Como Estudiar La Doctrina Secreta (Sugerencias de Hpb)

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IINNDDIICCEE

Pagina 1.- INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………..…. 2 2.- INTERPRETANDO LA DOCTRINA SECRETA (JOY MILLS)………………………...……... 3 3.- TRES PROPOSICIONES FUNDAMENTALES DE LA DOCTRINA SECRETA…………....….. 8 4.- RESUMEN…………………………………………………………...…….…………. 9 5.- NOTAS PRELIMINARES…………………………………………………....…………. 22 6.- CONCLUSIÓN…………………………………………………………....…………… 29 7.- APÉNDICE 1: “CÓMO ESTUDIAR TEOSOFÍA”………………………...…………...……. 36 8.- APÉNDICE 2: “NOCIONES ERRÓNEAS ACERCA DE LA DOCTRINA SECRETA” (HPB)……… 40

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Sugerencias para el estudio de «La Doctrina Secreta»

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IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN El presente cuadernillo fue compilado con el fin de allanar los primeros pasos en el arduo trabajo que significa el abordaje y estudio de “La Doctrina Secreta”; hemos atendido a las sugerencias que la misma HPB dio a Robert Bowen aparecidas en su folleto ¿Cómo Estudiar Teosofía? [Apéndice 1]. Sabiendo que el valor de una compilación es evitar tener que buscar –en algunos casos, en decenas de textos, hemos compilado el material de estudio inicial para que el estudiante serio pueda abordarlo, sin tener que ir de aquí para allá entre los volúmenes 1º y 3º de la edición en 6 tomos de la DS. Las páginas que aparecen en las sugerencias de HPB corresponden a la edición de Kier. Hemos incluido también material importante que ayuda a esclarecer también otras maneras de abordar la DS, una conferencia de la Srta. Joy Mills, dada en el centenario de la DS, el folleto ¿Cómo Estudiar Teosofía? [También editado por la Editorial Teosófica en Español] y un artículo escrito por la pluma de HPB, mencionado en la conferencia de Joy Mills, en donde HPB da otras claves para el estudio de la DS [Apéndice 2]. Como introducción, hemos extractado algunas notas tomadas por R. Bowen en relación a la inutilidad de comenzar los estudios de la DS como lo haríamos con cualquier libro de texto que pueda llegar a nosotros, y en negritas, la sugerencia de HPB de la manera de comenzar a hacer nuestros estudios [El texto completo se encuentra al final en el apéndice 1]:

…Leyendo la D.S. página por página, como lee uno cualquier libro, (dice ella) sólo se llegará a una confusión. La primera cosa que hay que hacer, aún si esto lleva años, es conseguir alguna comprensión de:

Las Tres Proposiciones Fundamentales que se dan en el Proemio. Las Tres Proposiciones Fundamentales que se dan en el Proemio. Seguir esto por el estudio de la Recapitulación, los Párrafos Numerados en el Resumen al Seguir esto por el estudio de la Recapitulación, los Párrafos Numerados en el Resumen alVol. I (Parte I). Vol. I (Parte I).

Luego tomar las Notas Preliminares (Vol. III – pag. 29) y Luego tomar las Notas Preliminares (Vol. III – pag. 29) y La Conclusión (Vol. III – pag. 417). La Conclusión (Vol. III – pag. 417).

…Es peor que inútil, (decía ella) recurrir a aquellos que nos imaginamos son estudiosos avanzados, y

pedirles que nos den una interpretación de la Doctrina Secreta. …Ellos no lo pueden hacer. Si lo intentan, todo lo que den, son versiones recortadas y resecas, que ni

remotamente se parecen a la Verdad. El aceptar tal interpretación significa aferrarnos a ideas fijas; mientras que la Verdad se encuentra más allá de todas las ideas que podamos formular o expresar. Las interpretaciones exotéricas están todas muy bien, y ella no las rechaza en tanto se tornan indicadoras para principiantes y no son aceptadas por ellos como algo más. Muchas personas que están o estarán más tarde en la S.T., son desde luego potencialmente incapaces de algún avance que vaya más allá del alcance de una idea exotérica. Pero hay y habrá otros, y para ellos es para quienes ella señala la subsiguiente y verdadera vía de acceso a la D.S.

…Venid a la D.S. (dice ella) sin ninguna esperanza de llegar a la Verdad final de la existencia por su medio, o con alguna otra idea que la de ver hasta donde puede conducir hacia la Verdad. Ved en el estudio un medio de ejercitar y desarrollar la mente nunca influida por otros estudios… esta nueva clase de esfuerzo mental requiere algo diferente - la apertura de "nuevos surcos cerebrales", la formación en orden diferente de las pequeñas vidas del cerebro.

...El que estudia verdaderamente LA DOCTRINA SECRETA, es un «JNANI YOGY»; y este sendero del Yoga es la Verdadera Senda, para el estudiante occidental. La D.S. se escribió para proporcionarle las señales indicadoras en ese sendero.

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INNTTEERRPPRREETTAANNDDOO LLAA DDOOCCTTRRIINNAA SSEECCRREETTAA 11888888 -- 11998888..

Joy Mills

Conferencia dada en el Congreso Europeo, Agosto 1988. Publicada en The Theosophist, Octubre 1988. En el volumen del Índice de la Edición de 1978 de LA DOCTRINA SECRETA – edición

preparada por Boris de Zirkoff conservando la paginación original de los dos volúmenes publicados en 1888 - unas 30 páginas están dedicadas a una enumeración de títulos derivados de la obra clásica de Helena P. Blavatsky (HPB) y de los numerosos temas de los que trata, o de comentarios sobre la misma. De Zirkoff al proporcionar una bibliografía tan seleccionada explica en su prefacio que "Una faceta integral del crecimiento espiritual es el desarrollo de la facultad del discernimiento" y que, por consiguiente, el estudiante que investiga cualquiera de estos títulos reseñados, obras que por su naturaleza lo mismo son comentarios que interpretaciones, debería "recordar que, si bien hay muchos enfoques de las enseñanzas, ellas de por sí son de una naturaleza única y de un alcance universal que se mantiene inamovible sea cual fuere la presentación ".

Durante los cien años desde que aparecieron estos volúmenes únicos, evidentemente, se han realizado muchos planteamientos para su estudio. Los estudiantes de la filosofía esotérica, inevitablemente, han desarrollado sus propias interpretaciones y comprensión de los conceptos y principios universales enunciados en LA DOCTRINA SECRETA. Cada generación de estudiantes ha expuesto la sabiduría eterna de la doctrina teosófica en su propio lenguaje, el lenguaje de la época en que cada generación se ha nutrido. Algunos han buscado adaptar la tradición de la sabiduría al pensamiento contemporáneo, mientras que otros quisieron encajar el conocimiento contemporáneo en la estructura más amplia de los principios universales presentados por HPB. Incluso aquellos que han dicho que no hacían ninguna interpretación de la enseñanza, sino que la presentaban en su prístina condición deben reconocer que todos nosotros, en cualquier lugar, estamos sujetos a la perspectiva de la comprensión engendrada por nuestra cultura y nuestra educación.

Cuando hace 100 años HPB escribió su obra, estaba ineludiblemente ligada al lenguaje del que disponía, así como a su propia comprensión de la filosofía esotérica en la cual había sido entrenada. Debemos recordar, además, que muchas de las ideas que entonces se presentaron al mundo occidental, en lenguaje occidental, se daban de esa manera por primera vez.

Muchos términos que desde entonces se han convertido en familiares para nosotros, incluyendo palabras que han encontrado cabida en el uso general de la lengua inglesa, fueron introducidos hace un siglo para indicar conceptos entonces totalmente desconocidos para las mentes occidentales. Unos años antes de que se publicara LA DOCTRINA SECRETA, en el curso de aquella remarcable correspondencia entre A.P. Sinnett y los mismos adeptos que instruyeron a HPB uno de estos maestros explicó claramente: "Convengamos que con palabras...nuestros propios términos son casi intraducibles..." Sin embargo, la conveniencia de los términos no se había establecido aún en la época en que HPB estaba embarcada en su obra cumbre.

Los primeros comentarios sobre LA DOCTRINA SECRETA hablan del problema de la comprensión de la terminología con la que HPB revistió los principios fundamentales de la Sabiduría-Religión, tal como ella se refería frecuentemente a la tradición esotérica.

La Dra. Annie Besant, por ejemplo, en la reseña de los dos volúmenes publicada en el número del 25 de abril de 1889 de la "Pall Mall Gazete", habla francamente de la necesidad que tenía el lector de la obra de HPB, de adquirir "cierta actitud mental", puesto que, obviamente, la obra trataba de ideas desconocidas y, aparentemente ajenas a la mente occidental. Además ella añadía que en una época en que la ciencia ya se había convertido en el lenguaje del mundo occidental, esa parte de los volúmenes que trataba de la relación entre la ciencia y los conceptos eternos de la tradición de la sabiduría, sería la más atrayente para el lector en general, mientras que la parte inicial sobre la evolución cósmica presentaría no sólo dificultades, sino incluso que sería rechazada por muchos.

Al describir esa sección inicial del volumen I como "un tratado metafísico donde el cerebro hindú, el más sutil y el más místico de todos los organismos mentales interpretando la Existencia y los orígenes de los seres en una forma en que ningún intelecto occidental puede rivalizar", la Dra. Besant

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añadía: "por lo que se refiere a la metafísica, existe la sensación de la incapacidad del lenguaje, de las contradicciones en las que la mente se ve envuelta cuando se esfuerza por alcanzar la siempre escurridiza finalidad de la existencia. Por más flexible y sutil que pueda ser el matiz de su significado en sánscrito, nuestras lenguas occidentales tropiezan con una exasperante confusión en medio de las formas y no formas intangibles de la Cosa en Sí, y cuando se llega a simbolizar la existencia como un círculo sin límite, usando una palabra que implica limitación, y que está vacía de significado sin ello qué podemos hacer salvo admitir que hemos traspasado la región en la cual el lenguaje es útil para trasmitir conceptos, y que ante el misterio de la existencia el silencio es más reverente que la expresión auto-contradictoria ?"

Durante años, desde la época de HPB, los estudiantes anhelosos de comprender los elevados principios del Ser y de la Existencia, no se han mantenido en silencio, como bien sabemos, ni probablemente lo harán las generaciones futuras. Puesto que cada hombre habla el lenguaje de su época, trazando sus metáforas del significado del mundo que es capaz de llegar a conocer, las interpretaciones y los comentarios continuarán exponiéndose. Y nosotros aplaudiremos todo esfuerzo sincero para expresar a la comprensión individual, porque cada explicación que se intenta sinceramente desde una visión interna y desde el logro del conocimiento de vanguardia, revelará nuevas facetas del significado y nos llevará a profundizar en nuestra búsqueda por la total comprensión de esos magníficos principios cuyo sentido completo nunca puede ser posible para la mente limitada.

Desgraciadamente, el material publicado de los debates directos con HPB, terminan en ese punto, aunque existe alguna evidencia de que hubieron reuniones posteriores de la Rama Blavatsky a las cuales asistió HPB y que continuó respondiendo preguntas. De cualquier modo, todavía son accesibles para los estudiantes las "Transactions of the Blavatsky Lodge"1, una valiosa fuente para la comprensión de algunas partes importantes de la primera parte del Volumen I.

La segunda fuente importante para la comprensión de las propias recomendaciones de HPB para el estudio de LA DOCTRINA SECRETA, son las notas recogidas por el Comandante Robert Bowen que participó en las clases que ella impartía a sus discípulos particulares durante los años 1888 hasta 1891 (notas que de hecho fueron presentadas por Bowen a HPB para su aprobación y que están fechadas el 19 de abril de 1891, apenas tres semanas antes de su muerte, el 8 de mayo2. El comentario de Bowen respecto a sus notas vale la pena citarlo:"He leído este testimonio de su enseñanza a HPB, preguntándole si merecía su aprobación. Me ha llamado tonto Cerebro Obtuso por imaginar que nada pueda jamás ser expresado adecuadamente en palabras. Pero sonreía y movía la cabeza al mismo tiempo, y dijo que en realidad yo lo había conseguido mejor de lo que otro cualquiera lo hubiera conseguido jamás, y mejor de lo que ella misma pudiera conseguirlo".

Básicamente podemos decir que tanto las notas de Bowen (publicadas con el título de "Cómo estudiar Teosofía"), como los debates en la Rama Blavatsky se centran en la clarificación del significado de términos, conceptos, palabras en los volúmenes, junto con las propias ideas de HPB sobre como podría proceder el estudiante si quería conseguir una comprensión global de la obra. Un punto de las notas de Bowen, debería ser particularmente recordado porque indica que HPB a veces daba incluso a las palabras inglesas un significado específico. Por ejemplo, Bowen hace referencia a su utilización de la palabra tan corriente "mundo" la cuál dice él, ella utilizaba para indicar "El Hombre que vive en la Naturaleza Personal", añadiendo, "Esta palabra 'mundo', encontrará en los dos volúmenes de LA DOCTRINA SECRETA toda la máxima comprensión que pueda alcanzar pero no más. Pero esto no es decir que el discípulo que no viva en 'El mundo', no pueda descubrir más en el libro de lo que el 'mundo' encuentra.

También deberíamos estar atentos al comentario de Bowen de que HPB daba por sentado que otros podían encontrar en estos volúmenes, un conocimiento que ella misma no poseía; como Bowen afirmó: "Ella nos está diciendo, sin duda que no nos quedemos anclados en ella como autoridad final, ni en nadie más sino que dependamos completamente de nuestras propias e ilimitadas percepciones.

1 Editado por la Editorial Teosófica en Español bajo el título “Diálogos”. 2 Ver Apéndice 1 al final.

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Dos de sus estudiantes parecen haber hecho, precisamente, lo que ella sugería, dependiendo de sus propias "ilimitadas percepciones" para comprender la doctrina que ella había presentado, HPB se refirió a sus esfuerzos en un fascinante artículo en su periódico LUCIFER, del mes de Junio de 1890 con el título de "Ideas equivocadas sobre LA DOCTRINA SECRETA"3 (publicado de nuevo en los COLLECTED WRITINGS, Vol. XII pp. 232-7).

En ese artículo, HPB nos dio a todos nosotros una clave para la tarea que cada estudiante serio debería emprender: "¿No es razonable pensar que una obra que compara docenas de filosofías y alrededor de media docena de las religiones del mundo, una obra que tiene que poner al descubierto las raíces con las mayores precauciones, ya que sólo puede indicar los brotes secretos aquí y allá --- no pueda ser comprendida al leerse por primera vez, ni siguiera después de varias veces, a menos que el lector elabore por sí mismo un sistema para ello?" Que esto pueda hacerse y que se hace queda demostrado por los 'Dos Estudiantes de la E.E.T.' (...) Ellos están ahora sintetizando LA DOCTRINA SECRETA y lo hacen de la manera más lúcida y comprensiva...Ellos no han comprendido más que cualquier otro esa obra inmediatamente después de haberla leído. Pero siguieron insistiendo seriamente. Se hicieron un índice para ellos mismo, clasificando el contenido en dos partes - la esotérica y la exotérica; y habiendo logrado este trabajo preliminar, presentan ahora la primera parte ante los lectores con todo detalle, mientras guardan la otra parte para su propia instrucción práctica y su propio provecho. ¿Por qué no hace lo mismo cada estudiante serio de Teosofía?"

Bajo el título de "Theosophical Gleanings" (Miscelánea Teosófica) la obra de los dos estudiantes a los cuales HPB. se refería se publicó en LUCIFER entre marzo y septiembre de 1890. En 1978 los artículos se publicaron en forma de folleto con el mismo título por la Thesophical Publishing House de Wheaton.

Aunque no tenemos los comentarios de HPB sobre los esfuerzos de estos dos estudiantes cuya identidad no se publica, sólo podemos asumir que ella revisó su interpretación hasta que la consideró apta para que ellos publicaran la síntesis de las enseñanzas en su propio periódico durante el último año de su vida. Antes de dejar de lado la primera categoría de las tres direcciones tomadas por los estudiantes al investigar los significados a descubrir en estos extraordinarios volúmenes, hay una obra que merece una mención especial por su exposición única y clarificada de las doctrinas de la filosofía esotérica. Se trata del libro del desaparecido Geoffrey Barborka “THE DIVINE PLAN”, publicado en 1961 y que, desde entonces, constituye una de las herramientas más valiosas para el estudiante que desee conseguir una visión comprensiva de las enseñanzas expuestas por HPB. La espléndida adaptación de Barborka de las "doctrinas" que hicieron que la Tradición de la Sabiduría proporcione una clave del por qué, el cómo, el qué, de dónde y a dónde conduce la evolución humana dentro del modelo cosmogónico más grande que HPB elucidó. Se explican los términos, se definen las palabras sánscritas y se dan las referencias específicas. Prácticamente, el estudiante que empieza se ve ayudado para percibir el orden y el designio que subyace en la masiva obra de HPB, porque Barborka fue, con toda seguridad, uno de los que emprendieron el trabajo con la "más absoluta seriedad, utilizando la frase de HPB para clasificar los contenidos de su magnus opus.

La segunda dirección que los estudiantes han tomado en la investigación de la doctrina ha sido centrarse en una u otra área del estudio especializado, lo mismo para investigar las muchas referencias sobre el tema a través de los dos volúmenes de la obra de HPB, que para comparar su exposición y los principios expuestos, con el pensamiento contemporáneo. Como resultado se ha obtenido una rica literatura de los esfuerzos de los numerosos estudiantes que trabajaron a lo largo de estas dos tendencias.

Mucha parte del trabajo del Centro de Investigaciones Teosóficas de Inglaterra, que una vez fue tan activo y que ahora, desgraciadamente, ha declinado, debe ser aceptado como siguiendo esta dirección, así como la mayor parte, si no todas, de las Conferencias Blavatsky dadas bajo el patrocinio de la Sección Inglesa. Mi propia conferencia en esa serie, dada en 1978, puede servir de ejemplo de la dirección que han tomado muchos estudiantes, porque yo utilicé como tema para mi investigación aquella excitante y desafiante afirmación para el intelecto, de HPB en el Proemio del Volumen I, relativa a lo que ella llamó "el factor esencial de la doctrina de la filosofía esotérica", aquella verdad

3 Ver Apéndice 2 al final.

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esencial de que nuestro deambular humano debe ser auto-dirigido, de que debemos conquistar nuestra inmortalidad y de que debemos aceptar que somos seres auto-responsables.

Además de las muchas obras del fallecido E. L. Gardner, que debe ser considerado entre los "estudiantes de absoluta seriedad" de HPB debemos mencionar dos recientes publicaciones que se centran en temas específicos y que ayudan a los estudiantes a reconocer que pueden sondear siempre más profundamente en los conceptos de la filosofía para conseguir una comprensión tan convincente como sea posible de los principios esenciales presentados en LA DOCTRINA SECRETA. En 1983 la Theosophical Publishing House de Wheaton reunió en un solo volumen un trío de pequeñas monografías resultantes originalmente de las consideraciones del Grupo Científico del Centro de Investigaciones Teosóficas, publicadas bajo el título “THIS DYNAMIC UNIVERSE” y editado por Corona Trew y E. Lester, esta obra se centra en la fuerza que podemos denominar el "dinamismo del universo" y al que HPB se refiere como Fohat. También se incluyen artículos y estudios que tratan del concepto de la ley universal.

La segunda publicación reciente sobre la cual me gustaría llamar la atención, como parte de este género de obras que tratan de áreas delimitadas de estudio, es la valiosa compilación de Adam Warcup, uno de los estudiantes contemporáneos más relevantes de los escritos de HPB. Su pequeña monografía publicada en 1986 por The Theosophical Publishing House de Londres, presenta un resumen de las enseñanzas sobre la evolución cíclica, proporcionando al estudiante interesado una excelente referencia instrumental sobre ese importante tema.

Finalmente, la tercera dirección que se toma -- tal vez de alguna manera la más excitante de todas al investigar y al dar a conocer nuevo métodos de interpretación -- se encuentra en los escritos que re-interpretan las notables Stanzas en las que HPB basó su exposición de los procesos cosmogónicos y antropogénicos. Ella misma señaló el hecho de que hay siete claves para la comprensión de los principios fundamentales de la filosofía esotérica y afirmó claramente que una de esas claves está dentro del hombre mismo, desde el punto de vista de la naturaleza psicológica y espiritual. De acuerdo con esta indicación y aceptando que la misma estructura del universo es un "tejido psíquico", la fábrica de la conciencia, con el hombre como "principal prueba objetiva", utilizando un concepto científico contemporáneo, dos perspicaces estudiantes presentaron una re-interpretación de lo más remarcable de las Stanzas de Dzyan en dos volúmenes titulados: “EL HOMBRE, LA MEDIDA DE TODAS LAS COSAS” y “EL HOMBRE, HIJO DEL HOMBRE”.

El primero de estos libros lleva el nombre de los dos autores, Sri Krishna Prem y Sri Madhava Ashish, mientras que la segunda obra escrita principalmente y terminada después de la malograda muerte de Krishna Prem, lleva el nombre de Madhava Ashish solamente, aunque él, en líneas generales, concede todo el mérito a la primitiva ayuda de Krishna Prem para las ideas contenidas en la obra.

Estos dos comentarios escritos por dos ingleses que tomaron los nombres de Krishna Prem y Sri Madhava Ashish como seguidores del místico Sri Yashoda Mai, se basan en el concepto de que, usando sus propias palabras, "Las antiguas cosmogonías y los Mitos de la Creación eran, en realidad, afirmaciones de la naturaleza divina de todas las cosas, dando significado a la vida humana y validez a los códigos morales y sociales formulados sobre los modelos de lo que tiene que ser el hombre, o mejor dicho, de lo que debería llegar a ser. Las STANZAS DE DZYAN representan esa afirmación". En estos dos libros tenemos una bella exposición, conmovedora y poéticamente escrita, de la profunda verdad de que en el hombre -- en cada uno de nosotros --todos los elementos del universo han encontrado o encontrarán expresión; que en nosotros se encuentran todas las jerarquías de la naturaleza; a través nuestro fluyen todas las fuerzas creadoras del universo cuya tarea esencial es hacer avanzar la evolución cosmogónica por sí misma, alcanzando la auto-realización. Tal como los mismos Krishna Prem y Madhava Ashish explicaron la cuestión: "Si hemos de leer correctamente el mensaje de las Stanzas, es que este universo y todo lo que contiene no fue exhalado meramente para ser repelido. Visto en la verdad, es un ser radiante, la unidad de Dios expandida ante El en la malla del Tiempo y el Espacio. El estudio de esto es el estudio de nosotros mismos. El que experimenta el todo es el Hombre. La Cosmogonía es la gran escritura del Hombre en los Cielos".

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Sí, estudiar LA DOCTRINA SECRETA es realmente estudiarnos a nosotros mismos en nuestra totalidad, es comprendernos a nosotros mismos como auto-responsable y creadores conscientes, o más bien como co-creadores con ese Origen Único del cual surge la existencia.

Para terminar, pues, como condiscípulos, compañeros y camaradas en el sagrado camino que conduce a la Sabiduría podemos expandir nuestras propias percepciones por medio de un intelecto cada vez más despierto y con un corazón cada vez más profundamente iluminado.

Si somos fieles al mensaje de los volúmenes únicos de HPB, familiarizándonos con la "Doctrina" reconociendo que es "Secreta" para siempre, no tanto porque es oculta, sino porque su misma naturaleza intrínseca es inexpresable. Pero nuestro conocimiento siempre se expresará en nuestras vidas. El latir del pulso de lo Real está perfectamente unido a nosotros internamente y nosotros, como microcosmos, debemos reflejar fielmente el esquema cósmico creador.

Un sabio japonés, a medio mundo de residencia en el espacio y separado por los siglos en el tiempo, dijo: "No tratéis de hacer lo que hicieron vuestros antepasados, mejor es que busquéis lo que ellos buscaron". Evidentemente hay muchas interpretaciones y comentarios que representan el esfuerzo de un siglo lleno de estudiantes. Sin embargo, se ha hecho lo suficiente para proporcionarnos en los siglos venideros las bases para el estudio, la interpretación y, lo más importante, la experiencia de una sabiduría de la vida. Porque sea como sea que nosotros y las generaciones de estudiantes que nos sigan interpretemos las enseñanzas del mensaje esencial de la doctrina, éste es ahora, como ha sido siempre: "vivir la vida si quieres llegar a la sabiduría".

Estudiar LA DOCTRINA SECRETA en su totalidad, ir creativamente al encuentro de sus verdades inmortales, es llegar a la obra con una "mente abierta, un corazón puro, una inteligencia despierta" y una "percepción espiritual develada" gradualmente, buscando lo que han buscado los sabios de todas las épocas: un conocimiento más allá de todo lenguaje y de toda creencia.

Finalmente, es prestar atención al precepto dado por la misma HPB a sus estudiantes: "No me sigáis a mí, ni a mi Sendero sino al Sendero que os muestro y que conduce a los Maestros". El sendero nos conduce también al corazón del universo, al corazón de nuestros semejantes, al corazón de la Vida misma.

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TTRREESS PPRROOPPOOSSIICCIIOONNEESS FFUUNNDDAAMMEENNTTAALLEESS 1. Un PRINCIPIO Omnipresente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda especulación es

imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y sólo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las palabras del MÁNDÚKYA es "Inconcebible e Inefable".

2. La Eternidad del Universo in toto, como plano sin límites; periódicamente "escenario de

Universos innumerables, manifestándose y desapareciendo incesantemente", llamados "las Estrellas que se manifiestan" y "las Chispas de la Eternidad". "La Eternidad del Peregrino es como un abrir y cerrar de ojos de la Existencia por Sí Misma", según dice el Libro de Dzyan. "La aparición y desaparición de Mundos, es como el flujo y reflujo regular de las mareas."

3. La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal, siendo esta última

un aspecto de la Raíz Desconocida; y la peregrinación obligatoria para todas las Almas, destellos suyos, a través del Ciclo de Encarnación, o de Necesidad, conforme a la Ley Cíclica y Kármica, durante todo el término de aquél. En otras palabras: ningún Buddhi puramente espiritual (Alma Divina) puede tener una existencia consciente independiente, antes de que la chispa que brotó de la Esencia pura del Principio Sexto Universal, o sea el ALMA SUPREMA, haya pasado por todas las formas elementales pertenecientes al mundo fenomenal de aquel Manvantara, y adquirido la individualidad, primeramente por impulso natural, y después por esfuerzos propios conscientemente dirigidos y regulados por su Karma, ascendiendo así por todos los grados de inteligencia desde el Manas inferior hasta el superior; desde el mineral y a la planta al Arcángel más Santo (Dhyaní-Buddha). La Doctrina fundamental de la Filosofía Esotérica no admite en el hombre ni privilegios, ni dones especiales, salvo aquellos ganados por su propio Ego, por esfuerzo y mérito personales a través de una larga serie de metempsicosis y reencarnaciones.

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Tales son los conceptos fundamentales en que se apoya la Doctrina Secreta. No sería este lugar

a propósito para hacer una defensa, ni para dar pruebas de su valor racional inherente; ni puedo tampoco detenerme a demostrar cómo se hallan de hecho contenidos en todos los sistemas de filosofía dignos de este nombre, si bien a menudo bajo un disfraz engañoso.

Cuando el lector los haya comprendido claramente, y haya visto la luz que arrojan sobre todos los problemas de la vida, no necesitará mayor justificación a sus ojos, puesto que su verdad será tan evidente para él como la luz del sol. Paso, por tanto, al asunto objeto de las Estancias tal como se dan en este volumen, comenzando por presentarlas en una relación escueta, con la idea de facilitar el trabajo del estudiante, al poner ante su vista, en pocas palabras, el concepto general explicado en ellas. La historia de la Evolución Cósmica, tal como se halla expuesta en las Estancias, es, por decirlo así, la abstracta fórmula algebraica de esta evolución. Por lo tanto, el lector no debe concebir la esperanza de encontrar en ellas la explicación de todas las etapas y transformaciones que tienen lugar entre los comienzos de la Evolución Universal y nuestro presente estado. Sería imposible dar tal explicación, que sería incomprensible a quienes ni siquiera pueden hacerse cargo de la naturaleza del plano de existencia inmediato, al que, por el momento, se halla limitada su conciencia. Las Estancias dan, por lo tanto, una fórmula abstracta, que puede aplicarse mutatis mutandis a toda evolución: a la de nuestra tierra diminuta; a la de la Cadena de Planetas de que esta tierra forma parte; a la del Universo Solar a que pertenece esta Cadena; y así, en escala ascendente, hasta que la mente vacila y queda exhausta por el esfuerzo realizado. Las siete Estancias que en este volumen se dan, representan los siete términos de esta fórmula abstracta. Se refieren y describen las siete grandes etapas del proceso evolutivo, de que tratan los Purânas como las “Siete Creaciones”, y la Biblia como los “días” de la Creación.

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RREESSUUMMEENN “La Historia de la Creación y la de este Mundo,

desde su principio hasta el tiempo presente, está compuesta de siete capítulos. El capítulo séptimo no ha sido escrito todavía.”

T. Subba Row. (The Theosophist, 1881)

El primero de estos “siete capítulos” ha sido intentado, y está ahora concluido. Por muy

incompleto y débil que sea como exposición, de todos modos se aproxima –hablando en sentido matemático – a lo que constituye la base más antigua de todas las cosmogonías subsiguientes. Atrevida es la tentativa de expresar en una lengua europea el gran panorama de la Ley que eterna y periódicamente se manifiesta; Ley impresa en las mentes plásticas de las primeras Razas dotadas de Conciencia, por quienes la reflejaban de la Mente Universal; es empresa atrevida, porque ningún lenguaje humano, salvo el sánscrito —que es el de los Dioses, puede hacerlo con algún grado de exactitud. Pero teniendo en cuenta la intención, deben perdonarse a nuestra obra sus defectos.

Como conjunto, ni lo anterior ni lo que sigue se encontrará en su totalidad en parte alguna. No se enseña en ninguna de las seis escuelas indas de filosofía, puesto que pertenece a la síntesis de las mismas, a la séptima que es la Doctrina Oculta. No se halla trazado en ningún papiro egipcio carcomido ni grabado en ningún ladrillo, o muro de granito asirio. Los Libros de la Vedanta –la “última palabra del saber humano”– dan tan sólo el aspecto metafísico de esta cosmogonía del mundo; y su tesoro inapreciable, los Upanishads –siendo Upa-ni-shad una palabra compuesta que significa el dominio de la ignorancia por la revelación del conocimiento secreto y espiritual, requieren hoy la posesión de una llave maestra, para que el estudiante pueda hacerse cargo de su significación plena. La razón de esto me aventuro a exponerla aquí, tal como la aprendí de mi Maestro.

El nombre Upanishad es traducido en general como “doctrina esotérica”. Estos tratados forman parte del Shruti o Conocimiento “revelado”, la Revelación, en resumen, y están generalmente unidos a la porción brâhmana de los Vedas, como su tercera división.

[Ahora bien] los Vedas poseen una significación distinta y doble: una expresada por el sentido literal de las palabras; la otra indicada por el metro y el svara (entonación), que son como la vida de los Vedas… Sabios pandits y filólogos niegan, por supuesto que el svara tenga nada que ver con la filosofía o las antiguas doctrinas esotéricas; pero la conexión misteriosa entre svara y luz es uno de sus secretos más profundos.

T. Subba Row (Five Years of Theosophy, pág. 154)

Existen 150 Upanishads enumerados por los orientalistas, que consideran a los más antiguos como escritos probablemente unos 600 años antes de nuestra Era; pero en cuanto a textos genuinos, no existen ni la quinta parte de aquel número. Los Upanishads son a los Vedas lo que la Kabalah es a la Biblia judía.

Exponen y explican la significación secreta y mística de los textos védicos. Hablan del origen del Universo, de la naturaleza de la Deidad y del Espíritu y el Alma, así como también de la conexión metafísica entre la Mente y la Materia. En resumen: CONTIENEN el principio y el fin de todo Buddha. De no ser así, no podrían los Upanishads ser llamados esotéricos, desde el momento en que se encuentran hoy día bien a la vista, unidos a los Libros Sagrados brahmánicos; que en nuestros tiempos se han hecho accesibles, aun para los Mlechchhas (los sin casta) y para los orientalistas europeos. Una cosa hay en ellos –y se encuentra en todos los Upanishads, la cual invariable y constantemente indica su antiguo origen, y prueba: (a) que algunas de sus partes fueron escritas antes que el sistema de castas se convirtiera en la institución tiránica que hoy existe; y (b) que la mitad de sus contenidos ha sido eliminada, a la vez que algunos de ellos fueron vueltos a escribir, y abreviados. “Los grandes Maestros del Saber superior y los brahmanes son siempre representados como yendo a los reyes Kshatriyas [casta

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militar], para convertirse en sus discípulos”. Según el profesor Cowell observa pertinentemente, los Upanishads “respiran un espíritu completamente diferente [de otros escritos brahmánicos]; una libertad de pensamiento desconocida en ninguna obra más antigua, excepto en los himnos mismos del Rig Veda”. El segundo hecho se explica por una tradición registrada en uno de los manuscritos sobre la vida de Buddha. Dice que los Upanishads fueron originalmente unidos a sus brâhmanas desde el principio de una reforma que condujo al exclusivismo del presente de castas entre los brahmanes, pocos siglos después de la invasión de la India por los “Dos veces nacido”. En aquellos días estaban completos, y se empleaban para la instrucción de los Chelâs que estaban preparándose para la Iniciación.

Esto duró mientras los Vedas y los Brâhmanas permanecieron siendo única y exclusiva propiedad de los brahmanes del templo; mientras nadie más tenía el derecho de estudiarlos ni siquiera leerlos, fuera de la casta sagrada. Vino entonces Gautama, el Príncipe de Kapilavastu. Después de haber aprendido la totalidad de la sabiduría brahmánica en los Rahasya o los Upanishads, y visto que las enseñanzas diferían muy poco o nada de las de los “Maestros de la Vida” residentes en las nevadas cordilleras de los Himalayas [Llamados también en los Anales chinos “los Hijos de Sabiduría” y de la “Niebla de Fuego” y los “Hermanos del Sol”. Si-dzang (Tíbet) es mencionado en los manuscritos de la biblioteca sagrada de la provincia de Fo-Kien, como la gran sede de la sabiduría oculta, desde tiempo inmemorial, épocas antes de Buddha. El Emperador Yu, el “Grande” (2.207 años antes de nuestra Era), místico piadoso y gran Adepto, se dice que obtuvo su Saber de los “Grandes Maestros de la Cordillera Nevada” en Si-dzang.], indignado el Discípulo de los brahmanes de que la Sabiduría Sagrada fuese negada a todos, menos a éstos, decidió salvar al mundo entero, popularizándola. Entonces fue cuando viendo los brahmanes que sus Conocimientos Sagrados y Sabiduría Oculta iban cayendo en manos de los mlechchhas, abreviaron los textos de los Upanishads, que contenían en su origen tres veces la materia de los Vedas y Brâhmanas juntos, sin alterar, sin embargo, una palabra de los textos. Arrancaron simplemente de los manuscritos las partes más importantes, que contenían la última palabra en lo referente al Misterio de la Existencia. Desde entonces, la clave del código secreto brahmánico quedó en posesión de los iniciados tan sólo, y los brahmanes estuvieron así en situación de poder negar públicamente la exactitud de las enseñanzas de Buddha, apelando a sus Upanishads, acallados para siempre acerca de las cuestiones principales. Tal es la tradición esotérica, más allá de los Himalayas.

Sri Shankarâchârya, el más grande Iniciado viviente en los períodos históricos, escribió muchos Bhâshyas (Comentarios) acerca de los Upanishads. Pero sus tratados originales, como hay razones para suponer, no han caído todavía en manos de los filisteos; pues se hallan conservados con celo excesivo en sus monasterios (mathams). Y existen todavía razones mucho más importantes para hacernos creer que los inapreciables Bhâshyas acerca de la Doctrina Esotérica de los brahmanes, por el más grande de sus expositores, permanecerán siendo todavía, durante siglos, letra muerta para la mayor parte de los indos, excepto para los brahmanes Smârtava. Esta secta, fundada por Shankarâchârya, que es todavía muy poderosa en la India Meridional, en la actualidad es la única que produce estudiantes con los conocimientos suficientes para comprender la letra muerta de los Bhâshyas. La razón de esto es, según se me ha dicho, que ellos únicamente son los que tienen en ocasiones verdaderos iniciados a su cabeza, en sus mathams, como por ejemplo, en el Shringa-giri en los Ghâts occidentales de Mysore. Por otra parte, no existe ninguna secta en esa casta de los brahmanes tan desesperadamente exclusiva, que lo sea más que la Smârtava; y la reticencia de sus miembros en decir lo que saben, en cuanto a las ciencias ocultas y a la Doctrina Esotérica, es tan sólo igualada por su altivez y conocimientos.

Por tanto, la escritora de estas afirmaciones tiene que hallarse preparada de antemano para encontrar gran oposición, y aun la denegación de lo que presenta en esta obra. No es que exista pretensión alguna a la infalibilidad o a la exactitud perfecta en todos los detalles de cuanto se dice en ella. Los hechos a la vista están, y difícilmente pueden ser negados. Pero, debido a las dificultades intrínsecas de las materias que se tratan y a las limitaciones casi insuperables de la lengua inglesa, como de todos los demás idiomas europeos, para la expresión de ciertas ideas, es más que probable que la autora no haya logrado presentar las explicaciones en su forma mejor y más clara; aunque todo cuanto podía hacerse, bajo las más adversas circunstancias, ha sido hecho, y esto es lo más que puede exigirse a cualquier escritor.

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Recapitulemos y, por lo vasto de los asuntos expuestos, se demostrará cuán difícil, si no imposible, es hacerles plena justicia. 11ºº la Doctrina Secreta es la Sabiduría acumulada de las Edades y, solamente su cosmogonía, es el más asombroso y acabado de los sistemas, aun velado como se encuentra en el exoterismo de los Purânas. Pero tal es el poder misterioso del simbolismo oculto, que los hechos que han ocupado a generaciones innumerables de videntes y profetas iniciados para ordenarlos, consignarlos y explicarlos al través de las intrincadas series del progreso evolucionario, se hallan todos registrados en unas pocas páginas de signos geométricos y símbolos. La contemplación luminosa de aquellos videntes ha penetrado en el centro mismo de la materia, y ha analizado el alma de las cosas, allí donde un profano ordinario, por sabio que fuese, tan sólo hubiera percibido la actuación externa de la forma. Pero la ciencia actual no cree en el “alma de las cosas”, y por lo tanto, desechará todo el sistema de la antigua cosmogonía. Inútil es decir que el sistema en cuestión no es fantasía de uno o de varios individuos aislados; que es el archivo no interrumpido durante millares de generaciones de videntes, cuyas experiencias respectivas se llevaban a efecto para comprobar y verificar las tradiciones, transmitidas oralmente de una raza antigua a otra, acerca de las enseñanzas de los Seres superiores y más exaltados que velaron sobre la infancia de la humanidad; que durante largas edades, los “Hombres Sabios” de la Quinta Raza, pertenecientes a los restos salvados y librados del último cataclismo y alteraciones de los continentes, pasaron sus vidas aprendiendo, no enseñando. ¿Cómo lo hacían? Se contesta: comprobando, examinando y verificando en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las antiguas tradiciones, por medio de las visiones independientes de los grandes Adeptos; esto es, de los hombres que han perfeccionado hasta el mayor grado posible sus organizaciones físicas, mentales, psíquicas y espirituales. No era aceptada la visión de ningún Adepto hasta ser confrontada y comprobada por las visiones de otros Adeptos, obtenidas de modo que se presentasen como evidencia independiente y por siglos de experiencia. 22ºº La Ley fundamental en ese sistema, el punto central del que todo ha surgido alrededor y hacia el cual todo gravita, y del que depende toda su filosofía, es el PRINCIPIO SUBSTANCIAL, Uno, Homogéneo y Divino: la Causa Radical única.

…Unos pocos, cuyas lámparas resplandecían más, han sido guiados De causa en causa al manantial secreto de la Naturaleza, Y han descubierto que debe existir un primer Principio…

Es llamado “Principio Substancial”, porque se convierte en “Substancia” en el estado del Universo manifestado: una ilusión, mientras continúa siendo un “Principio” en el ESPACIO visible e invisible, sin comienzo ni fin, abstracto. Es la Realidad omnipresente; impersonal, porque lo contiene todo y cada una de las cosas. Su impersonalidad es el concepto fundamental del sistema. Está latente en todos los átomos del Universo, y es el Universo mismo. 33ºº El Universo es la manifestación periódica de esta Esencia Absoluta y desconocida. Llamarla “Esencia” es, sin embargo, pecar contra el espíritu mismo de la filosofía. Porque aunque el nombre pueda ser derivación en este caso del verbo esse, “ser”, no obstante no puede identificarse con un “ser” de ninguna especie concebible por la humana inteligencia. Descríbese mejor AQUELLO como no siendo Espíritu ni Materia, sino ambas cosas a la vez. Parabrahman y Mûlaprakriti son Uno en realidad, si bien Dos en el concepto Universal del Manifestado, hasta en el concepto del Logos UNO, la primera “Manifestación”, al cual (como demuestra el sabio autor de las “Notas acerca del Bhagavad Gîtâ), “AQUELLO” aparece desde el punto de vista objetivo, como Mûlaprakriti, y no como Parabrahman; como su Velo, y no como la Realidad Una oculta tras del mismo, la cual es incondicionada y absoluta. 44ºº El Universo, con cada una de las cosas que contiene, es llamado Mâyâ, porque todo en él es temporal, desde la vida efímera de una mosca de fuego, hasta la del sol. Comparado con la eterna

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inmutabilidad del UNO, y con la inmutabilidad de aquel Principio, el Universo, con sus formas efímeras en cambio perpetuo, no debe ser necesariamente, para la inteligencia de un filósofo, más que un fuego fatuo. Sin embargo, el Universo es lo suficientemente real para los seres conscientes que en él residen, los cuales son tan ilusorios como lo es él mismo. 55ºº Cada una de las cosas en el Universo, al través de todos sus reinos, es consciente; esto es, se halla dotada de una conciencia de su especie propia y en su propio plano de percepción. Debemos tener presente que sólo porque nosotros no percibamos señal alguna de conciencia en las piedras, por ejemplo, no por eso tenemos derecho para decir que ninguna conciencia existe allí. No existe semejante cosa como materia “muerta” o “ciega”, como tampoco existe ninguna Ley “ciega” o “inconsciente”. Tales ideas no encuentran lugar alguno entre los conceptos de la Filosofía Oculta. Ésta jamás se detiene ante apariencias superficiales, y para ella poseen más realidad las esencias noumenales que sus contrapartes objetivas; pareciéndose en esto a los nominalistas de la Edad Media; para quienes los universales eran las realidades, y los particulares existían tan sólo de nombre y en la imaginación humana. 66ºº El universo es elaborado y dirigido de dentro afuera. Tal como es arriba es abajo, así en los cielos como en la tierra; y el hombre, el microcosmo y la copia en miniatura del macrocosmo, es el testimonio viviente de esta Ley Universal y de su manera de obrar. Vemos que cada movimiento externo, acción, gesto, sea voluntario o mecánico, orgánico o mental, es precedido y producido por un sentimiento o emoción internos, por la voluntad o volición, y por el pensamiento o mente. Pues ningún movimiento o cambio exterior, cuando es normal, en el cuerpo externo del hombre, puede tener lugar a menos que sea provocado por un impulso interno, comunicado por una de las tres funciones citadas; y lo mismo sucede con el Universo externo o manifestado. Todo el Kosmos es dirigido, vigilado y animado por series casi interminables de Jerarquías de Seres sencientes, teniendo cada uno de ellos una misión que cumplir, y quienes (ya se les llame por un nombre o por otro, Dhyân- Chohans o Ángeles) son “Mensajeros” en el sentido tan sólo de ser agentes de las Leyes Kármicas y Cósmicas. Varían hasta el infinito en sus grados respectivos de conciencia y de inteligencia; y el llamarlos a todos Espíritus puros, sin mezcla alguna terrena, “sobre la que el tiempo hará presa algún día”, es tan sólo tomarse una licencia poética. Pues cada uno de estos Seres, o bien fue o se prepara para convertirse en un hombre, si no en el presente Manvantara, en uno de los pasados o en uno de los futuros. Cuando no son hombres incipientes, son hombres perfeccionados; y en sus esferas superiores menos materiales, difieren moralmente de los seres humanos terrestres tan sólo en que se hallan libres del sentimiento de la personalidad y de la naturaleza emocional humana: dos características puramente terrenas. Los primeros, o sea los “perfeccionados”, han quedado libres de aquellos sentimientos, porque (a) ya no poseen cuerpos carnales, carga siempre entorpecedora para el Alma; y (b) no encontrando obstáculos el elemento espiritual puro, o estando más libre, se hallan menos influidos por Mâyâ que el hombre, a menos que éste sea un Adepto que conserva sus dos personalidades (la espiritual y la física), separadas por completo. Las Mónadas incipientes, no habiendo tenido aún cuerpos humanos, no pueden tener ningún sentimiento de personalidad o de Ego–ismo. Siendo lo que se pretende significar por “personalidad” una limitación y una relación, o como lo ha definido Coleridge, “la individualidad existente en sí misma, pero con una naturaleza como base”; la palabra no puede aplicarse, por supuesto, a entidades no humanas; pero como hecho acerca del cual insisten generaciones de Videntes, ninguno de estos seres, elevados, o ínfimos, posee individualidad o personalidad como Entidades separadas, o sea en el sentido en que el hombre dice “Yo soy yo y nadie más”; en otras palabras, no tienen conciencia de tan manifiesta separación como existe en la tierra entre los hombres y entre las cosas. La Individualidad es la característica de sus respectivas Jerarquías, no de sus unidades; y estas características varían tan sólo con el grado del plano a que esas Jerarquías pertenecen: cuanto más próximo se halle a la región de la Homogeneidad y a lo Divino, tanto más pura y menos acentuada será la individualidad de aquella Jerarquía. Son finitas bajo todos sus aspectos, con la excepción de sus principios más elevados, las Chispas inmortales que reflejan la Llama Divina Universal, individualizadas y separadas tan sólo en las esferas de la Ilusión por una diferenciación tan ilusoria como el resto. Ellas son “Los Vivientes” puesto que son las corrientes proyectadas desde la Vida

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Absoluta sobre el lienzo cósmico de la Ilusión; Seres en quienes la vida no puede quedar extinguida antes que el fuego de la ignorancia sea extinguido en aquellos que sienten estas “Vidas”. Habiendo brotado a la existencia bajo el poder vivificante del Rayo increado –reflexión del gran Sol central que radia sobre las orillas del Río de la Vida, el Principio Interno en ellos es lo que pertenece a las Aguas de la inmortalidad, al paso que su vestidura diferenciada es tan perecedera como el cuerpo del hombre.

Por lo tanto, razón tenía Young al decir que

Los ángeles son hombres de una especie superior… y nada más. No son los Ángeles “ministros” ni “protectores” ni son tampoco “Heraldos del Altísimo”, y todavía menos los “Mensajeros de la Cólera” de ningún Dios, tal como los creados por la imaginación humana. Apelar a su protección es una necedad tan grande –como la de figurarse que se puede alcanzar su simpatía gracias a cualquier especie de propiciación; pues ellos, lo mismo que el hombre, son los esclavos y criaturas de la Ley Kármica Cósmica inmutable. La razón para ello es evidente. No poseyendo elemento alguno de personalidad en su esencia, no pueden estar dotados de cualidades personales ningunas, tales como las que los hombres, en sus religiones exotéricas, atribuyen a su Dios antropomórfico (un Dios celoso y exclusivo que se regocija y siente cólera, que se complace con sacrificios y que es más despótico en su vanidad que cualquier hombre frívolo y finito). El hombre, siendo un compuesto de las esencias de todas estas jerarquías celestiales, puede, como tal, lograr hacerse superior, en un sentido, a cualquier jerarquía o Clase, y hasta a una combinación de las mismas. “El hombre no puede ni propiciar ni mandar a los Devas” —se ha dicho—. Pero paralizando su personalidad inferior, y llegando con ello al pleno conocimiento de la no-separatividad de su Propio Superior y Absoluto SER, puede el hombre, aun durante su vida terrestre, llegar a ser como “Uno de Nosotros”. Así, alimentándose del fruto del saber que disipa la ignorancia, es como el hombre se convierte en uno de los Elohim, o Dhyânis; y una vez en su plano, el Espíritu de Solidaridad y de Armonía perfecta que reina en cada jerarquía debe extenderse sobre él y protegerle en todos sentidos.

La dificultad principal que impide a los hombres de ciencia creer en los espíritus divinos, así como en los de la Naturaleza, es su materialismo. El principal obstáculo que ante sí encuentra el espiritista, y que le impide creer en lo mismo, conservando a la vez una creencia ciega en los “Espíritus” de los difuntos, es la ignorancia general en que se halla todo el mundo (excepto algunos ocultistas y kabalistas) respecto a la verdadera esencia y naturaleza de la Materia. En la aceptación o no aceptación de la teoría de la Unidad de todo en la Naturaleza, en su última Esencia, es en lo que principalmente se apoya la creencia o la incredulidad en la existencia en torno nuestro de otros seres conscientes, además de los Espíritus de los muertos. En la justa comprensión de la Evolución primitiva del Espíritu-Materia, y de su esencia real, es en lo que tiene el estudiante que apoyarse para la mejor dilucidación de la Cosmogonía Oculta, y para obtener la única clave segura que puede guiarle en sus estudios subsiguientes.

A la verdad, según se acaba de mostrar, cada uno de los llamados “Espíritus” es o bien un hombre descarnado o un hombre futuro. Así como desde el Arcángel más elevado (Dhyân Chohan) hasta el último Constructor consciente (la clase inferior de Entidades Espirituales), todos ellos son hombres que han vivido evos ha, durante otros Manvantaras, en esta o en otras Esferas; asimismo los Elementales inferiores, semiinteligentes y no inteligentes, son todos hombres futuros. El hecho tan sólo de que un Espíritu se halle dotado de inteligencia, es una prueba para el ocultista de que aquel Ser debe haber sido un hombre, y adquirido su saber e inteligencia al través del ciclo humano. Sólo existe una Omnisciencia e Inteligencia indivisible y absoluta en el Universo, y ésta vibra al través de cada uno de los átomos y de los puntos infinitesimales de todo el Kosmos, que carece de límites, y al que las gentes llaman Espacio, considerado independientemente de cualquiera de las cosas que en él se hallan contenidas. Pero la primera diferenciación de su reflexión en el Mundo manifestado es puramente Espiritual, y los Seres generados en la misma no se hallan dotados de una conciencia que tenga relación con aquella que nosotros concebimos.

No pueden poseer conciencia o inteligencia humanas antes que la hayan adquirido personal e individualmente. Puede ser esto un misterio; sin embargo, es un hecho para la Filosofía Esotérica, y muy aparente por cierto. Todo el orden de la Naturaleza demuestra una marcha progresiva hacia una

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vida superior. Existe designio en la acción de las fuerzas, al parecer más ciegas. La evolución completa con sus adaptaciones interminables, es una prueba de ello. Las leyes inmutables que hacen desaparecer a las especies débiles, para hacer lugar a las fuertes, y que aseguran la “supervivencia de los más aptos” aunque resulten tan crueles en su acción inmediata, obran todas en dirección de la gran meta final. El hecho mismo de que tienen lugar adaptaciones; de que los más aptos son los que sobreviven en la lucha por la existencia, demuestra que lo llamado “Naturaleza inconsciente” es, en realidad, un conjunto de fuerzas manipuladas por seres semiinteligentes (Elementales), guiados por Elevados Espíritus Planetarios (Dhyân Chohans), cuya agregación colectiva forma el Verbo manifestado del Logos Inmanifestado y constituye a la vez la Mente del Universo y su Ley inmutable.

La Naturaleza, tomada en su sentido abstracto, no puede ser “inconsciente”; pues es la emanación de la Conciencia Absoluta, y por tanto, un aspecto suyo en el plano de la manifestación. ¿Dónde está el atrevido que niegue a la vegetación y aun a los minerales una conciencia propia especial? Todo cuanto puede decir, es que esta conciencia se halla más allá de los límites de su comprensión. Tres distintas representaciones del Universo, en sus tres distintos aspectos, imprime en nuestro pensamiento la Filosofía Esotérica: la Preexistente, desenvuelta de la Siempre existente, y la Fenomenal –el mundo de la ilusión, la reflexión, la sombra de la anterior. Durante el gran misterio y drama de la vida, conocido con el nombre de Manvantara, el Kosmos real es como los objetos colocados tras de un lienzo blanco, sobre el cual proyectan sombras. Las figuras y cosas verdaderas permanecen invisibles, mientras los hilos de la evolución son manejados por manos también invisibles. Los hombres y las cosas son, así, sólo las reflexiones en el campo blanco de las realidades que se hallan tras las asechanzas de Mahâmâyâ o la Gran Ilusión. Esto era enseñado en toda filosofía y en toda religión, tanto antes como después del Diluvio, en la India y en la Caldea; tanto por los Sabios chinos como por los griegos. En los dos primeros países eran alegorizados estos tres Universos, en las enseñanzas exotéricas, por las tres Trinidades, emanando del Germen eterno central, y constituyendo con él una Unidad Suprema: la Tríada inicial, la manifestada y la creadora, o los Tres en Uno. La última es tan sólo el símbolo, en su expresión concreta, de las dos primeras ideales. De aquí que la Filosofía Esotérica pase por encima de lo obligado de esta concepción puramente metafísica, y que llame sólo a la primera la Siempre Existente. Esta es la opinión de cada una de las seis grandes escuelas de la filosofía inda; los seis principios de aquel cuerpo unido de la Sabiduría, del cual la Gnosis, el Saber oculto, es el séptimo.

Quien estas líneas escribe, espera que, por muy superficialmente que se hayan comentado las Siete Estancias, se ha dicho ya lo suficiente en esta parte cosmogónica de la obra para demostrar que las enseñanzas arcaicas son, en su propia esfera, más científicas (en el moderno sentido de la palabra) que cualquier otra de las antiguas Escrituras, consideradas y juzgadas por sus aspectos exotéricos. Sin embargo puesto que, como se ha declarado antes, la obra presente reserva mucho más que expone, se invita al estudiante a que emplee su propia intuición. Nuestro principal deseo es dilucidar lo que ya ha sido dado, y muy incorrectamente en ocasiones, lo cual deploramos; suplir con materias adicionales cuando y como sea posible, los conocimientos sugeridos antes, y proteger nuestras doctrinas de los ataques demasiado violentos del sectarismo moderno, y más especialmente del Materialismo de los últimos tiempos, con mucha frecuencia llamado erróneamente Ciencia, mientras que, en realidad, tan sólo las palabras “sabios” y “semisabios” deberían asumir la responsabilidad de las muchas teorías ilógicas ofrecidas al mundo. En su gran ignorancia, el público, al paso que acepta ciegamente cada una de las cosas emanadas de “autoridades” y considera como un deber mirar cada dictum procedente de un hombre de ciencia como un hecho probado; al público, decimos, se le enseña a burlarse de todo cuanto se presenta como procedente de orígenes “paganos”. Por lo tanto, como a los sabios materialistas sólo puede combatírseles con sus propias armas (las de la controversia y el argumento), se incluye un Addendum a cada volumen, contrastando las respectivas opiniones, y demostrando cómo, hasta las grandes autoridades, pueden errar con frecuencia. Creemos que esto puede ser eficaz, haciendo ver los puntos débiles de nuestros contrarios, y probando que sus sofismas harto frecuentes, que se hacen pasar como dicta científica, son inexactos. Nosotros nos atenemos a Hermes y a su “Sabiduría”, en su carácter universal; ellos, a Aristóteles, en contra de la intuición y de la experiencia de los tiempos, imaginando que la verdad es propiedad exclusiva del mundo occidental. De aquí la desavenencia. Como dice Hermes: “El conocimiento difiere mucho del sentido; porque el sentido es de

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cosas que le sobrepujan; pero el conocimiento es el fin del sentido”, esto es, de la ilusión de nuestro cerebro físico y de su inteligencia; marcando así fuertemente el contraste entre el saber laboriosamente adquirido de los sentidos y de la mente (Manas), y la omnisciencia intuitiva del Alma Espiritual y Divina (Buddhi).

Cualquiera que sea el destino que el porvenir remoto reserve a estos escritos, esperamos haber probado los hechos siguientes: 11ºº la Doctrina Secreta no enseña Ateísmo alguno, excepto en el sentido que encierra la palabra sánscrita Nâstika, no admisión de los ídolos, incluyendo a todo Dios antropomórfico. En este sentido, todos los ocultistas son Nâstikas. 22ºº Admite un Logos o un “Creador” Colectivo del Universo; un Demiurgo en el sentido que se implica al hablar de un “Arquitecto” como “Creador” de un edificio, aunque el Arquitecto no ha tocado jamás una piedra del mismo, sino que habiendo proporcionado el plano, deja todo el trabajo manual a los obreros; en nuestro caso, el plano fue proporcionado por la Ideación del Universo, y el trabajo de construcción quedó a cargo de las Huestes de Fuerzas y de Poderes inteligentes. Pero aquel Demiurgo no es una deidad personal, esto es, un Dios extracósmico imperfecto, sino sólo la colectividad de los Dhyân Chohans y de las demás Fuerzas. 33ºº Los Dhyân Chohans son dobles en sus caracteres estando compuestos de (a) la Energía bruta irracional, inherente en la Materia, y (b) el Alma inteligente, o Conciencia cósmica, que guía y dirige a aquella energía, y es el Pensamiento Dhyân Chohánico, reflejando la Ideación de la Mente Universal. El resultado es una serie perpetua de manifestaciones físicas y de efectos morales en la Tierra, durante los períodos manvantáricos, estando todo subordinado a Karma. Como este proceso no es siempre perfecto; y puesto que por muchas que sean las pruebas que exhiba de una Inteligencia directora tras del velo, no por eso dejan de presentarse brechas y grietas, y aun con mucha frecuencia fracasos evidentes, por tanto, ni la Hueste colectiva (el Demiurgo), ni individualmente ninguno de los Poderes que actúan, son temas a propósito para el culto u honores divinos. Todos tienen derecho, sin embargo, a la reverencia agradecida de la Humanidad; y el hombre debe esforzarse siempre en favorecer la evolución divina de las Ideas, convirtiéndose, en todo lo que pueda, en cooperador de la Naturaleza, en su trabajo cíclico. Sólo el siempre ignorado e incognoscible Kârana, la Causa sin Causa de todas las causas, es quien debe poseer su tabernáculo y su altar en el recinto santo y jamás hollado de nuestro corazón; invisible, intangible, no mencionado, salvo por “la voz tranquila y queda” de nuestra conciencia espiritual. Quienes le rinden culto, deben hacerlo en el silencio y en la soledad santificada de sus Almas; haciendo a su Espíritu único mediador entre ellos y el Espíritu Universal, siendo sus buenas acciones los únicos sacerdotes, y sus intenciones pecaminosas las únicas víctimas visibles y objetivas sacrificadas a la Presencia.

“Y cuando ores, no seas como los hipócritas… sino entra en tu cámara interna, y cerrada la Puerta, ora a tu Padre en secreto” [Mateo, VI, 5-6]. Nuestro Padre se halla dentro de nosotros “en secreto”, nuestro Séptimo Principio en la “cámara interna” de la percepción de nuestra alma. “El Reino de Dios” y de los Cielos se halla dentro de nosotros –dice Jesús, y no fuera. ¿Por qué permanecen los cristianos tan en absoluto ciegos al significado de suyo evidente de las palabras de sabiduría que se complacen en repetir mecánicamente? 44ºº La Materia es Eterna. Es el Upâdhi o Base Física, para qué en ella construya la Mente Universal e Infinita, sus ideaciones. Por lo tanto, sostienen los esoteristas que no existe en la Naturaleza ninguna materia “muerta” o inorgánica, siendo la distinción qué entre las dos ha establecido la Ciencia, tan infundada como arbitraria y desprovista de razón. Sea lo que quiera lo que la Ciencia piense –y la Ciencia exacta es mujer voluble, como todos sabemos por experiencia, el Ocultismo sabe y enseña lo contrario, como lo ha hecho desde tiempo inmemorial, desde Manu y Hermes hasta Paracelso y sus sucesores.

Así Hermes, el Tres veces Grande, dice:

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¡Oh hijo mío! la materia llega a ser; primeramente era; porque la materia es el vehículo para la transformación. El venir a ser es el modo de actividad del Dios increado o previsor. Habiendo sido dotada la materia [objetiva] con los gérmenes de la transformación, es conducida al nacimiento; pues la fuerza creadora la moldea de acuerdo con las formas ideales. La Materia, todavía no engendrada, no tenía forma; ella llega a ser cuando es puesta en acción.

The Virgin of the World, pág. 134-5.

A esto, la difunta Anna Kingsford, la hábil traductora y compiladora de los Fragmentos Herméticos, dijo en una nota:

El Dr. Menard hace observar cómo en griego la misma palabra significa nacer y venir a ser. La idea es aquí, que el material del mundo es en su esencia eterno, pero que antes de la creación o del “venir a ser” se halla en una condición pasiva o inmóvil. Así es que “era” antes de ser puesto en operación; ahora “llega a ser” esto es, es móvil y progresivo.

Y añade ella la siguiente doctrina, puramente vedantina, de la filosofía hermética:

La Creación es, por lo tanto, el período de actividad [Manvantara] de Dios, quien según el pensamiento hermético [o lo que según el vendantino] posee dos modos: Actividad o Existencia, Dios desenvuelto [Deus explicitus); y Pasividad del Ser [Pralaya], Dios envuelto [Deus explicitus). Ambos modos son perfectos y completos, como lo son los estados de vela y de sueño en el hombre. Fichte, el filósofo alemán, distinguía el Ser (Sein) como Uno, que conocemos sólo por medio de la existencia [Dasein], como el Múltiple. Esta opinión es enteramente hermética. Las “Formas Ideales”… son las ideas arquetípicas o formativas de los neoplatónicos; los conceptos eternos y subjetivos de las cosas subsistentes en la Mente Divina antes de la “creación” o llegar a ser.

0, como en la filosofía de Paracelso:

Todas las cosas son el producto de un esfuerzo universal creador… Nada existe muerto en la Naturaleza. Todas las cosas son orgánicas y vivas y por lo tanto el mundo entero parece ser un organismo viviente

[Paracelsus, Franz Hartmann, M. D. pág. 44.] 55ºº El Universo ha sido desarrollado de su plan ideal, sostenido al través de la Eternidad en la Inconsciencia de lo que los vedantinos llaman Parabrahman. Esto es prácticamente idéntico a las conclusiones de la filosofía occidental más elevada, “las Ideas innatas, eternas y existentes por sí mismas” de Platón, reflejada ahora por Von Hartmann. Lo “Incognoscible”, de Herbert Spencer, sólo tiene un parecido muy débil con aquella Realidad trascendente en que creen los ocultistas, apareciendo con frecuencia tan sólo como la personificación de una “fuerza tras de los fenómenos” (una Energía infinita y eterna, de la cual todas las cosas han procedido); al paso que el autor de la Filosofía de lo Inconsciente se ha aproximado tanto (en este sentido únicamente) a la solución del gran Misterio, como puede hacerlo un mortal. Pocos han sido, ya sea en la filosofía antigua o en la de la Edad Media, los que se han atrevido a tratar de la cuestión o sugerirla siquiera. Paracelso la menciona incidentalmente, y sus ideas se hallan de modo admirable sintetizadas por el Dr. F. Hartmann, M.S.T., en su “Paracelsus”, que acabamos de citar.

Todos los kabalistas cristianos han comprendido bien la idea oriental fundamental. El Poder activo, el “Movimiento Perpetuo del gran Aliento” despierta el Cosmos a la aurora de cada nuevo Período, poniéndolo en movimiento por medio de las dos Fuerzas contrarías, la centrípeta y la centrífuga, que son lo masculino y lo femenino, positivo y negativo, físico y espiritual, constituyendo las dos la Fuerza Primordial una, y siendo de este modo causa de que se objetive en el plano de la Ilusión. En otras palabras, este movimiento doble transfiere el Cosmos desde el plano del Ideal eterno al de la manifestación finita, o desde lo Noumenal a lo Fenomenal. Todas las cosas que son, eran y

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serán, SON eternamente, hasta las mismas Formas innumerables, que son finitas y perecederas tan sólo en su aspecto objetivo, pero no en su forma ideal. Ellas han existido como Ideas en la Eternidad, y cuando desaparezcan, existirán como reflexiones. El Ocultismo enseña que no puede darse a nada ninguna forma, sea por la Naturaleza o por el hombre, cuyo tipo ideal no exista ya en el plano subjetivo. Más aún: que ninguna forma o figura es posible que entre en la conciencia del hombre, o se desenvuelva en su imaginación, que no exista en prototipo, al menos como una aproximación. Ni la forma del hombre, ni la de ningún animal, planta o piedra, ha sido jamás “creada”; y tan sólo en este nuestro plano es donde ha comenzado a “venir a ser”, esto es, a objetivarse en su estado material presente o expansionarse de dentro hacia afuera: desde la esencia más sublimada y suprasensible, hasta su aspecto el más denso. Por lo tanto, nuestras formas humanas han existido en la Eternidad como prototipos astrales o etéreos: con arreglo a cuyos modelos, los Seres Espirituales o Dioses, cuyo deber era traerlas a la existencia objetiva y vida terrestre, desarrollaron las formas protoplásmicas de los Egos futuros, de su propia esencia. Después de lo cual, cuando este Upâdhi o molde fundamental humano estuvo dispuesto, las Fuerzas terrestres naturales comenzaron a actuar sobre aquellos moldes suprasensibles, que contenían, además de sus elementos propios, los de todas las formas pasadas vegetales y futuras animales de este Globo.

Por lo tanto, la envoltura exterior del hombre ha pasado por cada uno de los cuerpos vegetales y animales, antes de asumir la forma humana. Como esto será plenamente descrito en los volúmenes III y IV, en los Comentarios, no es necesario hablar más aquí acerca de ello.

Según la filosofía hermético-kabalística de Paracelso, el Yliaster o protomateria primordial –el antecesor precisamente del Protilo recién nacido, introducido en la química por Mr. Crookes— es el que de sí mismo desenvolvió el Cosmos.

Cuando la creación [evolución] tuvo lugar, el Yliaster se dividió; se fundió y se disolvió, por decirlo así, desarrollando [de dentro] de sí mismo el Ideos o Caos (Misterium Magnum, Iliados, Limbus Mayor o Materia Primordial). Esta Esencia Primordial es de una naturaleza monística y se manifiesta no sólo como actividad vital o fuerza espiritual, poder oculto incomprensible e indescriptible, sino también como materia vital de que se compone la substancia de los seres vivientes. En este Limbus o Ideos de materia primordial…, única matriz de todas las cosas creadas, hállase contenida la substancia de todas las cosas. Los antiguos la describen como el Caos… del cual surgió a la existencia el Macrocosmo, y después cada ser separadamente, por división y evolución en Mysteria Specialia [Esta palabra es explicada por el Dr. Hartmann, según los textos originales de Paracelso que tenía ante él, como sigue: Según este gran Rosacruz, “Mysterium es todo aquello de lo cual pueda desenvolverse algo que está tan sólo germinalmente contenido en ello. Una semilla es el Mysterium de una planta, un huevo el de un pájaro, etc.”] Todas las cosas y todas las substancias elementales estaban contenidas en él, in potentia, pero no in actu [Ob. cit., págs. 41-42].

Esto hace observar con justicia el traductor, Dr. F. Hartmann, que “parece como si Paracelso se

hubiese anticipado al moderno descubrimiento de la “potencia de la materia” hace trescientos años”. Este Magnus Limbus o Yliaster de Paracelso es, pues, sencillamente, nuestro antiguo amigo “Padre-Madre”, dentro, antes de que apareciese en el Espacio. Es la Matriz Universal del Cosmos, personificada en el carácter doble del Macrocosmo y Microcosmo, o el Universo y nuestro Globo [Tan sólo los kabalistas de la Edad Media, siguiendo a los judíos y a uno o dos neoplatónicos han sido los que han aplicado la palabra Microcosmo al hombre. La antigua filosofía llamaba a la Tierra el Microcosmo del Macrocosmo, y al hombre el producto de los dos.], por Aditi-Prakriti, la Naturaleza espiritual y física. Pues vemos explicado en Paracelso que:

El magnus Limbus es el semillero del cual todas las criaturas se han desarrollado, del mismo modo que de una semilla diminuta se desarrolla un árbol; con la diferencia, sin embargo, de que el gran Limbus tiene su origen en la Palabra de Dios, al paso que el Limbus menor (la semilla o esperma terrestre) lo tiene en la tierra. El gran Limbus es el germen del cual todos los seres han procedido, y el pequeño Limbus es cada uno de los seres últimos en reproducir su forma, y que ha sido a su vez producido por el grande. El pequeño posee todas las cualidades del grande, en el mismo sentido que un hijo tiene una organización similar a la de su padre…

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Cuando… Yliaster se disolvió, Ares, el poder divisor, diferenciador e individualizador [Fohat, otro antiguo amigo]… comenzó a obrar. Toda producción tuvo lugar a consecuencia de la separación. Del Ideos fueron producidos los elementos del Fuego, Agua, Aire y Tierra, cuyo nacimiento, sin embargo, no tuvo lugar de un modo material o por simple separación, sino espiritual y dinámicamente (ni siquiera por combinaciones complejas, esto es, mezcla mecánica como opuesta a combinación química], así como puede brotar el fuego de un pedernal, o un árbol de una semilla, aunque no existan originalmente ni fuego en el guijarro, ni árbol en la semilla. “El Espíritu es viviente, y la “Vida es Espíritu”; y Vida y Espíritu [Prakriti-Purusha (?)] producen todas las cosas, pero son esencialmente uno y no dos…”. Los elementos también tienen cada uno su propio Yliaster, porque toda la actividad de la materia en cada forma, es tan sólo un efluvio de la misma fuente. Pero así como de la semilla se desarrollan las raíces con sus fibras, después el tronco con sus ramas y su hojas, y por fin las flores y semillas; del mismo modo nacieron todos los seres de los Elementos, y se componen de substancias elementales, de la que otras formas pueden venir a la existencia, presentando los caracteres de sus padres [“Esta doctrina presentada hace trescientos años” —observa el traductor, es idéntica a la que ha puesto en revolución al pensamiento moderno, después de haber sido transformada y elaborada por Darwin. Más elaborada aún lo está por Kapila en la filosofía Sânkhya”]. Los elementos, como madres de todas las criaturas, son de una naturaleza invisible, espiritual, y tienen alma [El ocultista oriental dice que son guiados y animados por Seres Espirituales, los Obreros en los mundos invisibles, y tras del velo de la Naturaleza Oculta, o Naturaleza in abscondito.] Brotan todos del Mysterium Magnum.

Compárese esto con el Vishnu Purâna:

De Pradhâna [la Substancia Primordial], presidida por Kshetrajna [“el espíritu encarnado” (?)], procede el desarrollo desigual [Evolución] de aquellas cualidades… Del gran Principio (Mahat) Inteligencia [Universal, o Mente]… procede el origen de los elementos sutiles y de los órganos del sentido…

[Wilson, I, 11 (vol. I, pág. 35).]

Puede demostrarse de este modo que todas las verdades capitales de la Naturaleza eran universales en la antigüedad; y que las ideas fundamentales referentes al Espíritu, a la Materia y al Universo, o acerca de Dios, de la Substancia y del Hombre, eran idénticas. Estudiando las dos filosofías religiosas más antiguas del mundo, el hinduismo y el hermetismo, en las escrituras de la India y de Egipto, se observa fácilmente la identidad de las dos.

Esto resulta claro para el que lea la última traducción y versión de los Fragmentos Herméticos” antes mencionados por nuestra amiga la Dra. Anna Kingsford, cuya pérdida deploramos. Desfigurados y torturados como han sido, durante su paso por manos sectarias griegas y cristianas, la traductora, con mucho ingenio e intuición, ha tomado los puntos débiles y ha procurado remediarlos por medio de explicación y de notas. Dice ella:

La creación del mundo visible por los “dioses activos” o Titanes, como agentes del Dios Supremo [Expresión frecuente te en dichos “Fragmentos” a la cual nos oponemos. La Mente Universal no es un Ser o “Dios”.], es una idea completamente hermética, que se puede reconocer es todos los sistemas religiosos, y en armonía con las modernas investigaciones científicas (?), las cuales nos presentan en todas partes al Poder Divino operando por medio de las fuerzas naturales.

Y citando de la traducción:

Aquel Ser Universal que es y contiene todo, pone en movimiento el alma y el Mundo, todo cuanto la Naturaleza comprende. En la múltiple unidad de la vida universal, las

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individualidades innumerables distinguidas por sus variaciones, están, sin embargo, unidas de tal manera, que el conjunto es uno, y que todo procede de la Unidad

[The Virgin of the World, pág. 47; “Asclepios”, parte primera.] Y de otra traducción, tomamos:

Dios no es una mente sino la causa de que la Mente exista; no un espíritu, sino la causa del Espíritu; no es luz sino la causa de la Luz [Divine Pymander, IX, pág. 64.]

Lo anterior demuestra claramente que el “Divino Pymander”, por muy desfigurado que haya

sido en algunos párrafos con “pulimentos” cristianos, fue, sin embargo, escrito por un filósofo, al paso que la mayor parte de los llamados “Fragmentos Herméticos” son producción de sectarios paganos, con tendencia hacia un Ser Supremo antropomórfico.

Sin embargo, ambos son el eco de la Filosofía Esotérica y de los Purânas indos. Compárense dos invocaciones, una al “Supremo Todo” hermético, la otra al “Supremo Todo”

de los arios posteriores. Dice un Fragmento Hermético citado por Suidas:

Yo te imploro, ¡oh Cielo!, obra santa del gran Dios; yo te imploro, Voz del Padre pronunciada en el principio, cuando el mundo fue formado; yo te imploro por la Palabra, Hijo único del Padre, que sostiene todas las cosas; sé favorable, sé favorable [The Virgin of the World, pág. 153.]

Esto viene después de lo que sigue:

Así, la Luz Ideal era antes que la Luz Ideal, y la luminosa Inteligencia de la Inteligencia era siempre, y su unidad no era más que el Espíritu envolviendo al Universo. Fuera de Quien [del cual], no hay ni Dios, ni Ángeles, ni ningunos otros esenciales, porque Él [Ello] es el Señor de todas las cosas, y el Poder y la Luz; y todo depende de Él [Ello], y está en Él [Ello].

Esto se contradice por el mismo Trismegisto, a quien se hace decir:

Hablar de Dios es imposible. Pues lo corpóreo no puede expresar lo incorpóreo… Lo que no posee cuerpo ni apariencia, ni forma, ni materia, no puede ser comprendido por los sentidos. Yo comprendo, Tatios; comprendo, que lo imposible de definir, eso es Dios [Ob. cit., págs. 139-140. Fragmento del ”Physical Eclogues” y “Florilegium” de Stobaeus.]

La contradicción entre ambos párrafos es evidente; y esto demuestra (a) que Hermes era un

seudónimo genérico, usado por una serie de generaciones de místicos de toda especie; y (b) que es necesario gran discernimiento antes de aceptar un Fragmento como enseñanza esotérica, tan sólo porque sea innegablemente antiguo. Comparemos lo anterior con la invocación parecida en las Escrituras indas –tan antiguas, indudablemente, si no mucho más que aquéllas–. Parâshara, el “Hermes” ario, instruye a Maitreya, el Asclepios indo, e invoca a Vishnu en su triple hipostasis:

Gloria al inmutable, al santo, al eterno y supremo Vishnu, de naturaleza universal, el poderoso sobre todo; a aquel que es Hiranyagarbha, Hari y Shankara [Brahmâ, Vishnu y Shiva], el creador, el conservador y el destructor del mundo; a Vâsudeva, el libertador (de sus adoradores); a aquel cuya esencia es a la vez simple y múltiple; que es a un tiempo sutil y corpóreo, continuo y discreto; a Vishnu, causa de la emancipación final; gloria a Vishnu, supremo, cansa de la creación de la existencia y del fin de ese mundo; que es la raíz del mundo y que está formado por el mundo [Vishnu Purâna, I, 11, Wilson, I, págs. 13-15.]

Ésta es una gran invocación, llena en el fondo de significación filosófica; pero, para las masas

profanas, sugiere tanto un Ser antropomórfico como la oración hermética. Debemos respetar el

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sentimiento que ha dictado a las dos; pero no podemos menos de encontrarlas en completo desacuerdo con su significación interna, y hasta con lo que se halla en el mismo tratado hermético, en, que se dice:

Trismegisto: La Realidad no existe sobre la tierra, hijo mío, y no puede existir allí… Nada es real sobre la tierra; tan sólo existen apariencias… El [Hombre] no es real, hijo mío, como hombre. Lo real consiste únicamente en sí mismo, y permanece lo que es… El hombre es transitorio; por lo tanto, no es real; él es tan sólo apariencia y apariencia es la ilusión suprema. Tatios: Entonces, ¿los mismos cuerpos celestes no son reales, padre mío, puesto que también varían? Trismegisto: Lo sujeto a nacimiento y al cambio no es real…; existe en ellos cierta falsedad, porque también ellos son variables… Tatios: ¿Y qué es, pues, la Realidad primordial, oh Padre mío? Trismegisto: Quien [Lo que] es único y solo, ¡oh Tatios! Quien [Lo que] no está constituido por la materia, ni está en cuerpo alguno. Quien [Lo que] no tiene ni color ni forma, ni cambia, ni es transmitido, pero que siempre Es [Ob. cit., págs. 135-138.]

Esto está por completo conforme con las enseñanzas vedantinas. El pensamiento principal es

oculto; y muchos son los párrafos en los Fragmentos Herméticos que pertenecen a la Doctrina Secreta. Esta última enseña que todo el Universo está regido por Fuerzas y Poderes inteligentes y

semiinteligentes, como se ha sentado desde el principio. La Teología cristiana admite y aun impone la creencia en ellos, pero establece entre los mismos una división arbitraria, llamándolos “Ángeles” y “Demonios”. La Ciencia niega la existencia de ambos, y ridiculiza hasta la idea. Los espiritistas creen en los “Espíritus de los Muerto”, y fuera de éstos, niegan la existencia de ninguna otra especie o clase de seres invisibles. Los ocultistas y kabalistas son, por lo tanto, los únicos expositores racionales de las antiguas tradiciones, que han culminado ahora en fe dogmática por una parte, y en negaciones dogmáticas, por la otra. Pues ambas, creencia e incredulidad, comprenden tan sólo un pequeñísima parte de los horizontes infinitos de las manifestaciones espirituales y físicas; y por tanto ambas tienen razón desde sus puntos de vista respectivos, y ambas se hallan en el error al creer que pueden circunscribir la totalidad dentro de sus propios estrechos límites especiales, pues jamás podrán hacerlo. En este punto la Ciencia, la Teología y aun el Espiritismo muestran bien poca más sabiduría que el avestruz, cuando oculta la cabeza en la arena a sus pies, creyendo que nada puede existir más allá de su propio punto de observación y del área limitada que ocupa su estúpida cabeza.

Como las únicas obras que en la actualidad existen acerca del asunto en cuestión, al alcance del profano perteneciente a las razas “civilizadas” de Occidente, son los libros o más bien Fragmentos Herméticos anteriormente mencionados, podemos, en el caso presente, contrastarlos con las enseñanzas de la Filosofía Esotérica. Hacer otras citas con este objeto sería inútil, desde el momento que el público nada sabe acerca de las obras caldeas traducidas al árabe que se hallan en posesión de algunos Iniciados sufís. Por lo tanto, hay que recurrir, para la comparación, a las “Definiciones de Asclepios”, tal como han sido últimamente compiladas y glosadas por Mrs. Anna Kingsford, M.S.T., algunas de cuyas sentencias coinciden de una manera notable con la Doctrina Esotérica oriental. Aunque no son pocos los párrafos que presentan la impresión marcada de una mano cristiana posterior, sin embargo en conjunto, las cualidades características de los Genios y de los Dioses son las de las enseñanzas orientales, aunque en lo referente a otras cosas existen párrafos que difieren ampliamente de nuestras doctrinas.

En cuanto a los Genios, los filósofos herméticos llamaban Theoi (Dioses), Genios y Daimones a aquellas entidades que nosotros llamamos Devas (Dioses), Dhyân Chohans, Chitkala (el Kwan-Yín de los buddhistas) y otros varios nombres. Los Daimones son (en el sentido socrático y aun en el sentido teológico, oriental y latino) los espíritus guardianes de la raza humana; “los que residen en la vecindad de los inmortales, velando desde allí sobre los asuntos humanos” –como dice Hermes. Esotéricamente son llamados Chitkala, algunos de los cuales son los que han proporcionado al hombre sus Principios cuarto y quinto de su propia esencia, y otros son los llamados Pitris. Esto será explicado cuando lleguemos a la producción del hombre completo. La raíz del nombre es Chit, “aquello por lo cual las consecuencias de las acciones y las especies de conocimiento son elegidas para el uso del alma

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o conciencia, la voz interna en el hombre. Entre los Yogis, Chit es sinónimo dé Mahat, la Inteligencia primera y divina; pero en la Filosofía Esotérica, Mahat es la raíz de Chit, su germen; y Chit es una cualidad de Manas en conjunción con Buddhi; una cualidad que atrae a sí, por afinidad espiritual, a un Chitkala, cuando se desarrolla suficientemente el hombre. Por esto se dice que Chit es una voz que adquiere vida mística y se convierte en Kwan-Yin.

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NNOOTTAASS PPRREELLIIMMIINNAARREESS ssoobbrree LLAASS EESSTTAANNCCIIAASS AARRCCAAIICCAASS YY LLOOSS CCUUAATTRROO CCOONNTTIINNEENNTTEESS PPRREEHHIISSTTÓÓRRIICCOOSS

Facies totius universi, quamvis infinitis modis variet,

manet tamen semper eadem.

SPINOZA

Las Estancias con sus Comentarios que se dan en este volumen están sacadas de los

mismos Anales Arcaicos que las Estancias sobre Cosmogonía del volumen I. En cuanto ha sido posible, se ha hecho una traducción literal; pero algunas de las Estancias son demasiado obscuras para que puedan comprenderse sir, explicación, y se exponen, por tanto, lo mismo que en el volumen I: primeramente por completo, tal cual son; y luego, tomando versículo por versículo con sus Comentarios, tratamos de aclararlas con palabras añadidas en notas al pie, anticipando la explicación más completa del Comentario.

Respecto a la evolución de la humanidad, la Doctrina Secreta postula tres proposiciones nuevas que se hallan en contradicción directa con la ciencia moderna, lo mismo que con los dogmas religiosos corrientes. Enseña ella: (a) la evolución simultánea de siete Grupos humanos en siete distintas partes de nuestro globo; (b) el nacimiento del cuerpo astral, antes que el físico, siendo el primero un modelo del último; y (c) que el hombre, en esta Ronda, precedió a todos los mamíferos –incluso los antropoides, en el reino animal [Véase el Génesis II, 19. En el versículo 7 se forma a Adán, y en el 19 se dice: “El Señor Dios formó de la tierra todos los animales del campo, y todas las aves del aire; y las presentó a Adam para ver cómo las quería llamar”. Así, pues, el hombre fue creado antes que los animales, pues los animales mencionados en el Cap. I son los signos del Zodíaco, mientras que el hombre “macho y hembra” no es el hombre, sino la Hueste de los Sephiroth, Fuerzas o Ángeles “hechos a su [de Dios] imagen y semejanza. El Adam, hombre, no es hecho a esta semejanza ni así se asegura en la Biblia. Por otra parte, el Segundo Adán es esotéricamente un septenario que representa siete nombres, o más bien grupos de hombres. Pues el primer Adam, el Kadmon, es la síntesis de los diez Sephiroth. De éstos, la Tríada superior permanece en el Mundo Arquetipo como la futura “Trinidad”, mientras que los siete Sephiroth inferiores crean el mundo material manifestado; y este septenario es el Segundo Adán. El Génesis y los misterios que le sirvieron de base vinieron de Egipto. El “Dios” del primer capítulo del Génesis es el Logos, y el “Señor Dios” del segundo capítulo los Elohim Creadores, los Poderes inferiores.]

No es sólo la Doctrina Secreta la que habla del Hombre primitivo nacido simultáneamente en las siete divisiones de nuestro Globo. En el Divino Pymander de Hermes Trismegisto, encontramos los mismos siete Hombres primitivos [Pymander dice así: “Éste es el misterio hasta hoy oculto. La Naturaleza, mezclada con el Hombre Celeste [los Elohim o Dhyânis], produjo una maravilla… siete Hombres, todos machos y hembras [Hermafroditas]… con arreglo a la naturaleza de los siete Gobernadores” (II, 29), o las siete Huestes de los Pitris o Elohim, que los proyectaron o crearon. Esto es muy claro, pero, sin embargo, véanse las interpretaciones hasta de nuestros modernos teólogos, hombres que se supone son inteligentes e instruidos. En el Theological and Philosophical Works of Hermes Trismegistus, Christian [?] Neoplatonist, obra compilada por John David Chambers, del Oriel College, en Oxford, el traductor se pregunta “a quién representarán estos siete Hombres”; y resuelve la dificultad llegando a la conclusión de que como “el hombre modelo original [el Adam Kadmon del Génesis I,] era masculino–femenino… los siete pueden significar los patriarcas sucesivos mencionados en el Génesis” (pág. 9). ¡Es una manera verdaderamente teológica de cortar el nudo gordiano!] desarrollándose de la Naturaleza y del Hombre Celeste, en el sentido colectivo de la palabra, a saber, de los Espíritus Creadores; y en los fragmentos de las tablas Caldeas, coleccionados por George Smith, en los que está inscrita la Leyenda Babilónica de la Creación, en la primera columna de la tabla Cutha, se mencionan siete Seres humanos “con caras de cuervos”, esto es, de tez negra, a quienes “crearon los [siete] Grandes Dioses”. O, según está explicado en las líneas 16, 17 y 18:

En medio de la tierra crecieron y se hicieron grandes, Y aumentaron en número, Siete reyes, hermanos de la misma familia.

Chaldean Account of Genesis, de George Smith, pág. 103.

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Éstos son los siete Reyes de Edom a quienes se hace referencia en la Kabalah: la Primera Raza, que era imperfecta, esto es, nació antes de que existiese la “balanza” (sexos), y que, por lo tanto, fue destruida [Véase Zohar. Siphra Dzenioutha, Idra Suta, 2928, Franck, La Kabbale, pág. 205].

Aparecieron siete Reyes hermanos y tuvieron hijos; el número de sus gentes era 6.000. El Dios Nergas [la muerte] los destruyó. “¿Cómo los destruyó?” Poniendo en equilibrio [balanza] a los que no existían todavía.

Siphra Dzenioutha

Fueron “destruidos”, como Raza, por transfusión en su propia progenie (por exudación); es decir, la Raza sin sexo reencarnó en la (potencialmente) bisexual; esta última en los andróginos, y éstos, a su vez, en la sexual, o sea período de la más reciente Tercera Raza. Si las tablas estuviesen menos mutiladas, se vería que contienen, palabra por palabra, la misma relación que se da en los Anales Arcaicos y en Hermes, al menos en lo que concierne a los hechos fundamentales, ya que no en lo que respecta a los detalles minuciosos; pues Hermes ha sido bastante desfigurado por malas traducciones.

Es segurísimo que lo aparentemente sobrenatural de estas enseñanzas, aunque alegórico, es tan diametralmente opuesto a la letra muerta de las declaraciones de la Biblia [Asegurándose ahora que las tablas caldeas en que se halla la descripción alegórica de la Creación, de la Caída y del Diluvio, y hasta de la leyenda de la Torre de Babel, fueron escritas “antes del tiempo de Moisés” (Chaldean Account of Genesis, de Smith), ¿cómo puede ser llamado el Pentateuco, “revelación”? Es simplemente otra versión de la misma historia.], así como a las últimas hipótesis de la Ciencia, que despertará refutaciones apasionadas. Los ocultistas, sin embargo, saben que las tradiciones de la Filosofía Esotérica deben ser las verdaderas, sencillamente porque son las más lógicas, y reconcilian todas las dificultades. Por otra parte, tenemos los Libros de Thoth y el Libro de los Muertos egipcios, y los Purânas indos con su siete Manus, así como las narraciones caldeo–asirías, cuyos ladrillos mencionan siete Hombres primitivos o Adanes, pudiéndose averiguar, por medio de la Kabalah, el verdadero significado de este nombre. Los que saben algo de los Misterios de Samotracia recordarán también que el nombre genérico de los Kabiri era los “Santos Fuegos”, que crearon en siete localidades de la isla de Electria o Samotracia, al “Kabir nacido de la Santa Lemnos”, la isla consagrada a Vulcano.

Según Píndaro, este Kabir, cuyo nombre era Adamas [Véase Philosophumena, V, 7, edición de Miller, pág. 98], fue, en las tradiciones de Lemnos, el tipo del hombre primitivo nacido del seno de la Tierra. Era el arquetipo de los primeros machos en el orden de la generación, y uno de los siete autóctonos antecesores o progenitores de la Humanidad [Idem, pág. 108]. Si unimos a esto el hecho de que Samotracia fue colonizada por los fenicios, y antes de ellos por los misteriosos Pelasgos que vinieron de Oriente; si recordamos también la identidad de los Dioses del “Misterio” de los fenicios, caldeos e israelitas, será fácil descubrir de dónde vino la confusa relación del Diluvio de Noé. Últimamente se ha visto que es innegable que los judíos, que obtuvieron de Moisés (que las tenía de los egipcios) sus ideas primitivas acerca de la creación, compilaron su Génesis y sus primeras tradiciones cosmogónicas, cuando fueron recopiadas por Ezra y otros, tomándolas del relato accadio–caldeo. Por lo tanto basta examinar las inscripciones cuneiformes babilónicas, asirías y otras, para encontrar también en ellas, esparcidas aquí y allá, no sólo el significado original del nombre de Adam, Admi o Adamí, sino también la creación de siete Adanes o raíces de Hombres, nacidos físicamente de la Madre Tierra, y espiritual o astralmente del Fuego Divino de los Progenitores. No podía esperarse de los asiriólogos, ignorantes de las enseñanzas esotéricas, que prestasen mayor atención al misterioso y constantemente repetido número siete de los cilindros babilónicos, que la que le prestan al encontrarlos en el Génesis y en el resto de la Biblia. Sin embargo, los números de los espíritus antecesores, y sus siete grupos de progenie humana, se hallan en los cilindros a pesar del estado deteriorado de los fragmentos, y se les encuentra tan claramente como en el Pymander y en el Libro del Misterio Oculto de la Kabalah. En el último Adam Kadmon es el Árbol Sephirothal, como también es el “Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal”. Y este Árbol, dice el versículo 32, “tiene a su alrededor siete columnas” o palacios de los siete Ángeles creadores, operando en las Esferas de los siete Planetas sobre nuestro Globo. Así como Adam Kadmon es un nombre colectivo, también lo es el nombre de Adán hombre. George Smith dice en su Chaldean Account of Genesis:

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La palabra Adán, aplicada en esas leyendas al primer ser humano, no es evidentemente un nombre propio, sino que sólo se usa como un término que significa la Humanidad. Adam aparece como nombre propio en el Génesis, pero seguramente en algunos pasajes sólo se emplea en el mismo sentido que la palabra asiria. [Pág. 86].

Por otra parte, ni el Diluvio caldeo ni el bíblico, con sus fábulas de Xisuthros y de Noé, están

basados en el Diluvio universal, ni aun en los de los Atlantes, registrados en la alegoría inda del Manu Vaivasvata. Son aquéllos alegorías exotéricas basadas en los Misterios Esotéricos de Samotracia. Si los caldeos más antiguos conocían la verdad esotérica, oculta en las leyendas puránicas, las otras naciones sólo conocían el Misterio Samotracio, y lo alegorizaban. Lo adaptaron a sus nociones astronómicas y antropológicas, o más bien fálicas. Históricamente se sabe que Samotracia ha sido célebre en la antigüedad por un diluvio que sumergió el país y alcanzó la cima de las más altas montañas; suceso que tuvo lugar antes del tiempo de los argonautas. Se inundó rápidamente por las aguas del Euxino, que hasta entonces había sido considerado como un lago [Véase Plinio, IV, cap. 12; Strabon, 10; Herodoto, VII, cap. 109; Pausanias, VII, cap, 4, etc..] Pero, además, los israelitas tenían otra tradición en que basar su alegoría, la leyenda del Diluvio, que transformó el actual desierto de Gobi por última vez en un mar, hace 10.000 o 12.000 años, y que echó a las montañas vecinas a muchos Noés y sus familias. Como los relatos babilónicos sólo ahora han sido restaurados de cientos de miles de fragmentos mutilados (sólo en el terraplén de Kouyunjik se han descubierto, desde las excavaciones de Layard, más de 20.000 fragmentos de inscripciones), las pruebas que aquí se citan son relativamente escasas; sin embargo, tal como son, corroboran casi todas nuestras enseñanzas, y por lo menos tres, con toda seguridad. Éstas son:

1. Que la raza que fue la primera en caer en la generación, era una raza obscura (zalníat–qaqadi) que llamábanla Adamu o Raza Obscura; y que la Sarku, o Raza Clara, permaneció pura mucho tiempo después.

2. Que los babilonios reconocían dos Razas principales en el tiempo de la Caída, habiendo precedido a esas dos la Raza de los Dioses, los Dobles Etéreos de los Pitris. Tal es la opinión de Sir H. Rawlinson. Estas Razas son nuestra Segunda y Tercera Razas–Raíces.

3. Que estos siete Dioses, cada uno de los cuales creó un Hombre, o Grupo de hombres, eran “los Dioses aprisionados o encarnados”. Estos Dioses eran: el Dios Zi; el Dios Zi–ku (Vida Noble, Director de Pureza); el Dios Mir–ku (Corona Noble), “Salvador de la muerte de los Dioses [más adelante] aprisionados”, y Creador de “las razas obscuras que su mano hizo”; el Dios Libzu, “sabio entre los Dioses”; el Dios Nissi; el Dios Suhhab; y Hea o Sa, su síntesis, el Dios de la Sabiduría y del Océano, identificado con Oannes–Dagon, en el tiempo de la Caída, y llamado, colectivamente, el Demiurgo, o Creador [Chaldean Account of Genesis, pág. 82.]. Hay en los fragmentos babilónicos dos llamadas “Creaciones”, y como el Génesis se ha

adherido a esto, vemos que sus dos primeros capítulos se diferencian en Creación Elohítica y Jehovática. Su orden propio, sin embargo, no se conserva en estos relatos exotéricos ni en otro alguno. Ahora bien, estas “Creaciones”, según las Enseñanzas Ocultas, se refieren respectivamente a la formación de los siete Hombres primordiales por los Progenitores, los Pitris o Elohim, y a la de los Grupos humanos después de la Caída.

Todo esto se examinará más adelante a la luz de la Ciencia y de comparaciones sacadas de las escrituras de todas las naciones antiguas, incluso la Biblia. Mientras tanto, y antes de volver a la Antropogénesis de las razas prehistóricas, convendría ponerse de acuerdo respecto de los nombres de los Continentes en donde las cuatro grandes Razas, que precedieron a nuestra Raza Adámica, nacieron, vivieron y murieron.

Sus nombres arcaicos y esotéricos eran muchos, y variaban con el lenguaje de la nación que los mencionaba en sus anales y escrituras. Por ejemplo, lo que en el Vendîdâd se llama Airyana (Vaêjô [Véase Bundahish, 79, 12.], donde nació el Zoroastro original [Por original” queremos significar el Amshaspend, llamado “Zarathushtra, el señor y director del Vara hecho por Yima en aquella tierra”. Hubo varios Zarathushtras, o Zertusts; sólo el Dabistán enumera trece; pero todos éstos eran reencarnaciones del primero. El último Zoroastro fue el fundador del templo del Fuego de Azareksh, y el escritor de las obras de la religión Maga primitiva destruidas por Alejandro.]), es llamado en la literatura puránica Shveta Dvipa, Monte Meru, la Mansión de Vishnu,

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etc.; y en la Doctrina Secreta se llama simplemente la “Tierra de los Dioses” bajo sus jefes, los “Espíritus de este Planeta”.

Por lo tanto, en vista de la confusión posible y hasta muy probable que puede haber, consideramos más conveniente adoptar, para cada uno de los cuatro Continentes que constantemente se mencionan, un nombre más familiar para el ilustrado lector. Proponemos, pues, llamar al primer Continente, o más bien a la primera terra firma, donde fue evolucionada la Primera Raza por los Progenitores divinos: II.. LLaa IIssllaa SSaaggrraaddaa ee IImmppeerreecceeddeerraa..

La razón de este nombre es que, según se afirma, esta “Isla Sagrada e Imperecedera”, nunca ha participado de la suerte de los otros Continentes, por ser la única cuyo destino es durar desde el principio hasta el fin del Manvantara pasando por cada Ronda. Es la cuna del primer hombre y la morada del último mortal divino, escogido como un Shishta para la semilla futura de la Humanidad. Muy poco puede decirse de esta tierra misteriosa y sagrada, excepto, quizás, según una poética expresión de uno de los Comentarios, que la “Estrella Polar fija en ella su vigilante mirada, desde la aurora hasta la terminación del crepúsculo de un Día del Gran Aliento” [Llamado en la India “Día de Brahmâ”]. IIII.. LLaa HHiippeerrbbóórreeaa..

Éste será el nombre escogido para el segundo Continente, la tierra que extendía sus promontorios al Sur y al Este desde el Polo Norte, para recibir la Segunda Raza, y comprendía todo lo que se conoce como Asia del Norte. Tal fue el nombre dado por los griegos más antiguos a la lejana y misteriosa región adonde su tradición hacía viajar cada año a Apolo, el Hiperbóreo. Astronómicamente, Apolo es, por supuesto, el Sol, el cual, abandonando sus santuarios helénicos, gustaba visitar su lejano país, donde se decía que el Sol nunca se ponía durante la mitad del año.

dice un verso de la Odisea [X, 86.]. Pero históricamente, o mejor dicho quizás, etnológica y geológicamente, el significado difiere.

La tierra de los Hiperbóreos, el país que se extendía más allá de Bóreas, el Dios de corazón helado de nieves y huracanes, que gustaba de dormitar pesadamente en la cordillera de los Montes Rifeos, no era un país ideal como suponen los mitólogos, ni una tierra vecina de la Escitia y del Danubio [Véase Volcker, Mythological Geography, págs. 145 a 170.] Era un Continente real, una tierra bona fide que no conocía el invierno en aquellos días primitivos, y cuyos tristes restos no tienen aún ahora más que un día y una noche durante el año. Las sombras nocturnas nunca se extienden en ella, dicen los griegos; pues es la “Tierra de los Dioses”, la mansión favorita de Apolo, el Dios de la luz, y sus habitantes son sus sacerdotes y servidores queridos. Esto puede considerarse ahora como una ficción poética; pero entonces era una verdad poetizada. IIIIII.. LLeemmuurriiaa..

Proponemos llamar Lemuria al tercer Continente. Este nombre es una invención o una idea de Mr. P. L. Sclater, quien, entre 1850 y 1860, confirmó con fundamentos zoológicos la existencia real, en tiempos prehistóricos, de un Continente que demostró se extendía desde Madagascar a Ceilán y Sumatra. Incluía algunas partes de lo que ahora se llama África; pero, por lo demás, este gigantesco Continente, que se extendía desde el Océano Indico hasta la Australia, ha desaparecido ahora por completo bajo las aguas del Pacífico, dejando aquí y allá solamente algunas de las cumbres de sus montes más elevados, que en la actualidad son islas. Según escribe Mr. Charles Gould, Mr. A. R. Wallace, el naturalista:

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Extiende la Australia de los períodos terciarios a Nueva Guinea y a las Islas de Salomón, y quizás a Fidji, y de sus tipos marsupiales infiere una conexión con el Continente del Norte durante el período Secundario [Mythical Monsters, pág. 47.]

Este asunto se trata muy extenso en otra parte [Hay que tener, sin embargo, en cuenta, que Mr. Wallace

no acepta la idea de Mr. Sclater, y hasta se opone a ella. Mr. Sclater supone una tierra o continente que en un tiempo unía el Africa, Madagascar y la India, pero no la Australia y la India; Mr. A. R. Wallace demuestra en su Geographical Distribution of Animals and Island Life que la hipótesis de semejante tierra es por completo innecesaria, bajo los supuestos fundamentos zoológicos. Pero admite que una proximidad mucho mayor entre la India y la Australia debió ciertamente de existir, y en una época tan remota, que era “seguramente preterciaria”, añadiendo en una carta privada que “no se había dado nombre alguno a esta supuesta tierra”. Sin embargo, la tierra existió realmente, y, por supuesto, era “preterciaria”, pues la Lemuria, si aceptamos este nombre para el tercer Continente, pereció antes que la Atlántida se desarrollase por completo, y la Atlántida se hundió, desapareciendo sus partes principales antes de la terminación del período mioceno.]. IIVV.. AAttlláánnttiiddaa..

Así llamamos al cuarto Continente. Sería la primera tierra histórica si se prestase más atención de lo que se ha hecho hasta ahora a las tradiciones de los antiguos. La famosa isla llamada así por Platón era sólo un fragmento de aquel gran Continente [Véase Esoteric Buddhism (págs. 66–7, 8ª, edición inglesa, reimpresa en 1918)] VV.. EEuurrooppaa..

El quinto Continente era América; pero, como está situado en sus antípodas, los ocultistas Indo–Arios mencionan generalmente a Europa y al Asia Menor, casi contemporáneos de aquél, como el quinto. Si su enseñanza siguiese la aparición de los Continentes en su orden geológico y geográfico, entonces esta clasificación tendría que alterarse. Pero como el orden sucesivo de los Continentes se hace que siga al orden de la evolución de las Razas, desde la Primera a la Quinta, nuestra Raza–Raíz Aria, Europa tiene que llamarse el quinto gran Continente. La Doctrina Secreta, no toma en cuenta Islas y penínsulas, ni sigue tampoco la distribución geográfica moderna de la tierra y el mar. Desde el tiempo de sus primitivas enseñanzas y de la destrucción de la gran Atlántida, la faz de la Tierra ha cambiado más de una vez. Hubo un tiempo en que el delta de Egipto y el África del Norte pertenecían a Europa, antes de la formación del Estrecho de Gibraltar, y de que un ulterior levantamiento del Continente cambiase por completo la faz del mapa de Europa. El último cambio notable se verificó hace unos 12.000 años [Una “coincidencia” más: “Ahora está probado que en tiempos geológicos recientes, esta región del Norte de África era efectivamente una península de España, y que su unión con África (propiamente dicha) se efectuó en el Norte por la ruptura de Gibraltar, y al Sur por el levantamiento a que debe su existencia el Sahara. Las costas de éste, anterior mar de Sahara, están aún señaladas por las conchas de las mismas Gastrópodas que viven en las costas del Mediterráneo”. (Prof. Oscar Schmidt. Doctrine of Descendent and Darwinism, pág. 244).] y fue seguido por la sumersión de la pequeña isla Atlante de Platón, que él llamó Atlántida como su continente padre. La Geografía era, en la antigüedad, una parte de los Misterios.

El Zohar dice:

Estos secretos [de la tierra y del mar] fueron comunicados a los hombres de la ciencia secreta, pero no a los geógrafos [III, fol. 10a.].

La afirmación de que el hombre físico era originariamente un gigante colosal pre–terciario, y

de que existió hace 18.000.000 de años, tiene, por supuesto, que parecer absurda a los admiradores y creyentes de la ciencia moderna. Todo el posse comitatus de los biólogos se apartará de la idea de este Titán de la Tercera Raza de la Edad Secundaria, un ser apto para luchar con éxito con los entonces gigantescos monstruos del aire, del mar y de la tierra; así como sus antepasados, los prototipos etéreos del Atlante, poco temor podían tener a lo que no podía hacerles daño. El antropólogo moderno puede reírse cuanto quiera de nuestros Titanes como se ríe del Adán bíblico, y como el teólogo se ríe del antecesor pitecoide de aquél. Los ocultistas y sus severos críticos pueden estar seguros de que en esta fecha ya no se quedan nada a deber unos a otros. Las Ciencias Ocultas pretenden menos y dan más en todo caso, que la Antropología Darwiniana o la Teología Bíblica.

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Tampoco debe la Cronología Esotérica asustar a nadie, pues, respecto a cifras, las mayores autoridades del día son tan volubles e inciertas como las olas del Mediterráneo. Sólo respecto de la duración de los períodos geológicos, los sabios de la Sociedad Real divagan sin esperanza, y saltan desde un millón a quinientos millones de años con la mayor facilidad, como se verá más de una vez en el curso de este cotejo. Tomemos un ejemplo para nuestro presente objeto, los cálculos del Dr. James Croll, F.R.S. Ya sea que, según esta autoridad, 2.500.000 años representan el tiempo desde el principio de la Edad Terciaria o período Eoceno, como le hace decir un geólogo americano [A. Winchell, Profesor de Geología, World–Life, pág. 399] o bien que el Dr. Croll “conceda quince millones desde el principio del período Eoceno”, como lo cita un geólogo inglés [Mr. Charles Gould, difunto superintendente geológico de Tasmania en Mythical Monsters, pág, 84.], ambas cantidades se hallan dentro de las afirmaciones de la Doctrina Secreta [Sir Charles Lyell, a quien se atribuye el “invento feliz” de los términos Eoceno, Mioceno y Plioceno, para marcar las tres divisiones de la Edad Terciaria, debió, en verdad, haber determinado alguna duración aproximada para los “hijos de su mente”. Habiendo dejado, sin embargo, la duración de estos períodos a las especulaciones de los especialistas, el resultado de esta feliz idea ha sido la mayor confusión y perplejidad. Es una empresa desesperada el llegar a citar una sola serie de cifras de una obra sin correr el riesgo de verla desmentida por el mismo autor en algún libro anterior o posterior. Sir William Thomson, una de las autoridades modernas más eminentes, ha cambiado de opinión media docena de veces respecto de la edad del Sol y de la fecha de la consolidación de la corteza terrestre. En Natural Philosophy, de Thomson y Tait, encontramos que sólo se conceden diez millones de años desde el tiempo en que la temperatura de la Tierra permitió apareciese en ella la vida vegetal. (App. D y siguiente; también Trans. Roy. Soc. Edin., XXIII. Pt. I, 157, 1862 donde 847 es cancelado). Mr. Darwin da el cálculo de Sir William Thomson como “un mínimum de 98 y un máximum de 200 millones de años desde la consolidación de la corteza”. (Véase Ch. Gould, obra cit., pág. 83). En la misma obra (Nat. Phil). se conceden 80 millones de años desde el tiempo de la incrustación incipiente, al estado presente del mundo. Y en su última conferencia, Sir William Thomson, como en otra parte se muestra, declara (1887) ¡que la edad del Sol no pasa de 15 millones de años! Por otra parte, el Dr. Croll, basando sus argumentos respecto de la edad del calor solar, en cifras previamente establecidas por Sir William Thomson, concede 60 millones de años desde el principio del período Cambriano. Esto es consolador para los amantes del conocimiento exacto. Así, cualesquiera que sean las cantidades que exponga la Ciencia Oculta, es seguro que son corroboradas por las de algunos de los hombres de ciencia modernos considerados como autoridades].

Pues asignando, como hace esta última, de cuatro a cinco millones de años entre la evolución incipiente y la final de la Cuarta Raza–Raíz en los Continentes Lemuro–Atlánticos –1.000.000 de años para la Quinta o Raza Aria hasta la fecha, y unos 850.000 desde la sumersión de la última extensa península de la gran Atlántida–, todo esto puede haber tenido lugar fácilmente dentro de los 15.000.000 de años concedidos por el Dr. Croll a la Edad Terciaría. Pero, cronológicamente hablando, la duración del período es de importancia secundaria, puesto que después de todo tenemos ciertos hombres de ciencia americanos en qué apoyarnos. Estos señores, sin sentirse en lo más mínimo afectados porque llamen a sus asertos no sólo dudosos, sino absurdos, siguen sosteniendo que el hombre ha existido desde una edad tan remota como la Secundaria. Han encontrado huellas humanas en rocas de aquella formación; y, además, M. de Quatrefages no ve ninguna razón científica válida de por qué el hombre no haya podido existir durante la Edad Secundaria.

Las Edades y períodos en la Geología son en estricta verdad términos puramente convencionales, puesto que están aún apenas delineados, y además no hay dos geólogos o naturalistas que estén de acuerdo acerca de las cifras. Así, pues, la sabia fraternidad presenta a los ocultistas ancho margen en que escoger. ¿Tomaremos como uno de nuestros sostenes a Mr. T. Mellard Read? Este señor, en un escrito sobre “La piedra caliza como Indicador del Tiempo Geológico”, que leyó en 1878 ante la Sociedad Real, pretende que el mínimum requerido para la formación de las capas sedimentarías y la eliminación de la materia calcárea es, en números redondos, 600 millones de años [Véase Proceedings, Royal Society, London, XXVIII, 281.] ¿O deberemos pedir ayuda para nuestra cronología a las obras de Mr. Darwin, en donde, según su teoría, asigna a las transformaciones orgánicas de 300 a 500 millones de años? Sir Charles Lyell y el profesor Houghton se contentaban con colocar el principio de la Edad Cambriana a 200 y 240 millones de años, respectivamente, de nuestra época. Los geólogos y zoólogos sostienen el máximum del tiempo, al par que Mr. HuxIey colocó una vez el principio de la incrustación de la Tierra hace 1.000.000.000 de años, sin querer descontar ni un solo millar.

Pero el punto principal para nosotros no está en el acuerdo o desacuerdo de los naturalistas acerca de la duración de los períodos geológicos, sino más bien en su acuerdo perfecto, por milagro, en un punto muy importante. Convienen todos en que durante la Edad Miocena –ya haga uno o diez

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millones de años, la Groenlandia y hasta el Spitzbergen, restos de nuestro segundo Continente, el Hiperbóreo, “tenían casi un clima tropical”. Ahora bien; los griegos prehoméricos habían conservado una tradición vívida de esta “Tierra del Sol Eterno”, adonde su Apolo viajaba todos los años. La Ciencia nos dice que:

…durante la Edad Miocena, Groenlandia (a 70º lat. N) desarrolló gran abundancia de árboles tales como el tejo, el árbol rojo, un sequoia aliado a las especies de California, hayas, plátanos, sauces, encinas, álamos y nogales, así como también una clase de magnolias y de zamias [Gould, Mythical Monsters, pág. 91].

En una palabra: Groenlandia tenía plantas del Sur desconocidas en las regiones del Norte. Y

ahora se presenta naturalmente esta pregunta: Si los griegos, en los días de Homero, conocían una tierra Hiperbórea, esto es, una tierra bendita más allá del alcance de Bóreas, el Dios del invierno y del huracán, una región ideal que los últimos griegos y sus escritores han tratado en vano de colocar más allá de la Escitia, un país donde las noches eran cortas y los días largos, y más allá de éste una tierra donde el Sol nunca se ponía y donde la palma crecía libremente; si conocían todo esto, ¿quién les habló de ello? En su tiempo, y durante edades anteriores, Groenlandia debió ciertamente haber estado ya cubierta de nieves y hielos perpetuos, lo mismo que ahora. Todo tiende a demostrar que la tierra de las noches cortas y de los días largos era Noruega o Escandinavia, más allá de la cual se hallaba la tierra bendita de la luz y del verano eternos. Para que los griegos conocieran esto, la tradición debió haberles llegado de un pueblo más antiguo que ellos, que conocía aquellos detalles de un clima acerca del cual los griegos mismos nada podían saber. Aun en nuestros días, la Ciencia sospecha que más allá de los mares polares, en el círculo mismo del Polo Ártico, existe un mar que nunca se hiela y un continente siempre verde. Las Enseñanzas Arcaicas y también los Purânas –para quien entiende sus alegorías, contienen las mismas afirmaciones. Para nosotros nos basta la gran probabilidad de que durante el período mioceno de la Ciencia Moderna, en un tiempo en que la Groenlandia era casi una tierra tropical, existió allí un pueblo desconocido ahora de la Historia [NOTA. –Se ruega al lector que tenga en cuenta que las Secciones que siguen no son estrictamente consecutivas en orden de tiempo. En la Parte I se exponen las Estancias que forman la armazón de la exposición, y se comentan y explican ciertos puntos importantes. En el volumen IV, en las Secciones siguientes de las Partes II y III, hállanse reunidos varios detalles adicionales, intentándose una explicación más completa del asunto].

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CCOONNCCLLUUSSIIÓÓNN

La falta de espacio nos impide decir algo más, y esta parte de la Doctrina Secreta tiene que cerrarse. Las cuarenta y nueve Estancias y los pocos fragmentos de los Comentarios que se han dado es todo lo que puede publicarse en estos volúmenes. Éstos, con algunos Anales aún más antiguos (que sólo están al alcance de los más elevados Iniciados), y toda una biblioteca de comentarios, glosas y explicaciones, forman la sinopsis del Génesis del hombre.

De estos Comentarios es de donde hasta ahora hemos citado y tratado de explicar el sentido oculto de algunas de las alegorías, señalando así los verdaderos conceptos de la Antigüedad Esotérica sobre la Geología, la Antropología y hasta la Etnología. En la tercera parte del tomo que sigue trataremos de establecer una relación metafísica más estrecha entre las primeras Razas y sus Creadores, los Hombres Divinos de otros Mundos; acompañando las declaraciones que se hagan con las demostraciones más importantes de las mismas en Astronomía y Simbolismo Esotéricos.

La duración de los “períodos” que separan en espacio y tiempo a la Raza Cuarta de la Quinta –en los principios históricos [La palabra “históricos” se usa porque aunque los historiadores han empequeñecido, de un modo casi absurdo las fechas que separan ciertos sucesos de nuestros días, sin embargo, una vez que son conocidos y aceptados pertenecen a la historia. Así, la Guerra de Troya es un suceso histórico, al cual aunque se atribuye menos de 1.000 años antes de Cristo, aconteció realmente más bien 6.000 años que 5.000 antes de Cristo.], y hasta en los legendarios de la última, es demasiado enorme para que ofrezcamos, ni aun a un teósofo, datos más detallados de ellos. Durante el curso de las Edades Postdiluvianas, marcadas en ciertas épocas periódicas por los más terribles cataclismos, nacieron y perecieron demasiadas razas y naciones, casi sin dejar rastro, para que se pueda ofrecer una descripción de las mismas que presente el menor interés. Si los Maestros de Sabiduría tienen una historia completa y consecutiva de nuestra Especie, desde su estado incipiente hasta nuestros días; y si poseen los anales no interrumpidos del hombre, desde que se desarrolló su ser físico completo, convirtiéndose así en el rey de los animales y dueño de esta Tierra, no puede decirlo la escritora. Lo más probable es que sea así, y tal es nuestra convicción personal. Pero si es así, este conocimiento es sólo para los más altos Iniciados, los cuales no confían estas cosas a sus discípulos. La escritora, por tanto, no puede exponer sino lo que le han enseñado, y no más, y aun esto parecerá al lector profano un sueño extraño y fantástico, más bien que una verdad posible.

Esto es muy natural que suceda, pues durante años ésta fue la impresión de la misma humilde escritora de estas páginas. Nacida y educada en países europeos, que presumen de civilizados y de positivos, se asimilaba lo que se ha expuesto con gran dificultad. Pero hay pruebas de cierto carácter, que son irrefutables e innegables a la larga, para cualquier mente deseosa de saber y libre de prejuicios. Durante una serie de años tales pruebas le fueron presentadas, y ahora tiene la completa convicción de que nuestro presente Globo y sus Razas humanas han debido nacer, crecer y desarrollarse de este modo, y no de ningún otro.

Pero ésta es la opinión personal de la escritora, y su ortodoxia no puede esperarse que tenga más peso que cualquier otra “doxia” a los ojos de aquellos para quienes toda teoría nueva es heterodoxa hasta que se llegue a probar lo contrario. Por tanto, nosotros los Ocultistas estamos prevenidos a preguntas como las siguientes: ¿Cómo podemos saber que la escritora no ha inventado todo el esquema? Y suponiendo que ella no sea la inventora, ¿cómo puede asegurarse que todo lo que se ha expuesto –según se ha presentado en las Estancias, no sea el producto de la imaginación de los antiguos? ¿Cómo han podido conservar los anales de una antigüedad tan inmensa e increíble? La contestación de que la historia de este mundo, desde su formación hasta su fin, está “escrita en las estrellas”, esto es, está registrada en el Zodíaco y en el Simbolismo Universal, cuyas claves están en poder de los Iniciados, no satisfará a los escépticos.

La antigüedad del Zodíaco en Egipto se pone muy en duda, y se niega rotundamente respecto de la India. “Vuestras conclusiones son con frecuencia excelentes pero vuestras premisas son siempre dudosas” – le dijo una vez a la escritora un amigo profano. A esto se dio la contestación de que por lo menos era un punto ganado sobre los silogismos científicos; puesto que, a excepción de unos cuantos problemas del dominio de la Ciencia Física pura, tanto las premisas como las conclusiones de los hombres de ciencia son tan hipotéticas como invariablemente erróneas. Y si no parecen así a los profanos, la razón es sencillamente que éstos ignoran, al creer por la fe los datos científicos de

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aquéllos, que tanto las premisas como las conclusiones son generalmente producto de los mismos cerebros, los cuales, por sabios que sean, no son infalibles; verdad indubitable, demostrada diariamente por el arreglo y la transformación de las teorías y especulaciones científicas.

Sea ello comoquiera, los anales de los templos, zodiacales y tradicionales, así como los anales ideográficos del Oriente, tal como los leen los Adeptos de la Ciencia Sagrada o Vidyâ, no son un ápice más dudosos que la llamada historia antigua de las naciones europeas, al presente editada, corregida y ampliada por medio siglo de descubrimientos arqueológicos, y las lecturas muy problemáticas de los ladrillos asirios, fragmentos cuneiformes y jeroglíficos egipcios. Nuestros datos están también fundados sobre las mismas “lecturas”, con la adición de un número casi incontable de obras secretas completamente ignoradas de Europa, más el conocimiento perfecto por los Iniciados del simbolismo de todas las palabras de ese modo registradas. Algunos de estos anales son de una antigüedad inmensa. Todos los arqueólogos, y paleontólogos conocen las producciones ideográficas de ciertas tribus semi–salvajes, las cuales, desde tiempo inmemorial, han tratado de simbolizar sus pensamientos. Éste es el modo más primitivo de registrar sucesos e ideas. Y cuán antiguo es este conocimiento en la raza humana puede inferirse de algunos signos evidentemente ideográficos, encontrados en hachas del período paleolítico. Las tribus indias rojas de América, hace sólo unos cuantos años, relativamente hablando, hicieron una petición al Presidente de los Estados Unidos para que les cediera la posesión de cuatro lagos pequeños, cuya solicitud estaba escrita en la reducida superficie de un trozo de tela cubierto por una docena escasa de representaciones de animales y aves. Los salvajes de América tienen cierto número de semejantes modos diversos de escribir, pero ninguno de nuestros hombres de ciencia está familiarizado todavía, y ni siquiera sabe que exista la cifra primitiva jeroglífica, conservada aún en algunas Fraternidades y llamada en Ocultismo el Senzar. Además, todos los que han decidido considerar tales modos de escritura, como los ideógrafos de los indios rojos y hasta los caracteres chinos, como “ensayos de las razas primitivas de la Humanidad, para expresar sus pensamientos rudimentarios”, protestarán decididamente de nuestra afirmación de que la escritura fue inventada por los Atlantes, y de ningún modo por los fenicios. A la verdad, el pretender que la escritura fue conocida de la humanidad desde hace muchos cientos de miles de años, a la faz de los filólogos que han decretado que la escritura era desconocida en los días de Pânini, en la India, así como hasta de los griegos en tiempo de Homero, encontrará una desaprobación general, si no un silencioso desdén. A pesar de todas las negaciones y de todo ridículo. los Ocultistas sostendrán la afirmación, y sencillamente por la razón siguiente: desde Bacon, hasta nuestras modernas Academias, tenemos un período demasiado largo lleno de los errores más ridículos cometidos por la Ciencia, para que podamos creer más en las suposiciones científicas que en las afirmaciones de nuestros Instructores. La escritura, dicen nuestros hombres de ciencia, era desconocida de Pânini; y sin embargo, este Sabio compuso una Gramática que contiene 3.996 reglas, y que es la Gramática más perfecta que jamás se ha hecho. Pânini se dice por los más liberales que vivió escasamente unos pocos siglos antes de Cristo; y las rocas del Irán y el Asia Central –donde los filólogos e historiadores nos muestran a los antecesores del mismo Pânini, los brahmanes que vinieron a la India– están cubiertas de escrituras de dos a tres mil años de fecha por lo menos, y de doce mil según algunos paleontólogos atrevidos.

La escritura era un ars incognita en los días de Hesiodo y Homero, según Grote, y fue desconocida de los griegos hasta 770 años antes de Cristo: y los fenicios que la habían inventado y conocían la escritura en una época tan remota como 1.500 años antes de Cristo todo lo Más [Es un hecho histórico que Sanchoniathon compilé los anales completos de la religión fenicia en anales y documentos de estado existentes en los archivos de las ciudades fenicias más antiguas, y escribió en caracteres fenicios en 1.250 años antes de Cristo.], ¡vivían entre los griegos y se codeaban con ellos todo ese tiempo! Todas estas conclusiones científicas y contradictorias se desvanecieron, sin embargo, como aire sutil, cuando Schliemann descubrió: a) el lugar que ocupó la antigua Troya cuya existencia real había sido considerada como una fábula durante tanto tiempo, y b) cuando extrajo de aquellos lugares vasijas de barro con inscripciones en caracteres desconocidos de los paleontólogos y de los sanscritistas que todo lo negaban. ¿Quién negará ahora Troya, y estas inscripciones arcaicas? Según atestigua el profesor Virchow:

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Yo mismo presencié dos de tales descubrimientos, y ayudé a reunir los objetos. Los calumniadores hace tiempo que han sido reducidos ya al silencio, los que no se avergonzaban de acusar el descubrimiento de impostura [Prof. Virchow, en el Apéndice I a Ilios, de Scheliemann. Murray, 1880.]

Tampoco escaparon las mujeres verídicas a los ataques, así como no escaparon los hombres

verídicos. Du Chaillu, Gordon Cumming, Madame Merian [Gosse escribe de esta última: “La presentan como una completa hereje, a quien nada puede creerse; una fabricadora de insana historia natural, una inventora de falsos hechos científicos”. (Romance of Natural History, segunda serie, pág. 227).], Bruce y muchos otros fueron tachados de mentirosos.

El autor de Mythical Monsters, que expone estos datos en la Introducción de dicha obra, dice [Págs. 9 y 10.]

Madame Merian fue acusada de falsedad deliberada respecto a la descripción de un pájaro comedor de arañas, hace cerca de doscientos años. Pero actualmente… observadores verídicos lo han confirmado en la América del Sur, la India y otras partes. Audubon fue acusado igualmente por los botánicos de haber inventado el lirio amarillo de agua, que hacía figurar en su Birds of the South bajo el nombre de Nymphæa lutea; y después de estar durante años bajo tal acusación, fue, por fin, confirmado por el descubrimiento de la por tanto tiempo perdida flor en la Florida… en… 1876 [Popular Science Monthly, núm. 60, abril 1877].

Y así como Audubon fue llamado embustero por esto, y por su Heliætus Washingtonii [El Pr.

Cover escribe: “Ese famoso pájaro de Washington era un mito; o bien Audubon cometió un error, o bien, como algunos no vacilan en afirmar, mintió en esto”. Mythical Monsters, pág. 10.], así también Víctor Hugo fue ridiculizado por su maravillosa pintura del pez–diablo, y su descripción de un hombre víctima impotente del mismo.

Se burlaron de ello como de una imposibilidad monstruosa; sin embargo, a los pocos años se descubrieron en las costas de Terranova jibias cuyos brazos alcanzaban treinta pies de largo, y capaces de arrastrar a un bote de buen tamaño bajo la superficie; y su acción ha sido reproducida durante pasados siglos… por artistas japoneses [Ibíd., págs. 10 y 11.]

Y si Troya fue negada y considerada como un mito; la existencia de Herculano y Pompeya

declaradas ficción; si se han reído de los viajes de Marco Polo y los han llamado fábulas, tan absurdas como los cuentos del Barón Münchausen, ¿por qué había de ser mejor tratada la escritora de Isis sin Velo y de La Doctrina Secreta? Mr. Charles Gould, el autor del volumen anteriormente mencionado, cita en su excelente obra unas cuantas líneas de Macmillan (1860) que encierran tanta verdad como vida, y que vienen demasiado a cuento para dejar de reproducirlas:

Cuando un naturalista, ya sea visitando sitios de la tierra fuera todavía de toda ruta, o por su buena suerte, encuentra una planta o animal muy raro, inmediatamente se le acusa de inventar su caza… Tan pronto como se ve que la cosa peca contra los juicios preconcebidos, el gran espíritu guiador (¿descarriador?) llamado a priori que comunica a los filósofos su omnisciencia pro re nata, murmura que semejante cosa es imposible, y seguidamente viene la acusación de ser una broma. El cielo mismo ha sido acusado de bromear. Cuando Leverrier y Adams predijeron un planeta por el cálculo, se aseguró gravemente en ciertos sitios que el planeta calculado no era el planeta, sino otro que de un modo clandestino e impropio se había colocado en la proximidad del cuerpo verdadero. La disposición para sospechar él engaño es más fuerte que la disposición a engañar. ¿Quién fue el primero que anunció que los escritos clásicos de Grecia y Roma eran una sofisticación colosal perpetrada por los monjes respecto de lo que el anunciante se halla tan poco o menos inclinado que el Dr. Maitland, a llamar las oscuras edades? [Mythical Monsters, pág. 13, nota.]

Sea, pues, así. Ningún incrédulo que considere como una sofisticación La Doctrina Secreta

está obligado, ni se le pide, que dé crédito a nuestras afirmaciones, las cuales han sido ya proclamadas como tal por cierto periodista americano muy hábil, aun antes de que la obra entrase en prensa [En julio 1888, cuando los manuscritos de esta obra no habían aún abandonado mi mesa de trabajo, y La Doctrina Secreta era absolutamente desconocida para el mundo, ya era denunciada como siendo no más que el producto de mi cerebro. He aquí los términos lisonjeros en que el Evening Telegraph (de América) se refirió a esta obra, aún no publicada entonces, en su edición de junio 30 de 1888: “Entre los libros fascinadores para leer en julio figura el nuevo libro de Mad. Blavatsky sobre Teosofía … (!) La Doctrina Secreta… Pero porque pueda ella remontarse al pasado de la ignorancia brahmínica… (!?) no es esto prueba de que todo lo que dice sea verdad”. Y una vez dictado el preconcebido veredicto sobre la errónea noción de que mi libro estaba publicado, y que el revistero lo había leído –nada de lo cual era ni podía ser cierto–, ahora

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que realmente se ha publicado, la crítica tendrá que sostener su primera declaración, sea o no correcta, y saldrá probablemente del paso con una crítica más dura que nunca.].

Tampoco, después de todo, es necesario que nadie crea en las Ciencias Ocultas y en las Enseñanzas Antiguas, antes de que sepa algo de su propia Alma o crea siquiera en ella. Ninguna gran verdad ha sido jamás aceptada a priori, y generalmente ha transcurrido un siglo o dos antes de que haya empezado a vislumbrarse en la conciencia humana como una verdad posible, excepto en los casos en que se ha hecho el descubrimiento positivo de la cosa que se pretendía ser un hecho. Las verdades de hoy son las falsedades y errores de ayer, y viceversa. Sólo en el siglo XX será cuando algunas partes, si no el todo de la obra presente, serán vindicadas.

Por tanto, no destruye nuestros argumentos Sir John Evans, aunque afirme que la escritura era desconocida en la Edad de Piedra. Porque podía haber sido desconocida en aquella época en la Quinta Raza Aria, y sin embargo, ser perfectamente conocida de los Atlantes de la Cuarta, en el apogeo de su más alta civilización. Los ciclos, de la elevación y caída de las naciones y razas, están ahí para explicar el hecho.

Si se nos dice que ha habido casos antes de ahora de seudógrafos falsificados con que han sido engañados los crédulos, y que nuestra obra puede clasificarse con La Biblia en la India, de Jacoliot –aun cuando, dicho sea de paso, hay más verdades mezcladas con sus errores que las que se encuentran en las obras de orientalistas reconocidos y ortodoxos–, la acusación y comparación nos abatirán muy poco. Esperarnos nuestro tiempo. Hasta el famoso Ezour Veda del último siglo, considerado por Voltaire el “presente más preciado del Oriente al Occidente”, y por Max Müller, el “libro más tonto que puede leerse”, no está del todo desprovisto de hechos y verdades. Los casos en que las negaciones a priori de los especialistas han resultado justificadas por corroboraciones posteriores forman un tanto por ciento insignificante de aquellos que han sido completamente vindicados por descubrimientos posteriores, y confirmados con gran asombro de los sabios objetantes. El Ezour Veda fue un pequeño hueso poco disputado, en comparación con el triunfo de Sir William Jones, Anquetil du Perron y otros, en lo que se refiere al sánscrito y su literatura. Semejantes hechos han sido registrados por el profesor Max Müller mismo, quien hablando de la derrota de Dugald Stewart y Cía., en relación con esto, declara que:

Si los hechos acerca del sánscrito eran verdad, Dugald Stewart era demasiado prudente para no ver que las conclusiones que de ellos se derivaban eran inevitables. Él negó, por tanto, la realidad de la lengua sánscrita, y escribió su famoso ensayo para probar que el sánscrito había sido compuesto con arreglo al modelo del Griego y del Latín, por aquellos archifalsificadores y embusteros, los brahmanes, y que toda la literatura sánscrita era una impostura [Science of Language, pág. 168.].

La escritora está pronta a hacer compañía, enorgulleciéndose con ello, a esos brahmanes y otros

“embusteros” históricos, en la opinión de nuestros modernos Dugald Stewarts. Ella ha vivido demasiado, y su experiencia ha sido demasiado variada y personal para no conocer, por lo menos algo, la naturaleza humana. “Cuando dudéis, absteneos”, dijo el sabio Zoroastro, cuyo prudente aforismo se encuentra corroborado, en todos los casos, por la vida y la experiencia diarias. Sin embargo, como San Juan Bautista, este sabio de las edades pasadas predica en el desierto en compañía de un filósofo más moderno, o sea Bacon, quien ofrece el mismo inapreciable, ejemplo de sabiduría práctica, cuando dice:

En el estudio de una cosa [en cualquier asunto de conocimiento, añadimos nosotros] si el hombre principia con certidumbres, terminará en la duda; pero si se contenta con principiar con dudas, terminará en la certeza.

Con este consejo del padre de la Filosofía Inglesa a los representantes del Escepticismo

británico, deberíamos terminar el debate, pero nuestros lectores teósofos tienen derecho a unos últimos informes Ocultos.

Ya se ha dicho bastante para mostrar que la evolución en general, los sucesos, la humanidad, y todo lo demás en la naturaleza, proceden por ciclos. Hemos hablado de siete Razas, cinco de las cuales casi han completado su carrera terrestre, y hemos declarado que cada Raza–Raíz, con sus subrazas y divisiones innumerables de familia y tribus, era completamente distinta de la Raza precedente y de la subsiguiente. Esto será negado, bajo la autoridad de la experiencia uniforme, en lo que respecta a la Antropología y Etnología. El hombre (exceptuando el color y tipo, y quizás particularidades faciales y

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capacidad craneal) ha sido siempre el mismo en todos los climas y en todas las partes del mundo, dicen los naturalistas; más aún, hasta en estatura; mientras que, por otra parte, sostienen que el hombre desciende del mismo antecesor desconocido que el mono; aserto que es lógicamente imposible sin una diversidad infinita de estatura y forma, desde su primera evolución en bípedo. Las mismas lógicas personas que sostienen ambas proposiciones no nos molestan con sus opiniones paradójicas. Nuevamente manifestamos que nos dirigimos solamente a aquellos que, dudando de que los mitos se deriven de “la contemplación de las obras visibles de la naturaleza externa”, creen menos difícil suponer que estos relatos maravillosos de dioses y semidioses, de gigantes y de enanos, de dragones y monstruos de todas formas, sean transformaciones, que creer que sean invenciones.

La Doctrina Secreta sólo enseña precisamente tales “transformaciones” tanto en la naturaleza física como en la memoria y conceptos de nuestra humanidad presente.

Confronta ella las hipótesis puramente especulativas de la Ciencia Moderna, basadas en la experiencia y las observaciones exactas de hace apenas unos cuantos siglos, con la tradición y anales no interrumpidos de sus Santuarios; y desechando ese tejido de teorías a modo de telarañas, fabricadas en la obscuridad que encubre un período de unos cuantos miles de años, que los europeos llaman su “historia”, la Antigua Ciencia nos dice: Escuchad ahora mi versión sobre los recuerdos de la Humanidad, Las Razas Humanas nacen unas de otras, crecen, se desarrollan, se tornan decrépitas y mueren. Sus subrazas y naciones siguen la misma regla. Si vuestra Ciencia Moderna, que todo lo niega, y la llamada Filosofía, no rebaten que la familia humana está compuesta de una variedad de tipos y razas bien definidos, es sólo porque el hecho es innegable; nadie osaría decir que no hay diferencia externa entre un inglés, un negro africano y un japonés o chino. Por otra parte, la mayoría de los naturalistas niegan formalmente que las razas humanas mezcladas, esto es, los gérmenes de otras razas completamente nuevas, se sigan formando en nuestros días, aunque esto último lo han sostenido con buenas razones De Quatrefages y algunos otros.

Sin embargo, nuestra proposición general no será aceptada. Se dirá que cualesquiera que sean las formas por las cuales haya pasado el hombre en el largo pasado prehistórico, ya no sufrirá más cambios en el futuro, exceptuando ciertas variaciones, como en el presente. De aquí que nuestras Sexta y Séptima Razas–Raíces sean una ficción

A esto se contesta también: ¿Qué sabéis vosotros? Vuestra experiencia se limita a unos cuantos miles de años, a menos de un día en toda la edad del género humano, y a los tipos presentes de los continentes e islas actuales de nuestra Quinta Raza. ¿Cómo podéis decir lo que será o no será? Ínterin, tal es la profecía de nuestros Libros Secretos y de sus declaraciones nada inciertas.

Desde el principio de la Raza Atlante han pasado muchos millones de años, y sin embargo, vemos a los últimos Atlantes todavía mezclados con el elemento ario, hace 11.000 años. Esto muestra la enorme superposición de una Raza sobre la Raza que le sigue, dado que en caracteres y tipo externo la más vieja pierde sus cualidades características, y asume los nuevos rasgos de la Raza más joven. Esto está probado en todas las formaciones de razas humanas mezcladas. Ahora bien; la Filosofía Oculta enseña que aun actualmente, ante nuestra misma vista, la nueva Raza y razas preparan su formación, siendo en América donde la transformación se verificará, y ya ha empezado silenciosamente.

De Anglosajones puros hace apenas trescientos años, los Americanos de los Estados Unidos se han convertido ya en una nación aparte; y, debido a la mezcla acentuada y al mutuo cruce de diferentes nacionalidades, se han transformado en una raza sui géneris, no sólo mental, sino también físicamente. Citando a De Quatrefages:

Toda raza mezclada, cuando es uniforme y fija, ha podido representar el papel de raza primaria en los cruzamientos nuevos. La humanidad, en su estado actual, se ha formado así ciertamente, en su mayor parte, por cruzamientos sucesivos de un número de razas hoy indeterminadas [The Human Species, pág. 274]. Así, pues, los americanos se han convertido, en sólo tres siglos, en una “raza primaria”,

temporalmente, antes de convertirse en una raza aparte, y acentuadamente separada de todas las demás razas que hoy existen. Son ellos, en una palabra, los gérmenes de la sexta subraza, y en unos cuantos

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cientos de años más se convertirán decididamente en las avanzadas de la raza que deberá suceder a la presente quinta subraza europea, en todas sus nuevas características. Después de esto, dentro de unos 25.000 años, entrarán ellos en la preparación de la séptima subraza; hasta que, a consecuencia de cataclismos –la primaria serie de aquellos que deberán un día destruir Europa y aún más tarde toda la Raza Aria (afectando así a las dos Américas), así como a la mayor parte de las tierras directamente relacionadas con los confines de nuestro continente e islas– la Sexta Raza–Raíz aparecerá en el escenario de nuestra Ronda. ¿Cuándo será esto? ¡Quién lo sabe! Sólo quizás los grandes Maestros de la Sabiduría; y éstos permanecen tan silenciosos respecto al asunto, como los nevados picos que contemplan. Todo lo que sabemos es que vendrá ella silenciosamente a la existencia; tan en silencio, a la verdad, que durante milenios sus avanzadas, los niños especiales que se desarrollarán como hombres y mujeres peculiares, serán considerados como lusus naturæ, anómalos, rarezas anormales físicas y mentales. Luego, a medida que aumenten y su número se haga cada vez mayor con cada edad, se encontrarán un día en mayoría. Entonces los hombres presentes empezarán a ser considerados como bastardos excepcionales, hasta que, por último, desaparecerán de los países civilizados, sobreviviendo tan sólo en pequeños grupos en islas (las mesetas de las montañas de hoy), en donde vegetarán, degenerarán, y por último se extinguirán quizás dentro de millones de años, como se han extinguido los Aztecas, y como se están extinguiendo los Nyam–Nyam y los enanos Mûla Kûrumba de Nilghiri Hills. Todos éstos son los restos de las que fueron una vez razas poderosas, el recuerdo de cuya existencia se ha extinguido por completo de la memoria de las presentes generaciones, lo mismo que nosotros desapareceremos de la de la Sexta Raza de la Humanidad. La Quinta Raza se superpondrá a la Sexta durante muchos cientos de miles de años, transformándose con ella, más lentamente que su sucesora, cambiando todavía en estatura, en el físico en general, y en mentalidad, del mismo modo que la Cuarta se superpuso a la Raza Aria y la Tercera se superpuso a los Atlantes.

Este proceso de preparación para la Sexta gran Raza debe durar todo el tiempo de la sexta y séptima subrazas [Véase el anterior diagrama del Árbol Genealógico de la Quinta Raza.]. Pero los últimos restos del Quinto Continente no desaparecerán sino algún tiempo después del nacimiento de la nueva Raza; después que otra nueva morada, el Sexto Continente, haya aparecido sobre las nuevas aguas en la faz del Globo, para recibir al nuevo huésped. A él también emigrarán, y allí se establecerán todos aquellos que tengan la fortuna de escapar al desastre general. ¿Cuándo sucederá esto? La escritora, como se ha dicho antes, no puede saberlo. Sólo que, como la naturaleza no procede por impulsos ni saltos repentinos, así como el hombre no cambia repentinamente de niño a hombre maduro, el cataclismo final será precedido de muchos hundimientos y destrucciones más pequeños, tanto por las olas como por fuegos volcánicos. La vida exuberante latirá fuertemente entonces en el corazón de la raza que ahora se halla en la zona americana, pero no habrá ya americanos cuando la Sexta Raza comience; como no habrá europeos; pues entonces se habrán ellos convertido en una nueva Raza, y en muchas naciones nuevas. Sin embargo, la Quinta no morirá, sino que sobrevivirá por cierto tiempo, sobreponiéndose a la nueva Raza durante muchos cientos de miles de años, y como ya hemos dicho, se transformará con ella más lentamente que su sucesora, aunque cambiando por completo en mentalidad, en lo físico en general y en la estatura. La humanidad no volverá a desarrollar cuerpos gigantescos como los de los Lemures y Atlantes; porque, al paso que la evolución de la Cuarta Raza condujo a esta última hasta el fondo mismo de lo material en su desarrollo físico, la presente Raza se halla en su arco ascendente; y la Sexta se irá libertando rápidamente de los lazos de la materia, y hasta de la carne.

Así, pues, la humanidad del Nuevo Mundo, más viejo con mucho que el Antiguo –hecho que los hombres habían también olvidado, de Pâtâla (los Antípodas, o el Mundo Inferior, como la América es llamada en la India), es la que tiene la misión, y el Karma de sembrar las simientes de una Raza futura, más grande y mucho más gloriosa que todas las que hasta ahora hemos conocido. Los Ciclos de Materia serán reemplazados por Cielos de Espiritualidad, y por una mente por completo desarrollada. Con arreglo a la ley de la historia y de las razas paralelas, la mayor parte de la humanidad futura estará compuesta de Adeptos gloriosos. La Humanidad es hija del Destino Cíclico, y ni siquiera una de sus Unidades puede escapar a su misión inconsciente, ni librarse de la carga de su trabajo cooperativo con la Naturaleza. De este modo la Humanidad, raza tras raza, llevará a cabo su Peregrinación Cíclica marcada. Los climas cambiarán, y ya han principiado, con cada Año Tropical después de cada subraza extinguida, pero sólo para engendrar otra raza superior en el ciclo ascendente; al paso que, una serie de

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grupos menos favorecidos, los fracasos de la Naturaleza, se desvanecerán, como ciertos hombres individuales, de la humana familia, sin siquiera dejar un rastro tras sí.

Tal es el curso de la Naturaleza, bajo la influencia de la Ley Kármica; de la Naturaleza Siempre presente y Siempre transformándose. Pues, según las palabras de un Sabio, conocido tan sólo de algunos Ocultistas:

EELL PPRREESSEENNTTEE EESS HHIIJJOO DDEELL PPAASSAADDOO;; EELL FFUUTTUURROO,, EENNGGEENNDDRRAADDOO PPOORR EELL PPRREESSEENNTTEE.. YY SSIINN EEMMBBAARRGGOO,, ¡¡OOHH MMOOMMEENNTTOO PPRREESSEENNTTEE!! ¿¿NNOO SSAABBEESS TTÚÚ QQUUEE NNOO TTIIEENNEESS PPAADDRREE,, NNII PPUUEEDDEESS TTEENNEERR UUNN HHIIJJOO;; QQUUEE TTÚÚ SSÓÓLLOO EESSTTAASS SSIIEEMMPPRREE EENNGGEENNDDRRÁÁNNDDOOTTEE AA TTII MMIISSMMOO?? AANNTTEESS QQUUEE NNII SSIIQQUUIIEERRAA HHAAYYAASS PPRRIINNCCIIPPIIAADDOO AA DDEECCIIRR:: ““YYOO SSOOYY LLAA PPRROOGGEENNIIEE DDEELL MMOOMMEENNTTOO QQUUEE FFUUEE,, EELL HHIIJJOO DDEELL PPAASSAADDOO””,, TTÚÚ TTEE HHAASS CCOONNVVEERRTTIIDDOO EENN EESSEE PPAASSAADDOO MMIISSMMOO.. AANNTTEESS DDEE QQUUEE PPRROONNUUNNCCIIEESS LLAA ÚÚLLTTIIMMAA SSIILLAABBAA,, ¡¡MMIIRRAA!! YYAA NNOO EERREESS EELL PPRREESSEENNTTEE,, SSIINNOO EENN VVEERRDDAADD EESSEE FFUUTTUURROO.. AASSII SSOONN EELL PPAASSAADDOO,, EELL PPRREESSEENNTTEE YY EELL FFUUTTUURROO,, LLAA TTRRIINNIIDDAADD EENN UUNNOO PPOORR SSIIEEMMPPRREE VVIIVVAA –– EELL MMAAHHÂÂMMÂÂYYÂÂ DDEELL ““EESS”” AABBSSOOLLUUTTOO..

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**AAPPÉÉNNDDIICCEE 11**

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««CCOOMMOO EESSTTUUDDIIAARR TTEEOOSSOOFFIIAA»» -H.P. BLAVATSKY-

NOTA PRELIMINAR: Estas notas de enseñanzas dadas por Madame Blavatsky hacia el fin de su vida ya han aparecido impresas varias veces en cierto número de periódicos. Fueron hechas por Robert Bowen, un antiguo marino que se unió al círculo de H.P.B. y la interrogó con persistencia sobre la actitud que el estudiante debe tomar con respecto a la Doctrina Secreta. El tomó cuidadosas notas que ella le dio y después se las leyó para asegurarse de que no había comprendido mal lo que ella quería decir. Esas notas fueron puestas en claro por el hijo de Bowen, el difunto capitán P.G.B. Bowen, que era entonces miembro de la S.T. en Dublín, y se imprimieron primero en el número de Enero-Marzo de 1932 de Theosophy in Ireland. Después de 40 años de haber sido escritas. Las cuidadosas investigaciones que se han hecho en Dublín desde entonces, no han podido descubrir ningún otro material del mismo origen.

Gran parte del valor de las notas de Bowen radica en que contienen principios que pueden

aplicarse no tan sólo al estudio de LA DOCTRINA SECRETA, sino a todos los estudios teosóficos. En ellas afirma repetidamente que una Teosofía descriptiva no tiene que ser tomada como un cuadro necesariamente exacto del Universo. Es más bien un diseño secundario, que se presenta en el curso de una experiencia, sobre una Verdad que está por encima de las palabras, más allá de la descripción y más allá de los valores relativos. Tal Teosofía no trata de retratar la Verdad, sino de conducir hacia ella.

Se verá que, por estas normas, el valor y la autoridad de toda Teosofía descriptiva no han de ser necesariamente juzgados según si la Teosofía está de acuerdo o no con hechos o principios científicos, o con la Teosofía descriptiva propuesta por alguna otra persona. El valor de cualquier presentación de la Teosofía, debe residir en la profundidad de la experiencia a la que puede conducir al que estudia, si es lo suficientemente fuerte y osado para pasar por encima de su forma o expresión hasta su realidad oculta o recóndita.

Otro consejo repetido en las notas es que, para la plena comprensión de cualquier enseñanza Teosófica debería tomársela con sentido universal. Como una ayuda para esto, Madame Blavatsky recomendaba con mucho interés que el estudiante tratase de obtener una profunda apreciación de las tres proposiciones fundamentales que se encuentran en el Proemio de La Doctrina Secreta.

LLAA DDOOCCTTRRIINNAA SSEECCRREETTAA YY SSUU EESSTTUUDDIIOO H.P.B. estuvo particularmente interesante al hablar de LA DOCTRINA SECRETA durante la

última semana. Me pareció mejor tratar de captarlo y de trasladarlo para mayor seguridad al papel mientras estaba aquello aún fresco en mi mente. Como ella misma dijo, puede ser útil para alguien dentro de treinta o cuarenta años.

"El Mundo" se refiere al Hombre que vive en la Naturaleza Personal. Este "Mundo" encontrará en los volúmenes de la D.S. todo lo que su máxima comprensión puede captar, pero no más. Sin embargo, esto no era decir que el Discípulo que no vive en el "Mundo", no pueda encontrar algo más en el libro, que lo que el "Mundo" encuentra. Toda forma, aún la más tosca, contiene la imagen de su "creador" oculta dentro de ella. Lo mismo ocurre con la obra de un autor, que por oscura que sea, contiene la escondida imagen del conocimiento del autor. Por eso yo considero que la D.S. contiene todo lo que H.P.B. misma conocía y mucho más que eso, puesto que mucho de ello provenía de hombres cuyo conocimiento era inmensamente superior al suyo. Además, ella indica de un modo inconfundible, que otros pueden encontrar en ello un conocimiento que ella misma no posee. Es estimulante pensar que es posible que yo mismo pueda encontrar en las palabras de H.P.B., un saber del que ella misma es inconciente. Ella se detuvo en esta idea bastante tiempo. “X” dijo: "H.P.B. debe

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estar perdiendo su seguridad", queriendo decir, supongo, la confianza en su propio conocimiento. Pero “Y” y “Z” y también yo mismo, vemos mejor, a mi juicio, lo que quería decir.

Nos estaba diciendo, sin duda alguna, que no nos aferrásemos a ella como autoridad final, ni a nadie más, sino que dependiéramos por completo de nuestro más amplio juicio. (Nota posterior sobre lo antes escrito: yo tenía razón se lo presenté a ella directamente y ella hizo signo de asentimiento y sonrió. ¡Vale la pena conseguir su aprobadora sonrisa! - Firmado - Robert Bowen)

Por fin hemos conseguido que H.P.B. nos ponga en buen camino sobre el estudio de la D.S. Permitidme que lo escriba, mientras, que está aún fresco en la mente.

Leyendo la D.S. página por página, como lee uno cualquier libro, (dice ella) sólo se llegará a una confusión. La primera cosa que hay que hacer, aún si esto lleva años, es conseguir alguna comprensión de los Tres Principios fundamentales que se dan en el Proemio. Seguir esto por el estudio de la Recapitulación los párrafos numerados en el Resumen al Vol. I (Parte I). Luego tomar las Notas Preliminares (Vol. III – pag. 29) y la Conclusión (Vol. III – pag. 417).

H.P.B. parece muy terminante en lo que respecta a la importancia de la enseñanza (en la Conclusión) relativa a los tiempos del advenimiento de Razas y Sub-Razas.

Explica más claramente de lo que acostumbra que en realidad, no hay tal cosa como un futuro "Advenimiento" de razas. No hay ni llegada ni desaparición, sino eterno devenir, llegar a ser, dice ella. La Cuarta Raza Raíz vive aún. Asimismo la Tercera y la Segunda y la Primera -es decir, sus manifestaciones en nuestro plano de substancia, están presentes. Yo sé lo que ella quiere decir a mi juicio, está más allá de mi el ponerlo en palabras. De igual modo, la Sexta Sub-Raza está aquí y la Sexta Raza Raíz, y la Séptima y hasta gentes de las venideras Rondas. Después de todo eso es comprensible.

Los Discípulos, Hermanos y Adeptos no pueden ser gentes de la actual Quinta Sub-Raza, porque la raza es un estado de evolución.

Pero ella no deja duda, en cuanto concierne a la humanidad en conjunto, de que estamos a cientos de años (en el tiempo y en el espacio) de la misma Sexta Sub-Raza. Creo que H.P.B. mostraba, una ansiedad especial en su insistencia sobre este punto. Ella insinuaba los "peligros e ilusiones" nacidos de ideas de que la Nueva Raza hubiera alboreado definitivamente en el Mundo. Según ella, la duración de una Sub-Raza para la humanidad, coincide con la del Año Sideral (el giro de eje de la Tierra - sobre unos 25.000 años) Eso sitúa a la nueva Raza muy lejos.

Tuvimos una notable sesión de estudio de la D.S., durante las tres últimas semanas. Tengo que entresacar mis notas y guardar los resultados de modo seguro antes de que pueda extraviarlos.

Ella hablaba mucho más sobre el «PRINCIPIO FUNDAMENTAL». Decía: Si uno se imagina que va a sacar de la D.S. un cuadro satisfactorio del Universo, sólo sacará ideas confusas de su estudio. Esa obra no tiene por objeto dar un veredicto final sobre la existencia, sino el CONDUCIR HACIA LA VERDAD. Ella repitió mucho esta expresión.

Es peor que inútil, (decía ella) recurrir a aquellos que nos imaginamos son estudiosos avanzados, y pedirles que nos den una «INTERPRETACIÓN DE LA D.S».

Ellos no lo pueden hacer. Si lo intentan, todo lo que den, son versiones recortadas y resecas, que ni remotamente se parecen a al Verdad. El aceptar tal interpretación significa aferrarnos a ideas fijas; mientras que la Verdad se encuentra más allá de todas las ideas que podamos formular o expresar. Las interpretaciones exotéricas están todas muy bien, y ella no las rechaza en tanto se tornan indicadoras para principiantes y no son aceptadas por ellos como algo más. Muchas personas que están o estarán más tarde en la S.T., son desde luego potencialmente incapaces de algún avance que vaya más allá del alcance de una idea exotérica. Pero hay y habrá otros, y para ellos es para quienes ella señala la subsiguiente y verdadera vía de acceso a la D.S.

Venid a la D.S. (dice ella) sin ninguna esperanza de llegar a la Verdad final de la existencia por su medio, o con alguna otra idea que la de ver hasta donde puede conducir hacia la Verdad. Ved en el estudio un medio de ejercitar y desarrollar la mente nunca influida por otros estudios.

Observad las reglas siguientes:

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Sugerencias para el estudio de «La Doctrina Secreta»

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(a) LA UNIDAD FUNDAMENTAL DE TODA EXISTENCIA. Esta unidad es cosa completamente diferente de la idea corriente de unidad - como cuando decimos que una nación o un ejército está unido, o que este planeta está unido a aquél por líneas de fuerza magnética, o cosa semejante. La enseñanza no es esa. Es que la existencia es una Cosa, no una colección de cosas reunidas en conjunto. Fundamentalmente, hay un Ser. El Ser tiene dos aspectos, positivo y negativo. El positivo es Espíritu, o Conciencia. El negativo es Substancia, el sujeto de la conciencia. Este Ser es lo Absoluto en su manifestación primaria. El Ser absoluto no es nada fuera de sí. Es el Ser Todo. Es indivisible, pues en otro caso no sería absoluto. Si se pudiera separar una porción, ese resto no podría ser absoluto, pues se presentaría desde luego la cuestión de la Comparación entre él y la parte separada. La comparación es incompatible con la idea de lo absoluto. Es por lo tanto evidente que esta Unica Existencia o Ser Absoluto tiene que ser la Realidad en cada forma que es. Dije que, aunque esto era claro para mí, no creía que muchos de los miembros de las Ramas, lo comprendieran. «La Teosofía, dijo H.P.B., es para aquellos que puedan pensar, o para los que aspiran a pensar, no para los perezosos mentales». H.P.B. se ha vuelto, muy indulgente últimamente. «Cerebros lentos» solía ser el nombre que usaba para el estudiante corriente. El Átomo, el Hombre, el Dios (decía ella) son tanto cada uno por separado como todos en conjunto, Ser Absoluto, en último análisis; lo que es su Individualidad Real. Esta es la idea que hay que mantener siempre en el fondo de la mente para formar la base de todo esquema que surja del estudio de la D.S. desde el momento que esto se olvide y es muy fácil que ocurra cuando nos enfrascamos en alguno de los muchos aspectos intrincados de la Filosofía Esotérica, sobreviene la idea de la Separación y el estudio pierde su valor. (b) La segunda idea, que hay que mantener firmemente es que no existe materia muerta. Todo átomo final, tiene vida. No se le puede observar, puesto que cada átomo es por sí mismo, fundamentalmente, Ser Absoluto. Por lo tanto, no hay tal cosa como "espacios" de Eter o Akasha, o como se quiera llamar, en que los ángeles y elementales se solacen como la trucha en el agua. Esa es una idea corriente. La verdadera idea nos muestra que cada átomo de substancia, sea el plano que fuere, es en sí mismo una vida. (c) La tercera idea básica que hay que sostener, es que el hombre es el Microcosmos. Siendo así, todas las Jerarquías de los Cielos, existen en él. Pero en verdad no hay ni Macrocosmos ni Microcosmos, sino una Existencia. Grandes y pequeños sólo son tales cuando son vistos por una conciencia limitada. (d) La cuarta y última idea básica que hay que tener, es la expresada por el Gran Axioma Hermético. El resume y sintetiza a todos los otros. Como es lo Interno, así es lo Externo; como es lo Grande, así es lo Pequeño; como es arriba, así es abajo; sólo hay una Vida y, una Ley; y el que actúa es lo Unico; nada es Interno, nada es Externo; nada es Grande, nada es Pequeño; nada es Alto, nada es Bajo en la Economía Divina.

Sea lo que fuere lo que uno tome como estudio en la D.S., debe uno relacionarlo con estas ideas fundamentales.

Yo sugerí que esto es una especie de ejercicio mental, que debe ser muy cansador. H.P.B. sonrió y asintió. Tiene uno que ser un insensato (dijo ella) y dirigir sus pasos hacia un manicomio, para intentar demasiado al principio. El cerebro es el instrumento de la conciencia despierta y cada cuadro mental formado significa un cambio y destrucción en los átomos del cerebro. La actividad intelectual común se mueve por senderos bien trillados que no obligan a repentinos ajustes y destrucciones en su substancia. Pero esta nueva clase de esfuerzo mental requiere algo diferente - la apertura de "nuevos surcos cerebrales", la formación en orden diferente de las pequeñas vidas del cerebro.

Si se fuerza esto de un modo insensato, puede causarse un daño serio al cerebro. Este modo de pensar (decía ella) es lo que en la India se llama JNANA YOGA. A medida que uno progresa en JNANA YOGA, encuentra conceptos que surgen y que, aunque uno tiene conciencia de ellos, no puede aún formularlos en alguna forma de representaciones mentales.

Este es un momento de estar en guardia y negarse a admitir la idea de que, lo que se ha descubierto como nueva y maravillosa representación, deba representar la realidad. No hay tal. A medida que uno trabaja en ello, descubre que el antes admirado cuadro, se vuelve apagado y poco satisfactorio, y finalmente se marchita y es rechazado. Este es otro punto peligroso, pues entonces

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Sugerencias para el estudio de «La Doctrina Secreta»

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queda uno como en un vacío sin concepto alguno en que apoyarse y puede sentirse tentado a resucitar lo antes desechado por carecer de un mejor asidero. El verdadero estudioso trabajará empero con imparcialidad y luego vendrán destellos informes, que a su tiempo darán origen a una representación más amplia y bella que la última. Pero el educando sabrá ahora, que ninguna representación será jamás la Verdad. Esta última y espléndida representación se volverá oscura y sosa como las otras. Y así continúa el proceso, hasta que al final la mente y sus representaciones se trascienden, y el estudioso entra en el Mundo sin forma, pero del cual todas las formas son reflejos reducidos.

El que estudia verdaderamente LA DOCTRINA SECRETA, es un «JNANI YOGY»; y este sendero del Yoga es la Verdadera Senda, para el estudiante occidental. La D.S. se escribió para proporcionarle las señales indicadoras en ese sendero. (Nota posterior: Leí una versión a H.P.B. de su enseñanza preguntándole si lo había logrado con acierto. Ella me llamó Dumskull -cerebro lento- al imaginarme algo que pueda ser puesto acertadamente en palabras en este asunto. Pero se sonrió asintiendo a la vez y dijo que yo lo había hecho mejor que otro y mejor de lo que ella misma pudiera hacerlo).

Me preguntó por que estoy haciendo todo esto, debiera publicarse pero soy demasiado viejo para hacerlo. Me siento como un niño ante H.P.B. aunque soy veinte años mayor que ella en la actualidad.

Ella ha cambiado mucho desde que la visité hace dos años. Es maravilloso cómo se sostiene frente a una terrible enfermedad. Si uno no supiera nada ni creyera en nada, H.P.B. le convencería a uno de que ella es algo aparte y más allá de cuerpo y cerebro. Yo siento, especialmente durante estos últimos encuentros, desde que ella se ha convertido en un cuerpo impotente, que estamos logrando enseñanzas de otra y superior esfera. Vemos, sentimos y conocemos lo que ella dice, más bien que escucharlo con nuestros oídos del cuerpo. X dijo más o menos lo mismo la noche pasada.

Robert Bowen Comodoro R.N.

19 de Abril, 1891

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Sugerencias para el estudio de «La Doctrina Secreta»

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**AAPPÉÉNNDDIICCEE 22**

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NNOOCCIIOONNEESS EERRRRÓÓNNEEAASS AACCEERRCCAA DDEE ““LLAA DDOOCCTTRRIINNAA SSEECCRREETTAA”” ET NUNC ERUDIMINI

[Abreviatura de una expresión bíblica: “Et nunc reges, intelligite; erudi mini qui judicatis terram”. (Ahora Pues, ¡oh reyes!, obrad prudentemente; dejaos persuadir, rectores todos de la tierra) (Salmos II, 10).

Desde la publicación de La Doctrina Secreta, algunos estudiantes de Teosofía (fuera del

círculo interno de las Ciencias Ocultas) se han quejado de que las enseñanzas contenidas en la obra no les satisfacían. Uno de ellos, mencionando la extensa y acerba crítica de aquélla, hecha por un antiguo y aunque insignificante brutal enemigo, la emprende contra mí por dar lugar –dice, a semejante crítica, ya que no tengo suficientemente en cuenta la ciencia y el pensamiento modernos (!). Otro se lamenta de que no son completas mis explicaciones; así, dice:

“Durante los diez últimos años he sido lector asiduo de la literatura teosófica. He leído y releído ‘La Doctrina Secreta’; he comparado y cotejado pasajes, y nada es tan desesperante, en el momento en que algunas de las más sabias explicaciones acerca de ciertos puntos ocultos comienzan a aclararse, como verse uno confundido por una cita relativa a alguna filosofía o religión exotérica que viene a cortar el hilo de las ideas, dejando la explicación sin acabar… Podemos comprender algunas partes, pero no podemos formarnos una idea concisa, particularmente acerca de las enseñanzas relativas a Parabrahman (lo Absoluto), al 1º y 2º Logos, al Espíritu, la Materia, Fohat, etc.”

Este es el resultado directo y natural del muy erróneo concepto que consiste en creer que en la

obra que he titulado ‘La Doctrina Secreta’ me haya propuesto coincidir con la ciencia moderna o explicar puntos ocultos. Me ocupaba –y aún sigo ocupándome, en los hechos más que en las hipótesis científicas. Mi principal y único objeto fue el de hacer resaltar el hecho de que los principios básicos y fundamentales de toda religión o filosofía exotérica, antigua o moderna, no eran, desde el primero hasta el último, sino ecos de la Religión de la Sabiduría primitiva. Intenté demostrar que el ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO, como la Verdad misma, es Uno, y que aun cuando difiera el follaje en forma y color, el tronco, así como sus ramas principales, pertenecen todavía a ese mismo Árbol antiguo, a cuya sombra ha crecido y se ha desarrollado la Filosofía (ahora esotérica) religiosa de las Razas que precedieron en la Tierra a nuestra Humanidad presente.

Creo haber logrado mi objeto, hasta donde era posible, en los dos primeros tomos de La Doctrina Secreta. No era la Filosofía Oculta de las Doctrinas, Esotéricas la que me propuse explicar al mundo en general (porque, en ese caso, la calificación de Secreta la hubiese convertido en el secreto de Polichinela, un secreto a voces como los apartes de las escenas teatrales) sino simplemente revelar aquello que podía ser revelado y compararlo con las creencias y dogmas de las naciones presentes y pasadas, señalando así su origen y poniendo de manifiesto hasta qué punto habían degenerado. Si mi obra, en esta época de afirmaciones materialistas y de iconoclastia universal, es demasiado prematura para las masas profanas, tanto peor para esas masas. Mas no era demasiado prematura para los estudiantes de Teosofía, atentos y celosos, sino quizá para aquellos que creían que un tratado acerca de correspondencias tan intrincadas como las que existen entre las religiones y filosofías del pasado, casi olvidado, y las de la edad presente, podía resultar una cosa tan sencilla como tomar un billete de ferrocarril a precio reducido. Hasta un solo sistema de Filosofía, bien sea de Kant o de Herbert Spencer, de Spinoza o de Hartmann, requiere algo más que un estudio de varios años.

¿No es lógico, pues, que una obra que compara varias docenas de filosofías y más de media docena de religiones mundiales, una obra que ha de poner al descubierto las raíces de aquellas con las mayores precauciones, ya que sólo puede sugerir, insinuar algunas veces ideas referentes a las Secretas Doctrinas, no pueda ser comprendida en una primera lectura, ni siquiera después de varias, como no elabore el lector para su propio uso, un sistema de estudio?

Page 42: Como Estudiar La Doctrina Secreta (Sugerencias de Hpb)

Sugerencias para el estudio de «La Doctrina Secreta»

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Que esto puede hacerse, y se está haciendo, queda demostrado por los Dos Estudiantes de la E.S. [Esoteric School]. Están sintetizando ahora ‘La Doctrina Secreta’, y de la manera más clara y comprensible lo llevan a cabo en esta revista. Como los demás, tampoco comprendieron esa obra inmediatamente después de haberla leído. Pero con el mayor celo emprendieron su trabajo. Hicieron un índice para su uso particular, clasificando las materias en dos partes: la exotérica y la esotérica; y habiendo terminado esa labor preliminar, ofrecen ahora a los lectores en general la primera parte, conservando la última para su propia instrucción y beneficio. ¿Por qué no habría de hacer lo mismo todo teósofo animado de buen deseo?4

Existen distintos medios de adquirir el conocimiento:

(a) Aceptar ciegamente los preceptos de la Iglesia o de la ciencia moderna. (b) Rechazar ambas y proponerse hallar uno mismo la Verdad.

El primer método es fácil y conduce a la respetabilidad social y a la alabanza de los hombres; el otro es difícil y exige un amor a la Verdad poco común, una indiferencia completa respecto a todo beneficio personal y una inquebrantable perseverancia. Así era antiguamente, así es hoy día, salvo quizá, que ese amor a la Verdad ha sido más raro en nuestra época que lo era en días pasados. En verdad, la repugnancia del orientalista moderno a pensar por sí mismo es ahora tan grande como las exigencias y críticas del occidental respecto a los pensamientos de los demás. Pretende aquél para su Sendero todo el confort moderno; exige aceras asfaltadas, tren rápido y telégrafos, y hasta telescopios con que contemplar, cómodamente tendido, el trabajo de los demás y, mientras les critica, hallar un trabajo fácil; en estas condiciones, dispuesto está a hacer papel de ocultista y de estudiante aficionado a la Teosofía.

Muy distinto es el verdadero Sendero que conduce al Conocimiento Esotérico. Obstruida está su entrada por infinidad de plantas espinosas, frutos de la negligencia y de la omisión; los disfraces de la Verdad, que tantos siglos de existencia cuentan, entorpecen el camino, obscurecido por el orgulloso desdén de la propia presunción y por todas las verdades alteradas y desviadas de su origen. Sólo penetrar en el umbral de este Sendero exige una incesante labor de años, no compensada muchas veces, y cuando ha logrado franquear la entrada, el abrumado peregrino ha de caminar con esfuerzo, porque la estrecha senda conduce a las cimas de montes inviolables, inmensurados e ignorados, salvo de aquellos que alcanzaron ya las nebulosas cumbres. Así ha de ascender, paso a paso, teniendo que conquistar cada palmo de terreno por sus propios esfuerzos; avanza guiado por extraños linderos, cuya naturaleza sólo puede reconocer descifrando en su camino las inscripciones medio borradas por los siglos, porque ¡ay de aquél, si en vez de estudiarlas se detiene, declarando a aquéllas indescifrables! La Doctrina del Ojo es maya; sólo la del Corazón puede hacer de aquél un elegido. ¿Ha de extrañar pues que tan pocos alcancen la meta? ¿Que sean tantos los llamados y tan pocos los elegidos? ¿Acaso no vemos explicado el motivo en tres líneas de La Voz del Silencio? Dicen éstas que “Mientras los primeros repiten orgullosos: “¡Ved!, ¡yo sé!”, los últimos, aquellos que humildemente han atesorado, confiesan en voz baja: “¡Así he oído!”, y, por lo tanto, se convierten en los únicos elegidos”.

4 Bajo el título de "Theosophical Gleanings" (Miscelánea Teosófica) la obra de los dos estudiantes a los cuales HPB. se refería se publicó en LUCIFER entre marzo y septiembre de 1890. En 1978 los artículos se publicaron en forma de folleto con el mismo título por la Thesophical Publishing House de Wheaton.