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14 PERGOLA
La ciudad de Iribarren
' LA ciudad, del donostiarra Karmelo C. Iribarren, (Renacimiento. Sevilla 2002), es la segunda antología que publica la editorial. La primera estuvo dedicada a Luis García Montero y la siguiente lo será a Juan Luis Panero. Me vienen a la memoria unos versos de Borges dedicados a Buenos Aires, en ia voz del mejor tango vivo, el de Susana Rinaldi: “Y la ciudad ahora es como un plano de mis humillaciones y fracasos”.
No es la ciudad soñada de Calvino, es el arquetipo de ciudad vivida por im hombre de esta época donde la anécdota se eleva a un nivel universal y se hace creíble
- oiedíante epigramas de lenguaje directo.Una de !as ideas, (y la poesía de
Iribarren es una poesía que expresa ideas o más exactamente que expresa ideas a partir de sentimientos), con las que se puede identificar el lector de este tiempo y que impregna todo el libro, no es la de la inhibición, sino !a del refugio en un mundo privado propio, frente a otro global muy conñiso y brutalmente contradictorio, donde cada vez queda menos espacio para la maniobra individual. “Porque uno no es mas que un númeroy una fecha,...un papel traspapelado/ entre millones de papeles”.Y lo hace sin caer en tópicos mitificadores del fracaso, reflejando de una manera sencilla la pura supervivencia diaria; evitando caer en truculencias y con im lenguaje claro y muy medido.
En un mundo poético donde tras una pretendida hondura de pensamiento o una falsa experimentación no innovadora, se esconde simple y llanamente el “gato por liebre”, Karmelo C. Iribarren se la juega donde se la tiene que jugar el autor de poesía, en las distancias cortas. Es im riesgo y ima apuesta que en mi opinión gana en sus poemas de mayor peso, al conseguir que parezca sencillo lo que en realidad es muy difícil, escribir un poema y que parezca un espejo. Un espejo donde pueda verse reflejado el hombre medio de cualquier ciudad, entendida como lugar del pensamiento.
Siento una debilidad especial por aquellos poemas de amor que exhalan la “ternura contenida” descrita en el prólogo y también por los que elevan todo el poema (y las metáforas no abundan en la poesía de Iribarren) a la categoría de ima única y acertada metáfora; como en el caso del poema inédito de ritmo vertiginoso titulado “La ciudad”, cuyo iúltimo verso, “setecientas cincuenta, por favor”, es demoledor.
En resumen, este es un libro tanto para “expertos” como para profanos. Y a toda la afición degustadora de poesía de la línea clara, y no estoy hablando de Tintín, sino de la que entronca directamente a Catulo con la modernidad, salvando las distancias, les diría lo que Lope de Vega : “buen provecho os hagan estos poemas”.
' J. A. A.
El trompetista del UtopíaL a tercera novela de
Femando Arambu- ru, que acaba de publicar Tusquets, es
notablemente más breve que las precedentes y está distribuida además en treinta y dos capítulos, lo que aligera bastante la lectura. Pero que no me vengan con lo de “obra menor”: lo que pasa es que el donostiarra ha decidido operar esta vez con un marco más reducido. Puesto a describir lo que al lector le aguarda, Áramburu ha dicho en una entrevista: “Le esperan Estella y sus alrededores, así como un cuarteto de estelleses buenos a los que en un espacio corto de tiempo les ocurrirán acontecimientos dramáticos que cambiarán sus vidas.” (El Diario Vasco, 12 de febrero de 2003.)
En realidad, los ingredientes de su historia son aún más reducidos. Lo declara ya el título, el primero del novelista que identifica a un protagonista individual. El trompetista del Utopia es Benito Lacunza, o más bien su alter ego Benny Lacun, nombre artístico con el que se presenta ante los clientes del Utopía de madrugada, cuando temiina de servir copas y tiene permiso del dueño para tocar con su trompeta algunas piezas de jazz. El título designa también un periodo de la vida de Lacunza, puesto que la novela nos lleva hasta el entierro final de ese personaje ficticio. En el último capítulo, en el curso de un soliloquio que muestra las transformaciones esenciales que se han producido en él, Lacunza reconoce que “Benny Lacun pabnó” (p. 291). La obra narra, pues, la vida breve de Benny Lacun, el trompetista
Femaodo Aramburu
l'i'itiancld - vi.ijiiburii KL T R O M l^h ri.M 'A Dv.L r r o p í A
del Utopía.En el primer capítulo nos lo
topamos en casa de Paulina de la Riva, “la mujer que por entonces lo soportaba”, con su aspecto de recién levantado: “descalzo, sin afeitar, vestido a la manera de un pordiosero doméstico”. El individuo en tomo al que Aramburu trama la historia es vago, inconstante, egoísta y mal hablado. La muerte de su padre y la expec
tativa de una herencia sabrosa lo llevan de Madrid a su tierra natal, Estella, donde reencuentra a su hermano Lalo, escultor aficionado y hombre bueno, que piensa que “no hay equivocación posible cuando hacemos las cosas por amor” (p. 57). Allá se entera de que Lalo se va a casar con Nines Ganuza y conoce a la hija de ésta, Ainara. La vida desordenada de Benito, de borrachera en borrachera, y su empeño pueril en defender a su bondadoso hermano de amenazas imaginarias prolongan su estancia en el pueblo y provocan más de un enredo. Pero es un accidente desgraciado, en el que se ven envueltos los dos hermanos, lo que desencadena consecuencias determinantes en las vidas de esos pocos personajes y descubre en Benito cualidades humanas que nada hacía sospechar hasta entonces.
A partir del accidente, lo que parecía una comedia bufa con personajes grotescos se
transforma de golpe en una reflexión honda acerca de los mecanismos de la culpa y de la compasión. Sin abandonar el humor un poco canalla que conviene a! carácter de vivala- virgen de su protagonista, Aramburu lo fuerza a la reflexión y al sentimiento. A la postre, en el curso de unos pocos días, Benito Lacunza se ve obligado a madurar y entierra para siempre la trompeta, la gorra de cuero negro y las gafas oscuras de Benny Lacun, para emprender, quizá, una nueva vida.
En esta nueva novela, Aramburu se muestra tan imaginativo y sutil en la descripción de las motivaciones y de las complejidades del ser humano como en las otras más extensas. El relato, aparentemente ajustado a la perspectiva del protagonista, modifica sin embargo su punto de vista cuando conviene suscitar intriga o demorar una información, de modo que siempre atrapa el interés del lector. El trompetista del Utopia está animado además por un diálogo vivaz y creíble, en el que el escritor se divierte barajando la parafemalia habitual de clichés y palabrotas, y que sin embargo acierta a engastar sin que chirríe en un estilo, como siempre en él, medido y rico, que resulta un verdadero placer. Sospecho que la talla menor que viste y calza la obra no será en esta ocasión inconveniente grave, sino que más bien contribuirá a que los lectores aprecien, de nuevo o por primera vez, el talento del novelista.
Juan Manuel Díaz de Guereñu
M ARCEL Be- yer (1965) no es un poeta de estilo decla
matorio. No es un poeta dictante. El muestra sus conflictos personales en una escritura fragmentaria y emotiva. A través de la escritura el poeta modifica su vida. Los poemas nos describen escenas de la vida alineados como las piezas de dominó. Línea tras línea. Una línea perfecta que define una realidad compleja y conflictiva en la historia de su país.
Marcel Beyer reprime su yo, pero no se mantiene im- parcial. La forma de acercamos a él es hablando de nosotros. Beyer se permite transformar su conciencia en la nuestra y viceversa. En su lírica las exigencias son iguales para todos, para el poeta, para el lector, para la realidad, para la historia, para la literatura.
Los poemas son así secuencias de la vida cotidiana en sociedad. En Alemania no hay muchos poetas como Beyer que reclamen a
Comida falsan
Comida Msa
la poesía una función más allá del yo íntimo y argumenten el protagonismo individual como parte voluntaria de la sociedad, sin instigar, sin sancionar, mostrando sólo sus contradicciones.
En Comida falsa Marcel Beyer adapta la imagen de la historia de Alemania para
COMroA FALSA MARCEL BEYER EDITORIAL Sl/HRKAMP FRANKFURT. 1997 TRADUCIDO POR CECILU DREYMULLER BASSARAl, 2003
actualizar el pasado de la guerra fascista y con su voz reclama la atención de una cultura que todavía no rechaza claramente a las generaciones anteriores que tanto protagonismo tuvieron en aquellos años bélicos.
En esta poesía donde el ayer aparece con toda su cmdeza, el poeta profundiza en la compresión y las explicaciones sobre el presente. Todos los lugares tienen en común historias que fueron y son olvidadas. Pero para el poeta la historia representa su escritura cuando
descubre sus mentiras y expone los continuos cambios, tanto los interiores como los exteriores, a través de las palabras.
' El continuo cambio está en estos poemas cuando pregona visiones futuras que no olvidan el pasado. Cuando recrea una lengua, la alemana, con el sonido de la época. Cuando define el alma de un país que no puede renegar de su pasado pe-
■ se a todo el tiempo perdido. Los detalles de una escritura al límite en la poesía melancólica de Marcel Beyer descubren el falso alimento de la historia.
La publicación de Comida Falsa en Alemania supuso una sorpresa que convulsionó a los lectores del país. Ahora, con esta traducción publicada por la editorial vasca Bassarai, los lectores en castellano tienen la oportunidad de conocer la obra poética de uno de los escritores con mayor prestigio intemacional.
J.L .