Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

27
1 ¿Cómo terminará el capitalismo? Wolfgang Streeck Existe hoy la sensación muy extendida de que el capitalismo se encuentra en condición crítica, más que en cualquier otro momento desde fines de la SGM.[1] Visto en retrospectiva, el crash de 2008 fue sólo el último de una larga serie de trastornos políticos y económicos que comenzaron con el fin de la prosperidad de la posguerra, a mediados de los años 70. Las crisis sucesivas han resultado cada vez más severas, desplegándose más amplia y rápidamente a través de una economía global crecientemente interconectada. A la inflación global de los 70 siguió el creciente endeudamiento público de los 80, y la consolidación fiscal de los años 90 vino acompañada de una acusada suba en el endeudamiento del sector privado.[2] En un período que ya dura cuatro décadas, el desequilibrio ha sido la condición más o menos normal del mundo industrial 'avanzado', tanto en términos nacionales como globales. Con el paso del tiempo, de hecho, las crisis del capitalismo de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) de posguerra se han vuelto tan extendidas, que han sido percibidas crecientemente como ya no limitadas al mero ámbito económico, lo que resultara eventualmente en el redescubrimiento de una antigua forma de enfocar a la sociedad capitalista: el capitalismo como orden social y modo de vida, en vital dependencia del progreso ininterrumpido de la acumulación de capital privada. Los síntomas de la crisis son numerosos, pero sobresalen entre ellos tres tendencias de largo plazo en las trayectorias de los ricos y altamente industrializados -o mejor dicho, crecientemente desindustrializados- países capitalistas. La primera es una declinación persistente de la tasa de crecimiento económico, agravada recientemente por los acontecimientos de 2008 (fig. 1). La segunda, asociada con la primera, es una suba igualmente persistente en el endeudamiento general en los Estados capitalistas líderes, donde gobiernos, hogares y empresas tanto financieras como no financieras han venido apilando a lo largo de cuarenta años obligaciones sobre sus espaldas (para los EEUU, ver fig. 2). Tercero, la desigualdad económica, tanto en ingresos como en riqueza, ya lleva creciendo varias décadas (fig. 3), en consonancia con el aumento de la deuda y el crecimiento en baja.

description

literatura economica

Transcript of Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

Page 1: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

1

¿Cómo terminará el capitalismo?

Wolfgang Streeck Existe hoy la sensación muy extendida de que el capitalismo se encuentra en condición crítica, más que en cualquier otro momento desde fines de la SGM.[1] Visto en retrospectiva, el crash de 2008 fue sólo el último de una larga serie de trastornos políticos y económicos que comenzaron con el fin de la prosperidad de la posguerra, a mediados de los años 70. Las crisis sucesivas han resultado cada vez más severas, desplegándose más amplia y rápidamente a través de una economía global crecientemente interconectada. A la inflación global de los 70 siguió el creciente endeudamiento público de los 80, y la consolidación fiscal de los años 90 vino acompañada de una acusada suba en el endeudamiento del sector privado.[2] En un período que ya dura cuatro décadas, el desequilibrio ha sido la condición más o menos normal del mundo industrial 'avanzado', tanto en términos nacionales como globales. Con el paso del tiempo, de hecho, las crisis del capitalismo de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) de posguerra se han vuelto tan extendidas, que han sido percibidas crecientemente como ya no limitadas al mero ámbito económico, lo que resultara eventualmente en el redescubrimiento de una antigua forma de enfocar a la sociedad capitalista: el capitalismo como orden social y modo de vida, en vital dependencia del progreso ininterrumpido de la acumulación de capital privada. Los síntomas de la crisis son numerosos, pero sobresalen entre ellos tres tendencias de largo plazo en las trayectorias de los ricos y altamente industrializados -o mejor dicho, crecientemente desindustrializados- países capitalistas. La primera es una declinación persistente de la tasa de crecimiento económico, agravada recientemente por los acontecimientos de 2008 (fig. 1). La segunda, asociada con la primera, es una suba igualmente persistente en el endeudamiento general en los Estados capitalistas líderes, donde gobiernos, hogares y empresas tanto financieras como no financieras han venido apilando a lo largo de cuarenta años obligaciones sobre sus espaldas (para los EEUU, ver fig. 2). Tercero, la desigualdad económica, tanto en ingresos como en riqueza, ya lleva creciendo varias décadas (fig. 3), en consonancia con el aumento de la deuda y el crecimiento en baja.

Page 2: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

2

Figura 1: Tasa de crecimiento promedio de los veinte países de la OCDE, 1972-2010

Figura 2:Pasivos como porcentaje del PBI de los EEUU por sector, 1972-2010 (Corporaciones financieras - Hogares - Corporaciones no financieras - Gobierno)

Page 3: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

3

Figura 3: Aumento promedio del coeficiente de Gini (Países de la OCDE)

Por difundir hacia aquellos que carecen de capital algunos de los beneficios del capitalismo, el crecimiento sostenido, el dinero genuino y una módica equidad social fueron considerados durante mucho tiempo garantes de una mínima legitimidad para cualquier política económica capitalista. Lo que más alarma desde esta perspectiva es que las tres tendencias críticas que acabo de señalar podrían estar realimentándose mutuamente. Hay creciente evidencia de que el incremento de la desigualdad bien podría ser una de las causas de la declinación del crecimiento, ya que la inequidad impide tanto las mejoras en la productividad como el crecimiento de la demanda. El bajo crecimiento, a su vez, refuerza la desigualdad al intensificar el conflicto distributivo, hacer que las concesiones a los pobres sean más costosas para los ricos, y llevar a los ricos a insistir más que antes en la estricta observancia de aquel 'Principio de Mateo' que gobierna el libre mercado: "Porque a cualquiera que tuviere, le será dado, y tendrá más; y al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado." Más aún, la deuda creciente, a la vez que no puede detener la baja del crecimiento, agrava la desigualdad a través de los cambios estructurales asociados con la financiarización, la que a su vez era un intento de compensar a los asalariados y consumidores por la creciente desigualdad en los ingresos causada por el estancamiento de los salarios y los recortes en los servicios públicos. ¿Puede esto que aparece como un círculo vicioso de tendencias nocivas continuar indefinidamente? ¿Hay acaso fuerzas opuestas que pudieran contrarrestarlo? Y ¿qué pasará si no llegaran éstas a materializarse, tal como viene ocurriendo ya durante cuatro décadas? Los historiadores nos informan que las crisis no son nada nuevo bajo el capitalismo, y podrían incluso ser necesarias para su salud de largo plazo. Pero aquello de lo que nos hablan son movimientos cíclicos o sobresaltos aleatorios, tras los cuales las economías capitalistas pueden pasar a un nuevo estado de equilibrio, al menos temporariamente. Lo que estamos viendo hoy, sin embargo, aparece en retrospectiva como un proceso continuo de descomposición gradual, prolongado, pero no por ello menos inexorable. La recuperación de la Reinigungskrise es una cosa; interrumpir una concatenación de tendencias entrelazadas y de largo plazo, algo muy distinto. Asumiendo que el crecimiento indefinidamente decreciente, la desigualdad indefinidamente creciente,

Page 4: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

4

y una deuda sin techo no son sustentables a largo plazo y podrían dar lugar a una crisis de naturaleza sistémica -una crisis cuyo carácter nos resulta difícil imaginar-, ¿se pueden advertir signos de una reversión inminente? Otro recurso provisorio En este punto las noticias no son buenas. Pasaron seis años desde 2008, el punto culminante hasta ahora de la secuela de crisis de la posguerra. Mientras el recuerdo del abismo aún estaba fresco, las exigencias y los proyectos de 'reforma' para proteger al mundo de una repetición eran cosa de todos los días. Las conferencias internacionales y la cumbres de gobierno se sucedían sin solución de continuidad, pero al cabo de media década no se ve que haya surgido nada de ellas. Entretanto, la industria financiera, en donde se originó el desastre, escenifica una recuperación completa: utilidades, dividendos, salarios y bonificaciones vuelven a estar donde estuvieron, mientras que la re-regulación quedó empantanada en negociaciones internacionales y lobbies domésticos. Los gobiernos, primero y principal el de los EEUU, permanecieron firmes en el control de las industrias que generan dinero. Éstas, a su vez, están siendo generosamente provistas de efectivo barato, creado del aire en su beneficio por sus amigos de las bancas centrales -sobresale entre ellos el antiguo hombre de Goldman Sachs, Mario Draghi, al timón del Banco Central Europeo-, dinero que luego inmovilizan, o invierten en bonos gubernamentales. La anemia del crecimiento continúa, al igual que la del mercado laboral; la liquidez sin precedentes no ha logrado reactivar la economía, y la desigualdad alcanza niveles cada vez más sorprendentes, ya que el mínimo crecimiento que hay termina apropiado por el 1% de los ingresos más privilegiados, la parte del león va a parar al bolsillo de una pequeña fracción de la sociedad [4]. Parecería claramente que no abundan las razones para ser optimista. Ya hace cierto tiempo, a esta altura, que el capitalismo de la OCDE sigue en funcionamiento gracias a liberales inyecciones de papeles impresos, bajo una política de expansión monetaria cuyos arquitectos saben mejor que nadie que no puede continuar para siempre. De hecho, en 2013 hubo varios intentos de abandonar la adicción, tanto en Japón como en los EEUU, pero cuando las bolsas se derrumbaron como resultado, la 'graduación' [tapering], como se dio en llamar, se pospuso por el momento. A mediados de junio el Banco de Pagos Internacional (BIS), de Basilea, -madre de todos los bancos centrales- declaró que la 'reducción cuantitativa' [quantitative easing] debía llegar a su fin. En su informe anual, el Banco señaló que en respuesta a la crisis y a la lenta recuperación los bancos centrales habían inflado sus balances, 'que se ven incrementados colectivamente en este momento unas tres veces respecto de su nivel en la pre-crisis... y con tendencia al alza'.[5] Esto, sin embargo, no se halla dentro de las facultades de los bancos centrales, que: “...no pueden aprobar las reformas estructurales económicas y financieras que se requieren para devolver a las economías a los reales senderos de crecimiento que las autoridades y sus ciudadanos desean y esperan. Lo único que han hecho los acuerdos de los bancos centrales durante la recuperación ha sido ganar tiempo... Pero ese tiempo no ha sido bien usado, dado que la continuidad de las tasas de interés deprimidas y las políticas no convencionales han facilitado al sector privado posponer el desapalancamiento, han facilitado al gobierno financiar sus déficits, y han permitido a las autoridades posponer las reformas necesarias en la economía real y en el sistema financiero.

Page 5: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

5

Después de todo, el dinero barato vuelve más fácil tomar prestado que ahorrar, gastar que cobrar impuestos, seguir igual que cambiar el rumbo”. Aparentemente este punto de vista era compartido incluso por la Reserva Federal durante la era Bernanke. Para fines del verano de 2013, parecía nuevamente que el tiempo del dinero fácil se terminaba. En septiembre, sin embargo, se pospuso nuevamente el esperado retorno a tasas de interés más altas. Se adujo como razón que 'la economía' lucía 'menos robusta' de lo esperado. De inmediato subieron las bolsas globales. La razón real, por supuesto, de por qué un retorno a políticas monetarias más convencionales resulta tan difícil, una institución internacional como el BIS la puede formular con mayor libertad que un banco central, que tiene mayor exposición política. Ella es que, tal como están las cosas, la única alternativa para sostener el capitalismo por medio de una ilimitada inyección de dinero es intentar revivirlo por medio de una reforma económica neoliberal, tal como quedara claramente encapsulado en el segundo subtítulo del Informe Anual 2012-2013 del BIS: 'Aumentar la flexibilidad: Clave para el crecimiento.' En otras palabras: amarga medicina para la mayoría, combinada con mayores incentivos para unos pocos [6]. Un problema con la democracia En este punto, la discusión acerca de la crisis y el futuro del capitalismo moderno debe hacernos tornar la mirada hacia la política democrática. Capitalismo y democracia han sido considerados adversarios durante largo tiempo, hasta que el acuerdo de la posguerra pareció sellar su reconciliación. Hasta bien entrado el siglo XX, los poseedores del capital habían temido que las mayorías democráticas abolieran la propiedad privada, mientras que los obreros y sus organizaciones acusaban a los capitalistas de intentar financiar un retorno al autoritarismo en defensa sus privilegios. Sólo el mundo de la Guerra Fría pudo hacer que capitalismo y democracia se alinearan entre sí, cuando el progreso económico hizo posible que las mayorías de la clase obrera aceptaran un libre mercado, un régimen de propiedad privada, llegando a parecer con el tiempo que la libertad democrática era inseparable, y que incluso dependía, de la libertad de los mercados y del afán de lucro. Hoy, sin embargo, han retornado decididamente aquellas viejas dudas sobre la compatibilidad de una economía capitalista y la política democrática. Entre la gente común reina ahora un amplio consenso acerca de que la política ya no puede traer cambios en sus vidas, consenso reflejado en percepciones comunes de punto muerto, incompetencia y corrupción en el seno de lo que parece una clase política cada vez más cerrada sobre sí misma y que sólo busca su propio beneficio, unida en la pretensión de que 'no hay alternativa' ante ellos y sus políticas. Una consecuencia es la caída en el número de votantes combinada con una mayor volatilidad del voto, lo que produce una fragmentación electoral aún mayor, debido al ascenso de partidos 'populistas' de protesta, y generalizada inestabilidad de los gobiernos [7]. La legitimidad de la democracia de la posguerra se basaba en la premisa de que los Estados tenían la capacidad para intervenir en los mercados y corregir sus efectos en interés de los ciudadanos. Décadas de creciente desigualdad han arrojado dudas sobre esto, así como la impotencia de los gobiernos antes, durante y después de 2008. En respuesta a su creciente irrelevancia en una economía global de mercado, los gobiernos y los partidos políticos de las democracias OCDE miraban impotentes con mayor o menor

Page 6: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

6

felicidad mientras la "lucha de clases democrática" se convertía en una mezcla de política y entretenimiento [politainment].[8] Entretanto progresaba a paso firme la transformación de la economía política capitalista del keynesianismo de posguerra en hayekianismo neoliberal: de una fórmula política para el crecimiento económico a través de la redistribución de arriba hacia abajo, a una fórmula política de crecimiento a través de la redistribución de abajo hacia arriba. La democracia igualitaria, considerada bajo el keynesianismo como económicamente productiva, es tomada como una carga para la eficiencia por el hayekianismo contemporáneo, para el que el crecimiento deriva del aislamiento de los mercados -y de la ventaja acumulativa que implican- contra las distorsiones de las políticas redistributivas. Un tema central de la actual retórica antidemocrática es la crisis fiscal del Estado contemporáneo, tal como queda reflejada por el asombroso crecimiento de la deuda pública desde los años 70 en adelante (fig. 4). El creciente endeudamiento público es puesto en la cuenta de mayorías electorales que supuestamente viven por encima de sus posibilidades, explotando la 'reserva común' de sus sociedades, y de políticos oportunistas que comprarían el apoyo de miopes votantes con dineros que no poseen.[9] Pero que la crisis fiscal es improbable que tenga como origen un exceso de democracia redistributiva se puede ver en el hecho de que la acumulación de deuda gubernamental coincidió con una declinación de la participación electoral, especialmente en el sector inferior de la escala de ingresos, y fue de la mano de un estrechamiento del campo sindical, de la desaparición de las huelgas, de recortes en el Estado de bienestar, y de un aumento explosivo de la desigualdad. Lo que se halla en la base del deterioro de las finanzas públicas es en cambio la declinación general de los niveles impositivos (fig.5) y el carácter crecientemente regresivo de los sistemas tributarios, como resultado de las 'reformas' de ingresos máximos y tasas de impuestos corporativos (fig.6). Además, al reemplazar los ingresos impositivos con endeudamiento, los gobiernos contribuyeron todavía más a la desigualdad, en la medida en que ofrecían oportunidades de inversión seguras para aquellos cuyo dinero ya no podían confiscar, y ahora tenían en cambio que tomar prestado. A diferencia de los contribuyentes de antaño, los compradores de bonos del Tesoro siguen siendo dueños de lo que pagan al Estado, y de hecho hasta perciben un interés, pagado con cargas impositivas cada vez más regresivas; este capital hasta es heredado por sus hijos. Más aún, la creciente deuda pública puede ser y es utilizada políticamente para introducir recortes en los gastos del Estado y para lograr la privatización de los servicios públicos, restringiendo aún más la intervención democrática redistributiva en la economía capitalista.

Page 7: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

7

Figura 4: Deuda gubernamental como porcentaje del PBI, 1970-2010 (Promedio no ponderado de: Austria, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Holanda, Noruega, Suecia, RU, EEUU)

Figura 5: Recaudación impositiva total como porcentaje del PBI, 1970-2010 (Promedio no ponderado de: Australia, Austria, Bélgica, etc.)

Page 8: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

8

Figura 6: Las tasas más altas del impuesto marginal sobre la renta, 1900-2001 La protección institucional de la economía de mercado de la interferencia democrática ha hecho grandes avances en las últimas décadas. Los sindicatos se hallan en decadencia en todos lados y en muchos países han sido casi extirpados, sobre todo en los EEUU. La política económica fue transferida en gran medida a bancos centrales independientes -esto es, entidades que no tienen que rendir cuentas en términos democráticos-, bancas centrales que se abocan sobre todo a garantizar la buena salud y la buena voluntad de los mercados financieros. [10] En Europa, las políticas económicas nacionales, incluyendo la fijación de salarios y confección de presupuestos, se hallan regidas crecientemente por instituciones supranacionales como la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, que escapan al dominio de una democracia popular. Esto desdemocratiza efectivamente al capitalismo europeo, sin, por supuesto, despolitizarlo. Quedan, sin embargo, dudas entre las clases que dependen del lucro acerca de si la democracia podrá, incluso en esta versión contemporánea mutilada, permitir las 'reformas estructurales' neoliberales necesarias para que se recupere su régimen. Al igual que los ciudadanos del común, aunque por las razones opuestas, las élites están perdiendo la fe en el gobierno democrático y en su adecuación para dar nueva forma a las sociedades, en línea con los imperativos del mercado. La teoría de la elección pública y su desdeñosa concepción de la política democrática como una corrupción de la justicia de los mercados al servicio de políticos oportunistas y su clientela se ha vuelto cosa de sentido común entre las élites, al igual que la creencia de que un capitalismo de mercado expurgado de política democrática no sólo sería más eficiente sino también más virtuoso y responsable.[11] Países como China son alabados porque sus sistemas políticos autoritarios estarían mejor preparados que la democracia de mayorías electorales, con su sesgo igualitario, para lidiar

Page 9: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

9

con lo que se da en llamar los desafíos de la 'globalización', en una retórica que comienza a todas luces a parecerse a la celebración que hacían las élites capitalistas de los años de entreguerras de los fascismos italiano y alemán (e incluso del comunismo stalinista) por una supuesta mayor eficiencia en política económica [12]. Por ahora, la utopía política de aceptación masiva entre los neoliberales es una 'democracia que se adapte al mercado', desprovista de todo poder para introducir correcciones a sus mecanismos, y que apoye una redistribución 'compatible con incentivos', de abajo hacia arriba.[13] Aunque el proyecto ya está muy avanzado tanto en Europa como en los EEUU, a sus promotores sigue preocupándoles que las instituciones políticas heredadas del compromiso de posguerra podrían en algún punto ser recuperadas por mayorías electorales, en un esfuerzo de último minuto para bloquear el progreso hacia una solución neoliberal de la crisis. Las presiones de las élites para una neutralización de la democracia igualitaria prosiguen por tanto a toda máquina; en Europa esto adopta la forma de una continuada mudanza de la toma de decisiones político-económicas hacia instituciones supranacionales como el BCE y reuniones cumbres de jefes de gobierno. ¿Capitalismo en la cornisa? ¿Está acabado el capitalismo? En los años 80 se abandonó la idea de que un 'capitalismo moderno' podía funcionar como una 'economía mixta', con gerenciamiento tecnocrático y a la vez bajo controles democráticos. Más tarde, durante la revolución neoliberal, el orden social y económico fue concebido más bien como benévolo emergente del 'libre juego de las fuerzas del mercado'. Pero con el crash de 2008, la promesa de mercados autorregulados que alcanzan su equilibrio por cuenta propia también cayó en el descrédito, sin el reemplazo de una nueva fórmula de gobierno político-económico plausible a la vista. Esto solo ya puede ser considerado como síntoma de una crisis que se ha vuelto sistémica, tanto más cuanto mayor su duración. A mi modo de ver, a la luz de décadas de caída del crecimiento, creciente desigualdad y endeudamiento en alza -así como de las sucesivas agonías de la inflación, la deuda pública y la implosión financiera a partir de los años 70-, ya viene siendo hora de volver a pensar el capitalismo como un fenómeno histórico, que como tal no solamente tiene un comienzo, sino también un final. Para esto, deberemos dejar de lado engañosos modelos de cambio social e institucional. En la medida en que imaginemos el final del capitalismo decretado, al modo leninista, por algún gobierno o comité central, no nos quedará otra que considerar al capitalismo eterno. (Fue en realidad el comunismo, tal como estaba centralizado en Moscú, el que podía y fue de hecho liquidado por decreto.) La cosa es diferente si, en lugar de imaginar que es reemplazado por una decisión colectiva que lleve en sí algún nuevo orden providencialmente concebido, aceptamos que el capitalismo podría hundirse bajo su propio peso. Sugiero que aprendamos a pensar sobre el final del capitalismo sin asumir la responsabilidad de responder a la pregunta sobre lo que proponemos que tome su lugar. Es un prejuicio marxista -o mejor: modernista- el suponer que el capitalismo como una época histórica terminará solamente cuando una nueva y mejor sociedad asome en el horizonte, y haya un sujeto histórico revolucionario que esté listo para implementar el

Page 10: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

10

cambio para el progreso de la humanidad. Esto presupone un grado de control político sobre nuestro destino común que resulta crasamente impensable luego de la destrucción de la acción colectiva, e incluso de toda esperanza de ella, por la revolución globalizadora-neoliberal. No hay necesidad de visión utópica de futuros alternativos, ni de previsión sobrehumana, para validar la presunción de que el capitalismo enfrenta su Götterdämmerung. Y esto es precisamente lo que pretendo argumentar, aun siendo consciente de las muchas veces en que al capitalismo se lo dio por muerto en el pasado. De hecho, todos los máximos teóricos del capitalismo han predicho su inminente óbito, ya incluso desde que el concepto comenzó a ser usado a mediados del siglo XIX. Y esto incluye no sólo a críticos radicales como Marx o Polanyi, sino también a teóricos burgueses como Weber, Schumpeter, Sombart y Keynes [14]. Que algo no haya ocurrido, a pesar de predicciones razonables en contrario, no significa que no ocurrirá nunca; aquí, también, no hay prueba inductiva. Creo que esta vez es distinto, un síntoma de ello es que incluso los principales técnicos del capitalismo no tienen hoy idea de qué hay que hacer para recomponer el sistema: veamos por ejemplo las minutas recientemente publicadas de las deliberaciones del Directorio de la Reserva Federal en 2008, [15] o la búsqueda desesperada de banqueros centrales, mencionada más arriba, del momento adecuado para terminar con la 'reducción cuantitativa'. Esto, sin embargo, no es más que la superficie del problema. Bajo ello está el duro hecho de que el progreso capitalista ha destruido por ahora y más o menos completamente toda instancia que pudiese estabilizarlo poniéndole límites; el punto es aquí que la estabilidad del capitalismo como sistema socio-económico depende de que su Eigendynamik sea contenida por fuerzas compensatorias: por instituciones e intereses colectivos que sometan la acumulación de capital a controles y balances sociales. La idea implicada aquí es que el capitalismo puede estar minando sus bases simplemente por ser demasiado exitoso. En breve desarrollaré este punto más en detalle. La imagen que tengo del final del capitalismo -un final que creo que ya está en camino- es la de un sistema social en crónico deterioro, por razones ínsitas e independientemente de la ausencia de una alternativa viable. Aun cuando no podamos saber cuándo y cómo desaparecerá exactamente el capitalismo, y qué tomará su lugar, lo que importa es que no hay fuerzas a la vista que pudiera esperarse lleguen a invertir las tres tendencias declinantes, en crecimiento económico, en igualdad social, y en estabilidad financiera, y poner fin a su mutua realimentación. En contraste con los años 30, no hay hoy una fórmula político-económica en el horizonte, a izquierda o a derecha, que pudiere proveer a las sociedades capitalistas de un coherente nuevo régimen de regulación, o régulation. La integración social, así como la integración del sistema, parecen haber sufrido daños irreversibles y estar condenadas a continuar por esta vía.[16] Lo más probable es que con el paso del tiempo se verifique una acumulación de disfunciones pequeñas y no tan pequeñas; ninguna necesariamente letal de por sí, pero la mayor parte de solución imposible, tanto más cuanto que comienzan a ser demasiadas para un abordaje individual. En el proceso, las partes del todo encajarán cada vez menos entre sí, se multiplicarán las fricciones de todo tipo, surgirán consecuencias inesperadas, a lo largo de líneas causales cada vez más oscuras. Proliferará la incertidumbre; crisis de todo tipo -de legitimidad, de productividad o ambas- se sucederán con rapidez mientras la predictabilidad y la gubernabilidad continúen en declinación (tal como viene pasando desde hace décadas).

Page 11: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

11

Eventualmente, la miríada de parches provisionales concebidos para mantener a raya crisis de corto plazo se hundirán bajo el peso de los desastres cotidianos producidos por un orden social sumido en una profunda y anómica confusión. Al concebir el fin del capitalismo como un proceso y no como un acontecimiento, enfrentamos el problema de cómo definir al capitalismo. Las sociedades son entidades complejas que no perecen al modo en que lo hacen los organismos: con la rara excepción de la extinción total, la discontinuidad siempre está incrustada en alguna continuidad. Si decimos que se acabó una sociedad, lo que queremos significar es que han desaparecido ciertos rasgos de su organización que considerábamos esenciales, pero pueden muy bien haberles sobrevivido otros. Para determinar si el capitalismo está 'vivo', propongo definirlo como una sociedad moderna[17] que asegura su reproducción colectiva como un efecto colateral no planeado de la maximización del lucro racional y competitivo de individuos orientados a la acumulación del capital, por medio de un 'proceso de trabajo' que combina capital de propiedad privada con una fuerza laboral tratada como mercancía, cumpliendo esa promesa mandevilliana de que vicios privados se tornarían en beneficios públicos.[18] Es esta promesa, sostengo, lo que el capitalismo contemporáneo ya no puede sostener, al terminar su existencia histórica como orden social autorreproductivo, sustentable, predecible y legitimado. La desaparición del capitalismo así definido es improbable que siga ningún patrón pensado de antemano. A medida que prosigue la descomposición, ella necesariamente provocará protestas políticas y múltiples intentos de intervención colectiva. Pero por largo tiempo, éstos habrán de ser del tipo ludita: locales, dispersos, descoordinados, 'primitivos', contribuyendo al desorden pero sin capacidad de crear un orden nuevo, en el mejor de los casos colaborando sin querer en su aparición. Podríamos pensar que una crisis de largo aliento de este tipo abriría muchas oportunidades para agentes reformistas o revolucionarios. Parecería sin embargo que un capitalismo desorganizado no sólo se desorganiza a sí mismo, sino también a su oposición, privándola de la capacidad ya sea de derrotarlo, o bien incluso de rescatarlo. Para que el capitalismo llegue a su final, habrá de proveer él mismo los medios para su destrucción, y esto es, como vengo sosteniendo, precisamente lo que presenciamos hoy. Victoria pírrica ¿Pero por qué habría de estar en crisis el capitalismo, cualesquiera sean sus deficiencias, si ya no tiene ninguna oposición que merezca ese nombre? Cuando el comunismo implosionó en 1989, ello fue visto casi universalmente como el triunfo final del capitalismo, el 'fin de la historia'. Incluso hoy, tras 2008, la Vieja Izquierda se halla al borde de la extinción en todos lados, mientras que la Nueva Izquierda sigue por ahora sin aparecer. Las masas, los pobres y desposeídos, así como muchos de los relativamente acomodados, parecen paralizados bajo el poder del consumismo, mientras que los bienes colectivos, la acción colectiva y la organización colectiva han pasado de moda. Si es lo único que hay, ¿por qué no podría continuar el capitalismo, por defecto aunque sea, a falta de mejores razones? A primera vista habría realmente mucho que decir en contra de la idea de una muerte del capitalismo, independientemente de unos ominosos trazos de escritura en el muro de la Historia. En lo que toca a la desigualdad, la gente bien puede

Page 12: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

12

acostumbrarse a ella, especialmente con la ayuda del mundo del espectáculo público y de la represión política. Más aún: abundan ejemplos de gobiernos que son reelegidos aun haciendo recortes en el gasto público y privatizando servicios, en su afán de derivar dinero genuino hacia los propietarios del capital. Respecto del deterioro ambiental, su avance es lento comparado con lo que dura una vida humana, de modo que es posible negarlo mientras aprendemos a convivir con él. Avances tecnológicos que permitan ganar tiempo, como el fracking, no se pueden descartar, y si hubiera límites a los poderes pacificadores del consumismo, por cierto que no es posible advertirlos por ahora. Incluso, la adaptación a regímenes de trabajo cada vez más exigentes en tiempo y existencia pueden ser tomados como un desafío competitivo, una oportunidad para el logro personal. Las definiciones culturales de la vida buena siempre han sido altamente maleables y muy bien podrían seguir siendo objeto de adaptaciones para adecuarse a la marcha triunfal de la lógica de la mercancía, al menos en la medida de que los desafíos religiosos o radicales a la reeducación pro-capitalista puedan ser suprimidos, ridiculizados o marginados de alguna manera. La mayor parte de las teorías del estancamiento actuales, finalmente, se aplican sólo a Occidente, o incluso sólo a los EEUU, no a China, Rusia, la India o Brasil, países hacia los que podría estar a punto de migrar la frontera del crecimiento económico, con vastas tierras vírgenes a la espera de tornarse disponibles para el progreso capitalista [19]. Mi respuesta es que la ausencia de oposición puede tener que inscribirse en realidad más como un débito que como un activo del capitalismo. Los sistemas sociales prosperan gracias a su heterogeneidad interna, a un pluralismo de principios organizativos que los preserve de dedicarse enteramente a un fin único, haciendo surgir una cantidad de otros objetivos que también tendrán que ser atendidos en pro de la sustentabilidad del sistema. El capitalismo tal como lo conocemos se ha beneficiado grandemente por el ascenso de movimientos contestatarios que iban en contra de la regla del lucro y del mercado. El socialismo y el sindicalismo, al poner un límite a la lógica de la mercancía, evitaban que el capitalismo destruyese sus fundamentos no capitalistas: la confianza, la buena fe, el altruismo, la solidaridad en el seno de familias y comunidades, cosas así. Bajo el keynesianismo y el fordismo, la oposición más o menos leal del capitalismo aseguró y ayudó a estabilizar la demanda agregada, especialmente durante las recesiones. Cuando las circunstancias eran favorables, la organización de la clase obrera servía incluso de 'acicate para la productividad', al forzar al capital a embarcarse en conceptos de producción más avanzados. En este sentido iba la argumentación de Geoffrey Hodgson según la cual el capitalismo puede sobrevivir sólo en la medida en que no llegue a ser totalmente capitalista, en la medida de que no se haya liberado él mismo, o la sociedad en la que reside, de 'impurezas necesarias'.[20] Vista de este modo, la victoria del capitalismo sobre su oposición podría ser una victoria pírrica, al liberarlo de poderes compensatorios que, aunque molestos a veces, lo habrían de hecho apuntalado. ¿Sería acaso posible que el capitalismo se haya convertido en su peor enemigo? Fronteras de la lógica de la mercancía Para explorar esta posibilidad podríamos recurrir a la concepción de Karl Polanyi de límites sociales a la expansión del mercado, concepción que subyace a su concepto de las tres 'mercancías ficticias': el trabajo, la tierra (o naturaleza) y el dinero. Una mercancía ficticia se define como un recurso al que las leyes de oferta y demanda se aplican sólo

Page 13: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

13

parcialmente y ejerciendo una violencia, en el mejor de los casos: podrá por lo tanto ser tratada como mercancía de un modo regulado, cuidadosamente circunscripto, ya que la entrada definitiva en la lógica de la mercancía la destruye o la torna inutilizable. Los mercados, sin embargo, tienen una tendencia inherente a expandirse más allá de su dominio original, el comercio de bienes materiales, hacia todas las otras esferas de la vida, sin importar su capacidad de tornarse mercancía, o -en términos marxistas- de subsumirse bajo la lógica de la acumulación del capital. A menos que instituciones restrictivas la mantengan a raya, la expansión del mercado se ve así en riesgo permanente de minar sus propias bases, y con ellas la viabilidad del sistema social y económico capitalista. Todo indica de hecho que la expansión del mercado ha llegado hoy a un umbral crítico respecto de todas y cada una de las tres mercancías ficticias de Polanyi, ahora que las salvaguardas institucionales que evitaban que cayeran totalmente bajo la égida de la lógica mercantil se han visto erosionadas en un número de frentes. Esto es lo que parece subyacer a la actual búsqueda que se verifica en todas las sociedades capitalistas avanzadas en el sentido de un nuevo régimen temporal con respecto al trabajo, en particular una nueva distribución del tiempo entre relaciones y objetivos sociales y económicos; de un régimen energético sustentable en relación a la naturaleza; y de un régimen financiero estable para la producción y asignación de dinero. En las tres áreas, las sociedades se hallan hoy buscando a tientas limitaciones más efectivas a la lógica de la expansión,[22] institucionalizada como una lógica del enriquecimiento privado, que es fundamental para el orden social capitalista. Estas limitaciones se centran sobre las exigencias cada vez mayores del sistema de empleo sobre la fuerza laboral, de los sistemas de consumo y producción capitalistas sobre recursos naturales finitos, y del sistema bancario y financiero sobre la confianza de la gente en pirámides cada vez más complejas de dinero, crédito y deuda. Considerando cada una de las tres zonas críticas de Polanyi sucesivamente, podemos advertir que lo que desencadenó la crisis de la economía global de 2008 fue un sometimiento excesivo del dinero a la lógica mercantil: la transformación de una provisión ilimitada de crédito barato en 'productos' financieros cada vez más sofisticados dio lugar a una burbuja inmobiliaria de tamaño inaudito para entonces. Años atrás, en los 80, la desregulación de los mercados financieros había abolido las restricciones en la producción y mercantilización privadas del dinero concebidas tras la Gran Depresión. El proceso, que dio en ser llamado 'financiarización' [financialization], parecía ser el último camino que quedaba para restaurar el crecimiento y la rentabilidad en la economía sobreexpandida bajo la hegemonía capitalista global. Una vez liberada de sus restricciones, sin embargo, la industria de hacer dinero invirtió buena parte de sus enormes recursos en hacer lobby para una subsiguiente supresión de prudentes regulaciones, por no mencionar los recursos empleados en evadir cualquier regla que todavía pudiera seguir vigente. En retrospectiva resulta fácil advertir los riesgos enormes que traía consigo una mudanza del viejo régimen de M-C-M (dinero-mercancía-dinero) a uno nuevo de M-M (dinero-dinero), así como la tendencia hacia una desigualdad siempre creciente asociada con el crecimiento desproporcionado del sector financiero [23]. Con respecto a la naturaleza, hay creciente preocupación por la tensión, ahora percibida ampliamente, entre el principio capitalista de la expansión infinita, y la existencia finita de

Page 14: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

14

recursos naturales. Discursos malthusianos de distintas denominaciones alcanzaron popularidad en los años 70. Más allá de la opinión que nos merezcan, y aunque algunos son vistos hoy a la distancia como prematuramente alarmistas, nadie podrá negar seriamente que los patrones de consumo de energía de las sociedades capitalistas ricas no pueden ser extendidos al resto del mundo sin destruir condiciones esenciales para la vida humana. Lo que parece estar tomando forma es una carrera entre un progresivo agotamiento de la naturaleza por un lado, y la innovación tecnológica por el otro: substitución de materiales artificiales por otros naturales, prevención o reparación del daño ambiental, diseño de refugios contra la inevitable degradación de la biosfera. Una pregunta que nadie parece capaz de responder, es de qué modo los enormes recursos colectivos potencialmente requeridos para esto podrán ser movilizados en sociedades gobernadas por lo que C.B. MacPherson denominara 'individualismo posesivo'.[24] ¿Qué actores e instituciones serán capaces de asegurar el bien colectivo de un ambiente apto para la vida en un mundo dominado por la producción y el consumo competitivos? En tercer lugar, la lógica de la mercancía aplicada a la fuerza laboral ha alcanzado un punto crítico. La desregulación de los mercados laborales bajo competencia internacional ha echado al traste con cualquier perspectiva que pudo haber habido alguna vez de una limitación general del horario de trabajo [25]. También ha tornado más precario al empleo para una franja creciente de la población [26]. Con el ascenso de la participación de las mujeres en el mercado laboral, debido en parte a la desaparición del 'salario familiar', se ha incrementado la cantidad de horas por mes que las familias venden a los empleadores, mientras que los salarios han quedados rezagados frente al crecimiento de la productividad, y esto del modo más dramático precisamente en el corazón del mundo capitalista, los EEUU (fig.7). Al mismo tiempo, la desregulación y la destrucción de los sindicatos no se ve compensada por los mercados laborales, y un desempleo residual del orden del 7 u 8% se ha convertido en la norma, incluso en un país como Suecia. Los talleres de trabajo esclavo se han difundido en muchas industrias incluyendo los servicios, pero sobre todo en la periferia global, fuera del alcance de las autoridades y de lo que queda de los sindicatos en el centro capitalista, y fuera de la vista de los consumidores. Dado que los talleres de trabajo esclavo compiten con trabajadores de países que han contado históricamente con fuertes protecciones laborales, las condiciones de trabajo se deterioran para los primeros al tiempo que el desempleo se vuelve endémico para los segundos. Entretanto, se multiplican las quejas acerca de la penetración del trabajo en la vida familiar, junto con presiones de los mercados laborales para unirse a una carrera por el incremento del propio 'capital humano'. Por otra parte, la movilidad global permite a los empleadores el reemplazo de trabajadores locales mal dispuestos por inmigrantes más dóciles. También compensa la baja tasa de natalidad, debida en parte a un cambio en el balance entre el trabajo pago e impago y entre el consumo en el mercado y fuera del mercado. El resultado es un debilitamiento secular de los movimientos contestatarios, causado por una pérdida de solidaridad tanto social como de clase, y acompañado por catastróficos conflictos políticos acerca de la diversidad étnica, incluso en países tan tradicionalmente liberales como Holanda, Suecia o Noruega.

Page 15: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

15

Figura 7: La ruptura del contrato social, EEUU, 1947-presente La cuestión de cómo y dónde debería ser restringida la acumulación de capital de modo de proteger las tres mercancías ficticias de su total mercantilización ha sido rechazada una y otra vez en la historia del capitalismo. Pero el presente desorden mundial en las tres zonas fronterizas al mismo tiempo es algo diferente: es consecuencia de una espectacular arremetida de los mercados, en expansión inaudita, contra un amplio rango de instituciones y actores que, ya sea que hayan sido heredados del pasado o surgido al cabo de largas luchas políticas, habían contenido hasta cierto punto y por un tiempo el avance del capitalismo dentro de marcos sociales. El trabajo, la tierra y el dinero se han convertido simultáneamente en zonas de crisis luego de que la 'globalización' proveyera a las relaciones y cadenas de producción de los mercados de una capacidad sin precedentes para cruzar los límites de las jurisdicciones legales y políticas nacionales. El resultado es una desorganización fundamental de las instituciones que habían, en la era moderna, domesticado más o menos exitosamente los 'espíritus animales' del capitalismo, por el bien de la sociedad entendida como un todo, así como del capitalismo mismo. Y no sólo en lo que hace a las mercancías ficticias podría estar el capitalismo alcanzando sus límites. En la superficie, el consumo de bienes y servicios sigue creciendo, y la premisa implícita de la economía moderna -que el deseo humano y la capacidad de consumo son ilimitados- parecería fácilmente confirmada por una visita a un centro de compras. Pero entre los productores que dependen del lucro hay temores endémicos de que en algún punto los mercados de bienes de consumo pudieren saturarse, tal vez en el curso de un desacople post-materialista de las aspiraciones humanas respecto de la compra de mercancías. Por sí mismo, esto refleja el hecho de que en las sociedades capitalistas maduras el consumo hace mucho que se ha disociado de la necesidad material.[27] Hoy, la parte del león de los gastos de consumo -una parte en rápido crecimiento- se vuelca no en el valor de uso de los bienes, sino en su valor simbólico, en su aura o halo: ésta es la razón por la que los profesionales de la industria se encuentran gastando hoy más que nunca en

Page 16: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

16

marketing, lo que incluye no sólo publicidad, sino también diseño e innovación del producto. Sin embargo, a pesar de la creciente sofisticación del ámbito promocional, los aspectos intangibles de la cultura hacen que el éxito comercial resulte difícil de predecir, tanto más por cierto que en una era en la que para asegurar el crecimiento bastaba con ir equipando gradualmente a todos los hogares con su respectivo lavarropas [28]. Cinco trastornos El capitalismo librado de toda oposición da rienda suelta a sus propias tendencias, que no incluyen el autocontrol. La búsqueda del lucro capitalista es una búsqueda de final abierto, y no podría ser de otro modo. La idea de que menos puede ser más no es un principio que una sociedad capitalista pudiera honrar; debe serle impuesto, de otro modo no habrá límites para su avance, por autodestructivo que éste pudiere ser en última instancia. Al día de hoy, sostengo, ya estamos en una situación en la que se puede avizorar la desaparición del capitalismo en razón de haber destruido su oposición: agonizando, por así decir, por una sobredosis de sí mismo. Como ilustración señalaré cinco trastornos del capitalismo avanzado de hoy, todos ellos derivados de distintos modos del debilitamiento de las tradicionales restricciones políticas e institucionales a su avance. Son ellos: el estancamiento, la redistribución oligárquica, el saqueo del dominio público, la corrupción y la anarquía global. Seis años después de Lehman, las predicciones de un estancamiento económico de largo aliento están de moda. Ejemplo prominente es un artículo muy debatido cuyo autor es Robert Gordon, quien argumenta que las principales innovaciones que impulsaron la productividad y el crecimiento económico desde el siglo XIX, tales como el incremento de la velocidad del transporte, o la instalación del agua corriente en las ciudades, sólo podían ocurrir una vez.[29] En comparación con ellas, la reciente difusión de la tecnología informática ha tenido sólo un efecto menor sobre la productividad, si es que lo hubo. Si bien el argumento de Gordon podría parecer un tanto determinista desde el punto de vista tecnológico, resulta plausible que el capitalismo pueda tener la esperanza de alcanzar el nivel de crecimiento necesario para compensar a una clase obrera no capitalista por ayudar a otros a acumular capital sólo si la tecnología abre constantemente nuevas oportunidades para incrementar la productividad. En todo caso, en lo que parece una reflexión tardía, Gordon apoya su predicción de bajo o ningún crecimiento enumerando seis factores no tecnológicos -los llama 'vientos de frente'- que favorecerían la existencia de un estancamiento de largo plazo 'aun si la innovación siguiera su avance(...)al ritmo de las dos décadas inmediatamente anteriores a 2007'.[30] Incluye entre estos factores a dos que a mi modo de ver se han entrecruzado durante cierto tiempo con el bajo crecimiento: la desigualdad y 'la cornisa de la deuda de los consumidores y los gobiernos'[31]. Lo más sorprendente es cuánto han llegado a parecerse las teorías del estancamiento actuales y las teorías marxistas del subconsumo de los años 70 y 80.[32] Recientemente nada menos que Lawrence 'Larry' Summers -amigo de Wall Street, arquitecto en jefe de la desregulación financiera que tuvo lugar durante el gobierno de Clinton, y primera opción de Obama para ocupar la presidencia de la Reserva Federal, hasta que tuvo que dar un paso al costado por la oposición del Congreso [33]- se ha unido a los teóricos del

Page 17: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

17

estancamiento. En el Foro Económico del FMI del 8 de noviembre del año pasado, Summers confesó haber abandonado toda esperanza de que las tasas de interés cercanas a cero produzcan ningún crecimiento económico significativo en el futuro cercano, en un mundo que él sentía estaría sufriendo de un exceso de capital.[34] La predicción que hizo Summers de un 'estancamiento secular' constituido en 'nuevo estándar' encontró una aprobación sorprendentemente amplia entre sus colegas economistas, incluyendo a Paul Krugman.[35] Algo que Summers mencionó sólo al pasar fue que el patente fracaso de tasas de interés reales incluso negativas para revivir la inversión coincidía con un incremento a largo plazo de la desigualdad, tanto en los EEUU como en otros lados. Tal como ya Keynes lo sabía, la concentración del ingreso en la cima de la pirámide debe por fuerza reducir la demanda efectiva y llevar a los dueños del capital a buscar oportunidades de lucro especulativo por fuera de la 'economía real'. De hecho, ésta puede haber sido una de las causas de la 'financiarización' del capitalismo que comenzara en los años 80. El poderosas élites del capitalismo global parecerían estar resignándose a un crecimiento bajo o inexistente en conjunto para el futuro inmediato. Esto no excluye grandes utilidades en el sector financiero, esencialmente en operaciones especulativas con el dinero abundantemente provisto por las bancas centrales. Parece haber pocos temores de que el dinero emitido para evitar que el estancamiento se convierta en deflación termine teniendo efectos inflacionarios, dado que los sindicatos que podrían exigir una parte de él ya no existen.[36] La preocupación dominante hoy en realidad se centra más en la inflación baja que en la alta: para la sabiduría emergente vigente hoy una economía saludable requiere una tasa de inflación anual de al menos un 2%, si no más. La única inflación a la vista, sin embargo, es la de las burbujas de precios de activos, y Summers se preocupó bastante en preparar a su audiencia para muchas de ellas. Para los capitalistas y sus criados el futuro asoma como un camino decididamente accidentado. El bajo crecimiento les negará los recursos adicionales requeridos para zanjar conflictos distributivos y pacificar el descontento. Burbujas al borde del estallido pueden surgir de un momento a otro, y no es seguro que los Estados recobren su capacidad de asistir a las víctimas a tiempo. La economía estancada que va tomando forma estará lejos de ser una economía estacionaria o de creación contínua: a medida que el crecimiento decline, la lucha por la supervivencia se hará más intensa. En vez de restaurar los límites que preservaban de la lógica mercantil extrema y fueron declarados obsoletos por la globalización, se buscarán mil nuevos medios de explotar la naturaleza, extender e intensificar el horario laboral, y alentar lo que la jerga denomina 'finanzas creativas', en un esfuerzo desesperado por mantener la renta y la acumulación de capital. El escenario de 'estancamiento con probabilidad de burbujas' puede ser verosímilmente imaginado como una batalla de todos contra todos, tachonada de pánicos ocasionales y con los finales de juego convertidos en pasatiempo popular. Plutócratas y saqueo Deteniéndonos en el segundo trastorno, no hay indicación alguna de que la tendencia de largo plazo hacia una mayor desigualdad económica pudiera verse revertida en breve, o incluso nunca. La desigualdad deprime el crecimiento, por razones keynesianas y de otro

Page 18: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

18

tipo. Pero el dinero abundante que proveen actualmente las bancas centrales para restaurar el crecimiento -'abundante' para el capital, no, claro, para el mundo del trabajo- contribuye también a cimentar la desigualdad, inflando al sector financiero e incitando a la especulación en lugar de a la inversión productiva. La redistribución orientada hacia la cima se torna así oligárquica: en vez de servir a un interés colectivo en el progreso económico, tal como lo prometía la teoría económica neoclásica, se torna extracción de recursos de sociedades cada vez más empobrecidas y declinantes. Los países que vienen a la mente aquí son Rusia y Ucrania, pero también Grecia y España, y cada vez más los EEUU. Con la redistribución oligárquica se corta el lazo keynesiano que unía las utilidades de los ricos a los salarios de los pobres, desvinculando el destino de las élites económicas del de las masas.[37] Esto había sido anticipado por los infames memorandums de la 'plutonomía' que distribuyera el Citibank en 2005 y 2006 entre el selecto círculo de sus clientes más ricos, para asegurarles que su prosperidad no dependía ya de la de los asalariados [38]. Aun en países que todavía siguen siendo considerados democracias, la redistribución oligárquica y la tendencia en el sentido de la plutonomía evocan la pesadilla de élites confiadas en que sobrevivirán al sistema social que las está enriqueciendo. Los capitalistas plutonómicos podrían ya no tener que preocuparse por el crecimiento económico nacional dado que sus fortunas transnacionales pueden darse el lujo de crecer sin él; de aquí el éxito de los súper ricos de países como Rusia o Grecia, que toman su dinero -o el de sus conciudadanos- y huyen, preferiblemente a Suiza, Gran Bretaña o los EEUU. La posibilidad, tal como la proporciona el mercado de capitales global, de efectuar un rescate individual o familiar trasladándose uno mismo junto con sus posesiones ofrece la tentación más fuerte posible para que los ricos operen al modo 'fin de juego': liquidar sus activos y quemar los puentes, dejando tras de sí solamente tierra arrasada. En íntima relación con todo esto tenemos el tercer trastorno: el saqueo del dominio público a través de subinversión y privatizaciones. Ya he trazado más arriba su origen en la doble transición que tuvo lugar a partir de los años 70, del Estado tributario al Estado deudor, y más tarde, finalmente, a la consolidación o Estado de austeridad. Primordiales entre las causas de este desplazamiento fueron las nuevas oportunidades que comenzaron a ofrecer a partir de los años 80 y 90 los mercados de capitales globales para la fuga impositiva, evasión, elección a gusto del régimen impositivo más conveniente, y la extorsión de los recortes tributarios de los gobiernos por parte de corporaciones y contribuyentes de altos ingresos. Los intentos de cerrar los déficits públicos descansaban casi exclusivamente en recortes del gasto gubernamental, tanto en seguridad social como en inversiones en infraestructura física y en capital humano. Mientras que el 1% superior de la pirámide veía aumentar aceleradamente sus ingresos, el sector público de las economías capitalistas se encogía, a menudo dramáticamente, muriendo de inanición para cimentar la riqueza de una oligarquía de alta movilidad internacional. Parte del proceso consistió en privatizaciones, llevadas adelante haciendo caso omiso de la contribución que la inversión pública en productividad y cohesión social podría haber hecho al crecimiento económico y la equidad social. Incluso ya antes de 2008 se daba generalmente por descontado que la crisis fiscal del Estado de posguerra tenía que ser resuelta bajando el gasto en lugar de subir los

Page 19: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

19

impuestos, especialmente los impuestos de los ricos. La consolidación de las finanzas públicas por vía de la austeridad era y es impuesta a las sociedades, aun cuando lo más probable es que deprima el crecimiento. Esto podría parecer otra indicación de que la economía de los oligarcas se ha desacoplado de la de la gente ordinaria, en tanto que los ricos ya no temen pagar un precio por maximizar sus ingresos a expensas de los no ricos, o por perseguir sus intereses particulares a expensas de la economía como un todo. Podría estar surgiendo aquí la tensión fundamental descripta por Marx entre, por un lado, la naturaleza crecientemente social de la producción en una economía y sociedad avanzadas, y la propiedad privada de los medios de producción por el otro. Como el crecimiento de la productividad requiere mayor provisión pública, tiende a volverse incompatible con la acumulación privada de utilidades, forzando a las élites capitalistas a elegir entre ambas. El resultado es lo que estamos viendo ya hoy: estancamiento económico combinado con redistribución oligárquica [39]. Corrosión de la jaula de hierro Junto con el declinante crecimiento económico, la desigualdad en ascenso, y la transferencia del dominio público a la esfera privada, la corrupción es el cuarto trastorno del capitalismo contemporáneo. En un intento de rehabilitarlo remitiendo a sus supuestos fundamentos éticos, Max Weber trazó una nítida línea entre capitalismo y codicia, apuntando a lo que él creía eran los orígenes del primero en una tradición religiosa protestante. Según Weber, la codicia existió siempre y en todo lugar: no sólo no era distintiva del capitalismo, sino que era capaz incluso de subvertirlo. El capitalismo no estaba basado en un deseo de enriquecerse, sino en la autodisciplina, el esfuerzo metódico, administración responsable, sobria devoción a un llamado y a una organización racional de la vida. Weber esperaba que los valores culturales del capitalismo se diluyeran a medida que éste madurara, y se convirtieran en una 'jaula de hierro', donde la regulación burocrática y las restricciones que implicaba la competencia tomaran el relevo de las ideas culturales que habían servido originalmente para desconectar la acumulación de capital tanto del consumo materialista-hedonista, como de los instintos de la horda primitiva. Lo que no pudo anticipar, sin embargo, fue la revolución neoliberal del último tercio del s. XX y las oportunidades sin precedentes que proveyó para acceder a la riqueza extrema. Con el respeto que Weber nos merece, el fraude y la corrupción hay sido siempre compañeros de ruta del capitalismo. Pero hay buenas razones para creer que con el ascenso del sector financiero a la dominación económica, se han vuelto tan invasivos que la weberiana vindicación ética del capitalismo parece aplicarse ahora a un mundo del todo diferente. Las finanzas son una 'industria' en la que la innovación no es fácil de distinguir de la forzadura y transgresión de las leyes; en la que los beneficios derivados de actividades semilegales e ilegales son particularmente altos; en donde la diferencia en pericia y paga entre las firmas y las autoridades regulatorias es extrema; en donde las puertas giratorias entre ambas instancias ofrecen posibilidades ilimitadas para la corrupción, sutil o no tanto;[40] donde las firmas más grandes no sólo son "demasiado grandes para quebrar [fail]", sino incluso demasiado grandes para ir a la cárcel [jail], dada su importancia para la política económica nacional y la recaudación impositiva; y donde la frontera entre las compañías privadas y el Estado es más borrosa que en ningún otro lado, tal como quedó indicado con el salvataje de 2008 o por el gran número de antiguos y

Page 20: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

20

futuros empleados de firmas financieras que desempeñan actualmente funciones en el gobierno norteamericano. Después de Enron y WorldCom, se consideró que el fraude y la corrupción habían llegado a niveles nunca alcanzados en la economía de los EEUU. Pero lo que salió a la luz después de 2008 hace palidecer a todo lo demás: calificadoras de riesgo recibiendo dinero de los productores de títulos tóxicos para otorgar las más altas calificaciones; banca fantasma de ultramar, lavado de dinero y asistencia en evasión impositiva en gran escala como negocio normal de los mayores bancos con las mejores referencias; la venta a clientes deprevenidos de títulos concebidos expresamente para que otros clientes puedan apostar contra ellos; bancos líderes mundiales fijando fraudulentamente tasas de interés de referencia y el precio del oro, etc. En años recientes varios grandes bancos han tenido que pagar miles de millones de dólares en concepto de multas por actividades así, y se advierte la perspectiva de más sucesos de este tipo. Lo que a primera vista podrían parecer sanciones severas, constituye un vuelto sin embargo comparado con los balances de los bancos en cuestión, sin mencionar el hecho de que todos éstos fueron arreglos extrajudiciales de casos que los gobiernos no quisieron o no osaron llevar a debido proceso [41]. La decadencia moral del capitalismo puede tener que ver con su decadencia económica: la lucha por las últimas oportunidades que quedan para obtener utilidades se vuelve más cruda cada día, y se traduce hoy mismo en un vaciamiento de activos de escala verdaderamente gigantesca. Comoquiera que sea, la percepción pública del capitalismo es ahora profundamente cínica, el sistema entero es percibido como un mundo de trucos sucios destinados a asegurar el enriquecimiento ulterior de los que ya son ricos. Ya nadie cree en una recomposición moral del capitalismo. El intento weberiano de evitar su asimilación con la codicia termina de fracasar ahora, cuando más que nunca se ha vuelto sinónimo de corrupción. Un mundo fuera de quicio Llegamos, por fin, al quinto trastorno. El capitalismo global necesita un centro que asegure su periferia y le proporcione un régimen monetario creíble. Hasta los años 20, este papel lo desempeñó Gran Bretaña, y de 1945 a 1970, los EEUU; los años intermedios, en los que faltó un centro y diferentes potencias aspiraron a ocuparlo, fueron un período de caos tanto económico como político. Las relaciones estables entre las monedas de los distintos países que participan en la economía del mundo capitalista son esenciales para el comercio y los flujos de capital a través de las fronteras nacionales, que a su vez son esenciales para la acumulación de capital: han de ser respaldadas por un banquero de última instancia. También se requiere un centro efectivo para apuntalar regímenes de la periferia que acepten sumisamente la extracción de sus recursos naturales a bajo precio. Además, se necesita colaboración local para subyugar a la oposición tradicional a la Landnahme capitalista fuera del mundo desarrollado. El capitalismo contemporáneo sufre de modo creciente de anarquía global en la medida en que los EEUU ya no son capaces de conservar su papel de posguerra, y el orden de un mundo multipolar no asoma en ningún horizonte. En tanto que no se verifican (¿todavía?) grandes choques entre potencias, se discute la función del dólar como moneda de reserva internacional -como no podía ser de otro modo, dado el pobre desempeño de la economía

Page 21: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

21

norteamericana, sus niveles crecientes de deuda pública y privada, y la reciente experiencia de repetidas crisis financieras altamente destructivas-. La búsqueda de una alternativa internacional, quizás en la forma de una canasta de monedas, no se concreta ya que los EEUU no puede permitirse ceder el privilegio de tomar deuda en su propia moneda. Asimismo, las medidas de estabilización emprendidas por organizaciones internacionales a pedido de Washington han tendido a producir efectos desestabilizadores en la periferia del sistema, como es el caso de las burbujas inflacionarias surgidas en países como Brasil y Turquía a consecuencia de la reducción cuantitativa del centro. En el campo militar, los EEUU han sido derrotados o han desembocado en un punto muerto en tres guerras terrestres mayores desde los años 70, y en el futuro probablemente sean más reacios a intervenir en conflictos locales con 'las botas en el terreno'. Nuevos y sofisticados medios de ejercer violencia se despliegan para tranquilizar a gobiernos serviciales e inspirar confianza en los EEUU como gendarme global de los derechos de propiedad oligárquicos, y refugio seguro para familias oligárquicas y sus bienes. Incluyen el uso de 'fuerzas especiales' altamente secretas para la detección de enemigos potenciales y su destrucción individualizada; naves no tripuladas capaces de matar a quien sea en casi cualquier lugar del globo; confinamiento y tortura de un número indefinido de personas en un sistema mundial de campos de concentración secretos; y la vigilancia intensiva de cualquier oposición potencial en cualquier lugar con la ayuda de tecnología de 'big data'. Si esto bastará para restaurar el orden global, especialmente considerando el ascenso de China como rival económico y -en menor medida- militar, de los EEUU, es algo que de todos modos resulta dudoso. En resumen, el capitalismo, como orden social apuntalado por una promesa de progreso colectivo sin límites, se encuentra en condición crítica. El crecimiento cede el paso a un estancamiento secular; el progreso económico que aún resta se reparte entre cada vez menos manos; y la confianza en la economía monetaria capitalista se apoya en una ascendente montaña de promesas cuyo cumplimiento efectivo aparece cada día que pasa más inverosímil. Desde los años 70, el centro del capitalismo pasó por tres crisis sucesivas: de inflación, de deuda pública y de deuda privada. Hoy, en medio de una incómoda fase de transición, su supervivencia depende de que las bancas centrales le proporcionen una liquidez sintética ilimitada. Paso a paso, se va disolviendo ese matrimonio de apuro con la democracia que tuvo lugar a partir de 1945. En los tres frentes de la lógica de la mercancía -trabajo, naturaleza, dinero- han colapsado las instituciones reguladoras que detenían el avance del capitalismo por su propio bien, y tras la victoria final del capitalismo sobre sus enemigos no se advierte en el horizonte ninguna instancia política capaz de reconstruirlas. El sistema capitalista se halla actualmente aquejado de al menos tres tendencias de deterioro creciente y sin ningún remedio a la vista: crecimiento en declinación, oligarquía, estrechamiento del dominio público, corrupción y anarquía internacional. A partir del historial reciente del capitalismo es dable esperar un período penoso de decadencia acumulativa: fricciones crecientes, fragilidad e incertidumbre, y una sucesión sostenida de 'accidentes normales' -no necesariamente, pero bastante probablemente a la medida del hundimiento global de los años 30.■ Notas

Page 22: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

22

Texto original en inglés publicado por New Left Review 87, May-June 2014. http://newleftreview.org/II/87/wolfgang-streeck-how-will-capitalism-end / Versión castellana: Martín L. Pascual. [1] Una versión de este texto se difundió como conferencia de la Anglo-German Foundation en la British Academy, el 23 de enero de 2014. [2] Exploré estos argumentos más exhaustivamente en Buying Time: The Delayed Crisis of Democratic Capitalism ("Comprar tiempo: La crisis retardada del capitalismo democrático"), London and New York, 2014. [3] Mateo 25:29. Este pasaje fue descripto como mecanismo social por primera vez por Robert Merton en ‘The Matthew Effect in Science’, Science, vol. 159, no. 3810, pp. 56-63. El término técnico es 'ventaja acumulativa'. [4] Cf. Emmanuel Saez, 'Striking It Richer: The Evolution of Top Incomes in the United States' (Cada vez más ricos: La evolución de los altos ingresos en los EEUU), 2 March 2012, disponible en la página personal de Saez en la U. Calif. Berkeley; y Facundo Alvaredo, Anthony Atkinson, Thomas Piketty y Emmanuel Saez, 'The Top 1 per cent in International and Historical Perspective' ('El 1% superior en perspectiva internacional e histórica'), Journal of Economic Perspectives, vol. 27, no. 3, 2013, pp. 3-20. [5] Bank for International Settlements, 83rd Annual Report, 1 April 2012-31 March 2013, Basel 2013, p. 5. [6] Incluso esto puede ser poco prometedor en países como los EEUU y el Reino Unido, donde evidentemente ya no quedan muchas 'reformas' neoliberales por implementar. [7] Cf. Armin Schäfer y Wolfgang Streeck, eds., Politics in the Age of Austerity ('La política en la era de la austeridad'), Cambridge, 2013. [8] Walter Korpi, The Democratic Class Struggle ('La lucha de clases democrática'), Londres, 1983; y Colin Crouch, Post-Democracy ('Post-Democracia'), Cambridge, 2004. [9] Esta es la visión de la crisis fiscal desde la teoría de la opción pública (Public Choice), poderosamente expresada por James Buchanan y su escuela; cf. por ejemplo Buchanan y Gordon Tullock, The Calculus of Consent: Logical Foundations of Constitutional Democracy ('El análisis del consentimiento: Fundamentos lógicos de la democracia constitucional'), Ann Arbor, 1962. [10] Se olvida demasiado a menudo que la mayoría de los bancos centrales, incluyendo el Banco de Pagos Internacional (BIS), estuvieron durante largo tiempo -e incluso aún están- parcialmente bajo un régimen de propiedad privada. Por ejemplo, el Banco de Inglaterra y el Banco de Francia sólo llegaron a ser nacionalizados después de 1945. La 'independencia' de la banca central, tal como fue introducida en muchos países en los años 90, puede verse como una forma de re-privatización.

Page 23: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

23

[11] Por supuesto, tal como señalara Colin Crouch, el neoliberalismo en su forma actual es una oligarquía de gigantescas multinacionales con profundas ramificaciones políticas; cf. Crouch, The Strange Non-Death of Neoliberalism ('La extraña no-muerte del neoliberalismo'), Cambridge, 2011. [12] Cf. Daniel A. Bell, Beyond Liberal Democracy: Political Thinking for an East Asian Context ('Más allá de la democracia liberal: pensamiento político para un contexto de Lejano Oriente'), Princeton, 2006; y Nicolas Berggruen y Nathan Gardels, eds., Intelligent Governance for the 21st Century: A Middle Way between West and East ('Gobernanza inteligente para el s. XXI: Un camino intermedio entre Occidente y Oriente'), Londres, 2012. [13] La expresión 'en conformidad con el mercado' (market-conforming/ marktkonform) es de Angela Merkel. La retórica pública de la Canciller parece especialmente diseñada para ofuscar y mistificar. He aquí sus declaraciones de septiembre de 2011 sobre el tema en Merkelspeak original: 'Wir leben ja in einer Demokratie und sind auch froh darüber. Das ist eine parlamentarische Demokratie. Deshalb ist das Budgetrecht ein Kernrecht des Parlaments. Insofern werden wir Wege finden, die parlamentarische Mitbestimmung so zu gestalten, dass sie trotzdem auch marktkonform ist, also dass sich auf den Märkten die entsprechenden Signale ergeben.' Una traducción rápida sería: 'Por cierto que vivimos en una democracia, y bien contentos estamos de ello. Esta es una democracia parlamentaria. Por ello, el derecho de promulgar el presupuesto es un derecho esencial del Parlamento. En este sentido, encontraremos las vías para dar forma a la co-decisión parlamentaria de tal modo que ella esté sin embargo en conformidad con el mercado, para así darle a los mercados las señales correspondientes.' [14] Bueno, si la historia me desmiente, al menos no estaré en mala compañía. [15] Como informa Gretchen Morgenson, 'A New Light on Regulators in the Dark' ('Nueva luz sobre reguladores a oscuras'), New York Times, 23 April 2014. El artículo presenta 'una imagen perturbadora de un banco central que estaba en ascuas ante cada nuevo desastre a lo largo de 2008.' [16] Sobre estos términos, cf. David Lockwood, ‘Social Integration and System Integration’ ('Integración social e integración de sistemas'), en George Zollschan y Walter Hirsch, eds., Explorations in Social Change, Londres, 1964, pp. 244-57. [17] O, como decía Adam Smith, una sociedad 'progresiva', sociedad que apunta al crecimiento de su productividad y prosperidad, que es en principio ilimitada, medida por el tamaño de su economía monetaria. [18] Otras definiciones del capitalismo ponen el acento, por ejemplo, en la naturaleza pacífica del intercambio comercial de mercado capitalista: v. Albert Hirschman, 'Rival Interpretations of Market Society: Civilizing, Destructive or Feeble?' ('Interpretaciones rivales de la sociedad de mercado: ¿civilizatoria, destructora, o débil?'), Journal of Economic Literature, vol. 20, no. 4, 1982, pp. 1463-84. Esto pasa por alto el hecho de que el 'libre

Page 24: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

24

comercio' no violento se halla confinado típicamente en el centro del sistema capitalista, mientras que en su periferia histórica y espacial, la norma es más bien la violencia. Por ejemplo, los mercados ilegales (drogas, prostitución, armas, etc.) gobernados por la violencia privada recaudan enormes sumas de dinero para inversiones legales en una versión moderna de la acumulación primitiva. además, la violencia pública legítima y la violencia privada ilegal a menudo se mezclan entre sí, no sólo en la frontera capitalista sino también en el apoyo proporcionado por el centro a sus colaboradores en la periferia. También hay que incluir en el cuadro la violencia pública en el centro contra los disidentes y, cuando todavía los hay dignos de ese nombre, contra los sindicatos. [19] Aunque recientes estimaciones de su desempeño y perspectivas económicos son mucho menos entusiastas que dos o tres años atrás, últimamente, el discurso eufórico de los BRICs ha cedido el paso a una ansiosa interrogación por las perspectivas económicas de los 'Frágiles Cinco' (‘Fragile Five: Turkey, Brazil, India, South Africa and Indonesia'; New York Times, 28 January 2014). También se han vuelto más frecuentes los informes sobre acumulación de problemas en el capitalismo chino, señalando, entre otras cosas, la extensa deuda de gobiernos locales y regionales. Desde la crisis de Crimea, también hemos empezado a oír de debilidades estructurales en la economía rusa. [20] ‘Todo sistema socio-económico debe apoyarse en al menos un subsistema estructuralmente heterogéneo para poder funcionar. Debe haber siempre una pluralidad coexistente de modos de producción, de modo que la formación social como un todo tenga la requerida variedad estructural para hacer frente al cambio’: Hodgson, ‘The Evolution of Capitalism from the Perspective of Institutional and Evolutionary Economics’ ('La evolución del capitalismo desde la perspectiva de la economía evolutiva e institucional'), en Hodgson et al., eds., Capitalism in Evolution: Global Contentions, East and West, Cheltenham, 2001, pp. 71 y sig. Para una formulación menos funcionalista de la misma idea, ver mi concepto de 'restricción benéfica': ‘Beneficial Constraints: On the Economic Limits of Rational Voluntarism’ ('Restricciones benéficas: Sobre los límites económicos del voluntarismo racional'), en Rogers Hollingsworth y Robert Boyer, eds., Contemporary Capitalism: The Embeddedness of Institutions, Cambridge, 1997, pp. 197–219. [21] Karl Polanyi, The Great Transformation: The Political and Economic Origins of Our Time ('La gran transformación: Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo') [1944], Boston, 1957, pp. 68–76. [22] O incluso ‘transgresión’, si nos guiamos por el alemán: Steigerungslogik. [23] Donald Tomaskovic-Devey y Ken-Hou Lin, ‘Income Dynamics, Economic Rents and the Financialization of the US Economy’ ('Dinámica de ingresos, rentas económicas, y la financiarización de la economía norteamericana'), American Sociological Review, vol. 76, no. 4, 2011, pp. 538–59. [24] C. B. MacPherson, The Political Theory of Possessive Individualism: Hobbes to Locke ('La teoría política del individualismo posesivo: De Hobbes a Locke'), Oxford, 1962.

Page 25: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

25

[25] Basta considerar el ataque a los últimos remanentes de la semana de 35 horas en Francia, bajo los auspicios de un presidente socialista y su partido. [26] Desde la frontera capitalista, se informa que los bancos de inversión líderes han comenzado a sugerir a sus empleados de menor nivel que 'deberían tratar de pasar cuatro días de fin de semana fuera de la oficina cada mes, parte de un esfuerzo más amplio para mejorar las condiciones de trabajo’: ‘Wall St Shock: Take a Day Off, Even a Sunday’ ('El shock de Wall Street: Tómese un día libre, aunque sea un domingo'), New York Times, 10 January 2014. [27] Pensemos en el potlatch gigantesco que organizan todos los años en vísperas de Navidad las industrias de bienes de consumo y el comercio minorista, o el día siguiente al Día de Acción de Gracias, ominosamente denominado en los EEUU 'Viernes Negro', a causa de las generales rebajas de precios y la histeria de consumo colectivo que inaugura. ¡Imaginemos qué desesperación si no apareciera nadie! [28] Resulta imposible exagerar la importancia vital de una cultura consumista para la reproducción del capitalismo contemporáneo. Los consumidores son los últimos aliados del capital en su conflicto distributivo con los productores, aun cuando productores y consumidores tienden a ser las mismas personas. Persiguiendo la oferta más baja, los consumidores se derrotan a sí mismos en tanto que productores, eyectando sus propios empleos al extranjero; tomando créditos al consumo para aumentar su escaso poder adquisitivo, suplementan los incentivos al consumo con obligaciones legales que los atan más al trabajo, en las que ingresan como deudores y les son exigidas por los prestamistas. Cf. Lendol Calder, Financing the American Dream: A Cultural History of Consumer Credit ('El financiamiento del sueño americano: Una historia cultural del crédito al consumo'), Princeton, 1999. [29] Robert Gordon, ‘Is us Economic Growth Over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds’ (¿Está acabado el crecimiento económico en los EEUU? Una innovación vacilante ante los seis vientos de frente), NBER Working Paper no. 18315, August 2012. [30] Según Gordon, esa tasa ascendía a un 1,8% por año. Bajo el impacto de las seis fuerzas adversas, caería en el futuro a un 0,2% por año para el 99% inferior de la escala de la población norteamericana. Gordon, ‘Is us Economic Growth Over?’, pp. 18 ff. (El crecimiento para el 1% superior claramente es otra historia.) Nótese que Gordon cree que, de hecho, el crecimiento básico será menor al 1,8%. [31] El pronóstico de Gordon fue y es objeto de amplios debates. Se expresaron dudas en general con respecto al futuro progreso tecnológico en inteligencia artificial y robótica. Aun cuando progresos en estos campos parecen probables, resulta difícil pensar que sus frutos se repartirán equitativamente. Sin protección social, los avances tecnológicos en estas áreas se traducirían en destrucción del empleo y darían lugar a una mayor polarización social. Lo que fuere que el progreso tecnológico agregue al crecimiento, se verá cancelado probablemente por lo que agregará a la desigualdad.

Page 26: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

26

[32] Cf., entre muchos otros, Harry Magdoff y Paul Sweezy, Stagnation and the Financial Explosion ('El estancamiento y la explosión financiera'), New York, 1987. Para una interesante evaluación de la aplicabilidad de la teoría del subconsumo al capitalismo post-2008, cf. John Bellamy Foster y Fred Magdoff, The Great Financial Crisis: Causes and Consequences ('La gran crisis financiera: Causas y consecuencias'), New York, 2009. [33] Presumiblemente también porque habría tenido que declarar los sustanciales ingresos que recibió de firmas de Wall Street luego de su renuncia a la administración de Obama a fines de 2010. Cf. ‘The Fed, Lawrence Summers, and Money’ ('La Reserva Federal, Lawrence Summers y el dinero'), New York Times, 11 August 2013. [34] La misma idea había sido propuesta en 2005 cuando Ben Bernanke, que pronto reemplazaría a Alan Greenspan en la Reserva Federal, invocara una ‘superabundancia de ahorro’ para dar cuenta del fracaso de la RS 'inundando a los mercados con liquidez' para estimular la inversión. Hoy Summers, casualmente suscribe la visión de los teóricos del estancamiento de la izquierda de que la euforia de los 90 y comienzos del 2000 fue una quimera: 'Demasiada plata dulce, demasiado crédito, demasiada riqueza. ¿Hubo un gran boom? La utilización de la capacidad instalada no se hallaba bajo gran presión, y el desempleo tampoco en niveles inusitadamente bajos. La inflación absolutamente controlada. De modo que la gran burbuja ni siquiera logró generar un exceso de demanda agregada.' En el sitio del FMI se puede ver un video de Summers hablando sobre el tema. [35] Paul Krugman, ‘A Permanent Slump?’ ('¿Depresión permanente?'), New York Times, 18 November 2013. [36] Su ausencia, por supuesto, fue una de las razones por las que podía darse un exceso de utilidades que deprimiera la demanda en primer lugar. [37] En los EEUU y en otros lados, los ricos se movilizan contra los sindicatos y los estatutos de salario mínimo, aunque los salarios bajos debilitan la demanda agregada. Pueden hacerlo aparentemente porque la provisión abundante de dinero fresco reemplaza el poder adquisitivo de las masas, permitiendo a aquellos que tienen acceso a él sacar provecho en el sector financiero. La demanda de abajo tornaría atractiva una inversión de los 'ahorros' de los ricos en la producción de servicios y manufacturas. Ver en este contexto el llamamiento del año pasado por parte del director general de la Confederación de la Industria Británica, que representa a firmas manufactureras, para que sus miembros paguen mejores salarios a sus obreros, dado que demasiada gente se encuentra bloqueada en empleos de baja remuneración. Cf. ‘Companies urged to spread benefits widely’ (Compañías urgidas a repartir más ampliamente sus utilidades), Financial Times, 30 December 2013. [38] Citigroup Research, ‘Plutonomy: Buying Luxury, Explaining Global Imbalances’ ('Plutonomía: El consumo suntuario explica los desbalances globales'), 16 October 2005; ‘Revisiting Plutonomy: The Rich Getting Richer’ ('La plutonomía revisitada: Los ricos cada vez más ricos'), 5 March 2006.

Page 27: Como Terminará El Capitalismo (Wolfgang Streeck)

27

[39] Nótese que el capitalismo tiene que ver con la renta, no con la productividad. Si bien ambas pueden a veces ir de la mano, es probable que sus caminos diverjan cuando el crecimiento económico empiece a requerir de una expansión desproporcionada del dominio público, tal como ya advertía tempranamente la Ley de Wagner: Adolph Wagner, Grundlegung der politischen Ökonomie, 3ª edn, Leipzig, 1892. La preferencia capitalista por la renta por sobre la productividad, y con ella el régimen de propiedad privada capitalista como un todo, pueden convertirse en un obstáculo en la vía del progreso social y económico. [40] Incluso en el nivel más alto: tanto Blair como Sarkozy trabajan ahora para fondos de inversión (hedge funds), sus días de líderes nacionales elegidos por la ciudadanía son considerados por ellos así como por sus empleadores como una suerte de aprendizaje para acceder a posiciones mucho mejor pagas en el sector financiero. [41] Informes sobre bancos que tienen que pagar multas por fechorías de diversos tipos son cosa de todos los días en la prensa. El 23 de marzo de 2014, el Frankfurter Allgemeine Zeitung informó que desde el comienzo de la crisis financiera, sólo los bancos norteamericanos habían pagado multas por alrededor de cien mil millones de dólares. Tomado de: http://parturientmontes.blogspot.com.ar/2014/07/wolfgang-streeck-como-terminara-el.html