Combatir la corrupción en el Perú: A diez años de...

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1 Combatir la corrupción en el Perú: A diez años de Fujimori Una aproximación desde la implementación de políticas públicas Victor S. Peña * * Candidato a Doctor en Políticas Públicas y Maestro en Administración Pública por la Escuela de Graduados en Administración Pública (EGAP) del Tecnológico de Monterrey (ITESM). [email protected]

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Combatir la corrupción en el Perú: A diez años de Fujimori Una aproximación desde la implementación de políticas públicas

Victor S. Peña *

* Candidato a Doctor en Políticas Públicas y Maestro en Administración Pública por la Escuela de

Graduados en Administración Pública (EGAP) del Tecnológico de Monterrey (ITESM). [email protected]

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RESUMEN

Posterior al régimen del Presidente Alberto Fujimori (1990-2000), en el Perú se

presentó un esfuerzo sin precedentes en el combate anticorrupción a nivel

latinoamericano. Como en ningún otro lugar, por su contundencia y resultados, las

decisiones de Estado tomadas a la caída de ese régimen son una referencia

internacional.

El presente estudio tiene como objetivo describir, a manera de caso

instrumental, qué se ha hecho en el Perú para combatir la corrupción posterior a ese

momento. Hace un recuento, desde la perspectiva de política pública, de las acciones

implementadas dentro de los diez años que siguieron a la caída del régimen.

PALABRAS CLAVES: corrupción, ética, implementación de políticas públicas, Fujimori,

Perú, Alan García.

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Combatir la corrupción en el Perú: A diez años de Fujimori Una aproximación desde la implementación de políticas públicas

Victor S. Peña-Mancillas

Contenido

1. El «estado del arte»: A manera introductoria ....................................................................... 5

2. De los «petroaudios» al Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción (PNLC) 2008............ 8

3. Las políticas públicas anticorrupción antes de PNLC-2008 ................................................... 8

3.1. Fujimori ......................................................................................................................... 9

3.2. Después de Fujimori: las Presidencias de Paniagua y Toledo ..................................... 11

3.3. La presidencia de Alan García ..................................................................................... 14

4. Marcos de referencia para el análisis .................................................................................. 17

4.1. Implementación de políticas públicas por organizaciones públicas ........................... 17

4.2. Corrupción ................................................................................................................... 22

5. Análisis de la política pública: PNLC-2008 ........................................................................... 23

5.1. PNLC-2008 ................................................................................................................... 24

5.1.1. Grupo de Trabajo Multisectorial ......................................................................... 27

5.1.2. Comisión de Alto Nivel Anticorrupción ............................................................... 29

5.1.3. Comisión Especial Multipartidaria Permanente encargada del control,

seguimiento y evaluación al Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción ........................ 34

5.2. Previo: Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción 2006-2011 ............................... 35

5.3. Posterior: El PNLC-2008 «priorizado» ......................................................................... 37

6. Hallazgos, a manera de conclusión ..................................................................................... 40

Fuentes de información .............................................................................................................. 42

Entrevistas realizadas .................................................................................................................. 44

Normatividad y documentación oficial ....................................................................................... 45

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El presente estudio tiene como objetivo describir, a manera de caso instrumental1, qué

se ha hecho en el Perú para combatir la corrupción después de la caída del régimen de

Alberto Fujimori (1990-2000).

El ámbito espacial definido para el estudio, el Perú, no es arbitrario: el

gobierno encabezado por Fujimori terminó abruptamente en su tercer mandato, en

parte, por hechos corruptos que se presentaron en las más altas esferas

gubernamentales. José Ugaz, Producador ad hoc de la Nación en el caso Fujimori-

Montesinos lo expresa de esta manera: “…lo que pasó del 96 al 2000 en el Perú no

tiene registro histórico de precedente parecido. Ya no era la corrupción administrativa

extendida sino toda una organización criminal en control del poder…” (en entrevista).

Lo dicho por José Ugaz coincide con los estudios que describen la época. En el Perú,

como en ningún otro país, un expresidente y otros funcionarios de alto nivel fueron

encontrados culpables y encarcelados por delitos asociados ala corrupción2. Después

1 “En los cuales el estudio de una experiencia singular tiene sentido porque nos permite responder a una

inquietud, pregunta o problemática que excede la experiencia en cuestión… la inquietud del investigador va más allá del valor intrínseco de la experiencia, pero también requiere del análisis de la misma para poder generar conocimiento y aprendizaje sobre preguntas o temas que permitan desarrollar un cuerpo sistemático de conocimiento profesional” (Barzelay y Cortázar Velarde 2004:8). 2 En su texto de 2008, Hochstetler (2008:60 y 61) advierte que “la ausencia de corrupción reportada no

parece proteger a los presidentes: ocho de veintiséis de los presidentes son desafiados (31%), y sólo tres

“La mala lección de toda esta

historia es que, después de lo que

ocurrió entre el 96 y el 2000, no

hemos aprendido, del todo, el

costo que tiene la corrupción para

el Estado…”

José Ugaz Sánchez-Moreno,

Procurador Ad-Hoc de la República en el

caso Fujimori – Montesinos. En entrevista.

5

del régimen fujimorista, entonces, lo que hay en el Perú es un laboratorio donde se

han experimentado, a fuerza del antecedente brevemente descrito, diferentes

fórmulas anticorrupción.

Siendo la corrupción un tema tan presente en la agenda pública peruana, este

trabajo describe la experiencia de qué ha sucedido en la materia diez años después, es

decir, del 2000 al 2010. Aplicando herramientas para el análisis de una política pública

(particularmente el Ciclo de Atención de Temas de Downs), el criterio temporal

permite conocer los diferentes estadios en los que ha estado el tema y cuál ha sido la

respuesta desde el sector público.

Tal y como pudiera advertirse por diversos expertos en el tema, “muchas de las

medidas anticorrupción aplicadas en América Latina no han dado los resultados

esperados, y son pocos los ejemplos de éxito” (Rojas Aravena 2006:120). Esta

situación, lejos de mermar el interés por conocer la experiencia, debe fortalecerlo

pues, en diseño de políticas públicas implementadas por organizaciones públicas, “lo

que exige explicación no es lo correcto, sino los casos que se apartan de ese ideal…lo

que resulta notable es lo que explican [los analistas de las instituciones]: no los

resultados correctos, sino los malos; no la consecución perfecta de nuestro objetivo,

sino nuestros fracasos” (Goodin 2003:53).

Para cumplir con el objetivo planteado, posterior a la brevísima introducción

que a continuación se desarrolla, se reconstruye la experiencia peruana a partir de los

denominados «petroaudios» como episodio de coyuntura que fue el antecedente

inmediato del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción (en adelante PNLC-2008),

como respuesta del Estado dado a conocer en diciembre de 2008. Para el análisis de la

experiencia se presenta el desarrollo de un marco de referencia. Los hallazgos se

comparten a manera de conclusión.

Finalmente, agradezco al Instituto del Perú, su Director el Doctor Richard

Webb, de la Universidad de San Martín de Porres, Perú, el haberme recibido como

investigador visitante. El presente trabajo es entera responsabilidad de quien suscribe

y no necesariamente refleja ni compromete postura alguna del Instituto del Perú, sus

integrantes, ni la Universidad de San Martín de Porres.

1. El «estado del arte»: A manera introductoria

Hasta antes de 1996, la corrupción en los países era considerado asunto de política

interna, donde las directivas y recomendaciones internacionales sobre desarrollo no

presidentes presumiblemente no-corruptos cayeron en realidad. Contrariamente, mientras que la acción contra presidentes corruptos es a menudo rápida, la mayor parte de los casos muestra que muchos presidentes sobreviven a serias acusaciones de corrupción personal, con seis de catorce (43%) no desafiados durante sus mandatos y sólo seis removidos tempranamente de sus cargos”.

6

tenían cabida (Kaufmann y Dininio 2006). A partir de ese momento, y hasta la fecha,

diversos estudios han expuesto desde una amplia variedad de ángulos cómo la

corrupción debilita el crecimiento económico y el desarrollo (Hellman, Jones, and

Kaufmann 2000; Tanzi and Davoodi 1997; Mauro 1997). Al día de hoy, es claro cómo la

corrupción contribuye a los problemas de los países (Kaufmann y Dininio 2006).

En ese marco, una gran cantidad de gobiernos nacionales han emprendido

diferentes esfuerzos para combatir (algunos dirán “erradicar” la corrupción). De

acuerdo con el análisis de Nieto (2004:55) “… las campañas anticorrupción

implementadas hasta ahora [en América Latina] han tenido como norte promover la

participación de la sociedad civil mediante su concientización respecto de los

fenómenos negativos de la corrupción, y por esa vía fomentar la participación; crear

mecanismos para la detección y publicidad de casos de corrupción; e instaurar

condiciones institucionales para prevenir y sancionar efectivamente estos delitos”. Sin

embargo, lo que motiva a los gobiernos a emprender una lucha anticorrupción pudiera

no ser necesariamente el interés general pues, como lo ha señalado Hochstetler

(2008:62), la corrupción personal está dentro de los “factores de riesgo para los

presidentes sudamericanos que quieren completar sus mandatos”.

El estado en que se encuentra el Perú, de acuerdo con el reporte sobre la opinión

pública sobre la corrupción3, mayo de 2010, elaborado por el Instituto de Opinión

Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, es el siguiente:

El 71% de los encuestados consideran que el peruano es poco honesto o nada

honesto;

Las instancias peor evaluadas son: el Congreso (el 79% considera es muy

corrupto), el Poder Judicial (73% lo considera muy corrupto) y el gobierno (71%

lo considera muy corrupto);

El 86% califica como poco o nada eficiente el desempeño del Poder Ejecutivo

en su lucha contra la corrupción;

50% considera al presente gobierno tan corrupto como los anteriores y 20%

incluso más que los anteriores;

58% considera que la corrupción en el país será igual, algo peor o mucho peor

en el futuro inmediato.

¿Cuál o cuáles son, de ser posible identificarlas, las causas de estos números?

Habrá que agregar que de acuerdo con el Capítulo Peruano de Transparencia

Internacional Proética (2010), “la pobreza, el desempleo y la inflación han dejado de

ser los problemas principales y han tomado su lugar la corrupción en primer lugar

(51%) y la delincuencia en segundo (41%)” 4.

3 Se encuestó a hombres y mujeres mayores de 18 años, habitantes de 31 distritos de Lima

Metropolitana. En el marco muestral, de acuerdo con la ficha técnica del estudio, se encuentra el 95.88% de la población electoral de la provincia de Lima. 4 Información de la Sexta Encuesta Nacional sobre Percepciones de la Corrupción en el Perú.

7

Estos datos podrían referenciarse con los existentes a nivel internacional. En

2010, Transparencia Internacional publicó el Global Corruption Barómeter que incluye

a casi 90 países. Ahí puede constatarse que solo 3 de cada 10 encuestados considera

efectivos los esfuerzos anticorrupción de su gobierno (Transparency International

2010:24). Sirva esto para señalar que, aún cuando las cifras son en términos absolutos

altas, no dejan por ello de tener un referente internacional. La pregunta, sin embargo,

se mantiene ¿qué coloca al país en esta posición?

En la lucha anticorrupción, la legislación existe pareciera no ser el problema: “El

Perú tiene una legislación bastante desarrollada en lo concerniente a la transparencia

y eso ha ayudado a identificar una gran cantidad de actos de corrupción”

(Lineamientos de trabajo de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción del Perú 2010:8).

Esta postura oficial es coincidente con parte del diagnóstico realizado, en 2006, en uno

de los documentos preliminares de lo que sería el PNLC-20085: “El Perú ha producido

un marco normativo en materia anticorrupción, con lo que prácticamente ha cumplido

con lo dispuesto por la Convención Internacional de las Naciones Unidas. Cabe resaltar

que esta Convención es, a nivel internacional, lo más moderno y completo en materia

de disposiciones anticorrupción” (Sánchez Girao 2006:45).

Si no la falta de leyes (o la calidad de las existentes) ¿qué sucede?

De acuerdo con el diagnóstico elaborado en 2006, “la corrupción en el Perú ha

sido propiciada, en gran medida, por la misma estructura y el funcionamiento del

Estado y por la forma como este interactúa con los ciudadanos. Ha existido una

profunda debilidad en los mecanismos de control de la gestión pública, lo cual ha

permitido que funcionarios, ciudadanos, instituciones oficiales y empresas privadas

desarrollen actividades que en lugar de ser de interés general, benefician

exclusivamente intereses particulares” (en Introducción del Plan Nacional de Lucha

contra la Corrupción –PNLC- para los años 2006-2011, Sánchez Girao 2006). La manera

en la que el Estado interactúa con los ciudadanos son, en la gerga neoinstitucionalista,

arreglos institucionales.

Sea cual fuere la o las causas, en el momento en que se desarrolla el presente

trabajo, marzo-abril de 2011, el 69% desaprueba la gestión del presidente Alan García6.

No es este, sin embargo, el peor momento de su gestión: en los meses de septiembre y

diciembre del 2008, 75 y 71% de la población encuestada, respectivamente,

desaprobaban su mandato. Este periodo de tiempo, de finales de 2008, está

enmarcado por el tema de los «petroaudios».

5 Tal y como se desarrolla más delante, el PNLC-2008 tiene como antecedente el documento de trabajo

“Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción 2006-2011” elaborado para el Ministerio de Justicia del Perú en 2006 por la consultora Mónica Sánchez Girao. Las citas que se hacen de este texto se acreditan a Sánchez Girao. 6 Encuesta Nacional Urbana – Rural “Aprobación presidencial, municipal y de instituciones”, elaborado

por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, marzo 2011.

8

2. De los «petroaudios» al Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción (PNLC)

2008

El 5 de octubre de 2008, en el programa televisivo de noticias denominado “Cuarto

Poder” se difundieron grabaciones de audio supuestamente pertenecientes a Alberto

Quimper, miembro del Directorio de PETROPERU, y Rómulo León Alegría, miembro

del partido en el poder. En la grabación, discuten secretamente pagos mensuales

fuera de la legalidad a Quimper, León y Ernesto Arias-Schreiber, el representante legal

de la empresa noruega Discover Petroleum en Perú en intercambio de contratos

petrolíferos de exploración en bloques submarinos de petróleo y campos de gas. Las

grabaciones difundidas databan, de acuerdo con la referencia hecha en el mismo

programa, del 1 de febrero, del 15 de mayo, del 11 de junio y el 11 de septiembre,

todas las fechas del 2008.

Al conocimiento de los audios, siguieron acciones del Congreso y

manifestaciones lideradas por profesores, trabajadores, obreros y médicos para la

renuncia del Consejo de Ministros. El escándalo llevó a la renuncia del Presidente del

Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, y el nombramiento de un nuevo gabinete

encabezado por Yehude Simon.

En este ambiente, el Estado responde a través de la renovada Presidencia del

Consejo de Ministros haciendo público un documento que denomina “Plan Nacional de

Lucha contra la Corrupción 2008”.

3. Las políticas públicas anticorrupción antes de PNLC-2008

Si bien los «petroaudios» son emblemáticos del problema de la corrupción en la

segunda administración de Alan García (2006-2011), no es el caso más trascendente

que se ha presentado en la historia reciente del Perú.

En entrevista, el ex Procurador ad doc de la Nación en el caso Fujimori-

Montesinos explica que “El Perú, hasta antes del año 1990 que llega Fujimori al poder,

era un país como cualquier otro en América Latina: con una considerable corrupción

administrativa extendida a nivel de los funcionarios públicos promedio… entre el 90 y

el 92, mi evaluación posterior es que Fujimori estuvo empapándose de lo que era el

manejo del Estado. Pero después del golpe y hacia adelante, de fines del 92 y hasta el

96, hubo una estructuración de una organización criminal que se tomó el poder:

Fujimori, Presidente de la República, Montesinos, su asesor personal en materia de

seguridad y narcotráfico y Hermoza Ríos, el Comandante General del Ejército. Este era

9

el vértice superior de una organización triangular que se organizó7… Del 96 al 2000, fue

un saqueo total… las únicas dos instituciones que sortearon con éxito este copamiento

fue la Defensoría del Pueblo y la Iglesia, a medias, porque también hay dudas del papel

que jugó el Cardenal en su momento. Fue una organización corrupta y asesina” (en

entrevista).

3.1. Fujimori

La administración del presidente Fujimori (1990-2000) es, probablemente, la más analizada desde diferentes ópticas en la historia del Perú (Murakami 2007), pues, entre otras razones, fue “durante el Gobierno del ingeniero Alberto Fujimori que se organizó un sistema nacional centralizado de corrupción. El referido sistema tuvo como piedra angular y organismo de mando al Servicio de Inteligencia Nacional (SIN)” (Iniciativa Nacional Anticorrupción, Ministerio de Justicia 2001-9).

Alberto Fujimori, en brevísimo resumen, “llevó al Perú, durante la década de los

90, a la estabilidad macroeconómica, el crecimiento y la seguridad, desactivando a

Sendero Luminoso, a costa del desarrollo de una vida política democrática y de unas

reales mejoras en la calidad de la población” (Masías Núñez y Segura Escobar 2006:99).

Esta dualidad, los beneficios contra los costos, despierta aún polémicas.

Después de haber llegado a la Presidencia del Perú por vía democrática en 1990, Alberto Fujimori disuleve el Congreso el 5 de abril de 19928 provocando “la instauración de un gobierno llamado de emergencia y reconstrucción nacional, que disolvió el Congreso, intervino el Poder Judicial y el Ministerio Público, desactivó la Contraloría General, disolvió los gobiernos regionales e impuso una cúpula en las Fuerzas Armadas” (Iniciativa Nacional Anticorrupción, Ministerio de Justicia 2001:7). Refiriéndose a estos dos primeros años de gobierno previo al popularmente denominado «autogolpe», la Iniciativa Nacional Anticorrupción identifica que “en esa etapa constitucional terminó de madurar el proyecto de copamiento y captura del Estado y la construcción de un régimen autoritario” (Iniciativa Nacional Anticorrupción, Ministerio de Justicia 2001:6).

Del momento del «autogolpe» y hasta 1998, “se dictaron de manera

sistemática las normas legales para copar el Estado. Se aprobaron leyes

inconstitucionales que lo permitieron y se debilitaron todos los sistemas de control del

Estado” (Iniciativa Nacional Anticorrupción, Ministerio de Justicia 2001-7).

Consecuencia de esto, “desaparecieron la responsabilidad pública y el control de la

responsabilidad. Los otros poderes se convirtieron cada vez más en guardianes,

7 Durand (2004:122) reconoce otro «triángulo de poder» conformado por el Presidente Fujimori, el

servicio de inteligencia y el aparato represivo policial militar, con Montesinos a la cabeza, y el Ministros de Economía, Jorge Camet. 8 Las medidas anunciadas en su mensaje a la Nación fueron: 1. Disolver temporalmente el Congreso de

la República, hasta la aprobación de una nueva estructura orgánica del Poder Legislativo, la que se aprobará mediante un plebiscito nacional. 2. Reorganizar totalmente el Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales, y el Ministerio Público para una honesta y eficiente administración de justicia. 3. Reestructurar la Contraloría General de la República con el objeto de lograr una fiscalización adecuada y oportuna de la administración pública, que conduzca a sanciones drásticas a los responsables de la malversación de los recursos del Estado.

10

defensores y soporte del régimen; las autoridades se sometieron a la extorsión, el

chantaje y la prebenda” (Iniciativa Nacional Anticorrupción, Ministerio de Justicia

2001:7).

De acuerdo con estudios posteriores, la corrupción sistémica imperante en esta

época de la administración fujimorista podría representarse de la siguiente manera:

Fuente: Documento de Trabajo: Un Perú sin corrupción. Iniciativa Nacional Anticorrupción, Ministerio de Justicia 2001.

Era, como puede observarse, un asunto complejo y muy amplio. Señala

Ugarteche (2004:91-93) que “en el Perú de los años 90 se observaron al menos seis

tipos distintos de corrupción… *1+ el envilecimiento de la clase política y los medios de

comunicación … *2+ el desvío de fondos públicos en efectivo hacia el Servicio de

Inteligencia Nacional (SIN)… *3+ el manejo y uso del dinero de las privatizaciones… *4+

el uso de información privilegiada… *5+ el uso de recursos para favorecer a familiares

a través de mecanismos tramposos… *6+ el chantaje y la extorsión. El Procurador ad

hoc Anticorrupción José Ugaz, lo recuerda así: “cuando nosotros iniciamos las

investigaciones, descubrimos con sorpresa que en realidad era mucho más grande y

más grave de lo que originalmente nos lo habíamos planteado como hipótesis…

originalmente, yo recuerdo, en una pizarra como esa comenzamos a pegar papelitos

para tratar de identificar. Y para cuando nos dimos cuenta, lo que teníamos era una

gran telaraña donde estaban todos los niveles importantes de poder” (en entrevista).

El problema no solo era amplio y complejo. Además, en ese momento, “la

corrupción empezó desde arriba, en forma secreta y corrompiendo prácticamente casi

todos los aparatos del Estado, la prensa y parte de la sociedad civil, neutralizando los

mecanismos de control interno y liquidando el equilibrio entre poderes y el pluralismo

que pudo haberla contenido” (Durand 2004:122). “Ese hito, es un hito sin precedentes

–diría yo- en la historia de América Latina: no hay un solo caso en el que una

organización criminal haya copado literalmente al Estado… en el caso peruano fue,

11

literalmente, una captura del Estado” (en entrevista), dice Ugaz al referirse a esta

primera etapa de los años noventa.

Hacia finales del año 2000, al poco tiempo de haber comenzado un tercer

mandato, el periodo de Fujimori termina.

3.2. Después de Fujimori: las Presidencias de Paniagua y Toledo

“Paniagua hereda, de alguna manera, lo que el propio Fujimori, en los últimos meses,

había generado. Fujimori, en su desesperación por capturar a Montesinos, que ya

estaba prófugo a raíz de la aparición de un video donde el está sobornando a un

congresista y ante el temor de que Montesinos vaya a entregar públicamente donde

Fujimori aparecía comprometido, decide buscarlo y detenerlo” (Ugaz, en entrevista). El

ex Procurador ad hoc Anticorrupción continúa su relato “…a la semana de mi

nombramiento, ya empezando a estructurar la oficina, nos llegó evidencia de que

Fujimori estaría comprometido… ante esa evidencia, siendo Fujimori Presidente, la

oficina que estaba a mi encargo, decide abrir una investigación contra Fujimori… a los

tres días, Fujimori se fue del país”.

Haciendo un recuento sobre los esfuerzos anticorrupción que han sido exitosos

en el mundo, Heilbrunn (2006:135) señala que son el producto de trabajos conjuntos

que incluye tanto a legisladores como a sociedad civil y, generalmente, consecuencia

de una crisis profunda en el tema. Este es el contexto arrancando el siglo XXI en el

Perú.

Tras la renuncia de Francisco Tuleda, vicepresidente del Perú en el mandato de

Fujimori y la destitución de Martha Luz Hildebrandt entonces presidenta de Congreso,

asume la presidencia de manera transitoria el abogado Valentin Paniagua Corazao a

partir del 22 de noviembre de 2000 y hasta el 28 de julio de 2001. Este corto tiempo de

gobierno bastó para fortalecer las bases de un exitoso sistema anticorrupción cuyos

beneficios, aunque diluidos, aun se sienten en este país. “En el año 2000 se crearon

jueces anticorrupción, fiscales anticorrupción, policías anticorrupción… y el Estado

actúa con mayor fuerza y celeridad. Ahí, una característica fundamental de estos casos

es que, cuando hay una fuerza especial, difícilmente puedes tu modificar el

procesamiento. Porque ya son gente especializada y no se tiran para atrás fácilmente”

(Matute, en entrevista).

La voluntad política se vio reflejada en acciones concretas. Durand (2004: 132)

así lo describe: “Esta transición de un régimen altamente corrupto y organizado a uno

capaz de enjuiciarlo se explica en relación con los grados y formas de concentración del

poder político. La corrupción y la renta fueron facilitadas por la doble concentración

del poder en el Ejecutivo y en su interior, por la baja calidad moral en los más altos

niveles y por la larga duración del régimen. Al colapsar, se crearon rápidamente, con el

apoyo de la sociedad civil, mecanismos de equilibrio de poderes y vigilancia cívica que

permitieron dar un salto cualitativo en otra dirección”.

12

El abogado Ugaz recuerda lo que podrían ser los principales rasgos de

estrategia general: “La oficina nuestra era lo que se llama aquí Procuraduría, aquí el

Procurador es el abogado del Estado que en realidad tiene muy poco poder en la

práctica. Pero como el sistema de justicia había colapsado, nosotros tuvimos un papel

muy relevante. Todos veníamos de la actividad privada, entonces eso también nos dio

cierta agilidad en los primeros movimientos. A propuesta nuestra, y conforme fue

decantando la situación, el Poder Judicial con sus nuevas autoridades creó un Circuito

Anticorrupción. Se nombraron jueces jóvenes, no contaminados, muy proactivos,

jueces y juezas, fueron seis en su momento, un coordinador a nivel de la Corte

Superior y una Sala que se encargaba de revisar todos los casos que ellos llevaban. Y

eso funcionó muy bien. A la par, la Fiscalía, con sus nuevas autoridades también, creó

seis fiscalías anticorrupción… y un Fiscal Superior Coordinador que se encargaba de

articular este trabajo”.

Son mecanismos jurisdiccionales, profesionales en la investigación y regidos por

la observancia del Derecho. Esta característica que estructura el esfuerzo

anticorrupción en los juzgados pudo no parecer a los ojos de todos la alternativa ideal

pues, “limita sus alcances a lo que ocurría con los involucrados en el sistema de

corrupción montado por el ex presidente y su asesor de inteligencia” (Proética,

Informe Lucha Anticorrupción 2002-2004:20). Sin embargo, visto en retrospectiva, fue

eficaz y efectivo. Esto, además de otros cambios normativos como el establecimiento

como obligatorio de las declaraciones juradas de bienes y rentas para una gran

cantidad de funcionarios públicos (Ortiz Zevallos y Calderón 2005:140), conformaron el

vértice de la política pública de entonces.

Ugaz recuerda que “la maquinaria de administración de justicia era: la

Procuraduría Anticorrupción, como abogados del Estado, nosotros proponíamos los

casos a la Fiscalía. La Fiscalía hacía las investigaciones preliminares. Y luego esto

pasaba a los jueces anticorrupción que se encargaba del procesamiento. Esa

maquinaria, ese subsistema que se generó al interior de la Justicia, funcionó bastante

bien. Y yo diría que hasta el día de hoy ha mantenido resultados muy por encima del

promedio del sistema en general”.

Sobre el momento, Edgar Dargent (2005) identifica tres aspectos que,

considera, fueron importantes en el entramado instituticional que se estaba

formando: 1) la creación de un subsistema de justicia y policía anticorrupción que

permitía el trabajo coordinado y unificado, 2) la creación de una Produraduría ad hoc y

3) la reforma a diversas normas que permitieron una acción efectiva e inmediata

incidiendo en las medidas limitativas preliminares y aprobando beneficios de

colaboración de aquellos que estuvieran involucrados. Sobre el tercero de los puntos,

Ugaz señala que “sin esas norma aprobadas, probablemente no hubiéramos tenido las

tenazas como para poder hacer lo que hicimos que fue, primero, impedir que se vayan

del país, luego capturarlos, procesarlos y ya cuando les teníamos, tirarles un salvavidas

y decirles «si tu me cuentas, yo negocio contigo y te reduzco la pena». Eso nos

13

permitió saber rápidamente dónde estaba el dinero, quiénes eran los actores, donde

había que golpear decididamente” (en entrevista).

Los académicos Gabriel Ortiz Zevallos y Carlos Calderón (2005), desde una

óptica de análisis neoinstitucional, decantan algunas lecciones de ese episodio como:

primero, las leyes por sí solas no sirven de nada; segunda, antes de analizar una ley,

hay que evaluar cuál es el código cultural vigente sobre ese tema al que se va a aplicar;

tercera, un cambio institucional requiere una mejora en las reglas formales, un

esfuerzo sostenido y amplio por hacer cumplir las reglas y el reconocimiento social de

los efectos beneficiosos de la nueva regla formal.

“La opinión especializada nacional e internacional coincide en que el caso del

Perú es, hasta cierto punto, único en cuanto se refiere al proceso de sanción a quienes

formaron parte o estuvieron involucrados en un hecho de mega-corrupción como el

del fujimorismo durante los años noventa” (Proética, Informe Lucha Anticorrupción

2002-2004:21). El primero de los impulsos de dio a través de mecanismos

eminentemente jurisdiccionales. José Ugaz identifica las lecciones que pueden

aprenderse de este periodo: “la primera es que sin voluntad y liderazgo ético, nada

camina en esta materia. Uno tiene que tener un liderazgo ético visible, Paniagua lo

simbolizó con toda claridad… y cuando no hay esa voluntad política, hay que generarla

en la sociedad civil…”. Además, “hay que definir quiénes son los aliados estratégicos en

esta lucha, en nuestro caso fue la prensa de investigación… tratar de internacionalizar

el proceso, buscar aliados y luego las alianzas locales: con qué recursos cuenta uno al

interior del país… la juventud juega un papel muy importante en este tipo de

procesos… sin instrumentos legales modernos, no se puede combatir el crimen

moderno… y que todo este proceso estuvo de la mano de la opinión pública” (en

entrevista).

Ya despues, “en paralelo *a los jueces y fiscales anticorrupción] los gobiernos,

primero del señor Toledo y después este gobierno [de Alan García] quisieron formar

Comisiones anticorrupción, o zares anticorrupción. El primero fue el señor Toledo que

recibió información de esta ola de zares anticorrupción, lo puso en su plan de trabajo y

nombró a una persona como zar anticorrupción… pero no fue efectivo… porque le

estaban dando condiciones de investigador cuando no tenía recursos para investigar…

fue un problema de recursos y de definición misma de la Comisión: le dieron

atribuciones que constitucionalmente no tenía… también tocó que el zar era una

persona más hacia el marketing que hacia el resultado… como tal se desprestigió

muchísimo” (Matute, en entrevista). Y ahí comienza lo que, podría decirse, diluye el

esfuerzo emprendido en el año 2000.

Se articula, entonces, un esfuerzo denominado Iniciativa Nacional

Anticorrupción (INA). Después, al poco de iniciado, el gobierno de Toledo se

implementó una Comisión Nacional de Lucha contra la Corrupción y Promoción de la

Ética y Transparencia en la Gestión Pública, presidida por un consejero presidencial en

materia de lucha anticorrupción y ética pública, a quien la prensa le llamó

14

erróneamente “Zar Anticorrupción” (Proética, Informe Lucha Anticorrupción 2002-

2004:39) que fue, desde sus inicios señaladas por la organización ciudadana Proética,

capítulo peruano de Transparencia Internacional, por no tener las características

recomendadas por la INA.

El 3 de febrero de 2004, el Presidente del Consejo de Ministros, Carlos Ferrero,

anunció un Plan de Acción contra la Corrupción que contenía un conjunto de medidas

inmediatas a adoptarse para luchar contra la corrupción.

De acuerdo con Proética (Informe Lucha Anticorrupción 2002-2004), “un

intento muy valioso por reimpulsar y dotar de liderazgo a la lucha contra la corrupción

fue la decisión del ministro de Justicia, Baldo Kresalja (febrero – julio de 2004), de crear

un Grupo de Trabajo integrado por doce personalidades independientes (y además,

solamente uno de los miembros, Yehude Simon, como presidente regional de

Lambayeque, formaba parte del Estado) con el encargo de elaborar propuestas de

corto y mediano plazo para fortalecer la lucha contra la corrupción y la ética pública

(Resolución Ministerial 245-2004-JUS de mayo de 2004)”.

Un intento por esquematizar los esfuerzos emprendidos por los que se han

querido articular, fuera de lo jurisdiccional, la política pública anticorrupción resumiría

lo siguiente: En 2001 se funda la ya referida Iniciativa Nacional Anticorrupción, poco

después, como también ya se refirió, inicia trabajos la Comisión Nacional de Lucha

contra la Corrupción y Promoción de la Ética y Transparencia en la Gestión Pública. En

2004 se presenta el Plan de Acción contra la Corrupción. En el 2005 se modifica la

Comisión Nacional de Lucha contra la Corrupción y Promoción de la Ética y

Transparencia en la Gestión Pública. En el 2006 funciona el Consejo Nacional

Anticorrupción (Decreto Supremo No. 002-2006-JUS). En 2007, en octubre, se

establece la Oficina Nacional Anticorrupción que es desactivada en 2008 para ceder

sus funciones a la Contraloría del Estado: y, en ese momento, es que la administración

de García debe enfrentar el tema de los «petroaudios», episodio que articula el

presente trabajo.

Todos los referidos cambios se dan en el periodo del presidente Toledo y

comienzos del de García, es decir, en poco menos de 10 años. Esto, como puede

advertirse, trae como consecuencia la imposibilidad del establecimiento institucional

de un esfuerzo estructurado y sólido. Tiene, sin embargo, una explicación que más

adelante formularemos cuando se desarrolle el apartado de la implementación de las

políticas públicas.

3.3. La presidencia de Alan García

El ex Procurador ad hoc Anticorrupción, José Ugaz reflexiona: “Toledo dejó hacer. No

apoyo tan decididamente como Paniagua, pero tampoco hizo mucho problema…

durante el gobierno de Toledo lo que disminuyó fue la voluntad política, se adelgazó,

pero no desarticuló como sí hizo este gobierno. Este gobierno decapitó la Procuraduría

15

y, definitivamente hoy día tenemos una caricatura de lo que fue, en su momento, el

sistema” (en entrevista).

Sobre el primer periodo de Alan García se ha escrito que “se vio afectado también por su incapacidad para enfrentar con eficacia el problema del terrorismo y por suras acusaciones de corrupción” (Milet García y Gamboa Valenzuela 2006; 58). Se ha dicho, también, que “para muchos peruanos… la presidencia de Alan García en la presidencia era vista como una pesadilla” (Arias Quincot 2006). El dicho del propio García es diferente. Al diario El Mercurio diría en 2010 que al iniciar su gestión les dijo a sus ministros que venía “de cargar por más de diez años con una cruz que no era suya”, refiriéndose a los escándalos de corrupción en su primera administración9. Las acusaciones sobre corrupción que existiría en su primer periodo fueron,

incluso, parte de la estrategia electoral de sus adversarios. Durante la segunda vuelta

electoral de la que resultó electo, el candidato opositor Ollanta Humala “intensificó sus

descalificaciones respecto de García reiterando sus críticas respecto de su mal

gobierno, y calificándolo de ladrón y corrupto… *y el Presidente Venezolano, Hugo

Chávez, en apoyo de Humala] frecuentemente trató [a Alan García+ como corrupto”

(Milet García y Gamboa Valenzuela 2006:66). Esto, sin embargo, poca trascendencia

podría tener: basado en los estudios de Riley (1983) y Gillespie and Okruhlik (1991),

Kpundeh y Dininio (2006:42) señalan que en tiempos electorales, las campañas

anticorrupción obedecen más a un tema táctico que a un genuino interés por hacer

algo en el tema.

La lista de esfuerzos por articular una política pública anticorrupción descrito en

la sección precedente, sigue en la presidencia de García: En su periodo se estableció

Oficina Nacional Anticorrupción con una duración de pocos meses; posterior a los

«petroaudios», ya anunciado el PNLC-2008, se constituiría un Grupo de Trabajo

Intersectorial (R.M. No. 044-2009-PCM) y, a los meses, una Comisión de Alto Nivel

Anticorrupción (todo esto descrito en el análisis que se hace más adelante). Esta

situación robustece lo ya advertido: los esfuerzos extra jurisdiccionales se han

sobrepuestos en una especie de «caja china» que dificultan su implementación. “La

superposición de las (sic) diversos planes y programas anticorrupción y la falta de

coordinación y organización, sumado a una inadecuada implementación de las

propuestas, las que terminan diluyéndose en el cumplimiento de solo algunos

objetivos que se consideran prioritarios… son probablemente algunos de los

problemas que han impeido el avance y un impacto positivo en la lucha contra la

corrupción” (Arias Navarro 2008). El diagnóstico desde el lado oficial es positivo: en

palabras de Genaro Matute, coordinador de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción,

“ha habido una suerte de respuesta institucional muy fuerte en los años 2001 hasta el

2008. Después se han presentado actos de corrupción que son aislados a alto nivel,

pero todavía no se ha vencido la corrupción pequeña y mediana” (en entrevista).

9 El Mercurio. Santiago, “Alan García: La corrupción le ha hecho mucho daño a mi gobierno”. Chile: julio

22, 2010.

16

Cabe señalar que la identificación hecha de al menos tres instancias

coordinadoras o implementadoras de una política pública anticorrupción en el periodo

de Alan García es simplificar lo sucedido. Otros muchos esfuerzos –no siempre

coordinados- coexisten. De algunos, incluso, existe una referencia en este trabajo.

Existen, además diversas directivas que involucran el tema, como es el caso del

Decreto Supremo No. 027-2007-PCM publicado en marzo de 2007 en El Peruano10,

donde se define y establece las políticas nacionales de obligatorio cumplimiento para

las entidades del Gobierno Nacional. La política once se refiere a la materia

anticorrupción donde se establece que el objetivo es “Fortalecer la lucha contra la

corrupción en las licitaciones, las adquisiciones y la fijación de los precios referenciales,

eliminando los cobros ilegales y excesivos… Garantizar la transparencia y la rendición

de cuentas… Promover, a través de sus acciones y comunicaciones, la Ética Pública…

Fomentar la participación ciudadana en la vigilancia y control de la gestión pública”. Se

establece, además, que “La supervisión del cumplimiento de estas políticas

corresponde a la Presidencia del Consejo de Ministros”. En este sentido es que la

simplificación hecha se presenta a manera de modelo sobre cómo se está abordando

el tema en el Perú.

El caso instrumental que se presenta tiene como eje la crisis de la

administración que significaron los «petroaudios» que, como ya se ha señalado, son

posteriores al desmantelamiento de la hasta entonces existente Oficina Nacional

Anticorrupción: “primero, la Oficina Nacional Anticorrupción desaparece en junio del

2008… a los pocos meses se hacen públicos los audios que comprometen al gabinete

de Del Castillo [los «petroaudios»] y renuncian. Porque la otra posibilidad que ya se

veía venir era que los llamaran a todos al Congreso y los censurara. Entonces

prefirieron renunciar” (Arias, en entrevista).

Los «petroaudios», emblemáticos en cuanto a corrupción, , no son el único caso

presente en la administración García. Hay, al menos, otros dos eventos significativos

que se presentaron antes y después de ya elaborado el PNLC-2008.

En agosto de 2007, teniendo pocos meses el gobierno de García, un terremoto

afectó la región Ica, parte de Huancavelica y la zona sur de Lima afectando un

estimado de 52 mil familias. Un día después, “el Seguro Integral de Salud compró 219

mil raciones de alimentos a un valor unitario de S/. 34.00. La compra estuvo

claramente sobrevalorada hasta un 30%, pues el precio en el mercado de la ración no

pasaba de S/. 24.00. La pérdida para el Estado fue de alrededor de $700 mil” (Proética

2010:7). El juicio es contudente: “La respuesta del Estado a la tragedia fue, desde que

ocurrió el evento hasta ahora, tres años después, patética” (Proética 2010:7). Este es el

primero.

El segundo se presenta en el 2010, en el marco del trabajo desarrollado por el

Organismo de Formalización de la Propiedad Informal, conocido como COFOPRI, donde se

10

Órgano Oficial del Gobierno, por lo que se le da el carácter de obligatorio a lo que ahí se publique.

17

alegó tráfico de tierras y produjo renuncias de jefes regionales y la solicitud del

Congreso de que se reestructurara citado organismo.

¿Qué ha hecho el Estado, en particular el gobierno, para disminuir la posibilidad

de que se presenten casos como los descritos? El tema de tener planes superpuestos

que dan la sensación, a algunos de los involucrados, de inefectividad, no es exclusivo

de la administración García: “Desde al año 2001, luego del gobierno de Alberto

Fujimori, hemos contado con una serie de iniciativas «planes» para luchar contra la

corrupción… a la Iniciativa Nacional Anticorrupción del 2001, se sumó luego en el año

2005 la elaboración participativa y concertada del Plan Nacional de Lucha contra la

Corrupción que fue puesto a recepción de comentarios pero jamás fue aprobado. En el

2006… se retomó ese Plan presentándose como el “Plan Nacional de Lucha contra la

Corrupción y Ética Ciudadana”, lamentablemente tampoco este plan pudo ser

aprobado… tras el escándalo «petroaudios»” que hizo caer el gabinete Del Castillo,

asumió la presidencia del Consejo de Ministros Yehude Simon, quien recogió

nuevamente el Plan Nacional contra la Corrupción elaborado en el 2005 y luego de

modificaciones al mismo… fue presentado en diciembre de 2008. Este plan tampoco

fue aprobado” (Arias Navarro 2008).

Los procesos políticos y judiciales seguidos al tema de los «petroaudios» supera

el alcance del presente trabajo. Baste, para el objetivo propuesto, reiterar que

posterior a ese momento el Estado responde a través de la Presidencia del Consejo de

Ministros haciendo público un documento que denomina “Plan Nacional de Lucha

contra la Corrupción 2008” que, en breve, será analizado.

4. Marcos de referencia para el análisis

4.1. Implementación de políticas públicas por organizaciones públicas

Estudiar la implementación de las políticas públicas es estudiar “por qué las decisiones

provenientes de las autoridades (sean éstas políticas, planes, leyes u otras) no

conducen necesariamente al logro de los resultados previstos… *o, para plantearlo en

términos positivos+… es el estudio de las condiciones bajo las cuales las decisiones de

la autoridad conducen efectivamente a los resultados deseados” (Berman 2000:286).

La generación de conocimiento a través del estudio de la implementación de la

política pública surge en la década de los setenta cuando se identifica que los

resultados obtenidos distan mucho de los esperados. En otras palabras, la pregunta

que motiva la primera etapa de estudios sobre implementación es “por qué buenas

leyes, inteligentes programas gubernamentales y oportunos financiamientos,

esfuerzos cotidianos de organizaciones y personas, simplemente no funcionaron, no

resolvieron los problemas sociales que afrontaron y quedaron muy lejos de los

objetivos que prometieron alcanzar” (Aguilar Villanueva 2000:19).

18

De acuerdo con el estudio introductorio que sobre la implementación elabora

Luis F. Aguilar Villanueva (1993, 1996, 2000), pueden identificarse tres generaciones de

estudios: la primera, producto de la frustración provocada en académicos y

practicantes por la nula incidencia de las políticas públicas en los objetivos propuestos;

la segunda, que enfatizó la idea de una implementación “desde abajo” como una

reacción al diseño e implementación de las políticas públicas up-down donde, según se

consideró, se encontraba el problema; y una tercera, que indistintamente emplea las

experiencias obtenidas de las dos anteriores.

A través del estudio de la implementación de la política pública puede

incorporarse el estudio de la técnica legislativa (Bulygin 2004; Rodríguez Mondragón

2004; Pedroza de la Llave y Cruz Velázquez 2004), de la organización pública (Elmore

1978; Nelson 1977; Pressman y Widavsky 1977), de la administración y gestión pública

(Elmore 1978), y del diseño de la política pública (Elmore 1979-1980). Todo en

conjunto como un sistema que se autoalimenta. Habrá que entender, además, que “es

fundamental que el estudio de la implementación sea diacrónico. Las relaciones que

pudieron haberse identificado en algún momento no deben aplicarse

indiferentemente a distintos periodos del proceso” (van Meter y van Horn 1973:130).

La implementación en, palabras de Berman (2000:285), “consiste en el

cumplimiento de una decisión proveniente de la autoridad”. Y considerando que

“virtualmente todas las políticas públicas son implementadas por grandes

organizaciones públicas, el conocimiento de las organizaciones ha llegado a ser un

componente crítico del análisis de las políticas” (Elmore 2000:186).

El cumplimiento de estos objetivos como parte de la implementación,

entonces, no puede disociarse de la organización pública. En la naturaleza de la

organización podremos encontrar, incluso, el origen de las fallas de implementación.

Citando a Robert Wood, Rein y Rabinovitz señalan que la dificultad real de la

implementación “estriba en que, con frecuencia, las agencias públicas logran

propósitos y realizan objetivos que los observadores políticos o el público consideran

obsoletos, de alcance inadecuado o decididamente erróneos”. Y agregan Rein y

Rabinovitz “en nuestra opinión los objetivos son diseñados por las propias

organizaciones públicas; de ahí que ellas sirvan a sus propósitos, no a los nuestros”

(2000: 183). Utilizando las palabras de Rein y Rabinovitz, nuestros propósitos están

delimitados en el logro de un objetivo: la lucha contra la corrupción.

De entre las posibles aproximaciones de análisis de las acciones anticorrupción

como políticas públicas, se propone hacerlo a través del Ciclo de Atención de los

Temas (CAT) de Anthony Down (1972) y su relación con las actividades organizaciones

del gobierno descrito en los trabajos de Peters y Hogwood (1985).

El CAT de Down (descrito por Parsons 2007:146-148) se constituye por cinco

etapas, a saber:

19

- Etapa 1: Pre-problema. Donde los expertos y diseñadores de políticas públicas

pueden ser conscientes del problema y puede haber información al respecto,

pero el interés público es escaso.

- Etapa 2: Descubrimiento alarmado y entusiasmo eufórico. Caracterizado por la

concentración del interés público que provoca la demanda de acción

gubernamental.

- Etapa 3: Calcular los costos y los beneficios. Los responsables de las políticas

públicas y el público se dan cuenta del costo asumido y lo contrasta con el

progreso alcanzado.

- Etapa 4: Declive del interés público en el tema.

- Etapa 5: Quiescencia. Etapa posterior al problema, el tema se ve remplazado

por otro en la agenda.

Parsons (2007:146), ilustra las etapas en el siguiente diagrama:

CAT de Down (elaboración basada en Parsons)

Peters y Hogwood, en 1985, “aportan un nivel de análisis que establece un

puente entre la formación de temas y la atención pública y la respuesta del gobierno

que se expresa como cambio organizacional” (Parsons 2007:149). Así, entre las etapas

2 y 3 del CAT de Down, Peters y Hogwood ubican el “punto álgido de la actividad

organizacional”; para la etapa 5, estos autores prevén una sucesión o terminación

organizacional. El diagrama elabora por Parsons (2007:149) es el siguiente:

20

Relación propuesta por Peters y Hogwood con base en el CAT (elaboración con base en Parsons)

Dada esta descripción ya identificada como dinámica presente en el sector

público, siguiendo el CAT, podemos identificar la experiencia descrita para el caso

particular del Perú se constituye por una serie de “explosiones”, que se acompaña de

la creación o constitución de instancias ad hoc, seguido de una “implosión” o

disminución del interés en el tema de parte del Estado.

Si podemos estar de acuerdo con lo anterior será sencillo reconocer que la

lucha anticorrupción puede presentarse como algo errático lo cual, sin embargo, no

debe sorprendernos: “los asuntos políticos son fenómenos transitorios, episódicos y,

debido a que la vida política de una comunidad tiende a estar organizada en torno a

temas, también tiende a ser episódica y desordenada” (Crenson, citado por Parsons

2007:171).

Si bien no es la manera en la que se presenta, será en la organización pública

donde podrían encontrarse las fallas. En este sentido debe recordarse lo señalado por

la destacada académica y conocedora de la implementación de políticas públicas en

América Latina, Marilee S. Grindle: establecer organizaciones es costoso y cuando se

constituyen aquellas que no son absolutamente necesarias hay implicaciones en

cuanto al costo de oportunidad; aun cuando se pudiera estar de acuerdo en las

organizaciones que se requieren, habría que ser cuidadosos en la forma exacta de la

que se les quiere dotar (Grindle 2004).

Schattschneider (1960) señaló que “la definición de las alternativas es el

instrumento supremo del poder” (citado por Parsons 2007:157), de esta manera, “las

organizaciones no son cajas negras que reciben insumos del exterior; son instrumentos

de control social, económico y político” (Clegg y Dunkerly, citado por Parsons

2007:177). Lo anterior, sigue apoyado por Schattschneider: “Todas las formas de

organización política están sesgadas a favor de la explotación de ciertos tipos de

conflictos y la supresión de otros, pues organización significa movilización de sesgos.

21

Algunos temas son organizados al interior de la política, mientras que otros son

organizados fuera de ella” (Schattschneider, citado por Parsons 2007:161).

Dada la naturaleza del problema, combatir la corrupción requiere una

estrategia multifacética donde la investigación y la persecución caso por caso no es

suficiente (Kaufmann y Dininio 2006). Se requiere, además, incidir en el andamiaje

institucional de la comunidad reduciendo las oportunidades que generan corrupción,

incrementar la competencia económica, fotalecer la rendición de cuentas y la

partuicipación ciudadana, mejorar la gestión del sector público.

Muchos de los esfuerzos latinoamericanos en la materia se construyen

partiendo de la creación de una organización pública (oficina, comisión o instituto)

que, si bien formalmente tiene facultades de coordinación, queda como única

instancia protagónica al poco tiempo. En ausencia de una coordinación efectiva, otros

muchos esfuerzos existentes en diferentes áreas de los gobiernos que podrían

contribuir al objetivo final, combatir la corrupción, terminan diluyéndose y siendo poco

efectivos.

Sobre organizaciones públicas, en 1964, Scout ya ofrecía una idea clara de lo

que por organismo u organización podemos entender: “se definen como

colectividades… que se han establecido para la consecución de objetivos relativamente

específicos a partir de una base más o menos continua. No obstante… queda claro que

las organizaciones tienen características distintivas aparte de la continuidad y

especificidad de metas. Estas incluyen fronteras relativamente fijas, un orden

normativo, niveles de autoridad, un sistema de comunicación y un sistema de

incentivos que permite que varios tipos de participantes trabajen juntos en la

consecución de metas comunes” (citado por Hall 1996:32).

Hall, por ejemplo, apoyándose en las ideas de Weber dice “…las organizaciones

trascienden las vidas de sus miembros y tienen metas, como sugieren las “actividades

con propósitos”. Las organizaciones están diseñadas para hacer algo. Esta idea de

Weber ha sido conservada por la mayor parte de los analistas de la organización”

(1996:30). Hall apunta, además, que “las estructuras organizacionales sirven tres

funciones. Antes que todo, las estructuras tienen la intención de elaborar productos

organizacionales y alcanzar objetivos organizacionales. En segundo lugar, las

estructuras se diseñan para minimizar, o por lo menos, regular, la influencia de las

variaciones individuales sobre la organización. Las estructuras se imponen para

asegurarse de que los individuos se ajusten a los requisitos de las organizaciones y, no

viceversa. Por último, las estructuras son el ambiente donde se ejerce el poder

(también las estructuras fijan o determinan qué puestos tienen poder en primer lugar),

donde se toman las decisiones (el flujo de información que entra en una decisión está

determinado en gran parte por la estructura) y donde se desarrollan las actividades de

las organizaciones -la estructura es la arena de las acciones organizacionales”

(1996:53).

22

Sin duda, las dificultades con que se encuentran los gobernantes para

implementar sus propuestas estimulan la corrupción, la que se presenta como un

“camino fácil” en el intento por resolverlas y que, a la larga, sólo les complica la

situación (Rojas Aravena 2006:115).

Hay, además otra situación que incide de manera directa sobre la formulación e

implementación de una política pública anticorrupción: el propio concepto de la

corrupción.

4.2. Corrupción

Sobre la transparencia en el ejercicio público, David Arellano Gault ha dicho que “sin

duda que los discursos y las metáforas son fundamentales en una reforma y en una

política, su uso es válido y necesario. Sin embargo, sería preciso al menos avanzar en

dos sentidos adicionales: uno, sacando a flote los supuestos argumentativos y la

solidez teórica y práctica de los supuestos que sostienen a la metáfora… Segundo,

relacionar las especificidades de los aparatos administrativos contemporáneos para

comprender cuáles pueden ser las mejores estrategias para avanzar en la agenda de la

transparencia, como proyecto político y social y no sólo como una imagen de guerra

entre “buenos y malos”, entre seres “naturalmente” opacos y transparentes” (2008:

264-265).

Algo similar ocurre con el tema de la corrupción: en el discurso es fácil (y hasta

aconsejable) utilizarlo, sin que se presente tan sencillo al momento de hacer operativo

el concepto para saber cuáles serán las estrategias y acciones a desarrollarse. Sobre

esto, incluso el actual coordinador de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción dice

que hay trabajo y avances importantes en la materia, “lo que no cambia es la

percepción de la corrupción. Y no cambia, fundamentalmente porque no tenemos una

definición concreta de lo que es corrupción: en el ciudadano cualquier actividad mal

hecha de parte del sector público es considerado corrupción” (Matute, en entrevista).

Oscar Ugarteche (2005:100) dice que “hay hechos poco éticos que no son crímenes en

el sentido de que no se encuentran en el código penal, pero que ciertamente

beneficiaron a unos sobre otros, y el agente intermediario público resultó premiado

por el ganador privado, en detrimento de los intereses del Estado”, lo cual mantiene

en claro el carácter polisémico de la palabra.

Sin que llegar a un concepto unívoco de corrupción sea un objetivo del

presente, bástenos señalar que una de las características de esta palabra es su carácter

polisémico (Nieto 2004:57), es decir, hay tantos conceptos como personas han

abordado el tema. Así, además de las múltiples definiciones que pueden encontrarse

sobre qué es corrupción, existen tipos de corrupción y niveles de corrupción: una

telaraña conceptual que, sin duda, incide en la prácticamente imposible tarea de

diseñar una política pública que pueda abarcar todas ellas, o que, ya teniéndola sea

23

percibida por todos los involucrados (beneficiados y afectados) con la misma

intensidad y en la misma dirección.

No debe extrañar, entonces, que “la corrupción sigue siendo un reto. A pesar

de incontables diagnósticos de políticas, de campañas públicas para crear conciencia y

de reformas institucionales y también legales para mejorar la administración pública,

las investigaciones muestran que la corrupción continúa floreciendo” (Consejo

Internacional para el Estudio de los Derechos Humanos, Tecnológico de Monterrey

2009:1).

Para tener un piso mínimo conceptual que, se insiste escapa al objetivo del

presente trabajo, podría coincidirse con que hay, en todo acto corrupto, elementos

coincidentes que los vuelven esenciales (“trazos comunes”, según lo señala Nieto

2004:57-58) siendo estos: 1) una intervención con la intención de manipular,

descomponer moralmente, 2) la obtención de un beneficio deshonesto personal en

detrimento de un beneficio colectivo; 3) requiere de dos partes: un agente activo y un

agente pasivo; 4) ocurre tanto en el sector público como en el privado; 5) se incorpora

la noción de “corrupción forzada” donde el sujeto a corromper solo recibe su

seguridad personal. Existe, también, la posibilidad de identificar algunas causas de la

corrupción: el desorden administrativo; el macro-Estado, consecuencia de la cultura

clientelar y centralista del Estado benefactor; la discrecionalidad de los funcionarios

para decidir sobre situaciones importantes; un incipiente desarrollo de la cultura fiscal;

la debilidad institucional, la ausencia de servicios civiles (Nieto 2004).

Sin embargo, una cosa es que exista la corrupción y otra muy diferente cómo es

que se percibe por la población: “la *percepción sobre la+ corrupción se genera,

básicamente, por tres cosas: primero, la falta de conocimiento de la ciudadanía sobre

el rol que cumple cada entidad frente a la lucha contra la corrupción y los mecanismos

que tiene cada una de estas entidades para combatirla… segundo, mecanismos de

control y sanción muy débiles… la tercera es la generación de oportunidades para que

se generaran prácticas corruptas” (Zapata, en entrevista). Aquí, como en el caso del

concepto, podrían hallarse múltiples propuestas de diversos actores.

Establecida la complejidad intrínseca existente en el tema de la corrupción

relacionada con la manera en la que podría estructurarse una política pública al

respecto, pasamos al estudio del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción, dado a

conocer posterior a los «petroaudios», en diciembre de 2008.

5. Análisis de la política pública: PNLC-2008

En la presente sección se analiza el Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción (PNLC-

2008) como el documento que pretende estructurar las acciones en la materia y que se

ubica, temporalmente, como consecuencia de la multicitada coyuntura de los

«petroaudios».

24

5.1. PNLC-2008

¿Qué sucede con el PNLC-2008? Al término de la administración en la que se presentó,

la de Alan García, pocas referencias se encuentran sobre él: salvo en el caso de la

Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (instancia coordinadora), pareciera no estar

teniendo la incidencia esperada. Muy pocos lo mencionan o lo tienen presente. Por

ejemplo, en la ponencia que presentó en la Primera Conferencia Anual Anticorrupción

celebrada el 3 y 4 de noviembre de 2010, incluso, su impulsor Yehude Simon no lo

menciona en alguna ocasión11 aún cuando lleva por título “Propuestas para la lucha

eficaz contra la corrupción en una coyuntura de crecimiento económico”.

Inés Arias, coordinadora colectivo ciudadano Grupo de Trabajo contra la

Corrupción, lo explica de manera rápida: “Este Plan [presentado en diciembre de

2008], en realidad ha sido un recorte del otro Plan, el del 2006” (Arias, en entrevista).

Efectivamente, “fue elaborado sobre la base de las propuestas del Grupo de Trabajo

constituido al amparo del Decreto Supremo No. 004 2006-JUS; y fue presentado ante

el Acuerdo Nacional” (Comisión Especial, Primer Informe, 2010:22). Aún cuando fue

presentado en evento público, “cosa curiosa: no ha habido una aprobación, por

ninguna instancia” (Matute, en entrevista).

Hablar del PNLC-2008 es, en realidad, hablar del desconocimiento que existe

sobre el mismo y las imprecisiones que trae aparejado un documento que, por la

materia que integra, debiera ser estratégico para el Estado Peruano. Sobre esto, la

ignorancia y las imprecisiones existentes, valgan las siguientes referencias: En la

Resolución Ministerial N° 044-2009 PCM de fecha 29 de enero de 2009, se dice que el

PNLC “cuenta con 7 objetivos, 19 estrategias, 41 acciones y 135 medidas de

desempeño, habiéndose programado para el año 2009 alcanzar 115 metas, para el año

110 (sic) un total de 36 metas y para el año 2001 (sic) un total de 11 metas”12.

De acuerdo con la Comisión Especial (Primer Informe, 2010:22 y 23), “El Plan

Nacional de Lucha contra la Corrupción se encuentra estructurado de la siguiente

manera: 1. Siete (7) Objetivos Estratégicos, que se constituyen en los siete

lineamientos generales del Plan Nacional. 2. Cuarentaiún (41) Acciones a desarrollar,

por cada entidad responsable, respecto de cada Objetivo Estratégico. 3. Ciento

Veintisiete (127) Medidas de desempeño por cada Acción a desarrollar, vinculada a su

vez a cada Objetivo Estratégico. 4. Una (1) Meta por cada una de las Medidas de

Desempeño, las mismas que se ejecutan, indistintamente, en los años 2009, 2010 y

2011. De allí que corresponda observar las medidas que en forma prioritaria fueron

programadas para el año 2009. 5. Funcionarios Responsables, identificados por cada

una de las Medidas de Desempeño y las Metas planteadas en el Plan Nacional.”

11

En memorias del evento, ponencia de Yehude Simon. http://apps.contraloria.gob.pe/conferenciaanticorrupcion/conferencia/dia3/YEHUDE%20SIMON.pdf 12

Deben destacarse los errores en fechas en una Resolución Ministerial.

25

Las discrepancias entre ambos documentos parecieran mínimas. Las dos

descripciones tampoco coinciden con la hecha por la CAN cuando, en mayo de 2010,

se dirigió a la Presidencia de la Comisión Especial donde dijo se habían revisado “las 19

estrategias y las 109 metas y aproximadamente 136 actividades que constan en el Plan

Nacional de Lucha contra la Corrupción”13.

En resumidas cuentas, se tienen tres diferentes descripciones del mismo PNLC-

2008:

Presidencia de Ministros

Resolución

Ministerial N° 044-2009 PCM

Comisión Especial

Primer Informe Cuatrimestral

Comisión de Alto Nivel

Anticorrupción

oficio 076-2010

Objetivos 7 7 (objetivos

estratégicos)

Estrategias 19 19

Acciones 41 41

Medidas de Desempeño

135 127

Metas 109

Actividades 136 Elaboración propia con base en la información citada

La pregunta se mantiene, ¿qué contiene el PNLC-2008? “El Plan Nacional contra

la Corrupción no era un plan en el sentido de ser una propuesta articulada, sino que

era una cantidad de temas que se tenían que abordar para evitar los riesgos de la

corrupción”, ha dicho Cecilia Blondet, Directora Ejecutiva de PROÉTICA, capítulo

peruano de Transparencia Internacional (en entrevista). Esta característica del PNLC-

2008, de nacer para ser imposible su implementación, es una constante.

En 32 cuartillas, el PNLC-2008 presenta una «Introducción» al documento

donde se describe, en términos generales la importancia de la lucha anticorrupción;

bajo el subtítulo «Un Perú sin corrupción» se abunda en el problema y se hace una

invitación: “Digamos no a la corrupción”; en un tercer apartado o subtítulo, se

describen los resultados de la V Encuesta Nacional sobre Corrupción elaborado por la

organización ciudadana Proética; después se abunda en el tema de que “Decir no a la

corrupción es un compromiso de todos los peruanos”, lo que se desarrolla bajo ese

subtítulo; se habla que la participación ciudadana es una “piedra angular” en la lucha

anticorrupción y, finalmente, en tres párrafos, se habla de un «Antecedente»: “El Plan

13

En oficio No. 076-2010-PCM/CAN de fecha 28 de mayo de 2010, dirigido a la Presidenta de la Comisión Especial Multipartidaria Permanente encargada del control, seguimiento y evaluación al Plan Nacional de Lucha Contra la Corrupción por el Coordinador General de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción

26

Nacional de Lucha contra la Corrupción que presentamos a continuación, se ha

elaborado sobre la base de las propuestas del Grupo de Trabajo constituido al amparo

de lo establecido por el Decreto Supremo No. 004-2006-JUS y que contó con la

participación de diversas instituciones públicas y privadas”, como parte destacable”.

Hasta aquí, todo esto, en las primeras cuatro cuartillas del documento de 32.

Después de eso, siguiendo un denominado índice, se presentan unas matrices

que definen, para cada uno de los siete objetivos estratégicos, “Acciones”, “Medidas

de Desempeño”, “Metas” y “Responsables”. Se carece de un concepto unívoco en

cuanto a qué entender por corrupción, situación necesaria cuando se quiere medir el

impacto de una política pública. Las matrices descritas, sin embargo, son valiosas (aún

cuando hay inconsistencias internas en cuando a cómo se denominan las estrategias y

si se trata de objetivos únicamente o son objetivos estratégicos, por ejemplo) en

cuanto a que de ahí puede desprenderse una lista de acciones por hacer.

El PNLC-2008 fue, posterior a su presentación, considerado como inviable: “En

rigor se trata de un documento bastante completo y amplio en tanto que busca

involucrar a todas las entidades del aparato estatal” (Comisión Especial, Primer

Informe, 2010:23) y, después, matiza: “Cabe resaltar que si bien el Plan Nacional

constituye una clara expresión de voluntad política para combatir la corrupción en sus

diversas manifestaciones, ha pretendido abarcar muchas áreas, objetivos y metas al

mismo tiempo, y ello en la práctica dificulta su ejecución, pues da origen en una

agenda de trabajo casi imposible de cumplir por su complejidad y superposición de

actividades, lo que resulta contraproducente con los objetivos establecidos, no sólo

para quienes ejecutan dicho Plan Nacional desde el Poder Ejecutivo, sino para quienes,

como en nuestro caso, desde la Comisión Especial del Congreso, tenemos el encargo

de realizar su control, seguimiento y evaluación.” (Comisión Especial, Primer Informe,

2010:24).

En el colectivo ciudadano Grupo de Trabajo contra la Corrupción insisten:

“nuestra lucha fue que aprobaran el Plan” (Arias, en entrevista)… *porque+ “si tienes

un Plan aprobado por norma, que es lo único que lo hace obligatorio para los

funcionarios, es más fácil decir sobre esa norma decir «esto está mal o debiera

modificarse algún punto», pero el Plan no está aprobado legalmente por ninguna

norma, porque la visión en ese momento era –eso nos respondía el entonces

encargado de la implementación del Plan- que los funcionarios «interioricen» [su

contenido+” (Flores, en entrevista).

En el estado en que se genera el PNLC-2008, el resultado esperado sería el del

activismo de las entidades públicas sin que existiera certeza de qué tanto las acciones

emprendidas incidían o no en el tema que se suponía. Habrá, además, obstáculo de

hecho que incidirían en la efectividad de la implementación del Plan: “una cosa es lo

formal que cumples en términos de institucionalidad, pero no le das mayor

presupuesto ni mayor capacidad para la acción y otra es lo que ves como fruto de una

gestión pública con muchas arbitrariedades” (Blondet, en entrevista).

27

Contextualmente, a los pocos meses de que se dio a conocer, el entonces

presidente del Consejo de Ministros, Yehude Simon se retira de la responsabilidad. Hay

quien, como Pedro Yaranga Secretario Ejecutivo de Economía y Administración de la

Asociación Nacional de Periodistas (ANP), dice que “lamentablemente todo lo que hizo

Yehude Simon, el tema del «baguazo», lo mató todo. Ahí hubo muertos, acusaciones.

Todo el plan murió ahí. Hasta ahora no se hizo nada en el tema. El Presidente de la

República lo ha tratado de relanzar un sistema anticorrupción ligado a la presidencia:

tampoco funcionó… todos los intentos han desaparecido” (Yaranga, en entrevista).

Desde entonces ya ni hay esfuerzos por implementar el PNLC-2008 en los

términos originalmente concebidos.

De todas maneras, se han constituido dos organizaciones públicas para velar

por su implementación.

5.1.1. Grupo de Trabajo Multisectorial

La política pública anticorrupción en el gobierno de García no comienza con el PNLC-

2008. Tal y como ya se refirió, en la década que ha seguido la caída del gobierno de

Fujimori la existencia de esfuerzos en la materia ha sido la constante: “Entre las

recomendaciones de la Iniciativa Nacional Anticorrupción, una de las principales es que

la lucha contra la corrupción se institucionalice; es decir que, de una parte, se defina

una institución del Estado que se dedique a su organización y dirección. Y, de otro

lado, que en los distintos organismos del aparato estatal, la lucha anticorrupción cobre

una presencia transversal, a través de una política nacional anticorrupción” (Proética,

Informe Lucha Anticorrupción 2002-2004:39).

En agosto de 2006, por la Resolución Suprema Nº 143-2006-JUS se crea la

Procuraduría Pública ad hoc publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30 de agosto de

ese mismo año, con el propósito de asumir la representación y defensa de los intereses

del Estado, en las denuncias, investigaciones fiscales y procesos penales, por presuntos

delitos contra la administración pública, en agravio del Estado, entre los que se

encuentren comprometidos Altos Funcionarios del Poder Ejecutivo que ejercieron

cargos públicos en el período comprendido desde el 28 de julio del año 2001 al 27 de

julio del año 2006. Estas facultades fueron ampliadas por la Resolución Nº 151-2006-

JUS del 16 de septiembre de 2006, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 16 de

septiembre de 2006, autorizándose al Procurador Público ad hoc, a efectos que la

representación se ejerza no solo respecto a Altos Funcionarios del Poder Ejecutivo,

sino también respecto a los funcionarios de nivel jerárquico inmediatamente inferior,

así como a funcionarios de Dirección y de Confianza, y las demás personas que

resulten responsables; asimismo, podrán intervenir en los procedimientos de

Colaboración Eficaz, para lo cual podrán suscribir las Actas correspondientes, y en las

acciones civiles que permitan asegurar, garantizar y lograr el pago de los importes por

las reparaciones civiles, en los que estuvieran comprometidos los funcionarios citados

anteriormente.

28

La Oficina Nacional Anticorrupción (ONA) fue un organismo creado en octubre

de 2007 para reemplazar al Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) creado durante el

gobierno de Alejandro Toledo. A diferencia de la institución que reemplazaba, este

organismo se adscribía a la presidencia de Consejo de Ministros. Esta oficina tuvo

como meta principal “prevenir, investigar, coordinar, vigilar y promover la ética pública

y la lucha contra la corrupción a través de medidas preventivas, la investigación de

oficio o a iniciativa de parte así como la formulación, monitoreo y supervisión de

políticas públicas sobre la materia”. La primera y única jefa de este organismo fue

Carolina Lizarraga ex - jueza anticorrupción. Su existencia fue bastante efímera. Nueve

meses después de ser creada, se suprimió. El actual coordinador de la Comisión de

Alto Nivel Anticorrupción (CAN), Genaro Matute, comenta que “en este gobierno se

creó una Oficina Nacional Anticorrupción… comenzó a funcionar, pero nuevamente no

tenía constitucionalmente las atribuciones de hacer investigación… entonces, ante el

primer choque que tuvo con el gobierno… donde había una acusación mediática contra

el hijo del Primer Ministro… después de esto, le retiraron el apoyo y tuvo que

renunciar” (Matute, en entrevista).

Coexistente con estos esfuerzos se encuentra el “Programa UMBRAL [que]

constituye una experiencia valiosa en la que instituciones como la Contraloría General

de la República, la Defensoría del Pueblo, el Poder Judicial, el Ministerio del Interior y

el Ministerio de Salud… han logrado construir un espacio de coordinación que, con

pleno respeto de sus autonomías, promoverá medidas de lucha contra la corrupción

en cada uno de sus ámbitos de acción” (Presidencia del Consejo de Ministros, PNLC

2008).

La mención de lo anterior sirve sólo a manera de grandes pinceladas sobre

diferentes esfuerzos coexistentes entre los que puede detectarse un débil nivel de

coordinación, en caso de haberla.

Es, sin embargo, a través del Grupo de Trabajo Multisectorial que se promueve

de manera primigenia la coordinación de las acciones anticorrupción. “EI Grupo de

Trabajo Multisectorial estará integrado por un representante designado por la

Secretaría General de la Presidencia del Consejo de Ministros, quien la presidirá, y por

un representante titular y otro suplente de cada uno de los Ministerios del Poder

Ejecutivo” (Artículo 2, Resolución Ministerial N° 044-2009 PCM).

De acuerdo con el artículo 5 de la Resolución Ministerial que la crea, la

Comisión tiene entre sus funciones:

Coordinar la implementación de los objetivos, acciones, medidas de

desempeño y metas de competencia sectorial para la Ejecución efectiva del

Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción;

Supervisar la aplicación de las políticas públicas sectoriales en materia de

Lucha contra la Corrupción;

Diseñar y aplicar los indicadores de gestión que permitan medir los avances

en la Lucha contra la Corrupción y Transparencia en el ámbito sectorial;

29

Coordinar y presentar las iniciativas legislativas que correspondan, en el

marco de la implementación de las acciones del Plan Nacional de Lucha contra

la Corrupción, con la finalidad de prevenir y/o sancionar los actos de

corrupción en la administración pública.

Aproximadamente un año después de constituido, será absorbido en sus

funciones por la CAN. No es fácilmente ubicable el trabajo desarrollado en el tiempo

que existió. Por ejemplo, dice la Comisión Especial del Congreso (estudiada con mayor

amplitud más adelante) en su Primer Informe: “A la fecha no se tiene conocimiento de

la existencia de iniciativas legislativas impulsadas por el Grupo de Trabajo

Multisectorial de la Presidencia del Consejo de Ministros, en las materias vinculadas al

Plan Nacional de lucha contra la Corrupción” (Comisión Especial, Primer Informe,

2010:29).

Además de los esfuerzos orgánicos, se han presentado otros de naturaleza

normativa: se publicaron, por ejemplo, algunas normas relacionadas con el tema,

como la Directiva N° 001 2009 PCM/SGP, denominada “Lineamientos para la

Promoción del Código de Ética de la Función Pública en las Entidades Públicas del

Poder Ejecutivo”, aprobada por Resolución Ministerial N° 050 2009 PCM, 30 de enero

de 2009, y la Directiva N° 002 2009 PCM /SGP, denominada “Guía de elaboración del

Informe Mensual de avances en la aplicación de medidas contra la corrupción y para la

resolución de denuncias”.

5.1.2. Comisión de Alto Nivel Anticorrupción

Al año de creado el Grupo Multisectorial, la ejecución pasa a manos de una agencia

creada ad hoc: la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción: “la ejecución del Plan

Nacional de Lucha contra la Corrupción, estuvo a cargo en una primera etapa, del

Grupo Multisectorial del Poder Ejecutivo, desde su creación ocurrida el 29 de enero de

2009, aproximadamente hace un año; y a partir de allí, la ejecución de dicho Plan

Nacional, a partir de febrero del año en curso, se encuentra a cargo de la Comisión de

Alto Nivel Anticorrupción” (Comisión Especial, Primer Informe, 2010:24).

La creación de la CAN es recordada de la siguiente manera por su actual

coordinador, Genaro Matute: “viene un nuevo ministro que me llama y me pide armar

algo en anticorrupción. Y digo «ya han funcionado comisiones, oficinas, pero han

cometido el error de hacer investigación». Lo que necesitamos en anticorrupción

ahora es una oficina… mixta, donde entren instituciones tutelares del país, que entre

la sociedad civil y que entre el gobierno, pero en minoría… hemos trabajado y hemos

quedado en definir la Comisión como está ahora” (Matute, en entrevista).

Se normó, entonces, la integración de la organización pública ahora existente:

“En un plazo de sesenta (60) días hábiles contados a partir del día siguiente de la

publicación del presente Decreto Supremo, la Presidencia del Consejo de Ministros

30

adoptará las acciones y disposiciones que correspondan para que el Grupo de Trabajo

Multisectorial creado por Resolución Ministerial Nº 044-2009-PCM se incorpore a la

Comisión de Alto Nivel Anticorrupción referida en el artículo 1 precedente.” (Artículo

6, del Decreto Supremo No. 016-2010-PCM).

Eso es lo establecido formalmente, sin embargo hay quienes no observan se

haya hecho la indicada incorporación: “…se constituye la Comisión de Alto Nivel contra

la Corrupción. Además de la Comisión Intersecretarial de Lucha Contra la Corrupción…

[la idea era que la Comisión Intersecretarial se integrara a los trabajos de la Comisión

de Alto Nivel+… pero la información que nosotros tenemos de los informes

cuatrimestrales que saca la Comisión de Seguimiento del Plan Nacional de Lucha

contra la Corrupción del Congreso de la República es que esta Comisión Multisectorial

no se ha llegado a integrar a la Comisión de Alto Nivel. Como que trabajan algo

desligados” (Arias, en entrevista).

El cambio no es menor: mientras que las funciones del Grupo Multisectorial

fueron más operativas, el CAN se ha autoimpuesto un papel de desarrollo de la

institucionalidad, es decir, la generación a largo plazo de arreglos sociales que

desincentiven la corrupción: “el Presidente de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción

precisó que era necesario comprender la real dimensión de la labor a cargo de la

Comisión de Alto Nivel Anticorrupción en el sentido que constituye un “espacio de

diálogo y coordinación de políticas interinstitucionales” (Comisión Especial, Segundo

Informe, 2010:32). El señor Genaro Matute, su coordinador, dijo a la prensa en 2009:

“Esta Comisión lo que va a tratar es de unificar criterios, de trabajar con las

instituciones que están luchando contra la corrupción, pero que tienen que comenzar

a hacerlo en una sola dirección”14.

¿Cómo percibe la ciudadanía organizada este nuevo esfuerzo emprendido

desde el Estado? “La Comisión es, para nosotros, la continuación de una serie de

gestos vacíos *en el tema+… cuando aparece el tema de los «petroaudios» y se cambia

de régimen vuelve a aparece un gesto del Gobierno para luchar contra la corrupción:

cada vez que hay un escándalo, el Gobierno sale con un gesto, crea algo… el Plan

*2008+ es el gesto”, dice Flores, en entrevista, del colectivo ciudadano Grupo de

Trabajo contra la Corrupción. Por su parte, Proética señala que “yo creo que la

Comisión de Alto nivel es una instancia muy necesaria. Todavía no tiene la fuerza ni

majestad que debiera tener en el tema de la lucha contra la corrupción: no está claro

hacia dónde va, qué cosa es lo que debe hacer” (Blondet, en entrevista). Por su parte,

su coordinador, define así la actividad de la CAN: “la Comisión tiene un perfil bajo

porque el tema que tiene entre manos es de largo plazo…lo que se busca son normas

que lleguen al Congreso para su aprobación y que busquen eso: prevenir,

transparentar, fortalecer instituciones, desarrollar la ética” (Matute, en entrevista).

El nuevo papel coordinador, de largo alcance y de bajo impacto en el periodo

inmediato, se ha presentado como ventajoso pues “permite tener una visión global de

14

El Comercio. “Matute: La Comisión anticorrupción no duplicará funciones”. Lima: Agosto 26, 2009

31

la problemáticas a partir de la implementación del Plan de Lucha contra la Corrupción,

comprometiendo a los diferentes niveles de gobierno, y no solamente al Poder

Ejecutivo, como venía ocurriendo hasta hoy, con el Grupo Multisectorial. En el mismo

sentido considera, a otros Poderes del Estado, como el Poder Judicial, y en general,

todo la estructura conformada por el Ministerio Público, el Consejo Nacional de la

Magistratura, la Defensoría del Pueblo, entre otras entidades” (Comisión Especial,

Primer Informe, 2010:37). Así lo describe su coordinador: “el objetivo de esto es

trabajar en aspectos de largo plazo de la corrupción. No es tocar los temas específicos:

es ver el problema, sino la problemática… es: con los problemas, desarrollar conceptos

de cómo no se deben generar esos problemas, prevenirlos” (Matute, en entrevista).

Hacia el Primer Informe de la Comisión Especial, la CAM había presentado tres

objetivos “muy concretos: a) Transparencia, Ética y Buen Gobierno para que la

ciudadanía conozca como administran los funcionarios públicos los recursos del

Estado. b) Control Preventivo para detectar los actos de corrupción que permitan el

monitoreo de las obras, adquisiciones y contrataciones de bienes y servicios. c)

Actuación eficaz y eficiente de las instituciones tutelares en la lucha contra la

corrupción para detectar, investigar y sancionar los actos de corrupción” (Comisión

Especial, Primer Informe, 2010:37).

La estructura de la CAN, como ha sucedido en ocasiones pasadas, no fue ajena

a modificaciones que ocurrieron «sobre la marcha»: “mediante Decreto Supremo No.

067-2010-PCM, publicado en el Diario Oficial El Peruano con fecha 17 de junio de 2010,

ha sido modificada la conformación de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción,

quedando precisado que en el caso del Alcalde de la Municipalidad Metropolitana de

Lima podrá actuar su representante, sin embargo, la modificación más importante se

encuentra referida a la exclusión de la Defensoría del Pueblo como miembro de la

Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, entidad que actuará solo en condición de

observadora, pudiendo participar en las sesiones con voz pero sin voto” (Comisión

Especial, Segundo Informe, 2010:23).

De esta manera, la CAN “tiene como propósito establecer un foro en el que se

discutan y propongan políticas de transparencias, de promoción de la ética, de lucha

contra la corrupción y propuestas de reformas de la gestión del Estado. Estas se

presentarán para consideración del país y serán elevados por el Congreso de la

República, al Poder Ejecutivo y a las instituciones constitucionalmente autónomas para

su consideración en la actuación institucional y en los planes nacionales… las

propuestas son de carácter declarativo no vinculante” (Lineamientos de trabajo de la

Comisión de Alto Nivel Anticorrupción del Perú 2010:5).

Sobre su naturaleza, en un editorial publicado en el Diario El Comercio, Genaro

Matute expresamente dice que “Esta comisión responde al modelo multiagencias

señalado por John R. Heilbrunn (2004), con la excepción de que no realiza

investigaciones pues reconoce la fortaleza y autonomía de las instituciones del

32

país”15. El texto al que hace referencia debe ser el working paper desarrollado en 2004

para el World Bank Institute “Anti-Corruption Agencies: Real Medicine or Placebo in

Treating Corruption?” cuyo contenido podemos conocer, en una versión terminada, en

el texto “The role of parliament in curbing corruption”, del 2006, cuyas primeras líneas

dejan ver cuál es la opinión sobre la manera en la que se aborda el tema: “Numerosos

gobiernos han adoptado comisiones anticorrupción a pesar de, cada vez, la evidencia

que tales comisiones no pueden reducir la corrupción es mayor. ¿Por qué quienes

elaboran las políticas públicas asignan presupuestos escasos para establecer una

comisión que consume recursos y mina, posiblemente, la credibilidad de su

compromiso de reformar?16” (Heilbrunn 2006:135).

El modelo multiagencia estudiado por Heilbrunn es la Office of Government

Ethics (OGE, por sus siglas en inglés) fundada en 1978 por el Ethics in Government Act.

Esta oficina, de acuerdo con lo descrito por el propio autor, tiene autonomía, tiene

como objetivo el crear un ambiente ético y reporta tanto al Presidente como al

Congreso (Heilbrunn 2006:142). Como podrá verse no todas las características

reportadas para el OGE tiene la CAN peruana.

Independientemente del modelo que se haya adoptado, en sus conclusiones,

Heilbrunn identifica algunos de los prerequisitos que considera necesario para el éxito

de las oficinas anticorrupción: su independencia, claridad ante quien debe reportar, la

supervisión ciudadana y, por supuesto, el compromiso real de los gobiernos que

quieran implementarlos. (Heilbrunn 2006:146).

Asociaciones ciudadanas, como el colectivo ciudadano Grupo de Trabajo contra

la Corrupción, han señalado como una debilidad el hecho del que el CAN esté

subordinado a la Presidencia del Consejo de Ministros: “… la Comisión de Alto Nivel

Anticorrupción… depende de la PCM, nosotros decimos que debe ser un órgano

independiente y autónomo… estaba invitado el Alcalde de Lima, que ese año

comenzaron a aparecer varias denuncias muy duras contra el… por lo menos dos

denuncias muy duras en contra de él: una, el incremento del 300% del presupuesto de

la obra el Metropolitano y el caso «Comunicore»… no está el Congreso de la República,

no está la Contraloría General, la Defensoría del Pueblo participa solo como

observador y esas son instituciones que tienen que ver en la lucha contra la

corrupción… y de sociedad civil solo están participando dos instituciones… no se ha

permitido el ingreso de otras instituciones” (Flores, en entrevista).

Sin embargo, la identificada ausencia de autonomía pudiera no ser el único

obstáculo que actualmente le impide a la CAN tener mejores resultados.

15

El Comercio. “Lucha contra la corrupción”. Lima, agosto 23, 2010. 16 El texto original dice “Numerous governments have adopted anti-corruption commissions despite

growing evidence that such commissions fail to reduce corruption. Why do policy makers allocate scarce revenues to establish a commission that consumes resources and possibly undermines the credibility of their commitment to reform?”.

33

Uno de los productos de la CAN es la matriz de “Propuestas de Políticas

Anticorrupción” la cual se trascribe a continuación17. Como podrá observarse, no es

claro qué se pretende con este documento:

Acuerdo Nacional Política 26, Promoción de la ética y la transparencia y erradicación

de la corrupción, el lavado de dinero, la evasión tributaria y el

contrabando en todas sus formas

D.S. 027-2007-PCM Comisión de Alto Nivel

Anticorrupción (Propuesta)

1 Enfatizará los principios éticos que refuercen el cumplimiento

ciudadano de las normas (Política específica a)

Promover a través de sus acciones y comunicaciones la

ética pública

Difundir los principios éticos entre los funcionarios, las

empresas y la ciudadanía en su conjunto

2 Velará por el desempeño responsable y transparente de la

función pública, promoverá la vigilancia ciudadana de su

gestión y el fortalecimiento e independencia del Sistema

Nacional de Control (Política específica b)

Garantizar la transparencia y la rendición de cuentas

Velar por el cumplimiento de las normas de

transparencia, rendición de cuentas y buen gobierno

3 Desterrará la impunidad, el abuso de poder, la corrupción y

atropello de los derechos (Política específica c)

4 Desarrollará una cultura de paz, de valores democráticos y de transparencia, que acoja los

reclamos genuinos y pacíficos de los distintos sectores de la

sociedad (Política específica d)

Fomentar la participación ciudadana en la vigilancia y control de la gestión pública

Promover y desarrollar mecanismos de

participación ciudadana en la vigilancia y control de la

gestión pública

5 Promoverá una cultura de respeto a la Ley, de solidaridad y de anticorrupción, que eliminen

las prácticas violatorias del orden jurídico, incluyendo el tráfico de

influencias, el nepotismo, el narcotráfico, el contrabando, la evasión tributaria y el lavado de

dinero (Política específica e)

Promover una actuación eficaz y eficiente de las

instituciones tutelares en la lucha contra la corrupción

Regulará la función pública para evitar su ejercicio en función de intereses particulares. (Política

específica f)

Fortalecer la lucha contra la corrupción en las licitaciones, las adquisiciones y la fijación de los precios referenciales,

eliminando los cobros ilegales y excesivos

Fortalecer la lucha contra la corrupción, desarrollando lineamientos de control

para la mejora de los procesos críticos de alto

riesgo de la gestión pública

7 Mejorará la capacidad de gestión del Estado mediante la reforma

integral de la administración pública en todos sus niveles.

(Política específica f)

Propiciar reformas del Estado para el

fortalecimiento institucional y modernización de la

gestión pública

17

De acuerdo con lo que publica la propia Comisión de Alto Nivel Anticorrupción en su página http://can.pcm.gob.pe/index.php?option=com_content&view=article&id=51&Itemid=30

34

¿Dónde se inserta este esfuerzo? ¿Cómo se articula? ¿Qué debiera hacerse con

los espacios? Las respuestas no son sencillas pues no presenta las características

mínimas de una política de Estado. Como puede observarse, entonces, la ausencia de

claridad sobre qué debe hacerse (considerando se agrava por el hecho de que está

próximo el fin del gobierno donde se crea la CAN) es un problema presente.

Otra de las acciones definidas en el plan de trabajo, el “Centro de Monitoreo de

Medidas y Avances de Lucha contra la Corrupción”, se generaría pero con una

denominación diferente: como Observatorio, disminuyendo –al menos en nombre- la

incidencia que puede tener: no es lo mismo monitorear que observar. “No quieren que

se llame «Centro de Monitoreo» pues suena poco impositivo. Entonces, ha habido una

queja de parte de algunas instituciones de que no deberíamos estar monitoreando

sino observando” (Matute, en entrevista).

No solo el impacto del trabajo realizado sino la continuidad (otra vez el tema de

la continuidad), es lo que está siendo observado: “nuestro preocupación, nuestro

temor que creo puede pasar, así como ha pasado en otros gobiernos con todas estas

iniciativas es que el próximo gobierno cierre la Comisión… y desaparezca lo poco que

hay del Plan, convoquen a un nuevo Plan y a una nueva Comisión” (Arias, en

entrevista). Lo que podría ser una respuesta a esta preocupación es planteada, en

entrevista, por Genaro Matute, coordinador: “en principio, la permanencia *del trabajo

realizado] se le trata de dar en el momento de que eso de acá no es solamente el

gobierno en turno el que está participando: hay instituciones que no dependen del

gobierno… estamos *también+ trabajando en una Ley de formación de la comisión

donde se incluirían al Congreso y a la Contraloría, que se han negado a participar… *y,

finalmente] poder tener herramientas que funcionen en beneficio del ciudadano, que

el ciudadano pueda percibir que se le está dando una ventaja al tener la comisión”. De

lo dicho, sin embargo, no se desprende una estrategia sostenible de permanencia.

5.1.3. Comisión Especial Multipartidaria Permanente encargada del control,

seguimiento y evaluación al Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción

No solo desde el Ejecutivo, sino desde el Legislativo hay un esfuerzo a destacar: una

Comisión Especial Multipartidaria Permanente para darle seguimiento al PNLC-2008.

En su sesión del 7 de octubre del 2009, por unanimidad, el Congreso aprobó la creación de una Comisión Especial de carácter permanente18 y multipartidario19, mediante la Moción de Orden del Día Nº 8445, “que se encargue del seguimiento y

18 Esta característica implicaría “su continuidad más allá del término de las legislaturas ordinarias”

(Comisión Especial, Primer Informe, 2010:9). 19 Su conformación original fue la siguiente: De la Alianza Nacional, Juan Perry Cruz; de la Alianza

Parlamentaria, Jorge Foinquinos Mera; del Bloque Popular, Elizabeth León Minaya; del Movimiento Fujimorista, Alejandro Aguinaga Recuenco; del Partido Aprista Peruano, Luis Wilson Ugarte; del Partido Aprista Peruano: Congresista Olga Cribilleros; del Partido Nacionalista, Pedro Santos Carpio; de la Unidad Nacional, Rosa Florián Cedrón y de Unión por el Perú, Fredy Serna Guzmán.

35

evaluación de las acciones que en materia de lucha contra la corrupción se estaban ejecutando en el marco del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción elaborado por el Poder Ejecutivo” (Comisión Especial, Primer Informe, 2010:5). Dentro de su programación de trabajo, esta Comisión ha definido el cumplimiento de tres objetivos generales que se circunscriben a:

Evaluar del impacto de las políticas de las políticas de carácter multisectorial, regional y local establecido en el Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción;

Dar seguimiento y evaluar de los avances obtenidos en la reforma del Sistema Nacional de Control propuesta por el señor Contralor General de la República; y

Promover iniciativas legislativas en coordinación con las entidades encargadas del Sistema Nacional de Control e instituciones afines. Asimismo, se decidió que de manera cuatrimestral, la Comisión Especial presentará informes de avances, conforme a los objetivos planteados.

En la primera Sesión Ordinaria de la Comisión (diciembre de 2009), fue

aprobado el Plan de Trabajo de la Comisión. A partir de 01 de febrero de 2010, que la Comisión se ha instalado en la Oficina 309 del Palacio Legislativo. A la fecha, esta Comisión ha elaborado y difundido 4 informes cuatrimestrales que describen y sistematizan diferentes esfuerzos anticorrupción entre los que se encuentran los del PNLC-2008.

En marzo de 2010, la Comisión Especial informaba: “Cabe precisar que se han dirigido comunicaciones a la Presidencia del Consejo de Ministros solicitando información respecto a la metodología empleada tanto para la elaboración del PNDLCC20 así como para la medición de avances, sin contarse a la fecha con una precisión al respecto” (Comisión Especial, Primer Informe, 2010:17).

También a inicios de 2010, se conformó un Consejo Consultivo Nacional21 con el objetivo de “brindar asesoraría técnica especializada a la Comisión en temas vinculados a la lucha contra la corrupción, desde una perspectiva nacional e internacional” (Comisión Especial, Primer Informe, 2010:20).

De acuerdo con la información pública, no existe de parte de esta Comisión el señalamiento de que no se esté implementando el PNLC-2008, o se haga de manera errónea. Puede decirse que esta Comisión ha validado el trabajo en torno al PNLC-2008.

5.2. Previo: Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción 2006-2011

Ya en el apartado 5.1, relativo al análisis del PNLC-2008, se advierte que el mismo es

un documento corto cuyo mayor aporte se presenta en una serie de matrices donde

pudieran desprenderse actividades muy específicas a realizar que no se desprenden

del apartado introductorio del mismo documento. Se comentó, también, la existencia

de inconsistencias internas del documento. Al menos estas dos características pueden

20

En este trabajo PNLC-2008. 21 Su integración original fue la siguiente: Walter Albán Peralta, Monseñor Héctor Miguel Cabrejos

Vidarte, Carolina Lizárraga Houghton, Juan Paredes Castro, Felipe Portocarrero, Delia Revoredo Marsano, León Trahtemberg, Pedro Pablo Kuczynski Godard.

36

explicarse al conocer un documento previo del que se partió para elaborar el

presentado en el 2008.

En 2006, en varias ocasiones de acuerdo con el dicho de las personas

involucradas, se presentó ante diversas instancias del gobierno del Estado Peruano un

documento denominado “Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción 2006-2011” que

tiene una extensión de 239 cuartillas (a comparación del Plan 2008, con 32) el cual

desarrolla de manera profunda un apartado conceptual sobre la corrupción y, ahí sí,

puede establecerse una relación de causalidad entre este apartado y la serie de

matrices desarrolladas. Para decirlo de manera rápida, el PNLC-2008 copia con leves

variaciones y actualizaciones de tiempo el trabajo desarrollado (y no aprobado) del

2006.

El PNLC 2006-2011 que, por cierto, es definido desde su introducción, como un

«documento de trabajo», consta de tres partes: en la primera se encuentra un el

marco teórico “cuyo propósito es presentar y desarrollar los conceptos fundamentales

sobre el fenómeno tan complejo como la corrupción” (Sánchez Girao 2006:9); en la

segunda, se encuentra el Plan de Acción que se desarrolla sobre cuatro éjes, a saber, 1)

la visión sobre la que se trabaja, 2) las condiciones necesarias para poder desarrollar el

plan, 3) los objetivos estratégticos y 4) la matriz de trabajo que contiene acciones,

medidas de desempeño, metas y responsables. La tercera parte del PNLC 2006-2011

es, en realidad, un conjunto de anexos sobre los compromisos internacionales

asumidos por el Estado peruano en materia de combate contra la corrupción.

Sobre el PNLC 2006-2011, algunos académicos que lo conocieron han hecho

observaciones. Es el caso del sociologo Mario Olivera Prado quien reconoce que un

punto débil de este plan es la disperción conceptual que se hace sobre la corrupción

pues, si bien se hace un amplio recuento sobre diferentes maneras para abordar la

corrupción él mismo concluye que “El Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción

considera que todos los conceptos son válidos siempre que contengan los siguientes

elementos: se trate de un acto de poder; se requiere la concurrencia de dos partes

para que exista un acto de corrupción. Un funcionario o servidor público y una persona

que promete algo (sic) contraprestación al hecho indebido; se compromete el

patrimonio del Estado; Se produce un delito dentro de una estructura administrativa y

dentro del cumplimiento de un procedimiento ; la corrupción no solo debe ser

vinculada a la esfera pública sino también a la privada, más ahora en el mundo

globalizado en el que estamos” (Sánchez Girao 2006:25).

Otra diferencia entre la versión 2006 y la versión 2008 es que aquélla cuenta

con una “visión: Un país libre de corrupción en el que imperan los principios de

honestidad, ética, probidad, con una Administración Pública que trabaje bajo los

lineamientos de la objetividad, imparcialidad y transparencia” (Sánchez Girao

2006:72), lo cual debería ayudar en la formulación de un planeamiento táctico de

implementación. Cuenta también, como no lo hace el PNLC-2008 con el desarrollo

sobre las “condiciones necesarias. Construir y mantener un liderazgo político que

37

exprese la voluntad política de lucha contra la corrupción… construir una alianza entre

la sociedad política y la sociedad civil en contra de la corrupción” (Sánchez Girao

2006:72).

La diferencia entre la versión 2006-2011 y la versión 2008 se concentra,

sobretodo, en el objetivo estratégico 1: en el primero de los referidos, se busca

“Promover la creación de un Sistema Nacional de Lucha contra la Corrupción”, en el

segundo “Institucionalizar en la administración pública las prácticas de buen gobierno,

la ética, la transparencia y la lucha eficaz contra la corrupción”. La diferencia no es

menor: en el PNLC 2006-2011 el primer planteamiento conlleva la creación de un

“órgano rector que viabilice el Sistema Nacional de Lucha contra la Corrupción en

forma articulada y eficaz” (estrategia 1.1, Sánchez Girao 2006:74), en el PNLC 2008 se

carece de una definición clara sobre quién se responsabilizará de la coordinación. Y

estoha sido factor reiterativo en la herrática implementación de la política pública

anticorrupción22.

5.3. Posterior: El PNLC-2008 «priorizado»

El PNLC-2008, como ya se apuntó, no fue aprobado por alguna instancia o grupo de

instancias que legalmente pudieran hacerlo. Eso ha permitido su transformación a

través de una «priorización» que “incluye todo y se simplifica… el Plan original tenía

demasiadas twist al mismo tema. Y esto de acá [refiriéndose a la Priorización del Plan]

tiene estrategias más generales y actividades más específicas… *y+ lo que no aparece

como elemento específico del programa, está en la institucionalidad” (Matute, en

entrevista).

Esto, la priorización, se hace durante la Tercera Sesión de la CAN, los miembros

“acordaron por unanimidad aprobar la PRIORIZACIÓN DEL PLAN NACIONAL DE LUCHA

CONTRA LA CORRUPCIÓN”23 señalando como estrategias las siguientes:

1. Mejorar y fortalecer mecanismos de rendición de cuentas, acceso a la

información, promoción de la transparencia en la administración pública.

2. Fortalecer el Sistema de Recursos Humanos para la prevención de la

corrupción.

3. Fortalecer el Sistema de Contrataciones y Adquisiciones del Estado para

prevenir la corrupción.

4. Desarrollar fortalezas en los órganos de control y supervisión / Fortalecer un

Sistema Nacional de coordinado de lucha contra la corrupción.

22

Hay una mención, dentro del PNLC 2008, que indirectamente hace mención al respecto: “No hablamos [al asumir el liderazgo de la acción anticorrupción] de la creación de más burocracia o del incremento del gasto presupuestal, hablamos sencillamente de empezar por limpiar la casa y hacer que la cultura de oscuridad e impunidad se reemplacen por la cultura de transparencia y cumplimiento de la legalidad a través de medidas sencillas pero efectivas” (Presidencia del Consejo de Ministros, PNLC 2008) 23

En oficio No. 076-2010-PCM/CAN

38

5. Desarrollar una cultura anticorrupción en la sociedad, fortaleciéndola con

valores éticos.

La justificación que se da es que el Plan Nacional contra la Corrupción] “…era un

Plan inmanejable porque era tan amplio que no se podía realmente establecer ni darle

un seguimiento apropiado. Entonces lo que se hizo fue, para no decir que se

desmantelaba el Plan, se prioriza el Plan… *esto+ simplifica radicalmente el trabajo”

(Matute, en entrevista). Esta priorización no hubiera sido posible en el caso de que el

PNLC-2008 hubiera sido aprobado.

Esta ya multicitada priorización, como puede verse, es en realidad un Plan nuevo. La idea de que el PNLC-2008 era complicado de implementar era, como ya se ha anotado, una constante. La Comisión Especial, por ejemplo, ya desde su Primer Informe, había dicho: “se permite sugerir al Poder Ejecutivo y a la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción-CANA, que priorice los siguientes temas: 1. Instalación de Mesas Anticorrupción. 2. Canales de Atención de Denuncias Ciudadanas. 3. Mejora Normativa en las Compras Estatales. 4. Diseño Curricular Nacional en Formación en Valores. 5. Central de Riesgos de Funcionarios y Servidores. 6. Reglamentación del Uso de Bienes Públicos. 7. Código de Ética Empresarial y Comité de Vigilancia CONFIEP” (Comisión Especial, Primer Informe 2010:25 y 26).

Ya de manera particular, la recomendación 6.2.1 de la Comisión Especial expresada en el Primer Informe dice “La Comisión Especial recomienda que en vista que el Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción, es complejo y amplio, tanto la ejecución, como el monitoreo y el seguimiento se concentren en objetivos estratégicos prioritarios y viables, ordenados en el corto, mediano y largo plazo según su complejidad” (Comisión Especial, Primer Informe, 2010:57). El diagnóstico de algunos sectores ciudadanos no parece tan positivo: no se trata de ir haciendo plan sobre plan, comisión sobre comisión podrían decir. “Tenemos un Plan que nisiquiera tenía un diagnóstico adecuado, que ha sido tomado y recortado de la base de uno anterior, hecho en un contexto anterior. Y ese Plan, encima es recortado. Y lo que se prioriza es el primer objetivo… lo demás está en el limbo”, dice Arias, del colectivo ciudadano Grupo de Trabajo contra la Corrupción, en entrevista. A diez años de que terminara la administración de Alberto Fujimori y que, como

en ningún otro lado de América Latina, existiera un esfuerzo efectivo y contundente en

materia anticorrupción, pareciera el trabajo se está diluyendo, perdiéndose en planes

que se renuevan sin ser ejecutados, que se formulan sin diagnósticos, coordinados por

instancias de una corta duración.

El 2 de julio de 2010, se suscribe el Pacto Nacional contra la Corrupción, un

documento que reúne a los representantes de Poder Judicial, el Consejo de Ministros,

el Tribunal Constitucional, el Ministerio de Justicia, la Municipalidad de Lima, el Foro

del Acuerdo Nacional y Proética24 y que incluye cuatro compromisos, a saber:

24

En la versión electrónica publicada por la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción disponible en http://can.pcm.gob.pe/files/Acuerdos_Adoptados/PACTO_DE_NACION.pdf, puede verse que el documento no fue firmado por los representantes del Consejo Nacional de la Magistratura, el Ministerio Público ni la Defensoría del Pueblo.

39

Aunar esfuerzos para la consolidación del Estado Constitucional y Democrático

de Derecho, el cumplimiento de la Ley de Transparencia y Acceso a la

Información Pública, la promoción de los valores y la difusión de los códigos de

ética, previniendo, denunciando, investigando, juzgando, sancionando

ejemplarmente los actos de corrupción;

Llevar a cabo las actividades pertinentes que den cumplimiento a las cinco

estrategias prioritarias del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción;

Elaborar, desarrollar y presentar públicamente, planes anticorrupción en cada

una de las instituciones, en el que se señalen metas concretas que permitan

avanzar en las líneas de acción;

Promover, a fin de garantizar resultados mesurables, que en plazo de un año

calendario se implementen mecanismos de seguimiento mediante el

establecimiento de un organismo de monitoreo independiente que supervise

los planes anticorrupción y promueva su adecuación a los compromisos

internacionales del país en materia de lucha contra la corrupción. La ejecución

de los planes institucionales anticorrupción, por su parte, comprenderán dos

fases: la primera, de lanzamiento y aplicación de julio de 2011 a julio de 2016; y

a la segunda, de consolidación, de julio de 2016 a julio de 2021.

Llama la atención que en este nuevo pacto figure el año 2021. La fecha debió

ser elegida por razones simbólicas (Bicentenario de la Independencia, proclamada por

el General José de San Martín, 28 de julio) y no como el producto de una planeación

estratégica. Señalar una fecha tan hacia el futuro fractura la posibilidad de que se

realice. Cynthia McClintock (citada por Murakami 2007:111), ha señalado que en el

Perú, desde 1919, cualquier forma de política no ha durado más de 12 años

consecutivos.

Dado el contexto en el que se presenta, conociendo lo que ha sido esta década,

no puede pasarse por alto aquél temor ya referido de la activista ciudadana Inés Arias

“nuestro preocupación, nuestro temor que creo puede pasar, así como ha pasado en

otros gobiernos con todas estas iniciativas es que el próximo gobierno cierre la

Comisión… y desaparezca lo poco que hay del Plan, convoquen a un nuevo Plan y a una

nueva Comisión”.

Sin una construcción institucional sólida en esta década, es altamente probable

que la política pública anticorrupción en el Perú se sumará a aquellas que nunca

podrán implementarse de manera adecuada, asertiva, efectiva o eficiente.

40

6. Hallazgos, a manera de conclusión

La experiencia peruana en el combate a la corrupción inmediata posterior a la caída

del régimen de Alberto Fujimori, en cuanto a su rapidez, efectividad y trascendencia,

no tienen precedente en América Latina.

Por su naturaleza, la experiencia peruana de principios de este siglo es

sustancialmente jurisdiccional. Es valiosa pues se inserta en una serie de esfuerzos

latinoamericanos carentes de efectividad y enfocadas, sobretodo, en la promoción de

la participación de la sociedad civil y crear mecanismos para la detección y publicidad

de casos de corrupción.

En la administración del presidente Alan García (2006-2011), se puede

identificar una crisis de gobierno generada por un escándalo de corrupción, los

«petroaudios», que produjo la caída del Gabinete de Ministros en 2008. La respuesta

del Estado fue la elaboración y publicación en medios de comunicación del Plan

Nacional de Lucha contra la Corrupción 2008 (identificado como PNLC-2008 a lo largo

del presente trabajo). Este documento fue analizado, a manera de caso instrumental, a

lo largo de la presente investigación.

En una par de años, el PNLC-2008 ha tenido dos organizaciones encargadas de

su implementación. Al mismo tiempo, una Comisión particular fue constituida en el

Congreso de la Nación y mantiene su labor. Los resultados proyectados, sin embargo,

no se han logrado debido, principalmente, a dos situaciones: primero, el ente impulsor

original, la Presidencia del Consejo de Ministros, cambió de titular y no hubo un

trabajo de seguimiento puntual (lo cual, de entrada, hubiese sido difícil por la manera

en que el PNLC-2008 fue formulado); segundo, los entes implementadores –sobretodo

la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción- consideró inviable su implementación al

identificarlo como muy complejo. Esto último generó una «priorización» del Plan que

no es otra cosa más que un nuevo Plan.

El PNLC-2008 se basa en otro anterior, de fecha 2006. La diferencia entre

ambos es que éste luce más completo y coherente que el actual. Pareciera que, para la

versión del 2008, se tomó alguna parte a la que se le redactaron unos párrafos

introductorios. En un tema tan importante como la lucha contra la corrupción, en una

coyuntura como la generada por los «petroaudios», la prisa por presentar un Plan

generó un documento inoperable. El PNLC-2008, por cierto, nunca fue aprobado por

instancia alguna legalmente competente para ello, por lo que nunca obligó.

Al cierre de la administración de Alan García, la política pública anticorrupción

no es, en la práctica, una prioridad. Cede su lugar a otros temas, como el desarrollo

económico, la generación de empleos. Esta situación, debe decirse, no es privativa de

esta administración: posterior a la presidencia de transición de Paniagua, la

importancia del tema anticorrupción ha ido disminuyendo. Así, al menos, ha sido

identificado por profesionales involucrados, de manera directa o indirecta, en las

políticas públicas emprendidas. El actual ente articulador de la política pública, la

Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, ha optado por un trabajo a largo plazo. Pero

41

aquí, como en el resto de América Latina, la continuidad de las políticas públicas ha

sido un reto no superado de manera satisfactoria. La década que ha seguido a la caída

del régimen de Fujimori se parece, al menos en el tema anticorrupción, a lo que ha

sucedido en el resto de América Latina: las enseñanzas que pudieron adquirirse del

primer impulso que se le dio al tema, en los primeros años de la primera década del

siglo, no han sido aprovechados.

Hoy la sociedad peruana ha colocado el problema de corrupción como el más

importante. Su percepción sobre lo que el gobierno está realizando es poco

esperanzadora: El 86% califica como poco o nada eficiente el desempeño del Poder

Ejecutivo en su lucha contra la corrupción; el 50% considera al presente gobierno tan

corrupto como los anteriores y 20% incluso más que los anteriores; el 58% considera

que la corrupción en el país será igual, algo peor o mucho peor25.

Dada la renovación de la Presidencia de la República en 2011, se está en un

momento en que el tema puede revivir como prioridad o mantener su tendencia

negativa en detrimento de la administración que inicia y de la sociedad peruana.

San Isidro, Lima. Perú. Marzo y abril de 2011.

-oOo-

25

Datos del Reporte sobre el estado de la opinión pública sobre la corrupción de mayo 2010, elaborado por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ya referido en el trabajo.

42

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Blondet Montero, Cecilia. Directora Ejecutiva de PROÉTICA, capítulo peruano de

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Matute, Genaro. Coordinación General de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción.

22 de marzo, 2011.

Morris Abarca, Harry Gerardo. Director Ejecutivo del programa UMBRAL:

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Flores, Gabriela. Responsable de Comunicaciones del Colectivo GRUPO DE TRABAJO

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Yaranga Quispe, Pedro. Secretario Ejecutivo de Economía y Administración de la

Asociación Nacional de Periodistas. 25 de marzo de 2011.

Zapata Tipian, Mariella. Secretaria Técnica del programa UMBRAL: PRESIDENCIA DE

MINISTROS – US AID. 23 de marzo 2011.

Normatividad y documentación oficial

Decreto Supremo No. 027-2007-PCM

Decreto Supremo No. 016-2010-PCM

Decreto Supremo No. 067-2010-PCM

Resolución Ministerial No. 245-2004-JUS

Resolución Ministerial No. 143-2006-JUS

Resolución Ministerial No. 151-2006-JUS

Resolución Ministerial No. 044-2009-PCM

Directiva No. 001-2009-PCM/SGP

Dierctiva No. 002-2009-PCM/SGP

Oficio No. 076-2010-PCM/CAN de fecha 28 de mayo de 2010, dirigido a la Presidenta

de la Comisión Especial Multipartidaria Permanente encargada del control,

seguimiento y evaluación al Plan Nacional de Lucha Contra la Corrupción por el

Coordinador General de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción