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Cuadernos de Administración ISSN: 0120-3592 [email protected] Pontificia Universidad Javeriana Colombia Déniz Mayor, José Juan Contabilidad nacional, full cost accounting y resultado contable empresarial ambientalmente sostenible Cuadernos de Administración, vol. 19, núm. 32, julio-diciembre, 2006, pp. 157-178 Pontificia Universidad Javeriana Bogóta, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=20503207 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Cuadernos de Administración

ISSN: 0120-3592

[email protected]

Pontificia Universidad Javeriana

Colombia

Déniz Mayor, José Juan

Contabilidad nacional, full cost accounting y resultado contable empresarial ambientalmente sostenible

Cuadernos de Administración, vol. 19, núm. 32, julio-diciembre, 2006, pp. 157-178

Pontificia Universidad Javeriana

Bogóta, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=20503207

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

157Cuad. Adm. Bogotá (Colombia), 19 (32): 157-178, julio-diciembre de 2006

CONTABILIDAD NACIONAL, FULL COST ACCOUNTING Y RESULTADO CONTABLE EMPRESARIAL AMBIENTALMENTE SOSTENIBLE

CONTABILIDAD NACIONAL,FULL COST ACCOUNTING Y RESULTADO

CONTABLE EMPRESARIAL

AMBIENTALMENTE SOSTENIBLE*

José Juan Déniz Mayor**

* Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica. Entidades financiadoras:Ministerio de Educación y Ciencia y FEDER. Proyecto: SEC2003-04438. El artículo se recibió el 27-07-2006 y se aprobó el 05-12-2006.

** Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España, 2001.Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de La Laguna, España, 1989. Profesortitular de Universidad en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Correo electrónico: [email protected]

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JOSÉ JUAN DÉNIZ MAYOR

RESUMEN

En este trabajo se analizan algunas propues-tas de la contabilidad nacional y de la fullcost accounting para el diseño de una cuen-ta de resultados sostenible que evalúe el de-sempeño medioambiental (y social) de laempresa. Esta cuenta implica la inclusión delas externalidades en el sistema contable dela empresa, lo cual puede ser objeto de con-troversia, pues disminuye los beneficiosempresariales y afecta negativamente al di-videndo de los accionistas a corto plazo. Elartículo argumenta que, a pesar de sus limi-taciones metodológicas, el uso de métodospara calcular las externalidades y experimen-tar cómo implementarlas en el sistema deinformación contable permite conocer me-jor las operaciones de la empresa y cambiarformas de conducir los negocios que sedaban por supuestas.

Palabras clave: desarrollo sostenible, con-tabilidad nacional, full cost accounting, con-tabilidad medioambiental.

ABSTRACT

National Accounting, Full Cost Account-ing, and Environmentally SustainableCompany Income Accounts

This paper analyzes some national account-ing and full cost accounting proposals fordesigning a sustainable income account toevaluate a company’s environmental (andsocial) performance. Such an account im-plies including external elements and eventsinto the company’s accounting system,which may be controversial as it decreasescompany benefits and negatively affects theshareholders’ dividends at a short term. Thepaper argues that, in spite of its methodo-logical limitations, using methods to calcu-late external elements and events andimplementing them into the accounting in-formation system enables better knowledgeof company operations and a change inmanners of doing business, which have al-ways been taken for granted.

Key words: Sustainable development, na-tional accounting, full cost accounting, en-vironmental accounting.

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CONTABILIDAD NACIONAL, FULL COST ACCOUNTING Y RESULTADO CONTABLE EMPRESARIAL AMBIENTALMENTE SOSTENIBLE

Introducción

Es usual aproximarse a la informaciónmedioambiental de la empresa pensando quesu campo de aplicación está constreñido aaspectos estrictamente monetarios, másconcretamente a los flujos y fondos con-vencionalmente reconocidos por la conta-bilidad, y específicamente vinculados conla protección, la corrección o la minimiza-ción del daño ambiental causado por la pro-pia entidad contable. De esta forma, lainformación ambiental puede presentarseadecuadamente referenciada, aunque respe-tando los formalismos establecidos al res-pecto, dentro de los modelos de estadoscontables convencionales.

Se ha señalado que este enfoque es muy limi-tado, debido, entre otras razones, al no reco-nocimiento de las corrientes de bienes yservicios medioambientales sin mercado, cuyacorrecta gestión, en determinados casos,puede ser esencial no sólo para la empresa,sino también para la sociedad en su conjun-to. Así mismo, diferentes autores han mani-festado sus reticencias ante los intentos demodificar los estados contables convencio-nales como medio para explicitar la informa-ción sobre la actuación medioambiental globalde la empresa, entre otras razones, segúnStephan (1992), porque los estados financie-ros actuales no se han desarrollado para in-cluir “hechos” externos a la propia entidadcontable, por el tiempo que sería requeridopara rediseñar estos modelos financieros ycontables, lo que podría originar retrasos de-masiado largos, al igual que por la necesidadde incluir información científica y estadísti-ca, difícil de integrar en las estructuras de losactuales sistemas. El Serafi señala que:

Aunque la Contabilidad verde fue concebi-da inicialmente, incluso por economistas derenombre, como una posible avenida queconducía a la sostenibilidad, en la actualidadalgunos críticos la consideran una fuerzaagotada, y es posible afirmar que, en estosmomentos, predomina la que podría deno-minarse “cansancio de la contabilidad ver-de”. (2002, p. 16)

A pesar de lo expuesto, todavía no está cerra-da la vía de la contabilidad de empresa con-vencional, mejor dicho, de una contabilidadconvencional “adaptada” o “modificada”, sise tienen presentes las experiencias recogi-das en el ámbito de la contabilidad nacional,en sus intentos por alcanzar un indicadormacroeconómico que incluya las corrientesde bienes y servicios ambientales “apropia-dos” gratuitamente por las economías nacio-nales; así como las aportaciones de la full costaccounting (FCA), que aboga por la incorpo-ración de los costes externos o societales a lacontabilidad empresarial, a fin de “fijar co-rrectamente los precios” (Comisión Europea,1997). Las propuestas ofrecidas desde estoscampos pueden sugerir ideas que contribu-yan a determinar un resultado contable em-presarial ajustado por las corrientes de bienesy servicios ambientales sin mercado.

El objetivo de este trabajo es presentar, atítulo introductorio, un conjunto de aporta-ciones procedentes de la contabilidad nacio-nal y de la FCA, que pueden ser objeto deconsideración en el diseño de un estado con-table de resultado que muestre los progre-sos realizados por la empresa a favor deldesarrollo sostenible. A tal objeto, en la Sec-ción 1 se muestran algunas de las experien-cias provenientes de la contabilidad nacional,

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mientras que en la Sección 2 se comentanlas principales características, ventajas y li-mitaciones de la FCA. En la Sección 3 seacomete una aproximación al resultado am-bientalmente sostenible, para dedicar la Sec-ción 4 a exponer algunas propuestas deimplementación. El trabajo finaliza con unadiscusión en torno a la viabilidad del resul-tado sostenible y con la bibliografía citada.

1. La experiencia de la contabilidadnacional

La contabilidad nacional es aquella ramade la contabilidad que muestra de forma sin-tética los flujos de servicios, materiales yproductos que caracterizan la actividad eco-nómica de una nación o región. Si bien elobjetivo primario de esta disciplina es regis-trar la actividad económica y no la calidadde vida, las cuentas nacionales son muyusadas para evaluar el grado de bienestar deun país, mientras que las ratios de cambiosen agregados, como el producto interno bru-to (PIB), son interpretadas como medidasdel “desarrollo” (Pearce, 1993).

A menudo se argumenta que el PIB –magni-tud que mide el valor de la producción debienes y servicios finales generados en unaeconomía– es un indicador del bienestar ma-terial relacionado positivamente con el con-cepto de desarrollo sostenible. La hipótesissubyacente es que entre mayor sea el bienes-tar de una sociedad, mayores serán tambiénlos recursos disponibles para realizar inver-siones en materia de gestión medioambien-tal. Sin embargo, como indica Aranda Martín,dicha correlación ni es correcta, ni se pre-senta de manera automática, ya que “[d]esdeuna perspectiva medioambiental, lo que cuenta

es el efecto neto de la actividad económicanormal en relación con las presiones ambien-tales y los impactos curativos de las medidasde política ambiental” (1992, p. 80). Aunqueen el mejor de los casos se acepte que el cre-cimiento es condición necesaria para unamejor conservación del medio ambiente, nose considera que sea suficiente. Una discu-sión en torno a las limitaciones de esta ideapuede verse en Stern (2004).

Adicionalmente, se han formulado diversascríticas acerca del uso de la magnitud PIBcomo medida del bienestar social, y se handestacado, entre otras, el reconocimientoexclusivo de las transacciones monetarias,el inadecuado registro de los gastos defen-sivos, la omisión de las externalidades o eltratamiento asimétrico de la depreciación.

Para poder ser incluidas en el cálculo del PIB,las magnitudes deben estar expresadas envalores monetarios, los cuales se calculan conla ayuda de mecanismos de asignación deprecios, como es el caso del mercado. Ellosupone excluir todas aquellas transaccionesque, a pesar de generar valor, no son sus-ceptibles de comercialización, como es elcaso del trabajo doméstico o los serviciosprestados por el medio ambiente (Repetto,Magrath, Wells, Beer y Rossini, 1989).

Por lo que respecta a los denominados gas-tos defensivos, destinados a reducir el dañomedioambiental, se ha señalado la carenciade un tratamiento diferenciado de éstos enlas cuentas nacionales que permita su identi-ficación. Existen opiniones, como la dePearce, Markandya y Barbier que sostienenque tales partidas “son erróneamente consi-deradas como factores de incremento de la

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producción nacional” (1993, p. 35), cuandoen realidad deberían ser descontados delPIB1 , dado su carácter de costes de preven-ción o de recuperación de pérdidas de bien-estar (Aranda Martín, 1992; Peskin, 1991).

Así, son considerados una contribución po-sitiva al PIB conceptos como las actividadesde recogida, tratamiento y eliminación de re-siduos (piénsese en el caso del buque petro-lero Prestige); el saneamiento y depuraciónde aguas; el incremento de los gastos en ser-vicios médicos o la limpieza de las viviendas,resultantes ambos de la contaminación; etc.En nuestra opinión, si bien esta crítica pare-ce razonable, no debe olvidarse qué es lo quemide la magnitud PIB: el valor de todos losbienes y servicios producidos en la econo-mía nacional durante un período.

El hecho de que se haya llevado a cabo unaactividad productiva cualquiera supondrá lacreación de un valor económico que for-mará parte del cómputo del PIB, al igual quesucede con el repintado de la fachada deuna vivienda, las operaciones de reparacióny conservación de una instalación industrialo el tratamiento médico de los heridos en unaccidente de circulación. Si se trata de res-tar los gastos defensivos, ¿por qué actuarsólo sobre los gastos medioambientales?,¿por qué no sobre todos?

La cuestión de fondo es ¿qué se pretende quemida la magnitud PIB? Si es una variablecualitativa, como es el “bienestar” de la na-

ción, evidentemente, a la luz de la crítica ex-puesta, quizás no sea la magnitud más ade-cuada, amén de obviar en los cálculos el valorde la causa originaria de la actividad medio-ambiental realizada, como es la depreciaciónsufrida por el daño medioambiental causado.El Serafi (2002) señala como una de las fuen-tes del fracaso de las diferentes propuestasde “reverdecimiento” de los sistemas de con-tabilidad nacional (SCN) el pretender asig-narles objetivos distintos, fundamentalmentede carácter normativo, a los que ya poseencomo instrumentos de medida.

La depreciación de los recursos naturales esotra cuestión pendiente para la contabilidadnacional. Una de las magnitudes derivadas,el producto interno neto (PIN), se calculaaminorando del valor del PIB la depreciaciónde los bienes de inversión. Según Mäler(1991), mientras las variaciones en el valorde las existencias de recursos medioambien-tales no se incluyen en las cuentas naciona-les, sí se registra la depreciación de los activoseconómicos valorados en dinero. Peskin afir-ma que “[c]omo el capital de los recursosnaturales y medioambientales es crucial parala producción de bienes y servicios, el novalorar su agotamiento significa necesaria-mente que el ingreso neto o mantenible estáexagerado” (1991, p. 178). También Pearce,Markandya y Barbier indican que el uso oabuso de la tierra y los ecosistemas:

… pueden actuar como límites de la capaci-dad productiva última de la economía. Lasimplicaciones de la degradación del ecosiste-ma sobre el PNB [producto nacional bruto]como una medida del largo plazo no ha sidotrabajada completamente pero hay una fuertepresunción de que si está siendo degradado,

1 La idea de corregir el PIB eliminando los gastosdefensivos o gastos instrumentales fue propuestainicialmente por Nordhaus y Tobin (1972) y de-sarrollada posteriormente por Daly y Cobb (1989).

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entonces el PNB actual es una sobreestimacióndel PNB futuro. (1989, p. 107)

Quizás uno de los efectos más preocupan-tes del uso inadecuado de la magnitud PIBconsista en su función legitimadora de al-gunas conductas políticas poco amigablescon el entorno. Diversas instituciones finan-cieras deciden los créditos que se van a otor-gar a los diferentes países basándose, sobretodo, en las posibilidades de mejorar el rendi-miento económico del receptor. “Para todasestas instituciones, el indicador fundamentalde rendimiento económico de un país es elcrecimiento de su PNB. Así pues, a efectosprácticos, el PNB considera la destrucciónrápida y despiadada del medio ambiente comoalgo aconsejable” (Gore, 1993, p. 173), por-que, a diferencia de los activos económicosconvencionales, no se tiene en cuenta la re-ducción en las existencias de recursos na-turales.

Éstas y otras observaciones han contribui-do a una creciente preocupación por las li-mitaciones de los SCN para reflejar lacontaminación y el deterioro medioambien-tal general, tanto que se ha llegado al extre-mo de afirmar que:

… como las contabilidades económicas con-vencionales ignoran también el deterioromedioambiental de la nación y la base derecursos económicos, muestran una situa-ción falsamente optimista de las posibilida-des de la nación para un crecimiento econó-mico sostenido. (Peskin, 1991, p. 177)

De acuerdo con lo anterior, parece razona-ble considerar el diseño de nuevos marcosconceptuales que permitan el análisis con-

junto de los procesos económicos y medio-ambientales y sus interacciones, a fin de quelas diferentes magnitudes asociadas con laactividad económica se puedan calcular conmayor precisión.

De los tres enfoques básicos existentes entorno a la inclusión de los asuntos medio-ambientales en la contabilidad nacional (ajus-te del SCN, elaboración de cuentas satélitey diseño de cuentas de recursos naturales)2 ,cabe destacar el primero de ellos, en aten-ción a los objetivos perseguidos en el pre-sente trabajo.

Una de las vías sugeridas usualmente paraadaptar las contabilidades nacionales e in-corporar las ideas medioambientales consisteen la modificación directa de los SCN y lacorrección del PIB, mediante la considera-ción de ciertas variables, como los gastosdefensivos (a pesar de los matices expues-tos anteriormente); el valor de los dañosmedioambientales sufridos (mediante esti-maciones del deseo de la gente a pagar paraprevenir pérdidas de capital medioambientalo a cobrar por sufrir dichas pérdidas, por

2 La opción de ajuste del SCN se basa en: (a) laincorporación de la depreciación de los recursosnaturales; (b) la consideración de los gastos defen-sivos del medio ambiente, o (c) la inclusión deldaño ambiental residual. Por su parte, las cuentassatélite se configuran como un complemento dela información contenida en el SCN, que recogeaspectos como la medida de fuentes físicas, suvaloración y depreciación; la medida de la inci-dencia de impuestos y regulaciones, modelos decambios estructurales; etc. Finalmente, las cuen-tas de recursos naturales y de patrimonio naturalincorporan información tanto cualitativa comocuantitativa acerca de las existencias y los flujosde recursos naturales (Rey Mejías, 2002).

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ejemplo), o las estimaciones de los recur-sos financieros necesarios para alcanzar cier-tos estándares físicos de desarrollo ambientalsostenible.

Aunque no se ha producido un avance deci-sivo al respecto, se han acometido numero-sos intentos para incluir las magnitudesambientales en los agregados macroeconó-micos3 . Algunos de los principales aportesen este campo se hallan en la esfera institu-cional, como es el caso del Sistema de Cuen-tas Integradas del Medio Ambiente y laEconomía (SEEA) (United Nations, 1993,1999 y 2003) o el Proyecto de ContabilidadAmbiental y Recursos Económicos (ENRAP),vigente en Filipinas desde los años noventacon el apoyo de la Agencia de los EstadosUnidos para el Desarrollo Internacional(USAID) (Peskin y Angeles, 2001).

A título ilustrativo, cabe mencionar la pro-puesta de Pearce et al., quienes señalan que“la medida del bienestar presente requiereuna estimación de la contaminación actualque es generada pero no mitigada –por ejem-plo, el daño de la polución residual–. Estotiene claramente un impacto sobre el bien-estar de la sociedad pero no está contabili-zado en las cuentas tradicionales” (1989, p.106). Los ajustes que proponen realizar enlas cuentas de ingreso nacional para obte-ner el valor del bienestar presente se mues-tran en la siguiente expresión:

Bienestar presente = consumo medido– gastos defensivos

de las familias (1)– Valor monetario

del daño porcontaminaciónambiental

Otras sugerencias alternativas son el deno-minado producto interno neto ecológico(PINE) (Comisión Nacional para el Conoci-miento y Uso de la Biodiversidad [Conabio],1998), definido como:PINE = PIN – costo de agotamiento

de los recursos– costo del deterioro

ambiental (2)– gastos defensivos

Así mismo, el índice de bienestar económi-co sostenible (ISEW, por su sigla en inglés),de Daly y Cobb (1989), pretende incluir elsector informal, además de las externalida-des ambientales, los recursos naturales y labiosfera:ISEW = consumo personal

+ gastos públicos no defensivos– gastos privados defensivos+ formación de capital (3)+ servicios del trabajo doméstico– costo del deterioro ambiental– depreciación del capital natural

Por su parte, Peskin (1991) propone las si-guientes opciones de modificación del SCN:PIB1 = PIB – daño medioambientalPIB2 = PIB + servicios medioambientalesPIB3 = PIB + beneficio medioambiental

neto (4)Beneficio medioambiental neto

= servicios medioambientales– daño medioambiental

3 Una revisión de los métodos utilizados para corre-gir las magnitudes macroeconómicas, teniendo pre-sente la variable ambiental, además de analizar elproblema de la valoración del medio ambiente,puede hallarse, entre otros, en Neumayer (2000)y Simon y Proops (2000).

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A pesar de tales esfuerzos, persisten diver-sos problemas asociados con el proceso decómputo de las magnitudes ambientales,entre los que cabe reseñar la determinaciónde unidades de medida apropiadas, el esta-blecimiento de métodos de valoración acep-tables, así como la capacidad técnica paracapturar los datos requeridos, teniendo pre-sente la irregularidad y falta de sistemáticaen la recogida de datos o el hecho de queésta se produce en diferentes niveles espa-ciales (con los consiguientes problemas decomparación y agregación).

Entonces, ¿qué aportes puede brindar lacontabilidad nacional a la contabilidad deempresa en el cálculo de un resultado em-presarial ambientalmente sostenible? Obvian-do sus evidentes diferencias en cuanto amétodo y fines, quizás sea la idea de que,a pesar de sus limitaciones (por lo menos acorto plazo), la contabilidad de empresa pue-de erigirse como un concepto organizador,cuyo cometido sea presentar un conjuntode datos en términos homogéneos (hastadonde sea posible) en los que no se puedanpasar por alto los lazos económicos y medio-ambientales.

2. La full cost accounting

Desde hace varios años, las empresas vie-nen divulgando, bien de forma voluntaria opor imperativo legal, cierta información ensus estados contables acerca de la gestiónllevada a cabo para prevenir, corregir o mi-nimizar el impacto ambiental causado porsus operaciones. En general, el procedimien-to seguido consiste en presentar, bien en lasnotas a los estados financieros (o memo-ria), o bien en el informe de gestión, deter-

minados activos, pasivos, gastos e ingresosasociados con la gestión medioambientalcorporativa, acompañados de los corres-pondientes comentarios aclaratorios. Talesmagnitudes, por lo general, ya estaban re-conocidas convencionalmente por el siste-ma de información contable de la entidad, sibien de forma indiferenciada. Esto es lo queconstituye la denominada información con-table medioambiental.

Debe aclararse que el término medioambien-tal es profusamente utilizado en los pronun-ciamientos en materia contable para referirseal reconocimiento, medida y valoración de lasactuaciones llevadas a cabo por la empresapara prevenir, corregir o minimizar los posi-bles efectos ocasionados por sus operacionessobre el entorno, no teniendo por qué ser equi-valente al termino sostenible, pues sólo cabríahablar de sostenibilidad si se da el salto haciala inclusión de los costes de las externalida-des4 en el cómputo del resultado contable.

Como señala Atkinson, “definir y medir lasostenibilidad corporativa es más que un asun-to académico. Las corporaciones están cadavez más bajo presión para que demuestrencómo contribuyen a los objetivos de sosteni-bilidad ambiental establecidos por el gobier-no” (2000, p. 235). En este sentido, uno delos posibles objetivos instrumentales perse-guidos en el campo de la contabilidad medio-ambiental sería calcular un resultado

4 Los costes de las externalidades se producen cuandouna actividad ocasiona un impacto sobre el medioambiente, los seres humanos, sus propiedades y subienestar, sin existir una obligación legal o con-tractual por parte del causante de resarcir o com-pensar a las partes afectadas.

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empresarial medioambiental sostenible5 , elcual puede entenderse como la renta residualtras la retribución de los diferentes factores(humanos, técnicos, financieros y medioam-bientales) que han contribuido a su obten-ción en una cuantía que garantice, comomínimo, la puesta en disposición de dichosrecursos en las condiciones previas a su apli-cación.

Esta idea ha sido objeto de desarrollo a tra-vés de la denominada full cost accounting(FCA), que Bebbington, Gray, Hibbitt y Kirkhan definido como “un sistema que permitea las cifras económicas y a la contabilidadactual incorporar todos los costes y benefi-cios actuales y potenciales en la ecuación,incluyendo externalidades medioambientalesy (quizás) sociales para obtener los ‘precioscorrectos’” (2001, pp. 7-8).

Una de las presuposiciones de la FCA es queel coste de venta de los bienes y serviciosofrecidos por las empresas no está reflejan-do los costes que le habrían supuesto a lanaturaleza la creación de los recursos utiliza-dos para producir tales bienes y servicios oel tratamiento de los residuos resultantes. Lasempresas y sus grupos de interés adoptansus decisiones de inversión y financiaciónteniendo en cuenta, entre otros factores, elvalor de los activos y pasivos implicados; sinembargo, “los precios no son todavía ‘co-rrectos’, porque los costes medioambienta-les generalmente no están integrados en ellos.Esto significa que el comportamiento lógico

(económico) tiende a la sobreexplotación delos recursos naturales” (Comisión Europea,1997, p. 117).

La FCA no está exenta de limitaciones, de lasque cabe citar las siguientes: riesgo demonetarizar (y, por lo tanto, privatizar) elmedio ambiente (Cooper, 1992; Hines, 1991;Lehman, 1996; Maunders y Burritt, 1991);aversión por parte de las empresas a hacervisibles comportamientos insostenibles o másgenéricamente “a divulgar malas noticias”(Bebbington y Gray, 2001; Bennett y James,1998; Gray, Bebbington y Walters, 1993);miedo a que sus estimaciones puedan ser uti-lizadas como pruebas ante reclamaciones ju-diciales (Canadian Institute of CharteredAccountants [CICA], 1997); riesgo de serutilizada de forma obstruccionista (intentan-do demostrar que no es una opción técnica-mente viable) contra la posible promulgaciónde tributos ecológicos (Antheaume, 2004);problemas prácticos para valorar costes ex-ternos (Mathews, 1993; Gray, 1994; Pearcey Turner, 1990), o riesgos con el uso selec-tivo de aquellos modelos que favorezcan losintereses de la empresa (Antheaume, 2004).

Algunos autores, adscritos a lo que ha venidoen denominarse ecología profunda, han lle-gado incluso a calificar de inmoral cualquierintento de medición, arguyendo que la natu-raleza en sí posee un valor infinito (Naess,1973; Callicott, 1984). Frente a este argumen-to, cabe coincidir con Cross (1989), quienseñala que posiciones que, implícita y arbi-trariamente, asignan valores económicos ceroo infinito al medio natural, pueden suponerun retraso para el necesario desarrollo de ha-bilidades y metodologías para incorporar lointangible al proceso de toma de decisiones.

5 Si bien el concepto convencional de sostenibilidadtiene atribuidas tres facetas, la social, la económi-ca y la medioambiental, el presente trabajo se hacentrado en la componente medioambiental.

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No obstante sus inconvenientes, se puedeafirmar que la divulgación de datos en un len-guaje comprensible para los grupos de inte-rés relevantes, tal y como propone la FCA (esrazonablemente más fácil hablar en euros queen términos de biodiversidad, gestión de eco-sistemas, especies invasivas o coevolución),puede contribuir en cierta medida a facilitar acorto plazo el proceso de toma de decisiones.Además, la propia Comisión Europea(European Commission, 1992) ha sugeridola conveniencia de incorporar los costes com-pletos (full cost) en las cuentas anuales.

La FCA puede ayudar a la organización atener un mejor conocimiento de sus opera-ciones y a cambiar formas de conducir losnegocios que se daban por supuestos; ade-más de hacer visible el hecho de que unavez sustraídos los costes externos del resul-tado, éstos pueden tener un impacto signifi-cativo en la cuenta de pérdidas y gananciasy convertir beneficios en pérdidas, lo quesugiere que los actuales sistemas de merca-do no están transmitiendo los precios co-rrectos (Antheaume, 2004; Bebbington etal., 2001; CICA, 1997; Epstein, 1996). In-cluso, Bebbington y Gray (2001) sugierenque el proceso de trabajar con una organiza-ción para intentar calcular sus externalida-des puede tener más valor que el datofinanciero obtenido.

3. Una aproximación al resultadoempresarial ambientalmentesostenible

Como se indicó en la Sección 1, en el marcode los trabajos realizados en torno a una con-tabilidad nacional orientada al desarrollosostenible, diversos autores se han centrado

en el problema de establecer el denominadoingreso sostenible, entendido como “el flujode bienes y servicios que la economía podríagenerar sin reducir su capacidad productiva–por ejemplo el ingreso que podría producir-se indefinidamente–” (Pearce et al., 1989, p.108). Tal magnitud contable presenta un ciertoparalelismo con la noción de beneficio em-presarial en la acepción de excedente, que seapoya a su vez en la necesidad de garantizarla sostenibilidad económica y financiera delente económico considerado, a fin de evitarcomprometer su desenvolvimiento ulterior, loque, a juicio de Fernández Pirla (1983), esposible si se verifican las siguientes restric-ciones:• Mantenimiento de la posibilidad de ob-

tener beneficios reales análogos en ejer-cicios siguientes.

• Mantenimiento de la capacidad de ser-vicio de la empresa.

• Mantenimiento del valor de liquidacióndel capital de la empresa en términosreales.

Como es sabido, las empresas se apoyan enuna acepción financiera del capital para for-mular sus estados contables (InternationalAccounting Standards Committee [IASC],1989), al considerar dicha magnitud comosinónimo de los activos netos o patrimonioneto de la empresa. De esta forma, cabríahablar de beneficio si el importe de los acti-vos netos al final del ejercicio sobrepasa elimporte de los activos netos al principio,excluidas las distribuciones a los propieta-rios y sus aportaciones.

Sin embargo, si se adopta una concepciónfísica del capital, éste podría definirse como

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sinónimo de la capacidad productiva de laempresa, de forma tal que sería posible afir-mar que existe un beneficio si dicha capaci-dad física u operativa al final del ejerciciosobrepasa la capacidad productiva física alcomienzo, excluidas las distribuciones a lospropietarios y sus aportaciones (IASC, 1989).

El requisito de mantenimiento o conserva-ción del capital debe ser tenido en cuenta entoda su amplitud si se vincula con el con-cepto de desarrollo sostenible, en el sentidode que, cumpliendo dicha premisa, es facti-ble suponer que, salvo situaciones de ca-rácter extraordinario, el resultado obtenidopor la empresa, como consecuencia de sugestión, no sólo debería ser económica yfinancieramente sostenible, sino ademássocial y ecológicamente, a fin de permitir ala empresa no solamente su supervivenciafutura, sino que la sociedad en general noresulte, al menos, perjudicada por las acti-vidades desarrolladas por aquélla.

Dado que el presente trabajo se centra preci-samente en el aspecto ambiental, una cues-tión que se debe analizar, derivada de todo loanterior, sería la determinación de un resul-tado ambientalmente sostenible, que tuvieraen consideración los efectos o impactos, tantoefectivos como potenciales, sobre el medioambiente, consecuencia de las operacionesrealizadas por la empresa, así como la reper-cusión que ello supondría para la situación yevolución futura de la unidad económica ob-jeto de estudio.

Su determinación requeriría, ineludiblemente,considerar las consecuencias presentes y fu-turas que, sobre el patrimonio, situación fi-nanciera y resultados de la empresa, pueden

acarrear los impactos en el entorno provoca-dos por la actividad económica realizada, yaque puede ser necesario realizar importantesesfuerzos tanto humanos como materiales yfinancieros, para prevenir, corregir o repararlos daños ambientales que se ocasionen, aun-que la empresa carezca, en el momento pre-sente, de la obligación legal o contractual dehacerlo. La cambiante legislación ambiental,así como la existencia de compromisos con-traídos por la empresa, puede llevar a su re-conocimiento y registro, con los consiguientesefectos sobre el resultado contable.

La idea de un resultado ambientalmente soste-nible, a la luz de lo expresado por FernándezPirla (1983) con respecto a las condicioneslimitativas que han de caracterizar el resultadode la empresa como excedente y lo indicadopor Pearce et al. (1989), implicaría, por lo tanto:• El mantenimiento de las existencias de

recursos tanto físicos como económi-cos, por lo que de dicho resultado debe-rá haberse detraído previamente losfondos necesarios para reponer las exis-tencias de los bienes y servicios consu-midos no sólo económicos (como sucedecon la amortización acumulada, en suacepción financiera), sino además am-bientales (a través del correspondientefondo de reposición).

• La identificación y consiguiente penali-zación de aquellas empresas que estánconsumiendo recursos naturales críti-cos o no renovables o, en caso de ope-rar con recursos renovables, no creandolos antes citados fondos de reposición.

Al igual que la empresa realiza una contri-bución a la sociedad a través de su capaci-

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dad generadora de rentas, sean del trabajo odel capital, también ejerce una función desuministro de bienes y servicios, cuyo pre-cio de coste debería ser incrementado, en-tre otros conceptos, por el valor de los dañosno reparados que se causen al entorno, queson soportados por la sociedad en generalsin contraprestación alguna (salvo que di-cha internalización se hubiera producido enfases previas de la cadena de producción ydistribución).

La transposición de tales planteamientos a lacontabilidad empresarial consistiría en unanoción de beneficio económico corregido, queaquí se denominará resultado ambientalmen-te sostenible (RAS) (Déniz Mayor, 2001), cu-yos componentes serían los siguientes:RAS = R + E (5)

Donde:R: resultado contable.E: valor de la externalidad ambiental neta.

En la literatura sobre economía ambiental, lanoción de valor ambiental presenta diversasacepciones, como son las de valor de uso,valor ecológico y valor de existencia6 , auncuando existen diversos métodos para aco-meter su valoración, como el método de res-puesta a la dosis (Turner y Bateman, 1990),el del coste de desplazamiento (Knetsch yDavis, 1966; Pearce, 1993), el de los precioshedónicos (Rosen, 1974) o el de la valora-ción contingente (Ciriacy-Wantrup, 1952;National Oceanic and Atmospheric Adminis-tration [NOAA], 1993; Randall, Ives yEastman, 1974; Ward y Duffield, 1992). En

el campo de la contabilidad medioambientallos métodos más utilizados (algunos varian-tes de los anteriores) son los siguientes: elcoste de sostenimiento o abatimiento (An-theaume, 2004; Gray, 1992 y 1994; UnitedNations, 1993), la predisposición marginal apagar (Atkinson, 2000; Antheaume, 2004),el coste del daño (Antheaume, 2004) o elconsentimiento colectivo que se va a pagar(Antheaume, 2004).

No obstante su disparidad metodológica,tales métodos tienen un fundamento común:el valor de todos los bienes y servicios am-bientales puede expresarse en términos mo-netarios equivalentes y dicho valor estábasado en la utilidad (crematística o estéti-ca) de dichos bienes y servicios para losseres humanos, si bien pueden existir dis-crepancias en torno a cuál debe ser el valorresultante. Por ejemplo, a través del costede sostenimiento medioambiental o coste desostenibilidad se pretende establecer el gastoen el que la empresa podría incurrir parareducir o minimizar el daño medioambientala un nivel determinado (un estándar legal oconvenido), de manera que el coste externose correspondería con el coste no incurridopara prevenir o evitar el daño.

Por su parte, el método del coste del dañose concentra en valorar los perjuicios cau-sados a la salud humana y al medio ambien-te (principalmente el calentamiento global,debido a la limitación de los estudios dispo-nibles). En el trabajo de Antheaume (2004)se constata la factibilidad de implementarmodelos para valorar los costes externos deuna empresa, si bien se reconoce la dificul-tad de comparar costes externos de dife-rentes organizaciones debido a la falta de

6 Una revisión de tales conceptos puede verse, en-tre otros, en Milne (1991).

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estándares y las actuales limitaciones delconocimiento científico, sumado todo elloal riesgo del uso selectivo de aquellos méto-dos que favorezcan los intereses de deter-minados sectores económicos y empresas.

4. Algunas propuestas de cálculo delresultado ambientalmentesostenible

Desde la perspectiva de la conservación delcapital, el RAS sería el que se obtendría trasatender el mantenimiento de los tres tiposde capital reconocidos bajo la filosofía de lasostenibilidad, es decir, el capital natural crí-tico (CNC), el capital natural sostenible(CNS) y el capital manufacturado o huma-no (CM), una de cuyas posibles representa-ciones sería la siguiente.RAS = Variación del CNC

+ Variación del CNS (6)+ Variación del CM

Al partir de la idea de que las actividadesrealizadas por una empresa son ambiental-mente sostenibles si protegen explícitamen-te todo el capital natural crítico bajo suresponsabilidad, si renuevan algunos ele-mentos del resto del capital natural o si em-plean recursos del capital manufacturadopara sustituir aquellas áreas del capital natu-ral que se ha deteriorado, cabría establecercomo condición necesaria que la variaciónexperimentada en el capital natural críticofuera, como mínimo, igual a cero.

En caso de arrojar un valor negativo, se de-berán adoptar las medidas oportunas paracorregir dicha situación o, en el peor de loscasos, clausurar la actividad causante de lareducción del capital crítico. Puede suce-

der que el valor final del capital crítico seasuperior al inicial, gracias a las medidas adop-tadas para corregir aminoraciones acaeci-das en ejercicios precedentes7 . Por otraparte, para determinados elementos del ca-pital sostenible puede existir un valor um-bral tal que si es rebasado, pase a formarparte del capital crítico. Las interaccionesentre las tres clases de capital derivadas dela gestión medioambiental de la empresapodrían ser representadas en un cuadro dedoble entrada como el que ejemplifica elCuadro 1:

Cuadro 1Matriz de transacciones entre los tres

tipos de capital

CNC: capital natural crítico; CNS: capital naturalsostenible; CM: capital manufacturado o humano.Fuente: Déniz Mayor (2001).

La adopción de este enfoque por parte de laempresa se traduciría en considerar las mag-nitudes reflejadas capital manufacturadopropio al principio y al final del período, cuyamera confrontación daría el resultado con-table convencional (R), así como las exter-

7 Se debe ser cuidadoso con actitudes focalizadas enlo que podría denominarse conservacionismo in-genuo, dado que los equilibrios medioambientalesque mantienen la biosfera, tal y como se conocenactualmente, son muy complejos, por lo que pue-den romperse no sólo por reducciones en los va-lores de las magnitudes clave, sino también porexcesos en ellos.

Cesión Adición CNC CNS CM Total

adiciones Saldo

(+) CNC CNS CM Total cesiones Saldo (-)

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nalidades positivas y negativas (E) genera-das en el resto del capital, consecuencia dela gestión llevada a cabo por la compañíadurante el ejercicio (Déniz Mayor, 2001).Es decir:R = Variación del CM de la entidadE = Variación del CNC + Variación (7)del CNS + Variación del resto del CM

Tal y como está planteada, la expresión pro-puesta cae dentro de lo que ha venido endenominarse sostenibilidad fuerte (Daly,1994; Daly y Cobb, 1989), por contraposi-ción a la llamada sostenibilidad débil(Hartwick, 1977). Mientras el primer enfo-que requiere que todas las formas de capitalse mantengan intactas, el segundo es esen-cialmente económico por naturaleza y secentra en el mantenimiento de la renta. ElSerafi indica que:

Los partidarios de la sostenibilidad en sen-tido fuerte no permiten ninguna erosión dela base de recursos naturales y sostienenque la extracción debería ser compensadamediante la sustitución del activo disminui-do por otro de la misma naturaleza. Los de-fensores de la sostenibilidad en sentido dé-bil admitirían el agotamiento de los recursosnaturales con la condición de que los ingre-sos procedentes de su explotación se rein-virtieran de tal forma que la renta se mantu-viese. (2002, p. 20)

Aunque interesante desde la perspectiva dela sostenibilidad fuerte, la determinación delas magnitudes R y E a partir de las varia-ciones experimentadas en el capital presen-ta el inconveniente de ser poco útil comoherramienta de gestión para la dirección dela compañía. Además, plantea el problema,

nada desdeñable, de tener que identificar yvalorar todos los activos implicados al prin-cipio y al final de cada ejercicio para, a con-tinuación, determinar si han experimentadoalguna alteración cuantitativa debido a lasactividades realizadas por la empresa.

Por esta razón, desde una perspectiva ope-rativa, parece más adecuado centrarse enlos flujos físicos y económicos asociadoscon la gestión llevada a cabo por la entidad.En este caso, y con carácter general, losenfoques propuestos se sustentan en la filo-sofía de la sostenibilidad débil, pues supo-nen que el valor del daño causado seríaequivalente a la cantidad que, al menosnocionalmente, debería ser entregada a laspartes afectadas para compensarles por eldaño sufrido8 .

Una forma de abordar esta cuestión es elconcepto de valor perdido (VP), propuestopor BSO/Origin9 , entendido como el “costede los efectos ambientales causados por lasoperaciones de la compañía menos los gas-tos incurridos para mitigar estos efectos”(1991, p. 58). El cálculo de la primera mag-

8 Cuestión aparte sería determinar quiénes son los“verdaderos” responsables del daño causado sobrelos que recaerían los costes, si se considera el ciclode vida completo del producto (Atkinson, 2000).

9 En Huizing y Dekker (1992) se recoge un análisiscrítico de esta propuesta, en el que se cuestionanalgunos aspectos como la no inclusión de los efec-tos indirectos de las actividades de la empresa enel cómputo, ya que existe el riesgo de que algunosefectos ecológicos se trasladen al proveedor o alcliente, así como los métodos de cálculo utiliza-dos; además, los autores señalan que los gastosmedioambientales, tal y como aparecen registra-dos en el modelo propuesto, no ofrecen una indi-cación de la eficiencia de la gestión ambiental dela entidad o los beneficios aportados a la sociedad.

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nitud se obtendría sumando los costesmedioambientales relativos al procesamien-to o tratamiento de los agentes contaminan-tes –emisiones, vertidos, residuos– (GA) alcoste de los efectos residuales –efectosmedioambientales remanentes después deque todas las actividades de procesamientoy tratamiento han sido llevadas a cabo–(CER), mientras que la segunda sería iguala los pagos a terceros –actividades medio-ambientales subcontratadas relacionadas conlas emisiones de la empresa– (PT) más im-puestos medioambientales (IM) menos sub-venciones medioambientales (SM). Es decir:VP = GA + CER – (PT + IM – SM) (8)

El monto sería deducido del valor añadidocontable de la empresa (VA) para obtener,de esta forma, el denominado valor añadidoneto (VAN):VAN = VA – VP (9)

En el trabajo de Atkinson (2000) se utilizauna variante de esta expresión, donde elconcepto de VP es sustituido por el de va-lor del daño ambiental, cuya cuantía seobtiene multiplicando la cifra de emisionesdel sector industrial estudiado por el valormarginal del daño, calculado de acuerdo conestudios disponibles públicamente. Se ob-serva cómo el VAN resultante varía consi-derablemente entre los sectores estudiadosy que el valor del daño ambiental va dismi-nuyendo con el paso del tiempo.

Figge y Hahn (2004) también proponen unaversión del modelo BSO/Origin, denominadavalor añadido sostenible absoluto, que re-presenta, en términos monetarios, el valorextra creado por una compañía, ajustado portodos los cambios producidos en su eficien-

cia social y ecológica, con respecto a un ni-vel de referencia (benchmark). Esto presen-ta como particularidad, según sus autores,que si bien no informa acerca de si la empre-sa es sostenible o no, sí muestra en qué cuan-tía ha contribuido a una mayor sostenibilidad.Valor añadido sostenible absoluto =valor añadido – coste social ymedioambiental externo (10)+ valor añadido sostenible relativo

Otra alternativa parte del denominado aho-rro genuino, un indicador que muestra si unaeconomía está en equilibrio al crear o liqui-dar su riqueza o sus activos (World Bank,1997). De acuerdo con esta idea, Atkinson(2000) propone el ahorro genuino corpora-tivo (CGS, por su sigla en inglés), calcula-do de acuerdo con la siguiente expresión:CGS = beneficio antes de impuestos– valor de los daños (11)

De acuerdo con lo expuesto, una empresaincurre en costes que se corresponden conel valor de los recursos consumidos. Si alos ingresos obtenidos se le deducen talescostes, la cifra resultante constituye el va-lor de los recursos, potencialmente disponi-bles, para invertir y ahorrar. Como se deducede la expresión, si el CGS es positivo, laempresa sería considerada, al menos nocio-nalmente, sostenible.

Una propuesta similar a la del CGS consisteen la denominada externalidad ambientalneta (EAN) (Déniz Mayor, 2001). Su cuan-tía sería equivalente a la diferencia entre elimporte de las medidas adoptadas para pre-venir, corregir o mitigar los daños causadosal entorno natural, a las personas y sus pro-piedades, durante el ejercicio económico, y

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el valor actual de las externalidades genera-das en el ejercicio10 , con independencia delmomento de su manifestación efectiva. Undesarrollo analítico de la EAN, que incluyeralos ajustes que se van a realizar en el resulta-do contable derivados de la degradación am-biental y los costes de mitigación presentes yfuturos, es el propuesto a continuación; sediferencian, por una parte, las posibles cla-ses de medidas que va a adoptar la empresaen el marco de su política ambiental, y, por laotra, los posibles efectos ambientales11.EAN = GA – (GERA + GECA+ GESA + GEMA) (12)

Donde:GA: valor monetario de los gastos defensi-vos medioambientales incurridos.GERA: valor monetario del impacto ambien-tal negativo ocasionado por las medidas co-rrectoras, preventivas o reductoras del dañoambiental ocasionado por la empresa12 .GECA: valor monetario del resto de impac-tos ambientales negativos (entre ellos loscorregidos) sobre el capital natural crítico.GESA: valor monetario del resto de impac-tos ambientales negativos (incluidos los co-rregidos) sobre el capital natural sostenible.

GEMA: valor monetario del resto de impac-tos ambientales negativos (entre ellos loscorregidos) sobre el resto del capital manu-facturado.

Si el saldo resultante de dicha sustracciónfuera negativo, implicaría la necesidad deejercitar medidas adicionales de proteccióno corrección, o bien de dotar un fondo des-tinado a prevenir, corregir o mitigar tales im-pactos negativos, cuya constitución podríaderivarse de un imperativo legal o contrac-tual o del compromiso libremente asumidopor la empresa de contraprestar al medionatural, las personas y sus propiedades, porlos efectos derivados de la apropiación gra-tuita de los diferentes bienes y servicios su-ministrados por el medio ambiente. Si, porel contrario, el valor de la EAN fuera positi-vo, ello podría significar que la empresa es-taría anticipándose a daños ambientalesfuturos mediante una política preventiva. Uncaso límite es que la EAN alcance un valorde – ,∞ lo que se traduciría en la insosteni-bilidad absoluta de la actividad realizada porla empresa.

La consideración de la EAN como diferen-cia entre el valor monetario de los efectosambientales negativos ocasionados por laactividad de la empresa y los esfuerzos he-chos para mitigarlos tiene la clara implica-ción de que, al igual que la empresa, realizaun conjunto de actividades que se traducenen una creación de valor para la sociedad,también ejecuta otras que provocan el efec-to contrario, reduciéndose así su eficiencia.

Si bien es obvio que los gastos defensivos sehallan implícitos en la magnitud alusiva al re-sultado del ejercicio, su doble contabilización

10 A efectos de cálculo, en el caso de que se origina-ran externalidades positivas, su signo sería elopuesto al de las externalidades negativas.

11 Se han excluido los gastos de imagen y relacionespor la dificultad de vincular las actividades asocia-das a tales conceptos con efectos concretos sobreel medio ambiente, así como las transferencias defondos por multas y sanciones ambientales, salvoque su propósito sea la reparación del daño causado.

12 La propia actividad correctora implica sus pro-pios impactos ambientales. Su discriminación per-mite realizar un análisis coste-eficiencia de lasacciones de protección medioambiental.

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obedece al hecho de presentar, en términosnetos, el valor del daño ambiental causado, locual permite, además, identificar los esfuer-zos realizados por la empresa en favor de laprotección del medio ambiente, en el caso deque no aparecieran diferenciados como talesen el estado de resultados convencional.

Tal distinción permitiría un conocimiento másajustado de los daños causados y los esfuer-zos realizados para su corrección. Inclusosiguiendo un modelo tipo presión-Estado-res-puesta (Organisation for Economic Co-operation and Development [OECD], 1993y 1997; United States EnvironmentalProtection Agency [USEPA], 1995; UnitedNations, 1995) se podría vincular el valormonetario de las externalidades a variablesde presión y Estado, de tal forma que a cadaimpacto se le asignara un valor; por ello esnecesario acometer una discriminación delresultado generado por la empresa, con elobjeto de poder identificar todas y cada unade las transacciones potencial o efectivamentesignificativas por su relación con los impac-tos ambientales ocasionados por la empresaconsiderada.

5. Discusión: viabilidad de la noción deresultado ambientalmente sostenible

Llegados a este punto, procede una brevereflexión acerca de lo expuesto a lo largodel presente trabajo, no sólo desde el pun-to de vista conceptual, sino desde la facti-bilidad de su implementación.

Una hipótesis implícita que subyace en éstey otros modelos de corte monetario que pue-dan proponerse para su implementación enla contabilidad empresarial consiste en supo-

ner que todas las variables medioambientalesrelevantes son susceptibles de valoracióneconómica, cuando de la propia naturalezade estos estados contables se deriva la exclu-sión de determinadas transacciones signifi-cativas con el entorno, caracterizadas por suescasa susceptibilidad de ser valoradas eco-nómicamente. Es obvio reconocer que laspropuestas realizadas poseen importantes li-mitaciones derivadas, por una parte, del pro-blema de cómo valorar económicamente unaexternalidad; por la otra, de la ilusoria pre-tensión de que las compañías adoptaran unapolítica de revelación total.

En este sentido, cabría cuestionar el con-cepto de valor monetario de la externalidadambiental. Si bien los datos manejados paracalcular dicho valor deberían tener su ori-gen en los dictámenes y conclusiones de losdiferentes expertos y organismos que laempresa va a consultar, podría plantearse laduda acerca de qué organismos o expertostienen el poder legitimador para fijar los es-tándares y, en caso de conflicto, qué están-dar sería el válido13 .

Ítem más, la existencia de diversos métodosde valoración que –partiendo de presupues-tos diferentes– llegan a resultados, a veces,contradictorios entre sí podría suscitar lasospecha entre los grupos de interés relevantessobre la fiabilidad y comparabilidad de loscálculos presentados. Así, no necesariamen-te el valor económico y ambiental del dañocausado ha de ser igual al coste marginal delos recursos humanos, materiales y financie-

13 Seguramente, el valor alcanzado será el derivadode acuerdos de tipo económico y político, másque de criterios científicos. Véase Sagoff (2006).

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ros necesarios para su prevención, correc-ción o minimización. En determinados ca-sos, puede ser, incluso, más rentable para laempresa pagar las correspondientes sancio-nes e indemnizaciones legales antes que esta-blecer medidas de protección ambiental, dadala escasa percepción de los valores (no sóloeconómicos) asociados con el bien dañado.

A este respecto, en el contexto de la contabi-lidad nacional, disciplina que posee un desa-rrollo más avanzado en el estudio de laproblemática contable ambiental, voces críti-cas han cuestionado la validez de las aproxi-maciones monetarias, debido a su discrepanciacon las técnicas de valoración recomendadas,así como con la capacidad para implementarlasen aquellos países que posean bases de datoslimitadas. Por esta razón recomiendan quetodas las variables medioambientales se mi-dan en unidades físicas, aun cuando recono-cen que la completa integración con lascontabilidades económicas quizás no sea po-sible (Peskin, 1991).

Por otra parte, en los diferentes modelos ex-puestos parece observarse una legitimaciónimplícita a las empresas más rentables paracontinuar contaminando, siempre que susbeneficios excedan del coste de la externali-dad ocasionada. Todo ello sin olvidar que laempresa puede incurrir en unos desembol-sos espectaculares en favor del medio am-biente como consecuencia, precisamente, dela naturaleza altamente contaminante de laactividad desarrollada, sin que ello impliqueuna actuación medioambientalmente eficien-te. Ello implicaría recurrir a instrumentos derepresentación alternativos, como los indica-dores de gestión ambiental, en el marco de,por ejemplo, un modelo causal como el pre-

sión-Estado-respuesta, a fin de calibrar ade-cuadamente la importancia que sobre el me-dio ambiente tienen los impactos originadospor la realización de la actividad considerada.

A pesar de las limitaciones expuestas, no debeobviarse el hecho de que la incorporación delas externalidades a la contabilidad empresa-rial puede ayudar a la organización a obtenerun mejor conocimiento de sus operaciones ya cambiar formas de conducir los negociosque se daban por hechos. Así mismo, cabeestatuir el argumento de que utilizar métodospara calcular las externalidades y experimen-tar cómo implementarlas en el sistema con-table de la empresa es mejor que no hacernada (véase Costanza et al., 1997).

No cabe duda de que la inclusión de las ex-ternalidades en el sistema contable de la em-presa y, lo que es más importante, en el costedel producto puede ser objeto de controver-sia, dado que implica una minoración de losbeneficios empresariales y, por lo tanto, unamenor rentabilidad, que afecta negativamen-te el dividendo a corto plazo de los accionis-tas, sin que, además, pueda ser objeto dereconocimiento a efectos fiscales.

Ahora bien, ya existen casos de internaliza-ción reflejados en la literatura contable. Antesde los años setenta, los fabricantes de auto-móviles desdeñaban la problemática de lacontaminación en el diseño y los costes delos vehículos, que era soportada por la socie-dad y el medio ambiente como una externali-dad. Hoy en día, los costes derivados delcontrol de la contaminación son asumidos porlos fabricantes y repercutidos a los consumi-dores para poder seguir en el negocio. Porello, como indica Feltmate: “la pregunta que

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debería plantearse la profesión contable noes ‘¿podemos internalizar las externalidades?’.Esto ya se ha hecho y se seguirá haciendo.La pregunta más relevante es ‘¿qué externali-dades deberían ser estratégicamente interna-lizadas, tanto a nivel doméstico comointernacionalmente’?” (1997, p. 16).

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