Con otra mirada - Norma Sabatini

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Libro de pensamientos, cuentos y reflexiones

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Colección

Mixturas

El mensú edicioneswww.elmensuediciones.com.ar

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Editor: © Darío FalconiDiseño de tapa: © Gustavo Bollinger / Robinson RiosDiseño de interiores: © Darío FalconiLogo editorial: © Santiago Gallardo

1ª edición: 200 ejemplares.

Libro de edición villamariense (Argentina).

© 2011 Norma Sabatini© 2011 EL MENSÚ [email protected](0353) 154201252

ISBN 978-987-26641-9-0Queda hecho el Depósito que establece la Ley 11.723

La responsabilidad de las opiniones expresadas en las publicaciones de EL MENSÚ son exclusiva competencia de los autores, firmantes y herederos; las mismas, no reflejan necesariamente el punto de vista del Editor ni de la Editorial.Del mismo modo la editorial no se responsabilizará por la utilización de las imágenes que pueda contener la publicación; la inclusión de las mismas (en tapa, lomo, solapa,

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Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito de su Editor. Su infracción

será penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Contacto con la autora:

[email protected]

Sabatini, Norma Con otra mirada / Norma Sabatini ; con prólogo de Héctor Rico. - 1a ed. - Villa María : El Mensú Ediciones, 2011. 216 p. ; 21x15 cm. - (Mixturas; 3) ISBN 978-987-26641-9-0

1. Literatura Argentina. 2. Narrativa. 3. Poesía. I. Rico, Héctor, prolog. II. Título CDD A860

Fecha de catalogación: 09/09/2011

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CON OTRA MIRADA

El mensú . mixturas . 03

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Con otra Mirada

Norma Sabatini

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AGRADECIMIENTOS

¡Gracias Dios por amanecer cada mañana, y estar viva!

Gracias a mi familia por amarnos y amarlos.

Un especial agradecimiento a mi profesor Héctor Ricocon quien comparto la aventura de escribir.

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PALABRAS DE LA AUTORA

Estas páginas sean para poder dilucidar, esos espacios oscuros que debemos aclarar para conocernos desde lo mas profundo de nuestro ser...

Guardemos muy dentro, ese amor justo en cantidad y calidad, que sea generoso a horario, sin vestiduras y el que reciba el afecto tenga valores básicos para valorar la entrega.

Norma

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PRÓLOGO

Cambiar el tono, modificar la observación, son acciones válidas para la construcción de una nueva obra y para continuar en el camino con la capacidad intacta para admirarse aún de lo que nos rodea de una manera incorruptible.

Iluminadas por una nueva luz surgen las narraciones que Norma Sabatini nos ofrenda, símbolos de una verdad interior que se revela mágicamente entre reflexiones e intuiciones.

Cada cuento aparece como la ocultación de un trasfondo que los ojos avizores pueden desentrañar. Con el aditamento implícito de cierto mensaje moralizador, rescatado de la propia experiencia.

Norma se nombra a sí misma con la intención de referirse a los otros, de observarse en los otros, de exterminar las sombras de la incomunicación que traspasa y no redime.

Su visión de este mundo es la visión de aquel, que busca con inusitado empeño e inexorablemente, un posible edén, aun en los jardines destruidos, en la oscuridad enmarañada, y en las parcelas donde la luz es sólo una apariencia.

Norma Sabatini ha recobrado la inocencia de una mirada poética sustentable que arroja claridad sobre las cosas indistinguibles, y las vuelve aleatorias, semejantes, inmersas en su cambiante naturaleza.

Su proceso narrativo tiende a evocar, sugerir, describir, y a enumerar las íntimas pasiones y sus circunstancias.

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La presencia del tiempo es muy significativa en cada relato…

Del tiempo y sus apariciones en la conciencia de los personajes, del tiempo que ultraja y también proyecta hacia un futuro creador, del tiempo donde vida y muerte se delimitan y complementan conduciendo al ser hacia determinadas regiones misteriosas y transparentes.

Norma nos habla de una búsqueda permanente, de una interrogación sin concesiones al destino, de ciertos hallazgos e indicios de lo que se manifiesta como una irrealidad o como apariencia de realidad.

Un sutil erotismo recorre estas páginas, como una presencia lúcida y convocante en la complicidad del deseo.

El amor es el motivo y la justificación del dolor y la exaltación del placer irrefrenable…

En muchos pasajes de sus relatos la alegría aparece

como una imagen catártica, capaz de liberarnos de nuestras

obsesiones y provocarnos otro modo de contemplar lo sombrío,

quitándonos la máscara de desencanto que oculta un rostro

todavía iluminado.Norma Sabatini se pregunta y nos pregunta, pero sus

cuestionamientos están imbuidos de cierto ademán conciliatorio que propende a la obtención de una respuesta redentora.

Su actitud de vida es una profesión de fe, su “otra mirada” es una mirada optimista que hurga en los espacios de la abundancia y la carencia con la docilidad de ciertas vibraciones

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secretas, de ciertos remansos del espíritu, y se expande en busca de una desapasionada revelación final.

Escribir sin prescindir de la inocencia es su virtud.Escribir y exponerse a la repentización de lo mágico, de

aquello que es propio y consustancial de la imaginación; sin excederse en lo metafórico, ni en la elaboración minuciosa de la frase, con una simpleza deshabitada de alegorías y operaciones alquímicas de la palabra.

Actitud absolutamente destacable en una escritora que, despreocupada de los formalismos, prioriza extraer de su secreto reservorio mental ideas y pensamientos que le conciernen y hacen que su expresividad tenga una autenticidad irrecusable…

“Con otra mirada”, es otra manera de atreverse a mirar. Es contemplar con los ojos limpios, con los ojos

asombrados, con los ojos bien abiertos; las presencias, los enigmas y el amor, entre los sueños y los desiertos paraísos…

Héctor Rico

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Primera Parte

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PIEZAS SUELTAS NO HAY

Como en un collar de perlas, Elena de Marco hilvanaba los pasajes de su vida, anécdotas reales de una mujer que tuvo el privilegio de vivir con pasión y coraje.

…De pequeña, en la metrópolis argentina, asistió a una escuela primaria religiosa, donde cursó hasta el quinto grado. Acompañaron su niñez; sus compañeras, un patio grande con árboles, recreos, juegos, charlas de niñas… creciendo hacia la pubertad.

Un buen día, sus padres, por circunstancias de la vida, se trasladaron a otro país.

Así comenzó Elena a hilvanar otra perla… Fue dramático alejarse de esa escuela, donde había guardado en su corazón; momentos, años… que la acompañaron en su corta edad.

El destino fue Rusia, San Petersburgo. Un lugar lejano, un idioma distinto, ¡todo cambió!, estilo de vida, personas, hora-rios… Volver a empezar, unir otra perlita.

La vida familiar era óptima; Elena tenía diez años, su her-mano menor, ocho…

Al llegar a Rusia, le impactó el lugar. Un clima muy frío en invierno, veranos frescos. Inviernos con cerros nevados que no permitían el paso de vientos tropicales. Una edificación distin-ta…

Elena extrañaba, pensaba en Argentina.

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El hogar fue organizado al estilo latino, adentro eran ar-gentinos y de la puerta hacia fuera, un poco europeos.

Ese país tenía un sistema distinto, la novedad la sorpren-día.

Sus recuerdos le provocaban nostalgia. Añoraba su escue-la, sus paredes, las aulas, sus compañeros, el camino a casa… Debía acostumbrarse, le costaba.

Terminó la escuela primaria –era muy buena alumna- y co-menzó sus estudios superiores. Fue día a día encontrando otros compañeros… y así pasaba el tiempo.

Completó la secundaria con el título de Docente.Elena tenía un poder de superación consecuente, no que-

ría ser mediocre, deseaba una carrera gratificante. Se inclinó por los estudios humanísticos.

Era una persona dulce, temperamental, de valores huma-nos para destacar.

Se graduó de médica, eligió la pediatría.Comenzó su residencia en un hospital de San Petersbur-

go, adquiriendo la práctica necesaria.Sus padres estaban felices de verla luchar, consiguiendo

éxitos merecidos… otra perla.

Cierto día, en una conferencia de Medicina, sintió un lla-

mado que la instaba a seguir más profundamente el camino…Comunicaron que en la India necesitaban médicos volun-

tarios, –eran épocas de guerra- en un lugar cercano a un campo de concentración.

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El llamado tocó su corazón. Pensó… será una perla gran-de para mi collar, creo que seguiré enhebrando, trabajos, fati-gas, sueños…

Terminada la disertación, en un pequeño escritorio –al fon-do del salón- tomaban nota de las personas que emprenderían esa travesía…

La tarea elegida, la llevaría aún más lejos, con otros cam-bios, debía volver a emprender otra lucha.

Se sentó entre la gran cantidad de sillas… lo pensó, midió las consecuencias… era cuidadosa en sus decisiones.

A pocos metros desfilaban personas llenando planillas. Gente que estaría inmersa en un voluntariado lejano, humano y difícil.

Aclaró su mente. Se levantó, tomó su bolso, y se presentó ante el escribiente.

¿Señorita?, preguntó el oficinista. Elena expresó: Deseo anotarme, quiero compartir esa lista

para llegar a la India, al hospital de voluntarios.¿Profesión?, prosiguió el escribiente. Médica pediatra con-

testó la mujer.Así, con esa planilla, consciente de que los datos eran pro-

pios, se dio cuenta de su difícil decisión… otra perla.

A su regreso le comunicó a sus padres… en silencio escu-charon la sorpresiva noticia.

Su hermano observaba el momento, pensaba que su única hermana y amiga lo dejaría, y entre ellos se alzaría la distancia y…

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Ya había terminado la primera guerra mundial, ¡qué os-

curos recuerdos, qué duras consecuencias había ocasionado!

Todo se tornaba desconocido.

¿Adónde la llevaría esa travesía? ¡Tan lejano todo!

Sus padres eran audaces y aceptaron. Otro país, otra vida,

con la esperanza del progreso… Elena también era valiente.

Su hermano Santiago era más estable, no deseaba seguir

los pasos de su familia. No quería alejarse de su terruño.

Así, un día, Elena llegó a la India, lugar de costumbres

difíciles para los latinos.

…Al llegar, la esperaba un carruaje antiguo que la llevaría

al hospital, levantado en un campo desolado, en un pueblito muy

pequeño, de pocos habitantes y muchos enigmas.

Cada mañana su peregrinación era constante, comenzó a

trabajar con los seres carentes de salud, de amor…de todo.

Sus días eran largos –de sol a sol- en ese hospital de cam-

paña donde la desesperanza, la soledad, estaban en primer lu-

gar, presentes.

Una mañana llegó al lugar un pequeño de nombre Jesús,

un niño africano de rulos ensortijados, desnutrido, solito, de mi-

rada triste. Se leía en sus ojos: ¡ayúdame!

Elena fue su médica, cuidó de él, lo atendió.

Su corazón le dio lo que él venía a buscar; el amor de una

madre.

Apenas tenía cuatro añitos…

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Se estableció un lazo de amor entre Jesús y Elena, los dos

estaban en soledad.

Jesús se repuso, creció, aprendió a vivir con afecto, ayu-

daba…

Pasaron los años, ya tenía dieciséis, con una educación

por Elena conducida.

Era muy espiritual, quiso dedicarse a la fe.

No había Universidades ni Seminarios, pero con libros y

un corazón enorme pudo acercarse a Dios, con claridad y amor

a los más pequeños.

Con gran apoyo del cuerpo médico y enfermeros, organi-

zaron junto a Jesús y Elena una escuelita de campaña, donde

el joven transmitiría sus conocimientos a otros jóvenes, que cre-

cían en el inhóspito lugar… otra perla se enhebraba.

Una tarde de verano a la hora del crepúsculo, Elena, sen-

tada sobre una piedra, agradecía a Dios tanta paz y felicidad,

después de la gran lucha.Había elegido a Jesús, ese niño era hoy, Pastor y maestro,

supo valorar a su mamá del alma… sumaba otra perla.

Se acercó al lugar, el director del hospital, Dr. Carlos Ber-lucci, italiano…

—Doctora, desde que llegó acá... ¡recuerdo ese día! Dios bendiga su obra.

Me siento ligado a usted en la medicina… atraído perso-nalmente como hombre… Eres bella Elena, tu exterior denota tu

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espíritu noble, afectuoso. Quiero mucho a Jesús, has hecho de ese niño un hombre digno.

Anoche soñaba despierto, pensaba mirando el cielo… pensé, se me ocurre una bella idea, en este lugar donde todo es difícil… el amor es parte de la vida, está entre nosotros…

El silencio fue terrible, las miradas profundas…El Dr. Berlucci era medianamente joven, tenía pocos años

más que ella, hombre que anteponía a su estampa, un carisma especial, poseedor de grandes valores, de una inteligencia sin-gular…

—Me olvidaba decirte, Elena; tu andar, tu figura, tus pala-bras, esa forma de ver la vida, se instalaron en mi retina, llegan-do a mi corazón por el camino más puro.

Elena quedó en silencio, ésta sería su última perla, para poner así un broche de oro a ese collar que la acompañó desde pequeña.

¡No quedaría ninguna pieza suelta!Desde Argentina, por África e Italia llegaron a la India; no

pudo la distancia separar esos tres destinos.

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LA LLUVIA, AQUELLA MUJER

En un rancho de adobe, en medio de un paisaje, entre campos sembrados, palmeras medianas –en grupo de tres- y un arroyo…

El cielo cubría ese antiguo, pero pacífico lugar, creado por Dios y trabajado por el hombre.

Se escuchaba el cruzar de vacas de un campo a otro, en busca de aguas serenas, lentas, y una yunta de pavos, erguidos, de suave andar, con sus cantos roncos.

Más allá los caballos, mulas, asnos, en tropilla serena. Los diez chanchitos detrás de su madre, echada, ofreciendo la teta a cada uno…

Al ocaso de la tarde primaveral…En el árbol antiguo –gigante ombú frondoso- la calandria

mañanera con imitaciones de trinos de sus aves pares, con su vestidura amarronada y movediza, nos deleitaba anunciando el amanecer.

Más allá la vaca Concepción, próxima a parir su segundo ternero, se paseaba con las ubres cargadas de leche para ali-mentar su cría.

Mientras la yegua Susana, debajo de un árbol frutal, daba a luz un hermoso potrillo, al que llamaron Flor de Durazno…

En el aljibe, generoso de agua clara, se observaban dos palos de palmera cruzados, sostenidos por una cadena, lucien-do un blanco balde con flores silvestres de colores diversos.

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Las andariegas gatitas Sol y Luna, rondaban el rancho lla-

mado “Nuestro Nido”.

¡Ayer!... recordaba María su juventud. Los días eran de

continuo trabajo, de sol a sol, su esposo Pedro, le había regala-

do un potrillo “Negrito” azabache, de elegante trote inglés.

Solían cabalgar al atardecer, como broche de tareas dia-

rias organizadas. Compartían el riego, el sembrado, el cielo. Pe-

dro dirigía, ella detrás, dejaba caer de sus manos semillas que la

lluvia alimentaría, recogiendo abundantes cosechas.

Todo era casi perfecto ¡eran felices! Llegaron los hijos; tres

varones y una mujer.

Francisco, el mayor, vivía en Europa, estaba dedicado al

arte, era escultor.

Joaquín, el segundo, radicado en Estados Unidos, era in-

vestigador y científico, siempre presente en la medicina.

Mariela dedicó su vida a Dios, ese camino la destinó a una

congregación de clausura en la lejana India.

Mateo eligió el deporte, junto a su padre, solían organizar

viajes de pesca a cercanas lagunas y hermosos diques…

De pronto, un día, sonó el teléfono… mensaje dramático.

Regresaban de una excursión –pesca deportiva- con un

gran trofeo, muy importante, primer premio. El destino dispuso

desviarlos a un viaje sin retorno… al cielo.

Ha pasado el tiempo, muchos años…

Estoy sola, cada uno de mis queridos siguió su camino.

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El mío está acá, recordando todo en la soledad terrible de nuestro rancho.

…Veo los ambientes vacíos, roperos sin prendas, portarre-tratos con fotos amarillentas.

Muy lejos escucho las sonrisas y cantos de cumpleaños. El orden presente en toda la casa me aterra…

El silencio es su compañero, volaron los gorriones…Es muy temprano, se ve una sequía extrema, el viento no

cesa, su calandria no viene más, el Negrito se fue detrás de su pareja, el gallito con su canto mañanero la recibe marcando el clima.

María… en el gran ventanal que con Pedro hicieron para

deleitarse, mientras conversaban de sus proyectos, observando

el paisaje de campos abundantes y flores silvestres, exclama:

¡qué lejos quedó todo!

De pronto, abre el ventanal y descubre ante sus ojos una

nube gris, deseaba una lluvia copiosa, torrencial, que arrase con

tantos recuerdos o los guarde en el cielo para el más allá.…Así fue la historia real de María y Pedro. Lo tenían todo,

lo perdieron todo, pero tuvieron la oportunidad de vivirlo y que alguien como María supiera relatarlo, con tanta ternura.

Para algunos esta historia sería una cruz, una carga, para otros, años felices para recordar de la vida, que así como ofrece todo, te puede quitar todo…

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EL DUENDE

A oscuras saltaba por el balcón, casi volaba… y desapa-recía.

Su vestimenta, blanca transparente, se deslizaba con una

extrema suavidad.

Desde el cielo las estrellas observaban. Lo vieron salir de

la casa a escondidas.

¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Adónde iba?...

Cuentan las estrellas: era misterioso el ir y venir de Yoe…

En la casa vivía una mujer de mediana edad, casi cincuen-

ta años. Había tenido un amor profundo con Marcos, su esposo.

Un día, él partió, dejando un profundo vacío en esa casa,

en la que habían compartido muchas horas, años de amor, de

pasión, momentos únicos.

Se prometieron que, si uno partía y llegaba al cielo, tendría

de alguna manera las llaves del paraíso para salir, y la puerta de

la casa abierta para visitar a su amor en la tierra.

De noche la casa se iluminaba con todas las lámparas y

faroles del jardín.

Y cada noche bajaba Marcos con presencia etérea. Ella

lo esperaba… ¿Qué pasaba? ¿Cómo eran esos encuentros?...

Eran momentos espirituales que sólo ellos visualizaban.

La intimidad estaba presente.

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El lucero en su espacio celeste estaba desconcertado ¿qué pasaba en la calle Asunción Nº 102 a la misma hora, cada noche?

No hubo respuesta que conformara al rey de las estrellas. Tan lejano, luminoso, curioso…

María Pía disfrutaba esa visita de Marcos de pocos minu-tos, invisible para otros, secreta. Era suficiente, no quería perder ese encanto… esa magia.

Una noche cayó una estrella, algo que sólo María Pía y Marcos podían ver.

Se acercó a él, le expresó: Yoe te llamaré, eres como un duende; el duende de la noche, de la hora veinticuatro.

Cada noche era una ceremonia de amor, María se prepa-raba; vestida de blanco, con su suave perfume de jazmín, sus labios ansiosos, sus manos cargadas de ternura, su corazón in-quieto, ¡qué magia!

No cenaban, no hablaban, sus miradas cumplían la pro-mesa de visitarse desde lejos. Sólo dos almas y dos llaves…

Por un balcón, a un minuto de cada madrugada, solían en-contrarse una mujer y un duende. Se visitaban espiritualmente, era una sana locura.

Para ellos, era casi real…

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LA CRUZ

Mateo se encuentra con Clara. No se conocen. Sin darse cuenta llegan a orillas del río manso, bordeado

por enormes sauces llorones, danzando con la brisa suave…El encuentro fue tomando un aire simpático, curioso a la

vez.El Sr. Mateo callaba, Clara comienza diciendo: —Me pare-

ce que podemos tutearnos, tengo setenta y un años…—Yo setenta, declara Mateo Clara continúa: —nacimos en el mismo año, mismo siglo,

tu mirada es alegre, descubro en ella una vida fácil, feliz.

…Soy un hombre triste, preocupado, llevo en mi alma ci-

catrices incurables.

¡Qué te pasa!

Fui hijo único, sobreprotegido. Mis padres partieron en po-

cos meses.

Nunca pude tener un hogar, disfrutarlo.

Adopté un hijo sin saber que era discapacitado. No pude

aceptar esa diferencia, fue una tortura.

Poner amor y límites me costaba horrores. Un día un ángel

lo llevó al cielo, David tenía apenas catorce años.

¡Lo extraño tanto!Tarde comprendí que aceptando su patología, hubiéramos

sido felices.

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La vida parece que no le dio color a mi destino o yo no supe verlo, ¡qué cruz!

¿Y tú, Clara?Yo bien, con una familia numerosa, cuatro hijos, seis nie-

tos, y los parientes agregados.Casorios, parejas, novios; somos muchos, y muchos pro-

blemas tuve.No le llamo cruz, ella es un objeto que representa a Jesús

crucificado.Lo mío es tener problemas a solucionar, o no. Tuve que

aprender, hacerme cargo de mis cuestiones y errores, que me corresponden por el rol que me asignó la vida.

Una vez que eduqué a mis hijos, les entregué las herra-mientas que llevaron para luchar en este paso difícil por el mun-do.

Hoy tengo tiempo libre, después de cumplir con las obli-gaciones adquiridas, cubro esos espacios con elecciones que dejen en mi interior, lo bello, lo necesario.

Mateo, te invito para que charlemos cuando lo desees. ¿Estarás dispuesto a asistir a la cita? Nos hará bien.

…Así pasaron años. Hoy, ancianos, Clara y Mateo se en-cuentran en los parques, en la glorieta donde se conocieron.

Mateo ha recuperado las ganas de vivir, y Clara, feliz de haber recobrado a su amigo que pudo abandonar esa cruz tan pesada.

Siempre hay un tiempo para realizaciones, para deseos esperados.Nunca es tarde…

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EL AMULETO

…Aferrarme al tren de la vida, que me lleve por senderos marcados y me permita descender en la estación que elija…

En ellas he bajado. En cada una encontré un mensaje para

reflexionar…Esperar el tren en horario para continuar el viaje.En ese tren compartí personas, observé bellos paisajes;

amaneceres, atardeceres. Escuché mil situaciones dramáticas, alegres o indecisas.

En ese tren llamado vida, rescaté todo lo que pude apren-der, entregando el amor, dando paso a mi alma, enriqueciendo mis pensamientos internos.

Viajé cómoda, deseosa de encuentros que guardo en cada

espacio de mi ser.

Sé que esto no es un amuleto, pero pido permiso para

usarlo como tal, y portarlo.

No pude encontrar un objeto que me sostuviera como el

tren de la vida, con esa marcha segura, esos rieles de acero,

firmes, con paradas oportunas.Quisiera contarle a usted, mi lector, que aferrarse a cosas

materiales, no vale la pena; cuando partimos dejamos todo acá, en la tierra, pero lo vivido y pensado lo llevaremos hacia arriba, en nuestro espíritu. A un lugar que diariamente llamamos cielo.

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Quisiera encontrarme en ese tren con seres espirituales, saber cómo piensan, cómo viven, y dónde…

En una estación sin nombre se detuvo mi tren; bajé, en-contré bellas respuestas. Una decía: debes regresar, espera, ese tren te llevará adonde vives, no olvides, llegaremos a la es-tación Terminal, donde bajarán los que están destinados a dejar la tierra para ingresar a ese espacio enorme –camino infinito donde viven las almas.

A ti te falta recorrer el camino y prepararte para elevarte, eres joven, puedes todavía ser útil.

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EL BESO

Estuvo ciega, no pudo rebelarse, creció con límites extre-mos, atada a una forma de vida que no la hacía feliz.

Tuvo oportunidades, personas que se interesaban en ella… Pero María Ana no aceptaba. Apenas se producía la ma-gia de un beso, daba por terminada la relación.

Su carácter no le permitía cumplir sus deseos.Así, fue guardando los besos insinuantes, los besos amo-

rosos, los besos pasionales… en una cajita de nácar. No se atre-

vía a abrirla para que no escaparan.

Un domingo de abril, cercano a semana santa llegó a la

parroquia del lugar.

Asistió a la celebración de la graduación o casamiento con

Dios, de las religiosas.

Las novicias vocacionales, deseaban vivir en clausura.

Allí, le pareció escuchar el llamado del Señor.

…Entró a la congregación de las Carmelitas Descalzas

como novicia. Apenas tenía veinte años.

Comenzó sus estudios religiosos, parecía gustarle.

Tuvo que despojarse de sus pertenencias: fotos, collares,

aros, su femenina ropa, su melena de rulos…

Pero no pudo abandonar ese cofre donde guardaba esos

besos que su boca bebió con inocencia, pasión, silencios. Esos

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besos de hombres, de los que aceptaba solamente, ese breve contacto con respetuoso sentimiento.

…El timbre de las cinco de la madrugada despertó a las novicias y superioras. Comenzaban el día caminando por las grandes y tristes galerías, rezando el santo rosario como ofren-da al Señor; agradeciendo la fe, la fe que algunas sostenían de un fino hilo indeciso, o tal vez como pretexto para disipar cierta desilusión.

María no estaba muy convencida de su decisión, pero por primera vez tomaba el impulso no conocido, de activar los pasos e intentar la búsqueda del cambio que necesitaba.

El reloj seguía su marcha, todo era organizado en ése lu-gar; pulcro, sobrio.

Cada mañana, antes de bajar de su cama, rígida, prolija; tomaba con nostalgia el cofre de los besos. Pensaba, se pre-guntaba mil cosas; besaba sus besos tan invisibles, y luego los guardaba apretando el broche con temor a perderlos.

¡María Ana! llamó la Superiora. Quiero que seas la encar-gada de preparar el altar superior. Manteles, candelabros lustra-dos, flores, el atril del Evangelio; de la hermana Clara recibirás las órdenes a cumplir…

Esa frase la descolocó, sintió algo que no le agradaba. ¿Existe la libertad? se preguntó…

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Siguieron los días. El padre Juan Carlos notó la diferencia en los arreglos del altar. Otras manos con delicadeza, habían dispuesto la presentación para oficiar la santa misa.

Cada domingo en cada hogar, se producía una ceremonia. Prepararse para asistir al encuentro dominical en familia, a la parroquia.

María asiste a misa con sus compañeras. El sacerdote que da la misa está de visita para colaborar con el párroco…

¡María Ana! dijo el padre: Podrías leer palabras del Evan-gelio.

Sí padre, se oyó…Terminada la ceremonia religiosa, con acordes sacros en

un antiguo armonio, se cruzaron en el camino central.María se dirigía hacia el altar a poner orden, el padre Juan

Ignacio caminaba hacia el atrio a despedir a los fieles.Se miraron respetuosamente, con un leve movimiento de

cabeza…En el aire se produjo un lazo extraño.Pasaron los días, el padre Juan Ignacio se incorporó a la

parroquia. Tenía sólo treinta años, era muy carismático, agrada-ble, de bellos ojos claros…

El padre Juan Ignacio decidió armar un teatro vocacional con los niños y jóvenes del lugar que asistían al catecismo y al grupo juvenil cristiano.

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¿Sería teatro religioso u otra temática más atrapante?

Las novicias se reunieron con el padre debajo de los árbo-les, compartieron el mate, hábito poco frecuente en esos lugares religiosos.

El padre dijo: yo escribiré los libretos, le pondré música… Ustedes hermanitas, se encargarán de la escenografía y el ves-tuario.

Así comenzó todo, con gran entusiasmo de los participan-tes, se vivía una armonía total que necesitaba la casa de Dios; romper ese silencio con música y voces…

El alma se vestía de color, con esos alimentos espirituales.Cumplidos los meses de ensayo, llegó el día del estreno

de ese teatrino vocacional llamado: “Sonidos del corazón”.

Fue un éxito. El tema de la obra combinaba la esperanza, el amor, la vida.

Todos aportaron la aptitud artística para brindar color y so-nidos.

Al finalizar, el padre Juan Ignacio se abrazó a los jóvenes, luego felicitó a las novicias, -en el futuro hermanas, esposas de Dios.

Al cruzarse con María Ana, un abrazo natural los unió. Besó a María fuertemente, tomando su rostro, muy cerca de los labios.

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Dios cubría con un biombo imaginario esa expresión tan pasional.

Ella permaneció con los ojos cerrados. El piso sostenía elegantemente esos pies para no separarlos…

La magia era el amor.

Eran las 24 horas. Esa noche María se dio cuenta de que no era su vocación

prepararse para ser religiosa.Ese beso de Juan, el hombre, fue el padre de todos los

besos. No fue al cofre de nácar.Sintió vibrar su cuerpo, quedó latente en su piel…Con alegría expresó: Nací para amar a un hombre.

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PÍCARO SUEÑO

¡Mamá, quiero darte en pocos días una sorpresa!… En ese árbol frondoso, en el fondo de su casa, Joaquín

construyó una casita, con maderas de pino que lijó, pinto y fue clavando.

Tenía doce años, era muy creativo, quería alegrar sus días…

Con un vecino amigo; mucho mayor, casi un abuelo, juga-ba a la pelota, y cada vez que se encontraban en el patio, gran-des temas salían al aire.

Llegaban las vacaciones de invierno y Joaquín ya termina-

ba su casucha, elegante el diseño, no obstante su corta edad.

Le puso un nombre: “Servicio Meteorológico Infante”.

Cumplía años su madre. Se levantó muy temprano, prepa-

ró un pequeño desayuno: yogurt, jugo de naranjas y pan casero

–que la señora de su amigo le mandaba todos los días- tenía

una relación muy afectuosa con ellos.

¡Mamá!, llamó Joaquín.

—Ven, quiero que visites mi lugar…La madre, ocupada en otras cosas, no pudo descubrir esa

pequeña casita, donde su hijo pasaba horas trabajando.—Sacate los zapatos, no quiero que nada contamine mi

mundo creativo.¡Todo era para sorprenderse!

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40 Norma Sabatini

Ambos se descalzaron, apoyando los zapatos sobre una

pequeña alfombra, en la entrada.

Joaquín había creado un telescopio, la mira salía por el

techo.

Allí, todas las noches, el niño miraba el espacio celeste…

—Observa mamá, ¡cuéntame qué ves!

—Veo el cielo…

En un rincón había una madera que decía: Te amo madre,

felicidades.

—Veo el cielo -repitió-, el sol, cruzan algunas pequeñas

aves de colores. Escucho el susurro del viento…

La mamá tenía fibra de soñadora.

—Te contaré madre, veo cosas tan feas por la televisión…

Alarmantes, violentas, muy tristes…

Preferí éste imaginario telescopio que me da momentos

alegres y educativos, al comenzar mi adolescencia.

¡Si yo pudiera cambiar el mundo para que fuese mejor!

Simple y profundo deseo de un niño.

Acá puedo visualizar la naturaleza, el sol, la luna, el día y

la noche, el frío y el calor, la lluvia.

Explícame madre: ¿qué pasa en el mundo?

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—Hijo, pasa que cuando se creó el mundo, eran pocos

sus habitantes, hoy somos una gran población de millones de seres humanos.

Así se convulsionó todo, los pensamientos, proyectos… Los problemas existen, pero los hombres, por las obliga-

ciones, no dan lugar a tomar la armonía y pensar como hiciste vos, con una mente joven y no contaminada.

Entre el mundo exterior y tu telescopio hay un abismo, no hagas un puente para unir estos opuestos. Educa tu mente para determinar tus caminos, que sean fructíferos, sanos.

Sabes Joaquín, perdiste a tu papá de muy pequeño, él guió tus sueños.

Trabajaba en un Servicio Meteorológico importante, cono-cía el espacio, el más elevado.

Piensa Joaquín, cada uno de los seres tiene permiso para cumplir deseos que lo lleven a una vida mejor, tú has dado el primer paso de una larga caminata.

Yo perdí a tu padre, me enfrasqué en un encierro oscuro, llevando mi soledad.

Tú me has enseñado, mi querido, que cambiando el color del cristal con que miramos, puede cambiar la forma de vivir…

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NO LLEVO MAPAS NI BRÚJULAS A BORDO

Estaba vacía. Había transitado por senderos difíciles, in-ciertos, oscuros.

Estaba como perdida, con el alma triste…Deseaba cambiar.

Volví al ayer recordando lo bello de mi nacimiento, lo lindo de mi niñez y adolescencia… disfrutaba de a ratos.

Pero de adulta todo se transformó.

Al nacer vi a mi madre con una sonrisa de amor y dolor, su abrazo me dejó presa de su corazón.

Mujer íntegra, de buenos hábitos, de nobles sentimien-tos…

Fui única hija.Ailén, ése nombre me puso mi padre.Tuve una amiguita del alma, Marita, con quien organizá-

bamos juegos formando familias; padres, hijos, primos, abuelos –cuando jugábamos a las muñecas. Ella tenía dos hermanos varones.

Cierto día me contó: —Estoy enamorada de Maico –un compañero de colegio, cursó la escuela secundaria con noso-tras.

—¡Qué bien! le dije, muy triste interiormente.—¡Es un divino!, agregó Marita. Ayer me dio el primer

beso…

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Yo sufría, debía ocultar mis sentimientos para no entriste-cer a mi amiga.

Ya empezaba a perder, me caía del mapa.Terminamos el secundario… Cierto día nos encontramos

en el fondo de casay conversamos.—¿Sabés que Maico me ofreció casamiento? ...Apenas

tenemos veinte años. Me sentí mujer.Escuché perturbada, no podía felicitar a mi amiga, sólo

musité: que sean felices.

Continué mis estudios, me gradué de abogada. Mi brújula no marcaba un rumbo claro.

Mis amigos se casaron, tuvieron mellizos: Maico y Marita,

como sus padres…

No tuve suerte en el amor, pensaba. Triunfé en mi carrera

de estudiante, pero eso no me hacía feliz. Algo faltaba…

Viajé, conocí otros países, y siempre regresaba a casa,

donde nos cruzábamos los tres por las mañanas, camino al tra-

bajo.

Un día, me llamó Maico…

—¡Quiero divorciarme! ¿Podrías hacer la separación de mi

matrimonio?

¡Vaya mi asombro! ¿Por qué? Pregunté.

—Simplemente, no somos felices. Me equivoqué, deseo

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que mi esposa tenga libertad para ser feliz, es una gran persona…Creí hundirme en aguas tormentosas. No comprendía. Lo

tenían todo.Ella había perdido, yo debía separar a esos seres que apa-

rentaban tanta armonía.…Se inició el juicio. Los hijos bajo la tutoría de la madre.

El padre se radicó en el extranjero… Maico a bordo, sin mapas ni brújula.

La vida es un cofre que contiene muchísimos recuerdos, que en cualquier momento pueden esfumarse, o permanecer allí eternamente.

Sonó el despertador llamando al trabajo semanal. Lo aca-llé, abrí los ojos, escuché una voz.

¡Hija, levántate, el desayuno está listo! Tienes a las 15 ho-ras el examen de la última asignatura de abogacía… ¡Vamos! ¡Vamos!

Me incorporé, me miré en el espejo, me dije: ¡deseo nun-ca me pase! Mi subconsciente me pone alerta, debo tenerlo presente.

Debo viajar con mapas y brújula, a bordo de un barco don-de reine la verdad y consecuencia.

Un día, al salir a la calle, me crucé con Maico, vivía en el mismo barrio todavía.

—¡Ailén, me alegra verte! ¿Tomamos un café?Después de un rato…Maico, pregunté ¿y Marita?

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—Vive en Centroamérica, es hermana en un colegio reli-gioso de las Carmelitas Descalzas. Abandonará los hábitos, se enamoró del párroco de la capilla.

—¡Qué barbaridad! Nunca se sabe que rumbo tomarán nuestros pasos. A veces el corazón calla, a veces grita…

—¿Y tú Ailén, qué fue de tu vida?—Esta semana me recibo de abogada. No me gustaba,

pero dejó en mí enseñanzas. El tiempo pasa…

—Te veo hermosa Ailén, eres una bella mujer.—Maico, tú eres un dulce, un interesante hombre, apuesto…—Tal vez… ¡Si pensáramos! ¡Si quisiéramos! ¡Si el barco

del amor nos permitiera navegar juntos!... podríamos a bordo…Así es la vida. El destino nos unía, ese día, a esa hora;

tendría esa brújula que nos llevaría por la vida, por el mar claro, transparente…

El reloj aportó, sonó a tiempo.

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REFLEJOS

Una buena expresión es el reflejo del alma…Desde un Arte Bar, en un pueblito muy familiar y cercano,

observaba gente pasar…

Los apresurados, los tristes, los desordenados, los estruc-turados, los intranquilos…

Si supieran los apresurados que sobra tiempo. Siempre podemos derrochar algunos momentos, para…

Los tristes: esa tristeza que atrapa a tantas personas…Problemas, salud. Debemos canalizar en algún momento

del día tantas penas.¡Intenta!, esboza una sonrisa, tal vez encuentres el cami-

no. Sólo unos minutos…

Los desordenados: Me dormí, me levanté tarde, nervio-sa. No puedo arreglar mi aspecto, ¡qué día!...

Los energéticos: Buena señal, deseos de hacer y cam-biar. No olvidarse del pequeño descanso diario, a cualquier hora…

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La idea: Cada uno sabe, por qué esas caritas, esas pala-bras. Todo tiene algo que ver.

El aspecto personal es un ligero y profundo reflejo interior de una persona.

Es como mirarse a un espejo. ¡Hoy me veo mal!, me pre-gunto, ¿qué me aqueja?...

Revisa tu alma, golpea la puerta, la abrirá desde adentro tu “otro yo”, que quiere ayudarte…

Me miro, se refleja mi imagen. Hoy me veo bárbara, casi linda. Me levanté contenta, deseo estar bien…

Ayer se abrió esa puerta. Encontré cosas bellas, rescaté algunas, las guardé en mí. Las llevaré conmigo…

Un espejo. En él nos miramos. Siempre un espacio donde se graba nuestro rostro, que nos dice cómo estamos. Esa pali-dez que a veces denota problemas de salud, o un semblante sa-ludable con un pequeño toque de maquillaje ¡salud instantánea! Un poco de color daría una expresión agradable...

Esos ojos con un brillo de amor a comenzar.Hoy podría ser un día maravilloso, trayendo espacios con

energía; la que necesitamos y a veces desperdiciamos en cosas superfluas, y así esbozar una bella sonrisa…

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¡QUÉ TEMPRANO SE HIZO TARDE!

Subí a un carruaje antiguo, me marché…Lentamente me lleva, tirado por dos caballos blancos.

¿Adónde señora? pregunta el cochero… sigamos, no importa adónde…

En la apacible mañana, el amanecer iluminaba el tiempo. Ese tiempo mío que enlazaba el ayer con el hoy.

Transcurrieron años, casi cuarenta, ellos guardaban la mi-tad de mi vida…

Sucedieron mil cosas, algunas muy bellas para recordar, como enamorarse, ser feliz.

Vivir el amor en todas sus facetas, con todos los aromas… con ese hombre.

…Me acercaba a los treinta años.Recordaba mi niñez… era solitaria, tímida. Los mayores

ocupados en otras cosas, no tenían tiempo libre para regalarme.Como cualquier niño, estudiaba, jugaba, comía muchos

helados para congelar las penas.…Pasaron los años, fui creciendo con anhelos, dinero no

faltaba. Había carencia de afecto.Seguí con las obligaciones de una pequeña de diez años,

con estructuras de aquellos días, obediencia…Corría el año 1948. Me gustaba contemplar la montaña…

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Llevaba mi familia de juegos: tres pequeñas muñecas, tres ma-maderas, -el instinto materno había nacido conmigo- les contaba mis sueños, paseábamos entre flores salvajes.

Era un lugar amplio… veredas anchas, antiguos bancos de madera, maceteros enormes con flores de colores, farolas –que de noche brindaban un toque de luz al lugar.

Cumplía diecisiete años, terminaba mis estudios secunda-rios y de música…y otros.

Hoy… otra historia. Todo sirvió, aprendí, crecí, sufrí… Em-pecé luego a disfrutar tantas cosas bellas del diario vivir.

Mi personalidad se tornaba comunicativa, alegre, algo que denotaba mi expresión feliz.

A los veinte años –década del ‘58- el amor llegaba. Todo soñado, luminoso, era la divina juventud.

Había llegado el príncipe azul, el que hoy está a mi lado…

El carruaje se detuvo; Juan y Pedro, los equinos casi hu-manos, callados, curiosos, observaban una colina que nacía de un río transparente, compartían el momento…

Así, a los treinta años, constituido mi hogar con tres hijos, me sentía feliz. Continuaba mi vida, el crecimiento físico y espi-ritual… éramos cinco.

El ayer quedó guardado, ahora quería vivir el presente, sembrar lucha, amor, para obtener logros dignos.

Una navidad, un cumpleaños, otro más…

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Llegó en semana santa un ángel a mi hogar, mi cuarto hijo…

Todo cambió, para crecer había que cambiar; sueños, lími-tes, fuimos dando a esa casa otro aire.

Prevalecía la continuidad, era pasión por la vida, para que todos camináramos con la luz y la fe.

Nicolás es un sol… es Down.Así sucedieron penas, pérdidas de seres queridos. Sus

horarios de partir empañaban la alegría, hasta comprenderlo… era difícil.

A los cuarenta y cuatro años fui abuelita, me di cuenta del tiempo transcurrido.

Había que sobrevolar los baches del camino, sin olvidar posarse sobre la tierra…

El futuro vendrá.Mi monólogo interior dice: Yo y mi otro yo estamos juntos,

pudimos vencer obstáculos o llevarlos a cuestas, seguiremos esperando los días por venir y ¡sorprendernos!

Tengo setenta y un años, termina el 2009.¡Qué temprano se hizo tarde!Parece que siempre hay tiempo, pero…queremos guardar

los recuerdos en un cofre, muy dentro del ser, y abrirlo cuando necesitemos repasar esos espacios del ayer.

¡Muy feliz año 2010!

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SUEÑOS REVELADORES

Revelar sueños es llegar a lo más profundo del alma, con estados mentales, desde adentro hacia fuera.

Había una vez una bella mujer que soñaba ser feliz, natu-ral en una persona positiva.

Fue preparándose. Dividió su mente en salitas, dónde en cada una colocaría distintos sueños, ilusiones, proyectos. El amor, la voluntad, desear ser feliz, ser justa compartiendo.

Comenzó su tarea mental. Mujer de una bella expresión, transparente, clara. Impactaba su forma de ser, de hablar.

Su genética le enseñó a respetar al prójimo. Siempre dis-puesta, armoniosamente alegre.

Pero algo la traicionaba, su sensibilidad, no podía canali-zar sus emociones.

Fue aprendiendo, llevando problemas grandes pasaron los años.

Sin ocultar la realidad fue lentamente logrando detalles para apagar esa “cualidad” que la complicaba…

Azucena era feliz, a pesar de tantas cosas que le sucedían. Su fe, la pasión por la vida, aportaron ciertos estados favorables: caminar tranquila, pensar serena, disfrutar todo lo posible de la mejor manera.

No cosechaba ganancias, sino que sus espacios libres eran ali-mentados con un costo de alto nivel, con buenos logros espirituales…

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Llegó a la tercera edad. Su expresión era cordial, era fe-liz sin dinero ni cosas materiales. Su salud, acorde a su edad, con algunos declives casi necesarios. Su sonrisa fresca. Su ocio creativo le brindó una paz interior, singular.

No necesito, decía, ni dinero, ni personas, ni grandes cas-tillos, ni servidumbre.

Viajaba mentalmente, con sueños posibles. Aceptaba lo justo.

Desde ser pianista y otros títulos no revelados, se dedicó a escribir. Siempre lo hacía para ella. Escribió un pequeño librito de vivencias personales… gustó, su familia era el “lector crítico”.

Luego un segundo libro: la vida de su hijo Down. Salió a la venta con éxito, logró el objetivo que Azucena se proponía, se abrió una puerta hacia un camino de amor a la diferencia.

Quiso transmitir sus experiencias sencillas, diarias, profun-das. La sociedad lo recibió así, fácilmente, sin sombras.

El ocio creativo ocupó en su mente un lugar importante.Sus sueños eran reveladores.

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EL AROMA DE TUS FORMAS

¡Cómo me persigues mujer!Eres bella, tu figura me deslumbra. La suavidad de tu ros-

tro, tus cabellos que se enlazan en el mío, tu cintura que tomo con mis manos, tus piernas largas, tan finas, elegantes.

Tu cadera redondeada, tus pies, donde se posa tu imagen –movedizos, inquietos- y tus senos abrazados a mi cuerpo.

¡Ay mujer! ¡Qué aroma tienes!... El aroma de jazmines, de las flores más pequeñas al apretar sus pimpollos, donde guar-dan su perfume.

El aroma de tu cuerpo perfumado, de jabones, de esen-cias, el aroma de tu piel…

Tu figura se desliza de mi mente hasta mis ojos. Como una gacela en el prado, ella me sigue, me busca…

Eres rosada, tus cabellos renegridos entre rulos y casca-das. Tus bellos ojos azules… cuando te amo los cierras, cuando te ríes me miras.

¡Oh mujer! Quiero tenerte en mis brazos un instante.

No olvido tu boca de miel, de finos sabores, ardiente.Tus labios, tan insinuantes… ¡Cuando me miras me deten-

go, cuando hallas me sorprendo!Me impresionas, eres tierna, eres dulce, eres un ser ado-

rable.

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Contigo quiero estar esta noche en nuestra alcoba, con sábanas perfumadas… Abrazados fuertemente…

Para decirte… ¡Ay mujer!

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UN TRAMO DE NOCHE

¡Cómo decirle! ¡Cómo! ¡Qué día! ¿Cómo empezar?

Amor, quería compartir contigo algo hermoso, soñado, que descubrí en mi cuerpo…

¡Cómo decirlo! ¡Con cuáles palabras!Qué letras debo unir, para que algo tan grande, tan espe-

cial, tan nuestro…

Era una noche de verano, estábamos en el jardín, solos.Hacía cinco años que nos habíamos casado.

Los médicos decían que éramos estériles. Sucedieron a esto, tratamientos, pruebas. Nada era un sí…

Mirando el cielo, donde detrás de las montañas aparecía

curiosa, una enorme luna llena, como la emoción que colmaba

mi ser.

Amor mío… un silencio enorme…

Amor, vamos a tener un hijo, ese hijo tan deseado. Los

médicos se equivocaron, está en mis entrañas…

Otra vez, un enorme silencio. Un temblor nos corría por la

piel…

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Nos abrazamos, sin tiempo, una sensación de ternura nos invadió… algunas lágrimas.

Cómo empezar… miradas… abrazos.Marcos acariciaba mi pancita pequeña, sería la casita de

nuestro hijo. Yo cuidaría nueve meses alimentando a ese peque-ño…

Todo cambió, nos esperaba otro mundo: grandes proyec-tos, ilusiones soñadas, metas a cumplir. Olvidar esa espera des-esperada.

Durante cinco años fuimos dos, pronto seríamos tres…

Así se fue transformando el cuerpo de Melisa. Crecía el bebé, crecía ella…

Se cumplieron las nueve lunas. Se aproximaba el naci-miento.

Ya era primavera. Llegaría en un blanco carruaje, con alas del cielo, como viajan los ángeles…

¡Marcos!, gritó Melisa, es hora de recibir a Jano –así lla-marían al bebé.

Apresurados llegaron al sanatorio, con nervios, emoción…

Entra el papá a la Sala de Partos, ayuda y contiene a la joven mamá.

Un varón, dice el médico. Lágrimas, miradas…Silencio, dice el doctor. ¡Vamos mamá, viene otro bebé!

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Con gran sorpresa, en pocos minutos, nace una niña. Se llamará Lara, dice Marcos con un sollozo feliz. Seremos cuatro, agregó la mamá…

Todo ocurrió rápido, colmando los corazones… Era un mi-lagro, un bellísimo momento…

Regresaron al hogar. Estaba todo preparado por las abue-las: Dos cunitas, dos biberones, dos sonajeros.

Dos abuelos emocionados en la puerta, recibieron la gran familia.

Inmensa alegría. ¡Cómo pudo un momento cambiar el mundo!

…Llegaba la hora justa… Marcos, Melisa, Jano y Lara…

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MALOS INSTINTOS

Entra por la puerta principal. Pretende hacer un recorrido por esos espacios con aire destructivo.

Indaga sobre el oxígeno. No logra instalarse, recorre cana-les que funcionan sin descanso.

Continúa su camino. Encuentra un campito que le parece fértil, pero eran tierras cuidadas por su dueño en forma diaria…

Siguió su marcha. Encontró varios caminos. La indecisión la llevó a pensar –a veces piensa- antes de atacar.

¡Derecha! ¡Izquierda! ¡Dónde ir! se preguntó, decidida se instaló.

Era un recorrido cerrado, controlado.Luchó, luchó, pero no tuvo retorno. Todo era hermético.Llegó a una fortaleza donde terminarían con sus fuerzas…

Decidió descansar. Ya no pensaba su cerebro aniquilador. Su falta de sentimientos la transformaban en algo maligno…

Quiso parar un reloj frente a ella, éste dijo: yo no me deten-go, te sugiero seguir hacia el sur.

Es lejos, pero ahí encontrarás un campo fértil. ¡Cuidado hay un abismo que protege esa zona!

Bajó, se encontró con un laberinto terrible, de considerable longitud.

Soberbia pensó, conseguiré mi meta…

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Había un cartel que decía: Prohibida la entrada, sólo viven los pequeños ángeles…

No obedeció, se introdujo rápidamente, cerrándose el paso detrás de ella…

¿Qué quieres?, le dice alguien. Estoy tratando de destruir al dueño de esta perfecta com-

putadora, pero creo equivoqué mi sistema. Tiene en cada puerta un guarda vida. Defensores perfectos.

¡Vete! Grita ese pequeño ser… Mamá, mamá, sacala quie-re matarme.

Una voz divina se escucha: ¡Vivirás pequeño!, no temas…Hoy debes salir al mundo, abrazarte a la vida. La ley divina

te salvó.Tú lucha por vivir…

Ella entró a matar, en ese cuerpo de mujer cansada. Cayó al vacío y terminó con su esencia.Ella, la bacteria…

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SOLA, PERO ACOMPAÑADA

La vi, corrí a su encuentro. Se escondía suavemente…Me miré en el espejo… y ¡sorpresa!Teníamos algo en común… Los movimientos, los rasgos,

las manos, la mirada… cierto aire.Salí, caminé pensativa.¿Quién era?¿Qué pasaba en mi mente?¿Qué fue, qué es? ¿Un clon?, me pregunté.Yo salgo, ella va conmigo. Yo hablo, ella me escucha.No se esconde… sí, me observa… me espía.Nacimos el mismo día, un poco menor que yo…

Ya ves, Norma y Norma se encontraron después de cua-renta años.

Fue a tiempo, tenía cosas preocupantes que atender. Ella me acompañó,

sugirió caminos, creo que nacimos juntas…

Ella vivía encerrada. Un día le abrí la puerta, no sabía que allí estaba…

¡Nos miramos en silencio!Ella me tendió su mano, delicada, educada…

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Yo, afuera, vivía con elementos nocivos, contaminantes y extremos.

Ella me enseñó a pensar, le conté mis experiencias. Frente a frente nos miramos, más iguales que una foto…

Sólo el espejo sabía que yo era Norma, y ella era yo, en mi espejo…

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PRIMAVERA EN OTOÑO

Disfrutaba a mi edad, el otoño de la vida.Dejaba atrás un camino de vivencias, cargado de senti-

mientos profundos.Éstos vistieron mis años con una primavera en otoño.Con trajes rosas y lilas, en esa lucha del correr de los días,

en busca de crecimiento…Adquiriendo pensamientos que me hacen penetrar situa-

ciones que responden.Cuando eran tristes momentos, se presentaban las hojas

secas del otoño.Cuando el desamor avanzaba, sentía el frío largo del in-

vierno…En los días pasionales, todo era más cálido, ¡verano pro-

fundo!Así fui llevando mis tiempos en cada década.Hoy, todo lo que llegue a mí, en horario o fuera de él, será

recibido con ansias de vida.En éste otoño que me acoge con sus brazos desprovistos

de follaje, sólo hay hojas secas…¡Y la vida me sostiene!

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LOS GLACIARES SE RASGAN, SE DESPRENDEN Y NAVEGAN…

En un lugar apartado, al borde de un precipicio, en Cabo Corrientes, a orillas de un río helado…

Pensaba, detenida en el tiempo, a la espera de la llegada de…

¡Cuántas cosas necesitaba, cuánto deseaba, cuánto había perdido!...

Las aguas navegan surcando sentimientos, momentos, que quiero conservar a la vera del camino.

Los glaciares fríos se desgarraban con furia, sin poder de-tenerse…

Se llevaban mis recuerdos…No quería abandonarlos. Sólo deseaba recordar tantas vi-

vencias contigo…

Ese hombre tan querido, adónde habrá acampado… qué frío lo habrá llevado.

Sumamos tantos momentos, proyectamos tantos sueños, edificamos castillos… Y el rey abandonó su reino.

¿Detrás de quién ha partido?, olvidando tanto tiempo.

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¡Vuelve!, te espero preparada para vencer esos miedos, para vencer esas lluvias, que furiosas, avanzan, congelan y se-paran…

¡Cómo silencian esas aguas que del glaciar se despren-den!, no hay techos que las sostengan.

Sólo alas, en pos de vientos que nos eleven pronto, y nos enseñen a ser más fuertes.

¡Dónde encontrar esa fuente, y pedirle tres deseos!

¡Que cesen los gigantes hielos!¡Que salga el sol e ilumine tu camino hacia mi norte!

Luego vendrá la calma… el encuentro…

El gigante ha cesado. Se congelaron sus hielos.El sol ha llegado a mí. Me dejó su calor.Te aguardo, es hora. No esperemos más.El calor de nuestro amor, está aquí…

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UN CUERPO ENTRE FULGORES

Nacía el crepúsculo, apareciendo en mi mente tu cuerpo ardiente para compartir mis sábanas.

La luna penetraba nuestra desnudez, el amor estaba pre-sente…

Tú eras la magia de un cuerpo ardiente, que yo descubría con mis manos.

La pasión desenfrenada se unía al desenlace de la razón y el saber, al caer en ese vacío inexplicable del deseo.

Eras la magia en el horizonte de mi ser, donde anidan los placeres.

Todo fue un camino de bellos recuerdos. Éstos nos lleva-ron a la locura de latidos apresurados, recuperando horas perdi-das, buscando sueños de nuestra juventud.

Hoy todo se ha perdido, nos persiguen los crueles recuer-dos, que acosan nuestras almas.

Tal vez sea tarde, o quizás algo podamos rescatar…Lo vivido fue real, único elixir –con el sabor amargo de tu

traición inexperta.Debutabas en el camino de las aves de rapiña. Así sucedió entre amaneceres y atardeceres. La noche

marcaba su figura.Yo ingenua, tú sin códigos.

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66 Norma Sabatini

Yo muy sola, tú sediento. Nos unimos en el fuego del amor, no pudimos ni pensar –reflejaba la pasión.

Así fue, te acercabas a pasos lentos, todavía esbelto, y al vernos…

Tantos años han pasado… ni una palabra existió, sólo fue una profunda mirada.

.

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SOLO UN BESO

Escuchaba pasos. Anunciaban tu llegada.Espiaba tu figura a través de un árbol frondoso.Eras bello, altivo, una imagen singular.No conocía tu nombre. Eras de mediana edad, joven

todavía, solitario…Yo tenía apenas quince años.…Escribía concentrada, e inesperadamente tu figura

apareció ante mí.Me pareció volar.¿Estaré dormida?, pensé…Te sentaste a mi lado. Escuché una voz grave…Todo me gustaba de ti.—¿Cómo te llamás?, me dijo…—Roberta, ¿y usted?—Yo, Juan, respondió el apuesto caballero.—¿Niña, vives acá?—Sí, en esta casa, con mis padres y dos hermanos

varones. Soy la menor.—Yo vivo cerca, al pasar escucho bellos arpegios de

un piano y me detengo…¡Quién acaricia ese piano!, me pregunto.

…Pasaron muchos días, luego del encuentro. Un atardecer, venía Juan hacia mí y escuché:

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68 Norma Sabatini

—Permiso. ¿Puedo sentarme a tu lado?—Claro, contesté.Charlamos de varios temas…Me mirabas insistentemente, pero con ternura.—Eres bonita y muy dulce, eres una bella niña.Te dejaré un instante de mí. A lo mejor, un recuerdo

profundo.…No soy libre… tu eres muy joven. Recibe mi boca, calmará tu espera. Seré un ave de

paso y tú como una flor que está empezando a florecer.Recibe este beso…

Para la pequeña fue el primero, que dejó algo bello para recordar…

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DESDE CASA A...

Ayer trabajé mucho…Estaba un poco cansada físicamente, y decidí sentarme

en un cómodo sillón, debajo de mi árbol preferido, mi pino cedro azul…

Y así me dejé llevar.Cerrando los ojos, comencé un camino que al andar me

producía relax y placer.Abrí la tranquera, saliendo de una imaginaria estancia…No muy lejos, aparecía un hermoso y decorativo campo de

girasoles.Ellos marcaban el camino del sol cada día, de este a oes-

te, con sus flores sólidas, concretas e inquietas, como lo dice su nombre: girasol.

Me detuve, observé una vez más. Disfruté la grandeza de la naturaleza.

Seguí caminando lentamente… a lo lejos; sembrados, lla-

nuras, flores y muy cerca el horizonte.

Más allá aparecían las montañas. De pie, esbeltas, cele-

brando estar más cerca del cielo que yo.

Seguí. De pronto todo parecía dibujado, caído del cielo.…Un enorme campo de narcisos amarillos. Me seguía ese

color…Dicen que es el color de la felicidad.

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70 Norma Sabatini

Me recordó una película que me llegó profundamente…No sé el tiempo que pasó. Me había olvidado de mi can-

sancio físico.

…Continué mi safari psicológico.Debí cruzar un arroyito de aguas transparentes, casi cris-

talinas…pequeños peces danzaban…Muy de prisa llegué a otros campos, sembrados de maíz,

alfalfa, trigo…De pronto la montaña. Una capillita muy pequeña. La puer-

ta de roble claro entreabierta me invitaba a pasar.Entré, me senté, esperé una respuesta; y una voz muy

clara, pausada, se escuchó. Decía así:Te estaba esperando. Sigue adelante. Sigue tus sanos ca-

minos de la vida.No bajes los brazos.¡Se puede!

…Y así, al abrir los ojos, me di cuenta que era sólo can-sancio.

Me dije: cuando pueda romperé la rutina, hay cosas más bellas…

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Segunda Parte

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Con otra mirada 73

¡UN ÁNGEL EN MI LIVING!(relato verídico)

Era temprano. Hermoso lunes de abril.Como siempre, partió a cumplir con sus obligaciones.En el supermercado observó con inquietud, que había olvi-

dado el dinero para las compras.Entró a la casa apresurada, dejando la puerta abierta. Bus-

có la cartera, al emprender el regreso sintió pasos…La puerta interna del living estaba abierta.Entró y con notoria sorpresa pudo ver un joven de quince

años aproximadamente, de espaldas, apoyado sobre el piano.Creyó que sería uno de sus nietos, pero por su actitud, le

hizo pensar en alguien extraño.No quiso ser dominada por miedos imaginarios…De pronto en otro ambiente sonó el teléfono. Era una ami-

ga. La invitaba a tomar un café.En medio del episodio, aún sin resolver, le explicó la impo-

sibilidad de acceder a su invitación.¡Tengo un desconocido en el living!, exclamó.Su amiga respondió con asombro: ¡querida, qué buen títu-

lo para un libro!…Un grito se oyó del otro lado del teléfono.La voz exaltada de su amiga le aseguraba: ¡es un ladrón,

llamá a la policía!

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Sin dudar, pero imperturbable aún, hizo el llamado de emergencia.

Regresó al living. El joven permanecía en su lugar.Muy serena, a distancia prudencial, le rogó que no le hi-

ciera daño a su hijo down, ni a ella. Su hijo dormía en los altos de la casa.

Le ofreció alimento. —Si tienes hambre te daré de comer…A continuación, ofreció una solución que no afectara a nin-

guno de los implicados.Subió a ver a su hijo y luego con decisión salió a la calle,

dejando la puerta abierta de atrás.Allí aguardó la llegada de la policía, que demoró más de

lo previsto.Desde su auto observó la puerta de entrada.De pronto se abrió.El joven corriendo saltó la verja.No pudo ver su rostro. Su imagen permaneció siendo una

misteriosa incógnita para ella.En la casa, todos creyeron conveniente cambiar las cerra-

duras de acceso al hogar. Sin dudas, la extraña presencia los había conmocionado.

Recordó la cita con Mary.Sosegada se dirigió al bar, para compartir aquel café entre

amigas…

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Por la tarde en casa, tal vez rememorando lo sucedido, recibió a otra amiga.

Ésta, tenía en sus manos una revista. Le informó acerca de un artículo muy interesante que contenía.

Hablaba de los ángeles, de las distintas maneras en que se hacen presentes para protegernos, darnos energía, y para alertarnos por cuestiones que puedan suceder.

Intercambiaron opiniones, y no dudó que la lectura la indu-jo a la reflexión.

…Días después, su esposo padeció una ausencia men-tal provocada por una intensa hemorragia. Luego de cuarenta y ocho horas regresó a su estado normal.

Ese día creyó en su ángel de la guarda, sintió su presen-cia, su protección…

Y así que tal vez…

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UN MAÑANA AL DESPERTAR

Era un plácido despertar de domingo.Recordaba un sueño vivido al entregarme al descanso…Era un país lejano donde reina la belleza natural, la esen-

cia de lo aquí perdido, donde todo es armonioso y digno de ser descripto…

En ese lugar, amanecía también.No había personas, sólo colores, luces. Me pareció bello,

fue una pausa en un día de horarios y problemas.Comencé a caminar, mezclaba la realidad con sueños…

Apareció un niño morochito, de apenas diez años de edad, de rasgos muy finos, y dijo: —Sígueme, puede gustarte, allí ha-bito desde hace unos años.

Y esta fue la historia…Dijo el niño: —Llegué acá, a esto le llaman “cielo”. Nací en

un hogar, en la tierra, muy lejos de aquí, fui hijo único.Estaba muy solito, pocos se preocupaban. Tal vez porque

todos eran blancos.Un día se me apareció un ángel, que abajo llaman “de la

guarda”, me dijo: —¿por qué estás tan triste?Respondí: —Estoy solito. Parecería que no me quieren.

No me aceptan como soy.El ángel atento dijo: —¿Quieres venir conmigo?

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Te llevaré a un lugar donde todos somos iguales. La gente es bondadosa; es arriba, muy alto.

¿Cómo viajaremos? pregunté.Te llevaré en mis alas. Pero antes, agradece a tus padres

por la vida, y pídeles perdón por dejarlos…

De ese modo habló Sinué –así se llamaba el pequeño.Creía en el ángel. Pensó que ese cambio lo haría feliz, y

encontró en el cielo, paz y amor, no necesitaba más…

Desperté, me sentí bien…No entiendo la muerte, la ausencia física; pero tal vez sea

un cambio bueno, una vida menos complicada.¿Será tal vez un mensaje?

Estoy feliz, Sinué encontró su lugar, en el más allá.

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MUCHOS MARES, OTROS CIELOS

Año mil novecientos treinta y ocho.La genética me dejaba en esta tierra. Llegué al nacer con

capacidad de asombro. Me gustó el hogar destinado para mí. Con padres jóvenes y energéticos.

Aprendí a observar cuanto pasaba ante mis ojos.Era pequeña. Todo me interesaba…Fueron pasando los años, sucedieron muchas situaciones.

Algunas no tan bellas… yo crecía.Pasó el tiempo. Ya era una mujer…Me embarqué en la nave del matrimonio. Llegaron los hi-

jos. Todo era proyectos y realizaciones familiares.Yo, al margen, observaba. Así aprendí muchas cosas, a

callar, a esperar.Muchos mares, otro cielo… Crucé a nado muchos mares, sin sumergirme en lo pro-

fundo.Pude flotar. Desde allí, miraba un cielo celeste, sereno…

y me hacía bien.Creo que tengo luz propia.Ayer compartí un cumpleaños familiar.Éramos quince personas, y un joven de veintinueve años

con síndrome de Down.Hubo un encuentro increíblemente homogéneo. Había co-

sas esenciales, más allá de lo superfluo, de lo mediocre. Fue una reunión prolija.

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Después de peregrinar por distintos mares, llegué a otro cielo en una nube profunda.

…Pensé: Te encontré a ti, amigo. Gracias por contener mi soledad.

Me tendiste una mano, sólo una mirada bastó. Tu presen-cia…una justa palabra, tal vez.

Por eso te digo gracias por acercarte a mí, para compartir algo en éste camino.

¿Quién eres, de dónde vienes? ¿Eres real o tal vez al-guien místico?

No averiguaré, me quedaré con tu sana y misteriosa pre-sencia.

Y así seguiremos cerca, juntos…

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OCIO CREATIVO

El ocio creativo, es el que nos permite librarnos de lo ruti-nario, de lo impuesto.

¡Qué creatividad! La de aquellos momentos que nos llevan hacia el descanso y la ausencia de la rutina…

A veces anhelamos crear situaciones propias, para disipar todo cansancio por tareas obligadas.

Crearía un espacio de ocio de ésta manera:Comer cuando tenga hambre, beber agua cuando sienta

sed, cantar cuando mi voz lo reclame, pasear cuando mi cuerpo y mi mente lo necesiten.

Soñar, siempre.Decir lo oportuno, pensar en positivo, sin riesgos, sin pri-

sa… y reír mucho más.

Ocio, palabra que suena como inactividad. Mentalmente es ágil, cubre espacios importantes y saludables.

…Emprendo un viaje en el aire, sigo al viento. Éste me

lleva, recorremos juntos los espacios claros y frescos. Me dejo

llevar…

De pronto, las obligaciones…

Por eso amo el ocio creativo. Es una manera singular de

viajar en acción.

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Podría describirlo personalmente así: Sucede que cuando mi cuerpo llega al cansancio, me aíslo.

En mi mente creo espacios que llamo “salitas”: sala de mú-sica, sala de pintura, sala de reuniones, espectáculos de arte, sala de palabras, sala de silencios, y una sala pequeñita, que es la de estar conmigo. Poco espacio, somos una sola persona.

Esos lugares que para otros son ocultos, para mí son cla-ros, con grandes ventanales, con suave brisa…

Sólo observo, disfruto esa calma, descanso. Soy dueña y señora de lo que sucede. Tomo lo que me hace bien, para mí, eso es ocio creativo.

Ahí sólo existe el pensamiento.Así descansa mi mente, mi cuerpo, carezco de stress.

Con el ocio creativo podría crear, caminar muchos sende-ros…

Por ejemplo, realizar un hermoso viaje imaginario, donde poder, -sin subir y bajar de vehículos terrestres o aviones, armar y desarmar valijas- sumergirme en mares y ríos, escalar monta-ñas…

De éste modo estaría saliendo de la rutina, que desde el vamos, es mala compañía.

Mejor es penetrar en un delicado, necesario y existente descanso…

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TEATRO(reflexiones)

Después de una función de teatro con jóvenes diferentes, pares de mi hijo Down, reflexioné lo siguiente:

El teatro es el lugar donde anidan los secretos. Donde se

expresan los sentimientos, donde se comparte la diferencia; con expresión corporal, abrazos, miradas, emociones.

Donde lo musical, es la conexión entre el ocio y la creati-vidad.

El escenario se viste de fe, de esperanzas, de sueños, y es el lugar donde el sonido del aplauso, es como un coro de ánge-les que estimula el alma.

Es un lugar, donde ya casi no se corre el telón. Éste se ha convertido en una decoración.

Ya no se separa la escena del espectador.Todo es un encuentro real entre una parte que expresa, y

otra que espera y recibe el mensaje.Así; música, palabras, acción, son complementos para to-

dos los que están dispuestos a compartir lo bello, en un encuen-tro de necesidad interior, de pasar un momento único, para vestir el alma de FIESTA.

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UNA DAMA QUE TENÍA CUANTO PUEDE ANHELAR EL CORAZÓN

Una dama llamada Laura Ferr… Su nombre me hizo pen-sar que su interior encerraba cosas bellas.

Bebía cuanto escuchaba; situaciones, sensaciones, con-versaciones…

Su alma se alimentaba de banquetes espirituales: lectu-ras, teatro, óperas y la remembranza de ciertos pasajes de su existencia.

Desmenuzando recuerdos, se detuvo mentalmente. Se dijo para sus adentros: Me gustaría ser escritora.

Había probado otros caminos, en busca de algo que satis-ficiera sus inquietudes.

Decidida, inició un nuevo camino.

Su inspiración con el pasar del tiempo, fue creciendo de-

nodadamente. De esa manera, terminó su primer libro.

Lo sintió como una gratificación por el intento. Tuvo éxito y

en la presentación de su obra pudo conocerse por dentro.

Cultivando su interior, sin detener el crecimiento creativo,

comenzó su segundo libro, y así sucedieron nuevas ediciones.

Viajó por el extranjero para divulgar sus escritos.Al regresar a su tierra, visitó a su maestra de la escuela

primaria. Ella le había augurado su carrera de escritora…

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Laura nunca supo quienes fueron sus padres. Su identidad era un misterio.

Una mañana en su casa, de paso por Roma, tomó el diario y un titular la dejó perpleja, decía: “Falleció el gran pintor Sergio Ferriño. Sufrió un infarto”

Había escuchado su nombre…se quedó pensando.

Días después, el teléfono llamó su atención, era la esposa de Sergio Ferriño.

—¿Podríamos encontrarnos?... debo hablar con usted.

En un elegante, pequeño y soleado barcito de Roma, se produjo el encuentro.

Flores, faroles y música clásica le daban un cálido marco.Bebieron un té caliente.La señora, brevemente, fue relatando su pasado.—Mi esposo, a poco de habernos casado, entabló cierta

relación sentimental con una mujer.Fueron encuentros estables, secretos, y los hechos culmi-

naron con la llegada de un hijo.Mi esposo, sin poder resolver el trance, se alejó de la

mujer.Pasó el tiempo y pareció esfumarse ese secreto…

Sergio Ferriño, como decía el diario, sufrió un infarto. En delicado estado llamó a su esposa y le habló de ésta manera:

—Siéntate a mi lado, escúchame…

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Y con gran dolor relató su pasado…—Se llama Laura Ferr, siempre la busqué, y hace poco

supe de su existencia.Voy a partir en un viaje sin retorno. Búscala y dile que me

perdone.Mi castigo fue no conocerla. Sé que triunfó como escritora,

estoy orgulloso de ella…

La vida nos lleva a veces por caminos equivocados, Sergio Ferriño, no pudo hallar a Laura Ferr.

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SOSIEGO

Volaba casi, sin piernas, en busca de algo…Me sostenía el aire con su fuerza invisible. Buscaba esa

necesidad de sosiego. …Es un estado especial que permite pensar, reflexionar…

Había dejado atrás muchas cosas, quería un cuerpo y

alma en una pausa de tiempo, para despojarme de situaciones

que ya no podía llevar a cuestas.

Me instalé. Formé un espacio para volver cuando lo de-

seara. Un espacio mental.

A veces nuestra mente da permiso al cansancio, y no en-

tendemos que sentarse en una piedra en el camino, recapacitar,

medir las consecuencias con un examen de conciencia, buscar

otro camino más sereno, puede llevarnos a conocer otros mo-

mentos.

…Así, caminaba horas, días… en busca de sosiego.

Me embargaba un cansancio preocupante, ya no podía lle-

var a cuestas tanto tiempo.

Me dejé llevar…

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Un día, a cualquier hora, mirando el horizonte; en el ca-mino descubrí una piedra. Me senté a orillas del camino y cerré los ojos.

Mi mente entró en un descanso placentero. Mi cuerpo y alma en comunión sin tiempo.

Dormí entregada al sosiego.

Al despertar, oí el trino de los pájaros. El suave sonido de una brisa relajadora.

Todo era bello, prolijamente natural.Hasta las malezas florecían. Todo era como siempre…Pero ese día, el sosiego daba ante mis ojos otro paisaje…

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AYER

Sólo una mirada al ayer…

Pasaron por mi memoria ¡tantas cosas! Hoy, es el otoño de mi vida.

Quería de la vida; algo así como caminar en pos de reali-zaciones espirituales, porque mi conciencia necesitaba nutrirse de hechos reales.

Se fueron presentando personajes, lugares, oportunida-des…

Pero lo que no sabía, era que el destino implacable estaba presente. La juventud me llevaría a descubrir otras cosas.

Apenas cumplí veinte años, quería visualizar cuáles serían los pasos a seguir para ir delineando un bello cuadro de viven-cias positivas.

Parecía complejo, pero ¡no! Sólo debía estar viva.No quería copiar palabras. Sí, me servirían los buenos

ejemplos, para crecer y conocer mi interior.Tuve muy buenas oportunidades de ser una persona adi-

nerada. Pero eso no me servía.Venía de una familia numerosa, muy particular. No quería ser mediocre, pero tendría presente la humildad

y la comprensión.

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Pasaba el año mil novecientos cincuenta y ocho. Cursé estudios varios, -los que estaban de moda- según las posibili-dades.

Tuve limitaciones en cuanto a definiciones propias. Los mayores me condicionaban a obedecer. No me agradaba. Frus-traban mis proyectos. No supe de salidas, bailes, reuniones o amistades.

Sólo me regalaban el “esto no y basta”.La paciencia me llevaba de la mano, evaluando la espe-

ranza de lograr una meta y ser “feliz”.Creo que valió la espera. Con los años conseguí mi inde-

pendencia.Entre otras oportunidades, elegí casarme, formar un hogar

con hijos, con el hombre que amaba.Eso implicaba dedicación cariñosa, sacrificios.Comencé a escalar en esa montaña. Estaba preparada

para la pelea.Viví todos los espacios normales. Soñé, reí y a veces lloré,

pero hice amistad con el humor y el análisis de la realidad, -dos personitas que me agradaban. Las invitaba a compartir mis deli-rios, mis sueños, ¡eran tan simples!

…Con el matrimonio llegó el amor, la pasión, los hijos. Esto implicaba prepararse a dar.

Tenía un gran caudal. Tenía que renacer ese río. No permi-tir seres que empañaran mis días.

La perseverancia, la lucha, fue lo que me invitaba a seguir feliz.

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Aprendí a desarrollar mi potencial de realizaciones, desde lo más pequeño hasta lo más profundo. Escuché muchas veces: ¡no vas a poder! como una sentencia…

Pero no le daba trascendencia. Mis sueños posibles de realizar eran otros, simples, de bajo costo y alto nivel.

Y así pasaron los años.Hoy, recordando el ayer, me siento plena. Logré muchas

cosas, estoy agradecida con la vida y sobre todas las cosas, con Dios.

Corre el año dos mil ocho, llegamos al final…Llega el dos mil nueve, voy paso a paso, debo pulsar la

tecla de seguir adelante… hasta donde Dios me permita llegar.

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AMOR DESAMPARADO

Damos amor con generosidad, con calma, con ganas, con plenitud, con todo el corazón, sin pedir…

Sólo esperando una palabra.Pero ¡NO! El silencio brilla, se hace presente.Entonces me doy cuenta que del otro lado no hay señal.Estoy acá, sola. Tal vez no supe sembrar una buena semi-

lla en tierra próspera.No supe elegir, hoy estoy sola…¿Esperando qué?... Quizás acostumbrarme a caminar, con mis piernas y mi

corazón partido.Porque no encuentro una persona. La persona para com-

partir ese hermoso camino de amor.Dios creó una compañera para el hombre, pero sólo hay:

¡amor sin retorno!

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UN LARGO CAMINO

Siempre tenemos un punto de vista desde nosotros hacia todos los ángulos y las situaciones.

Hoy la mirada se dirige a la parte de la vida, la parte interna de cada uno.

De pronto descubro en algunas personas un interior difícil, complicado.

…No encuentran la manera de armonizarse.Escucho decir muchas veces, que llorar es bueno para la

salud mental.¿Por qué? Porque en una partecita del cerebro hay un es-

pacio donde se guardan las penas y otro para las alegrías.La forma de sacar las tristezas, es llorando.Las lágrimas, las tristezas, son toxinas que arruinan la

vida.Suceden cosas complicadas, entonces lloramos y senti-

mos alivio.Hay personas que dicen: Me pasan cosas terribles. En

realidad, a todos nos pasan, pero algunos lo contamos, otros callan…

Existe el dolor, los dramas, desilusiones, pasos inciertos que cometemos o nos regalan al pasar a nuestro lado…

Aprendamos a solucionar o sobrellevar nuestros proble-mas, elijamos cómo vivir, seamos más cautos, más serenos.

Nos hará más felices, seguramente…

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EXTRAÑO EXTRAÑAR

A mi edad, setenta febreros, extraño muchas cosas…A veces me digo: Si tuviera cincuenta años, haría esto o

aquello, pero la realidad es otra.Hice mucho en los momentos adecuados, no salteé ni un

solo día. Todo fue vivido. Claro, si tuviera cincuenta años sería más joven, pero no tendría la experiencia y la calma que tengo hoy.

Pongamos vida a los años y así, con experiencia y vida, seremos lo que deseamos ser.

…Hoy me encontré con mi hombre de toda mi vida, lo in-vité a una cita, nos encontramos en una confitería pequeña, con plantas, sombrillas al aire libre y una fuente.

El ruido incansable del agua acompañaba a nuestra emo-ción.

Me temblaban las piernas. Hacía mucho que no teníamos un encuentro al atardecer, –la hora del ocaso- sin nadie que nos escuche.

Mi hombre estaba sorprendido, casi asustado.Yo me sentía como en la juventud. Los dos, el amor, los

años, etc.Fue una recopilación de momentos únicos, bellos, vividos

y guardados en un cofre, donde no se olvidan, pero están allí…

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Revivimos detalles de unión, de amor, de caminos de lucha y esfuerzo.

Una hora bastó, era suficiente, alcanzaba para volver a en-cender esa pequeña llamita que tanto calor dio a nuestro amor.

Así, con problemas solucionados oportunamente y otros en nuestros hombros, no quedaron resabios.

Con serenidad, con pasos lentos, regresamos a casa.Cerramos la puerta y con paz, nos entregamos al descan-

so nocturno…

Ese hombre es mi esposo, el que amo con todo y por todo…Podría dar la vida por él.

Hoy recuerdo. En una peluquería descanso y espero.Salgo más prolija, tal vez más bonita. Observo a mi alrede-

dor, veo mujeres apresuradas, nerviosas por volver a sus tareas.¿Para qué esa máquina en marcha ligera que algún día los

años pondrán freno y limitaciones?Caminemos… lento en lo posible, lento y seguro.Sobra tiempo, pero que los pasos sean firmes…

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¡MÁGICO!

Lo mágico muchas veces es real. Puede presentarse con diversas, variadas imágenes, reales o no…

Mágico podría ser, ver un hermoso arco iris.Mágico es escuchar una tierna palabra.La naturaleza toda es realmente una creación suprema,

mágica.Mágico es caminar, ver paisajes.Mágico es revelar fotografías con el sistema antiguo, pues

se produce una magia cuando aparece la imagen en la bandeja de ácidos.

Mágico sería dormir en paz.

Permíteme lector, que aunque lo mágico a veces sea pro-ducto de algo, lo llame mágico propio.

Mágico es el amanecer, el atardecer, una sonrisa, un beso, –cualquier beso- un abrazo, un descanso, un pensamiento. Una mirada que lo dice todo, un silencio profundo.

¡Vivir es mágico!, estar feliz…Mágico es un día de lluvia, y algunas nubes blancas que

parecen caminar en familia.

Mágico es sentir como pasa la vida, mientras estamos en la búsqueda de…

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¡QUISIERA!

Quisiera llevarte en mis alas.Quisiera pasear por el cielo contigo.A tu lado quiero compartir lo bello,compartir momentos: de día, de noche.Sentir esa brisa, tan suave, tan blanca,volar sobre nubes en dulces senderos.

Quisiera tenerte en todo ese tiempo,interminable y sublime…que existe en el cielo.

Quisiera llamarte, inventar palabras,en un propio idioma,contarle a los vientos que necesitollevarte conmigo,vivir en colores, de un azul profundo.

Te sueño, te espero,deseo encontrarte en cualquier espacio,verte a tí llegar.¡cómo será el cielo!Sólo me conformo con tu voz.Escucharte, sería un placer,¡te juro!

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Yo te daré letras, arpegios y notas.Tal vez si te invito, quisieras estar,en ese lugar de paz y delirio…

Un día sentada mirando la luna,yo me imaginaba un mundo distinto,de trinos y flores…¿Podría ser cierto?

Ya somos tan grandes, con todo cumplido.En la otra vida, ¡ahí estaríamos!intentando ser muy grandes amigos.

Pero soy sincera, no me basta eso,¡quisiera tenerte en mis brazos, y amarte!

Estaba pensando: Todo fue un sueño,en mí escondido…¿Te atreves a meditarlo un poquito, y responderme?¿Te atreves a eso?¡Me siento tan sola!

En alguna nube nos encontraremos:la vida del cielo.No temas que sólo te estaré mirando,¡con todo respeto!, y tal vez…esa nube lleve muy dentro, esas sensaciones

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que desde la tierra yo vengo deseando…¡No te mueras nunca!. La vida es eterna,de almas y cielo.¡Yo te espero… siempre!

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EL COLOR AZUL Y LOS DEMÁS COLORES

El azul es el color de los sueños, ¡soñar en azul!El color del mar profundo, el color que descansa la pupila…Te miro. ¡Tus grandes ojos azules! Y a través de ellos me

embarco en un viaje de maravillas, casi real. En mi mente puedo dibujarlo.

Senderos de flores de todos colores…En una orilla del camino, pasan pájaros cantando sus tri-

nos, deteniendo el silencio.En el horizonte, árboles muy verdes y un enorme arco iris

de norte a sur…En el camino, de pie, un rosal ¡sorpresa, una rosa azul!

extraño milagro de la bella naturaleza.

El rojo representa la sangre, me altera, me aparta de la tranquilidad, no me agrada…

Un color que me produce energía es el anaranjado.Veo la riqueza de los campos sembrados, me siento satis-

fecha, alimentada por un bocado visual.

La esperanza parece ser verde, un color calmo. Ha dejado en mí bellos momentos…

El amarillo me da felicidad, lo comparo con el sol.Da vida a las cosas desde que comienza el día. ¡Una her-

mosa sensación!

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Con el índigo siento la diferencia. Sensación de paz. Pue-do hacer castillos en el aire, soñar lejos…

El violeta es tranquilo, me recuerda cuando muy pequeña juntaba violetas y formaba ramitos para mi madre. Es un color, podría decir: perfumado.

El blanco, para mí, es lo máximo. Pureza, claridad, inmen-sidad.

Siento cerca los paisajes celestiales… es bello.

El azul es mi color, me produce sensaciones nuevas. Es el color que ocupa mis retinas, donde viven mis sueños, mis pro-yectos, que a veces no germinan…

Con el azul viajo hacia el cielo. Ahí está el verdadero color, donde no hay ligaduras.

Es libre, fresco, es la tranquilidad deseada.Veo las nubes que marcan su camino, efímero, celestial.Puedo transportarme a las alturas, sin despegar los pies

de la tierra.Es una sensación placentera.Veo aves pequeñas y cigüeñas sin bebés… todo es delica-

do, fino, donde reina el silencio.¡Qué bueno! poder imaginarlo, casi visualizarlo.Pero mi vida física es terrenal. Puedo ser necesaria toda-

vía…La vida es como un gran supermercado con grandes gón-

dolas de pie.

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Parecen denotar abundancia, pero no para todos.La verdad es otra, a veces es un mundo superfluo.La bella vida sería: aire, paz, cortinas musicales que llevan

a la armonía de oír hablar con gestos delicados.¿Así será el cielo?Si no me crees ven, que juntos podemos viajar a descubrir

tanta inmensidad…

La curiosidad interior, me hace conformar un cielo con al-mas vestidas con blancas túnicas que se deslizan en el espeso aire.

Ese espacio tremendamente grande, ese aire que las sos-tiene.

Esas almas que sólo pesan veintiún gramos, creo, se reúnen en charlas silenciosas. Su andar es sereno al cruzarse con las nubes.

Agradecen el viaje prolongado…

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MIS SENSACIONES SOBRE EL DÍA Y LA NOCHE

Desde el amanecer me sorprende la luz del sol. Sus rayos penetran lentamente, paso a paso, descubrien-

do la naturaleza toda.¡Me colman mil sensaciones!…Detrás de la montaña, camina, camina, hora tras hora,

dejando atrás sombras y sombras. Eclipsados sus rayos por una figura que se interpone.

El día transcurre en un desenfrenado ir y venir –creemos organizado- en busca de tantos proyectos de nuestro diario vi-vir…

La ciudad descubre su esencia, transportes, personas, tra-bajos, problemas, algunas satisfacciones, alegrías o penas…

En diversos momentos de la mañana, muy temprano, de-seo agradecer a Dios, levantarme, disfrutar el amanecer, planifi-car mis tareas, luego invento… saliendo de la rutina.

Estados para nutrir mi interior, proyectos espirituales, sa-nas ideas, pensamientos que a veces puedo cumplir…

El día me inspira a la recreación y otros descansos.Me produce como sentimiento, una clara felicidad, de estar

viva, con energía y por sobre todas las cosas, considero mere-cer esa calma espiritual, armoniosa, que aprendí a producir.

Eso me colma, para esperar cada mañana y hablar con el sol, pidiéndole que ilumine mi camino.

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Con otra mirada 105

…La noche… ¡qué sensación extraña!Todo pierde claridad, muere el día, se desvanece, dando

lugar a un merecido descanso…Que a veces es agotador.

Invita a otras sensaciones, de formas ocultas.Se hace presente el subconsciente, que trae a nuestra

mente pasos de realidades ocurridas durante el día. Horas en que transcurrimos despiertos…

De noche vivimos dormidos otras cosas…

Así esperamos a aquella que nos invita a una actividad constante en el ocio creativo…

Sensación extraña. Todo se opaca, las manos descubren a través del tacto, un mundo distinto, de formas ocultas, sentires profundos. Invita a la música.

Invita al descanso, pensando lo que ocurrió de día…Invita al amor, la pasión, el tiempo libre. Para descubrir las

bellezas de la oscuridad.

La noche invita a leer, escribir, pensar.A expresarse sin pudor. ¡Ya todo está en calma!Nos invita a sincerarnos, y aprender a buscar sensaciones

nuevas…

La noche invita al romance. De día se sueña, se espera…De noche… ¡te siento!

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106 Norma Sabatini

LA ESTACIÓN

La estación desierta…La estación, cada hora recibiendo la llegada de trenes.

Cada hora llega un tren… El tren de la vida, donde cientos de personas suben, bajan.La búsqueda extrema de todos, con serios problemas, pro-

blemas, problemas; que pesan, que duelen, que sobran.

El tren de la vida…

El tren que nos lleva de un estado a otro. Juntos viajamos bajo el mismo techo, los ruidos no cesan. Nosotros muy quietos, pensando, pensando…

Y llega la noche, la noche muy fría. De lluvia y relámpagos, de lluvia del alma y truenos que suenan, que mueven el tiempo, ese tiempo caro…

Pensemos entonces; pensemos pensando. Tratemos tra-tando, que el tren ya termina su viaje, que el tren llega a tiempo a un destino nuestro…

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Con otra mirada 107

SILENCIO DE LETRASa Melisa

Tu silencio es profundo.Tu silencio de letrasy hermosas palabras.Tus ojitos de cielo,de largas pestañas.

Te conocí una tarde,me llené de tristeza.¡Ése silencio!...Esas manitas tan frías,¡esas miradas!

Pero tu andar me detuvoen un mundo de detalles.En ese mundo tan tuyo,yo quise tener mi espacio,donde sólo con un besonos íbamos de la mano…

¡Meli!, eres un ser especial,una cajita colmada de sorpresas.Paso a paso te sigo,día a día te descubro…

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108 Norma Sabatini

Tu andar es liviano, silencioso,suave y ligero.Te sigo, me llevas lejos,por tu mundo te acompaño…Eres pequeña,delgada como una pluma.Fuerte como el diamante.

Te siento en mi sentir.Quiero continuar tus pasos,ligeritos y seguros.Quiero conocer tu idioma…A tu lado yo aprendo.

Tu silencio es hermoso,misterioso.Es un ramo de rosasque se acercan y me tocan.¡Un aroma de amorcitos!

Yo quisiera que me cuentes,que me enseñes con tus ojos.¿Dónde te encuentras Melisa?

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Con otra mirada 109

Quisiera habitar tu mundo,saber de tus sentimientos.Eres un ángel con alas,eres hermosa y con rulos…Eres un ser adorable.¡Qué hermoso tenerte cerca!

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110 Norma Sabatini

APENAS

Pasamos cinco años juntas.Disfrutamos cada díacaminando bajo el sol.

Te fuiste a vivir muy lejos.Me dejaste tus pasitos,y esa música de saltos,de sonidos guturales,y de cortitas sonrisas.

Al entrar por esa puerta,acomodabas tu bolso,detallista, muy prolija.Y descalza…abriendo todos los grifos,danzabas bajo las aguas.

¡Cómo te extraño pequeña!Has dejado en mí tus manos,tus abrazos, tus ojitos.

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Recorrías los espaciosbuscando fotos y libros.Compartías mi familia,-nuestras charlas-las reuniones de mi casa…

¡Ay! Melisa,qué mal está tu diagnóstico.Eres la mujercita en presente,atenta y tan ubicada.

Eres simple, complicada.Aprendí a entenderte,tu mundo es maravilloso,de visitas y de encuentros…

Un día te ofrecí un mate,otro día fue un helado.Tu alimento es diferente,pero aceptaste los míos.

Eres muy inteligente,y lees en gran silencio,recorres cada renglóncon atención y a buen tiempo.

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Meli,¿de dónde has llegado pequeña?Contigo he aprendido a conocerte,a amarte,¡a extrañarte tanto!

Deseo seas feliz.Que ese país tan lejanote reciba con amor…Será un arduo trabajoenseñarle a los demás.Eres singular,eres bella…¡eres un ángel de Dios!

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EL GRAN COMUNICADOR

Comenzó dibujando letras del abecedario…Así surgían palabras, narraciones, bellísimos cuentos…

Era el arte de escribir.Se originaron infinidad de temas: discursos, conferencias,

oraciones religiosas. Uniendo letras llegaron poemas, libros, re-copilaciones de expresiones literarias…

Plasmar escritos es desnudar el alma, abrir el corazón, sincerarse, comunicarse, enriquecer nuestro vocabulario, nues-tra mente.

Cuando escribimos, parecería que estamos solos. Real-

mente compartimos con una serie de personajes que acompa-

ñan nuestro momento.

Una carta manuscrita, ¡qué comunicación afectuosa!, qué

lazo entre uno que expresa y otro que recibe. Noticias, augurios,

abrazos, nostalgias, mensajes…

Los diarios, portadores de tantos títulos preocupantes,

anuncios… necesarios a veces.

Todo pasa por la escritura, pero la literatura nos deja enor-

mes enseñanzas, bellas historias, cultura general…

¿Cómo llamaríamos a esta persona que escribe?¡El gran comunicador!

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…Es mi gran referente, en muchas oportunidades que de-seo compartir o necesito consejos, sugerencias tal vez.

Me deleita el poeta. Me parece ético, tierno, muy profun-do…

Tú, que escribes tus vivencias y dudas en narrar pasos de la vida.

Es sensitivo el que relata sobre la prolija naturaleza exis-tente, de donde surgen infinidad de temas. El escritor que da vida a un libro impregnando sus páginas de alegrías, penas, fan-tasías…

Es mágico sentir y plasmar, son buenas paralelas.Es de gran valor disertar educadamente sobre un tema

delicado, si está escrito con análisis de realidad.

Leer, ¡qué buen hábito!Eduquemos a nuestros niños en la lectura. Leer enriquece.Una buena lectura acompaña y desarrolla el pensamiento

y la acción.Empecé con los palotes, las vocales, el abecedario, con

todo eso y más puedo escribir algunos temas y leer, apreciando el don de quienes saben aportar conocimientos…

Así es el gran comunicador. Yo lo llamaré: ¡El escritor!

…Así llegaron los niños a escribir: Te amo mamá.

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PENSAR

En silencio pensamos.Si hablamos pensamos…Si escribimos pensamos,si actuamos, el pensar antes…Todo es pensar…

Muchos pensamientos sabios merecen ser llevados a la mente, elaborarlos, transformarlos en acción inmediata o propi-cia.

Sería una pena se desvanecieran o contaminaran con otros sentidos…

De pronto quisiéramos volar en un cometa, donde nos lle-ve el viento, donde nadie ha llegado por no ponerse esas alas de sueños.

Con sólo pensarlo, podríamos visualizarlo y darle una for-ma, materializarlo.

Sería ideal pero… pensemos un instante…¡Sería importante!

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Tercera Parte

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JUAN LLEGA A SU CASA

Juan llega a su casa, la puerta estaba sin llave, ¡qué mis-terio!...

Sentado en un sillón cierra los ojos, recuerda…En aquellos días éramos jóvenes, nos enamoramos perdi-

damente. Parecía que no existía nada que pudiera interponerse entre nosotros.

Éramos uno.El mismo cielo, la misma luna, compartían nuestras no-

ches de amor pleno, intenso, pero prohibido.Yo, con una vida formada, un hogar constituido por arre-

glos familiares… sin hijos.Todo fue una unión frívola, acostumbrada, con momentos

difíciles.Decidimos no tener hijos. No serían hijos del amor…Seguimos años en esa convivencia rutinaria.

…Una mañana caminando por las playas del bello Medi-terráneo, muy temprano el sol regalaba sus tibios rayos de luz, anunciando el día de la primavera.

Juan tenía cincuenta y ocho años de edad, sienes platea-das, voz grave, presencia masculina elegante. Ella, veintidós años, delicada, de grandes ojos rasgados… El sol contorneaba su figura espigada, armoniosa, joven.

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—Señorita, ¿éste es el Mediterráneo?¿Usted es italiana? ¿Tal vez se llama Roberta?—Exacto, dijo ella, el mismo mar, y mi nombre el mismo.—Roberta Cassini, la soprano, agrega Juan.—Seguramente, así es.—Soy un gran admirador de su voz. He coleccionado to-

dos sus discos, su voz me transporta tan lejos que en mi tierra nos encontramos…

El recuerdo se apoderó de mí. ¡Cómo ha pasado el tiempo!

Seguí los pasos del recuerdo de ese amor, que nos llevó a la cúspide de la felicidad.

…Pasó el tiempo, de ese amor nació un hijo llamado Juan Cruz. Tantos años hace, casi veinte, soñaba con tener un en-cuentro con Roberta.

…De pronto, alguien baja por la escalera interna que daba a los ventanales. Desde allí se podían apreciar los campos sem-brados de trigos dorados. Pronto llegaría el verano…

Se presenta un joven, dice: Buenas noches, hace horas que llegué, lo esperaba, traigo un mensaje de mi madre, Roberta Cassini. Ella ha perdido la razón, sufre una enfermedad senil, me habló de Guillermo Juan Lobos, tal vez usted lo conoce…

Ella lo conoció en este pueblo, amó y ama a ese hombre que es mi padre, pero el cruel destino los separó… ¡está muy desolada!

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Juan se impresionó, su mente se transformó en un cúmulo de sueños, ilusiones perdidas.

Pudo leer en su interior una frase breve: ¡se puede volver a empezar!

Pensó, tal vez sería un poco tarde…En ese descanso en su sillón preferido, su lugar. En esa

finca, Juan hizo casi realidad, una necesidad de continuar su vida con esa mujer…

Tal vez fue un sueño que se transformaría en realidad…Pensó… Este joven es mi hijo, le vi un parecido… ¿qué

pasa en mi mente?Hoy buscaré a ese amor, esa mujer única en mi corazón,

que amé siempre a través de la distancia y la soledad que enve-jeció mi alma.

Deseo vivir cada día con esas dos personas que son parte de mí, ese amor interrumpido por destinos opuestos.

No quiero perder esta oportunidad que me daría la posibi-lidad de ser feliz…

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LLUVIA Y ALAS

Me levanté muy temprano, con mi vehículo nos dirigimos a la salida diaria, camino a mi trabajo. Estacioné, puse música…

Me pareció que llovía con abundancia.De pronto, imaginariamente, me coloqué alas.Volé, volé muy alto. Era un lugar luminoso, parecía tener el

sol más cerca, así emprendí un viajecito…Tal vez deseaba un descanso.

Acompañada de presencias efímeras, casi abstractas, cru-cé nubes, reflejos que emanaban de distintos sentidos. Quería descansar mi mente.

Los espacios eran enormes, entre algodones, música ce-lestial, sin palabras, sin personas. Sola, con el silencio adecua-do, escribí esto, en mi descanso invisible.

Tal vez fue breve el tiempo transcurrido…

De pronto dejó de llover, debía regresar, comencé a des-cender…

Todo era distinto, sentí un toc, toc, toc, en la ventanilla, abrí los ojos y escuché:

—Señora, está listo, puede pasar por caja.Estaba dentro de mi vehículo con un papel y lápiz y el es-

crito… descansé, pero mi mente seguía con la pluma…Pagué y me fui.

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Cómo explicar mi descanso. Fue un viaje entregado al sue-ño. Un sueño corto, pero… me hizo bien. Un sueño necesario…

Esa cúpula del lava auto; lluvia copiosa, espuma, grandes cepillos giratorios, se había transformado en casi un cielo, y de haber permanecido allí, me hubiera encontrado con la luna, las estrellas y…

Volveré, me colocaré esas alas que -no sabía- me espera-ban para volar alto…

¡Sólo fue un sueño relajador!

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YO Y MI OTRO YO

Siempre compartimos con mi otro yo. Cambio de ideas, problemas, soluciones.

Podrías disfrazarte con cualquier traje y reconocerte sa-bría.

Creo que los dos nos conocemos y ayudamos.Yo, agradezco tus reflexiones…sugerencias…Llegaron a tiempo.Tal vez para ti fue difícil vivir conmigo. Soy inquieta, pero

clara.Recuerdo que en un viaje muy largo, deseado con retor-

no, me ubiqué en el asiento cómodamente en busca de algunas soluciones.

Fue imaginario, sin boleto ni inspectores a mi lado. Esta-bas tú, amigo, mi otro Yo.

Existió un silencio enorme, quietud, espera…Luego co-

menzó el debate entre Yo y mi otro Yo. ¡Qué tema!

De ese viaje rescaté realmente lo que fui a buscar…

Pude reflexionar, construir otros espacios mentales, algu-

nas soluciones y otras cosas a portar, de gran volumen, pero a

esto acompañaban detalles, para que ese peso, pueda ser hasta

más liviano…

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De mente a mente, con ese ser tan invisible, pero latente, viajamos, viajamos…

Escuché cosas importantes, renegué de otras pocas, me di cuenta que sola no puedo. Yo y mi otro Yo conformamos el dúo perfecto.

Por lo que me falta vivir, te pido me acompañes, me asis-tas…

Te necesito, eres mi juez, mi consejero, parte de mí. Creo que tenemos el mismo ADN de cuerpo y alma.

Me parece que te gusta compartir tu vida conmigo.Al fin y al cabo somos uno.Somos nuestra vida. Nacimos y crecimos juntos, pero cada

uno debe respetar las conclusiones del otro…Creo que lo hemos logrado.¡Nos vemos amigo! Mi otro Yo…

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LA CANASTA

Llevo una canasta con diversos objetos, cada uno representa un sentimiento, todo lo que configura el mundo del alma.

Caminaré ascendiendo del llano hacia arriba, cada curva del camino será una estación. Habrá un ángel. Me detendrá, dirá que para seguir debo dejar un objeto.

Los objetos serán tantos como las estaciones que esca-laré.

Cuando llegue a la cumbre entregaré el último objeto, y el guardián me dirá si estoy en condiciones de entrar al paraíso.

Me preparo para ese viaje imaginario, llevando una canas-ta y varios objetos. Decidida comienzo a escalar, desde lo llano hacia lo alto. Paso a paso voy…

De pronto, la primera estación, un ángel me espera…

Una montaña muy cerca, un cerro con gran vegetación…

Me pregunto: ¿Podré llegar? Lo intentaré.

Ante mí el primer ángel. Le entrego una pluma de ave.

Representa un poco, las alas que me coloco cada mañana

al comenzar el día, donde vivo en la Tierra.Sigo andando tranquila, disfruto de la naturaleza viva.

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De pronto otra estación, representada por el segundo ángel.

A ti te regalaré un fósforo encendido. Será la llama del amor, el que me sostuvo durante mi vida…

Descanso un poco, observo grandes árboles, distintas es-pecies, pocas flores –sólo salvajes, campestres. La brisa suave se transforma de a ratos en un viento cálido, primaveral.

Llevo en mi canasta una pequeña rama del árbol de mi jardín.

Aparece la tercera estación y el tercer ángel.

Esta rama es parte de mi árbol, de él recibí sombra, con-

tención, compañía, ¡le contaba tantas cosas!... compartía confi-

dencias.

Mirando la canasta continúo el ascenso…

En la cuarta estación, le entrego al ángel custodio un lápiz.

Le aconsejo que lo guarde. Con él plasmé tantas

vivencias…

Le digo: Con él podrás escribir y recibir inspiración para

narrarlas.

En la quinta estación entrego al ángel una hoja de papel en blanco. Le ruego que junto con el anterior escriban los viajes de todas las almas, que subiendo aquel cerro, dejan sus senti-

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mientos impregnados en cada objeto de su pertenencia. Al cerro lo denominé Cerro sin palabras, porque allí todo era claro y natural.

Al llegar a la sexta estación dejé en las manos de un ángel una campana, y le pedí que al final del recorrido, llamara con ella a todos los ángeles del cielo, para verlos reunidos, para cono-cerlos, para saber cómo son, cómo ayudan, cómo viven…

Al mirar hacia atrás, el asombro se apoderó de mí. Había

escalado el cerro.

No pude saber en qué tiempo. En tales viajes el tiempo no

existe, el reloj es sólo una vulgaridad.

Subir me pareció muy fácil. Me sentí liviana, sutil.

La estación me recibe, ya el cansancio me agobia.

Entrego al ángel los últimos objetos que quedan en la ca-

nasta.

Un verso y una fotografía.

El verso es para expresarle la paz que me acompaña, la

foto es para decirle: creo que debo volver a la tierra el tiempo

que me queda. Mi hijo me espera, no le avisé que venía.Tuve con él un gran aprendizaje de vida. Fue mi maestro

en todo.Debo completar de la mejor manera esa misión. Misión de

amor, la más humana.Camino que transitamos juntos, mi hijo Down y yo.

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Por eso te agradezco Dios, la hermosa elección.Cuando creas que esté preparada para dejar a mi hijo, y

él pueda continuar solo su camino, ven a buscarme, estaré lista, seguiré tus pasos.

En este viaje imaginario de alto nivel espiritual, rescaté lo simple que es la vida, cuando nuestro pensamiento es generoso.

En la canasta que llevé con mis objetos, una cinta blanca formaba un moño y al desatarlo, estaban grabadas estas pala-bras: ¡Señor creo en Ti!

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LA ESCONDIDA

Desde una aldea llamada “La Escondida”, en el cruce de un camino, a la vera de sus vidas, se encuentran Juan y Roberto.

Conocía sus vidas. El destino los unió una tarde.Yo prefería escucharlos y luego dar mi interpretación.

Juan, hombre puro, sencillo, luchaba en busca de su des-tino. Tenía una familia bien constituida.

En un viaje al pueblo vecino, -a varias leguas del lugar- en busca de alimentos, y de maíz y alfalfa para sus animales, se demoró unas horas cargando su carreta y saludando a sus ami-gos y vecinos.

Al regreso, a la tardecita, cuando en el horizonte se dormía el sol dando paso a la noche, llegó repitiendo el trayecto que ca-minaba con su carro, tirado por dos fuertes caballos…

Llegó a su lugar con cansancio, con deseos de encontrar a su compañera, madre de sus cuatro hijos pequeños.

…Ella lo esperaba en la cocina. La mesa puesta con ese amor de mujer, la cena caliente con humeante aroma casero.

Los pequeños, a esa hora alimentados, dormían en sus camitas cariñosamente arropados.

Juan desde la puerta observaba las camas, los zapatitos a los pies de las camas, la velita de noche encendida. Observa-

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ba esos rostros serenos, se sentía orgulloso de que llevaran su sangre.

Una tarde, al regresar desde lejos, la ausencia de los ani-

males que siempre lo esperaban, lo perturbó.

Apuró el galope y llegando al rancho preguntó: ¿María qué

pasó, y los niños?

María, muda sollozaba…

¡Por Dios, habla!

Juan, tranquilízate, estamos todos bien. Los maleantes se

llevaron nuestros animales, ese fue el trato…

¡María, abrázame!

Un gran silencio los rodeó…

Dios provee, dijo Juan abatido…saldremos adelante, te

prometo, los buscaré por cielo y tierra…

Esa noche arroparon a los pequeños. El invierno golpeaba con un viento helado. Adentro el amor le daba calor al hogar.

No pudieron dormir. La tristeza por la pérdida de esos se-res vivos, que con tanto amor criaron, los desesperaba.

Pasó el tiempo y Juan fue criando familias de vacunos, equinos, porcinos y caprinos, reforzando los cercos y tranque-ras.

Pero cómo volver al pueblo cada vez que lo necesitara. El profundo y justificado miedo lo invadía…

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Al cruce, en ese mismo lugar, llegó Roberto, hombre de otra clase social.

Tenía una historia que contar… Hombre adinerado de buenos recursos, poseía una em-

presa en una ciudad importante.

Después de varios tropiezos y dramas vividos, después de haber perdido su casa, su empresa, su familia, decidió caminar sin rumbo…

Y encontró a Juan, quien todas las tardes visitaba ese lu-gar, “El Cruce”.

Roberto le cuenta a Juan: Me cansé de la ciudad, todo es corrupto, inseguro; no puedo más, estoy envejeciendo en un abismo del que no puedo salir… ¿y tú Juan?

Yo creo que no es el lugar lo que nos aqueja, son los pro-blemas que se acercan, que no los esperamos ni deseamos, y quieren avasallarnos.

Creo que debemos seguir con fe.La vida es un camino largo que transcurre con prisa si es

bueno, y lentamente si es malo.Pero lo importante es cosechar siempre buenos momen-

tos, con energía, con ansias de vida, valorar esas pequeñas, bellas situaciones, que son vitaminas para nuestra energía.

Estamos cerca de mi rancho. Tomemos unos mates. Te mostraré mis hijos, mi esposa.

Como tenemos el mismo sol, seguramente llegaremos a visitarnos y cosecharemos una hermosa amistad. ¿Caminamos?

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Dos hombres, dos destinos disímiles. Cada uno en su bús-queda.

Los dos tuvieron que tomar otras decisiones. Pasaron con-tratiempos. Debieron tomar otro rumbo, pero encontrarse en el camino fue causa de gran ayuda para ambos.

Ese lugar, “El Cruce”, en la aldea “La Escondida”, los colo-có frente a frente para compartir sus vidas en una confidencia…

Soñamos con campos sembrados de bellas flores. Algunas tienen espinas, otras permanecen debajo de la corteza terrestre.

No permitamos que se sequen nuestras ilusiones, las me-tas soñadas podemos intentar realizarlas… La vida nos espera.

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136 Norma Sabatini

EL VIAJE

Agustín viajaba hora tras hora inmerso en un silencio, que sólo describía el golpe de las cubiertas en el largo y aburrido camino de llanuras.

Después de varias horas, llegó a destino, en un viaje de descanso y búsqueda interna.

Silenciosamente descendió del micro. La llanura había quedado atrás.

Estaba ahora, ante un lugar de bellas montañas con abun-dante vegetación, a sólo treinta cuadras del pie de las sierras.

Decide caminar sin tiempo, siente un leve calor que corre por sus venas, observa todo cuanto pasa ante sus ojos…

Se detiene a tomar un café con tostadas. El aroma de ese pan tostado le recuerda sus mañanas tempranas, cuando la voz amorosa de su madre lo despertaba… ¡Hijo, es hora de levantar-se para asistir a clase!...

Sigue andando, y al cruzar por una florería ve un macetero con jazmines del cabo… Ese perfume le recuerda a su “Nona

María”, que se bañaba en esencia de jazmines, y así sigue por

las calles…Llega a la parroquia del lugar , ve unos niños dando migas

de pan a las aves, escucha voces de pájaros tristes… Comenza-ba el otoño, dejando atrás la primavera, el verano.

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Se cruza luego, con un pequeño vendedor de peperina, un aroma distinto, casi curativo. ¡Qué pueblo! Se dijo.

Sentado en un banco de la plaza, descansa, piensa…Pasan algunas horas, mira a su alrededor y sigue recor-

dando. Sorprendido, se siente distinto, algo pasa en su interior…

¡Estuve ciego tanto tiempo! Ocupado y preocupado por cosas grandes, y hoy la presencia de esas pequeñas cosas me atraen, pareciera quieran habitar dentro mío.

…Un anciano se acerca con paso lento y dificultoso: Se-ñor, podría ayudarme, estoy solo, debo cruzar la calle.

Con mucho gusto abuelo, vamos…Antes de despedirse, dice el anciano: ¿De dónde vienes?Agustín responde: De otro lugar. He vivido triste, en espa-

cios oscuros, muy solitario.Hoy quiero cambiar.Buen hombre, debes cambiar tu sentir, el lugar no es im-

portante. Las cosas ocurren en cualquier lugar…

La mirada del abuelo le transmitió fuerzas, ganas de se-guir. Una dulce mirada tal vez, podría producir un milagro.

Agustín evoca su niñez. Olores, momentos, juegos. Sus padres. Miradas de su madre, cuando después de sus quehace-res, sentada en un antiguo sillón hamaca, sus ojos cansados la llevaban a través de una ventana hacia la huerta…

Siempre quise preguntarle: ¿Qué piensas madre? Pero te-mía me respondiera: Estoy cansada…

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138 Norma Sabatini

Ella debía seguir, mis hermanos menores la necesitaban.¡Cuántos recuerdos! ¡Increíble como vienen a mi memoria!

A papá lo recuerdo caminando con sus botines. Ese ruido

acompasado, seguro, de un hombre fuerte.

Mamá y papá se amaban. Él no era demostrativo, la res-

petaba.

Ella lo miraba con esos ojos de siempre, serenos, dulces,

claros.

Él de reojo se deleitaba con verla pasar. Esa figura move-

diza, delgada.

Cuando portaba la escoba, cantaba, cuando tomaba la

manguera para alimentar sus plantas, soñaba. Su cabeza se

elevaba mirando el cielo claro, limpio. Era única, era mi madre.

Yo estaba feliz de verlos juntos. No expresaban la felicidad

con palabras. Se notaba el amor en ambos.Mamá, cuando llegaba papá –su hombre- tenía todo listo:

el mate, el pan casero, las chinelas, el abrazo…Ella era pequeña, parecía frágil, pero su condición denota-

ba una fortaleza increíble.Serena, se llamaba. Ese nombre se lo regaló Dios. Era

para ella, era fuerte como un diamante…Yo estaba solo, soltero, triste. No pude encontrar una mu-

jer que fuera para mí.Me pregunto ¡qué buscaba! ¿o temía dejar la soltería?Hoy deseaba una familia…

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Sentado en ese banco indagué mis recuerdos, vi como se alejaba el abuelo, en su dedo anular de la mano izquierda brilla-ba una finita alianza de oro dieciocho kilates…

Pasé por una inmobiliaria. Consulté sobre viviendas…Me gustó esa pequeña ciudad con perfume a pueblo. Esa

plaza frente a la iglesia, los aromas y la gente.Me hospedé en un hotel sencillo. No quería distraer aho-

rros que tenían otro fin.Una mañana, sonó el celular…Señor, le hablamos de la inmobiliaria, tenemos algo para

ofrecerle…Después de un cafecito, se presenta…Las ofertas estaban adecuadas a sus recursos.Visita junto al encargado una casita cómoda, soleada, pro-

lija, con un pino pequeño y una mata de florcitas de colores.Al entrar al lugar, siente ganas de vivir.Lo pensaré, haré números. Gracias…

A los pocos días regresa y se produce el negocio.Compra la vivienda en un barrio tranquilo, zona céntrica…

Vecinos amenos, gente de trabajo.Se instala, cuida el jardín, agrega en la ventana de la coci-

na una maceta con jazmines del cabo, como su nona…Arregla a su gusto, dispone muebles y cortinas. Anota al-

gunos detalles que debe cambiar y comprar…

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Cayeron las hojas, pasó el otoño, terminaba el invierno, llegaba setiembre.

A pocos días la señora primavera traería el trino de los pájaros, flores, brisas de colores, días de sol…

Sale a caminar, regresa con una jaulita que guardaba una canaria…

Te llamaré Bianca. Eres clara, alegre, inquieta…

Así transcurría la vida de Agustín.Soñaba despierto, ya tenía setenta y cinco años…

Va hacia el buzón a recoger las cartas. Sólo había boletas de pago, avisos…

De pronto, pasa por la vereda una señora.—Señor, me presento, soy su vecina, vivo a dos puertas

de aquí, hacia donde sale el sol.Mucho gusto… Se oyó la voz grave de Agustín.Así continuaron los buenos días, las buenas tardes. Un

¿qué tal, cómo está usted?Le llevaba diez o doce años… Mirándose en el reflejo de

la ventana, preguntó a los jazmines: ¿podré ser feliz todavía?Se abrieron los pimpollos apretados y su aroma fue la es-

perada respuesta.

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Así caminaban juntos Agustín y su vecina… Hace cuatro años, habían sellado esa unión de amor con

dos alianzas de plata 900 que brillaban en sus manos, y desde entonces, se acompañaban cada día…

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UNA PEQUEÑA FISURA

Me enamoré de él. Más que apuesto. Atrapaba su figura.Elegante, me deslumbraba su caballerosidad. Educado,

pulcro. Pero su mayor atractivo era su conversación.Renato conocía todos los temas. Eran conocimientos di-

versos e interesantes.Yo seguía esas conversaciones amenas, recordando lec-

turas o pasajes de la vida.

Eran encuentros especiales. Nuestras mentes se entrela-

zaban entre palabras y miradas profundas.

Elegí a Renato. Entre el grupo de amigos era único…

Éramos jóvenes, teníamos veinticinco años, la vida por de-

lante. Con grandes expectativas.

Él, era progresista, cuidadoso. Yo, más voladora. Sin des-

pegar los pies de la tierra, me gustaba soñar con posibles fina-

les, o buenos trayectos…

Buscando un lugar en el mundo nos decidimos por las

montañas, sierras medianas, a novecientos noventa metros so-

bre el nivel del mar. Clima ideal, con abundante color verde, bri-

sas suaves de día y más ondulantes durante la noche.Nos parecía estar más cerca del cielo. Las estrellas eran

parte de nuestro techo…

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Nos casamos ante Dios, sin templo ni trajes que cambien nuestra esencia, sin testigos.

Fue una ceremonia emotiva, auténtica. Ante Dios y su ben-dición.

Nuestro sentir tenía el valor de todas las leyes impuestas por el hombre, la libreta era nuestro corazón.

Juntos construimos nuestro hogar, con sencillez. Cálido, con caminos de piedras pintadas de cal muy blanca. En la entra-da, una campana.

…Pasó el tiempo… no teníamos hijos. Nos parecía que los dos solos seríamos más felices.

Recorriendo la casa, pasando por los dormitorios y los pa-sillos, el orden y el silencio de niños, la falta de juguetes, nos hicieron pensar en una familia… y lo intentamos.

Deseábamos ser papás… Llegaron gemelos, un varón y una niña.

Lisandro, el retrato de Renato. Sasha, el retrato de Luz, la mamá.

Todo era dibujado. Inspiración de ese maravilloso pintor que lo llaman AMOR.

Los gemelos escalaban con sus padres esas bellas monta-ñas, tan cercanas a la casa. Estaban casi al borde de sus pies…

Fueron creciendo, estudiando. Así Lisandro se recibió de profesor de Educación Física. Era un deportista nato como su papá.

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A Sasha le gustaban las letras, estudió Literatura e idio-mas… Escribía, leía todo cuanto pasaba por sus manos.

Su vida, era unir el abecedario dándole colores y formas, entre el cielo y las estrellas, como su mamá.

Mamá y papá, felices. Se iban presentando los deseos in-ternos de estar juntos y bien…

Las noches de Sasha transcurrían entre cuadernillos e ins-piraciones. Dormía poco, soñaba mucho despierta.

Sasha presentó su primer libro, “Caminos”, título inspirado en sus vivencias tan singulares.

“Caminos” fue un éxito. Atrapaban al lector sus historias. Eran relatos breves pero de gran contenido sentimental.

Cierta tarde se encontró tomando un café en un barcito

familiar, con Cecilia, su amiga de siempre.

Cecilia preguntó: ¿Sasha, de dónde surge tu inspiración?

¿Es maravillosa o es real?

—Mi inspiración nace de mis sueños, de tantas cosas que

quisiera, que me son adversas; tengo una fisura en mi alma, por

donde escapan esos deseos que no se cumplen.

Creía que la vida era más generosa, pero…

—¿En qué camino fracasaste? Preguntó su amiga.—No fue un fracaso, ocurrió que en mi libro, creé un per-

sonaje tan bello que me enamoré de él.Le di forma y color, amor puro, entero, y… la realidad era

otra.

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No encuentro en este mundo alguien así.Eso me lleva a desistir, a desaparecer…

Así relató su amiga a los queridos padres de Sasha, por que se fue.

Deseaba dejar todo, pero quiso escalar su último peldaño, llegando a un lugar muy alto…

El día 9 de febrero de 1968, el mismo día de su nacimien-to, treinta años después…

En la gran puerta decía: La casa de Dios – El Paraíso.

A su familia le invadió una tristeza tremenda.Había perdido una hija, y el arte una gran escritora.

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UN SUEÑO

Se recostó. Volando llegó a una nube donde vivía su nos-talgia…

El rancho quedó solo. El tiempo quemó recuerdos…

Juntaba leña para calentar esa pieza, la escoba de picha-na lo recibía al llegar, siempre lista, preparada para barrer los restos de su soledad, que se consumía cada noche, esperando la mañana.

Los campos tomaban cuerpo, el maizal se levantaba. La alfalfa siempre tan verde, el sorgo muy generoso…

Esas mañanas tan claras, con Juana en ese alero, mateá-bamos por un rato con charlas de sur a norte.

Así empezaba el trabajo, el arado, los caballos y seis pe-rros, mis amigos -pero el gurí no llegaba…

Todo seguía en camino. El puchero a su horario, la maza-morra de tarde y un tintillo los domingos.

Los paisanos vivían a cinco leguas. Éramos pocos…un campo nacido entre montañas.

Ahí estaban mis alas, las que hoy había tomado como un avión. Llegué al cielo, tan solo, tan arruinado.

La puerta del rancho estaba abierta, era de cuero de vaca, de la primera, la que me daba la leche para que yo creciera.

Sentí golpear las manos, las de un niño…

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¡Don Francisco, tiene visita!El campesino miró por la ventana, hecha de una rueda de

sulky, y a lo lejos la reconoció. ¡Es la Juana! gritó…Se acercó la muchacha, tembló su voz, apenas pudo nom-

brarla…¡Está gordita la Juana!...Apoyado en la ventana, recordó que antes de irse, ese

catre fue testigo de su amor tan evocado. El colchón era de pura lana de ovejas, la almohada de plumas de aves y el cobertón, una manta de su abuela.

Del amor de ese paisano, correspondido por ella…Pensó, esa semilla es de oro, nacerá en este rancho, se llamará…será el sueño del tata viejo…

Dolores de tanto tiempo, encerrados en mi mente.Todo se fue con el aire…

¡Volvió la Juana! Volveremos a sembrar, a cantar por las mañanas.

Y llegó el día.A la madrugada de un viernes de marzo, el rancho prendió

las luces. Francisco montó el caballo, se fue de prisa, su hijo se anunciaba.

Juana esperaba tranquila.Llegó el doctor Jacinto Pasos con su maletín y sombrero.

Pidió agua caliente y toallas.

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¡Francisco ven a ayudarme!... Hombre fuerte y decidido, ¡es un varón! gritó el padre.

Yo seré su tata viejo, y le pondremos Juanito. Será el rey de nuestro rancho.

¡Qué bueno! Mientras soñaba sembraba. Todo estaba pre-parado ¡qué fantasía Señor!

Tata Dios, qué sueño tan prolijado…¡Así pasaron los años y ese catre bendecido!

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EL MIEDO

Desde pequeña pensaba, si algún día perdería la alegría, la sonrisa.

Me preocupaba quedar triste. ¡Qué miedo!Con el tiempo aprendí que no siempre la gente cambia.

Pienso que con gran vida interior, puedo sentirme plena y com-partir…

Era pequeña, única hija, vivía con sus padres en una casa grande.

Su vida transcurría en días de alegría. ¡Era feliz!Sofía quería conservar esa manera de vivir.Alimentar la sonrisa interna le hacía bien, -eso que tal vez

había heredado- y le reconfortaba no dejarla escapar.Pasaba el tiempo… Llevaba una vida normal, observando

los distintos pasos de la gente. Tenía amigos en la escuela.En quinto grado, conoció un compañero distinto, David.Sofía ayudaba a su amigo. También aprendía de él, que

pensaba diferente.

…Sentada en el césped, hizo un clic su mente, recordaba, pensaba. ¿Cómo David podía sonreír, si no escuchaba, si no hablaba ni progresaba en el estudio?

Sus ojitos me atrapaban, hablaba con ellos. Intentaba y lograba comunicarse.

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Siempre con expresión de alegría, sonreía, sonreía…¡Era admirable! Quería detenerse en ese tiempo, copiar,

sentir como crecía con otro aprendizaje, ¡el del alma!Así fue. Sofía estudiando las horas de su vida, descubrien-

do su ser interior, fue reconociendo otros colores, otros paisajes espirituales.

Deseaba cultivar esa alegría. No se arriesgaría a conta-giarse de gente negativa, triste…

La vida es otra cosa, tiene otra forma, se decía.

Casi adolescente, veía que su cuerpo iba tomando aspec-to de mujer y pensaba…

A mi alma deseo vestirla con bellos sentimientos de colo-res transparentes…

Sofía era como la brisa, envolvente, ocurrente de temas existentes, a veces ocultos, poco vistos.

Ella y la brisa, se podría decir, viajaban juntos; recorriendo flores, colores perfumados, árboles danzantes, ofreciendo a su ser, eso que se ve de lejos y llega entre campanillas y maripo-sas…

¡Ay Sofía, qué bella eres!…Escuchó una voz que se acercaba con ternura: Eres ra-

diante, de ti emana lo etéreo, lo simple, lo único…Había llegado un hombre a su vida.Antes de aceptarlo, lo pensó, evaluó esa compañía.

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Era fuerte, sano, con varias cualidades para destacar, pero su carácter era combinado: un poco cíclico, no tan sonriente…

Se unieron en la vida, por amor.Sofía contagió con cada beso, su miel, –elixir personal que

atraía- sus palabras, sus miradas dulces, que brotaban de esos ojos claros. Era una inigua-lable expresión, encerrada en esa mujer que hoy deseaba regalar tanto a Joaquín.

Él le respondía con abrazos contenedores, la seducía cada día con dulzura y pasión, le prometía darle todo.

Sofía era feliz. Joaquín también lo era.Pudo conservar esa paz que la cubría de sonrisas, pudo

mantener esa alegría del alma, dar de sí todo, muchos momen-tos bellos.

Era Sofía una bella mujer espiritual. Era grato verla pa-sar…

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EL ÁRBOL DE PIE

El árbol de pie era testigo. Su balanceo entrelazado con la brisa y el viento veloz, sin dejar su lugar, lo llevaban a observar desde lo alto cuanto pasaba más abajo.

Llegaba el otoño, danzaban las hojas amarillentas, casi doradas, arrugaditas, que se desprendían sin cesar de esos bra-zos naturales, dando lugar a otro follaje. Nacimiento de ese ver-de que se va renovando cada año…

Una sugestiva alfombra se apoyaba a los pies de aquel

árbol.Con tristeza demostraban que no querían abandonar esa

vida, hasta que el viento las llevara más lejos, a desaparecer lentamente.

El otoño, bella estación que al dejar el verano, da una vida al aire libre y cálidos recuerdos, nos prepara para disfrutar de un paisaje de colores tranquilos, naturales, y nos dispone a ver la llegada del crudo invierno…

La personalidad de un árbol es para detenerse, es natural. A veces testigo, a veces quieto, otras, movedizo. Da som-

bra o se despoja de su vestidura dando sol.Es un amigo a quien le podemos confiar. Guarda secretos,

protege, acompaña…

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Miré el árbol, noté como se entrelazaban las vidas de él y las generaciones humanas. Sentí frío, me arropé todo el día a sus pies, descubriendo sus ramas. Crecían, eran como brazos, como una familia…

Esos hijos en crecimiento, ese amor de la naturaleza, así cruzados en el camino de la vida.

Lazos de sangre y de savia. Hasta un día ser grande, fron-doso, a la par de esa casa, conteniendo esa familia.

Cada uno cuidó y habló con él, “El árbol de la vida”. Nues-tra vida, que caminábamos juntos, el rey de nuestro jardín.

Era el padre, el abuelo, era parte nuestra…

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NUEVAS FLORES, NUEVOS ASTROS

Elena deseba inventar nuevas flores.Se dio cuenta de que la naturaleza es generosa, de colo-

res y aromas…Buscando, observó que tenía un jardín bello, de sentimien-

tos, deseos, sueños, metas.Se podría comparar ligeramente con la naturaleza madre...Siguió su camino de vida, aprovechando lo que le ofrecía

ésta.Logró muchas cosas, otras se esfumaron, pero todo sirvió.

Miguel pasó muchos fracasos. Afectaron su carácter. Su ánimo era triste, descendió a un abismo profundo, con

falta de luces…Se detuvo. Se prometió cambiar. Debía poner su mente en

cero, limpiar esos canales opacados por estructuras, desilusio-nes, por transitar por caminos erróneos.

Se dispuso al cambio.Descansó un poco y organizó en su interior una casa ima-

ginaria, sin mezclar ambientes; cada cosa en su lugar.Fue dividiendo sin confundir roles.Se puso de pie con esa dinámica que portan los luchado-

res y ¡adelante! se dijo…

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Pudo iluminar esa casa, darle color, letras, sería un nuevo astro en su vida.

Así, junto al tiempo de nuevas situaciones, vislumbró opor-tunidades que le ofrecían. Un aprendizaje distinto y cercano.

Inventar lenguas.

Era pequeño, con sonidos guturales.

Su media lengua comenzaba a formar palabritas sueltas,

luego frases…

Pasaron sus primeros años, fue cuidadoso, escuchaba

mucho, hablaba lo justo.

Se fue instruyendo en esas conversaciones reales, con co-

herencia.

Se conducía por lo simple, con sentido de realidad, enri-

queciendo su intelecto.

Su padre siempre le decía: Hijo, no te olvides de los senti-

mientos, que estos sostienen el lenguaje del alma.

Con ella nacemos, vivimos compartiendo. Todo es un

todo…

Le fue difícil a Pedrito crecer, pero logró su objetivo, logró ser un pensante con inteligencia, sin negaciones que perturba-ran sus días.

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Así las flores, los astros y las lenguas fueron tomadas por el invento de distintas edades.

Cada persona hizo florecer los deseos del avance lento y seguro.

Bajo el mismo techo, con deseos de cambio, quisieron dar-le a cada mañana otro aire de progreso creativo.

Les hacía bien, estaban en la misma frecuencia.

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VOCES

Laura vivía sola en una gran casa, con un hermoso jardín que dejaba traslucir una amante de la naturaleza.

Las altas paredes, sostenidas al techo por maderas maci-zas, daban un toque artesanal.

Las puertas altas de vidrios antiguos, estaban decoradas por visillos tejidos al crochet por su abuela.

Tenía cuatro grandes dormitorios, antiguos roperos orde-nados con suma dedicación y tres baños dispuestos adecuada-mente.

Un escritorio, -donde el neceser guardaba cartas- provisto de cuanto elemento fuera necesario. Ella guardaba esa llave…

Una sala de música con un piano de estudio y una guitarra, silenciosos, deseando que lleguen a ellos manos que acaricien sus teclas, sus cuerdas, descubriendo melodías.

Un amplio pasillo, daba lugar a una antigua y nutrida biblio-teca que contenía cuadernillos con historias reales o fantásticas.

A un costado, una lámpara iluminaba desde el atardecer, dando vida a un gran porta lápices, diversos papeles, hojas suel-tas.

Una sala de entrada con sillones y cómodos almohadones y una escalera que llevaba a una gran terraza, donde Laura se conectaba desde lo alto con el hermoso jardín que cuidaban sus manos.

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La despensa, la cocina, donde la nona preparaba pastas, tortas, buñuelos de bananas y la clásica chichiriquiata –rosca dulce de gran elaboración, oriunda de su pueblo: Trieste, al norte de Italia.

Allí se degustaban los desayunos más caseros, los bue-nos días, en la primera reunión de cada día de hogar.

¡Ese pasillo!, escuchó tantos temas, palabras de amor. De allí surgieron algunos noviazgos y otras relaciones prohibidas. ¿Quién dijo que antes no pasaban esas cosas?

Siempre existió el amor, la pasión y la ruptura…

En la sala de música, mi hermana Peggy, la mayor, nos deleitaba con sus partituras.

Escucharla era emotivo. Tejíamos junto a la nona, éramos cuatro hermanas, no se podía tener las manos en descanso.

Había horarios de silencio. Era importante…

En el escritorio, los mozos pretendientes llegaban a esa casa, y dejaban en un atril de madera su misiva, agradeciendo su estadía y otros dejando una declaración de amor que se com-partía entre todos.

Pero la terraza guardaba todo. Recuerdos escritos en el cielo.

La luna cubría, el sol daba colores, lágrimas que regaban esa nostalgia de encuentros.

La música y lecturas en grupo, que comentaban entre to-dos, con un té, refrescos y galletas…

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Año 1932, hace mucho…

Quedé sola. Mi compañía eran los recuerdos.No quise dejar esas paredes, testigos de bellos pasajes,

donde aprendí a amar, a crecer con valores importantes…Quería revertir esa soledad, para disfrutar del ayer que

tanto me brindó.El jardín… Cada flor tenía una historia, un porqué y un de

quién, todo era valioso.Caminando hacia el río y en lo alto de la colina, había un

lugar que llamábamos “rincón de paz”, allí yacían nuestros abue-los, nuestros padres y ese pequeño hijo que no me dejaron abra-zar y solo conocí y amé desde mi vientre. Un varón, el primer va-rón de la familia: Vicentino Larralde. Éramos todas mujercitas… qué rigidez, qué egoísmo…

Todas las mañanas visitaba esos blancos mármoles, don-de grabados estaban los nombres de los míos…

¡Qué sola me dejaron!

Me dispuse a criar pájaros cantores, a enseñarles a volar fuera de la jaula y a regresar de noche al despedir el día.

Canarios, gorriones, calandrias, reinas moras, un tordo, benteveos, pechitos amarillos, dentro del enorme jaulón. Planté un árbol en el que levantaba su casa el pájaro carpintero.

Hicimos nidos, dividimos con transparentes tejidos cada hogar de cada especie, y así, lenta se fue mi soledad.

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Esa jaula era otro hogar, con la simpleza de los pájaros, el trino de la mañana al despertar el alba, el silencio respetuoso de la siesta y el himno particular evocado por ellos en cada cre-púsculo…

Eran libres, vivían en comunidad, se respetaban con armo-nía. La música de la naturaleza.

Se escuchaba el canto alegre de los pájaros tristes…Yo sentía renacer. El sol era más brillante, los árboles me

miraban con especial naturalidad.Cuidaban mis tardes, Sara y Pedro, mis compinches de

cada caminata por ese valle con un horizonte lejano…

Una tarde se posó en el portón, una paloma mensajera. Portaba en su patita un mensaje.

Me detuve, tomé ese papel pequeño en mis manos tem-blorosas y leí: Estoy cerca, a pocos metros de la casa, si lo de-seas, me haría feliz saludarte…

Respondí rápido: Estoy en nuestro alero, te espero. Firmé: Tu siempre Laura.

En pocos minutos divisé, no muy lejos, el andar de Franco.Temblaron mis piernas, me arreglé el cabello con las ma-

nos y corrí a su encuentro.Estábamos juntos, frente a frente en nuestro lugar. Ese

alero de donde veíamos las estrellas y soñábamos que nos lle-varían lejos, felices…

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¡Por Dios, cuánto tiempo pasó! dijo Laura y Franco agregó: Nunca es tarde, sólo un día bastaría para sellar este encuentro con esa luna que era nuestra.

A ella le pediremos no separarnos más y que sea testigo de nuestro romance…

Te cuento. Tuvimos un hijo, –está en el cielo- estamos cambiando cabellos canos, andar sereno, pero nuestro amor está presente.

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CONTIENDA INTERIOR

Agustín era grande, un hombre de mundo de casi cincuen-

ta años.

Su vida transcurría…

A pesar del tiempo pasado no pudo encontrar una res-

puesta…

Estudiaba, no quería ser mediocre. Lo que no sabía es qué

haría con ese título soñado.

Caminó por empresas, grandes negocios, se olvidó de

vivir…

Todo era material, frío, lejano.

Así siguió por años…

Un día hizo un examen de lo recorrido. El resultado no era

de su agrado.

Subió montañas, bajó senderos…

Muchas penas, dudas y pocas alegrías.

Le ofrecían metas y siempre se disponía con un sí.

Sentado con tiempo, pensó y se dijo: ¿Agustín, qué has

hecho de tu vida?, pasaron los años y solo lograste ser un hom-

bre triste.

Reflexionando afirma: Debo cambiar, revertir situaciones…Me gustaría tener amigos, aunque pocos. Conocer una

persona a la que pueda confiarle secretos…y pueda sugerirme

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otros pasos, distintos a mi estructura…Para eso tendré que escapar de esta caja oscura que me

ahoga, en la que permanecí desde pequeño.Los mayores imponían una crianza de esa época, los me-

nores aceptábamos como si fuera el único camino.

Asistí a reuniones, bailes. Fui al gimnasio a recuperar –más que masa muscular- esa energía dormida y libertad de ac-ción.

Todo sirvió, sentía el cambio de a poco.Una voz interna me aprobaba, otra me corregía… era dul-

ce crítica.

Pero me faltaba una compañera, una mujer que yo mirara con ojos de hombre, para abrazarla con la pasión que llevaba tan peligrosamente guardada.

Rompí cadenas, salí a la vida.Comencé a ser una persona de pensamientos libres y sa-

nos.Me fui escapando de túneles oscuros que me atraparon

por años.Cuando vi la claridad del espacio celeste, me di cuenta de

que era lo que deseaba…

Así conocí a Clara en una reunión de amigos. Era su cum-pleaños número treinta y ocho…

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Se acercó a mí girando las ruedas de su metálico sillón…Me sorprendí.Clara sin mover sus piernas se comunicaba, acercándose

en un deslizamiento suave, con una dulce sonrisa…Yo…entero, ¡estuve paralizado tanto tiempo de cuerpo y

mente!Transcurrió esa noche entre amigos, escuché temas diver-

sos, anécdotas, historias reales… Me agradaba ese grupo.Seguí frecuentando esa familia, me relacioné con Clara,

la dulce Clara de temple de acero, quien desde su quietud forta-leció mi parte débil, haciendo aflorar mi energía desconocida…

Un día mirándola a los ojos, dije: Clara, hoy vengo a expre-

sarte que mi corazón…

Ella se acercó tomándolo de las manos y dijo: No sigas

por favor, Agustín, seremos amigos, como hermanos confiden-

tes, más allá no hay nada que pueda darte…

Mi vida es diferente. Un accidente me dejó postrada, hace

diez años…

Aprendí a ser generosa con mis proyectos.Debes unirte a una mujer entera, que te haga vibrar, cono-

cer el amor, la pasión, que pueda darte hijos…Yo estoy limitada totalmente.Te quiero con el corazón. Mis brazos no pueden abrazarte,

mi cuerpo no puede amarte, sólo mis ojos pueden expresar y desearte que seas feliz.

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Sabes… hay que saber decir “no”, es mejor así…Sigamos siendo amigos.El “sí” te da comodidades, placeres.El “no” te puede salvar.

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LA CARTA

Querido amigo:

Mi historia la conoces. Hace tiempo que no nos visitamos recordando nuestra juventud.

Tenemos mucho en común.Después de haber compartido el trabajo, noviazgos de

cada uno, amigos…

La vida nos separó llevándote a un país lejano, Europa. Estilo de vida opuesto al nuestro.

No sé de tu vida. Escríbeme.Han transcurrido veinte años… Acá sucedieron muchas

cosas, problemas económicos… Cambiaron las leyes que mu-chos no cumplen, juramentos políticos en vano, promesas y es-peras.

Es un país triste, casi diría con tendencias depresivas, con suficientes motivos…

Recuerdo cuando juntos tomábamos el micro para llegar a

la fábrica de juguetes, donde trabajábamos de sol a sol.

Pasábamos el día entre pinochos, príncipes, enanitos;

Blancanieves, La Cenicienta, árboles, flores, que se enviaban al

Teatro San Petersburgo en Rusia.

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Todo era cortar, dibujar, lijar, pintar esos muñecos en colo-res brillantes, dándoles vida y movimiento.

Éramos creativos.La tarea era placentera, se ganaba poco, pero alcanzaba

para ayudar a nuestros padres…

Así llegamos a los treinta años.A ti te trasladaron a Europa. Yo me casé, formé un hogar.

Tengo tres hijos, mi esposa es una gran mujer.Mi hogar está construido sobre básicos conceptos. Esta-

mos felices…

La fábrica cerró, el mundo giró, los muñecos se durmieron

en el silencio.

Sólo rescaté una luciérnaga, le instalé una luz azul, le di un

lugar en mi jardín, es el farolito preferido.

En el fondo, donde charlábamos tomando mate cocido y

pan casero, con los dulces caseros de mi nona, puse dos hom-

brecitos al pie de la piedra, la que escuchaba nuestras charlas

de juventud…Ya ves, esa historia llegó a su fin.

Y tú Felipe, ¿qué pasó? No recibí una simple noticia de tu

vida, no sé de tu rumbo, ¿qué pasó?

No pude localizar tu paradero, de dónde saber de tu au-

sencia, dónde enviar esta carta. Esto apena mis días…

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Seguiré en la búsqueda, me haría feliz volver a verte, re-cordar tantos días, años de ayer.

Por cielo, por tierra, por aire, comencé la investigación. Pa-seándome por el mundo desde acá, para saber de ti.

Un día por Internet leí una noticia…Un argentino, Felipe Cossani, recibió el premio de creador,

director y escenógrafo de un teatro en Europa. Creador de ma-rionetas.

La obra se titulaba “Extrañares”. El personaje principal era Mateo, su amigo argentino, casi un hermano.

En un castillo en Francia se desarrolla la escena.La hija del rey –Solange- se enamora de Michell el jardine-

ro joven. Se funde una relación de amor puro…Divididos por la clase social, sus corazones laten juntos.

Se encuentran en los jardines, por sus venas corre esa pasión de adolescentes.

Los reyes se oponen, separan a esos seres que deseaban

unirse en matrimonio.

La princesa enferma gravemente. Meses luchando entre

la vida y la muerte.

El gran amor sostiene ese puente donde el silencio era su

única comunicación.

El jardinero sembraba flores de colores en el inmenso jar-dín, entre fuentes, senderos, sombras; para que su amada pu-

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diera desde su habitación, desde su amplia ventana prohibida, ver los colores del amor de Michell…

Sufren, lloran, rezan. El egoísmo de esos padres sigue la-tente, inflexible.

Un día sube al cielo Solange. Una muñeca entre tules y en-cajes, de rubios cabellos sostenidos por una rosa. Belleza única.

Michell llora, llora tanto que sus lágrimas cubren el césped, formando una alfombra que lo eleva en busca de esa muñeca, sujeta por invisibles hilos.

Juntos penetran una nube de algodones, que los guarda por siempre.

Cae el telón. “El egoísmo ha matado mis dos marionetas preferidas”, expresa el director.

PD. Felipe, si esta misiva llega a tus manos, házmelo sa-ber.

Mi página es:

[email protected]

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…Al cabo de unos días abro Internet, aparece tu carta.Temblé, había en el aire una necesidad de encuentro. Vol-

ver a conversar, saber uno del otro…No pude pensar, mi mente en cero no me permitía articular

palabra.Estaba solo con mis muñecos. Eran mi familia…Me dormí sobre el teclado, estaba exhausto.

Dejé correr los días, debía responder su carta…

Querido amigo Mateo:

A pesar de la distancia geográfica, creo que siempre estuvimos cerca, compartiendo parte de nuestras vidas, sin saber de exactitudes, en el mismo tiempo terrestre, a veces volando, buscándonos…

Felipe, te mereces la familia que tienes.Yo no sé que merezco…Viví un poco ensimismado, en un mundo de soledad.Creo que puedo recuperar esa felicidad que todos anhela-

mos, quiero anidar dentro mío.Padecí traiciones artísticas, robos de cuadernos, copias

de mis creaciones, pero recordando el sentido de la frase: Espe-ra, llegará tu hora, es temprano.

Sigo…

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Perdí cosas materiales, pero no perdí eso que aprendimos juntos en aquellas charlas, de amar a la vida y no perder la es-peranza.

Claro, fue duro, penoso, a veces triste, siempre deseando subir peldaños que me llevaran a una visión clara.

Nuestra amistad fue sana, de claros principios. Creo que eso ayudó para que al separarnos, nuestras vidas fueran de cierto criterio honesto…

Te contaré…

Un verano en una playa natural, virgen, conocí una mujer, Luz.

Leía bajo la sombrilla. Yo llegaba a la arena hundiendo mis pies en ella.

Deleitaba el lejano horizonte desde el agua al cielo…Largos momentos pensando, deseando leer una frase que

me sacara de ese estado, entre el aire, la tierra, la vida y la es-pera.

Me senté en la arena, pasó a mi lado Luz. Penetró en la inmensidad de las aguas, entre el suave

oleaje de esas islas que acariciaban su figura…Se alejó… Caminé, me detuve ante su libro, indiscretamente robé con

mis ojos el título,“La Espera”. No entendí, pero esa frase quedó en mi me-

moria.

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Al día siguiente nos encontramos en la misma arena.

—¡Hola!, ¿puedo sentarme? Claro, dijo ella.¿Le gusta leer? Sí, mucho. Recopilo historias de otros, sus

sentimientos…Leo siempre, aprendo a pensar. Me acompañan los libros.¿Y usted?Yo… cómo explicarle. Bueno, mi vida transcurría entre es-

critos y creaciones, los representaba en el escenario, entre ilu-siones, sueños y finales.

Esa historia terminó hoy. Deseo llevar algunos libretos a mi vida, cumplir mis sueños, convertirlos en un vehículo, un ave muy grande que me eleve, y desde arriba ver pasar el mundo.

Quiero tallar una historia de amor en mi pecho, muy dentro quiero sentir, vivir.

Luz quedó en silencio. El hombre viajaba mentalmente en su misma frecuencia.

Fue la arena, el sol, el agua, el cielo o nosotros que deseá-bamos cambiar…

Así se sumaron los encuentros. Cambiaron ideas afines, deseos de realizarlas.

Felipe dijo: ¿Tienes familia?No, contestó Luz… Dos lagrimones corrieron por sus meji-

llas. Esos ojos claros estaban tristes, húmedos.¿Y tú Felipe, eres solo?

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Yo tuve una familia grande. Fueron los personajes de mis obras. Mis muñecos.

Algunos quedaron grabados en mí. Otros descansan tras las bambalinas, otros murieron.

A veces pensaba que estarían siempre conmigo, pero nada es eterno, se fueron esfumando…

Hoy deseo otra escena, otra historia…

Paseaban por esa Polinesia lejana, hablando con las olas…

El libro decía: “La Espera”, era un principio, significativo.

Una noche al terminar la cena, se reunían los visitantes del lugar, en un espectáculo entre aborígenes y turistas.

El baile de todos, motivó expresión corporal y adorar al fuego, entre sombras y tambores. La luna curiosa cubría el mo-mento…

Una sensibilidad guardada, quería nacer, adorar el fuego. Era la pasión…

Los tambores, sonido algodonado cubriendo silencios, la palabra ausente, las sombras, la luna, la presencia y ellos…

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174 Norma Sabatini

Cómo empezar… ¡juntos!Surgió esa unión estelar… ¡en poco tiempo!Fueron ahondando profundamente en sus principios. Que-

rían descubrir adónde llegar.Entre caminar descalzos se fue tejiendo un estado de

compañía, donde ambos aportaban…Llegaron a extrañarse. Eso marcaba sensaciones adver-

sas, el despertar…Se consolidó la comunicación, no hablaban de amor, sino

de otros temas.

Llegó el día del regreso a sus lugares.La despedida fue un abrazo, el primero, ni un beso.Él expresó con voz grave, firme: Te voy a extrañar, llegaste

a mí…Ella, suavemente, dijo: Has estado donde el éter armoniza.

Te llevo en mi piel, eres una bella persona.Así sucedió y nunca más ver…Fue un encuentro de días, horas, donde el lugar sostuvo a

esos seres distintos y a la vez afines, desconocidos.¡Dos almas y el encuentro!Ése era el segundo capítulo del libro de Luz.Así fue Mateo, sigo solo en mi computadora, dejo parte de

mí.

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Cuando nos encontremos, nos veremos más grandes, pero nuestros corazones relatarán sus vivencias.

Tu amigo de siempre.

PD. Mi página: nose_52mate_extrañ[email protected]

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CUATRO HIJOS, CUATRO SOLES

Muy dentro de mi ser tengo grabado cuatro rostros, como un sello de oro esculpido por el mejor orfebre, el amor.

Mi realización era ser madre.Desde muy pequeña hablaba con mis muñecas que abra-

zaba siempre.Les decía, gracias por hacerme mamá. Era un tierno juego

de niña.

Y así, por amor, llegaba mi primer hijo…

Creí tocar el cielo con las manos. Fue como ver mi corazón

iluminado por destellos sagrados.

Olvidé mi nombre, éramos dos, por amor y por siempre…

Fui viendo crecer ese hijo. Mi ser se llenaba de ternura, era un sol, me devolvía ese amor con sus tibias manitas y ojitos brillantes.

Poco menos de año y medio, fui mamá por segunda vez. Sentí lo mismo. Todo me parecía feliz, fácil, disfrutaba cada día de nuestras vidas.

Luego de tres años, otra hija.Breve fue ese embarazo, sano, cómodo.Los hermanitos me ayudaban, me seguían. Esperaban an-

siosos a su hermanita, dándole a mi vida un sentido profundo de madre y mujer.

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Me realizaba totalmente, se cumplían mis sueños junto a mi esposo… quien amaba sus hijos.

Pasaron ocho años, llegaba mi cuarto hijo.Estaba feliz, fue un embarazo distinto, pero este hijito no

llegó, en el quinto mes de embarazo me dejó, pasó a otro plano, me sentí muy triste, me costó asumirlo.

Se habían grabado tres hijos en mis entrañas, el cuarto se esfumaba…

A los pocos meses, esperaba mi quinto hijo, con todo el amor de padres deseábamos tenerlo.

Yo expresaba: A este pequeño lo voy a malcriar y mimar mucho, después tendré tiempo para educarlo…

Con este nacimiento, todo cambió.Nació Nicolás, un hombre hoy, con síndrome de Down. Lo

acepté inmediatamente.Pensé: éste ángel guiará mis pasos, Dios, déjamelo vivo,

yo aprenderé…

Cuatro grabados de amor en mis entrañas, donde yo sola veo ese lugar como sagrado espacio, oculto, donde crecieron mis pequeños hijos.

…El camino fue largo, sinuoso, pero de amor. Esos cuatro seres eligieron mi cuerpo.

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Se cumplía una transformación de mujer a mamá. Disfruté con intensidad cada momento de sus vidas. Les di todo lo mejor, espero haberlo logrado.

Cubrí con mis alas esos cuerpitos pequeños, con calor, aire, y así crecieron.

Mis alas un día se abrieron, aprendieron a volar, a conocer esa libertad de aire y luz.

En mi vida he recibido mucho cariño de personas, subes-timación de parte de otras…Pero el amor de mis hijos ha sido total, único.

Disfruto de cada una de sus decisiones, que respeto, de sus caracteres, sus sanas locuras, sus llantos, sus risas, sutiles observaciones.

Son generosos, fuertes, luchadores.Tuve el privilegio de ser mamá de ellos…

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LETARGO

En la sala número dos de varones, cama cuatro, se encontraba Francisco.

Hacía muchos días, en su cama, desconectado del mundo exterior, junto a otras personas.

Estaba internado con una dolencia desconocida hasta hoy, por la medicina.

…Diversos estudios, reuniones del cuerpo médico…Nada sabían… Sin diagnóstico…

El tomógrafo no señalaba problema alguno para detectar.En un letargo continuo dormía. Aparentemente no sufría

dolores físicos…

Soñando en coma, tejía años del ayer.El subconsciente le ayudaba a recopilar detalles que lo lle-

varían a una respuesta…o a despertar.

Desde su niñez hasta hoy, pasaba como una película su vida… Momentos difíciles y algunos muy felices.

Día tras día. Sólo su hora estaba prevista y conocida por el destino, que en el momento presente, parecía abandonarlo físicamente.

Su mente imaginaba caminos a seguir…

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Una noche entre relámpagos, truenos y una copiosa lluvia,

se iluminaba la cama de Francisco; movía sus manos, articulaba

muy despacio sus dedos, lentamente abría sus ojos y volvían a

caer sus párpados.

A su lado, una enfermera de turno en terapia intensiva, no

permitía visita de familiares.

Estuvo en un reposo de sueño y descanso. Lo necesitaba.

Despertó. Su voz entrecortada se escuchó: Tengo sed.

Se acercó rápido la enfermera, haciéndole beber agua en

pequeños sorbos.

Sonó el timbre. Mariana llamó al médico nocturno. Llegó

con asombro.

Ver despierto al paciente fue sorpresivo, hasta confuso.

…No le interesa su entorno, sólo deseaba recordar. Ese

profundo y largo sueño lo aislaba.

Divisaba por la ventana el cielo claro. Un día sereno.

Recordando su niñez, pensaba: Éramos dos hermanos y

mis padres…

Mi adolescencia pasó estudiando, con alguna que otra di-

versión. En un barrio de clase media, cerca de una plaza donde

charlábamos entre amigos, cosas de la vida, la que nos parecía

tan fácil…

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Un día de julio. Pleno invierno, –nevaba copiosamente- salió a caminar. En el trayecto vio caer una joven –patinó en la escarcha transparente que producía esa nieve.

La socorrió, la levantó en sus brazos, la apoyó en un ban-co de la plaza. Al mirar su rostro, reconoció aquella pequeña, era Ángeles, vecina de su barrio.

—¡Cómo has crecido! ¡Qué bella eres! ¿Dónde vives?Siempre en mi casa, San Juan 1314, departamento “A”, ¿y

tú de dónde eres?—Soy de este barrio. Calle San Juan 1422, a pocos me-

tros.El tiempo pasó… fugaz. Me ausenté unos años, volando por otros aires. Pero la

nostalgia me regresó aquí.—¿Por qué te fuiste?Perdí mis padres, mi hermano vive en otro país, muy leja-

no, nada supe de él.Yo iba en busca de un destino mejor, el que nunca hallé…

¿Y acá que sucedió, Ángeles?

…Con tristeza en su rostro expresó: Algunos partieron,

otros nacieron. Otros esperando la felicidad, como yo.

Mis padres murieron en un accidente. Yo, única hija… es-

toy sola en una casa con recuerdos y retratos que me miran al

pasar y no vuelven…Te saludo, debo regresar, dijo Francis, que así lo apoda-

ban en el barrio.

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Pasaron unos días, y Ángeles tocó el portero en San Juan 1422, sólo respondió el silencio…

Cansado de recuerdos duerme Francisco…Mejora notablemente, deja el sanatorio y sale en busca del

destino, con la mente limpia, clara.El letargo lo abandona. Sirvió para darle órdenes necesa-

rias y curativas a los órganos físicos…

Así, con esfuerzo y deseos diarios, fue cambiando de un estado de coma a una vitalidad que lo conducía hacía una bús-queda de su destino.

Aparecieron ante sus ojos, cosas que no conocía.La naturaleza, los sueños, esperanzas, sonrisas, las cua-

tro estaciones…Había vivido en una atmósfera triste, quieta. En una oscu-

ridad que podría haber apagado sus días.Pudo volar muy alto, ver y disfrutar en busca de una vida

feliz y próspera.Se permitió un descanso, buscó la calma, y la paz lo acom-

pañó.

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LOS SIETE JUECES

Sucedió en la tierra. Una mujer sencilla, bella por dentro, con un interior colmado de sentimientos nobles.

Llegó su hora, debía partir…

Siete jueces de un mundo oscuro, señores de baja vibra-ción, clavaron sus ojos en ella…

Resistió esas miradas, no temió, estaba segura.Una mujer que había transitado el camino de su vida por

senderos claros, cuidadosa, naturalmente, sana, con una familia constituida con amor y dedicación.

Se enferma su cuerpo. Sabía, le quedaba poco tiempo…Organiza su mente, se pone en gracia de Dios.Confiaba ciegamente, su fe la sostenía…Así, consolando a sus seres queridos, eleva esa triste en-

fermedad terminal con dignidad, aceptando cuanta limitación ese proceso le regalaba.

Habló mucho con su esposo: Si Dios me permite, te ayu-daré, te acompañaré desde el cielo…

Llegó el día. Todo era triste. Pero había una calma que irradiaba su rostro, descansando en paz, trasmitiendo a los su-yos los caminos sin ella.

Serena, partió en silencio y en horario.

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Al llegar a ese mundo tan oscuro, la reciben ansiosos y malvados… pensando: Hemos ganado otra alma.

Ella, desnuda, tranquila, baja escaleras y espera…Desde allí pudo divisar, con una mirada espiritual, un pe-

dacito de cielo. Era la llegada de su alma al paraíso…

Los jueces de pie, con trajes lúgubres, grandes cuernos y vehículos macabros, tomaban con su mano derecha un arma desnuda, espantosa…

—Serás juzgada por tus pecados. Vivirás eternamente en-tre llamas y llantos.

Su cuerpo delicado, sutil, dio un paso aceptando la senten-cia, y se esfumó en ese instante…

Perplejos, los dueños del lugar, huyeron despavoridos, con sus maldades a cuesta.

Serena, una mujer de corazón especial, de un carisma propio de la bondad, pudo sentir el calor enfermizo del infierno por unos segundos, demostrando su fe, decidió el aire fresco, puro, del cielo junto al Señor.

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EL PORTARRETRATO EN SEPIA

Se llamaba Maggie… Joven, interesante, culta.Pensando, pudo retroceder en el tiempo.Vivía el presente… recordaba un viaje en un crucero.Era una persona solitaria, deseaba un descanso en alta

mar, donde se olvidan las presiones, las angustias y el agua sostiene para ver el celeste claro del cielo tan altivo.

…Se instaló en su camarote sola. Ordenó sus pertenen-cias, se duchó tarareando un breve trozo de una canción que la dejaba en el ayer: “ojos negros”.

Se puso bonita, peinó sus cabellos. Era bella.Giró sobre sus pasos, tomó algo, antes de salir colocó el

portarretrato en la cabecera de la cama.Partió decidida a realizar una tranquila recorrida por ese

barco, casi un hotel.Se detuvo tomada de la baranda, observando el horizonte.Le impresionaba esa distancia que sus ojos recorrían lige-

ramente… y sintió soledad.Siguió caminando, descalza, sosteniendo sus sandalias

del dedo meñique.Se dejó caer en una reposera, sacó su remera blanca que

cubría su estilizado cuerpo, -muy sexy- sus hermosos senos.Descruzó su pareo atado al cuello en forma sugestiva y se

acostó cerrando sus ojos.

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El sol la acariciaba suave y cálidamente…El golpe de las olas la mecía. Su sonido era un suave ras-

gueo musical que la adormecía.El Atlántico, dejaba su forma, a veces serena…

Sintió que alguien se acomodaba bajo la sombrilla…Sin curiosidad, sin abrir los ojos, le dio permiso a sus pár-

pados para permanecer cerrados. Protegían esos penetrantes ojos negros…

Algo tenía que ver la canción.

Sentada, cómoda, recordó el tiempo del ayer. Parecía leja-no, en blanco y negro…era joven.

…Se enamoró de un joven capitán de barco que paseaba por las aguas desde América hacia Centro América, travesía que disfrutaba.

A veces le preguntaba: ¿Lautaro, me amas tanto como para unirte a mi vida? ¿Eres consciente de que esa convivencia puede resolverse en un hogar y ser padres?

Él respondía feliz con un beso y un cálido “te amo”. Ella se sentía amada.

Él, seguro de sus palabras. Ella, dudaba a veces en tomar esa gran decisión. Tenía

temor a soñar.

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Volviendo al barco…Una mañana, consultando la programación de eventos,

leyó: Esta noche, gran baile de disfraces…Se preparó…Un gran reloj tocó doce campanadas, a las veinticuatro ho-

ras.Se abrió la puerta del gran salón. La orquesta deleitaba

melodías.Los músicos lucían sus trajes de gala.Los concurrentes, en parejas, se ubicaban en diversas

mesas, con sillones dispuestos en un decorado adecuado.…De pronto una persona se presenta en el salón, sola.

Seguía el tranquilo desfile…

Al final, otra persona sola. Parecía ser un caballero.

Comenzó el baile. Todos bailaban, sin palabras, sólo mú-

sica y danza…

A la madrugada el arlequín se dirige a la gran terraza, con-

templa el cielo, el mar… Recuerda cuanto amó a ese hombre.

Aquel hombre, que había vivido en su piel.

A pocos metros un duende, con traje de color índigo, mís-

tico, sigilosamente se acerca. La consigna era, silencio e incóg-

nita.Se escuchaban acordes musicales. Bellas melodías.El duende invita al arlequín a danzar…

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Un frío le corre por la espalda, se pregunta: ¿La amé tanto que siento su perfume? ¿Eres Maggie? pregunta rompiendo las reglas. El silencio otra vez…

El duende sentía algo…

Suceden los días navegando. Agua, cielo, nubes, al mismo ritmo.

Una mañana llegan a destino.¿Podría él descubrir ese misterio, sin ataduras? Deseaba

se cumplieran sus sueños.Ella, inerte…La verdad era el portarretrato, el fiel testigo de esa historia

que fue.¿Qué fue, amor, pasión, verdad, o un puente que unió dos

vidas para luego separarlas? ¿Por qué?La sirena del barco, invitaba a descender.Pisarían una isla donde un avión trasladaría a todos los

pasajeros.

Se cruzan por última vez en la pasarela…Él la ve llegar. Ella, sutilmente se quita los anteojos, y la

presencia de un torrente de lágrimas los une en un abrazo con-movedor.

Los músicos, tocan “ojos negros”.

Pregunto, ¿valió la pena esperar tanto para volver a em-pezar?

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Mi otro yo, expresa: Las situaciones ocurren a la hora jus-ta, casi fue una breve espera…

¿Qué les había sucedido?¿Tal vez infidelidad, caracteres muy opuestos, rutina, un

amor prohibido o el destino?Éste los persiguió por cielo y tierra. El Atlántico fue cóm-

plice…¡Qué extraño! Suceden episodios que aparecen como fan-

tasmas sin rostros…

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AROMAS

El aroma del papel, los lápices, las carpetas, los libros…aromas que te inspiran lo bello.

…Desde muy pequeña me gustaba deleitarme con los perfumes, los aromas, los olores, la ropa con perfumina. Esas fragancias tan finas.

Pasar por la librería, era mi paseo constante. El aroma de esa madera de los lápices de colores, esas gomas tan cuadra-das, los cuadernos azul araña forrados con etiquetas donde po-nía mi nombre…

Al pie de la puerta asomaba un sobre a mi nombre Yovanni

Cortini.

Lo tomé, rasgué el costado… su perfume se deslizó sobre

mí acariciando mi rostro.

Aquello me llevó a recordar.

Ese aroma de Sofía, cuando abrazaba mis sueños por ca-

minos dibujados, tan profundos, tan lejanos.

Unidos por esa piel, perfumando momentos de éxtasis,

con la pasión tan presente…

Tomé la hoja, leí: Amor de mis días de ayer, deseo verte. Mucho tiempo estuvimos alejados.

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Deseo tu mano en mi hombro, tus labios en mi boca… Ese aliento delicado, mentolado. Ese latir del abrazo, esas miradas.

Tú me cerrabas los ojos, yo esperaba tu brisa de aromas.Era el momento soñado. Tal vez el más perfumado.Nos unimos en pareja con bendición y libreta.Fuimos felices.Pasaron mil cosas.Los aromas se ausentaron. Los que guardamos muy

dentro.¿Adónde se fue el romance, la luna que nos miraba? ¿Nos fuimos a otro cielo?Todo se volvió muy opaco, los días se hicieron grises, las

horas interminables.Los minutos acosaban, marcando esa distancia…Yovanni, quisiera verte.

Él, recordaba el mar, sus olores naturales. El mar húmedo y bravío, la arena tan desabrida, el cielo azul celeste, esa nube que te guarda. Hoy amarga de recuerdos.

Ella, visita a su tía María…Al entrar en esa casa, recordó que muy pequeña, por el

pasillo de entrada, un olor la detenía. Arroz con leche y canela.Se volvió, miró las plantas de jazmines y azucenas, perfu-

mes tan detenidos y pensó: Si yo pudiera volver, si yo pudiera empezar otra vez aquella historia…

la niñez, la librería, tía María, el arroz con leche, jazmines y azucenas.

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Hoy llega la primavera. ¡Cuántas flores! ¡Qué colores!De pronto tomé una hoja, un lápiz y una esencia, escribí:

El perfume era tan dulce como almíbar de un elixir curativo.Yovanni… pasaron años.Renacieron las fragancias. Ven, quiero contarte mis pe-

nas, la soledad que me aqueja.Deseo estar a tu lado, sentir otra vez tu aroma, tener tus

besos de miel, y que aquellos años míos se vuelvan a repetir…Yovanni, mi perfume es tu aroma… Te espero.No te demores, he perfumado la alcoba, las sábanas, las

toallas, he puesto en un jarrón bellas rosas.

Mis ojos se iluminaron. Mi corazón va de prisa.

Tu voz dijo: Llegaré a las cinco. Suena el timbre, me deten-

go ante el espejo.

Pienso: ¡estás radiante! Sofía, sonríe y sé feliz.

Se encontraron frente a frente. El abrazo fue efusivo.

Él dijo: Violetas para mi reina, acompañadas por un beso…

¡Todo era tan propicio! Ellos dos, el lugar, la luna que apa-recía, las fragancias… y algo más.

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CASTIDAD

Mateo era joven, atravesaba su pubertad.Era solitario, poco sabía de todo.Al llegar a la adolescencia, decidió compartir un grupo de

jóvenes seminaristas. Pensó que su vocación era el sacerdocio.Le pareció que la castidad abrazaría su alma y su cuerpo.

Cada noche luchaba entre pesadillas. De día los pensa-mientos opuestos lo torturaban, en esa vida que recién comen-zaba.

Se negaba a sus deseos. Negaba esa verdad como si fue-ra un pecado.

Un día se enferma. Fiebre, depresión, desolación…El obispo se presenta con el médico del Arzobispado, con-

versa con Joe, lo revisa y dice: No veo nada importante. Opino que has equivocado el camino.

Joven, necesitas un amor de mujer que acompañe tus de-seos, que te abrace fuertemente, ¡que te ame!

Se retiran los superiores… Joe queda solo, tranquilo y alerta.

Así, a los pocos días, abandona ese cuarto oscuro donde podría haber cambiado su esencia de varón.

No quería perder algo que su instinto le ofrecía…

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EL PACIENTE

Vivirás una historia que podría ser real.Se desarrolla en un neuropsiquiátrico. El protagonista tie-

ne hoy, cincuenta años.

…A los cuarenta años Juan Pedro cae en una depresión severa, a raíz de tantos dramas sucedidos en su corta vida.

Dos años de terapia no ayudaron para aquietar su mente.A los treinta años, después de cinco de matrimonio, su es-

posa fallece.Motivo más que importante, para que su depresión llegara

al punto cúlmine.Internado, Juan Pedro se convirtió en una persona triste.

Lleno de miedos, culpas, sólo recordaba el pasado.Lo alimentaban con drogas y fuertes medicamentos, que

sólo dañaban su mente.

Pasaban los meses, los días eran tristes… Ya cumplía un año en el neuropsiquiátrico.

En el lugar todo era estructurado, sin estímulos necesarios para esos casos.

Pasaba el tiempo… de pronto, en un cambio de paramé-dicos, se presenta una doctora de Neurología: Susana Tressa.

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Desde ese día, sería su médica de cabecera, controladora de su tratamiento.

Comenzaron un largo camino, hasta que paciente y médi-co fueron dando los primeros pasos, al comienzo de una buena relación, respetuosa.

La doctora Tressa retiró algunas drogas, incorporando vi-taminas, calcio, fósforo y un antidepresivo.

Todo ayudaría a fortalecer la mente, reforzar las neuronas vitales del paciente.

…Pasó el tiempo, el almanaque señalaba los días, mien-tras el reloj marcaba las horas.

Susana y Juan tenían diariamente charlas muy amenas, eso contribuía a mejorar la salud de Juan, quien pasaba largas horas fuera de su habitación, disfrutando el aire limpio de los jar-dines. El oxígeno puro, favorecía el verdor de los árboles, flores de colores, senderos, fuentes, glorietas…

Susana fue enseñando con calidez y sutileza. Haciendo el tratamiento mental, creó el ocio creativo, que consistía en dejar la rutina, estrés, depresión,

buscar espacios mentales donde existen lugares simples, placenteros, donde anida la tranquilidad. Parece imposible, pero sólo es un ejercicio diario como levantarse y respirar bien.

Una tarde de cielo azul, donde danzaban las golondrinas, después de un día de primavera, oscurecía…sólo el lucero bri-llaba entre algunas estrellas.

Muy elegante y apuesto, -era de una estampa que impre-sionaba- Juan se dirige a la doctora y…

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—¿Le agradaría dar un paseo por la ciudad, doctora?Ella respondió: Me sorprende su invitación Juan, pero me

hace pensar…¡Sí, acepto!Así, a las veinte y treinta horas de un sábado, entregándo-

se ambos al fin de semana…La doctora deja su chaqueta blanca y los problemas de

sus pacientes que ocupaban su cabeza.Se viste coqueta. Era una bella mujer, esbelta, fina, senci-

lla pero elegante…Se encuentran… Sin darse cuenta casi, llegan a un peque-

ño lago donde patos y palomas intercambiaban aleteos y soni-

dos. El paisaje se adecuaba al momento, los árboles danzaban

al compás de una suave brisa.

…A veces la oportunidad pasa sólo una vez

Así comienza un camino paralelo entre Susana y Juan Pe-

dro. Ella treinta y ocho años, él cincuenta y cinco, jóvenes aún.

Una aventura limpia, eran libres, estaban en lista de espera; dos

corazones sanos, llenos de amor y de vida, ávidos de compañía,

amor, amistad, por qué no decirlo… Ésa pasión contenida du-rante tanto tiempo.

A veces el reloj debe detenerse y en esa pausa debemos ordenar los años por venir, sin dejar de lado las consecuencias, cada uno con sus convicciones.

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Se contaron sus vidas, con problemas, obstáculos; como puede pasarle a cualquier persona. Pero no le pasa a cualquier persona jugarse por amor, estar dispuestos a dar, dar lo mejor de sí, dejando atrás las frivolidades que están acosando a nues-tro derredor.

Un buen día, el director del psiquiátrico, llama a Juan, quien no tenía familia que él conociera, y le dice: Juan Pedro, lo veo muy bien, hoy que abro las puertas de este lugar. Afuera lo espera el mundo, que para usted seguramente, será otra oportu-nidad. Ya sufrió cosas importantes, hoy, amigo, de vuelta la hoja, trate de que su vida sea de a dos.

Hace quince años que soy viudo, expresó el director del Instituto, no le encuentro ni color, ni sabor a la vida.

Ya ves Juan, -se atrevió al tuteo- eres un privilegiado… que seas feliz.

Algún día ven a verme, enséñame como puedo salir de este estado que me aqueja. ¡No soy feliz!

Doctor, respondió Juan: Cada día debemos aprender el ocio creativo.

…Después de unos años, Juan Pedro regresa al neurop-siquiátrico.

Estuvo en el mundo exterior, libre, no pudo encontrar su habitad, deambuló por ciudades, pueblos… le faltaba algo y pensó regresar.

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Al entrar al nosocomio sintió que su pecho se abría para dar paso a las esperanzas perdidas.

Deseaba dedicarse a trabajar como voluntario, ayudando a los pacientes que como él, un día vinieron a buscar respues-tas…

Comenzaba cada mañana; los internados lo seguían, te-nía una especial comunicación, enseñaba con experiencia, ellos respondían lentamente.

Juan Pedro se había enamorado del ocio creativo, fue su medicina, deseaba transmitirlo.

Paseaba por los jardines… pensaba en la doctora Tressa, ¿dónde estará?, de alguna manera la extrañaba…era su sostén.

Hoy estaba solo, divagando. Siguió caminando.

Un día, al amanecer, a las cinco y treinta horas, se cruza

en una galería del pabellón cuatro… -donde estaban los más

afectados mentalmente- con una religiosa, quien, escondiendo

su rostro bajo la cofia gigante, blanca, impedía ver a Juan, su

cara.La sigue, la ve entrar en la capilla, se quita el sombrero,

entra. Se sienta en la misma hilera, luego de haberse persigna-do con respeto.

La hermana rezaba el rosario, que tomado con sus manos, se movía en el silencio vacío.

Él mira esas manos y dice en voz alta: ¡Hermana! ¿Quién eres?

Soy Susana, responde ella…

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¿Qué pasó, cómo llegaste a esto? Eras una bella mujer ¿por qué?

…El tiempo me llevó a encerrarme en esta luz espiritual… gritando reprocha,

¿Estabas ciego, cómo no leíste en mis ojos?, te hablaban de amor…

¿Cómo no leíste mis silencios de letras ausentes?¿Dónde estabas?¡Cómo no me besabas cada vez que mis labios deseban

beber de los tuyos!No supiste ver ese amor tan grande. ¿Por qué?Yo vivía en un silencio ensordecedor. Juan, encontré a

Dios… esa paz.Él creó en mí esto que ves, serenidad, voluntad, paciencia,

este hábito que cuido y llevo con respeto, y una devoción que creció con los días.

El Señor transformó a la doctora Tressa en hermana re-

ligiosa consagrada, su llamado diario pudo más que tu silencio

indiferente…

Juan Pedro quedó perplejo, se apoderó de él una tristeza

enorme, que le costaría eliminar, no entendía nada.

…Este capítulo entre Susana y Pedro quedó cerrado. Vol-

vieron a separarse.Juan continuó con los pacientes…Un hombre de mediana edad; David, padecía una depre-

sión severa, a raíz de eso deambulaba en las noches, a la deriva.

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Juan Pedro le decía: David, tienes que dormir, descansar, deja que tu mente organice tu armonía.

Esa noche en la ronda de costumbre, lo ve profundamente dormido, se acerca, le habla, y David le contesta entre sueños.

Llegué al cielo, todo era un descontrol, San Pedro no po-día solo. El Señor, por primera vez, apoyado en la gran puerta del paraíso, dijo: ¡Me voy de vacaciones!

Vaya, vaya, se descompensó todo, todo desbaratado, sin orden, sin armonía.

…Padre, Padre, veo que no puedo con esto, decía San Pedro. Eres único Señor, yo quise poner orden, no fui escucha-do.

Dios regresa a lo suyo, sólo él puede producir el orden y

manejar esos hilos de millones de seres que pasan por la vida.

¡Es el perfecto titiritero!

…Juan Pedro mira la mesa de luz y lee Trapax (50 mg.) Lo

despierta, le pregunta: ¿Qué has ingerido hombre?

Estaba cansado de mi crónico insomnio, dormía con pe-

sadillas, por eso prefería estar despierto. Sufro enormemente,

ayúdame Juan…

En ese sueño medicado, el subconsciente había desviado

su razón, para bien.…Dios, siempre Dios, la verdad en su lugar. Los delirios

deben morir, la vida continúa.La doctora, su camino, Juan Pedro, el voluntariado, los pa-

cientes con síndromes múltiples…

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¿Y que se sabe del director del Instituto? Hombre grande, pudo cambiar, se enamoró nuevamente,

formó su hogar, se retiró de ese lugar agradeciendo a Dios la felicidad producida por el cambio.

En el neuropsiquiátrico todo continuaba.Pacientes que ingresaban, otros se despedían después de

mejorar su salud.Algunos cambios de médicos…Se agregó a la medicina tradicional, algo implantado por la

doctora Susana Tressa, hoy hermana Sor Susana Tressa.Se experimentó con excelentes resultados. A pesar de

todo no pudieron desviar el destino de cada uno de los seres que pasaron por ese nosocomio.

Algo faltaba allí.Sólo había silencio, rodeando ese aire tan quieto.Un día de tardecita, llegó al lugar un violinista joven. Traía

en impecable estuche, un bello Stradivarius.Todos miraban asombrados, no conocían ese instrumento

creador de sonidos.Agustín se presentó diciendo: Vengo a enseñar música,

con cariño, de corazón… Se escuchó el silencio propio de ese lugar, con respirar

apresurado.A la mañana siguiente instalado en su habitad, se levantó

pensativo a desayunar en el gran comedor, portando su estuche.

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Todos curiosos, los ojos cerrados, cargados de preguntas, de letras que unidas preguntaban mil cosas.

Hasta que Agustín abriendo el estuche, toma deliciosa-mente el violín, coloca la almohadilla de su lado izquierdo del barbijo, busca el tono musical, y así interpreta una bella melodía. La emoción invade sus ojos de sueños, mojados por lágrimas que sostenía para no humedecer esas cuerdas, que ya tenían una misión.

Atentos, escuchan los pacientes. En los últimos acordes, rallentando, cesa la música.

Un aplauso emocionado brota de esas manos vacías de sonidos.

Agustín ejecuta otra melodía, y así varias, todas con ale-gría en el alma.

Esta vez los acordes llegaron a tiempo…El nuevo director, doctor Pérez Salgado, llama a Agustín,

le ofrece formar un conservatorio, enseñar a los pacientes mú-sica.

—Acepto complacido…Comienzan nuevos días para todos.Las clases sucedían en los jardines, frente a una colina

donde todos los atardeceres se dormía el sol.Así despedían cada día como broche de alegría, agrade-

ciendo la llegada del maestro quien les cambió la vida.La energía, la juventud, y el amor a la música, habían trans-

formado ese lugar y lo conducía a Agustín al intento de crear.

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Algunos leían pentagramas, otros tocaban de oído, otros brindaban el aplauso.

Así, con sorpresa, formaron una orquesta de variados ins-trumentos: piano, guitarra, batería, violín…

Faltaba una voz para incorporar a ese grupo.Sor Susana Tressa, la religiosa, pide permiso a la madre

superiora, para asistir a los ensayos, su tiple era soprano.El Instituto fue tomando otro aire, esa armonía que tal vez

tenga mucho que ver con la creatividad de todos. Eran aptitudes convocadas.

Domingo, día de visitas de 16 a 20hs. Reciben a la concu-

rrencia con un refrigerio. Luego, todo organizado, en los jardines

festejan entre todos el día de la familia.

Aparecen los músicos, la soprano y el maestro Agustín.

Después de ejecutar varios temas, como broche, se escu-

chan los acordes del Ave María. Canta Sor Susana Tressa.Entre las visitas se encontraba Juan Pedro, retirado de ese

lugar hacía tiempo. Recordaba momentos hermosos vividos allí.Sentía calma, satisfacción, viendo que ese neuropsiquiá-

trico se había transformado en una familia llena de vida, mejora-da su salud y esperanza.

Pensó: ¿Si me hubiera quedado, hubiera sido feliz?…Algunos encuentran su lugar, otros deambulan por la

vida. Tal vez no toman el camino justo.El neuropsiquiátrico se llamaba ahora: El ocio creativo.

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FINAL

La nostalgia me acompañó,personajes por doquier…Con los pies sobre la tierray los ojos en el cielo.

Viajé por mares y tierrasen un vaivén de sensaciones,expresando mis vivencias.

Fueron momentos vividoscon pesares, alegrías, lágrimas.

Volvía al ayer,y letra a letra fui enhebrando cada frase…Partían de muy adentro.

Incorporé mil recuerdosde personas y de hechos,la energía y alegría de los niños,el pasar de los ancianos.

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Gracias por leerme.Que la música de estas líneasacompañen tu sentir…Volveremos a encontrarnosdesde mí, hacia ti…

¡Buscaba desde el crepúsculo,desde lo más profundo de mi ser!

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ORDEN

DEL LIBRO

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. CON OTRA MIRADA .

Palabras de autora / 11

Prólogo / 13

PRIMERA PARTE

Piezas sueltas no hay / 19

La lluvia, aquella mujer / 25

El duende / 28

La cruz / 30

El amuleto / 32

El beso / 34

Pícaro sueño / 39

No llevo mapas ni brújulas a bordo / 42

Reflejos / 46

¡Qué temprano se hizo tarde! / 48

Sueños reveladores / 51

El aroma de tus formas / 53

Un tramo de noche / 55

Malos instintos / 58

Sola, pero acompañada / 60

Primavera en otoño / 62

Los glaciares se rasgan, se desprenden y navegan / 63

Un cuerpo entre fulgores / 65

Sólo un beso / 67

Desde casa a… / 69

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SEGUNDA PARTE

¡Un ángel en mi living! / 73

Una mañana al despertar / 76

Muchos mares, otros cielos / 80

Ocio creativo / 82

Teatro (reflexiones) / 84

Una dama que tenía cuanto puede anhelar el corazón / 85

Sosiego / 88

Ayer / 90

Amor desamparado / 93

Un largo camino / 94

Extraño extrañar / 95

¡Mágico! / 97

¡Quisiera! / 98

El color azul y los demás colores / 101

Mis sensaciones sobre el día y la noche / 104

La estación / 106

Silencio de letras / 107

Apenas / 110

El gran comunicador / 113

Pensar / 115

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TERCERA PARTE

Juan llega a su casa / 119

Lluvia y alas / 122

Yo y mi otro yo / 124

La canasta / 128

La Escondida / 132

El viaje / 136

Una pequeña fisura / 142

Un sueño / 146

El miedo / 149

El árbol de pie / 152

Nuevas flores, nuevos astros / 154

Voces / 157

Contienda interior / 162

La carta / 166

Cuatro hijos, cuatro soles / 176

Letargo / 179

Los siete jueces / 183

El portarretrato en sepia / 185

Aromas / 190

Castidad / 193

El paciente / 194

Final / 206

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Con otra mirada de Norma Sabatinise terminó de imprimir en el mes de octubre de 2011,

por orden de EL MENSÚ ediciones enDOCUPRINT S.A. Tacuarí 123 (C1071AAC),

Buenos Aires, República Argentina.

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