Crónicas de un tiempo pasado

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Crónicas de un tiempo pasado I La biblioteca Sea ya en tiempos pasados, presentes o futuros, las personas nunca cambian. 201 1 Cancelos 08/01/2011

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Crónicas de un tiempo pasadoI La bibliotecaSea ya en tiempos pasados, presentes o futuros, las personas nunca cambian.

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Cancelos08/01/2011

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Episodio I

Un chico especial

Érase una vez que se era, antes de la época medieval, cuando la iglesia todavía no lo dominaba todo, en el año 478 existía lo que se conoce como magia. La magia era algo que todos temían, porque los magos y las criaturas mágicas aterrorizaban a la gente. Aunque el dinero tenía prioridad sobre casi todo, la magia tenía aún más poder. De vez en cuando, a pesar de que no les hiciese ninguna gracia, los aldeanos tenían que pagar a un mago altas cantidades de oro para que los librase de criaturas como grifos y dragones, o incluso del Snorak. El Snorak era una criatura temible, había pocos magos que osaran hacerle frente a uno, y muy pocos lograban regresar con vida para contar que no consiguieron matarlo. Era enorme, con cuello y cabeza de basilisco, cuerpo de león, patas y alas de águila y una cola en punta con la que lo atravesaba todo.

Pero, no es este el tema principal y el que nos atañe hoy, sino el que en una aldea existió un joven, un joven que no acababa de encajar en la sociedad de su pueblo, todos lo querían, pero les infundía una especie de “malas vibraciones”. Era de una familia pobre, pero honrada. Todo transcurría como de costumbre cuando, apareció un grifo, y unos minutos después, apareció un mago que lo mataría o ahuyentaría. Fue una batalla sin cuartel, pero acabó venciendo el mago, quien en mitad de la lucha, atisbó al joven del que ya os he hablado a través de una ventana de su casa, lo que le produjo una sensación que ya le era familiar. Una vez hubo terminado y toda la aldea se disponía a pagarle el tributo, el mago los detuvo a todos diciéndoles: “No os cobraré nunca nada más si me puedo llevar a ese chico conmigo. Le daré educación, le enseñaré a leer, lo alimentaré y le haré digno de ganarse el pan por su propia mano”. Mientras argumentaba y prometía todo lo ya comentado, señalaba al mozalbete.

Después de muchas idas y venidas pidiendo opinión a la aldea entera, los padres decidieron que lo mejor para él sería que se fuera con el mago. El mozo, de buena gana, empaquetó todas sus pertenencias y se despidió. Cuando partieron y se alejaban de la aldea, el mago, presentándose él primero le dijo al mozo: “Yo me llamo Jason, ¿Cuál es tu nombre?” a lo que el chico respondió, “Shelgas. Ya sé que es un nombre élfico, pero me lo pusieron en honor a un elfo de luz que murió por mi familia” Después de esto, el mago se quedó pensativo, era muy poco ordinario que un miembro de una raza llevara un nombre de otra, y aun más sabiendo lo que él sabía.

Tardaron aún un par de días en llegar a su destino, y cuando llegaron, Shelgas reconoció un castillo mediano, con unos terrenos rodeados de un bosque en un valle en el que sólo había un sendero. Mientras estaban atravesando el angosto y tortuoso sendero, Shelgas oyó un ruido que era como mil chillidos juntos. El experimentado mago, intuyendo su pregunta, respondió “son grinnells, criaturas resultantes de experimentos mágicos fallidos, solo son peligrosos en manadas de más de 50, no te preocupes”.

Lo primero que hizo Jason al llegar, fue enseñarle a Shelgas sus aposentos. Una habitación mucho más grande que ninguna que hubiera visto antes, con una cama, una mesilla, un escritorio, unas estanterías y con una zona de prácticas. Una vez se hubo acomodado, Jason

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procedió a presentarle a sus compañeros, Torques, Mercal y Alelgas (este último era un elfo de luz). Todos eran muy amables, y por primera vez, Shelgas se sentía completamente integrado en una sociedad. Jason le explicó que salvo alguna clase para conjuros complicados y sus clases de lectura, todo el aprendizaje lo haría de manera individual y sin supervisión; en otras palabras, aprendería por sus propios medios. Al día siguiente al de su llegada al castillo (que descubrió que se llamaba Lorrende), se encontró con una toga de mago y un libro de aprendizaje de hechicería básica. Tardó un par de semanas en aprender a leer muy despacio, con ayuda del maestro y sus compañeros, pero a partir de ahí mejoraría leyendo el libro de aprendizaje de hechizos básicos.

Pronto se acostumbró a los libros y a sus nuevos (por no decir primeros y únicos) amigos que, a pesar de estar muy unidos, presentaban personalidades muy distantes: Torques era el humorista del grupo, el que hacía las bromas y se reía por todo, Mercal era el fanfarrón, el que por ser el más fuerte, se creía el líder y guía del grupo, y Alelgas era el interesado por la cultura y la lectura relacionada con la ciencia humana mezclada con la magia natural. Entre ellos formaban un grupo muy variopinto, y todavía más ahora que se les había unido Shelgas, quien pareció desarrollar un gusto preferente por la mitología y las criaturas y objetos mágicos. Para fin de año el maestro les había encargado un trabajo sobre el tema que ellos prefirieran: Torques, decidió hacerlo sobre hechizos y conjuros de distracción, Mercal, sobre hechizos de potencia, Alelgas sobre antiguas leyendas de la magia, y Shelgas, sobre los Snoraks.

Episodio II

Shelgas y el Snorak

Las semanas siguientes, Shelgas se pasó los días en la biblioteca del castillo de Lorrende con Alelgas, buscando información para su trabajo. Tenía ya montañas de libros, pero todos contenían la misma información, no le servía para hacer un trabajo ni de cuatro líneas, así que se le ocurrió consultar al maestro si podían hacer una excursión a la famosa biblioteca de la que Alelgas estaba hablando siempre, la biblioteca de Alejandría. El maestro se lo pensó largo y tendido, pero al final aceptó, lo que alegró mucho a Alelgas, porque podría visitar la única biblioteca universal en la que convivían, la información tecnológica con la mágica.

Para viajar hasta la torre de hechicería de Alejandría usarían las runas teletransportadoras del castillo, dando previo aviso de su llegada. Partieron hacia Alejandría a la mañana siguiente para aprovechar al máximo el día. Llegaron y los recibieron como buenos anfitriones. Los alrededores de la torre no eran arena y desierto, sino prados y árboles, era necesario tener vida alrededor de la torre para que los alumnos aprendieran lo más básico de la magia, la energía de la vida.

La Gran Biblioteca se encontraba a unos pocos metros de la torre, estaba protegida por un hechizo ancestral que nadie sabe cómo contrarrestar, protege todo lo que hay dentro

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del paso del tiempo. Era enorme, por suerte, el bibliotecario les dio un plano a cada uno y les indicó por donde tenían que ir para encontrar la sección del tema que buscaban. Shelgas quedó impresionado, había más de cinco mil libros sólo de criaturas mágicas de climas húmedos. Entre todos esos, había unos doscientos libros que mencionaran al Snorak, y con diferencia, contenían mucha más información sobre él que los de Lorrende. Leyó una historia de un mago que logró matar a un Snorak a costo de su vida. Al leer esto, decidió investigar en los libros que hicieran referencia a esa historia y algunos otros. Como los libros no se podían sacar de la biblioteca, pues formaban parte del saber universal que sobrevivía a los años, tuvo que pasarse todo el día leyendo, ya pasadas las doce de la noche, el maestro fue a buscarlo diciéndole que apartase los libros y siguiera al día siguiente. Hizo caso a Jason y se fue a dormir, pero notaba que se olvidaban de algo. A la mañana siguiente, Shelgas sabía que algo faltaba, cuando durante el desayuno, alguien dijo su nombre y se acordó, no habían visto a Alelgas desde la mañana del día anterior. Shelgas fue corriendo hasta la biblioteca para ver cómo estaba Alelgas y seguir con la investigación para su trabajo. Lo encontró inmerso en la lectura. Los elfos de luz pueden almacenar la energía del sol para usarla por la noche para mantenerse despiertos, esto puede perjudicar la mente y el cuerpo del individuo, ya que no descansan, y aun así necesitan comer y Alelgas llevaba más de veinticuatro horas sin comer nada.

Luego de aclararlo todo con Alelgas, Shelgas regresó a la lectura de sus libros. Descubrió algunos datos muy interesantes, y que todas las leyendas sobre el mago y el Snorak eran diferentes pero con un solo punto común, la muerte de ambos seres. Pasaron un par de días más en Alejandría y luego volvieron a Lorrean. A la hora de calificar los trabajos, Alelgas y Shelgas obtuvieron perfectos, Torques un muy bien alto, y Mercal un bien bajo.

Con el paso de los meses y el cambio de estación, Shelgas solicitó al maestro el examen de paso de nivel de aprendiz a alumno. Existen seis tipos de magos, aprendiz, alumno, pre-mago, mago, hechicero (un tipo que escasea bastante) y Archimagos, de estos últimos nunca hubo más de ocho, viven una media de doscientos años, siglo arriba siglo abajo. Mientras Shelgas aprendía en el castillo, había siete Archimagos, llamados también el Consejo A. Ellos, eran los únicos que podían comprender la naturaleza de los hechizos que rodeaban la biblioteca. Dominaban todos los hechizos, desde los más básicos a los nuevos que inventaban ellos. Para llegar a ser uno de ellos, no hacía falta ser antes hechicero o mago, aunque eso jugaría cartas a tu favor, solo se necesitaba una hazaña sobrenatural o derrotar a uno del consejo en un duelo Archimágico.

Volviendo al hilo de la historia que nos atañe, Shelgas se preparaba para su examen. Durante su etapa de aprendiz, aprendió los hechizos básicos: curación, fuego, levitación, agua y tierra, lo elemental para un mago. A pesar del poco tiempo que llevaba en Lorrean, se presentaba al examen con mucha determinación.

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Faltaban pocas horas para el examen, y Alelgas, le aconsejó que descansase y se relajara, que si no lo hacía acabaría suspendiendo. Haciendo caso a su compañero que ya había pasado ese examen tiempo ha, Shelgas fue a la biblioteca y empezó a leer los pocos ejemplares de criaturas mágicas que le quedaban por leer en todo Lorrean. Una vez llegada la hora, se dirigió a la sala de exámenes en el ala Este del castillo. Su prueba consistía en lo básico para un mago, crear plantas, rocas, fuego y agua. Decidió hacer unos desniveles en la sala y colocar unas rocas aleatoriamente, luego hizo crecer plantas por toda la estancia, después de eso creó un arroyo que rodeaba una pequeña isla en el centro de la sala, y por último un puente de piedra iluminado por llamas flotantes. El maestro no tardó mucho en evaluar su trabajo y esfuerzo, y lo aprobó, ahora ya era alumno. Sus compañeros le montaron una fiesta en la sala común de estudiantes en el ala Oeste del castillo para celebrar su ascenso en los estudios.

A la mañana del día siguiente se enteraron de que Jason no estaba, se había ido a un pueblo, así que los chicos se tomaron el día libre. Shelgas y Torques fueron a hablar con Lara, la cocinera, que sin tener magia se manejaba muy bien por la escuela. Le pidieron una tarta especial para el cumpledécadas de Alelgas (como los elfos viven una media de cinco mil años, solo celebran cuando cumplen décadas en lugar de años) era su primera década y le querían dar una sorpresa. Lara, aunque estricta en la cocina, se llevaba bien con los mozos, así que decidió participar en la sorpresa. Poco después de recoger todo y limpiar, llegó el maestro, por la cara no parecía traer buenas noticias.

Según lo que contó, un Snorak había atacado Feylar, la aldea natal de Shelgas y dos de los magos que fueron a detenerlo, fallecieron, al igual que el resto de aldeanos. Shelgas se negaba a creer esas palabras y se encerró en su habitación durante días, solo salía para comer. Sus compañeros, preocupados por él, decidieron enviar a alguien para animarlo. El elegido para tal labor fue Alelgas. Cuando entró en la habitación de su autorrecluido compañero, no lo vio mirando por la ventana o tumbado en la cama desanimado y lúgubre, sino que lo vio estudiando y practicando. Decidió que él no iba a correr la misma suerte que sus padres y que Shelgas el elfo, así que estaba estudiando para hacerse suficientemente poderosos como para derrotar al Snorak.

Un par de semanas más tarde Shelgas seguía aparentemente bien, excepto porque se pasaba los días enteros en la biblioteca estudiando. Decidió que en esa biblioteca no iba a encontrar nada, y ya la había registrado de arriba abajo, así que se puso a estudiar y a mejorar las técnicas básicas que adquirió en la etapa de aprendiz. Se pasaba las horas de estudio en la zona de prácticas de su habitación y en la plaza de hechizos de los terrenos de Lorrean.

Cierto día, el maestro se los llevó a todos a una travesía por el mar para familiarizarse con la magia marina y estudiarla. Estando ya en alta mar, notaron que Alelgas comenzaba a comportarse de una forma extraña, daba vueltas de un lado para otro con las manos en la cabeza y una vez casi se tira por la borda. A Shelgas se le ocurrió que ya que estaban cerca de Alejandría, podían ir a echar un vistazo a los libros de la Biblioteca para identificar sus síntomas, ya que no había un boticario en varios miles de millas a la

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redonda. Desembarcaron casi de noche guiados por el famoso faro de Alejandría. Preguntaron al bibliotecario por algún libro de boticaría. Se pasaron más de cuatro horas buscando sin éxito, hasta que a Shelgas se le vino de repente una iluminación. Se fue corriendo a las estanterías de criaturas mágicas y buscó en semi-humanos, encontró lo que buscaba y se lo llevó al resto. Les expuso su teoría de que podía haber sido hechizado por una sirena, un hechizo que vuelve loco a la víctima y que acaba por matarlo consumiéndole la energía vital. “Pero es imposible que fueran sirenas, sino nosotros también estaríamos hechizados, es así como se producen los naufragios por el mal de sirena” le dijo Torques a Shelgas “Pero los elfos tienen un oído mucho más agudo que el nuestro, por eso él pudo oír su canto y nosotros no. Existe una cura, pero debe ser administrada antes de las 24 horas desde que se produjo el embrujo. Solo hay un problema, hace falta cabello de sirena”. Todos le dijeron que de donde iba a sacar pelo de sirena. Al final acabó convenciendo a todos de que se pusieran tapones en los oídos y fueran junto a las sirenas que embrujaran a Alelgas.

Shelgas usó un hechizo para ocultarse en el agua debajo del barco para sorprenderlas por detrás. Cuando las sirenas tenían toda su atención en el barco, Shelgas se les acercó por detrás y le cortó a una un buen manojo de pelos. Después de conseguir el único ingrediente que les faltaba, huyeron del escenario a toda prisa. Entre la recolección del ingrediente y la preparación de la poción, tardaron más de quince horas. Si se le suman las seis horas que tardaron en darse cuenta de lo que le pasaba a Alelgas más las dos que tardaron en llevarlo a Alejandría, solo les había quedado de plazo una hora.

Episodio III

Visiones de futuro

Poco tiempo después de que se le suministrase la pócima, Alelgas se despertó y dijo que no recordaba nada. Torques se lo explicó todo y luego Alelgas corrió a darle las gracias a Shelgas por curarle y por pedirle al maestro que se quedaran todo el día en la Biblioteca. Mientras que Shelgas investigaba las propiedades de las escamas y de la piel de un Snorak, Alelgas continuaba leyendo sobre la gravedad, la luz, la mecánica…

Viéndolo leer sobre eso, Shelgas tuvo una sensación que ya hacía varios años que no experimentaba, vio a Alelgas como ganador del premio de Magia Mecánica otorgado por la Organización Mundial de la Tecnología (OMT), pero, mientras le otorgaban el

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premio, vio como un montón de libros en un edificio se quemaban y se sepultaban en la tierra. Una vez hubo terminado esa sensación, se sintió orgulloso de su compañero, pero al mismo tiempo preocupado por cual era la biblioteca que se quemaba, ya que sus visiones eran bastante borrosas.

Se quedaron unas horas más, hasta bien entrada la noche, para que Alelgas aprovechase al máximo la luz del Sol para recuperarse por completo. Cuando volvieron a Lorrean, Mercal, Torques, Alelgas y Shelgas vieron algo que los sorprendió de sobremanera, había un dragón en los terrenos del castillo, este hecho sin embargo, no sorprendió a Jason, de hecho, parecía que lo esperaba.

Al final resultó ser que el dragón y Jason eran amigos, y ya hacía un tiempo que el dragón se había ido de viaje alrededor del mundo, unos tres años, lo que explica porque solo lo conocían Jason y Lara. Al principio los estudiantes no se acostumbraban a su presencia, pero al poder hablar, todos fueron entablando cierta amistad con él y a las pocas semanas ya todos le pedían algún consejo sobre algo.

Mientras estudiaba, a Shelgas se le ocurrió ir a preguntarle al dragón todos los datos que supiera sobre el Snorak. Bajó las escaleras y salió del edificio principal para ir a preguntarle al dragón (Skywing) sobre esa criatura. Skywing le dijo que ningún dragón había antes matado a un Snorak, y tampoco al contrario. Mientras decía eso desplegaba un ala para enseñarle a Shelgas una cicatriz enorme que le había hecho un Snorak en uno de sus viajes. Durante unos días, Shelgas aprendió mucho del dragón y sus aventuras, también aprendió a admirar y a cuidar a los dragones, ya que, según le comentara Skywing, quedaban muy pocos a pesar de ser tan longevos como para vivir más de veinte mil años. Este descenso en el número de dragones venía dado por los Cazadores de Dragones, que los cazaban sin piedad para comercializar sus escamas, garras y colmillos: Las escamas que eran un material más duro que un diamante y más resistente que el acero, servían para fabricar escudos ligeros pero resistentes, las garras servían de ingrediente mágico a aquellos no iniciados en la magia que quisieran practicar la alquimia, y por último los colmillos eran muy apreciados en la batalla por su capacidad para envenenar la sangre del ser en el que se clavan.

A pesar de que Shelgas aprendía mucho con el dragón y se llevaba muy bien con él, tanto sus compañeros como su maestro le repetían días tras día que no descuidase sus estudios. La Organización Mundial de Boticarios (OMB) le iba a otorgar un premio por diagnosticar y curar el embrujo que padecía su compañero.

Para aclarar, los boticarios eran los médicos de antes, gente cerrada que no desvelaba sus secretos directamente a cualquier persona, solo a magos y a sus aprendices, y mediante libros que solo podrían leer los magos.

La ceremonia de entrega tendría lugar al día siguiente en la ciudad de Orovalle, el centro del mundo, un territorio neutral para todos y todas las razas, ya que allí residían

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los siete Archimagos. La ceremonia de entrega de la condecoración iba a ser llevada a cabo por uno de los miembros del Consejo A, el cual era el jefe de la OMB, al igual que sus compañeros Archimagos eran jefes de: la Organización Mundial de Humanos (OMH), la Organización Mundial de Magos (OMM), la Organización Mundial del Saber (OMS), la Organización Atlánteda (OA), la Organización Mundial Técnica (OMT), y la Organización Mundial de Relaciones Internacionales (OMRI). Son los siete ejes que sostenían el mundo. El nombre del Archimago que oficiaría la ceremonia era Otelam, un humano.

Cuanto más se acercaba la hora, todos en Lorrende se ponían más nerviosos, todos menos el homenajeado, al cual solo le importaba lo de siempre, el Snorak. Se levantaron temprano, y Lara, después de mucho insistirle a Jason, logró convencerlo de que le dejase ir al homenaje de uno de los que ya consideraba sus hijos. Acudieron muchas personas a la ceremonia, incluidos los seis Archimagos restantes, la causa de semejante expectación era que nunca antes un humano de nueve años había sido galardonado por ninguna organización. El único motivo de que le otorgasen la condecoración, era que la medicina que usó para curar a su compañero, era muy poco conocida, incluso en el mundo de la boticaría. Después de que la OMB acabase la ceremonia, la OMRI quiso otorgarle otra condecoración por haber salvado las relaciones con los elfos al haber impedido que uno de ellos muriese bajo el cuidado de un humano. La OMRI no habría podido hacer nada para evitar un conflicto bélico ya que estaba muy ocupada mitigando la guerra entre licántropos y elfos de la noche.

Ambas ceremonias fueron llevadas a cabo en la Plaza del Cambio, el centro de la ciudad. No se alargaron más de una hora las dos y decidieron ir al Subcallejón Dorten, famoso por sus tiendas y su gran actividad comercial. Se encontraba de todo según Torques. Había desde ondas hasta bastones mágicos, desde simples jabones a runas de transporte y desde simples puestos a tiendas con su propia forja. Torques compró artículos de bromas, Mercal un brazalete que aumentaba la fuerza, Alelgas un par de pergaminos y unos libros, Jason un objeto para decorar su oficina, Lara especias exóticas y Shelgas compró una runa de traslado y se guardó los dos millones de Goldes del galardón.

Comieron en un restaurante del que se hablaba mucho, era, a parte de un restaurante, un club de reuniones. La comida no tenía nada que envidiarle a la de Lara. Se llamaba Mesón Caire. Como allí ya no tenían nada que hacer, decidieron irse de vuelta a Lorrende. Todos se tomaron el resto del día libre y Torques y Shelgas, salieron al bosque para dar un paseo. Se encontraron con una cueva en la que entraron sin pensarse dos veces si podía estar habitada. Se sumergían cada vez más en un mar de túneles laberínticos. Llegaron al final y no había ninguna salida, en cambio, allí dormía un grifo. Trataron salir sin hacer ruido pero no lo lograron sin despertar antes al grifo. Corrieron por todos los túneles y en todas direcciones lanzando conjuros al grifo mientras escapaban de él. El grifo no caía, y ellos no encontraron la salida, cuando de repente a Shelgas se le ocurrió que Torques podía invocar un fuego fatuo, pero Torques hizo amago de no saber todavía como era el conjuro. Mientras corrían y se les acababan

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las fuerzas, Shelgas recordó que tenía en su bolsillo la runa de tele-transporte que se comprara en Orovalle, los dos tocaron la runa y desaparecieron delante del grifo que creía que ya tenía cena.

Shelgas se preparaba para dormir cuando, de repente, le aborda otra visión, en ella ve una especie de túnel subterráneo, está avanzando hasta una sala en la que desemboca, va acompañado, pero no le dio tiempo a averiguar quién lo acompaña porque la visión cambió a la biblioteca de la otra vez, quemándose y enterrándose, esta vez duró más, y le dio tiempo a explorarla, pero todo era borroso y la visión se acabó antes de que pudiese reconocer nada No tenía ni idea de porque esas visiones le abordaban justo en ese momento de su vida. Antes, cuando tenía 3 años, tenía una cada dos meses, y ya iban dos en más de una semana. Tomó la decisión de dormir y preguntarle a la mañana siguiente a Skywing.

Se despertó y, como todos los días bajó a desayunar, luego se duchó, y al final fue a hablar con Skywing. Le formuló su problema y el dragón, haciendo gala de su sabiduría y su longeva vida, le contestó que los que son bendecidos con el don de la magia, pueden controlarla a su antojo, pero, en casos raros, parte de la magia otorgada toma forma propia y aleatoria, por ejemplo las visiones o el control total del fuego sin haber adquirido ningún conocimiento previo sobre ese elemento, según el dragón, esa era la causa de sus visiones. Skywing le aconsejó encontrarse con alguien que tuviese esa cualidad (la magia A a partir de ahora) para que le enseñase como controlarla.

Shelgas le preguntó a su maestro si conocía a alguien con magia A, le explicó su situación y le pidió consejo. Jason dijo que no conocía a nadie con ese tipo de magia, pero que podía dejar un anuncio en el Mesón Caire, al ser un club a lo mejor encontraba a alguien dispuesto a enseñarle

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Episodio IV

Shuu

Como en las semanas próximas no obtuvo ninguna respuesta a su anuncio, Shelgas tomó la decisión de esperar entrenando sus facultades para pedir el examen de ascenso a pre-mago, y en eso estaba cuando unos días más tarde, alguien llamó a las puertas del castillo de Lorrende. El maestro recibió a aquella visita para enterarse de los motivos de su llegada a su castillo, resultó ser alguien que respondió al anuncio de Shelgas. El visitante, se llamaba Shuu y era un mummol, del desierto de Mummer al sur de Lorrean, al lado de Egipto. Shelgas había oído un sinfín de historias sobre los mummols, que no se dejaban ver mucho fuera del desierto, y leyó muchas otras sobre ellos, pero realmente se quedó impresionado cuando Shuu se quito la capucha de su capa de viaje, con un cuerpo medio podrido y seco y con vendajes que formaban parte de su anatomía, al igual que los brazos.

Como el ambiente húmedo no le sentaba demasiado bien, el maestro encantó una habitación para que estuviese siempre seca y cálida. En su primera lección, Shelgas y Shuu tenían que llegar al origen del bombardeo de visiones que Shelgas venía sufriendo desde hace unos días. Aunque la magia A de Shuu era muy diferente a la de Shelgas, él controlaba la arena, las bases para controlarla son las mismas. Pasaron días hasta que Shelgas relacionó la muerte de sus padres con las visiones. Una vez hubieron identificado el inicio de todo, pudieron ponerse a trabajar las visiones. En pocas semanas, pero de entrenamiento duro e intensivo, Shelgas podía incluso seleccionar la fecha de las visiones, fuera una fecha futura o una pasada. Al día siguiente al que Shuu diera por finalizadas todas las enseñanzas que le podía transmitir a Shelgas, el mummol desapareció sin despedirse.

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Episodio V

La HRBPor más que practicaba y lo intentaba, nunca lograba ver con claridad la biblioteca, como si tuviera una barrera mágica a partir del tercer plano para que nadie husmease por allí. A Shelgas ya le faltaba poco para poder solicitar el examen de ascenso a pre-mago, así que no tenía tiempo que perder, además, faltaban dos años hasta que llegase la fecha en la que la visión se realizaba. Alelgas y Torques tuvieran esa semana sus exámenes de ascenso y ya eran pre-magos.

Jason les anunció al día siguiente que iba a llegar una nueva alumna, la princesa de los elfos de la noche. La trasladaban de la más prestigiosa escuela de magia de elfos, la escuela de Calid, a la escuela de magia de Lorrende, la única en todo Lorrean porque ya no estaba segura en Calada Sombría a causa de la guerra de su raza con la de los licántropos. Cuando llegó y se presentó como Aelas, la princesa del pueblo de los elfos de la noche, todos dejaron a un lado sus prejuicios sobre ella, que sería egoísta, una niña mimada, con aires de grandeza…. Al contrario de lo que pensaban, era dulce y amable, lo único que necesitaba para que les cayera bien al resto del grupo. Era alumna, los elfos de la noche, que nadie en Lorrende a parte de Alelgas y Jason tuvieran oportunidad de ver, tenían la piel más oscura que la de los elfos de luz, casi morada y unas orejas más grandes que las de los elfos de luz, por lo demás era igual que cualquier otro elfo que hubieran visto antes.

Una vez Aelas estaba acomodada en sus aposentos, Shelgas le preguntó que porque los pueblos de los elfos de la noche y de los licántropos estaban en guerra, pasaron de divertirse a hablar de un tema muy serio. Aelas respondió con sinceridad a la pregunta diciendo que lo habían empezado los licántropos, que desde siempre se habían creído los dueños de la noche, aunque eso nunca había ocasionado ningún tipo de disputa. Un día un licántropo y un elfo fueron hallados muertos, lo que desencadenó la guerra creyendo cada pueblo que el de la otra raza había agredido al de la suya.

A pesar de ser Alumna, Aelas sabía hacer pociones y manejar la alquimia como si ya fuese una maga experimentada. Resulta que los elfos de la noche están muy unidos a la naturaleza, por eso la mayor parte de los que tienen magia son druidas, y solo usan sus poderes para manipular las fuerzas de la naturaleza y de los elementos, además de ser unos expertos en pócimas, alquimia y todo lo que tenga que ver con elementos naturales.

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Aelas era un tanto misteriosa, siempre se comunicaba en secreto con su gente a través de su bola de cristal, a pesar de estar prohibido durante una guerra. Cierto día le iban a dar una sorpresa por su cumpledécadas y al entrar de golpe en su habitación la encontraron hablando con una de las personas con las que se solía comunicar todos los días, aunque lo que vieron los dejó un tanto extrañados, en lugar de con un elfo, estaba hablando con un licántropo. Una vez visto todo, Aelas les explicó todo. Al ser la princesa de los elfos de la noche estaba destinada a heredar no solo el trono de su raza, sino también el mando de la Hermandad Real de Boticarios (HRB), una sociedad en la que no se discriminan las razas y que fue creada con el fin de curar a la gente en cualquier parte del mundo. Su existencia solo era conocida por sus miembros, entre los que se encontraban casi la mitad de los elfos de luz y algunos mandamases de la OMB. Aunque a simple vista no lo parezca existen diferencias entre la OMB y la HRB, mientras que la OMB actúa de manera oficial en los territorios comprendidos por el gobierno central, la HRB actúa en secreto en todas partes del planeta, y es la hermandad que más poder tiene.

Por lo que pudieron entender Shelgas y el resto, estaba hablando de la sucesión de sus padres y la ascensión al trono, lo que significaba que uno de los asaltos de los licántropos podría suponer la muerte de los reyes. Shelgas y compañía se compadecían de Aelas, ser tan joven y soportar una carga tan enorme, así que la apoyaban a diario con todas sus fuerzas para que siguiera adelante y no se preocupase.

Las primeras veces que salió del castillo en entrenamiento, parecía defenderse muy bien, pero cuanto más se alejaban de Lorrean, más insegura, inquieta y más débil parecía. Es algo que va incluido en los genes de un elfo de la noche, después de tantos milenios unidos con la naturaleza se sienten indefensos lejos de la vegetación, y todavía más si eres un mago y solo aprendiste los hechizos de agua y plantas. Aunque todos le ayudaban a aprender nuevos conjuros de otros tipos, no se le daban nada bien y acababan en desastre, los elfos de la noche no están hechos para dominar todas las magias, al igual que los licántropos y los enanos no están hechos para aprender ninguna (los enanos son completamente inmunes a los hechizos)

El mundo se dividía en aquel entonces en 10 razas: humanos, elfos (de luz y de la noche), licántropos, duendes, enanos, taurens, mummols, etéreos, aquas y celestes. Los mummols no se llevaban muy bien con los aquas, los licántropos como ya sabéis con los elfos de la noche se odiaban, a los enanos no les gustaban demasiado los tauren, y los humanos no se llevaban bien con taurens y duendes, los celestes eran incapaces de sentir odio, aversión, ira o maldad contra ningún ser viviente y vivían en una isla en el cielo, separada por completo del resto para no sentir el odio del resto.

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Shelgas había solicitado el examen de ascenso y lo tenía al día siguiente, así que estaba practicando con la ayuda de sus compañeros y pocas horas antes del examen, como acostumbraba, se puso a leer unos libros que Aelas trajera de su región Calada Sombría. Entró al examen muy decidido, pasó dos horas haciéndolo y cuando salió, vio a sus compañeros tristes, todos animando a Aelas, la cual estaba llorando a mares. Cuando preguntó que pasara, le respondieron que los padres de Aelas habían fallecido en un ataque de los licántropos. Y Shelgas se sintió identificado con ella en cierto modo, ambos habían perdido a sus padres a muy temprana edad.

Los días siguientes, Aelas no salía de su habitación y no paraba de llorar y lamentarse. Sus compañeros sentían mucho lo de sus padres, pero solo le podían decir cuánto lo sentían y que no había vuelta atrás. Entre todos consultaron a la persona más sabia a su alcance, su maestro. Éste les dijo que Shelgas hablase con ella, ya que había pasado por una situación similar no hace mucho. Así que Shelgas entró en la habitación de Aelas y al cabo de unas horas logró que se calmara y retomase su vida, con lo que tuvo que tomar la decisión de ir a su región para la coronación y asumir el mando de los elfos de la noche y después de la HRB.

Episodio VI

La guerraTodos los estudiantes del castillo de Lorrende en Lorrean pidieron permiso para viajar al reino de los elfos de la noche, Calada Sombría, para acompañar a Aelas a su coronación. Al principio Jason se mostraba reacio a llevarles al lugar donde se celebraba una de las guerras más importantes del mundo, pero todos eran pre-magos, así que con la experiencia que tenían no se podía negar. Dispusieron el viaje para una semana después y la coronación en ocho días, la coronación tendría lugar en una villa secreta donde nadie corría peligro, su nombre era Calendulia. Jason ordenó a sus alumnos que practicasen sus mejores hechizos por si se daba lo peor.

Aelas ya estaba más que impaciente por la vuelta a su reino. Ya habían pasado meses desde la última vez que estuvo allí. Llegado el día de la parida a primera hora de la mañana, Jason preparaba a Skywing, ya que al ser una villa secreta, no tenía teletransporte. Todo estaba previsto, sobrevolarían Caltoren y al entrar en el desierto de Mummer usaría Alelgas un hechizo de frío y sombra para no pasar nada de calor, una vez pasado el desierto, Shelgas usaría un hechizo de invisibilidad para pasar inadvertidos ante los licántropos.

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El dragón recorrió volando toda la distancia desde Lorrean hasta Calendulia, a pesar de que todos le advirtieron que parase en algún sitio a descansar. Mientras sobrevolaban Mummer, todos pasaban un calor tremendo aun con el hechizo de Alelgas. Una vez llegaron a la zona de la jungla en la que los árboles medían más de 40 metros de altura y tenían un espesor de 4 o 5 metros, los licántropos les tendieron una emboscada, aunque no se les veía por el hechizo de Shelgas, los licántropos olieron a un elfo de la noche y les atacaron tan rápido que no les dio tiempo de lanzar ningún conjuro.

Una vez en la jaula, sus captores les hicieron la oferta de dejarlos ir si dejaban a Aelas, aunque Aelas aceptó al instante y sin vacilar, el resto se negaron. A los licántropos no les gustó nada que rechazasen su oferta, pero la elfa de la noche serviría para negociar una rendición. Ya de noche, cuando casi todos los licántropos estaban dormidos y los que quedaban en pie, bastante soñolientos, Shelgas les contó a los demás un plan de escape. Torques debía usar un hechizo de congelación de imagen, es decir lo que los licántropos verían sería que sus prisioneros estaban dormidos, y Shelgas usar un hechizo de calor para fundir los barrotes de la jaula. El siguiente paso era liberar al dragón, quitarle el bozal y escapar mientras Skywing prendía fuego al campamento con su aliento. El plan de Shelgas fue un éxito rotundo y los licántropos no podían hacer nada a no ser que dejasen que todo el campamento se convirtiera en carbonilla.

Llegaron a Calendulia y los recibieron dándoles las gracias por escoltar a Aelas, después el encargado de guiarlos, Selas, les presentó al general Silelas, al sacerdote Fratelas y a la maestra de la escuela de magia Mielas, esta última llamó la atención a Jason. Una vez hechas todas las formalidades y presentaciones pertinentes, Selas los llevó hasta sus aposentos, en el árbol central del pueblo, la casa real de emergencias. La casa real era un enorme roble de sesenta metros de diámetro y unos ciento veinte de altura, aunque en lo alto se estrechaba y a partir de los noventa metros ya no era habitable, de hecho la mayor parte de los arboles del bosque medían lo mismo o más de altura, pero ninguno era ni la mitad de ancho que el roble que constituía la casa real, así que no podían hacer más de cuatro pisos por árbol. Las casas de los elfos de la noche se construían dentro de los arboles, con magia los hacían huecos pero manteniendo el árbol con vida, y para aprovechar el espacio, construían cabañas y puentes fuera de los árboles a distintos niveles de altitud.

Al dejar todo en sus respectivas habitaciones, Aelas les sugirió un tour turístico por la villa y los alrededores. Primero fueron a las afueras de la villa mientras todavía había luz, al ir a pasar por la puerta, los guardias les advirtieron que anduvieran ojo avizor, que era peligroso salir de la villa. La manera en que el soldado se dirigió a ellos, dejó a Shelgas y compañía contrariados, el guardia les habló con un infinito respeto, a pesar de que los soldados en tiempos de guerra deben incluso desobedecer a la familia real para preservar su seguridad, así que Aelas les explicó que entre los elfos de la noche los magos, sean de la raza que sean y tengan el rango que tengan son muy respetados, incluso más que los sacerdotes, y que esa era la única razón por la que les dejaron salir de la aldea.

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Después de cenar Aelas les aconsejó descansar para el siguiente día, ya que las coronaciones en su cultura son muy agotadoras, no solo para la persona coronada o los participantes en la celebración, de modo que por ese motivo se fueron todos pronto al catre, pero Shelgas y Jason no durmieron inmediatamente, sino que tardaron un buen rato en conciliar el sueño. Shelgas, al no poder dormir se puso a estudiar sus libros, y Jason no paraba de darle vueltas a las sensaciones que le producía Mielas hasta que cayó víctima del agotamiento.

Al día siguiente el ajetreo en la casa real despertó a Shelgas y amigos que se levantaron y fueron a ver a Aelas por si podían ayudar en algo. No pudieron entrar en su habitación por estar las doncellas probándole vestidos para la gala de la coronación, pero les dijo que se tomaran la mañana libre, que visitaran la villa, que disfrutaran del bosque. Así que eso hicieron, cada uno por su lado y cada uno con su historia.

Jason fue a la escuela de magia, que aunque estuviera cerrada seguía abierta al público para realizar investigaciones en la biblioteca, para ver si encontraba a Mielas, y si conociéndola un poco se despejaban las nubes que tenía en la cabeza por su culpa. La buscó por todos los rincones de la escuela sin éxito, así que resignado fue a la biblioteca a consultar algunos volúmenes. Estaba abriendo la puerta cuando vio que en la biblioteca había alguien, era Mielas, se saludaron y ella le explicó que a pesar de estar la biblioteca abierta al público para realizar investigaciones ella y los militares para buscar planos etc. eran los únicos que la usaban. Jason le dijo que eso no está bien, que la lectura, la información y el aprendizaje deberían promoverse y que todos tuvieran un mínimo de cultura o sabiduría. Después de eso se pasaron un rato hablando para conocerse, hasta que Mielas se dio cuenta de que era tarde y que tenía que irse a ayudar en los preparativos de la ceremonia de la tarde.

Mercal fue al campo de entrenamiento de los soldados, a ver como entrenaban. Mientras observaba el jefe de la guardia se dirigió hacia el sin que se diera cuenta y después de sobresaltarlo, le preguntó si quería probar el entrenamiento de los soldados, a lo que respondió gustosamente que sí. Pasó la mañana haciendo prácticas de tiro con arco, circuitos, y combates contra otros soldados.

Por su parte Torques decidió ir a la zona del mercado a mirar que podía encontrar que fuera interesante, cuando de repente encontró la tienda de sus sueños, tenían todo tipo de artículos mágicos entre los que le resultaba extremadamente difícil elegir. El dependiente, que apareció de las sombras, exaltó a Torques, una vez calmado le preguntó si le recomendaba algún producto en especial. El dependiente fue a la trastienda y llevó junto a Torques una piedra con símbolos extraños que ni él podía reconocer. El misterioso dependiente le explicó que era un artefacto mágico ancestral capaz de abrir puertas a otra dimensión sin gastar ni una gota de poder mágico, Torques se lo pensó, pero él no quería ese tipo de runas, de modo que se decidió por una copa de metal que si se llenaba de agua y se hacía el hechizo correcto, se podía preparar la poción de la suerte de manera muy sencilla y sin gastar tiempo ni ingredientes, pero solo se podía hacer una a la vez y no se podía hacer otra hasta pasadas veinticuatro horas de

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la sintetización de la última pócima, pero lo que Torques no sabía era que mientras el dependiente se lo envolvía para llevar, depositaba en el interior de la copa la runa ancestral.

Alelgas acompañó a Torques hasta el mercado pero se separaron en cuanto encontró una librería. Entró a mirar los libros que tenían y se quedó con uno de maquinaria humana, y pidió algún libro relacionado con los Snoraks para Shelgas.

Shelgas se quedó en su habitación estudiando su manual de magia para pre-magos, pero algo le carcomía la mente. No se quitaba de la cabeza la estatua del centro de la villa, la de la elfa de la historia del principio de la guerra. Sentía algo extraño, como si la propia estatua se quisiera comunicar con él. Al no lograr quitarse eso de la cabeza y no poder estudiar tampoco, Shelgas decidió salir a dar un paseo. Dio varias vueltas por el pueblo, pero notaba algo extraño en el camino que recorría, aunque deambulaba sin rumbo y sin escoger los caminos, todo al azar. Después de dos horas aproximadamente, se dio cuenta de lo que notaba raro, todos los caminos que cogía, a pesar de ser al azar, lo conducían a la plaza central, donde la estatua. También se dio cuenta pocos segundos después de que ya era tarde y pronto comerían, y luego sería la ceremonia de coronación de Aelas, así que se dirigió presto a la casa real.

De camino se encontró con sus compañeros y su maestro, que también regresaban a la casa real. Por el camino Torques comentó que pronto sería el cumpleaños de Shelgas, a lo que todos le preguntaban que quería de regalo, como no había previsto eso y se había olvidado por completo de su cumpleaños, les dijo que lo que ellos quisieran, que a él le valía cualquier cosa.

Ya habían comido y se estaba iniciando la ceremonia, en primera fila estaban el general Silelas, el sacerdote Fratelas y la maga Mielas. La persona que presidía la ceremonia era el mariscal Melas y quien llevaba la corona junto a la inminente reina era el mayordomo Gurelas. Shelgas, Torques y Alelgas estaban al lado derecho de Aelas, y Mercal y Jason en el lado izquierdo. En mitad de la ceremonia, poco antes de que Aelas jurara servir a su pueblo y gobernarlo con sabiduría, un soldado entró y se dirigió hacia Silelas. La ceremonia no se interrumpió por la irrupción de ese personaje y continuaba con normalidad. Shelgas dijo a Alelgas que usase su oído de elfo de luz para escuchar lo que hablaban el soldado y el general, y que al finalizar la ceremonia se lo contase.

El resto de la ceremonia transcurrió sin ningún incidente más y Aelas ya era reina de Calada Sombría. Como comenté anteriormente, Alelgas debía informar a Shelgas de la conversación entre los militares. Le dijo que por lo visto algunos licántropos habían sido vistos por las cercanías de la villa, que aun no estaba del todo claro si habían descubierto el emplazamiento de Calendulia.

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Shelgas le dijo a Aelas que no se lo revelase a nadie, para no cundir el pánico. Aunque Shelgas era aun un crío a punto de cumplir nueve años, él sabía muy bien de estrategia militar al criarse en un pueblo propenso a los ataques de todo tipo de seres, desde ladrones a grifos, casi todas las semanas, de modo que en esa faceta tuvo que madurar antes de tiempo. Por eso sus amigos le hacían caso en lo referente a la batalla.

Jason sabía que resultaría descortés y fuera de lugar que le preguntara a la recién nombrada reina la fecha de su partida y vuelta a Lorrean, pero, aun así lo hizo. Se acercó despacio para no llamar la atención de nadie le preguntó que cuando iban a regresar a Lorrean, a lo que Aelas respondió que se tenía que quedar un par de días para ponerse al día con todos los asuntos del reino.

Shelgas vio desde su posición a su maestro acercarse a Aelas, de modo que mientras que nadie miraba para él, conjuró un hechizo de súper-audición. Cuando la conversación entre reina y mago acabó, Shelgas rió para sí. Desde que habían partido, Jason quería regresar a su castillo, no le gustaba ir a lugares sin planificar antes cuando volver.

Toda la tarde transcurrió como debía transcurrir, y los invitados se iban yendo a medida que el sol caía por el horizonte y la luna menguante brillaba cada vez con más claridad. Cuando no quedó nadie más que los de siempre y el mayordomo Gurelas, Aelas se desplomó sobre el suelo para sentarse después de toda una tarde de pie, incluso llegaron momentos en los que tenía que usar un hechizo de levitación para evitar caerse en público. Todos se fueron a sus habitaciones a descansar de ese día tan largo.

Se despertaron con gritos y voces provenientes de fuera, fueron todos al balcón de la parte frontal de la casa real y vieron una espantosa realidad, la villa estaba siendo atacada por los licántropos. Los hombres-lobo, no podían usar magia, pero podían usar su parte humana para crear armas como catapultas, balistas…. Un proyectil de una catapulta dio de lleno en el balcón en el que estaban asomados, y los separó. Jason dijo que corrieran y que llegasen a afuera de la muralla. Shelgas intentó advertirles que era mala idea, pero el ruido de una explosión sofocó sus gritos y cuando se quiso dar cuenta ya se habían ido y Torques tiraba de él para llegar a la salida de la mansión antes de que los licántropos entrasen.

Los enemigos ya habían avistado a su objetivo en el balcón después del choque de la roca, así que enviaron a unos cuantos que fueran por todos los pasillos hasta encontrarlos. Shelgas y Torques corrían para escapar de los licántropos que tenían pisándoles los talones. Torques lanzaba conjuros para hacerlos retroceder y que los perdieran de vista y le gritaba a Shelgas para que le ayudase. Shelgas estaba tratando de realizar un conjuro de teletransporte que había aprendido el día anterior, trataba de localizar las energías mágicas de sus amigos, las tenía todas menos la de Alelgas. Cuando por fin dio con ella y los licántropos de detrás de ellos se abalanzaban sobre ellos con los ojos llenos de victoria, se desvanecieron en el aire.

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Episodio VII

La OMRITodos menos Shelgas se sorprendieron de aparecer de repente en mitad del bosque. A Shelgas le había funcionado el hechizo nuevo, pero lo dejó para el arrastre por la cantidad súbita de magia que tuvo que usar. Todos lo vieron tirado en el suelo y fueron junto a él. Se había desmayado a causa de la pérdida de energía, por lo que entre todos cedieron un poco de su magia a Shelgas para que se recuperase. Una vez incorporado y comprobado que se podía mantener de pie y caminar, procedió a explicarles lo sucedido. Les dijo que lo peor que podían haber hecho era separarse, de modo que recordó el hechizo de teletransportación múltiple a distancia que había leído el día anterior y lo usó, por desgracia el teletransportar a un grupo tan grande a tanta distancia unos de otros no pudo llegar más lejos que a unos metros de la muralla de protección de Calendulia, por lo que el resto del camino deberían seguir a pie, ya que Skywing se había ido a dar un paseo temprano.

Ya llevaban un par de horas andando en dirección norte y a Torques se le acordó que Jason tenía una runa de teletransporte portátil conectada con las del castillo de Lorrende. Por desgracia, el maestro dijo que la dejara en su habitación, y que de todas maneras no iban en dirección al castillo, sino a Celestia, la sede de la HRB y de la OMRI y capital de los celestes. Sin Skywing tendrían que usar la ruta comercial secreta de los celestes con el resto del mundo para llegar a la isla del cielo. Por supuesto al ser secreta no sabían cómo acceder a ella, pero Jason conocía la aldea en la que desembocaba y tenía amigos allí, por lo que no les debía resultar muy difícil encontrarla.

Tuvieron mucha suerte de que la población donde se encontraba la salida de la ruta de la isla del cielo quedase justo antes de empezar el desierto sin ningún árbol, con lo que no tuvieron que andar tanto. Jason fue directo al edificio central de la aldea, era la escuela, e iba a reunirse con Shuu. Por lo visto Shuu era maestro de escuela, pero no de magia, de una escuela normal, donde se enseñan matemáticas, historia…. Hablaron un rato y Jason le contó lo que les había sucedido y porque necesitaban saber de la ruta. Al enterarse, Shuu nos indicó perfectamente donde estaba la ruta de los celestes, pero no como acceder, eso era algo que tendrían que averiguar por si mismos.

Fueron exactamente a donde les dijo Shuu y encontraron un dolmen, pero debajo había una trampilla para acceder a un túnel subterráneo. Lo recorrieron durante varios minutos, con un fuego fatuo iluminando el camino, hasta que llegaron a una sala circular donde se encendieron solas las antorchas e iluminaron lo que parecían unas runas de teletransporte la mar de corrientes, pero pronto descubrieron que no eran tan corrientes como pensaban, pues al probar todos los conjuros y las palabras que sabían para activar runas de teletransporte no ocurría nada.

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Desistieron y se pusieron a comer algo en aquella misma estancia, ya que no habían comido desde el día anterior y la puesta del sol era inminente. Mientras comían Shelgas preguntó a Alelgas sobre los celestes, porque vivían en el cielo y a que venía tanto secretismo por una ruta comercial. Alelgas le explicó todo lo que sabía a cerca de los celestes, que vivían en el cielo para evitar el odio, la ira y las guerras entre el resto de razas, que eran muy pacíficos y sufrían mucho si alguien cercano a ellos odiaba a alguien, ya que ellos sienten lo que las personas que les rodean, ven tu alma y tus sentimientos, si amas o odias, si quieres o rechazas, si estas alegre o triste…. Y le dijo también que creía que lo de mantener en secreto una ruta comercial era para mantener alejados a aquellos que tengan pensamientos de odio, ira o rabia. El cielo no les suponía problema, ya que creían que nadie que odiara sería capaz de dominar los cielos.

Shelgas se estaba acabando su comida mientras asimilaba toda la información recién adquirida, y antes de dar el último bocado se le ocurrió una idea al mismo tiempo que a Alelgas. Vieron que ambas opiniones coincidían y se lo explicaron al resto. Su hipótesis consistía en que lo habían probado todo menos en el idioma de los celestes, calmando la mente por completo y no decir nada, solo dejar que los pensamientos puros actúen sobre las runas. Al principio les pareció una idea descabellada, pero cobraba sentido a medida que encajaban las cosas con el carácter de los celestes. No perdían nada por probar.

Así que todos se dispusieron en un círculo alrededor de las runas y calmaron sus mentes poco a poco hasta que no quedó ningún pensamiento más que el de calma absoluta que traía la felicidad, los dibujos de las runas comenzaron a brillar y cuando se quisieron dar cuenta ya no estaban en la misma estancia que antes, sino en una más iluminada y con aire más fresco, pero al principio no pudieron disfrutar de él, ya que por la diferencia de altitud no respiraban bien, pero tras unos minutos se acostumbraron a la presión del aire y salieron en busca de la sede de la HRB.

Por desgracia para ellos, la HRB era secreta, y nadie sabía de ella ni donde quedaba su sede central, así que se dirigieron a la sede de la OMRI. Celestia era una ciudad muy grande, y sus dos edificios más grandes eran el ayuntamiento en la Plaza Wolke y la sede central de la OMRI, en la calle Nebel. El ayuntamiento estaba coronado con una campana de oro que sonaba por fin de año, por su parte, la OMRI poseía una campana de plata que solo sonaba cuando una guerra en el mundo comenzaba. Esa campana se hizo para avisar a los habitantes de Celestia, la mayor ciudad comercial del cielo y donde habitan más celestes, de que una guerra se iniciaba en el mundo de abajo para que extremasen precauciones en las transacciones comerciales y avisasen al resto del cielo. En las afueras de Celestia había un lago de nubes en el que la gente se iba a tomar baños como si fuera una playa como las de abajo.

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Tuvieron que esperar en la sala de recepción de la sede, lo que les sirvió a Shelgas y Alelgas que los muebles, sofás, mesas… estaban hechos de nube sólida, igual que las calles en las que aun no se habían fijado. En todo el viaje, Aelas permaneció callada, sin decir palabra. Shelgas iba a preguntarle si estaba bien, cuando les llamaron para decirles que pasasen a su reunión con el subdirector de la organización.

El director era un tauren, los tauren son como minotauros, medio hombre medio toro, seres de constitución fuerte, con más fuerza que diez humanos y con dos cuernos que les sirven de armas cuerpo a cuerpo. Los recibió y escuchó su historia, que informaba de que la guerra lico-élfica estaba en un punto crítico y que de seguir así, podría suponer la extinción de una de las dos razas.

El director Galdor mandó llamar al jefe del departamento de guerras y conflictos para discutir entre todos el tema de la guerra. Mientras esperaban la llegada del jefe, los chicos y el maestro discutían sobre que si los habían recibido tan bien y tan rápido era porque iba con ellos la reina (por lo menos princesa para ellos) de los elfos de la noche, de lo contrario les habrían dejado hablar pero no participar en las siguientes decisiones.

Una vez hubo llegado el jefe el director le explicó la situación y se pusieron a discutir los que debían hacer entre todos. Jason decía que la OMRI debía apostar tropas para defender a los elfos de la noche, el jefe decía que lo que había que hacer era atacar a ambos bandos y someterlos a mandato. El director no aprobaba ninguna de las opciones, decía que no se podían poner de parte de ningún bando ya que el otro creería que estaba en guerra contra todo el mundo y atacarían a cualquier raza que vieran, tampoco podían acabar con la guerra eliminando las tropas de ambos bandos ya que estarían ante la misma situación. Entonces Alelgas interrumpió y dijo que debían convencerlos de que están luchando sin ningún motivo, que lo que quisiera que pasara años atrás no sucedió como creían, pero que mientras no encontraran la forma de convencerlos, apostaran tropas marcando una frontera impidiendo a ningún bando atacar al otro. Finalmente al no haber más proposiciones el director aprobó la idea del inteligente elfo de luz.

Al salir de la OMRI fueron al primer restaurante que encontraron a ponerse las botas comiendo. Después de su opípara comida que les costó casi el doble de lo que sería de costumbre, fueron en busca de la sede de la HRB, pero al ser tan secreta, nadie sabía que existía o donde se ubicaba. Al final, cuando empezaba a decaer el sol, Aelas se acordó de que llevaba en su falquitrera la bola de cristal que usaba para hablar con los altos mandos de la hermandad. De modo que la sacó y se puso en contacto con el licántropo con el que siempre hablaba para contarle su situación actual y que enviase a alguien a buscarlos para llevarlos a la sede de la secreta hermandad.

Mientras entraban en la HRB, Shelgas tenía visiones sobre una estatua y una elfa de la noche, una elfa adulta, alta, esbelta y de ojos verdes como la hierba del bosque que la rodeaba, de piel algo más clara que la del resto de elfos de la noche. Era la elfa más bella que jamás había visto (o presentido), pero siempre eran las mismas visiones, la elfa sola en el bosque y una estatua idéntica a ella.

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La ráfaga de visiones cesó una vez hubieron llegado a la sede de la HRB. Mientras solucionaban los asuntos de Aelas decidió no decir nada. La sede era impresionante. Una especie de ciudad o fuerte subterráneo con decoraciones de criaturas mágicas en todos los arcos que conducían a otra sala o pasillo, cambiando de criatura dependiendo de a que sitio se fuese. Mientras iban de camino a las salas de dirección cuyo camino estaba marcado por dragones, en el Paseo del Ungüento, vieron un sinfín de tiendas de pócimas, ungüentos, artículos e ingredientes para la herboristería y cirugía, grageas medicinales… Cuando notaron que los dragones indicadores eran más grandes supusieron que estaban cerca de su destino. La sede de la hermandad era casi tan grande como la ciudad de Celestia y se extendía por debajo de ella, bajo su suelo de nubes, de modo que les llevó una media hora escasa llegar de la entrada a las salas de dirección.

Una vez en la dirección conocieron al regente Corelgas que era el elfo encargado de dar y transmitir órdenes si los directores de la hermandad no podían por algún motivo. Mientras a Aelas le explicaba cómo funcionaba todo y las tareas que tendría que desempeñar como directora de la hermandad, al resto les mostraba las instalaciones.

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Episodio VIII

Miembros y… ¿Grinnells?

Cuando se iban, Aelas los detuvo a medio camino para proponerles hacerlos a todos miembros honoríficos de la HRB. Se quedaron bastante sorprendidos aunque, viendo la racha que llevaban con las entidades mundiales, en cierto modo esperaban una fiesta, celebración o algo por el estilo.

La ceremonia de nombramiento como miembros honoríficos de Shelgas y compañía tendría lugar en tres días así que cada uno podría visitar las zonas de la sede que más le interesaran. Jason se interesó por la zona de la dirección de toda la hermandad, de modo que se quedó por allí los tres días. Mercal quiso ver las armas y armaduras, así que preguntó y le indicaron que siguiera las figuras guía de los Snoraks hasta la armería. Torques y Shelgas daban vueltas por todas partes fijándose en lo que les llamase la atención, y Alelgas observaba la maquinaria de excavación adaptada para cavar en las nubes y todo el sistema de calefacción.

Torques y Shelgas compraron algunos ingredientes raros que aunque sus usos estaban especificados en sus etiquetas, leyendo sus propiedades, ambos pensaron que les podrían servir para otras cosas, entre otras cosas se llevaron raíz de muérdago, un par de escamas de dragón, ralladura de mandrágora, polvos sei, plo, y rui y esencia de ajenjo mezclada con cenizas creadas con fuego de salamandra. Mientras tanto, a Alelgas se le ocurrió una idea al pasar de camino a la sala de calderas por enfrente de una tienda de plantas para herboristería y hebología.

El día de la ceremonia los nombraron miembros honoríficos en público, les hicieron pronunciar un juramento y luego, lo de siempre, una fiesta con mucha música y comida que dura varios días. Se lo pasaron muy bien, pero en cuanto los ánimos se calmaron y la fiesta se acabó se tuvieron que ir, tres días después. Mientras estaban montando todos en Skywing, con el que Jason contactó telepáticamente, apareció Aelas con una maleta, y todos se sorprendieron y alegraron de lo que les dijo, se iba con ellos a completar sus estudios.

El dragón volaba rápido y ágil, contento de que todos sus amigos estuvieran bien. Ya cerca del castillo, Jasón, Shelgas, Alelgas y Skywing notaron algo raro en el ambiente, algo no iba del todo bien, el bosque estaba demasiado tranquilo, pero sólo Alelgas pudo identificar de que se trataba, al tener un oído y una vista mucho más agudos que los humanos, no estaban los grinells. Este hecho extrañó mucho a todos, ya que nunca antes desde su creación habían salido del bosque.

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Habían llegado tarde y Lara ya se había ido a su habitación a dormir, de modo que se propusieron no hacer ruido para no despertarla mientras se iban a la cama, ya la saludarían al día siguiente. Todos durmieron profundamente esa noche, pero el sueño de Shelgas era pesado y más que un sueño reparador lo estaba agotando más, ya que en sus sueños veía a la dama élfica y a estatua, pero cuando notaba que le empezaba a sonar de algo, despertó sobresaltado a causa de los ruidos que hacían abajo sus compañeros al rencontrarse con Lara. Al recordar a Lara se olvidó casi al instante de sus sueños y visiones, se puso la bata y bajó las escaleras corriendo a saludar a la cocinera que había sido como su madre desde su llegada al castillo.

Para celebrar su regreso, Lara hizo una tarta de chocolate, a la que nadie había hecho ascos antes, todos la consideraban la mejor del mundo. Sin embargo uno de ellos no disfrutó del todo con la tarta, y aunque sabía fingir muy bien, Alelgas lo conocía muy bien y su instinto élfico no le había fallado nunca antes. Cuando Shelgas dio las gracias por la tarta y se retiró de la cocina, Alelgas hizo lo mismo para seguirle y averiguar que le pasaba. Lo siguió sigilosamente hasta su dormitorio y, cuando entró, llamó a la puerta y pidió permiso para pasar. Al principio, para romper un poco el hielo, le preguntó algo relacionado con el hechizo que usó para sacarlos de Calendulia, el Esprite transportem, pero cuando Shelgas cogió fluidez al hablar, cambió de tema discretamente, para preguntarle que era lo que le preocupaba tanto que no podía disfrutar de la excelente tarta de chocolate de Lara. Shelgas se puso serio, y un tanto receloso, parecía que no le iba a contar nada, pero reflexionó y se dio cuenta de que Alelgas era capaz de guardar un secreto, de modo que le contó lo que veía en sus visiones, no obstante, no podía transmitirle las mismas emociones que le transmitían a él, por eso le preocupaban, no eran visiones del futuro o del pasado normales, eran provocadas por algo que quería que las viera. Pasaron un par de minutos en silencio y a Shelgas se le ocurrió una idea. Comenzó a revolver sus papiros y libros mientras le explicaba a Alelgas que había visto en algún sitio que algunas magias A tenían una peculiaridad, encontró el pergamino que buscaba y leyendo le dijo a Alelgas que algunas magias A del tipo mental tienen la capacidad de ser transmitidas a otro ser temporalmente, de modo que podía hacer que Alelgas viera y sintiera lo mismo que el durante aquellas visiones.

Siguieron todos los pasos y formaron un pequeño vínculo psíquico con unos polvos médium y Shelgas provocó la visión, y ambos vieron y sintieron lo mismo. La elfa en mitad del bosque caminando a lo más profundo del mismo y la estatua de una elfa, primero intacta, pero después de un flash destruida. Cuando parecía que se acababa, a Shelgas le invadió otra visión que llevaba tiempo sin tener, los libros ardiendo, esta duró poco, pero Alelgas vio lo suficiente como para hacerse preguntas. El tipo de conexión que mantuvieron se llamaba Psiquequis-Alfa

Ya que Shelgas le había contado algo tan íntimo, Alelgas les dijo que le siguiera, iba a mostrarle su secreto, lo condujo por unos pasadizos ocultos hasta una sala enorme en la que en pleno centro había un objeto enorme cubierto con una sábana. Alelgas la destapó y Shelgas logró ver un artilugio mecánico hecho de madera, no tenía ni idea de que era ni para que servía, pero cuanto más lo miraba, más se le parecía a un dragón de madera.

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Episodio IX

El proyectoEra idéntico a un dragón, pero sin las escamas, la carne, ni lo que hacía a un dragón dragón. Pero tenía las patas, la cola, la cabeza, el cuello, el cuerpo y las alas, en general el “esqueleto” de un dragón. Cuando Alelgas se reunió de nuevo con él, después de preparar el material, Shelgas le preguntó: “¿Qué es eso, y para que diablos sirve?” a lo que Shelgas respondió: “Es un dragón mecánico- cosa que ya se imaginaba Shelgas- un perfecto ejemplo de la unión de física y mecánica con magia. En cuanto a su uso, aun no lo tengo demasiado claro. Transporte… o arma, no lo se.” También comentó que algún día, cuando lo acabase, lo presentaría al concurso de la OMT. Shelgas recordó su visión de Alelgas recibiendo el premio del concurso de la OMT al escuchar sus palabras. Para eso todavía quedaba bastante, aun no podía ni andar, como iba siquiera a volar, que se supone que era su función principal.

El dragón mecánico (o mecadraco como llamaban ellos) cuando volaba se partían las alas y luego al caer todo el resto. Shelgas observó con detenimiento la madera de las alas y le comentó a Alelgas que si quería que aguantasen la fuerza a la que sometía las alas, que debía usar madera de árbol Yaqu, que era muy resistente, doblaba bien y absorbía bastante bien la magia. Comentó, al ver la cara de incredulidad de Alelgas, que lo había leído en un libro durante su estancia en la sede de la HRB. Alelgas le propuso que le ayudase con el mecadraco, con los conocimientos de Shelgas y el ingenio de Alelgas, podrían acabar el mecadraco en poco tiempo, probablemente para la próxima edición del premio de la OMT. Alelgas era muy amigo de Shelgas, y este aceptó su oferta y empezó a ayudarle a reparar todos los errores del mecadraco.

Durante varios días Alelgas le explicó todos los planos y mecanismos mientras esperaban a que llegara el pedido de madera Yaqu. Era un pedido enorme, les había costado 30.000 goldes y 2 argens de propina para el repartidor por hacer llegar el pedido a las cuatro de la madrugada y llegaba para construir por lo menos siete mecadracos. El dinero no les suponía un problema, Shelgas aun conservaba los dos millones de goldes de su mención honorífica de la OMB y la OMRI, además de la recompensa que repartieron entre todos por escoltar a la princesa hasta Calendulia, que fueron 500.000 goldes por cabeza, un total de 2.500.000 goldes.

Empleaban casi todos sus ratos libres en la construcción del invento de Alelgas. Siguiendo los consejos de Shelgas, usaron la madera Yaqu para las alas y las piezas sometidas a un doblamiento grande, metal D´huro, muy ligero, resistente a golpes, calor, difícil de quebrar y doblar para la estructura principal como la cabina y las patas, para la cabeza, la cola y el cuello usaron madera Dereg, que con la pócima adecuada repelía bastante bien la magia.

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Por supuesto no podían descuidar sus estudios, pero lo que si hicieron fue posponer sus exámenes (En el ascenso a mago desde pre-mago se requieren cuatro exámenes, cada uno con un elemento y una habilidad: el primer examen era el del aire y la agilidad, el segundo la tierra y la fuerza, el tercero el agua y la sabiduría y por último el cuarto era el del fuego y el autocontrol). Mientras trabajaban en el mecadraco, ambos pensaban en lo difíciles y diferentes que podrían ser los cuatro exámenes de virtud, pero ambos se pusieron de acuerdo en que el más difícil debía de ser el tercero, aunque casi todos pensasen siempre que sería el último por lo de que el fuego es muy difícil de controlar, pero si el tercer examen trataba de la sabiduría, los juegos mentales y adivinanzas requerían un gran esfuerzo cuando podría ser que la respuesta estuviera oculta a plena vista. Dos días después de cumplir los 12 años, Shelgas decidió presentarse al primer examen de virtud, tenía que parar un tornado mientras esquivaba proyectiles que le lanzaban de la nada, mezcla de agilidad y control del aire. Al principio le dio mucho que hacer, pero pronto se acostumbró a los proyectiles y se pudo concentrar más en sofocar al tornado.

En lugar de irse a descansar después de su agotador examen, fue a su “taller” privado para ver que tal le iba a Alelgas montando las últimas piezas. Cuando llegó encontró a Alelgas esperándole y en cuanto entró por la puerta entró en el mecadraco y lo puso en marcha para comprobar su funcionamiento, era ya la novena vez que lo montaban desde las partes que no se rompían, añadiendo nuevas piezas, quitando otras y sustituyendo otras. Sin embargo cuando parecía que funcionaba, algo falló y el dragón se vino abajo. Shelgas ayudó a Alelgas a salir de la cabina (era la original de metal D´huro, nunca se rompía ni las patas, de modo que empleaban la madera en las piezas que se rompían siempre y siempre les quedaba madera para construir otros cuatro o cinco mecadracos enteros de madera). Alelgas fue directo a los planos a revisar que podía haber pasado para hacer trizas todos los engranajes de Yaqu endurecidos con un hechizo de resistencia. Mientras Alelgas maldecía por lo bajo y revisaba los planos en busca de un fallo tan descomunal que produjese la fuerza suficiente para romper los engranajes, Shelgas miraba las pócimas y se dio cuenta de que estaban usando dos completamente incompatibles en las mismas piezas. Se lo comentó a Alelgas y puso cara de preocupación.

Después de pensar toda la noche, a Shelgas se le ocurrió que podían unir los dos ungüentos aplicando un tercero que actuaba como unificador de magia, sería como si aplicasen uno con dos efectos, era el pegamento de magias Shazade. Daba la casualidad de que casi todos los ingredientes para su elaboración se podían recoger en el bosque de los alrededores de Lorrende, otras probablemente las podrían coger del taller de alquimia y alguna encargarla.

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A la mañana siguiente tuvo que empezar a recolectar los ingredientes Shelgas, ya que Alelgas se presentaba a la tarde al examen de virtud 1º. Pasó casi toda la mañana en el bosque recogiendo los ingredientes que se daban allí como corteza de rudel, savia de shei, unas cuantas direus… también recogió algunas setas y ajenjo y azafrán que le había pedido Lara para cocinar. Por la tarde fue al almacén y al laboratorio de alquimia para poder hacer una lista de todos los ingredientes que les faltaban para poder preparar el shazade y poder pedirlos por correo. También estuvo en el taller preparando los ingredientes disponibles para su uso, secándolos, moliéndolos, quemándolos…. Las últimas horas del día las pasó separando las piezas útiles del mecadraco de las completamente rotas que solo servían para fabricar piezas más pequeñas, como leña o como “mapa” para reconstruirlas.

Cuando quedaban a penas unos minutos de luz solar, Alelgas apareció por el taller para contarle a Shelgas como le había salido el examen y para preguntarle que tal había pasado el día, a lo que Shelgas respondió “entretenido”. Esa noche y todo el día siguiente descansaron, en parte porque hasta Mirtel no llegaban los pedidos y en parte porque merecían un descanso después de su duro trabajo durante meses.

Una vez recibieron los pedidos, también a horas intempestivas y con sobrecargo, se les acabó el descanso y tuvieron que ponerse a trabajar de nuevo. Shelgas preparaba el shazade y los ungüentos que se les habían acabado mientras Alelgas refabricaba las piezas perdidas en el último ensayo.

Mientras se preparaban los ingredientes de las pócimas, Shelgas estudiaba para el próximo examen. Como Alelgas había acabado las piezas mucho antes de que los ingredientes estuvieran listos, se dispuso a completar un proyecto que llevaba demasiado tiempo aplazando. Con varios listones de madera y una lona traslúcida construyó un invernadero de un tamaño considerable a uno de los lados del castillo y en el huerto de dentro plantó algunas de las semillas que había comprado en la sede de la HRB.

Durante la cena, Alelgas le preguntó a Shelgas si había terminado de preparar las cosas para el día siguiente y luego mantuvo una conversación en bajito sobre fallos de las piezas y sobre los ensayos. Nadie les prestaba atención porque sabían que eran muy amigos y siempre hablaban de sus cosas, nadie menos Aelas, que al ser elfa tenía un oído muy agudo y al escuchar los primeros fragmentos de la conversación se interesó y escuchaba a los dos amigos de manera disimulada.

Al día siguiente, Juevo, se levantaron temprano y con suma discreción bajaron hasta el pasadizo fijándose en que nadie los seguía, pero Aelas los seguía de lejos con un conjuro de invisibilidad, si no detectaron el conjuro fue porque aquel lugar rebosaba energía por los cuatro costados.

Mientras Alelgas montaba el sistema de engranajes y las piezas del mecadraco, Shelgas las untaba con los productos pertinentes. En dos horas de trabajo ininterrumpido tuvieron todo listo para el ensayo. En principio todo iba como debía ser, los engranajes

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giraban sin chirriar ni repiquetear, las patas; la cabeza; la cola y las alas se movían exactamente como quería Alelgas y lo más importante, volaba. Comenzaron los tests de habilidades, echar fuego por la boca, rugir… Todo funcionaba, era un éxito. Aelas salió de la nada aplaudiendo poco después de que Alelgas saliera de la cabina del piloto. Mientras los otros dos se quedaron en su asombro de como los había seguido, Aelas dijo “Me imagino que mi reino y la HRB querrán comprar unos cuantos de esos en cuanto gane el premio de la OMT, que por cierto, es dentro de dos meses”. Alelgas sin salir de su asombro preguntó “¿En serio crees que podría ganar el premio?” con aire orgulloso. Aelas simplemente asintió y le dedicó una sonrisa.

Lo más difícil ya estaba hecho y tenían dos meses para hacer el mecadraco presentable para el concurso, ya que era solo madera y metal, faltaba pulir la madera y hacerle un recubrimiento. Aelas y Lara se encargaron de fabricar el retal de tela más grande que hubieran visto nunca, capaz de envolver a un dragón entero, mientras, Shelgas y Alelgas se encargaban de alisar la madera para que no rompiese la tela, tapar los mecanismos y lo más importante, equiparlo con las runas pertinentes. Fueron a buscar al almacén dos sacos, uno de runas blancas y otro de runas de imprimación. Las runas de imprimación eran runas cargadas con energía bruta, sin dar forma y se usaban para imprimirles hechizos a las runas blancas de forma permanente. Las runas blancas eran runas con una gran capacidad para absorber y asimilar energía modificada, dada forma. El proceso de imprimación de runas era sencillo, cogías una runa de imprimación y pensabas en el conjuro que querías imprimirle a la runa blanca, apuntabas con la runa de imprimación hacia la blanca y en el momento de la transferencia de energía le dabas la forma del conjuro. Cuando una runa cargada y equipada con un conjuro gasta toda la energía almacenada en ella al realizar varias veces seguidas el hechizo o unas pocas si consume mucha energía, la runa absorbe energía bruta del ambiente y la pule a semejanza de la del conjuro que alberga para almacenarla para más usos.

En un mes tuvieron el mecadraco terminado, lo que dejaba otro mes para que Alelgas aprendiera a manejarlo como era debido si quería impresionar al jurado del premio. Sacar el mecadraco del taller era la parte fácil, ya que a pesar de ser enorme y el taller subterráneo, contaba con una trampilla en el techo que daba al patio trasero de los terrenos del castillo, lo que podía complicar las cosas era que el maestro le diera su permiso, para lo que tendría que enseñárselo, aunque le habría gustado mantenerlo en secreto para todos hasta el último momento.

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Episodio X

Augurios y profecías

Una vez sacado el aparato del taller, Alelgas se dispuso a hacerlo volar. El mecadraco, que parecía real y no le gustaba demasiado a Skywing y aun menos que lo disfrazaran como uno de su raza, un americano esmeralda, una vez en el aire usó las runas de fuego para lanzar bolas de fuego y llamaradas dependiendo de cual de las dos runas usaras, comprobó los mecanismos que movían las extremidades. No se atrevió a hacer una pirueta por miedo a estrellarlo.

Todos felicitaron al trío, pero Aelas dijo que casi todo el trabajo lo habían hecho Shelgas y Alelgas, pero que si querían felicitar a todo el grupo de trabajo, que felicitaran también a Lara. Alelgas volvió a pedirle permiso a Jason para presentar su invento al premio anual de la tecnología de la OMT y este, como buen maestro que ve que sus alumnos progresan en sus estudios y en la vida, se lo concedió. Para presentar el aparato al premio, tendría que viajar a la Atlántida e inscribirlo en la bi-sede de la OMT, esa sede secundaria solo organizaba los premios de la OMT y se encargaba de comprar y distribuir las nuevas tecnologías presentadas al premio. Todos le dijeron que lo acompañarían, en parte por ser sus amigos, en parte por la oportunidad de ver la mítica ciudad de la Atlántida.

Los atlantes eran una raza que, en principio, eran muy parecidos a los humanos, pero tenían ciertas habilidades psíquicas y un fuerte vínculo telepático con la que era la fuente de energía de su ciudad. Su tecnología se había desarrollado en torno a la conocida Vorágine, que era su fuente energética, y era la única tecnología en el planeta capaz de aprovechar la energía residual de la Vorágine. La tecnología del planeta, podía aprovechar los tipos de energías más corrientes, la mecánica, calorífica, potencial… porque al ser un tipo de tecnología física y no mental como la magia podía aprovechar únicamente la energía más definida pero en un estado completamente salvaje, los magos empleaban su mente como maquinaria para moldear la energía y darle la forma que quisieran, podían aprovechar casi cualquier energía, desde la vital a la mecánica. Pero la energía de la Vorágine procedía de una pequeña fisura en el universo a través de la que se colaba energía del choque con otro universo que la provocó, la energía más bruta y sin pulir que se pudiera ver nunca, por eso ni los Archimagos podrían emplearla. Los atlantes tenían una ley en torno a su tecnología, no se podía sacar de la isla de la Atlántida ni la más pequeña pieza de esa tecnología ya que por motivos desconocidos sería peligroso. Al ser completamente diferente a la del resto del mundo, mucho más eficaz, limpia, y productiva a parte de menos peligrosa para las personas, todos creían que era una tecnología muy avanzada, dada por los dioses a la raza de los atlantes desde el futuro, cuando en realidad era la primera tecnología que habían creado, la habían ido

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perfeccionando a lo largo del tiempo, pero era como mejorar el aspecto de un balancín y echarle aceite para que no chirriara, para ellos era como la lanza y el martillo.

Una vez llegados a la Atlántida, en concreto a la ciudad de Atlantis, Jason no les dejó separarse de el a pesar de ser un lugar maravilloso. Fueron a lo que fueron, todos juntos y sin detenerse a la OMT para rellenar la inscripción y luego irse. Les atendió un joven que aparentaba unos veintiún años que les explicó los sencillos pasos para inscribirse: escribir nombre, el nombre del aparato, entregar los planos y una lista de los materiales.

Una vez entregada la inscripción, le dieron una piedra fina y lisa que dos días antes del concurso se iluminaba avisando al participante de que preparase los retoques finales y de que partiera pronto a la isla, y un revisor, que si ocurría algún sabotaje en el aparato inscrito en el que estuviera metido, quedaría completamente reparado y grabado para tomar medidas contra el saboteador. Por eso no había juego sucio en ningún concurso celebrado en la Atlántida, los atlantes eran muy meticulosos en su trabajo y muy virtuosos, por eso siempre podías fiarte de un producto fabricado en la isla de la Atlántida, aunque también fuese algo más caro. El joven le explicó que el día anterior a la celebración del concurso pusiera el avisador en el invento y unas horas antes del gran día lo teletransportarían.

El mes siguiente todos lo pasaron normalmente a excepción de Alelgas, que lo pasó practicando el manejo del mecadraco hasta agotar toda la energía de las runas, podría haber seguido pilotándolo sin runas de no ser que lo habían hecho de tal forma que unas runas ayudaban en el impulso y disminuían el esfuerzo que debía realizar el piloto. En sus ratos libres, Shelgas observaba a Alelgas pilotar el mecadraco o cuidaba del huerto en el invernadero que habían ampliado y ahora ocupaba casi todo el terreno derecho del castillo a la verja y en el que cultivaban de todo tipo de plantas gracias al sistema de clasificación en estancias en el que cada estancia poseía un clima propio gracias a varias runas que modificaban los condicionantes atmosféricos. Casi todas las runas empleadas en el invernadero eran runas dobles, runas normales constituidas por dos runas, una con el conjuro que se aplica y otra colocada en un lugar muy cargado de energía que le transmitía constantemente energía a su runa hermana. Shelgas, a parte de cuidar de las plantas, las estudiaba meticulosamente, en especial las plantas que no se mencionaban demasiado en los libros de herbología de Lorrende, esperando poder hacer algún día su propio catálogo sobre plantas y sus propiedades.

Ya era el día, todos estaban nerviosos, pero Shelgas trataba de calmar a Alelgas ya que de lo contrario acabaría por hacer el ridículo, y no solo se fastidiaría a sí mismo, sino que también echaría por tierra todo el trabajo de medio castillo y daría mala fama a la escuela de Lorrende. Dispusieron los equipajes para el viaje y los cargaron en el lomo de Skywing. El concurso se dividía en dos partes, el primer día se realizaban todas las exhibiciones y el siguiente se llevaba a cabo la entrega de premios. Al llegar a la Atlántida buscaron el hotel Siracumia en el que se iban a alojar, siracumia es energía universal en atlante antiguo. Era el hotel más lujoso de toda la isla de Atlantis, pero los participantes en el premio de la OMT y sus acompañantes se alojaban gratis.

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Alelgas debía asistir a la ceremonia de exhibición de la tarde descansado, por lo que Shelgas, que conocí muy bien el carácter de Alelgas, preparó un somnífero y se lo puso en la bebida de la comida del mediodía. El brebaje debía durar aproximadamente 3 horas, pero como lo había preparado él a partir de un fórmula que él mismo inventó, no le había dado tiempo a calibrar las variantes temporales entre las distintas especies, pero no podía alargarse más de una hora, por lo que no le preocupaba.

Mientras todos visitaban la ciudad de leyenda que era la Atlántida, Shelgas fue al almacén donde se guardaban los inventos antes de ser exhibidos por sus creadores o ayudantes para revisar el mecadraco. Se esforzó mirando por todos los rincones, pero al parecer Alelgas lo había dejado todo completamente preparado antes de salir de Lorrende. Puesto que ya había terminado pero no tenía ni idea de donde estaban sus amigos se quedó allí sentado, pensando en que hacía casi un mes que no tenía visiones. No podía decir cuanto tiempo estuvo absorto pensando en sus visiones y su causa, para él fueron unos minutos, pero sabía que en realidad habían transcurrido un par de horas.

Cuando vio llegar a Alelgas corrió hacia él y le deseó buena suerte y luego se mezcló con la multitud para ir a su asiento en las gradas. Ya acomodados todos los espectadores en sus respectivos asientos todavía se retrasaron diez minutos en presentar al primer participante. Llamaba a su invento el Condensador de pociones, explicó que su funcionamiento consistía en reducir el tiempo de preparación de pócimas de proceso largo. Para demostrar que era verdad se dispuso a hacer una poción muy conocida y que llevaba casi ocho horas terminar, se trataba del común “coagul” que vertido en cortes y raspaduras poco profundas (1º y 2º grado), antes clasificadas en grados (1º para las que solo alcancen la piel, 2º para aquellas que desgarrasen algo la carne, 3º para las extensas y profundas y 4º para las que llegasen al hueso). Una vez acabada la mezcla de ingredientes en lugar de esperar ocho horas a que reposara, solo tuvo que aguardar tres minutos.

Los siguientes concursantes no estaban mal del todo, pero no causaron la impresión que ocasionó el primero. Por fin llegó el turno de Alelgas, ya eran las seis de la tarde pasadas, y él era uno de los últimos. Salió a la plaza de exhibiciones (construida de forma circular con las gradas rodeando una arena en el centro) con su invento completamente tapado con una lona, causaba expectación y susurros de interés por ser tan grande. Cuando destapó el mecadraco, el pánico surgió como de la nada, todos gritaban “ DRAGÓN” pero los guardias lograron apaciguar al público mientras tanto Alelgas en el medio de la arena, como sus amigos en las gradas se partían de risa. Una vez la gente en sus sitios Alelgas trepó por un costado del dragón, abrió una escotilla en el lomo y se metió dentro. Al principio se movía poco, como si se estuviese despertando, poco a poco se movía con mayor rapidez, como si se estuviera desperezando, hasta que al final empezó a correr por la arena y levantó el vuelo con suma facilidad, hizo un par de piruetas en el aire para demostrar que su invento no tenía nada que envidiar a un dragón de verdad en un vuelo y finalmente descendió hasta posarse en el suelo. Lo siguiente fue Alelgas saliendo del mecadraco y llevándoselo al puesto de almacenamiento donde estuvo antes de la exhibición.

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Al día siguiente tuvieron que levantarse temprano para asistir a la entrega de premios que se celebraría en el mismo recinto de las exhibiciones. Esa vez el lugar estaba casi vacío de espectadores, que como el ganador saldría en las noticias solo acudían a ver las exhibiciones, que era lo que consideraban más interesantes, solo estaban los concursantes y una veintena de público. Tuvieron que aguantar un discurso de una hora del director de la sede de la OMT encargada de los premios tecnológicos que hacía poco que había derivado en la OMTPT como división de la OMT. Una vez finalizado el discurso el portavoz de los jueces procedió a nombrar a los premiados, en tercer lugar está Maelam Riccum, por su invento “ El combustible” que transformaba toda basura orgánica en un perfecto combustible para quemar en hogueras y barbacoas. Su premio, un diploma y doscientos mil goldes. El segundo puesto fue para Tescum Leocord, por su invento “ El condensador” que permitía reducir el tiempo de preparación de pócimas. A ese le dieron un diploma y quinientos mil goldes. Y por último el primer puesto lo obtuvo Alelgas por su “ Mecadraco”. El primer premio era un diploma, un trofeo y cincuenta millones de goldes.

Después de que le entregasen el premio fueron a hablar con él dos elfos. Aelas se acercó con ellos para presentarlos. A uno ya lo conocía, el regente de la HRB, Corelgas, y el otro era Armelas, el nuevo ministro de guerra del renio de Aelas. Ambos fueron a comprarle planos y fabricación de sus mecadracos, planos para guiarse y fabricación para que enseñase a sus ingenieros las técnicas y los procesos de montaje. Poco más tarde fueron a verlo unos comerciantes para contratarlo como ingeniero. Unos querían mecadracos como medio de transporte familiar, otros como transporte público, otros como transporte de mercancías… Alelgas dijo a todos que revisaría sus planos y haría las modificaciones pertinentes para contentar a cada uno. De un momento a otro pasó de simplemente estudiante de magia en nivel pre-mago de primer nivel a trabajar para tres comerciantes, una hermandad secreta y el ministerio de guerra de todo un reino.

Al volver, Alelgas quiso tomarse unos meses de descanso para estudiar para el 2º examen de virtud, La dureza de la piedra. Después de ese examen solo le quedarían otros dos para alcanzar el rango de mago. Ahora que volvía a los estudios de magia y descansaba del mecadraco, se daba cuenta de que no sonaba demasiado bien, así que antes de nada les diseño otros nombres, que tuvieron múltiples variantes que sonaban igual de mal que el primero o incluso peor, pero acabó por nombrarlo Dramec. Por culpa de los días que le ocuparon los nombres para su invento, Shelgas se le adelantó y se presentó antes que él al examen de la piedra y aprobó, cosa que motivó a Alelgas a hacerlo, si Shelgas podía él también.

Después del examen, Shelgas se pasó un par de días agotado, días que aprovechó para pensar en las extrañas visiones involuntarias que tenía, y en uno de esos días, en el desayuno, cuando aún no había despertado del todo, de golpe se acordó del lugar en el que había visto esa estatua. Era la estatua de la dama de Calendulia, la del centro de la plaza mayor. Ese recuerdo acabó de despertarlo y le dio una gran alegría, ya que, ahora que tenía un punto real al que fijarse, pudo provocar una visión más completa y nítida. Durante esa visión vislumbró un poblado que crecía alrededor de una estatua, poblado

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que supuso Calendulia un poco antes en el tiempo a pesar de que la estatua era distinta, una mera decoración con varios leones, en realidad era una fuente, de repente el poblado desapareció para dar lugar a un bosque, un pequeño claro a unos cientos de metros de la fuente. En el pudo ver a la elfa de la estatua de pie, como si estuviera esperando a alguien. Otro salto en la visión le permitió ver dos cadáveres, correspondientes a la elfa y a un hombre-lobo a medio transformar, lo siguiente que vio antes de volver al presente fue a elfos de la noche y a licántropos peleando unos contra otros en una guerra.

Se tumbó en la cama. Acababa de presenciar el inicio de la guerra lico-élfica y su causa, pero no su origen, para tener una visión total necesitaba algo más real que un recuerdo, necesitaba tocar la estatua.

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Episodio XI

FugaShelgas esperó un par de días a que su mente se calmase para no tomar ninguna decisión en caliente, ya que eso no era una buena idea. Era Verner cuando Shelgas se decidió por fin a preguntarle al maestro si podía ir a Calendulia, pero este por toda respuesta dijo que no. Calendulia había quedado arrasada y probablemente ocupada por un par de puestos de licántropos, era muy peligroso volver allí, sobre todo después de su última interacción con los medio lobos. Era la primera vez que el maestro le respondía que no a Shelgas de ese modo, y, claro, Shelgas se enfadó y planeó fugarse unas horas a la villa de Calendulia. Con lo cabezota que era, nada ni nadie podría haberle hecho cambiar de opinión. Comenzó a trazar su plan con pequeños retales de información que encontraba perdidos en su memoria, como que las torres de magia de los elfos de la noche eran su orgullo y estaban protegidas con potentes hechizos, con lo que los licántropos no se podrían haber acercado siquiera. Podía ir hasta ella a través de las runas de teletransportación ya que al haber escapado mucha gente por ellas seguramente quedaron abiertas. Pero iba a necesitar una ingente cantidad de energía para franquear las barreras implícitas en el propio teletransporte al no haber nadie que les abriese el paso, pero si se hacía con unas cuantas runas de almacenamiento tal vez podría lograrlo.

Su secreto no iba a ser tal por mucho tiempo, ya que tenía la manía de pensar en alto cuando creía estar a solas, y Aelas le estaba espiando y se lo contó al resto del grupo que la mañana en que tenía planeado escapar apareció en su habitación. Alelgas le dijo “¿en serio tenías planeado marcharte sin nosotros?”, Mercal prosiguió la protesta de Alelgas “ Te debo una, me enseñaste que sin algo de maña la fuerza bruta no sirve para nada” “Si, y a mí me ríes los chistes, y eso es motivo suficiente para mi” continuó Torques y Aelas le reprochó “ A mí me ayudaste a llegar a Calendulia, a escapar de allí y a llegar a la HRB” y por último volvió Alelgas alegando “Y a mí me salvaste la vida y me ayudaste a cumplir mi sueño de ganar el premio de la OMT, así que te acompaño, te doy veinticinco millones de goldes y quedamos en paz”

Shelgas estuvo a punto de rechazar el dinero, pero su amigo adivinó sus intenciones y antes de que pudiera replicar le lanzó una mirada fulminante dejándole claro que no tenía otra elección. Mientras envió a los otros a por las runas de almacenamiento del almacén, Shelgas tomaba medidas para garantizar su regreso, consiguió colocar un encantamiento en las runas para que las pudiera abrir cualquiera de los que iban a viajar desde otras runas de teletransporte, y puso un conjuro de desplazamiento para que al abrir las runas de este modo en lugar de aparecer en la sala de transporte del castillo aparecieran en un claro del bosque ya que su excusa consistía en dejar una nota que informase a Lara y al maestro de que iban a pasar la mañana en el bosque recolectando algún ingrediente y practicando el duelo mágico.

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Sus amigos volvieron a toda prisa del almacén (en parte porque el tiempo apremiaba, en parte para que Shelgas no decidiera irse solo)

Episodio XII

El origen de la guerraAl tener una cantidad muy justa de energía tuvieron que emplear casi toda la suya, lo que provocó que en cuanto se materializaron se desmayasen. Se despertaron una hora después en una sala oscura y llena de polvo y con olor a quemado y muerte. La primera en despertarse fue Aelas que, al encontrarse en una zona cubierta por una exuberante vegetación, absorbía más energía que el resto por ser una elfa de la noche. Fue despertando a los demás para no perder demasiado tiempo. Descubrieron una rendija de luz que entraba por un ventanuco que al abrirlo les permitió ver la habitación, era muy parecida a la de transportes de Lorrende con unas runas y nada más. Al abrir la puerta el olor a muerte se intensificó y se pusieron a explorar para encontrar el despacho de la maestra de la torre. Después de abrir todas las puertas no encontraron nada que se pareciera al despacho de una maga directora de una escuela, pero al reunirse en la planta baja, Aelas dijo que no entendía porqué, pero que recordaba que las otras veces que estuvo en la torre el despacho estaba en la planta baja y ya no lo estaba. Torques sugirió un hechizo de ocultación, pero al hacer el contrahechizo no ocurrió nada. Shelgas fue a la pared donde se supone que debía estar la puerta, y al hacerlo le sobrevino una visión, eran ellos mismos en ese mismo momento delante de la puerta que buscaban. Se lo explicó a sus amigos y trató de encontrarle sentido, pero nada. Al cabo de una hora se acordó de que había leído algo en sus papiros sobre magia temporal, pero no se acordaba de que era exactamente. Pero Aelas, siempre llena de sorpresas, sacó de una bolsa un montón de libros y papiros que había cogido de la habitación de Shelgas por si los necesitaba para resolver algo. Cuando Shelgas los vio los cogió y le plantó un beso en la mejilla a Aelas diciéndole que era la mejor. En unos minutos encontró lo que quería, pero iba a ser complicado explicárselo a sus compañeros sin bases sobre el tiempo, por lo que les dibujó un esquema mientras se lo explicaba.

Despacho de la maestra

Shelgas y todo el mundo

Línea del tiempo

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Todos recorrían la linea del tiempo hacia la derecha a una velocidad, pero el despacho iba retrasado, y aunque recorría el tiempo a la misma velocidad que ellos, lo hacía un segundo por detrás, por lo que el despacho existe en su pasado y en su futuro, pero no en su presente. Mientras ellos están donde están el despacho existe un segundo por detrás de donde existen ellos, ellos nunca verán el despacho, pero si avanzamos 10 años, el despacho existe en su futuro inmediato despues de estar en Calendulia. Como es algo muy complejo que requiere el estudio físico y filosófico del tiempo y sus conceptos lo resusmiremos en que el despacho está un segundo desincronizado con el resto del universo. Rebuscó entre sus papiros para encontrar el conjuro para desinconizar algo con el resto del universo, los conjuros temporales son muy poderosos y solo los pueden realizar brujos de clase hechicero o superior o un adepto a la magia que tenga magia A conectada con el tiempo, como era el caso de Shelgas. Encontró su papiro y comenzó el conjuro de tempus sincrón al revés para resincronizar el despacho. Poco a poco se fue materializando una puerta enorme de madera y metal frente a ellos, justo donde Aelas dijo que debía estar, y cuando terminó nadie se atrevía a dar el primer paso, probablemente por ser el despacho de una maestra de magia que se había tomado la molestia de esconder su despacho en el tiempo.

Entre todos se armaron de valor y abrieron la puerta, y lo que vieron dentro fue un despacho que más bien parecía un museo o un almacén, lleno hasta los topes de todo tipo de objetos y artilugios. Encontraron lo que fueron a buscar, una piedra que los volvía invisibles y un amuleto que generaba un campo protector a su alrededor, de la misma esencia que el que envolvía a la torre, pero mucho más pequeño.

Con esos objetos en su poder procedieron a salir de la escuela y se dirigieron a la plaza principal de Calendulia, o a lo que quedaba de ella, ya que todo a su alrededor era destrucción y caos. No había rastro de los licántropos,pero prefirieron no arriesgarse (más vale prevenir que curar). Cuando llegaron a la plaza, después de dar algún rodeo por culpa de los escombros, vieron que la estatua estaba tumbada y partida en dos pedazos enormes y otros mucho más pequeños, pero Shelgas argulló que le valía así, tanto daba si estaba rota o entera, valía igual para crear un vínculo y tener una visión.

Fue tocar la estatua y al instante quedar sumido en ese mundo tan realista que era el de sus visiones. Estaba anocheciendo en Calendulia, pero muchos años atrás, cuando no había edificios de piedra ni cabañas exteriores en lo alto de los árboles, ni puentes que las conectasen, solo estaban las viviendas de los árboles huecos y alguna cabaña de madera y paja, el palacio todavía estaba sin hacer. Se fijó en una elfa que pasaba por delante de él, en concreto era la elfa que buscaba e iba con prisa. Se dirigía a las afueras de la ciudad procurando que nadie la viera, Shelgas la siguió sin temor a ser descubierto, puesto que nadie le podía ver y no podía influir en la visión de ninguna manera. La siguió un par de quilómetros por el bosque hasta que se paró en un pequeño claro. Parecía aguardar a alguien. Unos minutos más tarde, algo se movió entre los arbustos y de ellos salió un hombre de aspecto un poco salvaje y bastante peludo, un

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licántropo en su forma humana. Shelgas le gritó a la elfa que corriese como acto reflejo, pero no podía influir en la visión ni hablar, además, parecía que era la persona que estaba esperando la elfa. Estaban enamorados y, como en sus sociedades no se veía bien la unión de dos razas diferentes, se tenían que ver a escondidas. Pero de pronto algo irrumpió en escena deshaciendo la estampa tan bonita que hacía la pareja, una negra figura encapuchada. Esa figura tenía la intención de matarlos, un aura negra que rezumaba maldad lo rodeaba, el licántropo sintió su maldad y su sed de sangre y se había transformado en su forma medio humano medio lobo y le gruñía, como seguía avanzando, el licántropo se le echó encima de un salto mientras se terminaba de transformar en lobo, pero a escasos centímetros del encapuchado, este hizo un rápido movimiento de mano con lo que en lugar de derribar a su objetivo con la gracia natural con la que lo hacían los hombres lobo, cayó al suelo, inerte, sin respiración, muerto. El movimiento de mano fue tan rápido que Shelgas no supo distinguir si usó magia o lanzó algun arma a un punto vital del lobo. Cuando el lobo cayó, la elfa, que se llamaba Darielas, corrió junto a su amado para arrancarle el cuchillo y salvarle la vida si aun la conservava, trató de arrancarle el cuchillo mientras susurraba su nombre “Gauran” pero desistió al comprender que estaba impregnado de magia, nunca lograría sacar ese cuchillo del cuerpo de Gauran. El sombrío encapuchado alzó una mano y la joven Darielas comenzó a gritar de dolor y de espanto, lineas de sangre aparecieron a lo largo de su cara, brazos y piernas, pronto también lo hicieron por la espalda y torso, hasta que se desangró y murió. Había realizado un encantamiento de tortura uniendo la esencia de las garras del lobo con la piel de la elfa para que pareciera que la había matado él, incluso no solo usó la magia con su piel y carne, sino también con su vestido, que apenas la cubría y estaba hecho jirones.

De pronto el alma del mago oscuro aumentó, lo que significaba que iba a realizar un hechizo que consumía bastante poder, un teletransporte sin runas. Pero antes de partir, Shelgas había mirado a lo más profundo del aura de ese mago, fue algo que lo dejó horrorizado, el mal que habitaba en él era inconcebible, y dentro de esa aura, al ser tan grande, pudo ver el nombre de su posesor.

Despertó en una de las habitaciones de la escuela de magia de Calendulia, Amariliende. Cuando se incorporó pudo ver a Toruqes en un lado de la habitación, primero tenía cara de preocupación, pero se tornó en una de inmenso alivio al ver que Shelgas se movía. Estaba aturdido (nunca antes le había cansado una visión hasta ese momento) y confuso,¿Por qué estaba en aquella habitación y no en la plaza de Calendulia tocando la estatua? Pero antes de que pudiera siquiera poner en orden las palabras de aquella pregunta para pronunciarlas, Torques le respondió: “ En cuanto tocaste la estatua todo iba bien, como en las otras visiones que tuviste, pero al poco tiempo te desmayaste y estuviste dormido durante tres horas hasta ahora mismo” Shelgas se preguntaba como era posible que estuviese tres horas presentes en una visión cuando por mucho tiempo que estuviese observando algo en una de sus visiones, en el presente no había pasado ni un segundo, por otra parte aquella fue la visión más nítida que tuvo nunca, no había ni una hoja borrosa a lo lejos.

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Lo primero que dijo fue que Aelas fuese a hablar a solas con él. Cuando llegó le contó todo lo ocurrido, que un mago oscuro había asesinado a Gauran con un cuchillo mágico para matarlo de un golpe y que Darielas tratara de quitárselo dejando su presencia en el cuchillo y borrando la del encapuchado, y a Darielas la mató de forma que pareciese que la desgarró un licántopo, como si se hubiesen matado el uno al otro. Después de pensar largo rato sobre que ganaba el mago provocando la guerra, no encontraron ninguna explicación. Acabaron contándoselo a todos, pero siguieron con cero ideas.

Como la nota que habían dejado en Lorrende decía que volverían para la hora de comer de un paseo por el valle. Dispusieron todo para el viaje de regreso, y partieron sin demora, pues el Sol estaba casi en su cénit. Aparecieron donde Shelgas dijo que debían aparecer, en un claro del bosque a no mucha distancia del castillo y sus terrenos. Por el camino recogieron algunas setas y flores que molidas servían de condimentos.

Después de comer todos volvieron a sus quehaceres, todos menos Alelgas, que fue al taller a diseñar más tipos de dragones mecánicos: de transporte público, armamento, cargas… En base todos eran lo mismo, pero había que rehacer los cálculos por completo para cada uno, para poder reforzar la característica básica para lo que fue diseñado. Lo más complicado no eran los cálculos, ya sabía las fórmulas que aplicar, solo restaba resolverlas, no, lo más dificil sería la raza de dragón que se vería en cada tipo, y como la apariencia externa dependía mucho del tipo de esqueleto que tuviera que hacer, de modo que eligió al final: un Auris australiano para los transportes públicos, un pequeño europeo para los familiares, un Dolktar griego para el transporte de mercancías y el Retiorm como Skywing para los ejércitos. Una vez decididos los tipos y hechos los cálculos solo faltaría decidir los materiales a emplear para los prototipos. Mientras pensaba en todo eso, a Alelgas le vino a la cabeza que si no le salían bien los primeros prototipos tendría que pedirle ayuda a Shelgas, cosa que no le hacía gracia ya que ya le debía demasiado.

Un mes más tarde optó por pedirle ayuda a Shelgas, ya que solo le había salido medianamente bien el familiar, y no lo veía demasiado estable. Shelgas aceptó de inmediato, dijo que se aburría demasiado de estar todo el día estudiando, lo más divertido que había hecho en todo el mes fue unir unas cuantas piedras con magia para darles forma de dos seres humanoides diminutos para que pelearan entre ellos hasta hacerse gravilla. No tardó mucho en regañar a Alelgas -“No, no puedes usar metal D´huro para fabricar los transportes de cargas pesadas, es demasiado doblegable, se dobla con facilidad, necesitas un material ligero, resistente y que no doble tan facilmente como… un derivado del acero, el Acuris, es una aleacion que solo se consigue mediante magia derivando a otra estructura distinta la del acero común.”- El proceso de obtención del Acuris lo encarecía bastante, aunque con el se evitarían muchos accidentes y quejas que obtendría si usase el Seirutem, un metal natural con propiedades parecidas, pero con mucha menos resistencia y una velocidad de desgaste espantosa.

Pronto Alelgas se adelantaba a las recetas de Shelgas, ya que de tanto oirlas y escuchar propiedades de materiales se le iban quedando, y al hacer esto, Shelgas volvió de nuevo

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a sus habitaciones y entre estudio y estudio salía a cuidar de las plantas del invernadero o a leer algo ameno a la biblioteca, pero no con tanta frecuencia como antes, ya que estaba cerca de realizar el 3º exámen de virtud. Shelgas estudaba en sus aposentos y mientras tanto, Aelas ya había acabado de preparar el exámen de ascenso a pre-mago y Torques el primer exámen de virtud mientras que Mercal lo había suspendido. El 2º exámen era el de la fuerza y la roca, un exámen simple, pero si te distraías o te desplazabas un milímetro podías acabar sepultado o haciendo el ridículo con las poses necesarias, no se que sería peor. Solo podías contar con tus reflejos y tu fuerza, no te daban tiempo a pensar, solo a reaccionar de inmediato. Para poder superar ese exámen, Shelgas, alguien habituado a pensar, desarrolló una técnica de meditación mediante la cual se puede actuar sin pensar, dejas a tu cuerpo a merced de tus reflejos y solo con los movimientos aprendidos. Se trataba de entrenar la mente para que llegado un momento puedas encerrar tus pensamientos en lo más profundo de tu ser y dejar a flote los instintos de supervivencia más básicos, y una vez terminado puedas volver a reflotar tus pensamientos. A está técnica la llamó la carcel de piedra y tardó más de un mes en desarrollarla por completo. El 3º exámen no tenía nada que ver con el 2º, tenías que resolver los enigmas que se te planteaban usando el agua

. Ahora que lo pensaba, pronto volvería a ser su cumpleaños, en unos tres meses aproximadamente y como estaban a Juevo, caería en Verner, pero antes estaba el cumpleaños de Alelgas, que como lo celebraba cada diez años Shelgas quería tener algún detalle con él aunque no fuera cumpledécadas, que cumplía trece años, y no se cumplen todos los días.

Pasaban los días, Verner, Sadaco, Donic, Lunada… y se acercaba el día que había reservado para hacer el segundo exámen de virtud por lo que cada vez pasaba más tiempo en su habitación repasando, estudiando y practicando; que con sus amigos o leyendo, incluso dormía un par de horas menos, lo que no convenía para nada a sus ciclos circadianos ya inestables de por si. Cuando llegó el día, Shelgas había olvidado el primer consejo que le dio Alelgas “ Relájate y descansa, si vas estresado solo conseguirás suspender” Así que se estresó mucho más al ver que no le restaba tiempo para relajarse. Aun con todas, consiguió aprobar el exámen, los nervios, aunque le impidieron realizar la cárcel de piedra, le permitieron estar alerta y reaccionar con rapidez, si bien casi pierde el equilibrio en un par de ocasiones, su dominio de la magia era tal que sus hechizos apenas se desviaban.

Durante la cena, Shelgas, en mitad de una conversación, dijo que iba a empezar de inmediato con los estudios del tercer exámen de virtud, el del agua y la sabiduría. Esto preocupó a sus amigos, ya casi no los veía, solo a las comidas y para eso acababa enseguida su plato. Pero a Alelgas se le ocurrió una idea para mantenerlo entretenido y alejarlo de tanto estudio. La idea era que ayudase a preparar la sorpresa de cumpleaños para Torques.

A la mañana siguiente Alelgas despertó a Shelgas y le contó lo que querían preparar y que si quería ayudar. A Shelgas se le pasó por completo que antes que su cumpleaños y

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el de Alelgas estaba el de Torques. Aceptó encantado la oferta y recibió instrucciones de Alelgas sobre encontrarse con Aelas y Mercal en la entrada del castillo, al salir de los terrenos girar a la derecha y seguir recto hasta llegar a una cueva en la ladera de una montaña, esa cueva era en realidad un pasadizo secreto que conducía al taller que usaba Alelgas. Lo había descubierto hace un mes aproximadamente, mientras preparaba uno de los nuevos prototipos y una pieza rodó hasta la entrada.

Cuando llegaron al punto indicado y avanzaron por la cueva siguiendo el mapa de Alelgas a través de las bifurcaciones: izquierda, derecha, derecha. Izquierda, derecha; llamaron a una puerta que parecía de piedra, pero solo era madera camuflada. Mientras esperaban a que Alelgas les abriese, Shelgas pensaba que parecía mentira que ya hubiesen pasado cuatro años desde que el maestro lo sacó de su pueblo para enseñale la magia y de paso salvarlo de la destrucción y la muerte de todos sus vecinos.

Se adentraron en el taller y sacaron todo lo que llevaban en sus sacos: guirnaldas, pancartas, una piñata, adornos, ingredientes de cocina para hacer una tarta de fresa de la que se encargaría Lara cuando llegase. En lo que llegaba Lara, los chicos empezaron a adornalo todo, lo cual no fue muy difícil ya que todos eran capaces de usar la magia a nivel de levitación y de efectos especiales. También, entre Shelgas y Alelgas montaron una mesa que les quedó que ni pintada en apenas 2 horas, solo le faltaba el barniz, pues los adornos ya estaban tallados. Cuando Lara llegó, solo les faltaban un par de sillas por acabar y aun les restaba tiempo suficiente para descansar y hacer el pastel.

Una vez todo preparado, Alelgas fue a buscar a Torques, que estaba estudiando en su habitación, lo llevó hasta el taller con la excusa de que quería que viera su nuevo prototipo y le diera su opinión. Cuando llegaron al taller todos gritaron el típico “SORPRESAAA” con el que lograron su objetivo, sorprender a Torques, el cual no se acordaba ni de que era su cumpleaños. Una vez hecho esto abrieron la trampilla del techo para que Skywing también asistiese a la fiesta.

El primer regalo que recibió fue el de Shelgas, que le dio una pócima llamada Naturialeón que permitía camuflarse con el entorno, no solo a nivel físico, sino a nivel energético también, ya que difuminaba su energía con la del entorno y ni el mago más preparado podría percibirlo. No era una poción corriente y de lenta elaboración, pero como no le había comprado nada a su amigo decidió darle esa que tenía reservada para otras ocasiones. Alegas, por su parte le regaló un mecadraco en miniatura al que si se le daba cuerda volaba y escupía fuego. También se le podía decir un destino y usarlo como mensajero. Mercal le dio un amuleto de tierra, que permitía realizar los conjuros de tierra sin adoptar las poses. El maestro le dio lo que llamaba un cristal de minas si lo golpeabas contra algo se encendía, pero aunque la energía del golpe se agotaba podía mantenerlo encendido el tiempo que quisiera siempre que lo mantuviese apagado el mismo tiempo antes de volver a usarlo. Por su parte, Lara le dijo que su regalo era el pastel de fresa que tanto le gustaba.

Unos días después de la fiesta de cumpleaños de Torques, Alelgas anunció que tenía que irse a presentar uno de los prototipos a una de las empresas que lo habían

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contratado, en concreto la industria porveedora de armas para los elfos de la noche (Nocpus Wepnot). Shelgas le dijo que quería acompañarlo para relajarse un poco de los estudios. Aelas les dijo que iba ser mejor que fueran los tres, ya que ella era la reina de los elfos de la noche y siempre valorarían su opinión. El maestro solo puso una objeción, que solo tenían 12 años. Pero Alelgas dijo que enviarían a alguien a buscarlos, por lo que Jason quedó tranquilo.

Todos pensaban en Jason como un padre, les dejaba hacer lo que querían a pesar de que los reclutó para aprender magia y revivir la escuela de magia del castillo de Lorrende. Seguía cobijando y alimentando a Alelgas a pesar de que prácticamente había dejado de lado los estudios para dedicar casi todo su tiempo a la construcción de dragones mecánicos. Continuaba enseñando a Aelas a pesar de que prácticamente todo el tiempo tenía que atender asuntos de su reino. Toleraba las bromas constantes de Torques y también contemplaba como muchas veces Shelgas estudiaba propiedades de los materiales y sus usos en lugar de estudiar para aprobar los exámenes.

A la mañana siguiente se prepararon pronto para el viaje y esperaron la llegada de quien los iba a llevar. Los minutos que esperaron se preguntaban porque no iban en teletransporte, mucho más rápido y cómodo. A los quince minutos apareció volando quien los llevaría, que resultó ser un elfo de la noche que ya había conocido Alelgas en Atlantis mientras hablaba con el dueño de la empresa. Se llamaba Solumlas y les pidió que lo llevasen hasta el prototipo para ponerle una carga de transporte. Viajarían en un grifo de la especie plaum, los mejores para transportar personas por su tamaño. Al ver al grifo Shelgas preguntó lo obvio, por que no podían usar un teletransporte para viajar, a lo que Solumlas respondió “ Este tipo de carga de transporte necesita establecer una ruta espacial para efectuar el teletransporte del prototipo, una vez fijada la ruta en el espacio, el prototipo será inmediatamente transmitido a través de ella sin ningún desfase temporal entre la hora de salida y la de llegada, es decir, es un transporte instantaneo a través del espacio”. Su explicación fue suficiente para que no volvieran a preguntar.

Al contrario de lo que creían, no volaron hacia el sur, a Calada Umbría, sino que se dirigieron al este hasta aterrizar en un terreno cerca de la ciudad de Orovalle. Al llegar a Alelgas y a Aelas les dolían las piernas de montar tres horas en grifo, sin embargo Shelgas, que ya estaba muy acostumbrado a los caballos, estaba como una rosa. Al dejar al grifo en los establos, los cuatro se dirigieron a un edificio en el que había colgado un cartel que rezaba “Nocpus Wepnot” que en élfico significaba arma de la noche. Solumlas los guió a través de un entramado de pasillos hasta la sala de juntas en la que tendría lugar la conferencia para convencer a los directivos de la empresa de que el dragón mecánico sería beneficioso para su empresa. La junta se componía de cuatro elfos de la noche, uno de los cuales era el director con el que había hablado Alelgas en Atlantis. El director se levantó e hizo una reverencia a la reina Aelas, el resto lo imitaron. Pasó a presentar a Alelgas al resto de la junta directiva y luego procedieron con la presentación. Alelgas dio unos planos al ingeniero para que los revisara conforme explicaba las características del mecadraco. Cuando terminó de explicar el

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funcionamiento básico del dragón mecánico todos estaban asombrados, a excepción de Shelgas y Aelas que ya lo habían visto cientos de veces.

A pesar de que Aelas dio su opinión en cuanto al invento, no todos quedaron del todo convencidos así que se procedió a la exposición de manejo. Mientras esperaban los de la junta directiva con Aelas, Alelgas y Shelgas estaban preparando todo para la demostración de vuelo. Por desgracia y caprichos del destino, Alelgas se cayó del dragón mientas revisaba un ala y se torció un tobillo. “Mierda, Shelgas, ¿no me lo puedes curar con algún ungüento o hechizo?” “No, no traje nada, y el único hechizo que se ahora mismo tardaría un par de horas en hacer efecto. No puedes pilotarlo así, ¿ que hacemos?” “ Lo tendrás que manejar tú, ya sabes como se pilota y probaste un par de piruetas. Tranquilo, con que les hagas las piruetas que ya sabes y escupas fuego los tendremos en el bote” Shelgas no estaba muy seguro de ello, pero era su amigo, y como buen amigo le haría ese favor.

En las gradas del campo de pruebas se quedaron impresionados por el realismo del mecadraco, parecía un dragón Retiorm de verdad.