Continuidad o Cambios Que Dependen de Dólares - Un Examen de La Economía Regional, La Dependencia...
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Continuidad o cambios que dependen de dólares
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witter Por Diego Coatz |
27/06/2015 | 01:33
Como en toda transición, y sobre todo tratándose de una relativamente
extensa como la que vive Argentina este año, el clima político y
económico se mueve sobre el eje continuidad vs. cambio. Actores y
electores van tomando posiciones y decisiones de acuerdo a cómo se
entienda que se va a resolver ese dilema en las urnas. En la Argentina
2015, se va lentamente imponiendo una combinación de ambos
términos de la ecuación.
En la última semana, los anuncios definitivos en torno a la listas fueron
interpretados como señales mixtas. La incertidumbre modificó en parte
las expectativas del mercado sobre el arreglo del frente externo (deuda)
y el relajamiento de las restricciones cambiarias en base a ingreso de
dólares. El resultado: un aumento de la brecha entre el dólar oficial y el
ilegal, que llegó a 49,9% el jueves 25/6; casi 10 puntos porcentuales en
comparación con dos semanas atrás. Lo que se observa es una
incipiente recuperación en la dolarización de las carteras privadas en
base a una menor expectativa de ingreso de dólares en 2016.
Sin embargo, se trata de un efecto moderado y también tiene límites
concretos. La economía argentina tiene fortalezas y debilidades claras y
que todos los actores relevantes comprenden más o menos bien; es de
esperar que cualquier nuevo gobierno busque atacar las debilidades
para consolidar su lugar.
La fragilidad cambiaria, por ejemplo, tiene bases económicas más que
políticas y será una herencia para la próxima administración. Las
reservas se han recuperado pero todavía están endebles: que el nivel
de reservas actual sea suficiente o no para lo que viene depende de la
política económica que se lleve adelante.
La aparente estabilización de la política de suba de tasas del BCRA y la
mayor liquidez monetaria con cierta recuperación económica sin
certidumbre sobre el flujo de dólares futuros contribuyen también al
incipiente incremento de la brecha cambiaria. Esta, a su vez, puede
volver a poner presión sobre el nivel de reservas en el mediano plazo.
Siguiendo esta línea, la disponibilidad de dólares sigue siendo un punto
débil. Las exportaciones cayeron 19% en los primeros cinco meses del
año. Si bien las reservas se recompusieron gracias a las emisiones de
deuda soberana, los bonos emitidos por YPF y la activación de nuevos
tramos del swap con China, al stock de reservas actual (que supera los
US$ 33 mil millones) debe descontársele la deuda estimada por pagos
atrasados de importaciones (que el Gobierno ha comenzado a liberar) y
remisiones postergadas de utilidades y dividendos (que hoy
incrementan los depósitos y el stock de Lebac y Nobac).
Tampoco el panorama internacional ayuda a las cuestiones cambiarias
y financieras. La incertidumbre sobre una eventual suba de tasas por
parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, si bien está lejos de
encarecer o modificar demasiado las condiciones de acceso al
financiamiento internacional, sí genera mayor presión al alza a las
monedas de nuestros vecinos, lo que dificulta el manejo cambiario local.
Pero, más allá de las cuestiones exógenas, el precio alto que paga hoy
Argentina para financiarse en dólares se relaciona más con la
persistencia de conflictos internos (cepo) y con el fallo a favor de los
holdouts en el frente externo.
La economía es dinámica, y hemos aprendido que una recuperación
significativa de la actividad aumentaría el consumo de importaciones y,
por ende, la necesidad de dólares. Cuando la economía crece, se
importa más. Más allá de la administración de comercio –DJAI, licencias
u otras trabas fundamentales para resguardar el mercado interno frente
a la competencia desleal–, el máximo nivel de importaciones coincide
con el mejor año de consumo e inversión de la historia: 2011. Las
importaciones per cápita pasaron de US$ 871 en 1998 a US$ 1.809 en
2011. Esto no es exclusivo de Argentina, sino que sucedió en toda la
región dada la dependencia de productos importados de mayor
tecnología. Hasta 2011, el consumo de importaciones se financiaba con
más exportaciones (y mejores precios) de recursos naturales y
exportaciones de bienes industriales con cierto dinamismo (con Brasil
creciendo y sin déficit energético). Cuando los precios de materias
primas y el comercio industrial dejaron de crecer, la región lo financió
con apertura a los mercados internacionales de crédito. Argentina, en
cambio, se amesetó. Por eso, 2014 muestra una caída de más de US$
250 en las importaciones per cápita con respecto al máximo anterior.
El país cuenta con un conjunto de activos importantes: deuda en
dólares reducida, un sector financiero líquido y la capacidad de reducir
los spreads internos elevados; empresas, familias y bancos sin deuda,
actividad económica estabilizada, entre otros. También existen riesgos
latentes: pocas reservas, cepo y brecha cambiaria, inflación, tarifas
(precios relativos). Cuánto ponderen los activos frente a los pasivos
dependerá de las perspectivas y lo que ocurra efectivamente con la
política económica.
La solución de fondo consiste en diseñar en serio una estrategia
productiva. Inversión pública y privada en infraestructura y producción.
Recurrir transitoriamente al financiamiento externo para lograr
estabilizar la macro y recuperar la previsibilidad de crecimiento aunque
sea moderado. Pero sobre todo, atender los temas micro y sectoriales.
Esto es exportar más y mejor, y sustituir estratégicamente
importaciones en sectores donde existe potencial (que son muchos). Si
no vamos por este camino, con política crediticia, tributaria, comercial y
compras públicas, entre otras, volveremos al péndulo que nos
caracteriza como país: deuda para estabilizar el corto plazo sin
transformar la estructura y luego un nuevo ciclo de ajuste. La clave,
como siempre, es generar divisas genuinas.
*Economista jefe de CEU-UIA. Profesor UBA-UCES. Vicepresidente
@SIDbaires.@diegocoatz