CONEXIONES UVAQ No. 11

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En nuestra edición número once les presentamos la nueva cara de la revista Conexiones UVAQ, donde encontrarán temas referentes a la educación.

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tarea contó desde el principio con la complicidad del primer obispo mexicano, y parece seguro que fue en su biblioteca donde halló la fuente de ins-piración definitiva para sus fundaciones: la Utopía de Tomás Moro y el Libro de doctrina Christiana del giennense Gutierre González, obra está de tono marcadamente erasmista que influyó en todos los catecismos redactados en esa época en América. Es en este contexto en el que nació el códice Es-calante-Portilla. No sabemos la fecha exacta de la composición de los dos tomos que guardan per-fecta ligazón entre sí, la Historia de Granada y la Historia y Anales que, con toda seguridad, son obra del mismo amanuense. Teniendo en cuenta los datos internos de la primera de las obras y las averiguaciones sobre la vida de su autor, Hernan-do de Baeza, debió de ser redactada entre 1504 y 1515, por lo que la copia debe ser, al menos, pos-terior a la primera de esas fechas. Por su parte, la obra de Galíndez de Carvajal nos lleva hasta el año 1518, durante la celebración de las Cortes de Valla-dolid de febrero-marzo de ese año, por lo que debe entenderse que la copia es, al menos posterior a esa fecha. De este modo, y dadas las concomitan-cias en la redacción de ambos tomos, pero a la vez sus diferencias, que hacen pensar en una redac-ción sucesiva de ambos y prolongada en el tiempo, pensamos que las copias fueron realizadas duran-te los años treinta del siglo XVI, es decir, mientras Quiroga comenzaba a interesarse por los debates en torno a la conversión de poblaciones no cristia-nas. Un dato que pudiera corroborar esta teoría es el hecho de que la Información en Derecho de Qui-roga, de 1535, se abre con la copia de un fragmen-to literal del Codicilo de Isabel la Católica, que es, precisamente, uno de los importantes documentos copiados a la letra en la Historia y Anales de Galín-dez de Carvajal. Las copias coincidirían, por tanto, con el inicio de la actividad literaria de Vasco de Quiroga y son un vivo reflejo de esta.

El buen desempeño de los encargos regios y el patronazgo ejercido sobre él por los ya menciona-dos Pardo Tavera y Díaz de Luco, dieron a Vasco la oportunidad de ocupar su primer cargo de rele-vancia, la de oidor de la segunda Audiencia de Mé-xico en 1534. Desde su llegada a América, Vasco de Quiroga se iba a comportar como un agente de la Corona, primero como oidor de la segunda Au-diencia de México, comisionado junto a sus com-pañeros de audiencia y su presidente, Sebastián Ramírez de Fuenleal, para residenciar a los compo-nentes de la nefasta primera Audiencia y controlar el poder local alcanzado por los conquistadores y, muy especialmente, juzgar las actividades de Her-nán Cortés. Más adelante, y ya como prelado, se encargó de crear una diócesis, la de Michoacán, y afirmar la autoridad real en el territorio al frente de su obispado, que de este modo se erigía no sólo como cabeza de un distrito eclesiástico, sino como verdadero centro civilizador y de irradiación de la autoridad regia, poniendo coto al libre albedrío de encomenderos y colonos, y afirmando la autoridad episcopal frente a la actuación de las órdenes re-ligiosas.

No en vano fue a la vez cabeza de la Iglesia michoa-cana y de su Inquisición. Pero desde el primer ins-tante, Quiroga demostró su intención de introducir en América los métodos de evangelización y cas-tellanización ensayados por los primeros padres de la Iglesia granadina, procurando una relación entre naturales y colonos, pacífica y basada en los valo-res de la Iglesia primitiva (su modelo iba a ser San Ambrosio de Milán). Desde su cargo como oidor ya mostró vivamente estas inquietudes, y realizó sus primeras fundaciones escolares, orientadas a la educación de los indígenas como paso previo a su completa conversión, un modelo que tomó di-rectamente de las enseñanzas de Talavera, el al-faquí de la Iglesia granadina, empleando la lengua nativa como vehículo de la labor evangélica. En su

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Si observamos el contenido de ambas obras po-demos entender el significado que pudieron tener para Vasco de Quiroga. La Historia de Granada rezuma espíritu reformista, dentro del humanismo cristiano. Atribuye a los seglares la capacidad y obligación de demostrar todas las cualidades del buen cristiano, de tal forma que no la condición, sino la disposición de la persona es la vía que con-duce a la máxima virtud cristiana (monachatus non est pietas). En este sentido, Baeza presenta al con-de de Cabra como una suerte de santo seglar, y a Boabdil como detentador de perfectas virtudes hu-manas y cristianas que le harían ser el mejor de los bautizados en caso de querer recibir el sacramen-to. Respecto a los elches, este enigmático escritor y trujamán defiende su excelente condición perso-nal, y su regreso seguro a la práctica de la religión cristiana si son tratados con el debido respeto y caridad. Esta reflexión concuerda con la postura que iba a manifestar Quiroga desde su llegada a América en el trato con los indígenas. Hace, tam-bién, referencia a la mayor importancia del conte-nido de los actos espirituales sobre las formas, al referir la comunión espiritual recibida por la tropa cristiana en los momentos previos a la batalla de Lucena de 1483. Y en cuanto a las capitulaciones de Granada, no sólo refiere su participación en ellas asegurando un resultado pacífico sin humilla-ción del vencido, sino que refleja que la paz depen-de del respeto que se guarde a las condiciones de

la rendición, lo que concuerda con la postura de Quiroga en su intervención en el norte de África, donde puso todo el acento de las relacio-nes entre culturas y religiones diferentes en el sentido de la justicia y la equidad de trato. A su vez, Galíndez de Carvajal representaba no sólo el humanismo jurídi-co y el esfuerzo com-pilador del derecho que asegurase una correcta labor de go-bierno, sino en cuan-to al trato del proble-

ma morisco, una vez más, el empleo de un estricto sentido de la justicia que asegurase el mantenimiento de la paz. Eso sí, en el tono, Galíndez de Carvajal representaba una opción represora sobre la población morisca, sus usos, costumbres y lengua, muy diferente del tono marcado por Baeza. Por tanto, podemos decir que encontraba en la Historia y Anales argumentos en sentido contrario a los de la Historia de Granada, el contraste necesario para una adecuada reflexión. En el texto de la Historia y Anales encontró, ade-más, muchos de esos justos títulos de la conquista española del Nuevo Mundo, preocupación máxima para los tratadistas del problema indiano y clave de la polémica sobre la guerra justa, y la extensión del providencialismo cristiano desde las tierras del Islam hacia las nuevas fronteras descubiertas.

Por fin, en el año 1538, Quiroga fue elevado a la silla episcopal en las tierras de los tarascos o pu-répechas, ordenado sacerdote en ese año por su amigo Zumárraga y consagrado obispo. Desde el principio de su ordenación, se metió de lleno en el problema de las conversiones, y ya en 1539 parti-cipó en una junta de eclesiásticos reunida en Mé-xico para conocer y analizar la respuesta del papa a una consulta sobre el bautizo de las poblaciones indígenas, cuestión de primera importancia en el problema de la evangelización. En esta reunión, y dada la respuesta de Roma, se decidió que de-bía insistirse en la sinceridad de las conversiones,

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nada, aunque otros eclesiásticos, caso del nue-vo arzobispo de México Alonso de Montúfar, que había sido dominico de Santa Cruz de Granada y personaje de gran importancia en la sociedad de ese reino, mostraron mucho interés por conocer el contenido del tratado de Quiroga. Muy interesante resulta la conclusión de fray Miguel de Arcos en su Parecer sobre esta obra del obispo michoacano, pues comenta que mejor realización tendrían en Granada las ideas allí expuestas que no en México.

Esta alusión a la situación granadina por el domi-nico Arcos no era fruto de una impresión banal. Una mirada a las disposiciones redactadas por Galíndez de Carvajal, tras la reunión de expertos mantenida en noviembre-diciembre de 1526 en la Capilla Real de Granada para tratar de resolver el problema morisco, delata la estrecha relación entre las soluciones adoptadas en la Granada del qui-nientos y la América colonial de esa misma épo-ca. Galíndez de Carvajal propone el aislamiento de los conversos de sus antiguos correligionarios, y su alejamiento de los antiguos hábitos y religión. Se centra también en la lengua como vehículo de aculturación, con la prohibición del uso del árabe, algo en lo que Quiroga parece haber tomado direc-tamente las enseñanzas de Talavera, pues si bien el objetivo es la enseñanza de un correcto castella-no a los indígenas, la inmersión pasa por una pri-mera fase del uso de la lengua nativa como medio de asimilación de la doctrina cristiana, previo a la completa conversión. El eje de todo el programa sería la educación de los moriscos, en especial los niños, que también iba a ser el elemento esencial de las políticas quiroguianas, y al igual que este el doctor y consejero real pone como ejemplo la Igle-sia de los primeros padres. Ambos coinciden con la doctrina de Talavera en poner toda su confianza en los niños y jóvenes, a quienes proponen incluso separar de sus familias para facilitar su catequiza-ción. Si Galíndez de Carvajal pone buen cuidado en aislar la población morisca de la costa, pues el desplazamiento de la frontera había llevado el problema de la confrontación religiosa allende (es decir, a tierras africanas), Quiroga, en la Suma, lle-va la frontera hasta el contacto con las tribus chi-chimecas, que a su vez son el allende americano y, a diferencia de Galíndez de Carvajal, debido a la diferente situación contextual, propone situar en la costa los puntos estratégicos de expansión de la fe. En resumen, las medidas adoptadas en 1526 para los moriscos corresponden a una fase repre-

regresando a las formas bautismales de la Iglesia primitiva y huir de la urgencia que mostraban algu-nas órdenes religiosas, en especial los observan-tes franciscanos, insuflados de un espíritu provi-dencialista que se resumía en la frase evangélica compellere intrare. Como resultado de esta junta mexicana, en la que tuvo destacada intervención el obispo de Michoacán, se redactó en 1540 un Ma-nual de Adultos.

Quiroga continuó con la labor de fundar hospita-les-pueblo, en los que aplicaba, a veces de forma exacta, las ideas recogidas en la Utopía de Tomás Moro, y llevó a cabo la fundación de su sede, Pátz-cuaro, que iba a ser el núcleo civilizador en el terri-torio, opuesto a la sede de explotación dominada por los encomenderos, Tzintzuntzan, que había sido el antiguo centro de poder indígena. Con ello, en 1540 llevaba a cabo la idea utópica de crear una Iglesia nueva a imagen de la primitiva Iglesia pau-lina, lejos de la influencia de la antigua religión y de las ambiciones de los colonos. Constituía, ade-más, un enclave castellano en territorio indígena, centro de irradiación de la acción cultural española e inmersión de la sociedad indígena en el cuerpo político de la monarquía.

Tras un intento fallido de viajar al Concilio de Trento en 1543, en el año 1547 se trasladó a España para defender sus teorías y acciones ante el emperador. Tuvo una excelente acogida ante la Corte, que le quiso promover a la sede de México o la de Puebla, cosa que rechazó por sentirse muy comprometido con su labor entre los purépechas, y fue también recibido con mucha atención por los miembros de una orden de reciente fundación, los jesuitas, tra-bando amistad con Ignacio de Loyola y Francisco de Borja. Se trasladó a Valladolid para participar en la junta de eclesiásticos y juristas que iba a decidir las controversias suscitadas por la acción colonial y misionera en América, y allí, en el año 1548, pudo conocer los debates que trataban de hallar solu-ción para otra controversia no menor, la abierta con la población morisca. En ese mismo año aparecía el Manual de Adultos para bautizar, del presbítero Pedro de Logroño, considerado primer libro criollo, inspirado por Quiroga, quien incluso había dirigido la edición. En este período y contexto Quiroga de-cidió redactar su De debellandis indis, que iba a ser el sustento de sus ideas ante la junta de 1550-1551. Las Casas mostró poco interés por este tratado de Quiroga, con quien no se mostró de acuerdo en

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mulas blandas con otras taxativas, la compulsión con la caridad, en el entendimiento de su inocente ignorancia que, sin embargo, no ha de servir como excusa ni cortapisa para su conversión. En el caso americano tanto la Información en Derecho de Qui-roga, de 1535, como la Suma de hacia 1555, pre-sentan este doble discurso, de forma que, por un lado, se acentúa el valor de la caridad, por otro se recurre a la debida compulsión, aunque matizada por la consecución de los fines: ad edificationem et non ad destructionem.

Quiroga había trasladado a México un modelo evangélico desde la Granada de fray Hernando de Talavera, y un modelo educativo que, de igual manera, procedía de aquella capital. Consta que los modelos educativos trasladados directamente desde Roma por Pedro Mártir de Anglería bajo el mecenazgo del conde de Tendilla, basados en las ideas del humanista Marcilio Ficino, habían sido la base de la educación de las élites granadinas, incluyendo las moriscas, en los colegios abiertos por el obispo. Sería este el modelo quiroguiano, como se refleja en toda la obra teórica y práctica del padre de los purépechas, y queda ratificado en la Suma con alusiones directas a Ficino.

Fue Montúfar, el receptor del Parecer de fray Mi-guel sobre el De debellandis indis, quien organizó el Primer Concilio General de la Iglesia de México, para el año 1555, justo un año después del concilio diocesano de Guadix en el que, de nuevo, surgió como punto central la controvertida situación de la población morisca. El promotor del Concilio acci-tano, Martín de Ayala, promovió además la edición de una Doctrina Christiana en lengua arábiga, que tuvo su paralelo en tierras mexicanas en un Dialogo de doctrina christiana en lengua de Mechoacan, de 1559, obra de fray Maturino Gilberti. Una vez más parecen coincidir las soluciones adoptadas en uno y otro territorio, en dos espacios que se tocaban a lo largo y ancho de una frontera entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En este punto y ambiente situamos la compilación de De debellandis indis en la Suma y, en todo caso, antes de la redacción del Manuale Sacramentorum secundum usum Ecclesie Mexica-ne, emanado de las disposiciones de ese Primer Concilio General de México y editado en el año 1560.

La Suma responde a un período de tolerancia rela-tiva con las situaciones diferenciales que se daban en los territorios de la Monarquía Católica, justo antes de que, ya en la década de los sesenta del siglo XVI, se inicie un cambio que supone la vuelta a las medidas represoras del inicio de la centuria. Sólo en este contexto se explican las referencias explícitas a Moro o a Ficino que se contienen en este tratado, cuando los Índices ya estaban inclu-yendo las obras de Erasmo, o partes significativas de ellas, entre las interdicciones. En este sentido no deja de ser una obra utópica en todo su conte-nido, difícilmente realizable por haber quedado por completo fuera de tiempo y lugar. Como confirma-ción del cambio de época, en 1559 se prohibía una Doctrina Breve obra de fray Juan de Zumárraga; no era tiempo para continuar profundizando en las enseñanzas de Erasmo. Responder a la pregunta de quién fue Vasco de Quiroga, me ayudó a res-ponder a la pregunta sobre qué era exactamente el códice Escalante-Portilla. Este, más allá de los siempre controvertidos movimientos de población, demuestra una fluida y natural relación entre Gra-nada y América, un vínculo determinado por la si-tuación fronteriza de ambos territorios.

En resumidas cuentas. Hemos defini-do un códice a caballo entre dos épo-cas, la Edad Media y el Renacimiento; entre dos estéticas, gótica y renacen-

tista; y, lo que es más importante para nosotros, más allá de esta situación liminar lo hemos situa-do en la frontera. Recoge, de este modo, todo el complejo y variado significado que tuvo la frontera de Granada y de la América colonial, y ofrece la interconexión de una y otra, y el significado teórico y práctico que tuvo para los humanistas cristianos, empeñados en una comprensión más universal de la Humanidad que superase los estrechos límites de la universitas christiana medieval. Llegamos hasta esta conclusión general a través de las siguientes conclusiones parciales:

El códice se elabora en dos partes y mo-mentos distintos. Los dos primeros tomos corresponden a un largo período de elabo-ración que abarca los primeros treinta años del siglo XVI, tal y como delata la evolución

de la escritura de ambos, que evoluciona desde una grafía cortesana con elementos humanísticos

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contenidos en el volumen para encuadrar el con-junto. Esta idea se refuerza por la biografía del au-tor intelectual y material del último de los tomos, la Suma, de Vasco de Quiroga, muy relacionado con los dos espacios geográficos representados tanto por la Historia de Granada como por el tratado in-diano, comprometido en una especial forma de en-tender la reforma de la Iglesia próxima a la devotio moderna y los postulados del humanismo cristiano y del erasmismo, y embarcado en una tarea evan-gelizadora en América que continuaba los pasos de fray Hernando de Talavera en Granada.

Nos encontramos, por tanto, ante un testi-monio muy gráfico de la relación existente entre Granada y América, entre dos espa-cios de frontera en los que se dio la misma

necesidad de integración, asimilación y acultura-ción de masas de población no cristianas a la so-ciedad cristiana y, por ello mismo, a la necesidad de constituir una Iglesia nueva. A ello se añadía la constitución de nuevo orden civil, dominado por la monarquía, que de la mano de una burocracia creciente se iba constituyendo con poder absoluto en el territorio de su dominio. Las nacientes dióce-sis granadinas iban a ver su reflejo al otro lado del océano, encuadradas en la acción de la monarquía a través del patronato regio. Del mismo modo, la sociedad colonial del Reino de Granada se cons-tituía con paralelos en los virreinatos americanos, oponiendo a la sociedad aristocrática la creciente influencia de los burócratas al servicio del rey. No resulta extraño este fenómeno si tenemos presente que muchos de los protagonistas de la historia co-lonial americana habían curtido su experiencia vital en territorio del extinto emirato nazarí. Es el caso de Vasco de Quiroga.

Su relación antes, durante y después de la conquista, con el primer prelado de Grana-da, fray Hernando de Talavera, su prime-ra experiencia como hombre de leyes en

territorio norteafricano (Orán y Tremecén), y sus contactos tempranos con el humanismo cristia-no desde los ambientes cortesanos de Madrigal y Arévalo, así como el contacto con los agustinos, jerónimos y dominicos y los primeros intentos de reforma católica, explican perfectamente los con-tenidos del códice y hacen que estos, y no tan sólo su firma en el último de los volúmenes, nos hagan estar en la certeza de que fue un instrumento de uso del obispo americano.

a otra humanística con resabios cortesanos y pro-cesales, próxima al sistema gráfico identificado por los paleógrafos con el reinado de Felipe II. El ter-cero de los volúmenes corresponde a la mitad del siglo XVI, hacia el año 1555, y muestra caracteres inequívocamente humanísticos, con elementos de la gótica libraria propios de los tipos de imprenta característicos del siglo XVI.

Las características del soporte, el papel, muestran una relación directa entre los tres tomos, y establecen una secuencia lógica perfectamente organizada entre ellos, que coincide tanto en el orden de

disposición de cada uno dentro de la encuader-nación, como en el orden crónico de elaboración, como en el orden cronológico de sus diferentes contenidos. Ello nos hace pensar: 1. que pese a la relativa frecuencia del uso de los dos tipos de papel identificados a través de la marca de los fa-bricantes (de mano, mano y estrella, y de culebra o culebrilla), su alta calidad nos lleva a un mismo entorno social; y 2. el solo hecho de haber sido ele-gidos estos tipos para todos los tomos, y no otros de entre los varios posibles para la España del XVI, nos lleva a pensar que fueron escritos en un mismo o cercano espacio topográfico. Todo ello lleva a la conclusión de que estamos ante un volumen en-cuadernado como tal desde su origen, sin añadi-dos posteriores y que, por tanto, nos encontramos no tanto ante un volumen misceláneo, como ante un conjunto documental perfectamente constituido como unidad intelectual: por todo ello es más que nada un unicum.

La anterior conclusión nos lleva a enten-der que, aunque es muy posible que los dos primeros tomos se elaboraron antes del tercero y como un conjunto perfecta-

mente complementario, que abarcaba de un lado la visión del entorno cortesano nazarí, de otro la del entorno cortesano de los Reyes Católicos, el encuadernador del códice dispuso desde el primer momento de forma ordenada cada uno de los to-mos, que entendía completarse con el tercero de ellos. El hecho de que el volumen lleve al lomo el tí-tulo de Historia de Granada, de Baeza, nos da idea de la importancia dada a esta parte por quien fue el autor intelectual del conjunto, a quien interesa-ba de forma muy especial identificar el todo con esta parte, independientemente de que podamos entender que aprovechó el primero de los tomos

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Efectivamente, los contenidos del códice tienen todos el mismo sentido, que se ex-plica desde los postulados humanistas y

los movimientos de reforma de la Iglesia. En el caso de Hernando de Baeza, a quien hemos definido en nuestra tesis como judío converso y personaje típi-co de frontera, que se mueve entre dos realidades enfrentadas, el mundo cristiano y el musulmán, con una ambigüedad destacada por el profesor Molina Pérez, su relación confesa con la orden jerónima, su reconocimiento de la calidad de la persona por encima de las diferencias religiosas, su defensa de-cidida de la condición conversa, hasta el punto de ser considerada su crónica como expresión de la voz del elche, su pacifismo, en fin, demostrado en su activa participación en las capitulaciones grana-dinas, nos sitúan en las corrientes que pudiéramos incluir dentro del humanismo cristiano.

Respecto de Galíndez de Carvajal, es conocida su relación con el humanismo jurídico, su idea de re-copilación del derecho superando las limitaciones de la dispersión medieval, pero también su estre-cha relación con el Reino de Granada y con el de-bate sobre la condición de los moriscos granadi-nos. Por fin, Vasco de Quiroga, que recoge todo este acervo y lo traduce en una obra, la Suma, que es a su vez compendio de su De debellandis indis, tratado en el que expresa toda la experiencia ad-quirida en dos reuniones habidas en la ciudad de Valladolid por las mismas fechas:

6°1548

Para el caso morisco,

1550 Para el caso de los indios. Su de-mostrada participación en esta segunda reunión, y su más que probable conocimiento directo de la primera, son la explicación defi-nitiva de la confección del códice Escalante-Portilla, y de su empleo posterior por su dueño durante el Primer Concilio Provincial de la Iglesia Mexicana.

1555 Lo que hace de él un conjunto fronterizo entre dos experiencias nacidas por razón de dos mundos limítrofes encontrados y en conti-nuo proceso de evolución y cam-bio que es, en esencia, el signi-ficado profundo de toda frontera.

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Un apoyo para superarmeMi nombre es Jessica Esther Mejia Romero, estudiante de la licenciatura en Derecho, es para mí un placer y orgullo ser parte de mi querida Universidad “Vasco de Quiroga”, la cual me ha brindado la oportunidad de aprender y desarrollar mis capacidades personales.

Para mí es un gusto el que llegue ¡finalmente! el día sábado para aprender más de mi carrera, la cual es mi gran pasión, ya que desde pequeña mi anhelo y sueño había sido estudiar Derecho. Desafortunadamente cuando concluí mi bachillerato la falta de recurso me impidió el seguir estudiando, además que mi pensamiento es que una carrera profesional no es un juego sino una decisión que se debe elegir con responsabilidad y con la seguridad de saber qué es lo que quieres para tu vida.

Mi situación me orilló a decidirme a buscar un empleo que me permitiera obtener ingreso propio y generar en mí un sentido de responsabilidad que me ayudara a madurar y si, en un futuro, aún tenía la pretensión e ilusión de estudiar Derecho lo haría y me comprometería a dar lo mejor de mí para aprender lo más posible.

Fue alborozo enterarme en el año 2012, que la universidad “Vasco de Quiroga” traería una oferta educativa a mi municipio, ayudándome enormemente en materia financiera en vista del ahorro que tendría en caso de que tuviera que trasladarme a otra ciudad, por lo que no dudé en inscribirme para así empezar a realizar mi gran sueño, el cual –gracias a Dios- puedo decir que es ahora mi presente.

Aún recuerdo el primer día de ingreso a la universidad. Tenía muchos nervios y el temor de no saber nada; de no poder reintegrarme a la dinámica del aprendizaje, ya que habían pasado siete años desde que egresé del bachillerato. Hoy puedo decir que he cam-biado infinitamente; tengo otra visión de la responsabilidad, de mi carrera y de mi vida, lo cual me motiva día a día a nutrirme de conocimiento.

Agradezco infinitamente a mis maestros y autoridades educativas el esfuerzo que hacen para brindarnos educación de calidad y calidez y reitero el firme compro-miso de no defraudarlos, valorar y enriquecer mi práctica profesional y mi desa-rrollo personal con el conocimiento adquirido en mi querida escuela.

Confieso que el sacrificio es muy grande pero mi hambre de superarme es mayor y es lo que me mantiene esforzándome continuamente.

Expreso mi reconocimiento especial y respeto a mis compañeros, quienes día a día son parte de mi aprendizaje y me comprome-ten al valor de la solidaridad, el cual también he aprendido y vivido dentro de mi formación.

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La palabra racismo está incorporada al mare mágnum de términos que describen si-tuaciones de conflicto violento entre los seres humanos, por razones de pertenencia a grupos o etnias diferentes. Sin embargo, su equivalencia con la xenofobia, el antisemi-tismo, la discriminación, etc., induce a imprecisiones y equívocos, por lo que conviene puntualizar cuáles son sus rasgos definitorios. Los problemas existentes para señalar en qué consiste el racismo, provienen de los múltiples aspectos que presenta el término: ¿Se trata de una ideología o de un comportamiento?

Existen discursos racistas y conductas racistas que, si bien pueden ir entrelazados, igual-mente pueden existir por separado. ¿Predominan los criterios biologicistas o etnicistas a la hora de describir sus argumentaciones? El racismo biologicista y el racismo étnico son fenómenos que surgen en diferentes circunstancias históricas y, aunque produzcan los mismos resultados, no manejan su discurso justificativo de la misma manera. ¿Afec-ta a individuos o grupos aislados, o constituye un sistema organizado de dominación? Dependiendo de las circunstancias de cada espacio o sociedad, el racismo puede con-cretarse en hechos puntuales sin conexión entre sí u organizar todo un régimen político, económico y cultural, como el caso del nazismo alemán o el apartheid surafricano. ¿Se trata de un fenómeno antiguo o reciente?

Algunos expertos defienden la idea de que el racismo ha existido desde las primeras formaciones sociales, mientras que otros lo sitúan de manera específica en el mundo contemporáneo. ¿Se trata de un hecho universal, o particular? Si la construcción de to-das las sociedades presenta rasgos inequívocamente etnocéntricos, el eurocentrismo, forma específica de etnocentrismo, que está en la base ideológica y cultural del racismo, pertenece al mundo occidental y se desarrolla en los tiempos modernos.

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Centrándonos en la historia del término, el racismo, en sentido estricto, comienza a partir del siglo XVIII, en el mundo occiden-tal. Antes, ni las civilizaciones clásicas, que veían al otro como bárbaro en sentido etnocéntrico, pero no racista, y que apenas justificaron la esclavitud por ra-zones de inferioridad biológica; ni la época medieval, cuyas po-siciones antisemitas y antimusul-manas se reforzaban mediante argumentos religiosos, políticos y sociales; ni la conquista y co-lonización del continente ame-ricano, justificada por razones religiosas, no por superioridad racista, suponen la implantación del racismo tal como lo entende-mos hoy. A lo largo de todos esos siglos, existen prácticas que po-demos considerar racistas, pero en casi ningún caso se alude al determinismo biológico como justificación de las mismas.

La palabra raza no se difunde en textos literarios y científicos hasta el siglo XVIII. Desde 1750 hasta 1945, se construyen y di-funden las principales teorías del racismo biologicista. Se trata de clasificar y explicar a los seres humanos a partir de la existen-cia de razas diferentes, con ca-racterísticas que las convierten en inferiores o superiores, y que transmiten genéticamente dicha condición.A partir de mediados del siglo XIX, cuando Gobineau publica su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, texto cla-ve para la sistematización de las tesis racistas, tanto el racismo científico como el evolucionismo cultural sirvieron de base para defender la esclavitud, el co-lonialismo y las desigualdades clasistas. La aplicación de estos argumentos a los cálculos polí-

ticos se generalizó en la época del imperialismo: los conflictos interestatales se desarrollaban de la misma manera que los or-ganismos vivos, en su lucha por la supervivencia de los más ap-tos. Así, había naciones vivas, en plena expansión vital, formadas por razas fuertes, y naciones moribundas, que estaban ago-tando su ciclo biológico, debido a las razas debilitadas que las habitaban. Su paroxismo llegó en el período de entreguerras, cuando el estado nacional so-cialista alemán adquirió un in-equívoco componente racista, tanto en su ideología como en su práctica antisemita, que culmina en el holocausto de los campos de exterminio durante la II Gue-rra Mundial.

Desde 1945, el racismo biologi-cista ha experimentado un des-crédito progresivo, tanto por la derrota de los experimentos criminales que lo sustentaban, como por la difusión de teorías científicas que han puesto en evidencia las falacias de una su-puesta racionalidad fundamen-tada de la superioridad o infe-rioridad racial: el color de la piel, la estructura corporal o determi-nados antígenos sanguíneos re-sultan criterios muy poco fiables, que a menudo han sido manipu-lados para alcanzar los resulta-dos que previamente se deter-minaban. Los estudios de las diferencias genéticas entre los seres humanos, han demostrado que tales diferencias no son ma-yores ni más significativas que los parecidos, de manera que las clasificaciones raciales son arbi-trarias y nulas desde el punto de vista científico. El monogenismo, es decir el punto de partida co-mún de todos los seres huma-nos, parece hoy indiscutible. A

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Estas evidencias no han hecho desaparecer el racismo, aunque han traído consigo un significativo cambio de argumentos a la hora de justificarlo. El nuevo racismo, presente hoy en las realidades políticas, sociales y culturales de numerosos lugares del mundo, tie-ne unas características etnicistas, cuyo discurso podría resumirse en los siguientes postulados: 1) Es necesario definir, defender y preservar la identidad cultural in-terna, frente a los peligros y ame-nazas procedentes del exterior.

2) Las culturas no deben mezclar-se, dada su incapacidad para asi-milarse entre sí, y la degradación que sufren cuando se producen situaciones de mestizaje, en espe-cial por parte de la cultura superior.

3) La homogeneidad étnica y cul-tural es la mejor de las situaciones posibles, tanto para los individuos como para la organización de los Estados.

Una rápida visión de los problemas contemporáneos más relevantes, nos permitirá entender este cam-bio de perspectiva. Vivimos en un mundo global e interdependiente en el que, tras la /guerra fría, los referentes ideológicos generado-res de significado en el terreno po-lítico, social y cultural han perdido su simplicidad —comunismo frente a capitalismo—, haciéndose más complejos y difíciles de afrontar: el mercado, en el plano económico, con sus intereses centrados en la búsqueda del máximo beneficio a lo largo y a lo ancho de todo el pla-neta, y los medios de comunicación social, que a diario difunden, a tra-vés de sus canales audiovisuales, una cultura uniforme y descontex-tualizada, buscando su aceptación universal en términos de niveles de audiencia, parecen ser los dos grandes símbolos trasnacionales del nuevo orden mundial. Esta glo-balización, que muchos califican de caótica, se enfrenta cotidianamen-te a una serie de conflictos que los actores clásicos de las relaciones internacionales —Estados nacio-nales, instituciones supranaciona-les—, no son capaces de gestionar de acuerdo con los principios teó-ricos de /paz, justicia y seguridad. El creciente abismo de la pobreza arroja a las personas, a los pueblos y los países perdedores a la bús-queda desesperada de soluciones, que a menudo pasan por los en-frentamientos armados o la adhe-sión a /fundamentalismos cultura-les o religiosos de diverso signo.

Los fenómenos migratorios /Sur-Norte son otra de las res-puestas frente al callejón sin sali-da del hambre y del conflicto so-cial. Estos procesos actuales son una respuesta de largo plazo a la expansión demográfica, política, económica e ideológica de los eu-ropeo-occidentales desde el siglo XVI, pero, sobre todo, desde finales del siglo XIX. Los procesos migra-

torios Este-Oeste, tras la descom-posición de los regímenes comu-nistas del antiguo bloque soviético, se han unido a los procedentes de los países tradicionalmente situa-dos dentro del denominado Tercer Mundo. Estas migraciones coinci-den con el proceso de integración europea, que pretende construir un espacio común para los Estados del viejo continente, que a su vez se constituyeron mediante proce-sos de intercambio y conflicto en-tre diferentes culturas, lo que pone en evidencia, una vez más, la de-bilidad interesada de la memoria histórica a la hora de entender el presente. De todas formas, con-viene precisar que las migraciones masivas se producen, sobre todo, en el interior de los países del Sur y entre dichos países, a causa de las guerras, las hambrunas, o las epidemias. El porcentaje que logra llegar al mundo occidental es pe-queño, si lo comparamos con es-tas otras realidades menos presen-tes en los medios de comunicación de masas.

La aparición de sociedades mul-tiétnicas y multiculturales coincide, por tanto, con una época de crisis global, que se refleja claramente en las grandes aglomeraciones urba-nas y en sus poblaciones periféri-cas. La ausencia de respuestas a las manifestaciones más inmedia-tas de esta crisis –desempleo, des-mantelamiento del tejido industrial, degradación de la vida cotidiana, etc.–, está en la base de la apari-ción de un malestar social y cultu-ral, caldo de cultivo para la justifi-cación de determinadas ideologías populistas, xenófobas, cuando no abiertamente parafascistas, o para la extensión de una cultura de la violencia, que tiene como objetivos inmediatos de su furia irracional y compulsiva, todo lo que ponga en peligro la identidad, tribal y alienan-te, de los grupos que la practican. Aunque también existen factores

partir del Horno Sapiens Sapiens, los grupos humanos se fueron se-parando desde el punto de vista geográfico, adaptándose a diver-sos climas y formas de vida, has-ta transmitir hereditariamente los resultados de dicha adaptación. El aspecto físico externo y la estruc-tura orgánica interna es, pues, un fruto de la historia, y no una esen-cia fuera del tiempo y del espacio.

¿Cómo se ha llegado a esta formulación del racismo centrada en la etnia, entendida como grupo humano diferen-

ciado desde el punto de vista cultural?

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endógenos en esta abundancia de integrismos ultranacionalistas e in-tolerantes. De la misma manera, la proliferación de bandas juveniles violentas en las ciudades industria-lizadas, europeas o norteamerica-nas, presenta causas específicas en cada país o en cada zona.

Pero, por encima de la superposi-ción de situaciones diferentes, hay algunas claves comunes que per-miten clarificar el sentido general del proceso. Esta oleada de into-lerancia étnica se manifiesta en las sociedades occidentales, frente a los emigrantes extraeuropeos que, según los estereotipos socializados intelectual y popularmente, cum-plen todas las condiciones para convertirse en los chivos expiato-rios del malestar social y cultural mencionado: quitan puestos de trabajo a los nacionales, sus pau-tas de conducta son /bárbaras o peligrosas, están relacionados con las prácticas sociales más degra-dadas, como la /violencia, la droga, la prostitución, etc. En este contex-to aparecen los nuevos rostros del racismo: ideas, actitudes y actos que afirman la inferioridad de otros grupos étnicos, a los que agreden, discriminan y segregan sin más razón que sus rasgos culturales. Es evidente que ambos racismos, biológico y cultural, se relacionan estrechamente. Ni el primero ha desaparecido del todo, aunque su discurso se haya edulcorado un tanto, ni el segundo ha surgido de manera repentina: la larga historia

de marginación del pueblo gitano es una buena muestra de un racis-mo étnico de largo plazo.

A la hora de interpretar tales fenó-menos, además de plantearse su profunda inmoralidad, su carácter acientífico, o las consecuencias políticas y sociales de la barbarie que los representa y define, hay que indagar las causas materiales que los consolidan como sistemas de dominación de unos grupos hu-manos sobre otros, con el fin de explotarlos en su beneficio. Desde esta perspectiva, el racismo es una de las manifestaciones más graves de la injusticia con que se constru-yen determinadas estructuras de poder, y como tal debe ser afron-tado, si queremos contribuir a su destierro definitivo.

En conclusión, el racismo, como la xenofobia, el militarismo y otras ideologías afines, no se pueden analizar exclusivamente como meras actitudes reactivas frente a acontecimientos externos a la cultura en que aparecen. Dichas reacciones no son coyunturales y aisladas, sino que se sedimentan sobre raíces más profundas, que van construyéndose y socializán-dose en los procesos educativos, hasta impregnar por completo la forma de vivir y de pensar de los individuos.

Así, la difusión de una cultura euro-céntrica, cuyas proyecciones car-tográficas convierten a Occidente

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en el centro del mundo; cuya cro-nología oficial se circunscribe a los sucesos de Occidente y de su ór-bita; o cuyas claves interpretativas aparecen dominadas por el creci-miento económico como excelen-cia de civilización, el arquetipo viril como modelo de persona, el Es-tado-nación como destino final de los procesos políticos, o las elites como referencias exclusivas de las sociedades, consolida unos pro-fundos estereotipos sobre los que se construyen los esquemas racis-tas de interpretación de la realidad.

El descubrimiento del mestizaje como necesidad imprescindible para la construcción de cualquier identidad, permite, sin renunciar a las pautas identificativas que ayu-dan a reconocernos, cuestionar la presentación de dichas pautas como algo eterno e inmutable, que surgió de la nada como por encan-to, y que jamás ha sufrido ni su-frirá modificación alguna, puesto que tiene un destino que cumplir; lo que justifica y legitima cualquier aberración: limpieza étnica, violen-cia terrorista, genocidio planifica-do, etc. Las posturas antirracistas deben considerar no sólo la resis-tencia frente a las agresiones o los actos vandálicos, cometidos bajo la bandera del integrismo étnico, sino también la transformación de las posturas de aceptación implí-cita y culpable de tales actos, que se difunden a través de los códigos culturales masivos.

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La importancia de las universidades

Para las personas que estamos vinculadas de alguna forma con la vida académica de las universidades resul-ta provechoso reflexionar acerca de su naturaleza, misión, propósitos, orígenes y evolución. De igual forma, debemos preguntarnos sobre el papel que juegan hoy en día estos organismos en la sociedad, y cuestionar si de hecho están proporcionando un acertado servicio al estudiantado, o si han desviado el rumbo a su finalidad básica y requieren una nueva orientación que responda a las necesidades culturales de la sociedad.

El concepto que tenemos de universidad nace en los monasterios de la Edad Media, en donde se preservaron la mayor parte de los textos de la antigüedad, los cuales se reservaron en calidad de secreto para el estudio de unos cuantos, ya que el oscurantismo de la época no permitía su difusión al resto de la sociedad.

Hay quienes se remontan aun más en el tiempo y atribuyen a Sócrates la paternidad de esta institución, argu-mentando que la relación personal maestro - discípulo es el núcleo central y piedra angular de la institución que hoy llamamos universidad. (1)

Ya sea socrática o medieval, la universidad de occidente ha recorrido un largo camino y ha evolucionado como ninguna otra institución antigua a partir de su fundación. Los estudiantes del siglo veintiuno, lejos de sentarse en las escalinatas del Agora para escuchar al maestro, o de tomar los hábitos para saciar su sed de aprender, pueden en la comodidad de su hogar y haciendo uso de los medios electrónicos muy en boga en estos días, estudiar una carrera en cualquiera de las ramas del conocimiento.

La universidad es la depositaria de la inteligencia y del saber del ser humano, es lugar de reunión de la gente pensante y concentra los conocimientos heredados, es el legado de la sociedad moderna para la sociedad del futuro.

Las naciones no serían las mismas sin las universidades, hecho visible en los países más atrasados, que tienen menos centros de enseñanza superior por habitante. Así lo afirma la UNESCO en su Declaración Mundial sobre la Educación Superior:

“Si carece de instituciones de educación superior e investigación adecuadas que formen a una masa crítica de personas calificadas y cultas, ningún país podrá garantizar un desarrollo endógeno y sostenible; los países en desarrollo y los países pobres, en particular, no podrán acortar la distancia que los separa de los países desa-rrollados industrializados”. (2)

La universidad engrandece a la comunidad en donde se encuentra inmersa, es símbolo de cultura y de presti-gio y enarbola los valores más nobles del ser humano.

No es solamente un campus con instalaciones académicas y deportivas, es un recinto sagrado en donde la sociedad deposita lo mejor de su espíritu.

LA UNIVERSIDAD DE LOS DOCENTES

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LA UNIVERSIDAD DE LOS DOCENTES

La tendencia profesionalizante

Un aspecto cualitativo en el que la universidad ha evolucionado de forma contundente es el enfoque profesio-nalizante, o de preparación para el trabajo, y es en ese sentido que se elaboran los planes de estudio, se orga-nizan los cursos y se llevan a cabo las actividades docentes. En efecto, a diferencia de otras épocas, en donde la transmisión de la cultura se daba de forma espontánea, sin matices mercantilistas, la universidad actual, llámese tecnológico o universidad, está inmersa en una competencia cerrada para preparar mejor al estudiante a enfrentar las necesidades de la vida.

A finales del siglo diecinueve, Niestzche se lamentaba diciendo: “¡No tenemos instituciones de cultura!” (3). Y es que ya desde entonces se vislumbraba la tendencia hacia la profesionalización de los estudiantes en las diferentes ramas de aplicación de la tecnología en la vida cotidiana. Esta tendencia marca un parteaguas en la evolución de la educación superior, y la institución universitaria se ha adaptado a ella. De hecho las universida-des compiten para formar a los mejores profesionistas, y su eficiencia se mide por el impacto de sus egresados en la sociedad.

Quedan pocas instituciones en occidente que tengan un enfoque meramente cultural. Un de ellas es el Colegio de Francia, por donde pasan a lo largo del año las inteligencias más destacadas de la cultura mundial para exponer su pensamiento, y las personas interesadas en escucharlas asisten a sus cursos, pero no reciben al final ningún diploma ni constancia de participación. Es el saber por el saber. En México tenemos El Colegio Nacional, creado a imagen y semejanza del Colegio de Francia (4) y conformado por las personalidades más representativas de las ciencias y la cultura de nuestro país. De igual forma, los departamentos de extensión y difusión cultural de las principales casas de estudios, persiguen una finalidad semejante.

Pero lo más común en occidente es encontrar escuelas muy prestigiadas, aunque de reciente creación, al estilo de las grandes universidades americanas, que proveen a la industria de cuadros de nivel alto y medio, y a ello dedican la mayor parte de sus esfuerzos y de sus recursos. Un graduado de leyes de Harvard tiene un puesto asegurado en los grandes bufetes jurídicos de la nación inmediatamente después de recibir su diploma. Lo mismo sucede con los graduados en administración, mercadotecnia, informática, ingeniería, y otras carreras de gran demanda en el sistema económico; en áreas de ciencias y humanidades como biología, antropología, filosofía, ciencias físicas y ciencias sociales, arquitectura y medicina, la tendencia profesionalizante permea los programas de estudios, y este enfoque es el que la hace importante e imprescindible como institución acadé-mica en nuestros días, es el rumbo que más se acerca a la realidad que viven los pueblos de Occidente.

Instituciones como el Colegio de Francia se vuelven un lujo para las sociedades, pero no por ser un lujo signifi-ca que podamos prescindir de ellas, al contrario, si la humanidad algún día pusiera fin al problema del hambre y de las desigualdades y accediera a un mundo de abundancia, se necesitarán muchos Colegios de Francia para saciar la sed de cultura de los afortunados terrícolas. Entonces Nietzche podría descansar en paz.

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Mientras tanto, no nos queda más que quitarle el ana-tema a la tendencia profesionalizante y tomarla como un escalón en la evolución de la institución universi-taria.

Los tres pilares de las universidades

Cuando realizaba mis estudios de posgrado, escuché en una ocasión un argumento que me pareció insólito, por parte de uno de mis profesores. El distinguido ca-tedrático aseguraba a manera de aforismo que los tres pilares que sostienen sólidamente a una institución de educación superior y le dan prestigio y permanencia en la sociedad son: sus profesores, sus instalaciones y sus ex alumnos.

Yo pensaba que los alumnos estaban en primer lugar, puesto que son la razón de ser de una escuela. También me imaginaba que los planes de estudio te-nían la primacía en la planeación de las actividades universitarias para la adecuada realización de las la-bores académicas, no en vano la autoridad reguladora de la educación les brinda gran importancia, y condi-ciona su aprobación casi exclusivamente a la existen-cia y solidez de los programas académicos.

Estaba de acuerdo en que los profesores son impres-cindibles, y en esto coincidía plenamente con el pri-mer pilar de mi admirado profesor. Con el tiempo y después de algunos años de actividad docente, he logrado entender el porqué de los tres pilares.

Los alumnos son a la vez la materia prima y el pro-ducto terminado de la universidad. Pero no pueden ser un pilar sólido por más que estén organizados en sociedades de alumnos, ya que son profesionistas en preparación y el contexto en el que se desarrollan los convierte más en objeto de atención que en apoyos para su universidad. Solamente cuando egresan y se posicionan en la sociedad y a la vez toman conciencia de la formación que recibieron en su alma mater, es que pueden ser los promotores y abanderados de su institución educativa. La sociedad de ex alumnos de Ingeniería de la UNAM y la sociedad de ex alumnos de la Universidad Iberoamericana son dos magníficos ejemplos de este caso.

Es conveniente hacer notar que para que los ex alum-nos se conviertan en un verdadero pilar, es necesario que la institución a la que pertenecen posea una cul-tura propia en donde se vivan una gama de valores que los estudiantes adopten y los hagan identificarse plenamente con ella. Valores enarbolados por los pro-fesores y las autoridades universitarias cuya vivencia durante los años de estudio dejen una sólida marca en su formación y los impulsen a trabajar en favor de la sociedad y de su escuela por el resto de sus vidas. Solamente así pueden ser columna, de otra forma egresarán generación tras generación sin pena ni glo-ria, y al cabo de los años habrán perdido por comple-to el rumbo y no tendrán liga alguna con la que fue su

alma mater.

En cuanto a las instalaciones, se puede decir que la infraestructura universitaria

es sumamente costosa, ya que la tendencia profesionalizante descrita anteriormente y el

propósito de formación integral que busca la mayor parte de las insti-tuciones requiere de cuantiosas

inversiones. Talleres y laboratorios, aulas con equipo audiovisual, bi-bliotecas y centros de información, auditorios, aulas de usos múltiples, campos experimentales, centros de investigación, instalaciones de-

portivas, y una infinidad de servicios básicos y equipo que se hacen im-

prescindibles para realizar la labor educativa.

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Las universidades que tengan este pilar muy débil están condenadas a la extinción o a quedarse en el anonimato o en la mediocridad de los cursos que no requieren de infraestructura.

En el contexto mexicano de la educación superior ofrecida por particulares se observan numerosas ins-tituciones de reciente creación con recursos muy limi-tados, en donde una nueva clase empresarial ha he-cho su aparición, siguiendo un patrón demográfico de demanda que en tiempos recientes se centraba en la educación básica y ahora se traslada rumbo a grados académicos superiores.

Este tipo de planteles responde a una necesidad edu-cativa y es parte de la oferta total de este rubro. Sin embargo, a largo plazo, cuando el efecto poblacional disminuya, y los estándares de ingreso se eleven en el ámbito nacional, solamente permanecerán las es-cuelas que estén sólidamente cimentadas tanto en docencia como en infraestructura.

Las instituciones particulares de educación superior con carácter lucrativo difícilmente guardan recursos para la reinversión, pues la operación de sus centros de enseñanza absorbe la mayor parte de sus recursos financieros y la otra parte la destinan al pago de divi-dendos. Como no son sujetos de donativos, solamen-te les queda el apalancamiento con organismos finan-cieros para la expansión y el equipamiento. Al menos que encuentren una nueva fórmula para allegarse de fondos para la inversión, será difícil que lleguen a ad-quirir el tamaño y la importancia de una universidad de prestigio.

En los próximos años las universidades extranjeras incursionarán en el territorio mexicano por el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Ellas vienen con gran capital para invertir en infraestructura, y su pre-sencia impactará en el ámbito educativo, pues al igual que en el campo, poco se ha hecho para capitalizar a las instituciones mexicanas de educación superior.

En México solamente las universidades públicas cuentan con fondos del Estado para hacer frente a las necesidades de inversión. El Estado a su vez no dis-pone de los fondos suficientes para capitalizarlas. Las partidas presupuestales no logran el resultado que pretenden, ya que el gasto corriente acapara la mayor parte de estos fondos, y la apabullante población es-colar, en números no vistos en instituciones similares de países desarrollados, no recibe plenamente los be-neficios de lo que se llega a invertir.

Por su parte, las antiguas y prestigiadas universida-des privadas que operan sin fines de lucro, dependen en gran medida de los ingresos por colegiaturas para cubrir sus gastos operativos y acuden a campañas fi-nancieras para allegarse fondos para sus necesidades de inversión. Cabe señalar que en muchos casos los ex alumnos forman parte activa y sin remuneración de estas estrategias. Algunas cuentan con donado-res altruistas que alivian el peso de las inversiones en infraestructura universitaria, pero desgraciadamente éstos son muy contados. ¡No tenemos Mecenas en nuestro país!

La importancia de los docentes

Si echamos un ojo la misión de las universidades de diferentes países en el mundo; grandes y pequeñas; antiguas y nuevas; el común denominador en todas ellas es la importancia que otorgan a la docencia. Cuando se habla de docencia, investigación y difusión de la cultura, primero se nombra a la docencia.

La investigación es muy importante, pero las universi-dades no son las únicas instancias en donde se rea-liza. Existen laboratorios y centros especializados en las grandes corporaciones multinacionales, así como entidades de investigación de los gobiernos en don-de se desarrollan la mayor parte de los estudios que se realizan en el planeta. Lo que sí es propio de las universidades es la formación de investigadores, y de manera recurrente sobresale la actividad docente.

Siendo la docencia prioridad de una institución de educación superior, se debe tener especial cuidado en la selección de los profesores y en su desempeño, para poseer la seguridad de contar con universidades de prestigio que cumplan con la sociedad.Así, el primer pilar de las instituciones de educación superior lo constituyen los docentes. Y cuando habla-mos de profesores de las universidades nos referimos a una cierta clase de docentes. De acuerdo con la ten-dencia profesionalizante de la educación, se ha desa-rrollado un tipo especial de profesor universitario que no es un maestro emanado de la Normal Superior. No es un educador que haya hecho carrera pedagógica ni que haya pasado primero por las aulas de educación básica y secundaria para llegar después a la educa-ción media superior y a la superior.

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Existen los casos pero no son representativos, de pro-fesores universitarios producto de la Escuela Normal, porque en términos generales, el maestro normalista permanece en el ámbito de la educación básica y se-cundaria durante toda su vida laboral, pues el sistema educativo le ofrece la oportunidad de hacer carrera y llegar a jubilarse por esa vía. Además, de que es todo un reto ser un excelente docente en esos niveles, y quien tiene vocación para educar niños y adolescen-tes no encuentra atractivo el ambiente universitario.

En el nivel que nos ocupa, es generalmente un pro-fesionista egresado de alguna carrera universitaria, y que se encuentra en el ejercicio de su profesión, ya sea de forma independiente o como empleado de alguna organización. Los hay que eligen dar clases todo el día en diferentes instituciones en lugar de se-guir ejerciendo la profesión y hacen de la docencia su modus vivendi. Muchos profesores de tiempo caen en esta categoría. Existen luego profesionistas que habiendo desarrollado una exitosa carrera profesional deciden reducir su carga de trabajo y dedican parte de su tiempo a compartir sus experiencias con los es-tudiantes universitarios. Están asimismo los profesores investigadores, cuya actividad principal gira alrededor de la investigación, en cuyo caso la docencia se vuelve una actividad de segundo orden. Con el impulso reciente que se ha dado a la investigación, este tipo de docente, ideal para estudiantes de posgrado que ya tienen una for-mación completa y una motivación propia para el es-tudio, puede ser de suma importancia en la elevación del nivel educativo en el país.

Las instituciones de educación superior deben es-coger con sumo cuidado a sus profesores dentro las diferentes categorías descritas anteriormente, depen-diendo de sus propósitos y metas. Deben cerciorarse que sean profesionistas con vocación docente; deben tener en cuenta que el magisterio tradicional está car-gado de muchos vicios; que el profesionista en prepa-ración aprende de otros profesionistas, y por lo tanto, mientras los docentes mejor representen a la profe-sión, técnica y humanamente hablando, más posibi-lidades tendrán los estudiantes de emular su modelo.

El docente universitario es antes que nada un uni-versitario, un ser universal que contribuye a abrir las mentes de sus estudiantes a la cultura y la ciencia uni-versal. No importa que sea maestro de asignatura de un área técnica, el contexto en que imparte su materia debe estar impregnado de humanismo y de universa-lidad.

Docente no es aquél que tomó un curso o un diploma-do en docencia, ni siquiera el que estudió una carrera en pedagogía, docente es aquél que además de lo anterior se preocupa por los demás, que le interesa la gente, que es lo suficientemente generoso como para compartir sus conocimientos con sus semejan-tes. El docente disfruta dando explicaciones, se las ingenia para darse a entender. Primero entiende y domina perfectamente su campo de estudio y luego tiene la habilidad para darlo a conocer, para despertar el interés, para hacer el conocimiento significativo y asequible.

Es por lo tanto muy importante la selección de docen-tes. Al reclutar solamente a los que tienen vocación, se debe hacer a un lado a aquéllos que sólo ven en la docencia una forma de ganarse la vida, o un paliati-vo mientras se encuentra un trabajo de “a de veras”. Evitar también a los que solamente quieren adornar el curriculum pero no tienen compromiso real con los estudiantes ni con la institución.

Impartir clases en la universidad es un compromiso del más alto nivel. Para que un curso tenga éxito es requisito indispensable que se realicen todas las se-siones tal y como fueron programadas. Antes de com-prometerse con un horario, el profesor debe examinar cuidadosamente su agenda del semestre. Debe ajus-tar juntas de negocios, reuniones profesionales, o via-jes, para no faltar a clases. De esta forma el profesor transmite un mensaje con su ejemplo, de compromiso formal, y podrá con toda razón exigir de sus estudian-tes un compromiso igual.

Con el cumplimiento de las asistencias por parte de profesor y estudiantes se facilita la adopción de un clima de estudio y de trabajo, y se despierta el interés del educando por la materia, requisito indispensable para una absorción de conocimientos y cambios de actitud.

No hay nada más desastroso para el ejercicio de la docencia que las faltas injustificadas y sin avisar. El preceptor que desarrolla esta conducta no toma en cuenta que los estudiantes dejan todas sus activida-des e invierten tiempo, dinero y energía para llegar a la cita de clases. Cuando el maestro falta sin avisar, toda esa energía se convierte en frustración y se rompe la sinergia del grupo hacia esa materia. Resulta difícil, después, sobre todo en caso de reincidencia, que el grupo acepte el liderazgo del catedrático, y por lo tan-to, que se cumplan los objetivos del curso.

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Una vez que el profesor ha decidido comprometerse con un curso, debe realizar una planeación detenida de todos los aspectos del curso. Se deben trazar ob-jetivos, estrategias, y pensar muy bien, en la calma del escritorio, cómo se va a llevar a cabo cada sesión.

No se debe caer en el error de pensar que sólo por el hecho de haber llenado complejos formatos que a ve-ces piden los administradores, se va a tener un curso perfecto. Al contrario, esto puede ser un desgaste de energía que sería mejor utilizar en conceptuar y luego concretar el curso.

La universidad de los docentes

Habiendo definido el perfil del docente y resaltado su importancia en la universidad, el siguiente paso es re-gresar al profesor al lugar que le pertenece en la jerar-quía universitaria, es decir, el primer sitio.En efecto, recordaremos que en un principio todo se resumía en un maestro que enseñaba y un discípulo que apren-día, y que solamente el crecimiento de los centros educativos en alumnado y en complejidad estructu-ral en la época actual ha traído consigo una organi-zación y una burocracia. Poco a poco la idea original de aprender sólo por el placer del saber ha dado paso a la preparación para el trabajo, lo que ha introducido estándares de conocimientos, controles del saber y de las aptitudes o competencias por parte de orga-nismos evaluadores dentro de las instituciones y en los gobiernos. En muchas instituciones, estos orga-nismos internos y externos se han desligado del ma-gisterio y han formado una administración ajena a los docentes y muchas veces deshumanizada hacia los estudiantes. Finalmente, la universidad que tenemos ahora privilegia grandemente a la burocracia y a los directivos.

Gloria Zaballa describe una pirámide tradicional de educación en donde la cúspide está ocupada por la burocracia, le siguen la titularidad, el equipo directivo, y en la base de la pirámide se encuentran los profe-sores y debajo de ellos los padres y los alumnos. La educadora propone un nuevo paradigma que invier-ta el orden de los factores: en una pirámide invertida, los padres y los alumnos quedan arriba, seguidos de los profesores, viene luego el equipo directivo, y en la parte más baja quedan la titularidad y la burocracia.(5)

Aunque comparto la idea de un nuevo paradigma en la educación, uno que ponga en el lugar que le co-rresponda a los diferentes actores, soy más bien de la idea de que en la educación superior solamente hay dos actores, profesores y estudiantes, y que toda la superestructura que se ha formado a su alrededor y que está terminando por sofocarlos, primeramente debe ser reducida, y en segundo lugar, debe corres-ponder a los docentes el manejo administrativo.En instituciones educativas de primer nivel como la Universidad de Cambridge, Inglaterra, “se trabaja con una administración central relativamente peque-ña, y con cuerpos centrales de gobierno y supervi-sión compuestos de, y principalmente elegidos por el personal académico en turno de las Facultades y de las Escuelas. Una parte inusualmente importante de las actividades administrativas cotidianas es lle-vada a cabo por miembros de la planta de maestros en nombre de sus colegas, y la estructura jerárquica está de hecho inusualmente abierta a la consulta y a la participación.”(6)

La universidad debe estar compuesta por docentes y estudiantes, es decir, los docentes al servicio de los estudiantes. Esta es la forma de crear una cultu-ra de estudio y de compromiso por el saber, que se encuentre activa en todos los rincones de la casa de estudios, que se viva por parte de maestros y estu-diantes, y que sea la base de su formación técnica y moral.

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Antes que tener un programa de capacitación docen-te, las universidades deben tener una filosofía muy clara alrededor de lo que es y de lo que significa ser un docente universitario. Esta filosofía debe ser el eje conductual de la comunidad universitaria, de tal suer-te que todos sepan lo que se espera de un preceptor y que éste no tenga duda de sus objetivos y funciones.

El Rector debe ser docente, los Vicerrectores deben ser docentes, los directores de escuelas y facultades deben ser docentes. Los integrantes de los departa-mentos administrativos deben ser docentes. Además, todos deben ser docentes en funciones, y considerar como prioritaria su labor educativa sobre la adminis-trativa. Esto significa que por ningún motivo un ad-ministrativo debe darse el lujo de faltar a clase por excusas tales como reuniones de trabajo o carga ad-ministrativa. La docencia es primero.

Ni qué decir del Consejo Universitario y de la Junta de Gobierno. Estos cuerpos rectores deben estar com-puestos por docentes que se hayan distinguido en el mundo de las ciencias y de la cultura, y que además tengan las cualidades propias para tomar las decisio-nes del más alto nivel.

Tanto los docentes administrativos, los que ocupan puestos en servicios escolares, finanzas, manteni-miento, o en cualquier otra área del organigrama, como los docentes del Consejo Universitario y de la Junta de Gobierno, deben considerar estas activida-des como temporales, como funciones necesarias para sustentar el ejercicio de la docencia, y aceptar que en algún momento van a ser relevados de sus funciones para regresar de lleno a la labor educativa, permitiendo así la alternancia en asuntos de segundo orden.

En todos los casos anteriores, se debe tener cuidado en seleccionar a los docentes administradores de en-tre aquéllos que tienen la preparación y la capacidad para desempeñar las funciones administrativas. No debe ser visto como una señal de avance en la insti-tución el hecho de ocupar un puesto directivo, porque se corre el riesgo de alcanzar el nivel de incompeten-cia, en detrimento de la vida académica.

En tanto que los puestos administrativos se encuen-tren remunerados por encima de los puestos docen-tes, es normal que los profesores busquen abordar el barco de la burocracia en espera de hacer carrera, como en cualquier organización lucrativa.

Por esto es importante, cuando se establecen los ta-buladores de remuneraciones, privilegiar el pago a la función docente y hacerla el eje sobre el cual se pue-dan agregar remuneraciones relativas a las labores administrativas.

Las remuneraciones deben estar fundamentadas en méritos académicos, y premiar las trayectorias en las aulas y en los laboratorios de sus docentes más destacados. A distinciones tales como la de Profesor Emérito, o Profesor Distinguido, se les deben conce-der privilegios y remuneraciones por encima del sim-ple estipendio del docente.

Las actividades universitarias deben estar regidas por cuerpos colegiados que tomen las decisiones sobre los planes de estudios, la oferta educativa, la evalua-ción de docentes y estudiantes, las políticas de se-lección y admisión de profesores y estudiantes, entre otras, siendo el primer cuerpo colegiado el Consejo Universitario, coordinado con los cuerpos colegiados de todas las Escuelas y Facultades de la Institución.

La sociedad debe agradecer a las universidades el concepto de cuerpos colegiados: el trabajo y toma de decisiones entre pares que desde tiempos remotos distingue el verdadero trabajo universitario. Tan fuerte ha sido el peso de este concepto, que las formas más evolucionadas de trabajo de hoy en día en las gran-des organizaciones emulan a los cuerpos colegiados universitarios.Es necesario, para bien de la sociedad y para lograr la formación de la masa crítica de ciudadanos egresados de las universidades que serán los motores del desa-rrollo, que se le regrese al docente el papel primordial que debe desempeñar el ámbito educativo. Las insti-tuciones universitarias que todavía no lo hacen, deben reflexionar en que están perdiendo el camino y hacer a tiempo un cambio acorde a las tendencias culturales de la humanidad.

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el rol de la información y la participación pública en la planeación ambiental

Con el fin de comprender de dónde surge la controver-sia entre la práctica y la teoría de la participación en la planeación ambiental, se exploran tres orientaciones teóricas para la toma de decisiones: una derivada del paradigma positivista, una que lo complementa y otra que cuestiona ese positivismo.

La primera privilegia el uso y conocimiento de la in-formación como una forma de racionalizar el proceso decisorio. La segunda permite el aprendizaje y el equi-librio de los conflictos entre participantes. En cambio, la tercera muestra que en ocasiones pueden ser más fuertes las presiones de los grupos debido a un interés específico, al margen de la argumentación científica.

Así, las diferencias entre estas tres orientaciones teó-ricas permiten contrastar lo observado en la práctica. En primer lugar, la orientación positivista se relacio-na con una toma de decisiones tecnocrática. Nelkin (1979:15) señala que los expertos aparecen represen-tados como creadores de conocimientos que desem-peñan importantes papeles en la definición de políti-cas y, por tanto, son legitimados en el tratamiento de temas controversiales. Similarmente, Jasanoff (1990) indica que la necesidad de consultar a los científicos, es una evidencia del do-minio tecnocrático y de la exclusión de actores que no son expertos y que no tienen preparación técnica, prevaleciendo así la racionalidad científica. Fue Mey-naud (1968) quien señaló primero que la tecnocracia es la disminución de la importancia del factor político

en beneficio del factor ténico implicando que hacer uso del “expertise” para promover soluciones técni-cas a problemas políticos, otorgue a los expertos una base dominante de organización del poder. Esto se debe a que los expertos suelen proveer un entendimiento de la complejidad, identificando lo co-

4. Orientaciones d e la información y l a participación en la planeación ambiental

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nocido y lo incierto, proveer soluciones que de otro modo no serían consideradas por los tomadores de decisiones y estimar las efectos políticos, económi-cos, sociales y ambientales de esas soluciones al re-copilar, analizar y diseminar la información científica

(Steel et al. 2004).

Estos factores fortale-cen la orientación po-

sitivista en la toma de decisiones. En segundo lugar,

e x i s t e una

orientación sustantiva (Fiorino 1990) que comple-menta a la positivista al tomar en cuenta sus limita-ciones, en donde la apropiación y uso de la informa-ción tienen como objetivo incrementar el aprendizaje entre participantes. Esta orientación exhibe la función “iluminadora” (Weiss 1979) en la toma de decisiones, proporcionando el conocimiento faltante, educando y cambiando la forma en que los actores piensan y resuelven el problema. En esta misma línea, Lindblom y Cohen (1979) sostu-vieron que la orientación positivista resulta una limi-tante de la toma de decisiones ante el “conocimiento ordinario” (derivado del sentido común, percepción o experiencia local). No se muestran a favor de los

expertos como los más indicados para tomar todas las decisiones, sino que simpatizan con la posibili-dad de desarrollar un aprendizaje como consecuen-cia de la interacción entre expertos y no expertos.

Igualmente, Innes (1990) encuentra que la toma de decisiones debe incluir una información cien-tífica, objetiva y comprobable, pero además una información “no formal” o práctica derivada

de experiencias de los participantes. Ésta última se vuelve relevante ante problemas

técnicos y complejos y ambas deberían utilizarse en los momentos en que una u otra apoyen de mejor forma las deci-

siones alcanzadas. Como ejemplo, Corburn (2003) estudia el cono- ci-miento local (experiencia de prime-

ra mano) y la posibilidad de fusio-narlo con el expertise científico en un modelo de negociación mutua. Aquí todos los actores son contri-

buidores potenciales de las decisio-nes, al incluir un conocimiento local derivado de la información de los escenarios locales, características,

circunstancias, eventos, relaciones y su significado. Esta sería una aproximación

ideal del funcionamiento de la toma de deci-siones ambientales. No obstante, March y Simon

(1981) objetan que, a pesar de buscar una integración de las dos orientaciones, las decisiones están sujetas al compor-

tamiento de los participantes, a causa de una serie de limita-ciones de carácter cognitivo (como la incomprensión del lenguaje

técnico), de valores e intereses que entran en competencia y restricciones institucionales (de tiempo, presupuesto o información), es decir, que tanto

la toma de decisiones como los participantes están sometidos a una “ra-cionalidad limitada”.

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Ante lo anterior aparece una tercera orientación, deri-vada de la práctica. Feldman y March (1981) indican que el uso de la información está inmerso en normas sociales que lo hacen altamente simbólico y no siem-pre obedecerá a las orientaciones positivista y sus-tantiva porque, mucha de la información recopilada tiene poca relevancia para las decisiones, a menudo justifica decisiones ya tomadas o se genera después de haberla solicitado, hay quejas sobre su indisponi-bilidad e ignorancia de la que sí está disponible o se genera más de la necesaria. Sugieren entonces que la información es usada para otras razones que raciona-lizar la toma de decisiones o ser la base del aprendi-zaje de los participantes.

Es Forester (1989) quien integra ideas acerca del uso y conocimiento de la información en la planea-ción de cara a intereses, identificando roles de po-

der y de exclusión a partir de ello: unos participan-tes cuentan con información oportuna y otros no, u obtienen acceso a fuentes formales e informales de poder; unos están organizados y pueden influir, mien-tras otros son relegados y silenciados. Este autor de-termina que la información es fuente de poder en la toma de decisiones, donde los organizadores pueden informar o desinformar a los participantes con el fin de hacer prevalecer los intereses de las élites, o bien, de ellos mismos mediante una deliberación ambigua, decisiones validadas por los más informados, produ-ciendo una falta de representación de los afectados por las decisiones; en el establecimiento de la agen-da, controlando la información de que disponen los participantes, moldeando su acción o inacción ante opciones ya definidas, empleando lenguaje técnico, asegurando que personajes de autoridad participan para ganar confianza, argumentando que un tema po-lítico es de hecho uno técnico mejor conducido por expertos y evitando temas controversiales; y en la habilidad de los actores principales para moldear las percepciones del resto, dando la sensación de legiti-mar sus expectativas.

De esta forma, las aportaciones teóricas de to-dos es- tos autores indican que la toma de decisiones rara vez responderá sólo a orien-taciones positivista o sustantiva, sobre todo ante los intereses y los valores involucrados, pero que contemplar éstas es importante para mantener decisiones razonadas y ten-tativamente consensuadas. La información es un recurso de negociación crítico de con-trol, poder y a la vez exclusión entre quienes no cuentan con las mismas capacidades para

debatir. Aunque las autoridades gubernamen-tales y los expertos no son los únicos actores

clave de la planeación de políticas que responden a problemas ambientales complejos y tecnificados,

sí pueden condicionar la participación de actores me-nos informados.

La apertura a la toma de decisiones muestra una con-troversia entre lo teórico y lo práctico. Aunado a ello, en ocasiones esta apertura recibe críticas entre quie-nes consideran ineficaz la participación de los no ex-pertos y entre quienes están a favor de procesos más incluyentes. Los autores y orientaciones aquí revisa-dos señalan la necesidad de tomar en cuenta tanto el papel de la información que se produce mediante la ciencia, como la proveniente de la experiencia local y que en conjunto, servirán a la planeación ambiental, pero que debe ser realista y tomar en cuenta los inte-reses de los participantes.

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Como se ha discutido, la apropiación y uso de la in-formación entre participantes para la toma de deci-siones responde a tres orientaciones. Éstas sirven de base a la definición y el análisis del rol de la informa-ción en la planeación ambiental. El término “rol” se re-fiere al papel que desempeña la información cuando los participantes la usan, la poseen o se apropian de ella de acuerdo a sus fines y en la planeación.

Al discutir la orientación positivista, se encontró que está asociada a una toma de decisiones razonada, basada en información científica, donde los actores emplean la información disponible y con objetivos de-finidos. Kartez y Casto (2008) argumentan que este rol está asociado a la necesidad de suministrar infor-mación y juicio experto en las decisiones para incre-mentar la racionalidad del análisis. Por su parte, Hills (2005) encuentra que el rol instrumental en la planea-ción es limitado por cuestiones políticas, es decir, por los intereses propios de las agencias gubernamen-tales y sus representantes. Ahí donde la información ambiental juega un rol en la selección de alternativas, su función es más bien de procedimiento. Señala que la principal información empleada es científica, pero que ésta es confinada a aspectos burocráticos, políti-cos y de lenguaje técnico. Esto excluye a los actores con menor preparación técnica.

Así mismo, la información ambiental figura poco en las negociaciones que se enfocan en posturas y valo-res. Concluye que la influencia de un marco regulato-rio y el ocultamiento de la información en decisiones de importancia económica, acotan el rol instrumental. Un trabajo que apoya la idea de que la información tie-ne una función conceptual (derivada de la orientación sustantiva) al alterar las percepciones y la mentalidad de los participantes, es el de Hanna (2000). Encuen-tra que tanto la información como la participación son aspectos esenciales de un proceso integrado de provisión de información (flujo de información en una sola dirección) y de diálogo (flujo en dos direcciones); ambos guían el proceso y forman las opiniones de los tomadores de decisiones. La información moldea la participación al agregar nuevas interpretaciones y di-fundir el conocimiento.

El rol conceptual reside en la interacción de todos los tomadores de decisiones, expertos o no, produciendo conocimiento y educación. Sin embargo, los autores revisados también señalan los límites de los roles ins-trumental y conceptual de la información, dando paso

a un rol simbólico cuando se anteponen los intereses de los actores, se limita la participación de los menos instruidos debido a la tecnicidad de la información, o cuando sirve para proceder ante marcos legales o compromisos institucionales.

En este tenor, Hoornbeek (2000) desarrolla un marco para el entendimiento de cómo se utiliza la informa-ción ambiental y compara diferentes tipos de desarro-llo e intentos de comunicación emprendidos por dos agencias de gobierno. Argumenta que las opciones responden a la producción y diseminación de informa-ción, pero también para proceder ante compromisos establecidos y justificación de actividades. Surge en-tonces un rol de procedimiento al apoyar argumentos y decisiones hechos por otras razones que las indica-das por la información objetiva, es decir, con base en el cumplimiento del marco jurídico o institucional en el contexto en el que se toman las decisiones. Esto implica que la información está sujeta a estructuras organizacionales y requerimientos (límites de calidad, niveles de exposición, estándares, etc.) que limitan los roles instrumental y conceptual.

Otros trabajos que exhiben las limitaciones de los ro-les instrumental y conceptual en la planeación am-biental hacen referencia al ejercicio del poder. Muts-hewa (2010) explora una forma de empoderar a los diseñadores de las políticas ambientales. Señala que el rol es simbólico al validar opiniones, rechazando o distorsionando la información. Encuentra que las percepciones sobre las facultades de los diseñado-res, la resistencia a los toma- dores de decisiones y la capacidad para utilizar esta información, guían su poder informacional, caracterizado por la adquisición, presentación y dotación de la información a los toma-dores de decisiones.

La información sirve entonces como recurso para os-tentar poder entre quienes diseñan la política y entre quienes participan, imponiendo intereses y moldean-do el proceso. Dimitrov (2003) por su parte, menciona que en planeación ambiental es más útil distinguir en-tre varios tipos de información y analizar sus roles de forma separada, ya que esto puede revelar aspectos de la interacción entre conocimientos, intereses y po-der que de otra forma permanecen ocultos. El rol instrumental se ve confrontado con que la in-formación científica no siempre es objetiva, sino que es producto de un proceso socialmente construido,

5. clasificación del rol de la información en la planeación ambiental

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pero que existe un fuerte componente biofísico que hace indispensable el uso de esa información técnica y la transición de la información a conocimiento y for-mación de intereses es moldeada por valores, poder e instituciones.

De acuerdo a Healy y Ascher (1995), esa intención de generar y utilizar más información científica está motivada por el mejor entendimiento de las funciones múltiples de los ecosistemas, lo que permitirá una ma-yor atención a su conservación como una preocupa-ción de política pública; que una mayor cantidad de información permitirá una toma de decisiones más ra-cional, reduciendo las incertidumbres y dando mayor peso explícito a los objetivos en conflicto; que más información resultará en una participación más infor-

mada y responsable en el debate entre las distintas partes interesadas y que más y mejor información producirá menos conflictos y más consenso. Como resultado, habrá una mayor probabilidad de que las partes en conflicto lleguen a acuerdos aceptables, verificables y sustentados.

De acuerdo a los autores revisados, la intención de ejercer los roles instrumental y conceptual se ve condicionada al rol simbólico, y que a su vez, puede derivar en otros. Uno de ellos es el rol excluyente, donde nuevas fuentes de información pueden res-tar poder a los no expertos, minar sus argumentos, polarizar el debate y retrasar la toma de decisiones. La búsqueda de ventaja política hace que los acto-res distorsionen la información al circular aquella de baja calidad técnica para posicionar sus intereses sobre otros grupos, de manera que juega un rol no neutral en términos de relaciones de poder y exclu-sión de actores con menor formación técnica.

Así, aunque exista y esté disponible la información y los participantes encuentren dificultades para em-plearla por su grado de tecnicidad, o porque unos claman más autoridad que otros sobre ella, el enfo-que sustantivo destaca la necesidad de contar con la información de los no expertos, ya que su partici-pación es determinante para la efectividad y legiti-midad de la planeación.

Sin embargo, la literatura también apunta a conside-rar la imposición de cuestiones económicas y rela-ciones de poder: poder sobre la información y como un recurso para colocar intereses, o bien, para ami-norar u ocultar las problemáticas ambientales, así como limitar el ejercicio de derechos como formas de dominación. Debe examinarse entonces quiénes poseen qué in-formación, quiénes prevalecen o no en las decisio-nes y en qué condiciones se toman.

Su extensión (información para su identifica-ción y valoración).

Sus causas (el origen de los cambios en el am-biente: contribución de las actividades antro-pogénicas o de factores naturales).

Sus efectos (consecuencias socioeconómi-cas). Encuentra que la in- formación confia-ble acerca de las consecuencias es crítica en la formación de regímenes porque facilita los cálculos costo-beneficio y la formación de in-tereses, pero que las otras formas de informa-ción son menos importantes. Los resultados señalan lo que constituye “información útil” y cómo se relaciona con los intereses políticos o económicos predominantes.

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Su propuesta reside en distinguir entre tres aspectos del problema:

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La información actúa como un insumo imprescindible para la toma de decisiones y sirve como base para las argumentaciones que permitirán la participación e incidencia activa y efectiva de los actores en la planeación ambiental.

Regida por una combinación de información, valores, saberes, facultades e intereses, la política ambiental es co-producida y planeada con la participación de distintos grupos e individuos, no sólo especialistas o exper-tos. Por tanto, resulta relevante explorar el rol de la información cuando constituye uno de los recursos críticos de poder o de validación de las decisiones de políticas que atienden problemas complejos, técnicos e inciertos. Se encuentra que la apropiación del conocimiento y uso de la información en la planeación ambiental cumple varios roles. Mientras algunos autores discuten un rol instrumental (derivado de una orientación positivista) y otro de tipo conceptual (asociado a una orientación sustantiva), éstos también apuntan hacia uno simbólico que surge ante el poder sobre la información que ostentan ciertos participantes y que puede excluir a otros, así como para validar intereses y decisiones ya tomadas, o dar cumplimiento a marcos legales y compromisos institucionales.

Estos hechos revelan una polémica entre el suministro de la información técnica relevante y la participación pública requerida en la planeación ambiental. Por consiguiente, en la práctica se debe buscar que en la medida de lo posible, no prevalezcan unos roles sobre otros (ya que cada uno responde a bases e intereses distintos), sino que se tomen en cuenta e integren, con la finalidad de superar sus limitaciones. Los autores revisados su-gieren que también han de considerarse los intereses que entran en competencia y el presupuesto o el tiempo que toma la planeación ambiental.

Aspectos que deben tomarse en cuenta para garantizar una participación amplia, corresponsable y especialmente, informada, son:

En la planeación ambiental, las autoridades de gobierno tratan con conflictos, inequidades en la información, la experiencia técnica y otras capacidades de los participantes, recreando espacios técnicos y políticos.Analizar con detalle la controversia discutida en este artículo es clave para comprender las respuestas gubernamenta-les a los problemas ambientales en general y como un medio para evaluar la participación en particular. Así, el análisis aquí efectuado busca contribuir a un marco para el estudio de un rol más realista de la información y la participación en la planeación ambiental.

CONCLUSIONES

La apertura gubernamental a la toma de decisiones.

La adecuada identificación de actores y su información.

La coordinación entre agencias y actores, en distintos ámbitos administrativos.

La identificación de otras restricciones institucionales.

La disposición de espacios de participación y comunicación.

La consideración de motivaciones, intereses y afectaciones existentes, según los saberes técnicos, conocimiento local y/o posesión de información pertinente.

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En alguna ocasión me contaron una historia sobre el tren de la vida y lo quiero compartir en esta ocasión; se establecía un símil entre la vida y un tren. Vivir, es, en fin, como viajar en una locomotora: se cuenta con varias estaciones, se suben personas con las que experimentan momentos bellos, dolorosos, tristes o alegres; pero que estas personas, en algún lugar del camino, también bajan del tren y eso genera una gama de emociones como la tristeza, el enojo, la rabia y mucho dolor. Y así sucede de igual manera en la vida diaria: encontramos seres maravillosos que nos brindan amor, amistad, apoyo y tantos otros aprendizajes y afectos; pero estas per-sonas también tienen su camino, su misión y tiempo, por lo que en su momento -y para nuestro pesar- bajan de ese tren llamado MI VIDA.

Es aquí donde podemos experimentar etapas que son necesarias; son pasos que no se pueden brincar; se de-ben de transitar y sentir el dolor plenamente, asimilarlo, superarlo y seguir andando hacia el futuro para llegar a hablar de esas pérdidas sin experimentar ya dolor alguno.Elizabeth Kübler Ross nos menciona estas etapas, y en esta ocasión revisaremos la primera de ella: la negación, que es un mecanismo de defensa que tenemos todas las personas, mediante el cual, al recibir la noticia de la muerte o pérdida de algún ser querido, de algún bien material o la finalización de alguna situación en cual estamos felices – o al menos cómodos-, nos funciona como un colchón que no permite que nos lastime tan fuertemente, sino que nos vayamos preparando para asimilar la nefanda nueva.

La negación, sin embargo es apenas la primera de las etapas y se genera casi de manera inmediata; una suerte de reacción, tal como subir una mano cubriendo la cabeza para evitar recibir un golpe.

He escuchado frases como “Va a regresar”, “él está bien, me están mintiendo”, “todo está bien, no pasa nada”, “no puede ser cierto, entrará por esa puerta como siempre: sano y salvo”, “esto es un mal entendido” y tan-tas otras que evitan tengamos contacto con la realidad de la pérdida. Y me refiero no sólo a la muerte, sino a todas las pérdidas que en la vida se nos presentan, como las separaciones, el cambio de trabajo, de casa, la adolescencia, los cambios de ciudad; en este tren se obtienen y se pierden tantas cosas, así como se cono-cen y pierde contacto con demasiadas personas. Es en la negación, donde vamos preparándonos para vivir la realidad de la pérdida y entre más pronto nos demos la oportunidad de transitarla, más fácil nos será llegar al final de este dolor.

Quizá te parecerá extraño lo que te escribo, porque en muchas ocasiones en esas bajadas de tren, hemos aprendido que no debemos ser débiles y no mostrar lo que sentimos, pero hoy te digo que cuando te das la oportunidad de expresar el dolor ante la realidad de la pérdida, es cuando comienzas a sanar.

Por ello, ante tal o cual despedida, si llega el momento de bajar del tren, es necesario hablar sobre la pérdida, recordarlo, encontrar quien nos escuche para com-partir quién o qué significaba en nuestra vida ese ser, objeto, lugar, vivencia o etapa. Es necesario establecer y poder expresar con palabras lo que significó para la persona y poder eno-jarse y transitar desde la – necesaria aunque dolorosa- etapa de negación.

Es tiempo de hablar para que entonces la negación pase a ser la realidad de la pérdida de ese importantísimo ente que en su tiempo ha bajado del tren de MI VIDA.

El tren de mi vida

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Los ecologistas promotores de es-tas ideas planteaban que la gente quiere a su patrimonio sólo cuando lo entiende, y por ende de que ha-bía que desarrollar estrategias para que ésta tuviera experiencias sig-nificativas al momento del apren-dizaje acerca de su valor. A través de mensajes que conjugaban la in-formación fáctica con experiencias y emociones, se buscaba el surgi-miento de sentimientos de necesi-dad y de amor por el entorno natural, así como de corresponsabilidad. A la estrategia se le denominó Inter-pretación, es decir, “traducción”1.

En otras palabras, le otorgaba el poder de decisión ante una encru-cijada que se hacía clara y cons-ciente: El público, ahora infor-mado, podría continuar con una inercia y actitud apática en torno a la destrucción del patrimonio,o bien, ya sabiendo cómo, desde su cotidianeidad, po-dría adquirir un papel activo en la protección de los recursos.

y Nueva Zelanda. Una muy tar-día incursión ocurrió en México, situación que se refleja en las to-davía aisladas aportaciones, aún sin el suficiente respaldo institu-cional que la permita reconocer entre las políticas culturales prio-ritarias. Incluso en las Reservas Naturales del país se reconoce un atraso en estrategias que per-mitan involucrar a los mexicanos en la participación para la pro-tección de los recursos naturales.

Sin embargo, en la actualidad esta propuesta está siendo impulsada desde diversas instancias mexi-canas. Ésta ha encontrado diver-sas aplicaciones en la divulgación del patrimonio arqueológico con una serie de aportaciones nove-dosas que se integran a las pro-puestas precedentes. En la ac-tualidad, diversas publicaciones dan cuenta de estas aportaciones, algunas generadas desde El Co-legio de Michoacán en el Centro de Estudios Arqueológicos ubi-cado en La Piedad, Michoacán.

je científico al lenguaje común, de tal suerte que la gente no sólo los comprendió, sino que supo que podría tener un papel activo en la protección de esta biodiversidad y en la conser-vación del agua. La Interpretación tuvo su primer auge en los Par-ques Naturales estadounidenses, y permitió otorgar información que le permitía al público no especia-lizado tomar conciencia de su pa-pel en la historia de la naturaleza.

Con más de treinta años de es-pecial auge, la Interpretación ha tenido un fuerte impacto mundial. A lo largo de estas décadas, los protectores del patrimonio cul-tural también se han servido de las estrategias ya enriquecidas, en muchas ocasiones por ellos mismos. Actualmente forma par-te de las políticas de protección del patrimonio cultural en varios países de los que destacan Esta-

Con esta herramienta comuni-cativa fue posible traducir térmi-nos como “perdida de biodiver-sidad” o “descenso del nivel de los mantos freáticos” del lengua-

la divulgación de las ciencias: posibilidades estratégicas desde la interpretación del patrimonio

Hace casi más de cuatro déca-das el papel de la sociedad en la afectación del patrimonio se convirtió en un muy importante tema de debate. Ante la inminente devastación ecológica, se planteó la necesidad de incorporar aliados para la protección de los recursos, y se puso en la mira a la gente que visitaba los parques naturales. Esta gente podría convertirse, si se le brindaba la información ade-cuada y de la forma adecuada, en protectores de la naturaleza.

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Aunado a ello, no hemos de dejar de mencionar que se impulsó des-de la Escuela Nacional de Antropología e Historia con un fuerte y actual seguimiento desde la Escuela Nacional de Conservación, Res-tauración y Museografía gracias a la labor del Dr. Manuel Gándara Vázquez, a quien se hace referencia en el apartado bibliográfico.

Cuatro cuestiones sintetizan algunas de las cuestiones que como referencia se pueden tener de esta estrategia:

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No pasó mucho tiempo antes de que esta estrategia fuese acogida en otros países anglosajones (de los cuales sobresalen Australia y el Rei-no Unido). En la actualidad, más que esfuerzos aislados, esta estrategia es el soporte de verdaderas instituciones que involucran a los sectores público y privado. Se trata más que de una idea innovadora, de una acti-vidad bastante cotidiana con décadas de experiencia institucionalizada.

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En México tenemos un patrimonio vastísimo, por no mencionar únicamente a nuestro es-tado michoacano. Este patrimonio es vulnerable ante sus posibilidades de ser destruido y abandonado por múltiples motivos entre los que se encuentran el desconocimiento de su importancia. La interpretación del patrimonio es una vía que vale la pena explora para dar a conocer su valor y crear consciencia sobre la necesidad de su conservación y no solamente desde el ámbito institucional, sino desde la perspectiva de la gente interesada en la divulgación científica y en la conservación de este valioso patrimonio.

El auge de la Interpretación durante los años 90 tuvo un afortunado y obligado consecuente, que fueron las evaluaciones sistemáticas de la estrategia, las nue-vas propuestas, las metodologías, planeaciones y mo-delos que se han desarrollado, aplicado y mejorado.

La interpretación se generó en los Estados Unidos como una estrategia para la conservación del patrimo-nio natural, misma que fue retomada no mucho tiempo des-pués para la conservación del patrimonio cultural. Ésta cuenta con principios derivados de la psicología cognitiva y de algunas teorías de comunicación, enri-quecidos con herramientas multidisciplinarias. Freeman Tilden, su fundador, escribió en un conocido libro al respecto que es “a través de la interpretación, la comprensión, a través de la comprensión, el aprecio, a través de la apreciación, la protección” (Tilden 1977, 38)

En síntesis, esta herramienta constituye una posibilidad para enterar a la gente del valor del patrimonio al tra-ducir lo que desde el ámbito científico se sabe acerca de éste, y al sumar ya bastantes experiencias, ha avan-zado en el planteamiento de mejores prácticas para la divulgación científica. Presento para finalizar una breve síntesis bibliográfica para el uso del lector interesado en conocer la estrategia.

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Todas las ciudades en la actualidad tienen el reto de lograr funcionar por medio de un modelo de desarrollo sustentable si se pretende alcanzar su viabilidad a futuro, reto que se vuelve más complejo en el caso de megaló-polis como la Ciudad de México o Beijín. Entre los principios que alberga la definición de la Ciudad Sustentable se encuentra la “conservación del medio físico y natural (interfaces entre el ám-bito urbano y el ambiente)” y “la creación y conservación de espacios abier-tos naturales” (CEPAL-ONU 2002, citado en Martínez 2012:29). Así también una Ciudad Sustentable “…mantiene una seguridad permanente ante los riesgos ambientales que tienen el potencial de amenazar su desarrollo…” (CNUAH-ONU 2000, citado en Martínez 2009) como es el caso de los ries-gos crecientes que implica el Cambio Climático. En este contexto la Ciudad Sustentable será aquella que logre incluir dentro de sus planes y acciones las medidas necesarias para garantizar el desarrollo bajo un panorama de condiciones ambientales extremas. Y dentro de las acciones necesarias, la conservación y creación de áreas verdes resulta primordial para dotar a las ciudades de la capacidad de adaptarse a las eventualidades e incertidum-bre climática. Los beneficios que los habitantes de la ciudad obtienen de las áreas verdes son múltiples y así queda registrado en una de las normas am-bientales del Distrito Federal (NADF-006-RNAT-2004: 13) cuando las reco-noce como “[…]indispensables para disminuir las “islas de calor”, capturar contaminantes y partículas suspendidas, producir oxígeno, frenar la erosión del suelo, incrementar la humedad, disminuir los niveles de ruido, captar agua pluvial y constituir sitios de refugio y alimentación para diversas formas de vida. Las áreas verdes se relacionan con la salud pública, la recreación y el realce de la imagen urbana, y generan efectos positivos en la salud mental y en la educación” (Gobierno del Distrito Federal 2004: 13). Aportan además un substancial ahorro energético por su efecto de microclima. A pesar de este rol reconocido, el manejo tradicional de las áreas verdes urbanas es de espacios con un carácter mayormente decorativo. Generalmente se utiliza vegetación ornamental con escasas funciones ecológicas y altos reque-rimientos para su sustento que hacen difícil y costoso su mantenimiento.

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Aunado a ello la capacidad que tienen para aportar servicios ambientales se ve reducida por las dimensiones que tienen y su escasa presencia en el conjunto urbano. Por lo anterior, es necesario crear áreas verdes que tengan la capacidad de mantenerse sin requerir recursos externos. Un ejemplo es la utilización de flora nativa, que además incrementa la capacidad de las áreas verdes como prestadoras de servicios ambientales.Otro enfoque necesario es el de considerar a las áreas verdes como com-ponentes medulares de la Infraestructura Ecológica (IE) de las ciudades. Ya que es a través de ellas que dicha infraestructura se mantiene y funciona en el ámbito urbano. La IE, que en algunas partes del mundo se nombra Infraestructura Verde, usada como sustantivo se ha definido como una “[…] red interconectada de áreas naturales y otros espacios abiertos que conser-va valores y funciones ecosistémicas naturales, sustenta agua y aire limpios, y provee una amplia gama de beneficios para las personas y la vida silvestre. […] es la estructura ecológica para la salud ambiental, social y económica, en resumen, nuestro soporte de vida natural.” (Benedict y McMahon 2006: 3). Al respecto Kongjian Yu (2006) establece: “[…] la IE está compuesta por estructuras paisajísticas críticas que son estratégicamente identificadas y planeadas para salvaguardar los variados procesos naturales, biológicos, culturales y recreativos a través del paisaje, asegurando valores naturales y servicios ecosistémicos, esenciales para sustentar a la sociedad humana.” (Yu 2006, citado por Bo 2008: 2). Otro acercamiento un tanto más práctico y dirigido al manejo del agua es el aportado por Dunn y Stoner; “[…] Infraes-tructura Verde es el uso de suelo, árboles, vegetación y humedales y espacio abierto (ya sea preservado o creado) en áreas urbanas para capturar lluvia mientras se mejora el tratamiento de aguas residuales y pluviales.” (Dunn y Stoner 2007: 2). Por otra parte, la capacidad que tiene la IE de satisfacer funciones y servicios ambientales se ve maximizada cuando existe una co-nectividad entre los componentes de la misma. De igual forma, cuando di-chos componentes son diseñados, planeados y manejados de manera que cada uno desempeñe múltiples funciones (Multifuncionalidad), su potencial como elementos de saneamiento y mejoramiento socio-ambiental es mu-cho mayor (Landscape Institute, 2009).

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La República Popular China ha presentado un alto crecimiento económico en las últimas dé-cadas, derivando en procesos acelerados de urbanización y de-terioro ambiental. A raíz de esto, el gobierno en su nuevo Plan quinquenal, el doceavo, tiene entre sus objetivos “responder activamente al cambio climático global”, “fortalecer la conserva-ción y el manejo de los recursos”, “promover la protección y reme-diación ecológicas” e “intensificar el desarrollo de sistemas para la conservación de agua y la preven-ción y mitigación de desastres”.Dentro de las acciones ejecu-tadas para contribuir al cumpli-miento de estos objetivos se ha trabajado enfáticamente en la protección y el fortalecimiento de los componentes de la IE de las ciudades.

Al respecto Beijín ha tenido un progreso significativo; las áreas verdes se han incrementado y protegido de forma efectiva (Dembner 1993). A partir del 2001 cuando se designó a la ciudad de Beijín como sede de los Juegos Olímpicos 2008, se multiplicaron y enfatizaron las medidas para incrementar el área verde urbana (Rebellino 2007). El resultado ha sido un incremento significativo de su superficie con un índice cer-cano a los 44 m2/habitante que cubre aproximadamente el 40% de la superficie urbana (Dihua co-municación personal (2011)).

A pesar de este cambio sustan-cial no es suficiente incrementar el área verde si no se hace de forma adecuada. Ahora mismo la ciudad de Beijín requiere de una elevada cantidad de recursos económicos para mantenerlas, ya que se conserva y fomenta aún la creación de áreas verdes con fines estéticos y decorativos, sin tener en cuenta la funciona-

lidad y sustentabilidad de estos espacios. El empleo de vegeta-ción de altos requerimientos hí-dricos y nutricionales, con gran-des campos de césped y plantas ornamentales sigue siendo una tendencia (Dihua, comunicación personal, 2011).

En la búsqueda por subsanar los altos consumos de agua, la prin-cipal medida que Beijín aplica es irrigar las áreas verdes con aguas recicladas. Actualmente la ciudad recicla el 60 % de sus aguas resi-duales, (680 millones de m3 en el 2010), de las cuales 0.5 % se em-plean en el riego de áreas verdes (Global Water Intelligence 2009).Otras medidas crecientes y con gran potencial son: las prácticas de desarrollo de bajo impacto; la creación de parques sustenta-bles; y la planificación de siste-mas de humedales urbanos que se detallan hacia el final de este manuscrito.

Uno de los factores que ha contri-buido en gran medida a la estruc-turación y el avance de iniciativas como las arriba mencionadas, es un enfoque que ha tomado fuerza entre la comunidad de paisajis-tas y planificadores chinos. El enfoque establece a la Arquitec-tura del Paisaje como el arte de la supervivencia; “… guiando el camino en el desarrollo urbano al identificar y diseñar una infraes-tructura de paisaje que es crítica en la salvaguarda de los procesos ecológicos, y la herencia cultural que nos da nuestra identidad y alimenta las necesidades espiri-tuales…” (Yu 2006). Su objetivo es la armonización entre los ele-mentos del paisaje y el trabajo con métodos vernáculos resca-tados del bagaje cultural regional. Esto plantea la recuperación de la apreciación y el respeto pro-fundos a los procesos naturales que los antepasados chinos ve-neraban.

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La Capital mexicana, por su par-te cuenta con una base legislati-va, operativa y de gestión para el cuidado de las áreas verdes muy completa y bien formulada. Esta estructura de política pública se ha ido refinando y complemen-tando gradual y constantemente. En ella se aborda ampliamente la conservación, incremento, man-tenimiento y manejo de las áreas verdes urbanas. Se han elabora-do además importantes estudios e inventarios para determinar su dimensión y disponibilidad, así como su capacidad para funcio-nar como corredores ecológicos. Estos trabajos están enfocados a refinar las herramientas y me-didas para conservarlas e incre-mentarlas.

A pesar de lo anterior, las áreas verdes de la Ciudad se encuen-tran inmersas en una problemáti-ca amplia y compleja que limita la capacidad que tienen para ofre-cer servicios ambientales. Ésta problemática va desde la insufi-ciencia y pérdida del área verde total, pasando por su degrada-ción por falta de mantenimiento y malas prácticas y culminando con la insustentabilidad. Dentro de estos problemas, la insusten-tabilidad es tal vez la que cuenta con menos herramientas y estra-tegias para ser resuelta a pesar de abordarse en instrumentos como la Agenda Ambiental (2007) y el Plan Verde (2010). Ambos do-cumentos mencionan la inclusión de criterios de sustentabilidad en el manejo de espacios públicos, sin embargo no son definidos y tampoco se establecen acciones específicas a seguir.

Actualmente las áreas verdes de la Ciudad de México mantienen un índice de 14.4 m2 por habi-tante (PAOT 2010), cerca de 113 km2 de los 1 485 totales del sue-lo urbano del D.F. El índice se en-

cuentra por encima del rango re-comendado por la Organización Mundial de la Salud que esta-blece entre 9 y 12 m2/ habitante. Sin embargo, su distribución es inequitativa y en algunas delega-ciones está muy por debajo. En dos inventarios sobre las áreas verdes de la ciudad realizados en el 2002 y 2009 (El primero por la SMA y el segundo por la PAOT), la precisión de monitoreo fue de 160 m2 y 50 m2 respectivamen-te, lo que permitió incluir áreas reducidas como glorietas, patios, balcones y azoteas. De hecho en los últimos 15 años el D.F. ha perdido alrededor de 50,000 ha de superficie verde (contando Suelo Urbano y de Conservación) (Montes 2011), lo que evidencia la ineficiencia de los esfuerzos por conservar e incrementar es-tos espacios. Como algunas de las principales causas José Sa-rukhán (director de la Conabio) menciona el crecimiento desor-denado de la mancha urbana y la especulación territorial (Montes 2011), mismo que aplican mayor-mente al suelo de conservación, pero también al suelo urbano de la Ciudad de México.

Otro factor desatendido es la in-tegración de vegetación nativa. Muchos de los documentos gu-bernamentales que abordan el tema hacen recomendaciones, sin embargo, no hay medidas concretas para avanzar al res-pecto. Esta situación se acre-cienta por la falta de producción de especies nativas en los viveros privados y públicos, un dato con-tradictorio dada la inmensa diver-sidad vegetal con que cuenta el Valle de México. A lo anterior se suma la utilización de especies inadecuadas para espacios urba-nos que afectan la infraestructu-ra, entre otros problemas genera-dos.

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Una vía para mejorar la capacidad de aportar servicios ambientales de las áreas verdes y así su sustentabilidad es la implementación de mé-todos de Desarrollo de Bajo Impacto (LID por sus siglas en inglés). El planteamiento, constituye una estrategia que contribuye a su multifun-cionalidad y ha sido aplicada en diversas partes del mundo por sus nu-merosos beneficios: incremento en la infiltración de agua de lluvia, con-trol de escorrentías e inundaciones, mejoramiento de la calidad del agua pre-infiltración, mejoramiento de las condiciones ambientales para el es-tablecimiento de la vegetación, mejoramiento de las cualidades ecológi-cas al emplear vegetación nativa, incremento y refugio de biodiversidad, reducción de costos de mantenimiento e infraestructura, etc.

Entre los métodos, técnicas o tecnologías aplicados como parte del LID se encuentran: jardines de lluvia, biorretenedores, techos verdes, almacena-miento en aceras (humedales de banqueta), zanjas de infiltración, pozos ciegos y de infiltración, franjas de filtrado/contención, bajíos vegetados, de infiltración y húmedos, depósitos de agua de lluvia/cisternas, campos de drenaje, pavimentos permeables, entre otras (NAHB Research Center, 2003) (Lara-Valencia y Diaz-Montemayor 2010). La metodología incluye el uso de vegetación nativa para incrementar su viabilidad y disminuir los costos de mantenimiento.Beijín ha iniciado la aplicación de métodos LID para mejorar la sustentabilidad de las áreas verdes.

A nivel gubernamental hay iniciativas para avanzar en este rumbo, como es el caso del Reglamento de Reverdecimiento del Municipio de Beijín (2009) y aún cuando no hay una estructura política que aborde el tema de forma más específica, está en proceso de desarrollo. “Es cuestión de un par de años para que el gobierno emita leyes, reglamentos y lineamientos más específicos en el incremento de la sustentabilidad de áreas verdes para los desarrolladores (Jia, comunicación personal, 2011). Algunos de los ejemplos exitosos a escala habitacional, de lote o de barrio, son el barrio Tianxiu Huayuan, la universidad de Tsinghua o la Villa Olímpica de Beijín. En estos casos se recolecta y conduce el agua de lluvia a terrenos donde se acelera la infiltración del líquido al subsuelo. En el caso de la Villa Olímpica se construyeron techos verdes, pavimentos permeables, zanjas de infiltración y cisternas de recolección (Jia 2011a).

En el caso de la Ciudad de México aún no se cuenta con medidas refe-ridas a prácticas del LID, sin embargo existen iniciativas cercanas. Un ejemplo es el proyecto de Construcción de Pozos de Infiltración incluido tanto en la Agenda Ambiental como en el Plan Verde y conducido por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México. Otro ejemplo es el proyecto de Implantación de 30 000 m2/año de azoteas naturadas en inmuebles del GDF para el 2012, incluido en los mismos dos instrumentos guber-namentales y conducido por la Dirección General de Bosques Urbanos y Educación Ambiental. En la misma ciudad, recientemente se creó un parque sustentable prototipo, el parque Caneguín, que incluye algunos de los principios del LID: cuenta con una red subterránea de captación de agua pluvial y una cisterna de almacenamiento de agua para uso pos-terior en el riego (El Economista 2011).

Como ejemplos de las múltiples razones que

contribuyen a la disminu-ción y el deterioro de las

áreas verdes están:

• La baja inversión por parte de las delegaciones en la asig-nación presupuestal para el mantenimiento de áreas ver-des. • Muy bajo o nulo manteni-miento. Lo que provoca su de-terioro y hace proclive su inva-sión y posterior cambio de uso de suelo.

• Falta de una cultura del cui-dado de la vegetación. El arbo-lado es constantemente afec-tado con podas inadecuadas; por los trabajos de liberación de líneas aéreas de electrici-dad, teléfono y/o servicios de cable, para dar visibilidad a los anuncios espectaculares, o simplemente por ser conside-rados como una molestia por algunos ciudadanos. Además es común que los árboles sean empleados como soporte para instalaciones de diversa índo-le.

• Incapacidad por parte de las delegaciones para detec-tar y sancionar actividades que afectan las áreas verdes. Además de una falta de vin-culación entre las autoridades delegacionales y las centrales.

• La planeación urbana se ve superada por la expansión de la mancha urbana.

• Nuevos enfoques para el desarrollo de las áreas verdes urbanas.

1. Desarrollo de bajo impacto

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En el caso de China, el mayor avance de parques sustentables es la apli-cación de principios del LID a gran escala; algunos ejemplos son el Bos-que Olímpico de Beijín, el parque Qiaoyuan en Tianjin, el parque Houtan en Shanghai y el parque del río Yongning en Taizhou, entre otros.

El Bosque Olímpico es tal vez el proyecto de paisaje sustentable de mayor escala en el mundo actual. Cuenta con 680 hectáreas donde se muestra una variedad de tecnologías y técnicas de tratamiento de agua integradas con funciones escénicas. Incluye además un invernadero de-mostrativo donde se tratan aguas residuales, sistemas de utilización de agua pluvial, caminos permeables ecológicos y un diseño basado en la integración de biodiversidad nativa. En conjunto el complejo funge como un gran centro de educación ecológica que aporta importantes servicios ambientales a la ciudad, entre ellos una producción anual de O2 de 5 400 toneladas, fijación anual de CO2 de 7 200 toneladas, fijación anual de SO2 de 32 toneladas, detención anual de polvo de 4 905 toneladas, re-carga (Infiltración) anual de agua de 675 000 m3, humedad en el bosque 27% más elevada que en la ciudad, temperatura en el bosque entre 3 y 5° C más baja en verano, 2-4° C más alta en invierno (Jie 2009).

En la ciudad de México, además del parque prototipo Caneguín, se en-cuentra el Parque Bicentenario. Este parque de 55 hectáreas contiene una serie de medidas importantes para incrementar su sustentabilidad: un sistema de captación de aguas pluviales para riego y recarga de man-tos acuíferos, sistema de tratamiento de aguas residuales por medio de humedales artificiales, iluminación alimentada por celdas solares, orqui-dario que alberga una colección de orquídeas mexicanas y una selección de vegetación nativa considerablemente amplia, representando ocho ecosistemas diferentes (El Economista 2010). El espacio tiene funcio-nes educativas y fue construido en los terrenos de una antigua refinería, lo que significó un trabajo colosal de saneamiento ambiental (Betanzos 2010).

2. Parques sustentables

Bosque Olímpico de Beijín

Parque Bicentenario

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Recientemente en Beijín se llevó a cabo la “Planificación de Hume-dales Urbanos para la Región Central de Beijín”, un instrumento que propone el establecimiento de un sistema de humedales naturales y artificiales contenidos en el tejido urbano. El objetivo de los humeda-les es incrementar la sustentabilidad de la ciudad, específicamente; purificación de agua, detención de inundaciones, regulación de mi-croclima, mantenimiento de biodiversidad, recarga de mantos acuífe-ros, creación escénica y patrimonio cultural (Jia 2011).

A la fecha se tiene construido cerca del 40% de lo que será el sis-tema completo que creará a su vez un sistema de áreas verdes de relevante sustentabilidad al no requerir de recursos externos para su funcionamiento (Jia, comunicación personal, 2011).

La Ciudad de México, por su parte, cuenta con un sistema de hume-dales naturales de gran valor ecológico y cultural que se encuentran en las zonas periurbanas (los humedales de Tláhuac y Xochimilco al sur de la ciudad, y el lago de Texcoco al oriente), y son el remanente del sistema lacustre que alguna vez formó parte del Valle de México. Estos ecosistemas se encuentran bajo una presión constante; extrac-ción de agua, hundimientos diferenciales, pérdida de la calidad del agua y del suelo debido al agotamiento de los manantiales que los alimentaban y a la descarga de aguas residuales tratadas; eutrofica-ción, introducción de especies exóticas y deterioro del hábitat y en consecuencia de la vida silvestre (Aranda 2004).

Bajo una situación como ésta, aunado a los servicios ecosistémicos que aportan a toda la zona metropolitana, se torna urgente la búsque-da de medidas que los conserven y restauren. Existen diversas es-trategias y propuestas para realizar estos esfuerzos y serían de gran ayuda para disminuir el fuerte deterioro ambiental que vive la ciudad y la creciente demanda de servicios ambientales como el abasto de agua. Sería, por otro lado, una oportunidad para integrar un plan de recuperación de imagen de la ciudad y ampliar las opciones escéni-cas y recreativas tan degradadas en la Ciudad de México.

Si bien las prácticas de LID, los parques sustentables y los hume-dales se pueden manejar como aproximaciones diferenciadas, es común que sean aplicados conjun-tamente, sacando mejor provecho de los beneficios de cada una de ellas. En el caso de Beijín, el Sis-tema de Humedales y los Parques Sustentables han integrado aplica-ciones de LID, y así también mu-chos parques sustentables cuen-tan con humedales o viceversa. Un ejemplo destacable es el caso del Sistema de Humedales Urbanos de Beijín, donde son de especial inte-rés los “humedales de detención” que permiten el control de inunda-ciones en temporadas de lluvias y además cumplen funciones escé-nicas y recreativas.

Para la Ciudad de México llevar a cabo estrategias como las an-tes planteadas, podría significar un mejoramiento significativo en la capacidad que tiene su IE para mejorar la sustentabilidad gene-ral de la ciudad. Las condiciones ambientales de la cuenca del Valle de México permitirían que estas al-ternativas fueran muy efectivas; a saber, su elevada precipitación o la concentración de escorrentías por ser una cuenca endorréica.

La aplicación a gran escala de es-tas medidas pudiera contrarres-tar las múltiples problemáticas de la ciudad relacionadas a la lluvia, como las inundaciones, la insufi-ciente infraestructura de drenaje y el déficit de infiltración a los man-tos acuíferos (Escobar y Jiménez 2009), lo que podría contribuir ade-más a frenar el hundimiento dife-rencial que sufre la ciudad. Las me-didas aquí propuestas no son más costosas que las actualmente apli-cadas y sin duda sí son mucho más económicas en el mantenimiento y más redituables social y ambiental-mente. Su aplicación podría iniciar-se a pequeña escala, en parques, camellones y jardines públicos.

3. Sistema de humedades

Lago de Xochimilco

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