Córdoba, Fernando Esteban; Revolución y Revolución Francesa: una aproximación

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PROVINCIA DE BUENOS AIRES DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Nº 34 “PROF. HÉCTOR J. MEDICI” CARRERA: PROFESORADO DE TERCER CICLO DE LA EGB Y DE LA EDUCACIÓN POLIMODAL EN HISTORIA CON TRAYECTO EN CIENCIAS SOCIALES. ESPACIO CURRICULAR: HISTORIA MUNDIAL (SIGLO XIX) CURSO: TERCER AÑO CICLO LECTIVO: 2015 CANTIDAD DE HORAS SEMANALES: 3 HORAS PROFESOR: FERNANDO ESTEBAN CÓRDOBA Una aproximación a la Teoría de las Revoluciones En esta etapa histórica signada por la barbarie, la descomposición de los Estados- Nación, fundamentalismos de toda clase, que comprende a los grupos islámicos como católicos y judaicos; el tratamiento de las revoluciones es de vital importancia en el estudio de las ciencias sociales debido a los debates que se producen en torno a la temática señalada. Theda Skocpol considera a las revoluciones en su carácter de sociales y las identifica, al mismo tiempo, como transformadoras de las estructuras económicas. Las revoluciones sociales son transformaciones rápidas y fundamentales de la situación de una sociedad y de sus estructuras de clase; van acompañadas y en parte son llevadas por las revueltas, basadas en las clases, iniciadas desde abajo. Y estos cambios ocurren mediante intensos conflictos sociopolíticos, en que las luchas de clase desempeñan un papel primordial”1 Esta autora plantea el origen de las revoluciones: estas surgen de cambios en las estructuras de Estado y de clase. Asimismo es importante tener en cuenta los marcos de referencia fundamentales utilizados por Skocpol para el estudio comparado de las 1 Skocpol, Theda; Los Estados y las revoluciones sociales. Un análisis comparativo de Francia, Rusia y China; Fondo de Cultura Económica; 1984; Pagina 21.

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Conceptos de Revolución y compilación de Revolución Francesa

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PROVINCIA DE BUENOS AIRES DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR

INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Nº 34 “PROF. HÉCTOR J. MEDICI” CARRERA: PROFESORADO DE TERCER CICLO DE LA EGB Y DE LA EDUCACIÓN POLIMODAL EN HISTORIA CON TRAYECTO EN CIENCIAS SOCIALES. ESPACIO CURRICULAR: HISTORIA MUNDIAL (SIGLO XIX) CURSO: TERCER AÑO CICLO LECTIVO: 2015 CANTIDAD DE HORAS SEMANALES: 3 HORAS PROFESOR: FERNANDO ESTEBAN CÓRDOBA

Una aproximación a la Teoría de las Revoluciones

En esta etapa histórica signada por la barbarie, la descomposición de los Estados-

Nación, fundamentalismos de toda clase, que comprende a los grupos islámicos como

católicos y judaicos; el tratamiento de las revoluciones es de vital importancia en el

estudio de las ciencias sociales debido a los debates que se producen en torno a la

temática señalada.

Theda Skocpol considera a las revoluciones en su carácter de sociales y las

identifica, al mismo tiempo, como transformadoras de las estructuras económicas.

“Las revoluciones sociales son transformaciones rápidas y fundamentales de

la situación de una sociedad y de sus estructuras de clase; van acompañadas y en

parte son llevadas por las revueltas, basadas en las clases, iniciadas desde abajo. Y

estos cambios ocurren mediante intensos conflictos sociopolíticos, en que las

luchas de clase desempeñan un papel primordial”1

Esta autora plantea el origen de las revoluciones: estas surgen de cambios en las

estructuras de Estado y de clase. Asimismo es importante tener en cuenta los marcos de

referencia fundamentales utilizados por Skocpol para el estudio comparado de las

1 Skocpol, Theda; Los Estados y las revoluciones sociales. Un análisis comparativo de Francia,

Rusia y China; Fondo de Cultura Económica; 1984; Pagina 21.

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revoluciones: Perspectiva estructural, contexto histórico mundial, y autonomía del Estado.

Por su parte Julián Casanova en su intento de diferenciarse del anterior autor en lo

que respecta a las contradicciones internas que dan origen a las revoluciones, sino que

estas son ocasionadas por factores macro estructurales que abarcan tanto el sistema

económico como el aspecto político en lo que concierne a los Estados nacionales.

“...En realidad todas las revoluciones sociales modernas deben ser

examinadas en relación estrecha, por lo que a sus causas y logros se refiere, con la

expansión desigual del sistema económico capitalista y la formación del Estado-

nación en el ámbito internacional...”2

Charles Tilly, por su parte, en su explicación acerca de lo que son las revoluciones

introduce la noción de poder dual elaborada por León Trosky. Afirma que las revoluciones

son el resultado de procesos de lucha entre bloques de poder que se enfrentan en pos del

control de Estado ante una sociedad dividida que apoya a una/s o a otra/s fracción/es.

Estos bloques están formados por coaliciones de clases.

José Pablo Feinmann plantea una visión totalitaria de las revoluciones en tanto

estas surjan de la violencia misma:

“Ante un sistema de tal violencia, ante un sistema que surge y se sostiene

como violento en totalidad solo cabe responder con una violencia también

totalizadora, que niegue la totalidad de ese sistema y proponga otro que lo

reemplace integralmente: he aquí la idea de revolución...”3

En los últimos años creció una visión post marxista acerca de las revoluciones,

John Holloway es uno de sus últimos exponentes. En su tesis numero 12 sobre el anti-

poder este autor afirma la incertidumbre de la revolución a pesar de su urgencia. Veamos:

“Las teorías marxistas ortodoxas buscaron captar la certidumbre al lado de la

revolución con el argumento de que el desarrollo histórico conducía

inevitablemente a la creación de una sociedad comunista. Este intento era

fundamentalmente erróneo, ya que no puede haber ninguna certeza en la creación

2 Casanova, Julián; “Revoluciones sin Revolucionarios: Theda Skocpol y su análisis histórico comparativo”

en Revista Zona Abierta 41-42; Madrid; Octubre 1986-Marzo de 1987; Pagina 88. 3 Feinmann, José Pablo; La sangre derramada: Ensayo sobre la violencia política; Ariel; Buenos Aires;

1999; Paginas 340-341.

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de una sociedad auto-determinante. La certeza solo puede estar por el lado de la

dominación. La certeza se puede encontrar en la homogenización del tiempo, en la

congelación del hacer en ser. La auto-determinación es inherentemente incierta. La

muerte de las viejas certezas es una liberación.

Por las mismas razones, la revolución no se puede entender como una

respuesta, sino solo como una pregunta, como una explicación de la realización de

la dignidad. Preguntando caminamos”4

Mouffe y Laclau plantean la superación de la democracia liberal por una revolución

democrática radical capaz de aglutinar a los movimientos sociales superadores de la

clase obrera como único agente revolucionario de la historia. Una democracia radical que

abarque desde los movimientos ecologistas, hasta los movimientos de mujeres,

indigenistas, antiglobalizadores, etc. 5

Por ultimo, cabe mencionar a Richard Pipes, quien se opone a las interpretaciones

socioeconómicas de las revoluciones y va mas allá todavía, ya que plantea que las

revoluciones no deben ser comprendidas ni explicadas sino que denunciadas y

condenadas. Pipes rechaza toda interpretación histórica al respecto.

1.1 Violencia política y acciones colectivas. Terrorismo

No se puede entender el problema de la violencia política sin conceptuar a la

política como la organización y aplicación sistemática de determinadas relaciones de

poder, como la articulación de un conjunto de medios para la consecución y la

preservación de este. La política organiza el poder, le otorga forma estatal y viabiliza un

proyecto socioeconómico de clase. En este marco, la violencia es parte activa de la

estructura social, no es solo un instrumento o medio de lucha, sino sobre todo un modo de

conflicto.

El surgimiento de la violencia política esta estrechamente relacionado al desarrollo

de la propiedad privada, y es solo en le transcurso de la consolidación histórica de esta,

que la violencia se transforma en manifestación especifica de poder social.

A su vez, el principal organizador y concentrador de la violencia estructural es el

Estado, de manera que cualquier intento por legitimar y justificar la violencia ejercida por

4 Holloway, John; Holloway, John; Doce tesis sobre anti-poder (Traducción española en Edgardo Fontana

y otros, compiladores: Contrapoder. Una introducción; Colectivo Situaciones; Buenos Aires; 2001; Paginas 5 y 6.

5 Laclau, Ernesto; Mouffe, Chantal; Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia; México; Siglo XXI; 1987

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la clase en el poder, pasa por legitimar el Estado.

Lenin plantea la violencia política como moralmente valida y políticamente viable:

“Nosotros nos proponemos como meta final la destrucción del estado, es

decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia contra los

hombres en general. No esperamos el advenimiento de un orden social en el que no

se acata el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría. Pero, aspirando

al socialismo, estamos persuadidos de que este se convertirá gradualmente en

comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda necesidad de violencia sobre

los hombres en general, toda necesidad de subordinación de unos hombres a otros

de una parte de la población y ora, pues los hombres se habituaran a observar as

reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación”6

Es importante introducir el eje de la manipulación en las revoluciones y sobre la

concepción de que fueron hechas por minorías. La escuela revisionista de la Revolución

Rusa plantea que la revolución es hecha por perversos manipuladores, siendo Lenin un

cobarde que vivía escondido mientras otros camaradas suyos cumplían sus órdenes.

Alberto Caturelli y Enrique Díaz Araujo afirman:

“Las revoluciones son el producto de minorías llenas de fe y de audacia, y las

situaciones más desesperadas pueden ser trastocadas por la voluntad férrea de

otras minorías, capaces en un primer momento de resistir a la corriente, para

remontarla luego”7

Caturelli, Alberto; Díaz Araujo, Enrique; Freire y Marcuse: Los teóricos de la subversión; Ediciones

Mikael; Entre Ríos; 1977; pp. 7 – 8.

Charles Tilly propugna explícitamente la idea de acción colectiva por parte de los

sectores enfrentados por conseguir la soberanía política sobre cierta población. Esta

población se encuentra en una situación pasiva cuando los bloques se disputan el poder

político. Ello lleva a concluir que habría cierta inconsciencia en las masas, por ello

aceptarían al bloque triunfante.

A propósito de este tema, Gustavo Le Bon caracteriza a las muchedumbres de la

siguiente manera:

6 Lenin; V. I.; El Estado y la Revolución; Planeta; Barcelona; 1996; Página 120. 7 Caturelli, Alberto; Díaz Araujo, Enrique; Freire y Marcuse: Los teóricos de la subversión; Ediciones Mikael; Entre

Ríos; pp. 7 - 8.

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“Es de observar que entre los caracteres especiales de las muchedumbres

hay muchos, tales como la impulsibilidad, la irritabilidad, la incapacidad para

razonar, la ausencia de juicio y de espíritu critico, la exageración de sentimientos y

otros muchos que se observan igualmente en los seres que pertenecen a formas

inferiores de evolución, tales como la mujer, el salvaje o el niño...”8

En cuanto a las acciones colectivas, Hobsbawm escribe:

“...La historia la hacen las acciones de los hombres y sus elecciones son

conscientes y pueden ser significativas... En consecuencia, las teorías que ponen

énfasis excesivo en los elementos voluntaristas o subjetivos de las revoluciones

han de ser consideradas con cautela...”9

En el área de la investigación histórica Pierre Vilar adjudica a las masas actuantes

en la dinámica de las estructuras una relación vincular con el papel desarrollado en los

acontecimientos por parte de los individuos.10

“Como marxistas jamás hemos sido partidarios del formalismo democrático.

En una sociedad dividida por razón de clase, las instituciones democráticas, lejos

de anular la lucha de unas clases contra otras, no hacen sino dar a los intereses de

esas clases una forma imperfecta de expresión. Las clases pudientes tienen

siempre a su disposición millares de medios para alterar y adulterar la voluntad de

las clases laboriosas. En tiempos de revolución, las instituciones democráticas son

todavía menos adecuadas para servir de expresión a las luchas de clases, Marx

llamo a la Revolución la locomotora de la historia…”11

La sociedad sin clases significa también el fin de la violencia. Si se examina la

historia, en la mayoría de los casos una clase sube tras derrocar violentamente a otra

clase. Es un realismo político.

Es interesante leer a autores como Ernst Nolte porque sitúa a la Revolución Rusa

8 Le Bon, Gustavo; Len Bon: Gustavo; Psicología de las multitudes; Albatros; Buenos Aires; 1993;

Capitulo II; Pagina 40. 9 Hobsbawm, Eric John; “Las revoluciones” en Porter, Roy; Trich, Mikulas; La revolución en la historia;

Critica; Barcelona; 1990; Capitulo 1; Pagina 27

10 Vilar Pierre; Iniciación al vocabulario del análisis histórico; Critica; Barcelona; 1982; Pagina 47. 11 Op. Cit.; Capitulo XXX; Pagina 222.

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en el ciclo de las guerras civiles europeas, y carátula la toma del poder por parte del

bolchevismo como delincuente e ilegal, mirando para el otro lado en cuanto a admitir los

crímenes del nazismo. Asimismo Nolte afirma también la tesis acerca de la existencia de

una minoría provocadora en los acontecimientos de Noviembre de 1917. Explicita:

“…Ni en 1789 ni en 1793 se produjo algo semejante al argumento de los

enemigos de la revolución de que había sido puesta en marcha por un pequeño

grupo con características externas fácilmente reconocibles: los judíos”12

12 Nolte, Ernst; Después del comunismo; Ariel; Barcelona; 1995; Paginas 58-59.

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LOS JACOBINOS: HISTORIA Y PROYECTO POLÍTICO “¡Honor y Gloria Eterna a los Jacobinos! 13

Riesco, Manuel (Centro De Estudios Para

Una Nueva Izquierda)14

Los que hacen saltar la historia hacia adelante no dejan de llevar, de contrabando

entremedio de sus banderas revolucionarias, algunas añejas pancartas. Los clásicos

sans-culottes parisinos, sin ir más lejos, cortaron la cabeza del rey añorando al mismo

tiempo la implantación de una "tasación general", es decir, una fijación de los "beneficios

de la industria, los salarios del trabajo y los márgenes del comercio"15, vieja política

utilizada por los mismos reyes para obtener el apoyo del pueblo contra la burguesía en

tiempos difíciles. Asimismo, las viejas mentalidades campesinas, las ideas de las

corporaciones gremiales, o las concepciones proteccionistas de la burguesía, todas ellas

más o menos antimercantiles, opresivas y conservadoras, han impregnado el ideario de

las masas populares que realizaron todas las revoluciones en nuestro siglo. A pesar de

ello, sin embargo, todas estas revoluciones han procedido sin titubeos a realizar las

reformas económicas y políticas decisivas que han abierto paso a la modernidad en todo

el mundo.

Así como muchas veces los revolucionarios hacen lo que hay que hacer a pesar de

estar inspirados, parcialmente, en programas que fueron adecuados para situaciones del

pasado y que ya no lo son y otros que no van a ser nunca adecuados para ninguna

situación, también actúan movidos por ideas justas, pero cuyo tiempo aún no ha llegado.

¡Lo importante es que son ideas que los estimulan a actuar para hacer las

transformaciones objetivamente necesarias!

Hoy aparece más claro, por ejemplo, que las ideas ilustradas que inspiraron a los

héroes de la independencia de América Latina parecen haber estado también adelantadas

al proceso que en verdad realizaron : "el tremendo hecho de que en siglo de la

independencia de las repúblicas latinoamericanas se produjo en grandísima escala, como

no lo había habido antes desde México hasta Chile, la inquilinización del campesinado

13 Riesco, Manuel; “¡Honor y Gloria Eterna a los Jacobinos!” en (Centro De Estudios Para Una Nueva

Izquierda), http:// www.cep.cl/Cenda/Cen_Documentos/ Pub_MR/Ensayos/ Jacobinos.doc 14 Manuel Riesco es chileno, nacido el 29 de octubre de 1947. Es ingeniero civil industrial, magíster en

economía, de la Universidad de Chile y cursó estudios de doctorado en economía política en el Instituto de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de la URSS. Cfr. http://www.eumed.net/ economistas/06/riesco.htm

15 Soboul, Albert; La Revolución Francesa; Crítica, Barcelona, 1987; p. 127.

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indígena porque se "repartieron" las tierras de las comunidades indígenas. De la división y

subdivisión de las tierras de las comunidades indígenas resultó no la propiedad del indio

campesino, sino resultó el latifundio" 16.

Es posible que otro tanto haya ocurrido con el marxismo, cuyo desarrollo se hizo

aséptico durante este siglo, al alejarlo de la economía y la política el monopolio que en

este terreno asumió el movimiento comunista, subordinándolo a su táctica, y reduciéndolo

casi exclusivamente a los ámbitos de la cultura. Nada parece impedir que la enjundiosa

vertiente teórica que ofrece el marxismo para la crítica y superación del capitalismo sea

redescubierta con renovado interés por quiénes se planteen, ahora sí en verdad, este

problema.

¡Honor y Gloria Eterna a los Jacobinos!

Cuando se haga la tipología de las transiciones a la modernidad capitalista a que

hemos aludido antes, es probable también que las etapas clásicas de la transición

francesa sean las utilizadas para periodizar el desarrollo del modelo general.

Al menos, dichas etapas clásicas parecen estar también presentes a grandes

rasgos en las "vías espartanas" de transición al capitalismo, de este siglo. Es así como la

etapa de "Revolución Burguesa Y Movimiento Popular" de la Revolución Francesa (1789-

1792) 17 encuentra su correlato en la Kerenskiada Rusa. La etapa de "Gobierno

Revolucionario Y Movimiento Popular" de la Revolución Francesa (agosto 1792-mayo

1795) tiene su homólogo más o menos evidente en Rusia en el período que va desde el

Octubre Rojo hasta la instalación de la NEP. La etapa de "República Burguesa Y

Consolidación Social" o Termidoriana de la Revolución Francesa (1795-1799) pudiera

tener ciertas analogías con el período que va desde la muerte de Lenin a la consolidación

del poder de Stalin, el año 1929, en la URSS. Ciertamente el período Bonapartista (1799-

1815) tiene evidentes paralelos con el período de Stalin. Y suma y sigue.

De paso, nadie que haya leído "El 18 Brumario de Luís Bonaparte", de Marx, dejará

de notar ciertos rasgos del período allí estudiado que parecieran prefigurar los regímenes

fascistas del siglo siguiente. Ojala que Rusia, en su tránsito a la modernidad, no repita el

ejemplo de Alemania e Italia y evite a la humanidad el drama de un 18 Brumario del señor

Zhirinovsky. Alguna esperanza respecto a que el fascismo no constituya una fase

inevitable en estas transiciones parecen ofrecer las naciones que, además, las iniciaron

16 Lipschutz, Alejandro; "El movimiento Indigenista y La Reestructuración Cultural Americana"; América

indígena, vol XII, Nº 4, octubre de 1953. 17 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa: Cuadros Cronológicos”, Crítica, Barcelona, 1987; p. 425-463.

Las etapas de la Revolución Francesa que se presentan han sido tomadas de esta fuente.

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más de un siglo antes que nadie : los holandeses y los ingleses, cuyas revoluciones del

siglo XVII en verdad abrieron el camino cuya cima se alcanza en medio de las

convulsiones de los días que vivimos.

El juego de establecer tipologías es muy arriesgado - por cada parecido pueden

siempre encontrarse varias diferencias; además, no se trata de establecer semejanzas,

sino de identificar los elementos de salto generales, en el sentido de "generadores" - y

ciertamente no ha llegado aún el momento de hacer éstas. Queda mucho que ver todavía

respecto a como se desenvuelven los procesos que actualmente afectan a los ex paises

socialistas.

Por otra parte, son muchos más los elementos de análisis que se requiere poner en

juego, además del asunto básico de la transición a la modernidad, como determinantes de

estos procesos. Uno no menor, desde luego, es la geopolítica de los intereses nacionales,

lo que requiere de otros acercamientos al tema que no tienen nada que ver con la

economía política, que es el que adopta este autor.

Interesa destacar por ahora, sin embargo, que la burguesía en la transición clásica

de Francia, recién asienta definitivamente su gobierno directo en 1830, curiosamente bajo

la forma de una monarquía constitucional. Antes de ello, con el fin de vencer la resistencia

aristocrática "…la burguesía tuvo que resignarse a la alianza popular … consintió en la

instauración de la dictadura napoleónica" 18.

Es decir, en la transición clásica a la modernidad, existe un período de al menos 40

años durante el cual el carácter burgués de la misma queda más o menos oculto debido a

que son otros actores, el pueblo y la burocracia usurpadora del poder, quiénes

representan los roles protagónicos. No es de asombrarse, entonces, que en las

revoluciones socialistas de este siglo el protagonismo de estos mismos actores, durante

70 años en Rusia y 40 años en China, hayan obscurecido casi totalmente el verdadero

carácter de dichos procesos.

No es este el espacio ni el autor que se interesen en relevar el papel y los logros

que cupo a las burocracias civiles y militares que usurparon el poder en determinadas

fases de estos procesos. Ya los dictadores que usualmente las encabezaron se

presentaron en vida como "líderes esclarecidos de todos los pueblos del mundo", se

cubrieron a sí mismos de todos los honores y privilegios, en la misma medida que

aplastaban a sus pueblos y no pocas veces a sus vecinos con mano de hierro. En casos

excepcionales, estos napoleones fueron trágicos líderes ilustrados, con una historia de

jacobinismo previo. Otras veces, sin embargo, las gemas de su collar de gobernantes

18 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 117.

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parecen haber sido la astucia, la ambición, la traición y la falta de escrúpulos, pero ante

todo la brutalidad. Poco después de muertos, si la justicia no les llegó antes, cuando la

gente los cambia al cementerio que se merecen, es generalmente a una tumba más chica

que la que ellos mismos se construyeron.

Sí interesa, en cambio, destacar el rol decisivo del actor popular, de la gente

sencilla, que cuando fue convocada por la historia, en todos y cada uno de estos procesos

de tránsito a la modernidad, irrumpió masivamente en la escena metiendo cuchillo a fondo

para cortar, generalmente por lo sano, lo podrido y despejar así el paso a la criatura que

nacía.

Porque cuando hubo cosas que realizar, no fueron los satisfechos quiénes

resolvieron que había llegado el tiempo de cambiar. Fueron siempre los descontentos. Los

hambrientos de justicia y de todo. La gente común y corriente. Los jóvenes de todas las

edades. Los bienaventurados. Los de abajo.

El protagonismo popular en los procesos de transición a la modernidad no es cosa

de un sólo momento. En ninguno de estos procesos el primer plano del pueblo se reduce

a una sola Toma de Bastilla, un sólo Asalto Al Palacio de Invierno. En el caso de la

transición clásica, hay por lo menos tres momentos en que la voz de mando que se

escucha proviene de los de abajo: la de Robespierre, la de los revolucionarios de 1848 y

ciertamente la de los Comuneros de 1871. Es posible que ahora, a la vista de los

acontecimientos del fin de siglo, el Asalto Al Cielo no sea caracterizado ya por los hijos del

viejo Marx y del viejo Lenin como la primera de las revoluciones proletarias. Quizás en un

análisis mucho más complejo del proceso de transición a la modernidad capitalista en

todo el mundo, dicho momento heroico sea visto como una irrupción popular necesaria

para que el proceso mismo avanzara de una a otra de sus propias fases.

En la transición a la modernidad, el pueblo aportó la mayor cuota de sufrimientos y

soportó las mayores privaciones, nunca alcanzó privilegio alguno y terminó más o menos

tan necesitado como siempre, aunque es cierto que conquistó su libertad en muchos

aspectos muy importantes.

Sus jefes, revolucionarios auténticos, generalmente terminaron sintiendo deslizar

sobre sus cuellos la misma guillotina con que cortaron la cabeza a la vieja sociedad.

Los sans-culottes parisinos, como los 662 Vencedores, supervivientes de la Toma

de La Bastilla el 14 de Julio de 1789, lejos de ser "la hez de la sociedad", como se los ha

querido presentar, eran en su mayoría, casi dos tercios del conjunto, "personas de oficios,

artesanos y obreros…pertenecientes a una treintena de oficios (en primera fila los de la

madera, 49 carpinteros y 48 ebanistas, luego 41 cerrajeros, 28 zapateros…).

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Aproximadamente una cuarta parte se relacionaba esencialmente con el pequeño

comercio, con las tiendas(21 tenderos, 11 mercaderes de vino, 3 cabareteros…). Los

asalariados, difícilmente identificables a través del vocabulario de la época …, aparecen

en clara minoría: 150 aproximadamente (de ellos 25 mozos de cuerda, porteadores,

identificables con toda seguridad). Una sola mujer: Marie Charpentier, mujer de Hanserne,

lavandera de la parroquia de Saint -Hipolite en el barrio de Saint-Marcel" 19.

Los sans-culottes predominaron en estas jornadas, "pero también participaron en

las jornadas pequeños grupos de "burgueses", rentistas, miembros de las profesiones

liberales…las mujeres desempeñaron también un papel particularmente importante con

motivo de la marcha sobre Versalles, en las algaradas a causa de las subsistencias y en

los saqueos de 1792 y 1793, en las jornadas de Pradial"20

Es probable que una relación de los Guardias Rojos que asaltaron el Palacio de

Invierno en San Petersburgo, en Octubre del 17, no entregue resultados muy diferentes

en cuanto a su origen social, aún cuando es probable que el mayor desarrollo relativo de

la industria capitalista en la Rusia de entonces aportara un destacamento obrero algo mas

significativo.

Los campesinos, "fuese cual fuese la importancia y la eficacia del movimiento

revolucionario de las masas urbanas, la revolución burguesa no se hubiese impuesto si

las masas campesinas, la inmensa mayoría de la nación, no hubiera entrado, a su vez,

en la Revolución…Si bien es cierto que las masas parisinas desempeñaron un papel

esencial desde el 14 de julio hasta las jornadas de octubre de 1989, luego a partir de la

primavera de 1792, fue sin duda la revuelta campesina la que, en el intervalo, impulsó a la

revolución hacia adelante" 21.

¿No parece bastar un cambio de fechas para que el párrafo anterior sea

enteramente aplicable a los campesinos rusos?

Los Jacobinos, Marat, Danton, Saint-Just…Robespierre, los revolucionarios que se

apoyaron en el pueblo y condujeron su sublevación. Desde 1792 hasta el 9 de termidor

del año II (27 de julio de 1794) dominaron la escena revolucionaria. Se liquidaron unos a

otros y fueron guillotinados todos ellos el 10 de termidor del año II.

En el intertanto condujeron el gobierno revolucionario, hicieron rodar las cabezas

del rey, de la reina y del feudalismo, abolieron la esclavitud en las colonias, derrotaron la

intervención de todas las potencias de la época. Crearon la República Francesa "una e

indivisible" y la dotaron de un registro civil, una ley de divorcio, un nuevo calendario, la

19 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 225. 20 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 229. 21 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 274.

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educación primaria obligatoria y gratuita, el Conservatorio Nacional de las Artes y Oficios y

la Ecóle Normale Superieur. Legaron al mundo una nueva era, La Marsellesa y el sistema

métrico decimal.

Al hablar de los revolucionarios franceses no se puede dejar de mencionar a los

militantes, que dirigían las actividades populares en los campos y en los barrios de París y

a los Conjurados de la Igualdad de Babeuf, "quién al perecer en el cadalso de la plaza de

Vendôme había contribuido a abrir las puertas del porvenir"22, pero son ciertamente los

jacobinos quiénes representan en la gesta clásica la voluntad humana de transformar al

mundo en su expresión más elevada.

BIBLIOGRAFÍA del trabajo ampliado

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