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Comienzo de la Celebración: En la plaza delante de la Basílica. Hna. Marie-Laure Paillet (fdls) Una voz clama el epitafio del Padre de Montfort: “Oiga, oiga” Epitafio de San Luis María de Montfort Viajero, ¿qué estás mirando? Una antorcha apagada. Un hombre Consumido por el fuego de la caridad, Que se hizo todo para todos. Luis María Grignion de Montfort. Si te informas de su vida. Ninguna más íntegra: De su penitencia. Ninguna más austera; De su celo. Ninguno más ardiente: De su devoción a María. Nadie tan semejante A san Bernardo. Sacerdote de Cristo, su vida expresó claramente la de Cristo. Que con sus palabras ensenó por doquiera Infatigable, sólo reposó en la tumba. Padre de pobres, Protector de huérfanos Reconciliador de pecadores. Su gloriosa muerte Fue como su vida. Murió como vivió, Maduro para Dios Voló al cielo, Murió en el año del señor 1716, A los 43 años de edad. Autor anónimo. Compuesto poco después de su muerte

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Comienzo de la Celebración: En la plaza delante de la Basílica.

Hna. Marie-Laure Paillet (fdls) Una voz clama el epitafio del Padre de Montfort: “Oiga, oiga”

Epitafio de San Luis María de Montfort

Viajero, ¿qué estás mirando? Una antorcha apagada.

Un hombre Consumido por el fuego de la caridad,

Que se hizo todo para todos. Luis María Grignion de Montfort.

Si te informas de su vida. Ninguna más íntegra:

De su penitencia. Ninguna más austera;

De su celo. Ninguno más ardiente: De su devoción a María.

Nadie tan semejante A san Bernardo.

Sacerdote de Cristo, su vida expresó claramente la de Cristo. Que con sus palabras ensenó por doquiera

Infatigable, sólo reposó en la tumba. Padre de pobres,

Protector de huérfanos Reconciliador de pecadores.

Su gloriosa muerte Fue como su vida. Murió como vivió, Maduro para Dios

Voló al cielo, Murió en el año del señor 1716,

A los 43 años de edad.

Autor anónimo. Compuesto poco después de su muerte

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Entrada en la Basílica: Hna. Simone Guillaume (fdls): « Acogemos la cruz, seguida de las reliquias del Padre de Montfort, de su bastón de peregrino, del globo terrestre y de las banderas de los países donde la Familia Monfortiana está implantada. » Canto de entrada: En familia, en pueblo, en Iglesia

En familia, en pueblo, en Iglesia

Llegamos, Señor, de todos los horizontes En familia, en pueblo, en Iglesia

Llegamos, Señor, para celebrar tu nombre 1. Nos acoges diferentes

Eres tú que nos reúne Cada uno de nosotros es tu hijo Porque eres el amor

2. Hemos dejado nuestras casas Eres tú que nos reúne Te ofrecemos nuestras vidas Porque eres el amor

3. Tenemos frío, tenemos sed

Eres tú que nos reúne Vienes a compartir tu pan

Porque eres el amor . Acogida por los tres Superiores generales (en nombre de las tres congregaciones):

Montfort, un Santo Misionero para nuestro tiempo

- Hna. Louise Madore (fdls)

El sonido de las trompetas en la plaza ha anunciado el comienzo de las festividades que marcarán el año del Tricentenario de la muerte del Padre de Montfort y de su entrada glo-riosa en el cielo.

Es una gran alegría vernos reunidos en esta basílica, dedicado al Padre de Montfort y es en nombre de toda la Familia Monfortiana que acogemos, entre nosotros, Mons. Alain Cas-tet, obispo de la diócesis de Luçon, Mons. Jacques Gomart, vicario general, los miembros de los Consejos Generales y Provinciales de los Misioneros Monfortianos, de los Hermanos de San Gabriel y de las Hijas de la Sabiduría así como de los miembros de nuestros institu-tos.

Bienvenida a Don Bruno Retailleau, senador de la ‘Vendée’, al Sr. Maudet, alcalde de San Lorenzo que siempre se han mostrados muy benevolentes para la familia Monfortiana.

Bienvenida también a l@s amig@s de la Sabiduría, a los numerosos asociados y a todos nuestros precios@s colaborador@s. Bienvenida a tod@s aquí presentes que han venido a compartir con alegría esta celebración.

Es aquí en San Lorenzo, en la posada del “Chêne Vert”, que san Luis María de Montfort, este hombre consumido por el fuego de la caridad, devorado por el celo de Dios, gran de-voto de María, se apagó el 28 abril de 1716.

En esta jornada de la solemnidad de Pentecostés, queremos dar gracias a Dios por el don del Espíritu Santo en su Iglesia y particularmente, darle gracias por el Espíritu Santo que, comunicando al Padre de Montfort, un carisma de fundador, ha permitido el nacimien-to de 3 institutos monfortianos, de cofradías y de asociados laicos.

Queremos dar gracias a Dios por el Espíritu Santo que ha sembrado en su ser una espi-ritualidad a la cual beben, desde más de tres siglos, unos discípulos y numerosos bautiza-dos, descubriendo en ella cada día, el secreto de una tierna y verdadera devoción a María que les conduce a Jesús, la Sabiduría Eterna y Encarnada. Queremos dar gracias a Dios por el Espíritu Santo que hizo de Montfort un misionero devorado por el amor de Dios e im-pregnado de su Palabra, testigo incansable, que lleva tras él unos numerosos discípulos pa-ra continuar proclamando la locura de la Sabiduría de Dios para la humanidad. En la época de Montfort, una joven con nombre de María Luisa Trichet, ella también ba-

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jo la influencia del Espíritu, busca como responder a esta llamada de Dios que siente en su corazón. Su encuentro con Luis María será decisivo para el futuro. La lleva a vivir a la es-cuela de la Sabiduría y le revela la locura de la Cruz. Le dirá: “Me llamo Luis María, se lla-mará María Luisa, y añada el Nombre de Jesús.” Con estas palabras, Montfort a sellado, para siempre, la comunión de su existencia. Pa-ra siempre, estas dos almas compartirán el mismo itinerario espiritual. Este encuentro pro-videncial permite a Montfort realizar su plan: Formar una Congregación de chicas, consa-gradas a la sabiduría del Verbo encarnado, para confundir las falsas sabidurías del mundo, estableciendo la locura del Evangelio entre ellas. Ha querido que lleven el bello nombre de Hijas de la Sabiduría. (Grandet, Montfort, p. 48)

A la muerte del Padre de Montfort, María Luisa con sol algunas compañeras, se en-contró en una situación precaria en muchos niveles. Pero se agarra a las últimas palabras escritas por el Sr. de Montfort, antes de morir: “Mis queridas Hijas, no os olvidaré jamás, con tal que améis mi querida cruz, en la cual unimos nuestras fuerzas…”. María Luisa to-mará la antorcha, vendrá por medio y la ayuda de las laicas, establecer la cuna de la Con-gregación, aquí mismo en San Lorenzo, allí donde el Padre de Montfort ha terminado su vi-da apostólica…

Desde hace más de tres siglos, miles de mujeres han respondido a la llamada de Cristo-Sabiduría para desplegar el carisma de Montfort. Hoy día, las Hijas de la sabiduría trabajan en los cinco continentes, particularmente con las personas desfavorecidas.

Numerosos bautizados desean también seguir a Montfort, para vivir de su espirituali-dad, buscando la Sabiduría en su cotidiano y revelándola al mundo. Como las Hijas de la sabiduría, se comprometen con los más pobres, con los marginados para revelar el amor loco de Cristo-Sabiduría por la humanidad como único camino de felicidad.

En este año del Tricentenario, escuchemos a Montfort tomar las palabras de la Sabidur-ía: “¡Oh hijos de los hombres! ¡Los estoy llamando desde hace tanto tiempo! ¡A ustedes me di-rijo! ¡A ustedes llamo y busco! ¡Por su posesión suspiro! ¡Escúchenme! ¡Vengan a mí: quie-ro darles la felicidad!” (ASE 66).

¡Qué el Tricentenario sea la ocasión de oir de nuevo esta llamada, intentar responder a seguir a Montfort y transmitirla a nuestro mundo, en busca de la felicidad!

- Hno. John Kallarackal (fsg) ¡Buenos días a todos!

En este día de la apertura del gran jubileo monfortiano 2015-2016, es para mí una alegría, en nombre de todos los hermanos de San Gabriel, decirles nuestro gozo de haber podido, ayer, hacer memoria de los cuatro hermanos que, en Pentecostés 1715, se com-prometieron con el Padre de Montfort, en la vida religiosa siguiendo a Cristo. El 27 de abril de 1716, en vísperas de su muerte, han sido íntimamente presentes en el pensamiento y en el corazón de Luis María: “Mis cuatro hermanos, unidos conmigo en la obediencia y la pobreza, a saber Hermano Nicolás de Poitiers, Hermano Felipe de Nantes, Hermano Luis de La Rochelle y el Hermano Gabriel que está conmigo…”. En el corazón del Padre de Montfort están también muy presentes: El Sr. Mulot… Sr. Vatel… Mathurin..; Jacques..; Jean.

Montfort ha querido unos hermanos laicos al servicio de la misión monfortiana en la Iglesia, no solo para asegurar los servicios materiales, sino también por unos servicios de orden pastoral, litúrgico, educativo. Así, que, desde 1705 a la llegada del P. Deshayes en 1821, encontramos unos hermanos comprometidos como catequistas, educadores, canto-res, animadores del Rosario o de cofradías, etc. En 1715, el Padre de Montfort ha respondi-do plenamente a la preocupación pastoral de Monseñor de Champflour, obispo de La Ro-chelle, de abrir escuelas caritativas para las niñas y niños de La Rochelle. Para las niñas, hizo venir, hizo venir las Hijas de la Sabiduría de Poitiers, y, por los niños, ha elegido “gen-te joven que se habían bajo su conducta” (Besnard)

En 1821, el Padre Gabriel Deshayes va a continuar y amplificar el dinamismo misionero

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del Padre de Montfort y de sus sucesores, especialmente en lo que concierne la enseñanza que va evidente con la catequesis. Las escuelas caritativas no solo serán por los niños del campo en mayoría analfabetos, sino también por los jóvenes sordos, abandonados y muy mal considerados en esa época. Hoy, en 2015, los hermanos son 1250, repartidos en los cinco continentes, en 33 paí-ses, y siguen sirviendo al Señor y la misión monfortiana en la Iglesia con niños y jóvenes, con los por los cuales el Padre de Montfort y el Padre Deshayes tenían una gran solicitud: los minusválidos, los pobres, los niños de la calle, los “dejados atrás”, etc. Intentamos res-ponder a este grito del Padre de Montfort “Abrir a Jesucristo”, lo que para nosotros Herma-nos de San Gabriel, nos conduce a abrir las inteligencias y los corazones de los niños y de los jóvenes al amor de Dios y del prójimo, cualquiera que sea su religión. En su súplica ar-diente, el Padre de Montfort ardía con el deseo que el Espíritu Santo abraza la tierra de “un diluvio de fuego del puro amor” (SMM n° 17). Nuestros hermanos buscan concretarlo, es-pecialmente en este mundo a veces tan desgarrado.

Esta historia del Tricentenario de un dinamismo monfortiano siempre vivo, la compar-timos íntimamente con los Padres y Hermanos monfortianos, con la Hijas de la Sabiduría, con los laicos asociados y los colaboradores de nuestras instituciones, con nuestros amigos y benefactores, con las autoridades civiles y religiosas. Estoy muy feliz que halláis respon-dido a nuestra invitación a alabar al Señor con la Familia Monfortiana, por el don de San Luis María a la Iglesia, por su espiritualidad que continúa inspirando y estimulando a nume-rosos laicos cristianos y que lleva a unos hombres y mujeres a consagrarse a Dios en la vi-da religiosa. ¡Oremos para que continúe a florecer el espíritu misionero del Padre de Montfort que se ha hecho todo para todos!

- Père Santino Brembila (smm) En este día 24 de mayo de 2015, día de la celebración de Pentecostés, ¿Qué buscáis, miembros de la Compañía de María con el apoyo de la presencia fraternal de las Hijas de la Sabiduría, de los Hermanos de San Gabriel y de nuestros laicos asociados? Todos quere-mos reconocer un Guía con corazón de fuego, que ha muerto a la edad de 43 años, el 28 de abril de 1715, aquí mismo en San Lorenzo de Sevre.

En Familia Monfortiana reunida, queremos celebrar el Tricentenario del nacimiento al cielo de un misionero que ha querido, por sus actos y por sus palabras, ser el defensor de los pobres. Juntos, queremos reconocer un testigo de la fe que supo anunciar la alegría del Evangelio sabiendo que él que no arriesga nada, no hace nada.

Conocido y celebrado por el mundo entero por la presencia de los misioneros monfor-tianos dispersos en más de 31 países de nuestro mundo actual, queremos acoger la inicia-tiva de un Dios quien, en su Sabiduría, continúa a hacer alianza con toda persona de buena voluntad. Con el Padre de Montfort, recordamos que tal amor se ha manifestado en Cristo, Sabiduría Eterna y Encarnada. En María, Jesús ha venido en nosotros y a vosotros, y en María, Jesús desea tomar sitio en nuestras vidas.

Iluminado por la vida personal de tal testigo, sus escritos y sus cánticos, nosotros, mi-sioneros monfortianos, queremos sacar a la fuente de la vida, el Espíritu Santo para encon-trar unas razones de vivir felices y libres siendo fieles a los compromisos de nuestro bau-tismo.

Guardando una libertad vigilante para favorecer unos lazos con todo grupo o comuni-dad que se sitúa en la influencia de Montfort, tomamos conciencia que somos un pueblo en marcha tras las huellas de los Pobres Apóstoles. En esta celebración del Tricentenario, te-nemos conciencia de estar invitados a comulgar al impulso de un misionero cuyo testimo-nio de vida es hoy reconocido por la Iglesia Universal.

Incluso hoy, el Padre de Montfort es considerado como un verdadero testigo de la fe. � Después de un examen profundizado en 1858, sus escritos son reconocidos en confor-

midad con las enseñanzas de la Iglesias; � En 1888, el Papa León XIII declara Montfort “beato”;

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� Y, poco tiempo después de la segunda guerra mundial, el 20 de julio de 1947, es cano-nizado por Pío XII;

� En 1996, San Juan-Pablo II inscribe su fiesta en el calendario de la I9glesia Universal. El mismo año, con su propia iniciativa, el Papa adelanta un d’ia su visita pastoral en Fran-cia para poder venir a San Lorenzo orar sobre la tumba de San Luis María. Como somos frágiles, el Espíritu Santo hoy día es capaz aun de hacernos todos unos

misioneros audaces: Liberos: que, “que vuelen sin obstáculos por todas partes”; Liberos: “Siempre prontos a correr y sufrirlo todo contigo y por tu causa, como los após- toles”; Liberos: unos verdaderos hijos de María, que vayan en todas partes, “con la antorcha bri-

llante y encendida del santo Evangelio en la boca y el santo Rosario en la mano, … que, gracias a una auténtica devoción a María, es decir, interior sin hipocresía, exterior sin crítica, prudente sin ignorancia, … aplasten dondequiera que vayan la cabeza de la antigua serpiente”.

A nuestro mundo desorientado, cuando unas razones de vivir se pierden en los ruidos de violencia, de intolerancia y de sufrimiento, queremos nosotros también, a partir de las celebraciones del Tricentenario, decir al Padre de Montfort que queremos pisarle los talones siguiéndole, en un proceso espiritual y un compromiso evangélico.

Que este Tricentenario pueda ser, para todos nosotros, no solo un memorial del pasado y una mirada sobre el presente, sino sobre todo un impulso hacia adelante, con la audacia y la confianza en la Providencia que siempre han caracterizado a San Luis María de Mont-fort. ¡Buen camino tras sus huellas durante este año del Tricentenario y celebremos en la alegría su vuelta hacia la casa del Padre en Compañía de María!

Acogida por el celebrante: Mons. Alain Castet Como lo hemos cantado con todo nuestro corazón, hemos venido de todos los horizontes, de todas las situaciones, de todos los países y de todos los lugar, de todas las edades y de todo compromiso. Hemos respondido a la llamada de este predicador incansable como aca-bamos de oírlo y sobre todo como lo sabemos es signo vivo por el mundo de hoy. No es indiferente que Dios nos reúne en el día de Pentecostés, porque en este día cada concentración si ilumina de la alegría de estar juntos, nos invita a volver a marcharse, por-tador de esta felicidad para dar testimonio y de ser donde estamos nosotros los testigos del mensaje de salvación, los testigos de Cristo-Sabiduría que da sentido a nuestras vidas Presentación de dos partes (Hna. Simone Guillaume, fdls): “En un primer tiempo, estaremos a la escucha del Padre de Montfort, luego escucharemos el Padre

de Montfort en la historia, hoy”.

I. A la escucha del Padre de Montfort Introducción:

Hno. Maurice Hérault, fsg “Algunas antes de su último aliento, el Padre de Montfort predica, an-tes los fieles de San Lorenzo y el obispo de La Rochelle, sobre la “dulzura de Jesús”. Hasta el final, desea tocar los corazones de los bautizados. Les anuncia el que es el fruto, del Espíritu Santo en el cuerpo de María: Jesús, Sabiduría eterna de Dios, manso y humilde de corazón. Sabemos cuánto ha sido formado por su contemplación y su amor de Jesucristo quien ha sido hasta dar su vida en la cruz, poniéndose a su escuela con la Virgen María. Eso ha hecho de él un misionero ardiente para hacer el bien, por donde ha pasado. Su mirada sobre las realidades y las necesidades de su tiempo ha sido transformada por estar

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tan poseído por los sentimientos de Jesús y la fuerza del Evangelio. Siempre en camino, caminaba como hombre libre transportado por el viento del Espíritu. Hacer conocer y amar a Jesucristo por María, reavivar entre todos los fieles la fuente de su bautismo anunciando la Buena Nueva del Evangelio a los que el mundo abandona… privilegiando ya “las perife-rias”, he aquí lo que le anima hasta el final. Escúchale”… Canción de Montfort (Instituto Musical de Vendée) De San Lorenzo a La Rochelle O de Poitiers a Pontchâteau La mirada muy bañada de cielo Y su sombrero lleno de canciones Por las ciudades y por los pueblos No tiene ni tregua ni reposo Porque el incendio de lo devasta Es el fuego de un mundo nuevo. ¿Pero quién eres tú, o peregrino Por desplegar tantos esfuerzos Para hacer de los hombres unos santos? ¡Claro que sí! Eres el Padre de Montfort. Es tentador, lo concedo Preferir el cabaret Que es un excelente remedio Contra el amor y la piedad. El nos habla de la embriaguez De banquete y de voluptuosidad De ser esclavo de una dueña De las bodas del cordero inmolado. Estribillo 2: ¿Quién eres tú, o peregrino Gritando hasta despertar a los muertos Que el pecado es un veneno ¡Claro que sí! ¡Eres el Padre de Montfort!

Rechazado por la gente de raza Y echado a bastonazos Mimado por el populacho Último amigo de los moribundos Todos los andrajosos de la tierra Para quienes su vida fue un don Veían brillar una luz En la fibra de sus harapos Estribillo 3: ¿Quién eres tú, o peregrino Cuyo corazón brilla como el oro Amigo fiel de los bribones? ¡Claro que sí! ¡Eres el Padre de Montfort! ¡Fuerza! No tenía mucho En su desierto la sacaba En la meditación y la oración En los granos de su rosario. Pero por encima de todo, su ternura De una reina era el secreto Cuya sonrisa y regalos En el más allá le encantaban Estribillo 4: Te conozco, o peregrino Tan rico de tesoro tan grande Rico de Dios, mendigando el pan ¡Claro que sí! ¡Eres el Padre de Montfort!

Oración de apertura (Is 52, 7) “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: « Ya reina tu Dios! » Alleluya Canción y danza: “Abrir a Jesucristo” (P. Grosperrin) 1- El Buen Pastor se ha cansado en llevar la oveja herida: Le da su Vida Montfort ha tomado en sus brazos el enfermo abandonado: “¡Abrid a Jesucristo!” Tú el Señor-Servidor: ENSÉÑANOS A SERVIR Vosotros que buscáis la felicidad: “¡ABRID A JESUCRISTO!”

Estribillo: MONTFORT, FERVIENTE APÓSTOL TESTIGO DE CARIDAD

HAZNOS PRÓJIMO DE LOS DEMÁS EN LA HOSPITALIDAD

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2- Se lanzan las palabras de Dios hasta las tierras del silencio, proclamadas sobre los te-chos

Se cantan los hechos de Dios por los labios de la infancia; Jesús dice: “Ábrete” Tú la Palabra del Padre, DANOS DE ESCUCHAR Vosotros los mudos para vuestros hermanos, “¡ABRID A JESUCRISTO!” 3- Ha tendido hacia Cristo su mano inerte: Jesús dice: “Levántate” La creación, por nuestras manos cada día se transforma: Signo de tu amor. Tú, que forma la tierra, GUÍANOS PARA SERVIR; Vosotros cuya mano se abre a los hermanos, “TRABAJAD PARA JESUCRISTO” 4- En su camino el extranjero se acerca al herido: Lo ha tomado como un hermano. En nuestros caminos, por la Cruz, el Señor se aniquila, Para conducirnos al Padre Tú nuestro Samaritano, VEN A CURAR NUESTRAS HERIDAS Vosotros que dudáis del Camino: ABRID VUESTROS CORAZONES, VUESTRAS MANOS Lecturas de algunos escritos del Padre de Montfort 1. Como buscar y adquirir a Jesús-Sabiduría

Hna. Simone Guillaume (fdls) et Hno. Camille (fsg) ¿Se puede, acaso, amar lo que no se conoce? ¿Se puede amar con ardor lo que sólo se conoce imperfectamente? ¿Quieres, pues, realmente la vida eterna? –Consigue el conocimiento de la Sabiduría eterna. ¿Quieres alcanzar la santidad perfecta en este mundo? –Conoce la Sabi-duría. ¿Quieres plantar en tu corazón la raíz de la inmortalidad? –Adquiere el co-nocimiento de la Sabiduría. Conocer a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, es saber lo suficiente. Sa-berlo todo, pero no conocerlo a Él, es no saber nada. Quien desee adquirir el gran tesoro de la Sabiduría debe, a ejemplo de Salomón, buscarla: desde temprano y…, espiritual y castamente…, con perseverancia, hasta el fin, hasta alcan-zarla. (ASE 8, 11, 54) 2. Abandono a la Divina Providencia

Hno. Daniel Busnel, smm Pero pase lo que pase, nada me preocupa; tengo un Padre en el cielo que no me falla jamás. Que me condujo hasta aquí, me ha conservado hasta hoy, y lo seguirá haciendo según su constante misericordia. Aunque no merezco sino castigos a causa de mis peca-dos, no dejo de implorar al Señor y abandonarme a su Providencia.

(Carta 2: destinatario: el cura Alain Robert; Procedencia: Paris: París, 20 de septiembre de 1694) 3. Confianza en Dios – Oración reciproca

Hna. Marie-Françoise Vivien, fdls No pienses que la distancia física o el silencio externo me hayan hecho olvidar tu caridad para conmigo ni la que debo profesarte… Experimento que sigues pidiendo la divina Sabiduría para este mise-rable pecador a través de cruces, humillaciones y pobreza. ¡Animo, querida hija! ¡Animo! Te quedo infinitamente agradecido. Experimen-to los efectos de tus plegarias, porque me encuentro empobrecido, crucificado y humillado… ¡Que me calumnien, que me ridiculicen, que hagan jirones mi repu-tación, que me encierren en la cárcel! … Nada puede resistir a tus plegarias. El mismo Dios -con ser tan grande- no las puede resistir. Se ha dejado, afortunadamente, vencer por una fe viva y una firme esperanza.

Ora, pues; suspira, implora para mí la divina Sabiduría; la obtendrás toda entera para mí.

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Así lo creo. (Carta 16: destinataria: A María Luisa Trichet; Procedencia: París, 24 de octubre de 1703)

4. Discernimiento

Robert Natutwane Me siento, desde mi llegada, como perplejo entre dos sentimientos al parecer opuestos. Por una parte, experimento una inclinación secreta al retiro y a la vida escondida, para ani-quilar y combatir mi naturaleza corrompida, deseosa de manifestarse. Por otra, siento grandes anhelos de hacer amar a Nuestro Señor y a su santísima Madre, de correr en forma pobre y sencilla a dar el catecismo a los pobres del campo y de excitar a los pecadores a la devoción a la Santísima Virgen… Ante las necesidades de la Iglesia, no puedo menos de pedir continuamente con gemidos una pequeña y pobre compañía de sacerdotes ejemplares que desempeñen ese ministerio bajo el estandarte y protección de la Santísima Virgen.

(Carta 5: destinatario: Sr. Leschassier; Procedencia: Nantes, 6 de diciembre de 1700) Alleluia (Salmo 117, un versículo)

Marie-Line Tignon

Evangelio: (MT 28, 16-20) Joël Rqbin, diacono

“Los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: « Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

Homilía de Mons. Castet

Queridos amigos, herman@s en Cristo Cuando juntos inauguramos este año que celebra el Tricentenario de la vuelta a Dios, de San Luis María, el momento de oración que vivimos esta tarde, nos invita a oír el final del Evangelio de san Mateo. Las palabras que acabamos de recibir han guiado la vida misma de san Luis María como guía, hoy la vida de cada misionero: “Id a enseñar y a bautizar”. Como, no unirnos a su vida, la vida de san Luis, su creatividad, sus iniciativas audaces y recibirlas como una invitación a ir mar adentro. Sacerdote siempre en movimiento, insatis-fecho, persuadido que con la gracia de Dios tenemos que ir cada vez a más, nos lleva y nos estimula. Las palabras del apóstol resuenan en nuestros corazones, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Sin embargo, si san Luis María nos invita a ir mar a dentro, nos em-puja también a avanzar en aguas profundas, es decir a arraigar profundamente nuestras vidas en el misterio de Cristo, de la Cruz que el mundo considera como locura y que el discípulo percibe como Sabiduría. Con él, comprendemos que el único camino de alegría profunda es el del camino estrecho, el de seguir al Señor con el don de su vida y la partici-pación a este misterio. Id a enseñar, y haced discípulos. Cómo, queridos amigos, podemos discernir las razones que fundan este imperativo y moti-van todo dinamismo. Permitidme simplificando, distinguir cuatro razones La primera razón fundadora es el mismo Dios tal como se releva, tal como su naturaleza aparece desde el primer Testamento. La segunda razón es el testimonio del mismo Jesu-cristo al cual nuestro bautismo nos asocia. La tercera razón se encuentra en la palabra im-perativa del Señor que acabamos de recibir. Y la cuarta, me parece, podemos percibirla en la mirada bondadosa y misericordiosa de Dios que llevamos sobre el mundo siguiendo al Salvador. La primera razón tal como se revela en el primer Testamento, tal como se da a conocer es-

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te proceso benévolo del Señor hacia los hombres, se manifiesta de manera elocuente en la elección del pueblo elegido. Esta elección se hace atención, paciencia, perdón, confianza pero también rigor paterno. Más allá del pueblo elegido, este mismo Dios, como lo mani-fiesta la lectura constantemente, desea ser reconocido por todos los pueblos. Así, el Dios creador envuelve en un mismo amor Israel y las naciones. La segunda razón, la persona de Jesús realiza plenamente lo que se esboza en el Primer Testamento. En él, Dios mismo se anuncia, dice quien es y se da a conocer al conjunto de la humanidad. Por el baño del bautismo estamos configurado a su persona, su ministerio es nuestro ministerio y según la encíclica “Redentoris missio” del santo Papa Juan Pablo II, cada bautizado tiene que trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y recibido por todos los hombres y por toda la tierra. Esta obligación se hace tanto más apremiante que solo por ellos, los hombres pueden oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.

La tercera razón fundadora esta palabra imperativa que acabamos de oír. La palabra imperativa de Cristo recibida hoy se dirige a cada discípulo, nos envía, nos compromete a vivir y a hablar sin temor bajo la moción del Espíritu, como nos lo ha enseñado esta maña-na la escritura, cuando los discípulos atemorizados salen, hablan a riesgo del desprecio, de la burla, del rechazo. La fiesta que celebramos hoy nos reconforta el don del Espíritu que nos ha sido dado en el día de nuestra confirmación, dándonos la paz de Dios, hace de no-sotros unos discípulos misioneros. Nos permite vivir una fe viva que atesta. Seamos siem-pre preparados como nos lo pide la Escritura a explicarnos ante todos los que nos pide dar cuenta de la esperanza que está en nosotros, al ser reveladores de sentido. La cuarta razón, estamos establecido como testigos de la misericordia de Dios. El Papa Francisco insiste, ¿no ha elegido como lema esta toma de conciencia de la misericordia que ama? estamos establecidos como testigos de la misericordia que Dios lleva al mundo. En Cristo se nos revela una mirada lúcida, benévola, misericordiosa, esta mirada que hemos reconocido cuando hemos dicho, decimos “Creo”. Esta mirada, el Señor no lo lleva indife-rentemente sobre los grupos sino sobre cada hombre, tuvo piedad de la muchedumbre, porque estaban como un rebaño sin pastor. El discípulo sabe que cada hombre cualquiera que sea su itinerario, su pecado, sus debilidades, es esperado por Dios. Por su vida conver-tida, su palabra y el compañerismo que vive con los hombres, revela al que el hermano as-pira, incluso sin conocerle, incluso sin desearle. Id pues a bautizar, a enseñar, haced discípulos. ¡Qué el entusiasmo de san Luis María, que su palabra de fuego nos da a revelar esta Sabiduría de la cual fue el testigo! Canto meditativo: El Pange Lingua de Zoltan Kadaly (I.M.V.) Pange, lingua, gloriosi Corporis mysterium Sanguinisque pretiosi Quem in mundi pretium Fructus ventris generosi Rex effudit gentium Tantum ergo sacramentum Veneremur cernui, Et antiquum documentum Novo cedat ritui ; Præstet fides supplementum Sensum defectui ! Genitori Genitoque Laus et jubilatio ; Salus, honor, virtus quoque Sit et benedictio ; Procedenti ab utroque Compar sit laudatio ! Amen !

Chante, ma langue, le mystère du corps glorieux et du sang précieux que, pour racheter le monde le Roi des nations, fruit d’un ventre généreux, a répandu. Donc, un si grand sacrement, vénérons-le tête baissée, et que l'enseignement ancien laisse la place à un nouveau rite ; que la foi supplée à la déficience des sens ! Pour le Père et pour le Fils, louange et chants joyeux ; salut, honneur, puissance aussi, et bénédiction ; Et pour Celui qui procède de l’Un et de l’Autre, qu’il y ait une égale louange ! Amen !

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Presentación de la segunda parte (Hna. Simone Guillaume, fdls)

“En la segunda parte, escucharemos al Padre de Montfort en la historia, hoy”. II – El Padre de Montfort en la historia de Hoy Introducción: Si el Padre de Montfort ha sido un sacerdote eminente que ha influenciado mucho la pobla-ción del siglo XVIII, no es menos importante decir que sigue influenciando el mundo de hoy. Le siglo XXI ha conocido grandes figuras de santidad, entre ellos Juan Pablo II, que dice sencillamente que la espiritualidad del Padre de Montfort ha marcado profundamente su vida. Aun hoy la vida y la espiritualidad del Padre de Montfort siguen influenciando nu-merosos fieles en búsqueda de santidad. Entrar en esta espiritualidad es consentir dejarse transformar en profundidad y en verdad. Los testimonios que vais a escuchar os animarán. Canción: Un hombre con corazón de fuego

Marie-Line Tignon y I.M.V. 1- Un hombre con corazón de fuego

que ha venido del Padre y que vuelve hacia él, Jesús, el Primogénito. Un hombre con corazón de fuego nos invita a seguirle a su vuelta, Hasta renacer al día irradiante de Pascua. Jesús, el Primogénito, nos invita a seguirle…

Estribillo: Para la Gloria de Dios y su alta alabanza Para la Gloria de Dios y la Salvación del mundo 2- Un hombre bajo el Espíritu,

en acción por el mundo con ganas de crear, Jesús maestro y Señor Un hombre bajo el Espíritu nos invita a seguirle como unos servidores A servir en las obras donde persigue su Pascua. Jesús, maestro y señor, nos invita a seguirle…

3- Un hombre con corazón de carne

que quiere reconciliar la tierra con el cielo, Jesús Verbo de vida.

Un hombre con corazón de carne, nos invita a la felicidad que da su amor: La alegría que viene de él, viene a dar testimonio de Pascua. Jesús, Verbo de Vida, nos invita a la felicidad.

Extractos de los mensajes de San Juan Pablo II

P. Olivier, smm 1. Lo que Grignion de Montfort ha aportado en la vida del Papa Juan Pablo II San Luis María Grignion de Montfort constituye para mí una significativa figura de referen-cia, que me ha iluminado en momentos importantes de la vida… Al poner a la Madre de Cristo en relación con el misterio trinitario, Montfort me ayudó a comprender que la Virgen pertenece al plan de la salvación por voluntad del Padre, como Madre del Verbo encarnado, que concibió por obra del Espíritu Santo. Toda intervención de María en la obra de regeneración de los fieles no está en competición con Cristo, sino que deriva de él y está a su servicio. La acción que María realiza en el plan de la salvación es

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siempre cristocéntrica, es decir, hace directamente referencia a una mediación que se lleva a cabo en Cristo. Comprendí entonces que no podía excluir a la Madre del Señor de mi vida sin dejar de cumplir la voluntad de Dios trino, que quiso "comenzar a realizar" los grandes misterios de la historia de la salvación con la colaboración responsable y fiel de la humilde Esclava de Nazaret. (Discurso a los participantes del coloquio internacional de mariología en Roma a 13 de octubre 2000, N° 1) Estribillo: Soy todo tuyo

María Virgen Santa Todo lo que tengo es tuyo María Virgen pura Que seas mi guía en todo María Nuestra Madre

2. Modelo para la nueva evangelización

Hna. Jacqueline Portefaix, fdls Ahora que en la mayor parte de las regiones del mundo se nece-sita una nueva evangelización, el celo del padre de Montfort por la palabra de Dios, su soli-citud por los más pobres, su actitud de hacerse comprender por los más sencillos y de es-timular la piedad, sus cualidades de organizador, sus iniciativas para prolongar el fervor por la fundación de movimientos espirituales o para comprometer a los laicos en el servicio a los pobres, todo ello, con las debidas adaptaciones, puede inspirar a los apóstoles de hoy. (Mensaje a la familia religiosa monfortiana con ocasión del 50 aniversario de la canonización de su fundador. El 21 de junio de 1997, N° 5) Canto al Espíritu Santo.

Energía imprevisible, Espíritu de Dios, Viento que hace re-vivir, Espíritu de Dios Soplo de tempestad, Espíritu de Dios, ¡Abre nuestras ventanas, Espíritu de Dios!

Espíritu de Verdad, brisa del Señor Espíritu de libertad, pasa en nuestros corazones. Espíritu de verdad, brisa del Señor, Espíritu de libertad, pasa en nuestros corazones.

Testimonios: Hna. Christine Pichery, fdls Cuando me pidieron de hablar del Padre de Montfort y decirles lo que evoca para mi como Hija de la Sabiduría en 2015, y eso en un minuto, he encontrado el desafío un poco grande. Me lan-zo. La simple evocación del Padre de Montfort hace subir en mí tres calificativos: Un buscador de Dios, Un aventurero del Amor, Un bruto con corazón tierno. Primero: Montfort como buscador de Dios Qué alegría poder enriquecerme espiritualmente sacando en los escritos de nuestro Santo Fun-dador. La determinación infalible de este buscador de Dios y su búsqueda incansable de la divi-na Sabiduría me dan mucho coraje en mi cotidiano. Cuantas veces Montfort tuvo que renunciar a sus proyectos sin jamás tirar la toalla, contemplando incansablemente al Señor en la Sabidur-ía Encarnada e invitándome a hacer lo mismo. ¿Cómo no resistir a la dulzura de sus escritos y dejarse interpelar por lo tajante de algunas de sus palabras y de sus actos? Segundo: Montfort como aventurero del Amor Lo que siempre he ha embargado en Montfort, es su espíritu de aventura que refleja su ser en-teramente consagrado a Dios. Su celo y su audacia me llegan. Estoy sensible a sus largos ca-minatas para ir unas veces a socorrer al pobre, otras veces en intentar llevar a bien una acción,

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un proyecto siempre bajo la conducta de la Sabiduría que no ha dejado de contemplar y de re-zar. Acoger la heredad espiritual del Padre de Montfort me invita a calzar sus zapatos, arriesgar múltiples desplazamientos interiores y trabajar sin descanso en la adquisición y el compartir la divina Sabiduría. Todo eso es ser un aventurero del Amor. Tercero: un bruto con corazón tierno. Quien va al encuentro de Montfort descubrirá un bruto detrás del cual se esconde un corazón tierno. Lo he descubierto no hace mucho tiempo por su personalidad sacando en escritos y dife-rentes biografías. Muchas veces se ha prestado a Montfort unos calificativos severos, me gus-taría invitarles a escarbar el espesor de caparazón de este hombre. Descubriréis quizá con sor-presa la dulzura interior de un hombre animado por el Espíritu divino, pero también de un hombre animado por el encuentro de una mujer en la persona de la Virgen María con la cual ha sacado consuelo y respuestas a sus numerosas preguntas. Montfort me habla también hoy por la riqueza de sus escritos y los encuentros que puedo hacer en familia Monfortiana, en Iglesia y en todo lo que hace mi cotidiano. Permitidme dirigir la con-clusión final de mi reflexión al Padre de Montfort directamente. Primero le doy las gracias por su heredad espiritual que nos ha transmitido y que siempre es de actualidad. He aquí lo que quiero decirte Luis María:

“¡Puedes descansar en paz Luis María, tu obra continúa, he sido testigo de ello muchas veces aquí en Francia y también en el mundo!”

Estribillo: Para la Gloria de Dios y su alta alabanza Para la Gloria de Dios y la Salvación del mundo

Hermano José Arokiaraj, fsg (Inde) Para mí lo que me llama particularmente la atención en san Luis María Grignion de Montfort es su arraigamiento en “Dios Solo” y su devoción afectuosa hacia la Virgen María; su identificación a los pobres; y su creatividad para inventar medios para transmitir la experiencia de Dios a to-dos. Para él era imposible callarse. Lo que me motiva hoy: Es ser un hermano comprometido a seguir a Cristo mi Señor, Dios solo a la manera de nuestro fundador San Luis María Grignion de Montfort en la vida consagrada. Es también poner mi fe en el Señor de manera concreta en su pueblo. Es ser hermano universal de todos los hombres especialmente de los más pequeños y de los más necesitados compartiendo las actividades y las preocupaciones. Estar al servicio de todos y ser un hermano para todos. El hermano no es para llevar un título, sino para vivir. Estribillo: Para la Gloria de Dios y su alta alabanza Para la Gloria de Dios y la Salvación del mundo

Un hospitalario (PM), Jean Charrier Voy a intentar, aquí comprender y compartir lo que me ha atraído y retenido desde hace 15 años en esta bella Fraternidad Monfortiana… Al principio, en 2000, nuevo jubilado, empujado por la obsesión y el miedo de encontrarme in-útil, tumbado en un confortable tresillo, mirándome el ombligo. Me dije, ¡quizá hay algo mejor que hacer! El desencadenador ha sido la compra de un boleto de ofrenda monfortiano. Parece que, ¡el azar no existe! ¡Incluso se dice que es el nombre que toma Dios cuando quiere pasar incognito! ¡Paul Eluard, para él, afirma también que no existe el azar, solo existen las citas! He ido a la cita y al descubrimiento de la Familia Monfortiana. Mi primera peregrinación he ha colmado de alegría: ¡Qué descubrimiento! ¡Por fin! ¡Un mundo de fraternidad! ¡Gente sonriente, amable, feliz y generosa! Pensando a Bernanos que declaraba de cuajo: “Todo cristiano triste es un imostor”. Les puedo asegura que no he encontrado ninguno entre los Monfortianos. ¡Al contrario, entre los monfor-tianos, es la sonrisa, los chistes y buen humor en todo momento. Es verdad que la morosidad ambiente parece actualidad hoy y desgraciadamente más derra-mada que la alegría en nuestras ciudades. La gente no deja de quejarse que todo va mal e in-cluso acusan el cielo.

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Se cuenta que un hombre, indignado ante el injusto sufrimiento de un niño enfermo, levantaba el puño hacia el cielo gritando: “¿Dios qué haces?, el cielo le respondió “¿Y tú?” El mal, el sufrimiento no se explica, se combate. Dios ha dejado al hombre libre de actuar o de no hacer nada y justamente es este “¿Y tú, qué haces para aliviar el sufrimiento de tu prójimo? Que intentan responder en la medida de sus posibilidades, l@s hospitalari@s Monfortianos, muy humildemente, cada uno en su puesto: Enfermeras, médicos, servicio de las salas, en el des-plazamiento de los enfermos, en los diferentes servicios; y todo eso en la alegría más total. De verdad he vivido, con los monfortianos, buenos momentos de mi vida y he encontrado unas bellas almas. Entre otras, he guardado en memoria esta maravillosa escena, en el autocar de los enfermos, donde nuestra dos enfermeras, (cuyo nombres no dije para no herir su modes-tia), inclinadas sobre una enferma para una intervención, no evidente, oficiaban cantando el Gloria, espontáneamente, en un impulso totalmente natural, era de una profunda espiritualidad y de una gran belleza. Al principio, me pregunté, ¿cómo los hospitalarios podían acumular tantos años de servicio y, lo confieso, había pensado entonces en la rutina, pues, desde entonces, teniendo un buen número de años (15 años), me he dado cuenta que el virus de “Monfortanidad” era muy resistente. Pero cuidado a no caer en el angelismo y la autosatisfacción, no nos tomemos por los mejores, estamos aun muy lejos de ello; la santidad no es para mañana y el beso al leproso no aun aho-ra. En todo caso, Muchísimas gracias a los monfortianos que me han permitido vivir los milagros de Lourdes ¡Sí, existen! Los he vivido en cada instante con vosotros. Puedo ahora dar testimonio. Gracia, amigos monfortianos por todo lo que me habéis aportado

“Ubi caritas et amor, Deus ibi est” « Dios está allí donde están le caridad y el amor »

Estaba muy presente, con nosotros, en Lourdes, en la hospitalidad. Estribillo: Para la Gloria de Dios y su alta alabanza Para la Gloria de Dios y la Salvación del mundo

“Una amiga de la Sabiduría”, Véronique Frinault Estoy en la familia Monfortiana desde mi infancia, he seguido seguir la enseñanza del Padre de Montfort. El encuentro con su espiritualidad ya comenzado con unos retiros, se ha profundizado cuando he elegido seguir el camino de la felicidad propuesto por “l@s amig@s de la Sabiduría”. He anclado mi vida en la de los Fundadores Hermana María Luisa Trichet y San Luis María de Montfort que celebramos hoy. El lugar de la oración, la devoción mariana y el servicio del pobre ya forman parte de mi coti-diano, según mis débiles competencias. No es tan fácil ser congruente. Siguiendo sus pasos, siendo Amiga de la Sabiduría, he recibido una misión “juntos amamos, vivimos y proclamamos la Sabiduría” y sigo este camino para descubrir siempre más a Jesús-Sabiduría, que como lo di-ce el Padre de Montfort debe ser nuestro Todo en Todo. Me reconozco en los elementos de identidad que han salido, gracias al Espíritu, durante el encuentre internacional de 2008: Oígo la llamada de la Sabiduría en la oración, me preocupo de toda forma de pobreza y de injusticia y comparto el Carisma con la Hijas de la Sabiduría. Tengo un compromiso de “Amiga de la Sa-biduría” en mi trabajo y acepto unas responsabilidades en el comité de las “Amigas de la Sabi-duría” y de la Hospitalidad Monfortiana. Solo me queda animaros a venir también a descubrir este camino de Felicidad. Estribillo: Para la Gloria de Dios y su alta alabanza Para la Gloria de Dios y la Salvación del mundo

Padre Arnold SUHARDI, smm (Indonesia)

¡Mi Hermano, Luis María Grignion de Montfort! No conocías mi país, Indonesia, porque no for-maba parte del concierto de las naciones en tu época. Sin embargo, mi isla, Flores, ya existía. Estoy persuadido que nunca habías imaginado que tus discípulos, los Padres y Hermanos misio-neros de la Compañía de María, e incluso las Hijas de la Sabiduría, trabajarían un día en este gran y hermoso país. Cestos misioneros “todo de fuego” me han ayudado a descubrir tu vida totalmente consumida por “el fuego de la caridad”, tú que te has hecho “Todo a todos”.

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Pero entre Francia y mi país, existe una distancia cultural enorme. Aun más entre Francia en tu época y mi país de hoy día: tenemos horizontes culturales radicalmente opuestos, somos dos generaciones de humanidad totalmente diferentes. ¡Entonces, cual es el sentido de tu vida para mí! ¿Tienes una pertinencia en mi existencia, en mi corazón? ¡Si me has enseñado mucho, lo admito! Por eso te llamo “mi Hermano”. ¡No es porque somos de la misma edad, 43 años! Sino porque eres cercano a mí, estás en mi corazón, me gusta todo lo que has hecho y enseñado por la humanidad, me gusta tu “humor vagabundo para salvar a tu pobre prójimo” (Ct. 22) Me recuerdas el valor eminente de la unión con Dios Solo, la urgencia de la opción fundamental por Cristo-Sabiduría y la importancia de la docilidad al Espíritu Santo. Me enseñas a recorrer “el camino inmaculado de María” (VD 158) en la aventura de la santidad, a tocar a los más pobres con mucha compasión y ternura y a implicar a todos los bautizados en la obra de evangeliza-ción. Ayúdame, Hermano mío, a ser un simple misionero según tu corazón, por nuestro mundo de hoy, tras los pasos de los pobres apóstoles. Estribillo: Para la Gloria de Dios y su alta alabanza Para la Gloria de Dios y la Salvación del mundo Alabanza e Intercesión: En esta solemnidad de Pentecostés, estamos reunidos para celebrar el Tricentenario de la muerte de San Luis María de Montfort. Por su intercesión, humildemente con el Espíritu Santo, rogamos al Padre escuchar con bondad la súplica de sus hijos. R\ Padre Nuestro, Padre Nuestro, te suplicamos humildemente 1. Dios de bondad, te bendecimos por haber puesto en el corazón de San Luis María el ar-diente deseo de predicar el Evangelio. Trans-forma a tu Iglesia por tu Espíritu, para que se levanten unos testigos creíbles de tu palabra de salvación. R/ 2. Dios de ternura, te bendecimos por haber enviado unos discípulos en el mundo entero a predicar la Buena Nueva a toda las criaturas. Asiste a nuestro Papa Francisco con tu sabi-duría y confírmale en todos los esfuerzos que despliega para transmitir al mundo tu mensa-je de amor. R/

3. Dios de los vivos, te bendecimos por haber elegido a San Luis María como fundador y guía de tres congregaciones religiosas. Mira favo-rablemente sobre toda la familia monfortiana, religiosas y laicas, y conceder a cada uno de sus miembros arder con el mismo celo que su fundador, el que se ha entregado a la causa de los empobrecidos por una incansable cari-dad. R/ 4. Dios lleno de amor, te bendecimos por la llamada que no dejas de hacer resonar en el corazón de los jóvenes. Suscita entre ellos unos misioneros, hombres y mujeres, con co-razón de fuego que, como el Padre de Mont-fort, tendrán la audacia de predicar a Jesucris-to por su vida y por su palabra. R/

Oh Dios, que encendiste en san Luis María el anhelo de anunciar tu Evangelio a las gentes, concédenos, por sus plegarias, que, conducidos por María, seamos dóciles a tu Espíritu y nos convirtamos en apóstoles infatigables de tu Reino, atendiendo con solicitud fraterna el clamor de los pobres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y re-ina contigo y el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los si-glos. Amén. Bendición solemne: Mons Alain Castet Como Hij@s de un mismo Padre, dándonos la mano, cada un@ de nosotr@s en nuesta lengua, decimos: “Padre Nuestro…”

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Que Dios Padre nuestro, que nos a reunido para celebrar hoy la fiesta de san Luis María, nos confirma en nuestro compromiso de fidelidad a su llamada. R. ¡Amén, Aleluya! (cantado)

Que Cristo Señor, Que ha inaugurado este Reino por la fe de la Virgen María, Les haga servir a Dios y al prójimo con la prontitud y la generosidad de san Luis María. R. ¡Amén, Aleluya! (cantado)

Que el Espíritu Santo, Que ha encendido el alma misionera de san Luis María, Haga de vosotros unos testigos auténticos de la vida pascual Para todos los que encontraréis en vuestro camino. R. ¡Amén, Aleluya! (cantado) Y que Dios todopoderoso os bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. R. ¡Amén, Aleluya! (cantado) Agradecimiento de la Hna Luisa Madore e invitación de la Hna. Marie-Françoise Vivien, fdls Canto: Prenons le Large avec Jésus, vers l’autre rive

Vamos mar adentro con Jesús, hacia la otra orilla Vamos mar adentro con Jesús, hacia la otra orilla Buscamos la tierra con Jesús, donde Dios hace vivir Buscamos la tierra con Jesús, donde Dios hace vivir

1- Por un viaje al infinito, vamos mar adentro Es el Señor que nos lo dice, vamos mar adentro En nuestra barca está presente, hacia la otra orilla Y la felicidad nos espera, hacia la otra orilla.

2- No temamos dejar todo, vamos mar adentro

Las miles de bagatelas son del pasado, vamos mar adentro Abramos nuestros ojos en el futuro, hacia la otra orilla El Espíritu nos hace salir, hacia la otra orilla.

3- Fijamos rumbo hacia el otro lado, vamos mar adentro

A pesar de la noche, los vientos muy fuertes, vamos mar adentro. Tendremos que luchar mucho, hacia la otra orilla Jesús está a nuestro lado, hacia la otra orilla.

4- En nuestra barca puede dormir, vamos mar adentro

Su corazón oye nuestros más pequeños gritos, vamos mar adentro Cuando la tormenta se desencadena, hacia la otra orilla Una palabra suya nos da la paz, hacia la otra orilla.

5- Esl tiempo de improvisar, vamos mar adentro

Dios confía en nuestros proyectos, vamos mar adentro Se revela un Dios de amor, hacia la otra orilla Y vemos levantar su día, hacia la otra orilla.

6- Hasta la otra orilla en el más allá, vamos mar adentro

Es la aventura de la fe, vamos mar adentro Jesús conoce la travesía, hacia la otra orilla Nos hace avanzar, hacia la otra orilla

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2015

2016

26 julio - 2 agosto 13 septiembre 11 octubre 17 al 23 abril 25 al 28 abril 2 & 3 junio Verano 11 septiembre

Marcha monfortiana desde El Marillais a Saint-Laurent-sur-Sèvre. Peregrinación diocesana en Mervent. Peregrinación diocesana en Saint-Laurent-sur-Sèvre. Peregrinación diocesana en Lourdes. Fiesta del Padre de Montfort en Saint-Laurent-sur-Sèvre · Los 25, 26 et 27 de abril: tres días de animaciones monfortianas. · El 28 de abril: misa Solemne en la basílica; es-pectáculo « Sur les pas du Père de Montfort », con el Instituto Musical de Vendée, el Instituto Arte y Danza de Vendée y la participación de Michael Lonsdale. Coloquio universitario en Angers · 2 & 3 de junio: La espiritualidad y la misión del Padre de Montfort y su actualidad. · 2 de junio: María cantada a través de los tiempos. Marcha monfortiana desde Saint-Pompain à Saint-Laurent-sur-Sèvre. Celebración de clausura en Pontchâteau · Mañana: celebración eucarística. · Tarde: animaciones festivas.