Crisalida

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Revista sobre artes visuales

Transcript of Crisalida

2 Terrenos de batalla

3 La irrealidad de la fotografía

4 La polémica antigua

6 Las torres de San Felipe

14 Perfil del espectador de Arte

Contemporaneo en Guadalajara

20 Las nuevas fronteras del Arte

Mas alla de Softwere

CLISÁRIDARevista de la División de Artes y HumanidadesCentro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño

Consejo editorial

Dr. Daniel González RomeroMtro. Roberto Gutiérrez RamírezC.D. Carlos Alberto Maciel GarcíaMtra. Dolores Aurora Ortiz MiniqueDr. Jorge Enrique Zambrano Ambrosio

diseño: THEO 2.0 / Victhor Chávez

Ubicándonos de manera crítica dentro de una dinámica so-ciocultural que requiere de espacios de expresión y discer-nimiento en el amplio y apasionante contexto del estudio y la producción artística, la comunidad universitaria de la Divi-sión de Artes y Humanidades del CUAAD, busca aportar un esfuerzo más a través de estas páginas.

Crisálida nace con la intención plena de ser un espacio de apertura y debate de temas relacionados con los procesos de creación, difusión y análisis e investigación de las artes ante el contexto globalizador que integra, polariza, innova y desarrolla nuevos paradigmas.

La revolución digital y tecnológica y su impacto en el quehacer artístico, supone una nueva visión de necesaria interacción entre la ciencia y el arte, con la imperiosa ne-cesidad de reconocer las brechas existentes. Por encima de todo, subrayamos la trascendencia del Arte desde y hacia la sociedad, así como las formas de su producción y su con-sumo en las perspectivas de la tradición y la vanguardia.

Esta primera edición es el preámbulo de un esfuerzo común de los que de manera cotidiana convivimos con el Arte de manera reflexiva, esperando que fomente sinergias y reacciones ante nuestra realidad y nosotros mismos como actores en escena.

El desarrollo futuro del Centro Cultural Universitario enfrenta las áreas correspondientes de nuestro Centro Uni-versitario de Arte, Arquitectura y Diseño con el horizonte de un compromiso que redimensiona de manera sustancial las expectativas y a su vez recuerda de manera contundente nuestra responsabilidad ante una sociedad que merece un contacto más abierto con la experiencia del arte y su sig-nificado.

Dr. Daniel González Romero

Crisálida

UnIVERSIDAD DE GUADALAJARALic. José Trinidad Padilla López / reCtor General

Dr Raúl Vargas López / ViCerreCtor ejeCutiVo

Mtro. Carlos Briseño Torres / seCretario General

CEnTRO UnIVERSITARIO DE ARTE, ARqUITECTURA y DISEñOArq. Carlos Correa Ceseña / reCtor

Mtro. Carlos Muñoz Botello / seCretario aCadémiCo

Mtro. Isidro Velázquez Garza / seCretario administratiVo

Dr. Daniel González RomerodireCtor de la diVisión de artes y Humanidades

Mtro. Everardo Camacho IñiguezseCretario de la diVisión

CRISÁLIDA es el órgano de difusión de la División de Artes y Humanidades del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño. El contenido de sus artículos son exclusiva responsabilidad de sus autores. Su reproducción total o parcial deberá hacerse previa autorización por escrito del Consejo Editorial. Toda correspondencia deberá dirigirse a la División de Artes y Humanidades del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, Belen, Centro Histórico Guadalajara, Jalisco. no hay devolución de originales. Certificado de licitud de contenido y título en trámite. ISSn en trámite.

C O N T E N I D O

E D I T O R I A L

D I R E C T O R I O

En un proyecto que pretende fric-cionar la misma creación humana es también preciso comentar, por su cercanía con las cuestiones for-males del arte fotográfico, la eterna irrealidad que nos representa his-tóricamente la fotografía; comen-zando con la visión mono-ocular de la cámara que a diferencia de la vista humana nos impide una visión tri-dimensional de el sujeto y que a su inversa, desnaturalizadamente, nos permite ver en foco total cualquier cantidad de elementos aun en pla-nos de distancia diferentes.

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También se une, dentro de cuestionamientos teóri-cos cercanos a la física de la luz, el hecho tajante de la re-flexión superficial que inequí-vocamente es captada por la fotografía, es decir nuestra ventaja técnica, el aparato en cualquiera que sea su formato de captura, ya sea digital o análogo, se limita a imprimir en estos medios físicos nada mas que lo que la superficie de el sujeto fotográfico refleja y deja de lado una verdadera

la irrealidadRicardo Agustín Guzmán

de la fotografía

captura de los sentimientos o de las peculiaridades del cuerpo hu-mano tanto que en algunos casos depende de un soporte escrito para el entendimiento de estas vacantes temáticas.

En la fotografía documental es mas evidente un acto discrimina-torio en el que ya de origen la fotografía camina. Desde el pri-mer instante, al momento de en-cuadrar, elegir los elementos que integraran el recuadro del visor, y decidir el momento en el que el disparador permitirá el paso de

la luz para imprimir una imagen, la realidad se ve segmentada por un conjunto de decisiones que el fotógrafo toma a voluntad pro-pia. En seguida, el artista decidirá cuantas y cuales de las imágenes hacen un reflejo documental de esa realidad en la que el eligió momentos precisos para en-tonces convertirla en la realidad que el quiere mostrar, en la que el vivió, que puede ser una muy distinta a la que, por choques en-tre puntos de vista, otro testigo puede percibir como realidad.

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La introducción de las nuevas tecnologías digitales en medios de co-municación visual ha provocado que los artistas y fotógrafos profe-sionales, así como profesores y alumnos, se sumerjan en la polémica sobre cuál método es mejor, si el análogo o el digital. Desde mi punto de vista, dicha polémica está pasada de moda, es decir, resulta innece-sario seguir discutiendo sobre qué opción de medio es mejor.

Martha Cristina Moreno Ruiz.

La polémicaantigua

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El mundo se está volviendo digital y los cuestionamientos sobre el futuro fotográfico se deberían volver más objetivos y concretos. Yo preguntaría más bien si la fotografía análoga des-aparecerá y por lógica respondo que lo hará en tanto el medio químico de procesar la imagen muy probablemente no tendrá razón de ser.

¿Va a haber cámaras analógi-cas? Seguramente habrá algunas. ¿Va a haber película? Tal vez de aquí a diez años algunos grupos que lo siga utilizando (como hay gente que aún utiliza máquinas de escribir o VHS). ¿Habrá papel fotográfico? Probablemente exis-tirá, porque siempre todas estas tecnologías subsisten de alguna manera marginal, nada más.

Existen algunos hechos que indican justamente que la pelí-cula fotográfica desaparecerá y no con esto intento decir que va a esfumarse de la faz de la tierra para siempre y que no habrá un solo rollo disponible. No, proba-blemente se seguirá produciendo película mientras exista un nú-

mero suficientemente grande de cámaras que requieran película para su funcionamiento y toda-vía sea rentable su producción. Pero cuando los indicadores de consumo empiecen a decaer, es-tén seguros que la diversidad y las opciones de películas dispo-nibles empezarán a desaparecer en forma dramática. Aquellas empresas que producen película lo hacen sólo para obtener ga-nancias, y si sus incentivos co-mienzan a decrecer es claro que los precios se incrementarán. Un ejemplo claro es KODAK, quien subió los precios en todas sus películas y materiales análogos, incluso al doble. Así de simple.

Por otro lado ¿nuestra escuela debería seguir invirtiendo tantos semestres en la enseñanza de fo-tografía análoga? Y es que lo que no tienen es el conocimiento de todo lo que deberían estar en-señando, porque deberían estar enseñando el manejo de com-putadoras, compresión de fo-tografías, de cómo se arman las páginas en Internet, de compa-ginación, en fin, técnicas y pro-

cesos digitales que un fotógrafo contemporáneo debe saber.

Semestres y semestres de en-señanza de procesos análogos que ya no se usan, que ya no se van a usar y que no van a servir para nada. Además, ¿para quién y en qué van a trabajar estos es-tudiantes cuando se gradúen de la universidad en cuatro años? Mi intención es hacerles saber que el número de lugares en donde puedan trabajar después de que se gradúen y que todavía utili-cen métodos tradicionales de producción van a desaparecer lentamente. Cuando esos alum-nos salgan de la escuela, se van a encontrar con un mercado al que no le interesa esa capacita-ción pues en el mundo de la pu-blicidad, la industria editorial, la prensa, los noticieros, todos están adoptando soluciones digitales.

Es por eso que discutir entre cuál método es mejor, si análogo o digital, es una polémica rotun-damente innecesaria, más bien la discusión debería centrarse en qué medio tiene más futuro den-tro del medio visual.

5El mundo se está volviendo digital y los cuestionamientos sobre el futuro fotográfico se deberían volver más objetivos y concretos.

Salgo del tren subterráneo su-biendo las escaleras. Voy lenta pues cargo al hombro una enorme ma-leta. El repique de las campanas me supone que voy temprano. De cualquier forma acelero el paso, él suele llegar mucho más temprano de lo acordado. Conforme camino, cruzando calles paralelas, el ajetreo de la avenida se va perdiendo. Los comercios luminosos se deforman en casonas viejas. El rugido de los motores se ahoga lenta y perezo-samente. Las calles se vuelven so-las. Paulatinamente las inundo con el suave sonido de mi contoneo. Doblo algunas cuadras. Faltan dos para la iglesia. Desde esa distancia reconozco su silueta. Su tambaleo desesperado también se detiene cuando él me percata. Después de un instante, reiniciamos el andar para alcanzarnos mutuamente. Al encontrarnos, intento besarlo en la mejilla pero él retrocede. Rápi-damente recuerdo nuestra vieja usanza y reparo el saludo con una leve inclinación de mi cuerpo ha-

cia el frente. Él me corresponde de igual manera. Al incorporarnos, ahora es él quien se acerca de más para auxiliarme con la maleta. No, está bien, no está tan pesada –le digo cuando deduzco sus intencio-nes–. Retomamos el camino en si-lencio. Mi paso se vuelve aún más lento para ajustarlo al suyo. ¿Cómo has esta…? –Intento decirle para iniciar la conversación, pero él me interrumpe colocando el índice so-bre sus labios–. Con la mirada, me indica la iglesia. Volteo a mi derecha. Me sorprende. Una gran multitud la llena. Es tanta que se amontona en el atrio. Me extraña pues es media noche. Alzo la vista hacia las to-rres paralelas. Entre ellas busco el reloj viejo. Corrijo la hora: ya pasa de media noche. Al dejar el tem-plo cuadras atrás, –Víctor Hugo, mi acompañante– me hace señas con las manos: el señor cura ha muerto.

Entre miradas de reojo, intento reconocerlo. Su marcha se ha vuelto más torpe y dificultosa, la joroba ya lo

Las torres deSan Felipe

J. Jacobo Hernández Montelongo

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coloca por debajo de mi estatura: sus cabellos despeinados apenas y alcanzan mis hombros. Su rostro torcido le impide el habla, por eso usa gestos, gemidos y las manos para comunicarse. Sin embargo, aún conserva su prominente na-riz aguileña. Las ropas que viste se ven desgastadas por el uso. Con ese aspecto, cualquiera pensaría que es un vagabundo, un indigente. Seguramente, los escuincles lo tacharan de monstruo-roba-ni-ños pero se limitaran a llamarlo “jorobado”, los adultos quizá le alarguen el título: “el jorobado de San Felipe”, por el barrio donde vive, hacia donde nos dirigimos.

Anoche llegué de Stutgart, Alemania. El trayecto fue Stutgart-Berlín-México-Guadalajara. Casi doce horas de vuelo. He regresado de un doctorado en física teórica. Concretamente, con especialidad en el estudio de partículas subatómicas. Estuve trabajando casi cinco años con aceleradores de plasma. El objetivo: modelar el comportamiento cinético de la fusión nuclear, es decir, el estudio las reacciones del sol y otras estrellas para producir energía a bajo costo. Desde Alemania, he conse-guido trabajo en una universidad local para fungir como profesor investigador de tiempo completo. Aquí, en Guadalajara, Víctor Hugo se ha ofrecido en darme posada. El asunto es temporal, solo ne-cesito un par de semanas para instalarme en un departamento cercano al campus universitario. A Víctor Hugo lo conocí en la facultad, ambos cursá-bamos la licenciatura en física. Él al especializarse en astronomía, no tuvo necesidad de salir del país para estudiar el postgrado. Bueno, en realidad no viajó al extranjero por su condición que ha estado empeorando. Cuando iniciamos la carrera, él no tenía ese extraño padecimiento. Caminaba recto y conversaba claro como cualquier otro. Con el

transcurrir de los años, su cuerpo se ha ido encor-vando y su rostro frunciendo. Según los médicos se trata de una rara enfermedad degenerativa, de esas, en que los casos son de uno en un billón. Se-gún ellos, el hecho de que Víctor Hugo aún viva, es un milagro. El milagro es que haya nacido en este siglo. En cualquier otro ya lo hubieran matado o estaría como atracción en un circo gitano.

Al llegar a lo que parece una vecindad recons-truida, Víctor Hugo abre las tres chapas de la puerta y me permite el acceso. La entrada es un largo pa-sillo un tanto oscuro. A la mitad del camino, Víctor Hugo emite un gemido urgente. Le contesto con un ligero quejido en el justo momento que me tropiezo con un tubo de agua. Víctor Hugo suelta unas risas escandalosas que se vuelven tétricas por la resonancia que producen los viejos muros de adobe. Después del tropiezo, continúo la marcha pero ahora con extremo cuidado y apoyándome en la paredes de los lados. Como mis pupilas ya se acostumbraron a la penumbra, alcanzo a observar que hay puertas a lo largo del camino selladas con ladrillos y maderos. Al final del pasadizo, un foco de luminosidad amarillenta alumbra una escalinata caracol de vieja herrería. Lo angosto del descanso, al final de la escalera, donde se encuentra la puerta de entrada a la vivienda, impide que quepamos Víc-tor Hugo, mi maleta y yo. Con ligeros empujones nos movemos para que él se coloque al frente y abra el viejo portón de mezquite. Víctor Hugo se revuelca intentando abrir la vieja cerradura con una de las llaves que le cuelgan en el pecho como

Cuando iniciamos la carrera, él no te-nía ese extraño padecimiento. Cami-naba recto y conversaba claro como cualquier otro. Con el transcurrir de los años, su cuerpo se ha ido encor-vando y su rostro frunciendo.

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si fueran escapulario. La situación me sonroja pues sus movimientos bruscos, en el pequeño espacio del descanso, provocan que su joroba roce cons-tantemente mis senos.

La degradación de Víctor Hugo ha sido de forma exponencial, es decir, inició paulatinamente y después se aceleró cada vez más y más. Su per-sonalidad ha cambiado junto con su aspecto. ¿Qué se puede esperar con un cuerpo así?. Víctor Hugo se volvió, obviamente, solitario, introvertido y pa-ranoico. Entre los compañeros de clase se rumo-raba que su estado mental se deterioró tanto que llegó a estar inclusive en hospitales psiquiátricos. Como si no fueran ya suficientes las constantes intervenciones quirúrgicas que le aplicaban en la Torre de Especialidades del Centro Médico. En muchas ocasiones lo acompañé a las terapias de rehabilitación. Bueno, solamente en las primeras, pues en las últimas era hostil y evitaba cualquier acercamiento afectivo. Pero no siempre fue así. En nuestra época de estudiantes, él vivía en un cén-trico departamento, cerca de Catedral. Su vivienda era austera pero contaba con lo último en tecno-logía de aquella época. Un viejo colchón apestoso donde dormía, contrastaba con el moderno televi-sor de cristal líquido; la estufa, llena de cochambre, con una laptop Imac de 80 Gygas; la alacena, nido de cucarachas, con el reproductor MP3 Ipod de 30, entre otros múltiples contrastes. Pero lo más asombroso de su cueva, como solíamos llamar a su casa, era su Telescopio Schmidt de 8 pulgadas. Recuerdo que muchas veces nos sacó de apuros económicos. Nos colocábamos en cualquier plaza del centro histórico y por cinco pesos permitía-mos a los transeúntes admirar los cráteres de la Luna o los anillos de Saturno, dependiendo de la época del año. El telescopio era tan potente que se podía observar el cielo estrellado a pesar del resplandor de las luces citadinas.

Cuando entramos a su casa, Víctor Hugo en-ciende el foco central. Rápidamente se apresura en recoger libros y revistas regados por el suelo. No le cuesta trabajo alguno alcanzar el piso con las manos. Lo que debiera ser la sala, no es sino la cocina. A la derecha está una larga mesa de madera pegada a la pared que sirve de estantería para los víveres: sopas instantáneas, verduras putrefactas, tortillas duras y una jarra con agua. Además hay trastes recién lavados y colocados boca abajo so-bre una franela roja. También está una estufa eléc-trica de dos quemadores. En la esquina, todavía por la derecha, una pila sirve de fregadero pues se encuentra lleno de vasos, platos y ollas sucias. A la izquierda, cerca de la entrada, está el baño y al lado de éste una puerta de hierro. Otra recámara, comunicada en serie con la estancia principal, está muy ordenada. Tiene un pequeño catre con saba-nas y cobijas limpias. Un póster de la Nebulosa de Magallanes, funge como cabecera. Sobre una caja de cartón está un delgado florero de cristal y en el florero, un botón de rosa. Por encima de la caja, cuelga en la pared, un espejo sarroso. En una es-quina, un palo de madera lo cruza a media altura. Y finalmente, al fondo, se encuentra una ventana de dos alas que da hacia la calle. Con su peculiar forma de comunicarse, Víctor Hugo me indica que esta es mi habitación. Que disculpara el desorden y la falta de víveres en el departamento, pero al no contar con un frigorífico, no es conveniente almacenar muchos alimentos. Que su habitación está a un lado, entre otros detalles. También me entrega un juego de llaves y se despide. Estoy muy cansada para ordenar mis cosas. Me recuesto so-bre el catre y me quedo profundamente dormida al instante.

Al día siguiente, por la mañana, el canto de las campanas me despierta. Con la flojera todavía col-gándome, me levanto. Abro la ventana de para en

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par y la luz me ciega. A lo lejos veo las torres churriguerescas de San Felipe. Por debajo, se escucha la algarabía del tianguis de domingo. ¡Añoraba tanto de México allá en Alemania!. Bajaré a comer antoji-tos –pienso mientras regreso a la habitación–. Des-empaco mi maleta y voy colocando la ropa sobre el palo de madera. Hurgo entre bolsas y sacó un regalo. Camino hacia la recámara de Víctor Hugo. Se encuentra cerrada. Toco. No recibo respuesta. El regalo lo sitúo al pie de la puerta anexando una nota. El detalle es un gran trozo del muro de Berlín y un agradecimiento por su hospitalidad. Después del desayuno, entre la muchedumbre del tianguis, consumo el resto del día paseando en el centro de la ciudad para verificar los cambios que origina un lustro de ausencia.

Por la tarde-noche regreso a la casa Víctor Hugo. Una vez más, tropiezo con el tubo del pasillo. Al entrar al departamento, me percato que no está el regalo ni la nota. Sonrío satisfactoriamente mien-tras coloco unas bolsas de mandado sobre la mesa. Cuando ingreso a mi habitación, me sorprende el viejo telescopio Schmidt al lado de la ventana. Mi respiración se agita y todo el cuerpo se me es-tremece. Una avalancha de recuerdos me satura la memoria. Suspiro. Bajo las patas del telescopio se encuentran un estuche negro y un sobre blanco. Primero abro el sobre: es una carta, es de Víctor Hugo. Dice que me regala el telescopio, que está viejo pero todavía funciona perfectamente como en antaño. Que me entrega también un kit de adi-tamentos, con los cuales puedo aumentar o dismi-nuir su potencia. Que perdone su ausencia por un par de días pero su madre ha enfermado y tuvo que viajar de urgencia a San Sebastián del Oeste, su pueblo natal. Nuevamente, suspiro al releer la carta. Estaba convencida de que su madre no había

enfermado ni nada por el estilo. Seguro su paranoia habrá imaginado que me siento incómoda con su compañía. En fin, creo entender su postura. Posi-blemente yo hiciera lo mismo.

“El plasma es un gas ionizado que incluye un mismo número de partículas de cargas opuestas (iones y electrones) y que en conjunto forman un sistema eléctricamente neutro. Precisamente, por esta condición de nulidad de carga del sistema, se le considera el cuarto estado de la materia. Al vivir en una singularidad, rodeada de sólidos, líquidos y gases, el plasma nos es raro y efímero, a pesar de que casi todo el cosmos se encuentre en este estado. Comprende más del 99 por ciento de la materia en el universo, exhibiéndose en un amplio dominio de densidad y temperatura. El do-minio del plasma, dentro de estos parámetros, se ilustra en la siguiente diapositiva…”. Mientras ex-pongo mi clase, no logro evitar reírme por dentro, las caras de asombro de algunos estudiantes son bastante jocosas. Sin embargo, tampoco puedo impedir sorprenderme por la cantidad de alum-nos que son. Hay alrededor de 20 y casi la mitad, mujeres. En mis tiempos, no sobrepasábamos ni siquiera la decena y el género femenino brillaba por su ausencia: solamente éramos dos. “Los grie-gos no estaban tan errados al suponer que todas las sustancias se integraban de cuatro elementos fundamentales: tierra, agua, aire y fuego. Noten que es una analogía con los estados de la materia: sólido, líquido, gas y plasma…”. En aquella época, el programa de la carrera se complementaba con algunas materias de filosofía. Al parecer, ahora ya

La degradación de Víctor Hugo ha sido de forma exponencial, es decir, inició paulatinamente y después se aceleró cada vez más y más. Su personalidad ha cambiado junto con su aspecto.

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Su cuerpo deforme ahora es delgado y

hermoso. Sus cabellos resecos despeina-

dos ahora son sedosos entre mis dedos.

La oscilación de su cuerpo ya no es vi-

gorosa, más bien delicada. Su cara ya no

se frunce sino se tranquiliza. Acaricio sus

mejillas. Su expresión ya no es de dolor.

no es así. Al menos no en esta Universidad. ¡Qué estupidez! Si ambas disciplinas son como amantes: complementarias. Es di-fícil evadir la nostalgia. Anterior-mente me hallaba del otro lado. En lugar de explicar, escuchaba, en vez de respon-der, preguntaba.

¡Demonios! Ha transcurrido una semana y aún no recibo noticias de Víctor Hugo. Ya he encon-trado un departamento en renta, no cerca del trabajo, pero si muy agradable sobre la Avenida Chapultepec. Después de cinco años de carencias en Europa, ahora pienso darme ciertos lujos. El próximo fin de semana me daré una vuelta por Tlaquepaque y Tonalá para ir escogiendo algunos muebles y ornamentos rústicos…

Ya va para dos semanas, y de Víctor Hugo, ni sus luces. Estoy bastante preocupada. No tengo ningún teléfono, ni dirección de donde localizarlo. Los correos electrónicos no me los contesta. Creo que me mudaré este fin de semana. Siento un ligero dolor en el pecho, me pesa no verlo antes.

He terminado de limpiar el pequeño aparta-mento de Víctor Hugo. Saqué cuatro bolsas con basura, poco faltaba para convertirse en muladar. Apilé sus revistas y libros de astronomía al lado de la puerta de su recámara. Sobre el cúmulo de tex-tos, le dejé un par de llaves y documentos diversos que me encontré al barrer. También le he comprado una pequeña despensa. Ahora si puedo comenzar a empacar. Es viernes y el domingo me mudo al nuevo departamento. Estoy un tanto emocionada pero sigo preocupada por Víctor Hugo que aún no regresa, no debí de haber dudado el estado de salud de su madre. Mientras ordeno mis pertenencias, mi memoria evoca las muchas veces que ha hurtadillas subíamos, Víctor Hugo y yo, a la torre norte de la

Catedral para observar la Vía Láctea con su insepa-rable telescopio. La verdad, éramos grandes amigos, quizá llegamos a ser un poco más que eso. Al caer la noche, la añoranza de los viejos recuerdos, me mo-tiva a armar al Schimdt y observar de nueva cuenta las estrellas. Como apenas anochece, enfoco hacia el este para buscar a Venus. Por más que intento localizarla, no logro encontrarla. El templo seguro estará ocultándola. Una sensación vouyerista me provoca cambiar el lente del telescopio para espiar a la ciudad. Por aquí caminan unos novios enmiela-dos, por allá unos perros se pelean y por acullá un señor orina un árbol. Me ruborizo. Regreso hacia el templo para verificar si ya se asoma Venus. Nada. Todavía no aparece. Sin embargo, me quedo con-templando la iglesia. ¡Está preciosa!. Desde el atrio hasta las torres es bañada por luces nacaradas. ¡Un momento! ¡Algo se mueve entre el campanario! Lo enfoco. Silencio. Mi corazón se agita. Quedo muda. Una mujer, un tanto anciana, camina desnuda. Mi mi-rada asombrada se posa sobre sus senos consumi-dos. Sus piernas arrugadas le sostienen un vientre abultado. Se suelta el cabello y unos rizos blancos le velan el rostro. Por detrás, alguien la abraza. ¡Es Víctor Hugo! Imposible no reconocerlo. Con su-tileza, la deposita en el suelo. La acaricia, la besa. Con torpeza, él se desviste. Deja al descubierto su grotesca humanidad. Toda su joroba es cubierta por una alfombra de vellos negros. Su ancha espalda se confunde con la cintura, que contrasta con lo flaco de sus piernas. De repente, el cuerpo de Víctor Hugo comienza agitarse vigorosamente con movi-mientos bruscos. Sus pequeñas posaderas se con-

Cuando ingreso a mi habitación, me sorprende el viejo telescopio Schmidt al lado de la ventana. Mi respiración se agita y todo el cuerpo se me es-tremece.

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de “mis documentos”. Astronomía, astrobiología, cosmografía y nada más. Solamente hay papers y artículos científicos. En la barra de herramientas del navegador, ejecutó la opción de “ver carpetas ocultas”. Aparecen dos. La primera son archivos en word, los leo meticulosamente. Son simples correos electrónicos laborales. Víctor Hugo ya me había comentado que trabajaba en red para una universidad chilena. También están los co-rreos que intercambiamos durante mi estancia en Alemania. En la segunda carpeta hay fotografías de sus padres, de nosotros en la facultad y ami-gos comunes; además de un poco de pornografía. En la única subcarpeta que tiene esta carpeta, me topo con una serie de imágenes de Víctor Hugo desnudo. Son una secuencia de la deformación de su cuerpo y cara. ¡Quedo estupefacta! Igualmente hay escáners de documentos que informan acerca de su estado de salud, tanto física como mental. Creo escuchar un ruido. Me asusto y apago la computadora. Intento acomodar todo como es-taba y salgo apresuradamente. No hay nadie. Solo fue imaginación.

Antes de retirarme, por la tarde, la curiosidad me embriaga y no evito resistir ir a la iglesia de San Felipe. Al entrar, me santiguo y medito una oración. Inmediatamente busco la escalera que lleva al cam-panario. Se encuentra a la izquierda de la entrada. Subo aceleradamente los escalones en espiral. Unas pequeñas rendijas, intermitentemente me llenan de luz el rostro conforme asciendo por la torre. El sonido desesperado de la cantera con mis tacones, me provoca flashazos de cuando Víctor Hugo me jalaba al ascender por la torre norte de Catedral. Al llegar al final, una portilla me detiene. La em-pujo con fuerza para abrirla. Unas palomas salen volando desde la garita. Inspecciono el lugar. En las campanas se deposita estiércol de pichón. Sobre el suelo se esparce basura de todo tipo: cigarros, 12

traen en cada vaivén. Busco su rostro. Su cara está completamente fruncida. Sus labios casi tocan su nariz. Las manos de la anciana acarician sus mejillas. Después de unos minutos, él abre la boca. Pareciera que gritara. Su expresión refleja más bien dolor que placer. Mis ojos se vuelven llorosos. Me estrujo un seno. Víctor Hugo culmina desplomándose sobre la mujer de cabellos blancos, ella lo besa tiernamente. Una tristeza me embarga. Aviento el telescopio, éste queda girando sobre el trípode. Reviento el llanto sobre la almohada del catre. Intento tranquilizarme pero no puedo. Cuando las lágrimas han cesado, co-mienzo a quedarme dormida.

Como todos estos días, las campanas me des-piertan una vez más. Pero hoy no son las seis de la mañana, sino las dos de la tarde. Camino hacia al baño para refrescarme con una ducha. El chorro del agua y las imágenes de Víctor Hugo haciendo el amor con la anciana, me caen sobre la cabeza. Trato de no pensar en ello. He decidido anticipar la mudanza. No esperaré hasta mañana. Semides-nuda, envuelta con una tolla, regreso a vestirme. Al pasar frente a la pila de libros, me quedo mi-rando las llaves. Sin pensarlo dos veces, las tomo y trato de entrar a la recámara de Víctor Hugo. En el segundo intento, logro abrir la puerta de hierro. Temerosa y todavía escurriendo, la empujo despacio. Rechina. La habitación se abre a mi vista. Es igual que el resto del departamento: no muy grande, lúgubre y con las paredes escarapelán-dose por el exceso de humedad. Una cortina muy gruesa oculta la ventana. Hay un colchón viejo y demasiados libros tirados en el suelo. En un cos-tado, la ropa sucia se amontona. En otro, se forma un montículo con empaques vacíos de medica-mentos y jeringas usadas. Encima de una caja de mercado, hay una laptop. Me siento sobre el col-chón, acerco la caja y enciendo la computadora portátil. Comienzo a husmear entre las carpetas

latas, botellas, condones… Cruzo la portilla y camino unos cuantos escalones para ingresar al cam-panario. Conforme desciendo, la enorme estructura de bronce se eleva sobre mi vista para dar paso a un puño de cobijas que se arre-molinan en el rincón del fondo. Las cobijas se mue-ven. De las cobijas aparece su rostro cansado. Me siento nerviosa, las rodillas me tiemblan. Con len-titud, se levanta y se acerca. Yo quedo inmóvil. Solo alcanzo a oír alguno de sus quejidos, reconozco el reproche. Se da medio vuelta. Apenas y le tiento la joroba. Se regresa y me enfrenta. Rendida, caigo de rodillas. Siento que lloro. Él se limita a colocar su nariz sobre mi frente.

Su cuerpo deforme ahora es delgado y hermoso. Sus cabellos resecos despeinados ahora son sedo-sos entre mis dedos. La oscilación de su cuerpo ya no es vigorosa, más bien delicada. Su cara ya no se frunce sino se tranquiliza. Acaricio sus mejillas. Su expresión ya no es de dolor. Cierro los ojos para morderme los labios. Abro los ojos. Aún con-serva su prominente nariz aguileña. Los vuelvo a cerrar. Percibo que una lágrima recorre mi rostro. Mi mente mezcla el pasado con el presente, a Ca-tedral con la iglesia churrigueresca, a la estudiante con la maestra, a Víctor Hugo con el jorobado de San Felipe… Sus berridos estrepitosos me resu-citan de mis sensaciones, de mis pensamientos... Apenas noto la realidad que estoy viviendo. Me perturbo. Estoy conciente y no. Aunque yo ya no me muevo, él continúa con su agitación vigorosa. Su gesto comienza a tornarse melancólico. Incre-menta los bramidos hasta aturdirme. Súbitamente, se calla. Se desploma sobre mi cuerpo. Creo caer de nueva cuenta en un sueño sin sueño. Me limito a sentir sus latidos. Con titubeos, lo abrazo. Él res-pira accidentadamente.

Cayendo de nueva cuenta en esta extraña rea-lidad, escucho ligeramente unos pasos sobre la escalera de cantera. Le siguen, el rechinido de las bisagras, después, el aleteo de las palomas. Silen-cio. Se percibe un lamento leve. Víctor Hugo se levanta escandalosamente. Doblo mi cuerpo para alcanzarlo con la mirada. Él comienza una carrera a cuatro patas. Su meta es un hombre de blanco que se ubica en los escalones de la portilla. Asus-tada, me limito a envolverme entre las cobijas su-cias. Víctor Hugo se le trepa de un salto al hombre boquiabierto. Lo tumba al suelo que responde con un sonido seco. Víctor Hugo lo toma de los cabe-llos y comienza a azotarlo al piso. El hombre grita, llora, pide piedad. Víctor Hugo no se detiene. Poco a poco, comienza a manchar su piel desnuda con la sangre de su víctima. El hombre de blanco ya no opone resistencia, parece muñeco de trapo. Yo quedo autista.

Han pasado semanas desde aquel incidente en las torres de la iglesia de San Felipe. Intento proseguir mi vida como si nada hubiera pasado. Ya estoy instalada en mi departamento sobre la avenida Chapultepec. Continúo con mis clases e investigaciones en la Universidad. Los fines de se-mana sigo desayunando antojitos y paseando por el centro histórico. Pero es imposible hacerme la tonta, tomo Diazepam para tranquilizar mis ner-vios. Debajo de mi cama se encuentra un perió-dico local que se cubre de polvo. En la página tres, se describe la muerte del sacristán de la iglesia de San Felipe...

Busco su rostro. Su cara está com-pletamente fruncida. Sus labios casi tocan su nariz. Las manos de la an-ciana acarician sus mejillas. Después de unos minutos, él abre la boca. Pa-reciera que gritara.

13

Proceso investigativo

Desde la percepción de una obra de arte como objeto transmisor de mensajes, entendemos la importan-cia de la producción y la distribu-ción artística dentro de cualquier núcleo social. A través de las déca-das, el arte ha ido mutando según el contexto en el que se encuentre, siendo capaz de contener informa-ción precisa en aspectos como la ideología o la tendencia estética de dicho espacio-temporal, caracterís-ticas establecidas durante su propio desarrollo evolutivo.

El arte contemporáneo maneja técnicas y temáticas actuales desde un terreno local que, a su vez, pue-den ser exportadas internacional-mente. Desde una visión artística en donde el concepto llega a significar más que el producto final, creemos elemental investigar los tópicos intercambiadas hoy entre el arte y sus consumidores en la ciudad de Guadalajara para conocer su des-envolvimiento como un fenómeno comunicacional y social.

La exposición de arte contem-poráneo en Guadalajara se encuen-tra en un crecimiento constante, ya que cada vez son más los espacios dedicados a esta vertiente artística. Por otro lado, y siendo el cuestio-namiento que sustenta los objetivos de la investigación en cuestión, es vi-sible una desigualdad de incremento en los receptores de arte contem-poráneo de la ciudad. Exceptuando algunas inauguraciones en donde la mayoría de los asistentes forman parte de grupos elitistas de la so-ciedad, la esfera receptora de arte contemporáneo es relativamente reducida y permanece estática en cuanto a su propio desarrollo o de-ceso en número de integrantes. Es posible entender que la mayoría de los gremios sociales contienen in-tegrantes focalizados en las distin-tas ramas existentes, sin embargo, siendo el arte plástico un espacio de expresión universal y multidisciplina-rio, creemos que en los círculos lo-cales no se ha logrado una apertura receptiva que iguale la producción y exposición artística de la ciudad.

Elizabeth Calzado Michel

Perfil del espectador de Arte

Contemporáneoen Guadalajara

Articulo sobre la Tesis realizada en Diciembre

del 2006

14

15A partir de tales cuestionamien-tos, se abordó en la presente tesis el fenómeno vislumbrado a través de la descripción de los perfiles de los consumidores de arte basándo-nos en las características sociales, educacionales y culturales que ri-gen su comportamiento e interés por el arte, desde una perspectiva cualitativa.

Existen en Guadalajara diversos espacios de exposición cultural en-caminados hacia el arte contempo-ráneo, algunos de ellos son Arena México, Opa, Central de Arte, Casa Taller José Clemente Orozco, Ins-tituto Cultural Cabañas y Charro Negro. Dependiendo de la propia clasificación en la que se encuen-tren, como espacio de exposición, galería o museo, será su función ante la esfera receptora. Un espacio de exposición se refiere a cualquier lugar capaz de ofrecer un área vacía para la plena apreciación de obras artísticas, y según Bourdieu, en un museo de arte se muestran piezas que no están en venta, a diferencia de una galería de arte, en donde el objetivo es vender las piezas. De esta manera, se puede determinar el perfil de visitantes que recibirá cada uno: en un museo, la mayoría de los receptores pertenecen a ins-tituciones educativas o de turismo; en las galería los receptores son mu-cho más especializados en el campo artístico, más críticos (porque el mismo grupo lo exige) y la mayoría cuenta con la posibilidad de adquirir piezas. Creemos pertinente aclarar

la limitada utilización de ésta clasi-ficación en nuestro estudio, debido a que el enfoque para escoger los espacios será en el tipo de arte que suelen exhibir, más que en su título como museo, espacio de exposición o galería; no obstante, al tener pre-sente la información recabada por el autor, se logrará un análisis más completo.

La propuesta teórica elegida para el sustento de la presente in-vestigación está basada en diversos textos del sociólogo francés Pierre Bourdieu. Uno de los temas alta-mente estudiados por el autor es el campo de producción cultural. En este campo, se construyen con-tinuamente espacios de posiciones que serán tomadas por personas específicamente adecuadas. Los es-pacios de posiciones o espacios de posibilidades, se refieren a los pro-

ductos artísticos que ofrecen los grupos de poder en un contexto específico. Cada posición depende invariablemente de otra, inclusive la dominante requiere de sujetos a los cuales dominar. La estructura del campo, es la distribución del ca-pital en propiedades (en este caso, hablamos del capital cultural) que imponen éxito en el mismo campo y que adquieren ganancias externas o específicas (como el prestigio), determinadas por el propio campo. Cuando el autor se refiere al capi-tal cultural, habla del campo de la literatura y el arte, ya que sus es-tructuras y sus procesos de cambio son más evidentes que en otras ra-mas culturales. La interpretación de cualquier producto artístico cambia en su totalidad de acuerdo al con-texto en que se sitúa el lector o es-pectador. 16

17Bourdieu, desde una perspectiva europea, arroja una serie de princi-pios acerca del perfil de los sujetos receptores de arte, donde una de las conclusiones más relevantes está basada en el status socioeconómico de los receptores, pues argumenta que los factores que definen a los receptores de arte se ven primor-dialmente afectados por su nivel económico, más que por cualquier otra característica.

Aún cuando este trabajo de in-vestigación definirá a su vez un perfil del consumidor de arte contempo-ráneo, se ha partido de la premisa de que el contexto propio de la ciudad de Guadalajara afectará de distinta manera la descripción del mismo perfil, en comparación a los que Pierre Bourdieu encontró.

En la primera fase del proceso metodológico se aplicaron doce cuestionarios de manera aleato-ria durante la inauguración de dos exposiciones en los espacios cul-turales Casa Taller José Clemente Orozco y en la Oficina para Proyec-tos de Arte (Opa). Se descartó la participación de seis de los sujetos sometidos al cuestionario debido a su indisponibilidad de participar en la investigación.

En la segunda fase de la inves-tigación se realizó una entrevista semi-dirigida a cada uno de los seis informantes seleccionados, que se llevó a cabo en distintos cafés de la ciudad. En las entrevistas se ob-tuvieron datos más específicos en cuanto a su nivel sociocultural y los

motivos o inquietudes de iniciación en el campo artístico.

La tercera fase de la investigación se realizó en la inauguración de una exposición llamada aproximaciones. El arte en Jalisco en el siglo 20, que tuvo lugar en el Instituto Cultural Cabañas el día 19 de octubre del 2006. El objetivo fue reunir a los informantes en el momento más enriquecedor en cuanto al compor-tamiento real de los mismos en una inauguración artística, para efectuar la entrevista grupal en el mismo re-cinto.

Después de la recolección de in-formación, se efectuó el análisis de ésta a partir de un método inductivo, ya que a partir de dicha información recabada individualmente por cada uno de los informantes, se realizaron interpretaciones generalizadas que puedan abarcar respuestas y prácti-cas recurrentes por los receptores de arte contemporáneo. En primera instancia, se llevó a cabo la sistema-tización de los datos para formular categorías temáticas a partir de los principales conceptos recurrentes durante el proceso de recopila-ción de información. El proceso se encuentra segmentado en 4 pasos: conceptualizar las ideas y/o pensa-mientos, categorizarlas en grupos, organizar los grupos, y finalmente, crear una estructura específica con la información. Es importante desta-car la constante búsqueda en el aná-lisis de una relación directa de las categorías con el sustento teórico de la presente investigación.

Los perfiles

encontrados como

resultado final,

brindan una base

amplia, en donde

los objetivos de los

espectadores son

la división entre los

mismos.

Posteriormente, se realizó la in-terpretación de los datos de forma horizontal, esto es, encontrar las relaciones entre los patrones se-leccionados; luego se procedió con la aplicación de la teoría sobre los resultados, en donde las conclusio-nes finales fueron concretizadas en campos semánticos a manera de agrupaciones que poseen un núcleo de significación común.

Aportaciones de la investigación

Aún cuando a través de esta investi-gación se constataron los postulados teóricos de la apreciación artística como dependientes de algunos factores como los estudios acadé-micos, el nivel socioeconómico, la iniciación en el arte, entre otros, los resultados de este trabajo reve-laron que el perfil del consumidor de arte contemporáneo en nuestra ciudad tiene una mayor relación con el objetivo o finalidad que persiguen al apreciarlo. Mientras que unos su-jetos aprecian y consumen el arte por su valor simbólico y emocional, otros lo transforman en un medio de trascendencia social. Esto logra ser un dato novedoso en compa-ración a la propuesta de Bourdieu, tomando en cuenta los diferentes contextos de los fenómenos.

En Guadalajara, ser consumidor de arte posiciona indiscutiblemente a los individuos dentro de un status elitista y reducido; ya en el interior

del grupo artístico, los receptores decidirán la relevancia otorgada a la condición social del ejercicio artís-tico.

Por otro lado, encontramos influ-yente para la manutención del status un aspecto externo a los consumi-dores de arte pero necesario: los medios de comunicación no tienen un espacio suficientemente amplio destinado específicamente al movi-miento de las artes plásticas de la ciudad, por lo tanto, la centralización del mismo espacio artístico se ve fa-vorecida. Quizá los motivos de esta ausencia informativa involucren a las mismas condiciones que este espa-cio demanda, quedando así un nuevo cuestionamiento para la elaboración de otro estudio.

Los perfiles encontrados como resultado final, brindan una base am-plia, en donde los objetivos de los es-pectadores son la división entre los mismos. Sin embargo, se reconoce no haber obtenido las razones espe-cíficas por las cuales un espectador se inclina hacia un perfil o hacia el otro, ya que las características nom-bradas incluyen a todas las divisio-nes propuestas, a lo mejor en mayor o menor medida en cada perfil, pero sólo se logra una visión general.

El análisis de los grupos involu-crados en la apreciación artística resulta importante para entender las posibles limitantes evolutivas del arte en Guadalajara, ya que algunas veces los mismos receptores están encargados de la producción y difu-sión artística.18

Existe la posibilidad de que a través de es-

tudios como éste, se sensibilice acerca de

la necesidad de espacios culturales que ge-

neren una apertura artística en el criterio de

la mayoría de los integrantes de la sociedad

y no sólo de pequeñas agrupaciones. Se co-

nocerán también los productos que ofre-

cen los distintos espacios en la actualidad,

para de esta forma, desmentir o corroborar

una posible dominación cultural por parte

de los grupos de poder que se encargan de

estructurar la agenda artística de la ciudad.

No han sido pocos los estudios relacionados con los nuevos para-digmas artísticos relacionados con las nuevas tecnologías y los nuevos procesos de producción, almace-naje, impresión y difusión de la obra artística. Las posibilidades acortan las distancias entre artistas y científi-cos, como lo vislumbraba Ian Paluka, cuando detectaba en sus escritos de 1983 la cada vez menor diferencia entre el artista y el científico, ob-servando la cada vez más cercana interacción entre los creadores del diseño y las tecnologías, los ordena-dores y sus software, potencializados hoy en día por la Internet.

Involucrados como estamos en esta Sociedad de la Información y el Conocimiento (sic), damos ya por sentado que las disciplinas artísticas requieren, porque así lo demanda el mercado, del conocimiento de nue-vas herramientas tecnológicas, que han permitido a algunos encontrar nuevas vías de expresión, sin me-noscabo del proceso creativo, que se origina en la percepción y se tra-duce hacia proyectos multimediá-

ticos en una impronta mayormente audiovisual, pero que también a su vez, ha despertado el recelo autén-tico de otros, por salvaguardar de la bestia informática el arte producido desde y a través de medios conven-cionales.

Basta recordar la cisura pro-funda que explica Walter Benjamin sobre la obra artística y la pérdida del aura ante la reproductibilidad de la misma, al darles además –al arte y a la ciencia– el adjetivo aforístico de “irreconciliables”, pero recono-ciendo también, de manera objetiva, el potencial creativo de los nuevos sistemas tecnológicos de produc-ción artística. Lo que no podemos es negar, que en el mercado de tra-bajo, el conocimiento de estas he-rramientas llamadas “digitales” son un requisitito irrenunciable. Dentro de las disciplinas se encuentran por supuesto la fotografía, la pintura, la arquitectura, la escultura, el diseño, la arquitectura y por supuesto la música, entre otras.

La versatilidad de estas herra-mientas radica en su factura tecno-

Las nuevas fronteras del Arte

Everardo Camacho Iñiguez

Primera parte:

Más allá del software

20

científica, exhibiéndose en el mercado las nuevas versiones del producto (que será obsoleta a lo sumo en dos años), asegurando su consumo y el bienestar de las empresas monopólicas, aunque ese será tema de otro momento. Por lo pronto más adelante men-ciono una lista algunos de los programas que se utilizan en el mercado de trabajo.

Es larga la lista, sin embargo la utilización de nuevas herramien-tas para la producción artística no es ninguna novedad. Basta con recordar la utilización de materiales de procedencia indus-trial de Duchamp (1887-1968) o las Rayografías y Solarizaciones de Man Ray (1890-1976), o bien Joseph Albers (1888-1976), pro-fesor alemán de la Bauhaus y pre-cursor del op-art (optical art).

Lo importante aquí es resaltar el concepto de ruptura de para-digmas, el cambio de noción que se da del objeto artístico modifi-cado ahora más que nunca por el entorno tecnológico, de la misma

manera que en su momento las nuevas técnicas permitieron el desarrollo del temple o el fresco, o el desarrollo y utilización de nuevos pigmentos (cadmio, blanco de titanio, etc.), o el des-cubrimiento de la pintura acrí-lica en el s. xx, siempre dentro de un contexto de percepción y auto-percepción social. La ex-perimentación sin límites, como en su momento lo hicieron el dadaísmo, el art nouveau o el fu-turismo es, en ese sentido, una constante.

Ben F. Laposky realizó en 1952, un osciloscopio conec-tado a un ordenador en su obra Abstracciones electrónicas. John Cage por su parte, fue uno de los primeros artistas en utilizar la computadora en la composi-ción musical y el dibujo.

En lo referente a las artes vi-suales, durante las tres últimas décadas del s. xx, han sido bas-tante diversificados los usos que los artistas han dado a la com-putadora u ordenador, que van

21

Editores gráficos (diseño)

Comercial: Ability Photopaint, ACD Canvas, Adobe Photoshop CS, Adobe Photoshop Elements, Alias Sketchbook, Coded Color, Corel Painter, Corel PaintShop Pro, Corel Photo-Paint, Cosmigo Pro Motion, ERDAS Imagine, Graphic Converter, Helicon Filter Home/Pro, i Photo, L View Pro, Macromedia Fireworks, Microsoft Digital Image, Microsoft Office Picture Manager, Microsoft Paint, Open Canvas, Photo genics, Photo Line 32, Pic Master, Photo Mechanic, Pixel image editor, Project Dogwaffle, TV Paint, U lead Photo Impact, Ultimate Paint, Win Images, Pix Builder Photo Editor. Libre: Adobe Photoshop Album Starter Edition, Art weaver, Art Rage, Brush Strokes Image Editor, Helicon Filter Free, Image Analyzer, Irfan View, Picasa, Pixia, Project Dogwaffle 1.2 Free Version, Open Canvas.

Open Source software: CinePaint, GIMP, GIMP shop, J Draw, Kolour Paint, KOffice’s Krita, mtPaint, Paint.NET, Seashore, Tile Studio, Tux Paint, Pixen.

Editores gráficos (Rasters): Programa de cómputo que permite a los usuarios “pintar” y editar interactivamente sobre la pantalla y salvar las imágenes en uno de los formatos “bitmap” o “raster” más

populares como JPEG, PNG, GIF y TIFF. Usualmente un “image viewer” (visor de imágenes) es preferido sobre los editores de tipo “raster”, como lo es Adobe Photoshop.

Editores gráficos (Vectores): Programa de cómputo que permite realizar y editar imagénes a base de vectores gráficos, interactivamente sobre la pantalla y guardarlos en formatos de vectores como son: EPS, PDF, WMF, SVG.

Editores de vectores

Libres: Cenon, Dia, GYVE, ImPress, Inkscape, Karbon14-NodeBox, OpenOffice.org Draw, Skencil, Sodipodi, Synfig, Tgif, Xara Xtreme for Linux, Xfig.

Proprietary software: ACD Canvas, Adobe Illustrator, Adobe Flash, Adobe FreeHand, Artstream, Artworks, CorelDRAW, ConceptDraw, DrawWell, EazyDraw, Elgorithms MagicTracer, iDraw, iGrafx Designer, Intaglio, Jasc WebDraw, jfig, Kai Power Tools, Metafile Companion, Microsoft Expression Graphic Designer, Microsoft Expression Interactive Designer, Mayura Draw, OmniGraffle, Paint Shop Pro, PDF FLY, PhotoLine 32, Real-DRAW, Satori Paint, Serif DrawPlus, SignBlazer, SmartDraw, Stone Software Create, Vector Effects, 22

desde su empleo como herra-mienta de dibujo o producción de imágenes, hasta el de asignarle una capacidad creativa similar al del propio artista en el proceso de creación.

Entre otros que también se han destacado al utilizar a la computadora como herramienta se encuentran: Jack Youngerman que emplea el ordenador para producir los bocetos de las obras que más tarde realizará con me-dios tradicionales; y David Ean, quien logra crear paisajes digi-tales, a través de la utilización y procesamiento de imágenes to-pográficas, por citar a algunos.

De esta forma, la objetividad de la ciencia y la subjetividad del arte, que siglos atrás no estaban divididas (arte/técnica) conviven, desde los postulados de Isaac Newton (modelo mecanicista del universo) en un proceso si-nérgico dividido y bien diferen-ciado que amplia Charles P. Snow en su obra titulada Las dos cultu-ras. Esta distancia newtoniana ha

querido ser desplazada por los mencionados movimientos que, abiertos a las experiencias de las tecnologías, han encontrado aceptación en la colectividad y el imaginario de las sociedades actuales.

Desde el fugaz y contro-vertido futurismo, como una tendencia integradora que ac-tualmente inspira la práctica conjunta de arte y tecnología, hasta la potencia simuladora de los software más avanzados y la realidad virtual, las experiencias de vanguardia han sido siempre bien acogidas por aquellos que desean explorar al máximo las actividades humanas de imaginar, diseñar, concebir, crear, de inno-var y comunicar.

Este año, la revista Leonardo fundada por Frank Malina (uno de los primeros autodenomi-nados tecnoartistas) cumple 40 años, siempre con el objeto de ser una publicación dedicada a las artes, las ciencias y las tec-nologías culminando este año su

WinFIG-Windows port of Xfig, Xaos Tools, Xara Xtreme, Zoner Draw.

Editores gráficos (3D):

Comerciales: 3ds Max (Autodesk), Cinema 4D (MAXON), form-Z (autodessys, Inc.), Houdini (Side Effects Software), LightWave 3D (NewTek), Massive, Maya (Autodesk), Modo (Luxology), Silo (Nevercenter), SketchUp, Softimage|XSI (Avid), TrueSpace (Caligari Corporation), ZBrush (Pixologic). También: AC3D, Animation Master, Bryce (DAZ productions), Carrara (Eovia), Daz Studio, DX Studio, MilkShape 3D, Poser (E-frontier), Realsoft 3D, Vue (e-on).

No comerciales: Blender (Blender Foundation), Anim8or, Art of Illusion, DeleD 3D Editor, DIALux, Equinox-3D, Landscape Studio, MeshLab, ShapeShop, SharpConstructTerragen and Terragen 2, Wings 3D, K-3D.

Renderers

Comerciales: Pixar’s RenderMan, mental ray, VRay, RPS Ray Trace y AccuRender.

No comerciales: Pixie, POV-Ray, Sunflow, YafRay, Indigo Renderer.

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celebración con la exposición Mu-tamorphosis: Challenging Arts and Sciences (Praga, Nov. 7-10, 2007) (www.leonardo.info).

En relación a las nuevas poten-cialidades tecnológicas, es un ejem-plo la visión de la firma Software Arts (http://www.softwareartspace.com) cuando postula: “We represent and distribute software art from the world’s leading artists—a new breed of artists who utilize the latest tools and soft-ware to create extraordinary screen-based experiences. The art is derived from custom code that is written by the artist. In traditional terms, the code represents paint or clay that the artist uses to create. It is molded, tweaked, massaged, layered until the artist is happy with the results of the executed code. The results, just as with all art, can vary drastically. The works can be simple. Complex. Abstract. Figurative. Your artwork is delivered in a beauti-ful hand-crafted box with a CD. It is dynamic. Alive. Constantly generating new forms. Since the art is “unframed”, you choose how to present it—large plasma, small LCD, touch screen or

wireless mouse, etc. The experience can be a dedicated one, just as you hang a single photo or a painting. Or it can be placed on an existing system in your home. There are many options.”

De esta manera, vemos que las posibilidades se vuelven casi infi-nitas. De hecho, los profundos y avanzados avances tecnológicos producirán profundos cambios en las sociedades: la ingeniería gené-tica, la nanotecnología, la tecnología cuántica, por citar algunos, impacta-rán las formas de producir conoci-miento y arte es un esquema global en búsqueda constante de la libertad de expresión; contexto que supera con mucho la aldea global de McLu-han. The computer arts, el fractal art, así como los diseños de arte cola-borativo a través de Internet (hoy por hoy la galería de imágenes y ex-presiones artísticas más grande del mundo) serán cada vez más acepta-dos por las comunidades artísticas. El reto: que el artista supere a la tec-nología con el concepto creativo, en donde el tema social y humano sea imperativo.24

Ligas de interés.

www.leonardo.info

www.softwareartspace.com

http://media.macm.qc.ca/

homea.htm

www.culture.fr/entreelibre/

www.artdigitaldesign.com/

http://www.iconique.com/flash/

arts.html

www.deviantart.com

www.computer.org

www.aec.at