Cuaderno 10: Cartas a los Efesios y a los Colosenses

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Introducción a San Pablo 10.– CARTAS A LOS EFESIOS Y A LOS COLOSENSES DIÓCESIS DE JAÉN Jaén. Octubre 2008

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Cuadernos de San Pablo: Cartas a los Efesios y a los Col

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I n t r o d u c c i ó n a S a n P a b l o

1 0 . – C A R TA S A L O S E F E S I O S Y A L O S C O L O S E N S E S

D I Ó C E S I S D E J A É N

Jaén. Octubre 2008

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Lectura Bíblica Colosenses 1,12-20

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capa-ces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el princi-pio, el primogénito de entre los muertos, y así es el prime-ro en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la pleni-tud. Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los se-res, así del cielo como de la tierra.

Cartas deuteropaulinas, o mejor cartas de la tradición paulina, son cartas de discípulos de Pablo que utilizan el nombre de su maestro para dar autoridad a su escrito. En la antigüedad era frecuente esta práctica que se conoce también como pseudonimia. En la Biblia el nombre de un autor se asocia a un género literario: Moisés con la Ley, Salomón con la sabiduría, David con las oraciones, Isaías da nombre a una tradición profética de quinientos años. No es extraño que Pablo se asocie a las cartas de una determinada tradición, como Juan a las de otra. Se suelen incluir como cartas de la tradición paulina: Colosenses, Efesios, las dos a Timoteo, Tito y 2 Tesalonicenses, además de la carta a los Hebreos que tiene características muy singulares.

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Las cartas a los Efesios y los Colosenses

Éfeso era una ciudad impor-tante, capital de la provincia de Asia, al oeste de la actual Tur-quía. En ella había un gran teatro y un famoso y venerado templo a Artemisa, En ella hubo una comunidad cristiana de origen joánico —aún hoy se venera allí la casa y el sepulcro de la Virgen María que habría vivido allí con san Juan— y otra de origen pau-lino. Pablo había residido en Éfeso más de dos años durante su tercer viaje, y parece que allí estuvo algún tiempo en prisión.

Por su parte Colosas, que estaba a 200 km de Éfeso, era una pequeña ciudad de Frigia, situada en el valle del río Lico. Su importancia radicaba en su mercado. No había sido evange-lizada por Pablo sino por su dis-cípulo Epafras que aparece co-mo informador de Pablo.

Éfeso y Colosas ¿Carta a Éfeso? En algunos manuscritos muy anti-

guos no aparece la palabra Éfeso en el saludo. Algunos autores antiguos dicen que está dirigida a los de Lao-dicea. Además no hay ninguna refe-rencia personal a los de Éfeso ni al ambiente de la ciudad.

Pablo, que dice estar en la cárcel, no muestra conocer a los destinata-rios de la carta directamente. Ade-más no saluda a nadie. Esto es impo-sible si Pablo es el autor de la carta y muy extraño si el autor, que se iden-tifica con Pablo, conocía las relacio-nes de éste con la capital de Asia.

En 2Tim 4,12 se dice: “He envia-do a Tíquico a Éfeso” En Efe 6,21-22 se dice que Tíquico informará a los destinatarios de la carta acerca de Pablo. O bien el autor de 2Tim cono-cía esta carta como enviada a Éfeso o por esta noticia de 2Tim se pensó que Efesios iba dirigida a Éfeso y se le dio ese título. Cabe también la posibilidad de que ambas citas no tengan ninguna relación entre sí

Muchos opinan que la carta era una circular que se envió a diversos lugares y que a la copia que se con-servó en Éfeso se le puso un título que luego pasó al saludo en otros manuscritos.

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Relaciones entre las dos cartas

¿Escribió Pablo es-tas dos cartas?

Se pensó mucho tiempo que Pablo habría escrito estas cartas junto con la de Filipenses y File-món, desde Roma cuando estaba allí preso, por lo que a estas cua-tro cartas se las llama "cartas de la cautividad". Un análisis más cuidadoso del estilo y del conteni-do muestra que tanto Efesios co-mo Colosenses fueron escritas probablemente discípulos de Pa-blo. Estos eran conscientes de que reflejaban la auténtica doctrina de su maestro y por eso utilizan el recurso literario de presentarse como si fuera Pablo mismo el que escribe. Su ambiente ya no era el de San Pablo porque las cosas habían cambiado mucho en el mundo y en la Iglesia desde la muerte del Apóstol, pero ellos tenían bien asimilada la doctrina del maestro y transmitieron su enseñanza aplicándola a las nue-vas circunstancias. Nos dejaron así un modelo de lo que nosotros tenemos que hacer en el tiempo actual: asimilar bien la Palabra de Dios para vivirla en las nuevas situaciones que la vida va presen-tando. No se trata de repetir lo ya dicho sino de enfrentarse con los problemas y abrirse a las nuevas situaciones con el Espíritu del Señor.

Cualquier lector se da cuenta de que estas dos cartas tienen muchos puntos de coincidencia . Hay abun-dantes coincidencias de temas, de vocabulario y de estilo. La direc-ción, los himnos iniciales y la con-clusión son muy parecidos. Ambas tratan de modo semejante los temas de la resurrección con Cristo y del culto espiritual. Ambas tienen códi-gos familiares y exhortaciones a la oración muy semejantes

También las diferencias son importantesAlgunos de los concep-tos que aparecen en ambas cartas son diferentes. Por ejemplo “Misterio” en Col 1,26-27, 2,2; 4,3 designa el acto salvador de Dios por medio de cristo, pero en Efe 1,9 se refiere a la unidad del uni-verso en Cristo y en 5,22 indica el símbolo que hace descubrir la rela-ción entre Cristo y la Iglesia. Tam-bién en la exposición de los debe-res familiares la carta a los Efesios hace un desarrollo distinto, más específicamente cristiano.

También el tema que desarro-llan y tono de la exposición son claramente distintos. El tema de Colosenses es Cristo, el de Efesios es la Iglesia. Además en Colosen-ses encontramos una fuerte polémi-ca contra la valoración desmesura-da de las potencias sobrenaturales

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Doctrina sobre Cris-to y la Iglesia

En la carta a los de Colosas se habla más de Cristo, en la carta a los Efesios se habla más de la Iglesia.

De Cristo se nos dice que es el Señor del universo, que en él está la plenitud de todo lo que existe, que hace la paz entre Dios y la creación mediante su sangre, que es la cabeza de la Iglesia, que está sentado a la derecha de Dios y que aparecerá glo-rioso cuando llegue el momento. A él se tiene que ajustar nuestra vida y nuestra forma de ser.

De la Iglesia se nos dice que es el cuerpo de Cristo (de eso ya nos hablaba 1Cor 12,12-30), que ella tiene como misión realizar la unidad del género humano. Por eso dice el Concilio Vaticano II: "La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1). En la Iglesia se refleja y se despliega el plan salvador de Dios que derriba todos los muros entre los hombres. Así la Iglesia resulta ser la nueva creación que supera todas las divisio-nes del mundo viejo.

Todo esto es verdad en Cristo pero es también tarea de los cristia-nos que tienen que vivir revistiéndo-se de la nueva humanidad creada a imagen de Dios con justicia y santi-dad verdaderas.

que controlan el mundo. En Efesios el tono es positivo y se centra en la exhortación a buscar la auténtica perfección en Cristo.

Las coincidencias y las diferen-cias simultaneas llevan a pensar que una carta depende de la otra. ¿Pero cuál fue primero? Es muy difícil establecer las relaciones que hay entre las dos cartas, pero Como la carta a los Colosenses habla de una carta a los de Laodicea que nos es desconocida1, (Col 4,16) muchos, desde la antigüedad, han pretendido que esa carta es la que nosotros co-nocemos como carta a los Efesios y eso nos llevaría a pensar que Efesios es antes que Colosenses.

Fue Marción quien primero iden-tificó Efesios con la carta a los de Laodicea, pero la Iglesia no lo si-guió y parece que como reacción se la consideró enviada a Efeso, una gran comunidad que no había reci-bido carta de Pablo.

Hay indicios de que Colosenses se escribió antes que Efesios. Parece que el autor de Efesios conoce la carta a los Colosenses y la utiliza, pero al no dirigirse a una comunidad concreta es mucho más amplia en sus planteamientos.

1.- Se conserva una pretendida "carta a los de Laodicea" pero ésta nunca se consideró como de san Pablo ni formó parte de la Biblia. En realidad está forma-da por una serie de frases mal hilvanadas tomadas de otras cartas de san Pablo.

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1,1-2 Saludo 1,3-3,21 El plan de Dios

Himno 1,3-10 El designio de Dios 1,11-2,10 Cristo trae la unidad 2,11-22 Pablo predica el plan de unidad que Dios ha revelado 3,1-13 Oración 3,12-21

4,1-5,20 Moral Unidad distintiva del cristiano 4,1-

5,20 Relaciones familiares 5,21-6,9 La lucha contra el mal 6,10-20 6,21-24 Despedida ¿Es Efesios una carta?

Aunque tiene los elementos es-tructurales de una carta, faltan las alu-siones a situaciones concretas y a per-sonas de la comunidad,. No hay calor personal entre el autor y los lectores. Por eso se dice que estamos ante un discurso o tratado revestido de forma epistolar

La primera parte está estructurada como una oración que tiene como mo-delo otras oraciones del ambiente ju-dío y de las primitivas comunidades cristianas: bendición, acción de gracias, intercesión, alabanza.

La segunda mitad es una exhorta-ción a un comportamiento coherente con su condición de miembros de la Iglesia, familia de dios y esposa de Cristo

1,1-2 Saludo

1,3-23 Acción de gracias

1,3-11 Introducción

1,12-23 Himno 1,24-2,5 El misterio predicado por

Pablo 2,6-4,6 La vida en el Cuerpo de

Cristo

2,6-3,4 Principios

3,5-4,6 Práctica

4,7-18 Despedida

La carta está compuesta con

cuidado y tiene la estructura de las cartas paulinas auténticas.: saludo, acción de gracias, exposición, ex-hortación, noticias y despedida.

También incorpora como estas materiales tradicionales: un himno (1,15-20, desarrollado en 1,12-23), una catequesis bautismal (2,6-15), listas de pecados y virtu-des (3,5-17), y un código familiar (3,18-4,1).

Sorprende en esta carta la lar-ga lista de saludos. Se nombra a: Tíquico, Onésimo, Aristarco, Mar-cos, Lucas, Epafras y los hermanos de Laodicea y de la comunidad de Colosas.

No sabemos por qué se habla de una carta enviada a Laodicea que han de leer también los de Co-losas a la par que envían la suya a Laodicea.

Plan de la Carta a los Efesios

Plan de la Carta a los Colosenses

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De pronto se llenó el aire y el mundo de ángeles y demonios.

La gente de los primeros siglos del cristianismo tenía una conciencia muy viva de la existencia de "potestades", "dominaciones" y "tronos" (Col 1,16), de fuerzas favorables y fuerzas negativas y se sentía obligada a tener contentas a esas fuerzas mediante determinadas prácticas piadosas.

Los cristianos, como los judíos y como muchos paganos no sabían bien a qué atenerse. ¡Pasan tantas cosas que parecen imposibles!. Pensemos en nuestro mundo: caen imperios e ideologías de la noche a la mañana, renacen mentalidades que parecían condenadas al fracaso para siempre, apa-recen nuevas doctrinas que pretenden ser la ver-

dad, se nos cuenta el pasado de forma nueva, las cosas parecen escaparse al con-trol de las personas. ¿Quién dirige todo eso? ¿Qué fuerzas controlan el mundo? Era fácil entonces, como ahora, pensar en fuerzas sobrenaturales.

En ese ambiente, como en el nuestro, hacía falta dejar claro lo importante, y lo importante es que Dios ha salvado a los hombres mediante Cristo. Las cartas a los Colosenses y a los Efesios quieren mostrar a Cristo como la única fuerza ver-daderamente importante y dejar claro que todo está sometido bajo sus pies (Ef 1,22). Dios ha puesto a Cristo como único salvador de toda la humanidad y de todo el universo. Someterse a Cristo es lo único importante.

Todas las demás devociones y espiritualidades, las ascesis y técnicas de con-trol personal, las ciencias más o menos esotéricas y los grupos de iniciados en la verdadera ciencia o gnosis, las asociaciones o sectas compuestas de los más per-fectos... todo eso no vale ni salva. El único que salva es Cristo, cabeza de la Igle-sia. Porque Cristo se continúa en su comunidad, en la Iglesia, que no es una sec-ta, ni un grupo cerrado e incomunicado sino la reunión de los que están abiertos a Cristo y comparten la vida de Cristo.

Acabemos por donde habíamos empezado. El cielo se llenó de ángeles, pero los cristianos siempre hemos sabido que Cristo está por encima de ángeles y de-monios, de espíritus buenos y malos, de todos los poderes naturales o sobrenatu-rales por terribles que puedan ser. Esto es lo que nos llena de consuelo y de paz y ese consuelo y paz es el que pretenden transmitirnos las dos epístolas que hemos comentado. Ahora toca leerlas y asimilarlas

Las potestades superiores

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Para la Oración Los dos himnos que encontramos en estas cartas (ver el primero en la pág. 2) son

muy semejantes pero una comparación entre ellos muestra que quizás ambos se remi-ten a un modelo previo que según G. Schille estaría mejor conservado en Efesios.

Son tan densos que hay que leerlos muy despacio y meditarlos muchas veces para ir penetrando su sentido profundo. La Iglesia los ha incluido en la Liturgia de las Horas y se rezan muchas tardes en la hora de Vísperas.

Cántico: Efesios 1,3-10 El plan divino de la salvación

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.

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