Conciliación a la vista€¦ · nuestro siglo, en lo que a la música se refiere, es la profusión...

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Conciliación a la vista UNIVERSIDAD DE MEXICO piezas para violín y pia,!?, opus 7 (1910), en el recital que ofreclO, la colab_o- ración de Alicia Urreta y a fmes del ano pasado en la del Lag? Al lado de la árida Sonatma de Chavez, de una agradable Suite romántica de! propio En- ríquez, de la presüntu?sa Sonata de Co- pland y de las TTes piezas de (que bien podían conocer los para renovar sus sarasateados enc01-es) , los cuatro mínimos trozos de Webern volvieron a sorprendernos por e! indesci- frable misterio de que están cargad?s. Misterio en la concisión, en la herOica voluntad de concisión. y también, en el origen de esa sensibilidad auditiva, de la extrema pureza que significa la nece- sidad de un nuevo orden. Auténtico clá- sico de nuestro siglo, ul'lo de los más grandes autores de!. tiempo que ha tocado vivir, Webern es el descubndor de un mundo sonoro que nuestros con- temporáneos exploran y enri.quecen con una energía no exenta, Ciertos. cas?s, de falso criterio matematlco. Mlsteno, hemos dicho como resumen de la obra weberniana. Pero misterio luminoso, por- que la luz se hace a cada por- que la luminosidad es e! rasgo 1m pres- cindible, el "valor" primero y último de este admirable trabajo. Justo es que sea conocido entre nosotros. Como intérprete de ""Vebern, Manuel Enríquez subordina los afanes exhibicio- nistas, todo slogan de vanguardia, al res- peto escrupuloso por e! texto. Ya en una audición de la Fantasía de Schoenberg, pudimos constatar que se halla' particu- larmente dotado para esta música. A la exacta observación de todos los valores sonoros, a la ejemplar traducción de esa atmósfera luminosa, debemos anotar la delicadeza y el refinamiento con que uti- liza su herramienta técnica y la compren- sión de una nueva manera de "pensar" la música. En todo el programa -yen especial en la obra weberniana- Enrí- quez contó con la colaboración, perfecta por eficaz, de Alicia Un-eta. FÜGA. El aiío musical mexicano se ca- racterrzó por la abundancia de concier- tos. En ese sentido, 1961 fue excepcional. mente pródigo. Los críticos, cronistas y victorreyes de la música apenas si se die· ron tiempo para cumplir sus obligacio- nes. Hubo, claro, de todo y, desde luego, más malo que bueno. Temporadas sinfónicas con uno que otro estreno de in terés, solistas y direc- tores con prestigio, dos ciclos de ópera (uno "nacional" y otro "internacional") , a estas alturas la primera representación mexicana de El caballero de la rosa (si así estamos no veremos nunca Wozzek) , recitales, exámenes y concursos. Señale- mos, como lo m{ls importante, la funda- ción de "Camerata de México", conjunto de instrumentistas mexicanos reunidos por el solo afán de hacer música y ofre- cer nuevas audiciones; excepcional fenó' meno digno de ser estimulado. El primer festival de música contemporánea, en el que pudimos escuchar obras de Schoen- berg, Henze, Nono, Cristóbal HaIHter (Cinco microfonnas, dirigidas por el au- tor) , generoso evento patrocinado por el INBA y realizado gracias a los esfuerzos de Rodolfo Halffter. Las temporadas de la Asociación Ponce - una de ellas dedi- cada a jóvenes músicos que trabajan o estudian en diversos puntos del país; la otra estructurada en vías de servir como expresión de lo que sucede actualmente en la música. Recordemos un programa de música electrónica y concreta. Los con- ciertos patrocinados por la Universidad: tres organizadas por Miguel García Mora, Jefe de la Sección de Música, en la Ciudad Univ.ersitaria, y una larga tem- porada en la Casa del Lago del Bosque de Chapultepec, destinada a la creación Por Jesús BAL Y GAY U no de los rasgos más característicos de nuestro siglo, en lo que a la música se refiere, es la profusión de tendencias nuevas, el afán de experimentación, el ansia de lo inaudito. Nunca como en nuestro tiempo se había visto no sólo esa abundancia de tendencias sino, lo que es aún más significativo, las radicales di- vergencias que las separan. Limpios, ter- minantes recodos se han dado en la his- toria de la música, pero siempre sin pro- ducir mayores desgarramientos de la tra- dición y, sobre todo, a razón de uno por época. Reacciones contra el pasado inme- dia'to las hubo de vez en cuando, pero nunca tan radicales como las que lleva- mos vividas en lo que va de siglo. El na- cimiento de la monodia acompaiiada, por !;/ravillShi, por Paul Klee (/923) ejemplo, habrá parecido a muchos, en su momento, un empobrecimiento de la textura musical, pero jamás una nega- ción de las esencias musicales, que es lo que parecieron significar obras como La consagración de la primavera y PieTrot lL/naire. Entre las muchas y muy divergentes figuras musicales de nuestro tiempo se destacan con singular relieve las de Stravinsky y Schoenberg. Con sólo una de ellas ya le habría bastado a todo un siglo para ufanarse de haber contribuido radicalmente a la renovación de la mú- sica. Pero ahí están las dos, a cual más singular y poderosa, aboliendo el sistema tradicional acatado durante siglos por todos los músicos occidentales. Y cada cual de un modo que se diría la m{ls perfecta antítesis del empleado por la otra. 23 de un nuevo público. Los conciertos de difusión inaugurados por e! Patronato de la Orquesta Sinfónica Nacional, con comentarios de viva voz y programas in- teresantes y variados. . A estas horas comienzan ya a realizarse algunos de los proyectos madurados el día anterior. Esperemos ver -y escu- char- la mayor parte. Esa divergencia tan completa entre Schoenberg y Stravinsky -dejando aparte las demás figuras contemporáneas- tuvo, en la primera mitad del siglo, un cariz de desintegración o desgarramiento defi- nitivo del estilo musical. La disolución completa del sentido tonal llevada a cabo por Schoenberg representó aparentemen- te un plano sin el menor punto tangen- cial con aquel en que Stravinsky reali- zaba sus audaces experimentos polirrít- micos, poliarmónicos y politonales, en los cuales siempre era posible descubrir un sustrato tonal. Esos dos compositore parecían justificar con su actitud radio calmente innovadora toda po ible acción iconoclasta de sus colegas. La mayoría de los observadores de la si tuación in· tieron con angustia que nun a e logra- ría un estilo musical propio del iglo xx, un estilo con un mínimo d rasgo y procedimientos cOl1lun a los divcr os estilos individuales. No parecía posible que en los siglos venid ros se hablase, JI sentido estilístico, de "la épo ad 'tra- vinsky" o de "la época de hoenberg" o de "la época de Stravinsky Scho n· berg", como hablamos hoy de "la época de Haydn", de "la época de MOl.art" o de "la época de Haydn Culturalmente, ello parecí;1 tina grave falla de nuestro tiempo. Consecuentemente, unos éramos slra- y otros schoenbcrgistas, porque sabJamos que no se podía ser las dos co- sas a la vez. Pero en el fondo del alma lament;íbamos esa imposibilidad. Por lo a debo advertir que crela en ella no (lIgo que qtlla abslIrdum, pero pareciéndome un tanto absurda. Esta idea se fue apoderando de cada vez más, hasta convertirse un día en una le, que tenía mucho de esperanza, en que llegaría el momento de una cabal conciliación de aquellas dos tendencias. No sabía cómo esa conciliación podría realizarse, ni quién podría realizarla; pe- ro creía y esperaba que su realización fuese un hecho algún día. Eso comencé a decirlo alrededor de 1950 y en 1953 publiqué en el número final de la re- vista Nuestra j\tfúsica unas meditaciones tituladas El pecado original -recoo-idas luego en el libro Tientos-, de lat que me permitiré reproducir aquí el siguien- te fragmento: de experimentación pone a dlSposlclOn nuestra una inmensa rique. za -:-además de la acumulada en siglos ano tenores- en cuanto a medios musicales de expresión. Ya es tiempo de que pen- semos en aprovecharla en la creación de obras bellas, lógicas, bien ordenadas. Es la hora de un nuevo clasicismo que sepa

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Conciliación a la vista

UNIVERSIDAD DE MEXICO

piezas para violín y pia,!?, opus 7 (1910),en el recital que ofreclO, co~ la colab_o­ración de Alicia Urreta y a fmes del anopasado en la C~sa del Lag? Al lado dela árida Sonatma de Chavez, de unaagradable Suite romántica de! propio En­ríquez, de la presüntu?sa Sonata de Co­pland y de las TTes piezas de ~e,:u~ltas(que bien podían conocer los vlOhm~taspara renovar sus sarasateados enc01-es) ,los cuatro mínimos trozos de Webernvolvieron a sorprendernos por e! indesci­frable misterio de que están cargad?s.Misterio en la concisión, en la herOicavoluntad de concisión. y también, enel origen de esa sensibilidad auditiva, dela extrema pureza que significa la nece­sidad de un nuevo orden. Auténtico clá­sico de nuestro siglo, ul'lo de los másgrandes autores de!. tiempo que no~ hatocado vivir, Webern es el descubndorde un mundo sonoro que nuestros con­temporáneos exploran y enri.quecen conuna energía no exenta, e~. Ciertos. cas?s,de falso criterio matematlco. Mlsteno,hemos dicho como resumen de la obraweberniana. Pero misterio luminoso, por­que la luz se hace a cada momen~o, por­que la luminosidad es e! rasgo 1mpres­cindible, el "valor" primero y último deeste admirable trabajo. Justo es que seaconocido entre nosotros.

Como intérprete de ""Vebern, ManuelEnríquez subordina los afanes exhibicio­nistas, todo slogan de vanguardia, al res­peto escrupuloso por e! texto. Ya en unaaudición de la Fantasía de Schoenberg,pudimos constatar que se halla' particu­larmente dotado para esta música. A laexacta observación de todos los valoressonoros, a la ejemplar traducción de esaatmósfera luminosa, debemos anotar ladelicadeza y el refinamiento con que uti­liza su herramienta técnica y la compren­sión de una nueva manera de "pensar"la música. En todo el programa -yenespecial en la obra weberniana- Enrí­quez contó con la colaboración, perfectapor eficaz, de Alicia Un-eta.

FÜGA. El aiío musical mexicano se ca­racterrzó por la abundancia de concier­tos. En ese sentido, 1961 fue excepcional.mente pródigo. Los críticos, cronistas yvictorreyes de la música apenas si se die·ron tiempo para cumplir sus obligacio­nes. Hubo, claro, de todo y, desde luego,más malo que bueno.

Temporadas sinfónicas con uno queotro estreno de in terés, solistas y direc­tores con prestigio, dos ciclos de ópera(uno "nacional" y otro "internacional") ,

a estas alturas la primera representaciónmexicana de El caballero de la rosa (siasí estamos no veremos nunca Wozzek) ,recitales, exámenes y concursos. Señale­mos, como lo m{ls importante, la funda­ción de "Camerata de México", conjuntode instrumentistas mexicanos reunidospor el solo afán de hacer música y ofre­cer nuevas audiciones; excepcional fenó'meno digno de ser estimulado. El primerfestival de música contemporánea, en elque pudimos escuchar obras de Schoen­berg, Henze, Nono, Cristóbal HaIHter(Cinco microfonnas, dirigidas por el au­tor) , generoso evento patrocinado por elINBA y realizado gracias a los esfuerzosde Rodolfo Halffter. Las temporadas dela Asociación Ponce - una de ellas dedi­cada a jóvenes músicos que trabajan oestudian en diversos puntos del país; laotra estructurada en vías de servir como

expresión de lo que sucede actualmenteen la música. Recordemos un programade música electrónica y concreta. Los con­ciertos patrocinados por la Universidad:tres ser~es organizadas por Miguel GarcíaMora, Jefe de la Sección de Música, enla Ciudad Univ.ersitaria, y una larga tem­porada en la Casa del Lago del Bosquede Chapultepec, destinada a la creación

Por Jesús BAL Y GAY

Uno de los rasgos más característicos denuestro siglo, en lo que a la música serefiere, es la profusión de tendenciasnuevas, el afán de experimentación, elansia de lo inaudito. Nunca como ennuestro tiempo se había visto no sólo esaabundancia de tendencias sino, lo quees aún más significativo, las radicales di­vergencias que las separan. Limpios, ter­minantes recodos se han dado en la his­toria de la música, pero siempre sin pro­ducir mayores desgarramientos de la tra­dición y, sobre todo, a razón de uno porépoca. Reacciones contra el pasado inme­dia'to las hubo de vez en cuando, peronunca tan radicales como las que lleva­mos vividas en lo que va de siglo. El na­cimiento de la monodia acompaiiada, por

!;/ravillShi, por Paul Klee (/923)

ejemplo, habrá parecido a muchos, ensu momento, un empobrecimiento de latextura musical, pero jamás una nega­ción de las esencias musicales, que es loque parecieron significar obras como Laconsagración de la primavera y PieTrotlL/naire.

Entre las muchas y muy divergentesfiguras musicales de nuestro tiempo sedestacan con singular relieve las deStravinsky y Schoenberg. Con sólo unade ellas ya le habría bastado a todo unsiglo para ufanarse de haber contribuidoradicalmente a la renovación de la mú­sica. Pero ahí están las dos, a cual mássingular y poderosa, aboliendo el sistematradicional acatado durante siglos portodos los músicos occidentales. Y cadacual de un modo que se diría la m{lsperfecta antítesis del empleado por laotra.

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de un nuevo público. Los conciertos dedifusión inaugurados por e! Patronatode la Orquesta Sinfónica Nacional, concomentarios de viva voz y programas in-teresantes y variados. .

A estas horas comienzan ya a realizarsealgunos de los proyectos madurados eldía anterior. Esperemos ver -y escu­char- la mayor parte.

Esa divergencia tan completa entreSchoenberg y Stravinsky -dejando apartelas demás figuras contemporáneas- tuvo,en la primera mitad del siglo, un carizde desintegración o desgarramiento defi­nitivo del estilo musical. La disolucióncompleta del sentido tonal llevada a cabopor Schoenberg representó aparentemen­te un plano sin el menor punto tangen­cial con aquel en que Stravinsky reali­zaba sus audaces experimentos polirrít­micos, poliarmónicos y poli tonales, enlos cuales siempre era posible descubrirun sustrato tonal. Esos dos compositoreparecían justificar con su actitud radiocalmente innovadora toda po ible accióniconoclasta de sus colegas. La mayoríade los observadores de la si tuación in·tieron con angustia que nun a e logra­ría un estilo musical propio del igloxx, un estilo con un mínimo d rasgoy procedimientos cOl1lun a los divcr osestilos individuales. No parecía posibleque en los siglos venid ros se hablase, JI

sentido estilístico, de "la épo a d 'tra­vinsky" o de "la época de hoenberg"o de "la época de Stravinsky Scho n·berg", como hablamos hoy de "la épocade Haydn", de "la época de MOl.art"o de "la época de Haydn ~rozart".

Culturalmente, ello parecí;1 tina gravefalla de nuestro tiempo.

Consecuentemente, unos éramos slra­vin~kistas y otros schoenbcrgistas, porquesabJamos que no se podía ser las dos co­sas a la vez. Pero en el fondo del almalament;íbamos esa imposibilidad. Por loqu~ a mí respe~ta, debo advertir quecrela en ella no (lIgo que qtlla abslIrdum,pero sí pareciéndome un tanto absurda.Esta idea se fue apoderando de mí cadavez más, hasta convertirse un día en unale, que tenía mucho de esperanza, enque llegaría el momento de una cabalconciliación de aquellas dos tendencias.No sabía cómo esa conciliación podríarealizarse, ni quién podría realizarla; pe­ro creía y esperaba que su realizaciónfuese un hecho algún día. Eso comencéa decirlo alrededor de 1950 y en 1953publiqué en el número final de la re­vista Nuestra j\tfúsica unas meditacionestituladas El pecado original -recoo-idasluego en el libro Tientos-, de lat queme permitiré reproducir aquí el siguien­te fragmento:

".Med~o.~iglo de experimentación ponea dlSposlclOn nuestra una inmensa rique.za -:-además de la acumulada en siglos anotenores- en cuanto a medios musicalesde expresión. Ya es tiempo de que pen­semos en aprovecharla en la creación deobras bellas, lógicas, bien ordenadas. Esla hora de un nuevo clasicismo que sepa

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El año pasado en Marienbad.-Alain Resnais y St! operador Sacha Vierny durante la filmación

E L e 1 N E

guaje común en_ su esencia, como lo fueel de todas las épocas que denominamosclásicas. Segui:ráñ, por supuesto, los ex­perimentos, la incansable búsqueda denuevas formas de expresión; pero loscompositores que tengan algo que de­lcir y nO'~ean idólatras de lo inauditocuentan ya, por fortuna, con un len­guaje tan amplio como dúctil, tan ricocomo riguroso con que dar forma a suintuición creadora.

EL ARO PASADO EN MARIENBAD (L'annéedernie1'e ti Mariel1bad), película francesa deAlain Resnais. Argumento: Alain Robbe·Gri~

I!et. F,oto: (~yaliscope) Sacha Vierny. Música:I-ranCls Seyng. Decorados: Jacques SaulnieLMon.taje:. Hepri Colpi. Intérpretes: DelphineSeyng, GlOrglO Albertazzi, Sacha Pitoeff, Lilles

ITambién hablaré del extraordinariofilm polaco de Jerzy Kawalerowicz,Madre Juana de los Ángeles, excluidoarbitrariament,e de la Reseña, que pu­de ver en exhibición privada.

Por ahora, me interesa referirme alos dos grandes films de Antónioni yResnais que, pese a todo fueron exhi­bidos. Estas dos películas, junto a lade Kawalerowicz y a la de ,Buñuel, Vi­.ridiana, la gran ausente de la tantas:veces mencionada Reseña, tienen paramí una propiedad común: todas ellaslSon muestras de un cine antidogmático'Y por ende dialéctico, del cine que as­pira a un espectador nuevo'. Ante el des­,concierto de las personas "de sentidocomún" pertenecientes a todas las ten­dencias ideológicas, surge un cine que,puede muy bien ayudar a transformar­nos, a hacer de nosotros verdaderos in­dividuos conscientes.

positor 'alguno en la historia de la mú­sica accidenta]."

Tenemos, pues, a la vista la concilia­ción de tendencias que hace bastan,tesaños se consideraban irreductiblementeantitéticas. Es de esperar, por tanto, quea esta segunda mitad del siglo corres­ponda la realización de aquella tarea quealgunos creímos necesaria: la fijación dellenguaje musical que en el futuro hayade caracterizar a nuestra época, un len-

;Cuando estas líneas sean publicadas, laReseña habrá quedado ya bastante atrásy no creo que sea oportuno insistir en'la increíble torpeza de sus organizado­res, etcétera. Incluso, es ocioso referirsea la mayoría de las películas que seexhibieron en la Reseña, obras vulgarespremiadas en muchos casos por el tra­bajo de sus actores. Apuntemos, en todo~aso, que Todo comienza en sábado(Saturday night and sunday morning) ,

de Karel Reisz, es un film interesante,quizá el mejor resultado de ese nuevocine inglés de pretensiones antropoló­gicas, que, a pesar de todo, no consiguedarnos sino una dimensión muy super­ficial del hombre y del mundo que lorodea, y que Bandidos en Orgasolo, quemarca, el debut en el largo metraje delitaliano Vittorio de Seta, es un film ho­nesto, bello y emocionante.

Como que en esta sección no se pre­tende dar cuenta de la actualidad cine­matográfica, reservo para un númeropróximo de Universidad, un comenta­rio más extenso sobre los films de Reiszy Seta, así como la crítica de una granpelícula .estr-enmia comercialmente: Lossalvajes inocentes;' de Nicholas Ray.

Por Emilio GARCtA RIERA ,

fusionar tanto y tanto experimento,: De­jémonos ya. de inventar lenguajes y de­diquémonos a decir en los que por ahí/corren lo que tengamos que decir. Nomás confusión entre creador y experi-mentador. \

"El compositor capaz de producir obrasimportantes utilizando como vehículo desu pensamiento una síntesis de los varios

- lenguajes inventados en lo que va de si-glo, sería el más grande de nuestra época,el verdaderamente epónimo.

"Pero quizá sea ésa una tarea superior. a la capacidad de un solo hombre y ten­

ga que repartirse sobre los hombros detoda una escuela."

En los diez~ años transcurridos entre lapublicación de ese ensayo y hoy, surgie­ron hechos que yo no podía prever, peroque vinieron a confirmarme en la ideade que aquellos deseos nada tenían deutópicos. Los más importantes fueron lasobras de Stravinsky que siguieron .a laópera The Rake's Progress, en las que,sorprendentemente, el compositor queparecía encarnar la más radical antítesisde la estética dodecafónica comenzó aasumir ésta, más o menos paulatinamen­te, sin perder por ello ninguno de susrasgos estilísticos eseñciales. La Cantata,el Septeto, las Tres canciones de WilliamShakespeare, los Cánones fúnebres enmemoria de Dylan Thomas, el Canf}icumsaaum, el Agon y los Trenos sO,n obrasdodecafónicas, más avanzadas en esa téc­nica que muchas de Schoeriberg o deWebern, y al mismo tiempo innegable­mente stravinskianas.

Por el otro lado, por el del dodecafo­nismo, varios de sus partidarios -y elpropio Schoenberg en primer lugar ("onrevient toujours") - no dejaron de mos­trar tendencias que se dirían stravinskia­nas, ya en lo rítmico, ya en lo estructuralde la frase melódica, ya en el manejo deseries que pudiesen producir entidadesarmónicas fortuitamente tonales. Y desdela altura de estos años comenzamos aver -a oír- mucha de la música dode­cafónica como fenómenos que, en el pla­no de la sonoridad pura y de la diso­nancia, parecen no estar muy lejos de lamúsica de Debussy.

y así, escribiendo sobre Stravinsky"puede afirmar Roman Vlad: "Cada díaresulta más claro que figuras como De­bussy, Stravinsky, Berg y Webern, lejosde excluirse mutuamente, fueron necesa­rias, cada cual por su lado, para forjarlo que vemos hoy como el nuevo len­guaje universal de ·lamúsica en sus va­rias dimensiones y diversos aspectos. Ac­tualmente están desapareciendo la divi­sión y la segregación -que creíamos ine-

.vitables- en compartimientos estancos delos diferentes conceptos y movimientosque parecían conducir a la música delsiglo xx por. senderos diferentes; enverdad, al vol.ver la vista atrás, el apa­rente antagomsmo parece más una fan­tasía que un hecho concreto. Vemos aho­ra que hubo un constante intercambio,impalpable pero fructífero, entre los ex­perimento~ artísticos de escuelas aparen­temente dIvergentes y a menudo ostensi­blemente archienemigas. De todos losg~andes c0II!positores del siglo xx, Stra­vmsky ha SIdo y es el más accesible, elmenos obstinado y dogmático. Y estotambién ha contribuido a hacer de lare~ación mutua, e~tre él y las demás co­rnentes <;le la mUSIca contemporánea, unade l~s mnuencias más estimulantes yfructIferas que haya ejercido jamás com-