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427 Anuario Brigantino 2006, nº 29 A utorretratarse es un ejercicio de autoconciencia, de auto examen, de sumergimiento interior con producción plástica, con resultado gráfico; es un ejercicio interior que tiene que ver con la «vita interior»de Agustín de Hipona y con el «cogito, ergo sum» de Descartes. Retratar al otro es un ejercicio de percepción ajena ante una presencia humana que se tiene delante. Abundante es la literatura filosófica en torno a esta cuestión. No entraremos en ello, aunque sólo citaremos la obra de Laín Entralgo y de Max Scheler. El género del retrato ocupa en la historia del arte un lugar excepcional, hasta el punto de que a la pintura se le acopla de inmediato «Pintura de retratos». Este acompañamiento indica excelencia y creatividad. El culto de la efigie proviene de los años triunfales en Roma, ya se sabe. La medalla conmemorativa con el rostro vencedor era frecuentemente labrada en la Roma imperial. En 1949 organizó el Museo de Pontevedra su 11ª Exposición: «El retrato en la Pintura gallega después del Romanticismo». Esta temática habría que proseguirla con una exposición nueva. Más de medio siglo después, nuevos estilos y nombres ingresan, nombres ya clásicos, consagrados, pero con obra que no apareció en esta exposición y podrían surgir como obra inédita en dicho museo o en cualquier otro museo de Galicia. Decir retrato es nombrar al rostro: la presencia estática colocada desde una pared o desde una estancia museística, mientras que la vida se desarrolla con toda su movilidad magnífica y sus acontecimientos. El rostro ( y también la voz) es el envío máximo que la presencia humana como «cosa física» aporta. En mi libro «Meditaciones de lo interior» (1989) incluyo unas páginas sobre el rostro y considero clave introducir aquí, para una mayor comprensión. * Ángel Núñez Sobrino, compostelano, es profesor de Filosofía en el Instituto «Santa Irene» de Vigo y autor de numerosos trabajos de investigación y dos libros sobre Filosofía e Historia del Arte gallego. Se encargó de la reedición del Corpus Petroglyphorum Gallaeciae (Ediciós do Castro). Sumario Este estudio se centra en un retrato concreto de Joaquin Vaamonde. La meditación del rostro , los elementos para un estudio, las interpretaciones de la filosofia, las fotografías y la bibliografia hacen el resto en circulo perfecto. Ingresa de esta manera en la Cultura gallega a modo de aportación. Abstract This piece of reseach is centred around a specific portrait by Joaquín Vaamonde. The rest es completed by pondered considerations about the portrayed face, elementes for further study, philosophical interpretations, the photography and the bibliography. This work thus enters Galician culture as my personal contribution La presencia entelada: (Consideraciones sobre un retrato de Joaquín Vaamonde) ÁNGEL NÚÑEZ SOBRINO*

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LA PRESENCIA ENTELADA: CONSIDERACIONES SOBRE UN RETRATO DE JOAQUÍN VAAMONDE

Autorretratarse es un ejercicio de autoconciencia, de auto examen, desumergimiento interior con producción plástica, con resultado gráfico; es unejercicio interior que tiene que ver con la «vita interior»de Agustín de Hipona y

con el «cogito, ergo sum» de Descartes. Retratar al otro es un ejercicio de percepciónajena ante una presencia humana que se tiene delante. Abundante es la literatura filosóficaen torno a esta cuestión. No entraremos en ello, aunque sólo citaremos la obra de LaínEntralgo y de Max Scheler.

El género del retrato ocupa en la historia del arte un lugar excepcional, hasta elpunto de que a la pintura se le acopla de inmediato «Pintura de retratos». Esteacompañamiento indica excelencia y creatividad. El culto de la efigie proviene de losaños triunfales en Roma, ya se sabe. La medalla conmemorativa con el rostro vencedorera frecuentemente labrada en la Roma imperial. En 1949 organizó el Museo dePontevedra su 11ª Exposición: «El retrato en la Pintura gallega después delRomanticismo». Esta temática habría que proseguirla con una exposición nueva. Másde medio siglo después, nuevos estilos y nombres ingresan, nombres ya clásicos,consagrados, pero con obra que no apareció en esta exposición y podrían surgir comoobra inédita en dicho museo o en cualquier otro museo de Galicia.

Decir retrato es nombrar al rostro: la presencia estática colocada desde una pared odesde una estancia museística, mientras que la vida se desarrolla con toda su movilidadmagnífica y sus acontecimientos. El rostro ( y también la voz) es el envío máximo que lapresencia humana como «cosa física» aporta. En mi libro «Meditaciones de lo interior»(1989) incluyo unas páginas sobre el rostro y considero clave introducir aquí, para unamayor comprensión.

* Ángel Núñez Sobrino, compostelano, es profesor de Filosofía en el Instituto «Santa Irene» de Vigoy autor de numerosos trabajos de investigación y dos libros sobre Filosofía e Historia del Arte gallego.Se encargó de la reedición del Corpus Petroglyphorum Gallaeciae (Ediciós do Castro).

SumarioEste estudio se centra en un retrato concreto de Joaquin Vaamonde. La meditación del rostro , los elementospara un estudio, las interpretaciones de la filosofia, las fotografías y la bibliografia hacen el resto en circuloperfecto. Ingresa de esta manera en la Cultura gallega a modo de aportación.

AbstractThis piece of reseach is centred around a specific portrait by Joaquín Vaamonde. The rest es completed bypondered considerations about the portrayed face, elementes for further study, philosophical interpretations,the photography and the bibliography. This work thus enters Galician culture as my personal contribution

La presencia entelada:(Consideraciones sobre un retrato de Joaquín Vaamonde)

ÁNGEL NÚÑEZ SOBRINO*

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MEDITACIÓN DEL ROSTRO¿Desde qué consistencia suscita? ¿Cual es la cifra de su enigma y de su significado? El

rostro es lo primero y lo más peculiar del cuerpo. Pero el rostro cambia. Va cambiando. Lovan cambiando las opiniones, la vida, los acontecimientos, los sucederes; lo va cambiando,también, una interioridad. Siempre hay algo en el rostro que trasciende lo físico, que va másallá y lo envuelve. ¡Qué plasticidad, qué extraña firmeza tiene la mirada! Un rostro ante mí essiempre el registro de una mente. Un rostro presente es una totalidad fresca. La escultura, lapintura, el dibujo y la fotografía han hecho del rostro un constante tema.

Es cierta la idea de arraigamiento. El hecho de volver a los orígenes y de conocerlosindica solidez llena de una necesidad de no perderse y orientarse para un nuevo empezar.Enraizarnos en lugares fijos para que nuestro tallo de vida sea soberano. Volver desde uncomienzo, no para repetirnos, sino para ingresar fuerzas. Que nuestra existencia seadesde un tiempo remoto una acumulación de vida y de raigambre para una trabajadaconstrucción nuestra.

Cuando queremos asesorarnos de nuestra identidad recurrimos al rostro. Mirarnosal espejo, adentrarnos, es un querer saber si seguimos siendo. Comprobar si de verdadno ha ocurrido un cambio que nos pudiera alterar. Y nos identificamos inmediatamentedesde el momento en que adivinamos que el rostro es una permanencia que cambia,mejor aún, que nos cambia y la cambiamos en una enigmática reciprocidad. El espejo esuna doble extrañeza: nos reproduce y provoca en nosotros una negación -¿o unaafirmación?- a ser tan prístinos o tan difusos.

Hubo rostros que me han estremecido. Estremecernos es contraerse en irremediableemotividad y paralización. Es sentir el momento desde su intensidad y vernos envueltosen susto y en impresión no contenida. Y por el contrario hubo rostros que han pasado en

1.- Anteojos de oro de la misma época del retrato. Pertenecieron al gobernador don Felipe Ruza.La pincelada de la tela tiene su correlato en la realidad: este icono. Coleccion familiar del autor.

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2.- Joaquin Vaamonde. Óleo sobre tela. 1895. Al lado de la firma (véase detalle): «Al amigoColmeiro». Colección particular del autor. Dimensiones: 33,1 x 29,5 cms. Fotos: Alfredo Erias.

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contingencia y en fraude. Expirar es dejarde tener rostro para siempre, serdisolución en contingencia y fraude. Elrostro protagoniza paseos voluptuosos:enfoques en primer plano de quienes pasanpor delante y desaparecen en atmósfera deoscuridad.

El tiempo: sucesión invisible de lashoras. Desaparición oculta de la vivencia.Tal vez lo más trágico del Tiempo seacomprobar cómo a través de él los rostroshan cambiado. Cuál es el cambio que haaparecido en esa estructura psicofísica. Verqué es lo que el tiempo ha hecho con losrostros. Y conocerlos, así, desde unatemporalidad pasada y presente.

El rostro es lo más frágil de lapersonalidad. Un disgusto, una emoción oun acontecimiento bastan para cambiarlo.Para cambiarlo desde una perspectivaendeble. El rostro quiere costumbre habitada.Costumbre que le haga sentir donde tienesus sentidos, por que lo que más le interesaes no perderlos. Y con una razón de ser, yaque no concebimos rostros sin órganos delos sentidos. Y, sin embargo, por unaemoción, por una mueca o por unsobresalto queda fuera de lugar y de formahaciéndose otro en un histrionismo inapropiado que incluso puede delatar falsedad.

¿Hemos estado alguna vez en una galería de retratos? Ojos de lienzo que miran. Unmomento de cada vivir detenido para siempre. Como una instantánea de pedazos y deformas. Como un surgir. El retrato se asemeja al rostro mudo de otros seres que nos hanprecedido. La vuelta al arraigamiento está en un rostro cuya expresión segrega biografía.El rostro transmite la verdad desde el ocultamiento y desde la manifestación. El rostroes la huella de una vida.

ELEMENTOS PARA UN ESTUDIO

Sabida es la prolífica y prodigiosa producción de Joaquín Vaamonde (1871-1900) comoretratista: así, él permanece como referencia decimonónica indiscutible, en delicadospasteles y en deliciosos óleos no exentos tampoco de vigor. El discurso de penetración entorno a la obra de arte, su dilucidación expresa, posee hallazgos conceptuales en un textode D. García-Sabell del catálogo, «A Xeración doente» (Fund. Caixa Galicia) cuando dice:«Vaamonde entendía os seus personaxes dun xeito que tódolos outros, é decir, os quenon somos creadores, apenas os presentímos» y poco después: «e trócanse en vectoresque revelan en vez de factores que agradan». Totalmente de acuerdo. La ráfaga de «cómoera» el personaje queda reflejada en el lienzo.

3.- Retrato de la condesa de Pardo Bazán en laportada de la monografía del profesor D. BenitoVarela Jácome. El mas completo estudio que se

ha escrito. Pastel. 64x48 cms. Ejemplar dedicadopor el catedrático al autor.

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4.-Torres de Meirás.Principios del siglo XX.Doña Emilia es la segundadama por la izda.(Colección fotográfica delautor). (Véase detalle).

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Es importante hacer sobre la producción de J.Vaamonde las siguientesconsideraciones: conviene distinguir entre retratos de encargo, en su estudio o en casadel cliente, realizados casi siempre desde una posición escogida, y retratos deespontaneidad, realizados desde una sobremesa, o en un café y ejecutados casi siemprea una persona amiga. A ello se añade retratos pagados y retratos regalados en sucorrespondencia, lo que también conlleva retratos exhibidos (sobre una consola, un sofáo al lado de un tapiz), y retratos guardados (dentro de una carpeta de un cajón), y porparadoja mejor conservados al estar resguardados por la luz. A los primeros correspondeel ejercicio de una profesión; a los segundos corresponde el ejercicio de una deleitación.Los ejemplos se notan a través de los nutridos catálogos publicados. Pormenorizadamente,vamos a ir nombrando: retratos de Dña. Mariana de Sarriá y Albís, marquesa de Valdeterrazo,de Dña. Isabel Falguera y Moreno, de D.Juan Manuel de la Pezuela y Ceballos, Dña.Concepción Lligués y Bález, etc. Personajes de contrato, de encuentro y presentaciones,más que de conocimiento, de trato y de interconexión. Ejecuciones magistrales desde ladistancia, desde el momento en que se acumulaba entendimiento -el dictamen de GarcíaSabell- por parte del artista, que penetraba certeramente en las figuras humanas que teníaenfrente de su caballete, o en lámina amplia, en cumplida ejecución de instante y debelleza. De otra parte, ejecuciones a personas que conocía muy bien, y con las que manteníauna relación de empatía, amistad, fascinación o amor. Ello nos proporcionó cuadros conmás frescura, dirección y acierto, o lo que es lo mismo: un Joaquín Vaamonde con todassus plenitudes. De entre ellos, los pasteles de Dña. Emilia Pardo Bazán, Dña. Amalia de laRúa-Figueroa y Somoza, D. José Fernández Quiroga, Isidoro Brocos, Dña. Blanca yDña. Carmen Quiroga y D. José María Colmeiro Rey, tema de este estudio.

5.- Paseo de los cantones. A Coruña 1905. El mismo año en que salió «La Quimera». Seguroque más de una librería coruñesa puso a la venta esta imprescindible novela sobre

el artista (Colección del autor).

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El preludio a tanta maestría y el ejercicio logrado de tanta productividad tenemos queencontrarlo en la influencia de otro artista: Velázquez, sobre todo el joven Velázquez, elsevillano y el temprano madrileño. Todas estas efigies componen una época, y lo quequeda de una época es lo que el arte trabajó para ello. El año 1895 resultó especialmentesignificativo en la producción total del pintor coruñés. Veamos: 6 óleos, 10 pasteles, unpaisaje (en paradero desconocido) y 24 ilustraciones del libro «Bosquejos Galaicos» de laautoría de Emilio Fernández Vaamonde, pero, sobre todo, algo que subraya magníficamentedos palabras positivas: producción y orgullo. Me refiero con ello a un solemne autorretratoen el que el artista mira fijamente al espectador, altanero y seguro, desde la convicción firme deque su vida era rica y lograda, y en ese Madrid donde las oportunidades habían dado granadosfrutos. El momento artístico realizado es siempre un momento biográfico realzado.

Ese autorretrato representa el momento en que se acumulaba todo, pero sin producirtensión ni faz desleída para el pincel y para las pupilas del artista. La frase «él era así», sólopuede asumirlo la sagacidad del lápiz o del pincel. Y es que más allá de los tratos en lossalones de Madrid, elegantes, el lenguaje que mejor empleaba Joaquín Vaamonde era,desde luego, el de los pinceles.

Un retrato de calidad puede parecerse a una fotografía con pinceles donde la presenciadel retratado será una dedicación/ejecución en la tela (o lienzo), o sea en un determinadotiempo, y donde la presencia del retratado será una representación/aparición en la tela (olienzo), o sea en un determinado espacio. Por eso el retrato es presencia entelada y sólocon un límite que lo dignifica: el marco, que lo orna.

La transmisión del rostro es fundamental: es el mayor vehículo de la expresión. Hemosexaminado detenidamente -atentos al pormenor- catálogos de dibujos de todas las épocas,estilos y procedencias, y podemos afirmar con la autoridad que confirma la percepción

6.- «La coruña. Plaza de Azcárraga». La atmósfera, muy de finales del XIX, bien pudiera servircomo escenario de «Marineda». (Colección del autor).

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atenta, que aquellos dibujos en tanto reproducían un rostro concreto, emitían y emanabanun mensaje psíquico especial y claro que nos acercaba a la esencia de esa persona;mientras que en los dibujos que representaban imágenes de santos para proyectos deretablos, el rostro se muestra como diluido, inespecífico, genérico, como un perfectomolde destinado a una obra mayor; sabido es que muchos dibujantes del Renacimientoy del Barroco también eran pintores o escultores. Lo que nos lleva a decir que sin carecerde calidad, tampoco eran retratos. La galería de ese pasado concreto que nos resultasiempre imprescindible, pasa por los retratos. Examínese la importancia que posee, porejemplo, un viejo álbum familiar o el típico grupo de familia. El «cómo era/es,» vaunido al «era/es físico», presencial, material.

Es interesante resaltar sus estudios, el primero en la calle Jardines, nº 11, el segundo enla calle Villanueva. nº 6. Lo digo especialmente por el tipo de decoración que poseen. Sehallan decorados como salones, como si fuera una prolongación de los salones de lascasas elegantes (no olvidemos la publicación de Alfonso de Ceballos - Escalera y Gila),pero con dos añadidos fundamentales: se les nota como espacios vividos, no sólohabitados, y lo que es más importante, constituían también el espacio para una adecuadaexhibición de sus cuadros: aquellos expuestos como signo de éxito, los expuestos para servendidos, los expuestos como objeto de convicción y de atracción, y los colocados (oinstalados) como un autoestímulo... para seguir laborando. En suma: propaganda y fruiciónvan unidos en un estudio donde también recibiría visitas por diversos motivos y conocasión de su pintura, magnífica: un pretexto erótico con osadías mezcladas.

7.- «La Coruña. Vista de la ciudad y puerto tomado desde Sta. Margarita.» Ca. 1880. He aquíen panorama un escenario de la niñez de Joaquin Vaamonde y de su desenvuelta aplicación al

dibujo. (Biblioteca del autor).

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La figura y la obra de Joaquín Vaamonde poseen su mito, que es siempre una maneratransobjetiva de garantizar una manera de inmortalidad en el mundo del arte. Y también,desde luego, su literatura en su novela «La Quimera» (1905) de Dña. Emilia Parzo Bazán.Remito a los estudios sobre la eximia escritora coruñesa. En Galicia la mejor monografíaexistente se debe a D. Benito Varela Jácome: Estructuras novelísticas de Emilia PardoBazán (Instituto Padre Sarmiento, 1973). La Quimera es la crónica paralela al sucederpictórico y biográfico del pintor Joaquín Vaamonde: eso que no vemos al otro lado dellienzo, y que es la vida.

Al pasar los años, la Condesa le da un trato novelesco no muy favorecedor, quizádebido al Naturalismo, en contraste con el trato blando (cariñoso) que suponemos le diosiempre. Un diario tiene que ser cálido, inmediato, fresco, en cambio una novela puede serfría, distanciada, meditada. Se trata de un pintor, calidad digamos aparte, que tuvo leyenda,historia y literatura. La novela expresa un detalle biográfico fundamental: Vaamonde eraun pintor que viajaba por Europa y aunque la pluma es de Dña. Emilia, bien podrádescubrirse que tenía datos en el recuerdo (e incluso anotaciones) de su pintor. Leyéndolacon atención, La Quimera nos expone a un personaje complejo, entusiasta y atormentado...más allá de haber sido excelente pintor. Se daba así acción gallega y acción europea, nadamenos, como años después realizaría Xoán Vicente Viqueira.

LAS INTERVENCIONES DE LA FILOSOFÍAEl retrato como rostro aparece como objeto cuando es realidad comunicable, esto es,

que lanza mensaje comunicativo. Dice Nicol en su «Metafísica de la expresión» (1974): «Elhombre expresa con su sola presencia», y también: «La expresión es el principio deindividualidad, o mejor se diría de individuación», y también, «cada existencia revela una

8.- El Estudio de Madrid, 1895.A la vez vivienda personal y habitáculo para la gozosarealización artística. (De un Catálogo).

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individualidad y los pormenores de unasituación». Citas que encajan a la perfección conla pintura de retratos, y en especial con el quecomentamos.

Gilles Deleuze también se acercó a lapsicología del arte en Francis Bacon. Lógicade la sensación (Madrid, 2002). «Lo pintado esla sensación. Lo que está pintado en el cuadroes el cuerpo, no en tanto que se represente comoobjeto, sino en cuanto que es vivido comoexperimentando esa sensación».

Afirmamos que en pintura el retrato es lapercatación más honda de la otra presenciahumana. Y también estas misteriosas y bellaspalabras de E. Levinas: «(...) El rostro es unainmediatez anacrónica más tensa que la de laimagen que se ofrece a la rectitud de la intenciónintuitiva».

LA ESPECIFICIDAD DE UN RETRATOPoseemos en nuestra colección un retrato

al óleo de Joaquín Vaamonde. Sus medidasexactas son: 33,1 x 29,5 cms. En el ánguloderecho inferior se lee «Al amigo ColmeiroVaamonde 95». Podemos afirmar que el retratose ejecutó en Madrid. Este motivo de pintura(la amistad) interesa no sólo por el resultadosino también por el proceso. Es formidable laconseguida y fresca concreción de la cabezaladeada. Ladeado Colmeiro, su cabeza expresasu confianza en el pintor, dejando flotar supensamiento en concentración y en relajaciónsignificativas. Este retrato presenta también lasolidez de una medalla.

¿Quién es la persona retratada? Segúnnuestras averiguaciones, es José MaríaColmeiro Rey, padre de Colmeiro Laforet, bienconocido en Vigo. Sin embargo, pudiera haberrectificaciones en adelante. Podemosconsiderar este retrato como una exploraciónde la alteridad «del amigo Colmeiro».Después de una percepción atenta de la tela,también pudieran darse resonancias de Rubensy de Goya. En palabras del profesor LópezVázquez: «(...) el estudio de los maestros delpasado para resolver los problemas del

9.-Fotografía de Vaamonde ca. 1897.Entendemos que retrato de estudio, preparado.Melancolía y concentración, atisbamiento yperfección. Una mirada que busca el ordende las cosas después de encontrar el desorden

de las personas. (De un Catálogo).

10.-Catálogo de «Pintura RegionalGallega». Madrid, 1912. Se expusieron 8

obras de J.Vaamonde, de ellos los 3 retratosde la Condesa. (Colección del autor).

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presente, sin embargo esta vuelta al pasadoestá pautada por las poéticas del momento ypor los movimientos artísticos de la época».Rostro y existencia corren caminos paralelos, ya veces encontrados. Y prosigue: «El ajustedel color local que debe vencer las anemias ylos amaneramientos y los convencionalismosantinaturalistas generados en el taller, y unafactura libre y desembarazada». E aquí losprocesos para la interpretación de este retrato.Sin embargo, el profesor López Vázquez estáequivocado en una cosa: el primer instituto desegunda enseñanza que hubo en Galicia fue elde Pontevedra, hasta nuestras investigaciones,y no en A Coruña, y el segundo director delinstituto pontevedrés, casi 20 años, fue el Dr.Don Luís Sobrino Iglesias, fallecido en 1876.

Una clave antropológica en la vida de lasrelaciones de Joaquín Vaamonde la encontramosen la personalidad de José Lázaro Galdiano.Remito a las magníficas colecciones de lafundación que lleva su nombre. En su casaVaamonde pudiera repetir visitas para volver aadmirar obras de arte diversas y dispersas enla tranquilidad, privacidad y parsimonia de unespacio privado donde el ojo sería eldeterminante, casi exclusivo, de la afirmaciónvaledera de una obra de arte. Un espacio que le agradaría por ser el acogimiento final dela espléndida producción de otros... pintores. Pero el domicilio de Galdiano era también,seguro, el contexto perfecto para el encuentro cotidiano y el contexto adecuado de laconfianza y de la confidencia.

RAFAEL ALBERTI CANTA A LA PINTURAEntresacamos algunos versos de Alberti sobre su magnifico libro A la pintura.Poema del color y la línea. (1945-1948). Del soneto XI «Al lienzo», el final «Ya no eres

lino, plano humilde, tela./ ya eres barco celeste, brisa, vela./A tí, ángel salvador de lapintura. Del soneto XIV «Al pincel». Primer cuarteto: «A tí vara de música rectora , /concertante del mar que te abre el lino, / silencioso, empapado peregrino/ de la noche, elcrepúsculo y la aurora».

Cuelgan retratos magníficos en muchos domicilios gallegos que añadirían capítulosinéditos e inauditos a la historia del arte de Galicia. Una historia del arte real, palmo a palmo,más allá de la historia del arte oficial, aunque rigurosa y seria, que no lo dudamos se havenido escribiendo y con sobrados méritos. ¡Ojalá que estas publicaciones contribuyan aun aumento sorprendente del estudio de la producción total de la pintura gallega de todoslos tiempos! Derivarían magnas exposiciones y gruesos volúmenes, y serían seguro caminode estimulo para las nuevas generaciones.

11.- Este canto a la pintura expresa ycomunica como nada la esencia de este

prodigioso oficio milenario: cada verso esuna saeta delicada que penetra.

(Biblioteca del autor).

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Universidad de Oviedo.KASABAL, 1895, «Madrid, Vaamonde y otros». La Ilustración Ibérica, nº 652. Barcelona.