Cuaderno 4 Rovirosa

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"La cercanía al mundo obrero y del trabajo"

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La cercanía al mundo obrero y del trabajo

según Guillermo Rovirosa

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Edita:

Comisión Permanente de la HOAC.

© Ediciones HOAC. Alfonso XI, 4, 4.º 28014 Madrid Tel.: 91 701 40 80 www.hoac.es www.edicioneshoac.org

Depósito legal: M. 26004-2011 ISBN: 978-84-92787-10-4

Preimpresión e impresión:

Gráficas Arias Montano, S. A. Puerto Neveros, 9. 28935 Móstoles Tel.: 91 616 56 00

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Presentación

De nuevo dejamos íntegramente la palabra a Rovirosa. Nos hemos limitado a espigar entre sus escritos y ordenar algunas de sus afirma-ciones en torno al apostolado obrero que, lógicamente, ha de empezar por la cercanía, el respeto y e l diálogo con las personas, el recono-cimiento de su dignidad y la valoración de su cultura, para, desde la vida, aportar la novedad de Jesús y su proyecto.

Conviene recordar el momento histórico en que Guillermo escribe: entre 1946 y 1963, en una situación como la española en la que las se-cuelas de la guerra civil todavía están vivas y la relación entre Iglesia y mundo obrero es de distanciamiento, cuando no de hostilidad, por una parte, o de paternalismo trasnochado, por otra. En todo caso, de desconocimiento y de desafecto.

Guillermo Rovirosa a su experiencia como trabajador ha unido, tras un largo proceso de búsqueda, su experiencia de encuentro con Cris-to. Sabe personalmente el tesoro que es la fe cristiana. Distingue muy bien lo que son los «alrededores» de la fe de lo que es el núcleo cen-tral: el Amor de Dios manifestado en Cristo, que transforma a quien lo acoge y le invita a responderle de modo semejante.

Con este bagaje va a emprender la tarea que en aquel contexto la Igle-sia le encomienda: la evangelización del mundo obrero a través de la creación y desarrollo de la HOAC para acercar la Iglesia a la realidad obrera, hacerla presente en ese mundo empobrecido y herido. Y lo va

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a hacer tomándose muy en serio los valores de la cultura obrera —su honradez, su solidaridad, su lucha por la justicia—, hablando su len-guaje, respetando su protagonismo. Y presentando con verdad y ca-riño a un obrero llamado Jesús que sabía de trabajos y cansancios, de amigos en quienes confiar y de otros que le traicionaban y que, en su sencillez, era Dios con nosotros, un Dios cercano transmitiendo vida e invitando a seguirle en el proyecto de un modo de vivir en el amor.

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1. Se hace hombre«Y cuando l legó el momento, el Amor pasó de ser algo a s er alguien. El Amor se hizo hombre y h abitó entre nosotros. El fuego del cielo bajó a la tierra para que ya no se extinguiera hasta el f in del mundo. Dios entre nosotros no manifestó en grado eminente ninguno de los atributos con que los filósofos se complacen en adornarle: poder, majestad, sabiduría, infini-tud…, sino solamente los atributos del Amor, que son pobreza, humildad y sacrificio. Y con esto venció al mundo» 1.

«En el momento de la Encarnación, cuando la Santísima Virgen pronunció el “Fiat”, estoy seguro, segurísimo (me basta la fe para ello) de que Jesús empezó su Vida mortal pensando en mi miserable persona en forma pare-cida a ésta: Ahora empieza mi manifestación de Amor por Rovirosa. A ver si cuando él se dé cuenta de lo que le amo, también Rovirosa se decide a amarMe. Y este pensamiento ya no le abandonó hasta su último suspiro en la Cruz. Siempre, siempre, mi estúpida persona estuvo presente en su Men-te mientras vivió, haciéndome la “rosca” para que yo, cuando sintiera sobre mí tanto Amor, me decidiera a amarLe. Hasta el último momento (hasta el fin) en el Calvario: A ver si Rovirosa cree que podía amarle más de lo que le he amado; todo lo he dado por él…» 2.

I. Dios se ha acercado

1   Guillermo rovirosa, Obras Completas (oC), Tomo i (Cooperatismo integral), p. 246.2   oC, T. i (Cooperatismo integral), p. 123.

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2. Se hace obrero«Jesucristo vivió la vida ordinaria de un trabajador, exactamente igual que nosotros, durante treinta años… ennobleció el trabajo… Jesucristo formó el colegio apostólico a base de trabajadores» 3.

«¿Quién fundó la HOAC? Jesús fue el iniciador. Siendo Dios se hizo obre-ro, vivió entre obreros y escogió como jefes de la Iglesia a unos obreros. La historia hoy se repite. Hace veinte siglos se desconocía la dignidad esencial de todo hombre, y el trabajo era lo más vil y despreciable. Jesucristo, verda-dero Dios y verdadero hombre, conquistó para todo hombre la posibilidad de llegar a ser hijo de Dios, ante Dios no hay pobres ni ricos, sabios o igno-rantes, hermosos o feos. Ante Dios sólo cuenta ser justos o injustos. Pero al hacerse Hijo del Hombre, Jesucristo pudo escoger su cuna. Y nació en casa del artesano de Nazaret, viviendo en ella treinta años… sin historia. Como cualquier obrero honrado» 4.

3. Entrega su vida«No hay nada que haga suponer que Dimas hubiera tenido algún trato con Jesús antes de la Pasión. Cuando… de repente se encuentra junto a Él, allí delante, a dos pasos. Debió ser en alguno de los intervalos del juicio de Pi-latos. Sucio, maltrecho, atado de manos, rostro tumefacto, con asquerosas salivas en las barbas… ¿Aquello el hijo de Dios?

Mientras Dimas miraba aquello, seguramente que iba moviendo la cabe-za de manera muy significativa. Hasta el momento en que aquello m iró a Dimas. Y las miradas se encontraron.... Dimas, como profesional, sabía que los tesoros siempre se ocultan donde menos puede suponerse, y q ue bajo una pila de estiércol había encontrado más de una vez un montón de oro. Aquella mirada.... los ojos tumefactos eran como los de cualquier otro

3   oC, T. iv (¿Cómo se inicia un centro oaC?), p. 361.4   oC, T. iii (la HoaC, ¿qué es esto?), p. 442.

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hombre en semejante situación; pero LA MIRADA… ¿Qué había en aque-lla mirada? Dimas no hubiera podido explicarlo (ni nadie), pero vio una luz nunca vista. Aquel hombre no era un hombre como los demás… Así como el Hombre-Dios había decepcionado a t odos los que buscaban en Él una superación a todos los héroes humanos, ahora sacudió a Dimas al descubrir una dulzura y una compasión infinitas en una mirada que, humanamente, tenía que estar embrutecida por el rencor, el miedo, el odio, la ferocidad… Aquello no era posible, pero no podía negarlo; lo tenía delante. En su expe-riencia de los hombres nunca se había encontrado con nada semejante… No podemos olvidar que la conversión viene siempre provocada por el contac-to con Cristo; éste, y no otro, es siempre el punto de partida… ¿Qué clase de hombre era aquél?... recordaba que la blasfemia de que acusaban a Jesús era tan extraña que no la había oído nunca… Dios y yo somos una misma cosa… ¡Está loco!… Hasta el momento en que le miró a los ojos y recibió dentro de sí aquella mirada… Aquel hombre no estaba loco... Había visto aquella mirada y no precisaba nada más… ¿Puede un hombre ser Dios? La cabeza le decía que no, que no, y que no. Pero su corazón llevaba la estoca-da de una mirada que se lo había traspasado. Esta lucha terrible y grandiosa entre la cabeza y el corazón hay quien la ha llevado dentro de sí durante semanas, meses y hasta años, como el que escribe estas líneas; para Dimas debió durar muy poco... Dimas fue testigo del prodigio único, y s in repe-tición posible, del Dios del Calvario. El gran milagro del Amor Absoluto que se da a sí mismo por los que ama hasta extremos inconcebibles... Des-cubrió que en aquel ser humano envilecido y aplastado habitaba el mismo Dios. Era verdad: Jesús y el Padre eran una sola cosa. Esto no era ninguna blasfemia ¡No! No solamente era la mayor verdad que se había proclamado desde el principio del mundo, sino que era la Gran Verdad, ya que todas las demás son solamente consecuencia de ésta…» 5.

5   oC, T. i (el primer santo: Dimas el ladrón), pp. 363-369. lc 23, 39-43.

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1. Jesús se hace presente en «el otro»«Y ciertamente que cuando se ha visto el Amor de Jesús de esta manera, el corazón humano no puede resistir, y no hay más remedio que corresponder a su Amor. Pero aquí empieza otra dificultad, y es que el amor, cuando es amor, exige correspondencia. Pagar amor con amor. Y yo no puedo devol-ver a Jesús un amor semejante al suyo. Basta fijarse un poco para verlo con caracteres de evidencia… Por puro amor, Jesús me ha colmado con toda clase de bienes, empezando por la vida natural y la Vida bautismal y ¿qué bienes puedo yo devolver a Jesús para corresponder a los que de Él he reci-bido? Mírese como se mire, mi amor a Jesús toma las características de un amor imposible.

Y es aquí cuando aparece en toda su sabiduría y su g randiosidad el Man-damiento de Cristo, su Mandamiento, el Nuevo. Con eterna y permanente novedad, haciendo posible lo imposible. Permitiendo que la criatura ame a su Creador con un amor semejante al de Éste. Para ello Jesús se hace pre-sente en “el otro”, en cualquier otro hombre. Lo que a uno de éstos hagáis, a Mí me lo hacéis. Por acción, o por omisión. Puedo colmar de beneficios a Jesús, colmando de beneficios “al otro”. Puedo amar a Jesús en la persona del enemigo o de quien nada amable tiene para mí.» 6.

6  oC, T. i, (Cooperatismo integral), pp. 123-124.

II. El otro es Cristo

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2. Aprender a conocerlo, a escucharle…«Comprendo que para vivir el Mandamiento Nuevo (para ser cristiano) me es indispensable conocer “al otro”, que me es imposible conocerlo si no lo escucho a él. No se trata de un problemita, ni de algo bonito e interesante, sino de la base sobre la que he de construir mi cristianismo. Algo sé de lo que tengo que hacer, y puedo enunciarlo así:— Tengo que desplazar el centro de mi interés de mi yo al yo del “otro”.— Tengo sobre todo que auscultarle mientras escucho sus palabras,

como auscultan los médicos los ruidos del pecho. Más que las pa-labras en s í m ismas, he de a tender qué ecos, qué r epercusiones, qué h eridas v iejas y n uevas, q ué s anidades, q ué h istoria... t raen consigo.

— Tengo que detectar, sobre todo, en qué aspectos Cristo está presente en el “otro” y atender a su mensaje.» 7

«El conocimiento real del hombre se consigue poco a poco, paciente-mente … N o viene exclusivamente de fuera, sino que exige que uno se encuentre su mergido en e l m ismo destino, marinero de la m isma tripulación… Para conocer a l os hombres e s p reciso haber padecido hambre y s ed e ntre l os h ombres, h aberse j ugado l a v ida co n e llos, haber tomado parte, en cierta manera, en sus evasiones psicológicas; haber escuchado en los momentos favorables el verdadero canto que sale de lo p rofundo de su s a lmas… Hay que haber t enido contactos individuales y p or g rupos, haberlos observado en la calle, lo mismo que e n e l c ine y e n l a t aberna. Es menester haber aprendido mucho de los demás, oyéndoles y viéndoles vivir, sin desdeñar las zonas más despreciadas ni los grupos más oprimidos. Es menester bañarse en el mar humano hasta sentir la propia alma próxima a l as a lmas de los otros hombres.» 8

7   oC, T. ii (la virtud de escuchar), p. 91.8   oC, T. iii (Profesión: cómo se profesa la HoaC), pp. 495-496.

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3. …para amarle«En cuanto nuestros ojos miran al Obrero Crucificado, todo se nos aclara y caen las escamas que no nos dejaban ver el camino que nos saque de este infierno en que se ha metido una humanidad sin Dios. Todo el evangelio está impregnado de esta Ley del máximo esfuerzo a favor de los hermanos, desde las palabras del Padre Nuestro, que a todos nos hace hijos de un mis-mo padre hasta las maravillas del Cuerpo Místico, que nos hace UNO con Cristo, con las otras maravillas de la Redención, que para consumarla el mismo Dios se quiso hacer hermano de los hombres, para que luego fuera continuada por aquellos que por amor se hicieran hermanos de todos, como Cristo se hizo.» 9

«Dios me amó sin yo merecerlo, y ahora puedo corresponderle exactamente amándole en los hermanos que nada han hecho para merecer mi amor; y si Dios me amó siéndole yo enemigo y odiándole, yo debo devolverle este amor colmando de beneficios y a tenciones a l os hermanos que me persi-guen y me odian; si el Dios Encarnado sufrió y murió por mi amor, yo pue-do devolverle este amor sufriendo y muriendo por Él en la persona de mis hermanos; si Dios me perdona por amor, yo también puedo devolverle estas pruebas de amor perdonándole y amándole en los hermanos que me persi-guen y ofenden; si Él nos redimió por amor yo puedo devolverle este amor redentor sufriendo y pagando en la persona de mis hermanos extraviados; si Él se me da en comida para alimentarme, también puedo corresponderle dejando que mis hermanos me coman.» a0

9   oC, T. iv (Normas y guiones para el director del cursillo), p. 251.a0   oC, T. iv (Normas y guiones para el director del cursillo), p. 274.

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1. ¿Quién es obrero?

«Todo hombre sin hogar propio, sin herramienta propia, sin campo propio; todo hombre desarraigado de la tierra que lo sustenta, como los granos de la arena del desierto a m erced del simún devastador, nutrimos el ejército innumerable del “proletariado”». aa

«No somos humildes los obreros. Si lo fuéramos, ¿qué falta hacía la HOAC? Lle-vamos sobre la frente la marca, no de la humildad, sino de lo que hay más opues-to, que es la humillación. No somos clases humildes sino clases humilladas…» as

«Los OAC consideramos como obrero a todo trabajador que a sí mismo se considera obrero»… La primera «marca» del OAC es la alegría, la satisfac-ción, el santo orgullo de ser obrero… como Cristo. ad

2. El «santo» orgullo de ser obrero«Solamente en la compañía de Cristo podemos los obreros sentirnos digni-ficados y elevados a un nivel tan alto y tan grande que no lo podemos hallar

aa   oC, T. iii (Ponencia presentada a la i semana Nacional de la HoaC), p. 403.as   oC, T. iii (la reforma de la sociedad anónima), p. 356.ad   oC, T. iv (Cómo se inicia un centro oaC), p. 307.

III. Devolver los obreros a Cristo y devolver Cristo

a los obreros

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parecido en ninguna parte. Cristo es el único Redentor de los obreros, y en los obreros cristianos hallará nuevamente el mundo del t rabajo su r eden-ción». af

«Se equivocan lamentablemente las buenas personas que se miran tan por encima de los obreros, que lo primero que les dicta su corazón magnánimo es elevar a los obreros. Y vamos a decir dos palabras sobre esto: si el obrero que quieren elevar es u n buen obrero en su o ficio, ya han l legado t arde, porque no puede subir más. ... La única elevación posible es la sobrenatural. Que no se resista a la gracia y Cristo encarnará en él. ¿Qué querrán elevar en éste los elevadores de los obreros? ... Un obrero buen obrero y temeroso de Dios es una obra maestra de la creación y nadie se atreva a profanarla con excusa de elevarla» ag.

«Asimismo entre los cristianos seglares (nosotros) ostentamos la repre-sentación del estamento al que perteneció el Divino Jesús, y como tales, orgullosos santamente de esta representación, venimos obligados a poner de manifiesto todas las virtudes evangélicas, ya que, como clase, fuimos los p obres l os q ue Jesucristo q uiso e vangelizar d irectamente… Porque Jesucristo f ue t rabajador, e n l a forma m ás noble del t rabajador, que e s la a rtesanal, nosotros nos sentimos orgullosos de serlo… como Él. Y a este orgullo lo l lamamos “santo” porque no nos conduce a d espreciar a los demás, y a a vasallarlos, y a o primirlos, y a v ejarlos, sino a a marlos, como Cristo, a compadecerlos… como Cristo; a ser honrados nosotros y a honrar a los demás… como Cristo. Cuando un obrero oye despreciar su clase y no se levanta orgulloso a defender la “clase de Jesús”, no merece ser obrero» ah.

«Reivindicamos para la clase obrera el primer puesto como herederos del Evangelio de Cristo, que estableció como prueba de que Él era el Mesías el hecho de que se evangelizara a los pobres» aj.

af   oC, T. iii (la HoaC ¿qué es esto?), p. 448.ag   oC, T. iii (Ponencia presentada a la iii semana Nacional de la HoaC), p. 426.ah   oC, T. iv (Normas y guiones para el director del cursillo), pp. 262-264.aj   oC, T. iii (la HoaC ¿qué es esto?), p. 441.

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3. Apóstoles obreros.«Los días de deslumbramiento de mi conversión yo me enternecía y sus-piraba pensando en la alegría que hubiera sido el poder vivir los tiempos apostólicos… ¡Y bien!, padre mío: ¡esto, esto son los tiempos apostólicos! Estoy bien seguro…» ak.

«El amor en el apóstol obrero, que no debe excluir a nadie, pero que debe ser un amor especial a la clase obrera, exige fidelidad a la misma. Sería inútil forjar apóstoles para el mundo obrero que van a ser rechazados de antemano por éste. Ahora bien, el único modo de conseguir que el mundo obrero acepte a los apóstoles del Evangelio es que éstos acepten al mundo obrero participando de todas aquellas sus actitudes y aspiraciones que no afeen el Mensaje de Cristo… Finalmente, si es necesario y u rgente que exista un testimonio vivo cristiano y obrero al mismo tiempo, por fuerza para ser cristiano ha de ser testimonio de f idelidad a C risto, y p ara ser obrero ha de ser testimonio de fidelidad a la clase obrera… Es, pues, de todo punto necesaria la f idelidad a l a clase obrera ¡Que el ser cristiano, lejos de apartarnos de nuestros hermanos, nos haga ser más solidarios con ellos!» al.

«En resumen, la manera de conquistar espiritualmente a los obreros para Cristo, será respetando todo lo que constituyen sus hábitos y estilo de vida. Todos, menos el pecado» s0.

«Para un oacista todo el año es “adviento” pues en cualquier día y en cual-quier hora espera que Cristo nazca en el corazón-establo de un hermano de trabajo» sa.

ak   oC, T. vi (Carta a mn. ricart), p. 77.al   oC, T. iv (libro del cursillista), p. 122.s0   oC, T. iii (Ponencia presentada a la iii semana Nacional de la HoaC), p. 427.sa   oC, T.vi (Carta a mn. ricart), p. 79.

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4. Descubrir una realidad a transformar«Alguno quizá se pregunte interiormente: “¿Y qué podemos hacer noso-tros?” Todos p odemos y debemos e mpezar por hacer una cosa: darnos cuenta de la realidad…» ss.

«No hay duda de que en los países cristianos, y en los otros, hasta hoy ha imperado (socialmente) la lucha por la existencia como ley de vida, con todas las atenuaciones y disfraces que se quiera, pero es así. Y siendo así, vemos que en todas las sociedades organizadas que existen hoy, los eternos vencidos en la lucha por la existencia (que son los trabajadores y las muje-res) carecen de representación» sd.

«El fenerismo (sistema de “arrendamiento de bienes” en el que una persona tiene los t ítulos posesorios de u nos bienes y o tra persona t iene e l “ uso” de aquellos bienes) ha instituido el dinero como valor supremo, dejando siempre al hombre como valor accesorio, y nos ha conducido al caos en que nos debati-mos. No es exagerado afirmar que para muchísimos (creo que para casi todos) el dinero es el dios en quien se cree, en quien se espera y a quien se ama sobre todas las cosas. El fenerismo es la “revelación” de esta religión basada en la mentira, y las leyes económicas que degradan al hombre son su ley divina» sf.

«Cuando Don Pancho se decide a ganar dinero, la primera idea que desecha es la de ponerse a trabajar por cuenta ajena. Sabe demasiado que quien gana dinero no es nunca quien vende su trabajo sino quien compra el trabajo aje-no. Se decidirá, pues, a comprar trabajo» sg.

«El egoísmo propio de nuestra naturaleza actual nos empuja constantemen-te a considerar “nuestras cosas” como las más importantes del mundo. A los demás los consideramos y l os apreciamos en l a medida que nos son

ss   oC, T. i (Cooperatismo integral), p. 116.sd   oC, T. i (Cooperatismo integral), p. 190.sf   oC, T. ii (Fenerismo), p. 54.sg   oC, T. iii (la reforma de la sociedad anónima), p. 177.

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útiles o agradables. Les damos un valor que podemos llamar instrumental. Les necesitamos para nuestra vida material y hasta para nuestra santifica-ción. Pero estas consideraciones están llenas de egoísmo, y a base de ellas no se puede construir una comunidad. A todo lo más que se puede llegar es a una sociedad humana como la que vemos a nuestro alrededor, en la que cada uno busca “sacar” al máximo y “meter” el mínimo» sh.

5. La fuerza de los débiles «Bueno e s q ue l os t rabajadores u namos n uestras f uerzas p ara d efender nuestros derechos para que haya más justicia, pero esto todavía no es lo es-pecífico de los cristianos, ya que los explotados que no son cristianos lo pue-den hacer... y lo hacen. Cuando las uniones de trabajadores (y de los otros) logran los objetivos propuestos, su cohesión y su unión f lojean, como es el caso de los sindicatos en muchos países de alto nivel de vida. Pero cuando el objetivo de la unión (y de la reunión) es entrar más y más en el Amor trini-tario, la fuerza de la unión, que es fuerza de Amor, irá siempre en aumento. Ésta es la fuerza de los débiles: la fuerza del Señor Omnipotente» sj.

«Cuando los débiles seamos Cristo (y somos los que estamos en la mejor si-tuación para serlo), y n o solamente en el vivir individual sino también en el social, todo lo demás se nos dará por añadidura. No digo que venceremos al mundo, porque el “mundo” ya está vencido hace dos mil años, pero sí digo que la derrota del “mundo” se irá haciendo más visible y más patente cada vez» sk.

«La gran paradoja del cristianismo, que ha desconcertado, que desconcier-ta y que desconcertará siempre la razón humana, es p recisamente la de vencer a la fuerza con la debilidad, al poder con la mansedumbre y a las leyes con el amor» sl.

sh   oC, T. ii (año de la comunidad), p. 193.sj   oC, T. ii (año de la comunidad), p. 232.sk  oC, T. ii (Noticias), p. 380.sl   oC, T.i (Cooperatismo integral), p. 142.

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1. Construir comunidad…«Gracias a Dios, el hombre perfecto no existe. No hubo más que uno y lo matamos, como es natural. Pero, como el ave Fénix, renació y (¡oh mara-villa!) los cojos, los ciegos, los l isiados… podemos juntarnos y l levarnos unos a otros, y (si lo hacemos con Él) entonces sí que formaremos verda-deramente el hombre perfecto: el Cuerpo Místico de Cristo. Pero ello no a base de nuestras semejanzas, sino de nuestras diferencias» d0.

«Queremos construir un mundo en el que haya lugar para Cristo-El-Obrero en la casa de cada uno de sus moradores; en que cada adelanto no signifique una nueva opresión a los que trabajan, sino una nueva estrofa en el cántico nuevo de alabanza que la humanidad comunitarista hace subir al creador en acción de gracias por haber dado a los hombres poder recrear el mundo que Él creó. Pero no sólo el mundo de la materia; la dignidad del hombre exige exaltación simultánea de sus valores materiales, vinculándole a la tierra que lo sustenta y vinculándole al cielo donde está su esperanza cierta. Hace dos mil novecientos años que el Apóstol Pablo escribía: “El mundo espera con ansias la manifestación de los hijos de Dios”. Hoy podemos repetir estas palabras. Y añadir: ¡La antorcha comunitaria está encendida! ¡¡Hermanos de la HOAC!! ¡¡¡ A prender fuego al mundo!!!» da.

d0   oC, T. i (Cooperatismo integral), p. 192.da   oC, T. i (el manifiesto comunitarista), p. 89.

IV. Vida humana, vida obrera, imposible

sin comunidad

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2. …es posible con Cristo…«La redención se nos p resenta, p or e l hecho m ismo, como e l restableci-miento de la unidad perdida. Restablecimiento de la unidad sobrenatural del hombre con Dios, y, al mismo t iempo, otro tanto de la unidad de los hombres e ntre ellos. L a misericordia d ivina ha r eunido los p edazos, l os ha fundido en el fuego de la caridad y reconstruido la unidad destrozada. Cristo viene a agrupar alrededor de Él a toda la humanidad. Tal es el gran milagro del Calvario. A él llevó Cristo la humanidad y con él toda entera ha resucitado y será salvada.

Esta fragmentación de los hombres alcanza también a la clase obrera. Tam-bién ella está tocada del mal y nos desgarramos unos a otros como bestias salvajes. Esa individualización, fruto de nuestros egoísmos, la llevamos en el interior de nuestro ser.

La unión de la clase obrera es una exigencia natural, es una exigencia cristiana. Mientras Dios actúa s in cesar en el mundo para hacer con-currir t odo a l a u nidad, p or los hechos de los hombres, nos h acemos pedazos.

Toca a nosotros recoger los miembros dispersos de la clase obrera, laboran-do con Cristo en esta reconstrucción de la unidad humana.

No puede haber unidad perfecta, consolidada, permanente, si no está basa-da en esa fe en un Padre Común. Cristo nos dio la llave de este gran tesoro. Miembros unos de otros, formando un solo cuerpo. Unidad, que pone al hombre al servicio del otro hombre con todos sus sacrificios, por encima de todos los intereses y de todas las pasiones. Unidad en Cristo: Lo que hicie-reis al más pequeño, a mí me lo hacéis.

Que todos seamos uno, y todos y cada uno de nosotros al servicio de to-dos» ds.

ds   oC, T. v (artículos), p. 512.

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3. …que nos ha dado la clave«Los trucos sobrenaturales divinos son de este estilo:— Para ocupar el primer lugar, el truco es agarrarse al último.— El t ruco p ara t oda v ictoria e s a ceptar l a h umillación y l a m uerte...

mansamente.— Para dominar, el truco es servir y amar, y no de cualquier manera, sino

como Cristo.— Para llegar a tener una gran personalidad (divina nada menos) el truco

es negarse a sí mismo.— Para l a “ propaganda” a postólica n o h ay m ás q ue u n t ruco v álido:

Amaos unos a los otros como Yo os he amado, para que el mundo conozca que Yo soy el enviado…

— En los trucos verdaderamente cristianos siempre han de andar por me-dio las Bienaventuranzas; si no, no valen.

— Para decirlo de una vez: No hay más que un solo truco cristiano, in-menso, inenarrable, total, absoluto, indefectible…, que es el Amor tri-nitario, que en este mundo tridimensional se manifiesta en el espíritu de pobreza que todo lo comparte (imagen y semejanza del Padre); es-píritu de humildad que todo lo acepta (imagen y semejanza del Hijo); y espíritu de sacrificio que a todo renuncia, hasta negarse a sí mismo (imagen y semejanza del Espíritu Santo). Este es el único truco sobre-natural, que no lo podía inventar ningún hombre, pero que nos lo ha dado el Señor con el tesoro de su Sangre redentora y la efusión de su Gracia. Buscamos t rucos inéditos y n os i lusionamos con ellos (¡ilu-sos!) mientras dejamos de lado el truco eterno» dd.

dd   oC, T. ii (el compromiso temporal), pp. 150-151.

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1. Dios llama desde la realidad «No importa que millares de personas carezcan de lo más necesario para llevarse a la boca. No importa que la falta de vivienda sea un problema angustioso y p alpitante. No importa que millones de seres hayan de emi-grar, en un peregrinar sin descanso, a causa del orden que se sostiene por la fuerza. No importa que el pueblo esté sojuzgado. No importa la mordaza que pesa sobre las fuentes honradas y justas de información. No importa el desorden de unos pocos nadando en la mayor opulencia y de otros innume-rables padeciendo hambre crónica. No importa todo este desorden, con tal que la tranquilidad, confundida con el orden, siga reinando.¿Puede llamarse incitación al desorden (orden) la formación de una men-talidad para sustituir esta t ranquilidad (orden) por un régimen más justo, conforme a los deseos de Dios para los hombres?¿No es acaso una violencia desordenada la defensa de todo ese desorden? ¿No pugna con la libertad que, como supremo valor, Dios deposita en todo hombre?Los privilegiados de este desorden tranquilo (¡) califican de abuso las me-didas equitativas, justas, tomadas por la sociedad en defensa del derecho de los no privilegiados.La esclavitud (desorden) fue considerada en su tiempo la suma de la orde-nación de la justicia. Su supresión costó ríos de sangre y vencer multitud de dificultades, aun dentro mismo de los esclavos.

V. Reaccionar ante «el orden que tapa

el desorden»

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La deformación mental en u nos y o tros, en los que d irigen y e n los que obedecen, en los hambrientos y en los saciados, en los libres y en los «es-clavos», exige en los hombres honrados, que han despertado a l a llamada del Señor, un esfuerzo continuado para que su l lama se siga propagando, aumentándose, al mismo tiempo, su intensidad y calidad.

Sentirse llamado para derribar este desorden entronizado en nombre del orden, donde toda corrupción tiene asiento y todo vicio encuentra cabida, y desoír su voz, sólo se concibe en cobardes y materialistas.

La tarea será dura, y la incomprensión, a menudo el pago de desvelos; pero con la asistencia prometida por el Espíritu Santo, con la unidad del Equipo y la co-laboración con el sacerdote, poco a poco veremos coronar nuestros esfuerzos.

El Cristo sangrante, que es para el c ristiano el prójimo, nos u rge angus-tiosamente a la lucha por el reino del amor. Sólo el Señor, y lo que es obra suya, es orden. Ya Él advertía: “Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos; s ed, pues, a stutos co mo s erpientes y s encillos co mo p alomas” (Mt 10, 16-17). La lucha por el verdadero orden cristiano exige prudencia y sencillez, mas no desmayo; porque el ser perseguido a causa de su nombre es el signo inequívoco de que estamos en la línea que Él quiere y desea.» df

2. Respondemos desde la situación obrera «El “clasismo” es uno de los peligros que nos acechan. La “lucha de clases” es un hecho brutal y evidente, que no ha sido provocado precisamente por las injusticias de los trabajadores.

No hemos escogido el lugar ni la manera de luchar, sino que nos ha sido impuesto; no podemos desertar ni traicionar a la clase obrera a que perte-necemos, para acabar con un estado general de injusticia.

Nuestro objetivo no puede estar en la lucha de clases, sino en la justicia social “para todos”. Si nuestra victoria en la lucha de clases se resolviera en

df   oC, T. v (artículos), pp. 624-625.

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la implantación de una injusticia social de tipo obrerista, la victoria sería pírrica, y más que victoria debería ser llamada derrota.

En nuestra lucha de clases nos sentimos representantes no solamente de los trabajadores, sino de todos los atropellados de cualquier manera, los perse-guidos injustamente en las cárceles y campos de concentración, los que se desplazan de una a otra parte sin encontrar tierra firme bajo sus pies; en fin, de todos aquellos que gimen en el infierno terrenal, víctimas de los que con estos métodos pretenden construir el paraíso en la tierra.

Nos sentimos representantes incluso de los que están al otro lado de la ba-rricada en nuestra lucha de clases, ya que el mayor bien que podrían recibir en este mundo será el de ser vencidos en esta lucha, dejando de una vez de ser lucradores del sudor, de las lágrimas y de la sangre de los miserables, para pasar a ser colaboradores de una humanidad fraterna en marcha hacia los altísimos destinos para los que Dios la creó.

Luchamos por un humanismo cristiano, en el que los hijos de Dios colabo-ren con los hijos de Dios, en vez de oprimirse, explotarse y odiarse recípro-camente. Queremos la abolición del proletariado y de la miseria (tanto la mi-seria por defecto como la miseria por exceso); queremos que la clase obrera ocupe en la sociedad el puesto que le corresponde como elemento directivo y en pie de igualdad con otras categorías humanas. Esto va mucho más allá de cualquier reforma del capitalismo o del colectivismo tecnocrático». dg

3. Oración por la cólera y el amor«¡Señor! ¡Consérvame la cólera!

Que ante la injusticia, mi corazón se rebele. Que sienta en mi alma la rabia del orden que tapa el desorden.

Que me sienta capaz de luchar. Que pueda, en cualquier tiempo, coger el látigo y arrojar a los mercaderes del templo. Porque Tu templo no es sólo la Iglesia ¿No se lo dijiste a la samaritana?

dg   oC, T. v (artículos), pp. 245-246.

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Tu templo son las fábricas, los despachos, los talleres —el lugar desde don-de te rezamos—. Y h ay hombres que han convertido la casa de Dios en cuevas de ladrones. Que me sienta capaz de vencerlos.

No permitas, Dios, que me resigne. Porque resignarse es declararse venci-do. Y sólo ante Ti debemos declararnos vencidos. Ante nadie más. Y nunca ante los sembradores de iniquidad.

¡Señor! ¡Purifica mi cólera!

Que en mi ira no piense en mí, sino en la gloria del Padre y en mi prójimo. Como Tú lo hiciste. Como fue Tu ejemplo; constante rebelado, compañero de los hijos del Trueno, venido a sembrar guerra y no paz, sumiso al Padre y muerto por amor a tus hermanos. Que me sienta yo, como Tú, capaz de vivir y morir por mis hermanos.

Que no piense que soy yo quien lucha, sino nosotros. Que no piense que soy yo quien te reza, sino que en mí confluye el g rito de los oprimidos. Porque la cólera por causa “mía” lleva alodio; la cólera por “nuestra” causa conduce al amor.

¡Señor! ¡Dame el amor!

Dame el amor, Dios, para que mi cólera no sea obra de infierno.

Que mi cólera sea amor a mis compañeros.

Que mi cólera sea amor a todo el pueblo desheredado. ¡Pobre pueblo, opri-mido siglo tras siglo!

Que mi cólera sea pasión con ellos: la “com-pasión” auténtica, fuerte y viril.

Que mi cólera sea también amor al enemigo; al pobre, al desgraciado sem-brador de injusticias, al que ha derribado Tu altar y en su lugar ha fundido un ídolo de oro. ¡Dios! ¡Apiádate de él y, por su bien, ilumínale! ¡Que te conozca!

Que mi cólera no sea contra los hombres, sino contra su mal. Que no sea odio.

¡Señor! Tú sí, porque Tú sabes qué quiere decir esta palabra: ¡Dame Tu caridad!» dh.

dh   oC, T. v (artículos), pp. 479-480.

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1. En los albores de la HOAC (1946)«Los objetivos inmediatos de la HOAC no pueden ser diferentes ni inde-pendientes de su objetivo general, que es: Ganar para Cristo el mundo del trabajo. Esto no lo podemos perder nunca de vista y debe presidir siempre todas nuestras actividades» dj.

«Todo lo que hasta hoy se ha hecho en España con intención de ganar a Cristo a los trabajadores seguramente habrá servido en gran manera para la santificación de los que en ello se han ocupado. Pero en cuanto al acierto de sus métodos, no aparece en parte a lguna s i nos g uiamos por la regla segura de que por los frutos conoceréis el árbol. Por lo cual (y admitiendo de antemano todas las excepciones que hagan falta) declaro suspectos para actuar como d irigentes de la AC a todos a quellos que hubieran a ctuado como dirigentes antes del año 1936 en actividades social-católicas. “Esto” es diferente de “aquello” y si ponemos las mismas personas tendremos otra vez “aquello”» dk.

«Hermanos: somos —por misericordia de Dios— los fundadores de una Obra cuya trascendencia no podemos sospechar. Dios tiene sobre nosotros fijos los ojos esperando que correspondamos a sus gracias para inundarnos

dj   oC, T. iii (rovirosa en las semanas Nacionales de la HoaC), p. 401.dk   oC, T. iii (rovirosa en las semanas Nacionales de la HoaC), p. 407.

VI. Construyendo la HOAC

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con o tras n uevas. B ien e stán l os t écnicos; b ien e stán l os o rganizadores; pero quienes nos son indispensables son los Santos; personas en cuyo co-razón reina Dios como único soberano, que todo su esfuerzo se encamina en ser justos a los ojos de Dios. A éstos, a éstos que buscan el reino de Dios y su Justicia, y no a otros, son a los que todo se les dará por añadidura» dl.

2. Avanzando en su historia (1951)«El Mandamiento Nuevo nos lleva en primer término a devolver a los tra-bajadores el sentido de la grandísima dignidad del trabajo, envilecido por el apogeo en que durante dos siglos han vivido los que no trabajaban.

Pero para que los obreros reconozcan la dignidad del trabajo, y los que no son obreros respeten esta dignidad, es menester que los obreros católicos tengamos la conciencia clara de nuestra grandísima dignidad. Penetrarse de la idea de que solamente en compañía de Cristo podemos los obreros sentirnos dignificados y elevados a un nivel tan alto y tan grande que no lo podemos hallar parecido en ninguna parte.

Cristo es el único Redentor de los obreros, y en los obreros cristianos halla-rá nuevamente el mundo del trabajo su redención.

La honradez es el fundamento natural sobre el que hay que construir todo el edificio sobrenatural. Antes de convertirse al Cristianismo hay que con-vertirse a la honradez, aunque ambas conversiones pueden ser simultáneas. Pero nadie que no sea honrado puede pretender con justicia el nombre de cristiano; por ello ha decaído tanto el prestigio del cristianismo: por pre-sentarse pública y ostentosamente como cristianos tantos indeseables que carecen del mínimo básico de honradez.» f0

«Frente a u na humanidad metalizada, que ú nicamente a tribuye valor ( y, por tanto dignidad) al dinero —y al poder que se utiliza para hacerse con dinero— se levanta la HOAC para continuar el mensaje eterno de la Iglesia

dl   oC, T. iii (rovirosa en las semanas Nacionales de la HoaC), P. 410f0  oC, T. iii (la HoaC, ¿qué es esto?), pp. 447-448.

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y decir: el valor máximo en la tierra es el hombre, como imagen de Dios y como hijo de Dios. Todo lo que existe en la tierra es para el hombre y el hombre es para Dios.

Nos enfrentamos, por tanto, con los que quieren posponer el hombre al di-nero, o al Estado, o a la economía, o a la producción.» fa

«La lucha de la HOAC se encamina en primer término a que todo obrero recobre la conciencia de su dignidad de hombre y de obrero a luz de Cristo. Siglos enteros de opresión y desprecio han conseguido que los obreros nos despreciemos a n osotros mismos. Se nos llama “los humildes” cuando la verdad es que somos “los humillados”.

Y cuando el mundo del trabajo recobre en primer lugar la dignidad hu-mana y c ristiana que nos ha sido arrebatada, entonces todos los demás objetivos de bienestar y justicia social se conseguirán rápidamente y fá-cilmente.

La imitación de Jesucristo que fue, es y será siempre el único ideal de per-fección del verdadero cristiano, no puede menos de ser también el ideal de los OAC. Y donde Jesucristo nos dio lección y ejemplo constante fue en su amor sin límite a los hombres. A todos los hombres y a cada uno.

Pero esto exige desprendimiento, que cuadra muy mal con la codicia de los amos del mundo. Por esto toda interpretación fofa y desvaída del cristianis-mo, que puede resultar aceptable y aún sabrosa a paladares aburguesados, a los obreros no nos va. El cristianismo heroico, fuerte, basado en el sacrifi-cio, es el único que comprendemos, porque es el único que es real.

Para contagiar a los obreros el entusiasmo por Cristo no hay otro camino que el del propio sacrificio, con lo cual se da testimonio vivo del propio entusiasmo. Todos los métodos de captación basados en discursos que no tienen su “ilustración” en la vida del que los pronuncia, no solamente care-cen de eficacia redentora, sino que son contraproducentes.» fs

fa  oC, T. iii (la HoaC, ¿qué es esto?), p. 450.fs  oC, T. iii (la HoaC, ¿qué es esto?), pp. 452-455.

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3. Una obra ya consolidada (1957)«En Madrid (quiero decir: en la Comisión Nacional) estamos desbordados por todas partes en nuestras posibilidades y n o podemos dar abasto a l o que se nos solicita de toda España. Lo que sé (porque lo veo) es que estos Cursillos producen f lores y frutos apostólicos en terrenos yermos. (…) Yo no me propongo nada más que comenzar en Catalunya. Y después, ¿qué? No lo sé, n i me preocupa. Dios d irá. Cuando se hayan hecho (los c inco Cursillos), comenzaré a pensar (en vista de lo que Dios haya dispuesto) qué puedo ir haciendo.

Mi esperanza de que tú pudieras dar otros Cursillos Apostólicos te hace temer que eso pudiera representar que dejases de lado el Apostolado Rural para dedicarte a la HOAC y nada más lejos de mi pensamiento. Estoy con-tentísimo de la colaboración que hasta ahora hay entre nosotros, que nos ha permitido dar Cursillos a un gran número de campesinos y que permitirá a muchos obreros industriales asistir a los que tú das a campesinos.

Me parece que la etapa preparatoria y de tanteos ya se ha acabado para la HOAC, y comienza la de la acción decidida y valerosa. Eso representa, na-turalmente, salir del modus vivendi en que hemos estado hasta ahora, con todas las dificultades inherentes a toda marcha por terrenos desconocidos, y aceptar por adelantado un montón de responsabilidades que nadie sabe muy bien ni en qué consistirán. ¿Y qué? Ya hemos visto claramente que ésta es la aventura de Dios en estos tiempos, y yendo con Él, nada tiene impor-tancia; lo único importante es ir de verdad con Él.

Estoy muy contento de cómo se presenta todo esto, y buena parte de la alegría la debo a tu aceptación del Cursillo Apostólico de Solsona…, por lo que representa que se comience a dar Cursillos Apostólicos por España sin Don Tomás y sin mí.» fd

«La gran dificultad para el contacto de un sacerdote y un obrero es llegar a establecer el diálogo sobre el tema religioso. Pues resulta que el obrero

fd  oC, T. vi (Carta a lluis Badía), pp. 197-201.

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sólo saber hablar en el lenguaje habitual de la vida ordinaria, y el cura (por estas tierras) sólo sabe hablar el lenguaje eclesiástico. A mí, personalmen-te, me parece que la solución es que el cura vuelva a aprender el lenguaje ordinario.

Por tanto, creo que podríais hacer, para el 1.º de mayo, un ejercicio de tra-ducción muy i nteresante. Por e jemplo, t raducir a l lenguaje de l a calle l a noción de gracia santificante. U otro tema vital para el cristiano, como el de la pobreza evangélica (o espíritu de pobreza); o precisar inteligiblemente lo que es el Reino de Dios, etc. etc. Cuando un trabajador ha entendido estas cosas entrar a la comunidad católica no le cuesta nada.» ff

«Si quieres, puedes entrar en la zona de la libertad, en la que ya no nece-sitas reglamentos, ni órdenes de los superiores. Lo único que necesitas es amar a los hombres viendo en ellos a Cristo. ¿Los amas así? ¿Quién puede impedirte hacerte amigo de un obrero socialista de Amposta? ¿No te orde-naron sacerdote para llevar Cristo a los hombres, y a los hombres a Cristo?

Déjate guiar solamente por el Amor de Cristo. Y observa, observa… No les digas ni el nombre de la HOAC. Primero y siempre el Amor de Cristo que se manifiesta… en la amistad con todas las exigencias humanas que esta palabra l leva consigo. Cuando seáis amigos, el hablar de Cristo será una necesidad, y se recibirán tus palabras como recibe la lluvia la tierra sedien-ta. Cuando tu amigo ame a C risto y a su I glesia en plenitud, entonces ya puedes hablar de la HOAC sin peligro, pues no la verá como un reglamento o una ley, sino como la morada en que el Padre le sitúa para l iberarse y liberar a otros.» fg

«Me hablas de la HOAC de Valencia, y aunque parezca un contrasentido, he de decirte que tus noticias las tengo por muy satisfactorias. Sí, sí, esto marcha. Estamos terminando la etapa de la fe y el heroísmo; aguantando sin saber demasiado a dónde íbamos, con la esperanza puesta únicamen-te en Cristo, con todas las circunstancias adversas. Esto no podía quedar sin su r ecompensa, y y a empiezan a d arnos palos de f irme. ¡Bendito sea

ff  oC, T. vi (Carta a Josep insa), pp. 202-203.fg  oC, T. vi (Carta a Josep insa), pp. 208-209.

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Dios! Ahora, ahora, ahora empieza la cosa en serio…Yo estoy cada vez más entusiasmado y a nte m i mente l a HOAC va t omando u nas p roporciones fantásticas.» fh

NOTA FINAL: «Cada vez que me he referido a los “hombres” lo he hecho con carácter genérico aludiendo a lo humano, integrado por hombres y mu-jeres. Todo lo dicho vale para unos y para otras.» fj

fh  oC, T. vi (Carta a rafael Prats), p. 222.fj  oC, T. ii (¿De quién es la empresa?), p. 322.

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Índice

Página

Presentación ...................................................................................................................................................................... 3

I. Dios se ha acercado ............................................................................................................................. 5

1. Se hace hombre ......................................................................................................................................... 52. Se hace obrero ............................................................................................................................................ 63. Entrega su vida .......................................................................................................................................... 6

II. El otro es Cristo ........................................................................................................................................ 8

1. Jesús se hace presente en «el otro» ........................................................................ 82. Aprender a conocerlo, a escucharle ...................................................................... 93. …para amarle ........................................................................................................................................... 10

III. Devolver los obreros a Cristo y devolver Cristo a los obreros ............................................................................................................................................... 11

1. ¿Quién es obrero? ............................................................................................................................ 112. El «santo» orgullo de ser obrero .......................................................................... 11

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Página

3. Apóstoles obreros ................................................................................................................................ 134. Descubrir una realidad a transformar ............................................................. 145. La fuerza de los débiles ............................................................................................................ 15

IV. Vida humana, vida obrera, imposible sin comunidad ....................................................................................................................................................... 16

1. Construir comunidad… ....................................................................................................... 162. …es posible con Cristo… ................................................................................................. 173. …que nos ha dado la clave ................................................................................................. 18

V. Reaccionar ante «el orden que tapa el desorden» ........ 19

1. Dios llama desde la realidad ........................................................................................ 192. Respondemos desde la situación obrera ................................................. 203. Oración por la cólera y el amor .................................................................................. 21

VI. Construyendo la HOAC .................................................................................................... 23

1. En los albores de la HOAC (1946) ..................................................................... 232. Avanzando en su historia (1951) ........................................................................... 243. Una obra ya consolidada (1957) ................................................................................. 26

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44CuadernosLa pedagogía del encuentro es un proceso de…

Cercaníasalir de / entrar en

Valoración del otroConocimiento / aceptación

Comunicaciónhablar mismo lenguaje / sintonizar afectos

Realismolucidez crítica / reacción oportuna

Aportaciónintercambio experiencias / propuestas creyente

Com-uniónal � n, amistad / equipo, comunidad

La cercanía al mundo obrero y del trabajoobrero y del trabajo

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