Crozier Michel

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De la Unidad 5, - Croizer, Michel y Friedberg, Erhard (1990) Introducción al EL ACTOR Y EL SISTEMA: las restricciones de la acción colectivA. Crozier, Michael y Friedberg, Erhard El actor y el sistema Alianza Editorial Mexicana Colección alianza política, México, 1990 RESEÑA (TEXTO 9) “El actor y el sistema” es un texto publicado en 1990 por Michael Crozier y Erhard Friedberg, dividido en 5 partes donde se trata de analizar a las organizaciones desde una perspectiva distinta: a partir del actor. ¿En qué condiciones y a qué precio, en cuanto a restricciones, es posible la acción colectiva, es decir, la acción organizada de los hombres? Esa es la pregunta central del libro. En su intento por resolver el problema de investigación, los autores usan una forma deductiva en la que surgen supuestos que paulatinamente se van explicando con ejemplos y análisis precisos. En el comienzo del libro nos dicen que vivimos con una imagen falsa de lo que es la acción organizada ya que sobrevaloramos la racionalidad del funcionamiento de las organizaciones. Este tipo de pensamiento no es nada más que un determinismo simple. El condicionamiento y la manipulación no causan un verdadero efecto si es que no van unidos a la represión. Plantean que la acción colectiva no es un fenómeno natural que pudiera surgir espontáneamente ni el resultado automático del desarrollo de las interacciones humanas de una manera dinámica espontánea, ni la consecuencia lógica de los problemas que deberán resolverse. Definen a la acción colectiva como las soluciones específicas que han creado o establecido los actores tanto

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De la Unidad 5,

- Croizer, Michel y Friedberg, Erhard (1990) Introducción al EL ACTOR Y EL SISTEMA: las restricciones de la acción colectivA.

Crozier, Michael y Friedberg, ErhardEl actor y el sistemaAlianza Editorial MexicanaColección alianza política,México, 1990RESEÑA (TEXTO 9)“El actor y el sistema” es un texto publicado en 1990 por Michael Crozier y Erhard Friedberg, dividido en 5 partes donde se trata de analizar a las organizaciones desde una perspectiva distinta: a partir del actor.

¿En qué condiciones y a qué precio, en cuanto a restricciones, es posible la acción colectiva, es decir, la acción organizada de los hombres? Esa es la pregunta central del libro. En su intento por resolver el problema de investigación, los autores usan una forma deductiva en la que surgen supuestos que paulatinamente se van explicando con ejemplos y análisis precisos.

En el comienzo del libro nos dicen que vivimos con una imagen falsa de lo que es la acción organizada ya que sobrevaloramos la racionalidad del funcionamiento de las organizaciones. Este tipo de pensamiento no es nada más que un determinismo simple. El condicionamiento y la manipulación no causan un verdadero efecto si es que no van unidos a la represión.

Plantean que la acción colectiva no es un fenómeno natural que pudiera surgir espontáneamente ni el resultado automático del desarrollo de las interacciones humanas de una manera dinámica espontánea, ni la consecuencia lógica de los problemas que deberán resolverse. Definen a la acción colectiva como las soluciones específicas que han creado o establecido los actores tanto conjuntamente como independientemente, con sus propios recursos y capacidades para así

poder resolver los problemas que se plantean, es así como con cooperación los individuos pueden cumplir con los objetivos en común, dando como resultado una organización social. 

El individuo está siempre construyendo una realidad colectiva que es su obra, y en cuyo seno nunca deja de ser actor tratando en todo momento de aprovechar su margen de libertad para negociar su “cooperación”, de tal suerte que ésta le genere beneficios. Pero también, ese mismo producto suyo (la organización) se transforma para él en una fuente de condicionantes que conforman el marco indispensable para la acción conjunta.

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El “análisis estratégico” de Crozier señala que: 1) el actor rara vez tiene objetivos claros. Lo que considera “medios” en un momento dado pueden ser “fines” en otro momento y viceversa. 2) el comportamiento es activo. Incluso, la pasividad es el resultado de una elección. 3) el comportamiento siempre tiene un sentido, el hecho de que no se le pueda relacionar con objetivos claros, no significa que no pueda ser racional. 4) el comportamiento presenta dos aspectos: ofensivo (aprovechar las oportunidades con miras a mejorar su situación) y defensivo (mantener y ampliar su margen de libertad y, por ende, su capacidad de actuar).

Toda empresa se basa en un mínimo de integración de los comportamientos de los actores involucrados, cada uno de los cuales persigue objetivos divergentes, incluso contradictorios. Esta integración se puede realizar de dos maneras: por la restricción o sumisión de las voluntades parciales, o por la negociación y el

regateo. Ambos procesos siempre implican el reconocimiento de relaciones de poder y de dependencia. Las relaciones de poder existirán cuando dos actores en negociación estén ligados por un conjunto organizado al interior del cual llevan adelante una tarea determinada, sin embargo, la organización es la que determina la pertinencia de la zona de incertidumbre que pueden ser controladas y la que determine el poder de que se dispone. Cuanto más importante sea la zona de incertidumbre controlada por el actor, más importante será el poder de que dispone.

La organización regula el poder definiendo el campo y las zonas en que se ejerce (restricciones de las normas). Las relaciones de poder pueden existir fuera del sistema jerárquico. En la relación subordinados-superiores, los trabajadores negocian su cooperación, pueden bloquear información, generar un clima tenso, mantener una actitud negativa. El experto capaz de solucionar el problema toma el poder, que conservará siempre y cuando cumpla con las expectativas que los demás esperan de él. El poder es por lo tanto, una relación de fuerza en la que ninguno esta totalmente desprovisto frente al otro.

También se habla del juego como instrumento de la acción organizada. El juego concilia la libertad con la restricción. El jugador es libre, pero si quiere ganar, debe adoptar una estrategia racional en función de la naturaleza del juego y respetar las leyes de éste. El autor señala que el funcionamiento de una organización es el resultado de una serie de juegos en los cuales participan los diferentes actores

organizacionales, y cuyas reglas formales e informales delimitan un abanico de estrategias racionales que podrán adoptar si quieren que su compromiso en la organización sirva a sus expectativas personales.

Respecto a la organización y la cultura, aseguran que la cultura ya no es más ese universo de valores y normas encarnadas e intocables que, en última instancia, rigen y

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ordenan los comportamientos observados y por lo tanto dan cuenta de ello. Por estar formada por un conjunto de elementos de la vida psíquica y mental, con sus componentes afectivos, cognoscitivos, intelectuales y relacionales, la cultura es instrumento y es capacidad que adquieren, utilizan y transforman los individuos al tiempo que construyen y viven sus relaciones y sus intercambios con los otros. Forman parte de este conjunto los valores, las normas y las actitudes, pero cambian de estatuto. En este caso no son más que elementos que estructuran las capacidades de los individuos y de los grupos y que, de ahí, condicionan, pero nunca determinan las estrategias individuales y colectivas.

Finalmente la investigación les permite a los autores demostrar que las relaciones de poder son consusntaciales a la acción humana. Están directamente ligadas a la zona de libertad en la que se funda la existencia del hombre, del individuo como actor, y cuya puesta en práctica estratégica y conflictiva forma la trama misma de la vida social y de todo conjunto colectivo. No existe acción social y no hay estructura colectiva si los actores no tienen libertad, y por lo tanto, relaciones de poder.