Con otros ojos.

5
Con otros ojos

Transcript of Con otros ojos.

Page 1: Con otros ojos.

Con otros ojos

Ana María Fernández Fieiro

Un viaje que nadie olvidaría. Si, ahí comienza la historia, pero sólo la de aquellos que pudieron llegar a escribirla; aquellos como yo. Son muchos los que se llevó todo

Page 2: Con otros ojos.

aquello: las inundaciones, lluvias ácidas e incluso multitud de enfermedades que acabaron con ellos. Únicamente yo de entre todos los que una vez fuimos, conseguí sobrevivir, o eso pensaba. Pero no empecemos por el final, esta historia se remonta mucho más atrás…

Era un día de lo más normal, los mayores de mi manada se dirigían al océano como cada mañana en busca de alimento. Todo marchaba bien, cuando de pronto mi hermano Ted, Kiara y yo divisamos un gran barco que se aproximaba. Intentamos avisar a nuestra manada, a nuestra madre, pero estaban demasiado concentrados en su cacería. Nuestra preocupación se desvaneció cuando el barco comenzó a hundirse, ya no había posibilidad de que dañaran a nuestros compañeros… Ignorantes, aquel barco traía algo peor que simples armas, arpones o demás. No querían nuestra piel o nuestra carne, querían acabar con nosotros aunque de forma inconsciente. Una gran mancha negra comenzó a inundar todo el agua, y con ello, a todos nuestros compañeros. En la superficie podíamos ver a uno de ellos. Ted y yo nos acercamos para ayudar, era mamá. Ella estaba apresada en alguna red y recubierta de los residuos que liberaba el barco al paso que se hundía. Intentamos ayudarla para que no se hundiera con él, pero estaba muy lejos y el agua se oscurecía rápidamente acercándose al hielo. Ted, que se había lanzado sin pensarlo, llegó hasta mamá que desde mi posición ya no se podía apreciar su figura en el océano. Ted se sumergió para liberarla y… No volvió a aparecer, ni mi madre, ni los compañeros de nuestra manada. Me quedé allí sentado mirando como todo estaba cambiando sin saber lo mucho que podía llegar a ocurrir. Siendo aquel un día de lo más normal, acabaría siendo el día en el que todo fue a peor; por un mísero barco. Kiara me abrazó, sólo nos teníamos el uno al otro.

Pasaron los años y crecimos. El alimento no abundaba, el mar cada año estaba más contaminado, con pocos individuos de mi especie podía cruzarme ya y cada vez había menos superficie donde habitar. Los recién nacidos tenían diferente pelaje debido a las radiaciones solares. El clima no era el mismo, se estaba volviendo más cálido. Kiara empezaba a tener problemas y necesitábamos ayuda, debíamos enfrentarnos a aquellos quienes ponen nuestras vidas en peligro constantemente. No podía dejar que le sucediera nada a Kiara y aproveché ese preciso momento en el que llegaron algunos humanos. No sabía que hacer pero fui hacia ellos. Parecían asustados, pero más asustado estaba yo cuando para protegerse de mí me apuntaron con armas. Uno de ellos me miraba fijamente, dio un paso al frente y ordenó retirarlas. Las armas dejaron de apuntarme, pero no sentía alivio. El calor me invadió rápidamente y durante unos minutos sentí una gran presión sobre mi cuerpo. No era capaz de respirar y en un segundo me hallé en el suelo. Vi la imagen tornada de Kiara andando lentamente hacia mí y todo se volvió negro...

No lograba entender como todos apuntaban a aquel pobre animal con todas esas armas. En los ojos de aquel oso se percibía la tristeza e impotencia que cualquiera de nosotros sentiríamos al perder a un ser querido. Lo acompañaba una osa de menos edad en estado crítico. Los sedaron a ellos y a cinco osos más para llevárnoslos al refugio y poder curarlos, al menos a los dos. No dejaba de pensar en cómo me miraron esos brillantes ojos.

Page 3: Con otros ojos.

Llegamos al refugio donde nos disponíamos a curarlos, pero el caso de Kiara era muy complicado. Les hicimos múltiples pruebas que contrastaran cual era el problema por el cual su forma de vida había cambiado. Todo llevaba a una única respuesta: la mala acción del ser humano. No reciclamos, las fábricas producen más de lo necesario, las fábricas, coches y espráis que liberan CO2 adelgazando la capa de ozono, destruimos hábitats y matamos animales en exceso por ocio y para nuestro beneficio; siempre para aumentar el capital. Somos unos egoístas. Teniendo la capacidad de pensar no nos damos cuenta de que no nos queda tiempo. Siempre pensando en el futuro de nuestras vidas en vez de pensar un poquito en la del planeta. Tal vez no te toque a ti, pero le podría tocar sufrir a tu hijo. Incúlcale unos valores donde no sólo ayudar a las personas te haga mejor y mejore tu sociedad, sino también donde ayudar al planeta mejore el entorno y la vida de todos nosotros y de los que están por llegar. Entonces tuve la idea de grabarlo. El próximo grupo de voluntarios que fuera al Polo Norte a ayudar, grabaría las condiciones en las que estos animales viven. Yo grabaría a los osos mientras se recuperan y sobre todo a Kiara.

Pasado un tiempo obtuve mi propósito. Un documental que subiría a Youtube y que con esperanza saldría en las noticias. De los siete osos que me había traído conmigo, pude curar a cuatro, entre ellos a los que me habían cautivado cuando los vi. Ese grande oso de ojos brillantes, todavía estaba enfermo y difícilmente se recuperaría puesto que tendría unos 30 años ya. Cuando la gente empezó a hablar de mi documental no sabía cómo reaccionarían pero visto lo visto, fue un intento fallido. Nada había cambiado y todo estaba empeorando. Me sentía sin fuerzas pero debía luchar por ellos. Ellos han estado sobre nuestras pieles pero nosotros no nos hemos puesto nunca en su lugar. En una página web donde había colgado el documental la gente comentaba a mansalva queriendo enviar dinero ya que no sabían cómo ayudar. Entonces tuve otra idea. Con ese dinero hice un anuncio que haría que repitieran en televisión tantas veces al día como pudieran. Ya sé que con dinero no se arreglan los problemas pero la gente lo pensaba así: si no puedes ir al Polo Norte a ayudar, se hace un donativo. No tienes dinero, entonces no puedes ayudar. Pero para nada es de esta manera. Simplemente no tirando al suelo la basura o comprando solo lo que necesitas ya haces un gran trabajo porque la basura que tu tires podría ser la comida de otro animal que terminaría muriendo y cuanto más consumas menos tendrá el futuro que ofrecer. Solo me quedaba cruzar los dedos por mi querido osezno y por el éxito del anuncio.

Pasaron semanas, algunas organizaciones se pusieron de acuerdo para crear una nueva ley que protegiera a los osos polares. Muchos famosos donaban dinero para poder ayudarlos o colgaban fotos en redes sociales limpiando un bosque o pegando carteles de reciclaje y la gente los imitaba. El viejo oso y Kiara estaban recuperados pero mirándolos de nuevo a los ojos pude ver que no eran felices aquí y decidí devolverlos a su hogar.

Al llegar parecían extrañados, pero en cuanto vieron que había más y que todos estaban bien creí verlos felices, agradecidos. Nada me pudo llenar más de satisfacción, a pesar de que sabía que aunque la gente cambiara un poco sus hábitos, dejarían de hacerlo en poco tiempo. Simplemente, yo debo ayudar a todos los animales cuantos puedo junto con el resto de voluntarios, organizaciones y seguidores

Page 4: Con otros ojos.

en mi página e intentar motivarlos continuamente siempre pensando en este hecho que había marcado mi vida.

De vuelta en casa, mi pequeña hermana Kiara estaba bien como había prometido y yo apenas me podía creer que estuviera vivo para contarlo. Tal vez, haya podido ayudar a las demás manadas y a mi especie; y mientras exista esa posibilidad, el resto de mis días viviré tranquilo. Todo era blanco de nuevo.