Crónicas Perdidas s Isi - 13 x19 Completo Definitivo Ya

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ni la central corazn rugienteni la cuarta sur con sus mujeresni la segunda norte se parecen

el salienteni el ponientese parecen

ni la pasin del hombreo la lluviaque adormece

slo el sola lo lejosamanece

Estimado lector, te entrego estas Crnicas Perdidas. No s si tengan algn mrito, ni lo espero, pero era necesario contar por escrito de los aconteceres perdidos, imposibles de revivir ante el empuje de los tiempos modernos. Aconteceres de cuando la imaginacin ocupaba el espacio que ahora ocupa la televisin, extinguidos. Y la nica pretensin es esa: dejar constancia de aquella poca, con su filosofa, sus ocios, su inocencia, sus personajes, sus espantos, sus espacios y sus asombros. Faltarn muchas crnicas y deseo con fervor que alguien las escriba, o reescriba estas porque muchas veces ni la prosa y mucho menos el verso, son suficientes para inquietar y darle la forma precisa en el lenguaje escrito a un recuerdo.

Escribir estas vivencias era un compromiso ineludible pero no volver a ocuparme de ellas. Mi corazn de nio se desespera y desangra por lo vivido en esos tiempos que no volvern, porque no hay duda al decir que la mejor parte de mi vida est en estas pginas que, desde luego, no son totalmente originales: le los libros y las crnicas imprescindibles, escuch con todos mis sentidos la imaginacin y las vivencias de otros y traje a la memoria lo ms fielmente que pude, recuerdos de antao, porque ningn acto humano, ninguna obra nace en la soledad de la noche por s misma, digamos que toda obra necesita ser guiada. Slo Dios ha sido original y por eso, a veces pienso que se equivoc al final.Por ltimo, espero ser el mismo que vivi todo aquello que hoy cuento a la distancia; slo as lograra contar de manera natural, sin arreglos ni excesos. Y lo nico que te aseguro es que no te detendrs cuando comiences a leer, o por lo menos, ese es mi deseo.

Jos Chang

La Piedra del Burro, el diablo y el Capi Prez

Debo a mi insomnio crnico y a un viejo molino de nixtamal, el haber vivido aquel suceso del 8 de abril de 1961 cuando eran las 5 y 28 de un da sbado para ser puntuales. Justo en ese momento daban la hora en cadena nacional en aquella radio de bulbos que tena Tip Mota en la habitacin de al lado. El molino me haba despertado con su ruido desde haca rato; con seguridad esperaba a Julia, Anita y a las dems tortilleras cuando alcanc a escuchar un chirrido en el motor: la banda que haca girar las piedras que trituraban el maz se haba reventado. El Molinero, hombre de experiencia en esos menesteres, debi cerrar la vlvula de gasolina al motor y despus de una explosin seca regres el silencio madrugador acompaado del zumbido de los candiles y el aplicado canto de los pjaros en su alegra por un nuevo amanecer.Muy suave primero, de la profundidad de aquel cielo de primavera en el cual ya coleaba La Osa mayor, papalote a punto de caerse, y la luna era un pendiente arqueado girando en las alturas, fue surgiendo del espacio ignoto, un resplandor tan intenso y tan violento despus, que en un instante se llen de luz todo el pueblo. La claridad tan brusca hizo el silencio total. Los maaneros cenzontles y los chupahuevo callaron, los candiles se apagaron y el Molinero se asom a la calle con los ojos entrecerrados para ver el resplandor; pudo notar, me cont das despus, que aquella luz que vena del surponiente, o sea del rumbo de Cachimbo y caa en direccin del cerro, le ilumin su piel negra y desnuda y le permiti ver sus cicatrices que no se vean, de tan negro que era, ni en la claridad del da. Inmediatamente despus de la parlisis del susto, se escucharon gritos, ladridos y padres nuestros, la campana de la iglesia en su primer llamado a misa de seis y el llanto de algunas mujeres que se hincaron implorando, frente al molino. Es importante para este relato pedirle a los lectores se trasladen al Pijijiapan de principios de los 60s del siglo pasado: sin luz elctrica, sin televisin, sin telfono, sin internet; nicamente con la Va Lctea, y con la capacidad de asombro que la televisin no nos haba robado.Rpidamente se supo toda la verdad en el lugar donde se sabe rpidamente la verdad de todo, el mercado: un satlite se haba derrumbado cerca de La Piedra del Burro. De ah comenz aquella aventura que me llev por primera vez a la Piedra y a saber cunto dolan las inyecciones con aquellas agujas gruesas de acero, reusables, que se hervan junto a las jeringas para esterilizarlas. .Todos los sbados, bamos temprano con Juan Pereda a pepenar nances al cerrito. Ese da ya tena rato que andbamos con las bolsas llenas y mientras veamos de lejos a la gente que suba, como hormiguitas de colores, luchando contra la pendiente y la vegetacin con rumbo a La Piedra, vi a mis hermanos Pedro y Pablo y a mi primo Albert Rodri por el camino angosto que llevaba al arroyito del Chucho y a las tejeras cercanas al cerro; sin pensarlo, nos unimos a la excursin. bamos con los pies desnudos, pero eso no importaba, nada nos detendra en aquella aventura de subir en busca de un satlite.El cerro era todo maleza, arbustos, grandes bejucos, zarzas, inmensos rboles, espinas por todos lados. Recuerdo que atravesamos los terrenos aledaos al pie del cerro y saludamos a Romeo el Diablo. Ya a mitad del camino encontramos varios grupos que bajaban agotados, pues no haban logrado su objetivo de alcanzar la Piedra y menos al satlite. He de hacer notar que subamos por el flanco ms corto pero ms violento de la montaa y descansbamos sudorosos cortando lianas con un cuchillo, para tomar agua. Sentado en la sombra de unas grandes hojas verdes, divis un tucn en lo alto; l tambin nos miraba con curiosidad mientras daba brinquitos sobre las ramas de una primavera que ya haba tirado sus semillas. Mientras saltaba, desafiaba las fuerzas de gravedad haciendo malabares para no derrumbarse con su cuerpecito y su gran pico negro, desproporcionado, el cual ladeaba para mirarnos con sus ojitos negros. Uno de los grupos que ya bajaban prendi fuego a la maleza, lo cual nos hizo huir a las alturas, por ratos corriendo y por ratos arrastrndonos, jalando aire desesperadamente, haciendo a un lado las espinas llenas de garrapatas. Algo me cay entre la cabeza y el cuello y me sacud con las manos. Cuando ya perdamos el aliento, a punto de abandonar la aventura, y nos veamos unos a otros como interrogndonos, en un claro de luz se apareci de repente como un oasis oscuro, lleno de sombras. Al principio pareca una gran muralla, alta, majestuosa, resbaladiza, inescrutable. Sembrada en la pendiente del cerro, hubo que rodearla y encaramarnos por los matapalos normes que la protegan y alimentaban, dndole vida y seoro. Y mientras subamos bamos palpndola y descubrindola, y as, alcanzamos la cima, coronada por una gran ceiba que la refrescaba a propsito hacindole tambin un rincn fresco a los visitantes. En su cara superior, inclinada hacia el pueblo, cargaba a su apndice, la que la montaba y le daba su misterio y su nombre. Esta era una gran piedra tambin que inexplicablemente lleg a ese resbaladizo punto, en desafo a las leyes de la gravedad y de la inercia, como acto preciso de malabarismo circense, en un encuentro medido, exacto, copular. Esta piedra se mova, se balanceaba encima de la otra y tronaba cuando nos subamos a ella y la empujbamos, pero no se desplazaba y ni los temblores tan extremos y constantes en la regin, pudieron desmontarla. Hasta que el maloso quiso y nos hizo perder identidad y magia en el diciembre de 1995. Aquella tarde sobre la piedra, ya relajados, mirando a lo lejos las calles del pueblo, pequeos surcos en la gran planicie costera, nos quitbamos las garrapatas bajo el sol de la primavera y con la boca llena de nances, nos olvidamos del satlite. Por aquel tiempo, el encargado de la Junta de Reclutamiento Militar en el municipio era el Capi Prez. Un hombre recio y severo, spero, quien haba recibido un balazo en la cabeza durante un combate y no le haban extrado la bala por lo que tena dificultad para la funcin auditiva. Por lo mismo, todos los domingos era el objetivo de las bromas que hacan los conscriptos, quienes eran numerosos pues todas las personas del sexo masculino tenan la obligacin de hacer el servicio militar, aunque, en lo personal, el Capi Prez siempre me pareci un hombre astuto. Un domingo un conscripto de Joaqun Amaro y otro de la Nueva Flor estaban pelendose a golpes por los coqueteos de una jovencita, quien se encontraba llorando a la orilla del grupo; entonces lleg El Capi Prez alarmado por la bulla y pregunt a los que ah, a propsito, hacan un crculo ocultando a los pleitistas: -Qu est pasando aqu!? Entonces alguien le contest: --es una ria! -Qu? Una ria! --Qu? --Una disputa! --Ah-- dijo el Capi alejndose.--Entonces no es tan niaDurante el Servicio Militar se trataba de ejercitar a los conscriptos hasta el agotamiento fsico, preparndolos para la milicia, por lo que acudan los ciudadanos de 18 aos de todo el municipio. El servicio militar era obligatorio y al terminar el ao se les daba la Cartilla Militar liberada.En esos das del satlite, el Capi Prez realiz una investigacin por los alrededores y llev a cabo una expedicin con los conscriptos ms temerarios para encontrarlo. All arriba anduvieron por semanas y nosotros estbamos al pendiente. Un da corri la voz de que el batalln de conscriptos bajaba del cerro con un extrao cargamento. Bajaban por la cima del cerro, por el camino que conduce al ro, donde la pendiente es ms suave aunque ms larga, y la gente esperaba ansiosa sobre el vado, en la carretera de terracera. Pero fue una gran decepcin al ver que el bulto aquel que cargaban los soldados era el Capi Prez, quien haba sufrido un ataque del coraje que hizo por haber sido engaado. Buscaron a Romeo el Diablo por varios das y hasta ofrecieron una recompensa; un mes antes, les haba enseado unas bateras de radio viejas, aquellas del tamao de un queso de sal de esos aos, arguyendo que haban cado ardiendo en su rancho al pie del cerro, la madrugada en que cay el satlite. Sucede que a nosotros tambin nos haba engaado aquella maana que subimos al cerro, ensendonos las bateras viejas y quemadas. Muchsimos aos despus, cuando lo encontr en un campo de ftbol jugando de portero y me acerqu a l durante el descanso para preguntarle si recordaba aquella mentira que le haba contado al Capi Prez, me respondi que nunca le haba mentido, que como el Capi era sordo haba compuesto lo que l le haba dicho: --El Capi me pregunt si tena alguna noticia del satlite y yo le respond: Capi, las bateras de mi radio se quemaron y los precios andan altos, como los satlites--. Ya en el segundo tiempo, aprovech una granizada para meterle varios goles en lo que l andaba cubrindose la cabeza con un paliacate rojo.Pocos das despus de la aventura en el cerro, comenc a notar el crecimiento de una tumoracin entre el cuello y el hombro. Ya cuando andaba con la cabeza hacia un lado, doblada por el tumor y el dolor que me provocaba y no sirvieron los fomentos para desinflamar aquello que continuaba creciendo, mi madre me dio la mala noticia de que la bola era una garrapata enterrada y que sanara nicamente con inyecciones de penicilina.

FOTOGRAFIA DE LA PIEDRA DEL BURRO

LA MANO Y LA PIEDRAPara Arturo Sibaja CarbottQu tarde, qu fuerzas te modelaronpara hacerte de mi historia la vigaFuiste arrebato de Dios con maestrao acaso inspiracin de un dios humano?Se nos dio el ordenado paraso,las estrellas y las nubes en el cielo, las piramidales formas en el suelo, el amor, los odios y los vicios.Se nos dio la conquista de la lunay la terrible explosin que martiriza,los gritos del terror y de la prisa.As tambin la entereza y la fortuna

se nos dio en tu magia replicadapor tu leyenda y tu abismal pendiente.Que hoy, toda voluntad aora y sienteen el corazn, tu epopeya derrotada.Si fue el Seor y su creadora manoquien model tus formas colosales,tuvo que atisbar la mano de los malesy con insana furia derrotar tu arcano.Se pierde lo que no se tiene y nunca se ha tenido,es sentencia del poeta. Y el orgullo que nos distellenar de recuerdos las jornadas tristescuando aprendamos el arte del olvido.

ESPANTOS CONVOCADOS

No hay registro de los aos de inicio que bien pueden remontarnos a la eternidad o a la alborada del hombre; o quizs un poco antes de la fundacin de esta ciudad que fue azotada por el paso y la crueldad del Tonatiuh Pedro de Alvarado, pero bajo el mandato del mismsimo, todos obedecan la orden: vigilar La Piedra. Porque ni el mismo diablo saba cmo ni cundo ni el porqu de tanta magia y desde que supo de ella qued maravillado considerando que La Piedra estaba ms all de los lmites de su entendimiento y sus maldades. Tena la certeza que era la piedra filosofal con todos sus atributos.Para vigilar La Piedra y tener el conocimiento preciso de ella se le ocurri un animal fuerte, fro, pasmado y territorial, terco representante de la virilidad, de ser macho; rpidamente se acord de un dios antiguo, de quien el mismsimo se consideraba su amigo, el dios Priapo, quien y aqu sonri burlonamente mientras lo recordaba-- le diera, alegremente nombre a la enfermedad ms esperanzadora y ms dolorosa de todas las enfermedades del aparato reproductor del hombre. As fue cmo lleg de lejanas tierras el Burro. Est documentado en las crnicas de esos tiempos, guardadas en la memoria de los ancianos, que bajaba al pueblo provocando a los nios para que lo montaran y quienes osaban montarlo, era seguro que desaparecan, pues el Burro que pastaba manso y quieto por las calles de la ciudad, sala a galope tendido rumbo a la piedra, cuando era montado; los espantados jinetes ya no podan apearse y nadie poda socorrerlos. La gente desconoca si este burro tena nombre o dueo y se fue haciendo comn llamar La Piedra del Burro a dos grandes rocas adonde el jumento se esconda. Estas se encontraban increblemente colocadas, una cargando a la otra en un acto preciso y precioso de malabarismo circense, esttico, justo enfrente de la ciudad, en lo alto del cerro que la vigila y la protege. Le en algunos peridicos de la poca guardados en el archivo municipal, de la Casa de la Cultura en el 2006 y saqueado algunos aos despus, que en muchas ocasiones la gente del pueblo suba al cerro en busca de aquellos jinetes perdidos. Suban armados con cinchas de cuero curadas en orines, otras veces con estacas puntiagudas y hasta con escopetas y proyectiles supuestamente baados en plata. Nunca se encontr evidencia del burro, aunque algunos exagerados alardearon diciendo que lo tuvieron frente a frente y que aqul, cuando notaba que las intenciones no eran nada buenas, rebuznaba de maldad y se acercaba lanzando coces y balanceando su descomunal extremidad en pndulo, amenazando con vulnerar la anatoma, incluida la fisiologa de los pobres aventureros, y que mejor era correr por la pendiente del cerro, aunque fueran dejando la ropa en los tupidos zarzales que saturaban los alrededores de La Piedra. Otros ms exagerados contaban que era fcil llegar hasta donde el Burro se esconda pues cuando corra, para agarrar velocidad, lo haca con tres patas y entonces dejaba marcados los tres cascos y otra huella redonda en el centro del tringulo que formaban dichos cascos; esta huella era como la de una garrocha que le serva para impulsarse. Y otros, ms exagerados que los anteriores, contaban que no eran tres ni cuatro las huellas del burro cuando corra a esconderse, que eran cinco las huellas que dejaba, cuatro por fuera y la otra redonda , la de la garrocha, en el centro. En diciembre de 1995, en un suceso que los pijijiapanecos lamentaremos por siempre, el mismsimo derrumb la magia y la admiracin que el pueblo le guardaba a La Piedra del Burro. Tir La Piedra en un momento de arrebato, movido por fuerzas oscuras, propias de su naturaleza de maleficio, como un acto de venganza pues siempre se haba sentido celoso del romance entre La Piedra y el pueblo. Lo hizo para recordarnos que an tena diablicos poderes, aunque ya como espanto haba sido desplazado por la televisin.La ltima noticia que se tiene de este cuadrpedo del ganado mular fue que lo vieron una noche bajar del cerro montado por un jinete sombrerudo y descalzo. Bajaron por la calle central hasta las vas; iban rapidito pues la lluvia ya llevaba ms de una semana detenida en el pueblo, y cuando llegaron a la estacin del ferrocarril el jinete lo amarr en una rama de cuajilote, cerca de los vagones cargados de caballos viejos que transportaban a la ciudad de Mxico para su sacrificio; ah estuvieron varias horas esperando el tren. La gente vio al sombrerudo sentado en unos durmientes bajo el rbol, con el codo sobre la rodilla y el puo bajo el mentn, en actitud meditativa y el burro divirtindose con los cuajilotes. Como la lluvia arreciaba por ratos y esa noche, como muchas otras, el tren no llegaba, la gente regres a sus casas. Al otro da encontraron el cuajilote seco y de la pareja, no se supo el rumbo que tomaron, aunque algunos, los ms desvelados, vieron que esa noche pas el Centro a las 12 de la noche y el sombrerudo se subi con rumbo a Mxico donde, poco tiempo despus, con su habilidad de maloso, se col en un canal de televisin y se hizo artista y que ahora, seguido lo ven en las pelculas pero sobre todo en las telenovelas.Nota:Das despus del derrumbe de La Piedra, a principios del 96, vino gente de todo el estado, interesada en el caso, a tratar de recolocar La Piedra en su posicin original, pero pudimos darnos cuenta de que el trabajo era imposible y que se necesita ms que esfuerzo, se necesita magia, aunque trajeron todo tipo de gras y otros aparatos para levantar rocas pesadas. La conclusin unnime fue que se necesita una sabidura ms all de lo puramente humano para poder dejarla donde estaba, en su originalidad, lo cual, en ese momento, fue una tarea imposible.

VARIAS DEL CADEJO Y LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD

Las ms de las veces fue El cadejo. Considerado por el mismsimo y por quien esto escribe, como el ms fiel, el ms responsable. Tena el temperamento y la figura de un perro, de ah su fidelidad. Le gustaba hacer guardia en La Piedra por noches enteras. De vez en cuando le aullaba a la luna para anunciarse que bajaba a los corrales cercanos al pueblo para espantar con sus ojos llameantes a los rancheros. La ltima aparicin del Cadejo est registrada en el ao de 1965 en los corrales de El Llanito, aunque doa Chucha me confes, cuando la atenda de su octavo parto, a principios de los aos 80s, que su marido an conservaba la prctica de transfigurarse en noches de luna nueva. As fue. El registro de la ltima aparicin del Cadejo est documentada en El Pijiji, semanario de pocas anteriores que publicaba un maestro de la secundaria Lisandro Caldern a quien llambamos con su nombre en diminutivo y quien por cierto, en ese tiempo, aqu en Pijijiapan, descubri la Fuente de la Eterna Juventud, lo cual ha conservado en secreto absoluto. Los de esas generaciones lo consideramos un Dorian Gray pijijiapaneco, personaje de la novela El Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, aunque personalmente comprob que el maestro Joseto, no tiene en su casa un retrato que se est envejeciendo y adems este personaje de la novela, Dorian, era infinitamente hermoso mientras que del maestro Joseto no me atrevo a decir nada de eso. Otra historia acerca del tema me la platic Pepe Luis Ramn hablando con l por la radio de Banda Civil en 1976: --Mira compaeritome deca Pepe Luisn es que el Maestro Joseto descubri aqu en Pijijiapan, el tan ansiado lugar llamado Juvencia o Fuente de la Eterna Juventud, cerca de Palo Blanco en una semana santa que se le descompuso el jeep rojo descapotable (1) y por fuerza tuvo que quedarse ah varios das; te acuerdas compaerito, cuando regresbamos del mar en aquella Semana Santa Y segua hablando el Pepe Luisn.Este lugar con las aguas de la Fuente de la Eterna Juventud, fue buscado pero muy al norte, por Juan Ponce de Len y posteriormente Pnfilo Narvez y Alvar Nez Cabeza de Vaca anduvieron matando gente que daba gusto mientras exploraban la pennsula de La Florida en busca de la mentada fuente, totalmente perdidos. Alvar Nez se perdi por 8 aos, desde el Atlntico hasta el Pacfico, sin encontrarla. Y la versin de Pepe Luisn puede que sea cierta porque el maestro Joseto, quien no necesit ms que una Semana Santa, siendo maestro de Historia siempre andaba hurgando a estos personajes y seguramente encontr alguna clave en las pginas de los mltiples libros de historia que tena para dar su clase. El maestro Joseto me cont, hace poco cuando lo encontr podando y esculpiendo el pasto de la terminal de la OCC, que varias personas se han acercado a l para tocarlo e interrogarlo y comprarle el secreto; algunos pretenden ser, como l, mulos de Dios, pero no le han llegado al precio. Tal vez se lleve el secreto a la tumba, -Si es que muero, me dijo sonriendo la ltima vez que compartimos comiendo unos tacos Madrigal en Tapachula. Otros ex alumnos que fueron reprobados en Historia platican que s fue cierto que encontr a la Juvencia; viva en Palo Blanco y era una joven mareita y por eso se quedaba en palo Blanco semanas enteras. Regresando al Cadejo, en El Pijiji del 12 de octubre de 1964 se lee a ocho columnas: Alerta Pueblo de Pijijiapan, El Cadejo ataca en los corrales del Llanito. A las tres de la maana del da de hoy, fue visto por varios madrugadores, el enviado del maloso, El Cadejo, cuando se encontraban en los corrales de manejo ubicados en el llanito. Los corraleros maaneros cuentan que una brisa fra sintieron por debajo de los calzones cuando oyeron los gruidos y vieron los ojos llameantes del espanto. Se quedaron mudos y tiesos del miedo y pensaron que ya eran finados. Aquel animal del demonio con forma de perro endiablado, se les acercaba y los iba arrinconando en lo apretado de los corrales y con los gruidos sentan su aliento fuerte a elementos propios del infierno, y los iba llenando de baba caliente mientras los esculcaba con la nariz, la lengua y los ojos. Como que el temblor de los madrugadores le llenaba de vida los ojos que le relampagueaban con fuerza. Y cuando estaba a punto de clavarles los colmillos en sus trmulas y finadas carnes, se escuch un silbidito y el Cadejo, como espantado, volte la cara hacia el camino, se le apagaron los ojos y se le sec la saliva; y luego otro silbido; El Cadejo escupi, gru fiero, salt fuera de los corrales huyendo, y huy, alumbrndose con sus ojos de fuego por la va del tren con rumbo a Urbina. Los madrugadores fueron recuperando el aliento, aunque uno de ellos se orin en los pantalones- slo eso menciona la narracin- . Y van viendo al personaje que los salv de aquella pesadilla infernal y de la muerte inminente: ni ms ni menos que el dueo de los corrales y que era en verdad tan feo que El cadejo lo confundi con el mismsimo y por eso huy tendido. Hasta ah la crnica del Pijiji. Lo que nunca coment el peridico del maestro Joseto es qu cosa andaban tramando tan temprano los actores de esta crnica, en un lugar de embarque de ganado y tampoco aclar si era cierto que el Cadejo tena cuernos, como afirma el escritor ms prolfico de Pijijiapan.Y doa Chucha era una mujer aosa, morena, flaca; esa noche usaba un paliacate en la frente para detener el sudor que le escurra desde arriba de la cabeza pues casi no tena cabello y viva en una choza de palma a la orilla del ro Urbina, cerca de las vas del ferrocarril. Estaba sola aquella noche de luna llena y mientras esperbamos la consumacin de los trabajos del parto y tombamos caf con totopo y queso seco, me confes acerca de la transformacin de su marido en cadejo. Entre dolor y dolor me hablaba quedito, espantndome, de cmo a su marido, una vez al mes, lo encontraba tirado, casi muerto, abajo de un rbol de mango pia que tena en su patio, roncando con estertores de esos que anuncian el final de los sufrimientos. En muchas ocasiones lo meti a la casa con la ayuda de sus hijos creyendo que ya era finado, pero poco a poco le regresaba el aliento. Lo encontraba fcil en la oscuridad, pues por alguna razn desconocida, ella estornudaba cuando su marido se hallaba cerca. Un mes de mayo, despus de haberlo encamado, le fueron apareciendo unas marcas como cintarazos en la espalda. Esa noche supo que su marido se transformaba en cadejo; lo haban cintareado durante la feria de Santa Rita varios borrachos que estaban orinando cerca del ro; tuvo que curarle las heridas con manteca caliente y hojas tiernas de yaite. Me cont casi llorando que ella nunca le recrimin sus fechoras pues se senta protegida por aquel animal del demonio y por lo mismo lo alimentaba y lo amamantaba mejor que a sus hijos.Y me confes tambin esa noche, que la luna tena un efecto bestial sobre su marido. La luna llena le remova las hormonas de cadejo y le entraba un exagerado apetito sexual, de perro, perdiendo toda prudencia y decoro. No puedo escribir aqu todo lo que ella me cont esa noche por respeto a las buenas costumbres del lector; nicamente dir que le arrancaba el pelo y en los siguientes das ella tena que amarrarse la cabeza con un paliacate porque sudaba mucho del cuero cabelludo. Y con la luna nueva era cuando ella lo perda y ms tarde lo encontraba bajo el mango pia, roncando, siempre con un olor extrao que pareca petate quemado.Una noche en que ella sali al monte, oy unos ladridos en lo espeso del zacate y de lo oscuro, notando que los ladridos no eran fieros, de hosquedad, sino ladridos con ritmo, como si estuvieran cantando una cancin; y sospechando que era su marido, transfigurado, camin rpido sin hacer ruido pero no pudo ver nada. Ahora los ladridos venan de otra direccin y de nuevo se dirigi rpido hacia ese lado para verlo. As pas largo rato, corriendo y siguiendo los ladridos de un lado a otro, como jugando a las escondidas hasta que pudo verlo a travs de las ramas de un jocote: estaba echado y pareca no darse cuenta que era vigilado. Era negro, del tamao de un buey con la lengua y los ojos rojos y la boca babeante. Se lama las patas y grua, cantando, como satisfecho. Ella lo admir por un rato largo y entonces el Cadejo alz la cabeza, olfate el aire y se dio cuenta de lo que pasaba y balanceando la cola, negra y peluda, como una espada de las oscuridades que deca que no, se alej de un salto, desapareciendo en la oscuridad. Cuando ella regres a la casa, su marido yaca bajo el mango pia roncando. A los pocos das se enter de que el Cadejo haba atacado a unas mujeres de Carrizal que andaban en los trajines de un velorio.Total, que ya me estaba asustando y ya pensaba yo en dejarla que se aliviara sola cuando alguien abri la puerta y ella comenz a estornudar y en ese momento escuch el llanto alegre del recin nacido en la cama. Dos aos ms tarde doa Chucha se muri durante su dcimo parto y las felonas del Cadejo fueron siendo menos frecuentes y en los ltimos aos y hasta el momento de escribir de estas costumbres antiguas, no se ha sabido ms de l. Desde que supe del Cadejo en la infancia, he escuchado muchas versiones y muchas historias ms, de gente atacada, del nevero de los lentes oscuros que se transfiguraba y cmo amenazaba a quienes se burlaban de l; de la oracin que rezaba antes de convertirse en Cadejo: --bjate cuero, sbete cuero y que yo nunca cre porque muchos amigos que intentaron con la frasecita por noches enteras, nunca lograron la transfiguracin. De que hay un Cadejo Blanco que acompaa a los trasnochados y que es enemigo del Cadejo Negro. Tambin, claro, de apariciones inocuas, cuando el Cadejo noms corra por las calles gruendo y saltando como si acabaran de desamarrarlo. Hay una versin que cuenta que el Cadejo no tena pies, tena cascos, o sea que en lugar de uas tena pezuas y en lugar de lengua perruna tena una lengua bfida de serpiente, con la que lama la sangre cuando clavaba sus colmillos en sus vctimas. Dice la gente de las rancheras del cerro que el Cadejo vive ahora en la punta del Cerro Azul, y es creble pues en la actualidad es el ltimo refugio posible para los de su calaa y otros que son puramente criaturas de Dios; aunque cada ao la civilizacin los va cercando con su telaraa de basura y descomposicin y es posible que pronto no encuentre ni un refugio dnde esconderse. Pero la versin ms creble es que huy a Centroamrica donde, seguramente encontr un ambiente propicio para sus maldades y se sabe que ahora es dueo de una fbrica de cervezas muy prspera en El Salvador. Imagnese el lector la cantidad de maldades que puede hacer escondindose en una cerveza y todas las posibilidades que tiene el consumidor de transfigurarse en Cadejo, aunque los datos de nutricin impresos en los envases no indiquen la cantidad que hay que consumir para lograr la conversin.

(1) Quiero que sepa el lector cmo fue que se descompuso el Jeep rojo descapotable del maestro Joseto en esa ocasin, pues no me gusta contar a medias las verdades. La verdad es que un grupo de alumnos de la Lisandro Caldern regresbamos de la playa y lo encontramos estacionado en el embarcadero de Palo Blanco. Era un sbado santo y venamos El Mareo, Nando Nieto, Pnfilo Prez, Pepe Luis y Ada Luz Ramn, Ricardo y Julio Ley, Melvin Palacios, Panchito Gonzlez, Rsbel Cruz, El Chojue, Alejandro Guzar y El Perchern, y entonces al Perche, al ver el Jeep rojo descapotable, se le ilumin la cara con una sonrisa porque vio la oportunidad de desquitarse del maestro Joseto quien ya lo haba reprobado en la clase de Historia Universal varias veces. Algunos tratamos de persuadirlo, que no lo hiciera le decamos, pero lo hizo.Cuando reiniciamos las clases, el maestro Joseto no lleg a su ctedra por dos o tres semanas, y cuando volvi estaba muy bronceado de sol y muy sonriente, muy juvenil, pareca un recin nacido y lo que nos hizo sospechar de que algo raro se traa es que todos aprobamos el examen semestral. nicamente dir que la travesura del Perche al descapotable rojo, en lugar de perjudicar al dueo, lo benefici, pues por quedarse all varios das, descubri las aguas de la Fuente de la Eterna Juventud. Y al mismo tiempo nos benefici a todos pues aprobamos su materia. Y antes que se me olvide, quiero decir aqu, que tengo sospechas de que otro iluminado por la Fuente de la Eterna Juventud es Gil Wong. Aunque no tengo la certeza plena y no le encuentro conexin con el maestro Joseto, Gil Wong s podra ser un Dorian Gray de Pijijiapan por lo hermoso; habra que buscar en su casa y ver si tiene un retrato que est envejeciendo. Bueno, ya un grupo de amigos Pijijiapanecos radicados en el D. F., (2) los mismos que apoyaron a la Pata Peluda y despus le buscaron trabajo en la radio, tiene conocimiento del caso; de cualquier manera, estoy pensando en pedirle al maestro Joseto y a Gil Wong, que dentro de 40 o 50 aos, reescriban estas crnicas, pues las presentes, ya estarn obsoletas.2.Estos amigos me pidieron no publicar sus nombres pues trabajan en el anonimato y si se llegara a conocer quines son, no podran cumplir con sus investigaciones. Personalmente, a quien tenga intencin de conocerlos, por cualquier razn, con gusto les dir sus nombres.

FOTOGRAFA DEL REGRESO DE PALO BLANCOI

POR UN CAMINO ESTRECHO

Usted aqu, estimado amigo. Haga memoria: regresaba a su casa por Recuerde bien porqu est la orilla sur del pueblo, corriendo con miedo y volteando hacia todos lados, jadeante, cuando entr por un camino estrecho esa noche llena de nubes negras y tormenta. El preciso lugar, el potrero de Doa Mariana Morales y el ao, 1952, a fines de septiembre. Empezaba a caer la lluvia con sus relmpagos y truenos y Usted lleg a las primeras calles del pueblo brincando torpemente sobre los charcos. Al dar un salto en la oscuridad, se enred con lo que parecan ser los cuernos y el crneo de una vaca y cay golpendose la cabeza contra el filo de una banqueta. De inmediato se levant, confundido pero ms liviano, como flotando, y vio que el lugar era la banqueta del nico lugar abierto; la luz del interior trazaba mltiples figuras geomtricas en la oscuridad de la calle y aunque nunca haba visto aquel lugar, se meti de inmediato.Desconcertado, vio que el lugar era enorme, incalculable; las paredes se continuaban una tras otra en todas direcciones, resultando formas arquitectnicas insuperables, de una belleza extraordinaria. Se confundi ms al ver que la iluminacin vena ahora del exterior reflejando en las paredes las mismas figuras geomtricas que vio en la calle. Detrs de una puerta, en lo oscuro, giraban mltiples espejos que intercambiaban sus destellos, haciendo inagotables en nmero, imgenes antiguas y actuales, rostros, eventos; sucedidos recientes y antiguos, rostros familiares y extraos. Todava confundido, Usted vio reflejada su propia imagen en un gran espejo central, notando entre sus manos un instrumento musical, una violineta; Usted frunci el ceo y ajust sus ojos para distinguir mejor: luca, inexplicablemente, un traje con botonaduras plateadas, un sombrero ancho y esconda la cara con sus manos al soplar el instrumento. Quiso hilvanar un recuerdo pero no pudo porque cay un rayo y cerr la puerta de la entrada quedando todo en oscuras; entonces, el aire se llen de msica con el sonido inconfundible de las lengetas metlicas de una violineta: en la oscuridad estimado amigo, Usted recobr el juicio, sacudi la cabeza y abri los ojos gritando Nooo, no puede ser!!- al recordar que unos minutos antes oy la meloda en el camino: sentado en lo alto de una ceiba, un hombre trajeado con botones de plata, un sombrero ancho y una violineta, entonaba esa misma cancin y Usted querido amigo, corri con miedo y jadeando por un camino estrecho en los potreros de Doa Mariana.

EL MISMSIMO

El Sombrerudo s era de miedo. Nadie suba al cerro al cerro ni andaba perdido por los caminos aledaos cuando ste paseaba a caballo con su traje de charro. Tal vez cansado de las distracciones y los errores de sus lacayos o porque haba que hacerse presente para recordarle a sus espantos quin era el patrn, el mismsimo sala en noches de luna a lucir su vestidura con encajes de plata. De silueta gallarda, portaba su sombrero de charro, el cual le daba el toque de misterio y de terror necesarios para que los mortales se rindieran a sus pies y se los llevara montando en su caballo retinto, de andar artstico y gracioso. Se crea, como en las pocas de la conquista, que hombre y caballo eran una misma criatura y la gente saba que poda andar los caminos solamente en la poca de norte pues al sombrerudo no le haca gracia andar espantando gente y corriendo tras el sombrero cuando azotaba el viento. Segn Csar Pineda, al sombrerudo o sombrern, como l lo llama, como que le entraba la nostalgia por las acciones buenas, aorando su verdadero origen y a veces conduca el ganado hasta los corrales, a los cuales las vacas entraban con una mansedumbre de autmatas y cuando llegaban los vaqueros por la maana, vean admirados que el ganado se hallaba plcido en los corrales. As lo escribi Csar y lo public La Ceiba en el ao de 2005. Tambin recuerdo que don Chema Pelez y su ojo de vidrio me platicaban mucho de cmo el sobrern se suba a los rboles a tocar la violineta para llamar a los curiosos o a buscar con quien pactar para hacerlo rico, cambiando las riquezas de una efmera vida, por una vida eterna en el infierno. Aqu hubo muchos rancheros que hicieron pacto con el mismsimo en vida y cuando murieron, siempre llegaba al velorio un toro negro que se llevaba todas las vacas que encontraba en el rancho. Pero el objetivo principal del maligno, decan don Chema y su ojo de vidrio, eran las mujeres vrgenes, que en esos tiempos abundaban, no como ahora que est difcil. Muchas veces tambin, lo vieron sin cabeza. Probablemente mandaba a su caballo y a su vestidura a orearse y quitarse los olores fuertes a demonio que les impregnaba y que luego, l mismo, no aguantaba. No era otro espanto como crean algunos, era el mismo pero sin cabeza.El sombrerudo ya est retirado de estas tierras y descansa, junto con sus creaciones, en la memoria de aquellos que sufrimos sus apariciones. En los tiempos actuales contina espantando y ganando gente pero slo lo hace a travs del cine y en la televisin, sobre todo en las telenovelas pues los monopolios televisivos lo han acogido y cobijado y multiplicado con innumerables formas y l, al encontrarse de manera natural con otros de su calaa, demonios tambin, puede entrar a todos los hogares con una facilidad absoluta junto con todas sus combinaciones, las cuales ya no son las de antao, ahora son ms rebuscadas, ms sutiles pero ms dainas. Y donde ya es dueo de casi todo y ha extendido sus dominios de una manera que ni l mismo esperaba, es en el internet y en la telefona celular; aqu, sin que nosotros nos demos cuenta cmo, nos toca la violineta y nos gan desde hace tiempo.OTRAS COMBINACIONESEl mismsimo tambin us el arte de combinar, el cual es infinito aunque a veces desastroso. Habitantes de lejansimas tierras y lejansimos tiempos, fueron testigos del nacimiento del Golem, de Frankenstein y la famossima Quimera entre otros. As, Csar Pineda me cont una noche cuando viajbamos llenos de tierra por el camino de terracera a Chocohuital, que en su libro Cuentos y Leyendas de la Costa de Chiapas, no da detalles de un mamfero de patas cortas, rollizo, achaparrado, de orejas largas y cola cortita, trompudo, a quien todos conocamos como la Cocha Enfrenada. Esta, sala por los caminos con nimo de espantar a quienes osaban andar ya entrada la noche. Traa un freno de fierro que era como una embocadura similar a los que les ponen, en contra de su voluntad por cierto, a los caballos. Durante la investigacin hecha por el comandante Hber el Pequeo Gigante, comandante de la Polica Montada, en el ao de 1970, report al gobierno del estado que la Cocha Enfrenada corra tras de los caminantes, haciendo sonar sus pezuas en los pedregales y masticando el freno, escarbaba con su trompa lo spero del suelo mientras orinaba. Meda ms de un metro y medio de largo y cerca de un metro de alto, la cola era corta y tiesa, y tena la forma de un sacacorchos. La cabeza, como era tan grande y con el peso del freno, le costaba trabajo levantarla y slo vea hacia abajo. Era por el olfato que saba dnde estaba y a quin espantar. Una tarde que andbamos viendo volar las golondrinas en el puente del ferrocarril, escuch a Llano Quevedo cantando mientras sostena una escopeta en las manos. Estoy esperando al animal del demonio cantaba como si estuviera en misa, en voz alta Se me antojaron unas carnitas y entre canto y coro, se echaba un clavado al ro desde el puente, encargndole la escopeta al Cholme. No s si le cantaba a la Cocha Enfrenada o al Cadejo pero, por lo que deca, era a la Cocha, o quin sabe, a lo mejor ya haba probado las carnitas de perro frito en Maleta o el guisado de costilla de perro a la Barbiquiu que tan rico preparaba el Chinito Cantn. Mucha gente me ha contado que por otros lados an hay mujeres que pueden trocar su femenino cuerpo por el de este cuadrpedo animal de ganado porcino, cosa que no est muy clara y que, como ya mencion antes, el comandante Hber el Pequeo Gigante, Comandante de la Polica Montada, investig y dio un informe detallado de esta combinacin del maloso a sus superiores.Me aclararon que La Cocha Enfrenada tena por costumbre orinar cuando le daba cuentas al maloso de sus fechoras cometidas. Como que la presencia del mismsimo, la estresaba y no poda controlar los esfnteres, se orinaba. Y como un recuerdo a esta combinacin inaudita del maloso, cuando los pijijiapanecos hacen un negocio y pagan o quieren recibir su dinero en efectivo y al contado, lo explican refirindose a la forma de orinar de los ejemplares de esta especie; dicen: te voy a pagar como orina la cocha o Noms quiero mi dinero como orina la Cocha y deslizan con rapidez y repetidamente, la palma de una mano sobre la otra.

PEDRO INFANTE Y LA BOLA DE LUMBRE

Y quin de aquellos tiempos, en noches oscuras, a la luz de los candiles y las lucirnagas, no vio la Bola de Lumbre? Yo la vi muchas veces pero siempre desde muy lejos y no la distingu bien porque lastima la vista; slo aquella noche en el cerrito, cuando estuvimos en peligro de muerte, pudimos seguirla de cerca, durante largo rato. Describir a la Bola de Lumbre como la llambamos, como una bola de lumbre pues no soy tan bueno para describir como lo son algunos de las 28 generaciones de ex alumnos con quienes compart en el Colegio de Bachilleres.Aunque todos sabamos que la va del tren era su camino preferido, ya fuera por la balastrera o por el llanito, eso no lo libraba a uno de encontrrsela rumbo a Tapachulita, por la Vueltona o por el ro, rumbo al Cerro. Tambin la vieron por Peine Mico y Coche Peln pero muy contadas ocasiones. Le gustaba espantar a los que regresaban a sus rancheras o venan de ellas al pueblo por alguna emergencia; le encantaba quemarles las pestaas a los bueyes que jalaban las carretas o simplemente desorientarlos o empujarlos a los zanjones; tambin haca relinchar a los caballos y tirar a sus jinetes. Cambiaba de tamao, de color o de brillantez cuando levitaba con lentitud por encima de los alambres de los potreros. Cuando se acercaba mucho a una casa, las mujeres mojaban las toallas y con ellas trataban de espantarla y apagarla; en muchas ocasiones la vieron meterse a los pozos y ya dentro, se desvaneca. Por otras rancheras, le gritaban fuerte llamndola con nombres de familiares muertos. Unos ancianos me platicaron hace muchos aos, que leyeron en un libro antiguo que la Bola de Lumbre eran espritus resucitados que andaban perdidos y que buscaban entrar a la eternidad encendidos. Y cuando se apareca, haba que gritarle el nombre de algn familiar muerto para ver si de casualidad era aquel espritu perdido y cuando le atinaban al nombre, se desapareca para no volver nunca.Por esos aos 50s y principios de los 60s, aqu en Pijijiapan, viva Pedro Infante. Era un hombre grande y fornido, medio jorobado de tanto empujar el carretn donde acarreaba a los comercios los artculos que llegaban por ferrocarril. El carretn, me deca Pedro, poda cargar hasta una tonelada de mercanca y tena las ruedas grandes de fierro que por lo mismo, hacan un ruidero en las calles empedradas que lo anunciaban a distancia y todos ya sabamos quin vena. Mi mam, por ejemplo, comenzaba a servirle su caf y su desayuno varias cuadras antes de que llegara al restaurant. Por cierto, cuando tena sed, se acababa el vaso de agua y lo entregaba lleno de baba. Por eso lo llamaban Pedro Baba, porque siempre andaba babendose la chaqueta, igual que un lactante con las anginas inflamadas; usaba pantaln y chaqueta de mezclilla sanforizada y la lengua la usaba de corbata. Fue el primero en usar los huaraches para morir iguales, de doble suela, que despus se pusieron de moda en otros pases y tambin en Mxico, por los integrantes de un movimiento social llamados Jipis, quienes tambin le copiaron a Pedro Infante el estilo de vida que llevaba, pues se baaba cada semana. Entre baba y baba a Pedro Baba le gustaba contar sus aventuras. Todas las maanas, me daba un aventn a la Zaragoza arriba de aquel carruaje que an se encuentra en la estacin del ferrocarril; una vez me cont, mientras esperbamos que nos dejaran pasar por la tienda de don Margarito Kuri pues haba mucha gente comprando, y con todas sus dificultades que tena para pronunciar las palabras, que vena de las Anonas ya entrada la noche, y le sec la baba un resplandor caliente que alumbraba el camino a muchos kilmetros por delante. Pedro Baba quien empujaba el carretn con un motor de cuatro caballos, o sea sus dos brazos y sus dos piernas, comenz a rezar pero se acord que no se saba el Padre Nuestro ni el Ave Mara, y ni crea en Dios, entonces empuj el carretn con fuerza y corri tratando de escapar de aquel espanto que se le colocaba a la derecha, a la izquierda, adelante, arriba, pero por la velocidad no pudo controlar el carretn y se fueron a un barranco que haba por el campo de aviacin que despus fue el basurero municipal. Cay tendido con todo y carretn y el espanto ah se qued en vela, acompandolo; Pedro se hizo del dormido porque el espanto no se mova. Se despert de un salto cuando sinti que ya se estaba quemando, pero ya era medioda y el calor que le quemaba vena de otra bola de lumbre, el sol que ya estaba bien alto. Y como la cabeza le explotaba de caliente y su chaqueta estaba empapada de sudor, sinti la necesidad corporal de echarse un trago de aguardiente para hidratarse y refrescarse y se meti en la primera cantina que encontr en la orilla del ro.Cuando lleg la luz elctrica a la ciudad, en 1958, tenamos alumbrado pblico desde las 6 de la tarde hasta las 12 de noche; el gobierno instal una planta de luz que trabajaba con diesel en las casas de don Isidro Castro, donde ahora est el mercado. Una noche del mes de junio, vimos que la Bola de Lumbre vino a curiosear, al igual que todos nosotros, por el parque, el cerrito, el Manguito, como buscando algo, como admirndose de algo que tampoco ella conoca. Anduvimos atrs de ella un grupo grande de los que a diario nos juntbamos por las noches. Recuerdo a Joel y Mario Meneses, Martha Snchez, Dorita Morales, Magui, Carlos y Yolanda Trujillo. La seguimos a distancia ms de una hora, sin que se diera cuenta. No se me olvida esa noche porque adems, estuvimos en peligro de muerte: sucede que viniendo del parque, al subir al Cerrito, donde ahora es la biblioteca, alguien la vio desde abajo rumbo a la va y empez a dispararle con un rifle; la Bola de Lumbre se levantaba o bajaba de golpe, o se apagaba y se encenda en otro lugar y cambiaba de color o se fragmentaba en millones de lucecitas como si fuera una bola de lucirnagas, y a nosotros, que venamos atrs de ella, nos pasaban cerca los balazos; fueron como unos 25 balazos de sufrimiento y debi ser un calibre 22 por el silbido que hacan las balas, zumbando muy cerca, hasta que bajamos corriendo por el caminito, descolgndonos de las anonas y los morros que haba donde ahora estn las gradas; cuando volteamos a ver, la Bola de Lumbre vena atrs de nosotros, huyendo de la balacera tambin. Nosotros corrimos rumbo a la va, ahora huyendo del espanto y al llegar a la segunda norte, haba un grupo de gente vindonos y tomando fotos; entonces La Bola de Lumbre se elev sobre nuestras cabezas, tom altura y se fragment en millones de lucecitas de colores que desaparecieron en lo oscuro del cielo. Estoy seguro que esa noche La Bola de Lumbre se dio cuenta que la seguamos pero como se vea sin ganas, melanclica, apagadona no nos dio importancia y permiti que la escoltramos. Que yo sepa, fue la ltima vez que se dej ver en el pueblo. Esa noche tuve muchas pesadillas.Supe al da siguiente, que unos gringos, buscadores de talentos de los equipos de las Grandes Ligas de Beisbol de los Estados Unidos, andaban reclutando jugadores y por eso estaban en la Paletera de los Vargas, con la gente de los Pcaros, don Humberto Montes y los Urrea; entonces, al or los disparos, salieron a la calle quedando admirados por toda la pirotecnia de destellos y luces que haca la bola de lumbre en el cerrito evitando la balacera. Don Humberto y Barrilito tomaron muchas fotos y cuando regresaron los gringos a su pas, como se acercaba el 4 de julio, le propusieron a su gobierno celebrarlo como ellos haban observado esa noche aqu en Pijijiapan, con fuegos pirotcnicos. Y en los tiempos actuales en muchos lugares del mundo celebran con estas pirotecnias a base de plvora; si supieran que todo fue gracias a que nosotros andbamos en el Cerrito en peligro de muerte. Menciono lo anterior porque es motivo de alegra y de orgullo que un espanto domstico, haya inspirado al mundo entero.

LA MALORA

Amparada a la luz de las noches oscuras, sin luna, la Malora se llev a varios que no hicieron caso a las sensatas advertencias de los viejos leadores o rancheros, aunque poda aparecerse a cualquier hora. Debi tener el mismo encargo que los dems espantos pues mi abuelo me contaba que cuando iba de cacera al cerro y la encontraba, le llamaba siempre por las espaldas Pablito, aqu te traigo tu comida, ndale, ven. Mi abuelo, como era del Istmo de Tehuantepec y all tenan espantos ms fieros, juches, los de ac nunca le causaron miedo; lo nico que haca mi abuelo era colocarse la escopeta en el hombro y disparar para atrs sin mirar, y segua su camino sin voltear la cara. Cuando regresaba por el mismo camino, siempre encontraba un venado o un cochemonte muertos por las balas que l disparaba sin ver. Eso me lo cont una vez que estaba haciendo sus municiones de plomo en un sartn, las cuales siempre le salan muy redonditas, como canicas. La Malora tambin llamaba a los nios por su nombre y les deca- Nios vengan, les traje dulces. Quienes la volteaban a ver ya pasaban a ser de su dominio. Algunos dicen que tena el pelo largo y usaba una bata descolorida que siempre andaba como fodonga; otros decan que siempre andaba bien vestidita y, aunque los que la vieron, no regresaron nunca, quiero pensar que sus fachas dependan de la hora en que se apareciera. Lo comn era que tomara las facciones de alguien conocido, ya fuera su esposa, su madre o su hermana. Era, digamos, como el Terminator de esos aos. Para reconocerla haba que verle los pies; los tena al revs, con los talones hacia adelante. Aunque don Guto Mareo en el velorio de Manueln, en tremendo duelo de artificios en contra del Maestro Tete, le deca que no era as, sino que el pie derecho lo tena donde un mortal tiene el pie izquierdo y viceversa, pues haba sido testigo de tan singular monstruosidad. Esa noche Don Guto Mareo habl varias horas, sin tomar caf ni aire, de cuando se le apareci La Malora. -Mire seor Inocente-- le deca mientras lo palmeaba en los hombros --Me encontraba una noche pescando bajo las fuertes corrientes de la barra y mientras jalaba yo un robalo que, calculo tendra unos 25 kilos pue ya llevaba ms de una hora tratando de sacarlo y me dominaba y yo lo dominaba y me dominaba y yo lo dominaba, y le brillaba el lomo y echaba chispas y chorros de agua cuando se asomaba, y en esas estbamos con el robalo de ms de 25 kilos yo creo, cuando se me enchin el cuero y me paraliz del susto una silueta que se acercaba. Se pareca a mi mujer pero sospech que no era por la ropa que traa puesta; era ropa nueva y pues de nde y adem porque me deca Mareito, te traje de cenar, ven mi chulo, te prepar este macabil al vapor como a ti te gusta. Ven mi chulo pa que tengs juerza. -Y cundo mi mujer me deca mi chulo despus de casados? Entonces amarr el hilo del anzuelo a un poste y que agarro el machete y le voy dando duro por la espalda y ella me gritaba Mareo, qu tens, si soy tu mujer pu! Tas borracho? Y yo tratando de darle con el machete mientras le alzaba el vestido pa mirarle los pies pu y no otra cosa, pero la Malora , como es tan juerte, igual que mi mujer, no se dejaba y me agarr del pelo y nos revolcamos en el agua y la arena tan juerte que todava me duelen la nuca y los brazos. Y luego que se me chisp, sali huyendo y se fue flotando en el cayuco sobre el agua y aunque qued un hueyero sobre la arena, de onde andbamo peliando, claramente pude distinguir en las marcas de las pisadas bajo aquella oscurid que tena los pie al revs, pero as como te digo, no con los talone por delante. Y antes de que le preguntaran Y luego? - No pues el robalo debi pesar unos 30 kilos calculo yo bajita la mano, pue revent el hilo, has de crer, pero en la siguiente luna voy a regresar por l y lo voy a sacar aunque ya pese ms de 30 kilos.en esta lnea de la narracin, se dio un respiro para acomodarse en la silla y antes de que hubiera rplica o reclamacin por el robalo de 30 kilos, continu diciendo-- Y tambin voy a sacar un cofre de madera quest bajo de un palo, en la raz de un mangle; lo vi el otro da que andaba yo buceando como a 7 metros de hondura en la mera bocana, clarito se vea el cofre y como que una luz parpadeante sala de adentro; el problema es que tiene un candado puesto y cuando lo iba a sacar que se me deja venir una mancha de robalitos y por andar fisgueando los ms grandes, puros de 4 y 5 kilos, cambi la marea, empez el vaciante y se revolvi el agua y ya no pude ver el cofre , noms la lucecita relampagueante que sala de adentro Ah! y pues esa noche la mera verd La Malora ya no regres, de pendeja regresa; y ya nunca me ha vuelto a espantar y al otro da, cuando llegu a mi casa, mi mujer estaba encamada y cuando me vio se levant como adolorida y me sirvi, mal encarada como siempre, jeje, un macabil al vapor, bien hecho pero un poco fro. Oiga usted don Mareo, el Maestro Tete apoyaba los codos en el respaldo de una silla Quiero decirle a propsito de su robalo de 30 kilos que yo vi el pescado ms grande del que se tenga conocimiento aqu en el pueblo. Fue en la poza del Mojo, una poza poco conocida, aqu mero, por el puente del ro; era un bagre tan grande, pero tan grande, que don Sandalio de Paz con sus hijos, Yayo y Chela, tuvieron que correr pidiendo ayuda a unos que venan a caballoAs las contaron en aquel velorio Don Guto Mareo y el Maestro Tete, y ni entonces ni despus las puse en duda. Como tampoco puse en duda, a partir de esa noche tan exquisita, inolvidable, admirando aquellos dos grandes talentos para la narrativa, que era viable y urgente la propuesta que me haba comentado Sibaja: Un concurso de cuentistas y mentirosos.

OTROS ESPANTOS MENORES

Otras combinaciones menores del maloso para vigilar La Piedra y andar espantando con sus maldades por las oscuras calles de aquellos tiempos fueron La Gallina y sus Pollitos, Los Duendecitos, La Pata Peluda y La Tichanila.Esta ltima parece ser que es la llorona vestida de chiapaneca; por lo menos, es lo que afirman los de la Rial Academia de Villaflores. Pero no, nada que ver. Segn otros, se esconda en una pochota y se burlaba de la gente que pasaba. Aqu la verdad, el nico que sabe bien cmo era La Tichanila es mi compadre Neco. l la conoci en la rivera cuando trabaj por all. Se sabe que tuvo varios encuentros con ella y hasta le cant una serenata un da que andaba de parranda. Cuando vio que la Tichanila ya tena otras intenciones tuvo que irse a trabajar lejos, a otro estado. La verdad es que la Tichanila no anduvo por estos rumbos, quiz porque aqu andaba la Malora y las mujeres son muy celosas entre ellas. Cosas de mujeres que ni el mismsimo pudo controlar.De la Gallina y sus pollitos se sabe muy poco; salan en los caminos picoteando a los nios y armando escndalo de pollitos con hambre. No dejaban dormir cuando se acercaban a los patios y se acababan el maz de los costales. Entonces la gente se protega soltando mazacuatas en los tejados y en los rboles de los patios pero La Gallina y sus Pollitos nunca fueron presa fcil de las culebras porque eran montoneros y entre todos espantaban a las mazacuatas, dndoles de picotazos. Algunos malosos afirman que unas vendedoras de Cachimbo los encontraron en el camino al mercado y que ah los vendieron con todo y gallina. Nadie sabe si los separaron o los compraron a todos juntos, de cualquier manera, ya nunca se supo de ellos. Los Duendecitos an siguen espantando gente: los ven algunas veces en el parque, en las canchas de las escuelas, en las iglesias, son como nios abandonados que se divierten jugando mientras asustan a la gente. La noche del 24 de enero de 1980, cuando el reloj del Palacio Municipal sonaba las 12 campanadas, me llamaron por telfono del Centro de Salud, avisndome que un paciente estaba convulsionando. Como era un paciente que yo haba internado, me levant rpido y pas a mi consultorio por medicamentos. Al abrir la puerta, o que otra persona entraba haciendo ruido. No me caus miedo en el momento porque mi prisa y mi adrenalina eran por el paciente convulsionando; agarr mi maletn con las medicinas para las urgencias y sal, y al cerrar la puerta vi claramente que la otra persona se escurra entre mis piernas y sala tambin. Y en las dos cuadras que camin lo escuchaba atrs de m, arrastrando las botas que le quedaban grandes y lo volte a ver varias veces, y vi que era un hombrecito, muy chaparrito pero ya maduro, negrito, algo arrugadn y de ojos saltones; tena pocos pelos en la cabeza. Usaba, ya dije, unas grandes botas y la ropa que traa no era de su talla, le quedaba grande tambin, y vena sonrindome y me alzaba la cara y los brazos cada vez que yo volteaba, como dicindome: -Idiay jodido! Llegu a la clnica y le apliqu los medicamentos al paciente quien se relaj y se qued dormido; entonces, ya tranquilo, le platiqu a los familiares del enfermo y a la enfermera lo que me haba pasado y ellos salieron a la calle a ver si se encontraba por ah, y efectivamente estaba en la esquina, bajo una lmpara y les haca seas con la cabeza y los bracitos mientras se rea; los llamaba. Yo les ped que se fijaran bien si no era mi amigo y hermano Pedro Bombita pero no lo conocan y entonces se metieron corriendo, gritando del miedo y yo tuve que quedarme a dormir en el Centro de Salud y no salimos hasta el da siguiente. Este relato aunque no lo crean, es real pues no me gusta contar mentiras; si algn lector no lo cree, la enfermera y los familiares del paciente pueden confirmarlo aunque la enfermera vive ahora en los Estados Unidos y el paciente se muri tiempo despus y, debido a mi psima memoria, no recuerdo el nombre de ninguno de ellos.

La Pata Peluda y el ltimo vagn del Centro.

La Pata Peluda fue lo ltimo que engendr el mismsimo para asustarnos y darnos de qu hablar aquellas noches oscuras, cuando jugbamos a los encantados y ya cansados, nos sentbamos en las banquetas a jugar esconde esconde la piedrita bajo el sereno de las estrellas y la luna. Sabamos que la Pata Peluda se meta a las zarabandas de las ferias de Santa Rita y el Patrn Santiago a bailar con la gente, y que al principio todos salan corriendo. Slo Arieln y Julietona se quedaban, sin importarles el espanto; lo nico que les importaba en ese momento era el mambo y hasta le enseaban al engendro los movimientos de las caderas. Como los encargados de organizar las zarabandas perdan dinero pues se cobraba por pieza bailada, optaron por cerrar las puertas del mercado cuando se meta la Pata Peluda y no dejaban salir a nadie; entonces, los bailadores le fueron perdiendo el miedo y despus hasta rueda le hacan y le aplaudan. Cuentan que la pata peluda era algo gorda y usaba unas zapatillas con tacones muy altos, de clavo, entonces haba que tener cuidado de los pisotones que daba pues nunca aprendi a bailar; definitivamente que esa no era su vocacin, hay mucha diferencia entre un bailarn y un espanto. Cuando tiraron el mercado viejo, La Pata Peluda daba vueltas en el parque desesperada por no encontrar donde bailar ni a quien espantar pues ya no haba zarabandas y nuestro parque siempre ha sido un lugar muy solitario. Los vecinos del Arenal y del Garrobal que regresaban del cine a media noche, la vean de lejos y la evitaban porque era muy encajosa y cuando le daban tantita confianza, ya no los soltaba; hasta pretenda que la llevaran a dormir con ellos.Entonces, sola y deprimida, una noche de un mes de noviembre, cuando sali el norte ms fuerte del que se tenga memoria en Pijijiapan, tom la decisin de migrar a la ciudad de Mxico en el Centroamericano. Esa noche el tren iba atiborrado de gente y La Pata peluda no encontraba un lugar dnde sentarse, por lo que anduvo recorriendo los vagones en busca de un asiento. Fue sacada a empujones de algunos lugares donde pretendi hacerse un espacio aprovechando la oscuridad y de otros fue francamente corrida a patadas; pens en aventarse por el cabs pero todava le quedaba el pulman y se encamin rpidamente abriendo las cortinas y buscando un lugar vaco para recostarse; algo le deca que en ese vagn encontrara algo ms de lo que buscaba. Y era cierto, el destino le tena guardada una sorpresa: cuando abri las cortinas del ltimo camarote esper los insultos pero no, por el contrario, fue lanzada hacia el interior del camarote de un jaln y en medio de la oscuridad, cay en una de las camas; iba a defenderse con los tacones de clavo, pero entonces escucho una voz que la estremeci y la tranquiliz: --Amada ma, te estaba esperando, soy la Oreja Peluda. Un gran romance se inici en ese momento, dos espantos que andaban desesperados, solos, dejaron caer sus barreras y se entregaron hasta los lmites de la pasin y del deseo y todas las posibilidades de un encuentro amoroso, se vivieron esa noche en el ltimo vagn del pulman del Centroamericano. Muchos meses despus, naci el producto de aquella gran noche de lujuria y entrega, era una hermosa Mano Peluda.Poco se sabe de sus progenitores pero en la actualidad es artista de la radio, donde protagoniza un programa con mucho xito en la ciudad de Mxico y lleva su nombre: La Mano Peluda. Nota: aqu deberan mostrarse varias fotos del sombrern, de La Malora, de la Pata Peluda, pero Barrilito todava las anda buscando. Ya me prometi que en la prxima reimpresin estarn listas. nicamente se incluye una de los duendecitos.

EL CENTRO, EL POLLERO Y EL COTIDIANO PASEO

Un da, paseando por un lago de Berlin, recuerdo el Weissensee, arriba de un ferry, Ricardo se acerc a hojear unos peridicos y mostrndome el Berliner Zeitung me dijo:-- Mira lo que dice aqu--. Como no hablo alemn, Ricardo lo not en mi cara y me tradujo: --Caos vial en Berln, los trenes se atrasaron un minuto--.Todo el da anduve como alejado, metido en los recuerdos que guardo de los ferrocarriles en Pijijiapan; ni las salchichas ni la cerveza pudieron con mi nostalgia. Nuestros trenes fueron El Centroamericano o Centro y el llamado Mixto o Pollero. El Centro era como de primera: traa vagones conocidos como pulman con camarotes y camas para dormir. El Pollero era de segunda clase; en l se transportaban las bayunqueras. Estos eran los trenes en los que se transportaba la gente a su comunidad o fuera del estado. No haba carretera. El Centro recorra desde Tapachula hasta la Ciudad de Mxico y el Pollero desde Tonal hasta Tapachula. Fueron los grandes tiempos de nuestra niez; nos gustaba montarnos en los trenes y viajar aunque fuera a Urbina y soar con grandes aventuras; en ellos hice mi primera excursin fuera de Pijijiapan, al llanito creo. Despus mi madre nos llevaba siempre que iba a visitar a mis hermanos; salamos en el Centro rumbo a Ixtepec y de ah tombamos el autobs a la ciudad de Oaxaca. Ya de adolescente viajbamos a la ciudad de Mxico por Veracruz y El Cofre de Perote donde le ponan doble mquina al Centro para que pudiera subir la montaa. Se coma bien cuando se viajaba en tren; en casi todos los pueblitos donde paraba se suban vendedoras de comida y se poda tomar cerveza tambin ya que en unos vagones llevaban hieleras de madera con las cervezas fras. Los vagones iban resguardados por militares pues se suba todo tipo de gente: vendedores, turistas, estafadores. Haba otros trenes llamados Locales, los cuales eran de carga exclusivamente.En el Centro llegaban las pelculas de Mapastepec y tambin las revistas y los peridicos de Mxico: siempre estbamos pendientes de su llegada los das martes porque se terminaban ese mismo da. Las revistas las venda doa Jovita y don Rafa Hernndez venda los peridicos que llegaban con dos das de retraso en el Manguito. Gracias a estas revistas aprendimos a leer, y aprendimos ortografa y conocimos adems, a los hroes gringos matones y exterminadores de indios y de gente inocente y a otros personajes como el pato Donald y al famossimo Mikey Mouse. Y a otros netamente mexicanos como Kalimn, galante con las mujeres, tierno con los nios y exterminador de malosos y tambin a Memn Pingun, negrito bembn y a La Familia Burrn, familias de la clase baja y media baja de la ciudad de Mxico. Hay que mencionar tambin las novelas de la revista Lgrimas y Risas que no se perdan nuestras mujeres y que hoy se continan transmitiendo en la televisin. Ah conocimos a Rarotonga, El Derecho de Nacer, El Pecado de Oyuki. Los mismos argumentos tienen las telenovelas actuales. Los monopolios televisivos han encontrado la frmula para entretener y tener a la gente, en aquellas novelas que nosotros conocimos leyendo y aprendiendo ortografa.Gracias a la revolucin industrial iniciada en Europa y a las mquinas movidas por el vapor conocimos los trenes que llegaron a Pijijiapan en el ao de 1906; con ellos llegaron gente que vena de muy lejos, del otro lado del mundo, chinos, quienes fueron poblando todos los pueblos de la costa de Chiapas a donde llegaba el tren; venan trabajando en el tendido de las vas del ferrocarril y despus se dedicaron al comercio. Ya por la poca de los 50s nos amontonbamos en la estacin a despedir o a recibir a la gente, sobre todo a los estudiantes que viajaban a sus escuelas fuera del estado. Aquellos trenes no eran tan puntuales ni tan cmodos ni tan rpidos como los trenes europeos u orientales. Estos alcanzan velocidades hasta de 500 kms por hora, mientras que los nuestros, si llegaban a 40 kms por hora, eran de gran velocidad. Tampoco sabamos si llegaran a la estacin, a qu horas llegaran, cundo llegaramos a nuestro destino y mucho menos si llegaramos a nuestro destino. Tal vez fue en el ao de 1959, dos aos despus de la explosin del furgn lleno de cerveza y cilindros de gas frente a la estacin, cuando se les cay una lmpara de gasolina a los estibadores y le prendieron fuego a los cartones; la gente que viva a los alrededores abandon sus casas y algunos de ellos, los ms miedosos, fueron a refugiarse lejos, hasta la posa del anillo. El furgn ardi buena parte de la noche y todo el pueblo estaba en alarma hasta que un grupo de hombres empuj el furgn rumbo a Echegaray. Sera por ese ao cuando viajbamos con mi madre a Ixtepec y a media noche nos sorprendi una tormenta en algn lugar del camino; entonces encendieron las luces en los vagones y nos despertamos. El caso es que el tren se detuvo y al da siguiente, como segua lloviendo, el maquinista se fue despacio, inspeccionando la va y se dio cuenta de que un puente se haba cado con el crecimiento de un ro y sera imposible continuar el viaje. El maquinista encendi la mquina y se ech en reversa unos kilmetros para encontrarnos con otro puente cado. Ah esperamos varios das a que parara el mal tiempo, y cuando se nos acabaron los comestibles, bamos a pescar piguas, bagres, sardinas, olas; otros encontraron rboles frutales; haba abundancia de comida. Con los das, algunas gentes propusieron fundar ah mismo una ciudad pero los miembros del ejrcito hicieron una reunin con todos los viajeros para encontrar otras posibles soluciones; una de ellas era que subiramos el nivel de las vas para que el tren agarrara velocidad y saltara el puente derrumbado y caer en la va, del otro lado. La otra solucin, aceptada por la mayora, fue desarmar el tren y pasarlo pieza por pieza al otro lado del ro; eso hicimos, trabajo que dur meses por cierto; desarmamos el tren, cargamos sus partes a travs del ro y del otro lado lo armamos de nueva cuenta y as continuamos nuestro viaje. En ese viaje conoc a un joven que se apellidaba Arreola en un torneo de ajedrez en Oaxaca. Despus de derrotarlo varias veces me invit a comer y le cont la aventura que habamos vivido unos das antes en nuestro viaje. Fue un error de mi parte pues l se dio a conocer como escritor con un cuento que tuvo mucho xito llamado El Guardagujas, donde relata las aventuras y desventuras de los trenes en Mxico, pero con base en la experiencia que yo le cont. Una maana del ao 1962 volbamos papalotes con Rubn Moguel, Sal Cruz y Beto Lpez en los patios baldos de doa Josefa; Rubn y Sal volaban un zarapico y nosotros un barrilete enorme cuando pasaron corriendo, atravesando los patios rumbo al cerro, cientos de hombres y mujeres vestidos con trajes de indgena. Ms tarde nos enteramos de que los alemanes hacendados, refugiados de la Segunda Guerra Mundial, dueos de los cafetales del Soconusco, haban bajado indgenas de los altos de Chiapas para llevarlos a la pisca del caf a Huixtla y cuando estos vieron llegar al tren y lanz un silbatazo, salieron huyendo rumbo al cerro y jams regresaron. Los trenes, con la entrada de la carretera se fueron haciendo menos necesarios hasta que dejaron de circular los que transportaban gente. Ya en 1988, despus de la segunda inundacin de Pijijiapan, dejaron de circular de manera definitiva. Todos quisiramos que regresaran, pero seguramente que nos gustaran como el Shin kan Sen o tren bala japons o como el MagLev o tren super bala Chino que se mueve por levitacin magntica.Aquella noche, en el velorio de Manueln, el Maestro Tete, doctorado en Ciencias del Artificio, nada inocente, nos encant iluminndonos con su rplica estilizada de la Cocha enfrenada y su cotidiano paseo desde la toma de agua del tren hasta el Llanito.--Resulta ser mi estimado Don Guto, deca mientras le palmeaba el hombro y se llevaba los dedos ndice y pulgar al mentn, formando con ellos un ngulo agudo --que El Pollero se detena a cargar agua para darle fuerza a la mquina, entre Echegaray y Pijijiapan. Bueno, entonces por ah se suba al tren, en el cabs, una marrana, yo la vi varias veces cuando viajaba a Tonal a darle clases a un seor de apellido Pea recuerdo. Bueno, se suba una marrana como dije, o sea la cocha, la cual se paseaba por todo el tren pidiendo comida; empujaba con la trompa, gruendo y mordiendo, a los que a diario venan al Manguito a vender sus productos. Las bayunqueras y los viajeros, como siempre eran los mismos y pues la conocan, le daban tortillas, agua y, en general, las sobras. A quienes no le daban ni una sobra, la cocha se pona as, apuntndoles con el aparato urinario, como amenazndolos, viera ust. El Pollero traa un vagn donde vendan agua de coco y entonces, despus de sacarle el agua a los cocos, los colocaban en fila para cuando pasara la Cocha. Cuando esta llegaba, los encontraba en filita como ya dije, y este animal tan inteligente pues les meta la trompa por el hoyito y azotndolos uno por uno contra el piso, los parta de un solo golpe, no se olvide que yo la vi, s, as era fcil y rpido y como el piso del tren era de fierro pues ms le facilitaba su trabajo. Los vendedores de coco aprovechaban la carnaza para echrsela al agua y que se mirara jugosa. Pero tambin le dejaban varios a la cocha paquestuviera contenta pues. Bueno, a veces se encontraba con un coco muy seco y duro y se le atoraba la trompa dentro del coco; entonces se iba por todo el tren golpeando el coco, tratando de romperlo: ah naci lo del freno. El maestro Tete segua hablando mientras apuntaba al suelo repetidamente con los dedos juntos. --Pues la cocha iba por todos los vagones golpeando el coco y haciendo ruido, como enfrenada pues. Ya cuando el tren sala hacia Tonal, pasaba por el Llanito muy despacio, como que le costaba agarrar velocidad en la curva, y la cocha, ya bien llena de tortillas, pescado, pozol y carnaza de coco, se regresaba al cabs, agarraba vuelo en todo su ancho y se tiraba un clavado y caa exactamente, pero con precisin mi-li-m-trica mire, sobre una poza de lodo que haba a ambos lados de la va. Ah se daba un buen bao de lodo toda la tarde, eructaba y sacaba el aire en general, usted sabe mi estimado, el agua de coco y el maz del pozol, el aire que forman en los intestinos y si no anda uno cerca de algn bao, ay nanita. Bueno, eso le pasa a varios pues, a m no. Ya ms ligerita de tanto aire que sacaba, se regresaba caminando como si nada, contenta y eructando, hasta su chiquero en la toma de agua. Ah naci lo de la Cocha enfrenada; nunca fue un espanto-. Y apuntaba con los dedos hacia el suelo. -Claro que espantaba a la gente que no la conoca, pero no ms. Por cierto en esta poza donde se tiraba los clavados desde el tren la cocha enfrenada, cay un da El Pjaro Azul, un carro viejito que reparta la Carta Blanca aqu en Pijijiapan, y queTuve que dejarlos esa noche entre historias y novelas, pero quienes no han tenido la fortuna de escuchar la ctedra del maestro Tete Palomeque, se han perdido de una gran experiencia narrativa; porque no es lo mismo contarlo por escrito a escucharlo en viva voz del maestro Tete. Si los tuxtlecos tienen a Laco Zepeda, nosotros tenemos a Tete Palomeque; mucho ms imaginativo y mucho ms talentoso sobre todo cuando tiene el Telfono Descompuesto y usa la trompeta para llenar de msica el ambiente.

EL MANGUITO

En el ao de 1911, el presidente municipal de Pijijiapan, mand reforestar toda la zona federal del ferrocarril, en ambos lados de las vas, desde el panten hasta la segunda poniente. La zona se llen de Marimbos, Cuajilotes, Tamarindos, Almendros, Guchumes y Cocoteros. En la esquina que, al crecer Pijijiapan, sera el paso ms concurrido de norte a sur o viceversa, la primera norte y la calle central, se sembr un rbol de mango. A esta zona se le llam la Alameda, la cual se ilumin con lmparas de gasolina en las esquinas. As lo relata Arturo Sibaja, el pijijiapaneco ms apasionado de nuestro devenir histrico y cultural en su crnica del Manguito. Los rboles fueron perdindose por el crecimiento de la poblacin y a la fecha hay algunos que an se encuentran vivos. El Manguito aguant lo que tard en llegar el concreto introducido por gente del sindicato de ferrocarrileros quienes vendieron los terrenos aledaos a las vas y, . En la esquina que, al crecer Pijijiapan, sera el paso ms concurrido de norte a sur o viceversa, la primera norte y la calle central, se sembr un rbol de mango., del Manguito parriba, del Manguito pabajo, a dos cuadras del Manguito, se dice todava en nuestros das. La esquina del Manguito es en la actualidad la esquina con ms trfico peatonal y vehicular de Pijijiapan. En la esquina que, al crecer Pijijiapan, sera el paso ms concurrido de norte a sur o viceversa, la primera norte y la calle central, se sembr un rbol de mango.por el Consejo Ciudadano de Cultura Municipal en 2005 y se encuentran en la entrada del Palacio Municipal, despus de haber muerto en el ao de 2003. Posteriormente, en 2004, se plantaron otros rboles de mango en el lugar, sin que se lograra su crecimiento. De origen asitico, El Manguito fue un rbol de los llamados criollos, un mangoecoche cuyos ancestros entraron por Veracruz durante la conquista y se desparramaron por todo el continente americano. Aunque no se hizo tan viejo como el Tule de Oaxaca, s vivi cerca de los 100 aos y fue un rbol que nos dio su sombra, sus frutos y nos dio la identidad que los pueblos necesitan para desarrollarse y ser independientes. DILOGO EN LA CANTINA ENTRE LOGIO CARAEPALO Y EL INCABAL

Mientras esperaba el tren que vena retrasado, decidi refrescarse en la sombra del Manguito. Tom asiento en una banca de madera donde servan los raspados y pidi, con una sea algo grotesca pues us la mano, uno de tamarindo; ya el aguardiente de caa comenzaba a hacer sus efectos nocivos en el organismo de Logio Caraepalo; haba bebido alcohol toda la maana acompaando al Incabal, a Too Bola, a Poggio y a Pijaepato. Una discusin y la curiosidad por ver el movimiento del tren con los nios corriendo adentro, lo hizo salir de la cantina; primero fue un chiste que l consider malo pues no le caus gracia y despus se hizo la discusin por la misma causa, no haberle causado gracia el chiste. Ya reposando bajo la sombra del Manguito, Caraepalo comenzaba a relajarse y a saborear el raspado cuando sinti un golpe seco en la cabeza; le haba cado un mango maduro el cual se deshizo con el golpe. Tena, de nacimiento, la cabeza dura, al menos eso le decan los maestros en la primaria y tal vez por ello no perdi el conocimiento. Todos los presentes, leyendo revistas o tomando raspados, oyeron el golpe seco y se dieron cuenta de lo que haba pasado pues salpic pulpa de mango por todos lados; algunos no aguantaron la risa pero pronto se callaron al ver el rostro de Caraepalo. Este, se qued impvido, con su cara de piedra y sus surcos de expresin duros, probablemente enojado al principio pero despus meditabundo. Se le calent el raspado, lo dej en la mesa y le pag a Magda con una moneda de a cincuenta centavos. Como el tren no llegaba, hizo un gesto duro que no se le vio en el rostro, cruz la va y se meti de nuevo a la cantina. Se sent en la misma silla que haba ocupado haca rato y con los codos sobre la mesa, agarr un vaso y comenz a girarlo al rededor de una botella. As estuvo largo rato, dndole vueltas al vaso sin hacer caso a la bulla y los ruidos propios y cuando sali de aquel trance sin salida, sin ningn gesto ni parpadeo, tieso, se oy su voz gruesa de palo: -Ey, Incabal! O bien lo que te voy a decir: Donde cres t que est el centro del mundo? El Incabal se qued espantado, mirando aquel rostro casi negro, de labios gruesos y pmulos grandes; se trag una cerveza media y le dijo: -no seas incrspito Logio, paqu me ands preguntando insuficiencias? Y Logio: -Aquist ost en tu rancho. Y el Incabal:-No ses injusto carae..Logio, Logio. Y el Caraepalo: -Quisiera ir contigo a tu rancho cundo pods? Y el Incabal: -Ests incomprendido CaraeLogio, Logio, desde cuando te regres el inhlito del habla? Y el Caraepalo: Joder, pods ir o no. Y el Incabal: -Sera indigno si no juera. Y el Caraepalo: -Es que mir, mir, quiero saber si un mango cae igual de duro en tu rancho que aqu en el manguito. Y el Incabal: - No seas indejo CaraeepLogio, Logio, claro que s el indoloro es el mismo. Y el Caraepalo Entonces si el mundo es redondo, cualquier lugar es el centro del mundo y debe haber un aire que jala los mangos, si no juera as se iran a la chingada, volando como pajaritos. Y, para comprobar su teora, en un momento histrico para la ciencia y para la humanidad esa tarde en la cantina, mientras le apareca una gran sonrisa, despus de quin sabe cuntos aos, quizs nunca antes, el Caraepalo avent la botella hacia el techo y le cay en la cabeza al Incabal sobre aquel sombrero viejo de petate que nunca dejaba. Y el Incabal: -Inche Caraepalo, si sers Incierto. As fue, entiendo yo, cmo un pijijiapaneco descubri la Ley de la Gravedad, con un mango; lo de Newton y la manzana hay que tomarlo con reservas. Se sabe que poco despus, el Caraepalo le describi la Teora de la Curvatura del Espacio Tiempo a sus compaeros, confesndoles que siempre senta la atraccin gravitacional al pasar por la cantina cuando llegaba al pueblo y cuando volva al rancho, las luces se le curveaban y tardaba ms tiempo en el regreso. Y el Incabal: -Mir nclito amigo Caraepalo, cuando sints esa intraccin a la cantina, no seas incabal, invit- le dijo y se tom una caguama.

EL MANGUITO (AMIGO SILENCIOSO)HUMBERTO MAYO NGEL

Te observo majestuoso y lleno de esperanzacon tu follaje verde esmeralda,viendo el devenir histrico del puebloque te quiere y ama por el SILENCIO que guardas del pasado.

Seguro estoy que has observado pasajes muy alegresque has visto deambular por tu follajepor esa sombra que tienes bienhechoracomo el amigo que da cario, que da amor y da ternura.

Y muchas veceshas contemplado tambin la tristezay te unes al dolor que nos embargaporque nos quieres como BUEN PIJIJIAPANECOno articulas palabras pero hablascon el LENGUAJE MUDO DEL ARCNGEL.Te queremos buen amigo!Porque T NOS ACOMPAAS en los momentos alegres y sentidoseres un testigo mudo del RECUERDOde un funeral, de un bautizo y de otro acontecimiento.

Y diariamente eres un lugar de cita que tenemos,con el amigo, con la novia o con el forasteropues tu nombre es muy conocido en todo el municipioy decimos TE ESPERO EN EL MANGUITO!

Y en las fiestas religiosas de mi pueblode Santa Rita, de San Martn o del Patrn Santiago Apstolinvaden tu silencio centenariola msica de una banda, de un mariachio del sentimental tecladodel pentagrama musical de las marimbas.

Y as pasan los aoste ves altivo, jovial y siempre alegrecobijando entre tus ramas a pjaros y al cenzontle.Y en la profundidad de la noche silenciosaescuchas al ave de tu pueblo,el canto celestial de los PIJIJIS.

El manguito te decimos de cariopero eres grande en la cultura de mi puebloy en silencio seguirs haciendo historiacon la pluma misteriosa del recuerdo.

FOTO DEL MANGUITO

EN LA POSA DEL ANILLO CON ARIEL EL GRANDE

Estimado amigo Pepe:Quiero comenzar dicindote que el interior de la casa era lbrego. Los cuadros en las paredes apenas dejaban ver sus rostros con la luz de una lmpara que alumbraba desde lo alto. Me qued mirando por largo rato una fotografa; el de la foto era idntico a un cantante muy popular, americano y que, estoy segura, t conociste muy bien. La estancia tena 4 puertas de madera que la comunicaban, una con la calle, otra con el patio y las otras dos estaban cerradas. Vi el reloj y fui puntual, las 8 de la noche. Mi anfitrin hablaba con unos clientes en una mesa del patio; unos minutos antes me pidi esperarlo un rato para cuando cerrara, a las 8 de la noche. Un viejo rasgaba una guitarra y cantaba muy desafinado una cancin tropical. Era julio de 2008. Muchos aos antes, en 1959, Carlos Navarrete haba hecho, guiado por Ariel Esquinca, un estudio arqueolgico exhaustivo de la llamada Piedra de los Soldados cerca de esta ciudad. Y hace algunos meses cuando regresaba a mi casa en Houghton, Michigan, me encontr una carta manuscrita de un colaborador de Navarrete donde me peda que yo visitara a su amigo Ariel en Mxico; era necesario y conveniente y urgente, segn sus palabras. Luego me daba una serie de explicaciones acerca de cmo llegar y los costos de los aviones y los itinerarios del viaje; tambin me hablaba de la personalidad de su amigo. Este colaborador de Navarrete me halagaba diciendo que solamente yo podra resolver el misterio de unos dibujos labrados en una piedra en forma de anillo encontrada a la orilla de un ro en una ciudad llamada Pijijiapan. Tambin me envi una carta con un sobre que deca: para Ariel Esquinca. Y aqu estaba, con todo y carta esperando ansiosa. El viaje haba sido cansado: volar desde Chicago hasta la ciudad de Mxico y luego a Tapachula el mismo da. Posteriormente tomar un autobs, aunque estaba acostumbrada a estos viajes desde nia, mi padre me cri as; cargaba una mochila con poca ropa y lo necesario para proteger mi piel blanca, rara en estas latitudes como pude notar, sobre todo en la mirada de los hombres. Haca unos minutos que haba llegado a esta casa que ahora saba, era un bar de pueblo, con mesas en el patio y mujeres, como las descritas en las novelas de Garca Mrquez.Cuando ya no se oa la voz del cantante, me dej caer sobre una mecedora de madera con mis piernas largas y pude notar que aparte de la oscuridad, era la humedad de la habitacin lo que la haca incmoda. Sudaba, el cansancio haba hecho su efecto y encend un cigarro. No s cuntos minutos pasaron; estaba desvanecida pero no puedo decir que dorma. Haca un mes todava no pensaba encontrarme tan lejos de mi ciudad, y mucho menos aqu, en este bar, en este pueblo extrao, caluroso. El pensamiento analtico es agotador y muchas veces infructuoso, por ello trat de no pensar.Sent un olor fuerte a perfume y abr los ojos. Era Ariel recin baado y cambiado; entonces seal la foto en la pared y me dijo: -S, soy yo, noms que hace muchos aos. -Pens que era Elvis Presley, el Rey, le dije. Ariel solt una carcajada y dijo: - Un amigo doctor siempre me dice eso- mientras se sentaba enfrente a m. -- Ahora s, dgame- y yo le entregu la carta.Despus de leerla en otra habitacin, regres y comenz a decirme emocionado: --Hace verios aos, me informaron de una piedra en forma de anillo con unos dibujos raros. Pero la perd pues con el huracn del 98 el ro se creci y no pude salvarla, es muy pesada. La he vuelto a encontrar, gracias al crecimiento del ro en este huracn de 2005, pero ahora he sealado el lugar que, por supuesto, solamente yo conozco; est enterrada como a 3 o 4 kilmetros ro arriba--. Segua hablando emocionado:La piedra est cercana a un lugar donde iba mucha gente antes, se llama la Poza del Anillo. Esta poza era un lugar precioso, donde bamos a pasear los domingos. Tena en la orilla una gran roca que llegaba desde el camino hasta el ro, suficientemente grande para que varias gentes se sentaran alrededor o se lanzaran al agua; y el ro era suave y profundo, de aguas limpias. Adems tena una playa grande de arena blanca. Era un lugar obligado para visitar. El ltimo huracn la desapareci totalmente. Es una lstima que la Poza del Anillo se haya perdido pero gracias a ello pude reencontrar mi piedra. Maana temprano iremos, pero antes quiero ensearle unas fotos de los dibujos para que usted me diga de qu se trata. As fue y yo estuve examinando varios minutos las fotografas mientras l me serva una cerveza. Las fotografas aunque eran muy malas tcnicamente hablando, y estaban mal cuidadas y la mala iluminacin no permita ver los detalles, despertaron mi inters de inmediato, cosa que Ariel not, porque abr muy grandes mis ojos verdes y exclam casi en silencio: -No es posible, no puede ser! No lo creo! Y me acercaba a las fotografas. -Necesito ms luz, le dije. Claro, me dijo -Puede llevarlas y traerlas para maana. Yo tambin voy a estar ocupado ms tarde, noms quiero ensearle unas cosas que guardo aqu y que seguramente tienen relacin con la piedra-. Acomod las fotos en un bolsillo de mi camisa cuidando que no se daaran mientras l trajo una piedra de la forma y el tamao de una cabeza, aunque muy pesada. Sus rasgos finamente esculpidos eran puramente olmecas. Era una gran pieza arqueolgica, de un valor incalculable. Se trataba de un clavo arquitectnico, de los que usaban para adornar sus construcciones colocndolos en los muros. Luego sac de una bolsa de su camisa, una pieza pequea, de color verde, era una cara verde, de jade, olmeca tambin, de gran parecido con el clavo. Me llam la atencin el saliente posterior con un agujero transversal en el centro; pareca parte de un collar, o digamos, la medalla del collar. As era. Cuando levant la cara, Ariel me ofreci en su mano varias piezas de jade, 12 en total, cilndricas, pequeas y perforadas, de aproximadamente 2 centmetros de largo; eran el complemento del collar. Se meti a otra habitacin mientras yo admiraba aquellas piezas y sali con el puo cerrado, el cual abri enfrente de m para ofrecerme otra figura de jade increblemente trabajada que bajo la luz tenue pareca una nave espacial con un personaje adentro, el cual no pareca un personaje terrestre definitivamente. Interesante verdad?-- O que dijo pero no respond. Qu era aquello tan extrao y tan finamente trabajado y a qu cultura conocida representaba? La encontraron cerca de la Poza-- me dijo y me la arrebat de la mano para llevrsela. Esa noche, por espacio de 2 horas estuvo entrando y saliendo por las diferentes puertas de la estancia, ensendome la increble coleccin de piezas arqueolgicas que guardaba; pertenecan a diferentes culturas y a diferentes perodos; era obvio que tenan un valor excepcional para la arqueologa local y mundial. Despus de las piezas de origen olmeca tuve la fortuna de contemplar piezas de origen maya y despus piezas de barro, al parecer de la cultura mame. Entre pieza y pieza le gustaba platicar.Me cont cmo haba conseguido todo aquello que regularmente le llevaban a la cantina o le avisaban de alguna pieza y l iba por ella. Muchas veces pagaba con cerveza, lo cual le permita hacerlo con frecuencia sin que constituyera un desembolso econmico importante. Me confes que se sorprendi al verme, de ojos verdes, rubia. Me pregunt si no haba tenido algn problema en el viaje y dnde haba aprendido a hablar espaol. Se sorprendi cuando le dije que hablaba 5 idiomas. Ya seran cerca de las 12 de la noche cuando tocaron con insistencia a la puerta y me dijo: -Bueno, entonces nos vemos maana; a dos cuadras hay un hotel, aqu Rosi te va a llevar- me dijo y la llam a gritos. As, quedamos de vernos a las 8 de la maana para ir por la piedra; l llevara a otras dos o tres personas, y un camin para poder cargarla y traerla hasta su domicilio; no poda esperarse ms, otro huracn y corra peligro de perderse de nuevo. Cuando salimos vi que haba dos hombres en la puerta de la entrada del bar. No pude verles el rostro por la mala iluminacin. Mi acompaante me dijo que as le gustaba a su patrn, a media luz y yo le entend; el colaborador de Navarrete me haba hablado mucho de Ariel en su carta. Me registr en el hotel, me desped de Rosi y me di un bao pero no dorm bien esa noche a pesar del cansancio. Revisaba y revisaba las fotos tratando de encontrar una explicacin; no la encontr, pero los dibujos tenan una relacin estrecha con unas figuras encontradas recientemente en unas cuevas del desierto de Mojave en los Estados Unidos; parecan ser los mismos dibujos por los que fui llamada por el gobierno de mi pas, para estudiarlos e interpretarlos. Coincidan bastante aunque recordemos que las fotografas eran bastante malas y era necesario verlos sobre la piedra, en vivo. Seran las 3 de la maana cuando me dorm una hora y tuve un sueo: fue raro porque nunca sueo o mejor dicho, nunca recuerdo mis sueos: un g