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* Profesor del Departamento de Ciencia Política, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia. 3 Construcción de formas de resistencia política: el caso del Frente Social y Político NOTAS PARA UN DEBATE Alejo Vargas Velásquez* 10

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* Profesor del Departamento de Ciencia Política, Facultad de Derecho,Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia.

3 Construcción

de formas de

resistencia política:

el caso

del Frente Social

y Político

N O TA S PA R A U N D E B AT E

Alejo Vargas Velásquez*

10

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Alejo Vargas VelásquezConstrucción de formas de resistencia política: el caso del Frente Social y Político

[ 163 ]

A manera de introducción

Los embates de la globalización neoliberal han venido acompañados dela crisis en los paradigmas políticos tradicionales, de una tendencia a la frag-mentación social ligada al desprestigio de las formas de organización partidista,del auge de las prácticas individualizadoras y de la promoción del horizontedel crecimiento económico como el único que viabiliza la sociedad contem-poránea, asimilándola al desarrollo del momento actual del capitalismo.

Frente a estas tendencias es necesario impulsar alternativas políticas aldiscurso tradicional, no sólo al bipartidismo histórico, que se transformen ennichos de resistencia política al neoliberalismo que, en sociedades como lacolombiana, se agravan por los niveles de exclusión política, pobreza, autori-tarismo y subordinación a los polos hegemónicos contemporáneos.

Es dentro de este contexto que se sitúa la propuesta del Frente Social yPolítico que pretende, con un discurso basado en la importancia y centralidadde lo social, transformarse en una fuerza jalonadora de la búsqueda de otraalternativa de desarrollo y en un polo de aglutinación de la resistencia social ypopular, que se transforme en una posibilidad cierta de gobierno en el me-diano plazo, sin perder de vista los referentes políticos y sociales del largo plazo.

El contexto en el cual surge el Frente Social y Político

La propuesta del Frente Social y Político emerge en un contexto carac-terizado por los siguientes elementos, tanto internacionales como nacionales:

“Hay dos maneras de entender la utopía. La utopía como un

norte ideal que permite descubrir lo que asoma en la vida de la so-

ciedad, lo que corroe una manera histórica de vivir de los hombres,

lo aún no existente. La otra forma de entender la utopía es como una

construcción ideal, como una sociedad perfecta a la cual los hombres

deberían acomodarse. Marx no fue un constructor de utopías en este

último sentido, pero trató siempre de prefigurar un futuro.”

JOSÉ ARICÓ1

1 Citado en Fernando Calderón, “Los esfuerzos de Sísifo:Conversaciones sobre las ciencias sociales en América Latina”,San José de Costa Rica, Editorial Universidad Nacional, 1999.

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[ 164 ] a) En lo externo

El escenario contemporáneo es el de la denominada globalizaciónneoliberal en la que existe una tendencia muy marcada a la integración de losmercados financieros a través de mecanismos que escapan al control de los es-tados-nación clásicos, y con crecientes presiones hacia la desregulación de losdiversos mercados (exceptuando, por supuesto, el mercado de la fuerza de tra-bajo, es decir, el mercado laboral), de tal manera que la lógica de la acumulaciónno se centra más en el mercado nacional sino en el internacional. Progre-sivamente estos esfuerzos de mundialización económica comienzan a suscitaracciones contestatarias también a nivel global, como lo manifiestan lasmovilizaciones en Seattle, Washington y Praga contra la Organización Mundialdel Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

El mundo pasó de un escenario marcado por la bipolaridad y la deno-minada “guerra fría”, a otro caracterizado por la unipolaridad en lo político-militar (un solo polo dominante, los Estados Unidos de América) y lamultipolaridad en lo económico (pareciera avanzarse, aunque todavía sin lasuficiente claridad, hacia la conformación de bloques económicos regionales).Lo anterior, junto con el cambio de las relaciones Este-Oeste, ha influido enel replanteamiento de las relaciones Norte-Sur, en el rol de la ayuda al desa-rrollo y en el peso relativo que a nivel internacional tienen movimientos depaíses del Sur como los No Alineados.

Las prioridades de la agenda global, fuertemente condicionada por elpaís hegemónico, abarcan aspectos como la utilización racional del medioambiente, el problema del tráfico ilegal de drogas, la consolidación de la de-mocracia y, con relevancia, el respeto y vigencia de los derechos humanos enlas distintas sociedades.

Pero esto tiene implicaciones no solamente en lo relativo a las relacioneseconómicas, igualmente y de manera especial lo que pareciera estarse ponien-do en cuestión es el concepto mismo de Estado-Nación y uno de sus elementosconstitutivos: la soberanía estatal, que progresivamente pareciera subordinarsea lo que podríamos denominar “soberanías compartidas”, a las cuales por su-puesto no son ajenas las relaciones de dominación internacional.

Igualmente, dentro de un escenario de auge y de comienzos de crisisdel denominado modelo neoliberal es, sin duda, más que con un conjunto depolíticas económicas con las cuales se quiere exclusivamente identificar. Se tratarealmente de un nuevo escenario de relacionamiento entre sociedad y Esta-do. Un escenario que pretende ser despolitizado y desideologizado (porquela nueva ideología es la que afirma “que las ideologías han muerto”), en dondelos actores políticos tradicionales (de corte ideológico) se desprecian y no seles asigna ningún rol de importancia, y donde además lo que se privilegia es

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[ 165 ]una relación pragmática, centrada en problemas concretos y que no trascien-dan el ámbito de lo inmediato.

Este nuevo escenario está sustentado a nivel paradigmático en la pers-pectiva interaccionista que ve el desarrollo como producto de la competi-ción de los intereses individuales y el obstáculo fundamental al mismoproveniente del excesivo peso del Estado en la economía (lo que generacarencia de empresarios privados, ineficiencia e ineficacia en el sector pú-blico y privado) y en la sociedad (paternalismo en relación con el Estado,dificultades para practicar la democracia política y consolidar la integraciónnacional)2.

El desarrollo de las sociedades desde esta perspectiva requiere, enton-ces, la creación de condiciones que posibiliten que la suma de los interesesindividuales construyan efectivamente el interés colectivo, es decir, crear “re-glas del juego” para que todo el mundo gane, comenzando por aquéllos mejorposicionados y, posteriormente, hacer extensivo los beneficios a los demás.La idea-fuerza es la confianza total en las supuestas virtudes de la competen-cia. Se trata de reducir la importancia del Estado, transformar su rol inter-vencionista y desarrollar la iniciativa privada en todos los campos, lo que a lalarga estimulará el progreso general.

Las políticas de desarrollo se van a basar en la privatización, la compe-tencia, la internacionalización y la iniciativa privada, y el Estado sólo deberájugar un papel regulador que no suplante la acción de los agentes privadossino que los estimule. Es la concepción neo-liberal del desarrollo que conside-ra necesario neo-liberalizar el Estado, la economía y la sociedad. En lo políticose trata de re-estructurar la democracia liberal de corte representativo y cen-trada en lo político y estimular formas de democracia participativa des-ideologizadas y despolitizadas basadas en la acción privada. Los actoresfundamentales del desarrollo van a ser las élites modernizantes privadas (na-cionales e internacionales) que van a jalonar el proceso de concurrencia.

En estas nuevas condiciones, los impulsores del neoliberalismo conside-ran que lo fundamental para el crecimiento económico es actuar sobre la ofertay no sobre la demanda (como lo consideraban las escuelas de influenciakeynesiana). La política estatal, entonces, no va a orientarse a sostener la de-manda sino a crear condiciones para que se desarrolle el mercado medianteestímulos a la oferta.

2 Vamos a seguir parcialmente el texto del profesor Guy Bajoit, “Lesexplications sociologiques de l’inegal devéloppement des societéshumaines”, Rapport CMID 11, Institut Supérieur de Philosophie,Problématiques Interdisciplinaires, Université Catholique de Louvain,Louvain-la-Neuve, julio, 1987.

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[ 166 ] Pero igualmente este conjunto de políticas económicas comienzan amostrar sus falencias, pues si bien han demostrado ser eficaces para contri-buir a ajustar los equilibrios macroeconómicos, del mismo modo han sidopromotoras de mayores niveles de pobreza y exclusión social. Podemos decirque el llamado neoliberalismo comienza a “hacer agua”.

De otro lado, tenemos una región andina en profunda crisis social, eco-nómica y política: Ecuador con una reiterada inestabilidad política, asociada asu vez con una crisis social y económica de grandes magnitudes; en Venezuelael proceso de cambio institucional liderado por el gobierno del presidenteChávez ha generado profundas incertidumbres en las élites nacionales y re-gionales, lo cual se acompaña a su vez de una reiterada situación de crisis enlo económico y lo social; Bolivia es un verdadero caso de inestabilidad socialque acusa de manera evidente los efectos perversos de las políticas aperturistas,privatizadoras y, adicionalmente, de equivocadas políticas de lucha contra loscultivos de uso ilícito; en Perú el mito del tirano eficaz se derrumbó estrepito-samente anegado en corrupción, con vinculaciones del gobierno en el tráficode armas y de narcóticos y de crisis en todas las instituciones de la democra-cia. Es decir, que la región andina vive una verdadera inestabilidad social, eco-nómica y política que la convierten en una virtual caldera de ebullición social.

b) En lo interno

Una de las características de la Colombia contemporánea es la violenciaque se manifiesta en muchos ámbitos de la vida nacional y un conflicto internoarmado que tiene ya casi cuatro décadas de duración, en proceso creciente deprofundización. En esto inciden factores de orden estructural que hunden susraíces en la configuración histórica del país, de donde han resultado estructurassocioeconómicas y políticas excluyentes que le impiden el ejercicio de la ciuda-danía a una buena parte de la población, aspectos que diferenciamos de losfactores específicos que se encuentran en la base del surgimiento de las organi-zaciones guerrilleras, e igualmente de otras causalidades posteriores que hancontribuido a su reproducción.

Esta es una distinción necesaria ya que en los últimos tiempos se hamanifestado una tendencia a presentar el conflicto interno armado como li-gado exclusivamente al narcotráfico y, a partir de allí derivar hacia una lectu-ra de la situación que implica que la lucha contra el narcotráfico y contra laguerrilla son una y la misma cosa –sobre todo por razones del uso de la ayu-da militar norteamericana–, e igualmente considerar que el conflicto internoarmado se resuelve si se logra “derrotar” al narcotráfico.

Colombia vive una guerra interna compleja y prolongada que combinaproblemas no resueltos de la premodernidad capitalista, como el agrario, que

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[ 167 ]sigue estando en el corazón de las demandas de los alzados en armas, al tiempoque se articula con otros de la problemática del mundo contemporáneo, comoel consumo de drogas psicoactivas por millones de adictos permanentes a estosestimulantes y que son la demanda jalonadora del narcotráfico, dentro del cualColombia juega un rol fundamental, tanto por la presencia de miles de cam-pesinos en zonas marginales del país, a quienes no les quedó otra alternativaproductiva real que la siembra de coca y amapola, como por la existencia demafias de traficantes de estas drogas ilícitas.

El conflicto político armado y sus protagonistas tienen entronques muyamplios en la realidad de nuestros problemas políticos, sociales y económi-cos, y su solución no solamente es la menos costosa desde el punto de vistapolítico, social y económico, es decir racional, sino la que se impone en unasociedad que se precia de moderna y más aún en el mundo contemporá-neo, pero además porque todas las guerras finalmente terminan en la mesade negociación.

Sin embargo, la existencia de conflictos sociales no puede ser una justi-ficación para la persistencia de la guerra. Solucionar el conflicto político armadono es otra cosa que darle salida negociada a un período muy importante dela vida política colombiana. No para que se acaben los conflictos. Ni para quese acabe el debate sobre las ideologías y los proyectos políticos; por el con-trario, para que éstos se puedan desplegar en toda su potencialidad, con todala creatividad que esto conlleva, y sin el riesgo de comprometer la vida de losdirigentes o de sus participantes.

Colombia ha estado atrapada desde hace más de veinte años en la po-laridad de paz y guerra: es decir, que simultáneamente se ha desarrollado laconfrontación militar mientras se han hecho esfuerzos por buscar caminos desuperación negociada del conflicto interno armado; todo esto independien-temente de la voluntad de los actores del mismo. Dentro de esas lógicas con-tradictorias actúa el denominado Plan Colombia, contribuyendo a escalar laguerra interna y tensionando el conjunto del área andina, como la nueva es-trategia norteamericana para re-adecuar su dominación en la región andina,con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.

Pero igualmente surge el Frente Social y Político en el contexto de unacrisis económica y social muy profunda: en 1999 la economía colombiana tuvouna tasa negativa de crecimiento de cerca del 5% y presenta índices de des-empleo abierto por encima del 20%, con niveles de pobreza que involucrana cerca del 60% del total de la población.

La democracia colombiana, como todas las existentes en el contextoneoliberal, parece adquirir más un énfasis político procedimental (multi-partidismo, elecciones periódicas) en el que se minimizan los aspectos socia-

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[ 168 ] les y económicos y se presenta simultáneamente una revalorización de loinstitucional.

Los llamados desde el Estado a la participación ciudadana y a la nuevademocracia se caracterizan por situarse en espacios políticos y sociales frag-mentados, sin aparentes relaciones de articulación entre sí, ni con lo global:como ciudadano, se invita a participar en lo político-electoral (independien-temente en lo nacional, en lo regional y en lo local); como habitante de unacomunidad, a participar en la solución de los problemas comunitarios; comousuario de los servicios del Estado, a participar en la mejor gestión de los mis-mos, contribuyendo a pagar sus costos reales y a ejercer una “auditoría so-cial”; como empleado, a la buena marcha de la empresa; como integrante deun género determinado, a una relación más igualitaria. Es la asimilación de latradicional soberanía popular con lo que se ha denominado como la “sobera-nía del consumidor”.

Sin embargo, un aspecto que se debe destacar con relación a las con-vocatorias estatales a la democracia y a la participación ciudadana es que sonconvocatorias que se hacen a una sociedad des-organizada, no claramenteconstituida como actor social, esto es, fragmentada. Es más, el Estado en mu-chas ocasiones contribuye a conformar estos mismos actores, lo cual hace quela participación (con contadas excepciones) no le sea ofrecida a movimientossociales actuantes y mucho menos se pueda señalar que la misma sea una clara“conquista” de estos últimos.

En este nuevo marco la representación política parece transformarsesustancialmente. Los partidos políticos clásicos de corte ideológico entran enprofunda crisis y parece abrirse paso un nuevo tipo de partido, más cercanoal esquema movimientista, al estilo de los “cath-all parties” o partidos prag-máticos que formulan propuestas de coyuntura que respondan discursivamentea las preocupaciones sociales inmediatas, y donde lo fundamental es impactara los potenciales electores a través de las diversas estrategias del denomina-do “marketing” político, donde prima el eslogan impactante y el manejo deimagen por los medios masivos de comunicación. La mayor credibilidad va arecaer en las personas, en los líderes partidistas más que en los partidos o enlos programas (los programas de todos los partidos terminan por ser sensible-mente similares).

Se ponen de moda los discursos y propuestas “posibilistas” y pragmá-ticos y ya se sabe que el realismo en política se reduce al arte de lo posible, ypor esa vía lo único “posible” es casi siempre lo existente. Se va a presentarentonces lo que A. Wolfe llama la “esquizofrenia del votante”: “el ciudada-no invitado a participar es inducido luego a desmovilizarse, de convocado aaspirar a una sociedad mejor pasa luego a ser reconvenido a ser realista”3.

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[ 169 ]Los denominados movimientos sociales de tipo “monotemático”, yasean de carácter regional o nacional, cuya preocupación gira alrededor de unaproblemática particular, igualmente parecen tener espacios importantes derepresentación, al estar centrados en su preocupación por aspectos particula-res de corto plazo, sin preocuparse mucho por el poder político global. Estocorrespondería al intento de dar representación a intereses parcelados y frag-mentados (regional o sectorialmente) que no parecen encontrarse claramen-te representados en discursos de pretensión universalista. Estamos frente a unadescentralización de las representaciones sociales y políticas.

A tono con lo anterior, los espacios de representación igualmente sediversifican y fragmentan. Ya no sólo es el espacio de la representación na-cional –donde siguen predominando las formas de la democracia representa-tiva y donde las organizaciones partidistas siguen teniendo predominancia–sino también los espacios de representación regional y local, en donde se dis-cuten fundamentalmente las propuestas de solución a los problemas inmedia-tos de la población, y donde tendrían mayores posibilidades de éxito lasorganizaciones movimientistas. Se trata de una modificación de la espaciali-dad de la democracia que ya no sólo se juega en lo nacional, sino también enlo regional y lo local.

Ahora bien, estas distintas expresiones regionales de la democracia pue-den posibilitar la configuración de alianzas o convergencias disímiles, a partirde los factores de poder real existentes en estos múltiples espacios –ya que alcentrarse sobre lo regional se posibilita la conformación de movimientos quepueden llegar a constituirse en nuevos sujetos colectivos–, que si bien tienencaracterísticas de heterogeneidad, el hecho de estar ubicados en un mismoámbito espacial les suministra un elemento de identidad colectiva. Estos nue-vos actores, sin embargo, tendrían el reto de desplazar a los actores de podertradicionales y sus prácticas de reproducción, ya que desde los sectores su-bordinados también parece desarrollarse una lógica de resistencia que buscacontraponerse a la lógica dominante y que de alguna manera se expresaparadigmáticamente en la aproximación denominada accionalista4; aquella queconcibe el desarrollo de las sociedades como producto del enfrentamiento delos movimientos sociales.

Las condiciones para que se dé el desarrollo apuntan, desde esta pers-pectiva, a la superación de los obstáculos estructurales y coyunturales a tra-

3 A. Wolfe, Los límites de la legitimidad, México, Siglo XXI Editores,1980, citado en Daniel García Delgado, “Neo-liberalismo, sistemapolítico y sociedad civil”, mimeo, 1990.

4 Véase Guy Bajoit, op. cit.

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[ 170 ] vés del enfrentamiento conflictual aunque no necesariamente contradictorio5

de los movimientos sociales que permita consolidar proyectos de futuro, cons-truir un sistema político e institucional abierto, incluyente, y lograr una orga-nización social con mayores niveles de autonomía y respeto a la diversidad.

En este sentido, los actores fundamentales del desarrollo vendrían a serlos movimientos sociales de los sectores subordinados de la sociedad, que sonactores sociales y no directamente políticos, esto es, los grupos de base quebuscan una creciente autonomía de la sociedad civil frente al Estado y a cuyacabeza se encuentra una especie de “élite solidaria”.

Dentro de esta perspectiva la participación es valorada como la posibi-lidad con que cuentan los actores subordinados de la sociedad para construirsu propio proyecto de futuro, abarcando tanto lo político (democraciasparticipativas incluyentes), lo social, como mecanismo para definir aspectosde la vida cotidiana de la gente, como lo económico en la orientación de laspolíticas estatales y en el desarrollo de proyectos autogestionados.

Lo anterior significa que el nuevo discurso democrático sólo se remite ala representación de intereses sectoriales (en este campo hay mayores posibi-lidades de participar e incidir en las políticas públicas) y locales. Pero no hayninguna posibilidad de participación en la toma de decisiones de las políticaspúblicas fundamentales. Ese no es un campo para la nueva democracia.

Dentro del nuevo contexto se intenta estimular acercamientos y aunconvergencias entre sectores sociales antagónicos y que estuvieron enfrenta-dos en el pasado, que en algunos casos pretenden expresarse como coalicio-nes electorales de pobres y ricos sobre bases simbólicas como, por ejemplo,atacar la burocracia y la corrupción, reformar el Estado para que sea más efi-caz y eficiente.

No obstante, en el caso colombiano lo anterior se confronta de manerapermanente con la modalidad tradicional y predominante de participación elec-toral, encarnada en las diversas versiones del clientelismo, que paradójicamentetienen como espacio de expresión privilegiada, lo regional y lo local.

Las propuestas de salida a la crisis colombiana promovidas desde el Estadose mueven dentro de un marco contradictorio: de una parte, la búsqueda de re-construcción de un orden político que sea más incluyente, y de otra, una moder-nización económico-social que tiende a ser altamente excluyente. No podemosolvidar que la legitimidad de un régimen político se sustenta en dos elementosfundamentales: la participación de la mayoría de los miembros de la sociedad enla conformación de sus instituciones y en el nombramiento de los dirigentes delas mismas y en que los miembros de la sociedad resulten beneficiados del desa-rrollo económico en términos de su calidad de vida. La legitimidad no es simple-mente un problema político, sino también una cuestión económica y social.

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[ 171 ]Lo cual configura una situación similar a la que Boaventura de SousaSantos caracteriza para el caso del Estado semiperiférico portugués como un“Estado paralelo”, cuando señala: “Se trata de un proceso altamente contra-dictorio porque el Estado que se compromete constitucionalmente con un cier-to modelo de legalidad es el mismo que estimula e incentiva un irrespeto deésta en la práctica de las relaciones sociales, de lo que resulta una amplia dis-crepancia entre el marco legal y las prácticas sociales. Esta forma de actua-ción implica una desvalorización tal de los derechos sociales, de la Constituciónpolítica y del orden jurídico en su conjunto, que de perdurar puede inviabilizaren el futuro cualquier pacto social por falta de garantías de que el compromi-so consignado será legalmente asumido y ejecutado”6.

El intento de consolidar un nuevo orden no significa la vuelta a la anti-gua normalidad, sino imponer y afianzar una nueva, conlleva profundas mo-dificaciones en las relaciones sociales para hacerlas compatibles con las nuevasrelaciones productivas. La consolidación de un nuevo orden implica una drás-tica transformación del escenario básico de las relaciones sociales y la instau-ración de unas nuevas relaciones expresivas de la dominación social. Loanterior, a su vez, conlleva modificaciones igualmente en el ámbito ideológi-co y en la forma como se representan las responsabilidades del Estado y de lasociedad.

Los problemas centrales de la democracia colombiana parecerían estarsituados en estos nuevos tiempos en una serie de dimensiones laberínticas:

a) Se trata de fortalecer las instituciones de la democracia política re-presentativa (incluidos los partidos políticos);

b) resolver el conflicto político armado como mecanismo para avanzarhacia la consolidación del monopolio estatal de la coerción, que ha sido en elcaso colombiano una permanente quimera;

c) lograr espacios de participación económica y social para las grandesmayorías, que en el mejor de los casos no parecen ir más allá de posibilitar losmínimos vitales para su sobrevivencia;

d) finalmente, desarrollar los mecanismos de una cultura democráticaque permitan romper con la tradición de violencia como forma privilegiadade resolución de conflictos y posibilitar así la construcción de un orden social,político y socialmente incluyente.

5 Véase al respecto la Introducción del libro del autor: MagdalenaMedio santandereano. Colonización y conflicto armado, Cinep, Bogotá,1992.

6 Boaventura de Sousa Santos, O Estado e a Sociedade em Portugal(1974-1988), Biblioteca das Ciencias do Homen, Edicoes Afrontamento,1990.

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[ 172 ] Los actores del sistema político se van a ver enfrentados a algunos delos siguientes dilemas: ¿cómo ajustarse a las nuevas condiciones que generanexclusión económica y social y tener al mismo tiempo éxitos electorales?¿Cómo dar respuestas a demandas que se asocian a legitimidades contradic-torias: la del sector del capital, que propende por aplazar los objetivosredistributivos y la de los sectores populares que pretenden que se aumenteel gasto social y la redistribución del ingreso? Esto, sin duda, va a derivar enuna precaria y conflictiva legitimidad estatal.

Lo dicho anteriormente va a generar el que parece ser el problema centralde los gobiernos, sobre todo de los situados en la periferia del desarrollo eco-nómico capitalista y que se mimetiza tras el discurso de la democracia: el pro-blema de la gobernabilidad. Y no siempre la gobernabilidad se posibilita ensociedades con profundas desigualdades como la colombiana, con la vigen-cia del deber ser democrático. La consolidación del orden y la garantía de lagobernabilidad conllevan regularizar el funcionamiento de la sociedad, de loscomportamientos individuales y poder hacer materia de previsión el funcio-namiento del mercado7. La gobernabilidad implica que la sociedad se reguleya sea por el mercado en lo económico, o por la democracia en lo político-institucional.

Pero los esfuerzos estatales hacia la institucionalización chocan con eldesinterés y el bajo nivel de crédito que se le da a lo institucional desde lasociedad. Es la presencia de una cierta cultura de incredibilidad en loinstitucional, que se manifiesta históricamente en la renuencia a participar enlas convocatorias institucionales (incluidas las convocatorias electorales), peroque no se expresa más que en momentos coyunturales en la forma del rechazomilitante y activo.

Todo lo anterior deriva en la parcial representatividad de las organiza-ciones partidarias, sindicales, campesinas y comunales, en que las demandassociales se “tramiten” por mecanismos extrainstitucionales, y en que afloreuna solidaridad larvada con las manifestaciones de actores extra-institucionalesque confrontan una institucionalidad parcialmente en entredicho, por partede sectores sociales habituados a convivir con prácticas cuasi-ilegales, o a queirrumpa una creciente para-institucionalidad. Es el desfase entre inconformi-dad social y representación política, o la nueva relación entre luchas legales eilegales como respuesta a un “Estado paralelo” que combina medios legalese ilegales de dominación8.

Se configura así el cuadro de un nuevo tipo de democracia que preten-de presentarse como participativa y desiedeologizada, pero que realmenteexpresa un intento de disciplinar autoritariamente la sociedad. Una democra-cia autoritaria es aquella en la que predomina el discurso de la ley y el orden

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[ 173 ]por encima del de la libertad y la justicia (en la medida en que las necesidadessociales de las mayorías deben ser tenidas en consideración).

La propuesta del Frente Social y Político

“No hay una forma sino varias de ser de izquierda… Hay una, por

ejemplo, que sobrevive, aunque en decadencia, y es la de los gru-

pos que reclaman el título de izquierda verdaderamente revolucio-

naria y escuchan sólo el eco del círculo reducido de sus militantes.

Está también nuestra versión de la izquierda a la ‘americana’, una

izquierda de cátedra, en la Universidad, donde se milita no sólo

en nombre de Marx sino también de Foucault, de Derrida o de

Deleuze. Hay seguramente otras, pero quisiera referirme a una

franja en la que me siento alojado. Se trata de un sector de fron-

teras inciertas, sin articulación política y que remite antes que a

faros ideológicos o teóricos a una subjetividad de izquierda, mejor

dicho, a una subjetividad constituida históricamente en el marco

de la cultura de izquierda y que es sensible a la cuestión de la

igualdad como a ninguna otra y a los lazos que la desigualdad tie-

ne con la distribución social de la riqueza y del poder.”

CARLOS ALTAMIRANO 9

La iniciativa del Frente Social y Político se sitúa dentro de los esfuerzos,de ya larga data, de construcción de opciones políticas alternativas albipartidismo liberal-conservador, pero también a los discursos económico-so-ciales dominantes y en especial a las propuestas de convergencia política.

El sacerdote Camilo Torres Restrepo fue pionero en proponer, a media-dos de los años 60, la necesidad de construir nuevas fuerzas políticas, dife-rentes al bipartidismo tradicional y de poner por encima los aspectos que unen,dejando de lado los que separan y desunen. En ese sentido se ubicaba su pro-

7 Consideraciones similares para el proceso de conformación delEstado latinoamericano en la post-independencia española encontramosen Oscar Oszlak, “Formación histórica del Estado en América Latina”,en Bernardo Kliksberg (compilador), La reforma de la administraciónpública en América Latina, Alcalá de Henares-Madrid, Instituto Nacionalde Administración Pública, 1984.

8 Haciendo un símil con lo planteado por Boaventura de Sousa Santos,op. cit.

9 Citado en Javier Trimboli,“La izquierda en la Argentina”, BuenosAires, Cuadernos Argentinos Manantial, 1998.

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[ 174 ] puesta de Frente Unido, uno de los movimientos de masas más importantes,aunque efímero, de los sesenta, que fue una convocatoria a los excluidos dela época –“los no alineados”, como los llamó–, para hacer referencia a todosaquellos colombianos que no estaban participando activamente en política, oque no estaban bajo ninguna bandera partidista. Iniciativas como la surgidadel movimiento social y sindical –el Frente Social y Político– se podrían acer-car, con las particularidades del momento, a estas ideas precursoras propues-tas en su hora y que irían a ser reiteradas posteriormente en esfuerzos comolos de la Unión Patriótica. El Frente Social y Político tiene el reto de construiruna alternativa política para el país todo, desde lo popular, lo social y lo de-mocrático; en otras palabras construir la propuesta democrática del siglo XXI,que tiene que ser distinta a la vieja izquierda del siglo XIX.

Se trata de una iniciativa política surgida del movimiento sindical y aco-gida por otros sectores sociales, que pretende constituirse en un polo políti-co alternativo de izquierda para la sociedad colombiana; en esa medida debetomar distancia de los sectores que lo originaron para que ésta y aquéllostengan su identidad propia y no vayan a terminar haciendo cortocircuito. Loanterior no porque se crea que una propuesta de transformación social sepueda hacer contra o sin la participación de la clase obrera, sino porque cree-mos algunos, con José Aricó, que “las fuerzas sociales de transformación noestán prefiguradas, se constituyen permanentemente a través de procesospolíticos que rompen los estancos cerrados de las clases y fuerzas tradicio-nales –y, desde este punto de vista, la clase obrera también es tradicional–;la política en definitiva produce los sujetos transformadores y no, como setiende a pensar, los expresa, los representa”10. Lo cual implica tomar distanciade las lecturas que nos hablan de sujetos históricos predeterminados quejalonen la transformación social: la burguesía, inicialmente, en las denomi-nadas “revoluciones burguesas” y el proletariado, posteriormente, en las“revoluciones socialistas”.

Uno de los grandes retos de la construcción contemporánea de alter-nativas políticas de izquierda es cómo relacionarse con las organizaciones so-ciales. Cada vez va a ser más difícil pensar en propuestas políticas a las cualesse les delegue completamente y de manera irresponsable (en el sentido de noresponder por la delegación dada) la representación de intereses. Todo indi-caría que las propuestas políticas de izquierda que pretendan consolidarse comoalternativas ciertas de poder, deben establecer una relación muy estrecha conlas organizaciones sociales populares, en las cuales las distancias entre dirigen-te-dirigido se acorten y tiendan a diluirse y donde la representación apunte auna posibilidad de revocatoria y a una circulación mucho mayores que las quetradicionalmente hemos conocido.

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Alejo Vargas VelásquezConstrucción de formas de resistencia política: el caso del Frente Social y Político

[ 175 ]Igualmente, cada vez parece menos pensable la posibilidad de que lasorganizaciones sociales sean consideradas como simples prolongaciones delaparato político, meras “correas de transmisión” de la organización partidis-ta. Sólo una relación de mayor autonomía entre las organizaciones socialespopulares y las políticas de izquierda puede posibilitar que efectivamente lasprimeras miren a las segundas como mecanismos de expresión política de in-tereses. Y esto no sólo discursivamente. Se trata de hacerlo realidad. Las or-ganizaciones sociales populares contemporáneas cada vez parecen menosdispuestas a endosar un “cheque en blanco” a las vanguardias políticas.

Sin duda que recuperar la democracia como referente de lucha, esuna bandera que hoy día le compete a las propuestas políticas de izquier-da. En ese sentido, la defensa y el desarrollo de la democraciaprocedimental, la vigencia plena de la ciudadanía, la posibilidad delmultipartidismo, la independencia de las organizaciones sociales deben serbanderas de cualquier propuesta de izquierda. Pero no se trata de conten-tarse con esto. Hay necesidad de colocar en el horizonte de sus luchas in-mediatas la profundización de la democracia más allá de su dimensiónexclusivamente política. Se debe buscar que la democracia abarque pro-gresivamente las dimensiones económica, social e internacional. La soladimensión política de la democracia resulta estrecha y recortada. La de-mocracia hay que considerarla igualmente en sus dimensiones económicay social, incluyendo la dimensión de lo cotidiano.

Coincidimos parcialmente, en el acotamiento de las prioridades de unaizquierda contemporánea, con lo planteado por Elías Díaz cuando conside-ra como signos de identidad de izquierda “una mayor predisposición parapolíticas económicas redistributivas y de nivelación proporcional, basadas másen el trabajo que en el capital; un mayor aprecio en la organización socialhacia lo público y común que sólo hacia lo privado e individual; prevalenciade los valores de cooperación y colaboración sobre los de confrontación ycompetición; más atención hacia los nuevos movimientos sociales y sus de-mandas pacifistas, ecologistas, feministas, etc,; preocupación por la efecti-va realización de los derechos humanos, muy en especial de los gruposmarginados, la tercera edad, infancia, etc.; insistencia en la prioridad paratodos de satisfacer necesidades básicas como las de una buena salud, escue-la, vivienda, etc.; mayor sensibilidad y amistad internacional hacia los pueblosde las áreas pobres, dependientes y deprimidas; autonomía de la libre volun-tad y del debate nacional tanto para tomar decisiones políticas mayoritarias ydemocráticas como para construir éticas críticas y en transformación, no

10 Citado en Fernando Calderón, op. cit.

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[ 176 ] impuestas por argumentos de autoridad o por dogmas de organizaciones re-ligiosas dotadas de un carácter carismático y/o tradicional”11.

El Frente Social y Político es una propuesta con vocación de poder, loque no es sinónimo de poder a cualquier precio. No hemos logrado que seconsolide en Colombia una alternativa de izquierda y por eso un espacio políti-co se encuentra vacío y millones de compatriotas se han sentido sin opcionesdiferentes a las expresadas por los partidos tradicionales o las coaliciones elec-torales que periódicamente forman. Esta iniciativa política espera responder alas expectativas creadas y ser realmente el comienzo para consolidar nuevasopciones políticas para los colombianos del siglo XXI.

Los criterios aceptados en el Frente Social y Político son los siguientes:

1) Autonomía frente al Estado, la insurgencia guerrillera, los partidos tra-dicionales y cualquier otro movimiento político. Pero dicha autonomía no estádirigida contra nadie en particular, sino al servicio de la construcción de unagran corriente de opinión política nacional, moderna, democrática, renovadora,sintonizada con la problemática urbana y con vocación de poder en el hoy yel ahora.

2) El Frente Social y Político es una convergencia de sectores políticos,sociales, regionales y de personas no nucleadas, que pretende refrescar la po-lítica colombiana; en esa medida parte de acumulados de diferente tipo y buscapotenciarlos. Pero no debe ser una confederación de grupos más o menos or-ganizados, más o menos numerosos, que mantienen y privilegian su propiadinámica y que sólo perciben al Frente Social y Político como una especie derazón social.

Esto impone la necesidad de que se avance en una especie de “compro-miso ético”, voluntariamente asumido, pero que cree obligaciones a todos losmiembros del Frente y que prevenga el transfuguismo como comportamientopolítico, en el sentido de colocar por encima los criterios generales que han sidoelemento básico de unidad y de manera sincrónica, subordinar los intereses desu grupo, movimiento o colectivo, a los del Frente Social y Político como pro-yecto de convergencia.

3) Es un proyecto en construcción, por ello no parte de certezas pre-es-tablecidas, sino de búsquedas y construcciones colectivas, pero que se expre-sarán en propuestas unitarias. Aspira a ser un referente de encuentro importante,en un contexto de atomización social, de incredibilidad en liderazgos cuestio-nados, de crisis de lo organizativo.

4) El centro del discurso de esta nueva iniciativa política es lo social. Lo so-cial es lo primordial de la propuesta política, porque al no situar al hombre y lamujer con sus necesidades y angustias en el centro de la preocupación de las po-

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[ 177 ]líticas públicas no hay sociedad viable, porque las políticas de crecimiento econó-mico van a terminar siendo desestabilizadas por la ingobernabilidad social. Pro-pugnamos por un “desarrollo alternativo” haciendo explícitos los criterios a partirde los cuales se habla de “alternativo”. Para nosotros es claro que cuando habla-mos de “alternativo” estamos pensando en un desarrollo que privilegia los inte-reses de las mayorías y que al mismo tiempo que da prioridad al crecimientoeconómico lo da a satisfacer las necesidades fundamentales de la población, siendoéstas las que modulan el conjunto de la propuesta.

Toda propuesta de izquierda creíble hoy día y concordante con la rei-vindicación de la democracia, debe pensar un modelo de desarrollo que per-mita combinar el crecimiento económico con la satisfacción de las necesidadesde los sectores mayoritarios de la sociedad y que lleve implícito un reconoci-miento de las particularidades regionales. En esta dirección, la política socialdebe dejar de considerarse subsidiaria de la política económica y antes, por elcontrario, debe tratárselas en un mismo nivel de importancia, avanzando ha-cia una concreción integral de la política pública. La prioridad debe centrarseen la política social más estratégica en esta dirección, que es la de generaciónde empleo productivo.

El Frente Social y Político tiene una vocería única encarnada en el presi-dente de la CUT, el líder social de mayor credibilidad y aceptación hoy en el país,porque el sentido del Vocero, muy diferente de la figura del caudillo o del líder,es el que habla a nombre de otros con los cuales previamente ha concertado ycuya voz colectiva va a transmitir. De esta manera se busca la coherencia en lospronunciamientos y un mensaje claro a la sociedad colombiana, cargado decotidianidad, sin retórica, ni enredados discursos. Esta vocería única es el prelu-dio de una serie de liderazgos frescos, que progresivamente se deben ir proyec-tando, y significa que esta iniciativa política, cuando participe en la actividadelectoral, lo hará con propuestas unitarias y comportamientos cohesionados.

La iniciativa del Frente Social y Político se fundamenta en unos acumu-lados de movimientos sociales, organizaciones políticas y regionales y perso-nas naturales que encarnan liderazgos con mayor o menor incidencia nacional,sectorial y regional. En ese sentido, podríamos afirmar que hoy día el FrenteSocial y Político es una expectativa posicionada en la sociedad colombiana yque en el corto plazo debe transformarse en una vigorosa corriente de opi-nión política y social.

Los campos de acción del Frente Social y Político:

El Frente Social y Político busca incidir en los escenarios de la lucha po-lítica que en una sociedad como la colombiana actual, son: el de la lucha so-cial, el del debate de las propuestas de política pública, el escenario electoral;

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[ 178 ] y es en esos escenarios en los que esta propuesta tiene el desafío de ir crean-do su propio público.

El gran reto en una sociedad altamente fragmentada como la colom-biana, y en particular de los sectores sociales subordinados de la misma, esel de construir una democracia realmente de mayorías, que tenga como ho-rizonte de acción los intereses mayoritarios. Esto se asocia con la posibilidadde superar la propia fragmentación social, que permita la construcción deverdaderos actores sociales y políticos expresivos de esos intereses mayori-tarios de la sociedad, con capacidad de acción, de presión y de negociación,lo cual implica potenciar y desplegar recursos de poder (legitimación, orga-nización, presión, información) para llegar a priorizar sus intereses y colo-carlos como referentes centrales de las estrategias de desarrollo. Y esto esde gran importancia en un sistema político como el colombiano que se hacaracterizado por funcionar con base en presiones y vetos de actores conpoder, pero en un escenario en el cual los sectores dominados han estadoausentes.

La construcción de la democracia del presente y del futuro, que estépensada en función de un orden social más justo, requiere del protagonismocentral de las mayorías nacionales y esto pasa por la confrontación de pro-yectos con los sectores minoritarios, pero dominantes, que tradicionalmentehan orientado el devenir de nuestra sociedad, priorizando sus propios y parti-culares intereses. Es en ese sentido que hemos señalado que el Frente Socialy Político se sitúa como una opción democrática para la Colombia contem-poránea, lo cual no significa que en muchos sectores no continuemos mante-niendo la perspectiva socialista del largo plazo, coincidiendo con José Aricóen el entendido de que “todo discurso democrático supone en el límite unasociedad de iguales, una sociedad en la que la soberanía reposa exclusivamentesobre el pueblo” … y que “el socialismo se coloca en la historia como la co-ronación y la efectivización del ideal liberal de libertad y del ideal democráti-co de igualdad”12.

Los retos del Frente Social y Político

Igualmente, debemos anotar que nuevas opciones políticas como elFrente se consolidarán sólo en la medida en que manejen adecuadamente lastensiones internas que las iniciativas de este tipo conllevan. Pero, sobre todo,en la medida en que la intolerancia tradicional nuestra, estimuladora de la vio-lencia, les permita vivir, dicho de otra manera, les permita consolidarse en elmarco de una amenaza siempre latente de “guerra sucia”.

Otro reto fundamental hace referencia a la capacidad que tenga el FrenteSocial y Político de crear espacios de empatía con las mayorías nacionales, de

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[ 179 ]tal manera que logre posicionarse en el mediano plazo como una opción realde gobierno y no como una simple fuerza de oposición política.

El Frente Social y Político, igualmente, debe ubicar su accionar políticoy social en el eje de las luchas globalizadas que tendencialmente adquierenuna mayor significación, para sumar y potenciar los esfuerzos locales, regio-nales y nacionales frente a situaciones problemáticas que tienden a rebasarlos espacios geográficos tradicionales de la lucha política.

Quisiera terminar citando de nuevo a José Aricó, cuando señala: “Se-guir siendo marxista hoy es afincarse en esta idea de transformación, en estaidea de cambio de la sociedad, en esta dimensión utópica del pensamientode Marx que no nos aparta de la realidad sino que nos arrastra violentamen-te hacia ésta para ver allí lo que efectivamente está cambiando, lo que semueve, lo que quiere expresar otra realidad que no puede aún cristalizar por-que los hombres no siempre logran llevar a cabo lo que se proponen ser o loque imaginan que quieren ser”13.

12 Citado en Fernando Calderón, op. cit.

13 Ibid.

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