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    Introduccin y alcance de la obraLa causa de que se hayan descubierto fbricas dela muralla de la Judera de Cuenca en la traseradel inmueble de Alfonso VIII nmero 28 ha sidola intencin de un particular de reformar su vivi-enda.(OHGLFLRDFWXDOQRHVRWUDFRVDTXHXQDFDVD

    colgada sobre esta parte del recinto amurallado dela ciudad, al igual que los nmeros anejos. La mu-ralla se ha conservado a la altura del desvn supe-rior y las escaleras que a l llevan. El resto de pisosinferiores quedan a la altura de la roca madre calizaque serva de sustento a la cerca de la Judera.

    Todos estos datos los percibimos ya durantela visita previa y se plasmaron el nuestro proyec-to. Publicamos readaptado en este artculo el in-IRUPHQDO/DVIiEULFDVGHODPXUDOODVHDQDOL-zan con detalle y ponemos en relacin los nuevosdatos con los precedentes devenidos de nuestrotrabajo de investigacin sobre las murallas de

    Cuenca (MUOZ Y DOMNGUEZ-SOLERA,2011), y en concreto con los datos obtenidos pornosotros y otros colegas de profesin reciente-mente en los inmuebles de esta rea de la ciudad.

    Fernando Olmedilla es el arquitecto respon-sable del proyecto de obra. ste pretenda habili-tar el interior -tres alturas- a las actuales exigen-cias de habitabilidad y comodidad. Aunque tabi-queras interiores, suelos viejos y otros elementosincmodos se han suprimido, en todo momentose ha buscado la preservacin del mayor de losYDORUHVDUTXHROyJLFRVGHOHGLFLRODWUDVHUDGHODmuralla. En un principio se habl de integrar staHQHODVSHFWRQDOGHOLQPXHEOHSHURQDOPHQWHel promotor ha decidido cubrirla. Avalamos aquque la disposicin de fbricas nuevas sobre ellano afecta a su pervivencia.

    Segn se escribe en la memoria facilitada porFernando Olmedilla:

    Se mejora en la medida de lo posible la habitabilidad

    GHODYLYLHQGD\DTXHFDUHFHGHVXSHUFLH\GLPHQVLR -

    nes mnimas de las estancias, ventilacin e iluminacin

    mnima, ventilacin de bajantes, etc. Insistimos en que,

    adems de haberlo contrastado con tcnicos de la geren-

    cia municipal de urbanismo, es una reforma que estcondicionada a la preexistencia de una construccin

    DQWLJXDTXHFRQIRUPHHVWiFRQJXUDGDVHHQFXHQWUDHQ

    XQHGLFLRVREUHRWUDYLYLHQGD(OHGLFLRHVDQWLJXR\

    CONTROL ARQUEOLGICO EN LAS OBRAS DEACONDICIONAMIENTO DE LA VIVIENDA C/ ALFONSO VIII

    28 (CUENCA). LA MURALLA DE LA JUDERA

    Mchel Muoz GarcaLicenciado en Historia del Arte (USA); Licenciado en Historia Antigua y Arqueologa Clsica (USA);Mster en Restauracin Arquitectnica (UVA); Ttulo de Grado (UCLM)

    Santiago David Domnguez-SoleraLicenciado en Historia, especialidad en Prehistoria (UCM); DEA por el

    Departamento de Prehistoria (UCM)ARES Arqueologa y Patrimonio Cultural

    [email protected]

    Resumen: Durante un estudio arqueolgico para la reforma de una casa particular en la CalleAlfonso VIII -Cuenca-, aparecieron los restos de la muralla de la Judera. Se trata de un nuevoSXQWRSDUDHQWHQGHUFXiOHUDHOWUD]DGRGHODVIRUWLFDFLRQHVKLVWyULFDVHQ&XHQFD

    Abstract:During an archaeological study on the reform of a particular house in Alfonso VIIIstreet -Cuenca-, the remains of the Jewish Quarter Wall appeared. It seems a new point to under-VWDQGZKDWZDVWKHURXWHRIWKHKLVWRULFIRUWLFDWLRQVLQ&XHQFD

    Palabras clave:&XHQFD$UTXHRORJtDGHOD$UTXLWHFWXUDMXGHUtDIRUWLFDFLRQHV

    Keywords:&XHQFD$UFKDHRORJ\RIDUFKLWHFWXUH-HZLVKTXDUWHUIRUWLFDWLRQV

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    Cuenca, o Madinat-Kunka, se fund por laIDPLOLDGH ORV%DQX=XQQXQSDUDVHUYLUGHIRU-taleza central a la denominada cora de San-tavera, divisin administrativa sobre la cualdespus evolucionara la provincia de Cuenca.

    Aunque no se conoce una fecha exacta, habln-GRVHGHPRPHQWRVHQWUHHOQDOGHOVLJOR,;R\DELHQHQWUDGRHO;VtVDEHPRVTXHDOSRFRGHsu nacimiento se convirti en la capital de San-tavera, desplazando en el puesto a otras ciu-dades tales como Ercvica./RV %DQX =XQQXQ HUDQ XQD IDPLOLD SURFH-

    dente del N de frica que haba participado enla conquista de Tariq de forma bastante activa yque se establecieron en la zona como seores. Su

    dominio aqu ira creciendo progresivamente has-ta que -segn los propios cronistas de la poca ycomo otros linajes paralelos- llegaron a consoli-darse en el rea como emires de frontera, se-ores dependientes del Califato Cordobs, peroFRQ XQD OLEHUWDG \ XQ SRGHU EDVWDQWHGHQLGRLa zona en la que esto era una realidad en las fe-chas en las que se fund Kunka se conoce comoMarca Media -Centro Peninsular.

    El Califato tuvo problemas con ciertos de es-tos lderes, alindose con otros que buscaban

    imponerse a sus vecinos. Segn explica OrtegaOrtega en su libro Anatoma del EsplendorHOVRPHWLPLHQWRGHORVHPLUHVGHIURQ-tera no fueron tanto las guerras como el lujo yel boato que rodeaban a la Corte de Crdoba. Y

    es que, prueba material de tal proceso, es la imit-acin que en sus construcciones se hizo reivindi-cando la identidad califal, a modo de legitimacinde su poder como delegados. As, por ejemp-lo, las caras externas de las murallas de la mayorparte de las ciudades musulmanas de esta pocamostraban fbricas de grandes meos en tizn,estilo recurrente que no es anecdtico ni casual.

    El Castillo de Gormaz es, quiz, el ejemploPiVUHFXUUHQWHVREUHHVWHWLSRGHIRUWLFDFLyQ

    QR DMHQR DO VLJQLFDGR VLPEyOLFR DOXGLGR 3DUDsu correcto estudio intervienen los conceptos dela Arqueologa del Paisaje y del Paisaje Con-struido (ver, por ejemplo, CRIADO, 1999), ellonos lleva a valorar la trascendencia del mensajesociopoltico transmitido (MUOZ y DOMN-GUEZ-SOLERA, 2011).

    El aparejo en tizones nos sirve a los arquelo-gos de la arquitectura como estrato gua paraLGHQWLFDU HO UHFLQWR IXQGDFLRQDO \D TXH QR VHconoce por las fuentes escritas:

    Fig. 3. Muralla tras la pared de la escalera del segundopiso de Mosn Diego Valera 24 / Fotografa tomada por

    Mchel Muoz Garca [en adelante, MMG]

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    ste arrancaba de lo que an conocemoscomo El Castillo. All se coloc un torrenfortsimo que serva como tapn en uno de lospuntos ms dbiles del excelente enclave que lashoces del Jcar y del Hucar hacan inexpugna-

    ble. Este recinto desde El Castillo bajaba encara-mado a la Hoz del Jcar -y tal vez slo rellenandolos huecos por los que se pudieran esperar asal-tos y sabotajes- hasta lo que hoy llamamos rea deMangana, concretamente hasta la Cuesta del Car-men. All se distinguen lienzos bastante potentescumplimentados con cubos que reforzaran estaparte. Desde aqu retornaran el trazado de nuevohasta el gran torren precisamente por las callesactualmente llamadas Zapateras, Mosn Diego

    de Valera y Alfonso VIII, por detrs de la Cat-edral -entonces mezquita mayor- y por la Ron-da de Julin Romero. Por el momento, no se hanencontrado paramentos en Tizn ms all de laCuesta y la Plaza del Carmen. Pero el recinto hab-ra de cerrarse y pensamos que las obras posteri-ores en la muralla seguiran el trazado del recintooriginal, arrasando lo preexistente y buscando ci-mentarse en la roca.

    Aunque tambin hemos encontrado tizonesen el Puente de la Trinidad, que existira en la

    primera fase de Cuenca y sus murallas, sabemosque esta parte se ocupa en una etapa posterior,tambin musulmana, coincidiendo con el periodode las taifas. El puente servira como presa, con-IRUPDQGRXQDDOEXIHUDDUWLFLDOFX\DPRUIRORJtDexacta, origen y estructuras estn en debate, v-DVH,%f(=TXHHYLWDUtDORVDWDTXHVSRUel llano. Ahora se dotara al complejo de un recin-to mayor. Del aspecto de Cuenca en este segun-

    do momento nos informa el cronista del califa$EX

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    caleras con toda seguridad. Sobre el parapeto que est

    sobre el foso se levanta un gran torren de construc-

    cin antigua; y en lo ms bajo de la escalinata, junto

    al agua del ro, hay una puerta recubierta con chapas

    GHKLHUURGRPLQDGDSRUODDOFD]DED1RKD\VLWLRSRU

    donde pueda ser atacada esta ciudad, si no es por ellado del citado foso. A lo largo del lago, que est bajo

    la defensa de la ciudad, se extienden sus vias y rbo-

    les, nogales y de otras especies, pero en su mayora no-

    gales. Sus sembrados y su tierra se extienden por los

    valles y por el llano.

    &XDQGRHO&DOLIDOOHJyDODFLXGDG\DODDOFD]DED

    ya citada, salieron a recibirle sus habitantes todos, d-

    biles y desnudos, con sus familias e hijos, los grandes y

    los pequeos. Antes de esto, el enemigo los haba teni-

    do cercados desde haca cinco meses, hasta que supo elmovimiento de los soldados y levant el cerco, y los dej

    como si se levantasen de la mortaja y saliesen del sep-

    ulcro. [] Su nmero era de setecientas almas entre

    combatientes, mujeres, jvenes y nios.

    Fragmento extrado deVILLAR Y VILLAR, 2004

    sta es la medina de Kunka que asedi y con-quist cinco aos ms tarde Alfonso VIII. A par-WLUGHVHLQLFLDODUHHVWUXFWXUDFLyQGHODFLX -

    dad al modo cristiano, pero se mantiene el traza-do de las murallas, diseado ya para ser til y fun-cional en relacin al relieve extremo de Cuenca.

    Sabemos, no obstante y gracias a la lectura arque-olgica de los bastiones conservados, que el re-cinto se ampla para crear el barrio de San Mar-tn, en la ladera de la Hoz del Hucar. El auge deCuenca ser continuo en los reinados subsiguien-WHVD$OIRQVR9,,,\$OIRQVR;DGHPiVGHFRP-pletar la obra patrocinada en tiempos del con-quistador de Cuenca, refuerza los muros e iniciala construccin de un nuevo recinto hasta hacepoco desconocido en la Hoz del Jcar, recintoque no se termin y que sera ocupado no por ca-sas, sino por huertas a la falda del barrio de SanMiguel.

    Muy importante apuntar en este trabajo quela Alcazaba se convierte en palacio cristiano y

    despus muta en el Alczar Real. Nosotros de-fendemos que la Alcazaba-Alczar Real estaba enlo que se conoce como El Castillo, a diferen-FLDGHRWURVDXWRUHVTXHDUPDQTXHVXVUHVWRV

    yacen en Mangana (TROITIO, 1996; LVA-REZ y LPEZ, 2002; MILLN, MUOZ. MU-OZ Y VALERO, 2004). Tngase en cuenta queno han aparecido evidencias arqueolgicas clarasque prueben que en Mangana haya una Alcazabao el Alczar Real -sencillamente espacios y mate-riales de calidad tal que son interpretados como

    de palacios- y la nica fortaleza medieval que seconoce en Cuenca es El Castillo. SencillamenteHOQRPEUHGH%DUULRGHO$OFi]DUODSUHVHQFLD

    Fig. 6. Detalle de la vista de Wyngaerde (1565) con la indicacin del Sto groom

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    de un recinto amurallado acotado y la confusincreada por fuentes imprecisas son los argumen-tos desde los cuales se aboga por la presencia enMangana de Alcazaba y Alczar. As, como Ibn-Sahid habla de una Alcazaba Alta, algunos pi-ensan que sta es El Castillo y habra de haberXQD $OFD]DED%DMDHQ0DQJDQD(OSRUTXpVHOODPDDOiUHDGH0DQJDQD%DUULRGHO$OFi]DUtiene otra explicacin:

    Los barrios judos formaban parte de la ciu-dad y se situaban intramuros y tenan sus propiasmurallas para la defensa interna de sus bienes, in-tegridad e intereses. Las juderas formaban unhito propio dentro del paisaje urbano y eran perc-ibidas espacialmente como autnticas fortalezasdado que disponan de sus propios bastiones.

    Tal uso exista tanto en el contexto musulmncomo en el cristiano. As funda una el goberna-dor de Toledo Muhachir ibn al-Qatil, en ao 820

    (VV. AA., 1999). Para el contexto cristiano im-portantes son los casos de la fundacin de reasIRUWLFDGDVHQ=DUDJR]DWUDVODFRQTXLVWDGH$O-IRQVR , %/$6&2 TXH VH OODPy

    &DVWLOORGHORV -XGtRV8%,(726HYLO-la (MNDEZ, 1914), Calatayud -donde tambinse habla de un Castillo de los Judos (LPEZ,2003)-, Njera -conocida la judera como el Azorde los Judos (GARCA, 1992)-, Len y Crdo-ED0iVGDWRVVREUHMXGHUtDVIRUWLFDGDVYHUORVHVWXGLRVGH5,]TXLHUGR%HQLWR\0$Motis Dolader (1998).

    En Cuenca el rea de Mangana era denomi-QDGD%DUULRGHO$OFi]DUSHURQRHVHO$OFi]DUReal lo que se nombra -reiteramos que aquel esta-EDHQHO&DVWLOORVLQRXQDMXGHUtDIRUWLFDGDXQAlczar de los Judos. Este sector es un hito enel Paisaje urbano, sera percibido como una slidaunidad amurallada y, por ello, recibira un nombre-alczar- acorde con la sensacin que transmita alos conquenses que lo admiraban./D-XGHUtDH[LVWHELHQGHQLGDHVSDFLDO\MXUt -

    dicamente en los primeros aos de dominacin

    cristiana de Cuenca y luego, segn el Repar-timiento de Huete de 1290, la urbe termina sien-do la cuarta villa castellana en nmero de judos$+3&X&\&

    ,OXVWUDFLyQ0XUDOODGHOD&XHVWD\3OD]DGHO&DUPHQ)RUPDSDUWHGHOPLVPRFRPSOHMRGHOTXHHVWDPRVWUDWDQGRHQHVWHartculo, concretamente el cierre de la Judera por el SW. Al haberse retirado las casas colgadas que tapaban torres y lienzosGHHVWHVHFWRUHVKR\HOSXQWRGRQGHPHMRUVHDSUHFLDQ\HQWLHQGHQODVIRUWLFDFLRQHVTXHSRGHPRVHQFRQWUDUHQODWUDVHUD

    de las casas de las Calles Mosn Diego Valera y Alfonso VIII / Fotografa tomada por SDDS

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    Gracias a los controles arqueolgicos en lazona tenemos bien acotada la muralla de la Jud-era:

    La Plaza y la Cuesta del Carmen. Las viviendas de la Calle Alfonso VIII en

    su ltimo tramo. En el tnel del convento de la Merced. Tras el Parking -Control arqueolgico di-

    rigido entre los aos 2000 y 2001 por Ad-ela Muoz Marquina.

    En el Museo de las Ciencias. En la Calle del Alczar. En Mosn Diego de Valera.

    Pero no se conoce la posicin exacta de las puer-tas del recinto, que dispondra de dos: la Fondo-nera y la Somera. Jimnez Montesern las sita enlas calles de Mosn Diego de Valera e informa deTXHDOD)RQGRQHUDVHODOODPDUtDHQHO6;,9ODFerrera, por estar en el lugar de las herrerasde los mudjares conquenses y de que exista una7RUUHGHORV3HUURV,%f(='HQWURdestacara la sinagoga, despus Iglesia de la Par-roquia de Santa Mara la Nueva (PREZ, 1982)

    tras la expulsin de este grupo social.Los ataques que hicieron tiles las mural-ODVHPSLH]DQHQHOVLJOR;,,,FRQFUHWDPHQWHHQ1288, momento en el que se incendiaron casas y

    WLHQGDV61&+(=+DFLDVHSUR-duce otro nuevo ataque, el ms intenso conocidoKDVWDHQWRQFHV61&+(=\HVFXDQGR

    se suprime el barrio judo. La Inquisicin orde-na acabar con todos los epgrafes en hebreo en1489.

    Ya posterior, y aunque no es el punto exac-to de la zona de la Judera que nos interesa, ha-biendo sido expulsados los judos por los ReyesCatlicos, es la vista que desde el otro lado de laHoz del Hucar realiz Wyngaerde en 1565: indi-ca que all haba estado el Sto groom y muestraparte de sus murallas.

    Coincidiendo con la represin a los judos,Cuenca se erige como una de las principales ciu-dades de Castilla a las puertas de la Edad Mod-erna. Agobiada la creciente poblacin por las es-trecheces de las hoces, empieza a colgar lit-eralmente sus casas de las murallas. Ya no eran~WLOHVGHIHQVLYDPHQWHDXQTXHVtSDUDQHVUHFDX -datorios y administrativos. Todos los segmentosde muralla, incluido el recinto interno de la anti-gua Judera, se ven invadidos por casas de vecinoscorrientes y palacios de las familias ms pudien-

    tes. Es un uso que perdura hasta poca contem-pornea.Las murallas volvern a tener uso durante las

    invasiones de la Guerra de Sucesin, de la Guerra

    Fig. 8. Fragmento de muralla visible en la buhardilla delinmueble / Fotografa tomada por MMG Fig. 9. Paramento UEM 1 / Fotografa tomada por MMG

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    de Independencia y de la Tercera Guerra Carlista.Pero el lienzo que aqu nos ocupa, ya cubierto decasas, no se vera afectado por reformas y man-tenimiento desde el Renacimiento.

    /HFWXUDHVWUDWLJUiFDNuestra intencin ha sido siempre no slo preocu-parnos de la muralla, sino tambin de su relacincon la propia casa colgada en ella, de la que sabe-mos est construida con entramados de madera yyeso, para comprender al mismo tiempo los usosFRQVWUXFWLYRVGH&XHQFD(OQHUDHVWXGLDUODUH-ODFLyQKLVWyULFDGHOHGLFLRFRQODGHVXFRQWH[WRinmediato y con el conjunto urbano. Ms concre-WDPHQWHFRQORVHGLFLRVTXH\DKDQVLGRREMHWRde intervencin arqueolgica por nuestra parte opor el trabajo de otros compaeros. Estudiar la re-lacin que hay entre el inmueble y la muralla. Tam-bin estudiar las tcnicas constructivas de la vivi-enda desde su fundacin hasta la actualidad y da-tar las diferentes fases constructivas del inmueble.

    Fase I: Muralla de la Judera.Fase II: Disposicin de casas colgadas, lasque se ven en el dibujo de Wyngaerde. Es posibleque algunos de los elementos de madera y yeso

    documentados pertenezcan a esta fase y no a lasiguiente.

    Fase III:(GLFLRGHO;,;SULQFLSLRVGHO;;Fase IV Fase IV: Reformas puntuales de la

    VHJXQGDPLWDGGHO;;$HVWDIDVHSHUWHQHFHSRUejemplo, el tejado de Uralita. Tambin enmar-camos en esta cuarta fase los trabajos de rehabili-tacin general de la pintura de las fachadas de laCalle Alfonso VIII.

    Fase V:5HIRUPDDFWXDOGHOVLJOR;;,

    Una vez realizado un estudio previo del conjun-WRGHOHGLFLRVHSURFHGLyDOVHJXLPLHQWRGHODVobras de picado de los enlucidos, retirada de tabi-quera antigua -entre la habitacin y el saln, porejemplo- y sustitucin del suelo. Se documen-taron los elementos arquitectnicos mediante lec-WXUDHVWUDWLJUiFD(OSURFHGLPLHQWRTXHKHPRVseguido aqu, y como hemos hecho en todas lasobras anlogas, es el de la Arqueologa de la Ar-quitectura. En este artculo slo insertamos la lec-

    WXUDHVSHFtFDGHOIUDJPHQWRGHPXUDOODQRGHODWRWDOLGDGGHOHGLFLRComo ocurra en el caso del nmero 30 de la

    misma calle, contiguo al piso que aqu nos ocu-

    Fig. 10. Plano del fragmento de muralla estudiado

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    pa, los elementos arquitectnicos documenta-dos en el resto de la vivienda son datables comoSHUWHQHFLHQWHVDOVLJOR;,;\SULPHUDPLWDGGHO;;DOPDUJHQGHODVUHIRUPDV\PRELOLDULRPiVrecientes dispuestos sobre la estructura generalde este periodo. No se hace lectura expresa de el-los, pero s se aglutinan para conformar y estimarXQDGLVWLQFLyQGHIDVHVSDUDHOHGLFLR

    Reiteramos que ya desde el proceso de redac-cin del proyecto arqueolgico, la direccin tc-nica advirti de la existencia de la muralla de la

    Judera, que asomaba en las dos ltimas plantasde la vivienda. De hecho, la viga carrera del te-jado a un agua del inmueble actual se encontrabaapoyada sobre el relleno interior de tal elementoarqueolgico. En total se ha podido documentaruna extensin de 3,5 x 5.45 m. Una vez desmon-tado parte del forjado que sostena el suelo del l-timo piso, se procedi a realizar una serie de foto-grafas, que seran unidas despus en programascomo Microsoft Ice y Canon Photostich. La sen-

    cillez de este software obliga despus a realizarRSHUDFLRQHV GH UHFWLFDFLyQ HQ $GREH 3KRWR-shop -subcomando correccin de lente en gru-SRGHFRPDQGRVOWUR8QDYH]REWHQLGDXQD

    fotografa calibrada, se pas a escalarla en Auto-cad 2011, para posteriormente dibujar sobre ellay obtener as el soporte sobre el que desarrollar elDQiOLVLVHVWUDWLJUiFRGHHVWDDUTXLWHFWXUD

    Ha sido, no obstante, complicado trazar laslneas del paramento, pues la rehabilitacin deODFDVDQRKDLPSOLFDGRHOSLFDGRGHVXVXSHU-FLHFRQHOQGHHOLPLQDUODV8(0RXQLGDGHVHV-WUDWLJUiFDVGHFURQRORJtDSRVWPHGLHYDO(QHVWHcaso, la decisin de no dejar vista la muralla nolleva aparejada necesariamente su restauracin.'HELGRDHVWDVGLFXOWDGHVVHDGYHUWtDQFRQGL-cultad las lneas de mampuesto en un primer dis-eo, lo cual, oblig a volver a desplazarse al lugarpara corregirlas.

    Sobre los restos de muralla estudiados se handetectado tres de las fases constructivas presentesen el control arqueolgico. La lectura y relacinde unidades:

    Fase I: 8(0\QDOHVGHO6;,,DO6;,,,(TXLYDOHDODIDVH,,,GHOHVWXGLRJHQHUDOGH

    la muralla estudiada por los autores de este tra-EDMRTXHUHSUHVHQWDQRVyORODUHIRUWLFDFLyQGHla ciudad tras la conquista de Alfonso VIII, sinotambin la remodelacin general del urbanismo

    Fig. 11. Piedras de ro en ncleo de cal y mampuesto UEM 2 / Fotografa tomada por MMG

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    Fig. 12. Panormica con la distribucin de algunos de los hitos importantes de la zona de la Judera /Fotografa tomada por SDDS

    Fig. 13. La lnea marca el permetro de la antigua Judera de Cuenca. 1 = Mosn Diego Valera 24; 2 = Muralla visible; 3 =Muralla en Alfonso VIII 28; 4 = Muralla de la Plaza del Carmen / Fotografa tomada por SDDS

    )LJ,]TXLHUGD3ODQRGH&XHQFD&RHOORPHGLDGRVGHOVLJOR;,;HQHOTXHVHVHxDODODPDQ]DQDGHFDVDVHQODTXHHVWi

    hoy el 28 de la Calle Alfonso VIII. Ntese que subiendo la va hacia la Plaza Mayor hay un quiebro donde en la actualidadlas fachadas estn totalmente alineadas. En cualquier caso: en el solar que estamos estudiando habra ya una casa (fases II-,,,'HUHFKD(QHOSODQRGH0DWHR/ySH]TXHVLUYHSDUDFRQRFHUHODVSHFWRGH&XHQFDDSULQFLSLRVGHO;,;DQWHVTXHHO

    de Coello-, la calle asciende recta. El quiebro del Coello puede ser una mera imprecisin.

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    de la villa de Cuenca, ya bajo gida cristiana. LaUHIRUPD GH VXV IRUWLFDFLRQHV VH FRQYLHUWH HQLQVWUXPHQWR LPSUHVFLQGLEOH SDUD VX GHQLFLyQsiendo uno de los nuevos espacios la propia Ju-GHUtDFX\DVLPSRQHQWHVIRUWLFDFLRQHVPHUHFLHU -RQHOFDOLFDWLYRGH $OFi]DUGH ORV -XGtRV en la

    documentacin medieval conservada (MUOZY DOMNGUEZ-SOLERA, 2011).

    En el cuerpo de fbrica analizado, esta fase sereduce a las UEM 1 y 2. La primera es el para-mento extramuros conformado mediante mam-postera concertada con ripias entre las que abun-da el tormo rojizo local. Las piezas miden 26 x[[[[[[[\[FPWHQLHQGRODMXQWDXQDPHGLDde unos 5 cm. En anteriores trabajos explicamosque estos elementos deban ser elevados medi-ante gras livianas y manejados por un slo in-dividuo, ya sea en su transporte por el andamio oen la colocacin del mismo sobre la fbrica. Estorequera de un tamao de mampuesto determina-do para posibilitar tales acciones, que obviamentees el volumen medido constatado durante estostrabajos de Arqueologa de la Arquitectura. El an-cho de junta es excepcionalmente regular, lo cual,denota cierto cuidado de albailera.

    La UEM 2 corresponde al ncleo central, que

    haba entre las caras interior y exterior de las dife-rentes cortinas y bastiones que conformaban lacerca del barrio judo. Apareja piedra irregularFRQXQWDPDxRGH[[[[

    14 y 16 x 13 cm. Lgicamente abunda ms la calque al exterior, pero lo curioso de este caso, es lapresencia de piedra de ro, cuyo tamao no su-pera los 8 cm. En realidad debemos jugar con elconcepto de hormign, ya utilizado por la con-struccin romana. En poca plenomedieval, no

    era algo extrao, ya que los encofrados de tapi-al con mampuesto eran algo de sobra empleadoen al-ndalus. Por otro lado, en Granadilla, Ci-udad Rodrigo o Galiste, el rey Fernando II le-

    vant las murallas repobladoras con tapiales entrelas que abrumaban las piezas redondeadas provo-cadas por el arrastre de ro (SERRANO Y MU-OZ, 2001). Es posible que en el caso de la ju-dera conquense su uso viniera motivado por elHVFDUSHGHODURFDTXHQHFHVLWDEDPiVUPH]DGHlo habitual.

    Fase III: La interfaz UEM 3 I representa lasagresiones que a posteriori ha sufrido este frag-mento de muralla. Se han practicado muchos re-juntados y repellados con yeso, el ligante por ex-celencia de la ciudad alta de Cuenca. Distingui-PRVFRPRWDOHVODV8(0\VLHQGRODVHJXQGDHVSHFtFDSXHVWRTXHQRVHXVDHOEDGLOVLQRODVmanos para extenderlos. Son las huellas de los de-dos humanos lo que ms destaca sobre su super-FLH/DXQLGDGHVWUDWLJUiFDPXUDULDQ~PHUR

    nicamente son restos de revestimiento, cara vis-ta tambin de yeso.Fase IV: Slo presente por la UEM 5, que no

    son ms que meras manchas de cemento reciente.

    Fig. 16. Trazados hipotticos de los recintos de las fasesmusulmanas de Cuenca / A partir de capturas del visor

    interactivo de Microsoft

    Fig. 15. Hipottico trazado de las murallas de la Judera,segn los puntos en los que la conocemos / Lminarealizada a partir de imagen del visor interactivo

    LiveSearchde Microsoft

  • 7/30/2019 CONTROL ARQUEOLGICO EN LAS OBRAS DE ACONDICIONAMIENTO DE LA VIVIENDA C/ ALFONSO VIII 28 (CUENCA).

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    2012, n 2, pp 89-101

    ConclusionesLa fbrica de muralla, pese a no haber sido inte-JUDGDHQHODVSHFWRQDOGHODFDVDFRPRVHLQ-tentaba cuando se escribi el proyecto- ha que-dado perfectamente protegida tras un tabique de

    ladrillo hueco doble, enfoscado y alicatado. Entreeste tabique y la muralla se ha dejado una rec-mara de entre 5 y 10 cm. de ancho. Tngase enFXHQWDTXHODH[SHULHQFLDDUTXHROyJLFDFHUWLFDel buen resultado de esta solucin, dado que trasuna cmara de aire, una cmara bufa, se ha estadopreservando cientos de aos en la trasera del in-mueble de Mosn Diego Valera 24./RVHGLFLRVGHOODGRPHQRVSUy[LPRDOD+R]

    del Hucar de la Calle Alfonso VIII son tam-

    bin casas colgadas. Colgadas en la Muralla delo que fuera el recinto de la Judera de Cuenca.Como el resto de las casas colgadas y rascacielosde la lnea de las hoces, su razn de ser es el de-suso de las murallas y la implantacin progresiva-por problemas de espacio y aumento demogr-FRGHYLYLHQGDVSDUWLFXODUHVHQVXVFXHUSRVGHfbrica.

    Sigue siendo difuso el trazado de los permet-ros islmicos desde la Plaza del Carmen hasta laPlaza Mayor y la obra que aqu nos ocupa no ha

    servido para resolver la incgnita.En cualquier caso, Alfonso VIII 28 es un pun-

    to ms que informa sobre la estructura urbanadesde poca cristiana. En la resea histrica deeste documento ya hemos hecho mencin del res-to de puntos inmediatos que avalan la presencia dela muralla en la lnea que conforma la Calle Alfon-so VIII con la Calle Mosn Diego Valera -Zapa-WHUtDVWDPELpQGHODLGHQWLGDGGHO%DUULRGHO$O-czar como Judera y no como Alcazaba o Al-czar Real. Tngase presente todo esto para biencomprender la importancia que tienen y la direc-cin que han de seguir los estudios en la zona.

    Hacemos desde estas lneas un llamamiento alfomento turstico de esta zona, a la explicacinconveniente de la arquitectura de la misma, den-tro de los discursos de los guas. La calidad paisa-jstica y el contenido histrico -no slo esttico-que subyace bajo este sector es indiscutible y, gra-FLDVDIXWXURVHVWXGLRVHQORVHGLFLRVGHHVWHWUD-mo de calle, cada vez ser mayor.

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