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Speculum

Revista del Club de Letras

Speculum

Vicerrectorado de Responsabilidad Social, Extensión Cultural y Servicios

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Director: José Antonio Hernández Guerrero

Coordinadores generales: Mª Luisa Niebla López. Manuel Francisco Romero Oliva.

Consejo de Redacción: Adelaida Bordés Benítez. Pedro Castilla. Antonio Díaz González. Francisco Ewerton de los Santos. Ramón Luque Sánchez. Josefina Núñez Montoya. David Romero Pacheco. Manuel Francisco Romero Oliva. Rosana Xamán.

Secretaría: Mª Luisa Niebla López. Carmen Franco Sánchez. Mª José Morales Jiménez. Cristina Eugenia Pala.

Administración: Mª Dolores Álvarez Crespo

Diseño de portada y maquetación: Manuel Francisco Romero Oliva

Revista Speculum

Edita: Club de Letras

© Autores

© Ilustraciones: José Antonio Hernández Guerrero

© Club de Letras

Depósito Legal: CA 378/2009

ISSN 2171-7338

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Speculum

Sumario

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Presentación José Antonio Hernández Guerrero, Director de la Revista Speculum

POESÍA Al otro lado Josefa Roldán Chacón Amore vacet Rafael Duarte Cántico/Clamor Juan Emilio Ríos Vera Ilimitada Maritxé Abad i Bueno El dolor ancestral María Luisa Niebla López El tiempo está ahí, fiel infinito Josefina Núñez Montoya Hoy necesito llorarte… Juan Ramírez Domínguez Me he propuesto M. Carmen Rodríguez López RosasFrancisco Herrera LópezSentiresMª Jesús Rodríguez Barberá

NARRATIVA Adivina qué hora es y a qué hora me voy Nando Vázquez Aniceto M. José González CidDistraído David Romero Pacheco El alquimista de las palabras Nuria Mahillo Corrons El recorrido de la luz Rocío de Juan Romero Eva M. José Mellado LópezLa naranja Francisca Sánchez Rico 26

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Lástima de sociedad Cristóbal Moreno Romero Querencia estival Alejandra Macías Solo quería decirte Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo Un oasis donde evadirse Luis Alberto Fernández Piña

PENSAMIENTO ¿Qué es Europa? Miguel Ángel Pérez y Pérez

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS Cuentos sin límites de edades de Mercedes del Pilar Gil Sánchez Por M. Carmen García Tejera Naranja y botella, de Adelaida Bordés Benítez Por M. Carmen García Tejera El Colegio Provincial de sordos de Cádiz. Historia, Anécdotas y Documentación recuperada Por José Antonio Hernández GuerreroLos laberintos del espejo de Alfonso S. Palomares Por Luis Martín Martín 47

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Jorge Guillén

José Antonio Hernández Guerrero

Era inevitable que dedicáramos un número de nuestro Espejo, a nuestro maestro Jorge Guillén, un teórico, un crítico, un profesor y un poeta al que debemos expresar una honda admiración y un sincero agradecimiento por sus estimulantes y decisivas orientaciones en nuestros trabajos como lectores y como escritores. De él pretendemos aprender su manera honda de mirar el mundo y su forma amorosa de contemplar a los hombres y a las mujeres en la Tierra. Le agradecemos su Cántico, ese regalo en el que, junto a su claridad, nos entrega una visión dotada de una contagiosa alegría por el solo hecho de existir en un aquí y en un ahora que encierran los lejanos y los cercanos paisajes, los pasados y los actuales tiempos vividos.

Gracias también por su Clamor, en el que nos muestra los múltiples valores estéticos de la prosa poética o del verso prosaico, y por su Maremágnum en el que nos explica cómo, a pesar de los barullos, embrollos y confusiones de situaciones escasamente amables, podemos descubrir unas armonías posibles e, incluso, seguras. Quizás, el mensaje que mayores beneficios nos ha proporcionado sea su entrañable sentido de la amistad, un don más valioso aún que la verdad como lo reconocen Cicerón y Cervantes. Coincido con su mejor lector, Joaquín Casalduero, cuando afirma que en contra de lo que dice la mayoría de los críticos, la poesía de Guillén no es abstracta sino concreta y real como la vida porque, con su mirada, nos dibuja todos los contornos de la realidad y penetra en el interior íntimo de su espíritu: “La unidad de la obra guilleniana la encuentro en la afirmación vital del ser, primero, en la situación del ser en el mundo, después, y, por último, en la salvación del ser del naufragio filosófico, moral y social de nuestro siglo XX”.

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Poesía 8

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“Al otro lado” Josefa Roldán Chacón

Al otro lado, donde las ideas cambian. Donde se calla el silencio y la voz se

marcha. Dónde canta la mañana y... las estrellas que lucen al filo del alba,

se esconden.

Más allá, a la vuelta del destino, dónde fracasan los hombres.

Donde las ilusiones, sembradas en senderos de la vida,

barridas por el viento escapan.

Allí, con la camisa rasgada y con el alma perdida, el destino aguarda

sentado al borde del camino mientras tú…… dudas

y caminando sin tino vuelves la espalda.

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“Amore vacet”

Rafael Duarte

Estas horas no son las postrimeras,

y mientras haya vida por delante,

serás mis sucesiones de viviente. Jorge Guillén

No sé cómo llamar al sentimiento

que canta, sufre, gime, te clausura

que igual naufraga en desvanecimiento

que se hace ala o viento o sepultura.

Que es abandono y encarcelamiento,

que es agresividad, también ternura

y posesivo en su desprendimiento,

y donación sobre su misma usura.

También es cercanía en lo lejano,

oleaje sin playa ni verano,

contrasentido sobre el alma muda.

Eso intangible y hondo y tan espeso

con su seguridad llena de dudas

que vive o mata con el mismo beso.

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“Cántico/Clamor”

Juan Emilio Ríos Vera

A Jorge Guillén

Un aleluya merecía al principio del tiempo cada hoja nueva, cada nervio excitado por una ilusión, cada acontecimiento fastuoso. Te deshacías entonces en elogios hacia el hombre, la Naturaleza, la creación y Dios y todo formaba parte de una obra magna a la que había que honrar con versos y loas, pero de improviso el mar se hizo maremágnum, el amor amargura, el corazón coraza, el sol soledad, el cielo suelo frío y hostil y el cántico clamor. Para entonces las odas se trocaron en ayes y en lamentos y el lugar de Lázaro volvió a ser un túmulo horrendo y el jardín de Dulcinea un desolado erial arrasado por la pena y los ríos fueron a dar a la mar y se oxidó la mecánica celeste y se averiaron las mentes, los nervios y los sueños. El amanecer y el despertar se hicieron noche eterna, insomne y oscura y todo devino en nada que es lo peor que le puede acontecer a un hombre que es raíz fecunda de sueño. Fue en ese preciso momento cuando decidiste quebrar la falange del dedo corazón de tu mano derecha y esconder el alma en un disfraz de nadie que se parecía poderosamente a ti pero que era ya un poeta lastimado por el incesante rayo, la estulticia, el vuelo del "Enola Gay" y el silencio de los cuerpos cuando muerden el suelo con su muerte a flor de piel y su alma que asciende a un cielo de plomo y cieno, cerrado por reformas.

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“Ilimitada”

Maritxé Abad i Bueno

Ya no creo en otra piel que me cobije

que no sea el aleteo de tus páginas,

en otro rostro de furtiva complacencia

más allá de los anillos de tu escarcha.

Ella me conmueve en los instantes

que al nombrarte con ternura primeriza

imagino que no existe más planeta

que tu boca de frescura ilimitada.

...y llegan tus manos y describen

mis sentires rezagados a destiempo

y por ello entrelazadas son capaces

de cruzarme al paraíso de tus besos.

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Speculum

“El dolor ancestral”

María Luisa Niebla López

Llegó la sangre al río.

Todos los ríos eran una sangre,...

Jorge Guillén

Se ha roto mi garganta

quebrada por el llanto contenido

de los siglos sin luces.

Ahogada la voz,

el grito sesgado a hachazos

por la mano de tantas vidas

y de tantas muertes vividas.

Regreso inevitable del dolor

que es eterno.

Añejo el sabor a sangre,

amargo el olor con memoria.

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“El tiempo está ahí, fiel infinito” Josefina Núñez Montoya

El amor está ahí, fiel Infinito

Jorge Guillén

El tiempo está en el informe del reloj

en la parte baja de la pantalla

en el móvil activado

y con el mismo ansia de ordenar

en el plano lineal

lo que el agujero negro,

al contrario,

intenta desorientar.

El tiempo está en un firme SÍ consensuado,

en el NO individualizado,

como el parabrisas que limpia,

como el inerrable parabrisas.

El tiempo está ahí, fiel infinito,

de una vez y para siempre

roza como una tangente,

sostenido como una burbuja

sobre el hilo decentado.

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”Hoy necesito llorarte…”

Juan Ramírez Domínguez

Hasta el alma daría para que fueras tú quien llorara por mí

Hoy quisiera llorarte a tu lado, sin angustias, sin amarguras, sin sufrimientos, sin dolor, sin remordimientos, sin daños… En silencio, con entereza, con honestidad, con nobleza, con serenidad, con dulzura, con gratitud, con ternura… Hoy quisiera llorarte a tu lado, mientras acaricio tu pelo, mientras beso tus manos, mientras te cobijas en mi pecho, mientras tus ojos me miran, mientras me embarga tu voz, mientras que en mis mejillas, se humedezcan tus labios. Quiero llorar y llorar, de alegría, de agradecimiento, por tanto amor que nos diste, por tanto amor que nos darás, por tanto amor que te hemos dado. Hoy necesito llorar y llorar.

Hoy, quiero llorarte a tu lado…

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“Me he propuesto” M. Carmen Rodríguez López

Y la llama, tan ligera

sonando sobre el tizón, siempre en su ser persevera,

ya es canción.

De Cántico, Jorge Guillén

Me he propuesto que haré un buen soneto;

mas quiero conseguirlo en el instante.

Y aunque esto no lo escribo en plan galante,

me lanzo sin pensar con el cuarteto.

Ya escribiendo, le muestro un gran respeto,

porque él ya me sabía vigilante.

Y aunque en él mi experiencia es lactante,

el deseo de construirlo ya es muy prieto.

Y así, con los tercetos yo me arriesgo,

y hasta veo que el verso es enlazable,

y avanzo con tesón mimando el pliego.

¡Ya doy entusiasmada el do de pecho!

Y como el corazón es insondable,

brotando sin pensar, éste está hecho.

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”Rosas” Francisco Herrera López

Y sin embargo tus espinas no me hacen más sangre que el hambre de un niño.

Rosa tú hermosa y perfumada de mil colores,

no te desnudes, ni desnudes mi corazón

porque tiempo vendrá que tu amarás

y amarás tanto como amo yo,

y no dejaré de amar por más que las miradas sean indiferentes

por más que los silencios y los superficiales muestren sus cartas,

por más que el reloj no tenga marcha atrás,

porque ellos lo tienen parado hace tiempo.

No dejaré, rosa temprana de otoño, que pierdas tus pétalos

como nunca dejaré amar una sonrisa,

porque tú, rosa, que emerges como brote de vida olvidada

haces el milagro de la perfección y sin embargo naces para morir,

morir encantada, embriagada en tu perfume y color, en adjetivos infinitos.

No dejaré que tu belleza rosa me distraiga

de la sensibilidad de hallar en los corazones la belleza

que cada mañana amanezca en el balcón de mi vida.

Me exprimiré para aflorar la fantasía de mi corazón

de aquellos segundos o instantes precisos y maravillosos que cada ser me ofrezca,

entonces rosa, lloraré tu adiós al caer la tarde,

porque tú partirás al sueño de la oscuridad y el olvido.

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”Sentires”

Mª Jesús Rodríguez Barberá

Palo que aguanta el crepitar de velas,

proa que afronta los envites de olas,

lastre de amuras que la escora evita,

pino talado que se va secando,

nube sin cielo donde andar errante,

árbol sin hojas que en invierno llora,

arena seca sin ninguna huella,

orilla ajada sin espumas de algas,

concha vacía que en la playa aguarda,

roca reseca sin su musgo verde,

barco varado con sus velas mustias...

Así me siento cuando tú no estás.

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Narrativa

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“Adivina qué hora es y a qué hora me voy” Causalidad o Premonición

Nando Vázquez

ernando nació a finales del siglo XIX en la localidad de Medina Sidonia. Hombre tranquilo y afable, tras finalizar la guerra civil española y como consecuencia del hambre que asolaba la región, se vio obligado a emigrar a la localidad cercana de San Fernando,

donde encontró trabajo como celador en el antiguo Hospital de Marina de San Carlos.

Fernando, aunque era analfabeto, consiguió aprender a leer el periódico con un notable grado de satisfacción personal. Pero, además, hizo alarde involuntario de una curiosa singularidad o virtud que era la de predecir la hora sin reloj y sin ningún tipo de artilugio. Este hecho quedó públicamente al descubierto cuando un buen día, en el patio del Hospital, uno de los médicos le preguntó la hora y, al instante, fijando su vista en el cielo, se la facilitó con absoluta certeza. El facultativo contó la anécdota a sus compañeros, generándose inicialmente una atmósfera de escepticismo que dio paso a otra de competición y de apuestas para ratificar aquel fenómeno. Se sucedían los días y no había forma de coger a Fernando en un fallo.

Cuando Fernando se jubiló, su estética personal quedó reducida a la de un hombre vestido con chaqueta gris de un solo botón y una gorrita para proteger su calva; sentado en una silla de nea y, junto a la pata derecha de la silla, una botellita de vino blanco que le acompañaba en su lectura del Diario de Cádiz, que leía con fidelidad cada día. Completaba la escena un perro acurrucado a sus pies al que llamaba Pepe. Así transcurrieron los últimos años de Fernando hasta que un día, normal y corriente, le dijo a su hija por la mañana que le lavase los pies porque a las siete tenía una cita. La hija pensó que su padre estaba chocheando. Pero a las siete de la tarde, tras terminar de leer el periódico, sentado en su silla de nea, Fernando dejó de responder a las llamadas de su hija…Ya no estaba entre nosotros.

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“Aniceto” M. José González Cid

enías un carrito de chucherías de madera y de cristal con dos ruedas y

un timón. Estabas delante de un banco de piedra, siempre el mismo,

en la esquina de Zorrilla, en la Plaza de Mina.

Todo lo que ofrecías nos parecía mágico. Mi madre no nos dejaba comer

altramuces porque decía que igual no estaban lo suficientemente lavados, ni

chicle porque le parecía peligroso.

Los cacahuetes con cáscara y las pipas, los caramelos envueltos en papel de

diferentes colores, los citados altramuces, chicles y el regaliz.

Yo te conocía más porque vivías en la casa de encima de mi abuela y como

estabas trabajando, a veces dejaban en su casa los sacos de frutos secos sin

tostar.

Tu nieta Choni y yo hacíamos agujeros en el saco y nos lo comíamos, a

hurtadillas.

Siempre te recuerdo como viejo aunque obviamente al principio no lo serías,

tu cara se me desdibuja pero eras tierno, afable y tenías una paciencia

infinita.

El trato con los niños requiere un don especial del que te colmaron.

Por los buenos ratos, espérame que voy.

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“Distraído”

David Romero Pacheco

o me concentro. Desde nuestra separación paso horas sentado frente a la pantalla. Miro el vaivén intermitente del palito vertical del mouse; tiempo pausado en mi escritura, en mí, en todo. No es

cierto; lo demás, ¡todo!, continúa. Eva me dejó sin más. Sólo porque se dejó conocer y afloró la química adictiva y efímera del comienzo. No le importó nuestro vínculo, real y duradero, de tiempo acumulado. Llevo semanas sin saber de ella. De soslayo observo un pincha papeles junto al teclado. Lo robé del restaurante del que es dueño su nuevo entretenimiento. Su metal oxidado; vertical y afilada su punta. Evoco el brillo ausente de su pasado, ahora lejano. La extraño. En estos días me he dado cuenta de que tengo miedo; al rechazo, a ella, a mí sin ella, al pincha papeles y a la soledad. No tanto a estarlo, como a sentirlo. ¡Sí, me aterra encontrarme, solo! El entorno está algo callado hoy. Miro el tictac del reloj y escucho la intermitencia muda de su maquinaria. Silencio. Sólo tictac. Me encuentro algo mareado. Ten cuidado con tu ansiedad, me repetía mi psicóloga. Es bonita pero cree conocerme demasiado. Miro el pincho y mi mente me muestra clavando un billete al pagar la cuenta en el bar donde se encuentran, o ensartando la palma de mi mano extremadamente abierta, o golpeándolo con la frente, un solo golpe, mientras ambos me miran. Contemplo la verticalidad de su longitud, el cono perfecto de su punta, toda esa tensión en su escaso diámetro cuando recibo un Wassap de Eva. Miedo. Me levanto a por agua pero dejo el vaso atrás. Vuelvo y tropiezo, mi mano surfea tirando el teclado, el pincha papeles y el mouse bajo la trayectoria de mi cuerpo y su caída. Me concentro en el pincha papeles que se tambalea hasta estabilizarse, recto, vertical y duro al tiempo que caigo y me impulso a buscarlo.

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“El alquimista de las palabras”

Nuria Mahillo Corrons

l sol alborea en la estancia difusa, ilumina la mesa asombrada. Un caos de alquitaras, alambiques, vidrios de reloj; se reparten y mezclan fluidos del tiempo, raíces de lo humano, fuga de la materia,

su voz. El alquimista tras noche de insomnio se inunda de luz. Apaga el candil. Vibra el álamo con la revelación. Corpóreo, perfecto día. Rama de olivo, silencio en flor.

Al final del laberinto de cristales una redoma refulge con líquido claro; gota a gota se colma. ¡Lo ha logrado! Ha extraído la nocturna esencia de las palabras, la sacra intuición. Siente en vena el vértigo azul del universo abarcado en un instante, es Uno con los átomos de polvo atrapados por el rayo de sol. Con las yemas de los dedos los roza. Plenitud rosa. Risas de arcilla. Gozan dichosas, goza. Cierra los ojos, contiene el aliento...

¡Ah! ¡La inspiración!

Ya ruge el mar de palabras por dentro, ya es la epifanía de serenas presencias: calma, verdor; verdad, clamor. El poeta se vierte en la hoja. Moja la pluma en pureza destilada en crisol. Las palabras precipitan en los versos, los versos son música de sendas esferas; y él, solo él, es su Creador. Mira en torno suyo. A su lado una jaula vacía, un libro abierto, la ventana, el centro. Cierne la espiga y nace la rosa. ¡Gloria en el cielo, olor a sal, rumor de olas! La poesía entre acordes de estío alcanza la perfección. Sorprendido pluma en mano, con fatal armonía dan las doce en el reloj. Deja el mundo completo y descansa; su alma rendida se duerme apoyando la oreja en el beato sillón. Hay paz en el cosmos, todo está bien hecho; ha vencido la vida, ¡siempre la vida!, tan hermana de la nada, y más allá en cercana lejanía, pleno Amor.

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“El recorrido de la luz” Rocío de Juan Romero

Orto

La ciudad se dibuja. Trazo a trazo, la luz va perfilando su contorno. Aquí, una sombra; allá, una promesa. El anaranjado emborrona el blanco; el rojizo, lo caldea. Se oye una alondra. Estallan los bostezos.

Ante meridiem

La ciudad es blanca. Tiene terrazas en los techados, con baldosas de tinte coral. El cielo se estira, perezoso. Alguna nube remolona se pasea por la bóveda límpida. Las voces se amalgaman en las paredes y rebotan en las callejuelas.

Zenit

Con seguridad, demasiado sol. El blanco relumbra, y el cielo explota de azul. Hay un hormiguero de colores por las calles. Píar desaforado. Ladran los canes y discuten los tenderos. Todos buscan el tesoro de la sombra.

Post meridiem

Niños que trazan piruetas imposibles. El trino de sus voces solaza la tarde de modorra y fuente cantarina. Los relojes campanean horas eternas. Holas y adioses entreverados de caricias.

Ocaso

Una lengua oscura lame los enlosados. La piedra aún calienta, pero la brisa es el mensajero de la noche. Hay una luna blanca queriendo asomarse en el cielo cárdeno. Voces perdidas, algún ladrido asustado.

Nadir

Susurros contenidos, el silencio quiere ser el dueño. La ciudad duerme bajo una vieja capa agujereada. Por los resquicios se asoma algún destello titilante. Los insomnes las llaman estrellas pero es la luz que espera, impaciente, regresar de su destierro.

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“Eva” M. José Mellado López

a culpa la tiene Eva, por clavar esos ojos de lago en mí. Te juro que sólo me dejé llevar. Me guie por el ardor de sus manos lentas, deliberadas; claudiqué ante el fuego que subía por sus pupilas, por el

brillo jugoso de sus labios. No pude escapar a la voluptuosidad de sus movimientos, al ofrecerme el ansiado objeto de pecado. Me sentí su esclavo; y me gustaba.

No sabes cuánto me gustaba.

Eva entrecerró los ojos, lanzando suspiros y jadeos, deslizando los dedos para alcanzar la manzana, fruta pequeña, encarnada; tan sabrosa, vibrante, tan carnosa que, si la comiera en estos instantes, se derramaría por la comisura de mis labios.

La culpa la tiene Eva, por querer disfrutar de un placer vetado, por hacer que yo también lo deseara; por dejarse tentar por la serpiente insidiosa, para que clavara el veneno ponzoñoso sobre cada poro de su piel.

Eva ha sucumbido, y por eso debe ser castigada. Que su castigo sea un silencio temeroso, siempre oculto, permanente; que la fruta que tanto placer le ha dado, se convierta en su propio dolor. Dolor de ser mujer, de ser madre, de ser.

Expúlsala del paraíso, Señor. Que su desnudez la abochorne; que cargue, a través de nuestra existencia, con la culpa, con el remordimiento; por haber disfrutado con deleite de su cuerpo, por haber descubierto el paraíso de un orgasmo.

Que se avergüence, como me avergüenza a mí.

Castígala, Señor. Y a mí con ella.

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“La naranja” Francisca Sánchez Rico

rase una vez un cítrico que surgió de una flor exquisitamente

olorosa y blanca. Pendía de una rama y convivía con otros que se

nutrían del mismo árbol. Cuando maduró, se independizó.

Un día, mientras reposaba en el frutero de una cocina con plátanos, limones

y peras, oyó una conversación entre humanos un tanto extraña. Hablaban

sobre encontrar “tu media naranja”.

- ¿A qué se están refiriendo? No quiero que me corten a la mitad – se dijo-

no sería nada. Me oxidaría y me estropearía. Entera puedo rodar por el

mundo, unirme a otras frutas, pero partida… ¿qué podría hacer? Pudrirme,

aburrirme.

Decidió, empujando a sus compañeras, caer a la mesa, donde había una

joven. Ésta la cogió, la miró detenidamente, observando su tersa y brillante

piel, su energético color, y aspiró su perfume. Corrió a su cuarto y tuvo una

inspiración: “No soy media naranja que busca desesperadamente su otra

parte. Soy completa, libre, autónoma: puedo moverme sola y hacer mi vida”.

Se visualizó espléndida y se sintió fuerte. Nunca más aceptaría ese símil.

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“Lástima de sociedad”

Cristóbal Moreno Romero

¡Ay!, amor, no seas opresor ni carcelero, que te quiero libre como el

viento y puro como el alma que bebe en los afluentes del corazón.

Late, flamante unión, extrae de tus venas de oro las onzas de plomo

maldito, cuchilla fina: amenaza del desamor, ciega locura del

malentendido querer.

Y sonó un disparo de rosas rojas sin sangre de muerte, cuyo eco de

claveles blancos de amores, revivió a los amantes de Teruel. ¡Qué lástima

de mundo sin Abel!

¡Ay!, amor, amor... ¿por qué eres tan negro, teniendo rojo y blanco tu

corazón; si brincas enamorado como inocente niño y ruges como las

fieras cuando asesinas?

¡Ay!, musas mías, quiero versos de besos que rompan ataduras y cadenas,

y cadenas de besos y versos, para implantar el amor en todos los

sentimientos. Mariposa, esparce el polvo de tus alas sobre el amor, la

igualdad y la paz, y muestra al mundo todos los colores de la paloma que

persistimos en armiñar.

Tú, honra... corta con locas tijeras de agua, los cuerdos versos que nadan

y vuelan entre lo justo y lo recto y marca, con cuchilla de acero, a la

moneda mezquina, opulenta y corrupta del insaciable egoísta, que olvida

la pobreza del mundo.

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Club de Letras_____________________________ ¡Oh, igualdad, fraternidad! ¿Por qué no habláis el mismo idioma, con el

mismo color, con la misma razón? ¿Tan difícil es nadar en el océano del

bien, la paz y el amor?

Oíd al grillo, su grillar es música, llega a las estrellas y llena de paz a las

noches.

De día los pájaros cantan y reclaman la emoción y el placer de la creación,

de la vida: ¿De nuevo debe morir Cristo para que sea verdad? ¿Somos

todos Caín? ¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!... verso revolucionario, no alteres mi espíritu

de poeta, que yo, pintor de palabras, sólo sé dibujar la imaginación del

espacio, el bello corazón de la mujer, la sensualidad de la utopía y el

amor en el color de las flores.

¡Ay!, qué lástima de sociedad con manos de jabón, ¡que fácilmente se le

desliza esa paz y ese amor!

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Speculum

“Querencia estival”

Alejandra Macías

quella semana a finales de agosto el levante había soplado con tanta rabia que, en un descuido, llenó de aire contaminado los pulmones de nuestra madre. Al tercer día de convalecencia, mamá se levantó

de la cama y se acurrucó en el extremo izquierdo del sofá. Tosía y tosía, de modo que mi hermano le auscultó el pecho con un estetoscopio de plástico mientras yo servía el café en esas tacitas diminutas de porcelana donde fingía espolvorear toda clase de remedios contra la tos. Cuando el teatrillo se detuvo en un punto muerto, mi hermano y yo nos miramos decepcionados, las cejas arqueadas y el rostro mudo. «Salid al patio esta mañana», nos dijo ella con un hilillo de voz. «Hoy no hace viento».

En la terraza nos recibieron dos gaviotas enzarzadas por un trozo de pan duro; nada más vernos desplegaron sus alas y se marcharon sobrevolando los muros que encerraban aquel rectángulo de losas rojas, allí donde se oía el trajín de la marea. Su vuelo nos supo a envidia, y a salitre, a final de otra temporada. Nos abstrajimos un instante observando cómo montones de nubes correteaban en sentido contrario a nuestro paso.

«¿Dónde crees que irán?», le pregunté a mi hermano, y él respondió levantando la barbilla en dirección a la playa. Probamos suerte entonces con los colchones viejos arrumbados en una esquina, con las sillas plegables, con los cordeles de tender la ropa, pero de tanto trepar se nos despellejaron las muñecas y caímos rendidos, sin escapatoria.

«Vamos a tumbarnos un ratito bocarriba», propuse y así lo hicimos, entornando los ojos para recuperar de entre las nubes la profundidad abisal del cielo. A lo lejos, mamá tosía. El viento comenzó de nuevo a arreciar.

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“Solo quería decirte”

Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo

In memoriam A los dos Fernandos Pala

e echo tanto de menos… Tanto, tanto que a veces todavía me duele el corazón cuando me vuelvo para compartir contigo algo, cualquier cosa, para contarte y reírnos de todo.

Pero ya no estás… Durante mucho tiempo he batallado entre la incredulidad y el dolor, y aunque intenté aferrarte a mí, ya no estás… Y no puedo hacerte volver, así que voy a limpiar mis lágrimas.

No, no te preocupes. Puede que ya no estés aquí conmigo, que no me veas, que no te vea… Pero tu presencia, tu cariño, me templa el corazón, y siempre una sonrisa acompaña a tu recuerdo.

Solo quería decirte lo agradecida que estoy de haberte conocido, de que me hayas querido…

Solo quería decirte que yo también te quise… que también te quiero.

Solo quería decirte adiós.

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Speculum

“Un oasis donde evadirse” Luis Alberto Fernández Piña

ucedió tan de repente que al instante se vio sumergida en un inmenso bosque. Respiró hondo, por fin lo había logrado de nuevo y podía estar un rato en paz. Caminó despacio por él, sintiendo el suave

cosquilleo de la hierba bajo sus pies. Decenas de libélulas y mariposas la rodeaban, jugueteando entre ellas sin dejar de volar de un lado a otro. Tenían tantos colores como los arcoíris que veía en los días lluviosos. Una rama crujió sobre su cabeza, levantó la vista y descubrió a un lobo arbóreo. Su pelaje era denso, y lo cambiaba de color a cada rato. Observó, asimismo, que las copas de los árboles rebosaban de aves de todas las tonalidades. Estaba asombrada ante tanta belleza que la rodeaba. Se sentía tan bien que, tras un pequeño salto, se elevó unos metros del suelo y comenzó a planear sobre los árboles. Buscó el final del bosque hasta que ante ella apareció un campo enorme y verde, repleto de flores. En él había un ser gigantesco caminando con tranquilidad. Este solo tenía un ojo en su frente, y su abundante pelo, de un color amarillento, le recordó al pasto seco. El ser la miró, sonrió, y levantó su enorme mano, saludándola. Entonces supo que él era el guardián de aquel mundo tan maravilloso y exótico.

Astrid abrió los ojos y el mundo que había imaginado desapareció por completo; volvía a enfrentarse con la realidad que le resultaba tan cruel. Su padre había dejado de gritar, al fin. Ya no estaba presente, se habría marchado al bar para beber y nublar aún más su oscura mente. Su madre estaba sentada en el sofá. Se cubría la cara con las manos, sollozando. ¿Algún día acabaría esa pesadilla? Ahora tan solo tenía que volver a abrazar y besar a su madre hasta calmarla, como hacía todos los días.

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Pensamiento

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“¿Qué es Europa?”

Miguel Ángel Pérez y Pérez

uropa, es una península del continente euroasiático cercana a África,

entre un océano Atlántico que tiene otra costa en América y un mar

Mediterráneo cruzado por enormes y continuas migraciones, en todas

direcciones desde hace siglos, en desplazamientos con frecuencia violentos,

motivados por hambrunas, cataclismos, el comercio o las guerras, y que ha

producido muertos y forzados mestizajes por doquier de estas tierras.

Hoy su gente acude en avalancha al ocio turístico veraniego, en busca de sus

dosis de playa, sol, gastronomía y diversión (los que pueden pagarlo, para

envidia de otros) mientras sus líderes políticos les convocan a continuas

elecciones llenas de promesas políticas y buenos augurios para sus

economías. En apariencia, todos están ¿sólo se sienten? lejos de la tensión

producida por los juegos políticos, armas nucleares, maniobras estratégicas y

amenazas terroristas, electromagnéticas, cibernéticas y económicas que se

viven dentro de ella, pero sobre todo en sus fronteras: Desde un Oriente

Medio destruido hasta un Sahel quemado. Y en suelo cercano, en la Europa

eslava, desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro está reciente, y aun latente,

la muerte y destrucción violenta.

¿Pero qué es Europa? ¿Cuáles son sus límites? ¿Quiénes son europeos?

¿Cuál es su futuro? ¿Cuáles son sus intereses, posibilidades y problemas?

¿Qué la amenaza? ¿Quién la influencia? ¿Cuáles son sus poderes? ¿Quiénes

son sus aliados? ¿Y sus adversarios? ¿Es Europa un concepto geográfico?

¿O lo es político, económico, comercial, racial, idiomático, cultural,

religioso e histórico? ¡Todo y nada todavía! Europa es, ante todo, una

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Club de Letras_____________________________ necesidad para sus habitantes. Es un país aún sin Estado. Es un conjunto de

nacionalidades con leyes, idiomas, derechos, obligaciones y fiscalidad

diferente, herencia de unas fronteras tan mutables como el devenir humano.

Os invito a analizar, estudiar y pensar el momento histórico que nos ha

tocado vivir, porque la Unión Europea es pequeña, reciente, frágil, plural y

complicada, pero necesaria para los europeos.

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Reseñas bibliográficas

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Libro: Cuentos sin límites de edades Autor: Mercedes del Pilar Gil Sánchez Editorial: Edición de la autora Año: 2017

Por M. Carmen García Tejera

Reconozcamos, de entrada, la impagable deuda de gratitud que todos tenemos contraída con los abuelos, con nuestros abuelos. No vamos a enumerar ahora –por interminable- la lista de beneficios que aporta a los niños esa estrecha relación con los progenitores de nuestros progenitores. Pero sí que me gustaría detenerme en una de esas muchas actividades que ejercen, sobre todo las abuelas: la de contar cuentos a sus nietos. Y no es una tarea menor. Porque el cuento, además de estimular la imaginación infantil, establece un estrecho vínculo entre el narrador y el destinatario, entretiene y enseña, favorece la comunicación (verbal, pero también gestual), ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea y hace aflorar todo tipo de emociones.

Mercedes del Pilar Gil Sánchez es una abuela que, como tantas otras, cuenta cuentos a sus nietos. ¿Cómo tantas otras? No; sin duda no es una abuela más. Consciente de la necesidad y del beneficio que ejercen los cuentos sobre los niños, hace algún tiempo se lanzó a publicar los que ella misma contaba a sus nietos (a los que considera “la inspiración de su abuela”).

Pero esta abuela-narradora-escritora no recurre a los cuentos tradicionales: en los suyos no aparecen princesas ni brujas, aunque sí se nos muestran rebosantes de encantamientos, de hechizos, de magia en definitiva. Son cuentos que ella crea a partir de realidades, de situaciones con las que cada niño convive a diario. En sus Cuentos sin límites de edades los protagonistas pueden ser un plato de comida, un paseo por el parque, un ejercicio de natación en la piscina… ¿Y cómo puede convertirse la más prosaica vivencia en un cuento que, sin duda, impulsa a la ensoñación y al descubrimiento de otros mundos? Convencida de que esos mundos en los que reina la fantasía están a menudo ocultos en nuestra vida cotidiana, la acaricia con la varita mágica de sus palabras y logra transformar la prosa de

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Club de Letras_____________________________ todos los días en la poesía que muestra un mundo diferente y, sin duda, más atractivo: la aburrida ensalada se convierte en un precioso jardín lleno de colores; esa luna tan lejana ahora está al alcance de nuestra mano…

Y toda esta magia es posible porque Mercedes del Pilar Gil Sánchez está dispuesta a resolver a un niño cualquier duda que se le plantee (no hace mucho, un niño aseguraba que los abuelos son los únicos mayores que responden a todas las preguntas que ellos formulan). Y cuando uno de sus nietos le pregunta qué es un cuento, se lo define como un conglomerado de sensaciones y de emociones formado por “ensueños”, “enseñanzas”, “alegría”…

Cuentos para niños, sí, con encantadoras ilustraciones. Pero Cuentos sin límites de edades. Porque, tengamos la edad que tengamos, todos llevamos en nuestro interior (más o menos oculto) ese niño que nunca dejamos de ser. Cuentos que la autora ha publicado ya en varias ocasiones. De ella –de ellos- podemos saber más a través de su blog https://cuentameuncuentoabuela.blogspot.com.es.

No dejen de visitarlo. Les aseguro que merece la pena.

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Club de Letras_____________________________ Libro: Naranja y botella. Biografía de Ángel Torres Aléu, artista pintor Autora: Adelaida Bordés Benítez (Prólogo de Juan Antonio Lobato) Editorial: Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz Lugar de edición y año: Cádiz, 2017

Por M. Carmen García Tejera

Esta cuidada publicación de la Diputación de Cádiz está dedicada a uno de los pintores contemporáneos más notables de nuestra provincia, reconocido no sólo en España sino más allá de nuestras fronteras. Ángel Torres Aléu nació en Cádiz en 1934, aunque gran parte de su vida haya estado (y sigue estando) ligada a San Fernando (interrumpida por estancias en Sevilla y en Alcoy), por ser su lugar de residencia pero, sobre todo, por vínculos puramente afectivos.

De precoz vocación, prácticamente autodidacta, aunque también disciplinado discípulo de maestros como Troncoso y Hernández Homedes, comienza a crear su propio estilo en los primeros años de la década de los sesenta del pasado siglo: el punto de inflexión de este cambio se halla en el bodegón Naranja y botella (que da título al libro que nos ocupa). A partir de aquí denomina su estilo como “realismo abstracto”.

Nada mejor para conocer la obra pictórica y las circunstancias en que ésta se fue desarrollando que la lectura y la contemplación de esta publicación que recomendamos vivamente. Dividida en cuatro apartados, comienza con una amplia biografía del poeta, a la que sigue una sección fotográfica (recorrido en imágenes de la narración de su vida), una selección de artículos y fotografías aparecidos en prensa, así como la transcripción de entrevistas y comentarios sobre su obra procedentes de algunos periódicos y, por último, una amplia selección de su obra pictórica (realizada por el mismo Torres Aléu).

¿El artista nace o se hace? Resumimos de esta forma tan esquemática una de las piedras angulares que, a lo largo de la historia, ha venido planteando (y respondiendo de diversas maneras) la Teoría del Arte. No es momento de dilucidar esta cuestión. Recurriremos, en el caso que nos ocupa, a dos afirmaciones. Una del mismo artista, que transcribe Adelaida Bordés: “Cuando le preguntaban si de mayor iba a ser pintor, él respondía que no,

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Speculum que pintor ya era…” Otra de Juan Antonio Lobato, prologuista de la obra: “Lo que define a un pintor es el camino por el que su pintura ha transitado”. En efecto, esta mezcla de autoconciencia creadora y de circunstancias que concurren en su trayectoria artística es la que da sentido y cohesión a toda una vida dedicada a la pintura y que, en gran medida, es capaz de explicar por qué adquiere unas determinadas características.

Para intentar dar respuesta a estos numerosos porqués regresemos al apartado biográfico minuciosa y amorosamente elaborado por Adelaida Bordés Benítez (responsable también de la edición de la obra). Porque una biografía no es –no puede ser- un cúmulo de datos que jalonan los días de la personalidad objeto de un trabajo: una biografía –cada biografía- es el relato articulado de muchos fragmentos de vida, en el que, con la cronología de determinados sucesos o acontecimientos, se mezclan emociones, recuerdos, vivencias, opiniones... trozos de vida que nos dan la verdadera dimensión de un ser humano y de su creación.

Éste ha sido el gran reto (resuelto con una incuestionable solvencia, por cierto) que se planteó Adelaida Bordés al encargarse de trazar la biografía de Torres Aléu. A partir de los datos, recuerdos o comentarios –a veces dispersos o inconexos- que el pintor le iba proporcionando, la autora de este libro reconstruye la vida del pintor isleño con la precisión de un cronista pero también con la sensibilidad de una novelista. Menos pendiente de anotar fechas o reseñar lugares concretos (que también aparecen en la obra), Adelaida Bordés ha sabido contextualizar adecuadamente la vida de Torres Aléu a partir de ciertas circunstancias históricas, sociales y personales que son las que verdaderamente nos ofrecen una dimensión real de los avatares por los que transcurre la existencia de nuestro pintor: las penurias económicas de la familia, el horror de la guerra y la dureza de la postguerra, el colegio y los amigos, los padres y la familia, las ilusiones y las frustraciones… sin olvidar en ningún momento su clara vocación de pintor desde muy niño lo que, a lo largo de toda su vida, lo lleva a superar todo tipo de obstáculos, incluyendo los cambios de residencia, las dolorosas tragedias familiares, pero también a alcanzar numerosos premios y reconocimientos por su obra.

Se trata –no lo olvidemos- de una biografía real configurada, como decíamos, a partir de los datos aportados por el pintor. Pero su lectura nos 41

Club de Letras_____________________________ deja un regusto muy particular: la de una novela (digamos, mejor, una biografía novelada) que nos atrapa desde el primer instante y que hace que nuestro interés crezca a medida que nos vamos adentrando en sus páginas. Y además consigue –uno de sus mayores logros, a mi juicio- que la obra de Torres Aléu quede engrandecida gracias al relato de su vida, repito, minuciosa, amorosamente elaborada por Adelaida Bordés Benítez.

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Club de Letras_____________________________ Libro: El Colegio Provincial de sordos de Cádiz. Historia, Anécdotas y Documentación recuperada Editorial: Colegio Oficial de Médicos Lugar de edición y año: Cádiz, 2018.

Por José Antonio Hernández Guerrero

El contenido de este libro - riguroso, ameno e instructivo – desborda los márgenes marcados en el título e, incluso, en el subtítulo. Es un tratado histórico pero también una confesión autobiográfica, un análisis sociológico, un estudio médico, un relato literario y, por supuesto, una investigación universitaria.

Si lo leemos con atención, advertiremos la historia pormenorizada del dilatado y arduo proceso de maduración que, desde la idea inicial, han seguido la confección de los proyectos, la construcción del edificio, la elaboración de los programas de estudio, la selección y la preparación de los profesores del Colegio Provincial de Sordos de Cádiz, una institución que era y sigue siendo necesaria en nuestra Provincia. La documentación que aporta, además de garantizar el rigor científico, nos descubre algunas de las claves de su importancia histórica.

A mi juicio, no posee menor valor el relato autobiográfico del autor cuando nos explica los factores familiares y las razones sociales que determinaron los gérmenes de su vocación a la profesión médica porque, como ya me confesó en una entrevista hace más de diez años, “salvar la vida de un ser humano, devolverle el oído o la voz, facilitarle la respiración o, simplemente, aliviarle un dolor y amortiguarle un sufrimiento constituyen para mí unas tareas sagradas”.

Esta preocupación pone de manifiesto, en mi opinión, la calidad humana de un médico, la sensibilidad ética de un científico y la solvencia profesional de un cirujano que -consciente de la seria responsabilidad que tiene entre sus manos- ha ejercido la Medicina como la respuesta a una llamada trascendente que sitúa la vida, la salud y el bienestar del ser humano como valores supremos de su vida y como la meta final de sus trabajos.

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Speculum En este libro el Catedrático Dr. D. Juan Bartual nos cuenta cómo, secundando sus ansias de reparar los cuerpos, decidió regresar a Cádiz, dispuesto a echar raíces aquí y resuelto a ofrecernos sus conocimientos y sus destrezas técnicas. Aquí se consagró en cuerpo y alma a sus pacientes y a sus alumnos derrochando su inquietud intelectual, su laboriosidad congénita y su sabiduría adquirida para leer los síntomas y para interpretar los estados de ánimo de los pacientes. Las semillas que su padre y maestro -hombre cabal, luchador incansable y sabio eminente- le había plantado en las fibras más íntimas de su espíritu, le impidieron anclarse en la rutina, le impulsaron a proseguir una empinada ruta científica y técnica en permanente renovación, y le obligaron a mantener un alto nivel de exigencia y a librar una dura batalla contra la mediocridad, contra la apatía y contra el desánimo.

Su vitalismo, su entusiasmo y su tenacidad le empujaron al cuestionamiento infatigable de todo aquello que la inercia de los usos profesionales y la tradición de las prácticas sociales pudieran hacerle pasar por natural. A los que conocemos al profesor Doctor Bartual, a los que hemos seguido con atención su dilatada trayectoria vital, profesional y académica, no nos sorprende que haya escrito este libro testimonial.

Es una obra, mezcla de sabiduría y de sensibilidad, que contiene la razón honda que justifica su intensa y su larga vida dedicada a la Medicina. No podemos perder de vista que este Catedrático de Otorrinolaringología es un científico dotado de una penetración intelectual desafiante; es un técnico que, sin alardear, pone de manifiesto su pericia; es un políglota que indaga en el alma de las lenguas y posee, también – reconozcámoslo -, un agudo sentido crítico. Ha recorrido todo este itinerario académico, profesional y social con la intención de descifrar, en la medida de lo posible, el misterio humano.

Otro aspecto que me ha llamado la atención es su acertado análisis sociológico de Cádiz y de su Provincia que le lleva a la conclusión de que, mientras superficial y frívolamente “prestan mucha atención a personas de vida escandalosa o a espectáculos de gran aceptación, ignoran y pasan desapercibidos seres de distinta posición, ricos y pobres, cultos unos y sin apenas formación otros, pero que son capaces de unir sus esfuerzos y de trabajar juntos, cada uno desde su posición social y profesional para conseguir un objetivo encomiable”. 45

Club de Letras_____________________________ Aunque resulte una obviedad, es inevitable que me refriera al rigor, profundidad y exhaustividad de los estudios médicos que, minuciosamente documentados, apoyan la creación y el funcionamiento de este centro provincial. Me han llamado especialmente la atención sus acertados juicios sobre la importancia del lenguaje para estructurar todas las funciones de la inteligencia humana y, así, permitir que el sujeto controle su conciencia, su comportamiento, su propia vida y sus relaciones familiares, laborales y sociales. Y es que, efectivamente, el lenguaje es la gran herramienta para la humanización mediante la racionalidad y la comunicación, las únicas maneras de salvarnos de la arbitrariedad, del horror y de la violencia.

Por supuesto que este libro también posee una dimensión literaria, y no sólo porque, como el mismo autor explica “ éticamente es imposible transcribir la historia clínica de un paciente, revelando datos personales, antecedentes familiares y resultados de análisis y exploraciones diagnósticas efectuadas”, sino también y, sobre todo, por su habilidad para componer unos relatos amenos, interesantes y sorprendentes, por la variedad de sus comparaciones, por la densidad de sus imágenes, y, por supuesto, por el empleo intensamente preciso y sugerente del lenguaje.

Como conclusión me permito afirmar que este trabajo, por su contenido médico, social y pedagógico, por su metodología científica de medición y formulación, y por su lenguaje técnico constituye una valiosa investigación universitaria.

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Libro: Los laberintos del espejo Autor: Alfonso S. Palomares Editorial: Ediciones B.S.A. Lugar de edición y año: Barcelona, 2010

Por Luis Martín Martín

Razones de interés para su lectura:

Es una historia muy bien narrada, obra de un profesional del periodismo que contiene dos núcleos mantenidos por dos personajes antagónicos que son los protagonistas principales, cada uno con vida propia, pero conectados para dar vida e interés a la obra.

Cuida muy bien el papel de los informantes que poseen rasgos originales muy peculiares en los que se apoyan los protagonistas para justificar sus acciones y alimentar la ficción manteniendo los núcleos del relato.

Están muy bien tratados los personajes secundarios que intervienen, entre los que se producen irremediablemente algunas catarsis que animan al lector a mantener el interés en la lectura. Posee una originalidad y es que, siendo periodista el autor, se decide a hacer una crítica de la prensa con una historia de ficción.

El mensaje que transmite la obra es que el ego y el poder económico del propietario de un periódico tratan de dominar el ambiente periodístico sin escrúpulo alguno, y todo el equipo de la redacción se presta a su juego. Al final, esa ambición le transporta al ridículo, al que le lleva el otro protagonista, deseoso de venganza.

Intentando hacer un juicio valorativo de la obra, diré que está magníficamente escrita, pero echo en falta una sinopsis de la misma para introducir al lector, como presentación, y de un prólogo que lo reforzaría, así como de una alternancia en el desarrollo de la mima dividiéndola en capítulos.

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