Crit Lit Antiguo Testmento

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CRITICA LITERARIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO George Reyes 1 INTRODUCCION A través de la historia de la interpretación, la exégesis bíblica erudita se ha acercado a la Biblia desde diferentes metodologías críticas. Una de esas metodologías es la crítica literaria diacrónica del Antiguo Testamento (AT). Esta crítica ha sido por muchos años la exégesis dominante, enseñada, practicada y defendida como la de mayor peso académico. Sin embargo, además de hoy yacer bajo descrédito, esta exégesis está siendo actualmente desafiada por el paradigma crítico-literario sincrónico bíblico. 2 Hablar hoy de crítica literaria del AT es hablar no solamente de crítica literaria diacrónica, sino también, y con mayor propiedad, de crítica literaria sincrónica. Pero, ¿en qué consisten estas críticas? ¿Cómo operan metodológicamente sobre el texto? ¿Qué ganancias y pérdidas representan para la exégesis narrativa del AT? En este ensayo procuraré responder a estas preguntas, con riesgo tanto de no ser neutral en el sentido de estar desprovisto de presuposición 3 como de hacer grandes saltos históricos y bibliográficos. Al final, haré una conclusión general seguida de una breve reflexión hermenéutica. 1 Presbítero, profesor y autor de literatura teológica y artística. 2 El descrédito se debe a sus debilidades que algunos las han puesto en evidencia; ver un resumen de esas debilidades, en Breneman (2002). Pero eso no significa que haya desaparecido ni es ese nuestro deseo. A pesar de las modificaciones que ha experimentado en su esquema clásico, y a pesar del descrédito y del desafío que está experimentando, esta exégesis sigue siendo todavía la base teórica y práctica exclusiva para la exégesis del AT en el contexto hermenéutico inglés y alemán (Barton, 2001, p. 25), y en determinados contextos hermenéuticos académicos de Seminarios y Facultades de Teologías de América Latina. 3 “Tanto más cuanto que la hermenéutica misma”, argumenta Ricoeur (1978, p. 220), “pone en guardia contra esta ilusión o esta pretensión”.

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  • CRITICA LITERARIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

    George Reyes1

    INTRODUCCION

    A travs de la historia de la interpretacin, la exgesis bblica erudita se ha acercado a la

    Biblia desde diferentes metodologas crticas. Una de esas metodologas es la crtica

    literaria diacrnica del Antiguo Testamento (AT). Esta crtica ha sido por muchos aos la

    exgesis dominante, enseada, practicada y defendida como la de mayor peso acadmico.

    Sin embargo, adems de hoy yacer bajo descrdito, esta exgesis est siendo actualmente

    desafiada por el paradigma crtico-literario sincrnico bblico.2

    Hablar hoy de crtica literaria del AT es hablar no solamente de crtica literaria

    diacrnica, sino tambin, y con mayor propiedad, de crtica literaria sincrnica. Pero, en

    qu consisten estas crticas? Cmo operan metodolgicamente sobre el texto? Qu

    ganancias y prdidas representan para la exgesis narrativa del AT? En este ensayo

    procurar responder a estas preguntas, con riesgo tanto de no ser neutral en el sentido de

    estar desprovisto de presuposicin3 como de hacer grandes saltos histricos y

    bibliogrficos. Al final, har una conclusin general seguida de una breve reflexin

    hermenutica.

    1Presbtero, profesor y autor de literatura teolgica y artstica.

    2 El descrdito se debe a sus debilidades que algunos las han puesto en evidencia; ver un resumen de esas

    debilidades, en Breneman (2002). Pero eso no significa que haya desaparecido ni es ese nuestro deseo. A

    pesar de las modificaciones que ha experimentado en su esquema clsico, y a pesar del descrdito y del

    desafo que est experimentando, esta exgesis sigue siendo todava la base terica y prctica exclusiva para

    la exgesis del AT en el contexto hermenutico ingls y alemn (Barton, 2001, p. 25), y en determinados

    contextos hermenuticos acadmicos de Seminarios y Facultades de Teologas de Amrica Latina.

    3 Tanto ms cuanto que la hermenutica misma, argumenta Ricoeur (1978, p. 220), pone en guardia

    contra esta ilusin o esta pretensin.

  • CRITICA LITERARIA DIACRONICA

    Contexto y desarrollo

    La crtica literaria diacrnica es resultado y herencia en Amrica del contexto cultural

    europeo del Renacimiento tardo, de las Luces y de la Modernidad (Barton, 2001, pp. 25-

    36).4 De Wit (2002, p. 84) observa que en el Renacimiento tardo los comentarios, por

    ejemplo, del clebre humanista Erasmo de Rotterdam (1466-1536) son un buen ejemplo de

    cmo en ese perodo histrico cambia tanto la manera de interpretar la Biblia como la

    visin de lo que es un texto, ya que ste deja de ser visto como una mera fuente de

    alegoras. En este sentido, el Renacimiento y, en general, la Modernidad signific una

    ruptura con la poca Medieval, incluso en el exegtico.

    El Renacimiento, el Humanismo y la Reforma establecen los cimientos de una nueva

    interpretacin de la Biblia. Con razn se ha hablado de una vuelta copernicana en el

    campo de las ciencias bblicas. El nfasis en la gramtica del texto, su aspecto

    histrico (sensus literalis), el contexto en que naci, todo anticipa un tipo de exgesis

    que dominar el campo hasta mediados del siglo 20. Se llamar la investigacin

    histrico-crtica (De Wit, 2002, p. 91) (La cursiva es suya).

    En los siglos 16, 17 y 18, contina De Wit (2002, p. 91), se descubren nuevos mundos

    y surge una cosmovisin nueva. La publicacin del libro De revolutionibus orbium

    coelestium de Coprnico (1543) causara conmocin. El cambio evolucionario en la nueva

    percepcin del universo, prosigue De Wit (en la misma obra y pgina anterior), y el nuevo

    lugar que van ocupar la tierra y el ser humano en el universo, provoca la necesidad de

    buscar una posicin frente al emergente debate entre ciencia moderna y verdad bblica que

    4 Se podra decir que este mismo contexto influira tambin en la hermenutica de los Reformadores

    Protestantes del siglo XVI, especialmente en la de Martn Lutero y de Juan Calvino. Pero qu del contexto

    latinoamericano? Durante este perodo se desconoce la manera cmo la ciencia bblica se habra desarrollado

    en Amrica Latina colonial y poscolonial. De Wit (2002, p. 109) opina que la hegemona de universidades

    catlico-romanos en el continente que hasta inicios del siglo 20 prohiban el anlisis histrico-crtico de la Biblia hace suponer que durante la poca de las Luces hubo poca influencia latinoamericana en los grandes avances de la exgesis europea y, es de inferir, poca influencia de tales avances en este contexto. Hay

    que recordar, prosigue De Wit, que en nuestro continente es despus de la segunda mitad del siglo XX

    cuando nace un movimiento bblico que en su mayora y en gran medida sigue la exgesis europea.

  • prevalecer en todo el siglo 17. Consecuentemente, en este siglo (el de las Luces), y en el

    de la Moderna, la Biblia llegara a ser un objeto de estudio cientfico-crtico conforme a las

    leyes de la lgica, la sospecha y la duda (especialmente de lo milagroso), si se recuerda que

    en el siglo 18 la Iluminacin llega a su punto culminante despus de un gran desarrollo y

    revolucin cientfica y del surgimiento de cientficos como Coprnico (1473-1543), Galileo

    (1564-1642), Descartes (1596-1650), Locke (1632-1704), Espinoza (1632-1677), Newton

    (1642-1727) y Voltaire (1694-1778).5 De Wit (2002, p. 93) seala que en la parte

    teolgica de su Tractus Theologico-Politicus (1670), Espinoza desarrolla una nueva

    metodologa de la interpretacin bblica que se habra de convertir en los presupuestos y

    puntos de partida de la exgesis histrico-crtica: la Biblia debe ser vista como literatura y

    que el marco general del estudio bblico debe ser la historia de la literatura bblica. Lo que

    ms impact de su Tractus, contina De Wit (en la misma obra y pgina anterior), fue la

    afirmacin de que Moiss no habra sido el nico autor del Pentateuco, ya que en el mimo

    se perciben repeticiones y contradicciones que hacen poco probable que una sola persona lo

    haya escrito. En la misma lnea de pensamiento, y en 1678, el padre francs Ricardo Simn

    publicara su Historia Crtica del Antiguo Testamento en la que enfocaba

    La cuestin que fascinar el prximo siglo y medio a una gran parte de los cientficos

    veterotestamentarios: el origen, la gnesis y la actual composicin del Pentateuco. En

    su obra, dos conceptos claves ocupan un lugar predominante: tradicin y fuentes.

    Simn pone gran nfasis en la importancia de la tradicin (oral y escrita) en la gnesis

    del PentateucoGran inters hay en la pregunta por el origen y la prehistoria del Pentateuco. Simn est de acuerdo con Espinoza de que Moiss no pudo haber sido el

    (nico) autor del Pentateuco. Ms bien debe considerarse el proceso de su confeccin

    como obra comunitaria (De Wit, 2002, p. 111).

    5 Aqu uno recuerda que la consigna de Descartes era que es necesaria la prctica de la duda como

    estrategia; hay que dudar de todo y toda teora, pues lo nico seguro que existe soy yo quien duda. Por eso

    Descartes (en su obra reeditada en 1998) propondra su famoso cogito, ergo sum (pienso, luego existo).

  • Es as, pues, cmo se comienza a ver el texto como un simple tejido de tradiciones o

    fuentes literarias y cmo se comienza a cuestionar su confiabilidad. Es as tambin cmo

    las bases para el surgimiento del mtodo histrico-crtico con su inters bsico por la

    gentica del texto quedaran puestas.

    Longman y Dillard (2007, p. 52) observan que la dcada de 1880 fue determinante en el

    desarrollo del mtodo en mencin aplicado al AT porque en ella vio a luz la monumental

    obra de H. J. Wellhausen Prolegomena zur Geschichte Israels (publicada en 1883, en

    ingls en 1885). Esta obra, continan estos autores (en la misma obra y pgina anterior),

    tuvo una gran influencia porque, por vez primera, pudo asociar la historia del desarrollo del

    Pentateuco con la historia del desarrollo de la religin israelita en una manera que

    convenci a la mayor parte de los principales estudiosos europeos, ingleses y

    estadounidenses. Es as que la expresin clsica la hiptesis documental se puede asociar

    con el punto de vista de Wellhausen (1844-1918).6

    Operacin metodolgica

    Un ejemplo nos ayudara a ver no slo la operacin metodolgica de la exgesis

    histrico-crtica, sino tambin su caracterstica esencial.7

    Entre los crticos histricos, hay un consenso general de que la forma actual del texto

    bblico es producto de un largo proceso evolutivo. Y la crtica de las fuentes es uno de los

    6 Ver en Longman y Dillar (2007, pp. 51-55) una breve descripcin de esa expresin clsica de J. H.

    Wellhausen (1844-1918), quien, en los ltimos decenios del siglo 19, resumira y definira la contribucin de

    sus predecesores (J. Astruc; J. G Eichhorn; B. Espinoza, R. Simn y otros). Sin embargo, con el paso de los

    aos esta hiptesis ha venido siendo modificada, pues, entre otras cosas, se habrn de identificar en el texto

    ms de cuatro fuentes, y la nocin de fuentes escritas habra de dar lugar a la teora de tradiciones orales,

    analizadas por la crtica de las tradiciones con A. Alt, G. Von Rad y M. Noth a la cabeza; ver en De Wit

    (2002, pp. 127-143 un resumen sobre esta crtica ltima; ver las modificaciones en Brenemann (2002, pp. 4-

    5), Longman y Dillard (2007, pp. 55-61), A. Berln (1994, p. 113). No obstante, como ya lo dijimos y lo

    veremos ms adelante, la exgesis literaria ha venido deconstruyendo esta hiptesis; por ejemplo, ver Berln,

    (1994, pg. 113), quien opina que, a pesar de las modificaciones que la exgesis histrico-crtica ha

    experimentado, su nfasis sigue siendo el mismo: que el presente texto, que es obra de un redactor, no es

    ms que una antologa de fuentes prefabricadas.

    7 Lo que sigue procede de Reyes (1999, pp. 53-57), con ligeras modificaciones.

  • mtodos interesados en detectar en el texto ese proceso; en otras palabras, esta crtica ha

    sido usada para investigar mediante una estrategia de duda no los eventos, sino las fuentes o

    tradiciones antiguas subyacentes en el texto que los redactores bblicos habran usado y a la

    vez combinado en la composicin de sus obras. Siendo as, ella investiga especficamente

    los textos que podran no ser de un solo autor/redactor, sino el resultado de una

    combinacin de documentos o tradiciones originalmente independientes.

    Consecuentemente, el crtico ha de averiguar si los escritos antes sus ojos son compuestos o

    no; si concluyere que s lo son, ha de investigar si este fenmeno se debe al autor/redactor

    original, o algo realizado posteriormente por el trabajo editorial de redactores preocupados

    por interpolaciones sistemticas, supresiones, o sustituciones.

    Ahora bien, tal anlisis es realizado sobre algunas bases. Entre ellas estn el uso de

    diferentes nombres para la divinidad, narraciones repetidas o similares, y otras clases de

    repeticiones y supuestas contradicciones. El resultado de tal anlisis es obvio: un

    alejamiento de la forma final del texto a su prehistoria, y una fragmentacin del mismo en

    varias fuentes (experiencias, contextos). La crtica de las fuentes es, por lo tanto, un

    mtodo diacrnico.

    La aplicacin ms conocida y aceptada de la crtica de las fuentes en el AT es la

    Hiptesis Documentaria (una clase particular de anlisis de fuentes). En su formulacin

    clsica,8 y como su nombre lo indica, esta hiptesis sostiene que en el Pentateuco subyacen

    cuatro bsicas, diferentes e independientes fuentes o venas narrativas: la Yahvista (J, siglo

    X a.C.), la Elohista (E, siglo IX a.C.), la Deuteronomista (D, siglo VIII VII a.C.), y la

    8 Bajo el aporte e influjo, como ya lo hemos dicho, del erudito alemn Wellhausen, quien, en los ltimos

    decenios del siglo 19, resumira y definira la contribucin de sus predecesores.

  • Sacerdotal (P, siglo VI V a.C.). Ninguna de ellas estara directamente asociada con

    Moiss.

    Uno de los pasajes antiguotestamentarios frecuentemente usados para ilustrar esta

    hiptesis es Gnesis 37:18-30: el episodio de la venta de Jos, una obra maestra de arte

    narrativo. Este pasaje ha sido subdividido conforme a los criterios de la crtica de las

    fuentes en dos narrativas paralelas e independientes: J y E:

    J E

    vss. 18-20 21-24

    25-27 28a

    28b 28c-30

    Como se podra ver, en la fuente J se narra un complot para asesinar a Jos

    mientras l est todava a cierta distancia de sus hermanos; repentinamente, stos se

    percatan de la venida de los ismaelitas, a quienes lo venden. Por su parte, la lectura de la

    fuente E permite asumir que Rubn haba odo del complot; entonces, siguiendo su

    sugerencia, se lanza a Jos a la cisterna de la cual sera secuestrado por los madianitas. As,

    dos diferencias bsicas entre las dos fuentes vendran a ser claras: (1) en la fuente J, Jos es

    vendido a los ismaelitas, y (2) en la E, en cambio, l no es vendido, sino secuestrado, y por

    un grupo diferente: los madianitas. Se supone, por lo tanto, que el redactor habra de

    combinar esas dos fuentes, pero no habra tenido la libertad de eliminar ninguna

    incongruencia que habra podido quedar de tal combinacin. Si su versin resultante fue o

    signific un mejoramiento de sus fuentes originales, es algo que queda a la decisin de

    cada crtico.

    Se podra concluir diciendo que para la crtica de las fuentes Gnesis 37:18-30 es un

    producto de la combinacin de dos diferentes (y, por cierto, dispares) fuentes (J y E), y, por

    lo tanto, de dos diferentes redactores.

  • Conclusiones

    A la luz de lo anterior, se concluir recalcando que la crtica de las fuentes es una crtica

    diacrnica, ya que su inters primario es la historia composicional o de produccin que

    subyace detrs del texto. Esta exgesis trae aparejada ganancias y prdidas para la exgesis

    bblica.

    Las ganancias pueden ser muchas y han sido reconocidas.9 Pero aqu me limito apenas

    a las siguientes.10

    Una de ella es que la crtica de las fuentes nos ayuda a recuperar la

    naturaleza histrico-humana del texto, frente al peligro del reduccionismo espiritualista

    que pareciera indicar que la Biblia ha cado literalmente del cielo y carece as de un

    condicionamiento situacional histrico y lingstico subyacente detrs de su forma cannica

    final actual. El inters por el contexto histrico ha contribuido al conocimiento tanto del

    proceso histrico composicional que subyace detrs del Pentateuco y de toda la Biblia

    como de lo histrico. Este aporte ha trado aparejado otro tambin importante: el uso de

    una herramienta exegtica importante: la crtica textual que intenta determinar la posible

    lectura original frente a un problema textual. No es de extraar que la mayora de los

    intrpretes hoy seamos ms conscientes tocante la importancia de una exgesis crtica y a la

    vez controlable o equilibrada metodolgica y epistemolgicamente.

    En cuanto a las prdidas, uno podra observar su carcter hipottico y anacrnico,11

    mediando en el mismo una estrategia de duda y de escepticismo. Su despedazamiento del

    9 Ver, entre otros, Pontificia Comisin Bblica (1996); del lado protestante evanglico ver Ladd (1990).

    Incluso, la exgesis histrico-gramatical se ha beneficiado de algunos de sus aportes como el de la crtica

    histrica.

    10

    Ver otras en Brenemann (2002).

    11

    Esto es as porque no existe alguna concreta y emprica evidencia de cmo la Biblia habra sido antes

    del proceso final de composicin que nos d luz sobre sus cambios experimentados. Las teoras histrico-

    crticas que se basan en las categoras de la filosofa alemana del siglo XIX suelen ser asumidas como verificadas y autoritativas. La occidentalizacin y, por ende, el anacronismo son obvios; ver Berln (1983, p.

    112); Brenemann (2002, p. 5).

  • mismo al deshacer su forma final y su falta de sensibilidad por la narratividad del

    texto al pasar por alto su potica y otros aspectos propios de los textos literarios: el texto

    como juego literario, el mundo oriental, las relecturas internas del texto, la capacidad del

    texto de iluminar nuevas situaciones no vistas por el autor, el fenmeno de la

    intertextualidad, etc. (De Wit, 2002, p. 64). Tambin se puede observar que el inters de

    esta crtica pareciera estar centrado muy poco en aquello que es importante para la reflexin

    teolgica y pastoral contextualizada: la intencin o la voz teolgica del texto. Su centro de

    atencin est ms bien en la gentica del texto como si en ella yaciera tal intencin o voz.

    Por otro lado, no se puede soslayar su rigidez racional y falta de neutralidad u objetividad

    (Barton, 2001, pp. 28-36) as como tambin su historicismo exagerado y su pretensin,

    incluso hoy en un contexto de pluralidad hermenutica cuando la exgesis sincrnica ha

    explicado literariamente las aparentes repeticiones y contradicciones del texto, de ser la

    nica manera competente e irrefutable de exegetizar el texto sagrado. No en vano De Wit

    (2002, p. 150) piensa que sera un desastre que la manera racional, occidental e histrica

    fuera la nica manera de entrar en contacto con el texto. Adems, no es por casualidad

    que la Hiptesis Documentaria siga siendo resistida entre judos, protestantes, catlico-

    romanos y catlico-ortodoxos conservadores, incluso entre exgetas que se podran

    identificar como histrio-crticos.12

    A la luz de lo anterior, me gustara pensar sobre la necesidad de ser ms cautos con el

    uso de esta y otras exgesis diacrnicas componentes de la histrico-crtica. Hay que

    recalcar que, por su propia naturaleza, muchas de sus afirmaciones no han podido ni

    12 Por ejemplo, Andiach (2012, pp. 42), que considera que la atribucin a Moiss de todo el

    Pentateuco (Dt 31, 24) no tiene asidero en la historia fctica, pero s un valor semntico, afirma : debemos recordar que toda reconstruccin del pasado es precaria y est sujeta a que nuevos descubrimientos la

    modifiquen. De modo que darle un valor alto al contexto de produccin del texto a fin de asegurar una

    lectura crtica, corre el riesgo de considerar slida una herramienta que puede ser voltil.

  • podran ser verificadas ni han hecho justicia a lo que se sabe hoy del Antiguo Cercano

    Oriente (Brenemann, 2002). Brenemann (2002 cp. Longman y Dillard, 2007, pp. 57-61),

    erudito nacionalizado argentino y especialista en Antiguo Testamento, ha demostrado

    muchas evidencias que cuestionan y debilitan la hiptesis documentaria, razn por la cual,

    afirma l, muchos eruditos histrico-crticos la estn abandonando hoy. Aunque con cierta

    ingenuidad, Brenemann cuestiona la validez de la crtica de las fuentes como base para una

    crtica literaria del Pentateuco. Creemos, piensa l (2002, p. 1) que la evidencia requiere

    que tomemos ms en serio la unidad del Pentateuco y lo que el Pentateuco mismo dice de

    su propio origen.

    CRITICA LITERARIA SINCRONICA

    Contexto y desarrollo

    Ya que he trabajado en otro lugar un esbozo histrico sobre el contexto y desarrollo de

    esta crtica, aqu mencionar apenas algunos detalles del contexto cultural dentro del cual

    aparece y alcanza su apogeo y predominio.13

    Contrario a la crtica literaria diacrnica, la sincrnica surge recientemente, esto es, a

    mediados del Siglo XX anterior, bajo el influjo de la Nueva Crtica Literaria fuera del

    mbito bblico y de la tradicin potica aristotlica, y en reaccin contra los estndares

    filosficos, epistemolgicos y metodolgicos hermenuticos fragmentarios y racionalistas

    modernos que habran de marcar la exgesis y la teologa occidental, incluso

    latinoamericana.14

    13 Ver Reyes (1999, pp. 39-59) de donde procede esencialmente lo que mencionar tocante al contexto

    cultural dentro del cual hace su aparicin la crtica que nos ocupa.

    14

    Sin embargo, hay que recordar que la crtica literaria sincrnica es un fenmeno no slo

    contemporneo, sino tambin antiguo, ya que hunde sus races en H. Gunkel (1862-19329 con su CFL; De

    Wit (2002, p. 128). No obstante, no fue sino hasta mediados del siglo anterior que la crtica sincrnica

    cuando se empezara imponerse ms sistemticamente.

  • En la dcada de los setentas reverberaba en los crculos hermenuticos de erudicin

    anglosajones la necesidad de volver a la forma cannica final del texto. Una de las figuras

    claves en ese intento fue James Muilenburg, erudito norteamericano ex profesor del Union

    Theological Seminary (Nueva York, USA), y posteriormente profesor de San Francisco

    Theological Seminary. En 1968, en su discurso ante el congreso anual de la Sociedad de

    Literatura Bblica, a la vez que subrayaba la validez de la CFL, Muilenburg insista en la

    necesidad de ir ms all de la misma debido a sus limitaciones para la interpretacin del

    texto. De esa cuenta, segn l, se necesitaba de una nueva metodologa que fuese acorde

    con la naturaleza literaria del texto. En efecto, en este mismo artculo, Muilenburg no slo

    insistira en que el Antiguo Testamento posee altas cualidades literarias y que, por lo tanto,

    deba estudiarse su estilo, sino que tambin propondra un mtodo al cual denominara

    Crtica Retrica. Aunque la propuesta de este autor ya se haba sugerido anteriormente,

    abre el camino para los estudios retrico-sincrnicos posteriores del Antiguo Testamento.

    Si esto es as, bien se podra argumentar que los primeros aos de la dcada de los setentas

    seran claves para el desarrollo de los acercamientos literarios sincrnicos al texto. El

    aporte del espaol Alonso Schkel sera tambin clave en esta dcada.

    Posteriormente, 1974-1981, la crtica sincrnica se solidifica y de 1997 en adelante

    alcanza su apogeo y predominio no sin debates debido al cambio radical terico-

    hermenutico (por ej.: la autonoma del texto, el papel del lector en el proceso de lectura)

    que implican algunas de sus versiones.15

    En el primer perodo sealado, el aporte del

    crtico literario norteamericano Robert Alter vendra a ser importante con la publicacin en

    1982 de su obra The Art of Biblical Narrative. El habra de proponer un acercamiento el

    15 Tal es el caso de la crtica Reaccin del Lector que habra de surgir en el curso de los aos setentas

    y ochentas, vinculada a nombres tales como S. Fisch, H. Frei, R. Barthes y, en nuestro contexto, la gran

    mayora de los proponentes de las llamadas hermenuticas del genitivo.

  • cual, segn algunos autores, sera nuevo en los crculos hermenuticos, pero ms accesible

    y que dara un gran impulso en la solidificacin de los acercamientos literarios al texto

    sagrado. En efecto, en su esfuerzo por proponer un acercamiento que abriera nuevas puertas

    al estudio de las Escrituras, Alter habra de proponer un acercamiento formalista que pone

    atencin minuciosa al diestro uso del lenguaje, al cambio de ideas, convenciones, tono,

    sonido, imgenes, sintaxis, punto de vista narrativo, arreglo de unidades, entre cosas; de ah

    su calificativo de la narrativa del AT, que le valiera crticas: Ficcin historizada o

    Historia ficcionalizada. Su mtodo pondra la agenda para el anlisis formalista o potico

    narrativo del AT.

    En el segundo perodo de apogeo y predominio, Adele Berln publica en 1983 su obra

    Poetics and Intrepretation of Biblical Narrative en la que describe ms sistemtica y

    tcnicamente una potica para el texto narrativo antiguotestamentario que complementa la

    de Alter y deconstruye literariamente lo que la CF habra de ver como documentos

    paralelos e incongruencias en el texto. En la misma lnea de pensamiento, el erudito israel,

    Meir Sternberg publicara en 1985 su densa obra The Poetics of Biblical Narrative:

    Ideological Literature and the Drama of Reading. Al igual que Alter y Berln, slo que ms

    densa y sofisticadamente, Sternberg explora una potica de la narrativa bblica con base a

    una elaborada narratologa y opina que la intencin de la potica es estudiar y describir el

    funcionamiento de la narrativa antiguotestamentaria como literatura.

    Posteriormente, un creciente nmero de libros y artculos estudiando el texto

    contextualmente y desde diferentes escuelas literarias sincrnicas habran de publicarse.16

    16 Por ejemplo, en Amrica Latina, y entre otros, Reyes (1996, pp. 59-74); E. Alan Perdomo R. (1996,

    pp. 163-174). La bibliografa en el idioma ingls es extensa; se la puede consultar en Reyes (1999, p. 54) y

    Brenemann (2002, 21-22), quien resea los aportes de algunas obras analizando literariamente el AT que han

  • Pero sin remplazar totalmente, segn nuestra opinin, y al menos en Amrica Latina, a

    otros acercamientos tambin en boga aunque no necesariamente en predominio como

    los sociolgicos, los materialistas y otros, operando desde una militancia ideolgica en

    lnea con la lectura hermenutica denominada Latinoamericana.

    Ahora bien, hablar de crtica literaria sincrnica es hablar de una pltora de mtodos

    (Reaccin del Lector, Retrica, Potico-narrativo, Estructuralista, Semiotista, etc.) que no

    hay aqu espacio ni tiempo para referirnos a todos. Pero podramos generalizar diciendo

    que cada uno de ellos se acerca al texto con su propia filosofa sobre la naturaleza de los

    textos, del lenguaje y de las relaciones entre ste, el mundo y las teoras de conocimiento.

    Muchas veces, opina Thiselton (1992, p. 471), algunos de estos mtodos se acercan al texto

    con su propia agenda poltico-ideolgica, explcita o implcita, tales como los

    norteamericanos Norman Holland, David Bleich, Mark Labberton y, en nuestro contexto, el

    semiotista J. S. Croatto y otros en lnea con la crtica Reaccin del Lector. Adems,

    algunos de estos mtodos son en teora o prctica multidisciplinarios, pues tienden a

    dialogar con otros mtodos e incorporar sus aportes ms vlidos en su proceso

    interpretativo, conforme a su teora hermenutica y epistemolgica. Por causa de esa gama

    metodolgica y filosfica me referir aqu especficamente a una crtica que se concentra,

    aunque no exclusivamente, en el texto narrativo: la potico-narrativa. Cmo lo veremos

    enseguida, sin negar en todos los casos la historia gentica del texto ni su referencial

    histrico ni algn uso posible de fuentes por parte de sus autores/redactores, este mtodo

    crtico sincrnico mira al texto como un producto unificado proveniente de una sola mano.

    sido publicadas desde la dcada de los noventa en adelante. Estas obras procuran explicar literariamente, por

    ejemplo, las aparentes fuentes y contradicciones acusadas por la crtica de las fuentes en ese Testamento.

  • Operacin metodolgica

    El mismo texto usado por la crtica de las fuentes Gnesis 37:18-30: el episodio de la

    venta de Jos nos podra servir como ejemplo para ver a grandes rasgos cmo opera

    metodolgicamente la crtica literaria sincrnica, particularmente la potico-narrativa, y

    cul es su caracterstica ms sobresaliente.17

    Si tuvisemos nuestra Biblia a la mano, podramos ver que el versculo 18 introduce un

    evidente cambio de escena. Mientras en la anterior (vss. 12-17) la atencin del lector haba

    sido dirigida casi enteramente hacia Jos, este versculo la gua hacia sus hermanos,

    quienes, segn cuenta el narrador, lo ven venir y a la vez planean matarlo. De modo que el

    narrador, como un ser omnipresente, cuenta al lector lo que ellos haban no slo divisado,

    sino tambin planeado.

    En los versculos 19-20, el reporte anterior del narrador es seguido por una versin

    escnica del complot. Y la misma usa discurso directo: He aqu viene el soador. Ahora,

    pues, venid, y matmosle y echmosle en una cisternay veremos qu ser de sus sueos.

    De este modo, como en muchos otros casos, el informe del narrador es corroborado

    escnicamente, y se le muestra al lector la manera cmo los hermanos de Jos arreglan el

    complot de asesinato.

    Pero Rubn, quien se supone habra odo del complot, lo libera. Y tal liberacin l la

    llevara a cabo de acuerdo con una sugerencia expresada de un modo retrico o elegante

    que literalmente se lee: No golpeemos su vida (v. 21); de ah que la misma contraste con

    la grotesca de sus hermanos: y matmosle (v. 20). El discurso de Rubn contina en el

    versculo 22. Pero ntese que aqu este discurso experimenta un cambio, pues, en contraste

    17 El ejemplo mencionado ser tomado nuevamente de Reyes (1999, pp. 58-64) con ciertas

    modificaciones y sin apuntar las fuentes bibliogrficas correspondientes. Para apreciar esta misma operacin

    metodolgica tambin se puede ver Reyes (1996, pp. 59-74).

  • con el versculo anterior, ahora Rubn no se incluye en la forma verbal: No derramis

    [vosotros] sangre (cp. No golpeemos [nosotros] su vida). Este cambio pondra sobre los

    dems la responsabilidad total de ejecutar su sugerencia. Seguida e inteligentemente,

    Rubn, al sugerir que Jos sea mejor lanzando a la cisterna que estaba en el desierto (v.

    22), incorpora parte del plan original (v. 20), lo que habra de permitir que sus hermanos

    aceptaran con mayor facilidad la modificacin sutil realizada al mismo. Ahora bien, segn

    el narrador, el propsito por el cual Rubn da su sugerencia era librar a Jos de sus manos

    [las de sus hermanos], para hacerlo volver a su padre (v. 22). Este propsito no sera una

    repeticin de la frase lo libr de sus manos del v. 21. En este versculo Rubn salv a

    Jos de una muerte inmediata (cp. v. 20); pero en el v. 22 lo que procura es salvarlo de la

    cisterna o de cualquier otra cosa que sus hermanos pudieran planear, a fin de que sin dao

    alguno regresara a casa. Todo ello antes de que Jos estuviera entre sus hermanos.

    Lo dicho anteriormente es posible. Pero lo es ms pensar que con este informe tocante

    al propsito de Rubn, el narrador tendra ms bien, por decirlo as, un inters retrico.

    Segn nuestro criterio, lo que l intentara hacer en el versculo 21a es informar al lector

    anticipadamente que Rubn librara a Jos de la muerte. Y los versculos 21b-22a

    explicaran, entonces, la manera cmo l habra de llevar a cabo tal hazaa. De esa cuenta,

    no es posible ver juntura de fuente alguna, pero s el inters retrico del narradorformar

    con el versculo 21a y el 22b una inclusin que enmarque la intervencin oportuna de

    Rubn:

    A. v. 21a: Cuando Rubn oy esto, lo libr de sus manos.

    B. v. 21b: y [Rubn] dijo: No golpeemos su vida.

    B. v. 22a: y les dijo Rubn: No derramis sangre; echadlo en esta cisternay no pongis manos en l.

  • A. v. 22b: por librarlo as de sus manos, para hacerlo volver a su padre.

    En los versculos 23 y 24, el narrador informa que Jos, vistiendo una tnica especial,

    ha entrado en contacto con sus hermanos. Tambin informa de los actos de violencia

    perpetrados por los hermanos contra Jos: lo despojan de su tnica y, siguiendo

    aparentemente la sugerencia de Rubn, lo lanzan a la cisterna. Adems, con el propsito

    quizs de anticiparle al lector que Jos no habra de ahogarse, l informa, por medio de un

    arreglo gramatical quismico y a la vez un evidente paralelismo sinnimo, que la cisterna

    estaba completamente vaca (v. 24b):

    La cisterna [estaba] vaca

    (sujeto) (predicado)

    No haba en ella Agua

    (predicado) (sujeto)

    El narrador seguidamente informa que los hermanos de Jos dispusieron sentarse a

    comer (v. 25). Esta disposicin despus de semejantes acciones frecuentemente muestra,

    como lo hace ahora, un alto grado de insensibilidad. Si es as, tal accin vendra a ser, por

    lo tanto, parte y parcela de la ofensa contra Jos (cp. Gn. 42:21). Mientras tanto, una

    caravana, cuyo origen, mercadera y destino son descritos con detalles, es divisada,

    anticipndosele as al lector del plan alternativo ahora de Jud narrado en los versculos

    subsiguientes.

    Como es evidente en el texto hebreo, Jud, haciendo eco de las palabras y sintaxis

    gramatical tanto de Rubn (cp. y no pongis mano en l [v. 22b] con y no sea nuestra

    mano sobre l [v. 27a]) como de sus restantes hermanos (cp. venid, y matmosle [v.

    20a] con Qu provecho hay que matemos a nuestro hermano? Venid, y vendmosle

  • [vss. 26a, 27a]), propone la venta de Jos (v. 27a). Y tal propuesta resulta persuasiva (v.

    27b), pues Jud la introduce con base a dos retricas y a la vez lgicas razones: (1) no se

    ganara nada matndolo mientras haya oportunidad de venderlo (como esclavo, por

    supuesto) (vss. 26, 27a), y (2) que l, Jos, es nuestro hermano (ntese la doble repeticin

    de esta frase en los versculos 26b y 27b, sin lugar a dudas para nfasis) y nuestra propia

    carne (v. 27b). Sus hermanos, entonces, no pueden menos que orlo.

    La frase y sus hermanos oyeron es importante porque hace eco y balancea a la vez la

    expresin Cuando Rubn oy) del v. 21. All, slo un hermano [Rubn] oye el complot,

    pero aqu todos oyen el complot de uno.

    El narrador, en el versculo 28, informa al lector, entre otras cosas, que los hermanos

    vendieron efectivamente a Jos. Ahora bien, la mencin de dos aparentemente distintos

    compradores (Ismaelitas y Madianitas) en este mismo versculo es un asunto complejo y ha

    producido mucho debate. Como es obvio, para la crtica diacrnica de las fuentes tal cosa

    no es ms que una evidencia de una fusin de dos distintas y dispares fuentes en la

    percopa. Sin embargo, se han hecho al respecto intentos de solucin y armonizacin.

    El intento de la propia crtica literaria diacrnica (crtica de las fuentes) sera un buen

    ejemplo. Esta crtica propone que una posible solucin sera considerar el trmino

    madianitas como una interpolacin tarda introducida con el fin de disimular la

    culpabilidad de Jud. Pero no explica el modo cmo tal interpolacin disimulara esa

    culpabilidad, y por qu el presunto redactor/narrador lo habra hecho; de esa cuenta, su

    propuesta no slo resulta simplista e incapaz de ofrecer una solucin alternativa viable al

    asunto, sino que tambin va contra la unidad de la percopa.

    Una explicacin ms adecuada y acorde tanto con el trasfondo histrico del texto como

    con su potica es la que propone la crtica literaria sincrnica potico-narrativa con base a

  • un conocimiento mayor sobre el Antiguo Cercano Oriente. Segn esta crtica, los trminos

    Madianitas e Ismaelitas habran sido, en los tiempos bblicos, sinnimos para referirse

    a los ltimos, y que el uso intercambiable de ambos nombres para referirse a un slo y

    mismo grupo habra sido hecho con propsitos estilsticos. Un apoyo adicional a este

    argumento seran los estudios realizados en relacin con la terminologa usada para grupos

    nmadas en el Antiguo Cercano Oriente. Segn estos estudios, los trminos Madianitas e

    Ismaelitas se usan intercambiablemente, y argumenta que, ya que los Madianitas y los

    Amalecitas fueron identificados con los Ismaelitas, es probable que estos ltimos hayan

    sido en algn tiempo la confederacin lder o principal de nmadas en el sur de Palestina, y

    que su nombre pudo haber sido ocasionalmente aplicado a otros grupos quizs no

    relacionados directamente con ellos. El texto corroborara tal sugerencia con el uso de los

    trminos una caravana de ismaelitas, el nombre general del grupo realmente compuesto

    de hombres madianitas, comerciantes. El uso de ambos trminos para referirse a un

    mismo grupo se podra explicar como una elegante variacin.

    La parte final del versculo 28 informa del destino de Jos: Egipto. Es as cmo esta

    parte se lanza ms all del marco espacial y temporal inmediato del episodio a fin de

    indicar (al lector) una ruptura entre los eventos del mismo versculo y los siguientes.

    En el versculo 29a, el narrador cuenta del regreso de Rubn a la cisterna en busca

    de su hermano Jos. Tambin all cuenta del fracaso de tal bsqueda: y he aqu [que

    muestra el asombro repentino de Rubn] no hall a Jos dentro. l, entonces, describe la

    reaccin de Rubn: rasg sus vestidos. Y volvi a sus hermanos, y dijo: El joven [o

    muchacho] no aparece; y yo, a dnde ir yo? (vss. 29b-30). De modo que el narrador no

    slo muestra al lector el efecto que sobre Rubn tuvo la desaparicin de su hermano, sino

    que tambin le sugiere que fue Jud, no Rubn, quien salv la vida de este joven. Pero no

  • le informa de la respuesta que los hermanos habran dado tanto a la angustia como

    interrogante de Rubn; en vez de hacer eso, l contina su narracin para finalmente

    contarle lo siguiente: que los hermanos efectivamente llevaron a cabo el plan original, el

    cual consista en decir (mentir) a su padre (Jacob) que una feroz bestia haba devorado a

    Jos (vss. 31-35; cp. v. 20).

    Conclusiones

    A la luz de este ejemplo, la crtica sincrnica nos ayuda a ver, entre otras cosas, lo

    siguiente. Una, que salta a la vista, que es posible leer el evento narrativo como un

    producto unificado. Esta crtica muestra que no hay fragmentacin ni contradiccin en el

    curso de la trama del texto. En aquellas partes que tradicionalmente la crtica diacrnica

    considera que hay una conjuncin de fuentes diferentes y contradictorias, la crtica

    sincrnica permite ver que existen en el texto nexos lingsticos tales como repeticiones de

    palabras y sintaxis gramatical, e inclusiones. As, la crtica sincrnica permite concluir

    que la narrativa de Gnesis 37 es un producto unificado de escritura, cuyo argumento se

    narra (y se comprende) consecuentemente.

    Afirmar, sin embargo, que el texto presente, o su forma cannica final, es un producto

    unificado, ya lo hemos dicho, la crtica sincrnica no necesariamente niega que pudo haber

    habido un redactor, quien habra empleado fuentes preexistentes antiguas, pero que result

    siendo mucho ms creativo que lo que se ha pensado de l. El texto que produjo es una obra

    nueva, una obra digna de una seria consideracin en su forma cannica final. Por tal razn,

    hacer un anlisis basado en esa forma, como lo hace la crtica sincrnica, es mucho ms que

    un asunto de conveniencia o de ignorancia. Cualquiera, pues, que hayan sido las fuentes

    usadas para la elaboracin del texto presente, stas no son perceptibles ni probablemente

    seran encontradas mediante los criterios usados por la crtica de las fuentes. Ciertamente,

  • existen lagunas, inconsecuencias, repeticiones, cambios de vocabulario en la narrativa, pero

    todo esto para la crtica sincrnica es parte de la tcnica literaria del narrador, y no

    necesariamente evidencias contundentes de fuentes diferentes. De ah que la crtica

    sincrnica se caracterice por basarse sobre la forma cannica final del texto, el texto que

    tenemos hoy y que es el usado por la Iglesia. La crtica sincrnica implica, pues, un cambio

    de paradigma en la orientacin exageradamente histrico-racionalista de la crtica

    diacrnica y de los modelos hermenuticos tradicionales presentes desde la Modernidad, y

    nos regresa al texto en la integridad de su forma final (Thiselton, 1992, p. 473; Ska, y otros,

    2001, p. 5).

    De la sincrnica se tambin se podra hablar de ganancias y prdidas para la exgesis.

    Aunque hemos observado ya algunas de sus ganancias, observaremos las siguientes a

    continuacin.18

    Considero que la crtica sincrnica recupera la consistencia literaria

    narrativa del texto antiguotestamentario, asunto importante para comprenderla mejor y

    potencializar la imaginacin del lector, ya que la hermenutica del texto depende de su

    gnero literario. Esta crtica, adems, incentiva al lector dialogar con el texto, ayudndole a

    recuperar su papel dialgico y activo legtimo como uno de los elementos determinantes en

    la exgesis y comprensin de textos.

    En cuanto a las prdidas, hay que reconocer que, debido al impacto de la teora

    literaria fuera del mbito bblico, la crtica sincrnica bblica en general tiende a pasar por

    alto en el proceso exegtico la evidencia externa (contexto histrico del autor y de

    produccin del texto), la referencialidad misma del texto y su intencin comunicativa

    18 Para ver otras ganancias y prdidas de las mencionadas aqu, consltese Thiselton (1992, pp. 471-479 y

    Powell (1990, pp. 85-101).

  • propia y la de su autor (cp. Thiselton, 2009, pp. 24-29).19

    En este sentido, su tendencia es

    hacerle crtica literaria como se podra hacer a cualquier obra de literaria de ficcin, si bien

    no toda obra de esa naturaleza carecera de referencialidad (cp. Ricoeur 2000, pp. 20-22).

    La tendencia es tambin sobre todo de las ms radicales como la Reaccin del lector y la

    Semiotista radicalizar el papel o la funcin del intrprete en el proceso exegtico al

    convertirlo en el creador del sentido del texto el cual emana, segn se argumenta, solamente

    del juego de relaciones de las diferentes fuerzas dentro del mismo. Finalmente, aunque la

    crtica sincrnica se esfuerza por analizar el texto a la luz de los patrones literarios de su

    propia cultura semtica, es cierto que puede llegar a imponer sobre el texto bblico antiguo

    determinadas presuposiciones tericas y metodolgicas filosfico-literarias occidentales

    contemporneas como las concernientes a la potica y a la narratologa. Thiselton (1992, p.

    471), por ejemplo, tiene razn cuando arguye: La teora literaria, para bien o para mal, trae

    a los estudios bblicos una intimidante y complicada red de presuposiciones y mtodos que

    en su origen no se pens que consideraran la particular naturaleza de los [antiguos] textos

    bblicos.

    CONCLUSION GENERAL Y REFLEXION HERMENEUTICA

    Es posible hablar de dos crticas literarias del Antiguo Testamento: la diacrnica y la

    sincrnica por excelencia; a la diacrnica le interesa, al fin y al cabo, lo gentico del texto

    y a la sincrnica la forma cannica final del mismo. Ambas representan ganancias y

    prdidas para la exgesis antiguotestamentaria. Y ambas abren un espacio para una amplia

    19 Ver una defensa de la importancia en la exgesis bblica de la evidencia interna del texto y de su

    intencin comunicativa, en Thiselton (2009, pp. 26-27; 1992, pp. 558-561) donde este autor afirma que hablar

    de intencin autoral es hablar de la intencin comunicativa del autor, no de su aspecto mental o de su diseo o plan interno que de suyo es irrecuperable.

  • reflexin hermenutica, que aqu me limitar superficialmente a una desde el ngulo

    metodolgico relacionado con la exgesis del texto antiguotestamentario.

    Los aos recientes, argumentan Longman y Dillard (2007, pp. 58-59), han sido testigos

    de un aumento cada vez mayor de escepticismo en relacin con la Hiptesis Documentaria

    tradicional o contempornea. En primer lugar, opinan estos autores, hay dudas en cuanto a

    los criterios para identificar las fuentes. Sin embargo, continan Longman y Dillard (en las

    mismas pginas antes sealadas), el uso de nombres diferentes para la divinidad

    especialmente Elohim y Yahv puede deberse, ms que a la presencia de fuentes, a

    un impulso literario estilstico normalmente comn en textos extrabblicos del Oriente

    Prximo que se ha comprobado pertenecen a un solo autor. En este ensayo, esto fue posible

    de constatar en relacin al asunto Madianitas e Ismaelitas en Gnesis 37.

    Ciertamente es difcil negar la presencia de dobletes historias similares o casi

    similares en las narraciones pentateucas (cp. Gn 12:10-20; 20 y 26:1-12; 16, 21:9-21).

    Pero para la hiptesis la presencia de tales dobletes no es ms evidencia contundente de

    amalgama de fuentes en el texto. En cambio, para la crtica sincrnica potico-narrativa son

    recursos literarios convencionales antiguos, denominados por Alter (1981, pp. 47-62)

    escenas tipo o patrones narrativos; estos patrones, arguye Alter, son frecuentemente

    usados en el texto y en los que el autor/editor pone de relieve semejanzas con el fin de

    atraer la atencin del lector hacia la relacin entre las dos historias dobladas. Contrastando

    su propuesta literaria con la de la crtica de las fuentes, Alter muestra la conexin literaria

    entre las historias y deja al descubierto la unidad y teologa de la forma final del texto.

    El efecto debilitador de la crtica literaria sincrnica sobre la prctica diacrnica es,

    pues, evidente. De este modo ella es desafiada a revisar los criterios que ha venido usando

    para detectar las fuentes en el texto (cp. Longman y Dillard, 2007, p. 58 cp. Berln, 1994);

  • es desafiada, adems, a usar una metodologa que haga mayor justicia a la brillantez

    artstica del texto y a la teologa de su forma final, que es la forma que Dios ha dado a su

    Iglesia como canon para su edificacin y a la que los biblistas deben ver como el principal

    objeto de su estudio (Longman y Dillar, 2007, pp. 62-63; Berln, 1994, p. 129). Es claro

    que tal cosa solo sera posible si se la analizara segn los cnones de su propia cultura

    semtica y de lo que se sabe hoy del modo cmo en esa cultura se escriba la literatura.

    Siguiendo a Alter, Longman y Dillard (2007, p. 35) opinan que toda cultura desarrolla

    cdigos distintivos y a veces complejos para contar sus historia, que van desde puntos de

    vista narrativos, procedimientos de descripcin y caracterizacin, la cuestin de dilogo,

    hasta la organizacin del tiempo narrativo y la estructura de la trama. Y son esos cdigos

    convencionales que la exgesis literaria sincrnica procura explorar en la literatura bblica

    por medio de los cuales se comunica el mensaje que se pretende transmitir, sin negar que el

    Pentateuco contiene fuentes pre-mosaicas y glosas pos-mosaicas y que estuvo sujeto a un

    largo proceso de composicin.

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