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Complejidad, Educación y Escenarios de paz.
Marco Fidel Vargas Hernández.
En primer lugar, quiero agradecer la oportunidad de presentar estas ideas. Son el
resultado de reflexiones realizadas en comunidades de aprendizaje en la
Universidad de la Salle de Costa Rica en los años recientes, confrontado con las
inquietudes que despierta la implementación de los eventuales acuerdos de paz
para Colombia realizados en La Habana ( Cuba).
En ese sentido, quiero, recalcar que los acuerdos de La Habana constituyen un
nuevo escenario de oportunidades para el país en general y para los educadores
en particular, posibilitando repensar el país después de varias décadas en las que
la vida política ha estado caracterizada por el recurso de la Violencia.
Sobre los acuerdos existen varios escenarios de paz como: el desarrollo rural, el
manejo diferenciado de los cultivos ilícitos, la renuncia de la violencia como
instrumento en la lucha política, la justicia restaurativa, la reparación integral a las
víctimas y el desafío educativo, todo ello en la necesidad de despolarizar las
miradas. Ahora bien, en esta conversación quiero hacer énfasis en el escenario de
la convivencia y la reconciliación en los procesos educativos. Para lo cual
estructurare la conversación en 4 momentos; primero me pregunto ¿Cuál es el
problema? Segundo ¿cuáles son los objetivos?, Tercero ¿cómo cambiar de
mentalidad? y por último ¿cómo entender la reconciliación?
I. ¿Cuál es el problema?
“Seguimos en la prehistoria del espíritu humano”
“Soy consciente de la presencia,…de tres formas de barbarie.
Una barbarie que se desencadena en las guerras, hecha de odio y de desprecio,
que provoca masacres y torturas.
Una barbarie inherente a nuestras civilizaciones, que genera, para los subordinados
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y los excluidos, humillados y ofensas.
Y una barbarie helada, fruto del cálculo y de la lógica de las máquinas, que sólo
conoce lo calculable y lo programable y, en consecuencia ignora la vida, es decir el sufrimiento, la alegría, el placer, el amor”
Morín.
Lo que más me preocupa en este momento de mi vida es la tendencia
deshumanizante que se va imponiendo en nuestro mundo. Con ello quiero decir
que nuestro estilo de vida se hace cada vez menos humano. Me refiero al hecho
de que cada día hay más violencia en nuestras relaciones humanas y de estas
con la naturaleza; por el deseo absurdo a mí parecer, de encontrar o dar
resultados rápidos y eficaces a cualquier asunto por resolver.
Lo que vivimos es una crisis espiritual muy profunda, no religiosa, sino espiritual: una fractura del ser humano, (Francisco, de Roux 2016) una
destrucción del valor que nosotros tenemos como seres humanos, como sociedad.
Una serie de vulneraciones a nuestros derechos, una renuncia a nuestra propia
dignidad como personas y pueblo. Si queremos construir la paz, no tenemos otra
solución que apelar a la capacidad humana de trasformar sus odios, venganzas,
codicias en solidaridad y amor.
Fractura del ser humano que se expresa por uso de la violencia indiscriminada en
casi todas las esferas de la sociedad no solo por reivindicaciones políticas,
sociales, económicas, culturales, sino sobre todo por el deseo de transgresión. El
principio de la máxima rentabilidad individual y al mismo tiempo, del
enriquecimiento fácil como valor e ideal de vida a alcanzar, sin importar los medios
que se utilicen para conseguirlo. Castoriadis (1998)
Ruptura que se manifiesta por la presencia de narcotráfico, el paramilitarismo, el
secuestro, la extorción, la corrupción, y los innumerables atentados contra la
propiedad privada en forma sistemática, porque lo único que interesa es hacer
dinero y enriquecerse de manera rápida; por la forma como el país se militarizo
como una estrategia de contención a las múltiples demandas; por la forma como
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la guerrilla perseveró en la guerra para conseguir sus objetivos a través de la
confrontación armada sabiendo que no se podía llegar al poder; por la forma como
el modelo extractivo del oro, petróleo, carbón arrasan con la naturaleza y dejan
injustica e inequidad en los territorios.
La consecuencia de todo lo anterior termina por imponerse ante la significación
del obtener el poder y dinero como objetivo en sí mismo, quedando
subordinandos todos los valores y relaciones humanas a este sentido, lo cual,
explica los alarmantes signos de corrupción y violencia crecientes vividos en la
actualidad Colombiana.
La violencia Colombiana constituye uno de los fenómenos más deshumanizantes
de la vida en sociedad. Para la educación lo más preocupante de este proceso es
constatar que la sociedad Colombiana está inmersa en un caudal degenerativo de
relaciones que precipitan a la guerra, es decir, a la violencia como sistema de
relaciones humanas, y que configuran relaciones agresivas y destructoras donde
impera la exclusión, la discriminación, la indiferencia, la competencia y la negación
del otro como sujeto de derechos.
Tales tendencias deshumanizadoras, muy a menudo, ponen en peligro la
supervivencia de cada uno de los individuos, o peor aún, la suprimen. Por esa
razón llamaré mortíferas esas tendencias. Lo que muchos llaman progreso no solo
no ha disminuido la competencia y la guerra en el mundo sino que han
incrementado la capacidad para eliminar la vida. Por eso llamaré como lo dije
anteriormente mortíferas esas tendencias, que además no son nuevas, pero cuyos
alcances han aumentado con el desarrollo de una economía sin ética.
Hoy en día se releva con mayor frecuencia la ausencia de reacción o de
insensibilidad ante el sufrimiento del otro; al negarse a comprender a los demás en
su humillación, a comprometerse con el otro a lo largo del tiempo observando la
deshumanización de las víctimas, como si la vida y el ser humano no estuvieran
en el primer plano. Frente a estas amenazas los procesos educativos deben
reafirmar con absoluta decisión la opción por la vida. Y cuando hablamos de vida
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nos referimos al cuidado de la vida real que se explica por esta relación: del sujeto
consigo mismo, de su relación con el otro, como legítimo otro, y la relación
armónica con la naturaleza externa. Relaciones que posibilitan una vida plena
para todos y todas. De lo anterior surge la siguiente pregunta. Hinkelammert
(2005) ¿Qué tipo de ser humano queremos ser y cómo podemos llegar a serlo?
II. Objetivo central de la educación.
“La sociedad puede hacer con el individuo casi
cualquier cosa: un polígamo, un monógamo,
un poliginio, un budista, un monoteísta,…..
la sociedad le debe proveer, a la psiquis singular, sentido.
Ese es el papel de la educación.”
Castoriadis.
Frente a esta economia sin ética, a estas amenazas de dolor, de sufrimiento no
queda sino una salida: rehumanizar la acción del ser humano afirmando con
absoluta decisión la opción por la vida digna. Camino que exige coraje,
fraternidad y esperanza.
Uno de los objetivos centrales de la educación en este contexto de violencia es la
defensa de la dignidad humana frente a las tendencias deshumanizantes de la
globalización. La centralidad del sujeto, como propuesta pedagógica para el aula,
significa el centro de la persona y su dignidad. Esta dignidad no es simplemente
un atributo de las instituciones, sino un tipo de relación que cada persona puede
tener consigo mismo en forma de aceptación y valoración de sí, lo cual posibilita la
confianza en sí mismo y en los otros.
Como afirma G. Batenson (2006) “La dignidad humana requiere cierto grado de
aceptación del sí mismo como requisito previo, no únicamente para la autoestima,
sino también para que haya un respeto mutuo entre dos o más personas”
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Los humanos no tienen que ser forzosamente inhumanos, siempre es posible
elegir ser humano. En esta elección estriba la dignidad humana. Y el papel de la
pedagogía es mostrar que se puede elegir una conducta “autooetica” que significa
“asumir la identidad humana en su nivel complejo comprendiendo y la condición
humana, sus desviaciones, sus ilusiones y sus delirios.” Morín (2006)
Es un segundo llamado es el retorno de la pedagogía humanizante que se
comprometa con el sujeto, la humanidad y la vida en todas sus dimensiones;
creando nuevos aprendizajes que nos permitan unir el pensamiento y la acción; la
apertura pragmática y la ética; la razón y la imaginación; el conocimiento y el
saber ecológico; la sabiduría y el caminar. Buscando la sensibilidad, de nuevas
formas en el actuar, apropiadas para los seres humanos en estrecha relación con
la ciencia y las humanidades creando nuevos campos de comprensión mutua
global, crítica social y de auto-interpretación del ser humano y de la vida misma.
Semejante articulación busca el retorno de la ética como complemento
indispensable del conocimiento científico que pueda ayudar a prevenir la violencia.
La deshumanización es, ante todo, una patología del conocimiento.
La educación tiene que volver a la reunificación del saber, la emoción y la ética
cuyo efecto sea una comprensión de la vida más inteligente que permita un
avance intelectual significativo en el siglo XXI.
¿Porque darle la importancia a los pedagogos? Porque son los que tienen que
formar el más complejo de todos los seres existentes: El ser humano. Y
como una de las raíces de la incertidumbre del conocimiento es la complejidad de
los fenómenos y de sus procesos, parece apenas lógico pedirle a la educación
que contribuya en Resolver el fraccionamiento de la crisis de perfección y la
relación en sus múltiples dimensiones tratando de convocar en torno a sí mismo,
una visión integral de la vida para sostenerse el ser humano en un proceso de
liberación.
Utilizo la palabra liberación para referirnos a este proceso de transformación en un
contexto marcado por la ecología. Proceso de liberación que permita a los seres
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humanos vivir con dignidad en armonía consigo mismo y la comunidad de seres
vivos que forman la tierra. Liberación que implica un cambio de paradigma
para reparar el terrible daño que nos hemos infringido unos a otros. Boff (2009) A
un nivel más profundo, la realización del potencial humano como participante
creativo, sin violencia del mejoramiento de la vida. En este contexto nos
liberaremos en la medida en que:
A. Se nos posibilite, o podamos crear una nueva relación holística con la vida. B. Tornándonos más diversos, complejos, respetando y ensalzando la
diferencia. C. Profundizando en el aspecto de la interiorización, la ampliación de la
conciencia y fomentando proceso de auto-organización; D. Reforzando vínculos de comunidad e interdependencia con la vida.
Con los pasos anteriores, nos encontramos en un proceso de restructuración
epistemológica, de unificación de los métodos de investigación en los distintos
campos del saber. Uno de estos caminos es el pensamiento complejo.
III. La complejidad como cambio de cultura.
¿Por qué resulta tan difícil llevar a cabo
los cambios que se necesitan de manera urgente
para vivir en paz y salvar a la tierra viviente
en la que formamos parte?
Una de las características mortíferas del mundo contemporáneo es multiplicar los
medios de aniquilación de la vida en general y de preferencia el de la vida humana
hasta el extremo de buscar métodos para aniquilar a los seres humanos sin poner
en peligro las riquezas acumuladas. En la guerra todo vale, hasta poner la ciencia
al servicio de la misma.
Frente a esta tendencia es legítimo preguntarnos: ¿cómo usamos nuestros
procesos mentales? Según Immanuel Wallerstein (2005) “lo que está en discusión
no solo es la descripción del universo, sino también las formas de conocer la
descripción”. Una primera conclusión es ¿pensar cómo pensamos? O
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preguntarnos ¿cómo pensamos nuestra vida?, lo cual no solamente supone una
remodelación epistemológica sino también un esfuerzo para reorganizar nuestro
método de trabajo investigativo.
Todo ello, quiere decir, reconocer y admitir los límites de los paradigmas
científicos simplificadores, de disyunción, dicotómicos y decimonónicos. Gregory
Batenson (1979) quien ya había insinuado que ya era tiempo de dar inicio a
nuestros programas educativos preguntándonos ¿cómo interactuamos con
nuestras ideas? ¿Hay alguna especie de selección natural que determina la
supervivencia de algunas ideas y la muerte de otras? Su respuesta a estas
preguntas las explica a través de la ecología de la mente.
En su propuesta sobre la unificación del conocimiento se pregunta: ¿cuál o cuáles
ideas deben morir y cuáles deben ser sustituidas? Entre las que deben tener en
cuenta en todo saber escolar como presupuestos educativos propone: La ciencia
nunca prueba nada; no hay experiencia objetiva, el mapa no es el territorio, y el
nombre no es la cosa nombrada; no hay experiencia objetiva, el proceso de
formación de imágenes es inconsciente; nada puede venir de la nada.
Selecciona algunas que muestran la complejidad de los procesos de pensamiento
y que nos expresa o manifiesta como el conocimiento es el más decisivo entre
todos los que suscitan tendencias mortíferas porque las formas de conocer tienen
doble efecto:
• A. Tanto sobre la precisión de la descripción y al dar explicación a la vida.
• B. Como sobre el abanico de acciones que se pueden y se deben llevar acabo para alcanzar o lograr una vida en plenitud y en convivencia.
Uno de los riesgos de una descripción incompleta, ciega y por consiguiente
comprensión deficiente es una lectura defectuosa de la realidad compleja. Esto
tiene que ver con el conocimiento y con lo que Batenson llamó Hipótesis
dormitivas entre otras razones por que están del todo desconectadas de la red de
fundamentos científicos del pensamiento, hasta el extremo que no logran justificar
sus preferencias sesgadas.
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Nos encontramos ante el reto de desarrollar un nuevo pensamiento, que los
teóricos han llamado complejidad que nos permita un nuevo dispositivo educativo
que deje huella en nuestro modo de pensar, que vuelva unir lo que ha sido
separado y nos permita una lectura más integral de la vida, un pensar de otra
manera que abarque, abrace y vincule el conjunto de relaciones de la realidad que
han sido desunidas y logre una mejor comprensión de los problemas vitales de la
humanidad.
El paradigma de la complejidad no es una elección personal; no es un contenido,
no es una teoría, es una necesidad que nos permite superar una estructura
mental de disyunción que todavía persiste en muchos ámbitos del conocimiento.
Tal estructura persiste por la separación entre las ciencias de humanidades y la
ciencia. Ante esta disyuntiva nos viene a bien la pregunta: ¿Cuál es el propósito
de la complejidad?
Por una parte es, RELIGAR que significa contextualizar y globalizar, pero al mismo
tiempo de reconocer lo singular y lo concreto. No rechaza la certeza en beneficio
de la incertidumbre, es un pensamiento de ida y vuelta incesante entre:
- Certeza e incertidumbre. - Lo elemental y lo global. - Lo separable y lo inseparable.
No se trata de abandonar los principios de la ciencia clásica – orden, separación y
lógica- sino de integrarlos en un esquema que es al mismo tiempo más amplio,
más tejido en conjunto; es decir, más complexus. ¿De lo anterior que podemos
afirmar?
Que la complejidad es una mediación pedagógica que nos permite superar la
simplificación del conocimiento o positivismo lógico; la disyunción o separación
para precisar; la reducción o búsqueda de lo elemental analítico; el no diálogo
entre la ciencia, las humanidades, las religiones, las artes en diferentes
dimensiones: por tanto o para ello, debemos tener en cuenta el significado claro y
diferenciado de las siguientes premisas:
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• Paradigma: una manera diferente de organizar el conocimiento.
• Epistemológico: articular los saberes disciplinarios /conocimiento - saber
• Ético: articular prácticas humanas entre nosotros.
• Acción: construir conocimiento colectivamente
Nadie se hace ilusiones sobre la facilidad de tal propuesta, ni existe unanimidad
acerca de su conveniencia por razones obvias. Nos encontramos en una situación
que nos exige nuevas prácticas educativas. La pregunta a resaltar y resolver es:
que ¿Qué hacer?
La respuesta más clara y precisa es la posibilidad de trabajar en cuatro niveles:
• A. Unir y articular las dos culturas: Las humanidades y las ciencias duras; el conocimiento académico con el saber comunitario, popular y espiritual.
• B. La Creación de nuevos campos interdisciplinarios y transdisciplinarios que suponen la integración de diferentes enfoques disciplinarios para resolver los problemas auténticos de la vida. Ello supone concebir cualquier problemática como un sistema cuyos elementos están interferidos y cuyo estudio requiere la coordinación de enfoques disciplinarios que deben ser integrados en un campo común. Por ejemplo. Con la ecología, los estudios realizados en aras de paz, las ciencias de la vida y la cosmología.
• C. Nuevas estrategias de pensamiento: como el diálogo de saberes, trabajar desde tópicos o desde paradojas. Ejemplo ¿Porque un país como Colombia tan alegre, fiestero que ama la vida es tan violento?
• D. A Nivel de las instituciones: crear espacios de diálogo entre los equipos de maestros de artes, humanidades, las ciencias y la tecnología para resolver problemas del bien público, como la contaminación de un rio, la violencia en la comunidad.
Para el desarrollo de los anteriores niveles es fundamental el diálogo y la
conversación. Y la importancia del pensamiento complejo está en su propuesta
dialogica, porque nos sirve para construir conjuntamente algo nuevo, lo cual es
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posible únicamente si las personas son capaces de escuchar sin prejuicios y sin
tratar de imponer algo nuevo. El diálogo es juego al que podríamos definir como
de ganar/ganar, donde se juega con los otros y no contra los demás.
Hoy en Colombia nos encontramos en una situación de pos-acuerdo que reclama
la colaboración de los profesionales de la pedagogía, de los expertos de la
educación y de la gente del común de muy diversas culturas que comprometan un
diálogo paciente y avisado entre sí para dar solución a los problemas de la paz. Es
decir, una conversación en nuestra profesión para evitar que nuestras teorías
resulten dormitivas y nuestra formación irrelevante.
Un diálogo semejante requiere una estructura mental distinta que posibilite una
división del trabajo más inteligente, que nos permita construir una comprensión
más compleja de Colombia y de esta forma aprender a resolver los conflictos sin
violencia.
Este llamado al diálogo recurre a una verdadera “sabiduría planetaria” guiada por
el principio de responsabilidad que puede traducirse como la ética del cuidado del
otro. Morín (2004) Se trata de promover y fortalecer la sabiduría planetaria como
“la capacidad de las comunidades humanas de evolucionar hacia un orden de una
complejidad y armonía mayor, tanto por medio de mecanismos de innovación,
como de diferenciación e integración, competencia y colaboración." (George Pór,
Blog of Collective Intelligence). La sabiduría planetaria es una forma de
inteligencia que surge de la colaboración, solidaridad y concurso de muchos
individuos o seres vivos de una misma especie. Los componentes básicos de esta
inteligencia colectiva son:
• Poder entender de alguna manera por qué somos como somos, por qué estamos donde estamos. Autopercepción colectiva. Arqueología de la conciencia
• Construir categorías y conceptos que nos permitan ordenar el caos • Visualizar de alguna manera un futuro deseable para que podamos ir
construyendo desde ya • Institucionalizar los aprendizajes y soluciones construidas para darle
sostenibilidad a ese futuro convertido en presente.
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Esta nueva epistemología no solo responde a la ecología de la mente, sino que
incluye también en su respuesta lo referente a la ecología de la acción. La
ecología de la acción nos enseña que toda acción humana, desde que empieza,
escapa a su iniciador y entra en el juego de las interacciones múltiples que la
apartan de su objetivo y a veces le dan un destino contrario a su intención. Morín
(2004)
Un diálogo semejante es, desde luego un proceso de aprendizaje constante, de
reflexión y conversación que termina en acuerdos mediante el cual se logra
avanzar primero en el diagnóstico y luego en la solución de un problema complejo
en una perspectiva de futuro.
Esto es lo que Morín (2003) denomina democracia cognitiva porque construir el
futuro es un proceso histórico y participativo…de lo contrario, se trataría de un
futuro que significaría la manipulación de los futuros de otros.
De esta forma el ejercicio de construcción de futuro se convierte en un auténtico
proceso social en el cual, los investigadores comparten sus incertidumbres con la
gente del común en un intercambio reciproco de conocimientos. El proceso no
termina en la construcción de escenarios, sino que comienza en un desarrollo
comunitario de conversación integral y sostenible. Por esa razón el método de la
complejidad se concibe como un aporte educativo integral para el diálogo y la
convivencia humana.
IV. La convivencia y la reconciliación.
“Las ideas de Levinas tienen que ver con el milagro de reconocer la personalidad
y la dignidad del otro hasta el punto de salvar su vida,
sin ser al mismo tiempo capaz de explicar la causa de dicho reconocimiento,
ya que esta explicación destruirá el milagro del vínculo ético.”
• Leonidas Donskis.
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La paz es un problema de relaciones humanas armónicas. Por consiguiente
trabajar por la paz es empeñarse en la transformación de las relaciones
conflictivas, es decir, la sustitución de los desencuentros por relaciones de
convivencia consigo mismo, con el otro como legitimo otro y con la naturaleza.
Ahora bien, concebir la paz como relaciones pacíficas vuelve más complejo el
concepto. Las relaciones pacíficas son una manera de interactuar. E interactuar es
una acción recíproca que, en el caso de las relaciones humanas supone dos
sujetos que se enfrentan e intercambian acciones o ideas. La parte más
importante de la frase anterior es la palabra viceversa, o sea, el hecho que las
relaciones suponen siempre acción-reacción. Toda acción supone una reacción.
Angulo (2015)
La complejidad de esta forma de pensar consiste en que no tenemos siempre
consciencia de esa bipolaridad de las relaciones ni siquiera con las personas y
mucho menos con la naturaleza. Somos egocéntricos. Y como no tenemos esa
conciencia tampoco notamos las reacciones del otro lado de la relación. Este
problema de inconsciencia genera ignorancia, ignorancia que engendra
desconsideración, desconsideración que provoca la tensión, tensión que engendra
conflicto, conflicto que generar violencia.
Como observamos perder la paz es entrar en un proceso degenerativo de
relaciones humanas que precipitan la guerra, es decir la violencia como sistema
de relaciones destructivas, agresivas, de odio, de desconfianza que se alimentan
entre si y se expanden.
En este marco, la idea de reconciliación del país, entendida como el
restablecimiento de las relaciones pacíficas en nuestra vida social. Se trata de
establecer o restablecer relaciones de convivencia donde han imperado la
violencia como forma de resolver nuestros conflictos y la injusticia; que ha
terminado por engendrar una horrible creatura: la desigualdad social creciente.
Entonces entendemos la reconciliación como el hecho de (re)construir un clima de
convivencia pacífica basado en la instauración de nuevas relaciones de confianza
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entre los ciudadanos. Es el proceso que permite que una comunidad pase de una
situación de división, oposición, con relaciones conflictivas violentas a relaciones
pacíficas y de confianza de manera consciente y voluntaria.
Si deseáramos resumir en una frase los múltiples desafíos para la reconciliación
en Colombia, se podría proponer como fórmula: recuperar la confianza y
expandirla.
La expansión de la confianza se desarrolla en tres niveles:
a. Confianza incipiente que se manifiesta en el reconocimiento del otro que nos permite verlo como un posible aliado y no como un contrincante. Lo anterior significa Ver al otro como me veo a mí mismo en el espejo. Es decir ver y sentir en el otro mi propio yo. Alguien como yo, que tiene una historia como yo la tengo y una manera de ser como yo la tengo: no es ni un muñeco, ni un robot mío, es un ser humano como yo.
b. Confianza mayor que se manifiesta en el respeto por cada persona y su dignidad. Que nos hace verlo como un ser muy estimable y difícil de agredir. Que incorpora la voz amable en vez del grito. La insinuación en vez de la amenaza. La caricia en vez del golpe. La explicación verbal en vez del empellón. La atención en vez de la indiferencia. En una palabra, tratar al otro como yo quiero ser tratado.
c. Confianza Máxima que se manifiesta en la solidaridad y amor. Es la entrega de sí mismo al otro con una confianza que tiene un componente emocional muy fuerte de colaboración y crecimiento del otro ser humano. Por amor entiendo tres cosas: (1) la disposición de dar o de compartir todo, (2) la disposición de dar la vida por el amado y (3) la capacidad de perdonar siempre
La reconciliación que busca pacificar las relaciones sociales en Colombia, no
tienen sino un camino real, la restitución de la confianza como elemento central de
la convivencia humana. Este es un de los retos más grandes que tiene nuestra
sociedad, porque los Colombianos desconfiamos del Estado, del gobierno, de la
policía, de la gente y de todo lo que nos rodea.
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Por último, es necesario reflexionar sobre la noción de perdón que muchos
académicos incluyen como un criterio de reconciliación. Sin embargo el perdón
tiene una connotación religiosa que puede crear confusión, además de que, es
posible que una víctima no quiera perdonar a su victimario, sin ser contrarias a la
reconciliación.
Así, el perdón es una noción que no se puede tomar en forma aislada. Porque el
perdón se basa en la comprensión de la condición humana. Es comprender la
comprensión y ésta, es más que la explicación de la guerra. La explicación trata
de la realidad humana como objeto. La comprensión para perdonar puede integrar
la explicación pero conlleva una empatía de sujeto a sujeto. No podemos conocer
ni comprender a alguien sin un esfuerzo de empatía, de identificación de
proyección de sociedad y humanidad. Morín (2010)
Como podemos observar, el perdón es un acto individual que supone una cierta
generosidad humana. Si se fuerza el perdón, ya no hay perdón. Hoy en Colombia
debemos intentarlo todo para zafarnos de la lógica de la venganza y del odio, lo
que exige de un sistema de educación capaz de desarrollar nuestra capacidad de
comprensión de los conflictos, que está muy atrofiado. Tendremos que empezar
con los niños, enseñándoles cuando se pelean a salir del círculo vicioso en el que
la ofensa de uno provoca la ofensa del otro y en la que cada cual se percibe como
el ofendido. Hay que aprender en la escuela la práctica del auto examen y la
autocrítica.
Dicho de otra manera, perdonar es un acto límite que no solo supone renunciar al
castigo, sino que exige generosidad y bondad e implica una asimetría sustancial:
en lugar del mal por mal, devuelvo bien por mal. La clemencia del ser humano sólo
consiste en detener el mal y abstenerse de castigar. Perdonar es resistirse a la
crueldad del mundo. Es un acto de amor con la humanidad. Morín (2010)
Finalmente, sólo podemos ser generosos cuando somos vencedores y cuando
quien ha cometido el daño o el crimen se halle en una situación en donde no
puede volver a cometerlos. No tiene sentido perdonar a un grupo criminal que ha
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cometido crímenes y que es posible que vaya a seguir cometiéndolos. Toda
iniciativa de paz exige “Verdad, Justicia, reparación y garantías de no repetición”
Quisiera finalizar con unas palabras de Jorge Wagensberg cuando nos recuerda
que “Investigar es conversar, enseñar es conversar, aprender es conversar,
experimentar es conversar, reflexionar es conversar.” Conversar es la mejor
mediación pedagógica que puede tener un ser humano para ser un ser humano.
Bibliografía.
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