Clavell, James - Shogun - Espanol

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    JAMES CLAVELL

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    A dos marinos, capitanes de la Royal Navy,que amaron a sus barcos ms que a sus mujeres...

    tal como se esperaba de ellos.

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    NOTA DEL AUTORQuiero dar las gracias a todos aquellos vivos y muertos que contribuyeron, en Asia y en

    Europa, a, hacer posible esta novela.LOOKOUT MOUNTAIN, California

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    PROLOGO

    El ventarrn lo azotaba, y l senta su feroz mordedura en su interior y saba que si notocaban tierra en tres das moriran todos. Demasiados muertos en este viaje pens

    . Soy el capitn de una flota muerta. Slo queda un barco de los cinco que eran,

    veintiocho hombres de una tripulacin de ciento siete y slo diez de ellos se sostienenhoy de pie, y los dems, entre ellos nuestro capitn general, estn a punto de morir. Nohay comida, apenas hay agua y la poca que queda es salobre y huele mal.Se llamaba John Blackthorne y estaba solo en cubierta con el viga del bauprs Salamn el Mudo, que escrutaba el mar a sotavento.El barco era el Erasmus, de doscientas sesenta toneladas. Era un buque de guerra alservicio del comercio, estaba armado con veinte caones y era el nico superviviente dela primera fuerza expedicionaria holandesa salida de Rtterdam para atacar al enemigoen el Nuevo Mundo. Los primeros barcos holandeses que descubran los secretos delestrecho de Magallanes. Cuatrocientos noventa y seis hombres, todos voluntarios.Todos holandeses, salvo tres ingleses: dos capitanes y un oficial. Consigna: saquear las

    posesiones espaolas y portuguesas del Nuevo Mundo, establecer concesionescomerciales permanentes, descubrir nuevas islas en el ocano Pacfico que pudiesenservir de bases fijas, reclamar el territorio para los Pases Bajos y volver a casa al cabode tres aos.Haca ms de cuatro dcadas que los Pases Bajos, protestantes, estaban en guerra con lacatlica Espaa, aunque legalmente todava formaban parte del Imperio espaol.Inglaterra haca tambin la guerra a Espaa desde haca veinte aos y desde haca diezera aliada declarada de Holanda.Aqu arrecia ms el temporal se dijo Blackthorne, y hay ms arrecifes y ms

    bajos. Un mar desconocido. Bien. Toda mi vida he luchado contra el mar y he vencido.

    Seguir triunfando.Era el primer ingls que cruzaba el estrecho de Magallanes. S, el primero, y el primercapitn que surcaba aquellas aguas asiticas, aparte de unos pocos bastardos

    portugueses o espaoles que todava se imaginaban ser los amos del mundo. El primeringls en aquellos mares...Demasiados primeros. S, y demasiadas muertes.Escudri el ocano, que segua alborotado y gris, sin el menor indicio de tierra. Nialgas ni manchas de color indicadoras de arena. Vio la punta de otro arrecife a lo lejos, aestribor, pero esto no le dijo nada.

    Haca un mes que estaban bajo la amenaza de los arrecifes, pero sin que nunca viesentierra. Este mar es infinito pens. Bueno. Este es mi oficio: navegar por mares

    desconocidos, trazar mapas y volver a casa. Cunto tiempo haca que haba salido decasa? Un ao, once meses y dos das.Blackthorne tena hambre y le dolan la boca y el cuerpo a causa del escorbuto. Afin lamirada para comprobar la direccin de la brjula y se estruj el cerebro para calcularaproximadamente la posicin. Una vez anotada sta en su libro de navegar, podraconsiderarse a salvo en aquel punto del ocano. Y si l estaba a salvo, tambin lo estarasu buque, y juntos podran encontrar a los japoneses o incluso al rey cristiano PresteJuan y su Imperio Dorado, que, segn la leyenda, estaba al norte de Catay, dondequieraque Catay estuviese.

    Y con mi parte del botn, me har de nuevo a la mar, volver a mi pas por la ruta deOccidente y ser el primer piloto ingls que habr dado la vuelta al mundo, y nunca

    volver a salir de casa. Nunca., Lo juro por mi hijo!

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    Vaya abajo, capitn. Yo le relevar si me lo permite dijo el tercer piloto, HendrikSpecz, subiendo la escalera y apoyndose pesadamente en la bitcora para mantener elequilibrio. Maldito sea el da en que sal de Holanda!

    Dnde est el piloto, Hendrik?En su litera. No puede levantarse de su scbeit voll litera. Ni lo har... antes del Da del

    Juicio.Y el capitn general?Gimiendo y pidiendo comida y agua repuso Hendrik escupiendo . Yo le digo que leasar un capn y se lo servir en bandeja de plata, con una botella de coac para regarlo.Scheit-buis! Coot!Calla la boca!Lo har. Pero es un estpido y todos moriremos por su culpa gru el joveneructando y escupiendo una flema sanguinolenta. Dios mo, apidate de m!

    Vuelve abajo. Y sube al amanecer.Abajo huele a muerte. Prefiero relevarle si no le importa. Cul es el rumbo?El que nos marque el viento.

    Dnde est la tierra que nos prometi usted? Dnde est el Japn?Ms all.Siempre ms all! Gottimhimmel, no nos ordenaron navegar hacia lo desconocido. Yatendramos que estar de nuevo en casa, sanos y salvos, con la panza llena, y no

    persiguiendo fuegos fatuos.Cllate, o vuelve abajo.Hendrik puso cara hosca y desvi la mirada de aquel hombre alto y barbudo. Dndeestamos ahora? habra querido preguntar.

    Por qu no puedo ver el libro secreto? Pero saba que no podan preguntarse estascosas a un capitn, y menos a ste. Ojal pens estuviese tan sano y vigorosocomo cuando sal de Holanda. Entonces, no esperara. Te chafara esos ojos azules y

    borrara esa media sonrisa de tu cara, y te mandara al infierno que tienes merecido.Entonces, yo sera capitn, y un holands, no un extranjero, mandara en el barco, y slonosotros sabramos los secretos. Porque pronto estaremos en guerra con Inglaterra.Queremos lo mismo: ser amos del mar, controlar todas las rutas comerciales, dominar el

    Nuevo Mundo y aplastar a Espaa.Tal vez el Japn no existe murmur de pronto Hendrik. Es una Gottbewondenleyenda.

    Existe. Entre las latitudes treinta y cuarenta Norte. Y ahora, cierra el pico y vuelveabajo.

    Abajo est la muerte, capitn.

    Blackthorne rebull en su silla. Hoy le dola ms el cuerpo. Tienes ms suerte que lamayora pens . Ms suerte que Hendrik. Eres ms precavido que ellos. Ellos loconsumieron todo alegremente contra tus consejos. Por esto tu escorbuto es levemientras que los otros sufren continuas hemorragias y diarreas, y tienen los ojosirritados y lacrimosos, y se les caen los dientes. Saba que todos le teman, incluso el capitn general, y que la mayora lo odiaban. Peroesto era normal, porque l era el capitn que mandaba en el mar, el que fijaba el rumboy gobernaba el buque.En aquellos tiempos todos los viajes eran peligrosos, porque las pocas cartas denavegacin que haba eran tan vagas que podan considerarse intiles. Y no habamanera de fijar la longitud.

    Cuando pierdes de vista la tierra ests perdido muchacho le haba dicho AlabanCardoc, su viejo maestro cuando l tena trece aos. Ests perdido a menos que...

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    A menos que tenga un libro de ruta! haba gritado Blackthorne, entusiasmado,sabiendo que haba aprendido bien la leccin.El libro de ruta era un cuaderno que contena las observaciones detalladas de un capitnque haba estado antes all. En l se consignaban las indicaciones de la brjulamagntica entre los puertos y los cabos, las puntas de tierra y los canales, los sondeos y

    las profundidades, y el color del agua y la naturaleza del fondo del mar. Expresabacmo llegamos all y cmo volvimos, los das empleados en una singladuradeterminada, la clase de viento y cundo soplaba y desde dnde, las corrientes que cabaesperar y su direccin, las pocas de tormentas y los perodos de viento favorable,dnde carenar el barco y dnde abastecerse de agua, dnde haba amigos y dnde habaenemigos, los bajos, los arrecifes, las mareas, los puertos, y en el mejor de los casostodo lo necesario para un viaje seguro.Los ingleses, los holandeses y los franceses tenan libros de ruta de sus propias aguas,

    pero las aguas del resto del mundo slo haban sido surcadas por marinos de Portugal yde Espaa y estos dos pases consideraban secretos todos los libros de ruta.Pero la bondad de estos libros dependa del capitn que los haba escrito, del escribiente

    que los haba copiado, del raro impresor que los haba impreso o del erudito que loshaba traducido. Por consiguiente, podan contener errores. Incluso errores deliberados.Un capitn nunca poda estar seguro de ellos hasta haber estado all l mismo. Al menosuna vez.En el mar, el capitn era el jefe, el nico gua, el arbitro inapelable del barco y de sutripulacin. Slo l mandaba en el alczar.Un vino embriagador se dijo Blackthorne. Una vez catado, ya no se olvida nunca,se busca siempre, es una necesidad. Es una de las cosas que le mantiene a uno con vidamientras los dems mueren.Se levant y orin en el imbornal. Al cabo de un rato se agot la arena del reloj de la

    bitcora y Blackthorne se volvi y toc la campana.Podrs permanecer despierto, Hendrik? S, s. Creo que s.Enviar a alguien que releve al viga de proa. Cuida que est de cara al viento y no asotavento. As se mantendr despierto y alerta.Baj la escalera que conduca a la cmara. Esta ocupaba toda la anchura del barco ytena literas y hamacas para ciento veinte hombres. Ninguno de los veinte y pico queestaban all se movi de su litera.

    Arriba, Maetsukker dijo, en holands, lengua que hablaba perfectamente, ademsdel portugus, el espaol y el latn.

    Me estoy muriendo dijo el hombrecillo de duras facciones acurrucndose ms en lalitera. Estoy enfermo. El escorbuto se ha llevado todos mis dientes. Si Dios no nos

    ayuda, pereceremos todos. A no ser por vos, estaramos todos en casa, sanos y salvos.Yo soy un mercader, no un marinero. No formo parte de la tripulacin. Elegid a otro. AJohann, por ejemplo...Blackthorne lo arranc de la litera y lo lanz contra la puerta. El hombre grit, escupisangre y se qued como atontado. Un puntapi brutal en el costado lo sac de suestupor.

    Sube y no te muevas de all hasta que te mueras o hasta que toquemos tierra.El hombre abri la puerta y huy aterrorizado.Blackthorne se volvi hacia los otros, y todos lo miraron fijamente.

    Cmo te encuentras, Johann? Bastante bien, capitn. Tal vez no morir.Johann Vinck tena cuarenta y tres aos, era el jefe de los artilleros y el ms viejo de a

    bordo. Era calvo y desdentado y tena el color y casi la fortaleza de un viejo roble.

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    Haca seis aos que navegaba con Blackthorne en la desdichada busca del Paso delNordeste, y los dos se conocan bien.

    A tu edad, la mayora de los hombres estn muertos. Todo esto nos llevas deventaja. (Blackthorne tena treinta y seis aos.) Vinck sonri sin ganas.

    Es el coac, capitn, y la santa vida que he llevado. Nadie ri. Entonces, alguien

    seal una litera.Capitn, el bosun ha muerto. Llevad arriba el cadver! Lavadlo y cerradle los ojos. T, y t, y t. Esta vez, loshombres saltaron en seguida de sus literas y entre todos sacaron medio a rastras de lacmara el cadver.

    Toma el relevo de la aurora, Vinck. T, Ginsel, sers el vigia de proa.S, seor.Blackthorne volvi a cubierta.Vio que Hendrik segua despierto y que el barco estaba en orden. El viga relevado,Salamon, pas por su lado tambalendose, ms muerto que vivo, con los ojos hinchadosy enrojecidos por el viento. Blackthorne se dirigi a la otra puerta y baj la escalera que

    conduca al gran camarote de popa donde estaba el capitn general. Su propio camaroteestaba a estribor y el de babor era generalmente ocupado por los tres pilotos. Ahora locompartan Baccus van Nekk, jefe de los mercaderes, el tercer piloto Hendrik y elgrumete Croocq. Todos estaban muy enfermos.Entr en el camarote grande. El capitn general, Paulus Spillbergen, yaca medioinconsciente en su litera. Era bajito, colorado, normalmente muy gordo y ahora muyflaco. Blackthorne sac un frasco de agua de un cajn secreto y le ayud a beber un

    poco.Gracias dijo dbilmente Spillbergen. Dnde est la tierra...? Dnde est latierra...?

    Delante de nosotros respondi Blackthorne, y sali.Haca casi exactamente un ao que haban llegado a Tierra del Fuego y los vientos eranfavorables para intentar el paso por el desconocido estrecho de Magallanes. Pero elcapitn general haba ordenado que desembarcasen para buscar oro y tesoros.Por Cristo Jess, mirad la tierra, capitn general! No puede haber tesoros en ese erial.La leyenda dice que es rico en oro y podremos reclamar el terreno para la gloriosaHolanda.Los espaoles estuvieron aqu en gran nmero durante cincuenta aos.

    Tal vez. Pero quiz no llegaron tanto al Sur.Precisamente tanto al Sur se invierten las estaciones. En mayo, junio, julio y agostoes aqu pleno invierno. El libro de ruta dice que hay que calcular bien el tiempo para

    cruzar los estrechos... Los vientos cambian en unas semanas y tal vez tendramos quequedarnos aqu todos los meses de invierno.Cuntas semanas, capitn?

    El libro dice ocho. Pero las estaciones varan...Entonces, exploraremos durante un par de semanas. Esto nos dejar tiempo sobrado ysi fuese necesario podramos volver hacia el Norte y saquear unas cuantas poblacionesms, eh, caballeros?

    Tenemos que seguir adelante, capitn general. Los espaoles tienen pocos barcos deguerra en el Pacfico. Aqu los hay en abundancia y nos estn buscando. Tenemos queseguir.Pero el capitn general se haba salido con la suya al poner el asunto a votacin entre los

    militares, no los marinos.

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    Los vientos haban cambiado pronto aquel ao, y ellos haban tenido que invernar all,pues el capitn general haba tenido miedo de zarpar hacia el Norte a causa de losbuques espaoles. Pasaron cuatro meses antes de que pudiesen levar anclas. Entretanto,ciento cincuenta y seis hombres haban muerto de hambre y de disentera y de fro. Lasterribles tormentas del Estrecho haban desperdigado la flota, y slo el Erasmus lleg a

    Chile en el tiempo previsto. All haban esperado a los otros durante un mes, hasta que,acosados por los espaoles, haban zarpado hacia lo desconocido. El libro de rutasecreto terminaba en Chile.Blackthorne recorri el pasillo, entr en su camarote y cerr la puerta por dentro. Abriun cajn y desenvolvi la ltima manzana que guardaba cuidadosamente desde la islade Santa Mara, frente a las costas de Chile. Cort una cuarta parte. Haba unos cuantosgusanos en su interior. Se los comi tambin, pues segn una antigua leyenda losgusanos de las manzanas eran tan eficaces como stas contra el escorbuto y frotandocon ellos las encas evitaban que se cayeran los dientes. Despus bebi un poco de aguade un pellejo. Tena un sabor salobre.Una rata se desliz en la sombra proyectada por la lmpara de aceite que penda del

    techo. Corran cucarachas por el suelo.Estoy cansado. Muy cansado.chate a dormir una hora! dijo su mitad maligna. Aunque slo sean diezminutos... Slo has dormido unas horas en muchos das, y la mayor parte, en cubierta.

    No, dormir maana dijo en voz alta.Y abriendo el arca, sac su libro de ruta, cogi una pluma limpia y empez a escribir:21 de abril de 1600. Las cinco. 133 das desde la isla de Santa Mara, Chile, a. 32 delatitud Norte. El mar sigue encrespado y con viento fuerte y el barco sin novedad. Elmar es de un color gris verdoso opaco y sin fondo. Seguimos navegando a favor delviento en un curso de 270 grados, virando al nornoroeste, a buena velocidad, unas dosleguas, de tres millas cada una. Avistamos unos grandes escollos en forma detringulo, en direccin nordeste y a una distancia de media legua.Tres hombres murieron esta noche de escorbuto: el marinero Joris, el artillero Reiss y elsegundo piloto Haan. Despus de encomendar sus almas a Dios, y como el capitngeneral sigue enfermo, los arroj al mar sin sudario, pues no haba nadie paraconfeccionarlos. Hoy ha muerto el bosun Rijckloff.Hoy no he podido tomar la declinacin del sol al medioda, debido a las nubes, perocalculo que seguimos nuestro rumbo y que pronto llegaremos al Japn...

    Pero, cundo? pregunt mirando la linterna que penda sobre su cabeza y oscilabacon el vaivn del barco. Cmo hacer una carta? Debe de haber una manera. Cmoestablecer la longitud? Debe de haber una manera. Cmo conservar frescas las

    verduras? Qu es el escorbuto...?Dicen que es un flujo que viene del mar, muchacho le haba dicho Alban Caradoc,que era un hombre panzudo, de gran corazn y barba enmaraada.

    Pero, no se pueden hervir las verduras y conservar el caldo?Se echa a perder, muchacho. Nadie ha descubierto la manera de conservarlo.Dicen que Francis Drake se hace pronto a la mar.No, no puedes ir, muchacho.Tengo casi catorce aos. Usted dej que Tim y Watt se enrolasen con l, y necesitaaprendices.

    Ellos tienen diecisis. Y t, slo trece.Dicen que intentar pasar por el estrecho de Magallanes y remontar la costa hacia la

    regin inexplorada, las Californias, para encontrar los estrechos de Anian que unen el

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    Pacfico con el Atlntico. Desde las Californias hasta Terranova por el Paso delNoroeste...El supuesto Paso del Noroeste, muchacho. Nadie ha demostrado an que sea ciertaesta leyenda.

    El lo har. Ahora es almirante y su buque ser la primera embarcacin inglesa que

    cruce el estrecho de Magallanes, la primera en navegar por el Pacfico, la primera...Nunca volver a tener una oportunidad como sta.Oh, s la tendrs! Y l no descubrir el camino secreto de Magallanes, a menos quepueda robar un libro de ruta o capturar un piloto portugus que le gue. Cuntas vecestengo que decirte que un marino ha de tener paciencia? Aprende a tenerla, muchacho.Te sobra tiempo para...Por favor! -No.Por qu?Porque estar ausente dos o tres aos, tal vez ms. Los jvenes y los dbiles sern

    los que tendrn menos comida y bebern menos agua. Y de los cinco barcos quezarparn, slo volver uno. Nunca sobreviviras, muchacho.

    Pues yo slo me enrolar en su barco. Soy fuerte. Me aceptar!Escucha, muchacho, yo estuve con Drake en el Judith, su barco de cincuentatoneladas, en San Juan de Ula, cuando nosotros y el almirante Hawkins, que iba en elMinian, nos abrimos paso y salimos del puerto entre los malditos espaoles. Habamosestado llevando esclavos de Guinea a las tierras espaolas, pero no tenamos licenciaespaola para el comercio y ellos engaaron a Hawkins y atraparon a nuestra flota.Ellos tenan trece grandes barcos y nosotros seis. Hundimos tres de los suyos y ellos noshundieron el Swallow, el ngel, el Caravelle y el Jess of Lubeck. Oh, s! Drake nossac de la trampa y nos llev a casa. Con once hombres a bordo para contar la hazaa.A Hawkins le quedaron quince. De un total de cuatrocientos ocho gallardos marinos.Drake es despiadado, muchacho. Quiere gloria y oro, pero slo para l, y sondemasiados los que han muerto para demostrarlo...Pero yo habra sobrevivido se deca Blackthorne. Y mi parte en el tesoro mehabra bastado para...

    Rotz vooruiiiiiiit! Escollo al frente!Sinti ms que oy aquel grito. Despus volvi a or el gemebundo alarido, mezcladocon el viento.Sali del camarote y subi la escalera hasta el alczar, palpitndole el corazn, seca lagarganta. Era noche cerrada y estaba lloviendo a cntaros. Sinti un alivio momentneo

    porque saba que los depsitos de lona, confeccionados haca muchas semanas, sellenaran pronto hasta rebosar. Abri la boca y palade la dulzura de la lluvia casi

    horizontal. Despus volvi la espalda al viento.Vio que Hendrik estaba paralizado de terror. Maetsukker, el viga, agazapado en la proa,lanzaba gritos incoherentes y sealaba al frente. Y l mir tambin ms all del barco.Los escollos estaban apenas a doscientas yardas delante del buque y eran como grandesgarras negras de un mar hambriento. La lnea de olas espumosas se estiraba a babor y aestribor y se rompa de un modo intermitente. El ventarrn levantaba enormes masas deespuma en la negrura de la noche. Se rompi una driza, el mstil se estremeci peroaguant y el mar sigui empujando inexorablemente el barco hacia la muerte.

    Todos a cubierta! grit Blackthorne tocando violentamente la campana.El ruido sac a Hendrick de su estupor.Estamos perdidos! grit en holands. Slvanos, Seor Jess!

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    Haz que toda la tripulacin suba a cubierta, bastardo! Estabas durmiendo! Los dosestabais durmiendo! dijo Blackthorne empujndolo hacia la escalera, agarrando eltimn y girando con fuerza a babor.Tuvo que emplear toda su energa al morder el gobernalle la corriente. Todo el barco seestremeci. Entonces, la proa empez a girar con creciente velocidad al impulso del

    viento y pronto estuvieron de costado a ste y al mar. La tempestad ruga y trataba devencer el peso del barco y todas las cuerdas vibraron a su empuje. El mar se alzabaamenazador sobre ellos y el barco avanzaba paralelamente a los arrecifes cuandoBlackthorne vio la enorme ola. Dio un grito para avisar a los hombres que suban laescalera y se agarr con fuerza para salvar la vida.La ola cay sobre el barco y ste escor, y Blackthorne pens que se hundan, pero lanave se enderez y se sacudi como un perro mojado saliendo del abismo. El agua fluyen los imbornales y Blackthorne jade, falto de aire. Vio que el cadver del bosun habadesaparecido de la cubierta donde lo haba dejado para lanzarlo al da siguiente al agua,y que vena otra ola an ms imponente. Esta pill a Hendrick y lo levant, jadeante ydebatindose, lanzndolo por encima de la borda. Otra ola barri la cubierta.

    Blackthorne sujet uno de sus brazos en la rueda del timn, y la ola pas. Hendrickestaba a cincuenta yardas a babor. La resaca lo arrastr y despus, una ola gigantesca lolevant sobre el barco, lo sustuvo all un momento y, por ltimo, lo lanz contra unaroca y se lo trag.El barco cabeceaba tratando de avanzar. Cedi otra driza y la polea con aparejo saltlocamente y se enred con el aparejo.Vmck y otro hombre corrieron hasta el alczar y se arrojaron sobre la rueda del timn

    para ayudar. Blackthorne vio los terribles escollos a estribor, todava ms cerca. Habams rocas al frente y a babor, pero vio algunos huecos entre ellas.El mar llen de espuma la cubierta y se llev a otro hombre mientras devolva al barcoel cadver del bosun. La proa sali del agua y se hundi una vez ms.

    Un escollo! Un escollo a proa! chill Vinck. Blackthorne y el otro hombrehicieron girar la rueda a estribor. El barco vacil, gir y chirri al rozar las rocas sucostado. Pero fue un golpe oblicuo y la punta de la roca se rompi. La madera del barcoresisti y los hombres de a bordo volvieron a respirar.Blackthorne vio un hueco entre los arrecifes a proa y dirigi la nave hacia all. El vientohaba arreciado y el mar estaba an ms furioso. El barco gir impulsado por una rfagay la rueda del timn se escap de las manos de los hombres. Estos la agarraron, todos ala vez, y restablecieron el rumbo, pero la nave cabece y bail como un hombre ebrio.El mar invadi la cubierta e irrumpi en el castillo de proa aplastando a un hombrecontra el mamparo.

    Accionad las bombas! grit Blackthorne.La lluvia lo azotaba y volvi a cerrar los ojos a causa del dolor. La luz de la bitcora yla de popa se haban apagado haca rato. Entonces, otra rfaga desvi a la nave de sucurso. El marinero resbal, y de nuevo la rueda del timn se escap de sus manos. Elhombre se derrumb al darle una cabilla de la rueda en la cabeza y qued tendido en elsuelo a merced del mar. Blackthorne lo levant y lo sostuvo hasta que hubo pasado laglida oleada. Entonces vio que estaba muerto y lo dej caer en la silla. La ola siguientese lo llev del alczar.El hueco entre los arrecifes estaba tres puntos a barlovento y por mucho que seesforzase Blackthorne no poda avanzar hacia all. Busc desesperadamente otro canal,

    pero saba que no haba ninguno. Por ello dej un momento el barco a merced del viento

    para que adquiriese velocidad y entonces vir de nuevo bruscamente a barlovento. Conesto gan un poco de distancia.

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    Despus hubo una terrible sacudida al rozar la quilla las afiladas aristas de unas rocassumergidas y todos los que estaban a bordo se imaginaron que el casco se abra y loinvadan las aguas. La nave avanzaba sin el menor control.Blackthorne grit pidiendo ayuda, pero nadie le oy y se aferr a la rueda luchando lsolo contra el mar.

    En la angostura del paso, el mar se convirti en un torbellino empujado por la tempestady ceido por las rocas. Enormes olas golpeaban los escollos, retrocedan y caan sobre elrecin llegado, y despus luchaban entre s, atacando desde todas las direcciones de la

    brjula. El barco se sumi en la vorgine, de costado e indefenso. Maldita tormenta! rugi Blackthorne. Quita tus puercas garras de mi barco!La rueda gir de nuevo y lo despidi y la cubierta gir vertiginosamente. El bauprschoc con una roca y se desprendi, arrastrando una parte del aparejo y la nave seenderez de nuevo. El palo de trinquete se dobl como un arco y se parti. Los hombresde cubierta se lanzaron sobre el cordaje para cortarlo con sus hachas mientras el barcose deslizaba por el furioso canal. Despus cortaron el mstil y ste cay de ladollevndose a uno de los hombres enredado en las cuerdas. El hombre grit al sentirse

    atrapado, pero nada podan hacer por l. nicamente pudieron ver cmo el mstil y laparecan y desaparecan junto al barco hasta perderse de vista definitivamente.El estrecho se ensanch momentneamente y el barco redujo su velocidad, pero ms allaqul se estrechaba de nuevo, amenazador, y las rocas parecan crecer y cernerse sobreellos. La corriente rebot sobre uno de los lados del estrecho arrastrando el barco,

    ponindolo de nuevo de travs y lanzndolo a su destino.Blackthorne dej de maldecir la tempestad, hizo girar la rueda a babor y la mantuvo confirmeza con los msculos agarrotados por el esfuerzo. Pero ni el barco ni el marobedecan al timn. Vira de una vez, ramera del infierno! jade sintiendo agotarse rpidamente sus

    fuerzas. Socorro!La carrera del mar se aceler an ms y l sinti que iba a estallarle el corazn, perosigui luchando contra la furia del mar. El barco estaba ahora en el cuello del estrecho,abandonado a s mismo, pero precisamente en aquel momento la quilla roz un bancofangoso. El golpe enderez el rumbo de la nave. El gobernalle mordi el agua. Yentonces el viento y el mar juntaron su esfuerzo y empujaron la nave hacia delante, atravs del paso y hacia su salvacin. Hacia la baha que estaba ms all.

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    PRIMERA PARTE

    CAPITULO PRIMERO

    Blackthorne se despert de pronto. De momento, pens que estaba soando porque

    estaba en tierra y en una habitacin inverosmil. Era pequea y muy limpia, cubierta desuaves esterillas. Yaca sobre una gruesa colcha y estaba cubierto con otra. El techo erade cedro pulido y las paredes estaban formadas por unos marcos de cedro entre los quese extenda un papel opaco que tamizaba agradablemente la luz. A su lado, haba una

    bandeja escarlata con unos tazones pequeos. Uno de ellos contena verduras cocidas yfras, que l devor sin advertir apenas su sabor picante. Otro contena una sopa de

    pescado, que engull tambin. Otro estaba lleno de unas espesas gachas de trigo o decebada, que despach rpidamente. El agua de una cantimplora de forma antigua estabatibia y tena un sabor extrao, ligeramente amargo, pero delicioso al paladar.Entonces advirti el crucifijo en su hornacina.Esta casa es espaola o portuguesa se dijo, alarmado. Ser esto el Japn? Ser

    Catay? Se desliz un panel de la pared. Una mujer de edad mediana, robusta y de cara redonda,estaba arrodillada junto a la puerta. Le hizo una reverencia y sonri. Su piel era dorada ysus ojos negros y sesgados, y llevaba los largos cabellos negros recogidos pulcramentesobre la cabeza. Vesta una tnica de seda gris y llevaba unos calcetines cortos y

    blancos, de planta gruesa, y un ancho cinturn purpreo.Goshujinsama, gokibun wa ikaga desu ka? dijo.Esper mientras l la miraba sin comprender. Despus repiti la pregunta.

    Es esto el Japn? pregunt l. Es el Japn o Catay?Ella lo mir, tambin sin entenderlo, y dijo algo que l tampoco comprendi. Entoncesse dio cuenta de que estaba desnudo. Su ropa no se vea en ningn sitio. Valindose deseas, indic su deseo de vestirse y despus seal los tazones. Ella comprendi quean estaba hambriento.Sonri, salud y cerr la puerta.

    El trat de recordar. Recuerdo que ech el ancla. Con Vinck. Estbamos en una baha,y el barco haba chocado con un bajo y se haba detenido. Haba luces en la costa. Yoestaba de nuevo en mi camarote, y all reinaba la oscuridad. Despus, hubo tambinluces en la oscuridad, y voces extraas. Yo habl en ingls y despus en portugus. Unode los indgenas hablaba un poco el portugus. No recuerdo si le pregunt dndeestbamos. Entonces debieron traerme aqu.Se durmi otra vez y cuando se despert haba ms comida en las tazas de loza y su

    ropa estaba a su lado en un limpio montn. La haban lavado y planchado y remendadocon menudas y exquisitas puntadas.Pero su cuchillo haba desaparecido, y tambin sus llaves.Debo conseguir un cuchillo lo antes posible pens. O una pistola. Mir el crucifijo. A pesar de sus temores, se sinti excitado. Toda su vida haba odocontar leyendas a los pilotos y a los marineros sobre las increbles riquezas del imperiosecreto de Portugal en Oriente, donde el oro era tan barato como el hierro, y lasesmeraldas, los rubes, los diamantes y los zafiros tan abundantes como la arena de una

    playa.Tal vez es verdad se dijo. Pero cuanto antes est armado y en el Erasmus, detrsde su can, tanto mejor.

    Comi, se visti y se puso de pie, tambalendose, sintindose fuera de su elemento,como siempre que estaba en tierra. No vio sus botas en ninguna parte. Se dirigi a la

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    puerta, oscilando ligeramente, y alarg una mano para recobrar el equilibrio, pero losfrgiles marcos de madera no pudieron aguantar su peso y se rompieron, rasgando el

    papel. Se irgui. La asombrada mujer del pasillo lo miraba fijamente. Lo siento dijo, extraamente incomodado por su torpeza. Dnde estn misbotas?

    La mujer lo miraba, inexpresiva. Armndose de paciencia, l repiti su pregunta conseas y la mujer corri por el pasillo, se arrodill, abri otra puerta y lo llam con unademn. El cruz la puerta y se encontr en otra habitacin, tambin casi desnuda. Estadaba a una galera, en la que unas escaleras conducan a un pequeo jardn rodeado deun alto muro. Junto a esta entrada principal, haba dos ancianas, tres nios vestidos contnicas escarlata y un viejo, sin duda un jardinero, con un rastrillo en la mano. Todos seinclinaron gravemente y mantuvieron bajas las cabezas.

    Buenos das fue todo lo que se le ocurri decirles.Los otros permanecieron inmviles, inclinados.El los mir, confuso, y correspondi torpemente a su reverencia. Entonces, se irguierontodos y le sonrieron. El viejo salud una vez ms y volvi a su trabajo en el jardn. Los

    nios lo miraron fijamente, rieron y echaron a correr. Las viejas desaparecieron en lasprofundidades de la casa. Pero l sinti que lo estaban observando.Vio sus botas al pie de la escalera. Pero antes de que pudiese cogerlas, la mujer deedad mediana se arrodill en el suelo y le ayud a ponrselas.

    Gracias dijo l. Pens un momento y despus se seal a s mismo. Blackthornedijo pausadamente. Blackthorne. Despus le apunt con el dedo. Cmo tellamas?Ella frunci el ceo y, comprendiendo de pronto, se seal y dijo:

    Onna! Onna!Onna repiti l, sintindose tan orgulloso como ella. Onna. El jardn era distintode todos los que haba visto hasta entonces: una pequea cascada, un riachuelo, un

    puente diminuto y unos senderos enarenados y piedras y flores y arbustos. Y todo muylimpio, muy pulcro...Increble! dijo.Nkerriber? repiti ella, con solicitud. Nada dijo l.Y como no saba qu hacer, la despidi con un gesto.Ella, sumisa, hizo una reverencia y se march.Blackthorne se sent al sol, apoyndose en un poste. Me pregunto dnde estarn losotros pens. Estar vivo el capitn general? Cuntos das he dormido? Por encima del muro poda ver los tejados de otras casas y a lo lejos unas montaasaltas. Un viento fresco barra el cielo y empujaba los cmulos. Volaban abejas en busca

    del nctar en el esplndido da primaveral. Su cuerpo le peda ms sueo, pero l selevant y se dirigi a la puerta del jardn. El jardinero le sonri, se inclin y corri aabrir la puerta, y volvi a inclinarse y a cerrarla.El pueblo se hallaba emplazado alrededor del puerto, mirando hacia el Este. Haba talvez doscientas casas, completamente distintas de todas las que hubiera visto hastaentonces, acurrucadas al pie de la montaa que descenda hasta la costa. Ms arriba,haba unos campos formando terrazas y caminos de tierra en direccin norte y sur. Elmuelle estaba empedrado y haba una rampa de piedra que se adentraba en el mar. Un

    puerto bueno y seguro y un malecn de piedra, y hombres y mujeres que limpiabanpescado y componan redes, y otros que construan una embarcacin de singular diseo,en el lado norte. Haba varias islas mar adentro, hacia el Este y hacia el Sur. Los

    arrecifes deban estar all o detrs del horizonte.

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    Aqu, los criminales son crucificados, capitn. El daimo viene ya con sus samurais.Que Dios se apiade de usted!

    Qu es un daimo?Un seor feudal. El dueo de toda esta provincia. Cmo llegasteis aqu?No reconozco vuestro acento dijo Blackthorne tratando de minar su aplomo,

    Sois espaol?Soy portugus rugi el sacerdote mordiendo el anzuelo. Ya os lo he dicho. Soyel padre Sebastio, de Portugal. Donde aprendisteis tan bien el portugus?

    Pero Portugal y Espaa son ahora un mismo pas repuso Blackthorne con irona.Tenis el mismo rey.

    Somos pases separados. Somos pueblos diferentes. Lo hemos sido siempre. Nosotrostenemos nuestra bandera. Y nuestras posesiones de ultramar son distintas, s, distintas.El rey Felipe as lo confes cuando se apoder de mi pas.El padre Sebastio domin su ira haciendo un esfuerzo.

    Se apoder de mi pas por la fuerza de las armas hace veinte aos. Sus soldados yaquel diablico tirano espaol, el duque de Alba, aplastaron a nuestro verdadero rey.

    Qu va! Ahora gobierna el hijo de Felipe, pero tampoco es nuestro verdadero rey. Peropronto volveremos a tenerlo.Y aadi, con malignidad:

    Vos sabis que sta es la verdad. El diablico Alba hizo a mi pas lo mismo que hizoal vuestro.

    Esto es mentira. Alba fue una plaga para los Pases Bajos, pero nunca los conquist.Todava son libres. Y lo sern siempre. En cambio, en Portugal, derrot a un pequeoejrcito y todo el pas se rindi. No tenis valor. Slo lo tenis para quemar a inocentesen nombre de Dios.

    Mi Dios os har arder en el infierno por toda la eternidad rugi el sacerdote.Satans ser vencido. Los herejes seris borrados de la faz de la tierra. Estis malditosante Dios!A pesar suyo, Blackthorne sinti que el terror religioso empezaba a apoderarse de l.

    Los sacerdotes no oyen como Dios ni hablan con Su voz. Nos hemos liberado devuestro yugo y seguiremos libres de l! Ahora tenemos nuestras propias escuelas,nuestros propios libros, nuestra propia Biblia, nuestra propia Iglesia. Todos losespaoles sois iguales. Escoria! Y todos los monjes sois iguales. Adoradores dedolos!

    El sacerdote levant el crucifijo y lo sostuvo entre l y Blackthorne como un escudo.Oh, Dios, protgenos de este mal! Yo no soy espaol. Soy portugus. Y no soy unmonje. Soy un hermano de la Compaa de Jess.

    Ah, ya! Un jesuita!S. Que Dios se apiade de vuestra alma!El padre Sebastio dijo algo en ingls y los hombres se arrojaron sobre Blackthorne.Este se apoy en la pared y propin un rudo golpe a uno de ellos, pero los otros se leecharon encima y sinti que se ahogaba.

    Nanigoto da?El tumulto ces de pronto.El joven estaba a diez pasos de distancia. Llevaba calzones y chinelas y un quimonoligero, y dos sables envainados atados del cinturn. Uno de stos tena la forma de unadaga. El otro era una espada para dos manos, larga y ligeramente curva. Precisamenteapoyaba una mano en la empuadura de sta.

    Nanigoto da? repiti con voz dura. Y al no recibir una respuesta inmediata:NANIGOTO DA?

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    Los japoneses cayeron de rodillas, tocando el suelo con la frente. Slo el sacerdotepermaneci de pie. Salud y empez a explicarse en tono vacilante, pero el hombre leinterrumpi despectivamente y seal al jefe.

    Mura!Mura, el jefe indgena, mantuvo inclinada la cabeza y habl rpidamente. Seal varias

    veces a Blackthorne, una al barco y dos al sacerdote. Ahora no se vea movimiento en lacalle. Todas las personas visibles estaban arrodilladas y con la cabeza baja. Cuando elhombre hubo terminado, el guerrero le interrog con arrogancia unos momentos yrecibi una rpida y respetuosa contestacin. Entonces, el soldado dijo algo al jefecilloy seal con despectivo ademn al cura y a Blackthorne y el hombre de cabellos griseslo explic ms sencillamente al cura, que enrojeci de pronto.El soldado, que era un palmo ms bajo y mucho ms joven que Blackthorne y tena el

    bello semblante ligeramente picado de viruela, mir fijamente al extranjero.Onushi ittai doko kara kitanoda? Doko no kuni no monada? El sacerdote dijo, muynervioso:

    Kasigi Omi-san pregunta de dnde vens y cul es vuestra nacionalidad.

    Es el seor Omi-san el daimo? pregunt Blackthorne, temeroso de los sables apesar suyo.No. Es un samurai. El samurai encargado del pueblo. Se apellida Kasigi y su nombrees Omi. Aqu ponen siempre el apellido. San significa honorable, y se aade atodos los nombres por cortesa. Os conviene ser corts... y aprender modales. No toleranla descortesa. Su voz se hizo cortante.

    Contestad de prisa!Vengo de Amsterdam y soy ingls.El padre Sebastio inici una explicacin, pero Omi lo interrumpi y solt un chorro de

    palabras.Omi-san pregunta si sois el jefe. Sabemos que slo han sobrevivido unos cuantosherejes y que la mayora estn enfermos. No hay un capitn general?

    Yo soy el jefe respondi Blackthorne, aunque en realidad, estando en tierra, quienmandaba era el capitn general.Otro chorro de palabras por parte del samurai.

    Omi-san dice que ya que sois el jefe, podis andar libremente por el pueblo hasta quevenga su seor. Su seor, el daimio, decidir vuestro destino. Hasta entonces, podrisvivir como invitado en la casa del jefe del pueblo. Pero no podis salir fuera de ste.Vuestros tripulantes estn confinados en su casa.

    Dnde?El padre Sebastio seal vagamente un grupo de casas junto a un embarcadero.

    Wakarimasu ka? dijo Omi directamente a Blackthorne. Pregunta si lo habiscomprendido.Cmo se dice s en japons? El padre Sebastio dijo al samurai:Wakarimasu.Omi les despidi desdeosamente con un ademn. Todos se inclinaron profundamente.Salvo un hombre que se levant despacio, sin hacer la reverencia.Con cegadora rapidez, el sable describi un arco sibilante, y la cabeza del hombre sedesprendi de los hombros y un chorro de sangre se esparci en el suelo.Involuntariamente, el sacerdote dio un paso atrs. Nadie ms movi un solo msculo.Las cabezas permanecieron bajas e inmviles. Blackthorne estaba rgido, impresionado.Omi puso tranquilamente un pie sobre el cadver.

    Ikinasai! dijo despidiendo a todos con un gesto.

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    Los hombres que estaban delante de l se inclinaron de nuevo hasta el suelo. Despus,se levantaron y se alejaron, impasibles. La calle empez a vaciarse. Y tambin lastiendas.El padre Sebastio mir el cadver. Gravemente, hizo la seal de la cruz sobre l y dijo:In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Y mir al samurai, ahora sin miedo.

    Ikinasai!Despus de un largo momento, el sacerdote dio media vuelta y se alej. Con dignidad.Omi lo observ fijamente y despus mir a Blackthorne. Este retrocedi y cuando seencontr a una distancia segura, dobl rpidamente una esquina y desapareci.Omi empez a rer a carcajadas. La calle estaba ahora desierta. Cuando acab de rer,asi el sable con ambas manos y empez a despedazar metdicamente el cadver, entrozos menudos.Blackthorne estaba en una barquichuela cuyo barquero remaba dichoso en direccin alErasmus. No le haba costado nada conseguir el bote, y ahora poda ver hombres en el

    puente. Todos eran samurais. Algunos llevaban corazas de acero, pero la mayoravestan sencillos quimonos y todos iban armados con los dos sables. Llevaban rapada la

    parte alta del crneo y recogidos los cabellos de la nuca y de los lados en una coletaenroscada y sujetada sobre la coronilla. Un peinado que slo estaba autorizado y eraobligatorio para los samurais.Sumamente inquieto, Blackthorne subi la escalerilla y se plant en cubierta. Uno de lossamurais, ms ricamente vestido que los otros, se acerc a l y le hizo una reverencia.Blackthorne haba aprendido bien la leccin y le devolvi el saludo, y todos los demsle imitaron. Se dirigi a la escalera interior y se detuvo en seco. Una ancha cinta de sedaroja haba sido fijada sobre la puerta, as como un pequeo rtulo lleno de caracteresextraos. Vacil, se dirigi a otra puerta y la encontr igualmente cerrada y sellada.Alarg la mano para arrancar la cinta.

    Hott ok! dijo el samurai de guardia moviendo la cabeza y dejando de sonrer.Este barco es mo, y quiero...Blackthorne reprimi su ansiedad mirando los sables. Tengo que ir abajo pens.Tengo que recuperar los libros de ruta, el mo y el secreto. Dios mo! Si los encuentrany los dan a los curas o a las autoridades japonesas, estamos perdidos. Con esta prueba,cualquier tribunal del mundo, salvo Inglaterra y Holanda, nos condenara como piratas.En mi libro constan fechas, lugares y cantidad de botn conquistado, el nmero demuertos causados en tres desembarcos en Amrica y uno en el frica espaola, elnmero de iglesias saqueadas y las poblaciones y los barcos incendiados. En cuanto allibro de ruta portugus, sera nuestra sentencia de muerte, pues, desde luego, fue robado.

    Nan no yoda? dijo uno de los samurais.Hablis portugus? pregunt Blackthorne en este idioma. El hombre se encogide hombros.

    Wakarimasen.Otro se acerc y habl respetuosamente al jefe, el cual movi la cabeza en seal deasentimiento.Portugeezu amigo dijo el samurai abriendo un poco su quimono y mostrando un

    pequeo crucifijo que penda de su cuello. Cristan! Cristan! Seal aBlackthorne. Cnstan kaj Blackthorne vacil y despus asinti con la cabeza.

    Cristiano.Portugeezu?

    Ingls.El hombre habl con el jefe y ambos se encogieron de hombros.

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    Mis amigos. Dnde? pregunt Blackthorne.El samurai seal el extremo oriental del pueblo y dijo:

    Amigos.Este barco es mo y quiero ir abajo dijo Blackthorne de varias maneras y con unosademanes que ellos comprendieron.

    Ah, so desu! Kinjiru dijeron enfticamente sealando el letrero.Estaba claro que no poda ir abajo. Pens, irritado, que Kinjiru deba significarprohibido. Bueno, al diablo con ello! Asi el tirador de la puerta y empez a abrirla.-KINJIRU!Lo empujaron, hacindole dar media vuelta y enfrentndolo con los samurais. Los doshombres haban desenvainado a medias sus sables y esperaban inmviles que tomaseuna decisin. Los dems observaban impasibles.Blackthorne comprendi que no tena ms remedio que obedecer y se encogi dehombros. Se dirigi a la escalerilla para salir del barco, pero se detuvo en seco al verque todos le miraban con malevolencia. Entonces les hizo una corts reverencia, y al

    punto ces la hostilidad y todos se inclinaron a su vez y le sonrieron.

    Creo que estis en un error, capitn dijo Vinck. Si podis con esa bazofia a laque llaman comida, ste es el mejor lugar donde haya estado jams. He tenido dosmujeres en tres das.

    Es verdad. Pero no se puede hacer nada sin comer carne y beber coac dijoMaetsukker. Esos bastardos amarillos no quieren comprender que necesitamos carney cerveza y pan. Y coac o vino.

    Esto es lo peor. Dios mo, mi reino por un grog dijo Baccus van Nekk, lleno detristeza, acercndose a Blackthorne y mirndolo fijamente.Era muy corto de vista y haba perdido las gafas durante la tormenta. Era jefe de losmercaderes, tesorero y representante de la Compaa Holandesa de las IndiasOrientales que haba puesto el dinero para el viaje.

    Estamos en tierra sanos y salvos y todava no he echado un trago. Ni una gota.Terrible! Habis bebido algo, capitn?-No.

    A Blackthorne le disgustaba tener gente cerca, pero Baccus era un amigo y estaba casiciego. Por consiguiente, no se apart.

    No he bebido ms que agua caliente con hierbas.No saben lo que es un grog. Slo se puede beber agua caliente con hierbas... Y si nohubiese alcohol en todo el pas? Queris hacerme un gran favor, capitn? Pedid un

    poco de licor.Blackthorne haba encontrado la casa que les haban destinado en el extremo oriental

    del pueblo. Los guardias lo haban dejado pasar, pero sus hombres le haban confirmadoque no podan cruzar la puerta del jardn. La casa tena muchas habitaciones, como lasuya, pero era ms grande y haba en ella muchos criados de todas las edades, hombresy mujeres.Once de sus hombres seguan con vida. Los japoneses se haban llevado los muertos.Las abundantes raciones de verduras frescas haban empezado a curar el escorbuto ytodos, menos dos, estaban sanando rpidamente. Vinck haba sangrado a estos dos, perosin resultado. Sin duda moriran al anochecer. El capitn general estaba en otrahabitacin y segua muy enfermo.Sonk, el cocinero, hombre bajito y robusto, dijo riendo:

    Como dice Johann, aqu se est bien, capitn, salvo por la comida y la falta de licor.

    Y los indgenas son amables, con tal de que no llevemos botas dentro de casa.Escuchad dijo Blackthorne. Hay un cura en el pueblo. Un jesuita.

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    Y el entusiasmo de los hombres se desvaneci cuando les cont su encuentro con elsacerdote y la subsiguiente decapitacin.

    Por qu le cort la cabeza, capitn? No lo s.Ser mejor que volvamos a bordo. Si los papistas nos pillan en tierra...Estamos en manos de Dios dijo Jan Roper, uno de los mercaderes aventureros,

    joven, de ojos pequeos, alta frente y nariz afilada. El nos librar de los siervos deSatn.Vinck mir a Blackthorne.

    Pero, y los portugueses, capitn? Habis visto alguno por ah?No. No hay rastros de ellos en el pueblo.Pero acudirn como moscas en cuanto sepan que estamos aqu dijo Maetsukker, yel grumete Croocq lanz un gemido.

    S. Y si hay un cura, tiene que haber otros dijo Ginsel lamindose los secoslabios. Y sus malditos conquistadores nunca andan lejos.

    Es verdad dijo Vinck, inquieto. Son como los piojos.Pero, estamos en el Japn, capitn? pregunt Van Nekk. Os lo dijo l?

    S. Por qu?Van Nekk se acerc a l y baj la voz.Si aqu hay curas y algunos de los indgenas son catlicos, quizs es tambin verdad

    lo otro... lo de las riquezas, el oro, la plata y las piedras preciosas. Habis visto algo,capitn? Llevan oro o joyas los indgenas?

    No repuso Blackthorne pensando un momento. No recuerdo haber visto nada deeso. Ni collares, ni piedras, ni brazaletes. Y ahora escuchad, pues tengo que deciros algoms. Fui a bordo del Erasmus, pero el barco est sellado.Les cont lo ocurrido y aument la ansiedad general.

    Jess! Si no podemos ir a bordo y hay curas y papistas en tierra... Tenemos que salirde aqu. La voz de Maetsukker empez a temblar. Qu vamos a hacer, capitn?Nos quemarn vivos!Blackthorne dijo:

    En vista de cmo trat al cura el samurai Omi-san, estoy seguro de que lo odia.Buena cosa, no? Lo que quisiera saber es por qu no llevaba el cura su hbitoacostumbrado. Por qu esa ropa de color naranja? No lo haba visto nunca.

    Es curioso dijo Van Nekk. Blackthorne lo mir.Tal vez no tienen mucha fuerza aqu dijo. Esto nos ayudara mucho.Qu vamos a hacer, capitn? pregunt Ginsel.Tener paciencia y esperar que venga el jefe, el daimo. El nos dejar marchar. Porqu no habra de hacerlo? No les hemos perjudicado en nada. Tenemos artculos para

    comerciar. No somos piratas. No tenemos nada que temer.Qu ocurrir si el daimo es papista? pregunt Jan Roper. Nadie le respondi.nicamente Ginsel dijo:

    Ese hombre del sable, capitn, dijisteis que haba despedazado al otro despus decortarle la cabeza? S.

    Dios mo! Son brbaros! Lunticos! exclam Ginsel, un joven alto y guapo, debrazos cortos y piernas muy arqueadas, y a quien el escorbuto haba dejado sindientes. Y cuando le hubo cortado la cabeza, se marcharon los otros sin decir nada?

    S. Por Cristo Jess! Un hombre desarmado, asesinado de este modo. Por qu lo hizo?Por qu lo mat?

    No lo s, Ginsel. Pero nunca haba visto tanta rapidez. Desenvain el sable y en elacto rod la cabeza por el suelo.

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    Que Dios nos proteja! Cuntos samurais haba a bordo, capitn? Veintids. Perohaba ms en tierra.

    La ira de Dios caer sobre los paganos y los pecadores que ardern en el infierno portoda la eternidad dijo Jan Roper.

    Quisiera estar seguro de esto dijo Blackthorne sintiendo que el miedo a la

    venganza de Dios flotaba en el ambiente. Estaba muy cansado y tena ganas de dormir.Podis estar seguro, capitn, como lo estoy yo. Rezo para que vuestros ojos se abrana la verdad de Dios. Para que os deis cuenta de que nosotros... lo que queda denosotros... slo estamos aqu por vuestra culpa.Qu? dijo Blackthorne con un tono amenazador.Por qu persuadisteis al capitn general de buscar el Japn? Esto no figuraba ennuestras rdenes. Tenamos que saquear el Nuevo Mundo, llevar la guerra a la panza delenemigo y despus volver a casa.

    Haba barcos espaoles al norte y al sur de donde estbamos y no podamos huir enotra direccin. Has perdido la memoria adems del juicio? Tenamos que navegarhacia el Oeste. Era nuestra nica oportunidad.

    Yo no vi barcos enemigos, capitn. Nadie los vio.Vamos, Jan dijo Van Nekk, con voz cansada.El capitn hizo lo que crey mejor.Y, desde luego, all haba espaoles.

    S, es verdad, y estbamos a mil leguas de nuestros amigos y en aguas enemigas dijo Vinck, y escupi. Esta es la verdad como hay Dios. Y tambin lo es que pusimosel asunto a votacin. Todos dijimos que s.

    Yo, no.A m, nadie me lo pregunt dijo Sonk.Oh, por Cristo Jess!Clmate, Johann dijo Van Nekk tratando de aliviar la tensin. Recuerdas laleyenda? Seremos ricos si conservamos la serenidad. Tenemos artculos de comercio yaqu hay oro..., tiene que haberlo. Dnde podamos vender nuestro cargamento? En el

    Nuevo Mundo no, porque nos perseguan los espaoles. Tenamos que salir de Chile yslo podamos escapar por el Estrecho. Era nuestra nica oportunidad. Ahora estamosen la Isla de las Especias. Ya habis odo hablar de las riquezas del Japn y de Catay.Por qu nos enrolamos? Seremos ricos, ya lo veris.

    Somos hombres muertos, como todos los dems. Estamos en la tierra de Satn.Cierra el pico, Roper! dijo Vinck speramente. El capitn no tiene la culpa deque otros muriesen. Siempre muere gente en estos viajes.Los ojos de Jan Roper echaban chispas y sus pupilas estaban contradas.

    S, que Dios les tenga en su seno. Mi hermano era uno de ellos.

    Blackthorne mir los ojos del fantico y odi a Jan Roper. Pero se pegunt en secreto sirealmente haba navegado hacia el Oeste para evitar los barcos enemigos o si lo habahecho para ser el primer capitn ingls que cruzara el Estrecho y navegase en aquelladireccin para dar la vuelta al mundo.

    Cllate de una vez! dijo con tono suave, pero autoritario. Jan Roper lo mirfijamente, hosco y helado el semblante, pero guard silencio.

    Qu haremos ahora, capitn?Esperar y prepararnos. Su jefe no tardar en llegar y entonces se arreglar todo.Vinck contemplaba el jardn y al samurai que permaneca sentado inmvil sobre lostalones, junto a la puerta.

    Fijaos en ese bastardo. Hace horas que est ah, sin moverse, sin hablar, sin rascarse

    siquiera la nariz.No nos ha molestado, Johann. En absoluto dijo Van Nekk.

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    Est solo, capitn. Y nosotros somos diez opin Ginsel, en voz baja.Ya he pensado en esto. Pero no estamos preparados. El escorbuto tardar una semanaen desaparecer respondi Blackthorne, inquieto, Y hay demasiada gente en el

    barco. No quisiera enfrentarme con uno solo de ellos, sin llevar una espada o unapistola. Os vigilan por la noche?

    S. Cambian la guardia tres o cuatro veces. Ha visto alguien a algn centineladormido? pregunt Van Nekk.Todos negaron con la cabeza.

    Podramos estar a bordo esta noche dijo Jan Roper. Con la ayuda de Dios,venceramos a los paganos y nos apoderaramos del barco.

    Destpate los odos! No has escuchado lo que acaba de decir el capitn? dijoVinck escupiendo con disgusto.

    Bien dicho terci Pieterzoon, un artillero. Deja en paz al viejo Vinck!Los labios de Jan Roper se fruncieron an ms.

    Cuida de tu alma, Johann Vinck. Y t de la tuya, Hans Pieterzoon. El Da del Juiciose acerca dijo sentndose en la galera.

    Van Nekk rompi el silencio:Todo terminar bien, ya lo veris.Roper tiene razn. La codicia nos ha empujado hasta aqu dijo el grumeteCroocq. Es un castigo de Dios.

    Cllate!El muchacho dio un respingo.

    S, capitn. Lo siento, pero...Maximilian Croocq era el ms joven de todos, slo tena diecisis aos, y se habaenrolado para este viaje porque su padre era capitn de uno de los barcos y todosqueran hacer fortuna. Pero haba visto morir de mala manera a su padre, cuando habansaqueado la ciudad espaola de Santa Magdalena, en la Argentina. El botn haba sido

    bueno. El haba visto lo que era un saqueo y haba participado en l, atrado por el olorde la sangre y la matanza, y se haba odiado por ello. Ms tarde, haba visto morir aotros amigos, y de los cinco barcos no quedaba ms que uno, y ahora tena la impresinde ser el tripulante ms viejo. Perdn. Os pido disculpas.

    Cunto tiempo hace que estamos en tierra, Baccus? pregunt Blackthorne.Hoy es el tercer da dijo Van Nekk. No recuerdo claramente la llegada, perocuando me despert el barco estaba lleno de salvajes. Muy corteses y bastante amables.

    Nos dieron comida y agua. Se llevaron a los muertos y echaron las anclas. Cuando nosllevaron a tierra, les pedimos que os dejasen con nosotros, pero se negaron. Uno de elloshablaba un poco el portugus. Dijo que no debamos preocuparnos por vos, pues

    estarais bien atendido. Despus nos trajo aqu y dijo que tendramos que esperar a quellegase su capitn. Qu suceder cuando llegue el daimo?Tiene alguien un cuchillo o una pistola?No dijo Van Nekk rascndose distradamente la cabeza llena de piojos. Sellevaron nuestra ropa para lavarla y se guardaron las armas. Tambin se guardaron misllaves.

    Esto no debe preocuparnos. Todo est cerrado a bordo.No me gusta que me hayan quitado las llaves. Me pone nervioso. Maldita sea! Loque dara ahora por una copa de coac... o por una cerveza.

    Jess! El samirlo cort en pedazos, eh? murmur Sonk, como hablando consigomismo.

    Por el amor de Dios, cierra el pico replic Ginsel. Se dice samurai.

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    equivocacin. Salta a la vista que ha llegado al lmite de sus fuerzas. Debemos tenerpaciencia.Pero, y las liendres de sus cabellos? haba preguntado Mura.De momento, tendrn que quedarse donde estn. Tengo entendido que todos losbrbaros las tienen. Lo siento, pero te aconsejo que tengas paciencia.

    No crees que al menos podramos lavarle la cabeza? haba dicho su mujer.Tendremos mucho cuidado. Estoy segura de que la Seora bendecir nuestros pobresesfuerzos. Ser bueno para el brbaro y para la limpieza de nuestra casa.

    De acuerdo, puedes lavarle la cabeza haba dicho su madre zanjando la cuestin.Mura mir a Blackthorne y record lo que le haba dicho el sacerdote de los piratasadoradores de Satn. Que Dios Padre nos libre de todo mal pens. Si hubiesesabido que era un hombre terrible, no lo habra trado a mi casa. Pero no. Tienesobligacin de tratarlo como a un invitado especial, mientras Omi-san no diga locontrario. Sin embargo, fuiste muy prudente al avisar inmediatamente al cura y a Omi-san. Muy prudente. Has protegido el pueblo y te has protegido a t mismo y, como jefede aqul, eres el nico responsable. S, y Omi-san te har responsable de la muerte de

    esta maana y de la impertinencia del hombre, y con razn. No seas estpido, Tamazaki. Pones en entredicho el buen nombre del pueblo, neh?haba dicho docenas de veces a su amigo el pecador. No seas intolerante. Omi-sanno tiene ms remedio que burlarse de los cristianos. Si nuestro daimo detesta a loscristianos, qu puede hacer Omi-san?

    Nada, Mura-san, lo s le haba respondido siempre Tamazaki. Pero los budistasdeberan ser ms tolerantes, neh? Acaso no son ambos budistas Zen?El budismo Zen era una secta muy rgida. Predicaba la autodisciplina y la meditacin

    para encontrar la Luz. La mayora de los samurais pertenecan al budismo Zen porquepareca adecuado, incluso hecho exprofeso, para los orgullosos guerreros que no temanla muerte.

    S, el budismo ensea la tolerancia. Pero, cuntas veces tengo que decirte que ellosson samurais y que estamos en Iz, no en Kiusiu, y que, aunque estuvisemos enKiusiu, t seras siempre el equivocado? Neh?

    S. Por favor, disclpame. S que hago mal. Pero, a veces, siento que no puedo vivircon la vergenza que me roe por dentro, cuando Omi-san insulta a la verdadera fe.Y ahora, Tamazaki, ests muerto porque as lo quisiste, porque insultaste a Omi-san alno inclinarte ante l, slo porque dijo ...ese maloliente sacerdote de la religinextranjera. Siendo as que el sacerdote huele mal y que la verdadera fe es extranjera.Mi pobre amigo! Esa fe no alimentar ahora a tu familia ni borrar la mancha de mi

    pueblo.

    Oh, Virgen santa, bendice a mi viejo amigo y concdele la gloria en tu Cielo!Omi-san me crear muchas dificultades se dijo Mura. Y por si esto fuera poco,ahora vendr nuestro daimo. Siempre le acometa una terrible angustia cuando pensaba en su seor feudal, KasigiYab, daimo de Iz, to de Omi, y en su crueldad y su falta de sentido del honor, quehacan que robase a todos los pueblos la parte que les corresponda en la pesca y en lascosechas.

    Cuando estalle la guerra se pregunt Mura, por quin se inclinar Yab, por elseor Ishido o por el seor Toranaga? Estamos atrapados entre gigantes y en las garrasde los dos.Al Norte, Toranaga, el ms grande general viviente, seor de Kwanto, de las Ocho

    Provincias, el daimo ms importante del pas, general en jefe de los Ejrcitos del Este,al Oeste, los dominios de Ishido, seor del castillo de Osaka, conquistador de Corea,

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    Protector del Heredero, general en jefe de los Ejrcitos del Oeste. Y hacia el Norte, elTokaido, la Gran Carretera de la Costa que enlaza Yedo, la capital de Toranaga, conOsaka, la capital de Ishido, trescientas millas que habrn de recorrer sus legiones.Quin ganar la guerra?

    Ninguno de los dos.

    Porque su guerra envolver de nuevo a todo el Imperio, y se desharn las alianzas, y lasprovincias lucharn contra las provincias y los pueblos contra los pueblos, igual quesiempre. Salvo en los ltimos diez aos. Pues, increblemente, haba habido, en los diezltimos aos, por primera vez en la Historia, una ausencia de guerras a la que llamaban

    paz en todo el Imperio.Me empezaba a gustar la paz pens Mura. Pero el hombre que hizo la paz hamuerto. El campesino soldado que se haba convertido en samurai, y despus engeneral, y despus en el general ms grande, y por ltimo en el Taiko, el absoluto seorProtector del Japn, muri hace un ao, y su hijo de siete aos es demasiado joven paraheredar el poder supremo. Lo cierto es que estamos todos atrapados y que pronto llegarla guerra. Slo Yab decidir por quin tendremos que luchar.

    Mura volvi a prestar atencin al brbaro pirata que tena delante. Eres un diablo,enviado para fastidiarnos pens. Desde que llegaste, slo nos has causado

    preocupaciones. Por qu no elegiste otro pueblo?.Capitn-san quiere orina.} pregunt, solcito.Por indicacin suya, el consejo del pueblo haba tomado medidas para satisfacer lasnecesidades fsicas de los otros brbaros, tanto por cortesa como para tenerlosocupados hasta que llegasen las autoridades.Onna? repiti presumiendo que su ofrecimiento sera del agrado del pirata yhabiendo hecho ya preparativos al respecto.No! Lo nico que quera Blackthorne era dormir. Pero como saba que necesitabaatraerse a aquel hombre, seal el crucifijo. Eres cristiano?Cristiano -dijo Mura asintiendo con la cabeza. Yo tambin soy cristiano.

    El padre decir que no. No cristiano. Soy cristiano. No catlico, pero s cristiano.Mura no lo entendi. Y Blackthorne no pudo hacrselo comprender, a pesar de susesfuerzos.Quieres onna? Cundo vendr el daimo?

    Daimo viene cuando viene dijo Mura encogindose de hombros. Duerme. Peroprimero lavar, por favor. -Qu?Lavar. Bao, por favor. No comprendo.Mura se acerc ms a l y frunci la nariz con desagrado.

    Oler mal. Como todos portugueses. Bao. Esta casa, limpia.

    Me baar cuando quiera, y no huelo mal! dijo Blackthorne, enojado. Todo elmundo sabe que los baos son peligrosos. Quieres que me d una diarrea ? Teimaginas que soy estpido ? Lrgate de aqu y djame dormir!

    Bao! orden Mura, sorprendido por la furia del brbaro y por su mala educacin.No slo el brbaro apestaba, sino que no se haba baado bien desde haca tres das, quel supiera, y la cortesana se negara a acostarse con l por muy elevado que fuese el

    precio. Esos horribles extranjeros! -pens. Sus sucias costumbres causan asombro.No importa. Yo respondo de ti. Te ensear buenos modales.Bao! repiti.Lrgate de una vez si no quieres que te haga pedazos grit Blackthorne despidindolecon un gesto brusco.

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    CAPITULO II

    El daimo, Kasigi Yab, seor de Iz, quiere saber quin sois, de dnde vens, cmollegasteis aqu y qu actos de piratera habis cometido dijo el padre Sebastio.

    Ya os he dicho mil veces que no somos piratas.

    La maana era clara y tibia y Blackthorne estaba arrodillado delante del tablado, en laplaza del pueblo. Conserva la calma y haz funcionar el cerebro. Se estn juzgandovuestras vidas. T eres el portavoz y debes actuar como tal. El jesuta es vuestroenemigo y el nico intrprete disponible, y no hay manera de saber lo que dice, aunque

    puedes estar seguro de que no os ayudar...Ante todo, decidle al daimo que estamos en guerra y que somos enemigos vuestrosdijo. Decidle que Inglaterra y los Pases Bajos estn en guerra con Espaa yPortugal.

    Os aconsejo que hablis con sencillez y no alteris los hechos. Los Pases Bajos sonuna pequea provincia rebelde del Imperio espaol. Vos sois jefe de unos traidores quese han rebelado contra su legtimo rey.

    Inglaterra est en guerra y los Pases Bajos se han separa...Blackthorne se interrumpi, porque el sacerdote ya no le escuchaba y estabatraduciendo sus palabras.El daimo estaba sobre el tablado. Bajo, rechoncho, dominador, cmodamentearrodillado y con los pies doblados debajo del cuerpo, y acompaado de cuatrolugartenientes, entre ellos Kasigi Omi, su sobrino y vasallo.Mura estaba arrodillado sobre el polvo de la plaza. Era el nico aldeano presente, y losnicos mirones eran los cincuenta samurais que haban venido con el daimo. Estabansentados en hileras disciplinadas y mudas. Los tripulantes del barco estaban detrs deBlackthorne, arrodillados como l y vigilados de cerca. Haban tenido que traer alcapitn general cuando haban ido a buscarles, a pesar de que estaba gravementeenfermo. Le haban permitido tenderse en el suelo, todava semiconsciente. Blackthorney todos los dems haban hecho una reverencia al llegar ante el daimo, pero esto nohaba bastado. Los samurais los haban obligado a arrodillarse y les haban empujado lacabeza hasta tocar el suelo, a la manera de los campesinos. Blackthorne haba tratado deresistir y le haba gritado al cura que explicase que l era el jefe y un emisario de su pasy que deba ser tratado como tal. Pero el palo de una lanza le haba hecho rodar por elsuelo. Sus hombres se dispusieron a atacar impulsivamente, pero l les grit que sedetuviesen y se hincasen de rodillas. Afortunadamente, le obedecieron. El daimo haba

    pronunciado unas palabras guturales que el sacerdote tradujo como una invitacin adecir la verdad, y de prisa. Blackthorne haba pedido una silla, pero el cura le haba

    contestado que los japoneses no usaban sillas y que no haba ninguna en el Japn.Blackthorne concentraba su atencin en el sacerdote mientras ste hablaba con eldaimo, tratando de encontrar un modo de salir del atolladero.Hay arrogancia y crueldad en la cara del daimo pens. Apuesto a que es unverdadero bastardo. El japons del cura no es fluido. El otro est irritado e impaciente.Ser catlico el daimo? Apuesto a que no. Cuidado! En todo caso, no esperescompasin. Cmo puedes manejar a ese maldito bastardo? Cmo desacreditar al cura?Vamos, piensa!

    El daimo dice que os deis prisa en contestar.S, claro. Lo siento. Me llamo John Blackthorne. Soy ingls, capitn de la flotaholandesa. Procedemos del puerto de Amsterdam.

    Flota? Qu flota? Estis mintiendo. Cmo puede ser un ingls capitn de un barcoholands?

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    Muy bien.Yab haba venido de Yedo, capital de Toranoga, situada a ms de cien millas dedistancia, quemando etapas, furtivamente y con gran riesgo para su persona, y deseabavolver lo antes posible. El viaje haba durado casi dos das.

    Ir inmediatamente al barco.

    Deberas ver a los extranjeros, seor haba dicho Omi con una carcajada. Sonalgo increble. La mayora de ellos tienen los ojos azules como los gatos siameses y loscabellos de oro. Pero lo ms interesante es que son piratas...Omi le haba hablado del cura y de lo que ste haba dicho de los corsarios, y de lo quehaba dicho el pirata y de todo lo que haba sucedido. En vista de ello, Yab se haba

    baado y se haba cambiado de ropa ordenando que llevaran los brbaros a su presencia.Escucha, sacerdote dijo bruscamente, casi incapaz de comprender el mal japonsdel cura. Por qu est tan furioso contigo?

    Es malo. Pirata. Adorador del diablo.Yab se inclin hacia Omi, que estaba a su izquierda.

    Entiendes lo que est diciendo, sobrino? Acaso miente? Qu te parece?

    No lo s, seor. Quin sabe lo que creen realmente los brbaros? Supongo que elsacerdote piensa que el pirata adora al diablo. Desde luego, todo son tonteras.Yab se volvi al cura. Le habra gustado crucificarlo en seguida y borrar elcristianismo de sus dominios de una vez para siempre. Pero no poda hacerlo. Aunque ly los otros daimos gozaban de todo el poder en sus dominios, estaban sometidos a lasuprema autoridad del Consejo de Regencia y a los decretos promulgados por el Taikoantes de su muerte y que conservaban plena fuerza legal. Uno de stos, promulgadohaca aos, se refera a los brbaros portugueses y ordenaba que se les protegiese y que,dentro de lo razonable, se tolerara su religin y se permitiese a sus sacerdotes predicar yconvertir.

    Escucha, sacerdote. Qu ms te ha dicho el pirata? De prisa! Te has comido lalengua?

    El pirata dice cosas malas. Malas. Sobre ms barcos de guerra piratas... Muchos.Barcos piratas de guerra, no tiene sentido, neh? Pirata dice otros barcos deguerra en Manila.

    Omi-san, entiendes algo de lo que est diciendo? No, seor. Su acento es horrible,es casi una jerigonza. Parece que dice que hay ms barcos piratas al este del Japn.

    Oye, sacerdote! Estn esos barcos piratas frente a nuestras costas? Al Este?Habla!

    S, seor. Pero creo que miente. Dice en Manila. No te entiendo. Dnde estManila? Al Este. Muchos das de viaje.

    Si algn barco pirata llega hasta aqu, le daremos una agradable bienvenida,dondequiera que est Manila. Perdn, pero no entiendo...Lo mismo da dijo Yab, agotada su paciencia.Haba decidido ya que los extranjeros tenan que morir y le gustaba la perspectiva.Evidentemente, aquellos hombres no estaban comprendidos en el decreto del Taiko, queslo se refera a los brbaros portugueses y, adems, eran piratas. El haba odiadosiempre a los brbaros y se senta avergonzado, como todos los daimos, por la fuerzaque haban adquirido en el Pas de los Dioses. Como exista desde haca siglos unestado de guerra entre China y el Japn, China no permita el comercio. Pero, hacaunos sesenta aos, haban llegado los brbaros. El emperador chino de Pekn les habaotorgado una pequea base permanente en Macao y ellos se haban avenido a trocar

    seda por plata. Como la plata abundaba en el Japn, pronto floreci el comercio yprosperaron ambos pases. Los mediadores, o sea los portugueses, se hicieron ricos, y

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    sus sacerdotes, jesutas en su mayora, fueron muy pronto un elemento vital delcomercio porque aprendieron a hablar el chino y el japons. Ahora, el giro comercial eraenorme e interesaba a todos los samurais, por lo que tenan que tolerar a los sacerdotes.Adems, haba un nmero importante de daimos cristianos y muchos cientos de milesde conversos, la mayora de ellos en Kiusiu, la isla meridional ms prxima a China y

    en la que se hallaba el puerto portugus de Nagasaki. S pens Yab, debemostolerar a los sacerdotes y a los portugueses, pero no a esos brbaros, a esos hombresinverosmiles de cabellos de oro y ojos azules. Su excitacin creci. Por fin podrasatisfacer su curiosidad de ver cmo se enfrentaban los brbaros con la muerte si se lessometa a tormento. Y tena once hombres, once maneras distintas de matar, para hacerel experimento. Dijo:

    El barco extranjero, no portugus, pirata, queda confiscado con todo su contenido.Todos los piratas son sentenciados a...Pero se interrumpi y se qued boquiabierto al ver que el jefe de los piratas se arrojabade un salto sobre el sacerdote, le arrancaba el crucifijo del cinto, lo haca pedazos ygritaba algo con fuerza. Inmediatamente despus, el pirata se arrodill y toc el suelo

    con la cabeza, rindiendo pleitesa al daimo mientras los guardias avanzaban con lossables desenvainados.

    Alto! No lo matis! grit Yab, pasmado de que alguien pudiese tener laimpertinencia de actuar con tanta brutalidad delante de l. Esos brbaros sonincomprensibles!

    S dijo Omi mientras bullan mil preguntas en su mente sobre las implicaciones desemejante accin.El sacerdote recogi con mano temblorosa la profanada madera y dijo algo al pirata, envoz baja y casi amable. Despus, cerr los ojos, cruz los dedos, y sus labios empezarona moverse levemente.

    Omi-san dijo Yab. Primero, quiero ir al barco. Despus, empezaremos.Su voz se hizo ms pastosa, al imaginarse la diversin que le esperaba.

    Quiero empezar con aquel pelirrojo del extremo de la fila, con aquel hombrepequeo.Omi se inclin y baj la excitada voz.Disclpeme, pero nunca haba ocurrido una cosa as, seor. No es el crucifijo su

    smbolo sagrado? No se muestran siempre respetuosos con sus sacerdotes?Ve al grano.Todos detestamos a los portugueses, seor. Salvo los que se han hecho cristianos,neh? Tal vez esos brbaros te sern ms tiles vivos que muertos.Por qu?

    Porque son nicos. Son anticristianos! Quizs un hombre sabio hallara la manera deemplear su odio o su irreligiosidad en provecho nuestro. Son tuyos y puedes hacer loque quieras con ellos. Ikawa Jikkyu es cristiano sigui diciendo, nombrando alodiado enemigo de su to, uno de los vasallos y aliados de Ishido, asentado junto a lafrontera occidental. No vive all ese asqueroso sacerdote? Tal vez esos brbaros

    podran darte la llave que abra toda la provincia de Ikawa. Tal vez la de Ishido. Tal vez,incluso, la del seor Toranaga.Yab estudi la cara de Omi tratando de descubrir lo que haba detrs. Despus, mir el

    barco. Era indudable que le haba sido enviado por los dioses. S. Pero, era un regalo ouna plaga?

    De acuerdo dijo. Pero, primero, ensea buenos modales a esos piratas. En

    particular, a l. Por la muerte del buen Jess! murmur Vinck.

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    Deberamos rezar una oracin dijo Van Nekk.Acabamos de hacerlo.Estaban apretujados en un stano, uno de los muchos que empleaban los pescadores

    para guardar pescado secado al sol. Unos samurais los haban conducido a travs de laplaza y los haban hecho bajar una escalera, y ahora estaban encerrados bajo tierra.

    Aquel agujero tena cinco pasos de largo por cinco de ancho y cuatro de profundidad ylas paredes del suelo eran de tierra. El techo estaba hecho de tablas cubiertas con unpalmo y medio de tierra y con una trampilla encajada en ellas.No me pises, mono del diablo! Cierra el pico, estpido! dijo Pieterzoon. Y t, Vinck, encgete un poco, viejodesdentado. Tienes ms sitio que los dems.

    Es el capitn general. Tiene todo el espacio. Dadle un empujn. Despertadlo dijoMaetsukker.

    Eh? Qu pasa? Dejadme en paz. Estoy enfermo. Tengo que estar echado. Dndeestamos?

    Vamos, Maetsukker, levntate, por el amor de Dios dijo Vinck tirando de

    Maetsukker y sujetndolo contra la pared.Maetsukker perdi la paciencia y dio un puetazo en la barriga a Vinck. Djame en paz o te matar, bastardo!

    Vinck se arroj contra l, pero Blackthorne los agarr a los dos y les golpe la cabezacontra la pared.

    Callaos todos dijo en voz baja y todos le obedecieron. Tenemos que hacerturnos. Unos echados, otros sentados y otros de pie. Spillbergen estar echado hasta quese encuentre mejor. Aquel rincn ser la letrina.Los reparti, y cuando hubieron formado los turnos el sitio fue ms tolerable.Tenemos que salir de aqu antes de un da, o nos debilitaremos demasiado pensBlackthorne. Cuando pongan la escalera para traernos comida o agua. Tendr que seresta noche o maana por la noche. Por qu nos han trado aqu? No somos un peligro

    para ellos. Y podemos ayudar al daimo. Lo comprender? Era la nica manera dedemostrarle que somos enemigos del cura. Este s que lo comprendi.

    Tal vez Dios perdonar tu sacrilegio le haba dicho en voz baja el padreSebastio. Pero yo no descansar hasta que t y tu malignidad hayis sido borradosde la faz de la tierra.Gotas de sudor resbalaban por sus mejillas y por su mentn. Las enjug distradamente,aguzando los odos como cuando estaba a bordo, durmiendo o vigilando, lo suficiente

    para or el peligro antes de que se manifestara.Tenemos que salir de aqu y apoderarnos del barco. Me pregunto lo que estar

    haciendo Felicity. Y los nios. Veamos. Tudor tiene ahora siete aos, y Lisbeth...Estamos a un ao, once meses y seis das de Amsterdam, a los que hay que sumar lostreinta y siete das que tardamos en abastecernos e ir desde Chatham hasta all y, porltimo, los once das que pasaron desde que naci hasta que embarcamos en Chatham.Esta es exactamente su edad..., si todo anda bien. Todo debe andar bien, Felicity estarcocinando y cuidando a los nios y haciendo la limpieza y charlando, mientras loschicos crecen, tan fuertes e intrpidos como su madre. Me gustara estar en casa, pasear

    juntos por la playa y por los bosques y los prados de la bella Inglaterra. Con los aos, Blackthorne se haba acostumbrado a pensar en ellos como en los

    personajes de una comedia, una gente a la que se amaba y por la que se sufra sin que lacomedia acabara nunca. De otro modo, la ausencia pesara demasiado. Casi poda contar

    los das que haba estado en casa en once aos de matrimonio. Eran pocos, demasiadopocos. Es una vida muy dura para una mujer, haba dicho antao. Y ella le haba

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    respondido: Cualquier vida es dura para una mujer. Ella tena entonces diecisieteaos, y era alta y sus cabellos eran largos y sedosos...Sus odos le dijeron que deba estar alerta.Los hombres estaban sentados o recostados o tratando de dormir. Van Nekk estabamirando al espacio como los dems. Spillbergen estaba medio despierto, y Blackthorne

    pens que aquel hombre era ms vigoroso de lo que pareca.Se hizo un sbito silencio al or unos pasos sobre sus cabezas. Los pasos se detuvieron.Voces sofocadas, en aquella lengua spera y extraa. Blackthorne crey reconocer lavoz del samurai... Omi-san? S, as se llamaba. Al cabo de un momento, cesaron lasvoces y los pasos se alejaron.

    Creis que nos darn de comer, capitn? dijo Sonk.S.No me vendra mal un trago. Cerveza fresca, Dios mo! gimi Pieterzoon. Cllate dijo Vinck. Me haces sudar.Blackthorne sinti su camisa mojada. Y el mal olor. Pens que le vendra bien un baoy sonri de pronto, recordando.

    Mura y los otros lo haban llevado aquel da a la clida habitacin y lo haban tendidoen un banco de piedra cuando an tena embotados los miembros. Las tres mujeres,dirigidas por la arrugada vieja haban empezado a desnudarle. El haba tratado deimpedrselo, pero cada vez que se mova uno de los hombres le golpeaba un nervio y lodejaba impotente, y aunque gritaba y maldeca, siguieron quitndole la ropa hastadejarlo desnudo. No era que se avergonzase de aparecer desnudo delante de unasmujeres, sino que l se desnudaba siempre en privado, segn la costumbre. No legustaba que lo desnudara nadie, y menos aquellas salvajes indgenas. Pero, que lohiciesen en pblico, y que lo lavaran como a un recin nacido, con agua caliente,

    jabonosa y perfumada, mientras charlaban y sonrean tranquilamente, era demasiado.Pero despus lo haba tomado a broma y se haba echado a rer y los otros se habansorprendido de momento, pero haban acabado rindose con l. Despus lo habansumergido delicadamente en un agua perfumada y tan caliente que al principio no pudoaguantarla, y lo haban sacado jadeando y tendido de nuevo en el banco. Las mujeres lohaban secado, y entonces haba entrado un ciego. Blackthorne no saba lo que era elmasaje. Al principio, haba tratado de rechazar aquellos dedos inquietos, pero despussu magia lo haba seducido y a punto estuvo de ronronear como los gatos cuando losdedos descubrieron los nudos e hicieron fluir la sangre o el elixir que corra por debajode la piel, de los msculos y de los tendones.Despus lo haban llevado a la cama, extraamente dbil, medio adormilado, y la niaestaba all. El no le haba preguntado su nombre, y por la maana, cuando Mura,

    inquieto y muy asustado, lo haba despertado, ella se haba marchado ya.Blackthorne suspir y pens que la vida era maravillosa.En el stano, Spillbergen volva a mostrarse belicoso. Maetsukker se acariciaba lacabeza y gema, no de dolor, sino de miedo. El grumete Croocq estaba a punto de perderel juicio, y Jan Roper dijo:

    Hay algo para sonrer, capitn?Vete al infierno!Con el debido respeto, capitn dijo Van Nekk, cuidadosamente, pero hacindose ecode lo que pensaban todos, fue muy imprudente atacar al sacerdote en presencia delmaldito bastardo amarillo.Y todos convinieron respetuosamente que haba sido una imprudencia.

    Si no lo hubieseis hecho, no nos encontraramos metidos en este lo.

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    El nombramiento de Shogn representaba el poder absoluto, el sello y el mandato delEmperador. El Shogn gobernaba en nombre del Emperador. Por consiguiente,cualquier daimo que se rebelase contra el Shogn lo haca automticamente contra elTrono, era puesto fuera de la ley y se confiscaban sus tierras.El Emperador reinante era adorado como una divinidad porque descenda en lnea

    directa de la diosa Sol, Amaterasu Omikami, hija de los dioses Ezanagi e Izanami quehaban formado las islas del Japn del firmamento. Por derecho divino, el Emperadorreinante posea todas las tierras y gobernaba y era obedecido sin discusin. Pero en la

    prctica, hace ms de seis siglos que el poder real se ejerca detrs del trono.Tres siglos antes haba habido un cisma cuando dos de las tres grandes familias rivalesde samurais, los Minowara, los Fujimoto y los Takashima, haban apoyado a dos

    pretendientes rivales al trono sumiendo al pas en una guerra civil. Despus de sesentaaos, los Minowara triunfaron de los Takashima, y los Fujimoto, que haban

    permanecido neutrales, dieron tiempo al tiempo.A partir de entonces, los shogunes Minowara dominaron en el reino, decretaronhereditario el shogunado y empezaron a casar algunas de sus hijas con miembros de la

    familia imperial. El Emperador y toda la Corte imperial permanecan completamenteaislados en palacios y jardines amurallados del pequeo enclave de Kioto, casi siempreen la penuria, y limitando sus actividades a la observacin de los ritos del Shinto, laantigua religin animista del Japn, y a menesteres intelectuales tales como la caligrafa,la pintura, la filosofa y la poesa.Con el tiempo, los shogunes Minowara perdieron su poder en provecho de los otros, delos descendientes de los Takashima o de los Fujimoto. Y mientras las guerras civiles

    proseguan a lo largo de los siglos, el Emperador dependa cada vez ms del daimo queera lo bastante fuerte para conseguir el dominio fsico de Kioto. En cuanto el nuevoconquistador de Kioto haba asesinado al Shogn en el poder y a sus descendientes,

    juraba fidelidad al trono y suplicaba humildemente al impotente Emperador que leotorgase el cargo vacante del Shogn. Despus, igual que sus predecesores, trataba deextender su rgimen ms all de Kioto, hasta que era, a su vez, destruido por otro. Losemperadores se casaban, abdicaban o suban al trono, segn los antojos del shogunado.Pero la estirpe del Emperador reinante permaneca siempre inviolada e ininterrumpida.El Shogn era todopoderoso. Hasta que era derribado.En los ltimos cien aos, ningn daimo individual haba tenido poder bastante paraconvertirse en Shogn. Haca doce aos, el campesino general Nakamura haba tenidoel poder y haba conseguido el mandato del emperador Go-Nijo. Pero no habaalcanzado el rango de Shogn, por mucho que lo deseara porque haba nacidocampesino. Haba tenido que contentarse con el ttulo civil mucho menos importante de

    Kwampaku, Primer Consejero, y ms tarde, cuando cedi este ttulo a su hijo pequeo,Yaemn, aun conservando todo el poder como era habitual, con el de Taiko. Porcostumbre histrica, slo los descendientes de las antiguas y semidivinas familias de losMinowara, los Takashima y los Fujimoto tenan derecho al rango de Shogn.Taranaga era descendiente de los Minowara. La estirpe de Yab se remontaba a unarama vaga y menor de los Takashima, pero esto le bastara si un da llegaba al podersupremo.

    Bueno, seora dijo Yab, es cierto que Toranaga quiere ser Shogn, pero nuncalo conseguir. Los otros regentes lo desprecian y lo temen. Crees que perder anteIshido?

    Se quedar aislado, s. Pero en definitiva no creo que pierda, seor. Te suplico que no

    desobedezcas a Toranaga y que no te marches de Yedo para ver el barco brbaro pormuy raro que lo considere Omi-san. Por favor, enva a Zukimoto a Anjiro.

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    Y si hay oro o plata en el barco? Se lo confiaras a Zukimoto o a cualquiera denuestros oficiales?

    No haba dicho su esposa.Aquella noche haba salido en secreto de Yedo con slo cincuenta hombres, y ahora erams rico y poderoso de lo que nunca haba soado y tena unos cautivos singulares, uno

    de los cuales morira aquella misma noche. Y el da siguiente, al amanecer, partirahacia Yedo. Y al anochecer, las armas y las monedas emprenderan su viaje secreto.Las armas! pens entusiasmado. Estas armas y mi plan me darn el podernecesario para hacer que venza Ishido o Toranaga..., el que yo prefiera. Despus, serregente en substitucin del perdedor. Y despus, el regente ms poderoso. Por qu noShogn? S. Ahora, todo es posible.Con las veinte mil monedas de plata poda reconstruir el castillo. Y comprar caballosespeciales para la artillera. Y extender la red de espionaje. Y qu de Ikawa Jikkyu?Bastaran mil monedas para sobornar a sus cocineros para que lo envenenasen?Estaba en la casa de Omi. Se abri la puerta del cuarto de bao y entr un ciego.

    Me enva Kasigi Omi-san, seor. Soy Suwo, su masajista.

    Era un hombre alto y muy delgado, viejo y con el rostro surcado de arrugas.-Bien.Yab haba tenido siempre miedo a la ceguera, pero este miedo pareca aumentar el

    placer que le produca el masaje de ciego.Poda ver la cicatriz en la sien derecha del hombre y una profunda depresin delcrneo debajo de ella. Pens que deba de ser un corte producido por un sable. Era stala causa de su ceguera? Haba sido samurai? Al servicio de quin? Sera un espa?Yab saba que el hombre haba sido minuciosamente registrado por sus guardias antesde entrar. Por consiguiente, no tema que llevase ninguna arma oculta. Y tena alalcance de la mano su precioso y largo sable, obra del maestro armero Muramasa. Viocmo el viejo se quitaba el quimono de algodn y lo colgaba en la percha sin verla.Tena ms cicatrices en el pecho. Su ropa interior estaba muy limpia. Se arrodill yesper pacientemente.Yab sali del bao y se tendi sobre el banco de piedra. El viejo sec cuidadosamenteal daimo, se unt las manos con aceite perfumado y empez a frotar los msculos delcuello y de la espalda de Yab.La tensin empez a menguar mientras los vigorosos dedos recorran el cuerpo de Yabcon asombrosa habilidad.

    Muy bien. Esto est muy bien dijo Yab al cabo de un rato.Gracias, Yab-sama dijo Suwo.Sama significaba seor y era un trmino de obligada cortesa cuando uno se diriga a

    un superior.Hace tiempo que sirves a Omi-san?Tres aos, seor. El es muy bueno para este viejo.Y antes?Iba de pueblo en pueblo. Unos das aqu, medio ao all, como una mariposa llevadapor el soplo de la primavera.La voz de Suwo era tan suave como sus manos. Haba comprendido que el daimoquera hacerle hablar y esperaba la prxima pregunta. Parte de su arte consista en saberlo que queran de l y cundo. A veces, se lo decan sus odos, pero casi siempre eransus dedos los que parecan revelar el secreto de la mente masculina o femenina. Ahorasus dedos le decan que tuviera cuidado con aquel hombre, que era peligroso y verstil,

    que tena unos cuarenta aos, que era un buen jinete y excelente con el sable. Y tambin

  • 7/27/2019 Clavell, James - Shogun - Espanol

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    que tena el hgado enfermo y que morira antes de dos aos. Probablemente por culpadel sak o de los afrodisacos.

    Ests muy fuerte para tu edad Yab-sama.Tambin t. Cuntos aos tienes?Debo de tener ms de ochenta... no lo s fijo. Serv al seor Yoshi Chikitada, abuelo

    del seor Toranaga, cuando el feudo del clan no era ms grande que este pueblo. Estabaen el campamento el da que fue asesinado.Yab se esforz en mantener el cuerpo laxo, pero su mente se puso alerta y empez aescuchar con atencin.

    Un da triste, Yab-sama. El asesino fue Obata Hiro, hijo de su aliado ms poderoso.Tal vez sabrs que el joven cort la cabeza del seor Chikitada de un solo sablazo. Erauna hoja Muramasa y de aqu naci la supersticin de que todos los sables Muramasatraen mala suerte al clan Yoshi.Lo dir porque yo tengo un sable Muramasa? se pregunt Yab. Muchos sabenque lo tengo.

    Cmo era el abuelo de Toranaga? pregunt con fingida indiferencia para probar a

    Suwo.Alto, Yab-sama. Tena veinticinco aos el da que muri y era guerrero desde losdoce. Estaba casado y haba engendrado un hijo. Fue una lstima que tuviese que morir.Obata Hiro era su amigo y su vasallo. Tena entonces diecisiete aos, pero alguien habaenvenenado su mente, dicindole que Chikitada pensaba matar a su padre a traicin.Desde luego, era mentira. El joven Obata se arrodill delante del cadver y se inclintres veces. Dijo que lo haba hecho por respeto a su padre y que quera lavar su insulto anuestro clan hacindose el harakiri. Le dieron permiso. Y muri como un hombre. Unode los nuestros actu de maestro de ceremonias y cuando l estuvo muerto le cort lacabeza de un solo golpe. Despus, su padre vino a buscar su cabeza y el sableMuramasa. Las cosas se pusieron mal para nosotros. El nico hijo del seor Chikitadafue cogido como rehn en alguna parte y nosotros pasamos malos tiempos. Esto fue...

    Ests mintiendo, viejo. Nunca estuviste all interrumpi Yab que se haba vuelto ymiraba fijamente al hombre, que se qued petrificado. El sable fue roto y destruidodespus de la muerte de Obata.

    No, Yab-sama. Esto es una leyenda. Yo vi cmo el padre se llevaba la cabeza y elsable. Quin habra querido destruir semejante obra de arte? Habra sido un sacrilegio.Su padre se lo llev.

    Qu hizo con l?Nadie lo sabe. Algunos dicen que lo arroj al