Consagracion Al Espiritu Santo

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Consagración de cada persona al Espíritu Santo ¡Oh Espíritu Santo!, recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser. Dígnate ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus inspiraciones. ¡Oh Espíritu Santo!, transfórmame, con María y en María, en Cristo Jesús, para gloria del Padre y salvación del mundo. Amén. 32 Consagración de México al Espíritu Santo Domingo de Pentecostés 31 de mayo Subsidios para la preparación y celebración México 2009

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Consagración de cada persona al Espíritu Santo

¡Oh Espíritu Santo!,recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser.

Dígnate ser en adelante,en cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones:mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus inspiraciones.

¡Oh Espíritu Santo!, transfórmame, con María y en María, en Cristo Jesús,para gloria del Padre y salvación del mundo. Amén.

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Consagración de México al Espíritu Santo

Domingo de Pentecostés

31 de mayo

Subsidios para la preparación y celebración

México 2009

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Consagración de la familia al Espíritu SantoEspíritu Santo, verdadero Dios como el Padre y el Hijo,por el bautismo y la confirmación cada uno de nosotros te pertenece.Pero hoy, además, nos consagramos a ti como familia.¡Ven a vivir en nuestro hogar; ven a reinar en nuestros corazones!

Espíritu de santidad, ¡ven, conságranos, haznos tuyos!,transfórmanos en Jesucristo, hijo del Padre e hijo de María, a fin de que como personas y como familia,presentemos, ante los ojos del Padre y la mirada de quienes nos rodean,el verdadero rostro de Jesucristo.

Dulce huésped del alma, llénanos de tus dones y carismas,para que formemos una comunidad de personas al servicio de la vida,que participe activamente en la vida y misión de la Iglesiay colabore al desarrollo de la sociedad.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo,haz que nuestra familia sea, cada vez más,una íntima comunidad de vida y de amor.Impúlsanos a custodiar, revelar y comunicar el amor.

Espíritu Santo, Agua Viva,haz de nuestra familia una verdadera Iglesia doméstica,desde donde se irradie el Evangelio y sus valores a otras familias.

Fuego divino, ¡ven a nosotros!,danos las armas para luchar contra el egoísmo, el materialismo, el hedonismo y el relativismo moral.Impúlsanos a promover la dignidad de cada persona,defender los derechos humanos,y proponer una cultura de la solidaridad, la verdad, la justicia y la paz.

Llénanos de fortaleza y audaciapara hacer crecer el Reino de Diosen el complejo mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la política, los medios de comunicación y la economía, así como en la educación y la vida profesional.

Espíritu de amor, haz de nuestra familiaun reflejo de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.Que entre nosotros, como en el hogar de Nazaret,tú te sientas en casa y puedas actuar con entera libertad.Haz que esta consagración sea un nuevo Pentecostés,principio de una nueva era para nuestra familia,marcada por el amor, la alegría y la esperanza. Amén.

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Texto: Misioneros del Espíritu Santo – [email protected]

Pintura de la portada: P. Manuel Arellano Parra, MSpS. (+)

Diseño de la portada: Alejandra De los Santos – [email protected]

Composición: Alejandrina De los Santos – [email protected]

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(Carta del obispo diocesano)

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Consagración de la vida consagrada al Espíritu Santo Espíritu Santo, fuente de toda vocación y de todo carisma,te damos gracias porque nos hiciste encontrar a Jesucristo,nos permitiste percibir su seducción,y suscitaste en nuestro corazón un irresistible atractivo por él.Gracias porque nos has sostenido en nuestra hermosa vocación.

Por el bautismo y la confirmación, tú, Espíritu divino,tomaste posesión de nuestro corazón.Por la profesión de los consejos evangélicoshicimos la entrega total de nuestra vida a Dios-Trinidady recibimos una nueva y especial consagración.Hoy, Espíritu Santo, nos consagramos nuevamente a ti;recibe nuestras personas, nuestras comunidades, nuestro Instituto.¡Úngenos y conságranos; transfórmanos en Jesucristo!,para que nuestra vida sea un himno de alabanza a la Trinidad,un signo eficaz de comunión eclesialy un servicio humilde de amor para la humanidad.

¡Ven, Espíritu de amor!, enamóranos de Jesucristo,haz que nos dediquemos a él con corazón indiviso;impúlsanos a seguirlo radicalmente viviendo la caridad perfecta.¡Ven, Fuego divino!, enciende en nuestros corazones la pasión por Jesucristo y la pasión por la humanidad,para que nuestra vida consagrada sea mística y profética.

¡Ven!, y acrecienta nuestro celo misionero,para que, a ejemplo de Jesucristo, hermano y servidor,y de acuerdo a nuestro carisma,nos pongamos al servicio de todas las personas, en especial de las más pobres,les transmitamos el Evangelio de Jesucristo,les ayudemos a que tengan vida en abundancia,y colaboremos en la transformación de las estructuras de la sociedad.

Espíritu creador, manantial de fidelidad creativa,como respuesta a los actuales signos de los tiemposconcédenos reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de nuestro/a/os fundador/a/es.

Espíritu Santo, Fuente de vida y libertad,te pedimos para la vida consagrada mexicana un nuevo Pentecostés.Confiamos a María, la primera discípula misionera,el nuevo impulso que brota de nuestra consagración a ti.Concédenos vivir con generosidad, audacia y alegría,a fin de que seamos, para la Iglesia y para el mundo,un signo elocuente del Reino de Dios. Amén.

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Consagración de la parroquia al Espíritu SantoEspíritu Santo, ¡ven a nuestra parroquia!,y haz de ella una célula viva de la Iglesia diocesana,un espacio en el que tengamos experiencia viva de Jesucristo,donde se viva la caridad y la reconciliacióny se acreciente nuestro ardor misionero.

Don de Dios altísimo, hoy renovamos nuestra consagración a ti.Nos sentimos felices de pertenecerte y de vivir bajo tu acción.Te prometemos dejarnos conducir por ti, como Jesús,para hacer siempre y en todo lo que agrada al Padre.¡Ven, Espíritu Santo, conságranos, llénanos de ti!Sé tú el alma de nuestra parroquia y el alma de nuestra alma.

Espíritu de amor, haz de nuestra parroquia casa y escuela de comunión,una red de comunidades y grupos, capaces de articularse entre sí,para que todos sus miembros se sientan y sean realmentediscípulos misioneros de Jesucristo en comunión.

Fuego divino, ¡ven a nosotros!, danos tus dones y carismas.Haz de nuestra parroquia una comunidad misionera,que anuncie a Jesucristo, con audacia y poder,y colabore con él en la salvación del mundo.

Padre de los pobres, muchas personas viven hoy en pobreza,sea económica, física, espiritual o moral.Haz que, con la imaginación de la caridad,concretemos signos solidarios de compromiso social,que les ayuden a tener una vida dignay a alcanzar la plenitud que Jesucristo ofrece.

Santo Paráclito, amor siempre joven de Dios,abre el corazón y la mente de los jóvenes de esta parroquiapara que aprendan a dejarse amar por Dios Padre,escuchen la llamada de Jesucristo a seguirlo y, fascinados por él,sean capaces de entregar su vida sirviendo a los demás.Suscita entre ellos vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada.

Señor y dador de vida, en la mañana de PentecostésMaría presidió con su oración el comienzo de la evangelización.Que ella nos acompañe también en este nuevo Pentecostés,para que nos veamos libres de la fatiga y la desilusión,y salgamos al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos,para comunicarles que Jesucristo ha llenado nuestras vidas de sentido,de verdad y amor, de alegría y de esperanza. Amén.

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Carta de Mons. Carlos Aguiar Retes, Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano

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Consagración de la Diócesis al Espíritu SantoEspíritu Santo, ¡ven a nuestra Diócesis!,para que vivamos verdaderamente como pueblo congregadoen la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Hoy renovamos nuestra consagración a ti.

Te entregamos nuestra Diócesis, cada parroquia,cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o movimiento,cada pequeña comunidad, cada familia, cada persona.

Espíritu de amor, queremos responder a nuestra vocación a la santidad.Nos impulsa el testimonio de los mártires y santos mexicanos,que nos mostraron que es posible la fidelidad a Cristo hasta el final.¡Transfórmanos en Jesucristo!,para obedecer al Padre y llevar a término su plan de salvación;para amar como Jesús, especialmente a los pobres, enfermos e indigentes;para buscar la transformación de las estructuras de la sociedad;para servir y entregar la vida por los demás, como Jesús.Fuego divino, ¡haznos tuyos, conságranos, santifícanos!

Agua viva, suscita en cada uno de los fieles de esta Diócesisun mayor gusto por escuchar la Palabra de Dios, a imitación de María, y una búsqueda más activa de momentos fuertes de oración.Queremos que nuestra Diócesis sea una comunidad orante,atenta a la presencia de Dios-Trinidad en nuestra historia,y habituada a interpretar los signos de los tiempos.

Espíritu Santo, ¡revélanos quién eres y cómo actúas!;y que, con nuestra palabra y nuestra vida, te demos a conocer.Queremos amarte más, y hacer que seas amado por todos,para que, como al Padre y al Hijo,se te rinda la adoración y gloria que como Dios mereces.

Señor y dador de vida, haz que esta porción del Pueblo de Dios,confiada a nuestro Obispo N…… con su presbiterio y demás colaboradores,sea una comunidad misionera en todos sus grupos y estructurasque impulse una acción pastoral orgánica vigorosa,busque a los bautizados que no participan en la vida eclesial,salga al encuentro de quienes aún no creen en Cristo,y responda adecuadamente a los grandes problemas de nuestra sociedad.

Espíritu divino, ¡ven a nosotros!, necesitamos un nuevo Pentecostés;te lo pedimos por intercesión de la Virgen María de Guadalupe.¡Ven a vivir en nuestra Diócesis, ven a reinar en nuestros corazones!¡Ven a renovar el mundo a través de nosotros! Amén.

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Sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano Lago de Guadalupe, Edo. de Méx.

21 de abril de 2009

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Les deseo que la voz del Resucitado, que ofrece la paz y el don del Espíritu Santo, resuene en el corazón de cada una de las personas que construimos la Iglesia y la sociedad mexicana.

En estos tiempos que plantean grandes retos, «los Obispos de América Latina hemos señalado que la sociedad actual experimenta un Cambio de Época, producto de un proceso de globalización que afecta prácticamente todos los ámbitos del desarrollo del ser humano: cultural, político, social, educativo, económico, religioso y tecnológico» (cf. Comunicado de prensa de la CEM, 9 febrero 2009), recordamos a Jesús, quien atento y bondadoso, repite su saludo de paz, muestra las insignias de su pasión y sopla sobre nosotros para entregarnos su Espíritu (cf. Jn 20,19-20).

Centrados en la persona del Resucitado, los Obispos de México hemos renovado la consagración del País al Espíritu Santo, el pasado 20 de abril en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de México. Ahora nos disponemos a renovar dicha consagración en cada una de las Arquidiócesis y Diócesis, el domingo de Pentecostés, 31 de mayo de 2009.

Deseamos que en nuestra patria, en nuestro continente y en el mundo entero, experimentemos la gracia de «un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza» (Aparecida 362).

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Fórmulas para hacer la consagración al Espíritu Santo

A continuación se ofrecen las fórmulas para que la Diócesis, la parroquia, la vida consagrada, la familia y cada persona hagan la consagración al Espíritu Santo.

Se sugiere que dicha consagración se haga el domingo de Pentecostés (31 de mayo de 2009), pero puede ser hecha el día que se juzgue más adecuado, tal vez alguna de las fiestas o solemnidades posteriores: Jesucristo sumo y eterno sacerdote, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón…

Es conveniente que la consagración de la Diócesis se haga en la Catedral (o en otro lugar que permita la participación de mayor número de fieles), durante la celebración de una eucaristía presidida por el Obispo; la de la parroquia, en el templo parroquial, en una celebración presidida por el Párroco. La consagración al Espíritu Santo de las comunidades de vida consagrada puede ser hecha en la casa de la comunidad, durante un momento de oración comunitaria; la de la fami-lia, en la casa familiar, durante un momento de oración en familia. La consagra-ción personal puede hacerse en un templo, después de haber participado en la eucaristía, o en casa, durante un momento de oración personal.

Para propiciar una mejor participación en las celebraciones comunitarias, cada persona tendrá en sus manos una copia de la respectiva consagración (de la Diócesis, de la parroquia, de la familia…), para leerla en voz alta junto con el Obispo, el párroco… y las demás personas. Por lo tanto, es necesario que se impriman tantas hojitas de la consagración cuantas sean necesarias.

Con respecto a la fórmula de la consagración de cada persona, es convenien-te que se impriman en número suficiente, no sólo para quienes asistan a la euca-ristía del domingo de Pentecostés, sino para todos las personas que viven en el territorio parroquial.

Sugerencias para la celebraciónConviene que, antes de que se diga la fórmula de la consagración al Espíritu

Santo, se haga una explicación de la historia de ese hecho (véase la «Síntesis histórica» que viene al principio de este folleto).

Conviene también hacer ver que ese día de Pentecostés se renovará la con-sagración al Espíritu Santo en todas las Diócesis de México y en todas las parro-quias y templos de la Diócesis.

Con respecto a la consagración de cada persona al Espíritu Santo, es impor-tante que se motive a las personas a que repitan con frecuencia esa oración.

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El folleto que ahora les presento tiene como objetivo ofrecer algunos materiales que faciliten la celebración de la consagración al Espíritu Santo en todas las Iglesias locales del País. Consta de las siguientes partes:

1. La carta del Arzobispo u Obispo diocesano invitando a todas las personas que forman la Iglesia local para ser parte viva de esta celebración.

2. Esta invitación que hago en nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

3. Cinco fichas para la reflexión, encaminadas a profundizar sobre el significado de la consagración al Espíritu Santo y los compromisos que de allí se desprenden.

4. Diversas fórmulas para hacer la consagración al Espíritu Santo.

Además, hemos considerado oportuno entregar otros subsidios que faciliten la promoción de este evento: pósters, estampas, mantas conmemorativas, CD de cantos, etc. Éstos estarán a su disposición en las oficinas de cada Diócesis.

La Santísima Virgen María, que en el Cenáculo perseveró en oración con los discípulos implorando el don del Espíritu, y que hace 84 años en su advocación de Guadalupe fue la mediadora de la Solemne Consagración de la Nación Mexicana al Espíritu Santo, ahora nos presida y nos ayude a renovar dicha Consagración, a fin de que su Hijo Jesucristo derrame sobre la Iglesia que peregrina en nuestro País y sobre todo el pueblo mexicano, una renovada plenitud de Espíritu Santo.

En nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano, hermano en Cristo Sacerdote,

+Carlos Aguiar Retes Arzobispo de Tlalnepantla

Presidente de la CEM

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1. Síntesis histórica1.1 Introducción

Los Obispos de México, al recordar la historia de nuestra patria en nuestra Carta Pastoral Del encuentro con Cristo a la Solidaridad con todos1, afirmamos que desde los inicios del siglo XX y con la persecución religiosa «la adoración a Cristo Rey y la celebración universal de su fiesta, la devoción eucarística, la consagración de México al Espíritu Santo, el amor a María de Guadalupe y al Papa, serán una parte esencial de nuestra identidad religiosa y nacional»2.

Hoy, ante las difíciles situaciones que vivimos y los retos que enfrentamos, centramos nuevamente nuestros ojos en el Espíritu del Padre y del Hijo, ese Espíritu que lleva a los cristianos a la verdad completa, que da luz a los corazones y fortaleza a los mártires; Espíritu que «ungió a Cristo y lo envió a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19). A Él queremos consagrar nuevamente nuestra patria, pues estamos convencidos que la identidad cristiana de nuestra nación y la construcción de una sociedad más justa, pacífica y plural, requieren de la presencia vivificante del Espíritu Santo.

Deseamos, de todo corazón, que la Consagración de México al Espíritu Santo que hemos llevado a cabo en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, el 20 de abril del presente, y las celebraciones que se llevarán a cabo en cada una de las Iglesias Particulares de nuestra nación el día de Pentecostés, sean, como lo han dicho nuestros hermanos Obispos en Aparecida, «un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza» (362)

1.2 Antecedentes de la Consagración de México al Espíritu Santo

Nuestros hermanos Obispos, en la clausura del I Congreso Eucarístico Nacional, llevaron a cabo la Consagración de México al Espíritu Santo, el 12 de octubre de 1924. ¡Era la primera nación en el mundo que se consagraba a la Tercera Divina Persona!3

� ConferenCia del episCopado MexiCano, Carta pastoral Del encuentro con Jesucristo a la solidari-dad con todos (25 marzo 2000), Conferencia del Episcopado Mexicano, México 2000.� Idem. 39.� Jesús María padilla, El P. Félix de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, IV, p.

ConsagraCión de MéxiCo al espíritu santo

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Conclusión:

… animados por el Espíritu Santo, Espíritu vivificador, alma y vida de la Iglesia. Él, que ha sido derramado en nuestros corazones, gime e intercede por nosotros y nos fortalece con sus dones en nuestro camino de discípulos y misioneros.» (DA 24). «Elevamos al Espíritu Santo nuestra súplica confiada para que redescubramos la belleza y la alegría de ser cristianos. (DA 14).

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Los antecedentes remotos de ese acontecimiento los encontramos desde los primeros años de la evangelización de nuestra patria. Él guió desde entonces la vivencia cristiana de los evangelizadores y los evangelizados. La presencia del Espíritu Santo es parte de la experiencia religiosa de nuestro pueblo4.

Los antecedentes próximos de ese acontecimiento, los encontramos en la Arquidiócesis de Puebla y en la persona de su Arzobispo, el Venerable Siervo de Dios Ramón Ibarra y González. En efecto, después de haberse ligado de modo especial con la Tercera Divina Persona�, en medio de acontecimientos políticos y sociales que pusieron en grave dificultad a nuestra patria6, y de una intensa actividad de orientación político religiosa�, consciente del papel de Dios en el destino de nuestro pueblo, Mons. Ramón Ibarra consagró solemnemente su arquidiócesis al Espíritu Santo el 4 de junio de 1911, después de haber preparado este acto con una Carta Pastoral8.

Además, nuevamente en circunstancias de grave dificultad, cuando un buen número de Obispos mexicanos estaban desterrados por la persecución religiosa, varios de ellos, reunidos en San Antonio Texas, el día de Pentecostés de 1915, después de una misa pontifical en el templo del Inmaculado Corazón de María, hicieron la promesa solemne de consagrar sus respectivas diócesis al Espíritu Santo y al Corazón de María, cuando volvieran a ellas9; promesa que cumplieron al regresar a sus respectivas diócesis10.

1.3 Consagración de México al Espíritu SantoLa historia recuerda el fervor de la Iglesia de México con motivo del I

Congreso Eucarístico Nacional, en 1924, y las circunstancias civiles, políticas

30. Cf., Carlos franCisCo Vera soto, La formación del clero diocesano durante la persecución religiosa en México 1910-1940, UPM, Col. Bibliotheca Mexicana 18, México 2005, 616-617, notas 94 y 95.� Cf., robert riCard, La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misione-ros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572, Fondo de Cultura Económica, México.� El 6 de agosto 1909, Monseñor Ibarra hizo un voto especial de propagar la devoción al Espíritu Santo, cf., Jesús María padilla, oc. IV, p. 28. Esta consagración personal y la de su arquidiócesis está íntimam-ente ligada a su relación con la Venerable Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida, de quien Mon-señor Ibarra era director espiritual, cf., bernardo oliVera, Tesoro escondido. Fusión de almas y afecto recíproco, fruto maduro de la encarnación mística, Col. Cruz Viva 6, Publicaciones CIDEC, México, 2008.� Estallido de la Revolución Mexicana (noviembre, 1910), caída de Porfirio Díaz (mayo 1911) y nuevas elecciones (noviembre 1911).� Publicación personal del edicto sobre los deberes civiles y políticos de los católicos (Noviembre 1, 1911); Él, en comunión con otros obispos, publicaron otro edicto en el que se anima a los católicos a ser responsables de su actuación política (25 de julio, 1912).� Cf., Obras Pastorales de Monseñor Ramón Ibarra y González, Ed. Jus, 1966, I, PP. 209-228. Jesús María padilla, oc, pp. 28-29.� Cf., Revista la Cruz, II, pp. 110, 130-132, 147. Jesús María padilla, oc, p. 29.�0 Jesús María padilla, oc, p. 29-30.8

ACTUARNuestro actuar será hacer la Consagración al Espíritu Santo con

toda conciencia y realizar en la vida las implicaciones de esta consa-gración.

Ya, desde el principio, los discípulos habían sido formados por Je-sús en el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 2); es, en la Iglesia, el Maestro interior que conduce al conocimiento de la verdad total, formando discípulos y misioneros. Esta es la razón por la cual los seguidores de Jesús deben dejarse guiar constantemente por el Espíritu (cf. Gal �, 2�), y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor (cf. Lc 4, 18-19). (DA 1�2).

El Espíritu Santo, que actúa en Jesucristo, es también enviado a to-dos en cuanto miembros de la comunidad, porque su acción no se limita al ámbito individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera, así como ocurrió en Pentecostés (cf. Hch 2, 1-13). (DA 1�1).

Se trata de una nueva creación, donde el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, renueva la vida de las criaturas. (DA 241).

Preguntas para la reflexión grupal:1. ¿De qué manera el Espíritu Santo nos hace discípulos y misioneros? (Leer el No. �� de Evangelii Nuntiandi).

2. ¿Qué implicará para mi persona, mi comunidad, mi parroquia, mi grupo, mi servicio sacerdotal o episcopal esta consagración de México al Espíritu Santo?

3. ¿Cómo puedes ser, de manera concreta, mejor discípulo de Jesús?

4. ¿Cómo puedes ser, de manera concreta, mejor misionero y apóstol de Jesús?

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y religiosas de ese momento, que luego desembocaron en la persecución religiosa. Algunas personas de fe, con visión profética, vislumbraron la necesidad de una nueva efusión del Espíritu de Dios. Entre ellas sobresalen los Venerables Siervos de Dios Concepción Cabrera de Armida y el padre Félix de Jesús Rougier. Este último se empeñó pública y decididamente en promover la Consagración de México al Espíritu Santo durante dicho Congreso11.

Posteriormente, viendo que dicha consagración había quedado reducida a un pequeño grupo de personas, el mismo padre Félix presentó a monseñor José Mora y del Río, Arzobispo de México, una petición, nuevamente acompañada por un número considerable de firmas de católicos comprometidos, pidiéndole que promoviera en todas las diócesis de la República una solemne renovación de la Consagración de México al Espíritu Santo, en Pentecostés de 1925, que ese año cayó el 31 de mayo, día —en aquel tiempo— consagrado a la Santísima Virgen María Medianera de todas las gracias12.

Entre los motivos que se aducen para dicha renovación, resaltan los siguientes: promoción de la santidad del matrimonio, pedir la unión de los católicos, implorar la fortaleza con la que el Espíritu Santo templó el alma de los mártires, pedir un aumento de vocaciones sacerdotales y las virtudes heroicas para el clero de ese momento. Además, se hace mención de las circunstancias por las que en ese momento atraviesa la Iglesia en México13.

El Edicto Colectivo publicado por los Obispos de México el 1� de abril de 192�, después de referirse al “movimiento de ferviente amor y devoción al Espíritu Santo” nacido y desarrollado en México y a los muchos beneficios recibidos de Él, dicen: «De todo esto tenemos eficacísima experiencia los que de entre nosotros hemos tenido la dicha de consagrar nuestras diócesis al Espíritu Santo, porque su protección, los abundantes recursos que nos da su consejo y sabiduría en las difíciles circunstancias porque atravesamos y los consuelos con que endulza nuestra cruz son tan evidentes y admirables que no podemos menos de bendecir el momento dichosísimo en que pusimos nuestro trabajo bajo el amparo de este suavísimo Protector»14.

�� Se juntaron 180,000 firmas, casi en todos los estados, para pedir el Ilustrísimo Señor Mora, que se Consagrara el Congreso Eucarístico al Espíritu Santo y en la primera junta fue concedido. También que al concluir el Congreso Eucarístico se selle consagrando al Espíritu Santo toda la nación. ConCepCión Cabrera de arMida, Cuenta de ConCienCia, 45, 93-94, 4 de octubre de 1924.�� Cf., Mensaje del Episcopado sobre la Consagración de México al Espíritu Santo, Edicio-nes del Secretariado General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, 1974, pp. 5-6.�� Revista La Familia del Espíritu Santo, 1925; La Cruz, VII, 1925, pp. 132-134.�� El Edicto está reproducido en: La Cruz, VIII, 1925, pp. 2-5.

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A partir de Pentecostés, la Iglesia experimenta de inmediato fecun-das irrupciones del Espíritu, vitalidad divina que se expresa en di-versos dones y carismas (cf. 1Cor 12, 1-11) y variados oficios que edifican la Iglesia y sirven a la evangelización (cf. 1Cor 12, 28-29). Por estos dones del Espíritu, la comunidad extiende el ministerio salvífico del Señor hasta que Él de nuevo se manifieste al final de los tiempos (cf. 1Cor 1, 6-�). El Espíritu en la Iglesia forja misioneros decididos y valientes como Pedro (cf. Hch 4, 13) y Pablo (cf. Hch 13, 9), señala los lugares que deben ser evangelizados y elige a quié-nes deben hacerlo (cf. Hch 13, 2)». (DA 1�0; cf 149-1�3).

El Espíritu Santo, que el Padre nos regala, nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Ver-dad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambi-ciones, y nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros “tengan vida en Él. (DA 13�).

Nuestra alegría, pues, se basa en el amor del Padre, en la participa-ción en el misterio pascual de Jesucristo quien, por el Espíritu San-to, nos hace pasar de la muerte a la vida, de la tristeza al gozo, del absurdo al hondo sentido de la existencia, del desaliento a la espe-ranza que no defrauda. Esta alegría no es un sentimiento artificial-mente provocado ni un estado de ánimo pasajero. El amor del Pa-dre nos ha sido revelado en Cristo que nos ha invitado a entrar en su reino. Él nos ha enseñado a orar diciendo “Abba, Padre” (Rm 8, 1�; cf. Mt 6, 9). (DA 1�).

Juzgamos, pues, como solución solidaria volver nuestros ojos a la Trinidad, invocar sobre nosotros la experiencia de un nuevo Pentecos-tés, que nos haga ciudadanos nuevos, familias sanas e integradas, estructuras sociales libres y servidoras del pueblo, gobernantes ho-nestos, ministros de culto coherentes con su fe y predicación, laicos decididos a transformar nuestro mundo, religiosos/as que signifiquen y realicen la presencia del Reino.

Creemos que al consagrar al Espíritu Santo nuestra nación, se le-vantará una nueva ola de bondad y de bien, de paz y reconciliación, de perdón y de amor, de justicia y fraternidad.

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1.4 Renovación de la Consagración de México al Espíritu Santo en 1975

«Al recordar la obra grandiosa del Espíritu de Dios en los que creen en Él y se le consagran, concluimos reconociendo nuevamente como una gracia del Señor muy especial la Consagración al Espíritu Santo de la nación Mexicana, hace cincuenta años, y exhortamos vivamente a todos, sacerdotes, religiosos y laicos, a prepararse con nosotros, seria y cuidadosamente, desde el primer domingo de Cuaresma hasta el domingo de Pentecostés de 1975, día en que renovaremos nuestra Consagración al Espíritu Santo»1�.

Con este motivo, nuestros hermanos Obispos publicaron un folleto titulado: Mensaje del Episcopado sobre la Consagración de México al Espíritu Santo. Contiene una visión de la situación de la sociedad del momento, una iluminación creyente del camino a seguir y una exhortación que concluye con estas palabras: «Por lo tanto, al proponernos renovar nuestra entrega, libre y responsable al Espíritu Santo, tenemos la firme confianza de avanzar en el verdadero camino de la trasformación»16.

1.5 Volvemos nuestros ojos al Espíritu en tiempos reciosEl comunicado de prensa que el Presidente de la CEM hizo a nombre

de los Obispos de México el 9 de febrero de 2009, en el marco de la crisis económica mundial, recuerda que «los Obispos de América Latina hemos señalado que la sociedad actual experimenta un Cambio de Época, producto de un proceso de globalización que afecta prácticamente todos los ámbitos del desarrollo del ser humano: cultural, político, social, educativo, económico, religioso y tecnológico. [Y afirma que] nuestra patria no queda ajena a este proceso que se agudiza cada vez más en la realidad socioeconómica».

En este marco socio-político, después de exhortar a todos a «aportar soluciones y comprometernos para mostrar con hechos que queremos hacer verdaderamente un México mejor a favor de todos», el comunicado termina diciendo: «Invitamos a todos los fieles a prepararse para la renovación que haremos los Obispos de México, de la consagración del País al Espíritu Santo, el lunes 20 de abril». Se trata de una iniciativa nacida en la Presidencia de la CEM y tratada sucesivamente en los diversos niveles de la Conferencia Episcopal. Los Obispos, en nuestra reunión de otoño de 2008, decidimos también que esta Consagración a nivel nacional se renovara en las diversas Iglesias particulares en la próxima Solemnidad

�� Mensaje del Episcopado… oc, p. 42.�� Idem., p. 13.

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Ficha 5: Discípulos y misioneros de Jesucristo,consagrados al Espíritu Santo.

VERComo discípulos de Jesucristo, nos sentimos interpelados a discer-nir los “signos de los tiempos”, a la luz del Espíritu Santo, para po-nernos al servicio del Reino, anunciado por Jesús, que vino para que todos tengan vida y “para que la tengan en plenitud” (Jn 10, 10).” (DA 33 = Documento de Aparecida). En la realidad que vive el mundo actual y vivimos en México, abunda el pecado –descuido de Dios, conductas viciosas, opresión, violencia, ingratitudes y mise-rias– pero sobreabunda la gracia de la victoria pascual (cf DA 8). Esta situación “trae consecuencias en todos los ámbitos de la vida social, impactando la cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes y también, naturalmente, la religión. Como pastores de la Iglesia, nos interesa cómo este fenómeno afecta la vida de nuestros pueblos y el sentido religioso y ético de nuestros hermanos que buscan infatigablemente el rostro de Dios. (DA 3� = Documento de Aparecida).

¿Será posible esperar de los solos esfuerzos humanos la solución a tan grandes problemas?; los creyentes estamos anclados en la es-peranza que nos produce la Palabra del Señor: “Les daré un corazón nuevo y un Espíritu nuevo. Quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que se conduzcan según mis preceptos y observen y practiquen mis normas” (Ez 36,2�-2�).

1. Al ver la realidad, ¿sabes discernir los signos de los tiempos?2. ¿Eres consciente de la manera como los problemas afectan a otros, especialmente a los más pobres?

JUZGARLa visión de la realidad nos conduce a tomar conciencia de la ur-

gencia de ser discípulos y misioneros, consagrados por el Espíritu Santo. Reflexionemos en el tesoro que tenemos, que es la acción del Espíritu Santo.

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de Pentecostés, que —al igual que en 192�— en este año 2009 cae el 31 de mayo, y que coincide ahora con la fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María.

1.6 ConclusiónQueridas hermanas y hermanos en el Señor:

Junto con el Espíritu Santo y con todos los miembros del Pueblo de Dios, queremos escribir una nueva página de la historia nacional; como familia de Dios «esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza» (Aparecida, 362).

Que María de Guadalupe acompañe, con su cuidado maternal, todos nuestros empeños y nos alcance de su Hijo Jesucristo el don del Espíritu.

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posible, que los esfuerzos más nobles de las autoridades y la ciu-dadanía parecen inútiles.

Una acción religiosa de consagración a Dios Espíritu Santo, ad-mirable constructor de la unidad, del amor y de la paz, será en es-tos momentos, la manera de hacer crecer la esperanza, una “espe-ranza alocada” es verdad, pero urgente; así nos pondremos en la línea de la solución, porque tendremos el Espíritu de Jesús que nos llevará a la verdad completa.

Consagrar es esperar; consagrar al Espíritu Santo es tener la seguridad de que no estamos solos, que es mucho más grande el bien y la bondad que la mentira y el crimen; que morir no es la últi-ma palabra de Dios, sino vivir… y vivir en progreso y paz

Consagrar al Espíritu Santo, Dios de la vida, es abrirnos a la esperanza de que es posible nuestra lucha para “vencer el mal a fuerza de hacer el bien” (Rom 12, 21).

Consagramos al Espíritu Santo todo y a todos, ahora y siempre, porque creemos que el Espíritu Santo da testimonio de Jesús en nosotros, nos lleva a la verdad completa, lleva a plenitud la obra salvadora de Jesús, dispone las inteligencias y voluntades para encontrar soluciones, fortalece las rodillas vacilantes, endereza los caminos torcidos, purifica, libera, sana, fortalece, alienta, compro-mete… PERO SOBRE TODO ¡LLENA DE ESPERANZA! Así ha-remos un México nuevo, diferente y en justicia y paz.

ACTUARReflexiona y comparte con otros:

1. ¿Qué actitudes suelen tomar las personas que te rodean ante las situaciones difíciles que encuentran en su vida?

2. ¿Qué actitudes sueles tomar tú?

3. ¿Qué actitudes te invita a tomar el Espíritu Santo?

4. ¿Cuáles crees que son las actitudes urgentes que el Espíritu Santo quiere suscitar en ti y en las personas que te rodean?

�. Pide al Espíritu Santo que te llene de su luz y fortaleza para vivir las actitudes que él mismo te sugiere.

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Ficha 1: ¿Quién es el Espíritu Santo?VER:

«Ante el grave momento que vivimos, marcado por la crisis econó-mica, la violencia generalizada, la invasión del narcotráfico, los secues-tros, la pérdida de los valores humanos, etc., el Episcopado Mexicano ha decidido renovar la consagración de nuestra patria al Espíritu San-to. Apreciamos como una verdadera gracia de Dios el hecho de que nuestra patria se haya consagrado entonces 1 al Espíritu Santo y nos parece necesario renovar esa consagración en nuestros días.» (Escri-to por Mons. José Leopoldo González González, 1 de abril de 2009).

Está a las puertas un acontecimiento que marcará época en la Igle-sia de Dios que camina en todo México: La Consagración de la Nación Mexicana al Espíritu Santo: ¡A grandes males, grande soluciones!

Se antoja preguntar: ¿Una qué? ¿A quién? ¿Por qué?

Si, una consagración de todo el País al Espíritu Santo, un acto de fe grande frente a la realidad dolorosa que vivimos. Habrá que hacer otras muchas cosas ciertamente, pero esta se presenta no solamente como algo oportuno, conveniente, sino urgente.

Esto nos debe llevar a reflexionar y a compartir con otros:

1. ¿A cuál de las personas de la Santísima Trinidad conozco mejor?2. ¿Me relaciono con cada una de las tres divinas personas?3. ¿Quién es para mi el Espíritu Santo?4. ¿Conoces los lugares en que la Biblia nos habla del Espíritu Santo?

JUZGAR:

Para el cristiano católico, el Espíritu Santo es la tercera Persona de nuestro Dios Uno y a la vez Trinidad, a quien invocamos cuando recita-mos: “¡Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo!”

�. Hace 84 años, en uno de los actos del Congreso Eucarístico Nacional de 1924, los Obispos consagraron nuestra patria al Espíritu Santo. Aunque la petición de esa consagración estuvo respaldada por más de doscientos mil católicos mexicanos adultos. El hecho pasó relativa-mente desapercibido entre las grandes solemnidades del Congreso Eucarístico. Por eso los Obispos resolvieron ratificar la consagración, rodeado cada uno de su pueblo en sus respec-tivas diócesis, el día de Pentecostés, 31 de mayo de 1925, día consagrado a la Santísima Virgen María Mediadora de todas las gracias.12

Ficha 4: Urgencia de esta Consagración al Espíritu Santo

VERHemos dicho, en la primera ficha, que la Consagración al Espíritu

Santo es no sólo oportuna y conveniente, sino urgente. ¿Por qué?

Por la situación que vivimos en todo el mundo y en México. Es una situación que podríamos definir con la palabra ruptura y desintegra-ción: ruptura de la relación con Dios, con los demás en varios niveles, con la naturaleza, y de desintegración personal. No es una situación nueva, pero sí se ha agudizado y está afectando a más personas.

Es una situación difícil en el aspecto económico, pero no se limita a eso, sino que abarca todas las áreas.

¿Cómo actuar ante tal situación? ¿De dónde sacar fuerzas para enfrentarla?

Consagrar es dedicar, consagrar es reconocer una realidad di-fícil y dolorosa que nos trasciende, unos retos que nos superan y nos ponen de frente a quien puede, desde lo profundo, virar el destino de nuestra sociedad: ¡EL ESPÍRITU SANTO!

Reflexiona y enumera las situaciones de tu vida o de tu entorno que requieren de manera especial la presencia del Espíritu Santo.

JUZGARJesús dijo a sus discípulos: “Sin mi no pueden hacer nada” (Jn 1�,�),

primera afirmación en la que comprendemos la absoluta necesidad de Jesús en nuestra vida. Pero el mismo Jesús dijo: “Es necesario que yo me vaya para que venga el Espíritu Santo y él los llevará a la verdad completa” (Jn 16,�.13). Segunda afirmación en la que vemos que no solamente no estamos solos en nuestro compromiso por construir un mundo mejor, sino que solo podremos hacerlo por la presencia y la acción del Espíritu Santo.

Quitar la vida es doloroso, morir de hambre es horrible, caminar en la inseguridad es espantoso, pero nada tan tremendo como perder la esperanza de que esto pueda mejorar. Perder la esperanza es hun-dirnos en el abismo más negro y desolador.

Por eso ¿no será que perder la esperanza sea la nota más negra de cuanto nos sucede aquí y ahora? Sin lugar a duda: nos duele mucho la crisis y la violencia, pero nos duele más imaginar que no hay solución 21

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Conocemos a nuestro Dios Trinidad, porque Jesús nos lo reveló. Primero, nos reveló a Dios Hijo y a Dios Padre, mostrándose él como el Hijo de Dios, con palabras como éstas: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11,2�). O bien: “Al Padre nadie lo ha visto. El Hijo Único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado” (Jn 1,18).

A Dios Espíritu Santo también nos lo reveló Jesús, particularmente durante la última Cena, en vísperas de su muerte, cuando dijo: “Cuan-do venga el Paráclito, que Yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí” (Jn 1�,26).

El Papa Juan Pablo II nos da luces valiosas sobre el Espíritu Santo en su carta a los sacerdotes, el jueves santo de 1998:

La Iglesia, que proclama su fe en el Espíritu Santo «Señor y dador de vida», presenta claramente el papel que Él desempeña acompañando los acontecimientos humanos y, de manera particular, los de los discí-pulos del Señor en camino hacia la salvación.

Él es el Espíritu creador, que la Escritura presenta en los inicios de la historia humana, cuando «aleteaba por encima de las aguas» (Gn 1,2), y en el comienzo de la redención, como artífice de la Encarnación del Verbo de Dios (cf. Mt 1,20; Lc 1,3�).

De la misma naturaleza del Padre y del Hijo, Él es «en el misterio abso-luto de Dios uno y trino, la Persona-amor, el don increado, fuente eter-na de toda dádiva que proviene de Dios en el orden de la creación, el principio directo y, en cierto modo, el sujeto de la autocomunicación de Dios en el orden de la gracia. El misterio de la Encarnación constituye el culmen de esta dádiva y de esta autocomunicación divina» (Domi-num et vivificantem, 50).

El Espíritu Santo orienta la vida terrena de Jesús hacia el Padre. Mer-ced a su misteriosa intervención, el Hijo de Dios fue concebido en el seno de la Virgen María (cf. Lc 1,3�) y se hizo hombre. Es también el Espíritu el que, descendiendo sobre Jesús en forma de paloma duran-te su bautismo en el Jordán, le manifiesta como Hijo del Padre (cf. Lc 3,21-22) y, acto seguido, le conduce al desierto (cf. Lc 4,1). Tras la victo-ria sobre las tentaciones, Jesús da comienzo a su misión «por la fuerza del Espíritu» (Lc 4, 14), en Él se llena de gozo y bendice al Padre por su bondadoso designio (cf. Lc 10,21) y con su fuerza expulsa los demo-

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ACTUAR

1. Lee, medita y haz tuya alguna de las fórmula de consagración que vienen en el folleto o esta fórmula personal:

¡Oh espíritu Santo!recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser.Dígnate a ser en adelante,En cada uno de los instante de mi vida y en cada una de mis acciones:mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinasYo quiero ser siempre dócil a tus inspiraciones.

¡Oh espíritu Santo!Transfórmame, con maría y en María, en cristo Jesús,para gloria del Padre y salvación del mundo. Amén.

2. Reflexiona qué aspectos de tu vida quieres consagrar al Espíritu Santo de manera más intensa y a qué te compromete:

- tus actividades: trabajo, estudio, descanso…- tus sentidos- tus amistades- tu oración- tu vida familiar, matrimonial y/o comunitaria- proyección apostólica- sufrimientos- ___- ___

3. Si numerosas personas hemos renovado nuestra consagración, a nivel de Parroquia, Diócesis y país, existe entre nosotros una unión más profunda. ¿De qué manera puedes expresar y dar mayor eficacia a está comunión en el Espíritu Santo?

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nios (cf. Mt 12,28; Lc 11,20). En el momento dramático de la cruz se ofrece a sí mismo «por el Espíritu eterno» (Hb 9,14), por el cual es resu-citado después (cf. Rm 8,11) y «constituido Hijo de Dios con poder» (Rm 1,4).

En la tarde de Pascua, Jesús resucitado dice a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo: «Reciban el Espíritu Santo» (Jn 29,22) y, tras haberles prometido una nueva efusión, les confía la salvación de los hermanos, enviándolos por los caminos del mundo: «Vayan, pues, y hagan discí-pulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20).

La presencia de Cristo en la Iglesia de todos los tiempos y lugares se hace viva y eficaz en los creyentes por obra del Consolador (cf. Jn 14,26). El Espíritu es «también para nuestra época el agente principal de la nueva evangelización... construye el Reino de Dios en el curso de la historia y prepara su plena manifestación en Jesucristo, animando a los hombres en su corazón y haciendo germinar dentro de la vivencia humana las semillas de la salvación definitiva que se dará al final de los tiempos» (Tertio millennio adveniente, 4�).

ACTUAR:Proponte conocer más al Espíritu Santo y relacionarte con Él, de las

siguientes maneras:

1. Siempre que leas o escuches la Palabra de Dios, pon atención para descubrir la presencia y acción del Espíritu Santo en las acciones sal-víficas de Dios.

2. En todos los momentos de oración personal o comunitaria (Misa, sacramentos…) ten presente al Espíritu Santo, para conocerlo y dejar-lo actuar en ti y en la comunidad.

3. Invoca al Espíritu todos los días y en los momentos más importantes de tu vida.

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sia entera y en todo el mundo, su Espíritu Santo, para que sea este Espíritu quien reine en mí, quien me conduzca por los senderos de la fe, quien me haga agradable a Dios, quien cambie mi corazón, quien me haga vivir como cristiano, y, al final de mi vida, quien me resucite como a Jesús para vivir y gozar de Dios por toda la eternidad.

¿Y cómo hacer para recibir el Don de Dios, que es el Espíritu Santo, y vivir bajo su dirección? El camino es fácil y Jesús ya nos lo ha prepa-rado.

Sólo necesitamos suplicarle humilde e insistentemente a Jesús, que lo que hizo sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, lo haga “hoy y aquí” sobre mí y sobre nosotros como Iglesia, país y nación. Es decir, suplicar con insistencia a Jesús, que está lleno de gloria y de poder a la diestra del Padre: “¡Señor, bautízame con tu Espíritu, envíanos tu Espíritu, llénanos de tu Espíritu!” Y tú, Espíritu Santo: “¡Ven, ven a no-sotros, llénanos de tu presencia, purifícanos de nuestros pecados y santifícanos a cada uno de nosotros; mira que somos tu Pueblo, con-sagrado a Cristo Rey!”, “¡Espíritu Santo, tú que habitas en lo más ínti-mo de nuestro ser y cambias el corazón de los hombres, transfórma-nos con tu poder divino; renueva nuestra Iglesia y nuestra patria! ¡Haznos anunciadores del Reino de Dios y verdaderos y auténticos cristianos!”

Y, como también en Pentecostés estuvo presente la Virgen María, recibiendo de su Hijo Jesús, el Espíritu Santo para ser transformada en Madre de la Iglesia, e intercediendo para sus nuevos hijos -la humani-dad entera- el don del Espíritu Santo, así también “ahora”, que ella, la Santísima Virgen María, pida a Jesús que nos bautice con su Espíritu, que nos envíe su Espíritu, que nos transforme con su Espíritu.

“¡Virgen de Guadalupe, Señora y Madre nuestra: eleva tus manos inmaculadas al cielo, y pide a tu Hijo Jesús que envíe sobre todos los mexicanos su Santo Espíritu, para que todos, Iglesia de creyentes mexicanos, podamos realizar la misión que Dios nos ha confiado como Pueblo y Nación, para gloria de nuestro Dios. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo! Amén.”

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Ficha 2: La acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en cada creyente.

VER

1. Reflexiona y comparte con otros qué significa para ti decir: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o decir Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y pregúntate si lo haces tomando conciencia de su significado.

2. Lee atentamente:

El Espíritu actúa en dos ámbitos, como recordaba mi venerado pre-decesor, el Siervo de Dios Pablo VI: «El primer campo es el de cada una de las almas... nuestro yo: en esa profunda celda de la propia existencia, misteriosa incluso para nosotros mismos, entra el soplo del Espíritu Santo. Se difunde en el alma con el primer y gran caris-ma que llamamos gracia, que es como una nueva vida, y rápida-mente la habilita para realizar actos que superan su actividad natu-ral». El segundo campo «en que se difunde la virtud de Pentecostés» es «el cuerpo visible de la Iglesia... (Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los sacerdotes para el jueves santo de 1998).

3. ¿Cuáles son los dos ámbitos en que actúa el Espíritu Santo?

4. ¿Has experimentado la presencia y acción del Espíritu Santo en tu vida? ¿Recuerdas algunos momentos concretos?

�. ¿En qué aspectos de la historia de la Iglesia descubres la acción del Espíritu Santo?

6. ¿Descubres la acción del Espíritu Santo en el momento actual?

7. Reflexiona y comparte lo que te dice el siguiente párrafo:

Sin el Espíritu, Dios está lejos, Cristo queda en el pasado, el evan-gelio es letra muerta, la Iglesia una simple organización, la autoridad es dominio, la misión es propaganda… En cambio en el Espíritu el cosmos se levanta y gime con dolores para dar a luz el Reino, Cris-to resucitado está presente, el Evangelio es fuerza de vida, la Iglesia significa comunión trinitaria, la autoridad es servicio liberador, la mi-sión es Pentecostés. (Ignacio IV Hazim, Patriarca de la Iglesia grie-ga ortodoxa de Antioquia). 15

Ficha 3: ¿En qué consiste la consagración al Espíritu Santo?

VEREs importante que entendamos bien el significado de la consagra-

ción, de manera que le demos su auténtico sentido a la renovación de la consagración de México al Espíritu Santo que los obispos nos invi-tan a realizar.

1. Con frecuencia dedicamos un objeto, persona, lugar o tiempo, a una finalidad concreta, por ejemplo: pedimos a alguien que nos dedi-que un libro; dedicamos un lugar para guardar cosas importantes; de-dicamos unos días a un estudio, o a descansar; dedico una hora a ha-cer gimnasia; o decimos de alguien: se dedica a la enseñanza o a hacer el bien a los demás. ¿Qué significa dedicar?

2. Dedicar puede tener el significado de aplicar, asignar, consagrar, destinar. Y nuestra capacidad como personas es tal, que podemos en-tregarnos o consagrarnos al mismo tiempo en varios niveles. Por ejem-plo un trabajador pone todo su esmero en realizar bien su trabajo, y al mismo tiempo ese trabajo lo hace por su familia, a quien está consa-grado en cuerpo y alma. Así su trabajo será de mayor calidad.

3. Apliquemos esto a la consagración al Espíritu Santo: toda nues-tra vida puede estar dedicada y consagrada a Él, y eso no nos distrae-rá en nuestras diversas ocupaciones, al contrario, las realizaremos mejor y tendrán un sentido más pleno. Profundicemos el sentido de di-cha consagración.

JUZGAR

Un ser consagrado es aquel a quien Dios llama y él mismo escoge para hacerlo suyo. Más que consagrarme yo al Espíritu Santo, o con-sagrarnos a Él, es el Espíritu de Dios quien hace de mí y de cada uno de nosotros un consagrado a Él.

La consagración al Espíritu Santo consiste, entonces, en abrir el propio corazón para que Jesús infunda en mí, en mi patria, en la Igle-

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Page 16: Consagracion Al Espiritu Santo

A lo largo de nuestra vida, el Espíritu Santo -si le somos fieles- nos guía, nos ilumina, nos conduce, nos enseña, nos conforta, nos con-suela, nos hace testigos seguros y audaces de Jesús, nuestro Señor; nos asiste en las tribulaciones y finalmente resucitará nuestros cuer-pos mortales, como escribe el Apóstol Pablo: “Si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes; Aquel, que resucitó a Cristo de entre los muertos, dará también la vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu que habita en ustedes” (Rm 8,11).

ACTUAR

1. El Espíritu Santo te impulsa a poner en práctica numerosas virtudes para transformarte en Cristo Jesús: proponte ser dócil a sus inspiracio-nes, y descubre qué virtud te invita a vivir en tu situación actual.

2. El Espíritu Santo te impulsa a dar un sentido sacerdotal a toda tu vida, realizando todas tus acciones por la salvación de la humanidad, en unión a Cristo nuestro sumo sacerdote: ofrece el día de hoy por los demás.

3. El Espíritu Santo impulsa a los que formamos parte de la Iglesia a ser discípulos de Jesús: proponte ser dócil a sus inspiraciones.

4. El Espíritu Santo impulsa a los que formamos parte de la Iglesia a ser misioneros y apóstoles: proponte ser dócil a sus inspiraciones y realiza alguna acción para dar a conocer a Jesús.

�. El Espíritu Santo construye la unidad de la Iglesia: también a través de ti quiere hacerlo: identifica cómo puedes contribuir al caminar de tu parroquia.

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JUZGAR

La Iglesia nació el día de Pentecostés, cuando Jesús resucitado y glorificado envió el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, y sobre los que con ellos estaban en el Cenáculo (Hch 2,1-4.41). El día de la ascensión de Jesús al cielo, les dijo a sus discípulos: “Esperen en Jerusalén la Promesa del Padre: dentro de no muchos días serán ustedes bautiza-dos con el Espíritu Santo”; esto es: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hch 1,5.8).

Y, a partir del día del Pentecostés, los Apóstoles se lanzaron a la conquista del mundo judío y del mundo de los gentiles, proclamando la Buena Nueva del Señor Jesús, crucificado y resucitado. En esta em-presa, un lugar de particular importancia ocupa el Apóstol Pablo, quien, después de ser encontrado por Jesús, camino de Damasco, “quedó lleno del Espíritu Santo” (Hch 9,1�). Y, al impulso soberano del Espíritu de Dios se fue a la conquista del mundo conocido, hasta los últimos confines del mundo de aquel tiempo.

El Espíritu Santo, como Fuerza divina, tiene la misión de llevar el evangelio a todas partes, haciendo conocer quién es Jesús, el cual había dicho a sus discípulos: “El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que Yo les he dicho” (Jn 14,26). Una admirable síntesis de la obra incesante del Espí-ritu Santo en la Iglesia se puede leer en el número 4 de la Constitución sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, del Concilio Vaticano II.

En cuanto a nosotros, cuando el Espíritu Santo nos es dado en el sacramento del bautismo, nos comunica vida divina, haciéndonos hijos de Dios; nos transforma en miembros de Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para darnos vida divina (Rm 4,2�); y nos congre-ga en Iglesia, como Pueblo de Dios. Después recibimos nuevamente el Espíritu Santo en la confirmación y en cada celebración eucarística, en que comulgamos el cuerpo y la sangre de Jesús.

Por el Bautismo y la Confirmación participamos del Sacerdocio de Cristo mediante el Sacerdocio Bautismal, y toda nuestra vida puede convertirse en una ofrenda a la Trinidad y a nuestros hermanos, como discípulos y misioneros de Jesús.

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