CRÓNICA POLICIAL DE "SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ"

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DE “LAS NOT(ICI)AS ROJAS” DE LA INQUISICIÓN AL GÉNERO ROJO ACTUAL

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DE “LAS NOT(ICI)AS ROJAS” DE LA INQUISICIÓN

AL GÉNERO ROJO ACTUAL

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FUENTES BOLAÑO IBARGÜENGOITIA: LES ENFANTS TERRIBLES ET SUS APOCRIFOS[1]

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La crónica policial del periodista-detective: “Sergio González Rodríguez” A Juaritos Raúl Matute

En julio no hubo ninguna muerta. En agosto tampoco. Por aquellos días el periódico La Razón, del DF, envió a Sergio González a hacer un reportaje sobre el Penitente...se acababa de divorciar y necesitaba ganar dinero como fuera. Normalmente no hubiera aceptado el encargo, pues él no era un periodista de crónica policial sino de las páginas de cultura. Hacía reseñas de libros de filosofía, que por otra parte nadie leía, ni los libros ni sus reseñas, y de vez en cuando escribía sobre música y sobre exposiciones de pintura...Así que en julio de 1993...viajó en avión hasta Hermosillo y de allí en autobús a Santa Teresa...supo que...además del famoso Penitente, se cometían crímenes contra mujeres, la mayoría de los cuales quedaban sin aclarar...Al día siguiente...Sergio González....tomó el avión hasta el DF. Dos días después le entregó al director de la revista dominical la crónica sobre el Penitente y acto seguido se olvidó de todo el asunto. Roberto Bolaño

Cuando salió a la luz pública Los detectives salvajes (1998), obra acreedora del Premio Herralde de Novela y un año después del Rómulo Gallegos, Sergio González Rodríguez, quien desde 1993 es consejero editorial del periódico mexicano Reforma, intentó borrarla del mapamundi lector azteca con una

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de sus reseñas de página cultural. La cita de arriba extraída del texto 2666 -capítulo IV “La parte de los crímenes”- y que ha sido tan aclamado a nivel mundial por sabedores/as del nada exiguo talento de letras latinoamericanas, pareciera ser una respuesta a aquellos juicios ampulosos que el periodista cultural defeño, aún desconocido para un gran porcentaje de mexicanos/as interesados/as en leer no sólo “los titulares” de periódicos, le hiciera a la obra que sigue ocupando los primeros lugares de investigación en universidades dentro y fuera de México: El Premio Herralde se explica en parte por el gusto actual en España por los relatos de costumbrismo retro o rescate de la memoria. O por la tendencia a la sobre paginación de los libros y el éxito comercial del pintoresquismo localista y divertido.[...] ...[...]Mediante los recursos de la parodia y el pastiche –ni modo: lo postmoderno se impone aún-, el narrador moldea el no-suspenso de la novela, porque ésta se funda en la falsa intriga hacia un desenlace condenado de antemano al fracaso...el camino de Los detectives salvajes se construye con un avasallador acopio de ingenio y reiteraciones que terminan por desbalancear la novela, y la lleva al tránsito del entusiasmo al sopor que nace ante la verborrea ajena. Lo bueno –o lo malo- está en que sólo permanece en el lector el brillo de párrafos, episodios, ocurrencias magníficas. De hecho, la primera parte, “Mexicanos perdidos en México (1975)”, vale toda la novela. Ni modo: esto se llama muerte por desmesura.

Sin embargo, en el capítulo cuatro de 2666, relacionado con los asesinatos de niñas, adolescentes y mujeres del lugar ficticio Santa Teresa, abundan las descripciones violentas, formato médico legista, que el narrador chileno imaginó con maestría a partir de las averiguaciones y artículos del reportero de “las páginas de cultura” del DF.

Décadas atrás Carlos Fuentes había exteriorizado en un tono irónico que le gustaba mucho "desayunar[a sus] críticos...como si fueran pollos" y después arrojar "los huesos", porque igual que éstos, "Ellos no han sobrevivido, [pero]yo sí". Antes de que empezara el siglo XXI, González había publicado una especie de alegato contra este narrador latinoamericano también muy leído y estudiado por universitarios/as en diferentes partes del mundo, y que al paso del tiempo se ha consagrado con varias de sus obras; sirvan de ejemplos La muerte de Artemio Cruz, La frontera de cristal, La región más transparente, Gringo viejo y por supuesto La cabeza de la hidra. En contraste a ello, el periodista cultural defeño no ha logrado llamar la atención de lectores con sus subsiguientes libros como sucedió con su escandalosa “crónica del crimen” –que se promocionó en varios

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medios, sobre todo las partes- acerca de los júniors asesinos, “las muertas de Juárez”, las orgías de narcotraficantes poderosos y los videos snuff;[2] temas de investigación que según González lo pusieron en peligro por más de seis años. En el norte y otros puntos cardinales de México los/las periodistas que arriesgan a diario su vida con noticias peligrosas no necesitan de artilugios publicitarios en los medios. El protagonista de Complot mongol(1969), un asesino a sueldo y agente judicial posrevolucionario, haciendo alusión al proceder de los hombres de ese tiempo en el país, suelta a quemarropa una frase que sigue vigente en los discursos masculinistas: “antes se necesitaban huevos y ora se necesita título”.

La “crónica del crimen” gonzaliana –habría dicho Fuentes sin pelos en la lengua-, exhibe desde la portada elementos característicos del género rojo mexicano[3] como el títitulo y la imagen de un hombre sin camisa de espaldas al lector y que sujeta en su cinto una enorme hacha; y en la contraporta de la edición se encuentran las usuales elucubraciones mercadotécnicas de que nada de lo contado es "especulativo" ni "ficticio”. De esta manera el periodista cultural del DF se suma a la extensa lista de imitadores de los estilos sangientos conocidos en México de: El Güero Téllez, de la popular revista Alarma!, del bestseller con más de cien mil copias vendidas[4] Lo negro del Negro Durazo que escribió un agente pistolero del corrupto Jefe de la Dirección de Policía y Tránsito del sexenio lópezportillista; de las recreaciones periodísticas de antiguos casos de nota roja de Brocca y Miriam Laurini publicadas a principios de los noventa; y en especial del estilo de Muerte en Juárez(1996) de Isabel Arvide a quien el propio editor cultural del DF la considera "una reportera influyente en altos círculos de poder en México".[5] Bolaño habrá aprovechado esto último para crear en “La parte de los crímenes” los dobles de Isabel Arvide/”Azucena Esquivel Plata” y Sergio González Rodríguez/”Sergio González Rodríguez” que más adelante se presentan. Por otro lado, la crónica del crimen gonzaliana tiene un gran parecido con los trabajos que el narrador- periodista tijuanense Federico Campbell escribió sobre Sciascia, y se queda en meros intentos de igualar las investigaciones relacionadas con el narcotráfico de los años setenta, ochenta y principios de los noventa que autores/as mexicanos habían publicado. Con tales imitaciones y demás aproximaciones al conocido y diverso género rojo azteca, Huesos en el Desierto(2002) dista incluso de los estilos narrativos aparentemente facilones de La cabeza de la hidra, Los detectives salvajes y Las muertas, entre otras obras

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latinoamericanas que siguen acaparado la atención de cientos de lectores/as a nivel nacional e internacional.

Y mientras los empresarios editores de la crónica del crimen gonzaliana se dieron la tarea de divulgar las usuales elucubraciones mercadotécnicas en su contraportada, Monsiváis y la mayoría de los/las habitantes de México saben de sobra que no es fácil "conseguir información confiable" en un país donde la corrupción e impunidad predominan en las altas esferas del Estado; situación difundida más allá de las fronteras mexicanas y que pone en entredicho los datos oficiales citados por González Rodríguez a lo largo de HD, a lo cual habría que añadir la posibilidad de los métodos de infiltración periodística usados para manipular y tergiversar datos que satisfaga los intereses de un determinado grupo de poder informativo, político u otro. De hecho, los mismos directivos empresarios del periódico Reforma tienen una edición parecida a la revista Alarma! y no permiten el libre acceso a su página WEB,[6] caso diametralmente opuesto a los directores/a de los conocidos medios impresos mexicanos La Jornada, El Universal y El Diario de Ciudad Juárez que de manera estratégica se han puesto a dialogar de tú por tú en el competitivo mercado de la noticia mundial, pues actualmente numerosos blogs o bitácoras están desplazando las estructuras informativas establecidas.

Ahora bien, en el primer capítulo de HD se lee que los crímenes contra mujeres de Ciudad Juárez son similares a los de las Poquianchis quienes por diez años acabaron con las vidas de 80 mujeres. El periodista cultural del DF asegura haber tomado la información de Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja(1994) en la cual se mencionan otros casos mexicanos que tuvieron una prolongada difusión en medios masivos. Acto seguido el defeño relaciona los supuestos crímenes de las hermanas González con los del mexicano Gregorio Goyo Cárdenas alias El estrangulador de Tacuba[7] y con los del ruso Andréi Chikatilo quien asesinó a “52 niños y jovencitas". Para el periodista cultural de Reforma los tres hechos son iguales al típico serial killer de filmes y programas televisivos estadounidenses destinados a subir los niveles de audiencia, pasando por alto las “diferencias de género” y que “las” hermanas González alias las Poquianchis, según lo divulgado en los escandalosos medios informativos del país, entre ellos Alarma!, habían asesinado a algunas jóvenes sin recursos prostituidas en sus burdeles por más de doce años. Pero hasta el día de hoy no se ha podido comprobar el número exacto de las mujeres que fueron asesinadas o determinar las causas de sus muertes, contradiciéndose con ello lo ventilado en los medios de comunicación del género

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rojo de aquél 1964 cuando autoridades del Estado de Guanajuato aprehendieron a las Poquianchis. En Las muertas(1977) del celebrado guanajuatense Jorge Ibargüengoitia se sugiere que algunas murieron de forma accidental o por estar enfermas. Tampoco podría dejarse a un lado que los delitos/crímenes imputados a “las” tres hermanas González no hubieran sido posibles sin la ayuda de “los” funcionarios públicos, policías, empleados y “los” amantes de una de ellas, lo que problematizaría las definiciones del “asesino en serie” de Earl James y de Robert K. Ressler citadas en HD. Para el primer investigador estadounidense, ’el’ “multihomicida”:mata a más de una víctima en un periodo dado de tiempo, con un lapso entre los asesinatos para enfriar lo acontecido...El...FBI requiere del asesinato de tres víctimas en un periodo de tiempo... El segundo asegura que:El asesino en serie mata por matar, no suele tener un móvil en particular.

El término de serial killer también lleva a preguntar si coincide con el modus operandi de los llamados antiguamente pistoleros (en Complot mongol la historia gira en torno de uno de ellos que define su oficio en el lenguaje de los hombres con “huevos”:Aquí está su fabricante de pinches muertos en serie), ahora asesinos a sueldo o sicarios que en México ejecutan a personas en público/privado por órdenes de poderosos(narcos), porque varios cadáveres que dejan en las calles de las ciudades aztecas llevan lo que podría ser acaso "la firma" del o los serial killers? –a diferencia de aquéllos, los “asesinos en serie” de Estados Unidos no cobran, sólo “matan por matar”. Además, muchos de los ultimados en México no son conocidos para los ejecutores directos pero sí para los jefes de los sicarios. En tales actos sangrientos, ¿deberían interpretarse exclusivamente las quizá firmas de los jefes de los pistoleros encontradas en boca y ojos tapados con gruesas cintas adhesivas industriales, así como en pies y manos amarradas con el mismo material de los cadáveres “tirados” en las calles de México. Y en el caso de “las” del “género femenino” (las hermanas Poquianchis) que hipotéticamente asesinaron a más de una “prostituta” conocida en sus burdeles, qué término debería usarse y si tendrían firmas seriales iguales a las de los serial killers de Primer Mundo? Antes de que en Estados Unidos se le adjudicara a Ressler la sesuda creación del término serial killer, en el país azteca ya circulaba el nativo “fabricante de pinches muertos en serie”[y en serio].

Otro suceso que origina preguntas parecidas en relación al llamado serial killer estadounidense en el país azteca es el de los narcosatánicos del estado de Tamaulipas. Se

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difundió en los medios de comunicación mexicanos que el jefe era el santero cubano Adolfo de Jesús Constanzo ejecutado el día de su detención en 1989, y su brazo derecho era la mexicana Sara Aldrete a quien, de acuerdo a información sacada a la luz pública, no se le ha comprobado la responsabilidad de los trece crímenes, de entre los cuales estaban narcotraficantes de bajo rango, expolicías federales y un joven estadounidense. Al haber muerto el jefe Constanzo, se le adjudicaron los delitos a la trangresora de la ley y las buenas costumbres por ende mujer: Sara Aldrete. Los influyentes policías cómplices del santero nunca fueron aprehendidos. En respuesta a las imputaciones judiciales y de medios de comunicación, la tamaulipeca animada por su maestra la escritora mexicana Josefina Estrada, quien estuvo a cargo de talleres literarios para las reclusas del Preventivo Femenil Oriente, da su versión de los hechos y de nuevo se declara inocente en Me dicen la narcosatánica(2000). De acuerdo a la narradora Estrada, en la historia penal mexicana no ha habido un caso en el que a “asesinos” se les haya dado más de doscientos años de cárcel; al final del juicio, Sara Aldrete recibe una condena de cincuenta años. A la extensa lista de los crímenes que siguen impunes en México, en su mayoría los cometidos por hombres acaudalados e influyentes, se suman los de sacerdotes pedófilos de la Iglesia católica hasta ahora exhibida. La periodista mexicana Sanjuana Martínez des-cubre a estos asesinos de la niñez en Manto púrpura. Pederastia clerical en tiempos del cardenal Norberto Rivera Carrera(2006) y Prueba de fe. La red de cardenales y obispos en la pederastia clerical(2007).

Retomando las preguntas de si los asesinos a sueldo, las Poquianchis y los narcosatánicos mexicanos reflejan una conducta análoga a la del serial killer estadounidense, se tornan aún más complicadas en el momento que el autor de HD, apoyándose en los argumentos de James, John E. Douglas y Ressler, deja fuera un análisis feminista a lo Jane Caputi y Diana Russell, pues en su crónica del crimen traduce al español una extensa definición de femicide para homologar los crímenes contra niñas, adolescentes y mujeres de Ciudad Juárez. La propia Caputi, antes de haber colaborado para la antología Femicide: The Politics of Woman Killing(1992), se refiere a serial sex killer en su extenso trabajo The Age of Sex Crime(1987). Sorprende que tales imprecisiones estadounidenses no se hayan cuestionado en México, donde se sigue usando de manera apresurada los hoy sabidos femicide y serial killer que, lejos de aclarar los porqués de los asesinatos contra mujeres, originan más dudas a la hora de situarlos frente a las diferencias más elementales de

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“género” y “diversidad sexual”, de religión y etnia, de nivel económico y educativo.

Por su parte, Campbell llama a Ressler el "especialista en crímenes de matriz hollywoodense" y no aprueba las descripciones minuciosas de varios medios impresos que para él tienen "detalles irreproducibles", dudando incluso que "los lectores de periódicos lean completas las notas". Y de igual forma condena lo exhibido sobre los asesinatos pues le parece que:Cualquier especulación periodística o criminológica resulta, a estas alturas...ofensiva. No tiene sentido conjeturar que está en funcionamiento una macabra forma de encubrimiento, que tal vez el poder policiaco ya no puede ser controlado por el poder formal del Estado, por los presidentes municipales o los gobernadores, panistas o priístas, llegando el narrador tijuanense a la irónica conclusión de que si el Estado no cumple con su labor de proteger a la ciudadanía:Lo más prevesible es que van a cometerse más crímenes.

En el libro del periodista cultural del DF se dan descripciones acerca de los asesinatos de niñas, jóvenes y mujeres que no sólo son "irreproducibles" sino impronunciables porque de nuevo -en toda la extensión de la(s) palabra(s)- se les VIOL(ENT)A. Lo mismo hizo el empresario director de la revista Metapolítica, César Cansino, cuando en el 2003 sacó un número acerca de los crímenes; la portada tenía la imagen de una joven de pelo obscuro, desnuda y de espaldas a la lente de la cámara fotográfica. González Rodríguez estuvo a cargo de esta edición que costó 150.00 pesos el ejemplar –un poco más de quince dólares estadounidenses de ese entonces. Llama la atención que los editores empresariales de HD no hayan puesto desnudo al individuo de su portada, divulgándose así otra vez los viejos y disformes discursos misóginos-machistas. Igualmente González utiliza a lo largo de su crónica del crimen los populares slogans "las muertas", "las muertas de Juárez"[8] e insiste de manera atropellada que las mujeres con y sin recursos de la ciudad vecina de El Paso, Texas están en peligro, y en el capítulo cuatro de HD no duda en asignarles a Russell y Caputi la autoría de femicide. Situación bastante confusa para el autor de HD, porque en el 2001, un año anterior al libro gonzaliano, la misma Russell aseguró que dicho término se había dado a conocer por primera vez en A Satirical View of London at the Commencement of the Nineteenth Century, y en su estudio de 1992 escribió que aquél provenía de la obra inglesa decimonónica The Confessions of an Unexecuted Femicide, añadiendo la crítica estadounidense que en 1974 supo, a través de una conocida de

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la cual no da el nombre, que la escritora Carol Orlock estaba haciendo una antología sobre femicide que a la larga no llega a publicar. Dos años después de haberse enterado de la existencia del término, Russell lo usa para testificar ante el Tribunal Internacional de Crímenes contra Mujeres.

Por otro lado, Russell inicia su antología de 1992 con una breve definición de femicide que universitarias latinoamericanas copian textualmente para explicar la “violencia de género” en sus respectivos países, y es la siguiente:the killing of women by men because they are women. En dicho estudio Jill Radford hace ver que hay "diferentes formas" del término como homophobic femicide or lesbicide y serial femicide, lo cual es una contradicción porque ambas investigadoras prefieren el uso de femicide en lugar de homicide por derivarse éste del vocablo latino hom(man) hombre. Quizá González Rodríguez no estuvo al tanto de los argumentos feministas? de 1992, por eso asegura haber hecho en un artículo de 1997 unas anotaciones al novedoso anglicismo femicide y al mismo tiempo se refiere a “los homicidios contra mujeres”[énfasis nuestro] en México. A este punto es necesario destacar que Russell junto con Radford reclama que un gran número de feministas y no feministas de Estados Unidos, acaso de minorías, se niegan a utilizar sus términos y definiciones. Desde unas posturas universitarias de Primer Mundo, las dos críticas intentan homogenizar los discursos de raza, “diversidad sexual”, situción económica, entre otros de gran importancia para las que se oponen terminantemente al uso de femicide. Casi una década después de omisiones y desaciertos de Russell en su primer libro de crímenes contra mujeres, la autora trata de corregir en Femicide in Global Perspective(2001) lo que por descuido dejó fuera en la de 1992, y admite que la coeditora de la segunda publicación, Roberta A. Harmes, se encontró en Internet algunos artículos con el vocablo femicide. En México parece no importar mucho la falta de seriedad en investigaciones universitarias ni el uso aventurado de neologismos de Primer Mundo que aún se discuten en las mesas de investigadoras de Estados Unidos como el de femicide, gendercide, gynocide, o se rechaza homicide y después se usa homophobic femicide y lesbicide, o se recurre a serial femicides para aludir a los lethal hate crimes, o a estos últimos se les denominan serial sex killers; cuando es un hecho que en lugar de tales términos se prefiere citar en Estados Unidos el de hate crimes(crímenes de odio). Hace décadas la célebre escritora mexicana de Balún-Canán(1957) alertó a las habitantes del país azteca sobre una colonización teórica.

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De igual forma no deja de llamar la atención que en el México de los "femicidios/feminicidios" no se haya usado el conocido término uxoricidio para los casos de maridos que asesinan a sus cónyuges, y del posible mujercidio que estuvo en una de las señales de tránsito de las calles de Ciudad Juárez, presentándose en el acostumbrado tamaño la palabra ALTO y debajo de ésta, a menor escala, MUJERCIDIO. De haberse usado preferentemente en México mujercidio por su inmediatez con el idioma, en lugar de los complicados y muy contradictorios términos anglosajones expuestos arriba, quizá se habría llegado a los esperados niñacidio, jovenacidio, adolescentacidio entre otros que se sumarían a varios latinismos conocidos como filicidio e infanticidio. Las mismas traducciones al antiguo español de female que origina femicide serían quizá hembra y hembracidio, conllevando éstos en el país azteca al no menos debatible término de hembrismo. Pero en México se ha usado mucho más feminicidio y la traducción al mexicano se le atribuye a Marcela Lagarde, a pesar de que la latinoamericana Suely Souza de Almeida, entre otras, había empleado “femicidio” en su trabajo de invetigación: Femicídio. Algemas (in)visíveis do publico-privado(1998). Los custionamientos que acarrea éste último los presenta también “feminicidio” debido a las construcciones socioculturales asignadas al género femenino y a la existente “diversidad sexual”. Ello se podría observar en lesbianas, bisexuales, transgéneros o transexuales del país azteca que no comulgan con los roles tradicionales de la esperada Mujer mexicana heterosexual. Por su parte, catedráticas y sicólogas estadounidenses llaman a una mujer violentada sexualmente rape survivor(sobreviviente de violación) y violence survivor(sobreviviente de violencia), no aceptan el uso de victimización de la mujer en los acostumbrados reportes policiacos y médicos porque refuerza algunas de las características asignadas a lo femenino: débil, indefensa, vulnerable por ende: "víctima". González Rodríguez alude a lo que él denomina "la victimología de las muertas de Juárez" y la asocia con lo escrito por John E. Douglas en Crime Classification Manual de donde toma el siguiente párrafo:suele tratarse de mujeres jóvenes con poca fuerza física, solteras, empleadas, que a menudo viven solas. Representan "víctimas de bajo riesgo", cuyo infortunio se encuentra en el hecho de que se atraviesan con el asesino cuando éste busca a quien atacar.

Según los numerosos escritos acerca de los "femicidios/ "feminicidios" en Ciudad Juárez, éstos inician hasta principios de 1993. Para el periodista cultural del Reforma tampoco hubo crímenes contra mujeres antes del año

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promocionado a nivel mundial por medios masivos y ONG´s, y en caso de que se le hubiera escapado uno, deja en puntos suspensivos los ocurridos antes del 23 de enero de 1993. Asimismo, asegura en su crónica del crimen que el término fronterización es de su autoría cuando desde hace mucho tiempo se usa en Ciudad Juárez para la regularización de los automóviles estadounidenses a los que se les debe tramitar las placas de la frontera mexicana. Después de este proceso oficial los medios de transporte se vuelven de un origen indefinible: ni de Estados Unidos ni de México. Inclusive hay varios estudios publicados con el término fronterización mucho antes del año 2002.

Siglos atrás el multicitado Cervantes se planteó el ser y el parecer de su época en el Quijote y de manera más breve en "La española inglesa" en la cual desde el nombre se enfatiza lo que en su momento antropólogos/as llamaron, liminalidad geográfica, política, socioeconómica, cultural. Otro claro ejemplo del ser y no ser es básicamente la situación de las judías mexicanas o las mexicanas judías que se han planteado su liminalidad en México como la crítica Margo Glantz o las narradoras Rosa Nissán y Agelina Muñiz-Huberman, entre otras. También están los casos de los/las árabes que llegaron al país azteca a finales del siglo XIX, según documentan estudiosos. De este grupo migrante –entre otros que han llegado a México buscando mejores oportunidades de trabajo- la empresa Televisa S.A. sigue sacando al aire películas en las cuales se tipifican sus costumbres y modos de hablar en español. Uno de los mexicanos árabes-libaneses más conocido internacionalmente es Carlos Slim Helú quien ocupa los primeros lugares en la lista de los hombres más acaudalados de Latinoamérica y que su fortuna se vincula con el narcopoder del expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari(1988-1994). Son muchos los artículos publicados en relación a estas y otras alianzas instaladas en las fronteras de lo “legal” e ilegal que el Poder político mexicano concede.

Sin embargo, es el propio González Rodríguez el que asegura haber creado el término fronterización en base a las originales disertaciones del libro estadounidense Bordertown(1998) –un trabajo donde se muestra la típica visión chovinista de anglosajones sobre la violencia, la pobreza y las "whores" mexicanas de las ciudades fronterizas con Estados Unidos-;[9] de esta manera el periodista cultural defeño llega a la conclusión de que México está a punto de volverse un país "entre algo y la nada", una "fronterización imprevista" debido a lo que está sucediendo en el norte con el narcotráfico, las ejecuciones públicas y demás actos

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violentos. Pero desde la nada pacífica “conquista” en México, se sabe de su situación liminal, de sus brutales mestizajes o hibridismos, porque hubo más de uno, y que la droga no la comercializaban los antiguos indígenas. En los años que siguieron a la Independencia de México hubo una extensa migración de habitantes de zonas rurales hacia el centro del país que después se fue incrementando con la explosión industrial. Gente de otros países también había llegado a la ciudad capitalina en busca de mejores condiciones de vida. Con el paso del tiempo estas migraciones, fueran de judíos/as, árabes, franceses/as, españoles/as, argentinos/as e indígenas, han demostrando lo complejo que es adaptarse a otros estilos de vida. Pretender ahora que la fronterización apenas se está dando en México, sería como negar incluso que antes de la conquista las liminalidades o hibrideces más elementales nunca existieron en los diferentes grupos étnicos documentadas en las reconstrucciones antropológicas, históricas, lingüísticas y demás disciplinas al servicio de investigadores/as de México y de otros países.

Por lo que el seguirse creyendo que los asuntos fronterizos se originan nada más en los lugares cercanos al Río Bravo del lado mexicano es una visión bastante naïve y centralista -o chilanga, diría el autor de Entrada libre. Para nadie es un secreto que el México del narcotráfico internacional se refortaleció desde el sexenio del otrora presidente priísta José López Portillo(1976-1982) junto a su brazo derecho, amigo de años, Arturo El Negro Durazo Moreno, jefe de la Dirección de Policía y Tránsito del Distrito Federal. En lugar de la supuesta fronterización del norte hacia el centro y demás ciudades mexicanas, sería una duracización del DF hacia varios lugares del país. Los durazos se multiplicaron a lo largo y ancho del "México lindo y querido", los bandidos-policías del autor Manuel Payno o los exmilitares-delincuentes de la revolución filmados por el director azteca Enrique Rosas en El automóvil gris(1919),[10] evidentemente habían heredado a sus adeptos más representativos -en versiones corregidas y aumentadas- el poder policiaco, por antonomasia, fronterizado. No en balde, originarios/a de Ciudad Juárez llaman a su comunidad fronteriza el DF chiquito. O grosso modo se sostiene que México se colombianizó, lo cual implicaría que la fronterización del narcotráfico y la violencia habría surgido desde territorios sudamericanos y en este caso se habría extendido hasta el centro, sur, este, oeste y norte del país azteca. Cervates sintetiza muy bien en "Rinconete y cortadillo"(1613) las formas de corrupción entre delincuentes y autoridades españolas, la renta de zona y protección para

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éstos y el jefe que los controla. Ahora casi cuatro siglos después del texto cervantino, en su versión mexicana más reciente, serían definitivamente los policías y sus "madrinas" judiciales (agentes clandestinos que en varias ocasiones actúan por su cuenta y en otras están al servicio de un policía dentro de la corporación), los asesinos a sueldo, los "guaruras" armados (guardespaldas, escoltas sin “los permisos” correspondientes) y -parafraseándose al exitoso grupo musical "Los Tigres del Norte", se encuentran- los verdaderos "jefes de jefes" de cárteles aztecas.[11]

Sumado a lo anterior, González Rodríguez se refiere a la desaparición de Heidi Slauquet Armengol secuestrada el 2 de noviembre de 1995 del aeropuerto internacional de Ciudad Juárez; la información proviene de Muerte en Juárez(1996) de la controversial periodista mexicana Isabel Arvide. Conforme a una entrevista que éste le hiciera a la autora del libro a quien considera "una reportera influyente en altos círculos del poder en México", todavía no se hacía ninguna investigación sobre el caso de su amiga y que el priísta Patricio Martínez García(1998-2004), entonces gobernador del Estado de Chihuahua, no le había dado respuestas satisfactorias, por lo que termina diciendo que es cómplice de otros funcionarios estatales que menciona en su edición de 1996. De forma similar, el periodista cultural del DF se refiere a otro libro capitalino cuya información está basada en conocidos y quizá muy debatibles trabajos estadounidenses. Su autor Jorge Fernández tratando de hacerlo un Bestseller en México imita los lineamientos sensacionalistas anglosajones de autores del momento al ponerle el título de Narcotráfico y poder(1999); el contenido del libro no logra aportar nada al periodismo de investigación relacionado con el crimen organizado dentro y fuera del territorio mexicano.

Ahora bien, González ha dicho que le gusta mezclar la ficción y la –supuesta- realidad. Acaso su crónica del crimen cumple con la fabricación máxima de hechos. Pues en el epílogo cuenta su golpiza y asalto en un taxi y que quisieron asesinarlo por las peligrosas calles del DF para impedirle que publicara más artículos sobre el narcotráfico y "las muertas de Juárez”. Esto le sucedió al periodista cultural del DF en un país en el que sin pedírsele permiso a nadie se ejecutan/asesinan a presidentes, a candidatos a la presidencia, a gobernadores, a funcionarios públicos de alta jerarquía, a grandes jefes de cárteles. Dos años después de haber publicado HD, su autor vuelve a contar el asalto y la golpiza que dice le dieron en la ciudad de México, a lo mejor con la finalidad de hacer más espectacular y creíble su cuento del narco en "La caja negra del comandante Minjárez",

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y casi al final de relato destaca, en base al asesinato de este oficial acusado de varios secuestros en el estado de Chihuahua, "tendríamos que presumir" porque de acuerdo a él sus artículos anteriores al 2004, algunos usados en su llamado “complot escritural”, predijeron los cambios de "la realidad y el futuro" aztecas.[12] Lo sucedido a González Rodríguez en el DF se parece al caso de uno de los personajes de El miedo a los animales(1995) que también escribe artículos contra el presidente del país, pero en este caso nadie absolutamente nadie los lee, y debido a que tenía cuentas personales pendientes lo asesinan. Algunos medios masivos aprovechando la noticia aseguraron que había sido por sus ataques al gobierno, convirtiéndolo así en un mártir. En el texto de Enrique Serna –con grandes influencias de Complot mongol- se van exhibiendo a la par uno a uno los niveles de la sabida corrupción de la policía y, la más abominable para el protagonista Evaristo, un exreportero de nota roja y agente judicial, la de las "mafias literarias” defeñas que están bajo el cobijo del Gobierno en turno. Sus miembros seudointelectuales son adictos a las drogas, criminales y/o promotores culturales de jóvenes atractivos/as que pagan con favores sexuales la publicación de un libro, becas, empleos, entre otros beneficios.

En cuanto a los "hechos reales" sobre los crímenes contra niñas-adolescentes y mujeres sin recursos son difíciles de aprehender debido a las diversas contradicciones oficiales y no oficiales, al extravío de expedientes, a evidencias borradas, a la falta de credibilidad de los resultados oficiales, a la corrupción policiaca, al aludido lucro de ONG´s y de directoras de instituciones de mujeres, y a las frecuentes especulaciones de medios de comunicación masiva, entre otros actos denunciados. Por ello las diversas interpretaciones acerca de los crímenes en México tienen las inevitables y muy convenientes hipótesis. Ejemplo de esto ha sido el asesinato del candidato a la presidencia de México, el priísta Luis Donaldo Colosio quien muere durante el sexenio de Salinas de Gortari el 23 de marzo de 1994. En tal magnicidio se basó el escritor norteño Élmer Mendoza para escribir Un asesino solitario(1999).

Por otro lado, no es casual que después de haberse publicado Muerte en Juárez(1996) de Isabel Arvide, Bolaño haya creado entre frecuentes descripciones(médico legista) relacionadas con los asesinatos contra niñas, adolescentes y mujeres de Juárez, a una personaje muy singular de nombre Azucena Esquivel Plata, de profesión diputada y periodista, afiliada al PRI:La María Félix de la política mexicana, la más-más, la Dolores del Río del PRI, la Tongolele de la

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lascivia de algunos diputados...periodistas, políticos... cercanos a los sesentas. Una madrugada Azucena le llama por teléfono al periodista de cultura "Sergio González Rodríguez" para decirle que iría por él a su departamento en cuestión de minutos porque los dos tenían que hablar, y a pesar de ser tarde la obedece. Esquivel Plata lo lleva a su casa en un lujoso auto Mercedes Benz, al llegar le cuenta "sin quitarse las enormes gafas negras" lo sucedido a su muy buena amiga de la infancia Luz María Rivera, quien prefería llamarse "Kelly Rivera Parker". Le pregunta a “Sergio González” si había oído hablar de su amiga, éste le dice que no pero de ella sí. A lo que la diputada responde: "Así es este puto país". Le cuenta que Kelly tenía estilo, se había ido a vivir a Nueva York con su mamá, después regresó al DF donde trabajaba en "los circuitos del arte", luego se dedicó a organizar eventos de "moda" en el DF y más tarde fiestas en "provincias; pero que desafortunadamente no era nada ahorrativa. Le dice que de jóvenes las dos tenían dinero y disfrutaban de la vida. Luego empieza a contarle que Kelly desaparece en Santa Teresa cuando se dirigía al aeropuerto de la ciudad, horas antes había estado en el "narcorrancho" de un banquero que le lavaba dinero al "cártel de Sonora", y critica la indiferencia de las autoridades estatales y federales por la desaparición de su amiga. Enfurecida por la actitud de éstos, Azucena se dice para sí:no saben con quien se han metido...se van a mear en los pantalones. Entonces la periodista le pide a su colega “Sergio González Rodríguez” que "escriba sobre esto", diciéndole en relación a sus publicaciones:he leído sus artículos. Son buenos, pero a menudo golpea allí donde sólo hay aire, además la diputada priísta le asegura que: Aquí uno publica lo que quiere sin problemas. Por eso le insiste al periodista de La Razón que empiece a hacer ruido con las investigaciones hechas hasta el momento por ella y el detective Miguel Loya, un exempleado de la Procuraduría General de la República. Éste descubre que Kelly estaba en la "prostitución de altas esferas" de 1990 a 1994. Azucena había acudido a Loya para que "la encontrara", pero durante las investigaciones, el detective muere de cáncer por lo que le pide ahora a Sergio González seguir con la búsqueda de Kelly, prometiéndole, igual que a Loya, estar pendiente de él para lo que necesitara.

Según el autor de Huesos en el desierto, Bolaño le había dicho que sería uno de sus personajes en la novela que estaba escribiendo. Pero él no le creyó, pues nada más aspiraba a que su investigación periodística "se leyera como el pretexto para 2666". Contrario a esta creencia gonzaliana, nos parece que el narrador de Los detectives salvajes aniquila por

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completo a Huesos en el desierto tan sólo con "La parte de los crímenes" -téngase en cuenta que el novelista chileno quería publicaciones individuales por cada capítulo, y es su editor quien decide sacar los cinco en una sola. Para ello Bolaño se vale de un estilo narrativo aparentemente facilón –así lo creen los versados recitadores- con el que le da vida al personaje homónimo "Sergio González Rodríguez”: un periodista de páginas culturales que nadie lee, pero por necesitar dinero se vuelve periodista-detective de crónica policial[13](conforme a los periodistas de esta sección les llamaban a los de cultura "pulturales" por "putos" y éstos a los de la "nota roja" "perdedores natos"); es machista, se acuesta con "putas" jóvenes (incluso una de ellas le aclara que las asesinadas son "obreras" y no "putas"), obedece sin protestar los mandatos de la influyente diputada priísta Azucena Esquivel Plata; dice igual que sus compañeros del DF no haber oído nada ni estar interesado en escribir notas sobre las mujeres asesinadas, el que "ve por primera vez a una muerta", y al que nadie lee excepto la periodista Azucena quien trata de convencerlo para que investigue y escriba acerca de lo sucedido a su amiga Kelly:Usted ha publicado una novela dizque política en donde lo único que hace es repartir mierda sin ningún fundamento y no le pasó nada, ¿verdad? Ni se la censuraron ni lo demandaron. Fue mi primera novela, dijo Sergio, y es muy mala. ¿La leyó? La leí, dijo la diputada, he leído todo lo que ha escrito. Es muy mala, dijo Sergio, y luego dijo: aquí ni se censura ni se lee, pero la prensa es otra cosa. Los periódicos sí que se leen. Al menos los titulares.

Hace tiempo Monsiváis había dicho, en relación a las frecuentes divulgaciones mentirosas de medios de comunicación, que una nota periodística debería tener por lo menos el nombre “verdadero” del autor. Aquí cabría preguntarle al doble de “Sergio González Rodríguez” si al menos Muerte en Juárez se adelantó al título de su llamado "complot escritural”...

Notas[1]En esta sección se presentan otros apartados.[2]Tuvo una segunda edición con páginas extras. No se sabe cuántos ejemplares se han vendido.[3]En la Introducción y I “Pero a todo esto, ¿cuáles muertas? se presenta el género rojo.

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[4]Eran tiempos en los que los libros y los discos/cd más vendidos(bestsellers) superaban las cifras de los cientos miles.[5]El periodista cultural González copia el estilo y pasajes de Muerte en Juárez. Esto tal vez lo tuvo presente Bolaño cuando creó los dobles de los periodistas del DF en “La parte de los crímenes”.[6]En algunos fraccionamientos de Ciudad Juárez se regala el periódico local El Norte que incluye una sección del medio impreso Reforma. Años atrás su director juarense sostuvo una pelea pública con el de El Diario de Juárez por las grandes ventas de este último, entre otras cosas. [7]De acuerdo a estudios, este asesino de cuatro mujeres se debió en gran parte a que nunca tuvo éxito con “el sexo opuesto” por ser muy feo, tener un cuerpo amorfo, huesudo, ser miope, usar un bigotito, no tener dinero y ser muy tímido. En el capítulo I: “Pero a todo esto, cuáles muertas?” se proporciona más información. [8]En el I y el III se han expuesto los usos desacertados de “las muertas” y “las muertas de Juárez”. [9]El estadounidense Barry Gifford participa en este libro y en el mismo tono sensacionalista escribe Perdita Durango (1991); en la segunda publicación se muestran las supuestas costumbres “narcosatánicas” de la gente del norte azteca. Es necesario destacar que antes de haber sido reelegido George W. Bush presidente de los Estados Unidos, se controló una información basada en estudios que arrojaban las cifras de más de 36 millones de gente viviendo en la pobreza en un país considerado económicamente poderoso. El gran porcentaje de esto/as indigentes eran de raza blanca. La violencia tampoco es exclusiva de los/las latinos/a legales e ilegales en este país. Según analistas, hay pandillas gangs de jóvenes de raza blanca y otros/as tantos/as que se prostituyen por ser adictos/as a las drogas.[10]Mucho se ha especulado sobre esta película: de si fueron reales o ficticios los personajes fusilados al final de ésta, de si existió la banda, si el automóvil que utilizaban era de color gris, si los asaltantes eran exmilitares, entre otras dudas.[11]Después de los conocidos trabajos cervantinos en donde se exhibe la corrupción y complicidades entre autoridades y delincuentes de España, en México no podían faltar las publicaciones acaso posconquistales que también exhibían la génesis de un país de policías-bandidos. Una muestra de ello son Los bandidos de Río Frío, Los plateados, El Zarco, entre otras expuestas en la Introducción.

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[12]Los reconocidos trabajos de periodistas juarenses han sido fuentes de información de muchos “investigadores” del DF y de otros lugares de México y fuera de éste. [13]En la Introducción y el I se han delineado los/las periodistas-investigadores/as(detectives) aztecas de textos “literarios” y del mismo género rojo. INTRODUCCIÓN

historia verdadera de la descolonización del género[1]

A Juaritos Raúl Matute

...en México no prospera lo que...en Estados Unidos es el exitoso género del True Crime, cuyo auge inicia In Cold Blood de Truman Capote y confirma The Executioner´s Song de Norman Mailer, y hoy es "legado adjunto" de cada crimen famoso y cada serial killer...Además de la falta de hábitos de lectura...cuentan las dificultades para conseguir información confiable, el auge del thriller, la literatura policiaca por excelencia en países en donde no se cree en los sitemas de justicia...Y si hay thrillers, ¿para qué se necesita el género del True Crime?

Carlos Monsiváis

Hace tiempo le preguntaron a un editor del género del True Crime que cuáles eran sus métodos para publicar trabajos en torno a los asesinatos más impactantes de Estados Unidos, él simplemente respondió que la clave estaba en contratar a periodistas-escritores/as para que los terminaran en el usual periodo de nueve a diez meses. El editor aclaró que otros de sus colegas exigían el trabajo en un mes por el formato que llevaban, y en estos casos los/las periodistas-escritores/as dedicarían las dos primeras semanas a investigar, a obtener datos y a hacer entrevistas sobre el caso criminal; después en los días restantes deberían escribir la historia(story).

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Por su parte, el arriba citado cronista tan amado u odiado por algunos de sus coetáneos, el mismo Paz lo llamó “autor de ocurrencias”,[2] asegura que "el exitoso género del True Crime" no ha sido bien acogido en el país azteca debido a tres causas fundamentales. La primera de ellas quizá responda a que desde hace años se ha criticado, inclusive a nivel mundial, la escasez de lectores en México. La encuesta nacional mexicana del 2006 reveló que ya no se leía de medio a un libro al año sino 2.9 libros, "casi tres".[3] Ahora bien, si en México no prevalece el "género del True Crime" por "falta de hábitos de lectura", entonces tampoco podría haber un "auge del thriller" en el país azteca. Estudios basados en lectores mexicanos, de escasos recursos y poca escolaridad, indican que más de 500,000 compran semanalmente a precios muy accesibles las historietas El libro vaquero, El libro policiaco y La novela policiaca en las cuales se explotan la violencia y el sexo mediante el uso de imágenes de mujeres voluptuosas y hombres corpulentos; y otros tantos pagan por las revistas de espectáculos TVnovelas y Tvnotas.[4] El autor de Entrada libre no especifica si este grupo de lectores considerados analfabetas funcionales son los mismos que rechazan el "género del True Crime".

La segunda razón de Monsiváis lleva a preguntar qué tan "confiables" son los trabajos de los/las informadores/as estadounidenses, porque a nivel mundial se divulgaron mucho los casos de una y un periodistas mentirosos de raza afroamericana. Llama la atención que estos escándalos mediáticos hayan alcanzado principalmente a gente de las denominadas minorías. La periodista Janet Cook trabajaba para The Washington Post, se le había otorgado el premio Pulitzer a los veintiséis años de edad por la supuesta historia verdadera de un niño a quien el amante de su madre le inyectaba heroína. Del periodista Jayson Blair se dijo que por cuatro años les había inventado noticias a los/las lectores/as del New York Times. Un público medianamente informado sabrá que los/las periodistas afroamericanos/as no han sido los/las únicos/as creadores/as de historias para satisfacer quizá las exigencias de sus jefes, y éstos las de los dueños de las empresas periodísticas. No en balde, estudiosos del supuesto padre de "la novela no-sin ficción",[5] desconfiando de lo contado por Truman Capote en relación al asesinato de unos granjeros de Kansas en 1959, investigaron más a fondo sobre el caso para descubrir que varios datos registrados en In Cold Blood(1965) eran falsos.

Los/las periodistas o escritores/as-periodistas que han tergiversado o intentado manipular los “hechos verdaderos” con el propósito de servir a los intereses de las empresas

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informativas para las cuales laboran, también ponen en tela de juicio la honestidad del resto de sus colegas. Esto se pudo observar a finales de los años noventa en México, cuando las televisoras con mayor número de audiencia en el país, Televisa y Azteca, se valieron de la ejecución pública del conductor Paco Stanley para tratar de destituir y a la vez desprestigiar ante la opinión pública al popular Jefe de Gobierno del DF, el perredista Cuauhtémoc Cárdenas(1997-1999), con los argumentos de que su mala administración ponía en riesgo a la ciudadanía trabajadora y honesta. Sin embargo, el siete de junio, día de la libertad de expresión mexicana, habían ultimado al estilo del crimen organizado a Stanley quien tenía poco de haber dejado Televisa e ingresado a las filas de Azteca. Días después de su ejecución, algunos medios impresos mexicanos sacaron a la luz pública que el “honorable” conductor mexicano era cocainómano y estaba asociado con narcotraficantes. En Estados Unidos se utilizaron similares tácticas mediáticas para tratar de manipular la información relacionada con los sucesos del 9/11 y la consecuente guerra contra Irak, que de inmediato sus habitantes cuestionaron en voz alta. Esta clase de fabricación informativa, con evidentes interereses particulares –sean económicos, políticos y/u otros-, se pueden constatar con más casos a través de los recuentos históricos del periodismo mundial. Por ejemplo, la crítica de los medios de comunicación estadounidense menciona que en 1833 Benjamin H. Day funda el periódico New York Sun para lectores de escasos recursos que estaban interesados en noticias sobre asesinatos y robos, entre otras de índole sensacionalista. La misma línea estratégica comercial siguió el diario New York Herald(1836) de James Gordon Bennett; ambas empresas periodísticas vendían los ejemplares a la accesible cantidad de un centavo(penny). El gran éxito periodístico de los empresarios Day y Bennet lleva, a finales del siglo XIX, a William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer a disputarse tanto la caricatura del popular yellow kid como el mayor número de lectores con grandes y exagerados titulares, noticias falseadas, entre otras características distintivas del recién inaugurado “periodismo amarillo”(yellow press) bautizado así por el New York Times de aquellos años. También se señala que Hearst provoca con información falsa la Guerra de Estados Unidos contra España en 1898, y después de la muerte de Pulitzer se inaugura la facultad de periodismo en la Universidad de Columbia, se crea el conocido galardón a su nombre y se le asocia con el periodismo serio. Por lo tanto, Cook, Blair, Capote y a quienes siguen aún protegidos/as bajo el cobijo de las poderosas empresas periódisticas/editoriales

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de Estados Unidos, les ha quedado muy claro, desde la férrea disputa por lectores del siglo XIX, que las noticias falseadas, escandalosas y con titulares impactantes venden muchos más ejemplares.[6]

En cuanto a la última razón monsivasiana de que "el género del True Crime" no tiene "éxito" en México por falta de una justicia equitativa, coincide con la situación de gente de los Estados Unidos sin recursos ni poder ni influencias políticas que tampoco "cree en los sistemas de justicia" estadounidense. En el país del "sueño americano" abundan las denuncias públicas en las cuales se exhiben los atropellos contra mexicanos/as y centroamericanos/as de estadía legal e ilegal a quienes se les ha llamado a lo largo de la Historia estadounidense "wetbacks", "greasers" o "brownies". De igual forma destacan los sucesos de varios inocentes mexicoamericanos, afroamericanos y mexicanos encarcelados de por vida o condenados a muerte, o los captados en videos por amateurs en donde hay policías golpeando a minorías latinoamericanas y afroamericanas, entre otros muchos casos que siguen impunes en el país del "American way of life". Siendo así la justicia social de Primer Mundo, por qué habría de sorprender a propios y extraños que "el exitoso género" de crímenes a lo Mailer y Capote no prevalezca en el México donde, a partir de la conquista de los españoles, según varios estudios, los personajes principales han sido la corrupción y la impunidad; razón por la cual los/las "más jodidos/as", tanto adultos/as como menores de edad, pueblan las correccionales mexicanas y no tienen los sabidos privilegios de los contados presos acaudalados.

A este punto sería importante destacar que varios años antes de que el estadounidense Truman Capote escribiera su "novela no-sin ficción", en México ya había surgido una manera muy peculiar de relatar y evidenciar los hechos más violentos, escandalosos, sangrientos e insólitos del país: la famosa y controversial "nota roja". De acuerdo a lo escrito sobre ésta, sus orígenes difieren. Por ejemplo, la reconocida investigadora mexicana María del Carmen Ruiz proporciona los datos de que la nota roja nace a principios de 1526 en el Tribunal del Santa Oficio de la Inquisición, el cual ponía en las puertas de las iglesias edictos con un sello rojo denominadas "noticias rojas"; éstas exhibían de forma pública a las personas transgresoras de la Fe y la moral. Otro de los orígenes que se señalan son los corridos mexicanos de principios del siglo XIX, derivados del romancero español, los cuales evidentemente contribuyeron al exitoso avance de la misma porque han sido, hasta el día de hoy, una vía rápida

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para divulgar los crímenes entre la gente analfabeta de poblaciones rurales y citadinas. De igual forma se menciona que la nota roja nace con el periodista mexicano decimonónico Manuel Caballero a quien, para acrecentar el morbo de lectores y vender más rápido en 1889 la noticia sobre el asesinato del Gobernador de Jalisco Ramón Corona, se le ocurre poner una mano pintada de color rojo en las primeras páginas de los periódicos.[7]

Pero además de los posibles comienzos del género periodístico nota roja citados, habría que tomarse en cuenta otros factores de similar importancia. En 1541 Juan Pablos proporciona a través de hojas volantes la primera noticia impresa en México con el título llamativo de: RELACIÓN DEL ESPANTABLE TERREMOTO QUE AGORA NUEVAMENTE HA ACONTECIDO EN LAS YNDIAS EN VNA CIUDAD LLAMADA GUATEMALA..., y que críticos lo han proclamado como el primer reportaje latinoamericano porque en él se documenta el número de heridos, de muertos y se narra lo sucedió alrededor del lugar. Es innegable que el propio encabezado conduce al formato de las Relaciones de sucesos ibéricos, de las cuales algunas eran traducciones del francés al castellano y que llegaron a difundirse en el viejo continente, según especialistas de España, del XV al casi entrado XX. Contrario a las afirmaciones de estos estudiosos, las Relaciones de sucesos u hojas volantes aún se utilizan en varios países para noticiar, hoy de manera gratuita, un sinnúmero de asuntos; prueba de esto son las hojas con fotografías o dibujos de personas desaparecidas que autoridades no han podido o no han querido encontrar.

La antigua estructura de las Relaciones de sucesos se distinguía por llevar grandes títulos y en ocasiones grabados que aludían muchas veces a invenciones de sucesos extraños, insólitos e impactantes. A continuación se transcriben dos Relaciones de sucesos españoles del XVII que detallan su formato; una se relaciona con un pez monstruoso y la segunda con la malformación de unas niñas gemelas:

RELACION: Y COPIA DE CARTA ESCRITA POR VN CAVALLERO refidente en la Ciudad de Paris a otro correfpondiente...en que le da cuenta del Monftruofo Pez que hallaron, vnos Pefcadoref en el Rio Sena de Francia el dia 16. de Enero defte año de 1684. RELACION VERDADERA, Y Copia de vn Maravillofo portento que la Mageftad de Dios N. Señor ha obrado con vna niña mosftruofa, que nació en la Villa del Campo con dos cuerpos, aunque eftan en vno, dos cabezas, quatro

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brazos, y tres piernas, y la vna cabeza tiene dientes, y la otra no, el dia 18. de Abril defte año de 1687.

En la Francia antigua se le llamaba a semejante forma de contar sucesos extraños e impactantes canards(sanglants) que más o menos en los siglo XVII y XVIII dieron lugar a lo que se denominó fait divers. Asimismo, en dicho país y otros se difundieron las reconstrucciones de casos criminales titulados Causes Célèbres et Intéressantes(1734) del abogado François Gayot de Pitaval a quien críticos consideran parte fundamental del género policiaco clásico.[8] Sin duda alguna habrá numerosas posibilidades relacionadas con la génesis de lo contado por Edgar Allan Poe o hasta por Dahiel Hammett, el aclamado padre del género negro.[9] Pero en el presente trabajo nos interesa aproximarnos en especial a los orígenes e influencias de la sangrienta, espectacular e insólita nota roja azteca.

Retrocediendo hacia los tiempos antiguos se podrá comprobar la existencia de una amplia producción de escritos y actos en torno a crímenes/ejecuciones. Parte de ello son las obras griegas, los discursos de Cicerón, el circo romano y los mismos edictos y ejecuciones públicas de la Inquisición en el viejo continente que tal vez fueron algunas de las bases principales para el surgimiento de las Relaciones de sucesos descritos arriba, los canards sanglants, los fait divers y las exitosas Causas célebres. Estas últimas de inmediato empezaron a circular por la Nueva España en donde ya eran populares las “no(tici)as rojas”, las mismas Relaciones de sucesos y algunas leyendas prehispánicas como la de “la (filicida) Llorona”, mujer de pelo negro largo, de vestimenta blaca y con velo que en las noches se aparecía cerca de un río llorando a gritos por sus hijos(los indígenas):¡Oh, hijos míos!, ¿dónde os llevaré para que no os acabeís de perder?. De acuerdo a investigadoras, la leyenda de la Llorona prehispánica continuó durante la colonia. Y hasta nuestros días pervive casi intacta la historia de la madre filicida que grita en un llanto desgarrador: “Ay, mis hijos”. Lo tenebroso, sobrenatural, terrorífico y cruel de la Llorona se parece de cierta manera a las primeras obras góticas inglesas del XVIII con temas de horror del medioevo. En México se ha escrito mucho sobre la leyenda de la Llorona antitesis de la madre Virgen de Guadalupe; hay historietas, películas, composiciones musicales, incluso el cantante español Rapahel la da a conocer internacionalmente en un ritmo huapango, a continuación se citan algunos fragmentos: Salías del templo un día llorona/cuando al pasar yo te vi/hermoso güipil llevabas llorona, que la vírgen te creí/Ay

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de mi llorona, llorona,/llorona, de un campo lirio;/...No sé que tiene las flores, llorona,/las flores de un campo santo./Ay de mi llorona, llorona,/llorona, llévame al río;/tápame con tu rebozo llorona,/porque me muero de frío...”.

Por otra parte, según investigadores en la materia, las antiguas hojas volantes de Europa son los cimientos del periodismo y medios de comunicación masiva mundial, otros aluden a los juglares de la Edad Media y a los pregoneros de la Nueva España o a las actas romanas de Julio César; otros en cambio creen que Homero fue el primer periodista o dicen que los antiguos cronistas Jenofonte y Heródoto son pruebas contundentes de los inicios periodísticos, entre muchas más posibilidades divergentes. Aunado a ello, son muy pocos los críticos que toman los códices mayas y aztecas como partes esenciales del periodismo latinoamericano al que a partir del XX se le ha cuestionado su credibilidad en foros de medios de comunicación estadounidense.

Casi tres siglos después de haberse divulgado en México la noticia del terremoto de Guatemala, el escritor y periodista mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi se refirió en 1822 a lo difícil que era para un "autor" mantener su empleo en un periódico, si a sus artículos no les ponía "títulos escandalosos". A mediados del XIX azteca se empezaron a editabar libros de diversos temas de entre los cuales destacaban los vinculados con la criminalística, las causas célebres/judiciales más impactantes o novelas de Alejandro Dumas y de Eugènio Sué; por ejemplo Les Crimes Célèbres(1839) y Les Mysteres de Paris (1842-43) que se habían recibido muy bien en España y Francia. Las empresas editorales mexicanas se sumaron al gran éxito de las periodísticas que incluían novelas por entregas, al estilo de algunos países del viejo continente, para mantener en suspenso a sus asiduos/as lectores/as, quienes con el formato narrativo seriado incrementaban las ventas de sus medios impresos -en una época de incuestionable consumo masivo en varios lugares de América Latina y Estados Unidos.

En México se distinguieron primordialmente las subversiones y re-construcciones de las “not(ici)as rojas” de la Inquisición que llegaron al país junto con las Relaciones de sucesos. Años después se sumaron a ellos los romances de ciego, la literaura de cordel; las novelas de pícaros bribones, de folletín y por entregas, éstas con grandes dosis románticas tan de boga por aquéllos días, y que al paso del tiempo fueron originando nuevas alternativas periodísticas autóctonas que iban unidas a lo ficticio cuando se relataban los hechos más insólitos, espeluznantes y sangrientos del

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imaginado país colonizado. Por ello y por sabidas razones sociopolíticas no habría sido coincidencia que el liberal Vicente Riva Palacio se basara en los archivos de la Inquisición mexicana para escribir sus “novelas históricas” y con otros autores, entre ellos Manuel Payno, El libro rojo 1520-1867. Hogueras, horcas, patíbulos, guerras civiles, suicidios y sucesos lúgubres y extraños acaecidos en México durante sus guerras civiles y extranjeras, saliendo a la luz pública en 1869 y 1870. Es posible que sus coautores se hubieran inspirado en el título del mismo al haber leído los edictos con sellos rojos del Tribunal de la Inquisición. Dicho libro y algunas novelas históricas de Riba Palacio también derivadas de los documentos del Santo Oficio se vendieron mucho en esa época. Otra de las publicaciones con similar éxito en el país fue Los bandidos de Río Frío, subtitulado Novela naturalista, humorística, de costumbres, de crímenes y de horrores(España y México 1888-1891) de Payno quien se encontraba en España cuando la publicó, y en donde ya era muy popular la obra Los bandidos del alemán Schiller, autor del XVIII que tomó la historia del caso de una familia aristocrática vinculada con temida banda de ladrones, y un siglo antes habían sido muy exitosas en mismo lugar las representaciones de protagonistas astutos, malvivientes e ingeniosos pícaros bribones.

El libro rojo 1520-1867 es indudablemente uno de los primeros y diversos recuentos históricos de hechos sangrientos al estilo de la “nota roja” azteca, ya su título y subtítulo anunciaban su contenido como en su tiempo lo hiciera Le Rouge et le Noir(1830) -texto basado en un crimen real que escribió el francés Henri Beyle bajo el seudónimo de Stendhal. Los coautores de la publicación mexicana habrían dejado en su narrativa yuxtaposiciones de lo documentado en los casos del Santo Oficio, de hechos de la vida diaria, históricos, violentos y ficticios cuya forma de contar se hiciera presente así mismo en el género periodístico “nota roja”, y siglos atrás en las relaciones y crónicas de Indias.[10] Uno de los relatos de ELR inicia presentando un “pasquín del año de 1789” y después se anuncia lo que se va a contar en relación a lo sucedido a “La familia Dongo”:En un documento que se publicó consta la narración de este horrible crimen; y como no podríamos añadirle ni quitarle nada sin alterar la verdad histórica, le copiamos á continuación. En el relato se exhiben a criminales de cuello blanco que pasan por gente “decente” y la corrupción de autoridades recién llegadas a la Nueva España, entre descripciones parecidas a las de la nota roja:Del reconocimiento judicial que se hizo resultó que once personas que componían la familia y criados,

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habían sido asesinadas de la manera más cruel y más violenta, pues todas tenían numerosas heridas y los cráneos hechos pedazos, y que faltaban veitidós mil pesos...Un relojero...observó...que dos personas decentes que platicaban, una de ellas tenía una gota de sangre en la cinta de pelo...D. Felipe Aldama...el que tenía la mancha, fue reducido a prisión...y [después junto con sus] dos amigos...fueron ahorcados... De ahí que algunos estudiosos de El libro rojo afirmen incluso que el capítulo relacionado con la familia de Carvajal, la parte en donde se cuenta que algunos de sus miembros fueron torturados/as y quemados/as, es textualmente verdadero. Si se pudiera hacer un cotejo minucioso de lo sucedido a aquella familia judía -no todos/as los/las tíos/tías, primos/as eran conversos/as-, quizá se podría lograr un acercamiento a “los hechos”; de otro modo seguirán predominando las sabidas estrategias narrativas del siglo XIX, destacando en particular el enlace de hechos de la vida diaria, violentos, “históricos” y ficticios.

Para ilustrar brevemente el contenido de El libro rojo 1520-1867, se cita parte del prólogo que el autor de Guerra en el paraíso(1991), el chihuahuense Carlos Montemayor le hiciera a una de las ediciones:Éste es el libro de la muerte en México. El libro de la sangre que ha enrojecido la tierra, las plazas, los ríos, las piedras de México. El libro de la muerte que no quedó en los dibujos de Posada ni de Diego Rivera, que no quedó en el azúcar ni en la dulce amarilla harina del pan, sino en la brutalidad, en la cárcel, en la codicia, en la miseria humana que se ha abatido sobre México. En sus páginas se mantiene la memoria de cómo ha sucumbido la vida entre nosotros.

A finales del siglo XIX se alude de nuevo en México a unas hojas volantes “de colores” que llevaban la "narración de sucesos...deformados al extremo...y de pésimo gusto...abortos literarios...leídos en casas de vecindad... cuarteles, cárceles, mercados". Los títulos de esta clase de "hojas populacheras" asociadas con lectores de escasos recursos iban desde "El descarrilamiento de Temantla", "El Tigre de Santa Julia", "El temblor del dos de noviembre", hasta "El horroroso crimen del horroroso hijo que mató a su horrorosa madre", la autoría de éstos se le atribuye al grabador mexicano José Guadalupe Posada -son notorias las coincidencias discursivas entre los códices prehispánicos, las primeras hojas volantes, los grabados decimonónicos e historietas mexicanas. Algunos años anteriores a Posada, el pintor Francisco Goya(1746-1828) había exhibido en España la imperante violencia de su país mediante diversas manifestaciones artísticas.

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Y es en la última década del XIX cuando una especie de Jack el destripador azteca alias el “Chalequero” acapara la atención de los medios impresos por asesinar a “prostitutas”. Para entonces las corrientes criminológicas del italiano César Lombroso habían llegado al país; muy pronto se volvieron temas de discusión en las mesas de estudiosos mexicanos. Otro posible origen del ávido interés por contar e indagar acerca de los hechos más sangrientos y espectaculares de un determinado territorio, podría ser el pasaje bíblico de Caín mató a Abel. Incluso hay estudiosos del género policiaco clásico que le confieren a Jehová el títuto del primer detective de este crimen, pero también con el hecho sangriento habría nacido el encabezado o si se prefiere el "minicuento" de la llamada nota roja -no se propone a la tal vez primera filicida prehispánica la Llorona porque también se le asocia con la profecía de la conquista o con su asesino, un esposo muy celoso.

Con todo lo anterior se evidencia que a partir de la conquista en México, las diferentes clases de crímenes y delitos, desastres naturales, entre otros hechos sangrientos e insólitos del país se relataban(contaban) sobre todo conforme a los intereses políticos y económicos de la Autoridad en turno, de los fabricantes de noticias, después convertidos en modernos empresarios editores y periodísticos, y de los autores que aprovechaban la gran demanda por tales noticias e historias ficcionalizadas. Actualmente las diversas formas de “nota roja” autóctona

que se conocen dentro y fuera de México, quizá con la también importante influencia del pasaje bíblico mencionado y desde el cual se habrían escudado siglos después los inquisidores europeos y novohispanos para torturar, incluso castigar con la muerte a los/las que según ellos habían transgredido las normas de la Fe y la moral, no existirían, aunque parezca inverosímil, si el país no se hubiera gestando por demás sabido –lo demuestra de algún modo El libro rojo 1520-1867-, mediante la conquista, la Inquisición, guerras civiles, asesinatos de nacientes periodistas que denunciaban a gobiernos opresores decimonónicos; la propia revolución del XX, la guerra cristera, la matanza de estudiantes de 1968 y 1971, policías corruptos y criminales; frecuentes violaciones a los derechos humanos, el surgimiento y expansión territorial, así como infiltraciones del narcotráfico en el Estado; asesinatos de funcionarios gubernamentales, incremento de secuestros(exprés), robos a mano armada, ejecuciones en lugares públicos de ciudadanos vinculados con el narco, torturas y fabricaciones de "chivos expiatorios"

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por autoridades; la sublevación de indígenas chiapanecos/as en 1994, los "femicidios/feminicidios" de Ciudad Juárez descubiertos a partir de 1993, entre otros tantos acontecimientos delictivos/criminales del país que siguen impunes y afectando en su mayoría a los/las mexicanos/as de las clases sociales menos favorecidas. Ya lo dijo la notable escritora y periodista guanajuatense Cristina Pacheco:Aquí nos tocó vivir.

Tampoco ha sido un secreto que a los hechos más violentos y espectaculares de México se les relacione con el único color[11] descriptible para el grupo socioeconómico más perjudicado desde la conquista, y que paradójicamente responde a ese viejo clamor de las masas extasiadas frente a un hecho ro-jo-in-ten-so: "queremos ver sangre”. De allí que los diversos estilos del oficio de nota roja azteca, en el cual aún predominan los hombres periodistas-investigadores (detectives) y que nos parece más acertado llamar género(periodístico) rojo –esto a raíz de las declaraciones que hizo el narrador tijuanense Federico Campbell sobre la nota roja, expuestas más adelante-, lleven encabezados espectaculares, fotografías/imágenes violentas, en muchas ocasiones numerosos adjetivos, exageraciones sentimentales, especulaciones y lenguajes coloquiales -si es el caso- en un tono misógino, machista, homofóbico o en contra de “los” y “las” que no siguen al pie de la letra los roles asignados a su género. Incluso para sacar la nota del día, periodistas-investigadores(detectives) del género rojo se han valido de cualquier dato, método o persona. Uno de los casos más sonados, entre los del gremio rojo, es el del siempre citado mexicano Eduardo El Güero Téllez quien llegaba incluso a hacerse pasar por enfermero con tal de entrevistar a los heridos; a él se debe la noticia de que León Trotsky había muerto cuando era atendido en la sala de emergencias, según se relata en las noticias de ese tiempo. O el fotoperiodismo rojo de Enrique Metinides, uno de los pioneros mexicanos.

Por lo tanto, las afirmaciones de que Jehová fue el primer detective clásico y los detectives del género negro estadounidense las pautas a seguirse en México, se deshacen en el momento que son contrapuestas a los posibles orígenes del género rojo azteca de entre los cuales sobresalen el primer asesinato bíblico cristiano, las "not(ici)as rojas" de la Inquisición y -en nuestro particular parecer- sus investigadores asignados a los casos de los/las transgresores/as de la Fe y la moral, así como las hojas volantes y los tempranos corridos mexicanos que, sumados a otros elementos esenciales, fueron dando lugar a los/las periodistas-investigadores/as(detectives) del autóctono

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género rojo. Pero debido al control y al amasiato del Estado mexicano con los medios informativos masivos, los periodistas, especialmente los de este género, viven sujetos a los intereses de sus jefes empresarios y a los peligros que implica denunciar las verdades sobre los que ostentan el poder. El embute(soborno) ha sido por años un modo de acallar y manipualar a varios de ellos. Otras formas de represión del Gobierno en turno se ejecutan a través de las corporaciones policiacas que al paso de los años han ido adaptando, a sus singulares estilos de vida, los métodos de tortura y fabricación de chivos expiatorios de la Inquisición para así también proteger sus intereses. En el México de un Güero Téllez, de la revista Alarma!, de la leyenda de la Llorona y de tantas formas autóctonas de contarse los crímenes en el país, están muy lejos de coincidir con las historias del True Crime, el policiaco clásico y negro del Primer Mundo. Ni siquiera los agentes del FBI, de la DEA ni de la CIA, mucho menos el sofisticado James Bond tendrían relación alguna con el internacionalmente conocido personaje mexicano:El Chapulín Colorado. Rafael Bernal tuvo muy claro las grandes diferencias entre una nación y otra al escribir Complot mongol(1969). Por ello sorprende que a pesar de las numerosas manifestaciones contestatarias de autores y periodistas aztecas a los géneros anglosajones mencionados, aún hoy haya estudiosos que insistan en medirlas de forma arbitraria o ingenua con los parámetros ajenos a sus realidades, a sus Gobiernos, a sus corporaciones policiacas, y sobre todo a sus modos de ejecutar la Ley.

Ahora bien, el hablar mexicano, compuesto de expresiones de las fronteras norte y sur del país, entre otras muchas variantes lingüísticas, ha hecho que el género rojo se diversifique en México. Pero aún hoy son usados los viejos modismos misóginos de violóla, matóla, entre otros que el fundador del semanario Alarma!, el periodista Carlos Samayoa Lizárraga, habría tomado de la jerga callejera[12] para los encabezados de su popular revista. No es gratuito que la llamada nota roja fuera por décadas asignada a "los" que en su mayoría eran de escasos recursos y empezaban a incursionar en el oficio periodístico llamado serio. Sin embargo, a principios del XX en México, cuando el género rojo se había posicionado exitosamente en el país, surgieron periódicos con especial énfasis en éste, historietas basadas en hechos reales y revistas especializadas en el crimen. Así mismo se vio mayor participación de mujeres en dicho género informativo. Miriam Laurini, periodista y escritora argentina radicada en México desde 1980, exterioriza a través de la protagonista mexicana de Morena en rojo(1994)[13] lo difícil

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y peligroso que es para “las” periodistas de la nota roja conseguir información sobre casos criminales, llegando incluso a decirse en un tono irónico que el oficio lo aprendería mejor si leyera a "los grandes" como Cabeza de turco, La guerra de Angola, Si Dios quiere y Operación masacre...para...de una buena vez...hacer periodismo.

Y tal como se ha ido observado al paso del tiempo, el género rojo azteca de medios de comunición masiva se ha ido re-escribiendo y avanzando al obvio ritmo de la tecnología, pero sin perderse el aún muy usado recurso decimonónico de contar en episodios un hecho-espectáculo con intención de acrecentar los niveles de audiencia, hoy por hoy de televidentes, radioescuchas, internautas y de lectores analfabetos funcionales. A estos grupos se les habrán de sumar los/las aficionados/as que graban imágenes impactantes en teléfonos celulares para luego enviarlas a diferentes receptores/as. Tal vez los espectadores del circo romano y los de las ejecuciones públicas de la Inquisición se habrán transmutado en los/las espectadores/as virtuales de hoy en día. Los antiguos mirones novohispanos quedaron registrados de cierto modo en “El asesinato de los 33” de El libro rojo de Payno:veintinueve negros y cuatro negras fueron ejecutados...en la plaza mayor de la ciudad. El gentío era inmenso; plaza y calles, balcones y azoteas, todo estaba lleno, en todas partes había espectadores, desde todas partes se contemplaba aquella espantosa matanza. La escena era capaz de hacer estremecer de horror al mismo Nerón...Así se sofocó aquella soñada conspiración en el año de 1612.

A través del género rojo se ha exhibido de igual forma el acelerado incremento de la pobreza mexicana, muchas veces de la mano de la violencia, de la corrupción y de la impunidad del país. En los años sesenta la gran poeta Rosario Castellanos dio cuenta de ello y de lectores morbosos en su conocido poema “Nota roja" del cual se extrae lo siguiente: En página primera/viene como a embestir, este retrato/Y luego a ocho columnas, la noticia:/asesinado misteriosamente. /[...]/y aquí está ya el cadáver/puesto entre las mandíbulas de un público/antropófago.[...]/del asesino nadie sabe nada:[...]/Pero este cuerpo abierto en canal, esta entraña/derramada en el suelo/hacen subir la fiebre/de cada Abel que mira su alrededor, temblando. En México es muy sabido que la mayoría de los/las ciudadanos/as protagonistas/víctimas de delitos o crímenes son de escasos recursos y por lo general ocupan las últimas secciones de los periódicos o cuando son enviados/as a las cárceles no tienen dinero para pagarle a un buen abogado y callar a los escandalosos medios masivos. Situación que sigue contrastando

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a lo mejor con la de algunos delincuentes/criminales de cuello blanco que salen en las páginas de sociales de numerosos medios impresos, de entre los cuales destacan las revistas especializadas ¡Hola! de México y Quién; estas últimas presentan el modus vivendi de los/las escasos/as millonarios/as del país. Después de esto, lo único que queda es parafrasear al autor de Entrada libre: "Y si hay género rojo en México, ¿para qué se necesita el del True Crime?"

Por otro lado, cuando en el siglo XIX empezó la expansión de periódicos mexicanos con evidentes inclinaciones partidistas por las guerras civiles, estudiosos/as en la materia han dicho al especto que la noticia buscaba "un periódico donde ser publicada". A esto Monsiváis añade: "si el poeta es el maestro de la Nación, el cronista es su memoria y en la crónica opone la realidad de las costumbres a la irrealidad de las pretensiones 'cosmopolitas', erigiendo un género ambiguo que va del anticolonialismo al chovinismo y de regreso". Pero después de un tiempo los periodistas tuvieron que ir a buscar la noticia y relatarla de una manera concisa como lo pedía el naciente género periodístico reportaje, desplazándose con éste el lenguaje literario de los cronistas. En 1893 Manuel Gutiérrez Nájera criticó el surgimiento de los nuevos repórters. Bajo estas premisas se fueron dando los géneros periodísticos mexicanos de entre los cuales se conocía de antemano una forma de la "not(ici)a roja" que pudo originar la crónica roja/crónica policiaca y a la cual habría que añadirle el reportaje como un elemento esencial del género rojo. Aquí cabría poner en claro que la nota roja mexicana no es sinónimo de las terminologías anglosajonas sensacionalista y amarillista, porque las dos se asocian indiscutiblemente con el popular periodismo estadounidense que había surgido tres siglos después de las noticias rojas de la Inquisición novohispana, y varias décadas después de que el autor mexicano del Periquillo Sarniento criticara el hecho de tener que ponerle a sus artículos periodísticos “títulos escandalosos”. Monsiváis asegura que el periodismo sensacionalista y las hojas volantes llegaron a México vía el estadounidense William Randolph Hearst, y otros críticos más llaman a la nota roja mexicana suceso, término periodístico de España heredado de las antiguas Relaciones.

Conforme a Vicente Leñero, el reportaje "Es el más vasto de los géneros periodísticos. En él caben los demás. Es un género complejo que suele tener semejanzas no sólo con la Noticia, la Entrevista o la Crónica, sino hasta con el ensayo, la novela corta y el cuento". Monsiváis expresa que las crónicas actuales "le imprimen relevancia a la relación

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hoy volátil entre periodismo y literatura". En cambio, Luis Arturo Ramos “exige” -en su artículo "Las fronteras genéricas: cuento, novela, crónica"- la "ficción" a los géneros literarios y la "verdad" "a la historia...o al reportaje periodístico", repudiando las conocidas denominaciones de "cuento largote" y "novela corta",[14] además asegura no conocer a nadie que haya "leído de un tirón" Terra nostra y viva para contarlo; también se queja de esa Migra literaria rampante en estos años finiseculares [porque según él] me impide transitar el universo femenino bajo el supuesto de que mis cromosomas...me incapacitan para crear y recrear personajes del sexo opuesto.[15] En cuanto a si han habido casos de niños y niñas alfabetizadas que hayan leído de “una sentada” todos los libros de la nada “rampante” pero sí muy talentosa narradora inglesa autodidacta Joanne Kathleen Rowling, hasta la fecha, tampoco se han sabido.[16]

Ahora bien, en México se han impreso textos que ni siquiera los críticos más versados coinciden a la hora de definirlos porque se les escapan de las estructuras genéricas “literarias”, tal es el caso de El águila y la serpiente (1928), Cartucho(1931), La noche de Tlatelolco(1971), Los periodistas(1978), así como La señora Rodríguez y otros mundos(1990), entre varios más. No en vano, publicaciones similares a éstas, difíciles de aprehender en una determinada línea literaria tradicional, invalidan de inmediato los juicios ramosianos contra lo afirmado por Paz, de que al "olmo se le pueden exigir peras", y del supuesto "contrato de lectura" que el crítico veracruzano asegura hay entre autor-lector[pasivo]. En el mismo tono ingenuo Ramos envía a la crónica "escandalosa y amarillista" al único lugar que cree le corresponde: el de "las páginas de policía". Más adelante se observará con detenimiento que incluso el género rojo se ha burlado de los pequeños espacios creídos ingenuamente literarios; un adelanto de ello ha sido el poema de la inigualable Rosario Castellanos. Por su parte Fernando García acierta en el 2005 cuando se refiere al camino que empezaba a tomar la narrativa del país de la siguiente manera: la participación indiscriminada de escritores con aureola casi mítica... pertenecientes a la todavía no bautizada generación de los que empiezan a publicar inmediatamente después de 1968: sus obras crecen en número y definición precursores de una próxima sorpresa magistral..., agregando el reseñista un punto muy afín para los textos indefinibles bajo los limitados parámetros literarios:John S. Brushwood...propone la teoría...de que las innovaciones narrativas vislumbran las transformaciones políticas y sociales...

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Desde las crónicas de Indias varios/as investigadores/as han querido trazar básicamente los límites entre lo ficticio y lo real, entre lo “literario”, lo “histórico” y lo “periodístico” en asuntos mexicanos. Pero con frecuencia se llega a la misma pregunta de una u otra forma: ¿cuáles podrían ser los métodos más idóneos para aprehender dichos confines? En lo tocante al caso de la frontera México-Estados Unidos, surgen una y otra vez las preguntas alrededor de los presuntos hechos verdaderos y falsos cuando se alude a los problemas de los ilegales que mueren en condiciones deplorables, del Border Patrol, del narcotráfico, de la explotacion laboral y sexual de obreras/os en plantas maquiladoras, del desempleo, de la contaminación ambiental, entre otros asuntos graves que enfrentan ambos países. Periodistas locales e internacionales han expuesto los más obvios, acaso entre esa línea (in)existente en la que abandonan con frecuencia el esperado seguimiento informativo sobre la situación de los/las afectados/as. Sirva de ejemplo el suceso criminal más divulgado en los últimos tiempos: los "femicidios”/”feminicidios" de Ciudad Juárez descubiertos en 1993. Si éstos no han sido esclarecidos en su totalidad, según opiniones oficiales y no oficiales, por las autoridades correspondientes, llegaron a generar una extensa variedad ya sabida de hipótesis, rumores, artículos periodísticos, ONG´s,[17] poetisos, congresos universitarios, periodistas-escritores, hasta violentas disputas por la autoría de un libro. Tampoco faltaron los juarenses que se aventuraron a censurar las opiniones extranjeras sobre los "femicidios”/ "feminicidios” de Juárez.[18] De aplicárseles un juicio similar a estos enemigos de la libertad de expresión, se darían cuenta que ni ellos podrían decir nada al respecto, porque según las instituciones mexicanas tradicionales no son mujeres, a menos que también quisieran disputarse lo expuesto por Simone de Beauvoir: "la mujer no nace, se hace", o lo enfatizado por el divo de Juárez Juanga en una de sus muy exitosas grabaciones musicales aztecas: "¿quién te hizo mujer?", "fui yo, fui yo".[19]

Y precisamente, para no tomar como un hecho lo que aparenta saltar a la vista, a continuación se tratará de averiguar, por lo menos, si las muertas son en “verdad” la explortación de un producto 'maquilado' en la frontera.[20]

NOTAS

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[1]En el presente trabajo se tratará de dar un acercamiento a los posibles orígenes de la llamada “nota roja” mexicana y su peculiar formato de contarse re-construyendo los “hechos” más sangrientos, sorprendentes e inéditos del país azteca. Se retomarán algunos planteamientos subversivos y alternativos que hace tiempo habíamos expuesto sobre la misma “nota roja”, los “sucesos” de España, el periodista-investigador/a (detective), el reportero/a-investigador/a, el supuesto género policiaco clásico y negro estadounidenses de textos fundamentalmente aztecas e ibéricos. [2]Paz había dicho que Monsiváis no era un autor de ideas sino de ocurrencias. Las disputas entre Divos de las letras no son nuevas.[3]Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM) y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes hicieron una escuesta nacional basándose en los parámetros de la UNESCO. El secretario técnico de CONACULTA Juan José Zorrilla aseguró que en México se leen "casi tres libros por habitante al año" y un 4.2% de la población lee más de 10 libros. Según la encuesta, 56.4 de los mexicanos leen libros, el 42% periódicos, el 39.9 revistas y el 12.2% historietas. Los que más leen son los jóvenes de 18 a 22 años. En la encuesta global no se especifica el porcentaje de "las lectoras" y si predominan en este último grupo. Es importante mencionar que el costo de los ejemplares de las grandes editoriales del país sobrepasa con frecuencia el sueldo mínimo mexicano. El Diario Oficial de la Federación registra que los salarios mínimos del año 2007 son, de acuerdo a la zona geográfica en la que se trabaja, de $47.60, $49.00 ó $50.57 pesos diarios, conforme al tipo de cambio de entonces son "casi" cuatro dólares estadounidenses.[4]Las historietas mexicanas citadas y creadas por hombres tienen vistosas portadas con imágenes de mujeres voluptuosas-objetos sexuales a merced de los personajes machos de las historietas, reforzándose así el machismo y la “violencia de género”. En las encuestas generales de INEGI, relacionadas con las historietas y revistas mencionadas, no se aclara el porcentaje de los lectores y las lectoras. No está de más mencionar que las ventas de los periódicos mexicanos exitosos en el país están muy por debajo de las cifras de éstas. Por otro lado, de acuerdo a diversos estudios, la historieta mexicana nace en 1880 en los impresos de cajetillas de una tabacalera, o se dice que surgió desde las milenarias pinturas rupestres de cuevas, de la simbología fenicia, o de los mismos códices mayas y aztecas, entre otras posibilidades. El monero mexicano Rius rechaza las antiguas posturas. Pero si se repasaran detenidamente los códices, se

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podría confirmar que los usuales símbolos relacionados con la palabra cambiaban de posición según la jerarquía del hablante y oyente. Esto es igual a los globos-palabras de las supuestas primeras historietas decimonónicas de Europa. [5]Por lo general la traducción al español de “non-fiction” es "no-ficción", y en contadas ocasiones es "sin-ficción". En este caso usamos las dos traducciones, una seguida de la otra, porque se prestan para el planteamiento de este trabajo de las cuales se obtiene: "novela no-sin ficción".[6]Qué pasaría si las grandes empresas periodísticas de Estados Unidos se quedaran sin sus anunciantes, no hicieran promociones, se quitaran las secciones de clasificado, de esquelas y se quedaran sin suscriptores; sin duda expirarían. Crítica especializada en medios de comunicación ha declarado a nivel mundial que a los periódicos les queda poco tiempo de vida, están en una especie de fase terminal debido al rápido avance de Internet en el mercado noticioso y de tantos blogs o bitácoras que muchas veces los superan en contenido.[7]No coincidimos con Agustín Sánchez González, autor de Terriblísimas historias de crímenes y horrores en la ciudad de México en el siglo XIX(2006), cuando afirma que “la nota roja” azteca nace con este periodista decimonónico. La investigadora Ruiz, de quien ni el mismo Monsiváis se escapa de mencionarla ampliamente por lo menos en dos de sus libros, proporciona datos importantes en relación a los orígenes novohispanos de la nota roja.[8]Para algunos críticos, el primer relato o detective del género policiaco clásico tiene sus orígenes en Edipo Rey o en Arquímides, unos dicen que en el Libro de Daniel, la Biblia, el Quijote y los relatos de crímenes de horror medievales; otros en cambio, aseguran que el lugar le corresponde a El Asno de oro, al juez chino Ti Yent-Tsie del siglo VII o a Las mil y una noches donde se esclarecen varios asesinatos, otros más mencionan las novelas góticas y las novelas de folletín o por entregas. Lo cierto es que el típico género policiaco clásico anglosajón se distingue por presentar un delito o crimen que es resuelto por las deducciones racionalistas de un detective; ejemplo de ello son las conocidas narraciones de la inglesa Agatha Christie.[9]En 1923 Carroll John Daly da a conocer en Estados Unidos el primer detective duro(hard-boiled) llamado Race Williams, su hazañas se imprimen en la revista Black Mask. Otro de los orígenes del "género negro" que se menciona es "The Old Detective´s Pupil"(1884) de Nick Carter y los llamados detective pulps. A los detectives duros se les asocia con la violencia, el crimen, el peligro, el cinismo, el poder y el sexo. Según críticos, el término novela negra surge en Europa

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cuando se toma el adjetivo de obras impresas en la Serie Negra o Série Noire de la editorial Gallimard fundada en 1945, otros dicen que se toma de la revista estadounidense Black Mask fundada en 1920. También se señala la posible confusión del adjetivo negro con la novela inglesa gótica y la proveniente de Estados Unidos. El término film noir se ha asociado con las películas estadounidenses de los años 30, 40 y 50, entre ellas algunas adaptaciones de novelas de detectives duros. [10]Si se va más allá de las crónicas de Indias, se encontrarán otros textos antiguos en los cuales también se fusiona lo real y lo ficticio; tal es el caso de La Ilíada.[11]Para quienes hemos vivido en México llegaremos tal vez a similares obviedades.[12]La antigua jerga callejera de la ciudad de México se puede observar en varias películas de los años cuarenta y cincuenta de la Época de Oro en las cuales se presentan diversas transposiciones lingüísticas, algunas de ellas aquí mencionadas. Estas formas enclíticas podrían haberse originado de los modos imperativos en donde se coloca primero el mandato, luego el pronombre singular, en este caso, femenino como sucede en los siguientes ejemplos: mándala, pésala, entre muchos más. De ahí que el pronombre singular femenino "la" antes de una conjugación verbal de tiempo pretérito indicativo como la mandó, la pesó, se vuelvan mandóla, pesóla, y tantas más. También podría deberse al caló de los pachucos quienes traducirían literalmente del inglés al español el verbo en pretérito luego el pronombre. Por ejemplo: he helped her (él)ayudóla; las demás conjugaciones verbales en pretérito indicativo seguirían la misma estructura -he brought her (él)trajóla. Uno de los personajes más representativos del pachuquismo en el cine mexicano fue el popular actor Germán Valdés alias Tin-Tan.[13]En el apartado III se amplía esto. [14]Los trabajos sobre la minificción de Violeta Rojo y Lauro Zavala ponen en entredicho las afirmaciones del veracruzano Luis Arturo Ramos.[15]Al menos en México, estudiantes de secundaria y preparatoria -con profesores/as sobresalientes/as- saben que en el XIX abundaron las publicaciones con protagonistas “del universo femenino” de “autores” españoles y latinoamericanos. Además el veracruzano Ramos exhibe con tal queja su creencia de que las ingenieras en sistemas computacionales, las astronautas, las científicas, por mencionar unos cuantos ejemplos, no conforman “históricamente” los discursos biológicos de que las mujeres son “emoción” y los hombres “raciocinio”. Habría que indagar si históricamente "los" que

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han estudiado o ejercido carreras opuestas al raciocinio son "femeninos" y nada inteligentes. Si esto fuera "la verdad", quedarían libres de improperios sociales los hombres que han estudiado oficios sumamente “masculinos”. Y en cuanto a la "verdad" que el mismo veracruzano Ramos le exige a “los reportajes periodísticos”, no es factible en el “mundo real” de medios informativos masivos; así lo han demostrado, entre otros muchos más, los de los periodistas estadounidenses Janet Cook y Jayson Blair, o los relacionados con los crímenes contra mujeres estudiantes de ingeniería por un individuo de 25 años que no había logrado pasar los exámenes de ese departamento en la Universidad de Montreal, Canadá. Los medios de comunicación masiva divulgaron que estaba loco, pero no exteriorizaron que mientras les disparaba a las estudiantes les gritaba "you´re just a bunch of fucking feminists", asesinando a 14 y dejando a 9 heridas el 6 de diciembre de 1989. Sin duda esto reflejó, en aquél día, el miedo de tantos machos resguardados detrás de las promulgadas disertaciones freudianas de la supuesta “envidia del pene". La “violencia de género” o últimamente denominada “violencia machista” empieza desde los muy viejos y disformes recursos metafóricos misóginos-machistas. Uno de ellos es el que usa el veracruzano Ramos para referirse a la situación de la frontera Ciudad Juárez-El Paso:los matrimonios mal avenidos, que se soportan y malquieren bajo la certidumbre de que el divorcio definitivo implicará la muerte... Muy cierto esto último. A nivel mundial muchos de los crímenes contra mujeres han sido perpetrados por el creído dueño-esposo-agresor que se negó a darle el divorcio a su objeto-propiedad-esposa. Los asesinatos contra mujeres y otros puntos iguales se exponen en “Anotaciones a Cosecha de mujeres de Diana Washington Valdez”.[16]La atención más difícil de acaparar a nivel mundial -por los numerosos juegos electrónicos, usos de computadoras y demás avances tecnológicos- es la de los niños y las niñas con/sin recursos quienes están muy lejos de brindarles incluso su preciado tiempo a los pequeños decires literarios.[17]Ciudad Juárez: una frontera en crisis(2004), publicación en la cual se recopilan ocho trabajos del periodismo joven de la frontera Juárez-El Paso. La periodista Cinthia Camacho se refiere a la competencia entre algunas ONG´S, particularmente alude a la Casa Amiga de la activista Esther Chávez Cano quien entra en pugna con el pintor danés Gino D´Artalia porque no quiere compartir los cuantiosos donativos asignados a ayudar a las familias de las niñas, jóvenes y mujeres “muertas”, información documentada en el reportaje: “ONG´s en Ciudad Juárez generan confusión y desconfianza”.

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[18]Si esto fuera Verdad, hoy en día los y las investigadoras de otros países no podrían estudiar las culturas maya y azteca, o las eras de la Nueva España e Independencia, por dar algunos ejemplos, porque ni siquiera son de esos tiempos. Recordando lo dicho por Huberto Batis de que tiempo atrás Agustín Yáñez le había aconsejado que tuviera mucho cuidado a la hora de criticar duramente los trabajos de colegas con cierto poder porque podrían tomarla contra él y perjudicarlo en su futura profesión. Al paso del tiempo Batis ha podido comprobar que Yánez tenía razón, pues ha pagado con creces el haber criticado hace muchos años un artículo de Fernando Benítez, profesor universitario del Depto. de Filosofía y Letras de la UNAM que aún vive. Seguramente si éste hubiera sido criticado por un gay, una “mujer” o una lesbiana, los obstáculos para evitarle un ascenso hubieran sido inenarrables! De estas “mafias literarias” compuestas por gru-pillos de seudointelectuales da cuenta Enrique Serna en El miedo a los animales, texto mencionado en “La crónica policial del periodista-detective:Sergio González Rodríguez”. [19]Cuando a este cantautor le preguntaron en una entrevista sobre su orientación sexual respondondió sin tapujos: "lo que se ve, no se pregunta". Para nadie era un secreto en México que Juanga es homosexual, sobre todo después de que su exsecretario, Joaquín Muñoz, publicara en 1985 su biografía no autorizada con fotografías muy explícitas en las cuales está con acompañantes menores de edad y que el propio Muñoz admite habérselos llevado al cantautor, era una especie de reclutador de jovencitos para postrituirlos. La popular canción Noa, Noa del hijo adoptivo de Juárez es una apología a los gays.[20]En el apartado I: “Pero a todo esto, cuáles muertas” se estudia Las muertas de Jorge Ibargüengotía, entre otros textos relacionados con el tema.

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I

Pero a todo esto, ¿cuáles muertas?

A Juaritos Raúl Matute

...son las muertas de Barrio...Ahí están...revolcándose en sus tumbas, en la bolsa en que las dejó... Patricio Martínez García, Gobernador Priísta del Estado de Chihuahua(1998-2004)

Por supuesto que no son las 'muertas de Barrio'...el gobernador está psicológicamente desajustado... Francisco Barrio Terrazas, Gobernador Panista del Estado de Chihuahua (1992-1998)

En 1977 la editorial Joaquín Mortiz publicó Las muertas del autor intelectual Jorge Ibargüengoitia quien fuera originario del Estado de Guanajuato, México. Antes del primer capítulo de la obra él mismo anuncia que "algunos" hechos son reales menos los personajes. Con este nada fortuito aviso se irán anulando los límites entre los acontecimientos ficticios y los, supuestamente, relacionados con los crímenes contra jóvenes sin recursos prostituidas en San Francisco del Rincón, Gto. Autoridades de este lugar habían protegido a las hermanas González Valenzuela alias “las Poquianchis”[1] hasta el 12 de enero de 1964.

Al preguntársele a Ibargüengoitia por qué había escrito Las muertas, contestó que sobre el caso se habían difundido muchas mentiras que evidenciaban "todas las taras del periodismo: sensacionalismo, morbosidad, pasiones". Por ello,

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para escribir su obra tomó información de los expedientes y de lo que no se había divulgado en los medios masivos con el propósito de reflejar su propia “visión”. Tampoco al autor le pareció conveniente entrevistar a las Poquianchis en la cárcel si: “ya habían sido condenadas y hubiera sido imposible hablar con ellas”. En la situación en la que se encontraban las hermanas González Valenzuela, difícilmente le habrían contado a Ibargüengotia "los hechos" sin manipularlos e inventarlos a su favor.

Otro de los factores primordiales para la creación del texto basado en los supuestos hechos de las hermanas González se encuentra en el título de la obra. El autor de Dos crímenes(1979) había enfatizado que: "nadie pudo recordar el nombre de una de las muertas". Asimismo, hizo hincapié en su interés por leer la "nota roja con frecuencia sin ser sanguinario ni...morboso" [ya que] presenta...un panorama moral de nuestro tiempo y ciertos aspectos del ser humano que para el hombre común y corriente son...desconocidos, resaltando el autor que era más probable morir en manos de un "fanático", a ser campeón de "la carrera de los cien metros planos o...diputado".[2] Contra toda predicción verosímil, el guanajuatense muere en un accidente aéreo; las probabilidades de perder la vida como el famoso cantante John Lennon se revirtieron en aquel insospechado 27 de noviembre de 1983.

Ibargüengoitia ya había adelantado en Estas ruinas que ves(1975) que estaba escribiendo sobre las Poquiachis, pero Las muertas sale a la luz pública trece años después de haberse puesto al descubierto el caso del género rojo[3] más difundido en el México aún presidido por Adolfo López Mateos(1958-1964). El incidente que retuvo la atención de la ciudadanía del país mediante diveros medios de comunicación electrónicos e impresos, estos últimos como la revista semanal Alarma!, la cual llegó a vender con el escándalo millones de ejemplares al mes, dio lugar a historietas, corridos y en 1976 a la película Las Poquianchis del cineasta Felipe Cazals –quien aseguró a un diario capitalino que a Ibargüengoitia le había disgustado el adelantado estreno de su película-, entre otras formas de expresión relacionadas con lo sucedido en Guanajuato.

Algunos de los primeros filmes mexicanos del género rojo podrían ser La banda del automóvil gris(1919) de Germán Camus estrenada tres meses antes que El automóvil gris(1919) de Enrique Rosas. Las dos cintas exponen los atracos de una banda de asaltantes con uniformes de militares que operó de 1913 a 1915, habían llegado a atemorizar a los habitantes acaudalados de ese tiempo. Un detective es el que descubre a los transgresores de la ley: en la primera cinta se le llama

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Maclovio, en la segunda es el mismo investigador del caso real Juan Manuel Cabrera. Luego de ser arrestados los culpables se les fusila menos al cabecilla Higinio Granda quien era un expresidiario español. Según algunos estudiosos, el final de la película de Rosas es la escena real que el director había filmado en su momento, también se han puesto en duda si algunos asaltantes eran exsoldados, si el automóvil era de color gris, entre otras.

Ahora bien, críticos/as especializados/as en el género policiaco –varios de ellos todavía se contradicen sobre la existencia de uno en México- han querido clasificar sin mucho éxito Las muertas bajo las estructuras clásicas y/o negras; a éstas últimas Jorge Luis Borges las denominó "violencias sexuales". Hace algunos años el periodista Federico Campbell dijo que las clasificaciones académicas o no suelen ser una "manía", especialmente cuando le asignan un color a "las novelas". Para este también nada tradicional narrador tijuanense "la criminal mexicana" debería ser reconocida de forma "arbitraria" como la "novela roja", pues llevaría el color con el cual la gente del país asocia "la sangre y los hechos de sangre" de "las páginas policiacas" de diarios llamadas -absurdamente, dice el autor- "nota roja".[4] Además ironiza con los posibles títitulos del futuro nacimiento de dicha novela, que para él sería hiperrealista porque está seguro de que en ella todavía no se escriben los verdaderos nombres de los personajes, sugiriendo:Personas desaparecidas, El autor intelectual, Cárceles clandestinas, La reina de las pruebas. En este momento sería conveniente recordar que los componentes más elementales de textos indefinibles, como Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz(1985) de Leñero cuyos personajes sí tienen “nombres verdaderos”, siguen siendo un dolor de cabeza para los estudiosos que quieren clasificarlos.

Y el género rojo no ha sido sólo parte de “las páginas policiacas” de medios impresos; ya desde las ejecuciones públicas de los inquisidores de la Nueva España había ciudadanos interesados en los espectáculos sangrientos -fueran o no sanguinarios y morbosos, habría dicho el autor de Las muertas. En respuesta a las aseveraciones de Campbell existen los posibles orígenes del género rojo azteca, de entre los cuales se encuentran las noticias rojas de la Inquisición, que han puesto en jaque los creídos espacios literarios y los del mismo género policiaco negro estadounidense. Prueba de ello son las primeras hojas volantes, las narraciones de Riva Palacio y las de Payno con sus bandoleros-policías inevitablemente fronterizos; o los corridos mexicanos en los que se han novelizado las hazañas

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de delincuentes decimonónicos y hasta la fecha las de narcotraficantes, incluyendo la imaginaria "Reina del Sur" de quien el narrador Arturo Pérez Reverte y el grupo musical mexicano "Los Tigres del Norte" dieron sus propias versiones.

Decía la conocida narradora, crítica y abogada María Elvira Bermúdez, a quien un día Monsiváis le confesó no citarla a veces en sus conferencias relacionadas con lo policiaco, que Entre las novelas de acción y los escuetos thrillers hechos en México no hay una línea divisoria, refiriéndose en particular a Complot mongol de Rafael Bernal y a La cabeza de la hidra de Carlos Fuentes. Para la autora mexicana de tantas obras de un género sumamente discordante de los códigos estadounidenses, ingleses y franceses: el abordaje de lo policiaco en la narrativa[azteca] ha sido esporádico, exiguo y, en ciertos casos, híbrido. Conforme a Bermúdez, algunos de los textos que ejemplifican el “hibridismo”, a los cuales preferimos llamar fronterizos porque se encuentran entre esas “líneas divisorias” inaprehensibles, son: Pretexta(1979) de Campbell, Crimen sin faltas de ortografía de Malú Huacuja, Asesinato de Leñero, Carta del más allá de Torcuato Luca de Tena, El callejón del muerto de Luis Méndez Asuncio, Dos crímenes y Las muertas de Ibargüengoitia; incluso estudiosos han llamado al libro de Leñero "novela sin ficción".[5] Por su parte, el autor mexicano galardonado con el Novel de Literatura puntualizó en relación al controversial texto Las muertas lo siguiente:

Ibargüengoitia, sin inventar nada o apenas nada, hace del relato de esos hechos no una crónica periodística ni un estudio de sociología criminal sino una obra de arte.[...]Al acabar el libro, respiramos y, no sin hipocresía, nos decimos: ¡Parece mentira![...]La historia que nos cuenta...no sólo no es verosímil, a pesar de ser real, sino que nos parece increíble.[...]Serafina, la madrota ¿es una criminal o una apasionada? ¿La pasión la lleva al crimen? ¿O el verdadero nombre de esa pasión es pasividad? [...]...las pasiones –la avaricia de Arcángela, la sexualidad de Serafina- están enlazadas a las instituciones, las clases y los poderes sociales.[...]...es...el relato de un crimen y el retrato de un México, uno entre los muchos que componen nuestro país.[...]Al leer ciertos pasajes de Las muertas...los más crueles y terribles, no podemos evitar la risa.[...]La risa es una defensa contra lo intolerable. También es una respuesta al absurdo.[...]Si aceptamos que la realidad es dudosamente real y que, además, es absurda y, por lo tanto, risible,

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¿cómo podríamos decir que Serafina es culpable o que Arcángela es criminal? Jorge Ibargüengoitia es uno de los mejores novelistas hispanoamericanos y Las muertas es una de sus mejores novelas.

Otras publicaciones mexicanas anteriores a Las muertas y que también le dieron un giro de trecientos sesenta grados a lo literariamente correcto en el país fueron, sin lugar a dudas, Ensayo de un crimen(1942) de Rodolfo Usigli quien fuera un excelente maestro de Ibargüengoitia, Crímenes ejemplares(1957) del español radicado en el país azteca Max Aub, Los albañiles(1964) de Vicente Leñero, De perfil(1966) de José Agustín, Complot mongol(1969) de Rafael Bernal, Chin chin el teporocho(1971) de Armando Ramírez, La noche de Tlatelolco(1971) de Elena Poniatowska, entre varias más de las cuales algunas refutan la Verdad con mayúscula. Por ejemplo, en La noche de Tlatelolco se hace mediante el uso de varias formas discursivas ajenas a los parámetros literarios convencionales del occidente, siendo una de ellas el testimonio. Y a través del texto Los albañiles, hecho película en 1976, se presentan diferentes versiones que en ocasiones los trabajadores cambian en relación al asesinato del velador de una construcción, cada uno tenía motivos para asesinarlo; al final no se sabe quién es el homicida o si murió el velador. De los textos publicados en Argentina destacan así mismo las interacciones con géneros fuera de los límites literarios de entre los cuales se encuentran Los lanzallamas(1931) de Roberto Arlt, "La muerte y la brújula"(1942) de Borges, El túnel(1951) de Ernesto Sábato, la supuesta primera "novela sin ficción" latinoamericana Operación masacre(1957) de Rodolfo Walsh, Boquitas pintadas(1969) de Manuel Puig o la publicación en el formato de historieta Fantomas contra los vampiros multinacionales(México 1975) de Julio Cortázar. Desde Cuba se lanza Tres tristes tigres(1965) de Cabrera Infante. Puerto Rico deja oír a un ritmo sonoro La guaracha de Macho Camacho(1976) de Luis Rafael Sánchez. Y el catalán Eduardo Mendoza había publicado, según críticos nacionales e internacionales, su inigualable obra La verdad sobre el caso Sabolta(1975). En el texto mendociano se van confrontando las pugnas sociopolíticas en Barcelona surgidas después de la primera guerra mundial, y es a través de notas periodísticas, citas de libros, expedientes policiacos, entre otros elementos, que se van exponiendo diferentes versiones en relación a esa era y al asesinato del personaje Savolta quien se dice era en vida real un exitoso empresario. La obra de Mendoza sale a la luz pública en el mismo año que

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Ibargüengoitia se adelanta a anunciar en Estas ruinas que ves lo relacionado con "las madrotas asesinas" de "Pedrones" en donde dice que para escribir la historia había juntado entre otras cosas "las fotos de las putas, la historia de los burdeles", coincidiendo de este modo con los discursos narrativos no tradicionales de sus antecesores, entre ellos Leñero, Poniatowska y el catalán Mendoza. En cuanto al tema de la prostitución, ya había reaparecido en varias obras latinoamericanas como El lugar sin límites(1966) de José Donoso y Pantaleón y las visitadoras(1973) de Mario Vargas Llosa. La obra del chileno tiene de madame a un travesti que regenteaba el burdel de una población no urbana y es asesinado a golpes por un homosexual en el clóset que se sentía atraído por la Manuela. Años después de haberse escrito la obra se hace película en México; la dirige y hace la adaptación Arturo Ripstein esto último junto con Manuel Puig. En el texto de Vargas Llosa se le asigna al capitán del ejército Pantaleón Pantoja, hombre "sin vicios", la labor de estar a cargo de un centro de "visitadoras" para los soldados en la zona selvática Iquitos, la narración se va dando por medio de humorísticas transmisiones radiofónicas, del género rojo, cartas, himnos, entre otras formulaciones discursivas no tradicionales –algunas usadas anteriormente por Arlt y Puig- para exhibir el actuar del ejército nacional que refleja la situación sociopolítica y económica del país del propio autor.

A los inicios del siglo XX en México se había publicado con mucho éxito Santa. La historia gira en torno de una joven de zona rural que es burlada por un soldado, su familia la corre de la casa, por lo que se va a la capital donde cae en la perdición de los vicios citadinos, se vuelve prostituta y después muere de cáncer. En el año de 1932 la obra de Federico Gamboa se lleva a la pantalla grande, y en 1978 se hace una telenovela que protagonizó la actriz mexicana Tina Romero. Durante el sexenio del presidente Miguel Alemán(1946-1952) predominaron las películas de rumberas de origen humilde en donde se mostraba la vida nocturna de los cabarets al servicio de las clases pudientes. En los años que Luis Echeverría Álvarez(1970-1976) presidía México con su lema "Arriba y Adelante", quien además buscaba rescatar lo popular del país y reelegirse, nació una corriente de películas de ficheras de muy bajos presupuestos donde no faltaron las clásicas tipificaciones de homosexuales, las jóvenes mujeres con poco ropa o desnudas y los hombres albureros sin los esperados atractivos visuales masculinos. La fórmula populachera de estas películas la retoma José López Portillo(1976-1982) a través de su hermana Margarita quien

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queda al frente de la Radio, Televisión y Cinematografía(RTC). La primera cinta de ficheras del periodo echeverrista fue Bellas de noche(1974), le siguió los pasos Las ficheras(1976); en la era lopista se filmó Pantaleón y las visitadoras, entre varias más. El mismo cineasta Indio Fernández, muy aparte de los productores de las películas de ficheras, escribe la historia de un burdel, dejándole la adpatación a José Revueltas; la fallida película llevó el nombre de Zona roja(1975).

A lo largo de los años históricos se han observado en las sociedades latinoamericanas que un gran porcentaje del género masculino suele llamar "putas" o usar sus eufemismos más conocidos -las de la vida galante, las de la vida fácil, las del oficio más antiguo; representadas en varias películas mexicanas de la Época de Oro- para señalar con el dedo a las que transgredían las convenciones de la sociedad. La "puta" tentadora, seductora y, por ende, pecadora se vincula al mito bíblico de María Magdalena, la más nombrada a lo largo de la Historia mundial y que por haberse arrepentido de sus pecados, Cristo la salvó. Después de la conquista española, el arrepentimiento de la seductora y tentadora Magdalena se propagó en los valores instituidos por las familias católicas mexicanas, incluso la Malinche-traidora-“puta” llegó a ser una versión idónea para tratar de controlar a las mujeres de la Nueva España. Conforme a la Biblia, al resucitar Cristo se mostró primero ante Magdalena y las mujeres que visitaban su tumba. Ningún apóstol sabía el día de su resurrección. Magdalena era una mujer inteligente, el mismo Cristo lo reconoce, guapa, acaudalada, viuda y sin familiares protectores, de allí los rumores de su mala reputación. A partir de Magdalena se difundió socialmente en países latinoamericanos que las mujeres atractivas, sin dinero ni preparación académica a lo único que podían aspirar era a casarse con el mejor partido, continuándose con el antiguo trueque de objeto-cuerpo-esposa por dinero-(muchas veces)viejo y feo-esposo. En cuanto a la dualidad de virgen y prostituta se difundió más con el Papa Julio II quien impulsó un burdel sagrado en Roma, luego sus sucesores Leo X y Clemente VII lo retomaron. De igual forma el Papa Inocente III estuvo a favor de los burdeles en la capital romana; llamaba a las prostitutas vírgenes solteras. Conforme a especialistas en la materia, parte de las ganacias del prostíbulo Papal se destinaba a las hermanas de la congregación de Santa María Magdalena lo cual sugería que las prostitutas y las monjas eran las mismas. También desde hace siglos han existido, según los heterosexuales, "los" que no coinciden con los roles asignados a su "género"; hoy

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denominados de forma peyorativa "putos", “maricones”, “jotos”, “puñales”, por ende, “femeninos”. Son crudas las exposiciones de homosexuales en obras como la de Donoso y otras tantas porque sus conductas son aún más repudiadas en las sociedades machistas. Y es todavía más grave que los "putos" se vistan de mujer. Por años la burla, la humillación pública y los asesinatos de varios de ellos carentes de un gran nivel socioeconómico e influencias en México –no sucede lo mismo con el famoso cantautor homosexual Juanga a quien siempre le celebran sus ocurrencias hasta los creídos “no putos"- han sido pruebas fehacientes de una intolerancia clasista hacia determinados grupos de orientación sexual diversa. Uno de los escándalos más grandes en la era de Porfirio Díaz, que se divulgó a través de medios impresos, un grabado de Posada y un corrido musical, fue el de los 41 homosexuales arrestados en una fiesta por estar vestidos 19 de mujeres y 22 de hombres. Se dijo que el yerno de Díaz era el número 42 pero tuvieron que dejarlo libre. A partir de este suceso, el cuarenta y uno se utiliza en México para señalar a los homosexuales. Siglos atrás Santo Tomás de Aquino había creído que estando a favor de las prostitutas lo sodomitas se acabarían. Contrario a los casos homofóbicos, machistas y clasistas mencionados, surge la pregunta de si alguna vez habría existido la posibilidad de narrarse otras versiones de conocidos textos latinoamericanos con los títulos de Putos asesinos y Memorias de mis putos tristes, o la del ibérico dieciochesco “El arte de los putos”.

En la década de los años setenta del XX, el crimen se había incrementado a la par de la población en el Distrito Federal, sorprendiendo a sus habitantes y a los del resto del país. Uno de los asesinatos más sonados de esa era fue el de Jaime Antonio Huerdo Flores, joven drogadicto de 21 años, quien había asesinado por dinero a su abuela y a la empleada doméstica; los medios de comunicación lo llamaron “El estrangulador de Coyoacán”. A mediados de 1975 se dio a conocer el caso del narcotraficante cubano-estadounidense, nacionalizado mexicano, Alberto Sicilia Falcón quien desde 1971 había introducido cocaína de Colombia a Estados Unidos vía Tijuana, Tecate y Mexicali; su centro de operación era el DF. Ya encarcelado se escapa en 1976 de la prisión con tres de sus cómplices, saliendo a relucir los privilegios carcelarios que tenían estos prisioneros al pagarle a Edilberto Gil Cárdenas, entonces jefe de vigilancia de la cárcel Lecumberri, cuantiosas sumas de dinero; después es recapturado Sicilia Falcón. A éste se le llegó a vincular con Arturo Durazo Moreno, jefe de la Dirección de Policía y Tránsito del Distrito Federal del periodo lópezportillista.

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En el año en que Sicilia Falcón se fuga de la cárcel se filma la película El apando, argumento tomado de la obra homónima revueltiana de 1969 donde se expone la corrupción carcelaria y la violencia contra los presos, entre otras denuncias. Los encargados de escribir el guión cinematográfico fueron José Agustín, a quien la judía-mexicana Margo Glantz llamó uno de los padres del presunto movimiento literario La Onda -aseveración refutada abiertamente por aquél-, y el propio José Revueltas autor de varios artículos del género rojo en el periódico El Popular. Es evidente que las "innovaciones narrativas" no nada más han exhibido los cambios sociopolíticos, pues Las muertas se publica también un año después de que el expresidente Echeverría Álvarez tomara por sorpresa a, la hoy casi inexistente, clase media con una de las devaluaciones del peso mexicano más recordadas. La furia de este grupo socioeconómico se la heredó a López Portillo, presidente del entonces único partido político que duró hasta finales del siglo XX. Mediante el sexenio lópezportillista se había empezado a delinear, para los siguientes sucesores presidenciales, el teje y maneje del país azteca con el hilo conductor de todos los tiempos: el-nar-co-trá-fi-co.

Es significativo que además de lo previamente expuesto, Las muertas coincide con lo narrado en "La verdad sobre el caso del señor Valdemar"; título parecido a la muy difundida obra mendociana. En el relato de Edgar Allan Poe, el narrador experto en hipnotismo, hace alusión a las mentiras difundidas en torno al caso de su amigo el señor Valdemar, por lo que decide lo siguiente:El momento ha llegado de que yo dé a conocer los hechos -en la medida en que me es posible comprenderlos-. Cuenta que se había propuesto hipnotizar a alguien que estuviera a punto de morir para saber, entre otras cosas, si la muerte seguía su curso. A sabiendas de que a su buen amigo Ernest Valdemar le quedaba muy poco tiempo de vida, le propone el trato y lo acepta. Después del trance hipnótico el moribundo logra vivir más de seis meses, sorprendiendo a sus dos médicos, enfermeros y al amigo. Durante ese tiempo el hipnotizador le preguntaba a Valdemar si estaba durmiendo, él al principio contestaba:ahora duermo. ¡No me despierte! ¡Déjeme morir así!", luego le decía "Me estoy muriendo", "ahora estoy muerto", para casi al final del relato pedirle urgentemente a su amigo que lo durmiera o lo despertara porque sabía que su último día había llegado:¡Le digo que estoy muerto![...]¡Muerto! ¡Muerto! Al tratar de sacar al señor Valdemar del trance hipnótico, se le "deshace", se “le pudre” entre sus manos ante la mirada de los ahí presentes.

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Ibargüengoitia, narrador, dramaturgo, crítico y periodista adelanta lo que habría de ser la forma narrativa por demás ambigua de Las muertas con su respuesta al ataque que le hiciera Monsiváis por haber enjuiciado a Alfonso Reyes:Los artículos que escribí son los únicos que puedo escribir; si son ingeniosos es porque tengo ingenio, si son arbitrarios es porque soy arbitrario, y si son humorísticos es porque así veo las cosas. Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es un cándido, y quien creyó que todo fue en broma, es un imbécil. La esposa del autor guanajuatense decía que Él era muy directo, por eso mismo tenía reputación de tener mal humor.

Una génesis más amplia de LM se encuentra en la entrevista que le hicieron a Ibargüengoitia a principios de 1978, a continuación se citan las partes más relevantes:

Lo que me interesa...es presentar la realidad según la veo...El término comedia...significa algo muy concreto: se trata de una visión parcial de las cosas, de ver la realidad en un sesgo en el que todo es un poco grotesco y presentarlo como tal. La comedia supone una simpatía del escritor con el personaje...En Las muertas hay ciertas situaciones que a muchos les da risa...Que alguien crea que se puede curar a una persona planchándola puede ser ridículo, pero la situación no deja de ser terrible, porque están matando a alguien. Es grotesco, pero no tiene por qué dar risa...Generalmente trato de escribir sobre algo que me produce cierta simpatía. En Las muertas...aparecen las hermanas Baladro que son unas madrotas...a pesar de lo que hayan hecho, tienen que tener una vida personal que sea simpática...Pero todo tiene que estar justificado, tiene que haber un equilibrio...Yo nunca he estado en un burdel de manera tan consuetudinaria como para conocer los enredos que hay entre las putas y las dueñas. Me lo imagino[énfasis nuestro].

Según la información de los periódicos[sobre el caso de las Poquianchis] todos los personajes eran espantosos. Lo que me interesaba, entonces, era meter a esa gente en la realidad, hacerla comprensible(énfasis nuestro) no verla como los periódicos...decidí que lo que había que hacer era volver a inventar la historia a partir de los datos que tenía, de los periódicos y las actas del proceso. Esto era mucho más interesante y, en el fondo, mucho más cierto. Como digo en la primera página del libro, los hechos son más o menos reales pero los

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personajes son imaginarios. Porque no es la historia de las Poquianchis sino la historia de unas señoras que yo inventé, a las que les pasaron las mismas cosas que a las Poquianchis.

Igual que el personaje-hipnotizador del Sr. Valdemar quien empieza a contar “los hechos” “en la medida en que” [le] es posible comprenderlos”, Ibargüengoitia trata de “meter a esa gente[de Guanajuato] en la realidad, hacerla comprensible” en su texto Las muertas. Para ello el guanajuatense se vale de un obvio narrador imparcial que cuestiona distorcionando, al estilo de los esperpentos valleinclanescos, la “Verdad Oficial” (similares cuestionamientos había hecho Usigli en su obra, gran maestro de Ibargüengoitia) que se difundió acerca de las tres hermanas González alias las Poquianchis: Delfina, María de Jesús y María Luisa. A lo largo de la obra el narrador cuenta la historia a través de frases dubitativas y las usuales de rumores, al mismo tiempo utiliza actas ministeriales, careos, un telegrama, el género rojo, el rumor, expedientes, una cuenta de indemnización, remedios caseros, un libro de registro de cuentas, una fotografía, un epílogo, apéndices y paréntesis en forma de acotaciones con las cuales va re-construyendo hipotéticamente lo que no se había publicado en los medios de comunicación masiva ni escrito en los expedientes de las “madrotas”. La historia que se va dando entre la ficción y la supuesta “realidad” –modo narrativo ambiguo anunciado desde antes del primer capítulo por el mismo Ibargüengoitia- empieza con la inconfundible frase "Es posible imaginarlos" que llevará a la evidente creación de numerosas posibilidades. De esta forma el narrador imparcial va dando a lo largo del texto su “visión” de los presuntos hechos, de lo que tal vez sucedió y no sucedió; interrogantes que llevan a más interrogantes. Hay que tener presente que el guanajuatense escribió LM porque de acuerdo a él (su “visión”) se habían dicho muchas mentiras. Y es precisamente a través del frecuente uso de expresiones dubitativas que el narrador imparcial de la historia pone en tela de juicio las divulgaciones oficiales sobre los crímenes de las hermanas Baladro. Con ello le va proporcionando al lector/lectora varios datos en forma de “hipótesis”-“suposiciones” para que también pueda re-construir “los hechos”, y así tenga su propia ”visión” que quizá será inconclusa. Porque lo contado en el texto del guanajuatense no tiene un punto final, nada es conclusivo; las suposiciones anulan cualquier versión única. Tales estrategias discursivas le sirven al narrador imparcial para exhibir el reverso de sus personajes-teatrales que coinciden

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con los esperpentos de Valle-Inclán mientras deambulan por estructuras parecidas a acotaciones en LM. Según declaraciones de Ibargüengoitia, él había intentado escribir primero una obra de teatro sobre las hermanas González alias las Poquianchis, pero terminó siendo el texto que desde su publicación se conoce y estudia en varias partes del mundo.

Serafina y Arcángela son parte del revés y el derecho de una supuesta sociedad tradicional, de funcionarios públicos municipales y estatales, así como de policías parecidos a los bandidos-policías de Payno que sin la protección de éstos las hermanas incriminadas no hubieran reclutado a jóvenes, algunas casi niñas, de escasos recursos de diversas regiones mexicanas. Las dueñas de los burdeles, según se relata especulando, las prostituían, las hambreaban, las maltrataban físicamente y a algunas de ellas las habían asesinado. Sumado a ello, se van poniendo al des-cubierto las formas erróneas y arbitrarias en las que procedieron las autoridades correspondientes y los medios masivos de comunicación que se beneficiaron con lo sucedido en Pedrones: La primera noticia del caso de las hermanas Baladro apareció en la página 8 del Sol de Abajo, en una sección fija intitulada “Noticias de Concepción de Ruiz. Con la llegada de las primeras hojas volantes a la Nueva España, la explotación comercial de la noticia se volvió el objetivo principal de los empresarios de la información latinoamericana.

Algunas de las versiones contradictorias relacionadas con los hechos del pueblo ficticio de Pedrones por más de doce años, y que quedaron registradas en las actas del Ministerio Público son: las de las afectadas, las de los testigos “mirones”, Metinides los llamaría así; las de los cómplices, las de los dos amantes de una de las madrotas -uno era el capitán Bedoya-, y las de las propias trangresoras de la ley -las hermanas Arcángela, Serafina y Eulalia Baladro. Al mismo tiempo con este procedimiento oficial se va exhibiendo la aún existente burocracia y los dudosos métodos empleados por el Ministerio Público del país: Recogida la declaración, levantada el acta y firmada, el agente hizo el trámite de costumbre, que consistía en dar parte a sus superiores, señalar a la presunta responsable y pedir al C. Procurador del Estado de Mezcala que pidiera al C. Procurador del Estado del Plan de Abajo que pidiera al agente del Ministerio Público de Pedrones que pidiera al jefe de la policía del citado pueblo, que aprehendiera a la señora Serafina Baladro...

En la era echeverrista se había encarcelado al narcotraficante cubano-estadounidense Alberto Sicilia Falcón quien tenía su centro de operaciones en el Distrito Federal.

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En LM se hace alusión al narcotráfico, a plantíos de amapola y a los vendedores de droga siendo Humberto Paredes, el hijo mayor de Arcángela Baladro, uno de ellos quien después muere a tiros: el hijo de la señora era abastecedor de drogas; no sólo era delincuente, sino que había sido denunciado y estaba prácticamente preso. Igualmente se menciona el pasaje acaso de un personaje ficticio funcionario público homosexual, el licenciado Sanabria secretario particular del gobernador de Mezcala, quien saca a bailar a Escalera, empleado de las hermanas Baladro, en la inauguración del tercer burdel. Los ahí presentes -líderes obreros, alcaldes, diputados municipales y gerentes de la banca- se sorprendieron mucho al verlos bailar un danzón; después Sanabria quiere seguir bailando con otros "señores" invitados, pero ninguno acepta, sintiéndose muy ridiculizado frente a todos los ahí reunidos y culpando a las Baladro “por haberlo puesto en la tentación”, en ellas cae la culpa y no en él, una especie de Adán tontísimo y Evas tentadoras; después el secretario se venga de las hermanas.

Las dueñas de los tres burdeles habían sido protegidas por autoridades hasta la llegada del nuevo gobernador de Plan de Abajo quien prohibió la prostitución en el estado e hizo valer la "Ley de Moralización" aprobada en 1962:la prostitución y el lenocinio hace delincuentes hasta a los que entregan refrescos en los burdeles. Se dijo que esto había afectado a muchas personas que dependían “directa o indirectamente” de los burdeles, encontrándose de pronto policías y varios funcionarios públicos con menos ingresos. Pero a pesar de haberse clausurado los prostíbulos, las Baladro siguieron con el negocio de manera clandestina. Ya en la cárcel Arcángela y Serafina sentenciadas a treinta y cinco años (y sin haberse aprehendido a ninguno de sus cómplices con obvio poder e influencias) se buscaron nuevas formas de ganarse la vida. Se dijo que siendo prestamistas habían juntado mucho dinero, aludiéndose con ello a la corrupción en los mismos centros carcelarios mexicanos. A las hermanas Baladro se les acusó de:homicidio en primer grado...privación ilegal de la libertad, maltrato físico y moral, posesión ilegal de armas de fuego...corrupción de menores, lenocinio, privación de ingresos a un tercero, dolo, ocupación ilegal de una propiedad incautada, violación de las leyes de inhumación, violación de las leyes de tránsito federal y del Estado, y ocultación de bienes.

En 1964 medios impresos mexicanos como Alarma! y La Prensa mantuvieron por días a sus lectores con el implícito continuará sobre el seguimiento del proceso a las Poquianchis y a sus cómplices de menor rango; no hubo condena para ningún

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influyente cómplice de las hermanas González. Las estrategias comerciales decimonónicas de empresas periodísticas que publicaban novelas por entregas siguieron vigentes en Alarma! y otros medios de comunicación masiva. Algunos de los encabezados del popular semanario fueron: SECUESTRAN NIÑAS Y JÓVENES PARA PROSTITUIRLAS!, ERAN INFERNALES LAS POQUIANCHIS, LA JUSTICIA HA DESCUBIERTO LA BESTIAL HISTORIA, se les asoció con el infierno y una bestia para deshumanizarlas con respecto a sus delitos contra menores de edad. Las hermanas González terminan con una sentencia de cuarenta años de cárcel, dos mueren durante su encierro y de la tercera no se sabe si logró salir con vida. En esta era el caso de las Poquianchis se habría seguido a través de la televisión e Internet.

Por otro lado, el escándalo de las hermanas González fue tal en los medios masivos que tres años después del incidente, Elena Poniatowska hace alusión en La noche de Tlatelolco a la mayor de las Poquianchis quien desde la cárcel le escribe una carta a su hijo. El activista Luis González de Alba, uno de los líderes de 1968, asegura que la autora miente con frecuencia, hasta en la forma de hablar de muchos/as jóvenes de esa época, entre otros graves errores detectados por el exestudiante en una de las obras aztecas más estudiadas internacionalmente.

Un pasaje importante de la obra guanajuatense y que coincide con un hecho real de los años cuarenta del siglo pasado es cuando el inspector Teódulo Cueto, quien iba caminando por uno de los corrales de los burdeles, nota que una sección de tierra estaba recién movida por lo que les pide a sus oficiales que escarben; al hacerlo se topan primero con la mano de una “muerta”. Este descubrimiento al azar tiene un gran parecido con la forma en la que se encontraron, a finales de 1942, a las cuatro mujeres que Gregorio Goyo Cárdenas había asesinado y enterrado en el patio de su casa del DF. Según lo documentado en estudios, el asesino de mujeres era un individuo muy feo, de cuerpo amorfo, huesudo, miope, usaba bigotito, no tenía dinero y era muy tímido, por lo que no tenía éxito con el “sexo opuesto”. El investigador del caso más sonado de aquél entonces en medios de comunicación mexicana, yendo por el patio de la casa de Gregorio observó que en una área había tierra recién movida por lo que empezó a escarbar con un palo, lo primero que alcanzó a ver fue un pie de las mujeres asesinadas. El estrangulador de Tacuba había estado encarcelado por 34 años, pero debido a su buena conducta salió de la cárcel en 1976; un año antes de que Ibargüengoitia publicara LM. Hoy en día el multihomicida Goyo sería el reverso del exitoso y

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millonario estadounidense Brad Pitt, actor considerado atractivo en varias partes mundo.

Así mismo hay que tener en cuenta el sexenio en el que Ibargüengoitia escribió LM. Echeverría(1970-1976) había echado del medio impreso Excélsior a los periodistas que exhibían sus arbitrarias formas de gobernar. Leñero da cuenta del denominado “golpe” en Los periodistas(1978). Este presidente vinculado con la matanza de Tlatelolco y de 1971, quería entre otras cosas reelegirse. A él se debe el inicio de las producciones de películas de ficheras en donde las mujeres eran objetos sexuales del macho mexicano; fueron muy taquilleras durante el mandato de Echeverría quien se había propuesto rescatar a toda costa lo popular de México, después le hereda el ciclo de ficheras a su sucesor López Portillo. En LM Ibargüengoitia compara la putrefacción de los altos mandos políticos de supuestas poblaciones tradicionales con la de los espacios de tres burdeles de ínfima clase que finalmente no podrían existir sin la complicidad de las autoridades, los respetables consumidores y las dueñas de los prostíbulos. El inventado y muy lejano microcosmos de Pedrones(San Francisco del Rincón, Gto.) seguía más presente que nunca en la macroera echeverrista.

En LM, además de salir a relucir el reverso de una sociedad supuestamente tradicional, junto con las corruptelas de las autoridades gubernamentales, policiacas y judiciales del Estado de Guanajuato, se expone en tono irónico que la prostitución y los vicios no son nada más asunto de las grandes urbes según lo narrado por Gamboa en su inmortal Santa(1903). En las poblaciones chicas también hay “prostitutas” y burdeles protegidos por autoridades como los de las hermanas González de los cuales en el texto uno parecía más "un convento". De nuevo la dualidad ancestral de virgen-prostituta, virgen-tentadora, virgen-demonia o vírgenes solteras que así llamaba a estas últimas el Papa Inocente III a las hoy denominadas trabajadoras sexuales o sexoservidoras.

Al final de la obra guanajuatense se indemniza a las nueve trabajadoras sexuales que quedaban, y después de haber recibido el dinero se van por rumbos desconocidos. Cuenta el narrador imparcial: "Nadie volvió a saber de ellas"; “la verdad sobre el caso de las muertas", no dudaría en decirlo Edgar Allan Poe. La historia termina con seis “APÉNDICES”, los dos últimos regresan al título e inicio de la obra. El apéndice titulado “5: La foto” es una fotografía real de 21 mujeres del caso Guanajuato publicada en el semanario Alarma!, pero en LM se pone sin sus rostros, sin sus identidades. Lo único que las identifica es un número –del

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uno al once- en los supuestos rostros de Arcángela, Serafina y las nueve trabajadoras sexuales indemnizadas. Fotografía que coincide con el mismo título de la obra: incógnitas para quedar de nuevo en más incógnitas; el propio Ibargüengotia había dicho que "nadie pudo recordar el nombre de una de las muertas", siendo el último apéndice del texto guanajuatense la gran respuesta al engranaje maquinario de los espacios de la prostitución-corrupción principalmente controlados por funcionarios públicos:

El libro de Arcángela...fue encontrado en el cuarto de ella en el Casino del Danzón. Se divide en tres partes. En la primera aparece el estado de cuentas semanal de las empleadas...La segunda sección se intitula Clientes deudores. En ella aparecen los nombres de las personas más respetables de San Pedro de las Corrientes...intereses a razón del diez por ciento mensual...Todas las cuentas están saldadas. La terecera parte del libro se intitula entregas. Es lo que paga Arcángela a las autoridades para estar en paz con el municipio...diez pesos diarios a los policías que estaban de turno en la cuadra, sesenta al Presidente Municipal, sesenta al inspector de policía, etc.

Las tres partes del libro sintetizan los objetos-productos de las Baladro a disposición de sus posibles consumidores, quienes a veces eran deudores respetables de la población, y que los prostíbulos no funcionarían sin la protección de las autoridades; una de tantas cadenas existentes de corrupción y explotación sexual comercial en México principalmente de jóvenes menores de edad, entre ellos/as niños y niñas.

A través de las estrategias del narrador imparcial se ha podido constatar que los límites entre los acontecimientos ficticios y “reales” no son aprehensibles en Las muertas por la simple razón de que hay numerosas versiones oficiales y no oficiales contrapuestas unas a otras en forma de collage; técnica del perspectivismo utilizada con antelación en Los albañiles(1964) y La noche de Tlatelolco(1971). En la obra que nos ocupa, cuáles versiones serían las más cercanas a los hechos de Guanajuato de aquél 1964 y que fueron re-creadas en tono dubitativo trece años después en LM.

No en balde, para los que han incursionado en el periodismo, saben de sobra que la re-construcción de un hecho sangriento o no conllevará a diferentes versiones sujetas en muchas ocasiones a los intereses de un determinado grupo poderoso socioeconómico, político, periodístico u otro, sirvan de ejemplos la guerra provocada por el empresario

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William Randolph Hearst, el 9/11 y la ejecución pública del conductor de televisión mexicana Paco Stanley.[6] Otro ejemplo contundente de reconstrucción de hechos violentos es el relacionado con el crimen perpetrado contra el Gobernador Ramón Corona en 1889 del cual el muy citado Luis Pérez Verdía relata en "El asesinato del gobernador de Jalisco, Ramón Corona"(1911) que el joven homicida, Primitivo Ron, después de haber apuñalado al funcionario público dio uno pasos para quitarse la vida con cuatro puñaladas en el corazón. Según Pérez había asesinado al gobernador por ser un trastornado mental. El Dr. Atl da otra versión en "Primitivo Ron"(1933). Conforme a él, los móviles fueron políticos. El día que el joven atacó al gobernador estaba con dos hombres que lo esperaban en una de las esquinas donde tuvo lugar el incidente, para después asesinarlo con varias puñaladas.[7]

Cuando críticos tratan de analizar el asesinato del gobernador Corona separando el “periodismo” de la “literatura” y de la Historia llegan a perderse en sus propias afirmaciones, porque en las re-construcciones de hechos sangrientos parecidos al mencionado se yuxtaponen los históricos -en este caso los de 1889 vistos desde dos perspectivas diferentes a intereses políticos- y los ficticios ligados inevitablemente a la forma de contar del diverso género rojo azteca, que en otras partes habrán de llamar crónica roja/crónica policiaca a un elemento fundamental de aquél. Pues ya de por sí la crónica considerada literalmente un género híbrido o fronterizo implica la unión de presuntos hechos reales y ficticios. Lo han demostrado los numerosos estudios hechos a las crónicas de Indias o las primeras “novelas históricas” mexicanas. Además, son numerosos los estudios en los cuales aún hoy se vierten juicios contra la paraliteratura, subliteratura, literatura de masas, entre otras denominaciones similares, pero que desde estos creídos discursos periféricos se siguen mezclando de manera estratégica con la Literatura. En su tiempo el genial Cervantes lo tuvo muy claro cuando escribió el Quijote, y amén de los presuntos espacios literarios exclusivos que el diverso género rojo ha ocupado por años y sin pedirle permiso a nadie, aunque Luis Arturo Ramos haya creído que el único lugar disponible para la “crónica escandalosa y amarillista”[estadounidense?] es el de “las páginas de policía”[nota roja mexicana?], olvidando el veracruzano la existencia del mismo género en Internet, radio, televisión, cine, videos-celulares, medios impresos especializados, entre otras formas similares de comunicación.[8]

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Por otro lado, el asesinato del gobernador decimonónico evidencia que la re-construcción de un hecho violento o no definitivamente empieza a partir de la selección de lo que se va a escribir, el título, los creídos datos principales e interpretación de los hechos que se irán relatando conforme a los intereses políticos, económicos u otros, o a la “visión” particular de quien los emita. El narrador de “La verdad sobre el caso del señor Valdemar” hace ver que contará su historia porque de acuerdo a él:El momento ha llegado de que yo dé a conocer los hechos -en la medida en que me es posible comprenderlos-. Bernal Díaz del Castillo había dejado saber desde el título Historia verdadera de la conquista de la Nueva España(1568) la forma en la que contaría su versión de los hechos, y lo hace utilizando la cuestionable palabra “verdadera”, tal vez con el propósito de darlos a conocer en la medida en que [le hubieran sido] posible comprenderlos en una tierra muy lejana a la suya, de otros lenguajes, otras culturas; de otras formas de vida. Contario a ello, en la obra tijuanense Pretexta(1979) se exhibe la fabricación de hechos divulgados en los medios de comunicación masiva y el sabido embute(soborno) que reciben periodistas para que alteren sus notas y no perjudiquen al Gobierno en turno. En 1822 el autor del Periquillo Sarniento criticó el hecho de tener que ponerle a sus artículos periodísticos “títulos escandalosos”.

Ahora bien, en el texto del guanajuatense, las hermanas Baladro asesinan al parecer a seis de su mismo género, aunque Los periodistas y el público en general hubieran querido encontrar más cadáveres, los medios masivos y la gente del Estado de Guanajuato les adjudicaron más a las González Valenzuela, lo cual problematizaría en México el frecuente uso del término femicide, compuesto de female y el sufijo cide utilizado, según resgistros universitarios, en A Satirical View of London at the Commencement of the Nineteenth Century(1801) de John Corry y también en The Confessions of an Unexecuted Femicide(1827) de William MacNish. De acuerdo a la definición de Diane E. H. Russel, femicide es "the killing of women by men because they are women". Jill Radford agrega que hay "diferentes formas" del término como "racist femicide", "homophobic femicide or lesbicide". Esta crítica se contradice al usar el segundo término porque, junto con Russsell, decide usar femicide en lugar de homicide por derivarse éste del vocablo latino hom(man)hombre.

Otro término anglosajón que se cuestionaría mucho en el país azteca, si también se imitara, sería lesbicide el cual Ruthann Robson usa en la edición de Russell, hoy conocida en

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latinoamérica, Femicide. The Politics of Woman Killing(1992). En Las muertas se alude al supuesto asesinato de una pareja lesbiana, Feliza y Evelia, que pelean entre sí por unos dientes de oro hasta caer del segundo piso de uno de los burdeles de las Baladro. En las declaraciones de las trabajadoras sexuales, una de ellas cambia su primera versión diciendo que Arcángela y Serafina las empujaron. Acaso lesbicide sería en español "lesbicidio", "lesbiacidio" o "feminilesbicidio", por dar algunas traducciones cercanas al término anglosajón, que por supuesto ocasionaría aún más complicaciones en cuanto a la situación siociopolítica divergente entre las mismas lesbianas mexicanas y demás grupos no coincidentes con los roles tradicionales como homosexuales(homosexualcidios?), bisexuales(bisexualcidios?), transexuales(transexualcidios?), transgéneros(transgéneroci dios?) del país azteca. Habría que preguntarle a Radford y Robson si cuando una lesbiana blanca estadounidense sin dinero asesina a una lesbiana blanca estadounidense acaudalada es lesbicide, y si la afectada fuera chicana con dinero, afroamericana musulmana, hindúamericana, en fin. También surge la obligada pregunta de qué término se usaría cuando la Mujer en contraste al Hombre, en una asumida sociedad heterosexual, asesina a una lesbiana. De acuerdo a Monique Wittig una lesbiana no es Mujer en una sociedad tradicional. En México las que rechazan los convencionalismos -o "se salen del huacal" dice Rosa María Roffiel en Amora(1989)- se les califica de marimachos, tortilleras, machorras, desviadas, anormales, entre otras denominaciones peyorativas con las cuales el sabido discurso heterosexual masculinista pretende degradarlas, anularlas, desautorizarlas sociopolíticamente. Pero no nada más las lesbianas rompen los moldes convencionales.[9] En El eterno femenino, escrito unos meses antes de su trágica muerte en 1974,[10] Rosario Castellanos cuestiona ironizando tales construcciones socioculturales, y en "Lección de cocina" evidencia que si una mujer casada de clase media, media alta persiste en defender su "versión de los hechos" el esposo la creerá loca -sobra decir que las de escasos recursos han tenido menos oportunidades de alzar la voz y ser escuchadas-, de entre varios ejemplos más de la talentosa narradora mexicana. Con estos discursos contestatarios y diversos en México se demuestra lo complicado que es incluso traducir e imitar en mexicano terminologías anglosajonas rechazadas aún en foros de feministas y no feministas estadounienses acaso también de minorías.

Y bien, se ha observado que a través de la exposición de los posibles orígenes del género rojo, el autor de Las

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muertas no ha sido el único que problematiza los límites entre la ficción y la supuesta realidad contada. El libro rojo 1520-1867[11] es otro ejemplo de la fusión de lo creído verdadero e inventado. A ello surge la pregunta de cuáles versiones serían las más cercanas a los hechos sangrientos o no de un determinado periodo socioeconómico, cultural, político y religioso de México, si en el camino de los mismos han deambulado los traficantes de noticias. Federico Campbell da cuenta de las verdades que se fabrican en los medios de comunicación azteca con el mero propósito de salvaguardar los intereses del Gobierno en turno y los de los propios dueños de las empresas informativas. Hace siglos Confucio tampoco estuvo de acuerdo con las formas de propagarse las supuestas verdades en tempranos modos de difusión de noticias, por ello el día que ve en un calendario una frase del Gobierno de ese entonces, decide cambiarle el verbo auxiliar: “hizo matar” por “hizo asesinar”. Desde otras perspectivas no oficiales, el hecho milenario de Caín mató a Abel pasaría, según la visión y los intereses muy particulares de quien divulgara la noticia, del primer "muerto"(fallecido, occiso, fenecido, extinto) al primer "asesino" o "asesinado" de la era cristiana.[12]

NOTAS[1]Hay dos versiones en relación al origen del alias de las Poquianchis, una es que el antiguo dueño del primer burdel de las González era un homosexual a quien le decían el poquianchi, heredándolo de esta manera; la segunda se cree que por ser las hermanas de caderas anchas se les decía las poquianchis; una interpretación en mexicano sería poqui(to) anchi(ta)s.[2]Para quienes hemos estudiado obras de Ibargüengoitia, llegaremos a citar de algún modo lo que el guanajuatense declaró en relación a la nota roja y/o las hermanas González alias las Poquianchis. Monsiváis menciona una breve parte de lo vinculado con el género rojo en uno de sus libros.[3]En el presente capítulo se usa género rojo en respuesta a las declaraciones sobre la nota roja que hizo el narrador tijuanense Federico Campbell; sus posibles orígenes se exponen en la Introducción.[4]Para Campbell la novela roja no ha nacido todavía en México, en caso de que ya existiera tendría serios problemas con la novela roja española relacionada con el socialismo.

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Parecidas discusiones surgieron en torno a la novela negra policiaca estadounidense y la novela negra gótica inglesa.[5]Es preciso aclarar en este apartado que es María Elvira Bermúdez y no Vicente Francisco Torres quien da a conocer 22 horas de Margos de Villanueva, Corrientes secretas de Rosa Margot Ochoa y Crimen de color oscuro de Ana María Maqueo. Y es el propio Bajtín –y no el veracruzano Luis Arturo Ramos- quien dice que cuando un género se empieza a parodiar es que se ha agotado y necesita transformarse, evolucionar. El célebre narrador Manuel Vázquez Montalbán había hecho algunas declaraciones al respecto, incluso había retomado lo que otros autores dijeron siglos atrás en relación al violar las reglas de un género. También conocidos críticos españoles –y no Luis Arturo Ramos- dijeron hace décadas que se estaba publicando una narrativa de cuadros de costumbres con la etiqueta de novela negra.[6]En la parte de la Introducción se amplía sobre estos incidentes mediáticos.[7]Los dos relatos se citan en una antología de Monsiváis. [8]Ramos lo asegura en su artículo "Las fronteras genéricas: cuento, novela, crónica" presentado en la Introducción. Las declaraciones que aquí hace sobre el género rojo son parecidas a las de Federico Campbell arriba citadas.[9]El texto Dos mujeres de la judía-mexicana Sara Levy Calderón es otra manifestación del lesbianismo en México, el título ya es de por sí polémico si se contrasta con las grandes diferencias de las consideradas mujeres en sociedades supuestamente heterosexuales. En cuanto a los términos anglosajones femicide y lesbicide, junto con las dificultades que éstos presentan en el país, se estudian en el apartado cuatro: ”La crónica policial del periodista-detective: Sergio González Rodríguez”.[10]Rosario Castellanos era embajadora en Israel donde se dijo que accidentalmente había muerto electrucutada con una lámpara. En México se cuestionó mucho la forma en la que supuestamente murió.[11]El libro rojo de los coautores mexicanos Vicente Riva Palacio y Manuel Payno se presenta en la Introducción.[12]Tales cambios de perspectivas se detallan en el capítulo III.

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