Cm 18. Antología de Premios Int. Garzón Céspedes - Comoartes

7/23/2019 Cm 18. Antologa de Premios Int. Garzn Cspedes - Comoartes

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Antologa

de PremiosInternacionalesGarzn Cspedes

COMOARTES

OROSCOLOMBIA / CUBA / ESPAA / MXICO

PARAGUAY / PUERTO RICO / VENEZUELA


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Los autores, de sus textos Ediciones COMOARTES

Coleccin Mnima / 18.

Todos los derechos reservados

Los textos se publican amparados por las Basesde los Concursos Internacionales de Microficcin y MicrotextosGarzn Cspedes y en las de La belleza en 1000 palabrasde la CIINOE y COMOARTES

Toda reproduccin de este Cuaderno como tal debe contarcon el permiso escrito previo de Ediciones [email protected]

Primera edicin digital:Madrid, Espaa, 2016

Diseos:Gabinete de Prensa COMOARTES


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AUTORAS Y AUTORES PREMIADOSINTERNACIONALMENTE

EN LOS CONCURSOS

DE MICROFICCIN, HIPERMICROFICCINY MICROTEXTOS

GARZN CSPEDESY EN

LA BELLEZA EN 1000 PALABRAS

RENE FERRER (PARAGUAY)

GERARDO FULLEDA LEN (CUBA)

LUIS MIGUEL GONZLEZ CRUZ (ESPAA)

SALOM GUADALUPE INGELMO (ESPAA)

ANA MARGARITA NADAL QUIRS (PUERTO RICO)

LILIANA PEDROZA CASTILLO (MXICO)

LUIS MANUEL PREZ BOITEL (CUBA)

JULIO CSAR PREZ MNDEZ (COLOMBIA)

MNICA RODRGUEZ JIMNEZ (ESPAA)

PEPA AURORA RODRGUEZ SILVERA (ESPAA)

LOLA SANABRIA (ESPAA)

ARMANDO JOS SEQUERA (VENEZUELA)

ELAINE VILAR MADRUGA (CUBA)


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Lola Sanabria(Espaa)1

METAMORFOSIS

Noche de luna llena. El acrbata trabaja sin red. Aga-rrado a la barra del trapecio, toma impulso, flexiona laspiernas y se columpia. Cuando su cuerpo dibuja, sobrelas cabezas de los nios, la curva de una amplia sonri-

sa, suelta las manos, se gira en el aire, y cae en la pis-ta sobre las almohadillas de sus cuatro patas.

1Premio Internacional de Microficcin Garzn Cspedes 2007. Cuento.


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Julio Csar Prez Mndez(Colombia)2

ADIS

2Premio Internacional de Microtextos Garzn Cspedes 2008. Cuento de nuncaacabar.


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Luis Manuel Prez Boitel(Cuba)3

NUBES DEL PAPEL

Quin dijo que la luz del tejadodetendr mi papalote azul?

He visto en el estanque

las nubesy quiero dibujarlas,que respondan estas ausencias.

3 Premio Internacional de Microficcin para Nias y Nios Garzn Cspedes2009. Poema.


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Pepa Aurora Rodrguez Silvera(Islas Canarias, Espaa)4

AL ATARDECER

El ave, presa de la noche,distrae el vuelo un instante,bebe la ltima gota de la meloda del aguay se esconde en la hojarasca.

4 Premio Internacional de Microficcin para Nias y Nios Garzn Cspedes2009. Poema.


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Ana Margarita Nadal Quirs(Puerto Rico)5

EL ZAPATO

Mujer joven vestida con traje de ejecutiva y tacones.Est sentada sobre una cama con las piernas cruza-das, apoyada levemente hacia atrs, en postura rela-

jada. La escena debe estar iluminada de modo que de

ella slo se vea su figura, sin descubrir el rostro alpblico. Su tono de voz refleja seguridad y cierta irona.

De pronto me encontr en una disyuntiva. No sabacul calzarme primero, si el derecho, el izquierdo. Mehaba puesto las medias. Tambin el traje. Blanco delino hasta la rodilla. Hasta me haba maquillado y pei-

nado. Pero no s qu pas. Haba perdido la capaci-dad de eleccin. Qu dificultad haba en un acto tanmecnico como ponerse los zapatos? En principioninguna. Menos para m. Intent ponerme el derechopero cuando estuve a punto de meter el pie lo echhacia atrs en un acto reflejo Por qu siempre elderecho primero? Me desafi en silencio mientrasmami y papi esperaban ansiosos a que terminara de

vestirme. Nena! Necesitas ayuda? me grit mamidesde abajo. No! Ya casi estoy! Se supone que,como ha sido desde los tiempos de la bisabuela, seamami quien me ayude a vestir, pero yo no quise. To-tal, lo complicado suele ser el velo y slo llevara unacorona de flores. Entonces intent con el izquierdo. Mi

5 Premio Internacional de Microficcin Dramatrgica Garzn Cspedes 2009.Monlogo.


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pie se resista, no quera entrar, como si hubiese cre-cido tres centmetros ms. Par un minuto. Respirprofundo y me sequ las axilas con papel de toilet. Me

sent en la cama y cerr los ojos. Quera recordar porqu ese da era el ms feliz de mi vida. Nena, la limo-sina ya lleg, me dijo papi por la puerta. Ok, ya casiestoy. Ya casi estaba, era la verdad. Era la hora de laverdad. l me estara esperando all al fondo vestidocomo un novio. (Visualiza la escena haciendo un ges-to con el brazo como sealando el lugar preciso.) Y yocaminara hacia l, llorando de alegra, supongo.(Hace una pausa.) Tena que elegir. El derecho, en-tonces, como siempre haba sido. (Levanta la piernaderecha y se mira el zapato.)Me sequ las lgrimas,me puse brillo en los labios y sal del cuarto. Nena, yapensaba que te habas arrepentido, me dijo mamirindose nerviosa mientras me arreglaba apurada unaflor que se caa de la corona.

Saliendo de la iglesia como una esposa ya y bajo unaincmoda lluvia de arroz, el tacn derecho se me en-caj entre dos losas y me ca de boca. (Re tmidamen-te y calla. Hace una pausa para terminar.)Las rodillasse me pelaron, y el traje se manch de tierra y sangre.(Mientras dice esto ltimo, una luz la ilumina y se des-cubre su cara golpeada. Se levanta y sale del escena-

rio altiva).


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Mnica Rodrguez Jimnez(Espaa, Madrid)6

SIMULACRO

En el escenario se ve una sala de estar, decoradacon muebles vetustos.

Al fondo se ve una estantera con libros viejos. Al lado,en la pared, pende un retrato a carboncillo de una mu-

jer peinada con moo italiano. Los bordes del retratoenmarcado amarillean. Junto al retrato hay una ventana.En un primer plano, a la izquierda se encuentra unsilln orejero y una mesita auxiliar. A la derecha delsilln, hay una mesa camilla con faldn rojo, parcial-mente cubierto por un mantel de cuadros. En la mesahay un vaso, una servilleta, una cuchara y una jarra de

agua.Entra en escena un hombre de unos setenta aos,con batn de felpa abrochado.

HOMBRE:

Camina con pasos titubeantes, sosteniendo un platocon una lata de fabada que humea. Se acerca a la

mesa donde deja con cuidado el plato y se sienta. Sinmolestarse en volcar el contenido de la lata en el pla-to, sopla para enfriar y empieza a comer. Apenas haprobado tres o cuatro bocados, abandona la cucharasobre el mantel y sta cae al suelo. El hombre suspira

6 Premio Internacional de Microficcin Dramatrgica Garzn Cspedes 2009.Monoteatro sin palabras.


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y la recoge. Su rostro refleja hasto, que no parece serproducto de lo poco que ha comido.

Se levanta dejando la mesa atrs y se acerca, arras-trando los pies, al retrato y lo acaricia. Por primeravez, se le ve sonrer. Incluso canturrea. Pero su sem-blante pronto vuelve a ensombrecer. Grue y se apar-ta del retrato despus de golpear el cristal con el puocerrado. El retrato apenas se tambalea.

El hombre se dirige al silln y se deja caer sobre l.Mira la hora en su reloj. Sobre la mesita hay un tran-sistor viejo. El hombre lo enciende. Enseguida gira larueda del dial buscando otra emisora de radio, quetampoco parece convencerle. Repite el gesto variasveces, hasta que apaga el transistor y lo deja sobre lamesita. Vuelve a mirar la hora. Se pone las gafas yhojea un peridico que hay junto al transistor. Mira

nuevamente la hora.

Se pone en pie y se acerca a la ventana. Se oye elladrido de un perro. Poco despus ladra un segundoperro y, pronto, otros tantos animales se unen a la

jaura.

El hombre abre la ventana. Para ahuyentar a la sole-

dad, en un simulacro intil de sentirse acompaado,se coloca las manos alrededor de la boca a modo depantalla, dispuesto a formar parte del coro de perroscon sus ladridos.

Su boca, muda por el desuso, es incapaz de producirsonido alguno


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Salom Guadalupe Ingelmo(Espaa)7

OFICIO DE NARRADOR

Junta palabras, se cuenta, se disecciona y exprime, sevaca y muestra su revs: no le queda nada en el fondode los bolsillos que esconder. Se pregunta si habr al-guien ah fuera. Entonces se lee y se recompone. Se

descubre. Quiz se reconoce. El puzzle le tienta. Juntapalabras

7Premio Internacional de Microtextos Garzn Cspedes 2010. Cuento de nuncaacabar.


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CON LA ENTREGA DE LA TRTOLA

El mobiliario que compone el decorado denota uncierto lujo. En el centro del escenario, una mesa pri-morosamente aparejada para dos: una suculenta ce-na en los platos, una botella de vino aparentemente

cara descorchada y un par de vasos a medio llenar.A la derecha de la mesa, un sof y, colgada de unapercha, una jaula de barrotes dorados con un pjarode vistoso colorido, palmariamente artificial, dentro. Ala izquierda, un mueble de cocina con un microondasencima. Al fondo del escenario, una ventana con lascortinas echadas.

Una mujer vestida, maquillada y peinada para unaocasin especial est sentada a la mesa. Su cabezadescansa en un brazo cuyo codo apoya sobre el mue-ble. Adopta una posicin muy parecida a la de Elpensador de Rodin. Pero ella no parece pensativasino derrotada.Las velas, encendidas desde hace horas, han vertido uncolorido llanto de cera sobre el mantel de hilo bordado.

MUJER:

Apaga resignadamente la llama con los dedos. Aun-que se ha quemado, su rostro permanece imperturba-ble; ella es ya inmune al dolor. El mantel se convierte



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en una de esas lminas con las que los psiquiatrasponen a prueba el estoicismo de sus pacientes. Lamancha ha debido de revelarle el secreto, pues se

dispone a vaciar los platos en el cubo de la basura.Pero finalmente cambia de idea: los mete en el micro-ondas. Los calentar una vez ms, una noche trasotra.

Ofrece una jibia al pjaro prisionero, que no reacciona.Se aleja unos pasos horrorizada. Entonces se abalan-za sobre la jaula y la abre bruscamente. Mete la manoy la mueve frentica, agitando la palma hacia lo alto,instando al pjaro a volar. El animal no despliega lasalas, sigue en su columpio sin inmutarse. Lo coge conenorme delicadeza y lo lanza al aire. Mira hacia arribaansiosa e ilusionada. El ave anquilosada cae al suelopesadamente a pocos centmetros de sus pies; ya noqueda equilibrio en ella. La mujer contempla fascinada

el espectculo de muerte. Recoge el frgil cuerpo y lomete bajo su blusa, en el lado izquierdo del pecho.

Se dirige a la ventana y descorre las cortinas, dejandoal descubierto unos barrotes dorados al otro lado delos cristales. Regresa al centro de la sala mirando a sualrededor asustada, como si las paredes estuviesenestrechando un cerco invisible para el espectador. Se

sube al sof y se sienta sobre su respaldo. Sbita-mente se enciende una potente luz cenital que apuntahacia ella sin discrecin ni piedad, igual que apuntarael can de una escopeta de caza. Sube las piernas alrespaldo sigilosamente. Se abraza las rodillas. Hechaun ovillo, comienza a piar con insistencia manifestan-do una duda. Aunque su voz escapa cada vez ms

lnguida.


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Del techo cae un enorme lienzo. La cubre, la amortaja,la convierte en un grotesco fantasma canoro. Las lu-ces se apagan bruscamente. El trino cesa al tiempo

que se escucha el ruido de una palanca al bajar, tanfuerte que se podra confundir con un disparo.


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Liliana Pedroza Castillo(Mxico)9

MARISELA

MUJER:

Dijo que si la iban a matar que fuera enfrente del Pa-lacio de Gobierno, para vergenza de ellos. Y la mata-

ron. (Pausa.) All mismo. (Pausa.) S. Un hombre quese baj de un carro, la sigui y le dispar en la cabe-za. (Pausa.) Ningn polica se acerc a auxiliarla, nicon los gritos ni con el ruido del disparo. Sola la callea esas horas de la noche frente al Palacio, dicen queno escucharon nada. (Pausa.) La mataron por andarbuscando al asesino de su hija. Por encontrarlo con

sus propios medios. Por exigir que se le detuviera sinlograrlo, despus de que se confes culpable ante losjueces y l mismo los llevara donde estaban los restosde Rub, en un bote, quemada y descuartizada. Porcaminar de Jurez a Chihuahua para pedir justicia.Por quedarse durante das frente al Palacio de Go-bierno como si con ello se le fuera la vida. Y se la qui-taron. (Pausa.) Por eso estoy aqu tambin (Pausa)

por mi hija que hallaron en un terreno baldo, sin ropay sin vida, con marcas de golpes en el cuerpo. (Pau-sa.) Estoy pidiendo justicia frente a esta cruz de cla-vos, cada clavo es una muchacha muerta, son tan-tas., no s dnde martillar el mo, dnde poner a

Alejandra, a mi Alejandra. Para pedir justicia o muerte



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como Marisela. Justicia o muerte (Pausa.) Muerte.(Pausa) Muerte. (Pausa.) Porque la justicia y el con-suelo no llegan. (Pausa.) Muerte. Que me arranquen

este dolor de una vez.


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Luis Miguel Gonzlez Cruz(Espaa)10

PATI

MUJER:

Todo da vueltas.Yo doy vueltas.

Los hombres dan vueltas.El mundo da vueltas.

Todo est de vueltas.Yo estoy de vuelta.Los hombres vuelven.El mundo est revuelto.

Todo da vueltasTodo da vueltasYo doy vueltasLos hombres vuelven aqu.El mundo sigue aqu.

Los hombres rotan.

El mundo gira.El mundo vuelcaYo doy vueltas.Traslaciones.Circunvalaciones.Saltos de campana.

10 Premio Internacional de Microficcin Dramatrgica Garzn Cspedes 2012.Soliloquio.


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Los hombres retornan.Retroceden.Regresan.

Yo doy vueltas.Curvas.Bvedas.Techos.Rodeos.Rondas.Recodos.Chaflanes.Contornos.Revueltas.Viradas.ReversosReveses.Yo doy vueltas.Repeticiones.

Yo doy vueltas.Crculos, cercos, anillos, aros, espirales, hlices.Yo doy vueltas.Rebotadas, revocadas, repatriadas.Yo doy vueltas.Los hombres dan vueltas.Yo doy vueltas.Yo doy vueltas.

Yo doy vueltas.Todo da vueltas.Todo da vueltas.Todo da vueltas.Todo da vueltas.Todo da vueltas.Todo da vueltas.


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LA VIDA ES SUEO

En el centro del escenario, una cama de buenas di-mensiones. El teln de fondo, rigurosamente negro.Negro, tambin, un enorme lienzo que cubre todo elescenario, actuando como un falso techo y, al tiempo,

como una pantalla sobre la que podrn proyectarseimgenes. A la vista, ningn otro mueble u objeto.La luz va disminuyendo serenamente sobre el escena-rio. En la bveda celeste, en ese falso techo negro,brillan las estrellas: una proyeccin obtenida medianteuna de esas lmparas que sirven para decorar las al-cobas infantiles, para espantar los temores nocturnos

y propiciar sueos tranquilos o ensueos fabulosos.Se escucha de fondo la cancin de cuna de Brahms Op 49, N4,Wiegenlied.

PERSONAJE:

Un personaje de unos treinta aos vestido con un pi-jama de franela a cuadros se sienta sobre la cama con

las piernas encogidas como un nio, apoyando elmentn en las rodillas. Observa embelesado, con ojosnuevos y soadores, la magia que habita en el mundo.Sbitamente el personaje sonre malicioso; parecehaber tenido una idea. Salta de la cama inquieto. A lacarrera se dirige hacia el teln de fondo. Toma de en-



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tre las sombras un cazamariposas desproporcionado.Regresa y comienza a saltar sobre la cama, usndolapara tomar impulso. A cada salto, agita las piernas

cmicamente en el aire, como una marioneta alocada.Blande jubiloso e imprudente su arma. En la red vanquedando atrapadas estrellas de papel mach quealguien, a travs de disimuladas ranuras en el falsotecho, lanza desde lo alto. Al tiempo, el nmero deestrellas proyectadas va decreciendo. El cielo se apa-ga definitivamente.Despus l, una a una, libera las estrellas cautivas deesa trampa. Slo para atravesarlas con enormes alfile-res y clavarlas en un elegante expositor de grandesdimensiones, forrado por dentro con terciopelo negro:un singular atad que, una vez repleto, cierra con undescomunal candado que extrae del pantaln de supijama. Mira su obra satisfecho: ahora todo el cielo essuyo, de nadie ms. A travs del cristal escapa una

luz cada vez ms dbil y mortecina la melancolacontagia a la msica, que disminuye progresivamentede volumen. No ya amarilla como cuando brillaban enel firmamento, sino de un verde enfermizo. Hasta que,finalmente, esa luz se apaga del todocontempornea-mente cesa la msica.El personaje va perdiendo poco a poco la sonrisa. Sesienta de nuevo en la posicin original, abrazndose

las piernas. No sobre la cama, sino sobre el tablado.Su expresin es ahora muy distinta. Ya no se dira unnio; ha crecido de repente. Parece haber comprendi-do y mira con desconsuelo el cielo: uniforme, negro,vaco, callado... Los faros ya no le iluminan desde loalto. Se siente pesado barro; ha dejado de ser unespritu del aire. Sombro, anclado al suelo, contempla

el reino perdido o insensatamente saqueado. Mira con


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los ojos muy abiertos, como quien asiste horrorizado asu futuro. Consciente, por primera vez, de que sufrirun insomnio eterno.

La luz va muriendo lentamente sobre el escenario,hasta que todo es oscuridad profunda y silencio.


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Elaine Vilar Madruga(Espaa)12

EST ALL ATRS

Una actriz, sentada en una silla de madera, frente alpblico. El seguidor de luz enfoca su cuerpo. El restodel escenario queda en penumbras. Silencio deaproximadamente cinco minutos. La actriz solo obser-

va a los espectadores, pero no hace ninguna accin,ni gesto, ni movimiento, ni expresa sentimientos oemociones con el rostro o alguna parte de su cuerpo.

ELLA:

Creo que est muerta.

Silencio. Al menos tres minutos.

Tan muerta como el tronco desgarrado de un rbol.

Silencio. Un minuto.

Se est poniendo tiesa all atrs.

Silencio. 45 segundos.

Tengo miedo.




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La ahogaron en el ro. Est muy mojada. Pero ya notiembla.


No quera tragar tanta agua. Pero la trag.


Trag toda el agua del universo.


Hasta que el ocano todo estuvo dentro de su boca.


A veces todava me mira. Con los ojos muy abiertos.Como si quisiera decirme algo.

Silencio. Apenas.

Est all atrs, toda mojada.

Silencio.

Si te acercas bien puedes escuchar el sonido del roen su garganta, y los peces que coletean, y hasta losbarcos. (Pausa.) Y tiembla. La corriente del ro es tanfra. (Pausa.)Tan fra.


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La actriz hace una arcada. Se contiene. Otra arcada.Vuelve a contenerse. Luego comienza a vomitar el rosobre el suelo del escenario.


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Armando Jos Sequera(Venezuela)13

UN SIMPLE OCHO

No s por cunto tiempo integr una ecuacin. Pordescuido, sed de aventuras o, tal vez, rutina acumula-da, decid abandonarla.Mas, apenas di unos pasos, mi peso activ un meca-

nismo pavoroso: el horizonte se duplic, a la manerade una boca panormica.Los otros nmeros, entretanto, se limitaron a contem-plar la escena, mientras yo gritaba y me dejaba estre-char por la desesperacin. En ese trance, recuerdohaber odo risas y suspiros de alivio entre quienes fes-tejaban no ser los protagonistas del incidente.

Alguien advirti que sin m no habra un resultado pre-ciso, pero otra voz seal que para qu preocuparsepor un simple ocho, si el error que generaba mi au-sencia era insignificante.Ya estaba a punto de compactarme en un doble cerosuperpuesto, cuando record un pasaje bblico: em-ple entonces mi elasticidad y mi fuerza y devolv alngulo a los ciento ochenta grados.

Luego, sudoroso, contuve los ltimos estertores deltrazo, en tanto mis compaeros de nuevo me hacanlugar, comentando, ahora s, que mi presencia eraimprescindible para el resultado.No los mir. Ni siquiera me desped.Camin hasta uno de los extremos de la desvencijada ra-ya y establec mi propio trnsito sobre el papel en blanco.

13Premio Internacional de Microficcin Narrativa Garzn Cspedes 2012. Cuento.


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SU JUEGO FAVORITO

En medio del escenario, un trilero impecablemente tra-jeado espera, acechante cual tarntula venenosa, trassu mesita plegable. Sobre sta destacan, incitantescomo hongos txicos, tres cubiletes de brillantes colo-

res: atractivos, irresistibles para cualquier ojo. Otro in-dividuo, un transente de paso, aminora la marcha.Titubea Parece dispuesto a pararse y probar suerte.El trilero finge no reparar en l; pero en realidad lo vigi-la, observando atentamente de soslayo. Quiz hayacado en la red otro mirlo al que desplumar.

TRILERO:(Simulando indiferencia)Ah, ah veo un caballero quequiere probar suerte. (Comienza maquinalmente, concadencia montona pero persuasiva, su retahla bienaprendida.)Slo por un papelito, toda una ronda. Unpapelito: tres intentos. Un voto: tres intentos. Vamos,que lo estamos dando. Lo estamos regalando. Nos lo

quitan de las manos. (Dirigindose directamente a l.Dando el golpe de gracia a su incauta presa.)Anme-se, hombre, que hoy lleva la suerte escrita en su cara.

El individuo comn de mediana edad, un hombrecualquiera vestido con ropas bastante usadas y con el



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cansancio vital tatuado en el rostro, decide reconstruiresa fe que perdi a fuerza de ver cmo otros se lim-

piaban los zapatos sobre ella. Porque a veces incluso

suceden milagros, tiende sin mucho convencimiento lapapeleta electoral. sa que el trilero hace desaparecerinmediatamente, visto y no visto, en el bolsillo de suchaqueta de marca.

(Con sonrisa bobalicona y el mismo tono ridculo queemplean para dirigirse a los bebs quienes creen que es-tos son estpidos. Incluso moviendo las manos en elaire como si se dispusiese a hacerle los cinco lobi-tos.) Dnde est la ayuda a la dependencia?Dnde est la bolita ganadora? (Canturrea entusias-ta igual que si le hablase a un perro al que estuviese a

punto de lanzar un palo; slo por entretener su aten-cin.)Sigue la bolita, sigue la bolita!

Comienza a mover los cubiletes cada vez ms rpido.Hasta alcanzar una velocidad vertiginosa que nadatiene que ver con los movimientos casi torpes de quehaca gala al comienzo de su exhibicin. Una veloci-dad imposible de seguir para ojo humano alguno. Elhombre, impertrrito, aparentemente seguro de saunque an sin traza alguna de entusiasmo, indicacon su ndice un cubilete. Entonces para en seco la

frentica danza.

(Fingiendo un pesar que no siente slo con las pala-bras; pero demostrando al tiempo, mediante su tonode voz, una alegra despiadada e impdica. Con evi-dente recochineo.) Ooooh! Cunto lo siento! Aquslo hay un recorte (Levanta el cubilete nicamente

por unos segundos, para dejarlo caer inmediatamente


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sobre un contenido que en realidad nadie ha tenidotiempo de comprobar. Un ligero desconcierto se pintaen el rostro del desconocido. Hay algo que no logra

entender: algn detalle ha escapado a su atencin.Ese final no estaba previsto. Parece intentar reflexio-nar, volver mentalmente sobre sus pasos para descu-brir el error cometido. Pero el trilero no le da tregua.

Apenas observa un destello de lucidez en el rostro delmirlo, comienza de nuevo su hipntico espectculo.)Dnde estn las subvenciones a la educacin y lacultura? Y sigue la bolita, sigue la bolita(El hombre,esta vez, titubea. Extiende una mano ligeramentetemblorosa y seala lentamente el cubilete central. Seapresura a anunciar el trilero, incluso antes de levan-tar muy fugazmente el cubilete.) Qu peeena! (Con desvergonzada sonrisa.) Fall de nuevo. (Sinabandonar la sonrisa, pero en tono de abierta amena-za.)Tercer y ltimo intento. (El hombre, visiblemente

nervioso, suda copiosamente y se retuerce las manos.Sabe lo que se juega. Saca un pauelo del pantaln yse seca la frente. Mira de un cubilete a otro desespe-rado. Y se retuerce de nuevo las manos. Se lleva losdedos a la sien confuso, como intentando aferrar sus

pensamientos. Pero el trilero no le concede tiempopara reflexionar; en eso consiste su talento. Ah resi-de, precisamente, el secreto de su xito.) Vamos, va-

mos. Que esta vez es la buena. Dnde estn lasprestaciones sanitarias pblicas? (El hombre, obvia-mente, yerra.) Perdi de nuevo. Mala suerte, amigo,habr de esperar a la prxima.

El hombre comn, con las mandbulas desencajadaspor el estupor y el desconsuelo, eleva tmidamente un

dedo como pidiendo un turno de palabra que el guin


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no contempla. Y as se queda: con el ndice ridcula-mente levantado, sealando a un cielo que se diraausente.

(De repente el trilero decide ignorar al perdedor, queya no tiene nada ms que ofrecer, como si ste ya noexistiese; como si hubiese desaparecido por arte demagia. Si te he visto, no me acuerdo. Con la vozodiosa de quien desea manifestar sin pudor su tedio.Ms o menos con la misma voz con la que ciertas en-fermeras llaman a los pacientes a la consulta delmdico.)Siguiente. (De nuevo, sbitamente obsequio-so, Mr. Hyde da paso al Dr. Jekyll ante la promesa deun nuevo cliente. Se dirige sonriendo a una futura pre-sa sin rostro, alguien que el pblico an no puede versobre el escenario, pero que se imagina dolorosamen-te familiar. Y sigue vendiendo con entusiasmo suhumo.)Puede usted probar suerte por el mdico pre-

cio de un voto, caballero. (Y, as, el espectculocomienza de nuevo.) Un papelito: tres intentosDnde est la justicia gratuita? Dnde se escon-den los subsidios de desempleo? Dnde, la subidade pensiones? Vamos, vamos, que el que lo encuen-tre, se lo queda. (Su sonrisa se desparrama comomiel sobre tostada que observa golosa la mosca)Pruebe suerte, seor, que hoy puede ser su da. Nos

lo quitan de las manos. Lo estamos dando. Lo esta-mos regalando.

De fondo, a lo lejos y con un volumen muy discreto,casi tmido, con aire cansado pero no vencido, co-mienzan a sonar las estrofas finales de Hey you, dePink Floyd. Interpretado preferentemente por David

Gilmour, ms que por Roger Waters (a pesar de su


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autora). Hasta llegar al desenlace: Together westand. Divided we fall. We fall we fall we fall.


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Armando Jos Sequera(Venezuela)15

NUBES EN EL CIELO

Donde Pedro viva no llegaba el agua por tuberas.Era un lugar muy alto en la montaa. Tan alto que alpueblo lo llamaban El Cielo.El nombre era irnico: en El Cielo haba mucha pobre-

za y demasiado fro. Nada de la calidez celestial quecreemos hay en ese oasis que llamamos Paraso.La neblina envolva a El Cielo por las tardes, las no-ches y las primeras horas del da como un abrigo pe-ro, en vez de rechazar al fro, era ella quien lo llevaba.Pese a las bajas temperaturas, sus habitantes debanlevantarse tempranito para acarrear agua desde cien-

tos de metros ms abajo, donde el lquido formaba unmanantial.Un sbado, habiendo amanecido Pedro con sus pa-dres en la calurosa ciudad entre la montaa y el mar,vio que de los aparatos de aire acondicionado quehaba en las casas y apartamentos brotaban gotas deagua.Estas gotas corran por mangueras y formaban char-

cos en el suelo. Charcos grandes o pequeos, segnel tiempo que los aparatos estuvieran encendidos.Pero la gente de la ciudad, a la que el agua le llegabapor extensas redes de tuberas, no la valoraba. Pre-guntando, Pedro averigu que se trataba de agua pu-ra, como la que flua de las nubes.

15Premio Internacional La belleza en 1000 palabras 2015. Cuento.


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En su casa no se precisaba un aparato de estos sinootro que extrajese el fro estancado bajo la piel comoun lagarto dormido. Y, aunque lo hubiesen necesita-

do, eran tan pobres que no podan comprar uno.Pensando esto, a Pedro se le ocurri una idea. Suabuelo haba trabajado en una hacienda ganadera y lehaba enseado cmo usar una soga para enlazarnovillos y potros.l no haba ido nunca a una hacienda ganadera y slohaba enlazado al perro, al gato, a maderos inmviles,a sus amigos y al propio abuelo.Record que, en algn lugar de la casa, se guardabauna soga.Se acord tambin que, por las noches y en las ma-anas muy temprano, las nubes pasaban por los cos-tados de su casa y a veces ante la propia puerta.

Al regreso, por la tarde, cuando encontr la soga, hizoun lazo en un extremo y practic un rato atrapando a

su hermana, al gato, al perro y a su mam.A la maana siguiente se levant muy temprano, secoloc su nico abrigo y, pese al fro, se apost en lapuerta de la casa.Tiritaba.Cuando al fin vio venir hacia l a una nube redonda,suavemente blanca, cargada del agua ms pura delmundo, le sali al paso.

Levant la soga lentamente y, aprovechando que lanube viajaba desprevenida, la captur por uno de losmuchos salientes que presentaba.La nube dio un chillido, como el de un pjaro que cho-ca contra una telaraa, pero se qued quieta.Luego se dej conducir por Pedro hasta la parte traserade la casa.


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Desde ese momento, la familia de Pedro no tuvo quebajar por agua al manantial.Todas las maanas ordeaban la nube, como a una

vaca, y el agua que ella les proporcionaba bastabapara toda la familia.Muchos vecinos quisieron tener tambin su propianube, pero a partir de que Pedro capturara una, lasdems se cuidaron de pasar por las calles de El Cielo.Una madrugada, a Pedro lo despert un ruido raro.Un lamento lo haba odo en una grabacin comoel que hacan las ballenas.Pedro se levant y descubri que el ruido o lamentoprovena de la parte posterior de la casa. Del lugardonde se hallaba la nube.Haca muchsimo fro. Se puso su abrigo y sali.Cuando me cont su historia me dijo que, de inmedia-to, supo que quien produca el ruido era la nube y queen verdad se trataba de un lamento.

La nube lloraba y, al hacerlo, destilaba agua por uncostado.No supo cmo pero en su mente aparecieron sucesi-vas frases, igual que los subttulos de una pelcula, yse enter que la nube estaba triste porque haba per-dido su libertad.

Pero te necesitamos!exclam Pedro. T nos dasel agua que usamos.

Cuando estamos libres dijo la nube en la mente dePedro, damos agua. Si estamos prisioneras, lgri-mas. Lo que ustedes beben son mis lgrimas.

A Pedro se le hizo un nudo en la garganta y se estre-meci, tanto de fro como de vergenza. Pens que sil estuviera prisionero tambin echara de menos sulibertad.

No saba esose excus.


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Sin pensarlo mucho, fue hasta el costado de la nubeaprisionado por la soga y la liber.

Gracias! dijo ella, no en la cabeza de Pedro sino

con su voz lquida. No te preocupes por el agua que,de ahora en adelante, mientras ests aqu, nunca tefaltar.Esa es la razn por la que en casa de Pedro y en elpueblo de El Cielo ya nadie baja hasta el manantial abuscar agua.Pero me falta cuento!He olvidado contar que, desde ese episodio, la nubepasaba todas las maanas por la casa de Pedro ydescargaba el agua que la familia requera.

Al ver esto, los vecinos hablaron con la mam de Pe-dro y ella con su hijo y ste con la nube para explicarleque la falta de agua no era slo un problema de sufamilia.La nube habl con sus parientes y amigos y por eso,

si usted alguna vez pasa por el pueblo de El Cielo,tendr la visin ms maravillosa del mundo.Todos los das, mientras el sol se despereza y junto acada casa, cientos de personas reciben el agua quevoluntariamente les proporcionan las nubes.

Algunas familias han puesto tanques en el techo yotras han hecho pozos subterrneos para que las nu-bes no tengan que visitarlos a diario, aunque igual

casi todas lo hacen.En El Cielo ya no son pobres porque el que tiene aguay es amigo de las nubes cuenta con las mayores rique-zas que existen: la amistad y el amor de la naturaleza.


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Rene Ferrer de Arrllaga(Paraguay)16

ENTREGA A TIEMPOSALVA A MSICO CONDENADO

Desde los cables areos del penal los pjaros le dictaron unacancin.

16Premio Internacional de Hipermicroficcin Garzn Cspedes 2015. Cuento.


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Gerardo Fulleda Len(Cuba)17

REVELACIN

Nadie ha vuelto a mirarla tan asombrada como la miraba aquelespejo.

17Premio Internacional de Hipermicroficcin Garzn Cspedes 2015. Cuento.


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NDICE

Lola Sanabria (Espaa)/ Metamorfosis / Microcuento

Julio Csar Prez Mndez (Colombia) / Adis / Microcuento visual

Luis Manuel Prez Boitel (Cuba) / Nubes del papel/Micropoema para nias y nios

Pepa Aurora Rodrguez Silvera (Islas Canarias, Espaa)/Al atardecer / Micropoema para nias y nios

Ana Margarita Nadal Quirs (Puerto Rico) / El zapato

/ Micromonlogo

Mnica Rodrguez Jimnez (Espaa) / Simulacro/ Micromonoteatro sin palabras

Salom Guadalupe Ingelmo (Espaa) / Oficio de narrador/ Microcuento de nunca acabar

Salom Guadalupe Ingelmo (Espaa) / Con la entrega de la trtola/ Micromonoteatro sin palabras

Liliana Pedroza Castillo (Mxico) / Marisela / Micromonlogo

Luis Miguel Gonzlez Cruz (Espaa) / Pati / Microsoliloquio

Salom Guadalupe Ingelmo (Espaa) / La vida es sueo/ Micromonoteatro sin palabras

Elaine Vilar Madruga (Cuba) / Est all atrs / Micromonlogo

Armando Jos Sequera (Venezuela) / Un simple ocho/Microcuento

Salom Guadalupe Ingelmo (Espaa) / Su juego favorito/ Micromonlogo

Armando Jos Sequera (Venezuela) / Nubes en El Cielo /Cuento

Rene Ferrer de Arrllaga (Paraguay)/ Entrega a tiempo salva a msico condenado/Hipermicrocuento

Gerardo Fulleda Len (Cuba) / Revelacin /Hipermicrocuento


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AUTORAS Y AUTORES PREMIADOSINTERNACIONALMENTE

EN LOS CONCURSOSDE MICROFICCIN, HIPERMICROFICCIN Y MICROTEXTOS

GARZN CSPEDESY EN

LA BELLEZA EN 1000 PALABRAS

RENE FERRER DE ARRLLAGA (PARAGUAY)GERARDO FULLEDA LEN (CUBA)

LUIS MIGUEL GONZLEZ CRUZ (ESPAA)

SALOM GUADALUPE INGELMO (ESPAA)

ANA MARGARITA NADAL QUIROS (PUERTO RICO)

LILIANA PEDROZA CASTILLO (MXICO)

LUIS MANUEL PREZ BOITEL (CUBA)

JULIO CSAR PREZ MNDEZ (COLOMBIA)MNICA RODRGUEZ JIMNEZ (ESPAA)

PEPA AURORA RODRGUEZ SILVERA (ESPAA)

LOLA SANABRIA (ESPAA)

ARMANDO JOS SEQUERA (VENEZUELA)

ELAINE VILAR MADRUGA (CUBA)

Cm 18. Antología de Premios Int. Garzón Céspedes - Comoartes

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