Redalyc.El crimen del arte · quien a la muerte de su esposo convirtió su mansión en una obra en...

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Co-herencia ISSN: 1794-5887 [email protected] Universidad EAFIT Colombia López Betancur, Olga del Pilar El crimen del arte Co-herencia, vol. 2, núm. 2, enero-junio, 2005, pp. 91-111 Universidad EAFIT Medellín, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77420205 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Co-herencia

ISSN: 1794-5887

[email protected]

Universidad EAFIT

Colombia

López Betancur, Olga del Pilar

El crimen del arte

Co-herencia, vol. 2, núm. 2, enero-junio, 2005, pp. 91-111

Universidad EAFIT

Medellín, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77420205

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91Co-herencia No. 2 Vol. 2 Enero - junio 2005

El crimen del arte1

Olga del Pilar López Betancur*

[email protected]

1 Este artículo forma partede una investigación titu-lada: Amarilla y roja. Esté-

ticas de la prensa sensacionalista,

en procesos de publicación.

* Historiadora, Magíster enEstética de la UniversidadNacional, sede Medellín.Profesora del Departamentode Humanidades de la Uni-versidad EAFIT. Coordina-dora del área de Estudios dela Cultura.

Resumen En nuestra época la muerte y sus drama-tizaciones han sido escenificadas enrituales funerarios tradicionales, en imá-genes o relatos sobre los muertos y, más

recientemente, en sin-sentidos desacralizantes inéditoshasta el mundo contemporáneo.

Sucesos Sensacionales (semanario sensacionalistanacional publicado desde 1954 hasta 1976) se destacacomo una expresión privilegiada de las narrativas sobrelos muertos. Los cuerpos se exhiben, se tornan espectá-culo. Esta veta abierta por el sensacionalismo de lacrónica roja es retomada por el arte actual, que obse-sionado por el cuerpo vivo o muerto lo expondrá detodas las maneras, recurriendo a imágenes vedadas,aquellas que, hasta hace poco, estaban ocultas a la mirada.

Palabras clave

Crónica roja, asesinato, cadáver-arte-crimen, rituales delarte y de la muerte, inimagen, cuerpo-espacio, fluidoscorporales.

Summary In our time dramatizations on deathhave been staged by old stamp funeralrituals, for stories and also images aboutdeads, and recently for unholy meaningless

deeds unknown until the contemporary world.Sucesos Sensacionales (national sensationalist weekly

publication published from 1954 up to 1976) stands outlike a privileged expression among the narratives on

Recepción: 14 de abril de 2004 I Aprobación: 05 de diciembre de 2004

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deads. The bodies are exhibited and they becomeentertainment. Thereby, this vein opened up by thejudicial chronicle sensationalism it is now recaptured bythe current art which is utterly obsessed for the livingbody and the corpse. Art is exposing them in all thepossible ways, appealing to forbidden images, those thatshort time ago, the Modernity wanted them to remainout of sight, hidden to the eye.

Key words

Judicial chronicle, Murder, Cadaver-Art-Crime, Artrituals, Dead rituals, Inmages, Presence, Body-Space,Corporal fluids.

La obra de arte no cesa de ofrecer a la miradaimágenes, iconos que funcionan como sustitutosde lo real. […] en medio de mutilaciones, decuerpos desmembrados, de carnes manoseadas,de lecciones de anatomía contemporáneas en lasque se trata de buscar y, si cabe, encontrar, lasmaterias con las que se fabrican vidas singulares.Del aparato digestivo a las crisálidasindumentarias, del rostro tumefacto, sucio,quemado, a las prótesis obscenas, de las carasnómadas a los marcos petrificados en susfunciones mortíferas, la mutilación expresa laquinta esencia de toda metafísica: no hayplenitud, ni perfección ni cumplimiento sinoimaginarios o post mortem. Así pues, antes deltránsito no cabe acceder a esos fantasmas comono sea con el mito, el sentido, la palabra, laforma. Toda mutilación enerva el cuerpo y lodesfigura, es metáfora de la destrucción y delfallecimiento. Y nos ilusionamos imaginando queesas puestas en escena conjuran un poco laentropía, pues ella nos envuelve, nos atrapa ynos domina. Consolémonos, lo peor es siempreuna certeza.

Michel Onfray,“De la mutilación entendida como

una de las bellas artes”.

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1. Teatralizaciones

Primero los viejos fantasmas, las aparicionesespantosas, perdieron su lugar en los campos del horrordesplazados por las descripciones descarnadas de lamuerte: fueron ellas las nuevas encargadas de producirmiedo. El sanguinario asesino que puede irrumpir en elhogar o aquel otro que acecha enuna calle oscura, conforman laspesadillas de las nacientesciudades industriales. Por eso losfantasmas de la novela gótica noencuentran ya lugar en la novelapoliciaca, allí todo puedeexplicarse en el plano terrenal dela razón, opuesto al sentirsobrenatural del Romanticismo.

La muerte violenta es elasunto. Se hace cada vez máspróxima pero aún falta dotarla demás carnalidad: sentir el calor dela sangre recién derramada, suolor; oír los gritos de la víctima,imaginar su dolor; ver la escenadel crimen. Alguien mató a otro,pero ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Dónde?¿Cuándo? ¿Quién era la víctima?¿Quién el victimario? Así es como el tiempo de la crónicaroja, policial y judicial ha llegado. Tiempo de ladramatización del homicidio: el ingrediente tensor delos hilos de su relato son las pasiones que arrebatan yconducen al clímax de la muerte.

Sin embargo también emergen aquellas formas prece-dentes de simbolizar la muerte a través de cuentos deaparecidos: acribillados a balazos, Zenón Velásquez yElvira Ramírez todavía gritan desgarradoramente en lacasa del crimen y aterrorizan con sus apariciones a loshabitantes de la región2 . He aquí la sorpresiva condiciónde la noticia: no se reseña el asesinato de unos campesinossino el miedo fantasmal que quita el sueño a los habitantesdel paraje La América, en Arauca.

En 1854 Thomas De Quincey completa Del asesinatoconsiderado como una de las Bellas Artes, una pieza clásica

2 “Apariciones misteriosasen la casa donde fue asesi-nado un matrimonio”. Suce-sos sensacionales (S.S. enadelante): 20 de septiembrede 1958.

Diseño de Nina Ahlers y Ulrike Kleine. Foto de Sinje

Dillen Kofer y Mans-Geörge Michel, En: Posters Se-

lected from the Graphics Annuals. Singapur, 1994.

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del humorismo inglés, en donde las obsesiones violentasestán envueltas en una ironía feroz:

Si uno empieza por permitirse un asesinato, prontono le da importancia a robar, del robo pasa a labebida y a la inobservancia del día del Señor, yse acaba por faltar a la buena educación y pordejar las cosas para el día siguiente. Una vezempieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabedónde podrá detenerse. La ruina de muchoscomenzó con un pequeño asesinato al que nodieron importancia en su momento (De Quincey,1985, p. 55).

Para la crónica roja un asesinato es un hecho privadode tal naturaleza que debe ser elevado a la categoría deacontecimiento nacional. El asesinato es una transgresiónmágica que suspende el tiempo y crea un mundo“diabólico”; el asesino se convierte en un héroe maldito,excluido de la comunión de los hombres.

Para De Quincey y su “Sociedad de Conocedores delAsesinato”3 , éste perpetúa una rancia tradición inau-gurada por Caín. Su finalidad última es, precisamente,la misma que Aristóteles asigna a la tragedia, o sea:“purificar el corazón mediante la compasión y el terror”.Pero considerado desde el punto de vista estético:

Cualquiera puede darse cuenta si, en lo que tocaal buen gusto, un asesinato es mejor o peor queotro. Los asesinatos tienen sus pequeñas dife-rencias y matices de mérito, al igual que lasestatuas, cuadros, oratorios, camafeos, grabados,etc. (De Quincey, 1985, p. 52).

En los periódicos sensacionalistas el asesinato es undrama sangriento que grita estridentemente su propiahistoria. Y en el fondo de sus crónicas está como correlatouna oposición entre la modernidad y la violenciaintemporal, casi ritual, que el asesinato representa.

No obstante, De Quincey dice que:

secamos nuestras lágrimas y quizás tengamos lasatisfacción de descubrir que unos hechoslamentables y sin defensa posible desde el punto

3Mientras las muchedum-bres buscan leer crímenessangrientos -y en ese campoexpresivo se acomodará lacrónica-, estos especialistasdel asesinatos van a ponercuidada atención en treselementos: el tipo de per-sona que se va a asesinar,el lugar apropiado y elmomento justo, cuidandohasta los mínimos detalles.La perfecta conjugación deestos tres elementos da comoresultado una obra de arte:la muerte que proyectacompasión y terror. Es esteel gusto que sigue encon-trándose en las obras deWilliam Shakespeare: unaprosa impecable que tienecomo piedra angular unasesinato y todas las pasio-nes que lo desatan.

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de vista moral resultan una composición demucho mérito al ser juzgados con arreglo a losprincipios del buen gusto (De Quincey, 1985, p.20).

La expresión pública de un asesinato, bien sea a travésde relatos orales o de periódicos, difunde la corporalidaddel miedo que hace que ninguno se sienta seguro, asícomo esa mujer que, relata De Quincey, cargó de cerrojoslas dieciocho puertas de su casa para evitar que el asesinoJohn Williams4 la atacara. Muros, cercas, rejas, cerra-duras, candados, perros, vigilantes y armas. Obsesionescomo las de la viuda del inventor del rifle Winchester,quien a la muerte de su esposo convirtió su mansión enuna obra en continua ejecución, llena de corredoresciegos, puertas y ventanas tapiadas, escaleras inacabadaso invertidas o que no conducían a ninguna parte;habitaciones con el piso en el techo y el techo en el piso,y espejos, muchos espejos, todo esto para que losfantasmas de los asesinados con las armas de su maridose perdieranen un labe-rinto digno deuna pesadillade Escher y nopudieran al-canzarla.

Con Jackel DestripadorLondres vivióel mismo pavor a través de un asesino jamás identificado,del cual sacaron inmenso provecho los periódicos de suépoca. Según las especulaciones de la prensa, las hipótesisde la policía, las de Conan Doyle y hasta las investi-gaciones de expertos contemporáneos, cualquiera erasospechoso, desde el maniático sexual anónimo hastaalgún miembro de la familia real victoriana; lo únicocierto es el miedo al asesino suelto, y los discursosmorales lo reconocen como el vindicador de la perversiónde su época.

La muerte como espectáculo tiene que ver con elcuidado que haya puesto el asesino que mata o el redactorque cuenta, en los detalles, en los efectos de pánico.

Los criminales, los crímenes y

sus escenarios han sido temas

protagónicos en la historia humana,

hasta constituir el campo de

expresión simbólica de

mayor efecto cultural.

4 Este criminal acababa decometer un múltiple asesi-nato en Londres a tres-cientas millas de distanciade la paranoica señora. Elefecto mediático personificael crimen y hace que laamenaza del asesino seainminente. Este mismorecurso es usado en S. S. ,donde se proponen nombresy razones para los asesinatosy se generan olas de miedoen torno a personajes ylugares.

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Mientras los homicidios de hombresprestigiosos pasan a los anales de laHistoria como magnicidios, en elcaso de las muertes plebeyas, dehombres anónimos, sólo será el actorepresentado como una forma dearte lo que lo convertirá en memoriacolectiva. Como sucede en A SangreFría de Truman Capote, esa familiaasesinada sólo será recordada por sumuerte violenta, convertida en lite-ratura años después. Las palabras delautor tornaron significativa laviolencia grabada en cada uno de loscuerpos, el dolor patente en laatmósfera, el recuerdo que dejaronen su pueblo, e inmortaliza a unoscriminales, quienes al perseguir unbotín con apetito lupino terminanpor asesinar toda una familia.

Los criminales, los crímenes y susescenarios han sido temas prota-gónicos de la historia humana, hastaconstituir el campo de expresiónsimbólica de mayor efecto cultural.Pocos relatos generan “verdaderointerés” si no tienen como promesauna muerte en su trama. La literaturapoliciaca retoma este diálogo ince-sante entre vivos y muertos propor-cionándole una nueva estructura. Asu vez, el cine se ha venido nutriendode los relatos policiacos y con ellosrealiza su propia construcciónicónica de la muerte.

Herederos de la tradición fun-dada por la modernidad que omitecada vez más la presencia del muerto,medios masivos como el cine ter-minan por trivializar la muerte, puesésta queda hundida en arrumes de

cadáveres cada vez menos signifi-cativos; la omnipresencia de lamuerte termina por ocultarla.

Mientras que la Edad Media seregodeaba en la presencia de lamuerte, en mitos, en leyendas o ensimulacros macabros, una de lasprincipales aristas de la modernidadse dedica a desacralizar cada uno desus elementos: el cuerpo, el alma, losfantasmas carecen ahora de valorfrente a una ciencia que usa el cadá-ver sólo como campo de experimen-tación:

La disección de cadáveres apartir del siglo XV sólo nospermitía una aproximacióncartesiana al viviente, dondeel cuerpo, según el análisisde Fedina, ‘está desarraigadode sus mitos y vaciado desus misterios, pierde su oscuri-dad y la muerte es así evacuadaal mismo tiempo que la viday la sexualidad. La muerteocupa el lugar de una miradaanalítica –en el cogito mismo,que puede abrirlo, descom-ponerlo y también resta-blecer su unidad sintética(Duvignaud, 1987, p. 150-151).

Cadáver que no produce miedoes sólo materia expuesta al análisis ya la disección. Los misterios de losmuertos sólo pertenecerían, en estecontexto, a prácticas arcaicas pre-modernas.

En el texto Los seres queridos,de Evelyn Waugh, la muerte no es

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5 No hay que ir demasiadolejos: en Medellín ya tene-mos un cementerio museo,lo cual sin duda nos da unapista de las nuevas valora-ciones estéticas que nuestrasociedad desea asumir sobrela muerte y sus asuntosafines.

6 Sin embargo es posibleencontrar en algunos gruposculturales expresiones de lamuerte arraigadas en eldolor, en el ritual público yla prolongación de las prác-ticas funerarias.

sórdida, ni triste, ni trágica, sino llena de “vida” yescenificada en necrópolis con parques naturales; cadávermomificado, traje de gala, sonrisa perpetua garantizaday la promesa de disfrutar plácidamente una eternidadcosteada por los vivos. El cementerio como parquetemático5 .

La arquitectura de los cementerios, las salas develación y la publicidad funeraria hablan de una condiciónaséptica de la muerte, de su negación. Durante el velorioal muerto nunca se le mira, ya no se llora; las reunionesen torno a la sala son convocadas por una excusainexistente, pues todos hablan de otros temas y se lededica el menor tiempo posible al difunto y su ceremoniaexequial6 .

Hasta hace algunos años la agonía, la expiración, elvelorio y el funeral eran acontecimientos sociales y colec-tivos que congregaban familiares, amigos, conocidosy chismosos, quienes iban desfilando para encontrarsecon “el cuerpo que yace”, e incluso algún imprudentecon un gesto desesperado rompía el vidrio del ataúd. Alregresar del camposanto comenzaba la elaboración delduelo: se rezaba la novena, se mandaba a decir misas ensu memoria y se guardaba riguroso luto.

Hoy es cada vez más reducida la población que sesomete a esta tediosa práctica y sólo por imposición asis-te a algunos ritos funerarios como compromiso ineludible.Se esconde el cadáver, se disfraza, se entierra o se incinerarápidamente, así dejan de lado cualquier conjuro de lamuerte (sin velación, sin letreros a la entrada, sin anunciosen la prensa, menos llamar a familiares y amigos para daresa noticia de mal gusto); pareciera que ya nadie mueredesde hace algunos años.

Sólo dicen “se murió” o “lo mataron porque sí”, y sipudieran evitar todos los trámites legales mucho mejor,para llevarse su muertito rápidamente al crematorio yluego tratar de olvidar sin dolor:

En Colombia ya no se construyen teorías nidiscursos ideológicos para sustentar la muerte delos otros, porque “los otros” han sido despojadosde su humanidad. Los grupos en combate no

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el rostro de la muerte: aquí está…hicimos un gran esfuerzo para traerleseste cuerpo descuartizado… mírenlomuy bien, ¡qué impresionante! ¿Cierto?¿Acaso reconoce esta cara? ¿Es sufamiliar o un amigo? ¿Algún conocidosuyo?

En sus últimas dos décadas depublicación (1960-1976) el periódicofue higienizado: los cuerpos grotescosfueron eliminados. Sucesos Sensacio-nales dejó entonces de ser una cróni-ca de los muertos para convertirseen el simulacro de los vivos: estamujer murió, pero no se la mostrare-mos en ese estado deplorable sino consu mejor sonrisa, con su traje domin-guero, caminando por Junín. Todas lasfotos serán de vivos que acaban demorir. A partir de 1962 se puedeasegurar que Sucesos Sensacionales

ha dejado fueracualquier imagenescabrosa. Sin em-bargo, la escriturasigue detallandotodos los porme-nores perturbado-res, aunque ahorasin el aura de lafotografía quecaptaba la ima-gen tétrica; en estecaso es menospeligroso leer lamuerte que verla.

Ni los niños, ni los analfabetas apren-derán ya a través de las imágenes deeste periódico cómo se ve un muertoapuñalado, baleado, descuartizado,ahorcado o envenado.

Mosaico de retratos femeninos, Sucesos

Sensacionales.

hablan de la ”muerte” delenemigo, sino de su “baja”.La delincuencia común noasesina personas, sino “achi-charra perros”. Los sicarios nomatan seres humanos, sino“muñecos”. La negaciónabsoluta de la humanidad delas víctimas por parte de losvictimarios, lleva al sinsentidode las muertes y a que setransformen, en un planosimbólico, en cadáveres sinsepultar (Mejía Rivera, 2003,p. 102).

Estamos rodeados de cadáveresinsepultos, según el autor, por noreconocer las muertes particulares.

El espejo del crimen

En los prime-ros años de Suce-sos Sensacionales(1954 -1959), lamuerte se presen-taba con argumen-tos que confor-maban un cuadrolo más completoposible, pues cadacronista buscabainvestigar las cau-sas del asesinato.Fuera la prostituta,el campesino, laobrera o el abogado prestigioso,todos tenían un motivo para serasesinados; no era posible decir quea la gente se la mata porque sí. Y encuanto a la iconografía, se mostraba

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Regis Debray recuerda las rela-ciones funerarias de ciertos gruposculturales en los que la imagenreemplaza al muerto y el simulacrose vuelve el centro focal sobre el cualse despliegan las energías de losrituales mortuorios. El cuerpo some-tido a la descomposición no se puedepreservar por más tiempo, entoncessu imago servirá para prolongar elluto de la muerte.

El antepasado de cualquierimagen es, por lo tanto, el cuerpoque la precede, que persiste en ellacomo latencia y del cual extrae todasu fuerza. Cuando escondemos losmuertos y buscamos olvidar suexistencia, su imagen se convierte enun objeto frágil, carente de fuerza,privada de la vida que procura lamuerte. Sus imágenes entre nosotrosson anémicas, intercambiables, noevocan a los muertos sino que estánsometidas a un vacío retórico eicónico que logra que la idea defantasma sea sólo una expresióncómica, ridícula, y que nadie se apro-xime al féretro, pues no hay razonespara mirar la cara del fallecido.

La icónica primordial de la cró-nica es el cuerpo que yace. Cadáverpara la foto. Cuerpos en todas lasposiciones y condiciones, expuestospara escarmiento público; abando-nados en cualquier rastrojo o potreroa la ventura de los gallinazos, queanuncian la putrefacción de la carne.Pero, sobre todo, muertos a cuchilla-das o a tiros en las cantinas deGuayaquil, dejando la evidencia desus últimas actuaciones liminares,ociosas, placenteras, como en el casode “Chelo”, que luego de morir por

un disparo en la cabeza permanecesentado, haciendo carrizo y así esperaal fotógrafo de Sucesos Sensaciona-les (19 de julio de 1958).

Los muertos y sus gestos petri-ficados expresan la última luchadesesperada por su propia vida.Como Trinidad Vergara de Hernández,encontrada estrangulada en unpredio cerca al aeropuerto Eldoradoy a quien se le agotó la vida cuandotrataba de defenderse de sus agre-sores, como lo cuentan sus manoscrispadas.

O la inventiva de la muerte,indescifrable para la precaria cienciaforense que recorría los pobladoscolombianos, ejemplificada en lamuerte de Otoniel Velasco, un riconegociante de Hoyo Frío, avaro y“muy dado a probar la fruta en

Imagen de `Chelo´ asesinado en un bar de Guayaquil.

S.S., 19-08-1958.

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cercado ajeno”, como bien queda dicho desde unaproxémica léxica y su intención de cercanía dramática,al encontrarse sin razones precisas y a horas inoportunasvisitando esposas e hijas. Al practicar la autopsia de sucadáver, picado por los gallinazos, fue imposible confirmarla causa de su deceso. El médico le extrajo entonces loque quedaba de las vísceras y las envió a Bogotá,esperando resolver el enigma. Sin embargo no seencontraron rastros de envenenamiento, y como elcuerpo no tenía ninguna huella de arma corto punzante,contundente o de fuego, se acude al comodín de losmédicos legistas: el individuo seguro había muerto delcorazón, y se cierra el sumario. Así se enterró a Otonielsin mayores muestras de dolor.

Pero en un día de esos en que Jesús María Reybuscaba, como siempre, quién lo invitara a aguardiente,se unió a unos forasteros, los cuales sostuvieron su gustoa costa de trovas y dichos baratos. Pasado de copas, JesúsMaría no puede evitar alardear: “Puaquí murió el otrodía Otoniel Velasco y yo se más que un dotor, porque yosé de qué murió el difunto y él no supo”7 . Al día siguienteJesús María, en vez de amanecer en su casa o en cualquierrastrojo, se encuentra en el suelo frío de la inspección depolicía, sometido a “un interrogatorio reforzado conamenazas y enderezado con algunos planazos y sin tabacospara el viejo que tanto le encantaban, hicieron ir de lalengua al pobre hombre que acosado contó la verdad”8 .El viejo Otoniel con su vocación donjuanesca perseguíaa la Encarnación, hija de Jesús María, con el seguroobjetivo de ponerla a “criar otro buchón”, por lo que elpadre se pone a “pistiar” a Otoniel y cuando lo ve en elalto corre a su casa por un machete y a falta de éste selleva un martillo y un clavo grande “…y me le arrimé adon Otoniel que estaba con esa belleza de ruana, quequién sabe quién se la robaría, porque yo no fui, y mepuse a conversale ai, hasta que se descuidó el viejo, quetaba como molesto con yo, y apenas lo vi quetaba quieto,y agachao prendiendo un tabaco, porque él taba sentadoy yo paro detrás del, saqué mi clavito (puay de cuatropulgadas si mucho) y se lo clavé de un tacazo más buenoque el diablo, y ai se lo dejé metido pa que aprendiera”9 .

7 "Lo mató con un "clavito"mientras prendía el tabaco".S.S. 21 de mayo de 1955, p.10

8 Ibíd., p. 10.

9 Ibíd., p. 10.

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Otoniel sólo preguntó ¿qué me pasa? Y cayó para nolevantarse. Por ese homicidio confesado en 1950, JesúsMaría es condenado a 6 años de prisión10 .

El cadáver es lo que queda después de la tragedia,sobre él se asienta el honor restaurado del marido, lavenganza desatada. ¿Qué hacer con el muerto? Gene-ralmente es rescatado por los afectos y la familia reclamasu derecho a administrar aquel cuerpo, signado por laprocedencia social y las prácticas culturales. Cuando JesúsAgudelo (El Mocho) asesina a su mujer, porque le erainfiel, sus amigas reclaman el derecho sobre el cuerpo, esasí que Ana Francisca solicita a la inspección de perma-nencia “se me entregue su cadáver, para velarla en micasa y entregarla el próximo lunes en el anfiteatro parala práctica de la necropsia de rigor”11 , y así se hizo, elcuerpo fue velado y devuelto el día prometido en lashoras de la mañana, para que el Estado cumpliera sobreél las diligencias taxonómicas y estadísticas: autopsia paradeterminar la causa de la muerte y registro de huellasdactilares para sucertera identifi-cación.

El retrato delmuerto, prácticaque poco a pocose ha venido diluyendo, servía para perpetuar unamemoria querida, pero cuando se publicaba en un diariosensacionalista devenía expresión calumniosa de unamuerte mal habida, que iba en contra de la honra delmuerto12. Tal como sucedió con Jesús Ángel Salazar,quien, según la edición Nº 120 de Sucesos Sensacionales,feneció en una clínica de Medellín en estado dealicoramiento y bajo extrañas circunstancias. La polifoníadel periódico se hace manifiesta cuando en la ediciónNº 122 aparece la carta de unos amigos del señor Salazar,quienes reclamaban la rectificación de la noticiapreviamente difundida que encabezó la foto efectista eimpresionante del fallecimiento de su amigo; aclarabanque la muerte de don Jesús no tenía nada que ver concantinas, licor ni bajas pasiones, sino que fue causada

10 Una proxémica léxicaque restituye las expresio-nes orales, tanto para lograrun efecto de comicidadcomo para resaltar lacondición de ignorancia yalevosía del campesino.

11 “Esposo engañado damuerte a su mujer”. S. S.: 3de mayo de 1958, p. 5.

12 Los reporteros gráficosdel periódico acudían alllamado de cualquier cuer-po expuesto. Primero lafotografía: la historia detrásdel cadáver se averiguabadespués.

Cadáver que no produce miedo,

es sólo materia expuesta al análisis

y a la disección.

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por una enfermedad cardiaca que venía padeciendo. Elperiódico rectifica y se defiende diciendo que la formaindecorosa como fue fotografiado el cadáver eraresponsabilidad exclusiva del centro hospitalario que,además sin ningún recato, cuando pasó las facturas desu “atención médica”, anunció a sus deudos que “ya nohabían encontrado sino el zurrón”. Dice el Semanarioque ni reparación corporal ni espiritual fueron procuradaspor el hospital a este maltratado cadáver, que sólo poraccidente ocupó las páginas de Sucesos Sensacionales.

Los vestidos del muerto cuentan su propia versión:estropeados, desordenados, ensangrentados, son enalgunos casos, signo identitario cuando el rostro haperdido tal función. Descritos con minuciosidad por losperiodistas y detectives, forman para la prosaica de lacrónica roja un elemento recurrente, un hilo fino en sunarrativa. El sueter rojo de un misterioso cadáverabandonado en un predio próximo al aeropuerto deBogotá, así como la falda amarilla de tela ordinaria y loszapatos café, sirvieron como piezas de identificación ypermitieron iniciar una investigación. Estos signos-iconono dejan ninguna duda sobre su identidad a los familiaresde Trinidad Vergara de Hernández, cuya desapariciónhabían denunciado días atrás.

La posición del cadáver y la condición de sus vestidostrazan el mapa de la muerte y, para algunos sabuesosacuciosos, reconstruyen los momentos previos al deceso:

Otro de los aspectos que ha contribuido paraafianzar las creencias de que se trata de un atrozdelito, fue la forma con se hallaron algunas de lasprendas de la infortunada joven. Efectivamente,uno de los zapatos de la víctima, color marrón,fue hallado cerca al hombro derecho, en tantoque el otro se encontró a un metro de distanciade los pies, siguiendo la misma posición orienteoccidente en que fue descubierto el cadáver, loque indica que entre la mujer y el criminal ocriminales se trabó una violenta lucha de fuerza13.

Rituales fúnebres, fotografías y vestidos de los muertos:teatralizaciones de las presencias mortuorias.

13 “En una hacienda cerca aTecho fue misteriosamenteasesinada una dama”. S. S:

25 de enero de 1958, p.11.

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2. El arte y los cuerpos del

dolor

Uno de los temas del arte ha sidoel cuerpo humano. Sea para dejar enla memoria los personajes repre-sentativos de una sociedad, bienpara plasmar los imaginarios mons-truosos que viven más allá de lasfronteras del mundo civilizado o losque emergen de los sueños fantásticosde los artistas, o bien para representarlo invisible, los dioses paganos ocristianos. Sin embargo el arte enlos últimos años no se contenta yacon la representación variopinta delos cuerpos, sino que se dedica másbien a deconstruirlos para expresarsu constitución, para presentar loimpresentable.

Cada signo es el encadenamientode una historia. El arte contem-poráneo y el oficio de la crónica rojatienen un encuentro temático: sudedicación a los cuerpos expuestos,destrozados, mutilados, sustentadosen unas dramáticas del horror quedes-ocultan las formas básicas de lamateria y la condición primordial delas relaciones humanas.

Crónica roja (hacer-hablar-la-muerte) y arte (dejar-hacer-la-mano)se conjugan en el ámbito nacional através de la obra de Beatriz González.Con recursos como el color plano ysaturado, una composición espacialaustera y las deformaciones de unadeliberada impericia en la ejecución,esta artista pinta los protagonistas delos casos de policía con sensibleríacursi que, de paso, retrata irónica-

mente la educación sentimental delpaís, impartida por los melodramasy plagada de estereotipos. Su acciónartística es cruda y directa, tal comouna narración de crónica roja.

Como lo hiciera Sucesos Sensa-cionales desde sus páginas repletasde pasiones y de crímenes, lasimágenes simples de Beatriz Gonzálezreciclan la parafernalia visual de lacultura popular (su imaginería, suinterpretación de la decoración y lamoda). Son iconos que sintetizan elpaisaje de los códigos culturales dela sociedad colombiana, sus creen-cias y fetiches, y que, al igual que lacrónica roja, subvierten la tradicióndel buen gusto y de lo culto a la horade tratar los grandes relatos de lavida, el amor y la muerte.

Por ejemplo, con la icónicafotográfica de los Suicidas de Sisga,publicada en El Tiempo, elabora sucuadro del mismo nombre yreconstruye así una icónica-pictóricaque los inmortalizará. El retrato dela crónica judicial está acompañadode un pie de foto que expresa elpatetismo del destino de las víctimas:“Los enamorados suicidas dejaron suúltima foto; se la hicieron tomar paradejarla de recuerdo a sus parientes.Los novios cuyos cadáveres fueronhallados flotando en las aguasheladas del Sisga, habían anunciado:‘nos iremos para siempre’ (Ardila,1974, p. 83).

Los anónimos personajes que enalgún momento fueron noticia en unrelato judicial, al ser reinterpretadosse convierten en símbolos culturales.

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Fotografías borrosas, de ribetes deteriorados o deinsospechada calidad (Carlos Caicedo14 era el reporterode El Tiempo en esta época), le van a servir a Beatriz

González para contar por segundavez la misma muerte, pues “lasoledad de las figuras muertas,tendidas en charcas o habitacionesdesoladas, llamaba mi atención”(González, 2003, p.53). Cuerposrodeados de objetos humildes,desordenados o rotos que ponende manifiesto, de un lado lapobreza y de otro las energíasdesplegadas en la agresión y en ladefensa, en la lucha entre la viday la muerte.

No es gratuita la elección deestas imágenes como fuente deinspiración, pues en las fotos de lacrónica cada uno de los elementosestá muy bien cuidado, dado queel fotógrafo monta su propiodecorado: acomoda los vestidos

para cubrir o descubrir, según si desea retratar recatada-mente un cuerpo femenino o evidenciar las heridas conlas cuales la policía dio muerte a un delincuente.

Escrituras y fotografías de lo popular resemantizadaspor la labor de una artista que logra llevarlas a las salasde los museos. Aquí ya no importa la anécdota, el relatode la muerte o el dolor de los deudos, sino trabajar consu repertorio plástico para alcanzar una nueva imagende aquellos personajes anónimos. Sólo queda unhomenaje de reconocimiento para esos cadáveres quela crónica mostraba en toda su soledad: en un bar o enun cuarto barato.

3. “Arte es todo aquello a que los hombres

llaman arte”

Demoler los cuerpos, mostrarlos sin secretos, en talha devenido la labor del arte contemporáneo, en una

14 Reportero gráfico desdelos años cincuenta, pionerode la imagen fotográficaque buscaba una identidadnacional.

Beatriz González. Los suicidas de Sisga. Tomado de: "La

muerte y la pintora", En: Yesca y Pedernal, No. 3, V. 1,

2003.

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puesta en escena sarcástica que busca llevar al límite laresistencia sensible. Los cuerpos de la crónica roja mani-fiestan una iconografía modesta frente a las fronteras queha venido forzando el arte contemporáneo: no sólo elcadáver exhibido sino el desdoblamiento del cuerpo, eladentro en el afuera; una demostración más de la trans-parencia del mundo contemporáneo, como las fotografíasde Thomas Ruff que presentan rostros en toda su nitidez,al margen de cualquier cosmética de lo bello, y sí entoda su crudeza:

escamaciones, granos, pelos de barba, raíces depelo, comisuras grasientas, lustrosas, pieles secas,ásperas o sebosas, orejas partidas, puntiagudas,retorcidas, ojos mojados en el líquido lacrimal queaflora. Mutilaciones naturales, gorduras quedesfiguran: la cara es una tensión sobre la cual seinscriben las miserias del cuerpo, por tanto delmundo. La dermatología como mediación meta-física. Pieles de almas (Onfray, 2000, p. 306).

Expresiones corporales, flaquezas humanas, dema-siado humanas, presentadas sin pudor. Ahora el arte sesiente obligado a mostrar lo profundo del cuerpo, suszonas negras, aexponer lo inde-seable a la mirada.

El cuerpo-materia le sirvede campo deexperimentaciónal arte, que loremonta a suselementos cons-titutivos prima-rios. No sólocuerpo monstruoso, sino diseccionado, mutilado,imbricado con la máquina o retrocediendo a estadiosprevios a la civilidad para exhibir los excrementos, lasangre, los fluidos. El arte ya no procede del mundo delas ideas, sino que se logra en la manipulación de lamateria por antonomasia: la mierda.

El arte contemporáneo y el oficio

de la crónica roja tienen un encuentro

temático: la dedicación a los cuerpos

expuestos, destrozados, mutilados,

sustentados en unas dramáticas del

horror que des-ocultan las formas

básicas de la materia y la condición

primordial de las relaciones humanas.

106 El crimen del arte, Olga del Pilar López Betancur

Retoma, por lo tanto, una de susvetas de trabajo más tradicionales, lamuerte descrita por el arte:

En el arte tenemos la costum-bre, que se mantiene hasta elsiglo XVI, de representar lossepulcros con el cadáverdesnudo, corrupto o arrugado,con las manos y los piesretorcidos y la boca entre-abierta, con los gusanos pulu-lantes en las entrañas (Salabert,2003, p. 230).

También la pintura barrocaescogió como tópico central lasalegorías de la fugacidad de la vida ysus placeres, implícitas en la omni-presencia de la calavera, el cráneodesnudo, sin piel ni carne, que simbo-lizaba el memento mori (recuerda que

has de morir) y la vanitas (vanidad de vanidades y todoes vanidad).

Por otro lado, la voluntad de representación de lamuerte en el arte contemporáneo está entroncada conel surgimiento de subgéneros cinematográficos como elGore, el Snuff y las películas de temática zombie, dondeel cadáver es el protagonista y los vivos tienen los papelessecundarios. Las relaciones de éstos con aquél cubrenuna gama que va desde la necrofilia y la necrofagia, hastala filmación de torturas y asesinatos reales, pasando porciudades sitiadas por muertos vivientes.

Muchas de las imágenes que se publican en SucesosSensacionales podrían servir de “inspiración” o confun-dirse con los performances y los happennings de las galeríasy museos contemporáneos: los mismos olores, dolores,descomposiciones o muecas de la muerte; similaressensaciones de asco, repulsión o censura15 .

Lo reprimido se escenifica en ambos registros. En elcaso de la crónica roja, y en especial el de SucesosSensacionales, es la presencia del caos en la ciudad y enlos cuerpos deshigienizados e incivilizados, puntos cru-ciales donde la modernidad no ha llegado; la crónica

15 Por ejemplo el cuerpo dela obrera marcada conhierros candentes por sunovio, “quien huyó a laacción de la justicia. Lasiniciales E. V., correspon-den al nombre y apellidodel bárbaro de la América”.S. S.: 13 de noviembre de1959, p. 1. Cuerpo fotogra-fiado y exhibido en primerapágina para señalar labarbarie. En este caso no seresalta el dolor o la sangresino lo incivilizado de laacción y hasta de la relaciónmisma.

Gunther von Hagens. Plastinado, Tomado de catálogo

de la exposición de Körperwelten, Hamburgo, 08/2003-

01/2004.

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con sus sentimientos paradójicos losexhibe y los parasita, mientras abogapor su eliminación.

Para el arte contemporáneo es sucondición de existencia:

pasa por todas las formasimaginables de la inmundiciao la depravación, la defor-midad o el despedazamiento.La propia obra de arte escuerpo en representación ocuerpo impreso, cuerpo rees-crito o machacado, incom-pleto y prótesis, cuerpoparódico, caricato (Salabert,2003, p. 258).

En uno y otro caso estamos anteexpresiones pletóricas de carnalidad:cuerpo insepulto, expuesto por largotiempo o lentamente desintegrado.El reverso de la imagen, inimagenque a todos molesta, pero que a lavez convoca multitudes.

Arte y ciencia convergen ahoraante nosotros en el cuerpo espec-tacularizado. Tanto los plastinadospor el médico Gunther von Hagens,como los formolizados de DamienHirst, despiertan sentimientosinsólitos. Los límites de los saberesse diluyen, al tiempo que soncobijados bajo el concepto occiden-tal de Arte, el cual desde principiosdel siglo XX ha roto con sus formascanónicas preestablecidas. Objetoscotidianos, cadáveres segmentados,fotografías de asesinos en serie:

Desde que Duchamp expusie-ra su urinario, en el nombre delarte, se han expuesto, y muchas

veces vendido, grasa (JosephBeuys), basura (Arman), col-chones viejos (Robert Morris),excrementos (Piero Manzoni),máquinas que aseguraban ladestrucción del museo (ChrisBurden) y coches aplastados(César). Los artistas se hancortado con cristales (AnaMendieta), han pagado a lagente para que se masturbase(Santiago Serrano), se hantransformado quirúrgicamente(Orlan), se han implantadoun brazo mecánico (Stelark),se han mutilado públicamen-te y han llegado incluso acortarse el pene: el vienésRudolf Schwarzhogler terminó,rodaja a rodaja, con el suyopoco antes de terminar con suvida (Zabalbeascua, 2003, p.66).

Los mismos temas se repiten apesar de las pretensiones locales deoriginalidad. El arte incorpora loexcluido tocando los límites de lasociabilidad, y le otorga una nuevacondición a través de “…galerías,revistas especializadas, ferias comer-ciales, exposiciones públicas, mediosde comunicación en general y, final-mente, museos, en los cuales culminala legitimación como “arte” de unadeterminada obra o propuesta, suplena aceptación institucional”(Jiménez, 2003, p. 51).

Y entonces, aflora a la boca detodos la pregunta explícita o tácita:¿Es esto arte? Estas son las obser-vaciones de José Jiménez al respecto,en su libro Teoría del arte:

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16 En el libro de Luz OfeliaJaramillo, El caso “Posadita”:un crimen contado dos veces,se infiere la inocencia dePosadita.

El crimen del arte, Olga del Pilar López Betancur

Pocos relatos generan ‘verdadero

interés’ si no tienen como promesa

una muerte en su trama.

La utilización del cuerpo de los propios artistas,o de sus fluidos: sangre, esperma…, no resultaextraña al arte de nuestro siglo, pero ¿Por qué?¿Cuáles podrían ser los motivos de ello, ademásde la obsesión por el cuerpo animal, vivo omuerto? […] Habría que señalar que la pérdidade la “excluisividad” en el proceso de la repro-ducción de imágenes de la pintura y la escultura,[…] está sin duda en la raíz de los intentos derecuperar la vida, lo irreproducible tecnológicamente,como un componente central del arte. […]Intentan hacer presente la vida en el arte comouna forma de reactualización del ritual, de laceremonia, […] Ante todo por la voluntad deeliminar la diferencia entre “realidad” y “represen-tación”, algo que daría al arte un punto dediferencia frente a la envolvente e incesantereproducción tecnológica de imágenes caracte-rística de las sociedades de masas (Jiménez, 2003,p. 47-49).

Arte sensacio-nalista que sedisputa el cuerpo,el dolor y la muertecon otros saberes,

otras representaciones, otros medios masivos. Pero, eneste caso, crimen sin sangre y sin castigo que adquiere elestatus de obra maestra. Ese viejo vicio del crimen obtieneahora su canonización conceptual en los museos denuestro tiempo.

4. El arte por el arte

En 1968, la historia de la ascensorista del edificioFabricato cortada en noventa y dos pedazos (o doscientossegún el cronista y su ansia sensacionalista), cayó en unterreno abonado por Sucesos Sensacionales. El Sema-nario hacía tres lustros narraba crímenes, pero esperabael suceso perfecto, artístico, con los elementos precisospara ser entronizado como crimen modelo, a través delcual poder respirar otros aires distintos de las rencillas

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callejeras, asesinatos triviales por robos menores otrillados uxoricidios. Con ese caso el espectáculo estabadispuesto.

De Posadita, reo de un solo asesinato por amor16:único y excluyente como lo quiere el Romanticismo,pasamos a asesinos con la eficacia de las líneas deproducción industrial: asesinos en serie (serial killers),versión dosificada de los asesinos de masas (mass killers).

En la historia de la crueldad o de la maldad enColombia son escasos los asesinos en serie (si excluimos,como convencionalmente se hace, los asesinosamparados en móviles políticos) o al menos los que hansalido a la luz pública. El caso de Luis Alfredo Garavitopermite un retorno de las viejas preguntas de lapsiquiatría, sobre el gran monstruo dedicado a asesinarniños sin una razón clara; de algún modo es la resurreccióndel ogro de los viejos cuentos: les habla, los seduce, loslleva a despoblado, los viola, los degüella y finalmentelos entierra superficialmente. Así hace un recorridonacional; un visitante tranquilo de cualquier parque oplaza que se dedica a ganarse la confianza de sus presas.Un Gilles de Rais sin castillo ni nobleza, sin sirvientes,dinero, reconocimiento u honores militares, sólo unastuto campesino colombiano con diversos disfraces deapariencia inofensiva y con el instinto de muerte (?) aflor de piel.

Los cincuenta y tres muertos del ruso Chikatilo(arrestado en 1990) o las diez y siete víctimas de Dahmer(detenido en 1991), son la expresión del art pour l‘art17;no hay intereses políticos, económicos o pasionales, sólouna actitud fría, calculada, de ciudadano respetable. Nohay despliegue de pasiones, de rabia, celos o venganza,sólo un pensamiento sistemático que acorrala a suvíctima. Cada uno tiñe la muerte con los rasgossociológicos de su grupo. En el caso de Chikatilo no hayevidencias forenses, pues su labor artística se dedica aocultar todo rastro de muerte; sigue con ello losparámetros de la sociedad comunista que ocultó a losojos igualitarios cualquier vestigio de crimen. Este fuecensurado en los medios masivos: la URSS, como políticaestatal, eliminó completamente la crónica roja.

17 Una moda nos lleva arecorrer una lista seleccio-nada de caníbales y asesinosen serie que precisan supropia ficción de la muerte,la infamia, la crueldad.Cada nación tendrá suasesino memorable: desdeel japonés Issei Sagawa(1981), quien devora pau-latinamente a su noviacongelada en porciones,hasta los caníbales deKazajstán (2001) que asesi-nan a una prostituta y se lavan comiendo en croquetas.De igual modo asesinos enserie como el colombianoPedro López Monsalve, con300 presuntos asesinatos; elmédico británico HaroldShipman, “doctor muerte”,quien asesinó a 215 de suspacientes, o el chino HuWanlin, acusado de 146muertes, entre otros, sonrecordados por los mediosmasivos que encuentran elmomento preciso parapresentar a estos renegados,hermanos en estas lides delcaníbal alemán ArminMeiwes descubierto en2003. De nuevo el regresode los grandes monstruoscriminales.

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Dahmer, por su parte, buscó unmedio de expresión para suscrímenes, por eso cuando: “Lapolicía allanó su domicilio, entreotros macabros descubrimientoshizo el de una colección de fotos delos restos sangrientos de sus víctimasy de una insólita escultura formadapor un cráneo separado de su cuerpoy sostenido por dos manos cortadas.Ni Hermann Nitsch lo habría hechomejor” (Jiménez Moreno, 1994, p.69).

Retorno del canibalismo: en unoy otro caso las víctimas después deasesinadas y descuartizadas eranpaladeadas con la delectación de ungourmet; el antropófago alemán denuestros días es expuesto ante el ojopúblico para recalcar, otra vez, lapresencia de estos “barbarismos”, quedormían un largo sueño y sólo selevantaban por el conjuro de las

El crimen del arte, Olga del Pilar López Betancur

“ficciones” de los “simulacros”mediáticos.

El arte contemporáneo se unepor tanto a ese gran bucle narrativodel crimen, a esa Weltanschauung queha consagrado el delito como unafuerza dentro de nuestras sociedades.Su interés no será más lo bello, sinocrear su propia versión del cuerpo,los crímenes o el muerto. ¿Restitu-ción de la muerte? Las ceremoniasfúnebres abandonadas en nuestrotiempo reciben un nuevo impulsoritual en los museos, en el espec-táculo del arte y bajo la miradaatenta de miles de espectadores:pareciera que los museos fuerannuestros nuevos cementerios, o entodo caso unos tanatorios muyasépticos. La inmensa sombra de laausencia del muerto se proyectasobre nuestro mundo y todas susestéticas

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