CRÍTICA DE LIBROS. (REIS Nº 94. CRÍTICA DE...

23
Víctor Pérez Díaz acostumbra a hacer de su concepto de sociedad civil el eje de sus construcciones teóricas. Y es precisamente en este entramado social, moral e institucional en el que, consecuentemente, inserta al objeto de esta investigación, la familia, con- cretamente la española, en la coyun- tura temporal del paso de siglo que, más allá del fetichismo de una fecha, responde a los cambios que al para- digma de la familia «parsoniana» le imponen las alteraciones morales, económicas y tecnológicas de un tiempo cuyo presente se nos escapa por la rapidez de sus metabolismos. Los autores parten señalando la paradoja que se manifiesta especial- mente entre las familias españolas, en las que se origina un potencial desa- rrollo y un potencial debilitamiento tanto de la familia nuclear como de la mujer esposa y madre. En nuestro país, del mismo modo que en otros de nuestra área sociocultural, se está produciendo una transformación de los mores familiares, pero «el tamaño de la familia sigue siendo grande, el porcentaje de familias biparentales se mantiene muy alto y las tasas de divorcio, de cohabitación y de hijos nacidos fuera del matrimonio siguen siendo bajas». A la par la fertilidad está cayendo muy por debajo del nivel de reemplazo, cuyas causas los autores identifican en las estrategias educativas y de empleo de las propias familias. «Se quiere una familia sí, pero se quiere una familia tarde, con muy pocos hijos y una vivienda pro- 94/01 pp. 205-227 VÍCTOR PÉREZ DÍAZ, ELISA CHULIÁ y CELIA VALIENTE La familia española en el año 2000. Innovación y respuesta de las familias a sus condiciones económicas, políticas y culturales (Madrid, Fundación Argentaria, 2000)

Transcript of CRÍTICA DE LIBROS. (REIS Nº 94. CRÍTICA DE...

Víctor Pérez Díaz acostumbra ahacer de su concepto de sociedad civilel eje de sus construcciones teóricas.Y es precisamente en este entramadosocial, moral e institucional en el que,consecuentemente, inserta al objetode esta investigación, la familia, con-cretamente la española, en la coyun-tura temporal del paso de siglo que,más allá del fetichismo de una fecha,responde a los cambios que al para-digma de la familia «parsoniana» leimponen las alteraciones morales,económicas y tecnológicas de untiempo cuyo presente se nos escapapor la rapidez de sus metabolismos.

Los autores parten señalando laparadoja que se manifiesta especial-mente entre las familias españolas, enlas que se origina un potencial desa-

rrollo y un potencial debilitamientotanto de la familia nuclear como dela mujer esposa y madre. En nuestropaís, del mismo modo que en otrosde nuestra área sociocultural, se estáproduciendo una transformación delos mores familiares, pero «el tamañode la familia sigue siendo grande, elporcentaje de familias biparentales semantiene muy alto y las tasas dedivorcio, de cohabitación y de hijosnacidos fuera del matrimonio siguensiendo bajas». A la par la fertilidadestá cayendo muy por debajo delnivel de reemplazo, cuyas causas losautores identifican en las estrategiaseducativas y de empleo de las propiasfamilias. «Se quiere una familia sí,pero se quiere una familia tarde, conmuy pocos hijos y una vivienda pro-

94/01 pp. 205-227

VÍCTOR PÉREZ DÍAZ, ELISA CHULIÁ y CELIA VALIENTE

La familia española en el año 2000. Innovación y respuesta de las familiasa sus condiciones económicas, políticas y culturales

(Madrid, Fundación Argentaria, 2000)

pia». «Los españoles desean hijos eincluso más de uno, si bien este deseochoca con las expectativas de sacrifi-cio que implica tenerlos y criarlos...Imaginan como deseable una autori-dad compartida en la familia y relati-vamente permisiva, pero no deltodo... Les parece que el hombre y lamujer deben participar en el procesode decisiones, pero incluso tambiénlos hijos deben de tener parte en él...Suelen dar por supuesto que la mujer,si lo desea, debe tener la oportunidadde trabajar, aunque esa libertad parahacerlo o no supone una diferenciacon la obligación de trabajar delmarido... Se suele considerar comoun ideal la participación amplia delos hombres en las tareas del hogar,aunque en realidad la participación esmodesta y más modesta aún es la delos hijos...». Los autores auguran unasestrategias familiares conservadorasde lo fundamental, pero modificado-ras y reformistas de los arreglos entrelos géneros y las generaciones.

Del conjunto de toda la obra, inte-resante y documentada en su conjun-to y en sus partes, es susceptible dedestacar lo dedicado a la incidenciade las políticas públicas sobre lasfamilias y el espacio que recoge lasideas e informaciones sobre la violen-cia en el hogar.

En cuanto a la economía, indicancómo las familias españolas han vistoincrementar sus ingresos reales en losúltimos veinte años en el marco deuna estrategia de búsqueda de mayorbienestar material, que incluye tanto ladisposición de recursos para el consu-mo como la acumulación de patrimo-nio. Ello no es signo —nos dicen— delas condiciones anejas a las realizacio-

nes de ese proyecto. A la postre, lascalificaciones o los matices del proyec-to familiar convergen: en el tipo ycaracterísticas de la familia que anteshe indicado.

Respecto a las políticas públicascon incidencia sobre las familias des-tacan las de educación y empleo. «Laeducación ha creado una oferta extra-ordinaria que ha encajado con unademanda de las clases medias y popu-lares... Esto ha supuesto una iguala-ción de los niveles educativos dehombres y mujeres jóvenes... En cam-bio la política de empleo ha ido enotra dirección. Si bien ha sido com-patible con un aumento gradual de latasa de actividad femenina hasta losaños setenta, lo cierto es que lasmujeres han sufrido mucho más quelos hombres las consecuencia de lacrisis... (Un) «descuido de la mujer»,como lo califican Pérez Díaz y suscolaboradores.

Para el análisis de la violencia fami-liar, el otro tema que con un atrevidosalto me permito destacar —atrevi-miento por la cantidad, densidad yprofundidad de las aportaciones queomito— es que los investigadores par-ten de la consideración de que «existeuna situación de armonía afectiva yde satisfacción en las familias españo-las...». Pero tal observación no excluyela de que «el ámbito familiar constitu-ye una de las esferas más violentas dela sociedad». Violencia por parte delos hombres, quienes ocasionalmentetambién se convierten en víctimas dela violencia. Haciéndose eco de otrosestudios, califican el fenómeno de laviolencia como relativamente extendi-do. De acuerdo con esos datos, untercio de la población ha conocido

CRÍTICA DE LIBROS

206

directa o indirectamente de actos deviolencia. En 1999 se computaron6.527 casos de denuncias por agresio-nes sexuales y 24.985 de malos tratos.En cualquier caso, como ya se haseñalado en otras ocasiones, sólo sedenuncian entre un 5 y un 10 por100 de los incidentes (lo que dichoasí, entre paréntesis, me parece exage-rado; a la baja). No obstante, España,como ya se ha indicado, mantieneuna tasa muy baja de divorcios, 0,9por mil habitantes, lo que supone unatercera parte de la media correspon-diente a la Unión Europea.

Por otro lado, se deja sentir un cier-to tono de crítica en cuanto a que lospoderes públicos se han mostradoindecisos, cuando no incoherentes, enlo referente a una política familiar.«La combinación de tasas de fertilidad

muy bajas y tasas de desempleo muyaltas pueden ser atribuidas a que elEstado no ha sabido reaccionar antelos cambios demográficos... Dejándo-se llevar por inercias y circunscribién-dose casi a adoptar la legislaciónnacional a las directivas europeas—como sucede en múltiples temas,apostilla tímidamente no el autor y síquien esto comenta— (aunque) tam-bién es cierto que no se han sentidopresionados por (la) sociedad...».

Si la sociedad civil constituye unode los marcos que informan al libro yal resultado de la investigación, el ecode una llamada a la libertad tendráque ser el otro, consecuentementecon las concepciones que conocemosde Víctor Pérez Díaz.

Juan MAESTRE ALFONSO

CRÍTICA DE LIBROS

207

JOSÉ FÉLIX TEZANOS

La sociedad dividida. Estructuras de clases y desigualdadesen las sociedades tecnológicas

(Madrid, Biblioteca Nueva, 2001)

Aunque hay sociólogos que piensanque la ciencia social, para ser tal, hade mostrar interés, de una forma uotra, por el contenido y evolución delas desigualdades, el hecho es que lapreocupación por la desigualdad pre-senta, dentro de la disciplina, nota-bles variaciones en el espacio y en eltiempo, pero todas acaban mostran-do, cada cual a su manera, las caracte-rísticas de la sociología como discipli-na histórica.

La primera razón para estas osci-

laciones, y como la polémica entreAndré Béteille y Louis Dumont hizover a mitad de los años ochenta, resi-de en que igualdad/desigualdad sonconceptos de honda raíz cultural queno son «leídos» de la misma forma enla India o en Francia y que formanclusters con otros como, en el casoque nos ocupa, el individualismo/colectivismo y no siempre de formadirecta y unívoca. La segunda razónconsiste en que, al estar embebidos dejuicios de valor, su análisis acaba

reflejando las modas intelectuales o lascorrientes de pensamiento que afectana todas las ciencias sociales y no sólo ala economía, asunto este último al quese ha referido con particular agudezaPaul Krugman. Para lo que aquí nosocupa, la moda neoliberal, que hasido la dominante en los últimosaños, tendría que haber tenido comoconsecuencia una disminución de lapreocupación por las des-igualdades:disminución que se ha observado enlos veinticinco años transcurridosentre el Premio Nobel de Economía aGunnar Myrdal y el reciente a Amar-tya Sen. Entre estos rechazos, simboli-zados por los dos economistas, de losmales producidos por la desigualdad,se han encontrado, en este tiempo,incluso exaltaciones elitistas de lamisma o legitimaciones biologicistasen términos de la campana de Gauss,el clima y hasta la raza.

Nunca son las cosas tan mecánicas.Si en los Estados Unidos (y, por tanto,en Europa) el tema de la desigualdaden estos últimos años se ponía comoen sordina, no sucedía lo mismo enAmérica Latina, incluso a pesar de lossucesivos intentos de resucitar el Pro-yecto Camelot de los años sesentamediante el que se pretendió utilizarlas ciencias sociales estadounidensescomo mecanismo de penetración ide-ológica en el resto del continenteamericano. «Proyectos» de tal caladono han faltado en estos últimos años,pero aun así en América Latina se hamantenido una fuerte tradición deestudio de las desigualdades, aunque,en más de un caso, más como repeti-ción casi ritual de las teorías conven-cionales que como «análisis concretode situaciones concretas».

La elección del tema de la propiainvestigación, como es bien sabido yno siempre suficientemente reconoci-do, es fruto de juicios de valor, cosaque ya mostró hace tiempo EmilioLamo de Espinosa. Por eso refleja lascondiciones sociales en las que se pro-duce, el tiempo (la época) en que talcosa sucede y el talante vital e ideoló-gico del investigador. Desde esta pers-pectiva, es comprensible que la des-igualdad vuelva a ser un tema dignode ser investigado y respetable: hacambiado (está cambiando) la coyun-tura mundial y para muchos de susactores centrales comienza a difundir-se la idea de que el exceso de des-igualdad al que se ha llegado ha deja-do de ser rentable. El mercado, enefecto, funciona mediante la desigual-dad y produce desigualdad, pero sillega a niveles excesivos deja de serútil para el funcionamiento del mer-cado mismo. En la dialéctica deldepredador y su presa, esta última esnecesaria para la existencia de aquél,cosa que ya reconocía Adam Smith ensu La riqueza de las naciones: «¿Se hade considerar esta mejora de las clasesmás bajas del pueblo como una ven-taja o un inconveniente para la socie-dad? La respuesta, a primera vista,parece clara. Los sirvientes y trabaja-dores de todas clases constituyen, sinduda, la mayoría de toda sociedadpolítica de importancia, y lo quemejora a la mayoría nunca puede serconsiderado perjudicial para la totali-dad. Ninguna sociedad puede serpróspera y feliz si la mayoría de susmiembros son pobres y miserables.Además, es justo que aquellos que ali-mentan y proporcionan el vestido yalojamiento del conjunto de la socie-

CRÍTICA DE LIBROS

208

dad dispongan de una parte de lo queproduce su propio trabajo para ali-mentarse, vestirse y tener una vivien-da adecuada». La cuestión de la justi-cia, recuérdese, le ha llevado a decirque «cuando la ley favorece al trabaja-dor, siempre es justa y razonable, locual no siempre es cierto cuandofavorece a los patronos».

Frente al retorno de estas antiguasideas, hoy, de manos de institucionesheterogéneas que incluyen al Progra-ma de Naciones Unidas para el Desa-rrollo y, a veces, hasta al Banco Mun-dial, hay personas que han mantenidosu línea de investigación sobre estosasuntos con independencia de las con-diciones favorables o adversas para sudifusión. Es el caso de José Félix Teza-nos, cuyo libro ahora comento y reco-miendo y que se anuncia como «partede una trilogía sobre la desigualdad, eltrabajo y la democracia, en la que seintenta ofrecer una visión prospectivay crítica acerca de los principales pro-blemas de las sociedades tecnológicasavanzadas en los inicios del nuevosiglo», y cuyos materiales proceden «enbuena parte de la Investigación sobreTendencias Sociales de Nuestro Tiempodirigida desde 1995 por el autor».

En mi opinión, el libro, por lo quese refiere a su contenido, podría divi-dirse en tres partes. La primera, for-mada por los cuatro primeros capítu-los, se dedica a la revisión conceptualy teórica de las diversas formas deestratificación social, a la manera enque ésta aparece en las emergentessociedades tecnológicas avanzadas y,generalizando, a la lógica de la des-igualdad social, capítulo este últimoque yo destacaría por la síntesis logra-da en él. Viene, a continuación, una

parte más empírica, con los capítulosdel 5 al 8. Esta parte se iniciamediante la presentación de las ten-dencias generales en el campo de laexclusión social, con especial aten-ción, como para merecer un capítulo,a la cuestión de las infraclases. Lesigue la discusión del tema de las cla-ses trabajadoras y de las clases medias,asuntos en los que la revisión de lasteorías clásicas se hace más urgente.Son dos capítulos (el 7 y el 8) de par-ticular interés no sólo por las perspec-tivas que aportan, sino por la revisiónque hacen de las teorías.

La tercera parte, finalmente, inclu-yendo los capítulos del 9 al 12, reto-ma las discusiones de la primera parteuna vez pasadas por el tamiz de lasegunda. En esta parte se abordancuestiones sobre la identidad y laconciencia social, la tendencia hacianuevos sistemas de desigualdad, lastendencias en estratificación y, paraconcluir, el capítulo dedicado a losantagonismos sociales y el progresohistórico, asunto este último que lepermite explicitar el tipo de racionali-dad con respecto a valores que laten alo largo de toda la obra.

Los motivos por los que creo que esun libro digno de ser leído no sólo serefieren a la coherencia intelectual desu autor a lo largo del tiempo o a laexcelente base empírica en la que sesustenta su trabajo, sino que tambiénincluyen los siguientes argumentosque, en terminología de C. WrightMills, pueden reducirse a dos: evita,simultáneamente, el Scilla de la granteoría y el Caribdis del empirismoabstracto, cosa que no suele ser fre-cuente en los estudios sobre la des-igualdad presentes o pasados.

CRÍTICA DE LIBROS

209

José Félix Tezanos toma posiciónmuy rápidamente en el libro sobre «elcírculo tedioso de las “relecturas” clá-sicas». Es bien sabido, e igualmentepoco reconocido, que los autores clá-sicos (europeos primero y estadouni-denses después) respondían a situacio-nes históricas concretas, cambiantes ymodificables. Sus obras, desde estepunto de vista, reflejan un mundoque ya no existe en su integridad:nuevas técnicas (o tecnologías), nue-vas relaciones sociales, nuevos movi-mientos sociales, nuevos momentosen los ciclos de hegemonía mundial, yasí sucesivamente. Y si ese mundo yano existe, las teorías basadas en él ten-drían que tener, y tienen, problemas.Las reacciones ante este desfase entrelo que dicen los clásicos y lo que seobserva en la sociedad contemporáneapueden llevar a dos reacciones extre-mas: una afirmación fundamentalistade las teorías y un rechazo total de lasmismas, siendo una de las manerashabituales de llevar a cabo la primeraparte del dilema la de «releer» a losclásicos hasta que dicen lo que debe-rían haber dicho de haber trabajadoen la actualidad. Otra cosa es querealmente lo hubiesen dicho: las másde las veces es imposible.

La alternativa, la del abandonototal de las teorías por trasnochadas,es, de todas formas, un «echar al niñocon el agua sucia» que Tezanos evitacuidadosamente a lo largo del libro.Lo que, efectivamente, encontramosen él es una visión de las caracterís-ticas de estas sociedades tecnológicasen la que la ciencia y la tecnologíaocupan el papel estructurante que hayque reconocerles y un análisis de susefectos sobre las diferentes formas de

desigualdad junto a los desafíos quecaracterísticas y efectos suponen paralas teorías clásicas al respecto. No esun libro sin teoría, pero no es unlibro de «gran teoría» en el sentidopeyorativo de Mills, lo cual no obstapara que algunas de las grandes discu-siones de la sociología clásica seanreavivadas confrontándolas con losnuevos datos.

La otra vertiente está igualmentebien afrontada. Si uno de los defectosde los estudios sobre desigualdades(por ejemplo, el de numerosos latino-americanos) es el de reducirlo a estu-dio sobre las teorías, otro defecto,igualmente observable, es el de res-tringirlo a una igualmente tediosasucesión de datos sin la más mínimailación teórica aparente. Datos, ade-más, de cuya calidad hay motivos másque sobrados para dudar y datos cuyarecolección «estatal» (de ahí «estadís-ticas») no puede ser tomada comoa-ideológica. Es, en esa hipótesis, lafunesta manía de «contar por contar»creyendo que la cuantificación es laúnica forma de «cientifismo» posible.En La sociedad dividida hay datos,pero como apoyo a un argumentoexplícito y continuamente explicitado.Lejos, pues, del «empirismo abstrac-to». Lo que aquí se hace es mostrarelementos que pueden ser discutidosde forma intersubjetiva, sin por ellodotarlos de un carácter taumatúrgico.

La navegación entre el Scilla yCaribdis de la teoría y los datos no esel único argumento a favor del libro.Hay dos más que me parecen impor-tantes. En primer lugar, su perspecti-va temporal. Es cierto, ya estaba enKarl Popper (y Amando de Miguelacaba de documentarlo), que no

CRÍTICA DE LIBROS

210

podemos saber mucho sobre el futu-ro. Probablemente, nada o casi nada.Pero sí podemos saber sobre lo quelos actores sociales piensan sobre elfuturo y podemos indagar sobre loque los estudiosos imaginan que va aser, todo ello con técnicas de investi-gación, problemáticas como todas,pero que permiten salir del apegoempirista al dato del hoy y ahora.Fruto de la Investigación sobre Tenden-cias Sociales, este trabajo proporcionaabundante material sobre esta pers-pectiva de futuro, otro de los aciertosdel libro. Lo que los actores piensansobre el futuro forma parte de esefuturo, según esta versión particulardel teorema de Thomas, aunque loque puedan pensar no sea, ciertamen-te, el único factor que va a conducirlas tendencias sociales en una direc-ción u otra.

En segundo lugar, el libro tampocoes positivista, es decir, no se queda enla mera descripción de cómo son lascosas, aceptándolas sin posibilidad decambio alguno, sino que introduce,fruto de su racionalidad con respectoa valores, abundantes reflexionessobre el «qué hacer», que fue una delas tareas asumidas por la sociologíaeuropea clásica, y que, en parte, seperdió en el minotauro, como lo lla-maba Gouldner, de la «neutralidad» yde la (imposible) «ausencia de juiciosde valor». El mundo de los intelec-tuales, llenos de preguntas y no siem-pre con buenas respuestas, dio pasoal mundo de los expertos, los quesaben dar respuestas sin hacer pre-guntas. Hora es de recuperar aquellaracionalidad fundacional, que, ade-más, tuvo un marcado carácter refor-mista.

Hay un último elemento que qui-siera resaltar en el libro en cuestión, yes su didactismo. El libro está escritoen lenguaje académico, pero no oscu-ro o pedante, y busca continuamenteaclarar los problemas al posible lector,no sólo remitiéndole a la bibliografíaclásica o contemporánea sobre elaspecto en cuestión, sino, sobre todo,utilizando profusa y acertadamentecuadros y tablas que faciliten la com-prensión del argumento o muestren,sin necesidad de ulteriores explicacio-nes, tipologías, enumeraciones y dis-cursos al hilo del argumento.

La tradición de «el sistema social»,al igual que la de la «formación socialhistóricamente determinada», llevó,en muchas ocasiones, a plantear elproblema de la desigualdad comoalgo generado sólo en el interior delsistema o formación social. No es elcaso de La sociedad dividida, que, porlo menos, se encarga de situar lasdesigualdades de las sociedades tecno-lógicas avanzadas en el contexto quelos sucesivos informes del Programade Naciones Unidas para el Desarro-llo o del mismo Banco Mundial sehan encargado de poner de manifies-to: crecientes disparidades entre elcentro y la periferia, el Norte y el Sur,las sociedades tecnológicas avanzadasy las no tecnológicas o no avanzadas.Tal vez, en mi opinión, hubiera veni-do bien algo más sobre los nexosentre los problemas de unos y deotros, entre las desigualdades de unosy de otros. Pero no tiene sentido criti-car un libro por no ser el que unohubiera escrito: el propio no tieneque ser necesariamente mejor.

José María TORTOSA

CRÍTICA DE LIBROS

211

A principios de los años ochenta,Pierre Bourdieu le daba un impulsoinusitado a la sociología de la juven-tud cuando, paradójicamente, dina-mitaba su objeto formal de conoci-miento y declaraba que la juventudno es más que una palabra, la natura-lización sociológica de un grupo deedad tan volátil como arbitrario. Y enesta suerte de voladura epistemológi-ca controlada de las versiones mássuperficiales y comerciales del con-cepto sociológico de juventud apare-cía una diversidad de juventudes con-cretas , con desiguales capitalesculturales y simbólicos, y con trayec-torias, sentidos y prácticas más con-flictivas y divergentes que unificado-ras, previsibles y armónicas.

La desorientación, así, con que enestos últimos años hemos teorizadoesta cada día más borrosa categoríasociológica (la edad, por ejemplo, delo que convencionalmente es conside-rado como juventud no acaba defijarse claramente, ni en los ámbitosacadémicos ni en los políticos) nohace otra cosa que traducir la, tam-bién, enorme desorientación que lasrepresentaciones sociales generaliza-das transmiten del hecho social juve-nil, debatiéndose entre la compasióno la preocupación por una transicióna la situación adulta endurecida yvulnerabilizada por la desregulaciónintensiva de los mercados de trabajo(tal y como nos recuerdan, por ejem-plo, los ya clásicos sociólogos críticosfranceses Baudelot y Establet en sustrabajos sobre los «nuevos jóvenes» de

treinta años en su país) y el asombropor una supuesta juventud parásita yacomodaticia, insolidaria, incapaz debuscar su independencia, acrítica,consumista y permanentemente pro-tegida por unos padres cautivos delegoísmo de sus propios hijos (perfilque se suele desprender de mucha dela sociología popular y del populismosociológico que inunda los medios decomunicación).

No es de extrañar, por tanto, que eneste turbio panorama el l ibro deÁngela López sea apasionante tantopor lo que dice como por lo quesugiere, por su voluntad evidente dedesterrar y remover todos estos clichésy sustituirlos por ilustrativas (y pene-trantes) visiones de los mundos de lavida juvenil en la génesis y el sentidode sus sujetos originarios. Como diceSalvador Giner en su prólogo, nosencontramos con un enorme esfuerzopor sintetizar en unas sustanciosaspáginas reflexiones teóricas y acerca-mientos empíricos al hecho juvenil, yeste magnífico esfuerzo de aunar unaauténtica sociología a pie de calle enla ciudad de Zaragoza con reflexionesde gran calado sobre los mecanismosde identificación (y estigmatización)del mundo juvenil va produciendo, amodo «simmeliano», un mosaico dedescripciones e interpretaciones que seacaban componiendo con fuerza yesplendor en la retina sociológica dellector.

La primera y una de las principalesaportaciones del l ibro de ÁngelaLópez es un pormenorizado estudio y

CRÍTICA DE LIBROS

212

ÁNGELA LÓPEZ

Arte y parte. Jóvenes, cultura y compromiso(Zaragoza, Prames, 2000)

fundamentación sociológica de losconocidos como rituales juveniles deespera. Así, se argumenta con preci-sión en un buen número de páginasdel libro que para entender gran partede los comportamientos actuales delos jóvenes hay que considerar que alas prácticas y acciones de carácterfinalista e instrumental que preparany condicionan a los jóvenes para suinclusión en la sociedad adulta se lesdeben añadir como referencias princi-pales estos ritos de espera: ceremoniasy liturgias que construyen la vidacotidiana de los jóvenes como ununiverso propio con un cierto sentidoautónomo mientras consiguen suindependencia y autonomía plenas.Estos rituales se producen y canalizanen el marco de lo societario, pero conuna fuerte dimensión comunitariaque es, a la vez, una dimensión dereconocimiento de identidad y deprotesta frente a otras que no lesreconocen como sujetos autónomos,maduros y dueños de su propio des-tino.

En estos rituales de espera se handado gran parte de las creacionesestéticas y expresivas de las subcultu-ras juveniles, asociándose también aellos visiones y utopías del mundosocial futuro en el que van a vivir suexistencia adulta —del mito del Nar-ciso de los sesenta hemos pasado almito del Sísifo de los noventa—, y esaquí también donde lo festivo y lomoral, lo trágico y lo carnavalescoconforman pretensiones autónomasde sentido, creadas por los gruposjuveniles para expresar sus expectati-vas sobre la transición y su culmina-ción. La autora abre así un conjuntode inquietantes interrogantes socioló-

gicos; si los tiempos de espera se dila-tan y problematizan y si la incorpora-ción a la condición adulta se retrasa,diversifica y fragmenta, estos ritualesde espera sin esperanza pueden com-plicarse y reificarse hasta convertirseen el único y confuso horizonte desentido de un gran número de gruposjuveniles, arrojados a un conjunto dereferencias culturales que están entrelo dionisíaco y lo pueril, entre elhedonismo instantáneo y la amnesiasocial.

Otro punto central de los análisisde Ángela López se circunscribe a laconstrucción de los modelos de géne-ro en estas situaciones transicionales,y especialmente en la configuraciónde la masculinidad a través de losritos y mitos de la sucesión generacio-nal, y aquí, en el marco del escepticis-mo general juvenil sobre la eficacia delos mecanismos de acceso a la ciu-dadanía adulta y su refugio en lasceremonias de espera, aparece unclaro desgaste de los modelos tradi-cionales de virilidad. Pero este desgas-te en negativo no parece que hayasido todavía reemplazado con la fuer-za que cabría esperar por un modelomás cooperativo, horizontal, igualita-rio y radicalmente antiviolento deatribución de roles sexuales, y en estatransformación inevitable tampocoparece que los ejemplos familiares, olos modelos difundidos por losmedios de comunicación, sus relatosy su iconografía, sean capaces dedesembarazarse de un sin número decontradicciones, dobles vínculos,incoherencias e inconsistencias per-manentes que atrapan a los procesosde construcción del varón actual enun formato que lo sitúa entre un

CRÍTICA DE LIBROS

213

pasado que no acaba de morir y unfuturo que no acaba de nacer.

Dos estudios concretos ilustran ydesarrollan, en este libro, los enfo-ques analíticos de la autora. El prime-ro es una interesante muestra desociología visual tomando comoreferencia el discurso de las pintadas ylos graffitis urbanos. El segundo es unanálisis de las preferencias lectoras delos jóvenes. En ellos, arte y culturasalen del mundo sagrado y se nosmuestran en su forma más profanapero, a la vez, más rigurosamentepragmática, en el sentido comunicati-vo del término, esto es, en la formaque los actores manejan sus compe-tencias lingüísticas y simbólicas parabuscar efectos en sus entornos dereferencia. Las paredes se han conver-tido así en espacios donde se afirma laidentidad de los jóvenes, pero frenteal politicismo culto, universalista, iró-nico e intelectualista de las inscripcio-nes callejeras de los sesenta —basadasen el «poder de la palabra» y en sumanifestación más desnuda y radi-cal— hemos conocido después ungraffiti fundamentalmente visual,comunitario, expresivo y desesperadode la generación de los noventa,acondicionando sus nichos especialesa la medida del neobarroco y recarga-do imaginario social de su (eterna)espera. En cuanto a la lectura juvenil,Ángela López nos descubre un públi-co lector que muchas veces no vemos—o no queremos ver— por nuestroetiquetado previo de la lectura comoactividad sagrada —culta, progresista,selectiva, libresca, etc.—, olvidandolas fuentes de lectura profana esencia-les y omnipresentes en la construc-ción de las identidades juveniles pre-

dominantes (los estímulos del merca-do, de las redes de amistad, de losprofesores, de los medios de comuni-cación convencionales y alternativos,etcétera).

Tan alejado de cualquier prejuicionegativo (las conocidas teorizacionessobre el narcisismo o el descompro-miso juvenil) como positivo (la ideade una juventud renovadora, abiertay revolucionaria, per se), el libro deÁngela López nos presenta con unnotable rigor sociológico y una impa-gable belleza expresiva una situaciónjuvenil un tanto «a la deriva», comocorresponde a un contexto que si poralgo se puede caracterizar, como diceRichard Sennett, es por la «corrosióndel carácter» que el posmodernismoha traído de la mano de la flexibili-dad laboral, la incertidumbre y elriesgo.

Libro sobre las subculturas juveni-les —siempre tan citadas académica-mente, finalmente tan desconoci-das— realizado en la mejor línea dela renovación (desmitificación) de lasociología de la juventud europeaactual y que anuncia la inminenteaparición de otros trabajos en los quelo que aquí se trata, por fuerza, comoapunte, con brevedad, en tono deensayo o amparándose en la literaturasociológica dominante (literatura, porcierto, que hasta el momento nos hadejado bastante insatisfechos en losanálisis que vinculan el funciona-miento de los mercados laborales y laconstrucción de los gustos y las aspi-raciones de los diferentes grupos juve-niles actuales), pronto se tratarámonográficamente, continuando lalínea de las muchas obras que nuestraautora ha dedicado ya al conocimien-

CRÍTICA DE LIBROS

214

to concreto de juventudes concretas.Mayor favor no se les puede hacer alos jóvenes actuales que presentarlos,precisamente, en su situación concre-

ta, que es necesariamente compleja ycontradictoria.

Luis Enrique ALONSO

CRÍTICA DE LIBROS

215

JOSÉ MIGUEL CONTRERAS y JOSÉ RAMÓN PÉREZ ORNIA (eds.)Anuario de la televisión 2001

(Madrid, GECA: Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual, 2001)

En el elenco de informes sobrecomunicación, los elaborados porGECA se han convertido desde suscomienzos en la principal fuente dereferencia para el conocimiento de loshábitos y decisiones de las audienciastelevisivas. Basándose principalmenteen los datos suministrados por Sofres,los especialistas de GECA, un equipoformado por la iniciativa de los profe-sores Contreras y Pérez Ornia y queviene trabajando en programación yaudiencia desde hace varios años, hanvenido elaborando un instrumentalmetodológico que ha conseguidoconsolidarse año tras año, hasta elpunto de haberse impuesto comoprincipal fuente de conocimientopara la orientación de las políticasempresariales de la industria audiovi-sual y como excepcional fuente dedatos para la difusión de informacio-nes periodísticas sobre los cambios ypreferencias de la audiencia.

Da a conocer ahora GECA la sextaedición de este importante Anuario dela televisión 2001, coincidiendo conel décimo aniversario de la apariciónde las televisiones privadas. El trabajose destina principalmente a exponer

una síntesis panorámica de ese largoproceso de servicios que los analistasdel gabinete realizan diariamentedesde hace más de un sexenio paraatender a las demandas de las empre-sas difusoras y productoras interesa-das en conocer las relaciones de varia-ción entre programación y aceptaciónde la audiencia. El conjunto de sutarea constituye un observatorio delos altibajos que día a día se produceny que pueden contemplarse tantotelescópica como microscópicamente.Un elaborado proceso de acumula-ción y selección de datos que permiteestablecer todo tipo de comparacio-nes a partir de una fuente cuyo valoraumenta a medida que va acumulan-do nuevo material para el análisis.

De los datos del informe se obtieneuna semblanza global de la industriatelevisiva que explica, por sí sola, porqué la televisión es el medio de comu-nicación con mayor penetraciónsocial, al que más tiempo le dedica-mos y el que más crecimiento econó-mico tiene. El Anuario contiene unarelación completa de los 83 canalestemáticos que en el momento de lapublicación se producen en España,

cuya sola enumeración da cuenta de laimportancia que está adquiriendo laindustria televisiva, y analiza la pro-gramación y las variaciones de audien-cia de cada uno. Lo que en edicionesanteriores se consideraba como televi-sión de futuro ya se presenta en elactual como una realidad. El primercapítulo se dedica al estudio de esatelevisión por cable y digital que yaconstituye el presente en el alboreardel siglo XXI.

Pero lo que tiene de mayor interésel Anuario de la televisión de GECA esel conjunto de tablas, cuadros y gráfi-cos obtenidos de datos primarios yque se analizan en sus diversos com-ponentes. El análisis de la audienciatiene sentido, en efecto, si se estable-cen series temporales cuantitativas ycomparativas en relación con los pro-gramas y sus horas de emisión, o,dentro de cada programa, por loscambios que puedan precisarse conrelación a las variaciones de conteni-do. El Anuario de GECA se ha espe-cializado en ofrecer ese tipo de gráfi-cos y de comparaciones y enestablecer apreciaciones acerca de losmotivos de éxito de la programación,puntualizando los aspectos en quecada cadena consigue diferenciarse delas demás y los rasgos que permitenexplicar las relaciones entre cada pro-ducto y las motivaciones de los dis-tintos agregados de la audiencia. Losautores dedican parte de su comenta-rio a explicar los motivos por los queel programa Gran Hermano se con-virtió el año pasado en un espectacu-lar instrumento de acaparamiento deaudiencia, analizan las peculiaridadesdel programa y los aspectos diferen-ciales a partir de los cuales puede

explicarse su eficacia difusora. Loscomentaristas reparan también, comodato especialmente significativo, en elpaulatino descenso de la cuota de latelevisión pública.

Enfocada de esta manera, la inves-tigación de GECA y el resumen quede ella ofrece el Anuario ha de enten-derse no sólo como una descripciónde las relaciones entre programacióny audiencia, sino, principalmente,como un instrumento descriptivo dela oferta televisiva, de las innovacio-nes y alteraciones de la programación,de las iniciativas que las caracterizany, como resultado de esa elaboración,también como un servicio a la indus-tr ia te levis iva en el que puedenencontrarse motivos de reflexión,pautas comparativas y un panoramaen el que no sólo se reflejan las deci-siones selectivas, sino también elmarco social, comercial y empresarialen que se integra la industria televi-siva.

Sobre este particular, el Anuarioaporta también una interesante infor-mación sobre el panorama general dela televisión en España. Compara lasituación de las empresas privadascon la de las públicas, las variacionesde la FORTA, el aumento de ofertade la programación de pago, e lcomienzo de emisiones de la televi-sión digital en abierto y alerta decómo queda aún por desarrollar laLey de Televisión Local por OndasTerrestres de 1995, por lo que granparte de las televisiones locales quevienen funcionando desde hace variosaños se encuentran aún en una situa-ción ambigua de alegalidad que, porel momento, puede calificarse de«provisionalmente estable». Ello no

CRÍTICA DE LIBROS

216

obsta para que sigan desarrollándose,especialmente en Andalucía y Catalu-ña. El Anuario incluye un censo detelevisiones locales con cobertura encapitales de provincia. Incluye uncatálogo de 22 programas, dos porcada cadena, que los autores delinforme seleccionan como los másinnovadores o creativos.

El Anuario se divide en varias sec-ciones. La primera se dedica al estu-dio de la temporada y en ella se con-tienen los cuadros y gráf icoscomparativos globales del año. Lasegunda parte analiza la programa-ción por franjas horarias, distinguien-do como fases principales las de lamañana, la sobremesa, la tarde, elhorario preferente y el nocturno. Loscuadros comparativos alternan concomentarios sobre las preferencias ylas especializaciones de las cadenas.Las observaciones, generalmente jui-ciosas y bien cuidadas, se ven desluci-das por la manía de muchos especia-listas, a la que los de GECA no hansabido sustraerse, de entregarse a unajerga anglófona, extraña y superflua.No hay necesidad alguna de denomi-nar latenight al horario nocturno,como tampoco prime time al horariopreferente. Desgraciadamente, losinformes de GECA han colaboradoen la difusión en la prensa de esa ter-minología inútil y pretenciosa quepareciera sugerir que llamar share oraiting a la cuota o al porcentajetuvieran algún valor científico añadi-do, o que se sabe más de programa-ción si se dice talk show o reality showen lugar de decir variedades, tertuliaso concursos. También han consegui-do imponer un criterio de clasifica-ción de la programación, lo que ha de

interpretarse, excepción hecha delreparo antes expuesto, como una con-tribución a la normalización del len-guaje profesional.

Una segunda parte del Anuario sededica a aspectos concretos de losprogramas de mayor aceptación,entendiendo aceptación en su sentidomás elemental de suma de audiencia.Se describen las principales series deficción, las variaciones e hitos mássignificativos de los programas infor-mativos y de los deportivos. Se dedicaun apartado especial al comentario dela imagen GECA, un estudio de ima-gen realizado por Demoscopia queanaliza el liderazgo de imagen de losprotagonistas de la televisión y elíndice GECA, basado en apreciacio-nes de variables para diversas catego-rías como las de personaje famoso,periodista de mejor imagen y actorpreferido. El índice de imagen GECAes una media de esas distintas caracte-rísticas.

En suma, el Anuario GECA es unaradiografía de la sociedad vista a tra-vés de su relación con la televisión,una descripción del flujo de interac-ciones que se producen entre la socie-dad y el gran medio audiovisual. Pormucho que se insista en la importan-cia de la dependencia social de la pro-ducción televisiva, será difícil incurriren exageraciones. No se trata sólo delvolumen de la cifra de negocios nitampoco de la importancia crecientede la industria televisiva, especial-mente de la producción independien-te, que en España ha adquirido ya unpeso específico, como lo muestra elpredominio en los listados de audien-cia de la producción española en laprogramación interna y el aumento

CRÍTICA DE LIBROS

217

de las adaptaciones de series españo-las. Se trata también del efecto socialde esa producción, de los cambiosque va imponiendo en actitudes yhábitos de conducta. Cómo las acti-tudes y respuestas de la audienciareflejan nuevos estilos de comporta-miento y de lenguaje, cómo reflejan ocontribuyen a modificar normas ypautas sociales.

Hay algunos aspectos sobre los quese podría reflexionar tomando comobase esta fuente de datos del Anuario,cuya solvencia analítica no se discute.Hasta qué punto la televisión es unmero espejo en el que se mira la socie-dad o si, por el contrario, eso que lasociedad mira a través de la pequeñapantalla es una deformación de su ima-gen, o hasta qué punto esa imagen esun efecto inducido por criterios previa-mente adoptados por los estereotiposque los directores, guionistas y respon-sables de la programación y de la pro-ducción se forman acerca de la recepti-vidad y de los gustos sociales, es asuntoque permanece en debate y sobre elque las actuales técnicas de investiga-ción, principalmente cuantitativas, queson las que se usan en el Anuario, notienen capacidad de respuesta.

Eso no significa que lo primero quehaya que evaluar del Anuario es lo quesalta a la vista. La pulcritud de un dise-ño especialmente cuidado en el que sesintetiza la concepción visual del infor-me con su contenido discursivo. Esacombinación de ambos aspectos dauna idea de la cuidadosa labor que hanrealizado los autores y de los objetivosque se proponen satisfacer. No se tratasolamente de ofrecer datos de investi-gación, sino también de elaborar uninstrumento de intercomunicación

entre quienes trabajan en este campode la actividad audiovisual, empresa-rios, profesionales, informadores,investigadores. Es una edición tan cui-dadosamente estudiada que la pulcri-tud de su diseño se manifiesta hasta ensus más minuciosos detalles, como enla selección de los tipos, de los colores,de los gráficos, de las tintas. Aunquesólo sea por consideración de esa cali-dad material, ya vale la pena ponderarel esfuerzo realizado. Algo en lo que talvez no reparó McLuhan cuando, sor-prendentemente, contraponía visuali-dad y escritura, por un lado, y tactili-dad y televisión, por otro. Pues bien, elAnuario de GECA es un libro a la veztáctil y gráfico, alfabético y visual. Sumero comentario rompe cualquieresquema que trate de disociar ambosaspectos.

Pero, en fin, por señalar algunalimitación a este meritorio esfuerzo,quede claro en nuestra apreciaciónque el planteamiento del Anuario es,digámoslo de este modo, meramentedescriptivo, producto de una actitudideológicamente positivista. Por posi-tivismo ideológico entiendo aquí algobastante elemental: que se aceptacomo único criterio de calidad o deidealidad la propia respuesta de laaudiencia, como si el hecho de ver unprograma fuera sinónimo de gusto,de aceptación, de identificación oincluyera un juicio de valor favorable.En realidad, ése es un modo muy par-ticularmente acrítico de satisfacer losintereses de la propia industria, decomplacerse en la simple identifica-ción entre razón y eficacia, o de pre-tender elevar la eficacia, medida enadhesión de audiencia, en la única ola principal razón de una industria

CRÍTICA DE LIBROS

218

tan poderosa e influyente como es lade la producción y la programacióntelevisivas. Naturalmente, ése es ellenguaje que necesitan oír los empre-sarios sin escrúpulos para disfrazar labazofia bajo la vestidura de respetabi-lidad social.

Una parrilla ideal, como la que elAnuario propone, sería, pues, aquellaque reuniera más audiencia en las dis-tintas franjas horarias. Naturalmente,esa simplificación impone un menos-precio a un planteamiento más creati-vo y exigente, limita el esfuerzo porcontribuir a la dignificación de lapropia producción y por cooperarcon la toma de conciencia de la pro-pia audiencia. Por supuesto que latelevisión generalista es, ante todo,entretenimiento. Pero también haygrados, estilos y diferencias en elmodo de entretenerse. En el análisiscualitativo y crítico de esos aspectosque no son marginales es donde seadvierte que el esfuerzo imaginativo yanalítico de GECA elude, no sinhabilidad, los caminos que conducenal compromiso creativo.

La descripción es, pues, tan funcio-nal como sea posible. Las apreciacio-

nes de carácter cualitativo se limitan aresaltar la importancia de algunosprogramas o a aventurar razonablesconjeturas sobre la posible evoluciónde las tendencias que pueden obser-varse. Sin embargo, son muchas laspreguntas que se pueden hacer sobrelos condicionamientos de esa interac-ción en la que diversos grupos socia-les se hallan comprometidos, movidospor intereses opuestos, coordinados ocomplementarios.

El Anuario de la televisión 2001 deGECA, al fin y al cabo una descrip-ción de la difusión social de la televi-sión en España, no pretende respon-der ese tipo de preguntas, pero síofrece los datos de cuya interpreta-ción dependen las respuestas que sepueden hacer y que siempre seránvariadas y complejas. En todo caso, esel principal documento analítico yestadístico que se publica en nuestropaís sobre el desarrollo de la industriatelevisiva en sus diversos aspectos ysobre el grado de aceptación y loscambios en las preferencias de losespectadores a la oferta televisiva.

Luis NÚÑEZ LADEVÉZE

CRÍTICA DE LIBROS

219

E. GOFFMAN, H. SACKS, A. CICOUREL y M. POLLNER

Sociologías de la situación(Edición, traducción e introducción de Félix Díaz,

Madrid, Ediciones La Piqueta, 2000)

En este libro se publican seis artícu-los escritos por sociólogos que perte-necen a las diversas perspectivas inspi-radas tanto en la fenomenología

sociológica como en el interaccionis-mo simbólico, y que suelen denomi-narse en conjunto «sociologías de lavida cotidiana» o bien «constructivis-

mo social», aunque incluyen tambiéncorrientes como el sociodramatismo,la etnometodología o el contextualis-mo. Todos estos escritos son pococonocidos en España y no han sidotraducidos hasta ahora, puesto queproceden bien de revistas especializa-das en inglés o francés y, en algúncaso, de obras generales.

La amplia, documentada e incisivaintroducción del compilador, quetitula «Planteamientos contextuales ymetodológicos: la ubicua relevanciade los contextos presenciales», ofreceun marcado interés al lector, sobretodo al no especializado en estascorrientes, ya que presenta el perfil delos cuatro sociólogos norteamericanosincluidos en la compilación junto conun resumen de sus textos, y comple-mentado con una amplia y actualiza-da bibliografía en castellano y eninglés.

Pero lo más interesante del textodel compilador-prologuista es sureflexión acerca del valor y extensiónde los planteamientos contextuales yetnometodológicos en la sociologíanorteamericana a partir de sus iniciosen los años cincuenta, así como suentronque o crítica con otras perspec-tivas teóricas.

Estos nuevos y audaces plantea-mientos, sin duda, han revolucionadoen determinado sentido la sociologíaoccidental, sobre todo por su énfasisen la vida cotidiana, los análisis micro-sociológicos y una aguda crítica de losmétodos y técnicas neofuncionalistas,en especial de los cuantitativos, comola encuesta y los sondeos de opinión.

Los sociólogos contextualistas, porponer una etiqueta general y contodas las limitaciones de la defini-

ción, reclaman la necesidad de inves-tigar los entornos inmediatos de laacción y, sobre todo, la interacciónsocial. Por ello, su preferencia por laelección de objetos pequeños de lavida cotidiana, aunque no por ellomenos importantes que otros másestudiados de la Estructura Social,como los encuentros, las relaciones enpúblico, las conversaciones cotidianaso los rituales de la interacción, pres-tando una especial atención a losactores en situación, su asunción delos roles y, naturalmente, los proble-mas de identidad.

Las corrientes contextualistas perte-necen por derecho propio al campode las ciencias sociales, pero específi-camente a aquellas no convencionalesy no neopositivistas, y, por lo tanto,son claramente innovadoras. Unaspecto de gran relevancia es su consi-deración de que los fenómenos socia-les son constitutivamente inseparablesde los entornos de la interacción den-tro de los que se producen y, por ello,entran dentro del campo del estudiodel orden social y, también, por lotanto, del de la Estructura Social.

Las Sociologías de la situación hansurgido principalmente a partir de lasmetodologías cualitativas aplicadas alestudio de la realidad social, con graninfluencia de las técnicas de observa-ción y del análisis del habla. Yo creoque se han inspirado en buena parteen las teorías del lenguaje, y en con-creto de la pragmática anglosajona,así como de la filosofía del lenguaje(H. Heidegger, L. Wittgenstein).

Su surgimiento tuvo lugar en losespacios académicos de las Universi-dades californianas de Berkeley y LosAngeles, sobre todo en la última

CRÍTICA DE LIBROS

220

desde la creación por H. Blumer delDepartamento de Sociología, al quemuy pronto se trasladaron H. Sacks(en el año 1960) y E. Goffman (en1962). Sin embargo, posteriormente,Sacks se trasladó a Los Angeles, for-mando un equipo muy creativo conH. Garfinkel.

Estas nuevas perspectivas suelenpreocuparse en sus análisis de los sis-temas locales de relevancia interaccio-nal, así como de las maneras como secumplen las normas dentro de losdenominados «entornos de la interac-ción», observados muy detalladamen-te desde una perspectiva microsocio-lógica. Según el compilador, estascorrientes han tenido mucha influen-cia en determinados ámbitos acadé-micos, desarrol lando una vis iónsociológica claramente alternativa, eincluso subversiva, a la sociologíamayoritaria heredera de la tradiciónestructural-funcionalista.

Los cuarenta años que median entresu surgimiento y la actualidad permi-ten ya hacer un balance, que parece ser—aunque con matices— positivo res-pecto de sus logros, que el prologuistasintetiza en los siguientes puntos:

— Una expansión del estudio delhabla en interacción y del análisis delas conversaciones, así como de losrituales de la interacción, que se hanampliado a diferentes ámbitos, comohospitales, oficinas, cárceles, tanato-rios, etc.

— Ciertos análisis de la expresiónde la identidad y de la interpretacióndel orden social en sus constitucionesnaturales, aunque de menor relevan-cia que lo anterior, realizados sobretodo por H. Sacks.

— Bastante impacto en los añosochenta y noventa de la corrienteespecíficamente etnometodológicasobre los estudios sociales de la cien-cia, así como sobre las descripcionesanalíticas del arte de descubrir einventar.

— Estudios aplicados centrados enla exploración de campos institucio-nales determinados y desarrollandométodos de observación e interpreta-ción locales, destacando los realizadospor A. Cicourel y H. Mehan sobre lasinstituciones médica y escolar.

— Finalmente, hay que destacartambién la decisiva influencia quehan tenido todos estos autores sobrela nueva psicología discursiva británi-ca de carácter crítico, e inspirada enlos principios del contextualismo ela-borado tanto por E. Goffman comopor H. Sacks y M. Pollner.

Repecto de los seis artículos selec-cionados, se trata de un ramillete muycuidado dentro del que se tratan dife-rentes aspectos de la reivindicaciónepistemológica, teórica y metodológi-ca de estas corrientes. Incluyen, por lotanto, contribuciones fundamentalesy, desde luego, fundacionales.

El artículo de E. Goffman, «Rubory organización social», inaugura estacompilación y, tratándose de esteautor, naturalmente de forma brillan-te. Además de ser claramente identifi-cable (¿quién no ha pasado por lomenos una vez en la vida por la amar-ga experiencia del rubor?), el ruborseñala una estrecha relación entreidentidad e interacción, ya que encualquier encuentro cara a cara existela posibilidad de que surja el rubor y,con ello, el sonrojo característico.

CRÍTICA DE LIBROS

221

Según Goffman, el rubor se mani-fiesta siempre que un individuo haproyectado en un encuentro defini-ciones incompatibles de sí mismoante los presentes. A pesar de lo cualsuele presentarse asociado sólo a cier-tos lugares o entornos sociales, ysiempre pone de relieve y expresa queexisten conflictos de identidad entreprincipios personales contrapuestos.

El rubor ilustra la forma como cadaindividuo maneja su identidad antelos demás, enlazando, pues, con algu-nas conclusiones del mismo tenor queeste autor nos ha ofrecido en La pre-sentación de la persona en la vida coti-diana, libro con el que encuentrocierto enlace, por lo menos metodo-lógico.

La aparición del rubor suele revelarla mayor o menor oscilación del yodel sujeto, que se corresponde necesa-riamente con los cambios de su com-portamiento ante los presentes endeterminada situación y dentro delcontexto de las instituciones socialesque más ha estudiado Goffman: hos-pitales, escuelas, vestíbulos, cafeterías,ascensores...

H. Sacks, en «La máquina de hacerinferencias», parte del análisis de unaconversación cotidiana acerca de unproblema familiar y conyugal paradebatir uno de los problemas que másgustan a los conversacionalistas: el decómo ocurre el fenómeno de la inter-acción.

Se supone que se manifiesta como«secuencias reales» o procedimientosque permiten simultáneamente hacerinferencias desde las causas a los efec-tos, y viceversa. De aquí surge la ideade Sacks de que es posible construiruna máquina (yo lo interpreto como

una metáfora metodológica, natural-mente) que maneje, categorice y digacosas sobre un determinado tipo deacontecimiento que no se ha visto niobservado directamente, siempre quese la suministren datos sobre el pro-ceso.

En las personas normales, cualquiermomento de su conducta tiene quever tanto con el anterior como con elposterior, de forma que desde un aná-lisis lógico de estas secuencias se pue-den realizar inferencias válidas conalgún objetivo. Supone, como ejem-plo, que cuando un marido ha gol-peado a su mujer se debe a que anteshan tenido una fuerte discusión yantes un conflicto, y que seguramentedespués alguien llamará a la policía yésta se presentará en la casa.

En la sociología tradicional, gene-ralmente los materiales recogidoscientíficamente permiten hacer infe-rencias directas, es decir, que si algoha sucedido nuestro problema meto-dológico es explicarlo por medio devariables. Pero Sacks aboga por elprocedimiento inverso en la investi-gación de las rutinas cotidianas, deforma que uno pueda elegir entre dis-tintos hechos según la presencia oausencia de una explicación plausible,y poniendo como ejemplos experien-cias de litigios e informes forenses.Sacks lo expresa claramente en unpárrafo: «los hechos y las explicacio-nes tienen una relación de ida y vuel-ta... al menos en esta sociedad».

Nuevamente, H. Sacks, en «Sobremuestreo y subjetividad», plantea elproblema de la construcción de larealidad, suponiendo que cuando uninvestigador se enfrenta a los fenóme-nos sociales siempre busca un orden,

CRÍTICA DE LIBROS

222

o se cree él mismo que existe esteorden. Pero a menudo, y a pesar deque se llegue a realizar una investiga-ción minuciosa, dicho orden no selogra localizar.

Sacks supone que se puede explicarpor el hecho de que determinadosfenómenos sociales son aleatorios,pueden o no tener un orden, o bienéste surge cuando menos se esperaencontrarlo.

La problemática es, pues, bien rele-vante, teniendo sobre todo en cuentaque los estudios sociológicos se basanen la reconstrucción de la realidadsocial, en función no tanto de unmodelo previo, sino más bien decómo se podría hacer tal reconstruc-ción.

Este autor lo ilustra haciendo unacrítica a la investigación convencionalpor medio de encuestas extensivas.Según sus observaciones, los cuestio-narios permiten obtener resultadosordenados pero que tienen al mismotiempo numerosas restricciones, debi-do a las técnicas estadísticas que seaplican. Éstas, según Sacks, sirvenmás para justificar que se ha realizadouna investigación «decente» que parareconstruir la realidad. Incluso lanzala afirmación de que muchos de estosestudios son en todas partes malosdesde una perspectiva epistemológi-co-crítica.

Los estudios por entrevista perso-nal, prosigue, suponen además unaaproximación muy ocasional a laestructura social, sobre todo porquetienden a ser extremadamente genera-les, y por ello generalizables, y porqueno suelen basarse en una organizaciónadecuada del muestreo.

A pesar de esta crítica, Sacks reco-

noce que la estadística representa unode los métodos por los que se puedellegar a interpretar el orden social,sobre todo porque permite llegar aobtener descripciones claras y com-prensibles de los fenómenos sociales.Pero —aclara el autor— la estadísticasólo permite captar la organizacióngeneral, que representa un vicio deesta técnica, y que se aprecia por laextremada monotonía que tiene lainterpretación que resulta de ello.

Además, Sacks critica —en mi opi-nión gratuitamente— a Durkheimpor la forma como elimina de su teo-ría el problema de la subjetividad alcolocarse en el lugar del «nosotros»(los sociólogos que conocemos elpoder que tiene la sociedad sobrenuestras mentes) estudiando —yfrente— al «ellos».

Pero hace lo mismo con Weber, delque no comprende su extremado—en su opinión— énfasis en enume-rar las diversas restricciones que creeexisten para lograr elaborar una cien-cia social objetiva.

Su postura parece ser relativista, alindicar que los sociólogos sabemos loque cualquier miembro de nuestrogrupo y sociedad sabe, y por lo tantosólo es a través de nuestro sentidocomún como podemos interpretar loshechos sociales. Aunque, prosigue, loque se deriva de ello es dar una con-testación a la pregunta de ¿qué es unaexplicación?

Su respuesta se centra en reconocerque el sociólogo trabaja construyendoconceptos, supuestos, modelos, varia-bles, etc., y que es posteriormentecuando intenta ver si se parece o no a loque quiere que se parezca, con lo que semezcla inevitablemente lo objetivo con

CRÍTICA DE LIBROS

223

lo subjetivo. Por lo tanto, según estecriterio, para interpretar no se necesitanmedios sofisticados, sino que lo quehay que hacer es mirar a los objetos quese investiga tal como los mira la gentenormal, los no sociólogos. Y así, segúneste autor, se sabe con certeza cómo daruna explicación convincente.

En «Algunas cuestiones de teoría ymétodo», A. Cicourel vuelve, comoSacks lo ha hecho antes, a plantear lacrítica a la forma convencional dehacer sociología empírica, aunquecentrándolo esta vez en conocer cuá-les son las actividades que el sociólo-go etiqueta dentro del campo de la«Estructura Social».

Para alcanzar la objetividad, lossociólogos conocemos por experiencialos principios que permiten hacerinferencias sobre acontecimientos ohechos que sucedieron. Algunosejemplos pueden ser: los resultados decuestionarios o las tablas del censo,que pueden describir adecuadamentefenómenos verificables.

Cicourel indica que tiene muchasdudas acerca de la posibilidad de queel investigador de un fenómeno y ellector del estudio o informe den elmismo significado a los datos obteni-dos, y ello aunque sean miembros delmismo grupo social o de la mismasociedad.

Expone el ejemplo de que cuandose da un diálogo conflictivo entre unjoven y un policía sobre si el tono delprimero significa o no una amenaza ala autoridad, aspecto que tiene mucharelevancia y efectos en la vida prácti-ca, no es fácil hacer inferencias puestoque los puntos de vista, tanto de losparticipantes como de los observado-res, son divergentes.

La misma problemática surge tam-bién cuando intentamos interpretardiferentes personas el contenido dedocumentos objetivos como puedenser informes escritos o cintas devídeo.

Cicourel muestra más adelante suspreocupaciones sobre las propiedadesde la vida cotidiana. Criticando losproblemas sociales que sirven comopunto de partida de muchas de lasinvestigaciones que realizamos lossociólogos, los valora como «instan-cias obvias del mundo real». Conside-ra, además, que para comprenderloshay que examinar previamente laspropiedades de las rutinas de la vidacotidiana, como las conversacionesnaturales. Estas rutinas son las queofrecen materiales verdaderos parapoder construir descripciones signifi-cativas de la Estructura Social.

El autor asegura que si queremosdar sentido a lo que tenemos y a loque hacemos se requiere un aparatoteórico más sofisticado que el quesuele utilizarse por la sociología con-vencional. Y sugiere seguir el modelode Sacks respecto de la posibilidad deconstruir un artefacto capaz de pro-ducir secuencias conversacionales quepudieran ser reconocidas por miem-bros de la sociedad, y consideradas«correctas» o «apropiadas», sobreobjetos y acontecimientos conocidos.

En su opinión, el problema meto-dológico clave para los sociólogos esel de la traducción de las ocurrenciaso sucesos naturales al lenguaje espe-cializado o técnico. La solución quepropone se fundamenta en el modelolingüístico-etnográfico, usando lasexpectativas contextuales previascomo esquema de la interpretación de

CRÍTICA DE LIBROS

224

los hallazgos, considerados comodatos. Su alternativa parte de obser-var las limitaciones y las dependen-cias de cada estrategia metodológica.Y señala también que la estructurasocial que el sociólogo quiere conocerpresupone siempre el conocimientode las expectativas del contexto, y quelos miembros del grupo deben utili-zar como esquemas de interpretación.

En «El razonamiento mundano»,M. Pollner parte del principio de quecuando alguien plantea sus metodolo-gías interpretativas siempre se basa ensuposiciones sobre el carácter inter-subjetivo de los acontecimientos,oscilando las posturas bien en consi-derar que nunca estamos en contactocon el mundo en sí, o bien suponerque puesto que estamos en situaciónpodemos conocer el mundo compar-tido con los otros.

La clave del punto de vista queadopta Pollner está en creer que igualque los antropólogos pueden estudiaruna tribu extraña y ajena desde sussuposiciones, también los sociólogospodemos hacer algo análogo. Cuandohacemos inferencias sobre nuestromundo social, siempre intentamosespecificar y detallar lo que presupo-ne el actor cuando asume su mundointersubjetivo.

Sin embargo, es un hecho verifica-do que varias personas que observansimultáneamente un «mundo» social,lo experimentan, y por lo tanto lodescriben, de manera distinta y fre-cuentemente contradictoria.

Pollner cree que se debe esta carac-terística a que existe una «razón mun-dana» que nos sirve de guía para lainterpretación, pero que al mismotiempo nos permite adoptar distintas

posturas ante el mismo hecho. Apro-vecha para ilustrar este principiodiversos ejemplos recogidos de unainvestigación realizada sobre los juz-gados de tráfico municipales en Esta-dos Unidos.

Al desarrollar este concepto de«razón mundana», Pollner no vacilaen referirse a los maestros de la feno-menología sociológica, concretamentea A. Schutz y M. Merleau-Ponty.Desde esta perspectiva filosófica, afir-ma que el carácter del mundo coti-diano es el que se da por supuestodesde nuestro sentido común, porqueaquél está siempre compartido, y unaprueba de ello es que los actos lin-güísticos son inteligibles sin excep-ción para todos los miembros de unmismo grupo social.

Como estos supuestos mundanosson incorregibles, los podemos valo-rar como si fueran prejuicios. Aunquelas personas podemos neutralizarlos,usando diferentes habilidades cotidia-nas que hemos aprendido durante elproceso de socialización.

Cuando se dan diferentes percep-ciones sobre una misma realidad, lasolución a las versiones divergentesdebe fundamentarse en hacer conje-turas sobre la inoperancia de algunasde las suposiciones que damos porverdaderas.

Para Pollner, finalmente, los «razo-namientos mundanos» son importan-tes para el etnometodólogo, ya quetienen capacidad para dar a conocercomo acontecimientos sorprendenteslas diferentes experiencias y las expli-caciones divergentes de dos personasque observan el mismo «mundo»,pero del que dan diferentes versiones.

En el último artículo, de E. Goff-

CRÍTICA DE LIBROS

225

man, titulado «Microsociología e his-toria», se glosa el concepto-clave de«microsociología» dando dos acepcio-nes: una con el significado derivadode las ciencias físicas y de la bioquí-mica, y otra relativa al análisis de lasinteracciones sociales, siendo estaúltima acepción la que tiene másinterés para la sociología.

Parece que el concepto procede dela Antropología Cultural, y se basa enconsiderar que un hecho o productosocial no es significativo por su ori-gen e historia, sino que su importan-cia deriva de su papel en la vidasocial.

Este autor destaca, además, que enlos últimos decenios los historiadoreshan ido ampliando sus objetos deinvestigación a aspectos que antessólo interesaban a los sociólogos:como la vida cotidiana, las clasessociales o las circunstancias de lasvidas de las mujeres. Por lo tanto, seha logrado una permeabilidad entrehistoriadores, sociólogos y antropólo-gos, en un nuevo campo que se puededenominar propiamente como «mi-crosociología».

Goffman reivindica la necesidad derealizar «microanálisis», justificandoel estudio de fenómenos pequeñospor la imposibilidad de la sociologíade poder hacer inferencias a granescala en el ámbito de la sociologíaempírica convencional.

A pesar de esta reivindicación delconcepto, el autor cree que todavíason imprecisos los conceptos que uti-l izamos en el campo del anális ismicrosociológico. El problema másgrave para poder realizar una inter-pretación radica en lograr encontrarlas mediaciones entre el orden macro-

social y las situaciones de interaccióncara a cara.

En conjunto, el l ibro reseñadotiene un gran valor para la sociología,porque reivindica el marcado caráctersubversivo que tienen estas nuevascorrientes teóricas constructivistas y/osituacionistas, al criticar tanto la epis-temología subyacente a los conceptosy modelos como la metodología quese aplica a la recogida de los datos,todo ello referido a los estudios neo-positivistas. Creo que ha quedadobastante claro que todos los autoresincluidos en esta compilación inten-tan trastocar de una u otra manera elorden de la sociología empírica, cali-ficándolo como poco correcto e inefi-caz, y planteando la necesidad de sus-tituirlo por otro, del que facilitanalgunas pistas.

La elección de los artículos ha sidomuy cuidada, en mi opinión, puestoque dentro de todos ellos se incluyencríticas basadas en la teoría del cono-cimiento de fundamento fenomeno-lógico. Tienen, pues, gran utilidadpara quienes quieran conocer algunosde los postulados de las nuevas pers-pectivas constructivistas.

Sin duda, la mayoría de estos auto-res dan un fuerte varapalo contra lasociología empírica, y tanto la cuanti-tativa como la cualitativa, en base aconsiderar que es demasiado implíci-ta, que generaliza en exceso, que utili-za conceptos y variables poco defini-dos y menos verificados, y que recogedatos cuya identidad con los objetosque estudia es dudosa.

Un aspecto muy interesante deestas nuevas corrientes, y que las reva-loriza, es su fundamento en las teoríaslingüísticas, sobre todo las anglosajo-

CRÍTICA DE LIBROS

226

nas y norteamericanas, desde Ch.Morris a B. L. Whorf, sobre todoporque desde la lingüística se puedenelaborar métodos capaces de haceremerger el significado de las accionesy hechos culturales (que ellos aplican,naturalmente, a la vida cotidiana).Valoran especialmente las distincio-nes que hacen los antropólogos delhabla entre las interpretaciones emic yetic de los hechos culturales, y el pro-blema de fondo de la construcción yreconstrucción del orden social.

Las tesis expresadas consolidan laidea de que la «sociología convencio-nal», y que identifican claramentecon la herencia del estructural-fun-cionalismo norteamericano, aunqueestá muy formalizada por medio deconceptos y modelos analíticos, siguesiendo poco rigurosa epistemológica-mente. Esta problemática, en su opi-nión, se vincula con la dialécticaacción/conocimiento y, sobre todo,debe centrarse en el análisis de lasconductas y la descripción de loshechos y las inferencias que se pue-den realizar de los mismos.

Por lo tanto, desde la perspectivaconstructivista se puede l legar areconstruir la sociología occidental, yen aspectos concretos como la elec-ción de objeto, la recogida de losdatos y la aplicación de métodosmicrosociológicos.

Sin embargo, y a pesar de que reco-nozco la singularidad de estos plan-teamientos, que conocía sobre todoanteriormente por la magnífica obra

de Cicourel y de Goffman, y queintentan —con fundamentos y auda-cia— la elaboración de una sociologíamicro, más concreta e inmediata, a laque se llega a conceptualizar conmayor profundidad y rigor, las solu-ciones que plantean estos autorestampoco ofrecen alternativas globalesdemasiado claras y sí crean nuevasdudas sobre la validez teórica y meto-dológica de la sociología como cien-cia social concreta, en el sentido deMedina Echevarría.

En su mayoría, los ejemplos queponen en los textos son pequeñassociologías de la interacción en for-mas diversas: conversaciones, debatessobre significados, visiones contra-puestas de un mismo hecho y cons-trucciones de identidades en situa-ción, aspectos que si bien amplían lavisión de lo social y de lo cultural, sualcance interpretativo sobre la Estruc-tura Social lo considero como limita-do y, sobre todo, delimitado (por laperspectiva micro adoptada comoúnica).

Sin embargo, estas modestas obser-vaciones no invalidan, sino que, creo,revalorizan, sus propuestas contra elmodo de hacer sociología «al uso», el«convencional», claramente ancladoen unos conceptos y métodos muyestereotipados y, por ello, estériles enbuena medida para poder alcanzaruna interpretación adecuada y correc-ta de ciertos hechos colectivos.

Miguel ROIZ

CRÍTICA DE LIBROS

227