Cuadernillo v Carta a Una Hermana

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Carta a una hermana

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Sagrado Corazn

CARTA A UNA HERMANAACERCA DELA EVOLUCION

Fray Mario Jos Petit de Murat O.P.Seguramente, llegara el da en que todos los seguidores de Fray Mario Petit de Murat trabajaremos juntos para editar toda su obra.

El Padre nos guiar.

EAC IIIHermana:

Me prest los dos folletos que hoy le devuelvo, preocupada por la parte de verdad que puedan contener.

I.-

Me referir primero a: El hombre desciende del mono? de las Ediciones Paulinas. Es fcil manifestar la calidad del mismo: Intenta reducir la sustancia de lo que l ofrece a un argumento demostrativo y se encontrar con una muy dolorosa sorpresa.

Si le indico este mtodo es porque la ciencia es un hbito adquirido por la demostracin e inclinado a demostrar.

El argumento que podemos extraer del folleto, el cual a la postre, rige la mente de los evolucionistas con la fuerza de un primer principio es el siguiente:

De dos cosas semejantes, la inferior es causa de la superior; existen algunos rasgos biolgicos en el mono, semejantes a los correspondientes del hombre; luego, el hombre tiene origen en el mono

Estupendo.

Al poner la materia de esas pobres pginas y de la mentalidad de los evolucionistas en un argumento en forma, buscando la ilacin necesaria entre los dos miembros del raciocinio, nos encontramos al desnudo con la mayor miseria cientfica. Resulta que la semejanza entre dos cosas especficamente distintas es suficiente para atribuir un nexo necesario de causalidad, nada menos de lo inferior con lo superior. El enfrentarse con tal incongruencia, crame Hermana, consterna, pues no sirve ms que para revelarnos el estado mental, propio de una ltima decadencia.

Da pena que se use el noble nombre de la ciencia para acreditar fbulas de chiquillos. La inteligencia del hombre moderno esta embotada por la animalidad; es propio del animal el no distinguir el ser de cada cosa. Es en la semejanzas, precisamente, donde el mediocre pierde pie y se hunde en la confusin. La falta de acuidad intelectual, y de principios, necesaria para penetrar hasta la esencia de las cosas. No olvidemos que la inteligencia es un intus legere; la tiene roma y resbalan sobre lo accidental. Platn deca con acierto Al que sabe distinguir y definir, yo lo tendra por un dios; y Chesterton: Al hombre moderno no le cuesta nada pensar que desciende del mono porque ya no distingue a un caballo de un hombre a caballo. Basta esta comparacin para que se destaque el abismo que media entre el simple animal y el ser humano.

II-

El origen del evolucionismo no tiene nada de cientfico. Lo primero que debo hacerle notar es que Darwin no es el autor de esa teora. El hall una ley verdadera: la de la seleccin.

Juan B. Lamarck es el que dio el salto; tom la adaptacin al ambiente y la extendi de especie a especie. Existe, un hecho que manifiesta la calaa de tal cientfico: falsific un fsil y lo propuso como el deseado eslabn entre el hombre y el mono. Vemos que el delito mancha las races del evolucionismo. As se revela su prosapia: Todos los movimientos del pensamiento moderno tienen ese sello comn: El Renacimiento, la Reforma, el Espiritismo, la Teosofa, el Evolucionismo.

III-

Los cientficos empiristas para serlo de verdad y proceder segn el principio proclamado por ellos como el nico cientfico solo se debe aceptar como verdadero lo verificable en la experiencia deben demostrar la evolucin con elementos actuales observables.

Demostraciones fundadas en millones de aos son simples fbulas. Eso no es honesto y, en el fuero interno, ni ellos mismos lo aceptan; slo lo admiten con toda clase de genuflexiones, la infantilsima ingenuidad de los doctores catlicos.

IV:-

La farndula de antropides que traen desde el fondo de los siglos, es grotesca. El australopiteco en frica del Sur, el pitecntropos en Java; el nearderthaliano en Alemania (calculen los kilmetros que los separan). A todos tan distantes de si y diversos, los unen con un lazo generativo que corre del uno al otro como si hubieran sabido de cierto que la madre del pitecntropo fue una australopiteca. Y ese nexo de generacin lo ponen con interrupcin de 200.000 y 400.000 aos. Tenemos que reconocer que el cordn umbilical, en uno y otro sentido ha sido demasiado largo,

V.-

Para llenar dichas lagunas tartamudean que se encontraron tipos muy diversos de australopitecos distribuidos en Asia y frica. Otro tanto para unir de alguna manera al pitecntropo con el hombre de Nerdenthal.

Quisiera ver esos fsiles intermedios. El naturalista Mac Donall, cuando nos dio un excelente cursillo sobre el evolucionismo, me dijo que las reconstrucciones de fsiles son muy dudosas. Encuentran un trozo de occipital carcomido y sobre esa base disean todo un crneo. Nos mostr adems, como la estructura interna de la clula y los grmenes resistan a toda interpretacin evolucionista. Otro, un antroplogo me asegur: Hay mucha deshonestidad en el asunto de los antropoides, los repliegues del crneo del hombre de Neanderthal son los mismos que los de un seor que en este momento se esta paseando por una de las avenidas de Londres.

VI.

Insisto. Si la evolucin se prueba coleccionando arcadas superciliares, crestas seas, rebordes occipitales, colmillos, pueden echar mano de tantos y tantos negros, malayos, mongoles, indios que se los proporcionaran semejantes a los de los simios, a granel. El pigmeo del Congo Belga es un hombre arborcola mas parecido al mono que el australopiteco de la base del cuaternario. Sin embargo nadie se atreve a negar que pertenece a la especie humana simpliciter. Que es un hombre degradado, simplicista. Precisamente, se asemeja al mono porque es un hombre degradado.

El hecho de la inmensa variedad de tipos humanos, no es necesario ir a buscarlo a los remotos rincones del terciario o del cuaternario. Est presente ante nosotros con su carga entitativa difcil de enfrentar y explicar. Entre otras cosas esa presencia sirve para destacar la insignificancia de una ciencia incapaz de internarse en la verdad del hecho en s, que lo rehuye refugindose en el fondo de las capas geolgicas, donde la imaginacin, presionada por una toma de posicin preconcebida, puede reconstruir a su antojo la historia de la humanidad. 30.000.000 de aos, 12.000.000, 2.000.000, 600.000, 400.000 aos. La nica verdad que tal explicacin prueba es que creen a todos lo suficientemente estultos como para ofrecerles cuentos de Calleja bajo el enftico nombre de ciencia.

VII.

En nombre del verdadero mtodo cientfico inductivo que los empiristas profesan, no se pueden aceptar ms que tres demostraciones de la hiptesis evolucionista. Y eso tanto ms cuanto que dicha hiptesis est rechazada por el universo actual en todas sus partes, por las estructuras esenciales inmutables que fundamentalmente lo componen, las cuales se adaptan con admirable fluidez y justeza a las diversas circunstancias, ambientes, pero de manera accidental y limitada, sin transmutacin esencial.

1) Una de las demostraciones posibles es la del laboratorio y cultivo; la nica en realidad, cientficamente rigurosa. Ese mtodo experimental tendra que manifestar lo formal de la evolucin, esto es, el motus evolutivo, el instante de la mutacin esencial de una especie en otra.

2) La segunda seria probar, por una cadena ininterrumpida de padres a hijos, que el pigmeo del Congo Belga es, en todo rigor, el antepasado del semita y del ario (cuyos cerebros pesan 1,600 Kgs.).

3) La tercera demostracin consistira en la nica va paleontolgica admisible: Que los fsiles mostraron de manera evidente un nexo de sucesin generativa inmediato, sin interrupcin alguna y en lnea vertical.

La primera la propiamente cientfica - ha fracasado. La segunda no la intentan porque es demasiado contraria a la realidad. La tercera es imposible, jams encontraron un nio neanderthaliano abrazado a un esqueleto de pitecntropo, dicindole al odo: Padre mo

VIII.

La hiptesis de la evolucin no se debe a un mtodo cientfico normal, ni mucho menos; no se trata de una conclusin impuesta por una induccin objetiva rigurosa. Lamarck, reincidiendo en un frecuente sofisma de la ciencia emprica, univers una ley accidental convirtindola en propiedad de un motus sustancial jamas probado. As, el evolucionismo no es otra cosa que un apriorismo sin fundamentos in re.

La idea preconcebida hubo que demostrarla a toda costa, pues logra una de las expresiones ms exactas del espritu moderno. Este hombre se encuentra muy holgado cuando piensa que desciende del mono. Por eso, no habiendo conformidad con esa mentalidad con lo real, es necesario conformar de cualquier manera la realidad con dicha idea de la mente humana.

Recurrieron ante todo al experimento; cortaron las colas a sucesivas generaciones de ratas, mas estas siempre nacan con las suyas, la propia de su especie, flamante: respuesta inexorable brotada del fondo de imperturbable genes.

Ensayaron adems, entre otras cosas, el transplante de animales pertenecientes a especies generalizadas; conejos de Holanda fueron trasladados al Tibet. Efectivamente, aparecieron modificaciones promisorias. Sin embargo nunca dejaron de ser conejos y ms an, en cuanto lo volvan a climas similares al de Holanda, reaparecan los rasgos del genotipo.

Palparon que la esencia es inviolable. Entonces se refugiaron en remotsimos rincones geolgicos. Los contornos de huesos corrodos por el tiempo y los millones y miles de aos (nunca menos) permitan imaginar lo que el orden compacto de los vivientes actuales haba rechazado.

IX.

La conclusin a que podemos llegar es que la evolucin no se debe a una limpia lectura de un objeto real. Todo lo contrario, est animada por el delito que anima a la Edad Moderna. La apostasa. La Segunda Apostasa de la humanidad induce a los hombres de esta ciencia muy pequea e imperfecta a torcer la creacin hacia el lado de la materia y quitarle a Dios. Nos encontramos aqu con el oscuro propsito que mueve en general, a las ciencias de la naturaleza: Todo procede de la materia; no es necesario recurrir a un Ser trascendental para explicar la vida y la diversidad de seres que componen el universo. Como esto no es verdad, hay que echar mano de cualquier cosa para lograr un simulacro de demostracin.

Lea, Hermana, Tratado de la Filosofa Moderna de Fulton Sheen; sabr hasta que punto esa filosofa y la ciencia que de ella deriva, son perversas.

En la evolucin esta Spencer; en Spencer est Hegel, y en Hegel esta la teologa de Satans.

X.

La mayora de los telogos y filsofos catlicos se han dado por vencidos. La insolente soberbia de los ateos ha gritado lo suficiente para convencer a los espritus dbiles de que ellos tienen la ciencia y la razn en sus manos. Aunque la Escuela les ensea la perversidad que anima el cientificismo, hoy los telogos comunes han cedido, con gusto, sus ctedras al cientificismo. Es que este les ha proporcionado el avin y la radio, lo cual hay que agradecerlo de alguna manera. Es decir, los ateos, al fin, han logrado comprar la ctedra de la verdad por treinta monedas.

Bueno, Hermana, terminamos ya porque la respuesta est resultando mas larga que los insignificantes, bajsimos folletos que la ha suscitado.

Con todo queda por explicar un ltimo sentido, el ms profundo, del cual ellos o mejor dicho, esas teoras, son sntoma: La formacin de una nueva era mtica, esta vez, postcristiana. El Evolucionismo presenta netamente los caracteres propios de los mitos. Pero esto es largo de explicarlo, tanto ms cuanto que la mente moderna esta muy ajena a semejantes conceptos. Tan ajena y sin embargo tan infectada, de hecho, por el mito.

Del artculo Biognesis y evolucin de las especies del P. Italo Gastaldi, no dir nada. Es un puro disparate del comienzo hasta el fin.

El primer prrafo de la pagina 342 comienza: Si los aminocidos estuvieren lloviendo, etc., es de rer. No se cansan de escribir fbulas para El Tesoro de la Juventud?.

Da grima ocuparse de ellos pues hasta la misma imaginacin que manifiestan, es probsima. No he visto cosa ms desdichada que las reconstrucciones del Gnesis hechas por estas pobres cabezas de almaceneros metidos a filsofos.

Porque la ltima explicacin del estado de la ciencia moderna est en el hecho aciago de que vivimos en la era de la hegemona del almacenero, o lo que es lo mismo, del mercader, el industrial y el cientfico pragmtico. Y la desgracia de la Iglesia es la de que sus telogos de hoy estn mediatizados por infiltraciones inconscientes de esa misma mentalidad.

El prrafo de la pgina 345 lo dice todo: Confiesa su propsito. Subordina la bsqueda de la verdad al deseo de llegar al dilogo con los ateos. Si conversa alguna vez con el P. Gastaldi dgale que no sea nio ingenuo; les concede todo pretendiendo lograr un imposible. Si l tiene inters de llegar al dilogo, a los otros no les importa lo ms mnimo. Est en vano haciendo el papel deslucido de trotar detrs de ellos, de recoger las migajas que caen de sus opparas mesas de materialistas, de sonrerles, para que ellos lo ignoren olmpicamente, como el magnate que desprecia al perrillo que se nutre con sus sobras.

Es lo que esta haciendo el P. Gastaldi. Pero que sepa, al menos, que nosotros para el ateo de hoy no somos problema y no tiene el menor inters de perder el tiempo en dialogar con un sacerdote; sobre todo si ste va a repetir, como un eco, las teoras que ellos conciben mejor por ser los autores de las mismas. La nica novedad que van a recibir de ese telogo acomodaticio y eclctico consiste en un apndice (1) ridculo, pegado de cualquier manera al sistema que les es propio; cada vez mas reducido, dicho apndice, a un ltimo rincn y un ultimo acomodo, ante la progresiva insolencia de la estulticia de ellos, los ateos.

(1) Sobre la existencia del espritu y de un Dios trascendental.

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