de producción teórica por parte del capital en cadacoyuntura, del trabajo por la mediatización de la lógica constituyente del capital.No con el mero objeto de “ocultar” dicha desigualdad fundante, sino y funda-mentalmente como intento de naturalización de la misma. Con la fórmula tripartitaEstado, Mercado, Tercer Sector (con sus organizaciones representativas y su sectorsocial de la economía o economía social) sucede algo semejante, y nos remite alcarácter fetichista de la pretendidamente nueva Economía Política Neoliberal.Los excluidos, en tanto sector autónomo de la economía, no serían el resultadodel proceso expropiatorio del capital sino un estamento del “nuevo” capitalismohacia el cual deben generarse los mecanismos para que se incorporen al proyectode contrato social pretendido. Es decir, en calidad de nuevos pobres cuya repro-

Page 26: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

50

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

ducción en esas condiciones debe garantizar dicha “economía”, siendo la funcióndel Estado la de producir los instrumentos jurídico-políticos de su reconocimien-to y orientando hacia dicho reconocimiento la lucha política de la clase trabajadora.9

POLÍTICA ECONÓMICA Y RECUPERACIÓN DE EMPRESAS POR LOS TRABAJADORES

La política económica y las políticas públicas asociadas al nuevo ordenmundial, se sistematizaron como Programa en el denominado “Consenso de Was-hington”. Estas propuestas, muy difundidas en Argentina desde comienzos de losaños ‘90, profundizaron patrones de relación entre el Estado y la economía inicia-dos en la última dictadura militar que se tradujeron en un proceso de regulacióninstitucional, vinculado a un modelo de acumulación económica orientado haciael incremento de la distribución regresiva del ingreso, la concentración y centrali-zación del capital, el endeudamiento externo y la valorización y fuga de capitalesfinancieros, como fenómenos más destacables (Basualdo, 2001).

La articulación de aquellas políticas de apertura económica y privatizacionesconfluyó en un diseño de reestructuración del sistema económico, caracterizadopor una des-industrialización relativa de enorme impacto sobre el empleo. Ade-más de lo enunciado, estas cuestiones han redefinido en las últimas décadas lasformas de concebir teóricamente la relación entre capital y trabajo, bien desde lasteorías hegemónicas a través de la noción de “capitalismo flexible” (toyotismo) obien desde la crítica a partir de considerar estas situaciones como expresión de loslímites del capital para garantizar un orden social legítimo (Matellanes, 1998;Trinchero, 1998). Esto, porque es precisamente la enorme y sistemática concen-tración de capital, el quiebre de miles de empresas y, como consecuencia de ello, laexpulsión del trabajo asalariado de cientos de miles de trabajadores, el dato emer-gente de relevancia que ha dado lugar, como se dijo, a un fenómeno de protestasocial masivo que fue generalizándose durante toda la década de los ‘90 aunquetardíamente incorporado a los estudios sociales académicos, precisamente –segúnmi entender– por el carácter hegemónico de la ideología sostenida por el nuevomodelo.10 A medida que estas protestas adquirieron cada vez más visibilidad so-cial, fueron siendo tematizadas por los analistas aunque muy lentamente. Sin em-bargo, por lo general, las mismas fueron categorizadas como “protestas por lainclusión social”. Rápidamente, el modelo contractual de la inclusión vino de lamano de los organismos de financiamiento de la nueva política social medianteplanes de contención al reclamo por el hambre capitalista. Al mismo tiempo, la

51

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

protesta social fue mostrada (por los medios de comunicación y por las accionesgubernamentales) casi exclusivamente como actos por la obtención de los llama-dos “Planes Trabajar” u otras formas de contención de la protesta ligadas a unmínimo salario social que, por sí mismo y por sus propias características, no po-dría nunca garantizar la reproducción de la vida, y que al mismo tiempo regula-ban el salario mínimo en la economía nacional. Resulta bastante claro que elincremento de la protesta social sucedido a partir de los primeros años de la déca-da de los ‘90 y sobre todo del año 2000, es una consecuencia de esta respuesta delEstado para el logro de cierta contención social. Al habilitarse esta política, elreclamo se dirige inicialmente a la obtención de lo que el mismo Estado legitimacomo un derecho. Sin embargo, un análisis más pormenorizado –que tenga encuenta los debates y programas aprobados en las múltiples asambleas ymovilizaciones populares– daría cuenta de una experiencia de lucha política mu-cho más compleja.11 Independientemente de esto, la lucha social continuó siendocodificada por la política gubernamental en términos de demandas de Planes Tra-bajar, aunque aún los dispositivos y recursos del Estado no estaban adecuadospara garantizar una oferta acorde a la generalización del fenómeno de la hiper-desocupación. La amplitud de la protesta y la salida masiva a las calles de la ciudadde Buenos Aires también por parte de la clase media pauperizada significó la caídadel gobierno de De La Rua y la crisis política conocida tras los hechos del 19 y 20de diciembre de 2001.

Si bien no es el objeto de este artículo dar cuenta de la complejidad delfenómeno protesta social, no es posible desestimar el hecho de que las múltiplesmodalidades de articulación organizativa que viene adquiriendo se engarzan his-tóricamente en las experiencias de lucha y organización de la clase trabajadoraArgentina. Ahora bien, si hay un tipo de protesta social que, al menos en lo inme-diato de la algidez de la lucha, pareció marcar una particularidad en la forma deresistencia a este modelo de cristalización estamental de los trabajadores desocu-pados, recategorizados como sector excluido y recluidos en el ámbito territorial,ha sido el de las luchas por la recuperación y autogestión de empresas vaciadas ycerradas por el capital privado.

El fenómeno de recuperación de empresas por parte de sus trabajadores,parece haber indicado un proceso en el cual el repliegue hacia la “exclusión” de lostrabajadores por parte del poder del capital dejaba de mostrar una tendenciarelativamente exitosa. Es en este sentido que el fenómeno reconocido en nuestromedio como el de las empresas recuperadas por sus trabajadores adquiere un interésespecífico. Pero antes de continuar con este planteo y analizar el campo de sus posibi-

Page 27: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

52

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

lidades y limitaciones, es importante realizar una breve caracterización de las empresasrecuperadas por sus trabajadores como fenómeno inserto en la resistencia social.

LAS EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES: BREVE DIMENSIONAMIENTO Y

CARACTERIZACIÓN

En muchos ámbitos políticos, periodísticos y/o académicos se usan distin-tas denominaciones para hablar del tema; optamos aquí por hablar de empresasrecuperadas por sus trabajadores (en adelante, ERT). Frente a fábricas ocupadas,fábricas tomadas o fábricas recuperadas, el concepto de empresas recuperadas estanto más amplio como conceptualmente correcto que los anteriores. En primerlugar, porque la noción de fábricas ocupadas o tomadas refiere más a una etapa delproceso que, como ya dijimos, no es inclusivo de la totalidad de los casos. Ensegundo lugar, fábrica ocupada o fábrica tomada no es incorrecto por naturaleza,sino incompleto con relación al fenómeno (una empresa en producciónautogestionaria es cualitativamente diferente a una fábrica tomada), o descriptivode un momento de lucha que no refiere solamente a la problemática que analiza-mos, sino a la lucha gremial de los trabajadores en su conjunto.

La noción de fábrica recuperada, por otra parte, reduce la cuestión al ám-bito industrial, fabril; y en la experiencia real hay trabajadores en empresas fabrilesy no fabriles pertenecientes a distintas ramas, abarcando tanto al sector de servi-cios como de la producción. Lo que tipifica a estas organizaciones empresarialeses su calidad de recuperadas por sus trabajadores, por lo general luego de un pro-ceso de vaciamiento empresarial aunque variando en sus modalidades. De hecho,se han recuperado empresas u organizaciones claramente no fabriles, como clíni-cas o escuelas. En suma, no cuestionamos políticamente la elección de los distin-tos sectores sobre cómo llamar a las empresas recuperadas, pues eso escapa a nues-tro propósito, sino conceptualmente, con el objetivo de poder dar cuenta de lacomplejidad del tema.

También es importante a los fines propuestos un dimensionamiento delfenómeno. Para ello me valdré de algunos resultados emergentes del SegundoRelevamiento de Empresas Recuperadas (PFA, 2004), llevado a cabo por el Pro-grama Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras (en adelante, PFA-FFyL).12 Dado que el proceso es cambiante y complejo, la información siempre esrelativa al momento de su obtención; de allí el cuidado que hay que poner en suanálisis. De acuerdo con los datos de dicho relevamiento (realizado a fines de

53

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

2004), nos encontramos con que las ERT (según la caracterización realizada) sonun total de 153, las cuales ocupan a casi 9000 trabajadores en su conjunto. Desdeeste dato concreto podría afirmarse que, en el contexto de la economía general delpaís, es un sector insignificante del conjunto empresarial; sin embargo, comofenómeno social y político de la clase trabajadora es la primera vez que en Argen-tina se produce un movimiento de recuperación de empresas de tal envergadura.Al mismo tiempo debe valorizarse la experiencia, tal como lo expresamos, en uncontexto de la primacía de políticas sociales de atención hacia la exclusión social.

La mayoría de las ERT se encuentran en el Gran Buenos Aires: el 24% deellas están en la Ciudad de Buenos Aires, el 56% en el conurbano bonaerense y el20% restante en distintas provincias del interior del país, respondiendo a unalógica relativamente proporcional a la localización general del conjunto em-presarial del país.

Otro dato significativo es el que registra la evolución temporal del procesode recuperación de empresas. La recuperación de empresas se incrementasustancialmente a partir de 1999 y tiene su pico en el marco de la crisis política del2001 (el dato total se refiere a la muestra del relevamiento), es decir, desde elmomento de agudización de la protesta social en Argentina. El promedio de tra-bajadores por ERT es de 64,5 siendo que la mayoría de ellas pertenece al denomi-nado sector de las PyMEs (Pequeñas y Medianas Empresas), aunque algunas delconjunto sean empresas de gran envergadura en cuanto a la cantidad de trabaja-dores y el producto. El 76% produce artículos de consumo final, el 43% de con-sumo intermedio y sólo el 4% produce materias primas.

La puesta en producción por parte de los trabajadores de estas empresasresulta altamente problemática por varios motivos (independientemente de losestructurales), especialmente porque la recuperación de las mismas se ha dado enel marco de un fuerte conflicto social y legal, en muchos casos con violencia yrepresión por parte de las autoridades estatales. En el informe citado se expresaesta situación: “no es lo mismo pasar a gestionar una empresa luego de una nego-ciación con la patronal que luego de un proceso de lucha de meses y años condesalojos y alto nivel de conflictividad” (PFA, 2004:13). Ello se demuestra en elpropio informe a partir de constatar que aquellas empresas que no han pasado poruna situación de alta conflictividad en el proceso de recuperación por sus trabaja-dores son las que mayor productividad alcanzan. Esto se explica en parte tambiénporque en el conflicto un sector del personal tiende a buscar otros horizonteslaborales, principalmente, como lo demuestra el mismo relevamiento, por partedel personal administrativo.

Page 28: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

54

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

La gran mayoría de las ERT sufrió un proceso de vaciamiento y/o quiebrafraudulenta; en muchos casos, el vaciamiento significó un grave impedimentopara la continuidad de la producción especialmente por la falta de maquinariasesenciales, siendo en algunos casos dicha falta prácticamente total. En general, elproceso de vaciamiento y/o quiebra ha llevado bastante tiempo, implicando eldeterioro no sólo de la relación laboral sino también de la infraestructura y lainserción en el mercado de los productos correspondientes. De allí que la gestiónobrera de la empresa resulte en estos casos mucho más desafiante.

La gestión o autogestión obrera de las ERT tipifica también al movimientode los trabajadores involucrados en dichas empresas, aunque las formas específi-cas que adquiere dicho proceso de autogestión son muy variadas. Por ello, no nosdetendremos en este texto en todos los aspectos relativos a esta problemática degran interés aunque demasiado específica. Me interesa aquí, en un primer análisis,dar cuenta de algunos aspectos de la autogestión obrera que se vinculan con lasconsideraciones críticas realizadas en torno a la categoría de exclusión social y lanoción de economía social.

En este sentido, es importante señalar que el movimiento de las ERT vuel-ve a poner en el centro de la escena a los trabajadores desocupados en resistencia,en el seno de la producción. Precisamente, la lucha por la recuperación de lasempresas y el movimiento de autogestión obrera que impulsan la mayoría de ellasresiste las pretensiones de naturalización de la situación de este sector de la clasetrabajadora en términos de excluidos sociales. Implica, más allá de susheterogeneidades y dificultades específicas, un proyecto de resistencia que les daun lugar en la disputa por el campo económico en términos concretos (indepen-dientemente de los análisis susceptibles de realizar en torno a sus posibilidades ylimitaciones). Esto quiere decir que, al menos en parte, este movimiento vuelve asituar la lucha social y política por el trabajo en el centro de las contradicciones dela sociedad, es decir, la que existe entre el trabajo y el capital.

Desde lo conceptual es importante tener en cuenta que las ERT pretendenser asimiladas a la llamada “economía social” o “economía solidaria”. Esta caracte-rización, fundada tal vez en el hecho de que la gran mayoría de las ERT se organi-zaron como cooperativas de trabajo, implica otra particularidad que también meinteresa resaltar. Dicha particularidad se expresa en el hecho de que dichas formascooperativas no resultan del asociativismo de desocupados promovidos por ONG’s,por las políticas sociales del Estado, de acuerdo a las recomendaciones de los orga-nismos internacionales de crédito o particulares que ven en el cooperativismo lamejor forma de lograr objetivos de realización de determinado proyecto, sino de

55

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

la necesidad de mantener en funcionamiento una empresa quebrada por sus pa-trones a riesgo de caer en el desempleo estructural.

Según lo dicho anteriormente, la caracterización de la economía social –inde-pendientemente de los esfuerzos realizados por muchos autores (Coraggio, 2005;Saguier, 2005 entre otros)– agrupa procesos y organizaciones muy disímiles, queno tienen una expresión siquiera de articulación propia que pudiera caracterizarprácticas y acciones conjuntas entre sus agentes. Mientras que las distintas frac-ciones de capital se organizan en cámaras y asociaciones en pos de sus interesesespecíficos y el Estado se configura como un conjunto de instituciones articuladaspara garantizar la reproducción de los “incluidos”, el denominado sector social dela economía expresa intereses difusos, diversos y por lo tanto escasamente compa-tibles para su articulación social (Rebón, 2004; Fajn, 2003; Heller, 2004). Alintegrar el conjunto de repertorios teóricos y conceptuales promovidos por lasreformas neoliberales de las últimas tres décadas del capitalismo globalizado, nodebe descuidarse el hecho de que su impulso inicial, en nuestro medio, se orientahacia la intervención sobre la reproducción social en tanto intento de generar unmuro de contención frente al estallido social. Junto con ello está la pretensión desujetar a los sectores más postergados de la sociedad en la dependencia de donati-vos y subsidios estatales o de ONGs. Pero el objetivo final pretendido es maximizarel desentendimiento del capital respecto a la reproducción social del trabajo.

Ahora bien, más allá de las utopías y miopías del capital y sus intelectualesorgánicos, debe entenderse también a la economía social en el marco de su dialé-ctica contradictoria. Así, aquello que el capital promociona como su política decontrol social y elusión de las resistencias del trabajo a la acumulación y concen-tración capitalista genera al mismo tiempo potencialidades (siempre en un con-texto de extremas constricciones, tal las reglas del juego del capital) para el desa-rrollo de alternativas para la misma clase trabajadora. Como en otras oportunida-des, es la propia resistencia creativa del trabajo la que también puede construir enparte los contenidos de aquello que la ingeniería social del capital desarrolla comoeconomía del tercer sector o economía social, teniendo en cuenta además que loque hoy se “descubre” tras esa noción tiene una genealogía más profunda en laexperiencia histórica de los trabajadores argentinos (Elgue y Cieza, 2005:145-147).

La crítica a la economía social, entonces, no puede ser dogmática nidoctrinaria. En tanto categoría que interpela a la clase trabajadora en su calidad de“desocupados”, está sujeta también a la resignificación que la resistencia del traba-jo produzca en torno a su sentido social. Desde dicha situación, puede entendersea la “economía social” como un espacio de disputa política.

Page 29: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

56

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

En el sentido anteriormente descrito, puede decirse que las ERT han tendi-do a trasvasar la noción de economía social como política económica de la exclu-sión social al incorporar la defensa del trabajo a un proyecto que re-sitúa a lostrabajadores dentro del aparato productivo, y lo hacen de una forma que tambiénles permite discutir las relaciones sociales en las que se insertan y participar desdeallí en la disputa política y económica.

También su negatividad respecto a la cristalización de los trabajadores comoexcluidos y pertenecientes al tercer sector se evidencia en el hecho de que la expe-riencia de los trabajadores lleva en su seno los límites de la empresa capitalista encuanto al sostenimiento del trabajo. De haber sido trabajadores organizadosgremialmente para la lucha salarial, típica de la relación mercantil del trabajo conel capital, pasaron a ser trabajadores que se encuentran frente al imperativo desostener el trabajo y el salario por sus propios medios. Sin embargo, por mássolidarias que sean las relaciones sociales al interior de una empresa, necesaria-mente deberán enfrentarse al problema de insertarse en relaciones mercantiles quepoco y nada tienen que ver con los objetivos, al menos expresos, de lo que sedenomina economía social o solidaria como mecanismo auto centrado de repro-ducción de la vida.

A modo de ejemplo, resultaría difícil categorizar algunas empresas recupe-radas como economía solidaria si observamos, por ejemplo, el caso de una empre-sa metalúrgica que ocupa a más de 100 trabajadores y que produce insumos parala producción de maquinaria pesada, ya que aquí los trabajadores vuelven a en-frentarse con sus capacidades y limitaciones al capital en su propio terreno. Nopor casualidad y conscientes de esta situación, más allá de diferencias claramenteexpresadas, las ERT se han organizado en movimientos políticos reivindicativosque han puesto sobre el tapete, discutiéndolo críticamente, el remanido intentode separar la lucha social de la lucha política y de clases que el neoliberalismo hapretendido imponer como modelo.

Semejante situación conflictiva y contradictoria se expresa, entre otros as-pectos, cuando desde las políticas públicas no se sabe con claridad cómo clasificary calificar una intervención del Estado hacia el “sector”. Así, siendo las empresasrecuperadas un programa surgido de la lucha política de la clase trabajadora, lasintervenciones políticas del Estado intentando domeñar su desarrollo sólo tien-den a subsidiar –y, obviamente, en forma limitada– la reproducción de los traba-jadores involucrados en tanto individuos, ya que otro tipo de intervención(crediticia, de financiamiento de la producción autogestionada, o bien de francainversión) se enfrenta a parámetros instituidos por el capital de eficiencia y viabi-

57

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

lidad mercantil. Desde las políticas públicas, al estar orientadas por el modeloindefinido de “economía social” se intenta en algunos casos puntuales generaralgún tipo de subsidio (por ejemplo, para el mejoramiento de algún eslabón en elproceso técnico de determinada ERT), aunque dejando librado el éxito y sosteni-miento de las ERT a una supuesta “lógica del mercado” que, por otra parte, es unareducción al absurdo, teniendo en cuenta que ha sido el mismo mercado quientransformó a dicha empresa en “inviable”.

Es claro que, desde el punto de vista del “mercado” –y esto ha sido parteimportante de las discusiones en el seno de las organizaciones que nuclean a lasERT–, las empresas desvastadas por el propio capital resultan “inviables”. Sinembargo, desde el punto de vista del trabajo, al no seguir la lógica destructiva dela competencia capitalista hacia la concentración sino aquella que prioriza garan-tizar el empleo de la capacidad de trabajo, deberían motorizar criterios de eficien-cia y eficacia de otro tipo.13 De todas maneras, es importante indicar que estasiniciativas de los trabajadores, al poner en funcionamiento empresas que en suscondiciones actuales resultan inviables para el capital, someten al trabajo a unconjunto de restricciones. A modo de ejemplo, pueden señalarse las siguientes: a)la reinserción en la cadena de valor en la cual fue gestada originariamente la em-presa; b) la capacidad de gerenciamiento en un contexto competititvo; c) la for-mación de capital (desarrollo tecnológico).

Desde un inicio, las demandas de las ERT tuvieron como principal objeti-vo la expropiación para resolver la cuestión legal de la tenencia obrera de la em-presa. A sabiendas de que estas cuestiones implican una capacidad de ejercicio deestas reivindicaciones, las ERT se organizaron políticamente, aunque respondien-do a distintas variantes y modalidades. Estas demandas y luchas por la expropia-ción dieron lugar a varios casos de resoluciones legales favorables (aunque convariaciones importantes en sus contenidos) y, recientemente, a la generación deuna Ley de Expropiación en la Ciudad de Buenos Aires y la incorporación deproyectos semejantes en otras provincias y en el ámbito nacional.14 Es importantedestacar que estos avances, más allá de sus distintas formas jurídicas, fueron pro-ducto de la lucha y la organización política conjunta de la mayoría de las ERT,independientemente de las modalidades organizativas que asumieron y de unarepresentación política atravesada por los cuestionamientos emergentes de la lu-cha social.15

Finalmente, y hechas las salvedades anteriores, me interesa plantear un temaaún escasamente explorado del proceso reciente de autogestión en las ERT, comoes el de la capacidad innovativa tecnológica, organizacional y sociocultural (para

Page 30: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

58

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

llamarlas de alguna manera) del trabajo para hacer funcionar a las ERT en situa-ciones impensables para el capital. Si uno de los problemas centrales de la capaci-dad de persistencia de una ERT es la superación de la crisis de inserción en lacadena de valor, un rasgo a destacar en la mayoría de los casos es la capacidadcreativa del trabajo puesta en práctica para resolver algunas cuestiones puntualesen tal sentido. Algunos ejemplos tomados al azar dan cuenta de lo expresado.

La empresa recuperada por sus trabajadores IMPA tuvo que enfrentarse alas reticencias de su tradicional proveedor de insumos, en este caso aluminio(ALUAR), y para ello recuperaron técnicas de reciclado de dicho insumo, hacien-do convenios con cartoneros proveedores de envases que contienen aluminio; estosignificó una menor calidad de algunos productos, aunque lograron mantener laproducción también orientándola principalmente hacia productos alternativos ala anterior gestión.

La fábrica de tractores ZANELLO diseñó luego de la recuperación un mo-delo de gestión novedoso, consistente en la integración de la cooperativa en unasociedad anónima donde participan las cadenas de comercialización (vendedoresy concesionarios), profesionales calificados en el diseño y el municipio donde seasienta la planta en la provincia de Córdoba. Crearon, entre otros productos, elprimer tractor a GNC recientemente presentado en una feria rural.

CANTERAS SIME es una empresa recuperada luego del vaciamiento, y seenfrentó al problema de la falta de maquinarias y de mercado para sus actividadestradicionales. Los trabajadores recurrieron entonces al aprovechamiento de laconchilla propia del yacimiento y la aplicaron a la producción de alimentos deconsumo animal dado su alto contenido en calcio natural.

En el caso de SUPERMERCADOS TIGRE, frente al vaciamiento de laempresa por la política de concentración en el rubro por parte del capital, lostrabajadores – imposibilitados de recrear el sistema de mercadeo propio de laempresa– decidieron hacer un convenio con la Universidad de Rosario y recons-truir el Comedor Universitario en un sector del inmueble y un convenio con elmunicipio para instalar una feria de micro emprendimientos promocionados porel propio Estado.

CERAMICAS ZANÓN apuntó a la creación de diseños Mapuche en lalínea de cerámicos que produce la empresa y además –y tal vez sea esto lo impor-tante– desarrolló la construcción de un espacio organizativo-político popular no-vedoso.

Estas experiencias entre muchísimas otras –de las que aquí damos cuentaen forma muy sintética y restringida– indican que, a pesar de las limitaciones

59

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

encontradas y más allá de la gran heterogeneidad de situaciones de innovaciónobrera, éstas conforman un proceso de experiencia social y formación política yeconómica de especial interés para, por ejemplo, el estudio de las nuevas subjetivi-dades del trabajo frente a los desafíos de la autogestión.

Los desafíos no se han restringido únicamente al ámbito de la produccióny/o comercialización, sino también a los intentos por rediseñar el uso social de laempresa.16 En tanto experiencia social de los trabajadores, la autogestión de lasERT y la configuración de movimientos organizativos colectivos para sostener sudinámica nos conduce hacia un primer lugar de interés para el estudio desde laAntropología Económica. Entendemos, en este caso, que dicha disciplina deberíapoder realizar aportes más que interesantes a la dinámica organizativa de las ERTen tanto programa de crítica a la economía política hegemónica. Dicho aportenecesariamente debería superar el voluntarismo metodológico que, a modo dedesliz ideológico sobre la cuestión, pretenda que la recuperación de una empresaimplica inmediatamente la recuperación de la capacidad de orientar el trabajoproductivo hacia un proyecto liberador. O bien su contracara: dado que la algidezdel proceso de recuperación de empresas se ha ralentizado, es decir, no se observaen esta coyuntura de los últimos cuatro años con la intensidad anterior, se presu-pone que dicho movimiento de la clase trabajadora ha sucumbido frente a lasestrategias del capital. Por el contrario, el trabajo de la crítica necesariamente debemostrar comprometidamente el campo de posibilidades y limitaciones de queuna dicotomización semejante de la cuestión impida su recuperación tanto parasu análisis teórico como para su socialización en tanto experiencia política.

Es en tal sentido que se intentó discutir algunos de los problemas asociadosal estudio de las ERT en el entramado de las categorías de exclusión social, tercersector y economía social, proponiendo no perder de vista su emergencia en tantocategorías teóricas en un momento específico del desarrollo contradictorio de lasrelaciones entre capital y trabajo. Es decir, un momento en que los niveles dedesocupación y pauperización de la clase trabajadora a escala mundial son de talmagnitud que la política del capital pretende cristalizarlos (y recluirlos) social-mente, dados sus intereses por continuar con los niveles de renta y concentraciónde la riqueza alcanzados principalmente en los últimos treinta años.

Tal vez el impacto más fuerte del proceso de recuperación de empresas porparte de los trabajadores se haya producido sobre la ofensiva ideológica del capitalen las últimas décadas. Es decir, sobre aquella utopía de una burguesía “liberada”del trabajo, en analogía con la “noticia del fin del trabajo”. Así, la protestaterritorializada, recluida tácticamente en el barrio, la villa, el monte, si bien en-

Page 31: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

60

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

contraba en las rutas un modo de hacerse visible y –más allá de sus impactos sobrela circulación– permitía aún la sostenibilidad ideológica y política del triunfo delcapital sobre el trabajo, el ámbito de la producción seguía siendo aquel de lalibertad del capital de hacer y deshacer a su antojo, de soslayar las contradiccionesdel capital mediante la libre competencia capitalista: si las fábricas cerraban y lasempresas se fundían, esto era producto de la dinámica creativa del capital. Alirrumpir los trabajadores sobre las ruinas del capital muerto y reactivar la produc-ción mediante el trabajo vivo, una nueva señal política se avecinaba. Una señal talvez en principio ambivalente, pues si bien daba lugar a la emergencia de un nuevodesafío del trabajo frente a los intentos de cierre de empresas, podía este hecho almismo tiempo considerarse como una “salida” del propio capital frente a aquellasunidades productivas “ineficientes” y obsoletas para sus intereses. Pero esta mira-da “funcionalista” de la cuestión debe complementarse con otra que perciba elimpacto de este movimiento sobre las condiciones del trabajo en el conjunto delsistema de relaciones capital/trabajo: la experiencia de la toma de fábricas y em-presas, y la autogestión de las mismas por trabajadores previamente despedidos, seconstituye también como una modalidad alternativa resistente frente a laflexibilización omnipresente y además se configura como una proceso amplio decontrol social del trabajo frente a los desmanes del capital sin trabajo.

NOTAS

1 Estos límites (1% y 5%) eran “teóricos” y variaban con relación a cada situaciónnacional. Así, por ejemplo, en Japón generalmente dicha tasa era menor al 1%mientras que en América del Norte y América del Sur era superior (llegando hastael 5%). También deben tenerse en cuenta las variaciones en las modalidades deregistro de fenómeno. Esta “legitimidad” del desempleo friccional estaba tambiénasentada en las transformaciones tecnológicas propias del capitalismo que, aldesplazar a trabajadores, requería de un proceso de recapacitación que llevabatiempo, situación empírica que se utilizaba como intento de explicación.2 Por lo general se hace referencia al período de la segunda posguerra hasta ladécada los años ‘70. Aquí también deben considerarse situaciones nacionalesdiferenciales; por ejemplo, en los países nórdicos –sobre todo Suecia– modalidadesdel denominado estado providente funcionaron antes de la segunda posguerra.En Argentina, el peronismo dio lugar a un Estado de Bienestar como modo de

61

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

regulación de las relaciones entre capital y trabajo prácticamente único en AméricaLatina y anterior incluso como generalización de la experiencia de gran parte delos países europeos.3 Recordemos aquí que ciertas lecturas “positivistas” de Marx descansan sobre lapretensión de de-construcción de su crítica. Tal cosa sucede, según mi parecer,con la noción de “acumulación originaria”, un concepto utilizado “científicamente”por la Economía Política interesada en mostrar que el enorme proceso deexpropiación a que el capital sometía a las masas rurales era una necesidad, una“única vez”, un proceso originario y único que luego, vía el recurso ideológico a lafigura del mercado, se estabilizaría. En Marx, y me permito aquí mi propia lectura,la acumulación capitalista es una constante, una necesidad de la relación socialcapitalista, un proceso que pone no en armonía sino en contradicción constanteal trabajo con el capital.4 En la última década (1996-2006), el desempleo en el mundo según la OIT(Organización Internacional del Trabajo) ha rondado entre el 6.1 y el 6.3 de lafuerza de trabajo. En la actualidad, esto significa un total de más de 192 millonesde personas (téngase en cuenta que la OIT integra a la población económicamenteactiva a personas mayores de 15 años y a los trabajadores/as de economíasdomésticas sin remuneración), es decir que el número de desocupados se hamantenido prácticamente constante; por otra parte, debe señalarse que lostrabajadores que viven con un salario de dos dólares estadounidenses por día, eranen 1996 del 54.8 y en el 2006 de 47.4 puntos porcentuales del total de la fuerza detrabajo. Esto implica que más de 1.367 millones de los trabajadores del mundoreciben un salario que los coloca en situaciones de pobreza extrema. Téngase encuenta que también más de 200 millones son trabajadores infantiles. Estostrabajadores en situación de extrema pobreza pertenecen en su totalidad a lasregiones de Asia Meridional, Oriental y Sudoriental y el Pacífico, que explicanmás de mil millones de trabajadores en tales condiciones, siguiendo en importanciaÁfrica Subsahariana, América Latina, África del Norte y Oriente medio yfinalmente, en un porcentaje muy menor, los países europeos no pertenecientes ala Comunidad Europea.5 El salario es la forma mercantil de inclusión del trabajo bajo la hegemonía delcapital y, por consecuencia, la producción del capital es la extracción de valor altrabajo productivo para su apropiación capitalista. De allí que la noción de exclusiónremitiría entonces a situaciones en las cuales amplios sectores del trabajo ya noestarían incluidos en la relación desigual capital/trabajo. A partir de esta

Page 32: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

62

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

caracterización, los amplios sectores del trabajo “excluidos” de la relación salarialpasan a conformar una “población sobrante” y de la cual el capital ya no puedepromover su contención a manos de un organismo socializado como lo fue elEstado providente.6 Tampoco podría decirse que el pasaje del Estado restringido al Estado ampliado,según la fórmula gramsciana, esté marcado por una “evolución” lineal y de carácteruniversal de la politización de la sociedad civil, sino en una dialéctica más complejade politización/despolitización, en el marco de diferenciaciones y desarrollosdesiguales cada vez más importantes de las fuerzas productivas y las relaciones deproducción en el sistema mundial.7 Continúa Antunes: “Una cosa es presenciar en las diversas formas de actividadpropias de la economía solidaria y del tercer sector un mecanismo de incorporaciónde hombres y mujeres que fueron expulsados del mercado de trabajo y de lasrelaciones de empleo asalariados y pasaron a desarrollar actividades no lucrativas,no mercantiles, incorporándose a las limitadas (pero necesarias) formas desociabilidad que el trabajo posibilita en la sociedad actual... Al desmoronarse elEstado benefactor en aquellos pocos países en los que existió, estas asociaciones oempresas solidarias llenan en alguna medida los vacíos producidos. Ahora bien,atribuirles la posibilidad, con su expansión, de sustituir, alterar, y en últimainstancia, transformar el sistema global de capital me parece un equívoco enorme.Como mecanismo minimizador de la barbarie del desempleo estructural, cumplenuna efectiva (aunque limitadísima) acción. Sin embargo cuando se las concibecomo un momento efectivo de profunda transformación social, acabanconvirtiéndose en una nueva forma de mistificación que pretende, en la hipótesismás generosa, “sustituir” las formas de transformación radical, profunda ytotalizante de la lógica societal por mecanismos paliativos y parciales, de algúnmodo asimilables por el capital.” (Antunes, 2005: 104).8 La noción de sociedad civil, a partir de la experiencia histórica de la relacióncapital/trabajo, debe ser analizada en su doble sentido: como forma de laorganización política del trabajo y como espacio identificado por las necesidadesde generar consenso sobre los gobernados por parte de Estado, entendido éstecomo organización política que expresa las relaciones de hegemonía de los sectoresdominantes del capital. El proceso de politización de la sociedad civil, en el sentidode producción de organizaciones políticas, ha sido analizado por Gramsci a partirde la noción de “Estado ampliado”. Para un análisis de este concepto puedeconsultarse el interesante trabajo de Rosemary Dore Soares (Soares, 2000).

63

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

9 En este discurso, las protestas sociales de las últimas décadas de ciclo neoliberaldel capitalismo mundial pretenden ser asimiladas a las protestas proletarias de los“orígenes” del capitalismo industrial, las cuales en la medida que se restaure elprincipio de equilibrio en los mercados dejarán de tener la centralidad manifestaday pasarán a constituir expresiones marginales producto de desajustes coyunturales.10 Un dato de interés es que el modelo de capitalismo flexible instaurado en nuestropaís ha sido estudiado sobre todo a partir de sus impactos sociales y económicos,pero aún son escasos los estudios sistemáticos sobre las causas de su hegemonía ymenos aun desde las alternativas contra-hegemónicas que fue experimentando laclase trabajadora. En tal sentido, sería importante auscultar los iniciales imaginariosque produjeron sobre la clase media argentina no sólo las políticas privatizadorasde servicios sino también las posibilidades de ascenso social a través de la generaciónde microempresas sustitutas en el campo principalmente de los servicios. Inclusoel caso de los mismos trabajadores de las empresas privatizadas que veían en dichoproceso la posibilidad de constituirse como “proveedores” a partir de organizarsecomo microempresas. Rescato un trabajo realizado con trabajadores de YPF deGeneral Mosconi donde analizamos algunas trayectorias de este tipo (por ejemplo,trabajadores despedidos que con la indemnización conformaron una pequeñaempresa de transportes del personal que al poco tiempo fue desplazada y entró enbancarrota). Otro caso a mencionar es la multiplicidad de quioscos y empresasremiseras que instalaron trabajadores despedidos en zonas industriales desguasadascomo Villa Constitución. Sin embargo, tal imaginario fue cediendoprogresivamente a la indignación y a la protesta provocadas por la situación generalde precariedad de las condiciones de vida resultantes, dando lugar a formasnovedosas de organización de los trabajadores desocupados (un interesante pasajedesde la diseminación territorial hacia la organización trans-territorial).11 Un caso es por ejemplo el programa que reivindicaron las asambleas popularesen General Mosconi, que incluía un planteo sobre las regalías petroleras de laregión, la entrega de tierras a las comunidades indígenas, la reestatización de YPF,entre otros reclamos programáticos de los denominados “piquetes”.12 El Programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras vienedesarrollando acciones de solidaridad y trabajos de relevamiento a pedido delMovimiento de Empresas Recuperadas desde hace más de tres años. Secomplementa con un Proyecto de Investigación UBACyT de Urgencia Social(F701) que articula acciones de investigación y transferencia interdisciplinaria enEmpresas Recuperadas por sus Trabajadores entre las Facultades de Filosofía y

Page 33: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

64

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

Letras, Ingeniería, Ciencias Exactas y Ciencias Sociales en la UBA. Los datospresentados fueron extraídos en su totalidad de los resultados de los relevamientosrealizados por dicho Programa.13 Por ejemplo, entre otros posibles, la eficacia en la creación de empleos productivoscon respecto al nivel de productividad, tomado tanto en relación con el nivel deproducción de cada empresa como en su conjunto, y comparado con otras empresassea de una determinada rama o incluso como totalidad de la actividad empresarialprivada.14 En noviembre de 2004, en la Ciudad de Buenos Aires se promulga una ley deexpropiación para varias ERT. Uno de sus artículos expresa: “Articulo 3: La CiudadAutónoma de Buenos Aires cede a título oneroso los inmuebles y todas susinstalaciones expropiados de conformidad al articulo 1, con cargo a continuarcon la explotación de las unidades productivas y con la consecución de sus finessolidarios, autogestionarios y cooperativos a las siguientes Cooperativas de Trabajo:Cooperativa de Trabajo VIEYTES Limitada, Cooperativa de Trabajo CHILAVERTARTES GRAFICAS Limitadas, Cooperativa de Trabajo LA NUEVAESPERANZA Limitada, Cooperativa de Trabajo DIÓGENES TABORDALimitada, Cooperativa de Trabajo COOPERPEL ENVASES INDUSTRIALESLimitada, Cooperativa de Trabajo VINIPLAST Limitada. Cooperativa de Trabajo18 DE DICIEMBRE Limitada, Cooperativa de trabajo, GRAFICA PATRICIOSLimitada, Cooperativa de Trabajo LA ARGENTINA Limitada, Cooperativa deTrabajo FÉNIX SALUD Limitada, Cooperativa de Trabajo MADERERACORDOBA Limitada, Cooperativa de Trabajo LACTEOS MONTE CASTROLimitada.15 Para un detalle de las organizaciones de ERT existentes y sus procesos políticos,ver Julián Rebón (2004).16 Un caso representativo aunque no el único ha sido, en este sentido, el de IMPA(Industria Metalúrgicas Plásticas Argentinas), que se ha caracterizado por contarcon estrechos vínculos con la comunidad a través del funcionamiento de un centrocultural en la fábrica denominado “La Fabrica Cultural”, que funciona dentro dela misma con espectáculos, talleres de diversas disciplinas artísticas, realización demuestras, etc. También funciona en esta ERT un centro de salud gratuito tantopara el personal como para el conjunto de la comunidad, a través de un conveniocon el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde IMPA pone las instalaciones,la luz y el gas y este último el plantel médico y, recientemente, se ha creado un

65

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

bachillerato para adultos. Otro, que aún funciona es el caso de la Empresa GráficaChilavert que, además de un Centro Cultural, alberga un Centro deDocumentación sobre Empresas Recuperadas en el País, sostenido por el ProgramaFacultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

BIBLIOGRAFÍA

Antunes, Ricardo (2005). Los sentidos del trabajo. Editorial Herramienta, Taller deEstudios Laborales, Buenos Aires.

Azpiazu, Daniel (1998). La concentración en la industria Argentina a mediados delos 90. EUDEBA / FLACSO, Buenos Aires.

Basualdo, Eduardo (2001). Sistema político y modelo de acumulación en la Argenti-na. Universidad Nacional de Quilmes/FLACSO/IDEP, Buenos Aires.

Bourdieu, Pierre y otros (1975). El oficio de sociólogo. Siglo XXI, Argentina.

Caputo, Sara y Saavedra, Laura (2003). “Las Empresas autogestionadas por lostrabajadores. ¿Una nueva forma de organización económica y social?”. En:Revista Observatorio Social N° 11, Economía Social, Buenos Aires.

Carpintero, Enrique y Hernández, Mario (comp.) (2002). Produciendo realidad.Las empresas comunitarias. Topía Editorial, Colección Fichas, en colabora-ción con La Maza, Buenos Aires.

Castel, Robert (1999). “Individualismo y Liberalismo”. En: Empleo, desocupa-ción, exclusiones. Documentos de Trabajo del Piette. BuCEIL-Conicet, Bue-nos Aires, 2-42.

Coraggio, José Luis (2005). “Desafíos en la formación profesional vinculados a laeconomía social y el desarrollo local”. En: Foro Federal de Investigadores ydocentes. La Universidad y la Economía Social en el Desarrollo Local, 2º En-cuentro. Ministerio de Desarrollo Social, Buenos Aires, 161-167.

Elgue, Mario César y Cieza, Daniel (2005) “La Economía Social y el Peronismohistórico”. En: Foro Federal de Investigadores y docentes. La Universidad y laEconomía Social en el Desarrollo Local, 2º Encuentro. Ministerio de Desarro-llo Social, Buenos Aires, 145-161.

Page 34: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

66

Economía política de la exclusión. Para una crítica... / Hugo Trinchero

Fajn, Gabriel (comp.) (2003) Fábricas y Empresas Recuperadas. Protesta social,Autogestión y rupturas en la Subjetividad. Ediciones del Instituto Movilizadorde Fondos Cooperativos, Buenos Aires.

Ruggeri, Andrés; Martínez, Carlos y Trinchero, Hugo (2005). Las empresas recu-peradas en la Argentina. Informe del segundo relevamiento entre empresas re-cuperadas por los trabajadores. Secretaría de Extensión Universitaria, Facul-tad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Godio, Julio (2004). “La recuperación de empresas por los trabajadores en Argen-tina”. En: Revista Pistas Nº 11, Instituto del Mundo del Trabajo.

Grimberg, Mabel y otros (2006). “Modalidades de acción política, formación deactores y procesos de construcción identitaria: un enfoque antropológicoen Piqueteros y Fábricas Recuperadas”. En: M. S. Bonetto y otros, Escena-rios y nuevas construcciones identitarias en América Latina. Universidad deVilla María, Centro de Estudios Avanzados, Córdoba, Argentina.

Heller, Pablo (2004). Fábricas ocupadas. Argentina 2000-2004. Ediciones Rum-bos, Buenos Aires.

Lucita, Eduardo (2002). “Ocupar, resistir, producir”. En: Revista Cuadernos delSur, Argentina.

Matellanes, Marcelo (1998). “El fracaso político del capitalismo”. En: Revista Rea-lidad Económica Nº 158, 44-65.

Meillassoux, Claude (1993). Mujeres, graneros y capitales. Editorial Siglo XXI,México.

Programa Facultad Abierta (PFA) (2004). Segundo Relevamiento de Empresas Re-cuperadas. Programa Facultad Abierta, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

Rebón, Julián (2004). Desobedeciendo al desempleo. La experiencia de las empresasrecuperadas. Ediciones La Rosa Blindada/P.I.C.A.S.O. Buenos Aires.

Ribeiro, M. (1999). “Exclusión: problematización de un concepto”. En: RevistaEducação e Pesquisa, San Pablo, Vol. 25, Nº 1, 35-49.

Saavedra, Laura (2003). “La dinámica del trabajo desde la perspectiva de las em-presas recuperadas y auto- organizadas por los trabajadores”. LaboratorioInforme de Coyuntura Laboral. Buenos Aires.

67

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Saquier, María Lidia (2005). “Desarrollo y consolidación en Argentina de unsector de economía social”. En: Foro Federal de Investigadores y docentes. LaUniversidad y la Economía Social en el Desarrollo Local, 2º Encuentro. Mi-nisterio de Desarrollo Social, Buenos Aires, 83-97.

Soares, Rosemary Dore (2000). Gramsci o Estado e o Debate sobre a Escola. Edito-rial UNIJUI- IJUI, Río Grande do Sul.

Stancanelli, Pablo (2002). “Apropiarse de la fuente de trabajo” En: Le Mondediplomatique, Año 4, Nº 38, Agosto 2002, Buenos Aires, 8-9.

Trinchero, Hugo (2007). Aromas de lo exótico (retornos del objeto). Editorial SB,Buenos Aires.

Trinchero, Hugo (1998). Antropología Económica: ficciones y producciones del hom-bre económico. EUDEBA, Buenos Aires.

Trinchero, Hugo; Woods, Marcela y Karaman, Gustavo (2001). “La consulta delBanco Mundial a la sociedad civil Argentina. Economía política de la par-ticipación”. En: Revista Realidad Económica Nº 180, mayo–junio 2001,Buenos Aires, 91-111.

Page 35: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

69

Pinceladas sobre as práticas comerciaisem um bairro popular de Florianópolis

Alicia Norma González de Castells*

y Ana Cristina Rodrigues Guimarães**

RESUMEN

Este artículo expone los resultados de una investigación desarrollada entre 2006 y 2007 enun barrio popular de Florianópolis/SC. El objeto de estudio se centra en las experiencias ylas representaciones de los comerciantes del barrio sobre la su propia actividad laboral. Lainvestigación realizada fue predominantemente de carácter cualitativa utilizando tambiéndatos cuantitativos. El objetivo fue elaborar una etnografía de la actividad comercial, pen-sada más allá de las cuestiones económicas presentes en este tipo de realidad social. Eltrabajo entiende la acción económica como acción social, es decir, los agentes no sólopersiguen objetivo económicos, pero también sociales, como la sociabilidad, el reconoci-miento, prestigio, el poder, por ejemplo. Por otro lado, las acciones económicas tienenvariadas motivaciones, desde la racionalidad hasta la afectividad o las costumbres. La etno-grafía puede contribuir para entender la realidad de los pequeños comerciantes y el lugarque ocupa el comercio en la sociedad compleja.

Palabras clave: Acción económica; Prácticas comerciales; Relaciones sociales

ABSTRACT

This article presents the results of a research developed between 2006 and 2007 in apopular neighborhood of Florianópolis/SC. The inquiry object is centered in the experiences

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 69–86, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

* Doctora en Antropología y Profesora de la Universidad Federal de Santa Catarina. Dirección elec-trónica: alicia@[email protected].** Especialista em Derecho Tributário y Procuradora de la Hacienda Nacioanl em Santa Catarina.Dirección electrónica: [email protected]. Fecha de realización: junio de 2007. Fecha deentrega: agosto de 2007. Fecha de aprobación: diciembre de 2007.

Page 36: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

70

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

and representations of the traders of neighborhood concerning its proper labor activity.For in such a way, we developed a predominantly qualitative research, even so have madeuse of quantitative data. The objective was to elaborate an ethnography on the commercialactivity being thought it stops beyond the economic questions, the first sight marked inthis type of social reality. This work understands the action economic as a social action,that is, the actors do not only pursue objective economic, but also social, as the sociability,the recognition, prestige, power... Moreover, the economic actions have motivations varied,since the rationality until the affectivity or the customs. Leaving of these premises, theethnography can help to understand the reality of the traders and the place of the commercein the complex society.

Key Words: Economics Actions; Commercial Practices; Social Relations.

RESUMO

Este artigo apresenta os resultados de uma pesquisa desenvolvida entre 2006 e 2007 emum bairro popular de Florianópolis/SC. O objeto de investigação está centrado nas vivênciase representações dos comerciantes de bairro acerca da sua própria atividade laboral. Paratanto, foi desenvolvida uma pesquisa predominantemente qualitativa, embora tenha feitouso de dados quantitativos. O objetivo era elaborar uma etnografia sobre a atividade co-mercial pensando-a para além das questões econômicas, a primeira vista marcantes nestetipo de realidade social. Este trabalho entende a ação econômica como uma ação social,isto é, os atores não perseguem apenas objetivos econômicos, mas também sociais, como asociabilidade, o reconhecimento, o prestígio, o poder, etc. Além disso, as ações econômicastêm motivações variadas, desde a racionalidade até a afetividade ou os costumes. Partindodessas premissas, a etnografia pode ajudar a compreender a realidade dos comerciantes e olugar do comércio na sociedade complexa.

Palavras-chave: Ação Econômica; Práticas Comerciais; Relações Sociais

71

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Não obstante, esta ação tão simples, essa passagem de mão em mãodesses dois objetos inúteis e sem sentido, veio de alguma forma atornar-se o alicerce de uma grande instituição intertribal associada aum sem-número de outras atividades. Os mitos, a magia e a tradiçãoconstituíram em torno do Kula formas bem definidas de cerimôniase rituais, deram a ele um halo de romance e valor na mente dosnativos e deveras criaram, em seus corações, enorme paixão por essasimples permuta de objetos. (Malinowski, 1976:78)

A proposta de Malinowski permanece atual na medida em que propõeuma análise das práticas sociais para além de simplicidades aparentes, percebendoas representações dos envolvidos, e pensando-as a partir da importância atribuídaa elas pelo grupo. Nesse sentido, torna-se interessante refletir acerca da relevânciados estudos antropológicos sobre o comércio nas sociedades complexas e o quantoeles podem dizer sobre a própria sociedade.

Este artigo é resultado de uma pesquisa realizada no final de 2006 e iníciode 2007 com comerciantes do bairro de Saco Grande, na cidade de Florianópolis,Santa Catarina/Brasil.

Diante de uma proposta de estudo de uma atividade econômica, a atividadecomercial, foi pensado um objeto de pesquisa centrado nas vivências e representaçõesdos comerciantes de bairro sobre sua atividade laboral. A pretensão era entender, soba perspectiva do comerciante, como a atividade comercial é realizadacotidianamente; o que está em jogo nessas relações sociais. O que representa parao grupo ter um comércio? Que valores permeiam as relações comerciais? Quais osfatores que influem na tomada de decisão? Essas e outras questões podem serlevantadas, buscando-se, em síntese, problematizar a atividade comercial pensadaalém do fenômeno puramente econômico.

Para a execução desta pesquisa foi utilizada uma variedade de métodos etécnicas. O ponto de partida foi a integração entre a pesquisa quantitativa equalitativa, privilegiando a última. Esta “triangulação” tem como objetivo melhorara compreensão do fenômeno estudado. Segundo Miriam Goldenberg, “a premissabásica da integração repousa na idéia de que os limites de um método poderão sercontrabalançados pelo alcance do outro” (2000:63). A complementaridade dosmétodos só traz benefícios para o resultado da pesquisa, pois possibilita ampliar ocampo de visão do pesquisador, alertando para questões que passariamdespercebidas tanto num caso como no outro. O objetivo final era elaborar umaetnografia. A etnografia aparece como um instrumento útil para a compreensãodo significado das ações humanas. Através dela é possível fazer uma descrição

Page 37: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

72

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

densa, isto é, alcançar o cerne da questão, ultrapassar a superficialidade, a aparênciae penetrar num universo muito mais profundo. O etnógrafo busca formar umsistema, dar coerência àqueles fragmentos que lhes são apresentados. É a tarefa decompreender as subjetividades alheias, atribuindo-lhes sentido (Geertz, 1986).

BREVÍSSIMAS REFERÊNCIAS TEÓRICAS

Estudar as relações entre o comerciante e o consumidor ou o fornecedor naperspectiva de uma análise para além de simplicidades aparentes é uma tarefainstigante, mas, ao mesmo tempo, complexa. Essas relações são tipicamente urba-nas e capitalistas e, conseqüentemente, pautadas, à primeira vista, nasuperficialidade e no anonimato. Entretanto, em dados contextos é mais fácilidentificar outros valores que permeiam essas relações. Os comerciantes que seestabelecem em bairros de Florianópolis, ao contrário daqueles que optam pelocentro da cidade, muitas vezes também moram no bairro onde mantém o seuestabelecimento, possuindo relações de vizinhança e de parentesco com os clien-tes, fornecedores e com outros comerciantes. Muitos freqüentam a mesma igreja,as mesmas festas; estudam na mesma escola; sabem onde as pessoas moram, ondetrabalham; presenciam o cotidiano dos membros do bairro. Uma das minhasinformantes percebeu essa relação e enfatizou em sua entrevista que ter comérciono bairro é diferente de ter comércio no centro. Segundo ela, no bairro há afinida-des entre o cliente e o proprietário da loja, todos se conhecem. No centro a relaçãoé impessoal, a pessoa vai à loja e compra.

Nesta pesquisa, a par destas contribuições e críticas, pensa-se a açãoeconômica como uma espécie de ação social e não como duas esferas autônomas.Segundo Weber,1 as ações sociais podem ser determinadas de modo racional refe-rente a fins, referente a valores, de modo afetivo e de modo tradicional. A açãosocial determinada de modo racional voltada para fins pauta-se “por expectativasquanto ao comportamento de objetos do mundo exterior e de outras pessoas,utilizando essas expectativas como ‘condições’ ou ‘meios’ para alcançar fins próprios,ponderados e perseguidos racionalmente” (2004:15); já a ação social determinadade modo racional referente a valores pauta-se “pela crença consciente no valor [...]absoluto e inerente a determinado comportamento como tal, independentementedo resultado” (2004:15); a ação determinada pelo afetivo, pelo emocional, é aqueladirecionada “por afetos ou estados emocionais atuais” (2004:15); e a ação socialdeterminada pelo modo tradicional é aquela pautada no costume. Desta forma, a

73

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

ação econômica pode ser determinada racionalmente referente a fins, a valores,determinada afetivamente ou tradicionalmente. A ação econômica não se restrin-ge à esfera da racionalidade voltada para fins, há outras questões em jogo –comopoder, honra, status, sociabilidade– e é neste sentido que este trabalho pretendecontribuir.

OS NOMES DOS ESTABELECIMENTOS E A CONSTRUÇÃO DA PESSOA

Durante a primeira etapa da pesquisa, foi possível perceber o uso constantede prenomes e nomes de família na construção dos nomes dos estabelecimentoscomerciais. Bar do Mário, Marina Cabeleireiros, Armazém Luzia, Oficina do Pepe,Confecções Dilma, Aviário Nunes, Marcenaria Mendes, Supermercado Coelho,são apenas alguns exemplos. Numa análise mais depurada, percebi também o usode iniciais ou partes de nomes para o mesmo fim, como em RG Lavação, Brukar,Juvicon, SM Eletrônicos e etc. Este comportamento atribui, num primeiro mo-mento, uma relação de propriedade entre o comerciante e sua atividade econômicaou estabelecimento comercial.

Em outros casos, entretanto, esta relação não estava tão explícita. Umestabelecimento que a primeira vista possuía um nome que não fazia referência aocomerciante era rebatizado socialmente. A Padaria 2000 é chamada de “Padariado Ferrugem”, apelido do dono do estabelecimento. Da mesma forma, o BarCanto da Felicidade é mais conhecido como “Bar do Donico”. Esse rebatismosocial nem sempre inova, às vezes explicita elementos da própria atividade, comono caso do Aviário Nunes que é conhecido como o “Galinheiro do Reginaldo”.

Essas questões podem ser interpretadas como uma forma do grupopessoalizar uma atividade que em princípio seria impessoal. O comércio passa ater referências, tem um nome, um rosto, uma família e uma história. A Selma mecontou que a “Padaria do Ferrugem” havia sido assaltada três vezes, “coitado!”. OPaulo me disse que o Pepe estava vendendo a oficina, queria se mudar, ele ia seaposentar. Neste sentido, não se vai a qualquer salão para fazer o cabelo, mas naSônia.

Por outro lado, a pessoa também é referenciada pela atividade econômicaque exerce. Quando conheci o filho do Reginaldo, eu o indaguei se era filho doReginaldo e ele me perguntou: “Reginaldo das galinhas?” Esse episódio me fezperceber que o comércio, a atividade econômica exercida pelo indivíduo acabacontextualizando-o no grupo. É a Luzia do Armazém, a Marta do Salão e assim

Page 38: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

74

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

sucessivamente. Ao mesmo tempo em que esta atitude contextualiza o sujeitotambém o individualiza, pois Reginaldo das galinhas, Luzia do Armazém e Martado Salão não têm outros. Assim é construída a identidade das pessoas dentro dogrupo. A profissão e a atividade que a pessoa exerce vão dando contornos àidentidade pública dos sujeitos.

Clifford Geertz analisando o conceito de pessoa entre os marroquinosapresenta uma interpretação sobre o nisba até certo ponto similar à apresentadaaqui para a atividade econômica. Segundo ele, “os ‘eus’ que se atropelam e seacotovelam nas ruelas de Sefrou adquirem sua definição através das relaçõesassociativas com a sociedade que os circunda, relações essas que lhes são atribuídas.São pessoas contextualizadas” (2003:101). E continuando sua explicação afirmaque esta contextualização não é capaz de dizer quem a pessoa é, limita-se a localizá-la no interior do grupo.

A CASA E O COMÉRCIO

É possível elaborar uma tipologia a partir da relação comércio-casa no quetange ao prédio usado como estabelecimento. O primeiro tipo, o comercial puro,é aquele em que o estabelecimento ocupa com exclusividade o imóvel; o segundotipo, o residencial-comercial, é aquele em que em um mesmo imóvel encontra-seuma residência e um estabelecimento comercial. Nesse modelo, tem-se trêssubdivisões: (a) os independentes, isto é, os casos em que a casa e o comércio sãoindependentes e, algumas vezes, separados por muros; (b) os sobrados: quando oprédio é de dois andares e a residência situa-se no andar superior e o comércio notérreo, em geral com entradas independentes; e (c) os conjugados: no qual ocomércio integra a residência, formando um todo, havendo, em geral, acesso àcasa pelo estabelecimento.

No modelo residencial-comercial a esfera residencial e a laboral aparecemintimamente relacionadas. Por essa razão, as categorias casa e rua de Roberto DaMatta podem ajudar a pensar essa realidade social. A casa é o lugar do descanso,do aconchego, do controle, do parentesco e dos laços de sangue. A rua é o lugardo trabalho, da distância, dos imprevistos, das relações inevitáveis, como asprofissionais. “É evidente que a oposição rua/casa separa dois domínios ou uni-versos sociais mutuamente exclusivos que podem ser ordenados de forma complexa,pois se organizam tanto na forma de uma oposição binária quanto em gradações(num continuum)” (1997:91-92). Em linhas gerais, a casa seria o universo da

75

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

hierarquia, da diferença, enquanto a rua, do individualismo, da igualdade. Nossaquestão é saber onde o comércio está situado.

Um casal de comerciantes que trabalhavam juntos são bons representantesdo modelo residencial-comercial conjugado e da junção da casa e da rua num sócenário, o estabelecimento comercial. Quando visitei pela primeira vez a loja deles–um salão de beleza– e abordei a esposa para conversar, ela me disse que nãopoderia me atender, pois tinha que dar almoço aos filhos. A segunda tentativatambém foi em vão porque estava na hora de buscar os filhos na escola. Desta vezconsegui conversar com o marido, e assim tive tempo de ver a chegada das crianças:entraram na loja, caminharam até uma porta ao fundo, abriram-na e entraram.Neste momento, pude ver um beliche; era o quarto das crianças. Outra vez passeiem frente à loja e lá estava a esposa limpando os vidros como se fosse a casa dela.

Com outro comerciante, dono de um abatedouro, uma cena interessante.Certa vez, quando cheguei no seu estabelecimento comercial ele estava sentadonuma poltrona, quase deitado, com os pés sobre um banquinho tirando um cochiloem frente à televisão e de lado para a porta de entrada de sua loja. Parecia queestava entrando na sua sala, até pedi licença. Outra vez, passando em frente a sualoja, eu o vi sentado na soleira da porta cortando a unha do pé. Neste momentopercebi que a sua loja é, em alguns momentos, como se fosse a sua casa; ali elecome, dorme, assiste televisão, conversa com os amigos e parentes, com suamãe –como tive oportunidade de presenciar–, etc. Em sua entrevista, ele declarouque abre o estabelecimento todos os dias, inclusive domingos e feriados. Percebique para ele estar em casa era estar com as portas da loja aberta. Diante disso,interessante foi ver afixado no mural do estabelecimento o seguinte dizer: “Aquitrabalha eu e minha família. Favor respeitar.” Essa afirmação para mim pareciatotalmente desnecessária, já que era bastante explícito o fato de se tratar de umcomércio familiar. Entretanto, a necessidade de reforço e o pedido de respeito nãodevem ser entendidos como vazios de significado. Eles pressupõem a confusãodesses dois universos –a casa e a rua– nas percepções do comerciante e do freguês,ou outros freqüentadores. Da Matta afirma que o respeito é um “conceito relacionalbásico do universo social brasileiro” (1997:91) e que está presente tanto na esferada casa quanto na da rua.

Quando cheguei, pela primeira vez, à loja de uma outra informante fuiatendida pela vendedora, que abriu uma porta para chamar a responsável peloestabelecimento. Atrás da porta havia uma cozinha e a Andréa estava lá executandouma receita, com o auxílio de uma senhora. Logo depois ela veio me atender. Peloque pude perceber ela dividia o seu tempo entre a casa e a loja. Aliás, o seu

Page 39: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

76

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

estabelecimento comercial situa-se numa espécie de varanda da sua casa, total-mente integrado, como se fosse mais um cômodo da residência.

Nesta entrevista, a comerciante comenta que “morar de frente para a Geral”é uma vantagem, pois é possível abrir um negócio sem pagar aluguel. Não pagaraluguel apareceu como um fator importante para ter um empreendimento dalocalidade. Entretanto, todos os informantes já moravam ali, antes de ter umcomércio. O negócio aparece como uma decorrência da residência, e não ocontrário, o que gera algumas vantagens como não pagar aluguel. Um imóvel naGeral é bivalente, é casa e é comércio. Caberia, também, fazer a mesma análise nasruas transversais, o que não foi possível nesta pesquisa.

Outra comerciante –dona de uma loja de produtos esotéricos– e o marido,por exemplo, têm um prédio que é um misto do modelo sobrado e conjugado. Naparte de baixo, tem a loja na frente ao lado da garagem. Nos fundos da loja há umcorredor que dá acesso ao estoque e a cozinha da residência. Tem uma área vazia edepois outra casa, que ela aluga para complementar a renda do casal. Esta casapossui uma entrada independente pela garagem. No corredor que dá acesso àcozinha tem uma escada, que liga a parte de baixo com a de cima. No piso supe-rior tem a sala e os quartos. O marido da Selma é aposentado e auxilia na loja.Diversas vezes passei em frente ao estabelecimento e o marido da Selma estava lá:ou varrendo, ou limpando os produtos, ou, simplesmente, tomando conta daloja. O exemplo da Selma é um caso típico de uso polivalente do imóvel, ela mora,trabalha e aluga o mesmo bem. Aliás, é freqüente a prática de construir váriasedificações num mesmo imóvel com fins diversos: na frente, abre-se ou aluga-separa abrir um comércio; em cima, mora-se; e nos fundos, aluga-se para residência.Nem sempre há identidade entre o proprietário do imóvel e o comerciante, muitasvezes o ponto é uma fonte de renda.

A FAMÍLIA

A participação familiar no desempenho da atividade econômica é uma ca-racterística marcante; mais de trinta por cento do total dos estabelecimentos en-trevistados contam com a mão de obra familiar. Uma trabalha com a mãe, que foiquem abriu o negócio. Outro, quando tem que se ausentar do estabelecimento,recebe a ajuda da irmã. Outra estava doente e seu irmão tocava seu negócio. Umaatendia os clientes e seu irmão cuidava do serviço. Outro trabalha de manhã e seuirmão à tarde. Uma é auxiliada pelo marido no seu pequeno negócio. Outra fica

77

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

no caixa e seu marido atende os fornecedores, embora eles tenham outrosfuncionários. Em outro estabelecimento, também com funcionários, o negócioera em família: a mãe no caixa, a filha no escritório e o pai cuidando das mercadorias,tratando com os empregados, etc. Tive conhecimento de comércios com mais dequarenta anos de existência na localidade, e que já estava na segunda geração deadministradores: iniciado pelo pai, hoje é o filho quem gerencia.

A família aparece de forma marcante no grupo. A família nuclear auxiliano trabalho e na gestão do comércio. A noção de família extrapola o campo daspráticas e é focada também no discurso. A família aparece como a razão para oinício da atividade comercial. Um informante diz que é comerciante porque seupai, seu avô, seu bisavô foram. A família é o motivo para permanecer com umcomércio. Com o estabelecimento é possível investir nos filhos. Ele disse que nãoguarda o dinheiro para si, ele pensa nos filhos; com o comércio pôde pagar afaculdade de dois e pretende pagar a do caçula. Ele tem consciência de que seusfilhos não vão dar continuidade ao seu pequeno negócio, entretanto sente orgulhode ter filhos com nível superior.

O comércio não é só uma atividade em família, mas também de família.Durante a pesquisa percebi que vários comerciantes são parentes, afins e colaterais.Uma das minhas informantes, que não nasceu no Saco Grande, foi para lá quandocasou, seu marido é “nascido e criado”.2 A família dele mora no bairro. O cunhado,a sobrinha, o sobrinho dela tem comércio na “Geral” em ramos de atividade dife-rentes. Outro comerciante-informante, que é “nascido e criado”, também temparentes comerciantes; ele me indicou vários quando via as fotos das fachadas dosestabelecimentos.

A família é referência para a escolha da atividade; a família que está perto;a família investindo nos filhos; a família que trabalha junta; a família diversificasuas atividades para gerar renda para todos. A família é um ponto estruturantepara o grupo. Ela pode ser vista como uma estratégia de ascensão social.

O DONO DO PEDAÇO

O comércio é comumente o lugar em que o comerciante passa mais tempode seu dia. Um informante declarou abrir de domingo a domingo, inclusive feria-do. Outra informante declarou a mesma coisa. Neste sentido, o espaço do comérciodeixa de ser um lugar estritamente de trabalho, transformando-se no lugar dasvisitas, dos amigos e parentes. Enfim, um lugar de sociabilidade. José Guilherme

Page 40: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

78

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

Cantor Magnani ao estudar os espaços de lazer em um bairro popular desenvolvea categoria pedaço para descrever esses lugares. O pedaço é uma categoria em que oespaço, inicialmente físico, passa a ser simbólico, e torna-se referência de “um tipoparticular de sociabilidade e apropriação do espaço urbano” (2002:21). As relaçõessociais que se dão no pedaço não se enquadram nas de parentesco e nem permitemo anonimato dos indivíduos; elas compõem uma rede de relações calcada naamizade, em que o grupo compartilha códigos comuns. O pedaço é o lugar doscolegas. A dicotomia proposta por Da Matta –a casa e a rua– é repensada porMagnani, uma vez que o pedaço é um espaço que não se enquadra na classificaçãodamattiana. O pedaço concilia características da casa, como o afeto, o calor huma-no, com características da rua, como a associação voluntária. O pedaço rompe coma oposição drástica entre a casa e a rua,3 já sinalizadas por Da Matta quando se referiaàs gradações das categorias.

Na pesquisa de campo identifiquei alguns espaços de sociabilidade, dos quaisdestaco três: o bar, a loja de materiais de construção e o estabelecimento do Paulo.

O bar é o “pedaço” por excelência. É um ambiente masculino, freqüentadoquase exclusivamente por homens. No “Canto da Amizade” logo na entrada háduas mesas de sinuca. Elas ficam num espaço intermediário entre o interior dobar e a rua. A frente é toda aberta, fechada apenas por grades. Depois das mesas desinuca inicia-se uma área fechada com novas portas de ferro, estilo comercial. Estaparte do bar é dividida ao meio por uma parede, com uma passagem ligando oslados. Do lado esquerdo há máquinas de jogos eletrônicos. Do lado direito fica obalcão, que vai de uma parede a outra. Em cima do balcão há uma estufa desalgados. Na parte de dentro do balcão, onde fica o dono, tem prateleiras. Naparede esquerda ficam exibidas bebidas alcoólicas. No fundo, as bandeiras dostimes de futebol Avaí e Figueirense, uma do lado da outra. Na parede direita hátroféus, um freezer e a geladeira. O mural foi pendurado em cima do balcão, umaparte para dentro, outra para fora do mesmo. No mural há fotos dos clientes etambém alguns papeis com desenhos e outros com dizeres engraçados. Já na partedos clientes há uma televisão. Trata-se de um espaço de sociabilidade masculino,com elementos que integram o universo masculino, como sinuca, bebidas, petiscos,futebol e jogos eletrônicos. A televisão provavelmente deve centralizar a atençãoem dias de jogo. Os homens costumam usar camisetas de clube de futebol. Osfregueses são assíduos. Roberto, Antônio e Sérgio, por exemplo, estavam presen-tes em quase todas as vezes que eu fui lá. Antônio já morou no bairro, mas hojemora na Agronômica e, mesmo assim, continua indo ao bar por causa dos ami-gos. Existe um entrosamento entre o comerciante e os fregueses. Alguns se chamam

79

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

por apelidos. O dono do bar é tratado com descontração e amizade pelos clientes,em tom de brincadeira, e vice-versa.

Um outro pedaço só pôde perceber durante a pesquisa: era uma loja demateriais de construção e o motivo da sociabilidade girava em torno dospassarinhos. O dono criava passarinhos e expunha as gaiolas na frente da loja,penduradas na parede ou no teto. Vários homens se reuniam freqüentemente nafrente da loja para conversar e cuidar dos bichinhos. As gaiolas eram trocadas delugar para colocar ou tirar os animais do sol. Conversando com o proprietário,soube que ele era “nascido e criado” no bairro e não tinha funcionários. O cuidarcoletivo dos passarinhos era um pretexto para um encontro, do qual a loja era oponto.

Nem sempre a presença dos amigos no estabelecimento comercial é pautadapor uma razão que não a própria sociabilidade. O estabelecimento do Paulo é umexemplo de que as pessoas freqüentam um lugar não por ser um bar ou ter ummotivo especial, mas simplesmente para conversar. Ele não tem funcionários, massua loja está sempre movimentada. Vem um, vem outro; sai um, sai outro. Esse vaie vem gira em torno do próprio Paulo. As pessoas o procuram para conversar.Ficam ali, ajudam às vezes, e depois vão embora. Tanto o bar, como a loja demateriais de construção e a loja do Paulo são espaços de sociabilidade masculinos,são pedaços.

Os exemplos de comércio como pedaço têm como figura de destaque ocomerciante. O comerciante é o “dono do pedaço”. Embora as relações sejampostas em níveis de amizade e igualdade, há hierarquia entre os sujeitos dessarelação. O comerciante centraliza as relações. Os amigos vão ao bar do fulano, aloja do cicrano, ao salão da beltrana. A hierarquia aparece mais evidente no casodo bar e do salão de beleza, onde o(a) colega é também freguês(a). Essa relaçãobifacetada evidencia a potencialidade de conflito decorrente da quebra das regrasde uma das relações.

Assim, é possível concluir que o comércio não se enquadra na categoria decasa ou rua. Da mesma forma, não se coaduna inteiramente com a noção depedaço. O comércio é um espaço diferenciado, possuindo características de todasessas categorias. Aproxima-se da casa quando se pensa na família, na hierarquia;da rua, quando se refere ao trabalho; do pedaço, quanto à sociabilidade. No entanto,ele não é uma gradação entre a casa e a rua, nem uma extensão da casa e muitomenos algo híbrido. É um espaço à primeira vista das relações econômicas, mas deonde emergem relações de confiança, amizade, parentesco, sociabilidade etc.

Page 41: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

80

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

O FIADO

Quando comecei a pesquisa, uma das primeiras coisas que me chamou aatenção foi o fiado, que é, em princípio, a prática de vender uma mercadoria ouprestar um serviço mediante a promessa verbal de pagamento futuro. A essa práticaé dada visibilidade principalmente pela afixação, nos murais, junto com fotos declientes, anúncios de serviços, etc., de cartazes com frases jocosas. As principaisfrases identificadas foram: “Fiado só para maiores de 90 anos e acompanhadospelos pais” e “Coitado do comerciante, nunca vive sossegado, quando escapa doladrão cai no golpe do fiado”. A recorrência desses pequenos cartazes me fezdescobrir que eles são vendidos aos comerciantes por um rapaz que passa de portaem porta oferecendo-os. E por que eles compram?

Alfred Radcliffe-Brown, quando trabalha com o parentesco por brincadeiravê a jocosidade da relação como um costume lícito e até obrigatório, em algunscasos, em que uma pessoa importuna ou zomba de outra que, por sua vez, não ficaaborrecida. Segundo ele, “o parentesco por brincadeira é uma combinação pecu-liar de amistosidade e antagonismo. O comportamento é tal, que em qualqueroutro contexto social exprimiria e suscitaria hostilidade; mas não é entendidoseriamente e não deve ser tomado de modo sério” (1973:116).

As lições de Radcliffe-Brown nos ajudam a pensar essa tensão presente nofiado entre a amistosidade e hostilidade. É praticamente um consenso entre osinformantes que o fiado não é uma prática aconselhável em termos de lucratividade.A inadimplência aparece como o fator desestimulador dessa prática. Paulo declaroujocosamente que “o fiado é uma perdição, vender fiado é pedir carona no assalto”.A moral subjacente no fiado não pago é equiparável a crime, crime contra opatrimônio do comerciante. A frase citada supra fala em “golpe do fiado” lembrandoao estelionato. A afirmação do Paulo fala expressamente em assalto. A pessoa queabusa da confiança a ela atribuída pelo comerciante não é devedor, mas criminoso.É possível interpretar a exposição de frases caluniosas dos devedores como umaforma de dar visibilidade a uma relação conflituosa entre o comerciante e o freguêse de tentar impedir a inadimplência. Além disso, o não-pagamento pela mercadoriaou serviço prestado rompe a justiça do fiado. Émile Durkheim afirma que o con-trato justo é aquele “em que as coisas e os serviços são trocados pelo valor verdadeiroe normal, ou seja, em suma, pelo valor justo” (2002:291). O fiado é um contratoque nasce justo, baseado na justiça retributiva, “em virtude dela devemos semprereceber a justa remuneração pelo que damos” (2002:302). Entretanto, a injustiçapode vir posteriormente com o inadimplemento. A presunção da inadimplência

81

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

pode afetar a justiça do contrato desde seu nascedouro, pois o comerciante tende ausar mecanismos de compensação do prejuízo econômico como a elevação do preço.

Entretanto, essa tensão não impede a prática. Quase todos –exceto dois–afirmaram vender fiado. Um desses informantes já vendeu, mas desistiu em faceao grande número de casos de não-pagamento. A outra faz uso das formas decrédito previstas pelo Direito positivo como o cartão de crédito e o crediáriopróprio em até três vezes. Usa, também, mecanismos jurídicos postos como ainscrição no Serviço de Proteção ao Crédito (SPC) em caso de não-pagamento.

Os comerciantes que vendem ou venderam fiado dizem que não cobramou cobravam aos devedores. Eles chegam a afirmar que não tinha coragem decobrar. Outros informantes já são mais condizentes e apelam para a alegação deque a inadimplência é algo inerente ao comércio e que só paga quem é honesto.Um dos comerciantes informantes justificou a sua não-cobrança dizendo que “eles[os não pagadores] não pagam no comércio, não vão vir aqui pagar”. Outro jáafirmou que “até com a ameaça de ter o nome inscrito na SERASA4 as pessoas nãopagam”, explicando o porquê de não cobrar. Para ele, quem é honesto paga, e dodesonesto não adianta nem cobrar. Há duas opções: ou não se vende mais ou sepede um sinal. Ele pede metade do valor, se a pessoa pagar a outra metade, ótimo;se não pagar, ele esquece. Já uma outra comerciante procura um acordo, propõedividir o débito em algumas vezes.

A confiança e a boa-fé aparecem no cerne do fiado. Granovetter argumentahaver uma participação importante das relações sociais concretas e as redes delasdecorrentes na formação da confiança e no desencorajamento da má-fé. Segundoele, é muito mais seguro a experiência adquirida em negócios anteriores em relaçãoà reputação de uma pessoa, do que a informação fornecida por terceiros. Entre-tanto, adverte que as relações sociais baseadas na confiança também podem favo-recer em muito o comportamento desonesto. O ponto importante da teoria daimbricação social é afirmar que as relações sociais são mais relevantes para aprodução da confiança na vida econômica do que as normas institucionais ou amoral generalizada. A pesquisa no que tange ao fiado foi ao encontro da teoria daimbricação social. O fiado é baseado na confiança que se forma através das relaçõessociais estabelecidas no grupo. Não é para qualquer um que se vende fiado. Afonsome disse que o fiado é para os fregueses mais antigos, geralmente são mais velhos,já aposentados. Entretanto, essa rede de relações não impede a má-fé. Comoafirmaram os informantes, o desonesto não paga mesmo. Eles tambémdesacreditaram os mecanismos oficiais de coerção e cobrança de crédito.

Page 42: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

82

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

Os informantes não só vendem fiado como também compram fiado. Presencieio marido de uma das comerciantes-informantes acertando a conta na Padaria. Outrocomerciante me afirmou que compra fiado no comércio local, “para coisas pequenas”.

O fiado é uma prática do grupo que se enquadra na noção de estratégia dePierre Bourdieu. “Ela é produto do senso prático como sentido do jogo, de umjogo social particular, historicamente definido, que se adquire desde a infância,participando das atividades sociais” (2004:81). Para Bourdieu, regra é um conceitoimpreciso, pois dá margem para várias interpretações: como tipo jurídico, simplesregularidades ou um modelo elaborado pelo cientista. Já estratégia trabalha com asubjetividade e com a agência. As estratégias equiparam-se às técnicas corporais,isto é, são ações baseadas na experiência e independem da consciência e do discur-so. O fiado insere-se no “sentido do jogo” da vida econômica. É uma forma decrédito baseada na experiência e nas relações sociais estabelecidas cotidianamente,depende da subjetividade dos envolvidos que agem de acordo com as possibilidades.

Embora o fiado seja uma prática bastante difundida no grupo dos infor-mantes, não é a única forma de crédito. Há a coexistência das formas de créditoinstitucionalizadas como o cartão de crédito e o crediário. Também há o uso do“cheque pré-datado”. O global e o local encontram-se num mesmo estabelecimento.Na vitrine da loja de uma das informantes tem colado um adesivo de uma admi-nistradora internacional de cartões de crédito; mas é possível também comprarfiado as mercadorias na sua loja.

A REDE LOCAL DE COMUNICAÇÃO

No decorrer da pesquisa fui me dando conta de que o comerciante é umafonte privilegiada de informações sobre a vida social dos indivíduos. Não é apenasuma fonte, mas um canal de comunicação. Uma das minhas informantes contou-me dos assaltos a estabelecimentos comerciais. O outro sabia da proposta que oshopping havia feito a um imóvel próximo; sabia também o valor da taxa de umcondomínio em que ele não morava. Outro ainda contou para sua mãe dofalecimento de um conhecido morador do bairro, etc.

O papel do comerciante como informante do e sobre o grupo, ou centrali-zador das informações, coloca-o em projeção em relação aos demais membros dogrupo. Freqüentemente pessoas vão ao comércio do outro simplesmente para con-versar, para se informarem sobre os acontecimentos. Há uma intensa sociabilidadeque passa pelo estabelecimento comercial, como já exposto anteriormente.

83

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Entrando num estabelecimento visualizei logo no início, próximo ao caixa,um mural com anúncios de prestação de serviços, compra e venda e aluguel deimóveis. Este comércio é o único da espécie próximo a um conjunto habitacional.Percebi que ali se prestava um serviço à comunidade, fazendo as vezes de jornal.Em contrapartida, obtinha uma clientela e a simpatia dos moradores da localidade.

Num levantamento preliminar realizado junto a um jornal de grandecirculação no estado pude perceber a ausência de anúncios imobiliários relativos aessa região do bairro, o que reforça a importância do comerciante na propagaçãode informações sobre a localidade.

O mural é um meio de circulação de informações bastante comum nosestabelecimentos comerciais pesquisados. Entretanto, creio que o “boca-a-boca”seja o método mais utilizado. Dessa forma tem-se conhecimento das mortes, dareputação dos estabelecimentos, da vida alheia, etc.

CONSIDERAÇÕES FINAIS

Durante a pesquisa, foi possível perceber que o comércio ou a atividadeeconômica contextualiza a pessoa que a exerce, localizando-a no interior do gru-po. A família marca fortemente a atividade comercial. O comércio em família éaquele em que a família participa da atividade gerindo ou trabalhando noempreendimento. O comércio na família é aquele em que o estabelecimento épassado de geração para geração. E o comércio de família, aqui se referindo afamília extensa, tem-se quando vários comércios pertencem a uma mesma família.Quando no comércio não se tem a participação direta da família, ela aparece nodiscurso como referência para a escolha da atividade ou como motivo para apermanência nesta. Este contexto favorece a participação da mulher seja comoempreendedora, seja como companheira do marido na empreitada. Nas duascondições, o exercício da atividade comercial pela mulher parece ser viabilizadograças à proximidade da casa e, quando em parceria com o homem, ela assumetarefas ligadas ao interior do estabelecimento.

O estabelecimento comercial é um espaço de sociabilidade, muitas vezestido como um “ponto de encontro” dos amigos do comerciante. O comercianteaparece como uma figura de destaque, centralizador das atenções, é o “dono dopedaço”. Entretanto, esta categoria não é suficiente para dar conta da realidadesocial. O comércio é um espaço diferenciado, com características próprias, nãopodendo ser classificado como pertencente nem à categoria “rua”, nem à “casa”,

Page 43: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

84

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

apropriando-se, contudo, de elementos de ambas as noções. O comércio é umlugar destinado a relações econômicas, mas onde emergem relações de confiança,amizade, parentesco, sociabilidade, dentre outras.

Pelo comércio passa uma rede local de comunicação que informa sobre avida social dos indivíduos. Esta rede incrementa a sociabilidade no ambiente docomércio e permite a circulação de informações, alternativamente a outros meiosde comunicação como o jornal e a Internet.

No bojo das relações econômicas, os envolvidos desenvolvem estratégias deacordo com a necessidade do jogo. Neste sentido, o fiado se apresenta como ummisto de amistosidade e hostilidade. A relação entre o comerciante e o freguês quecompra fiado é baseada na confiança e na boa-fé. Os clientes são hierarquizadosde acordo com o grau de confiança que o comerciante possui neles. Esta confiançaé baseada principalmente nas condutas anteriores do freguês para com o comer-ciante. O não-pagamento do fiado representa a quebra desta confiança e da justiçado contrato de compra e venda ou prestação de serviço com vistas a pagamentofuturo. Embora o fiado seja uma prática difundida, ele coexiste com as formas decrédito previstas no direito como o cartão de crédito e o crediário.

Ao final deste trabalho espero ter contribuído, ainda que pouco, para des-velar a atividade comercial para além do plano econômico. Entretanto, outraspesquisas são necessárias para compreender melhor essa realidade social, tantosobre assuntos diversos dos abordados aqui, quanto aprofundando tópicosreferenciados neste trabalho. Dentre esses assuntos destaco principalmente aparticipação da mulher na atividade comercial e a rede de solidariedade existentenesse contexto.

Entretanto, o importante é compreender que são pessoas dotadas desentimentos que vivenciam o cotidiano do comércio. Ou seja, estou falando dehomens e mulheres concretos, de Afonsos, Césares, Selmas e Andréas. Pessoasque, como a pesquisadora, tem uma forma de pensar, agir e sentir, mas que, decerta forma, se propuseram a dar reflexibilidade à sociedade complexa.

NOTAS

1 Para Weber, “por ‘ação’ entende-se, neste caso, um comportamento humano(tanto faz tratar-se de um fazer externo ou interno, de omitir ou permitir) sempreque e na medida em que o agente o relacione com um sentido subjetivo. Ação‘social’, por sua vez, significa uma ação que, quanto a seu sentido visado pelo

85

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

agente ou os agentes, se refere ao comportamento de outros, orientando-se por esteem seu curso” (2004:3). Assim, para Weber, nem toda ação é uma ação social.Nesta mesma linha, nem toda ação econômica é uma ação social. “Uma ação serádenominada ‘economicamente orientada’ na medida em que, segundo seusentido visado, esteja referida a cuidados de satisfazer o desejo de obter certasutilidades” (2004:37)2 Dentre os pesquisados, um grupo comumente se auto-descreviam como “nascidoe criado” no bairro; alguns faziam referência expressa ao termo “manezinho”. Aauto-atribuição vinha em resposta à pergunta “você mora no bairro?” Nestecontexto, foi possível perceber uma postura afirmativa, reivindicatória da condiçãode nativo. Esta conduta está em consonância com o descrito por Carmen Rial(2001), isto é, um movimento de ressemantização do atributo de manezinho queaté então era tido como negativo passa a ser motivo de orgulho.3 Magnani (2002) sugere esta interpretação da categoria “pedaço” em relação ascategorias “casa” e “rua”.4 A SERASA é uma empresa que presta serviços de proteção ao crédito e apoio aosnegócios. Assim como o SPC, possui um banco de dados com nomes de pessoasque, em princípio, não pagaram alguma dívida.

BIBLIOGRAFIA

Bourdieu, Pierre (2004). “Da regra às estratégias”. Em: Pierre Bourdieu, Coisasditas. São Paulo, Brasiliense, 77-95.

Da Matta, Roberto (1997). Carnavais, malandros e heróis: para uma sociologia dodilema brasileiro. Rio de Janeiro, Rocco.

Durkheim, Émile (2002). Lições de Sociologia. São Paulo, Martins Fontes.

Geertz, Clifford (2003). “Do ponto de vista do nativo: a natureza do entendimentoantropológico”. Em: Clifford Geertz, O saber local: novos ensaios emantropologia interpretativa. Petrópolis, Vozes.

Geertz, Clifford (1989). “Uma descrição densa: por uma Teoria Interpretativa daCultura”. Em: Clifford Geertz, A interpretação das culturas. Rio de Janeiro,LTC, 3-21.

Page 44: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

86

Pinceladas sobre as práticas comerciais... / González de Castells y Rodrigues Guimarães

Granovetter, Mark (2003). “Ação econômica e estrutura social: o problema daincrustação”. Em: R. Marques y J. Peixoto (org.), A Nova SociologiaEconômica. Deiras, Celta, 69-102.

Goldenberg, Miriam (2000). A arte de pesquisar: como fazer pesquisa qualitativaem Ciências Sociais. Rio de Janeiro, Record.

Magnani, José Guilherme Cantor (2002). “De perto e de dentro: notas para umaetnografia urbana”. Em: Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 17, nº49, 11-29.

Malinowski, Bronislaw (1976). Argonautas do Pacífico Ocidental: um relato doempreendimento e da aventura dos nativos nos arquipélogos da Nova Guiné –Melanésia. Coleção Os Pensadores. São Paulo, Abril Cultural.

Mauss, Marcel (2003). “Ensaio sobre a dádiva: forma e razão da troca nas socieda-des arcaicas”. Em: Marcel Mauss, Sociologia e antropologia. São Paulo, Cosac& Naify, 185-314.

Raud-Mattedi, Cécile (2005). “Análise crítica da Sociologia Econômica de MarkGranovetter: os limites de uma leitura do mercado em termos de redes eimbricação”. Em: Política & Sociedade, Revista de Sociologia Política,Florianópolis, nº 6, 59-82.

Radcliffe-Brown Alfred Reginald (1973). “Os parentescos por brincadeira”. Em:A.R. Radcliffe-Brown, Estrutura e Função na Sociedade Primitiva. Petrópolis,Vozes, 115-132.

Rial, Carmen Silva de Moraes (2001). 1. Contatos fotográficos. 2. Manezinho: deofensa a troféu. Antropologia em Primeira Mão. Ilha de Santa Catarina, nº48, 17-21.

Swedberg, Richard (2004). “Sociologia econômica: hoje e amanhã”. Em: TempoSocial, revista de sociologia da USP, v. 16, nº 2, 7-34.

Weber, Max (2004). Economia e Sociedade. Brasília, Editora UnB.

87

Entre el futuro del recurso y el futuro de

los hijos. Usos de términos y expresionesambientalistas entre los pescadores del

Delta del río Paraná

Fernando Alberto Balbi*

RESUMEN

La cuestión de la adopción y resignificación de nociones ambientalistas por parte de acto-res locales ha sido tratada, generalmente, en el marco de la participación de sus portadoresen conflictos socioambientales. En cambio, se ha prestado menos atención a su apropia-ción y uso en el curso de procesos sociales que no se centran en la dimensión ambiental. Eneste artículo apelo a materiales relativos al proceso productivo pesquero que se desarrollabaen el Departamento de Victoria (Entre Ríos) hacia la segunda mitad de la década de 1980,a fin de examinar cómo los pescadores apelaban a términos y expresiones ambientalistaspara traducir en términos morales las oposiciones centrales de la estructura de aquél. Me-diante el análisis de las fuentes de las connotaciones morales de esos términos y expresio-nes, me extiendo en consideraciones respecto de la participación de esos mismos pescado-res en un proceso de sobrepesca desatado en los años subsiguientes.

Palabras clave: Antropología Económica; Ambientalismo; Producción Pesquera; Morali-dades; Etnografía

ABSTRACT

* Doctor en Antropología Social por el Programa de Pósgraduação em Antropologia Social, MuseuNacional, Universidade Federal do Rio de Janeiro. Profesor Adjunto del Departamento de CienciasAntropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA; Investigador Asistente del CONICET; docentede la Maestría en Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional deCórdoba. Dirección electrónica: [email protected]. Fecha de realización: julio-agosto de 2007.Fecha de entrega: agosto de 2007. Fecha de aprobación: diciembre de 2007.

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 87–105, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Page 45: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

88

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

The topic of the adoption and re-signification of environmentalist notions by local actorshas been generally treated in the framework of their involvement in socioenvironmentalconflicts. On the other hand, less attention has been paid to its appropriation in the courseof social processes that don’t revolve around the environmental dimension. In this paper, Irecur to field materials related to the fish production process that was located at the Victo-ria Department (Entre Ríos, Argentina) during the second half of the 1980s, in order toanalyse the ways in which the fishermen employed environmentalism-related words andexpressions to translate the main oppositions of the production process’ structure intomoral terms. By examining the sources of the moral connotations attached to those termsand expressions, I am able to consider the fact that, within the next few years, the samefishermen engaged themselves in a process of over fishing.

Key Words: Economic Anthropology; Environmentalism; Fisheries; Moralities;Ethnography

RESUMO

A questão da adoção e resignificação de noções ambientalistas pelos atores locais, tem sidotratada, de um modo geral no marco da participação dos seus portadores em conflitossocioambientais. No entanto, menos atenção tem merecido a sua apropriação e uso nodecurso de processos sociais não centrados na dimensão ambiental. Neste artigo me utilizode materiais relacionados ao processo produtivo da pescaria desenvolvido no Departamen-to de Victória (Entre Rios, Argentina), na segunda metade da década de 1980, para exami-nar como os pescadores recorriam a termos e expressões ambientalistas para traduzir emtermos morais as oposições centrais da sua estrutura. Através da análise das conotaçõesmorais desses termos e expressões, teço considerações que dizem respeito à participaçãodesses mesmos pescadores num processo de sobre-pesca desfechado nos anos subseqüentes.

Palavras-chave: Antropologia Econômica; Ambientalismo; Produção pesqueira; Morali-dades; Etnografia

En los últimos años, el medioambiente ha comenzado a tornarse enuna cuestión políticamente significativa en la Argentina. A nivel mundial, elascenso del ambientalismo como fenómeno social y cultural se remonta porlo menos hasta fines de los años ‘60, aunque tuvo su punto álgido durante lasdécadas de los ‘70 y ‘80 (Grove-White, 1993:18). En nuestro país, es recono-cible por lo menos desde mediados de la década de los ‘80.

89

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Dada la complejidad de los hechos relativos al ambientalismo, que combi-nan dimensiones políticas, culturales, económicas y hasta morales (Grove-White,1993), y vista la inmensa variedad de actores sociales que enarbolan versionesparticulares de postulados ambientalistas, resulta problemático cualquier intentode generalización que los trate como un fenómeno unificado y como un discursoúnico. Así, diversos autores han sugerido analizar estos fenómenos en términos de‘redes’ de carácter transnacional (Escobar, 1998; Keck y Sikkink, 1998; Ribeiro,2005), tratar los conflictos socioambientales desde un enfoque centrado en losactores (Little, 2003), y atender a la naturaleza ‘fractal’ de los territorios humanos(Little, 2006). Surge claramente de esta literatura que la adopción de un discursoque exprese preocupación por el medioambiente por parte de cualquier actor so-cial o categoría de actores no puede ser entendida a priori como una precipitaciónautomática de la problemática ambiental desde las alturas del fenómeno socialglobal al llano del caso específico bajo consideración. Así, Ribeiro y Little (1996:13)afirman que “the environmental discourse is a two-way street that cannot be viewedas simply an external imposition”. Asimismo, Arach (2002:9) señala que, dado quelos actores que integran las redes involucradas en conflictos socioambientales “sonsujetos socialmente ubicados y culturalmente construidos”, sus tomas de posición“reflejan la ‘carga de sentido’ heredada, haciendo que nociones nominalmente simila-res (desarrollo sustentable, biodiversidad, participación, etcétera) puedan adquirir sig-nificados diferentes para cada uno de ellos”. Del mismo modo, concepciones yadscripciones particulares pueden ser resignificadas como resultado del involucramientode sus portadores en conflictos ambientales (Ribeiro y Little, 1996; Arach, 2002).

La considerable atención brindada en los últimos años por los científicossociales a esta cuestión ha tendido a centrarse en lo que ocurre en el marco deconflictos socioambientales, de modo que la resignificación de nocionesambientalistas y el papel de las concepciones locales han sido tratados, sobre todo,en el marco de la participación de sus portadores en movimientos de protesta(Ribeiro y Little, 1996; Little, 1999 y 2003; Arach, 2002), o en el de conflictosque oponen a los actores locales con los ambientalistas (Ferrero, 2006). Menosatención se ha prestado, en cambio, a la manera en que ciertos tópicos delambientalismo son puestos en juego en el curso de procesos sociales que no secentran per se en la dimensión ambiental, es decir, fuera del marco de los llamados‘conflictos socioambientales’. Es precisamente en este tipo de situación donde mepropongo centrar mi mirada.

El caso que examinaré en las próximas páginas no se vincula con ningúnmovimiento de protesta referido a cuestiones medioambientales sino, por el con-

Page 46: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

90

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

trario, con el papel que cabe atribuir a las preocupaciones expresadas por ciertosactores respecto de la preservación de un recurso natural en el marco de la opera-ción cotidiana del sistema de actividades productivas en que ellos se desempeñan.Apelando a materiales de campo correspondientes a la segunda mitad de la décadade los ‘80, examinaré las manifestaciones de preocupación por la preservación derecursos pesqueros expresadas en ese entonces por los pescadores comerciales delDepartamento de Victoria, Entre Ríos.1 El caso, según entiendo, reviste un inte-rés adicional debido a que esos mismos pescadores se contaron entre los protago-nistas de un proceso de sobrepesca desatado en 1992 que, a juicio de algunosexpertos (Espinach Ros y Sánchez, 2006), colocó en riesgo de extinción al sábalo(prochilodus platensis y prochilodus scrofa).

La historia de la pesca en la zona nos pone, así, ante lo que parece ser unacontradicción insalvable que invita a pensar que las expresiones de preocupaciónde los pescadores en relación con el recurso2 eran meramente retóricas: ¿significaesta aparente contradicción que su apropiación del discurso ambientalista carecíade cualquier contenido moral, normativo? Para responder a estas cuestiones, mepropongo adoptar la tradicional práctica antropológica consistente en analizar lassituaciones concretas en que ese tipo de discurso era producido y utilizado: elexamen de sus usos ha de indicarnos las condiciones sociales de su producción yutilización y, de esta forma, nos brindará las claves de su explicación. Tal examenrevelará que las preocupaciones de los pescadores respecto del recurso estaban do-tadas de una cierta eficacia que era resultado de connotaciones morales específi-cas, observación que me permitirá postular una hipótesis respecto de la prontitudcon que esos hombres se embarcaron en el proceso de sobrepesca antes mencionado.

USOS DE EXPRESIONES AMBIENTALISTAS ENTRE LOS PESCADORES ENTRERRIANOS EN LA

SEGUNDA MITAD DE LA DÉCADA DE LOS ‘80

Ubicado al sudeste de la provincia de Entre Ríos y formado en sus dosterceras partes por islas y anegadizos que forman parte del Delta del río Paraná, elDepartamento de Victoria se destaca como el centro de pesca comercial más im-portante de su cuenca en nuestro país, a pesar de que su economía es predominan-temente agropecuaria. Las principales características del proceso productivopesquero en el período analizado en este trabajo eran las siguientes (Balbi, 1990).

En primer lugar, el proceso productivo se encontraba dividido en dos pro-cesos de trabajo (Balbi, 1990): el de captura del pescado, desarrollado por pesca-

91

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

dores que conformaban pequeñas unidades productivas independientes de carác-ter doméstico; y el de traslado, que estaba en manos de acopiadores3 que denomi-naré ‘extralocales’, comerciantes –generalmente de la provincia de Santa Fe– quecontrataban trabajadores asalariados y que eran los únicos partícipes de la produc-ción pesquera que contaban con los medios técnicos (camiones térmicos, máqui-nas para picar hielo, etc.), los contactos y la capacidad de gestión necesarios paraacceder a los centros de consumo (NOA, Misiones), donde el pescado era vendi-do fresco, es decir, sin congelar.

En segundo término, existía una relación de intercambio desigual (esto es,de extracción de plusvalor en forma de productos) entre el pescador y el extralocal:el primero, que no podía conservar fresco el pescado ni acceder directamente a loscentros de consumo, se veía forzado a aceptar los precios que imponía el segundo.Este intercambio desigual –que, como veremos en breve, era frecuentemente me-diado por terceros actores– reproducía los fundamentos de la división del procesode producción en dos procesos de trabajo, impidiendo a la mayor parte de lospescadores extender sus actividades al proceso de traslado (Balbi, 1990, 1995).4

Por último, la mencionada división del trabajo entre unidades de produc-ción formalmente independientes, los azares inherentes a una actividad depen-diente de un recurso natural móvil y las oscilaciones de la demanda, hacían im-prescindible una cuidadosa coordinación de las actividades productivas capaz degarantizar que cada ciclo diario de trabajo llegara a buen término. Tal coordina-ción era proporcionada por diversos intermediarios cuya labor consistía en asegu-rar que las tareas de captura del pescado se ajustaran a las necesidades de losextralocales (Balbi, 1995). En primer lugar, se encontraban los acopiadores ‘flu-viales’, propietarios de barcos de acopio de pescado, cada uno de los cuales con-trolaba en condición de exclusividad la producción de los pescadores que habita-ban en determinados parajes de la extensa zona de islas, merced al hecho de quesus barcos recorrían diferentes rutas. Un segundo tipo de intermediario lo repre-sentaban los acopiadores ‘locales’, que se valían de relaciones personales con uncierto número de pescadores a fin de concentrar su producción, revendiéndola alos extralocales. En el período aquí considerado, el único acopiador local queoperaba de forma permanente en la ciudad de Victoria –cabecera del departamen-to, ubicada frente al riacho del mismo nombre, que no es sino una ramificacióndel curso del Paraná– generalmente se limitaba a actuar como representante de losextralocales, aunque alquilaba una pequeña cámara que le permitía mantener fres-co el pescado. Por último, existía en la ciudad una cooperativa de pescadores, a laque cabe concebir como un tipo diferente de intermediario en la medida en que

Page 47: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

92

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

organizaba las tareas de captura de sus socios y de otros pescadores a quienes com-praba sus productos. Importa señalar aquí que la cooperativa y el acopiador localcompetían directamente por cooptar a los mismos pescadores (en su mayor parte,habitantes de la ciudad y de sus alrededores), y que aquélla contaba con un barcode acopio que, sin embargo, empleaba para transportar la producción de aquellosasociados que se encontraban asentados en la zona de islas más que para cooptar lade otros pescadores no asociados. Por lo demás, todos los intermediarios compe-tían por proveer a los mismos clientes.

Como ya se ha dicho, muchos pescadores solían manifestar una cierta pre-ocupación por la preservación del recurso. Lejos de extenderse a consideracionesmás amplias respecto del medioambiente de la zona de los humedales del ríoParaná, tal preocupación tendía a limitarse a la cuestión de la supervivencia de lasespecies ictícolas que eran objeto de explotación comercial en la zona: el sábalo, eldorado (salminus maxillosus), el surubí (pseudoplatystoma coruscans ypseudoplatystoma fasciatum), la boga (leporinos obtusidens), el patí (luciopimeloduspati) y otras de menor abundancia o importancia comercial. En la práctica, elsábalo acaparaba la mayor parte de las menciones relacionadas a nuestro tema, loque resulta lógico si se atiende a que no sólo era la especie más abundante en lazona sino que el Departamento de Victoria era la mayor pesquería de esta especieen el país (rasgos que se han mantenido hasta el presente). Era común que lospescadores observaran que se estaba depredando al sábalo y que adujeran que elloera apreciable en el hecho de que el tamaño de las presas estaba disminuyendo: sedecía, a este respecto, que antes salían sábalos más grandes y que, en cambio, ahorasale mucho chiquitaje. En apoyo de estas observaciones eran frecuentemente traí-dos a colación dos argumentos fundados en autoridades disímiles: por un lado, sedecía que el pacú (piaractus mesopotámicus), que antes salía mucho en la zona, ya seextinguió, ‘hecho’ del que podían dar cuenta los pescadores más veteranos; y, porel otro, se hacían referencias, siempre indefinidas, a ciertos biólogos que estuvieronestudiando el tema y que habrían dicho que el sábalo corría peligro de extinguirse.Por lo demás, no todos los pescadores creían que semejante peligro fuera real, yentre quienes así lo creían no parecía haber un acuerdo en lo tocante a sus causas,aunque el exceso de pesca en general y, más particularmente, el uso de mallas deentramados muy pequeños –susceptibles de capturar crías y animales jóvenes–eran frecuentemente traídos a colación. Desde el punto de vista de estos hombres,sin embargo, lo realmente importante no eran las causas de la depredación sino lasactitudes asumidas ante ella por diversos sujetos; para entender esto será necesario,según he adelantado, examinar las situaciones en que el problema era mencionado.

93

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

En primer lugar, (a) los pescadores solían apelar al problema de la preserva-ción del recurso cuando expresaban sus quejas acerca de los acopiadores, tanto con-versando entre sí como con terceros, especialmente con representantes de agenciasestatales vinculadas con la actividad pesquera. Aquí es preciso observar que losactores denominaban ‘acopiador’ indistintamente a los diversos tipos de comer-ciantes que he mencionado más arriba, incluyendo tanto a los que he denomina-do ‘extralocales’ como a los que actuaban como ‘intermediarios’. Puesto que engeneral eran estos intermediarios quienes trataban directamente con los pescado-res –actuando a veces de manera independiente y otras como socios o como merosrepresentantes de los extralocales–, era con ellos con quienes los pescadores seveían, en la mayor parte de los casos, involucrados directamente en los intercam-bios desiguales ya mencionados. El resultado de esto era el hecho de que todos losacopiadores eran percibidos conjuntamente como responsables de la explotación delos pescadores.5 Cuando los pescadores se quejaban de esta explotación sin distin-guir entre los acopiadores, incluían la acusación de que a estos no les importaba quese extinguiera el sábalo (o cualquier otra especie) porque para ellos la pesca era unnegocio como cualquier otro, que podían abandonar para ir en busca de otrasfuentes de dinero; los pescadores, al contrario, dependían del pescado para vivir ydebían pensar en sus hijos, quienes seguramente serían pescadores en el futuro. Lamención del desinterés de los acopiadores por el futuro de la pesca, implícito en sudespreocupación con respecto al futuro del recurso, contribuía a delinear su ima-gen de comerciantes que sólo se interesaban por el dinero. En el mismo sentidooperaban las referencias al hecho de que muchos acopiadores –los extralocales– noeran de Victoria, lo que suponía que no les importara lo que le ocurriera a la gentedel lugar.

En segundo lugar, (b) cuando los pescadores que estaban asociados a lacooperativa de pescadores se referían a los restantes intermediarios –ya fuera enconversaciones entre los asociados, entre ellos y pescadores no socios, o entre losmiembros de la institución y representantes de organismos estatales–, solían hacerlas mismas acusaciones que acabo de referir para los acopiadores en su conjunto. Sibien la cooperativa fue nominalmente organizada con el objetivo de acceder di-rectamente a los centros de consumo, el mismo siempre apareció, en la práctica,como secundario, planteándose fundamentalmente el fin de tratar directamentecon los extralocales para evitar hacerlo con los intermediarios (Balbi, 2000), demanera que las criticas a éstos por parte de los asociados eran moneda corriente.Como parte de estas acusaciones, los asociados traían a colación la presunta faltade interés de los acopiadores fluviales y locales por el recurso, que atribuían a su

Page 48: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

94

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

visión de la pesca como un negocio idéntico a cualquier otro. Estas críticas sedirigían con la mayor frecuencia al acopiador local, quien, como se dijo, era elmás directo competidor de la cooperativa.6

Como el lector quizás habrá observado, las dos clases de situaciones en quelos pescadores destacaban su preocupación por el recurso coincidían con los ejescentrales de la estructura del proceso productivo. La utilización de esa cuestiónpara construir la oposición entre los pescadores y los acopiadores en general secorrespondía con la división de la actividad en dos procesos de trabajo desempe-ñados por unidades productivas diferentes vinculadas entre sí por el intercambiodesigual: así, los pescadores traían a colación las actitudes supuestamente opuestasrespecto del recurso cuando necesitaban tomar posición frente a ese rasgo centraldel proceso productivo, invocándolas para contraponer su situación a la de losacopiadores calificando a ambas en términos opuestos desde un punto de vistamoral. Por otro lado, el uso de la misma cuestión en el marco de la construcciónde una oposición entre la cooperativa y el acopiador local en particular (o, conmenor frecuencia, entre aquélla y el conjunto de los acopiadores locales y fluvia-les) se correspondía con el hecho de que ambos procesos de trabajo eran articula-dos por el accionar de un conjunto de intermediarios que competían entre sí porencargarse de organizar las actividades de los pescadores de acuerdo con el volu-men y el ritmo de la demanda representada por los acopiadores extralocales: así,los socios de la cooperativa sacaban a relucir el tema del recurso cuando se veían enla necesidad de posicionar a la institución frente a sus competidores directos,distinguiéndose de los mismos de una manera que, nuevamente, suponía calificarsus respectivas posiciones en términos moralmente contrapuestos. El punto claveparece ser el hecho de que las distinciones mencionadas eran trazadas, de estaforma, en términos morales.

En ambos casos, las apelaciones moralizantes a la defensa del recurso ope-raban como lo que Leach (1976:36) llamaba “formas de exposición simbólica delorden social”, esto es, como formas de representación de las relaciones socialespertinentes para las situaciones especificas en que los discursos eran producidos.Eran formas de exposición ‘simbólica’ porque expresaban en términos de actitu-des ante el recurso oposiciones que, de hecho, se fundaban en otro ámbito de larealidad: el de la estructura del proceso productivo. La oposición entre pescadoresy acopiadores era la que existía entre vendedores y compradores vinculados des-igualmente en un mercado de productos (o, para colocarlo en un plano más abs-tracto, entre capital comercial y trabajo artesanal independiente), y no una oposi-ción entre conservacionistas y depredadores. De igual manera, la oposición entre

95

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

la cooperativa y los acopiadores locales y fluviales no era, en verdad, sino la exis-tente entre intermediarios que aspiraban a concentrar la producción de los pesca-dores independientes de cara a los extralocales. Sin embargo, tales oposicioneseran traducidas a un plano moral al ser expresadas simbólicamente por el discursoque las presentaba en términos de actitudes frente al futuro del recurso.

La eficacia de esta forma de exposición simbólica de cara a actores e institu-ciones que no participaban directamente de las actividades productivas pero esta-ban –o podían estar– indirectamente vinculados a la misma resulta bastante clara.En efecto, como ha mostrado Rosato (1998), la ley No 4872, de 1970, que regu-laba la actividad pesquera en la provincia, no sólo establecía como su objeto a laregulación de las actividades relacionadas con “la multiplicación, disminución omodificación de la fauna o flora acuática” (Art. 1) sino que facultaba a su autori-dad de aplicación para estudiar “la situación de los pescadores entrerrianos” yadoptar “medidas tendientes a elevar su nivel de vida, mejorar sus condiciones detrabajo y disminuir los riesgos profesionales” (Art. 18). Así, ya desde el marcolegal de la actividad, las cuestiones de la situación de los pescadores y de la preser-vación de los recursos ictícolas aparecían interrelacionadas. Por lo demás, en elperíodo considerado aquí, especies como el dorado eran objeto de protecciónexplícita a través del establecimiento de períodos de veda. De esta suerte, la apela-ción al problema del recurso aparecía como un lenguaje potencialmente eficazpara tratar con los representantes de las agencias estatales y, por ende, con losdiversos actores políticos que competían por el control de dichas agencias o dequienes se pensara que podían llegar a incidir sobre su accionar (como los propiosantropólogos, inicialmente sospechados de ser inspectores de Fauna encubiertos yluego considerados, en tanto científicos, como voces autorizadas capaces de ejer-cer algún tipo de influencia sobre funcionarios y políticos).

Como ya he señalado, sin embargo, la apelación a la forma de expresiónsimbólica articulada en torno del problema del recurso también surgía entre losmismos pescadores. Así, los pescadores solían mencionar la cuestión del recursocuando comentaban entre sí cuestiones tales como el bajo nivel de los precios queestaban pagando los acopiadores o, también, cuando se quejaban del hecho de queestos pagaran precios inferiores por los sábalos más pequeños (este tipo de pesca-do se cotizaba, por ese entonces, por pieza, a diferencia de especies como el doradoo el surubí, que se pagaban por kilo), aduciendo que a los acopiadores no les importaque el pescado salga cada vez más chico porque así lo pagan menos. Asimismo, lossocios de la cooperativa solían apelar al tema del recurso para diferenciarse de losrestantes intermediarios cuando intentaban seducir a algún pescador no

Page 49: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

96

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

cooperativizado para que se incorporara a la institución o, al menos, le vendierasus productos. Cabe mencionar, finalmente, un episodio puntual que ilustra ca-balmente la medida en que la apelación a la cuestión del recurso circulaba corrien-temente entre los pescadores.

Durante la campaña electoral previa a los comicios de septiembre de 1987,el principal puntero del justicialismo en la parte de la ciudad donde habitaba lamayor parte de los pescadores fue un prestigioso pescador, ex-presidente de lacooperativa, quien había obtenido del candidato a intendente por el PartidoJusticialista la promesa de que, si ganaba las elecciones, lo colocaría a cargo de unnuevo organismo municipal de control de la actividad pesquera. Durante toda lacampaña, este hombre argumentó que era necesario “controlar el mercado”, expre-sión que sintetizaba su idea de que era preciso someter a los extralocales a unestricto control estatal que permitiera mejorar las condiciones de intercambiopara los pescadores, aspiración de cara a la cual la creación de un organismo esta-tal a su cargo –es decir, a cargo de un pescador– sería un paso clave. En el marcode esta argumentación, apelaba al problema del recurso, aseverando que una de lascuestiones a controlar (además del pago efectivo de las tasas municipales sobre eltransporte de pescado) era el respeto, por parte de los extralocales, de los períodosde veda establecidos para algunas especies. Si bien, eventualmente, el justicialismose alzó con la intendencia haciendo –según sus dirigentes– una gran elección entrelos pescadores, ello no puede ser legítimamente presentado como prueba de lapresunta eficacia de las apelaciones a la preservación del recurso; sin embargo, elmero hecho de que la cuestión llegara a contarse entre los temas de la campañaelectoral resulta significativo.7

Ahora bien, resulta claro que, más que con el desarrollo sistemático depreocupaciones ambientalistas por parte de los pescadores, nos encontramos antesu apropiación de algunas expresiones habitualmente asociadas al ambientalismotomadas aisladamente, propiciada por el hecho de que la ley que regulaba la pescaentrerriana establecía un vínculo entre el tema de los recursos pesqueros y el de lasituación social de los pescadores. Sin embargo, puesto que dichas expresionesconstituían un lenguaje válido para que los pescadores se representaran los clivajesfundamentales del proceso productivo –y no sólo para representarlos ante tercerosactores–, debemos preguntarnos por los fundamentos de esa validez.

En trabajos anteriores (Balbi, 2000; Balbi, 2007) he mostrado que las ‘for-mas de exposición simbólica’ tienden a extraer su eficacia del hecho de que searticulan en torno de valores morales, esto es, de conceptos dotados de ciertocontenido moral de acuerdo con un contexto social determinado.8 En este caso,

97

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

las connotaciones morales resultaban de la asociación –ya mencionada– de la pre-ocupación por el futuro del recurso con el tema del futuro de los hijos de los pesca-dores. En efecto, partiendo del supuesto ‘realista’ de que sus hijos serían pescado-res como ellos mismos, estos hombres apelaban a sus responsabilidades familiares–jamás puestas en cuestión en los contextos de acción que aquí nos ocupan– paradar cuenta de su preocupación por el recurso y, en este mismo movimiento, coloca-ban a los acopiadores en la posición opuesta de quien no se preocupa por el pescadoporque éste no representa más que el objeto de un negocio que sería, desde elpunto de vista de quien lo desarrolla, esencialmente idéntico a cualquier otro. Laoposición familia / negocio aparecía, así, dando cuenta de las actitudes opuestasante el problema de la preservación del recurso, lo que suponía traducir en términosmorales los puntos de oposición fundamentales de la estructura del proceso pro-ductivo pesquero.

De esta forma, la apelación a unos pocos giros verbales habituales delambientalismo (‘recurso’, ‘preservación’, ‘extinción’) infundía un sentido moral a lasoposiciones de intereses entre quienes compraban y vendían pescado en condicio-nes de intercambio desigual, y entre los intermediarios que competían por con-trolar el papel de articuladores entre las actividades desarrolladas por aquéllos. Alintroducir la oposición familia / negocio, las menciones a las actitudes ante elrecurso permitían a los pescadores y a los socios de la cooperativa representar suspropias acciones vinculadas con las oposiciones mencionadas como si se tratarameramente del resultado de la adopción de un curso de acción moralmente posi-tivo; e, inversamente, les permitían representar las acciones ajenas como resultadode fallos morales y, en tanto tales, como diametralmente opuestas a las propias.Así, al adquirir un sesgo claramente moralizante, el pobre vocabulario extraídodel pensamiento ambientalista se tornaba en un rico medio simbólico para laexpresión de las relaciones de oposición en torno de las cuales se estructuraba elproceso productivo pesquero.

LA PREOCUPACIÓN DE LOS PESCADORES POR EL RECURSO Y LA EXPANSIÓN DE LA

PRODUCCIÓN PESQUERA A PARTIR DE 1992

La apertura de las barreras arancelarias para las exportaciones de pescado alBrasil, ocurrida en 1992 como parte del proceso de conformación delMERCOSUR, supuso una brusca aceleración de la demanda del pescado captu-rado en el Departamento de Victoria, a través de la instalación en la zona de varias

Page 50: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

98

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

empresas formadas por la asociación de capitales brasileños y argentinos (Boivin,Rosato y Balbi, 1997). Desde entonces, los mercados externos para el pescado dela cuenca del Paraná se diversificaron y ampliaron enormemente, llegando Co-lombia a convertirse en su destino más importante. Aproximadamente el 95% delvolumen de ese pescado corresponde al sábalo, especie de la que en el año 2004 seexportaron 31.879 toneladas (Espinach Ros y Sánchez, 2006). Desde ese mismoaño, las autoridades de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de la Nación y deRecursos Naturales de las provincias de la cuenca comenzaron a discutir posiblesmedidas para preservar los recursos ictícolas de la cuenca en general y el sábalo enparticular. A comienzos de este año, el gobierno nacional prohibió las exportacio-nes de pescado del Paraná por un lapso de ocho meses, mientras que las provinciasde Santa Fe y Entre Ríos establecieron sendas vedas para la pesca del sábalo. Desdeentonces, se produjo una confusa sucesión de medidas (pago de subsidios a lospescadores, levantamiento de la prohibición de exportaciones y de las vedas, esta-blecimiento de cupos de exportación), en medio de presiones cruzadas de las em-presas exportadoras, las organizaciones ambientalistas, y los pescadores, que cor-taron en más de una ocasión la conexión vial que une a las ciudades de Rosario yVictoria, interrumpiendo una ruta de gran importancia para la circulación co-mercial del MERCOSUR.

Evidentemente, los pescadores victorienses de hoy no son exactamente losmismos de la segunda mitad de la década de los ‘80, pues al inevitable recambiogeneracional se sumó, de la mano de la expansión de la actividad, la incorpora-ción de una cantidad de nuevos pescadores sobre la cual no existen datos precisospero que cabe estimar como importante. Sin embargo, durante los primeros añosdel proceso de expansión de la pesca comercial en el Departamento de Victoria, elincremento de las ventas de pescado de la zona –que pasaron de 1.467 toneladasen 1991 a 4.805 en 1995– no se basó en la incorporación de mano de obra sino enuna reorganización general del proceso de captura en base al trabajo desarrolladopor los pescadores a que me he estado refiriendo a lo largo de estas páginas (Boivin,Rosato y Balbi, 1997). Resulta, así, inevitable plantear la pregunta respecto de laaparente contradicción entre este hecho y las manifestaciones de preocupaciónpor el recurso inmediatamente anteriores a que me he estado refiriendo.

Sin lugar a dudas, parte de la explicación de esta cuestión ha de encontrarseen el hecho de que, como ya se ha dicho, dichas preocupaciones deben ser enten-didas en función de las situaciones concretas en que eran expresadas. En estesentido, los antropólogos sociales han mostrado hace ya mucho que no hay quebuscar en el comportamiento de las personas el tipo de coherencia lógica que

99

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

resultaría de su sujeción sistemática a principios de acción claros y consistentes(Evans-Pritchard, 1976). Más allá de este apunte, que hace al comportamientohumano en general, quisiera cerrar estas páginas ofreciendo una observación quese relaciona específicamente con nuestro caso.

Hemos visto que las manifestaciones de preocupación por el recurso opera-ban como formas de expresión simbólica de los clivajes centrales de la estructuradel proceso productivo, y que extraían su eficacia en tal sentido de su asociacióncon representaciones respecto de la responsabilidad de los pescadores en cuanto alfuturo de sus hijos, la cual les brindaba poderosas connotaciones morales. Sin em-bargo, aunque los pescadores en general entendían que probablemente sus hijosserían pescadores, la mayoría de ellos tendía a alentar a sus hijos para que estudia-ran con la intención de que no se dedicaran a la actividad, por considerarla comoun trabajo muy sacrificado y peligroso con el cual se vive mal (Ayerdi, 1988:4). Así,el objetivo ‘ideal’ de estos hombres era el de trabajar para que sus hijos no debie-ran dedicarse a la actividad pesquera, y si se planteaban de una manera ‘realista’ laelevada probabilidad de que esos hijos terminaran siendo pescadores, ello ocurríaporque –a su manera– advertían los efectos de las condiciones de intercambiodesigual a que su trabajo estaba sometido.

Como era de esperar, tales condiciones de intercambio no cambiaron conel espectacular incremento de la demanda iniciado en 1992. Sin embargo, el mis-mo supuso un cambio importante en cuanto se pasó de pescar, en promedio, unostres días por semana –a lo largo de un ciclo anual que oscilaba entre la inactividadcasi total durante enero y febrero y la labor ininterrumpida que caracterizaba a losveinte días previos a la celebración católica de la Semana Santa– a hacerlo cincodías por semana a lo largo de todo el año (Boivin, Rosato y Balbi, 1997). Estecambio, resultante de las características opuestas de las demandas de pescado con-gelado (del que se puede mantener un stock, renovándolo a medida en que se lo vavendiendo) y fresco (que debe ser pescado, como máximo, unos días antes de suconsumo), abrió para los pescadores la posibilidad de incrementar de maneranotable los niveles de reproducción de sus unidades domésticas y productivasapelando a la intensificación de su trabajo –esto es, a través de una medida impor-tante de autoexplotación–. En efecto, el impresionante incremento de la ofertaproducido entre 1992 y 1995 resultó esencialmente del hecho de que los pescado-res salieran a pescar todos los días y de la intensificación de sus jornadas laboralesa través de una reorganización que les permitió combinar técnicas de pesca antesincompatibles (Boivin, Rosato y Balbi, 1997). Así, muchos pescadores que hacia1992 eran considerados localmente como ‘grandes’ porque tenían muchos metros

Page 51: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

100

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

de red y, a veces, más de un bote, lo cual les permitía contratar peones y capturardiariamente cientos de sábalos, llegaron en poco tiempo a comprar barcos deacopio de pescado, dando un salto hacia la posición de acopiador que antes sóloera posible para unos pocos hombres. A su vez, muchos pescadores por entoncesconsiderados como ‘chicos’ pues tenían apenas el metraje de redes mínimo necesa-rio para trabajar –y, a veces, menos que eso–, llegaron a disponer de equipos depesca adecuados y a sostener un nivel de consumo doméstico apreciablementesuperior.

A la luz de esta breve exposición, la aparente contradicción que he estadoexaminando parece disiparse. No es difícil suponer –he aquí mi hipótesis– que lasmismas nociones de responsabilidad respecto del futuro de los hijos en que se basa-ban esas afirmaciones pasaron a dar sustento al comportamiento posterior de susautores, restando a la preocupación por el recurso la valoración positiva que leconfirieran en el período anterior. Así, si antes se valoraba positivamente el pre-ocuparse por preservar el recurso porque se consideraba probable que los hijos deun pescador terminaran siendo pescadores, tan pronto como el ideal de forjarpara ellos un futuro fuera de la pesca cobró visos de realidad, la preocupación porel recurso debió quedar opacada. A fin de cuentas, la connotación moral positivade esta cuestión siempre había dependido de su asociación con la de la responsa-bilidad por el futuro de los hijos: y una vez quebrada esa asociación, no podía sinoquebrarse también la transferencia de sentido moral que la misma comportaba.Parece muy probable que este hecho –el de que lo moralmente valorado era y aúnes, en última instancia, el preocuparse por el futuro de los hijos y no por el futurodel recurso– sea lo que está por detrás de las movilizaciones de los actuales pesca-dores en contra de medidas gubernamentales que aunque tienden, al menos no-minalmente, a preservar el recurso, también ponen freno a la expansión de susunidades productivas y al incremento del gasto en rubros que, como la educación,hacen directamente al futuro de sus hijos.

A MODO DE CONCLUSIÓN

En años recientes se ha prestado una gran atención a las formas en queconceptos relacionados con el ambientalismo y el desarrollo sustentable han sidoreapropiados por poblaciones locales en el marco de conflictos ‘ambientales’ o‘socioambientales’. Autores como Little (2006), por ejemplo, han desplegado con-vincentes argumentos teóricos, metodológicos y políticos en defensa de la necesi-

101

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

dad de centrar los análisis etnográficos en tales conflictos. Por mi parte, entiendoque, aunque justificado, el foco sobre conflictos y movimientos organizados nodebe llevarnos a perder de vista aquellas apropiaciones de nociones ambientalistaso de sustentabilidad que resultan menos llamativas por el solo hecho de darse en elcontexto de la rutina cotidiana de las personas. El ejemplo de los pescadoresentrerrianos de la década de los ‘80 sugiere, por el contrario, que atender a estaclase de apropiación de las nociones ambientalistas puede, incluso, ayudarnos aentender por qué, en ciertos casos, sus autores son capaces de movilizarse no afavor sino en contra de políticas presentadas en términos que solemos asociar conel ambientalismo y con el desarrollo sustentable. No en vano, a fin de cuentas, laantropología social moderna se hizo a sí misma, hace ya casi un siglo, dejando delado la fascinación de lo extraordinario para atender a los aspectos ordinarios de lavida social.

NOTAS

1 La mayor parte de los materiales empleados para la redacción de este artículoson el resultado de proyectos de investigación desarrollados entre 1986 y 1991en el marco de un equipo dirigido por el Ma. Mauricio Boivin, que contócon el auspicio del Programa UBACyT y del CONICET; agradezco a losmiembros de aquel grupo por permitirme utilizar sus materiales e ideas eneste texto. Mi trabajo entre 1988 y 1994 fue hecho posible por dos becas delPrograma UBACyT. La redacción de este trabajo se enmarca en un proyectode investigación (PICT 2004, No 25348 - ANPCyT; dirigido por MauricioBoivin), en cuyo marco estamos examinando las transformacionesexperimentadas por el proceso productivo pesquero en el Departamento deVictoria durante el período transcurrido desde nuestros trabajos anteriores.2 A lo largo de todo el texto me valgo de las itálicas para denotar la terminologíaempleada por los actores (así como las palabras de otros idiomas). Allí donde lasitálicas aparecen sin comillas se trata, bien de una cita hecha en estilo indirectopor no ser estrictamente textual, bien de situaciones en que yo mismo hago uso deun término o expresión atribuyéndole un sentido que generalmente le confierenlos actores. Las comillas dobles señalan las citas textuales y las simples han sidoempleadas para relativizar o resaltar determinados términos.

Page 52: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

102

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

3 Los actores del proceso productivo pesquero denominan indistintamente‘acopiadores’ a todos los individuos que se desempeñan en el mismo desarrollandoactividades de carácter comercial o como propietarios a gran escala de equipos depesca que no participan directamente de las actividades de captura del pescado.En lo que sigue, distinguiré tres tipos de acopiadores según su pertenencia o no ala localidad y el tipo de tareas que desarrollan, a los que denominaré ‘extralocales’,‘locales’ y ‘fluviales’. Asimismo, toda vez que haga referencia al uso del términopor parte de los actores, seguiré el criterio establecido más arriba, apelando a lasitálicas para denotarlo.4 Desde el punto de vista de los acopiadores extralocales, resultaba muy convenientedejar la captura en manos de productores independientes de carácter domésticoporque su control de las condiciones de intercambio les permitía transferirles nosólo los costos de la misma sino, también, los riesgos que ella implicaba. A esterespecto, véase: Balbi (1990, 1995).5 Algunos pescadores no cooperativizados –especialmente los que se encontrabanenemistados con la institución en general o con sus directivos– extendían estaresponsabilidad a la propia cooperativa, acusándola de explotar a los pescadores.Resulta evidente que, dada su posición en la estructura del proceso productivopesquero, la cooperativa no podía sino operar objetivamente como agente de laextracción de plusvalor de los pescadores en favor de los extralocales. Sin embargo,la cooperativa facturaba a sus socios el mismo precio recibido de los extralocales,descontando apenas un porcentaje establecido en su estatuto para solventar susgastos operativos, y hacía considerables esfuerzos para pagar a los no socios preciosmayores que los abonados por los otros intermediarios, lo que se considerabacomo una obligación derivada de su condición de cooperativa. Asimismo, por logeneral, sus socios tendían a mejorar los niveles de reproducción de sus unidadesdomésticas y de producción (Boivin, Rosato y Balbi, 1999:175).6 En relación con la oposición entre la cooperativa y el acopiador local, en untrabajo anterior (Balbi, 2000) he mostrado que la forma en que los socios‘recordaban’ y relataban la historia de la institución durante la década de los‘70 –relato en el cual ese acopiador jugaba un papel tan protagónico comonegativo– constituía uno de los medios a través de los cuales dotaban de un valormoral positivo al hecho de su unión en la institución.7 Todo este proceso ha sido analizado detalladamente por Rosato (1998).

103

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

8 Si bien, por razones de espacio, no puedo extenderme aquí en consideracionesteóricas, unas breves precisiones resultan imprescindibles. Califico como de carácter‘moral’ a cualquier tipo de comportamiento o de relación social que sea postulado,desde el punto de vista de un cierto conjunto o categoría de actores, comosimultáneamente ‘obligatorio’ –en tanto sancionado socialmente– y ‘deseable’.Anteriormente he sugerido que la fuente del carácter moral de determinadoscomportamientos y relaciones sociales para ciertos actores es el reconocimiento desu mutua interdependencia respecto de cierto ámbito de cuestiones que los afectan(Balbi, 2000: 102 y 103). La definición de los valores morales que he adoptadoapunta, precisamente, en este sentido. Para una discusión extensa de estos conceptos,véase: Balbi (2007). Al ser esencialmente cognitivos, los valores morales puedenser entendidos como medios a través de los cuales las personas experimentan larealidad y –por ende– la construyen: internalizados por ellas en el curso de suexperiencia social, tales valores se tornan parte de los medios que emplean paraentender el mundo circundante y concebir sus propias acciones. En tanto conceptosinvolucrados en la experiencia de los seres humanos –que siempre es la experienciade una sucesión de ocasiones espacial, temporal y socialmente situadas–, los valoresmorales son necesariamente polisémicos, lo que hace posible que operen comoejes de lenguajes socialmente específicos a través de los cuales los actores representansu mundo social de maneras que son, a la vez, interesadas y legítimas. Por unarevisión extensa de esta cuestión, véase: Balbi (2007). Véanse, asimismo, Balbi(1998), donde he examinado una forma de exposición simbólica articulada entorno de conceptos tomados de la doctrina cooperativista, y Balbi (2000), dondehe analizado las fuentes sociales de las connotaciones morales atribuidas a dichosconceptos por los socios de la cooperativa de pescadores mencionada a lo largo deestas páginas.

BIBLIOGRAFÍA

Arach, Omar (2002). “Ambientalismo, desarrollo y transnacionalidad en Paraguay.Consideraciones a partir de las protestas sociales en torno de la represa deYaciretá”. En: Cuadernos para el Debate, 16. PISM-IDES. Buenos Aires.

Ayerdi, Cecilia (1988). “Producción y reproducción en la actividad pesquera. Unanálisis de los grupos domésticos”. Proyecto de Beca de Iniciación -CONICET, Buenos Aires. Mimeo.

Page 53: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

104

Entre el futuro del recurso y el futuro de los hijos... / Fernando Alberto Balbi

Balbi, Fernando Alberto (1990). “Desarrollo y reproducción de una forma deproducción no empresarial: el caso de los pescadores del área del Paranáentrerriano”. En: Cuadernos de Antropología Social, No 2. Facultad de Filo-sofía y Letras, UBA, 66-94.

Balbi, Fernando Alberto (1995). “Las paradojas de la regularidad. Algunas consi-deraciones en torno al papel de los intermediarios en el proceso productivopesquero del área del Delta entrerriano”. En: Hugo Trinchero (ed.), Pro-ducción doméstica y capital. Estudios desde la antropología económica. Biblos,Buenos Aires, 139-170.

Balbi, Fernando Alberto (1998). “El modelo como carta mítica. Acerca de algu-nos presupuestos habituales en el análisis de cooperativas”. En: Cuadernosde antropología social, No 10. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 177-190.

Balbi, Fernando Alberto (2000). “Interdependencia, memoria institucional y va-lores morales: fundamentos sociales de la moralidad en una cooperativa depescadores entrerrianos”. En: Avá. Revista de Antropología Social, Nº 2. Pro-grama de Posgrado en Antropología Social, Universidad Nacional de Mi-siones, 95-111.

Balbi, Fernando Alberto (2007). De leales, desleales y traidores. Valor moral yconcepción de política en el peronismo. Editorial Antropofagia, BuenosAires.

Boivin, Mauricio, Ana Rosato y Fernando Alberto Balbi (1997). “Integraciónregional y reorganización espacial de las actividades productivas: el caso dela producción pesquera en el área del Delta entrerriano”. En: Actas del 6to.

Encuentro de Geógrafos de América Latina. Edición en CD-ROM. Facultadde Filosofía y Letras, UBA.

Boivin, Mauricio, Ana Rosato y Fernando Alberto Balbi (1999). “Conflictos po-líticos y valores morales: usos simbólicos del modelo cooperativista”. En:Etnía Nº 42-43. Museo Etnográfico Municipal “Dámaso Arce”, Institutode Investigaciones Antropológicas, Olavarría, 171-188.

Escobar, Arturo (1998). “Whose knowledge, whose nature? Biodiversity,consevation, and the political ecology of social movements”. En: Journal ofpolitical ecology, Vol. V, 53-82.

105

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Espinach Ros, Alberto y Ramiro P. Sánchez (2006). “Proyecto Evaluación delRecurso Sábalo en el Paraná. Informe final de los resultados de la primeraetapa 2005-2006 y medidas de manejo recomendadas”. SAGPyA - INIDEP- INALI - UNL.

Evans-Pritchard, Edward Evan (1976). Brujería, magia y oráculos entre los Azande.Anagrama, Barcelona.

Ferrero, Brian (2006). “‘La ecología’ de los colonos. Búsquedas de inclusión en unterritorio ambientalista”. En: Anuario de estudios en antropología social, 2005.Centro de Antropología Social - Instituto de Desarrollo Económico y So-cial, Buenos Aires, 187-197.

Grove-White, Robin (1993). “Environmentalism: A new moral discourse fortechnological society?”. En: Kay Milton (ed.), Environmentalism. The viewfrom anthropology. Routledge, London and New York.

Keck, Margaret y Kathrin Sikkink (1998). Activists beyond borders. Advocacy networksin international politics. Ithaca, Cornell University Press.

Leach, Edmund Ronald (1976). Sistemas políticos de la alta Birmania. Anagrama,Barcelona.

Little, Paul E. (1999). “Political ecology as ethnography: the case of Ecuador’sAguarico River Basin”. Série Antropologia, 258.UNB, Brasilia.

Little, Paul E. (2003). “Abundance is not enough: Water-related conflicts in theAmazon River Basin”. Série Antropologia, 337.UNB, Brasilia.

Little, Paul E. (2006). “Ecologia política como etnografia: um guia teórico emetodológico”. En: Horizontes Antropológicos, año 12, no 25. Porto Ale-gre, 85-103.

Ribeiro, Gustavo Lins (2005). “Power, networks and ideology in the field ofdevelopment”. Série Antropologia, 378.UNB, Brasilia.

Ribeiro, Gustavo Lins y Paul E. Little (1996). “Neo-liberal recipes, environmentalcooks: the transformation of Amazonian agency”. Série Antropologia,213.UNB, Brasilia.

Rosato, Ana (1998). “Estructuras y Prácticas: análisis de las formas económicas yjurídicas en un sistema cazador-pescador”. Tesis doctoral. Facultad de Filo-sofía y Letras, UBA. Buenos Aires. Inédito.

Page 54: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

107

La reciprocidad y el don no son lamisma cosa

Ricardo Gabriel Abduca*

RESUMEN

El autor se propone mostrar por qué la noción de reciprocidad, aunque ha sido muchasveces tomada como sinónimo del fenómeno de intercambios de dones, corresponde adiversas situaciones sociales, por lo cual tiene poca utilidad descriptiva y explicativa. Exa-mina algunos hitos de la historia antropológica, mostrando que más que un concepto,‘reciprocidad’ es un palimpsesto sobre el cual, de Durkheim a Polanyi, se han ido escri-biendo variadas nociones. En cambio, sugiere una definición de don más estricta, cercanaa las ideas de Mauss y acorde con los avances de la etnografía y la teoría contemporánea.Sugiere distinguir entre circuitos cerrados de dones, donde circulan bienes de consumofinal, y circuitos abiertos, donde los dones que circulan condensan el conjunto de lasrelaciones sociales.

Palabras clave: Reciprocidad; Don; Antropología económica; Economía política; Teoría

ABSTRACT

The aim of this text is to show how the notion of ‘reciprocity’, although have been considereda synonymous of gift exchange, veils different social situations. A brief survey of the historyof the use of the word shows how ‘reciprocity’, from Durkheim to Polanyi, seems as apalimpsest of various notions. Although, he essays a defense of a concept of ‘gift’ related tothe Maussian texts, and closer to some issues of recent ethnography and social theory. He

* Docente del Departamento de Ciencias Antropológicas e integrante del Programa de Extensión enComunidades Indígenas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Candidato doctoral de la ÉcoleDoctorale “Connaissance et culture”, Université de Paris X. Dirección electrónica: [email protected] de realización: julio-agosto 2007. Fecha de entrega: agosto 2007. Fecha de aprobación: di-ciembre de 2007.

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 107–124, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Page 55: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

108

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

distinguishes two types of gifts paths: closed, where final consumption goods circulates,and open ones, where we find not-consumption goods, which resume the whole of socialrelationship.

Key Words: Reciprocity; Gift; Economic anthropology; Political economy; Theory

RESUMO

O objetivo deste texto é mostrar que a expressão ‘reciprocidade’, ainda foi consideradacomo sinônimo de ‘câmbio de domes’, é outra coisa. O autor sugere um breve esquema dealguns marcos do desenvolvimento da noção de ‘reciprocidade’ em a teoria antropológica,mostrando que o sentido dela expressão foi mudando até assemelhar um palimpsesto commúltiplas rescritas, no processo que vá de Durkheim a Polanyi. Defende um conceito dedom próximo às idéias de Mauss e a certos avances dela etnografia contemporânea e ateoria social. Distingue deus tipos de circuitos de circulação de domes: fechados, ondecirculam bens de consumação direita, e apertos, onde circulam certo tipo de bens quecondensam o conjunto das relações sociais.

Palavras-chave: Reciprocidade; Dom; Antropologia econômica; Economia política; Teoria

I

Al parecer, los pitagóricos concebían a la reciprocidad (antipeponthos) comoforma de justicia: que cada uno sufra lo mismo que le hizo sufrir al otro. Aristótelesobjetó que esto fuese justo, pero convino que si los hombres no pueden dar el malpara devolver el mal se sienten esclavos, y si no pueden obtener un bien a cambiode dar un bien faltaría el principio distributivo de ‘a cada uno su parte’ (metadosis),por el cual los hombres se mantienen unidos.1

Este pasaje forma parte de un texto que obviamente ha tenido innumera-bles lecturas. Lo que me interesa destacar aquí es la ubicuidad que ya entoncestenía la noción de ‘reciprocidad’, en la que se aúnan diversas instancias sociales.Aparece el tema de la venganza, un intercambio equitativo de males (accionesperjudiciales), así como el del intercambio equitativo de bienes (objetos útiles).Ambas cuestiones se ligan al tema de la justa distribución del producto social, a lasolidaridad social y al altruismo. Este carácter ubicuo, nodal, y central de la ‘reci-procidad’, que aúna la distribución económica y la justicia jurídica y política, noes invención del griego ni de sus lectores. La encontramos, por dar sólo dos ejem-

109

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

plos, al oeste del estrecho de Bering al igual que en la tradición andina. Los chukchisllamaban elpu’r.IkIn tanto al intercambio como a la vendetta; hacia 1900 pasarona nombrar al comercio moderno con el verbo koryak, ‘pacificar’ (Lévi-Strauss,[1949]1967:71). En quechua moderno el intercambio temporalmente diferidode trabajos iguales es conocido como ayni. Pero esta expresión en quechua anti-guo también quería decir venganza.2

Me propongo mostrar que esa ubicuidad está presente en las descripcionesde diversos autores, de modo tal que uno se pregunta si tiene sentido seguir usan-do una expresión tan equívoca. Parte de su atractivo puede venir de cierta ilusión detransparencia y equidad: parecería que estamos ante una forma de poder en que cadaperjuicio es devuelto por un perjuicio idéntico, ante una forma económica dondecada objeto valioso, cada acción provechosa, tendría una devolución en objetos oacciones idénticas. Una especie de grado cero de lazo social, donde cada parte seríaespejo de la otra, sin terceras partes como el Estado, sin sustitutos como la Moneda.

Por razones puramente expositivas, parto de una afirmación reciente deSusana Narotzky. No pretendo discutir los puntos centrales de su artículo, el cualinsiste también en que la ‘reciprocidad’ es una noción paradójica que por serdemasiado general no sirve para explicar situaciones particulares, histórica y so-cialmente determinadas (Narotzky, 2007:405). Sí destaco que ella ubica al “nú-cleo del incipiente concepto de reciprocidad” como algo que nace sobre todo enLa división del trabajo social, en los Argonautas y en el Ensayo sobre el don. Másprecisamente, dice luego: “La secuencia en que se desarrolló el conceptoantropológico de reciprocidad es: Durkheim, 1893 a y b, 1909 y 1917, Malinowski1922, Mauss 1925, Malinowski 1926, Mauss 1931” (Narotzky, 2007:406). Ésees el punto que quiero objetar, a pesar (o a causa) de que, si se hace unaencuesta a boca de jarro a antropólogos y estudiantes sobre el origen de laidea antropológica de reciprocidad, seguramente la mayoría consideraría quees algo expresado por el durkheimiano Mauss en su texto sobre el don aldescribir al kula y al potlatch (Mauss, 1925). Este texto esboza algunos pun-tos de crítica a ese sentido común y a esa ‘secuencia’.

II

Es cierto que en la Division du travail, Durkheim habla a veces de“réciprocité”, pero no de forma conceptual general sino como corolario o atributode la solidaridad orgánica. Se trata de una complementariedad precisa que deriva

Page 56: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

110

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

de la división del trabajo, como el lazo mutuo de obligaciones recíprocas entre elcriado (valet) y el amo (Durkheim, [1893], prefacio a la 2º edición de 1902,página 16; traducido al castellano). No toda co-dependencia ni relación de pro-ducción es considerada división del trabajo. La reciprocidad antedicha se opone,por ejemplo, a las relaciones “del déspota bárbaro con sus súbditos (…), del amocon sus esclavos”, pues éstos son un mero instrumento del amo: no tienen “lareciprocidad que produce la división del trabajo” (1º parte, capítulo VI, página156). Es mera solidaridad mecánica. Durkheim gustó comparar la evolución de ladivisión del trabajo con la evolución animal. Así, las sociedades segmentarias tie-nen estructura de lombriz: un agregado de segmentos semejantes y autónomos,como los anillos de los anélidos: los segmentos, separados del resto, pueden re-construir la vida social (1º parte, capítulo VI, página 153).3 En suma, las socieda-des segmentarias no tienen reciprocidad. El aumento de obligaciones familiares, amedida que lleva a una “reciprocidad de derechos y deberes” (1º parte, capítuloVII, §2, página 177) lleva al “eclipse progresivo de la organización segmentaria”.En la tercera parte, argumenta que en la vida civilizada tiende a exigir “exactareciprocidad de los servicios intercambiados” (capítulo II, §2, página 327). Porotra parte, la solidaridad orgánica trae consigo el desarrollo del derecho contrac-tual. Un contrato obliga a ambas partes. La donación, la beneficencia, no suponenreciprocidad. “Si doy algo sin condición” no hay cooperación: “la donación no essino un intercambio sin obligaciones recíprocas” (1º parte, capítulo III, §3, pági-na 109). En cuanto a los otros textos sobre la moral, que menciona Narotzky, enninguno de ellos Durkheim habla de ‘reciprocidad’.

Mauss, en el Essai (en adelante ED), no habla de “principio de reciproci-dad”, ni habla de ‘reciprocidad’ en general. La palabra está usada en varias partes,en los siguientes contextos: 1) Se menciona la etnografía de Radcliffe-Brown so-bre Andamán, donde una vez que se han dado presentes las partes no se vuelven aver. En este vínculo entre “deudores recíprocos” se aúnan intimidad y miedo (Mauss1925: 173). 2) El caso descrito por Thurnwald: en las Salomón hay un sistema de“dones recíprocos” entre la parentela del novio y su familia política, impropiamentellamado compra de la novia. (Lo impropio parece ser su carácter reversible: si losdones son pocos se lleva a la novia de vuelta) (Mauss 1925:192). 3) Hay unaglorificación recíproca, una manera recíproca de manifestar respeto (Mauss1925:199). 4) La estipulación romana (stips), la prenda medieval (gage), la señasemítica (arrhes), son más que “avances”, son cosas animadas, residuos de un siste-ma antiguo de dones obligatorios “debidos a reciprocidad”, pues dichas cosasdejan “ligados” a los contratantes. La traditio, el nexum romano, son obligaciones

111

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

recíprocas. Romanos en tiempos de las Doce Tablas, celtas, escandinavos y germanosantes de la cristianización eran sociedades donde la gente se visitaba en fiestastribales, familias que “se alían o se inician recíprocamente” (Mauss 1925:230 yss.). 5) Como conclusión, las sociedades –como simboliza la tabla redonda deArturo– encuentran su felicidad en el trabajo compartido, en juntar riqueza pararepartirla de acuerdo a la “generosidad recíproca” que enseña la buena educación.En síntesis: a) lo ‘recíproco’ está usado ante todo como adjetivo; b) no se habla de“reciprocidad” en general, y c) lo que es de destacar, ninguno de los cinco pasajesen que esta expresión aparece se refiere al potlatch ni al kula.

III

El capítulo V de las Estructuras elementales de Lévi-Strauss, “El principio dereciprocidad”, arranca afirmando que Mauss mostró allí que “en las sociedadesprimitivas el intercambio se presenta no tanto en forma de transacciones como dedones recíprocos” (1949:60). Como vimos arriba, Mauss usa la expresión unasola vez, al pasar, pero Lévi-Strauss habla de dones recíprocos todo el tiempo. “Sinduda, el don constituye una forma primitiva del intercambio” (1949:72). Al añosiguiente Lévi-Strauss publica su manifiesto estructuralista, “Introducción a laobra de Marcel Mauss”. Allí declara que hay un “paralelismo” en lo planteado enlos Argonautas, (Malinowski, 1922) y en los planteos de Mauss y Davy desarrolla-dos a partir de 1914, por lo cual habría que considerar a los melanesios como “losverdaderos autores de la teoría moderna de la reciprocidad” (Lévi-Strauss,1950:XXXIII). Creo que esta autoría aparece más bien un poco después. En no-viembre de 1925, poco después de la aparición del ED, Malinowski le escribe aMauss comentando su lectura del Essai, y su paralelismo con su trabajo sobre elderecho en la sociedad massim, que saldrá meses después (Fournier 1994:524).Allí Malinowski, con mayor o menor influencia del flamante ED de Mauss, des-tacó cómo, al lado de la división del trabajo, se establecían otro tipo de lazosrecíprocos, una simetría entre las partes o segmentos sociales, que fundaba lasbases de qué era consuetudinario y normal y qué merecía sanción. La ley primitivano es una cosa amorfa: “las fuerzas que hacen que estas reglas establezcan vínculosde compromiso obligatorio (binding rules)… no son claramente definibles, nipueden ser descritas por una palabra ni un concepto, pero… son bien reales”. Estas“fuerzas vinculantes” están dispuestas en “cadenas de servicios mutuos, un dar-y-to-mar que se extiende por largos períodos temporales” (Malinowski 1926:66-67). Crime

Page 57: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

112

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

and Custom es mucho más durkheimiano que el ED, el texto más famoso delsobrino de Durkheim. Analiza el crimen y el castigo en relación con las formas desolidaridad social de las sociedades segmentarias. Creo que ahí está el origen de lapalabra “reciprocidad” en antropología. Más precisamente, en la traducción quehizo Malinowski del término alemán Symmetrie, usado por Thurnwald en 1915en un estudio sobre los Bánaro de Melanesia: “Sólo encontré a un autor [diceMalinowski] que se haya percatado por completo de la importancia de la recipro-cidad en la organización social primitiva”. Thurnwald dice “Symmetrie”, simetríade las acciones (Handlungen) con respecto a la “estructura de la sociedad”(Gesellschaftsbaus); hablaba allí de Prinzip der Vergeltung (literalmente: principiode revancha o de venganza). Malinowski sugiere una simetría de las acciones fren-te a la estructura social: la simetría no es sólo un “human feeling” –según sutraducción de empfinden (lit.: “sentir”, o “experimentar”). Thurnwald habría des-cuidado “su importancia como lazo legal”. Malinowski subraya cómo los inter-cambios ocurren entre dos partes de la sociedad: ya entre comunidades, ya entremitades, ya entre grupos de parientes. La dualidad puede ser evidente, como seríael caso en que la tribu está dividida en mitades, o puede estar suprimida(“obliterated”) (Malinowski, 1926:24 y ss.). Es muy probable que él haya pensadoen Durkheim al traducir Symmetrie por reciprocidad, pero el sentido es diferente:no piensa sólo en la división del trabajo, sino en otro tipo de segmentación social,como grupos de parientes, mitades, etc. En la carta mencionada arriba, o en algu-na otra no muy posterior, Malinowski le hizo notar a Mauss que Durkheim nohabía desarrollado gran cosa el concepto de reciprocidad –y así lo reconoció Maussen su trabajo sobre las joking relationships de Radin, las relaciones de parentescoque permiten la chanza, ([1926]: 122, n.); pero Mauss allí aún no trabajó el temaen términos reciprocitarios –aunque el tema de las chanzas buscaba mostrar queestas sociedades no son tan amorfas ni homogéneas como se dice.

Mauss sí trabaja en términos de ‘reciprocidad’ –como sustantivo, comoconcepto específico– en 1931, en su ensayo sobre el principio de “cohesión” vi-gente en sociedades segmentarias, sin división orgánica del trabajo. Allí sigue laprimera parte de Crime and Custom, agregando la distinción entre reciprocidad asecas, que él llama directa, y la “indirecta”: por ejemplo, las bromas pesadas que enArgentina se llaman de “derecho de piso”, las que los mayores en ciertas institucio-nes escolares o militares brindan a los recién llegados. Los que sufrieron esta agre-sión sólo la devolverán cuando sean mayores, pero haciéndosela a los recién llega-dos, nunca a los agresores iniciales. Es destacable que en dicho texto dedica variaspáginas a la “réciprocité” pero no dice nada del don (Mauss, 1931). A su vez,

113

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

cuando Malinowski en 1926 elevó la reciprocidad a estatura de concepto explica-tivo, no hizo mayor referencia al kula, sino a otro tipo de give-and-take basado enla complementariedad de grupos de parentesco, que le daba entidad a la costum-bre, y castigo a su desviación. La unificación de la vertiente-don (cuyos casos porexcelencia son el potlatch y el kula) y la vertiente-reciprocidad (como cementogeneral de la sociedad), corresponde al Lévi-Strauss de 1949-50: el tema va desdelas reglas australianas de alianza hasta las formas de beber vino en jarra en losrestaurantes populares del sur de Francia (1949:67-70).

Polanyi, a su turno, enfatizó el carácter simétrico de la “reciprocidad”. Ensu lectura de Malinowski, retomando las categorías de Maine y Toennies, él veíaallí un modelo para analizar sociedades de status, “incrustadas (embedded) en ins-tituciones no económicas”. En sociedades de contractus, jugaba el mercado. “Sta-tus corresponde a una condición más temprana que a grandes rasgos se correspon-de con la reciprocidad y la redistribución” (1957:70). Ahora bien, Durkheim veíareciprocidad en el contractus, no en las sociedades segmentarias. Malinowski llevóla reciprocidad al mundo segmentario del status. A su vez, Mauss y Davy, al acu-ñar el término “potlatch”, aplicable a distintas sociedades del mundo, se fascina-ron con la emergencia de formas proto-contractuales de competir por el status apartir de otorgar dones (¡justamente aquello que Durkheim decía que era no-recíproco!).4 El material de Boas se volvía así una piedra arrojada a algunos venta-nales principales del edificio durkheimiano. Lévi-Strauss elevó la reciprocidad allugar de rasgo fundamental del paso de la naturaleza a la cultura. En su análisis, eldon por excelencia no es tanto el de cosas como el de personas (novias) que Maussapenas si mencionó. Y Polanyi vuelve a restringir la noción, acotándola al mundodel status no contractual. La reciprocidad pasó del contractus al status: se consumóasí un giro de 180º.5 Luego, Sahlins (1972, capítulo V) acentuó la reformulaciónde la cuestión al proponer un continuum (que fue bastante aceptado) en el quedones y mercancías aparecían como puntos de un mismo espectro.

Vemos por qué no puedo seguir la genealogía de Narotzky: ella plantea unrecorrido que va desde Durkheim hasta el Mauss de 1931. Pero lo que más leye-ron los antropólogos de las últimas décadas fueron los textos citados de Lévi-Strauss, de Polanyi, y de Sahlins. A esa altura, ‘reciprocidad’ se había vuelto unpalimpsesto con varias reescrituras.

Page 58: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

114

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

IV

No quiero abundar en consideraciones sobre la lectura levistrosiana deMauss, proseguida en parte por Sahlins (1972), y observada críticamente porGodelier (1996) y Sigaud (1999). Sí quisiera destacar un breve comentario alEnsayo sobre el don: el hecho por él mismo. En su Manual de etnografía (1947),edición de sus cursos de 1935-38, hay un capítulo de cuestiones económicas. Nose puede hilar muy fino pues no se trata de un texto propio sino de apuntes que élno revisó. Pero varios puntos son claros, y merecen destacarse. Primero, que lacuestión del don aparece, por más ‘prestación total’ que sea, en el capítulo econó-mico. Durkheimiano en esto, reitera que “fenómenos que creemos económicos,como la división del trabajo, no lo son… la división del trabajo es un fenómenojurídico… y siempre moral”. “Lo que define al fenómeno económico es la nociónde valor (…) se puede definir la categoría económica como el conjunto de valo-res… reconocidos por la sociedad” (Mauss, 1947:101-02). Aquí sí aparece la cues-tión de la reciprocidad como “prestaciones totales”: un australiano kurnai no comela caza que él llevó al campamento: sus suegros agarran todo (se sobreentiende queeste hombre va a comer lo que cacen sus parientes de alianza). Esta reciprocidad estotal: “comunismo”, que no está reñido con el individualismo (Mauss, 1947:104-105). La prestación total es “generalmente de valor igual: A debe todo a B, quiena su vez le debe todo a C”; las tres partes son: ego, sus suegros, sus yernos (Mauss,1947:105). De esta “reciprocidad total” sólo persiste hoy una costumbre (mœur),el vínculo entre cónyuges.

Aquí hay al menos dos problemas. Primero: el circuito entre ego, suegro yyerno, liga a tres segmentos sociales, pero Mauss lo compara a nuestra familianuclear, que es, por el contrario, no un lazo entre segmentos sino, para decirlo enlos términos de los estudios de unidad doméstica campesina, un “indiviso”, unpozo común. Segundo: “generalmente”, dice, el intercambio es de valor igual.¿Cuáles son los casos en que no es así? Los cobres kwakiutl y las caracolas melanesias.Más aun, a la coexistencia de formas paralelas de circulación que se observan enTrobriand, el intercambio de objetos kula que ocurre al mismo tiempo que elprosaico gimwali comercial, es descrito así: aquél es “comercio noble”, el otro es“intercambio de productos de igual valor”. Podemos apreciar la ambigüedad delconcepto de reciprocidad: ¿contrato entre partes o descripción de un indivisocomunitario? (Mauss, 1947)

Quiero destacar cómo Mauss bifurca la noción de ‘prestaciones totales’.Hay prestaciones totales donde lo que circula son objetos distintos de igual valor:

115

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

si ego necesita una canoa, se la construirán los maridos de sus hermanas; si loshermanos de su mujer necesitan otra canoa, ego deberá trabajar para ellos. Heaquí un caso claro de reciprocidad en los sentidos más usuales de la palabra: lazomutuo entre segmentos sociales establecido en torno a la prestación ycontraprestación de una cosa. Pero hay otras prestaciones totales, donde lo quecirculan son “valores desiguales” aunque (porque) se trata del mismo objeto, que vaaumentando de valor al circular. Al comentar su ensayo de 1925 unos diez o doceaños después, Mauss distingue entre el objeto de esas clases de entonces, del obje-to del Ensayo sobre el don. Estas clases están destinadas a explicar el fenómeno‘económico’: “lo que nos interesa acá es el conjunto de los sistemas de dones, elconjunto de los sistemas de potlatch”. En cambio, dice Mauss, el ED “trata delvalor religioso y moral de esos objetos trasmitidos” (Mauss, 1947:105). ¿Por qué estaafirmación? Porque le interesaba destacar que, al lado de las cuestiones de lazosocial en sociedades segmentarias, está la cuestión de la investidura social de ciertosobjetos.

En síntesis, a la hora de exponer, en los años finales de su carrera, las cues-tiones de ‘reciprocidad’ y ‘don’, Mauss hizo la distinción entre el lazo social de lasprestaciones totales “de igualdad completa”, para lo cual terminó aceptando lapropuesta neodurkheimiana, reciprocitaria, de Malinowski. Y destacó otro costa-do del ED, el de esos objetos investidos de significación mágica y religiosa –en lalínea que había desarrollado años atrás, destacando el carácter de talismán de la“moneda primitiva” (Mauss, 1914). Quisiera destacar que tanto las formas duales,directas (el ayni en los dos sentidos de la palabra), como las formas ternarias, de‘devolución indirecta’, se caracterizan en que lo que circula está evaluado comoigual, aunque el objeto no sea idéntico: un día de siembra, o tal y tal bolsa de maízo ch’uñu, que va a ser cocinado y comido, al igual que la broma pesada de tal y talfecha, son objetos y situaciones irrepetibles. Por el contrario, en el circuito de loscobres tl’aqwa del potlatch kwakiutl, o el de los vaygu’a de los massim, lo que circulaes el mismo objeto, pero va aumentando de valor a medida que va circulando.6

Ése es uno de los tres puntos en que Henri Lévi-Bruhl, (hijo de Lucien ydiscípulo de Mauss) resumió al ED: “los intercambios no se restringen a “bieneseconómicamente útiles” (citado por Fournier 1994:517-20). La observación esbuena, la forma de expresarla no. ¿Qué es eso de útil? ¿Si no es útil, por qué tantapasión? Atengámonos a los términos de Mauss: son bienes económicos porquetienen valor. ¿Qué es lo que les otorga valor entonces? ¿Son inútiles porque notienen consumo final, porque no son alimento, ni herramientas, etc.? El valor deuso de las mantas que intercambiaban los kwakiutl, ¿acaso consistía en abrigar?

Page 59: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

116

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

Planteábamos al principio cómo la noción de reciprocidad comprende altalión, a la vendetta. Primero, recordemos que el don para Mauss no tiene nadaque ver con el talión; es su superación. A su vez, hay ciertos ejemplos etnográficosque permiten pensar el momento en que emerge (en términos analíticos, no histó-ricos) una forma política en la cual lo que se brinda en devolución no es lo que serecibió inicialmente. Lowie, ([1948]) mencionaba la práctica del jefe de un gruposalish, los sanpoil, en caso de litigio: regalarle una manta a cada litigante. Y el casodel jefe winnebago (sioux) clavándose púas en la espalda, para dirigirse rumbo a lacasa del pariente más próximo. ¿Es para “suscitar la compasión”, como piensaLowie? Creería más bien que esta forma de representación política viene de lamano de un tipo de representación económica. Lo que hacen estos jefes, sioux osalish, es antes que nada crear una deuda: sea con la espalda herida, sea dandomantas. Así, ambas familias, las del agresor y la del agredido, se vuelven deudorasdel jefe; la manta se inviste de un rol que depende de funciones sociales específi-cas, no de su corporalidad de manta.

El lugar concreto desde donde podemos pensar el núcleo común de losconceptos de valor económico y de poder es la situación de deuda. Veamos laexpresión maorí utu, definida en el ED como satisfacción de los que quierenvenganza de sangre, compensación, pago, responsabilidad, precio. ¿Esta palabrase refiere a una situación de reciprocidad o de don? Depende. Un comportamien-to verdaderamente recíproco es la sangre derramada se compensa con un derra-mamiento idéntico: la vendetta. Por el contrario, una compensación hecha conotro objeto (como el shell-money melanesio) introduce el campo de la representa-ción. Cuando Sahlins decía que “la reciprocidad es una relación ‘entre’” y que eldon no especifica una tercera parte (1972: 169), se refería a la ausencia del Estado,a la ausencia de un Tercero, el Leviathan. No obstante, como muestran los casosdel kula o el potlatch, el don puede ser más que una ‘relación-entre’, pues aquellasprácticas son formas de circulación entre segmentos sociales, segmentos que, porla misma práctica del don, como poder en acto, puede hacerlos recomponer. Eneste sentido, a mi juicio, hay un tercero, no estatal, que no es subyacente alintercambio, pero que está, por así decirlo, al costado, en las terceras perso-nas que observan qué está ocurriendo. Por ejemplo, en las estrategias massim,en las que se especula constantemente acerca de cuál será el próximo eslabónde la cadena de kula.

117

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

V

Creo que si nos atenemos a un planteo en términos de valor (como el quemencionaba Mauss en sus cursos) podemos pisar más firme, justamente al tratarde entender el carácter de esos “indiscernibles”. Los valores “son esas cadenas invi-sibles que ligan las relaciones entre cosas y las relaciones entre gentes”. Son invisi-bles por que antes que nada son “formas de conciencia humana que describen loque es, y prescriben lo que debería ser” (Gregory 1997:12). De esa forma, losobjetos materiales, de acuerdo a la relación social de la cual forman parte, tomanlas formas de dones, o de mercancías, o de bienes. Gregory llama así “dones” a los“valores que circulan entre las Casas”, “mercancías” a los valores que van de laCasa al Mercado, y Bienes a las reliquias, los “recuerdos” (keepsakes) que no salende la casa (Gregory 1997:12-33).

Su planteo, que no pretendo resumir aquí, forma parte de una propuestasólida, elegantemente sintética, y enraizada en una lectura rigurosa de los clásicosetnológicos, la etnografía moderna de Melanesia y la mejor tradición de economíay economía política; es de las cosas más interesantes de la antropología económicacontemporánea. El punto de partida de Gregory fue su trabajo Dones y mercan-cías, una lectura de los datos de Nueva Guinea desde un marco sraffiano. Al revésde Sahlins, distingue netamente dones de mercancías (1982:22 y ss.). Retomandolas observaciones de Baric sobre el shell-money y el rango en la isla Rossel, y lasmás conocidas de los Bohannan sobre los tiv y las esferas varias de “mercado” (enel mercado propiamente dicho sólo hay una esfera), concluye que hay que ver a“la economía del don” en su dominio propio: las mercancías están “cardinalmente”relacionadas en una escala de precios, mientras que los objetos de don están“ordinalmente” relacionados en jerarquías de rango.7

VI

Es muy productivo releer las fuentes desde este criterio. Cuando se ha escri-to tanto sobre ciertas palabras, conviene recordar la mirada inicial con que Boasexponía al potlatch en un libro: “voy a hablar del método de adquirir rango…Esto se hace mediante el potlatch, o distribución de propiedad” (1897:341). Loque inmediatamente describe Boas es la biografía individual: el primer nombre deun niño es el del lugar de su nacimiento. Luego se abre la distribución de dones,su madre le da un remo, y de ahí en más el niño o joven irá recibiendo y devol-

Page 60: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

118

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

viendo dones, en sucesivas etapas de adquisición de nombres. La distribución dedones es lo que marca el rango, la jerarquía entre las casas y la biografía del sujeto.Esto es más claro en un texto póstumo, que detalla todas las etapas de la construc-ción de la persona kwakiutl de élite, estando cada una de ellas acompañada poruna distribución de bienes (1966:100-103).

Llama la atención, en las descripciones de la guerra en la costa noroeste deAmérica del Norte que nos dejaron Boas y Hunt, cómo kwakiutl, bilx’ula, heilts’uky otros pueblos en las guerras de la década de 1850-60 se peleaban por trofeos desencilla corteza de cedro. Aunque esas guerras podían estar causadas o acentuadaspor la integración de los kwakiutl a la economía mundial, los relatos de guerra nohablan tanto de captura de territorios de caza como de captura de emblemas de‘sociedades secretas’, que daban derecho a ciertas prácticas como la danza ‘caní-bal’, hamatsa, además de cobres tl’aqwa. Una fracción kwakiutl, los Ma’tilpe, notenían estas danzas. Un día en que unos Ma’tilpe vieron pasar jóvenes del nortecon emblemas hamatsa los mataron a los seis. Enseguida uno fue a tomar el botín:al encontrar silbatos en una bolsa” empezó a proferir el grito hamatsa ‘hap, hap…’,porque ahora tenía derecho a usar la danza que poseía el hombre que había mata-do. Tomó… dos cobres”. Este método de apoderarse de danzas o cobres se llama-ba kue’xanEm, “se obtuvo matando” (Boas, 1897:425 y ss. y 1966:112 y ss.). ¿Cuáles el valor de uso de esos objetos? ¿Para qué sirven? En principio, son prueba dehaber “matado” a alguien en una fiesta, o haberle dado muerte, sin comillas. Comolos cobres, son la prueba del potlatch de donde salieron, potlatch que es momentoconstituyente de apostar un rango ya adquirido, provisoriamente constituido. Hayque recordar que los diferentes grupos (clanes, tribus, grupos etnolingüísticos) dela costa noroeste se conocían entre ellos, se casaban entre ellos, guerreaban entreellos. El nombre del enemigo era conocido. Podía ser pariente de un vecino. Cadauno sabía si tal o tal cobre había sido capturado en la guerra o en el juego de losdones. La definición de Gregory conviene perfectamente para el caso del potlatch(el potlatch en sentido estricto, el ma’xwa kwakiutl). Pues no se entiende sin com-prender que era una forma de circulación de valor entre los numayma o “clanes”.

A su vez, las etnografías de las últimas décadas nos han brindado una pin-tura mucho más rica del kula de los massim. En vez de la imagen didáctica de dosanillos que giran en sentido opuesto, ahora conocemos la atención ansiosa que losmassim le prestan al keda, al itinerario de cada objeto (Weiner, 1992; Godelier,1996; Damon, 2002). Acá, como en el caso de los cobres kwakiutl, donde “elvalor del objeto varía en el transcurso del intercambio” estamos bien lejos de lareciprocidad. ¿Por qué? Porque si algo queda claro es que la ‘reciprocidad’ es un

119

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

juego simétrico, donde un lazo social se expresa por la vía de una transferencia devalor. Esta transferencia podrá ser temporalmente simultánea a su contraparte, obien ésta estará temporalmente diferida. Podrá ser dual o podrá ser tercerizada ytransitiva, pero en todos esos casos ‘recíprocos’, sean alimentos, sean novias, seanniños (fosterage), sean prestaciones de trabajo, sean canoas o cerdos, a) se da algoque no se vuelve a ver, y se retribuye con un valor equivalente. b) La suma de loque uno se desprende y lo que el otro recibe es igual a cero. No es ése el caso de lostesoros que circulan (con perdón del oxímoron): cobres tl’aqwa o caracolas vaygu’a,que mientras ruedan aumentan su valor. Más aún, nunca se sabe si va a haber,efectivamente, devolución, y en todo caso esa devolución no es sino otro don. Espor eso que, con razón, Descola recientemente ha definido al don como unarelación entre partes equivalentes, pero caracterizada por la “asimetría positiva” ycomparable a otros dos vínculos entre equivalentes: el intercambio (que sin dudaalguna es “simétrico”) y la “asimetría negativa” de la predación –venatoria, guerre-ra o recolectora (2005:456).8

VII

Con Gregory, prefiero llamar don a las formas de circulación de los pro-ductos entre Casas. Eso sí, manteniendo la distinción entre formas personalizadas,con devolución diferida, de las formas inmediatas. Sin personalización no es posi-ble el diferimiento temporal. Sin diferimiento temporal no hay don. En las for-mas inmediatas A y B intercambian simultáneamente: en principio, son mecanis-mos de mercado (no importa si hay o no dinero).

Este esbozo nos lleva a la cuestión de la moneda. Se ve claramente quéseparaba en este punto a Mauss y a Malinowski: éste rechazó categóricamente quelos caracoles de Trobriand fuesen un tipo de moneda. Mientras que el ED, (quecon tantas citas y digresiones puede ser considerado un hipertexto) puede serleído también como un ensayo sobre la moneda. No sólo en la larga nota sobre lahistoria de la cuestión monetaria, donde aclara su diferencia con la mirada deMalinowski, sino en toda la sección sobre la “moneda de renombre” kwakiutl(1925: 178-179 y 221-227). Tuvo que pasar tiempo para que los etnógrafos deMelanesia viesen con claridad el funcionamiento del shell-money, proveyendo tam-bién una definición de moneda basada en criterios más abarcativos que los usadospara definir el artefacto mercantil dinerario que domina entre nosotros. Conoce-mos cómo en la sociedad moderna hay una perpetua conversión de la moneda en

Page 61: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

120

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

mercancía a secas y de ésta en moneda. Y la perpetua metamorfosis de la riquezacapitalista: de medios de producción en acto a productos mercantiles, de mercan-cías a dinero, y del dinero en bienes de reproducción, sean de consumo final o demás producción. Etc. Ahora, los hallazgos de F. Damon entre los massim deWoodlark, o de A. Weiner entre los de Kiriwina, nos aclaran la metamorfosis delos kitomu, (brazaletes y collares de concha, que asumen la forma de riqueza an-cestral atesorada), en vaygu’a. Como valor de uso, los brazaletes y collares son losmismos, pero este valor de uso está ahora desdoblado: sirven como vaygu’a y seponen a circular. (Fue Marx quien dio algunas ideas al respecto en sus análisisdel valor de uso del metal precioso, que se desdobla al ser acuñado; he habla-do algo de este desdoblamiento del valor de uso en otro trabajo anterior –Abduca 2005). Cuando Malinowski afirmó “una vez en el kula, siempre en elkula”, se refería a las personas. Los objetos (al menos entre massim notrobriandeses) sí pueden salir del kula.

Ahora podemos comparar la síntesis póstuma de Boas (1966:37-53), quemuestra cómo en la rueda del potlatch circulan valores entre una veintena detribus con ciento cinco numayma, (cada uno de ellos con cerca de cien habitantespromedio, en ese entonces) los cuales, como en el juego de las sillas, disputabanpor 658 ‘nombres’ o ‘puestos’ jerárquicos. Del mismo modo, los aportes de Damon,y su continuidad de casi veinticinco años visitando a los massim de Woodlark,permiten establecer que en el kula circulan quinientos brazaletes mwal y otrotanto de collares bagi. Así, aunque cobres y caracolas no tengan atributos de ‘me-dida’ perfecta de los valores en términos cardinales, sí miden bien una escala ordinalde rango: cada vaygu’a es una alícuota que representa alrededor de la milésimaparte de la riqueza social del circuito kula (Damon 2002:117).

VIII

Ahora podemos ver que “reciprocidad”, “don”, “intercambio”, son formas,que pueden estar presentes en diferentes situaciones sociales, sean igualitarias,sean “tributarias” o redistributivas”. Hay que distinguir, en definitiva, no sóloentre dones y ‘reciprocidad’, sino entre dones de bienes de consumo directo, (quepodrían llamarse valores de uso simples) y bienes de uso que no son de consumodirecto (valores de uso desdoblados). Los bienes de consumo directo tienden acircular en circuitos de dones de valor igual: circuitos cerrados. Los valores de usodesdoblados, tesaurizables, tenderían a circular en circuitos abiertos, y aumentan-

121

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

do de valor (a diferencia de la moneda comercial) con el correr de la circulación.Vimos el caso de la manta sanpoil: el valor de uso de la manta se desdobla: la mantasirve para pacificar, no para calentar el lecho. Este caso, como el más complejo decaracolas y cobres, muestra cómo un objeto es investido por un rol que dependede funciones sociales específicas, no meramente de su corporalidad de manta,cobre, oro. Eso sí, esas relaciones sociales necesitan la corporalidad de la manta, elcobre, el oro, para manifestarse. Se trata de un indiscernible, que ocurre entre dossectores sociales y un objeto, comparables al fetichismo de la mercancía y deldinero. Comparable pero distinto: es fetichismo del don, y fetichismo de la mo-neda de rango o “moneda de renombre”.

Si se aclaran éste y otros puntos, quizás la ‘reciprocidad’ corra el destino deotras nociones antropológicas, como la de ‘tribu’ o la de ‘comunidad folk’. Comouna escalera que ya no sirve una vez que hemos logrado subir por ella, convendríaarchivarla, no sin gratitud.

NOTAS

1 Ética Nicomaquea (1132b, 20-30, 1133a, 1-15). He mirado dos versionescastellanas (en la de Azcárate antipeponthos es ‘reciprocidad’, en la de Gómez-Robledo es ‘cambio’), dos francesas y una inglesa, pero he optado por el criterio dePolanyi en su “Aristotle Discovers the Economy” y en “The Economy as InstitutedProcess” (Polanyi et al, 1957: 64-94 y 239-270). Metadosis suele vertirse comointercambio, cambio, o comercio; Polanyi sostuvo que los traductores imaginaronla omnipresencia del mercado, a contrapelo del sentido usual del término, que erasiempre “giving one’s share” –o sea: no ‘intercambio’, sino un tipo de distribuciónque es uno de los resultados posibles de un proceso de intercambio (pp. 91-94).2 Aynikupuy, o ayniy: Recompensa o paga en la misma moneda. Aynikupuy:Vengarse, satisfacerse, hacerle otro tanto. Ayniqsunqu: Buen pagador o vengador.Ayniykamayuq: Vengador. Aynillapaq quy: Dar o recibir algo con retorno” (G.Holguín, [1608]). En tiempos actuales, Lira (1944) da: “Ayni: Retorno, recompensaen forma igual, correspondencia en servicio o favor en la misma manera que fuehecho. Ayninakuy, aynikapuy: Concertarse para satisfacer deberes personales”.Transcribo de acuerdo al alfabeto quechua normalizado de hoy, y con verbos eninfinitivo.

Page 62: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

122

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

3 Una analogía biológica que también usa Mauss en un trabajo importante sobre“la nación”, escrito tras la primera guerra y acorde a sus preocupaciones políticasdel momento. Allí tampoco habla nada de reciprocidad. Pasa revista a los mismostemas que luego retomará en 1931 sobre la cohesión en sociedades polisegmentarias(Mauss, 1920).4 Al respecto, es interesante leer la reseña que Durkheim le dedicó a la gran etnografíaSecret Societies… de Boas. Si bien cuatro páginas es poco para reseñar un trabajoque reúne una cantidad brutal de información, aun así es llamativo que sólo hablede morfología y derecho –clanes, segmentos, herencia–, describa a las ‘sociedadessecretas’ en términos de devoción religiosa, y no diga una palabra del rango, delpotlatch, de los dones y los cobres. ¿No le interesaba, o veía allí temas problemáticos?(Boas, 1897; Durkheim, 1900). Sobre Davy, ver las numerosas citas de Foi jurée alo largo de todo el ED, y Fournier (1994:486-488).5 Por razones de espacio no menciono cómo aparece la cuestión en Maine y Morgan.6 No obstante, el cobre, a diferencia del vaygu’a, conserva la marca de cadatransacción, y es la de ir perdiendo pedazos, cortes rectangulares que el propietariova donando. Un cobre fragmentado vale más que uno entero, y si otro pedazo decobre viene a remendarlo, más aún. (Boas, 1897:354 y lámina 11). Mucho de loescrito acerca del ‘despilfarro’ kwakiutl, llevado al máximo con la “destrucción” decobres, deriva de la incomprensión de este hecho.7 Gregory creyó encontrar elementos para trazar en el ED un esquema evolutivoque iría de las prestaciones totales de andamaneses y australianos, al don, y deldon a la mercancía (Gregory 1982:20). Esos elementos están en el texto, (verpágina 154, sobre Samoa) pero no de manera sistemática. A veces distingueprestaciones más arcaicas por ser colectivas y menos individualizadas, a veces, porser agonísticas y no igualitarias. Por eso es que dice que las sociedades de la costanoroeste “a pesar de las apariencias están en el fondo más próximas a lo quellamamos prestaciones totales simples” (Gregory 1982:198).8 Descola distingue “relaciones de similitud entre términos equivalentes” (don,predación e intercambio), de “relaciones de conectividad entre términos noequivalentes” (protección, producción, transmisión); “ni el don ni la predacióncorresponden a la reciprocidad” (2005:423-458).

123

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

BIBLIOGRAFÍA

Abduca, R.G. (2005): “Consumo y subjetividad: el valor de uso como significante”.Etnia, nº 46-47, UNCPBA, Olavarría, 7-26.

Boas, Franz (1897). The Social Organization and the Secret Societies of the KwakiutlIndians. Government Print Office, Washington

Boas, Franz [1966] (1975). Kwakiutl Ethnography. The University of ChicagoPress.

Damon, Frederick (2002). “The Problem of Value and the Production of Names”.L’Homme, nº 162. EHESS, París, 107-36.

Descola, Philippe (2005). Par-delà nature et culture. Gallimard, París.

Durkheim, Émile [1893 a] (1911). De la division du travail social. Alcan, París,1967. Traducción al castellano: Schapire, Buenos Aires.

Durkheim, Émile [1893 b] (1975). “Définition du fait moral”. En: Durkheim,Textes, t. 2: Les Éditions de Minuit, París, 257-288.

Durkheim, Émile (1900). Reseña de Boas, 1897; L’Année Sociologique, III, 1898-1899, Alcan, París, 336-340.

Durkheim, Émile [1909]. “Leçons sur la morale”. Textes, t. 2, ed. cit., 292-312.

Durkheim, Émile [1917]. “Introduction à la morale” Textes, t. 2, ed. cit., 313–31

Fournier, Marcel (1994). Marcel Mauss. Fayard, París

Gonçalez Holguín, Diego [1608] (1952). Vocabvlario de la lengva general de todoel Perv llamada lengva qqichua o del Inca. Univ. Nac. M. de San Marcos,Lima.

Godelier, Maurice [1996] (1998). El enigma del don. Paidós, Barcelona.

Gregory, Chris A. (1982). Gifts and Commodities. Academic Press, Londres.

Gregory, Chris A. (1997). Savage Money. Harwood, Amsterdam.

Lévi-Strauss, Claude [1949] (1967). Les structures élémentaires de la parenté. 2ºedic., Mouton, La Haya.

Lévi-Strauss, Claude [1950] (1980). “Introduction a l’œuvre de Marcel Mauss”.En: Marcel Mauss, Sociologie et anthropologie, PUF, París, IX-LII.

Page 63: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

124

La reciprocidad y el don no son la misma cosa / Ricardo Gabriel Abduca

Lira, Jorge A. (1944). Diccionario kkechuwa-español. Universidad Nacional deTucumán., Argentina.

Lowie, Robert H. [1948] (1979). “Algunos aspectos de la organización política delos aborígenes americanos”. En: J. Llobera (comp.), Antropología política.Anagrama, Barcelona.

Malinowski, Bronislaw (1922). Argonauts of Western Pacific. G. Routledge,Londres.

Malinowski, Bronislaw (1926). Crime and Custome in Savage Society. Kegan Paul-Trench-Trubner, Londres.

Mauss, Marcel [1914] (1969). “Les origines de la notion de monnaie”. Œuvres, t.2. Minuit, París: 106-112.

Mauss, Marcel [1920] (1969). “La nation”. Œuvres, t. 3, Minuit, París, 573-625.

Mauss, Marcel [1925] (1980). “Essai sur le don”. Sociologie et anthropologie. PUF,París, 143-279.

Mauss, Marcel [1926]. “Parentés à plaisanteries”. Œuvres. t. 3, ed. cit. Minuit,París, 109-124.

Mauss, Marcel [1932] (1969). “La cohésion sociale dans les sociétéspolysegmentaires”. Œuvres. 3, 11-26.

Mauss, Marcel (1947). Manuel d’ethnographie. Payot, París.

Narotzky, Susana (2007). “The Project in the Model. Reciprocity, Social Capital,and the Politics of Ethnographic Realism”. Current Anthropology (48), nº3. Wenner-Gren, Chicago, 403-424.

Polanyi, Karl, C. Arensberg y H. Pearson (1957) Trade and Market in AncientEmpires. The Free Press, Glencoe.

Sahlins, Marshall [1972] (1974). Stone Age Economics. Tavistock, Londres.

Sigaud, Lygia (1999). “As vicissitudes do ‘Ensaio sobre o Dom’”. En: Mana, Estudosde Antropologia Social, (5) 2. Universidade Federal do Rio de Janeiro.

Weiner, Annette (1992). Inalienable Possessions. The Paradox of Keeping-While-Giving. University of California Press. Berkeley.

125

Territorio, identidades y consumo:reflexiones en torno a la construcción de

nuevos paradigmas en el desarrollo1

Sebastián Carenzo*

RESUMEN

La incorporación del enfoque territorial constituye el común denominador de las propues-tas más recientes generadas en el campo del desarrollo rural. En ellas se advierte un inusi-tado interés por aquellos particularismos asociados al territorio, que se extiende más allá desus características económicas, ecológicas y geográficas, para incorporar los aspectos socia-les y culturales que otorgan singularidad a un determinado espacio. El presente trabajorepresenta una primera aproximación al análisis crítico de las denominadas “identidadesterritoriales”, para luego discutir el alcance de este concepto en relación con el accionar deagencias de desarrollo que promueven la producción y comercialización de artesanías indí-genas. Finalmente se presentan algunas reflexiones en torno a la cuestión de las “identida-des territoriales” en la construcción de nuevos paradigmas sobre el desarrollo rural.

Palabras clave: Identidades; Territorio; Desarrollo rural; Artesanías; Consumo

ABSTRACT

Territorial approaches constitute a common denominator in recent proposals of ruraldevelopment studies. An unusual interest by particularisms associated to territory, thatextends beyond it‘s economic, ecological and geographic characteristics is noticed. At thesame time incorporation of social and cultural aspects is increasing in order to grantsingularity to a certain space. This paper displays a preliminary critical analysis of “territo-rial identities” as one of the main categories of this approach. It´s also discuss the reach ofthis concept in relation to the actions of the main agencies of development that operates in

* Licenciado en Ciencias Antropológicas. Doctorando de la UBA. Becario CEIL-PIETTE/CONICET.Dirección electrónica: [email protected]. Fecha de realización: julio de 2007. Fecha deentrega: agosto de 2007. Fecha de aprobación: diciembre de 2007.

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 125–143, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Page 64: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

126

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

the Chané community of Campo Durán, due to the promotion of its handycraftsproduction. Finally it´s discuss the contribution of this categories in the construction ofnew paradigms in the rural development studies.

Key Words: Identities; Territory; Rural development; Handycrafts; Consumption

RESUMO

A aproximação territorial constitui o denominador comum das propostas mais recentesgeradas no campo do desenvolvimento rural. Neles um interesse incomum por aquelesparticularismos associados ao território, além de suas características econômicas, ecologicase geográfico é observado, para incorporar os aspectos sociais e culturais que concedem osingularidade a o espaço. O presente trabalho constitui uma primeira aproximação à análisecrítica das “identidades territoriais”, para discutir logo o alcance deste conceito com relaçãoàs ações das agências do desenvolvimento que trabalham na promoção do artesanato indí-gena Finalmente nós apresentamos algumas reflexões com relação ao debate na identidadeterritorial na construção de novos paradigmas no desenvolvimento rural.

Palavras-chave: Identidades; Território; Desenvolvimento rural; Artesanato; Consumo

PRESENTACIÓN

En el campo del desarrollo rural la cuestión territorial presenta una cre-ciente centralidad en los debates y producciones teóricas. Específicamente se ad-vierte una renovada exaltación de los particularismos asociados al territorio, quecontrasta con enfoques previos donde éstos eran subsumidos en categorías homo-géneas construidas en base a dicotomías que oponían tradicional/moderno y/orural/urbano. En este trabajo intentaré aportar a la problematización de una de lascategorías centrales de estos planteos, me refiero a la cuestión de las llamadas“identidades territoriales” que ha cobrado un interés inusitado en los últimos años,representando uno de los ejes centrales para el diseño e implementación de pro-gramas y proyectos.

El presente trabajo se basa en resultados de una investigación doctoral1

sobre producción artesanal, trabajo asalariado y economías domésticas, que ven-go desarrollando desde 2005 con base en la comunidad Chané de Campo Durán(Salta, Argentina).2 Durante el transcurso de la misma he podido observar unacreciente referencia a la relación entre identidad y territorio en el marco de accio-

127

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

nes de “desarrollo” destinadas a la comunidad, que eran gestionadas tanto pororganizaciones no gubernamentales (ONGs) como por los estados municipal yprovincial. Sin embargo, esta recurrencia no ha sido acompañada de un intentode definición de esta categoría, ni de explicitación de los supuestos y criteriosasociados a su empleo en este contexto. De allí la necesidad de un abordaje críticode estos enfoques, ya que el tema de las identidades en relación a los pueblosindígenas representa uno de los ejes de debate más ricos y actualizados dentro delcampo de la antropología en nuestro país.3

Por otra parte, resulta importante incorporar una perspectiva analítica quepermita profundizar la dimensión espacial en los procesos sociales que analizamoscomo antropólogos. De esta forma es posible establecer puentes entre las dinámi-cas micro-sociales a nivel de la comunidad que forman el centro de mis indagacio-nes, con procesos estructurales que se expresan en mayor escala dentro de unterritorio complejo. Así, el Departamento de General San Martín, en la provinciade Salta, registra los niveles de inversión más altos de la provincia en rubros de laeconomía muy dinámicos como los hidrocarburos y las agroindustrias vinculadasa la producción de commodities. Sin embargo, éstos coexisten con drásticos nivelesde pobreza y pauperización de las condiciones de vida de la mayoría de la pobla-ción tanto urbana como rural, en especial de las poblaciones indígenas pertene-cientes a siete etnías diferentes que se localizan en dicho territorio.4 A su vez, partede las políticas públicas y las acciones de ONGs destinadas a este sector proponenfortalecer la dimensión local del desarrollo, a partir de la “revalorización” de los“recursos endógenos”, principalmente aquellos ligados a sus “manifestaciones cul-turales” (como las artesanías), en tanto son concebidas como una de las expresio-nes más “puras” de su identidad. Sin embargo, las comunidades cuyas particulari-dades culturales son objeto de renovada atención son las mismas que ocupan losestratos más bajos en las estadísticas de pobreza y las que presentan una menorparticipación en la distribución del ingreso generado en el territorio. De allí quees necesario problematizar el concepto de “identidad territorial”, tratando de dis-cernir cuáles son los presupuestos y orientaciones teóricas desde los cuales se estádesarrollando una discursiva que tiene significativos efectos en la praxis social local.

En primer lugar presentamos una reflexión en torno al concepto de “iden-tidades territoriales”, para luego discutir su alcance en relación con las acciones delas principales agencias de desarrollo públicas y privadas que operan en la comu-nidad Chané de Campo Durán, vinculadas al fomento de su producción artesanal.Por último presentamos algunas reflexiones en relación al debate sobre la identi-dad en la construcción de nuevos paradigmas sobre el desarrollo rural.

Page 65: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

128

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

En tal sentido, este trabajo puede enmarcarse en la tradición de estudiosantropológicos que abordan la cuestión del “desarrollo” desde una perspectivacrítica (Escobar, 1997; Viola Recasens, 2000). En particular se destaca el aportede June Nash (2006) quien pone de relieve la importancia de atender a la relaciónentre las economías de los pueblos indígenas y la dinámica de integración y resis-tencia a los procesos de mundialización.

CULTURA E IDENTIDAD EN EL CAMPO DEL DESARROLLO TERRITORIAL RURAL

Los enfoques enrolados en el Desarrollo Territorial Rural (DTR) abrevan en elinstitucionalismo económico y retoman los planteos de la teoría de la localización(modelo de clusters industriales). De los primeros resaltan la importancia decrear y/o fortalecer una “institucionalidad” que permita generar sinergias entreun conjunto de actores locales heterogéneos. De la teoría de la localización desta-can los beneficios de la concentración para la creación de economías de escala sobreterritorios cuyas características intrínsecas puedan otorgarles ventajas comparativas entérminos de su competitividad y capacidad para atraer inversiones (Manzanal, 2005).

Esta propuesta de revalorización de la dimensión espacial de la economía,supone recuperar atributos singulares del patrimonio natural y cultural de cadaterritorio, así como de las potenciales capacidades (técnicas, organizativas, logísticas,comunicacionales, etc) disponibles para explotar dichas singularidades. Estos en-foques se fundan en el concepto de “competitividad sistémica”, suponiendo queen el actual “mundo globalizado” los agentes económicos “compiten junto a suterritorio” a partir de su capacidad para desarrollar productos y servicios que pue-dan diferenciarse territorialmente en mercados globales (Soto Uribe, 2006:5).

El territorio es reificado en tanto se lo considera un actor en sí mismo,cuyos atributos lo dotan de una mayor o menor capacidad para desarrollar estra-tegias de alta competitividad. El territorio es valorizado en tanto soporte de la“materialidad” de las actividades productivas, así como de aquellas dimensiones“inmateriales” vinculadas al desarrollo de una “cultura propia”. Desde esta pers-pectiva, cada territorio responde a una “vocación” particular en función de lassingularidades presentes en su patrimonio natural y cultural (da Veiga, 2002). Lasacciones de desarrollo deben responder a dicha vocación en tanto les permitiráconectarse con dinámicas económicas complementarias presentes en otros terri-torios, sean éstos urbanos o rurales, aumentando las posibilidades de motorizarprocesos de crecimiento a partir de recursos endógenos.

129

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

En este marco, la competencia como valor fundante de las relaciones socia-les es llevada al paroxismo, ya que implica una conceptualización de lo social endonde no sólo compiten los individuos y los grupos, sino además sus territorios.Mirado desde la antropología, este enfoque nos abre una línea de indagación res-pecto a cómo se construye entonces esta singularidad territorial que permite esta-blecer estrategias de diferenciación para competir en un mundo globalizado. Enefecto, a partir del DTR el reconocimiento de la diversidad cultural en el campodel desarrollo adquiere una centralidad que no había tenido hasta entonces en losenfoques más tradicionales del desarrollo rural. Por el contrario, en estos últimosla preocupación estaba puesta en cómo lograr el pasaje de “lo tradicional” a “lomoderno”, en donde las “culturas locales” eran consideradas en la mayoría de loscasos como obstáculos al “progreso”.

Esta relevancia se expresa en la elaboración de documentos que incorporanesta perspectiva por parte de las principales agencias internacionales de coopera-ción técnica en este campo como CEPAL y el IICA, por mencionar algunos. Sinembargo, el organismo que más ha desarrollado esta perspectiva en Latinoaméricaes el RIMISP5 a partir del reciente lanzamiento de un proyecto denominado “Te-rritorios con Identidad Cultural”. El objetivo central de esta iniciativa es com-prender las determinantes y los procesos institucionales que facilitan el acceso debienes y servicios con identidad cultural a mercados dinámicos, entendiendo queeste tipo de procesos genera efectos positivos sobre el desarrollo económico ysocial de los territorios rurales pobres, reforzando al mismo tiempo la identidadcultural existente en estos ámbitos locales.

Una categoría central dentro de este enfoque es la de “identidad territo-rial”, priorizando lo que podríamos denominar un abordaje constructivista. Así,Ranaboldo (2006) resalta su carácter procesual mencionando que si bien la iden-tidad se expresa frecuentemente a través de aspectos culturales asociados históri-camente con un territorio (por ejemplo, lengua, ritos y ceremonias), la identidades creada y recreada permanentemente por los actores del territorio, incorporandotanto factores internos como externos a la comunidad. En la misma línea, Benedetto(2006) habla de “identidades territoriales” para referirse al conjunto de significa-dos y sentidos que se establecen entre los miembros de un grupo social dado, apartir del cual se diferencian de otros. Se trata de formas de valorar, pensar, orga-nizar y apropiarse de un entorno biogeográfico espacial y temporalmente defini-do. En principio, podemos señalar que estos enfoques se alejan de aquellos queconciben a la identidad como un conjunto de atributos culturales estáticos queexplican la homogeneidad del grupo y demarcan sus límites, donde estos atribu-

Page 66: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

130

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

tos se derivan de un ethos cultural inmutable, de manera que la pérdida de estosrasgos originales supondría la pérdida de identidad. En tal sentido, el enfoque delas “identidades territoriales” resulta interesante para comprender la dinámica delos procesos identitarios en el marco de las profundas transformaciones de todoorden que se suceden del mundo contemporáneo. Sin embargo, como veremos acontinuación, estos enfoques no abordan la comprensión de la dinámica identitariaen un territorio, sino en la creación y (re)creación de identidades vinculadas a un“territorio” que se organiza en función de establecer ciertos patrones de diferen-ciación orientados a la participación de productos locales en mercados globales.

De tal modo, en la visión del DTR respecto de la relación entre culturae identidad, subyace una visión instrumentalista que busca integrar un senti-do cohesivo, en tanto intenta aglutinar a diferentes actores territoriales en torno aun proyecto común, y un sentido diferenciador, que busca valorizar las singulari-dades locales en contextos extra-locales. Para ello se plantea la necesidad de que elproceso esté mediado por un agente externo a la comunidad (ONGs, Estado,etc.), en el rol clave de identificar aquellos rasgos culturales locales con mayoreschances de ser valorizados en un contexto global. Este agente externo manejasaberes e información actualizada respecto de “otros mundos” que son ajenos a laexperiencia cotidiana de la comunidad local, y en tal sentido “administra” estossaberes en función de la dinámica identitaria que busca promoverse.

ENFRENTANDO LA MUNDIALIZACION CON LAS ARMAS DEL MERCADO

Los enfoques de DTR que resaltan la importancia de trabajar en el planode las identidades territoriales, se basan conceptualmente en la llamada “econo-mía cultural” definida por Ray (1998, citado en Ranaboldo, 2006) como el con-junto de estrategias que tratan de valorizar el conocimiento y la cultura local comoun recurso económico presente en los territorios. Algunos autores van aun másallá al plantear que el hecho de hacer foco en las culturas e identidades localesvinculadas a sistemas productivos “tradicionales”, puede entenderse como unaacción de “resistencia a la globalización” en tanto busca revertir la erosión delas particularidades culturales locales y regionales provocada por lamundialización (Fonte, 2006:3).

Esta autora puntualiza incluso que la valorización de la identidad culturales un proceso que se adapta especialmente bien a “territorios pobres y margina-les”, que han sido menos afectados por la industrialización y la globalización,manteniendo sus identidades culturales; y donde predominan las comunidades

131

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

rurales de pequeñas dimensiones. De este modo se establece un límite tajanteentre las sociedades “integradas” a los flujos de la mundialización donde las parti-cularidades son borradas en pos de una cultura global y por otro lado comunida-des “aisladas” que han quedado fuera de estos flujos y por lo tanto han “preservadosu cultura”. Vemos entonces cómo reaparece aquella visión esencialista de la queparecían alejarse estos enfoques en su propuesta de abordaje de la dinámicaidentitaria en comunidades locales. Este esencialismo aparece al definir un ciertorepertorio de rasgos y elementos culturales “genuinos”, definiendo la base sobre lacual desde una perspectiva constructivista se realiza una jerarquización y selecciónpara definir aquellos rasgos y elementos sobre los cuales será posible montar unaestrategia de diferenciación del territorio y sus productos en un mercado global.Esta síntesis final puede incorporar otros rasgos y elementos ajenos a esta culturalocal pero que resultan centrales para lograr un acceso a estos mercados.6

Aquello que resulta realmente paradójico es el modo en el cual se compren-de esta “resistencia a la globalización”, por cuanto no se proponen resistir desde laconstrucción de un paradigma alternativo desde donde replantear los términos dela dominación o la desigualdad que evidencian las poblaciones de estos territorios“marginados”. Por el contrario, la solución pasaría por promover una mayor inte-gración al mercado mundializado, a partir de una dinámica de desarrollo econó-mico “inclusiva”, basada en la articulación entre agentes e instituciones locales yextra-locales (fuerzas “endógenas” y “exógenas”) que permita incorporar estas áreas“marginales” a los grandes circuitos de la producción globalizada. El desafío pro-puesto pasa por incorporar productos y servicios locales, que presentan proble-mas en términos de escala y adecuación a los estándares de calidad fijados en lasnormas internacionales, en mercados nacionales e internacionales, caracterizadospor su dinamismo y alta competitividad.

Por ende, la estrategia a construir debe valorizar aquellas dimensiones enlas que los productos masivos e industrializados no pueden competir, buscandosu diferenciación justamente en aquellos atributos culturales que le otorgan unaidentidad definida y particular.

LA ECONOMÍA NEOCLÁSICA DESCUBRE LAS IDENTIDADES

En forma complementaria a la caracterización de los territorios donde se reali-za la producción, estos enfoques presentan supuestos acerca de los consumidores“globalizados” de estos productos con “identidad territorial”, que responden a unsistema de ideas que podemos ubicar dentro de la corriente neoclásica en economía.

Page 67: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

132

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

El trabajo de Fonte (2006:14-18) resulta representativo de la visión de lasociedad “global” que referencia la construcción de experiencias de DTR. Por unaparte los “países pobres” están sumidos en una “crisis de escasez que aún aflige agran parte de la población” y por otra en los “países ricos” se evidencia una “crisisde ansiedad en los consumidores” provocada por múltiples factores (incertidum-bre respecto del sistema de producción de alimentos, debilitamiento de los víncu-los comunitarios locales, etc.). Allí donde el “bienestar” estructuraba los vínculosanteriormente, hoy el crecimiento del individualismo como ideología dominanteha erosionado los vínculos sociales básicos. Estas cuestiones inciden en la defini-ción de las preferencias de estos consumidores, estructurando demandas muy es-pecíficas que se han desarrollado en estos “mercados globalizados”. El aumentodel poder de compra en estas sociedades permite que los individuos desarrollennuevos comportamientos de consumo orientados a la incorporación de preocu-paciones éticas, sociales y ambientales en la conformación de “estilos de consu-mo” que buscan revalorizar los productos naturales, de confección artesanal porsobre aquellos productos indiferenciados generados en la gran industria.

Así, la propuesta desde el DTR es coadyuvar en la construcción de proce-sos conectivos entre territorios caracterizados por producir bienes “cargados demarcadores de identidad” tanto materiales como inmateriales y aquellos otrosterritorios donde se han creado estos nichos de mercado muy particulares quepueden ser satisfechos con las producciones locales “étnicas”, “tradicionales”,“agroecológicas”, “biológicas”, entre otras categorías posibles. Así, en teoría seestablecería un sistema de intercambios regulado a través de las preferencias deconsumo de estos habitantes del primer mundo, sumidos en una crisis “posmaterial”que buscan, a través de sus opciones de compra, construir y/o reafirmar estilos devida donde se jerarquizan valores vinculados a “lo natural”, “lo culturalmentediverso”, “lo solidario” y “lo justo”.

Sin embargo, no cualquier producto proveniente de estos territorios puedeser incorporado en estos nichos de mercados que se estructuran de un modo tanparticular. Por el contrario, el requisito sine qua non consiste en que sean capacesde vehiculizar todo un universo de símbolos vinculados a un territorio determina-do, como características socio-económicas de su población y también sus particu-laridades geográficas y ecológicas.7 Pero principalmente se busca que estos pro-ductos “hablen” de la relación existente entre la acción de las agencias de coopera-ción y desarrollo y la posibilidad de dar continuidad a los “modos de vida tradi-cionales” de estas poblaciones locales. Esto es justamente lo que garantiza queexista una conexión de sentido entre las “identidades territoriales” y la identidad

133

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

del “consumidor responsable”, tal como lo expresaba un folleto de una tienda deComercio Justo en Madrid, donde se veía a una señora de unos 60 años y a unajoven de unos 25 años diciendo: “Estamos contribuyendo a que puedan vivir digna-mente como artesanas (Pilar compradora de comercio justo) [y también] Si no defen-diera el comercio justo, no sería yo (María, compradora de regalos del comercio justo)”(Intermon-Oxfam, 2006).

Como vemos aquí, este tipo de vínculos trascienden lo económico paraponer en juego un complejo conjunto de valores éticos y morales, que se incorpo-ran en la dinámica de construcción identitaria de los consumidores de los paísesdesarrollados, estableciendo jerarquías y diferencias frente a otros individuos y/ogrupos de esa sociedad: los consumidores no responsables. Considerando esteanálisis creemos que es válido interrogarse entonces sobre cual es el verdaderoobjeto de la dinámica identitaria asociada a estos enfoques del DTR. Si nos para-mos dentro de su propia lógica discursiva, deberíamos decir que son las comuni-dades rurales que habitan en territorios marginales; sin embargo, de acuerdo anuestro análisis podemos inferir que en realidad estos procesos apuntan predomi-nantemente a incidir en la dinámica identitaria de estos consumidores moviliza-dos por valores éticos y morales. De allí que resulte significativo que la praxis delas agencias que intervienen en los territorios bajo el enfoque del DTR, se estructureen buena medida por las preferencias individuales de este grupo específico deconsumidores que demanda “productos con identidad”.

Sin embargo, resulta paradójico que justamente los territorios donde estasorganizaciones intentan desplegar estos enfoques se encuentran cada vez más frag-mentados como consecuencia de la propia dinámica del capitalismo mundializadoque ha contribuido a la erosión de los sistemas domésticos de producción, justa-mente los mismos que ahora aparecen como “culturalmente valorizables” en tér-minos de una demanda puntual y específica. De allí la preocupación de algunosde los autores frente a los “efectos no deseados” de la mundialización y la reco-mendación respecto a la pertinencia de desarrollar estas propuestas en territoriospobres y marginales, donde supuestamente aún persisten comunidades que han“preservado” los rasgos y elementos centrales de su identidad cultural: “La existen-cia de especificidades territoriales en la función de producción agrega valor alproducto típico y al producto cultural, un valor que hoy en día la demanda reco-noce y aprecia. Se está abriendo un escenario de interesantes oportunidades para talesproductos y, por sobre todo, para los contextos rurales marginales, donde los conoci-mientos contextuales y los recursos culturales, protegidos por la marginalidad misma,han sobrevivido al proceso de homologación de la economía fordista.” (Fonte, 2006:12)

Page 68: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

134

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

En este proceso, el rol de las agencias que promueven el DTR es “activar” ladinámica identitaria de estas comunidades tradicionales. En un contexto dondese evidencia una rápida transformación de las condiciones de “ruralidad” de mu-chas de estas comunidades, buscan concientizar respecto de la erosión de los pa-trimonios culturales sobre los que se sustentan las identidades territoriales y traba-jar en la (re)creación de estos repertorios identitarios de acuerdo a una estrategiade inserción en mercados globales (Benedetto, 2006). En tal sentido la propuestadel DTR es actuar desde su lugar de agente “exógeno” en la dinamización de unapropuesta de desarrollo “endógena” colaborando en la identificación y puesta envalor de aquellos atributos específicos presentes en el territorio desde donde pue-de construirse una identidad específica.

“IDENTIDADES TERRITORIALES” Y LAS ARTESANÍAS CHANÉ DE CAMPO DURÁN

A continuación vamos a profundizar sobre cómo esta cuestión de las“identidades territoriales” opera en el plano de las prácticas de las organiza-ciones que promueven la comercialización de artesanías de la comunidadChané de Campo Durán.

A partir de nuestra experiencia de investigación pudimos reconstruir elcircuito de producción-consumo de las artesanías Chané, haciendo especial énfa-sis en el rol cumplido por ONGs de Comercio Justo y la Secretaría de Cultura deSalta. Estas instituciones operan como mediadoras entre los “consumidores res-ponsables” y las “comunidades locales” a partir de lo que denominamos“ficcionalización de las identidades territoriales”. Esto alude al proceso de selec-ción y recorte destinado a aislar y resignificar ciertos elementos y procesos de lavida social y cultural de estas comunidades, que guardan potencial para transfor-marse en “marcadores de identidad territorial”, sobre los cuales montar una estra-tegia de diferenciación de los productos en determinados mercados. De esta for-ma otros elementos y procesos son concientemente dejados de lado, principal-mente aquellos que hablan de la inserción subordinada de estos grupos en unasociedad desigual. Para dar cuenta de este proceso presentamos algunos aspectosvinculados a un estudio de caso con artesanos Chané de Campo Durán. Caberesaltar que el ejemplo es ilustrativo y que responde a nuestra intención de presen-tar resultados preliminares que necesariamente deben ser profundizados en el trans-curso de la investigación en curso actualmente.

135

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

OBREROS VERSUS ARTESANOS

Campo Durán se encuentra en una de las áreas más dinámicas de explota-ción de hidrocarburos. El crecimiento de la inversión privada desde la privatizaciónde YPF ha ampliado la participación de los pobladores de esta comunidad comotrabajadores asalariados en las empresas del rubro. Aunque las condiciones deempleo se han precarizado, la participación de los ingresos derivados del trabajoasalariado adquiere gran relevancia en las economías domésticas de la comunidadChané. Incluso, la ocupación en “la empresa” está socialmente valorizada, no sóloen términos económicos sino también de prestigio social. En la mayoría de loscasos los artesanos, incluso los mejores, buscan quedar empleados en las empresaspor el mayor tiempo posible.

Esta dinámica representa un problema para las agencias de desarrollo quereivindican a la artesanía como una producción basada en el patrimonio natural(ya que se emplean recursos silvestres nativos) y cultural del territorio (en tanto setrata de una producción asentada en las tradiciones del grupo, de donde provie-nen los saberes para la producción), apostando a la revalorización y consolidaciónde su condición de artesanos. En efecto, el trabajo en la empresa compite con laproducción de artesanías, en particular de máscaras que son confeccionadas porlos varones adultos. En los períodos que quedan empleados la productividad demáscaras registra una abrupta caída, pero además las ONGs denuncian que losjóvenes ya no se interesan por aprender el oficio de artesano, sino en alcanzar elgrado de oficiales en el trabajo industrial.

Desde los equipos técnicos vinculados a estas agencias se exalta el carácterartístico de las producciones Chané, como nos decía una indignada técnica entre-vistada: “No puede ser estos tipos son artistas geniales! …y los tienen abriendo picadascon un machete!”. Los esfuerzos puestos en sus proyectos y acciones intentan dealguna forma contrapesar la importancia que tiene el empleo en las empresas, quees visto como puntal de un proceso de erosión del patrimonio cultural de losChané, que no sólo se expresa en el plano de las prácticas económicas, sino tam-bién en la conformación de valores propios de la sociedad “blanca”.

Es indudable que a través de la experiencia de trabajo en las empresas losChané de Campo Durán han incorporado prácticas y valores propios de lo que,en términos del DTR, llamaríamos una “cultura exógena”: formas de relacionarsecon los otros, formas de vestir (como obreros petroleros), etc. En realidad, si-guiendo el enfoque constructivista propuesto desde el DTR podríamos decir queestos elementos forman ya parte de la cultura de este grupo Chané. Sin embargo,

Page 69: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

136

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

en el acto de vender una pieza de artesanía a un consumidor porteño o italiano, loque se pone en juego no es una referencia a su condición de experto revestidor deductos de petróleo, sino a su condición de artesano que vive “en” la naturaleza yque a partir de su trabajo expresa y refleja una visión del mundo formada desdetiempos pretéritos, aun cuando la dinámica social de los artesanos de la comuni-dad está cruzada por procesos vinculados a la actividad industrial.

De alguna forma, la identidad obrera es cercana a la experiencia del consu-midor, forma parte de su mundo de referencia. En cambio la identidad del artesa-no indígena es distante, exótica y, por ende, atractiva. La construcción de undiscurso acerca de esta identidad territorial, cuyos puntos cardinales son la selvade las yungas, las fronteras de nuestra nación, la cultura indígena y la desigualdad,la marginación y la pobreza, permite envolver al objeto artesanal de valores mora-les positivos para el consumidor. Así, como decíamos anteriormente, al consumirestas identidades ficcionalizadas, el consumidor construye rasgos de su propiaidentidad. Por ende, en el fondo de estos enfoques del DTR no interesa intervenirrealmente en la dinámica identitaria de las comunidades en los territorios, asu-miendo su complejidad y ambigüedades; sino que lo que importa es construirestas “identidades territoriales” (ficcionalizadas) como un producto de cuidadaelaboración cuya “inmaterialidad” pueda fundirse en la materialidad del objeto dela transacción, añadiendo un tipo de valor tanto económico como simbólico.

LA CONSTRUCCIÓN DE LOS “MARCADORES DE IDENTIDAD”

Veamos ahora algunos detalles de cómo opera este proceso deficcionalización, en relación con el proceso de producción de artesanías. Anterior-mente habíamos mencionado que este enfoque del DTR remitía en última ins-tancia a una concepción utilitarista de la cultura, donde por ejemplo se combina-ban rasgos de la “cultura tradicional” de los pueblos indígenas con otros as-pectos que podían relacionarse a otros tipo de repertorios culturales másmodernos, como por ejemplo aquellos vinculados a la “cultura de la calidad”de los objetos producidos.

Las agencias de desarrollo intervienen orientando el proceso productivoartesanal, sobre la base de criterios bien definidos destinados a garantizar que losobjetos producidos evidencien estas “marcas de identidad” que los vinculan conuna cultura y un territorio específicos. Estas regulaciones operan a través del vín-culo comercial entre artesanos y agencias, ya que estas últimas sólo compran aque-llos objetos que responden a los criterios explicitados. Así, por ejemplo, sólo pue-

137

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

den confeccionarse con productos naturales (madera y resina de ceiba insignis, pintu-ras obtenidas de piedras del río, arcilla y tierra de la zona) y deben presentar diseños omotivos asociados al patrimonio natural y cultural del territorio. En el caso de laproducción de máscaras, las mismas pueden representar únicamente animales pro-pios del ecosistema local, y en el caso de la cerámica sólo aquellos motivos “de losantiguos”. El reconocimiento del expertise de estos artesanos está acotado a su capaci-dad de producir bienes “típicos”, ya que por más que puedan desarrollar una tallaperfecta de un elefante africano o bien un juego de cerámica utilitaria con diseñosbauhaus, estos no serían reconocidos ni comprados por apartarse del patrón estéticoque garantiza la “marca de identidad” de la cultura y el territorio Chané.

Por otra parte, las mismas organizaciones también introducen criterios no-tradicionales en el proceso productivo, vinculados a los estándares de calidad quedeben alcanzar las piezas para insertarse en mercados globales. Esto implica suadecuación a las características (formas, tamaños, colores) y criterios de calidad delos compradores finales, e incluso su adaptación a las normas de exportación cuandolas piezas están destinadas a ámbitos internacionales. Por ejemplo, se realizarontalleres para capacitar a los artesanos en “el gusto italiano” a raíz de una serie deexportaciones realizadas con cooperativas de comercio justo italianas. También sepromueven aquellos artesanos que realizan un trabajo más “prolijo” (tallas de lí-neas delicadas), o bien que incorporan en sus piezas técnicas de pintado más com-plejas o desarrollan la búsqueda de nuevos tonos y coloraciones (estos artesanoslogran mejores arreglos comerciales, o bien la invitación a participar en feriasnacionales e internacionales, la realización de notas periodísticas, etc). Estas ac-ciones han generado variaciones en el estilo de las máscaras Chané que se diferen-cia de las “toscas” mascaras que hacían sus antepasados en ocasión del areté (cere-monia ritual). Las actuales son más “vistosas” y por ello mismo también se hanvuelto más competitivas en un mercado global de artesanías donde compiten conlas producciones artesanales de Bali o Madagascar.

LEALTADES Y COMPETENCIAS

Si uno de los postulados del DTR es la sinergia entre los actores del territo-rio, la experiencia de las agencias dedicadas a la problemática artesanal en CampoDurán nos indica otra cosa ya que, lejos de establecer acciones conjuntas, predo-minan relaciones de competencia. En estos casos el “objeto en disputa” no estárepresentado por las artesanías en sí, sino más bien por el vínculo con los artesa-nos más calificados. Cada organización busca establecer una relación de compro-

Page 70: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

138

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

miso, para lo cual se les ofrece un mejor precio de compra y/o se les garantizaregularidad en la compra, a cambio de la “fidelidad” de los artesanos respecto de larelación establecida. Esto implica un principio de “exclusividad”, que involucratanto la comercialización de sus artesanías como su participación en los proyectosy acciones que promueve cada organización.

Se estructura entonces un vínculo a la vez económico y político que setorna indisociable, ya que los artesanos no sólo se constituyen en “proveedores” deun bien particular, sino que además resultan en potenciales “beneficiarios” en losproyectos de apoyo y promoción a las artesanías a través de los cuales estas organi-zaciones se involucran en el campo del desarrollo. Esto implica la existencia deuna diferenciación “tácita” que opera sobre el conjunto de los artesanos sobre labase de su vínculo con tal o cual institución (cada una trabaja con un grupo deentre 5 y 10 artesanos). Esta relación se expresa y se reconoce a partir de unaclasificación nativa basada en el reconocimiento del técnico o miembro más re-presentativo de cada organización: por ejemplo, se dice que tal artesano “le vendea Fernanda” o “trabaja con Inés” (en referencia a las técnicas que median la rela-ción con las agencias). Esta suerte de “pertenencias institucionales” no resultan serdemasiado laxas. Tal como pudimos comprobar en entrevistas y observaciones, seadvierte un marcado respeto entre los propios artesanos respecto de los acuerdosestablecidos, dado que no está “bien visto” romper los acuerdos preestablecidos.Del mismo modo, tampoco los técnicos buscan trabajar con familias de artesanosque tengan un acuerdo de trabajo con otra organización.

El conocimiento pormenorizado sobre cada artesano, su familia y sus con-diciones de vida, resulta especialmente central en la práctica de las ONGs, ya queconstituyen los puntos de referencia clave sobre los cuales estas instituciones cons-truyen su vinculación con el “territorio” en general y con la “identidad Chané” enparticular. De este modo, folletos, páginas web, notas periodísticas y fundamen-talmente la explicación de los vendedores en los locales de venta al público, resul-tan instancias donde el vínculo de la organización con estas “identidades territo-riales” es “puesto en escena”, dando cuenta de su profundidad y consistencia. Estevínculo se convierte en el eje estructurante de la producción de discursos porparte de las ONG, tanto sobre los “otros” (hombres, comunidades y territorios) ysus “identidades”, como sobre sus mismas prácticas, en el sentido que lareafirmación de las identidades étnicas y de revalorización de las culturas de lospueblos originarios se presenta como un aspecto indisociable de su rol comocomercializadoras.

139

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

En definitiva, la calidad de este vínculo que expresa conocimiento, preocu-pación y voluntad de trascender una relación estrictamente comercial, constituyeel punto de anclaje sobre el que se construye la legitimidad del accionar comercialde la ONG. Así, actividades tales como conseguir donaciones ropa, medicamen-tos o bien promover proyectos productivos y de capacitación en la comunidad(que incluso pueden trascender la cuestión artesanal), vehiculizan una serie devalores morales positivos que se inscriben en su práctica “económica”. Este víncu-lo es el que garantiza que el consumidor de artesanías comercializadas por estasONGs, no esté pagando por un objeto, sino que (además) está “ayudando” a quetal o cual individuo, tal o cual familia, pueda alcanzar “una vida digna”. Tambiéna nivel local debemos señalar que la profundidad de este vínculo es la que lespermite diferenciarse respecto de otros actores que intervienen en lacomercialización de artesanías. Como, por ejemplo, los “mayoristas” que com-pran por volumen, a bajo precio y sin discriminar calidades. Por el contrario lasONGs no demandan rebajas por compras en cantidad, ya que se entiende que noes un trabajo mecanizado y por ende el costo de producción no se modifica. Sinembargo, las mayores diferencias no se establecen en la arena comercial sino queestán dadas porque los mayoristas no incorporan necesariamente una referenciani a la identidad étnica ni al territorio de donde provienen las piezas. Más allá desu condición de “objetos exóticos”, no hay preocupación por profundizar en lascondiciones de vida de quien las hace, ni en la cultura en la cual se enmarcan estasproducciones.

Como vimos, el establecimiento de vínculos políticos entre artesanos yONGS en este caso (algo similar ocurre con la SCS, sólo que no tenemos espaciopara desarrollarlo) puede ser leído a partir de las interdependencias que se generanen la relación de unos (como proveedores/beneficiarios) con otros (como com-pradores/gestores). De este modo queda establecida una jerarquía de “pertenen-cias” institucionales tácitas o explícitas, que limita la libertad de acción de losindividuos y grupos, en cuanto a la posibilidad de establecer vínculos con distin-tas organizaciones.

En este sentido, retomamos la crítica a los enfoques del DTR que reificanel territorio, dotándolo de una especificidad propia, casi sui generis respecto de losactores que lo conforman y sus relaciones. Más que “territorios que compiten” yque refuerzan su identidad a través de acciones sinérgicas, vemos relaciones decompetencia entre estas organizaciones que se despliegan en el territorio, estable-ciendo límites y jerarquías. Sin embargo, lo más llamativo es que más allá de las

Page 71: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

140

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

características que asume este escenario, ello no impide que cada una de estasorganizaciones pueda construir discursos holistas sobre el territorio. En tal senti-do, la referencia a las “comunidades”, las descripciones de las característicasecológicas y culturales, las referencias a las identidades locales, hacen que allí don-de hay fragmentación y competencia se perciba como una totalidad integrada. Endefinitiva, el “consumidor responsable” esta comprando una ficción respecto deuna identidad, de un territorio. Volvemos a la discusión sobre el objeto real de losprocesos identitarios implicados, donde en última instancia estamos hablando delestablecimiento de una relación entre dos tipos de identidades ficcionalizadas. Poruna parte los “otros” indígenas, artesanos, que habitan comunidades marginadasy pobres, en territorios exóticos y lejanos, constituyendo los relictos vivientes de ladiversidad cultural del globo. Por otra, los “consumidores responsables y solida-rios”, cuyas identidades se construyen a fuerza de opciones de consumo en unmercado que amplía cada vez más su oferta de bienes provenientes de territoriosrecónditos y culturas exóticas.

REFLEXIONES FINALES PARA ABRIR NUEVOS INTERROGANTES

En el marco de los proyectos de desarrollo rural que priorizan un enfoqueterritorial, las artesanías indígenas se promueven como un bien que refleja la con-tinuidad entre la identidad y el territorio en el marco de mercados “mundializados”.Dentro de estos enfoques, la revalorización de los recursos endógenos y la diversi-dad cultural, constituyen elementos claves en la construcción de estrategias dediferenciación que permitan competir en estos mercados ofreciendo productoscon “identidad territorial”. De esta manera, se presenta una versión reificada delterritorio según la cual éstos se constituyen en actores que compiten “junto” a suspoblaciones y productos.

El trabajo presentado nos permitió analizar críticamente algunos de lossupuestos que subyacen a estos enfoques, pudiendo caracterizar la visión utilita-rista con la cual se maneja en ellos el concepto de cultura. Si bien nuestra investi-gación no está finalizada y aun debemos continuar indagando sobre cómo se arti-cula este fenómeno con los procesos identitarios del pueblo Chané, desde nuestraperspectiva la valoración de “lo local” por parte del mercado implica una versiónideológica de la diversidad cultural que oculta las relaciones de desigualdad ydominación que constituyen los procesos identitarios de los pueblos indíge-nas en la actualidad.

141

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Es por ello que el presente trabajo más que arribar a conclusiones definitoriasal respecto de la problemática planteada en el inicio, nos ha permitido abrir unaserie de interrogantes que direccionan una nueva línea de indagación en el marcode nuestras investigaciones en curso. Los mismos pueden formularse del siguientemodo: ¿Puede basarse un proceso de desarrollo endógeno en un sistema de prefe-rencias relativas a las demandas individuales de cierto segmento de consumidores?Y también, ¿cuál es el verdadero alcance de los bienes “típicos” y/o “culturales” ylos sistemas productivos que los sustentan para convertirse en motores de creci-miento en el marco de economías locales marginales y empobrecidas?

En este sentido, como estas relaciones de subordinación están imbricadastanto en la dinámica identitaria como en las condiciones socio-económicas que sequiere modificar a partir de los actuales paradigmas de desarrollo, pensamos quees necesario considerar estas propuestas desde una perspectiva crítica, indagandosi las mismas contribuyen al fortalecimiento de las culturas locales y por lo tantoa procesos de desarrollo más participativos y dinámicos, o a la consolidación ylegitimación del mercado como espacio para la integración tanto económica comocultural de los pueblos en condiciones de pobreza en las sociedades actuales.

NOTAS

1 Esta investigación se enmarca en el Proyecto PICT 14246, titulado“Fragmentación del mundo del trabajo, identidad y acción colectiva”, donde medesempeño como becario doctoral.2 El trabajo de campo se inició a finales de 2004 y aún se encuentra en curso. Eneste marco, realicé entrevistas en profundidad con miembros y autoridades de lacomunidad; funcionarios de distintos organismos públicos municipales,provinciales y nacionales, y técnicos y referentes de Organizaciones NoGubernamentales que trabajan en la comunidad a partir de la comercialización desus artesanías. El presente trabajo incorpora los resultados de las tareas de búsqueda,clasificación y análisis de bibliografía específica sobre el desarrollo territorial ruralen general y sobre el tema de las identidades territoriales en particular.3 Para el caso salteño pueden consultarse los trabajos de Briones (2005) y Belli ySlavutsky (2006).4 Para profundizar sobre esta cuestión remitimos al trabajo de Trinchero yLeguizamón (2000).

Page 72: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

142

Territorio, identidades y consumo... / Sebastián Carenzo

5 RIMISP: Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural: www.rimisp.org6 Esto es evidente en los productos alimenticios “tradicionales”, donde los sistemasproductivos artesanales son reemplazados por modelos semi-industrializados. Aestos productos tradicionales, cargados de “marcadores de identidad”, se incorporannormativas y procesos que remiten a una “cultura de la calidad” que garantiza elacceso a mercados globales caracterizados por estrictos estándares bromatológicosy sanitarios.7 Estos productos pueden incluir desde bienes alimenticios de consumo masivo(como azúcar o café de producción orgánica), productos de gama diferenciadapor sus propiedades organolépticas y/o nutracéuticas, hasta los objetos másnetamente “culturales” como las artesanías, música, y hasta los servicios de turismocultural o étnico

BIBLIOGRAFÍA

Belli, Elena y Slavutsky, Ricardo (2006). “Representaciones identitarias en espaciospúblicos. Los pinpines de Tartagal”. Ponencia presentada en las IV Jornadasde Investigación en Antropología Social. Sección Antropología Social, Ins-tituto de Ciencias Antropológicas - Facultad de Filosofía y Letras, Univer-sidad de Buenos Aires, 2 al 4 de agosto de 2006.

Benedetto, Andrea (2006). “Identidad y territorio: aportes para la re-valorizaciónde los procesos de diferenciación productiva en áreas de co-existencia geográfica(Mendoza, Argentina)”. RIMISP. Versión electrónica disponible en:www.rimisp.org

Briones, Claudia (2005). “Cartografías Argentinas”. Editorial Antropofagia, Bue-nos Aires.

da Veiga, Jose (2002). “A faz territoriale do desenvolvimento”. En: Interações Re-vista Internacional de Desenvolvimento Local, Vol 3, Nº 5, Sao Paulo.

Escobar, Arturo (1997). “Antropología y Desarrollo”. En: Revista Internacional deCiencias Sociales, Nº 154, UNESCO.

Fonte, María (2006). “Desarrollo rural e identidad cultural: reflexiones teóricas ycasos empíricos”. RIMISP. Versión electrónica disponible en: www.rimisp.org

143

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Intermon-Oxfam (2006). ¿Sabes lo que compras?. Folleto divulgativo. Madrid, Es-paña.

Manzanal, Mabel (2005). “Regiones, territorios e institucionalidad en el desarrollorural”. Ponencia presentada en las 1° Jornadas de Intercambio y Discusión:El desarrollo rural en su perspectiva institucional y territorial. Buenos Ai-res, 23 y 24 Junio 2005. PERT–FFyL/UBA, CEIL-PIETTE/CONICET yCED-UNR.

Nash, June (2006). Visiones Mayas: El problema de la autonomía en la era de laglobalización. Editorial Antropofagia, Buenos Aires.

Ranaboldo, Claudia (2006). “Bases conceptuales y metodológicas para el diseño yrealización de estudios de caso de territorios con identidad cultural”. RIMISP.Versión electrónica disponible en: www.rimisp.org

Rotman, Mónica (1999). “El reconocimiento de la diversidad en la configuracióndel patrimonio cultural: cuando las artesanías peticionan legitimidad”. En:E. Fernández de Paz y J. Agudo Torrico, Patrimonio Cultural y Museología.Santiago de Compostela, FAAEE-AGA.

Secretaría de Cultura de Salta. (S/F). “Los chané de Salta. Una forma de estar en elmundo”. Folleto divulgativo publicado por la Secretaría de Cultura de laProvincia de Salta.

Soto Uribe, David (2006). “La identidad cultural y el desarrollo territorial rural,una aproximación desde Colombia”. RIMISP. Versión electrónica disponi-ble en: www.rimisp.org

Trinchero Héctor Hugo y Juan Martín Leguizamón (2000). “Las fronteras delMERCOSUR: Capital, trabajo y territorio en un frente de expansión agra-ria”. En: Cuadernos de Antropología Social Nº 12, Sección de AntropologíaSocial, FFyL-UBA, Buenos Aires.

Viola Recasens, Andreu (2000). “Antropología del desarrollo: Teorías y estudiosetnográficos en América Latina”. Editorial Paidós, Barcelona.

Page 73: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

145

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 145–164, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Programas sociales entre los tobas deleste formoseño: ¿reproducción de una

población obrera sobrante?1

Valeria Iñigo Carrera*

RESUMEN

Las poblaciones tobas del este de la provincia de Formosa constituyen parte de la pobla-ción trabajadora que ve acentuada la pérdida del ejercicio de su capacidad para garantizarla propia reproducción social, al ser expulsada de manera inmediata del proceso de laproducción como parte de la dinámica de acumulación capitalista. Al mismo tiempo, sonobjeto de la implementación generalizada de diversos programas sociales de asistencia enlos que se hace visible una tendencia creciente a sostener niveles mínimos de reproducciónmaterial de la vida. El presente trabajo avanza sobre las modalidades que encarnan esosprogramas, así como sobre sus supuestos, alcances e implicancias en relación con las capa-cidades productivas de los sujetos o “población objeto” de su implementación.

Palabras clave: Tobas; Atributos productivos; Población obrera sobrante; Programas socia-les; Estado

ABSTRACT

The Toba population of eastern Formosa province forms part of the laboring populationthat sees its capacity to guarantee its own social reproduction increasingly deteriorated, asit is immediately expelled from the process of production as part of the capitalistaccumulation dynamics. At the same time, it is the object of the generalized implementationof different social assistance programs in which a tendency towards the maintenance of

* Licenciada en Ciencias Antropológicas. Becaria Doctoral del CONICET. Instituto de CienciasAntropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Dirección electrónica: [email protected] de realización: julio de 2007. Fecha de entrega: agosto de 2007. Fecha de aprobación: di-ciembre de 2007.

Page 74: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

146

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

minimal levels of the material reproduction of life is noticeable. The present article focuseson the modalities taken by these programs as well as on their assumptions, scopes andimplications with relation to the productive capacities of the subjects or “target population”of their implementation.

Key Words: Indigenous Toba people; Productive attributes; Surplus laboring population;Social programs; State

RESUMO

As populações tobas do leste da província de Formosa constituem parte dapopulação trabalhadora que vê acrescida a perda do exercício da sua capacidadepara garantir a própria reprodução social, por ter sido expulsa de forma peremptóriado processo da produção, como parte da dinâmica da acumulação capitalista. Aomesmo tempo, ela é alvo da implementação generalizada de diversos programassociais de assistência, onde se torna visível uma crescente tendência a manter níveismínimos de reprodução material da vida. Este trabalho profundiza sobre as mo-dalidades desses programas, sobre os pressupostos, alcances e implicações, comrelação a capacidades produtivas dos sujeitos ou a “população objeto” de suaimplementação.

Palavras-chave: Tobas; Atributos produtivos; População operária excedente; Programassociais; Estado

INTRODUCCIÓN. LA PRODUCCIÓN DE UNA POBLACIÓN OBRERA SOBRANTE Y SU

REALIZACIÓN EN LA GENERALIZACIÓN DE LOS PROGRAMAS SOCIALES DE ASISTENCIA

En un intento por entender el proceso de transformación en su condiciónde sujetos productivos del que han sido y son objeto los pueblos originarios denuestro país, este trabajo habla del lugar que les cabe a esos sujetos en la formaactual de organización de la producción social general. En el espectro de estu-dios sobre estos pueblos –particularmente en los referidos a los indígenaschaqueños–, tienen particular presencia los análisis que los presentan comoirreductiblemente “otros”; otredad atribuida justamente a su condición particularde indígenas. Es esa condición la que termina por explicar, cada vez, su participa-ción en la organización de la producción social. Desde ya, esto no es patrimonio

147

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

exclusivo de la producción de conocimiento académico, impregnando asimismola producción de políticas y de imaginarios políticos referidos a estos sujetos.

El desafío consiste, creo yo, en poder avanzar –sin dejar de lado la especifi-cidad dada por la condición de indígenas, y todo lo que ello implica en cuanto ala materialidad de las relaciones en las que entran para producir su vida– sobre loque es su relación social general. Y, en la organización de la producción social bajola forma general de la valorización del capital,

“la dependencia mutua y generalizada de los individuos recíprocamenteindiferentes constituye su nexo social. Este nexo social se expresa en el valorde cambio, y sólo en éste la actividad propia o el producto se transformanpara cada individuo en una actividad o en un producto para él mismo. Elindividuo debe producir un producto universal: el valor de cambio o, con-siderado éste en sí aisladamente e individualizado, dinero. Por otra parte elpoder que cada individuo ejerce sobre la actividad de los otros o sobre lasriquezas sociales, lo posee en cuanto es propietario de valores de cambio, dedinero. Su poder social, así como su nexo con la sociedad, lo lleva consigo enel bolsillo” (Marx, 1971:84; el subrayado es mío).

En trabajos anteriores (Iñigo Carrera, 2004 y 2005) desarrollaba el procesode deterioro de esa relación social general entre los tobas de Namqom, un barrioperiurbano ubicado a 10 kilómetros de la ciudad capital de la provincia de Formosa.Planteaba que el mismo capital que, en su movimiento, había llevado alasalariamiento –aunque más no fuera estacional– de los grupos indígenas del Chacomediante su incorporación en diversas ramas agroindustriales, es el que ahora losexcluye de manera inmediata del proceso de la producción. Los determina, así,como población obrera sobrante –o, lo que es lo mismo, como superpoblaciónobrera– (Marx, 2001).2 Una población sobrante estancada, en tanto una vez queha migrado a los centros urbanos sobrevive vendiendo su fuerza de trabajo nor-malmente por debajo de su valor, no pudiendo, a la larga, reproducirla, ante laimposibilidad de comprar los medios de vida necesarios para reponerla con losatributos productivos materiales y mentales que tenía. Ahora bien, la migración alos centros urbanos tiene lugar sólo cuando la situación se vuelve insostenible. Lasuperpoblación obrera rural (aquella que, habiendo sido históricamente desposeí-da de las condiciones materiales de existencia originarias –caza, pesca, recolecciónde frutos silvestres y miel–, y habiendo sido luego expulsada de manera progresivae inmediata –ya en tanto mano de obra asalariada y/o pequeños productores mer-cantiles– de la producción agraria por la incorporación de la maquinaria, perma-

Page 75: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

148

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

nece en el medio rural bajo la forma de pequeños productores mercantiles agra-rios semiproletarizados) tiene la peculiaridad de poder mantenerse en estado la-tente. Esta latencia consiste en la posibilidad de extender su subsistencia en ellugar de residencia, aún sin vender su fuerza de trabajo u otras mercancías, me-diante la producción de medios de vida para el propio consumo (Iñigo Carrera,2004). Recorriendo, entonces, en dirección contraria, el camino de emigración dela población rural hacia centros urbanos, este es el caso de los tobas de MisiónTacaaglé, una de las ocho colonias rurales que se encuentran comprendidas en lazona de influencia del poblado homónimo, ubicado a unos 240 kilómetros alnoroeste de la capital provincial, sobre la ruta nacional Nº 86 y a poca distanciadel río Pilcomayo.

El proceso común de deterioro de la relación social general entre los tobas,tanto entre los pequeños productores mercantiles agrarios semiproletarizados comoentre los proletarios urbanos, en otras palabras, el creciente cercenamiento de losatributos productivos de la fuerza de trabajo indígena de Misión Tacaaglé y deNamqom, encuentra su contracara en la también creciente recurrencia al Estadoal momento de obtener los medios de vida.

En este sentido, el papel del Estado tiene una doble expresión, que excede,claro está, a la población indígena. Por un lado, la magnitud de la participaciónporcentual del sector público entre los ocupados de la provincia: es claramentesignificativo el peso de los asalariados del Estado insertos en la administraciónpública; en el año 2001, el 33,4% de los ocupados lo estaban como empleados dela maquinaria estatal. Por otro, la magnitud de la proporción de beneficiarios deprogramas sociales de empleo entre los ocupados: los últimos años han sido testi-gos de un salto en cuanto a la cantidad de beneficiarios a nivel provincial; enseptiembre de 2004, unas 53.430 personas eran beneficiarias del Plan Jefes y Jefasde Hogar Desocupados, sobre una población total de aproximadamente 486.000habitantes.

Me interesa detenerme aquí en la segunda expresión del papel del Estado.Esto es, en que los distintos miembros de las unidades domésticas indígenas reali-cen buena parte de la reproducción social de su vida sobre la base del haberseconstituido en beneficiarios de una sumatoria de programas sociales de asistenciaa la pobreza y al desempleo. Ciertamente, una unidad doméstica de la ColoniaAborigen de Misión Tacaaglé está conformada por la que es considerada como“población objeto” de una larga serie de programas sociales de asistencia: PlanJefes y Jefas de Hogar Desocupados, Programa de Seguridad Alimentaria, Progra-ma Familias por la Inclusión Social, Programa Materno Infantil y Nutrición, Plan

149

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

Mayores, Programa de Apoyo Nacional de Acciones Humanitarias para las Pobla-ciones Indígenas, Programa Federal de Salud, Programa Nacional de Becas Estu-diantiles, Programa Nacional 700 Escuelas, Fondo Nacional de la Vivienda, Pro-grama de Provisión de Agua Potable, Ayuda Social y Saneamiento Básico, Progra-ma de Desarrollo Social en Áreas Fronterizas del Noroeste y Noreste Argentinoscon NBI, Proyecto de Desarrollo Rural de las Provincias del Noreste Argentino,Programa Agrícola de Autoconsumo, Por Nuestra Gente Todo, Atención de Pen-siones No Contributivas. Lo que, traducido a números, encuentra la siguienteexpresión, esta vez, para el Barrio Namqom: en 2000, más de la tercera partede su población (el 37,6%) era beneficiaria de uno o más programas sociales(SIEMPRO, 2002).

A partir del análisis de las producciones técnicas y documentales referidas aestos programas, conjuntamente con la exploración cualitativa de su instrumenta-ción a nivel local, este trabajo avanza sobre las modalidades que encarnan esosprogramas así como sobre sus supuestos, alcances e implicancias en relación conlas capacidades productivas de la “población objeto” de su implementación. Elproblema cardinal desarrollado en este trabajo hace a las determinaciones concre-tas de las formas de acción y conciencia políticas de estos sujetos.

LOS PROGRAMAS SOCIALES DE ASISTENCIA A LA POBREZA Y AL DESEMPLEO: SUS

MODALIDADES Y SUPUESTOS

En su gran mayoría, los programas sociales de asistencia instrumentados enFormosa están financiados, total o parcialmente, con recursos del gobierno nacio-nal, de organismos no gubernamentales, contando incluso, en algunos casos, confinanciamiento externo de organismos multilaterales de crédito. Esto revela laescasa capacidad financiera provincial: tras la magnitud del gasto públicosocial –destinado a satisfacer necesidades de vivienda e infraestructura, edu-cativas, sanitarias, de asistencia y previsión social– y del desarrollo de la estruc-tura burocrática estatal, asoma una significativamente baja participación de losrecursos de origen provincial en el total de los recursos corrientes, y una especial-mente aguda situación de las finanzas públicas y de endeudamiento (Manzanal yArrieta, 2000; Moore, 2003).3

Por otro lado, vistos los atributos productivos que hoy demanda de la po-blación indígena el capital total de la sociedad (esto es, el conjunto de los capitalesindividuales), el complejo entramado de programas sociales de asistencia a la po-

Page 76: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

150

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

breza y al desempleo los tiene por beneficiarios sobre la base de una doble condi-ción: la general, de población obrera sobrante; y la específica, de población indígena.

En términos generales, aparecen como objetivos explícitos de la políticasocial el “promover la inclusión social” –o, a la inversa, “evitar la exclusión so-cial”– de la familia en situación de “pobreza” o en condición de “vulnerabilidadsocial”, a través de garantizar la asistencia escolar, el control de la salud, la seguri-dad alimentaria, la capacitación laboral e incorporación en proyectos productivoso servicios comunitarios. La inclusión se encuentra así vinculada al “reforzamientoy pleno ejercicio de la ciudadanía”, en tanto conjunto de derechos políticos, civi-les y sociales que deben alcanzar a la totalidad de la población; mientras que, a lainversa, la exclusión refiere a un acceso limitado a esos bienes y servicios básicosnecesarios para tener un nivel de vida mínimo. Le cabe entonces al Estado consti-tuirse en “garante de derechos” –a alimentación, salud, educación y trabajo– atodos los ciudadanos, “reparando las desigualdades sociales” (Ministerio de Desa-rrollo Social de la Nación, 2003).

Ahora bien, la manera de darle solución a los problemas sociales, expresadaen una determinada política social, implica necesariamente una forma de cons-trucción de los problemas sociales mismos (Grassi, 2003). Una y otra dejan en-trever la ficción de una sociedad dual, que se presenta como evidente: inclui-dos/excluidos. En esta sociedad, cualitativamente distinta, la “vulnerabilidadsocial” –y, concomitantemente, la exclusión– es la de los indígenas (aunquetambién la de los pobres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños y migrantes). Es-tas condiciones de etnia, sexo, edad y origen, dan forma a una heterogeneidadque, incluso, llega a presentarse como habiendo “superado la homogeneidad rela-tiva de la generalización de relaciones «salariales»”, expresando “la fragmentaciónde la sociedad en grupos de orientación sociocultural diferentes”, y resultando enun énfasis analítico en “los dispositivos generadores de externalidad de los sujetos, delas formas de exclusión social y la constitución de situaciones extra-clase (sectoressociales que no se integran estrictamente a clase alguna)” (Villarreal, 1997:32-33;subrayado en el original).

Más allá de si es definida como una condición o un proceso, la antinomiainclusión/exclusión expresa una distinción (entre los que están “dentro” y los queestán “fuera del sistema”) que, a la par de encontrarse ampliamente difundida enel discurso académico, político y hasta de los medios masivos de comunicación,adoptando connotaciones de lo más diversas y ambiguas, y obstruyendo el verda-dero contenido de una relación en la que se encuentran implicadas clases sociales,es en sí misma una falacia. Ya he argumentado cómo, lejos de ser el de exclusión,

151

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

el lugar que le está reservado a la población indígena es el de su inclusión bajo lacondición de sobrante.

Todo lo cual cristaliza en una política social cuyas modalidades de asisten-cia a la pobreza y al desempleo, tal como toman cuerpo en la instrumentación deprogramas sociales entre la población del Barrio Namqom y de la Colonia Abori-gen de Misión Tacaaglé, he sistematizado en tres grandes grupos. El primero deellos, constituido por los programas que tienen por objeto la promoción de acti-vidades produc-tivas orientadas a la venta de mercancías a la sociedad en general,es decir, a la producción de bienes que entren en el consumo social general (sub-sidio de la producción de algodón, instalación de ladrillerías y bloqueras,comercialización de la producción mercantil artesanal). El segundo de los grupos,conformado por los programas dirigidos a la asistencia a actividades productivasdestinadas al consumo individual de quienes intervienen en ellas y el de la comu-nidad inmediata en su conjunto (mejoramiento de las condiciones de hábitat,vivienda e infraestructura social básica, fortalecimiento de la atención primaria desalud mediante la capacitación de agentes sanitarios, promoción de la produccióncomunitaria de alimentos a través de la asistencia técnica, capacitación y provi-sión de insumos). Por último, un tercer grupo, compuesto por los programassociales consistentes en la provisión directa de servicios y medios de vida convistas a sostener de manera inmediata las condiciones de existencia de “gruposvulnerables” (otorgamiento de ayudas económicas no remunerativas, pensionesasistenciales no contributivas, becas de estudio y ayuda alimentaria directa).

Tomando por base esta sistematización de las modalidades de asistencia oficial,es notoria la existencia de una tendencia consistente en sostener niveles mínimos dereproducción material de la vida –aún cuando se encuentren en implementación pro-gramas orientados al desarrollo de prácticas productivas–.4 Esta tendencia, que semanifiesta de carácter progresivo, habla de una de las expresiones del no reconoci-miento de sujetos de la producción en la población indígena.

La expresión general, es decir, en tanto población obrera sobrante, estávinculada entonces al peso de la asistencia en el sentido de la política social, carac-terístico de los 90 pero vigente aún hoy.5 Sin embargo, en tanto práctica estigma-tizada y estigmatizante, se procura contrarrestar ese peso mediante la incorpora-ción de objetivos organizativos, educativos, de autoayuda o contraprestación entrabajo en los planes asistenciales de provisión de bienes y servicios básicos. Auncuando los programas ejecutados para la promoción del empleo comprendan lacontraprestación en trabajo, la capacitación laboral o, aún, la participación enmicroemprendimientos productivos –en gran parte de subsistencia–, las mismas

Page 77: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

152

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

se erigen simplemente en una condición formal de las transferencias monetarias.Concomitantemente, los sujetos resultan ser “beneficiarios” que reciben una “ayudaeconómica”, no quedando definidos entonces por la actividad productiva o deservicio en la que quedan comprendidos. A la definición de beneficiario le subyaceentonces el supuesto de carencia particular, suplida estatalmente, teniendo porbase una relación social de distinta naturaleza a aquella en la que se genera uningreso (esto, aunque los beneficiarios del plan de ayuda permanezcan ocupados,en el sentido corriente del término, y sean recuperados estadísticamente en tantotales) (Grassi, 2003).

En suma, los programas sociales, y los de promoción del empleo en parti-cular, se instituyen, por y desde su definición, sobre la base de una relaciónasistencial, no productiva, expresada en contraprestaciones laborales y capacita-ciones superfluas planteadas como requisito de la asistencia, e inocuas en cuantoal desarrollo de prácticas sociales productivas (Grassi, 2003). Claramente es estolo que cuenta, a pesar del aumento registrado en el número de programas socialesreferidos al desarrollo productivo y a la capacitación para el empleo en la décadapasada (González Bombal, Garay y Potenza, 2003).

En consonancia con la expresión general hasta aquí desarrollada, el no re-conocimiento de sujetos de la producción en la población indígena tiene unaexpresión que le es específica, justamente relacionada con su condición de indíge-na. Especificidad que, como dije, le otorga la condición de sujeto “vulnerable”legítimo de las políticas de asistencia. Esta población, históricamente construidaen los términos de un enemigo interno para la consolidación del proyecto“civilizatorio”, es actualmente reconocida y afirmada –con un signo positivo– ensu particularidad étnica.6 Ahora bien, ¿cuáles son los términos en que aparece esereconocimiento y esta particularidad en la política social?

El “Marco de Planificación para Pueblos Indígenas. Proyecto de Inversiónen Formación Profesional Continua y Empleo”, recientemente elaborado por elMinisterio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, constituye unabuena ventana para avanzar sobre esa pregunta. Partiendo de tomar como antece-dente el marco jurídico e institucional nacional para los pueblos indígenas, afirmala necesidad de “fortalecer las calificaciones de la población [indígena] en su con-dición de ciudadanos y de trabajadores”, esto es, mejorar su acceso a estudiosprimarios y secundarios o bien a formación profesional específica, y facilitar suinserción en experiencias laborales calificantes. En suma, el Programa de Forma-ción Profesional Continua (a implementarse a partir de mediados de 2007) busca“eficientizar” las acciones sobre las poblaciones indígenas, en el marco de una

153

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

propuesta general de “inclusión social en dispositivos de formación y empleo dela población”. Para ello, “propone un enfoque particular que permita aproximarsey actuar sobre la cuestión indígena desde una concepción de inter-culturalidad,que resulte más apropiada al contexto social de estos pueblos”, desplegando unaserie de instrumentos de acción “que posibiliten y aseguren que los beneficios delmismo se extiendan a los pueblos indígenas con un enfoque basado en sus intere-ses, valores y pautas culturales” (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad So-cial de la Nación, 2007).7

A la vez, el documento hace hincapié en la necesidad de la informaciónprevia y la consulta a las comunidades y sus dirigentes respecto a las accionescomprendidas en el programa, con el objeto de “obtener una mayor eficiencia yadecuación cultural de los dispositivos que se apliquen”. La participación de la“sociedad civil”, de por sí un elemento central en la política social de los 90 condeclarada continuidad en la actualidad,8 adquiere un nivel de significación mayorcuando esa política implica a la población indígena.

Central en la política de asistencia al desempleo –tanto por su envergadurapresupuestaria como por su nivel de cobertura–, el Plan Jefes y Jefas de HogarDesocupados comienza a implementarse en el año 2002. Su objeto es brindar unaayuda económica no remunerativa de $150 mensuales a los jefes/as de hogar des-ocupados/as con hijos menores de dieciocho años o discapacitados a cargo, “conel fin de propender a la protección integral de la familia”, asegurando la concu-rrencia escolar de los hijos, el control de su salud, y propiciando la incorporaciónde los jefes/as de hogar desocupados/as a la educación formal o su participaciónen cursos de capacitación que coadyuven a su futura reinserción laboral (DecretoNº 565/02). Numerosas son las agencias estatales implicadas en la coordinación,ejecución y fiscalización del programa: desde la Gerencia de Empleo y Capacita-ción Laboral a nivel nacional, pasando por la Subsecretaría de Empleo de la pro-vincia, hasta la Municipalidad a nivel local. Paralelamente a la estructura estatal–e imbricándose en ella–, numerosas son también las organizaciones socialesimplicadas en esa instrumentación, habiéndose consolidado en gran medida estasúltimas como administradoras directas de los planes (a partir de confeccionar lalista de beneficiarios, determinar el tipo de contraprestación laboral a realizar yregistrar diariamente su realización).

Ahora bien, al monitoreo llevado a cabo por los Consejos ConsultivosMunicipales y Provinciales, creados como parte de la ejecución del plan e integra-dos por representantes de los trabajadores, los empresarios y las organizacionessociales y confesionales y por los niveles de gobierno que correspondan, se suman

Page 78: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

154

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

los Consejos Consultivos de las Comunidades Indígenas. Conformados por repre-sentantes de las comunidades indígenas de cada provincia y/o localidad, entre susfacultades se encuentran: evaluar y aprobar proyectos de actividades comunitarias yde capacitación; solicitar conjuntamente con el Consejo Consultivo Municipal laincorporación de beneficiarios de su comunidad al programa, así como sus bajasfrente al incumplimiento de los requisitos o condiciones de participación; promoverel programa en sus comunidades integrantes; recibir y tramitar denuncias de irregula-ridades en el desarrollo y ejecución del programa; proponer iniciativas para laoptimización de la ejecución del programa (Resolución MTEySS Nº 121/03).

Entre los considerandos sobre los que se sustenta la resolución anterior sehace referencia, una vez más, al marco jurídico vigente y a los derechos específicospor él garantizados: el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de lospueblos indígenas, de la personería jurídica de sus comunidades y de la posesión ypropiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan, así como elasegurar su participación en la gestión referida a los intereses que los afecten. Locual resulta en que “el Estado se encuentra obligado a considerar a las comunida-des indígenas como entidades territoriales diversas de los municipios y las comu-nas, con su propia organización y tradiciones, [con lo que] corresponde incorpo-rarlas al circuito de evaluación y aprobación de los proyectos a ejecutarse en elmarco del Programa Jefes de Hogar”. En suma, “a los fines de garantizar el statusjurídico correspondiente a las comunidades indígenas, y propender a la diversi-dad cultural en la ejecución de la política pública de empleo, es conveniente suinserción en el Programa como Consejos Consultivos de las Comunidades Indí-genas, con atribuciones similares a las de los Consejos Consultivos Municipales oComunales, respetando la competencia que éstos últimos poseen” (ResoluciónMTEySS Nº 121/03).

En definitiva, lo indígena aparece en las producciones técnicas y documen-tales referidas a los programas sociales a partir del reconocimiento de una ciertaespecificidad que, más allá de otorgarle la condición de sujeto legítimo de laspolíticas de asistencia a la pobreza y al desempleo en tanto “grupo socialmentevulnerable”, lo erige en objeto de una acción focalizada que afianza más que nun-ca un contenido asistencialista. Esto, aun en un grado mayor al de otros sujetosque se encuentran en una misma posición en la relación de compraventa de lafuerza de trabajo. Así, es moneda corriente encontrar, en los distintos programassociales, componentes referidos a la población indígena que revelan esa acentua-ción sobre la base de aquella especificidad.9

155

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

A la vez, el reconocimiento de una cierta especificidad a la población indí-gena adquiere un tinte particular: no se trata meramente de una población concapacidades productivas crecientemente degradadas, que se constituye cada vezmás en sobrante, sino que se trata de una población cuya condición de sujeto de laproducción ha sido históricamente negada o, cuando menos, estigmatizada y na-turalizada.

“Así como mariscan en el monte, mariscan en la ciudad”, es una expresiónfrecuente entre los agentes de la administración pública provincial. Una expresiónque opera una naturalización de esas formas productivas en tanto configuradorasde una “cultura cazadora-recolectora” a la que se borra de toda especificidad histó-rica, en tanto orientaría su forma actual de participar en la organización capitalis-ta de la producción social. “La marisca es nuestra cultura”, suele escucharse tam-bién entre los propios sujetos indígenas. Lo cual no impide que estos sujetos cues-tionen la naturalización operada desde el Estado, así como su pretendido rol de“preservar la cultura”, en su contradicción con las condiciones materiales de exis-tencia actuales:

“Nos obligan a mantener viva nuestra cultura. Pero necesitamos el espacio paradesarrollar nuestras actividades culturales, como la caza y la pesca. Lo que yoquiero es un espacio, un territorio a partir del cual desarrollar nuestra culturaancestral milenaria. Necesito un lugar para que yo pueda practicar la caza y lapesca, para mantener viva esa, […] porque esa es mi cultura” (referente barrialde Namqom).

La apelación a la gravitación de la “especificidad cazadora-recolectora” delos indígenas del Chaco, claramente, no se revela exclusiva de los agentes de laadministración pública. La misma se halla ampliamente difundida en la produc-ción académica sobre esos grupos, la cual encuentra en ese carácter cazador-recolector la explicación de sus actuales modalidades de inserción en el mercado.Como señala críticamente Gordillo, se atribuye a ese carácter “la importanciaentre ellos de la venta de fuerza de trabajo, la dependencia a programas asistencialesy de desarrollo de organismos oficiales y no-gubernamentales (ONGs), la prácticade la mendicidad y la búsqueda en las ciudades de bienes descartados, y por elcontrario la relativamente débil gravitación de la producción agrícola mercantil”(Gordillo, 1993:74-75).

La tan mentada “dependencia” para la obtención de los medios de vidaaparece asimismo a la hora en que los mismos indígenas hablan de su lugar en laorganización de la producción social:

Page 79: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

156

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

“Claro, el tema es que acá a la gente le hicieron acostumbrar en el comedor.Vino la política esta, crearon comedores comunitarios, la gente se van ahí, reti-ran comida. Y entonces la gente ya están acostumbrados, ya le metieron lamentalidad de mostrar la bolsita de pan. O sea, al pueblo aborigen lo enseña-ron de mirar a la olla. […] La verdad nosotros necesitamos, yo necesito paracomer al día, pero necesito de vivir de un trabajo digno, y, bueno, lo que ganocompro para mi mercadería y con eso me mantengo. Pero no es lo que memalacostumbren ya que ellos me mantienen. […] O sea, que la gente ya lehicieron acostumbrar totalmente. Yo creo que eso es lo que tiene que cambiar elpueblo indígena, de no vivir en la dependencia, que no seamos como la palomade Plaza de Mayo o de los dos Congresos de la Nación” (presidente de asocia-ción civil de Namqom).

La búsqueda de recursos ya dados –antes, naturales, ahora, asistenciales–iría en detrimento de toda forma “productiva” de transformación de la naturaleza.“No hacen producción”, es otra de las expresiones habituales; incluso entre suje-tos que se encuentran en una misma posición en la relación de compraventa de lafuerza de trabajo (como puede ser un pequeño productor mercantil agrario crio-llo), entre quienes producir es entendido en los términos de “trabajar la tierra,sembrar, tener animales”. Es en este sentido que no resulta banal preguntarse porla posibilidad de la continuidad de la reproducción del estigma de “improducti-vo” en relación con la población indígena. Se ha dado sobrada cuenta de que, yasea empuñando el hacha en el obraje maderero, el machete en la zafra en losingenios azucareros o la azada en los algodonales, los indígenas chaqueños se cons-tituyeron tempranamente en un reservorio de brazos baratos no especializadospara la expansión del capitalismo regional. Es justamente esta condición de sujetode la producción la que ha sido paradójica y sistemáticamente obliterada en posdel diseño del estigma de “improductivo”.

Ahora bien, detrás de la reproducción de tal estigma se esconde el hecho deque es el capital total de la sociedad el que determina qué es un trabajador produc-tivo. Ciertamente, desde un punto de vista abstractamente general, el trabajo serevela como “la condición eterna de la vida humana, y por tanto, independientede las formas y modalidades de esta vida y común a todas las formas sociales porigual” (Marx, 2001:136). Pero, desde el punto de vista de la organización capi-talista de la producción social, productivo es sólo el trabajo que valoriza alcapital –esto es, que haya adicionado más valor al capital, que el capital hayaengendrado plusvalía– (Iñigo Carrera 2004). Es así como las formas de trabajo

157

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

implicadas en la caza, pesca y recolección (en suma, en la “marisca”), resultanproductivas desde el punto de vista material de la producción social –en tantoproducen valores de uso–, y aún desde el punto de vista de la organización de laproducción social a través del mercado –en tanto producen valor–, pero no lo soncuando de lo que se trata es de la producción de plusvalía, de hacer rentable alcapital. Todo lo cual se le presenta a los sujetos como la simple ausencia de una“cultura productiva” o bien como la “pérdida de una cultura productiva” quealguna vez la población indígena supo conseguir (a través del aprendizaje de laagricultura). Coletazos de una ideología “civilizadora”, tendiente a la radicacióndel indígena a la tierra y a su “elevación económica” a través de su orientación enciertas prácticas productivas.

CONCLUSIÓN. LOS PROGRAMAS SOCIALES DE ASISTENCIA: SUS ALCANCES E IMPLICANCIAS

Los atributos productivos que demanda de los grupos tobas del esteformoseño el capital total de la sociedad son los de una población obrera sobran-te, incluso por encima del nivel con que la necesita ese capital como factor quecontrarresta la solidaridad de la clase obrera en la compraventa de la fuerza detrabajo. El Estado, en tanto representante político del capital total de la sociedad(Iñigo Carrera, 2003), históricamente ha coadyuvado a la producción y repro-ducción de esa población como fuerza de trabajo disponible mantenida en reservapara las variables necesidades de explotación del capital (contrarrestando, en posde la reproducción del proceso de acumulación del capital social, la acción de loscapitales individuales que sólo pueden ver en esa fuerza de trabajo la fuente parasu valorización inmediata). Esto es así, desde el momento mismo de expropiaciónde la población indígena de sus condiciones materiales de existencia originarias, osea, de su transformación de productores directos en trabajadores asalariados obien en productores simples de mercancías.

La negación hasta de su ser genérico humano (Marx, 1968) encuentra, hoy,una de sus manifestaciones en que su participación en la producción social es cadavez menos bajo la forma de un salario o de la producción de mercancías –ni quédecir ya sobre la base del recostarse en sus condiciones materiales de existenciaoriginarias–, y cada vez más bajo la forma de recibimiento de medios de vida demanera directa con el objeto de reproducir de manera inmediata su fuerza detrabajo. Esto último, a través del constituirse en beneficiarios de un complejoentramado de programas sociales de asistencia a la pobreza y al desempleo en los

Page 80: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

158

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

que su no reconocimiento como sujetos de la producción tiene una doble expre-sión: una que le es general, en tanto población obrera sobrante, y otra que le esespecífica, en tanto población indígena. No deja de ser llamativo que, siendo mani-fiesta la posibilidad de que ni siquiera constituya ya fuerza de trabajo de reserva para laproducción capitalista, esta población continúe siendo sostenida por el Estado.

Decía, al comienzo, que el problema desarrollado en este trabajo hace a lasdeterminaciones concretas de las formas de acción y conciencia políticas de estossujetos. No ha sido objeto de estas páginas detenerse en el despliegue pormenori-zado de esas formas en sí mismas. Sólo mencionaré que la pregunta es, en defini-tiva, por la posibilidad de que el no reconocimiento de sujetos de la producciónen la población indígena, muchas veces bajo la forma de estigmas que son produc-to de una larga trayectoria histórica y que se expresan a la manera de coletazos enla política social actual, interpelando a la vez a los propios sujetos, pueda ir de lamano de la constitución de formas de organización y movilización políticas entorno a la asistencia comprendida en esa política social.

En tono con lo dicho hasta aquí, considero que la pregunta adquiere unadensidad específica en la medida en que una de las formas que asume la prácticade la dominación ha sido, y aún hoy lo es, diferenciar culturalmente y etnicizar,fragmentándolas, las prácticas de clase (González et al, 2003). Podemos suponer,entonces, que la acentuación de la diferencia –con claros contenidos de esencialismodivorciados de la experiencia histórica concreta de estos sujetos– le permite alcapital negociar las condiciones de compraventa de su fuerza de trabajo con cadaporción de la clase obrera por separado.

NOTAS

1 El presente trabajo constituye una versión revisada, modificada y ampliada de laponencia presentada en las III Jornadas de Investigación en Antropología Socialde la Sección de Antropología Social, Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultadde Filosofía y Letras, UBA.2 Al hablar de población obrera sobrante hago referencia, entonces, a la porción dela población trabajadora que es expulsada de manera inmediata del proceso de laproducción como parte de la dinámica de la acumulación capitalista,constituyéndose, desde el punto de vista del capital, en ejército industrial de reservaque ejerce presión sobre la oferta de trabajo (Marx, 2001). La caída en la condición

159

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

de sobrante no alcanza sólo a los vendedores de fuerza de trabajo por un salario,sino también a los productores independientes de mercancías que no puedencompetir con la productividad alcanzada mediante la mecanización y tampocoencuentran una demanda normal para su fuerza de trabajo. En términos gruesos,a lo largo de los últimos 30 años, el capital ha determinado a una masa crecientede la población obrera argentina como sobrante, habiéndose consolidado elcrecimiento del desempleo y del subempleo como condición normal de la economíaargentina (Iñigo Carrera, 2004). Desde ya, esto no quiere decir que esta poblaciónse encuentre por fuera del sistema capitalista, o bien excluida en términos absolutosdel mercado de fuerza de trabajo. Resultará de importancia tener en cuenta estaafirmación a la hora de enfrentarse en el desarrollo que sigue a las perspectivas queseñalan –en términos generalmente ambiguos– la existencia de un proceso deexclusión del sistema económico y político, y a las implicancias políticas de estosdiscursos que “hace algo más de 20 años atrás, comenzaron apuntando a señalaruna tendencia a la «desaparición del proletariado»” y que ahora hablan de“empujados sin retorno «fuera del sistema»” (Iñigo Carrera, 1999:519-520).3 El régimen fiscal argentino, redistributivo de impuestos nacionales por el sistemade coparticipación federal, aporta a cada provincia un porcentaje de sus ingresosfiscales; al ser los índices de coparticipación mas elevados que la participación dela provincia en el PBI, estos fondos deben ser considerados como aportes exógenos,configurando un nivel de subsidio a la economía de la región. En lo que respectaa Formosa, mientras su participación en el PBI es del 0,33%, su índice decoparticipación federal es del 3,10%. A estos fondos deben sumarse recursosafectados (Fondo Nacional de la Vivienda, Coparticipación Vial) y aportes delTesoro Nacional, con los que se sostiene entre el 80% y el 95% de los presupuestospúblicos provinciales, que incluyen los gastos de las administraciones provincialesy municipales y obras públicas de igual carácter. También son recursos exógenoslos aportes de programas y organismos nacionales como INTA, Programa SocialAgropecuario, Fondo Participativo de Acción Regional. La mayor parte de estosfondos federales, ingresados a los circuitos económicos provinciales, generan unmultiplicador primario expresado en servicios y, en menor medida, en industriaslocales, de elevada incidencia en la conformación del producto bruto geográfico(Ledesma, 2000).4 La incidencia de los Programas Agrícola de Autoconsumo y Algodón(instrumentados por el Instituto de Comunidades Aborígenes de Formosa yconsistentes en la asistencia con semillas, insecticidas y asesoramiento técnico) es

Page 81: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

160

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

claramente poco significativa entre una población que ve crecientemente degradadala capacidad para producir sus propios medios de existencia. Mientras que elprimero de ellos representaba en 2004 un total de 490 ha de cultivo en lascomunidades, el segundo de los programas representaba un área de cultivo deapenas 975 hectáreas.5 Esto, más allá de las diferencias que se quieran plantear: asistencia a través de latransferencia directa de bienes y servicios versus promoción de la inclusión social através del empleo; fragmentación de la política social expresada en la dispersión ymultiplicidad de planes y programas en diferentes áreas de gobierno versus integralidadde la política social expresada en la articulación de planes y programas no focalizados.6 Hasta la reforma de 1994, el derecho constitucional argentino entendía a lapoblación indígena como “habitantes de frontera”, con quienes había que mantenerun “trato pacífico” y promover su “conversión al catolicismo”. Con posterioridada esa reforma, se consagra la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originariosal Estado argentino, lo cual les da un status jurídico particular. El reconocimientode un tipo particular de ciudadano tiene una primera forma concreta en lapromoción de la adscripción étnica voluntaria, más allá de la adscripción obligatoriaa la ciudadanía. Se cristaliza, a la vez, en los términos contenidos en las legislacionesnacional y provinciales en tanto objetivos que, en apariencia, buscan implicar unaactitud abstractamente positiva hacia la población indígena: “preservación”,“defensa”, “promoción”, “respeto”, “rescate”. Se trata de términos que hablan deun sujeto que requiere de un Estado en un rol de intervención en un grado mayoral del requerido por los restantes ciudadanos. Por otro lado, la construcción de untipo particular de ciudadanía para el sujeto indígena también se materializa en laconformación de organismos específicos que centralizan la administración de recursos,programas y políticas vinculados a esa población, o bien en la multiplicación, al interiorde la estructura burocrática de organismos de injerencia nacional, de dependenciasque tienen por función atender específicamente los intereses indígenas.7 La atribución de “pautas culturales” no compartidas por la generalidad de lapoblación ha servido invariablemente de fundamento en la producción que haceel Estado de los pueblos indígenas. A fines de los 70, en el marco del ProgramaComunitario Integral para el Lote Rural Nº 68, se preveía dotar a la comunidaddel Barrio Namqom de infraestructura de servicios básicos y viviendas acordescon las “pautas culturales” imperantes en una población que se concebía atravesandoun “proceso de aculturación” caracterizado por “un paulatino cambio de sus pautasoriginales hacia formas típicas de la cultura occidental y cristiana (civilización)”

161

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

(Secretaría de Acción Social, Secretaría de Planeamiento y Desarrollo e InstitutoProvincial de la Vivienda, 1978). La cuestión de un “prototipo particular, adaptadoal modo de vivir de los aborígenes” se reproduce casi en los mismos términos en laactualidad. El IPV se encuentra ejecutando un plan habitacional en el que lascasas a edificar aparecen teniendo un prototipo especial que respondería a “respetarlas pautas culturales de las etnias que habitan Formosa”, en un marco en el que sepretende permitirles “a nuestros pueblos originarios una transición hacia estemundo contemporáneo sin que abandonen sus más puras tradiciones” (La Mañana,26 de noviembre de 2005). Por su parte, en un folleto del ICA se leía: “atendiendolas particularidades culturales que presenta cada comunidad indígena, donde lasignificación que le brinda a la vivienda una cultura difiere de la otra, donde losmateriales de construcción utilizados tradicionalmente responden a una historia ya un ambiente, y en las que los diseños propios son el resultante de un desarrollohistórico-social-cultural determinado, los planes habitacionales asumen esaalteridad y recepcionan esas especiales originalidades”. ¿A qué da lugar esta atencióna las “particularidades étnicas”? Como me mostraran en Namqom, a la construcciónde viviendas precarias de palma y adobe: “Una casa de rancho de palma con techo dechapa de cartón, pared de barro, que son las viviendas, el hábitat natural del puebloindígena, eso es de lo que habla el ICA. Cuando dice le estamos haciendo una viviendade acuerdo a su hábitat natural, refiere a ese rancho. Es decir, me sacan un rancho y mecolocan otro rancho. […] yo estoy de acuerdo que me cambien de lugar, pero que meden una vivienda real, hecha con materiales, con ladrillos, cemento, reboque, pero noun rancho como el que tengo. Entonces, cuál sería el cambio, como dicen ellos” (referentebarrial de Namqom). En resumidas cuentas, la “preservación de la cultura”promocionada por el gobierno provincial se revela como explicativa y justificadorade la forma que adopta su política.8 Con el deseo imaginado de la eficiencia y la transparencia –y su realización enuna transferencia al nivel local de responsabilidades y costos–, los procesos deformulación, gestión y control de los programas de asistencia se operan de maneradescentralizada y con la participación de los distintos niveles de la administraciónestatal y de diversas “organizaciones de la sociedad civil” –en los términos y segúnlos lineamientos de los organismos multilaterales de crédito–. Si bien se hanincrementado, en apariencia, los espacios para la participación de las “organizacionesde la sociedad civil”, el avance sobre el real contenido y potencialidad de esosespacios da cuenta de una participación que se revela en gran medida superficialen tanto está limitada a la ejecución de las tareas previstas para la implementaciónde los programas sociales. No obstante lo cual, también opera una suerte de

Page 82: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

162

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

resignificación de los términos en que es planteada la participación de las organizacionessociales, constituyéndose esta última en eje de una movilización política en la que losrecursos que provee el Estado dejan de ser vistos en los términos de favores otorgadospara constituirse en derechos adquiridos a través de la acción colectiva.9 El PRODERNEA, a través del subcomponente Fondo de Apoyo a ComunidadesAborígenes, brinda, entre otras cosas, apoyo financiero y técnico para actividadesproductivas en un estrato de la población considerada como caracterizada poruna situación de pobreza rural crítica a través de un fondo rotatorio no reintegrable(no se trata, aquí, de un crédito, como lo es para los restantes pequeños productoresagropecuarios asistidos por el programa). El PROINDER también aplica criteriosde focalización adicionales a los aplicados a la generalidad de la población objetodel programa –esto es, pequeños productores pobres y trabajadores transitoriosagropecuarios–, contando con un presupuesto específico para la “estrategiaindígena”; mediante ésta, se refuerzan las actividades de difusión y promociónque faciliten la incorporación de esa población a los subproyectos financiados y sepromueven modalidades diferenciadas en la capacitación y en la asistencia almercadeo. El desarrollo de acciones orientadas a los indígenas –en tanto “grupovulnerable” con “pautas productivas bien diferenciadas”– y de mecanismos queaseguren su participación en las estructuras institucionales y subproyectosproductivos implicados es contemplado, por último, en el Programa SocialAgropecuario.

BIBLIOGRAFÍA

González, Crispina, Valeria Iñigo Carrera, Juan Martín Leguizamón, Pablo Perazzi,Ivanna Petz, Cecilia Picciotto, Laura Ramos, Héctor Hugo Trinchero yLaura Villani (2003) “Antropología, nación y poder: la construcción delobjeto etnográfico en Argentina”. En: RECERCA, Revista de Pensament iAnàlisi, Nueva Época, Nº 2, 65-92.

González Bombal, Inés, Candelaria Garay y Fernanda Potenza (2003) Organiza-ciones de la sociedad civil y políticas sociales en la Argentina de los noventa.Universidad de San Andrés, Buenos Aires.

163

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2006, ISSN: 0327-3776

Gordillo, Gastón (1993) “La actual dinámica económica de los cazadores-recolectores del Gran Chaco y los deseos imaginarios del esencialismo”.En: Publicar en Antropología y Ciencias Sociales Nº 3, 73-96.

Grassi, Estela (2003) Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otradécada infame (I). Espacio Editorial, Buenos Aires.

Iñigo Carrera, Juan (2003) El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y con-ciencia. Ediciones Cooperativas, Buenos Aires.

Iñigo Carrera, Juan (2004) Trabajo infantil y capital. Buenos Aires: Ediciones Coo-perativas.

Iñigo Carrera, Nicolás (1999) “¿Reserva o excluidos? El caso de la población abo-rigen y criolla en una localidad del Impenetrable Chaqueño (1970-1998)”.En: Anuario IEHS, Nº 14, 517-531.

Iñigo Carrera, Valeria (2004) “Sujetos productivos y sujetos políticos. Configura-ciones en torno a la instrumentación de programas sociales en una pobla-ción Toba de la ciudad de Formosa”. En: Elena Belli, Ricardo Slavutsky yHéctor Hugo Trinchero, La Cuenca del Río Bermejo. Una formación socialde fronteras. Editorial Reunir, Buenos Aires, 155-175.

Iñigo Carrera, Valeria (2005) “Acumulación de capital y degradación de la subje-tividad productiva entre poblaciones toba del este formoseño”. En: Actasdel I Congreso Latinoamericano de Antropología, Facultad de Humanidadesy Artes, Universidad Nacional de Rosario.

Marx, Carlos (1968) Manuscritos: economía y filosofía. Alianza Editorial, Madrid.

Marx, Carlos (1971) Elementos fundamentales para la crítica de la economía política(borrador) 1857-1858. Volumen I-II. Siglo XXI Editores, Buenos Aires.

Marx, Carlos (2001) El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I. Fondo deCultura Económica, México.

Villarreal, Juan (1997) La exclusión social. Grupo Editorial Norma, Buenos Aires.

FUENTES

Diario La Mañana, junio de 2004.

Page 83: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

164

Programas sociales entre los Tobas del este formoseño... / Valeria Iñigo Carrera

Instituto Nacional de Estadística y Censos. Censo Nacional de Población, Hogaresy Vivienda 2001.

Ledesma, Felipe (2000) “Informe del Chaco argentino”. En: Programa de AcciónSubregional del Gran Chaco Americano. Proyecto ARG/98/037 (PNUD). San-tiago del Estero.

Manzanal, Mabel y Julio Arrieta (2000) “Diagnóstico socioeconómico del sectorargentino de la cuenca del Río Bermejo”. En: Programa de Trabajo para laFormulación del Programa Estratégico de Acción de la Cuenca del Río Bermejo(PEA). Buenos Aires.

Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (2003) Memoria detallada del estadode la Nación 2003. Documentos anexos. Buenos Aires.

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (2007, julio) Marco dePlanificación para Pueblos Indígenas. Proyecto de Inversión en Formación Profe-sional Continua y Empleo. Disponible: http://www.trabajo.gov.ar/

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (2003) ResoluciónNº 121.

Moore, Jorge (2003) Documento II. Programa de Fortalecimiento Institucional yApoyo al Entorno Productivo Regional de las Provincias de Menor DesarrolloRelativo (AR-0232), Préstamo BID 1353/OC-AR.

Poder Ejecutivo Nacional (2002) Decreto 565de Creación del Programa Jefes y Jefasde Hogar Desocupados.

Secretaría de Acción Social, Secretaría de Planeamiento y Desarrollo e InstitutoProvincial de la Vivienda (1978) Memoria descriptiva del Programa Comu-nitario Integral para el Lote Rural Nº 68. Formosa.

Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (2007, julio) Sitio oficial.Disponible: http://www.sagpya.mecon.gov.ar/

Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales(SIEMPRO) (2002) Relevamiento Barrio Namqom. Formosa.

165

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 165–182, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

La categoría de don en el marco de laeconomía social y solidaria

Susana Presta*

RESUMEN

La crisis de los años ’90 ha revitalizado los preceptos de la Economía Social propiciandodistintos emprendimientos cooperativos. Este artículo analiza el caso de una CooperativaEducacional y su Banco de Horas desde la perspectiva de la categoría de don, para ahondarno sólo en el análisis de la construcción de relaciones sociales al interior de dicha organiza-ción socioeconómica, sino también avanzar sobre las formas en que la misma se vinculacon distintas corporaciones transnacionales a partir de diversas donaciones.

Palabras clave: Economía Social y Solidaria; Economía del don; Moneda; Relaciones depoder; Subjetividad

ABSTRACT

The crisis of the 90th has brought up the precepts of the Social Economy as a guide todifferent cooperative projects. In this article, we analyze an Educational Cooperative andits Hours Bank within the perspective of the category of gift in order to increase ourcomprehension about the social relations construction inside this socioeconomicorganization, but also we will try to go further into the relations between the Hours Bankand the different transnational corporations that make donations to them.

Key Words: Social and Solidarity Economy; Gift Economy; Money; Power Relations;Subjectivity

* Licenciada en Ciencias Antropológicas. Becaria doctoral CONICET, Facultad de Filosofía yLetras, UBA. Dirección electrónica: [email protected]. Fecha de realización: Junio de 2007.Fecha de entrega: agosto de 2007. Fecha de aprobación: diciembre de 2007.

Page 84: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

166

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

RESUMO

A crise do ’90 criou os preceitos da Economia Social como uma guia a projetos cooperati-vos diferentes. Neste artigo, analisamos uma Cooperativa Educativa e seu Banco de Horasdentro da perspectiva da categoria da dádiva, para aumentar a nossa compreensão sobre aconstrução de relações sociais dentro desta organização socioeconômica, mas alem tentare-mos um analise das relações entre o Banco de Horas e as corporações transnacionais dife-rentes que lhe fazem doações.

Palavras-chave: Economia Social e Solidária; Economia da Dádiva; Dinheiro; Relações depoder; Subjetividade

INTRODUCCIÓN

Los procesos de reestructuración capitalista que comienzan a agudizarse enla década de los ‘70 producen el agotamiento de los procesos económicos quedieron lugar a un período estable de acumulación en las economías centrales des-pués de la Segunda Guerra Mundial.

La reestructuración neoliberal implicó una redefinición del papel del Esta-do en el desarrollo, la desregulación y el crecimiento de la competencia económi-ca, la apertura comercial y la instauración de distintos acuerdos de integraciónregional (Bensusan, 2000). Así, comenzó una paulatina incorporación del mode-lo de producción postfordista que terminó por instalarse aproximadamente en ladécada de los ‘90 en el seno de los procesos de globalización que irrumpían en laescena mundial. El postfordismo planteaba nuevas formas de organización deltrabajo, las cuales tenían como eje central la flexibilización interna (dentro de laempresa) y externa (formas de contratación de la fuerza de trabajo).

En este contexto de profunda crisis surgen distintas formas de producciónpara la reproducción, ya sea con la expansión del mercado informal o bien con lacreación de nuevas formas de cooperación que buscan reintegrar a los excluidoscomo productores/consumidores de bienes y servicios, es decir, soluciones queestán sujetas a la satisfacción de necesidades y a la calidad de los vínculossocioculturales, las cuales intentan apartarse de la lógica de la explotación deltrabajo ajeno (Hintze, 2003).

La profundización de la crisis socioeconómica durante la década de los ‘90ha revitalizado los preceptos de la Economía Social, dando lugar a distintos tipos

167

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

de emprendimientos sociales y cooperativos que intentan construir proyectos devida colectivos que permitan abrir nuevos senderos frente a la crisis. Así, conside-ro que la Antropología no puede pasar por alto a estos sectores de la sociedad. Porconsiguiente, es necesario abordar la problemática que surge de estas iniciativasno sólo en sus aspectos socioculturales, sino también, ahondando en sus aspectoseconómicos, políticos e ideológicos que confieren un carácter complejo ymultidimensional al fenómeno. En este sentido, en el presente artículo analizare-mos la Cooperativa Educacional ubicada en Capilla del Monte (provincia de Cór-doba, Argentina) y al Banco de Horas que funciona conjuntamente, retomandoalgunos aspectos de la economía del don. El presente análisis se basa en una seriede entrevistas a los socios y observaciones realizadas en el Banco de Horas. Cabemencionar que los avances y resultados de la investigación que se expondrán a lolargo del análisis se insertan en el marco de mi tesis doctoral.

La iniciativa comienza con un grupo de familias (ninguna de ellas origina-ria de Capilla del Monte) que se hallaban insatisfechas con la propuesta pedagógi-ca de las escuelas de la zona. Este grupo de familias se basó en la propuesta peda-gógica de las hermanas Cossettini y el maestro Luis Fortunato Iglesias. Se trata deuna pedagogía que enfatiza en el niño por medio de la educación por el arte y elcompromiso social y ambiental. En este sentido, lo esencial es desarrollar la con-ciencia social del niño y luchar contra el egoísmo y los prejuicios. Por este motivo,los valores fundamentales se basan en la cooperación, la ayuda mutua, el compa-ñerismo y la responsabilidad. El hecho fundacional fue una reunión realizada enCapilla del Monte, a partir de la cual seis familias aceptaron la propuesta.

En los años 1999 y 2000 participaron en el Plan de Desarrollo Integral deCapilla del Monte. Todas las organizaciones sociales participaron en talleres dediagnóstico en distintas áreas: economía, educación, grupos vulnerables, ecología,entre otras. Los problemas más graves que azotan a Capilla del Monte son elalcoholismo, el desempleo, la violencia familiar y el medio ambiente. Más del50% de la población pedía en aquel momento el “bolsón” (bolsa con alimentos) ala Municipalidad. De este modo, se crea el Área de Extensión de la cooperativapara abarcar al sector social más debilitado; el edificio fue cedido por la Munici-palidad. Las actividades de esta última incluyen un convenio de educación a dis-tancia con la Universidad Nacional del Litoral, apoyo escolar, capacitaciones gra-tuitas para organizaciones sin fines de lucro, espacios de convivencia y aprendiza-je. En año 2001 comienzan a vincularse con escuelas de gestión comunitaria,gestión social o cooperativas (escuelas que no son públicas ni privadas) con el fin

Page 85: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

168

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

de hacer visible su forma de hacer escuelas, es decir, democráticas, inclusivas,innovadoras, de la comunidad. Para lograr este tipo de relaciones participaron enun concurso internacional de pequeñas donaciones del Banco Mundial. El pro-yecto presentado proponía la realización de un Congreso para este tipo de escue-las a nivel nacional. Fueron premiados con U$S 2.500,00. En el Congreso, al queasistieron más de 70 instituciones, se discutió cuál era la clave de la inclusión, dela innovación y la calidad. A fines del 2003, presentaron un proyecto en la Uni-versidad Católica de Córdoba para obtener una capacitación en comunicacióninstitucional con el objetivo de generar una agencia de noticias del Banco de Ho-ras Comunitario, llamada “Chasqui de Noticias Solidarias”.

Después del primer año de actividad escolar, entendieron que la cuota nopodía superar los $ 20,00 ya que las familias no podían pagar una suma mayor.Entonces, además de cobrar dicha cuota decidieron producir entre todos dulces yempanadas, entre otras cosas, pero comprobaron que ello no era suficiente. En1999 surge la propuesta del Banco de Horas, pues se necesitaba disponibilidad ycapacidad para sostener una organización. El Banco de Horas aparece como unintento de compensar los esfuerzos de aquellos que trabajaban más y aquellos quetrabajaban menos con el fin de que todos trabajaran lo mismo. De este modo,desarrollan una moneda social a la cual denominan “Soles” (Solidaridad Organi-zada Libre y Laboriosamente). En el segundo año comprobaron que el sistemafuncionaba con una moneda propia, respaldada con trabajo y apoyando una causacomún.

La Cooperativa Educacional cuenta con quince personas trabajando. Lasfamilias asociadas sólo hacen “changas” (trabajo en negro, subempleo). El Bancode Horas les ofrece un mercado alternativo donde pueden intercambiar produc-tos y servicios sumados a la posibilidad de enviar a sus hijos a la escuela. Actual-mente, la cuota de la escuela es de $ 50,00 y 35 soles (en su equivalente en traba-jo). Aproximadamente 50 chicos y 30 familias están asociados a la cooperativa, loscuales reciben servicios de educación formal. En general, las familias que envían asus hijos a la escuela no son originarias de Capilla del Monte y junto a los más decien asociados al Banco de Horas Local permiten sostener la causa socioeducativa.Asimismo, 120 chicos reciben educación complementaria y 35 jóvenes de entre15 y 25 años de edad asisten a tres talleres de formación laboral integral (jardine-ría, producción de hongos comestibles, cerámica artesanal y utilitaria). En estesentido, se busca una inserción laboral o llevar adelante empresas sociales asocia-das al Banco de Horas.

169

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

FORMAS DE RECIPROCIDAD Y CATEGORÍA DE DON

Ante todo, es importante tener en cuenta que el Banco de Horas da lugar acuatro circuitos de circulación de mercancías, a saber: 1) El Banco de Horas encuanto Administración para sostener a la escuela1; este circuito de circulación seconoce como la “Proveeduría” y constituye el respaldo más fuerte de la monedasocial; 2) La “Feria” donde intercambian productos fuera del ámbito del Banco deHoras; es un espacio creado por los mismo socios y no se rige por los controles delBanco; 3) El “Almacén”, que incluye los productos en “consignación” que dejan,especialmente, los socios de la comunidad; este circuito no deja ningún tipo decomisión para el Banco de Horas. El “Almacén” también constituye un respaldopara la moneda social. Según ellos, se trata de un “mercado externo” de los socios,el cual no deja ningún beneficio para el Banco y genera un gran movimiento desoles, y 4) El “Listado mensual de productos, servicios y oportunidades”, que sehalla desagregado por tipos de servicios donde figuran las condiciones de los acuer-dos personales en porcentajes en soles y en pesos. Es la forma de intercambios más“libre”. Son compromisos de un mes y sólo los socios del Banco pueden acceder allistado.

Ahora bien, los diferentes tipos de socios del Banco de Horas (docentes;padres; externos; de la comunidad) se incorporan a éste a través de diversas formasde prestaciones en trabajo. Estas prestaciones adquieren la forma de “certifica-dos”, “compromisos” o “cheques” de trabajo que los socios firman por anticipadoy entregan, sujetos a un plazo de dos meses, para ser vendidos en el “mercado” através de uno de los circuitos de circulación clave: la “Proveeduría” (depósito decertificados). Es importante tener en cuenta que el mercado es un fenómeno hu-mano que se produce en todas las sociedades conocidas, aunque el régimen decambio sea distinto al que predomina en el sistema capitalista (Mauss, 1979).

“El mercado, por estar involucrado en redes concretas de relaciones socia-les, es inevitablemente una construcción social y, por ello, es también uncampo de conflictos, permanentemente recreado y adaptado. Los merca-dos, en tanto espacios de poder, están lejos de ser realidades dadas natural-mente, sin existencia abstracta y universal.” (De Melo Lisboa, 2004:303)

Si bien, concuerdo con esto último, es posible cuestionar el planteo delautor cuando sostiene que el surgimiento de la economía solidaria constituye unamayor democratización de la economía y de la sociedad. Desde mi perspectiva, laeconomía solidaria coexiste, no sin contradicciones, en el sistema capitalista, lo

Page 86: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

170

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

cual puede generar ciertas implicancias al respecto, tal como intentaremos esbozara lo largo del artículo.

Los productos y servicios ofrecidos responden sobre todo a determinadasnecesidades establecidas con anterioridad por los docentes de la Cooperativa, puesjustamente el objetivo fundamental del Banco es sostener la escuela. Cualquierade estos compromisos de trabajo puede ser comprado en “soles”, cuyo respaldo esel trabajo de los socios y las distintas donaciones que gestiona el Banco con distin-tas Fundaciones de empresas transnacionales (Unilever, Minetti, Procter&Gamble,entre otras). Quienes los compran necesitan generar “soles” para lo cual, primero,deben realizar una prestación en trabajo y, de ese modo, obtener “soles” para inter-cambiar por otras mercancías y/o servicios.

La economía del don aún hoy actúa en nuestras sociedades de forma subya-cente. Esta economía se fundamenta en distintas formas de reciprocidad que ma-nifiestan una determinada mentalidad vinculada a valores específicos, a partir delos cuales lo económico y lo social se convierten en aspectos inseparables. Ahorabien, “donar” supone transferir voluntariamente una cosa que nos pertenece aalguien que creemos no puede negarse a aceptarla (Godelier, 1996). Según esteautor, se establece una relación de solidaridad mas también de superioridad, esdecir, de deuda. Esta última obliga a re-donar, pero re-donar no quiere decir de-volver, sino donar nuevamente, por lo cual la deuda nunca queda definitivamentesaldada. Si bien según Mauss (1979) la economía del don implica una triple obli-gación de dar, recibir y devolver, acuerdo con Godelier en que dichas accionesexpresan la producción y reproducción de determinadas relaciones sociales.2 Unode los aspectos que caracterizan al don es que se trata de una forma de intercambiopero con un elemento adicional que es el tiempo entre recibir y devolver. Asimis-mo, se trata de un intercambio pues cuando alguien dona presupone que recibiráalgo a cambio, ya sea ésta una devolución material o simbólica.

Como habíamos mencionado anteriormente, cada socio debe realizar unaprestación en trabajo, es decir, se encuentra obligado a dar un compromiso detrabajo que el Banco de Horas está obligado a recibir. Mientras dicha capacidad detrabajo comprometida no se concrete mediante su compra, existirá una suerte dedeuda vinculada al aporte que efectivamente realizan los socios para generar, a suvez, más “soles”. Luego, esos compromisos son intercambiados por “soles” y elBanco de Horas realiza una devolución en virtud del tipo de prestación. Los sociosdeben gastar sus “soles” con el fin de mantener el circuito de intercambios. Losintercambios que se dan a través del Banco de Horas, tienen lugar en el marco deun “mercado” que genera el Banco de Horas y actúa, a la vez, de mediador pues

171

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

ninguno de los socios, es decir, quien ha ofrecido su compromiso de trabajo yquien lo ha comprado, establecen una relación personal al momento del inter-cambio. Este último se produce a través del Banco de Horas y éste entrega, por unlado, el certificado de trabajo y, por el otro, los “soles” a quién lo ha ofrecido. Alconsiderar como referencia la categoría de don, es interesante notar lo siguiente:“el carácter “personal” del don no desaparece necesariamente, ni siquiera cuandoentre el donante y el donatario no existe ninguna relación personal directa, nin-gún conocimiento mutuo, esto es, ni siquiera cuando se intercalan intermediariosentre ellos.” (Godelier, 1996:27)

Esto último sucede con excepción de la Feria, donde se intercambian direc-tamente entre los socios distintas cosas (usadas o no) por “soles”. Sólo después dela transacción el comprador se contacta con el dueño del certificado de trabajocon el propósito de concretar la prestación. Es en esta instancia cuando se com-pleta su contribución al Banco de Horas y, por ende, a la causa socio-educa-tiva. Como dice una de las socias: “uno puede generar más trabajo generandomás soles” (T - madre). Es decir, cuando los socios exceden los 35 “soles” de lacuota de la escuela en la venta de certificados, pueden seguir emitiendo según susnecesidades y posibilidades y, por lo tanto, generar más moneda.

El Banco de Horas también realiza préstamos por adelantado en “soles”. Eneste caso, el socio firma un certificado de trabajo y cobra los “soles” por adelanta-do. De este modo, queda en deuda con el Banco hasta que su certificado seacomprado y pueda devolver el préstamo. El acceso de productos y servicios alBanco de Horas es restringido, pues deben corresponderse con las necesidadesmás urgentes de los restantes socios. Por ejemplo, una de las socias es psicóloga,ofrece un servicio de orientación vocacional y comenta lo siguiente:

“van a pagar mi arancel en soles y eso implica que la persona responsablecharla con cada uno de los papás de los chicos para que esos 10 soles, cómolos pueden producir. Bienes y servicios que van a ser los que me sirvan a mípara resolver algunas situaciones de mi economía doméstica y de transpor-te y de cuidar mi hijo y de comida y demás”

Ahora bien, lo que se dona no son los productos y servicios que circulan enel Banco de Horas, sino el tiempo de trabajo de los socios, es decir, sus prestacionesen trabajo. En este sentido, cada socio pone a disposición de otro su tiempo ycapacidad de trabajo, mas no cede la propiedad de su fuerza de trabajo, por lo cualno podemos encontrar explotación bajo ninguna forma. Mas sí podemos encon-trar formas de autoexplotación. Si bien el trabajo es percibido por los socios como

Page 87: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

172

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

no enajenado, amerita preguntarse si esto se logra, más aún si tenemos en cuentalas relaciones de los socios con el sector privado.

Aparece, también, un fuerte sentido de la obligación pues, de otro modo, sequebrantaría el compromiso que los une:

“La escuela fue también generando la obligación de diferentes formas. Es obli-gatorio estar en alguna comisión, por ejemplo, siempre alguna persona trabajapara que la otra siempre... también tiene que ver con las actividades fuera de laescuela.” (T - madre)“La gente tomó conciencia como en la escuela. Tiene un interés y siente quetiene una obligación y lo hace.” (G - área de extensión)

El acto de donar se caracteriza no por una ausencia de obligaciones sinopor una ausencia de cálculo orientado a la maximización de beneficios, aunqueesto último no quiere decir que no exista ningún interés económico (Mauss, 1979).Sumado a esto, la existencia de obligación y deuda genera también distintas rela-ciones de poder que se constituyen como soporte del vínculo social que los une.Aristóteles (1995) menciona que quienes dan aman a los que reciben el favor másde lo que ellos son amados por los destinatarios del favor. Los motivos son que losprimeros son acreedores, mientras que los segundos son deudores. De aquí, ladoble relación de superioridad y solidaridad que plantea Godelier.

Recientemente se sumaron “socios de la comunidad”, los cuales dejan sus pro-ductos en consignación en el “Almacén” del Banco. Veamos las siguientes citas:

“Al principio nos manejamos y ya no me acuerdo demasiado pero el Banco deHoras se creó después y pasó a ser un respaldo. Y como docentes, los beneficiosque tenemos son buenos. También porque estamos llevando huevos, pan, harinaintegral. Otro año tuvimos jabón, desodorante, cosas que por ahí uno no tienelos medios para desembolsarlo afuera o servicios de masajes o flores de bach. Porahí, no estaba la posibilidad real de pagarlo con dinero pero sí existía el hechode poder pagarlo con soles.” (P: docente de la Cooperativa)“Siempre hacia budines y aparte la idea no es que puedas comprar cosas, o sea,te das gustos que no te das. Ya a partir de esto pude regalar, comprar cosas quepodía regalar, que siguen siendo gustos, o sea, es una mentalidad completamen-te distinta: no tiene nada que ver con los pesos. Vos con los pesos tenes que pagarlos impuestos, los servicios, a los chicos. Acá, lo que conseguís es mucho más quenada... tiene dos facetas. Pero hay una que es fascinante y tiene que ver con esascosas que vos no pensabas comprar, que siempre las relegas, nunca te vas a dar

173

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

gustos y en este caso, me los podía dar todos. Entonces, generas de lo que mástenes para darte gustos que con dinero no lo haces.” (M.T. - madre)“Este año llego a un momento en el que está muy bueno, o sea, donde todosestamos trabajando para y todos estamos dando más de lo que estaba anotadocomo una necesidad para cubrir a los que trabajan. Además, porque somosmás. Entonces eso ya trae otra variedad. Siempre está el placer y lo que te cu-bre.” (M.T. - madre)

En estas citas encontramos dos tipos de consumo, a saber: un consumoorientado a productos (especialmente alimentos) que “cubren” las necesidadesbásicas de subsistencia, y un consumo orientado a productos y servicios percibidoscomo “lujos” o “gustos”, vinculados al “placer”. ¿Por qué poseer sólo lo que nece-sitan, lo que es útil? ¿Por qué no poseer también lo que desean? Bataille (1987)divide el consumo en dos partes: a) para la conservación de la vida y para lacontinuación de la actividad productiva; b) gastos improductivos: lujos, juego,etc. Podríamos decir que es justamente el gasto improductivo, vinculado al placery al deseo, aquel que crea relaciones sociales entre los sujetos. Asimismo, podemospensar que estos últimos necesitan de cosas que satisfagan la multitud de deseosque residen en ellos, más allá de que sea algo inútil en términos económicos.Ciertos objetos pueden ofrecer ideas de prestigio, status, distinción, pero tambiénlas formas, los colores, los aromas pueden ser suficientes para trastocar las relacio-nes entre los sujetos y los objetos. En este sentido, no necesariamente debeesperarse una producción para intercambiar mercancías que permitan la sub-sistencia económica de las unidades domésticas, sino que también existe unaproducción destinada a la satisfacción de necesidades orientadas al placer o apequeños “lujos”.

Como decíamos anteriormente, el don presupone un intercambio, aunqueno inmediato, al momento de realizarse el acto de donar. Mas la obligación dedevolver no requiere de lo mismo que se ha donado en un principio sino de otracosa, lo cual aquí nos conduce a la moneda.

“Yo compraba de todo, de todos los papás que estaban “¡Uy, lo mío no sale!”¿No? para que... porque era tan lindo. Es que se provoca otra cosa el tema de lossoles. Yo siempre estoy vendiendo cosas para comprar.” (M.T. - madre)

Justamente, esa “otra cosa” que provoca son las distintas formas de recipro-cidad y las relaciones sociales que éstas suscitan, las cuales resultan importantes ala hora de los intercambios ya que, muchas veces, se entrega un producto sinrecibir más que la promesa de una retribución (especialmente en el ámbito de la

Page 88: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

174

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

Feria). En este sentido, la honestidad y el compromiso con la palabra empeñadason valores claves para los socios.

“La solidaridad vista como algo recíproco, donde vos me das y yo te doy, dondevos seguramente tenés algo para darme y yo tengo algo para darte a vos, enton-ces, yo no te chupo la sangre y vos no me chupas la sangre a mí.”(O - socioexterno - tallerista)

Precisamente, si el propósito es establecer las relaciones sociales que generala moneda social en el contexto estudiado, me parece necesario tener en cuentaque “toda relación social, cualquiera que sea, incluye una parte ideal, una parte depensamiento, de representaciones; estas representaciones no son únicamente laforma que reviste esa relación para la conciencia, sino que forman parte de sucontenido.” (Godelier, 1987:157) Es decir, la parte ideal y la parte real o concretade toda relación social se constituyen de un modo dialéctico, por lo cual ni loideal ni lo real poseen una preeminencia lo uno sobre lo otro. La función econó-mica de la moneda social es indisociable de su función social y cultural. En elBanco de Horas, la moneda produce/reproduce las relaciones sociales basadas enla donación de tiempo de trabajo (racionalidad del don) y su respaldo y aquelloque le confiere confiabilidad es, principalmente, el trabajo de los socios, el cual asu vez tiene un vencimiento (los certificados de trabajo tienen un plazo de 2 me-ses); podemos pensar que la moneda social activa y renueva constantemente elcompromiso social del grupo. Sin embargo, al mismo tiempo que hace esto últi-mo, reproduce la violencia que encierra la moneda en el mercado formal, pues lamoneda que han creado se halla supeditada al sistema de precios del mercadocapitalista y no considera las relaciones de producción específicas de cada econo-mía solidaria. Podemos decir que dichas desigualdades quedan resignificadas porla categoría de don como eje central de los intercambios en el Banco de Horas. Porconsiguiente la moneda social, en tanto valor de medida homogéneo, omite laheterogeneidad tanto de los productos como de los trabajos.

Consideremos la siguiente cita: “La moneda no es de ningún modo unhecho material y físico, sino que es, esencialmente un hecho social, su valor resideen su poder de compra, y en la medida de la confianza que se ha depositado enella. Estamos hablando del origen de una noción, del origen de una institución,en una palabra, de una fe.” (Mauss, 1971:87)

¿Podemos afirmar que por el simple hecho de ser una moneda paralela osocial su poder es nulo o inexistente? Aun Mauss, al referirse a la moneda en laeconomía del don, menciona su capacidad para dirigir a los demás. Luego se

175

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

pregunta respecto de la confianza en el dinero: “¿acaso no reside en la creencia deque, gracias a él, podremos obtener de nuestros contemporáneos las prestaciones–en materia o en servicios– que nos permita exigirles la situación del mercado?”(Mauss, 1971:91-92).

Resulta necesario comprender que la moneda social en tanto medio depago y medio de cambio, y más allá de las connotaciones positivas que posee paralos socios del Banco, se halla ligada a un mercado (social) donde la fuerza detrabajo de los socios del Banco de Horas aún se mantiene escindida de sus condi-ciones reales de existencia. Es decir, las diferentes relaciones de producción quesubyacen a la producción de mercancías en los distintos ámbitos no son tenidasen cuenta a la hora de fijar sus precios en el Banco de Horas, lo cual se sostiene, ami entender, en el dominio de una doble racionalidad económica.

De este modo, la pregunta de Mauss se relaciona con las preguntas que seformula Godelier (1974:288), a saber: “¿cuál es el fundamento del valor de cam-bio de la moneda? Si hay cambio y moneda ¿Hay beneficio?”

La producción que origina el Banco extiende su finalidad a la consecuciónde mayores beneficios más allá de los límites de éste, a partir de la doble raciona-lidad económica (coexistencia de la lógica del “don” y la lógica “mercantil”). Sinembargo, la idea de beneficio no es el fin último de los intercambios, pues no es elmotor que impulsa las acciones de los sujetos en el Banco de Horas, sino que aparececuando se da cierta estabilidad o certidumbre en la institución, lo cual propicia lanecesidad de expansión fuera de ella. Dicha necesidad de traspasar los límites de losintercambios en el Banco de Horas, puede vincularse con el carácter subordinado delo que podemos llamar una racionalidad del don a la racionalidad instrumental pro-pia del capitalismo. Pero es importante reiterar que esta idea de beneficio no es inhe-rente a todos los intercambios, sino que coexiste de un modo contradictorio.

En Mauss, podemos encontrar dos exigencias contradictorias de la mone-da: 1) la moneda como parte del don, y 2) la moneda como origen de nuestraracionalidad económica. Esto parece quedar superado si demostramos que la mo-neda funciona de dos formas diferentes en dos lógicas de intercambio diferentes(mercantil/don). De este modo, podríamos concluir que se trata de distintos usosde moneda, complementarios y coexistentes. Sin embargo, a mi entender, la con-tradicción prevalece. El Banco de Horas existe a partir de una relación dialécticacon el sistema capitalista. La racionalidad que caracteriza a sus miembros se vin-cula a la lógica de una economía del don, pero al mismo tiempo sus miembrosparticipan en el mercado formal. Ahora bien, una explicación sobre los diferentesusos de la moneda no sería suficiente, ya que las relaciones de poder que se cons-

Page 89: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

176

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

truyen a partir de las distintas lógicas de intercambio (mercantil/don) se encuen-tran en constante tensión. De hecho, como lo he mencionado anteriormente, lasrelaciones de poder del mercado formal condicionan el funcionamiento de losintercambios en el mercado social. Podríamos pensar que la doble racionalidad delos sujetos coexiste pero siempre en contradicción, debido a que la construcciónde una racionalidad (don) depende de la otra (mercantil).

La necesidad, cada vez más creciente entre los socios, de expandir los inter-cambios fuera del Banco de Horas enfatiza la dependencia de una racionalidad(don) a la otra (mercantil). La idea de beneficio económico empieza a cobrarfuerzas. Si bien no podemos decir que se trata de racionalidades idénticas, tene-mos que considerar que el límite del consumo no es en ningún caso laautosubsistencia.

El Banco de Horas, considerado por sus socios como una importante fuen-te de trabajo, revaloriza la fuerza de trabajo que el mercado laboral formal no escapaz de incorporar, al menos en el sector formal. Cuando estas capacidades detrabajo comienzan a abrirse paso más allá del Banco de Horas, el cual les ofrecióuna perspectiva diferente sobre el valor de las mismas, comienza un proceso desubsunción indirecta del trabajo al capital, signada por la constante mediación delmercado. Mas en este proceso las unidades domésticas logran, asimismo, ciertogrado de capitalización. Cabe notar que la economía solidaria provee ingresos alas unidades domésticas involucradas y mantiene su consumo en el mercado for-mal sin el costo de una relación salarial, lo cual provoca un ahorro en los costos dereproducción social.

El sistema capitalista mantiene estos procesos de trabajo como forma pri-mordial de reproducción social de estas unidades domésticas. Más aún, con laventaja de omitir toda relación salarial, estos sectores continúan vinculándose almercado como consumidores.

EL DON RESIGNIFICADO

La categoría de don resulta útil a la hora de analizar los modos de construc-ción de relaciones sociales y relaciones de poder al interior del Banco de Horas.Sin embargo, este último se desarrolla en el seno del sistema capitalista. Los sociosdel Banco de Horas están inmersos en relaciones con el mercado formal, pues susintercambios no se limitan al mercado social. Por consiguiente, acordamos con lacrítica a cualquier intento de considerar al don como motor de nuevas institucio-

177

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

nes que no se oponen al Estado y que funcionan “al margen” del mercado comoun espacio social paralelo (Balazote, 2007). Por eso, sostenemos que la dobleestructuración de la racionalidad económica en el ámbito de la economía social ysolidaria, motivo de la participación de sus miembros tanto en un mercado para-lelo como en el mercado formal, plantea un límite insoslayable para la existenciade una economía basada en el don.

Los modos de acción y pensamiento que implica la forma de racionalidadque se construye en el seno de la economía social y solidaria, no son ajenos a laposibilidad de ser asimilados por las estructuras sociales y económicas dominan-tes. En relación con esto último, resulta interesante plantear otro punto de discu-sión en torno al extendido resurgimiento del don en nuestra sociedad. Surge asíun nuevo interrogante, a saber: qué sucede cuando la categoría de don, la cualimplica una racionalidad desligada del cálculo propio de la lógica capitalista, sereivindica en el seno de este sistema. Desde el punto de vista del redescubrimientodel don en el sector privado, cabe suponer que su sentido y su finalidad ya nopueden ser los mismos porque han sido transformados con el propósito de abrir elcamino a la construcción de nuevas formas de poder.

Este tema es clave en las relaciones entre el sector privado (corporacionestransnacionales) y la Cooperativa/Banco de Horas, ya que tienen como base di-versas formas de “donaciones” (dinero y productos). No siempre se trata de con-cursos de proyectos para estas iniciativas sociales (orientados a la educación, lapobreza, los jóvenes de sectores “vulnerables”, etc.), sino que ellos pueden presen-tar proyectos por su cuenta, los cuales son evaluados para decidir su financiamiento.A partir de una entrevista realizada al presidente de la Cooperativa y del Banco deHoras, podemos hablar de la existencia de donaciones “condicionadas”. Estas úl-timas se refieren a aquellas entregadas por las fundaciones pertenecientes al sectorprivado y se definen de este modo porque toda donación está acompañada deindicaciones, monitoreos, rendiciones de cuentas, informes y visitas periódicas deprofesionales que controlan el estado del proyecto. Cabe mencionar que es muydifícil que el sector privado permita la utilización del dinero para el pago de hono-rarios a los socios, por lo cual el trabajo es esencialmente voluntario.

La categoría de don aparece resignificada en el marco de estructuras econó-micas diferentes y, si bien parece conservar su doble relación de solidaridad ysuperioridad (deuda), es producto de relaciones sociales diferentes. Es posiblesuponer, entonces, que ambas formas de racionalidad económica, relativas a dosformas de racionalidad social más amplias, contradictorias pero coexistentes, asi-milan y reinterpretan elementos propios de cada una ellas. Si tomamos algunos

Page 90: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

178

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

aspectos del planteo de Godelier (1974), podemos suponer que la racionalidadque surge en el marco del Banco de Horas corre el riesgo de depender de la racio-nalidad inherente al capital, más aun cuando éste se empeña por demostrar que suinterés coincide con el de ellos. De este modo, los conflictos son recreados a partirde sus nuevos sentidos. Las empresas se reapropian de una categoría que implicadeterminados valores, para convertirla en una forma de construcción de hegemo-nía sobre estos sectores. El poder hegemónico se vincula, por un lado, al consensosobre la dirección impuesta a la vida social por el grupo dominante, el cual nacehistóricamente del prestigio (y la confianza) que el grupo dominante extiende desu posición y su función en el mundo de la producción. Por otro lado, se vinculaal aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de aque-llos grupos que no “consienten” ni activa ni pasivamente, pero que se hallaprevisto para momentos de crisis en los cuales no existe consenso espontáneo(Gramsci, 2004).

La vinculación de la Cooperativa y el Banco de Horas con las fundacionesy otros organismos internacionales se basa, fundamentalmente, en dos cuestiones.Por una parte, se debe a las dificultades que encuentran para continuar con lainiciativa debido a la falta de recursos suficientes para sostenerla. El Banco deHoras es considerado como una fuente de trabajo por sus socios, que ni el Estadoni las empresas pueden garantizar. Por otra parte, la necesidad de legitimar la inicia-tiva en el ámbito local debido al rechazo de los habitantes de Capilla del Monte,quienes si bien piensan que lo que hacen es “bueno”, también piensan que es “raro”.

Cabe mencionar que las donaciones que realizan las fundaciones de distin-tas empresas permiten lograr exenciones en los impuestos a las ganancias (véaseLey N° 20.628, artículo 20, inciso f ). Pero también permiten la obtención deprestigio y valoración social a través de la idea de “responsabilidad social”, la cualno hace más que construir distintas ficciones que tergiversan las relaciones socia-les de poder.

El presidente de la Cooperativa y del Banco de Horas decía en una entre-vista que ellos buscan “socios” para sostener su actividad. Si bien no se desvían desus proyectos, habla de una “coincidencia” entre sus objetivos institucionales yaquellos de las empresas. Un ejemplo de esto último es el proyecto que les financiael Banco Mundial, en el cual se propone cómo generar y fortalecer los valorescívicos en jóvenes vulnerables. Las palabras clave son la cooperación, la reciproci-dad, el compromiso y la confianza. Lévesque (2002) sostiene que la cooperación através de este tipo de asociación produce valor, coordina la actividad económica yasume funciones que antes eran del Estado. Ciertamente, esta afirmación posee

179

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

implicancias importantes que el autor pasa por alto, pero que nos llevan a consi-derar el concepto de cooperación más de cerca.

Siguiendo a Marx (1999), en cada contexto histórico las formas de produc-ción capitalista necesitaron de la cooperación como fuerza productiva esencialpara su desarrollo. Desde sus comienzos, la organización del trabajo en el sistemacapitalista vislumbró en la cooperación una fuerza capaz de reducir costos y pro-ducir plusvalía. Es decir, esta nueva fuerza está dada por su expresión colectiva ysocial, en tanto que la subjetividad deviene intersubjetividad con la cooperación.Según el autor, la cooperación responde a un plan o voluntad que son ajenas altrabajador. Este se transforma en una pieza más del engranaje productivo que esdispuesta por el capitalista de modo tal que su correcta ubicación dentro del pro-ceso productivo genere mayores beneficios. Sin embargo, sucede que los traba-jadores no son sólo eso, sino que son sujetos que se relacionan socialmente(Presta, 2004).

Retomamos este concepto de cooperación puesto que pone de manifiestosu instrumentalización por el capital. Es posible pensar que la plusvalía que gene-ra esta fuerza productiva, tan valorada en los procesos de producción capitalistas,no se restrinja al ámbito industrial. En este sentido, la presencia de la categoría dedon y del concepto de reciprocidad en los discursos y prácticas empresariales parecealbergar un nuevo proceso de extensión de la disciplina capitalista hacia la sociedad.

En el contexto del paradigma neoliberal, surgieron diferentes teorías vin-culadas a las transformaciones en el mundo laboral. Según De la Garza Toledo(2000), no habrá trabajo para todos y, por lo tanto, habrá una expansión deltrabajo precario. En este marco, la precarización del trabajo no es arbitraria, esdecir, con la flexibilización laboral muchas formas de empleo informal que anteseran consideradas como ilegales se han convertido en formas legales de contrata-ción (Castel, 1997). De la Garza Toledo (2000) plantea un pasaje de la capacidadde producir en un tiempo continuo a un tiempo discontinuo y sin ubicaciónterritorial definida, como es el caso del trabajo a domicilio, por horas, etc. Eltrabajo no está encaminado a su fin, sino que tiende a confundirse con otrosmundos de la vida cotidiana considerados propios de la reproducción social de lostrabajadores.

En la iniciativa que hemos analizado, encontramos que la escisión entre loproductivo y lo reproductivo tiende a desaparecer. De hecho, el financiamiento de lasfundaciones mantiene los procesos de trabajo de la economía doméstica capaces desolventar la reproducción de sus miembros. De este modo, parece prevalecer unavigilancia sobre los medios de reproducción social de las unidades domésticas.

Page 91: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

180

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

Las predicciones sobre el “fin del trabajo” a causa del desarrollo tecnológico(Rifkin, 1999) o el fin de la “sociedad salarial” producto de la flexibilización labo-ral y sus consecuencias (Castel, 1997), no alcanzan para explicar el apoyo tantodel sector público como del privado a la economía social y solidaria. Esta últimano se limita a explicaciones basadas en la mera necesidad de los sujetos involucradosde escapar de la exclusión socioeconómica producto de las políticas neoliberales.Con esto quiero decir que considero oportuno abordar esta cuestión con énfasisen los procesos de acumulación de capital y sus transformaciones. Al considerarque la relación subjetiva entre el trabajador y su tarea resulta ser la clave en laeconomía de los procesos de globalización, cabe preguntarnos: ¿qué mejor opciónpara el capitalismo que dirigir la atención sobre este tipo de trabajo, fuente inago-table de distintas formas de cooperación?

REFLEXIONES FINALES

Desde la perspectiva que hemos trabajado a lo largo de este artículo, sepresenta la necesidad de constituir un enfoque diferente que nos permitacomplejizar nuestro estudio a partir de un análisis en torno a las paradojas y con-tradicciones que plantean las iniciativas de la economía social y solidaria en elcontexto del paradigma neoliberal.

La mayoría de las investigaciones que podemos encontrar en el campo delas ciencias sociales, parten del supuesto de que estos emprendimientos puedenconstituirse como una alternativa al capitalismo, y se centran sobre todo en posi-bles formas de integración a través del mercado formal y del Estado. A partir deesto último, el tercer sector (economía social), el sector privado (empresas) y elsector público (Estado) se encuentran separados, aunque relacionados entre sí.Sin embargo, no basta decir que están relacionados sino que, debo agregar, sehallan relacionados dialécticamente, es decir, son coexistentes y contradictorios.

Si bien es muy importante mantener una mirada que apunte al modo en que seconstruyen los vínculos socioculturales entre los grupos involucrados en estosemprendimientos, para lo cual la Antropología nos ofrece la posibilidad de una mira-da profunda en este sentido, no podemos reducirnos a este propósito pues el contextoen el cual se desarrolla la economía social y solidaria no constituye un mero accesorio.En este sentido, no podemos perder de vista que las iniciativas de este sector proliferancon el apoyo y el financiamiento de las corporaciones transnacionales y del Estado, locual abre un interrogante sobre las razones por las cuales esto resulta posible.

181

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

NOTAS

1 Existe, también, el Banco de Horas Local, el cual concentra los recursos queconsigue el Área de Extensión para llevar adelante los convenios de educación adistancia con la Universidad y las distintas actividades de extensión de esta área.2 Es preciso tener en cuenta el debate generado a partir de la obra de Marcel Mauss(1979). Siendo la pregunta central por qué existe la obligación de devolver en lalógica del don, Lévi-Strauss (1979) le critica su explicación basada en lasexplicaciones nativas que remiten a la existencia del hau en la cosa donada, lo cualexplica para Mauss, en definitiva, el re-donar. Concuerdo con la crítica realizadapor Godelier (1996) dónde el énfasis está puesto en que el re-donar permiteproducir y reproducir las relaciones sociales, es la sociedad en su totalidad la quese re-crea.

BIBLIOGRAFÍA

Aristóteles (1995). Ética Nicomáquea. Editorial Planeta-De Agostini, Madrid.

Balazote, Alejandro (2007). Tres abordajes del Ensayo sobre los dones de MarcelMauss. En: Antropología Económica y Economía Política. CEA, Córdoba.

Bensusán, G. (2000) El impacto de la reestructuración neoliberal: comparación de lasestrategias sindicales en Argentina, Brasil, México, Canadá y Estados Unidos.III Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo, Buenos Aires.

Castel, Robert (1997). La metamorfosis de la cuestión social. Paidós, Buenos Aires.

De la Garza Toledo, Enrique (2000). “Fin del trabajo o trabajo sin fin”. En: E. Dela Garza Toledo (coord.), Tratado latinoamericano de Sociología del Trabajo.Fondo de Cultura Económico, México.

De Melo Lisboa, Armando (2004). “Mercado Solidario”. En: A. D. Cattani (or-ganizador), La Otra Economía. Altamira, Buenos Aires.

Godelier, Maurice (1974). Racionalidad e irracionalidad en economía. Siglo XXI,México.

Godelier, Maurice (1996). El enigma del don. Paidós, España.

Page 92: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

182

La categoría de don en el marco de... / Susana Presta

Gramsci, Antonio (2004). Los intelectuales y la organización de la cultura. NuevaVisión, Buenos Aires.

Hintze, Susana (2003). Trueque y Economía Solidaria. Editorial Prometeo, Bue-nos Aires.

Lévesque, B. (2002). “El “partenariado”: una acentuada tendencia de la nuevagobernanza en la era de la mundialización. Apuestas y desafíos para lasempresas públicas y de economía social”. Documentos Centro de Estudios deSociología del Trabajo N° 39, Facultad de Ciencias Económicas, UBA, 1-11.

Marx, Karl (1999). El Capital. Fondo de Cultura Económico, México.

Mauss, Marcel (1971). Institución y cultos. Representaciones colectivas y diversidadde civilizaciones. Obras II. Barcelona, Barral Editores, 87-127.

Mauss, Marcel (1979). “Ensayo sobre los dones, razón y forma del cambio en lassociedades primitivas”. En: M. Mauss, Sociología y Antropología. Tecnos,Madrid.

Presta, Susana (2004). Formas de organización del trabajo, subjetividad y poder: elcaso de una empresa metalúrgica transnacional. Tesis de Licenciatura en Cien-cias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras, UBA.. Mimeo.

Rifkin, Jeremy (1999). El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de traba-jo: el nacimiento de una nueva era. Paidós, Buenos Aires.

183

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 183–201, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Estrategias de pequeños productoresrurales y dinámica del capital en el

circuito productivo frutícola del Alto Valledel Río Negro

Liliana Silvia Landaburu*

RESUMEN

El trabajo de campo para la realización de este artículo se ha realizado en la última coloni-zación planificada en el Alto Valle de Río Negro, correspondiente a las actuales localidadesde Chichinales, Villa Regina y General Enrique Godoy. Se han elegido unidades produc-tivas no mayores de veinticinco hectáreas de superficie, dado que la misma es una medidahistórica relacionada con los primeros asentamientos en la zona, los cuales se caracterizanpor poseer plantaciones tradicionales y no contar con riego por aspersión. Se ha privilegia-do como objeto de estudio a los pequeños productores, los “chacareros”, a fin de podercomprender su situación dentro del circuito productivo en un momento particular de sudevenir histórico, describir sus estrategias y dar cuenta de la dinámica del capital.

Palabras clave: Chacareros; Circuito productivo; Estrategias; Capital; Liminalidad

ABSTRACT

The field work was carried out in the latest planned colonization in the Alto Valle de RíoNegro, today the areas of Chichinales, Villa Regina y General Enrique Godoy. Productiveunits of not over twenty five hectare surface have been chosen because it was the historicalmeasure of the first settlements in this area with traditional plantations and no sprayingwatering. At the selection of this economy, minor production farmers have been privileged

* Licenciada en Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Dirección electróni-ca: [email protected]. Fecha de realización: julio de 2007. Fecha de entrega: agostode 2007. Fecha de aprobación: diciembre de 2007.

Page 93: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

184

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

to be studied in order to understand their situation within the production circuit at aparticular time in their historical process of evolution, as well as the description of theirstrategies and their capital.

Key Words: Farmers; Production Circuit; Strategies; Capital, Liminal

RESUMO

O trabalho de campanha foi executado na última colonização planejada no ContraltoValle de Rio Negro, hoje as áreas de Chichinales, Regina y General Enrique Godoy. Asunidades produtivas de não por cima de uma superfície de vinte e cinco hectares foramescolhidas devido a que isto foi uma medida histórica dos primeiros acordos nesta área complantações tradicionais e nenhuma rega que borrifa. Lá foram privilegiados como o objetodo estudo os pequenos produtores os “chacareros”, para ser capazes de entender que a suasituação dentro do circuito produtivo em um determinado momento da sua ocorrênciahistórica, descrever as suas estratégias e explicar a dinâmica do capital.

Palavras-chave: Agricultores; Circuito de produção; Estratégias; Capital; Liminal

INTRODUCCIÓN

En la década de los años ’30 se realiza en la zona en estudio la últimacolonización planificada, a partir de una triangulación financiera llevada a cabopor capitales ingleses e italianos vinculados con la élite política de Buenos Aires.La constitución de la colonia1 permitió la primera expansión del capital en lazona, configurándose unidades domésticas que sirvieron de estrategia para la ex-pansión del proceso inicial, en el cual el latifundio dio origen al minifundio, yhaciendo que el paso del desierto a la agricultura fuerza costeado por los colonoscon el producto de su fuerza de trabajo. Gracias a los beneficios del Estado bene-factor, los mismos pasaron de ser campesinos2 inmigrantes a ser los farmers3 delvalle, es decir, la pequeña burguesía rural. Sin embargo, el período de oro paraestos agentes finalizará en la década de los ‘70 con la incorporación al espaciorural de nuevos agentes sociales, entre ellos empacadores, comercializadores e in-dustriales, los cuales los ubicarán en un grado de dependencia al no poder contro-lar los eslabones de la cadena productiva y al no poder alcanzar los cambios técni-cos y tecnológicos propuestos, iniciando un proceso de descapitalización sistemá-

185

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

tica. Este proceso, que se incrementó en la década de los ’90, condujo hacia lareproducción ampliada del capital por lo cual la expansión y la concentración dela riqueza se hicieron visibles en el Alto Valle.

Con el objetivo de describir la dinámica del capital y las estrategias de lospequeños productores –que son los agentes más comprometidos al interior delcircuito–, se ha elegido para el análisis las unidades productivas no mayores a 20hectáreas, debido a que esa es una medida histórica en la zona y se vincula con losprimeros asentamientos en el período de la colonia. A su vez, se ha privilegiado enla elección del objeto de estudio a los pequeños productores que no han logradoacceder a la mayoría de los cambios técnicos y tecnológicos impuestos. Las quinceunidades analizadas poseen una producción tradicional de fruta de pepita y, enalgunas parcelas, fruta de carozo. La producción de las unidades en su mayoría esvendida a los medianos productores y a las empresas agrocomerciales, cuando la cali-dad lo permite, o –en el peor de los casos– a las jugueras para la producción de sidra.

Metodológicamente, consideramos que los datos cuantitativos y cualita-tivos no son términos opuestos o antagónicos sino complementarios, que permi-ten poner en tensión realidades subyacentes y enriquecer el proceso de investiga-ción. En tal sentido, el diseño de la investigación se configuró teniendo en cuentados caminos paralelos e interdependientes: el material bibliográfico, estadístico ehistórico, por un lado, y el trabajo etnográfico por el otro. El trabajo de campocontó con la observación registrada en el terreno y la realización de entrevistasabiertas (estructuradas y semi-estructuradas) e historias de vida.

LOS CHACAREROS Y EL CONTEXTO NEOLIBERAL

El espacio del Alto Valle históricamente fue estructurado por la penetra-ción de formas capitalistas de producción, a través de procesos como la tenenciade la tierra; la inexistencia de crédito accesible a los pequeños productores; laexplotación de la fuerza de trabajo, en especial aquella de carácter temporario; lafalta de defensa de los precios de los productos agropecuarios; la tecnología sólo alalcance de productores solventes. Todas ellas fueron características de este espaciosocial, las cuales se han agravado progresivamente a partir de fines de la década delos años ‘80. La política económica y social del llamado Plan de Convertibilidadprodujo un efecto demoledor, que generó un proceso de empobrecimiento y ex-clusión social para los pequeños productores a partir de las transformaciones pro-vocadas por la implementación de las políticas neoliberales en el país.

Page 94: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

186

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

Las recetas del denominado Consenso de Washington (Comeliau, 2000)impactaron en este espacio regional; el modelo neoliberal implementado univer-salmente trajo consigo la reformulación del Estado, privilegiando la lógica de lacompetencia, el mercado como regulador de los distintos ordenes sociales, la con-centración económica, el ajuste, la precarización del empleo, la caída del salario,la exclusión y la desigualdad social.

Las políticas implementadas y la ausencia de otras, fueron la consecuenciadel proceso de concentración de la riqueza. A su vez, la desregulación del Estadoprodujo un proceso de discriminación hacia el sector más vulnerable, benefician-do a aquellos con mayor poder económico y abandonando irremediablemente alos más débiles, los chacareros4, los cuales son la mayoría de los agentes en lacadena productiva. En este contexto, en la década de los ’90 se propició un nuevocambio técnico vinculado con las demandas de los mercados internacionales, dandoorigen al desarrollo de nuevas variedades en parte de las parcelas productivas,cambio que se ha denominado “reconversión productiva”.

El proyecto Cambio Rural, organizado por el INTA (1999), se focalizó eneste proceso de reconversión. Con ese objetivo se constituyeron grupos a cargo deingenieros agrónomos que brindaban asesoramiento técnico. El objetivo era quelos chacareros se hicieran cargo gradualmente de ese asesoramiento y se agruparanen pequeñas empresas, para lo cual se otorgarían créditos que llevarían adelanteeste proceso.

El sector de producción al que fue dirigido el proyecto contaba en esemomento con un 50% de productores independientes (pequeños y medianosproductores), un 31% de productores medianamente integrados (empresas inte-gradas agrocomercialmente y asociaciones de productores) y un 19% de produc-tores totalmente integrados (grandes empresas con integración agroindustrial).Sólo un 25% del total de los productores independientes formó parte del Progra-ma Cambio Rural. A este sector correspondieron unidades familiares heterogéneas,que se localizan preferentemente en predios de hasta 25 hectáreas y sólo intervie-nen en la producción primaria. Este proceso de reconversión implicaba para elchacarero varios años de espera, un período de improductividad en parte de susparcelas a la espera de lograr la producción de las nuevas variedades y,consiguientemente, un ingreso menor en la producción total.

En este período, los valores de la fruta no permitían cubrir los gastos nece-sarios para poder iniciar los trabajos culturales para la temporada siguiente, talescomo, poda, abono, raleo, y a su vez costear los insumos necesarios (combustible,fertilizantes y herbicidas). A muchos de ellos les resultó imposible cumplir con sus

187

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

obligaciones bancarias; la tasa de los créditos a los pequeños productores resultómuy elevada en términos reales, pues el sistema financiero formal cobraba a lospequeños productores un 40% anual. Esta tasa difiere enormemente del accesoque tenía y sigue teniendo el capital concentrado. Esta diferencia incide en elproceso de concentración económica, los afortunados con poder en el mercadoaccederán a condiciones ventajosas de crédito y posiciones cada vez más domi-nantes, mientras que los más necesitados quedaran limitados a este acceso, ya seapor que no poseen garantías reales, no califican o, simplemente, no pueden pagarla tasa de interés exigida.

Si bien en algunos casos el proyecto funcionó, logrando la formación depequeñas empresas que surgieron de esos grupos, el resultado general no fue elesperado. A las deudas bancarias se sumaron los intereses y las cuotas cada vez másinaccesibles, por lo cual las consecuencias de este proceso han sido que las propie-dades, en la mayoría de los casos, terminaran embargadas a través de cédulashipotecarias.

LIMINALIDAD Y DESIGNIFICACIÓN EN LA UNIDAD PRODUCTIVA

La competitividad ha impuesto que el proceso de modernización producti-vo sea llevado adelante en forma parcial o total por agentes económicos que, enmuchos casos, no son los que históricamente poblaron y conformaron esta econo-mía regional.

En este sentido, la pérdida de autonomía productiva y tecnológica y la faltade acceso a esta última produjeron en las explotaciones rurales en estudio unproceso de diferenciación y jerarquizaron que se incrementó en la década de los’90, el cual se reproduce sistemáticamente expulsando y subordinando a los másdébiles.

Debemos considerar que el grupo doméstico (Archetti y Stölen,1975) esun sistema de relaciones sociales basado en el principio de residencia común, queregula y garantiza el proceso productivo, pero que se ha modificado: los hijosviajan a las ciudades a estudiar por varios años y muchos no regresan en formaefectiva, lo que modifica la densidad demográfica de la unidad productiva.

A esta altura cabe preguntarse en qué se han transformado hoy estoschacareros. Históricamente, el chacarero producía un excedente suficiente al finalde su cosecha, que le permitía mantener su estándar de vida y, en algunos casos,ampliar mínimamente sus parcelas invirtiendo parte de la acumulación obtenida

Page 95: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

188

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

en la unidad productiva. En lo que respecta a la configuración económica, seconsidera su inclusión dentro de la categoría “farmer”, categoría considerada comoequivalente a “chacarero” en la bibliografía (Ferreira, 2002). Su situación estruc-tural dentro del circuito productivo los ubicará a fines de la década en análisis enun lugar difícil de sobrellevar. A nuestro entender, ya no son farmers. No acumu-lan y, si lo hacen, esa acumulación mínima no les permite acceder a los cambiostécnicos y tecnológicos. Tampoco son campesinos, pues necesitan imperiosamen-te la contratación de mano de obra.

Algunos autores consideran que “el funcionamiento del sistema se ha basa-do preferentemente, en la exacción de la utilidad de los productores independien-tes, lo que trajo aparejado la virtual compesinización de la racionalidad de losotrora farmers que constituían el pilar del sistema” (Castañon y Caggiano, 2001).Consideramos que tanto la racionalidad como el proceso de exacción de los otro-ra farmers no puede categorizarse bajo la conceptualización de proceso decampesinización, dado que los agentes que permanecen en las chacras funcionancon la lógica capitalista que históricamente los constituyó, a pesar del proceso dedescapitalización que operaron sus unidades.

Consideramos, para aquellos que siguen permaneciendo en las chacras,que su condición es de liminalidad dentro del sistema. Entendemos por liminalidad,en este contexto, los bordes y márgenes, es decir, los límites del circuito producti-vo y, a su vez, una situación interestructural ligada a este período histórico. Eneste sentido, consideramos que las variables intervinientes en el sendero de acu-mulación en el sector determinaron dos períodos estructurales. Hasta la década delos ‘70 se caracterizó por el peso importante de las pequeñas explotaciones, siendoéstas el sector dominante del espacio productivo. Sin embargo, a mediados de esadécada finalizó el período de esplendor para los pequeños chacareros, con el sur-gimiento de nuevos agentes económicos, entre ellos empacadores, comercializadorese industriales, que los ubicará en un alto grado de dependencia al no poder con-trolar los eslabones de la cadena productiva y al no poder acceder a las mejorastécnicas y tecnológicas. El surgimiento de los complejos agroindustriales y, enalgunos casos, su trasnacionalización, los transformará en los líderes del espacioproductivo realizando todas las etapas de la producción. Paralelamente, estas em-presas consideran que no es redituable para ellas contar con el 100% de producciónpropia, por lo cual el 50% de la producción total que comercializan proviene de laspequeñas producciones, entablándose relaciones de subsunción directa e indirecta.

Las características de esta liminalidad están vinculadas a la falta de acumu-lación, el endeudamiento hipotecario de las unidades, la escasa incorporación

189

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

técnica y tecnológica, la producción que no satisface las necesidades del mercadoy una comercialización dependiente.

Es en esta instancia, y para poder comprender este proceso desde el lugarde la subjetividad de los agentes, que incorporaremos las categorías usadas porBourdieu (1995); así, entendemos por campo un espacio integrado por un con-junto de relaciones históricas objetivas entre posiciones ancladas en ciertas formasde poder, un espacio de conflicto y competición, en donde se presentan estructu-ras de probabilidades, recompensas y sanciones que implica para los chacarerosun grado de indeterminación e incertidumbre. Desde esta perspectiva, considera-mos que su realidad concreta está determinada por un conjunto de relacioneshistóricas, las cuales son depositadas en los cuerpos individuales bajo formas deesquemas mentales de percepción, apreciación y acción.

Es entonces a partir del campo, de la realidad objetiva, de un espacio social-mente estructurado, donde el habitus se construye como mecanismo estructuranteentablando nudos relacionales. Indudablemente el modelo neoliberal implicó uncambio fundamental en sus vidas: la mirada que la sociedad propiciaba, la compe-tencia y el individualismo, pasaron a formar parte de la propia representación desí mismos y de sus unidades productivas.

En este contexto de extrema incertidumbre, un alto porcentaje de chacarerostermina arrendando sus chacras a productores mayores, al tener la mínima capaci-dad para iniciar los trabajos que demandan el ciclo de producción. Conservan latierra y obtienen una renta que les permite vivir modestamente, entablando a suvez contratos informales, permaneciendo en sus chacras y transformándose enalgunos casos en “encargados” de sus propias unidades.

En este período se intensifica la expansión de varias empresas de la zona, através de la absorción de las deudas hipotecarias de los chacareros y la ampliación desu superficie de producción; este desplazamiento, como vemos, puede tomar en laregión dos formas: la venta o transferencia de la tierra, por un lado, y el mantenimien-to de la titularidad cediendo la organización del proceso productivo, por el otro.

Si comparamos el Censo Nacional Agropecuario del año 1988 con el de2002 podremos observar claramente que para el departamento de General Roca,al cual pertenece la zona de estudio, las 3.361 EAPs con una superficie de 610.187hectáreas, decrecieron en el 2002 a 2.088 explotaciones, pero la superficie seincrementó a 670.522,7 hectáreas. Si tenemos en cuenta estos valores y evaluamosel tipo jurídico de las explotaciones, podremos observar que las explotaciones contipo jurídico correspondiente a persona física han pasado de 2.404 en el año 1988a 1.676 en el 2002, mientras que las sociedades de hecho, sociedades anónimas,

Page 96: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

190

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

sociedades de responsabilidad limitada y sociedades en comandita por accionestambién han disminuido francamente, pasando de 933 para este tipo jurídico a387. Pero la superficie en hectáreas que les corresponde se ha incrementado nota-blemente con relación al número de explotaciones, dado que para 1988 se regis-tran 181.189.1 hectáreas y para el 2002, con el marcado descenso de las unidadesde explotación, la misma alcanza una superficie de 175.704.6 hectáreas, lo cualnos permite observar un proceso de concentración de la riqueza en el sector(INDEC 1988-2002).

De igual forma puede observarse la distribución de la superficie de las EAPscon relación al régimen de tenencia de la tierra; en el Departamento de GeneralRoca el arrendamiento para 1988 era de 23.053,2 hectáreas correspondiente a192 EAPs. En el 2002, esta cifra se modifica a 32.575,6 hectáreas para 182 explo-taciones (INDEC, 1988-2002).

Retomando el concepto de habitus y entendiendo por éste los procesos depercepción y apreciación, podríamos afirmar que la situación objetiva de los agentesy su contexto han propiciado la designificación de sus unidades productivas. En-tendemos por designificación un proceso de desvalorización de la unidad produc-tiva, la cual forma parte de un conjunto de representaciones mentales ligadas a larealidad objetiva de un grupo social determinado.

En este sentido debemos considerar que instituciones como el Fondo Mo-netario Internacional o el Banco Mundial proclamaron sus ideas y presionaron alos gobiernos de los países latinoamericanos para que siguieran sus consejos unila-terales, entre ellos la implementación de políticas específicas para el sector agrario,las cuales incluían la reconversión agrícola, distinguiendo entre viables e inviablesa los agentes involucrados (Kay, 2004). La representación que el Estado –con suaparato ideológico-político– proclamó en esa década, implica observar en el pro-ceso de comunicación de estas categorías la incidencia de la representación públi-ca sobre la privada, dado que estas categorías se transformaron en una constantepara esa época en el Alto Valle y aún persisten. Son los mismos chacareros los queaún hoy se consideran “viables” o “no viables”: “nos adaptamos a los cambios o nostenemos que ir”.

La tierra ya no significa la esperanza y el futuro, como en otras épocas;ahora la tierra se convirtió en un conflicto a resolver que dará origen a una hetero-geneidad de estrategias para aquellos que pudieron conservarla, las cuales detalla-remos a continuación.

191

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

LAS ESTRATEGIAS

Consideramos que el habitus es producto de la historia, un sistema abiertode disposiciones enfrentando continuamente nuevas experiencias y afectado sincesar por ellas. Como estructura estructurante, introduce en las prácticas y pensa-mientos los esquemas prácticos derivados del proceso histórico de las generacio-nes y de la propia experiencia. La actividad práctica, en la medida que tiene senti-do, trasciende el presente inmediato por medio de la movilización del pasado y laanticipación instrumental del futuro, inscripta en la realidad objetiva del presen-te. En la relación que entablan el habitus y el campus, la historia entra en relaciónconsigo misma; se trata de una autentica complicidad ontológica que vincula alagente con el mundo social (Bourdieu, 1955:88).

En este sentido, la heterogeneidad de estrategias relevadas da cuenta de suvinculación con el proceso histórico vivido en la región y con la constitución delos agentes en los diferentes períodos de su devenir histórico. Es por ello queencontraremos estrategias relacionadas con la lógica paternalista y clientelar, hastaaquellas de neto corte capitalista. Esta heterogeneidad forma parte de de una bús-queda sistemática de los agentes para lograr permanecer en el sistema. En tal sen-tido es que hemos denominado a las estrategias “equivalentes”, dado que las mis-mas se vinculan con el devenir histórico de los agentes en la región.

1. La condición estructural dentro del sistema no les permite afrontar loscostos necesarios para los nuevos ciclos, después de varios años vuelven a ser “pro-pietarios” de sus chacras, los contratos de arrendamiento en muchos casos hanfinalizado, lo cual permite ver este fenómeno de arrendamiento como temporarioy a su vez una estrategia para los agentes, pues pudieron conservar a través de ellasu capital: la tierra. En este caso, la renta del suelo ha permitido su mantenimientoy por lo tanto la valorización en el capital fijo.”El que es de campo, el chacarero,quiere la tierra y eso es a rajatabla, vive para ella, este es un trabajo artesanal, quellevas dentro”

2. Recurrir a sus redes sociales y a través de ellas lograr el financiamientonecesario en lo que respecta a abono y fertilizantes para la próxima cosecha, comoúnica posibilidad de continuar con el ciclo productivo; en estos casos, una inmen-sa mayoría entablan contratos informales con medianos y grandes productores,vecinos a sus propias chacras, y reciben los insumos necesarios como adelanto dela cosecha, que posteriormente serán descontados al finalizar la entrega de fruta enlos empaques. Aquí, ellos mismo recuerdan su pasado: “Estamos igual que antescuando nos daban todo para plantar, ahora nos dan los remedios.” Estas redes sociales

Page 97: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

192

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

están basadas en una díada amistosa de tipo instrumental (Wolf, 1980), en dondecada uno de los componentes encuentra una relación social de conveniencia, esta-bleciéndose prestaciones mutuas. “Es como un padre para mí, si no fuera porque élme ayuda, no podría estar trabajando la tierra.” Sin embargo, este tipo de relaciónpermite observar características paternalistas, dado que uno de los integrantes dela díada ejerce el control y el manejo del proceso productivo a través de los insumosy del asesoramiento técnico permanente. Estas pautas determinan cómo debenllevarse a cabo las diferentes tareas culturales, y el cumplimiento de las mismas porparte del chacarero es lo que mantiene esta relación, ubicándolo fuera del controldel ciclo productivo de su unidad y transformándose en una relación coercitivapara el chacarero.

3. Otros a pesar de la adversidad han iniciado o continuado en pequeñossectores de sus parcelas el recambio frutícola, encontrándose diferentes estrategiasen relación con la etapa del ciclo en el cual se encuentran. En la zona, las nuevasvariedades que poseen los nuevos y grandes productores son vendidas por losviveros, los cuales en muchos casos forman parte de firmas agrocomerciales; desdeese lugar, entablan con los chacareros que no tienen capacidad financiera en elmomento de entrega de las nuevas plantas, contratos que establecen que los pri-meros cinco años de la producción debe ser entregada a sus empaques. Esta situa-ción los ubica en un alto grado de dependencia, dado que cuando llega el momen-to de entrega de la fruta no poseen ninguna capacidad negociadora con los preciossubsumidos a ellas, y dada su condición estructural en el sistema es muy difícil,luego de concluido el período de entrega, no continuar en esa condición, dadoque en estos casos se realiza adelantos de insumos y efectivo para la contrataciónde mano de obra.

4. Una de las características producto de su condición de liminalidad es eltrabajo extrapredial. Esta actividad se transforma en una estrategia, dadas sus con-diciones dentro del circuito productivo. La misma trae como consecuencia cam-bios en las relaciones familiares y al interior de la unidad, fundamentalmente en loque se refiere a la división del trabajo, y a las relaciones de género y generacionales.El trabajo de la mujer, que tradicionalmente se restringía al ámbito de lo domés-tico, se amplia a lo público.

4.1 El chacarero está a cargo del trabajo de su chacra y a su vez, en algunoscasos, trabaja como asalariado en una empresa de la zona en calidad de encargado.Esta situación lo ubica en una doble condición de explotación dentro del sistema,a través de la relación de subsunción formal en su contratación de encargado y desubsunción indirecta a partir de la relación que entable la unidad con las empresas

193

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

agrocomerciales. La autoexplotación de la fuerza de trabajo persigue ciertamaximización de la unidad. A partir del trabajo formal o informal como encarga-do, la subsunción formal del trabajo al capital genera relaciones coercitivas queapuntan a arrancar más plustrabajo. Los encargados están a disposición de lasnecesidades del devenir productivo, porque “la fruta no espera”. El tiempo detrabajo no está delimitado, y por lo tanto se transforma en trabajo casi permanen-te. El salario lo único que garantiza es la reproducción de su fuerza de trabajo; enlos casos que cobra en negro, cuando la contratación es informal, no percibenremuneración por asignación familiar y los limita para acceder a un seguro médi-co u obra social, tanto para el cómo para su familia, como así también a unaeventual jubilación.

4.2 Las mujeres cumplen un rol importante al ingresar bienes monetarios apartir de la actividad de la granja a su cargo, cuyo destino es el uso doméstico y laventa en el mercado. Paralelamente las mujeres colaboran en los períodos de hela-da. Sin embargo, el lugar que ocupa la mujer al interior de la unidad doméstica esde subordinación a la autoridad del jefe de familia, lo cual nos permite evaluarque en esta esfera se definen estructuras de poder, excluyendo a las mujeres, sinhacer diferencia si las mujeres participan económicamente o no en lo que se llamala esfera pública o social. Su ingreso es visto como una colaboración a la unidadfamiliar, la cual es administrada por el jefe de familia. Al ver la unidad domésticacomo la esfera natural, y con ella su componente ideológico, podemos observarrelaciones de subordinación de género cuya ideología justifica la jerarquía y sub-ordinación (Harris, 1987). En este sentido, la autoridad del jefe de familia nodebe ser entendida solamente a través de las funciones económicas de produccióny reproducción; la misma unidad se identifica con una figura de autoridad queasume el jefe de familia (Meillassoux, 1985).

4.3 El grupo familiar, en algunos casos, se encuentra en relación de dependen-cia laboral con el Estado, trabajando en la Municipalidad o como empleados admi-nistrativos y/o comerciales, aportando su salario a la unidad. Muchas veces estos em-pleos se consiguen a partir de vínculos políticos y, paralelamente a esta relación, seentablan en el interior de la unidad doméstica relaciones clientelares que se sostienenen virtud de las condiciones liminales de las mismas, las cuales a partir de la diversifi-cación ocupacional garantizan parte de la sustentabilidad cotidiana.

5. Al realizar la observación en las chacras, de las cuales un porcentaje seencuentra en proceso de reconversión, se ha registrado que esa parte de la chacraestá a cargo de familias de origen boliviano. A continuación describiremos breve-mente, a partir de los registros, las características de esta relación. Estas familias

Page 98: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

194

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

extensas están integradas por el matrimonio con hijos de corta edad, la madre dela esposa y hermanos adultos jóvenes del matrimonio. Las mujeres siempre estánvestidas con su indumentaria típica. La antigua residencia de la familia ha sido laprovincia de Tucumán, donde trabajaban en una explotación citrícola y en épocade contracosecha emigraban al valle. Según el relato de las mujeres, primero ve-nían los hombres y luego, una vez que conseguían trabajo, llegaban ellas con losniños para ayudar en la cosecha. Esta familia que ha sido tomada como caso paraejemplificar reside actualmente en Villa Regina, en una chacra de 22 hectáreasubicada a 4 km. del pueblo. La chacra se encuentra con un 40% en proceso dereconversión frutícola, por consiguiente, esa fracción no está en producción. Elchacarero, en este caso, no vive en la chacra y tiene una profesión que desarrolla enla ciudad. Sin embargo, hemos registrado casos de chacareros que viven en lachacra con su familia, y la familia inmigrante ocupa una precaria construcción,registrándose en ambos casos la misma modalidad de contratación, que desarro-llamos a continuación. El chacarero ha realizado con el jefe de la familia inmi-grante un contrato de arrendamiento para este sector del predio. Dicho contratocaduca cada seis meses, y dependiendo de los casos la familia abona al chacarero elimporte acordado, el cual se hace efectivo en los meses de enero, febrero y marzo.Además del pago del arrendamiento, sus obligaciones consisten en desmalezar,limpiar las acequias, mantener las plantaciones libre de hierbas, ocuparse de losturnos de riego de la chacra y hacerse cargo del consumo de luz. El chacareroofrece la vivienda y se encarga de gerenciar el proceso productivo de la chacra,mientras que el jefe de la familia inmigrante y los jóvenes adultos están a cargo deéste para las tareas culturales. Paralelamente a las obligaciones que forman partedel arriendo, la familia realiza un emprendimiento personal, con la conformidaddel arrendatario, cultivando entre las plantas y a los costados de las acequias hor-talizas de hoja y diferentes tipos de verdura que vende en el mismo predio, puesdispone de un espacio cercano a la casa familiar que oficia de comercio; en algu-nos casos, la venta de la producción se realiza a las verdulerías del pueblo. En esteemprendimiento participa toda la familia; la esposa es la encargada de la venta,tanto en el predio como a las verdulerías del pueblo, y periódicamente muchosverduleros de la zona vienen a retirar la verdura encargada. Su madre se encarga dela atención de los niños y, en algunos casos, de la venta. Todos los hombres traba-jan en el cultivo de hortalizas y en los trabajos de limpieza de la chacra, siendo eljefe de la familia el responsable del riego. El contrato señalado entre el chacarero einmigrantes, permite que el primero durante el período de desarrollo de la plantay el logro de la producción, reciba un dinero y no necesite contratar mano de obra

195

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

para las tareas de control como así tampoco de riego. A su vez, el emprendimientode las familias bolivianas al plantar su producción a los costados de las nuevasvariedades en proceso de reconversión, permite la fertilización de la tierra, es de-cir, el ahorro de insumo. Si bien, aparentemente, podríamos pensar que esta esuna relación costo-beneficio relativamente equilibrada, visión naturalizada en lazona, podemos evaluar que la misma contiene contradicciones en las relacionessociales de producción. El arriendo en estas condiciones pone en evidencia lasconstricciones de índole estructural del sistema y de los agentes involucrados. Eneste sentido, el chacarero además de cobrar el arriendo evita la contratación defuerza de trabajo, la cual es realizada por el jefe de la familia inmigrante y losadultos jóvenes. Este ahorro transformado en ganancia para el chacarero produceplusvalía, pues está percibiendo un trabajo no retribuido, una renta en trabajo, sindestruir la economía de autosubsistencia, permitiendo un emprendimiento conlas características de la lógica capitalista para el grupo inmigrante. Simultánea-mente, el arriendo permite la producción de dicha renta. De este modo, el chaca-rero recibe un dinero por el arrendamiento y, paralelamente, un ahorro en insumosdurante el contrato, en el cual se realiza una valoración de su capital fijo, debido alproceso de reconversión. Las mejoras que se realizan en este proceso en lo referidoal suelo están a cargo del grupo inmigrante a través del trabajo de desmalezamiento,limpieza de acequias y abono a partir del proceso de horticultura realizado, lo cualimplica que en esta situación particular existe además, para el chacarero, un capi-tal variable que se incorpora a la unidad en forma gratuita. En este sentido elarrendamiento para el chacarero representa un plusvalor, y la evasión del salarioagrícola de los trabajadores inmigrantes. Al mismo tiempo, el grupo inmigrante apartir de su producción entabla relaciones con el mercado. En el intercambio y lacirculación los bienes de uso se transforman en bienes de cambio y con esto, suinserción en el circuito productivo del sistema capitalista, una ganancia que eneste contexto les permite acceder a su vez a los bienes que ellos no producen,ciertas mercancías que pueden alcanzar a partir de su estrategia como productoreshortícolas. En este sentido podemos decir que la vida cotidiana del grupo inmi-grante se desarrolla a partir de su propio emprendimiento dadas las condicionesdel arrendamiento y una renta al trabajo generada a partir de un trabajo no retri-buido. En realidad el arriendo en esta circunstancias, naturalizadas como unarelación de costo-beneficio relativamente equilibrada, ocultan la máscara de larenta del suelo y del trabajo.

6. Paralelamente a las estrategias mencionadas, para poder finalizar el cicloproductivo en los períodos de helada piden dinero adelantado a las empacadoras,

Page 99: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

196

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

a fin de poder hacerse cargo de los gastos de insumos y de la contratación de manode obra para las últimas etapas del ciclo productivo. Debemos considerar que eladelanto de insumos, es decir el capital usurario, permite obtener grandes intere-ses. Por un lado, los chacareros mantienen la propiedad jurídica pero el adelantode insumos en muchos casos conlleva a un control indirecto de los grandes omedianos productores, en cuanto al desarrollo del ciclo productivo, lo cual impli-ca la subsunción indirecta formal (Gordillo, 1992), sin alterar el proceso de traba-jo al interior de la unidad. Cuando a esta situación se le agregan procesos detransformación tecnológica propiciados por los productores, la situación se trans-forma en subsunción indirecta real (Gordillo, 1992). Las empresas, en estos casos,ofician de gerenciadores del proceso productivo de los chacareros, quienes se trans-forman en trabajadores agrícolas de sus propias chacras. Las ganancias que obtie-nen las empresas de esta relación no es más que plusvalor, deviniendo a la vez parael chacarero, en una relación de dependencia con el capital comercial.

LA DINÁMICA DE CAPITAL

Desde la antropología económica se ha estudiado la “subsunción del traba-jo al capital” (Marx,1971), permitiendo analizar desde un punto de vista lógico ehistórico la supeditación del proceso de trabajo a la dinámica del capital y a su vezdar cuenta del proceso histórico de la transición, por el cual el capitalismo seconstituyo en Europa Occidental.

Esta categoría fue utilizada posteriormente por numerosos autores paraanalizar la subordinación de formas domésticas de producción a la dinámica delcapital y su proceso de transición a partir de unidades domésticas cuyo modo deproducción correspondía a unidades precapitalistas, las cuales no se oponían nieran un obstáculo a la valorización del capital, e incluso devenían en gananciasextraordinarias y en las cuales a través de distintas mediaciones, involucraban aproductores directos aún unidos a sus medios de producción.

Gordillo (1992) señala que, por un lado, la expansión del capital llevó a ladestrucción y la proletarización de los sistemas domésticos, generándose modali-dades de subsunción formal y real y, por el otro, condujo a la preservación, trans-formación y recreación de estos sistemas como sectores insertos en sus circuitos deacumulación y subsumidos a su dinámica a través de las mediaciones del mercadoy con ella a la subsunción indirecta formal y real.

197

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

La expansión del capital a la mayoría de los sistemas económicos no capita-listas les inhibió la posibilidad de asegurarse su reproducción, y por ello se vieronobligados a acceder al mercado para subsistir y como tal adecuarse a las reglas queimpone el capital, quedando insertos en los circuitos de valorización y subordina-dos a su dinámica.

A partir de la descripción y el análisis de las estrategias, este estudio de casoamerita considerar que la dinámica de reproducción del capital implica, el mante-nimiento y la reproducción de estas unidades liminales, es decir, unidades quefuncionan desde la lógica capitalista pero descapitalizadas a partir de un procesosistemático, insertas en el mercado y en el cual la tendencia gradualmente impues-ta de transformación técnica y tecnológica que propicia el capital implicó unproceso creciente de subordinación de sus unidades.

Históricamente, fueron campesinos europeos los que llegaron al Alto Vallecon su fuerza de trabajo como único capital, y fueron ellos el motor de la econo-mía regional a partir de un proceso de inversión de capitales en la Patagonia Nor-te. Los beneficios del Estado Benefactor los constituyó en la pequeña burguesíarural, los “farmers” del Valle, pero precisamente a fines de la década de los ’70, conla dictadura militar y el modelo neoliberal, finalizará el llamado “periodo de oro”para estos agentes. Este modelo tendrá su década infame en nuestro país en losaños ‘90, con el gobierno menemista, el cual intensificará un proceso de concen-tración de capitales hasta la actualidad.

A partir de las estrategias detalladas, observamos que la pluralidad debases económicas (Comas D’Argemir, 1998) permite el sostenimiento de launidad, en donde el trabajo formal y el informal se articulan al interior de launidad doméstica.

Las necesidades de la vida cotidiana se resuelven a partir de dicha plurali-dad. Los trabajos extraprediales del jefe de la familia y del grupo familiar, como asítambién la ayuda económica de los hijos que no integran la unidad, permiten queestos ingresos sean destinados a la sustentabilidad del grupo doméstico, mientrasque la venta de la producción está destinada a iniciar el ciclo productivo siguiente.Al interior de las unidades, observamos que la vida cotidiana de los integrantes sedesarrolla entre su trabajo como propietario, su trabajo formal como encargado ya su vez las actividades o “changas” que muchos realizan en forma temporaria, locual da cuenta de la intersección de diferentes bases económicas en un mismoagente. En nuestro caso, el chacarero como propietario, como arrendatario, eltrabajo formal y el trabajo informal llevado a cabo por él y los integrantes de lafamilia. Asimismo, podemos reevaluar para estas unidades la relación trabajo/

Page 100: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

198

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

consumo, dado que ellos señalan “trabajamos más que antes”, existiendo unasobreexpolotación del uso de la fuerza de trabajo, la cual persigue la maximizaciónde la unidad.

Paradójicamente, el chacarero contrata trabajadores para los períodos decosecha y poda con lo cual la subsunción del trabajo al capital vuelve a repetirseahora desde el lugar de los chacareros y, con ella, la contratación formal e informaly los salarios directos e indirectos, que en estos casos ni siquiera alcanzan para lareproducción de fuerza de trabajo. Al ser temporales no contemplan los periodosde estación muerta, ausencia o enfermedad de los trabajadores, con lo cual escaracterístico ver a los cosechadores y podadores deambulando buscando trabajo.

Con relación al arriendo, vemos que en los diferentes casos detallados lavalorización del capital fijo está vinculada a la cesión de la tierra, como así tam-bién, a relaciones sociales de producción que implican la valorización del capitalfijo y el capital variable de las unidades.

Las estrategias mencionadas posibilitan maximizar los ingresos de la uni-dad, destinados a la sustentabilidad y a la continuación del ciclo productivo, locual implica lograr mantenerse dentro del sistema y resistir a su condición.

REFLEXIONES FINALES

A partir de nuestro análisis, podemos decir que no compartimos la idea devirtual campesinización de la racionalidad de los otrora farmers (Castañon yCaggiano, 2001), dado que los agentes se han constituido desde la lógica capita-lista y sus estrategias, precisamente, se basan en su devenir histórico y en dicharacionalidad. Amerita considerar que la racionalidad de los agentes, si bien estavinculada a la unidad doméstica en sí misma como totalidad, la incertidumbre desu situación genera una pluralidad de bases económicas vinculadas con la lógicadel capital, lo cual permite reconocer que las racionalidades y subjetividades delos agentes están atravesadas por su relación dialéctica.

La superposición permanente de actividades y las intersecciones de las rela-ciones sociales de producción son producto de las constricciones de índole estruc-tural que posee el sistema. La intersección de las relaciones sociales de producciónpermite la permanencia en el sistema, su reproducción y la funcionalidad al capi-tal. A partir de su situación, la subordinación de las unidades capitalistasdescapitalizadas le otorga ganancias extraordinarias al proceso de valorización, locual implica la reproducción ampliada de capital.

199

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

El control y subordinación que hace el capital sobre las unidades liminalesimplica la preservación de dicha unidades en estas condiciones y, con ello, sutransformación a partir de la pluralidad de bases económicas.

La reformulación de un sector liminal al interior del circuito productivo,subordinado al capital, permite analizar a su interior procesos dialécticos de ex-plotación, los cuales al mismo tiempo son funcionales al capital, y que la mismadinámica perversamente reproduce a partir de un sistema integrado de relacionessociales contradictorias.

NOTAS

1 “Una colonia es una unidad de residencia y se define según dos criterios: vecindady participación en el sistema de relaciones sociales dominantes.” (Archetti y Stolen,1975:21). El término colono denota, en el Alto Valle, el tipo social agrariopredominante de la primera época de expansión del capital, que posee una seriede referentes culturales, es típicamente un productor agrícola de origen migratorioeuropeo, y actualmente los hijos de la colonia son llamados “gringos” por su origenpredominante italiano.2 Chayanov (1974) dice que “el trabajo de la familia es la única categoría de ingresopara un campesino o un artesano porque no existe el fenómeno social de lossalarios y por tal motivo, también está ausente el cálculo capitalista de ganancia”.Debemos considerar que los campesinos inmigrantes, en nuestro caso, fueronexpulsados del hambre y la miseria europea. El espacio de colonización permitióla conformación de unidades domésticas ligadas a la expansión del capitalismo.3 “Se trata de un productor que combina trabajo doméstico y que acumula capital,lo cual permite en un lapso significativo ampliar el proceso productivo aumentandola productividad del trabajo” (Archetti y Stolen, 1975:149).4 Por regla general, los chacareros son los propietarios de una unidad productiva:la chacra. El término que designa a estas unidades individuales, proviene delquechua “chajra” (campo de maíz). En nuestro país, el término se difundió desdela época colonial y su significado se fue ampliando, designando a un campocultivado de pequeña extensión, el cual era atendido personalmente por supropietario.

Page 101: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

200

Estrategias de pequeños productores rurales... / Liliana Silvia Landaburu

BIBLIOGRAFÍA

Archetti, Eduardo y K. A. Stolen (1975). Explotación familiar y acumulación decapital en el campo argentino, Buenos Aires Siglo XXI.

Bendini, Mónica (1999). “Entre Maças e përas: globalizaçao, competitividade etrabalho”. Em: Globalizaçao, Trabalho, Meio Ambiente: mudançassocioconomicas em regiòes fruticolas para exportaçao. Editorial Universitariade la UFPE.

Bendini, Mónica y Tsakoumagkos (1999). “Transformaciones Agroindustriales ylaborales en nuevas y tradicionales zonas frutícolas del norte de la Patagonia”.En: Cuadernos del P.I.E.A., Grupo de Estudios Sociales Agrarios, UniversidadNacional del Comahue. Neuquén.

Bourdieu, Pierre y Wacquante Loic J. D. (1995). Respuestas por una AntropologíaReflexiva. Grijalbo, Buenos Aires.

Comeliau, C. (2000). “El postulado del crecimiento indefinido”. En RICS Nº166. UNESCO.

Castañon, Marcela y Caggiano, Marina (2001). “Nuevos Horizontes”. Ponenciapresentada en la IV Reunión de Antropología del Mercosur, Curituba.

Comas D ‘Argemir, D. (1998). Antropología Económica. Editorial Ariel, Barcelo-na.

Gordillo, Gastón (1992). “Procesos de subsunción del trabajo al capital en elcapitalismo periférico”. En: Hugo Trinchero (comp.), Antropología Econó-mica, Volumen II. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.

Harris, Olivia (1987). Economía Etnica. Hisbol, La Paz.

I.N.T.A. Alto Valle de Río Negro y Neuquén. (1999) Fruticultura moderna: Tecno-logía, transferencia, capacitación, organización. 9 Años de Cooperación Técni-ca, 1990/1999.

Jong, Gerardo y Tiscornia, Luis M. (1994) El minifundio en el Alto Valle del RíoNegro. Estrategias de Adaptación. Universidad Nacional del Comahue,Neuquén.

Kay, Cristóbal (2004). Los paradigmas del desarrollo rural en América Latina. Instituteof social Sutudies, La Haya. Mimeo.

201

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Marx, Karl (1985). El Capital, capitulo VI (inédito) México, Siglo XXI.

Manzanal, Mabel (1983). Agro, industria y ciudad en la Patagonia Norte. Edicio-nes CEUR, Buenos Aires.

Meillasuox, Claude (1985). Mujeres, Graneros y Capitales México Siglo XXI.

Rofman, Alejandro (1999). “Modernización productiva y exclusión social en laseconomías regionales”. En: Realidad Económica Nª l62.

Rofman, Alejandro (1999). Las economías regionales a finales del siglo XX. BuenosAires, Ariel Ediciones

Trinchero, Hugo (1998). Antropología Económica. Eudeba, Buenos Aires.

Vapnarsky, César A. (1982). Pueblos del Norte de la Patagonia Editorial de laPatagonia Fuerte, General Roca.

Wolf, Eric R. (1980). “Relaciones de parentesco, de amistad y de patronazgo enlas sociedades complejas”. En: M. Banton (comp.), Antropología social delas sociedades complejas. Alianza Editorial, Madrid.

FUENTES

Archivo histórico Municipalidad Villa Regina.

Corporación de Productores de Fruta de Río Negro, INTA.

INDEC, Censo Nacional Agropecuario años 1988/2002.

Page 102: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

ReseñasBibliográficas

Page 103: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

205

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 205–207, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Antropología Económica y Economía PolíticaAlejandro BalazoteCentro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba,2007, 155 páginas

Analía García*

En Antropología Económica y Economía Política, Alejandro Balazote se pro-pone una reevaluación crítica de las problemáticas y los conceptos fundamentalesque ha seguido la teoría antropológica respecto de la naturaleza de los aspectosmateriales sobre los que se constituyen las relaciones sociales. El libro se encuentraorganizado a partir de cuatro problemáticas diferenciables, cuya exposición sedesarrolla sobre dos ejes fundamentales. El primero, los grandes temas sobre losque versa la especificidad de la antropología económica, y en segundo lugar, losprocesos históricos sobre los que se construye la teoría antropológica.

En este contexto, el autor problematiza la construcción del concepto dereciprocidad a partir de las primeras formulaciones en el campo de la etnografía.La construcción del concepto se encuentra íntimamente ligada a la descripcióndel kula trobiandés realizada por Bronislaw Malinowski y a la del potlach kwakiutldesarrollada por Franz Boas. Estas primeras etnografías barren por tierra nocionesvinculadas a la negación de la dimensión económica en sociedades primitivas y aletnocentrismo que reduce esta esfera de acción social al mercado, y que concibe laprosecución de bienes y servicios en estas sociedades sólo como prácticas de sub-sistencia. Balazote reconoce los aspectos centrales que la minuciosidad de estostrabajos pone en relieve, tales como las distintas esferas de intercambio y la rela-ción entre la distribución de bienes con otras esferas del orden social.

A partir de estos trabajos, el análisis de Marcel Mauss constituye un aportefundamental en la sistematización del concepto de reciprocidad a partir de latríada dar, aceptar y devolver, en tanto hecho social total. Balazote resalta la im-portancia de la obra de Mauss en la medida en que logra conectar distintas dimen-siones del intercambio recíproco, sobre todo en materia de derecho (la relaciónentre las personas y las cosas), al tiempo que brinda una explicación de la natura-

* Licenciada en Ciencias Antropológicas. Becaria Doctoral, CONICET. Instituto de CienciasAntropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Dirección electrónica: [email protected]

Page 104: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

206

Reseñas bibliográgicas

leza obligatoria de esta forma de intercambio. Sin embargo, en estas primerasaproximaciones de la antropología con la economía se construyen abordajes cen-trados en las características reguladoras del orden social que contiene el intercam-bio recíproco, pero se encuentran limitados en el tratamiento de los procesos decambio y conflicto.

El análisis exhaustivo de los diferentes tratamientos que ha seguido el con-cepto a lo largo de la historia de la disciplina, permite reconocer que la reciproci-dad ha sido -y continúa siendo- abordada desde diferentes corrientes y escuelas. Elautor centra su atención en tres abordajes diferentes de la obra Mauss. Elestructuralismo levistraussiano, que pone de relieve las falencias teórico-metodológicas del ensayo de los dones al fragmentar el intercambio en sus partesconstitutivas, impidiendo reconocer las razones explicativas del fenómeno. Sinembargo, Balazote plantea que el concepto termina por convertirse en un “como-dín” universal y omniexplicativo de la naturaleza del vínculo social. En contrapo-sición, resalta el análisis de Maurice Godelier, quien revela el valor simbólico dedeterminados bienes que se guardan como tesoros significativos de la identidadde los grupos, permitiendo remarcar los límites sobre los que se constituyen yafianzan las diferencias. Por último, considera la línea continuada por el grupoM.A.U.S.S. (Movimiento Anti-Utilitarista en Ciencias Sociales) en tanto que pro-grama académico, político, filosófico y ético. La reflexión sobre esta línea de tra-bajo pone en evidencia la matriz moral de este grupo, que resalta la libertad ysolidaridad de las prácticas recíprocas pero que, sin embargo, olvida su naturalezaobligatoria y violenta.

Un comentario aparte merece el apartado dedicado a los estudiosantropológicos centrados en la perspectiva de la economía política. El autor pre-senta las premisas generales que envuelven a esta línea de trabajo desde la Teoríade la Modernización, la Teoría de la Dependencia y la Teoría de los SistemasMundiales, así como una reflexión crítica respecto de sus limitaciones. En estesentido es que el aporte de la antropología se vuelve invalorable, ya que permitesituar los procesos históricos de cambio y subordinación de poblaciones sobre laórbita de la expansión capitalista, pero recuperando las particularidades locales.De esta manera, no sólo los actores sociales no son receptáculos pasivos de lastransformaciones sino que se constituyen como tales a partir de la dinámicaprocesual que los envuelve. Balazote reconoce que la economía política permitesuperar los límites teóricos de la perspectiva microanalítica, al tiempo que produ-ce una ruptura epistemológica en cuanto a la construcción de opuestos basados enun mundo moderno y un mundo primitivo.

207

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Esta exposición permite reflexionar respecto del abordaje de las realidadesactuales desde el concepto de la globalización. El autor contrapone la libre circu-lación de mercancías, capitales y personas que predican las teorías de la globalizaciónal recrudecimiento de las desigualdades bajo una forma naturalizada de hegemo-nía occidental. En este sentido, esta categoría engloba una multiplicidad de pro-cesos que se suponen producto del fin de siglo y que, sin embargo, refieren a laexpansión capitalista en el mundo como requisito intrínseco a la dinámica deacumulación.

Finalmente, la reflexión que merece el debate entre formalista y sustantivistarespecto de la naturaleza de “lo económico” le permite a Balazote pensarcríticamente la construcción de opuestos entre “sociedad moderna” y “sociedadprimitiva”. Ambas posiciones teóricas se centran en las formas de intercambio y laracionalidad de los actores, pero inhiben las explicaciones asociadas a los procesoseconómicos complejos que envuelven las configuraciones del mundo moderno.Para ello, el autor recupera la importancia de comprender que lo económico, lopolítico y lo simbólico son dimensiones metodológicas pero la realidad no esreducible a estas esferas. En este sentido es clave la noción de totalidad social.

Antropología Económica y Economía Política es una obra del tenor necesariopara reflexionar sobre las discusiones teóricas principales que versan en la relaciónentre economía y antropología. Antes de identificar y reducir objetos de estudio ala especialización disciplinaria, este libro obliga a pensar respecto de lacomplementariedad que la interdisciplinariedad aporta a la tensión entre procesosde orden general y las particularidades que refieren a construcciones locales yregionales.

Page 105: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

209

Dones, dueños y santos: ensayos sobre religiones en OaxacaAlicia M. BarabasEditorial Porrúa / Instituto Nacional de Antropología e Historia, México,2006, 289 páginas.

Carolina A. Maidana*

Dones, dueños y santos: ensayos sobre religiones en Oaxaca reúne una intro-ducción y ocho capítulos-ensayos titulados: “Cosmovisión y entidades territoria-les”; “Etnoterritorialidad sagrada”; “La territorialidad simbólica y los derechosterritoriales indígenas: reflexiones para el estado pluriétnico”; “La ética del don.Los sistemas indígenas de reciprocidad”; “La ritualidad en los pueblos indígenas”;“El aparicionismo: fenómeno de la religiosidad colectiva”; “La aparición de lavirgen en Tejalapam. Una interpretación sobre la multivocalidad del milagro” y“Las nuevas alternativas religiosas frente a la costumbre de los pueblos”.

A través de ellos Alicia Barabas nos acerca una aguda y coherente reflexiónteórica, cuyo hilo conductor es el estudio de las creencias y las prácticas religiosasde mazatecos, chinantecos, chochos, mixtecos, chatinos y otros pueblos indígenasque habitan el pluriétnico estado de Oaxaca. Los planteos que aparecen en cadauno de los capítulos se entrelazan sintetizando su intensa trayectoria como inves-tigadora y pensadora, cimentada en el estudio de la religión y sus implicanciasculturales y políticas como vía para profundizar el conocimiento antropológico.

Un profundo análisis teórico se conjuga en esta obra con numerosos yfecundos ejemplos etnográficos, para dar cuenta de los modos en que las narrati-vas cosmológicas, los mitos y los relatos de apariciones milagrosas, contribuyen amarcar y delimitar los etnoterritorios. Contribuyen a “escribir” la historia de unpueblo en un lugar; señalando centros poderosos –santuarios en cuevas, manantia-les, cerros y árboles–; promoviendo la fundación de iglesias y pueblos; delimitan-do fronteras –tanto inter como intraétnicas y comunales–; y motivando procesosrituales –procesiones y peregrinaciones– que a modo de redes conectan los espa-cios comunes con los santuarios y las fronteras. Al abordar diferentes aspectos delas religiones tradicionales en Oaxaca, se brindan elementos fundamentales para

* Licenciada en Antropología. Becaria Doctoral CONICET. Laboratorio de Investigaciones en An-tropología Social, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. Dirección electrónica:[email protected]

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 209–212, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

Page 106: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

210

Reseñas bibliográgicas

comprender cómo construyen territorialidad los pueblos indígenas que habitandicho estado mexicano, explorando en profundidad la dimensión simbólica de laapropiación territorial que, como se señala, juega para estos pueblos un papelcardinal, dado que consideran que todo el territorio en que viven, trabajan y transi-tan es sagrado. (40)

La reciprocidad se describe en el texto trazando tanto las conductas desea-bles como las prohibidas, poniendo en juego valores fundamentales de las socie-dades: el honor, el prestigio, el compromiso y el respeto, entre otros. La reciproci-dad aparece así entendida, no sólo en términos económicos y/o de control social,sino también, como expresión del código moral cultural de la sociedad, comoética del don.

La concepción sociomorfa del universo que poseen los pueblos indígenasreferenciados, por la cual reconocen en la naturaleza un sinnúmero de dueños ysantos –entidades territoriales que cuidan celosamente de las riquezas comunales–, hace que las relaciones de reciprocidad se establezcan no sólo entre personas,familias, vecinos y comunidades, sino también, entre los humanos y lo sagrado –el territorio y sus dueños–; manifestándose generalmente en procesos rituales reli-giosos, mediante los cuales se pide permiso –a esa naturaleza humanizada– parahacer uso de lugares y recursos, brindándole “pagos” –ofrendas y sacrificios– enbusca de éxito y buena fortuna… Una más que interesante descripción etnográficade una serie de ritos de pasaje o tránsito del ciclo vital, terapéuticos, propiciatorios,conmemorativos, de interacción política, y dramáticos, tanto domésticos comocolectivos, le permite a la autora enfatizar el hecho de que la reciprocidad producey reproduce, de esta manera, no sólo las relaciones de cooperación mutua, deparentesco y de amistad, sino también las relaciones con los espacios, contribu-yendo así a su organización.

Lo mitológico, muchas veces visto como irracional, insensato o absurdo, espresentado entonces como otra forma de ver el mundo y, fundamentalmente,como una manera de ordenarlo y apropiarse de él y de sus espacios.

Son dos los capítulos dedicados al aparicionismo, pero es aquel en el cualdescribe un caso contemporáneo concreto –la aparición de la Virgen en Tejalapam–el que le permite a la autora analizar en profundidad e interpretar los procesos dereconfiguración de antiguas representaciones sobre el espacio, explicando cómo larefundación católica de un lugar sagrado, de un nuevo mito y un nuevo ritual, nosuprime significados y rituales previos con los cuales se conjuga.

Al indagar sobre las repercusiones de las nuevas alternativas religiosas evan-gélicas en México, nos muestra tanto los aspectos conflictivos y las tensiones que

211

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

se generan cuando éstas pretenden cambiar las concepciones del mundo y lossistemas normativos, afectando las prácticas rituales y las relaciones de reciproci-dad, como los procesos de negociación y adaptación que se producen cuando lasmismas impactan sobre sistemas normativos más flexibles o cuando los conversosconsienten en mantener algunas costumbres. Y si bien Alicia Barabas dice nohaber encontrado en Oaxaca casos de síntesis religiosas colectivas hace, sin embar-go, referencia a la posibilidad de procesos de creación socioreligiosa, a la probabi-lidad de que alguna de estas nuevas alternativas genere nuevos cultos e “igle-sias nativas” orientadas a la reintegración étnica y a la reproducción de lacostumbre.

La autora desarrolla entonces en su obra un planteo teórico que entiendocomo fundamental: “la cosmovisión es, al igual que la identidad, un proceso diná-mico, por ello no puede hablarse de “pérdida” cultural en los procesos de cambioreligioso sino de transformación de la cosmovisión y la cultura. Ciertamente losindígenas no son receptores pasivos de influencias y acciones exógenas, son acto-res sociales que seleccionan y reapropian cultura en función de estrategias queelaboran frente a la situación inter e intraétnica” (254-255).

Al abordar, en uno de sus ensayos, los derechos territoriales indígenas, noscomenta cómo en las últimas décadas los reclamos y demandas de estos pueblos seplasmaron en reformas legislativas y, sin dejar de indicar el avance que éstas signi-fican, señala los errores conceptuales, vacíos y ambigüedades que las mismas con-tienen al referir a la cuestión territorial. Temática que, explica, ha sido postergadapor el estado mexicano, el cual esgrime como excusas para evitar su tratamiento,un pretendido temor a la balcanización, al cuestionamiento de la soberanía nacionaly de las fronteras internas; temor que la autora denuncia como infundado, expli-cando que lo que el reconocimiento territorial debe promover no es la exclusión sino latransformación de las relaciones interétnicas al interior de los etnoterritorios (128).Nos advierte entonces acerca del posible valor legal de la geografía simbólica comodato para la demarcación de etnoterritorios, haciendo referencia a las experienciasde autodemarcación territorial realizadas por pueblos indígenas en América Lati-na, para las cuales se consideraron referencias y narrativas en torno a su geografíasagrada.

Es casi imposible, ante los planteos que este texto nos ofrece, no pensar lacuestión indígena hoy en nuestro país y la enorme preocupación que se ha genera-do en torno a los derechos indígenas, tanto por el tenor de los reclamos y deman-das como por las dificultades para satisfacerlas, en el marco de enormes desigual-dades y de políticas sociales signadas por intereses económicos y políticos. La

Page 107: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

212

Reseñas bibliográgicas

última respuesta gubernamental en lo que a esta temática se refiere ha sido la dedeclarar –por LEY 26.160– la emergencia de la propiedad comunitaria de la tie-rra, suspendiendo por cuatro años la ejecución de sentencias y actos de desalojo, alos fines de realizar un relevamiento de la situación dominial de las tierras que enforma tradicional ocupan las comunidades indígenas originarias de nuestro país. Eneste contexto cabe preguntarnos ¿qué criterios serán utilizados para definir cuálesson y cómo están constituidas las denominadas comunidades originarias? y funda-mentalmente ¿cuáles serán los criterios para delimitar las tierras que tradicional-mente ocupan? Preguntas ante las cuales los planteos de Alicia Barabas y sus re-flexiones sobre la existencia de un estado pluriétnico resultan más que sugerentes,ya que no sólo permiten iluminar la multiplicidad de variables que implica elabordaje de los derechos indígenas, sino que también conducen a reflexionar so-bre los posibles aportes de la antropología al diseño y ejecución de las políticaspúblicas que los atienden.

Una profunda reflexión en torno a las prácticas y las representaciones, losmovimientos sociales, la sacralidad, el don, la territorialidad y los derechos indí-genas –tópicos íntimamente articulados en la dinámica sociocultural de los pue-blos analizados– hace que esta obra más allá de aportar al conocimiento de lospueblos indígenas y su religiosidad, signifique también una más que importante einteresante contribución al pensamiento antropológico y social, al brindar unmodelo para describir, analizar y comprender los procesos por los cuales los espa-cios ocupados, transitados y/o pensados como propios se modelan culturalmentey se revisten de significados.

213

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 213–214, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

PAUTAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ARTÍCULOS

La revista Cuadernos de Antropología Social publica artículos originales, conferencias,entrevistas, traducciones, comentarios de libros y debates.

Los artículos deben cumplir los siguientes requisitos: a) efectuar una contribución al áreade la Antropología Social, mostrando claramente el modo en que los problemas y los datosaportan a líneas de debates actuales de la disciplina; b) presentar resultados originales deriva-dos de investigaciones finalizadas o en significativo estado de avance; c) contener un desarro-llo metodológico claro y un análisis consistente de los datos, y d) incluir una discusión concep-tual y una bibliografía relevante y actualizada en su temática.

Los artículos centrados en la discusión teórica de problemáticas, líneas de investiga-ción o intervención de la Antropología Social, deben presentar claramente la pertinenciadel problema y los ejes de debate, y deben incluir una discusión sobre bibliografía relevan-te y actualizada.

Los textos de los trabajos deben ser realizados en procesador de texto Word, y lasimágenes deben ser enviadas en archivo separado en formatos TIF y BMP, indicando cla-ramente su ubicación en el texto. Deberá utilizarse teclado español o, en su defecto, escri-bir las letras con acento y la ñ en código ASCH.

Los artículos deben tener una extensión máxima total de 20 páginas (incluyendo no-tas y bibliografía) tamaño A4, con márgenes de 2,5 cm (superior, inferior, derecho e iz-quierdo), a doble espacio y letra Garamond 12/14.

No se aceptarán trabajos que no respondan a las normas editoriales vigentes.

Pautas para la presentación de artículos1. Título en letras mayúscula/minúsculas, sin subrayar.2. Autor/es, en el margen derecho, con llamada a pie de página (del tipo*) indicando

título, cargo, lugar de trabajo y/o pertenencia institucional, dirección de correo elec-trónico, fecha de realización y fecha de entrega del artículo.

3. Título y resúmenes de no más de 150 palabras en idiomas español, portugués e inglés.4. Cinco (5) palabras clave en los tres idiomas, en mayúscula/minúsculas y separadas con

comas. Palabras Clave: Vih/Sida, Violencia estructural, Género, Pobreza, Estigma5. Subtítulos primarios en el margen izquierdo, en mayúscula/minúsculas, sin subrayar,

fuente VERSALES.6. Los cuadros, gráficos, fotos e ilustraciones deben enviarse en archivo separado (TIF y

BMP), numerados según el orden en el que deban aparecer en el texto, e impresos enbuen original para ser escaneados y procesados, teniendo en cuenta el tamaño de lapublicación. No utilizar grisados ni colores, ya que son tomados incorrectamente parala impresión.

7. Las transcripciones textuales deben ir entre comillas, separadas del cuerpo del textoprincipal y manteniendo el interlineado.

8. Las citas de autores colocadas en el cuerpo de texto principal deben mantener la formade referencia siguiente: (Apellido autor, fecha:número de paginas/s). Ejemplo: (Alonso,1988:49)

Page 108: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

214

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007

9. La bibliografía debe colocarse al final del artículo, siguiendo el sistema autor-fechacon Mayúscula/minúsculas, en el siguiente orden: Apellido y nombre completo delautor/a (fecha entre paréntesis), Titulo. Editorial, Ciudad. En el caso de capítulos delibros y de artículos en revistas deberá incluirse número inicial y final de página acontinuación de la Ciudad, separado por una coma. Los títulos de los libros deberánir en bastardilla. Los títulos de los artículos de revistas o capítulos de libros deberán irentre comillas, mientras que el nombre de las revistas/libros deberá ir en bastardilla.Se citan todos los autores.

Ejemplos:Menéndez, Eduardo (1980) Poder, estratificación y salud. Análisis de las condicionessociales y económicas de la enfermedad en Yucatán. La casa chata. CIESAS, México.Ezpeleta, Justa y Elsie, Rockwell (1983) “Escuela y clases subalternas”. En: Cuadernospolíticos, 37, Editorial Era, México, 71-80.

10. Las citas que lleven sangría a ambos lados deberán marcarse exclusivamente en eloriginal impreso, pero no en el archivo en formato Word que se envía por correoelectrónico.

11. El texto que se desee resaltar deben ir en letra cursiva. No utilizar subrayados ninegritas en ningún caso.

12. Los números de notas que se coloquen en el texto deberán estar en letra superíndice.Si es fin de la oración, el número de nota debe ir a continuación del punto.

13. Las notas deben estar en archivo aparte o al final del artículo (antes de la bibliografía),siguiendo las mismas normas que para el texto principal. No utilizar el comando deWord para “notas al pie” o “notas al final”.

14. Adjuntar un breve curriculum vitae, dirección personal, teléfono y dirección de correoelectrónico.

15. Las reseñas de libros no deben exceder las tres páginas, y deben seguir las pautas depublicación de artículos: hoja tamaño A4, márgenes de 2,5 cm. (superior, inferior,derecho e izquierdo), a doble espacio y letra Garamond 12/14.

16. Las citas de páginas web deben ir en letra cursiva.

El Comité Editorial verificará que los artículos presentados se ajusten a los objetivos ylineamientos editoriales de la revista, a la propuesta del número y a las normas de publica-ción vigentes. La publicación de los trabajos estará sujeta a un proceso de evaluación exter-na al Comité Editorial, y se garantizará el anonimato de autores y evaluadores. No seconsiderarán para la evaluación los artículos entregados fuera de término ni los que nocumplan las pautas establecidas por la revista.

Enviar una versión digital por correo electrónico y tres copias impresas en papel a lassiguientes direcciones:

Sección de Antropología SocialPuán 470, 4º piso, oficina 404C1406CQJ Ciudad de Buenos AiresTeléfono: 4432-0606, int. 192Correo electrónico: [email protected]

215

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 215–216, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

NÚMEROS ANTERIORES

N° 1 Antropología Rural – Año 1988N° 2 Antropología y Educación – Antropología y Clase Obrera – Año 1988N° 3 Año 1989N° 4 Año 1990N° 5 Antropología Médica – Año 1991N° 6 Antropología Económica – Año 1992N° 7 Antropología Política – Año 1993N° 8 Año 1995N° 9 Año 1996N° 10 Año 1998N° 11 Antropología de la cultura – Año 2000N° 12 Antropología y Educación – Año 2000N° 13 Desarrollos metodológicos – Año 2001N° 14 Política, violencia y discriminación social – Año 2001N° 15 Procesos de transformación y precarización social – Año 2002N° 16 Conflictos étnicos en la sociedad contemporánea – Año 2002N° 17 Antropología, Poder y Salud – Año 2003N° 18 Antropología de la Ciencia y la Tecnología – Año 2003N° 19 Antropología y Educación – Año 2004N° 20 Segundas Jornadas de Investigación en Antropología Social – Año 2004N° 21 Cultura y patrimonio, perspectivas Contemporáneas en la investigación y la

gestión – Año 2005N° 22 Año 2005N° 23 Antropología del presente: Diálogos y ecos de la obra de Gérard Althabe – Año

2006N° 24 Antropología y memoria – Año 2006

El asalto a la confianza básica: desaparición, protesta y re-entierros en Argentina –Antonius C. G. M. RobbenLa elaboración de una Memoria Nacional: la Comisión de Verdad y Reconciliaciónde Sudáfrica – Fiona RossGénero en transición: sentido común, mujeres y guerra – Kimberly TheidonLa naturalización de la violencia. Un análisis de fotografías antropométricas deprincipios del siglo XX – Alejandro Martínez y Liliana TamagnoTras las huellas de la identidad en los relatos locales sobre el pasado – CynthiaPizarroFotografías y desaparecidos: ausencias presentes – Valeria DuránEspacio AbiertoCuando la apropiación fue adopción. Sentidos, prácticas y reclamos en torno alrobo de niños – Carla VillaltaEl centro cultural. Una puerta abierta a la memoria – Marcela Alejandra PaísAndrade

Page 109: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

216

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007

N° 25 Año 2007Violencia sexualizada en tiempos de guerra: discursos hegemónicos y orden de géne-ro – Ruth StanleyCuando la calle se transforma en casa: algunas consideraciones sobre habito etdiligo en el medio urbano – Marco Antonio da Silva Mello y Arno VogelAntropologia e Políticas Públicas: Notas sobre a avaliação do trabalho policial –Ana Paula Mendes de Miranda, Marcella Beraldo de Oliveira y Vívian FerreiraPaesConfiguración de territorios de violencia y control policial: corporalidades, emocio-nes y relaciones sociales – Deborah Daich, María Victoria Pita y Mariana SirimarcoDe la recuperación como acción a la recuperación como proceso: prácticas de mo-vilización social y acciones estatales en torno a las recuperaciones de fábricas –María Inés Fernández ÁlvarezPolíticas estatales y procesos de etnogénesis en el caso de poblaciones mapuche deVilla La Angostura, provincia de Neuquén, Argentina – Analía García y SebastiánValverde¿Transmitir o producir conocimientos? Un análisis comparativo de la implementaciónde una política social a nivel local – Adrián Koberwein y Samanta DoudtchitzkyLa lógica de la sospecha. Sobre criminalización del uso de drogas, complots y barre-ras de acceso al sistema de salud – María EpeleEl acceso a la ligadura de trompas de Falopio en la ciudad de Buenos Aires: lamaternidad responsable y saludable frente al derecho a decidir sobre el propio cuer-po – Cynthia A. del Río FortunaPraxis profesional y realidad clínica: la construcción de la desnutrición infantilcomo objeto terapéutico en un centro de atención primaria en la Ciudad de BuenosAires – Damián Herkovits

217

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, 2007, ISSN: 0327-3776

Page 110: Cuadernos de Antropologia Nro 26 - 2007 - Revista Dossier Antrec

219

Cuadernos de Antropología Social Nº 26, pp. 219, 2007© FFyL – UBA – ISSN: 0327-3776

CUADERNOS DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL

SUSCRIPCIÓN ANUAL

Argentina Otros países

$ 50,00 USD 50,00

Estos precios no incluyen gastos de envío

Para solicitar números anteriores o la suscripción anual, dirigirse [email protected]