Como Ser Gracioso
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Aprende algo sobre aquello que te hace reír. Reír en sí es involuntario. Aunque es fácil
retener la risa si lo deseamos (no siempre se puede), no podemos reírnos de verdad
cuando se nos antoja y, hacerlo solo producirá una risa forzada, que no es natural.[2] Afortunadamente, la risa es muy contagiosa (existen 30 veces más probabilidades de
reírnos cuando estamos acompañados) y en un entorno social es fácil empezar a reír
cuando otros lo hacen.[3]
Muchos estudios han demostrado que existen tres cosas principales que nos hacen reír:
el sentirse superior a otro que parece más “torpe” que nosotros; la diferencia entre lo que
esperamos que suceda y lo que realmente sucede al final; o la liberación de
una ansiedad.[4]
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2.
2Aprende a reírte en circunstancias aburridas o sin gracia. Es bueno saber que cuanto
menos gracioso es el lugar, más fácil es encontrar elementos humorísticos por sorpresa.
Por eso sería más fácil hacer reír a alguien en la oficina que en un club de comedia.[5]
El show de la NBC The Office usa una oficina como escenario: no puede haber un lugar
más aburrido (para colmo se dedican a vender papel). No estamos acostumbrados a ver
un lugar de trabajo así como un sitio divertido, así que cuando sucede algo gracioso,
resulta especialmente divertido.
3.
3Aprende a valorar los juegos de palabras. Los juegos de palabras. Muchas veces la
comicidad proviene de una confusión lingüística (sin intención) o juegos con las palabras
(intencional). En ocasiones, algo nos parece gracioso cuando existe una brecha entre
nuestras palabras y lo que queremos decir.
Los despistes freudianos son errores lingüísticos que revelan lo que estás pensando
realmente, en lugar de decir lo que querías decir y generalmente son de naturaleza
sexual.
Un juego de palabras es más intencional: “Hoy tenemos paella para comer, pero
preferimos que sea pa-nosotros”. O este otro, donde las palabras “hockey” y “pelea” están
intercambiadas: “Fui a ver una pelea el otro día y comenzó un partido de hockey”.
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Valora la ironía. Quizá en el mundo de la comedia no haya algo más citado y a la vez tan
incomprendido a fondo como la ironía. La ironía se da cuando existe una brecha entre
nuestras expectativas de una afirmación, situación o imagen y la experiencia real de ella.
El comediante Jackie Mason ilustra así el punto: “Mi abuelo siempre dice: 'No vigiles tu
dinero, vigila tu salud'. Así que, un día estaba vigilando mi salud y alguien me robó el
dinero. Fue mi abuelo”.
Este chiste juega con una de nuestras expectativas básicas: los abuelos son amables y
entrañables, totalmente inofensivos. El chiste es gracioso porque el abuelo acaba siendo
un granuja, ladrón y de doble cara.
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Confía en tu sentido interno del humor. Ser divertido no es una “prenda de talla única”.
Lo que te hace gracioso es único en ti por la forma en que observas el mundo que te
rodea. Confía en que tienes tu vena humorística; por lo general desde los 4 meses de
edad ya empezamos a reírnos y todos los niños expresan cierto humor desde el jardín de
infancia de forma natural para entretenerse a sí mismos y a los demás. Así que piensa
que el humor ya está en ti; ¡solo déjalo salir!
Parte 2 de 3: Desarrollar una imagen graciosa
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No te tomes muy en serio a ti mismo. Aprovecha los momentos más vergonzosos de la
vida, las meteduras de pata más monumentales, las veces en que te negaste a hacer
cambios, los peores malentendidos de los que tú tuviste la culpa y las ocasiones en que
contaste un chiste y solo se oyeron los grillos. Todo esto podría ser desopilante.
Contar a otros lo que te sucedió en una situación muy vergonzosa es una manera
estupenda de hacerlos reír. Toma como ejemplo lo que contó el famoso cómico de
improvisación Colin Mochrie: “Él tiene la clase de cara que solo su propia madre podría
amar, si su madre tuviera un solo ojo y tuviera cataratas en el otro…pero sigue siendo mi
querido hermano gemelo”.
2.
2Prepárate para ser el centro de atención. Haz chistes en los que te burles de ti mismo
en lugar de burlarte de los demás. Verás que más gente estará dispuesta a reírse.
Rodney Dangerfield hizo una broma sobre su apariencia y su cordura a la vez: “Fui al
psiquiatra el otro día y me dijo: 'Usted está loco' Le dije que quería una segunda opinión y
me dijo: '¡Bien, usted es feo también!'"
Redd Foxx dijo lo siguiente sobre su propia dependencia a las drogas y el alcohol: “Me da
lástima la gente que no se droga ni bebe alcohol. Algún día estarán en un hospital, a
punto de morir y se preguntarán por qué”.
Una de Henry Youngman: “Yo era tan feo al momento de nacer, que el doctor le dio de
bofetadas a mi madre”.
3. 3
Conoce a tu audiencia. La gente se ríe de cosas diferentes. Algunos encuentran
graciosas las noticias sensacionalistas; para otros la sátira es la clave. Aprende cuál es
cuál y emplea tus chistes y anécdotas de forma que abarquen diferentes clases de humor
y emociones a la vez.
No todo el mundo sabe cómo se siente al pilotar un helicóptero, ser millonario o tener un
bebé. Pero la mayoría de las personas saben cómo es ir muy rápido, fantasear sobre el
dinero y amar a alguien profundamente. Así que, haz que tus bromas abarquen mayor
amplitud utilizando emociones básicas y profundas, comunes para todo el mundo.
Cuando te encuentres entre personas que no conozcas bien, limítate a escuchar de qué
temas hablan y qué les hace reír. ¿Son de los que se ríen con juegos de palabras? ¿Les
gustan las payasadas o el humor físico? Cuanto mejor conozcas a alguien, más fácil será
hacerle reír.
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Confunde a la mente. Confundir la mente es lo que mencionábamos anteriormente sobre
las sorpresas. Esto es cuando creas una diferencia entre lo que alguien espera que
suceda y lo que sucede al final. Los chistes usan este elemento para elevar el nivel de
incongruencia al máximo, desviando la atención de tu mente de la misma forma que con
un truco de magia.[6]
Por ejemplo: “¿Qué animal es dos veces animal? El gato, porque es gato y araña”. Este
chiste funciona porque se puede interpretar la respuesta de dos formas y el cerebro
queda temporalmente confundido por su incapacidad de procesar algo inesperado. Por
eso son graciosos los juegos de palabras.
Observa esta cita de Groucho Marx: “Fuera de un perro, un libro es el mejor amigo del
hombre. Dentro de un perro está demasiado oscuro para leer”. O esta otra de Rodney
Dangerfield: “Mi esposa me estaba esperando en la puerta de entrada vestida con ropa
interior muy sexy. Lo malo es que era ella la que estaba llegando a casa”.
5.
5
Da el golpe en el momento preciso. Medir el tiempo es realmente importante, porque si
le das al cerebro mucho tiempo para pensar sobre el chiste, el momento gracioso se
pasa. Es por eso que los chistes que ya has oído antes no funcionan, porque el cerebro
reconoce la situación y sabe cómo va a terminar, lo que desinfla la respuesta de la risa.
Por eso, reacciona a tiempo y remata el chiste en el momento preciso.
Un comentario o réplica puede ser muy divertido. Alguien dice algo que no es gracioso por
sí solo, pero ahora tú haces un comentario que hace que lo que dijo sea divertido de
verdad. Aquí el momento es crucial. Tu frase graciosa ha de salir rápidamente y entera
para que cause gracia. Por ejemplo, tu amigo está pensando en el pelo y de repente dice:
“¿No es un poco raro que solo tengamos pelo en la cabeza y en la zona púbica?” Tu
amigo ni siquiera espera una respuesta, pero ahora tú dices: “¡Oye, habla por ti!”.
Si el momento no es el apropiado, no metas la pata con el chiste. Lo peor que podrías
hacer si quieres ser divertido es soltar un chiste cuando tu momento pasó. No te
preocupes, tendrás muchísimas oportunidades más de sacar a relucir tu agudeza.
6.
6Deberás saber cuándo no ser gracioso. Ten cuidado con los chistes y las bromas en
las siguientes situaciones: bodas y funerales, lugares de adoración o eventos religiosos,
cualquier lugar en que tu humor se podría confundir con hostigamiento o discriminación, o
si tus bromas pudieran dañar físicamente a alguien (como bromas pesadas).
7. 7
Sé observador. Jerry Seinfeld y otros comediantes han hecho millones de dólares con un
estilo básico de comedia conocido como humor “observacional”, mediante el cual hacen
observaciones acerca de los hechos y experiencias del día a día. Si bien saber mucho
podría incrementar tu capacidad humorística, no hay nada que sustituya el hecho de “ver”
mucho. De hecho, hay personas con mucho conocimiento que no saben ver el lado
gracioso de las cosas. Busca la gracia en las situaciones cotidianas y observa lo que otros
no ven. A menudo, el humor que está en frente de tus narices es lo que más gracia
causará.
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Memoriza algunas ocurrencias breves. Los que tienen buenas ocurrencias acaparan la
atención. Dorothy Parker era brillante con sus agudezas rápidas, por ejemplo, cuando
alguien le dijo que Calvin Coolidge había fallecido, ella replicó: “¿Cómo te lo dijo?”.
Debes tener agudeza y chispa para soltar una buena salida graciosa, pero estudiar a
otras personas puede inspirarte. Piensa en el propio Calvin Coolidge; una mujer se le
acercó y le dijo: “Sr. Coolidge, he hecho una apuesta con un amigo. Él dice que es
imposible sacarle a usted más de dos palabras”. Coolidge replicó: “Usted pierde”.
Parte 3 de 3: Mantenerte inspirado
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Aprende de la gente graciosa. Puedes alcanzar cotas más altas de humor si escuchas a
los que son graciosos. Ya sean comediantes profesionales, tus padres, tus hijos o tu jefe,
aprender de quienes son graciosos es un paso clave para llegar a ser alguien gracioso
como ellos. Toma nota de las cosas más divertidas que digan o hagan. Identifica las
cualidades que más admires de esas personas. Incluso si lo único que haces es
improvisar tu propio plan para ser gracioso basado en un rasgo que admiras de cada
persona, lograrás aumentar tremendamente tu capacidad para hacer reír y tu sentido del
humor. Trata de empaparte de sus técnicas para hacer reír y desarrollarás un extenso
repertorio del que echar mano.
En estos últimos años, la comedia ha tomado por asalto el mundo de los podcasts. Los
podcasts humorísticos de gente, como Marc Maron y Joe Rogan están disponibles gratis
en Internet. Presentan entrevistas, chistes e historias graciosísimas que podrás cargar a
tu dispositivo móvil. Mientras viajas en autobús, podrías escuchar un podcast de comedia
y desconcertar a todos cuando de repente sueltes una carcajada.
2.
2Mira shows divertidos. Hay muchísimos shows de televisión y películas repletos de
comedia excelente. Los británicos, por ejemplo, tienen un humor seco, basado en
situaciones culturales, mientras que los americanos tienen muchos más juegos de
palabras, más humor físico y a menudo incluyen asuntos raciales y sexuales. Observar
una variedad de shows de comedia te ayudará a entender las diferentes actitudes
culturales hacia el humor.
Observa a los comediantes de improvisación. Todos los buenos comediantes saben
improvisar, pero los que escogen la improvisación como forma de ganarse la vida son
desopilantes. Asiste a un show de improvisación y trata de participar tanto como puedas;
te reirás muchísimo y podrás observar cómo toman una situación desconocida e
imprecisa y la convierten en algo gracioso instantáneamente.
Los programas humorísticos de la televisión también pueden funcionar, especialmente los
de chistes y parodias.
3. 3
Enriquece tu conocimiento para extender tu repertorio de chistes y bromas.Es
mucho más fácil encontrar situaciones divertidas en temas que conozcas bien: lo que
sucede en tu lugar de empleo, tu impresionante conocimiento de la poesía del siglo XVII,
tus viajes de pesca que terminaron mal, etc. Sea cual sea el material de tus chistes, han
de resultar familiares a tu audiencia, es decir, aunque tengas una habilidad concisa para
descomponer un poema del siglo XVII, probablemente no funcionará con alguien que no
conozca mucho esa obra.
Amplía tus horizontes de forma que estés en sintonía con una mayor variedad de
personas. Si eres capaz de encontrar graciosas la física y Paris Hilton, por ejemplo, ya
estás pillando la onda. Encontrar paralelos interesantes entre temas muy diferentes puede
resultar muy gracioso, si se hace bien.
Trabaja tu inteligencia. De alguna forma, ser gracioso es simplemente mostrar que eres lo
suficientemente inteligente como para encontrar los detalles graciosos que otros no ven.
Los comediantes hacen esto como rutina todo el tiempo. Ellos pueden señalar las
costumbres higiénicas de los curas, por ejemplo, y compararlas con los hábitos de higiene
corporal de los chimpancés, haciendo que sea algo que cualquier persona de inteligencia
promedio sepa y entienda.
4.
4Lee, lee, lee. Ten siempre contigo algo para leer que sea divertido y consúmelo como te
dijo tu mamá que no lo hicieras. Los químicos se convierten en químicos leyendo y
practicando la química; los escritores deportivos se convierten en escritores deportivos
leyendo y escribiendo sobre deportes; tú te convertirás en una persona más graciosa si
lees chistes y los practicas.
Lee los libros de autores como James Thurber, P.G. Wodehouse, Stephen Fry, Kaz
Cooke, Sarah Silverman, Woody Allen, Bill Bryson, Bill Watterson, Douglas Adams, etc.
(no te olvides de los libros para niños de buenos autores; ¡pueden ser una fuente increíble
de inspiración para el buen humor!).
Lee libros de chistes. No te hará daño memorizar algunos buenos chistes. Con un poco
de suerte, al leer estos libros te inspirarás para crear tus propios chistes y tener más
ocurrencias divertidas. Al leerlos trata de distinguir los elementos que componen un buen
chiste. De igual modo, intenta analizar por qué algunos chistes no son tan buenos. Solo
porque lo creaste, no quiere decir que sea bueno; podría ser difícil analizar objetivamente
tu propio trabajo, así que pídele la opinión a alguien que no conozcas mucho (de esta
manera, no te endulzarán la noticia de que no eres tan agudo como creías).
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Aprende a escuchar con atención y aprende todo lo que puedas sobre
comedia. Escucha a los demás atentamente, presta atención a lo que dicen y entenderás
lo que son. No hay nada más humilde de tu parte que admitir que puedes aprender de
otros a ser más gracioso. Cuando estás ocupado en enfocarte en otros y no en ti mismo,
conseguirás una percepción más clara de cómo ayudar a otros mediante el humor.
También te permitirá observar y contar los pequeños gozos de la vida, mejorando así tu
sentido del humor y tu empatía.
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Consejos No te rías de tus propios chistes hasta que todos los demás empiecen a reírse. No solo
parecería que estás intentando ser gracioso de manera forzada, sino que echarás a
perder el momento divertido y nadie más se sentirá inclinado a reírse. No obligues a nadie
a darte una “risa enlatada”.
Recuerda incluir señales no verbales, como un [[bailar|bailecito] divertido o un sonido
gracioso cuando sea apropiado durante el chiste.
Practica las re-llamadas (“callback“). Seguramente has notado que muchos comediantes y
monologuistas dicen un chiste y más tarde se refieren a este o a una versión más
divertida del mismo chiste, provocando una risa mayor que la primera vez. A esto se le
llama callback (volver a llamar, en inglés) y tú también puedes usar esta técnica. Si te das
cuenta de que un chiste resultó especialmente cómico, vuelve a usarlo más tarde, cuando
menos se lo espere la audiencia. Como regla general, no intentes volver a emplear el
mismo chiste más de 3 veces.
Mantenlo fresco. Estancarse en un mismo tema puede hacerse aburrido rápidamente;
aprende a cambiar de tema para mantener tu humor fresco e ingenioso y prolongar la
diversión.
Practica. Todo el mundo mejora con la práctica, pero es importante ensayar en un entorno
de bajo riesgo, construir tu humor poco a poco y enfrentarte a audiencias cada vez más
numerosas conforme vayas mejorando. Si de repente te vuelves una persona más
graciosa, tu familia y tus amigos serán más amables, mientras que tu personal se
mostrará aprensivo. Por otro lado, una audiencia compuesta de desconocidos espera que
seas bueno para hacerlos reír desde el principio. Practica con personas en quienes
confías y que te den ánimo para seguir mejorando. Esa es una buena forma de empezar.
Los gestos con las manos ayudan y podrían hacer que las cosas sea más graciosas. Las
expresiones faciales también son importantes.
No digas nada que sepas que enfadará a la gente. Una clásica forma de hacerlo es
usando vaciladas, por ejemplo, en el caso de los hombres: “One direction[una dirección]:
cuesta abajo”. Este es un juego de palabras de una boy band británica-irlandesa, pero de
seguro enfurecerá a algunas mujeres, en especial a las más jóvenes.
Si alguien al otro lado del aula de clases te empieza a observar durante un examen, hazle
una cara chistosa cuando el profesor no te vea. Según su personalidad, esto lo hará reír.
Lo que es divertido depende de cada cultura. Algo divertido en Estados Unidos puede
dejar a un francés perplejo, por ejemplo. Ten esto en mente y trata de compartir historias
divertidas para cualquier persona.
El género sí importa. Los hombres suelen contar más chistes, gastar bromas y molestarse
unos a otros (humor hostil). También disfrutan las payasadas, mientras que las mujeres
suelen preferir las historias, sobre todo las bochornosas que generan una respuesta de
solidaridad en grupo con otras mujeres. Es interesante que, al poner hombres y mujeres
juntos, los roles se intercambian; los hombres tienden a gastar bromas para coquetear
mientras que ¡las mujeres comienzan a usar a los hombres como objeto de sus bromas,
dejando de lado la solidaridad en el proceso!