CONTIGO... ¡cae toda frontera!

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CONTIGO¡cae toda frontera!

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Con Dios, las fronteras caen. ¿Quieres dejarle entrar en tu tantas veces cerrada vida?

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[haz espacio]

Nos encanta poner fronteras, aunque digamos lo contrario. Nos encanta acotar a personas, calificarlas (quién sabe si no es descalificarlas) con un adjetivo y encerrar en él todo lo que -pensamos- esa persona es. Nos encanta limitar nuestra vida, establecer campos privados, cotos cerrados... Nos encanta poner incluso fronteras a Dios.

Las fronteras nacieron del miedo a ser invadidos, a dejar que el otro, extraño y diferente, entrara en nuestros territorios. Y con ellas, con las fronteras, dejamos fuera de nosotros muchas realidades que, lejos de ser una invasión, podrían transformar nuestra vida. Con Dios, las fronteras caen. ¿Quieres dejarle entrar en tu, tantas veces, cerrada vida? Canto

[espacio de la oración]

Salmo 134

1. Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor, que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios. 2. Alabad al Señor porque es bueno, tañed para su nombre, que es amable. Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya.

3. Yo sé que el Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses. El Señor todo lo que quiere lo hace: en el cielo y en la tierra, en los mares y en los océanos. 4. Señor, tu nombre es eterno; Señor, tu recuerdo de edad en edad. Porque el Señor gobierna a su pueblo y se compadece de sus siervos. 5. Casa de Israel, bendice al Señor; casa de Aarón, bendice al Señor; casa de Leví, bendice al Señor; fieles del Señor, bendecid al Señor. Bendito sea en Sión el Señor, que habita en Jerusalén.

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[espacio de la Palabra]

La Palabra: Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

-- Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír:

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y se decían:

-- ¿No es este el hijo de José?

Y Jesús les dijo:

-- Sin duda me recitareis aquel refrán: “Médico, cúrate ti mismo”: haz también aquí en tu tierra lo que has hecho en Cafarnaún.

Y añadió:

-- Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempo de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del Profeta Elíseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio.

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

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¿Cuáles son las fronteras que estableces con los otros?

¿Qué te da miedo perder de ti en tus relaciones, tu modo

de vivir, tu modo de ver el mundo?

¿En qué momentos piensas solo en ti, acotando tu vida,

poniendo barreras?

¿Sientes que en ocasiones le pones barreras a Dios, no le

permites actuar en tu vida, te niegas a que traspase la

frontera de tu intimidad, de tus cosas…?

[espacio del corazón]

Pon palabras a lo que has sentido y lo que Dios te ha dicho…

Piensa en alguna de esas fronteras, pídele a Dios por ellas y, cuando lo desees,

compártela en alto y rompe alguna de las fronteras que nos impiden descubrir a

nuestro Dios.

Canto:

Oración:

Señor, ven a nuestra vida y haz saltar las fronteras que normalmente ponemos: - Las fronteras de la indiferencia, por las que cerramos los ojos a nuestro mundo. - Las fronteras del egoísmo, que nos impiden acercarnos a los otros. - Las fronteras de “lo mío”, que no nos dejan decir “lo nuestro”. - Las fronteras del miedo, que nos impiden caminar. - Las fronteras del “yo”, que nos impiden descubrirte a ti, TÚ de nuestras vidas. Amén.