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La introducción debe llamarse asì “introducción” no cap 1Capítulo 1: Introducción. Las ciencias sociales en el primer, pos peronismo, un breve panorama general. La producción de conocimiento científico social y humanístico en contextos de inestabilidad o clausura institucional, ha constituido una variable regular de la vida académica universitaria y extra-universitaria argentina, durante buena parte de la segunda mitad del siglo 20 XX. El corolario de las sucesivas crisis políticas y de la sociedad civil, es bien conocido por todos: La des- caracterización desarticulaciòn de una universidad pública que, había representado, antes de las múltiples alternancias entre gobiernos semidemocráticos y castrenses, militares el progreso en ciencia, tecnología y cultura por sobre otros países de la región. Siguiendo a Vessuri (cf. 1992:346-349), entró en crisis un instrumento clave tanto para la formación de las élites como para el ascenso de las capas medias y la socialización política de la juventud. Más allá de eso, los años subsiguientes a la caída del gobierno de Perón, atestiguaron una aceleración

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de un tesista pettarin marianolicenciatura en historia

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La introducción debe llamarse asì “introducción” no cap 1Capítulo 1: Introducción.

Las ciencias sociales en el primer, pos peronismo, un breve panorama general.

La producción de conocimiento científico social y humanístico en contextos de

inestabilidad o clausura institucional, ha constituido una variable regular de la vida

académica universitaria y extra-universitaria argentina, durante buena parte de la

segunda mitad del siglo 20 XX. El corolario de las sucesivas crisis políticas y de la

sociedad civil, es bien conocido por todos: La des-caracterización desarticulaciòn de

una universidad pública que, había representado, antes de las múltiples alternancias

entre gobiernos semidemocráticos y castrenses, militares el progreso en ciencia,

tecnología y cultura por sobre otros países de la región. Siguiendo a Vessuri (cf.

1992:346-349), entró en crisis un instrumento clave tanto para la formación de las élites

como para el ascenso de las capas medias y la socialización política de la juventud.

Más allá de eso, los años subsiguientes a la caída del gobierno de Perón,

atestiguaron una aceleración institucional sin precedentes en la vida universitaria

nacional. Unas de las grandes protagonistas de este fenómeno fueron las nuevas ciencias

sociales; la sociología, la economía, la psicología y la politología ciencia polìtica,

destinadas a satisfacer en el campo intelectual, los anhelos de una “modernización” que

representaba, sin lugar a dudas, el clima de época.

Ahora bien, si el puntapié inicial para la consolidación en la Argentina de dichas

disciplinas fue efectuado desde el campo público, con hitos como la aprobación del

primer plan de estudios en la UBA para carrera de licenciatura en economía en 1958, la

creación del consejo nacional de desarrollo (CONADE), y del Consejo Nacional de

Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), existieron otras iniciativas de gran

importancia, por fuera del polo estatal. Por ejemplo, el Consejo Latinoamericano de las

Ciencias Sociales (CLACSO) (1967), el Instituto de Desarrollo Económico y Social

(IDES) (1960) y el Instituto Torcuato Di Tella (1958), instituciones creadas entre fines

de los años 50’ y principio de los 60’ que serán un bastión para y tendràn gran ayudarán

a mantener con vida a las ciencias sociales en las extremadamente turbulentas décadas

siguientes (cf. Vessuri, 1992: 339-343).

Dentro de estos espacios, el ITDT resultó quizás el más emblemático, pues

introdujo en la Argentina una lógica de reproducción académica inédita aunque en

consonancia con el clima cientificista de la época. En tanto la modernización y el

progreso encarnaban programas y proyectos de transformación social irradiados del

centro hegemónico occidental norteamericano, la exportación de ideas fue acompañada

por una circulación nada desdeñable de recursos materiales y académicos. De esta

manera, el Instituto inauguró una modalidad de financiamiento, que conjugó

exitosamente los aportes privados con los provenientes de las fundaciones

internacionales, siendo una de las de mayor renombre la Fundación Ford (FF) (cf.

Heredia, 2005: 320-323).

Asimismo, fueron entonces las universidades norteamericanas las que operaron

como centros de capacitación y usinas de prestigio, en la constitución de espacios

transnacionales de validación y producción académica. En contraste, la salud de las

agencias y las instituciones de educación superior estatales, resultó extremadamente

permeable a los vaivenes de la vida política nacional; Desde 1966 hasta 1973, las

dificultades para el desarrollo de las ciencias sociales el funcionamiento anormal de las

ciencias sociales en el ámbito universitario fue una constante. Luego, el retorno del

peronismo al poder con un gobierno popularmente elegido, permitió una corta

recuperación la vivencia del un intenso proceso de creatividad intelectual y cultural, del

cual las universidades no estuvieron exentas, pero sin poder extraerse a los como

tampoco pudieron blindarse de los crecientes niveles de violencia social e

instrumentalización política que corrieron por ese breve lapso hasta el golpe de estado.

La respuesta de muchos de los académicos frente a esta situación fue el exilio o la

retirada hacia espacios más estables y tolerantes. Finalmente, como argumenta Vessuri

(1992: 343-345), el golpe castrense militar de 1976, terminó de desmantelar la

universidad, incrementando exponencialmente el número de profesores catalogados

como “prescindibles”, forzados al éxodo o simplemente desaparecidos.

Empero, marcar meramente los contrastes entre los ámbitos de conocimiento

estatal y extra-estatal sin ofrecer mayores precisiones, supone el riesgo de minimizar el

impacto que sobre espacios privados tuvo la insoslayable realidad político-social

argentina. En rigor, el ITDT fue uno de los más célebres y tempranos exponentes de un

fenómeno más amplio, la construcción y aplicación del conocimiento producido en los

Centros Académicos Independientes (CAI), suceso que es inexplicable sin, pero no

reductible, a la endémica inestabilidad en la vida científico social nacional.

Los centros académicos independientes.

Indagar sobre estos espacios extra-universitarios implica, inevitablemente,

adentrarnos en un terreno no del todo claro; La persistencia de los centros hasta nuestros

días, su diferenciación en tamaño y funcional, el grado variable de penetración de que

han gozado en la sociedad civil y la burocracia gubernamental, hacen que su

demarcación y definición sean problemáticas. De cualquier manera, ello no impide

ensayar un criterio de delimitación que, por fuera de la catalogación estricta, permita

establecer claras diferencias entre las características que adoptan este tipo de

instituciones durante el período en el cual aparecen como una novedad en los años 60, y

su realidad en las décadas posteriores.

Siguiendo la distinción de Heredia (2011:323-324), “en la década del 60 hubo un

primer crecimiento significativo de centros de investigación social, pensados en esta

etapa como refuerzo complementario de las iniciativas modernizadoras del estado en las

universidades”. De esta manera, el Instituto de Planeamiento Regional y Urbano

(IPRUL) (1961), el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO) (1966), la

Fundación Bariloche (FB). Esta última fue un hito en el campo intelectual argentino,

por su abordaje de una multiplicidad de temáticas a partir de la recolección sistemática

de datos sociales y la implementación de la modalidad de tipo “campus”, concentrando

jóvenes graduados en ciencias sociales en torno a una estructura académica de

producción intensiva ESTA ACLARACION SOBRE LA FB LA PONDRÌA EN CITA

AL PIE PORQUE HACE CONFUSO EL PARRAFO, representaron el fervor

modernizador. De gran importancia resultó también la Fundación de Investigaciones

Económicas Latinoamericanas (FIEL); surgida cómo producto de la iniciativa de un

dinámico empresario (Eduardo Luís García), se constituyó en uno de los nichos desde

los cuales el ministro Martínez de Hoz reclutó su gabinete económico.

Pero sólo el ITDT (Si ya aclaraste la sigla antes podes usar a partir de aquí solo

la sigla) Di Tella fue capaz de solventar, durante los 60, un amplísimo espectro de

actividades que comprendieron desde lo cultural hasta los estudios sobre administración

pública y economía1. Lógicamente, De ésta institución salieron algunas de las

formulaciones más ambiciosas en clave de transformación radical del sistema de

relaciones políticas nacional, sobre todo en dos de sus sub-centros, el de Investigaciones

Económicas (CIE) y el de Administración Pública (CIAP), este último aspirante a

aportar una significativa contribución, en la construcción de “ un sector público que

1 El ITDT estaba compuesto, hacia 1968, por nueve centros: el Centro Latinoamericano de Estudios Musicales, el Centro de Estudios Urbanos y Regionales, el Centro de Investigaciones Económicas, el Centro de Investigaciones Sociales, el Centro de Artes Visuales, el Centro de Investigaciones en Administración Pública y el Centro de Experimentación audiovisual (cf. Neiburg y Plotkin, 2004: 248). Para un estudio específico de los centros culturales del ITDT durante los sesenta, consultar a John King (1985).

permita más adelante al país evolucionar hacia otras etapas sólo posibles en países con

verdaderos estados” (Neiburg y Plotkin, 2004: 250). Con la colaboración financiera de

la FF, el CIAP propuso, para cumplir ese ambicioso objetivo, “investigar las técnicas de

administración pública, así como las relacionadas con la gestión de las empresas del

estado y sus posibilidades de aplicación, en base al trabajo sistemático de especialistas

formados en el exterior” (Vessuri, 1992: 353). Por otro lado, el CIE fomentó la

consolidación no sólo de élites académicas sino también de las estatales, pues la

formación en prestigiosas universidades de ciencias económicas norteamericanas,

favoreció la penetración, durante la gestión de Onganía, de muchos hombres del ITDT

al plano gubernamental2. Si, entonces, los centros nacidos desde la segunda mitad de los

50 y durante los 60, encarnaron el afán modernizador cuya máxima expresión fueron las

tendencias “desarrollistas” y “tecnocráticas”, muy otra va a ser la realidad en la década

posterior.

El clima político inestable, agravado por la alteración de contexto nacional

impuesto por la dictadura militar del 76, redundó en la configuración misma de los

centros académicos independientes. Como bien dice Thompson (1994), en contraste con

aquellos espacios funcionales a la implementación y justificación de las políticas

económicas oficialistas, como la Fundación Mediterránea (FM), FIEL, o Centro de

Estudios Macroeconómicos (CEMA), los CAI se vieron forzados a adoptar una

“mentalidad de catacumbas” (357).Es una pàgina??? La ciencia, más que como eje de

transformación social desde arriba (el estado), comenzó a ser visualizada como un bien

público, una oportunidad de ejercer el pluralismo negado en el mundo exterior. El

Centro de Estudios de Población (CENEP) -1974-, El Instituto de Investigaciones

Europeo-Latinoamericanas (EURAL) -1983- Se crea en el 83? Si es así pertenece a otro

2 Felipe Tami, Petrecolla, Eduardo Zalduendo y Alberto Guadagni, todos miembros del CIE y de reconocida militancia católica, fueron reclutados por el primer presidente de la “Revolución Argentina” para formar parte de su equipo económico (Neiburg y Plotkin, 2005: 254-255).

contexto sería mejor sacarlo, junto a dos desprendimientos del Instituto Di Tella, el

Centro de Estudios del Estado y la Sociedad (CEDES) -1975- y el Centro de

Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración (CISEA), nacieron bajo

estas condiciones y aspiraciones.

Hablar de los CAI durante la dictadura, implica asir un fenómeno

multifacético, complejidad no siempre abordada en el ámbito de las ciencias sociales. Es

que, la censura impuesta sobre el clima intelectual desde mediados de la década del 70

hasta la transición democrática en 1983, ha sido lo suficientemente notoria como para

que gran parte del tratamiento especializado sobre la temática se sustente, lógicamente,

en el desarrollo de las adversidades impuestas por la clausura del régimen parlamentario

sistema político y la censura. Bastante menos se ha hablado de las estrategias de

adaptación exitosas o cómo las condiciones adversas pudieron funcionar como

catalizador reflexivo para quienes las sufrieron y sobrevivieron. Como resultado de ello,

se ha escrito relativamente poco de los CAI para el período de 1976 y 1981 (pondrìa

hasta 1983 para que cubra todo el periodo de la dictadura), asumiendo muchas veces

que lo que podían llegar a hacer dadas las circunstancias, era bastante limitado.

Además, esta evaluación ha causado que la mayor parte de los textos interesados

en los CAI durante la experiencia castrense última dictadura apelen al fenómeno como

una herramienta complementaria, bien con el fin de teorizar sobre las duras condiciones

impuestas sobre el ejercicio de las ciencias sociales en general durante los “años de

plomo” (cf. Bekerman, 2009: 151 y ss), o para ofrecer un contraste con su posterior

boom tras la asunción del gobierno radical y su lógica de funcionamiento hasta nuestros

días (cf. Thompson, 1994: 63 y ss).

El problema de dicha aproximación es que se han trasladado las divergencias

taxonómicas que varios intelectuales sostienen para hablar de estas entidades en la

contemporaneidad, a la compresión de su funcionamiento para las décadas de los 70 y

80. Tenemos a aquellos investigadores que apelan a criterios fundamentalmente

“importados” para aprehender el fenómeno de dichos espacios de investigación: Por

ejemplo, Andrés Thompson (ídem.), interesado en las diferentes formas de articulación

entre la producción de conocimiento “técnico especializado” y la esfera de toma de

decisiones políticas, hace uso del potencial explicativo de un concepto anglosajón, los

think tanks. Luego, procede a ajustar la realidad nacional a los marcos explicativos

ofrecidos por la academia anglosajona. De esta manera, encuentra en los Centros

Académicos Privados o Independientes el símil institucional de los think tanks, por su

capacidad de ejercer influencia sobre la política económica desde los 70 en adelante.

Gerardo Uña (2002) efectúa una operación similar, partiendo también desde la

contemporaneidad; “Por esta razón es posible argumentar que, en el caso argentino, los

condicionantes impuestos por la propia dinámica del sistema político llevan a que una

de las principales variables a tener en cuenta para el análisis del comportamiento de los

think tanks sea el grado de participación en el proceso de políticas públicas y cómo

logran mantener su permanencia a lo largo del tiempo”. (178). La única diferencia con

Thompson se encuentra en una clasificación de los think tanks comprendiendo una

mayor cantidad de variables, dividiéndolos el autor en Centros de Investigación

Privados, Centros Académicos, Fundaciones Políticas y Grupos de Advocacy 3.

Un aporte interesante proviene de Mariana Heredia (cf. 2011: 298-300), quien

critica la noción de think tank. Es un término que para la socióloga debe ser tomado con

3 Los Centros de Investigación Privados presentan similitudes con organizaciones del sector privado, sobre todo respecto a su estructura organizacional, sus órganos de conducción y su funcionamiento. Similitudes dadas por los vínculos e interrelaciones existentes con el ámbito empresarial, principal origen de recursos. Los Centros Académicos son organizaciones con objetivos de largo plazo cuyas actividades de investigación y difusión académica se constituyen en la usina principal de recursos, y su nivel de influencia sobre la esfera pública es menor. Las Fundaciones Políticas tienen un superior grado de penetración en el ámbito de la toma de decisiones políticas, dada su vinculación nodal con los actores políticos partidarios. Finalmente, Uña habla de los Grupos de Advocacy, que condensan características de los otros tres.

ciertos reparos con pinzas, pues indica una cohesión interna y una posición ideológica

colectiva común e identificable, fenómeno claramente ausente durante toda la historia

de estas instituciones. Prefiere emplear el concepto de centros de expertise, instancias

de encuentro e intermediación entre los actores e intereses implicados en cada política.

Sobre las condiciones de emergencia durante la dictadura de estos espacios, se hace una

mención más bien limitada, reconociendoles el mérito de articular una práctica

profesional en las catacumbas. Pero la inquietud central es la misma, entender el nivel

de influencia de dichas instituciones, en la realidad de fragmentación política abierta por

la restauración democrática.

Otro grupo de estudios, interesados en la evolución de la politología, refieren de

manera más concreta a los CAI, especialmente por el hecho de que fueron los únicos

espacios donde se pudo ejercer de manera crítica y sistemática la disciplina durante los

años del “Proceso de Reorganización Nacional”. Por ejemplo Cecilia Lesgart (cf., 2002:

163 y ss), quien trabaja sobre el derrotero teórico de esa disciplina, prestando especial

énfasis a su creatividad conceptual en el difícil contexto de la transición democrática.

Luego, Pablo Bulcourf y Martin D´ Alessandro (cf. 2002: 161 y ss), trazan mucho más

la evolución institucional que la epistemológica de las ciencias políticas, desarrollando

con cierto detenimiento el contexto y las características globales de la “Universidad de

las Catacumbas”. Brindan un panorama general efectivo, pero no lo trascienden (ni

pretenden hacerlo). La necesidad de una aproximación histórica, analíticamente

centrada en la exégesis de un caso particular, no ha sido abordada suplida. Lo que si nos

ofrecen las ciencias políticas es un sólido punto de partida para este tipo de exploración.

Ocurre que, tras la muerte de Guillermo O´ Donnell hace poco menos de un

lustro, han surgido una serie de estudios destacando tanto su rol como militante

político, innovador conceptual y constructor institucional, labores ejercidas por el

politólogo durante los “años de plomo”4. Fueron también funciones cumplidas desde un

espacio concreto, una de las tantas entidades que conformaban parte de la “Universidad

de las Catacumbas”: El CEDES. Nuestro interés es, a partir del análisis heurístico y

hermenéutico documental propio del oficio del historiador, profundizar sobre la

comprensión del funcionamiento de los centros de investigación en ciencias sociales

durante la dictadura, a partir del estudio de caso del CEDES. Una tarea necesaria dado

que, desde la disciplina histórica, tampoco se ha trabajo con demasiada profundidad

sobre un caso concreto5.

Se trabajará con un conjunto de fuentes un cuerpo documental compuesto por

entrevistas, memorias institucionales, publicaciones, circulares e intercambios

epistolares desde o dirigidas de espacios académicos vinculados con el CEDES. De allí

esperamos extraer la evidencia necesaria para sustentar una hipótesis de investigación.

Esta consiste en la idea de que, durante la época de exclusión autoritaria, el CEDES

desarrolló una estrategia de implantación y reproducción que bien puede ser leída como

una doble articulación con efectos centrípetos:

El primer eje fue el institucional, e implicó la colaboración nacional, regional,

internacional, la expansión de actividades y el trazado de redes intelectuales que

oficiaron de protección frente a una eventual represión trascendente de la y censura. El

segundo fue el teórico, que permitió el desarrollo de temáticas íntimamente relacionadas

con una comprensión compleja de los procesos autoritarios latinoamericanos

contemporáneos.

4 A pocos meses de su deceso, un grupo de cientistas políticos (Bulcourf, Nogueira, D´ Alessandro, De Luca) publicaron un Newletter en Honor a Guillermo O´Donnell (2011), reconociendo los diferentes aspectos de su notable carrera profesional. Pablo Bulcourf, María Elena Nogueria, y D´ Alessandro, Nelson Cardozo, escribieron para dicho homenaje escrito.5 Destacamos dos trabajos de historiadoras que introducen algunas reflexiones sobre los Centros Académicos Independientes. Un artículo de Sábato (1996) ofrece un panorama general de las condiciones de ejercicio profesional durante el proceso. Nora Pagano (2004) en un análisis sobre la evolución de las ciencias sociales en el período también se interesa más por las ciencias sociales para el período 1976-1981 desarrolla algunas referencias sobre los centros con una referencia muy acotada a los centros y especialmente a uno de ellos, el CEDES.

Estos dos ejes se encontraron absolutamente conectados, desarrollaron en

absoluta interconexión y fueron claves para entender el crecimiento (más o menos

gradual, pero sin dudas continuo) de este (en apariencia) reducido locus académico. El

desarrollo de la hipótesis seguirá una articulación definida. En el capítulo inicial, Los

orígenes, haremos referencia a las condiciones de emergencia de CEDES, cómo,

quienes, en qué situación, cuáles son los motivos de su fundación y que morfología

adoptó el centro. Estas cuestiones deben ser precisadas, pues forman la base sobre la

cual se edificará el intercambio con otros espacios, punto de partida para el crecimiento

y la producción académica. Sobre todo intentaremos demostrar aquí que las trayectorias

personales fueron centrales a la hora de cultivar los contactos y las relaciones necesarias

para emprender tal tarea en semejante contexto.

El segundo capítulo, Los primeros años, buscará, a partir del desarrollo de las

diferentes iniciativas emprendidas por los integrantes de la entidad durante el primer

trienio de su existencia, ofrecer un panorama signado tanto por el crecimiento en el

volumen y calidad de las actividades como marcado por las restricciones operativas,

debido a las dificultades financieras y las condiciones generales impuestas por el

gobierno autoritario.

En el tercer capítulo, que hemos decidido llamar Los años de consolidación, se

intentará ofrecer una imagen diferente: La de un crecimiento más sólido y sostenido,

construido sobre la labor del período anterior. Una primera parte cubrirá los años que

van desde 1979 hasta 1981, año en el cual Oscar Oszlak, para ese entonces director del

CEDES, dio por finalizado el período formativo de la institución6. En una segunda parte,

de menor extensión que la anterior, se trabajará sucintamente sobre el CEDES durante

la transición democrática de 1982-1983, lapso marcado por una aceleración

cualitativamente diferente a la de los años anteriores, gracias a las nuevas posibilidades

6 Report of Activities 1980-1981(1981:5).

abiertas por la apertura del juego político. Esta referencia permitirá apreciar con mayor

claridad el carácter compacto del recorte temporal impuesto a esta investigaciòn de la

selección temporal que hemos hecho (1975-1981) para poner a prueba nuestra hipótesis.

Finalmente, en las conclusiones, daremos cuenta de su grado de verificación de nuestra

hipótesis y los nuevos horizontes, si es que los hay, abiertos por este trabajo.

Los capítulos van siempre en hoja aparte

Capítulo 1: Los Orígenes.

Entender el funcionamiento del CEDES durante un período de más de un lustro

no es tarea sencilla. El desarrollo institucional, como ya hemos planteado, se encuentra

en extremo determinado por las condiciones político-sociales del país. Ello no implicó,

sin embargo, que en un hábitat que mutó de lo inestable (con la presidencia de Isabel

Perón) a lo represivo haya impedido el desarrollo de una línea de continuidad.

Tomamos un concepto sociológico utilizado para estudiar a los Centros de Investigación

en Ciencias Sociales, el de “núcleo fundacional”7, para así exponer como la atmósfera y

las características de la constitución de este Centro resultaron decisivas en su devenir.

La trayectoria de los CAI en general se relaciona con la expansión de su núcleo

originario, con la formación de “anillos” y la densificación de redes vinculares. Para

dicho crecimiento, sin embargo, es menester asegurar primeramente las condiciones de

reproducción y articulación de este reducido grupo de personas, siendo éste un último

aspecto que permite a su vez detectar la morfología expansiva de sus fundadores; puede

ser un modelo carismático apelando a un líder intelectual, gestionarse a partir de un

7 Ver Joaquín Brunner (cf. 1987: 100).

conjunto de “pares”, o bien funcionar de una forma más abierta con un grupo inicial

delimitable aunque flexible a nuevas incorporaciones8. Sostenemos que la estrategia

óptima para alumbrar esta serie de interrogantes es partir de un análisis de las

motivaciones y los hechos que condujeron a la convergencia de los intelectuales que

crearon CEDES.

El Di Tella como punto de encuentro.

Como ya lo hemos mencionado, el Di Tella representó uno de los el motor de la

modernización en las ciencias sociales durante los 60. En su época dorada, fue capaz de

albergar en su seno un amplio abanico de actividades relacionadas con ramas diversas

del conocimiento humano; El Centro de Investigaciones Sociales (CIS), Económicos

(CIE), de Ciencias de la Educación (CICE) de Estudios Urbanos regionales (CEUR),

aunque también de arte e incluso de estudios neurológicos. Una de las tantas iniciativas

del instituto por ese entonces, fue la creación del Centro de Investigaciones en

Administración pública (CIAP), asociada al interés por profundizar el conocimiento

sobre la gestión estatal. Con Enrique Oteiza como presidente del Di Tella, el CIAP se

formó a partir de un plantel de diez profesionales becados: Roulet, Neffa, Martínez

Nogueira, Kulfas, Caputo, Sábato, Boneo, Cavarozzi, O´ Donnell y Oszlak.9 Si se puede

agregar el nombre

Los fondos vinieron inicialmente de la Fundación Ford (con el Institute for

International Education oficiando como intermediario), y algunos aportes de la familia

Di Tella. Sin embargo, la situación financiera nunca fue óptima, y aproximadamente a

un lustro de su fundación, la crisis simultánea del ITDT y de la usina de recursos

norteamericana comprometió severamente la viabilidad del CIAP. La estrategia

8 Siguiendo a Brunner (cf. 1987: 100-110) y su taxonomía de las diferentes estrategias de expansión que pueden ser articuladas por los emergentes centros académicos independientes. 9 Entrevista realizada por Antonio Camou (cf. 2007: 190) a Oscar Oszlak.

adoptada por sus miembros fue cambiar el status “jurídico” de la entidad, para así

transformarse en un centro asociado. El CIAP estuvo, durante cuatro años más, bajo

terapia intensiva, y debió buscar estrategias de reproducción alternativas. La

continuidad de la producción académica fue posible gracias a la realización por parte de

sus miembros de trabajos de consultoría y asesoría técnica10. Sin embargo, estas labores,

efectuadas mucho más por razones materiales que vocacionales, fueron una de las

últimas instancias de articulación de este conjunto de especialistas en diversas áreas de

las ciencias sociales. Naturalmente, en estas condiciones, fue el problema de los

recursos la cuestión que introdujo la cuña.

En el año 1975 se dieron en el lapso de seis meses dos rupturas en CISEA. La

primera fue el distanciamiento definitivo del ITDT, cuyo apoyo mermaba sin cesar. La

segunda y la más importante, su bipartición. Ocurrió que Guillermo O´ Donnell, que

para ese entonces acumulaba renombre internacional y ya había cursado estudios en el

extranjero, recibió una oferta de la Fundación Ford para formar una institución su

propia institución. O ´ Donnell, Boneo, Cavarozzi, Oszlak propusieron al resto de los

miembros del CIAP la reconstitución de ese centro bajo un nuevo nombre y una

considerablemente mejor situación financiera. Pero Roulet, Sábato, Caputo y Lavergne

decidieron no aceptar ese subsidio y prefirieron seguir trabajando en consultoría,

reticentes a recibir dinero del “imperio”. Se constituyeron de esta forma dos nuevos

centros, el CISEA, y el que nos interesa a efectos de este trabajo, el CEDES11. Un dato

interesante es que los miembros del primero habían tenido una formación francesa,

10 Destacamos dos trabajos de consultoría. El primero fue la reorganización de la Dirección de Vialidad de Catamarca. El segundo, denominado “Política y Organización estatal de las actividades científico técnicas en la Argentina: crítica de modelos y prescripciones corrientes” tuvo mayor repercusión, ya que fue el primer trabajo de diagnóstico institucional en el sector público argentino. Implicó, además, la condensación de los esfuerzos de casi todos los miembros del CIAP para ese entonces: Roulet, Sábato, Lavergne, Cavarozzi y Nogueira. (cf. Camou, 2007: 195). 11 Los dos centros siguieron funcionando juntos en tres localizaciones distintas durante casi una década. Además, no pasó mucho tiempo hasta que el CISEA comenzó a recibir fondos norteamericanos y europeos, por la dificultad de recibir dinero de otras fuentes (cf. Camou, 2007: 5).

mientras que los del segundo una norteamericana. Cabe preguntarse si este hecho es una

mera curiosidad, o un factor que favoreció la articulación y el posterior crecimiento

institucional. De que?? No queda claro. Yo pondrìa algo asì como “si es una mera

curiosidad o si las diferentes contextos nacionales de formación acadèmica tienen

alguna incidencia en las estrategias institucionales adoptadas…”

La convocatoria para formar parte del CIAP encarnó un fenómeno que debe ser

explicado con mayor detenimiento. Fue un suceso de gran importancia porque permitió

la unificación (no tanto desde el punto de la homogeneización disciplinar, sino en la

concentración de energías hacia la formación de un espacio de investigación académico)

de carreras profesionales que para ese entonces habían tenido ciertos aspectos en

común, y tal vez por ello los resultados de esa convergencia duraron hasta el día de hoy,

pues el CEDES sigue existiendo. Si bien todos estudiaron en la Universidad de Buenos

Aires, durante el complejo contexto entrecruzado por un afán modernizador en el cual

las ciencias sociales parecían destinadas a cumplir un rol vital, y las turbulentas épocas

de la educación pública en el pos-peronismo, no lo hicieron inicialmente con los

mismos objetivos. Repasemos brevemente sus derroteros.

O´ Donnell finalizó la carrera de abogacía acumulando una significativa

experiencia militante. Perteneció a un grupo católico progresista llamado Humanismo

Cristiano, y llegó a ser miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Derecho y

Ciencias Sociales y del Consejo Superior de la UBA. Ejerció la abogacía en Banco

Nación y de forma independiente mientras se desempeñaba como docente en la UBA y

la UCA. Fue viceministro del interior durante el gobierno de Guido. No satisfecho con

este cargo, Al finalizar su gestiòn decidió reorientarse y cursar estudios doctorales en

Yale, donde entró en contacto con grandes importantes politólogos como Apter, Stepan,

Dahl, Linz. Antes de formar el CEDES, O ´ Donnell ya estaba plenamente reorientado a

la investigación en ciencias políticas, y su carrera académica se había iniciado

promisoriamente con el célebre texto Modernización y Autoritarismo, tesis doctoral

publicada por Paidós en 197212.

Bastante diferente es la trayectoria de Horacio Boneo, quien se recibió de

ingeniero y obtuvo luego en la Universidad de Turín una diplomatura en administración

de empresas. En Italia también, pero en Nápoles, ofició de coordinador académico (de

que institución)??. Antes de trabajar como investigador del CIAP en Di Tella, ejerció la

docencia en la facultad de ciencias económicas de la Universidad Nacional de La Plata

(UNLP) y con menor frecuencia en la Escuela Superior de Administración Pública en

Lima, Perú. También realizó trabajos de asesoría en diversos organismos

internacionales. El perfil de Boneo es el más “técnico” dentro de los fundadores de

CEDES, y ello se reflejó en su posterior producción y contactos13.

En contraste con Horacio Boneo, el desembarco de convergencia de Oscar

Oszlak hacia CEDES fue producto de una reorientación profesional más profunda. En

1958 Oszlak se recibió de contador público tras cursar sus estudios secundarios en el

colegio Carlos Pellegrini, y con tan solo 22 años de edad. Al año siguiente de obtener

su titulación de grado, pasó primero por el consejo pedagógico de la facultad de ciencias

económicas, para luego aprobar el examen de ingreso a la Dirección General

Impositiva. Rápidamente se destacó en la DGI y obtuvo una beca en Harvard para

especializarse en tributación. Fue este promisorio inicio de carrera lo que le hizo un

candidato especialmente atractivo para integrar el futuro plantel del CIAP, que se formó

(repetimos) a partir de 10 miembros becados con la finalidad de capacitarse en las

mejores universidades del exterior, y en estudios referentes al en el área de políticas

12 Tomamos estos datos biográficos de la reconstrucción efectuada por Bulcourf (cf. 2011: 127), para la cual tuvo acceso a documentos de su vida personal como el boletín de calificaciones secundario y copias su currículum profesional mientras ejercía como abogado. 13 Primera Reseña de Actividades del CEDES (cf. 1977: 3)

públicas a nivel de pos-grado. En Berkeley, lugar donde cursó primero la maestría en

administración pública y luego el doctorado en ciencias políticas, entró en contacto con

Marcelo Cavarozzi, becado para el mismo propósito, futuro miembro del CIAP, y

también contador. Cavarozzi había tenido cierta trayectoria académica, como profesor

en la UBA, y en el Instituto de Administración en la Universidad de Chile. Además, ya

había pasado por el Graduate School of Businness and Public administration de

Cornell14.

¿Pero fue la formación y la experiencia estudiantil en el exterior el único

cemento ideológico de este grupo de investigadores?, ¿Hubieron otras razones que

explicaron su capacidad de convergencia interna y externa (relaciones y contactos)?.

Nos inclinamos por una respuesta negativa al primero de los interrogantes, pues existió

además otra instancia central que favoreció la maduración intelectual de nuestro núcleo

fundacional.

El paso por la USAL.

La Universidad del Salvador fue un punto focal espacio relevante para el

desarrollo de una de las ciencias sociales en Argentina, en aquel clima de época donde

la importación de la ideología modernizadora, constituía una constante de la realidad

intelectual y político administrativa del país. La contribución específica de esta casa de

estudios al desarrollo humanístico fue desde su rol pionero en la evolución de la

disciplina de la Ciencia Polìtica ciencias políticas. Creada en 1956 y con una fuerte

impronta del derecho y la filosofía, fue inicialmente una carrera de grado

ideológicamente sujetada al tradicionalismo católico nacionalista. 10 Diez años

después, la situación era más bien diferente: Comenzaron a fluir hacia la institución

docentes con estudios de posgrado en el exterior, como Natalio Botana, Mariano

14 Entrevista de Antonio Camou (cf. 2007: 192) a Oscar Oszlak.

Grondona, Carlos Floria y Rafael Braun. Estos jóvenes profesionales se encontraban

imbuidos de las estrategias y mètodos de la ciencia política contemporánea, dotada de

un importante énfasis empírico. Desde su nueva óptica, este grupo de intelectuales

aspiraron a construir un corpus de conocimiento específico, desarrollado y controlado

en el interior de la politología. Trataron de delinear no sólo los nuevos marcos

metodológicos sino también el campo y el objeto de estudio de esa disciplina. Su

pertenencia al círculo intelectual nucleado en torno a la revista criterio, les dio el

nombre, dentro de la USAL, de “Grupo Criterio”. La sistematización de su esfuerzo se

concretó en la imposición de un nuevo plan de estudios en 1968, con la primera camada

de sus estudiantes egresados en 1972 (cf. Bulcourf y D´ Alessandro 2002: 169-176).

Pero fue un período tan promisorio como de corta duración, pues a comienzos de

la dècada de 1970, la Universidad del Salvador se convirtió paulatinamente en una

universidad militante, virando el eje de la problemática de conocimiento hacia otra

faceta vinculada fuertemente con el accionar político y las fracturas ideológicas. La

polarización en 1972 entre los partidarios de una ciencia política “académica” y otra

“comprometida”, propició el retiro del personal docente perteneciente al “Grupo

Criterio”, colectivo que había iniciado, tan sólo unos años antes, la febril renovación15.

Nuestro interés en esta experiencia institucional no se sustenta en ofrecer una

mera ejemplificación de aquel marco contextual que ya hemos adelantado en la

introducción. La USAL fue, para Cavarozzi, O´ Donnell, y Oszlak, una instancia que

permitió la inserción académica en un espacio de intercambio amplio, nítidamente

contrastante con la realidad de las “catacumbas”. Tras el retorno de sus estudios de

15 Para Bulcourf y Cardozo (2013: 67), la experiencia en la USAL encarnó el primer hito hacia la institucionalización de las ciencias políticas como las conocemos hoy en día. La producción académica en términos disciplinares, la vinculación con sus pares del exterior y el intento de construir una comunidad académica que produzca los conocimientos enmarcados en las tradiciones teóricas predominantes aunque asumiendo una postura crítica a su aplicación directa en el contexto latinoamericano. La condensación de estas tendencias se dio en 1969, cuando la USAL llevó a cabo el Primer Encuentro Internacional de Ciencia Política, en el que participaron destacados politólogos como Dahl (fuente de inspiración teórica de O´ Donnell).

posgrado en Estados Unidos, buscaron inicialmente insertarse en la UBA, aunque el

volcánico clima político contribuyó a conformar una atmósfera de trabajo insoportable

agobiante o dificil. El Salvador constituyó una segunda opción nada desdeñable, y los

tres aportaron su contribución a la instauración de una carrera aggiornada de ciencias

políticas, con la incorporación de temáticas de administración pública. Algunas de sus

actividades dentro de la universidad fueron el dictado de materias y la elaboración de

textos en un esfuerzo colaborativo y trans-generacional16. Resistieron mucho mejor la

divisoria de aguas entre “académicos” y “políticos” que los intelectuales de la revista

criterio, pero finalmente en 1976 tuvieron que irse, sólo pudiendo formar dos

promociones de la licenciatura en ciencias políticas. Tras el retiro de la universidad, las

posibilidades de acceder a otros espacios públicos de intercambio y conocimiento

científicos se anularon casi de forma completa. La única opción realista para continuar

la producción y diálogo dentro de unas ciencias sociales plurales implicaba achicar

drásticamente la visibilidad y escala de operaciones. La sucesiva exclusión de espacios

alternativos, la similitud de trayectorias individuales y formación universitaria, junto

con un evento menos previsible (la apertura de una posibilidad de financiamiento de la

FF ofrecida a O´Donnell), fueron las tres coordenadas dentro de las cuales debemos

aprehender la fundación de CEDES.

El nacimiento del CEDES.

CEDES fue fundado el 1 de Julio de 1975, en el corazón de la crisis de la

Argentina peronista. El día de su gestación se cumplía el primer aniversario de la

muerte de Perón y transcurría la huelga encabezada por Lorenzo Miguel y la UOM.

16 O´ Donnell (1997: 13) remarca la importancia que tuvieron sus alumnos de la USAL como auxiliares en la investigación que culminó en uno de sus textos más célebres, El Estado Burocrático Autoritario.

Pocos días antes, Celestino Rodrigo había adoptado una política de devaluación

monetaria, y pocos días después López Rega abandonará el gobierno de Isabel,

debilitando terminalmente su administración. Este mes de 1975 también marcó el fin del

ciclo de crecimiento ininterrumpido (sacarìa la palabra ininterrumpido para no evocar

discusiones sobre los ciclos econòmicos en la argentian sobre los que no haya acuerdo)

que se había iniciado en el país en 1960, y que no se repitió desde ese entonces. Las

condiciones no podían más inciertas, y CEDES adquirió, desde el principio, la

morfología necesaria para sobrevivir en ellas.

Uno de los requerimientos más importantes para formar parte de CEDES (que

hoy en día persiste) era la capacidad de procurarse los propios recursos materiales. Cada

investigador propone un proyecto (que para esa época implicaba algún tipo de subsidio

de una instancia regional o internacional), mientras el centro funciona como una suerte

de catalizador: Asiste en la programación de su desarrollo, ofrece un “ecosistema” de

diálogo y comunicación interdisciplinaria, y facilita contactos con el exterior y alguna

forma de publicación escrita17. Por supuesto, la apertura de una línea de investigación

con aval institucional precisa primero de la aprobación del consejo académico. Es en la

construcción de dicho consejo, donde se puede ver la utilidad de la diversidad de

formaciones y trayectorias, usina de contactos que los miembros de nuestro “núcleo

fundacional” emplearon para dicho fin.

El consejo académico se encontró formado durante sus primeros años, por trece

miembros. Una parte de ellos representó a instituciones de Latinoamérica : el sociólogo

y futuro presidente brasilero Cardoso respondió por el Centro Brasilero Análise

Planejamento (CEBRAP), Graciarena por la Comisión Económico para América Latina

17 Oszlak (2005: 6) lo describe claramente: “El CEDES había logrado transmitir a cada uno de su integrantes una dura lección de supervivencia: no cabía esperar que alguien se ocupara de proveer recursos para el funcionamiento del Centro. Cada miembro debía aprender a conseguir los suyos, socializando parte de los mismos”.

y el Caribe (CEPAL), Torres Rivas y Benítez Centeño por la Confederación

Universitaria Centroamericana (CUSC), y Juan Sorrouille integró el consejo desde su

colocación como presidente del IDES. Otra parte del consejo representaba En el otro

grupo tenemos las relaciones con el mundo universitario europeo y norteamericano.

Nexos de gran importancia no sólo por motivos económicos monetarios, sino también

porque la visibilidad internacional posibilitaba trascender la condicionada circulación de

un espacio latinoamericano dominado por regímenes militares. De esta manera, una

mayor difusión en los países centrales, permitió la ampliación del “paraguas”

protector18. Nos interesa aquí resaltar dos nombres, Albert Hirschmann y Phillipe

Schmitter. Miembros respectivos de las universidades de Princeton y Chicago, fueron

grandes exponentes de las ciencias sociales anglosajonas del período, e ilustran en

mayor profundidad como la relación interpersonal sostenida fue uno de los cimientos

para la formación del consejo.

Phillipe Schmitter fue uno de los principales colegas de Guillermo O´ Donnell

desde inicios de los 70, década a partir de la cual el destacado politólogo argentino

comenzó a cursar estudios de posgrado en los Estados Unidos (cf. Bulcourf 2012: 127-

129). Por otro lado, Cavarozzi y Oszlak, durante su estancia en Berkeley, entraron en

contacto con Albert Hirschmann. El norteamericano fue el “padre académico” de

Oszlak, y una figura central para entender la constitución del paradigma analítico que ha

sido llamado enfoque “estructural”19, marco epistemológico que acompaño las

18 Ampliar el “paraguas” protector representó una de las pocas estrategias posibles desde la precaria posición en la cual se encontraban los investigadores del CEDES. La idea era aumentar la difusión del conocimiento de un evento trágico (concretamente la desaparición de alguno de los miembros del centro), si este llegara alguna vez a suceder. Las entrevistas realizadas por nosotros a los doctores Jelin (2015) y Oszlak (2014) específicamente para esta investigación, confirman la relevancia de dichos nexos, especialmente la necesidad de mantener el contacto con los espacios académicos de los países centrales. 19 Varios autores han escrito sobre dicho enfoque, todos acordando en que su desarrollo implicó un punto de ruptura en las ciencias sociales latinoamericanas. Bulcourf (2012: 128-129) entiende el enfoque estructural como una combinación de forma crítica de los aportes provenientes de la sociología funcionalista y weberiana, el marxismo y la teoría de la dependencia. Una definición más precisa la brinda Oscar Acuña (2000: 235); “en un contexto de intensificación de la violencia política, la ruptura o el salto estuvo en el esfuerzo de ligar la comprensión del Estado con la de la sociedad, sus intereses y

producciones sobre el estado de los investigadores del CEDES. Por fuera de la

institucionalidad universitaria, existió, antes de CEDES, otro punto alto de esta serie de

articulaciones internacionales: Fue durante el año de 1974, en el cual Oszlak, O´

Donnell y Schmitter coordinaron un curso de políticas públicas, dirigido a alumnos de

la región y norteamericanos. Como culminación del curso, se organizó un seminario en

Buenos Aires, donde asistieron Falleto, Schmitter, Cardoso, Hirchsmann, entre muchos

académicos de gran renombre internacional20.El seminario o conferencia encarnó un

hito de suma importancia dentro de las condiciones de emergencia del CEDES, pues

durante su preparación se realizó una profunda crítica de las limitaciones propias de la

investigación científico social regional.

En un intercambio epistolar sostenido con Guillermo O´ Donnell, Oscar

Oszlak manifestó con claridad en que consistían dichas limitaciones21. El contador

posgraduado en ciencias políticas argumentó sobre la necesidad de transformar la

metodología de estudio de la estatalidad latinoamericana. Criticó fuertemente el enfoque

“palaciego” imperante, focalizado en las disputas facciosas y las rotaciones

administrativas, abundantes en el contexto latinoamericano. Mucho más importante para

él fue intentar ver el estado “en acto”, a partir de su imbricación con la dinámica social.

Otro aspecto que preocupó a Oszlak fue el escaso desarrollo de la cooperación e

intercambio disciplinar existente: El contador remarcó reiteradas veces, en su escrito,

sobre la necesidad de formular criterios generales de investigación para privilegiar

niveles de análisis, tipos de datos, formas de conceptualización/control comparativo de

variaciones en el contexto nacional de políticas públicas, junto a criterios generales de

conflictos, la política con la economía. La explicación de la dinámica política se articula en este período, con lógicas estructurales y, por ende, con perspectivas comparativas regionales. Oszlak (2007: 194), protagonista del proceso, explica cómo el enfoque “histórico estructural” surgió de la necesidad de comprender la especificidad histórica y contextual de América Latina, sus estados y las políticas públicas. 20 Oscar Oszlak (2007, pg. 191).21 Nos referimos a una carta escrita por Oscar Oszlak a su colega del CEDES, en ocasión de la planificación de dicho seminario, con fecha del 3 de Octubre de 1974. Todas las cartas que citas son del archivo personal? Del archivo del CEDES??. Hay que aclararlo

coordinación de posibles investigaciones. Estas inquietudes y aspiraciones, lejos de

extinguirse en 1973 cuando Oszlak y O´ Donnell trabajaban aún bajo la égida

institucional del ITDT se trasladaron en 1975 a la nueva estructura encarnada en el

CEDES.

Retomando las primeras líneas de este apartado, estamos ahora en condiciones

de esclarecer cual fue la lógica bajo la cual se fundó CEDES. Siguiendo, entonces, el

criterio clasificatorio de Brunner, descartamos la idea de que el centro surgió por la

inventiva de un sujeto carismático22. Aunque Guillermo O´ Donnell fue sin lugar a

dudas el más importante de los cuatro, no sólo por ser él quien recibió la asistencia

material para crear un nuevo espacio, sino también por encarnar a nivel internacional, la

potencia explicativa de las ciencias sociales latinoamericanas más que ningún otro

connacional, los aportes de Oscar Ozslak y Marcelo Cavarozzi deben ser también

considerados. De menor peso parece aquí el papel que cumplió Horacio Boneo. Este

ingeniero, que no atravesó una serie de instancias comunes que los otros tres sí

recorrieron, como la formación en ciencias sociales no “técnicas” y el paso por la

Universidad de Salvador, parece el profesional menos importante relevante a la hora de

movilizar contactos y armar redes. De esta manera, podemos concluir que existió un

asimétrico (si se quiere) pero verificable “núcleo fundacional”, que estableció las bases

del futuro crecimiento institucional.

Antes de avanzar en nuestra investigación, es imperativo insistir sobre cuales

fueron dichas bases: i) Un decidido interés analítico por la experiencia latinoamericana

contemporánea, ii) un grupo de intelectuales con vinculaciones internacionales, capaces

de movilizar amistades en los espacios académicos centrales, para así visibilizar el

tratamiento que se hace sobre los temas del punto i). iii) Reconociendo las condiciones

políticas y económicas del período, y ya con la experiencia de las limitaciones

22 Ver Brunner en el capítulo introductorio de este trabajo.

financieras sufridas durante las etapas anteriores de su carrera académica, se trasladó al

neonato centro una gimnasia institucional de supervivencia cuya adaptabilidad fue

quizás su mejor cualidad.

La definición de objetivos globales y la incorporación de personal.

En el apartado anterior, hemos puesto en evidencia cuales fueron los cimientos

institucionales y teóricos del núcleo fundacional, como las trayectorias individuales

constituyeron puntos viables para analizar la circulación de recursos e ideas, y cómo

ambos se condensaron en la creación de un locus académico de modestas dimensiones.

Sin embargo, ello es tan sólo el punto de partida para analizar el desenvolvimiento del

centro, su evolución y posterior complejidad. Afortunadamente, para dicho propósito

disponemos de un corpus documental tan poco explorado como bien definido: Los

Cuadernillos de Actividades o Reports of Activities23. (Cuadernillos o cuadernos??)

Estos escritos fueron elaborados por los propios miembros del centro para relevar sus

actividades, registrar la ramificación de ellas, pero también con el fin de demostrar a los

espacios de financiamiento que es lo que se hacía o haría con su dinero. Es importante

precisar que, durante todo el período comprendido por este trabajo, existieron en los

reports dos constancias Constantes??. La primera de ellas la constituyeron los objetivos

centrales de CEDES, y la segunda el reconocimiento de la necesidad, para llevarlos a

cabo, de ampliar el abanico de actividades de la institución. De manera conjunta y

complementaria, encarnan la leyenda institucional del Centro24.

El CEDES reunió a un grupo de científicos sociales provenientes de diversas

disciplinas que compartían un común interés por abordar desde diferentes perspectivas

23 En este capítulo hemos hecho uso de los reports que cubren el periodo 1975-1978. 24 Brunner (cf. 1987: 103).

el estudio de la sociedad civil y el estado, sus interrelaciones y los patrones de

dominación que se cristalizaban en estos planos. Sólo de esta manera sería posible

comprender a las sociedades latinoamericanas (concretamente la argentina) en su

especificidad histórica y “leyes de movimiento”25. El denominador común que marcaba

el devenir político de todas las naciones latinoamericanas para ese entonces era el

autoritarismo, concepto a partir del cual se plasmaron los objetivos epistemológicos

holísticos del CEDES en lineamientos teóricos más precisos. De esta manera, la idea

central sería posar la lente sobre la dominación propiamente dicha, y específicamente su

cristalización y disolución en dos patrones distintos pero concurrentes: El Nivel de Lo

Social, mediante el examen de clases, su estructura y expresiones organizativas y

reivindicativas; y el Por otro lado, e l Nivel de Lo Político, lo que supone explorar al

estado y sus relaciones con la sociedad civil26.

De lo que no hay duda alguna es el hecho que, como ya hemos dicho, el

contexto económico social resultaba tan atractivo para el análisis como condicionante

para su realización. La represión militar y las dificultades para contratarse en labores de

consultoría (que habían mantenido en terapia intensiva, pero con vida al menos, al

CIAP) demandaban una diversificación notable de las actividades, siendo éstas las

siguientes: Publicación en diferentes medios de trabajo de sus investigaciones,

participación en seminarios y conferencias, docencia y participación en actividades de

extensión, asesoramiento profesional y finalmente, intercambios con otros espacios

académicos27. Los dos componentes de la leyenda institucional indican que el CEDES

estableció, desde sus inicios, elevadas metas teóricas y un régimen de trabajo tan

intenso como variado, haciendo de la incorporación de nuevos nombres un imperativo.

25 Report of Activities 1978 (pg.3)26 Idem (pg.3-6).27 Idem.

Luego de su fundación en 1975, CEDES comenzó a atraer científicos sociales

con velocidad. La primera en sumarse, casi inmediatamente al “núcleo fundacional” de

4 personas, fue Elizabeth Jelin. Junto con Jorge Balán (de incorporación más tardía),

continuaron en este espacio, sus destacadas y símiles carreras académicas. Ambos

obtuvieron el título de grado en sociología por la UBA, ejercieron la docencia en la New

York University y la Universidad Federal de Minas Gerais28. Mientras trabajaban como

profesores en la universidad de Nuevo León en México, trabaron contacto conectaron

con Harley Browning, director del Population Research Council en la Universidad de

Austin (Texas). Browning (cf. 2007: 16-18), deseoso de incorporar dos profesionales

entrenados en la labor de recopilación estadística con Gino Germani, les ofreció la

continuación de sus estudios migratorios en Texas, donde finalmente obtuvieron sus

respectivos doctorados. Como natural prolongación de esta relación, Harley Browning

pasa a integrar el consejo académico del CEDES.

Una figura importante en incorporarse durante estos dos años fue Guillermo

Flichman. Licenciado en economía política y ex investigador del Di Tella (no en el

CIAP, sino en el CEUR), Flichman se orientó tempranamente hacia el ámbito de las

temáticas agrarias, sobre las cuales trabajó desde CLACSO, el INTA y en Quito. Junto

con Balán, Jelin y el grupo de los cuatro fundadores, constituyeron la planta de

investigadores titulares en los primeros años del CEDES. Sobre ellos recayó la gestión

de proyectos, la selección y supervisión de personal a cargo.

Existieron tres categorías de investigadores no titulares; los asociados, los

contratados y los visitantes29. Entre los primeros la formación fue relativamente

homogénea, pues la mayoría eran profesionales de la rama de la sociología -Feldman,

28 Report of Activities 1977 (pg. 3-4).29 No existió una división funcional demasiado marcada entre estos subgrupos. Cada uno de los investigadores trabajaron bajo la égida de un investigador titular, éste a cargo de un proyecto de investigación.

Fischberg, Golbert, Saltamachia, Schmulker-. Le siguen los politólogos -Makin,

Minutin-, los economistas -Gerchunoff, Frenkel-, un filósofo –Landi- y un historiador -

Leandro Gutiérrez-. Entre los no permanentes encontramos a un Agrónomo contratado

para trabajar con Flichman, Francisco Garra, y dos visitantes; Una socióloga -María Das

Grassas Grossi- y un licenciado en economía, Alberto Sujoy.

La significación que el paso por la USAL tuvo en los primeros años de

configuración institucional del CEDES, se confirmó por la nutrida presencia en el

centro de jóvenes profesionales provenientes de dicha casa de estudios superiores. El

peso del ITDT tampoco fue menor tampoco se quedó atrás, porque desde su seno se

anunciaron muchas de las inquietudes posteriormente encarnadas en el leyenda

institucional del CEDES, y además buena parte del elenco del centro transitó por èl éste.

Por ejemplo, Makin y Milutin finalizaron la carrera de grado en ciencias políticas en la

USAL, ambas cursando estudios de posgrado en los Estados Unidos. Fueron graduadas

de las dos promociones de la pionera carrera que Oszlak, Cavarozzi y O´ Donnell

contribuyeron a pulir. Fontana, Gerchunoff, Saltalamacchia y Schmukler también

pasaron por la USAL, aunque en calidad de docentes. Igualmente importantes fueron las

labores de investigación emprendidas en el ITDT por varios de los universitarios

pertenecientes al centro. Gutierrez trabajó en el Centro de Investigaciones Sociales del

Di Tella, mientras que Feldman lo hizo en el CEUR. También se sumó Schumkler, post-

graduada del Programa de post-grado de Formación de Investigadores de desarrollo

urbano y regional del ITDT, profesora e investigadora en la Universidad Provincial de

Mar del Plata y Profesora en la Universidad del Salvador30.

Los fenómenos que hemos cubierto en el transcurso de las páginas anteriores,

cierran el período definido como los “orígenes” del CEDES. Durante los años 1975 y

30 La información sobre los integrantes del CEDES, su pasado universitario y académico fue extraído del Report of Activities para el año 1977.

1976, registramos los tres hechos constitutivos que marcan esta etapa inicial: La

fundación del Centro, la sumatoria de nuevas personas al elenco y la confirmación de un

comité directivo31. Queda ahora por ver como a partir de esta base, fue posible articular

una estrategia de crecimiento institucional exitosa, si es que así sucedió.

31 Estos tres eventos aparecen registrados en el boletín institucional de CLACSO Noticias de CLACSO. En la edición que cubre el período comprendido entre Octubre de 1975 hasta Marzo de 1976, se destaca la creación del CEDES, su afiliación a CLACSO y la confirmación de un comité directivo (cf. 1975/1976: 2 y ss).