Concupiscencia Tentacion y Pecado

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Verdades Bíblicas, http://www.jba.gr/es/index.htm Página 1 de 19 Concupiscencia, tentación y pecado Como el título dice, este tema es sobre la tentación y cómo puede afectar -si logra su cometido- nuestra relación con Dios. No vamos a cubrir todo lo concerniente a la este tema, ya que requeriría más. Más bien, nos vamos a concentrar en el bien conocido pasaje de Santiago 1:14-15, documentando lo que ahí dice con cuatro ejemplos de la Palabra. 1. El tentador Puesto que hablamos de tentación, sería bueno primero introducir al que principalmente está involucrado en ello, el cuál por esta razón se le llama “el tentador”. Así que vamos a Mateo 4:3 que dice: Mateo 4:3 “Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.” Lo que está registrado en el pasaje anterior, pertenece a las tentaciones que Jesús padeció en el desierto. El que lo tentaba era el diablo, que por ésta razón se le llama “el tentador”, éste título también se usa para él en 1 de Tesalonicenses 3:5 que dice: 1 Tesalonicenses 3:5 “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme

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es tema religioso, para saber cómo el ser humano esta ligado al pecado que lo aparta de Dios.

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Concupiscencia, tentación y pecado

Como el título dice, este tema es sobre la tentación y cómo puede

afectar -si logra su cometido- nuestra relación con Dios. No vamos a cubrir

todo lo concerniente a la este tema, ya que requeriría más. Más bien, nos

vamos a concentrar en el bien conocido pasaje de Santiago 1:14-15,

documentando lo que ahí dice con cuatro ejemplos de la Palabra.

1. El tentador

Puesto que hablamos de tentación, sería bueno primero introducir al

que principalmente está involucrado en ello, el cuál por esta razón se le

llama “el tentador”. Así que vamos a Mateo 4:3 que dice:

Mateo 4:3

“Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se

conviertan en pan.”

Lo que está registrado en el pasaje anterior, pertenece a las tentaciones

que Jesús padeció en el desierto. El que lo tentaba era el diablo, que por

ésta razón se le llama “el tentador”, éste título también se usa para él en 1

de Tesalonicenses 3:5 que dice:

1 Tesalonicenses 3:5

“Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme

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de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro

trabajo resultase en vano.”

La tarea del tentador es tentar, intentar, para esa manera hacer caer al

tentado. Como es evidente con lo anterior, el que hace eso es el diablo.

2. Santiago 1:14-15

Habiendo introducido al tentador, vamos a continuar con el pasaje

central de nuestro artículo que es Santiago 1:14-15 que dice:

Santiago 1:14-15

“Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es

atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido,

da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”

En cuanto a la palabra “concupiscencia”, es el plural del sustantivo en

griego “epithumia” que viene 38 veces en el Nuevo Testamento y se

traduce (Versión Inglés - KJV) 32 veces como “lujuria”, 3 veces como

“concupiscencia” y 3 veces como “deseo”. Aparte de las 3 veces que se

traduce como “deseo”, en todos los otros casos se usa con el significado de

deseos de la carne, deseos del viejo hombre, deseos pecaminosos, por lo

cual, un deseo que es contrario a Su voluntad. Es evidente en Romanos 8:5-

8 que los deseos de la carne no son para nada agradables a Dios. Ahí

leemos:

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Romanos 8:5-8

“Porque los que son de la carne [vieja naturaleza] piensan en las cosas de la

carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu [nueva

naturaleza]. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del

Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad

contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los

que viven según la carne no pueden agradar a Dios.”

La mente carnal, que es enemistad contra Dios, por supuesto que

incluye los deseos de la vieja naturaleza. De tales deseos es lo que habla

Santiago 1:14-15. No se refiere a los deseos del nuevo hombre, porque esos

deseos son agradables a Dios y no llevan a tentación.

En cuanto a la frase “pero cada uno es tentado cuando de su propia

concupiscencia es atraído y seducido”, no significa que la tentación nace

solo como resultado de los deseos de la vieja naturaleza ni tampoco

significa que cada vez que alguien es tentado, necesariamente será atraído

a pecar. Tal opinión del pasaje anterior no puede ser correcta es evidente

mediante el hecho que Jesucristo “fue tentado en todo según nuestra

semejanza, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15). ¿Fue Jesucristo tentado

porque fue atraído por los deseos de la carne? Si fuera atraído hubiera

pecado. Pero ni fue atraído, ni pecó, aunque fue tentado EN TODO. Por lo

cual lo que Santiago 1:14-15 nos dice no es tanto cómo nace una tentación,

sino el cómo obtiene su propósito (pecado). La tentación es siempre

(implícita o explícita) una obra del tentador, el diablo, y obtendrá su

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propósito (pecado), si somos atraídos y seducidos por los deseos del viejo

hombre, para ir tras de ellos, llevarlos a cabo, y pecar.

Para entender mejor lo anterior vamos a ver algunos ejemplos de la

Biblia. A continuación, examinaremos esos cuatro ejemplos, empezando de

1 de Timoteo 6:9.

2.1. 1 Timoteo 6:9

Ahí dice:

1 Timoteo 6:9

“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en

muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en

destrucción y perdición”

Vimos que la tentación logra su objetivo (pecado), cuando uno es

atraído y seducido por los deseos de la vieja naturaleza. Como se puede

ver, uno de esos deseos es también el deseo de ser rico, que de acuerdo al

pasaje anterior, lleva a la tentación, a otros deseos dañosos, a la

destrucción. Por lo cual podemos concluir, que el deseo de ser rico NO es la

voluntad de Dios, sino el deseo de la CARNE1.

1 En cuanto a las posesiones con las cuales uno debe de estar contento, 1 Timoteo 6:6-8 dice:

“Porque no trajimos nada a este mundo, y ciertamente nada nos podemos llevar. Y teniendo

abrigo y vestido con eso deberíamos estar contentos”.

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Esto por supuesto no significa que Dios no quiere que acumulemos

tesoros. Sin embargo, Él quiere que no los acumulemos en la tierra sino en

el CIELO. Como Jesucristo dijo:

Mateo 6:19-21, 25-25

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen,(A) y

donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la

polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque

donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Ninguno

puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o

estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las

riquezas.”

Es imposible servir a Dios y a las riquezas. Escogerás ya sea servir a las

riquezas, caso en el que te preguntarás después de algún tiempo, qué le

sucedió a la Palabra que alguna vez sonó muy dulce en tu corazón (Mateo

13:22), o escogerás servir a Dios en cuyo caso tendrás tus necesidades

cubiertas abundantemente (Filipenses 4:19, Mateo 6:25-34) y un gran

tesoro eterno esperándote en el cielo.

2.2. Eva y la serpiente

Otro ejemplo donde vemos al diablo trabajando en engaño y seducción

para así hacer que aquel que es tentado haga cosas contrarias a la voluntad

de Dios, es en Génesis 3. En Génesis 2 Dios había ordenado al hombre “De

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todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y

del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente

morirás.” (Génesis 2:16-17). Por lo cual, Adán y Eva sabían que no era lo

voluntad de Dios comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Pero

Génesis 3:1-5 nos dice:

Génesis 3:1-5

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que

Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho:

No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente:

Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol

que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis,

para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino

que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y

seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”

La tentación es siempre una obra del diablo, “el tentador”, y aquí lo

vemos trabajando su profesión muy bien. Así que, primero reta

cuestionando lo que Dios había dicho. Luego viendo la reacción de la mujer,

pasa a un completo desacuerdo con la Palabra de Dios, prometiéndole que

si comían, se convertirían en dioses, conociendo el bien y el mal. Pero,

obviamente, la estaba engañando. Como 2 de Corintios 11:3 dice:

2 Corintios 11:3

“la serpiente con su astucia engañó a Eva”

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Y también 1 de Timoteo 2:14 dice:

“sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.”

Comparando las tentaciones del Señor Jesucristo registradas en Mateo

4:1-11 con la tentación de Eva podemos ver que en ambos casos el diablo

primero trató de engañarlos. Cuando por ejemplo le prometió a Jesús

“todas esas cosas (todos los reinos de la tierra y su gloria Mateo 4:8) yo te

daré si postrado me adorares (Mateo 4:9)” obviamente estaba tratando de

engañarlo2. Aún así falló rotundamente. Como Mateo 4:10 dice, en cuanto

a ésta tentación:

Mateo 4:10

“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios

adorarás, y a él sólo servirás.”

Jesús NO fue engañado. Si hubiera sido engañado hubiera caminado

fuera de la voluntad de Dios (lo “escrito” en el pasaje anterior) y hubiera

pecado. Pero como la Palabra dice: Él “fue tentado en todo según nuestra

semejanza, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15)” Jesús no fue engañado sino

que agregó la Palabra de Dios. El diablo como resultado, viendo que sus

intentos eran fallidos, le dejó (Mateo 4:11). Lo contrario de Eva, siendo

seducida y engañada por el adversario, hizo a un lado la Palabra de Dios y…

2 Esto es, atraerlo de la verdad, “lo escrito”.

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Génesis 3:6

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a

los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y

comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.”

La mujer siendo estimulada por el diablo desobedeció la Palabra de

Dios, fue atraída siguiendo sus sentidos3, y como resultado ella (y su

esposo) pecaron y murieron4.

2.3. El censo de David

Otro ejemplo donde vemos al diablo haciendo que alguien actúe lo

contrario a la voluntad a Dios, es en 1 de Crónicas 21. Ahí empezando el

verso 1 leemos:

1 Crónicas 21:1-4

“Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo

de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de

Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos

para que yo lo sepa. Y dijo Joab: Añada Jehová a su pueblo cien veces más,

rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor? ¿Para qué procura

mi señor esto, que será para pecado a Israel?”

3 Es por eso que tales frases como: “Ella vio”, “Era agradable a los ojos”, “Era deseable”.

4 Para esa muerte, ver: Espíritu, Alma y Cuerpo.

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Las reglas en cuanto a los censos están registradas en Éxodo 30:11-16.

Ahí en el verso 12 dice:

Éxodo 30:12

“Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de

ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes,

para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado.”

Por lo cual obviamente, si un censo no era hecho de acuerdo a las reglas

de Éxodo 30, una plaga golpearía a Israel, lo cual es exactamente lo que

sucedió en este caso. 2 Samuel 24:15 dice:

2 Samuel 24:15

“Y Jehová envió la peste sobre Israel…”

El mero hecho de que la mortandad viniera sobre Israel debido al censo,

demuestra que David no siguió las reglas correspondientes de Éxodo 30.

Como Eva, él sabía la Palabra de Dios pero no le hizo caso5. No dice lo que

el diablo exactamente hizo para hacerlo caminar en la dirección opuesta de

la voluntad de Dios, pero sin duda vemos que fue el diablo el que lo llevó a

hacerlo, haciendo que el pecado (esto es, un censo sin seguir las reglas de

la ley) se viera DESEABLE (2 Samuel 24:3) ante sus ojos. El efecto del acto de

David frente a Dios está registrado en el verso 7:

5 Aunque fue advertido por Joab (1 Crónicas 21:4).

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1 Crónicas 21:7

“Asimismo esto desagradó a Dios, e hirió a Israel.”

Sin duda Dios se complace cuando hacemos Su voluntad, y no cabe duda

que se disgusta cuando no la hacemos. La tarea del tentador es engañarnos

para que hagamos a un lado la Palabra de Dios y que hagamos cosas que no

sean de la voluntad de Dios, esto es pecados. Como David dijo confesando

su pecado:

1 Crónicas 21:8

“Entonces dijo David a Dios: He pecado gravemente al hacer esto; te ruego

que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy locamente.”

Cuando sea que pequemos, estamos engañados “hacemos muy

locamente”, aunque no lo entendamos en ese momento.

2.4 David y Betsabé

Finalmente, el último ejemplo que vamos a examinar aquí es 2 de

Samuel 11-12. Y se refiere de nuevo a David. Ahí empezando en el verso 1

leemos:

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2 Samuel 11:1

“Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra,

que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron

a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.”

La Palabra en este verso, aparte de la información histórica que nos da,

también contrasta (ver el “pero” ahí) el hecho de que aunque era “el

tiempo en que los reyes salen a la guerra” David se quedó… en casa.

Seguramente eso no era algo usual para un hombre tan valiente y bravo

como era David. Pero vamos a continuar.

2 Samuel 11:2-3

“Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se

paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer

que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar

por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de

Urías heteo.”

David vio a una mujer hermosa la cual le gustó y mandó preguntar por

ella. De la información que recibió, sabía que esa mujer estaba casada con

Urías el heteo. Uno esperaría que puesto que David sabía eso, ni si quiera

pensaría en acercársele porque sabía muy bien que de acuerdo a la ley

(Levítico 20:10 y Deuteronomio 22:22), que ese era un pecado cuya

penalidad era la muerte. Bueno… desafortunadamente David no pensó de

la manera en que uno esperaría. 2 Samuel 11:4 dice:

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2 Samuel 11:4

“Y envió [DESPUÉS de que supo que Betsabé estaba casada con Urías] David

mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se

purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.”

En el verso 1 David se quedó en casa en vez de hacer lo que era usual en

un rey: ir al frente de su pueblo en la batalla. En el verso 2 se levantó de su

cama a caminar exactamente a la hora que Betsabé se estaba bañando. En

el verso 3 preguntó por ella y supo que estaba casada. No sé si algo estaba

mal en él hasta aquí, pero sí sé que algo ciertamente estaba mal con él en

el verso 4, ya que se acostó con una mujer casada a la cual también

embarazó. De ahí en adelante, un pecado le seguía a otro. Los versos 6-12

dicen:

2 Samuel 11:6-12

“Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a

Urías a David. Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de

Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra. Después dijo

David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la

casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real. Mas Urías durmió a la

puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a

su casa. E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a

su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no

descendiste a tu casa? Y Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá

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están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo;

¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi

mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa. Y David

dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó

Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente.”

La solución de David al problema que él mismo había creado, era la de

enviar a Urías a casa, para que se acostaras con su mujer y la embarazara.

Pero Urías no “cooperó”. No podía dejar el Arca de Dios afuera en el

campo, ni tampoco a sus compatriotas peleando y él en casa acostándose

con su esposa. No fue un accidente que la Palabra de Dios lo clasificara

como uno de los treintaisiete “hombres valientes que David tenía” (2

Samuel 23:8,39). Ciertamente Urías era un soldado fiel de David, aunque

David no le era fiel.

Habiendo fallado al tratar de engañar a Urías, David avanzó. Los versos

13-15 dicen:

2 Samuel 11:13-15

“Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a

la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió

a su casa. Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió

por mano de Urías. Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente,

en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera.”

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Es difícil creer que un hombre que era movido por Dios (2 Pedro 1:21),

que escribió una considerable parte de Su Palabra, cuyo nombre la Palabra

se refiere cientos de veces, escribió una carta así que envió en las manos de

su propia víctima. Sin embargo vamos a tener en cuenta que lo que aquí

estamos leyendo no son hechos de David como hombre de Dios. David ya

no caminaba como hombre de Dios, cuando hizo esas cosas. Más bien,

estaba fuera de la relación con Dios, por lo menos a partir del momento en

que se acostó con Betsabé. Pero vamos a continuar:

2 Samuel 11:16-17, 26-27

“Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde

sabía que estaban los hombres más valientes. Y saliendo luego los de la

ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos

de David; y murió también Urías heteo…Oyendo la mujer de Urías que su

marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envió

David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto

que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.”

David finalmente logró su plan y mató a Urías. Ahora esperaba ya no

tener ningún problema con uno, aparte de los unos cuantos que sabían lo

que él había hecho. Pero la historia no termina aquí. Porque aunque casi

nadie sabía lo que había sucedido, DIOS sí lo sabía. Vamos a ver lo que hizo:

2 Samuel 11:27, 12:1-12

“Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le

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dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante

los ojos de Jehová….Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo:

Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía

numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola

corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con

sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y

durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al

hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar

para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel

hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se

encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a

Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la

cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.

Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová,

Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,

y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te

di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho

más. ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo

malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por

mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Por

lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me

menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu

mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu

misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu

prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste

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en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces

dijo David a Natán: Pequé contra Jehová.”

David, menospreció el mandamiento, la Palabra del Señor, como ya

había hecho con el censo y como también hizo Eva con el árbol del

conocimiento del bien y del mal (y como Cristo NO HIZO aunque fue

tentado EN TODO). ¿El resultado? pecado y maldad. Sin embargo cuando

fue reprobado, se arrepintió y confesó su pecado. Vamos a ver si el Señor lo

perdonó, y qué pasó con la pena de muerte de la ley. El verso 13 dice:

2 Samuel 12:13

“Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David:

También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.”

El Señor remitió el pecado de David tan pronto como lo había

confesado. Su confesión también lo salvó de la pena de muerte. La frase

“No morirás”, obviamente se refiere a la pena de muerte de la ley. Esa no

fue una excepción para David. Dios en verdad nunca deseó la muerte de un

pecador sino su arrepentimiento. Como en Ezequiel 32:11 dice:

Ezequiel 33:11

“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío,

sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de

vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”

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Lo que Dios desea es vida y una relación con él. Es por eso que

inmediatamente perdonó a David, así como también nos perdona a

nosotros inmediatamente, cuando le confesamos nuestros pecados.

3. Conclusión

Por lo cual concluyendo:

i) El amo de la tentación, el tentador, es el diablo.

ii) Cedemos a la tentación cuando somos engañados por el adversario

(explícita o implícitamente) de ir tras las cosas contrarias a la voluntad de

Dios, como está declarado en la Biblia o mediante revelación. El resultado

es siempre pecado. Eva hizo a un lado lo que Dios había dicho en cuanto al

árbol del conocimiento del bien y del mal. Y el resultado fue pecado. David

hizo a un lado lo que la Palabra de Dios dice en cuanto al censo. Y resultó

pecado. También hizo a un lado lo que la Palabra de Dios dice sobre el

adulterio. Y el resultado fue de nuevo pecado. Por el contrario, Jesucristo

respetó la Palabra de Dios. Nunca la hizo a un lado sino que la usó para

enfrentar las tentaciones del diablo y el resultado “fue tentado en todo

como nosotros, y sin pecado”. En otras palabras, vamos a buscar y estar

consientes de la voluntad, la Palabra de Dios y vamos a ponerla en lo

profundo de nuestros corazones. Vamos a sostenernos de ahí y no hacerla a

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un lado y el diablo no nos atraerá y no hará que la tentación logre su

cometido: hacernos pecar.

iii) Si sucede que caigamos y pequemos, entonces hay una necesidad de

confesarle nuestros pecados a Dios, quién a su vez inmediatamente nos

perdonará. Como 1 Juan 1:9, 2:1-2 dice:

1 Juan 1:9, 2:1-2

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros

pecados, y limpiarnos de toda maldad….Hijitos míos, estas cosas os escribo

para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para

con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros

pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el

mundo.”

Tan pronto como le confesamos nuestros pecados a Dios, Él nos

perdona. Lo vimos con David. Hizo tanto mal. Incluso mató a Urías uno de

sus más fieles soldados. Sin embargo, tan pronto como confesó su pecado,

“El Señor lo redimió”. El ceder a la tentación significa pecado y el pecado

necesita nada más y nada menos que perdón y pedir perdón a aquellos que

probablemente herimos, aprender la lección que tengamos que aprender y

seguir adelante.

El problema de las concupiscencias [epithumies] de la carne no se

resuelven mirando a la carne y lo que se hizo. Más bien se resuelven

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mirando a Dios y usando al máximo todo lo que Él nos ha dado en el nuevo

nacimiento. Como Gálatas 5:16-18 dice:

Gálatas 5:16-18

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra

la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.”

La vieja y la nueva naturaleza son opuestas una de la otra y este pasaje

nos dice cómo no llevaremos a cabo las concupiscencias de la vieja

naturaleza, las cuales llevan a tentación y pecado. El camino es simple:

“Camina en el Espíritu [nuevo nacimiento]”, y [como resultado], no seguirás

los deseos de la carne” (aunque el diablo seguirá tratando de atraernos

para pecar y destruir nuestra relación con Dios).

Tassos Kioulachoglou

Español: Aleida López de Steinmetz

Versión Bíblica: Reina-Valera 1960