Conjuntos Habitacionales, Imaginarios de Vida Colectiva

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    Conjuntos habitacionales,imaginarios de vida colectiva

    Mara Teresa Esquivel Hernndez*

    FECHADERECEPCIN 16/05/08, FECHADEAPROBACIN 19/11/08

    IZTAPALAPA

    Agua sobre lajas

    Resumen

    La vivienda de inters social en Mxico se ha construidoconformando conjuntos habitacionales, caracterizadospor contar tanto con espacios privados como colectivos. Estoha implicado aprender a vivir en colectividad e incorporarvalores como el respeto, la tolerancia y la cooperacin. Sinembargo, este imaginario de vida colectiva se enfrenta auna realidad compleja donde se generan espacios altamenteconflictivos y deteriorados. Asumir la responsabilidad com-partida de las reas comunes ha sido una tarea difcil, de

    ah la importancia de rescatar las prcticas cotidianas y elsignificado que tiene para las personas habitar en este tipode espacios urbanos.Palabras clave: vivienda, imaginarios colectivos, vida coti-diana, reas comunes, administracin

    AbstractGovernment sponsored housing in Mexico has been focusedon building residential complexes in which the presence ofcollective and private spaces are a salient feature. This hasrequired learning to live in a community and incorporatingvalues such as respect, tolerance and cooperation. Yet, thisimaginary of collective life is faced with a complex realitywhere highly conflictive and deteriorating spaces emerge.Taking on the shared responsibility of communal areas hasbeen a trying enterprise, thus the importance of rescuingeveryday practices and the meanings ascribed to inhabit-ing these types of urban spaces.Key words: housing, collective imaginaries, everyday life,

    communal areas, administration

    * Profesora-investigadoradel Departamento deSociologa y de la Maestraen Planeacin y PolticasMetropolitanasde la UniversidadAutnoma Metropolitana,Unidad Azcapotzalco.

    [email protected]

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    Qu escndalo, seores, fue aqul! Lo recuerdan?A mediados de 1949, al sur de esta ciudad donde tanto prosperabanla casa de vecindad y el tugurio; all, en los lmites de la antiguapoblacin de Mixcoac, que parece haber quedado aletargada en la

    inercia y quietud pueblerinas de 1909, un ejrcito de albailes yartesanos de todo orden se afanaba en los acabados, instalaciones yarreglos de varios cuerpos de edificios desafiantes, que se erigieronpara dar un albergue digno de seres humanos a ms de un millar defamilias cuyos jefes prestaran sus servicios en cualquier dependenciadel Estado. Era el primer paso pero, indudablemente, de gato conbotas de siete leguas para enfrentarse a ese angustioso problemade la vivienda que, tanto aqu como en todo el mundo, coloca un

    marcado ceo de preocupacin en la frente de los estadistas osimples hombres de gobierno.

    Mario Pani1

    1 Con referencia al Centro Urbano Presidente Alemn (Pani, , 1952: 39).2 A partir de ese momento se origin el concepto de supermanzana: terreno de grandes dimensiones

    donde el peatn est protegido del automvil.3 Su nombre completo fue Charles Edouard Jeanneret-Gris (1887-1965).4 La unidad fue concebida para albergar slo 200 viviendas, sin embargo Mario Pani logr conven-

    cer a la Direccin de Pensiones Civiles y de Retiro (actualmente ISSSTE) de construir en el 25 por

    l primer gran conjunto habitacional de gran escala construido en laCiudad de Mxico fue el Centro Urbano Presidente Alemn (CUPA),considerado la primera supermanzana2 residencial de Amrica Latina.

    Inaugurada el 2 de septiembre de 1949 en la colonia Del Valle, esta majestuosaobra estuvo inspirada en las ideas del arquitecto suizo-francs Le Corbusier,3padre del movimiento moderno en arquitectura. En el proyecto,4 el arquitectoMario Pani adopt un sistema urbanstico-arquitectnico de edificios altos,

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    distribuidos de manera tal que permitiera dejar una superficie importante deterreno libre para utilizarse en jardines, un centro escolar, locales para comercios,lavandera, guardera infantil y dispensario mdico; todo ello bajo el concepto deuna ciudad dentro de la ciudad.

    Como era de esperarse, un proyecto de esta envergadura se encontr con unafuerte oposicin de varios sectores. Por un lado, la prensa se encarg de despres-tigiar la obra, asimilndola a un campo de concentracin en el que sus habitantestendran que usar uniformes de rayas y vivir bajo el estricto control del admi-nistrador del multifamiliar.

    Aunado a esta embestida de la prensa, en el imaginario colectivo de la pobla-cin exista una gran resistencia, porque se trataba de un espacio desconocido yextrao a la Ciudad de Mxico de entonces. Entre los factores que sustentaban

    ese imaginario estaba el fuerte arraigo cultural que, por la imponente presenciade colonias populares de autoconstruccin, tena la vivienda individual; la sufi-ciente disponibilidad de tierra en la ciudad a precios relativamente bajos, lo queno justificaba construir en altura para incrementar la densidad; y, por ltimo, elriesgo ssmico siempre presente en la historia urbana de la capital (Ballent, 1998).Estos elementos constituyeron la base de la desconfianza de la poblacin (enalgunos casos) o la franca oposicin (en otros) ante la construccin de los multi-familiares en altura.

    A pesar de ello, no se puede dejar de reconocer que con el CUPA se abre en lacapital mexicana una nueva forma colectiva de habitar y tambin, por qu no, dehacer ciudad. El arduo trabajo del arquitecto Mario Pani se tradujo en la edifica-cin de varios multifamiliares,5 dos ms de grandes dimensiones, que se fueronconvirtiendo en testigos imponentes de la Modernidad: el Centro Urbano Pre-sidente Jurez (1950-1952) con 984 viviendas y casi desaparecido en 1985, y,una dcada despus, la unidad habitacional Nonoalco-Tlatelolco (1962-1964),parcialmente daada en 1985, con un total original de 11 916 viviendas. En laedificacin de todos ellos, el arquitecto estuvo influido por las ideas de Le Corbusier

    y las tendencias ms novedosas de Europa. Es importante sealar que Pani noslo fue el impulsor de los edificios de vivienda en altura como forma de controlarla expansin urbana, sino que tambin promovi la propiedad en condominio,consecuencia del habitar multifamiliar (Ballent, 1998).

    ciento del terreno edificios de 13 pisos con un total de 1 080 departamentos y dejar el 75 por cientorestante para reas verdes.

    5 Otros conjuntos urbanos construidos por Pani, pero de menores dimensiones, fueron la UnidadModelo (1950), la Unidad Vecinal 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) (1956), la Uni-dad Vecinal 2 del IMSS (en Tlalnepantla, Estado de Mxico, 1958), la Unidad John F. Kennedy (1963-

    1964) y la Unidad Lindavista-Vallejo (1965-1966).

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    Le Corbusier, el movimiento modernistay la idea de vida colectiva

    Entre las aportaciones de Le Corbusier, considerado el padre del modernismo,

    est el planteamiento de que los edificios en altura proporcionaban a las fami-lias intimidad, distancia, servicios, equipamiento, iluminacin, ventilacin y es-pacios verdes:

    El problema planteado es el de las amas de casa. Si se juntan 300 de ellas, se les daintimidad y distancia, por paradjico que parezca, tendrn (adems de intimidad)servicios comunes, guarderas, clubes y servicios a domicilio [] Si se hacen con-juntos de 350 casitas situadas en jardines, no se lograr la sntesis y el sincronismo

    de las tareas cotidianas. Pero si se renen 350 casas, unas sobre otras, de cierto modointeligente y organizado, se quiebran las distancias, se las anula [] As, se puedenrealizar funciones que se ejecutan sin interrupcin en la vida cotidiana. Primero, lascompras se hacen en una cooperativa ubicada en el centro del edificio. En tanto,la unidad de habitacin agrupada permite tener sol para cada vivienda; espacio, algoque todos buscan lejos, y pone la vegetacin al alcance de todos, alrededor de la casa[] La tcnica libera. Ahora es posible ir a todas partes. Se conquistan horizontesy, en lugar de ver la casa del vecino, en lugar de esas fachadas a la calle y las calles abajo,se hacen estos edificios verticales. As, se liberan dos, tres, cuatro, cinco, seis hectreasde terreno, y as se logra una ciudad toda verde. Las ventanas son entonces ventanalesabiertos y enfrente ya no est el vecino, sino vistas ilimitadas abiertas hacia el horizonte.6

    Estas ideas contenidas en el imaginario residencial de Le Corbusier garantiza-ban los tres componentes bsicos o felicidades que, segn su perspectiva, necesitael ser humano para desarrollarse en un lugar: la luz, el espacio y lo verde. El con-cepto de unidad vecinal7 elaborado por l se basaba en la idea de que las viviendas8

    no pueden producirse aisladas, sino que deben contar con equipamiento social

    a fin de recrear los contactos directos de la vida comunitaria que se pierden enlas grandes ciudades. De esta forma, en sus diseos sintetiza elementos como laprivacidad y las comodidades propias de la vivienda individual con el imperativosocioeconmico y urbano de la vivienda en colectivo. Los planteamientos de Le

    6 Explicacin de las ideas que aplic Le Corbusier para elaborar el Plan Vecinal de Pars en 1922 y lafamosa Ville Savoye en Poissy en 1929.

    7 Las unidades vecinales remplazaran a la vivienda como unidad ordenadora y generadora de la ciudady se conformaran en el concepto privilegiado de intervencin urbana en tejidos existentes (Ballent,1998).

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    Concibi a la vivienda como mquina de habitar (machine habiter).

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    Corbusier sirvieron de inspiracin para edificar conjuntos habitacionales en variaspartes del mundo. Sin embargo, aunque el arquitecto suizo-francs reconoce laimportancia del equilibrio entre intimidad y distancia, detrs de estas concep-ciones se percibe el supuesto de que automticamente a travs del diseo va a sur-

    gir una vida en colectividad.Por ello, en este trabajo parto de la idea de que el imaginario de vida colectiva

    que el diseo de los conjuntos habitacionales trae consigo se puede concebircomo un imaginario dominante, impuesto como modelo de vida moderna por ur-banistas y planificadores y que ha marcado la morfologa de la ciudad, su estilode vida y sus prcticas cotidianas.

    La Ciudad de Mxico: el contextoA partir de la dcada de los treinta y de manera ms sealada en la de los cuarentase inicia la modernizacin de la base productiva del pas con la primera fase deindustrializacin sustitutiva de importaciones. La Ciudad de Mxico, sede prin-cipal de este dinamismo econmico, comienza un proceso de crecimiento demo-grfico y de expansin territorial sin precedentes: surgen nuevas colonias y barriosalrededor del centro y se inicia la desconcentracin comercial, de servicios y depoblacin hacia la entonces periferia de la ciudad. Si bien para 1930 el rea urbanade la Ciudad de Mxico registraba una poblacin de 1 049 000, una dcada des-pus sta asciende a 1 560 000, y ya en 1950 se convierte en una urbe de casi tresmillones de habitantes (2 872 000).9 En realidad, el explosivo incremento de lapoblacin empieza en la dcada de los cuarenta, y prcticamente en diez aoscasi se duplica el nmero de habitantes, lo cual viene acompaado de dificultadespara alojar y dotar de vivienda a la poblacin. En especial era problemtica la si-tuacin de los migrantes pobres, quienes se hacinaban en las vecindades del centroo bien se emplazaban en las periferias conformando las colonias populares. Hasta

    entonces, la intervencin del Estado en materia de vivienda se haba limitado sloa algunos programas puntuales, pero la gran demanda habitacional que este creci-miento demogrfico impuso lo llev a asumir una mayor responsabilidad en laprovisin de viviendas.10

    9 En ese mismo ao (1950), la ciudad central registr 2 249 221 personas, mientras que el DistritoFederal en su totalidad alcanz los 3 239 840 (los datos son de Mara Eugenia Negrete y HctorSalazar, 1987 cit. en Garza, 1988: 23).

    10 Como seala Ballent, la estrecha relacin del Estado con el sector burocrtico se plasm en la cons-truccin de multifamiliares: se trataba de la escenificacin de un nuevo pacto poltico que apareca

    simbolizado en la arquitectura habitacional destinada a los sindicatos (Ballent, 1998: 75).

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    La industrializacin vino acompaada de un movimiento modernista no sloen la arquitectura, tambin en el pensamiento urbanstico de la poca. Se buscabadar fin a la ciudad tradicional, dejar atrs su espritu provinciano y promover sutransformacin. Este movimiento, que implic el manejo de densidades, el incre-

    mento en la altura de edificios y el empleo de nuevas formas y tipos de espacios,impuso tambin novedosos modos de vida familiar y cambios en las prcticascotidianas de la poblacin, lo que, en ltima instancia, se tradujo en transformacio-nes en la capital del pas, para convertirla en una de las mayores metrpolis delmundo.

    En Francia, los grandes conjuntos se caracterizaron por contener viviendasde alquiler a precios reducidos.11 Plouchart los define como aquellas concentracio-nes de construcciones en altura con cientos o miles de viviendas, e identifica como

    sus particularidades la pobreza arquitectnica, el uso de procedimientos estanda-rizados de construccin, y el hecho de tener un equipamiento colectivo para lavida cotidiana y una localizacin perifrica (Plouchart cit. en Villavicencio et al.,2006: 23). Con el paso del tiempo, en los pases europeos, donde nace la idea de losgrandes conjuntos habitacionales, se ha generalizado el repudio a ellos.

    Uno de los problemas que ha enfrentado este hbitat colectivo fue el olvido,por parte de sus promotores, de la complejidad social de la poblacin que alberga,y sus distintas condiciones y requerimientos de habitabilidad. La produccin devivienda en serie dio como resultado conjuntos habitacionales montonos y uni-formes, los que, al poco tiempo de ser habitados, empezaron a generar fuertes ten-siones sociales y, por ende, su paulatino deterioro, desprestigio y rechazo social. Enalgunos pases desarrollados, particularmente Francia, Canad y Estados Unidos,fue necesario realizar audaces proyectos de rediseo y reconstruccin de conjuntosenteros, algunos de los cuales fueron recortados y otros incluso demolidos.

    Tambin en Mxico los conjuntos habitacionales han sufrido un grave dete-rioro y serios problemas de habitabilidad, esto se debe a la apropiacin privadade reas colectivas, a los cambios de uso y descuido general de estos espacios, a la

    incapacidad de la poblacin para autoadministrar el funcionamiento del conjun-to y, no menos importante, a la falta de una instancia oficial que se encargue deestas tareas de administracin. En otras palabras, el imaginario de vida colectivaimpuesto desde los aos cincuenta por los urbanistas a travs de los multifami-liares, con la perspectiva de que la poblacin podra asumir el cuidado y mante-nimiento de las reas comunes, no ha alcanzado a toda la poblacin que habitaen estos espacios urbanos, por el contrario, ha generado mltiples conflictos queaquejan a miles (o incluso millones) de familias mexicanas. No obstante, para

    11 Grandes conjuntos HLM (Habitation Loyer Modr).

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    nuestro pas, la opcin de demoler12 o recortar los conjuntos que se han deterio-rado o que son rechazados por sus habitantes no es viable, dada la escasez de re-cursos y la creciente necesidad de vivienda.

    Breve recuento de los conjuntos habitacionalesde la Ciudad de Mxico13

    Los primeros conjuntos de la Ciudad de Mxico se asociaron con el concepto devivienda social de alquiler. Como ya seal, el gran conjunto habitacional precursorde esta tendencia fue el Centro Urbano Presidente Alemn (1947-1949), pro-movido por la Direccin de Pensiones Civiles y de Retiro (hoy Instituto de Se-

    guridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE) y construidopor Ingenieros Civiles Asociados, S.A. de C.V. (ICA) para el gremio burocrtico.Este conjunto est integrado por poco ms de un millar de viviendas en departa-mentos de dos niveles, con superficies que varan de los 60 a los 100 m2, un vastoequipamiento, reas de uso colectivo e infraestructura para comercio y servicios.

    Una dcada despus, algunos conjuntos se utilizaron como un instrumentode saneamiento de las reas deterioradas y empobrecidas de la ciudad. Uno de losms representativos en este sentido es el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco,14

    que se construy en la denominada herradura de tugurios en la Ciudad de M-xico. Este conjunto, impulsado por la Direccin de Pensiones Civiles y de Retiro ycon recursos del Banco Nacional de Obras y Servicios Pblicos (Banobras), con-taba con cerca de 12 000 viviendas distribuidas en 102 edificios.15

    Para la dcada de los setenta, con la creacin de los fondos solidarios de vivienda(Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores Infonavit,Fondo para la Vivienda del ISSSTE Fovissste y Fondo de la Vivienda Militar delInstituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas Fovimi)

    12 Con los sismos de 1985, algunos edificios que sufrieron daos severos e irreversibles fueron demo-lidos, como los del Conjunto Urbano Presidente Jurez o dos edificios de Tlaltelolco. Sin embargo,se trata de una situacin diferente.

    13 Esta parte se retoma del libro Conjuntos y unidades habitacionales en la Ciudad de Mxico: en busca de es-pacios sociales y de integracin barrial (Villavicencio et al., 2006).

    14 Cuyo nombre completo es Conjunto Urbano Presidente Adolfo Lpez Mateos.15 Por ese tiempo se construyeron tambin la Unidad Independencia, con 2 234 viviendas (promovido

    por el IMSS); la Unidad Loma Hermosa, edificada en 1964 con recursos del Fondo de Operacin yFinanciamiento Bancario a la Vivienda (Fovi), con 76 edificios y 1 648 departamentos; la UnidadPresidente Kennedy-Artes Grficas, tambin del Fovi, con 94 edificios y 3 104 departamentos; y

    Villa Olmpica, en 1968, con 29 edificios y 904 viviendas.

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    se promueve muy decididamente la construccin de vivienda social. Los conjuntosde esta poca se caracterizaron por incluir tanto departamentos como viviendaunifamiliar, por su localizacin perifrica, por alcanzar grandes dimensiones ycontar con un importante equipamiento as como reas de uso social. Si bienfortalecieron su carcter de vivienda social, un cambio fundamental fue que lavivienda empez a ser ofrecida en propiedad16 a los beneficiarios, situacin queincidi de manera definitiva en la modalidad de acceso y uso de la vivienda yde los espacios colectivos vinculados a sta.17

    A partir de los aos ochenta, el agotamiento de las reservas de suelo, la crisiseconmica y el rezago habitacional acumulado por varias dcadas generaron trans-formaciones estructurales en la economa del pas y modificaciones radicales enla poltica habitacional oficial (en 1982 se crean el Fondo Nacional de Habita-

    ciones Populares Fonhapo y el Fideicomiso de Vivienda, Desarrollo Social yUrbano Fividesu). Los sismos de 1985 agudizaron an ms la crisis habitacio-nal y los damnificados exigieron una respuesta efectiva del gobierno, la cual secristaliz en el programa Renovacin Habitacional Popular (RHP).18 Todo estecontexto suscit que los conjuntos habitacionales tambin se modificaran drstica-mente. As, en esta nueva etapa, la vivienda de inters social continu ofrecindoseen conjuntos habitacionales, pero la mayora de mucho menor tamao, reduciendocon ello la magnitud y los tipos de reas de uso social y equipamiento; incluso,

    en algunos casos, estos elementos se eliminaron en su totalidad;19 asimismo la su-perficie de las viviendas y la calidad de los materiales empleados disminuyeron.

    Cabe sealar que en la construccin de conjuntos habitacionales se aplicarondiversas normas tcnicas y de diseo,20 lo que conllev una heterogeneidad detipologas. Lo mismo sucedi con los beneficiarios, quienes adems de asalariadosahora incluyeron a diferentes sectores de poblacin con bajos ingresos.

    16 Los conjuntos de vivienda en alquiler fueron vendidos a sus ocupantes a precios accesibles.17

    Los principales conjuntos de estos aos fueron financiados por el Infonavit y destacan el conjuntoIztacalco, con 5 200 viviendas; El Rosario, construido en varias etapas y alcanzando un total de15 976 viviendas; y Los Culhuacanes, con 19 788 viviendas.

    18 RHP construy ms de 100 000 viviendas en 3 500 conjuntos habitacionales, los cuales fueron es-criturados bajo el rgimen condominal. Ms tarde este organismo se transform en el FideicomisoCasa Propia (Ficapro).

    19 As ocurri con la vivienda promovida por el programa de Renovacin Habitacional Popular, encar-gado de responder a la demanda de los damnificados por el sismo de 1985.

    20 Entre los conjuntos ms conocidos en esta etapa, adems de los de Renovacin Habitacional Popular,estn el Conjunto Fiviport, con 1 839 viviendas; el Conjunto Habitacional La Magueyera, con 354viviendas en edificios y casas dplex; y el Conjunto Habitacional Cabeza de Jurez, con un total de

    1 451 viviendas (estos tres promovidos por el Fividesu).

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    Desde los aos noventa, por el alto valor del suelo,21 la vivienda de inters so-cial en el Distrito Federal ha enfrentado muchos problemas para ser construida.La nica oferta es por parte del Instituto de la Vivienda (Invi), que edifica conjun-tos habitacionales con fuertes subsidios y slo es accesible para los denominadossectores vulnerables de la sociedad (discapacitados, madres solteras, indgenas,personas de la tercera edad) o miembros de grupos organizados. Para las familiasque no entran en estas categoras, se est construyendo en los municipios del Es-tado de Mxico una nueva modalidad: los llamados conjuntos urbanos, los cualesse distinguen por sus grandes dimensiones, su ubicacin en periferias cada vezms alejadas de la ciudad, la presencia mayoritaria de vivienda unifamiliar (haytambin dplex y cudruples) y porque estn promovidos por empresas privadas.Las personas acceden a estas viviendas con crditos individuales proporcionados

    tanto por organismos pblicos (que se han transformado en instancias hipoteca-rias) como por la banca privada. Por las caractersticas de su diseo, no conformanuna vida colectiva obligada como sucede en los conjuntos habitacionales de de-partamentos.22 Por tal razn, quedan fuera de este anlisis.

    As, la poltica habitacional mexicana y su evolucin se han plasmado en lasmodificaciones de los conjuntos habitacionales. No obstante, un elemento que seha mantenido en este proceso es la estrecha vinculacin de los conjuntos con losorganismos de vivienda: desde su concepcin, financiamiento y ejecucin hasta su

    promocin, conservando con ello su carcter de vivienda social (popular). La gra-dual reduccin de las dimensiones de los conjuntos, de las viviendas, de los equi-pamientos y de las reas colectivas que contienen; el acceso a estas viviendas, pri-mero como inquilinos y despus como propietarios; y el hecho de que el cuidadoy la responsabilidad de los espacios comunes quedara en un principio en manosgubernamentales y posteriormente en las de los propios vecinos sin brindarleseducacin condominal; le imprime a este proceso particularidades vinculadas conlas modalidades que adquieren el uso y la gestin de los conjuntos.

    21 En el ao 2000, al asumir Andrs Manuel Lpez Obrador el gobierno del Distrito Federal, promoviel Bando Informativo nmero 2, cuyo efecto ms importante fue el aumento del precio del suelo enlas cuatro delegaciones centrales.

    22 A diferencia de los condominios horizontales, la forma vertical del espacio hace que los habitantestengan que compartir muchas cosas (desde los acontecimientos de la vida cotidiana hasta los espacios,cargas y servicios que en los condominios horizontales no constituyen problemas de convivencia o

    de gestin (Giglia, 1998: 140).

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    La propiedad privaday colectiva de los conjuntos

    Los conjuntos habitacionales, en contraste con otras formas de produccin habi-tacional, se identifican no slo por sus atributos fsicos espaciales y urbanos, sinotambin por el tipo de propiedad que los regula: lapropiedad en condominio. Estamodalidad de tenencia, que supone al mismo tiempo la propiedad privada de lavivienda y la propiedad colectiva de las reas de uso social, est jurdicamente recono-cida y regulada por la Ley de Propiedad en Condominio de Inmuebles para elDistrito Federal.23 En su artculo 3o, la Ley establece:

    Se le denominar condominio al grupo de departamentos, viviendas, casas, locales o

    naves de un inmueble, construidos en forma vertical, horizontal o mixta, susceptiblesde aprovechamiento independiente por tener salida propia a un elemento comn deaqul o a la va pblica y que pertenecieran a distintos propietarios, los que tendrnun derecho singular y exclusivo de propiedad sobre su unidad de propiedad exclusivay, adems, un derecho de copropiedad sobre los elementos y partes comunes del inmue-ble, necesarios para su adecuado uso o disfrute (Gobierno del Distrito Federal, 2007: 3).

    Esta doble propiedad que implica la vida en colectividad, privativa de los con-

    juntos habitacionales, ha generado diversos problemas. Si bien es ms directa laidentificacin que la poblacin establece con el espacio privado (la vivienda),porque es ms fcil que reconozca sus derechos y, por qu no, sus obligaciones parael cuidado y mantenimiento de su espacio domstico, el conflicto surge con los es-pacios comunes y la propiedad colectiva de stos, con sus derechos, pero tambincon las obligaciones que se adquieren ante ellos.

    A diferencia de los residentes de otros espacios habitacionales, quienes vivenen conjuntos por el imaginario de vida colectiva que entraa requieren no sloconformar conductas especficas para adaptarse a este tipo de mbitos, sino, so-bre todo, fomentar actitudes personales que impliquen el reconocimiento de es-tar dentro de una comunidad (respeto, tolerancia, cooperacin), y, con ello, ajustarse

    23 En la bsqueda de mecanismos que permitieran superar los problemas frecuentes que aquejan alos conjuntos habitacionales, en 1954 fue promulgada la Ley de Propiedad en Condominio, y des-de entonces ha sufrido numerosas modificaciones, las ms recientes impulsadas por la ProcuraduraSocial del Distrito Federal (Prosoc). Actualmente est vigente la versin publicada el 16 de enerode 2003, la cual contiene artculos que hacen referencia a los deberes y derechos del condmino, alas formas de organizacin social en los conjuntos, as como a las caractersticas y modalidades desu administracin. Tambin incluye un captulo dedicado en concreto a los condominios de inters so-

    cial y, en sus ltimas versiones (de 1998 en adelante), incorpora un captulo sobre la cultura condominal.

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    y aceptar las reglas del juego que esa colectividad establece con miras a lograr elbien comn. Ah reside justamente el choque entre el imaginario de vida colectivay el imaginario individualista24 que prevalece entre la poblacin en general y en laque la habita en conjuntos en particular.

    Esta confrontacin de perspectivas se ha traducido en el evidente deteriorode las reas comunes de gran parte de los conjuntos e incluso a veces de las mis-mas viviendas; en el cambio de los usos para los que las reas colectivas fuerondiseadas; en la progresiva apropiacin privada de los espacios comunes; en lainseguridad; en los conflictos entre vecinos; en la falta de participacin en las ta-reas de gestin colectiva, y en la resistencia al pago de cuotas de mantenimiento.

    Se ha sealado que una administracin efectiva y una reglamentacin queordene la accin tanto individual como colectiva de los vecinos son factores bsi-

    cos para el buen funcionamiento de los conjuntos. Con todo, el problema surgeante la imposibilidad de los vecinos para organizarse y ponerse de acuerdo en losaspectos que en la vida cotidiana se presentan por el uso y la responsabilidad de es-tos espacios.

    Cuando Mario Pani dise los primeros conjuntos contempl su funciona-miento con base en el sistema de condominio, lo que supona que los residentesse hicieran cargo de la administracin y gestin de los espacios comunes; pero,como sealan Villavicencio et al. (2006), los primeros conjuntos que se cons-

    truyeron en la Ciudad de Mxico (los del Banco Nacional de Obras y ServiciosPblicos) quedaron bajo la responsabilidad de empresas filiales del banco: lasadministradoras inmobiliarias, las cuales atendan el mantenimiento y la adminis-tracin durante el periodo en que se amortizaba el crdito, cobrando por elloentre 15 y 20 por ciento de las mensualidades que deban pagar los beneficiarios.A principios de la dcada de los sesenta se cre el Fideicomiso para la Adminis-tracin de Unidades Habitacionales, el cual se ocup de las acciones de manteni-miento y operacin de los conjuntos promovidos por el Programa Financiero deVivienda (Schteingart, 1978, cit. en Villavicencio et al., 2006).

    Por su parte, el Infonavit en su primera etapa desarroll programas deorientacin y promocin social entre sus beneficiarios con la finalidad de propi-ciar una mejor convivencia entre ellos, as como su organizacin y participacin.Los habitantes deban pagar, aparte de la amortizacin del crdito, una cuota deentre diez y 20 por ciento de sta para cubrir los gastos de administracin. Noobstante, a partir de 1983 se afianz la autoadministracin de los conjuntos del

    24 Es decir, el enfrentamiento entre el imaginario de vida colectiva que implican los conjuntos habitaciona-les, como imaginario dominante impuesto por los urbanistas bajo la influencia de la Modernidad, y el

    imaginario denominado de vida individual que conlleva la casa sola, como un imaginario de resistencia.

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    Infonavit y los beneficiarios tuvieron la obligacin de pagarle el uno por cientode su salario para constituir un fondo que permitiera afrontar los gastos de man-tenimiento de las unidades habitacionales. Esta autoadministracin (con el apoyoinstitucional) caracteriz tambin a los proyectos del Fovissste, as como a losque impulsaron los organismos del Distrito Federal mediante la DireccinGeneral de Habitaciones Populares, el Fividesu y el Ficapro (Schteingart, 1978,cit. en Villavicencio et al., 2006).

    Mas, a mediados de los aos ochenta, los problemas econmicos que enfren-taban los organismos de vivienda, adems de su incapacidad y desinters paraenfrentar las obligaciones relacionadas con el mantenimiento y la administracinde los conjuntos, los orill a dejar esta responsabilidad en manos de los vecinos,quienes desde entonces, como ya seal, se han visto en serias dificultades para

    desempear esas labores.Me parece que estos compromisos de gestin son menos difciles de asumir

    cuando se trata de conjuntos pequeos, no as en el caso de las grandes unida-des, las cuales cuentan con instalaciones, servicios y equipamientos de diferentesmagnitudes, cuya responsabilidad queda, la mayora de las veces, en manos delos condminos, quienes se ven incapacitados para adquirir un compromiso queen muchos casos le corresponde al poder local. De esta forma, el Estado delega enlos vecinos la gestin y la prestacin de servicios que son su obligacin llevar a

    cabo. As lo apunta Giglia:Despus del fracaso del llamado Estado del bienestar, y frente a las dificultades queencuentra el neoliberalismo para alcanzar la paz social y el desarrollo econmico,los poderes pblicos parecen descubrir las ventajas econmicas y sociales de las solu-ciones colectivas y planificadas y las proponen como viables a pesar del proceso crecien-te de individualizacin de los sujetos y de las necesidades sociales (Giglia, 1998: 136).

    En consecuencia, la autogestin se convierte, segn Giglia (1998: 137), en unahorro para el Estado y en un aumento de todo tipo de cargas para los habitantesde la ciudad.

    Construir conjuntos no es slo cuestin de arquitectura; se requiere, por unlado, convencer o generar en los futuros habitantes el imaginario de vida colectivae impulsar las conductas vinculadas a ello; y, por otro lado, crear instancias de go-bierno que administren o conduzcan la gestin de estos espacios. Si bien desde1989 existe la Procuradura Social del Distrito Federal,25 entre cuyas funciones

    25 Organismo descentralizado del Gobierno del Distrito Federal creado para recibir las quejas de losciudadanos respecto a la atencin que proporcionaban los funcionarios pblicos (del gobierno local).

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    est apoyar a los vecinos para constituir y administrar un condominio y resolverlos problemas que se producen en estas viviendas en su condicin de propiedadcolectiva, en la realidad sus acciones y las posibilidades de intervenir han sidohasta ahora bastante limitadas. Otros organismos responsables son las delegacio-nes polticas del Distrito Federal,26 las cuales tambin han enfrentado dificultadespara dar solucin a la grave problemtica de los conjuntos y en general para crearlas condiciones del buen funcionamiento de la propiedad colectiva (Villavicencioet al., 2006).

    La relevancia de esta situacin radica en que en la Ciudad de Mxico hay al-rededor de 5 000 unidades habitacionales con aproximadamente un milln deviviendas escrituradas bajo la figura de propiedad en condominio, y en las quecohabitan cerca de cuatro millones de personas.27 En otras palabras, uno de cada

    dos residentes del Distrito Federal se encuentra viviendo bajo este rgimen y en-frenta de manera cotidiana diversas complicaciones derivadas de la convivencia.Si a esto se aade que la poltica habitacional actual contina construyendo la vi-vienda de inters social en conjuntos habitacionales y con este rgimen, el proble-ma se redimensiona y la necesidad de darle solucin se vuelve urgente.

    En este trabajo recupero las narrativas de residentes de conjuntos habitacio-nales de la Ciudad de Mxico (lase Distrito Federal), en las cuales reviso su ex-periencia habitacional en estos espacios, la forma en que llevan a cabo esa vida colec-

    tiva, cmo la gestionan y cul es su ideal de espacio habitacional.28

    Busco incursio-nar en los elementos que estn entretejidos en el imaginario de los habitantes deconjuntos para identificar en qu medida estn asimilados los valores de vida co-lectiva que el diseo de estos espacios urbanos impone. Adicionalmente, rescatolas representaciones que las personas elaboran en funcin de su ideal habitacionaly qu tanto ste se acerca o coincide con su realidad cotidiana.

    A los pocos meses de su creacin, se le confirieron nuevas funciones que lo vincularon con la vidacondominal (es decir con los conjuntos habitacionales) y con la vivienda en arrendamiento. Comenzinterviniendo como orientadora y, en 1993, tambin como conciliadora en casos de conflicto (Villa-vicencio et al., 2006: 147).

    26 Desde el ao 2000 las delegaciones polticas se han transformado en rganos desconcentrados delgobierno del Distrito Federal, adquiriendo mayor libertad de accin y decisin. Por ello, cada dele-gacin aplica diferentes programas vinculados con la problemtica de los conjuntos habitacionalesen funcin de los conflictos locales.

    27 Datos proporcionados por la licenciada Patricia Ruiz Anchondo procuradora social del DistritoFederal de 1999 a 2004 en la ponencia presentada en el Foro de Discusin sobre la Ley Condominaldel Distrito Federal, julio de 2007.

    28 Tomo en consideracin algunas entrevistas realizadas en 2004 dentro del proyecto que culmin enel libro de Villavicencio et al. 2006; asimismo incluyo ocho entrevistas ms efectuadas en octubre y

    noviembre de 2007 por la maestra Julieta Lagarde y la licenciada Anglica Cervantes.

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    Vida colectiva: Ta can vivir en bola (sic)29Es comn pensar que la vida cotidiana en los conjuntos habitacionales brinda asus ocupantes una mayor posibilidad de establecer relaciones sociales numerosasy variadas, pues la presencia y el uso de las reas comunes permiten ms opor-tunidades de encuentros, una mayor cercana fsica entre las personas y fomentanvnculos sociales ms intensos. No obstante, al mismo tiempo se reconoce queen las reas colectivas se producen relaciones vecinales ms complejas, precisa-mente por la proximidad, el uso y la responsabilidad compartida de los espacioscomunes.

    Sostengo que el diseo, los espacios y el tipo de propiedad que distinguen alos conjuntos habitacionales se vinculan ms bien con la imposicin de un ima-

    ginario de vida colectiva de los planificadores urbanos, que no siempre encuentraeco en los residentes. As, hay vecinos para quienes la vida en colectividad se haconvertido en una verdadera pesadilla:

    Bueno, para empezar, aqu no hay organizacin en lo absoluto, es un verdaderocmo llamarlo?, es un verdadero desastre porque no hay comunicacin entre nadie,cada quin acta conforme piensa. Entonces, hay muchas cuestiones tan difciles,por ejemplo las reas verdes, la persona que vive en la planta baja se aduea del rea

    comunal... otra de las cosas es que hay vecinos que tienen animales, los animalesdesde que vienen bajando de all arriba [se refiere a los niveles de arriba del edificiodonde vive] agarran todas las esquinitas para hacer su necesidad, no? Y otra de lascosas, no hay organizacin para ponernos de acuerdo para mantener todo el nivellimpio, sale uno afuera y hay mucho excremento de perro El gran problema deque, pues no se le puede decir nada al vecino de arriba, ni al vecino de al lado. Hacenmucho ruido por la fiesta del de arriba o la fiesta del de abajo o la fiesta del de allado, pues vibran todos los vidrios y finalmente pues va uno a decirles, pero estoy enmi casa, sa es su palabra, entonces es algo de lo ms difcil Una de las reas

    verdes la techaron y le pusieron lminas alrededor y tienen un refrigerador parapollo!, entonces del hielo que le ponen sale la sangre y hay muchos gatos. Entonces elruido en la maana, el ruido en la noche, muy temprano, seis de la maana, ya estnsacando el hielo o estn sacando el pollo refrigerado (Conjunto El Rosario, Azca-potzalco).

    29 Seora M., residente del Conjunto Habitacional Lomas de Moctezuma (Invi).

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    Vivir en colectividad supone (o debera suponer) armonizar las prcticas ylos intereses privados en contextos comunes.30 Obviamente es fcil decirlo, peromuy complejo llevarlo a la realidad. Esto queda ms claro al observar que hayconjuntos en donde los vecinos, si bien reconocen la importancia de vivir en co-lectividad, encuentran dificultades para lograrlo:

    Tenemos una convivencia de respeto porque nos conocemos y sabemos que [somos]quienes vamos a habitar la vivienda y nos vamos a ver 50 aos, y pues, eso de estarmentndonos la m [sic], como que no va, verdad, y [entonces] llevamos la fiestaen paz (Conjunto Espaa, Iztapalapa).

    Se sostiene tambin que la forma mediante la cual se accede a la vivienda de

    inters social (gestin compartida), que implica varios aos de movilizacionesde grupos de vecinos, mismos que despus llegan a compartir un conjunto habita-cional, promueve entre estos demandantes, transformados ya en beneficiarios,relaciones slidas y perdurables que se reflejan en lo cotidiano del habitar. Empero,los testimonios demuestran que no slo no se mantiene esta relacin, sino queen muchos casos se revierte y surgen diferencias vinculadas al redimensiona-miento de lo privado sobre lo pblico:

    Pens que iba a ser bonita mi vida aqu en la Unidad, porque al principio, cuandoandamos comprando el terreno y solicitando el crdito, todos le entraban por la de-recha [sic] que si se trataba de ir a un mitin, todos le entraban; que si haba quelimpiar el terreno todos dndole duro en la limpieza, y as por el estilo naci unabuena amistad. Pero nada ms nos dieron los departamentos y las casas y varios seapartaron, dejaron de participar, se encierran en su hoyo [casa] y no salen. Perocomo los presionamos para que le entren qu se creen, que son enchiladas arre-glar las broncas de la Unidad?... porque la Unidad es de todos y todos le debemos deentrar por la derecha con el mantenimiento (Conjunto Habitacional Lomas de Moc-

    tezuma, Invi).

    [La vida en colectividad] es complicada porque hay que estar batallando con los ve-cinos ruidosos o con aquellos que no quieren cooperar. Adems, mucha gente que es-tuvo desde el principio en las marchas y haciendo limpieza en la obra, ahora comoque ya se les subi [sic] porque ahora ni salen, ni quieren colaborar, como que ya se

    30 Villavicencio et al. (2006) denominan dimensin de la gestin del habitar a los arreglos y compromisosque se establecen en el grupo y entre ste y agentes externos (gobiernos locales) para organizar el fun-

    cionamiento general de los conjuntos y buscar un mejor habitar en ellos.

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    sienten de la alta [sic], pero no se dan cuentan que aqu todos somos iguales y por esohay que entrarle a las labores de limpieza (Conjunto Habitacional Lomas deMoctezuma, Invi).

    En lo que hay consenso es en afirmar que la vida en colectivo supone fuertesrelaciones vecinales, lo difcil es definir lo que esto significa. Si bien para unaspersonas ser buen vecino implica vnculos estrechos de amistad y solidaridad, paraotras tener buenas relaciones vecinales conlleva menos contacto y cercana conlos dems residentes:

    Aqu con los vecinos, yo tampoco tengo ningn problema, nadie se mete con nadie,les voy a ser sincera, yo de aqu, de mi departamento, casi no salgo, yo nada ms sal-

    go ahora s que cuando es necesario ir al mercado o alguna otra cosa (Conjunto To-rres Tlalpan).

    La propiedad colectiva de las reas de uso comn constituye el taln de Aqui-les de la vida en los conjuntos habitacionales, pues este tipo de propiedad reco-noce el derecho de uso y disfrute de estos espacios a todos los condminos, perotambin establece la responsabilidad de su mantenimiento. Las dimensiones delos departamentos y los ritmos cambiantes de las familias generan la demanda

    de ms espacio y, con ello, la utilizacin de reas de uso comn como extensin delo domstico. Por otro lado, la carencia de instalaciones comerciales y de servicios,as como la necesidad de poner un negocio ante la crisis econmica y la falta deempleo, provocan que las familias invadan espacios comunes y le den un cam-bio de uso a su vivienda: de habitacional a comercial. Esto explica por qu es tanfrecuente la invasin de reas comunes, accin que se vincula justamente con elimaginario que las personas construyen sobre su vivienda (aspecto que tratarms adelante).

    En aquellos conjuntos que desde un inicio tuvieron una dbil legislacin (es elcaso de las unidades de mayor antigedad como el El Rosario en Azcapotzalco),las modificaciones y ampliaciones que se han hecho a las viviendas (particular-mente, aunque no de manera exclusiva, las del primer piso) se han convertido enuna costumbre generalizada. Ante ello las autoridades se ven limitadas paraactuar al rescate de estos espacios que fueron diseados para el uso colectivo.As lo describe un entrevistado:

    [En las viviendas de la planta baja los vecinos han establecido comercios.] Algo de lo

    que me molesta mucho, luego le digo a mi esposa, el problema es que hacen

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    chicharrn, hacen carnitas todo se penetra por las puertas, la grasa, la peste de lamanteca ya recocida, independientemente el ruido de la pollera, el ruido del [comer-cio de] abarrotes, el ruido de la carnicera que todo el tiempo estn aplanando bistecesy el olor, o sea, es algo bien terrible vivir as, no?... Yo ahorita realmente, pues ya no

    podemos hacer nada, porque son negocios que ya tienen mucho tiempo De hechoaqu [hay] una parte de estacionamiento tambin de rea comunal que hasta loslugares venden, no? Sin haber un documento, un papel donde diga yo te vendoporque son pioneros, o sea, ellos fueron los primeros que llegaron a la unidad y seaduearon de los lugares, mucha gente no tena carro y los que tenan pues abusaronde agarrarse lugares, de hecho en muchos lugares hicieron jaulas Es muy difcil,muchas de las veces quiere uno arreglar las cosas, pero con la gente no se puede, parano entrar en controversias ni entrar en problemas, cada quien, y nosotros dedicarnos

    a lo nuestro y... no meternos en problemas, bueno, relativamente, pues se va uno acos-tumbrando a vivir as! (Conjunto El Rosario, Azcapotzalco).

    No obstante, la prctica de invadir o apropiarse de los espacios comunes espercibida por algunos vecinos como una conducta habitual, como algo natural,y que han incorporado a su imaginario. Ms an, se organizan para que el bene-ficio de esta invasin sea compartido:

    El seor de abajo finc, pero le avis a los de arriba que iba a fincar, para que le ayu-daran a echar la losa, porque si no le ayudan, entonces l no iba a poner la losa y ya nose iban a servir [de la losa] ellos tampoco; entonces le ayudaron, hubo un acuerdo yya lo hicieron y fincaron hasta arriba, una recamarita chiquita, pero la hicieron.Entonces mi vecina de aqu abajo, yo vi que estaba haciendo hoyos y dije ah qusuave [sic] ya tambin va a fincar! Ya bajo y le digo, oye Dolores, as se llama, qu vasa fincar, ay, dime para echarte la manita, no? No, dice, yo nada ms voy a fincar aqu,voy a poner mi techo de lmina. Y le dije, pero por qu?, finca! Si te vamos ayudarpara que eches la losa y de ah nos seguimos, el [vecino] de en medio y luego sigo yo.

    No, no quiso. Ahora todo est encerrado, parece jaula de gallina all (Conjunto ElRosario, Azcapotzalco).

    Un factor que exacerba las dificultades de la vida colectiva estriba en lasdiferencias culturales que hay entre los habitantes de los conjuntos. El hecho deque se trate de vivienda social, y en particular de la del Invi, genera la confluenciade personas con estilos de vida diversos, situacin que se traduce en percepcionesy formas de usar y apropiarse de los espacios tambin distintas. Incluso muchas

    veces sucede que, compartiendo el mismo nivel cultural, las personas buscan

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    mantener la distancia diferencindose del otro, quien en realidad es muy parecidoa ellas, ms de lo que podran pensar (o aceptar):

    Los vecinos de arriba hacen mucho ruido, los chamacos juegan con la pelota, corren

    o se gritan como si estuviera en el cerro y se oye todo, tambin azotan la puerta, yesto pasa a todas horas, no tienen consideracin por los dems, por eso digo que sonunos vecinos abusivos Tambin son muy cochinos, como vienen de los tiraderos deSanta Cruz Meyehualco, creen que todava viven en sus chozas de los tiraderos, y siviera el montn de triques que tienen y luego despiden un olor que para qu lecuento, stos deberan vivir en el desierto o en los tiraderos (Conjunto HabitacionalLomas de Moctezuma, Invi).

    Dos formas [de resolver los problemas]: pelendome con ellos, porque si ellos vienende barrio bravo, yo tambin, por lo tanto, no soy p [sic] para aguantar sus agan-dalles [sic], les he reclamado y hemos salido de pleito y como que le han bajado,pero porque no me he dejado, los he puesto en su lugar. Otra forma es que con launin de vecinos del edificio, los hemos presionado para que levantaran su mugrero[sic] imagine que ya estn juntando tiliches junto a su puerta, que sacan de la basura,como que siguen pensando que viven en sus chozas de los tiraderos (ConjuntoHabitacional Lomas de Moctezuma, Invi).

    Entre la poblacin, no siempre ha habido claridad en cuanto a las implica-ciones de la vida en colectividad, aunque algunos provengan de vecindades endonde se compartan con intensidad espacios y servicios. Imaginar una vida dis-tinta en un departamento de un conjunto habitacional, en donde el bao y loslavaderos son privados, ocult una realidad de la que se estaba huyendo: la presen-cia de vecinos y la vida en colectividad e incluso la responsabilidad econmicaasociada a la nueva vivienda:

    La verdad nunca me puse a pensar en ella [en la vida a futuro en el conjunto ha-bitacional] as muy seriamente, yo estaba muy contenta con la idea [de] que por finiba a tener mi propia casa con todos los servicios, bonita y bien arregladita. No mepuse a pensar en los dems, o sea en los vecinos, en los pagos del crdito, en nada, yosolamente era feliz pensando en mi departamento y en la idea [de] que ya no pa-gara renta (Conjunto Habitacional Lomas de Moctezuma, Invi).

    Todo parece indicar que, para algunos, no hay diferencia entre la vida en

    colectividad que tenan en la vecindad y la que experimentan en los conjuntos

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    habitacionales, es decir, los disgustos que sufran en la vecindad se reproducenahora en un espacio planificado:

    Como le dije, hay gente bien pasada de rosca [sic] que busca extenderse como verdo-

    laga [sic] como si estuvieran solos en su casa, sin acordarse de que los espacios de launidad son de todos. Por ejemplo, con mis vecinos he tenido problemas porque ha-cen ruido, azotan sus puertas, o cuando lavan las cobijas y cobertores los cuelgan delbarandal y me escurre el agua por mi azotehuela como si estuviera lloviendo Nose diga de los vecinos que tiran basura o los chavos [sic] que ya haban empezado apintar los edificios con garabatos como si estuvieran en el tambo [sic], todo pintarra-jeado, bien feo(Conjunto Habitacional Lomas de Moctezuma, Invi).

    Las dificultades mencionadas se vinculan con la falta de inters y voluntadpara involucrarse en las cuestiones que ataen a todos, aunque tambin con suincapacidad y nula preparacin en los aspectos de convivencia colectiva. Esto hasido definido como la carencia de una cultura condominal31 y refleja la ausenciade ciudadana, es decir, del reconocimiento y ejercicio de sus derechos y obliga-ciones para con los dems y con su hbitat.

    Organizacin para la administracin32

    Como se ha visto, el imaginario de vida colectiva no slo involucra establecer re-laciones cordiales entre vecinos, antes bien, supone compartir la responsabilidadque esa vida en comn impone, adems de hacerse cargo de los espacios colectivos,de su mantenimiento y, en general, de la administracin, para un buen funciona-miento del conjunto habitacional.

    La vida en colectividad configurada por el Modernismo se enfrent a una rea-lidad que se describe a continuacin:

    31 La Ley de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el Distrito Federal seala en su artculo79: Se entiende por cultura condominal todo aquello que contribuya a generar las acciones y actitu-des que permitan, en sana convivencia, el cumplimiento del objetivo del rgimen de propiedad encondominio. Entendindose como elementos necesarios: el respeto y la tolerancia; la responsabilidady cumplimiento; la corresponsabilidad y participacin; la solidaridad y la aceptacin mutua(Gobierno del Distrito Federal, 2007: 59).

    32 Duhau et al. (1998) definen la administracin como la gestin del patrimonio colectivo, concepto quealude a la organizacin y la reglamentacin requeridas para optimizar el funcionamiento de lo co-

    lectivo y de las relaciones sociales que ocurren en los conjuntos habitacionales.

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    La vivienda y el rgimen de propiedad en condominio fueron concebidos, desde susorgenes, como una alternativa y una solucin a la demanda de vivienda de secto-res de clase media y de altos ingresos, con caractersticas de educacin y sociabili-dad ms acordes con la vida de la ciudad y las aspiraciones modernas [] Nunca se

    imaginaron que este rgimen de propiedad sera adoptado para la construccin demillones de viviendas de inters social y para cubrir la demanda de grandes masasde trabajadores que exigan la satisfaccin de ese derecho (Ruiz Anchondo, 2007).

    Creo que en esto reside parte del fracaso de la vida colectiva que trajeron con-sigo los conjuntos habitacionales. Hay que recordar que en las primeras unidadesconstruidas el gobierno asumi el costo de su administracin, y, como se trata-ba de vivienda en renta, los vecinos no estaban obligados a sufragar los gastos

    del mantenimiento de las reas comunes. En los aos setenta, cuando losconjuntos habitacionales se establecieron bajo el rgimen de propiedad en condo-minio, las reas comunes continuaron siendo competencia gubernamental, porlo menos mientras se pagaba el crdito. Una vez cubierto ste, los propietariosheredaron la obligacin del mantenimiento y la conservacin de los espacios co-lectivos, sin que mediara un proceso de educacin condominal, es decir sin, lacapacitacin en los valores de la convivencia, como son la cooperacin, la toleranciay el respeto a las reglas que deben ser aceptadas y acatadas por todos (Ruiz An-

    chondo, 2007).En efecto, la Ley de Condominios plantea como una responsabilidad colectivabuscar o establecer alguna forma de administracin para superar los conflictosque el uso de los espacios comunes entraa. Sin embargo los vecinos han enfren-tado graves conflictos para organizarse. Entre las tareas de administracin, elcobro de cuotas se ha considerado una de las ms complicadas:

    Tenemos nuestra unin de vecinos del edificio y funciona muy bien porque doaLul, que es la encargada, es igual que yo, no se deja y pone en su lugar a los veci-

    nos que no quieren colaborar o pagar su cuota, porque todos pagamos, aunque hayvecinos que creen que en el edificio se vive de gorra [sic], pero, como ya le dije, doaLul los pone en su lugar y claro que cooperan (Conjunto Habitacional Lomas deMoctezuma, Invi).

    En Mxico, es usual la cultura del no pago para diversos aspectos vinculadoscon la vivienda. En el caso que estoy tratando, las razones pueden ser diversas:por un lado, es real que algunos vecinos no tienen las condiciones materiales

    para pagar el mantenimiento; pero, por el otro, permanece la desconfianza, la

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    indiferencia y la poca disposicin para asumir el compromiso de la vida en co-lectivo; asimismo, hay quienes prefieren vivir de gorra.33

    Funciona mal [la vida en colectividad], porque slo es una pedidera [sic] de dinero,

    que para la bomba, que para la cisterna, como si uno trabajara nada ms para estarledando a la encargada del mantenimiento, adems, yo no tengo dinero para estarcoopere y coopere (Conjunto Frente de Lucha Urbana, Invi).

    As, como vecino, encargarse de la administracin del conjunto ha sido unatarea sumamente difcil, ya que exige tanto convocar y recolectar las cuotas, comolidiar con los vecinos morosos o que no les interesa pagar. De ah la importanciade dignificar la funcin de administrador para que, de esta forma, el trabajo y el

    tiempo invertidos sean redituables a la persona que tome ese cargo. De hecho,la Ley de Condominios considera esa posibilidad,34 el problema es que la mayorade la poblacin desconoce la normatividad:

    Tenemos tambin problemas con la administracin, con las diferentes administracio-nes que han pasado. Cmo le vas a exigir a alguien que colabora con el nimo deque la Unidad se levante, si no le das un centavo de sueldo? Ahora y cmo le vas adar sueldo si no tienes ni para pagarles a los vigilantes ni a los que hacen el aseo?, en-

    tonces es un vicio... Hay pugnas entre determinados grupos, nadie cobra un sueldoy la verdad no s por qu hay ese tipo de situaciones no? Yo no quiero administrarganndome mentadas [sic] gratis, no le veo el sentido, hacindome enemigos. Porejemplo, ahorita la seora del 101 es la nueva administradora desde el mes pasado,dice: renuncio, yo ya no quiero nada con esto, no encuentro apoyo!, porque ungrupo la pone, la manda a la guerra y la deja sola, entonces ella renuncia. Entonces,no, no es negocio. Entonces ese grupo y otros ms [le dicen] oye, no renuncies. Elmexicano est acostumbrado a tener una figura a quien reclamarle o a quien pedirle.

    33 El poco respeto o inters por lo colectivo va conformando una personalidad especial dentro de losvecinos, que ha sido identificada y descrita por Duhau, Mogrovejo y Salazar (1998: 184) como elfenmeno delfree rider (o gorrn):[Es] el individuo que aprovecha los bienes colectivos sin cumplirla parte que le corresponde en su creacin y conservacin, se manifestara de diversas maneras en losprocesos de gestin de los bienes y servicios colectivos en un conjunto habitacional: negativa a re-nunciar a las preferencias individuales aunque stas tengan un carcter minoritario; mora u omisinen el pago de las cuotas de mantenimiento; indiferencia frente al deterioro o la utilizacin indebidade bienes y servicios; y consentimiento de conductas depredadoras por parte de los miembros de lapropia familia; entre otras.

    34 La Ley de Condominios establece dos modalidades de administracin: la autoadministracin y la ad-ministracin profesional contratada (artculo 38), y seala en el artculo 39: La remuneracin del

    administrador ser establecida por la asamblea general (Gobierno del Distrito Federal, 2007: 35).

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    Pero los mexicanos no dicen: yo apoyo, yo doy ideas, yo coopero, nos gusta teneruna figura a quien pedirle y se es el problema. No se puede hacer nada sin lacooperacin de los vecinos (Conjunto Torres Tlalpan).

    He sealado que las instituciones pblicas han trasladado a los condminosresponsabilidades que a ellas les corresponden. No obstante, cuando la delegacinlleva a cabo ciertas tareas que le competen, las personas lo consideran un granfavor, aunque sean los vecinos quienes tengan que aportar su mano de obra:

    De la delegacin, no nos podemos quejar porque nos echa la mano con algunas cosaspara arreglar la Unidad, por ejemplo, ahorita nos prometi pintura para echarle unamanita de gato [sic] a toda la Unidad, porque hay edificios que ya se ven medio feos

    y hay que darles su pintadita (Conjunto Habitacional Lomas de Moctezuma, Invi).

    La misma situacin es percibida de manera diferente por otros vecinos:

    Como le dije, hay una [organizacin] que se encarga de ver los problemas de laUnidad. La delegacin participa poco, slo nos mand pintura para que nosotrospintramos, como si tuviramos mucho tiempo. En la delegacin hay muchas per-sonas que no hacen nada, deberan mandarlas para que le dieran mantenimiento alas unidades (Conjunto Frente de Lucha Urbana, Invi).

    De este modo, la gestin del patrimonio colectivo es una labor sumamentecompleja, menos difcil de llevar a cabo en conjuntos pequeos, pero no as enlas grandes unidades donde el problema cobra nuevas dimensiones.

    Los imaginarios habitacionales

    Para los sectores populares, la vivienda y, por ende, el conjunto habitacional, tie-nen significados diversos: no slo es el espacio de la reproduccin cotidiana, cons-tituye adems un mbito en el que las familias pueden llevar a cabo actividadesque les generen recursos. Esto obviamente es ignorado por quienes disean lavivienda, los espacios comunes y, en general, este hbitat colectivo. Aquellas fa-milias que se han visto en la necesidad de realizar trabajos remunerados en suvivienda se encuentran con las limitaciones propias de la tipologa habitacionaly con la resistencia de sus vecinos, sobre todo cuando esa actividad generaconflictos por la convivencia cotidiana (contaminacin auditiva y malos olores)

    o el deterioro de la imagen del conjunto:

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    Hay un seor del otro edificio que cra gallos de pelea, y si viera el ruido que hacen!,y sobre todo el olor, adems de que deja su tiradero. Hay otro tambin que tiene sutaller de carpintera en el pasillo que comunica a los edificios. Le vuelvo a repetir, esgente que no sabe vivir en grupo (Conjunto Frente de Lucha Urbana, Invi).

    De ah que la vivienda independiente, as como la vivienda en propiedad, seconviertan en el sueo de las familias que habitan en conjuntos (aunque meatrevo a decir que de todos los mexicanos). La libertad, privacidad e independen-cia que brinda a los sectores populares la vivienda independiente se vinculancon la posibilidad de llevar a cabo prcticas relacionadas con su condicin social:apoyo a familiares en caso de apuro, adaptabilidad a los ritmos econmicos y fa-miliares, disponibilidad de ms espacio para poner un negocio, apoyo a los hijos

    para construir un patrimonio, etctera, forman parte del imaginario habitacionalde la poblacin y encuentran obstculos para efectuarse en el marco de los con-juntos habitacionales como imaginarios de vida colectiva.

    As, prevalece entre las personas el sueo habitacional que entraa la ilusinde tener un lote, al estilo de las colonias populares, para construir una viviendaamplia que les permita conformar un espacio colectivo, s, pero con la familia:

    Me gustara vivir en una casa grande, para que mis hijos pudieran construir un de-

    partamento para cada uno de ellos, aunque me conformara con una de las casassolas de la Unidad, pero sas salieron ms caras y yo no tengo tanto dinero, si vie-ra cmo me las veo con los gastos y el pago del crdito!, ahora imagnese pagar unacasa de aqu. Por las casas de la Unidad el pago es ms alto y a m no me alcanzarapara pagarlas (Conjunto El Rosario, Azcapotzalco).

    A pesar de lo complicado que es vivir en colectividad y del imaginario de lacasa sola, cuando la gente no tiene otra alternativa acopla sus sueos habitacio-

    nales con su realidad y entonces la propiedad de la vivienda se convierte en elfactor fundamental de satisfaccin residencial. De esta manera, la frustracin esmenor y ms manejable:

    Yo pienso que a todos nos gustara vivir en una casa sola, para no tener que ver lasjetas [sic] de algunos de los vecinos o para no estar dicindoles que no tiren basurao que no hagan ruido o que siquiera se tomen la molestia de ir a las juntas de vecinosPero como yo le dije, a m me gusta mi departamento, porque nos cost mucho te-

    nerlo y adems es nuestra casa (Conjunto Habitacional Lomas de Moctezuma, Invi).

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    Reflexiones finales

    Vivir en conjuntos implica una serie de situaciones que no enfrentan los residentesde otra tipologa habitacional. Si bien la presencia de las reas colectivas permitems oportunidades de encuentros entre los vecinos y su uso facilita establecervnculos sociales intensos, al mismo tiempo se producen relaciones vecinalescomplejas, no slo por la mayor proximidad fsica, sino fundamentalmente porla responsabilidad compartida de estos espacios comunes. Vivir en colectividad,en consecuencia, demanda que las personas ajusten sus prcticas e interesesprivados a circunstancias donde prevalezca el bien comn. Se ha explicado elgran deterioro fsico y social registrado en las unidades habitacionales comoresultado del desconocimiento que los residentes de estos espacios tienen de sus

    derechos y obligaciones, y los graves conflictos que enfrentan para organizarse.Sin embargo, considero que existen otros elementos que pueden explicar laproblemtica social y el deterioro de los conjuntos habitacionales relacionadoscon el significado que para los sectores populares tienen la vivienda y el conjuntohabitacional. As, la residencia no es slo el espacio de la reproduccin cotidiana,constituye un mbito privilegiado de solidaridad y apoyo para parientes con di-ficultades, adems de ser un lugar en el que las familias pueden llevar a cabo ac-tividades que les generen recursos. Esto es ignorado por quienes disean la vivien-

    da, los espacios comunes y en general este hbitat colectivo.Justamente, el imaginario de vida colectiva que se cristaliza en los conjuntos

    habitacionales establece una fuerte tensin con el imaginario habitacional de lapoblacin que hace referencia a la vivienda independiente. Los diseos arqui-tectnicos de las unidades, bajo la lgica de vida moderna (y para sectores mediosy altos), han sido utilizados en Mxico, a travs de su poltica de vivienda, paradar solucin al problema habitacional de los sectores populares. Sin embargo,encuentra resistencia en las perspectivas, prcticas cotidianas y significados que

    los residentes le asignan a su espacio habitacional.El Estado, mediante la Procuradura Social, busca regular la convivencia entre

    vecinos, focalizando su actuacin en acciones encaminadas a educar e informara la poblacin de lo que significa vivir en este tipo de espacios y las implicacionesque trae consigo el rgimen condominal. Tambin persigue generar concienciasobre las responsabilidades y derechos que la Ley de Condominios les otorga ensu calidad de ciudadanos. No obstante, hasta ahora, los problemas sociales y eldeterioro continan siendo una constante que caracteriza la forma de vida en

    los conjuntos.

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    Afirmo que esa tirantez entre el imaginario de vida colectiva, que se ha impues-to por medio de la poltica pblica y que se ha objetivado en conjuntos habitacio-nales, y el imaginario habitacional de la poblacin, no slo tiene que ver con lafalta de preparacin para asumir la responsabilidad compartida de los espacioscomunes, ni con los valores de convivencia, tolerancia y respeto que deben pre-valecer entre los vecinos (para hablar de carencia o presencia de una cultura con-dominal), antes bien, se vinculan (y muy estrechamente) con las diferencias entrelo que la gente ha elaborado en su imaginario sobre lo que es y debe ser una vivien-da, lo que se puede hacer en sta y con sta, y lo que en la realidad se les ofrece conun departamento de inters social que forma parte de un conjunto habitacional.

    Para finalizar, retomo las palabras de Graciela de Garay:

    Reconocer las tensiones derivadas del encuentro de puntos de vista tan diversos ycomplejos en torno al espacio arquitectnico permite cuestionar la nocin de un or-den impuesto unilateral y unvocamente. Por el contrario, a travs del estudio delespacio, podemos entender cmo el arquitecto propone un orden, el Estado lo im-pone, el usuario dispone y el vecino se opone (de Garay, 2004: 13).

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