Compaía Teatro Cimarrón Cuba

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Compañía Teatro Cimarrón que dirige el poeta y dramaturgo Alberto Curbelo.

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Alberto CurbeloAlberto Curbelo [email protected]

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Teatro CimarrónTeatro Cimarrón

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Alberto CurbeloAlberto Curbelo

Alberto Curbelo Mezquida Director General y Artístico de Teatro Cimarrón [email protected] Dirección: Avenida Porvenir # 1260, Apto. 39, entre Kessel y San Leonardo, Víbora Park, Arroyo Naranjo, La Habana, Cuba. Teléf. (53-7) 647-7755

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Autores CubanosAutores Cubanos

Alberto CurbeloAlberto Curbelo(Camagüey, 1957)

Poeta, dramaturgo, narrador, ensayista y director artístico

Considerado el dramaturgo cubano que más ha incursionado en las culturas y mitologías de los pueblos originarios del Caribe. Tanto con su obra escrita como con sus montajes escéni-cos, ha contribuido al rescate y representación de las tradiciones orales y culturales afrocuba-nas. Ha cultivado, igualmente, otros géneros literarios y periodísticos.

Licenciado en Educación por la Universidad de Ciencias Pedagógicas José Martí, de Ca-magüey (1981). Egresado, asimismo, del curso de Dirección Artística del Centro de Prepara-ción de Cuadros y sus Reservas del Ministerio de Cultura (1985) y del Curso Básico para Jó-venes Artistas de la Escuela Nacional de Cuadros de la Unión de Jóvenes Comunistas (1986). Ha cursado estudios de dirección artística y dramaturgia con prestigiosos teatristas de dentro y fuera de la isla.

Fundó y dirige, desde 1995, Teatro Cimarrón, compañía que actúa en zonas de difícil acce-so del país. Ha sido, además de director artístico, asesor teatral y asistente de dirección de im-portantes colectivos y directores escénicos cubanos. En 1996, creó el Festival Internacional de

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Oralidad Escénica BarrioCuento, para reivindicar y representar tradiciones orales y culturales de Nuestra América. Ha ejercido el periodismo cultural en Cuba y en el extranjero.

Ha publicado la obra de teatro para niños El Príncipe Pescado (Casa Editora Abril, 1996), Premio Abril 1995, y el poema dramático Huracán (Ediciones UNIÓN, 2008), Premio UNEAC de Teatro José Antonio Ramos 2007. Tuvo a su cargo la selección y el prólogo de Quiquiribú Mandinga (Editorial Letras Cubanas, 2009), con monólogos y piezas de pequeño formato de Eugenio Hernández Espinosa.

Sus poemas, cuentos, ensayos, artículos y obras teatrales han sido reproducidos en antolo-gías y publicaciones periódicas de España, Estados Unidos, México, Puerto Rico, Nicaragua, Brasil y Cuba. Su laureada pieza Patakín de una Muñeca Negra, que recibiera diez premios en concursos y festivales nacionales, aparece en la antología Del clavel enamorado (Editorial Gente Nueva, 2001).

Ha sido galardonado en más de sesenta certámenes literarios, artísticos y periodísticos. En-tre esos reconocimientos aparecen mención en el Premio David 1990, con su drama para adul-tos Los Caballos de la Noche; Primera Mención en Concurso La Edad de Oro 1995, por su pieza El Jigüe, y Premio Razón de Ser 2005, con el testimonio La pupila negra: teatro y te-rruño en Eugenio Hernández Espinosa, obra que también alcanzó Mención en el Premio UNEAC 2011.

Ha sido jurado en diversos concursos literarios y festivales teatrales del país, entre ellos Premio David, Concurso de Literatura del MININT, Concurso de Literatura del Consejo Na-cional de Casas de Cultura, Festival Nacional de Teatro de Camagüey, Festival Nacional del Monólogo y Espectáculos Unipersonales del Café Teatro Bertolt Brecht, Festival Internacio-nal de Oralidad Escénica BarrioCuento, Festival Internacional de Narración Oral ContArte, Concurso CARICATOS de la UNEAC y Festival Máscara de Caoba de Santiago de Cuba.

Ostenta, entre otros reconocimientos, la Distinción Artista Destacado del Comité Nacional de la UJC (1985), el Sello del Laureado, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (1995) y el Premio Relevante del Fórum Nacional de Ciencia y Técnica 1997, por su investi-gación Reinventar las tradiciones: teatro y comunidad, sobre el trabajo de la compañía Teatro Cimarrón.

Miembro de la UNEAC, institución en la que fue presidente de la Sección de Crítica y Teatrología de la Asociación de Artistas Escénicas. Actualmente es vicepresidente de la Sec-ción de Dramaturgia de la Asociación de Escritores.

© INSITUTO CUBANO DEL LIBRO, Bohemia, 24 de febrero de 2012, p. 67.

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Obras dramáticas de Alberto CurbeloObras dramáticas de Alberto Curbelo

PARA NIÑOS Y JÓVENES

Masambí (1975)

El Chupapiedras (1975)

El Machete de Oro (1976)

Yaíma y el Jigüe (1976. Estrenada por Teatro Cimarrón en la inauguración del XV Festi-val Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento 2012, en la Casa del ALBA Cultu-ral, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

Caguama (1977)

El Behique (1977)

El Último Festín (1978)

El Rey de los Cangilones (1979)

Cubánides (1980)

Paloma Blanca (1980. Publicada por la Revista Mujeres, diciembre de 1994. Estrenada por Teatro Cimarrón el 3 de agosto de 1998 en la Sala «Dora Alonso» del Centro Cultu-ral Edison, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

Los Dioses de la Montaña (1980)

Palmiche (1981)

El Reyecito (1981)

Mayabeque (1981)

Dorado Peluche (1981)

El Tinajón (1982)

Cimarrón (1983)

El Jigüe (1984)

Sapo Rey (1985)

Parche (1990)

Patakín de una Muñeca Negra (1992. Estrenada por Teatro Caribeño el 4 de julio de 1993 en el Teatro Nacional de Cuba, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo y Tri -nidad Rolando. El espectáculo recibió 10 premios en festivales y concursos nacionales de teatro. Incluida en la antología Del clavel enamorado, Editorial Gente Nueva, 2001)

El Príncipe Pescado (1993. Premio Abril 1995. Estrenada por Teatro del Sol el 19 de noviembre de 1994 en el Teatro Nacional de Cuba, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo. Publicada por Ediciones Poramor, Editora Abril, 1996)

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El Brujo (1994. Estrenada por Teatro Cimarrón, en el acto inaugural del Festival Interna-cional de La Habana, el 23 de septiembre de 1995 en la Casa de la Comedia Juan Fran-cisco Manzano, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

Alita (1994. Estrenada por Teatro del Sol el 3 de junio de 1995 en el Teatro Nacional de Guiñol, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

El Cuento de los Payasos Verdes (1994. Estrenada por Teatro Cimarrón el 14 de marzo de 1996 en la Casa de la Comedias «Juan Francisco Manzano», bajo la dirección artísti-ca de Alberto Curbelo.)

El Azar del Circo (1994. Estrenada por Teatro Cimarrón el 23 de septiembre de q995 en la Casa de la Comedia «Juan Francisco Manzano», bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

Yeyé (1996. Estrenada por Teatro Cimarrón el 28 de junio de 1997 en el Museo del Ce-rro, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

Opiyelguobirán (2000)

Matagás (2006)

 PARA ADULTOS

Trono de Sangre (1983)

Freak (1987)

Oggún (1988)

Los Caballos de la Noche (1989. Primera Mención del Premio David de la UNEAC 1990. Estrenada por Teatro Caribeño el 16 de mayo de 1992 en el Teatro Nacional de Cuba, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

Derrumbes (1991)

El Sombrero (1994. Estrenada por Teatro del Sol el 25 de abril de 1995 en el Café Tea-tro Bertolt Brecht, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo.)

La Tribu Heroica (1995)

La Siguapa (1996)

Huracán (1997. Premio UNEAC «José Antonio Ramos» 2007. Publicada por Ediciones UNIÓN, 2008)

Asere (1997)

La Isla Errante (1998)

Cosecha Roja (1998)

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La Balsa de Piedra (1999)

Encrucijadas (1999)

Agua Ardiente (2005)

La Ventana Indiscreta (2012)

La Hora del Lobo (2012)

El que a hierro mata… (2013)

 

  

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«Huracán»«Huracán»

Huracán, de Alberto Curbelo, se inserta orgánica y tea-tralmente en la literatura de lo real maravilloso, instau-rada por Alejo Carpentier en El Reino de este Mundo, novela de la que retoma el personaje de Mackandal pa-ra, junto a José Martí y Calibán, trazar uno de los más sugestivos dramas del Caribe, a partir del imaginario, mitologías, folklore, creencias y fantasías del hombre antillano.

Huracán es ante todo un viaje a nuestras raíces. Un tex-to de fuertes y huracanadas resonancias mestizas, de v cubanía y antillanismo. De reafirmación y apego a lo nuestro, a nuestra manera de ver y entender el mundo. Yuna obra singular que dialoga con el pasado y con nuestro presente, para erigirse en el futuro que nos une.

© Contraportada de Huracán, Ediciones UNIÓN, La Habana, 2008. pp. 168.

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Jurado del Premio UNEAC de Teatro «José Antonio Ramos» 2007: Los Premios Na-cionales de Teatro Eugenio Hernández Espinosa, Carlos Pérez Peña y José Antonio Rodríguez.

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Una pasión compartidaUna pasión compartida

Por Fernando Rodríguez Sosa

En 1964, el dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa escribía una obra que, con el decursar del tiempo, se convertiría en todo un clásico del teatro cubano contemporáneo.Elogiada por unos, criticada por otros, María Antonia fue estrenada tres años más tarde, en el Teatro Mella, en memorable puesta en escena, bajo la dirección del maestro Roberto blanco, con la actuación protagónica de Hilda Oates y música de Leo Brouwer.Ahora, en homenaje al aniversario 40 de esta obra, se ha publicado Una pasión compartida: María Antonia (Editorial Letras Cubanas, Colección Repertorio Teatral Cubano, 282 pp.) Con selección y prólogo de la investigadora y narradora Inés María Martiatu, este volumen presen-ta un conjunto de artículos y ensayos en los que, desde diversas perspectivas, críticos, drama-turgos y otros especialistas valoran la permanencia de tan emblemático texto, que también aparece íntegramente recogido en estas páginas.Así, las nueve aproximaciones reunidas en este libro, contribuyen a entender el viraje que, en el teatro cubano, significó María Antonia. Definida por su aturo como una «tragedia republi-cada», esta pieza, en opinión de los expertos, incorpora, con todos sus matices, los aportes del negro y de la cultura popular a la dramaturgia nacional. Un texto de amplias y sugerentes con-notaciones, no solo en el plano artístico, sino también en la esfera social.A ello se refiere, por cierto, la crítica e investigadora Graziella Pogolotti, en El silencio de los excluidos, artículo que abre esta selección:«María Antonia asegura, portadora de una biografía personal, corporifica la imagen sim-bólica de una dimensión social, apresada entre su misérrima condición y la búsqueda de una redención posible […] María Antonia permanece viva, voz nuestra y de tantos desconocidos que se multiplican a través del mundo».Galardonado con el Premio Nacional de Teatro 2005, Eugenio Hernández Espinosa (La Haba-na, 1936) ha entregado a la escena cubana, en varias décadas de labor creadora, relevantes piezas, como Calixta Comité, Mi socio Manolo, Alto riesgo, Obba y Changó, y Emelina Cun-diamor. Hace tres lustros creó el grupo Teatro Caribeño que, al igual que su dramaturgia, inte-gra las más autóctonas raíces culturales de la Isla.Una pasión compartida: María Antonia es un libro que no sólo dimensiona, en su justa tras-cendencia, la obra creada hace cuatro décadas por este dramaturgo. Es una selección, igual-mente, que a partir de una de sus más significativas piezas posibilita el conocer, entender, apreciar, valorar, lo mucho que le teatro cubano y caribeño de entre siglos le debe a Eugenio Hernández Espinosa.

© Juventud Rebelde, La Habana, 21 de mayo del 2005.

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Razones para triunfarRazones para triunfar

Por Sonia Sánchez

Una investigación, un ensayo, un testimonio y dos colecciones de cuentos resultaron galardo-nados, entre 59 proyectos, en la vigésima edición del Premio Razón de Ser que auspicia la Fundación Alejo Carpentier.

Según criterio del jurado, integrado por Mirta Yáñez, Caridad Atencio y Jesús David Curbelo, se alzaron con los premios en investigación Historia de la ópera, la zarzuela y la opereta en el Gran Teatro de Tacón, 1980-1900, de Francisco Rey Alfonso y en ensayo, Borges: del es-pejo a la máscara, de Modesto Milanés.

En el género de testimonio fue laureado Eugenio Hernández Espinosa: la voz del otro, de Alberto Curbelo, en tanto llevaron las palmas en cuento Gran e inconmensurable mundo blanco, de Raúl Flores, y Lo que me ha dado la noche, de Yunier Riquene.

El Premio Razón de Ser, desde 1986, distingue anualmente los cinco mejores proyectos de libros de tema libre, en cualquier género literario (a ex-cepción de la poesía), como una forma de contri-buir al desarrollo de nuevos valores literarios. Entre los 1647 trabajos presentados hasta este año, han sido seleccionados 103 proyectos.

© Granma, 10 de marzo del 2005.

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Eugenio Hernández Espinosa

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Razón de SerRazón de Ser

Por José Luis Estrada

Entre los 59 proyectos presentados a la edición 20 del Premio Razón de Ser 2005, resultaron galardonados Francisco Rey Alonso (Investigación), Mo-desto Milanés (ensayo), Alberto Curbelo (testimonio) y Raúl Flores y Yunier Riquene (cuento).

Historia de la ópera, la zarzuela y la opereta en el Gran Teatro de Tacón, 1980-1900, fue el texto premiado de Rey Alfonso; mientras que Borges: del espejo a la máscara, co-rrespondió a Milanés; y Eugenio Hernández Espinosa: la voz del otro, a Alberto Curbelo. Los relatos distinguidos fueron Gran e inconmensurable mundo blanco, de Flores, y Lo que me ha dado la noche, de Riquene.

El Premio Razón de Ser, auspiciado por la Fundación Alejo Carpentier, reconoce anualmente a los cinco mejores pro-yectos de libros, de tema libre, en cualquier género literario (a excepción de la poesía), como una forma de contribuir al desarrollo de nuevos valores lite-rarios.

© Juventud Rebelde, 10 de marzo del 2005.

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Eugenio Hernández Es-

pinosa

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Concurso Nacional de Poesía «Regino Pedroso»Concurso Nacional de Poesía «Regino Pedroso»

Por Omar Perdomo

Cuando la Redacción Cultural de Trabajadores convocó al Concurso Nacional de Poesía Re-gino Pedroso, nadie podía imaginar la gran acogida que recibiría en varios sectores de la clase obrera y, en general, de los muchos amantes de las letras y de la obra del autor de Nosotros y El ciruelo de Yuan Pei Fu.

Fue, pues, una inesperada pero grata avalancha de materiales que superó todas las expectativas, no só-lo por la cantidad de textos recepcionados, sino por la calidad que, en términos generales, pudo apreciar el jurado, lo cual obligó a otorgar un número consi-derable de menciones.

Como suele ocurrir, no pocos poemas recibidos lla-maron enseguida la atención después de la primera lectura. Entre ellos los que, en definitiva, unánime-mente, serían propuestos para premios: El fresco de la Isla, de Alberto Curbelo, por su poder de suge-rencia, aliento lírico y, sobre todo, síntesis de lo na-cional; Construcción, de Luis Carlos Suárez, por su nivel metafórico, muy a fin con el tema sugerido en la convocatoria del concurso; y Nuevo sermón para los obreros explotados, de Larry Morales, por su

tono épico-lírico.

Alberto Curbelo, además de cultivar la poesía, es dramaturgo, director artístico y crítico tea-tral. Su puesta en escena de Patakín de una Muñeca Negra, ganadora de diez premios en festi-vales y concursos nacionales, ha sido considerada por la crítica especializada como «uno de los momentos más altos del teatro en Cuba».

Luis Carlos Suárez tiene tres libros de poesía publicados: Las cigüeñas no vienen de París, Todo el mar era mío y, por la Colección Pinos Nuevos, El regreso del guerrero; así como uno de cuentos para niños: Claro de Luna. Trabajó durante varios años como redactor de la revista Santiago y profesor asistente de la asignatura Teoría y Crítica Literarias.

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Regino Pedroso

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Larry Morales, miembro de la UNEAC, como los anteriores, es autor de El Jefe del Pelotón Suicida y Enrique Varona: el líder de las mil huelgas. Tiene en proceso editorial por Ciencias sociales El Gallo de Morón.

No es este certamen poético en homenaje a Regino Pedroso el primero convocado por Trabajadores, pues el pasado año ha-bía auspiciado uno similar por el centena-rio de la caída en combate de José Martí y el aniversario 25 del periódico. Pero, sin lugar a dudas, el recién concluido alcanzó mayor trascendencia y hasta hizo considerar convocarlo anualmente, como justo tributo a quien entregó su vida y obra al servicio de una causa común.

© Trabajadores, 30 de diciembre de 1996, p. 10.

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Alberto Curbelo, Premio Regino Pedroso

1996

El Jurado del I Concurso Nacional de Poesía Regino Pedroso, en su primera edición fue presidido por Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), Premio Nacional de Literatura, e integra-do por Fernando Rodríguez Sosa, crítico e investigador literario, y Omar Perdomo, poeta, periodista y crítico de Literatura.

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«El Príncipe Pescado»«El Príncipe Pescado»

América antes del descubrimiento. España y Cuba, conforman el ancho escenario donde se desarrolla la acción. Los personajes, ante un mundo impasible, son portadores de quejas y esperanzas que vuelcan en diá-logos aderezados con versos. Maravillosa fantasía in-vierte el orden histórico: Colón descubre América por-que hombres y mujeres de estos lares, al cruzar los ma-res en busca del Padre Sol, dios capaz de hacer desen-cadenar la lluvia, tocan tierra española pescados junto a su príncipe Balum Votán: El príncipe pescado.

Alberto Curbelo Mezquida (Camagüey, 1957), Li-cenciado en Educación, poeta, dramaturgo y director artístico, fue mención del Concurso La Edad de Oro, 1986, del Ministerio de Cultura, con su pieza teatral

para niños El Jigüe. En 1992 dirigió y estrenó con el grupo Teatro Caribeño su drama Los ca-ballos de la noche, Primera Mención del Premio David de Teatro, 1990. Con Teatro Caribeño estrenó también, bajo su propia dirección artística, el espectáculo para niños Patakín de una Muñeca Negra, 1993; y Milagro o La más turbada Carlota, 1994, basada en la novela Noticias del Imperio, de Fernando del Paso. En 1994, escribió y dirigió para el grupo Teatro del Sol, la puesta en escena de El Príncipe Pescado, obra ganadora del Premio Abril, en el género de Teatro de la Editora Abril, 1995.

Es miembro de la UNEAC y de la UPEC.

© Contraportada de El Príncipe Pescado, Ediciones ABRIL, La Habana, 1996. pp. 48.

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Jurado del Premio Abril 1995: Gerardo Fulleda León, Esteban Llorach Ramos y René Fuentes

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Juventud, divino tesoroJuventud, divino tesoro

Por Lucía López Coll

Estoy absolutamente de acuerdo con Senel Paz, antologador de los cuentos reunidos en Los muchachos se divierten, cuando aclaraba en su prólogo que ésta era sólo una selección entre otras muchas posibles.

Pienso que para esta antología, que se subtitula Nuevos Cuentistas Cubanos, habría sido nece-sario un criterio selectivo mucho más preciso, pues tal como está, y en ausencia de otra, la co -lección resulta poco representativa de la actual narrativa cubana. Para serlo le faltarían algu-nos nombres imprescindibles como el de Francisco López Sacha, Miguel Mejides, Abilio Es-tévez o Arturo Arango, por sólo citar cuatro de ellos.

Por otra parte, tampoco es un muestrario de la cuentística más joven y todavía en cierne, pues para serlo sobrarían algunos de los nombres incluidos, como el de Guillermo Vidal y José R. Fajardo, quienes ya tienen un buen trecho adelantado en este camino.

De cualquier forma, para apreciar los posibles valores de Los muchachos se divierten (Edito-rial Abril, 1989), bien vale la pena pasar por alto sus discutibles criterios de selección y con-centrarnos en lo que para el antologador constituye el mayor encanto del libro: la «aventura» de encontrarse con la parte menos conocida de nuestra literatura. Lógicamente, esta proposi-ción me sugiere enseguida una pregunta: ¿será que este encuentro con lo más nuevo significa además un encuentro con lo más novedoso?

Nuestra literatura se ha hecho cada vez más joven, no sólo por el arribo de autores menores incluso de veinte años, sino por los propios temas que han invadido su terreno, sobre todo a partir de los ochenta. El amor entre los jóvenes, los conflictos generacionales, las relaciones humanas dentro de los colectivos de estudiantes o con los profesores, en las becas y en las es-cuelas al campo, fueron durante esas década los tópicos más comunes que ahora vuelven a las páginas de este libro con una perspectiva, tal vez más actualizada, pero no muy diferente a la ya conocida.

Por esta razón un cuento como Aquella dura noche de José R. Fajardo, ya aparecido en su li-bro Nosotros vivimos en el submarino amarillo (1985); no desentona junto a piezas de más re-cientes creación como Saber perder, de José Mariano Torralbas, o La gente cambia, de Alber-to Curbelo. Los tres se acercan al conflicto de jóvenes enamorados y mal correspondidos e in-cluso coinciden en algunos rasgos caracterizadores del protagonista, como la timidez y el mo-do de asumir el desengaño amoroso.

El tema de la juventud se repite en otros cuentos del libro, y como en muchos de los que antes lo abordaron, prevalece la tendencia hacia el tono intimista, egocéntrico, reafirmado en mu-chos caos por el uso de la primera persona. Se apela a ala ingenuidad, a la fantasía, pero casi siempre existe un punto de vista inquisitivo sobre los diferentes aspectos de la realidad más cercana al joven.

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Así sucede en Solo de violín y viejo, de Ricardo Ortega, donde la sensibilidad del adolescente, exacerbada por sus complejos, logra una nota muy humana, demostrativa de cómo es posible salvar las distancias generacionales. En Pillo, de Zully Jaspe, la única mujer presente en el li-bro, la fantasía de un niño es la pantalla mágica capaz de convertir lo feo en hermoso, lo im-posible en posible, aunque este re llega a resultar artificioso y malogra la idea original. El amor reaparece en Mañana es fin de curso, del ya conocido Carlo Calcines, quien relata con acierto la separación de una pareja de estudiantes que no supo hacer crecer su amor más allá del marco escolar.

En otras dos piezas se vuelve a la pareja, perturbada esta vez por los conflictos generacionales que no logran resolverse: La mochila se aleja y Solución de noche I, por la incomprensión de los padres antes de las relaciones amorosas de los hijos. Ambas piezas pertenecen respectiva-mente a Eduardo Soud y Ernesto Pérez, los autores más jóvenes del volumen, nacidos en 1968, quienes presentan rasgos estilísticos muy cercanos, como la forma de viñeta que asume el relato en sus casos. De las siete viñetas que publicadas, la más lograda es Intransigencia, de Ernesto Pérez, porque maneja la sátira y el absurdo con eficacia; sin embargo, el mismo autor falla en Solución de noche II cuando no alcanza igual resultado.

No obstante, a pesar de ser los benjamines los menos tradicionales en el planteamiento de sus historias, no son ellos los que atraen las proposiciones más interesantes a esta colección. Apa-recen aquí tres nombres que el crítico y narrador Arturo Arango incluía en su mini antología de autores menores de treinta años aparecida en la revista Letras Cubanas de julio-septiem-bre de 1988, formando parte del grupo de Los exquisitos, definidos allí como aquellos crea-dores que jerarquizan menos el presente inmediato, y los límites espaciales y temporales del mundo por ellos representado suele desdibujarse con frecuencia hasta llegar a ambientes pro-pios de la fantasía y el absurdo, con lo cual se consigue, o al menos se busca, alcanzar una síntesis más universal.

Los así considerados por Arango y que aquí reaparecen con Félix Lizárraga con El polvo y la gloria, Alberto Rodríguez con Miguel, y Rolando Sánchez con Diez mil años; a los que añadi-ría otros dos nombres antologados por Senel Paz, Roberto Luis Rodríguez con La Pecera y Ernesto Santana con En el vórtice.

En La pecera, el hombre se enfrenta a uno de sus conflictos eternos: la vejez. Y aquí hay un análisis descarnado y profundo de lo que ésta significa para los que sólo son capaces de ver en ella el epílogo de la vida. El relato Miguel, por su parte, podría clasificarse dentro de la litera-tura del absurdo y nos plantea un problema existencialista sobre la posibilidad de salvación del hombre, capaz de recuperar la confianza en su capacidad de hacer variar las cosas.

Con El polvo y la gloria, se va de vuelta al tema de los jóvenes. Uno de los personajes se refu-gia en la literatura para escapar del mundo real que le resulta demasiado hostil, y otro arrastra su vacuidad sin saber cuál es la causa de su insatisfacción. Aunque la anécdota no es absoluta-mente novedosa, se logra una buena atmósfera, donde los protagonistas adquieren una dimen-sión que hace más trascendente su problemática. Diez mil años es una variación en el tema de la pareja, aunque más que el amor, es el rejuego literario el centro del relato. El interesante contrapunto planteado con otra pareja la de Kafka y Dora es demostrativo de las posibili-

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dades de su creador que por este camino logra universalizar una situación aparentemente in-trascendente.

Ernesto Santa nos entrega con su pieza En el vórtice la contrapartida de la mayoría de los pro-totipos que nos ha traído la oleada juvenil de los ochenta. El existencialismo que caracteriza a su protagonista lo hace un ser extraño en este mundo literario y su conflicto deviene insoluble, porque es incapaz de encontrar el camino hacia sí mismo y los demás.

Pienso que en el contexto del libro este grupo de autores se destacan por la calidad y diversi-dad de sus proposiciones y en conjunto denotan un mejor dominio de la técnica y el lenguaje. Y aunque Los exquisitos no siempre basan su anécdota en la realidad más inmediata, no por ello les resultan ajenas las cosas de este mundo.

El resto de los autores presentes en el libro tienen intereses diferentes y variable calidad litera-ria. Para no hacer larga la relación, sólo voy a destacara entre ellos un joven narrador que aborda el conflicto creado entre dos hombres que poseen un concepto diferente de la amistad. Amir Valle reproduce en Serpa, desde un punto de vista crítico, circunstancias o situaciones que de cierta forma tipifican algunos de los problemas que subsisten en la sociedad cubana ac-tual, y lo hace sin maniqueísmos y con absoluta conciencia del papel decisivo que correspon-de al creador a la hora de reflejar la realidad y al mismo tiempo incidir en su transformación, aunque el valor de este cuento se ve empañado por la insuficiente elaboración literaria de la historia.

Después de este rápido bosquejo, estamos en condiciones de retomar aquellas interrogantes que se nos abrían al comienzo de este comentario. Como hemos visto, el balance final de Los muchachos se divierten es una mezcla de autores de diferentes generaciones y disparejo desa-rrollo literario, que no se deberían etiquetar de manera absoluta bajo el rótulo de Nuevos cuen-tistas cubanos sin correr el riesgo de pecar de inexactos.

Aunque siempre resulta arriesgado emitir criterios definitivos y pronósticos de futuro a partir de una muestra tan reducida del trabajo de cada autor, considero provechosa la aventura de explorar lo menos divulgado de nuestra cuentística para proporcionarnos un encuentro con jó-venes que evidencian su temprana madurez. Y si bien novedoso no es un término aplicable a esta colección de nuevos cuentistas cubanos, resulta tan alentador ver aquí reunidos a tal cantidad de jóvenes, que no puedo menos que traer a colación aquellos versos de inevitable memoria: Juventud, divino tesoro…

© Revolución y Cultura, La Habana, 3 de marzo de 1990. pp. 78-79.

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La voz multiplicadaLa voz multiplicada

Por Waldo González

En 1987, a propósito del XX Aniversario de la desaparición física del Che, una buena repre-sentación de los jóvenes poetas cubanos evidenció la vigencia de la obra y el pensamiento del incansable luchador.

En Como jamás tan vivo publicado por la Editora Abril, de la UJC se reunió un grupo de poemas dedicados a él. Allí se dieron cita nombres de prestigio, otros conocidos y, los más importante, algunos, casi desconocidos por ser inéditos, a pesar de la calidad de su produc-ción.

Ahora bien, lo que me interesa resaltar en estas líneas es justamente la inclaudicable fuerza, el nítido influjo del Che en la poesía cubana de las últimas promociones, de acuerdo con la vi -sión particular de cada autor, ya que no se trata en el resultado obtenido en esta edición de una coral monocorde ni de una tediosa sinfonía, sino según se apunta en el «Aviso» (o intro-ducción) el canto agradecido de la juventud cubana al Che. O como también se señala allí:

Un variado homenaje de los poetas jóvenes al Poeta que escribió sus mejores versos en la Sie-rra y el llano, en Punta del Este y Quebrada del Yuro. La voz multiplicada, unánime, el ar -diente himno de tantos a Aquel, ayer, hoy y siempre entre nosotros, tan vivo como en los pri-meros años de la Revolución…

Por otra parte, hay un aspecto que dignifica al título: fue obsequiado, por la Editora Abril en la persona de Nelia Duménigo, subdirectora editorial, a los combatientes cubanos, esos mu-chachos que con arrojo lucharon en la línea sur de Angola. Allí los jóvenes guerrilleros he-roicos también leyeron hasta aprenderse de memoria no pocos de los versos incluidos en el volumen. Y ello repito es lo que más enaltece el libro, más aún este, destinado a la juventud cubana, y por ser la primera vez que se realiza tal hecho cultural con nuestras tropas interna-cionalistas.

Por eso, el epígrafe estampado en el «Aviso»: Se afirma un pueblo que honra a sus héroes, como escribió nuestro Martí. Por eso, la alegría en los «lanzamientos» y lecturas de poemas en lugares tan inusuales y de riesgo. Por eso, en fin, lo que decía al inicio de estas líneas: la amplia muestra ofrecida de la joven poesía, guiada por ese hermoso verso como jamás tan vivo, extraído de la aun más hermosa Cantata del Guerrillero Heroico, del más joven de nuestros poetas: Félix Pita Rodríguez.

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Poetas antologados: Ernesto Agüero, Héctor de Arturo, Miguel Barnet, Luis Beiro Álvarez, Jorge A. Camacho, José Luis Casal, Víctor Casaus, Rey Humberto Castillo, Elsa Claro, Antonio Conte, Luis Carlos Coto, Alberto Curbelo, Fermín Carlos Díaz, David Chericián, Raúl Doblado, Nelia Du-ménigo, Doribal Enríquez, Aleida Fernández Rodríguez, Adalberto Figueroa, Bernardo Márquez Ravelo, Francisco Garzón Céspedes, Manuel Gayol Mecías, María del Carmen González, Pedro Oscar Godínez, Omar González, Rafael Hernández, Raúl Hernández Novás, Ceferino Herrera, Al-berto Lauro, Félix Lizárraga, Jesús López Ayllón, Virgilio López Lemus, Andrés Machín Barrios, José de Jesús Márquez, Omar Felipe Mauri, Ángel Antonio Moreno, Luis Rogelio Nogueras, Víc-tor Joaquín Ortega, Frank Padrón Nodarse, Alex Pausides, Omar Perdomo, Ramiro Porta Aponte, Soleida Ríos, Raúl Rivero, Efraín Riverón, Ricardo Riverón, Roberto Rodríguez Menéndez, Oscar Ruiz Miyares, Minerva Salado, Mercedes Santos Moray, Luis Sexto, Hugo de Soca, Lorenzo Suá-rez Crespo, Teresa Suárez Rey, Josefina Toledo, Yolanda Ulloa, Ignacio Vázquez Espinosa, Mari-sol Velázquez y Enid Vian.

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© Muchacha, La Habana, Diciembre 1988, p. 18.

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Entre/vistasEntre/vistas

«Lo malo de las tradiciones es que casi todos hacemos cosas dentro de los teatros, y el clima de Cuba permite perfectamente hacerlas fuera, buscar escenarios nuevos».

VICENTE REVUELTA

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La escena se mueveLa escena se mueve

Por Jorge Ignacio Pérez

Quien sigue las carteleras de teatro no dudará de que, al menos cuantitativamente, este ha sido un buen año para las artes escénicas en la capital. En general, la escena cubana ha dado un giro evi-dente con la constitución de los denominados proyectos artísticos, agrupaciones de hoy que apuntan hacia un formato pequeño de trabajo y, por ende, hacia un número mayor de proposicio-nes.

Observando tal panorama, sospechábamos que este cambio en la estructura organizativa de los grupos (ahora existen cerca de 80 en todo el país) iba a remover las tierras fértiles como las áridas. Y así lo confirmó Alberto Curbelo, director del Centro de Teatro y Danza de La Habana, durante una visita de fin de año que le hizo Granma. Ale-gre por los resultados, optimista sobre todo, Cur-belo prefirió exponer primero algunas cifras y da-tos que ilustran su mejor año, antes de hablar so-

bre consideraciones personales acerca del trasfondo artístico.

Entre los logros más importantes mencionó la consolidación del movimiento de teatro para ni-ños y jóvenes, fundamentalmente por la extensión del trabajo teatral hacia los barrios; tam-bién la celebración del Festival Internacional de Teatro de La Habana, así como la más recien-te edición del certamen del Monólogo y Espectáculos unipersonales, que por primera vez in-cluyó la pantomima y la danza-teatro.

Explicó que este año el Centro encontró un gran apoyo en la dirección del Partido en la Capi-tal, por lo que la decisión de entregarles salas de cine o teatro en desuso, que próximamente se convertirán en sedes permanentes para la danza, la pantomima y el teatro. Por otra parte, han recibido del Fondo para el Desarrollo de la Cultura alrededor de 112 mil dólares con vistas a la reparación, por etapas, de salas establecidas en el circuito teatral habanero, como el Centro Cultural Bertolt Brecht, el Hubert de Blanck (ya terminado), el Teatro Nacional de Guiñol, El Sótano, Fausto y la sala Raúl Gómez García.

Hasta la fecha, el Centro de Teatro y Danza contó con más de 2 mil 300 funciones de este año, un dato sin precedente, según Curbelo, al igual quela cifra de dinero recaudado. ¿Pero la gran cantidad de proposiciones, solamente en teatro, y la poca disponibilidad de salas no aten-ta contra la permanencia de estrenos en cartelera?

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Ciertamente dice ahora los proyectos se han ido por encima de nuestra infraestructura. No obstante, ya tenemos un equipo de programación que estudia este asunto de acuerdo con el flujo de público a las salas y nuestros intereses artísticos de promocionar un espectáculo. Aho-ra estamos trabajando por caracterizar los espacios.

A pesar del buen paso que lleva el Centro de Teatro y Danza, su director no cree que todo esté resuelto:

Nos frenan aún las viejas formas de pago, que no se corresponden ni a nuestra actualidad teatral ni a la realidad económica que está viviendo el país. Además, los viejos sistemas de ca-tegorización mantienen a los teatristas con salarios muy bajos. Esto contribuye al éxodo de los actores hacia otros medios artísticos como la televisión y el cine. El Consejo Nacional de las Artes Escénicas procura que entren en vigor las nuevas formas de pago, y de hecho ya una fue aprobada para los humoristas, quienes obtendrán ganancias de la recaudación en la taquilla.

Lo cierto es que la escena cubana se ha ajustado a la impronta de nuestros tiempos, esquivan-do un tanto las grandes producciones (léase aquí recursos materiales), pero determinando, a través de los proyectos, el talento artístico por cada rincón.

© Granma, 29 de diciembre de 1995, p. 6.

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Un cimarrón en el CerroUn cimarrón en el Cerro

Por Ada Oramas

Descubrir ahora un cimarrón merecería primera plana y quizás sería otro motivo de inspiración para un nuevo testimonio de Miguel Barnet. Pero no se trata de un esclavo que se hubiera alzado en el mon-te, sino de un grupo teatral comunitario que lleva este nombre y recorre escuelas, círculos infantiles, la comunidad de trán-sito «La Campiña», el Centro de Preven-ción y Reeducación de Menores…

También brinda sus experiencias teatrales en el cine Edison y presenta sus creacio-

nes en otros municipios, como ahora en Plaza de la Revolución, en el Memorial José Martí. Es un colectivo de altos méritos, seleccionado este año Vanguardia Nacional del Sindicato de la Cultura.

Aquel 14 de septiembre de 1995, los vecinos de la zona de San Ignacio y Obrapía salieron a la calle o se asomaron a los balcones, asombrados por un espectáculo inusitado de zanqueros, tamboreros, diablitos y personajes de fantástica apariencia. Así daba inicio la VII edición del Festival Internacional de Teatro de La Habana. Eran escenas y personajes de El Brujo; nacía Teatro Cimarrón, frente a la sede del Centro de Teatro y Danza de La habana, bajo la direc -ción de Alberto Curbelo, dramaturgo y director de reconocida trayectoria, quien propicia que Cimarrón haga…

CAMINO AL ANDAR

¿Superobjetivo estético del grupo?

La defensa de la identidad nacional y de sus raíces, a través de la teatralización del folklore afrocubano e hispanocubano, las tradiciones, costumbres, giros idiomáticos, la gestualidad del cubano y sus formas de amar y de ser.

¿Concebiste inicialmente el proyecto como teatro comunitario?

A partir de la puesta de Patakín de una Muñeca Negra, que se mantuvo durante un año en los jardines del Teatro Nacional, con funciones dedicadas en su mayoría a los vecinos de «La timba», «La Dionisia» y otros barrios cercanos a esta institución, concebí la idea de continuar

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trabajando para espacios abiertos, en los que integramos la naturaleza y el propio hábitat de los espectadores. Esta experiencia y otras que tuve con Teatro Caribeño, dirigido por Eugenio Hernández Espinosa, propiciaron la creación de Teatro Cimarrón con los actores que confor-maron el elenco de Patakín… y de otras agrupaciones cuya versatilidad les permitiera asumir puestas de carácter multidisciplinario.

¿Por qué el Cerro se ha convertido en el cuartel general de Cimarrón?

El grupo tuvo una vida itinerante por plazas y locaciones de La Habana, hasta que realizó una coproducción con el grupo Plaza Vieja, dirigido por el maestro Huberto Llamas, con las puestas de María Antonia, de Eugenio Hernández Espinosa, y Cimarrón, de Miguel Barnet, en versiones sintetizadas para un programa conjunto, cuyo estreno tuvo por escenario la Plaza Galicia.

El contacto con los espectadores del Cerro, su cultura y los resultados artísticos de esta expe-riencia nos convencieron a todos de que el colectivo no podía tener otro espacio, como sede de sus presentaciones, que este municipio. Estamos realizando un trabajo comunitario desde la base, formando al espectador y elevando sus gustos estéticos hacia otras manifestaciones artísticas, además de la música, como el teatro y la narración oral escénica.

¿Cómo ha podido desempeñar su trabajo, a pesar de las condiciones casi ruinosas de su se-de, el cine Edison?

Esta instalación estuvo 12 años cerrada. Cuando nos la entregaron estaba en condiciones de gran deterioro. Los propios artistas con su esfuerzo personal la han ido recuperando, hasta reabrirla como un nuevo espacio cultural para la comunidad. Durante tres años hemos trabaja-do sin luz eléctrica, ni agua, ni siquiera un baño para trabajadores y espectadores, al igual que otras adversidades que ahora están en vías de solución, debido al plan de remozamiento de la Calzada del Cerro, y de la cooperación del Centro de Teatro y Danza de La Habana y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.

Pero el hecho de recuperarla no implicará nunca que abandonemos las actuales locaciones que alternaremos con la programación de la sala. El teatro en, por y para la comunidad, es nuestra razón de ser.

¿Hacia dónde va Cimarrón?

Nuestra finalidad es la creación de un teatro total, con música, danza y expresiones de la cultura popular cubana, que incluya al espectador y a su entorno como parte indivisible del hecho teatral, sin renunciar a la magia y técnicas contemporáneas de las artes escénicas. En resumen, lograr un teatro criollo, mestizo por su sangre y por la mezcla de disciplinas, pero ante todo un teatro en que el cubano se vea y le inspire amarlo y sentirlo como parte de su vi -da.

© Tribuna de La Habana

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Cimarrón: paradigma de teatro comunitarioCimarrón: paradigma de teatro comunitario

Por Lore Martín • La Habana

ENTREVISTA CON EL DRAMATURGO ALBERTO CURBELO, DIRECTOR Y FUNDADOR DEL GRUPO TEATRO CIMARRÓN

En una antigua instalación de la Calzada del Cerro, que pretenciosa exhibiera durante sus años mozos cuatro o cinco décadas atrás su nombre y funciones en refulgente y decorado anun-cio, cine Edison, ensaya y realiza algunas de sus presentaciones una agrupación cuyo mayor orgullo no es precisamente el talento que poseen sus integrantes, como tampoco la gran canti-dad de lauros conquistados por su excelente desempeño artístico, sino haber llevado el teatro de manera sistemática a las regiones más intrincadas del territorio nacional, patentizando así el nombre con que fue bautizada hace exactamente 14 años.

«A partir de mis experiencias con Patakín de una Muñeca Negra, un espectáculo muy exitoso que se estrenó en los Jardines del Teatro Nacional y después realizara un periplo por varios barrios marginales de la capital, manteniéndose en cartelera por un año, me interesó mucho explotar el teatro de calle, de espacios abiertos, el teatro comunitario. En ese momento forma-ba parte de la agrupación Teatro Caribeño y junto a los actores participantes en aquella obra

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decidimos formar un grupo independiente que justo realizara sus funciones en las calles, en las Comunidades.

Es decir, hacer teatro fuera del recinto teatral, sin negar este, por supuesto. Pero que pudiéra-mos actuar lo mismo en las calles, que en un parque, en las plazas, o debajo de una mata de mangos. Así decimos que seríamos cimarrones y como tal tendríamos que trabajar en los montes y vivir en la naturaleza. Fue entonces que dimos el nombre de Cimarrón a nuestra na-ciente agrupación».

El también ensayista, narrador y crítico relata cómo desde el mismo comienzo de aquel mes de agosto de 1995 —fecha en que se oficializa la Compañía, el día 3— iniciaron sus presenta-ciones en los «lugares más inaccesibles, aquellos en los que generalmente el teatro no va, en los que ni siquiera se conoce esta manifestación artística, pero en los que existe, en cambio, un espectador muy necesitado».

¿Principales escenarios entonces?

Desde su fundación el de teatro Cimarrón se caracterizó por hacer sus presentaciones donde se encuentra el espectador más urgido, aunque no tenga allí ni siquiera las más elementales condiciones técnicas. De ahí que establezcamos nuestro palenque en cualquier lugar, que bien pueden ser las montañas de la Sierra Maestra o, particularmente, las de Guantánamo-Baracoa, cuyos suelos recorremos cada vez formando parte de las Cruzadas —expedición teatral orga-nizada por los teatristas guantanameros y a los que son invitadas agrupaciones y actores de to-do el país—. La Sierra de los Órganos, en Pinar del Río; zonas intrincadas de la Isla de la Ju -

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ventud; Escuelas especiales donde estudian niños con alguna discapacidad física o mental; Centros de rehabilitación; penitenciarios; hospitales; Escuelas primarias, Secundarias Básicas y Círculos infantiles.

El hecho mismo de radicar en un municipio muy populoso de La Habana, pero con casi todas sus instituciones culturales muy afectadas desde el punto de vista constructivo, es ya un reto para la agrupación. Por decisión propia nos instalamos en este cine que hemos ido reparando poco a poco con nuestros propios esfuerzos. Pero en este lugar hay muchas personas, espe-cialmente niños, que tienen gran necesidad de opciones culturales como estas que les ofrece-mos.

¿Cuáles han sido las experiencias más hermosas de tan humanitaria labor?

«Una experiencia jamás olvidada fue nuestra estancia durante un mes en una Comunidad campesina muy aislada llamada Derramadero, en la provincia de Ciego de Ávila. En esa zona, como antes y después en otras, dormimos en las casas de los campesinos. Mejor dicho en el piso de sus casas. Pero salimos reconfortados como artista y personas por el amor y los gran-des gestos de gratitud que recibimos de aquellos pobladores.

«Cuando viajamos por las montañas de nuestro país hemos dormido también a la orilla de los ríos e igualmente en medio de un tupido monte. Así hacemos nuestro trabajo y no es que ha-yamos renunciado a ir a un hotel ni a contar con un escenario dotado de todas las condiciones, ése es el mayor sueño de cualquier actor. Pero si exigimos esas comodidades, si nos adapta-

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mos a ella jamás podremos llegar a ese espectador aislado, que, dicho sea de paso, es el mejor del mundo porque es el más agradecido. Entonces tenemos que integrarnos a la vida de ese es-pectador, compartir con él, incluso, sus tareas y ello nos ha permitido crecer como artistas, co-mo seres humanos.

«Para nosotros ninguno de los espectáculos realizados en la capital ha tenido la significación emocional de los efectuados, por ejemplo, en medio de las montañas guantanameras. Hemos visto a campesinos con antorchas andando grandes tramos para asistir a una presentación nuestra. Los hemos visto caminar durante horas para vernos actuar y al final de la función —que ha durado una o una hora y media— decir: “¿Ya?”

«Nadie imagina cuánto nos alimenta y nos ha hecho crecer espiritualmente esa palabra. Cuán-to una lágrima que hemos visto rodar involuntariamente por un rostro recio y que es apartada con brusquedad y rapidez por la vergüenza de que lo hayan visto llorar durante la puesta en escena de una determinada obra. Cuánto nos han permitido crecer esos aplausos sinceros sali-dos de manos que hasta ayer mismo solo habían aprendido a arar y a sembrar la tierra. No hay palabras con qué describir las emociones vividas».

Y precisamente es la emoción la que troncha por unos instantes esta conversación. Para to-mar aliento y ordenar las ideas poseídas en aquel momento por los sentimientos más puros, Curbelo acude a sus compañeros para que narren ellos también sus mejores experiencias.

Así conocimos que el mayor trofeo que atesora la actriz Amelia Reyes es un rústico juguete regalado por un niño campesino cuando la agrupación concluyó sus presentaciones en una Comunidad. «Se trata, explica, de una pieza de madera y plástico que el padre le había hecho. Según nos aseguraron, era ese el juguete preferido de aquel niño y probablemente porque con-siderara que era lo más valioso que poseía, me lo regaló. Por más que quise rechazarlo para que no se desprendiera de él, me vi obligada a aceptarlo por su insistencia. Valor artístico qui-zá tenga muy poco o ninguno, pero desde el punto de vista sentimental es el mayor premio que pueda ganar en mi carrera profesional».

Esta joven actriz refiere igualmente que cuando «te encuentras actuando ante ese público de las montañas, ante un grupo reducido o numeroso de campesinos, se te mezclan tantos y tan-tos sentimientos que en realidad no sabes cómo definirlos».

Adael Rosales quien asegura ser «joven e inexperto en cuestiones de teatro», declara que «to-do lo que hemos sido capaces de lograr con nuestro trabajo en las montañas, en las comunida-des, ha sido posible solamente por la existencia de mucho amor por lo que se hace». Para concluir, mostrando la seriedad de un actor bien consagrado, subraya: «vivo enamorado de es-te trabajo en el que no hay diferencias entre público y actor».

Por su lado Jesús Julián García define a la Compañía teatral que integra como «una gran es-cuela, un taller donde tienes que aprender a hacer de todo: bailar, montar zancos, cantar, ma-nejar títeres y hasta construir tus propios vestuarios. Aquí he aprendido cómo enfrentar y re-solver los problemas que se nos presentan, que son bastante reiterados dadas las característi-cas de nuestro trabajo en las comunidades».

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Para Tulio Marín, uno de los ac-tores con menos experiencia en la agrupación —solamente un año— «es el valor humano que ca-racteriza a la compañía lo que más me ha llamado la atención. Este grupo es una gran familia que me ha enseñado, entre otras muchas cosas, a actuar para ni-ños, algo a lo que antes temía mucho».

Haciendo gala de su experiencia en Teatro Cimarrón, la narradora y actriz Caridad Rodríguez, prefiere referirse al homenaje que, con motivo del aniversario 14 de la agrupación, recibieran en la sala Rita Montaner. «Fue un espectáculo muy emotivo durante el cual compartimos con el grupo Espacio Abierto y con personas de la tercera edad que se mostraron muy profesionales como cuenteros popula-res a pesar de ser aficionados. Allí también tuvimos el gran honor de compartir con la cuente-ra más antigua de nuestro país, Haydee Arteaga Rojas, formadora de generaciones de cuente-ros y actores cubanos muchos de ellos procedentes de barrios marginales».

Recuperado totalmente de mala pasada que minutos antes le jugaron sus sentimientos, Alber-to Curbelo quiso añadir una última experiencia vivida recientemente en un centro penitencia-rio de adultos. «No hace mucho tiempo realizamos una presentación ante reclusos adultos. Fue impresionante ver cómo aquellos hombres rieron como niños durante las escenas repre-sentadas por nuestros actores en una obra de payasos.

«Resultó muy revelador saber que allí había personas que nun-ca habían asistido a una función de teatro, así como tampoco sentían inclinación por ninguna manifestación artística. Y esta-ban allí, sin embargo, partici-pando con mucho interés de la función. Al finalizar nos pidie-ron que regresáramos pronto.

«Esa presentación nos enseñó que no obstante haber delinquido, aquellas personas podían ser excelentes espectadores y que su conducta social, desviada probablemente por el medio en que se desenvolvió, puede ser corregida por este trabajo de la Revolución de llevar la cultura hasta el último rincón del país».

¿Cuál es a su juicio el mayor aporte de Cimarrón al teatro cubano?

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«En mi criterio lo más importante que ha hecho Teatro Cimarrón, es el rescate de nuestras tra -diciones culturales, las tradiciones africanas y también las hispánicas. Uno de nuestros últi-mos espectáculos, por ejemplo, es Las mil y una noches isleñas, con el que traemos de vuelta manifestaciones danzarias que prácticamente habían sido olvidadas en Cuba. En otros de la misma manera rescatamos herencias legadas por nuestros ancestros y que permanecen en la memoria oral de muchos campesinos.

«Tenemos que reconocer que el espectador, sin proponérselo realmente, nos ha beneficiado mucho más a nosotros que nosotros a él. Cuando convivimos con un campesino, estamos to-mando su forma de expresarse, la manera de gesticular, su mentalidad y de asumir la vida. Nos apropiamos, en fin, de su ambiente y sus costumbres para después llevarlas a escena. Se trata simplemente de un intercambio. De ahí que nuestro trabajo es posible porque ellos, (los campesinos), existen y no solo como espectadores, sino como parte imprescindible de nuestra agrupación. Constituyen una especie de bibliotecas ambulantes, vivas, que nos han fortalecido culturalmente. Por ello reitero que nuestro mayor logro ha sido haber coincidido un poco en el rescate de la memoria cultural de muchas comunidades, particularmente esta del Cerro donde radicamos».

¿Por qué celebrar los 14 años de la compañía con el estreno de una obra escrita hace poco más de tres décadas?

«El último festín es una obra que efectivamente escribí en 1978 y será estrenada en septiembre próximo en el Café Teatro Brecht a propósito de nuestro cumpleaños 14. Dediqué esta obra al dramaturgo y narrador camagüeyano Raúl González Carrasco, injustamente olvidado. Con el estreno de ella queremos rendir tributo a su memoria y homenajear además a nuestra naciona-lidad, porque es una obra caracterizada por su cubanía.

«En ella se rescatan tradiciones aborígenes, especialmente la cultura taína que rara vez vemos en nuestros escenarios. Aparecen personajes mitológicos como Opiyelguobirán, un perro con cabeza humana que salía durante las noches para atemorizar a los indios. Este personaje mito-lógico nos sirve para enlazar esta historia junto con el Majá de Santamaría, nuestra mayor ser-piente y la jicotea y el tocoloro, éste último nuestra ave nacional. Los árboles son todos autóc-tonos.

«El último festín, es una fábula que rescata árboles, animales e historias muy cubanas. A mo-do de preestreno durante el mes de agosto, (18 al 22) la obra se presentará en El Guiñol y en algunas comunidades de la provincia de Cienfuegos, cumpliendo una invitación de la Asocia-ción Hermanos Saíz».

¿Puede atribuírsele a esta compañía la consagración como dramaturgo de Alberto Curbelo?

«En realidad era dramaturgo mucho antes de crear la compañía. Era incluso director artístico y he trabajado con importantes directores como Eugenio Hernández Espinosa, Nelson Dorr, Pepe Santos o Pedro Ángel Vera. Pero la creación de esta agrupación me ha permitido concre-tar mis ideas como dramaturgo, es decir, llevar lo que he escrito en materia de dramaturgia a la escena y eso convertirlo en personajes, en seres humanos, en historias que se pueden ver.

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Ha posibilitado que me revise como escritor, que corrija mis textos porque la práctica escéni-ca ha determinado una visión distinta.

«Cimarrón me ha permitido igualmente incluir en mi dramaturgia esos espacios donde traba-jamos que no son más que el hábitat del cubano, o sea, no circunscribirme a los espacios ce-rrados, sino incluir la naturaleza, el campo, las ciudades.

«Y como resultado de estas incursiones escénicas surge una obra que para mí es muy impor-tante Huracán y con la cual obtuve el Premio UNEAC 2007. Este texto felizmente fue publicado el año pasado por Ediciones UNIÓN como parte de los festejos de nuestro aniversario. A su pre-sentación, realizada en el mes de febrero, durante la Feria Internacional del Libro, no pude asistir. Para esos días estaba planificada la Cruzada Teatral, y opté por irme a las montañas de Guantánamo. Allí nos esperaba, como cada año aquella gran familia compuesta mayoritaria-mente por espectadores ansiosos.

© La Jiribilla. Revista de Cultura Cubana, La Habana, Cuba, 8 al 14 de agosto de 2009.

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Patakín para un cimarrónPatakín para un cimarrón

EL FÉRTIL LABOREO DE UN COLECTIVO

Por Waldo González López

Fundado el 3 de agosto de 1995, y tras un sexenio de intenso quehacer (combinando el teatro dramático, musical, titiritero, así como el de calle y espacios abiertos), Teatro Cimarrón muestra una la-bor que traspasa las fronteras del municipio capita-lino del Cerro, donde se ubica en un antiguo cine que rpesta su nombre al Centro Cultural Edison.

Este colectivo obtuvo en 1997 la distinción Mejor Centro Nacional y, al año siguiente, otra no menos significativa que ha mantenido hasta el presente: Co-lectivo Vanguardia Nacional.

Su director general y artístico, el dramaturgo, crítico teatral y poeta Alberto Curbelo (Camagüey, 1957), ha merecido diversos premios, en especial por Pa-takín de una Muñeca Negra, cuya puesta de 1993 le valió diez lauros significativos en festivales y con-

cursos escénicos del país.

Asimismo, se subraya el montaje de El espantajo y los pájaros, de Dora Alonso (Premio Cari-cato de la UNEAC a la mejor puesta en escena, y a la Mejor Interpretación Femenina con Mu-ñecos para Maricela Padrón y Ramona Roque). Por todo, charlamos con Alberto Curbelo, quien además es autor de varias piezas para adultos:

El grupo ha tenido una destacada trayectoria desde su creación por su constante laboriosi-dad. ¿Crees que esto haya sido lo más importante para el reconocimiento?

Teatro Cimarrón se ha gestado en el Cerro redefiniendo no únicamente su repertorio, sino las relaciones entre la escena y el público, entre el actor y el espectador. Su programación abarca barrios del municipio y de la Capital, así como de otras zonas del país, y estimula una práctica escénica profesional que se desarrolla a partir del acervo cultural de la barriada y de sus estructuras materiales espacio, volumen, arquitectura, vegetación… de los lugares d ela representación.

«Este contacto directo con los espectadores en su propio hábitat e instituciones docentes, cul-turales y laborales, ha abierto espacios de intercambio, reflexión y desarrollo de un discurso teatral que se centra en una herencia cultural viva y en la búsqueda de constantes innovacio-nes para que los espectáculos, fuera de la sala, ocupen el terreno en que deben desarrollarse las acciones, aun cuando en la escena no figure miméticamente ningún lugar reconocible del universo de ficción de la obra».

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Cimarrón «suena» en el Cerro y en el país, donde es conocido por sus premios en festiva -les…

Cierto, en consecuencia, hemos llegado a zonas más amplias de la población, con indepen-dencia de su escolaridad y edad, gracias a la fusión de géneros teatrales, diversas técnicas del títere, el clown, la oralidad, la literatura, la pantomima, el canto, la danza y otras manifestacio-nes artísticas que, en una u otra medida, están presentes en la vida cotidiana de los espectado-res o son desarrolladas por otras instituciones pertenecientes al sistema de la educación y la cultura.

«Tenemos el más amplio público y esa es quizás nuestra satisfacción mayor, ya que, como ves, nuestra sede necesita una rápida aunque no tan costosa reparación. Porque, desde niños de los círculos infantiles y de las escuelas primarias y jóvenes de la enseñanza media, hasta alumnos de las escuelas especiales, del Centro de Prevención y Reeducación de Menores, dis-capacitados, adultos ingresados en hospitales, reclusos, familias de los hogares de ttránsito y barrios marginales, ancianos y muy particularmente, vecinos del Consejo Popular Las Ca-ñas…, constituyen prioridades en nuestra programa-ción».

«Sin embargo, la sede del Centro Cultural Edison, que ocupa el amplio local del antiguo cine del mismo nom-bre, está muy afectado por la falta de reparaciones des-de que el ICAIC lo cedió a Cultura provincial. De en-tonces a la fecha, no se ha atendido este aspecto. Lo que hemos hecho ha sido, gracias al esfuerzo de los propios integrantes del colectivo, quienes no cejan en su empeño de mantener, con nuestros mínimos recur-sos, la sede permanente».

Siempre planeando nuevas ofertas creadoras en benefi-cio de todos, el laborioso equipo de Teatro Cimarrón y su incansable director no descansan, para hacer aun más por el público amante del teatro.

© Bohemia, La Habana.

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Centro Cultural Edison

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Un actor se preparaUn actor se prepara

Por Pedro Herrera Echavarría

El joven actor Miguel Guillermo Fonseca Alcolea, con sólo cinco años en el arte, se propone nuevas metas en el cambiante mundo de la actuación.

Miembro actual del grupo Teatro Cimarrón, al que agradece mucho gran parte de la experien-cia adquirida hasta ahora, es posible que incursione en la televisión, pues le hablaron de una telenovela (Salir de noche), que comenzará a filmarse el año que viene.

Fonseca es graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Teatro en el Yarey, provincia de Granma y fue seleccionado junto a otros nueve compañeros, por ser de los mejores expe-dientes, para hacer una práctica durante más de un mes en Alemania.

A su regreso formó parte del grupo granmense de guiñol Pequeño Príncipe y luego se incor-poró al colectivo Teatro Cimarrón, en el cual ha protagonizado algunas de sus puestas en es-cena.

Otro medio en que le gustaría incursionar es en la radio, pues «creo que me ayudaría mucho para mi carrera artística».

Confiesa que, aunque disfruta trabajar para mayores, siente una predilección especial cuando lo hace para niños y esa es una de las causas por las que se ha sentido muy bien cuando ha asumido el rol de payaso, técnica que aprendió en la agrupación con el maestro Curbelo.

© Juventud Rebelde, 9 de octubre de 1999.

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ValoracionesValoraciones

Críticas / Artículos / Reseñas / Programas / Notas

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Reivindicación de la cultura afrocubana en la obra de Alberto CurReivindicación de la cultura afrocubana en la obra de Alberto Cur--belo y Teatro Cimarrónbelo y Teatro Cimarrón

Por Dulce María Suárez

Alberto Curbelo es uno de los dramaturgos y directores escénicos cubanos que con mayor hondura ha abordado el complejo mundo mágico-religioso afrocubano. Autor de decenas de patakines, en 1993 estrenó con la compañía Teatro Caribeño su lau-reada obra Patakín de una Muñeca Negra, considerada por la revista española ADE-Teatro como «Uno de los momentos más alto del teatro en Cuba»1 y que mereciera 10 premios en diversos festivales naciona-les. Patakín… fue publicada en la antolo-gía Del clavel enamorado, de la Editorial Gente Nueva (2003).

Patakín de una Muñeca Negra se mantuvo en cartelera durante todo un año en los jardines del Teatro Nacional de Cuba y barrios adyacentes, iniciando un trabajo cultural comunitario que lo llevó a crear el 3 de agosto de 1995 la compañía Teatro Cimarrón con el objetivo de montar

obras que propiciaran el rescate y reivindicación de cosmogonías y tradiciones indocubanas y afrocari-beñas, en particular las de orígenes yoruba y bantú, dadas sus influencias en la conformación de nuestra nacionalidad y cultura. En el semanario Trabajado-res, el crítico teatral Jorge Rivas Rodríguez señaló:

«Siguiendo la línea que caracteriza al grupo, sobre la base del estudio, rescate y enriquecimiento de los valores que conforman la cultura afrocubana, Al-berto Curbelo sienta ya bases en un estilo personal de trabajo en el que prevalecen tres premisas funda-mentales: la economía de recursos, la máxima exi-gencia en el desempeño actoral y las adaptación a este tipo de teatro de textos suyos y obras clásicas

de la literatura universal».

1 Revista ADE-Teatro, Madrid, España, No. 45-46.

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«El Brujo» de Alberto Curbelo

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A través de un repertorio que rebasa una treintena de títulos, Teatro Cimarrón tiene en cuenta las caracte-rísticas físicas, psíquicas, ecológicas, ambientales y culturales de los espacios y vecindarios en los que habitualmente se presenta. Sin limitarse al montaje de espectáculos para niños, incursiona también en el teatro dramático para adultos y en otros géneros tea-trales como el teatro de títeres, teatro de calle y en la oralidad escénica, teatralizando cuentos de la tradi-ción oral y de nuestros más importantes narradores, con los que abarca todo el espectro de espectadores de la comunidad.

Un divertimento en zancos, El Brujo, fue la pieza fundacional de Teatro Cimarrón durante la jornada inaugural del Festival Internacional de Teatro de La Habana en 1995. Refiriéndose, precisamente, al ca-rácter fabular y participativo de los montajes de Cur-belo, el crítico y dramaturgo Jorge Luis Torres apun-tó sobre esta puesta en escena:

«El Brujo, obra de Alberto Curbelo, nos demuestra una vez más la vocación de este autor por el teatro espectacular. Estamos ante un texto relativo, un texto de estructura abierta que admi-te reformulaciones en el orden compositivo y en el plano de los contenidos. El Brujo, con toda su carga popular y/o folklórica, recrea estampas criollas a través, incluso desde, lo figurativo. En esta medida, el autor juega con una historia, con un discurso, que sabe alterar con otras ex-presiones del arte escénico, los cantos y las danzas para construir un diagrama de situaciones bien articuladas, pero siempre abiertas a la invención. Los personajes, sujetos al fenómeno de la tradición escrita y oral prenden por su caracterización festiva más que por una psicología convencional; y, ya que el teatro es una convención, en El Brujo el principio con-vencional se redimensiona para hacer del teatro un hecho festivo que encuentra en las plazas públicas su mejor tributo a los comediantes antiguos».

Los orichas, mitos y fabulaciones inserta-das en la Isla por los esclavos africanos aparecen frecuentemente en sus patakines y dramas, incluso en su importante obra narrativa y poética, donde el negro y su cultura son sujetos del discurso literario y no figuras secundarias o decorativas. En la contraportada de su libro Huracán, se re-produce un fragmento del acta del jurado

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«Quiquiribú Mandinga» de Eugenio Hdez. Espino-

sa

«Patakín de una Muñeca Negra» de

Alberto Curbelo

«El que a hierro mata…» de Alberto Curbe-lo

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que le otorgara el Premio Nacional de Teatro UNEAC 2007 integrado por los Premios Nacionales de Teatro Eugenio Hernández Espino-sa, Carlos Pérez Peña y José Anto-nio Rodríguez:

«Huracán, de Alberto Curbelo ―afirman estos prestigiosos tea-tristas―, se inserta orgánica y tea-tralmente en la literatura de lo real maravilloso, instaurada por Alejo Carpentier en El reino de este mundo, novela con la que retoma el personaje de Mackandal para, junto a José Martí y Calibán, trazar uno de los más sugesti -vos dramas del Caribe, a partir del imaginario, mitologías, folklore, creencias y fantasías del hombre antillano. Huracán es ante todo un viaje a nuestras raíces. Un texto de fuertes y hura-canadas resonancias mestizas, de cubanía y antillanismo. De reafirmación y apego a lo nues-tro, a nuestra manera de ver y entender el mundo. Una obra singular que dialoga con pasado y con nuestro presente, para erigirse en el futuro que nos une».

La legitimación de nuestras raíces afrocubanas sostiene toda la obra de Curbelo, materializada en las puestas en escenas de Teatro Cimarrón, una agrupación paradigmática en el trabajo cul-tural comunitario en Cuba, que además convoca al Festival Internacional de Oralidad Escéni-ca BarrioCuento con el propósito de rescatar las tradiciones orales afrocaribeñas y de recono-cer con la Distinción Calibán y el Premio Mackandal a las personalidades e instituciones más sobresalientes en el rescate de la cultura afroamericana.

Su quehacer escénico lo lleva a los más apartados parajes de la geografía cubana, a fin de es-tar en contacto directo con los espectadores en su propio hábitat ―ya sea en las serranías del Plan Turquino, en una cooperativa, en el apretado pasillo de una cuartería, en un albergue, en una plaza, parque, escuela, hospital, cárcel o centro de trabajo— para propiciar espacios de in-

tercambio, de reflexión y desarrollo de un discurso teatral que se adentra en las raíces afrocaribeñas y en la cultura po-pular.

«El público que asiste en una plaza, en una calle o en una sala, a las funciones de Teatro Cimarrón ―concluyó el críti-co Fernando Rodríguez Sosa en la re-vista Tablas―, se presenta ante un tea-tro vivo, rico en valores autóctonos. A

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«El que a hierro mata…» de Alberto Curbelo

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una propuesta que hace del teatro un vehículo de entretenimiento, pero también un instrumen-to para enriquecer la vida espiritual».

© Fórum de la Ciudad, 2012.

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Talleres en GuadalupeTalleres en Guadalupe

Por Lilianne Lugo

Desde el 12 de febrero y hasta el 31 de marzo las compañías cubanas Teatro Caribeño y Tea-tro Cimarrón, junto al Pequeño Conservatorio de Haití y la anfitriona, la compañía Siyaj, que dirige el actor y profesor Gilbert Laumord, impartieron varios talleres teatrales y de oralidad escénica en Guadalupe. El objetivo principal de la iniciativa es crear las herramientas pedagó-gicas del teatro guadalupeño a partir de su patrimonio cultural inmaterial (oralidad, mitos, le-yendas, música, danzas, lenguas, veladas mortuorias, etcétera) y de las prácticas y referencias teatrales del Caribe.

Esta será la primera etapa del proyecto: «Por un teatro guadalupeño: entre su patrimonio cul-tural y escenarios contemporáneos», programado para dos años, el cual tendrá su continuidad durante este 2012 en Cuba y, posteriormente, concluirá en Haití en 2013. Por la parte cubana asistieron los dramaturgos y directores artísticos Eugenio Hernández Espinosa y Alberto Cur-

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Adolescentes participantes en el Taller Teatral y de Oralidad Escénica impartido por Alberto Curbelo.

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belo, y los actores Nelson González y Ana Au-rora Díaz, quienes se integrarán al haitiano Da-niel Marcelin y a un amplio equipo de directo-res, actores, investigadores y profesores de Gua-dalupe, encabezados por Gilbert Laumord y El-via Gutiérrez, de la compañía Siyaj, Stéphanie Bérard, profesora-investigadora de teatro y lite-ratura caribeña de la Universidad de Virginia (EE.UU.), Claire-Nita Lafleur, Esther Mirtyl, Joel Jernidier, Dominque Bernard y Harry Bal-tus, entre otros.

El proyecto fraguará además la publicación de una revista teatral plr la compañía Siyaj, a partir de 2013, y plasmará las intensas relaciones es-cénicas entre ambos archipiélagos antillanos en el libro Cuba y Guadalupe: el teatro que las

une, de Alberto Curbelo.

© Tablas, La Habana, No. 1 del 2012, p. 117.

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Niños participantes en el Taller impartido por Alber-to Curbelo

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Por un teatro guadalupeño: Taller para niños Por un teatro guadalupeño: Taller para niños

En la escuela rural se realizó un taller durante cuatro sesiones con 28 niños, propiciando el rescate y valorización de las canciones y juegos tradicionales infantiles de Guadalupe, así como diferentes ejercicios teatrales y musicales que permitieron desarrollar las potencialidades histriónicas de los niños y sus aptitudes musicales. Como resultado del Taller se realizó el espectáculo Los cangrejos flautistas y el perro, de la autoría de Alberto Curbelo, en el que se incluyó la interpretación de tres piezas para flauta, montadas por el director del colegio. En el espectáculo pudo apreciarse el desarrollo escénico de los niños, que fueron capaces de interpretar los conflictos de la fábula, además de ejecutar la música.

TALLER PARA ADOLESCENTES EN LA MEDIATECA

Con dos sesiones semanales, los adolescentes inscriptos en el Taller de la Mediateca desarrollaron sus aptitudes histriónicas y musicales mediante la realización de diferentes ejercicios teatrales y musicales. La inclusión de cantos, bailes y cuentos tradicionales permitió que valoraran el patrimonio cultural de Guadalupe y enriquecieran su conocimientos sobre el acervo oral de la región. Como resultado del Taller los adolescentes fueron capaces de memorizar e interpretar los personajes y conflictos del cuento La lengua de Virjilán, de Alberto Curbelo, de forma impecable y sorprendente para su edad.

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Teatro Cimarrón en el umbral de su primera juventudTeatro Cimarrón en el umbral de su primera juventud

Por Juan José Jordán

Para este 3 de agosto Teatro Cimarrón se alista para homenajear sus primeros tres lustros de existencia, ocasión necesaria para evocar todo su despliegue en la es-cena cubana desde 1995 hasta acá, y re-saltar a un colectivo que perfila auténti-camente el concepto de teatro popular.

Al bucear en la historia de la compañía hay que tener en cuenta los antecedentes que propiciaron su fundación en el ca-mino transitado por Alberto Curbelo, su

principal gestor, y el vínculo de éste con la tradición precedente.

Curbelo pertenece también a esa estirpe de camagüeyanos sensibilizados con la historia del teatro: dos nombres sería suficientes para recordar dos épocas: Gertrudis Gómez de Avellane-da en el siglo XIX y José Triana en el XX. Así, este tea-trista que ahora cabalga entre el siglo XX y el XXI, de formación pedagógica y como periodista y crítico del Adelante en Camagüey, es en la capital adonde verdade-ramente comienza su travesía teatral: primero en su rela-ción de amistad con el gran maestro Eugenio Hernández Espinosa, del que fuera su asesor dramático durante mu-cho tiempo en el Teatro de Arte Popular y después como cofundador de Teatro Caribeño. Allí nació su multipre-miado espectáculo Patakín de una Muñeca Negra, texto mulato donde se fusionan elementos de la cultura yoruba con fábulas y cantos del folclore castellano, y también su drama para adultos Los caballos de la noche, Primera Mención del Concurso David de la UNEAC, que contó en su puesta en escena con la colaboración del afamado músico Enrique González, director del grupo de rock ArteVivo.

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«Los Caballos de la Noche»de Alberto Curbelo

El actor Adael Rosales

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De esta experiencia en la dirección, del trabajo en espacios abiertos y en el teatro comunitario, apareció la necesidad de crear un grupo independiente: vino al mundo habanero así Tea-tro Cimarrón, y que tiene al Cerro como escenario principal, precisamente, por ser este barrio la cuna de Hernández Espino-sa, donde nació María Antonia (heroína del teatro cubano), y adonde primeramente se dirigió la labor de Curbelo investiga-dor, convertido hoy en el biógrafo de este Padre del Teatro Ne-gro en Cuba y de uno de los autores más importantes de la dra-maturgia del Caribe.

Es en el Cerro, bello nombre cuando se invoca al paisaje capi-talino, donde confluyen de manera imponente nuestro mestizaje de sangre y de culturas; de nuestra cultura negra, parangonán-dose con Regla y también con Guanabacoa. El Cerro tiene para Teatro Cimarrón al espectador más original. Y desde aquí se ha

convertido en la agrupación que más ha trabajado en la comunidad, en la búsqueda del públi-co que habitual mente no va al teatro y que más lo necesita, a veces por sus desnivel socioeco-nómico y educacional, y que puede insertarse perfectamente en toda esa gama de referentes culturales y formar parte de la acción dramática o del juego escénico representado; legítimo procedimiento para rescatar nuestras raíces folclóricas africanas e hispanocubanas y presentar los conflictos centrales de nuestra existencia.

Es en esa acción en la que Cimarrón comienza a dignificar su nombre, máxime si se tiene en cuenta su psicología de hombre rebelde por naturaleza, que busca vivir la libertad del espacio, fundirse externamente con la naturaleza, pues internamente —partiendo de nuestra historia—el cimarrón aborigen y después el negro, sentía la opresión social y necesitaba romper con ese medio para defender sus derechos.

Allí, en el desvencijado Cine Edison, en la Calzada principal y Zaragoza, clausurado durante diez años, nació la sede de este colectivo Vanguardia Nacional, que paulatinamente se convir-tió en Centro Cultural. Después de un leve remozamiento con esfuerzo propio, se crearon las salas Dora Alonso y La Cueva, y una galería en el vestíbulo que titularon Olorun. Pero desde el inicio se propuso una programación intensa que fuera más allá del Consejo Popular Las Ca-ñas, que trascendiera las demás barriadas del Cerro y de otros municipios de la Capital, hasta abarcar las comunidades rurales más apartadas y las serranías de todo el país. Este rasgo esté-tico quedó anunciado desde el primer espectáculo: El brujo (escrito y dirigido por el propio Curbelo), que en ese mismo año 95 inauguró el Festival Internacional de Teatro de La Haba-na.

En El Brujo el componente lúdico establece su relación con la historia, con lo popular, con lo folclórico, y alterna con cantos y danzas, ensalzando una tradición oral y escrita. Ya aquí es-tán los gérmenes de esa lealtad a los principios que defiende Teatro Cimarrón: nuestra historia cultural y teatral; convertir al teatro en un hecho festivo solemne; que en las plazas públicas comience a reencontrarse con el areíto aborigen o con el diablito del Día de Reyes, que es el mejor documento para la representación de la cultura afrocubana.

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El músico Enrique González

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Desde ese instante, Teatro Cimarrón no perdió oportunidad para el contacto directo con los espectadores: en una cuartería o solar, en un albergue, parque, escuela, hospital, centro labo-ral, centro de Prevención y Reeducación de Menores y en escuela para muchos actores aficio-nados o no, con Talleres en la misma institución o fuera de ella, como el de Geroteatro para personas de la Tercera Edad u otros Talleres en Matanzas, Pinar del Río y Ciego de Ávila. En Cimarrón sus actores son también músicos, bailarines, declamadores, cuentacuentos, acróba-tas, titiriteros, magos, diablitos, zanqueros; y ellos mismos construyen su escenografía, ves-tuario y utilería mínima. Y uno de sus mejores logros ha sido la creación del Festival Interna-cional de Oralidad Escénica BarrioCuento (bautizado así desde el año 2000; pues, al surgir en 1996, se denominó Festival de Oralidad Escénica) que ha contado con la participación de los mejores cuenteros escénicos populares, cubanos y extranjeros.

En esa labor comunitaria Teatro Cimarrón se sumerge en las zonas más intrincadas de todo el país con la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, con la Guerrilla de Teatreros de Granma, con Teatro de los Elementos en el Evento de Oralidad Escénica del Escambray, cofundado con Teatro de los Elementos, en la Isla de la Juventud y en comunidades campesinas como Derramadero y La Majagua en Ciego de Ávila.

Si bien el repertorio dramatúrgico ha sido cubano e hispanoamericano, se han tomado en cuenta autores como Federico García Lorca, William Shakespeare, Giovanni Boccacio, Anto-nio Machado, y Derek Walcott y Darío Fo (premios Nobel); así como nuestros narradores más importantes: Dora Alonso y Onelio Jorge Cardoso. Laureadas por la crítica y muy aplau-didas ante los niños han sido puestas como El príncipe pescado (Premio Abril de Teatro 1995), Yeyé, Caperucita y el Diablo, Alrededor del fuego, del propio Curbelo; El camarón en-

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Teatro Cimarrón en la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa

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cantado (a partir de textos martianos), Bombón y Casca-bel o Espantajo y los Pájaros (merecedora del Premio CA-

RICATO de la UNEAC de puesta en escena), ambas de Dora Alonso, Osain, de Hugo Araña, Los tres pavos reales, de Ignacio Gutiérrez; o en teatro para adultos como María Antonia, Kid Pantera y Quiquiribú Mandinga, de Euge-nio Hernández Espinosa, La Siguapa, de Curbelo, Una Mujer Sola, de Darío Fo, y La caja de Pandora, versión de Curbelo de la novela Noticias del Imperio, de Fernan-do del Paso. En cuanto a El último festín, dramaturgia también de Cur-belo y estrenada en el pasado septiembre en el Café Tea-tro Brecht, fue nominada al Premio CARICATO de la Unión

Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). En ella se aborda lo cubano aborigen co-mo fuente popular: el tocoloro Guatiní por los taínos, «Flor que vuela» en su lengua; Opi-yelguobirán, un perro de cabeza humana, el majá (voz taína también) y que los españoles ape-llidaron «de Santamaría», y la jicotea, tan adorada por estos aborígenes. En el momento actual esta obra se encuentra en pro-ceso de reposición, conjuntamente con el estreno mundial de Gladiola la Emperatriz, de Eugenio Hernández Espinosa. Todo este arsenal escénico co-rrobora de que casi a la altura de sus quince años, Teatro Cimarrón mantiene la misma pujanza de su génesis, y cada vez propone nuevas metas en su existencia: aprehender genuinamente a la comuni-dad como mutante y tangible espacio y como base de su cosmografía teatral, sustentando en cuestión la magia milenaria que ha alcanzado el la escena hasta nuestros días actuales.

© Programa, Teatro Cimarrón, 2010.

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Cimarrones apalencados en CienfuegosCimarrones apalencados en Cienfuegos

Por Antonio Enrique González Rojas2

El monte de asfalto donde florecen árboles de capiteles jónicos más conocido como la Perla del Sur fue durante una semana cobijo suficiente para diez cimarrones que con máscaras, títe-

res y narices rojas se presentaron en las principales salas teatrales de la urbe y en el proyecto sociocultural comunitario «Palo y Piedra» (Pre-mio Internacional del CIERIC).

Invitados por la sección de Artes Escénicas de la filial local de la AHS, el grupo de jóvenes actrices y acto-res del grupo capitalino Teatro Ci-marrón, bajo la dirección general del dramaturgo e investigador Al-berto Curbelo, se presentaron en la peña de Narración Oral para adultos

«T con T», que auspicia la Asociación en la Sala Guiñol de Cienfuegos con el espectáculo Las mil y una noches isleñas, también ofrecida en el Teatro Tomás Terry; y con el espectáculo Cuentan los payasos en la peña para niños «Con jugo de tamarindo», que la AHS mantiene en el mencionado proyecto «Palo y Piedra». La sala Guanaroca acogió además el pre-estreno ab-soluto de la obra El último festín, para público infantil.

La tradición oral, donde se atesora la sabia picaresca popular que trae al presente fabulaciones alrededor de la interacción de emigrantes oriundos de las Islas Canarias con los campe-sinos cubanos, es la gran protagonista de Las mil y una… En esta propuesta, Curbelo im-brica elementos de la narración oral, el uni-personal, la danza tradicional canaria y la dramatización en una fresca puesta en escena de interpretaciones orgánicas bastante balan-ceadas, donde se otorgaron atinadamente los roles. El costumbrismo es siempre bienveni-do entre el público, pues es la voz de la histo-ria no encuadernada de los pueblos. Si se lo-gra el adecuado guiño lúdico, y si los propó-

2 Presidente de la AHS Cienfuegos.

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Amelia Reyes en «El ultimo festín»

«Los Caballos», de Alberto Curbelo

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sitos de lograr un divertimento sin ambicio-nes metafísicas, pero con el debido rigor es-cénico, no redundante en confusas hibrida-ciones, pues se logran agradables piezas co-mo Las mil y una…

A la otra esquina del repertorio de Teatro Ci-marrón se encuentra la labor para niños, re-presentada por su más reciente puesta: El úl-timo festín, donde se narra una fábula cuba-na, sin muchas complejidades formales ni dramatúrgicas. La obra cuenta con un guión quizás demasiado regodeado en los diálogos introductorios, aguzándose la sensación de premura con el arribo de la escena climática, y se apela a estereotipos generados por la li-teratura y el teatro para niños desde sus albo-res, como es la representación del mal en el ofidio (en este caso un Majá de Santamaría, suerte de epígono del Mitad Serpiente de la

serie televisiva La hora de las brujas y el Rigoberto Rondó de El camino de los juglares) y el carácter bonachón y la ingenuidad en la jicotea.

El último… apuesta al seguro, al pulsar mayormente los resortes escénicos y códigos de pro-bada efectividad en los niños, aún en el enfoque erótico de la jicotea, aunque se corra el riesgo de la indiferenciación respecto a otras propuestas homólogas. Por otro lado, los personajes aparecen bien asumidos por los actores, lo cual demuestra, al igual que en Las mil y una…, el digno registro del elenco, y la pericia desplegada en su dirección.

Innegable fue el impacto del espectáculo de variedades Cuentan los payasos, entre la nutrida concurrencia de pequeños príncipes del barrio de Reina, donde florece el proyecto sociocultu-ral «Palo y Piedra». Magia de pequeñas ilusiones, narración oral de altos quilates y varias mo-dalidades del clown amenizaron la séptima edición mensual de la peña «Con jugo de tamarin-do», la cual se consolida y prestigia con invitados como Teatro Cima-rrón, y logra ahondar cada vez más en los niños necesitados de verdade-ro arte que active en ellos la voca-ción hacia la inteligencia.

© G, Guantánamo,

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«La Búfala», de Alberto Curbelo

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«…en la Sierra se te agranda el corazón» «…en la Sierra se te agranda el corazón»

Por Jorge Rivas Rodríguez

Cada año los pobladores de los más intrinca-dos parajes de la Sierra Maestra y otras zonas rurales de difícil acceso del territorio oriental, esperan el ya tradicional recorrido de una tro-pa de jóvenes cultivadores de diferentes ma-nifestaciones del arte, quienes desde el año 1992 promueven allí el intercambio cultural. Se trata de uno de los proyectos más nobles y enaltecedores de la espiritualidad cubana: el grupo sociocultural Guerrilla de Teatreros, de Granma.

La idea surgió en los primeros años de la década pasada, en respuesta a las crecientes caren-cias de recursos que, tras el desplome del campo socialista, agudizaron los problemas socioe-conómicos en la Isla, circunstancia que exaltó a la cultura como arma y escudo de la nación y motivó extraordinaria reacción entre nuestros creadores.

Es así como, ante el llamado de salvar lo autóctono ante todo, el reconocido director René Re-yes Blázquez director general, convocó a los artistas en Granma a conformar esta Guerri-lla. «El 20 de marzo de 1992 comenzamos nuestro primer periplo en homenajes a aquellos he-roicos combatientes del Ejército Rebelde que desde estas tierras bajaron al llano e hicieron posible el triunfo revolucionario. Desde su fundación nuestro proyecto lleva a cabo sus pro-gramas de acción y de convivencia en condiciones de campaña que de cierta manera recuer-dan las que protagonizaron los guerrilleros», dijo René.

Perteneciente al Consejo Provincial de las Artes Escénicas en Granma, el conjunto está ac-tualmente integrado por 35 miembros 13 actores, 10 músicos, 1 artista de la plástica, 1 ma-go, 1 productor de espectáculos, 4 bailarines, 1 administrador, 1 cocinero, 1 especialista de audio y 1 chofer, además del director general en su mayoría provenientes del movimiento de aficionados existente en las serranías, los que han tenido como fundamental escuela en su for-mación profesional el ejercicio dentro del propio colectivo, además de cursos y talleres a tra-vés de los cuales en el año 2004 fueron evaluados.

El grupo musical Comunitarios del son (septeto tradicional) se encarga, además de sus con-ciertos, de complementar los espectáculos escénicos, en cuyo diseño también se incluyen pro-yecciones cinematográficas en formato de 16 mm y talleres de promoción y creación literarias y pictográficas.

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Cada año se incorporan al conjunto artistas proce-dentes de distintas regiones del país, quienes junto a investigadores, realizadores, periodistas y especia-listas de instituciones culturales, promotores y artis-tas aficionados de la Sierra, se suman la propósito de lograr en los campesinos el sentido de pertenen-cia, mejorar su autoestima y estimular el enriqueci-miento espiritual, en tanto se produce un proceso de confraternidad plena entre los protagonistas y los destinatarios.

«Esta experiencia también nos proporciona una in-descriptible retroalimentación humanística en la que mucho influye el contacto directo con la naturaleza, la realidad circundante y la rica historia local», dijo Ariel Hernández Chávez, destacado ex actor de la provincia de Cienfuegos, director-fundador allí del

grupo My Clown e integrante de otros conocidos colectivos, quien en una de esas invitaciones de los guerrilleros quedó tan entusiasmado que en el 2003 decidió radicarse definitivamente en Bayamo y reunirse con ellos.

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Ariel Hernández, director artístico de la

Guerrilla de Teatreros

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Cruzada Teatral: suceso excepcionalCruzada Teatral: suceso excepcional

Por Eyder La O

El ayer se hace lejano y entrañable para aquellos primeros teatristas, quienes hace quince años decidieron, un 28 de enero, llevar el arte de las tablas a las más intrin-cadas comunidades de la serranía guanta-namera, para honrar a José Martí y exten-der la cultura a los montañeses, nuevos presupuestos bajo los que nació la Cruza-da Teatral.

Tres lustros después la locura contagia a quienes dudaron de la durabilidad de este suceso, ganador de los premios Nacional

de Cultura Comunitaria y Elena fil de Victoria, y de numerosos reconocimientos por su carác-ter humano y sociocultural.

Por eso cada enero es un reto para los teatristas e incentivo al espíritu del campesinado en sie-te de los 10 municipios guantanameros, en los que más de una generación nació y creció con la más integradora de las manifestaciones artísticas: el teatro, razón que congregó a especialis-tas, actores y promotores en el II coloquio Teatro y Comunidad, que tuvo lugar en Yumurí, Baracoa, y en el que se presentó el libro El títere: el arte en movimiento, de Armando Mora-les.

En ese hermoso paraje entre ríos, verdes montañas y mar transcurrieron las jornadas de este Coloquio, matizadas por ponencias, debates e intervenciones en torno a la huella dejada por la Cruzada en los pobladores serranos, durante 15 años.

Yateros, sanantonienses y baracoenses abordaron, a partir de un trabajo de in-vestigación in situ, cómo la Cruzada marcó en 15 años a los montañeses. Ar-mando Morales, director del Teatro Na-cional de Guiñol, y Alberto Curbelo, de Teatro Cimarrón, calificaron a la Cruza-da como un gran logro de la cultura na-cional y uno de los mayores festivales de las artes escénicas.

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Juan González Fife, director de Teatro Andante, de la provincia de Granma, la definió en dos momentos: primero, el del descubrimiento de un público desconocedor del teatro, y segundo, la de un campesino ávido por el arte, formado gracias a la Cruzada.

«Llama la atención dijo la participación del público comunitario en el hecho teatral, y que hoy jóvenes de esas zonas campesinas son capaces de ingresar a Academias de Actuación muy selectivas, como la de Granma, eliminando las diferencias con los aspirantes de la ciu-dad, quienes tenían a su favor el acceso a salas teatrales. Ahí está el influjo de la Cruzada».

© Venceremos, Guantánamo, 5 de marzo del 2005.

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Cimarrón, galardonado con el Premio Relevante en Fórum deCimarrón, galardonado con el Premio Relevante en Fórum de Ciencia y TécnicaCiencia y Técnica

Por Pedro Herrera Echavarría

El grupo Teatro Cimarrón recibió el Premio Re-levante en el Fórum de Ciencia y Técnica de la capital pro su sobresaliente labor cultural comu-nitaria en los municipios del Cerro y de La Ha-bana Vieja, el proyecto cultural La Majagua, la Oficina del Historiador de la Ciudad y el Plan Turquino, entre otros.

Durante el forum el dramtaurgo Alberto Curbe-lo, director general de la agrupación teatral, abordó las innovaciones técnicas en la construc-ción de muñecos con materiales reciclados.

También se refirió a las acciones teatrales en es-pacios abiertos, en hospitales, escuelas especia-les, centros de atención y orientación al menor con problemas de conducta, para niños discapa-citados y para adultos de la tercera edad.

El colectivo Cimarrón, Vanguardia Nacional, tiene en su sede en el Centro Cultural Edison, con una programación dirigida a niños y adul-tos, también dirige talleres de manipulación de títeres y clases de actuaciones, cantos y danzas folklóricas afrocubanas.

© Juventud Rebelde, La Habana, 24 de noviembre del 2000.

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Esteban León en «El Brujo»

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…de las alegrías y otras noticias del Teatro Cimarrón…de las alegrías y otras noticias del Teatro Cimarrón

Por Eberto García Abreu

La lluvia vespertina no pudo impedir que la tarde del pasado 19 de junio sirviera de tiempo propicio para las celebraciones. Teatro Cimarrón, en su se-de del Centro Cultural Edison, en la céntrica es-quina de Calzada del Cerro y Zaragoza, abrió las puertas a los amigos para compartir la satisfacción por los reconocimientos que varias instituciones tributaron a los resultados de su trabajo creador.

El Secretario Nacional del Sindicato de los Traba-jadores de la Cultura otorgó a la compañía la Dis-tinción de Colectivo Vanguardia Nacional. Espe-cial alegría tuvo la querida compañera Ramona Roque, actriz de Teatro Cimarrón, al ser galardo-nada como Vanguardia Nacional. Alberto Curbe-lo, dramaturgo, director artístico y general fue me-recedor del Tulipán del Cerro, premio muy her-moso y singular, pues es ofrecido por la Dirección Municipal de Cultura del Cerro a los creadores, intelectuales y personalidades que desarrollan su labor relevante en la comunidad.

A pesar de las poéticas y amenazantes condicio-nes del antiguo edificio que sirve de casa al Teatro

Cimarrón, no pudo la lluvia impertinente desvirtuar el carácter de la fiesta, porque más bien se dedicó a la rememoración de los mejores momentos del gran trabajo realizado junto a un nu-meroso colectivo de colaboradores que acudieron al encuentro.

Los acertados resultados artísticos que se recogen en su repertorio son la base de las distincio-nes recibidas, las cuales se apoyan también en la sustanciosa labor desplegada en la comuni-dad. El Cerro, con sus complejidades socio-culturales, ha estimulado a los artistas para crear un amplio programa de actividades que se cumplen en distintas zonas del territorio, en barrios periféricos de la ciudad y en otros municipios y provincias como Ciego de Ávila, Matanzas y Pinar del Río.

Niños con problemas de salud, discapacitados, con trastornos de conducta, adultos ingresados en los hospitales, familias que se hallan en los hogares de tránsito y los niños de las escuelas y los círculos infantiles, constituyen prioridades en las atenciones especiales del grupo. Tan de-licada acción está acompañada de una intensa presencia del colectivo en distintos espacios del municipio, desarrollando una programación que procura, paso a paso, insertarse en la dinámi-

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«Una Mujer Sola», de Darío Fo

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ca y en los intereses de la población para la que proyecta sus espectáculos y toda su obra como centro de promoción cultu-ral, plenamente incorporado al conjunto de instituciones afines en el Cerro. Tan amplia demanda es la que ha permitido que, durante el pasado año, Teatro Cimarrón realizara 131 funciones de las distintas obras del repertorio.

La apertura de la Sala Dora Alonso fue otro motivo de alegría en la tarde memorable. Allí se pudieron ver y compartir las nuevas esperanzas de la agrupación. Kid Pantera, unipersonal escrito y dirigido por Alberto Curbelo e interpretado por Julio Marín junto al resto del elenco, tuvo su debut. Los amigos reu-nidos pudieron ver las imágenes nacientes de un espectáculo en plena gestación, inspirado en el antológico texto de María An-tonia, de Eugenio Hernández Espinosa. Esther Suárez Darán, en calidad de dramaturga, recibió el Premio del primer concur-

so de dramaturgia dedicado a las obras de teatro de calle y para espacios comunitarios. Sueño una Ciudad resultó la obra seleccionada por constituir una hermosa metáfora teatral sobre la historia pasada y presente de La Habana, que permite concebir un intenso espectáculo destina-do a resaltar los valores de nuestra capital con un despliegue de recursos expresivos alusivos a las festividades, los juegos y costumbres que nos identifican. Sin dudas, éste será el próximo gran desafío del colectivo al plantearse su puesta en escena. De momento, en la esquina de Calzada del Cerro y Zaragoza, el Teatro Cimarrón continúa haciendo del viejo cine Edison el nuevo centro cultural del barrio. Voluntad, imaginación y aliento creador animan a todos sus miembros para procurar, a través del teatro, nuevas razones para los encuentros y las celebra-ciones.

© Tablas, La Habana, No. 3-4/ 1999, pp. 60-61.

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Julio Marín en «Kid Pantera»

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Catauro de Teatro CimarrónCatauro de Teatro Cimarrón

Por Jorge Rivas Rodríguez

La tradicional temporada de oralidad escénica en el Cerro, auspiciada por Teatro Cimarrón en el verano de cada año para festejar el aniversario de su funda-ción (3 de agosto de 1995), comenzará mañana en el Centro Cultural Edison, sede del grupo, con el es-treno en la capital de la pieza Osain, de Hugo Ara-ña, bajo la dirección de Alberto Curbelo, e interpre-tada por Ramona Roque, Aldo Cabrera, Miguel Fonseca, Roberto Mirabal, Leonel Rojas, Alejandro Vázquez y Julio Marín.

La jornada, que se extenderá hasta el viernes 13, incluye, además, la puesta en escena de algunos de los títulos más trascendentes del repertorio de es-te colectivo, y el evento teórico, coauspiciado por el Museo del Cerro, titulado Teatro en la comunidad: ¿un espacio necesario o alternativo?, coordinado

por Eberto García Abreu.

Teatro Cimarrón, colectivo Vanguardia Nacional del SNTC en 1998, extiende su labor comunitaria a círculos infantiles, escuelas primarias y de nivel medio, círculos de abuelos y la comunidad de tránsito La Campiña, todos del Cerro, así como colabora con otros proyectos culturales, como el de La Majagua, en Ciego de Ávila.

© Trabajadores. 2 de agosto de 1999.

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Una Mujer SolaUna Mujer Sola

Por Eberto García Abreu

Hubiera preferido estar libre del compromiso de presentarles el espectáculo que verán de inmediato no porque eluda con frecuencia los compromisos, todo lo contario sino por sentir igual placer que ustedes, al descubrir la nueva puesta en escena de Alberto Curbelo, Ramona Roque y el Teatro Cima-rrón.

Cuando la actriz nos haga llegar los susurros de los cantos de cuna repetidos, una y otra vez, será demasiado tarde para abandonar este sitio. Lo será también porque estas notas de advertencia, despoja-das de cualquier propósito aclaratorio, seguramente llegarán después del impacto de las imágenes que esta mujer sola, desprenderá del espacio, el tiempo, las memorias, sus ilusiones y las desesperadas me-táforas alucinadas que nos ofrenda. Alucinaciones que son, igualmente, su gesto de auxilio y su grito de alerta.

De rutinas y encierros está llena la soledad irónica de esta mujer. Devota o iconoclasta, ingenua

o calculadora, vengativa o temerosa, ella, es el centro del universo más antiguo asociado a la condición femenina: las cuatro paredes de su casa. Solo que en su estado, el ambiente se hace más contaminante; los hijos, del marido y el cuñado la lanzan cada vez más hacia el vacío, la impulsan hacia las puertas, pero, ni siquiera tiene la posibilidad de dar el portazo o decidir, verdaderamente convencida, atravesar la puerta del no partir.

De cualquier modo, Ramona y Curbelo, han incorporado el aliento poético del texto de Darío Fo, Premio Nobel de Literatura 1997, a las prácticas escénicas tradicionales de su co-lectivo. Veamos, entonces, este espectáculo, como un proceso de develamiento de nuevos ho-rizontes creativos, a partir de los cuales ampliar las opciones de desarrollo de los propios ar -tistas y de búsquedas de nuevos rostros en el auditorio. El texto de Fo, que tantas versiones ha encontrado en nuestros escenarios y más allá, después de su estreno por Franca Rame, regresa en aras de una dimensión peculiar de la síntesis entre los procedimientos típicos de la Comme-dia dell Arte inspiración esencial del personaje y los tipos escénicos de nuestro teatro bufo y vernáculo. He ahí un gesto explícito de recurrente pesquisa en nuestra herencia teatral y cul-

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Ramona Roque en «Una Mujer Sola» de Darío Fo

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tural asumidas por el director y la actriz al estructurar la propuesta con la que, felizmente, tra -bajando y creando con entrega absoluta y compromiso indiscutible, celebran los tres primeros años que vislumbran arduos caminos futuros del Teatro Cimarrón

© Programa de La Mujer Sola, de Darío Fo.

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Kid PanteraKid Pantera

El grupo Teatro Cimarrón estrenará mañana sábado 19 (Centro Cultural Edison, Calzada del Cerro y Zaragoza; 4:00 p.m.) el unipersonal Kid Pante-ra, interpretado por Julio Marín y basado en el perso-naje Julián de la obra María Antonia, de Eugenio Her-nández Espinosa, escrito y dirigido por Alberto Curbe-lo. En esta ocasión, Teatro Cimarrón recibirá la distin-ción Vanguardia Nacional del Sindicato de la Cultura, y su director, Alberto Curbelo, el Tulipán del Cerro.

© Granma, 18 de junio de 1999.

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Derramadero de AudaciaDerramadero de Audacia

UN PROMETEDOR PROGRAMA DE CULTURA Y DESARROLLO SOCIAL SE HA PROPUESTO UN GRUPO DE INSTITUCIONES NACIONALES Y LOCALES, CUYOS FRUTOS COMENZARÁN A VERSE A CORTO PLAZO.

Por Ricardo Benítez Fumero

Efervescencia tal la había visto pocas veces. Pareciera que en Derramadero, una pequeña co-munidad campesina enclavada al suroeste de Majagua, se hubiera producido una conmoción.

Y no es para menos: desde el pasado 30 de abril llegó al poblado una brigada artís-tica integrada por miembros del Teatro Ci-marrón, de La Habana, como avanzadilla de un trabajo de gran envergadura que res-ponde al nombre de Proyecto Cultural Co-munitario La Majagua.

Promovido hace años por el periódico Trabajadores y la CTC, y coauspiciado por

importantes instituciones como el Centro Nacional de Cultura Comunitaria, el Instituto Cu-bano del Libro, la UPEC, el Consejo de las Artes Escénicas y las direcciones provincial y mu-nicipal de Cultura, entre otros, el proyecto pretende rescatar tradiciones y defender la cubanía que, en estos apartados rincones de la Isla, conserva todavía mucha autenticidad.

En asentamientos poblacionales como Derramadero, nadie hasta ahora conocía una obra de teatro ni había ido nunca a una función de este tipo. No es de extrañar que entonces, la prime-ra noche los lugareños asistieran con dudas y alguna aprehensión a lo que se les ofrecía.

Sin embargo, la magia del teatro hizo el milagro, y el hielo quedó roto en menos de media hora. Aquellos hombres y mujeres se percataron de que cuanto los actores decían, les incum-bía a ellos también. El teatro era ellos mismos.

Alberto Curbelo Mezquida, director de Teatro Cimarrón, entusiasmado y un tanto sorpren-dido por la hospitalidad recibida, alienta planes a largo plazo: «Se nos dijo que iríamos a una comunidad aislada, de condiciones difíciles, y llegamos preparados para encontrar lo impre-visto; pero la realidad fue más allá de lo que pudimos imaginar. No me refiero a condiciones materiales, pues los campesinos nos abrieron las puertas, y entre ellos y las 13 personas que integramos la brigada hemos logrado establecer vínculos familiares muy hermosos.

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Ramona Roque en «Una Mujer Sola» de Darío Fo

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«Vamos a dejar creador un grupo de teatro infantil, pero es propósito firme del colectivo apadrinar el pobla-do. Regresaremos cada cierto tiempo con algunos espe-cialistas para mantener lo realizado y explorar de paso nuevas vertientes de trabajo».

Como era de esperar, al principio los niños vieron con timidez el proyecto, pero la puesta en escena de al-gunas obras, y las relaciones humanas que se establecie-ron con el decursar de los días, amén de la inserción de los artistas en el medio, hizo que se desinhibieran con rapidez: antes de su partida quedarán montados dos clá-sicos infantiles, La Cucarachita Martina y La Gallinita Dorada, pero con la particularidad de que los textos fueron escritos por los propios jóvenes actores, nada

menos que en décimas.

Por su parte, Teatro Cimarrón, desde la llegada misma, escenificó varias de las piezas de su repertorio: El cuento de los payasos verdes, El circo de Cambolo y El Espantajo y los pája-ros. Para los adultos, la actriz Ramona Roque, Premio CARICATO de la UNEAC el pasado año por la manipulación de títeres en El Espantajo…, interpretó el monólogo Una mujer sola, del Premio Nobel italiano Darío Fo, obra difícil que, no obstante, fue recibida a la altura de cual-quier público habitual.

El colectivo no se limitó solo a actividades escénicas: fueron conformados talleres para la creación literaria y de ambientación social, se impartió un curso de maquillaje, peluquería y costura, tanto en función del grupo teatral naciente como de servicio a la comunidad, y cola-boraron con la reparación de la escuela local.

Paralelamente, el Proyecto Cultural Comunitario La Majagua, representado aquí por Jorge Rivas Rodríguez, periodista de Trabajadores, inauguró una surtida ludoteca en la escuela pri-maria, y trabaja todavía en la creación de una biblioteca cuyos libros fueron donados por una organización gubernamental española y de un museo histórico-militar itinerante que prestarán servicio a los cercanos asentamientos de Las Trozas y Limones Palmero.

La Majagua apenas comienza. Los organizadores confían en traer otras manifestaciones ar-tísticas que harán del Consejo Popular de Limones Palmero centro de referencia cultural, no solo a nivel de municipio y provincia, sino de nación, porque en estos momentos integrantes del Proyecto, es la única experiencia de este tipo que se hace en el país.

Lo importante ahora es que los avileños prosigan con el mismo entusiasmo la labor em-prendida. Deseos de obrar no faltan, y la cantera está allí, en Derramadero y en muchas co-munidades más de características semejantes, virgen como el barro sin cocer, a la espera de hábiles manos que rescaten el tesoro de tradiciones y cubanía, vivo en la raíz del pueblo.

© Invasor, Ciego de Ávila, 22 de mayo de 1999.

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«Espantajo y los Pájaros» de Dora Alon-so

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Como lucero del albaComo lucero del alba

Por Ada Oramas

Situado en la Calzada del Cerro y Peñón, el Museo del Cerro mantiene una programación va-riada muy acorde con los intereses de los vecinos de la zona, por lo cual cada programa que presenta cuenta con numerosa asistencia de público, en ese patio donde las ninfas de mármol evocan la mitología grecorromana.

Allí están previstos espacios que abarcan el amplio diapasón exigido por su ubicación geográ-fica, muy cerca de El Canal, donde la comparsa El Alacrán se nutre de bailadores, faroleros, costureras. Por eso se producen conversatorios con sus miembros, intercambios de experien-cias entre los fundadores y los más jóvenes, sobre todo ahora que se acerca el Carnaval.

Pero también existe una gran afición a la música de conciertos, y el arte pianístico de los ma-estros Nelson Camacho, Juan Espinosa y Guillermo Tuzzio, deleita a los amigos del Museo dos sábados al mes a las cuatro de la tarde. El género lírico es una de las manifestaciones que cuenta con mayor atracción en ese contexto. De ahí el éxito de la peña del tenor Edilio Her-nández, solista de la ópera de Cuba, el tercer sábado del mes, quien invita a pianistas y a can-tantes del Centro Pro Arte Lírico residentes en el municipio, como Pedro Arias e Indra Sesti. En un día muy especial la peña dio paso a la escenificación de la ópera Rita, de Donizeti, todo un acontecimiento en la semana de la cultura del año pasado. Y la presencia de Pedrito Fer-nández (enciclopedia viviente del género en Cuba) permite escuchar relatos testimoniales de inestimable valor.

ÓPTICA RENOVADA PARA LA TERCERA EDAD

Una experiencia que caracteriza la labor comunitaria de esta institución se basa en la importancia de la ge-rocultura como un elemento terapéutico y formador del adulto mayor, puesta en práctica por Filiberto González Llerandi, director del museo, en coordina-ción con especialistas, médicos, enfermeras y el tea-trista Alberto Curbelo, en la sala de geriatría del Hospital Salvador Allende y bajo el título de Univer-sidad para adultos.

El superobjetivo de este proyecto es contribuir a la preparación del anciano para afrontar la vejez con

óptica más positiva. Sus beneficios repercuten en las relaciones interpersonales y en la incor-poración más activa de la tercera edad a la sociedad. Esta hermosa idea se materializa en talle-res de expresión verbal y creadora, de artes plásticas y en ciclos de conferencias sobre panora-mas de la cultura cubana y universal.

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Alberto Curbelo y la Asistente de dirección Elena Valderrama

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Pero además se ha puesto en práctica una iniciativa que despertado no sólo el interés de los pacientes de la mencionada sala, sino hasta ha contribuido a la rehabilitación de una parte de sus facultades sicomotoras. Se trata de la geroartesanía, que se encauza a través del taller de alambrería artística, orientado por Filiberto González Llerandi, uno de los más talentosos ex-ponentes de esta técnica, así como del cincelado y martillado en cobre.

De gran impacto entre los matriculados en la Universidad para adultos es el Taller de Gero-teatro impartido por el dramaturgo y director Alberto Curbelo, no con el propósito de formar actores aficionados, sino de propender a su rehabilitación física y mental, a través del lenguaje teatral.

Al recordar un testo, ya sea un cuento, la escena de una obra, un poema, una canción o un pre-gón, el paciente activa su memoria. También, el hecho de interpretarlo, de reproducir poses y gestos o de realizar determinados ejercicios le ayudan a elevar sus capacidades integralmente.

Al teatralizar sus recuerdos, ellos contribuyen a rescatar la memoria cultural del Cerro, sus le-yendas y tradiciones, todo lo cual se convierte en la sabia nutricia del grupo Teatro Cimarrón, que dirige Curbelo, para llevarlas a escena en su labor de rescate de la identidad cultural del territorio.

Esta iniciativa es un acto de amor, de ese que engendra la maravilla, como dijera Silvio. Y así, pasajes teatralizados, miniaturas y obras de mediano formato van naciendo de manos surcadas por ríos de venas y pliegues profundos, con las asperezas del trabajo de años y años. Se desata la imaginación, surgen personajes que brotan en la proyección escénica, se tejen ensueños de alambre y las figurillas ellas también, como en el museo parecen atrapar los fulgores de esa luz que cada día manos trae, como un ramillete de rosas opalescentes, el lucero del alba.

© Tribuna de La Habana, 11 de enero de 1998.

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El barrio: otra sustancia teatralEl barrio: otra sustancia teatral

Por Jorge Ignacio Pérez

Muy próximo a cumplir sus 3 años de fundado (3 de agosto), el grupo Teatro Cimarrón no quiere cejar en su empeño de transmisor de imágenes del barrio. Ahora mismo, utilería al hombro, desanda las calles del Cerro, uno de los municipios capitalinos más poblados y com-plejos sociológicamente.

Es cierta una paradoja impuesta por la vida cotidiana: el teatro comunitario, siendo el más cercano al espectador por sus presupuestos conceptuales, no pocas veces se mueve en ese rol anónimo del haz bien y no mires a quien, sin esperar a cambio a la fama mayor o conseguir-se a toda costa un rebote hacia los medios de difusión.

Se trata de una manera de hacer específica y tan válida como otras especialidades del arte, de un empeño locali-zado en estos tiempos en muchos confines del país, influ-yendo, desde la cultura artística, en otras esferas de la vi-

da práctica y espiritual. En el caso de Teatro Cimarrón, según manifestó a este diario su direc-tor, Alberto Curbelo, indagan en los referentes culturales de la población para finalmente tea-tralizar los espacios y la arquitectura en general del barrio.

Desde el vetusto cine Edison, en la Calzada del Cerro y Zaragoza, sede en muy malas condi-ciones materiales pero techo propio a fin de cuentas, Cimarrón se integró a la Comisión de Prevención Social del Consejo Popular Las Cañas y potencialmente trabajan para cerca de 50 mil personas.

Estudioso de la experiencia obtenida, fundamentalmente, por el grupo Escambray en las pri-meras décadas de la Revolución, Curbelo también se sumerge en este contexto por una moti-vación estética, un ámbito citadino y en cierta medida marginal que mucha relación guarda con puestas suyas anteriores. «Parto de nuestras raíces culturales. La comunidad me nutre, nos nutrimos fuertemente y así el público siente que lo que está en escena es un segmento de su propia vida. Ese tipo de público actuante, por llamarlo de alguna manera, ofrece una satisfac-ción incalculable para el creador», dice Curbelo.

© Granma, La Habana, 7 de agosto de 1998.

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Rito y TeatroRito y Teatro

Por Ileana Azor

Patakín de una Muñeca Negra, parte de Historia de una muñeca abandonada, de Alfonso Sastre (Gente Nueva, 1987). Perteneciente a las obras de los años sesenta de es-te autor, se declara deudora en cierta medida del Círculo de tiza caucasiano, y ésta a su vez, como sabemos, Brecht la re-elaboró según una antigua leyenda china de Li Sing Tao, del siglo XII. Mediación tras mediación, parecía que la de Sastre era una de las definitivas en su versión para niños, pero no ha sido así. Interesado en montar un cuento de José Martí, La muñeca negra, por sus valores artísticos y humanos, Alberto Curbelo, joven dramaturgo y director, decidió finalmente acogerse a otro proyecto que tuviera su punto de vista más en los niños y en el mundo infantil que en el de los padres como el texto martiano. Conocía la

obra de Sastre y partió de su propuesta para realizar un trabajo de re-escritura textual y escéni-ca.

Un estudio de las formas métricas españolas, del cancionero popular más antiguo, de la Bi-blia, de las formas primeras del surgimiento del castellano corrió paralelamente al de versos y aforismos de la poesía negra africana, de las formas danzarias, pantomímicas y teatrales de los negros en Cuba, junto a exponentes de la cultura popular cubana como los refranes y prego-nes. Así fue surgiendo el Patakín de una Muñeca Negra que es la historia de un juguete hu-manizado, de los más populares: una muñeca de trapo. De esta forma comienza a fabular un proyecto donde todo o casi todo fue transformado: aparecieron nuevos personajes, los enfo-ques sociales variaron y resultó finalmente una puesta donde lo ritual tiene características muy peculiares.

El desmontaje del texto sastreano no era por supuesto un fin ni mucho menos respondía a contradicciones esenciales con el mismo, pero el montaje se estaba verificando en el seno de una agrupación, el Teatro Caribeño, dirigido por Eugenio Hernández Espinosa, cuya línea de trabajo con el folklore afrocubano era no solo notoria, sino muy profunda desde el entrena-miento con figuras del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba (CNF) hasta el repertorio. Un colectivo que tendría una mirada muy especial sobre cualquier texto que decidiera montar y que al mismo tiempo estaba interesado en los sucesos, personajes y situaciones de la obra de Sastre. Alberto Curbelo y Trinidad Rolando, dramaturgo y actriz, decidieron realizar un traba-

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jo de revisión que involucró desde el entrenamiento hasta el último elemento que formara parte del montaje.

El mismo asesor folklórico del grupo, Juan García, primer bailarín del CFN tuvo que flexibilizara su perspectiva ortodoxa para adecuarse a las exigen-cias de la dirección: bailes y cantos afrocubanos co-mo las congas se realizan en zancos y con instru-mentos en las manos, cuando, como se sabe, estos bailes usualmente se ejecutan descalzos o sobre tie-rra firme con zapatos; o asumir un baile cantado co-mo el rap, acompañado por tambores batá (que se-pamos esto es la primera vez que se intenta en el mundo). Incluso, se solicitó un entrenamiento de pantomima, impartido por un especialista del movi-miento corporal vinculado a formas danzarias uni-versales y muy contemporáneas como las del break dance.

Los personajes se fundieron en ocasiones, fueron sustituidos en otras o fueron inventados. Así apare-cen los orichas o deidades africanas desde una perspectiva no usual en nuestra escena.

En Cuba es relativamente fácil reconocer a los orichas, sobre todo a los del panteón yoruba. En este caso están asumidas las características de su conducta de su sicología y no la repre-sentación de la deidad como tal. Por ejemplo, La Vendedora de Globos es ahora Fumiké y re-presenta el camino menos trillado de la deidad Ochún, ya vieja, cercana a Obatalá, que cuida mucho a los niños; la Muñeca que es un juguete que baila, habla y canta en lucumí, recuerda algo de Elegguá, cuya característica es en esta ocasión abrir los caminos humanos y cultura-les; Mirandoflores, es el árbitro del pleito, asume otros caracteres de Elegguá, quien gusta de tomar caminos no rectos para demostrar la verdad; el guardabosque se transforma en Kuni-Kuni que recuerda a Osain, una deidad que se caracteriza por la rectitud de sus juicios y alejar a Ikú, la muerte. Aparece la Muerte Ikú con un carácter festivo. Encabeza la conga, toca las claves, es como la imagen y el sentido que tiene la muerte en México y en otros países la -tinoamericanos. El Gavilán Colilargo, creado para esta puesta, es un soporte dramático; y el Apkwaló o narrador recuerda al griot africano con evidente parentesco hacia Elegguá en los colores de su vestuario y algunos caminos de este oricha.3

Entre las variaciones que sufrió el texto original hay un matiz diferente en el conflicto, que de clase social pasa a cultural. Si bien Lolita es hija de un padre que puede viajar a Nigeria y comprarle una muñeca y Paquita no tiene un juguete así, la contradicción fundamental está en que Lolita no entiende ni le gustan los bailes y cantos en lucumí de su muñeca. Prefiere el rap que comparte con su amigo Kuni-Kuni, el guardabosque. Ambas son niñas del barrio y la so-

3 La Muñeca, Mirandoflores y el Apkwaló forman una trinidad.

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lución del conflicto no está solamente en que Paquita resulta la ganadora de la prue-ba del círculo, sino también en que enseña a Lolita (quien tampoco desprecia a la mu-ñeca por su color, es decir, no hay tampoco un conflicto racial) a bailar una deliciosa conga con la que termina el espectáculo, donde todos, personajes y público, se inte-gran de manera armónica al frenesí de la fiesta.

¿Cómo clasificar entonces a Patakín de una muñeca negra como participante de una ritualidad, si no respeta la forma tradi-cional de asumir los baile sus cantos de la cultura yoruba, ni identifica rigurosamente a los orichas y más bien parece una blasfe-mia? Pues tendríamos que tener en cuenta que este montaje parte del folklore no como ele-mento religioso, sino en su evolución popular, profana y dinámica con los componentes de la cultura contemporánea cubana y universal. Su ritualidad está en la transgresión de lo ritual en-tendido como preservación inmutable de los cultos y refleja la irreverencia del cubano en la mezcla de credos y estéticas y en la forma de tratar a sus dioses. Los cubanos practicantes ve-neran a sus orichas, los invocan, pero también les exigen veces con métodos bastantes agresi -vos y conminatorios. En cierto sentido hay una dimensión diferente del rito que no está en lo sacro sino que es más esencial: está el juego permanente con el espectador (cada cierto tiempo se convoca a los niños a participar y en realidad la interacción no se produce entre actor y es-pectador sino entre los participantes de una misma experiencia), en el juego con la complici-dad y el referente del espectador, en el sentido de fiesta. Hay que pensar que es una suerte de wemilere, la fiesta ritual de la santería, la más grande de todas, la única que tiene carácter pú-blico e incluye la danza.

El universo sonoro y danzario del espectáculo está presidido por los tres sagrados tambores batá de los cultos yorubas. El okónkolo u omelé, el itótele y el iyá son percutidos por los mis -mos actores en vivo. La presencia del Apkwón (que interpretan varios actores) o solista, con el coro (formado pro el resto del elenco) que le responde asume la forma antifonal propia de la música ritual africana. Las canciones de la muñeca, así como una de Fumiké, son cantadas en el lucumí original del siglo XVI. El silbato que lleva Mirandoflores es atributo de Elegguá y se utiliza en la puesta para llamar la at5ención en el campo de la situación dramática. Des-pués aparecen la tumbadora, las claves, el bombo, para el desarrollo de todo el universo dan-zario popular encabezado por el guaguancó, la conga habanera y la oriental. Por otra parte, se utiliza el efecto sicológico de nuestros cantos que congelan las peleas y disuelven las situacio-nes engorrosas.

El espacio se conforma en círculos y líneas que son los componentes básicos de las firmas en las culturas religiosas africanas. Este círculo no sólo se traza imaginariamente en el momento del juicio, sino que involucra la ubicación del público y el desplazamiento de los actores. El

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trabajo con los objetos reales o imagina-rios sería otro elemento para considerar, pues tanto en la santería o Regla de Ocha, como en la Regla de Palo, por ejemplo, esto tiene mucha importancia, porque son cultos donde es fundamen-tal. Un altar de cualquier oricha está lleno de ofrendas y las ceremonias con-tienen un sin número de componentes físicos, ya sea en un estado más o menos natural: fibras de plantas, agua, o proce-

sados comidas integradas por carnes de distintos animales, frutas, arroz, frijoles y viandas (plátanos, yuca, ñame, etc.), vasijas, instrumentos y armas de metal.

Para concluir con Patakín… hay que destacar el trabajo de los actores, que parte de un pro-fundo conocimiento técnico y cultural de los rituales afrocubanos y desplaza su carácter sacro hacia una teatralidad que comparte con el rito sus pautas y códigos son excelentes tocado-res de batá y ejecutores de los ritmos y danzas rituales, unido al manejo de la caracteriza-ción, el sentido de fe y verdad escénica y la y utilización de las acciones físicas.

© Revolución y cultura, No. 3, mayo-junio de 1996.

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El BrujoEl Brujo

Por Maricela Acosta

El Brujo es una obra de teatro para niños y jóvenes en dos actos de Alberto Curbelo. Está ins-pirada en elementos del folklore cubano de origen afri-cano.

En el texto se logran concatenar sucesos y per-sonajes con organicidad y coherencia estética. La utili-zación de diversos ritmos de la música popular cuba-na, las constantes referencias y citas del lenguaje po-pular, proverbios, refranes y adivinanzas de la cultura popular cubana y el folklore hispanoamericano, supo-ne esta teatralización, recreada y estilizada con ele-mentos de la realidad que el autor capta con profundad y expresa con belleza.

El dinamismo en los diálogos y la búsqueda de una atmósfera a través de la posición del lenguaje es un rasgo predominante en esta pieza. No obstante, Al-berto Curbelo en El Brujo logra un texto en términos comunicativos y una estructura armónica difícil de en-contrar en la dramaturgia de nuestros días.

© Programa El Brujo, Octubre de 1995.

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Teatro espectacularTeatro espectacular

Por Jorge Luis Torres

El Brujo, obra de Alberto Curbelo, nos de-muestra una vez más la vocación de este autor por el teatro espectacular; estamos ante un texto relativo, un texto de estructura abierta que admite reformulaciones en el orden com-positivo y en el plano de los contenidos. El Brujo, con toda su carga popular y/o folklóri-ca, recrea estampas criollas a través, incluso desde, lo figurativo; en esta medida, el autor juega con una hisotira, con un discurso, que sabe alternar con otras expresiones del arte es-cénico los cantos y las danzas para cons-truir un diagrama de situaciones bien articula-das, pero siempre abiertas a la invención.

Los personajes, sujetos al fenómeno de la trai-dción escrita yoral prenden por su caracterización festiva más que por su «sicologización» convencional; y, ya que el teatro es una convención, en El Brujo el principio convencional se redimensiona para hacer edel teatro un hecho festivo que encuentra en las plazas públicas su mejor tributo a las comediantes antiguos.

© Programa de El Brujo, Octubre de 1995.

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Con la luz del díaCon la luz del día

Por Jorge Ignacio Pérez

A cielo abierto comenzó el Festival Internacional de Teatro de La Habana. El angosto y breve callejón de Jústiz, en La habana Vieja, valió como espacio ideal para exponer un arte con tanta raigambre popular: la escenografía, una hilera de contiguas casas coloniales, ya había sido instalada desde el siglo anterior; la iluminación, quedó a merced de una mañana gris; el público, una simbiosis de teatristas, y transeúntes que se detuvieron a mirar.

Nuestro Martí nunca hubiera imaginado que en sus cotidianas calles empedradas

se representara Abdala, ese texto épico que tan bien ilustra el amor a la patria. Armando Mo-rales, un experto manipulador de muñecos, presentó como apertura del Festival su versión es-cénica, junto al joven Sahímel cordero, también manipulador. Varios son los componentes que hacen de esta puesta un hecho de relevancia teatral. Además del homenaje al Maestro, ha-bría que enumerar el magnífico diseño y construcción de los muñecos articulados y dimensio-nados a la justa medida, cálculos cuya resultante comprobó el espectador en la comprensión de la guía sentimental. La dramatización, basada en lo que sería un trabajo de cámara oscura, cuenta con el magnífico desenvolvimiento del dúo en la proyección de las voces (a veces vo-calización de forma cruzada con respecto al muñeco que dirigían); y además con una anima-ción de los «personajes» digna de elogios.

A segunda hora, con la entrada de El Brujo (obra escrita y dirigida por Alberto Curbelo), Tea-tro Cimarrón trastocó la quietud que había dejado en la calle una pieza de tanta reflexión co-mo Abdala. Zancos, cantos, percusión afrocubana y danza conformaron entonces un espectá-culo participativo, rico en valores autóctonos y profesionalidad artística.

Congruencia entre propuesta escénica y locaciones fue el saldo de una primera y temprana jornada del Festival.

© Granma, 23 de septiembre de 1995.

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«El Brujo», por Teatro Cimarrón

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Sortilegio a media tardeSortilegio a media tarde

EN EL HOTEL SEVILLA

Por Ada Oramas

Las ofrendas de los orichas son la génesis de la comida tradicional cubana, en buena parte. ¿Acaso lo sabía usted?... Esta información fue suministrada por la profesora Marta Sánchez, durante la conferencia que dictó en el acto inaugural del curso en la Escuela de Altos Estudios Turísticos, ubicada en un ala del Hotel Sevilla.

Pero lo más curioso es que al enu-merar los platos que forman parte de los ri-tuales en los mitos yoruba, cada uno de los dioses sincretizados por la fantasía de los negros esclavos era personificado por un actor del grupo Teatro Cimarrón, que dirige Alberto Curbelo, y se identificaban con los cantos y danzas, así como con el vestuario característico de cada oricha.

Así, los asistentes al cacto pudieron enterarse que deidades como Obatalá gus-

tan de comer arroz con leche, montañas de merengue, manjar blanco, Anón y guanábana; en tanto que Ochún prefiere panetelas con miel, calabaza y platanitos cocinados con vino, azúcar y canela, un antecedente de los plátanos en tentación.

Anteriormente, otra conferencia del profesor Emilio Arredondo, ilustró a los estudian-tes sobre la vinculación de la cocina cubana a la cultura de nuestro país, al punto que aparece en obras maestras de la literatura criolla, en citas de Cirilo Villaverde, Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Miguel Barnet.

La sesión vespertina constituyó un viaje por los platos de la cocina española y africa-na, a través de la palabra del profesor Ramón Rodríguez, que tuvo un epílogo en una puesta en escena de Teatro Cimarrón, titulada Cantos y Bailes, con la dirección artística de Alberto Curbelo y una coreografía de creación colectiva.

El monólogo de la madrina de María Antonia, de Eugenio Hernández Espinosa, inter-pretado con una gran fuerza expresiva por Yolanda Ruiz fue integrando las deidades a una es-cenificación multidisciplinaria, de una coherencia y organicidad admirables. Era la unión de liturgia y lirismo, era el engarce de lo imaginado y lo real, era la raíz del folklore cubano, que

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culminó con una conga, donde profesores y alumnos respondieron al llamado de la tumbado-ra. Era, quizá, el nacimiento de noches cubanas de singular atractivo, en esos sortilegios surgi-dos a media tarde, que renacieron en la piscina del Hotel Sevilla.

© Tribuna de La Habana, 1995.

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Pensar diferentePensar diferente

Por Jorge Rivas Rodríguez

El proceso de cambio que, en las diferentes esferas de la actividad social y productiva viene generándose en el país, ha propiciado que también en el sector de la Cultura, comience a me-ditarse, con resultados precisos, sobre la eficiencia económica; tema que anteriormente queda-ba perdido entre controles e informes sobre los que únicamente echaban una ojeada formal los directivos, quienes se desempeñaban con «justificada» despreocupación sobre aspectos que quedaban, cualquiera que fueran sus resultados, bajo el amparo del subsidio estatal.

Cuestiones relativas a los gastos de producción, el costo por peso de ingreso, ganancias y pér-didas, entre otras de carácter esencial para el desarrollo de cualquier empresa, adquieren aho-ra, dentro del arte y la cultura, un papel tan preponderante como el concerniente a la calidad artística, sobre la cual recaían los mayores objetivos y preocupaciones de creadores y funcio-narios.

Un balance de la actividad danzaria y teatral de la Capital durante el año 1994, permite cono-cer resultados concretos a partir del estudio, con visión empresarial, de dónde y cómo obtener utilidades, con mayores ganancias y menos pérdidas, tanto en recursos financieros como ma-teriales, con un uso racional de la fuerza de trabajo (artistas y personal de apoyo).

Esos conceptos pueden traducirse en una mayor cantidad de espectáculos y de estrenos teatra-les y danzarios, con reconocidos valores artísticos, en los que se obtuvieron, con menos gastos y recursos destinados a la producción de las obras escenografías, luces, vestuarios, transpor-tes…, superiores resultados económicos.

Tomando como base eta premisa, en 1994 el Centro de Teatro y Danza de La Habana (CTDH), bajo la dirección del dramaturgo Alberto Curbelo, logró una eficiencia sin pre-cedentes dentro de su gestión, justamente en uno de los años más críticos del periodo es-pecial.

Los ingresos en ese año ascendieron a más de 237 mil pesos 119 por ciento de cumpli-miento del plan, cifra superior en 57 mil 700 pesos, a la del año anterior, y con menos gastos y un subsidio inferior al planificado; mientras que el costo por peso de ingreso léase costo por peso invertido en la produc-

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ción de obras escénicas se redujo en 4,32 pesos con respecto a 1993. En total se realizaron 2 mil 292 funciones, las que gran parte correspondieron al teatro para niños y jóvenes.

Los que en un principio para muchos parecía una utopía, se va convirtiendo en realidad palpa-ble que, con el decursar de 1994, se concretó en alentadores resultados económicos y también artísticos.

Lógicamente, esta transformación se debe a una seria reorganización del trabajo, la planifica-ción detallada y la aplicación de estrategias novedosas, oportunas y no generalizadas, en las que se tienen en cuenta las particularidades de cada grupo.

Al carecer de secciones sindicales, lamentablemente, los trabajadores del sector no tuvieron la posibilidad de analizar en sus proyectos escénicos la actividad económico-artística, junto a las direcciones y administraciones, aspecto que constituye el Talón de Aquiles en ese objetivo y en cuya solución trabaja actualmente el Sindicato de la Cultura con la creación del Buró sindi-cal de las Artes Escénicas.

Sin embargo, la repuesta de los trabajadores, ante las medidas aplicadas por el CTDH para lo -grar una mayor eficiencia, no se hizo esperar e hicieron proliferar, entre otras, la readaptación de las propuestas teatrales y danzarias para espacios flexibles, disminuyéndose así los requeri-mientos técnicos y escenográficos, a fin de lograr una explotación más racional de los reperto-rios; e incrementaron las funciones en estas locaciones a la par que continuaban los ensayos de nuevos títulos, los que, con anterioridad, era motivo para la no programación de espectácu-los.

Asimismo, en el incremento de los ingresos contribuyó la paulatina eliminación de gratuida-des y, la recaudación por funciones extra, fundamentalmente las realizadas por el teatro para niños y jóvenes en instituciones no concebidas para esos fines (escuelas, centros de trabajo, círculos infantiles…); la apertura de nuevos espacios dedicados al quehacer escénico; la re-ducción del tiempo que tradicionalmente se destinaba al montaje de nuevas piezas; y muchos otros reajustes que posibilitaron, además, un incremento notable en el número de espectado-res.

Un solo ejemplo puede dar una idea de cuánto podía hacerse en este sentido: la pantomima, que en 1993 solamente realizó tres funciones, en el pasado año sobrecumplió su plan de un 240 por ciento 72 espectáculo a partir de la creación de subproyectos artísticos dentro del

Centromimo, los cuales propiciaron reunir a los creadores alrededor de di-ferentes directores artísticos de acuer-do con sus intereses estéticos.

Aún quedan muchas deficiencias por resolver; no obstante, en breve tiempo el CTDH demostró que con la aplica-ción de las más elementales disposi-ciones organizativas es posible elevar la eficiencia esa categoría que mu-chos se resisten aún a aplicar en este

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«Patakín de una Muñeca Negra», de Alberto Curbelo

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sector y que son tiempos de pensar diferente y hablar de economía y calidad artística en igualdad de condiciones e importancia. Únicamente de esa forma, y con la activa participa-ción de los trabajadores, podremos desarrollar el arte y la cultura en tiempos tan adversos co-mo estos.

© Trabajadores, 6 de marzo de 1995, p. 11.

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Entre la escena y la películaEntre la escena y la película

Por Roxana Pollo

Ahora que celebramos la centuria del cine, el colectivo teatral El Público aprovecha los múlti-ples aspectos que tienen en común el cine y el teatro, y también algunas esencias que los con-vierten en actividades creativas completamente distintas, para prever una programación diver-sa e interrelacionada entre la escena y la pantalla para lo que queda de año. Esto será en el Trianón.

Se trata de un proyecto diversificador de esta sala, hasta hace muy poco subutilizada, que combinará la cartelera infantil y la de adultos y que desde este mes de febrero alterna las funciones de Perla Marina (viernes a domingo, 5:00 p.m.) con el espectáculo para niños El Príncipe Pescado, de Alberto Curbelo (domingo 2:00 p.m.), por primera vez en esta sala. De jueves a domingo se mantiene la programación cinematográfica y cada miércoles se exhibirá un filme marcado por su vínculo con el hecho teatral.

«SI NO OS CALLAÍS ME MUERO EN EL SEGUNDO ACTO»

Dijo la célebre actriz francesa Sarah Ber-nhardt ante el escándalo del público en una gira que dio por América en 1917. Un emblemático per-sonaje de la escena mundial que debutó con la Co-media Francesa y encarnó Andrómaca, Lady Ma-cbeth, Freda o Margarita Gautier, y que será pre-texto de lujo para el próximo estreno de El Público: Sarah’s.

Obra en un acto con texto de Norge Espino-sa y puesta en escena de Mario Muñoz que intenta-rá volver al mito y a toda una estirpe de estrellas entre las que se incluyen Isadora Duncan, Ana Pav-lova, Marilyn Monroe, Greta Garbo, George Sand, Frida Kahlo y María Callas, traídas de la mano de la actriz Mónica Guffanti con los ropajes de la Ber-nhardt. Sarah’s subirá a escena en fecha cercana.

© Granma, La Habana, 22 de febrero de 1995.

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«El Príncipe Pescado» de Alberto Cur-belo

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Lo que el pueblo aplaudió en el 94Lo que el pueblo aplaudió en el 94

1994 REGISTRÓ HITOS EN EL PANORAMA DE LAS ARTES Y LAS LETRAS EN NUESTRA CIUDAD, EN LAS CUALES OCUPARON UN LUGAR CIMERO LA CULTURA COMUNITARIA Y FESTIVALES IN-TERNACIONALES DE BALLET, CINE, BOLEROS, DANZA, FOLKLORE Y LA FERIA DEL LIBRO.

Por Ada Oramas

Si volvemos el almanaque hacia los primeros días de 1994, parecerá imposible cuánto se ha hecho en el arte y las letras en 365 días. Ante todo, la chispa que brotó en las instituciones culturales, se convirtió en fuego perpetuo que ha permitido al pueblo disfrutar de todas las ex-presiones de la cultura en su propio barrio. Y esta es la mayor conquista en el 94.

Rico en eventos, sería imposible referirse a todos, aun cuando hemos asistido a una gran parte de ellos y todos han sobrepasado sus expectativas. La Feria Internacional del Libro adquirió caracteres de apoteosis en PABEXPO y La Moderna Poesía, los lectores se volcaron de modo multidinario y adquirieron preciosos volúmenes, entre los cuales se destacó la literatura infan-til, junto a obras de Caerpentier, Dulce María, Carilda, Lezama, Eliseo, Cintio y Fina.

Los Sábados de la Rumba concentraron a numeroso público en la sede del Conjunto Folklóri-co Nacional, en Calzada y 4, y los éxitos internacionales del colectivo se sumaron a sus triun-fos en las temporadas del Mella. Dos ediciones de CUBADANZA y la celebración de los 35 años de fundada Danza Contemporánea de Cuba, mostraron la vigencia de la compañía en su reper-torio antológfico y las obras de estreno, de jóvenes creadores.

La salsa cubana se impuso en el mundo con los Van Van, Adalberto y su Sion, NG La Banda, Revé y la Aragón. Y aquí, en la capital, el Salón Ro-sado y los círculos sociales brindaron ocasiones de distrute especial a nuestros bailadores.

El teatro tuvo grandes momentos, como el Festival de Camagüey, la Muestra para niños, el IV Encuen-tro de Teatro para Niños y Jóvenes Guanabacoa’94, pero además las salss se han mantenido con grandes llenos, como ocurrió en Santa Camila de La Habana Vieja, con Plaza Vieja, Clitemnestra, con Trotamun-dos, Parece blanca en Hubert de Blanck, y en esta sala, dispuesta a imponer un record taquillero, sigue en escena El tío Francisco y las leandras.

En teatro para niños, merecen especial mención El Príncipe Pescado, de Alberto Curbelo, con Teatro

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Marianexys Yanes en «El Príncipe Pescado»

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del Sol, Los ibeyes y el diablo, de René Fernández por el Teatro de la Vila y Fábula de un país de cera, de Joel Cano con la Colmena.

La II Bienal de La Habana convirtió a la ciudad en una galería gigante, pues mostró las más actuales tendencias, lenguajes y técnicas de los creadores del Tercer Mundo en todas las ma-nifestaciones de las artes plásticas, y además, las galerías provinciale spresentaron exposicio-nes indificuales de artistas, en las cuales pudimos observar talentos en desarrollo, de altas ptoencialidades.

© Tribuna de La Habana, 1 de enero de de 1995.

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Mitos de «El Sombrero»Mitos de «El Sombrero»

Por Ada Oramas

A partir de la visión de Marguerite Yourcenar he-mos visto en los últimos tiempos dos versiones de Clitemnestra que la extrapolaban de la Antigua Grecia y la ponían, por momentos, a convivir con los espectadores. En esta ocasión, el personaje so-focliano transgrede las barreras espacio-tempora-les por las licencias de Alberto Curbelo, llega a la Verona medieval y se transforma, sucesivamente, en Julieta y, a la vez, la trae a una época contem-poránea, con La Noche de los Asesinos, de Triana.

Se produce, entonces, el juego que caracte-riza a la obra antes mencionada y Clitemnestra mata a sus seres más queridos y se autodestuye en escena, para continuar después represetándonos su historia, en una sucesión de géneros, de la tragedia a la farsa.

El cubano, lo cubano está siempre rpesetne en una plenitud sensorial y no meramente festual; aunque el gesto, la función defensiva y ctática de los movimientos danzarios de Ma-rianexys Yanes e, incluso, de su imnterpretación al cantar, el permanetne choteo y la recu-rrencia a tipos y caracteres de nuestra vida social, salpica de buen humnor y mordaces pará-frasis toda la ficción escénica.

El Sombrero, título de la puesta de Teatro del Sol, con dirección general de Ana Tere-sa Magán, no alude a la protagonista, sino al recuerso que emplea para desdoblarse en seres antagónicos o afines, hasta adquirir una cierta invisibilidad que le permite fisfonear sin ser vista. Y así, esta criatura curbeliana toma sin pedir permiso el legendario sombrero del poeta Zequeira y lo utiliza en cambios de personalidad, como interlocutor y hasta como amante.

Esta mujer, sus dudas, sus placeres, sus dolores, esta Clitemnestra contemporánea es el centro del espectáculo teatral. Ella estructura el universo vivísimo de su teatro, no para cons-truir una fábula sino para destruir el mito, oponiéndolo a otros en deformantes juegos escéni-cos. La ficción teatual reproduce escenas intertextuales, pero su interpretación desmisrifica personaje sy provoca lecturas mucho más reveladoras.

La creatividad de Alberto Curbelo, como autor del texto y de la puesta muestra su ma-durez artística tras dos escenfiicaciones que consideramos antológicas en el teatro para niños Patakín de una Muñeca Negra y El Príncipe Pesacado, ambas laureadas por la crítica y muy aplaudidas por el públuico, como su reciente estreno de Alita, inspirada en un poema de Paul Eluard.

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El discurso escénico de El Sombrero transforma incesantemente la escenografía, el vestuario y la míni-ma utilería en función de la acción dramática y evolu-ción de sus acontecimientos. Los reevalúa y crea otros espacios físicos, acordes a las necesidades del drama o las reinterpretaciones a que somete diversos eprsonajes y mitos de la literatura cubana y universal, aun cuando la escena no es miméticamente ningun lugar reconoci-ble.

La música en vivo, proyectada y ejecutada por Osmany Castillo, acentúa las tensiones dramáticas y es-cénicas, interrogando lo que se dice e interpreta sin lle-gar a reescribir otro discurso. Compulsa al personaje. Lo desplaza hacia otros estadios de su confesión, con-trariándola o anticipándose a sus palabras. Al utilizar

básicamente guitarra, platillo, tambor yuca y clave crea un collage musical muyu cercano a la concepción estructural del propio texto.

El Sombrero es todo un reto para la actriz. En realidad, está plasmado como un uniper-sonal que permite canalizar al máximo todas las potencialidades escénicas de la protagonista. Marianexys Yanes no sólo asume personajes tan disímiles como Zequeira, Julieta, Romeo, Clitemnestrra y Agamenón, sino que llega a una mujer de la época actual, a través de transis-ciones que coindicen con los rompimientos dramatúrgicos y los acentos de la música.

Marianexys logra un buen empleo de la voz, a través de la eficacia de sus resonadores, una mímica adecuada con la proyección requerida de la gestualidad, dominio de la escena, lo cual propicia una comunicación total con los espectadores, a quienes hace participar de modo activo en la representación y hasta comparte la escena con algunos, lo que provoca momentos del más puro humor.

Clitemnestra es juzgada a través de sus causales. Es culpable de haber cometido el cri -men, pero las circunstancias atenuantes poseen tal peso que quizás merezca la absolución. El público analiza los hechos y comprende al personaje en la orgánica actuación de Maria-nexys. Su ovación la declara inocente. Ella, la del sombrero, nos hace cómplices de sus acciones en cada noche de su eterno juicio.

© Tablas.

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Clitemnestra o el conjuroClitemnestra o el conjuro

FESTIVAL NACIONAL DE TEATRO SIN FRONTERAS

Por Ricardo Benítez Fumero

Lo que muchos pensaron que sería una maratónica ensalada de apresuradas puestas en escena (35 en una semana), devino un organizado evento que, salvo algún que otro minúsculo contratiempo, transcu-rrió por los carriles previstos hasta culminar el pasado domingo en una discreta, pero emocionante gala de clausura.

Artes Escénicas se anotó otro tanto a su favor, y demostró a todos que tiene condiciones suficientes para llevar adelante el viejo sueño de celebrar un evento bie-nal con la mejor de la teatrística nacional. Este Primer Festival Sin Fronteras lo demostró con amplitud.

Quedó claro, sin embargo, la supremacía del tea-tro para niños, al menos en esta provincia. En el de adultos, se aprecia la necesidad urgente de un trabajo duro con los actores, en pro de dominar la téccnica y de-sarrollarse para lograr un desempeño digno. Y solo pdo-rá lograrse con estudio y trabajo pertinaz.

Cantera suficiente hay. La escasez de recyursos nopuede ser pretexto para conformarse con medias tintas. A fin de cuentas, los actores tienen la materia principal: su propio cuerpo-.ahí están, todavía espectrales sobre el escenario, la imagen y la voz de Clitemnestra para re-cordarlo.

PREMIOS DEL I FESTIVAL NACIONAL DE TEATRO SIN FRONTERAS

TEATRO PARA ADULTOS

ACTUACIÓN FEMENINA: Mariacarmen García, por Clitemnestra o el crimen, Orto (Villa Clara); ACTUACIÓN MASCULINA: Luis Mesa, por Clitemnestra o el crimen, del mismo colectivo; men-ciones para Gilberto Subiaurt López, por condenados, Mirón Cubano (Mataanzas), Wilfredo Mesa, por La noche sucia, Teatro D’Sur (Matanzas), Marianexys Yanes, por El Sombrero, Teatro del Sol (La Habana), y Dalia Souza, por ¡Que suba la parentela!, Los Echemendía (Ciego de Ávila).

DISEÑO ESCÉNICO: Orto (Villa Clara).

PUESTA EN ESCENA: Raúl Alfonso , director de Clitemnestra o el crimen, Orto; y un premio es-pecial para los avileños Echemendía, por su obra ¡Que suba la parentela!

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Marianexys Yanes, de Teatro del Sol, en su versión de Cli-temnestra en la obra El Sombre-ro, de Alberto Curbelo.

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TEATRO PARA NIÑOS

ACTUACIÓN CON TÍTERES, FEMENINA: Neivis González, por Redoblante y Cundeamor, Esperpen-to (Ciego de Ávila); MASCULINA: Pablo Izquierdo, por Alaroye y Redoblante y Cundeamor, Es-perpento.

Otras instituciones vcomo los Centos de Cine y de la Música, el Fondo de Bienes Culturales, ARTEX, la UNEAC, la AHS, la Casa de Cultura José Inda y el sindicato del ramo entregaron tam-bién galardones.

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Con nombre de árbol y su flor…Con nombre de árbol y su flor…

Por Antonieta César

La majagua, el árbol noble, y su flor como símbolo, identifican al Proyecto Cultural Comuni-tario surgido a fines de 1996 en uno de los bateyes del consejo popular Limones-Palmero, por la acción coordinadora de este periódico Trabajadores y el consejo de la administración muni-cipal de Majagua, tras los severos embates del huracán Lili.

Fue en la escuela primaria rural Mártires del Corynthia, ubicada en la comunidad Las Trozas, donde nació este proyecto, en principio dedicado a estimular el desarrollo educacional y cul-tural de la infancia lugareña, en medio de condiciones materiales dañadas por el ciclón.

Tras el impulso inicial del Poder Popular de Majagua y nuestro periódico, nuevos auspicios se sumaron: la CTC, el Instituto Cubano del Libro, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Ministerio de Cultura, y otras organizaciones e instituciones nacionales y las empresas loca-les, y todos aquellos, residentes o no, ganados con la idea y dispuestos a colaborar. Hoy, casi tres años después, cristaliza un movimiento ya extendido a Derramadero, Limones y a la gran-ja cañera La Julita.

La experiencia, única de su tipo acometida por un órgano de prensa en Cuba, ha madurado. El intercambio entre reconocidas figuras y agrupaciones de la cultura nacional e internacional y los habitantes de esas localidades agrícolas ha crecido hasta convertir el proyecto en un com-plejo y abarcador programa con valores comunitarios integrales que rebasan ampliamente sus objetivos iniciales.

EL PAISAJE CAMBIA

El consejo popular Limos-Palmero está integrado por el batey de ese nombre y los de Derra-madero y Las Trozas, región caracterizada por la agricultura cañera, y las producciones gana-deras y lechera. Cabe imaginar lo que significó para los campesinos, obreros agrícolas y otros trabajadores de diferentes sectores que laboran en esas comunidades, en medio de su cotidia-nidad, la llegada de este proyecto cultural.

El objetivo era aunar voluntades para posibilitar el enriquecimiento espiritual, rescatar mani-festaciones de la cultura autóctona y propiciar encuentros sistemáticos a partir de que, en esta zona existe una extraordinaria afición por la música campesina, el repentismo, el humor, el teatro, los juegos de mesa y el béisbol.

Varias han sido las ocasiones en que las embajadas culturales rompen la monotonía. La última ocurrió en ocasión del Primero de Mayo, con la brigada integrada por actores, músicos y téc-nicos del grupo Teatro Cimarrón que dirige Alberto Curbelo; la instructora de danza de la Ca-sa de Cultura municipal, María del Carmen Álvarez, y el especialista en artes plásticas de este órgano, fundador y coordinador del proyecto, Jorge Rivas Rodríguez. Ellos participaron viva-

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mente en el inicio de una nueva etapa en la labor del proyecto, lo cual comenzó ese día en De-rramadero, con un desfile algo sin precedentes allí que marchó hasta el bosque 60 aniversario de la CTC, cuya siembra organizaron, con motivo del Día Internacional de los Trabajadores.

El éxito de los promotores radica en su capacidad movilizativa. Las costureras cosieron sin re-parar horas vestuarios y títeres para las puestas en escena y también ropas para los pequeños. Mientras unos ensayaban, otros preparaban las condiciones de los espectáculos.

Como resultado final, el 17 de mayo, Día de los campesinos, había quedado reparada la es-cuela Abel Santamaría; e inauguradas la biblioteca itinerante y la ludoteca. Volvieron las pa-rrandas; se construyó un área recreativa, se reparó el Círculo social campesino, se comenzó la preparación del campo de pelota, se creó un huerto familiar…

Quedaron en funcionamiento el grupo de teatro infantil de Derramadero con cuatro obras en su repertorio, un grupo musical, otro danzario y una parranda campesina. Como se puede apreciar, allí, en La Majagua van ganando espacio la sensibilidad colectiva y la cultura de to-dos, la recibida y la entregada.

© Trabajadores, La Habana, 2 de agosto de 1999, p. 12.

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¿Maní o teatro?¿Maní o teatro?

CULTURA COMUNITARIA

Por Zoe Ruiz

Al son de la Ma’ Teodora, los títeres José Clemente y Doña Lucía cobraron vida en las manos del joven actor Leonel Rojas de Teatro Cimarrón, quien en una puesta de Pedro Valdés Piña se presentó en el Museo del Cerro, ubicado en la Calzada principal de ese municipio. Allí tu-vo lugar la Tarde la Tertulia, con el tema: Teatro en la comunidad: ¿un espacio necesario o alternativo?, conducida por Eberto García Abreu, asesor teatral del grupo.

La interrogante provocó un profundo debate. Entre los invitados se encontraban Rosa Ileana Boudet, crítica, investigadora del departamento de teatro de la Casa de las Américas y directo-ra de la revista Conjunto; Vivian Martínez Tabares, directora de Estudios del Caribe, en dicha institución; Gerardo Fulleda, dramaturgo y director del grupo de teatro Rita Montaner; Bárba-ra Oviedo, especialista de teatro para niños del Consejo Nacional de las Artes Escénicas; Ya-na Elsa Brugal, directora de la revista Tablas; José Luis Quintero, actor y director teatral del grupo Géminis; Alberto Curbelo, director del grupo anfitrión. Periodistas, actores y vecinos de esa comunidad.

Los criterios fueron muy diversos. Para unos el teatro comunitario es una necesidad, para otros es un espacio alternativo y algunos lo consideraron como necesario y alternativo a la vez, siempre y cuando se una la creación al contexto social y no se pierda la perspectiva esté -tica.

El teatro comunitario debe caracterizarse por la sencillez comentó Fulleda sin dejar de ser elaborado y didáctico, lo que requiere una sólida preparación pedagógica y profesional de los actores.

Refirieron, además, que el teatro comunitario debe ser reconocido dentro del espacio en que se desenvuelve, como formador de valores y gustos estéticos.

El teatro para niños fue otro de los temas valorados. Su importancia, las exigencias del mismo por ser fuente de imaginación, en el que magia y fantasía han de unirse para hacer realidad los sueños infantiles. Sin embargo, indicó Alberto Cur-belo, todavía existen padres que prefieren invertir un peso en un cu-curucho de maní y no en una entra-da para que su hijo disfrute de una

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obra teatral. Esto supone un trabajo sistemático de motivación e intercambio con la comuni-dad, sensibilizarla y atraerla hacia la creación artística.

Sin dudas, el encuentro fue muy provechoso, tanto para los especialistas y críticos como para los actores que son los protagonistas de este trabajo.

Talento y profesionalismo se dieron cita esa tarde en el Museo del Cerro, a los escasos recur-sos materiales se unió la fuerza expresiva de la actuación: un joven actor y dos muñecos fue suficiente para demostrarlo.

© Coordenadas, Ministerio de Cultura, La Habana, No. 7 de 1999.

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No son reyes magos, pero…No son reyes magos, pero…

Por Mario Hubert Garrido Martínez

En 82 años, Loynaz Castillo Peña, el poblador más viejo en Derramadero, municipio de Maja-gua (Ciego de Ávila), no había asistido ni a una sola reunión organizada en la comunidad. Prefería quedarse a solas con su hijo y al cuidado de sus animales. Sin embargo, aquella tarde, aunque apartado del resto, decidió vestir sus mejores galas. Lo vi sonreír con los niños actores y aplaudir de buena gana las décimas de Osmani Carmenate, un repentista natural, quien por las mañanas es operador de maquinaria.

Cuando indagué por los cambios en el batey de la CPA Victoria de Girón, Loynaz, hasta sor-prendido de tener un nombre que es apellido de relieve histórico, afirmó que «soy pequeño agricultor, ganadero, y esto que está sucediendo no tiene igual, sobre todo por los niños. Hacía mucha falta. Mire la escuelita misma. Decidí salir a comprobar con mis ojos y me voy feliz».

«A VIAJE»

La frase es popular en la región. Significa algo así como acometer cualquier empresa sin que quede nada por hacer. En su peculiar modo de expresarse, no pocos campesinos de Derrama-dero definían así la semilla que va sembrando el Proyecto Cultural Comunitario La Majagua, que hace más de dos años dirige el periodista Jorge Rivas, y que abarca, además, a las comu-nidades de Las Trozas y Limones Palmero, nombre último del consejo popular.

En sus inicios, la visita de un periodista a la escuelita rural, la entrega de medios materiales, donados en su mayoría por instituciones patrocinadoras del programa, como el Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano del Libro, la CTC y Trabajadores, y las autoridades locales, se in-terpretó de manera errónea, algo así como la presencia de reyes magos que aparecían cada año, presentaban actividades culturales y después regresaban a la capital.

Aún así, de esas jornadas son memorables los encuentros con el ballet de España, o con cole-gas de Norteamérica y con otras personalidades del mundo cultural.

Pero el proyecto es algo más. Para entregar magia de verdad, la que nace y brota de un pro -fundo sentido de solidaridad martiana y el cariño por una obra tan sensible, en eta ocasión Ri-vas se hizo acompañar del grupo Teatro Cimarrón, dirigido por Alberto Curbelo, y de otros asesores del municipio, como María del Carmen Álvarez, especialista de danza.

En esta oportunidad, nada de cómodos hoteles. Los artistas convivieron en las propias casas de los campesinos. Allí diseñaron como materializar los mejores sueños: remozar la escuelita Abel Santamaría, preparar obras de teatro para niños en las que los alumnos de primaria se convirtieron en protagonistas, enriquecer las presentaciones de actores profesionales con las improvisaciones sugerentes del repentista de la comunidad, Osmani Carmenate.

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Y qué decir de la cada del médico de la familia convertida en sala de ensayo y también esce-nario para vídeo-debates entre campesinos. Por las noches las viviendas se convertían en aca-loradas tribunas para intercambiar criterios y enseñanzas acerca de diferentes culturas, sin que faltara la alegría. Temas como el comportamiento en la sociedad, la lucha contra el hábito de ingerir bebidas alcohólicas y el papel de la familia en la formación de las nuevas generacio-nes, pasaban de una broma de ocasión a los análisis más serios.

¿EPÍLOGO?

Ahora lo que más preocupa es qué pasará con la partida del grupo. De todas maneras, Rivas se afana en dejar por escrito la manera de darle continuidad al proyecto, en su integridad, y toca a las autoridades locales asumir una responsabilidad consecuente, ya que esta vez el apoyo pudo ser superior.

«Es un tremendo compromiso que debemos asumir todos dijo Osvaldo Castillo, de 37 años, uno de los colaboradores más activos del proyecto en la comunidad. Lo que dejan es para siempre, y recordó el desfile del Primero de Mayo, algo inédito en estos parajes, la inaugura-ción del Bosque 60 aniversario de la CTC, o la siembra de árboles (las posturas no habían lle-gado), a lo largo de la “calle” principal, en saludo a la firma de la ley de Reforma Agraria. Y lo más importante, cómo se va transformando los muchachos que antes sólo corrían detrás de los animales, sin otros entretenimientos más sanos como este del teatro o aprender la técnica del maquillaje o hacer títeres, lo cual hasta los hace sentirse más importantes».

De cuando en cuando Osvaldo desvía la vista hacia los ensayos. La alumna de cuarto grado, Zaily Castillo, su hija, hace sus pininos como actriz: es la conductora de La Cucarachita Mar-tina, primera pieza teatral montada especialmente con los niños de Derramadero.

© Trabajadores, La Habana, 17 de mayo de 1999, p. 12.

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Sedimentar nuestra identidad culturalSedimentar nuestra identidad cultural

CON EL INDIVIDUO, EN SU ENTORNO

Por Jorge Rivas Rodríguez

Una nueva etapa de apreciación y fomento de la creación artística y literaria entre niños, jóve-nes y adultos de las comunidades de Las Trozas, Derramadero y Limones comenzará a partir del Primero de Mayo, cuando en esas apartadas zonas rurales del municipio de Majagua fun-cionen varios talleres de teatro, literatura, danza, confección y manipulación de títeres, cine, artes plásticas y música, entre otras manifestaciones, que contará con la asesoría del grupo Teatro Cimarrón, de La Habana, y de otros creadores profesionales, instructores de arte y pro-motores culturales de Ciego de Ávila.

Esta brigada artística, integrada por cerca de 20 creadores en saludo al aniversario 60 de la CTC y al Primero de Mayo, laborará y convivirá con los campesinos de esa región pertenecien-te al consejo popular Limones-Palmero con más de mil 800 habitantes distribuidos entre los tres bateyes y su movilización forma parte de la sistemática colaboración de grupos e insti-tuciones culturales con el Proyecto Cultural Comunitario La Majagua, que desde hace más de dos años funciona allí promovido por el periódico Trabajadores, la CTC, el Instituto Cubano del Libro (ICL) y el Consejo de la administración municipal de Majagua; con el coauspicio del Ministerio de Cultura, el Centro Nacional de Cultura Comunitaria y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas.

EN DEFENSA DE NUESTRAS RAÍCES

Este proyecto, cuyo propósito esencial es rescatar, consolidar y defender nuestras heren-cias, tradiciones y costumbres, para de ese modo propiciar un mayor y mejor vínculo entre la comunidad y las diferentes manifestaciones del arte, la literatura y la cultura en general, tam-bién cuenta con el apoyo de otras instituciones y organismos, entre los que se encuentran el Sectorial provincial de cultura en Ciego de Ávila, la UPEC, el Teatro Nacional de Cuba, el Sin-dicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, la Facultad de Comunicación Social de la Uni-versidad de La Habana, el Ballet Español de La Habana, las empresas Publicigraf y Bissart, el Parque Morro-Cabaña, y numerosas personalidades del arte y la cultura.

INTENSA ACTIVIDAD CREADORA

Durante esta intensa jornada de actividad creadora, cuyo programa fue concebido por Tra-bajadores y se extenderá hasta el 17 de mayo, Día del Campesino Cubano; Teatro Cimarrón, bajo la dirección de Alberto Curbelo, propiciará la constitución de un grupo de teatro para ni-ños, que asumirá el montaje de un clásico de la literatura infantil. También se trabajará en la

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creación de títeres que posteriormente serán animados con historias que surjan de la imagina-ción de los pequeños campesinos, se realizará un taller de maquillaje teatral y personal, y se laborará en la formación de narradores orales escénicos, con el propósito de crear también un grupo de teatro dramático para adultos.

Teatro Cimarrón también asumirá el Taller de animación y creación literaria y participará, junto a otros especialistas, en la realización de encuentros didácticos sobre artes plásticas. Otros creadores e instructores de arte y promotores culturales de Ciego de Ávila y Majagua brindarán su asesoría en danza, música y cine, este último propiciado por el joven técnico y proyeccionista Mario de la Cruz Colomé, quien llevará hasta los bateyes equipos de video.

El Primero de Mayo, en saludo al Día Internacional del Trabajo, el Proyecto Cultural Co-munitario La Majagua creará el bosque 60 aniversario de la CTC; y en los siguientes días pon-drá en funcionamiento una biblioteca y un museo histórico-militar, ambos con carácter itine-rante entre los tres bateyes, e inaugurará en la escuela primaria rural de Derramadero una lu-doteca para más de 60 niños que allí viven, donada a través de PROLIBROS por la organización Viento Sur, de Canarias, España.

En julio, los auspiciadores del proyecto estimularán a 40 niños destacados en el curso esco-lar 1998-1999 de las escuelas rurales del Consejo Popular Limones-Palmero, quienes partici-parán en un amplio programa de agasajo en la capital.

Durante su gira por las comunidades de Majagua, Teatro Cimarrón ofrecerá un programa con algunas de las piezas de su repertorio para niños y adultos, que incluye la presentación en el cine de la ciudad cabecera.

© Trabajadores, La Habana, 26 de abril de 1999, p. 12.

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Telón abierto a la comunidadTelón abierto a la comunidad

Por Ada Oramas

A siete barrios capitalinos llegó la muestra teatral del Encuentro Interamericano de Tea-tro Comunitario, y fue recibida con entusias-mo por un público ávido de contemplar ex-presiones de las artes escénicas.

Vale destacar la versión preñada de hu-mor y poesía de Meñique, en una puesta de Carlos A. Cremata, para los alumnos de la Escuela Especial Solidaridad con Panamá y El Romerillo, Patakín de una Muñeca Ne-gra, llenó de mitos los jardines del Teatro Nacional, con Monse Duany, en esa joya de Alberto Curbelo. Y Cubana de Acero reen-contró el teatro comunitario con la contem-poraneidad escénica de El hombre de la ga-llina, presentada por Teatro D’Dos.

Llegó Don Quijote a la Plaza de la Cate-dral, escoltado por Mirón Cubano, de Ma-tanzas, con un lenguaje lírico nimbado de una ingenuidad emocionante; el Teatro de Arte Popular convirtió a La Güinera en su escenario y el Peñón mostró la integralidad del colectivo, formado por Tito Junco.

De Colombia, dos escenificaciones muy diferentes que enriquecieron el horizonte de la muestra. El amor como superobjetivo de ¿Rea-lidad o fantasía?... permitió admirar a Luz de Luna, un colectivo joven que denuncia la vio-lencia y las condiciones míseras de los marginales; en tanto, una actriz de muy alto nivel pro-fesional, Flor Peñaloza, bridó su universo creador en un espectáculo unipersonal en el Centro Cultural Bertolt Brecht.

Como colofón, se produjo una importante noticia. Tras presenciar la mayoría de las pues-tas, el teleasta Eduardo Sánchez Torel seleccionó a Santa Camila de La Habana Vieja, del grupo Plaza Vieja, en versión y puesta de Huberto Llamas, y Patakín de una Muñeca Negra, interpretada por Teatro del Sol, con texto y dirección de Alberto Curbelo. Estas serán inclui-

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das en el ciclo de 10 obras latinoamericanas que filmará Televisión Española para trasmitirlas a otros países.

© Tribuna de La Habana, 16 de octubre de 1994.

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Sobresalieron valores jóvenes en el Festival de Teatro de CamaSobresalieron valores jóvenes en el Festival de Teatro de Cama--güeygüey

Por Enrique Atiénzar Rivero

El joven dramaturgo camagüeyano Alberto Curbelo ahora con el grupo Teatro Cari-beño, de La Habana se alzó con varios lauros en el V Festival de Teatro Cama-güey’94, desde cuyo acto de clausura Lecs-ys Tejeda, Presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, convocó para la pr-óxima cita en el verano de 1996.

Patakín de una Muñeca Negra, versión dramatúrgica y puesta en escena de Curbe-lo alcanzó premio del jurado del Festival en diseño para texto infantil, y también el otorgado por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Fueron declarados desiertos los premios de actuación protagónica femenina y mas-culina de teatro para niños, y como ganado-

ra de música infantil resultó Susundamba, del Teatro Orilé, de La Habana.

En diseño de teatro para adultos el jurado premió a La virgen triste, de Galiano 108; en música, la obra Oh, Virgilio, de William Fuentes, actor de la mejor presentación protagónica, compartida con Héctor Laguna de la compañía Calibán Teatro de la Ciudad Heroína, con la obra Yepeto.

En el papel secundario sobresalió Luis Ante con La conquista de Ameuropa, del Colectivo Teatral Granma, y en femenino Raída Alfonso, ambos de la obra señalada.

La actuación femenina protagónica correspondió a Vivian Acosta por La virgen triste, de Galiano 108, compartido con Roxana Pineda en Antígona, de Estudio Teatral de Villa Clara. Ambas obras con premios en puestas en escena en unión de La paloma negra, del Teatro Es-cambray, de Rafael González, considerado el mejor texto dramático de autor contemporáneo vivo, por el jurado de la revista especializada Tablas y la Asociación de Escritores de la UNEAC.

© Granma, La Habana, 14 de junio de 1994, p. 6.

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Julián Villa en «Patakín de una Muñeca Negra»

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Temporada teatralTemporada teatral

Por Mireya Castañeda

La voluntad de hacer que en 1993 se impuso en los teatristas cubanos a las dificultades tam-bién se aprecia este año por los disímiles e interesantes proyectos en los cuales los creadores se encuentran inmersos.

Fue apreciación generalizada de la crítica, la prensa y los teatrólogos que en la escena ha habido una respuesta activa, llena de imaginación, y que las limitaciones ciertas han hecho, paradójicamente, despertar iniciativas.

La favorable situación del teatro aun en condiciones poco propicias puede comprenderse quizás mejor si se recuerda que en la pasada temporada se estrenaron 124 obras de teatro y danza-teatro, de las cuales nueve resultaron galardonadas con el Premio Villanueva, que des-de 1987 entrega la crítica nacional.

Alberto Curbelo, presidente de la sección de crítica de la Unión de Escritores y Artistas, di-jo a este semanario que el Villanueva es una demostración de que el teatro cubano está vivo y mantiene su tendencia histórica de ser diverso en la unidad, con múltiples tendencias, estilos, maneras de ver la realidad y llevarla a escena, y algo fundamental, la presencia de varias ge-neraciones.

Las nueve obras seleccionadas fueron: Media por medida dirigida por Vicente Revuelta (Teatro Estudio); La niñita querida, de Carlos Díaz (Teatro El Público); Patakín de una Mu-ñeca Negra, de Alberto Curbelo (Teatro Caribeño), Segismundo ex marqués, de Víctor Varela (Teatro del Obstáculo); La paloma negra, de Carlos Pérez Peña (Teatro Escambray); Mante-ca, de Miriam Lezcano (Teatro Mío); Érase una vez el mundo al revés, de Armando Morales (Teatro de la Villa), y La gaviota y Fast-Food, coreografías de Marianela Boán (Danza Abier-ta).

Estas puestas galardonas son reflejo ciertamente de la diversidad de estilos y temas, y de la simultaneidad de generaciones que puede hallarse ahora en el teatro de la Isla, y en diálogo

con algunos de los teatristas se advierte que esa labor continúa para esta temporada.

Carlos Díaz, por ejemplo, termina ahora de montar la pieza El Público, de Federico Gar-cía Lorca. «Es una obra que se supone, por las investigaciones que se han hecho, que Lorca escribió en La Habana. Hay un cuadro que se ha perdido, pero Abilio Estévez (otro signifi-cativo teatrista) ha hecho su reconstrucción y la vamos a presentar completa».

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El joven teatrista, con premios y puestas muy significativas, como la trilogía de teatro nor-teamericano (Un tranvía llamado deseo, Te y simpatía y Zoológico de cristal) y La niñita que-rida, de Virgilio Piñera, se confiesa enamorado del nuevo trabajo, porque «es una obra que va a aclarar el sentido de lo que hemos estado haciendo; incluso el título de la obra es el de nues-tro grupo, El Público, el sentido de trabajar para los demás, tener la sala llena».

Un maestro de generaciones de teatristas como Vicente Revuelta nuevamente sienta cáte-dra al decidir experimentar con el espacio en su mirada a un clásico como Shakespeare en Medida por medida, donde lo más importante fue la situación del ambiente, ver el teatro no como una caja, sino un lugar donde se mueven las hojas, se usa la luz natural.

«Lo malo de las tradiciones dijo a Granma Internacional es que casi todos hacemos co-sas dentro de los teatros, y el clima de Cuba permite perfectamente hacerlas fuera, buscar es -cenarios nuevos, me parece que fue el mayor encanto de Medida por medida».

Revuelta piensa volver a hacer una obra del español José Sanchís Sinisterra, ya él montó El ñaque y estudia Ay, Carmela. «Siniestra es muy importante en este momento por la economía de recursos, un escenario desnudo, dos personas, y en cualquier lugar. Eso me interesa mu-cho».

Miriam Lezcano obtiene el Villanueva por segunda ocasión, la primera en 1987 con la obra Weed-end en Bahía, y ahora, con Manteca (ambas piezas de Alberto Pedro), y consideró que se trata de un reconocimiento muy importante. «Para un director artístico es tremendo, porque es el premio de la crítica, y así es en el mundo entero».

«Trabajo ahora en otra pieza de Pedro, Delirio habanero, que está auspiciada dijo Lez-cano por la Fundación Pablo Milanés, y con ella vamos a participar en una jornada en Ma-drid (a mediados de abril).

«Los actores son Zoe Fernández y Jorge Caro, y el propio Pablito ha compuesto un bolero que será el tema de la pieza (y él lo va a interpretar)».

Interesante sin duda que dos puestas para niños hayan triunfado, Érase una vez el mundo al revés, con títeres, y Patakín de una Muñeca Negra, cuyo director, Alberto Curbelo, señaló cuán estimulante le resulta el trabajo para los niños «por su fantasía, su imaginación, que es

capaz de suplir deficiencias de recursos».

Curbelo piensa estrenar un monólogo Milagro basado en una adaptación que él mismo hiciera de Noticias del Impe-rio del mexicano Fernando del Paso.

No se mantuvieron estáticos los teatristas cubanos en su pa-tio, y además hubo giras, por el exterior, a Europa y América Latina, y el esquema parece se repetirá esta temporada.

© Granma Internacional, La Habana, 30 de marzo de 1994, p. 5.

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Alberto Curbelo

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Festival Internacional de Oralidad EscéniFestival Internacional de Oralidad Escéni--ca BarrioCuentoca BarrioCuento

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BarrioCuento 2010BarrioCuento 2010

Por Lilianne Lugo Herrera

Del 25 al 29 de junio se desarrolló en varias locaciones de la capital el Festival Internacio-nal de Oralidad Escénica BarrioCuento 2010, dedi-cado a la cultura oral de Haití y al XV aniversario de la compañía Teatro Cimarrón, dirigida por el poeta y dramaturgo Alberto Curbelo.

En su inauguración, en la Casa del ALBA Cultural, Teatro Cimarrón otorgó la Distinción Calibán, con la que reconoce a grandes personalidades y acciones culturales de Nuestra América, a Nancy Morejón y a la Misión Cultural «Corazón Adentro» de Venezue-la. El Premio Mackandal fue entregado al poeta y africanista Rogelio Martínez Furé, al dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa, al escritor Heriberto Feraudy, al coreógrafo Isidro Rolando, a la directora del CENESEC Mariela Castro, a la periodista Julia Mi-rabal y a los destacados cuenteros escénicos Haydee Arteaga, Elvia Pérez, Silvia Tellería, Adael Rosales

y Jesús Julián García. También recibieron dicho Premio la Fundación Fernando Ortiz, el Cen-tro de Estudios del Caribe de la Casa de las Américas, la emisora Habana Radio de la Oficina del Historiador de La Habana y la Brigada Artística Marta Machado, que dirige el artista de la plástica Kcho.

BarrioCuento 2010 extendió sus programaciones para niños al Pabellón de Cultura EXPOCUBA, al Parque Ecológi-co Monte Barreto, y para los adultos realizó una Gran Con-tada en la Sala Llauradó. Esta edición no fue competitiva, pues se otorgaron los premios Juan Candela a personalida-des con las que Teatro Cimarrón ha trabajado durante tan-tos años de intenso quehacer cultural comunitario en la Sierra Maestra, en las montañas de Guantánamo y en Pinar del Río, en comunidades campesinas de difícil acceso, y en escuelas especiales y centros hospitalarios. Estos premios, entregados en el acto de clausura, también en la Casa del ALBA, fueron dados a los promotores culturales y periodis-

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«Como dos gotas de agua»de Alberto Guerra Naranjo

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tas Jorge Rivas Rodríguez y Fernando Rodríguez Sosa, a los actores Pepe Pantoja (la Carreta de los Pantoja, Isla de la Juventud), Ariel Hernández (Guerrilla de Teatreros, Granma) y Frank Pérez (AHS, Cienfuegos).

Al cumplirse el 75 aniversario del nacimiento de María del Carmen Gar-cini, fundadora del espacio «La Hora del Cuento» de la Biblioteca Nacional, junto a Eliseo Diego y María Teresa Freyre de Andrade, se reconoció el tra-bajo de la Cátedra Cubana de Narra-ción Oral Escénica que lleva su nom-bre, y el de su presidenta, Nisia Agüe-ro.

Revista Tablas, La Habana, abril-junio de 2010, p. 93

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Premios BarrioCuento 2008Premios BarrioCuento 2008

Por Yohayna Hernández

La Casa Víctor Hugo, ubicada en el centro histórico de la capital cubana, acogió el acto inau-gural de BarrioCuento 2008, concebido por Teatro Cimarrón y su director Al-berto Curbelo. El festival celebró su duodécima edición con los auspicios del Consejo Nacional de las Artes Es-cénicas y el Centro de Teatro de La Habana, en los municipios capitalinos Habana Vieja, Plaza y Cerro, donde halló sede en las instituciones de la Oficina del Historiador, en escuelas, hogares protegidos, hospitales e insti-tuciones culturales y sociales, así como en el Centro Cultural Edison (sede de

Teatro Cimarrón), la Biblioteca Nacional José Martí, y en el Pediátrico y Centro de Atención y Orientación al Menor, ambos del Cerro. En esos lugares el evento resultó ser una atracción para el público, visiblemente heterogéneo, quien recibió la variada programación de mano de los cuenteros escénicos y populares, actores, payasos, magos, músicos y bailarines.

Como actividades alternativas quedó abierta la muestra de cine caribeño con la pro-yección de la película Puerto Príncipe Mío, de Ri-goberto López; se abordó el tema de las enfermeda-des de y trasmisión sexual a través de videos y charlas educativas; y sesionó el evento teórico «Nuevos perfiles para un arte milenario: la oralidad escénica en Cuba y en el Caribe».

El jurado, presidido por el Premio Nacional de Teatro Eugenio Hernández Espinosa e integrado por los artistas Gilbert Laumord y Elvia Gutiérrez, de la compañía Siyaj de Guadalupe, junto a otras personalidades de las artes escénicas cubanas, otor-gó, en acto honorífico, la Distinción Calibán al Doctor Eusebio Leal, con la que Teatro Cimarrón reconoce a maestros cimeros de la cultura y el arte

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Niños en la Biblioteca Nacional José Martí

Distinción Calibán a Eusebio Leal

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de América Latina y el Caribe; el Premio Mackandal honorífico al cineasta Rigoberto López, al actor Gil-bert Laumord, y a la actriz y cuentera escénica Geor-gina Almanza, Premio Nacional de la Radio. Además, la dirección del evento distinguió al dramaturgo Euge-nio Hernández Espinosa con el Premio Lydia Cabre-ra, por el rescate de la tradición oral afrocubana en su obra.

El proyecto Teatro Primero, de Ciego de Ávi-la, conquistó el Gran Premio Tito Junco por el conjun-to de las obras presentadas, además de los premios Mackandal a la mejor interpretación en espectáculo teatralizado y puesta en escena para adultos, realiza-dos por el cuentero Manuel Alfonso Lion y el director Oliver de Jesús, respectivamente.

También se otorgaron los premios Mackandal al cuentero santiaguero Ramón Colum-bié y al guantanamero Ury rodríguez, en la categoría de espectáculo para adultos; y en la de orales para niños y jóvenes a Mirta Portillo y a Rosa Irene Pino, ambas habaneras; así como a Yanara Díaz y a Juan Carlos Pérez, del proyecto Estro de Montecallado, por sus interpretacio-nes en el espectáculo Carrusel, que le valió a su director, José Miguel Díaz, el Premio Ma-ckandal al mejor espectáculo.

Los más pequeños también recibieron sus preseas. La niña Lía Vázquez, de la Casa de la Cultura del Cerro, recibió el Premio Juan Congo, otorgado a los artistas aficionados con el objetivo de impulsar esta categoría; además se les entregó a las abuelas del proyecto Tercera Dimensión, de la Habana del Este, y al cuentero popular y humorista Lázaro López McBean. En tanto el galardón Juan Candela fue entregado, en la categoría de cuentero escénico novel, a la actriz Yamisela Martínez (proyecto Variedades Circenses, Guantánamo), a Eudy Leslie (Espacio Abierto, La Habana) y a Dayana Deulofeu.

© Revista Tablas, La Habana, abril-junio de 2008, p. 91

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El cineasta Rigoberto López

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Cuentos y narraciones en los barrios de La HabanaCuentos y narraciones en los barrios de La Habana

EN SU DÉCIMA SEGUNDA EDICIÓN BARRIOCUENTO DISTINGUE LAS TRADICIONES DEL CARIBE

Por Inés María Miranda

El Cerro, uno de los municipios del centro de esta capital, es plaza importante del Festival de Oralidad Escénica BarrioCuento 2008, bajo los auspicios del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y del Centro de Teatro de La Habana.

Junto a la localidad de La Habana Vieja, en el Cerro están los escenarios donde se de-sarrolla este evento, convocado por la prestigiosa compañía Teatro Cimarrón, que dirige el poeta y dramaturgo Alberto Curbelo.

Con un acto inaugural en la Casa Víctor Hugo, ubicada en el centro histórico de esta ciudad, se inició el pasado día 12 este festival, ocasión en que se le adjudicó el Premio Ma-ckandal al cineasta cubano Rigoberto López por el rescate en su filmografía de las tradiciones caribeñas y también se proyectó su película Puerto Príncipe Mío, que abrió la muestra de cine de este realizador y de otros creadores del Caribe.

Con sede en un pequeño local en la céntrica calle de Monte entre Romay y San Joa-quín, la pequeña Afrodita, singular unidad de los servicios que además de propiciar belleza, brinda a sus clientes información, a través de videos y charlas educativas sobre las enfermeda-des de transmisión sexual y el VIH-SIDA, ha transformado parte de la programación de Barrio-Cuento.

El Centro Cultural Edison, sede de la compañía Teatro Cimarrón y el Hospital Pediá-trico del Cerro, son también instituciones de ese territorio, donde se desarrollan las presenta-ciones de cuenteros y narradores.

En su décima segunda edición BarrioCuento incluye en su muestra competitiva única-mente espectáculos de narradores profesionales que rescaten tradiciones orales, literarias o culturales del Caribe.

El jurado, presidido por el Premio Nacional de Teatro Eugenio Hernández Espinosa e integrado por los artistas Gilbert Laumord y Elvia Gutiérrez, de la compañía Siyaj, de Guada-lupe, junto a otras personalidades de las artes escénicas cubanas, otorgará el Gran Premio Tito Junco al mejor espectáculo del evento; así como también los premios Mackandal a las mejo-res interpretaciones y puesta en escena, tanto en la categoría para niños y jóvenes como en la de adultos.

Al más destacado cuentero popular e institución que sobresalga por el rescate de las tradiciones orales del patio, se le distinguirá con el Premio Juan Candela. También para esti-mular el desarrollo de jóvenes cuenteros y narradores no profesionales participantes en la in-

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tensa programación del BarrioCuento, se entregará el Premio Juan Congo al mejor narrador novel del movimiento e artistas aficionados.

Paralelamente a su programación, el Festival desarrolló el evento teórico Nuevos perfi-les para un arte milenario: la oralidad escénica en Cuba y en el Caribe, que contó con po-nencias e intervenciones de destacados investigadores.

© Radio Metropolitana, La Habana, junio 18 del 2008.

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Acta del Jurado de BarrioCuento 2008Acta del Jurado de BarrioCuento 2008

Dicen, que cuando la sangre mezclada que nos vino de lejos se hizo grito y rebelión en el pe-cho de los hombres, surgió un pájaro de fuego que regresa invicto de entre las llamas. Claro, esto no fue de pronto, sino que se fue gestando en silencio día tras días entre látigo y cepo; llanto y agonía cuando el hombre cansado de ser bestia de trabajo comenzó a erguirse para de-jar de ser esclavo y alcanzar su dimensión de un ser humano. Sus amos, los que los esclaviza -ron, no lo permitieron.

Entonces llegó la rebelión.

Una noche de brumas, de sueños y candela, los esclavos bailaban su júbilo de hombres liberados, cuando sus captores lo apresaron, lo sacaron de entre su gente, nadie se dio cuenta que se lo llevaban.

Sólo los loas que velaban atentos por su hijo predilecto lo siguieron.

Dicen, que lo ataron a un madero.

Dicen que lo quemaron y que él se elevó hecho chispas y llamas como un gran pájaro de fuego en medio de la noche.

Pero también afirman que cada vez que un hombre se yergue en rebeldía, Mackandal regresa para pelear a su lado.

Por eso nuestro premio se llama así, Mackandal, porque la palabra, ese gran pájaro de fuego, retorna una y otra vez en las historias, para demostrarles a los hombres como ha sido su

paso por la vida, es símbolo de rebeldía que nun-ca muere.

Porque los cuenteros, la llevamos dentro y ella nos permite atar el tiempo.

Porque los ancestros africanos nos ense-ñaron, que la palabra es el pequeño grano que se siembra en el pasado, germina en el presente y se cosecha en el futuro.

Este jurado de la palabra ha acordado en-tregar los siguientes premios:

La savia nueva, cuando nutre el tronco ha de hacerlo bien, y ha de cuidarse para que no se malogre en el transido de la raíz al fruto. Por ello, este Jurado, le otorga a la niña Lía Vázquez el Premio Juan Congo, atendiendo a su calidad co-

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Eusebio Leal y Alberto Curbelo

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mo narradora, su expresividad y nivel de comunicación en la transición del discurso oral para hacer llegar el mensaje.

INTERPRETACIÓN PARA NIÑOS Y JÓVENES

Dedicado a lo que cuentan para los que estrenan la palabra cada día abriendo sus ojos al mila-gro de vivir, los que hacen sentir a los brotes que germinan que pueden llegar a ser árboles frondosos con sólo desearlos.

PREMIO MACKANDAL en interpretación a Mirta Portillo y Rosa Irene Pino en narración oral. Por la calidad y maestría demostrada en el acercamiento a un público que lo exige todo porque es capaz de darlo todo sin pedir nada a cambio.

PREMIO MACKANDAL en interpretación, en cuento teatralizado, a Yanara Díaz y Juan Carlos Pé-rez, del grupo Estro Montecallado, por la actuación orgánica y coherente que ha permitido integrar de manera armónica las técnicas teatrales a la narración.

MENCIONES: Orelvis Díaz y María Elena Vázquez, del grupo Estro Montecallado, por sus in-terpretaciones en Carrusel. Al demostrar la maestría en la cohesión necesaria que debe te-ner todo montaje de un grupo teatral.

PREMIO MACKANDAL en espectáculo a Carrusel, de José Miguel Díaz, de Estro Montecallado. Por lograr una buena interrelación con el público, la coherencia e integración de los ele-mentos del espectáculo, y la integración de la música, como un componente escénico den-tro de la acción, manejo del espacio y juego escénico de los actores en su interrelación, dramaturgia adecuada del espectáculo y adecuada expresión corporal.

INTERPRETACIÓN PARA ADULTOS

PREMIO MACKANDAL de interpretación en Espectáculo para adultos a Ramón Columbié en na-rración oral. Cuentero natural que sube a escena, aportando todos los elementos de la tradi-ción e identidad cubanos, logrando un nivel de interrelación con el público, a partir de ex-plotar sus propias raíces e identidad cultural.

PREMIO MACKANDAL a Manuel Alfonso León, de Teatro Primero (Ciego de Ávila), y a Ury Ro-dríguez, de Teatro Campanario (Guantánamo), pro sus interpretaciones en cuento teatrali-zado. Por demostrar la maestría en el acto de narrar, apoyándose y convirtiendo las técni-cas teatrales utilizadas en componentes de una acción discursiva que trasciende el hecho dramático y lo consolida llevándolos a la categoría de hecho estético.

PREMIO MACKANDAL de Puesta en Escena para adultos a Oliver de Jesús por Pues sí que lo digo yo, de Teatro Primero (Ciego de Ávila). La puesta en escena es una muestra de defensa e integración de los valores de la cultura popular, un adecuado movimiento escénico, carac-terización de los personajes, utilización de la música y coherencia en la vinculación de las historias manejando como hilo conductor a los personajes y situaciones dramáticas para lo-grar una adecuada narración teatralizada de las historias.

GRAN PREMIO «TITO JUNCO» a Teatro Primero, de Ciego de Ávila, por el conjunto de sus obras. En sus espectáculos es posible apreciar un uso adecuado de lo que definiera Don Fernando Ortiz como los elementos que conforman la cubanidad. Cada una de las puestas en escenas

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del grupo ha mostrado integración entre sus partes, coherencia en el discurso, utilización adecuada de los recursos que brinda el teatro, sin apartarse de la génesis del cuento y de las características propias de la oralidad manteniendo la adecuada relación entre gesto y pala-bra.

Eugenio Hernández EspinosaPresidente del Jurado

Alberto CurbeloPresidente del Festival Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento

Martha Cordiés Gilbert Laumord Elvia Gutiérrez Martha Moreira Lima Cuentacuentos Actor y Director Productora Actriz y cantanteCuba Guadalupe Guadalupe Brasil

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Abrió sus puertas IslaCuento 2007Abrió sus puertas IslaCuento 2007

PEPE YA TIENE UN BUEN PREMIO

Por Evelio Medina Rodríguez

La I Bienal Juvenil de Oralidad Escénica IslaCuento 2007, dedicada al aniversario 45 de la UJC, se desarrolla en el municipio desde el 16 y hasta mañana.

El evento tiene como propósito establecer un espacio para la reflexión, confrontación y jerar-quización artística entre jóvenes cuenteros escénicos y populares, alternará desde esta su pri-mer edición con el BarrioCuento, competición internacional que se realiza en La Habana y que para su próxima edición en el 2008 será también cada dos años.

La compañía de Teatro Cimarrón, con el auspicio de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), del Consejo Municipal de las Artes Escénicas y de la UNEAC tienen a su cargo la Bienal donde participan no solo artistas y cuenteros pineros sino de varias provincias del país como La Ha-bana, Santiago de Cuba y Guantánamo, entre otras.

Honor a quien honor merece sentenció el Apóstol y el hecho de que en la noche inaugural se le otorgara el premio honorífico Juan Candela, que concede el grupo Teatro Cimarrón en el BarrioCuento, a José (Pepe) Rodríguez Pantoja, se convirtió en un regalo inestimable para los presentes y un merecido reconocimiento a ese artífice de las tablas a quien definiera el presti-gioso actor Agustín Montano como un hombre nacido de la cultura del pueblo y un talento ar-tístico natural.

Pepe Pantoja visiblemente emocionado declaró: «La verdad, estoy muy contento; nunca pensé que lo recibiría y la alegría es doble porque por primera vez en la vida me entregan un estímu-lo de este tipo en la sala teatro donde me formé.

«A la Isla le hacía falta un concurso como este y las personalidades que nos prestigian con su presencia como Agustín Montano, Virginia López y Alberto Curbelo poseen un ángel de prosperidad y deseos de hacer con el que inyectan a todos los artistas de aquí».

Previo al evento el dramaturgo Alberto Curbelo impartió el taller Dramaturgia y puesta en escena del cuento escénico que tuvo su continuación en Narración oral escénica y Pantomi-ma a cargo de Virginia López, Elvia Pérez y Jorge Massola.

IslaCuento además de su programación en la Sala teatro la Toronjita Dorada, la sede territorial de la UNEAC, el ICAP y centros estudiantiles y culturales, incluye presentaciones en comunida-des distantes como Cocodrilo, cooperativas y CDR destacados del municipio.

Los cuenteros están de fiesta, IslaCuento promete ser de esas competiciones que desborda ta-lento y reverdecen el intelecto y el alma, desde su concreción coloca a la Isla de la Juventud en el mapa de los festivales orales en Cuba.

© Victoria, Gerona, 19 de mayo del 2007, p. 3.

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Premio Lydia CabreraPremio Lydia Cabrera

Por toda nuestra sangre africana, Teatro Cimarrón crea el Premio Lydia Cabrera para reconocer con el nombre de la autora de la Biblia cubana, El Monte, a todos aquellos creadores, en las más disímiles discipli-nas artísticas, que aprecian en su obra el componente africano de nuestra cultura y cubanidad.

Se distingue por primera vez con el Premio Lydia Cabrera a Eugenio Hernández Espinosa, autor de Ma-ría Antonia, Mi socio Manolo, La Simona, Odebí el ca-

zador, Changó Valdés y Ochún y las cotorras, entre muchas otras obras y patakines que han lo convierten en el más importante dramaturgo afrodescendiente de la lengua española.

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Espacio imprescindibleEspacio imprescindible

BARRIOCUENTO EN EL VERANO CAPITALINO

Por Yimel Díaz Malmierca

Como un espacio imprescindible dentro de la programación de las artes escénicas durante el verano en la Capital, y de necesaria confrontación artística entre narradores de diferentes re-giones de la Isla, comenzó el Festival Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento 2005, auspiciado por la compañía Teatro Cimarrón, que dirige el dramaturgo, poeta y escritor Alber-to Curbelo.

Calificado por Elvia Pérez, presidenta de la Sección de Narración Oral Escénica de la UNEAC, como «uno de los festivales más importantes de las artes escénicas del país, no sólo por su repercusión comunitaria y su alcance masivo, sino también por la labor de reconoci-miento de talentos y colectivos», BarrioCuento 2005 que en esta convocatoria celebra el dé-cimo aniversario de Teatro Cimarrón reúne a narradores y actores de Granma, Cienfuegos, Matanzas, La Habana, Ciudad de La Habana, Pinar del Río y del Instituto Superior de Arte (ISA).

El jurado, presidido por la actriz y narradora Silvia Tellería, e integrado por el director Fernando Quiñones, el músico Jorge Garciaporrúa, y los actores Nelson González y Héctor Pérez, conferirá el Premio Juan Candela a las mejores interpretaciones en cuento y espectácu-lo, reconocimiento que igualmente se entregará a los mejores concursantes en puesta en esce-na, cuentero popular, cuento teatralizado y cuentero juvenil. Otras instituciones igualmente conferirán premios en diferentes categorías.

En la inauguración del encuentro actuó el Acuare-lista de la Poesía Antillana, Luis Carbonel, quien junto a las prestigiosas narradores orales escénicas Mayra Nava-rro y Elvia Pérez recibió el Premio Juan Candela a la obra artística de toda una vida. También el crítico y escri-tor Omar Valiño, director de la revista Tablas, presentó el primer número de esa publicación correspondiente al año 2005; y se inauguró la exposición «Raíces que cuentan» del escultor Generoso Betancourt y del pintor Miguel Án-gel Espinosa.

Durante 10 días, el festival extenderá su programa de presentaciones a centros de trabajo, CDR e instituciones culturales y sociales, agenda que transcurrirá durante las

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jornadas matutinas. Por las tardes, las obras en competencia ocupan el escenario de la Sala Dora Alonso, del Centro Cultural Edison, sede de Teatro Cimarrón, compañía fundada por Alberto Curbelo en 1995.

BarrioCuento 2005 está dedicado al poeta y novelista Miguel Barnet, quien el 10 de agosto, en el Centro Dulce María Loynaz, recibirá la Distinción Calibán, con la que Teatro Cimarrón reconoce a maestros de la cultura popular. El Premio Nacional de Literatura y presi-dente de la Academia de la Lengua, Lisandro Otero, disertará sobre la obra del creador de Biografía de un Cimarrón.

La clausura del encuentro está prevista para el 13 de agosto, ocasión en que en la Plaza Galicia, del Cerro, se realizará la Cuentería Gigante de BarrioCuento, durante la cual se entre-garán los premios Juan Candela y se rendirá homenaje a Eugenio Hernández Espinosa (Pre-mio Nacional de Teatro 2005) y al periodista y crítico Jorge Rivas Rodríguez, por su partici-pación en acciones culturales comunitarias, en apartadas regiones del país, a las que se ha in-tegrado el colectivo de Teatro Cimarrón.

© Trabajadores, La Habana, 8 de agosto de 2005, p. 11

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Palabra vivaPalabra viva

EL RESCATE DE LA ORALIDAD EN CUBA HA DEVENIDO MOVIMIENTO ARTÍSTICO SIGNADO POR LA VARIEDAD

Por Nora Sosa

Un fogonazo para Virgilio, Las mil y una noches isleñas, Ese muerto no ha llega al cielo… Las obras de narración oral exhibidas durante el XIII Festival Internacional de Teatro de La Habana conducen a meditar sobre la pluralidad de este movimiento artístico cuyo centro es la palabra.

Aunque la historia que entregamos al público fue teatralizada, su esencia radica en el cuen-to relatado oralmente, nos dice, con fuerza, Silvia Tellería, directora del grupo Abrapalabra, poco después de la presentación de Ese muerto no llega al cielo, inspirada en el personaje po-pular, músico, poeta y «curda» Pancho el Bolero.

Resulta interesante que Teatro Cima-rrón incluya en su repertorio obras como Las mil y una noches isleñas, donde le-yendas y chistes de los canarios asenta-dos en Cuba se unen al baile folklórico de cada una de esas siete islas españolas. Para su rescate contaron con el asesora-miento de la Asociación Canaria radica-da en nuestro país, nos explica Alberto Curbelo, director de la agrupación.

Por otro lado, el XIII Festival abrió sus puertas en la sala Lecuona del Gran Tea-tro de La Habana con Un fogonazo para Virgilio, obra caracterizada por una bella escenografía; la puesta, cuyo guión y di-

rección corresponden a Mayra Navarro, recoge fragmentos de cuentos de Virgilio Piñera y dos poemas grabados personalmente por quien, fallecido hace ahora tres décadas, es conside-rado el padre del teatro moderno en Cuba.

Los narramos a viva voz, enfatizó, poco después de terminar la función, Octavio Pino, di-rector del proyecto Te Cuento, perteneciente al Foro de Narración Oral del Gran Teatro de La

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«Las Mil y una Noches Isleñas» de Alberto

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Habana. Su expresiva exclamación nos lleva a valorar la faceta de la narración oral que parte de obras escritas, como un estímulo, un incentivo para la lectura.

Devolver la narración oral a su lugar de origen, la comunidad, está presente en la labor de ContArte, otro grupo del que se pudo disfrutar durante el encuentro teatral. Creado y dirigido por Elvia Pérez, en el municipio habanero de 10 de octubre, ha extendido su desempeño tanto a talleres para niños y jóvenes como al Festival Internacional de la Palabra Viva.

Nos llamó la atención el escaso público las veces que visitamos la sala Lecuona durante el Festival; los cuenteros entrevistados lo atribuyeron a la magnitud del evento y la necesidad de una mayor divulgación. No obstante, el haber participado en la cita lo consideraron un estímu-lo a partir de un reconocimiento de su labor, lo cual mucho les gratifica.

© Revista Bohemia, La Habana, 4 de diciembre de 2009, pp. 64-65

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El verano cuentaEl verano cuenta

Por Yuris Nórido

Auspiciado por el Centro de Teatro y Danza de La Habana y el grupo Teatro Cimarrón, ayer comenzó el Festival Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento 2003, en saludo al octavo aniversario del colectivo que dirige el poeta y dramaturgo Alberto Curbelo y des ses-quicentenario del natalicio de José Martí.

En su inauguración se presentó el estrenop de Amor con amor se paga, dirigida por Alber-to Curbelo y con las interpretaciones de Angel Ramírez y Sara Benítez. El primer bailarín Juan García, director del Conjunto Folklórico Nacio-nal recibió la Distinción Calibán.

La muestra competitiva por el Premio Juan Candela (para adultos) se presentará en el Cen-tro Cultural Edison los días 4, 5 y 6 a las cuatro de la tarde; y la dirigida a niños y jóvenes, los días 9 y 10, desde las diez de la mañana.

El Jurado Central de BarrioCuento 2003 está presidido por la Señora de los Cuentos Hay-dee Arteaga e integrado por el poeta y narrador Jesús Lozada, el director y actor Ury Rodrí -guez (Guantánamo), el director teatral Freddy Quintana (Santiago de Cuba) y el director Al-berto Curbelo.

Narradores de La Habana, Matanzaas, Cienfuegos, Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantá-namo concursan en esta edición enlas categorías de mejor narrador en cuento y espectáculo, mejor pues-ta en escena y, excepcionalmente este año, a la me-jor interpretación de un texto martiano.

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«Amor con Amor se paga» de José

«El Camarón Encantado» de José Martí

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Caperucita y el Diablo en el CerroCaperucita y el Diablo en el Cerro

Por Jorge Rivas Rodríguez

La temporada de oralidad escénica Barrio-Cuento comenzará el 3 de agosto con el es-treno de Caperucita y el diablo, escrita y diri-gida pro Teatro Cimarrón, compañía que ca-da año, junto al Consejo Nacional de las Ar-tes Escénicas y el Centro de Teatro y Danza de La Habana, convoca a este jubileo de las tablas para celebrar el aniversario de su fun-dación, el quinto en esta ocasión.

En este encuentro de las artes escéni-cas, Teatro Cimarrón igualmente ha prepara-do otros dos estrenos: Los tres pavos reales, de Ignacio Gutiérrez pieza que este año arriba al aniversario 40 de su primera repre-sentación, y Las Pericas, un clásico del teatro cubano escrito por Nicolás Dorr; funciones que tendrán como espacio la sede del grupo, en el Centro Cultural Edison (Calzada del Cerro, esquina a Zaragoza) y el Parque Galicia, en el Cerro.

En la temporada participarán también reconocidas agrupaciones teatrales, entre ellas Tropatrapos, con el espectáculo Abuelita Milagro; y Teatro Escambray con el unipersonal Co-mo Caña al viento, interpretado por Carlos Pérez Peña.

Están programados, además, varios encuentros y peñas, como los dedicados a la Orali-dad Escénica; y «Teatro y Cultura Popular: un reto de la masificación». El día 13, en la clau-sura, se entregarán reconocimientos a destacados creadores vinculados con el trabajo cultural comunitario, y el maestro Eugenio Hernández Espinosa recibirá la Distinción Calibán.

© Trabajadores, La Habana, 31 de julio del 2000.

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«Caperucita y el Diablo» de Alberto Curbelo.

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Días de teatro en el CerroDías de teatro en el Cerro

En saludo al quinto aniversario del grupo Teatro Cimarrón presenta la temporada de oralidad escénica BarrioCuento en el Cerro, del 3 al 13 de agosto en el Centro Cultural Edison y en la Plaza Galicia. También se presentará en centros hospitalariios y en Centro de Atención y Orientación al Menor. Se anuncian dos estrenos: Caperucita y el Diablo, espectáculo con títe-res de Alberto Curbelo, el día 3 y el sábado 5, Los tres pavos reales, de Ignacio Gutiérrez, ambos en el Centro Cultural Edison.

© Juventud Rebelde, La Habana, 28 de julio del 2000.

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Catauro de Teatro CimarrónCatauro de Teatro Cimarrón

Por Jorge Rivas Rodríguez

La tradicional temporada de oralidad escénica en el Cerro, auspiciada por Teatro Cimarrón en el verano de cada año para festejar el aniversario de su fundación (3 de agosto de 1995), co-menzará mañana en el Centro Cultural Edison, sede del grupo, con el estreno en la capital de la pieza Osain, de Hugo Araña, bajo la dirección artística de Alberto Curbelo, e interpretada por Ramona Roque, Aldo Cabrera, Miguel Fonseca, Roberto Mirabal, Leonel Rojas, Alejan-dro Vázquez y Julio Marín.

La jornada, que se extenderá hasta el viernes 13, incluye, además de los espectáculos orales, la puesta en escena de algunos de los títulos más trascendentales del repertorio de este colecti-vo, y el evento teórico, coauspiciado por el Museo del Cerro, titulado Teatro en la comuni-dad: ¿un espacio necesario o alternativo?, coordinado por Eberto García Abreu.

Teatro Cimarrón, colectivo Vanguardia Nacional del SNTC en 1998, extiende su labor comu-nitaria a círculos infantiles, escuelas primarias y de nivel medio, círculos de abuelos y la co-munidad de tránsito La Campiña, todos del Cerro, así como colabora con otros proyectos cul-turales, como el de La Majagua, en Ciego de Ávila.

© Trabajadores, La Habana, 2 de agosto de 1999.

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Cirios del CimarrónCirios del Cimarrón

¿Qué es nuestra historia, qué es nuestra cultura,sino la historia, sino la cultura de Calibán?

Roberto Fernández Retamar

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Tú, Maryse Condé, la escritora negra del Caribe Tú, Maryse Condé, la escritora negra del Caribe

Por Alberto Curbelo

La admiraba. Estaba al tanto de su escritura, de la que solo podía leer fragmentos. La conocí cuando vino a Cuba, invitada por la Casa de las Américas. Pero realmente pude apreciar todos sus quilates al terminar de leer su novela Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, editada para su visita a La Habana. A estas alturas, en que he leído tanto y a tantos autores, pocos textos me dejan en estado de «shock». Yo, Tituba… era más de lo que esperaba, incluso desde mi fascinación por los escritores caribeños, en espe-

cial los de lengua francesa. Cuando me adentré en sus primeras páginas quedé atrapado —no tanto por los conocidos hechos que narraba, sino por el modo en que se presentaban—. Su forma de narrar me atrapó, me apresó en la misma celda de Tituba. Me sedujo como Gabriel García Márquez con Cien años de Soledad, cuando la leí siendo adolescente. No podía des-prenderme de su lectura. Era medianoche y, al siguiente día, tenía programado un ensayo con Teatro Cimarrón; pero no encontraba la forma de cerrar el libro. Y preferí seguir con Tituba, toda la noche, toda la madrugada, hasta el momento de partir para el ensayo. Era como lanzar-me, otra vez, a las páginas de Orlando de Virginia Woolf. Sólo que éstas las protagonizaba una mujer, una mujer negra, antillana. La visión del proceso de Salem desde el Caribe. Una visión diferente, que re/construye la historia narrada y la historia omitida por los blancos, con una perspectiva enfrentada a Las brujas de Salem de Arthur Miller (mi antecedente literario más cercano), porque el alma que me revivía aquellos horrorosos sucesos era de una esclava y no la de sus esclavistas.

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, multiplicó mis ansias por nuestra historia, la historia en la que el hombre y la mujer caribeños han protagonizado en contra de su voluntad, en la que anduvimos descalzos y con grilletes gracias a los ardores de riqueza y sexo del colonizador esclavista y que tantas veces es descartada por el colonizador escritor, para ser al mismo tiem-po centro y margen de la historia, porque hasta le han dado de baja en sus escritos a los cepos y márgenes en que hemos habitado.

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Maryse Condé y Alberto Curbelo

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Con Yo, Tituba… y con cada una de sus novelas, Maryse Condé viaja en el tiempo, sin trans-mutarse, sin cambiar su identidad o sexo, y se renueva en cada familia real africana, en cada generación de esclavos, en cada generación de trabajadores y de intelectuales negros que han fecundado el vientre de occidente. Porque la mujer y el hombre africanos, además de preñarse y de preñar el futuro, tributaron al Nuevo Mundo todo el amor que el hombre occidental nece-sitaba para exorcizar sus odios e infiernos, su desmemoria y su falta de fe.

Maryse Condé en sus novelas —como Gabriel García Márquez, Aimé Césaire, Derek Walco-tt, René Depestre o Naipaul—, ha creado un mundo literario mucho más apegado a la Historia Real que la historia que nos ha contado Occidente, tal vez para ignorar su crueldad, su papel como hijo del Diablo y no como hijo de Dios como habitualmente se presenta a sí mismo en la Conquista, Colonización y Cultivo de la Palabra del Señor. Como García Márquez, como Walcott y Naipaul, Maryse Condé merece un Nobel literario. Es Calibán de nuestras letras. Un Calibán que se ha trasmutado, como Orlando, en una mujer que desde los tiempos de la esclavitud hasta nuestros días nos cuenta su historia, sus amores y violaciones, sus sueños y li-bertades, su apego a su YO, a su identidad, a estas islas que coronan Suramérica. Maryse Condé es la fuerza intelectual del Nuevo Mundo, la fuerza que se engendró cuando un marino europeo violó a una esclava africana. Es ELLA. Y soy YO, cubano. Somos todos NOSO-TROS. Es el CARIBE, con mayúscula.

Texto leído por el actor Gilbert Laumord en ocasión de denominar Maryse Condé una es-cuela de Guadalupe.

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La estrategia emancipadora de Eugenio Hernández EspinosaLa estrategia emancipadora de Eugenio Hernández Espinosa

Por Alberto Curbelo

Eugenio Hernández Espinosa es uno de los autores más importantes de la dramaturgia del Ca-ribe. Su obra se trenza, por su preocu-pación identitaria e indagación del suje-to negro, con la de Aimé Césaire, de Martinica, y con la del Premio Nobel de Literatura Derek Walcott, de Santa Lucía. Sin embargo, aun cuando ya fue reconocido con el Premio Nacional de Teatro en Cuba y comienza a editarse su prolífera creación,4 su teatro ha sido insuficiente o fragmentariamente estu-diado, salvo en los ensayos y artículos de la cubana Inés María Martiatu.

«La obra de Eugenio Hernández Espinosa —reconoce la investigadora del teatro ritual caribeño— se inscribe como la de Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Alejandro García Caturla, Amadeo Roldán, Wifredo Lam, dentro de la vertiente más pura del arte popu-lar cubano en su nivel más alto».5

Como escritor negro y dotado de un excepcional talento para los más diversos géneros teatra-les, ha construido el mosaico material y espiritual caribeño con pasajes reales o mitológicos —no pocas veces fundiendo lo terrenal en un ramaje de dioses—, en el que profundiza en nuestras raíces culturales al hurgar en los contristados y gayos enigmas que acompañan al lati-noamericano desde su gestación.

Sobre La Simona, Premio Casa de las Américas 1977, el crítico español José Monleón comen-tó:

«La Simona es, en el teatro, algo de lo que fue Glauber Rocha en sus mejores películas brasileñas. De nuevo un paisaje sin marco, inacabable y mágico. Un paisaje que ‘arro-ja’ sobre la escena a los más extraños e inesperados personajes. También aquella vio-lencia, que Rocha definía como un componente indisociable de la poética del Tercer Mundo, está presente. Y los personajes, por marginados, por vivir fuera del orden so-cial en que encarnar un determinado papel —según su oficio, sus bienes, sus relacio-

4 Dos tomos con sus monumentales obras fue editado por Letras Cubanas en el 2006, bajo el título de Teatro Escogido. Con selección y prólogo de Inés María Martiatu, incluye: Tomo I: Calixta Comité, María Antonia y Mi Socio Manolo. Tomo II: La Simona, El Elegido y La Balsa. También Letras Cubanas tiene en proceso de edición el tomo Quiquiribú Mandinga, con selec-ción y prólogo de Alberto Curbelo, que incluye algunas de sus obras de pequeño formato.5 Inés María Martiatu: Prólogo. Teatro, de Eugenio Hernández Espinosa. Incluye: El Sacrificio, María Antonia, La Simona y Mi Socio Manolo. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1989.

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nes, etcétera, adquieren una dimensión fantástica, que yo compraría con la de los men-digos de las comedias bárbaras de Valle-Inclán. Solo que si en la Galicia de don Ra-món es el vinculero quien, en un momento dado, alza su voz por los mendigos, en La Simona se plantea, lógicamente, la posibilidad de que sean los mismos oprimidos quienes se organicen y rebelen».6

Cuando Eugenio escribe sobre la proyección social y cultural del cubano, con frecuencia recu-rre a la mitología de origen yoruba. Empero, no adaptando obras de los clásicos occidentales a nuestro contexto con la tempestuosa intervención de nuestros dioses —como hizo Césaire con La Tempestad, de W. Shakespeare— ni dramatizando relatos fabulares de la literatura oral a la manera de Paco Alfonso con su Argallú Solá Ondocó (1941); sino sometiendo los viejos mitos africanos a un nuevo enfoque con el que logra insertarlos en una cosmogonía plenamen-te cubana.

El ciclo de sus piezas inspiradas en los dioses del panteón yoruba tanto por su alto nivel dra-mático, lirismo y exposición de las tradiciones caribeñas, trasciende como los primeros pa-takines que en nuestra lengua se conciben originariamente como piezas teatrales. Pues Euge-nio se apropia de los mitos, ya moldeados artísticamente por la fantasía popular, pero sin re-producirlos literalmente, tal y como hizo Homero. Sitúa a las deidades y sus contingencias en un entorno social contemporáneo, asociándola más al cubano que a sus padres africanos.

En sus patakines, Hernández Espinosa descubre íntegramente esa condición del alma y com-plejo de ideas y actitudes que, a partir de nuestro distintivo y mestizo espíritu, nos amarra a una manera de ser y a una voluntad de quererlo ser. Su apropiación de la vida del cubano, del cubano consumado en la totalidad de sus relaciones, más allá de sus dramas históricos y so-ciales, podemos apreciarlo en comedias como Ochún y las cotorras, donde la deidad que sin-cretiza a la Virgen de la Caridad del Cobre, nuestra Patrona, encarna una cubana cabal, hem-bra, más terrenal que divina y a la que dioses, reyes y hombres —al decir de Manuel Cofiño— quieren besarle los muslos, morderle las caderas y ceñir su garganta escandalosa con un collar de besos.

Sorprende la inserción de las deidades en ambientes tan mundanos, aunque no sea nuevo por-que nace con los comediógrafos latinos, y mucho le debe sobre todo a Aristófanes con sus pi-cantes comedias.

A nivel lexical, su diálogo adquiere una expresión poética, en el cuerpo textual y en las acota-ciones, semejante al alcanzado por Shakespeare, Valle-Inclán o Federico García Lorca, a par-tir del empleo cabal del verso puro, de estrofas tradicionales de la lengua hispana (cuartetas, redondillas, décimas…) y de la Biblia, el libro que —¡como también confesara el dramaturgo Bertolt Brecht!— más lo ha influido; así como metáforas, metonimias, sinonimias, epítetos, acertijos, trabalenguas y paremias con que reconstruye el fuerte componente filosófico e ideo-lógico del vulgo criollo. Pero sin que ello implique, jamás, la apelación a las deformaciones prosódicas, a burdos fonetismos rítmicos o a la imitación del habla bozal (de los esclavos re-cién traídos a la Isla) que tanto lastra la imagen del negro en el teatro, como si no existiera el precedente de María Antonia (escrita en 1964).

6 José Monleón: La Simona, Premio Casa de las Américas 1977. Revista. Madrid, España, 1977.

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Su peculiar sintaxis y manejo de los giros propios del habla popular mueve a la acción sin res-tarle riqueza expresiva a la frase; pues casi siempre logra sugerir, con el empleo de sentencias y metáforas de gran efectividad teatral, la naturaleza del conflicto o el sentido clasista del pen-samiento y accionar de sus sempiternos personajes.

En esa búsqueda que responda a su propio lenguaje escénico, encuentra un eficaz apoyo en las prosodias subsaharianas y en la intertextualidad, no solo de citas clásicas o de discursos con-textuales sino provenientes de la Biblia, del devocionario y cancionero populares y de los jue-gos infantiles.

Su profundo conocimiento de la historia y el pensamiento emancipador de Varela, José de la Luz y Caballero, Martí, Céspedes, Ignacio Agramonte, Maceo, Varona, Mañach, Ortiz, Elías Entralgo, Ramiro Guerra, Le Riverend, José Luciano Franco, Juan de la Riva, Deschamps Chapeaux y Moreno Fraginals…, le permite construir un discurso literario de amparo y de-fensa de la identidad nacional. A diferencia de los autores que centran su interés en las vicisi -tudes y asfixias materiales de la pequeña burguesía, en nuestro gran dramaturgo el pueblo es tema de sus dramas, sin amortajarlo con capas de torero —como pedía Martí— y sin arredrar-se, por sus arraigadas convicciones, ante bigardías y prejuicios raciales y clasistas.

«La estrategia emancipadora de Eugenio Hernández Espinosa —opina la decana de nuestros críticos teatrales, la doctora Graziella Pogolotti— opera desde la cultura y la creación artística. El mundo sumergido emerge a partir de la apropiación transgresora de los recursos expresivos prestigiados por la herencia occidental dominante (…) Fiel a una tradición instaurada por la vanguardia cubana, por Guillén a través de la norma clásica para el son entero, por Caturla y Roldán en el modelo sinfónico, Hernández Es-pinosa rompe los límites que separan lo culto de lo popular. Su mirada viene de aba-jo».7

Aunque consciente de que la emancipación de los negros no puede ser únicamente una eman-cipación política,8 suyo es el verbo que filtra hechos y pensamientos apenas atisbados por los historiadores: «la hipóstasis o sustantivación —como diría Lezama al referirse a la obra mar-tiana— de los alegres misterios de su pueblo». Porque, a su inédita deconstrucción del sujeto negro y su inserción a nivel protagónico en el teatro cubano, se une también su visionaria es-critura sobre polémicas y desgarradoras encrucijadas que han abierto falsas puertas en los conflictos cotidianos del cubano de hoy.

«En toda sociedad civilizada —nos recuerda Mañach— hay hombres en quienes la vi-da de cultura ha afinado una sensibilidad personal ya de por si dispuesta a la efusión generosa. Mientras más inhóspito es el ambiente general para semejantes efusiones, más tienden esos espíritus a buscarse y confortarse en la convivencia grupal»9 [6].

Estamos ante el dramaturgo que más valientemente ha asumido el debate del racismo y los prejuicios raciales que persisten en nuestra sociedad; así como del triunfalismo, la corrupción,

7 Graziella Pogolotti: El silencio de los excluidos. En Una pasión compartida: María Antonia. Selección y Prólogo de Inés Ma-ría Martiatu. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2004.8 Véase entrevista con Aimé Césare en Buenos días y adiós a la negritud, de René Depestre. Cuadernos Casa. Ediciones Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1986.9 Jorge Mañach: Ensayos. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1999.

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el oportunismo, el dogmatismo, la intolerancia, la doble moral, la dolarización, el jineterismo y el éxodo, entre otras candentes contradicciones de la Cuba contemporánea.

Lo que le debe el teatro y la cultura popular a Eugenio Hernández Espinosa es tanto que se hace impensable apresarlo en este breve artículo. Su dramaturgia renueva y eleva a la condi-ción de notable tragedia la vida y rutas del negro en Cuba. Obra a obra, de un tema a otro, ya sea en la colonia y en la república, o abordando los medulares conflictos que han sacudido la sociedad cubana después de 1959, Eugenio no ha dejado de correr el riesgo de ir a contraco-rriente.

Calibán, al igual que sus deidades, tiene muchos avatares en el Caribe. El cubano Eugenio Hernández Espinosa es uno de ellos. Pero, en su caso, no aprendió la lengua de Próspero úni-camente para maldecirlo y desear que caiga sobre él la «plaga roja», como sugiere Retamar en su emblemático ensayo.10 También lo hizo para ensanchar el español con sus metáforas y po-sesionarse, con su germinativo cimarronaje cultural, de una cueva literaria (¿otra isla?) que dé cabida a todo el mundo antillano.

Eugenio es Calibán, escritor.

© La Jiribilla. Revista de Cultura Cubana, La Habana, 2008.

10 Roberto Fernández Retamar: Todo Calibán. Fondo Editorial del Alba. 2006.

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En el vórtice mismo de la comunidadEn el vórtice mismo de la comunidad

Por Alberto Curbelo

Convocado por las urgencias en que se debate el nacimiento de un nuevo milenio, el arte escé-nico cubano no le queda otra opción que elegir el camino de la apropiación de las principales tendencias de la escena mundial, pero desde el interior de nuestra cultura, desde el vórtice mismo de la comunidad.

Frente a la imagen totalizadora y por demás, ajena que la globalización impone, los pro-yectos profesionale sd eteatro, danza y pantomima itnentan el rescate de las tradiciones, cos-tumbres y peculiaridades culturales de sus barriadas y comunidades, dentro del marco de nuestra identidad nacional y caribeña.

El divertimento, el teatro de calle y el teatro de títeres, el teatro dramático, los espectáculos de danza y pantomima, propician espacios donde se reencuenta el espectador con sus raíces y los conflictos centrales de su existencia.

En cada montaje y en cada una de sus acciones culturales, estos colectivos vuscan las referen-cias concretas de nuestra identidada para apresar en el actor secular y festivo un reajuste del espectador consigo mismo y con su entorno, con sus valores filosóficos, morales e históricos.

«La historia de América pedía en 1891 José Martí, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedicllo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuesta. No es más necesaria».

No se trata, desde luego, de convertir la comunidad y a la propia cultura cubana en una isla. Pero sin la conversión de nuestra imagen desconocida en una imagen conocida para el resto del mundo, con su consecuente reconocimiento a la autenticidad sociocultural del cubano, se-ría imposible que evitemos un naufragio total en las pistas de la información contemporánea.

El Norte como antes ya lo hizo, abrazado y cruzado y recreuzado con el Sur, ha de inser-tarse en nosotros siempre que nosotros mismos sepamos reconcoernos como tronco y no co-mo la rama que se injerta. La comunidad, el barrio, la naturaleza física y espiritual de la cultu-ra cubasna, ha de preservarse entonces como sabia revitalizadora, capaz de restituirnos el in-domable uso de la imaginación frente al delirante bombardeo de productos «culturales» que menoscaban el desarrollo de creaciones auténticas.

La aprehensión de la mutante ralidad del barrio por parte de los proyectos escénicos, su diálo-go con la comunidad, crea una excepcional comunicación entre estos núcleos de artistas y los espectadores, que va mucho más allá de la exposición del producto artístico. Fuera de sus tra-dicionales salas, posibilitan una revalorización del espacio síquico y natural en que desarrolla su vida el espectador, en un mundo cada vez más globalizado y dond elos poderosos, admeás de la persuación económica, tienen también el poder del veto de las computadoras.

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Las expresiones escénicas en cada cuminidad, en una escuela o plaza, todos los días lucha como pidiera el Che porque ese amor a la humanidada vivivente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización.

© Granma, La Habana, 22 de octubre de 1998, p. 6.

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GaleríaGalería

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Alberto Curbelo y el actor René de la Cruz

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Alberto Curbelo y la Asistente de dirección Elena Valderrama

Alberto Curbelo con actores del performance «Las Cabezas» de Manuel Mendive

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Alberto Curbelo y Adael Rosales con la Cruz primada de Cristóbal Colón, en Baracoa, Guantánamo.

Alberto Curbelo, Jesús Julián García y Adael Rosales en el monumento al Cacique Ha-tuey, en Baracoa, Guantánamo.

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Alberto Curbelo con niños de la Comunidad de Camarones, en Guantánamo.

Alberto Curbelo en la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa

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Teatro Cimarrón en la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa

Teatro Cimarrón en la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa

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Teatro Cimarrón en el Faro de Maisí, Guantánamo.

Adael Rosales y Alberto Curbelo en Punta de Maisí, Guantánamo.

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Teatro Cimarrón en la comunidad taína de La Patana, Guantánamo.

Amelia Reyes con niñas descendientes de taínos en La Patana, Guantánamo.

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Niña descendiente de taínos en La Patana, Guantánamo.

Amelia Reyes con niñas descendientes de taínos en La Patana, Guantánamo.

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Niña descendiente de taínos en La Patana, Guantánamo.

Amelia Reyes con niñas descendientes de taínos en La Patana, Guantánamo.

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Gladiola, la Emperatriz

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Talleres en Guadalupe, 2012

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ÍNDEX

Teatro Cimarrón............................................................................................................2

Alberto Curbelo.............................................................................................................4

Autores Cubanos...................................................................................................................5

Obras dramáticas de Alberto Curbelo....................................................................................7

«Huracán»..........................................................................................................................10

Una pasión compartida.......................................................................................................11

Razones para triunfar..........................................................................................................12

Razón de Ser.......................................................................................................................13

Concurso Nacional de Poesía «Regino Pedroso»..................................................................14

«El Príncipe Pescado».........................................................................................................16

Juventud, divino tesoro.......................................................................................................17

La voz multiplicada..............................................................................................................20

Entre/vistas.................................................................................................................22

La escena se mueve.............................................................................................................23

Un cimarrón en el Cerro......................................................................................................25

Cimarrón: paradigma de teatro comunitario.......................................................................27

Patakín para un cimarrón....................................................................................................34

Un actor se prepara.............................................................................................................36

Valoraciones................................................................................................................37

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Page 142: Compaía Teatro Cimarrón Cuba

Reivindicación de la cultura afrocubana en la obra de Alberto Curbelo y Teatro Cimarrón...38

Talleres en Guadalupe.........................................................................................................42

Por un teatro guadalupeño: Taller para niños......................................................................44

Teatro Cimarrón en el umbral de su primera juventud........................................................45

Cimarrones apalencados en Cienfuegos..............................................................................49

«…en la Sierra se te agranda el corazón».............................................................................51

Cruzada Teatral: suceso excepcional...................................................................................53

Cimarrón, galardonado con el Premio Relevante en Fórum de Ciencia y Técnica.................55

…de las alegrías y otras noticias del Teatro Cimarrón...........................................................56

Catauro de Teatro Cimarrón................................................................................................58

Una Mujer Sola...................................................................................................................59

Kid Pantera.........................................................................................................................61

Derramadero de Audacia....................................................................................................62

Como lucero del alba...........................................................................................................64

El barrio: otra sustancia teatral...........................................................................................66

Rito y Teatro.......................................................................................................................67

El Brujo...............................................................................................................................71

Teatro espectacular.............................................................................................................72

Con la luz del día.................................................................................................................73

Sortilegio a media tarde......................................................................................................74

Pensar diferente.................................................................................................................76

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Page 143: Compaía Teatro Cimarrón Cuba

Entre la escena y la película.................................................................................................79

Lo que el pueblo aplaudió en el 94......................................................................................80

Mitos de «El Sombrero»......................................................................................................82

Clitemnestra o el conjuro....................................................................................................84

Con nombre de árbol y su flor…...........................................................................................86

¿Maní o teatro?..................................................................................................................88

No son reyes magos, pero….................................................................................................90

Sedimentar nuestra identidad cultural................................................................................92

Telón abierto a la comunidad..............................................................................................94

Sobresalieron valores jóvenes en el Festival de Teatro de Camagüey..................................96

Temporada teatral..............................................................................................................97

Festival Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento........................................99

BarrioCuento 2010............................................................................................................100

Premios BarrioCuento 2008...............................................................................................102

Cuentos y narraciones en los barrios de La Habana............................................................104

Acta del Jurado de BarrioCuento 2008...............................................................................106

Abrió sus puertas IslaCuento 2007.....................................................................................109

Premio Lydia Cabrera........................................................................................................111

Espacio imprescindible......................................................................................................112

Palabra viva......................................................................................................................114

El verano cuenta...............................................................................................................116

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Page 144: Compaía Teatro Cimarrón Cuba

Caperucita y el Diablo en el Cerro......................................................................................117

Días de teatro en el Cerro..................................................................................................118

Catauro de Teatro Cimarrón..............................................................................................119

Cirios del Cimarrón....................................................................................................120

Tú, Maryse Condé, la escritora negra del Caribe................................................................121

La estrategia emancipadora de Eugenio Hernández Espinosa............................................123

En el vórtice mismo de la comunidad................................................................................127

Galería......................................................................................................................129

Gladiola, la Emperatriz.......................................................................................................................138

Talleres en Guadalupe, 2012.............................................................................................................139

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