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i COOPERATIVISMO, PROMOCIÓN RELIGIOSA Y CRISIS POLÍTICA EN EL ESTADO LARA EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS 60 Por: NELSON FREITEZ AMARO TRABAJO DE ASCENSO PRESENTADO PARA OPTAR A LA CATEGORÍA DE PROFESOR AGREGADO EN EL ESCALAFÓN DEL PERSONAL DOCENTE Y DE INVESTIGACIÓN UNIVERSIDAD CENTROOCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO” DECANATO DE ADMINISTRACIÓN Y CONTADURÍA

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COOPERATIVISMO, PROMOCIÓN RELIGIOSA Y CRISIS POLÍTICA EN EL ESTADO LARA EN LA DÉCADA DE LOS

AÑOS 60

Por:

NELSON FREITEZ AMARO

TRABAJO DE ASCENSO PRESENTADO PARA OPTAR A LA CATEGORÍA DE PROFESOR AGREGADO EN EL ESCALAFÓN DEL PERSONAL DOCENTE Y DE INVESTIGACIÓN

UNIVERSIDAD CENTROOCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO” DECANATO DE ADMINISTRACIÓN Y CONTADURÍA

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Barquisimeto, Enero 2006 COOPERATIVISMO, PROMOCIÓN RELIGIOSA Y CRISIS POLÍTICA EN EL ESTADO LARA EN LA DÉCADA DE LOS

AÑOS 60

NELSON FREITEZ AMARO

UNIVERSIDAD CENTROOCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO” DECANATO DE ADMINISTRACIÓN Y CONTADURÍA

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Barquisimeto, Enero 2006 INDICE GENERAL DE CONTENIDO

Capítulo Pág. RESUMEN________________________________________________________1

INTRODUCCIÓN__________________________________________________ 2

I. EL PROBLEMA _________________________________________________3

A. Planteamiento del Problema de investigación_________________________3

B. Justificación y alcances__________________________________________4

C. Objetivos_____________________________________________________6

II. ENFOQUE METODOLÓGICO_____________________________________6

III. ENCUADRE CONCEPTUAL: SOBRE EL CARÁCTER Y FINALIDAD DEL COOPERATIVISMO EN SOCIEDADES CAPITALISTAS EN CRISIS Y TRANSICIÓN____________________________________________________8 IV. CONTEXTO DE SURGIMIENTO DEL COOPERATIVISMO LARENSE EN LOS AÑOS 60__________________________________________________12

1. La población de Lara en los años 60: crecimiento y concentración urbana_________________________________________________________12

2. La economía de la entidad: industrialización incipiente y predominio del sector terciario______________________________________14 3. Condiciones de vida de la población larense: bajos ingresos,

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necesidades insatisfechas y amplia exclusión social_____________________19

4. La naturaleza y el alcance de la conflictividad sociopolítica_____________22

5. Algunos rasgos socioculturales de la población favorecedores de la cooperación________________________________________________26

V. LAS FUENTES DE PROMOCIÓN Y ALCANCES DEL COOPERATIVISMO VENEZOLANO Y LARENSE EN LOS AÑOS 60_______29

1. Algunas orientaciones básicas, fuentes de promoción y alcances del cooperativismo venezolano en el período____________________________29 2. El cooperativismo en Lara y el papel del Clero en su promoción y acompañamiento__________________________________33 3. Valoración y significación del Cooperativismo gestado en Lara en los años 60____________________________________________________40 VI. CONSIDERACIONES FINALES____________________________________44 BIBLIOGRAFÍA____________________________________________________46

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COOPERATIVISMO, PROMOCIÓN RELIGIOSA Y CRISIS POLÍTICA EN EL ESTADO LARA EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS 60

Autor: Nelson Freitez Amaro

RESUMEN

La investigación que se presenta se propuso analizar las condiciones de surgimiento, las orientaciones iniciales y los alcances del cooperativismo que emergió en el estado Lara desde comienzos de los años 60 del siglo pasado, en el contexto de un conjunto de factores económicos, políticos y sociales que condicionaron la elevada conflictividad social y política que vivió la entidad en el período. A tal fin, se asume una perspectiva de análisis sociohistórico con el objeto de construir un marco contextual significativo para la comprensión de los propósitos y características de las organizaciones cooperativas originadas y desarrolladas en el lapso señalado. Se trata fundamentalmente de una investigación cualitativa de carácter documental, complementada con entrevistas en profundidad a actores participantes en los procesos estudiados. Al respecto, se utilizó ampliamente la documentación producida por las fuentes de promoción del cooperativismo en la entidad.

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INTRODUCCIÓN La crisis y agotamiento de los modelos de desarrollo implantados en América Latina y, en particular, en Venezuela desde mediados del siglo XX, ha puesto de manifiesto la perentoria necesidad de diseñar alternativas que ofrezcan respuestas a las crónicas situaciones de desocupación, exclusión social y pobreza de nuestras sociedades. Además ha evidenciado el requerimiento para hacer viable la gobernabilidad de nuestros países que tales opciones logren conjugar la inclusión socioeconómica con la participación sociopolítica, sobre todo de la población más pobre. Recurrentemente tanto en los años 60 como en la actualidad, se ha propuesto el cooperativismo como una vía para el logro de los propósitos señalados. El carácter asociativo que define a estas organizaciones, unido a su modelo de gestión democrático basado en la participación y la solidaridad –establecido en sus principios y valores universalmente difundidos-, ha despertado simpatía en diferentes partes del mundo desde las primeras décadas del siglo XIX. Igualmente ha estimulado intensos debates sobre sus verdaderos propósitos y los alcances que pudiese lograr en la solución de los seculares problemas de la población trabajadora y en la transformación global de la sociedad. En el estado Lara desde comienzos de la década de los años 60 se produjo un interesante proceso de creación y expansión de cooperativas, que visto en perspectiva histórica, resultó de gran significación para contribuir a generar las bases del vigoroso movimiento cooperativo que existe en la actualidad. El estudio de tales procesos puede permitir la comprensión del origen de las posibles particularidades del cooperativismo en la entidad y los verdaderos alcances que estas organizaciones alcanzaron en ese período. Lo cual será útil para situar las expectativas sobre sus posibilidades de desarrollo en el presente y futuro de nuestra sociedad. La década en la que se generó y expandió el cooperativismo objeto de esta investigación, constituye uno de los períodos en la vida del país y de la entidad de mayor convulsión social y política, planteándose incluso la lucha armada como vía para la conquista del poder político por parte de sectores de la izquierda venezolana. El estado Lara fue uno de los escenarios principales de tales luchas. La propuesta cooperativista que se desarrolló en el período se analiza en tal contexto a objeto de entender las condiciones objetivas de la realidad en la que surge así como sus propósitos y motivaciones reales. De forma de establecer sus alcances y el papel que cumplió en el escenario de conflictividad social y política que vivió la entidad. El documento se compone de cuatro partes. En la primera, se incluye el planteamiento del problema de investigación, su justificación, alcances, objetivos y metodología. Una segunda parte, contiene referentes conceptuales sobre el cooperativismo. La tercera sección incorpora el contexto de surgimiento y expansión del cooperativismo en el período. El cuarto capítulo aborda la descripción y análisis del cooperativismo venezolano y larense en particular, haciendo especial énfasis en el examen de sus fuentes de promoción y acompañamiento. Y una última parte referida a las consideraciones finales del estudio.

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I. EL PROBLEMA A. Planteamiento del Problema de Investigación La significación y alcances del cooperativismo, como iniciativa de la población trabajadora para enfrentar sus múltiples y diversas necesidades insatisfechas, ha sido objeto de agudas controversias desde su surgimiento en Europa en las primeras décadas del siglo XIX. Sus propósitos y características en distintos países en diferentes épocas, ha respondido a diferentes concepciones ideológicas, al contexto histórico-social en el cual ha surgido y a las orientaciones e iniciativas de las agrupaciones que lo han promovido. La mayor complejidad que presenta la comprensión de los objetivos y las dimensiones del cooperativismo, tiene que ver con su naturaleza histórica de asociación voluntaria, solidaria y democrática de población trabajadora, que surge y se busca desarrollar en el marco de sociedades capitalistas cuya esencia es la acumulación de capital y la competencia, lo cual le establece determinados límites al desarrollo cooperativo y le genera un conjunto de exigencias y contradicciones. En América Latina, donde el cooperativismo data de fines del siglo XIX promovido por inmigrantes europeos que lo habían conocido y practicado en sus países de origen, tales complejidades se exacerban. Salvando las particularidades nacionales, nuestros países presentan severos procesos de exclusión socioeconómica y política de la mayoría de su población, derivados de las limitaciones estructurales de su economía y del carácter de su inserción en la economía capitalista mundial. Concatenado con tales procesos se generan históricamente agudos cuadros de conflictividad social y crisis políticas que afectan la estabilidad y gobernabilidad de tales sociedades. En tales escenarios debe estudiarse las razones, motivaciones y alcances de las propuestas de promoción del cooperativismo.

En Venezuela, donde las primeras manifestaciones del cooperativismo surgen a comienzos del siglo XX, no será sino hasta el período posterior a la caída del régimen dictatorial de Pérez Jiménez que estas organizaciones alcancen una determinada expansión y desarrollo. Destaca la década de los años 60 del siglo pasado por que en el transcurso de la misma se generaron importantes iniciativas de promoción y expansión del cooperativismo, en medio de un cuadro económico recesivo, un acumulado deterioro de las condiciones sociales de vida de una gran mayoría de la población y de elevadas expectativas de cambio social y político producidas por la caída de la dictadura.

El estado Lara fue uno de los principales escenarios en el país, tanto de la

conflictividad social y política que se produjo como resultado del contexto en referencia así como de los esfuerzos de promoción cooperativa. La valoración de los propósitos y alcances del cooperativismo que se auspició en la entidad en el período señalado, presenta la complejidad que se deriva de la comprensión de de los intereses y concepciones ideológicas que privaron entre el conjunto de actores sociales y políticos enfrentados en las luchas por la hegemonía política de la sociedad. Por

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ello, resulta indispensable para entender la naturaleza del cooperativismo promovido en Lara en esos años, ubicar en el contexto histórico-social prevaleciente en la época, el estudio de las orientaciones y objetivos que persiguieron, sobre todo, las instituciones y organizaciones sociales que lo promovieron y acompañaron en el transcurso de la década. Visto en perspectiva histórica, el cooperativismo larense llega a lograr en las décadas subsiguientes significativos grados de expansión e integración, lo cual en determinada medida puede guardar relación con los procesos de gestación y desarrollo que vivió en la década en estudio. Por ello, la investigación se propone conocer las condiciones de surgimiento, las orientaciones de los actores que lo impulsaron y los alcances que llega a lograr en el transcurso de una década particularmente violenta en la historia contemporánea de la entidad. B. Justificación y Alcances La valoración de la utilidad y pertinencia del estudio de los procesos de surgimiento y expansión inicial del cooperativismo en el estado Lara en los años 60, se puede apreciar considerando los siguientes argumentos: § El cooperativismo en los años 60 y, salvando las diferencias de contexto histórico,

también en la actualidad, se propuso como una de los opciones económicas y sociales que podrían contribuir a la superación de los graves problemas de desocupación y pobreza que sufría la población. Además se presentó como una forma válida de promover la participación y la incorporación social y política de los sectores populares en la producción y en las decisiones políticas. El estudio de sus orientaciones ideológicas, de las acciones de promoción y organización de cooperativas y de los alcances que lograron en la entidad en el período, puede ayudar a la comprensión tanto de los fundamentos de la acción cooperativa pasada y, en alguna medida, presente; como de los resultados que se lograron y que se pueden aspirar con las mismas.

§ El movimiento cooperativo del estado Lara es reconocidamente el de mayor

desarrollo actualmente en el país, con realizaciones significativas y constatables, marcando pautas por sus procesos de integración, sus innovaciones organizacionales y la asunción pionera de retos en áreas de actividad no tradicionales para el cooperativismo venezolano. El conocimiento del contexto y de sus dinámicas de origen y desarrollo inicial, puede ser de utilidad para la comprensión de las evoluciones que ha tenido en décadas posteriores y para apreciar sus especificidades como movimiento de carácter local y regional.

§ El período en estudio está signado por una fuerte confrontación entre una diversidad

de actores por la hegemonía política y por la dirección de la sociedad venezolana. Se buscaba imponer y estabilizar modelos de organización económica, social e institucional. El cooperativismo formó parte del conjunto de propuestas de organización y acción que se formularon como respuesta a las exigencias de la

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coyuntura. El estudio de las fuentes de inspiración y de los alcances en la implementación de la propuesta cooperativa, puede resultar de valía para entender el papel que desempeñaron los principales protagonistas de los complejos y conflictivos procesos sociales y políticos vividos en la entidad.

§ Una importante proporción de las cooperativas del estado Lara tienen sus raíces en

el período en referencia, tiempo en el cual se realizaron los esfuerzos fundacionales y se definieron las orientaciones que las pueden haber ‘marcado’ históricamente. El conocimiento de tales iniciativas y de los fundamentos ideológicos que las inspiraron y pautaron, puede contribuir a alcanzar una mejor interpretación del cooperativismo larense de las décadas siguientes.

Se escogió examinar la década de los años 60 por el carácter de encrucijada

histórica de los procesos sociales y políticos que se produjeron a raíz de la caída de la dictadura perezjimenista, generándose una coyuntura que condicionó el destino de la diversidad de objetivos y proyectos propuestos por distintos actores en la aguda lucha por la hegemonía política planteada en el período. El cooperativismo constituyó una de los proyectos que se plantearon, bajo determinados fundamentos y dinámicas de implantación, desempeñando un papel y logrando unos alcances que se examinan en la investigación. Diversos autores coinciden en ubicar los inicios de la década de los 60s como un período de ‘resurgimiento’ del cooperativismo en Venezuela, después de su casi total desaparición durante el período de la dictadura.

Un elemento que define a la década es la conflictividad social y política y la

posterior estabilización del sistema político. En ese marco se aspira analizar la emergencia y expansión del cooperativismo, examinando el papel que cumple en las dinámicas conflictivas del período, hasta el cierre de la década con la política de pacificación y con el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones.

La investigación aborda los procesos de surgimiento y desarrollo del

cooperativismo larense en el contexto nacional y regional, identificando y examinando las concepciones que lo orientan y los alcances que logra. Sin embargo, no se plantea realizar una evaluación de sus efectos o impactos, lo cual rebasaría los objetivos que tiene propuestos. Asimismo, se aspira ubicar las principales características que presentan en su conjunto las organizaciones cooperativas creadas y de sus formas de integración, más no se tiene previsto examinar sus dinámicas internas de organización, de dirección y de liderazgo, lo cual ameritaría otra investigación.

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C. Objetivos 1. Objetivo General Analizar las condiciones de surgimiento y los alcances del cooperativismo en el estado Lara en la década de los años 60, a la luz del contexto histórico-social en el que emerge, las orientaciones de los/las actores/as que lo promueven y los resultados que logró alcanzar en el período. 2. Objetivos específicos ü Caracterizar los principales factores económicos, sociales y políticos que influyen

en los procesos de surgimiento y expansión del cooperativismo en la entidad en el período.

ü Identificar las orientaciones ideológicas e iniciativas de las fuentes de promoción

del cooperativismo en la entidad durante el período. ü Analizar las principales características, resultados y alcances del cooperativismo en

el estado Lara en la década en referencia. II. ENFOQUE METODOLOGICO La investigación se corresponde con un estudio explicativo de los factores sociohistóricos que condicionaron y determinaron el surgimiento y desarrollo de las organizaciones cooperativas en el estado Lara en los años 60, considerando bajo tal marco el análisis de sus principales resultados y alcances. Se trató de identificar y examinar las factores económicos, políticos y sociales que influyeron en la emergencia del cooperativismo en la entidad en el período señalado, como contexto para abordar la explicación de las características del tipo de cooperativismo que se originó y expandió en la década. Este abordaje implicó ubicar el objeto de estudio en el contexto nacional y regional en el cual podía adquirir su significación más plena. El análisis de los elementos condicionantes y determinantes de las concepciones y acciones del cooperativismo en la entidad, se fundamentará en un enfoque materialista dialéctico, con el objeto de orientar la investigación histórica sobre las relaciones de producción y de poder presentes en una totalidad social delimitada espacialmente –el espacio político-territorial del estado Lara-, como marco para la comprensión de los procesos en estudio. Se trabajó con una perspectiva de análisis sociohistórico a objeto de lograr

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“…la reconstrucción, a través del tiempo, de las interacciones entre la producción material y todos los niveles de la actividad humana…no bajo todos sus aspectos sino por todos sus aspectos puestos en relación, emanando las lecciones precisamente de estas combinaciones en sus adquisiciones sucesivas” (Vilar, citado por Rojas, 1995).

Este tratamiento histórico y de totalidad del objeto de estudio permitirá trascender las visiones parciales y aparentes acerca de las cooperativas, para situarlas en el contexto de las relaciones generales de propiedad e intercambio que se producen en la sociedad y en el marco de las dinámicas de consenso y conflicto que se producen entre actores sociopolíticos. Es en tales escenarios donde se dirimen las pugnas por el predominio de las visiones ideológicas y los proyectos sociopolíticos entre diferentes actores de la sociedad. El cooperativismo representó uno de tales proyectos, por lo que su mejor comprensión exige un abordaje de esta naturaleza.

En este sentido, la investigación asumió el enfoque sociohistórico que permite examinar un fenómeno social –el cooperativismo- bajo una óptica de totalidad social, desarrollada a partir de su explicación con base en la interrelación de los principales factores económicos, sociales, políticos y culturales que condicionaron su surgimiento y desarrollo en un tiempo histórico determinado. La construcción explicativa del origen y expansión del cooperativismo en el estado Lara en los años 60, se hizo reconociendo el peso altamente condicionante de las formas de producción y distribución de los excedentes económicos y del poder, sobre las dinámicas de organización social y de valoración ideológica y sociocultural presentes en la población.

Tratándose de procesos históricos generados en décadas pasadas, se hizo una

reconstrucción histórico-contextual de tales factores, tratando de interrelacionar el contenido económico, político y sociocultural de los mismos, con los rasgos que adquirió el cooperativismo en la entidad como expresión ideológica y organizativa de formas de acción social que se originan y buscan objetivos en ese contexto determinado.

La investigación se dirigió al estudio de la cualidad del cooperativismo como

realidad histórica-social, de sus elementos esenciales, de sus articulaciones fundamentales, más que a una cuantificación de sus características, sus acciones o sus relaciones, aunque se presenta evidencias sobre la magnitud o proporción de sus principales actividades, resultados y alcances.

El estudio se sustentó principalmente en información documental sobre el contexto

nacional y regional y acerca del cooperativismo venezolano y larense. Se buscó y examinó documentación sobre el comportamiento demográfico de población de la entidad, en el marco de la composición y dinámica económica del período, identificando algunos de los principales rasgos de las condiciones de vida de su población y analizando los niveles de la conflictividad social y política reinantes.

El estudio del período examinado verificó la reducida producción editorial existente

sobre las organizaciones cooperativas, en particular en la década analizada; por lo que se

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trabajó exhaustivamente con la revisión de la documentación y de investigaciones generadas por autores vinculados a las dos fuentes primordiales de promoción del cooperativismo en el país desde mediados de los años 60 –Centro Gumilla y FUNDACOMUN-.

En tal sentido, se exploró hasta donde fue posible los centros de documentación del

Centro Gumilla en Barquisimeto y de CECOSESOLA, para recolectar documentos inéditos sobre sus proyectos y realizaciones.

La investigación se completó con entrevistas en profundidad realizadas a dos de los

sacerdotes jesuitas con mayor actividad en la promoción y acompañamiento del cooperativismo larense en el período examinado, e igualmente a una historiadora que ha investigado sobre la lucha armada en la entidad en el período -uno de los procesos sobre los que menos documentación se pudo conseguir, a pesar de su significación en la historia político-social de la entidad-.

III. ENCUADRE CONCEPTUAL: SOBRE EL CARÁCTER Y FINALIDAD DEL COOPERATIVISMO EN SOCIEDADES CAPITALISTAS EN CRISIS Y TRANSICIÓN. El debate sobre el carácter y el alcance del cooperativismo en relación a sus propósitos y posibilidades reales de transformación de las sociedades capitalistas, es de vieja data. Históricamente el cooperativismo surgió como una reacción de los/las trabajadores/as asalariados/as en el contexto de la revolución industrial en Europa, para la búsqueda de formas de compensación a sus necesidades básicas insatisfechas, las cuales se encontraban permanentemente irrealizadas debido a los significativos grados de explotación de su fuerza de trabajo (Constantini, 1973: 385). Durante la primera mitad del siglo XIX distintos grupos de trabajadores/as ensayaron experiencias cooperativas que además de buscar solución a sus problemas cotidianos, también aspiraban a la construcción de formas alternativas al modelo dominante de empresa basada en la propiedad privada de los medios de producción y de explotación capitalista de la fuerza de trabajo

En tales búsquedas diversos autores y corrientes del pensamiento se plantearon desde las primeras décadas del siglo XIX, ideas y propuestas teóricas y prácticas de organización de la producción y el comercio bajo distintas formas de cooperación, que permitieran a trabajadores/as compensar sus necesidades y también que superaran las injusticias y contradicciones del capitalismo. Tales procesos se desarrollaron en medio de un debate sobre los alcances globales de tales formas cooperativas de organización del trabajo y acerca de la profundidad de su cuestionamiento a la sociedad capitalista, evidenciándose la existencia de varias corrientes, aunque con predominio de las concepciones del liberalismo económico. En tal sentido, sostiene un reconocido historiador de las doctrinas cooperativas

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“En el pensamiento de casi todos los precursores del movimiento cooperativo moderno, dicho sistema se confunde con el preconizado por los pioneros de un nuevo orden basado en la socialización. El régimen cooperativo entronca, por tanto con el régimen socialista. Por otro lado, una parte de de los verdaderos fundadores del movimiento cooperativo moderno –especialmente en Alemania – eran los adeptos casi sin reserva al pensamiento económico liberal. Asimismo, los dirigentes marxistas del movimiento socialista consideraban la cooperación como una institución de acuerdo con los principios del liberalismo económico…” (Mladenatz, 1969: 153)

De tal manera corrientes liberales, cristianas y socialistas, que cuestionan de distintas formas y alcances al capitalismo y a sus efectos sobre la población trabajadora, discrepan acerca de sus visiones del cooperativismo en relación a sus intenciones y potencialidades transformadoras reales sobre la sociedad global. Al respecto se puede identificar, por lo menos, tres orientaciones que han predominando entre las concepciones sobre el papel y el alcance de las cooperativas en el cambio social (Corrales y Delgado, 1972: 24-29).

Una de las más difundidas ha sido la sostenida por la corriente marxista, que niega la viabilidad histórica de que el cooperativismo pueda cambiar estructuralmente a la sociedad capitalista, al no plantearse que la clase trabajadora conquiste el poder político que domina la sociedad y socialice la propiedad de los medios de producción. Es célebre el ensayo de Marx “Del socialismo utópico al socialismo científico”, en el cual alega que la expansión del cooperativismo constituye una forma ilusoria y utópica de edificación de formas de organización del trabajo humano bajo patrones igualitarios y democráticos, dado que éstas no se pueden sostener históricamente ya que se originan y buscan desarrollarse en el marco de relaciones de producción capitalistas basadas en la competencia y la acumulación del capital, las cuales le establecen sus verdaderos limites y posibilidades de desarrollo y expansión.

Otra de las concepciones importantes ha sido la que concede al cooperativismo un

sector económico-social para el desarrollo de su acción en la sociedad, expandiéndose fundamentalmente entre pequeñas unidades de producción artesanal y agrícola bajo formas solidarias y de cooperación, cuya extensión dependerá de las fuerzas económicas o políticas predominantes en la sociedad y de las cualidades de quienes participan en las mismas. De tal forma, esta corriente postula que la cooperación en el presente y en el futuro no llegará a constituir más que un sector de la economía y de la sociedad. Esta visión de “sector cooperativo” sostenida sobre todo por pensadores franceses como Fauquet, se formuló considerando el desarrollo que alcanzaban las cooperativas situadas fundamentalmente al comienzo y al final del proceso económico –en los sectores de la agricultura y el comercio- en tanto en las ‘zonas intermedias’ –industrias y transformación- la totalidad de empresas eran de carácter capitalista.

En un tercer enfoque sobre el cooperativismo se puede identificar la corriente de

quienes lo visualizan y postulan como una práctica social en sí misma sin ubicarla en un contexto general. El interés predominante de esta concepción está puesto en la eficacia que

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alcanza la acción cooperativa en la educación de valores y en la solución de problemas inmediatos de la población. Su aspiración fundamental es la búsqueda de resolución de los problemas de la población más necesitada desde iniciativas que logren ‘educar al pueblo’ y que generen respuestas efectivas a las tensiones y conflictos sociales, para evitar la violencia en la sociedad. En esta perspectiva destacan las orientaciones de sectores cristianos que preocupados por las graves perturbaciones e inequidades socioeconómicas generadas por la revolución industrial, se plantearon el cooperativismo como una opción válida para enfrentar los problemas de la población más pobre, sin considerar las causas estructurales productoras de las injusticias referidas.

Estas orientaciones son asumidas en el transcurso del siglo XX por la jerarquía de la

Iglesia Católica, en particular como propuesta frente a las situaciones de la postguerra en Europa, en función de la reconstrucción, del enfrentamiento a la pobreza y a los dramáticos cuadros de desocupación y exclusión social. De igual forma, constituye la fuente de inspiración para las propuestas de promoción del cooperativismo que sectores católicos difunden e implementan en América Latina desde finales de los años 50.

En el debate histórico acerca del sentido y la finalidad esencial del cooperativismo como solución viable y consistente a la situación de la población trabajadora, han gravitado interrogantes de fondo, tales como ¿El cooperativismo constituye una forma de organización del trabajo que, en la medida que se expande y articula, puede modificar sustantivamente las bases esenciales de la organización capitalista de la producción y del trabajo, creando las condiciones para una consistente y profunda transformación del sistema económico-social en su globalidad logrando justicia social, equidad y democratización de la economía? O por el contrario ¿representa una modalidad de coexistencia con el modelo dominante de producción capitalista que aunque le permite a segmentos de los/as trabajadores/as organizarse solidariamente para enfrentar algunas de sus necesidades básicas, termina por contribuir con la creación de condiciones de aceptación y preservación de un orden social estructuralmente inequitativo e injusto, favoreciendo su continuidad y permanencia, sin resolver a fondo los problemas fundamentales de la población trabajadora? Esta discusión estuvo intensamente presente en los finales de los años 50 y comienzos de la década de los años 60 en América Latina, en la cual ante la búsqueda e irrupción de modelos de sociedad y de organización de la producción y el trabajo diferentes al capitalismo, planteados sobre todo a raíz del triunfo de la ‘Revolución Cubana’, se promovieron ampliamente modelos de organización económica y social que contrarrestaran la posible influencia que alternativas más radicales pudieran ejercer en sociedades severa y secularmente afectadas por la desigualdad social, la exclusión y la pobreza, como las latinoamericanas

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“Hacia finales de los años cincuenta e inicio de la década del sesenta hubo un fuerte apoyo al desarrollo de cooperativas, tanto por parte de los gobiernos como de las organizaciones internacionales e instituciones financieras…en período marcado por la intensificación de la guerra fría entre las superpotencias, lo que en América Latina se agudizó a partir del triunfo de la revolución cubana, el cooperativismo parecía representar una ‘tercera vía’ entre el capitalismo y el socialismo”(Guimaraes, 1984:282-283)

Los años 50 y 60 en nuestro continente son décadas de una intensa promoción del modelo de sustitución de importaciones basado en la industrialización sustitutiva y en la reforma agraria para procurar la modernización del campo, buscando lograr el denominado ‘crecimiento hacia adentro’ en el marco del desarrollo capitalista de la sociedad. En este contexto se promueve el cooperativismo en la región latinoamericana, en medio de una elevación de la conflictividad sociopolítica asociada con el derrocamiento de regímenes dictatoriales que no habían resuelto los graves problemas de la mayoría de la población, como en el caso venezolano. Se asignó al cooperativismo en ese modelo el papel de

“…agente de cambio…de acuerdo al paradigma dominante en aquel entonces, agente de modernización…se cifraron las más altas expectativas en que las cooperativas significarían, para los sectores marginalizados, su incorporación a la nación y al proceso de crecimiento; en fin, su carta de ciudadanía social, política y económica…” (Guimaraes, 1984:283)

Por el contrario, una evaluación del cooperativismo latinoamericano realizada en los años 1969-1979 por el Instituto de las Naciones Unidas de Investigaciones para el Desarrollo Social (UNRISD, siglas en inglés), concluyó señalando motivaciones diferentes a las que se expresaba en los discursos oficiales sobre la promoción de cooperativas

“En América Latina los movimientos cooperativos han sido generalmente estimulados por motivos políticos: son como un medio para apaciguar un pueblo levantisco. Buscan suavizar los efectos adversos de una depresión o al menos prometer una nueva vida en áreas atrasadas inestables…Por esta razón, las más importantes campañas para promover el movimiento cooperativo en el continente han tenido lugar principalmente en épocas de crisis y de violencia…” (Fals Borda, 1972: 15)

Siguiendo este enfoque acerca del papel que cumplió el cooperativismo en sociedades sumidas en el atraso económico, crisis política y pobreza, como la venezolana de fines de los años 50 y mediados de los 60s, puede postularse, como supuesto a verificar con esta investigación, que sectores de nuestra sociedad le atribuyeron a las cooperativas un papel estabilizador en las dinámicas conflictivas que afectaban su cohesión social y política, dada la compleja transición que se estaba viviendo en el país en el período.

Se procuró crear opciones para que grupos poblacionales excluidos de la generación

y distribución de excedentes económicos de la sociedad, pudiesen organizar asociaciones cooperativas para la autosolución de sus necesidades y problemas, al margen de alternativas

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que propugnaban la acción reivindicativa frente al Estado, la confrontación sociopolítica y hasta la lucha armada.

En esta labor desempeñó en Venezuela, un papel central la Iglesia Católica y, en

menor medida, los gobiernos de la década. De allí que sea relevante para la investigación desentrañar las orientaciones, motivaciones e iniciativas concretas desarrolladas por tales actores en el período señalado.

En especial para la búsqueda de comprensión del sentido y finalidad del fomento del

cooperativismo en el estado Lara, debe explorarse las orientaciones ideológicas y el papel desempeñado por sectores de la Iglesia Católica en esa labor, en el contexto de los principales factores económicos, políticos y sociales que condicionaron los cambios del país y del estado Lara en los años 60. Dado el grado de influencia que juegan sectores eclesiales en estos procesos, sobre todo entre la población pobre, es necesario explicitar el fundamento de su acción y las características de la misma, lo cual contribuirá a entender la naturaleza y el carácter del cooperativismo que se gesta y se desarrolla en esa década y en las décadas subsiguientes.

IV. CONTEXTO DE SURGIMIENTO DEL COOPERATIVISMO LARENSE EN LOS AÑOS 60. En este capítulo se abordará el examen de los principales factores que influyeron en el surgimiento y desarrollo de las asociaciones cooperativas en la entidad en la década de los años 60. Se identifica y analiza los elementos centrales que pueden explicar la significativa expansión y desarrollo que alcanzó el cooperativismo en la entidad en esos años, los cuales guardan relación con factores del contexto económico-social y político prevaleciente en el país y la entidad que coadyuvaron a potenciar los esfuerzos de promoción realizados en el estado Lara, sobre todo por sectores religiosos.

A tal fin, en primer término se considera las principales características demográficas de la población de la entidad, sobre todo sus volúmenes, localización y participación en las actividades económicas. En segundo lugar, se contempla el análisis de los rasgos básicos de la economía de la entidad, en particular, del proceso de industrialización y sus dimensiones reales en la generación de empleo e ingresos. Una tercera parte contiene información básica sobre las condiciones de vida prevalecientes en la población del estado Lara en el periodo considerado y la actuación del Estado frente a las mismas. El capítulo continúa con la descripción de algunos de los principales elementos del conflicto político que vivió el país y la entidad, sobre todo en la primera mitad de los años 60. Se cierra con la presentación de algunos rasgos socioculturales presentes en la población de la entidad que favorecen la cooperación y la asociatividad.

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1. La población de Lara en los años 60: crecimiento y concentración urbana. A partir de los años 40 la población del estado Lara se incrementa, crecientemente concentrada en la ciudad de Barquisimeto a una tasa intercensal por encima del promedio nacional, sobre todo en el período 1941-1950 y, a pesar de que en los períodos 1950-1961 y 1961-1971 se evidencia una progresiva disminución en el ritmo de crecimiento, se mantiene muy por encima del promedio nacional. Este crecimiento poblacional se registra a pesar de que en la entidad, sobre todo en el período 1941-1960 se produce una importante emigración de su población nativa hacia estados vecinos y al Distrito Federal fundamentalmente por búsqueda de empleos e ingresos La población aumenta debido al crecimiento de la natalidad, a la disminución de la mortalidad por las mejoras médicas y sanitarias y al significativo incremento de la migración hacia la ciudad de Barquisimeto (Gormsen, 1966: 69 y 73).

Cuadro No.1 Venezuela y Barquisimeto

Tasa de crecimiento poblacional 1941-1950 / 1950-1961 / 1961-1971

ENTIDAD 1941-1950 1950-1961 1961-1971VENEZUELA 3,4 4,2 3,4LARA 1,1 3,0 3,5BARQUISIMETO 10,4 8,7 10,1

Fuentes: Gormsen, Erdman (1966). Barquisimeto. Una ciudad mercantil en Venezuela . OCEI. Censos respectivos. Cálculos propios

Este crecimiento poblacional tiende a concentrarse en Barquisimeto dada la jerarquía comercial, administrativa y de servicios que presenta la ciudad desde inicios del siglo XX y como consecuencia de las inversiones del Estado en mejoras de infraestructuras y servicios a partir de las décadas de los 40 y 50. En este período se percibe la influencia en la dinámica poblacional de la entidad, del aumento del gasto público por el incremento del ingreso petrolero y la crisis de la importante producción cafetalera que existió en la entidad

“…los efectos ocasionados por el crecimiento de la actividad petrolera, el

descenso de la producción del principal rubro agrícola de exportación en décadas anteriores (café). Este proceso muestra un ritmo acelerado y una dirección hacia la concentración en pocos centros urbanos. El ritmo intenso de urbanización…se ha debido fundamentalmente a la captación de población de origen rural por parte de los centros urbanos…” (MARNR/ PNUD/ FUDECO, 1982: 208).

El proceso de concentración urbana de la entidad larense es constante y acelerado en el período, ya que la población urbana pasa de representar el 59.8% en 1961 al 66.4% en 1971 (FUDECO, 1997). La ciudad de Barquisimeto desde los años 40 viene concentrando progresivamente las mayores proporciones de la población de la entidad: 25.1 % en 1941; 28.5 % en 1951; 40.9 % en 1961 y 51.6% en el año 1971. De tal forma, el aumento de su población en el período 1941-1971 es muy significativo, pasando de 54.176 a 330.815

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habitantes, sextuplicando su volumen poblacional en un lapso de 30 años, con una tasa promedio de crecimiento interanual de 5.74 por encima del promedio nacional -5.49- para centros poblados mayores de 20.000 habitantes (Chen, 1973: 47).

Valga resaltar que a pesar de la significativa proporción de población urbana que presenta la entidad en la década del 60, Lara cuenta con un porcentaje de población rural aún para el año 1971 (33.67%) comparativamente superior al promedio nacional (27.17%) (FUDECO, 1994: 7) evidenciando la relativamente importante actividad agropecuaria con que cuenta la entidad en el período.

La concentración de la población en Barquisimeto, tiene la singularidad de que

“…ya no depende del ciclo exportador cafetalero anterior y tampoco es producto de una industrialización en marcha” (Rojas, 1996: 74). En la ciudad capital en el período se va gestando una economía que no depende de la vinculación entre agricultura y el comercio, como en el ciclo cafetalero, sino que descansa en la dinámica que le imprime el comercio y los servicios, a pesar de las aspiraciones de industrialización de sus elites y de algunas iniciativas públicas y privadas destinadas a la creación de empresas manufactureras.

La distribución de la población activa por ramas de actividad económica refleja en

el período 1950-61, por un lado, la disminución del peso de la agricultura y cría y, por otro, un aumento limitado de las actividades industriales y el crecimiento relevante de las actividades de comercio, banca y servicios.

Este predominio del sector terciario de la economía en la vida de la ciudad y de la

entidad, se mantiene durante la década de los 60s como uno de los elementos estructurales de una base económica-social que está experimentando un crecimiento poblacional importante en el marco de una “…estructura económica que no tiene establecimientos industriales con trabajo intensivo” (Gormsen, 1966:73).

Cuadro No 2 Estado Lara

Población económicamente activa según principales ramas de actividad económica Años 1951-1961

RAMA 1950 % 1961 % AUMENTO %

AGRICULTURA 54,161 47,5 51,427 37,5 -5IND.MANUFAC 12,589 10,9 17,851 13,0 41,7COMER/BANCA 11,682 10,2 19,694 14,3 68,5SERVICIOS 19,909 17,3 27,399 19,9 37,6TOTAL PEA 114,996 137,408

Fuente: Tomado de Rojas, Reinaldo (1996). La economía de Lara en cinco siglos . Asamblea Legislativa del estado Lara. Barquisimeto.

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2. La economía de la entidad: industrialización incipiente y predominio del sector terciario.

Desde mediados de los años 40 la economía de Lara vive un lento proceso de

transformación, al generarse inversiones tanto públicas como de capital privado, destinadas a tecnificar y modernizar las tradicionales actividades agropecuarias y artesanales. La entidad comienza a recuperarse de la crisis cafetalera de los años 30, a mediados de los años 40 y 50 con la combinación de la inversión del Estado en infraestructuras productivas, vialidad y créditos a los productores, unida a la inversión de capitales privados generados en las actividades agropecuarias.

En esas dos décadas se experimentó un incipiente desarrollo económico basado en

la expansión y el cambio progresivo de sus unidades productivas, generadas desde décadas anteriores y en la creación de nuevas empresas, tanto agropecuarias como comerciales e industriales, aprovechando las señaladas inversiones del Estado. Las primeras industrias manufactureras importantes se dedican al procesamiento industrial de materias primas agrícolas y pecuarias con la fabricación de tejidos de la fibra del sisal, de leche pasteurizada proveniente del ganado vacuno, de azúcares con la transformación de la caña de azúcar, de bebidas gaseosas con los azúcares (Gormsen, 1966: 124 y ss).

A mediados de los años 50, grupos de promoción de la sociedad civil larense

auspician la creación de zonas industriales con el objeto de fomentar el establecimiento de industrias manufactureras en la entidad, lo cual viene a concretarse en el año 1964 con la constitución del ente municipal “Compañía Anónima para el desarrollo de las Zonas Industriales (COMDIBAR)”. Igualmente bajo la misma promoción de la denominada “Sociedad Amigos de Barquisimeto”, asociación civil que agrupa a representantes de grupos empresariales, profesionales y culturales de la ciudad, se fomenta en sistemáticas campañas de movilización y gestión ciudadana, la creación de dos universidades (la hoy Universidad Centrooccidental “Lisandro Alvarado” en 1962 y la Universidad Politécnica –hoy UNEXPO- en 1964); asimismo, se promueve la constitución de un organismo de información técnica y planificación –la Fundación para el Desarrollo de la Región Centrooccidental (FUDECO) creada en 1964- destinada a evaluar potencialidades y restricciones para el desarrollo y formular planes y proyectos económicos y sociales.

A comienzos de los años 60, la ciudad de Barquisimeto registraba una economía

caracterizada por la producción de bienes y servicios para un mercado fundamentalmente local

“Predominaban entonces los pequeños y medianos establecimientos y el proceso de crecimiento de esta base económica está muy vinculado a las posibilidades locales que la conformación de un área urbana y la aglomeración de la población perfilaban de un mercado local. En ese entonces las vinculaciones de esta economía al mercado nacional eran escasas” (FUDECO, 1986: 1)

Un diagnóstico de la economía local en período 1958-68 (FUDECO-ARDE, 1976:42

y ss) pone de manifiesto el predominio de establecimientos artesanales y de pequeña

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industria, orientados al mercado local, con tecnologías básicas y formas elementales de organización y administración del trabajo, que funcionaban bajo regímenes de propiedad individual y familiar. Asimismo, identifica la prevalencia de actividades de servicios y comercio de tamaños pequeño y mediano, con un sector gubernamental en crecimiento como el principal inversor y empleador, el cual amplía en forma notable las infraestructuras y servicios médico-asistenciales y educacionales e igualmente la infraestructura urbana, vivienda y vialidad.

El crecimiento de la economía de la ciudad básicamente es inducido por la aglomeración urbana de la población, producto de la migración rural-urbana, aunque el diagnóstico en referencia determina que las posibilidades de ingresos, remuneración, ahorros e inversión son pobres, con una tasa de salarios baja, por lo cual crece el desempleo y subempleo en la ciudad. Sin embargo, a fines de los años 60 y como producto de las inversiones públicas y privadas y del importante crecimiento poblacional, disminuyen las unidades artesanales e incrementan su número y capacidad de producción y de empleo las empresas orientadas a mercados regionales-nacionales, evidenciando una cierta modernización tecnológica en la base económica de la ciudad.

En el Cuadro No.3 se puede apreciar para el año 1969, por una parte, que los pequeños establecimientos ocupan un 39 % de la fuerza de trabajo de la ciudad, en tanto las unidades tipo III y IV orientadas a mercados regionales y nacionales con una base tecnológica y organizacional de mayor desarrollo emplean el 61 % del trabajo en la ciudad con muchos menos establecimientos. En cuanto a las ramas más empleadoras, resalta que la mayor ocupación se concentra en los servicios gubernamentales, la industria y el comercio detallista, predominando los servicios y el comercio como las principales fuentes generadoras de empleo en la entidad

“…al culminar la década de los 60, la estructura económica de la ciudad seguía siendo tradicional, dominando las empresas de comercio al detal en cantidad de establecimientos, aunque aparece el sector de servicios gubernamentales con el mayor índice de ocupación de mano de obra. En el área industrial, si bien los establecimientos tipo II…industrias intermedias y tradicionales, son los que cuentan con el mayor número de unidades, es la tipología III, de la gran industria, la que con menos establecimientos ocupa la mayor cantidad de personas, un dato a favor del impulso de la industrialización fabril maquinizada de la ciudad” (Rojas, 2004:3)

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Cuadro No 3

Barquisimeto Distribución Tipológica de las Unidades Económicas y personal ocupado (*)

Año1969

TIPO I TIPO II TIPO III TIPO IV TOTAL ACTIVIDADES

NO UNIDADES

POBLACION OCUPADA

NO UNIDADES

POBLACION OCUPADA

NO UNIDADES POBLACION OCUPADA

NO UNIDADES POBLACION OCUPADA

NO UNIDADES POBLACION OCUPADA

INDUSTRIA 85 221 297 2.078 96 2.009 14 2.698 492 7.006

CONSTRUCCIÓN - - 19 443 03 925 - - 22 1.638

SERVICIOS FINANCIEROS

- - 15 33 42 744 - - 57 777

COMERCIO MAYORISTA

03 10 382 1.331 53 835 - - 438 2.176

COMERCIO DETALLISTA

2.382 3.484 469 2.911 40 572 - - 2.891 6.967

SERVICIOS GUBERNAMENTALE

S

- - 262 3.379 57 6.065 02 820 321 10.264

Otros servicios 1.245 2.112 637 2.958 34 365 05 266 1.921 5.701

TOTALES 3.716 5.830 2.156 4.560 351 12.434 21 3.784 6.244 26.608

Fuente: Tomado de FUDECO-ARDE (1976). Barquisimeto, situación y perspectivas. (*) No se incluyó a las ramas “Energía, gas y agua” y “Transporte”

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En la economía de la ciudad de los años 60 y comienzos de los 70 resalta la significativa expansión de los servicios financieros y de la población atendida -60 agencias para el año 1970 y 26.132 habitantes servidos (Rojas, 2004: 41)-, lo cual influye para que el Banco Central de Venezuela considere al estado Lara como una de las entidades mejor servidas por la banca privada. Si esta información se vincula con los volúmenes de depósitos por ahorrista en las entidades financieras de la ciudad, expresados en el rango de “depósitos al público” de la red bancaria de Barquisimeto que llegan a ser similares en promedio a los de Valencia, principal ciudad industrial del país para ese entonces, se puede inferir “…la marcada tendencia de la población de la región a ahorrar…” (Rojas, 2004: 43). Esta información resulta relevante al relacionarla con los datos sobre el tipo de actividad en la cual se realiza la promoción inicial y el mayor desarrollo de las cooperativas de la ciudad en los años 60, vinculada precisamente al ‘ahorro y préstamo’. En la entidad se experimentan dos momentos en su proceso histórico de industrialización

“…se puede apreciar dos períodos en el ciclo industrial sustitutivo. Entre 1945 y 1959, el período de expansión y de 1959 hasta finales de la década de los 60, la estabilización de las características estructurales gestadas en la fase ante rior y el aparecimiento de los primeros síntomas de agotamiento del modelo sustitutivo” (Rojas, 1996: 75)

Los síntomas del estancamiento del modelo industrial sustitutivo se perciben en la entidad, ya que la industria no llega a emplear una proporción significativa de la fuerza de trabajo, dado que su capacidad de crecimiento está limitada por el tamaño del mercado incluso regional y nacional y sus sectores de punta presentan una escasa capacidad de absorción de empleo, debido al carácter ahorrador de mano de obra de la tecnología productiva que se importa, tal como es el patrón nacional del modelo industrial que se impone en el país desde mediados de los años 50 (Purroy, 1986: 244-245) De forma tal que la economía de los años 60 en los cuales transcurre el surgimiento y desarrollo de las asociaciones cooperativas en estudio, experimenta un relativo proceso de modernización, que coexiste con la base tradicional de actividades comerciales, artesanales y de servicios que se desarrollan en la entidad desde décadas anteriores, dinamizadas por el incremento de las inversiones del Estado, sobre todo en servicios públicos sociales que aumentan el empleo público. Sin embargo, esta estructura económica presenta limitaciones para incorporar una creciente fuerza de trabajo que aumenta en la ciudad con la presencia de migrantes provenientes del campo y de estados vecinos., lo cual conlleva a que la ciudad registre importantes índices de desempleo, subempleo y pobreza.

En síntesis, puede señalarse que el estado Lara en el marco de la política de sustitución de importaciones que impulsa el Estado venezolano con intensidad en la época, sobre todo a raíz de la caída de la dictadura perezjimenista, alcanza un relativo grado de desarrollo industrial, menor que el aspirado por las elites económicas y políticas de la entidad, aprovechando las inversiones en infraestructuras y créditos estatales, la ampliación del mercado local y regional por las migraciones rural-urbana y sus ventajas de localización, sobre todo de su ciudad capital en el centrooccidente venezolano.

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3. Condiciones de vida de la población larense: bajos ingresos, necesidades insatisfechas y amplia exclusión social. La entidad a comienzos de los años 60 experimenta un incipiente proceso de modernización de sus actividades artesanales, industriales y de servicios así como de cambio en la producción agropecuaria en el campo. Estos procesos que se habían iniciado en décadas anteriores no llegaron a alcanzar en los años 60 las dimensiones suficientes ni tuvieron la orientación adecuada para lograr la incorporación mayoritaria de la población en las actividades productivas y en los servicios sociales a fin de satisfacer sus necesidades fundamentales, tal como lo pone de manifiesto la información que se presenta a continuación.

El nivel de desocupación de la fuerza de trabajo se encuentra en un 11,2 % al iniciarse la década, muy por encima del nivel de desempleo registrado en el Censo del año 1.950 de un 3.5 % (Dirección Nacional de Estadística y Censos Nacionales: 1964a); en los años subsiguientes al Censo del año 1961 la desocupación continuó aumentando hasta situarse en el 14 % de la fuerza laboral (Freitez, 1987: 6).

En el conjunto de la población desocupada predominan “Artesanos y operarios de fábrica”, “Vendedores y afines” y “Conductores de medios de transporte, comunicaciones…”, evidenciado una alta proporción de desempleo en ocupaciones típicas de áreas urbanas, principalmente en la ciudad de Barquisimeto, en las que se ubicó alrededor de 80 % del total de desempleados. Vale resaltar que entre las razones por las cuales la población declaró encontrarse desocupada, destacan la reducción de personal, cierre de negocio o empresa; cambio de condiciones de trabajo y cese de trabajo estacional, poniendo de manifiesto las repercusiones de la recesión económica sobre el mercado de trabajo a comienzos de la década en la entidad (Dirección Nacional de Estadística y Censos Nacionales: 1964a).

Otro rasgo resaltante de la estructura ocupacional y de ingresos de la entidad, es la tasa de salarios de la población trabajadora, medida con el indicador “Jornal Medio Nominal en Bolívares por día de ocho horas de trabajo”, el cual al compararse entre diversos oficios realizados por la fuerza laboral de las principales cinco principales ciudades venezolanas en los años 1957 y 1963, tiende a ser más bajo entre los trabajadores de la ciudad de Barquisimeto. En la muestra escogida resalta que los niveles más bajos de salarios se presenten entre la población trabajadora de la ciudad tanto al final del período de la dictadura como en el último año del primer gobierno electo en el período democrático representativo, tal como se constata en el cuadro siguiente

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Cuadro No. 4 Jornal Medio Nominal en Bolívares, por día de ocho horas de trabajo, en las

principales ciudades de Venezuela. Clasificado por algunas ocupaciones

4to. Trimeste 1957 / 4to. Trimeste 1963

Ciudad

CARACAS

Años

MARACIBO

Años

BARQUISIMETO

Años

VALENCIA

Años

MARACAY

Años Ocupación 1957 1963 1957 1963 1957 1963 1957 1963 1957 1963

Molenderos de maíz o trigo

15,00

15,00

10,00

10,00

5,00

8,00

6,00

10,00

10,00

10,00

Alambiqueros (Destilería de Licores)

17,00

18,50

15,00

15,00

7,00

15,00

10,00

15,00

------

12,00

Talabarteros (Maestros)

27,75

27,00 35,00 35,00 16,00 16,00 16,00 16,00 25,00 16,00

Encuadernadores 15,00 20,00 18,00 18,00 9,75 5,00 14,00 15,00 8,00 13,65

Albañiles 14,00 15,00 18,00 20,00 12,00 12,50 10,00 12,00 10,00 12,00

Manipuladores del Cuero

12,30 ----- 28,00 20,00 8,00 12,00 14,00 13,00 ----- 15,30

Hiladores 14,38 25,00 ------ ------ ------ 6,00 13,00 14,00 17,15 8,00

Tintoreros 13,03 22,50 30,00 20,00 17,50 15,00 11,00 12,00 20,00 10,65

Caleteros ----- ------ 14,00 14,00 6,00 12,00 12,00 12,00 ----- -----

Choferes de Autobuses

19,07 28,75 26,00 26,00 17,00 25,00 22,00 20,00 25,00 22,50

Fuente: Dirección Nacional de Estadística y Censos Nacionales. Anuario Estadístico 1957-1963.

Tales datos sobre las tendencias predominantes en las remuneraciones de la fuerza de trabajo ocupada de la ciudad, confirman lo expresado por el diagnóstico de la estructura económica de Barquisimeto realizado por FUDECO, con respecto a las limitaciones de los tipos de establecimientos económicos predominantes en ésta para el período 1958-1968, y sus efectos en los ingresos de la población

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“Las posibilidades reales de ingreso, remuneración al trabajo, ahorro personal y empresarial, y de inversión que ofrece esta estructura de establecimientos son pobres. Por tanto, el desempleo y sub-empleo comienza a crecer, la tasa de salarios se mantiene baja…” (FUDECO-ARDE, 1976: 42)

Dada la situación de empleo e ingresos precarios prevaleciente en la entidad y, en la

ciudad capital en especial, se explica la existencia de elevados índices de desnutrición para el año 1961 “El Dr. Pastor Oropeza dice que la desnutrición infantil es grave problema de salud pública, y que por esa causa mueren 12 de cada 100 niños entre 1 y 4 años” (El Impulso. 95 Aniversario, 1999: 5). Así como la persistencia para ese mismo año, de un 38,6 % de viviendas familiares como ranchos, los cuales albergaban un 35,3 % de la población, de un 59,9 % de viviendas sin agua corriente y 48,2 % sin ningún servicio de eliminación de excretas (Dirección Nacional de Estadística y Censos Nacionales: 1964a).

De igual manera, en lo relativo a las condiciones de residencia de la población, con

un promedio de 5,58 personas por vivienda la ciudad capital registra un ‘coeficiente medio de hacinamiento’ de 1.85 personas por habitación “…uno de los más altos observados en Venezuela, siendo a su vez mayor que el obtenido en las otras ciudades y localidades de la región centrooccidental” (MOP, 1976: 11), lo cual se genera sobre todo en un elevado 43.7 % de grupos familiares que viven en viviendas alquiladas u ocupadas no propias. Asimismo, una proporción significativa de su población, en este caso de Barquisimeto, está residenciada en los 56 barrios existentes en la ciudad, los cuales concentran al 43.6 % de sus habitantes, la gran mayoría de bajos ingresos e integrantes de familias muy numerosas -63.8 % conformadas por 5 y más integrantes- (MOP, 1976: 10).

El déficit de servicios educacionales a comienzos de la década es considerable, al punto de registrarse en la entidad en el año 1961 un 48,5 % de personas analfabetas en el conjunto de la población; una asistencia escolar del grupo poblacional de 7 a 14 años de un 66,0 % quedando al margen más de un tercio de esa población, de acuerdo al Censo del año 1961. En cuanto a la existencia de Escuelas de Educación Primaria, Lara presenta en el año 1959-60 menor número de unidades que los estados Falcón, Táchira y Sucre (Dirección Nacional de Estadística y Censos Nacionales (1964b), de hecho un 23 % de los que no participan en la educación señalan que la causa es la “Inexistencia de escuela” y por que “Está trabajando” o por “Carencia de recursos económicos”. En lo relativo a otros niveles de la educación, existe un solo instituto público para estudiar educación secundaria y no hay instituciones de educación superior, (Orellana, 1985: 164 y ss)

En el área médico-asistencial el déficit es de una proporción menos considerable. Barquisimeto cuenta con un moderno hospital, inaugurado en 1954, con 600 camas siendo atendido por 84 médicos y 249 enfermeras para comienzos de los años 60, tratándose todas las especialidades, al punto de que en el año 1956 atendieron a 75.000 pacientes en consulta y a 11.000 hospitalizados. Además tiene un sanatorio antituberculoso con 211 camas, una clínica psiquiátrica de 70 plazas y un dispensario anticanceroso, además de los servicios del Seguro Social para atender a personas asalariadas afiliadas. (Gormsen, 1966:113-114). La carencia de establecimientos se presentan en mayor medida en el interior de la entidad y en la atención en las zonas rurales, sobre todo con la ausencia de centros para la atención primaria de salud.

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Puede señalarse que para inicios de los años 60, la entidad presenta una población que mayoritariamente vive con bajos ingresos, se encuentra medianamente incorporada al trabajo, ocupada en una proporción significativa en trabajos de baja productividad y desprotegidos socialmente, presentando muy bajos niveles educativos y serias limitaciones para acceder a viviendas de calidad y servicios básicos adecuados. Tales condiciones de vida motivan, en el marco de las enormes expectativas de cambio social que promueve la caída de la dictadura perezjimenista, un creciente grado de movilización y conflictividad social en amplios sectores de la población, ante lo cual la alianza en el poder responde tanto con políticas públicas como con represión.

En tal sentido, es evidente que el Estado venezolano incrementa significativamente el gasto social orientado a inversiones en servicios sociales y en infraestructuras de servicios básicos de redes y en viviendas. En particular buscó ampliar con celeridad las coberturas de educación primaria y secundaria, así como la oferta inexistente en la entidad de instituciones de educación superior creando 3 nuevas instituciones en la primera mitad de la década de los años 60 (las actualmente UCLA, UNEXPO y la UPEL-Instituto Pedagógico de Barquisimeto). Igualmente, en el período se incrementa notablemente la atención primaria de salud, aumentando las fumigaciones, inmunizaciones y con la construcción y puesta en funcionamiento de nuevos centros de salud ambulatorios, aumentando en general, la atención preventiva y curativa de la salud. De igual manera, se incentiva la construcción de viviendas para los sectores populares

“Entre las principales actividades y características que se intensificaron, surgieron, o fueron inducidas (en el período 1958-1968), puede señalarse: -Notable ampliación en las instalaciones y servicios educacionales y médico-asistenciales, así como en las dotaciones para el mejoramiento ambiental. -Incremento en la construcción de infraestructura urbana, principalmente vialidad, vivienda y drenajes…” (FUDECO-ARDE, 1976: 43)

Estas iniciativas corresponden, indudablemente, a una respuesta desde los grupos

dirigentes de la sociedad tanto a las altas expectativas de la población y a sus necesidades más sentidas como a las exigencias de una conflictividad social creciente y a la existencia de un enfrentamiento político-militar que genera en la entidad una referencia de vías más radicales para la resolución de los problemas de la población.

4. La naturaleza y el alcance de la conflictividad sociopolítica. En el contexto del surgimiento del cooperativismo en el estado Lara debe resaltarse el carácter de la crisis y transición económica, política y social que se desarrolla a partir de la caída de la dictadura del Gral. Pérez Jiménez. Por un lado, por que la crisis política obliga al establecimiento de pactos y acuerdos entre actores económicos, políticos, militares, sindicales y eclesiásticos que redefinen el modelo de hegemonía política (Gómez y López, 1985:66 y ss) y, por otra parte, por que el escenario en el cual se comienzan a instrumentar tales pactos se caracteriza por la agudización de conflictos sociales y políticos, sobre todo en la primera mitad de la década.

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Los inicios de esta década están marcados por una severa recesión económica producto de la caída de los precios internacionales del petróleo, unas altas expectativas de mejora social de la mayoría de la población venezolana estimuladas por la transición democrática y por la naturaleza del “Pacto de Punto Fijo”, acuerdo de gobernabilidad que incorpora a unos actores y excluye a otros con sus consecuencias respectivas.

En la situación económica que caracteriza al país se debe destacar la recesión de una economía afectada por la considerable baja de los ingresos petroleros, el déficit fiscal agudizado por el pago de las deudas acumuladas por la dictadura, la continuación de la fuga de capitales sin restricciones y la paralización de la industria de la construcción. En lo relativo al cuadro sociopolítico, resaltan los efectos políticos y sociales de las dinámicas generadoras de la caída de la dictadura, que estimulan la movilización masiva de la población y acentúan sus expectativas de bienestar social, la aceleración del éxodo rural a las ciudades y la generalización del desempleo heredado de la dictadura perezjimenista (Plaza, s/f: 9-10). El dirigente político Teodoro Petkoff activo participante en esta coyuntura, describe esta situación en estos términos

“…ese es el período en el cual la lucha de clases se agudiza muchísimo en el país. Hay, naturalmente, como consecuencia de un período en el que la economía del país está en una etapa recesiva, una notable agudización de la lucha de clases…una situación muy crítica de un país con las reservas agotadas, con los precios del petróleo en caída, con déficit presupuestario muy marcado, con un altísimo nivel de desempleo…” (Blanco Muñoz, 1980:196)

Este cuadro económico-social y las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Rómulo Betancourt para paliar el déficit fiscal e incrementar el gasto social que incluyeron incluso la reducción de un 10% del salario de los empleados públicos, según el líder político Douglas Bravo, motivan “…un gran descontento y elevan la combatividad popular. El país fue sacudido por una ola de huelgas: se incrementaron las tensiones y contradicciones sociales” (Peña, 1978: 77). En el estado Lara, como se ha señalado, existen a comienzos de la década del 60 altos niveles de desempleo, subempleo y de pobreza entre una población con un significativo componente de migrantes de áreas rurales y centros poblados menores. Destaca en la situación socioeconómica de la época los muy bajos salarios que devenga la mayoría de la fuerza de trabajo de la entidad, tal como se aprecia en el cuadro No.4.

Los conflictos reivindicativos tanto en la ciudad capital como en zonas rurales se multiplican, motivados por las mejoras laborales y las exigencias de trabajo, servicios públicos, viviendas, tierras, créditos “…con una rapidez que el país (y la entidad) no conocía o había olvidado” (Plaza, s/f:12). En la medida en que transcurre el gobierno de Rómulo Betancourt, la orientación de sus alianzas y políticas públicas son excluyentes de importantes sectores del espectro político-social del país y el ritmo de la inversión pública no responde suficiente y adecuadamente a las urgentes aspiraciones de la población. Se incrementan las protestas y las manifestaciones públicas, las cuales son promovidas y acompañadas por factores políticos de la izquierda, en particular el Partido Comunista de

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Venezuela, que cuenta en el estado Lara con una importante presencia en zonas campesinas y entre sectores estudiantiles, trabajadores y habitantes de barrios de la ciudad capital. Los titulares de periódicos de la época reflejan, de alguna manera, la efervescencia social y política existente, sobre todo las protestas laborales y el incremento de la radicalización que experimenta el movimiento estudiantil. Al respecto, se presenta una muestra

“Reclaman utilidades 200 trabajadores del empresa CONTESA” (El Impulso, 01/01/60, pág.16) “Trabajadores despedidos al solicitar agua para beber” (El Impulso, 03/01/60, pág.10) “Paralizaron sus labores obreros de la constructora MADIMER (El Impulso, 08/01/60, pág. 1) “El recrudecimiento del desempleo planteará FETRALARA al Gobernador” (El Impulso, 10/01/60, pág.1) “Cuatro muertos y 60 heridos en disturbios en el Liceo Lisandro Alvarado, por la ruptura de relaciones de Venezuela con Cuba”, “Disturbios y expulsión de 160 alumnos del Liceo Eliodoro Pineda y Escuela Técnica Industrial. Huelga de hambre de 25 estudiantes expulsados del Lisandro Alvarado” (El Impulso. 95 Aniversario, 1999: 5 y ss).

Debe apuntarse entre los factores que explican la radicalización política presente en

los años 60, la naturaleza excluyente del “Pacto de Punto Fijo”. En el proceso de negociación y formulación de este acuerdo de gobernabilidad entre actores políticos, militares, empresariales, sindicales y eclesiásticos no se invita al PCV y deliberadamente se le excluye por considerar, sobre todo AD y COPEI, que su ideología y práctica son contrarias al sistema democrático que aspiran instaurar en el país. En particular el partido de gobierno, Acción Democrática, tiene la necesidad de marcar diferencias radicalmente con el PCV, dadas las críticas que le formuló históricamente el gobierno de EEUU, en relación a que su ejercicio de gobierno en el trienio 1945-1948 evidenció tendencias supuestamente socializantes; por otro lado, AD necesita profundizar su alianza con el partido socialcristiano COPEI “…visto como necesaria por sus conexiones con las cúpulas de los sectores económicos y la Iglesia” (Gómez y López, 1985: 69-70). Tales cálculos políticos en los que se fundamenta en parte la arquitectura de la integración del Pacto, forma parte de la estrategia que sigue fundamentalmente la corriente liderizada por el Presidente Betancourt para garantizar la viabilidad de su gobierno. El PCV, en coincidencia con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)- organización proveniente de una escisión del propio partido de gobierno AD por profundos desacuerdos con las políticas del gobierno-, aspiraba una democracia con mayor contenido económico y social y con unas políticas basadas en mayor autonomía e independencia en relación al gobierno norteamericano. Decide en su III Congreso en el año 1961, ‘interpretar las aspiraciones de las mayorías populares del país’, planteando confrontar abiertamente las orientaciones y ejecutorias del gobierno de Betancourt, promoviendo en correspondencia la movilización y la protesta de calle ampliamente. En la medida en que se profundiza el carácter represivo del gobierno y que sus políticas se distancian de las aspiraciones populares, los sectores de izquierda deciden radicalizar su acción política.

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En la medida en que se incrementa la movilización popular, es de resaltar el carácter violento que va adquiriendo tanto la represión gubernamental como las protestas, las cuales en una espiral creciente estimulan, conjuntamente con otros factores, la decisión que adopta el PCV en su V Pleno del Comité Central en 1.962 de asumir como

“…tarea histórica fundamental , la creación del Frente de Liberación Nacional (FLN) y de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), organizaciones que debían conducir al pueblo por la ‘vía armada’ hasta la derrota del ‘imperialismo norteamericano’ y de sus ‘socios criollos’, hasta la formación de un ‘gobierno democrático y patriótico’, es decir, de ‘liberación nacional’ “ (Plaza, s/f: 19)

En particular en el estado Lara se conforma uno de los cuatro “Distritos” en los que es dividido el país para organizar la operatividad de las FALN. Los Distritos eran el de Caracas-Miranda, el de Oriente, el de Falcón y el Centro Occidental

“En la zona Centro-Occidental del país funcionaba el Distrito Militar No. 3 controlado por un miembro del Comité Central del PCV…Bajo la dirección de un Comandante político-militar (…miembro del Comité Central del PCV) y del Comandante militar, estaba una compleja organización que comprendía: el Frente Guerrillero ‘Simón Bolívar’, que ocupaba gran parte de Lara y una zona de Portuguesa; el Frente Guerrillero ‘José Antonio Páez’ en Trujillo y parte de Portuguesa; la Guerrilla’Ezequiel Zamora’, en los llanos de Barinas; la Brigada Urbana y ‘sub-urbana’ de Lara-Trujillo-Portuguesa; y el Estado Mayor de Retaguardia, ubicado fundamentalmente en Barquisimeto” (Plaza, s/f: 21)

El Distrito Militar en Lara, dado los antecedentes de promoción y formación de organizaciones populares en zonas rurales con que contaba el PCV y las tradiciones de lucha social presentes en las mismas

“…era fundamentalmente guerrillero, de guerra de guerrillas rural y llegó al alcanzar un significativo nivel de actividad política y militar contando con un fuerte apoyo de la población campesina, sobre todo en la zona de El Tocuyo, Los Humocaros, Guarico, Villanueva. Era comandado militarmente por Argimiro Gabaldón, un hombre altamente apreciado por los campesinos de esas zonas, que llegó a alcanzar un enorme prestigio en el mundo popular campesino.” (Rodríguez, Entrevista Agosto 2005).

Como antecedente sociopolítico de la formación de este Frente Guerrillero es posible identificar el amplio trabajo de organización y formación política realizado por el PCV en la zona referida a mediados de los años 40, el cual llegó a alcanzar un grado importante de desarrollo con la constitución de sindicatos de trabajadores agrícolas en 7 caseríos aledaños a El Tocuyo, por lo que Acción Democrática como partido de gobierno desde el año 1945 decide enfrentarlos para disputarle la hegemonía en la zona (Rodríguez, 1989: 28 y ss). La influencia que alcanzó el PCV en esa década es retomada en los años 60 cuando decide la conformación de las FALN, comandada por un joven luchador y organizador en la zona en los años 40, Argimiro Gabaldón. De manera que en los años 60, período en el que se impulsa el proyecto de promoción y expansión de cooperativas, estaba igualmente llevándose a cabo en la entidad un intenso proceso de luchas y enfrentamientos sociales, políticos y militares entre

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organizaciones sociales, políticas y sectores gubernamentales por la hegemonía en el sistema político. Tales enfrentamientos alcanzan su cúspide alrededor de fines del año 1963 en los que los distintos Frentes Guerrilleros del país deciden levantar una ofensiva destinada a bloquear el proceso electoral para la escogencia del Presidente de la República en diciembre de ese año. Este objetivo no es alcanzado y por el contrario, el 90 % del electorado decidió sufragar eligiendo a un Presidente proveniente del partido gobernante, lo cual marcó el inicio de la derrota política y militar que sufren tales sectores. En palabras de un dirigente político de la época

“…la lucha popular contra el gobierno de Betancourt, que a la altura de 1961 y 1962 interesaba, entusiasmaba y podía incorporar a un porcentaje elevado…mayoritario de los pobladores…, para el año 1964 ya provocaba resistencia y desconfianza. Perdió la facultad de desarrollar su fuerza…En los años siguientes, la lucha armada fue progresivamente reduciendo su relación con el movimiento real de masas” (Maneiro, Matheus y Arellano, 1971: 74-75)

Sin embargo, la presencia guerrillera en zonas rurales de la entidad y de las organizaciones sociales y políticas que apoyan su acción, declina significativamente pero no cesa y se mantiene con ciertos grados de influencia y movilización hasta comienzos de los años 70. Precisamente frente a la persistencia de la actividad de tales agrupaciones, en el año 1969 al comienzo de la gestión presidencial de Rafael Caldera, se implementa la Política de Pacificación dirigida a incorporar a la vida política legal y pública a la dirigencia y militancia de los grupos políticos en armas. 5. Algunos rasgos socioculturales de la población favorecedores de la cooperación. La población residente en Lara, en gran medida nacida en la misma entidad, presenta algunas características socioculturales como resultado del tipo de economía prevaleciente, los rasgos predominantes de su medio físico-natural, el carácter de su religiosidad y el tipo de conformación de la mayoría de sus grupos familiares. Tales rasgos históricamente pudieron haber contribuido a favorecer los resultados que alcanzaron las iniciativas promotoras del cooperativismo en el período en estudio. Tal como se señaló la base económica que caracteriza a la entidad para el período en estudio, está conformada por la producción agropecuaria, la pequeña y mediana producción manufacturera y artesanal, el comercio y los servicios, con el predominio en la generación de empleos e ingresos de un sector terciario de la economía de muy baja productividad. Es básicamente una economía con limitados excedentes y con una forma de inversión y distribución que genera amplios cuadros de pobreza y escasas remuneraciones para la mayoría de la población. La población que migra a los centros urbanos y, en particular, a Barquisimeto, proviene básicamente del campo y dadas las limitaciones de sus recursos ha practicado o heredado experiencias de trabajo campesino basadas en el apoyo mutuo y la reciprocidad,

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como la “Mano Vuelta”, la “Cayapa” y el “Convite”1, en las cuales se intercambia el trabajo sin cancelarlo monetariamente. Tales aprendizajes y experiencias son utilizados, en determinada medida, para adaptarse a la vida en la ciudad, ya que los escasos recursos con que llegan y las limitaciones que presenta la economía de la ciudad, no les posibilita a los grupos familiares que se van estableciendo las condiciones para su sobrevivencia. De allí que tiendan a desarrollar un conjunto de vínculos y relaciones de apoyo mutuo y reciprocidad para garantizar su existencia material y la protección de sus integrantes.

En los barrios que se van conformando al comienzo de la década se asientan grupos

sociales en los que sus integrantes entrecruzan la familiaridad, los apoyos en servicios y el intercambio material permanente o eventual, para enfrentar las carencias y restricciones que no pueden solventar en el mercado de bienes y servicios o con la intervención del Estado. A tales grupos se les planteó la necesidad de apoyarse para resolver problemas y carencias, lo que requirió el cultivo intenso de las relaciones entre familiares, ‘parientes’ y compadres, trascendiendo los límites de la familiar nuclear. Las familias ‘extendidas’ actuaron como redes de apoyo, tratando de garantizar, además de la sobrevivencia material, la preservación de tradiciones y referencias válidas para la vida de sus integrantes.

Estos procesos de migración campo-ciudad, ocupación del espacio urbano y

conformación de barrios basados en las relaciones familiares, de compadrazgo y paisanaje, se registraron en otras ciudades venezolanas y latinoamericanas. La particularidad de tales fenómenos en el estado Lara y sus posibles repercusiones favorables para las prácticas de cooperación, tiene que ver con la progresiva conformación de familias extendidas residiendo en los mismos barrios, provenientes de similares zonas rurales, las cuales tendieron a permanecer en las mismas zonas de residencia en la ciudad (Freitez, 2004: 224-226)

Estas convergencias familiares y de paisanaje contribuyeron a preservar tradiciones

socioculturales y seguramente facilitaron los procesos de ubicación en la ciudad y de creación de nuevas identidades. En la construcción de identidades resulta básico el reconocimiento en otros/as para la resolución conjunta de necesidades, la exploración de afinidades, coincidencias y de posibilidades de actuación en conjunto. Debe apuntarse que en los años en que se asientan estos grupos en la ciudad se vivía una verdadera efervescencia social y existía un alto grado de aspiración por participar en la vida social y política. Dadas las múltiples necesidades insatisfechas de tales sectores populares, su disposición a participar en algún tipo de organización que contribuyera a enfrentarlas, estaba abierta, sobre todo si quienes integraban tales agrupaciones eran personas con las que existían afinidades y confianzas básicas.

1 La “Mano Vuelta” es un intercambio entre personas y familias que necesitan y solicitan el aporte de trabajo de amis tades y vecinos/as en las faenas de producción agropecuaria a cambio de devolverle el apoyo en el momento que lo requieran “manito que lleva, manito que trae”. La “Cayapa” constituye una forma de trabajar en conjunto en la cual un grupo de familiares y amigos/as realizan solidariamente una labor para resolver una necesidad colectiva o de una familia, sin percibir remuneración y sin jefaturas. El “Convite” resulta un trabajo para el cual “convida” una persona o una familia para construir sobre todo viviendas, obsequiando bebidas y comidas al grupo de familiares y amistades que trabajan cuando terminan su faena (Freitez, 2004: 225)

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Esta disposición primaria a la participación en organizaciones sociales, altamente

condicionada por las necesidades materiales y el tipo de grupos familiares predominantes, es refrendada por dos elementos presentes igualmente en esa población. Su tendencia al uso austero y relativamente previsivo de los limitados recursos que dispone y la naturaleza marcadamente caritativa de su muy devota religiosidad.

El territorio larense mayoritariamente presenta una geografía semiárida con severas

restricciones de agua y de suelos disponibles para la siembra y la cría del ganado. Sin embargo, históricamente la principal fuente de sus excedentes económicos ha sido la producción agropecuaria; tales procesos han ameritado grandes esfuerzos de la población trabajadora y el uso más restringido y controlado posible de los recursos por parte de los poseedores del capital para alcanzar su acumulación y reinversión. En una entidad que históricamente presenta bajos niveles de generación de excedentes y de remuneraciones, que además no cuenta con riquezas petrolíferas ni mineras, la población mayoritariamente propende al uso austero, no dispendioso de los recursos. Se valora altamente los limitados recursos que se posee y se trata de otorgarle el mejor uso posible. Esta forma de valoración y de utilización de los mismos, seguramente ha contribuido a propiciar “…la marcada tendencia de la población de la región a ahorrar…” (Rojas, 2004: 43), sobre todo para prever contingencias de salud o muerte.

Por todo ello puede resultar comprensible que “…existiera una fuerte motivación

por la creación de las cooperativas de ahorro y préstamo…hubo una respuesta masiva y rápida de la gente a las convocatorias a los cursos de cooperativismo y a la invitación a crearlas… era impresionante, durante un tiempo, se estaba creando un promedio de una cooperativa en una semana” (Dorremochea y Micheo. Entrevista. Agosto 2005).

Esta disposición básica de la población a organizarse en espacios en los cuales se

practicase el apoyo mutuo, la solidaridad y la resolución conjunta de las necesidades, históricamente fue reforzada de forma intensa por la prédica de la Iglesia Católica, en especial por el extendido y efectivo trabajo pastoral desarrollado por religiosos/as a partir de los años 50 bajo el arzobispado del Monseñor Benítez Fortúrvel. Es de destacar que en Lara se percibe una honda influencia de la religión católica, que se expresa, entre otros campos, en amplias y diversas obras sociales que lograban incorporar a un voluminoso voluntariado vinculado a las numerosas parroquias eclesiales existentes para la época. Parte de este voluntariado participó activamente en la promoción y organización del cooperativismo durante el período en referencia.

Esta Iglesia que promovió y organizó en el año 1960 la siempre muy masiva

procesión de la Patrona de la ciudad, la ‘Divina Pastora’, correspondiente a su visita anual número 105, como evidente expresión de la profunda ascendencia de la religión católica entre la población, auspicia decididamente el cooperativismo como una forma de practicar el evangelio y ejercer la caridad cristiana. Para lo cual impulsa un intenso trabajo pastoral en las parroquias y desde mediados de la década gestiona la instalación de un Centro –el Centro Gumilla- dedicado específicamente a la acción promotora del cooperativismo.

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El papel de los/as religiosos/as en la promoción de cooperativas fue central –“…había un respeto muy grande al clero en ese entonces, lo que le daba seguridad y garantía a la gente para participar en las cooperativas y ahorrar en ellas” (Dorremochea y Micheo. Entrevista. Agosto 2005). De tal manera que la influencia que ya ejercía la Iglesia Católica sobre una población dispuesta a buscar soluciones en conjunto, propensa a ahorrar y con aspiraciones de participación social, vino a potenciar las posibilidades de creación de un conjunto de cooperativas que históricamente tendieron a estabilizarse y consolidarse, a diferencia de otras regiones del país en las cuales el Cooperativismo no ha tenido el mismo desarrollo.

V. LAS FUENTES DE PROMOCIÓN Y ALCANCES DEL COOPERATIVISMO VENEZOLANO Y LARENSE EN LOS AÑOS 60. Esta sección está dedicada a presentar las motivaciones, orientaciones básicas e iniciativas de los grupos que se dedicaron a la promoción y acompañamiento de las cooperativas conformadas en el estado Lara en los años 60. De entrada vale señalar que las principales acciones de fomento de cooperativas en el país y en la entidad en particular, provienen de grupos religiosos inspirados en la doctrina social de la iglesia católica y en encíclicas papales y, también, del Estado venezolano a través de varias instituciones. En el caso del estado Lara en particular debe explorarse la labor desarrollada por un grupo de sacerdotes jesuitas agrupados en torno al ‘Centro Gumilla’, el cual comienza sus labores de promoción y educación en la ciudad de Barquisimeto en enero del año 1966. Esta parte contiene, en primer término, una ubicación del cooperativismo en el país para la época, y en una segunda parte, se abordan las orientaciones, iniciativas y alcances del cooperativismo en Lara. 1. Algunas orientaciones básicas, fuentes de promoción y alcances del cooperativismo venezolano en el período. Existe acuerdo entre estudiosos del cooperativismo venezolano en considerar a los años 60 del siglo XX como el inicio de un período de mayor desarrollo de los esfuerzos de promoción de asociaciones cooperativas y de los resultados alcanzados en relación a décadas anteriores

“En Venezuela el movimiento cooperativo surge a comienzos del presente siglo bajo la influencia del cooperativismo europeo, pero su éxito inicial es relativamente efímero. No es sino hasta la década del sesenta que el cooperativismo venezolano comienza a dar resultados promisorios” (Llambí, Pinto y Seitiffe, 1972:7)

Se ha establecido como punto de partida de esta etapa el contexto que se creó en el país a raíz del derrocamiento de la dictadura perezjimenista “En 1959 se inicia un resurgimiento del cooperativismo venezolano luego de la caída de Pérez Jiménez” (Álvarez, Juan, 2002: 108).

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Este período se define como ‘resurgimiento’ tanto por la reducción al máximo de la acción de las cooperativas durante la década de la dictadura, como por que el período que se inicia presenta un ambiente más favorable para “…el desarrollo de un movimiento cooperativo auténtico, autónomo y bien organizado” (Martínez Terrero, 1972: 39 y 40). Lo cual guarda relación con las expectativas generadas por la incipiente Reforma Agraria impulsada por el gobierno electo en 1.959, que teóricamente contemplaba la participación organizada del campesinado en ese proceso y por los aprendizajes que se podían derivar de las experiencias fallidas de organización de cooperativas en décadas pasadas, sobre todo en los años 40, relacionadas con la inadecuada intervención estatal en el mundo cooperativo, referidas fundamentalmente a la desacertada orientación del financiamiento estatal y el control político-institucional de las mismas

“…un error fundamental del pasado: el excesivo uso de fondos gubernamentales y el ‘filialismo’, cada vez más acentuado respecto del gobierno…El desarrollo de las cooperativas se lleva a cabo al abandonar las creaciones artificiales, grandes, prematuras, apoyadas por una ayuda financiera excesiva. Ahora los objetivos son: el fomento de cooperativas más sencillas, con fines concretos y realizables…” (Martínez Terrero, 1972: 39)

Los esfuerzos fundamentales para la promoción del cooperativismo en la década

provienen de sectores religiosos y del Estado venezolano. Entre las instituciones estatales que auspician el cooperativismo en Venezuela, sobre todo en la primera mitad de la década de los 60, se encuentran el Ministerio del Trabajo, Ministerio de Agricultura y Cría, y el Instituto Agrario Nacional. En la segunda mitad de esa década, la Superintendencia Nacional de Cooperativas (SUNACOOP) creada por la nueva Ley de Cooperativas del año 1966, el Centro de Investigación y Formación Aplicada a la Reforma Agraria (CIARA), Banco Agrícola y Pecuario, Banco Obrero, Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y Fomento Municipal (FUNDACOMUN) y una Oficina de Extensión Cooperativa del Ejecutivo del Estado Lara (dato resaltante que puede evidenciar el interés que presenta el gobierno regional en este campo) (Martínez Terrero, 1972: 44)

El Estado venezolano en ese período promueve fundamentalmente cooperativas

agropecuarias y de transporte, primero a través de los ministerios del Trabajo y de Agricultura y Cría, antes de la Ley de Cooperativas del año 1966, y posteriormente por medio de la SUNACOOP. La política pública de promoción de cooperativas en el período, adoleció de las inadecuaciones y distorsiones que ya se habían presentado en los años 40: carencia de un plan coherente y de conjunto que estableciera el papel y el alcance del desarrollo cooperativo en la economía nacional, marcado sesgo crediticio, financiamientos voluminosos y puntuales con escasa asistencia técnica.

“…las cooperativas fueron constituidas como formas de obtener créditos o como vehículo para distribuirlos y controlarlos. Así sucedió antes y así ocurrió de nuevo en la primera mitad del régimen democrático después de enero de 1.958. Se crearon y hasta se registraron cooperativas organizadas con dinero de fuentes oficiales. Esto llevó a perdidas de muchos millones, especialmente en las cooperativas agropecuarias y pesqueras” (Martínez Terrero, 1972: 38).

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Entre 1959 y 1962 el financiamiento estatal para las cooperativas agropecuarias fue considerable, pero al presentarse las desviaciones señaladas, se restringió el crédito oficial, evidenciando las inconsistencias de la política pública en este campo. Tales limitaciones son atribuidas, igualmente, a que los esfuerzos gubernamentales al respecto son limitados, puntuales y carentes de planes coherentes, descansando las iniciativas más en la acción individual de funcionarios específicos que a una política consistente y globalmente instrumentada ((Dorremochea, Micheo y Sosa, 1977: 29). La acción estatal se concentró, a raíz de la aprobación de la Ley de Cooperativas en el año 1966, en la labor de fiscalización y, en menor medida de promoción, de la Superintendencia Nacional de Cooperativas.

La promoción y financiamiento de cooperativas por parte del Estado, después del impulso inicial al comienzo de la década se retrae por los desaciertos señalados, para reimpulsarse con las iniciativas del Gobierno socialcristiano desde el año 1969 a través de la acción financiera y de apoyo a la promoción y capacitación que ejecutó fundamentalmente FUNDACOMUN.

Varias universidades del país participan igualmente en procesos de capacitación,

difusión y asesoramiento a las cooperativas, incluyendo a la UCV, ULA, LUZ, UC y la UCAB. Se conforman centros de promoción, educación y asesoría cooperativa provenientes del mismo mundo cooperativo, tales como el Centro Nacional de Educación Cooperativa (CENECO), Centro de Educación Cooperativa de Mérida (CEDECOM) y la Unión de Fomento Cooperativo del Estado Zulia (UFOMCEZ). Entre las organizaciones privadas también se promovieron cooperativas en la década, fundamentalmente de carácter religioso y en menor medida de origen empresarial, resaltando CÁRITAS Diocesana, Fé y Alegría, Acción de Venezuela y el Centro Gumilla, el cual al final de la década estableció un convenio con FUNDACOMUN que le permitió actuar además del estado Lara en varias entidades del país (Dorremochea y Micheo. Entrevista. Agosto 2005).

En este período las orientaciones predominantes que guían el fomento y la formación de las cooperativas provienen de dos fuentes de inspiración y referencia fundamentales. Por un lado del ‘Coady Internacional Institute’ localizado en Antigonish, N.S., Canadá, el cual conformó un movimiento internacional de promoción cooperativa basado en la educación de adultos desde las necesidades e intereses económicos y sociales más sentidas del pueblo, educándolo a partir de su quehacer cotidiano en la práctica de nuevos procedimientos, técnicas y actitudes sociales fundamentadas en la cooperación y la ayuda mutua. Persigue el logro de la independencia y la autonomía de los pueblos “…para que se hagan dueños de su propio destino” (Centro Gumilla, 1969: 5). El Centro Gumilla asume esta filosofía y su fundador en Barquisimeto, el Padre Echeverría S.J. y algunos de sus integrantes, son formados en ese instituto. La otra orientación e influencia básica proviene la ‘Credit Union Nacional Association’ (CUNA), organismo con sede en Madison, Wisconsin, E.E.U.U., promotor a escala internacional de la ‘Credit Union’, un tipo de cooperativa de ahorro y crédito, que en América Latina auspició la Confederación Latinoamericana de Ahorro y Crédito (COLAC). Su finalidad es básicamente aumentar el nivel de vida de la población a través

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de la cooperación económica, sin plantearse una política social más global (Dorremochea, Micheo y Sosa, 1977: 22)

“…el cooperativismo venezolano tiene cierta orientación europea debido a su origen, pero con la mística y la filosofía del Movimiento de Antigonish. Se diferencia así del cooperativismo actual de Estados Unidos, donde predomina cierta actitud eminentemente práctica, menos filosófica y social, y con énfasis mayor en el aspecto económico. El cooperativismo venezolano se parece así al de Puerto Rico…(que) es más idealista y espiritual que el de Estados Unidos; ha sido influido poderosamente por el Movimiento Antigonish…Este predominio de elementos idealistas y sociales en el cooperativismo cuadra bien con la situación económica tan desesperada de tantas áreas venezolanas subdesarrolladas. El entusiasmo de tipo social será seguido de una preocupación más realista por obtener ventajas económicas directas” (Martínez Terrero, 1972: 43).

De allí que pueda entenderse que, además de las cooperativas agrícolas que son

ampliamente promovidas por organismos gubernamentales fundamentalmente en el marco de la Reforma Agraria, sean las cooperativas de ahorro y préstamo las mayormente fomentadas por las distintas entidades, sobre todo religiosas, que estimulan cooperativas en el país y particularmente en el estado Lara.

En cuanto al alcance del movimiento cooperativo que se gestó en Venezuela en la década de los años 60, se puede considerar el volumen de cooperativas, de sus integrantes, de las familias beneficiadas y la cobertura de sus operaciones. En 1960 existían en el país 16 cooperativas con un total de 2.021 asociados/as, aumentando a 254 asociaciones cooperativas con 56.714 integrantes para el año 1970 “…lo que significa que unas 300.000 personas se benefician indirectamente del sistema” (Martínez Terrero, 1972: 47). Resulta significativo el ritmo de crecimiento del número de cooperativas -148.7 %- y de sus integrantes en ese período -270.6 %-, predominando las Cooperativas de Ahorro y Préstamo al representar el 46.45 % del total muy por encima del segundo tipo de cooperativas en cantidad, las de Transporte con un 24.01 %.

La magnitud del alcance e impacto social de las cooperativas en la década, a pesar de registrar un crecimiento cuantitativo importante, luce restringido a la luz de estos datos, ya que sólo cuentan con una cobertura de población beneficiada del 2.79 % sobre el total de la población del país para el año 1970. Así mismo, si se compara el porcentaje de la población integrante de cooperativas en relación al total poblacional de Venezuela, con respecto a otras naciones, se podrá apreciar la muy limitada significación y presencia organizada del cooperativismo venezolano para esa época en relación al total de la población., tal como se constata en el cuadro siguiente

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Cuadro No. 5 Venezuela y otras naciones

Proporción de la Población Cooperativa con respecto al total de la población Años 60 y 70

NACION POBLACIÓN COOPERATIVA

( % ) INDIA 38.00 %

FINLANDIA 37.24 % DINAMARCA 31.83 %

AUSTRIA 29.39 % ISRAEL 29.13 %

INGLATERRA 25.77 % CANADÁ 20.34 % SUECIA 18.52 %

FRANCIA 14.61 % ESTADOS UNIDOS 10.15 %

VENEZUELA 0.53 % (1) Fuente: Tomado de Martínez Terrero, José (1972). Las Cooperativas de Venezuela. Ed. Fondo Común. Caracas, pág. 25. Cálculos propios para el caso venezolano. 1 El cálculo de la población cooperativa de Venezuela se hizo con la información referente al año 1.970, dado que para el año 1.960 el cooperativismo venezolano se encontraba en un período de ‘resurgimiento’ después de la caída de la dictadura, tal como se explicó anteriormente. 2. El cooperativismo en Lara y el papel del Clero en su promoción y acompañamiento. Sobre el período en estudio algunos analistas señalan que en el Estado Lara, el cooperativismo como en el resto del país “…no empieza de verdad hasta la década del 60.” e identifican dos etapas en el proceso de desarrollo del cooperativismo (Dorremochea, Micheo y Sosa, 1977: 28-29-30). Una primera que transcurre entre los años 1960 y 1965 caracterizada por la promoción inicial y la difusión de las ideas y primeras prácticas organizadas del cooperativismo. La segunda etapa se desarrolla a partir de 1966 con la presencia del Centro Gumilla en Barquisimeto, bajo un plan de promoción y formación orientado a la expansión e integración cooperativa.

Las primeras cooperativas que se crean en la entidad están dedicadas al ahorro y préstamo y son promovidas por religiosos en zonas de barrios, fundamentalmente en Barquisimeto, y en áreas rurales

“Los promotores iniciales de la idea son casi siempre párrocos de parroquias rurales o de zonas marginadas urbanas, preocupados por la situación económica de sus feligreses. No tendríamos nada más que citar el Pbro. Benigno Mejías que funda en Sanare el día 27 de junio de 1961 la primera cooperativa del Estado. Haciendo lo mismo, casi un año más tarde, el 20 de mayo de 1962, el Pbro. Antonio Pérez Cecilia

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en su Parroquia de Barrio ‘San Vicente’ de Barquisimeto” (Dorremochea, Micheo y Sosa, 1977: 29)

Tal como se puso de manifiesto en el capítulo anterior, las condiciones de vida prevalecientes en la población residente en barrios y en zonas rurales del estado Lara, caracterizadas por el desempleo, empleos de muy bajos ingresos, déficit de viviendas adecuadas y de servicios básicos, estimulaban a la población, en el contexto de las expectativas creadas con la caída de la dictadura, a buscar o asumir con diligencia alternativas para enfrentar sus necesidades insatisfechas.

En esa primera etapa se crean 9 cooperativas de ahorro y crédito; 3 cooperativas de transporte; 1 cooperativa agropecuaria y 2 cooperativas de consumo (Dorremochea, Micheo y Sosa, 1977: 29). Más allá de la significación cuantitativa del volumen de tales cooperativas, la valoración de esas primeras cooperativas se puede evidenciar en el posible ‘efecto de demostración’ generado a favor del prestigio y utilidad de las prácticas de cooperación. El ritmo de crecimiento sostenido del número de socios/as, de sus ahorros y de los préstamos de las 2 primeras cooperativas creadas, evidencia la disposición favorable en algunos grupos de la población popular a participar en estas organizaciones en la década en estudio.

La Cooperativa ‘Sanare’ pasa de 328 integrantes al momento de su creación en 1961 a 681 socios/as en 1970, incrementando sus ahorros y préstamos acumulados de 13.127 Bs. y 12.600 Bs. respectivamente en el año 1961 a 106.972 Bs. y 880.759 Bs. en 1970. Igualmente, la Cooperativa ‘San Vicente’, ubicada en el barrio del mismo nombre aumenta de 126 socios en el año de su creación en 1962 a 410 en 1970, elevando sus ahorros y préstamos acumulados de 7.765 Bs. y 5.894 Bs. respectivamente a 185.887 Bs. y 966.477 Bs. en 1970 (Martínez Terrero, 1972: 128-129).

Estas cooperativas logran más que duplicar sus asociados/as, multiplicando por más

de 10 veces sus ahorros y más de 20 veces sus préstamos. La Cooperativa ‘Sanare’ incrementa sus integrantes en un 11,9 %, los ahorros en 78,8 % y los préstamos acumulados en 765,5 % y la Cooperativa ‘San Vicente’ aumenta sus asociados/as en 28,1 %, los ahorros en 254 % y los préstamos acumulados en 2.037 %.

“Por lo general, estas cooperativas se constituían en las barriadas de Barquisimeto y en los pequeños caseríos rurales del estado Lara, dándole al cooperativismo de la región un acentuado perfil popular” (CECOSESOLA, 2003: 21)

Seguramente el despunte de la actividad cooperativa que se comenzaba a perfilar en

la entidad a fines de esta primera etapa, sobre todo en el área del ahorro, estimula la decisión de la Federación de Cooperativas de Ahorro y Préstamo de trasladar su sede a Barquisimeto(1.964), tres años después de su fundación en Judibana en el estado Falcón -cuna del cooperativismo de ahorro y préstamo-, convirtiéndose en la primera Federación Cooperativa del país con su sede en una ciudad distinta a la capital.

En esa primera etapa y también en la siguiente el papel promotor de la Iglesia

católica es fundamental, tanto en el auspicio como en la instrumentación de las acciones de

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formación y organización de las cooperativas. El primer Arzobispo de Barquisimeto, Monseñor Críspulo Benítez Fortúrvel, quien había pertenecido en Caracas al Centro de Estudios Cooperativos, escribió y difundió en la década de los años 60 una Carta Pastoral dedicada al cooperativismo

“La solicitud pastoral de Mons. Benítez, y su visión de la realidad a la luz del evangelio lo lleva a escribir en 1.964, una carta pastoral de cuaresma que hace referencia de cómo debe ser la acción social de la Iglesia particular que peregrina en la, para esa época, diócesis de Barquisimeto” (Trejo, 2005: 10).

En este documento se evidencia la preocupación de la Iglesia ante la pobreza, la

miseria y la situación de injusticia social, sobre todo frente a los dos modelos sociales que se propugnan a nivel mundial para lograr el progreso de las naciones – ‘el capitalismo y el comunismo’-

“Nuestra sociedad está en una constante transformación y lo que se plantea como reto a la Iglesia es que ella sea factor transformador que dinamice una sociedad más justa y humana frente a modelos que siembran desolación y terror valiéndose del ‘descontento de los pueblos’ y que llenan a la sociedad de injusticias y violencia o de un individualismo excesivo donde el hombre pasa a segundo plano” (Trejo, 2005: 10).

Frente a la ‘vivencia de la injusticia social’ y los peligros que representan los ‘dos modelos sociales’ señalados, la respuesta de la Iglesia se debe basar en el Evangelio que “…tiene las soluciones para reestructurar el mundo, producir la paz social, la armonía entre los hombres y alejar sobre la humanidad el odio de clases y rencores sociales” (Trejo, 2005: 10). Esta respuesta se materializará en el plano de la promoción económica y social en lo que denominó el Arzobispo Benítez las “…tres vías…las cooperativas como solución indirecta, la caridad como solución meramente cristiana y la acción católica como organización de respuesta y realidad de actuar” (Trejo, 2005: 10). El Monseñor Benítez traza una orientación sobre el cooperativismo a promover en la diócesis y en las parroquias eclesiásticas, en la que se vincula estrechamente la noción de la promoción económico-social cooperativa con la caridad cristiana, como una acción pastoral a desarrollar en la organización de la población más pobre de nuestra sociedad. Al respecto señaló

“La acción cooperativa nos dará la oportunidad de hacer vivencia el mensaje de Cristo basada en el hombre como criatura de Dios y hermano de los demás hombres…Nuestra caridad nos está exigiendo que demos con valentía y sacrificios de aquello que nos cuesta, que no escatimemos al pobre nuestra ayuda y que lo organicemos para el porvenir, para que nuestro cristianismo no solamente sea de quienes reciben ayuda sino que pueda dar esa ayuda a otros necesitados.” (Sánchez, 2005: A 13, cursivas nuestras).

La jerarquía eclesiástica de la entidad asume de esta manera las explícitas orientaciones del Episcopado de la Iglesia Católica, el cual a partir del papado de Pío XII se pronunció a favor del cooperativismo. De igual manera, en las décadas de los 50 y 60, el Papa Juan XXIII, el Concilio Vaticano II y la II Conferencia General del Episcopado

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Latinoamericano en Medellín en 1968, se expresan abiertamente en respaldo a las cooperativas y las recomiendan. En las encíclicas papales y en los documentos finales del Concilio Vaticano y de la Conferencia de Obispos Latinoamericanos, se establece la coincidencia de los valores y la acción cooperativa con los postulados de la doctrina social de la Iglesia, al promover y crear condiciones para la solidaridad y la unión entre los seres humanos. La Iglesia aboga por los métodos y las asociaciones cooperativas, en especial para que contribuyan a solucionar los graves problemas económicos y sociales que aquejan a los “marginados”, como se les denominaba en esas décadas a campesinos y pobladores muy pobres de las áreas urbanas y rurales de América Latina (Martínez Terrero, 1972:23-24).

El Episcopado venezolano igualmente se manifiesta en apoyo al cooperativismo en documentos como la Pastoral de Cuaresma en el año 1.964 y la Carta Pastoral elaborada a propósito de la XXIV Asamblea de FEDECÁMARAS en 1968 también por el Monseñor Benítez Fortúrvel, en la que se refiere a “Nuestra acción de cooperativas”

El Arzobispo Benítez Fortúrvel fue un prelado muy activo y desde su consagración

como Obispo en el año 1949 se dedicó a la construcción y formación de la iglesia católica en el estado Lara “…ordenó 32 sacerdotes, creó cincuenta parroquias en Lara, construyó dos seminarios y la Catedral de Barquisimeto, además de dedicarse al movimiento del apostolado seglar” (Sánchez, 2005: A 13). En cuanto a su papel en la promoción de cooperativas, destaca la elaboración de las Cartas Pastorales aludidas, su decisión de enviar a varios sacerdotes a realizar cursos a Europa sobre cooperativismo y, en especial, el auspicio y apoyo que le dio a la fundación del Centro Gumilla en Barquisimeto

“…el Arzobispo Críspulo Benítez recibe con gran interés a los sacerdotes del Centro Gumilla cuando decidimos instalarnos en Barquisimeto para realizar la labor de promoción y formación cooperativa, facilitando las relaciones con religiosos de las distintas Parroquias de la entidad y apoyando y difundiendo la actividad del Centro” (Dorremochea y Micheo. Entrevista. Agosto 2005).

La segunda etapa del cooperativismo en Lara se desarrolla desde inicios del año 1966 a partir de la instalación y puesta en funcionamiento del Centro Gumilla. Este es un Centro de Educación y Acción Social a cargo de los Padres de la Compañía de Jesús, los cuales regentan dos centros dedicados a la actividad social: el de Caracas que es un centro de investigación, reflexión y acción y el de Barquisimeto dedicado exclusivamente a la acción social.

La organización apostólica de la ‘Provincia Venezolana’ de la Orden de los Jesuitas, se conforma en “comunidades de vida, equipos de trabajo, centros, obras, sectores y subsectores”, definiendo

“OBRA: Plataforma estable de trabajo apostólico al servicio de sus destinatarios (una parroquia, un colegio, una casa de ejercicios, una cooperativa…) CENTRO: Plataforma estable de apoyo a obras, equipos, grupos …Se especializa en alguna dimensión de la realidad y del apostolado, y desde ella indaga, propone hipótesis, evalúa y, al modo de insumos, contribuye a diversas obras y trabajos de la

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Compañía, de la Iglesia y de la sociedad” (Compañía de Jesús. Provincia de Venezuela, 1984: 30)

La particularidad del Centro Gumilla que se instala en Barquisimeto deviene de su misión y del carácter de su ‘Obra’ como ‘Plataforma’ de

“…Educación y Acción Social…se dedica más exclusivamente a la acción social…su finalidad y razón de ser es la promoción integral del hombre y de todos los hombres a través de la educación de adultos y de la cooperación económica, a través del Cooperativismo…Desarrollo de la comunidad, etc. (Centro Gumilla, 1969: 1).

Las razones de la escogencia de Barquisimeto como sede de este Centro, además de la influencia ejercida al respecto por el Monseñor Benítez, están relacionadas con la valoración que hacen sus fundadores de la favorable ubicación geográfica de la ciudad como eje de comunicaciones, que les permitiría irradiar el ‘trabajo piloto’ a iniciar en la ciudad y sus zonas aledañas hacia “…los Andes, el Occidente y el Centro…Lo que puede dar una idea de la ubicación estratégica del Centro Gumilla, para una acción social de largos alcances” (Centro Gumilla, 1969: 9).

El Centro Gumilla de Barquisimeto lo funda el Pbro. José Luis Echeverría S.J., graduado en filosofía quien es egresado del Instituto Coady de Antigonish (Canadá) donde realizó el curso “Social Leardership”, iniciando su labor de formación cooperativa en Mérida para luego establecerse a mediados del año 1965 en la ciudad. Este sacerdote se plantea en estos términos la misión y finalidad del trabajo a emprender en la entidad

“Estamos plenamente convencidos de que nuestros países en vías de desarrollo están así, no por falta de recursos naturales ni financieros, como el caso de Venezuela, sino básicamente por falta de capacitación humana y un buen método de educación que forme hombres para y en el trabajo. Nuestra historia y la situación actual hace que el objetivo final al que dirijamos nuestra acción sea mucho más agresivo y amplio que un mero mejoramiento del ‘habitat’ del hombre venezolano. La meta general a nivel personal y social que persigue el Centro es la educación y promoción integral del hombre adulto” (Centro Gumilla, 1974: 1)

En tal sentido, esta organización creada por los sacerdotes jesuitas no se define como un Centro Cooperativo propiamente sino como un Centro de Educación de Adultos, que escogió como medio para esa formación la cooperación económica a través de constitución de cooperativas, orientándose a trabajar inicialmente con la promoción de cooperativas de ahorro y préstamo, ya que

“…respondía a una de las necesidades más sentidas de la gente popular, eran relativamente fáciles de manejar y se podían ver los beneficios pronto. Además había un respeto muy grande al clero de ese entonces lo que le daba seguridad y garantía a la gente para decidirse a incorporar a la cooperativa y ahorrar sus recursos. De tal manera nuestro trabajo educativo, una vez creada la cooperativa, se desarrollaba en la acción concreta cuando ya la cooperación se encontraba en marcha” (Dorremochea y Micheo. Entrevista. Agosto 2005).

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Con el aporte educativo de la acción promotora del Centro Gumilla y el esfuerzo comprometido de un conjunto significativo de líderes sociales ‘naturales’, que surgieron en las propias comunidades populares y fueron formados a partir de la actividad desarrollada, se crean en la segunda mitad de la década de los años 60, 20 cooperativas de ahorro y crédito, 3 de consumo y las Centrales de Servicios Sociales “Lara” (CECOSESOLA) y “Torres” en el Distrito –hoy Municipio- con el mismo nombre. La acción del Centro Gumilla se expande fuera de la entidad a partir del año 1.969 en el marco de un convenio por cuatro (4) años con la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y Fomento Municipal (FUNDACOMUN) y el Centro Nacional de Educación Cooperativa (CENECO), a través del cual participa en el desarrollo de un extenso ‘Programa de Extensión Cooperativa’ que abarcó barrios de la zona metropolitana de Caracas, los estados Mérida, Barinas y Portuguesa, el Distrito Torres del estado Lara y barrios de Maracaibo. El ente gubernamental –FUNDACOMUN- financió las acciones y el Centro Gumilla ofreció su metodología educativa y de promoción de cooperativas para formar ‘extensionistas’ de CENECO. En el año 69-70 habían realizado 223 cursos con 6.895 participantes y habían cooperado con los equipos de trabajo de educación cooperativa del Centro de Educación Cooperativa del estado Mérida y el ‘Equipo Los Llanos’ (Martínez Terrero, 1972: 59-60). Indudablemente el mayor logro del cooperativismo larense en la década de los 60, lo constituye haber alcanzado la integración de dos Centrales regionales de servicios “…únicas, a nuestro entender, en América Latina” (Martínez, 1972: 100). La conformación en el año 1967 de la Central de Servicios Sociales “Lara” (CECOSESOLA) como respuesta a la necesidad del servicio funerario integrado entre las cooperativas ‘El Triunfo’, ‘La Salle’, ‘Santa Cruz’, ‘Abajo Cadenas’, ‘Sagrada Familia’ y ‘John Fitzgerald Kennedy’, marcó un hito en la historia del cooperativismo venezolano, al punto de que al año siguiente ya se habían integrado 11 cooperativas más para alcanzar una Central que agrupaba a 17 cooperativas.

La idea de crear una central que atendiera los servicios funerarios surgió como expresión de la necesidad de solventar los requerimientos de entierros que llegaron a representar el mayor porcentaje de los créditos que otorgaban las cooperativas, lo cual se evidenciaba en sus informes anuales (Dorremochea y Micheo. Entrevista. Agosto 2005).

Para el año 1971, ya CECOSESOLA integraba 31 cooperativas con 4.227

beneficiarios/as, que amparaban aproximadamente a 25.362 personas, prestando sus servicios de entierros a 178 particulares y 60 beneficiarios/as entre mediados de los años 1970-71 (Martínez Terrero, 1972:100).

La creación de esta Central repercutió favorablemente en otros grupos cooperativas de la entidad que para el año 1970

“…siguiendo el ejemplo y la experiencia de los cooperativistas Barquisimetanos, cinco cooperativas de Carora decidieron fundar la Central de Cooperativas de Servicios Sociales ‘Torres’ “CECOSESOTO”, para la prestación del servicio funerario, con el asesoramiento fraternal de CECOSESOLA…” (Nieves, 1997:13)

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El proceso de creación de cooperativas en el Distrito Torres en la década en estudio, se inicia en el año 1966 con la labor promotora de párrocos que las auspician en zonas populares “…era cura párroco de Barrio Nuevo el Pbro. Justiniano Zovich (Franciscano) quien conocía por experiencias propias en su país natal, Yugoslavia, las ventajas y beneficios que podían obtener las comunidades con la organización de cooperativas” (Nieves, 1997: 9), buscando posteriormente la asesoría y el acompañamiento del Centro Gumilla, cuyos integrantes orientaron la creación de otras cooperativas y de la Central CECOTORRES, inicialmente denominada CECOSESOTO.

CECOSESOLA llegó a convertirse en el corto plazo en el modelo seguido por otras

zonas cooperativas, específicamente en Carora, Mérida, Caracas-Petare y en los estados Falcón, Zulia, Portuguesa y Barinas. Este logro fue propiciado tanto por la labor de promoción realizada por el Centro Gumilla dedicado a acompañar al movimiento cooperativo, como por las relaciones cultivadas entre las cooperativas bajo el ideario de la integración, de satisfacción conjunta de necesidades y de construcción de un movimiento popular para canalizar las aspiraciones de protagonismo de sus integrantes; además la creación de esta Central fue facilitada por la confianza existente entre las cooperativas producto del manejo transparente de sus recursos, sin casos conocidos de desviación de los mismos.

Con base en la información sobre el cooperativismo en la entidad para la época,

que aporta el citado estudio de Martínez Terrero, se puede establecer algunos indicadores que permitan aproximarse a una medida de sus alcances.

En el año 1970 el estado Lara presenta, además de la integración cooperativa, otros

indicadores significativos de avance de la acción cooperativa en relación al resto del país. Cuenta con el mayor número de cooperativas (38) después del Distrito Federal (52); en el área de ‘Ahorro y Préstamo’ en la entidad existían para ese año 28 cooperativas que afiliaban a 11.273 personas, lo cual representaba el 33.7 % de las cooperativas y el 42.6 % del total de personas afiliadas a ese tipo de cooperativas en todo el país. El estado Lara forma parte de la región centrooccidental, integrada además por los estados Falcón, Yaracuy y Portuguesa, la cual concentra el mayor volumen de asociados/as a cooperativas en el país -22.429 personas- que significaban el 39.5 % del total nacional, muy por encima de la proporción de la segunda región -Región Capital- con mayor cantidad de afiliados/as -25.1 %-.

A pesar de tales desarrollos, las coberturas que alcanzaron las cooperativas en el

estado Lara a fines de la década son limitadas, tanto en el volumen de sus integrantes como de personas beneficiadas; sin embargo, tomando en cuenta el relativamente breve período de tiempo en el que se hizo la promoción y organización de las mismas, los resultados son apreciables. Considerando las dos áreas de mayor desarrollo cooperativo, servicios funerarios y ahorro y préstamo, las cooperativas cubren con los servicios funerarios al 7.58 % de la población de la ciudad de Barquisimeto y al 3.77 % de la población de la entidad; en relación al ahorro y préstamo, las coberturas son mayores abarcando con su acción crediticia y social aproximadamente a un significativo 18.8 % de la población

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barquisimetana y un 9.36 % de la entidad. Si estos cálculos se sectorizaran considerando exclusivamente el universo de la población popular, las coberturas serían mayores.

Al establecer la relación entre la población afiliada a cooperativas y la población

económicamente activa (PEA), se encuentra que para el año 1970 aproximadamente el 7,03 % de la PEA del estado Lara formaba parte de estas agrupaciones, muy por encima de la proporción a nivel nacional que era del 1.88 %. En síntesis, puede señalarse que históricamente fue resaltante la labor que adelantaron sectores religiosos en la promoción y organización del cooperativismo en el estado Lara en los años 60, no sólo en su difusión y capacitación sino también en su acompañamiento y asesoramiento cercano, logrando motivar e incorporar un contingente valioso de líderes sociales que asumieron con entusiasmo la acción cooperativa. De esta manera, en la entidad se concreta una orientación pastoral proveniente de la Jerarquía Eclesiástica internacional, nacional y estadal, la cual es ejecutada en una entidad que para el período presentaba un cuadro significativo de serios conflictos sociales y políticos. La implementación de tales orientaciones es realizada al comienzo por párrocos a título individual y, posteriormente, por un equipo dedicado a realizar sistemáticamente tales labores, contribuyendo a alcanzar resultados significativos en el desarrollo cooperativo en el estado Lara al final de la década, muy por encima de la mayoría de entidades del país. 3. Valoración y significación del Cooperativismo gestado en Lara en los años 60. Una valoración de conjunto del cooperativismo que se gestó y desarrolló en la entidad en la década en referencia, debe considerar, en primer término, su alcance e impacto en términos de su contribución a la resolución de las necesidades económicas y sociales insatisfechas de la población larense. En segundo lugar, debe apuntar a reflexionar sobre el grado de inserción social y de protagonismo popular que la promoción del cooperativismo alcanza entre los sectores populares a los cuales va dirigida. Una tercera consideración, debe valorar el nivel de desarrollo que logran las organizaciones cooperativas en cuanto a sus iniciativas e integración. En cuarto término, ubicar el papel que históricamente jugó en la trama de intereses, contradicciones y conflictos que se desarrollaban en la entidad y el país en el período. Acerca del alcance e impacto del cooperativismo larense en los 60s, debe apuntarse que las magnitudes de la problemática económica y social afrontada por la gran mayoría de la población de la entidad durante esa década, exigía una perentoria búsqueda de soluciones ante las carencias, exclusiones y déficit sociales acumulados que se agudizaban con las fuertes migraciones campo-ciudad y frente a la efervescencia social, elevadas aspiraciones de mejora y cambio político que desencadenó la caída de la dictadura. El cooperativismo representó en una cierta medida una de las vías que se promovió para enfrentar tal problemática, básicamente auspiciada por la Iglesia Católica y, en menor medida, por los gobiernos del “Pacto de Punto Fijo”.

Los niveles de desempleo y pobreza presentes en la población en la década eran de tal proporción que los esfuerzos de promoción y organización cooperativa y los resultados

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que se alcanzan, a pesar de ser significativos y resaltantes en el concierto nacional cooperativo, son limitados y con unas coberturas de afiliación y de servicios restringidas aunque importantes en el caso del ahorro y préstamo. Los problemas sociales mantuvieron elevadas proporciones, aunque el gasto social del Estado haya atenuado la magnitud de los mismos desde mediados de esa década; tales problemas se originaban por causas estructurales relacionadas con las formas de concentración de la propiedad, del poder y de distribución de los excedentes en nuestra sociedad y el cooperativismo más que contribuir a resolverlos se convirtió en una opción para atenuar los impactos negativos de la situación de crisis que se vivía en la época, entre un segmento popular de la población larense.

Sin embargo, el mayor impacto alcanzado en esa década, que puede denominarse

‘fundacional’ del cooperativismo larense, es la formación de ‘cuadros populares’ para la promoción y organización de cooperativas que expanden su labor por la entidad y fuera de esta en las décadas siguientes.

El Centro Gumilla adelantó, como era su proyecto, un trabajo de ‘siembra’ del

cooperativismo, recogiendo a su vez las iniciativas que habían realizado otros sectores religiosos al inicio de la década y formando personas que al convertirse en promotores/as contribuyeron a irradiar estas organizaciones entre los sectores populares de la entidad. Se trataba de líderes sociales motivados por el trabajo a favor de su comunidad y, seguramente, por la promoción del cambio social y político, conquistados por la labor pastoral de unos religiosos que auspiciaron el cooperativismo como el camino más deseable para la redención social, el protagonismo popular y la autosolución pacífica de las necesidades insatisfechas de la población, como se lo planteó en determinada medida la Jerarquía Eclesiástica. Incluso en reconocimiento de la labor social y los resultados de la promoción cooperativa, al fundador del Centro Gumilla en Barquisimeto –Padre J. L. Echeverría S. J.- lo designan Provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, cargo de máxima autoridad de esta Orden en el país.

En cuanto a los niveles de inserción social y protagonismo popular que logró el

desarrollo cooperativo de la época, debe subrayarse que la promoción cooperativa que se hizo desde los inicios de la década, en la gran mayoría de los casos, se realizó en zonas populares, tanto urbanas como rurales, incorporando a una población de muy bajos ingresos, practicante de una devota religiosidad y con una disposición básica a compartir recursos y soluciones ante problemas comunes, producto de sus tejidos sociales basados predominantemente en redes familiares extendidas y a sus históricas experiencias solidarias campesinas. Realmente se logró que el cooperativismo larense tuviese “un acentuado perfil popular”.

La caída de la dictadura hace catapultar las expectativas de mejora socioeconómica

y las aspiraciones de participación política de la población, en particular de los más pobres, quienes son estimulados a la acción sociopolítica dadas sus precarias condiciones de vida y la promoción que hacen entre tales sectores los partidos políticos. El cooperativismo vino a representar un canal para la participación social y para la búsqueda de soluciones a las necesidades insatisfechas de tales grupos poblacionales, tanto para quienes no contaban con experiencias previas de organización social como para quienes, sobre todo al final de la

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década, provenían, en particular, de experiencias políticas en organizaciones partidistas de izquierda.

El pleno protagonismo de los sectores populares relacionado con la dirección

autónoma de sus organizaciones cooperativas, al margen del monitoreo, tutelaje o direccionamiento externo es un asunto pendiente al final de la década, ya que para la época los integrantes del Centro Gumilla tienden a ejercer una importante influencia en el mundo cooperativo, lo que llevó a integrantes de cooperativas a apreciar que “Se palpaba una excesiva dependencia del movimiento cooperativista hacia el centro religioso” (CECOSESOLA, 2003:22).

En cuanto a independencia de las cooperativas de la época con respecto al control

del gobierno o de los partidos políticos, las evidencias apuntan a que los esfuerzos que hicieron los entes oficiales de promoción cooperativa realizados al comienzo y al final de la década, fueron de carácter puntual, restringidos a la acción crediticia o a la firma de convenios para apoyar la promoción por parte de organizaciones religiosas, sin una intervención sistemática o búsqueda de control de la dinámica de las organizaciones cooperativas. La mayoría de los partidos políticos no evidenciaron contar con un interés particular en el trabajo de fomento cooperativo, ya que su atención y acción se dirigió fundamentalmente a la organización de sindicatos, juntas comunales o ligas campesinas; solamente el Partido Socialcristiano COPEI al comienzo del gobierno del Presidente Caldera en los años 1969-70 demostró interés al respecto.

El grado de desarrollo organizativo que alcanza el movimiento cooperativo de Lara

y, sobre todo, sus niveles de integración, representa uno de sus rasgos más interesantes, ya que llegó a gestar la primera central regional del cooperativismo venezolano, la cual se expandió en número de cooperativas articuladas y en servicios con una relativa rapidez en un plazo de pocos años. Esta Central vino a convertirse en una referencia nacional y regional –ya que sirve de ejemplo para la conformación de CECOTORRES a comienzos de los 70s- y en la constatación de que no sólo era posible la integración cooperativa sino que con ésta se podían obtener ventajas y beneficios concretos, tal como lo señalaban las teorías cooperativas y se había demostrado en otros países.

El camino recorrido por el cooperativismo larense en la década en relación a sus

campos de acción, se inició en el área de ahorro y préstamo, continúo con el servicio funerario y hacia finales de la década incursiona en el consumo. Es un cooperativismo básicamente de servicios y distribución que no aborda la producción, lo cual se corresponde con las características de la economía de la entidad y con las exigencias y complejidades del trabajo productivo.

El ritmo de crecimiento de la organización y de la acción cooperativa, al

comparársele con los desarrollos de otras entidades, denota un esfuerzo sistemático que si bien no se expresa en rápidos y masivos resultados refleja una tendencia ascendente y progresiva en el aumento de las organizaciones, sus afiliados/as y los volúmenes de sus actividades. Tales esfuerzos siempre son acompañados por un énfasis en la formación y la capacitación cooperativa, lo cual llegó a ser incorporado en una amplia medida por los distintos grupos cooperativos que se formaron.

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La valoración del papel que históricamente desempeña el cooperativismo en el

marco del juego de intereses y conflictos que vive la sociedad larense posteriores al derrumbamiento de la dictadura, es compleja por la diversidad de elementos contradictorios que participan en los procesos señalados. De entrada, debe explicitarse que la caída de Pérez Jiménez desencadena una altísima conflictividad social y una aguda y cada vez más frontal lucha por la hegemonía política entre diversas agrupaciones de la sociedad. Los diversos sectores económicos, sociales y políticos explicitan sus aspiraciones y proyectos, desarrollando grandes esfuerzos por imponerlos al conjunto de la sociedad. El ‘Pacto de Punto Fijo’ representa la cristalización de un amplio acuerdo político y programático que incluye a elites económicas, políticas, militares, eclesiásticas y sindicales, pero excluye a sectores de izquierda, contribuyendo con la radicalización de sus luchas.

En el contexto de una conflictividad social creciente y de la radicalización de las

luchas políticas y la represión gubernamental sobre las mismas a comienzos de la década, se debe ubicar las primeras iniciativas de sectores religiosos de promoción cooperativa en la entidad, quienes trabajan entre grupos poblacionales muy pobres fomentando las cooperativas como una forma de practicar la solidaridad, la caridad y de lograr la autosolución de sus necesidades más sentidas.

Las orientaciones que dimanan de la Jerarquía Católica en el período en relación al

cooperativismo, por un lado, enfatizan y refuerzan la asociación entre la acción de estas organizaciones con las prácticas de la caridad cristiana al margen de las confrontaciones reivindicativas frente al Estado y de los enfrentamientos clasistas y, por otra parte, enmarcan al cooperativismo propuesto como una opción frente a los modelos de sociedad –“Capitalismo” y “Comunismo”-- que se presentan y debaten en nuestra sociedad y como una vía pacífica, no conflictiva ni de enfrentamientos sociales –de clases- y políticos para la solución de los graves problemas que se viven en esa época “Si queremos realizar en Venezuela una transformación pacífica de las actuales estructuras, no podemos menospreciar y arrumbar al pueblo que tratamos de promover” (Centro Gumilla, 1966: 3).

Aunque no se evidencia una vinculación entre las acciones de promoción

cooperativa que desarrollan los sectores religiosos con las iniciativas o intereses inmediatos de los gobiernos o de los partidos políticos de gobierno, se puede apreciar una coincidencia entre el objetivo de estabilización y “pacificación” de la sociedad venezolana y, en particular, de la larense que persiguen los distintos factores participantes en el ‘Pacto de Punto Fijo’, sobre todo después de una intensa lucha armada a comienzos de la década, con los propósitos de cambio social ‘pacífico’ que se plantea la Jerarquía Eclesiástica con la promoción cooperativa.

Al final de la década, en el inicio del período de gestión del Presidente Caldera en el

que se plantea la Política de “Pacificación”, que contemplaba la invitación a quienes participaron en la lucha armada a reincorporarse a la acción política legal y pública, se establecieron acuerdos de acción conjunta en la promoción del cooperativismo entre entes gubernamentales y el Centro Gumilla. Este convenio que resultó el único establecido con agencias gubernamentales, no pareció afectar la pregonada ‘neutralidad política’ de este

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Centro, ya que sus acciones se mantuvieron al margen de la influencia y los intereses específicos del partido de gobierno.

La promoción cooperativa se intensifica en la entidad en la segunda mitad de la

década, precisamente en un período de reflujo de las luchas sociales y políticas que se escenificaron con fuerza en la primera mitad. A pesar de que la cobertura de las cooperativas no es para la época de gran magnitud, en sectores del mundo popular larense llegan a alcanzar prestigio y a convertirse en una referencia importante de organización popular y de enfrentamiento de problemas, seguramente por lo cual logran estimular e incorporar a quienes buscaban vías más radicales para el cambio social.

Para finalizar, debe subrayarse que el cooperativismo impulsado en Lara vino a

satisfacer, en determinada medida, las necesidades de creación de nuevas identidades sociales y de participación social y protagonismo presentes entre sectores populares de la entidad, en particular de quienes ya fungían como líderes sociales ‘naturales’. En tal sentido, se convirtió en un canal de participación por el que transitó un conjunto muy valioso de personas con aspiraciones de mejora social y, en determinada medida, de cambio político.

VI. CONSIDERACIONES FINALES El surgimiento y expansión del cooperativismo en el estado Lara en la década de los años 60 encontró en sectores de la Iglesia Católica su fuente principal de promoción y acompañamiento, los cuales basados en su fuerte implantación e influencia entre la población pobre de la entidad, impulsaron una progresiva y creciente dinámica de organización popular cooperativa en la entidad. Las iniciativas gubernamentales de fomento del cooperativismo, realizadas fundamentalmente al inicio de la década, lograron poco alcance y menos efectividad La propuesta cooperativa alcanzó receptividad entre tales grupos poblacionales dado el cúmulo de sus necesidades insatisfechas, la carencia de alternativas concretas y a corto plazo de resolución de las mismas y las expectativas de participación social que estimuló la caída de la dictadura de Pérez Jiménez. Se puede apreciar que el cooperativismo que emerge en Lara logra enrizarse de manera significativa entre grupos poblacionales populares, alcanzando una importante implantación en un lapso de gestación y expansión relativamente corto. Esto fue posible por que estaban requiriendo respuestas concretas a sus postergadas necesidades, ya que una amplia proporción de esta población experimentaba procesos de desplazamiento del campo y de las actividades artesanales tradicionales.

Asimismo, los procesos de creación de cooperativas potenciaron tradiciones solidarias, sobre todo de orígenes campesinos, presentes en las relaciones familiares, de compadrazgo y vecinales en las comunidades populares, lo cual contribuyó con su implantación. De igual manera, canalizaron la marcada tendencia de la población al ahorro como expresión de sus valoraciones hacia la previsión y la austeridad.

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El cooperativismo que se promueve en el estado Lara en el período no está al margen del proceso de conflictividad social y de enfrentamientos políticos-militares, sobre todo en la primera mitad de la década. Se presenta como una opción para enfrentar los problemas de la población por vías pacíficas y como una tercera vía frente al choque ideológico de la guerra fría –Capitalismo o Comunismo-. El contexto de tensiones y violencia que vivía el país y, en particular, la entidad, estimula la búsqueda entre diversos sectores de la sociedad de opciones alternas a la confrontación. El conflicto social y político que vive la entidad, en medio de los elevados grados de exclusión social y pobreza de su población, se convirtió en pivote para potenciar los esfuerzos de promoción cooperativa.

La acción cooperativa puede haber contribuido, en cierta medida, a canalizar el

conflicto sociopolítico, ofreciendo posibilidades de autosolución de necesidades que sin esta opción pudieron haber derivado hacia la búsqueda de alternativas radicales y de enfrentamiento político.

Ante una política de industrialización sustitutiva y de crecimiento hacia adentro que

no lograba revitalizar y desarrollar ampliamente, con la urgencia que la coyuntura reclamaba, el tejido productivo del país y de la entidad; de una estrategia social que no alcanzó a cubrir las amplias necesidades de protección social e inclusión de la población, el cooperativismo constituyó una opción viable, en un una escala limitada, con resoluciones a corto plazo y no conflictiva.

El alcance del cooperativismo que se desarrolla en Lara en el período se evidencia

en sus coberturas de afiliación y atención, en los sectores de actividad que va abarcando y en la importante integración que logra. Incluso en la significativa referencia que llega a representar para cooperativistas de distintas entidades del país que han seguido sus pasos e implementaciones. Sin embargo, las dimensiones estructurales de los problemas que buscó enfrentar, pusieron de manifiesto que esta modalidad de organización social por sí misma, aunque contribuyó a enfrentarlos con participación comunitaria y compromiso social, no alcanzó a constituirse en una opción global de sociedad alternativa, sino más bien en un componente potencial de la misma.

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Entrevistas

Dorremochea, Alberto y Micheo, Alberto, Sacerdotes Jesuitas. Entrevista realizada el 19 de Agosto de 2005. Rodríguez, Luisa. Entrevista realizada el 28 de Agosto de 2005.