Contra El Chip Filosófico

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Universidad Nacional de Río Cuarto Facultad de Ciencias Humanas Departamento de Filosofía Licenciatura en Filosofía Seminario: LA TECNOLOGÍA COMO PROBLEMA FILOSÓFICO CONTRA EL CHIP FILOSÓFICO Hugo Perez Navarro 1998

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Se trata de una reflexión sobre la historia de la percepción de la tecnología por parte de la sociedad occidental y su periferia. Desde una mirada humanista se pone en cuestión la fuerza arrasadora con la que la tecnología, que se presenta como la panacea de la humanidad, arrasa no sólo con los valores sostenidos por ella misma, sino con las posibilidades materiales de su misma existencia.

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Universidad Nacional de Río Cuarto

Facultad de Ciencias Humanas

Departamento de Filosofía

Licenciatura en Filosofía

Seminario:

LA TECNOLOGÍA COMO PROBLEMA FILOSÓFICO

CONTRA EL CHIP FILOSÓFICO

Hugo Perez Navarro 1998

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La formación de universidades de carácter técnico en el país presupone no solamente la formación de un técnico, sino también la conformación de un ciudadano...

JUAN D. PERÓN

DISCURSO AL INAUGURAR LA UNIVERSIDAD OBRERA NACIONAL

Una teoría de la técnica requiere, por consiguiente, una teoría de la vida humana,

sin la cual el hecho de la técnica resulta incomprensible.

J. FERRATER MORA

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Presentación

Contra el chip filosófico fue presentado en marzo de 1998 como documento final (evaluatorio) del Seminario “La tecnología como problema filosófico”, que fuera dictado por el Dr. Mario Osella en el marco del plan de estudios de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

A pesar de que buena parte de este trabajo fue desarrollada en la tesis de grado (Dialéctica de la tecnología y el trabajo, Río Cuarto, UNRC, inédito, 2002), su publicación resulta pertinente por un lado, porque aborda determinados temas con una especificidad que en Dialéctica… resulta ciertamente diluida y por otro, porque hay elementos singulares que no son abordados de igual manera en el otro trabajo, tales como el énfasis puesto en una mirada humanística frente al tecnologismo que, centrado en los artefactos (y en menor medida en los procesos), se manifiesta como hegemónico dentro de una cultura absolutamente dirigida al consumo. De hecho, esto es un fenómeno que obra en el contexto de una cultura (la de las tecnologías electrónicas, aunque también se registra en la biotecnología) limitada en sus posibilidades de asistir al crecimiento del hombre como especie, pudiendo observarse, una tendencia inversa, que se expande aceleradamente.

Estos son los fenómenos: de hecho, el nóumeno es la dinámica de producción y de reproducción del capitalismo, en una oleada cuyos inicios podrían localizarse hacia mediados de los ’60 o, si se quiere, a partir de la acción criminal desatada en Hiroshima y Nagasaki.

Esta mirada, de base humanística -no está ausente en Dialéctica de la tecnología y el trabajo, aunque en Contra el chip filosófico aparece como más encendida e incluso no menos lúcida. Sus raíces podrían encontrarse en los textos atravesados por la veta humanística más encendida, desde Elogio de la locura, de Erasmo, El hombre unidimensional, de Marcuse, en El existencialismo es un humanismo, de Sartre, Las venas abiertas de América Latina, de Galeano y hasta en las páginas más vibrantes del Manifiesto Comunista: documentos que en su diversidad tienen, además, el común denominador de la descripción de situaciones que requieren cambios profundos y que sostienen por ello una actitud militante, un llamado a transformar la vida desde lo esencial de nuestra condición humana.

Hugo Perez Navarro Villa Mercedes, 2015

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Agradecimientos

En 1995, mientras trabajaba en la SECYT, el ingeniero Edgardo Galli -gran humanista y director del proyecto que derivó en la fabricación de la primera calculadora electrónica en la Argentina, durante la década del 70-, me deslumbró con sus planteos filosóficos sobre la tecnología. Algunas de las ideas que aquí se exponen han sido inspiradas por su pensamiento.

Fueron muy valiosos ciertos diálogos con Víctor Becerra -ingeniero agrónomo- en torno a cuestiones vinculadas con nuestro trabajo cotidiano, en medio de las cuales se fortaleció la idea de promover la enseñanza de la filosofía en las carreras técnicas.

Por su parte, las conversaciones con Guillermo Rodríguez me ayudaron a organizar ciertas nociones sobre el conocimiento científico, principalmente alrededor del tema de los paradigmas de T.S. Kuhn.

Arnaldo Solterman tuvo la gentileza de brindarme parte de su tiempo para hablarme de la importancia que ha tenido el estudio de la filosofía en su formación como científico.

Mario Sosa, con aportes muy precisos sobre la teoría del valor me ayudó a redondear el núcleo de esta investigación que ya estaba me estallando entre las manos.

A todos ellos, lo mismo que a Juanjo Miras por su paciencia durante el último mes y a Jorge Becerra por haberme ayudado a rescatar este documento, extraviado accidentalmente entre los laberintos de la computadora, les quedo sumamente agradecido.

H.P.N.

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Prefacio

Considerar a la tecnología como problema filosófico implica dispararse hacia un universo en constante expansión. Esto se advierte apenas delineado un plan de trabajo, y se intensifica al iniciar la búsqueda de referencias bibliográficas, aun las más generales.

Las conexiones que pueden establecerse a partir de un tema cualquiera, de los muchos que podrían enfocarse desde la filosofía, son infinitas. Abordar con cierta profundidad uno solo de ellos excedería las características de este trabajo.

Precisamente, los requerimientos metodológicos de una monografía, en cuanto a desarrollo temático, organización y extensión, imponen un abordaje unidireccional que obligarían a dejar de lado numerosas cuestiones suscitadas durante el desarrollo del Seminario y la investigación que precede a este trabajo.

Para salvar en parte estas limitaciones se incluye como Anexo un Glosario que exhibe algunos frescos de la influencia de la tecnología en la vida cotidiana y sugiere otras posibles líneas de análisis e investigación.

Dos precisiones formales: para la notación de autores y obras he utilizado el sistema de fichaje de la Biblioteca de la U.N.R.C., que se ajusta al siguiente orden: autor, obra, lugar, editorial, año de publicación y páginas, consignando la referencia al pie de página. Entiendo que al no remitir constantemente a la bibliografía, como sucede con las referencias de autor, año, obra (ej.: BUNGE, 1995, a), esta modalidad le ahorra complicaciones al lector. En cuanto a las citas, he utilizado el siguiente criterio: cuando la transcripción puede integrarse al texto, permitiendo completar o desarrollar un concepto, las consigno entre comillas como parte del mismo. Cuando ello no sucede, transcribo el párrafo independientemente, con una sangría que lo comprende en su totalidad. Cuando utilizo tipografía en itálica para destacar un término o un tramo de la transcripción, lo hago constar al pie.

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Introducción

En una de sus habituales notas en la última página de Página/12, Rodrigo Fresán Se preguntaba:

“¿Por qué al televisor se le dice la tele y al lavarropas no se le dice el lava o a la heladera la hela? ¿Por qué se puede ser cariñoso con el televisor y no con otro electrodoméstico? ¿Eh?”1

Seguramente -además de no advertir que a la computadora se la llama la compu-, a Fresán se le pasó por alto la nota que Eduardo Galeano había publicado algunos meses antes en la misma página, con el título de “El derecho a soñar”, en la que el escritor uruguayo delineaba un algún día ubicado más allá del 2000, en el que “el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas”.2

Ambos están planteando un interrogante que parte de la realidad de todos los días y lo exponen en un medio masivo, en un diario: es decir que se trata de una situación que circula entre los pliegues de la sociedad con la soltura con que lo cotidiano de la vida social configura un hecho cultural con matices ideológicos.

Ninguno de los escritores nombrados es filósofo; sin embargo los dos plantean, más allá de los hechos que observan, una situación que nos conduce al núcleo que quiero dejar planteado para esta exposición, cuyo marco girará entonces en torno al significado de la tecnología en la sociedad.

Entiendo que el análisis filosófico de la tecnología debe partir necesariamente de establecer la vinculación que puede o debe haber entre ambas disciplinas. Estas nociones iniciales ya configuran dos líneas de desarrollo orientadas a distinguir lo posible de lo necesario.

A partir de la consideración del primero de esos términos, este trabajo se centrará en el rol y la influencia de la tecnología en la sociedad contemporánea, atendiendo principalmente a la percepción que de la misma tiene -los atributos que le asigna y las relaciones que con ella establece- el común de los mortales. Posteriormente, se propondrá una redefinición o, más bien, una ampliación del concepto establecido por diversos autores, a partir del cual estableceremos una determinada relación con la filosofía, que considerará la conveniencia de que esta disciplina se integre efectivamente a la formación de los

1FRESAN, Rodrigo: “Unplugged” en Página/12, Buenos Aires, 16 de enero de 1998, pag. 32 2GALEANO: Eduardo: “El derecho de soñar” en Página/12, Buenos Aires, 29 de octubre de 1997, pag. 32

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profesionales en ciencias duras, y más precisamente en carreras de tipo técnico - tecnológico.

El empleo de elementos teóricos de la economía y de la política, en función del objetivo propuesto, puede sesgar levemente el análisis hacia aquellas disciplinas. Y aun cuando no alcanza a opacar el enfoque predominante de este trabajo -pues la preocupación central que lo conduce y la óptica comprensiva que lo determina, son propias del análisis filosófico-, se trata, en todo caso, de un riesgo que merece ser asumido.

Conviene pues, desde un principio, establecer un concepto de tecnología partiendo de las definiciones en las que han coincidido prácticamente todos los autores consultados para, sobre esa base, tratar de reformular el concepto en a fin de situarlo en el ámbito en el cual se desarrollará este trabajo.

No nos detendremos por el momento a considerar en detalle las correspondencias y diferencias entre técnica y tecnología -que autores como Mumford y Jaspers emplean como sinónimos-, se observa que el elemento radicalmente diferenciador y constitutivo de ésta con respecto a aquella es el componente científico.3 En esto coinciden Quintanilla, Villoro y Bunge, entre otros.

Este último parte de definir a la ciencia como un "conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia profunda y exacta." 4

Y a continuación precisa lo siguiente:

"La ciencia como actividad —como investigación- pertenece a la vida social; en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales, la ciencia se convierte en tecnología."5

Con Quintanilla, a su vez, "distinguiremos dos grandes clases de técnicas: las técnicas artesanales o preindustriales y las técnicas industriales de base científica. Para estas últimas reservamos el término tecnología." 6

Más adelante, ratifica que tecnologías son las "técnicas productivas que incorporan conocimiento y métodos científicos en su diseño y desarrollo", para cerrar con la siguiente observación, que da sustento a este escrito y, acaso, al seminario que le da motivo:

3 "Técnica es el procedimiento con que el hombre científico domina la naturaleza a fin de desarrollar y organizar su existencia para eximirse de las necesidades y dar a su contorno la forma que le resulte adecuada. Cf. JASPERS, Karl: Origen y meta de la historia. Madrid, Alianza, 1981. Pag. 113 y sgs. 4 BUNGE, Mario: "¿Qué es la ciencia?" en La ciencia, su método y su filosofía. Sudamericana, Buenos Aires, 1995, pag. 11 5 Id., pag. 11 y 12. 6 QUINTANILLA: Tecnología: Un enfoque filosófico. Bs. Aires, EUDEBA, 1991 (Fotocopia: en adelante se abrevia Fcp.), pag. 33

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"Son precisamente las tecnologías las técnicas que mayor interés filosófico suscitan, y es la importancia del conocimiento científico en los procesos técnicos a partir de la revolución industrial la que justifica el creciente interés de los filósofos de la ciencia por la filosofía de la técnica."7

En base a estas referencias analizaremos a la tecnología considerándola como una totalidad que comprende, como dice el mismo Quintanilla, a las "técnicas productivas que incorporan conocimiento y métodos científicos en su diseño y desarrollo", y además a los objetos por ella producidos y especialmente a lo que representa este conjunto como poder y potencialidad del hombre en su relación consigo mismo y con el mundo.

No resultará ociosa la inclusión de los productos de la tecnología entre los rasgos que la definen si se considera, por un lado, que ellos son la materialización concreta de su existencia y, por otro, que la velocidad con que se generan nuevos objetos, sus crecientes niveles de complejidad y el impacto con que se producen sus epifanías (desde el lanzamiento de Windows 95 hasta el multi-show que fue la Guerra del Golfo) como expresión de su potencialidad, poder y vitalidad, se presentan estrechamente imbricados. Análogamente, no se puede pensar a la filosofía sin las filosofías y sin las obras de los filósofos que las postularon ni a la literatura sin las obras que la constituyen.

No casualmente Mumford inicia su análisis del tema refiriéndonos la historia y exhibiendo en detalle las pecualiaridades de la máquina.8 Precisamente este autor ayuda a fundamentar, en parte, los conceptos antes expuestos cuando señala:

“Durante un siglo hemos aislado los triunfos técnicos de la máquina; y nos hemos inclinado ante la obra del inventor y del científico; alternativamente hemos exaltado aquellos nuevos instrumentos por su éxito práctico y los hemos despreciado por la limitación de sus logros.”9

Luego abre una de las primeras puertas hacia el primer nudo que pretendo desatar:

“Cuando se examina el tema nuevamente, sin embargo, encontramos que en la máquina existen valores humanos que no sospechábamos...”10

Posteriormente retomaré la cuestión de la máquina; pero ahora nos detendremos en el núcleo fundamental de este trabajo, y que trata, precisamente de eso: de la cuestión humana.

7 Id., pag. 42. 8MUMFORD, Lewis: Técnica y civilización. Madrid, Alianza, 1971, 522 pag. 9Id., pag. 16 10Id. ibid. (Itálica HPN)

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Relaciones peligrosas

El análisis de la tecnología como problema filosófico debe partir de considerar en primer término “el factor humano”, como diría Graham Greene. Sobre este eje -y como queda demostrado en las conceptualizaciones de los diversos autores ya citados- resultará fácilmente comprensible la función mediadora tanto de la técnica como de la tecnología. Corresponde entonces determinar la naturaleza del vínculo principal, esto es, el del hombre y su entorno:

1. La relación que el hombre establece con el mundo no es una relación tecnológica sino humana: lo tecnológico (además de lo instrumental) es lo que se presenta, lo fenoménico, lo expuesto en el nivel de los instrumentos y los productos (artefactos) del hacer. Pero que siempre se encuentra determinado por y subordinado a la decisión humana, a su plan de “reforma de la naturaleza, de esa naturaleza que nos hace necesitados y menesterosos, reforma en sentido tal que las necesidades queden a ser posible anuladas por dejar de ser problema su satisfacción y determinado por ella.”11 Por eso lo que define a esta relación es lo humano.

2. La dimensión más amplia del análisis del hombre en su propia naturaleza y en su relación con el mundo se da -antes que, por ejemplo, en la antropología- en la filosofía. Así, la filosofía es el medio y el ámbito para abordar estos problemas que son propios de su quehacer, ni más ni menos.

3. La filosofía puede -y debe- preguntarse por la tecnología como problema o como asunto humano. Pero sería absurdo pretender que un filósofo diera respuestas filosóficas a cuestiones tecnológicas (técnicas) de la tecnología.

4. Es igualmente absurdo que la tecnología (y la ciencia como cuasi tecnocracia) pretendan dar respuestas tecnológicas sobre cuestiones filosóficas.

5. Así, las ciencias darán respuestas sobre las ciencias, la tecnología dará respuestas sobre cuestiones tecnológico - técnicas y la filosofía indagará sobre ambos sub-universos como temas filosóficos, es decir, como temas humanos.

Estos postulados constituyen lo que en el discurso de la tecnocracia se denomina “la trampa antropocéntrica”12 y constituyen la antítesis de lo que aquella representa. Al advertir contra enfoques como el que orienta este trabajo, los tecnócratas y sus amanuenses pontifican que “sólo hay tecnología cuando el discurso sobre la técnica es tecnológico.” 13 11ORTEGA Y GASSET, José: Meditación de la técnica. Revista de Occidente. Madrid, pag. 26. 12 “Cuando se fundó la R. Society en Inglaterra, las humanidades fueron excluidas intencionalmente.” V. MUMFORD, L.: op. cit., pag. 70. 13 GARCÍA PELAYO, Manuel: Burocracia y tecnocracia, pag. 42

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Esta pretensión, cuestionada en los cinco puntos precedentes, implica -de hecho- que sólo los tecnócratas juzguen a los tecnócratas. Y guarda tiene ciertas resonancias con lo que se puede inferir de la propuesta de Bunge de crear una ética de base científica, para cuya evaluación sólo estarán capacitados los científicos.14

Así, las relaciones francas entre filosofía y tecnología pueden resultar altamente peligrosas para la tecnocracia, el cientificismo15 y los grupos de poder que se benefician con su accionar y con la vigencia de sus postulados, pues pueden dejar al descubierto que ese triángulo constituye un ámbito del que deben cuidarse quienes están fuera de él.16

14BUNGE, Mario: Ética, ciencia y tecnología. Buenos Aires, Sudamericana, 1995, pag. 103 y sigs. 15 Para el concepto de cientificismo vid.: VARSAVSKY, Oscar: Ciencia, política y cientificismo. CEDAL, Buenos Aires, 1969. 81 pag. 16 “El método de la ciencia y de la tecnología, en sus formas desarrolladas, implica una esterilización del ser, una eliminación, hasta donde sea posible, de las tendencias y las preferencias humanas, incluyendo el placer humano ...” MUMFORD, L.: Op. cit. pag. 50

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Instrumental, social, humano

Considero que no hace falta demostrar el carácter instrumental de lo tecnológico. Queda pendiente, sin embargo, precisar sus proyecciones más allá de lo instrumental.

Partimos de considerar a la tecnología como generadora de otro mundo, más allá -aunque dentro- del mundo de lo humano: el mundo de los objetos, con los que el hombre tiene diversas relaciones y a los que les otorga valor. En este plano encontramos que existen objetos sin sentido, efímeros, completamente innecesarios para la vida, justificados sólo por la artificialidad como estilo que ellos expresan; sin embargo estos objetos determinan deseos y movilizan una enorme maquinaria destinada a producirlos y a venderlos.17 Paradójicamente, constituyen lo más conspicuo de un sistema, una ideología y una cultura resultantes.

Puede apreciarse su funcionamiento -y el del conjunto de la realidad denominada “mundo de lo tecnológico”, enfocando la cuestión:

A. desde el interior mismo de la tecnología, considerada como ámbito de elaboración teórica, (es decir, ideológica, en el caso de la tecnocracia y de las definiciones o conceptualizaciones que se hacen desde la ciencia sobre el mismo asunto) de su propia realidad, o

B. como fenómeno social, ligado a la naturaleza y dinámica de las relaciones de las personas y los grupos, a la organización de la sociedad y al poder.

17 Desde sus primeras épocas y hasta la década del 70, el discurso publicitario pretendía ser racional y argumentativo. Al generalizarse la labor de los profesionales de la motivación, que provocaron la alarma de Vance Packard en Las formas ocultas de la propaganda, el grado de racionalidad cayó verticalmente, para dar lugar, primeramente a la emulación y fundamentalmente a la estimulación del deseo, mediante técnicas de tipo subliminal centradas en el manejo de colores, texturas, claroscuros, diseño y efectos de post-producción. La ruptura de la continuidad narrativa y la técnica del videoclip, que inserta más de 24 cuadros por segundo, constituyen recursos bastante utilizados en nuestros días. La fundamentación del empleo de tales técnicas sería: no se puede trabajar racionalmente sobre algo irracional como el deseo. O, mejor, no se puede argumentar racionalmente sobre productos que carecen de otro sentido que no sea la posesión, el simple consumo. El ejemplo más patético de los últimos días lo da un afiche colocado en la vidriera de un comercio en la Avda. Santa Fe, en Buenos Aires. Allí se ve a un señor completamente “sacado”, con la boca abierta y la cara torcida. El texto reza: “Comprar reduce el stress”

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A. Viaje al interior de la tecnología

Necesariamente, todo sistema de ideas -más aún si debe vincularse con la realidad-, en un momento tiene que pensarse a sí mismo. Ello implica la determinación de una imagen y una valoración de sí con respecto al medio sobre el que opera, sea éste la sociedad, el mercado o el mundo de las almas a las que hay que salvar. Y “si significa un sistema de valores, representaciones y conceptos”, aun cuando se les pretenda dar carácter científico, este pensarse configura una ideología.18 Manuel García Pelayo trata magistralmente este aspecto en la obra ya mencionada.

La configuración del poder y de sus sub-sistemas, constituye un bloque tan homogéneo, en el que lo aparente encubre a lo real, que ciertas perspectivas humanistas, más allá de cuanto podamos coincidir en la base principista de sus descripciones y críticas, terminan culpando de la rotura del vidrio al chico que de rebote recibió la pelota.

Ernesto Sabato -quien coincide en muchas de sus descripciones con Mumford, aunque no en su precisión- es uno de los ejemplos más evidentes de la situación referida. Sólo que Sabato se escandaliza, abandona la Ciencia (con mayúscula) y se dedica a denunciar la perversidad de sus ex colegas.19 Mario Bunge enfoca el tema de la valoración ética de las decisiones librándola a lo que dicte la conciencia de los científicos y tecnólogos o a su capacidad para resolver las formulaciones lógicas de su “Tecnoética”, como si todo terminara allí.20 Con lo cual, razonará el corruptor -es decir, el que impulsa la toma de decisiones en el terreno de los hechos-, siempre habrá alguien que se ponga al alcance de la paga ofrecida, ya se trate de dinero extra, prestigio, poder o la simple conservación del empleo. En Sabato el discurso es magnífico; en Bunge, las nuevas propuestas, son originales; en ambos casos, la actitud es valiosa, y en ambos, resulta inconducente.

Marcuse,21 en cambio, no parte de considerar los instrumentos sino de analizar su impacto, analizando los sutiles mecanismos y el objetivo de consolidar y mantener al sistema, que se oculta detrás de máscaras tales como “bienestar”, “seguridad”, etc., a lo que podríamos agregar “ciencia”, “objetividad”, “racionalidad”, y en un lenguaje más desenfrenado “eficiencia”, “productividad” y “resultados”.

Fromm, como se verá más adelante, describe los mecanismos culturales, psicológicos e ideológicos que generan tales procedimientos y propone algunas soluciones, fundadas en la plena vigencia de un humanismo racional de tipo socialista.

18 GARCÍA PELAYO, Manuel: Op. cit., pag. 96 19SABATO, Ernesto: Hombres y engranajes. Buenos Aires, Seix Barral, 1991.150 pag. Véase también: Uno y el Universo, Buenos Aires, Sudamericana, 1973, 141 pag.; Apologías y rechazos, Buenos Aires, Seix Barral, 1985, 170 pag.;, El Escritor y sus fantasmas, Buenos Aires, Seix Barral, 1991, 219 pag. 20BUNGE, Mario: Op. cit.

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Zona de riesgo

En este tramo nos acercamos a la riesgosa zona de la objetividad de la ciencia, que es el fundamento de la “racionalidad” tecnológica. Sin adentrarme en tan espinosa cuestión -que daría lugar a otro trabajo, sólo expondré las siguientes consideraciones:

1. La ciencia contemporánea, los parámetros científicos imperantes y los criterios de verdad y validez dominantes -empezando por el mismísimo concepto de ciencia- tienen carácter histórico. Corresponden a un estadio del desarrollo de la sociedad occidental, en el cual los hombres se miran a sí mismos y catalogan al mundo que los rodea, a los elementos que lo componen, a su organización social y a los instrumentos de relación entre ellos y con el mundo. Esto significa que surgen en un determinado momento de la evolución de la sociedad (c. 1.500), en un área determinada (Europa), en el marco de un determinado desarrollo social (agotamiento del poder feudal y surgimiento de la burguesía mercantil). 22

Así, el concepto de ciencia que hoy manejamos, constituye uno de los núcleos del llamado «proyecto de la modernidad». Y es parte del universo ideológico de esa clase, entonces en ascenso y luego triunfante, que sustentó gran parte de sus victorias en las que las ciencias exactas y naturales le fueron dando, las cuales le permitieron expandir su poder económico y político y «cerrar» su paquete ideológico, incluyendo a la altura de la propiedad privada la valoración universal, única, absoluta y excluyente de las «verdades de la ciencia».

Estas concepciones se corresponden con la noción fundamental -que encuentra en Fukuyama su más reciente vocero- de que el capitalismo es la más desarrollada y última etapa en la evolución de la humanidad. Una humanidad que para hacerse digna de ese nombre deberá adecuarse a los parámetros de desarrollo y pasar por los estadios de evolución que condujeron a la organización de la sociedad de mercado.

2. “El método de las ciencias físicas residía fundamentalmente en unos pocos principios sencillos. Primero: la eliminación de las cualidades y la reducción de lo complejo a lo simple atendiendo sólo a aquellos aspectos de los hechos que pudieran pesarse, medirse o contarse, y a la especie particular de secuencia de espacio-tiempo que pudiera controlarse y repetirse o, como en astronomía, cuya repetición pudiera predecirse. Segundo: concentración en el mundo externo, y eliminación o neutralización del observador, respecto de los datos con los cuales se trabaja. Tercero: aislamiento, limitación del campo, especialización del interés y subdivisisón del trabajo. En resumen, lo que las ciencias físicas llaman el mundo no es el objeto total de la común experiencia humana: es sólo aquellos aspectos de esta experiencia que se prestan a sí mismos a una observación precisa de los hechos y a afirmaciones

21 MARCUSE, Herbert: El hombre unidimensional, Barcelona, Seix Barral, 1972, 286 pag. 22 “Aunque los procedimientos de la ciencia no se refinaron ni codificaron hasta después de Galileo y Newton, la financiación había surgido con su atuendo actual en el inicio mismo de la edad de la máquina. Jacobo Fugger y J. Pierpoint Morgan hubieran podido entender sus métodos, sus puntos de vista y su temperamento respectivos mucho mejor que Paracelso y Einstein.” Mumford, Op. cit. pag. 39

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generalizadas. Se puede definir un sistema mecánico como aquel en que una muestra al azar del conjunto puede servir en lugar del conjunto...”23

3. “Si bien es cierto -dice Kurt Rossman- que la moderna ciencia de la naturaleza se había desarrollado no sólo fuera de la ontología metafísica y teológica tradicional, sino en abierta contradicción con ella, pese a que su impulso hay que buscarlo, en última instancia, en una pretensión metafísica de la verdad, es decir, en la exigencia incondicional de certeza cristiana de demostrar el poder y la bondad de Dios incluso en lo más insignificante de su creación.”24 Y agrega Prigonine: “Una idea que he oído a menudo es que en la tradición occidental, Dios es racional y el ser humano es un intermediario entre Dios y la naturaleza. Puede participar de la razón de Dios y puede empezar a comprender las razones, la racionalidad que hay en el universo. Esa fue la idea de Leibniz. La idea de la racionalidad del universo es una idea occidental. (...) Yo no critico la racionalidad occidental, porque ha traído un enorme progreso, pero, al mismo tiempo, ha llevado a una extraña mentalidad con respecto a la naturaleza. Yo creo que lo que debemos hacer ahora es tratar de acercar estas dos mentalidades.”25

4. Sin entrar en consideraciones sobre los criterios de validez de la ciencia, para lo que no cuento con suficientes elementos, me atrevo a conjeturar que hay un uso ideológico de la ciencia, fundado en la tendencia a la cuantificación que es uno de sus parámetros fundantes.26 Yendo más allá podemos considerar que la ciencia es ideológica, no en lo que hace a su actividad específica -esto es, observar, comparar y establecer leyes conforme a un método- sino en la pretensión absoluta de universalidad. Creo que este factor es el que le otorga densidad ideológica a la ciencia considerada como totalidad y es lo que fortalece la argumentación en el momento de tomar decisiones y de marcar líneas de acción para el desarrollo de la tecnología. El resguardo que pretenden tomar los tecnócratas contra “la trampa antropocéntrica” tiene su fundamento en la creencia de que sus procedimientos son

23 Id., pag. 61. (Itálica HPN) Un científico que abre su visión más allá del horizonte determinado, Ilya Prigogine, sostiene que la razón por la que Occidente ha privilegiado una visión que él llama determinista de la ciencia se debe “al éxito de la física newtoniana. Antes no se creía en el determinismo, sino en múltiples posibilidades. Luego vino el sorprendente éxito de Newton.” En otra parte dice: “La principal diferencia entre el punto de vista clásico y el que yo propongo, según el cual las leyes de la naturaleza expresan sólo posibilidades o potencialidades, es que uno puede incluir en ella la creatividad.(...) Todos han experimentado el tiempo. Sin embargo la física lo ignoraba. Era una ciencia en la que se hablaba de un universo muy idealizado, muy ajeno a algunas experiencias humanas. (...) El universo tiene un elemento narrativo, que yo destaco. De este modo se pasa de una visión geométrica del universo a una visión narrativa. Creo que ese fue siempre el punto de vista de la filosofía, especialmente en el siglo XX. Esa es realmente una de las razones por las cuales la ciencia y la filosofía se distanciaron y la filosofía se volvió anticientífica.” 24 ROSSMAN KURT: Immanuel Kant. Un filósofo alemán. Bonn-Bad Godesgerg, Inter Nationes, 1974, Pag. 10 25. RACZYNSKI, Cristina: “La novela del universo. Entrevista con Ilya Prigogine”, en La Nación, Supl. Cultural. Bs. As. 28 enero 1988 26 “La contribución del capitalismo al cuadro del mundo mecánico consistió en pensar en términos simplemente de peso y número, el hacer de la cantidad no sólo una indicación del valor sino el criterio del valor. De esta manera las abstracciones del capitalismo precedieron a las abstracciones de la ciencia moderna y reforzaron en todos los puntos sus lecciones y sus típicos métodos de proceder.” MUMFORD, L.: Op. cit. pag. 41.

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científicos y que responden a una determinada legalidad, “en cuyo nombre se pueden justificar fenómenos parciales o globales ilegítimos desde otros principios de legitimidad”.27

5. En el marco que acabo de precisar, este costado ideológico de la ciencia, a diferencia de lo que ocurre con la técnica, es mucho más evidente en el caso de la tecnología. La técnica es netamente instrumental y puede considerarse aséptica desde el encuadre funcional que la define, es decir, entendiéndola como un hacer y un saber hacer, es decir, tomándola en su costado instrumental -que eso es la técnica-, y centrándose en el punto de la ejecución, que deja a un costado las consideraciones socio-económicas y las fundamentaciones científicas, que encuadran dentro de lo tecnológico. Por lo demás, las técnicas circulan, son de libre apropiación. No ocurre lo mismo con la tecnología, que supone un despliegue estructural, recursos financieros y una considerable concentración de información.

García Pelayo describe los parámetros de realidad de la que llama “civilización tecnológica”, según la cual es real aquello que:

“i. es comprobable empíricamente; ii. es de algún modo cuantificable; iii. es operacionable o manipulable; iv. es útil o funcional para el mantenimiento de un sistema; v. es comunicable o, más concretamente, forma parte de un proceso de comunicación”

Y remata diciendo:

“Los valores, las normas y las ideas que no sean controlables, manipulables, funcionales, cuantificables y comunicables, no son reales, sino irreales o ideales.”28

6. La tecnología, con su componente científico de fuerte base ideológica es también ideológica, en tanto es funcional al sistema. Si la técnica puede considerarse como propia “del hombre”, esto que entendemos como tecnología debe considerarse como propio del modo de producción capitalista en medio del cual surge, para el cual surge y por el cual se desarrolla, consolida y autonomiza.

7. La suposición de que la ciencia y la tecnología, en el marco social en que vivimos, son asépticas, es indudablemente ideológica.

8. De todas maneras, el análisis que estamos encarando asienta sus plantas más en el terreno de las ciencias humanas y sociales, en tanto sus manifestaciones se dan en el marco de las relaciones entre personas circunscriptas social e históricamente, por lo que no avanzaré más por este carril.

27 GARCÍA PELAYO, Manuel: Op. cit., pag. 52

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B. Nos presentamos en sociedad

Vivimos una época sustancialmente distinta de las anteriores, a la que algunos autores denominan Civilización Tecnológica29, Era de la Tecnología, Tecnológica o, como Brzezinski, Tecnetrónica.30

Mumford se abstiene de imponer nombres para no caer en “el sesgo corriente de considerarlo (al desarrollo tecnológico) como el factor dominante de mayor importancia, como aún hace la gente cuando caracteriza con ingenuidad nuestro período como la Edad del avión a reacción, la Edad nuclear, la Edad del cohete o la Edad espacial.”31

Exagerando los ejemplo (Fresán y Galeano se pondrían contentos) también podría haberse hablado de la Era de la plancha o de la estufa a kerosén. Y si ello no ocurrió fue porque en aquellos casos se trataba de productos de fuerte impacto y significación social o porque el avión a reacción, la energía atómica y los viajes espaciales fueron realizaciones técnicas dotadas de un alto contenido científico, que se fueron presentando en forma aislada.

Sin embargo, hoy estamos en presencia de la tecnología como algo totalizador, tan inserto en la cotidianeidad como la plancha (o más) y dotado de una potencialidad -en sentido aristotélico- cuyo límite es la imaginación. Por lo tanto, lejos de ser una ingenuidad, hablar de la Era de la tecnología supone poder hacerlo en dos niveles: uno de alcance similar al de los ejemplos; otro mucho más comprensivo, que contiene y supera a todos los productos que la tecnología genera y refiere a la dinámica particular que adquieren las relaciones entre las personas y los grupos sociales, que configura de manera distinta la visión misma que el hombre tiene de sí mismo, del mundo y de su relación con él y con sus semejantes.

Brzezinski define a la tecnetrónica como “una sociedad modelada, cultural, psicológica, social y económicamente no por el tradicional proceso industrial sino por el impacto de la tecnología y de la electrónica, particularmente por las computadoras y los más modernos medios de comunicación.” 32 Advierte que “los cambios que provocaron (la Revolución Francesa o la Revolución Bolchevique) se relacionaban con alteraciones en la distribución del poder y de la propiedad dentro de una sociedad, pero no afectaron la esencia de la existencia individual y social. Y dice que “los habitantes de los países desarrollados experimentarán, en las próximas décadas, mutaciones potencialmente tan

28 GARCÍA PELAYO, M: Op. cit., pag. 42 29Id. ibid. 30BRZEZINSKI, Zbgniew: “La edad tecnetrónica”, en Facetas (Fcp.) S/D. Pag. 38-52. Este trabajo, ampliado y enriquecido, apareció como libro, a fines de los 70, bajo el título de “La era tecnotrónica”. Allí se predice, hasta con detalles posteriormente verificados, la caída de la URSS. 31 MUMFORD, L.: Op. cit., pag. 16 32 BRZEZINSKI, Z.: Op. cit., pag. 39

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fundamentales como las que advinieron a través del lento proceso evolutivo que condujo de la experiencia animal a la humana.”33Nótese la referencia a “los países desarrollados”.

García Pelayo, por su parte, describe “una nueva estructura o realidad histórica surgida, por un lado, de la unidad entre la investigación teórica y la técnica, en la cual la investigación exacta y el dominio del objeto son dimensiones inseparables, y, de otro, de la explotación de sus posibilidades por los intereses económicos y por el poder político. Estos fenómenos han dado origen a una realidad objetiva dotada de un específico logos al que corresponden (subjetivamente) unos modos de percepción y de actuación ante ella.”34

Estas referencias son más que suficientes para plantar una caracterización general del objeto de análisis en este tramo.

Ahora bien: ¿cómo se vislumbra una sociedad organizada en torno a la tecnología?

33 Id., pag. 38-39 34 GARCIA PELAYO, M: Op. cit., pag. 34-35

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Tecno-¿mentiras? y video

Buena parte del trabajo de Brzezinski trasunta lo que podríamos denominar su objetivo estratégico con vistas al control del mega-fenómeno que la tecnología determina al instalarse en el seno de la sociedad, considerada esta tanto a nivel de los países como, sobre todo, a nivel mundial. Aflora en dichas consideraciones lo que García Pelayo denomina “tecnología social”, en la cual “la fundamentación ontológica y axiológica queda relativizada o, más bien, aniquilada, ante la funcionalización de los conceptos mismos de verdad y de valor”, organizados en “un sistema de enunciados y proposiciones teóricas (dirigidos) a su aplicación práctica”35

Leemos al ex secretario de estado de James Carter:

“En la sociedad tecnetrónica posindustrial, los privilegios de la plutocracia deben enfrentarse al reto constante de los dirigentes políticos, entre los cuales abundan cada vez más los individuos especialmente dotados en cuanto a talento o capacidad. Los conocimientos se convierten en instrumentos de poder.”36

Salta a la vista que los individuos talentosos cuyos conocimientos son instrumentos de poder no son ni más ni menos que los tecnócratas. Y Brzezinski era uno de ellos. Seguidamente, y tras agregar (pag. 45) que en la nueva era “...difícilmente tendrán cabida las utopías doctrinales”, agrega:

“En la sociedad tecnetrónica, la posibilidad cada vez mayor de reducir los conflictos sociales a dimensiones cuantificables y mensurables, fortalece la tendencia enfocada a un mayor pragmatismo cuando se trata de resolver los problemas y las cuestiones sociales.”37

Y a continuación, llama a los filósofos:

“La nueva sociedad tendrá necesidad de grandes talentos y de cierta sabiduría filosófica, para manejar e integrar los cambios que se prevén. En otra forma, la dinámica del cambio podría dictar caóticamente las modalidades de la transformación social.”38

35Idem., pag. 45-46 36 Agrega en la página 47: “Las universidades, durante la Edad Media, eran instituciones clave. Los dirigentes políticos buscaban en ellas confidentes cultos y consejeros privados, personajes muy raros en nuestros días. Los medios académicos vivieron posteriormente alejados de la realidad, pero en los últimos años han reingresado en el mundo de la acción.” 37BRZEZINSKI, Z.: Op. cit., pag. 41-42 38Id., pag. 48

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Esta situación preocupa a un pensador tecnocrático, interesado en procesos de ingeniería social, aunque envueltos en una pátina humanista. Sin embargo, desconoce que los procesos de cambio verdaderamente profundos, se produjeron, con mayor o menor grado de violencia, cuando los modelos de organización de la sociedad fueron insuficientes para atender a la supervivencia de los grupos sociales y no pudieron contenerlos. O, dicho en términos marxistas, cuando las relaciones de producción entraron en contradicción aguda con las fuerzas productivas, generando situaciones altamente conflictivas y movimientos sociales caóticos. Los verdaderos procesos de transformación -aunque hayan cristalizado lentamente- surgieron del caos para dar lugar a un nuevo orden, cada vez más libre, justo y equitativo. Nunca se dieron por la vía del orden y del control social y no hubo jamás filósofo capaz de impedirlo.

Completamos esta tecno-semblanza, vista desde arriba, con dos de sus elementos característicos:

“En la sociedad tecnocrática diríase más bien que se tiende a reunir el apoyo individual de millones de ciudadanos no coordinados, los cuales se hallan al alcance de la mano, por decirlo así, de personalidades magnéticas y atractivas que explotan con habilidad las más recientes técnicas de comunicación para manipular las emociones y la inteligencia del público. El predominio de la TV refuerza la tendencia a reemplazar el lenguaje con imágenes, las cuales superan las limitaciones inherentes a una lengua, y a fomentar una participación más cosmopolita, pero mucho más impresionista, en los asuntos mundiales.”39

Resta ver cómo se percibe, cómo influye la tecnología en nuestra cotidianeidad.

39Id., pag. 42

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Máquinas, maquinaciones, objetos y objeciones

Máquinas

Mumford recomienda conocer la máquina para conocer nuestra sociedad, ya que siendo un producto del ingenio humano y de su esfuerzo, “entender una máquina no es un mero paso para orientar de otra manera nuestra civilización; es también un medio para entender la sociedad y para conocernos a nosotros mismos.”40 Y agrega que hasta ahora hemos adoptado la máquina sin entenderla por completo.

Ello no impidió -o en todo caso favoreció- situaciones que, en sus grados extremos, llegan a ser profundamente negadoras de lo humano.

Algunos ejemplos nos acercarán una referencia directa, transparentemente descriptiva, del tipo de relación que tienen los hombres de nuestra época con la máquina -es decir, con el sistema de artefactos de epifanía del mundo tecnológico- y con la tecnología como totalidad.

En los casos más elementales estos ejemplos refieren a actitudes de familiaridad (al fin y al cabo, se trata simplemente de máquinas), en otros casos indican reconocimiento de la potencialidad de las máquinas para hacer cosas no ya para los hombres sino en lugar de ellos. Y en los niveles más agudos, -que son, paradójicamente, los indicadores de un mayor nivel de gravedad- hallaremos situaciones y actitudes que reflejan una fascinación subyugante del hombre y la vida con respecto a la máquina y a lo tecnológico

Sus manifestaciones más ingenuas consisten en expresiones del lenguaje popular tales como “!Qué máquina!”, con referencia al cuerpo de una mujer atractiva, “Alberto es una máquina de trabajar”, “River es una máquina de hacer fútbol”, o “Qué hacés, máquina”, como saludo cordial entre los jóvenes.41

40 MUMFORD, Lewis: op. cit., pag. 24. De hecho, en sus aspectos funcionales, el desarrollo del conocimiento sobre el funcionamiento de las computadoras ayuda a entender el de nuestro cerebro, especialmente en lo que hace a la memoria, a la búsqueda de información o al bloqueo debido a la saturación de información o al agotamiento mental o psicológico. 41 Otras expresiones tecno-mecánicas del lenguaje popular argentino son: “Fulano tiene una computadora en la cabeza”, “Mengano es una calculadora para los números”, “Esa mina es un camión”, “Luis es un avión para los negocios”, “Nuestro equipo es un tractor o una aplanadora”, “Carmen es un tanque para la política”. Están también “La máquina de impedir”, del señor Emilio Perina y las patéticas “Máquina de la verdad” (la picana) y “Vos estás en la máquina”, amenaza, que significa estar en la mira de un arma de fuego, elementos propios estos últimos de la jerga militar-policial.

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Esto nos habla de una personalización del objeto, propia también de los últimos 50 años o más que, como veremos, se corresponde con una objetivación (reificación) del sujeto.

Para ello, yendo más atrás en el tiempo, hacia principios de siglo, encontraremos un ejemplo extremo de este tipo de actitudes, que implican, naturalmente, determinadas valoraciones y una manera de entender el mundo. Se trata del Manifiesto Futurista, en el que Marinetti y los suyos proclamaban su compromiso estético, que establecía claramente su actitud ante la vida, una actitud ajustada a una ideología y a un proyecto que exaltaban todo lo contrario:

Manifiesto Futurista (Fragmento)

Hasta ahora la literatura glorificó la inmovilidad reflexiva, el éxtasis y el sueño; nosotros exaltaremos el movimiento agresivo, los insomnios febriles, el paso largo y rápido, el salto mortal, la bofetada en la oreja, el puñetazo.

Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carrera, su armazón adornado con grandes tubos, como serpientes con aliento explosivo... un automóvil que ruge, que parece correr sobre una granada de metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia.

Cantaremos al hombre del timón, cuyo árbol ideal atraviesa la tierra, lanzándose sobre el circuito de su órbita.

El poeta debe darse con frenesí, con esplendor y la prodigalidad, para aumentar el fervor entusiasta de los elementos primordiales.

Queremos glorificar la guerra -única donadora de salud del mundo-, el militarismo, el patriotismo, al brazo destructor del anarquismo, las ideas bellas que matan, el desprecio a la mujer.

Queremos destruir los museos, las bibliotecas, luchar contra la moral, el feminismo y todas las vilezas oportunistas y utilitarias.

Cantaremos a (...) la vibración nocturna de los arsenales y los talleres bajo sus violentas lunas eléctricas; las voraces estaciones que tragan serpientes humeantes; las fábricas suspendidas de las nubes por sus cuerdas de humo; los puentes que saltan como gimnastas por encima de la diabólica cuchillería de ríos bajados de sol; los arriesgados navíos que huelen a horizonte; las locomotoras de ancho pecho que corvetean sobre los rieles, como grandes caballos de acero enjaezados con largos tubos; el deslizante vuelo de los aeroplanos, el sonido de cuya hélice es como los aletazos de banderas y el aplauso de una muchedumbre entusiasta.» 42

La violencia no es meramente verbal: es fácil advertir, tanto en el tono como en la articulación de los términos utilizados, el corpus ideológico subyacente. Todo lo contrario a

42 Marinetti: Manifiesto futurista. Cit. en FROMM, Erich: El corazón del hombre. FCE. Buenos Aires, 1990, pag. 64-65

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lo que podemos leer en Walt Whitman, quien también cantó a la locomotora y al progreso, aunque desde un sitial que hundía sus raíces en la vida y apuntaba a celebrarla y a celebrarse a sí mismo y a toda la creación:

Me celebro y me canto yo, Walt Whitman, un cosmos...

Los futuristas logran, de manera muy simple, conjugar a la máquina con la destrucción, a la producción y a los artefactos con la violencia, al trabajo con la negación del hombre, a la tecnología con la muerte.

Este discurso es muy transparente, y como se trata de una proclama, el sustrajo ideológico está a la vista.

Sin embargo, en la realidad cotidiana, que anuda las relaciones sociales con hilos muy sutiles y por lo tanto difíciles de detectar y desatar, las cosas suceden de otro modo.

Sería ocioso analizar la discriminación y la discriminación a partir de, por ejemplo, el discurso hitleriano, cuando sus manifestaciones cotidianas tienen una apariencia de ingenuidad y tolerancia.

Maquinaciones

Con una ironía que se parece más al dolor que al asombro, Erich Fromm comenta una caricatura publicada en el New Yorker, en la que una vendedora que trata de convencer a una joven cliente para que compre un perfume. El argumento empleado es «Huele como un coche sport nuevo.» 43

En la misma obra, el gran pensador habla de “un industrialismo burocráticamente organizado y descentralizado”, donde los gustos se manipulan para incrementar el consumo, lo cual constituye una parte importante de la verdad. Porque conviene advertir que no existe una intención perversa en los fabricantes y vendedores. Es su modo de vida y es su sistema.

Más interesantes y abarcadoras pueden ser las siguientes reflexiones:

“La civilización burocrático-industrial que triunfó en Europa y Estados Unidos (y) creó un tipo nuevo de hombre, que puede describirse como el hombre organización, el hombre autómata y el homo consumens. Es, además, homo

43 Sin ir tan lejos, la irremediable animadora Luisa Delfino -devenida en maestra de vida- promocionaba durante este verano en un programa de televisión, un libro de su autoría, leyendo al azar algunos poemas. En uno de ellos, referido a «Las cosas que nos gustan»: mencionaba «El olor de los coches cero kilómetro». Sólo un exceso de benevolencia puede considerar como una exaltación de la boludez a esta construcción de un discurso del enceguecimiento.

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mechanicus, por lo que entiendo un hombre artefacto, profundamente atraído por todo lo que es mecánico, y predispuesto contra lo que es vivo.”

Objetos

A tal punto llega esa predilección de los artefactos tecno-mecánico sobre lo vivo que se llega a la plena sustitución: las muñecas inflables y aun los mismos juegos de realidad virtual no son nada comparados con lo que implica la “mascota” electrónica conocida como tamagochi.

En los dos primeros casos las reglas de juego están claras: se trata de sustitutos destinados a simular situaciones. En cambio, con la mascota electrónica se plantea un caso de sustitución de situaciones, ligado -en la más patética y horrorosa demostración del fenómeno descripto por Fromm y del complejo de situaciones largamente denostado por Sabato- a las emociones de los chicos. No se trata de vender productos que alivien las tareas, reemplacen a otros productos o ayuden a atenuar la incomunicación, como sería el caso de, por ejemplo la TV. El tamagochi pone en juego la posibilidad (y demuestra la capacidad) del sistema para manipular sentimientos.44

Si se desvía el desarrollo del afecto por los seres vivos hacia artefactos electrónicos, la preferencia por las cosas estará instalada hasta profundidades abismales. ¿Cómo abrigar la esperanza de que ese niño se reconozca en otro, de que no trate a otro como cosa o de que no valore las cosas por encima de las personas?

Hoy, en nuestra sociedad, de acuerdo con los discursos más viscerales que se expresan a través de los medios de comunicación y por boca de «comunicadores» y de políticos enfermos, tiene más valor la propiedad que la vida humana. Vale más un pasacasettes que la vida de un ladrón, es decir, de un ser humano que se apodera de una cosa.45

En este contexto es lógico que la estructura montada para hacer la guerra del Golfo un show televisivo y la audiencia que tuvo toda la programación, se corresponden en grados crecientes de gravedad con los ejemplos que acabo de exponer.

“Hay un número grande de hombres que se interesan por coches sport, aparatos de televisión y radio, viajes espaciales, y por gran número de artefactos, más que por las mujeres, el amor, la naturaleza o la comida; que se sienten más estimulados por la manipulación de las cosas inorgánicas, mecánicas, que por la vida. (...) El homo mechanicus se interesa cada

44Escribe Mumford: “El desplazamiento de lo vivo y lo orgánico tuvo rápidamente lugar con el temprano desarrollo de la máquina. Pues la máquina era una falsificación de la naturaleza.” (Op. cit., pag. 70) 45El caso del ingeniero Santos, tan elogiado por el padre de la patria televisiva, es un ejemplo muy claro de esta afirmación. La campaña a favor de la pena de muerte emprendida por el señor Viale es, además de un atentado contra la posibilidad de entender a la justicia como parte del derecho, una directa manifestación de necrofilia, en los términos que expresa el mismo Fromm en la obra ya citada.

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vez más en la manipulación de máquinas que en tomar parte de la vida y responder a ella. En consecuencia, se hace indiferente a la vida, se siente fascinado por lo mecánico y al fin atraído por la muerte y la destrucción total.(...) Y ni siquiera es demasiado rebuscado suponer que el homo mechanicus se siente mucho más orgulloso y fascinado por dispositivos que pueden matar a millones de kilómetros y en unos minutos, que asustado y deprimido por la posibilidad de tal destrucción en masa.”46

Así, como dirían los contadores metidos a economistas: el modelo cierra. Y Brzezinski puede darse por satisfecho:

“En la sociedad tecnocrática diríase más bien que se tiende a reunir el apoyo individual de millones de ciudadanos no coordinados, los cuales se hallan al alcance de la mano, por decirlo así, de personalidades magnéticas y atractivas que explotan con habilidad las más recientes técnicas de comunicación para manipular las emociones y la inteligencia del público. El predominio de la TV refuerza la tendencia a reemplazar el lenguaje con imágenes, las cuales superan las limitaciones inherentes a una lengua, y a fomentar una participación más cosmopolita, pero mucho más impresionista, en los asuntos mundiales.”47

“...la sociedad tiende a atomizarse, y a pesar de que las comunicaciones (especialmente la TV) proporcionan experiencias sociales de una inmediatez sin precedentes, no es posible reproducir la intimidad del grupo mediante el estímulo artificial de una conducta de jovialidad externa.”48

Al hablar de la “religión cibernética”, Fromm señala la dificultad para describir el fenómeno y comenta que

“lo más sorprendente es que el Hombre se ha convertido en un dios, porque ha adquirido capacidad técnica para realizar “una segunda creación” del mundo, que reemplaza a la primera creación por el Dios de la religión tradicional; también podemos formular esto así: hemos convertido las máquinas en dioses, y nos hemos vuelto divinos sirviendo a las máquinas. Poco importa la fórmula que elijamos; lo importante es que los humanos, en un estado de absoluta impotencia real, se imaginan omnipotentes en su relación con la ciencia y la técnica.

Este aspecto de la religión cibernética corresponde a un período de desarrollo más alentador; pero cuanto más nos atrapan el aislamiento y nuestra falta de reacciones emocionales ante el mundo, y al mismo tiempo cuanto más inevitable parece un fin

46 FROMM, Erich: El corazón del hombre. FCE. Buenos Aires, 1990, 179 pag. Pag. 61-63 Todas las citas han sido tomadas de la misma fuente. 47BRZEZINSKI, Z.: Op. cit., pag. 42 48 Id., pag. 43

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catastrófico, más maligna se vuelve la nueva religión. Dejamos de ser los amos de la técnica y nos convertimos en sus esclavos.”49

Todos los caminos parecen encaminarse hacia la “selva oscura” en la que se extravió Dante. Las resonantes críticas de Sabato encuentran tanto inspiración como eco en gran parte de los autores que, desde una perspectiva humanista han escrito sobre el tema. Así, mientras Jaspers dice que “los hombres se convierten en piezas del proceso técnico” y describe la insatisfacción y la inquietud que los invade,50 Mumford y el autor de El túnel coinciden en señalar a la intelectualización, la cuantificación, la abstracción y la «cosificación» como características de la sociedad industrial moderna, y Fromm remata el concepto agregando que “la gente que vive en ese sistema se hace indiferente a la vida y hasta es atraída por la muerte. No se da cuenta de ello. Toma los estremecimientos de la emoción por las alegrías de la vida y vive con la ilusión de que está mucho más viva cuantas más sean las cosas que posee y usa”.51

Objeciones

Se advierte que las situaciones de subyugación con respecto a la máquina sólo se han atenuado en sus manifestaciones extremas (extremistas) del tipo futurista, aunque se han intensificado por la multiplicación de los mecanismos de control -de sujección- que describe Marcuse. Dichos mecanismos actúan a través de varias vías que convergen, se cruzan y se superponen de manera aparentemente inorgánica, pero que responden a una lógica y hasta a una planificación, como podemos advertir al analizar la organización, composición y estrategias de los grandes grupos económicos.

Esto debe ponernos al resguardo de enfoques paranoicos, empeñados en detectar conspiraciones por doquier. Es fácil advertir que el sistema económico-político-ideológico genera sus propios mecanismos de preservación y los echa a rodar con la certeza de que terminan articulándose. La planificación política y económico-financiera cabalga sobre esa realidad.

A partir de la reconceptualización del término tecnología he analizado su vínculo con la ciencia -destacando su carácter ideológico-, su organización y dinámica interna -estrechamente vinculada con lo anterior, y su presencia en el nivel de las relaciones de los hombres con sus productos, aunque de un modo muy general.

49FROMM, Erich: Tener o ser. FCE. Buenos Aires, 1980, pag. 147-148 50“Pero quien guarda insatisfacción como inquietud dentro de sí, siempre está en falso consigo mismo. Tiene que vivir enmascarado, y las caretas cambian según la situación y según los hombres con quienes trata. Habla siempre en ‘como si’ y no llega a conocerse a sí mismo porque, a fuerza de tantas caretas, al fin no sabe quién es verdaderamente.” JASPERS, Karl: Op. cit., pag. 135 51FROMM, E.: Op. y loc. cit. (Itálica HPN)

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Las Objeciones que voy a plantear son, más que nada, descripciones y análisis más detallados, de este último aspecto, que se completará al determinar cómo se vinculan los hombres con lo tecnológico en abstracto.

Luego de describir los que llama “instrumentos críticos” de la tecnología moderna y de indicar que todos eran conocidos en otras culturas, Mumford concluye que tales culturas tenían máquinas; pero no que no habían desarrollado la máquina. Y precisa que fue tarea de “los pueblos de Europa occidental llevar las ciencias físicas y las artes exactas hasta un punto que ninguna otra cultura había alcanzado, y adaptar toda la forma de vida al paso y a las capacidades de la máquina.” Se pregunta entonces: “¿Cómo ocurrió esto? ¿Cómo pudo la máquina, de hecho, apoderarse de la sociedad europea hasta que esta sociedad, por una acomodación interna, se rindiera a la máquina?”52

Si bien Quintanilla dice que “la filosofía de la técnica no es sólo una teoría de lo artificial o de los artefactos entendidos como entidades, sino de la realización de artefactos”53, el objetivo de esta parte de la exposición parte de considerar precisamente la interacción de los hombres con los artefactos y con la tecnología de la cual emanan. Los tramos precedentes refieren elocuentemente a este vínculo, por lo cual voy a partir de considerar el seductor desarrollo mumfordiano referido al reloj, al que se define como la máquina-clave de la moderna edad industrial.”

La persona que recibe un objeto, un producto de la naturaleza, del arte, de la industria o de la tecnología siente que recibe o puede recibir algo de esa cosa, aun cuando se trate de una pura fantasía. Legítimamente puede preguntarse ¿Qué me da esta cosa? O, en otros términos: ¿Qué hace este artefacto?

“El reloj, -dice Mumford- además, es una máquina productora de energía cuyo ‘producto’ es segundos y minutos: por su naturaleza esencial disocia el tiempo de los acontecimientos humanos y ayuda a crear la creencia en un mundo independiente de secuencias matemáticamente mensurables: el mundo especial de la ciencia.”54

Desde las primitivas formas de organización, la noción de conocimiento, de saber, se asoció -acertadamente- a la de poder. La veneración, el respeto y el temor que infundieron hechiceros, magos y sacerdotes por su vínculo con lo sobrenatural y con lo desconocido, se explica en base a que esos conocimientos implicaban saber qué, un saber cómo y un efectivo poder hacer.55 A partir de sus primeros desarrollos, la ciencia moderna fue trasvasando ante los ojos de la sociedad el predicamento, el prestigio de los saberes pre-científicos hacia el cántaro de las nuevas ciencias. En el período de transición no se 52MUMFORD, L.: Op. cit., pag. 22 53Op. cit., pag. 38 54Id., pag, P. 32 55 “Los magos no sólo creían en las maravillas, sino que audazmente ambicionaban obrarlas: por su esfuerzo hacia lo excepcional, los filósofos naturales que los siguieron fueron los primeros en vislumbrar la posibilidad de establecer regularidades en la naturaleza.” Id., pag. 52

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alcanzaba a distinguir cuáles de esos sabios eran agentes del demonio y cuáles no, con lo cual el traspaso del prestigio tuvo una repercusión que al stablishment no le hubiera convenido que tuviera. Al consolidarse la modernidad se consolida también la ciencia como uno de sus pilares, y el imperio de una se sustenta en gran parte en el prestigio de la otra.

De allí que algo similar a lo que Mumford refiere con respecto al reloj, ocurra hoy con los productos de alta tecnología, dotados en sus partes esenciales de componentes electrónicos: cualquiera sea su naturaleza refieren por un lado a la ciencia, pero más que nada -y a través de ella-, a la potencialidad y al poder del hombre que finalmente flota sobre la naturaleza como el espíritu de Dios flotaba sobre las aguas.

Ocurrre también que la ciencia llegó a ser un componente conceptual y simbólico muy fuerte del pensamiento iluminista, y más intenso del positivista. Hoy, en el marco de una transmutación de la dinámica social, ha cedido su sitial de privilegio a la tecnología. Este predicamento de lo tecnológico tiene una explicación sencilla: la ciencia se supone, se intuye; la tecnología se ve en los objetos que produce y en la parafernalia y en la potencialidad -virtualidad- que se imagina.

Es este y no el endiosamiento de la máquina que atormenta a Sabato y preocupaba a Fromm, el fenómeno que determina la subordinación de la sociedad a la tecnología como un todo -que se expresa en objetos alcanzables- y que como el Simurg sobrevuela, permanece y puede expandirse hasta el infinito.

Si en algún momento hubo un endiosamiento de la máquina -que no hizo sino operar vicariamente- hoy la tecnología, concebida como una megamáquina y manifestada en una miríada de íconos en que ella se manifiesta: las mercancías, los productos es la que concentra toda la veneración, tanto de iniciados como de profanos.56

Y lo que ayer hizo la magia, plantada en el imaginario social como “un atajo hacia el conocimiento y el poder”,57 hoy opera a través de la tecnología, la cual es percibida también como un atajo hacia el poder, en el marco de una sociedad despersonalizadora, en la que cada uno tiende a ser nadie, salvo que la TV abra las puertas de la trascendencia y el reconocimiento o que en internet uno pueda recuperar un amigo perdido en Europa o iniciar un romance a partir del chateo con alguien desvelado en Singapur.58

Resta ver por qué razón la tecnología como un todo, como un poder abstracto, ideal (aunque referido a objetos y procesos y a poder hacer), actúa de semejante manera en el imaginario colectivo.

56 Así, la sacralización de lo tecnológico opera hoy a través de la publicidad, gran parte de cuyos mensajes incluyen el término tecnología como reaseguro de la calidad (y de la potencialidad concomitante) de infinidad de productos. Dice tecnología: es palabra de Dios. Alabada sea la ciencia. 57 Id., pag. 55 58 Curiosamente, en nuestros días el impacto y la difusión de la tecnología coincide con un renovado afloramiento del pensamiento mágico. Esta extraña simultaneidad debe decirnos algo que seguramente no anda lejos de las reflexiones consignadas.

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Esto escribía desde Jamaica Cristóbal Colón, en 1503:

“¡Cosa maravillosa es el oro! Quien tiene oro es dueño y señor de cuanto apetece. Con oro, hasta se hacen entrar las almas en el paraíso”59

Colón nos deja aquí una clarísima definición de lo que es el dinero para el común de la gente: es algo maravilloso, que implica la posibilidad de hacer. ¿Que? Todo o casi todo lo que uno imagine.

Ese es el halo mágico del dinero. El mismo que rodea a la tecnología.

De allí que el dinero sea objeto de anhelo, de temor, de reverencia. Configura uno de los parámetros de validación social de las personas. Es el indicador del éxito. Y de hecho constituye el poder real que impera sobre todas las sociedades. ¿Quién diría que estos mismos atributos no le caben a la tecnología?

Tenemos entonces a la tecnología, como un universo ideal (aunque materializable), que permite hacer, que implica poder, que genera reverencia, que domina, que es temida y deseada, que otorga prestigio a quien la maneja o la detenta, que simboliza poder, que tiene poder y que por lo tanto, es objeto de pleitesía, etc.

“Lo que aquí reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre objetos materiales no es más que una relación social concreta establecida entre los mismos hombres. Por eso, si queremos encontrar una analogía a este fenómeno, tenemos que remontarnos a las regiones nebulosas del mundo de la religión, donde los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y relacionados entre sí y con los hombres. Así acontece en el mundo de las mercancías con los productos de la mano del hombre. A esto es a lo que yo llamo el fetichismo bajo el que se presentan los productos del trabajo tan pronto como se crean en forma de mercancías y que es inseparable, por consiguiente, de este modo de producción.”60

Tenemos entonces una equiparación entre las relaciones que las personas establecen con la tecnología y con el dinero.

De hecho, tal conexión existe. Por un lado, la tecnología genera bienes, está incorporada al proceso productivo. La alta tecnología requiere considerables inversiones que generan una tasa de ganancia decreciente aunque se recupera en los enormes volúmenes que ella misma ayuda a generar. Por otro, tiene precio: la venta de tecnología a través de patentes, royalties y licencias es un negocio de muy alta rentabilidad.

Por último, ¿qué es la tecnología en este marco? Es la clave para el incremento de la productividad del trabajo, la reducción de costos unitarios por unidad de productos, el arma fundamental del aniquilamiento de la competencia en el mercado de mercancías y la guerra comercial. Yendo un poco más al fondo observamos que la tecnología (con todo su 59Citado en MARX, Karl: El capital. Tomo I. FCE. México, 1971. pag. 89. 60 Id. pag. 38 (Itálica HPN)

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componente científico y con las ingentes masas de recursos financieros que requiere) es también fruto del trabajo. Tal vez de un tipo especial de trabajo, pero trabajo humano al fin de cuentas.

Jaspers sostiene que “existe (...) una diferencia esencial entre la acción creadora que conduce a la invención técnica y el trabajo que se limita a aplicar la invención y producir grandes cantidades mediante la repetición de lo igual.”61

Considero que se trata de una diferencia operativa, de procedimiento; cualitativa, si se quiere, pero no esencial. La propuesta de Jaspers plantea la contradicción entre trabajo manual y trabajo intelectual y supone que este último tiene alguna preeminencia en tanto trabajo.62 En ambos casos hay esfuerzo, en ambos hay trabajo: puede haber diferencia de grado, pero estas diferencias no alcanzan a rozar las esencias de uno y otro tipo de trabajo. Por lo tanto, me atrevo a ratificar mi discrepancia con tan prestigioso autor, toda vez que -como ocurre con prácticamente todos los investigadores científicos, tecnólogos y técnicos- se trata de personas que producen (artefactos o conocimiento) a cambio de un salario.

Naturalmente, si producen, si generan valor (sea este aplicable directa o indirectamente a la producción), en algún momento ese trabajo adquiere la forma de mercancía, ya se trate de tecnología o de bienes materiales. Escribe Karl Marx:

“Como el dinero no revela lo que ha sido transformado en él, todo, sea una mercancía o no, es convertible en oro.”63

Y, consigna seguidamente,

“El precio o la forma dinero de las mercancías es, como su forma de valor en general, una forma distinta de su corporeidad real y tangible, es decir, una forma puramente ideal o imaginaria.”64

Este fenómeno del fetichismo de la tecnología permite no sólo aportar un ángulo de análisis distinto al hecho tecnológico en su relación con la sociedad contemporánea. Implica la posibilidad de acercarnos a una más clara comprensión del costado ideológico al que me referí al principio del trabajo.

A partir de este enfoque será más claro entender que los males que aquejan a la sociedad contemporánea no son producto del desarrollo de tecnologías perversas, sino del perverso desarrollo de la tecnología. Y que la responsabilidad de las decisiones escapa sobradamente a los científicos y tecnólogos tanto como a los grupo de obreros que montaron con sus manos cada una de las V 2 que los alemanes arrojaron sobre Londres, las bombas que los norteamericanos arrojaron en Japón, Vietnam y Bagdad o los torpedos que hundieron el Belgrano. Sin dudas, hay niveles de responsabilidad decrecientes,

61 JASPERS, K.: Op. cit., pag. 138 62 MARX, K.: Op. cit, pag. 88 63Id., pag. 40 64 Id., pag. 57

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proporcionales a la información que se maneja; sin dudas, como dice Sastre, uno puede decir que no. Pero es sabido que también podemos decir que no a cientos de cosas menores a las que les decimos que sí.

Esta ingenuidad -culposa, por otra parte- preside el discurso pseudo-ecologista que se lamenta porque el hombre está arruinando el planeta. ¿Qué hombre? ¿El que abre las compuertas para llenar de ácidos los ríos o el sistema industrial que exige permanentemente reducir costos?

Conste que no hemos siquiera rozado una de las más conflictivas y dolorosas consecuencias del desarrollo de la tecnología, cual es la que se refiere a “una inmensa multitud de trabajadores manuales potencialmente a la deriva, se convertirá en un problema cada vez más serio”, ni a la tendencia a la “impersonalización” del poder económico, debido a la aparición de la interdependencia, sumamente compleja, de las instituciones gubernamentales (incluso las militares), los establecimientos científicos y las organizaciones industriales.”65

Y como no interesa culpar o exculpar -“allá se lo haya cada uno con sus pecados...”, dice don Quijote-, conviene sí señalar que el núcleo de las responsabilidades, aun cuando no consignemos nombres ni marcas, es fácilmente reconocible.

Para salir de la ingenuidad hace falta correrse de lugar, adoptar otra visión, observar a los fenómenos desde distintas ópticas.

La cuestión es ahora cómo corregir las situaciones referidas. Y esto nos lleva al tramo final de este trabajo y que contiene una propuesta y varias reflexiones de valor conclusivo.

65BRZEZINSKI, Z.: Op. cit., pag. 43.

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Lo posible, lo necesario, lo conveniente: Una propuesta

Al tocar estas cuestiones, Edgardo Galli suele decir que ante un panorama como el que acabamos de ver, se impone adoptar la tecnología conveniente. Esto significa el trabajo previo de no ceder a las presiones que exigen emplear determinadas tecnologías para hacer una selección criteriosa de las posibilidades y necesidades de los receptores de las mismas, por parte de quienes deben decidir.

No estamos aquí en situación de indagar ni de proponer tecnologías convenientes, pero sí procuraré evaluar las posibilidades que están a nuestro alcance y se orientan en esa dirección. Acaso, en un futuro no lejano, puedan contribuir a seleccionar, impulsar y promover tecnologías convenientes.

En concreto, propongo la incorporación del estudio de la filosofía en las carreras de grado de las llamadas ciencias duras, poniendo especial énfasis en las de tipo técnico-tecnológico.

Usualmente las vías de abordaje de la tecnología por parte de la tecnología suelen ser la epistemología y la ética, enfoques ambos tan valiosos como necesarios, considerando que los nuevos campos del conocimiento implicarán necesariamente nuevas maneras de acceder a ellos y que los avances que constantemente se registran, plantean nuevos interrogantes que interesan a la ética, principalmente en torno a cuestiones vinculadas con la biología, la ecología, la salud y el empleo.

Trasladados a la formación universitaria de científicos y técnicos, estos temas suelen ser objeto de cursos de post grado o bien materias antipáticas para la mayoría de los estudiantes. Propongo en cambio adoptar otro enfoque, más comprensivo -en el doble sentido del término- que parta de considerar las características y objetivos que los futuros profesionales se fijen para el desarrollo de sus carreras y para el desempeño de sus actividades una vez graduados.

Se trata, en términos generales de proporcionar los elementos de la reflexión filosófica articulados con la problemática del quehacer científico, tecnológico, humano y social, en estrecha relación con el marco geográfico-cultural regional, que configuran los ámbitos en los que los estudiantes desarrollan su actividad de formación.

Las siguientes reflexiones pretenden ser el fundamento de la propuesta:

1. La formación de un profesional que sale a la sociedad con una habilitación para producir determinados hechos y manejar determinados elementos y situaciones que

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comprometen a otros hombres y a la vida (considerada desde un enfoque ecologista) implica una potestad sobre éstos, que debe ser considerada en el ciclo de formación.

2. La ética es una vía de acceso al problema, y de hecho, es uno de los nexos insoslayables entre filosofía y tecnología. Pero la ética en tanto deber ser no podrá ser comprendida creativamente. ¿Qué significa esto? Que existen dos maneras de incorporar conocimientos de sesgo cuasi normativo:

no comprensiva, es la que pretende incorporar imperativos formales en base a la mera autoridad de la norma. La ética, dada su naturaleza imperativa, no sirve si no hay previamente internalizada una comprensión de la realidad en la que cada uno se mueve y de lo que cada uno hace.

comprensiva: supone entender el meollo de los temas - tipo a que se refiere la información. Supone una dinámica interna en el proceso de incorporación y manejo de ese conocimiento que permite resolver situaciones problemáticas de una manera creativa.66

3. Un científico, un profesional y un técnico de alta calificación están habilitados para manejos que involucran:

a otros hombres (sus vidas, sus necesidades, deseos, expectativas, patrimonio, bienestar, derechos, etc.)

a la sociedad (con opciones similares, aunque más ampliadas o diluidas) y

a la naturaleza y a la vida, entendidas en un sentido ecologista de totalidad integrada y sustentable.

4. Se hace indispensable un conocimiento serio de la naturaleza y problemas de esta relación y de las responsabilidades que el profesional deberá asumir como ciudadano.

5. Así, la filosofía debe estar presente en la formación de los profesionales de las ciencias duras, para enfocar no sólo cuestiones de ética formal ni meramente epistemológicas, sino para delinear un enfoque comprensivo de la realidad humana que integre la relación entre los hombres y el mundo.

6. Siguiendo a Bunge podemos precisar que no hay ciencia ni tecnología en un vacío social, que el investigador con conciencia política sabe que es preferible educar a los políticos que insultarlos, y el tecnólogo con conciencia social sabe que es preferible embarcarse en proyectos útiles a la comunidad, evitando hacerse cómplice de empresas nocivas para la mayoría y cualquiera que revise la historia de las ciencias sabe que los

66 Hallamos un ejemplo de esta diferencia en la conducta de los automovilistas que sólo se ponen el cinturón de seguridad ante la presencia policial. Quienes tienen conciencia de para qué es el cinturón saben que no colocárselo implica más que riesgo de multa, riesgo de vida.

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problemas más difíciles y fecundos de la ciencia y de la tecnología fueron planteados por la filosofía.67

7. Si se entiende la importancia de la tecnología en nuestra época, habrá que entender entonces la importancia de la filosofía. Aparentemente, esto puede resultar obvio para quienes se dedican de alguna manera a esta disciplina; pero no ha de serlo tanto en el momento de considerar su valoración social en el tiempo que vivimos. Y entender la importancia de la filosofía implica tener en cuenta que dentro de la especificidad de su óptica, su ámbito de análisis (su campo de acción) es el mundo. Y siendo su tiempo el futuro concebido desde el presente y macerado en el laboratorio de la historia, se debe concluir que su ámbito de acción necesario no son los pequeños gabinetes de los filósofos ni las tareas de investigación solitaria.

8. Hay una nueva realidad cuya dinámica no deja mucho margen para reflexionar, pues los hechos se suceden a un ritmo que estrecha las posibilidades de comprensión de los fenómenos que afectan profundamente a la humanidad. Este es el desafío que se le plantea a la filosofía, que deberá hacer todos los esfuerzos posibles para observar, comprender y proponer en las condiciones que la época impone. La tecnología como núcleo determinante de la época, constituye uno de los campos de investigación sobre los que la filosofía debería centrar su atención, ya que en torno a esa problemática gira gran parte de los temas decisivos para el porvenir de nuestra especie.

9. Hoy el destino de la sociedad se diseña en escritorios de financistas, economistas e ingenieros, cuando no de contadores. Hay una tendencia demasiado fuerte a considerar la realidad según criterios de validación eficientistas. Y esto incluye la relación del hombre con la naturaleza, de los hombres en la sociedad, del conocimiento, la información, la ciencia, la economía y aún el arte desde patrones que les son ajenos.

10. Un extremo erróneo sería suponer que los filósofos tienen las ideas más claras y precisas que el mundo necesita. El otro es que todos tengamos que pensar todo como ingenieros o como técnicos, lo cual suele ser lo indicado cuando se trata de resolver problemas técnicos, pero no lo es a la hora de suponer que las cuestiones que escapan a la conductividad o a la resistencia de los materiales se resolverán con los mismos criterios. 68

67 BUNGE, Mario: Seudociencia e ideología. (Fcp.), pag. 15 68 Los hombres que constituían la dirigencia soviética eran en su mayor parte ingenieros. Una previsible acotación cínica sería: "Así les fue". Sin embargo, este enfoque no hace más que encubrir una parte esencial del problema. En efecto: la URSS no cayó porque la manejaban ingenieros, sino porque el accionar de la sociedad estaba presidido por criterios ingenieriles, lo cual es muy distinto. Tales criterios, instalados desde Stalin en adelante como "la línea correcta", probaron ser paradójicamente ineficientes, no ya para organizar la economía, incrementar el producto bruto e imponerse al capitalismo en la carrera tecnológica, sino para comprender a la sociedad y conducirla hacia esos mismos objetivos. Esto surge de la decisión de construir un modo de producción socialista siguiendo los patrones capitalistas de organización de la producción y, desde luego, configura un error fundamental.

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11. Por eso el campo prioritario donde la filosofía debe ser enseñada es el de las ciencias exactas y aplicadas. Porque es allí donde más la necesita la sociedad. Y porque así, en el interacción enriquecedora, se formarán mejores técnicos y mejores filósofos y, al integrar ciencia, tecnología y pensamiento, se formarán ciudadanos más solidarios y personas más libres.

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Conclusión: Chip o no Chip

La problemática referida a lo largo de este trabajo apunta a consolidar un nuevo enfoque de la tecnología en su relación con la sociedad, considerada desde una perspectiva filosófica.

La propuesta formulada en el capítulo anterior procura, como queda dicho, referirse a la necesidad de fortalecer lo humano -a través de la filosofía- en la formación de los técnicos.

Considero que el porvenir de la filosofía en un mundo altamente tecnificado depende, en gran medida de la decisión de los filósofos, de su capacidad para meterse en problemas, es decir detectarlos, plantearlos y resolver los conflictos que el desarrollo de esta actividad tendrá que suponer. Porque, en este marco, una filosofía que no plantee conflictos -o que no entre en ellos-, seguirá siendo considerada como un lujo intelectual para gente con escaso sentido práctico, lo cual equivaldrá a reducir la consideración que de ella y de sus aportes tenga la sociedad.

Por eso la propuesta que formulo parte de introducirse en la problemática de la tecnología en su relación con la sociedad, con la idea de aportar elementos para abordar problema concretos que interesan a quienes deberán resolverlos. Quiero decir con esto que la filosofía no deberá ser ni descriptiva ni prescriptiva, porque ello equivaldría a programarla en un chip e insertarlo en la cabeza de los científicos y tecnólogos. En términos más generales, significa que la filosofía no debe ser introducida como un componente más de la tecnología, sino que debe ayuda a establecer nuevos enfoques de la cuestión tecnológica en el marco de lo social, a fin de que lo humano sea siempre la cuestión central que presida la actividad y los desarrollo tecnológicos entendidos como parte del desarrollo humano integral.

Río Cuarto, 3 de marzo de 1998

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Glosario

Acerca de las fuentes

Salvo en los casos indicados específicamente, los términos están tomados de García-Pelayo y Gross, Ramón: Pequeño Larousse Ilustrado. Larousse, Bogotá, 1993, 1664 pag. Se trata, como queda a la vista, de una fuente no especializada, y por cierto muy popular, que nos sitúa en un nivel de información altamente expuesto. Esto nos permite observar las nociones que puede manejar el común de la gente, aunque ya con un elemental nivel de elaboración. Las restantes definiciones corresponden a autores cuyos nombres se consignan y que figuran casi todos en la bibliografía, a la que remito.

ARTE amb. Método, conjunto de reglas para hacer bien una cosa. || Conjunto de reglas de una profesión: arte dramático, arte militar. (Sinón. V. Profesión) Habilidad, talento, destreza: el arte de vivir. || Cautela, astucia, maña. || Frente a la ciencia, como conocimiento verificable, racional y práctico, a través de la técnica, el arte constituye un orden gratuito que busca la distracción y el goce estético. || Obra humana que expresa simbólicamente, mediante diferentes materias, un aspecto de la realidad, entendida estéticamente. || Conjunto de obras artísticas de un país o una apoca: arte italiano, azteca. || Aparato que sirve para pescar. || -F. pl. Lógica, física y metafísica. || Bellas artes: pintura, escultura, arquitectura, música y literatura. || Artes liberales, aquellas que requieren principalmente el ejercicio de la inteligencia. || Artes mecánicas, aquellas en que se necesita principalmente el trabajo manual o el concurso de máquinas. || Arte mayor, dícese de los versos de más de ocho sílabas, y arte menor , de los de menos. || No tener arte ni parte, no tener ninguna intervención. || Por amor al arte, completamente gratis. || - Observ. Suele usarse como masculino en el singular y como femenino en el plural.

ARTEFACTO m. Aparato, mecanismo. (Sinón. V. Máquina)

ARTERÍA f. Amaño, astucia

ARTESANAL adj. De la artesanía.

ARTESANÍA f. Profesión y clase social de los artesanos. || Arte u obra de los artesanos.

ARTESANO/NA m. y f. Trabajador manual que ejercita un oficio por su cuenta, solo o con ayuda de algunos miembros de su familia o compañeros. || Fig. Autor, causa de una cosa.

ARTÍFICE com. (lat. artifex) Persona que ejecuta una obra artística o mecánica. || Fig. Autor.

ARTIFICIAL adj. Hecho por mano del hombre: flor artificial. || Fuegos artificiales, cohetes y artificios de fuego que se hacen en los regocijos públicos. || Fig. Ficticio: vida artificial. (Sinón. V. Ficticio) || Contr. Natural.

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ARTIFICIO m. (lat. ars, arte, y facere, hacer). Arte, habilidad con que está hecha alguna cosa. (Sinón. V. Astucia) || Aparato, mecanismo: el artificio de Juanelo servía para elevar a Toledo las aguas del Tajo. || Fig. Disimulo, astucia, cautela. || Contr. Sencillez, naturalidad.

ARTIFICIOSO/SA adj. Hecho con artificio. || Fig. Disimulado, astuto, cauteloso: conducta artificiosa.

ARTILUGIO m. Aparato de poca importancia. || Fig. Maña, trampa.

ARTIMAÑA f. Trampa || Fam. Artificio o astucia. (Sinón. V. Intriga)

ASISTENCIA TÉCNICA (Ley 23.877) Proyectos que tienden a transferir conocimientos, información o servicios para resolver problemas técnicos específicos o aportar elementos para su resolución, como por ejemplo, la optimización de un proceso, la mejora de la calidad de un producto, pruebas de calidad, asesoramiento en diseño, mercadotecnia, puesta en marcha de plantas o pruebas de funcionamiento y de rendimiento, o bien, información y capacitación de personal.

CIENCIA (BUNGE, Mario: La ciencia, su método, su filosofía) conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia profunda y exacta.

CIBERNETICA (TERRAGNO, Rodolfo ) La palabra C. fue acuñada por Norbert Wiener en 1948, cuando la inteligencia artificial era impensable. Sin embargo, esa palabra -derivada de otra que, en griego, significa pilotaje- me parece más justa que sus actuales sustitutos: “ciencias de la computación”, que es una frase, o “informática”, que es una restricción. La cibernética se ocupa, según la definición original, de las redes de control y comunicaciones que gobiernan las computadoras y “sistemas fisiológicos”. La inteligencia artificial no cae fuera de su dominio.

I+D (Ley 23.877) Proyecto cuyo objeto de trabajo es: 1. Investigación aplicada: trabajos destinados a adquirir conocimientos para su aplicación práctica en la producción y/o comercialización. 2. Investigación tecnológica precompetitiva: trabajos sistemáticos de profundización de los conocimientos existentes derivados de la investigación y/o la experiencia práctica, dirigidos a la producción de nuevos materiales, productos o dispositivos y al establecimiento de nuevos prototipos, plantas piloto o unidades demostrativas, finalizando con la homologación de los mismos. 3. Adaptaciones y mejoras: desarrollos tendientes a adecuar tecnologías y a introducir perfecionamientos, que carecen usualmente de los rasgos de originalidad y novedad que caracterizan a los proyectos señalados en los apartados 1 y 3 de este inciso.

MÉTODO m. (gr. methodos, de meta, con, y odos, vía). Modo razonable de obrar y hablar: proceder con método. (Sinón. V. Procedimiento, técnica, teoría, tratamiento, sistema. V. tb. enseñanza y ordenación) || Modo de obrar habitual: cada uno tiene su

TERRAGNO, Rodolfo: La Argentina del siglo 21. Sudamericana/Planeta. Bs. As., 1986. 168 pag.

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método. || Marcha racional del espíritu para llegar al conocimiento de la verdad: el Discurso del Método. || Obra que contiene, ordenados, los principales elementos de un arte o ciencia: método de piano.

SOFTWARE, Cisma del. (MARSHALL, Lee, s/ECO. Vid.) Refiere a las reflexiones de Umberto Eco acerca de la división entre usuarios de Macintosh y DOS. Según postuló, Mac es católico con “íconos presuntuosos” y promete a todos la oportunidad de alcanzar el Reino de los Cielos “al menos mientras se imprima el documento”, siguiendo una serie de etapas fáciles. El DOS, por su parte, es protestante “y permite la libre interpretación de la Sagrada Escritura, exige decisiones personales difíciles y por cierto que no todos podrán alcanzar la salvación”.

TÉCNICA f. Conjunto de procedimientos de un arte o ciencia: estudiar la técnica musical | Habilidad para usar de esos procedimientos. (Sinón. V. Método)

(FERRATER MORA, José )significa originariamente arte, es decir, modo de hacer una cosa, procedimiento. [...] En su significación más habitual, sin embargo, la técnica se distingue tanto del arte en el sentido genuino de la palabra, como del método, con el cual es frecuentemente confundida. La técnica es, por lo pronto, algo característico del hombre, algo superior a la experiencia, pero inferior al razonamiento, que es justamente aquello que la técnica hace posible al descargar al hombre de las necesidades que lo acucian. La técnica, dice Spengler (aunque en un sentido distinto del que nosotros admitimos), es la táctica de la vida. Una teoría de la técnica requiere, por consiguiente, una teoría de la vida humana, sin la cual el hecho de la técnica resulta incomprensible. La técnica es, en el fondo, un recurso; por lo tanto, no sólo el empleo de los medios que la vida encuentra ante sí sin ningún esfuerzo, sino también y muy especialmente la dirección de estos medios, la producción y administración de los artificios que pueden conducir a una realización de los fines esenciales de cada existencia y de la vida humana en general. La técnica lo penetra todo en la vida del hombre; no se limita a la producción y empleo de los recursos para la subsistencia material de la vida, mas alcanza a cada una de las acciones humanas. Hay así una técnica de la producción de beneficios materiales, así como una técnica del arte, una técnica del saber, una técnica de la salvación. Según Ortega y Gasset, hay que distinguir en la evolución histórica de la técnica tres estadios bien diferenciados: la técnica del azar, propia del hombre primitivo, accesible a todos los miembros de la comunidad y casi confundida con el repertorio de los actos naturales; la técnica del artesano, propia de la Antigüedad y de la Edad Media, patrimonio de ciertas comunidades como una manera de hacer diferente de las demás; la técnica del técnico, tal como se ofrece en nuestra apoca, con intervención de la máquina y una gran diferencia no sólo entre el técnico y el no técnico, sino entre el técnico, el artesano y el obrero. En esta última priva la técnica misma sobre las técnicas especiales, la invención sobre el conjunto de actos necesarios para realizar una determinada finalidad.

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(JASPERS, Karl) "Técnica es el procedimiento con que el hombre científico domina la naturaleza a fin de desarrollar y organizar su existencia para eximirse de las necesidades y dar a su contorno la forma que le resulte adecuada.

(ORTEGA Y GASSET, José) La T. es la reforma de la naturaleza, de esa naturaleza que nos hace necesitados y menesterosos, reforma en sentido tal que las necesidades queden a ser posible anuladas por dejar de ser problema su satisfacción.

TECNICA Y CIENCIA (MUMFORD, Lewis) La T. es un traslado a formas prácticas, apropiadas de verdades teóricas, implícitas o formuladas, anticipadas o descubiertas, de la ciencia. La ciencia y la técnica forman dos mundos independientes pero relacionados: a veces convergentes, a veces separándose.

TÉCNICO/CA adj. (gr. tekhnikos, de tekhné, arte). Que pertenece a una ciencia o arte: voz técnica.

TECNOCRACIA f. Gobierno en que domina la influencia de los técnicos, los especialistas.

TECNÓCRATAS (GARCIA PELAYO, Manuel) Conjunto de personas en disposición de condicionar o, eventualmente de determinar la decisión de instancias formalmente superiores y de llevar a cabo su operacionalización o gestión -tanto a nivel global como a niveles sectoriales- en virtud de la presunta posesión de una capacidad técnica en un sector especializado o en las llamadas “ciencias de la acción” o en las técnicas del management.

TECNOLOGÍA f. Ciencia de las artes y oficios en general || Conjunto de los términos técnicos de un arte o ciencia: cada ciencia tiene su tecnología. || Medios y procedimientos para la fabricación de productos industriales.

TRANSMISIÓN DE TECNOLOGÍA (Ley 23.877) Proyectos en los que, ya producido y/u homologado el desarrollo, debe pasarse de la escala piloto a la escala industrial.

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Bibliografía ALCONADA ARAMBURÚ, Carlos R. S.: La educación popular y el avance tecnológico en el

proceso de modernización de las instituciones democráticas. Buenos Aires, Ministerio de Educación y Justicia, 1988, 15 pag.

BRZEZINSKI, Zbgniew: “La edad tecnetrónica”, en Facetas (Fcp.) S/D. Pag. 38-52. BUNGE, Mario: Ética, ciencia y tecnología. Buenos Aires, Sudamericana, 1995. 181 pag. ---- : La ciencia, su método y su filosofía. Buenos Aires, Sudamericana, 1995. 189 pag. ------: Seudociencia e ideología. (Fcp.) S/D Pag. 13-17 CARBAJAL, Mariana: “Criatura diabólica pero encantadora”, en Página/12, Buenos Aires,

17 de agosto de 1997, pag. 21 FERRATER MORA, José: Diccionario de Filosofía. Buenos Aires, Sudamericana, 1958, 1481

pag. FRESAN, Rodrigo: “Unplugged” en Página/12, Buenos Aires, 16 de enero de 1998, pag. 32 FROMM, Erich: El corazón del hombre. Buenos Aires, FCE. 1990, 179 pag. FROMM, Erich: Tener o ser. Buenos Aires, FCE. 1980, 199 pag. GALEANO: Eduardo: “La pobre mano humana” en Página/12, Bs. Aires, 1 de febrero de

1998, pag. 32 ---------: “El derecho de soñar” en Página/12, Buenos Aires, 29 de octubre de 1997,

pag. 32 GARCÍA PELAYO, Manuel: Burocracia y tecnocracia, Madrid, Alianza, 1987. 220 pag. JASPERS, Karl: Origen y meta de la historia. Madrid, Alianza, 1981. Pag. 113-167 KHUN, Thomas S.: La estructura de las revoluciones científicas. Buenos Aires, FCE, 140 pag. MARCUSE, Herbert: El hombre unidimensional. Barcelona, Seix Barral, 1972. 286 pag. MARSHALL, Lee: “El nombre de la cosa” en Radar, suplemento de Página/12, Buenos

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Tomo III, cap. 13, 14 y 15. Trad. Wenceslao Roces MUMFORD, Lewis: Técnica y civilización. Madrid, Alianza, 1971, 522 pag. NOSETTO, Mónica, MOLEDO, Leonardo y C.P.: “¿El fin de las ciencias?” en Futuro,

suplemento de Página/12, Buenos Aires, 24 de enero de 1998, pag. 2 y 3. ORTEGA Y GASSET, José: Meditación de la técnica. Madrid, Revista de Occidente. 1968,

166 pag. PEREZ NAVARRO, Hugo: "Pensar la técnica como proyecto que determina la realidad” Entrevista

a Luis Jorge Jalfrén. Inédito. Mar del Plata, julio de 1985. 4 pag. QUINTANILLA, Miguel: Tecnología: Un enfoque filosófico. Buenos Aires, EUDEBA,

1991.(Fcp.)

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RACZYNSKI, Cristina: “La novela del universo. Entrevista con Ilya Prigogine” en La Nación. Suplemento Cultural. Buenos Aires, 28 de enero de 1988.

ROBERTI, Raquel: “Una mascota virtual”, en Página/12, México, 17 de agosto de 1997, pag. 20-21

ROSSMAN Kurt: Immanuel Kant. Un filósofo alemán. Bonn-Bad Godesgerg, Inter Nat., 1974, 29 pag.

SABATO, Ernesto: Hombres y engranajes. Buenos Aires, Seix Barral, 1991, 150 pag. SOSA, Mario y FORMENTO, W.: “La objetividad o subjetividad en la investigación”. Río Cuarto,

Inédito, 1997. THUROW, Lester: La guerra del siglo XXI. Buenos Aires, Vergara, 1993, 373 pag. VARSAVSKY, Oscar: Ciencia, política y cientificismo. CEDAL, Buenos Aires, 1969. 81 pag. VILLORO, Luis: “Sobre el conocimiento tecnológico”, en Revista Latinoamericana de

Filosofía. S/D, Vol. XVI, N° 2, julio de 1990. Pag. 131-148.

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Índice

Página

Presentación 3

Agradecimientos 4

Prefacio 5

Introducción 6

Relaciones peligrosas 9

Instrumental, social, humano 11

Tecno -¿mentiras?- y video 18

Máquinas, maquinaciones, objetos, objeciones 20

Lo posible, lo conveniente, lo necesario: Una propuesta 31

Conclusión: chip o no chip 35

Glosario 36

Bibliografía 40