Conferencia Cultura de La Legalidad Diego Lopez Medina Enero 08 2014

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    LA "CULTURA DE LA LEGALIDAD" COMO DISCURSO ACADMICO Y

    COMO PRCTICA POLTICA.

    UN REPORTE DESDE AMRICA LATINA.

    Diego Lpez Medina

    Diego Lpez Medina es profesor de derecho de las Universidad de los Andes en

    Bogot, Colombia. El profesor Lpez Medina tiene un doctorado en derecho (S.J.D.) y

    una maestra en derecho (LL.M.) de la Universidad de Harvard en Estados Unidos; a

    nivel de pregrado tiene los ttulos de Abogado y de Filsofo otorgados por Pontificia

    Universidad Javeriana. Entre sus actividades profesionales, el profesor Lpez Medina

    es actualmente Conjuez de la Corte Constitucional de Colombia; ha sido Juez ad hoc de

    la Corte Interamericana de Derechos Humanos; adems se ha desempeado como

    consultor internacional en temas de derechos fundamentales, justicia constitucional y

    reforma judicial y ha impartido cursos y conferencias sobre sus temas de investigacin

    en diversas universidades de Amrica Latina, Estados Unidos y Europa. El profesor

    Lpez Medina ha escrito, entre otras obras, los siguientes libros: "Teora impura del

    derecho: la transformacin de la cultura jurdica latinoamericana", (Editorial Legis,2004); "Interpretacin constitucional", (Consejo Superior de la Judicatura, 2002); La

    letra y el espritu de la Ley (Editorial Temis, 2008) y "El derecho de los jueces",

    (Editorial Legis, 2001, 2006).

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    RESUMEN

    El artculo describe la formacin en aos recientes de un movimiento transnacional

    difuso que estudia y promueve una reactivacin de la cultura de la legalidad como

    manera de obtener un mayor y mejor cumplimiento de las normas legales por parte de

    la ciudadana. Este movimiento se articula en torno a discurso acadmico y a prcticas

    polticas. Mandarines y practicantes se especializan en alguna de estas dos formas

    de intervencin en el campo. El artculo esboza un mapa de las principales tradiciones

    acadmicas que hoy son utilizadas como pilares del movimiento, argumentando que el

    mismo est caracterizado por un marcado pluralismo terico que puede generar, como

    de hecho lo hace, falsos consensos entre los promotores del proyecto poltico.

    En especial, el artculo muestra las razones por las cules el movimiento (como

    ideologa y como prctica) se ha expandido en pases de Amrica Latina (en Mxico,

    Brasil y Colombia con particular fuerza). Coyunturas recientes de ilegalidad se han

    sumado a la existencia de una cultura estructural del incumplimiento normativo que

    han hecho atractiva la propuesta de la cultura de la legalidad como idea -fuerza de

    movimientos tericos y polticos. En Colombia, en particular, el artculo describe el

    trabajo del intelectual y poltico Antanas Mockus y el impacto que sus propuestas,

    centradas en la reconstruccin de una cultura ciudadana, de la legalidad y de la

    convivencia han tenido en el debate poltico colombiano. El eclecticismo terico con el

    que Mockus elabora sus propuestas le ha permitido dialogar con votantes de izquierda y

    derecha y, al mismo tiempo, proponer una poltica moderna, anti-clientelista y anti-

    partidista que busca apelar a la sensibilidad del voto independiente que se ha liberado

    de las antinomias ideolgicas propias del conflicto armado colombiano.

    En ltimo lugar, el artculo trata de mostrar cmo el movimiento por la cultura de la

    legalidad tiene todava importantes desafos tericos por resolver: entre otros, la

    cultura de la legalidad termina sobre-enfantizando la percepcin (tanto proyectada

    como interiorizada) segn la cual la cultura del incumplimiento es un fenmeno

    particularmente atrincherado en la Amrica Latina, reproduciendo as clichs culturalesque, ms all de describir disfunciones innegables, terminan esencializando en la regin

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    caractersticas estructurales del proyecto liberal de legalidad que han sido bien descritas

    por ciertos sectores de la teora crtica del derecho; en segundo lugar, el movimiento

    por una renovada cultura de la legalidad parece presentarse frecuentemente como una

    reedicin del positivismo jurdico y, por tanto, como un neolegalismo cuando, en

    varias experiencia latinoamericanas, un proyecto cvico de nomo -orientacin

    voluntaria ha sido posible a travs de la cultura y de la retrica de los derechos y, por

    tanto, a travs de la ideologa del estado constitucional de derecho. Esta definicin

    genera tensiones entre mandarines de la cultura de la legalidad que trabajan desde la

    teora del derecho y amenaza con impedir avances concretos mientras se resuelven los

    dilemas tericos.

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    You say you'll change the constitution

    Well, you know

    We all want to change your head

    You tell me it's the institution

    Well, you know

    You better free you mind instead

    The Beatles, Revolution.

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    1. La cultura de la legalidad como idea-fuerza en la poltica contempornea

    En varios pases, pero con particular intensidad en la Amrica y la Europa latinas, se

    viene hablando de la importancia de reavivar una cultura de la legalidad entre la

    ciudadana. La necesidad de reconstruir una cultura de la legalidad est

    especialmente presente en el debate en Mxico, Brasil y Colombia (por la Amrica

    Latina) y en Italia y ahora en Espaa (por la Europa latina). Aunque con menor

    dinamismo, el debate tambin se ha extendido a otros pases de Amrica Latina (donde

    se podra citar a Ecuador, Bolivia y Guatemala).

    Las razones de esta localizacin del proyecto son mltiples: estos pases han padecido

    de fenmenos muy graves de delincuencia organizada generalmente relacionados con el

    narcotrfico; los niveles de informalidad econmica, social y poltica fragilizan

    severamente la eficacia (hasta afectar incluso su validez) de las reglas jurdicas; se ha

    llegado a hablar de la generacin de muy extendidos espacios de narco-cultura en los

    que se desafan las normas y los valores oficialmente aceptados por el Estado y los

    segmentos de la sociedad que le permanecen leales; se sospecha, incluso, que el Estadohaya sido capturado por estos proyectos hasta el punto de que su derecho se haya

    convertido en una fachada para el rentismo y la explotacin que benefician a ciertos

    grupos sin sensibilidad aparente para la construccin de lo pblico.

    A partir de esta constelacin de preocupantes fenmenos se origina una falta de

    armona entre las expectativas normativas oficiales del Estado y su derecho y, por el

    otro lado, el conjunto de valores y reglas que estas sub-culturas1 proponen. Estos

    fenmenos, adems, se dan sobre el estereotipo (tanto proyectado como interiorizado)de una cultura latina que tendra una relacin desabrochada e informal con las normas

    legales y sociales, rayana ms bien en una cultura del incumplimiento: se tratara,

    segn esta visin, de sociedades mal ordenadas, caticas, espontneas e informales,

    donde los ciudadanos no comparten una cierta cultura de la legalidad que lleva a que

    (como s ocurrira en latitudes ms septentrionales) se paguen los impuestos a tiempo,

    1La calificacin de sub-culturas proviene de la perspectiva de una cultura oficial dominante que elEstado avala, entre otros mecanismos, con su derecho.

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    se detenga el automvil cuando el semforo est en rojo, no se sustraigan los recursos

    pblicos, etc., etc.

    A veces aparecen en la arena poltica y social ideas-fuerza que buscan integrar

    propuestas y orientaciones generales de cambio social y poltico. En el mundo

    contemporneo circulan algunas de tales ideas-fuerza con su consabido grupo de

    expertos y polticos que las defiende. Entre ellas estn, por ejemplo, los conceptos

    articuladores de buen gobierno, lucha contra la corrupcin, libre comercio,

    desarrollo sostenible, etc., etc.2Entre ellas, quizs como una hermana menor que no

    se ha desarrollado completamente, est el ideal de construir una cultura de la

    legalidad, usualmente ligada, como componente, a proyectos de creacin de cultura

    ciudadana o inclusode cultura de la convivencia. Se trata, como las otras, de unaidea-fuerza que busca articular alguna propuesta poltica general y que parte de

    identificar alguna dimensin ms o menos general y altamente importante de la vida

    social que, adecuadamente desarrollada, se constituye en el factor principal para lograr

    alguna meta altsimamente deseable: la felicidad, el desarrollo econmico, la confianza

    institucional, el respeto de los derechos, la igualdad, la libertad etc., etc. La propuesta

    de generar una cultura de la legalidad ya ha entrado en el programa poltico de

    algunos partidos y movimientos donde, por su generalidad, es blandida como piezacentral de un ideario transformador.

    En concreto, el movimiento en favor de una cultura de la legalidadidentifica que la

    dimensin fundamental de la vida social que hay que reforzar es el nivel de

    cumplimiento voluntario, por parte de los ciudadanos, de las reglas institucionales y

    compartidas de convivencia. Argumenta, igualmente, que de lograrse una generalizada

    cultura de la legalidad en una polis, ello permitira, entre otras cosas deseables, altosniveles de transparencia y honestidad gubernativa, confianza social, eficiencia

    econmica, empoderamiento individual, democracia poltica, social y econmica etc.,

    etc. Se lograra tambin, en un nivel ms especfico, la reduccin de muchas formas de

    criminalidad (por ejemplo, de la piratera electrnica, de la extorsin econmica y de la

    2En artculos recientes, por ejemplo, Jeffrey Sachs ha dicho que el desarrollo sostenible se convertir enel principio organizador de nuestra poltica, economa y hasta tica en los prximos aos. Aunque lacultura de la legalidad no parece tener la misma potencia ideolgica, es cierto que puede ser tambin

    utilizado como principio organizador del discurso poltico.Al respecto vase el artculo de SACHS, J,La era del desarrollo sostenible.Diciembre 23 de 2013 enhttp://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanish

    http://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanishhttp://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanishhttp://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanishhttp://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanishhttp://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanishhttp://www.project-syndicate.org/commentary/jeffrey-d--sachs-proposes-a-new-curriculum-for-a-new-era/spanish
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    violencia ligada a los comportamientos mafiosos o de ataques contra la libertad sexual),

    el aumento generalizado de la seguridad vial y la mejora en la movilidad urbana, mayor

    respeto e interacciones positivas con la polica, la judicatura y dems autoridades,

    mayor respeto por los derechos de los trabajadores, mayor respeto por los derechos de

    autor de producciones culturales, aumento de actitudes solidarias de convivencia

    vecinal, disminucin de los conflictos y aumento de su resolucin mediante el arreglo

    directo y la mediacin social natural, etc., etc., etc.3 Este listado procede de algunos

    de los objetivos concretos planteados por diferentes campaas de cultura de la

    legalidad que el movimiento ha inspirado. Debe observarse con claridad, empero, que

    estos proyectos tienen resonancias muy diversas en el espectro poltico contemporneo:

    de un lado, pueden ser fcilmente apropiables por polticos de derecha o centro-derecha

    donde la apelacin a la legalidad es parte de polticas de seguridad ciudadana en las que

    se busca recuperar la autoridad del Estado para establecer un renovado law and order

    que habra sido amenazado por tasas de criminalidad ascendientes que, a su vez,

    provendran de fenmenos ms generalizados de indisciplina social frente a las normas.

    En esta invocacin de la legalidad puede recordarse la aplicacin de la teora de las

    broken windows de la cual Rudolph Giuliani ha sido defensor y promotor en muchas

    partes del mundo.4 Pero la cultura de la legalidad tambin puede ser un llamado, por

    ejemplo, a que los empleadores cumplan voluntariamente con las obligaciones laborales

    que impone la ley para los trabajadores y que, de esta manera, los formalicen en

    economas, como las latinoamericanas, donde la relacin laboral es esquivada a travs

    de diferentes mecanismos y ficciones para reducir costos de produccin. Esta agenda de

    construccin de legalidad laboral es ms cercana a los reclamos de sindicatos y

    3Este listado procede de algunos de los objetivos concretos planteados por las campaas de cultura de la

    legalidad que el movimiento ha inspirado.4El exalcalde Guiliani, de hecho, es un respetado consultor en temas de seguridad para Amrica Latina yla teora de las ventanas rotas todava aparece con frecuencia como orientadora de polticas pblicas. Lateora proviene de los trabajos de James Wilson y George Kelling que lograron gran repercusin en elartculo publicado en The Atlantic Monthly, Marzo de 1982: "Broken Windows: The Police andNeighborhood Safety". La teora, a su vez, est basada en el experimento de 1969 del psiclogo deStanford Phillip Zimbardo al que Giuliani cita con frecuencia. Zimbardo estacion dos automviles, eluno en el Bronx (Nueva York) y el otro en Palo Alto (California). El automvil estaba aparentementeabandonado y con su cap levantado. Segn el reporte del investigador, en el Bronx el automvil empeza ser vandalizado a los 10 minutos de su abandono y en menos de 24 horas no haba ningn otra cosaque pudiera ser removida; en Palo Alto, en cambio, el carro se mantuvo intacto durante una semana, alfinal de la cual Zimbardo le rompi una ventana. Despus de ello, en pocas horas el auto haba sidovolteado y vandalizado. El experimento es reportado por Wilson y Kelling en su artculo. Debe

    repararse, en todo caso, que el mantenimiento del orden que reportan Wilson y Kelling no se encamina,directamente, al cumplimiento de la ley, sino ms bien de normas informales que dan una percepcinde orden en las interacciones urbanas.

    http://www.manhattan-institute.org/pdf/_atlantic_monthly-broken_windows.pdfhttp://www.manhattan-institute.org/pdf/_atlantic_monthly-broken_windows.pdfhttp://www.manhattan-institute.org/pdf/_atlantic_monthly-broken_windows.pdfhttp://www.manhattan-institute.org/pdf/_atlantic_monthly-broken_windows.pdf
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    organizaciones de izquierda. El llamado a la legalidad es casi siempre selectivo en los

    proyectos concretos de intervencin; y los normas especficas que se respaldan con

    estos proyectos implican una cierta toma de priorizacin poltica.

    Todo proyecto de cultura de la legalidad, adems, tiene una polis de referencia donde

    pretende intervenir y lograr resultados. La polis de referencia es imaginada en

    diferentes registros: algunos proyectos tienen alcance nacional y buscan crear las

    condiciones para el mejoramiento de la cultura de la legalidad y la convivencia al nivel

    generalsimo del estado-nacin; en otros lugares, los proyectos de cultura de la

    legalidad tienden a ser intensamente locales: en Mxico, por ejemplo, los estados

    federados lo han impulsado de manera significativa; y en Colombia, de otro lado, la

    cultura de la legalidad se ha desarrollado ms bien a nivel municipal y barrial, contonos marcadamente comunitaristas.

    2. Breve descripcin de la cultura de la legalidad como campo de pensamiento y

    accin

    As entendido, pues, el movimiento a favor de la cultura de la legalidad constituye

    una plataforma general de ideologa (que, aunque policntrica y difusa, tiene suficientestpicos que comparten sus adeptos) que permite el diseo y ejecucin de campaas

    especficas de intervencin. Como campo de pensamiento y accin, en el movimiento

    se da la confluencia de sus lites de liderazgo y all se dan sus debates tericos e

    ideolgicos que buscan perfilar y potenciar el discurso que cohesiona a sus miembros;

    de otro lado, en las campaas de intervencin, el movimiento buscar hacer

    realidad sus ideas y lograr incidir en el diseo y ejecuci n de polticas y acciones

    concretas que permitan la instauracin de una deseable cultura de la legalidad. Los

    polticos y la poltica son usualmente necesarios para una adecuada articulacin

    entre el movimiento y sus campaas. En el presente artculo le dar el nombre de

    mandarines a los miembros de las lites que participan en el dilogo de configuracin

    ideolgica del movimiento; y llamar practicantes a los implementadores de sus

    campaas de impacto.

    Los mandarines del movimiento tienden a ser politlogos, juristas, economistas,

    socilogos, psiclogos sociales y naturalmente polticos; ellos mismos pueden

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    descender y servir tambin como practicantes en la ejecucin de proyectos donde

    se encontrarn con otros agentes facilitadores tales como jueces, funcionarios pblicos,

    policas, fiscales, asociaciones y gremios de los ms diversos pelambres, publicistas,

    periodistas5y, finalmente, con suerte, con la ciudadana.

    Se trata de un movimiento con races ideolgicas transnacionales y muy plurales, pero

    con una organizacin dbil y poco interconectada. En su acervo ideolgico genrico,

    pues, caben muchos autores y lneas de pensamiento que permitiran, de cierta manera,

    una alianza intelectual amplia; pero este pluralismo terico puede ser tambin, en parte,

    el peor enemigo del movimiento al generar tensiones y diferencias irresolubles entre

    las diferentes tendencias tericas y polticas que pueden llegar a anidar en l. Un corto

    listado del acquis intellectueldel movimiento es, a la vez, esperanzador (por su riqueza

    y diversidad) pero, de todas maneras, algo desorientador6. Algunas de estas

    contribuciones vienen de la ciencia poltica y social (i a v); otras son propias de la

    teora contempornea del derecho (vi-vii). Los mandarines del movimiento (segn sean

    cientficos sociales o abogados) acuden a unos u otros referentes tericos:

    (i) segn una genealoga particularmente importante para Mxico 7e Italia, la cultura

    de la legalidad se alimenta parcialmente de la lnea que empiez a en el texto de Almond

    y Verba8, Civic Culture, y que desciende contemporneamente por los trabajos de

    Inglehart9, Huntington10, Fukuyama11, pero especialmente en la obra de Robert

    5Claro, la lista puede ser mucho ms larga.6 Este listado no es exhaustivo pero s refleja las que considero son las principales tradiciones

    intelectuales que son tpicamente usadas para la construccin de un discurso normativo que pretendenestablecer o fortalecer la cultura de la legalidad en algn sitio.7 En la autorizada voz de Pedro Salazar Ugarte, quien es uno de los principales mandarines delmovimiento para el muy dinmico caso mexicano donde la estructura federal ha servido, si no para suprofundizacin terica, por lo menos s para su presencia meditica y poltica. Para una referenciageneral puede verse su trabajo de 2005, Democracia y (cultura de la ) legalidad. Cuaderno No. 25.Mxico D.F.: Instituto Federal Electoral- IFE8Almond, G., y Verba, S., 1989. The Civic Culture, Political Attitudes and Democracy in Five Nations.3 Ed. Newbury Park: Sage Publications9Inglehart, R., 2004.Human Beliefs and Values. 1 Ed. Mxico D.F: Siglo XXI Editores.10Huntington, S., y Harrison, L., 2000. Culture Matters, How Values Shape Human Progress. 1 Ed.New York: Basic Books.11Fukuyama, F., 2000. Social Capital and Civil Society. IMF Working Paper, [document electrnico]

    Disponible en: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=879582 [Recuperado el 03 deenero de 2013]. Fukuyama, F., 2008. Falling Behind, Explaining the Development Gap Between LatinAmerica and the United States.1 Ed. Oxford: Oxford University Press.

    http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=879582http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=879582http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=879582
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    Putnam12, tan conectada con el renacimiento de una cultura legalista y antimafiosa, a

    travs del concepto de capital social y de las campaas concretas que buscan una

    Italia de los valores, el renacer de las conciencias, la primavera de Palermo o, por

    raro que parezca, el sabor de la legalidad13;

    (ii) por otra lnea poltica muy diferente, pero tambin de vieja data, contribuiran los

    estudios empricos (a caballo entre la psicologa social y la sociologa del derecho)

    sobre law compliance realizados por la psicologa social y el law and society

    estadounidense desde los aos setentas y diestramente resumidos por Tom R. Tyler en

    su Why People Obey the Law;

    (iii) con alto nivel de influencia tambin estaran representadas las elaboraciones que,

    con base en la teora de juegos, permitieron a Buchanan y Brennan14, de un lado, y a

    Thomas Schelling15y Jon Elster16de otro, hablar de la conexin entre la racionalidad,

    los precompromisos normativos y auto-restricciones al comportamiento;

    (iv) esta ltima lnea de reflexin, a su vez, hizo parcial sinergia y fue reelaborada en la

    historia institucional del crecimiento econmico cuando Douglas North y Barry

    Weingast vincularon el xito econmico nacional y la institucionalidad jurdica (a

    travs de la proteccin de la propiedad y del contrato por medio de una judicatura

    independiente17) a travs del concepto de precompromiso constitucional en su

    12 Putnam, R., 1993. Making Democracy Work, Civic Traditions in Modern Italy. 1 Ed. Princeton,Princeton University Press.13En el ao 2006 se estableci en el Foro Trajano de Roma una primera tienda, con el nombre de Isapori della legalit que buscaba incentivar el consumo de los bienes y servicios de productores que se

    resisten a la extraccin mafiosa o que cultivan las tierras expropiadas a las mafias. Esta iniciativa se haextendido en Italia y es parte de las actividades ms amplias de la ONG Libera, Associazioni, nomi enumeri contro le mafie fundada en el ao 1995. Su extenso activismo, donde el tema de la legalidad essiempre medular, pueden revisarse en su pgina web,http://www.libera.it/flex/cm/pages/ServeBLOB.php/L/IT/IDPagina/114 Brennan, G., y Buchanan, J., 2008. The Reason of Rules: Constitutional Political Economy.Cambridge: Cambridge University Press.15 Schelling, T., 1984. Choice and Consequence, Perspective of an Errant Economist. Cambridge:Harvard University Press. Schelling, T., 2006. Micromotives and Macrobehavior.Revised Edition. NewYork: W.W. Norton.16 Elster, J., 1979. Ulysses and The Sirens, Studies in Rationality and Irrationality. Cambridge:Cambridge University Press. Elster, J., 1989. The Cement of Society, A Study of Social Order.Cambridge: Cambridge University Press17

    La independencia de la rama judicial tiene que ver con su legitimidad: North pensaba que la judicaturaes una institucin esencial, porque mediante ella se crea la confianza necesaria entre grupos socialesopuestos para poder resolver adecuadamente sus conflictosy dedicarse a la actividad productiva y no al

    http://www.libera.it/flex/cm/pages/ServeBLOB.php/L/IT/IDPagina/1http://www.libera.it/flex/cm/pages/ServeBLOB.php/L/IT/IDPagina/1http://www.libera.it/flex/cm/pages/ServeBLOB.php/L/IT/IDPagina/1
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    importante artculo Constitutions and Commitment: The Development of

    Institutionally Governing Public Choice in 17th Century England (1989)18, dndole as

    pie de entrada al neo-institucionalismo econmico y a las polticas que ste inspir

    mientras fue la ideologa cuasi-oficial de organismos multinacionales de desarrollo;

    (v) estas diversas lneas, a su vez, han impacto el trabajo del poltico e intelectual

    colombiano Antanas Mockus quien ha sido, de lejos, el que mayores intentos ha hecho

    por crear un corpus de investigacin que vincule correctamente los aspectos ideolgicos

    y los prctico-polticos de la cultura de la legalidad que se enmarcan, a su vez, dentro

    de un concepto ms amplio, el de cultura ciudadana. El trabajo de Mockus se ha

    expandido a travs de su ONG Corpovisionarios que ha sido el ms importante

    vector de difusin del proyecto en Amrica Latina a travs de la rplica de su Encuesta

    de Cultura Ciudadana-ECC (como herramienta diagnstica)1920 y de campaas

    concretas realizadas en Mxico, Bogot, Quito, entre otras muchas ciudades;21

    conflicto abierto. La politizacin excesiva de la justicia afecta su legitimidad, porque les impide a losciudadanos creer en ella.18 Claro, entre muchos otros de la ingente produccin de North. Este artculo, sin embargo, ha sidoespecialmente influyente en crculos econmicos y polticos porque ha llevado a revaluar positivamentela Constitucin como instrumento de eficiencia econmica y no meramente como documento doctrinario

    y poco pragmtico (como fue fundamentalmente la perspectiva que tuvieron economistas y polticosprogresistas y positivistas a comienzos del siglo XX).19La encuesta de Cultura Ciudadana examina 13 mbitos que miden las percepciones ciudadanas sobre:1.La interrelacin entre ley, moral y cultura; 2. Sistemas reguladores del comportamiento; 3. Movilidad;4. Tolerancia; 5. Cultura tributaria; 6. Cultura de la legalidad; 7. Seguridad ciudadana; 8. Acuerdos: 9.Participacin comunitaria; 10. Confianza; 11. Mutua regulacin: 12. Victimizacin; 13. Probidadpblica.20Tambin es til hacer una descripcin de algunos de los hallazgos tpicos de las Encuestas de CulturaCiudadna de Mockus: muestran, en primer lugar, el diferencial que hay entre la percepcin delcomportamiento de los ciudadanos y de los dirigentes: los primeros piensan sistemticamente que lossegundos son ms incumplidos a todo lo largo de una serie de conductas ilcitas como las siguientes:parquean vehculos en zonas prohibidas, arrojan basura a la calle, daan los basureros o canecas, ponenel equipo de sonido con volumen excesivo, arrojan escombros o materiales en las vas, venden

    mercancas en los andenes, no usan casco para andar en moto o en bicicleta. Luego se pregunta por lascausas de la conflictividad y la respuesta a la misma. Mockus busca reemplazar la violencia comorespuesta a la auto- o la hetero-composicin. Frente a la respuesta violenta frente al conflicto, la encuestaindaga por las justificaciones de la misma o por la justificaciones de encontrar justicia por mano propia.Estos datos, a su vez, son cruzados con diferentes variables de percepcin: (i) porcentajes de aquellos queestn de acuerdo con el porte civil de armas; (ii) percepciones de seguridad/inseguridad de las ciudades;(iii) niveles de tolerancia frente a grupos sociales estigmatizados; (iv) cultura de la legalidad. De estamanera examina el imaginario compartido de los encuestados: si considera que la ley sea una imposicinde unos pocos o, ms bien una expresin de voluntad colectiva. Igualmente examina las justificacionespara desobedecer la ley, las respuestas frente a la ilegalidad de otros ciudadanos y frente a la propia, elnivel de confianza y acuerdos, y un mdulo adicional donde mide la opinin sobre algunos de los mitosde la legalidad en Mxico: por ejemplo, el aforismo popular quien no tranza, no avanza. Para Mockus,en una estilizacin, ley es la prohibicin de usar la v iolencia ms la obligacin de resolver los

    conflictos civilmente.21 Mockus ha servido como consultor en polticas de cultura de la legalidad en varias ciudadeslatinoamericanas: la ECC ha sido realizada en Mxico D.F 2008, Belo Horizonte 2008, Caracas 2009, La

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    vi) en los trabajos de cierto neo-positivismo y neolegalismo jurdico contemporneo

    (altamente influyente en las discusiones de la disciplina jurdica) que celebra las

    virtudes del derecho como mecanismo de coordinacin de conductas a travs de su

    capacidad de generar una prctica social de obediencia y acatamiento rutinarios (H.L.A.

    Hart22y F. Schauer23), con una concepcin segn la cual las normas jurdicas funcionan

    fundamentalmente como razones perentorias, es decir, excluyentes de argumentos que

    los ciudadanos podran utilizar para suspender o derrotar la obligacin de obediencia de

    las normas (J. Raz)24. De este misma orientacin neolegalista nace una marcada

    desconfianza en que las normas primarias (expedidas en leyes de naturaleza transitiva,

    es decir, con la ciudadana como su directa destinataria25) tengan que ser

    interpretadas o manipuladas por cuerpos intermedios de aplicacin del derecho

    (judiciales o administrativos), haciendo del derecho una actividad imprecisa e

    impredecible, introduciendo un desaconsejable elitismo letrado en las tareas de

    determinacin de las obligaciones normativas y, en ltimas, haciendo incompatible el

    derecho con el ideal de auto-regulacin democrtica. Esta teora busca, en especial,

    lograr una reactivacin de la ley como marco de posibilidad de la autonoma personal

    (Laporta), o de los planes y proyectos de vida (Shapiro). Esta visin exhibe tambin,

    por lo general, una importante desconfianza frente al activismo judicial (desde el neo-

    textualismo conservador de Scalia hasta el populismo crtico de Ackerman y Kramer)

    y revincula, de manera muy persuasiva, el ideal democrtico con el imperio de la ley

    y la cultura de la legalidad (as, por ejemplo, en Habermas, de un lado, y del otro en

    el renacimiento del constitucionalismo de Westminster en Waldron y Gardbaum). De

    una cierta mezcla de todos estos elementos emerge, a su vez, una de las corrientes de

    opinin iustericas ms dominantes en el mundo latinoamericano donde el libro El

    imperio de la ley de FranciscoJavier Laporta hace las veces de resumen programticoy donde participan activamente juristas italianos (de la Escuela de Gnova, como

    Guastini, Comanducci), espaoles (Laporta, Escudero, Garca-Amado) y

    Paz 2010, Quito 2010, Monterrey 2010, Uruguay 2012 (en proceso), Asuncin 2012 (en proceso) y conestudios longitudinales sistemticos en Bogot: 2001, 2003, 2005, 2008, 2010, Medelln: 2007, 2009,2011, Cartagena: 2009, 2011, Barrancabermeja: 2009, 2011.22Hart, H.L.A., 2012. The Concept of Law. 3 Ed. Oxford: Oxford University Press.23Schauer, F., 1991.Playing by the Rules: A Philosophical Examination of Rule-Based Decision-Makingin Law and Life.New York: Clarendon Press.24

    Raz, J., 1999.Practical Reason and Norms. Oxford: Oxford University Press.25Rubin, E., 1989. Law and Legislation in the Administrative State. Columbia Law Review.Vol. 89.No. 3. April. pp. 369-426.

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    latinoamericanos en defensa general de la ley, de la cultura de la legalidad y se oponen

    tambin, de manera general, a la absorcin de todo el derecho en el

    neoconstitucionalismo y en la celebracin acrtica, por sus efectos contraproducentes,

    de las Cortes Constitucionales y de una cierta interpretacin, muy difundida por dems,

    de la cultura de losderechos humanos.

    As vistas las cosas, la cultura de la legalidad puede tener ciertas tensiones con el

    proyecto de una cultura de los derechos. La cultura de la legalidad es el lugar de

    confluencia de neopositivismos jurdicos repotenciados y repolitizados, que buscan

    explicar cules son las razones por las cules es normativamente deseable tener

    sistemas jurdicos positivos (con reglas claras que exijan su obediencia inobjetable),

    incluso si la cultura de base de los ciudadanos o sus creencias morales no comparten el

    contenido de dichas normas. El derecho positivo es un instrumento que posibilita la

    coordinacin social, y la cultura de la legalidad pretende reforzar la creencia de los

    ciudadanos en esta funcin, incluso en aquellas circunstancias en que las normas que

    los restringen van en contra de sus intereses inmediatos o, peor an, cuando van en

    contra de sus juicios morales (crticos o tradicionales) o de las presiones culturales de

    sus grupos inmediatos de referencia. Se trata, pues, de la tica del positivismo jurdico

    que permite la coordinacin social, la confianza y previsibilidad del comportamiento

    ajeno, la proyeccin del plan de la propia vida y, en ltimas, la autonoma y la

    democracia, de un lado, y del otro el pluralismo y la diversidad.

    vii) Pero a pesar de todo esto, la cultura de la legalidad no est completa ni

    necesariamente vinculada a este neopositivismo iusterico o por la ciencia social que

    usualmente es citada en su apoyo.26Y ello se debe, de hecho, a que hay otra versin

    posible (muy natural e intuitiva, por dems) de los contenidos exigidos por una culturade lealtad institucional: desde este punto de vista, la cultura ciudadana parte, no del

    convencimiento (positivista, si se quiere) que las reglas deben ser obedecidas de manera

    perentoria, sino en un comportamiento cvico que se basa en la cohesin social

    generada por los principios y valores poltico-jurdicos establecidos (usualmente) por la

    Constitucin. As las cosas, la cultura ciudadana dependera principalmente de una

    identificacin poltica con la constitucin y su correlativa cultura de los derechos.

    26El libro de Laporta es un buen resumen de esta estrategia argumentativa. Ver en especial el captuloIII. Laporta, F., 2007.El imperio de la ley: Una visin actual. Madrid: Editorial Trotta.

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    Pero en este escenario, casi sobra decirlo, la propuesta cruza el rubicn de la teora del

    derecho y su ubica en posiciones de neoconstitucionalismo contemporneo donde las

    reglas jurdicas tienen una dependencia normativa de los principios, las reglas son

    frecuentemente excepcionadas y derrotadas en el foro de los principios y el principal

    objetivo del derecho, segn los mandarines de esta posicin27, no consiste en la

    proteccin de la certeza sino en la proteccin del principio en procesos ms lquidos de

    razonamiento prctico, no en la disciplina ms tcnica de obediencia perentoria a reglas

    de coordinacin social. La lealtad institucional se interpreta as bajo nociones cercanas

    a una teora de la justicia positivizada en la Constitucin, o al concepto de patriotismo

    constitucional. Bajo este enfoque, pues, el canon de lecturas y de autores cambia

    dramticamente: en teora jurdica, por ejemplo, debe hablarse de los campeones del

    antiformalismo jurdico contemporneo: Radbruch, Fuller, Bickel, Eli, Alexy, Dworkin;

    y en el mbito hispanoparlante, de un concepto de educacin cvica que se basa en los

    derechos concebidos como criaturas de la moralidad en la diciente expresin del

    ttulo del libro de Alfonso Garca Figueroa.28

    La descripcin del contenido mnimo del proyecto de la cultura de la legalidad,

    empero, permanece altamente abstracta, permitiendo enormes divergencias polticas e

    ideolgicas entre los practicantes y los polticos que asuman la labor de materializarla.

    En un trabajo reciente, Sauca ha hecho el intento de definir la cultura de la legalidad

    de la siguiente manera: La Cultura de la Legalidad es un tipo de aproximacin

    interdisciplinar al fenmeno jurdico, centrado en el estudio de las mentalidades

    sociales relativas a la normatividad y se caracteriza por adoptar una perspectiva

    empirista, pluralista y participativa sobre las condiciones generadoras de lealtad

    institucional.29

    27Donde el trabajo de Ronald Dworkin es seminal.28Este libro es tan anti-Laporta como cabe. Garca Figueroa, A., 2009. Criaturas de la moralidad, unaaproximacin neoconstitucionalista al Derecho a travs de los derechos. Madrid: Editorial Trotta.29 Sauca Cano, J. M., 2010. Cultura de la legalidad. Bosquejo de exploraciones conceptuales ymetodolgicas.Revista Parlamentaria de la Asamblea de Madrid. Num. 22. Junio. pp. 11-24. Wences

    Simon, M. I., 2011. Cultura de la legalidad y sociedad civil. Aproximaciones a su depuracin conceptualy al estudio de sus presupuestos normativos. X Congreso de la asociacin espaola de ciencia poltica.Murcia, Septiembre.

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    Para no entrar en discusiones, por ahora innecesarias30, retengamos algunos de los

    elementos de la definicin de Sauca: la cultura de la legalidad es un proyecto poltico

    que busca lograr el afianzamiento prctico de las condiciones generadoras de lealtad a

    la normatividad por parte de los ciudadanos. Por oposicin a ciudadanos que no

    cumplen con las normas bsicas de convivencia o lo hacen exclusivamente por miedo a

    ser detectados y sancionados, la cultura de la legalidad es un movimiento social que

    busca que los ciudadanos logren interiorizar estos patrones normativos de

    convivencia: tal objetivo reducira de forma significativa los niveles de incumplimiento

    social y los costos estatales de vigilancia; igualmente, se argumenta, esta orientacin

    tendra relacin con el ideal de una vida humana individual mejor vvida, ms plena y

    consciente de su interdependencia de los dems, ms autnoma, libre y socialmente

    empoderada a travs de la obediencia voluntaria y consciente de la normatividad

    institucionalizada.

    Pero este esfuerzo definitorio de Sauca (al centrarse en los objetivos normativos ms

    deseables del proyecto poltico) no reduce mucho la diversidad terica que ha

    concurrido a formar el discurso sobre la cultura de la legalidad. Su multipolaridad

    terica puede generar diversos efectos, entre los que vale la pena destacar dos: (i) falsos

    consensos y cierta complacencia acrtica entre mandarines y practicantes provenientes

    de diferentes tradiciones tericas; (ii) o, por el contrario, divisiones profundas dentro de

    los mandarines y practicantes que generen discusiones sobre los objetivos concretos

    que una cultura de la legalidad busca construir y los medios a los que debe apelar. Entre

    estas opciones podra decirse que, al da de hoy, la actitud ( i) prevalece y que una cierta

    orientacin programtica hacia la cultura de la legalidad tiende a invisibilizar las

    diferencias tericas significativas que hay entre estos componentes diversos del acquis

    intellectueldel movimiento; que un poco ms de madurez terica y de experiencia enproyectos concretos debera conducir hacia a un escenario parecido a (ii), con

    30La definicin de Sauca muestra que el movimiento de la cultura de la legalidad, al menos en Espaa,se ha constituido ante todo en un comando de asalto de juristas acadmicos que buscan atacarcomprensiones cerradas y estticas de la normatividad y del derecho. Se trata de una propuestaalternativa de comprensin del fenmeno jurdico. Yo dira que, en trminos generales, esto no escierto en Amrica Latina, donde el movimiento hacia una cultura de la legalidad ha sido liderada porpolticos y no por tericos del derecho y su objetivo no se ha concentrado en estudiar el fenmenojurdico. Como todo proyecto poltico, busca hacer cosas a travs de la generacin de opinin pblica y,

    en trminos de un programa de investigacin, la propuesta se ha centrado menos en la teora del derechoy ms en la psicologa social subyacente a la obediencia o desobediencia a las normas sociales (decualquier tipo).

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    discusiones ms crticas y vigorosas entre los diversos mandarines y practicantes. Hay

    promesas en el desarrollo de este campo de prctica acadmica y poltica, pero tambin

    se anticipan muchos peligros. La idea-fuerza de la cultura de la legalidad puede ser una

    moda pasajera y finalmente sin mucho arraigo en el derecho, en la ciencia poltica y

    en la poltica pblica (espacios todos donde, en todo caso, todava es marginal).

    3. La cultura de la legalidad en Colombia: teora y prcticas

    No sorprende pues que en Colombia la cultura de la legalidad (como discurso y como

    proyecto poltico) haya hecho aparicin y se haya enraizado. Colombia ha vivido en los

    ltimos aos una compleja problemtica de seguridad ciudadana y de articulacin

    social que llev a decir, especialmente durante la dcada de los noventa, que se trataba

    de un Estado fallido.31La situacin colombiana pareca as paradjica: se contrastaba,

    de un lado, un Estado relativamente formalizado, con instituciones ms o menos

    robustas, con un marco jurdico denso, incluso pretensioso; y del otro, un pas

    masivamente ilegal e informal, donde el impacto conjunto del narcotrfico, las

    guerrillas, la delincuencia comn, el paramilitarismo y la informalidad social y

    econmica cuestionaban severamente la eficiencia de este pesado aparato de

    dispositivos institucionales.

    As las cosas, las polticas para el desarrollo en Colombia no parecan necesitar de la

    creacin de una institucionalidad normativa que, a pesar de todo, exista; tales polticas

    parecan requerir ms bien un aumento de su eficacia institucional para que el pas pre-

    moderno y pre-hobessiano (segmentado por la geografa del conflicto y de las

    inequidades sociales) pudiera alcanzar a los islotes de modernidad y normalidad

    institucional32 que todava sorprenden a muchos viajeros que hacen sus primerasincursiones a Colombia o, en general, al llamado tercer mundo.33

    31Moncada, P., 2007. Los Estados fallidos o fracasados: Un debate inconcluso y sospechoso. Bogot:Siglo del Hombre.32Villegas Garca, M., 2011.Los estados del pas, Instituciones municipales y realidades locales. 1 Ed.Bogot: Ediciones Antropos. p. 19. DaMatta, R., 1999. O que faz o Brasil, Brasil? 10 Ed. Rio deJaneiro: Rocco.33En su ltima visita a Colombia, Rudolph Guiliani hizo estas dicientes declaraciones al contestar unapregunta del peridico El Tiempo de Bogot, Noviembre 23 de 2013, consultado en

    http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13218587.html :P: Colombia no ha podido mejorar la percepcin de inseguridad de la gente, pese a que los ndicesmuestran que la seguridad ha mejorado. Cmo enfrentar este tema?

    http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13218587.htmlhttp://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13218587.html
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    3.1. El dficit de legalidad en la cultura poltica latinoamericana: realidad o

    ficcin?

    Pero estos hechos son apenas una coyuntura de ilegalidad reciente que se enmarca

    dentro de una estructura profunda, dentro de una verdadera cultura del

    incumplimiento que, segn se dice, es parte del legado hispnico en la Amrica Latina.

    Se cita as por ensima vez el se acata pero no se cumple como ejemplo de una

    actitud hacia las normas que, aunque legtima en sus orgenes como forma de

    resistencia criolla y/o nativa ante la lejana metrpoli colonial, termin siendo la base de

    sociedades normativamente indisciplinadas que van desde el extremo de autnticas

    anomias sociales hasta, como mnimo, un cierto desenfado frente al cumplimiento

    estricto de normas sociales y legales. Todo esto ha creado la percepcin segn la cual

    existe un problema estructural con el cumplimiento normativo en Amrica Latina.

    Esta percepcin, a su vez, ha recibido copiosa atencin por parte de acadmicos: as,

    slo a manera de ejemplo, puede citarse el argumento de Carlos Nino en Un pas al

    margen de la ley (1992) donde describe la anomia boba que cunde en la Argentina;

    el de Peter Waldmann, quien en El estado anmico (2003) explica las actitudes

    sociales hacia el derecho y la seguridad pblica a partir de microinteracciones de la

    vida cotidiana en Amrica Latina; y, finalmente, el de Mauricio Garca-Villegas quien

    en Normas de papel (2010) hace una tipologa de incumplidores segn sus

    motivaciones y fines y que le permite identificar al vivo, al rebelde y al arrogante.

    Pero el anlisis de la ilegalidad de Amrica Latina tiene tambin lmites y puede

    convertirse en un clich contraproducente. En artculos recientes de gran importancia34,

    RG: Hay dos puntos de vista. El primero es que todo ser humano se basa en sus emociones, y para quelas personas entiendan que la violencia o el crimen se han reducido, tienen que sentirlo en su diario vivir.Al decirles que se redujo en un 15 por ciento la tasa de homicidios o del crimen o la violencia, perosiguen viendo que a alguien le dan una paliza o hay robos, no sienten esa reduccin. El segundo punto esla percepcin desde el punto de vista del extranjero. Cuando me invitaron a Colombia, mis cercanos mepreguntaban cmo, vas a ir?, vas a estar a salvo? Afuera se suele tener la idea de lo que eraColombia hace 10 aos, no conocen los cambios que el pas ha tenido, y me parece que estos logros sedeben dar a conocer en Estados Unidos, Europa y Asia, para que cambie la percepcin que tiene la gentesobre Colombia.34

    ESQUIROL, J., (2008), The Failed Law of Latin America. 56American Journal Of ComparativeLawpp. 75 y ss.

    http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Peter_Waldmann&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Peter_Waldmann&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Peter_Waldmann&action=edit&redlink=1
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    Jorge Esquirol examina la contracara del diagnstico segn el cual existe efectivamente

    una cultura de la ilegalidad en Amrica Latina. La repeticin de este diagnstico

    genera un profundo complejo de inferioridad que parece asaltar de manera generalizada

    la auto-estima institucional. Las lneas principales del argumento se repiten tanto en la

    literatura especializada como en conversaciones cotidianas con ciudadanos que,

    mientras cruzan un semforo en rojo, se quejan amargamente de la indisciplina social y

    de sus consecuencias desastrosas.35 Segn Esquirol, el complejo de inferioridad

    consiste en demeritar sistemticamente las propias instituciones frente a las de otros,

    suponiendo, de un lado, que todo lo propio es disfuncional, politizado e ineficaz,

    mientras que se imagina, del otro lado, que las instituciones poltico-jurdicas de otros

    pases prestigiosos son por naturaleza altamente funcionales, eficaces y despolitizadas.

    Las fuentes de esta visin distorsionada y neocolonial son mltiples: as, por ejemplo,

    una cierta idealizacin del primer mundo jurdico es tan solo un ejemplo ms de

    actitudes de dependencia cultural que permean la comprensin y prctica del derecho.

    Cuando se piensa en Francia, Alemania, Estado Unidos o Espaa 36(as, entre

    comillas), es como si no se estuviera al frente de sociedades reales y politizadas, sino de

    entes abstractos que han llegado de manera mgica a resolver los mltiples problemas a

    travs de alguna forma hiperracionalizada de derecho weberiano que all s funciona: en

    primer lugar, parece que en todos estos pases el derecho es realmente un intermediario

    tcnico y neutral de la poltica y que sta no tiene all los largos tentculos que le

    permiten alcanzar el derecho y minar su legitimidad mediante intrigas y favoritismos.

    Esta visin prstina e impoluta de otros sistemas normativos (en la que se desconocen o

    ignoran sus inconsistencias, yerros y disfuncionalidades) parece ser, adems, la causa

    directa del bienestar econmico del que disfrutan estas sociedades37.

    Al derecho latinoamericano se lo acusa alternativamente de varias cosas: (i) de ser

    excesivamente informal y lbil, al tolerar cotas altas de incumplimiento e ineficacia

    35Como lo sealan las investigaciones de Antanas Mockus las personas tienen una mejor imagen de smismos que de los otros: los otros tienden a incumplir las normas con mayor frecuencia y los otros,cuando cumplen, lo hacen por temor a los apremios legales mientras que el entrevistado afirma que lohace por respeto autnomo a la ley.36Aunque es evidente que esta auto-estima y seguridad institucional pueden ser fuertemente golpeadaspor fenmenos como la crisis econmica que ha afectado a Espaa en los ltimos aos.37

    Acimoglu y Robinson cuentan, una vez ms, esta epifana en el muy celebrado, pero tambin muytrillado argumento de Why Nations Fail? Acemoglu, D., y Robinson, J., 2012, Why Nations Fail? TheOrigins of Power, Prosperity and Poverty. 1 Ed. New York: Crown Books.

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    normativa; (ii) de ser excesivamente desinstitucionalizado, al tener espacios muy

    grandes de ambigedades, vacos y contradicciones que impiden la formacin de

    expectativas y de comportamientos nomo-orientados; (iii) de ser excesivamente

    formalista y estricto, al impedir el cambio normativo difuso y la adecuacin de la

    respuesta normativa ante nuevas realidades y problemas sociales. De este corto

    diagnstico surgen varias conclusiones: en primer lugar, es claro que los cargos son

    relativamente incompatibles entre s y que en los ltimos aos de polticas del

    desarrollo el derecho de Amrica Latina ha sido acusado de vicios contradictorios,

    segn sean los intereses de las intervenciones desarrollistas, casi siempre articuladas

    desde la cooperacin extranjera o supranacional. En pocas de primaca de los valores

    de la seguridad jurdica y la confianza inversionista, el informalismo fue

    fuertemente fustigado (como ocurri, de hecho, bajo la gida del Consenso de

    Washington); en pocas de desarrollo, redistribucin y lucha contra la pobreza los

    excesos rituales y formalistas son vistos como talanqueras para una plena integracin

    social (como ciertamente pas con la Alianza por el Progreso o, ms recientemente, con

    la presin para aumentar la proteccin efectiva de los trabajadores y del medio

    ambiente en el marco de los Tratados de Libre Comercio firmados con Estados

    Unidos).

    Pero, en segundo lugar, debe observarse que las crticas al derecho latinoamericano

    coinciden, en trminos generales, con el listado de caractersticas estructurales del

    proyecto liberal de legalidad que han subrayado algunas escuelas de teora del derecho

    tales como el realismo y los critical legal studies. As las cosas, estas caractersticas no

    son particulares al derecho de Amrica Latina, sino esenciales del fenmeno de lo

    jurdico y, por tanto, tambin presentes en los proyectos de legalidad del primer

    mundo.

    Segn Esquirol, la idea de que el derecho latinoamericano es fallido se ha enraizado

    definitivamente en la imaginacin tanto de legos como de profesionales del derecho.

    Que este derecho sea fallido significa que no tiene el mismo xito de sus

    contrapartes del norte: parece, en primer lugar, que muchas normas se encuentran mal

    diseadas y que, por tanto, son ineficaces para alcanzar los objetivos que dicen tener.

    Se sostiene, en segundo lugar, que quienes practican el derecho, pero particularmentelos jueces y funcionarios pblicos, son marcadamente ineficientes y corruptos.

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    Finalmente, se piensa que la eficacia del derecho latinoamericano (es decir, la

    posibilidad de que sus sanciones se apliquen de manera consistente frente al ilcito) est

    minada por niveles exorbitantemente altos de incumplimiento, primero y luego,

    naturalmente, de impunidad (entendida como la incapacidad de detectar y sancionar a

    los transgresores de normas). En su formulacin ms radical, se llega a decir que el

    derecho de Amrica Latina tiene deficiencias tan serias que en realidad no cumple con

    los requisitos mnimos exigidos por el estndar internacional de rule of law.

    Sera tonto pretender que todo funciona bien. Sin embargo, es tan irreal decir que los

    sistemas jurdicos de Amrica Latina son inmaculados, como aceptar que los derechos

    del primer mundo son cualitativamente diferentes, como si tuvieran una frmula

    mgica para separar radicalmente entre el derecho y la poltica. Creer que las propias

    instituciones son sistemticamente ineficientes y corruptas afecta la legitimidad de las

    mismas. Estos efectos se han visto en las reformas al procedimiento penal en toda

    Amrica Latina: la retrica del derecho fallido lleva a descartar de manera integral las

    instituciones existentes y reemplazarlas por algo radicalmente nuevo que, luego, en su

    puesta en escena no poda ser, ni tan distinto, ni tan renovador como se pretenda. En el

    proceso, la retrica del derecho fallido socava la confianza en las instituciones, anula o

    invisibiliza logros parciales y reemplaza el mejoramiento institucional continuo con las

    recetas y los trasplantes de sistemas mejores (los quick fixesque, si algo, en realidad

    no existen). La retrica del derecho fallido usualmente empodera a los reformadores

    transnacionales y castiga a los operadores nacionales del derecho al tiempo que

    destruye el capital institucional acumulado (incluso si se considera poco e

    insuficiente).38

    3.2. Antanas Mockus y la cultura de la legalidad

    A pesar del buen argumento de Esquirol (que nos tendr que acompaar por el resto del

    camino), regresemos a marcos ms liberales (y quizs ms ortodoxos) de anlisis. En

    38 Corporacin Excelencia en la Justicia (CEJ), 2012. Balance del funcionamiento del sistema penal

    acusatorio. Boletn de actualizacin 2010-2011. Bogot: Editorial Kimpres. CEJ, 2010. Balance de losprimeros cinco aos de funcionamiento del Sistema Penal Acusatorio en Colombia. Bogot: EditorialKimpres.

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    Colombia al menos39, fenmenos coyunturales de ilegalidad brutal en el trasfondo de

    una cultura del incumplimiento (es decir, de una ilegalidad estructural) ofrecieron

    amplio espacio poltico para articular un movimiento poltico y experiencias de

    gobernanza centradas en la idea-fuerza de una cultura ciudadana de la legalidad y de la

    convivencia. El intelectual colombiano de origen lituano Antanas Mockus salt a la

    vida pblica, primero, como rector de la Universidad Nacional de Colombia y luego

    como lder de movimientos polticos no tradicionales40que lo auparon a la Alcalda de

    Bogot y luego, sin xito, a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del ao

    2010 cuando perdi con el candidato del oficialismo, Juan Manuel Santos. Mockus es

    el representante visible en Colombia de una propuesta poltica que se centra en el

    afianzamiento de la cultura de la legalidad. La propuesta ha sido retomada, a su vez,

    por diversidad de polticos nacionales y locales de otros partidos y movimientos que

    quieren identificarse, al igual que Mockus, con formas de hacer poltica ms modernas,

    basadas en transformaciones culturales y que dicen renunciar a los mtodos del

    clientelismo; por esa razn, la cultura de la legalidad es la idea -fuerza de

    movimientos que buscan apelar al voto independiente y que no se encuentran atados ni

    al quid-pro-quo propio del clientelismo ni a los marcos ideolgicos de la guerra fra.

    La cultura de la legalidad ha suministrado as el discurso de base para una poltica

    moderna, culturalista, que rechaza el dogmatismo de la guerra fra, anti-clientelista y en

    bsqueda de la ciudadana activa y del voto independiente.

    La propuesta de Mockus, como la de todo el movimiento transnacional de cultura de la

    legalidad, apunta a utilizar las herramientas a disposicin del Estado para aumentar el

    nivel de cumplimiento autnomo y voluntario de las obligaciones que el derecho (o

    como las denomina l, las reglas) le impone a los ciudadanos. El diagnstico de

    Mockus resuena bien con la difundida percepcin que se proyecta y se interioriza sobreColombia41: comparados con los habitantes de otros pases, los colombianos se

    saltan las reglas con mayor frecuencia y con mayor impunidad. En un ejemplo que

    39Pero esta superposicin de ilegalidades coyunturales y estructurales tambin se da otros pases que,como Colombia, son el teatro productivo de las redes globales del narcotrfico. Estos pases se hanconvertido, en la diciente expresin de Charles Bowden en los nuevos campos de exterminio de laeconoma global. Bowden, C., 2011, La ciudad del crimen, Ciudad Juarez y los nuevos campos deexterminio de la economa global. 1 Ed. Junio. Estados Unidos de Amrica: Vintage Espaol.40Gan las elecciones para la Alcalda de Bogot, perodo 2000-2004, con el Movimiento Visionarios y

    fue postulado a la Presidencia de la Repblica por el Partido Verde para el perodo que inici en 2010.41Aunque, en realidad, se trata de un tpico compartido con muchas otras sociedades: con las latinas, conlas del sur, con las subdesarrolladas, etc.

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    utiliza con frecuencia para resumir la anomia social de los colombianos, Mockus habla

    de todos aquellos que se saltan la fila.Las reglas de trfico tambin ofrecen mltiples

    ejemplos de todos aquellos vivos que incumplen las reglas para obtener ventajas

    individuales que disfrutan en detrimento del resto de los bobos que se quedan parados

    en frente del semforo en rojo. En Colombia, en un trmino coloquial que Garca

    Villegas ha adoptado, se habla del vivo; en Brasil, en un clsico estudio de

    Boaventura de Sousa Santos42, se encuentra el jeitinho que es parte del entramado

    cultural en que funciona el arquetipo del homem cordialdescrito por Srgio Buarque de

    Hollanda43. El hombre cordial reacciona con el sentimiento y no con la razn y, por esa

    va, ha sido imposible justificar y legitimar en Brasil las instituciones pblicas y sus

    normas que son vistas como intervenciones unilaterales en los intereses cotidianos. El

    hombre cordial se mueve en crculos de amistades e influencias, no en el de normas y

    deberes. Dar um jeitinho es la expresin que se usa cuando se quiere que la

    contraparte (que invoca una norma para exigir un comportamiento) le otorgue al

    interpelado espacio de maniobra, capacidad de movimiento para salir indemne frente al

    desafo normativo. Sin embargo, eljeito se pide y se da cordialmente, a travs de una

    complicidad real o fingida, que rene coyunturalmente a los intereses de las partes y les

    permite esquivar el deber normativo, pero sin apariencia de malicia, confrontacin o

    soborno; en suma, cordialmente. De esta manera los individuos tienen la confianza

    individual de que se podr evitar la sancin de la ley cuando uno se ha saltado la cola

    para obtener ciertas ventajas personales.

    Para Mockus, la confianza de que no se ser castigado tiene diversas fuentes. La

    primera y ms comn es una cierta asimetra de juicio: siempre es mucho ms fcil

    detectar las violaciones de las reglas que cometen los otros; las propias quedan

    enredadas en las justificaciones contextuales que la particular angustia del momento seacapaz de proveer y que ofrecen auto-excusas para el cumplimiento de la regla: voy

    muy tarde, la multa es muy alta, el polica slo se fij en mi cuando los otros iban

    ms rpido; pero el semforo slo estaba en amarillo; pero nadie vena por la va,

    etctera.

    42Santos, B. de S., 1980. Notas sobre a histria jurdico-social de Pasrgada. Sociologia e Direito. SanPablo: Livraria Pioneira Editora, pp. 107-117. Santos, B. de S., 1978. The Law of the Oppressed: The

    Construction and Reproduction of Legality in Pasargada. Law and Society Review. Vol. 12. Num. 1.Otoo, pp. 6-124.43Holanda, S., 1995.Razes do Brasil. Companhia da Letras.

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    Para Mockus, pues, el incumplimiento de las reglas constituye un significativo mal

    social: todos los que se colan generan ineficiencia y conflictos. En primer lugar,

    demoran a los otros que estn en la cola; en segundo lugar, cuando los otros se dan

    cuenta que hacer la cola no vale la pena porque hay demasiados vivos, se rompe el

    mecanismo bsico de cooperacin social y cada quien tiene que defenderse como

    pueda. El sistema se vuelve ineficiente y se genera conflicto social. Los vivos realmente

    producen una buena cantidad de roces de mayor o menor factura en todo tipo de

    colas. La cola, en realidad, es tan slo el ejemplo arquetpico que, con fines

    pedaggicos, utiliza Mockus para ilustrar todo tipo de reglas de distribucin de bienes

    escasos.

    A partir de estos ejemplos intuitivos, Mockus avanza en su diagnstico: el

    cumplimiento de todo tipo las reglas se parece, en trminos generales, a estos casos

    bsicos. Este avance del argumento opera con mayor facilidad en aquel tipo de normas

    que en teora del derecho se han denominado, tambin metafricamente, reglas claras

    o lmitesbien marcados. As, puede decirse que en Colombia hay altos niveles de

    evasin tributaria frente a reglas claras que ordenan pagar impuestos o muchos

    conductores que manejan borrachos (frente a normas que prohben manejar a partir de

    cierto nivel de alcohol en sangre). Luego de la expedicin a finales del ao 2013 de una

    ley que aumentaba dramticamente las penas por conducir en estado de embriaguez (sin

    causar accidentes, lesiones o muertes), la prensa colombiana se preguntaba por qu la

    norma haba tenido un impacto tan fuerte y tan inmediato en el comportamiento de la

    ciudadana.44 La respuesta puede ser compleja, pero tiene que ver posiblemente con

    varios fenmenos coincidentes: para muchos, el xito se explicaba por el aumento de

    las multas y sanciones previstas; en segundo lugar, por la relativa facilidad de ladeteccin y sancin del comportamiento: para manejar borracho se requiere, de hecho,

    salir a las calles y conducir por la red vial urbana lo que permite a la polica tener

    puestos de control mviles que y llevan a la rpida deteccin de los conductores

    borrachos. La red vial, de hecho, funciona como un embudo del comportamiento

    que, con un cierto esfuerzo de control, aumenta significativamente el riesgo de

    44

    La prensa colombiana se ha preguntado recientemente el por qu una norma es exitosa: Valero, D.,2014. Cul es la clave para que una ley realmente funcione? El Tiempo, 5 de Enero, consultado enhttp://m.eltiempo.com/politica/cual-es-la-clave-para-que-una-ley-realmente-funcione/13336282/1/home.

    http://m.eltiempo.com/politica/cual-es-la-clave-para-que-una-ley-realmente-funcione/13336282/1/homehttp://m.eltiempo.com/politica/cual-es-la-clave-para-que-una-ley-realmente-funcione/13336282/1/home
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    deteccin. Cuando el riesgo es significativo y las consecuencia apreciables, las personas

    modifican su comportamiento.45

    La expansin de los ejemplos, sin embargo, se vuelve mucho ms compleja en otros

    casos: en estos, cuando se responde que se har lo que digan las reglas, la respuesta

    parece ser, en realidad, una evasin. Ello ocurre en los mltiples casos en que el

    derecho no ofrece lmites bien marcados o en los que la gente no exhibe sus

    comportamientos en embudos de deteccin (como los que existen en la malla vial):

    all la gente no est aguardando en ordenada cola la aplicacin de las reglas. En estos

    casos, que son muchos, la metfora de la cola o del trfico parece no funcionar: en

    primer lugar, como ya se ha dicho, porque el comportamiento no se da en embudos de

    deteccin que favorecen las actividades de prevencin y deteccin de las autoridades;

    en segundo lugar, porque es claro que no todas las normas se parecen a las perentorias

    prohibiciones segn las cuales quien maneja con grado cero de alcohol en la sangre

    (entre 20 y 39 miligramos de etanol) recibir cierta multa, retencin de su vehculo por

    un da, suspensin de la licencia por un ao y 20 horas de trabajo comunitario;46 en

    tercer lugar, porque no todas las normas son fcil y baratamente operacionables y

    objetivizables a travs de un alcoholmetro especficamente diseado para hacerlas

    efectivas.

    Desde la teora del derecho, se conoce con prolijidad el problema estructural de la

    indeterminacin normativa: las normas son frecuentemente ambiguas,

    indeterminadas, contradictorias o incompletas. En diversos momentos de la campaa

    electoral a la presidencia, Mockus recibi preguntas difciles sobre su voluntad de

    aplicar la ley: luego del bombardeo de la Fuerza Area colombiana a un campamento

    de las FARC en territorio ecuatoriano y del inicio de investigaciones penales en esepas contra la cpula poltico-militar colombiana, se plantearon diversas preguntas:

    puede Juan Manuel Santos ser juzgado en Ecuador? Extraditara usted al Presidente

    Uribe si as lo fuera requerido? Ante tales respuestas Mockus acudi al expediente de

    decir que se hara lo que ordene el derecho internacional o la Constitucin. Tales

    afirmaciones genricas, sin embargo, no dieron mucha claridad sobre qu pretenda

    45Este modelo de nomocumplimiento es clsico de la escuela de law and economics. Ver especialmente

    los trabajos de Becker, G., 1974. Crime and Punishment: An Economic Approach. Essays in theEconomics of Crime and Punishment.UMI. pp. 1-54.46Ley 1696 de 2013.

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    hacer el candidato. En estos casos difciles y polmicos no se sabe muy bien cules son

    las reglas que constituyen la cola.

    Para Mockus la solucin general a los problemas que plantea la cultura de la ilegalidad

    y del incumplimiento proviene de estudios de psicologa social y de accin colectiva.

    Estos estudios los utiliza en sus escritos, conferencias e intervenciones polticas para

    lograr, al mismo tiempo, credibilidad cientfica e impacto pedaggico. Para l la

    poltica es fundamentalmente un ejercicio andraggico, de liderazgo ejercido hacia la

    concientizacin e interiorizacin de actitudes. Esta comprensin de lo poltico es parte

    fundamental de su propuesta y de las razones de por qu la ciudadana y el electorado

    lo perciben como un poltico atpico e incluso, en un cierto sentido de la expresin,

    anti-sistema (a pesar de su cruzada por la legalidad). Para Mockus, las personas slo

    tiene alto respeto por las reglas cuando en su conciencia individual hay una sincrona de

    motivos e incentivos que empujan potentemente a respetar la cola: se trata de una

    confluencia de motivos morales, ticos y legales que, de forma conjunta, estructuran a

    los ciudadanos que evitan la viveza porque les parece ilegal, inmoral y antitica. La

    gente que cumple la ley por puro miedo a las sanciones legales se porta, en realidad,

    como un hombre malo47: si en realidad pensaran que no es posible detectarlos,

    violaran el derecho en provecho propio. Bajo este modelo, los motivos de respeto al

    derecho dependen estrictamente de la probabilidad de ser capturado. Esta estrategia,

    obviamente, no opera en estados dbiles, en contextos de indeterminacin normativa o

    por fuera de los contextos que he denominado embudos de deteccin. La aprehensin

    frente a la sancin, pues, debe ser apuntalada en otros mecanismos sociales ms difusos

    que ayudan a los individuos a no caer en la tentacin de violar las normas.

    Uno de ellos es la conciencia tica individual, la capacidad de reproducir en la propiacabeza las razones por las cuales debemos respetar las normas as no exista riesgo de

    deteccin. Este mecanismo tico existe, pero requiere de altos niveles de educacin

    moral y capacidad de representacin de los derechos de los otros y de los intereses

    colectivos. Finalmente, el respeto a las normas est basado en el reproche que viene de

    la moralidad social o convencional, a la que Mockus denomina cultura: en la pena y

    47

    La hiptesis del hombre malo est en el texto del juez Holmes: Holmes, O., 1897, The Path of the Law.Harvard Law Review.No. 10.pp. 7-47, pero tambin en el anillo de Giges de la Repblica de Platn:Platn,La Repblica, II, 359a-360d.

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    en la vergenza que, frente a los otros, produce saltarse la cola u otros comportamientos

    normativamente indeseables. La propuesta general de Mockus apunta a que los

    incentivos y percepciones provenientes de la ley, la moral y la cultura sean

    coincidentes y que refuercen, de manera centrpeta, el respeto de la legalidad.

    Entre estos rdenes normativos es en la(s) cultura(s) (y sus mecanismos de vergenza y

    reproche) donde Mockus encuentra las mayores disonancias con la Ley. En estas

    culturas parciales, Mockus encuentra evidencia por toda Colombia que las actitudes del

    vivo y del deshonesto son celebradas. El ejemplo ms claro proviene de la llamada

    narco-cultura: por difcil que sea creerlo, la vida del archivillano Pablo Escobar es

    tambin celebrada como cono de una cierta oposicin popular a los valores y a las

    normas del establecimiento hegemnico: se celebra su inteligencia y malicia, su

    capacidad organizacional en los campos comercial y militar, su intrepidez para

    enfrentarse al Estado, a su derecho y ejercer la violencia, su astucia para evadir y para

    corromper a la ley, su identificacin con los pobres y sus carencias: en ltimas, el

    ejemplo paradigmtico de ascenso social, a despecho de toda norma y en oposicin

    abierta a la legalidad. 48 Por eso Mockus propone frecuentemente que los ciudadanos

    muestren desaprobacin frente al vivo con expresiones civiles y no violentas de

    descontento que actan de manera independiente a la sancin legal de un lado y a los

    motivos ticos personales del actuar. Esta estrategia ha sido ampliamente utilizada en

    campaas de seguridad vial en Colombia: primero, cuando Mockus propuso a la

    ciudadana que mostraran su aprobacin o reproche a las conductas de otros

    conductores con pulgares arriba o abajo:49

    48La dramaturgia comercial del pas, que es esencial para las representaciones contemporneas de lanacionalidad, todava est fascinada con la mezcla de violencia e intriga que la historia del narcotrficosuministra sin descanso. Vase al respecto RINCN, O., Narcotelenovela: un estilo y una polmicamuy colombiana. Peridico El Tiempo, Marzo 21 de 2010, consultado en

    http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7454924.49 Alcalda de Bogot, 1999. Bogot Coqueta [imagen electrnica] Disponible en:http://freakonomics.com/2012/06/29/the-traffic-mimes/[Recuperada el 2 de enero de 2014]

    http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7454924http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7454924http://freakonomics.com/2012/06/29/the-traffic-mimes/http://freakonomics.com/2012/06/29/the-traffic-mimes/http://freakonomics.com/2012/06/29/the-traffic-mimes/http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7454924
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    O, ms recientemente, a travs de la campaa de inteligencia vial del Fondo Vial

    Nacional que, con este concepto y un kit de ayudas, le pide a las personas que pida la

    calle que quiere con respeto, con firmeza, sin agresividad pero sobretodo usando la

    inteligencia vial50:

    Para Mockus, la propuesta de la cultura de la legalidad puede efectivamente

    transformar una sociedad. A partir de all, propuso una estrategia de gobierno que se

    basaba, precisamente, en esa premisa. La derrota de su postulacin presidencial, de otro

    50 Fondo de Prevencin Vial, 2012. Inteligencia Vial sala. [imagen electrnica] Disponible en:

    http://inteligenciavial.com cabeza [Recuperada el 2 de enero de 2014]Fondo de Prevencin Vial, 2012. Usemos nuestra Inteligencia Vial. [imagen electrnica] Disponible en:http://inteligenciavial.com/index/categoria/inteligencia/page/2[Recuperada el 2 de enero de 2014]

    http://inteligenciavial.com/http://inteligenciavial.com/index/categoria/inteligencia/page/2http://inteligenciavial.com/index/categoria/inteligencia/page/2http://inteligenciavial.com/index/categoria/inteligencia/page/2http://inteligenciavial.com/
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    lado, no signific necesariamente la derrota de la idea-fuerza que, en los ltimos cuatro

    aos, ha trascendido el debate electoral del 2010. Incluso su opositor, Juan Manuel

    Santos, incorpor en su Plan Nacional de Desarrollo programas y proyectos

    relacionados con la cultura de la legalidad51.

    Varias razones explican este generalizado apoyo a la cultura de la legalidad: en primer

    lugar, es difcil pensar que, al menos en la poltica liberal ortodoxa52, haya tendencias

    que no apoyen, al menos en principio, la cultura de la legalidad; adicionalmente es

    claro que Mockus no es realmente el punto de origen de la propuesta de la cultura de

    la legalidad que, como hemos visto, se ha desarrollado policntricamente en varias

    tradiciones acadmicas. Lo que s es cierto es que Mockus ha utilizado eclcticamente

    algunas de esas tradiciones donde ha intervenido como mandarn; y en su faceta de

    practicante, ha hecho uso constante de la ideologa de la cultura de la legalidad para

    sus intervenciones en las polticas pblicas. En esta calidad de anfibio53, sus artculos

    e investigaciones han hecho aportes analticos importantes, pero sobretodo sus

    encuestas (en colaboracin con el estadgrafo Jimmy Chamorro) han ofrecido vietas

    valiosas de las percepciones que las personas tienen sobre la legalidad y el

    cumplimiento de normas; sus polticas concretas, igualmente, han inspirado a otros

    polticos y practicantes a ponerlas en funcionamiento en otros pases y municipalidades

    de Amrica Latina donde su ONG, Corpovisionarios, ha tenido un amplio espectro de

    accin.54

    En la sntesis que hace Mockus del discurso de la cultura de la legalidad confluyen

    varias tendencias intelectuales. En primer lugar, estn las investigaciones de teora de

    51

    Departamento Nacional de Planeacin, (DNP)., 2006. Fomentar la cultura ciudadana. VisinColombia 2019. II Centenario. Disponible en:https://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/2019/Documentos/documento_cultura_ciudadana.pdf.Cultura de la Legalidad Yo le juego limpio a Colombia. Alta Consejera Presidencial para laSeguridad y Convivencia. Presidencia de la Repblica. Disponible en:http://wsp.presidencia.gov.co/Seguridad-Ciudadana/estrategias-nacionales/Paginas/Cultura-de-Legalidad-Yo-le-Juego-Limpio-a-Colombia.aspx52Por oposicin a tendencias marxistas y anarquistas donde la legalidad puede ser leda como parte de ladominacin de clase. En esta lnea es legtimo preguntarse cul ser la actitud de las FARC en estostemas una vez se reincorporen a la vida civil si las negociaciones de La Habana llegan a buen trminos.La doctrina de las FARC sobre la legalidad estatal ha sido dogmticametne marxista durante muchosaos. Sin embargo, no dudan en calificar sistemticamente como ilegales las acciones (detenciones,condenas, etc., etc.) que los afectan.53

    MOCKUS, A, (1994), Anfibios culturales y divorcio entre ley, moral y cultura. Anlisis PolticoNo.21, Ene-Abr de 1994. Bogot:IEPRI54Pueden consultarse sus actividades y productos en www.corpovisionarios.org

    https://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/2019/Documentos/documento_cultura_ciudadana.pdfhttps://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/2019/Documentos/documento_cultura_ciudadana.pdfhttps://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/2019/Documentos/documento_cultura_ciudadana.pdfhttp://wsp.presidencia.gov.co/Seguridad-Ciudadana/estrategias-nacionales/Paginas/Cultura-de-Legalidad-Yo-le-Juego-Limpio-a-Colombia.aspxhttp://wsp.presidencia.gov.co/Seguridad-Ciudadana/estrategias-nacionales/Paginas/Cultura-de-Legalidad-Yo-le-Juego-Limpio-a-Colombia.aspxhttp://wsp.presidencia.gov.co/Seguridad-Ciudadana/estrategias-nacionales/Paginas/Cultura-de-Legalidad-Yo-le-Juego-Limpio-a-Colombia.aspxhttp://wsp.presidencia.gov.co/Seguridad-Ciudadana/estrategias-nacionales/Paginas/Cultura-de-Legalidad-Yo-le-Juego-Limpio-a-Colombia.aspxhttp://wsp.presidencia.gov.co/Seguridad-Ciudadana/estrategias-nacionales/Paginas/Cultura-de-Legalidad-Yo-le-Juego-Limpio-a-Colombia.aspxhttps://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/2019/Documentos/documento_cultura_ciudadana.pdfhttps://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/2019/Documentos/documento_cultura_ciudadana.pdf
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    juegos y de anlisis comportamental del derecho que sugieren, en contra de la

    economa clsica, que individuos racionales son capaces de respetar el derecho (as

    vaya en contra de sus intereses inmediatos) y de ser solidarios con los dems. Respetar

    las normas autnomamente es anlogo al gesto de distribuir justamente dinero a los

    dems. As lo prueba, por ejemplo, el llamado juego del dictador: a una persona X se

    le da una 100 pesos para que los distribuya como quiera entre l mismo y una persona

    Y. Y, de su lado, no participa en la distribucin. X es un dictador. En una versin del

    juego Y slo puede aceptar pasivamente la distribucin que haga X; en otra versin, Y

    puede decir que no la acepta y, si ello ocurre, ni X ni Y reciben un solo peso. Segn las

    predicciones de la economa clsica, X maximizara sus ganancias y Y, si fuese

    racional, aceptara cualquier tipo de ganancia. Esta condicin se cumplira si X se

    reservara 99 pesos para s mismo y le diera tan solo 1 peso a Y. En el reporte que hace

    Mockus, los investigadores encontraron que, a pesar de ser dictadores, las personas

    realizaban distribuciones mucho ms justas de los 100 pesos y que, cuando ello no

    era as, tales distribuciones eran rechazadas. Segn los datos que presenta Mockus en

    sus conferencias, las personas incorporan dentro de su utilidad de manera significativa

    el bienestar y el beneficio de los dems. Incluso, en alguno de esos experimentos, dar

    algo menos de 26 pesos a Y se consideraba generalmente inaceptable y ocasionaba el

    rechazo de la distribucin propuesta por el dictador.55

    Estos juegos sugieren que los individuos no son exclusivamente maximizadores de sus

    propios intereses sino que pueden tener comportamientos solidarios en donde se tienen

    en cuenta los intereses de los dems. Los intereses de los dems pueden tambin ser

    concebidos como derechos. Y en vez de distribuir dinero, Mockus parece pensar que

    cada uno de nosotros se comporta como un dictador en la distribucin del

    autocumplimiento de normas legales, por ejemplo, las de trnsito. El que distribuye alos dems cumplimiento legal est comportndose cvicamente. Y el civismo, segn

    las investigaciones de Robert Putnam, es la caracterstica fundamental del capital

    social. El capital social es aquel esquivo insumo que separara a los sociedades bien

    organizadas de las que no lo estn y que explicara los mayores niveles de crecimiento

    econmico y bienestar que se da cuando las sociedades dan el salto hacia adelante (en

    55

    Mockus, en dilogo con el autor a partir del trabajo de Henrich, Joseph, Robert Boyd, Samuel Bowles,Colin Camerer, Ernst Fehr, y Herbert Gintis (2004)Foundations of Human Sociality: EconomicExperiments and Ethnographic Evidence from Fifteen Small-Scale Societies.Oxford University Press.

    http://es.wikipedia.org/wiki/2004http://es.wikipedia.org/wiki/2004http://es.wikipedia.org/wiki/2004http://es.wikipedia.org/wiki/2004
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    la conocida expresin del desarrollismo). El civismo y el respeto autnomo de los

    derechos de los dems constituye la comunidad poltica en la que se da el salto hacia,

    como dira Rawls, sociedades bien ordenadas.

    El civismo es tambin el resultado del aumento y estabilizacin de las relaciones de

    confianza social. La generacin de confianza en el otro es la actitud bsica del

    individuo que se constituye ahora en ciudadano. En sus talleres pedaggicos, Mockus

    con frecuencia le peda a dos personas que hicieran el siguiente ejercicio: la una deba

    cerrar los ojos y dejarse caer de espaldas, sin prevencin alguna; deba confiar en que la

    otra persona lo detendra y as, le evitara el dao. Este ejercicio era, en su opinin,

    marcadamente anlogo a la confianza social que hay que tener en que el conductor de

    un vehculo se detenga frente al semforo en rojo cuando el propio cruza la

    interseccin.

    Las referencias tericas de Mockus se convierten tambin en recursos retricos cuando

    se utilizan en espacios andra-pedaggicos. La propuesta de Mockus tambin echa

    mano de un cierto neorrepublicanismo en que los ciudadanos son los actores

    centrales. El ciudadano es aquel que tiene una relacin ntima de respeto a la ley

    porque, de hecho, es capaz de amar las leyes de su propia patria. Para ello, ha

    participado intensamente en el proceso de su formacin e, incluso cuando le son

    adversas, entienden el propsito de las mismas. En su propio proceso evaluativo,

    prefiere cumplir con normas, as le sean desfavorables, que violar las leyes a las que

    est moral y polticamente atado. El ejemplo clsico de esta actitud se encuentra, por

    supuesto, en la Apologa de Scrates cuando ste, a pesar de haber sido condenado

    injustamente a muerte y poder escapar, bebe libremente la cicuta que sus

    conciudadanos le han decretado. Prrafos de igual altura moral se encuentran enRousseau cuando afirma la paradoja de que el ciudadano que entra a la crcel se hace

    finalmente libre. La explicacin es sencilla: dado que la libertad es la capacidad de

    gobernarse por normas que uno mismo se ha dictado a s mismo, y dado que la ley, por

    va democrtica, es la norma que yo me he dado a mi mismo, soy libre cuando voy a la

    crcel. El neoinstitucionalismo econmico parte de premisas diferentes y ofrece una

    anlisis distinto sobre las relaciones entre derecho y crecimiento econmico pero sus

    conclusiones no difieren completamente a las del neorrepublicanismo.

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    El uso eclctico de todas estas fuentes le permite a Mockus fortalecer los resortes

    individuales del cumplimiento voluntario de la ley. Busca as generar nuevas

    concepciones culturales y morales que favorezcan el proyecto social de mediacin de la

    legalidad. Pero este eclecticismo tambin tiene ventajas polticas: esta convergencia

    ideolgica generalizada, en la que confluyen teora de juegos, anlisis econmico del

    derecho, neorrepublicanismo y neoinstitucionalismo, tiene repercusiones

    suprapartidistas: resuena con tendencias de izquierda porque es leda como llamado a

    respetar los derechos de los dems y con las de derecha porque reestablece la propiedad

    y el contrato. De otro lado, la publicidad en Colombia ya ha capturado esta macro-

    tendencia y la expresa de varias formas: las propagandas de Chevrolet, por ejemplo, ya

    no hablan de carros ultrapotenciados con los que se puede violar el lmite de velocidad

    sino que, por el contrario, animan a formar millones de amigos para hacer de la va un

    mejor lugar; propagandas de motos para jvenes urbanos los muestran parando

    disciplinadamente en la cebra y cediendo la va al peatn; finalmente, la estrategia del

    Fondo Vial Nacional para reduccin de accidentes evidencian la epidemia de excusas

    mediante la cual se violan (se derrotan) las normas de trnsito que, en realidad,

    deberan ser consideradas como perentorias. En su conjunto, todas estas estrategias

    invitan a la formacin de comunidades con altos niveles de capital social y respeto

    autnomo al derecho.

    4. Desafos al proyecto acadmico y poltico de construir una cultura de la

    legalidad

    Esta es, en muy apretada suma, la propuesta de Mockus: podemos vivir en una

    sociedad poltica donde los ciudadanos tengan altos niveles de respeto por la ley para

    que se genere cooperacin social, eficiencia econmica e igualdad distributiva? Lapropuesta ha trado cierta frescura y novedad al debate poltico y social colombiano. A

    pesar de ello, hay varios puntos donde la propuesta tiene potenciales debilidades desde

    el punto de vista de la teora jurdica. Estas se han venido discutiendo hace tiempo en

    la teora jurdica y poltica y Mockus, desafortunadamente, todava no ha ofrecido

    respuestas adecuadas o completas a las mismas.56 Si es cierto que la cultura de la

    legalidad puede transformar el capital humano de una sociedad hacia el crecimiento y el

    56Este desafo no solo concierne a Mockus. Incumbe a todos los mandarines de la legalidad afinarestas respuestas para dar mayor solidez a su propuesta.

  • 7/26/2019 Conferencia Cultura de La Legalidad Diego Lopez Medina Enero 08 2014

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    bienestar, es preciso tener una respuesta, as sea preliminar, a algunas de estas

    objeciones.

    En primer lugar est la tesis de la indeterminacin del derecho. Cada vez que le

    preguntaban sobre la legalidad, Mockus responde con ejemplos ms o menos sencillos

    de reglas claras: no saltarse la cola, pagar impuestos, etc., etc. En otras preguntas, sus

    respuestas como candidato presidencial no eran tan contundentes: puede ser juzgado

    Juan Manuel Santos en Ecuador? Apoya el aborto? Tiene competencia la CPI para

    juzgar al Presidente Uribe? Cul debe ser el tratamiento a las vctimas en la Ley de

    Justicia y Paz? En estas respuestas chocaban varias posibles interpretaciones del

    derecho y Mockus tena que escoger alguna que, sin embargo, a muchos otros les

    pareca una clarsima violacin del mismo. Es mrito de Ronald Dworkin haber

    mostrado que gente razonable puede tener desacuerdos razonables sobre el contenido

    de las normas jurdicas y que ello ocurre con enorme frecuencia. Si ello es as, cmo

    se determina el contenido de la ley que exi