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Comentario de un texto de Tomás de Aquino (PAU) TEXTO 3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario . Y dice: encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad, sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (num.2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios . 1-. DEFINIR los siguientes términos: Necesario. Tomás de Aquino diferencia claramente entre dos tipos de seres: por un lado, están los seres contingentes, que no tienen en sí mismos la posibilidad de existir: son los seres creados. Por otro lado, un ser necesario será aquel ser que tiene en sí mismo la razón de su existencia. Ahora bien, sólo hay un ser del que pueda decirse que es necesario: Dios. Causa: Siguiendo a Aristóteles, Tomás de Aquino llama causa a aquel principio del cual se sigue necesariamente algo, que es su efecto. Distingue igualmente cuatro causas: causa material (aquello de lo que algo se hace); causa formal (aquello que estructura la materia para que un ser sea determinado ser y no

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Comentario de un texto de Tomás de   Aquino (PAU)

TEXTO

3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario . Y dice: encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad, sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (num.2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios .

1-. DEFINIR los siguientes términos:

Necesario. Tomás de Aquino diferencia claramente entre dos tipos de seres: por un lado, están los seres contingentes, que no tienen en sí mismos la posibilidad de existir: son los seres creados. Por otro lado, un ser necesario será aquel ser que tiene en sí mismo la razón de su existencia. Ahora bien, sólo hay un ser del que pueda decirse que es necesario: Dios.

Causa: Siguiendo a Aristóteles, Tomás de Aquino llama causa a aquel principio del cual se sigue necesariamente algo, que es su efecto. Distingue igualmente cuatro causas: causa material (aquello de lo que algo se hace); causa formal (aquello que estructura la materia para que un ser sea determinado ser y no otro; causa eficiente (aquel agente que produce alguna cosa); y causa final (la intención o meta que mueve para producir un efecto).

Dios: Dios, único ser en el que coinciden esencia y existencia creó de la nada este mundo y a sus criaturas. El hombre, ser finito que busca a Dios como meta de su felicidad, no puede tener un conocimiento adecuado del mismo. Tomás de Aquino considera que es posible aproximarse a su esencia fundamentalmente por dos vías. Una es la vía de negación: se trata de separar de Él todo aquello que no puede pertenecerle, pudiendo afirmar de él que es inmóvil, inmutable, simple; otra es la vía de eminencia, por la cual afirmamos en Él todas las perfecciones que observamos en las criaturas: omnisciente, Suma Perfección, Suma Bondad...que son sólo aspectos de la infinitud de Dios.

2-. Esquema del texto:

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a) Tesis: La existencia de Dios se puede demostrar porque del hecho de que hay seres que tienen la posibilidad de existir o no existir (son contingentes) se deduce la existencia de un ser necesario.

Ideas principales

1. La experiencia nos muestra que las cosas pueden existir o no existir (son contingentes, es decir no necesarios), pues pueden ser producidas o destruidas.

2. Si el conjunto de los seres fuera contingente, no se podría explicar la existencia actual, pues habría un momento en el que nada existiría. Hay pues algún ser necesario.(Principio metafísico)

3. Exista algún ser necesario que sea causa de otros seres y que es causado o no lo es, pero no es posible que en la serie de los seres necesarios se proceda indefinidamente, puesto que en tal caso no habría propiamente un ser necesario.

4. Tiene que existir un ser que sea absolutamente necesario cuya causa de su existencia y necesidad no esté en otro sino en él mismo y que sea causa de la existencia de los demás, y éste es Dios.

3. Relacionar el texto con la filosofía del autor.

Este texto pertenece al filósofo Tomás de Aquino, que vivió en el siglo XIII y que lleva a cabo una recuperación del pensamiento aristotélico para Occidente. El núcleo esencial de su filosofía es hacer admisible una lectura sintetizadora del pensamiento griego (especialmente del aristotelismo) y del concepto cristiano de creación, ajeno al mundo griego y punto central de su filosofía. Este fragmento en cuestión ha sido extraído de su obra “Suma Teológica”, concretamente de la 1ª cuestión, tercer artículo. La obra se encuadra dentro de un género literario propio de la Edad Media, Las Summas, que consistían en una recopilación del saber acerca de una materia.

Con anterioridad a este texto, St. Tomás ha expuesto algunas razones que pueden llevarnos a negar la existencia de Dios (Objeciones): la existencia del mal en el mundo; parece que todo lo que existe en el mundo puede explicarse por la acción de la naturaleza y del hombre, sin necesidad de recurrir a Dios.Por esto, el autor intenta demostrar la existencia de Dios mediante cinco pruebas o vías, la tercera de las cuales, la de la contingencia, es la que estamos analizando.

El texto se inscribe en el contexto de la teología natural de Tomás de Aquino, que es propiamente lo más característico de este filósofo.  La teología natural se ocupa de lo que podemos saber de Dios por la sola luz de la razón. No afecta a los artículos de fe, objeto de la teología revelada, sino a ciertas cuestiones previas que Tomás de Aquino llama Preámbulos de la fe. Esta parte de la teología se pregunta, entre otras cuestiones, si la existencia de Dios es evidente, si la existencia de Dios puede ser demostrada, y de qué modos puede hacerse.

Respecto de la evidencia de Dios, Tomás de Aquino afirma que la evidencia puede ser de dos modos: algo puede ser evidente en sí, y algo puede ser evidente en sí y para nosotros. Así,

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hay proposiciones que inmediatamente se imponen al sujeto porque en sí son evidentes, pero además lo son para nosotros. Por ejemplo, que el todo es mayor que las partes, pues sabiendo que significan los términos todo y parte no podemos dejar de afirmarlo sin contradicción (proposiciones analíticas, en terminología moderna).  Sin embargo “Dios existe” puede ser evidente en sí mismo, pues cualquiera que supiera qué significa Dios, tiene que considerar la existencia como uno de sus atributos, pero no es evidente para nosotros, pues desconocemos en absoluto qué sea Dios. Es por ello que Tomás de Aquino se plantea la posibilidad de demostrar su existencia.

Aquí se nos muestra la tercera de las vías de demostración de la existencia de Dios. (“La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario”)Tomás de Aquino planteó cinco vías o pruebas “quía” (“a posteriori”), es decir, que parten de los efectos, que son evidentes para nosotros, para demostrar la existencia de Dios: la primera, y preferida de este filósofo,  es la vía del movimiento; la segunda, la vía de la causalidad eficiente; la tercera -que estamos comentando- es la vía de la contingencia; la cuarta, es la vía de los grados de perfección; y la quinta, es la vía de la finalidad u orden del mundo.

Todas ellas siguen una estructura similar:

1. Hay un punto de partida: un hecho de experiencia, es decir, una realidad observable por los sentidos.

2. En segundo término aparece la aplicación del principio de causalidad que se formula de diferente manera según el hecho empírico del que se parte. A saber, que los seres contingentes precisan de una causa necesaria.

3. En tercer lugar, se plantea la imposibilidad de un regressus ad infinitum en la seria de causas.

4. Finalmente, se llega a un término final que de sentido racional a todo el proceso y que Tomás de Aquino identifica con Dios.

En segundo lugar, y una vez considerada demostrada la existencia de Dios (” Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.”) Tomás de Aquino se plantea que podemos saber de él y cómo es su obra: la creación.

Respecto de lo primero, Tomás de Aquino establece dos modos de acceder a su esencia:

Vía negativa: Se trata de separar de Dios todo aquello que no puede pertenecerle –el movimiento, el cambio, la composición…etc., porque todo ello conlleva limitación o imperfección. Todas aquellas propiedades de las criaturas incompatibles con Dios deben ser negadas para lograr una idea aproximada del mismo, pues de Dios es más fácil decir lo que no es, que lo que es (teología negativa)

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Vía de la eminencia o analógica: consiste en elevar a un grado infinito todas aquellas cualidades positivas que descubrimos en la naturaleza: bondad máxima, belleza máxima, verdad máxima… Podemos establecer una analogía entre la naturaleza y Dios: lo positivo que descubrimos en aquella debe ser afirmado en éste en el mayor grado posible. Con todo, seguiremos obteniendo una visión imperfecta de Dios que siempre es más de lo que nosotros podamos afirmar de él.

 Finalmente, en cuanto el texto plantea la existencia de seres que pueden ser  contingentes y seres necesarios (“encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan (…) Luego no todos los seres son sólo posibilidad, sino que es preciso algún ser necesario.”) podemos referirnos a la creación, la obra de Dios.

Tomás de Aquino examina las implicaciones de la afirmación de Dios como creador. Dios ha creado libremente el mundo por ser infinitamente bueno, y lo ha creado de la nada, es decir, sin nada anterior a Él mismo. Con esta afirmación se distancia completamente de Aristóteles. Este filósofo, como la filosofía griega en general, entiende la creación sólo como producción a partir de algo existente, pues la materia es eterna y el ser no puede surgir del no ser.

Para  Sto. Tomás, en cambio, lo creado surge de la nada y no es parte del creador, pues entonces el mundo sería Dios (panteísmo). Sin embargo, lo creado participa del creador. Por tal motivo habrá unos seres más perfectos, más semejantes a Dios, y otros menos perfectos. De todos modos, lo fundamental es la relación de subordinación entre el ser creador y lo creado, pues de no haber sido creado no tendría existencia.

Todos los seres creados son contingentes, es decir, no tienen en sí mismos la razón de existir. Aunque en acto existan, antes no existían, y dada su naturaleza finita habrá un momento en que no existan. En definitiva, los seres contingentes necesitan ser creados para existir, pues ellos no pueden darse a sí mismos la existencia. Este es el fundamento de esta prueba o vía de la contingencia, para la demostración de la existencia de Dios. Dios, por el contrario, es el ser necesario; es decir, no puede no existir, y, por tanto, no necesita ser creado. No solo eso, sino que Él como único ser necesario, es el creador del resto de los seres, todos contingentes.

Esta radical distinción ontológica entre Dios y los seres creados (criaturas) se basa en la diferencia que hace Tomás de Aquino entre esencia y existencia. La esencia es lo que cada uno de los seres es, lo que le define, lo que le diferencia de los demás. Existencia significa el hecho de que ese ser (caracterizado por su esencia) esté en la realidad o no. Pues bien, Dios es el único ser en el que esencia y existencia se identifican. Dicho de otro modo, la naturaleza (esencia) de Dios, implica necesariamente que exista, es uno de sus atributos esenciales, sin el cual no sería Dios; por eso es un ser necesario. Por el contrario, en los seres creados, su esencia no implica que tengan que existir necesariamente, sino sólo la posibilidad de existir; luego, para existir realmente, necesitan de un ser que los cree, que les dé la existencia. Ese ser es Dios.

4. Contexto histórico y filosófico

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Aunque no hay unanimidad a este respecto podemos decir que la Edad Media abarca el período de tiempo comprendido entre la caída de Imperio Romano de Occidente (475) y la conquista de Constantinopla por los turcos (1453) o el descubrimiento de América (1492)

Es, por tanto, un período de tiempo muy largo y con diferencias notables por lo que, a su vez, pueden diferenciarse dentro de ella períodos con características propias la Alta Edad Media y la Baja Edad Media.

Es una época  teocéntrica, la define el gusto por lo divino. Dios era el centro de toda referencia y de toda especulación. Hablar de Dios era tan normal que sólo el “insensato” decía que no existía.

Apogeo del pensamiento teológico, una consecuencia lógica de lo anterior. La filosofía está subordinada a la teología (es conocida la expresión “philosophia  ancilla theologiae”) y, en última instancia, también la razón a la fe.

Lucha entre los dos poderes: El Emperador y el Pontífice, la espada y la pluma, el trono y el altar. Hay enfrentamientos históricos, son las luchas de las investiduras.

Consolidación del cristianismo como doctrina y como forma de vida, en pugna con el Judaísmo y con el Islamismo. La Biblia como fuente de toda verdad y, también, de toda discusión.

La aparición de las Universidades como prolongación natural de las escuelas catedralicias, es uno de los hechos culturales más importantes de esta época. París (teología), Bolonia (derecho) y Salamanca (1220), fundada por Alfonso IX de León, son modelos de organización académica, de adquisición y transmisión de conocimientos.

Triunfo de una determinada filosofía llamada Escolástica en el siglo XIII, con una figura imponente que supo armonizar todos los temas en discusión con la sophrosyne del sabio griego y la sophia del tenido por prudente. Sto. Tomás de Aquino, su mejor representante.

Finalmente no se puede dejar de mencionar las Cruzadas, las Escuelas de Traductores y las  Ordenes Mendicantes.

Tomás era hijo de la familia de los condes de Aquino; nació en Roccasecca hacia 1225; estudió primero en el monasterio de MonteCasino, y en 1239 fue a Nápoles para cursar las siete artes liberales, allí estudió el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música). En 1244 toma en esta ciudad el hábito de Santo Domingo. Poco después, se dirige a París con el maestro general de la Orden; pero sus hermanos, molestos por su entrada en una orden mendicante, se apoderan de él en el camino y lo llevan a Roccasecca. Logra evadirse y va a París, donde conoce a Alberto Magno, de quien será su admirado discípulo. Estudia con él en esa ciudad y después en Colonia. En 1252 vuelve a París, donde se hace maestro en Teología, y allí actúa durante algunos años. De 1.259 a 1.269 enseña en distintas ciudades de Italia (Agnati, Orvieto, Roma, Viterbo). Vuelve a París, su verdadero centro; después reside en Nápoles y sale de esta ciudad en 1274, convocado por Gregorio X para asistir al segundo Concilio de Lyon. Pero su salud no pudo soportar la abrumadora labor intelectual a que se sometía: cayó enfermo en el camino, y murió en Fossanova el 7 de marzo de 1274.

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Toda la vida de Santo Tomás estuvo dedicada al trabajo de la filosofía y la teología, y movida por la religión Parece ser que era un hombre singularmente sencillo y de buen carácter, consagrado íntegramente a la gran obra intelectual que consiguió llevar a cabo. Los testimonios más próximos que se tienen de él indican la afección profunda que inspiraba a sus amigos más cercanos. Santo Tomás ha sido llamado Doctor Angelicus.

Desde el punto de vista filosófico la Edad Media comienza a partir del siglo II y supuso un replanteamiento de la actividad filosófica. La expansión del cristianismo y su influencia en la sociedad de la época provocó que los intereses filosóficos se centrasen en armonizar los conocimientos que proceden de la razón con las enseñanzas que proceden de la fe.

El cristianismo  no es un sistema filosófico sino el resultado de la Revelación transmitida por Dios a los hombres, ofreciéndose como un camino que da sentido a la vida y cuyo objetivo es la salvación. Esta revelación de Dios contiene un conjunto de verdades que, en ocasiones, exceden la propia capacidad racional del hombre; son misterios que deben aceptarse por la fe como, por ejemplo, la encarnación de Dios en Jesucristo, la resurrección de los muertos o el misterio de la Santísima Trinidad. Por otro lado, algunas doctrinas de los filósofos paganos griegos y romanos presentaban similitudes con la doctrina cristiana: existencia y eternidad del alma y de otro mundo; existencia de Dios. Por ello, aunque en un principio encontramos posiciones contrarias a la filosofía (Tertuliano), pronto los cristianos hacen filosofía.

Suelen distinguirse dos grandes etapas dentro de la filosofía medieval:

La Patrística. Con este nombre nos referimos a los Padres de la Iglesia cuya labor fundamental fue la de iniciar la construcción del pensamiento filosófico y teológico cristiano. Para ello se servirán de conceptos de distintas escuelas filosóficas, especialmente neoplatónicas y estoicas. En general hacen una valoración positiva de la filosofía por considerar que ayuda a una mejor comprensión de la fe. Cabe destacar la enorme figura de Agustín de Hipona.

La Escolástica. Tras una gran laguna de cuatro siglos, del V al IX, en que propiamente no hay filosofía hay una etapa de formación de la escolástica, un período de apogeo y un período de crisis. La Escolástica es el movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la filosofía clásica para comprender la revelación del Cristianismo.

Dominó en las escuelas monacales y en los estudios generales que dieron lugar a las universidades europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados del XV. Su formación fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo grecolatinas, sino también árabes y judías. Esto causó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua.

Cabe destacar en este período la corriente de el Averroísmo latino : es el término aplicado a dos tendencias filosóficas de la Escolástica desde finales del siglo XIII, la primera de las cuales estaba basada en las interpretaciones del aristotelismo por el filósofo árabe Averroes

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(Ibn Rushd) y su intento de conciliarle con el Islam. Los filósofos cristianos a su vez aplicaban estas ideas a los escritos de Aristóteles para hacer lo propio con el Cristianismo.

5. Relación con la filosofía  y acontecimientos de otras épocas.

Platón tiene cierta presencia en el pensamiento de Santo Tomás, como es el caso de la doctrina platónica de la participación, que nuestro autor tomará para explicar la relación entre Dios y las criaturas, o su huella en la Cuarta Vía para la demostración de la existencia de Dios, la Vía por los grados de perfección.

Pero sin duda, la influencia  más importante de la filosofía griega en el pensamiento de Tomás de Aquino es la de Aristóteles, al que cita en sus obras como “El Filósofo”. La profunda afinidad de Aristóteles con la filosofía del “Padre Angélico” se manifiesta en casi todas las áreas de la filosofía, aunque siempre matizadas y completadas por su concepción cristiana de la realidad: en ontología encontramos los pares de conceptos aristotélicos fundamentales (forma/materia, acto/potencia, substancia/accidentes) a los que Santo Tomás añade la oposición metafísica esencia/existencia procedente de la filosofía árabe, la de Dios como fundamento último de la realidad; en teología natural, principalmente en la primera, segunda y quinta prueba, o en la concepción de Dios como motor inmóvil, acto puro y forma inmaterial; en filosofía de la naturaleza, su descripción del mundo físico es aristotélica.

En el texto que nos ocupa hay una velada referencia a Aristóteles al mencionar el concepto de causa, como aquello de donde algo procede, así como a una de las cusas esenciales según el filósofo griego, la causa eficiente (como quedó probado al tratar las causas eficientes), que nuestro autor ha tratado ya en la segunda vía.

A partir del Renacimiento y durante la Edad Moderna, la filosofía aristotélica fue generalmente objeto de ataque de los pensadores que, fundamentalmente se rebelaban ante el principio de autoridad normalmente esgrimido por los escolásticos. Descartes no compartía ni el método, ni la visión de la filosofía como sierva de la teología de Tomás de Aquino pero, no obstante, encontramos no pocos temas de preocupación propiamente medievales en él. Así la necesidad de la demostración de la existencia de Dios.

Kant se ocupa de este mismo tema en la Crítica de la Razón Pura, negando la posibilidad de trascender del plano de lo natural a lo sobrenatural en las pruebas de la demostración de la existencia de Dios, sean a priori o a posteriori, como es el caso de las pruebas tomistas.

En la época contemporánea la filosofía cristiana y el tomismo en particular se  ha investigado desde la convicción de que esta filosofía tiene aún cosas que aportar en esta época. Podemos destacar pensadores como Jacques Maritain y el estudioso de la edad media Etienne Gilson.