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Conferencia de Prensa Miércoles, 27 de abril, 2011

Centro Católico – Jacksonville, Florida

En esta octava de Pascua de resurrección, extiendo mis saludos a todos ustedes. ¡Feliz Pascua Florida! Que la paz y el gozo de nuestro Señor Resucitado esté con ustedes. El Vaticano anunció esta mañana que seré el nuevo pastor de la diócesis de San Agustín, escogido por Su Santidad Benedicto XVI. Es un gran honor el haber sido escogido el décimo Obispo de la sede de San Agustín, Florida. Esta es una maravillosa diócesis que tiene un lugar tan sagrado en la historia de la Iglesia de Norte América y especialmente de la Florida. Estoy sumamente agradecido al Obispo Galeone por su ejemplar administración en la última década. Se que el Obispo Galeone ha expresado una profunda gratitud al liderazgo de su predecesor, el Obispo Snyder. Espero que la sabiduría de los Obispos Galeone y Snyder sea compartida conmigo. Quiero traer la buena nueva a todas nuestras ciudades, parroquias e instituciones educacionales y caritativas. Prometo mi total dedicación al pueblo de Dios en esta parte del noreste de la Florida, en su rica diversidad y profunda unidad. Es un profundo honor venir a ustedes – esta vez del sur de la Florida – ya que esta es una tierra donde la historia de la nueva evangelización de Norte América encuentra sus inicios heroicos. Es una tierra de mártires y de muchos misioneros y educadores creativos, una tierra donde prácticas pastorales creativas y nobles se desarrollaron, para llegar al pueblo en su cultura, sus razas e idiomas. Por muchos años he venido a esta Diócesis como peregrino en búsqueda de sus raíces, caminando sus calles antiguas y abrazando sus magníficas historias. Hoy, vengo para siempre, y quiero ser profundamente parte de ustedes. Estoy convencido que es voluntad del Padre eterno revelado por la mediación de la Iglesia, que sirvamos juntos a nuestro pueblo, en su camino de fe, esperanza y caridad – un pueblo destinado a actuar como sacramento para la sociedad, en su búsqueda de paz y justicia para todos.

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En imitación de Cristo, esposo de la Iglesia, me comprometo a amarlos hasta el extremo (Juan 13, 1). Espero también recibir del clero y los fieles todo el apoyo y colaboración. No es mi éxito o triunfo personal lo que importa, sino el fruto que Dios quiere para todos nosotros. Respeto y valoro profundamente el cuidado pastoral que los sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos comprometidos están haciendo como fuertes trabajadores en la viña del Señor… Ustedes son el rostro actual de Cristo vivo en el noreste de la Florida. Tenemos mucho que hacer juntos por Cristo y su Iglesia, en esta segunda década de este nuevo milenio. Quiero trabajar dentro de las líneas que (el futuro) Beato Juan Pablo II nos trazó para el futuro:

“No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros!

No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste. Es un programa que no cambia al variar los tiempos y las culturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de la cultura para un verdadero diálogo y una comunicación eficaz. Este programa de siempre es el nuestro para el tercer milenio.” (Carta Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 29).

Este programa me vigoriza. Con frecuencia se le llama “la nueva evangelización”…Con ustedes, buscaré el reino eucarístico de Cristo confiando que María, la estrella de la evangelización, nos ayudará a todos. En el cuidado pastoral, difundamos el amor eucarístico de Jesús a los jóvenes y a nuestras familias, a los pobres, a los enfermos y a la humanidad sufriente. Confío mi nuevo cuidado pastoral a María, la mujer eucarística. Pienso mudarme a mi nueva diócesis al principio de junio. Les pido sus oraciones para mi Instalación el próximo 1 de junio, en el contexto de las Vísperas en la Basílica de San Agustín, seguido por una misa de acción de gracias el jueves, 2 de junio a las 2 p.m. en la Iglesia San José (St. Joseph) en Jacksonville. La naturaleza del evento es hacer una sucesión apostólica, que de hecho esta Diócesis de San Agustín ha experimentado tantas veces.