Conferencia de La Vega

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1 Voy a proponerles pensar el tema de la violencia en la escuela a partir de ciertos características del mundo en que vivimos y de la cultura que le es propia. Es decir, pensar la violencia escolar, o la violencia en la escuela en paralelo con la violencia social. No obstante debo hacer una aclaración. Es un error pensar que lo social es algo exterior a la escuela, algo que contamina a la escuela desde una exterioridad. La escuela ya es lo social. Lo social es una abstracción, una generalización compuesta de una multiplicidad de particularidades, de la cual la escuela es una de ellas. Lo primero que quiero decirles es que la violencia en la escuela es un fenómeno reciente, no existió violencia escolar prácticamente desde la fundación de la escuela pública hasta hace solo algunas décadas. Una investigación reciente, que recorre la revista Anales de la Educación Común creada por Sarmiento, revela la inexistencia del término violencia en los artículos publicados sobre temas de indisciplina, delincuencia y anormalidad, durante más de 50 años (entre 1914 y 1959).. 1 La violencia en la escuela tiene una fecha precisa de aparición. Nace junto al terror, se desprendió claramente de él; es decir, la violencia en la escuela apareció luego de las dictaduras que arrasaron a casi toda Latinoamérica durante la década del 70. Su aparición corrió paralela con el avance lento pero inexorable de la producción global de desechos humanos, cuando proliferaron junto a la violencia de los sujetos, los grupos huérfanos, las comunidades inhóspitas, la masa amorfa. Violencia institucionalizada —violencia escolar, violencia en el fútbol, violencia en las tribus urbanas— que debemos distinguir de las formas anteriores de la violencia, las 1 - Bracchi, C. (2009) El tema de las violencias en la historia del sistema educativo. Una búsqueda en la revista Anales de la Educación Común. En: Kaplan, C. (Directora) Violencia escolar bajo sospecha. Buenos Aires. Miño y Dávila. 1

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Existe en nuestra sociedad una autntica obsesin por conocer todo, comunicar todo y mostrar todo, nada, absolutamente nada debe quedar desconocido, incomunicado u oculto

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Voy a proponerles pensar el tema de la violencia en la escuela a partir de ciertos caractersticas del mundo en que vivimos y de la cultura que le es propia. Es decir, pensar la violencia escolar, o la violencia en la escuela en paralelo con la violencia social.

No obstante debo hacer una aclaracin. Es un error pensar que lo social es algo exterior a la escuela, algo que contamina a la escuela desde una exterioridad. La escuela ya es lo social. Lo social es una abstraccin, una generalizacin compuesta de una multiplicidad de particularidades, de la cual la escuela es una de ellas.

Lo primero que quiero decirles es que la violencia en la escuela es un fenmeno reciente, no existi violencia escolar prcticamente desde la fundacin de la escuela pblica hasta hace solo algunas dcadas. Una investigacin reciente, que recorre la revista Anales de la Educacin Comn creada por Sarmiento, revela la inexistencia del trmino violencia en los artculos publicados sobre temas de indisciplina, delincuencia y anormalidad, durante ms de 50 aos (entre 1914 y 1959)..

La violencia en la escuela tiene una fecha precisa de aparicin. Nace junto al terror, se desprendi claramente de l; es decir, la violencia en la escuela apareci luego de las dictaduras que arrasaron a casi toda Latinoamrica durante la dcada del 70.

Su aparicin corri paralela con el avance lento pero inexorable de la produccin global de desechos humanos, cuando proliferaron junto a la violencia de los sujetos, los grupos hurfanos, las comunidades inhspitas, la masa amorfa.

Violencia institucionalizada violencia escolar, violencia en el ftbol, violencia en las tribus urbanas que debemos distinguir de las formas anteriores de la violencia, las cuales estaban encuadradas siempre, o casi siempre, en marcos ideolgicos.Se trataba del mundo moderno, mundo ideolgico, donde los conflictos eran expresados en trminos de ideas, de sistemas de ideas (grandes relatos) y resueltos en enfrentamientos polticos, conflictos que tenan diversas maneras de resolucin (estrictamente polticas o las distintas formas de violencia que, como la guerra, segn el clebre aforismo de Clausewitz, era la continuacin de la poltica por otros medios (era digo porque ya no lo es, segn muchos autores posmodernos las actuales guerras de exterminio, terroristas, guerrillas ya no devienen del enfrentamiento poltico sino de otra cosa)

Violencia que cuando deja de ser ideolgica o poltica se institucionaliza y la vamos a encontrar en la escuela, en el ftbol, en la calle.2Vamos a intentar pensar ahora estas nuevas formas de violencia y para ello comenzare leyendo un registro etnogrfico, que corresponde a la observacin de una clase, realizado por Carina Ratero:

Se trata de una escuela secundaria como tantas otras, de un da cualquiera, de un clima reconocible y recurrente. El estilo del texto potico, emotivo, apasionado contrasta con los afectos que dominan el relato:

Al ingresar all, ese jueves de mayo de 2010, sus ojos espan todava con extraeza, aquello que el tiempo continuo de los das, quizs termine por familiarizar.

En el hall de entrada observa la actividad febril de un hormiguero. Cuerpos que se arremolinan en la frentica msica de un mp3. Jvenes vivaces se divierten entre abrazos y empujones.

En medio de la muchedumbre y de las risas, algo sabe a ganado humano.

Un bullicio punzante ensordece el aire. La gritera no presta atencin al tiempo que conlleva la sucesiva alternancia de clases y recreos. El timbre suena por segunda vez, completamente ignoradoUna veintena de alumnos divididos en dos grupos, alienta en el pasillo a otros cuatro que pelean a golpes de puos. No ve ningn adulto. Entre el amasijo y los gritos, la violencia va cobrando fuerza gradual. Por un momento parecen bestias desconocidas.

La clase de Filosofa comienza, sin que esto acalle las risas ni el parloteo de voces chillonas. Es en una divisin de quinto ao. El 5to A orientacin Ciencias Naturales.

El profesor intenta desarrollar las concepciones de Hombre. Son pocos alumnos, apenas once. Nadie parece prestarle atencin.

Ella, observndolo, por unos segundos se pierde en sus propios pensamientos. El hombre le parece atractivo, fantasea, quizs si lo viera en otro sitio Sin embargo all, en medio del desorden de la clase, y a pesar de sus afanes explicativos, no existe ningn derroche. Nada que encendiera.

Despus de haberse vaciado de esas preguntas intiles, ella vuelve all en una mezcla de curiosidad y desazn. Es entonces que recorre con extraeza los rostros de los estudiantes, observando en algunos casos ausencia y en otros, una marcada indiferencia. Alguien bostezaba hundido en el banco de atrs. Advierte como algunos parecieran escuchar, pero lo hacen de modo intermitente.

Mir el reloj. Los minutos que restaban para el timbre le parecieron una eternidad.

Una vida se hace de meses, das, horas, minutos, segundos... Pens en las horas de vida que ese profesor y cada uno de esos chicos pasan en la escuela secundaria. En los minutos eternos, que ella llevaba all.

En algunos sitios el tiempo pasa con rapidez, sin embargo en otros Aqu pareca sometido a una lentitud adormecedora. El tiempo pareciera no pasar anot. Pasa algo ms?

Qu es lo que hace que este tipo, o que alguien, siga dando clases a pesar de todo?

El profesor da tiempo para leer y responder a la consigna. Los alumnos hacen actividades varias: leen y contestan mensajes de texto, conversan entre ellos, se pasan papelitos, se tiran cosas.

Todo parece indiferenciado en el activismo desmesurado de un puro presente. Apenas dos, tres, discuten la tarea.

Un grupo hace avioncitos de papel y se los tira a los compaeros. En el fondo toman un avioncito y le prenden fuego.

Ven que te tomo a vos dice el profesor a uno de los estudiantes de las primeras filas.

Mientras espera que los chicos lean y todo esto sucede, el profesor toma leccin oral sobre postmodernidad a un alumno que se adelanta con gesto impasible, luciendo con la visera hacia atrs, un gorro negro con inscripciones coloradas. Ella percibe all, que tal vez, tomar leccin a un alumno pueda ahorrarle a un docente de humillaciones complementarias.

No percibe ningn interrogante vital circulando en la clase. Se pregunta si el profesor esta atento a esto. Si alguna inquietud intelectual se abriera paso entre ese profesor y los chicos.

Unos minutos despus el Profesor retoma:

A ver Qu concepcin de Hombre puedes dar de la lectura?.

Magdalena lee lo que escribi: Descartes pone en duda los conocimientos tradicionales y todo es puesto en duda, el hombre se gua por la razn y dice pienso luego existo.

A ver qu bolazo le meto ahora a este dice Mateo, mirando a sus compaeros.

Apoyado sobre el respaldo del asiento de adelante, los hombros cados hacia un costado Mateo dice: En la postmodernidad, profe, el Hombre entra en crisis y lo que entra en crisis es el sujeto racional y hay incertidumbre. Magdalena le sopla, l repite: Nahuel tira sus cosas por el aire.

Otros juegan con las bufandas y se luchan en el aula.

A ver huevn si te me anims.

Callate boludn.

Van y vienen las palabrotas y las pias. Dos desaparecen entrelazados en las bufandas debajo de los bancos.

Chicos el vocabulario!! reclama el docente.

El Profesor contina explicando, como si asignara a sus palabras un carcter infalible,

Caos, indiferencia, confusin, falta de sentido, de acontecimientos (all no acontece nada), instantes eternos (presente adormecido, intoxicado). Los enfrentamientos fsicos sobresalen sobre ese fondo de humillaciones, hasto e insignificancia. Algo vital desaparece all, mientras la pregunta por el sentido conmueve al corazn de la escuela. 3Ahora bien, cual es la realidad de lo que ocurre en el aula, o de tantas otras realidades, ms all de la escuela, que hace tiempo han perdido su sentido, su historia, su brillo?

Como llegamos a esto? Esto no pasaba 30 o 40 aos atrs, la escuela era un recinto sagrado, un templo que se diferenciaba claramente de su exterior, la vida ordinaria, cotidiana.Como pasamos de una sociedad con ideas, con relatos ilusionantes a una sociedad sin ideas ni ilusin vital?Porque debemos saber que actualmente habitamos en sociedades posideolgicas, en las cuales ya no hay ideologas pues hemos deseologizado todo y reemplazado los antiguos relatos por conocimientos positivos, deconstructivos, analticos, etc.Un mundo que tiene una compulsin por conocer todo, comunicar todo, mostrar todo; nada, absolutamente nada debe quedar desconocido, incomunicado u oculto.

La ciencia y la filosofa, los dispositivos cibernticos y las pantallas se encargan de que todo eso se cumpla. No hay suceso que no sean racionalizados, deconstruidos, comunicados, mostrados por los diversos tipos de pantallas o dispositivos, cada vez ms sofisticados y complejos.

En virtud de esta obsesin por conocer, comunicar, mostrar el mundo se ha vuelto transparente, y gracias a esa transparencia, precisamente, todas las categoras comienzan a desdibujarse, a confundirse, a contaminarse: lo masculino y lo femenino ya no se distinguen fcilmente; el nio y el adulto nivelaron sus diferencias; el profesor y el alumno (ya no se sabe quien ensea a quien),.. Pasa tambin con la poltica que la encontramos en todas partes (ej.), con el arte, el cual ya no es un reducto exclusivo, todo es arteHabitamos un mundo en el cual se acabaron las polarizaciones ideolgicas. Se trata de un mundo atonal, como seala Alan Badieu, sin tonos, en el cual ya no nos orientamos.

Paralelamente, hemos experimentado una orga de liberacin en todos los mbitos: el de la razn donde se sustituy lo falso por lo verdadero, en el arte donde asistimos a la expulsin de lo feo por lo bello, en relacin al deseo el sexo se liber de su prohibicin, tambin hemos liberado al nio del adulto, a las mujeres del patriarcado, al discapacitado de las instituciones de normalizacin, de correccin, etc.Han desparecido las antiguas oposiciones y demarcaciones fuertes que nos orientaban y posicionaban en tierra firme. Se termin el mundo dialctico, de adhesiones y rechazos, de filiaciones, pasiones e identidades slidas.

Tras esas liberaciones consumadas todos los objetos, ahora devenido signos, son vendibles en un mercado globalizado y gobernado por las pantallas y los ordenadores. All todos los objetos y significados coexisten en una confusin generalizada que genera indiferencia, desaliento, desorientacin y miedo.Las identidades liberadas: el indgena, el negro, la mujer, el discapacitado (es decir, todas las figuras del otro redimido) comienzan a circular en relatos cnicos e hipcritas impulsados por el poder para disfrazar, o simular, la ausencia de polticas. Eso es lo que ha pasado con los smbolos del gueto afroamericano: la msica, la ropa, el basquetbol, la poltica del gueto fueron acondicionados y desactivados gracias a su promocin como objeto de consumo a escala global.

El rap, por ejemplo:

Lo cual se ve muy claramente tambin, en relacin a uno de los proyectos de la escuela que mayor difusin ha tenido en las ultimas dos dcadas, me refiero al relato de la inclusin y la diferencia.

Desde antes de los 90, luego de Salamanca, la escuela argentina y latinoamericana promete integrar a los nios con discapacidad, promesa que primero fue de integracin y luego de inclusin. El resultado tras 25 aos de entonar con entusiasmo y devocin la lrica multicultural ha sido paradjico: tenemos un aumento de la matrcula de la escuela especial, un fenmeno que se da en toda Latinoamrica, mientras que debera haber ocurrido lo contrario si de integrar en la escuela comn se trataba. No hay chicos con discapacidad en las escuelas comunes.Esta promocin de discursos revulsivos como objeto de consumo aumenta el desconcierto y la confusin: vemos confundirse ahora tambin los poderes y las resistencias; los relatos emancipadores son impulsados por el centro del poder, para conformar lo polticamente correcto y disfrazar o disimular la ausencia de polticas.

Este esquema se ha generalizado y es utilizado para neutralizar cualquier novedad. Todo acontecimiento, todo hecho revulsivo o contestatario es inmediatamente recuperado y ofrecido (tras su deconstruccin y exhibicin) para su consumo masivo y circulacin global. Esto posibilita la construccin de un sistema hipertrfico de control: la posibilidad de decir algo, de inventar algo nuevo, de transformar el mundo en que vivimos son nulas, inaccesibles, estn en virtud de este mecanismo tramposo yo creo muy complicadas.

4Avancemos ahora en direccin a los vnculos y afectos que se generalizan en estos nuevos contextos.

En las sociedades ideolgicas el control de la poblacin se haca fundamentalmente por medio de los aparatos ideolgicos o de disciplinamientos y la represin que tenan como contrapartida la rebelin y el enfrentamiento simblico o real, que se desplegaban por entero en el mbito de las ideologas.

En las sociedades posideolgicas, tambin pospolticas donde han cado los grandes relatos, el control, en cambio, se realiza por medio de la produccin del miedo, que desalienta, chantajea, disuade cualquier conflicto, lo obliga a retraerse y lo congela.

El miedo hoy est en todas partes: en primer lugar, como vimos, en el sistema de signos que no nos orientan ya, en esa encrucijada que nos hace recordar al semidios Pan, de los griegos (de donde proviene la palabra pnico) que se les apareca a los viajeros en los cruces de camino; pero tambin en los ataques terroristas, en los bombardeos quirrgicos a las poblaciones civiles de la guerra posmoderna, en la ciudad (Virilo), en el crimen organizado, en los desastres naturales, en los accidentes, en la TV, en la vida cotidiana, etc.El miedo es hoy el principio que gobierna las relaciones sociales. En sus formas extremas, el miedo se transforma en pnico y terror.

No es casual que una de las manifestaciones ms generalizadas del sufrimiento subjetivo sea hoy el panik attak.Tambin lo vemos en la escuela, cada vez con mayor frecuencia, en su forma simblica aparece en nuestra clase y en su irrupcin real, terrorfica los encontramos en las tragedias de Columbine o Carmen de Patagones, chicos, adolescentes disparando a quemarropa y asesinando a sus propios compaeros. Hace poco hubo otro caso en Brasil.

Cual es el objetivo del terror, del miedo: impedir que los conflictos se manifiesten, disuadirlos antes que vean la luz, desalentar sus expresiones y manifestaciones.Es decir, habitamos un mundo diferente, indolente, un mundo en el cual tenemos miedo y en el cual los conflictos no pueden formularse, son disuadidos, desalentados antes de que puedan manifestarse.

El esquema fundamental ya no es, como lo fue en las sociedades ideolgicas, es decir modernas, el del amo y el esclavo (en cualquiera de sus variantes el capitalista y el proletario, el profesor y el alumno, el adulto y el nio, el hombre y la mujer, etc.) sino el del terrorista y el rehn. Producir el miedo, el pnico, el terror esta en la base de nuestras relaciones cotidianas, y configura una dialctica reversible: somos a la vez el terrorista y el rehn.El miedo es producido por la estructura misma del sistema que habitamos, todos lo retransmitimos, todos somos terroristas y rehenes en forma reversible y alternativa.

All hay una violencia (que es la otra cara del miedo) que esta en el centro mismo de nuestras vidas, la violencia de un mundo que ha perdido su encanto, el secreto, la seduccin, su ilusin vital. Un mundo en el que ya no es posible inventar nada porque ya todo ha sido inventado, solo es posible all la copia, el simulacro, la parodia vaca.Esa violencia carece de sentido, de determinacin ideolgica, de objetivos revulsivos. Esta violencia se agota en ella misma, en su astucia disuasoria, en sus estrategias de chantaje, desaliento, conmocin.Violencia que tiene una fecha precisa de aparicin. Nace junto al terror, se desprendi claramente de l; aquel que conocimos en Latinoamrica en la dcada del 70 o aquel que en los 80 me refiero al neoliberalismo de Tacher y Reagan conden a millones de seres humanos a lo que Georgio Agamben llama la nuda vida, una vida inhumana.

Violencia que cuando deja de ser ideolgica o poltica se insitucionaliza: vilencia en la escuela, violencia en el deporte, en las tribus urbanas, etc.Antes la violencia, en sus distintas formas, simblica o real, era dirigida al otro (al indgena, al negro, al pobre) hoy, que nos hemos quedado sin otro, sin alteridad radical, la violencia va contra nosotros mismos.

Violencia que ya no es explosiva y liberadora sino implosiva y devoradora. Violencia de un organismo que se devora a si mismo: alumnos acosando a su profesores; hinchas amenazando a sus dolos o a sus rivales; estudiantes agrediendo a sus compaeros o a sus profesores; jvenes atacando a sus vecinos, etc.

La constelacin del rehn y el terrorista de la cual les he hablado aparece tambin en nuestra clase; uno tiene la impresin que unas veces el profesor es rehn de los alumnos y otras los alumnos lo son del profesor. La parodia terrorista fue evidente en ese episodio que vimos hace algn tiempo por TV, donde unos alumnos prendan fuego en la cabellera de la profesora mientras la filmaban.

Carmen de Patagones o Columbine muestran tal cristalizacin en estado puro, el terror en estado puro.

Uds recuerdan lo que aconteci aquella maana fatdica del ao 2004 en Carmen de Patagones, cuando Juniors, un chico de 15 aos, entr a su escuela portando una pistola Browning 9 milmetros y dispar, sin pausa, sobre sus compaeros, asesinando a tres de ellos e hiriendo a otros tantos.Estos episodios revelan, creo yo, otra de las caractersticas centrales de esta violencia, que tiene que ver con cierta lgica social que se est generalizando en distintos mbitos (insitituciones, medios, etc.)Uds. saben que la escuela de Junior estaba asesorada y orientada por los equipos escolares (Buenos Aires posee el mayor aparato psicoeducativo del pas), por lo cual era de esperar que las rarezas del chico no pasaran desapercibidas. Evaluado por el Equipo de Orientacin, Junior fue derivado rpidamente a psicoterapia.

Ms all de la intervencin local, resulta reveladora la estrategia que haba sido utilizada por la escuela bonaerense, quien exhibi, en el contexto de un programa del Ministerio de Educacin, el documental de Michael Moore, Bowlling for Columbine.

Es un dato conocido, que eligi la masacre en el colegio norteamericano como tema de una monografa encargada por el profesor de Derechos Humanos.

Una extraa conjuncin se produjo en aquel escenario tensionado aun, sin dudas, por la fractura y el drama social. Esto nos obliga a reflexionar sobre las propuestas participativas que estn siendo muy utilizadas por la poltica, no solo la poltica educativa sino la poltica en general, y creo que es el caballito de batalla con que ms utilizamos para intervenir actualmente en el mbito de las instituciones, la escuela entre ellas.Existe actualmente una discusin en relacin a ciertos aspectos de estas estrategias de intervencin que es necesario creo retomar.

Desde fines de los sesenta, de la mano del psicoanlisis lacaniano y de la psicosociologa (que brill luego del mayo francs) se insisti en la necesidad de tomar la palabra, tanto al nivel del sujeto como al nivel de las instituciones. El surgimiento de una palabra verdadera, extrada del inconsciente individual o del inconsciente poltico, guiaba las intervenciones y sus estrategias. Mas adelante, desde la filosofa surgieron nuevas justificaciones. Habermas habl de la accin comunicativa y de la importancia de crear espacios de comunicacin libres de dominacin para avanzar en la construccin de sociedades ms democrticas. Rorty, desde el nuevo pragmatismo avanz en una direccin bastante similar a la de Habermas. El lenguaje, la comunicacin, en este registro, era un antdoto contra la violencia y otros males. Ms tarde Foucout y Deleuze Guattari con sus nociones sobre micropoltica permitieron a estas estrategias participativas sacar su carta de ciudadana en varios mbitos.Ahora bien, otros autores han puesto en cuestin esta idea del lenguaje como un instrumento pacificador y liberador. El mismo Lacan, en sus desarrollos tardos puso de manifiesto cierta dimensin mortfera del lenguaje que corre en paralelo con la produccin de sentidos y significados. Zizek, desde una nueva articulacin de Marx y Lacan, se pregunta: y si los humanos superan a los animales en su capacidad para la violencia precisamente porque hablan? para situar luego, cuestin con la que estaran de acuerdo muchos, desde Hegel a Baudrillard, pasando por Heidegger y Levinas, que hay siempre violencia en la simbolizacin de algo.Desde aqu, y para cerrar, quiero examinar la hiptesis de Baudrillard que me parece osada y brillante a la vez pues creo yo nos da pistas para interpretar ciertas caractersticas de la violencia actual, o al menos algunas de sus expresiones, especialmente su afinidad con los medias (TV).Baudrillard plantea que hay en todo psicodrama o sociodrama participativo o deliberativo una transicin potencial del espectador al actor que se da tambin en la TV actual. Tomar la palabra, ser protagonista del cambio social.

Ser actor, dejar de ser espectador. Se termin la sociedad del espectculo y la posicin pasiva que tena all el espectador alienado frente al medio.

Esa transicin suele ser letal en el contexto descripto del vaci de sentido e insignificancia que caracteriza al mundo posmoderno, y en ciertas situaciones: Baudrillard da ejemplos vinculados a la violencia en el ftbol pero creo yo que podramos poner all tambin los trgicos ejemplos de Patagones, Columbine, etc.En los talleres de la deconstruccin, en el divn pblico de la escuela, en el teatro de los relatos escolares la locura irrumpe con su rostro sin voz all donde se haba solicitado la palabra. Extrao agenciamiento maqunico, en trmino de DeleuzeGuattari, entre la locura, la pantalla, la escuela y el lenguaje.

Extraa transicin tambin: de la imagen o de la escritura a lo real. Sorprende tambin, la mecnica de aquella transicin; hay una presesin de la pantalla que es muy evidente tambin en actos terroristas o en determinadas tragedias sobre ese tipo de violencia, existe una solicitacin a pasar de espectador a actor, demanda que no es solo televisiva sino que est inscripta en el corazn de todo psicodrama de la participacin, de toda simulacin psicologista de tipo participativo.

Exceso del protagonismo en el vaco del sentido, solicitacin del narrador en el teatro del cinismo, transicin del espectador al actor abismado. Sin duda, la hiptesis es aplicable a la escuela.

Ms que un acontecimiento, esta violencia es la forma implosiva que adopta la ausencia de acontecimiento.Un mundo en el cual crece la hipocresa, el cinismo, los relatos tramposos que disfrazan con ropajes polticamente correctos la ausencia de acontecimientos verdaderos.

Un mundo sin ilusin, sin secreto ni seduccin, sin acontecimientos. Un mundo descorazonado, sin corazn,

Un mundo solo de apariencias, de parodias vacas (al decir de Jameson), de simulacros (al decir de Baudrillard), de disfraces, de maquillajes, de trampas cada vez ms difciles de eludir.

Esto es lo que vemos en nuestra clase. El pastiche, que Jameson define distinguindolo de la parodia donde siempre hay un subtexto crtico, como una simple imitacin, una reedicin de formas vacas, muertas, que hace tiempo han perdido su brillo, su sentido, su valor.

- Bracchi, C. (2009) El tema de las violencias en la historia del sistema educativo. Una bsqueda en la revista Anales de la Educacin Comn. En: Kaplan, C. (Directora) Violencia escolar bajo sospecha. Buenos Aires. Mio y Dvila.

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