Creación, Pecado y Gracia

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1. Creación . ANTIGUO TESTAMENTO . La fe bíblica en el Dios creador constituye una respuesta a la pregunta sobre el origen, el sentido y el fin del hombre, de las criaturas y de la historia. Al profundizar en la teología de la creación, el AT concede una gran importancia a la experiencia de la salvación que Dios ha llevado a cabo a favor de Israel. El que liberó a sus elegidos es el único poseedor de aquella riqueza de vida que es causa y origen de todas las cosas. Para manifestar esta verdad, el libro del Génesis recurre a dos narraciones: la “yahvista” y la “sacerdotal”, con el que se presenta la identidad esencial del hombre, del cosmos, de las mutuas relaciones y de los respectivos vínculos con Dios. A. La línea narrativa de la narración sacerdotal 1 es clara y coherente. Se trata de un relato de creación por la acción: del caos preexistente van surgiendo, por sucesivas divisiones o separaciones, los tres grandes espacios que luego serán rellenados por sus respectivos habitantes (astros, vegetales- animales, peces-pájaros). La creación se comprende aquí como simple ordenación del caos, sobre el que Dios “trabaja” siguiendo el esquema cosmológico de 1 La tradición sacerdotal nació durante el destierro de Babilonia, en los años 587-538 y siguientes. En el exilio los sacerdotes releen sus tradiciones para mantener la fe y la esperanza del pueblo. El estilo es seco. El Sacerdotal no es un narrador. Le gustan las cifras, las enumeraciones. Repite a menudo dos veces la misma cosa: Dios dijo... Dios hizo. El vocabulario suele ser técnico, cultual. 1

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* Creacin

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1. Creacin.

( ANTIGUO TESTAMENTO.

La fe bblica en el Dios creador constituye una respuesta a la pregunta sobre el origen, el sentido y el fin del hombre, de las criaturas y de la historia. Al profundizar en la teologa de la creacin, el AT concede una gran importancia a la experiencia de la salvacin que Dios ha llevado a cabo a favor de Israel. El que liber a sus elegidos es el nico poseedor de aquella riqueza de vida que es causa y origen de todas las cosas. Para manifestar esta verdad, el libro del Gnesis recurre a dos narraciones: la yahvista y la sacerdotal, con el que se presenta la identidad esencial del hombre, del cosmos, de las mutuas relaciones y de los respectivos vnculos con Dios.

A. La lnea narrativa de la narracin sacerdotal es clara y coherente. Se trata de un relato de creacin por la accin: del caos preexistente van surgiendo, por sucesivas divisiones o separaciones, los tres grandes espacios que luego sern rellenados por sus respectivos habitantes (astros, vegetales-animales, peces-pjaros). La creacin se comprende aqu como simple ordenacin del caos, sobre el que Dios trabaja siguiendo el esquema cosmolgico de la poca, que concibe el universo como la superposicin de tres estratos: tinieblas, aguas, tierra. La accin de Dios se realiza, pues, de arriba abajo, segn el orden lgico que ofrecen los estratos con los que dicha accin va topndose. La accin creadora de Dios llega a su clmax con la creacin del hombre, imagen de Dios. A nuestro objeto cabe sealar que:

a) el encargo que se le confiere al hombre (representar al creador en cuanto imagen suya; ejercer en su nombre un dominio seorial y unas tareas de gobierno sobre el resto de la realidad creada) otorga a la doctrina creacionista bblica un carcter de novedad revolucionaria; la creacin se corona con el surgimiento de un concreador; el mundo salido de las manos de Dios no es una magnitud cerrada y conclusa; ms bien pasa ahora a manos del hombre para que ste lo perfeccione y dirija hacia su fin.

b) Dios crea con la Palabra, expresin de su trascendencia e intimidad. Dios crea sin lucha, sin esfuerzo, con absoluta libertad e independencia de cualquier condicionamiento. Entre Dios y el mundo est la palabra, separando a ambos (ni el mundo es divino ni Dios es mundano), pero tambin relacionndolos; el mundo viene a ser expresin de Dios, lo que resulta de su diccin.

c) El verbo bara (crear, cuando aparece, significa una accin que tiene por sujeto exclusivo a Dios) que hasta el momento ha sido empleado con parquedad extrema slo 2 veces- se usa masivamente en el v.27; este triple bara responde bien a la preocupacin casi obsesiva, de P por la ortodoxia. Es cierto que el hombre es imagen de Dios, casi como un dios (Sal 8,6); con todo, la soberana trascendencia divina ha de quedar fuera de toda duda. Entre Dios y su imagen contina interponindose una distancia inconmensurable. Por muy semejante que Dios haya hecho al hombre, ste no es, en ltima instancia, sino criatura suya.

d) Juega en el relato un papel importante la temporalidad. El esquema de la semana creadora le sirve al autor para poner de manifiesto la valoracin positiva que le merece el tiempo. La perfeccin no se localiza en el alfa del proceso, sino en su omega. La fe bblica en la creacin se opone al mito del eterno retorno; slo as tiene sentido hablar de historia, esto es, de un proceso con comienzo, crecimiento y fin.

e) El Amor bondadoso de Dios es el origen, sentido y fin de la Creacin. Todo tiene su origen y depende absolutamente de Dios: Todo era bueno.

f) Por otra parte, Gn 1 no conoce ms que una nica historia; no hay aqu una historia profana y otra sagrada, como dos lneas paralelas que jams llegan a encontrarse. Lo profano y lo sagrado, la naturaleza y la gracia, discurren por este cauce unitario, como lo humano y lo divino confluirn en la nica persona del Verbo encarnado; sin confundirse y sin separarse. El mundo queda asumido en esta historia una, que tiene por protagonistas, adems de l, al hombre y a Dios, y que es por consiguiente historia de salvacin.

B. EL RELATO YAHVISTA: Gn 2,4b-25

A diferencia de la fuente sacerdotal, a la que debemos el primer captulo del Gnesis (la nica cosmogona con que cuenta la Biblia), la fuente yahvista (J), bastante m antigua, no contiene, propiamente hablando, un relato de creacin del mundo, sino del hombre. Como es sabido, en las ms viejas culturas los relatos de creacin del hombre preceden a los de creacin del mundo; antes de indagar en los enigmas del universo, el ser humano se ha sentido fascinado por los interrogantes que asedian a su propia condicin. En nuestro caso, el inters del yahvista no versa tanto sobre el origen del mundo cuanto sobre el origen del mal: cmo explicar la existencia del mal en una realidad procedente y dependiente de un Dios bueno? Para responder a esta cuestin, el autor va a articular su relato en dos partes bien diferenciadas; la primera (c.2) nos presenta a los protagonistas del drama que se desarrollar en la segunda (c.3), y los sita en un mundo conscientemente idealizado, en el que todo est en orden y las relaciones recprocas de sus habitantes discurren en un clima de pacfica familiaridad.

El hombre es hombre cabal en cuanto ser dotado de vida propia, enraizado en la tierra que debe trabajar y cuidar y de la que obtendr sus medios subsistencia, abierto obedientemente a la relacin de dependencia de Dios, situado ante el resto de los seres vivos como superior y, por ltimo, completado por la relacin de igualdad y amor con esa mitad de su yo que es la mujer. En este horizonte de comprensin de lo humano, el paraso juega un papel esencial: va a ser el quicio sobre el que gire toda la gama de las relaciones interpersonales Dios-hombre, hombre-mujer. La contribucin de J estriba en conducir el relato de la creacin del hombre hacia el relato del drama de la cada con naturalidad y fluidez. Es en esta subordinacin del c.2 al c.3 donde el yahvista ha dejado su ms personal impronta; la respuesta al problema que le preocupa est ya disponible: el origen del mal tiene que ver con la responsabilidad personal del ser humano creado por Dios, que, a la vez que procede y depende de su creador, tiene capacidad para afirmarse autnomamente frente a l. La narracin yahvista presenta por tanto la experiencia humana de Israel: la del hombre perecedero, pecador, de barro, que abusa de su propia preeminencia en la creacin y se acarrea as el castigo. A esa experiencia humana, tan repetida en todo el Antiguo Testamento, contrapone el Sacerdotal la experiencia creyente: la dignidad del hombre, derivada de esa vocacin que se ha manifestado en la Alianza.

( EL NUEVO TESTAMENTO. El lenguaje sobre la imagen de Dios se convierte de antropolgico en cristolgico: Cristo es, a la vez, la verdadera imagen de Dios y la cumbre del ser humano.

La creacin a imagen y semejanza pasa a ser ahora la creacin en Cristo.El hombre fue creado para que apareciera Cristo, y por eso lleva esa huella o atisbo de lo Divino. Adn era una promesa proftica de Cristo.

Los escritos paulinos: una teologa del revestimiento.

Los escritos paulinos dan por supuesto que el hombre es imagen de Dios porque fue creado como anuncio del Futuro Hombre (de Cristo: Rom 5,14). Adn fue hecho para que apareciera el Nuevo Adn. Toda la creacin es releda ahora desde aqu: su fin era Cristo.

Los escritos paulinos insisten ms explcitamente en la frustracin de ese anuncio del futuro: no har falta recordar que la experiencia humana de Pablo es en muchos aspectos semejante a la del Yahvista. Consiguientemente, el hombre necesita desnudarse primero de toda una manera de parecer y presentarse como hombre, para luego ir revistindose de una forma totalmente nueva de ser hombre (y huelga decir que lo de primero y luego no tiene por qu ser interpretado en un sentido estrictamente cronolgico). Los trminos viejo y nuevo sern as muy caractersticos de u la antropologa paulina: se trata de despojarse de una imagen nueva y vestirse de otra nueva.

( Conclusin.

En resumen, digamos que la doctrina sobre el estado original no aporta informaciones histricas, pero cumple una doble funcin teolgica que es irrenunciable:

a) Explica la imagen y semejanza de Dios en el hombre como una vocacin, como una tarea.

b) Interpela a la responsabilidad respecto del estado actual de la historia: el hombre no puede ni desentenderse de ella ni tratar de llevarla adonde a l le parezca. La historia tiene una meta marcada por el don de Dios, que es llamamiento. Trastocar esa meta, o renunciar a ella, convertira la historia en un infierno.

A travs de esta doble funcin, la doctrina del estado original nos habla, efectivamente, de un camino, ms que de unos orgenes. Y nbos ensea una verdad de salvacin, ms que una verdad histrica. Pero, a travs de esta explicacin, es posible captar tambin un elemento innegable del ser humano: la imagen de Dios no es slo pura y fcil continuidad con la creaturidad humana. A la vez que continuidad, la imagen resulta ruptura, vrtigo y salto para la creaturidad.

Hay una ruptura entre armona y dificultad, entre sensacin de positividad y sentimiento trgico. Esta escisin ha marcado tambin toda la historia de la teologa, segn se acentuase en ella uno u otro de los dos aspectos que hemos sealado en la imagen divina del hombre: el de su continuidad con lo creatural o el de su ruptura. Con cierta aproximacin, puede decirse que el primer aspecto est ms acentuado por la lnea de pensamiento aristotlico-tomista; y su talante puede ser condensado en aquel famoso axioma que hemos de volver a encontrar: la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona (incluso cuando la naturaleza se autodestruya por el pecado, ste no llegar a aniquilar su base armnica para empalmar con la gracia). La acentuacin del segundo aspecto est presentada por toda la corriente paulino-agustiniana, y cabra tambin condensarlo en una frase de Agustn, cuando viene a decir que el amor da la paz, pero tras arrasarlo todo: Amar es morir un poco, porque el amor de Dios (caritas!) mata lo que hemos sido, para que seamos lo que no somos (y si encima el hombre se autolesiona por el pecado, entonces el amor de Dios tendr mucho ms que matar en l).

Ambas lneas de pensamiento se entremezclan en cada ser humano. Y, combinadas con otros mil factores variables, provocan en l una doble y perenne tentacin, la cual arranca, en su origen, de esta escisin fundamental entre la creaturidad humana y la imagen divina del hombre.

2. EL PROBLEMA DEL SOBRENATURAL.

- Introduccin.

El hombre como imagen de Dios (ser creatural) est llamado a participar del ser mismo de Dios (divinizacin), pero esta participacin es inalcanzable para el hombre. Slo Dios puede plenificar este dficit haciendo saltar las barreras de su limitacin.

Surge as la dialctica naturaleza/gracia: ser la divinizacin algo sobreaadido desde fuera a la estructura de la naturaleza humana? Cmo se inserta la gracia en la naturaleza?

El problema se mueve entre 2 dilemas:

O bien hacemos a la gracia un aadido extrnseco a la naturaleza.

O hacemos a la gracia tan connatural al hombre que eliminamos el don y la gratuidad.

Histricamente este trmino se llev a cabo en tres etapas fundamentales:

a) Aparece por primera vez en el siglo XIII, cuando la entrada del aristotelismo provoca una reflexin ms profunda sobre el concepto de naturaleza-natural, que hasta entonces indicaba nicamente el estado concreto en que la humanidad haba comenzado a existir. Pero a partir de entonces, sobre todo con santo Toms, natural indicar que pertenece a la esencia del hombre, lo que es debido a su ser como criatura; por contraste, sobrenatural designar aquellos dones no debido a la naturaleza, dones como la inmortalidad, la gracia santificante, la visin beatfica.

b) La segunda etapa se tiene en los siglos XVI-XVII, cuando la palabra sobrenatural entra en los mismos documentos de la Iglesia, como consecuencia de la polmica con Bayo, que negaba prcticamente la gratuidad de la elevacin al orden sobrenatural, afirmando que el hombre estaba llamado a la visin de Dios en el estado de integridad original, sin la novedad de Cristo. Para defender esta gratuidad, la teologa recurrir a la hiptesis de la naturaleza pura, es decir, a la posibilidad que tena Dios de crear a un hombre dotado de aquellos bienes que le correspondan en virtud de su naturaleza, excluyendo la llamada a la visin beatfica y a la comunin con l.

c) Tercera etapa: hasta la actualidad. En la antropologa teolgica actual se prefiere partir precisamente del hombre realmente existente, del hombre en cuanto criatura de dios y llamado a la filiacin divina en Cristo. En este sentido, estos dos momentos (natural-sobrenatural) del nico proyecto salvfico de Dios deben ciertamente distinguirse, pero no separarse. Es verdad que el segundo momento no depende del primero, ya que entonces Dios dependera del hombre y Cristo no sera ya el don supremo; pero al mismo tiempo este segundo momento exige el primero, o sea, la creacin, que no tiene ms fin que el de hacer posible la comunicacin de Dios.

En la actualidad se abre un camino nuevo con la Fenomenologa del amor, que supera las dificultades: la persona amada es para el amante lo ms necesario y lo ms gratuito (similar a la relacin Dios-hombre).

La tradicin sacerdotal naci durante el destierro de Babilonia, en los aos 587-538 y siguientes. En el exilio los sacerdotes releen sus tradiciones para mantener la fe y la esperanza del pueblo. El estilo es seco. El Sacerdotal no es un narrador. Le gustan las cifras, las enumeraciones. Repite a menudo dos veces la misma cosa: Dios dijo... Dios hizo. El vocabulario suele ser tcnico, cultual.

La fecha en que se sita tradicionalmente la redaccin yahvista es entre el siglo X y IX a.C., es decir, la poca davdico-salomnica. Rasgos del yahvista: es un narrador maravilloso. Sus relatos son muy vivos, siempre concretos y llenos de imgenes. Dios es representado como un hombre. Un Dios muy humano, que se pasea con Adn como un amigo. Un Dios diverso. Este Dios es el dueo: manda o prohbe, llama. El hombre debe responder a esta llamada de Dios, debe obedecerle. El pecado del hombre consistir en querer suplantar a Dios. Este pecado atraer sobre el hombre la maldicin: Can, el diluvio, la torre de Babel... Un Dios siempre dispuesto al perdn, fundamentalmente ante la oracin de intercesores como Abrahn o Moiss.

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